Violencia familiar como consecuencia del
feminicidio
Dr GALARCEP SOLIS, Janet Olenka1
La violencia contra las mujeres es la mayor atrocidad cometida contra los
derechos humanos en nuestros tiempos. Desde que nacen hasta que mueren,
tanto en tiempo de paz como en la guerra, las mujeres se enfrentan a la
discriminación y la violencia del Estado, la comunidad y la familia. Cada año,
millones de niñas y mujeres sufren violaciones y abusos sexuales a manos de
familiares, hombres ajenos a la familia, agentes de seguridad o combatientes
armados. Algunas formas de violencia, como los embarazos y los abortos
forzados, la “quema de novias” y los abusos relacionados con la dote, son
específicas de las mujeres. Otras, como la violencia en el ámbito familiar —
conocida también como violencia doméstica—, tienen entre sus víctimas a un
número desproporcionado de mujeres. Durante los conflictos armados, la
violencia contra las mujeres suele usarse como arma de guerra para
deshumanizarlas o para perseguir a la comunidad a la que pertenecen
La violencia contra las mujeres no es exclusiva de ningún sistema político o
económico; se da en todas las sociedades del mundo y sin distinción de
posición económica, raza o cultura. Las estructuras de poder de la sociedad
que la perpetúan se caracterizan por su profundo arraigo y su intransigencia.
En todo el mundo, la violencia o las amenazas de violencia impiden a las
mujeres ejercitar sus derechos humanos y disfrutar de ellos
Por tanto, la violencia contra la mujer es un problema mundial, histórico y
estructural. A lo largo de la historia se ha podido constatar que la mujer cumple
un rol determinado socialmente; es decir, que se ha ido construyendo una
realidad donde lo femenino es inferior a lo masculino. Además, la violencia
contra la mujer se inscribe en el plano de los significantes colectivos, por lo que
1 Fiscal Adjunta Penal, 2 Fiscalía Penal de Chiclayo
Maestría en Derecho Civil y Comercial UNPRG Doctorado UNPRG
se han desarrollado y sedimentado en los imaginarios sociales prácticas
discriminatorias que violentan la integridad física y psicológica de las mujeres.
Aunque las culturas –por su dinamismo– cambian, la violencia ejercida contra
la mujer por razón de su género se mantiene como un persistente y grave
problema mundial que afecta diariamente a millones de mujeres en el mundo.
En consecuencia, este problema no puede ser asumido de manera aislada
como situaciones que se desencadenan únicamente entre determinadas
personas, culturas o comunidades. Lamentablemente, constituye una grave
violación a los derechos humanos, al punto que sobrepasa las fronteras, los
niveles económicos y sociales y las creencias religiosas; todo ello conduce a
que la mujer no sea asumida como sujeta de derechos, por lo que
colectivamente se va legitimando y tolerando la violencia ejercida hacia ella.
Como se ha referido, la violencia contra la mujer contempla varios planos que
confluyen –la violencia física, sexual y psicológica–, las cuales pueden
desarrollarse en la esfera pública y en la esfera privada. El feminicidio es la
consecuencia irreparable del ejercicio de dicha violencia.
La violencia contra la mujer, así como su magnitud nos revela que éste es un
problema social que responde a la permanencia de una cultura con estructuras
jerárquicas patriarcales, donde la mujer es vista como un objeto desechable y
maltratable; prueba de ello es que las múltiples situaciones y acciones que
vulneran los derechos humanos de las mujeres se pueden dar tanto en tiempos
de paz como en tiempos de conflicto armado. Se trata de contextos diferentes
que responden a un imaginario cultural similar que limita y arremete contra el
ejercicio pleno de las libertades y derechos de la mujer; enfrentándose así no
solo a la violencia y discriminación de sus familias y su comunidad sino también
del Estado
A nivel nacional se estima que ocho de cada 10 casos de abuso sexual tienen
como agresor a un miembro del entorno familiar de la víctima y seis de cada 10
embarazos en niñas de 11 a 14 años de edad son producto del incesto o
violación. Asimismo, en el año 2013, el 41% de las mujeres alguna vez unidas
fueron agredidas físicamente por su esposo y el 28% por otros. Respecto a la
frecuencia de la violencia, un 83% indicó que esta se daba algunas veces y un
16% frecuentemente
El término “feminicidio” viene de “femicide”, cuya traducción es “femicidio”, que
es el homólogo a homicidio de mujeres. Se ha preferido en la voz castellana
denominar a esta nueva categoría de estudio feminicidio, dentro de la cual se
pueden abarcar las especificaciones de esta clase de crímenes contra las
mujeres. El término se acuña desde la teoría feminista por primera vez por
Diana Russel y Jill Radford en su texto Feminicide. The politics of women
killing, de 1992
El feminicidio es una categoría que debe abordarse como la forma más
extrema e irreparable de violencia directa hacia las mujeres y como una
alternativa a la neutralidad del término homicidio, visibilizando un trasfondo no
reconocido: la misoginia en la muerte diaria de mujeres. Es un problema social,
económico, político y cultural; es un problema de Estado y de la sociedad en su
conjunto
De lo anterior se colige que: el feminicidio es el crimen contra las mujeres por
razones de género. Es un acto que no responde a una coyuntura ni actores
específicos, pues se desarrolla tanto en tiempos de paz como en tiempos de
conflicto armado y las mujeres víctimas no poseen un perfil único de rango de
edad ni de condición socioeconómica. Sin embargo, existe mayor incidencia de
la violencia en mujeres en edad reproductiva. Los autores de los crímenes
tampoco responden a una especificidad ya que estos actos pueden ser
realizados por personas con quienes la víctima mantiene un vínculo afectivo,
amical o social, como por ejemplo familiares, parejas, enamorados, novios,
convivientes, cónyuges, exconvivientes, excónyuges o amigos. También es
realizado por personas conocidas, como vecinos, compañeros de trabajo y de
estudio; de igual forma que por desconocidos para la víctima. Asimismo, puede
ser perpetrado de manera individual o colectiva, e incluso por mafias
organizadas.
Las leyes contra la violencia de género no cumplen con el mandato de
adecuación jurídica de la Convención para prevenir, sancionar y erradicar la
violencia contra la mujer.
La adecuación legislativa que realicen los Estados debe contemplar la
expedición de normas integrales para prevenir, sancionar y erradicar la
violencia contra la mujer, en todas sus formas y en los ámbitos donde se
produzca
Es importante legislar contra la violencia familiar y proteger a todos los
miembros de una familia para facilitar la tranquilidad, una vida sin violencia y la
democracia, precisó que "sería perjudicial incluir mecanismos que, por
mantener la unidad familiar, produzcan la repetición de actos similares o limiten
el reclamo de la mujer víctima para que cese la violencia
Por otro lado, sigue entendiéndose este problema como un tema que pertenece
a la esfera íntima, un “problema de pareja” en el que nadie debe meterse. “El
feminicidio no es un problema de la mujer ni del hogar ni de las parejas, sino de
salud pública que impide el desarrollo integral de las personas, de las familias,
de las comunidades y del país. No hay que entenderlo como privado, todos
somos responsables”