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Dos textos de
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Adriano Romualdi naci en 1940, hijo de Pino Romualdi, antiguo vicesecretario
general del PFR y cofundador del MSI. Creci en un ambiente de confrontacin de ideas
donde, por un lado, los vencedores de la guerra reconstruan la historia conforme a su
ideologa y con el objetivo de desmerecer a aquellos que honraron hasta el fin el
compromiso blico de Italia, y por otro, los vencidos intentaban mantener prendida la
llama de la "otra Europa", ms all de las formulas liberales y marxistas que por aquella
poca pugnaban entre s, anticipando la Guerra Fra.
Se licenci en Historia, convirtindose en profesor de Historia Contempornea en la
Universidad de Palermo, donde convivi con polticos de relevancia como Augusto de Noce
o Renzo de Felice. Sin embargo, la personalidad que ms influy a Romualdi fue el filsofo
Julius Evola, de quien se har amigo e inclusive bigrafo. Librndose de las cadenas de la
nostalgia por el rgimen fascista que atenazaban a la mayora de
los nacionalistas italianos, Adriano Romualdi lea a Friedrich Nietzsche y Oswald Spengler.
Este ltimo lo hizo despertar para el hecho de que el pequeo nacionalismo de
cariz burgus estaba muerto.
Lejos de ser un intelectual, designacin por l despreciada, Romualdi era un
hombre de pensamiento y accin. Tradicionalista, pero nada conservador, podemos
definirlo como un"futurista", en todo el sentido de la palabra, o sea, l tanto admiraba el
hecho de que los americanos haban llevado a un hombre hasta la Luna, como el avance
sovitico en la antropologa, sociologa y psicologa. Romualdi se dio cuenta de que era
necesaria la recuperacin de la cultura por los nacionalistas, nica forma de construir
un "area poltica radical", capaz de hacer frente al adversario capitalista-marxista.
Hombre de excepcional inteligencia Adriano Romualdi contribuy de forma indeleble para
la evolucin del nacionalismo revolucionario a travs de la transmisin de nuevas formas
de comprender la Historia y la poltica. Para l, ideas, smbolos o lemas desprovistos de
capacidad transformadora no seran ms que estrategias ridculas, que llevaran al fracaso.
Romualdi fue tambin uno de los principales impulsores de la apropiacin del
trmino "Derecha" entre los nacionalistas, escogida estratgicamente para captar los
amplios sectores sociales que no se identificaban con el conservadurismo vergonzante
democristiano. Busc dotar de un cuerpo ideolgico al trmino "derecha", cuando
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explic: "Qu significa ser de derecha? Ser de derecha significa, en primer lugar,
reconocer el carcter subversivo de los movimientos salidos de la Revolucin Francesa,
sean ellos el Liberalismo, la Democracia o el Socialismo. Ser de derecha significa, en
segundo lugar, detectar la naturaleza decadente de los mitos racionalistas, progresistas,
materialistas, que preparan la llegada de la civilizacin plebeya, el reino de la cantidad, la
tirana de la masa annima y monstruosa. Ser de derecha significa, en tercer lugar,
concebir el Estado como una totalidad orgnica donde los valores polticos predominan
sobre la estructura econmica y donde el derecho de 'a cada uno lo suyo' no significa
igualdad, sino igual desigualdad cualitativa. Finalizando, ser de derecha significa aceptar
como propia aquella espiritualidad aristocrtica, religiosa y guerrera que origin la
civilizacin europea, y -en nombre de esta espiritualidad y de sus valores- aceptar la lucha
contra la decadencia de Europa".
Romualdi percibi que slo habr futuro a travs de un regreso a las ms
profundas races europeas, aliado a los avances que la tcnica y las ciencias modernas
ofrecen. En otras palabras, unir la tradicin primordial con el futurismo, en oposicin al
conservadurismo reaccionario y al progresismo que nos desarraiga, tesis recientemente
actualizada y perfeccionada por Guillaume Faye, explicada en su obra El
Arqueofuturismo.
Colaborador frecuente en las publicaciones nacionalistas italianas, fue tambin
autor de diversas obras entre las cuales destacamos "Los indoeuropeos", "El problema de
una tradicin europea", y la biografa de su maestro "Julius Evola, el hombre y la obra".
El primer texto, Por qu no existe una cultura de derecha fue escrito en 1965
como documento para el FUAN, donde Adriano Romualdi tena el cometido de la
orientacin doctrinal, y fue difundido originariamente a ciclostil. Posteriormente fue
publicado en Pagine Libere(septiembre de 1966) y LItaliano(julio-agosto de 1970). Para
su ltima edicin cont con algn pequeo aadido.
El segundo trabajo, La nueva cultura de derecha viene a ser una revisin del
anterior, publicado de forma conjunta, poco antes de la muerte de Romualdi. En su da
debi ser un primer anlisis de tendencias y autores rabiosamente actual, con
peculiaridades italianas imposibles de extrapolar a cualquier otro sitio.
Deca Romualdi en una entradilla Es mi deseo que ambos ensayos puedan
contribuir a llevar un poco de claridad en un campo donde la confusin ideolgica y un
ambicioso arribismo proyectan sus sombras inquietas.
Adriano Romualdi falleci en agosto de 1973, en un trgico accidente de automvil
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en Roma, cuando contaba apenas treinta y tres aos de edad.
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Uno de los temas ms tratados en nuestra prensa y en las
conversaciones de nuestro ambiente es la condena del slido alineamiento
hacia la izquierda de la cultura italiana. Esta condena viene formulada en tono
tan dolorido como sorprendido, como si no fuera natural que la cultura se
encuentre actualmente alineada de aquella parte, mientras que de la derecha
se encuentra un vaco cultural casi completo.
Usualmente se busca atribuir la razn de este estado de cosas con
explicaciones sobre su buen mercado, que sirven para autotranquilizarse uno
a s mismo, y permiten quedarse en la superficie de las cosas.
Se dice, por ejemplo, que la cultura est en la izquierda porque all se
encuentra la mayor cantidad de capital, de casas, de editoriales, de mtodos
de propaganda. Se dice tambin que bastara que el viento cambiase para que
muchos comprometidos por la izquierda se replanteasen su militancia.
En todo esto hay parte de verdad. Una cultura, o mejor dicho, la base de
lanzamiento que una cultura necesita es la organizacin, el dinero, la
propaganda. Es indudable que el aplastante predominio de las ediciones de
direccin marxista, del cine socialcomunista, invita a militar a muchos que
en un clima distinto sabran permanecer neutrales.
Sin embargo, esto no debe hacer que se olvide la verdadera causa delpredominio ideolgico de la izquierda. Tal reside en el hecho de que all
existen las condiciones para una cultura, existe una concepcin nica de la
vida, material, democrtica, humanista y progresista. Esta visin del mundo y
de la vida puede asumir diversos matices; puede convertirse en radicalismo y
comunismo, neoiluminismo y cientifismo de fondo psicoanalista, marxismo
militante y cristianismo positivo de extraccin social. Pero siempre se
encuentra ah una visin unitaria del hombre, de los fines de la historia y dela sociedad.
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En esta comn concepcin tiene su origen una masiva produccin
ensaystica, histrica y literaria que puede ser mezquina y decadente pero que
tiene su lgica y su ntima coherencia. Y esta lgica y esta coherencia ejercen
una fascinacin siempre creciente sobre las personas cultas. No es un misterio
para nadie el hecho de que un gran nmero de profesores de enseanzamedia y universitaria est comunistizado, y que la comunistizacin del
conjunto de los profesores se extiende con una rapidez impresionante. Y entre
los jvenes que tienen el hbito de la lectura, la orientacin hacia la izquierda
gana terreno a ojos vistas.
En la derecha no ocurre nada de esto. Ah lo envuelve todo una
atmsfera deprimente hecha de conservadurismo aislado y de comodidad
burguesa. Se leen artculos en los que se pide que la cultura tenga en mayor
consideracin los valores patriticos y la moral, todo ello en una pintoresca
confusin de las ideas y del lenguaje.
En la izquierda se sabe bien qu es lo que se quiere, ya sea porque se
habla de la nacionalizacin de la energa elctrica, o del urbanismo, ya de la
historia de Italia o del psicoanlisis, siempre se trabaja en orden a un fin
determinado, la difusin de una determinada mentalidad, de una determinada
concepcin de la vida.
En la derecha se anda a tientas en medio de la incertidumbre y de la
imprecisin ideolgica. Se es patritico-risorgimentalista y se ignoran los
lbregos aspectos democrticos y masnicos que durante el Risorgimento
coexistieron con la idea de la Unidad. O sea, se est por un liberalismo
nacional y se olvida que el mercantilismo liberal y el nacionalismo liberal han
contribuido poderosamente a destruir el orden europeo. O, an, se habla de
estado social del trabajo y se olvida que una repblica italiana
fundamentada en el trabajo, que ya tenamos antes de ahora,
desgraciadamente, y que reduce en estos trminos nuestra alternativa,
significa solamente ascender al rango de socialdemcrata de segunda.
Quiz los hombres cultos no sean menos numerosos en la derecha que
en la izquierda. Si se considera que la mayor parte del electorado de derecha
es burgus, debemos deducir que all abundan quienes han hecho los estudios
superiores y deberan haber adquirido un cierto hbito de lectura.
Pero mientras el hombre de izquierda tiene tambin unos elementos
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culturales de izquierda, y escucha a Marx, Freud y Salvemini, el hombre de
derecha difcilmente posee una conciencia cultural de derecha. l no sospecha
la importancia de un Nietzsche en la crtica de la civilizacin, no ha ledo
jams una novela de Jnger o de Drieu La Rochelle, desconoce el Ocaso de
Occidente y no duda que la revolucin francesa haya sido una gran pgina enla historia del progreso humano. Mientras se queda en la cultura, l es un
bravo liberal aunque un poco nacionalista y patriota. Cuando se distingue es
slo cuando comienza a hablar de poltica: encuentra que Mussolini era un
hombre inteligente que no quera la guerra, y que las pelculas de Pasolini son
sucias.
No hace falta mucho para advertir que si no hay una cultura de Derecha
ello se debe a que falta una verdadera idea de la derecha, una visin del
mundo cualitativa, aristocrtica, combativa y antidemocrtica, una visin
coherente, por encima de ciertos intereses, de cierta nostalgia y de cierta
oleografa poltica.
Qu significa ser de Derecha
Con estas afirmaciones que, como todas las afirmaciones verdicas,
escandalizarn a ms de uno, creemos haber puesto el dedo en la llaga.
Qu debera significar propiamente ser de Derecha?
Ser de Derecha significa, en primer lugar, reconocer el carcter
subversivo de los movimientos surgidos de la revolucin francesa, ya se trate
del liberalismo, ya de la democracia, ya del socialismo.
Ser de Derecha significa, en segundo lugar, ver la naturaleza decadente
de los mitos racionalistas, progresistas y materialistas que preparan el
advenimiento de la civilizacin popular, el reinado de la cantidad, la tirana de
las masas annimas y monstruosas.
Ser de Derecha significa, en tercer lugar, concebir el Estado como una
totalidad orgnica, en donde los valores polticos predominan sobre la
estructura econmica, y en donde el dicho a cada uno lo suyo no significa
igualdad sino desigualdad cualitativa.En fin, ser de Derecha significa asumir como propio aquel espritu
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aristocrtico, religioso y guerrero que ha forjado la civilizacin europea, y en
nombre de este espritu y de sus valores aceptar la lucha contra la
decadencia de Europa.
Es interesante ver en qu medida esta conciencia de lo que es la
derecha aflora en el pensamiento europeo contemporneo. Existe unatradicin antidemocrtica que corre por todo el siglo XIX y que en las
formulaciones del primer decenio del siglo XX nos prepara para el fascismo
que se avecina. Se puede comenzar con Reflexiones en torno a la
revolucin francesa en donde Burke, para empezar, desenmascara la trgica
farsa jacobina y advierte que ningn pas puede sobrevivir mucho tiempo sin
un cuerpo aristocrtico de una especie o de otra.
Enseguida esta publicidad busc sostener la Restauracin con los
escritos de los romnticos alemanes y de los reaccionarios franceses.
As piensan los Aforismos de Novalis, con su reaccionarismo
esplendente de novedad y de revolucin (Burke ha escrito un libro
revolucionario contra la revolucin), otra sugestiva y proftica anticipacin:
Un gran fallo de nuestros Estados es que se mira demasiado poco al Estado
No deja usted introducir totalmente los smbolos y los uniformes? As piensa
un Adam Mller, en su polmica contra el atomismo liberal de Adam Smith, la
contraposicin de una economa nacional a la economa liberal. As piensan
Gentz, consejero de Metternich y secretario del Congreso de Viena, Gorres,
Baader y de igual manera Schelling. Prximo est un Federico Schlegel con
sus mltiples intereses, la revista Europa, manifiesto del reaccionarismo
europeo, la exaltacin del medioevo, los primeros estudios sobre los orgenes
indoeuropeos y la polmica con los liberales italianos sobre el patriotismo de
Dante, patriota del Imperio y no pequeo nacionalista.
As piensa De Maistre, este maestro de la contrarrevolucin que exaltaba
al tirano como smbolo del orden viril y positivo; el vizconde De Bonald;
Chateubriand, gran escritor y poltico reaccionario; el radicalismo de Donoso
Corts: veo llegar el tiempo de las negaciones absolutas y de las
afirmaciones soberanas. Por otra parte, la crtica puramente reaccionaria
tena sus lmites bien evidentes en la cerrazn a aquella fuerza nacional y
burguesa que anhelaba fundar una nueva solidaridad diferente de la de las
negaciones iluministas. Arndt, Jahn y Fichte, pero ms an el Hegel de la
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Filosofa del Derecho, pertenecen al horizonte contrarrevolucionario por la
concepcin nacional-solidarista del Estado, aun cuando no comparten el
dogmatismo legitimista. La cerrazn a las fuerzas nacionales, incluso all
donde, como en Alemania, se encuentran sobre posiciones antiliberales, es el
lmite de la poltica de la Santa Alianza. Sacudido el sistema de Metternich porla miopa de su concepcin de fondo (combatir la revolucin con la polica e ir
restaurando una legalidad setecentista), la contrarrevolucin se divide en dos
ramas: una se estanca en posiciones meramente legitimistas y confesionales
destinadas a ser subvertidas, y la otra busca nuevas vas y una nueva lgica.
Carlyle polemiza contra el espritu de los tiempos, el utilitarismo
manchesteriano (no es que la ciudad de Manchester se haya enriquecido
ms, es que se han hecho ms ricos algunos de los individuos menos
solidarios de la ciudad de Manchester) y el humanitarismo de Giuseppe
Mazzini (Qu son todas estas tonteras de color de rosa?). l busca en los
hroes la clave de la historia, y ve en la democracia el eclipse temporal del
espritu heroico.
Gobineau publica en 1853 el memorial Ensayo sobre la desigualdad
de las razas humanas fundando la idea de aristocracia sobre sus
fundamentos raciales. La obra de Gobineau encontrar su continuacin en los
escritos de los alemanes Clauss, Gnther, Rosenberg, del francs Vacher de
Lapouge y del ingls H. S. Chamberlain. A travs de esta idea el concepto de
estirpe, fundamental para el nacionalismo, viene arrancado de la
arbitrariedad de los diversos mitos nacionales, y reconducido hacia el ideal
nrdico-indoeuropeo como una medida objetiva del ideal europeo.
Al final del siglo la vanguardia de la Derecha era la polmica de Federico
Nietzsche contra la civilizacin democrtica. Nietzsche, todava ms que
Carlyle y Gobineau, es el creador de una moderna Derecha fascista, a la que
ha dotado de un lenguaje resplandeciente de negaciones revolucionarias.
Nietzscheanos son el escarnio del enemigo, la prontitud para atacar, la
temeridad revolucionaria (lo que se cae debe ser tambin empujado). La
palabra de Nietzsche ser recogida en Italia por Mussolini y DAnnunzio, en
Alemania por Jnger y Spengler, y en Espaa por Ortega y Gasset.
Entretanto, tambin dentro del nacionalismo se ha alzado un cambio de
signo. En las formulaciones de los romnticos alemanes la nacin ya no era
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la masa desarticulada, la nacin jacobina, sino la sociedad corporativa, con
sus cuerpos sociales, sus tradiciones y su nobleza. Una sociedad enseaba
Federico Schlegel es tanto ms nacional cuanto ms ligada est a sus
costumbres, a su sangre, a sus clases dirigentes, que, para nosotros,
representan la continuidad de la historia.A finales del siglo tiene efecto una reelaboracin del nacionalismo en el
espritu del conservadurismo. Maurrs y Barrs en Francia, Oriani y Corradini
en Italia, los pangermanistas y el movimiento juvenil en Alemania, y Kipling
y Rhodes en Inglaterra, han conferido a la idea nacional una impronta
tradicionalista y autoritaria. El nuevo nacionalismo es esencialmente un
elemento del orden.
Fascismo, nazismo y cultura de Derecha
En efecto, el mito impreciso de pueblo sirve todava para
contrabandear con una cantidad de ideas que no son de derecha. De aqu la
escasa capacidad de captacin en el campo cultural de los regmenes fascistas
de Italia y Alemania. El fascismo y el nazismo tienen clara su contraposicin a
los movimientos surgidos de la revolucin francesa, y osaron hacer frente al
mito burgus, contra el capitalismo anglosajn, y al mito proletario, contra el
bolchevismo ruso; y no renunciaron a crear dentro de su Estado una ciudadela
ideolgica que pudiese sobrevivir a la catstrofe poltica.
Basta pensar que en Italia el liderazgo cultural fue confiado a Gentile,
un hombre que supo aportar su personalidad pero que ideolgicamente slo
era un patriota de espritu risorgimentalista, ligado con hebra doble al
mundo de la cultura liberal. No es casualidad que todos los discpulos de
Gentile (aquellos inteligentes que consideran cultura cualquier cosa) militen
hoy en el campo antifascista, e incluso en el comunista. Quien lea Gnesis y
estructura de la sociedad deber quedarse perplejo ante el espritu
socialdemcrata de esa obra que culmina dignamente el ideal bolchevique del
humanismo del trabajo. As no puede sorprender que un gentiliano como
Ugo Spirito se manifieste de cuando en cuando, ora como corporativista, oracomo comunista, sin necesitar cambiar un rengln de lo que ha escrito.
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En Italia, durante los aos veinte, se habl mucho de patria y de nacin
pero jams hubo preocupacin por hacer circular la idea de la moderna cultura
de Derecha. El ocaso de Occidente de Spengler (que Mussolini conoca en
versin original), El Trabajadorde Jnger y El Estado verdadero de Spann
nunca fueron traducidos. Novelas como Gilles de Drieu La Rochelle o Los
proscritos de Von Solomon fueron completamente ignoradas por la cultura
fascista oficial.
En estas condiciones, era natural que la obra de un Julius Evola pasase
inadvertida. Un libro como Revuelta contra el mundo moderno que,
traducido en Alemania, despert gran inters (Gottfried Benn escribi de l:
una obra cuya excepcional importancia aparecer claramente en los aos
venideros. Quien la lea se sentir transformado y ver Europa de otra
manera) fue como si no se hubiera escrito en Italia.
A la sombra del Littorio, detrs de la fachada de las guilas y de las
divisas, sigui prosperando una cultura neutra, inspida, a veces fiel al
rgimen por un ntimo patriotismo pequeoburgus, ms frecuentemente con
una actitud encubierta, polmica e instigadora. Hoy estn de moda las
memorias de Zangrandi, en las que algunos personajes mediocres de la
poltica y el periodismo se jactan de haber hecho carrera como fascistas, sin
serlo realmente. Es evidente que la mala fe de estas plidas figuras, entre
tantas mentiras, deja una verdad. En la cultura fascista, la oficial de los
Littoriali de la juventud, detrs de una fachada de aduladores homenajes al
Duce, al Rgimen y al Imperio, quedaba una mezcla de socialismo patritico,
de liberalismo nacional y de catolicismo italiano.
Desaparecida la identificacin Italia-Fascismo, hundido en 1943 el
concepto tradicional de patria, los patriotas socialistas evolucionan a
socialcomunistas, y los liberales nacionalistas slo a nacionales, y los
catlicos italianos a democristianos.
Es indudable que el oportunismo ha contribuido a esta fuga general,
pero tambin es cierto que, si el fascismo hubiera hecho cualquier cosa para
crear una cultura de Derecha, una inexpugnable ciudadela ideolgica, alguna
cosa ms quedara en pie.
El Nacionalsocialismo encontr base mejor para trabajar. La cultura de
Derecha alemana contaba con una prestigiosa serie de nombres, comenzando
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en los primeros romnticos y acabando con Nietzsche. El propio Goethe ha
dejado palabras inequvocas de desconfianza hacia la fatuidad liberal de sus
tiempos. Adems, entre 1918 y 1935, en Alemania haba florecido la
denominada revolucin conservadora con autores de fama europea como
Oswald Spengler y Ernst Jnger, Othmar Spann y Moeller Van Der Bruck,Ernst Von Solomon y Hans Grimm, que son nombres conocidos tambin fuera
de las fronteras alemanas. El mismo Thomas Mann ha hecho con las
Consideraciones de un apoltico una contribucin fundamental a la causa
de la derecha alemana.
Todava aqu, sin embargo, el mito del pueblo tom la mano a los
gobernantes y la igualdad hizo enmudecer todas las crticas, incluso las
constructivas. Pero en las confrontaciones del fascismo, el nazismo tena el
mrito de obligar a la cultura neutra a una rendicin de cuentas. En eso,
mucho ms que el rgimen italiano, tena la conciencia de representar una
autntica visin del mundo, violentamente hostil a todas las putrefacciones e
ideas errneas de la Europa contempornea. La muestra del arte degenerado,
la quema de los libros hebreos, si no otras cosas, tenan un significado ideal
revolucionario y un carcter de abierta revuelta contra los fetiches de un
mundo en descomposicin.
Pero tambin aqu se exagera; con esto se denuesta contra personajes
que podran ser dejados en paz, como Benn o Wiechert, mientras, por su
parte, los censores mostraban defectos populistas y jacobinos. Existe un librito
titulado A los oscurantistas de nuestro tiempo en el que Rosenberg
responde a los crticos catlicos de su Mito con una vulgaridad que no tiene
nada que envidiar a Voltaire o a Anatole France.
Como quiera que fuere, fue en un ambiente nacionalsocialista donde se
concibi el ambicioso proyecto de crear una tropa de ruptura en el campo de
la visin del mundo para abrir un paso en el gris horizonte de la cultura
neutra y burguesa.
Y la propia concepcin de las SS, su superacin del simple patriotismo
alemn en el mito de la raza aria, la concepcin del Estado como un orden
standarizado, la idea de un imperio europeo de nacionalidad germnica, ponen
al nacionalsocialismo a la vanguardia de la formulacin de los contenidos
ideolgicos de una derecha pura.
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Indicaciones para una nueva cultura de Derecha
Qu problemas se plantean a quienes quieren afrontar el problema de
la cultura de Derecha? Antes que nada, se considera necesario un enfoquecorrecto del problema. Y la primera contribucin a este enfoque es la
definicin de lo que se entiende por Derecha y por cultura.
Es necesario dejar claro que, para el hombre de derecha, los valores
culturales no ocupan el rango excelso que ensalzan los escritores de formacin
racionalista. Para el verdadero hombre de derecha, antes que la cultura estn
los genuinos valores del espritu, que encuentran su expresin en el estilo de
vida de la verdadera aristocracia, en las organizaciones militares, en las
tradiciones religiosas an vivas y operativas. Primero est un determinado
modo de ser, una determinada tensin contra alguna realidad y despus el
eco de esta tensin bajo la forma de filosofa, arte, literatura...
En una civilizacin tradicional, en un mundo de derecha, primero viene
el espritu vivo y despus la palabra escrita.
Slo la civilizacin burguesa, nacida del escepticismo ilustrado, poda
pensar en sustituir el espritu heroico y asctico por el espritu de la cultura,
la dictadura de los filsofos.
El demcrata rinde culto a la problemtica, a la dialctica y a la
discusin, y transformara voluntariamente la vida en un caf o en un
parlamento. Para el hombre de derecha, por el contrario, la pesquisa
intelectual y la expresin artstica adquieren un sentido tanto en cuanto
comunican con la esfera del ser, con algo que comnmente concebido no
pertenece al reino de la discusin, sino al reino de la verdad. El autntico
hombre de derecha es instintivamente hombre religioso, no en el sentido
estricto de lo que el trmino implica en relacin con la fe y la devocin, sino
porque mide sus valores no con el metro del progreso, sino con el de la
verdad.
Ser conservador ha escrito Moeller van der Bruck no significa
depender del inmediato pasado sino de los valores eternos.
La cultura y el arte de derecha no pueden pretender ser el centro mismo
del templo, sino slo el vestbulo. La verdad viva es otra.
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De aqu una cierta deficiencia del genuino hombre de derecha frente a la
cultura moderna, un desprecio impersonal por el comn de los literatos, de los
estetas, de los periodistas. Recuerdo las palabras de Nietzsche: Una vez el
pensamiento era Dios, despus pas a ser hombre, ahora se ha hecho plebe,
un siglo ms de lectores y el espritu se pudrir y apestar.De aqu la hostilidad del fascismo y del nazismo al tipo del intelectual
desarraigado. En ella reside no slo la tosca desconfianza de los escuadristas
y los lansquenetes hacia los refinamientos intelectuales sino tambin la
aspiracin a una espiritualidad hecha de herosmo, fidelidad, disciplina y
sacrificio. Jos Antonio recomendaba a sus falangistas el sentimiento asctico
y militar de la vida.
Asentada esta premisa, consideramos ms cercana la obligacin de dar
vida a una cultura de Derecha. El fin, ya lo hemos dicho, es la construccin de
una visin del mundo que se inspire en valores diferentes de los hoy
dominantes. No una teora o filosofa, sino una visin del mundo. Esto
permite un largo margen de libertad a las aportaciones particulares. Se puede
trabajar para crear una visin del mundo de derecha, tanto desde la parte
catlica como desde la neopagana, ya proyectando el nobilsimo mito de la
Europa Cristiana, ya sosteniendo la identidad Europa-Arianidad.
Un ejemplo modesto pero interesante de esta concordia discursiva es el
ofrecido por las revistas juveniles del primer neofascismo. Cantiere y
Carattere, de la parte catlica, e Imperium y Ordine Nuovo, de la parte
evoliana, han contribuido no poco a un proceso de revisin de ciertos mitos
burgueses y patrioteros, caractersticos de la vieja Derecha.
Estas revistas y otras que no hemos mencionado ( Il Ghibellino,
Barbarossa, Tradizione, etc) contribuyen siempre con importantes
limitaciones a avivar un cierto discurso. Todo o casi todo se debe a quien
bien se puede definir como el maestro de la juventud neofascista: Julius
Evola.
Sin libros como Los hombres y las ruinas y Cabalgar al tigre no sera
posible mantener libre un espacio cultural en la derecha actualmente. Pero
Evola es un gigante aislado y su obra yace hoy sobre sus espaldas.
Necesitamos nuevas fuerzas creadoras o, al menos, un inteligente trabajo de
difusin.
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Sean cultivados los campos particulares de la historia, de la filosofa y
de la ensaystica. Sea probada cualquier cosa en el plano del arte. No en vano
ha comparado Evola la tradicin con una vena que necesita innumerables
capilares para llevar su sangre por todo el cuerpo.
Orientaciones para una nueva cultura de Derecha
Cules podran ser las tareas de una derecha cultural?
En el campo de la visin del mundo, la definicin de una concepcin
orgnica y no mecnica, cualitativa y no cuantitativa, una Ganzheitslehre para
la cual existe toda una serie de puntos de referencia desde Schelling hasta
Othmar Spann. Pero tambin algunos filsofos del idealismo depurados de
cierta mitologa historicista pueden constituir puntos de referencia contra el
neomarxismo y el neoiluminismo. Desde el Hegel de La filosofa del
derecho hasta el mejor Gentile, algunos elementos pueden ser utilizados. No
debe pasarse por alto la crtica de la ciencia y de la concepcin matemtica
del cosmos, en la que est la crtica del concepto de las leyes de la naturaleza
de Boutroux, ni asimismo que el lan vital de Bergson puede servir como
elemento de ruptura para una concepcin del universo no matemtica, sino
voluntarista y espiritualista.
As, en este mbito, existen puntos de referencia bastante numerosos.
Lo importante es darse cuenta de que una visin del mundo debe ser
formulada tambin en trminos lgicos y no slo msticos. La importancia de
un Evola respecto de un Guenon estriba en que l sostiene una Teora y una
Fenomenologa del Individuo Absoluto, es decir, un verdadero y propio
pensamiento y de la mayor consecuencia y coherencia. En una poca de
racionalismo imperante, no es posible pretender hacer aceptar un
tradicionalismo que se presenta en trminos ms o menos fidestas.
Pero en lo que tiene relacin con la verdadera y propia ciencia, es ante
todo en utilizar las reservas formuladas por grandes cientficos
contemporneos como Heisenberg y Weiszker frente al mtodo cientfico
como instrumento de conocimiento absoluto. Es importante darse cuenta de
que la fsica ms moderna no conoce una materia sino una serie de hiptesis
en torno a un quidconceptualmente indefinible.
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Un segundo campo es el de la antropologa. Antroplogos como el
americano Jensen (La hereditabilidad de la inteligencia) y el ingls
Eysenck (Raza, inteligencia y educacin) han analizado la desviacin
intelectual entre blancos y negros, dando realce a los factores hereditarios.
Otro americano, Carleton S. Coon, en su obra El origen de las razas considerado el estudio ms importante sobre los orgenes del hombre despus
de los de Darwin ha demostrado cmo las razas humanas no han tenido un
progenitor comn, sino que han superado separadamente el umbral de la
hominizacin. Se trata de afirmaciones fundamentales que los medios de
comunicacin social se esfuerzan en ignorar, pero de las que la Derecha no
puede desentenderse por sus consecuencias antiigualitaristas.
Al margen de la ciencia se encuentra uno de los argumentos hoy ms
discutidos: la ecologa. Sera absurdo que la Derecha abandonase a la
izquierda este tema, cuando todo el significado ltimo de su batalla se
identifica propiamente con la conservacin de las diferencias y de las
peculiaridades necesarias para el equilibrio espiritual del planeta,
conservacin de la que la proteccin del ambiente natural es una parte.
El de la historia es uno de los campos ms violentamente batidos por la
ofensiva adversaria. Demostrar que la Derecha est contra el sentido de la
historia es uno de los medios con mayor aceptacin para desacreditarla ante
los ojos de una poca que considera el progreso tcnico como progreso
absoluto.
Antes que nada, es necesario hacer un lugar a una concepcin no
banalmente evolutiva de la historia. Oswald Spengler, Toynbee, Gnther y
Altheim pueden ofrecer las pautas de referencia. A la concepcin de la historia
como un progreso mecnico se opone una visin histrica que conoce
perodos de desarrollo y perodos de evolucin. En general no existe una
historia de la humanidad, sino slo una historia de las diferentes estirpes y
civilizaciones, por ejemplo, una historia de Europa como devenir de las
estirpes indoeuropeas a travs de los ciclos prehistrico, grecorromano y
medieval-moderno.
Esta concepcin de una cultura europea es tambin lo que ayuda a
comprender la historia ms reciente. Toda la historiografa derechista, desde
1800 en adelante, est escrita en clave nacional y nacionalista. Este esquema
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no es metodolgicamente errneo, pero s estrecho. Muestra sus limitaciones
cuando el fascismo se asienta como movimiento europeo para la
reestructuracin de la civilizacin europea entera. Es por esto que los libros de
los epgonos del nacionalismo, como Tamaro (Veinte aos de historia) le
dejan a uno insatisfecho por la falta de una adecuada perspectivahistoriogrfica.
El campo del arte merece una resea particular. Aqu no basta la
claridad de las orientaciones, sino que es necesario integrar las tesis justas
con la infalibilidad del gusto que confiere la nobleza artstica a un sentimiento
del mundo.
Qu es el arte de derecha? No se trata simplemente de hacer buenas
novelas o poesa diversa por el contenido, sino de expresar una diferente
tensin estilstica. En eso residen los libros de autores comprometidos con la
derecha, en los que difcilmente se podra encontrar esta nueva dimensin.
Esta puede aflorar, por el contrario, en escritores menos militantes. Vase, por
ejemplo, Sobre los acantilados de mrmolde Jnger.
Este autor estuvo durante un perodo de tiempo muy cercano al
nacionalsocialismo; enseguida se diferenci asumiendo posturas crticas. Pero
difcilmente podremos encontrar cualquier cosa que est ms en la derecha
que este relato: la impersonalidad aristocrtica de la narracin, el estilo
impecable y brillante, la ausencia de una costa de psicologismo burgus, por
mnima que sea, hacen de l un modelo difcilmente olvidable.
En general, estas caractersticas se encuentran en todas las mejores
obras de Jnger. El contenido literario de Jnger es poco precioso. Pero un
sentimiento artstico de derecha puede animar incluso una materia desnuda,
pobre, naturalista. As ocurre en las novelas del noruego Hansum, en gran
parte historias de paisanos del norte: pescadores, marineros, campesinos...
Tambin en ellas, aunque sea en tono menor, hay una firme y mesurada
dignidad y al mismo tiempo un elemento mtico en las tribulaciones de
estas almas simples que luchan contra el destino en la atmsfera magntica
del paisaje boreal.
Debemos limitarnos a un par de ejemplos, los primeros que nos vienen
a la mente. Pero cada uno puede comprender aquello que habamos querido
decir, e integrar estas alusiones con su sensibilidad y sus conocimientos. Estas
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reflexiones valen para todas las artes: el contenido pasa a una segunda lnea
ante la forma. Vase, por ejemplo, la desenvoltura con que el Fascismo se
apropia de la arquitectura moderna para expresar un sentimiento del mundo
que no es moderno. Vase la arquitectura clsico-moderna de la Universidad
de Roma, o la del Foro de Mussolini. Se trata de obras menores, pero de obrasmuy logradas, y el espritu que emana de ese esplendor no es la aridez de los
rascacielos, sino la sustancia dura y luciente del espritu antiguo: orden,
medida, fuerza, disciplina y claridad.
Y vayamos a un arte menor, el cine. Aunque aqu haremos algunas
reflexiones sueltas que pueden servir para encuadrar el problema.
Todos pueden ver que El asedio del Alczares una buena pelcula de
propaganda fascista. Pero, en rigor, con el mismo lenguaje se podra haber
hecho una epopeya antifascista. Hay por el contrario alguna escena del judo
comunista Eisenstein (tengamos en mente algunos fotogramas de Ivn el
Terrible) que, por su misticismo nacionalista y autoritario, deben ser
considerados de derecha. As, es de notar que Fritz Lang, el director de Los
Nibelungos, era un comunista convencido que abandon Alemania con el
advenimiento de Hitler. Pero pocas pelculas adems de su obra maestra
llegan a expresar la moral heroica, mstica y pagana de la Alemania
nacionalsocialista. Y Goebbels demostr una notable inteligencia cuando
pens en l para la direccin de la pelcula del Congreso de Nremberg.
An un ejemplo ms: Ingmar Bergman. Este autor no puede
ciertamente considerarse fascista (si bien los comunistas lo intentaron en
alguna ocasin). Pero en alguna de sus obras hay una potencia simblica que
transportada al arte del dominio social no puede por menos que ejercitar
algunas sugerencias precisas que los adversarios definiran conscientemente
como irracionales y fascistas. Tengamos presentes algunas escenas de El
sptimo sello. Recurdense los pasajes mticos y solemnes, la presencia de
lo invisible en el corazn de lo visible y el drama del hroe. Aqu no se quiere
pregonar ningn mensaje poltico, pero la impresin que el espectador recibe
de ello, en conjunto, es completamente diferente de una impresin
democrtica, social o humanista.
Naturalmente, quien decide es el instinto. Quien es verdaderamente de
derecha, quien est interiormente marcado por tales valores, por un particular
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ethos, sabr inmediatamente distinguir las impresiones artsticas que
pertenecen a su mundo. Esttica viene de aisthanomai, conocer por medio de
sensaciones inmediatas.
Las consideraciones aqu desarrolladas no tienen un carcter
sistemtico. Se quiere slo afrontar un problema, no definirlo. Por otra parte,en este campo son todava suficientes las orientaciones generales. Desde
aquello hasta esto, cada uno debe proceder segn su conocimiento y
capacidad.
Bastan unos pocos indicios para trazar la lnea de desarrollo de una
cultura de Derecha. Pero esta orientacin abstracta comenzar a cobrar forma
cuando todos y cada uno comiencen a escribir y a actuar.
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Se habla mucho en los ltimos tiempos de una nueva cultura de
Derecha. Incluso alguien mostrando no tener miedo al ridculo- ha hablado
abiertamente de un nuevo Renacimiento (con erre mayscula).
No hay duda de que la Derecha est de moda. El desgobierno, los
desocupados y la contestacin han creado los presupuestos para un nuevo
inters de la opinin pblica por ideas y perspectivas que no sean las
acostumbradas por la izquierda. En esta coyuntura se han insertado algunas
iniciativas editoriales gracias a las cuales ha sido posible difundir, por decenas
de millares de ejemplares, algunos ttulos provocadores para cierto
conformismo progresista. De ah el que se hable tanto de una nueva cultura
de Derecha. Se trata ahora de ver en qu consiste.
Se trata sobre todo de una moda de la cultura de Derecha, sin ningn
bagaje importante a la espalda como los enemigos han insinuado
malignamente (Moravia ha escrito que la nueva cultura de Derecha consiste
en el hecho de haberse reeditado a De Maistre) o por el contrario se dejanindividualizar tendencias ms profundas y constructivas? Dado que la cultura
no es una simple escenografa para hacer impacto en un electorado, sino que
de la madurez de los libros y de los autores viene cualificado el propio
alineamiento que de ellos se reclama, no puede infravalorarse la importancia
de este interrogante.
Si se mira bien, para esta nueva cultura de Derecha entran en juego
pocos nombres. Se trata de los de Augusto Del Noce, de Armando Plebe y deElmire Zolla, a los que se puede unir el de Julius Evola, que no es nuevo
pero cuyos libros han tenido una reimpresin y encontrado un renovado
inters en los ltimos cuatro aos.
Por eso nos ocuparemos de Zolla y de Del Noce cuyas ideas influyen en
las de la Casa Editorial Rusconi, despus de Armando Plebe, consejero
cultural del MSI, y finalmente de Evola.
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Zolla, Del Noce y la Casa Editorial Rusconi
Lo que salta a los ojos de quien se ocupe de Augusto Del Noce y de
Elmire Zolla es que se trata de dos intelectuales que, slo con una ciertacautela, pueden ser considerados de Derecha, una calificacin entre otras
que no comparto particularmente. Y todava, el rechazo de la cultura
progresista y neoiluminista que hoy invade el mercado hace de ellos dos
reaccionarios.
Se trata de una Derecha que rehye las definiciones polticas o,
cuando las busca (ste es el caso de Del Noce), no va ms a la derecha de la
democracia cristiana. Augusto Del Noce es un catlico cercano a los ambientes
de izquierda, un discpulo del filsofo catlico francs Maritain, que en su
tiempo se alist contra Franco durante la guerra civil espaola. Aunque hoy,
no obstante, se ha desilusionado con la izquierda porque ella ha preferido la
sociedad tecnocrtica y pornogrfica, l no reniega de los valores de la
democracia.
En cuanto a Zolla, se trata de un refinado intelectual ntimo de Moravia
y compaa que hasta cierto punto ha buscado en el espiritualismo un
refugio a la aridez de la cultura neoiluminista. Tpico clrigo antifascista,
Zolla se nutre de un odio enfermizo contra todo lo que es autoridad estatal y
militar; en su libro Qu es la tradicin llega a hablar de la Tradicin durante
cientos de pginas, sin mencionar todos aquellos institutos sagrados,
monrquicos y guerreros en los que la Tradicin se ha encarnado durante
milenios.
Lo que caracteriza a Del Noce y a Zolla es la angustia por el carcter
totalitario de la sociedad contempornea en el que se exprime la muerte de
la trascendencia religiosa. Ellos se oponen al marxismo y al neoiluminismo
en los que justamente reconocen formas de mesianismo laico y tambin a
todo totalitarismo de Derecha.
Es conocida la interpretacin que Del Noce da al fascismo: el fascismo
es el mito idealista-pagano de la Nacin, paralelo al marxista de la Clase,
episodios uno y otro de la fase sacra de la poca de la secularizacin,
primera de la fase final del atesmo con la sociedad opulenta.
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La consecuencia de este purismo espiritualista es el rechazo de toda
alternativa revolucionaria de Derecha, que slo podra frenar la revolucin de
Izquierda.
En realidad, este anlisis de Del Noce se apoya en una base muy frgil.
Ante todo, es equivocado reducir el fenmeno fascista a sus aspectoshegelianos. El hegelianismo adquiere una cierta relevancia en el fascismo
italiano por la iniciativa no por todos apreciada de Gentile. En Alemania,
Rumania y Espaa las races ideolgicas son otras, se dejan conducir por la
idea de la revolucin conservadora que comoquiera que se desee
interpretar- carece del humus ms genuino del fascismo italiano. Adems el
totalitarismo fue, en gran parte, un hecho instrumental: fue la respuesta
moderna que una Derecha revolucionaria dio a la Izquierda de la poca de
masas y de propaganda de masas.
Lo que es verdaderamente esencial al fascismo y al nacionalsocialismo
es la interpretacin poltica de aquella cultura romntica que, con el
reconocimiento de lo que es histrico, orgnico, nacional y biolgico,
representa la superacin y no la simple negacin reaccionaria de la
mentalidad iluminista. Este horizonte cultural de la revolucin conservadora
europea es el terreno ms slido para la definicin de un nacionalismo
europeo como razn histrica de la anttesis a la civilizacin de consumo
americana y al bolchevismo. Fuera de esto, el tradicionalismo deviene en
puro misticismo y la negacin de la izquierda pierde toda connotacin
histrico-poltica.
Fuera de esto, todos los equvocos son posibles. Est el equvoco de la
libertad, que en una poca de propaganda de masas poda tener un sentido
diverso del que le atribuyen quienes controlan la radio y la televisin. Est el
equvoco de la democracia, que no es un simple sistema de gobierno, sino
(es extrao que un sutil metafsico como Del Noce no lo haya prevenido) la
metafsica propia de la poca de la secularizacin. La democracia es la
conviccin filosfica de que los valores no son, sino que vienen puestos por
turno por los ms pequeos y los ms numerosos. Ello quiere decir si Del
Noce lo permite que la pornografa y la ideologa del bienestar no son una
enfermedad de la cultura, sino el sentido propio de la democracia
coherentemente realizada.
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En realidad, la anttesis no reside entre el totalitarismo y el
espiritualismo, ni entre mito poltico y tradicionalismo como se deducira de
las pginas de Zolla o Del Noce, sino entre la Derecha que niega la
democracia, aunque tambin se preocupa de organizar a las masas y la
izquierda, para quien la democracia se verifica en la sociedad de consumo yen la pornografa de masas.
Las pginas de Del Noce fatigosas y pacientes y de Zolla
alambicadas e inquietas son los espejos de una angustia sincera frente a los
peligros de la civilizacin de masas, pero no contienen ninguna respuesta
histrico-poltica.
La Casa Editorial Rusconi
La ambigedad del discurso de Zolla o de Del Noce se transparenta en la
que es emanacin de su influencia cultural: la Casa Editorial Rusconi. Es por
sta, no por el acontecimiento electoral del MSI en 1971, que se aviva la
existencia de una nueva cultura de Derecha.
Con notables medios publicitarios y una moderna tcnica de conquista
del mercado, la Rusconi ha tenido el acierto de difundir toda una serie de
obras espirituales, o no comprometidas en modo alguno con la izquierda,
que han producido el clsico efecto de la piedra sobre el estao. Las
izquierdas, que se crean el amo y seor en el campo de la manipulacin de
los medios de comunicacin, han reaccionado con agitacin, contribuyendo
todava ms a los planes publicitarios de la Rusconi.
El catolicismo tradicional, los msticos de todos los colores, las novelas
esotricas, los pielrojas, los Borbones, los panfletos de Armando Plebe y los
ensayos de Augusto Del Noce, juntamente con las novelas de Jnger, Drieu La
Rochelle, etc, constituyen el horizonte de esta casa editorial, cuya orientacin
podra definirse como tradicionalista y en todo caso- antiprogresista. Por lo
dems, la Rusconi, nacida de la colaboracin de un joven administrador que
flirtea con el reaccionarismo y un director con los pies slidamente plantados
en el establecimiento democrtico, no tiene la rienda suficientemente suelta.
As su tradicionalismo ser ms bien el sublime y extraterrestre de Zolla
y Guenon que el de un Evola, pues no molesta a nadie y tambin el sutil
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izquierdista puede apreciar su extico aroma sin ser forzado a verse cogido
por una serie de consecuencias histrico-polticas. La historia, la poltica y
ojal la economa constituyen desgraciadamente nuestro destino. Pero el
esteta prudente y reaccionario no desea ser puesto en confrontacin con su
destino: l suea con un horizonte extico, atemporal, que pueda ser almismo tiempo el de los nobles pies negros, o el de los hippies nudistas, y de
este modo subsiste.
Ciertamente, ello dar a las publicaciones de De Maistre un tinte
reaccionario para exquisitos, pero teniendo en cuenta que hay que
desvincularlo de todo contexto histrico real y del mundo poltico de la
Restauracin. O bien, publicar a Drieu La Rochelle, pero nunca al Drieu La
Rochelle comprometido, y, del mismo modo, deber darnos una resea
biogrfica que diga muri trgicamente en 1945 (Dios mo, debajo de un
tren?) Igualmente se proponen de nuevo los Borbones, los pielrojas, los
tradicionalistas exticos y arcaizantes, como una provocacin de la que en el
fondo incluso a la izquierda inteligente puede gustar algn aspecto (No est
quiz contra el Estado italiano, los Saboya y la raza blanca?)
De todos modos, para evitar riesgos, siempre estn los diarios de los
aristcratas antinazis alemanes (Qu caramba! Pielrojas y Borbones, bien,
pero hay que ser antinazi) porque el esteta reaccionario al fin y al cabo es
slo un filisteo de vacaciones.
Con todo esto, no queremos negar que la Casa Editorial Rusconi haya
desarrollado un papel til e importante. Publicar Helipolis de Jnger, Las
hermanas de San Petersburgo de De Maistre, Drole de voyage de Drieu,
significa abrir una brecha en la mentalidad de la cultura dominante. Y, gracias
a la Casa Editorial Rusconi, el lector medio de peridicos ha comprendido que
existe una cultura de Derecha, que es desde De Maistre hasta Flaminio
Piccolo una ideologa de la conservacin y que, en fin, Carlos Marx no ha
comprendido todo.
Pero los grandes problemas de la revolucin conservadora aquellos
que son impuestos por el romanticismo, el nacionalismo y el fascismo- son
otros. La Casa Editorial Rusconi ha dado mucho, el tiempo, la contingencia y
la idiosincrasia de sus consejeros ocultos. Pero lo ha hecho mezclando el
tradicionalismo y el exotismo, el compromiso y el esteticismo, la espiritualidad
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y el espiritualismo, lo que muestra lo que es y lo que nunca podr ser.
Armando Plebe consejero cultural de Almirante
A diferencia de Zolla y de Del Noce, Armando Plebe no es unespiritualista. Por su formacin y por una cierta coquetera intelectual,
recuerda ms bien a ciertos filsofos del siglo XVIII y, significativamente, l
habla de la nueva cultura de Derecha como una nueva Ilustracin.
Esta afirmacin podra parecer aventurada si se piensa que la Ilustracin
es la madre de la revolucin francesa y de todas las ideologas de izquierda.
Por el contrario, una cultura de Derecha nace precisamente en los albores
del romanticismo en Alemania, en anttesis a las negaciones racionalistas e
igualitarias de la Ilustracin.
Pero es necesario tener presente a qu se reduce por parte de Plebe la
cultura de Derecha, que en su concepcin es nicamente la cultura neutral y
libre, es decir, la cultura no estrictamente vinculada a la izquierda. Al
contrario, puesto que su polmica, ms que contra la izquierda y el marxismo
en s, se dirige contra la impregnacin del marxismo en la contestacin, Plebe
no podra, en rigor, condenar ni siquiera el marxismo terico mientras ste
haga de la cultura algo serio y no partidista.
Es sabido que Plebe era, hace unos tres aos, comunista y que el
nombre del futuro presidente del FUAN figuraba entre los firmantes del
manifiesto contra el asesinato del estudiante Paolo Rossi. No se podra
afirmar que l fuera el prototipo del marxista autntico; sin embargo, su
osada le ganara la amistad de Togliatti y un reconocimiento oficial en la
URSS. l era, ms propiamente, un intelectual que encontraba ms favorable
para los intelectuales un cierto clima cultural que la izquierda estaba
instaurando en los aos cincuenta.
La crisis de Armando Plebe comenz con la contestacin. En un primer
momento, desde su ctedra en la Universidad de Palermo, fue uno de los
promotores. Despus, cuando la contestacin devino en maosmo y comenz a
denunciar los privilegios de los mandarines intelectuales, reclamndoles el
servicio del pueblo con la azada y el fusil, el Plebe profesor universitario se
impuso al Plebe marxista y, en el nombre de la libertad de cultura, se pas a
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la Derecha. Significativamente, el tema preferido por el Plebe derechista es la
necesidad de devolver el orden a la Universidad garantizando a los profesores
la libertad de compromiso poltico.
Armando Plebe ha ilustrado su desarrollo en la Filosofa de la razn,
un delicioso panfleto donde la reaccin viene identificada con la aparienciade quien no se adecua a los comportamientos preestablecidos y, sin embargo,
resiste. El ejemplo que l pone es el del perro de Crisipo, que persiguiendo a
la liebre la busca a la izquierda y no la encuentra, la busca en la derecha y all
no est, hasta que comprende que necesita andar ms y saltar el foso. Una
fbula brillante, pero ms adaptada a un terico del salto del foso que a un
terico de la Derecha.
Entre tanto, el profesor Plebe nombrado consultor cultural del MSI ha
aclarado finalmente qu es lo que entiende por la Derecha en el Cuaderno de
la Derecha Nacional. En l se lee que la Derecha no es una ideologa, un
partido ni tampoco una idea poltica: es simplemente la mayora de los
ciudadanos que desean que los trenes lleguen a su hora, que las nodrizas
amamanten a los bebs y que los sepultureros entierren a los muertos, sin
huelgas, protestas o cualesquiera otras causas de perturbacin del orden
pblico. La Derecha es la sociedad que funciona, el gobierno de los
competentes, ms all de todas las ideologas; el Estado verdaderamente
ordenado donde los estudiantes no faltan a la escuela y donde los perros no
hacen pip en las aceras.
Es esto poca cosa? No nos corresponde a nosotros decirlo, desde el
momento que Armando Plebe ha sido nombrado oficialmente filsofo de la
Derecha Nacional. Por otra parte, Plebe es un estudioso de valor, un refinado
conocedor de la historia de la filosofa, un docente concienzudo que se ha
rebelado contra la demagogia del nuevo rumbo de las escuelas. Que l, desde
un punto de vista ideolgico, sea ms bien un liberal que un hombre de
derecha como se podra entender por un partido como el MSI, ligado a
determinadas tradiciones ideolgicas, es otra cuestin...
De todos modos, Plebe es una importante adquisicin para el MSI, que
podra utilizar su competencia en el hecho universitario ponindolo a la cabeza
del sector de la enseanza u, ojal, de un sector propio para la reforma
universitaria. Es tambin un hombre emprendedor que tiene un verdadero y
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particular talento para todo aquello que sea reclamo y un olfato particular
para los convenios, relaciones pblicas, congresos de estudio...
Pero el profesor Plebe no es un terico, no es el terico de la Derecha
y no es tampoco muchas otras cosas.
Julius Evola, el maestro de los jvenes del MSI
No se puede prescindir del nombre de Evola si se quiere hablar de una
cultura de Derecha en Italia. No podra ser de otro modo por el hecho de que
Evola representaba hace tres o cuatro aos el nico punto de referencia de la
derecha cultural. Para decir la verdad, haba otro nombre, quiz ms
conocido: Prezzolini. Pero Prezzolini haba vuelto a Italia hace poco, con
ochenta aos cumplidos, y despus de haber residido cuarenta aos en
Amrica, extrandose de los enfrentamientos ideolgicos que representan la
realidad viva de la cultura de nuestro siglo. l siempre ha tenido una
numerosa cantidad de lectores pero no de seguidores debido al carcter
personal y, generalmente, no comprometido de sus posiciones.
Por el contrario, Evola ha constituido un punto de referencia obligado
para aquellos jvenes que, tras el 48 o el 68, se han formado en aquella
especie de pramo desolado que era en otro tiempo la cultura de Derecha. Un
desierto donde no se viva tan mal: los pequeos animales de presa no tenan
nada para roer y azules rocas de alguna sugestiva presencia acompaaban al
caminante desde el horizonte. Es en este paisaje solitario donde Evola
manifestaba la grandeza de su perfil mordaz y de su lgica, y el cristalino
esplendor de su estilo.
Ciertamente hay dos Evolas diferentes. Est el Evola para los manacos
de lo oculto, quienes lo confunden con Madame Blawatski o con Monsieur
Gurdieff. Est el Evola para los sectarios, para los cenculos de la cultura
media, quienes, sin embargo, no lo encuentran lo suficientemente mgico y
terminan por preferir a Cito Formesano llamado Kremmer.
No es de este Evola del que queremos hablar, a pesar de que en las
ciencias ocultas haya dejado una impronta que no debe pasarse por alto. No
es el Evola de los cultivadores de disciplinas muy particulares el que aqu
interesa, sino el que ha dado a la cultura de Derecha libros como Revuelta
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contra el mundo moderno, Los hombres y las ruinas y Cabalgar al
tigre. Libros que quedan impresos en la mente por la vastedad de las
perspectivas y la riqueza de ideas y visiones. Libros que sin dejar una lnea-
se imponen por la fortaleza de lo establecido y el esplendor del estilo.
No es por casualidad que uno de los ms sensibles temperamentos denuestro mundo editorial, Vanni Scheiwiller, un joven antifascista que haba
publicado a Pound, fuera a hacer circular de nuevo a Evola al principio de los
aos 60, imprimiendo Cabalgar al tigre y El camino del cinabrio. Evola
tena en comn con Pound, por lo menos, dos cosas: el corte cristalino de
ciertas imgenes y esa aura de desapego que Nietzsche llama el pathos de la
distancia. Y si, como quera Nietzsche, tambin el odo tiene sus razones y el
estilo no es slo un ornamento del discurso, ser necesario hablar tambin del
rigor, del esplendor y de la fluidez del lenguaje de Evola, en comparacin, por
ejemplo, con el preciosismo un poco mrbido y la oscuridad inspida y
alambicada de un Elmire Zolla.
No se puede discutir aqu de los complejos contenidos de la obra de
Evola. Bastar observar que Evola es el nico autor de la actual cultura de
Derecha en Europa que se presenta, no por medio de fragmentos, sino con
una visin de conjunto. Un libro como Los hombres y las ruinas aunque
sea discutible en varios puntos nos deja el nico texto de doctrina del Estado
disponible para un militante de la Derecha poltica. El que, a pesar de las tres
ediciones, no haya circulado nunca en decenas de miles de copias como
ciertos panfletos insulsos, explica por qu en la Derecha, en lo referente a la
claridad ideolgica, se parte siempre desde cero. Se puede disentir de Evola
en muchas cosas, pero no se puede hablar de cultura de Derecha en Italia sin,
por lo menos, haber llegado a comprender a Evola.
Primer balance de la nueva cultura
Nuestro discurso sobre la nueva cultura de Derecha termina aqu. No es
un discurso que quiera entusiasmar, porque aqu hemos hecho el esfuerzo de
ver las cosas tal y como son, y no como quisiramos muchos que fuesen. Una
nueva cultura de Derecha es algo que existe ms como aspiracin, en
fermento, que como la verdadera obra de verdaderos autores.
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Para encontrar cualquier ttulo fundamental para la Derecha en los
ltimos veinte aos, se hace necesario referirse a Los hombres y las ruinas
(1953) y a Cabalgar al tigre (1961). Asimismo, en un libro de ensayo como
El arco y la clava, Evola ofrece una riqueza de temas de discurso superior a
la de cualquier otra obra de la nueva cultura.En cuanto a las orientaciones, dos aparecen como dominantes: una que
se podra llamar tradicionalista y otra que de buen grado llamaremos
qualunquista. El mrito de la orientacin tradicionalista es ofrecer unos
slidos puntos de referencia en la crisis de los tiempos. Eso ha depurado el
ambiente nacional de un cierto historicismo idealista que a travs del
humanismo del trabajo- llevaba directamente a la izquierda. Pero, mientras se
reconoce la importancia de esta labor de depuracin, no deja de quedar
alguna tcita incertidumbre. Tal es el riesgo de que el tradicionalismo por
quererse colocar enteramente fuera del mundo moderno- desemboque en una
actitud no metahistrica, sino antihistrica. El lmite del tradicionalismo es el
reaccionarismo, la incapacidad de comprender que la sociedad moderna no
puede encerrarse por completo en frmulas religiosas o legitimistas, sino en
una ideologa poltica conservadora-revolucionaria capaz de conquistar a las
masas.
Repudiando todo el mundo moderno, el tradicionalismo se arriesga a no
entender aquellas ideas de comunidad orgnica, nacin y raza elaboradas por
el Romanticismo, y maduradas con las grandes conquistas de la lingstica, la
arqueologa y la antropologa, que ofrecen una nueva concepcin de cultura,
rigurosamente positivista pero antidemocrtica y antiigualitaria.
El tradicionalismo tiene viva una cierta perspectiva que indica el
contorno de la cumbre; sin embargo, sus tendencias teologizantes ayudan
poco en el terreno de la interpretacin histrica y en muchos mbitos de la
cultura moderna, donde no puede ser suficiente una postura genrica de
condena.
La otra orientacin de la cultura de Derecha se podra llamar
qualunquista. Va desde las 53 tesis del VC (Verdadero Conservador) de
Prezzolini hasta el Cuaderno de la Derecha Nacionaldel profesor Plebe.
Difcilmente se podra estar en desacuerdo con las 53 tesis del VC
porque ste se ha identificado casi siempre con lo que es obvio, y a veces con
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lo que se da por descontado. Pero lo que se pretende alcanzar es ms un
sentido comn domstico que la respuesta ideolgica al desafo ideolgico del
adversario. De las posiciones ideolgicas del profesor Plebe ya hemos hablado.
Son an ms elsticas que las de un Prezzolini y ms todava que el
autntico conservadurismo del astuto anciano florentino- reducindose a unanticomunismo genrico. Los grandes problemas de interpretacin histrica,
poltica e ideolgica nos vienen todava menos esclarecidos.
El problema de la interpretacin del fascismo en la crisis de nuestro
tiempo, las relaciones entre la Derecha y la sociedad de las masas; el
significado ntegro del pensamiento contrarrevolucionario, desde el
romanticismo hasta el fascismo; el propio problema de la nueva visin
histrica que debe nacer de la idea de una unidad europea y de una Derecha
como esencia de la tradicin europea; todas estas cuestiones las ms vitales
e importantes ni el tradicionalismo ni el qualunquismo corren el riesgo de
arrostrarlas.
As, el balance de la nueva cultura de Derecha no es negativo, pero
tampoco demasiado halageo. Es importante trabajar seriamente, delimitar
rigurosamente los problemas, pensar y ensear a pensar a los dems. Al fin y
al cabo, la cultura se hace con libros, ideas y autores destinados a dar la cara
ante un pblico de lectores serios, y no con modas, entrevistas ni panfletos.
Ha escrito Abel Bonnard que el reaccionario es el hombre que
permanece fiel a las leyes de vida en una sociedad que se nos va
distanciando.
Si la nueva cultura de Derecha sabe hacerse portadora de estos valores
de la vida, formulndolos con una dureza tanto ms revolucionaria cuanto
ms se los quiera humillar, cumplir su misin histrica. Pero si, por el
contrario, sta representa slo un alto en el camino, despus de ste la
marcha de la cultura hacia la izquierda proseguir, sin que nada pueda
frenarla.
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