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José Penalva Buitrago
Cartas de un maestroSobre la educación en la sociedad y en la escuela actual
2008, Biblioteca Nueva. Madrid
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03-12-2009 Antonio Caride López
1º Primaria (tarde)
1. - Elección del libro
En un primer momento, por el resumen planteado de todos los libros, no podía decidir si escoger entre
éste o Mis pequeños monstruos. Sin embargo, tras ver ambos, manipularlos, ojearlos y leer el resumen
de contraportada de cada uno mi instinto me indicó que debía optar por Cartas de un maestro. Quería
comprobar si realmente criticaba las modas y planteaba un enfoque educativo a la hora de tratar los
problemas sociales que la educación atraviesa en nuestros días. Quizá porque necesitaba más leer
acerca de las razones para educar y un análisis crítico social, que los métodos e identificación de
conceptos que plantea Mis pequeños monstruos.
2. - Síntesis de ideas principales
Como el libro trata de abarcar muchas de las dificultades planteadas al educador, dividiendo los
diferentes conflictos del maestro en una serie de cartas se ha optado por analizarlas por separado, pues
así se da mayor profundidad de los temas planteados.
Cartas al lector, a un maestro innovador, a un amigo sindicalista, a un investigador y a un
constructivista y a su Comisario inspector
En ellas se nos da la clave de lo que el libro pretende, según su autor lejos de alienar a los sujetos que
lo lean con una mentalidad prefijada, busca por lo tanto tratar de liberar al sujeto de las barreras a las
que se ve sometido en la vida para que pueda percibir la educación como lo que es.
Lo refleja muy bien en el siguiente párrafo de la página 19: “Como buscador de la verdad que es, (...),
el intelectual, debe ser una persona consciente de que lo más necesario para el hombre es la sabiduría,
y, por lo tanto, un trabajador comprometido con el cultivo de las semillas que la hacen posible:
aversión a la mentira, espíritu crítico, esfuerzo, responsabilidad ante su mundo y ante el propio
destino, etc. Esto es un maestro. Un forjador de personas.” También en su afirmación de la página 62:
“...de un lado, la inteligencia del educador no puede estar al servicio de ningún <<órgano social>>,
pues su única misión es servir y escuchar a la realidad educativa. De otro lado, el educador no puede
abandonar la escena pública y retirarse a su despacho, porque su contexto de sentido es dar respuestas
a la realidad, es decir, la transformación de su cultura. Y, en esta lucha, se gesta la libertad del
educador y el crecimiento del Cuerpo Profesional de Educadores.”
Cartas a una madre y a un padre
En esta hay dos ideas básicas que se nos quieren transmitir. La primera es que un niño no puede ser
esclavo de sus caprichos, que no son egoístas, sino pasiones no refrenadas a tiempo. Cuando un niño
es abandonado a su libre albedrío no está siendo actuando libremente, si no que actúa sin saber si
realmente quiere hacer algo, confunde lo que necesita con lo que desea. Para eso están los padres para
ayudarle a diferenciar.
Se ve claramente en este párrafo de la página 27: “De ahí se deriva un principio básico de la
enseñanza: el respeto hacia los padres. (...) Educar es dar al niño la posibilidad de autosuperación. El
niño nace con la posibilidad de llegar a ser un hombre íntegro, pero esa posibilidad hay que entrenarla,
ejercitarla, actualizarla, mediante la educación.” Lo dice bien claro en esta cita de la página 43: “ Y la
familia es el seno que puede mantener al hombre en su naturaleza. La educación tiene la misión de
construir <<un mundo>> que arrope al niño, para salvaguardar la autenticidad de su personalidad.”
La segunda idea planteada es el estado de la profesión de maestro, contra la que los padres cargan
alegando que no les arreglan los problemas que tienen con sus hijos y la falta de respeto social a los
educadores. Esto queda bien claro en la página 31 donde explica: “Hoy el alumno muestra una
tendencia creciente a la falta de respeto a sus profesores, pero es que los primeros que no respetan a
los profesores son sus padres”
Cartas a Helena
En ellas nos presenta una solución para imponer autodisciplina y formar la voluntad de cada sujeto
para que se pueda gobernar a sí mismo en contra de sus pasiones, después el buen uso de la razón y la
prudencia y en la última el esfuerzo cambiar la realidad de la educación. En la página 74 da la clave
para esto: “Los clásicos estaban convencidos de que en un cuerpo fuerte, sano, ejercitado, es más apto
para dominar <<las fuerzas anímicas>>, los deseos del alma. Los antiguos no tenían psicopedagogos
que aconsejaran a sus estudiantes, pero sí que le daban la posibilidad real de que sean autónomos, y,
por lo tanto, de superar sus dependencias, sean afectivas o de otro tipo...” “El hombre racional aprende
a conocer la naturaleza interior de cada cosa, de cada acontecimiento, de cada acción. Aprende, en
suma, que escuchar la verdad que yace en el interior de cada cosa le convierte en hombre-de-verdad.”
Dice en la página 82. Y alega finalmente en la página 94: “Porque el <<yo>>, la raíz última le lo que
somos, consiste en ser deseo, tendencia hacia algo más. Deseo de autosuperación, voluntad de sentido.
A fin de cuentas, el yo es posibilidad de progreso.”
Diálogo sobre la educación desde la montaña
En este aunque hace una reiteración de lo expuesto en el libro anteriormente introduce que la crítica no
basta para educar, se debe recurrir a la vitalidad, la alegría y la naturalidad: “No vas a encontrar más
luz porque te mantengas fijo en tu crítica. Para encontrar la fuente de la salud del hombre, la
naturaleza, como tú la llamas, hay que escarbar más hondo y adentrarse más adentro en la espesura. La
herramienta más poderosa del pensamiento no es la crítica, sino el canto, querido, el canto alegre y
confiado.” Página 165.
3.- Comentario del capítulo más relevante
En mi opinión el apartado más interesante es el último, el diálogo sobre la educación desde la
montaña. Porque actúa como conclusión, revitalizando de las ideas que se han querido trasmitir a lo
largo del libro resumiendo, en las actitudes y forma de ser de diferentes personajes, los modos de
pensar diversos que se plantean los profesionales de la educación a lo largo del libro. También el autor
se critica a sí mismo precisamente por su análisis implacable de las cosas para que los lectores no se
queden meramente con la crítica, si no con la idea a trasmitir.
Los personajes de Álvaro, Don José María y Julito encarnan a las posturas del constructivista,
Comisario inspector, profesor innovador y el sindicalista. Sus propias palabras les delatan:
“JULITO.- Pero, D. José María, la utopía es lo que reclama una reforma cultural justa, libre,
igualitaria... frente a este mundo capitalista y lleno de <<fachones>>.
DON JOSÉ MARÍA.- Mi proyecto educativo ya está inspirando los programas políticos y, como
investigador, lo único que me importa realmente es la implantación, es decir, seguir diseñando
propuestas para hacer efectivo el cambio. Los ideales, Julito, están bien, pero lo que mueve este
molino que es la sociedad son los avances de la ciencia.” Página 155.
“ÁLVARO.- La educación, quiera usted o no, es política. De hecho existen muchas teorías que políticas
de la democracia que se han aplicado al ámbito educativo. La más influyente, y que ha inspirado
nuestro modelo de centros participativos, es la idea de la <<comunidad ideal de diálogo simétrico>>.”
Página 162.
Los personajes de Félix y Melania encarnan: el primero, a la parte crítica del autor que ataca a los
problemas sociales, la segunda, a las respuestas para una educación que forme personas, no meros
trabajadores.
“FÉLIX.- ¡Qué pobre es -dice mirando atrás, al camino que habían escogido Don José María, Julito y
Álvaro- reducir la educación a la psicología, funcionalidad o política! Más allá de las estructuras
cognitivas del alumno, la educación es despertar, incitar al hombre en compañía y amistad para que
vuelva a la verdadera relación con las cosas.” Página 165.
“MELANIA.- Bellas palabras. Pero sepa que nada es más útil para la vida que la belleza. Nada más útil
para la sociedad que desvelar lo humano y universal que existe en cada cultura.” Página 163.
4.- Valoración personal
El libro me ha parecido una buena lectura. En primer lugar porque plantea la situación actual de los
maestros y su difícil estado social, falta de respeto por parte de todos los medios, administraciones,
colectivos sociales, padres, los alumnos... que ven en el educador un funcionario que únicamente vela
por su economía y disfruta de amplias vacaciones, que carece de verdadera vocación y que desconoce
la realidad social a la que se enfrenta.
A todos estos ataques el autor hace una defensa, razonada y detallada, rebatiendo sus falsos
argumentos, planteando modelos de mejora con la perspectiva siempre olvidada de los profesores, que
en realidad son los auténticos docentes.
Además plantea una crítica interna a los profesores conformistas y aquellos que se dejan influenciar
precisamente por los medios que mangonean e interfieren en la verdadera labor educativa, la
formación de seres humanos, no la producción de trabajadores perfectos. Además ahonda en cómo
debe tomarse un maestro su tarea para evitar caer justamente en estas corrientes tan abrasivas para él o
ella.
Cabe destacar que no me han parecido válidas todas las afirmaciones del autor, sobre todo en cuanto a
la racionalización de los sentimientos y la racionalización de los deseos del alma. Que si bien los
primeros son nocivos de carecer de razón para rebatirlos cuando son perjudiciales, los deseos del alma
vienen dados por necesidades más poderosas que las racionales y sin duda más útiles para la forja de la
personalidad, en mi opinión claro está.
Como libro que invita al debate social e interno de las personas, en lugar de manifestar una ideología
que regule la vida, es muy recomendable. No solo para padres, si no para el conjunto de la sociedad,
de poder lo incluiría en las lecturas recomendadas en la Educación Secundaria Obligatoria, pues usa
un lenguaje claro, preciso e invita a la reflexión.
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