Profesor: Félix Aguirre Nombre: R. Monserrat Barrientos L. Fecha de entrega: 14 de junio de 2012
UNIVERSIDAD DE VALPARAISO-FACULTAD DE HUMANIDADESINSTITUTO DE SOCIOLOGÍACARRERA DE SOCIOLOGÍA
SOCIOLOGÍA DE LAS ORGANIZACIONES
La cultura organizacional como sistema autopoiético
En contra parte a la lectura post-moderna Funky Business
Contenido
Problematización.................................................................................................................. 2
Síntesis Funky Business.........................................................................................................4
Comentario Crítico................................................................................................................7
Conclusión.............................................................................................................................9
Bibliografía..........................................................................................................................11
1
Problematización
En el presente trabajo, se busca analizar la cultura organizacional, a su vez, como es abordada por
distintos autores. Del mismo modo, como esta se debe adecuar a los constantes cambios en el
mercado y consecuentemente en el trabajo.
De tal modo, en primera instancia debemos señalar que entendemos por cultura organizacional.
Tomando a Darío Rodríguez, quien tendrá una influencia notoriamente Luhmanniana en su
concepción de la organización, y en específico de la cultura organizacional. Podremos señalar que
éste partirá indicando que la cultura organizacional es autopoiética, “definiremos cultura
organizacional como el conjunto de premisas básicas sobre las que se construye el decidir
organizacional.” (Rodríguez, 2004: 267). La cultura organizacional abarca todo el “mundo”
compuesto por quienes participan de una organización, y a su vez, al decir que es autopoiética,
esta se define con un carácter especial, y que a su vez tendrán sus propias normas y valores con las
cuales se definirá quienes pertenecen y quienes no pertenecen a la organización (González y Parra,
2008).
Sin duda, uno de las mayores características de la cultura organizacional en sí, es la relevancia que
ha ido tomando en el funcionamiento de la organización, por lo que podremos señalar que en las
últimas décadas se ha producido una paulatina toma de conciencia de lo trascendente que resulta
este aspecto cuando se quiere abordar una organización.
“La idea de concebir las organizaciones como culturas (en las cuales hay un sistema de
significados comunes entre sus integrantes) constituye un fenómeno bastante reciente.
Hace diez años las organizaciones eran, en general, consideradas simplemente como un
medio racional, el cual era utilizado para coordinar y controlar a un grupo de personas.
Tenían niveles verticales, departamentos, relaciones de autoridad, etc. Pero las
organizaciones son algo más que eso, como los individuos; pueden ser rígidas o
flexibles, poco amistosas o serviciales, innovadoras y conservadoras […], pero una y
otra tienen una atmósfera y carácter especiales que van más allá de los simples rasgos
estructurales […] Los teóricos de la organización han comenzado, en los últimos años, a
reconocer esto al admitir la importante función que la cultura desempeña en los
miembros de una organización.” (Robbins, 1991: 439).
2
De tal modo, los estudios sobre la cultura organizacional y los aspectos que la componen se han
apoderado del debate organizacional. Para ir profundizando en la temática, será necesario señalar
que comprenderemos por cultura organizacional – en su aspecto más fundamental- la que se
encuentre compuesta por una estructura organizacional, a su vez que comparte valores, reglas,
políticas, normas, costumbres, así como ceremonias y eventos; como también que exista
comunicación, se lleven a cabo adiestramientos, y se trabaja en torno a metas y mediciones,
igualmente, que existan recompensas. Será así, como este conjunto de elementos conformarán lo
que se conoce como cultura organizacional, como el espacio central de una organización, en
donde esta se convertirá, en una suerte de estructura estructurante de los individuos que sean
parte de ella, y en donde tales individuos estructurarán del mismo modo a la estructura, siempre
lo anterior a partir de su característica vital de autopoiética. En palabra de Darío Rodríguez “ la
cultura organizacional, por consiguiente, constituye una expresión del estar en el mundo”
(Rodríguez, 2004: 267), será por lo tanto la cultura organizacional el soporte de la empresa, de sus
gerentes, de sus operarios, y resto de cargos intermedios.
En el actual trabajo se planeta situar a la cultura organizacional como la principal vital para
comprender la realidad de las organizaciones, su funcionamiento -y quizás también la
subjetividad- que se construye a partir de los parámetros que otorga la misma cultura. Vale
destacar del mismo modo, que en ningún caso se pretende posicionar a la cultura organizacional
como una realidad dogmática, como una realidad incuestionable que a su vez contiene todas las
explicaciones a las preguntas surgidas, sino como una aproximación vital al mundo organizacional.
Siguiendo una vez más a Darío Rodríguez (2004), el posterior análisis que se hará en torno a la
cultura organizacional, girará en torno a algunos preceptos como el que ésta, se encuentra
constantemente en variación; su cambio es imperceptible para quienes están dentro de ella; como
todo cultura, no puede ser impuesta y así mismo no puede ser cambiada por decreto, muchas
veces quienes están insertos en ella no son conscientes de esto; se transmite a sus nuevos
miembros –gran parte de esta cultura no se adquiere mediante la capacitación o adiestramiento,
sino que dependerá en gran medida de la capacidad de asimilación y adaptación del nuevo
trabajador- lo cual resultará vital para el correcto funcionamiento de la organización; sólo puede
ser vista en virtud a una intervención externa, y a partir de este hecho se abre la posibilidad al
cambio.
3
Síntesis Funky Business
Funky Business es un libro con una clara orientación post-moderna, en donde sin tener una sólida
base analítica realiza algunos aciertos importantes sobre la actual sociedad que vale la pena tener
en cuenta a la hora de abocarnos a estudiar las organizaciones, hacia donde van, y sobre todo que
está pasando con la cultura organizacional hoy en día.
“En un mundo en el que la identidad personal se deriva de las pautas de consumo de
cada uno, la lealtad, tanto del capital intelectual como de los clientes, está ligada a los
sentimientos y las fantasías evocadas por las marcas. Cada marca, cada compañía,
representa un tribu. La pertenencia es voluntaria. Nos unimos, nos vinculamos, nos
enfadamos, nos vamos, encontramos una nueva emoción.” (Allen, 2000: 20).
Funky Business, es un libro que intenta dar una mirada a la realidad empresaria –organizacional-
en el mundo, más que hacer una conceptualización histórica se remite a situarse en el hoy, en el
actuar y en el hacer. El texto leído se configura como una apresurada, ágil y ligera visión del
mundo actual, del mundo funky, al que debemos subirnos sobre la marcha en esta cada vez más
vertiginosa sociedad.
El poder se escapó, el poder está a la vuelta de la esquina. El poder en la sociedad funky es
conocimiento, por lo tanto el poder estará en todas partes. En el hoy todo se desvanece en el aire,
por lo que el conocimiento se transmite de forma fugaz e inmediata a todas partes. El marco
interpretativo está variando por lo que la forma de hacer negocios no puede ser la misma: “en este
nuevo entorno, no podemos hacer negocios como antes. Necesitamos negocios inusuales.
Necesitamos negocios diferentes. Necesitamos negocios innovadores. Necesitamos negocios
impredecibles. Negocios sorprendentes. O lo que es lo mismo: llegó la hora de los negocios funky.”
(Nordstrom y Ridderstrale, 2000: 32). Por lo tanto será el cerebro/mente el que hace la diferencia,
por lo que una empresa funky se caracterizará por estar compuesta por un colectivo de cerebros.
De tal modo, el primer capítulo del libro será una invitación a ¡renovar la organización! de la mano
de un nuevo liderazgo y gestión, los cuales se convierten en esenciales para una organización, más
importantes que nunca, pero que será desarrollado en capítulos posteriores.
El segundo capítulo, se centra en los tres motores de cambio: tecnología, instituciones y valores.
“La principal contribución de la tecnología a los negocios funky está en la creación de sistemas de
información.” (Nordstrom y Ridderstrale, 2000: 51) La tecnología es el medio de la información,
4
hace que esta fluya, disminuyendo los tiempos, los espacios y las distancias, permiten una
transparencia total, y así mismo nos afectan a todos, no nos podemos escapar de ella. Por su
parte las instituciones son vistas como mausoleos que deben renovarse, “las instituciones son un
clase de contrato o acuerdo que une a la gente con partidos políticos, con una empresa, con un
grupo o, en el caso del matrimonio, con su pareja. Las instituciones son la base de nuestro mundo .”
(Nordstrom y Ridderstrale, 2000: 59). Las instituciones ejercen el rol de integración en la sociedad,
por lo que en la sociedad funky, éstas deben renovarse y adecuarse a las nuevas necesidades de la
sociedad del conocimiento, deben brindar el sostén para que la empresa funky compuesta por los
funkster se despliegue. Como tercer motor de cambio, se encuentra el sistema de valores, en
donde estos anteriormente eran locales, y que para adaptarse al mundo funky, deben hacerse
internacionales, por lo tanto el mestizaje se impondrá, la globalización ya es un hecho. Por último,
se tratará durante este capítulo sobre la condena de la libertad, estamos condenados a elegir, a
estar tomando constantemente decisiones. El mundo funky nos ha devuelto la libertad a nuestras
manos, pero completamente alejadas de todo compromisos, por lo que la incertidumbre será el
clima eminente de la sociedad post-moderna descrita por los autores.
La aldea funky, capítulo tercero del libro, aborda el tema de “la sociedad del exceso”, es decir una
sociedad en donde abunda más de lo mismo, y en donde la mercadotecnia se sitúa como una
nueva centralidad a la hora de la elección. En la sociedad funky propuesta, la gente no
necesariamente cumple con extenuantes jornadas de trabajo, si no que trabajan mejor, ya que la
empresa funky potencia y se diferencia por la inteligencia humana, la cual va de mano con lo
intangible. En la aldea funky, el liderazgo determinará la eficiencia de una empresa, ya que acá
importara la eficiencia, implantación y creación de cambios revolucionarios, “el éxito depende de
saber explorar lo desconocido y acertar” (Nordstrom y Ridderstrale, 2000: 113).
Mediante Funky S.A, se dan con precisión las características de una empresa funky, en donde
serán siete las principales características; en primer lugar una organización funky es más pequeña,
las empresas funkys deben ser pequeñas para facilitar la creación. Como segunda característica,
deben ser más planas, “para reducir el tiempo que transcurre entre la detección y la solución de un
problema” (Nordstrom y Ridderstrale, 2000: 181). Las empresas funky son temporales, se trabaja
en función de proyectos y grupos, es decir el empleo como ese lugar puesto fijo y seguro
desaparece. Funky S.A debe ser horizontal, “el método de estructuración más indicado es la
multiplicación: mezclar cosas de distintas partes de la red de trabajo para crear nuevas ofertas
5
comerciales” (Nordstrom y Ridderstrale, 2000: 183), la jerarquía no debe dividir. La organización
funky es circular, “cuando tenemos un ángulo de visión de 360°, la capacidad de auto-organización
aumenta de forma espectacular.” (Nordstrom y Ridderstrale, 2000: 184) De esta manera se
plantea una suerte de democracia empresarial. Junto con lo anterior, la empresa debe ser abierta,
debe estar abierta a la sociedad demandante, expuesta y que necesita retroalimentarse de
información y conocimiento, “las redes y no las empresas, son las nuevas unidades relevantes de
análisis y acción.” (Nordstrom y Ridderstrale, 2000: 185). Y por último, esta debe ser medida; no
por cambiar la estructura, la empresa funky no deberá someterse a controles, por lo que este no
desaparecerá “sólo se volverá más indirecto” (Nordstrom y Ridderstrale, 2000: 185)
El quinto capítulo, llamado “Tu, Funky”, se basa en la búsqueda de nuevas motivaciones, los
autores se dan cuenta que al enfrentarse a una nueva sociedad, a una nueva forma de mercado y
consecuentemente de nuevas organizaciones, también nos enfrentamos a nuevos actores, que ya
no trabajarán por las viejas garantías que les daba el trabajo, o por las viejas obligaciones morales
heredadas de las doctrinas. De tal modo, el liderazgo debe ser uno “cargado de significado”, los
líderes de la empresa funky, están llamados a ser los moisés de la post-modernidad, de orientar a
estos sujetos que al parecer se encuentran perdidos y expuestos al mejor postor.
Sentirse funky, será el último capítulo de Funky Business, en donde se vendrá a intentar recopilar
todo lo propuesto en los capítulos anteriores y darle forma, darle sentido. Es decir un marco
interpretativo, que será en función de la innovación, “para tener éxito en el siglo XXI, tendremos
que aprender a utilizar la innovación infinita.” (Nordstrom y Ridderstrale, 2000: 243) esta
innovación será la característica central de la sociedad moderna, “el hacer” será la estrategia para
prolongar la perpetuidad del modelo funky.
6
Comentario Crítico
Funky Business, nos invita a dejarnos llevar por la sociedad post-moderna, una sociedad rápida y
vivaz –en muchos casos violenta- que se encuentra rendida frente al prodigio del capitalismo. Será
este el marco interpretativo en el cual se desenvuelve lo funky.
“El capitalismo uber alles (por encima de todo). […] Karl Marx tenía razón” (Nordstrom y
Ridderstrale, 2000: 24) con esta dicotómica y polémica frase, comienza a desplegarse la propuesta
de estos economistas funkys; en donde la contraposición del capitalismo versus la teoría marxista
son el fiel reflejo del espíritu que regirá la obra. Por un lado la supremacía capitalista del mercado
y en consecuencia de la sociedad, pero acompañada de una propuesta caricaturesca de la lucha de
clases; en donde el marxismo es reducido a la relación que la clase trabajadora tiene
exclusivamente con los medios de producción en su función reproductiva, es decir, Marx es
tomado por los economistas suecos, como la validación del sistema capitalista, los trabajadores
son dueños de los medios de producción, es decir de sus mentes las cuales son el motor de la
creatividad, sin el cual el mundo funky no marcharía.
La sociedad funky, se nos presenta como una sociedad en donde la inmediatez del conocimiento
es la regla principal, en donde nosotros como sujetos nos encontramos a merced del decidir de las
organizaciones, obligados a girar en torno a sus requerimientos y necesidades, pero por sobre
todo a ser “inmensamente creativos” pues será este tópico el que se sitúe como centralidad de las
organizaciones funkys.
“Organizar es el arte de conseguir que gente ordinaria haga cosas extraordinarias.” (Nordstrom y
Ridderstrale, 2000: 38) La organización en la cultura funky, es vista como un mero medio para
conseguir objetivos, es la instancia en donde se puede exprimir los conocimientos de la clase
trabajadora para que esta gran empresa siga “haciendo” en el mundo, generando bienes y
servicios. En lo funky no son consideradas las subjetividades de cada trabajador “ordinario”, se
entiende que sus motivaciones si bien han cambiado, siguen siendo predecibles y fáciles de re-
orientar. Se acepta que este actor ya no trabaja por las mismas obligaciones de antaño, como lo
fueron entre otras la carga doctrinaria en cuanto a la ética laboral; pero los desafíos que sus
nuevas “necesidades” significan, no incurren en una importante amenaza para la empresa.
7
“comprar y follar. Comprar y follar son lo único que nos queda. Comprar y follar
conforman los sueños de nuestra época. El controvertido escritor británico Mark
Ravenhill afirma que comprar y follar son las dos únicas cosas que motivan a las
generaciones más jóvenes. Comprar y follar es lo que les hace sentirse vivos.”
(Nordstrom y Ridderstrale, 2000: 192)
Para la sociedad funky, lo que mueve a la fuerza de trabajo son estas dos únicas acciones, comprar
y follar es lo que hace que cada día cientos miles de millones de trabajadores se sometan a las
prácticas de explotación y dominación a las que son doblegados por estas empresas que en la
práctica no son tan funky, y en donde el ejército de reserva marxiano significa una apremiante
amenaza a sus puestos de trabajo, lo que los hace aceptar las condiciones existentes ofrecidas por
el mercado, ya cada vez menos funky. Sin duda a los autores se les olvida considerar que si bien
estamos en una sociedad de consumo, en donde el comprar/consumir es una práctica habitual
que vamos internalizando cada vez más, existen estas estructuras de poder/dominación, las cuales
no podemos obviar, y que van moldeando nuestra vida y estableciendo los parámetros sociales
por los cuales regirnos; van determinando nuestras expectativas, nuestros estándares de vidas,
por lo cual no estamos destinados a hacer otra cosa más que trabajar.
Sin duda la organización, y por ende su cultura, es vista en la sociedad funky como algo maleable,
completamente controlado y dispuesto a la sujeción del mercado. La aldea funky se caracteriza
porque “las reglas del juego tienen que ver con la eficiencia, la creación e implantación de cambios
revolucionarios…” (Nordstrom y Ridderstrale, 2000: 113) es decir, desde fuera se generan los
cambios deliberadamente, por lo que cabe preguntarse ¿La cultura organizacional tiene algún tipo
de trascendencia, o sólo está supeditada a ser la “fuente” de motivación de los trabajadores? Las
respuestas que le surgen a quien escribe, son desalentadoras; nos encontramos frente a una post-
modernidad, en donde la cultura organizacional no tiene otro objeto que ser la catalizadora de la
creatividad requerida para la perpetuación del mercado, no tiene en sí misma ninguna
característica sustancial que signifique recompensas, formulación de una identidad común, de una
forma de cohesionar a los trabajadores, sino todo lo contrario, la aldea funky es una organización
que promueve los valores individualistas, por medio del cual asegurará su reproducción. La aldea
funky no podrá existir sin la incertidumbre, sin la sensación de desapego de los trabajadores, los
cuales al no sentir ningún compromiso con la organización, tendrán la movilidad prodigio de la
libertad propugnada por el modelo. De tal modo, la cultura organizacional queda completamente
8
reducida y relegada a un segundo plano, en donde no será capaz de responder a aspectos tan
fundamentales como lo son la integración, y la satisfacción laboral.
Conclusión
El Mundo Funky, se presenta como una segunda modernidad, como una alternativa de
interpretación y asimilación de la estructura capitalista, claramente llena de conformismo, de
aceptación y validación de la estructura, pero sin duda significa una mirada sobre la sociedad
actual, a la cual podemos elegir sumarnos o no.
La cultura organizacional que se infiere de la obra, es más bien una cultura reduccionista y
limitada, completamente expuesta a lo que el mercado quiera hacer de ella, y sin ninguna
injerencia en la “vida laboral” de los funcionarios, más que la de generar la instancia de reunión y
producción.
Del mismo modo, llama la atención la visión de democracia que existe en el discurso de los
autores, en donde, al proponer que una empresa funky deber tener una estructura circular,
reduce la democracia a una concepción en la cual sólo esta es vista en función de la
retroalimentación ejercida por el derecho a votar para elegir al director general, por lo que si bien
esto significa un cierto paso en la democratización, no podemos considerar que la tarea está
acabada sólo con esta dimensión fuertemente delimitada de participación.
La concepción de cultura organizacional, propuesta en Funky Business, se contrapone
completamente a la premisa con la cual se comenzó este paper, en donde se tomaba de Luhmann
en palabras de Rodríguez, a la cultura como un sistema autopoiético.
La palabra autopoiesis significa, literalmente, autoorganización o autocomposición
(proviene de auto: a sí mismo, y poiesis: en griego, creación, fabricación, construcción).
Como concepto, nace en la biología de la mano de los chilenos Humberto Maturana y
Francisco Varela, y designa un proceso mediante el cual un sistema (por ejemplo, una
célula, un ser vivo o una organización) se genera a sí mismo a través de la interacción
con su medio. (Vivanco, 2006:158 -159)
La cultura organizacional funky, carece completamente de las características básicas de un sistema
autopoiético, en donde se le quita enteramente cualquier instancia o posibilidad de autonomía, y
de autodeterminación. La cultura organizacional funky no es construida mediante la interacción
9
con el medio, sino más bien es predeterminada por el mercado, por una mano invisible que
implementa los cambios requeridos para llevar a cabo el objetivo de ser funky, de ser innovador,
de ser original.
En el mundo funky, la cultura organizacional funky será un aspecto reducido de la empresa, que
estará a la merced de lo que el mercado quiera hacer de ella, en donde, por lo tanto esta cultura
no tendrá ninguna capacidad de autodeterminación ni de significación en la organización, si no por
el contrario debe ser vista –comprendida- como una sección de la empresa más bien estática, sin
vida en donde las condiciones materiales estarán dadas para que se puedan realizar todos los
cambios que sean requeridos, implementándose y determinándose desde fuera, desde la
exterioridad.
La cultura organizacional no podrá ser concebida sin su característica principal autopoiética, en
donde se construye y se retroalimenta con la interacción con el medio, a partir de la experiencia
misma de la vida en organización, de los aciertos y errores generados por el liderazgo y los
distintos roles que cada quien asuma en este espacio de reproducción social, es decir, la cultura
organizacional no es posible sin concebirla como un organismo vivo que si bien se encuentra
expuesto al cambio, este cambio no podrá realizarse tan sólo con la deliberación exterior, sino más
bien con la validación de los actores involucrados; en este caso, con el consenso de los
trabajadores, de los miembros que en su actuar y practicar constituyen la cultura organizacional.
10
Bibliografía
Allen, D. Prólogo en Nordstrom, K y Ridderstrale, J. (2000) Funky Business. Madrid:
Pearson educación, S.A.
González, J y Parra, C. (2008). Caracterización de la cultura organizacional. Clima
Organizacional, motivación liderazgo y satisfacción de las empresas del valle Sugamuxi y su
incidencia en el espíritu empresarial. Pensamiento y Gestión. N° 25, 40 - 57.
Nordstrom, K y Ridderstrale, J. (2000) Funky Business. Madrid: Pearson educación, S.A.
Robbins, S. (1991). Comportamiento Organizacional. México: Prentice Hall. Citado por
González, J y Parra, C. (2008). Caracterización de la cultura organizacional. Clima
Organizacional, motivación liderazgo y satisfacción de las empresas del valle Sugamuxi y su
incidencia en el espíritu empresarial. Pensamiento y Gestión. N° 25, 40 - 57.
Rodríguez, D. (2004). Gestión Organizacional, elementos para su estudio. Santiago:
Ediciones Universidad Católica de Chile
Vivanco, A. (2006). La aplicación del concepto de autopoiesis en los estudios de género: el
derecho a autocomponerse del sujeto en referencia a su identidad sexual. Acta bioth, vol.
12, N°2, 151 -164.
11