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Hágase la luz ...
Y fue la luz la voz primera.
Poblaban las sombras el único espacio de la nada, y, de repente, las cosas, por todos los rincones, brotaron como un grito.
Mil seres de gozo inundaron de sorpresa las estrellas,
recién amanecidas:
imponente despertar del primer día, umbral de mil siglos y mil vidas.
Nos lo cuentan
los peces y los árboles,
con su memoria
de raíces y de escamas.
Lo recuerdan los trinos de los pájaros, con su canto de vientos y de nieblas.
Oíd, pues, vosotros, los hijos de la Tierra,
el clamor del primer grano
vertido en el surco primero de la Historia:
La Palabra, que dibujó la vida en la infinita línea
del tiempo; que llamó
a los seres por su nombre, y los convocó al
encuentro...
Y la Palabra era la Luz …
Los silencios y el desgarro vendrán luego,
cuando la voz se apague y surja el odio,
y se pudran los nombres de las cosas
en gargantas de olvido gangrenadas …
¡ Marana tha ! … se escucha de labios de los pobres.
¡ Ven, Señor Jesús ! …
y revive con tu hálito la esperanza de todos los humildes.
¡ Señor Jesús, ven ! …
y haz del hambre de los hombres la palabra nueva que nos grite
nuestra nueva Navidad.
Texto y montaje: P. Lorenzo Pascua, o.p. - Música: Cármina Burana
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