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CUANDO TODO EST
PERDIDO
Marta Elas
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Marta Elas Viana, 2013
1 edicin
Impresin: Bubok Publishing S.L.
Foto portada: Paseo Alfonso XII, Vigo
Impreso en Espaa
ISBN: 978-84-616-5324-9
DL: VG 149-2013
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Dedicado a toda mi gente de Vigo,
que me ha acogido tan bien
y me ha hecho sentir en casa.
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CAPTULO 1
- Un curso. Aguanta un curso le dije a mi imagen en el
espejo. Me qued mirndola, como si sta fuera a responderme
lo que quera or. No mujer, no tienes por qu pasarlo mal.
Vuelve a casa y todo arreglado. Pero en vez de eso, quien
habl fue mi conciencia. Ya te has metido en esto, ahora te
fastidias.
Me hice una coleta, intentando recoger los mechones
rebeldes que se me rizaban sobre las orejas. Respir hondo dos
o tres veces y mir el reloj. Estupendo, iba a llegar tarde en mi
primer da de clase. Baj la estrecha escalera con cuidado. La
barandilla haba visto tiempos mejores y no quera empezar el
curso con un miembro roto. Cog la llave de repuesto y abr la
puerta.
- Julia! Cundo vas a volver? Sabes? pregunt mi
abuela, apareciendo en el recibidor.
- No lo tengo claro, por si acaso no hagas comida para m.
Mi abuela se march mascullando algo, sin despedirse.
Quera pensar que ella era as, y no que yo le molestara. En
maldito momento me pareci buena idea dejar mi Francia natal
y mudarme a Vigo a terminar la carrera. Se haba quedado
viuda haca un ao, y a mi padre le preocupaba que se quedara
sola. Yo ya llevaba dos aos viviendo en Perpignan, estudiando
filologa hispnica. Me ofrec a trasladarme, pensando en lo
bien que me vendra para mi futuro currculum. Dominaba el
idioma perfectamente, puesto que lo haba hablado toda la vida
con mi padre, pero me dara mucho ms prestigio haber
estudiado en el propio pas de origen. Y al llegar y ver el
panorama se me cay el mundo a los pies. Estaba acostumbrada
a la soleada Narbona, donde crec, y a la residencia luminosa y
llena de vida de Perpignan. La casa de mi abuela era una choza
lgubre y ruinosa que se mantena en pie por puro milagro.
Perd el autobs por los pelos y, como suele pasar, el
siguiente tard una eternidad en venir. Llegu tarde, me
confund de aula, me di cuenta de que haba cometido un error
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en la matrcula y algunas clases eran a la misma hora y me
sent a estudiar el calendario a ver cmo poda arreglarlo en un
banco recin pintado. Todo lo que poda torcerse se haba
torcido aquel da. Estaba mentalmente agotada cuando cog el
autobs de vuelta.
An faltaban unas cuantas paradas para la ma cuando el
conductor anunci que el trayecto se terminaba all. No me
enter del motivo, no me quedaba ms paciencia. Baj y saqu
el mvil para usar la aplicacin de la compaa de autobuses de
Vigo. Empec a andar, maldiciendo la aplicacin que jams te
deca los horarios correctos. Ni las paradas. Ni las lneas que
pasaban por stas. De hecho, no entenda por qu continuaba
mirndola. Guard el mvil con un bufido y decid, tras media
hora de pie bajo la lluvia en una parada sin marquesina y sin
que apareciera ningn autobs, que conoca la ciudad lo
suficiente como para arriesgarme. Es ms, mi da haba sido tan
horrible y tena tantas ganas de llegar a casa que estaba
dispuesta a coger atajos. Y eso hice. Lgicamente, me perd.
Quise alcanzar la calle paralela, que era una avenida grande
que desembocaba en el ayuntamiento. Desde ah estaba a unos
metros de casa, pero para ello tena que conseguir encontrar por
donde acceder a la calle Camelias. En esa zona haba un gran
desnivel hacia la ra de una calle a otra, y entre ellas no siempre
haba una unin. Si la haba, sola ser en forma de escalinatas
cruzadas y apiadas entre los altos edificios, semi cubiertas de
vegetacin.
Cuando haba ido de pequea en coche por esas calles,
recuerdo que me daban miedo porque imaginaba cualquier
cosa escondida all en la oscuridad. Pero en ese momento ni se
me pasaba por la cabeza nada peor que el da que haba tenido.
Solo deseaba encontrar una de una maldita vez. Me met por
una callejuela que no tena ni acera. Hacia las funciones un paso
de peatones minsculo en un lateral.
Al llegar a una parte particularmente estrecha entre un
edificio y un muro de piedra, me top de frente con un coche
MayuResaltar
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familiar gigantesco que quera pasar. Tuve que arrimarme lo
ms posible al muro para que pasara. La mujer que iba al
volante conduca extremadamente lenta. Cosa comprensible en
otras condiciones, pero que a mi me estaba exasperando por
momentos. En el muro haba un hueco, el dintel de una vieja
puerta de madera. Me met en l para evitar que me atropellara,
ya que la conductora no era muy hbil. Pero no v un pequeo
escaln y perd el pie. Ca hacia atrs y mi espalda choc con la
puerta, cuya madera era vieja y deba estar podrida. Cedi y me
vi en el suelo en medio de un charco de barro. Me qued
aturdida por un momento, antes de incorporarme y soltar una
maldicin a voz en grito. Inmediatamente mir a mi alrededor y
vi al fondo, al otro lado de un descuidado patio, el esqueleto de
una antigua casa en ruinas a medio devorar por una autentica
selva de arbustos y malas hierbas. No quise ver ms. Las casas
abandonadas me daban an ms miedo que las escaleras
escondidas. Repar en que en algunas de sus puertas y
ventanas tapiadas, alguien haba abierto agujeros. Me levant
rpidamente, deseando que no hubiera ninguna colonia de
drogadictos o maleantes por all que me hubieran escuchado y
salieran a investigar.
Cuando me dispona a salir, un brillo metlico junto al suelo
me llam la atencin. Estuve a punto de ignorarlo, pensando
que sera alguna jeringuilla o algo as, pero sin saber por qu
me detuve. Pareca una clase de joya. Met la mano en el barro
para extraerlo. Era uno de esos medallones antiguos con un
relieve en el centro. Tena un nombre pero lo no recordaba. Lo
observ detenidamente. Era muy bonito, tena tallado el busto
de una chica joven y muy guapa, con el pelo recogido y mirada
perdida. Muy vintage, pens. Me lo guard en el bolsillo de
los vaqueros y sal de all lo ms rpido que pude.
Apur el paso y al fin consegu llegar a la calle que buscaba.
Continu todo recto hasta que avist el desproporcionado
ayuntamiento. Los funcionarios que trabajaban all deban de
gozar de fabulosas vistas sobre la ra, pero los escasos turistas
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que suben al monte del Castro no. En medio de la imponente
panormica se alzaba esa aberracin. Lamentablemente no era
la nica.
Todo Vigo me pareca urbansticamente demencial. Barrios
completamente abandonados, pequeos reductos de la antigua
ciudad, compartan espacio con monstruos de hormign que
hacan dao a la vista. La casa de mi abuela era un ejemplo del
primer caso. Por fin llegu a la calle Santiago, donde estaba
ubicada, y baj por ella viendo desaparecer la silueta del
ayuntamiento y aparecer al otro lado la de la panificadora. Otro
esqueleto del pasado industrial de la ciudad, ahora en ruinas y
olvidado.
Mientras buscaba el llavero sent que alguien me observaba
y me gir, pero no vi a nadie. Donde giraba la calle, me pareci
ver una sombra que se escabulla rpidamente. Volv a mirar a
mi mochila, dndome prisa en intentar encontrar la llave. Otra
vez tuve la molesta sensacin de que alguien me vigilaba. Por el
rabillo del ojo vi movimiento, alguien se acercaba. Solo falta
que ahora me atraquen pens. Quiz fuera un drogadicto de
los muchsimos que haba en el centro y tuviera otras cosas ms
interesantes que hacer por all. Me arriesgu a mirar y solo vi
oscuridad. Por si acaso retom la bsqueda frenticamente y sin
ningn disimulo. Cuando encontr la llave y la introduje en la
cerradura me pareci distinguir a un desconocido a pocos
metros. Me daba igual quedar como una tonta y que fuera
alguien inofensivo que pasaba por all. Estaba oscuro y no haba
testigos, y haba visto suficientes pelculas como para no
arriesgarme. Cerr de un portazo tras de m, cosa que alarm a
mi abuela.
- Qu pas? pregunt sorprendida.
- Nada, tengo las manos mojadas y se me ha resbalado la
puerta.
- Bueno, te he dejado cena.
- Voy a cambiarme y bajo enseguida! grit ya desde la
escalera. Cuando llegu al cuartucho fro y hmedo que haca
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las veces de mi habitacin, me asom a la ventana, que daba a
la parte delantera de la casa. Para mi sorpresa y terror, haba
alguien en la puerta. No poda verle la cara, apenas poda
distinguir su contorno. Era ya de noche y las nubes tapaban la
luna, por lo que la oscuridad fuera era casi completa salvo por
el resplandor de la propia contaminacin lumnica de la ciudad.
Me pareci que el desconocido miraba directamente al punto en
el que yo estaba, pese a que no haba encendido la luz para que
fuera ms difcil verme desde fuera. Cerr la persiana y me
retir de la ventana. No saba qu hacer, deba llamar a la
polica? Por lo pronto decid tranquilizarme, ponerme un
chndal y bajar a cenar. Respir aliviada al ver que las persianas
del comedor estaban tambin bajadas.
Mi abuela ya haba cenado y haba dejado para m un plato
de sopa de ajo sobre una servilleta de tela a modo de mantel.
- Bueno, pues yo me voy ya a la cama anunci. - Buenas
noches.
- Hasta maana, y gracias por la sopa.
Como era de esperar, no recib respuesta. Me sent con un
crujido alarmante de la vieja silla y encend el televisor. Era
pequeo y probablemente tuviera mi edad o ms. Los colores se
vean saturados y la imagen se empequeeca an ms por el
formato panormico en una pantalla cuadrada.
Algo es algo, me dije mientras pona las noticias. El olor
de la sopa de ajo me hizo olvidar el da horrible que haba
tenido. Estaba buensima. Al irme a la cama, ya no me acordaba
de nada.
A la maana siguiente, cuando abr la persiana volvi a mi
cabeza la imagen del hombre que me haba acechado. Ya no
estaba ah, y a la luz del da costaba pensar incluso que hubiera
sido real.
Esa semana transcurri con normalidad. Consegu arreglar
la equivocacin con la matrcula, e incluso convers con
algunos de mis nuevos compaeros. Chicas, en su inmensa
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mayora. No fue hasta el fin de semana, cuando mi abuela me
pidi que le bajara la ropa que tuviera para lavar, que repar en
los vaqueros manchados de pintura que llevaba el primer da
de clase.
- Mierda! exclam. Dudaba seriamente que tuvieran
arreglo. Y ms despus de llevar das hechos un ovillo al pie de
la cama. Me dispona a meterlos en una bolsa y decidir si
intentarlo en una tintorera cuando not algo duro. Met la
mano en el bolsillo y saqu el objeto que haba recogido a
principios de semana en la casa abandonada. Camafeo,
record que se llamaba. No me haba vuelto a acordar de l. Lo
guard en un joyero que haba comprado en un bazar de chinos
para guardar las pocas alhajas que haba trado conmigo. Tena
que informarme de cunto poda valer y venderlo.
Baj y me empe en hacer yo la colada. No haba ido all
con la excusa de cuidar a mi abuela para tenerla luego de
sirvienta. Despus sal a hacer recados dando un paseo,
aprovechando que haca una temperatura muy agradable. Baj
hasta el mercado de la piedra y cog el puente que llevaba al
centro comercial. Un inmenso bloque de color negro que
rompa por completo con la esttica del casco viejo y bloqueaba
a los vecinos las vistas a la ra para cedrselas a los que se
apuntaran al gimnasio de su ltima planta. Quera comprar
unos cuantos componentes para intentar llevar el siglo XXI a
casa de mi abuela. No haba puesto objeciones a que pusiera
Internet, siempre y cuando lo pagara yo y ella no tuviera que
hacer nada.
La tarde transcurri entre cables, folletos de instrucciones y
muchas llamadas a atencin al cliente de la compaa de
telfonos. A la que me di cuenta eran las nueve y tena que
arreglarme. Haba quedado con las de la universidad para ir al
concierto del grupo de una de ellas. No me apeteca
especialmente, pero estaba en un sitio nuevo donde poda
empezar de cero y no quera cometer los mismos errores. Deba
hacer un esfuerzo por socializarme ms. No es que fuera
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tampoco una marginal, tena muchos conocidos e incluso
algunos a los que podra llamar amigos. Lo que no tena era
amigos ntimos. No era la persona ms divertida del mundo, as
que nadie buscaba mi compaa para pasarlo bien. Solan
hacerlo para contarme sus problemas porque tena fama de
saber escuchar. La realidad era que no saba qu decir y esas
situaciones me incomodaban. Pero no aqu, en Vigo quera
intentar ser un poco ms la persona que quera ser. El primer
paso sera no negarme a asistir a eventos sociales para
quedarme en casa leyendo.
No recordaba el nombre del local, pero s que estaba en la
calle Rogelio Abalde. Como an no haba conseguido dejarlo
todo bien conectado en casa, mir un mapa por Internet en el
mvil con una lentitud desquiciante. Vi que era una calle
pequeita, no sera difcil encontrar la sala. Tom indicaciones
mentales para llegar, que no calaron muy hondo en m. Al
llegar a la puerta del sol ya no saba en qu direccin ir. Volv a
sacar el mvil, aunque despus de diez minutos sin que cargara
el mapa decid que acabara antes preguntando a alguien. Mir
a mi derecha, dnde la grotesca escultura del sireno me miraba.
Me pregunt por ensima vez en qu estara pensando el tipo
que autorizara a poner eso ah. Apart la vista y mir a mi
alrededor en busca de alguien a quien preguntar, pero un chico
ya me haba visto perdida y pregunt primero.
- Necesitas ayuda? era bastante mono, de pelo castao
claro y no mucho ms alto que yo. Me llamaron la atencin sus
ojos, de un color gris azulado que pese a todo era clido. Me
miraba sonriente, con las manos en los bolsillos de una
cazadora vaquera de segunda o tercera mano.
- Pues s, si me puedes decir dnde queda la calle Rogelio
Abalde te lo agradecera mucho contest.
- Claro que s, ve por Prncipe me seal una calle
peatonal que sala de all mismo - y cuando llegues al final
cruza la calle y baja por la primera a la izquierda. Cuando ests
all es la primera que corta.
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- Muchas gracias contest intentando retener toda la
informacin. Me gir dispuesta a continuar mi camino cuando
me detuvo otra vez.
- De dnde eres? pregunt.
- De Narbona.
- Ah, y eso dnde est?
- Francia contest mientras empezaba a caminar, viendo
que el chico tena ganas de hablar Muchas gracias por tu
ayuda, adis me desped antes de que tuviera tiempo de
decirme nada ms.
Estaba un poco ms lejos de lo que me haba parecido en el
mapa, pero en quince minutos ya haba localizado la calle sin
ms problemas. Me sorprendi ver que haba al menos tres o
cuatro salas en una calle tan pequea, pero por suerte me
encontr en la puerta de una de ellas con algunas de las chicas,
que haban salido a fumar.
El concierto fue divertido. El grupo era de versiones de
canciones clsicas de pop y rock y las conoca casi todas. Mi
compaera era la cantante y tena una voz que al menos no
daaba los odos, aunque estaba claro que no sera profesional.
La felicit cuando baj a saludarnos al acabar. El resto queran
ir a bailar y me invitaron a acompaarlas, pero no me apeteca.
Ya haba hecho suficiente vida social para ser la primera
semana. Adems, no estaba muy acostumbrada a beber y haba
llegado al lmite que mi cuerpo y mi mente podan permitirse.
Me notaba ya con demasiada risa floja y un grado de
desinhibicin peligroso. Prometindoles que ira la prxima vez
y que era capaz de andar, me dejaron marchar y me encamin
de vuelta a casa. Al pasar por la puerta del sol volv a ver
sentado en un banco al mismo chico que me haba indicado el
camino. No tiene casa? pens. Haban pasado al menos tres
horas. Al momento me arrepent de haber tenido un
pensamiento tan desagradable. Quiz era verdad que no tena
casa, ltimamente haba mucha problemtica con los
desahucios. O quiz era un psicpata que me vigilaba.
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El alcohol me haca conjeturar demasiado. Me salud
efusivamente y yo le devolv el saludo con un gesto de la
cabeza sin detenerme. Por fin entr en mi calle y pens que
entraba en otro mundo. Uno de haca cien aos, por lo menos.
Escuch un ruido a mi espalda y volv la cabeza. El hombre que
me haba aterrorizado a principios de semana volva a estar all.
La claridad de pensamiento se impuso a las copas y supe que
esta vez no me dara tiempo a llegar a casa, pero aun as ech a
correr. El desconocido me segua, poda sentirlo.
Desafortunadamente, me haba puesto tacones y pronto me vi
de bruces en el suelo. El hombre se detuvo delante de m y me
di cuenta de que no era un ser humano. No poda verle la cara
porque no haba, era una especie de sombra.
- Eh! Djala en paz! grit una voz tras l.
- Era el mismo chico, que pareca estar en todas partes. La
sombra vol hacia l a gran velocidad. Al chico solo le dio
tiempo a levantar las manos para protegerse antes de lo
atravesara. Al hacerlo empez a dar vueltas a su alrededor. Me
mir durante un segundo con la misma cara desencajada que
supona que deba tener yo. Entonces, la sombra volvi a
dirigirse hacia m y di un chillido mientras volva a tumbarme
en el suelo, cubrindome la cabeza con las manos. Sin embargo,
pas de largo. El chico ech a correr tras ella, calle arriba,
gritndome un rpido ests bien? al pasar a mi lado. Me
levant tan rpido como pude y corr tras ellos. Alcanc al chico
ya en las escaleras que daban acceso a la plaza del rey, delante
del ayuntamiento. Estaba de pie mirando a la sombra, que se
haba detenido a unos metros.
- Al principio me pareci que era una persona dijo,
fascinado.
- A m tambin.
- Qu crees que ser?
- Algo que estoy segura de que no quiero averiguar.
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- Creo que quiere que la sigamos, mira - dio un paso al
frente y la sombra se alej un poco. Volvi a repetirlo una vez
ms antes de girarse hacia m. - Parece que nos est esperando.
- Pues que espere sentado repliqu. Me gir con intencin
de volver a casa y hacer ver que no haba ocurrido nada de
aquella locura.
- Como quieras escuch la voz del chico a mi espalda yo
voy a ver a dnde me lleva.
Me di la vuelta otra vez, viendo como ambos se alejaban.
Finalmente me pudo la curiosidad por aquel fenmeno tan
extrao y los segu. Al principio lo hice a unos metros, hasta
que el chico se detuvo.
- Puedes caminar conmigo, no voy a hacerte nada.
Me acerqu un poco avergonzada. Caminbamos despacio
y en silencio, siguiendo a esa misteriosa sombra. No haba
nadie ms por la calle. De vez en cuando pasaba algn coche,
pero en plena noche solo ramos dos jvenes que volvan de
fiesta caminando, y una de ellas trastabillando de vez en
cuando.
Reconoc al camino justo cuando la sombra se detuvo.
Ahogu un grito y el chico me mir.
- Reconoces el lugar?
- Si contest sin ms.
La sombra entr por la misma puerta por la que casi una
semana antes me haba cado. Estbamos en aquella casa
abandonada.
El chico entr, pero por segunda vez esa noche yo me qued
rezagada, dudando. Finalmente decid entrar tambin. Sin duda
intervino en esa decisin una curiosidad malsana y lo que
quedara de las copas que me haba tomado en el concierto,
porque tena claro que de otro modo jams lo habra hecho.
Entr con cuidado, ya que no llevaba el mejor atuendo para
colarme en casas en ruinas. Iba con un vestido rojo corto y fino
y una chaqueta de cuero negro tan favorecedora como
incmoda para maniobrar, tacones altos y el pelo suelto y
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alisado con plancha que me caa sobre la cara. Tuve que sortear
hierbajos y me dobl el tobillo un par de veces antes de llegar
hasta mi acompaante. Segu la direccin de su mirada. La
sombra giraba sobre si misma a gran velocidad, flotando sobre
un rea junto a la fachada de la casa. Haba luna llena y
proyectaba mucha luz, aun en ese escondido y estrecho rincn
entre los edificios altos. Mir de reojo a las ventanas de la casa,
temiendo que hubiera ojos no deseados que nos observaran
desde ellas.
- T entiendes algo? me pregunt el chico, sin apartar la
vista del extrao fenmeno.
- No.
Repentinamente, la sombra pas del negro ms absoluto a
una luz cegadora que nos oblig a taparnos los ojos. Cuando
volv a mirar, sent una opresin en el pecho, una angustia que
no saba de donde proceda. Repentinamente, la luz descendi
hasta el suelo y se filtr por algn lugar de la fachada.
Durante unos segundos no nos movimos.
- Desde cundo te siguen fantasmas? - Pregunt con una
naturalidad.
- Eso no es un fantasma Repliqu con una voz que no me
son a la ma. Pero ya vi algo parecido el lunes.
- T tambin la has odo, verdad?
- El qu?
- Ha pedido ayuda.
- Yo no he escuchado nada.
Se acerc al lugar dnde haba desaparecido la luz y se
agach. Yo continuaba en el mismo sitio, paralizada por el
terror. Pas la mano por el suelo, apartando la maleza, y se
tens bruscamente.
- Mira esto me dijo.
Me acerqu despacio y vi un brillo metlico.
- Qu es?
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Una ventana. Debe dar a una especie de stano. Creo que el
fantasma quiere ensearnos algo. dijo con un burln tono de
misterio.
- Que los fantasmas no existen! exclam.
- Y qu sugieres que es esto?
- Yo que s! Un fuego fatuo, una broma de mal gusto, o que
es muy tarde y necesito dormir porque la cabeza me juega
malas pasadas.
Me mir de arriba abajo, serio.
- De todas formas, no vas vestida para la ocasin. Y quiz
necesite herramientas. Esto debe llevar dcadas cerrado Nos
vemos aqu maana?
Me qued aturdida por un momento ante ese sinsentido.
- Por supuesto que no! contest con un chillido agudo.
- Shhhhhhhhhhhh me advirti, ponindome un dedo
sobre los labios con suavidad - Pero nos ha pedido ayuda!
- No, no lo ha hecho! Porque no era nada! repliqu,
consciente de que el volumen de mi voz suba por momentos.
- Est claro que no es algo natural, hemos de investigar. En
las pelculas lo hacen constantemente.
- Esto no es una pelcula!
- No, es real, y eso lo hace ms divertido dijo, satisfecho.
Lo mir como si tuviera delante una serpiente de cascabel con
sombrero mexicano pidindome asistir con ella a un baile.
- Ests loco sentenci. Me di la vuelta con la intencin de
marcharme dignamente, pero uno de los tacones se hundi en
el barro y por segunda vez en menos de una hora me fui directa
al suelo. l me ayud a levantarme, intentando aguantarse la
risa.
- Bueno, pues si tu no quieres lo har yo.
- All t dije, encogindome de hombros. Y entonces un
sentimiento absurdo e irracional de posesin se apoder de m
pero es M fantasma. Me segua a M afirm, antes de poder
darme cuenta de la tontera que acababa de decir.
- Le hubieras seguido si no llego a estar yo?
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- Claro que no!
- Lo ves? Nos quiere a los dos en su equipo. Decidido! Nos
vemos aqu maana.
Lo mir, buscando cualquier cosa que objetar.
- Ni siquiera te conozco.
- Me llamo Fabin, tengo veintitrs aos y ni estudio ni
trabajo formalmente dijo, con una sonrisa Adems, soy
capricornio. Ves? Ya somos ntimos!
La voz interior de la Julia racional habitual se asombr al
escucharme rer ante su descaro, pero la que se haba tomado
varias copas no poda encontrar ms argumentos por esa noche
y se call.
- Me lo pensar promet. - De momento me voy a dormir.
- Pues te acompao a casa, por si te asaltan ms fantasmas.
- Y dale.
Se limpi las manos en la parte de atrs de sus pantalones y
ech a andar a mi lado.
- Por cierto, chica de la Sorbona. T no me has dicho tu
nombre.
- Narbona correg. - Y me llamo Julia.
- Muy bonito.
Me quit los zapatos porque lo que quedaba de mi ego no
soportara caerse una tercera vez y aun nos quedaba una
pequea caminata hasta casa. Ir descalza haca que tuviera
todava ms fro. Aquello no era el mediterrneo, deba tomar
nota para llevar unas deportivas en el bolso la prxima vez.
Fabin se dio cuenta de que estaba temblando.
- Vas un poco fresca dijo, mirndome descaradamente las
piernas. Le lanc una mirada asesina que l ignor. Se plant
delante de m dndome la espalda. Vamos, sube.
- Cmo? no entenda lo que me quera decir.
- A caballito. Te llevo.
- Anda ya - Le rodee y continu andando. l me levant por
los aires y me llev en brazos mientras yo pataleaba. Entonces
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pens qu demonios, no tienes ningunas ganas de andar
descalza hasta casa, aprovecha.
- Vale, si me vas a llevar igualmente mejor subo a tu
espalda, bjame.
La luna brillaba detrs de la vieja panificadora cuando
entramos en mi calle, recortando su silueta contra el cielo. Sopl
una brisa glida que me hizo encoger.
- Voy ms deprisa?
- No, no te preocupes. Ya casi estamos.
Nos detuvimos ante la puerta de mi casa.
- Entonces, nos vemos maana? pregunt esperanzado.
- De acuerdo ced iremos a ver que hay, pero no maana.
Tengo cosas que hacer. Mejor el lunes.
- Bien De da como la gente honrada o con nocturnidad y
alevosa?
- Te parece bien sobre las siete de la tarde?
- Por supuesto, tenemos una cita!
- Nada de eso repliqu y cerr la puerta. Deba reconocer
que aquel asunto era menos terrorfico en compaa. No pude
evitar sonrer de camino a mi habitacin.
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CAPTULO 2
A la maana siguiente, mi abuela me pidi que la
acompaara a la colegiata. Quera ir a la misa de las doce. Yo
acced, pero la avis de que no me quedara, poniendo de
excusa el tener que estudiar. Mi abuela me lanz una mirada
desaprobatoria y murmur algo sobre los jvenes de poca fe.
En un cruce del casco viejo nos topamos de frente con
Fabin.
- Hola! me dijo alegremente Buenos das, seora Anta.
- Buenos das respondi mi abuela, pasando de largo. Una
vez lo perdimos de vista me pregunt De qu conoces t a
ste?
- Me indic una direccin ayer no vea la necesidad ni la
conveniencia de contarle ms.
- No te juntes con l, su hermano es yanqui!
La advertencia xenfoba de mi abuela me extra, pero no
pens ms en ella. Volv a casa y me dediqu a leer uno de los
libros sobre los que tena que hacer un trabajo. Despus de dos
horas de densa literatura hispanoamericana, decid hacer un
parn para despejarme. Volv a darle vueltas a lo ocurrido la
noche anterior. Abr el cajn del tocador donde guardaba el
joyero. Saqu el camafeo y lo sostuve ante m. Tendr esto
algo que ver? pens. No poda ser casualidad que todo
empezara al encontrarlo. Nunca haba credo en lo sobrenatural
y pensaba seguir sin hacerlo por el momento, pero empezaba a
abrir mi mente a esa posibilidad, dadas las circunstancias. Tena
planeando llevarlo a tasar y venderlo, pero decid conservarlo
hasta ver a dnde nos llevaba nuestra peculiar investigacin. El
resto del da trascurri rapidsimo. Pese a que acababa de
empezar el curso, tena muchsimas cosas que hacer.
Con los nuevos cambios en el calendario, el lunes sala a
medioda, as que pude comer en casa tranquilamente e incluso
dormir una siesta. Era, con diferencia, la tradicin que ms a
gusto estaba dispuesta a adoptar de mi herencia espaola. A las
MayuResaltar
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siete menos cuarto abr la ventana y saqu el brazo. Era mi
mtodo infalible para comprobar la temperatura. Aun brillaba
el sol, pero empezaba a hacer algo de fresco. Me puse la
cazadora y, en el ltimo momento, met en el bolsillo el
camafeo. Haba quedado con Fabin en la plaza del rey. Al
llegar, lo vi sentado en un banco con un fardo a su lado.
- Pensaba que me daras plantn me dijo.
- No creas que no lo he pensado A la luz del da y con la
cabeza ms despejada, me pareca una locura ir con un
desconocido a entrar en una casa en ruinas porque habamos
visto un fenmeno inexplicable. En el fondo lo haca porque era
una pequea aventura. Los chicos de mi clase hacan ese tipo de
cosas en el instituto, pero yo jams me haba atrevido. Siempre
tena miedo de que me pillaran, de hacerme dao o de
cualquier cosa que no fuera lo conocido y seguro. Esa Julia
nunca se haba alejado ms de 70 kilmetros de sus padres y
nunca haba asumido mayor riesgo que ir a la universidad. En
Vigo haba empezado a sentirme diferente, ms libre. Y me
gustaba. Adems, mi curiosidad por aquel asunto haba
empezado a superar a mi miedo a lo desconocido. Estaba
dando un paso ms para ser la Julia que quera ser.
- Muy bien. Vamos all! dijo Fabin.
Fuimos juntos hasta la casa y esperamos a que no pasara
nadie para entrar. Volv a sentir un escalofro, ese sitio me daba
muy mala espina. La entrada principal estaba completamente
sellada, as que Fabin lanz el fardo por un hueco en la tapia y
se dispuso a auparse para subir.
- Espera! le advert. Fabin se qued colgando y me mir
con gesto hosco.
- Qu pasa?
- Y si no hay suelo? pregunt. Quiz se haba
derrumbado y caa al vaco.
- Ahora lo averiguaremos, pero el plom del saco al caer ya
me da una pista acab de trepar y entr por el hueco para
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reaparecer al cabo de un momento y ayudarme a subir
despejado y con suelo.
Respir hondo y me arm de un valor que estaba lejos de
sentir. Trep torpemente y agarr su mano cuando la tuve a mi
alcance. Una vez dentro, encendimos las linternas. Estaba claro
que, en el pasado, el edificio haba sufrido al menos un grave
incendio. Fabin demostr ser un hombre prctico y fue al
grano. Empez a buscar por dnde se bajaba a la planta
inferior. La ventana por la que se haba colado el fantasma
estaba justo bajo la habitacin donde nos encontrbamos. No
hubiera sabido decir para que se destin aquella sala en su da.
Ahora estaba cubierta de escombros, con grafitis sobre las
ennegrecidas pareces. E incluso por debajo, lo que me sugera
que se haba incendiado tambin en un pasado reciente.
Fabin examinaba cada rincn. Al no encontrar nada, sali
de la estancia. Le segu de cerca, no pensaba quedarme sola ni
un segundo all. Ante nosotros se abra un gran recibidor con
una escalinata central que suba a la planta superior. Me
record a las mansiones americanas de las pelculas, pero en
versin ms modesta. Entramos en la habitacin contigua a la
que acabbamos de abandonar. Era ms pequea y oscura.
Fabin diriga la linterna con precisin a ciertos lugares.
- Aqu dijo l. Enfoc la linterna sobre una superficie en la
esquina ms alejada de la puerta y ech a un lado con el pie los
restos de escombros que cubran esa rea. Es una trampilla,
debe llevar a un stano.
Abri el fardo, dejando a la vista toda clase de
herramientas. Haba hasta una pala!
- Vaya! exclam Yo solo he trado una linterna.
- Suficiente dijo con una sonrisa.
Se puso en cuclillas y comenz a sacar distintas
herramientas que no haba visto en mi vida. En menos de media
hora haba despejado la superficie y rascado los laterales para
extraer dcadas de polvo, tierra y dems basura que sellaban las
juntas de la losa. Tena aproximadamente un metro cuadrado y
- 24 -
haba marcas de rascaduras y xido all donde en su momento
haba habido una argolla para levantarla. Fabin sac una
palanca y la introdujo entre el suelo y la losa. Pareca ser
pesada, pero no tuvo mucha dificultad para alzarla un poco y
moverla a un lado, dejando al descubierto un agujero oscuro un
poco ms pequeo.
Saqu la linterna del bolsillo y enfoqu hacia abajo. A poco
ms de un metro haba una pequea plataforma de la que
parta una escalera de piedra. Fabin volvi al fardo y sac, ante
mi asombro, un farolillo a pilas. Que chico tan previsor! me
dije. Lo dej en el suelo y se dej caer mientras yo iluminaba el
rellano.
- Psame la lmpara, por favor hice lo que me peda y l la
alz ante s para iluminar la estancia.
- Joder! exclam.
- Qu?! me apresur a meter la cabeza por el agujero -
Qu hay?!
- Nada de nada respondi.
Me sent ms decepcionada de lo que pensaba. Sin querer,
esa pequea aventura me haba ilusionado.
- Aprtate, que bajo de todas formas.
Me sent en el bord del agujero y me dej caer. Percib dos
cosas a la vez. Lo primero fue el intenso olor, que solo poda
describir como de sitio cerrado y sin ventilacin. Me era
difcil respirar con normalidad. Y lo segundo era que la
habitacin no estaba del todo vaca, como haba pensado. Haba
algunos muebles, iluminados por la escasa luz que entraba
desde una hilera de pequeas ventanas junto al techo. Una de
ellas deba ser la que habamos visto desde fuera. Al parecer,
esa habitacin se haba salvado del fuego y los intrusos gracias
a haber estado sellada.
- A esto le llamas tu nada? le recrimin.
- Solo son trastos viejos, no hay nada interesante.
Le ignor y pase la linterna por la estancia. El nico sitio
donde era ms probable que hubiera algo era un antiguo
- 25 -
tocador de cuatro cajones con la madera hinchada por la
humedad y el espejo opaco y con manchas por detrs. Intent
abrir uno de los cajones, pero me fue imposible. Por el rabillo
del ojo, mientras pensaba cmo abrirlos, vi en el reflejo a Fabin
subiendo otra vez arriba y bajando con la palanca. Sin ningn
miramiento revent la parte frontal del primer cajn. Estaba
vaco. El segundo, sin embargo, nos trajo una sorpresa. Los dos
soltamos una exclamacin al ver dentro un pequeo bal. Nos
miramos, emocionados, y sacamos el cofrecillo. Tena una
cerradura y no haba ninguna llave en el cajn donde estaba ni
en ningn otro.
- No tenemos llave dije.
- No nos hace falta respondi Fabin, sacando un juego de
ganzas.
- Cmo sabes hacer eso? una nota de desconfianza se col
en mi voz y l se dio cuenta.
- Tengo muchas habilidades dijo sonriendo. Eso no me
tranquilizaba. Una vez ms, la sensata Julia interior me advirti
sobre los peligros de estar con un chico al que apenas conoca y
abra cerraduras como un profesional, en una cmara
subterrnea de una casa en ruinas y sin que nadie supiera que
estaba all. Pero la nueva Julia que estaba naciendo, una que
estaba disfrutando de lo lindo, la hizo callar rpidamente.
Escuch un chasquido y el cerrojo se abri. Me apresur a
inclinarme por encima del hombro de Fabin. El cofre contena
unos cuantos papeles con aspecto muy antiguo. Haba algunos
dibujos a mano de animales. Cog con cuidado uno que
representaba a un hipoptamo y que estaba bastante
deteriorado por la humedad. En la esquina inferior haba una
firma y una fecha, pero no era capaz de leerlas. Casi todos los
dibujos presentaban el mismo estado, pero en uno de ellos se
poda leer 1953. El contenido de ese cofre tena por lo menos
casi 60 aos.
- Eh, mira esto Fabin sac un sobre amarillento. Estaba
cerrado y en la parte delantera estaba escrito Gabriel con una
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caligrafa impecable. Nos apresuramos a invadir la intimidad
del tal Gabriel, ya que a estas alturas seguro que no vendra a
reclamar su carta. Dentro haba una sola hoja escrita a mano.
No tengo mucho tiempo. Mi hermana sabe lo nuestro y lo del
tesoro, y me ha atacado. He conseguido escapar, pero no se detendr.
Debemos huir. Renete conmigo en el Caf Coln a las 10. Si nos
localiza, no se atrever a hacer nada en pblico. All podremos
despistarla. Si no lo consiguiera, la llave est en mi colgante.
Te quiero.
Siempre tuya,
La
Despus de leerla nos quedamos en silencio. Era algo
mucho ms gordo de lo que habamos pensado.
- Y ahora qu hacemos? pregunt.
- Investigar.
- Un momento! exclam, acordndome del camafeo.
Lo saqu de mi bolsillo y se lo mostr a Fabin, que lo cogi
para examinarlo.
- Dnde estaba?
- Lo encontr hace una semana en estas mismas ruinas, pero
en la entrada. Es una larga historia Fabin tena la mirada
clavada en m y me observaba en silencio, esperando a que
continuara. Bueno, bsicamente me ca por el hueco de la
puerta apartndome de un coche que pasaba. Fue el primer da
que not algo raro.
- No era tan larga murmur, dndole vueltas en las manos
al camafeo - Si dice que guard la llave dentro, supongo que
ser de esos chismes que se abren.
- Creo que no eh! Fabin forz el objeto con un
movimiento brusco y desencaj la parte con el relieve.
- Pues s, mira.
El interior revel la llave de la que hablaba la carta. Me
pareca increble que todava siguiese all.
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- Si esto abre un cofre con un tesoro, muy pequeo debe
ser coment, alzando la minscula llave entre sus dedos.
Lo que est claro es que esto no puede ser casualidad.
Le mir con escepticismo.
- Qu inters podra tener un fantasma en que
encontrramos un tesoro? Y por qu nosotros?
- Eso, amiga ma, es lo que tenemos que averiguar. Pero no
me gusta nada conjeturar sobre las motivaciones de los
fantasmas con el estmago vaco. Ven conmigo.
Agradec mucho que saliramos de esa habitacin de aire
viciado y volviramos arriba, que no era el colmo de la
salubridad, pero al menos se poda respirar mejor. Llevamos
con nosotros el pequeo cofre con todo su contenido. Una vez
arriba, Fabin volvi a colocar la losa en su sitio y esparci
escombros por encima para disimularla. Luego se acerc a su
bolsa, extrajo dos bocadillos y me lanz uno.
- Desde luego, has pensado en todo.
- Y si eres vegetariana no te preocupes, tengo un par de
manzanas.
- Hay algo que no tengas ah? pregunt, riendo.
- Posiblemente no mir su imborrable sonrisa y decid que
me caa bien ese chico. Tena un aura alegre y tranquilizadora.
Nos sentamos en el suelo, en ese improvisado picnic,
comiendo nuestros bocadillos en silencio mientras pensbamos
en la informacin que tenamos. Pero entonces me acord de
otro tipo de informacin.
- Oye! Tienes un hermano americano?
- Americano?
- Me han dicho que es yanqui contest, sintindome un
poco ridcula porque, pensndolo bien, era un poco raro.
- Casi, es yonki.
Me ech a rer por la confusin de mi abuela, hasta que
repar en la cara a medio camino del asombro y la ofensa de
Fabin.
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- Lo siento - me apresur a disculparme no me rea de la
situacin de tu hermano.
- Tranquila le quit importancia con un gesto. Supuse que
sera de mal gusto preguntarle nada, as que guard silencio.
Fabin volvi al tema que nos ocupaba Bueno, tenemos un
camafeo con una llave que no sabemos para qu es y una carta
dirigida a un tal Gabriel que no lleg a encontrar sintetiz.
- Poca cosa coment. - Crees que seguir vivo?
- Podra ser, pero necesitamos saber algo ms.
- Conoces el Caf Coln? Dudaba que siguiera abierto, mi
padre siempre deca que la ciudad haba cambiado muchsimo
en las ltimas dcadas por culpa de la especulacin
inmobiliaria y que nada duraba demasiado.
- Ni idea.
- No veo ningn hilo del que tirar por ah le di vueltas en
la mano al camafeo solo nos queda esto.
Recogimos todo y, para mi gran alivio, nos dirigimos al
hueco por el que habamos entrado para salir de all. Al pasar
por el recibidor, nos sobresalt un ruido que proceda de la
escalera. Nos giramos los dos, alerta. Haba una mujer bajando
por ellas. La miramos sin saber qu hacer, pareca que ella no
nos haba visto a nosotros aunque estuviramos casi frente a
ella. Se detuvo bruscamente al llegar abajo y mir a ambos
lados. Vimos entonces cmo el rostro de la mujer se
transformaba en una mueca de sorpresa y se desplomaba hacia
delante. Mientras caa pudimos ver el mango de un pual
sobresaliendo por su espalda y tal como toc el suelo, se
desintegr.
Empec a chillar y retroced, chocndome con Fabin. Me
cogi por los hombros y me gui hacia la salida mientras yo
continuaba paralizada por el terror. Despus de eso solo tena
recuerdos fragmentados de haber salido de la casa y atravesado
el patio a todo correr con Fabin pisndome los talones. Volv a
casa con la cabeza en una nube. Mis pies caminaban solos, y era
vagamente consciente de la presencia a mi lado de Fabin, pero
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no saba si me hablaba o no. Acababa de presencial algo
imposible que mi mente se negaba a admitir.
Cuando llegu a mi puerta entr en casa en el mismo estado
de aturdimiento y sub hacia mi habitacin. No saba si mi
abuela estaba por all o no. No me cambi, ni tampoco me atrev
a apagar la luz. Slo cerr la puerta y me sent sobre la cama. S
que las fases de aceptacin son para los que se van a morir y no
para los que han visto a un muerto, pero podra jurar que pas
por todas esa noche. Primero me dije a mi misma que no haba
visto nada, que haba sido todo fruto de mi imaginacin.
Sugestin por estar en esa casa tan ttrica. Luego me enfurec.
Por qu haba tenido que ir all? No debera haberlo hecho, si
me hubiera quedado en casa no hubiera pasado nada y seguira
viviendo feliz y tranquila en mi ignorancia. Despus me dije
que si volva a la normalidad y haca ver que aquello no haba
pasado, todo continuara igual. Entonces me derrumb y me
ech a llorar. El mundo era un lugar ms terrorfico si exista lo
sobrenatural. No quera vivir en un mundo as, no quera tener
nada que ver con eso. Finalmente, bien entrada la madrugada,
acept que haba un mundo que desconoca y con el que haba
contactado breve y aterradoramente por algn motivo. Pero
aceptarlo no significaba que dejara de asustarme. No cerr los
ojos en ningn momento esa noche.
A la maana siguiente, un poco ms calmada, baj a
desayunar. Aun as, estaba atenta a cualquier ruido o
movimiento y saltaba a la mnima.
- Qu te pas ayer? Pareciera que viste un fantasma Me
sobresalt mi abuela. Dej escapar un grito.
- Abuela! No me des esos sustos!
- Pues s que ests tensa! Mi abuela pas de largo y se
dirigi a la cocina. La segu y me sent en la vieja silla de escay
de la cocina.
- Lo siento me disculp S que es verdad que estoy un
poco nerviosa.
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Mi abuela no me contest y yo lo agradec, no quera dar
ms explicaciones. Me prepar para marcharme a la facultad,
muerta de cansancio por la noche en vela. Estaba convencida de
que me acabara durmiendo en clase, pero me alegraba volver a
la aburrida y previsible rutina, donde la gente era de carne y
hueso.
Ese da sala tardsimo. Llegu ya de noche, y lo que menos
me esperaba era encontrarme a Fabin sentado en un escaln en
la fuente que haba a la entrada de mi calle, frente al paseo. Me
detuve un instante antes de intentar pasar sin que me viera,
pero era tarde. Se levant y se acerc a m.
- No no no no no no no - dije, sin dejar de caminar.
- Por qu no?
- Porque no zanj.
- Pero somos un equipo!
- No somos nada! Me agarr por los hombros y me di
cuenta de que estaba temblando.
Tranquila, no es para tanto. No nos har dao, solo quiere
que la ayudemos hablaba con voz suave y relajante.
- Pero por qu yo? gem. l se encogi de hombros.
- Quiz porque t encontraste el camafeo.
- Pero yo no quiero - me daba cuenta de que estaba
hablando como una nia pequea, y estaba dispuesta a retar a
cualquiera a ver como se comportaba en mi situacin. Con la
excepcin de Fabin, que pareca haberlo aceptado con una
naturalidad asombrosa.
- Llevas encima el camafeo? me pregunt. Lo tena
guardado en la chaqueta desde el da anterior, me haba
olvidado de sacarlo. Se lo tend y Fabin lo cogi y se lo acerc
para verlo mejor.
- Se parece mucho a la fantasma coment.
- Por favor, no la llames as. Di la chica, la mujer cualquier
cosa que suene tangible aunque fuera una cuestin puramente
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terminolgica, eso me ayudaba a plantermelo de forma ms
terrenal. - A quin te refieres?
- A la chica del relieve.
Era cierto, los rasgos eran muy similares. Aunque el relieve
tena un aire de belleza clsica del que la chica careca. Poda ser
una licencia artstica del artesano, o simplemente una
casualidad.
- Estos trastos se hacan personalizados? pregunt
Fabin.
- Me imagino que habra de todo.
- Probemos en un anticuario, entonces. A ver si nos dice
algo til.
Pero a m se me ocurri otra cosa.
- Cmo podemos averiguar a quin perteneca ese terreno?
pregunt de repente. Supona que deba poder saberlo en el
Catastro o algo as, pero no tena ni idea de nada de eso.
- Preguntando, supongo.
- Podemos informarnos por internet, que es ms rpido.
- No tengo ordenador contest Fabin.
- Cmo? pregunt, sorprendida. Fui consciente de que
tener ordenador e internet no es algo ni bsico ni vital, pero me
sorprendi que un chico de su edad no tuviera. l se encogi de
hombros.
- Tenamos uno, pero mi hermano lo vendi alz el cofre,
que en ese momento llevaba l -. Y por el mismo motivo,
prefiero que te quedes tu esto.
- Asent, una vez ms sin saber que decir. Despus de saber
que su hermano era drogadicto, no necesitaba preguntar por
qu no quera nada a su alrededor que tuviera cierto valor.
- Bueno, pues ya lo mirar yo y te dir lo que averige.
- Entiendo que accedes investigar?
- Accedo dije a regaadientes. No saba por qu lo haca,
solo senta que deba hacerlo.
Me volvi a acompaar hasta mi casa mientras hablbamos
de nuestros planes inmediatos. Quedamos en ir al da siguiente
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a un anticuario para averiguar ms cosas sobre el camafeo.
Fabin me dijo que conoca uno cerca. Se despidi, como
siempre con una sonrisa, y entr en casa. Mi abuela estaba
sentada en el incmodo y viejo sof viendo su programa
favorito, el del canal local en el que apareca el alcalde de Vigo
atendiendo a los ciudadanos. Me constaba que haba llamado
ms de una vez.
- De dnde vienes a estas horas? me increp.
- Hoy tena clase hasta tarde Y no menta, pero no pensaba
explicarle a mi abuela historias de fantasmas y tesoros. Ni a ella
ni a nadie, me tomaran por una chiflada.
- No deberas andar sola por esta zona de noche, por ah en
la muralla hay mucho yanqui.
Se refera a lo que quedaba del castillo de San Sebastin, que
no era ms que un trozo de muralla al pie del monstruoso
edificio del ayuntamiento. S que haba odo que era un punto
de reunin de drogadictos, pero la verdad es que nunca haba
subido all. Me pregunt si el hermano de Fabin sera de los
que lo frecuentaban.
- No te preocupes, no voy por ah.
- Igualmente, no andes sola de noche zanj ella.
Le dije que no quera cenar, que estaba muy cansada, y le di
las buenas noches antes de subir corriendo a mi habitacin.
Dej encendindose el porttil mientras iba al bao y me pona
el pijama. Al acabar me coloqu un almohadn a modo de
respaldo y me tir sobre la cama para empezar a investigar.
Tena que admitir que en el fondo me emocionaba la idea, me
senta como la protagonista de los libros de aventuras que lea
de pequea. Tena que luchar para imponer mi parte sensata y
no llenarme la cabeza de pjaros, pero no poda evitar sentir un
nudo en el pecho.
Pens en empezar por el tema del catastro. No me fiaba
demasiado de los foros, pero me parecan lo mejor para tener
una idea general, que era lo que me interesaba en ese momento.
Efectivamente, deba dirigirme al Registro de la Propiedad o al
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Catastro. Haba algunos que decan que para eso haba que
pagar un importe, otros que haban tenido problemas para
averiguarlo por la Ley de Proteccin de Datos. Y un usuario
acertado deca: preguntando a los vecinos. Era lo ms fcil,
pero aquella casa estaba aislada en medio de edificios
modernos. Ya deba estar abandonada cuando se construyeron
y no quedaban otras similares cerca. Esa opcin me pareca
inviable. Pens entonces en mi abuela, que era viguesa de toda
la vida. No tena por qu conocer a todo el mundo en la ciudad
por ello, pero esa casa pareca haber sido de alguien adinerado
y puede que fuera de alguna familia importante y conocida. De
ser as, probablemente tambin hubiera informacin en
internet, pero sin ms datos que casa en ruinas Vigo no iba a
encontrar nada en Google. Decid preguntarle por la maana.
Como bamos a ocuparnos del camafeo al da siguiente, me
centr en el contenido de la carta. No esperaba que aportara
gran cosa. El Gran Caf Coln, como me haba imaginado, ya
no exista. Actualmente era una librera en la calle Velazquez
Moreno, no muy lejos de casa. No quedaba ni rastro del edificio
siquiera. Pens que era una pena, era muy bonito. No encontr
mucha informacin sobre l, solo algo de su historia y de las
actividades que se realizaban. Estuvo abierto entre 1886 y 1960,
aunque en esa ubicacin desde 1905. Guindome por la fecha
de los dibujos, supona que el contexto histrico eran los aos
50, as que La haba quedado con Gabriel en ese edificio que
ocupaba la pantalla de mi porttil. Destacaban los dos arcos
acristalados en el centro y las torretas a los laterales cerradas
con una cpula. El artculo hablaba tambin de su decoracin
interior de estilo modernista, de la iluminacin, los billares, los
conciertos que se ofrecan por parte de la Orquesta Sinfnica
Rusa. Segu viendo las pocas fotos que haba y me dio la
sensacin de que la clientela que tendra no deba ser de clase
baja. Una prueba ms de que tena que ser una familia
importante o, cuanto menos, acaudalada. Esa actividad haca
referencia a principios de siglo, pero no deca nada de la poca
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que me interesaba a m. Solo poda hacer conjeturas, pero ya era
ms de lo que tena un par de horas antes.
Como no saba por dnde continuar, apagu el porttil y me
dispuse a dormir. Se haba hecho tardsimo y al da siguiente
tena clase.
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CAPTULO 3
Me haba pasado la maana con la cabeza en una nube. No
poda atar ms cabos con tan poca informacin, pero tampoco
poda dejar de pensar en ello. Estaba impaciente por ir al
anticuario. Al llegar a casa com como una bala y me puse la
chaqueta para ir a reunirme con Fabin. Antes de salir me
acord de que quera preguntarle a mi abuela acerca de los que
vivieron en aquella casa.
- Abuela! la llam Una cosa, tu llevas viviendo en Vigo
toda la vida, no?
- Si contest.
- Sabes quin viva en una casa grande que hay entre
Camelias y Pi y Margall? Una que est en ruinas en medio de
bloques altos de pisos, ms modernos - me mir con
desconfianza.
- Por qu lo quieres saber? pregunt.
- Simple curiosidad, pas el otro da por delante y me llam
la atencin Se qued en silencio, taladrndome con la mirada.
Cada vez me senta ms incmoda y empezaba a lamentar
haber preguntado.
- Si contest al fin, muy despacio s quien viva all.
Guard silencio esperando a que continuara, pero no lo
hizo, as que volv a la carga.
- Y quines eran?
- Un matrimonio y sus hijas hablaba con voz hueca.
- Deban tener mucho dinero, no?
- S.
- Bueno, salgo un rato dije, viendo lo que estaba costando
sacarle algo.
- Mucho ests saliendo t, pensaba que venas aqu a
estudiar replic. No le hice caso y le promet que llegara
pronto.
Al llegar al final de la calle vi a Fabin sentado en uno de
los escalones de la fuente del paseo. Estaba sentado de cara a la
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ra, as que pude acercarme a l sin que me viera llegar. Cuando
llegu a su altura advert su cara de preocupacin.
- Pasa algo? pregunt. El pobre se llev un buen susto,
pero de inmediato volvi a tener su sonrisa habitual.
- Nada. Vamos?
Me llev hasta una tienda de antigedades cerca del puerto.
Al entrar sent una sensacin inmediata de agobio. Estaba
recargada de todo tipo de trastos. Detrs de un mostrador de
cristal estaba el hombre ms viejo que he visto nunca. Pese a la
edad, tena una increble mata de pelo blanco. Llevaba unas
gafas enormes y pasadas de moda.
- Bos das, rapaces salud con expresin amable. Cuando
nos aproximamos reconoci a Fabin. E logo! Xa tes moza?
- Non teo, non. E unha amiga, Don Cosme.
No entend la pregunta, pero por la respuesta supuse que le
preguntaba si yo era su novia. No pude evitar sonrojarme.
Cambi al castellano para que yo lo entendiera.
- Venimos a ver qu nos puede decir sobre esto.
Tendi la mano hacia m y le di el camafeo, que a su vez se
lo pas al anticuario. ste frunci an ms su ya arrugado
rostro.
- Es francs respondi al fin. Abr los ojos de la sorpresa
mientras l continuaba este tipo se fabricaban en el norte all
por los aos cuarenta o cincuenta. Pero sin un examen ms
detallado, me temo que poco ms puedo deciros.
- De momento no hace falta, no? dijo, mirndome a m.
- Es suficiente, muchas gracias.
- Esperad dijo el hombre, acercndose an ms el camafeo
Nada, creo que empiezo a desvariar. Me ha parecido
reconocer a la joven de la talla.
Fabin y yo dimos un salto a la vez hacia el mostrador, que
sobresalt al seor Cosme.
- Pudiera ser dijo Fabin Creemos que era una chica de
aqu, de Vigo. O que al menos vivi aqu aadi.
El anticuario neg con la cabeza.
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- No s, ahora mismo no consigo acordarme de ella. Pero
podra ser casualidad.
- Bueno, si recuerda algo avise a mi padre y me paso por
aqu.
- Muy bien, dale recuerdos ambos se despidieron con una
sonrisa. Salimos de la tienda y echamos a andar. De repente, me
sent incmoda. No saba qu hacer ni que decir. Por suerte,
Fabin pareca saber cmo llenar los huecos en una
conversacin.
El seor Cosme viene siempre al bar de mi padre a tomarse
un vino despus de cerrar la tienda. A veces tambin viene a
desayunar. Lo conocemos desde siempre me explic. - Seguro
que tambin conoce a tu abuela, lleva ah toda la vida.
- Tu padre tiene un bar? Realmente no saba casi nada de
ese chico.
- S! exclam Fabin. Se le ilumin la cara. La cafetera
Cambados. No es un nombre muy original, pero es que mis
abuelos eran de all. Cuando sea mo se lo cambiar.
- No ser para tu hermano? Crea recordar que haba
dicho que era mayor que l.
- A ese solo le interesa pillar cualquier mierda para
metrsela, como le deje el bar lo arruina solt. Me sorprendi
la dureza de su tono.
Una vez ms, guard silencio. No quera meterme en su
vida familiar, que al parecer era complicada. l continu
hablando.
- No siempre ha sido as, antes era un chico normal. -
explic. - Pero cuando muri mi madre empez a ponerse
rebelde.
- Qu edad tenais? pregunt. Ya que l haba sacado el
tema, consider que no era una pregunta demasiado
comprometida.
- l quince, yo doce. Me mir tmidamente perdona, te
estoy soltando un rollo.
- Que va, pero no quiero preguntar y meter la pata.
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- No te preocupes. Hace mucho de eso, est ya ms que
superado.
- Aun as, prefera cambiar de tema.
Le he preguntado a mi abuela quin viva en esa casa, y al
parecer lo sabe, pero no pareca muy dispuesta a hablar de eso.
- Bueno, es una mujer algo huraa le di un golpe en el
brazo a modo de advertencia antes de contarle lo poco que le
haba podido sacar. Estuvimos hablando hasta que me di
cuenta de que no saba dnde estaba. Me detuve y mir a mi
alrededor. Haba ido siguiendo a Fabin sin darme cuenta.
- Dnde estamos?
- En el nutico respondi.
Mir al edificio blanco que recordaba a un barco, con el
nombre Real Club Nautico escrito en letras azules. Me
acerqu con curiosidad a la escultura de un hombre barbudo
sentado sobre los tentculos de un pulpo.
- Veo que tenis alguna escultura normal dije. Me vino a la
cabeza el sireno de la puerta del sol. Fabin se encogi de
hombros. Pareca que no le interesaba lo ms mnimo el arte de
la ciudad. Me esper mientras yo me acercaba a leer la placa.
- Monumento a Julio Verne le El monumento honra al
ilustre escritor francs Julio Verne, que menciona la ra de Vigo
y los mticos tesoros de Rande en uno de los episodios de 20.000
leguas de viaje submarino. me gir hacia Fabin, que me
esperaba a unos metros - Eh! Sabas esto?
- El qu? pregunt, acercndose.
- Que Vigo apareca en 20.000 leguas de viaje submarino.
- No, eso deberas saberlo t, que eres francesa como el
pollo este. No os hacan leer sus libros en el colegio?
- S, pero este en concreto no lo lemos tome nota mental
para hacerlo en cuanto tuviera un hueco en mis lecturas de la
facultad. - Tesoros de Rande?
- Hubo una batalla naval y se supone que se hundieron
barcos con tesoros en la ra, de los que venan de Amrica. Mi
curiosidad se multiplic. Eso s era una historia real.
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- Y qu pas? Los encontraron? pregunt, vida de saber
ms. Pero Fabin volvi a encogerse de hombros. - Es que no
te interesa nada la historia de tu ciudad?
- No.
- Ni siquiera si habla de tesoros hundidos?
- Crees que ser el mismo que el de tu amiga difunta?
- Quin sabe contest con tono misterioso. No lo haba
pensado, pero sin saber ms del tema tampoco poda
descartarlo. Era igual de descabellado que el hecho de ver
fantasmas.
Acab de leer la placa, que mencionaba la visita a la ciudad
que haba realizado el escritor en 1787. Alguien haba escrito
debajo a lpiz 1887 cona! A ver si lemos, caralho!.
No poda entretenerme ms, tena mucho trabajo pendiente
de la universidad. Se lo dije a Fabin e insisti en acompaarme
hasta casa. Al llegar a la puerta me acord de algo que quera
decirle.
- Oye, tienes telfono mvil?
- S.
- Me das tu nmero? Si hay cualquier cosa te llamo.
- Se sac un Nokia 3210 del bolsillo interior de la chaqueta.
- Madre ma! Lo has robado de un museo?
- Es el primero y nico que he tenido, tiene unos diez aos.
- Eso deben ser noventa y tantos en aos de mvil.
- Acabas de hacer un chiste?
No s, te ha hecho gracia?
- No mucha, pero es un buen comienzo me dio unas
palmaditas condescendientes en la espalda. Ni que decir tiene
lo mal que me cay en ese momento.
- No hagas que me arrepienta de darte mi nmero le dije
secamente.
Le dije que no podra quedar en unos das, estuve muy
ocupada adelantando trabajos y no poda pasarme el da
jugando a los detectives. Aun as, saqu tiempo para
informarme un poco sobre la historia de la ciudad. Le todo lo
- 40 -
que pude sobre los tesoros de Rande. Al parecer, haba habido
muchas expediciones de rescate y en las primeras haban
llegado a encontrar cosas de valor. Pero cada vez encontraban
menos y los barcos eran ms inaccesibles. Uno en concreto, el
Santa Mara de Maracaibo, se acab hundiendo frente a las islas
Ces cuando los ingleses lo remolcaban. Ese no lo haban
llegado a localizar nunca y crean que poda contener plata.
Llegu a la conclusin de que era todo demasiado antiguo
como para que tuviera relacin con nuestro tesoro. Hubo una
expedicin en los aos cincuenta, y como aun no sabamos el
ao exacto de esa carta, tampoco saba si haban coincidido en
las fechas. Pero, de todas formas, no encontraron nada.
Quedamos en que por su parte intentara averiguar de quin
era la casa y que me avisara si descubra algo. Y eso hizo, a la
semana siguiente recib un mensaje suyo pidindome vernos.
Quedamos un lunes a media tarde en el mismo sitio que
cuando fuimos al anticuario. Haca ya un mes desde que haba
encontrado el camafeo. Casi sin darme cuenta estbamos a
finales de octubre, y aunque el tiempo estuviera siendo
inusualmente caluroso, a esas horas, con el sol a punto de
ponerse, empezaba a hacer fro. En los diez minutos que tuve
que esperarle me qued helada. Apareci a toda prisa cuando
estaba a punto de llamarle.
- Siento llegar tarde! Se disculp.
- No pasa nada. Qu has descubierto? - Se sent a mi lado
en el escaln de la fuente, pero antes de que empezara tuve
claro que no iba a pasar ni un minuto ms a la intemperie
Espera, o paseamos o tomamos algo mientras me lo cuentas,
pero aqu hace demasiado fro.
Fuimos a una cafetera cercana, donde nos sentamos y ped
un caf caliente. l pidi una Coca Cola y empez a exponer sus
descubrimientos.
- Bueno, he ido a ver a mi abuelo que, visto lo visto, es lo
opuesto a tu abuela. Lo difcil es que pare de hablar. Por poco
MayuResaltar
- 41 -
llora de emocin cuando le ped que me contara cosas de
cuando era joven. Me dijo que recuerda que en esa casa viva un
empresario de la industria pesquera, hijo de un linaje de
marquesuchos sin donde caerse muertos, palabras textuales, y
la hija de un empresario cataln de los que se instalaron aqu en
los aos veinte. El tipo haba heredado la fortuna materna y,
tericamente, la casta de padre. Despus ha continuado con una
arenga contra nobles y burgueses que ha hecho extensible a la
iglesia, los polticos y la institucin de la monarqua. Pero al
final he conseguido reconducirlo al tema y me ha dicho, y
vuelvo a citar textualmente, que el buen hombre se llamaba
Avelino Soto, pero del apellido de la fulana catalana no se
acuerda.
- Si era un hombre importante, con saber el nombre ya
podremos averiguar algo ms dije. - Bueno, prximo objetivo,
verificar la historia de tu abuelo y ver qu relacin tena con la
tal La. Por las fechas, supongo que deba ser la hija.
En los das siguientes investigamos a ese hombre, pero por
internet encontramos solo una breve resea. Haba tenido una
flota pesquera propia, una importante empresa conservera y
varias propiedades, aunque no deca nada de si quedaba alguna
en pie aparte de la casa. Haba tenido dos hijas, de las cuales la
menor haba muerto trgicamente asesinada y, poco ms tarde
muri en un misterioso incendio en su domicilio familiar junto
a su mujer. No deca nada de la hija mayor. Verificamos
tambin que esa casa era la suya, gracias al alarde de
originalidad que tuvieron al bautizarlo Chalet Soto. En esos
das repas mil veces la carta. Sera la hermana la asesina?
Todo apuntaba a eso, pero en ningn sitio apareca la ms
mnima informacin.
La falta de nuevos fenmenos paranormales hizo que
nuestras investigaciones se volvieran cada vez ms vagas. Nos
decamos que tenamos que ir a la biblioteca, pero al final
siempre nos entretenamos y lo dejbamos para el da siguiente.
Cogimos la costumbre de quedar casi cada tarde y por poco
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olvidamos nuestra misin. Hablbamos durante horas. A veces
era sobre nosotros mismos. l se interesaba por mi vida de una
forma que hasta pareca que no fuera tan aburrida. No me cost
mucho resumrsela: Mi padre era vigus y mi madre
narbonense. Se conocieron cuando mi padre fue a trabajar all,
se enamoraron y ya no volvi. Tena un hermano pequeo,
Damin, y no me haba pasado absolutamente nada interesante
nunca. l, en cambio, haba tenido una vida mucho ms dura.
Ya saba que su madre haba muerto, pero me cont que
padeci un cncer largo y doloroso. Tras un sinfn de
operaciones sin xito, muri prcticamente sin haber podido ni
abrir los ojos desde meses antes. Ese momento les cogi en
plena pubertad, y su hermano reaccion rebelndose contra
todos y cayendo en las drogas. Fabin haba tenido que
madurar rpido para ayudar a su padre con el negocio y a
controlar a su hermano. Senta una profunda compasin por l,
pero no quera que pensara que me daba pena. Solo le escuch
en silencio sin hacer ningn comentario y dej que me contara
lo que quisiera. A lo largo de las siguientes semanas llegu a
conocer bastante bien a ese chico y a cogerle mucho cario.
Pero una noche de diciembre, nuestra difunta amiga decidi
recordarme que segua ah, esperando. Estaba a punto de irme a
dormir, me escocan los ojos despus de llevar tanto rato
delante de la pantalla del porttil. Estaba mentalmente agotada,
hasta el punto que crea haber dado alguna cabezada all
sentada. En aquella casa vieja y hmeda haca muchsimo fro,
as que me met bajo la manta y el edredn intentando entrar en
calor. Cerr los ojos esperando a que me llegara el sueo pero, a
la hora de la verdad, me haba desvelado. Despus de dar
muchas vueltas me volv a incorporar, dispuesta a retomar
alguna lectura especialmente pesada de la universidad que me
ayudara a invocar a Morfeo. No llegu a levantarme de la cama.
Me qued helada en el sitio y no solo debido a la temperatura,
aunque esta hubiera descendido varios grados de golpe. Tena
frente a m a la chica, la tal La. Estaba diferente a la primera
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vez que la vi. Esta vez llevaba el pelo recogido solo desde las
sienes, y un vestido suelto que le cea debajo del pecho. Tena
la mirada vaca, pero de repente la enfoc en m y sonri. Y al
hacerlo, una segunda figura encapuchada con rostro de
esqueleto, bien reconocible a travs de la cultura popular como
la muerte, se alz por detrs de ella y la abraz.
En algn momento empec a gritar, y no par hasta que
not que alguien me sacuda. Abr los ojos y me encontr la cara
preocupada de mi abuela. Estaba tumbada en la cama y era ella
la que me zarandeaba para que me despertara. Pareca que
finalmente s me haba dormido.
- Lo siento, abuela. Creo que he tenido una pesadilla dije,
aun temblando.
- Bueno, ve a mojarte un poco la cara y vuelves a la cama.
Hice lo que me deca, pero ya no pude pegar ojo en toda la
noche. Alrededor de las tres de la maana empec a escuchar
unos ruidos en el techo, y entre el mal sueo y eso pas la noche
en vela en un estado de tensin constante.
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CAPITULO 4
Cuando por fin se hizo de da me met en la ducha y
desayun dos Red Bulls. Mi abuela me mir con desaprobacin,
aunque no dijo nada. Cog mi mochila y me desped
rpidamente, pero no fui a coger el autobs para la
universidad. Empec a llamar a Fabin desesperadamente. Era
la nica persona a la que se lo poda contar, pero no me coga el
telfono. Varios mensajes y llamadas ms tarde, decid ir
directamente a la calle Real en busca la cafetera de su padre.
Pareca mentira que despus de un par de meses vindonos casi
cada da, no haba ido nunca a su negocio. Aun as, no me cost
encontrarla. No estaba muy lejos de la Colegiata. Me asom al
interior, pero no vi a Fabin. Solo haba un hombre de mediana
edad que supuse que sera su padre. Me daba vergenza entrar
y preguntar por l, as que estuve remoloneando un rato fuera
para hacer tiempo a ver si llegaba hasta que el hombre empez
a mirarme con curiosidad. Entonces decid entrar a desayunar.
Pas el rato y Fabin ni vena ni responda a mis insistentes
llamadas y mensajes. Eran casi las diez, y haca mucho que me
haba acabado la Coca Cola y el bocadillo que haba pedido.
Tambin miraba tanto hacia el mostrador que su padre me
haba preguntado en ms de una ocasin si me cobraba.
Finalmente pagu y me fui, sin saber muy bien qu hacer ni a
dnde ir. No tena cabeza para ir a clase, pero tampoco quera
volver a casa y dar explicaciones a mi abuela. Sin embargo,
tom ese rumbo sin pensarlo, y en el tramo de calle entre la
puerta del sol y el paseo Alfonso me encontr a Fabin. Estaba
sentado en la escalera de un pequeo local con dos entradas
bajo unos arcos de piedra y la fachada recubierta de baldosas
cuadradas blancas, con un dibujo azul formando una cenefa
que le daba aspecto de bao antiguo. De hecho, el de casa de mi
abuela tena una similar. Siempre que haba pasado por delante
estaba cerrado, pero en ese momento estaba abierto y haba
bastante gente, aunque no me par a mirarles.
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- Fabin! le llam. l se gir, sorprendido, pero al verme
asom automticamente esa sonrisa de oreja a oreja que, para
m misma y a regaadientes, reconoc que me encantaba. Era
contagiosa y reconfortante. Se levant y vino hacia m.
- Buenos das! me salud.
- Qu haces aqu? Siempre que me lo encontraba de
casualidad era por esa zona, casi hubiera sido mejor empezar
por all antes que por su bar.
- Acompao a mi hermano respondi. Me tens
automticamente. El mundo de la drogadiccin me era
totalmente desconocido, y esperaba que as continuara siendo.
Gracias a Dios, Fabin no me haba hablado casi nada de l.
- Est aqu? pregunt en un susurro, sin darme cuenta.
- Est dentro contest Fabin, susurrando tambin. Le
mir con los ojos entrecerrados.
- Venga ya, no seas picajosa! dijo, dndome un pequeo
empujn en el hombro adems, eres t la que ha empezado a
hablar bajito. Est dentro, no te escucha. La herona no
proporciona super odo.
Me sent muy tonta y continu como si esa ltima parte no
hubiera existido.
- Qu hace ah? Le ayudan a rehabilitarse?
- Ojal! sacudi la cabeza Podran, pero l no quiere.
Viene aqu a por jeringuillas limpias.
Abr los ojos de par en par.
- No te creo! exclam - De verdad hacen eso?
- Ya que se van a pinchar igualmente, al menos que lo
hagan con seguridad hizo el gesto de comillas con los dedos
al decirlo. Me qued pensativa ante ese nuevo dato. En la vida
se me habra ocurrido Fabin interrumpi mis pensamientos.
Bueno, para qu me buscabas, enton?
Le describ el sueo lo ms detalladamente que fui capaz y
mis sospechas de que hubiera sido ms real de lo que pareca.
Fabin me mir muy serio.
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- Espera un segundo desapareci por la puerta del local y
volvi a salir al cabo de un minuto con un chico un poco ms
alto que l. Si lo hubiera visto por la calle jams habra reparado
en ello, pero al verlos uno al lado del otro, el parecido era ms
que notable. Sin embargo, su hermano tena el pelo oscuro y
aparentaba totalmente su condicin. Estaba delgadsimo y su
mirada era nerviosa y esquiva. Se acercaron a m.
- Hola salud tmidamente, bajando la mirada.
- Este es mi hermano Suso me dijo, y aadi dirigindose
a l. - Si pasas por el bar dile a pap que he estoy con la hija del
Enrique le mir sorprendida una vez ms, yo no le haba
dicho el nombre de mi padre. l se anticip a mi pregunta
luego te cuento, ahora ven conmigo. Se despidi de su
hermano, que me haba ignorado completamente, y me tom de
la mano arrastrndome hacia la parada de bus ms prxima.
Cruzamos la ciudad hasta llegar frente a un parque enorme
que no conoca. Me dijo que era Castrelos, aunque sobre una
entrada de piedra pona Parque Municipal Quiones de
Len. Sin embargo, lo pasamos de largo y bajamos en la
parada siguiente. La calle continuaba, pero ya no haba edificios
altos. Era como si la ciudad se acabase all.
- Aqu es dijo Fabin.
- Aqu? delante nuestro solo haba una rotonda en medio
de la carretera con una figura geomtrica hecha con barras de
metal de color rojo.
- A tu derecha, tonta me di la vuelta y vi la entrada a un
cementerio. No me haba fijado en l, y eso que pareca bastante
grande. La entrada principal daba a una avenida con panteones
de piedra a ambos lados y una pequea capilla al fondo. Fabin
dobl por uno de los callejones y me guio a travs del laberinto
de tumbas. Iba mirando las fechas y vi que haba tumbas
antiguas mezcladas con otras modernas. Pasamos junto a un
monumento con un monolito en el centro que era mucho ms
grande que los dems.
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- Jos Garca Barbn le -. Eso no es una calle?
- Bueno, tambin era un seor dijo l.
Quise replicarle, pero entonces llegamos a lo que quera
mostrarme. Grit y retroced asustada al reconocer la escena de
la escultura. Era una chica esculpida en mrmol con un
esqueleto encapuchado de piedra asomando por su espalda y le
rodendola con sus manos. Exactamente lo mismo que haba
soado.
- Cuando me contaste tu sueo me acord de esta tumba.
- Cmo la conocas? Ese cementerio estaba alejado del
centro. Quiz estuviera enterrada all su madre. Sin embargo,
jurara que se sonroj.
- Prefiero no decirlo - abr los ojos exageradamente.
- No me digas que saqueabas tumbas? brome. Solo te
faltara eso.
- No exactamente. Pero no estamos aqu para eso.
- Volveremos al tema, tenlo claro le advert con una
sonrisa. Pero cuando me inclin sobre la placa con el nombre, se
me borr de repente. Efectivamente, perteneca a La. La
Soto lvarez. Aun no era medioda y ya me haba sorprendido
un sinfn de veces. Los apellidos coincidan con los de mi
abuela.
No es posible, no tiene sentido me dije. Tena que ser una
coincidencia. Que supiera, mi abuela no tena hermanas. Y
sabamos que La era una nia rica, cuando mi abuela estaba
claro que no lo era. Una pregunta aun peor me cay como un
mazazo. Mi abuela era una asesina? Me estaba acelerando,
tena que poner en orden mis pensamientos.
- Por tu cara, dira que tienes algo que contarme dijo
Fabin.
- S, pero no saquemos conclusiones precipitadas dije,
levantando las manos Mi abuela se llama Anta Soto
lvarez.
Fabin asinti, asumiendo la nueva informacin con su
naturalidad habitual.
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- Es una opcin preguntarle directamente?
- No! contest rpidamente. Si haba alguna pequea
posibilidad de que fuera ella, no poda preguntarle si haba
matado a su hermana a bocajarro - Y tiene que ser una
coincidencia, son apellidos muy comunes aad. Sin embargo,
no poda quitarme de encima la sensacin de que no hubiera
sido casualidad haber encontrado el camafeo precisamente yo.
- Bueno, entonces aqu ya hemos terminado se dio media
vuelta para marcharse. Yo dirig una ltima mirada al rostro
ptreo antes de seguirlo.
Mientras esperbamos el autobs no hablamos y yo empec
a pagar las consecuencias de no haber dormido. La cabeza se
me iba e incluso llegu a cerrar los ojos aun estando de pie.
Not la mirada de Fabin clavada en m y me gir hacia l.
- Qu? le pregunt.
- Tienes algo que hacer?
- Supongo que no.
- Ven conmigo.
Por segunda vez ese da me cogi de la mano para que lo
siguiera. Puedo seguirte sin que me remolques pens, pero en
ese momento tal vez no pudiera. Me senta al borde de la
inconsciencia. Entramos por lo que pareca la puerta principal,
donde adems de los peatones se adentraba en el parque una
carretera. Era la primera vez que vea algo as, aunque si me
paraba a pensar, en Vigo haba coches en todas partes. Fuimos
por la acera paralelos a esa carretera, mientras yo miraba a
ambos lados, sorprendida porque era ms grande de lo que me
haba parecido desde fuera.
- Recurdame que te traiga el prximo otoo. Ahora ya se
han cado las hojas, pero antes de eso, cuando cambian de color,
es espectacular.
Espero no estar aqu el prximo otoo pens, pero no lo
dije en voz alta.
Al final de esa carretera estaba la entrada a un pazo, que me
cont Fabin que estaba acondicionado como museo. Pero no
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llegamos hasta el edificio principal. Nada ms entrar, me llev
por un caminito a la derecha, junto a la muralla, que descenda
un nivel y daba un pequeo espacio sombreado por dos
grandes rboles. Uno de ellos, el ms cercano, tena un gran
entramado de races cubiertas de musgo. A la izquierda
gorgoteaba el agua en una fuente labrada en la piedra del
propio muro.
- Es precioso murmur. Fabin sonri y me puso una
mano en la espalda, empujndome suavemente para que
continuara andando. Al salir de aquella parte con rboles, haba
una explanada de csped con un pequeo estanque en la parte
ms alejada. Me acerqu a verlo. En el centro haba una isleta
con una rplica del propio pazo y, justo al lado, un rbol que
pareca de cuento. Tena un enorme agujero en el tronco, como
la entrada a la casa de algn ser ferico. Me asom por el hueco
para descubrir que el tronco tena toda la parte inferior vaca y
que el encanto se rompa por el olor a orina. Desde luego, la
gente no respeta nada pens.
Cuando me di la vuelta, vi que Fabin estaba sentado en el
csped y se haba quitado la chaqueta. Estaba extendida junto a
l a modo de toalla.
- Tmbate me inst. Hice lo que me deca y al momento
me sent en la gloria. El final del otoo estaba siendo muy
templado y no haba ni una sola nube, por lo que haca una
temperatura muy agradable.
- Ahora es cuando me cuentas qu ibas a hacer t a los
cementerios dije. Fabin me mir torvamente. No te voy a
dejar en paz hasta que lo hagas.
- Me colaba con los amigos a hacer botelln respondi a
regaadientes.
- Vndalo murmur sonriendo, notando cmo me venca
el sueo.
En aquel pequeo jardn, resguardados del viento y el ruido
de la ciudad y absorbiendo el calor de cada dbil rayo de sol,
me qued dormida.
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Cuando abr los ojos, lo primero que vi fue la cara de Fabin
cerca de la ma. Tambin se haba quedado dormido. No era de
extraar, no recordaba haber estado tan a gusto en mi vida.
Aprovech para mirarle bien. La primera vez que lo vi ya me
haba parecido mono, pero cuanto ms lo miraba ms guapo
me pareca. Tena unos rasgos harmnicos, todo estaba en su
justa medida. Y su carisma mejoraba an ms el conjunto.
Quiz le gustaba demasiado chincharme pero, en ese momento,
con la expresin relajada y el sol arrancndole reflejos dorados
del pelo, pareca un ser angelical. Mirarlo impeda que mi
cerebro volviera a darle vueltas a los dems temas, as que
decid no estropear el momento de paz y continuar hacindolo.
Despus de un largo rato abri los ojos y me sonri al ver que
ya estaba despierta.
- Buenos das me dijo con voz soolienta, estirndose -
Qu tal te ha sentado la siesta?
Me sorprend a m misma siguiendo un impulso y
lanzndome sobre l para besarle. Se tens, sobresaltado, pero
en seguida me sigui la corriente y rodamos sobre la hierba. No
s muy bien cmo nos pusimos en pie y, sin dejar de besarnos,
subimos a trompicones unas escaleras hasta la parte superior
del muro. Me arrastr hacia el interior de una garita. No haba
nadie, pero poda aparecer algn paseante en cualquier
momento y all estbamos resguardados de miradas curiosas.
Se sent en la repisa de piedra y yo me sent a horcajadas sobre
l. Continuamos cada vez ms frenticamente hasta que
empez a desabrocharse el pantaln y yo di gracias por
haberme puesto falda ese da y estar depilada. Me quit los
leggins y los tir al suelo mientras l rebuscaba en su cartera y
extraa un preservativo con expresin triunfal, como si hubiera
llevado a cabo una gran hazaa. Lo mir con ternura un
momento antes de volver a abalanzarme sobre l y terminar lo
que haba empezado.
Quince minutos despus me mora de vergenza. No era mi
primera vez, haba tenido un novio formal el primer ao de
- 52 -
universidad con el que haba tenido relaciones. Pero, desde
luego, nunca en un parque a plena luz del da y con alguien a
quien apenas empezaba a considerar un amigo. Era consciente
de que me haba dejado llevar y estaba bastante segura de que
no quera nada ms con l. Pero no saba qu decirle ni cmo.
- Tienes un despertar excelente, me encanta me dijo con
esa sonrisa suya. No quera borrrsela, pero quera dejar
aquello claro.
- Sabes que esto no implica nada ms, verdad?
La sonrisa no desapareci, aunque me pareci verla
flaquear. Me mir como intentando adivinar qu era lo que yo
quera or.
- Claro respondi al fin. Me tendi los leggins y termin
de recomponerme.
Tena briznas de hierba en la chaqueta, as que me sacud lo
mejor que pude y luego le quit dos o tres del pelo a Fabin.
Aunque segua sonriendo, me pareci ver tristeza en su mirada.
Estaba segura de que yo le gustaba, pero no me haba parado a
pensarlo antes de lanzarme. Haba cometido un error y
empezaba a sentirme muy culpable.
Nos volvimos a recostar sobre el banco que haca escasos
minutos haba servido para fines menos castos.
- Si mi abuela supiera lo que estoy haciendo en vez de ir a la
universidad, me mata coment sin pensar. Entonces me di
cuenta de lo que acababa de decir y me entr una risa histrica.
Fabin me miraba como si temiera que fuera a perder la
cabeza con todo eso. Me dije que ya le haba mostrado mi lado
negativo. Era hora de ensearle una de mis pocas virtudes, no
me iba a dejar llevar por la histeria. Otra vez.
- En fin, vamos? me puse en pie y mir el reloj - Son ya
las tres! exclam.
- Tenas que haber ido a comer a casa?
No, se supona que hoy coma en la universidad. Pero tengo
hambre.
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- Comemos juntos? pregunt. Despus de lo que acababa
de pasar no saba si sera apropiado, pero si mi intencin era
continuar como si no hubiera pasado nada, tampoco poda
distanciarme. Con naturalidad, me dije.
- Claro. Dnde? No llevo mucho encima Y no voy a
dejar que me invites! me adelant, ya que le vi a punto de
replicar. l se rio.
- Vale vale, Y si te invito pero sin pagar?
- No irs a cocinar, no?
- Por qu no?
Porque es un gesto tierno e ntimo que no debera
producirse cuando acabo de acostarme contigo y decirte
despus que no quiero nada. Pese a eso, acab accediendo en
aras de la naturalidad. Pens que me sentira incmoda, pero
era imposible a su lado. Me llev por primera vez a su casa, un
piso humilde encima de la cafetera de su padre. Aun as, era
ms lujoso que la casa de mi abuela. Me dijo que su padre
coma en el bar y su hermano sola desaparecer hasta la noche.
Eso si no la pasaba tambin fuera, as que la cocina era nuestra.
Su plato estrella result ser unos espaguetis con salsa de
tomate. Nada del otro mundo, pero efectivo. Estaban muy
buenos. Nos pasamos la tarde hablando de cualquier cosa que
no fuera ni el fantasma ni nuestro desliz. Me cont, entre otras
muchas cosas, que nuestros padres haban sido compaeros de
clase y muy amigos, y que se lo haba dicho su padre cuando le
cont que haba conocido a la nieta de la seora Anta. El da
haba empezado mal, luego haba mejorado y pensaba que as
iba a terminar, pero me equivocaba.
Me acompa a casa, como siempre, y aprovech para
explicarle mis planes para las inminentes vacaciones de
navidad.
- A finales de mes me marcho a Narbona para pasar las
fiestas con mi familia.
- Ah! Claro - pareca que no se le hubiese ocurrido esa
posibilidad. - Y tu abuela?
- 54 -
- La invitar
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