7/23/2019 Cuerpo y Materia, Poesia Cont Argentina, Masiello
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Centro de Estudios Literarios "Antonio Cornejo Polar"- CELACPis collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extendaccess to Revista de Crtica Literaria Latinoamericana.
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Cuerpo y materia: una lectura de la poesa contempornea argentina
Author(s): Francine MasielloSource: Revista de Crtica Literaria Latinoamericana, Ao 38, No. 76 (2012), pp. 143-172Published by: Centro de Estudios Literarios "Antonio Cornejo Polar"- CELACPStable URL: http://www.jstor.org/stable/23631232Accessed: 07-12-2015 22:34 UTC
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Revista de Crtica Literaria Latinoamericana
Ao
XXXVHI,
N 76.
Lima-Boston,
2do semestre de
2012,
pp.
143-172
Cuerpo y materia:
una lectura
DE
LA
POESA CONTEMPORNEA
ARGENTINA
Francine Masiello
University
fCalifornia
t
Berkeley
Resumen
Se trata de una relectura de la
poesa argentina,
de trazar la
evolucin de
la
poesa
neobarroca
y
la
neo-objetivista
de
los 80
y
90,
enfocndonos finalmente
en
algunos
ejemplos
de
la
poesa
reciente,
especialmente
los de Fabin
Casas.
El tema
aqu
no es el
de sostener las
etiquetas
fciles
que separan
a
las recientes
tendencias
poticas argentinas,
sino de llamar la
atencin
al
hilo conductor
que
las
enlaza,
en este
caso,
una
persistente
atencin a
la
red de
tejidos,
ruidos
y
perspectivas impares que
abarcan
los
flujos
del mundo
contemporneo
y
ver
cmo la experiencia del poema registra este mundo a partir de la percepcin
humana.
Palabras
clave:
poesa argentina,
neo-objetivismo,
neo-barroco, sensorio,
Fabin
Casas,
lo
contemporneo, tiempo presente.
Abstract
I
propose
a
re-reading
of
Argentine
poetry,
tracing
the
evolution of both the
neo-barroque
and the
neo-objectivist
poetry
of the 1980s and
90s,
and
paying
especial
attention to recent
cases,
particularly
the
poetry
of Fabin
Casas.
I
do
not
necessarily
endorse the use of
easy
labels
to
differentiate recent
Argentine
poetic
tendencies;
rather,
I
underline
the
links that connect them. In
this
case,
the links will be
clear
through
the
analysis
of the net of
singular
sounds and
perspectives
that include the flux of the
contemporary
world and allow to see
how the
experience
of
the
poem registers
this
world based
upon
human
perception.
Keywords: Argentine
poetry,
neo-objetivism, neo-barroque,
sensorium,
Fabin
Casas,
the
contemporary,
present
time.
Georg
Simmel
explora
la
curiosa relacin moderna
que
sostene
mos con los
objetos.
Para
este
pensador
resulta ms
interesante la
dimensin
de
resistencia
que
los
objetos
oponen
a
nuestro deseo
que
el
deleite
que
ellos incitan. El
objeto
nos
elude,
explica, ponien
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144
Francine Masiello
do
de relieve la
distancia
que
habitualmente
nos
separa
de las
co
sas . Nos
quedamos, por
lo
tanto,
en estado
de leve
inquietud,
espe
rando el
momento de
capturar
el
objeto y
subyugarlo
bajo
nuestro
control.
Pero an
ms,
mientras
los
objetos
se
niegan
a ser
pose
dos,
desafan nuestros
esfuerzos
por interpretarlos.
En
estas condi
ciones,
el
posible
discurso
hermenutico
llega
a
un
callejn
sin sali
da. Sin
embargo, persistimos;
la
resistencia nos atrae
y
propulsa
la
idea de un
futuro
encuentro.
De
ah,
el
sueo de una
prometida
re
dencin
que
reconozca,
por
un
lado,
la
autonoma de los
objetos
y,
por
el
otro,
el
momento
en
que
nuestra identidad se vea transforma
da
por
las
cosas nombradas. La
poesa,
con
frecuencia,
se
ocupa
de
este encuentro
deseado. Desde las
vanguardias
histricas
de
los a
os
20,
para cuyos
autores el
shock
de lo
nuevo
figuraba
de ma
nera
central,
hasta
las
vanguardias
del
siglo
XX
tardo
-entre
ellas,
los
poetas
del
neobarroco
y
el
neo-objetivismo, para quienes
la
cosi
ficacin del mundo es un
punto
de
partida-,
la
observacin de
Simmel
sigue
todava
vigente.
En
este
ensayo, quiero
enfocar
el
estudio de las cosas ofre
cidas
por
la
poesa argentina
reciente
y,
en
especial,
la
poesa
deno
minada
neo-objetivista perteneciente
a la
generacin
del 90. No
se
trata de una
poesa que haya quitado
el
nfasis al
yo,
como dirn
algunas
voces
crticas;
sino
que,
ms
bien,
el
intercambio con
los
objetos
representa
el
punto
de encuentro
para explorar
las
super
ficies,
para
calcular
las
distancias
y
las cercanas
que
nos
unen,
para
pensar
la
fluidez del
tiempo y,
a consecuencia de
ello,
para llegar
a
un
yo
escondido. Martn
Rodrguez,
poeta
argentino
identificado
con
la
rama ms
joven
de
los
objetivistas,
sintetiza
su deseo
por
el
objeto
con estos versos sencillos: lo
que
parece
una
ruina/
tiene un
alma
que
ahora/
toco
yo
solo
(13).
Vamos
a ir
por partes.
Si es
cierto
que
el
neo-objetivismo
insiste
en
registrar
las
cosas ,
recordando
la
propuesta
arriba sealada
por
Simmel,
es
igualmente
cierto
que
se encuentra
en
dilogo
con otras
tendencias
poticas
de
las ltimas dcadas. Pero
algunos
dirn
que
el
nuevo
objetivismo
desafa el neobarroco
en el
cual Nstor Perlon
gher,
Emeterio Cerro
y
Arturo Carrera tantas
veces
incitaban a la
experiencia
de tactilidad en el
poema
-el ritmo
siempre palpable,
el
tejido
de las
prendas
de
vestir,
el
crujido
de
las
telas
que
se
desta
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UNA LECTURA DE LA POESA CONTEMPORNEA ARGENTINA 145
caban
en
la
superficie
del
texto1. Otros
oponen
el
objetivismo
a la
impronta
neorromntica,
herencia de
los
aos
40,
que apareci
nue
vamente en
los 70
y
que
fue
especialmente
difundida
en
los
prime
ros
nmeros de
la
revista
Ultimo Reino
(su
nmero
inaugural
es de
1979)
y
donde el
intimismo del hablante
potico
se haca or
a travs
de los
murmullos
y
susurros
y
por
medio
del cuidadoso ritmo
que
envolva
al
poema.
Desde
otro
punto
de
vista,
se
puede
decir
que
el neo
objetivismo
de los 90
contina en la vena
de
algunos
escritores
que
comenzaban en los 80:
en este
caso,
es
imposible
no
pensar
en
las
propuestas
del Diario de
Poesa,
cuyos
integrantes
Daniel Samoi
lovich,
Jorge
Aulicino,
Martn
Prieto,
D.G.
Helder,
entre
otros-
ya
defendan
en
poesa
la
recuperacin
de
una voz
fluida,
sin
excesos
y
en contra
del desborde
neobarroco;
o la
revista La
dawa
del ratn
donde se
celebraba -en
homenaje
a la
generacin
del 60- la
impor
tancia
del
lenguaje coloquial2.
El
neo-objetivismo
comparte
con sus
predecesores
las
distintas
maneras
de
registrar
el
gran
entorno;
seala
los modos de
percibir
la
ciudad,
de
rescatar
el
poder
de
la mi
rada,
de
aceptar
de
manera natural en que una escena terrorfica (de
incendios, asesinatos,
innumerables
violaciones)
acompaa
una vi
eta
simple
dedicada a la
tranquilidad
del
hogar3.
Los
poetas
tratan
de llevar
a
cabo
en
poesa
una
cosificacin de las
palabras,
aceptan
do el
sentido
habitual del
verbo
y
su
capacidad
de
representacin.
La
palabra
en s es un
objeto.
Respecto
de
esta
tendencia,
Daniel
Sa
1
Para una
comparacin
entre neobarroco
y objetivismo
de
los
90,
ver
Ge
novese.
Tambin
Dobry,
donde
se comenta el
objetivismo
como una
reaccin
contra la esttica
neobarroca.
2
Para una
mirada sinttica
de estos
conflictos,
ver
Fondebrider, comp.,
fundamental
para
explorar
las
tensiones entre
los diversos
grupos poticos
en
la
Argentina,
con
un
enfoque
sostenido en los
poetas
de los 90.
Ver en
particular
el
ensayo inaugural
de
Fondebrider,
Tres
dcadas de
poesa
argentina ,
7-43.
3
En
este
aspecto, estoy
de
acuerdo con
Arturo
Carrera,
quien,
en
el
prlo
go
de su
importante
antologa
Monstruos
(2001),
escribi
que
el neobarroco
to
dava
est
vivo
en la
nueva
sensibilidad de los
autores de la
generacin
del
90:
Ayer
noms
deca el
neobarroco ha
muerto. Y
hoy tengo que
aceptar que
el
neobarroco
renace
(15).
Y
coincido
con Ana
Porra,
quien
ve desde los
aos
80
dos tribus en
competencia
-neobarrocos
versus
objetivistas-,
pero
que
tam
bin
reconoce la
debilidad
de las
fronteras
ideolgicas que
las
separaban ( Una
polmica
a media
vos(' 7).
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5/31
146
Frangine
Masiello
moilovich lo
explic
bien cuando sostena
que
el
objetivismo
no
se
refiere a la
presuncin
de traducir
los
objetos
a
palabras
[...]
sino al
intento de crear
palabras-artefactos que
tengan
la evidencia
y
la dis
ponibilidad
de
los
objetos
(18).
Frente a la esttica del
cambalache
y
el
revoltijo [y]
horror a
la
fijacin
del sentido
observada
por
Daniel
Freidemberg
con
respecto
al neobarroco
(cit.
en
Carrera,
El
estado de las cosas
17) y
sin la lucha intensa
por
vaciar
el
signifi
cado de
la
palabra
y
defender la
polivalencia
del
signo,
todo
parece
fcil en el
neo-objetivismo.
Si
la
poesa
contempornea que
des
ciende
de Mallarm busca la esencia de
la forma
para
salvar a
la
palabra
de su devaluado uso
cotidiano,
los
poetas argentinos
de los
noventa,
en el extremo
opuesto, prefieren
escribir una
poesa
en
s
misma devaluada.
Su material ser una
palabra
abiertamente
desgas
tada: no el
oro,
sino
el
nquel
de cantos
carcomidos ,
explica E,dgar
do
Dobry
al
respecto
(121).
La escenificacin
de
este
proceso po
tico
depende
en muchos casos
de la ilimitada fascinacin
por
la vida
de
barrio,
por
la vida
comn,
por
la
presencia
de lo
proleta
o
marginal.
Ms
an,
Alejandro
Rubio,
poeta joven
identificado con
la
generacin
de los
90,
comenta:
La lrica est
muerta
[...] Quin
tiene
tiempo,
habiendo televisin
por
cable
y
FM,
de escuchar
el
lad de
un
joven
herido de amor?
[...]
Se
podra
decir
que
estamos
en
tiempos
de barbarie
(cit.
en
Carrera,
Monstruos
160).
Ser
poesa
de la vida
chata,
donde
fluye
la brisa del
aburrimien
to,
donde se
rehsa el combate
por
la vida
y
se
respira
una
fatigada
aceptacin
de los
hechos tal como son.
Esta readad no
obstante,
sale
de la naturaleza
muerta,
un
cuadro
aparentemente
esttico,
una
proliferacin
de
sentidos,
una violencia contra las formas.
Veamos,
por
ejemplo,
el
poema
inicial
de
Seudo,
libro de
Martn Gambarotta
y
considerado
uno de los textos claves
del
neo-objetivismo
de los
90: Un
racimo de
bananas/
jvenes
en la
canasta/
casi
rectas:/
la
cscara
amarilla/
verde
y
sin
lunares./
Cuando se acabe
la
fruta,
la
merluza/
los
ajes,
el t
amargo,
nos
vamos de
ac./
A
cualquier
lado.
A
las
plantaciones./
A un
lugar
donde no
existen tenedores
(9).
La
tranquilidad
del hablante
frente a
la escena de
frutas no dista
mucho del tono de
los neorromnticos
de
la
generacin
anterior
(por
no decir los
poemas
tempranos
de
Joaqun
Giannuzzi
de los
aos
50); pero
la
diferencia
-y aqu quizs
est
la novedad de
Gambarotta-
surge
a
partir
de los dobles
sentidos
y
la sexualidad
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6/31
UNA LECTURA
DE
LA POESA CONTEMPORNEA ARGENTINA 147
aludida;
ms
que
nada el tono del final
permite
escuchar una
apre
ciable dosis de
frustracin
e irona.
Cito otra vez a
Freidemberg,
quien
dice del
objetivismo:
dej
abiertos caminos
por explorar:
1/
al
suponer
que
las cosas visibles del
mundo merecen
respeto, aunque
sea
como
desafo,
y que
no
hay por qu
dejarlas
de lado sin
ms
ni
dar
por
sentado
que
intentar
registrar
en las
palabras
esas cosas es una
empresa
petulante
o ridicula.
2/
al
negarse
a
aceptar
como un
dogma que
la nica manera de
escribir
poticamente
es
violentar el
lenguaje,
hacer
decir a las
palabras algo que
habitualmente no
saben
decir
[...]
Todo se
reduce,
como
resultado,
a cierta narrativa
pulcra
o
a una ms o
menos
elegante
tcnica de la
descripcin
(23).
No
siempre
sin
un
deseo de
ampliar
los lmites del
lenguaje
(como
en el
ejemplo
arriba
citado de Martn
Gambarotta),
ni
siempre elegante,
como sabemos
despus
de
haber ledo
algunos
poemas
de los 90 donde se habla
de los mocos
y
el
chicle
(en
el
caso
de
Santiago
Vega
alias
Washington
Cucurto)
o los ruidos del
ino
doro
(registrados
por
Fabin
Casas),
pero
s,
indudablemente,
una
entrega
a
lo cotidiano
aunque tenga
a veces un
ritmo de cmic.
Mi tema
aqu
no es el
de sostener
las
etiquetas
fciles
que
sepa
ran a
las recientes
tendencias
poticas
argentinas,
sino de llamar la
atencin al hilo
conductor
que
las
enlaza,
en este
caso,
una
persis
tente
atencin
al
sensorio o
percepcin
humana
como
mediadora de
la
experiencia
del
poema,
tanto
de los
objetos y
las
emociones
que
el
mismo
poema
intenta
expresar4.
Tactilidad,
sonido,
mirada: son
puntos
de
coordinacin
que
nos
acompaan
desde
el
neobarroco
hasta el
neo-objetivismo
de
hoy.
Estamos
entonces delante de una
red de
tejidos,
ruidos
y
perspectivas
impares
que
abarcan los
flujos
del mundo
globalizado
a
principios
del
nuevo milenio
y
aqu
la
poesa
deviene el
espacio para
la
exploracin
de los cinco
sentidos,
para poner
a
pmeba
la
libertad
del autor al
afirmarse con
respecto
a
las cosas
que
estn
a
su
alcance,
para trabajar
con la cosificacin
de las
palabras y
sus
efectos de
representacin.
Ms
que
nada,
recuerda la
importancia
de cerrar
las
distancias
que separan
al
hablante
del
mundo,
de
reflexionar
sobre el
flujo
constante
que
4
Ver sobre
todo los
comentarios de
Jorge
Aulicino,
A la
espera
de estu
dios
serios en
Fondebrider,
comp.,
57-64.
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7/31
148 Francine Masiello
desordena nuestro
deseo. Lo
que
vemos entre todos sea de los
neobarrocos,
los neorromnticos o los
objetivistas-
es una comn
insistencia
en
recuperar
el
contacto con
el
entorno
y
el
deseo de
hacerlo constar.
En
este
sentido,
el horizonte
fenomenolgico
no
est
lejos
de la
conciencia
de los
poetas
recientes,
recordndonos
esa clebre observacin ofrecida
por
Merleau-Ponty:
por
mi cuer
po, comprendo
al otro
(203).
Desde
Perlongher
hasta los
poetas
de
hoy,
los
cuerpos ocupan
un
lugar
central
en la
poesa argentina;
desde
los
sentidos se trata de
acaparar
el
entorno,
de
alcanzar
una
tranquila
iluminacin sobre el
yo y
el
mundo.
Digamos
entonces
que
la
poesa
reciente
llega
a su
objeto por
medio del contacto
y
la
intensificacin
del
odo,
por
medio
de la mirada
y
las
percepciones.
Y
aunque
hay
variantes con
respecto
a los usos de
la
cultura letrada
al
lado
de la cultura
pop,
de
igual
manera las
impresiones
se condensan a
partir
de los
cinco
sentidos.
Para
llegar
a
esta
propuesta
y
darle ms
densidad,
primero
quiero explorar
estos debates
que parecen
armar
un
campo
de
bata
lla
entre los
poetas
de
tendencia neobarroca
y
los
neo-objetivistas.
En
segundo lugar,
har
una lectura
de
la
poesa
de
Fabin
Casas,
reconocido
fundador
de
la
poesa
objetivista y
una de
las
figuras
centrales de la llamada
generacin
del 90 .
En
uno de los
primeros
nmeros del
Diario de
poesa,
Daniel
Garca
Helder ofrece un valioso
recorrido sobre el neobarroco
en la
Argentina
y concluye
que
frente a esta
tendencia,
existe otra
opcin:
todava nos
preocupa
imaginar
una
poesa
sin herosmos del
len
guaje, pero arriesgada
en su tarea de
lograr algn tipo
de
belleza
me
diante la
precisin,
lo breve
[...]
lo fcil o de difcil claridad
(25).
Desde esta misma
revista,
Jorge
Aulicino buscar
otro modo de
concebir en
poesa
que
no sea
el
neobarroso ,
una
poesa que
afronte
la realidad de manera directa
sin las
piruetas
verbales
del neobarroco
( Lo
que
ocurre
'de veras'
20).
En este
contexto,
se
repudia
del
neobarroco su densa
materia
textual,
la ornamentacin
de las
super
ficies
y
los
juegos
entre el velo
y
la
mscara,
su
insistencia en la tea
tralidad
y
el recurso de
la
doble
voz.
Ciertamente,
la
intensidad
ver
bal del neobarroco
y
su modo oblicuo
de
decir,
las
mltiples
citas
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8/31
UNA
LECTURA
DE LA POESA CONTEMPORNEA
ARGENTINA 149
que
atraviesan
el texto
por
no hablar de su sintaxis lezamiana
y
la
constante elisin
de los
significados
a
favor del materialismo
de
los
fonemas llevaron
a Nstor
Perlongher
a referirse a lo neobarroso
tal como
dej
su
impronta
en ambos lados del Ro de la Plata. Pero
el
neobarroco identificado con
Perlongher
no ha sido solamente
una
respuesta
al horror vacui
respecto
de
la
pgina
en
blanco.
Al
flujo
incesante de sentidos del as
llamado
neobarroso,
acompaa
una
tactilidad
y
sensualismo
( rase
un animal
sangrante y
dulce/
de
rostros
numerosos/
de
cuyas
heridas manaba
la
msica
y
el
sudor/
sangraba
en sus
deslices ,
28)
siempre puestos
en evidencia como
manera de
defender
al
sujeto
contra
la
sombra de su
desaparicin.
Con
razn,
el
poema principal que
ha
sido identificado con
el
neo
barroco
argentino
es Cadveres de Nstor
Perlongher
una de
nuncia de las
polticas
de
desaparicin que ejerca
la
dictadura,
pero
tambin una
lujosa
defensa de
la
sobrevivencia del
cuerpo-.
( En
la
trilla de un tren
que
nunca
se
detiene/
En la estela de un barco
que
naufraga/
En una
olilla,
que
se
desvanece/
En los muelles los
apea
deros
los
trampolines
los
malecones/
Hay
Cadveres ,
111).
Los
objetos
y
los
lugares persisten,
el ritmo
persiste;
y
si
hay
cadveres,
como dice
el
poeta,
dejarn
su
huella en
el
tejido
del
lenguaje,
en el
odo,
en el
frote del
cuerpo
contra otro
cuerpo
y
contra la
pgina
impresa. Ocupan
entonces un
espacio palpable.
No es ste
el
lugar
para
estudiar este clebre
poema, pero
s vale tenerlo como referen
cia
para
la
poesa
que
sigue.
Tal como el
neobarroco,
el
objetivismo
nunca abandonar su
apego
a
los
objetos
aunque por
su
colocacin
en el
poema
nos
impondr
otro uso del
lenguaje
destinado
para
otro
efecto
y
otra
reflexin. Basta decir entonces
que,
como los
neoba
rrocos,
los
poetas
de
la
generacin
del 90
tambin tienden a celebrar
la
materia,
enfocando
el
denso
tejido
de
experiencias
somticas
que
el texto
potico exige
a su
objeto.
Poesa de miradas
y
sentidos
para
poner
a
prueba
la conciencia
sensorial de
quien
observa. El
suyo
no
es slo
un
intento de
representar
el
cuerpo
desbordante del
yo
ni
de
insistir en la lnea
ertica
que
tanta cuerda le
dio
Perlongher,
sino de
definir
un
entorno
poblado
de
objetos
precarios, que
son
a
veces de
veloz consumo. A
diferencia de los
objetos
neobarrocos,
los vesti
dos,
los
zapatos,
los
juguetes,
los cmics
que aparecen
en
los
poemas
del 90 carecen
de suntuoso
detalle;
se
enfatiza en cambio su
proce
dencia berreta
que
da forma a una
vida
plebeya.
En
ningn
mo
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9/31
150 Francine Masiello
ment
domina
el exceso
que ocupaba
a los
neobarrocos no
hay
evidencia de
los
Infinitos
prembulos
lricos en la canilla
que
no
cierra,
prembulos,
deambulos,
bulones en
la chata florida
de los
bulos,
golosos
cotorreos en
el cierre del mimbre
que gotea
(127)
que puso
en circulacin
Perlongher
en las
primeras
pginas
de
Hule;
ms bien domina entre los
neo-objetivistas
un
escenario de
jeans y
trapos
de
nylon,
materiales
reciclados
y
baratos,
ni vistosos
ni extra
vagantes.
De
manera
que
si
el
neobarroco
insista en la
plasticidad
de las
palabras y
un
sensualismo
desbordado,
el
neo-objetivismo
aprovecha
las materias de
la fea cotidianidad
sin
participar
del
espectculo
vistoso.
Se
concentra,
por
lo
tanto,
en
el
hierro,
los
cla
vos,
el
cemento,
la taza de
caf,
los
peluches
de los
nios,
el
recuer
do de la infancia
defraudada.
Y si
para
los
neobarrocos
importa
un
significante
desligado
del
significado,
para
los
neo-objetivistas
las
referencias
externas al
sujeto organizan
su modo de
pensar.
Sin
em
bargo y
pese
a
las diferencias
que separan
las dos
corrientes
po
ticas,
ambas
comparten
una
marcada tendencia
a asentar sus
mate
rias en el
puro presente.
Se
organizan
de acuerdo con
las
pulsiones
del
movimiento,
la tactilidad
de las cosas
palpables
y
los efectos
de
los
sonidos.
Otra manera
de leer esta
experiencia
es
a
travs
de
la
gran
fiesta
en la cual se celebran
las materias
que
el
poeta
es
capaz
de
atrapar
en
su
red.
Efectivamente,
el
yo
se afirma mediante
los
registros
sensoriales
que
acaparan
la
simple
realidad
del entorno
y,
en el
mejor
sentido
platnico,
sostienen
una
relacin viva
entre
el
mundo
percibido
y
los
ojos
de
quien
observa.
A
propsito,
en
un
poema
sobre
Caravaggio,
Aulicino
(protagonista
del
objetivismo
de
los
80)
escribi
recientemente:
El barroco
no es de
ideas,
es
de
yeso
(2011).
Se sostiene
en
todo caso la
materia
real
y
palpable.
De marcada
influencia
norteamericana
-sobre todo
Pound
( the
direct treatment
of
the
thing )
y
Stevens
( Not
Ideas About
the
Thing
but
the
Thing
Itself)
que
entran
primero
en la
Argentina
en
los aos
40
y
50
(debido
a
las traducciones
de
Alberto
Weiss
y
Ro
dolfo
Wilcock
en el
primer
caso,
y
Alfredo
Girri en
el
segundo)5,
el
5
Para la historia
de las traducciones
de
Pound al
castellano,
ver la
edicin
de
Jorge
Aulicino
(Arpentarium).
Para la
influencia de Wallace
Stevens en
Am
rica
Latina,
ver la edicin
de Roberto Echavarren
(Stevens,
Los
poemas
de
nuestro
clima)
donde describe
especialmente
la relacin
entre Stevens
y Rodrguez
Feo.
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10/31
UNA LECTURA DE LA POESA CONTEMPORNEA ARGENTINA 151
neo-objetivismo
toma vuelo
nuevamente
con
los
poetas
de la
gene
racin
del
90,
entre ellos
Fabin
Casas,
Martn
Gambarotta,
Martn
Prieto,
Washington
Cucurto,
y por
medio
de
las
pequeas
revistas
que,
adems del Diario
de
poesa,
sosdenen su
promocin:
Vox,
Ts
Ts,
Plebella
y
las
editoriales de Belleza
y
Felicidad,
Siesta,
Ediciones
en
Danza,
Ediciones
deldiego, Gog y
Magog.
Estos
poetas
no
insisten
directamente en la
herencia
norteamericana6;
antes
que
na
da,
se declaran
ahijados
de los
poetas
nacionales de los
aos
60,
principalmente
entre ellos
Joaqun
Giannuzzi,
Lenidas Lambor
ghini y
Ricardo
Zelarayn.
Tanto lo
cotidiano
como
el
relato familiar
se
redefinen con el
resultado de
desmitificar la
poesa,
y
de
acercarse
a
las
premisas
sen
soriales de la
historia.
Frente
a
la
catstrofe
y
la
ruina
que
definen
gran
parte
de
la literatura
hoy,
en
la
poesa
se
presenta
-sin el
riesgo
de caer
en
el
idealismo
ni
de
postular
horizontes
posibles
otra
ma
nera de volver
inteligibles
a
las
personas y
los
objetos.
En
este
caso,
se
exploran aquellas
zonas
frgiles y
fronterizas
que
ponen
en
cues
tin nuestro
entendimiento
de la
diferencia o
incluso
aquellos
tenues
vnculos entre los
humanos
y
los animales.
Y si se
poda
decir
que
el
neobarroco
argentino
resista a la
dictadura militar
a
partir
de
su
trabajo
con los
cdigos opacos
incrustados
en
la
super
ficie
del
poema,
tambin se
puede
leer
en
el
neo-objetivismo,
con
su
nfasis en la
cosificacin
del
mundo,
su
nfasis
vehemente en
la
materia
y
la
ficcionalizacin del
yo
impuesta
por
los
medios
masi
vos,
una
juguetona
protesta
contra los
productos
del
mercado neoli
beral.
Captar
el
instante ,
quizs
la
bandera
de
todo
poeta
en
cual
quier
momento
histrico,
aqu representa
un
deseo
de
poner
un
alto
al
fluir
del
tiempo y,
sin
olvidar la
historia
(el
antes
y
despus),
de
dislocar la
serie
temporal
e
inventar
nuevas
combinatorias, siempre
que
se ubica
al
yo
al
centro de
estas
operaciones.
Percibir
lo
perecedero,
entonces,
y
captarlo
en el
poema,
aunque
ahora se
trata
de
capturar
el
realismo
sucio de la
ciudad.
Esta
poesa
es urbana e
irreverente.
Se define
por
su
expresin
de
rabia
y
perturbacin;
ms an
por
la
risa
sardnica
y
su burla
de
la
vida social.
Por
lo
tanto,
los
poemas
vinculados con
el
obje
6
Sobre la
relacin
entre
los
poetas
norteamericanos
y
los
objetivistas,
ver
Porra
( Poticas
de la
mirada
objetiva ).
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11/31
152 Francine
Masiello
tivismo frecuentemente
se mofan de
la
chatura
de la
globalizacin;
nos hacen ver los
efectos de los medios masivos
y
del libre merca
do,
exponen
el
conflicto
(y
armona?)
de las razas
e
insisten,
al mis
mo
tiempo,
en su fascinacin
por
lo
popular.
Se trata de una
poesa
que
pone
el
ojo
en los
grupos
marginales,
se
explora
la
transa
de
la
droga y
la vida de
barrio. Martn Prieto
y
D.G. Helder se refieren
a la tradicin rantifusa
(114) para
calificar
aquella
tendencia anti
lrica
y
coloquial que
ha marcado la
poesa argentina
desde la
poca
boedista
de los aos 20
y
que
aparece
nuevamente
en los 90.
Efectivamente
se trata de
una
escritura
dedicada
a los sonidos de
la calle
y
las voces
populares
y aqu
la deuda directa
de Lenidas
Lamborghini
y Zelarayn
es unnimemente
reconocida;
tambin
enfoca los residuos
de los hbitos de
consumo.
La velocidad de los
medios masivos
-el
cine,
la
ciberntica,
los
ritmos del nuevo
rock,
los
programas
de radio
y
televisin-son
protagonistas
de estos
ver
sos7. Nos
hacen
palpar,
or,
ver las cosas como
comprobantes
de
nuestra
presencia
en el
mundo. En su
conjunto,
estn
proporcio
nando otra versin de
la historia
y
la
poltica
de su
pas.
Ser
en
par
te
la
respuesta
de los
poetas que
ahora
protestan
los
falsos
valores,
la falta de sentido
comn
o incluso -entre
los ms
jvenes
la
anuencia de sus
parientes
con
el
gobierno
militar.
Tambin
en la misma
lnea,
se
hace
hincapi
en la violencia
verbal.
En muchos casos se
trata de
una violencia
gratuita
donde
la
voz
potica,
en
lugar
de ser
violentada,
se
ejerce
sobre
el otro.
Un
muchacho
enciende
un
perro
con
nafta
(el
caso de
Martn
Rodrguez
en
Agua
negra
donde
escribe:
Arrastr el
cuerpo
del
pe
rro,
lo
puse/
sobre
un
auto/
lo
roci
con
el
bidn/
de
nafta/
y
en
cend
un fsforo
en el
cuerpo
pelado,/
no
quiero
sobrevivir
a
nin
guna
muerte
ms ,
13);
le sacan
los
ojos
a
la
mueca,
tirndolos
de
la ventana
de
un
noveno
piso:
ver los
versos de
Vernica Viola
Fisher
de su
poema
Arveja
negra : Tengo
un
problema:/
Arran
7
Ver
los comentarios
de
Delfina
Muschietti,
quien
convoc
a
muchos
de
los
poetas
de
los
90 en
su ciclo de
lecturas
La voz del
erizo ,
cuando
afirma
que
stos,
a
pesar
de las
diferencias de
lenguaje
potico
que
los
separan
de la
generacin
anterior,
comparten
con sta
la fuerte relacin
entre
cultura
alta
y
cultura
de
masas.
No
hay
divisin
entre
una
y
otra
en el
trabajo
del
poema;
pierden
su
diferencia,
su
particin
[...] puede aparecer
'naturalmente'
una
cita
de
Joyce
junto
a la
figura
de
Betty
Boop
(citado
en
Carrera,
Monstruos
16).
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12/31
UNA LECTURA DE LA POESA CONTEMPORNEA ARGENTINA 153
qu
los
ojos
de mi
mueca/
y
ya
no ve.
Desde
el
noveno
piso/
lan
c con
mpetu
al
patio
interno/
de mi vecina un
ojito,
el
izquierdo
(s.
p.).
El
poema
contina con los
desmembramientos
del
cuerpo,
slo
para
validar el refrn
que
dice:
Ojos que
no
ven,
corazn
que
no
siente .
Estamos
en un
espacio
de humor
negro,
de deliberada
banalidad,
donde
cabe
la burla
de los reclamos sentimentales sobre
la vida cotidiana.
Aunque queramos
leer estos versos como una ale
gora
de
la
historia
nacional,
pensando
la violencia
privada
en trmi
nos de la violencia
estatal,
los
poetas
una
y
otra vez nos remiten a
las
pequeas
escenas
de la
vida cotidiana e insisten en el drama
par
ticular sin
recurrir a temas
universalistas. Dice Fisher en el mismo
poema:
Mi
lgrima
no
sabe/
parir
otros,
mi
problema
es/
operar
en el
hueco/
de la mirada.
No,/
caer en l . En otros
casos,
se
celebra el intento
de
matar al
padre
(por ejemplo,
en los
versos de
Lola
Arias
en
Las
gemelas
rusas : Matar al
padre./
La
gemela
be
sa
a
su hermana en la
boca./
Cae la
impdica
nieve
sobre
el
beso
imposible:/
ese
pas,
ese
padre
(33).
Los rastros
del feminismo
ochentista
persisten,
es
cierto,
pero
estas
poetas jams
se
dignan
mencionarlo.
A
veces los
poetas
nos ubican en el borde
que separa
al ser
humano de lo
no humano. En la
poesa
de Anahi
Mallol,
por
ejemplo,
la
tan
discutida frontera entre lo animal
y
lo humano se
disuelve,
favoreciendo el
cuerpo
sensorial
que
ambos
comparten.
En
Zoo,
Mallol
escribe:
Aplastado
derrama/
las entraas secas
y
suntuosas/
sobre el calor
del
asfalto/
impdico
el
sapo/
a la
hora
de la
muerte/
se
pierde y
abandona/
su ocasin de
fascinar/
de
repugnar/
en la
humedad/
vidriosa de la
piel
(13).
El
trabajo
con las
palabras produce
una
voz
agria,
a
veces
inquie
tante. A
veces
se
oye
la voz de un
beb
abandonado
e
inocente;
otras
veces,
los
experimentos
con el
lenguaje
terminan en el
balbu
ceo,
enfocando
slo el detalle
menor
que
interrumpe
la comuni
cacin. En
Rngala (2009),
Beatriz
Vignoli
abre
su libro
enfatizando
la
materialidad de la letra
y
la
coincidencia de
palabra y
sonido:
Lenta
late,
esponjosa,
la
distancia entre
pjaros/
afelpndose,
marcha
la bandada en
la
lluvia./
Negro
sobre
gris
claro,
letras en
una
pgina/
como
sta ante tus
ojos (9).
Nos
obliga
a
escuchar las
aliteraciones
que
sostienen
el
comps
del
poema,
a
ver
las
repeticio
nes en
la
pgina
como
piezas
de
construccin del texto. Karina
Macci,
en La
prdida
o la
perdida (2008),
confa el
significado
de su
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13/31
154 Francine Masiello
volumen a la
pequea
marca diacrtica
que separa
una
palabra
de
otra. De
all,
seala
en
forma concreta
la
materialidad de su
propia
angustia.
Desde el ttulo
mismo,
se inicia una
investigacin
de la
palabra
formada
por
las relaciones de
contingencia
en el verso.
Leccin de Saussure
actualizada,
la
poesa
de Macci nos ensea a
leer
en
voz
alta,
buscando el sentido a travs de la friccin entre las
palabras:
Ro/
morboso/
(me )/
evaporada/
tocando el
techo/
ocurre/
la
correccin/
el reacomodo de los acentos en el
choque/
revoque/
cielo
raso la
primera/ persona/
muerta/
en la
habitacin/
Inombrelpronombrelhombre (38).
Como
cartgrafa
de
la
palabra,
Macci busca las coordenadas de sentido en el
mapa
de la
pgina:
X &
Y/
un nombre
imposible/
cules son las
coordenadas
(co
ordenadas,
vos
y yo),/ sera
eso? Dos
letras
que
se
coordenan,
que
se
colaboran,
colaboracionistas
somos?
(de
qu?)
(71).
Y
tambin
estamos
delante de una
potica que pretende presentar
las cosas
y
las
palabras
sin
una
profusa
densidad
de
significados.
Al
respecto,
escribe Laura Wittner
(1967):
No es
que
leamos
mal
los
signos/
Es
que
las cosas no son
signos./
Andan
solas,
tan
sueltas/
Que
pueden
deshacerse
(cit.
en
Carrera,
Monstruos
203).
Se
ha
dicho
que
el
neo-objetivismo
ser
una
poesa
sin
que
constara el
yo,
sin
ninguna
intensidad lrica ni
la
presencia
de un
sujeto
fundante;
incluso la crtica
ha
declarado
que
el
yo
potico
no
existe,
cediendo fuerzas
a las
cosas
y
el
ejercicio
de
percibirlas.
Tamara Kamenszain en La
boca
del testimonio
explica
con
respecto
a
la
poesa
de los
90
que
los
objetos
que
antes entraban
mansamente
al
verso
a
travs
de un
operativo
metafrico,
violentan
ahora la es
cena
exigiendo,
en una
lengua que
busca
despojarse
de
recursos
re
tricos,
ms uso
que contemplacin.
Es
un
esfuerzo
por profanar
los lmites
de la literatura
(12).
Y Diana
Bellessi,
para quien
el li
rismo merece su ms determinada
atencin
y
aprecio,
rechaza
la cr
tica
que
se ha lanzado
contra
la
poesa
del
yo:
Si
al
yo
lrico
se lo ha
acusado de
artificioso,
de mentiroso
y
hasta de
confesional,
debera
mos recordar
que
el
lenguaje
mismo lo es. Toda
representacin
es
una ilusin.
Y
todo lo
mirado. El
objeto
tambin,
recortado
por
las
posibilidades
de
nuestra
percepcin
[...].
Podemos acosar a ese
yo
Urico,
pero
abdicar de
l
es
abdicar al mismo
tiempo
del
objeto que
contempla [...]
porque
el
objeto y
el
sujeto
se modifican
mutuamen
te,
como
qued
enunciado
en el
principio
de incertidumbre
que
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14/31
UNA LECTURA
DE LA POESA
CONTEMPORNEA
ARGENTINA 155
sent las
bases de
la fsica
contempornea
a
principios
del
siglo
pasado
(cit.
en
Jimnez,
Viva
voz ).
Esta
negativa
con
respecto
a la
representacin potica
de los ob
jetos
como si estuvieran desvinculados del
yo
fue
declarada desde
hace
tiempo por
Henri
Meschonnic,
cuando escribi
que
la
feno
menologa
en
poesa
necesariamente terminaba
por
esencializar la
palabra
sin
contexto histrico
(Critique
du
rythme
37),
lo cual era sin
tomtico de la decadencia de
nuestro mundo actual
{Politique
du
rythme
446).
Y ms
todava,
deca
Meschonnic,
la lectura de las su
perficies
develaba una
notable falta de trascendencia
y
una
prdida
de
profundidad.
Quizs
en
estas
condiciones,
semejante postura
fe
nomenolgica
termine
por
coincidir con la
poca
en
que
estamos
viviendo;
el desastre se vuelve
banal mientras
presenciamos
el
auge
del
reality
show
y
la
devaluacin
de la
cultura letrada.
Muchos
que
es
criben sobre la
generacin
del
90 tienden a reincidir en
esta
negati
va,
declarando el
retorno del
objetivismo
como un
largo y
frivolo
juego
con las
superficies
de
la
ciudad
postmoderna.
En
estas
pginas, quisiera
contestar estas
polmicas que,
a mi
modo
de
ver, pierden
de
vista
la
notable
inquietud por
el
yo que
ha
dominado
a
los
mejores
poetas
del
neo-objetivismo
argentino8.
Ms
an,
creo
que
a
partir
de
los
poetas
de la
generacin
del 90
aparecen
nuevas
posibilidades
de hacer
resaltar los efectos de
las
palabras y
la
bsqueda
de
la
belleza.
Como
en
el caso de los
poetas
identificados
con
el
neobarroco,
se vislumbra una
gran
ansiedad
por
la
superficie
de las
cosas
y
la
materia
que
las
define,
y
como
tal,
una intensa
bsqueda
por
definir
los
bordes
entre el
objeto y
la
sensacin
corporal que
se suscita en el
lector.
Se
podra
decir
que
el
deseo
por
el
cuerpo
a
cuerpo
define esta
poesa,
no necesariamente
por
la
ruta
ertica,
sino
por
la
sed
que
uno declara
por
la
materialidad de lo
ajeno, subrayando
la
expe
riencia viva
y
la necesidad de un
encuentro
prometido.
Por lo
tanto,
si se
expresa
en
la
poesa
reciente una
prdida
de confianza con
res
pecto
a
las
estticas tradicionales
y
los
programas
universalistas,
8
Para
otra version
de
la
importancia
del
yo
mediado
por
los
objetos,
ver
el
ensayo
de Martn
Prieto
y
D.G. Helder. En
este
ensayo,
observan: El ser no
est
ms all de las
cosas,
parecen
repetir
los
poetas
del
noventa;
slo se
hace
tangible
en
ellas
(107).
Ver tambin
Anah Mallol
quien
defiende el
aspecto
lrico
de
la
generacin
del 90
(Elpoemay
su
dobl).
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15/31
156 Francine Masiello
tambin
encontramos cierta
fe
en la
epifana posible.
Los
efectos
de
este
proyecto
se hacen sentir incluso entre
aquellos poetas
que
no se
sienten
parte
de la
generacin
del 90. Paula
Jimnez
(1969),
por
ejemplo,
en su libro La mala
vida,
se
refiere
al mundo de barrio
pobre,
a la
compra y
venta de la
droga.
Pero en la
villa,
encuentra
la
belleza armnica de su
contacto
posible
con
el
otro.
( Una
noche
queramos comprar/
merca
y
entr a un
conventillo/...
Me
acom
paaba
un
eco
que
era
mezcla/
de
risas,
voces, cacerolas,
una
vida/
de esas donde
nadie/
est solo. Poda
imaginarme
un
patiecito/
con
piso
de
baldosas,
el interior
rodo/
de
un
living
comedor,
la
tele/
prendida,
una
familia ,
9-10).
Con
respecto
a
los
objetos
que
tanto
atraen la atencin de
la
generacin
del
90,
Jimnez
en otra ocasin
escribe: En
poesa
la
imagen
puede
ser
cualquiera, puede
ser
una
escoba
y
esa escoba
transformarse
en mi
excusa
perfecta,
en mi
inspiracin
incondicional
( La infancia... ).
Este
mundo
de
imge
nes est en funcin de
una
propuesta
muy
especfica
-descubrir
el
lirismo
de cierto
encuentro,
descubrir detrs de las
cosas su
escon
dido ritmo-.
Por
lo
tanto,
siempre
estn
los
objetos
en
funcin de
su
decidida
materialidad.
O,
como
dice
Alejandro Crotto,
un
poeta
de los ltimos aos e identificado con
la
generacin
del
2000,
la
vida/
es
material,
y
la
materia/
es
difcil,
sagrada (10).
Si bien es cierto
que
la
poesa
argentina
a
partir
de los
poetas
de
los 90 da evidencia de
la
biblioteca
abandonada
y
en cambio ofrece
una enumeracin catica
de los
objetos
de
la
cultura
de masas -los
juguetes,
las muecas
Barbie,
la
msica
de Elvis
Presley,
el cine
posiblemente
a manera de considerar
en el
poema
los efectos
del
libre
mercado,
tambin
explora
los
lmites del intimismo
y
las
maneras de hablar
del amor.
En
muchos
casos,
entonces,
nos
lleva
al
punto que
sutura
la iluminacin con
el
kitsch,
la
banalidad
con
la
epifana.
De modo tal
que
el evento en
literatura
podr
bien
ser
prosaico
o incluso
antipotico, pero
al mismo
tiempo
y
en sus
mejo
res
momentos,
abre
paso
hacia
lo
que
Walter
Benjamin
buscaba
al
hablar del narrador: la base
arcaica de contacto
entre los
participan
tes de la comunidad
humana. El arte de
contar,
por
lo
tanto,
como
la
bisagra
entre lo cotidiano
y
lo noble.
En sus
mejores
momentos,
presenciamos
una
poesa
en
la
cual la
experiencia
del consumo
descrita
a
travs
de
los
juguetes
nombrados,
los
deportes
y
las
se
ries televisivas
termina
por
reafirmar
el contacto entre nosotros.
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16/31
UNA LECTURA DE LA POESA CONTEMPORNEA ARGENTINA 157
Ofrece nuevas
imgenes para explicar
la
condicin
humana,
para
sostener la emocin. En este
caso,
no es
que
la
generacin
del 90 se
niegue
al lirismo de
antes;
ms
bien,
sus
poetas
descubren
nuevas
materias
para
filtrar
las crisis
del
yo.
Elijo aqu
una
historia
mnima
que
la
poesa contempornea
ofrece,
trazando su tica del
lenguaje,
su materialismo
y
su
fulgor.
El
experimento
se
logra
en
los
puntos
de
reconocimiento,
lo
que
llamo
el momento
relmpago
de todo buen
poema,
un
ad
quem
sostenido
por
los ritmos
y
las
pulsaciones
del
texto,
por
su
mucha
irona
y
chiste,
incluso los de
gusto desagradable, por
el nfasis en el
cuerpo
y
su
capacidad
de sentirlo todo en el
momento
presente,
lo
cual nos lleva a un
estado de
comprensin que
es ms
que
la
suma
de las
palabras
y
apunta
-mirabile dictu
para
nuestra edad de
herejas
a
una
gracia
de entendimiento
que
a
veces
parece
sagrada.
Desde la
escena
callejera,
entonces,
veloz
y
a veces
cmica,
hasta
el
momento
de
describir lentamente
la
belleza de una cena
compartida,
los
pequeos
acontecimientos confiesan
grandes
verdades. Ser
una
lucha
con
la
materia
y
el
cuerpo
de la
poesa,
con
la
tradicin
y
nues
tros sueos de
futuro;
ser una
manera de concebir nuevamente
nuestra
presencia
en
trminos del otro
(no
slo
en el
espacio
de la
ciudad sino en el reconocimiento
del
yo
marginado,
estando al
borde de los
centros
del
poder) y
en trminos del
quiebre
de los
tiempos
de
nuestra cultura actual. Remite a
las distintas maneras de
manejar
la catstrofe de nuestros
tiempos.
Aqu
tomo en
consideracin
a
Fabin Casas
(1965).
Con
una
obra
ya
celebrada en
poesa
y
con
varios
libros de ficcin
(su
poesa
reunida,
Hor/a
City
y
otros,
fue recibida
con laudes
y
alabanzas en el
ao 2010
y
la edicin se
agot
en
seguida),
su
poesa
seala un
trabajo
con el
cuerpo y
la
materia,
que pone
de
manifiesto la belleza
de una
poesa
basada en
los
objetos
y
presenta
una mirada sobre
los rituales del habla
que
aclaran una
humilde belleza. Ms all de
las
miradas
generacionales
o las
agrupaciones
en
torno a las
estticas
distintas
(y aqu
habr
que
reconocer
a
Fabin
Casas como uno de
los
fundadores del
objetivismo
de los
90),
lo
que
observamos
es
una
concentrada resolucin
por
afirmar la vida
sensorial de los
objetos
que
envuelven
y
sostienen al
yo.
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17/31
158
Francine Masiello
II
Cuando
le
preguntan
a Fabin Casas en
qu
consiste
la tarea del
poeta, responde
escuetamente:
Hacer
que
el
lenguaje
brille
(Ber
mami et.
al).
Su
potica
deriva
de los usos
coloquiales
del
lenguaje,
del
guio
irnico
que
ofrece el
poema
sobre
las contra-dicciones
de
la vida
real,
de un
concepto
de
la vida
diaria
que
abarca
tanto su
banalidad como
en
algunos
casos
su
sorprendente
belleza. Pero
tambin nos ofrece
un momento de
descanso,
una
pausa para
la
reflexin,
un breve
instante
para explorar
los lmites del
yo
en
contacto
con su entorno.
Inclinndose hacia
los
ya
citados Giannu
zzi
y Zelarayn,
tambin
elige
como
fundamento de sus
textos a los
maestros de
Europa
y
Estados Unidos.
Casas nos
obliga
a
pensar
en
la deuda
que
le confiere Pound
por
su nfasis
en las cosas
y
el
impacto
de Mntale
y
Pavese
-por
el
relato humilde
que
stos
alientan
y
sostienen
en el
poema-.
Para construir su
potica,
Casas
tambin
tantea los efectos
de la
globalizacin,
el
impacto
de los
medios
masivos,
la
deformacin
manifiesta en
la
cultura
de la serie
y
sus infinitas
copias.
Pero en
los momentos
de intenso
lirismo,
su
poesa
es una
vuelta a los
orgenes
y
una mirada
al
presente
vaco.
Se
nota desde
sus
primeros
libros
(El
salmn,
1996,
seala
desde
el
ttulo
el
viaje que
recorrer
el
pez para
llegar
a
su
fuente,
un
viaje
a
la infancia
y
a la fe redentora
en la
familia)
hasta sus libros
recientes
en los
cuales destaca
el terror urbano
que
nos absorbe
a todos.
Estamos,
en este
caso,
delante
del
Spleen
de Boedo
(2003)
o los
horrores
de Horla
City (2010)
-ambos incluidos
en su obra
reunida
de 20109-.
Aqu,
Casas
evoca
deliberadamente
a las
figuras
can
nicas
del
siglo
XIX
francs,
citando el
urbanismo
de Baudelaire
y
los
escenarios
horrorosos
que pueblan
la
metrpoli
de
Maupassant
(e.g.,
Le horla
de
1887),
no sin
subrayar
el barrio
de
Boedo,
recu
perando
as el hilo
de
poesa
social
de los
20 e insistiendo
en la
vigencia
de
la cultura
popular.
Habra
que
decir
que
el tema de
la
monstruosidad
urbana no
es nuevo
para
este
poeta.
Ms
bien,
la
5
Todas las citas
pertenecen
a
este volumen.
En
el
prefacio
a
Spleen
de
Boedo,
Casas
expresa
su deuda
de
gratitud:
Le debo a
Ricardo
Zelarayn
haber cono
cido
su nombre: El
Horla. Mi serum
con esta
fuerza destructora
me hizo -entre
otras
cosas...
dejar
de escribir
(131).
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18/31
UNA LECTURA
DE LA POESA
CONTEMPORNEA
ARGENTINA 159
imagen
de Horla
City ya
est inscrita en
algunos
de
sus
poemas
anteriores
(en
El
Horla ,
un
poema
del
libro
Oda, 2003,
Casas
escribe:
Hay toque
de
queda, pero
no
queda
nada
(99); y
en
Welcome
to The Horla
City ,
tambin
del
2003,
evoca a Gonzlez
Tun
para
sealar el horror urbano:
Ms all cercas electrifi
cadas./
Y
ms
lejos
an,
donde la oscuridad
gotea/
los ladrones de
Tun/
se convierten
en
'viejitas'/
con
permiso para
matar
117).
Estos antecedentes terarios
contribuyen
a
montar
el
espectculo
de
terror
que
circunda la ciudad moderna10.
Casas as insiste
en
los
efectos de
la
violencia urbana
y
su
impacto
en el
cuerpo;
al mismo
tiempo y
recordando
a
Maupassant,
estipula
la
necesidad
de la
metfora sensual
y
la elaboracin de lo intuitivo. El
sensualismo
que
define el
neobarroco -su contacto con la materia:
los
sonidos,
los
olores,
la vista- entra
aqu
a
travs de las vidas
sencillas
que ocupan
el
escenario
del
poema;
sin
embargo, y
a
pesar
del
nfasis
objetivista
asignado
a sus
versos,
pone
en
duda la
capacidad
humana
de
percibir
el mundo
de manera
objetiva.
Ms an
y
debido al
paso
tentativo,
se destaca en sus
poemas
un
leve
giro
romntico
y,
en
sus
mejores
momentos,
un
lirismo
excepcional.
Empecemos
entonces
por partes.
El
ambiente
potico
de
Fabin
Casas est estructurado
sobre
la
base de
referencias al
whisky,
los
diarios ledos
(o
no
ledos)
y
los edificios
que
nos encierran en la
metrpolis;
desde el
barrio,
stos determinan
nuestro horizonte de
expectativas
y
subrayan
la cotidianidad
local
frente
a los efectos
de
la
globalizacin.
Estas referencias
ofrecen distintas
maneras de
armar la
realidad:
los efectos del alcohol
distorsionan nuestra
expe
riencia de lo
real;
los diarios ofrecen una
realidad
mediatizada
y
dis
tante,
por
no hablar de la
prosa
banal
que constituye
su
discurso;
los
edificios
delimitan
nuestra
mirada del
espacio
urbano
y,
an ms
importante,
los escenarios de
construccin -desde
los
palacios
en
obras con
su ruido
ensordecedor hasta la
madera,
hierro
[y]
con
creto
que
son
los
cimientos
de
lo nuevo-
funcionan como el
teln
de
fondo
para
hablar
de
la escritura del
poema.
En
este
sentido,
10
Ver
tambin las novelas de
Casas,
entre
ellas
Los
lemmings
ubicada en el
barrio
Boedo,
donde
pone
al descubierto
la violencia
de
la
ciudad. Para un in
teresante
anlisis de la
ficcin de Casas en
el contexto del
populismo,
ver San
dra
Contreras.
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19/31
160 Francine Masiello
habra
que
decir
que
su
poesa, aunque
enfocada en la vida de los
barrios
humildes,
carece de nfasis
populista. Mejor
dicho,
la
poesa
de
Casas se
detiene en el
momento de transaccin delicada
que
defi
ne lo
cotidiano,
sin
inters
en levantar
bandera
en
torno
a
las causas
de los
sectores
populares.
Las
cosas
y
las
personas
evocadas
en
sus
poemas
caminan
por
otra ruta
que
termina
por
celebrar el acto de
escribir
poesa.
En
otra ocasin
(2003)
hice referencia
a la
importancia
del deta
lle
mnimo en
la
poesa
de
Juan
L. Ortiz
y Hugo
Padeletti;
los
helchos,
la flora
silvestre,
el
pequeo
rayo
de luz
que
cae sobre
un
plato
de
frutas
se ofrece como
la
base
minimalista de su
poesa.
Sirven como
punto
de
partida para
entablar un
punto
de
contacto
entre el
yo
y
el
mundo,
invitando a
repensar
la
premisa
tica
que
subyace
a
todo
poema.
En
la
poesa
de
Casas,
en
cambio,
el detalle
mnimo se
desprende
de
los
pormenores
de la
ciudad,
de
la
cancha
de
ftbol o
del
televisor,
de
la
mquina
de
vender
Coca-Cola,
del
audfono
que
emite un chillido intenso
y
asusta
a
los
oyentes.
Estos
encuentros
son los
puntos
de
arranque
de la
memoria,
pertenecen
a
les lieux de mmoires tan famosamente sealados
por
Pierre Nora
para
indicar la
importancia
de las ruinas en el
imaginario
cultural
de
nuestros das. Son los residuos de la vida urbana
que
toman un
lugar
al lado de los
objetos
descartables
y
la basura de
la
metrpolis.
Por
un
lado,
ensucian
la
ciudad
y,
por
el
otro,
dan forma a los elementos
bsicos
que
son la voz de
la
poesa.
Estos
objetos
sostienen
la
lu%
el
ruidoy
la materia
que
son la base de la
poesa
de
Casas;
trascienden
el
ambiente moderno
y aqu
dan
paso
a las
premisas
de
un
lenguaje
potico
en formacin. Es
decir, luz,
ruido
y
materia nos llevan
a
contemplar
los
efectos
del
urbanismo,
promoviendo
tambin una
reflexin sobre las combinatorias
estticas
posibles;
invitan a trazar
los
orgenes
del sonido
y
la
forma,
a
puntualizar
las
materias bsicas
que
descubran
una
poesa
moderna
en la
ciudad
globalizada.
Es
un
trabajo
con un antes
y
despus
coordinado
por
el
yo potico;
una
manera de desordenar
el fluir de la historia
para producir
un
evento
nuevo
concentrado en el
momento
actual.
La
estrategia
se
pone
en evidencia desde sus
primeros
poemas.
En Tuca
(1998),
Casas escribe:
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20/31
UNA LECTURA DE LA POESA CONTEMPORNEA ARGENTINA 161
Primero fue
un terreno baldo.
Despus
vinieron los
obreros
y
en
dos
das
armaron
la
piecita,
pavimentaron
todo,
pintaron
las
paredes.
(Pero
antes era
un
baldo
donde nos reunamos
a fumar
y
mirar
revistas
pornogrficas).
Ahora le
pusieron
entre
medio de los coches
una heladera
roja
de Coca-Cola
que
tiene luz
propia
durante la noche.
(Durante la noche la oscuridad resplandece
contra
la heladera
roja
de Coca-Cola.
A veces
algn
chico le
pone
una moneda
y
espera
su
botella
prometida)
( Una
heladera en la
noche ,
Horla
City
23).
Ser
el
pequeo
relato
que aqu
organiza
el
pasado y
presente,
un
antes
y
un
despus.
Pero
es la luz de la heladera
roja que
al final en
gendra
una
meditacin
sobre la belleza
posible
y
nuestras
esperan
zas
para
el futuro. La iluminacin
potica
no
depender
en este caso
de
las fuentes
decimonnicas
tradicionales;
ms
bien,
proviene
de
un
dispensador
automtico
que
sirve
para publicitar
un
producto
y
despertar
el
apetito
del
pblico
consumidor.
Bajo
los efectos
de la
electricidad,
la oscuridad
resplandece ; promete
un
efecto esttico
mientras seala los circuitos
posibles
de
deseo
y
fantasa. Ms all de
una crtica directa de la sociedad de
consumo,
estamos
atestiguando
la
posibilidad
momentnea
de
la dicha
y
esperanza.
En otros
casos,
la referencia a
la luz
elctrica es
puro
efecto sen
sorial:
Como
una
resistencia
elctrica/
cuyos
filamentos se
apagan
lentamente/
la tarde
roja
vira al
negro (143).
La luz artificial seala
da en
este
poema
de
Casas se ofrece como teln de fondo
para
re
pensar, quizs
ldicamente,
las crisis
de la
percepcin
que,
desde el
siglo
XVIII,
ha
perseguido
a los filsofos. Cmo
atrapar
la
expe
riencia esttica
y
describir sus
efectos,
cmo
detener la
percepcin
del mundo exterior en trminos
palpables.
Casas va a
tientas,
cap
tando el momento
mgico
de la
iluminacin,
trasformando definiti
vamente,
y
no sin cierta
paradoja,
la tradicin de
los iluminados.
A
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http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp7/23/2019 Cuerpo y Materia, Poesia Cont Argentina, Masiello
21/31
162 Francine Masiello
qui
no
podemos
hablar ni de Kant ni
de
Condillac,
sino de las ma
neras nuevas
de tocar la materia
y
sentirla
por
medio del
cuerpo .
Siguiendo
con la
imagen
de la
luz,
Casas
insiste
en el
cuadrn
gulo
iluminado -mecnico o natural
para
distinguir
a las
personas
cuando est
muy
avanzada la noche.
Se trata de una
escenificacin
del
presente ( la
madre
y
la
nia... se
quedan
en el
rectngulo
de
luz ,
184;
Las
pertenencias
de
Juan
/
caben en el
permetro
de
luz.
Salvo
eso,
todo el edificio est a
oscuras ,
171;
abro la
heladera:/
un
poco
de luz
desde las
cosas/
que
se mantienen
fras ,
43). Qui
zs recordando
aquel
paralelograma
de luz
que apareca
repetidas
veces
en Los
siete
locos,
el
claroscuro de los
poemas
de Casas ser otra
manera
de hacer
poesa
a
partir
de lo
cotidiano,
de descubrir los
efectos de la belleza
y,
con la
plasticidad
visual
enfocada
por
la
luz,
de sealar el
paisaje
sencillo
que
rodea
al
sujeto
popular,
deteniendo
as el
tiempo.
En un
poema
de Horla
City,
describe
el
corte
de la
luz
como
momento de
interrupcin
esttica
y
la
posible
recuperacin
del
lenguaje:
me sent
con/
mi familia
para
ver
un
recital de Elvis
Presley.
Era/
de noche
[...].
Lento se mova en
blanco
y negro./
Mi
vieja
tarareaba las canciones. Hasta
que
se/
cort
la luz.
Cuando
volvi/
la
luz,
el
concierto haba terminado.
[...]
Al otro da los
chicos del
barrio/
hablaban de
la
Media
Hora de Elvis
Presley.
[...]
El
lenguaje
tiene
que
haber
surgido
as ,
155).
La conversacin
barrial,
la familia mirando
televisin,
la
evocacin
del
gran
Elvis
Presley,
la
acumulacin de distintos
tiempos pasados que
ahora
convergen
en
el
presente;
todos estn en
funcin
de una
sola
pro
puesta,
ofrecida
en el
verso
final,
que
nos
invita
a
reflexionar
sobre
el
origen
del
lenguaje y
de elevar lo
cotidiano
al
plano
filosfico.
Si
la luz
se materializa como
analoga
de la reflexin
filosfica,
de
igual
manera,
los
objetos
fabricados en serie sirven
para
despertar
los sentidos
de
quien
los
mire. Le
tocar
al
poeta
captar
este
instante a travs de la
disposicin
de
la
ciudad
y
los
medios
masivos
que
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