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COLONIALISMO Y LIBERACIÓN. VIGENCIA DEL PENSAMIENTO DE
FRANTZ FANON
María Luján Leiva
Introducción
Miseria del pueblo, opresión nacional
e inhibición de la cultura son una misma cosa
F. Fanon (1953)
Frantz Fanon fue un hombre de su tiempo, como lo es también de nuestro presente. Su
pensamiento y su entrega a la lucha por la descolonización y el antirracismo lo hicieron
una referencia obligada para los movimientos de liberación en África y en América
Latina; incluso Ernesto Che Guevara –como él médico y participante en primera
persona de un proceso revolucionario – había sido un lector cuidadoso de su obra. Una
serie de intelectuales comprometidos, como Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir,
Giovanni Pirelli y los jóvenes críticos del sistema capitalista en los países ricos, incluso
en el Japón, fueron sensibles a la palabra fanoniana a fines de los años 60. (Cherki,
2000:293)
Fanon se convirtió en un referente del movimiento del 68 y de los movimientos obreros
y estudiantiles cuyos militantes leyeron su obra en la búsqueda de una perspectiva
crítica sobre la situación histórico-política de sus propios países y regiones con la mira
de encontrar elementos teóricos y éticos para contrarrestar las propuestas del liberalismo
y del desarrollismo.
El programa es no sólo salir adelante sino alcanzar a las demás naciones con los medios
al alcance. Si los pueblos europeos, se piensa, han llegado a esta etapa de desarrollo, ha
sido por sus esfuerzos. Probemos, pues, al mundo y a nosotros mismos que somos
capaces de las mismas realizaciones. Esta manera de plantear el problema de la evolución
de los países subdesarrollados no nos parece ni justa ni razonable. (Fanon, 1977:87)
La ofensiva neoliberal global desde fines de los años setenta y los regímenes
dictatoriales en innumerables países silenciaron su voz a través de la censura y la
autocensura. Sus libros se escondieron o se quemaron, dejaron de recomendarse en las
universidades. Se ha apelado también desde los ochenta a una lectura reduccionista de
Fanon: considerándolo sólo el teórico de la violencia revolucionaria, inclinado a excesos
retóricos, careciendo de medios para manejar mentalmente acontecimientos y cambios
sin precedentes. (Arendt:24) La lectura de los textos de Fanon permiten sin embargo
ubicarlo como un pensador sobre la violencia, un profundo conocedor de la situación
mundial y africana de su tiempo y no un mero apologista de la violencia. (Cherki,
2000:12)
Agradezco los primeros comentarios a este ensayo de la Dra. Krystyna von Henenberg y a la Dra.
Diana Mulinari los innumerables diálogos sobre las perspectivas fanonianas.
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“La muerte de cualquier hombre no es indispensable para el triunfo de la libertad. Hay
momentos en que es necesario aceptar el riesgo de la muerte para que nazca la libertad,
pero no se puede asistir a tantas muertes, a tantas ignominias con alegría del corazón.”
(Fanon,1964:110)
Un concepto importante de Fanon es que el “racismo antirracista” debe ser superado,
“El racismo, el odio, el resentimiento, el deseo legítimo de venganza, no pueden
alimentar una guerra de liberación”. (Fanon,1977:127-8).
La impronta neoliberal –asumida o no – de la élite de los intelectuales y políticos se
contraría ante esta cólera de los oprimidos, pasando por alto la violencia estructural del
hambre, las persecuciones, las enfermedades, la invasión de sus países y el pillaje de sus
recursos.
Expuesto a tentativas de asesinato cotidianas: hambre, expulsión del cuarto que no ha
pagado, el seno maternal seco, niños esqueléticos, las obras cerradas, los desempleados
que pululan alrededor del gerente como cuervos, el indígena llega a ver a su semejante
como un enemigo implacable. (Fanon,1977:284)
Para un colonizado en un contexto de opresión “vivir es no morir”, de allí que Fanon
coincida con su contemporáneo, el escritor italiano sobreviviente de Auschwitz, Primo
Levi, en denunciar que en el universo del campo de concentración, los hombres se han
matado por un pedazo de pan, (Fanon, 1977:285) “La ley del Lager decía: Come tu pan
y si puedes el de tu vecino, y no dejaba lugar a la gratitud.”(Levi, 1976:201)
La contribución del pensamiento y la acción de Frantz Fanon
La verdad objetiva está viciada
constantemente por la mentira
de la situación colonial
Frantz Fanon
El profundo pensamiento de Fanon sobre el colonialismo, el racismo, el nacionalismo y
el deletéreo papel de las burguesías nacionales y del populismo, como también sus
trabajos en el campo de la psiquiatría tendieron a ser marginados, olvidados, en el
marco del mainstream político y académico neoliberal.
El retorno al pensamiento de Fanon en los años noventa se realiza –casi
paradojalmente– con el surgimiento de los estudios culturales y postcoloniales a través
de los trabajos de Edward Said, Homi Bhabha, Partha Chatterjee, en un medio
intelectual que privilegiaba el discurso cultural y la temática de la diversidad y la
identidad, inscripta exclusivamente en el ámbito académico, enfoque y ámbito de los
cuales Fanon en vida se mostrara escéptico y crítico, por considerar que hacían “una
cultura de la cultura”, como lo expresara en el Primer Congreso de Escritores y Artistas
Negros en París, en 1956.Como lo señala A. Cherki, toda la cuestión identitaria que en
los años setenta y ochenta se adopta siguiendo el análisis de Albert Memmi, que es
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lejana de la concepción de Fanon en relación a este repliegue a los orígenes. (Cherki,
2000:276)
Frantz Fanon ha recuperado vigencia en esta primera década del siglo XXI. El
preocupante crecimiento del racismo –ese fracaso de la humanidad– hace
imprescindible la lectura de Los condenados de la Tierra y de su primer libro, Piel
negra máscaras blancas (1952). Ambos libros son un camino a entender el mundo
actual, el neocolonialismo, el racismo y el impacto de los mismos en el nivel colectivo
y en el nivel individual.
Los estudiosos de las migraciones en cuanto complejos procesos políticos, culturales y
sociales pueden abrevar en Fanon: en su adentrarse en los aspectos sociales del racismo
y en la consecuente transformación de las relaciones personales y afectivas. En “El
síndrome norafricano” publicado en la revista Esprit en febrero del 1952, presenta al
inmigrante como un ser en sufrimiento, que “nunca será más dichoso en Europa que en
su lugar natal porque se le pide vivir sin la materia misma de su afectividad” (Fanon,
1964:24). Señala la mala fe de Francia en los años 50 y podríamos traspolarla a las
actuales políticas migratorias y de refugio de los países receptores –sean de países ricos
o periféricos– que se excusan y desentienden de las condiciones de marginalidad y
explotación de los inmigrantes ya que mayormente provienen de países o regiones de
miseria. El reclamo de Fanon “que hay habitaciones que construir, escuelas que abrir,
caminos que trazar, chozas que demoler, ciudades que hacer surgir de la tierra, hombres
y mujeres, niños y niñas que cubrir de sonrisas” no presenta ninguna relación con las
propuestas de ayudas y cooperación recomendadas actualmente bajo forma de
Cooperación al Desarrollo por la Unión Europea con el fin de detener la llegada de
refugiados económicos o de la guerra a sus costas. (Massiah, 1997:105)
El reclamo de Fanon no se adecua a la panoplia de estrategias de migración controlada y
selectiva o de expansión de empresas de los países centrales presentada como
cooperación al desarrollo o ayuda humanitaria sino a una exigencia de humanización.
No me empujéis hasta el fin. No me obliguéis a deciros lo que deberías saber, señor. Si
Tú no reclamas al hombre que está ante ti, ¿cómo quieres que suponga que reclamas al
hombre que está en ti?
Si Tú no quieres al hombre que está ante ti, ¿cómo creería yo en el hombre que quizás
esté en ti?
Si Tú no exiges al hombre, si Tú no sacrificas al hombre que está en ti para que el
hombre que está en esta tierra sea más que un cuerpo, más que un Mohamed, ¿merced a
qué artilugio deberé yo adquirir la certidumbre de que tú también eres digno de mi amor?
(Fanon 1964:25)
¿Texto escrito en y para esa otra década de la segunda post-guerra de “bienvenida” a
una inmigración de trabajadores procedente de las colonias para la reconstrucción
rápida de Europa o que podría haber sido escrito hoy para reclamar la vigencia y el
respeto de la Convención de Ginebra, el trato humanitario para con los refugiados,
políticas migratorias que impidan la reiteración de las muertes en las cada vez más
riesgosas rutas que emprenden los desesperados del Tercer Mundo en búsqueda de una
entrada al mundo del trabajo, huyendo de sus tierras empobrecidas con la globalización?
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La obra de Fanon es la elaboración de un pensamiento y una acción política que toma
acto de las características del hombre colonizado, de la realidad de la enajenación del
ser humano en el contexto de colonialismo y el racismo. Alienación encarnada en el
colonizado y el colonizador, la cual pueda ser superada por la ruptura de la sujeción, de
la inferiorización, de la opresión y la miseria, la remoción del fatalismo y la aceptación
del destino de ser para sí a través de la obra transformadora de la independencia que
otorgue condiciones dignas de existencia.
En primer lugar existe el hecho que el colonizado, semejante a los hombres de los países
subdesarrollados y de todas las regiones desheredadas del mundo, percibe la vida no
como plenitud o desarrollo de una fecundidad esencial, sino como una lucha permanente
contra una muerte atmosférica. Esta muerte próxima se materializa en el hambre
endémica, la desocupación, el índice importante de enfermedades, el complejo de
inferioridad y la ausencia de puertas para el futuro. (Fanon, 1972:115)
Los procesos independentistas emprendidos en la post-guerra son presentados como la
única posibilidad de desarrollo. “Combate contra el colonialismo, combate contra la
miseria y el subdesarrollo, combate contra las tradiciones esterilizantes.” (Fanon,
1977:87)
La tarea es inmensa, “hay que recomenzar todo, que reformular todo” (Fanon, 1977:91),
pero en tiempos pautados, respetando la dimensión humana, no sometiendo a las ya
secularmente sacrificadas masas rurales y urbanas a esfuerzos extraordinarios, pues a la
exacción colonial se sumaría ahora la de la independencia. En la programación de
proyectos de desarrollo deberían participar los dirigentes y la sociedad entera,
explicando, no comandando, ya que el tiempo supuestamente perdido en explicar a las
masas devenía en el tiempo un proceso de humanización del trabajador (Fanon,
1977:176); politizar es despertar el espíritu, inventar almas (Fanon, 1977:180) .
En la superación del status colonial es imprescindible industrializar y no limitarse a
seguir como exportadores de materias primas que sólo mantienen activas las fábricas de
la metrópolis (Fanon, 1977:95) . Fanon no rechazaba recurrir a la ayuda externa siempre
que fuera solidaria, no constituyera “un programa de Hermanas de Caridad” (Fanon,
1977:94), sino una inversión generosa y de ayuda técnica (Fanon, 1977:97) pero para
ello era y es necesario que las masas europeas “abandonen el juego irresponsable de la
Bella Durmiente del bosque” (Fanon, 1977:98) y se redistribuya la riqueza. (Fanon,
1977:90)
Fanon, sujeto protagónico y lúcido analista de los procesos anticolonialistas, prestaba
atención a la historia y el presente de América Latina, su temprana independencia en el
curso de las primeras décadas del siglo XIX y las dictaduras autoritarias del siglo XX.
Pide repetidas veces ser nombrado embajador en Cuba para observar de cerca a la
revolución cubana (Fanon,1977:89), mientras buscaba información sobre el movimiento
sindical de la Argentina o la situación en Brasil, o se hacía traducir textos que le
permitieran profundizar en la tarea terapéutica de la enfermedad mental a la que
consideraba “una de las formas en que el hombre pierde su libertad” (carta al Ministro
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Residente, renunciando a su cargo como jefe del Hospital Psiquiátrico de Blida-
Joinville en Argelia,1956).
La descolonización no es concebida como una marea que se tragaba a Europa, sino
como un proceso de humanización colectivo comprensivo de los distintos pueblos.
“El Tercer Mundo no pretende organizar una inmensa cruzada de hambre contra toda
Europa. Lo que espera de quienes lo han mantenido en la esclavitud durante siglos es
que lo ayuden a rehabilitar el hombre, a hacer triunfar al hombre en todas partes, de una
vez para todas” (Fanon, 1977:97),
La obra de Fanon tiene tres perspectivas, la descripción de la personalidad del individuo
en el contexto histórico, la influencia del espacio colectivo y la propuesta de superación
y de descolonización del ser. Toma conciencia sobre todo en su última obra, Los
condenados de la Tierra, de las enormes dificultades que las personas y los pueblos
enfrentan en ese proceso de subjetivación. Dificultades derivadas de las carencias
propias del hombre, de su tendencia a la repetición, como a la vulnerabilidad de esos
“hambrientos” y sobre todo de la acción de las fuerzas colonialistas y los grandes
intereses corporativos que podían retroceder, pactar, pero no convertirse sinceramente.
El dirigente, como se niega a quebrantar a la burguesía nacional, solicita del pueblo que
refluya hacia el pasado y se embriague con la epopeya que ha conducido a la
independencia. El dirigente –objetivamente – detiene al pueblo y se dedica a expulsarlo
de la historia o a impedir que penetre en ella (…) Ya no existe ese ir y venir fecundo de la
base a la cima y de la cima a la base que funda y garantiza la democracia de un partido…
Las células creadas durante la etapa colonial se encuentran ahora en un estado de
desmovilización total. (Fanon, 1977:154-155)
La experiencia acumulada en su año africano como embajador itinerante en África de la
Revolución Argelina lo contacta con una realidad histórica de procesos de
descolonización en acto, de endurecimiento del apartheid en África del Sur y de las
tempranas características del post-colonialismo.
Nuestro error es haber creído que el enemigo había perdido combatividad y su nocividad
(...)La vacilación ante el homicidio jamás ha caracterizado al imperialismo (…) el
enemigo no retrocede jamás sinceramente. No comprende jamás. Capitula pero no se
convierte. ( Fanon ,1964:222)
La lectura de Fanon –hic et nunc – podría profundizar el pensamiento y dar lucidez a los
debates sobre el “problema inmigrante” y las políticas de inclusión, a las
“asimilaciones” propuestas como entradas iniciáticas a la modernidad. Si
reemplazáramos el análisis de Fanon del autóctono y lo transpolásemos a los
inmigrantes y refugiados, esos que llegan tarde, beaucoup trop tard (Fanon, 1952:100),
quienes introyectan el juicio peyorativo de los nativos sobre su supuesta
impermeabilidad para la lógica y las ciencias (Fanon, 1977:148), o en cuanto a sus
formas originales de existir (Fanon: 1964:46), que abandonan “sus formas culturales, su
lengua, su alimentación, (…) su manera de sentarse, de descansar de reír, de divertirse
(...) se arrojan sobre la cultura impuesta” (Fanon, 1964:47) o pueden incluso adoptar –
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para complacer a los otros– el estereotipo de la pureza, la ingenuidad, la inocencia.
Fanon advierte “debe redoblarse la vigilancia del intelectual indígena” o de las
comunidades inmigrantes para no convertirse en los nuevos Tío Tom, censurados y
radiados por su propia comunidad pero funcionales como modelos significativos de
asimilación exitosa por las burocracias encargadas del problema inmigrante y de los
jóvenes en situación de riesgo.
Se podrá entender entonces a las segundas generaciones, los hijos de la inmigración
africana, magrebi, latinoamericana o kurda en su revalorización incluso de aspectos
conservadores de las culturas de sus padres, se entenderá también a la primera
generación, sus miedos, malestares, desarraigos y sus “asimilaciones”.
Cada generación, dentro de una relativa opacidad, tiene que descubrir su misión,
cumplirla o traicionarla (…) Hay que abandonar la costumbre, ahora que estamos en el
corazón del combate, de reducir al mínimo la acción de nuestros padres o fingir
incomprensión frente a su silencio. (Fanon, 1977:188)
Fanon nos permite reflexionar sobre nuestras sociedades de América Latina, su racismo
abierto o el sutil y el negado. Ese racismo latinoamericano introducido durante la
colonia, reestructurado en el proceso de formación de los estados nacionales y renovado
en la actualidad como racismo de clase. Una sociedad latinoamericana, especialmente
en sus sectores medios, que vive –como los antillanos de Piel negra máscaras blancas–
de la comparación con Europa, los “países civilizados”, de la búsqueda constante del
reconocimiento externo, de la mímica.
Fanon nos habilita a discutir los “multiculturalismos desde arriba” que han engendrado
enclaves culturales, folklóricos, divisivos.
La cultura no tiene jamás la traslucidez de la costumbre. La cultura evade eminentemente
toda simplificación. En su esencia, se opone al hábito que es siempre un deterioro de la
costumbre. Querer apegarse a la tradición o reactualizar las tradiciones abandonadas es no
sólo ir contra la historia sino contra su pueblo. (Fanon, 1977: 204)
Fanon nos habilita a reaccionar ante la folklorización de los seres humanos, en sus
países de origen o como inmigrantes. Esa folklorización que despolitiza y fosiliza social
y culturalmente. Fanon anticipa agendas que los movimientos antirracistas
contemporáneos están comprendiendo ahora, que el compromiso racista no puede
reducirse a una reivindicación de la diversidad cultural. “Ningún colonialismo recibe su
legitimidad de la inexistencia cultural de los territorios que domina. Jamás se
avergonzará al colonialismo desplegando ante su mirada tesoros culturales
desconocidos.”(Fanon, 1977:204)
La trivialidad del incesante recurso a las glorias del pasado por parte de las élites
nacionalistas es sarcásticamente denunciada: “Concedo que en el plano de la existencia,
el hecho de que haya existido una civilización azteca no cambia en gran cosa el régimen
alimenticio del campesino mexicano de hoy.” (Fanon1977: 191)
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Un pasado de imponente prestigio colonial o incluso imperial no asegura mejores
condiciones a los inmigrantes mexicanos ni a los bolivianos o a los refugiados etíopes o
a los trabajadores turcos y griegos; como tampoco remontarse al descubrimiento de
América por el genovés Cristóbal Colón o los delirios de recreación del imperio romano
por Mussolini mejoraban la situación de los trabajadores inmigrantes italianos en la
Argentina o en los Estados Unidos a principios del siglo veinte.
Fanon puede irritar. Como escribiera Jean Paul Sartre “Primero hay que afrontar un
espectáculo inesperado: el striptease de nuestro humanismo”. (Fanon, 1977:23)
Fanon nos desnuda, sea que formemos parte del Primero o del Tercer Mundo. Irrita
porque evidencia nuestros procesos de alienación. No se sale inmune de una lectura de
Fanon. Es una invitación a analizarse y comprometerse. Puede también decidirse
acallarlo. Entonces se lo descalifica, “inactual”, irresponsable, su libro es el producto de
los sufrimientos derivados de la leucemia que lo llevaría a la muerte.
Los condenados de la Tierra es un libro testamento, más que escrito transido por la
tristeza de la finitud de la vida, es el legado de un profundo conocedor de la situación
del África, de los mecanismos coloniales y postcoloniales para reducir a la servidumbre,
la explotación, la cooptación a millones de seres humanos. “El colonialismo utiliza
desvergonzadamente todos sus hilos, feliz de enfrentar entre sí a los africanos que ayer
se habían ligado contra él... el colonialismo se burla por lo bajo cuando escucha las
magníficas declaraciones sobre la unidad africana.” (Fanon, 1977:147)
Los condenados de la Tierra es un libro publicado bajo el estremecimiento del asesinato
de Patrice Lumumba en una acción conjunta de los servicios secretos belgas y
norteamericanos (De Witte), con la complicidad de africanos que avalaban la política
imperialista. Ese Lumumba que no podía ser comprado y que había replicado al rey
Balduino de Bélgica en la ceremonia de proclamación de independencia del Congo que
la independencia lograda en junio de 1960 no era un regalo “sino una lucha ganada en la
cual ningún esfuerzo, privación, sufrimiento o gota de sangre habían sido ahorrados”.
Lumumba era amigo personal de Fanon, quien le reprochaba con ternura su inalterable
confianza en el hombre, que constituyó su pérdida y su grandeza, como recuerda Sartre
en “El Pensamiento político de Patrice Lumumba” (Sartre, 1965:143).
Lumumba creía en su misión. Tenía confianza exagerada en el pueblo. Este pueblo, para
él no solamente no debía engañarse sino que además no debía ser engañado (…)
Lumumba siguió expresando el patriotismo congoleño y el nacionalismo africano en lo
que tienen de más riguroso y más noble (…) Porque los enemigos de África no se habían
engañado. Se habían dado cuenta de que Lumumba estaba vendido. Vendido al África,
desde luego. Es decir que ya no se le podía comprar. (Fanon, 1964:218-219)
Los condenados de la Tierra es en parte el libro de la desilusión ante esa nueva
burguesía africana que reducía la descolonización a la independencia política, “una
especie de pequeña casta con dientes afilados, ávida y vora, dominada por el espíritu
usurario y que se contenta con los dividendos que le asegura la antigua potencia
colonial”. (Fanon, 1977:160)
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Fanon condena el nacionalismo diferenciándolo del necesario proceso de construcción
de la nación:
Una burguesía que da a las masas el único alimento del nacionalismo fracasa en su misión
y se enreda necesariamente en una sucesión de desventuras. El nacionalismo (…) si no se
transforma rápidamente en conciencia política y social, en humanismo, conduce a un
callejón sin salida. (Fanon, 1977: 186)
El análisis político-social e incluso psicológico del lumpen proletariat que realiza Fanon
nos advierte sobre las variantes del populismo tercer y primer mundista actual, sea de
derecha o se reclame progresista.
El colonialismo va a encontrar igualmente en el lumpen proletariat una masa
considerable de maniobra (…) el opresor que jamás pierde la ocasión de hacer que los
negros se peleen entre sí, utilizará con una singular alegría la inconsciencia y la
ignorancia que son las taras del lumpen proletariat. (Fanon, 1977: 126)
Lo saben bien los líderes racistas populistas (Le Pen, Pim Fortuyn, Humberto Bossi, el
BNP de Reino Unido, etc.) con su apelación a los trabajadores pobres y desocupados a
descargar en la violencia anti-inmigrante la insatisfacción por su situación económica, el
deterioro de servicios y del ambiente urbano, el malestar cultural o la inseguridad.
Quizás la contundencia de la presente crisis admitida por los países centrales a partir de
septiembre de 2008 permita señalar y reconocer a los verdaderos responsables del
arrasamiento de las condiciones de vida y de trabajo de los trabajadores nativos e
inmigrantes en los países “civilizados” y los periféricos.
Se entiende la revalorización contemporánea de Fanon ante la islamofobia
euroamericana. Islamofobia que utiliza el paradigma de la modernidad, la secularización
y la democracia para presentar a los pueblos de religión musulmana como una masa
indistinta de fundamentalistas. Un elemento de esta campaña antimusulmana
(antiinmigrante, antipalestina, antikurda, etc.) es resaltar la supremacía de la sociedad
occidental con respecto a la posición social de la mujer. Se presenta la mayor libertad y
bienestar femenino como una esencia occidental y no como el producto de una larga
historia de lucha por los derechos de la mujer. Esta acción propagandística de los
políticos, los medios de comunicación y también de académicos, silencia y/o ignora que
los pueblos africanos y asiáticos de mayoría musulmana son también víctimas del
fundamentalismo religioso y de la opresión política. El ensayo de Fanon Algerie
Unveiled trata del dinamismo histórico del uso del velo, el cual se va abandonando en el
transcurso de la acción revolucionaria (Fanon ,1972:47), creándose nuevas dimensiones
en la sociedad argelina (Fanon,1972:43). Ciertos pasajes de Los condenados de la
Tierra sobre el rol de la mujer argelina en la guerra de liberación y el significado
histórico cultural del velo son de absoluta actualidad, “debo decirte que he visto a
muchos campesinos enjugar las lágrimas de las mujeres que habían sido violadas frente
a ellos mismos…” (Fanon, 1977: 236 ). Propone que los países subdesarrollados
destruyan las tradiciones feudales que consagran la superioridad masculina y otorguen a
las mujeres un lugar idéntico al hombre en la constitución, en la vida cotidiana, el
trabajo, la escuela y la política (Fanon, 1977:184) .
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La lectura de estos ensayos desarma las interpretaciones esencialistas y racistas
interesadas en mantener una superioridad cultural del occidente, superioridad
cuestionable basándose en la realidad actual y la historia. Bastaría para desmitificarla
citar algunos de los medios de tortura puestos en práctica en Argelia por los franceses:
inyección de agua por la boca, introducción de una botella por el ano (Fanon,
1977:258), las descargas eléctricas (Fanon, 1977:244), desestructuración de la
personalidad (Fanon, 1977:264) . Es necesario recordar que algunos de estos
especializados torturadores fueron contratados por las dictaduras latinoamericanas para
asesorar a los ejércitos y fuerzas de seguridad para el tratamiento de sus prisioneros
políticos con absoluto conocimiento de los gobiernos europeos (Eduardo Febbro,
Página 12, 15 de junio de 2001).
En este siglo XXI asistimos a la remoción del pasado colonial de algunos países e
incluso a una reactualización y revalorización del imperialismo.
El mundo posmoderno debe empezar a habituarse a la doble moral. Entre nosotros
operamos sobre la base de leyes con una seguridad abierta y cooperativa. Pero cuando
tratamos con estados anticuados situados fuera del continente postmoderno de Europa,
necesitamos retornar a los más rudos métodos de épocas anteriores, a la fuerza, el ataque
preventivo, el engaño, todo lo que sea necesario para tratar con aquellos quienes todavía
viven en el mundo del siglo diecinueve de cada estado dentro de sí mismo. (Robert
Cooper, The Guardian, 7 de abril de 2002)
Conclusiones
Aquel que os impide cerrar los ojos
y adormecerse en el runrún de la buena conciencia
Aimé Césaire en honor a Fanon (1961)
Jean Paul Sartre escribió en su prefacio a Los condenados de la Tierra que Fanon
hablaba sólo a los colonizados, a sus hermanos, los “subhombres” del racismo. Puede
decirse que esa introducción –solicitada y esperada por Fanon– podría desleír el
pensamiento universalista, inclusivo e internacionalista del autor del libro.
“La universalidad reside en esta decisión de darse cuenta del relativismo recíproco de
las culturas diferentes una vez que se ha excluido irreversiblemente el estatuto
colonial.” (Fanon, 1964:52)
En la actualidad, la obra de Fanon concierne a todos los interesados en un mundo más
justo. A los que vivimos en el Tercer Mundo, trabajadores urbanos, rurales, indígenas, a
los inmigrantes y refugiados que habitan racializados países centrales. A los
trabajadores del Primer Mundo, agobiados y alienados, a los pensadores, educadores
que sueñan y actúan para lograr un mundo más igualitario en cualquier ángulo de la
Tierra... “No, no queremos alcanzar a nadie. Pero queremos marchar constantemente, de
noche y de día, en compañía del hombre, de todos los hombres.” (Fanon, 1977: 291)
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Su mensaje ha sido proponer y actuar una nueva forma de humanismo y su cólera era la
de los hombres que constatan sus propios límites ante la violencia injusta. (Cherki,
2000:247)
“(...) por Europa, por nosotros mismos y por la humanidad, camaradas, es necesario
tener una piel nueva, desarrollar un pensamiento nuevo, tratar de poner en pie un
hombre nuevo.”
Siendo un sagaz e informado conocedor de su circunstancia histórico-social, su
pertenencia a tres mundos, las Antillas, Europa y África había acrecentado esa
capacidad de desmitificar y de observar la realidad menos parcial o sectorialmente.
Cuando la descolonización peligraba y las traiciones se hacían evidentes, no dejaba de
creer en el hombre y en su poder de recuperación, mantenía su concepción que la
enajenación nunca podría ser lograda totalmente (Fanon, 1964:46), que el racismo no es
una constante del espíritu humano (Fanon, 1964:49) como tampoco lo es el fatalismo.
“Nosotros, políticos africanos, debemos tener ideas muy claras sobre la situación de
nuestro pueblo. Pero esa lucidez debe ser profundamente dialéctica.” (Fanon, 1977:177)
Este ensayo no es una hagiografía del pensador Frantz Fanon, aunque expresa un
respeto agradecido por los distintos caminos que sus análisis, severos pero nunca
escépticos, y su búsqueda y esperanza de ser sujetos abrieron para generaciones de
luchadores en el terreno de la descolonización.
La obra de Fanon no es difícil de leer, aunque el entendimiento de la misma demanda
renovadas lecturas, contextualización temporal, decodificación de su ironía y la
paciencia para descubrir conceptos lúcidos y penetrantes que se deslizan inadvertidos en
las primeras lecturas o que tienen la capacidad de adquirir renovada proyección leídos
desde determinados presentes histórico-sociales y personales.
En realidad la destreza del colonizado
no puede ser en último término más que su valor,
la concepción lúcida de sus alianzas,
la tenacidad que aporte a su liberación.
Frantz Fanon
Referencias y Bibliografía
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11
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