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CULTURA
AFROCUBANA
LETRAS MSICA ARTE
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JORGE CASTELLANOS ISABEL CASTELLAN OS
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En
este
volumen deC ultura Afrocubana que
el lector tiene
en
sus manos, los autores comple
tan el estudio de la contribucin esencial del
negro a la formacin de la cuhanidad. En el
primer y segundo tomos qued demostrado que
el negro ayud poderosamente con sus brazos a
construir la riqueza material del pas y con su
sangre a darle vida indepediente. En el tercero
se comprob que su papel ha sido importantsi
mo en el desarrollo religioso y lingstico de la
Isla. En este cuarto
y
ltimo- queda establecido
que por su presencia decisiva en la literatura, la
msica y el arte, el alma negra deviene parte
inseparable -tan inseparable como la blanca- del
alma nacional. Yquelaculturaubanaes -como
bien dijo Femando Ortiz- un ajiaco , una mez
cla, un mestizaje: mxima expresin espiritual
de una patria multiforme, multirracial y multi
color.
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CULTURA AFROCUBANA
LETRAS * MSICA * ARTE)
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COLECCIN BANO Y CANELA
EDICIONES UNIVERSAL Miami Horda 1994
IV
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JORGE C STELL NOS IS BEL C STELL NOS
CULTUR
FROCUB N
LETRAS MSICA ARTE
E D I C I O N E S
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Copyright 1994 by Jorge Castellanos Isabel Castellanos
Primera edicin 1994,
EDICIONES UNIVERSAL
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Miami, Florida, 33245-0353. USA.
Fax (305) 642-7978
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I.S.B.N.: 0 89729 462 9
(Obra completa.
vols.)
0 89729 618 4
(Tomo IV)
Portada: Grabado de Wifredo Lam
Impreso en Colombia Printed in olombia
Impreso en los talleres de EDITORIAL PRESENCIA LTDA.
BOGOT - Colombia
VI
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ermosuraygrandezade Cuba,
fundadasen un amasijo impo de la
sangre ylas lgrimasdel
negro
M NUEL S NGUILY
VII
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NOTA PRELIMINAR
Con el estudio de la presencia del negro en las letras, la msica y el arte de
Cuba,
completamos
tras diecisiete aos de
labor-
en este cuarto y ltimotomo,
nuestro examen de la cultura afrocubana. Repetimos aqu nuestro reconoci-
miento
a
muchas personas
que,
de
un
modo u
otro,
nos han ayudado en
nuestras
tareas de investigacin y redaccin del texto sin que por eso deban conside-
rarse solidarias de las opiniones que en la obra se expresan.) A Sister Anna
Mary Waickmann, Lydia Cabrera
q.e.p.d),
Jos A. Escarpanter, Elena Iglesias,
MiguelW.Ramos, Abelardo Hall Estrada, Raquel la
Villa,
Guillermo Calleja
Leal, Jos A. Freir, Mara Luisa Tellechea, Miguel ngel Martnez, Julia
Herzberg, Pedro de Moya, Manuel Bermdez... nuestras graciasmssentidas.
Que extendemos tambin a varias instituciones a las que debemos ayuda
bibliogrfica: las bibliotecas de Marygrove CoUege, University of Miami,
University ofDetroit Wayne StateUniversity, University of Michigan, Florida
International University y, muy especialmente, Library of Congress. Y, ade-
ms,
a la FIU Foundation poruna beca deinvestigacin otorgadaa unode los
autores. Last but not least, queremos dejar constancia de gratitud a nuestro
editor Jos Manuel Salvat, quien nos ha asistido y estimulado con paciencia
infinitaatodo lo largo del procesodepublicacin de la obra.
Y ahora, al poner punto
final
mencionemos de nuevo con honda emocin
el sostenido y generoso apoyo de nuestros parientes ms cercanos.
Miami, 1992
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INTRODU IN
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En el Nuevo Mundo convivieron desde el siglo XVI hasta la
fecha y para siempre tres gruposhumanos fundamentales: elde
los que estabanall el de los que
lleg ron
para quedarse y el
de los que fueron llevados a la fuerza. Indios europeos y
africanos se vieron obligados a convivir. Ninguno de los tres
grupos volvera a ser el que era el que puram ente era o indio
o europeo o africanopuro.Insensiblemente todos pasaron a ser
otracosa otro tipo: el nuevohombrede
all
el mestizo. Mezcl-
ranse o no sus sangres se entremezclaban las almas l spala
bras las creencias y supersticiones las costumbres los
sentimientos... Querindolo ono entre todos hicieron e l mesti
zaje americano el hombre nuevo del Nuevo Mundo que aun
estn dorndose en el horno.
G STN B QUERO
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Bajo el azul perfecto de una tarde de invierno, en el patio de ima casa de
Miami, treinta y dos cubanos de ambos sexos se renen para celebrar un rito
religioso. En el centro del patio, dentro de una caseta de metal, en vez de los
utensilios de jardinera que generalmente en esas casetas se guardan, puede
verse un grancaldero.Esuna
nganga,o
sea,elinstrumentosagrado de lasecta
o
regla
afrocubana conocida con el nombre de Palo Monte o Mayombe. En la
ceremonia se canta y se baila al comps de las cadencias extradas al golpear
el cuero de irnos taburetes. La msica, la letra de los cantos, los ritmos de la
danza, todo es obviamente de origen africano. El observador
se
percata enton
ces de un hecho singular: en su abrumadora mayora los participantes en este
acto religioso
son blancos,
o
por
lo
menos, parecen serlo por
el
color
de
su piel.
Y lo curioso es
que no
estamos aqu ante un
caso
aislado. Innumerables actos
como ste
se celebran en la
Florida,
en New
York
en New
Jersey,
en California,
todas las semanas. Cubanos exiliados blancos, negros y mulatos celebrando
juntos en territorio norteamericano unritoafrocubano
La sorpresa se mitiga im tanto si recordamos que Cuba es (y lo ha sido a
todo lo largo de su historia)
un pas
blanquinegro o, si se quiere, negriblanco.
Su cultura -segn vimos en
el
primer volumen
de
esta obra-
se
extiende entre
dos
extremos polares:
1 lo europeo ms o menos acriollado
polo eurocubano)
y 2 )lo africano ms o menos acriollado poloafrocubano/. Todas las mani-
1.
Decim os "eurocubano" y "afrocubano" para denominar los polos, en vez de europeo y
africano, porque lo extranjero cuando llega a la Isla, en seguida se crioUiza o aplatana,
aunque sea sutilmente. Nuestra lengua nacional, el espaol, es eiu'opea, pero posee una
entonacin, una prosodia y, en parte,
un
lxico propios. El poloafrocubanotiene bien puesto
el nombre porque, por lo general, los dos elementos tnicos que lo forman estn presen tes,
de un modo u otro, en todas sus manifestaciones. Tm ese, por ejemplo, el canto litrgico.
Aimque para nuestros odos suenen muy africanos, lo ms probable es que hayan sido
modificados con el tiempo. Como dice Femando Ortiz (1981): "Los originales cantos
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festaciones de esa cultura -y los cubanos todos- entre esos dos polos estn
situados; unos muy cerca del extremo europeo (aunque siempre con penetra
ciones de lo afrocubano); otrosmscerca de lo africano (aunque siempre con
penetraciones
de lo
eurocubano);
los
ms,
en una infinidad
de puntos
interme
dios entre los dos antpodas. Un miembro de la llamada aristocracia blanca
de La Habana, descendiente de padres espaoles, educado en el seno de la
religin catlica, con marginales y escassimos contactos con la poblacin
llamada de color , se arrodilla ante la Virgen de la Caridad del Cobre, la
Virgencita Mulata. Un campesino negro de Alto Songo, con marginales y
escassimoscontactos conla poblacin blanca, practicantedelaRegla deOcha,
lerindeculto a Chang, que por el otro lado de su esenciaesSanta Brbara.
En Cuba, los fundamentos generales de la civilizacin proceden de Europa,
pero nadie
se salva
de
la mezcla
con
frica. Tanto el blanco
ms
blanco como
el
negro ms negro
son -culturalmente hablando- mestizos ,
es
decir,mulatos.
Si no cueripardos,almenosenmayoro menorproporcin -todos los cubanos
somos almiprietos.
Esta gran
verdad
no
es imiversalmente aceptada por la poblacin
insular.
La
conciencia de ese mestizaje no se ha extendido en idntica medida por todos
sus sectores. Particularmente en el superestrato, el influjo constante y multi-
presente de lo negro tiende a ser negado por muchos. Y, sin embargo, bastaexaminar el lenguaje de la antigua clase dominante criolla para comprobar la
indiscutible interpenetracin. Lydia Cabrera,en
a
Sociedad Secreta Abaku
cita
a la
marquesa
deZuazo,
quien
para
referirse
a un gesto
valeroso,
a un
rasgo
gallardo y varonil, usaba lapalabra ferembeque aplicndola correctamente,
pero quiz ignorando su crudeza. ( Ferembeque es la palabra aiga para
testculos.)
continuacin Cabrera
nos
habla
de
otra seora
de
viejo abolengo
aquien haba oido
decir,
reseando unade esasfiestas costossimas que solan
celebrarse en
LaHabana:
All estaba
todo elkoriof
reunido.
( Koriof
es el
grupo de
los
aigos
de
mayor jerarqua
en una
Potencia.)^ Por
lo
dems,
todo
el mundo en la Isla saba y sabe quebutubaes comida y queampearsees
litrgicos africanos van camb iando en Cuba sus palabras, bien por sustitucin de aquellas
por otras nuevas o por corrupcin de las arcaicas de significacin perdida , (p. 93). Lo
mismo puede decirse de la msica, cuyas alteraciones, sobre todo en las frases me ldicas,
es muy frecuente. Por su parte, los instrumentos (por ejemplo, los tambores) pod rn parecer
idnticosa losancestrales de frica, pero estn hechos con materiales de Cuba y esto afecta
en no poca medida su sono ridad.
Cabrera (196 9), pp . 9-10.
2
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morirse. No faltar novia que le asegure a su amado que lo querr hasta que
angue
esdecir, hasta la muerte. Quinnohabrus doalguna vezl spalabras
ecobio
y
tngana?
Cuntas veces al terminarse nuestras vacaciones un buen
amigo no nos habr conmiserado porque "se nos acab elchang' ? Y qu
decir del trmino chvere de uso tan comn y ya extendido por todo el C aribe?
Sabrn quienes lo usan que es el vocablo aigo para referirse al cofrade, al
aigo por antonom asia, alchveremonina al famoso y bien cantado "chvere
del navajazo"?
Ya examinamos esta cuestin en el captulo destinado al estudio del leng ua
je .
Pero bueno ser recordar aqu que la palabra ms sagrada del vocabu lario
patritico cubano , la palabra
mamb
procede (spalo o no quien la use) de la
raz conga
mbi
que significa persona malvada, cruel, salvaje. Los propagan
distas del gobierno colonial espaol la emplearon para referirse calumniosa y
difamatoriamente a los patriotas rebeldes de la Guerra Grande y stos la
adoptaron como insignia de honor, as como los exiliados antitotalitarios de
ahora se autodesignan -y a mucha honra -
gusanos.
Todo esto, para im
cubano, es facilsimo de entender. Porque en Cuba "el que no tiene de congo
tiene de carabal", por lo menos en el habla... Y conste que al aludir a esta
mezcolanzas no nos referimos a aleaciones raciales, de carcter biolgico, sino
a interpenetraciones culturales de carcter social. Es muy probable que ima
mayoria de la poblacin cubana porte hoy en su genotipo elementos negroides,
pero en definitiva lo esencial no es el color
de
la piel, el tipo de pelo o la forma
de la nariz, sino la textura del comportamiento individual y colec tivo. Y lo que
para nuestro estudio es lo m s importante: su raz.
Es curioso que el poeta mulato cubano Nicols Guillen, despus de rechazar
el apelativo de
afrocubana
para
l
poesa comunmente as llamada en Cuba, se
refiera a ella como "la poesa cubana
de raz
afro-espaola." El problema
terminolgico ha constituido una verdadera plaga para cuantos hem os aborda
do este asunto. Guillen, por ejemplo, ha escrito: "No creo -nunca lo he credo-
que exista entre nosotros una manera de ser 'afrocubana', diferenciada de lo
cubano esencial. Antes
bien,
pienso
que l
cubana supone
el
concierto histrico
y psicolgico de las esencias africanas y espaolas, de modo que entrambas
reunidas dan lo que somos, y sobre todo darn lo que seremos, como las dos
corrientes humanas de mayor volumen en nuestra hidrografa social." Y luego:
"Sin el negro no existira Cuba como es hoy; Cuba con su carcter y perfil,
com o no existira tampoco sin el blanco, que por europeo es
tambin
nuestro
pueb lo, del mismo modo que por africano lo es tambin el que viene de congo
o carabal. Ambos a dos,'juntos y revueltos, dan la cubana, un precipitado
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nuevo , ni espaol ni africano, o mejor
dicho,
africano y espaol, en una sntesis
profundamente nacional. ^ Muy
justo.
Pero el propio Guillen reconoce que en
Cuba, pese al carcter mestizo o mezclado de su cultura, hay una poesa con
r ces
africanas
y
otra que
no l s
posee,siendo ambas indudablemente cubanas.
Ylom ismo pud iera decirsede l msica,la danza, las artes plsticas,etc.Decir
as,
a bulto, que la cultura cubana es m ulata, ser muy cierto, pero no pasa d e
ser una generalidad que porssolanopermite tomarencuentalosinnum erables
matices que esa realidad culturalpresenta.El estudiode l razes esterespecto
esencial: instrumento indispensable para com prender la naturaleza de cada un a
de esas expresiones o m atices del alma n acional.
La confusin procede, por lo menos en parte, de que el trmino qfrocubano
se emplea generalmente en la Isla con dos acepciones distintas. En primer lugar
se llaman as las manifestaciones culturales que al pueblo cubano le han llegado
directamente del frica y que -a veces casi puras, o sea, con insubstanciales
modificaciones-enCuba han seguido funcionando, en ocasiones por
siglos.
Por
ejemplo: unsyere(rezo cantado de la regla de Ocha), unenkame(rezo cantado
de los aigos) o unmambo(rezo cantado de los congos). En segundo lugar, se
llaman tambin afrocubanas las manifestaciones culturales creadas en Cuba
bajo la influencia de las tradiciones africanas, en combinacin con otras de
diversasprocedencias.Por ejemplo:
l rumba
la
conga
la poesa de tema negro.
Nosotros pensamos que lo mejor sera reservar el trminoafrocubanopara las
primeras y colocamos esacultur afrocubana debsicayraigal africana, dentro
de la cultura cubana, en uno de sus extremos polares. Pensam os, adem s, que
las otras manifestaciones culturales mixtas o mestizas de elementos europeos y
africanos, deben recibir el calificativo de
mulatas
(que es el trmino general
mente usado en el pas para referirse a la mezcla de lo blanco con lo negro.)
Segn eso, la iniciacin aiga seria afrocubana, mientras que el son seria
mulato. Pero no se nos escapa lo difcil que resulta marchar contra la corriente
lingstica y los hbitos lxicos establecidos. Poqusimas de esas batallas se
ganan. Predicar uno lo que quiera en busca de precisin terminolg ica, m as el
pueb lo seguir hablando, muy criollamente, como le da su real gana .*
3. Gui i ln(1968),pp. 15 8y l82 .
4.
Roger Bastide establece distinciones culturales similares para todos los pases de Airirica
dotado s de poblacin de origen africano, aunq ue la terminologa que usa es diferente de la
nuestra. Por ejem plo, l llama
negro
a lo que nosotros llamam os mu lato. Estas dificultades
verbales han conducido siempre a numerosas confisiones. Cf. B astide (1972), pp. 23 -25.
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Creem os, sin em bargo, necesarios estos distingos para ayudaracomprender
el problema. Lo m s prctico, es consideraracada aspecto de la cultura cubana
como situado dentro de un continuo, arco-iris o espectro b ipolar. Co mprobare
mos entonces que algunos se sitan en el extremo o polo que podem os llamar
ewra-cubano, otras en el
afro cubano
y la mayora restante entre los dos, m s
cerca de uno o de otro segn las influencias predominantes que los m arquen .
En m sica, para citar xm caso, ejecutar o escuchar la Quinta Sinfona de
Beethoven ir en un polo y el escuchar o producir los toques de tambores en
las ceremonias litrgicas lucumes, congas o aigas ir en el otro polo.
Bastante cerca del polo o extremo eurocubano habr que colocar a la guajira;
bastante cerca del extremo afrocubano se encontrar, por ejemplo, elcha-cha
ch.
Asi:
POLO
EURO
CUBANO ~
B
E
E
T
H
~ 0
V
E
N
G
U
A
J
I
R
A
ULTUR CUBANA
C
H
A
C
H
A
C
H
A
T
O
Q
u
E
POLO
AFRO
~~CUBANO
Aunque -c om o dice Gu illen- en Cuba, culturalmente hablando, esm estizo
el blanco, es mestizo el negro y es mestizo... el mestizo , cada persona debe ser
colocada en el continuo o espectro segn la influencia que predomine en su
formacin y segn su gnero de vida. Un sacerdote catlico cubano, educado
en un medio abrumadoramente blanco ir casi de seguro en un extremo. Y, en
el opuesto, un palero o un babalao sea blanco o negro el color de su piel.
Aunque ambos, junto con sus respectivas caractersticas culturales, estarn
comprendidos dentro de la
cultura cubana.
Este esquema bipolaresun simple instrumento de trabajo ynopuede, desde
luego, sustituira lariquez ycomplejidad inapresablesde laexistencia hum ana.
Un practicante de la santeraode palomonte, por ejemplo, se situar
-en loque
se refiere a lo religioso- junto al polo afrocubano. Pero eso no le impedir
participar en la vida econmica, poltica y cultural al nivel de los dems
miembros de la sociedad. La misma persona que canta y baila en im tamb or al
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comps de losbatas asiste a las salas de concierto para disfrutar la m sica de
Beethoven y Mozart. La misma persona que indaga mediante el coco o los
caracoles
sobre sus problemas de salud, busca ayuda del mdico y de la
medicina moderna para curar sus enfermedades. Para ellos no hay contradic-
cin entre los dos mundos, ntimamente sincretizados en su ideologa. El
esquema no debe tomarse como algo fijo o esttico. La realidad es siempre
dinmica y la gente se mueve constantemente a lo largo del continuo bipolar,
de acuerdo con sus particulares circunstancias, dentro del marco histrico en
que le ha tocado vivir.
Quizs se objetar: Cmo es posible colocar esos toquesy esos conjuros
sacerdotales de las reglas dentro de la cultura cubana, cuando no son sino
reproducciones casi exactas de lo africano ancestral? Q u tienen de cuban os
estos versos con que un babalao abre el da en la maana, de rodillas ante
Orula?
Totojunko
mo fi edde no.
Arayjun lo.
Anjun lo.
Of jun io .
Ogbogbo gbogbo.
Arayjun l.
Ko si ik.
Ko si kop an.
Ko s of ju n io .
Qu tienen de cubano estos otros versos que se entonan cuando la indica-
cin del sortilegio marca un ir (o camino bueno ) en el syere o encanta-
miento del primero de losoddudeIf conocido con el nombre de Eyiobbe?
Sin guini yo
Sin guini naso
Sin guini lepo
Lodd fun
Eyiobbe.
Contestamos: qu tiene entonces de cubano montar en automvil? Desde
el punto de vista antropolgico, cultura (como deca Lu is Recasns Siches) no
es ms que vida hum ana objetivada . O sea, un conjunto de actividades
realizadas por el hombre, que dejan una huella o im signo expresivo , ya sean
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preclaras com o la Venus de Milo o humildsimas como el hacha de piedra. E l
nmero de los elementos de la cultura es ingente: idiomas, conocimientos,
creencias, idearios, normas de conducta, tablas valorativas, formas de o rgani-
zacin social, modelos interpretativos de la realidad, utensilios, artefactos,
mquinas (y el modo de usarlas), etc. Algunos son producidos originalmente
dentro de la cultura misma. Otros son importados. (Si eliminramos de cual-
quier cultiu^a todos los elementos que han sido adoptados de otras, su penuria
resultara en verdad dram tica.) Los automviles o
carros
procedan en C uba
del extranjero, pero su uso era ya universal en el pas. Es decir: los carros
formaban ya parte de la cultura cubana, a la par que tantos otros aparatos
importados: refrigeradores, radios, televisores, batidoras elctricas, etc. Los
mambos
congos y los
syeres
lucumes procedan del frica pero eran usados
en Cuba, por cubanos blancos y negros, ya en la relativa pureza de su africana
procedencia, ya modificados sustancialmente enelpas. Exactamente como los
autom viles: algunos puros , nuevecitos, recin llegados de De troit y otros
mestizos los melanclicos cacharros , reparados una y otra vez en la Isla
(hasta hacerse irreconocibles) con
piezas
canibalizadas
de
carros fallecidos
y hasta con curiosos aditamentos creados por el ingenio de los mecnicos
criollos. El mestizaje no es solamente biolgico, racial. Ocurre en todos los
niveles de la vida social. Y estudiado as, deja de constituir una abstraccin:
deviene una realidad concreta y manejable.
Con esta ptica resulta evidente que no hay en Cuba aspecto alguno de la
realidad
que,
de un modo u
otro,
no resulte de la confluencia en el pensam iento
y en la accin de las dos voluntades mximas que fundan la nacionalidad: la
negra y la blanca. Juntos, venciendo los conflictos inevitables provocados por
la desigualdad y la injusticia, blancos y negros, libres y esclavos, roturaron
nuestros campos; explotaron las minas; levantaron las fbricas de azcar;
abrieron los caminos; construyeron las fortalezas, las catedrales, las iglesias,
los palacios, las casas, los bohos; crearon un idioma comn, una literatura
com n, im arte comn . Tradicionalmente se ha destacado con ms fuerza por
los estudiosos la contribucin del blanco, cuyo rol dominante nadie discute.
Hora es ya, sin embargo, de que se saque a la luz la enorme contribucin
paralela del negro al desarrollo del patrimonio m aterial y espiritual de nuestra
patria. Los dos primeros volmenes de esta obra pusieron en evidencia ese
aporte en dos aspectos fundamentales de nuestro deven ir histrico: en la forja
de la economa
y la
integracin
de la
nacionalidad.
iene
razn
el
viejo
y
sobado
refrn: con sangre siempre se ha hecho azcar en Cuba (en gran parte sangre
de negros). Y con sangre se ha fecundado tambin el suelo donde crecen la
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ceiba y la palma buscando la libertad (en gran parte sangre de negros como
Jos Antonio Aponte, Gabriel de la Concepcin Valds (Plcido), Antonio
Maceo, Guillermn Moneada y miles y miles de soldados mambises de
ascendencia afrocubana.)
Hay, empero, muchos otros importantes aportes que tambin demandan
nuestra atencin. Tmense, por ejemplo, dos sectores de tan diverso calado
social como la cocina y el carcter criollos. En un artculo seminal sobre la
primera
se
preguntaba Feman do
Ortiz:
Ha influido frica en la alimen tacin
y arte culinario del pueblo cubano, como ha influido seguramente en otros
aspectos de la vida de nuestras clases populares y aun de las ms cultas? Y de
seguido responda: Indudablemente. Era a primera vista fcil de presu mirlo,
habiendo sido los negros esclavos utilizados en los servicios domsticos por
sus amos, siendo el clima y latitud de Cuba anlogos a los de las regiones
africanas de mayor intensidad en la trata negrera, y habiendo tenido los siervos
y despus los libertos, en sus conucos y sitieros bastante libertad para sus
cultivos y determinar su alimentacin de acuerdo en lo posible con los gustos
y costumbres que trajeran de sus lejanas patrias na tivas . '
El plato nacional cubano, elajiaco,constituye al respecto todo un sm bolo.
En nuestra peculiar olla podrida se cuecen y asimilan en el hervo r y el sabor
la carne de puercos que descienden de aquellas famosas ocho hem bras del
Alm irante / que al as Indias vinieron enl Marigalante/yen las Indias hozaron
la doncellez del fango (segn versos famosos de Llorens Torres), jun to con la
yucayel mazquelegaronlospobres indios desaparecidos,elpltano que lleg
del frica Occidental y muchos otros ingredientes de las ms variadas pro ce
dencias. Si hay un plato m estizo, se es el ajiaco.
Por lo dem s, qu cubano autntico no ha probado algima vez la m alanga,
o fuf
de pltano verde o pintn, el qimbom b com puesto, la tajada de me ln
de agua? Qu guantanamero no recuerda la friturita deafi? Y quin que
cocine a la cubana podr prescindir del sofrito ,ese mezclado condimento
que tanto se parece a la salsa llamadaa tapor los yorubas nigerianos? Pero hay
ms:
la influencia negra trasciendel dimensin puramente africana. La com ida
del esclavo, sea cual fuere la procedencia de su men, influye sobre la de su
amo y, en definitiva, sobre el pueblo todo. Por eso han sido tan populares en
Cuba el bacalao y el tasajo, comidas de origen no africano, pero que saltaron
5.
Ortiz (1923-24), p. 40 1.
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del barracn de los ingenios a la casa de vivienda y la mesa de las clases
dominantes hasta llegar a las de las clases medias y pobres libres. Y en la
provincia de Oriente tenemos el curioso caso delcongr ese sublime cocido de
arroz con frijoles colorados. Los esclavos de origen haitiano consum an en los
cafetales de los franceses asentados en la Sierra Maestra y en las cordilleras de
Guantnamo un plato que llamaban
congue-et-riz{congue
era im frijol rojo as
apellidado p or su supuesta procedencia;
rz
desde luego, es arroz.) Las coci
neras esclavas haban introducido el plato en los comedores de sus amos
caficultores. D e ah pas al pueblo. Hasta que el castrismo se hizo del poder y
comenzaron las escaseces alimenticias ya crnicas en Cuba, eran presencia casi
cotidiana en las mesas criollas elcongr(hecho con frijoles colorados) y los
moros con crstianos
(hechos con los frijoles negros), el primer pla to en el sur
de O riente, el segundo en O ccidente. Dos aportes del esclavo a la dieta bsica
de todo el pas.
Y qu decir del carcter nacional? Si en verdad existe (ms all de la
imaginacin de los socilogos) esa elusiva entidad denom inada la psicolog a
de un pueblo , cmo podria el cubano escapar de la influencia de esa enorm e
masa decolor quetanto peso siempre ha tenido en su evolucin demogrfica?
Segn ha dicho Jorge Maach ensu ndagacin
del Choteo:
Hay una relacin
de recproca influencia entre el carcter y la experiencia de un pueblo. Si la
idiosincrasia nacional modela a su manera la historia, tambin creo que la
historia misma deja su impronta en el carcter... Los acontecimientos polticos
de trascendencia vital, los flujos y reflujos de la prosperidad econmica, las
variaciones en las costumbres -determinadas en gran m edida por variaciones e n
los modelos y normas de conducta - hacen que surjan y se destaquen del fondo
complejo de la idiosincrasia las formas de comportamiento m s adecuadas a las
diversas situaciones exteriores y, por consiguiente, ms diversas entre s.
La enorme inmigracin africana, a travs de la trata, as como la presencia
de la esclavitud negra son dos de los hechos bsicos de la historia cubana hasta
fines del siglo XIX. Cmo
no
han
de
haber influido
esas
races sobre la m anera
de ser del cubano en la era republicana? El hecho de que esta realidad
generalmente se ignore porlosestudiososnoquiere decirque noexista. Exp lica
M aach; En parte por desidia, en parte por pusilanimidad social e intelectual,
esa influencia aun no ha sido estudiada entre nosotros con el detenimiento y el
6. Maach (1955),pp.43-44.
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rigor que algn da habr que poner en ello, si queremos tomar conciencia de
nuestro complejo nacional. ' Mucho pudiera discutirse en pro o en contra de
los criterios emitidos por el profesor Maach, particularmente sobre el tema
racial, en este famoso ensayo. Lo que queremos tomar de l es esa idea clave :
de haber efectivamente un carcter nacional cubano , ste no pud o haberse
forjado sin una sustancial contribucin de la poblacin de color .
No slo en el carcter, sino en todo el vasto tejido de las interacciones
sociales de una isla bi-cromtica el factor negro debe jug ar rol capital. Desgra
ciadam ente la sociologa cubana tampoco ha prestado a tan importante tema la
atencin intensiva que merece. Por lo general la discusin de ese fenmeno se
reduce al problema de la llamada discriminacin racial cuyos perfiles exa
minamos anteriormente y sobre cuyo grado y amplitud se expresan las ms
variadas op iniones. Son innum erables las facetasde lasrelaciones entre blancos
y negros que nunca han sido abordados. El temor a ofender a las partes en
conflicto ha conducido a una
vestrzic
discrecin sobre la materia. Err
neamente se ha credo que el mejor modo de ayudar a la solucin de los
conflictos tnicos consiste en desconocerlos. Poresoel estudio cientfico de este
costado esencial de la vida cubana apenas sobrepasa el estado interrogativo.
La sociologa de las razas es en Cuba slo un catauro repleto de preguntas.
Por ejemplo: si aceptamos con Ortega y Gasset que la sociedad es tan consti
tutivamente el lugar de la sociabilidad com o el lugar de la ms atroz insociabi-
hdad, * cules son los trminos de la ecuacin entre los procesos asociativos y
los disociativos en las relaciones entre las razas en Cuba? Cmo cambian esos
trminos con el decurso de nuestra historia? C ules son las verdaderas causas
de la oposicin inter-racial en la Isla? Puramente econmicas? Puramente
biolgicas? O ms bien psicosociales? De qu modo afecta el conflicto racial
la tabla de valores generalmente aceptada por el pueblo de Cuba? Cmo se
manifiesta la reahdad racial en las reglas de la etiqueta? Cul es el rol de la
imitacin y la sugestin en la transmisin de la cultura
de
un grupo a otro? Cul
es el de la educacin y la propaganda? Cmo opera aqu el fenmeno de la
distancia social? Qu factores lo favorecen o lo resquebrajan? Puede un
conflicto racial, unavezplanteado, resolverse consueliminacintotal Por qu
el concepto de nacionalidad cubana propuesto por Saco y Delmonte (que exclua
7. Ibidem, id., p. 43 (nota).
8. Ortega y Gasset (1967), Vol. V, p. 72.
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al neg ro del cuerpo nacional) fue derrotado por la visin de Gaspar Betancourt
Cisneros (El Lugareo) ydeJosM art,quepredicabanlavigenciadeuna Cuba
negriblanca? A estas preguntas pueden agregarse mil ms. Y hasta que no se
respondan, toda labor de sntesis a este respecto resulta m uy difcil.
Com o este libro tiene un carcter introductorio, nuestro nfasis ha de caer
inevitablemente sobre aquellos aspectos de la cuestin negra que han sido
mejor estudiados, aunque en las cuestiones polmicas siempre procuremos
ofrecer nuestra particular opinin por lo que pudiera valer. Al examinar el
lenguaje, por ejemplo, abordamos el debatido problema de la existencia de un
crele en Cuba y -a nuestro juicio- probamos que el bozal era una lengua
criolla.Alestudiarlareligin afrocubana tratamos de establecerlasbases sobre
las cuales se levanta el edificio de la cultura del mismo nombre, donde lo
sagrado resulta siempre preponderante. Y en las pginas que siguen nos
proponemos demostrar que sin una clara comprensin de las influencias
ejercidas por lo afrocubano en nuestro pas resulta imposible precisar el
desarrollo de nuestra alta cultura.
Este exam en detallado de la presencia negra en la realidad social y cu ltural
de Cuba conduce inevitablemente a esta conclusin: el devenir histrico de la
Isla supone un vasto y constante proceso de acultxiracin y de transcu lturacin
entre la etnia de origen europeo y la etnia de origen africano. Lo que no tiene
nada de extrao, pues estos mecanismos societarios siempre entran en accin
tan pronto dosoms grupos humanos se ponen en contacto. La aculturacin
es un fenmeno\milateral: trabaja en un solo sentido. Y fimciona a la vez
substractiva y aditivamente. En el trnsito a una nueva sociedad el esclavo
importado perda muchos de sus rasgos peculiares: la organizacin cinica y
tribal, la estructura familiar, los sistemas de parentesco, los patrones laborales
tpicos, las modas en el vestuario, etc., y a la vez, se vea obligado aadquirir
nuevos hbitos de vida: otro tipo de vestuario, otro lenguaje, otro modo de
trabajar, etc. Con mucha frecuencia la aculturacin era sincrtica. Las formas
africanas de existencia se fundan con las eurocubanas para integraritosistem a
indito. Losorichas sin perder su individualidad ancestral, se convertan en
santos. Y el sincretismo religioso se produca no slo con creencias y p rcticas
catlicas. El culto a los antepasados desempeaba im rol central en las religio
nes africanas que vinieron
a
Cuba. De ah que las reglas afrocubanas adoptasen
fcilmente del espiritismo que las rodeaban tanto las tcnicas de com unicacin
med imnica con los muertos como las complejidades rituales de la misa
espiritual . Hoy los espritus de los antepasados
los
egunes se veneran
a
diario
en las bvedas esp irituales , que el santero ha tom ado de esa misma fuente
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religiosa europea. Por su pa rte, el espiritismo kardeciano de los blancos se ha
saturado de seres ancestrales congos, lucumes y carabales, que transmiten
sus mensajes del ms all en una lengua tambin sincrtica: el bozal.
El continuado contacto de blancos y negros conduca a la influencia rec
proca, a la
transculturacin
que funcionaba en las dos direcciones: el blanco
actuaba sobre el ser cultural del negro y ste, por su parte, afectaba la cultura
del blanco. Aunque los dos procesos paralelos presentaban sus diferencias. La
aculturacin del negro era porlogeneral obligada, forzada,impositiva.A punta
de ltigo aprenda el esclavo el vocabulario mnimo que necesitaba para
entender las rdenes del mayoral. Pero no siempre la transferencia, entre los
negros m ismos, se produca por la fuerza. Tena lugar, a veces, por con tagio
recproco, dependiendodelas circunstancias especiales de la nueva com unidad
en que vivan. Para comunicarse entre s los esclavos se encontraban con ima
grave dificultad: casi todos hablaban lenguas africanas distintas, pues los
negreros entremezclaban los cargamentos para evitar la intercomimicacin y
disminuir la posibilidad de acuerdos insurreccionales. De ah que fuera nece
sario echar m ano a un instrumento lingstico com n, a una
lingua franca:
en
la plantacin sta era fundamentalmente el
crele
llamado
bozal
y en las reas
urbanas, jun to a ste, el espaol.
O sea, que la heterogeneidad africana conduca a una suerte de unidad
dialectal en este lado del Atlntico. Y las pocas lenguas que sobrevivieron -e l
yoruba, el kik on go - lo hicieron en forma limitada, circunscritas a su funcin
religiosa. Este contacto panafricano en los barracones cubanos fue important
simo enelproceso transculturativo.Los congos adoptaron losorichas yorubas
como espritus afines a sus mpungos (as. Siete Rayos est asociado con
Chang) y muchos individuos rayados en Palo Monte posteriormente se han
hecho Santo , o sea, han sido iniciados en la Regla de Ocha. Y ese proceso
intercomunicativo contina en nuestros das. Los santeros reciben ahora fre
cuentem ente una cazuela de Palo Monte -a n sin ser formalmente iniciados en
dicha sec ta- com o una forma de proteccin contra los maleficios. Es decir que,
cada vez
ms.
Ocha
y
Palo -aun qu e siguen siendo sistemas religiosos distintos,
y as lo reconocen los adeptos- se entrecruzan en forma complementaria. Lo
mismo ha ocurrido con el espiritismo europeo. Aunque los feles reconocen
que la misa espiritual es un rito separado de la tradicin africana, hoy forma
parte esencial de las liturgias de Ocha y de Palo.
Mientras tanto, la aculturacin del blanco era ms bien involuntaria, o
quizs seria mejor decir
imitativa.
El amo probaba el ame o el congr y al
gustarle, los adoptaba para su dieta. O -e n vista del atraso md ico im perante
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en los primeros siglos de la Colonia- por qu no probar los remedios de la
negra curandera o los consejos del
santero?
Y dada la inconmensurable
potencia rtmica y meldica de la msica africana, cmo evitar que sta se
colase, ms o m enos disfrazada, en los bailes del blanco y llegase a dom inar n
sus salones? Cuntas veces no ocurri lo que relata Cirilo Villaverde en el
captulo VI de la Primera Parte de
Cecilia Valds o
sea, que una pieza nacida
entre negros y m ulatos, despus de recorrer los bailes de las ferias, pasase a ser
canto popular aceptado po r
todas
las clases de la sociedad?
Desde luego, como el blanco monopolizaba en Cuba el poder econm ico y
poltico, su influencia sobre el negro era ms intensa que la de ste sobre aque l.
Eso no quiere decir, empero, que el negro esclavo fuese
desculturado
en la
proporcin que sostienen algunos estudiosos. Es m uy com n, sobre todo entre
los escritores marxistas o lvidadizos de
l
dialctica, exagerar
este
proceso hasta
limites extremos. Con ello se trata de dramatizar la brutalidad del trato que el
esclavo reciba. La explotacin y la represin eran tan salvajes - s e a duce - que
el esclavo era despojado de todo lo que posea, hasta de su alma. Pero al
convertir al siervo africano en una vctima pasiva, absoluta y total, se le priva
as de una de sus virtudes ms adm irables: su estupenda capacidad de resisten
cia, su formidable habilidad para parar los golpes desculturadores de sus
enem igos con el vigor transformativo de su potencia intelectual y em oc ion al.'
Elnegrojam s fue en C uba im ser deshumanizado y m iserable, abrum ado
por el peso de su desgracia, radicalmente desculturado y, en consecuencia,
animalizado. Sufri muchsimo, se le tortur vilmente, pero siempre fue capaz
de responder en forma creadora a la accin de sus enemigos. Podra pe rde r su
idioma originario, pero era capaz de crear otro nuevo, el bozal, para resolver
El sostener qu e, a pesar de las brutalidades del rgimen esclavista y d e las injusticias del
sistema racial que le sigui, los negros cubanos siempre m antuvieron un nivel de dignidad
personal y de cohesin co lectiva muy por encima del que generalmen te se les atribuye n o
quiere decir que aquel rgimen y este sistema fueran ms benignos de lo que se co nsideraba
anteriormente, sino que -como bien dice Lawrence W. Levine sobre una situacin seme
jante en los Estados Unid os- los seres humanos son ms elsticos, menos m aleables y
meno s capaces de vivir sin algn sentido de cohesin cu ltural, de autonoma individual y
de autoestima de lo que im nmero de autores recientes han man tenido. (Levine [19 77],
p.xi.) Querem os dejar constancia aqu
de
nuestra deuda con
el
profesor Lev ine, con Geo rge
P.
Rawick, Eugene Genovese y otros antroplogos norteamericanos que han liberado al
anlisis de la cultura afroamericana de la vieja metodologa, empecinada en una simple
contabilidad de retenciones y en un descuido lamentable de la dinamia creativa tpica del
negro.
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sus problemas comunicativos, y pronto le dara a ste flamante dignidad
potica. C uando se le cortaba de un tajo la vida cinica y tribal, fundamento de
su previa existencia social africana, se apoyaba en la solidaridad de sus
carabelas
los negros que haban venido con l en el mismo barco. O lograba
articular su pasado social con elementos criollos en la organizacin de sus
cabildos. Y -caso extremo- llegaba hasta reproducir esquemticamente las
formas de su ancestro poltico en el seno de sus palenques. Cuando le secaban
las fuentes de su poderosa tradicin oral, traduca sus proverbios, sus cu entos,
sus chascarrillos ya al espaol ya al bozal y los usaba -renacidos- como
instrumentos de combate abolicionista en los caaverales de las plantaciones
y las calles de las ciudades. Cuando se le traa al Nuevo Mundo sin sus
instrumentos musicales -particularmente sin sus tambores de vieja raig am bre -
Ios reconstrua con maderas y cueros de la nueva tierra, dando timb re fresco a
sus ritmos atvicos y preparando as el advenimiento de una msica autntica
mente cubana, es decir, de una msica
mulata.
Mientras al esclavoleestigmatizaban sistemticam ente su religin, calificn
dola de brujera y de idolatra , sus amos trataban de imponerle otra muy
distinta a la suya, prohibindole adorar a sus dioses y practicar sus cultos. Pero
en lo hondo de los barracones y los bohos, de los solares y las cuarteras ,
bajo las barbas mismas de la clase rectora, estos esclavos elaboraron una religin
nueva que, por un lado, conserv los idiomas rituales y gran parte de sus ritos
primigenios y, por otro, asimil de los cultos que venan de Europa tanto las
esencias que se correspondan con la suya propia, como la factura extema que
les permita pasar y sobrevivir, pese a la incomprensin y al afn persecutorio
de sus enemigos. Y, aunms,andando el tiempo, esta religin afrocubana a los
palacios subi , es decir, se introdujo en la conciencia de la etnia dominante,
hasta otorgarle su calor y sabor peculiares al catolicismo popular que practican
en Cuba la mayora de los negros... y de los blancos. Tremendo esfuerzo de
imaginacin colectiva mediante el cual los aportes culturales del frica Occi
dental, en vez de perderse totalmente o de conservarse mecnicamente, se
integraron con la realidad cultural eurocubana en una mezcla sincrtica, cuali
tativamente diferente de los dos ingredientes originarios.'
10 . Aun que con resultados distintos, dadas las peculiaridades de la cultura anglosajona, un
proceso semejante ocurri en Norteamrica: los negros acabaron por crear su propia
religin, sntesis original del protestantismo y las esenc ias del alma religiosa africana. Cf.
Rawick (1 972), pp. 31-52.
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Para comprender
este
complejo proceso no debe atenderse -co m o era hbito
de la vieja Antrop olog a- al nmero de elementos culturales africanos que los
negros lograron retener a lo largo de su presencia en Cuba, sino al extraord i
nario talento mostrado por stos para salvar del desastre las claves de su estilo
de vida . La cultura humana no debe ser vista como
xm
depsito de fragmentos
msomenos articulados sino comounproceso vivodeinteraccin entre el ayer
y el hoy. Los esclavos cubanos fueron siempre capaces de reaccionar de un
modo inteligente y creativo ante las demandas de su nueva situacin en otro
continente. Lo que tiene valor este respecto no es lo que sobrevive sino lo que
setransforma. Aunque las supervivencias, a
veces,
seanmsprofundas y sutiles
de lo que a primera vista pudieran parecer. Volviendo al cam po de la m sica
para extraer un ejemplo: los esclavos cubanos entraron en todo gnero de
intercambios formales con la msica occidental que los cercaba, pero en todo
mom ento preservaron la esencia de su estilo africano peculiar: su corte antifo
nal,su tendencia a la improvisacin, su permanente funcionalidad, su carcter
colectivista o grupal, su perpetua relacin con la danza, etc.
En definitiva: era tan fuertel capacidad retentivaycreadoradelos africanos
trados a Cuba que -sincretizando materiales procedentes de los dos lados de
Atlnti co - produjeron una riqusima
cultur frocub n
y pronto la convirtie
ron en uno de los polos bsicos de la
cultur cubana.
Con ella presionaron sin
cesar sobre el otro polo cultural del pas, el eurocubano hasta integrarse
plenamente con l en el seno de un rico, variado y complejsimo espectro
n cion l Por
eso,
si se desconoce la ingente tarea histrica de creacin cultural
de los negros cubanos no es posible saber lo que es Cuba, hija de una los
procesos transculturativos ms poderosos de Amrica.
' Esta actividad sincretizadora no debe ser idealizada o exagerada. R esponde
a la interaccin dialctica de fuerzas antagnicas: unas que tienden a hom oge-
neizar, otras a mantener y hasta a acentuar las diferencias. N o hay a specto de
la vida com unitaria que no refleje esta dicotoma. Tmese un caso al azar: el
de los entierros en la Cuba del siglo XIX. Las desigualdades clasistas y rac iales
jugaban ah un rol preponderante. Mirando hacia uno de los extremos de la
sociedad : los ricos eran enterrados con gran pom pa y ceremonia que lindaban
con lo ridculo -se g n nos lo informa la pluma fina y acida de la Condesa de
Merln- con atad de lujo en coche suntuoso y gran despliegue de negros
vestidos de calzn corto y librea de gala portando antorchas en la mano, a los
que segua
l rgo
cortejo
de
quitrines. Yendo
l otro
extremo: recuerda
el
lector
la descripcin que hace Anselmo Surez y Romero del entierro del esclavo,
citada por nosotros en el tomo segundo de esta obra? Ni atad siquiera. El
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cadver, envuelto en su frazada, iba como un fardo en una carreta elemental,
conducida por dos negros. Estos, al llegar al cementerio, cavaban una fosa,
depositaban en ella a su compaero y regresaban a trabajar al ingenio, sin
tiempo siquiera para una despedida o una oracin. Entre estos antpodas,
innumerables grados intermedios marcan la formade lasceremonias fnebres,
de acuerdocon laposicinderazay clase decada cual. Conviene destacar que
los gruposprivilegiados podandeterminare tipo de entierro quequeran,pero
en las zonas urbanas las autoridades prohiban a los afrocubanos b il r
l
muerto
o despedirlo con llantos, gritos y danzas, a la usanza de sus pases
de origen.
El obispo Espada, nos informa Lev Marrero en el tomo 14 de su obra,
decidi
que en el
cementerio
que
llevaba
su nombre los blancos que no
posean
nicho,
los mulatos y los negros
fuesen entrralos en
la misma
rea
comn.
"La
muerte,fin lmentegualaba a la casi totalidad de los habaneros, separados en
la vida por las barreras de las clases y castas y por la trgica dicotoma social
entre la libertad y la esclavitud. Tras un perodo nunca muy prolongado, bajo
tierra, los restos de todos iran a acumularse
fin lmente
ala intemperie, en los
osariosqueocupabanlas cuatro esquinas delcementerio.""NtesequeMarre
rocolocaen elprrafoun"casi"muyestratgico. s que aquellas personasque
posean los medios para comprarse un nicho, hasta en la muerte permanecan
separados de la masa popularqueconsideraban inferior.
Otro ejemplo de las limitaciones del sincretismo puede ser el de la cocina
criolla. Ya hemos visto que los gustos culinarios de la clase "alta" se vieron
influidos por
aquellos
tpicos
de la clase
"baja", incluyendo
los de los
esclavos.
Los hacendados y sus familia acostumbraban a visitar
sus
ingenios afinesde
ao y a pasar en ellos una temporada. Por esa va, entraron en la dieta de los
ricos muchos elementos de la dieta servil. Lo mismo suceda en las ciudades,
donde todas las cocineras eran esclavas.Perouna cosaesdisfrutardelbacalao
o eltasajocon pltano verde hervido cuando imo lodeseay otra verseobligado
a comerlo da tras da, porque so es lo nico que se sirve en el barracn.
Mientras la dieta del rico era variada, abundante y hasta dispendiosa, la del
esclavo -si suficiente para vivir- siempre era limitada, aburridaypobre.
Estos contrastes pudieran extenderse al terreno del vestuario, de la educa
cin, de la vivienda y otros muchos
ms.
Algunos fueron mitigndose con el
11 .
M arrero, Vol. XIV, (1989), p. 89.
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transcurso
de los aos y con los cambios sociales
y polticos
delpas.Pero
otros
se han mantenido vivos hasta nuestra era, como hemos tenido ocasin de ver
en
el
segundo volumen
de
esta
obra. l proceso
sincrtico tiene sus
lmites.
Es
capaz de superar o vencer ciertas barreras, pero resulta impotente ante otras.
Y, perversamente, al mismo tiempo que algimas desaparecen otras se crean,
como sucede en el campo a veces raigalmente polmico, de la poltica. En
general, empero, el balance ha ido favoreciendo a los elementos integrativos
sobre los desintegradores. De ese modo se produjo, en medio de continuadas
disparidadesydesemejanzas, homogeneidad suficienteparadejar constituida,
ya desde el siglo XIX, esa entidad nacional que llamamos Cuba. Por lo
dems, hay muchas diferencias que slo pueden verse como variedades
positivas y creadoras dentro de un consenso ms amplio, como un aporte
importantsimo al enriquecimiento de la vida en las comunidades donde
funcionan.
Losinnumerablesvaivenes de esteextenso, complejoy prolongadoproceso
transculturativo responden
al concierto de una gran
variedad
de
circimstancias
histricas. En primersimo lugar, se debe al desarrollo demogrfico (que
estudiamos detalladamente en el primer volumen de esta obra) cuyo motor
principal era
la
trata. Aunque
a
partir
del siglo XVI siempre hubo
comercio de
esclavos en Cuba, su intensidad y suritmocambiaron con las dcadas y los
siglos. La densidad de la representacin africana vari ms de una vez. Y la
densidad es factor principalsimo en la dinamia del intercurso comimitario.
Hubo momentos en el siglo XIX en que la mayora de
la
poblacin era negra.
Desde la poca de la Guerra Grande hasta 1959 la poblacin de color ha
oscilado entre im cuarto
y
un tercio de la poblacin
total.
En lo que a la trata
se refiere debe tenerse en cuenta, adems, otro fenmeno: la poca en que se
le puso
fin
La importante diferencia que se nota en la retencin proporcional
de afncanismosen stadosUnidosyen Colombia, de unlado,y en Cuba, del
otro,en gran parte se debe a que la trata y, por ende el contacto directo y
sostenido con frica, desaparecieron
en los dos primeros pases a
principios
del siglo pasado, mientras que en Cuba siguieron operando por ocho
dcadas m s.
Otro agente bsico de la transculturacinesla
economa.
Los mecanismos
de acercamiento y de distanciacin entre amosyesclavos nofimcionabancon
idntico signo de rechazo o de aceptacin de ingredientes culturales en la
moderada
pocapre plantacional
semifeudalizada que bajo el rgimen seve-
risim o de explotacin que reinaba en lapocaplantacionalsubsiguiente. Ya
vimos cmo la rpida transicin de uno a otro perodo le confiri al segimdo
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algunos rasgos del primero, morigerndolo relativamente e impidiendo que
dominase en Cuba la variedad radical de plantacionismo azucarero carac
terstico del Caribe britnico y francs. A su vez, la transicin del esc lavis-
mo plantacional al rgimen de los centrales con colonato y trabajadores
libres,
explica la supervivencia de numerosos rasgos de la mentalidad
esclava en el proletariado azucarero por muchos aos despus de la aboli
cin. Quien haya ledo el primer volumen recordar cuan diversa era la
suerte del esclavo en la vega tabacalera y el ingenio. Y cuan distinta la
situacin del siervo en la regin occidental de Cuba donde pred om inaron
los
ingenios
y en la regin oriental del pas donde prev alecan los
cachim-
bos .
Adems podr ver de qu modo variaba la interaccin racial en los
diferentes niveles de la vida econmica de la Isla: azcar, caf, ganadera,
artesana urbana, etc.
No puede desconocerse que en los procesos transculturativos que se prod u
can en Cuba jugaba un papel clave el carcter de la civilizacin que los
espaoles t ra jeron consigo a Amr ica . La heterogeneidad del mundo europeo
tiene mucho que ver con la variedad cultural que predom ina en definitiva en el
Nuevo Mundo. Recordemos por lo menos estas dos realidades del proceso
histrico de Espaa que conformaron la mentalidad de los Conquistadores y
primeros colonos hispnicos: A) El Descubrimiento y la Conquista suceden
inmediatamente a la Reconquista, que es un fenmeno de doble vertiente: largo
y sangriento conflicto, por una parte, y, a la vez intenso proceso asimilativo
entre pueblos extraos. Y B) En Espaa nunca muri la esclavitud d esde la era
de la dominacin romana. Y a partir de la expansin portuguesa en frica
Occidental en el siglo XV pronto hubo cuantiosa esclavitud africana en ella.
Es decir: el colono hispnico estaba acostumbrado de antiguo al trato ntimo
con gentes de diversa procedencia, con los negros esclavos y dadas sus
tradiciones legales) con
los
negros
libres.
u
aceptacin
de la
miscibilidad fsica
y espiritual iba a facilitar en la Amrica espaola la aparicin y la expansin
masiva del mestizaje y el mulataje y a conferirle a las relaciones entre b lancos
y negros una ordenacin jurdica y un sabor humano muy distintos de los que
imperaban en los pases dominados por los ingleses, por ejemplo. Muchas de
las relaciones sexuales entre gente blanca y de color, sobre todo entre am os y
esclavos, se basaban desde luego en el abuso, la brutalidad y la explotacin.
Pero no faltaban otras regidas por la estimacin y el caro. Estas ltimas
tendan a durar por toda la vida de sus participantes. Y casi siempre suponan
lapaternidad y sus concom itantes relaciones afectivas, que tanto influan sobre
el modo en que se estrechaban las distancias entre las etnias en conflicto. Hay
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que
m irar hacia
l s dos
vertientes
de l s
relaciones raciales
si
queremos penetrar
en el secreto de sus contradictorios sentidos.'^
Debe recordarse, adems, que los Conquistadores y primeros colonizadores
llevaron a Cuba durante el siglo XVI un buen nmero de negros y mulatos q ue
previamente haban vivido (y hasta nacido) en Espaa, especialmente en
Andaluca. Al venir al Nuevo M undo, estos esclavos traan su cultura bastante
europeizada po r la aculturacin, pero todava repleta de sustanciales africanis-
mo s. El papel de esosladinosen el desarrollo inicial de la cultura afrocubana
nunca ha sido estudiado en detalle, pese a la importancia que debe habe r tenido
su influencia. Por eso ignoramos, por ejemplo, hasta qu punto sus peculiari
dades idiomticas contribuyeron a la gnesis del bozal. Los escritores del Siglo
de Oro le dieron cabida a la "gente de color" en la narrativa y el teatro de su
poca y Lope de Vega, para citar slo un caso, hizo hablar as a uno de sus
personajes negros enEl
apelln
de la Virgen:
El hocico de vosa mers, he, he, he
me tiene periro, de amore venciro;
ay, ay, he ; ay, ay, he
que me m orir, que me m orir
El hocico neglo, he, he, he
y lo diente dentlo; ay, he, he
Blanco sobre plieto, he, he , he ,
neglo tiene muelto; he, he, he
Si no dan remedio, trite yo qu har?
Anim a me saca, ay, ay, he
Ciertos paralelos con el habla bozal de Cuba son obviamente tentadores. Sea
lo que fuere, la base histrica para penetrar en el tema es m uy endeb le. Com o
lo es tambin pa ra deteminar el rol de los esclavos venidos de la Pennsu la en
las sincretizaciones primarias que condujeron a las diversas
reglas
Ortiz est
seguro del influjo de su msica sobre el desarrollo de la afrocubana. Volve re
m os sobre este tema en el lugar adecuado.
Otro factor modificante del proceso aculturativo que ya estudiamos a tod o
lo largo del primer tomo - y aqu slo vamos a m enc ionar - es que la trama de
relaciones inter-raciales se integra en Cuba en ntimo contacto con ese otro
12. Sobre situaciones paralelas en el restodelas Antillas, vase el valioso ensayo de Mintz y
Price(1976),pp. 1 5yss.
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fenmeno social tantas veces mencionado: la formacin de la nacionalidad
cubana. El negro, cuando llega, es un extranjero. Pero en seguida se pone en
contacto con
la
cultura hispanocubana
o
criolla
que se va
fr gu ndo
a travs
de
Jos
aos.Cuando
la
nacin sale
a
la
luz en
el siglo XIX, la "monarqua podrida
y aldeana" de Espaa (la frase es de Mart) se empea en ahogarla en agraz
mediante la represin ms brutal. Tras varias dcadas de experiencia poltica,
el blanco y el negro insulares descubren que un mismo tirano los condena
a dos formas distintas pero nter-relacionadas de servidumbre. Y poco a poco
van percatndose de que las diferencias culturales entre las razas no son tan
radicales
en el
fondo
como
aparecan
en lasuperficie.
La transculturacin haba
acortado las distancias. Y as tanto en el 68 como en el 95 el negro -que ya
haba
dado
pruebas innumerables de su amor
a
la libertad-
fie
admitido como
socio en la empresa separatista, con idnticos derechos, responsabilidades y
capacidades de mando que los blancos. O sea: rpidamente se comprob que
el negro formaba parte indisoluble de la entidad nacional. Por esa va poltica
otra vez
las
distancias
se
acortaron,
aunque desde luego no
desaparecieron. En
la Repblica los conflictos entre las razas tienen que resolverse dentro de los
marcos ideolgicos
de
una hermandad ideal, slidamente forjada
en
la manigua
y ya absolutamente indestructible pese a las tensiones internas y las presiones
extemas: la hermandad que simbolizan los nombres siempre unidos en el
corazn patrio del blanco Jos Mart y
el
mulato Antonio Maceo.
Tambin examinamos antes la influencia de Norteamrica, sobre todo a
partir
de las dos
Intervenciones. Agreguemos aqu tan
slo
que
el polo
eurocu-
bano,
desdefinesdel siglo XIX, deviene ms y ms un polo
euro norteo cu-
bano.El
predominio de los Estados Unidos sobre
el
proceso tecnolgico y las
costumbres de la Isla crece sin cesar. Del Norte importamos la maquinaria de
los ingenios,
los medios
mecnicos
de
transporte, gran variedad
de
instrumen
tos caseros, los lpices y
las
plumas, las pelculas, las noticias internacionales
suministradas por
las agencias
de prensa", la
detestable costumbre
de masticar
"chicle" y... oh bendicin del cielo ... el bisbol. Este deporte pronto se hizo
pasatiempo nacional.
Y los negros lo
adoptaron con pasin.
Cuba
ha producido
una legin de grandes peloteros blancos y negros. Con objetividad que los
honra,los fanticos
criollos
siempre han colocado codo acodo,
como
smbolos,
los nombres de Jos de laCaridad Mndez,elgran pitcher
negro,
y el deAdolfo
Luque, el gran pitcher blanco. Curiosamente, el nico pelotero cubano repre
sentado (pese
a todas las
discriminaciones)
en el
Base-Ball
Hall
of Fame en los
Estados Unidos es el ms completo de nuestros "players": Martn Dihigo,el
nmortal
un negro. Mirando en otra direccin sobre el mismo tema: miles de
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cubanos neg ros y blancos que crean saber ingls, para su sorpresa descubrieron
en el exilio que el suyo era como aquel de itoManuen elson famoso: un
ingls detrai-gun yguan-tu-tr es decir, cultura yanqui acriollada que haba
que desaprender aqu.
Recurdese ademsotrohecho sustantivo: desde muy temprano en la h istoria
colonial la mayora de la poblacin cubana de color es urbana. Ya libres, ya
esclavos, los habitantes negros y mulatos de las ciudades mantienen con los
blancos (y entre s) relaciones m s reiteradas e intensas que las posibles en las
zonas rurales y sobre todo en las plantaciones azucareras, donde la segregacin
era muy intensa. Consecuentemente, en las reas urbanas la transculturacin
estaba mucho ms extendida y la aculturacin substractiva y el sincretismo
resultaban ms frecuentes. En las plantaciones la retencin adquira ms fuerza,
ya
que el
contacto fundamental
se
realizaba
on
esclavos bozales recin llegados,
es decir, con gente ms afncanizada que la de las ciudades. De todos m odos,
dadas las caractersticas de la produccin azucarera (ausentismo moderado del
amo,
transporte del dulce a los puertos de embarque, traslado frecuente de
vveres y esquifaciones de las ciudades a los campos, transferencia no escasa de
negros de la casa urbana del amo a la finca y viceversa, etc.) nunca deben
considerarse las plantaciones como compartimentos estancos de la sociedad
cubana, como lo prueba la identidad de creencias y prcticas religiosas de la
poblacin de color a todo lo ancho, lo largo y lo hondo del pas.
Y al retomar al tema de la religin, bueno ser sealar cmo ciertas
caractersticas bsicas del culto yoruba tradicional influyeron poderosam ente
en el curso que sigui el proceso sincretizador. El sistema religioso yoruba es
extremadamente maleable y flexible en sus creencias y ritos. Y su piedra
angular (el concepto de ach la energa vital que anima y transforma todo lo
que existe) estimula la incorporacin de cualquier tipo de fuerza positiva que
sirva para reforzar y ampliar el desarrollo espiritual del individuo y del grupo,
facilitando notablemente los procesos aculturativos. As lo ha entendido Mar-
garet Thom pson Drewal al escribir: La maleabilidad de la prctica ritual
yoruba le ha permitido ajustarse tanto al Cristianismo como al Islam. Tam bin
le dio la capacidad de sobrevivir en el seno de las opresivas sociedades
esclavistas a que fue conducida en el Nuevo M undo, actuando inicialmente en
forma clandestina y despus en forma m s ab ierta. ' '
13.
Thompson Drewal (1992), p. 27.
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La nocin yoruba de
orich
tambin result esencial en el proceso de
sincretizacin. Cada
orich
es uno y mltiple a la vez: una deidad con
num erosos y variados caminos o formas de man ifestarse. Este fenmeno es
un modo indirecto de indicar que cada oricha representa, en realidad, un
complejo semntico, una multiplicidad de significados, algunas veces aparen
temente contradictorios. Ochn, por ejemplo, puede ser alegre, coqueta, rum
bera, amante de las riquezas y, tambin, mujer de su hogar, seria, pobre. En
(Ocasiones, dependiendo de las circunstancias histricas, algunos de sus sig ni
ficados son realzados y otros caen en desuso. Los ritos dedicados a O gn com o
cazador, por ejemplo, han desaparecido enCuba.M ientras que su roldepatrono
de los metales y la tecnologa ha sido realzado : hoyes dueo de autom viles
y aviones y gua del bistur de los cirujanos. Babal-Ay, el dios de las
enfermedades infecciosas y las plagas, no rige ya sobre la viruela, desterrada
por fin
del
globo terrqueo, pero s sobre el azote moderno del SIDA . El O chosi
del arco y la flecha (asociado por eso con la trayectoria de los objetos que se
lanzan y disparan en el espacio) tiene ahora poder sobre los proyectiles
intercontinentales y, m s recientemente, con el rayo lser.''' Esa adaptabilidad
de la religin yorubay de suvastago lucum explicaengran medidanosolamente
su supervivencia, a pesar de las condiciones extremadamente adversas de la
esclavitud y de las persecuciones religiosas posteriores, sino adems su creci
mien to y arraigo en nuevas sociedades como la estadounidense contem pornea.
Reafirmem os, por fin, que la cultura afrocubana no es ms que un elem ento
comp rendido dentro de la muy mezclada cultura cubana, de la que se nutre y a
la que simultneamente alimenta. Lejos de constituir un simple agregado
aritmtico de supervivencias africanas, hoy se le considera com o una entidad
social viva, orgnica, dinm ica, creadora. Producto de las pecu liares resp uestas
ofrecidas por las masas negras de Cuba a las demandas histricas de su m edio
ambiente, esa cultura se transforma constantemente. Lo que olvidan los cam
peo nes d e la tesis de la desculturacinesquelosnegros, aunque perdieron parte
de su ancestro, inmediatamente constituyeron en su nueva tierra comunidades
propias, separadas en buena medida de la sociedad de los blancos, dentro de
las cuales creaban instituciones muy particulares para resolver los variados
14. Cf. Ed wards y Masn (1985) p. 24 . Algunos fieles asocian los cohetes yel rayo lser con
Ogn. Es quelasfunciones delosorichas llamados c olectivamente losguerreros (Elegua,
Ochosi y Ogn) estn muy inter-relacionadas. Y las atribuciones a los santos de poderes
sobre fenmenos contemp orneos, imprevistos por la tradicin, varan de il a il.
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problem as de su diario existir. En esas comunidades relativamente autnom as
vivan com an establecan relaciones sexuales y familiares socializaban a sus
hijos adoraban a sus dioses organizaban sus actividades recreativas moran y
despedan a sus muertos. Es cierto que todo esto lo ejecutaban dentro de los
lmites que les fijaban los absolutos poderes de la clase dominante. Pero en el
interior
de
ese circulo de actividad consentida su libertad
de
accin era bastan te
amplia. Y con ella fabricaban una cultura peculiar y propia.
A veces el inters del amo conduca a situaciones que reforzaban la autono-
ma de que hablamos. Por ejemplo al descuidar la educacin del esclavo al
que mantenan en deplorableyatroz analfabetismo se facilitaba el florecimien-
to del idioma bozal. Al olvidar las enseanzas de la religin catlica oficial
para ahorrarse el mantenimiento de las capillas se estimulaba sin quererlo la
expansin de los cultos de origen africano. Es claro que la coherencia de la
comunidad esclava se vea afectada por graves problemas: el alto ndice de
mo rtalidad en los ingenios la constante introduccin de nuev os siervos proce-
dentes del continente africano la fragmentacin de la familia provocada por
ventas o traslados etc. M as pese a todos estos factores negativos las com uni-
dades negras alcanzaron un alto
grado de
integracin como
lo
prueba la riqueza
sin duda extraordinaria de la cultura afrocubana que dentro de esas com unida-
des se forj para darle sentido a la existencia de miles y miles de africanos
exiliados a la fierza. En ellas el negro tuvo que amar y odiar adorar y valorar
en formas distintas a las caracteristicas de supasde origen. Pero precisamente
porque fue capaz de realizar la transferencia jam s se hund i en el vaco
societario. Lo mutilaron pero no lo esterilizaron. A cada poda respon di no
con la enervacin sino con fuerza nueva con originales races y ram as hasta
constituir un rbol especial singular inslito nutrido con savias extradas de
tres continentes. Toda una fabulosa hazaa histrica.
Hoy en otro forzado exilio esa cultura lejos de agostarse reflorece se
expande y emprende otra sorprendente y fecunda empresa transculturativa en
el seno de la sociedad norteamericana. Es evidente: el espritu afrocubano es
invenc ible. Res iste todos los cambios sociales econm icos y polticos a que
se le someta: los vaivenes de la trata la aboUcin de la esclavitud la muerte
de la plantacin esclavista la Colonia la Repblica la discriminacin el
prejuicio la crisis de la democracia la persecucin comunista el sho k de la
emigracinal extraosuelonorteo.Nuncamuere. emodifica a s mismo dejando
siempre inclume su esencia. Y si ayer realizaba sus aspersiones con una ramita
de albahaca hoy cuando no la encuentra en Miami en Nueva York o en Los
Angeles utiliza para regar el agua de las Siete Potencias... una lata de aerosol...
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En su prlogo a la obra de Femando Ortiz Los Bailes y el Teatro de los
Negrosenel Folklore de uba
el ilustre maestro Alfonso Reyes cita una pgina
de don Juan Valera extrada de su novela Genio y F igura Vale la pena
recordarla: Figurmonos que hay en una pipa una solera de vino generoso ,
muy exquisito y rancio; que se reparte la solera entre tres vinicultores, y que
cada uno de ellos alia su vino y le da valor con el vino exquisito que en su
parte d e la solera le ha
tocado.
Los tres vinos tendrn d istintas cu alidades, pero
habr en los tres algo comn e idntico, precisamente en lo de ms valor y en
lo ms substancioso. As encuentro yo que, en las guajiras y en otros cantares
y msica de la isla de Cuba, en losminstrelsde los Estados Unidos y en los
cantos y bailes populares del Brasil hay im fondo idn tico que les da singu lar
carcter y que prov iene de la inspiracin m usical del raza camitica. '^ Mezcla
de vinos, dice Valera, con penetrante anticipacin, en el siglo XIX, al fijarse
en los influjos de lo africano en Am rica. Y en el siglo XX: coctel , indica
Guillen y ajiaco sostiene Ortiz que debe titularse la cultura cuban a. Fusin.
Encuentro. Injerto. M ixtin. Integracin. Mestizaje. M ulatez. Com o bien dijo
una vez don
Femando:
Sin el negro Cuba no sera Cuba. Pero lo cierto es que
sin el blanco Cuba tampoco podra ser lo que es. Movida por los resortes que
aqu esquematizamos y otros incontables que haran la lista infinita, la trans-
culturacin sigue y seguir trabajando sobre los negros y los blancos para
afianzar el desarrollo de una patra multiforme, de una nacin m ultirracial, de
una cu ltura multicolor. En eso estrba el sello, la riqueza y la grandeza de C uba ,
slo alcanzables si se recuerda - y se ap lica - el apotegma de Mart; Cubano
es ms que negro, ms que mulato, ms que blanco. Porque, en definitiva,
nuestra tierra es una suma de los tres.
Precisar en lo posible los contomos de lo afrocubano y definir su relacin
simbitica con lo cubano de que forma parte, constituye uno de los prop sitos
centralesdeesta
obra.
Enlosprximos captulos esperamos podr com probarse
que el negro no slo ayud a constmir con sus brazos la riqueza material del
pasycon su sangre d rlevida independiente (como vim osen los dosprimeros
tomo s de esta obra) y que su papel ha sido esencialsimo en nuestro desarrollo
religioso y
lingstico,
(comoquedestablecidoen eltercer volum en), sino que
por su presencia decisiva en nuestra literatura, nuestra msica y nuestro arte,
el alma negra es parte inseparable -ta n inseparable com o la bla nc a- de nu estra
15. Vase esa cita del prlogo en Ortiz (1981 ),p.27.
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alma nacional. Nuestro destino de pueblo nos manda marchar juntos y todos
revueltos , blancos y negros, como peda Flix Tanco. Desconocer esta gran
verdad significa sublevarse contra lo ms puro de la historia y lo ms p rom e-
tedor del futuro de Cuba.
Miami, 1992
Jorge Castellanos & Isabel Castellanos, Cultura Afrocubana, tomo 4, Universal, Miami 1994