Índice1ElBosquedelosLamentos2LosmurosdelLaberinto3LaBocadelaVerdad4ElBancodeAmor5LaPosadaSinSueños6ElCafédelLaberinto7Lahistoriadelastronauta8ElPozodelaConfusión9LaCavernadelPigmeo10ElHombredelSurco11Predecimosconelpasado12Arenasmovedizas13Elcaminodelamariposa14LosnómadasdelaLuna15Elrevisordevidas16ElAtraepájaros17Elsecretodelcamarero18ElúltimovuelodelaMariposadelaLuz19LaCasadelaÚltimaPregunta20ElcentrodelLaberinto21LaGranLoteríadelaVida22EpílogoPistasparallegaralcentrodelLaberintoAgradecimientoSobrelosautoresCréditos
Ellaberintodelafelicidad
UnrelatosobrelaalegríaylaPlenitud
ÁlexRovira
«Algúndíaencualquierparte,encualquierlugar,indefectiblementeteencontrarásatimismo,
yésa,sóloésa,puedeserlamásfelizolamásamargadetushoras».
PABLONERUDA
1ElBosquedelosLamentos
Éstaeslahistoriadealguienquelohabíaperdidotodo.Tras una larga temporada de soledad y tristeza, cierto día Ariadna fue
despedidade su trabajoen la fábricadehilos sintéticos.El jefedepersonal ledijo que últimamente había bajado su rendimiento. La veía distraída, con lacabeza en las nubes. Por eso había contratado a una persona más joven queocuparíasupuestopormenosdinero.
Ariadnatenía33años.Alsalirdelafábricaconeldespidoenlamanoempezóaencontrarsemal.
De repente tuvomuchomiedo, porque si también le fallaba la salud lo habríaperdidoabsolutamentetodo.
Lafábricadehilossintéticossehallabaen laperiferiadesuciudad, justodondeterminanlosbloquesdehormigónyempiezaelbosque.Nuncasehabíaatrevido a internarse en la espesura, porque todo elmundodecíaque era fácilperderse allí.De hecho se conocía el caso demuchas personas que se habíanadentradoyjamáshabíanvuelto.
LollamabanelBosquedelosLamentos.ComoAriadnasentíaquelohabíaperdidotodo,inclusolasganasdevivir,
no hizo caso de estas advertencias y tomó un sendero entre los árboles.Secretamente teníaeldeseodedesaparecer.Queríaquese la tragaraelbosqueparanomolestaranadieconsusdesgracias.
Elsenderodiscurríaentrehayasmuyaltasyespesas,dondelaluzdelsolsefiltrabahaciendoextrañosjuegosdeluces.Ellacaminabaycaminaba,embebidaensuspensamientos,sinelpropósitodellegaraningúnsitio.
Pero suele suceder que, aunque no lo esperes ni te lo propongas, lossenderos acaban llevando a alguna parte. Así que, cuando Ariadna huborecorridounbuentrecho,seencontróenunclarodelbosque.
Allísetopóconunsingularpersonaje.Unancianodiminutoyrisueñoqueteníaunpuestollenodebilletesdecoloresmeralda,cuidadosamenteordenadosenmontoncitos.
Por encima delmostrador donde vendía sus boletos había un cartel en elqueseleía:GRANLOTERÍADELAVIDA.
Asombrada con aquel puesto en medio del bosque, Ariadna se llevó lasmanos a los bolsillos y encontró su últimamoneda.Aunque esperaba ya bienpocode lavida,decidióhacersuúltimaapuesta: invertir suúltimamonedaen
alguienqueprobablementelanecesitaramásqueella.—¿Cuántocuesta?—lepreguntó.—Depende—respondióelanciano—.Cadaboletotieneunpreciodistinto
quevaríasegúnelcomprador.—Todoloquetengoesestamoneda.—Entonces este billete es tuyo—respondió el anciano, que le entregó a
cambiounodeaquellosboletosesmeralda.Hastaqueno se alejóunospasos,Ariadnano sedio cuentadequeaquel
billete de lotería no tenía números. Pensando que se debía a un fallo deimpresión,volvióhaciaelancianoparareclamar.
—¡Claroquenotienenúmeros!—dijoelancianomuysonriente—.¡Porqueestebilletetocasiempre!
Aloír esto,Ariadnapensóque era absurdodiscutir con aquelhombre—probablemente estaba loco—, así que se guardó el boleto esmeralda en elbolsilloyprosiguiósucamino.
Cuando llevaba ya muchas horas andando bosque adentro, le invadió elcansancioytuvoquedetenerseatomaraliento.Setumbósobrelahierbafrescaycerrólosojosuninstante.
Sindarsecuentacayódormida.
2LosmurosdelLaberinto
CuandoAriadnaabriólosojos,seencontrórodeadadealtosmuroscubiertosdehiedra.
No podía entender lo que había pasado. Recordaba haberse tumbado adescansar entre los árboles, pero ahoraparecíahallarse enun lugar totalmentediferente.
«Debodehabercaminadoensueñoshastaaquí»,sedijoconvencidadequeaquelloerafrutodelsonambulismo.
Ariadna recorrió con la palma de la mano una de la paredes, que erademasiadoaltapara saltarlayestaba formadaporenormesbloquesdegranito.Sólolahiedralograbaescalarlaypasaralotrolado.
Sinsalirtodavíadesuasombro,anduvoporelcaminoentremuros,quealtorcer a la izquierda se hacía más angosto. Las altas paredes de piedracontrastaban con un cielo luminosamente azul. Sólo se oscureció por unmomentocuandounagranbandadadeaves—cientos,talvezmiles—cruzólasalturascomounanubevivaycambiantequetransportabaelcantodecadaunadeellas.
Se sintió súbitamente triste. Tal vez—pensó— porque las aves vuelan adondequierenyellahabíapasadosuvidaentresuminúsculoapartamentoylaasfixiantefábricadehilosintético.ApesardehaberentradoenelBosquedelosLamentos,ahoraseencontrabaentreparedesqueapenasledejabanverelcielo.
Ylopeordetodoeraquenosabíadóndeseencontrabanicómopodíasalirdeallí.
Estaba a punto de echarse a llorar cuando vio acercarse una figuraestrambótica.Venía del final de aquel camino recto y angosto que parecía notenerfin.Eraunhombrebarrigudodeestaturamedianayconunagrannarizenlaqueseapoyabaunmonóculoqueleampliabaelojoderecho.Ibavestidodeblanco con un viejo sombrero de explorador. Pero lomás insólito era que, enlugar de un rifle, blandía un largo cazamariposas y no apartaba lamirada delcielo.
«Loraroesquenotropiececontralosmuros»,sedijoAriadna,quenodudóenpreguntarle:
—Disculpe,¿esusteddeaquí?Elexploradorapoyóelcazamariposasenelsueloypareciósorprendidode
encontraraAriadna.
—¡Pues claro que soy de aquí!—dijo con acento ligeramente francés—.¿Dedóndesino?Cuandoestoyaquí,soydeaquí.Cuandoestoyallí,soydeallí.¡Quépreguntamástonta!
—Lo que quiero saber —repuso Ariadna avergonzada— es si puededecirmedóndeestamos.¿Porquéhaytantosmuros?¿Adóndellevaestecamino?¿Dóndeestálasalida?¡Quierosalir!
—Cálmese,joven.Sólopuedoresponderunapreguntacadavez.EstoeselLaberintodelaFelicidad.
Ariadnasesorprendióalescucharesto.Nuncahabíaoídohablardeaquellugar.Alobservarsuconfusiónelexploradorprosiguió:
—Aquívienenapararlosquehanperdidoelsentidodelavida.Ynopuedodecirle dónde está la salida, porque la verdad es que no lo sé. La tendrá queencontrarporsímisma,comoyo.
—¿Yhacefaltauncazamariposasparaencontrarlasalida?—preguntóellamuycuriosa.
—Esodepende—sonrióelexploradormientrassesujetabaelmonóculoysesecabaelsudorconunpañuelo—.Asícomoelsentidodelavidaesdiferenteparacadapersona,aquítodosdebemosencontrarlasalidapornuestrospropiosmedios.Yoesperoquememuestreelcaminounamariposa.
—¿Unamariposa?—preguntóAriadnaasombrada.—Esomismo.Unamuyespecial:concretamentelaMariposadelaLuz.Es
blanca y le gusta volar por campos abiertos aunque también se la puedeencontrar en jardines y en los bordes de los caminos. Antes de sermariposa,cuandoesoruga,legustacomertrébolblanco.¡Asísealimentadebuenasuerte!Además,tieneunasingularidad:seadedíaodenoche,vuelacondeterminaciónhacia cualquier luz enmovimiento.A diferencia del resto demariposas no sedirigehacialucesestáticas,yesolahaceúnica.
—Muy interesante —dijo Ariadna aturdida por el locuaz explorador—,pero¿cómoesperaqueunamariposalemuestrelasalidadelLaberinto?
—Esoesunsecretoque talvez lecuenteotrodía—respondióelhombreconlasmanosenloscostados.
—¿Otrodía?—sealarmóella—.¡Yoquierosalirdeaquíahoramismo!—Paciencia, hija. El sentido de la vida no se pierde en un solo día, y
tampocoloencontraráantesdequecaigalanoche.AlverlaexpresióndesoladadeAriadnaelcazadordemariposassepalpó
ungranbolsillodesuchaquetablancayextrajounpequeñocuadernodetapascoloresmeraldaconunlápizatadoalaespiral.
—Puedes quedártelo, no hay nada escrito—dijo él—. Los exploradoresdebemos tomar nota de todo lo importante que vemos y oímos. Sólo así
encontraráslasalidadelLaberinto.Micuadernoestállenodedatossobreloquebusco:laMariposadelaLuz.Presientoqueestámuycerca:¡lahuelo!
—Muchasgracias—dijoellamientrasguardabaelcuadernoenunbolsillodesuchaqueta.
—Nohaydequé—respondióelexploradorconsuacentofrancésmientrasselevantabaelsombreroenseñaldesaludoyvolvíaaponerseelmonóculoenelojoderecho.
—¡Esperoqueencuentresumariposa!—exclamóAriadna.Peroelexploradoryasealejabaendirecciónopuesta,dejándolasolaenel
Laberinto.
3LaBocadelaVerdad
Alfinaldellargopasadizoamurallado,lasparedesseestrecharonaúnmásyelcaminodiopasoaunasescalerasdepiedrarojizaporlasqueAriadnaempezóabajarconsumocuidado.
Traselencuentroconelbuscadordemariposasnosehabíatropezadoconnadiemás. ¿Serían ellos dos los únicos habitantes del Laberinto? ¿Nadiemáshabíaextraviadoelsentidodelavida?
Aunquehabíabuscadocon lamiradaunamariposablanca,comolehabíaaconsejado el explorador, no había visto ninguna. De hecho, tampoco otrospájaroshabíansobrevoladoelLaberinto.Sólolosmurosyuncieloazulquesevolvíapesadoeintensocomolatintaamedidaqueavanzabaeldía.
Porestomismoaquellasescalerashabíandado laesperanzaaAriadnadequepor fin estaba llegando a algún sitio. Sin embargo, tras bajarmás de cienpeldaños se encontró en una plaza con cuatro posibles caminos que formabanunacruz.
«¿Yahoraqué?»,sepreguntómientraspaseabalamiradaporlasdiferentesalternativas.Todosloscaminosleparecíaniguales,porloquedudabasobrecuáltomar.Estuvounossegundossinmoverse,embargadaporlaconfusión,mientrasse enfadaba con el explorador por no haberle dado alguna indicación en estesentido.
Al retroceder un paso, como si hubiera algo amenazador en aquellaencrucijada,sediocuentadequejustodebajodesupiehabíaunainscripciónenelsuelodepiedra.
ALCENTRODELLABERINTO
Ariadnasesintiómuyaliviadaalveraquellaindicaciónypensóque,comoentodosloslaberintos,debíapasarporsucentroparaluegoseguiryencontrarlasalida.Mientraslaobedecíatomandoelcaminoasuizquierda,pensóquehallarelcentrodelLaberinto—dondeestabalasalida—seríacoserycantar.
En lugar de muros ahora avanzaba entre verdes y tupidos cipreses quedesprendían un intenso olor campestre. Por unosmomentos sintió el deseo decantar a todo pulmón, como cuando era una niña y jugaba a perderse en losparques.Pero,cuandoestabaapuntodehacerlo,algoladetuvo.
Elcaminoterminabaenunaenormepuertademaderaconunamáscaradebronceenelcentro.
Contrariadaporesteobstáculo,Ariadnaempujólapuertaparaversicedía.Pero estaba firme como los muros entre los que había despertado aquellamañana.Al volver a empujar el portón, esta vez con rabia, una voz espectraldijo:
—¡Estácerrada!Ariadnasegiróasustadaparaverquiénhabíahablado.Perosehallabasola.
¿De dónde había salido la voz entonces? Tras mirar alrededor una vez más,finalmentedevolvió lamiradaa lapuertaya lamáscaradebronce,un relievequerepresentabaunhombrebarbudoqueteníalosojosylabocahuecos.
Lavozhabíasalidodeallí.RecordóhaberleídoqueenRomahabíaunamáscaracomoaquélla.Erade
mármoly se llamaba laBocade laVerdad.Según la tradición,quienmetía lamanoenlabocayeraunmentirosoeramordidoporlamáscara.
Seacordabadeellaporunaanécdotaquehabía leídoenun librosobre lasociedad romana.Unhombrequedudabade la fidelidadde su esposadecidióllevarlaanteeljuiciodelaBocadelaVerdad.Comoellateníamuchomiedoderecibirunmordisco,pidióasuamantequeestuvieraallícercaporsi teníaquerescatarla.
Cuando estaba a punto de introducir lamano en la boca, súbitamente lamujer infiel fingió un desmayo y su amante, que se paseaba por allí condisimulo,corrióatomarlaenbrazosantesdequecayeraalsuelo.
Antelasorpresadelmarido,almeterfinalmentelamanoenlamáscara,lamujerdijo:«Juroquesóloheestadoenbrazosdemimaridoydeestecaballeroquemeacabaderecoger».Yasí,diciendolaverdad,sesalvódelmordisco.
—¿Aquéesperas?—dijoimpacienteunavozquesurgíadelamáscara.Aloír estoAriadna introdujo lamanoen la boca, como la infiel romana,
conlatranquilidaddequenuncahabíadichounamentiraensuvida.—¡Saca lamano de ahí!—protestó la voz de lamáscara—. ¿Qué te has
creído?—Suponíaquedebíasuperarlapruebadelaverdad—sedisculpóella.—Antes de suponer, lee lo que pone en esta puerta si es que aspiras a
cruzarla.Desconcertada, Ariadna levantó la mirada y vio que, efectivamente, por
encimadelapuertahabíauntravesañoconlainscripción:
¿QUIÉNERES?
Aquélla era la pregunta que debía responder para pasar al otro lado yproseguirsucamino.Tranquilizadaporlasencillezdelaprueba,selimitóadecir
bienalto.—SoyAriadna.—¡No!—repusolúgubrementelamáscara—.Éseessólotunombre.Yote
preguntoQUIÉNERES.—Soy una mujer de 33 años que se ha perdido en el Laberinto de la
Felicidad.—¡No es suficiente! Miles de humanos, entre ellos otras mujeres de tu
mismaedad,sehanperdidoaquídentro.Muchosnisiquierahanlogradosaliryhanmuertodeviejosentreestosmuros.¿QuiéneresTÚ?—bramólavoz.
Ariadnasequedómuda.Noesperabaqueaquellapreguntaaparentementesencilla tuviera una respuesta tan complicada. Al ver que no respondía, lamáscaradelapuertaempezóaincreparlaasí:
—¿Eresunacriadoradedudas?¿Tededicasanegarloqueotrosafirman?¿Eresavedemalagüero?¿Eresilusa,desconfiada,escéptica?
Ariadnarecordóentoncescuandoeramuypequeñaysemetíanconella.Enesoscasossiempresehabíarebelado.¿Dóndehabíaidoaparartodaesafuerzainterior?
—¡Cállate! —saltó ante la palabrería de la máscara—. ¡Soy lo que yodecidaser!
Y,aldeciresto,laspuertasseabrieron.
4ElBancodeAmor
ParaasombrodeAriadna, tras lapuertade laBocade laVerdadencontróunabonitacalledeestiloitaliano,llenadecomerciosypaseantes.
«¿Habré salido del Laberinto?», se preguntó entusiasmada. Nunca habríaimaginadoqueenelBosquedelosLamentoshubieraunaciudad.Sinembargo,laausenciadecalles laterales laconvenció finalmentedequeaquélladebíadeserunaparteespecialmenteanimadadelLaberinto.Erasucallecomercial,porraroquepareciera.
Antesdecuriosearentrelastiendas,sacósucuadernoesmeraldaparaanotarlaprimeracosaimportantequehabíaaprendidoaquellamañana.Eraunaverdadmásquesimple,perolahabíaolvidadodemasiadasvecesensuvida.
Soyloqueyodecidoser
Luegoguardóelcuadernoenelbolsillodelabrigoydecidióentrarenunedificiodedosplantasconparedesblancasencaladas.Teníacolgadounletreroqueponía«BANCODEAMOR».
Ariadnaempezabaasentirhambreypensóqueenaquelbanco,aunquesunombrefueratanextraño,talvezpodríacanjearsuboletodelaGranLoteríadelaVida.
En el interior sólo había un viejo mostrador carcomido, tras el cual unaabuelitaparecíadormirunasiesta.Noobstante,cuandoAriadnapusoelbilleteesmeralda sobre lamadera, la anciana abrió los ojos y le preguntó con sumadulzura:
—¿Quéquieresquehagaconeso,hijita?—Megustaríacambiarlopordinero—explicóinsegura—.Lapersonaque
melovendiómeaseguróqueestaloteríatocasiempre.—Notelopuedocambiar—sedisculpólaanciana—.Aquínocreemosen
elazar.Peropuedeshaceruningresoenelbanco.—¿Uningreso?—repusoAriadna—.¡Perosinotengonada!Aloírestolaabuelitasepusodepieyabriólosbrazosantesdedecir:—¡Cómoquenotienesnada…!¡Tienesmucho!¿Nohasvistoqueéstees
unBancodeAmor?¡Dameunabrazoahoramismo!Sorprendida por tan insólita invitación,Ariadna se acercó a la anciana y,
paranoofenderla,lediounfuerteabrazocomosifuerasupropiaabuela.—¿Loves,hijita?—lerecalcólaanciana—.Acabasdehaceruningresode
amor.—¿Ydóndepuedo reembolsarlocuando lonecesite?—preguntóAriadna,
divertidaconaquellasituación.—¡En todas partes!—sonrió la anciana—.Eso es lo bueno del amor: da
igualdondelodes,porqueteserádevueltoentodaspartes.—Entonces,¿porquéhayenestacalledelLaberintounBancodeAmor?—MuchaspersonassehanperdidoenelLaberintodelaFelicidadporque
hanolvidadoelartededaryrecibiramor.Aquílesenseñamosahacerunprimeringreso.Elrestoesfácil:sólohayquepracticar.Cadacualesunbancodeamor.¡Noloolvides!
—Pero¿cómofuncionaestebanco?—preguntóAriadna.—Gestionaunamorsinintereses,porquesedalibrementesinesperarnada
acambio.Puedesingresarsonrisas,abrazos,caricias,besos,mimos…Sealoquesealoqueinviertas,siempretesaldráacuentaymultiplicarássuvalor.Tambiénpuedes realizar ingresos de mucho valor, pero sumamente discretos: en estebancosevalorasaberperdonar,callaratiempo,agradecerlosgestosdeotros…El amor es una divisa que nunca pierde valor en la bolsa de la vida. ¿A quéesperasparaponerloenacción?
LaancianasedespidióentoncesdandouncálidoabrazoydossuavesbesosenlasmejillasdeAriadna,quelehicieronrecordarunamuyagradablesensaciónlargotiempoolvidada.
5LaPosadaSinSueños
CuandosaliódelBancodeAmor,yahabíacaído lanoche. ¡El tiempoparecíapasarmuchomásrápidamenteenelLaberintodelaFelicidad!
AntesdequeelsueñoborraraloquehabíaaprendidoAriadnavolvióaabrirsucuadernoesmeraldayescribió:
Cadapersonaesunbancodeamor
Luego se apresurópor la calleyavacía,pobremente iluminadapor la luzanaranjadadelasfarolas.EmpezabaahacerfríoyAriadnasepreguntabadóndepasaría la noche. Lo cierto era que después de todo el día caminando por elLaberintoahorasesentíamuycansada.
Se fijó en que un caserón al final de la calle tenía un extraño rótuloluminoso:POSADASINSUEÑOS.
Ariadna se acercó insegura e introdujo la cabeza en el umbral, ya que lapuerta estaba abierta. En la recepción, iluminada por una lamparita de bajaintensidad,habíaunconserjedelgadocomounalámina.Teníalacaramuytristeylomásrarodetodoeraqueibavestidoconunpijamayunanticuadogorrodedormir.
«¿Seráunodeloshuéspedesquenopuedeconciliarelsueño?»,sepreguntóellamientrasdudabaentrepasaralinterioroseguirsucamino.
Alvolverlavistaalacalle,sinembargo,viounaluzmuyintensa.Unaboladefuegohabíasurgidodelaoscuridadyseelevabadesdelatierrahaciaelcielo.
Ariadna entendió que era una señal, pero la noche era demasiado fría yhostil para que se atreviera a internarse en dirección al lugar de donde habíasurgidolaluz.Finalmentesedecidióaentrarenlaposada.
El conserje con pijama y gorro de dormir la recibió con una mirada defastidio.
—¿Tieneunacamalibreparapasarlanoche?—preguntóella.—Depende—respondióhastiado.—¿Dequé?—Desiquieresólodormirotambiénsoñar.—Pensabaqueunacosallevabaalaotra—repusoAriadnaconsorpresa.—Aquíno.ÉstaeslaPosadaSinSueñosysólosepuededormir.Siesoes
loquequiere,encontraráunacamaallídentro—refunfuñó.Dicho esto, señaló una cortina raída de color rojo oscuro y cerró la
conversaciónconunlargobostezo.Ariadnapasóalotroladodelacortinay,poreldébilresplandorqueentraba
porlaventana,pudoverqueeraunaampliasalarectangularconunadocenadecamasdispuestasenfila.Lamayoríadeellasestabanocupadasporcuerposmuyrígidos,comosifuerancadáveres.
Entre dos de estas figuras vio una cama libre y, aunque estaba asustada,decidiótenderseparadescansarunrato.
Cuando ya se echaba unamanta de lana encima, la figura tumbada a suizquierdadijoconvozronca:
—Malasnoches.—¿Cómodice?—preguntóAriadnaextrañada.—Aquítodaslasnochessonmalas.Poresolehedeseadomalasnoches.No
puedohacerotracosa.—¿Yporquétodaslasnochessonmalas?—Porqueenestaposadanohaysueños.Ylosquenosueñanestánmuertos
envida.Recuérdelo,porfavor.Ariadnasequedómuy impresionadaconestaspalabras,quemeditóantes
deatreverseapreguntarasuvecinodecama:—Desdeelportalde laposadahevistoque seelevabahastael cielouna
boladefuego.¿Ustedsabequées?—Nada importante—respondió lavoz ronca—.Las lanza cadanocheun
arquerodesdeelcentrodelLaberinto.—¿Cómo puede decir entonces que no es importante?—susurró ella—.
PensabaquetodoslosqueestamosaquíbuscamosllegaralcentrodelLaberintoparaluegodesdeallíencontrarlasalida…
—¡Paparruchas!—exclamó una agria voz femenina desde el fondo de lasala—.¡Esunapérdidadetiempo!Nuncanadiehallegadoalcentro,¡nimuchomenoshaencontradolasalida!
—¿Y tú qué sabes?—intervino una voz demuchacha que aún no habíahablado—. ¡Que no hayas llegado tú no significa que no puedan llegar otraspersonas!
—¡Muybiendicho!—añadióotravozmasculina.—Encualquier caso—dijo unadébil y atemorizadavozde hombre—, si
alguienlograrallegaralcentrodelLaberinto,seríasuperdición.Unadesgracia.—¿Porquélodice?—preguntóAriadna,angustiada.Derepentelasaladelosqueduermensinsueñossehabíaconvertidoenun
coloquioinvisibleenelquetodoelmundocuchicheaba.—Porqueelarqueroesunminotauroquedevoraatodoslosquelleganal
centro del Laberinto—prosiguió, susurrando, la misma voz—. Por eso lanza
flechasdefuego.Quiereatraervíctimasdelasquealimentarse.—¡Loqueyodecía!—insistiólavozagriademujer—.¡Nadiepuedesalir
delLaberinto!Dichoesto,unsúbitosilenciosehizoenlasalaytodosseentregaronaun
pesadodormirsinsueños.ElcansancioacumuladoporAriadnaesedíahizoque tambiénellacayera
profundamentedormida.
6ElCafédelLaberinto
Cuando el sol entró en la sala, Ariadna despertó y se sorprendió al ver laspersonasconlasquehabíacompartidoeldormitorio.Todasellasseguíanensuscamasmientrasclavabanlamiradainmóvileneltecho.Parecíancadáveres.
Enseguida recordó loqueal llegar lehabíadichosucompañerodecama.Loanotóensucuadernoesmeralda,porquesusignificadotambiénseaplicabaalmundodelosdespiertos,dondesesueñaconlosojosabiertos.
Quiennosueñaestámuertoenvida
Luegoatravesólasalaylacortinahastallegarnuevamentealarecepción,dondeestabaelmismoconserjequehabíaencontradolanocheanterior.
Ariadnasaliódelaposadaconlasensacióndenohaberdescansadoniunminuto.Sinembargo,el sol tibiode lamañanayunasuavebrisaenseguida lareanimaron.Justoalotroladodelacallevioquehabíaunlocalabierto:elCAFÉDELLABERINTO.
Sentía que el estómago rugía pidiendo algo de alimento, así que decidióentrar aunque no tuviera dinero. Había empezado a sospechar que en elLaberintodelaFelicidadeldineronoeraespecialmenteútil.
La entrada al café estaba precedida de tres escalones de mármol que enaquelmomento unamujer rechoncha frotaba vigorosamente con un paño parasacarlesbrillo.
—Buenos días —la saludó Ariadna, que no se atrevía a pisar aquellosescalonestanrelucientes.
—¿Esqueloshayquenoseanbuenos?—respondiósonrientelalimpiadora—.EstodecíasiempreunprofesorqueestuvoañosenelLaberinto.
—¿Yquéfuedeél?—Nolosé,porquenohavueltoapasarporaquí.Talvezencontróelcentro
delLaberinto.—O fue devorado por el minotauro —añadió Ariadna, entre dudosa y
asustada.—Nadielosabe.Porcierto,minombreesNirvana.Dicenquesoylamás
sabiadeestacalle,porquelimpiolasconciencias.Ariadna se sorprendió al oír esto, ya que la mujer aparentemente sólo
limpiabalostresescalones.Comosilehubieraleídoelpensamiento,Nirvanaledijoentonces:
—¿Vesestostresescalones?Sonlosmismosquetienecadapersonaensucabezayhayquelimpiarlos.Elprimeroeslaopiniónquetenemosdelosdemás,quesólosirveparacrearprejuicios.Elsegundoes laopiniónquecreemosquelosdemástienendenosotros,quegeneramiedos,engañosymalentendidos.Eltercero es la opinión que tenemos de nosotros mismos, que hace que nosmiremos el ombligo e inventemos problemas. Conviene limpiar de vez encuando las opiniones de estos tres escalones para lograr una vida auténtica yfeliz—afirmómientras,conexcelenteánimo,seafanabaasacarlesbrillo.
Tras esta breve conversación Ariadna se atrevió a subir los escalones yentró en el café, que era sólo una larga barra con taburetes. Debía de sertempranoporlamañana,porquetodavíanohabíanadie.
Sesentófrenteaunplatoconuncruasánmientraselcamarerotrabajabaenlamáquinadecafé.
Antes de que se diera la vuelta Ariadna engulló los cuernos del bolloprimero, y luego el resto. Cuando el camarero se giró, ella tenía aún la bocallena. Sin embargo, por la mirada plácida de éste entendió que lo que habíahechonoeratangrave.
Elhombre,quevestíaunclásicouniformeconarmillaverde,camisablancaypantalonesnegros,lesirvióuncaféconleche.Luegocolocótrestazasvacíasperfectamentealineadasenlabarra.
—Observabienestastrestazas—lepidióelcamarero.—Yalohago—dijoAriadna—.¿Quétienendeespecial?—Aparentemente nada —repuso el camarero—. ¿Verdad que las ves
iguales?—Sí.—¡Puesno lo son!Cuandovolvamos a encontrarnos, pregúntamepor las
trestazasyteexplicarécuáleselsentidodelavida—ledijomientrassonreíayleguiñabaunojo.
—¿Deverdad?—preguntóellaemocionada.Como toda respuesta, el camarero regresócongesto felizy silbandoa su
máquinadecafé.Ariadnaseacabósutazahumeanteyluegosaliódelcafé.Necesitabaseguir
buscandolasalidadelLaberinto.
7Lahistoriadelastronauta
Nuevamente en la calle,Ariadna dejó atrás las últimas casas, que daban a unlargoyvetustomurodeladrillorojoquedebíadeformarpartedelLaberinto.
Empezó a recorrerlo muy pacientemente, esperando encontrar algunaaperturaque le permitiera internarse en la direcciónde la flechade fuegoquehabíavistolanocheanterior.Peroaquellaviejapareddeladrilloparecíanotenerfin.
Cuandosecansódecaminar,sesentóunratocontraelmuroyapuntóensulibretaesmeraldaloúltimoquehabíaaprendidoenelLaberintodelaFelicidad.
Devezencuandoesconvenientehacerlimpiezadeopiniones
Al terminar de escribir esto se apoyó contra el muro de ladrillo, queinesperadamentecedióasuespaldayserompióenmilpedazos.
Ariadna se levantó entre los restos de la brecha que había abierto en laparedsinheridasnimagulladuras.Estabatansorprendidadehallarsealotroladoque tardó un rato en darse cuenta de que el explorador con el cazamariposasestabaasuespaldaylaobservabaconunasonrisaenloslabios.
—Ésahasidounabuenalección—dijo.—¿Quélección?—preguntóellairritada.—Esteviejomurotehaenseñadoalgomuyimportanteparallegaralcentro
delLaberinto.Lamayoríadeobstáculosqueencontramosennuestrocaminoalafelicidadsonimaginarios.Loscreamosnosotros;esdecir,sonnuestrosmiedos.
—¡Peroyonohecreadoestemuro!—protestóAriadna.—Éste no, pero sí otros—remarcó el explorador—. De otra manera no
estarías aquí. Y ¿sabes por qué las personas nos creamos nuestros propiosobstáculos?Yo te lodiré:porquenosdamiedo llegara los lugaresquehemossoñado.
—¿Deverdadlocree?—¡No lo dudes! Cumplir un sueño siempre da miedo, porque estamos
acostumbradosalidiarconlasdificultades,peronoarecibirregalosdelavida.Por eso a menudo nos boicoteamos poniendo muros entre nosotros y lo quequeremosconseguir.
—Parecerazonable—dijoAriadna,pensativa—.Porcierto,laotravezmeolvidédepreguntárselo:¿Ustedporquéestáaquí?¿Enquémomentoextravióelsentidodelavida?
Elexploradorsepusodecuclillas,fijóbiensumonóculoy,apoyadoensucazamariposas,explicóconvozsuave:
—Por qué estoy aquí no tiene importancia: lo único que cuenta es quebuscolasalidadelLaberinto.Digamosqueviajémuylejosparaencontraralgoqueenrealidadteníamuycerca.¿Loentiendes?
—Nodeltodo.—Teloexplicaréconunahistoriaquemecontóunlamaqueconocíenun
monasterio delTíbet:Unhombre cumplió su sueño de viajar a laLuna, pero,duranteelalunizaje,elcoheteseaveriósinremedio.Élsiemprehabíadeseadoirhastaallí,peroseencontróconquenopodía regresara laTierray lequedabasólooxígenoparatresdías.Enesetiempoeraimposiblequepudieranmandarleotrocohetepara recogerloo traerlemásoxígeno.El astronauta supoentonces,porprimeravezensuvida,quéeraexactamenteloquequería:volveracasayestarenlaTierraparallevarallíunavidasimpleyfeliz.¡TuvoqueviajarhastalaLunaparavaloraralgoqueteníatancerca!
Ariadna se quedó muy pensativa al oír esta historia, que el exploradorconcluyóasítrasunapausa:
—Todos somos como ese astronauta: vemos la felicidad en lo que estálejos,peroenrealidadlatenemosmuchomáscercadeloqueimaginamos.
Dicho esto, el explorador se fue a campo través con su cazamariposas.Antesdequeestuvieratanlejosquenopudieranoírse,Ariadnalegritó:
—¿Y qué pasa con los obstáculos que no creamos nosotros, los que sonreales?
—¡A ésos yo no los llamo obstáculos, sino trampolines! —gritó comorespuesta,arrastrandolaerreconsudivertidoacentofrancés—.¡Sirvenparairalugaresalosquenuncahabríamosllegadopornosotrosmismos!
Luegosaludóelevandosusombrerodeexploradoryprosiguiósucamino.
8ElPozodelaConfusión
LapartedelLaberintoquequedabatraseldébilmuroerauncampodehierbajosllenodecharcos.Ariadnaseencontrabatotalmentedesorientadayseesforzabaennomojarselospies.
Cuandollevabaunbuenratocaminando—ypreguntándosenuevamentesiaquelloformabapartedelLaberinto—,divisóunpinarenmediodelaplanicie.Aprovechópararefugiarsedelsolbajolascopas,dondeelfrescordelasombralesirvióparaanotarlosúltimosdescubrimientosquehabíahecho:
Lamayoríadeobstáculosqueencontramosloscreamosnosotros,porquetenemosmiedoacumplirnuestrossueños
Luegorecordólahistoriadellama:elastronautaquetuvoqueencontrarse
en la Luna sin posibilidad de regreso para valorar lo que tenía en su casa.Ariadna pensó en las conclusiones a las que había llegado el explorador yapuntó:
Lafelicidadsiempreestámáscercadeloqueimaginamosaunque
labusquemoslejos
Mientras guardaba la libreta esmeralda en el bolsillo del abrigo, se diocuentadequenoeralaúnicaqueescribíacosasenaquellugar,yaqueobservóqueenunodelospinosalguienhabíagrabadoacuchillolasiguienteinscripción:
ALCENTRODELLABERINTO
Entusiasmada por aquella pista, tomó obedientemente el camino queseñalabalaflechayfueapararaunpozoseco.
PensandoquetalvezensuinteriorhubieraunconductohaciaelcentrodelLaberinto—por extraño que pudiera parecer—, se asomó a la oscuridad delpozoporsiveíaalgunaescaleradehierro.
Sinembargo,nohabíanadaquehicierapensarquesepodíabajarhastaelfondo,loquelatranquilizó,yaquenolehabríahechoningunagraciatenerquemeterseenunlugartanoscuroyprofundo.
Cuandosedisponíaaproseguirsucamino,unavozcristalinasurgiódelo
máshondo.
«¿DEDÓNDEVIENES?»
Antesdevolverameterlacabezaenelpozo,AriadnapensóquesindudaallídentrodebíadeestarelcaminoalLaberinto,aunquenovieralamaneradebajar. Y, como le había sucedido con la Boca de la Verdad, para poder pasartendríaquerespondersatisfactoriamenteaaquellapregunta.
—Vengo del FalsoMuro.He cruzado todo este páramo para llegar hastaaquí—gritóasomadaalabocadelpozo.
Dicho esto, la voz cristalina que emergía de las profundidades empezó arepetircomouneco:
«¡Confusión,confusión,confusión,confusión,confusión…!».Luegorepitiólapregunta:
«¿DEDÓNDEVIENES?»
Ariadnameditóunbuen rato la respuesta.Teníamiedodeque lavozdel
pozo callara para siempre si fallaba por segunda vez. Tras recordar lo que lehabíadichoelcazadordemariposasensuprimerencuentro,volvióagritar:
—¡Vengodemímisma,delaentradaalLaberinto!«Yapuedessaltar»,dijolavoz.Casi arrepentida de haber dado la respuesta correcta,Ariadna subió a los
márgenesdel pozoy cerró lo ojosmientras tratabade reunir valor para dar elsaltodefinitivo.
«¡Ahoraonunca!»,leadvirtiólavoz.AlescucharestoAriadnadiounpasoadelanteysaltó.
9LaCavernadelPigmeo
Mientras caíay caíahacia el fondodelpozo,queeramásprofundode loquehabíaimaginado,llegóatemerporsuvida.
Con losojos cerrados, resignadaa aceptar sudestino, seprecipitaba cadavezmásrápido.
Enlugardelgolpefatalqueesperabaquepusierafinasuaventura,Ariadnasehundiódeprontoenunamateriasuaveyenvolvente,dondeempezóaperdervelocidadhastadetenerse.
Cuandoabriólosojos,vioqueseencontrabaentremilesdeplumasblancasfosforescentes.«Parecenplumasdeángeles»,pensó.
Trasagradecerhabercaídoenunlugartanblandoysuaveempezóaabrirsecaminoentrelasplumas.Habíasalvadolavidaalcaersobreellas,perodenadaleserviríasisequedabaatrapadaenelfondodelpozo.
Ariadna se abría paso como podía sin saber si avanzaba en círculos o sedirigíahaciaalgúnsitio.
Estaba ya a punto de dejarse vencer por la desesperación y derrumbarseentre las plumas cuando finalmente encontró la entrada aun túnel tenuementeiluminado.
Convencida de haber hallado el camino al centro del Laberinto—nuncahabríaimaginadoqueestuvierabajotierra—,entróemocionadaenaquelagujerodegusano,esperandosalirhaciaalgúnlugariluminado.
Sin embargo, el túnel se hacía cada vez más oscuro a medida que seinternaba en él.Recorrió el último tramo completamente en tinieblas y con lasensacióndeestaradentrándoseenelcentrodelaTierra.
Empezaba a sentir pánico, porque el aire se hacía escaso.Notó cómo unsudor insoportable le empapaba la frente y el cuello. Afortunadamente justoentoncesadvirtióqueunasuaveluzdoradailuminabalasparedesdelacueva.
Pronto se encontró en una amplia caverna iluminada por antorchas quecolgabandelasparedes.
Ariadnaadmirólaenormegaleríallenadeestalactitasyestalagmitas,ysepreguntóquiénhabríaencendidoaquellasteas.Notardaríaensaberlo.
Al volverse se encontró ante un hombreminúsculo de raza negra con unescudodepielyunalanzatradicional.Laacechabaconlamiradamientrasdabavueltasasualrededor.Ellasentíaentrecuriosidadyterror,porquenosabíaquépodíaesperardeaquelpersonaje.
El hombrecillo finalmente se plantó frente a ella, flexionó las rodillas ygritóconlosojosmuyabiertos:
—¡Uh!Ariadnagritódelsustoy,mientrassualaridoresonabaentodalacaverna,el
pigmeoestallóenrisas,loqueconvirtiólagaleríaenunapercusiónconstantede«¡Ah!»,«¡Uh!»y«¡Jaja!».
Aquello parecía hacer unagracia terrible al hombrecillo negro, quehabíadejadocaerelescudoylalanza,yahoraserevolcabaporelsuelomuertodelarisa.Al verlo ella no pudo contener una carcajada, lo que paralizó en seco laalegríadelpigmeo.
—¿Quépasa?—protestóAriadna—.¿Esqueaquísólopuedesreírtú?—¡Tú no has reído! —dijo el hombrecillo muy serio—. Si lo hubieras
hecho,nomehabríadetenido.—¿Cómoquenohereído?—repusoella.—Paranosotros,lospigmeos,unapersonadebereírhastacaeralsuelo.Si
nocae,nohareídodeverdad.—¿Meestástomandoelpelo?—Enabsoluto.Larisaesalgomuyserio,¿sabes?Eseldisolventeuniversal
delaspreocupaciones.Cadavezqueríesdesapareceunproblemadetucabeza.—Nosabíaquelospigmeosfueraistanexpertosenestearte—dijoAriadna
admirada.—Tienesulógica.Somoselpueblomásmaltratadodelmundo,tambiénpor
nuestrosvecinosafricanos,porquetodosseatrevenconalguientanpequeño.Poresosiempretenemosproblemasydebemosreírparadisolverlos.Porcierto,¿québuscasporaquí?
—No lo sé—reconocióAriadna—,pero ahoramismomegustaría ver elcielo.
—Entonces,sígueme—dijoelpigmeo.Los dos atravesaron la caverna hasta llegar a una grutamás baja, donde
Ariadnatuvoquegatearpordetrásdelhombrecillo.Enelpuntomásbajodeestacuevaelpigmeoledijo:
—Ahoratúmbate.Ellahizoloquelepedíaysetendióbocaarribajuntoalpigmeo.Delantede
losojosteníaunlargoyrectoagujeroverticalquedesembocabadirectamenteenelcieloabierto,queenaquelmomentoestabaplagadodeestrellas.
Elhombrecillodijoentonomelancólico:—Por muy pequeña que sea tu ventana el cielo sigue siendo igual de
grande.Tuvolasensacióndequeloquehabíadichoelpigmeoeraunarevelación
justoenelmomentoqueunaflechadefuegocruzabaelgranfirmamentoporsupequeñaventana.
AriadnasedurmióplácidamentesabiéndoseunpocomáscercadelcentrodelLaberinto.
10ElHombredelSurco
Ladespertóunaintensaluzblancaquebajabaporelorificioyloconvertíaenunpotentefoco.Laclaridaddelamañanatraía,además,unabuenanoticia:Ariadnadescubrióunacuerdaconnudosquebajabadesdeelexteriorhastalagrutaenlaqueestabatendida.
Miróasulado,peroelpigmeoyanoestabaallí.Enlapiedraplanasobrelaquehabíadormidoencontrógrabadocontizablancaelsiguientesímbolo:
Ariadnadevolviólasonrisaaldibujoy,antesdeiniciarlasubida,anotóen
sucuadernoesmeraldaloaprendidolanocheanteriorenlacaverna.
Larisaeseldisolventeuniversaldelaspreocupaciones
Actoseguidoanotótambiénloquehabíadichoelpigmeomientrasmiraban
lasestrellas:
Pormuypequeñaqueseatuventanaelcielosiguesiendo
igualdegrande
Decidióqueguardaríaestafraseenelfondodesucorazónparalosdíasdesombra.Luegoempezóasubirporlacuerdacongranesfuerzohastasalirdelagruta. Allí vio un delicioso jardín colmado de flores de enormes y coloridospétalos.Tambiénhabíamuchosárbolesfrutales,delosqueAriadnacomióhastaquedarsaciada.
Mientrasexplorabaaquelpequeñoparaísollenadealegría,seencontróanteunlargoyprofundosocavón.Ensuinteriorunhombreconcamisadefranelaylargasbarbascaminabacabizbajodeladoalado.
Ariadnaentendióquehabíasidoasí,yendoyviniendoenuncortotrayecto,comoaquelhombresehabíaacabadoenterrandoenelsurco.
—Pero¿quéhaceahí?—lepreguntóelladesdeelbordedelazanja.Elbarbudolamirómuysorprendido.Senotabaquellevabatiemposinvera
nadie,tanabsortoensusidasyvenidas.Luegodijo:—Buscoalgoqueheperdido.—¿Yquées?—seinteresóella,muycuriosa.—Laverdadesquehacetantotiempoqueloperdíqueyaloheolvidado—
respondióresignado.Trasdecirestoelbarbudoreanudósucamino,deunladoalotroyvueltaa
empezar,yAriadnatuvolaimpresióndequeconcadatrayectoseenterrabaunpocomásenelsurco.
Yobservóalgomásenaquelhombretanhuraño:susojosexpresabanunaprofundatristeza.
11Predecimosconelpasado
AriadnadejóatrásalHombredelSurcoysiguióexplorandoel jardín,quetraslosárbolesfrutalesascendíaporunasuavecuestahastallegarauninvernáculodecristal.
Lo rodeó,muy curiosa, por si allí había alguna indicación para llegar alcentro del Laberinto. Pero lo único que encontró fue una enigmática placasituadaenlapuertatrasera:
PREDECIMOSCONELPASADO
Empujólapuertapensandoque,sinduda,setratabadeunerrordeimprentadequienhabíagrabadolaplaca.Estabaabierta.
Ariadnasepaseóporelinvernáculo,dondecrecíantodotipodeenredaderasqueescalabanlasparedesdecristalhastacasitaparlaluzdelsol.Tropezóunpardevecesconraícesquehabíanrotoelsuelodepiedrayhacíandespegarnuevosretoñosenbuscadelcielo.
Enmediodelinvernáculovioaunancianoesmeradamentetrajeado.Estabasentadoenunsillónblancoconlasmanossobrelasrodillas.Asulado,sobreunapequeña alfombra de esparto, un perro de color crema mostraba la mismaserenidadquesuamo.
AlacercarsealhombresentadoAriadnaadvirtióunbrilloinexpresivoensumirada.
—Supones bien: soy ciego —se presentó—. He vivido tanto que nonecesitovermás.¿Quieresquepredigacontupasado?
—Nome interesa el pasado—añadió Ariadna, que no deseaba volver arecordarsuvidaanterioralLaberinto.
—¿Porquéno?Enélestáescritotufuturo.Ynosóloenloquehicisteoenlo que te sucedió.También tus creencias pasadas han creado tu futuro: lo quecreesesloquecreas.¿Noconocíaseldicho?
—No.—Puesdeberías.Dime cómo llegaste alLaberinto y te diré cómopuedes
salirdeél.—¿Deverdad?—dijoAriadnaesperanzada.Eleleganteancianoasintiórisueñoyensilenciocomotodarespuesta.Muy
asupesar,ellaempezóaexplicar:—Hace tiempoquemis padresmurieron.Nunca tuve amigos, porqueme
cuestarelacionarmeconlaspersonas.Siemprepenséqueloqueyopudieradecirnointeresabaanadie.
—Esonotecorrespondeatijuzgarlo.—Tienerazón:supongoquemeimportabandemasiadolasopinionesdelos
demás.—Sigue.—Sóloteníaunpequeñoapartamentodealquilerquepagabaconmisueldo
enuna fábricadehilos sintéticos.Alprincipio todo ibabien.Llegabapuntual,trabajabamishoras,regresabaacasa.Cadadíalomismo.Peroundíaempecéasoñarenunavidadiferente:paraempezar, imaginéquenovivíaenaquellafeaciudadindustrial,sinoenunbonitojardíncomoéste.Ahoraquelopienso,¡sonbastanteparecidos!
—¿Lo ves? —dijo el anciano con placidez—. Al proyectar tus sueñosempezasteaconstruirlos.
—¡PeroyonoelegíquedarencerradaenelLaberinto!—Eso no lo sabes. Hay muchas cosas que elegimos inconscientemente
porquedeseamosquesucedan.Continúa,porfavor.—Bueno,elcasoesquesoñabaysoñabacadavezmás.Hastaquellegóun
momentoquenoprestabaatencióna lasmáquinasy loshilos sintéticos semeenredaban. Eso me sucedió al menos un par de veces. A la tercera medespidieron.
—¿Notedascuenta?—respondióentusiasmadoelanciano—.Unapartedetiqueaúnnoconoceshizoqueteequivocarasdeliberadamenteparaquepudierassalirdelafábricayllegarhastaeljardínquehabíassoñado.Aestejardíndondeyoteestabaesperando.
—Nuncalohubierapensado—dijoAriadna,muysorprendida—,porqueloprimeroquehicecuandofuidespedidafueentrarenelBosquedelosLamentosparamorir.
—Morir,ésaeslapalabra.—¿Porquélodice?—Paranacerprimerohayquemorir.¿Nolosabías?Entrasteenelbosque
para que pudiera morir la Ariadna que había existido hasta entonces. Sóloentonces pudo nacer la Ariadna que ahora busca el sentido de la vida en elLaberintodelaFelicidad.
—¿Quélehacepensarquebuscoelsentidodelavida?—preguntómolesta.Elancianoriosuavementeantesdedecir:—Todosaquílobuscan.—YosóloquierosalirdelLaberinto…—… para entrar en la Vida —añadió el anciano—. Pero nunca vivirás
verdaderamenteanoserqueencuentreselmotivoporelqueestásaquí,larazónporlaquetelevantascadamañana.Éseeselsentidodelaexistenciaysólotúpuedesencontrarlo.¿Paraquévives?
—De momento, para hallar el centro del Laberinto, de donde salen lasflechasdefuego.
—Bueno,poralgoseempieza.Ariadnasequedóunosinstantesensilencio.Luegopreguntó:—¿Y nome podría indicar el camino hasta el centro del Laberinto? ¡Ya
hacetresdíasquedoyvueltas!—Insisto:recuerdapordóndeentrasteyhallaráslasalida.Asídefácil.El
LaberintodelaFelicidades,enrealidad,unajaulaconlapuertaabierta.—Talvezsí—refunfuñóAriadna—,peroyonotengoniideadecómosalir
deaquí.Al escuchar esto el anciano sonrió y bajó la mano suavemente hasta
acariciarlacabezadelperro,queseincorporóalegreymeneandoelrabo.Luegodijo:
—Élteguiará.Tambiénesciego,comoyo.—¿Unperrociego?—preguntóasombradaAriadna.—No te preocupes—concluyó el anciano—. Sabe oler los caminos que
tienencorazón.Sabeverloesencial.Precisamenteporesoesfelizypuedeguiaralosdemás.
12Arenasmovedizas
El perro ciego llevó a Ariadna con calmosa seguridad por sinuosos senderos,plazasajardinadaseinclusoporunpasoelevadosobreunestanque.
Mientras se dejaba guiar, ella revisaba su cuaderno esmeralda, en el queañadió una idea de las muchas cosas que le había dicho el ciego del sillónblanco.
Paranacerprimerohasdemorir
Alfinaldeunpaseoentredosríos,Ariadnatuvoquedetenerseporquelasarenas movedizas le cortaban el paso. Como si al llegar a aquella tierrapalpitantehubierayacumplidosumisión,elperrociegodiomediavueltay ladejóanteunadecisiónquesóloaellalecorrespondíatomar.
Después de apoyar el pie y comprobar que el terreno era pastoso einestable,ellasequedópensandosidebíaretrocederyproseguirlabúsquedaporotrolado.
Antes de decantarse por la segunda opción, sin embargo, vio que lasburbujasdelasarenasmovedizasformabanunmensaje.
¿ADÓNDEVAS?
Ariadna pensó que era la tercera gran pregunta existencial a la que seenfrentabacomoprueba.Puestoquehabíasuperado lasdosanteriores, tenía laesperanzadequeconaquellarespuestapudierapasaraltramofinalquellevabaalcentrodelLaberinto.
Peroparaellodebíarespondercorrectamenteaesapregunta.Ariadnatomóunpalitodelcaminoyescribiósobrelasarenasmovedizaslosiguiente:
ALCENTRODELLABERINTO
Esta respuesta no pareció convencer a las arenas movedizas, pues elmensajeseborródelfangotanprontocomoestuvoacabado.Ylatierracalienteseguíabullendosininvitarapasar.
Ariadnavolvióaintentarloyescribió:
ALHOGARDELARQUERO
Tampocoestarespuestasurtióefecto.Ariadna hizo memoria entonces de lo que había contestado a las dos
primeraspreguntas.«¿Quiéneres?»,sedijo.«Soyloqueyodecidaser»,respondió.«¿Dedóndevienes?»,sepreguntó.«Vengodemímisma»,contestó.Faltabaresponderalatercerapregunta:¿ADÓNDEVAS?,pero la respuesta le
vino sola, pues a esas alturas ya tenía claro cuál era su destino. Ariadna seinclinónuevamenteyescribióconelpalitosobrelasarenas:
ALCENTRODEMÍMISMA
Alescribirestoderepentelatierradejódeherviryfueperdiendohumedadhastasecarse.
EntoncesAriadnapudopasaralotrolado.
13Elcaminodelamariposa
Poco después de cruzar las arenasmovedizasAriadna se encontró caminandoporpuentesdemaderaqueuníanpequeñascolinasmientraslatardeempezabaateñirlotodoconsusalasbronceadas.
Aquella parte del Laberinto parecía estar mucho más concurrida que elresto,yaqueasuladopasabanconstantementeparejasdeenamorados,ancianosmeditabundos e incluso algunos niños que hacían correr los balones sobre elpasodemadera.
«¿Tantaspersonashanperdidoelsentidode lavida?»,sepreguntabaella,sorprendida,mientrascontemplabatodasaquellaspersonasenactitudfestiva.
De repente, entre un grupo de nórdicos con la piel tostada por el sol,apareció el cazador de mariposas, que se plantó delante de Ariadna y lepreguntó:
—¿Siguesbuscandolafelicidad?Antesdequeellapudieracontestar,élmismolanzólarespuesta:—Créeme: no vale la pena que la busques. La felicidad no se busca, se
encuentra.—¿Ydóndeseencuentra?—añadióAriadna.—En todaspartesy enninguna,porque la felicidadnoesunameta, sino
sólounperfume.—¿Unperfume?—preguntóellaextrañada.—Sí,eselperfumequedesprendeaquelloqueestábienhecho.Unapuesta
desolperfecta,lacariciaauncachorro,lamiradadeunseramado,unacanciónsublime…cualquiermomentoinolvidable.Poresonolapuedescapturarcomosifueraunamariposa.
—Por cierto —recordó de repente Ariadna—. ¿Ya ha encontrado laMariposadelaLuz?
—Todavía no —reconoció él exhausto—. No se ha dejado ver todavía.¿Sabías que mariposa en griego se llama psiké, lo cual también significa«alma»?
—Nolosabía.—¡Poresodebedesertandifícildecapturar!Cazarunamariposaescomo
cazarelalma,yelalmaseponeenlascosasperonoestáenlascosas.Escomoelperfumedelafelicidad.¿Mesigues?
—Laverdadesqueno.
—Daigual.Túsóloestateatentay,sives laMariposade laLuz,síguela.EllatellevaráhastaelcentrodelLaberinto.
—¿Cómoestátanseguro?—preguntóAriadna.Elexploradorsonrió,miróalamuchachaconindulgenciaylerespondió:—Esamariposasólotiene24horasdevida.Porfuerzadebesaberadónde
va.
14LosnómadasdelaLuna
DondeterminabaelLaberintodepuenteshabíaunapequeñaelevaciónllenadecampamentosycaravanasconfuegosencendidos.Unaveintenadenómadassedisponíanapasarallílanoche.
«¡Qué grande es el Laberinto de la Felicidad!», se dijo Ariadna, que nodejabadeasombrarseporencontrarcadadíanuevosparajes.
Sintiófríoyseacercóaunadelasfogatas,dondeunamujerrobustaledioun plato de sopa caliente y le echó una manta de lana por encima de loshombros.
Después de cenar, Ariadna aprovechó para anotar en su cuaderno lo quehabíaaprendidoensunuevoencuentroconelbuscadordemariposas:
Lafelicidadnosebusca,seencuentra
Lafelicidadeselperfumedelascosasbienhechas
Trasguardarelcuaderno,Ariadnaobservóquesobreelcampamentolucía
lalunallena.Estabaapuntodequedarsedormidadelantedelfuego,cuandouncorode
aullidosladespertódegolpe.Ylomásextrañofuequealabrirlosojosvioqueno eran lobos los que aullaban, sino losmismos nómadas que, con la barrigallena después de la cena, bailaban y dirigían las cabezas a la luna mientrasemitíantristesaullidos.
—¿Por qué lo hacen?—preguntóAriadna a unmuchacho que cocía unapatataalfuego.
—Aquí, en el Laberinto, hace tiempo que se extinguieron los lobos —respondió—.Poresoaullamosporellos.
—¿Yporqué?—insistióella.—Cuando aullamos y nos dejamos llevar por el éxtasis del canto y del
baile,nuestrosmiedossalenvolandoyseescondenenlacaraocultadelaluna.Ariadna no se atrevió a preguntar nada más. Pensaba que la gente del
Laberintoerabiencuriosa.En aquel momento la flecha de fuego surgió, como cada noche, del
invisiblecentrodelLaberintoydescribióunasuaveparábolahastaextinguirse.SepreguntóunavezmásdóndeestabaaquelsecretocentrodelLaberinto,
quéfuegoritualincendiabaaquellasflechas,quiéneraelarqueroyporquélaslanzabasiemprejustoenelmomentoqueellapodíaverlas.
Una vez más cayó dormida sin poder responder a ninguna de estaspreguntas.
15Elrevisordevidas
Alamañanasiguiente,Ariadnadescubrióquebajolapequeñaelevacióndondelosnómadasyaempezabanadesmontarsustiendashabíaunaestacióndetren.
AsombradaporquetambiénpudierahaberalgoasíenelLaberinto,bajóporlasuavecolinadondehabíapasadolanochehastallegarallí.
AlverunalocomotoradevaporcontresvagonesdemaderasepreguntósiaquelviejoconvoyefectuaríaparadaenelcentrodelLaberintoypondríafinasuaventura.
Ariadnaentróenelúltimodelosvagones,llenodepasajerosquecharlabanmuy animados. Pero, curiosamente, cuando la locomotora emitió unensordecedor pitido y el tren se puso en marcha, muchos de ellos cayerondormidosalinstante.
Entreéstosdistinguióalexplorador—vestidodeblancoimpecablecomoelprimerdía—,queroncabaruidosamenteapoyadoensucazamariposas.Delantedeélestabasentadoelpigmeo,queparecíaapuntodeestallarenunaformidablecarcajada.
A Ariadna le entusiasmaban los trenes desde muy pequeña, así que casiderramó lágrimas de felicidad mientras pegaba la cara al cristal y reconocíalugaresdelLaberintoporlosqueyahabíaestado:lospuentessobrelascolinas,eljardíndelinvernáculo,elpáramodelostrespinos…
Perolafelicidadsonmomentos,yungigantónuniformadoderojoseplantójuntoaellaparallamarsuatención.
JustoentoncesAriadnarecordósobresaltadaquenoteníabillete.ParatratardesalirdelapurosacódesubolsilloelboletoesmeraldadelaGranLoteríadelaVidayselomostró.
Elgigantónlotomóentrelasmanosgordezuelasydeclaró:—Nosirveparanada,porquenotienecifras.—¿Cómoquenosirve?—sedefendióAriadna,recordandoloquelehabía
dichoelvendedordelotería—.¡Tocasiempre!Elhombredeluniformerojonopareciódarleimportanciaaesecomentario
ysacódelbolsillounblocdefacturasyunbolígrafo.—¿Dedóndeviene?—preguntó—.¿Adóndeva?Ariadna no estaba dispuesta a contestar de nuevo a las preguntas que ya
habíarespondido,asíquecontraatacó:—Usted,quelegustatantopreguntar…¿Quiénes?
—Soyelrevisor—dijo,sacandopecho.—Puestoquenotengobillete,¿cómovaarevisarelmío?—Nonecesitoningúnbillete,porquesoyunrevisordevidas.—¿De vidas? —repitió Ariadna asombrada—. Los revisores de billetes
tienen una pequeña perforadora para marcarlos. ¿Con qué instrumento va arevisarustedmivida?
—Conéste—respondióelhombre,entregándoleunespejoredondo.Ariadna tomó en lasmanos el espejo. Éste le devolvió una imagenmuy
diferentedelaquehabíavistolaúltimavezenloslavabosdelafábricadehilo,dondesehabíaencerradoallorar.Vioqueteníamuchomejorcolordecarayquelosojos lebrillabancomocuandoeraniña.Le estaban sentandobien aquellasvacacionesenelLaberinto.
—Puestoquelacaraeselreflejodelalma—dijoelrevisor—,nonecesitonada más para revisar la vida de los pasajeros. Usted no ha tenido miedo amirarseenelespejo.Ahora lepidoqueme lodevuelvaparaqueotrospuedanrevisarlasuya.
Muy contenta con lo que había visto, Ariadna volvió a pegar la cara alcristalydisfrutódel restodelviaje.Casideseabanoencontrarnunca la salidadelLaberinto.¡Elmundo«normal»leparecíamuyaburridoencomparaciónconloquesucedíaallí!
Mientraspensabaesto,eltrenllegóalfinaldesutrayectoenunaestacióndestartalada en medio de un sembrado. En el andén, al aire libre, un rótulooxidadoanunciabaelnombredellugar:
ESPANTAMIEDOS
16ElAtraepájaros
Lospasajerosbajaronconparsimoniade losvagones—algunos, cargadosconenormesbultos—ycruzaronelandénhastasaliralsembrado.Allíempezaronahacer cola delante de lo que parecía un espantapájaros. Sin embargo, a sualrededorvolabanbulliciosasdocenasdeavesgrandesypequeñas.
Ariadna se puso en la cola de aquella insólita procesión mientras sepreguntabacómoeraposiblequeaquelmonigotefueratanpocoeficazalahoradeasustarlasaves.
Todoslospasajerosparecíanentusiasmadosantelaperspectivadevisitarelespantapájaros,aunquelociertoeraqueunavezasuladoselimitabanamirarlounossegundosyluegoregresabanpordondehabíanvenido.
CuandolellegóelturnoaAriadna,sequedópasmadaalverqueaquellospalosnosoportabanunmonigoterellenodepaja,sinounhombredeverdadquesonreía bajo su sombrero de ala ancha. A su alrededor decenas de avesrevoloteabanpiandoescandalosamente.
—¿Quéhaceustedahí?—lepreguntóella—.¿Nosedacuentadequenoasustaalospájaros?
—Esquenoquieroasustarlos.Soyunatraepájaros.—¿Atraepájaros?Nosabíaqueexistieraalgoasí.—Que no sepas algo no significa que no exista—explico él—.Además,
¿notehasfijadoenelnombredelaestación?—Sí.Espantamiedos.—Puesahorayasabesporquéestoyaquí.—¿Paraespantarelmiedodelospájaros?¡Quétontería!—Nosólodelospájaros,tambiéneldelaspersonas.FueideadelMaestro
Obelisco.—¿Quiénesése?—Élmecontóelverdaderosignificadodelespantapájaros.Esciertoqueal
principioasustaalasaves,porqueseasemejaaunlabradorquepuedeintentarmatarlas para que no se coman las semillas. Sin embargo, cuando vencen eltemor llega laoportunidad,yaqueelespantapájarosseñala justamenteel lugardonde pueden encontrar alimento. ¿No es fabuloso? Bajo nuestros miedos seencuentraeltesoroqueandamosbuscando.
—Esunamaneramuyoriginaldeverlo.—AsíhablóelMaestroObelisco:elmiedoeselmedio.
—¿Porquéelmedio?—Eselmediodeencontrarloquenecesitas.Peroprimerodeberásabrirla
puertadelmiedo:ellatellevaráaloquemássecretamenteanhelas.—Entonceselmiedoesunaoportunidad.—Sí, porque te permite conocer lo que estás buscando. Te pondré un
ejemplomuyclaro:elmiedoalamuerte.Laspersonasalasquelesaterralaideademorirenrealidadtienenungrananhelodevida,peronoseatrevenavivirlasegún les dicta su corazón. Por eso temen morir: porque les causa amarguraabandonarestemundosinhabercumplidoconsumisión.
—¿Ysinosabencuálessumisión?¡Noestanfácilencontrarelsentidodela vida! —protestó enérgicamente Ariadna—. ¡Llevo cuatro días aquí y nisiquierahelogradohallarelcentrodelLaberinto!
—Elmiedoes elmedio—repitió elAtraepájaros como toda respuesta—.Déjateinstruirporélyencontraráslassemillas.
Dichoesto,sedespidiódeellalevantandosusombrerodepaja.
17Elsecretodelcamarero
DespuésdeestaextraordinariaconversaciónAriadnacontinuócaminandoenladirecciónquelehabíaseñaladoelAtraepájaros.Lehabíadichoquesiguieraunode los surcosdel sembradoyqueno lo abandonarahasta llegar aunmurodecolorrojo.
ElAtraepájaros lehabía aseguradoqueel centrodelLaberinto sehallabamuycercadeallí.
Antesdeponersenuevamenteencamino,sinembargo,Ariadnaanotóensucuadernolomásimportantequehabíaaprendidohablandoconaquelhombre:
Elmiedoeselmediodedescubrirloquenecesitasencontrar
Tras andar un centenar de metros, el surco del sembrado desapareció y
Ariadna se encontró otra vez caminando sin rumbo en un páramo donde sólocrecíanhierbajos.
Alllegaralmurorojo,queeratanlargocomoelhorizonte,sediocuentadequeyahabíaestadoallí.Eralapareddepiedraquehabíarotolaprimeravezalapoyarsesobreella.
Con la lección aprendida sobre los obstáculos reales y postizos, Ariadnagolpeó el muro con las palmas de las manos hasta derribar una columna deladrillos. Se había abierto una brecha suficientemente ancha para que pudierapasar al otro lado, donde para su sorpresa encontró la calle en la que habíadormidotresdíasatrás.
AlpasarnuevamentejuntoalCAFÉDELLABERINTOrecordóqueelcamarerolehabíaprometidoexplicarlecuáleselsentidodelavida.
Nirvana no estaba limpiando los escalones de la conciencia, así que lossubiódespreocupadamenteyentróenelbar,queenaquelmomentoestaballenodeclientestomandoeldesayuno.
Ariadnasesentóenelúnicotaburetevacíojuntoalabarraysesorprendióalencontrarantesílastrestazasvacías,comolaprimeravezquehabíaentradoenelcafé.Esolaconvenciódequelaestabanesperando.
Elcamareroconfirmóesacertezaaldirigirsehaciaellamuyrisueñoydecir:—Bueno,¿quédesealaseñora?—Yalosabe:vengoaquemeexpliquecuáleselsentidodelavida.—Esoharé.Peronoolvidequeelsentidodelavidaesdiferenteparacada
personayesustedmismaquiendebedescubrirlo.Yosólopuedocontarleloquehedescubiertodespuésdetrabajarcuarentaañoscomocamarero.
Ariadnacontemplóexpectante las tres tazasvacíasmientraselhombre seponíabienlaarmillaantesdeiniciar,felizysonriente,suexplicación:
—Hecalculadoqueelcontactodeuncamareroconcadaclientequepideuncafénosuperademediaunminutoescaso.Eseltiempoquesumanelsaludoy lapregunta:«¿Quédesea tomar?», loque tepideelcliente,cuandopones latazasobrelamesa,lahoradepasarlacuentayladespedidacuandosemarcha.Sonmuchosmomentosdiferentes,peroelverdaderocontactoentreelcamareroyelclientenosuperaenconjuntoelminuto.
—¿Yquésignificaeso?—¡Significaqueesunaoportunidad!Independientementedelacalidaddel
café,queeslodemenos,eneseminutoelcamarerotieneantesítresopcioneso,mejordicho,tresposiblesresultadosquedependendesuactitud.
Tras decir eso el camarero hizo una breve pausa para buscar las palabrasmásadecuadas.Luegoexplicó:
—Eneseminutopuedesconseguirquelapersonasemarchepeordeloquehallegadosieresgrosero.Obienpuedeirseigualquehavenidosilotratasconindiferencia.Perotambiéntieneslaoportunidaddequesalgadelcafémejordeloquehaentradosileregalasunpocodeamabilidad.
—¿Y eso es todo?—dijoAriadna sin ocultar su decepción—. Pero ¿quétienequeveresoconelsentidodelavida?
—¡ÉsteESjustamenteelSENTIDODELAVIDA!,ynosóloparaloscamareros.Todostenemoscadadíadecenasdepequeñosygrandescontactosconlosdemás.Nuestro reto es conseguir el tercer resultado: que su vida sea un poco mejordespués de estar con nosotros. ¡Ése es el desafío, el premio gordo de cadaencuentro!
AlescucharestoAriadnasequedópensativa.Elcamareroentoncesleguiñóelojoysedespidióasí:
—Yahoradeboirme:tenemosmuchasvidasquemejorar.
18ElúltimovuelodelaMariposadelaLuz
Al salir del Café del Laberinto, Ariadna se encontró con una formidablesorpresa.Justodelantedelapuertarevoloteabaunamariposadeluminosasalasblancas.
—¡LaMariposadelaLuz!—nopudoevitarexclamar.Ariadna semantuvo a cierta distancia para no asustarla.A fin de cuentas
sóloellapodíamostrarleelcaminohastaelcentrodelLaberinto.Lamariposaestuvounbuenratorevoloteandobajoelsol,comosidudara
de cuál era lamejor ruta que había que tomar. Finalmente se decidió a volartemblorosamentehacialaizquierdadelacalle.
MientrasAriadnalaseguíaaciertadistancia,recordóloquelehabíadichoel explorador al referirse a aquella mariposa. Vuela hacia las luces que semueven,ylomásimportante:sólotiene24horasdevidayporfuerzadebesaberadóndeva.
Su ligerísima guía se detuvo junto a una casa de aspecto ruinoso, justoenfrentedelBancodeAmor.Esolehizorecordarquenohabíadadonirecibidoningúnabrazodesdequehabíarealizadosuprimeringreso.
Allísusfuerzasparecieronflaquear.LaMariposadelaLuzbatíalasalasdesedaeibaperdiendoalturapeseasusesfuerzos.
—¡Noterindasahora!—lesuplicóalentenderqueestabaconsumiendosusúltimosinstantesdevida.
Perolamariposahabíadejadodealetearycayóoscilandoenelairecomounpétaloblancoypuro.Antesdequecayeraalsueloyfuerapisoteadaporalgúntranseúnte, Ariadna la recogió en la palma de la mano, donde temblaba demaneracasiimperceptible.
—Aguantaunpocomás—leimploró—.QuierollevarteconmigoalcentrodelLaberinto.
Entonces sucedió algo maravilloso. De la nada surgió una brisa queenvolvió a Ariadna y le arrebató la mariposa de la palma de la mano paraelevarlaencírculosporencimadeella.
Con la seguridad de estar asistiendo a un milagro, vio cómo el vientootorgaba a laMariposa de la Luz las fuerzas que la habían abandonado y laelevabaporencimadelacasaabandonada.
Susalasblancasyluminosassubieronysubieroncomounaestrelladiurnaque,llevadaporelviento,sedirigíaalcentrodelLaberinto.
19LaCasadelaÚltimaPregunta
Ariadna se quedó boquiabierta. Tenía la impresión de haber contemplado elúltimovuelodeunángel.Porestomismonecesitóunratoparadarsecuentadelainscripciónquehabíasobreelportaldelamansiónabandonada:
CASADELAÚLTIMAPREGUNTA
Lapuertaestabaabierta.Ariadna entró lenta y sigilosamente, como si temiera molestar a los
habitantesdeaqueledificioenruinas.Sinembargo,ensuinteriorsóloencontróparedesdesconchadasynadamás.Todas lashabitacionesestabanvacías.Oalmenostodasexceptolaquedebíaencontrarsetrasunapuertadehierro,queeralaúnicaqueestabacerrada.
Pensóquedebíadeserelúnicoespaciohabitadodelacasa,yaquehabíaunfelpudodelantedelapuerta.
Ariadnatardóunratoendarsecuentadequeelmensaje,laúltimapreguntaqueabríaaquellapuerta,estabainscritoenelfelpudo:
¿QUÉHACESAQUÍ?
Estuvo tentadade responder: «Busco el centrodelLaberinto», pero sabíaqueésenoeraeltipoderespuestaqueabriríalapuerta.
Setratabadealgomuchomássimpleyprofundoalmismotiempo.Ariadnaselimitóaexclamar:
—¡Vivir!Lo había dicho con la seguridad de saber que no había ninguna otra
respuestaposible.Ylapuertaseabrió.Perono lo hizo sola, como la de laBocade laVerdad, sinoque la abrió
alguienqueestabaalotrolado:elcazadordemariposas.—¡Felicidades! —exclamó mientras la claridad del jardín trasero
deslumbraba a Ariadna—. Has encontrado la puerta que lleva al centro delLaberintoyasusalida.
—¿Ereselarquero?—preguntóellaconestupefacción.—Enabsoluto.Elarqueroteesperaalfinaldeestecamino—dijomientras
señalabaunsenderoentremuroscubiertosdehiedra—.Yosólosoyunmodestobuscador demariposas.Mi propósito es ponerlas en el camino y ayudar a los
buscadoresdelafelicidad.¿Cómopiensassinoqueestamariposahallegadoalapuertadelcafé?
AriadnaobservóquelaMariposadelaLuzahorarevoloteabaenel jardíntrasero,comositampocoellapudierasalirdelosmurosquelolimitaban.
—¡Cuántoscaminoshetenidoquetomarparallegarhastaaquí!—dijoella,dándosecuentarepentinamentedetodolovivido.
—La felicidad es elegir—dijo el explorador—.Mejor dicho: es vivir sinmiedoaelegir.NosperdemosenelLaberintocuandopermitimosqueelijanpornosotros.Porqueunoesaquelloqueeligeser,perotambiénaquelloquerenunciaaser.Ahoradebesirsola,Ariadna.ElcentrodelLaberintoteesperasóloati.
20ElcentrodelLaberinto
AmedidaqueseacercabaalcentrodelLaberinto,Ariadnaempezóaescucharelllantodeunniño.Elcaminoentremurosavanzabasinuosocomounaserpienteynoledejabaverelfinal.Mientrastanto,elllantoseoíacadavezmásfuerte.
Antesdeiniciareltramofinaldesuaventurahabíaanotadoenelcuadernoesmeraldaelsecretodelcamarero,queresumióasumanera.
Cadacontactoconunapersonaesunaoportunidadpara
mejorarsuvida
Tambiénhabíatomadobuenanotadelaúltimaenseñanzaquelehabíadadoelexploradoryguardiándelapuertadehierro.
Lafelicidadesvivirsinmiedoaelegir
Con la satisfacciónde tener losdebereshechos,Ariadnaencaróelúltimotramodelcaminoyllegóaunaestrechaplazarodeadaporunaltomurocircular.
Ensucentrounaniñallorabadesconsoladamente.Asuladoteníaunarcoconlacuerdarotayunpequeñofuegoquecrepitaba.
AriadnacomprendióquesehallabaenelcentrodelLaberintoyqueaquellaniñaeraelarqueroquelehabíamandadoseñalesdefuegocadanoche.
Se acercó sigilosamente hacia ella, pero no se atrevió a consolarla pormiedoaasustarla.Sinembargo,teníalaimpresióndequelaconocíaaunquenolograbasaberdedónde.
Ariadna se limitó a tomar el arco y recomponer la cuerda trenzando loshilos que la formaban. ¡De algo le había servido trabajar tantos años en unafábricadehilaturas!
Luegosearrodilló,entregóelarcoa laniñay,acariciándole lamejilla, ledijo:
—Tómaloynolloresmás.Estanochepodrásvolveratirar tusflechasdefuego.
—Noseránecesario—dijolaniñaconelrostroradiante—.¿Sabes?Hacetiempoque te estaba esperando.Ahora quehas llegadoyanonecesito usar elarco.
Mientrasescuchabaesto,AriadnamiróelfuegoenelcentrodelLaberinto.
Sobreél,laMariposadelaLuzvolabaenunadanzaqueeralavivaexpresióndelaalegría.
Ariadna sintióenelpechoel calordeuna llamaqueevocóenellaviejassensacionesolvidadas.Lapequeñaledijoentonces:
—Ésteeselfuegodelaesperanza,conelqueimpregnabalasflechasquetehantraídohastaaquí.
—¿Quiéneres?—preguntóconunhilodevoz.—Soy laniñaque fuisteyhabíasperdido—suspiródandounpasohacia
ella.Con lágrimas en los ojos Ariadna sintió la necesidad de abrazar a la
pequeñaarquera,queseconvirtióenpuraluzentresusbrazos.Cuandologródejardellorar,vioquelaniñahabíadesaparecido.Peronoeraasí:ahorasentíaquelaniñaquefuevolvíaavivirensuinterior.
Miró entonces a laMariposa de la Luz y vio cómo ésta se elevaba y elevabahastafundirseconelsol.Justoeneseinstantetodoslosmurosasualrededorsederrumbaron.
21LaGranLoteríadelaVida
Ariadnaseencontrósúbitamenteenmediodelbosque,enelmismopuntoenelquesehabíaquedadodormida.
Allevantarsesintiópalpitarensuinteriorlaniñaquehabíaperdidoytuvounasenormesganasdecorrer,reír,jugar,amar…Endefinitiva:vivir.
Sinembargo,eratanintensoloquehabíavividoenelinteriordelLaberintoqueahorasesentíatristeyunpocoasustada.«Esmásfácilcaminarentremurosquehallarelpropiocamino»,pensó.
Alrecordartodaslaspersonasquelahabíanayudadoensubúsqueda,comoelexplorador,laabueladelbancodeamor,elcamarerooelpigmeo,sintióquelas lágrimas le resbalaban por lasmejillas. Se aferró entonces al boleto de laGranLoteríadelaVidaparaqueledierabuenasuerteenadelante.
Las lágrimas empezaron a desteñir el billete, dejando al descubierto unmensaje tras la tintaesmeralda.Habíaestadoaguardándolaallí todoel tiempo,porque hay verdades que se comprenden mejor con el filtro sagrado de laslágrimas.
TÚERESTUPROPIOCAMINO.SITEERESFIEL,
ALLÍDONDEESTÉSTEENCONTRARÁSSIEMPRE
ENELCENTRODELLABERINTO.
22Epílogo
Éstaeslahistoriadealguienquelohabíaperdidotodoyseencontróasímismo—sumayortesoro—enelcentrodelLaberinto.
Estelibrotienedosalas,comolaMariposadelaLuz,
ynosehaposadoentusmanosporcasualidad.
Detidependequesigavolandoparamostraraquienlonecesita
elcaminohaciaelcentrodelLaberinto.
PistasparallegaralcentrodelLaberinto
«Lasabiduríasupremaestenersueñoslobastantegrandesparanoperderlosdevista
mientraslospersigues».
WILLIAMFAULKNER
«Nuncaserásfelizdeverdadsibuscasincesantementeenquéconsistelafelicidad.
Nuncavivirásdeverdadsibuscasincesantementeelsentidodelavida».
ALBERTCAMUS
«Algunospersiguenlafelicidad,otroslacrean».
ANÓNIMO
«Sontusdecisionesynoelazarloquedeterminatudestino».
JEANNIDETCH
«Cuandomisufrimientoseincrementó,prontomedicuentadequehabíados
manerasconlasquepodíaresponderalasituación:reaccionarconamargurao
transformarelsufrimientoenunafuerzacreativa.Elegíestaúltima».
MARTINLUTHERKING
«Selepreguntóalviejorabino:
—¿Cuálhasidoeldíamásespecialdesuvida?Y¿quiénfuelapersonamásimportante?
—EldíamásespecialdemividaesHOY—respondió—.Ylapersonamásimportante
esconlaqueahoraestoyhablando».
RELATOTRADICIONALJUDÍO
«Algunosestándispuestosacualquiercosamenosaviviraquíyahora».
JOHNLENNON
«Hemosolvidadoquenuestraúnicametaesviviryquevivirlohacemoscadadíayqueen
todaslashorasdelajornadaalcanzamosnuestraverdaderametasivivimos…Losdías
sonfrutosynuestropapelescomerlos».
JEANGIONO
«Muchaspersonassepierdenlaspequeñasalegríasmientrasaguardanlagranfelicidad».
PEARLS.BUCK
«Lafelicidadesunadirección,nounlugar».
SYDNEYJ.HARRIS
«Lafelicidadnoestáenlascosasquehaces,sinoencómohacesesascosas:confelicidad».
JOSÉMARÍADELAFUENTE
«Siobservasunapersonarealmentefeliz,laencontrarásconstruyendounbarco,
escribiendounasinfonía,educandoasushijos,plantandodaliasensujardínobuscando
huevosdedinosaurioeneldesiertodeGobi.»Nolaencontrarásbuscandolafelicidad
comosifueralacuentadeuncollarquesehadeslizadobajoelradiador».
W.BERANWOLFE
«Lapuertadelafelicidadseabrehaciadentro,hayqueretirarseunpocoparaabrirla:
siunolaempuja,lacierracadavezmás».
SÖRENKIERKEGAARD
«Avecestualegríaeslafuentedetusonrisa,peroavecestusonrisapuedeserlafuentede
tualegría».
THICHNHATHANH
«Nuncaestardeparaserloquedeberíashabersido».
GEORGEELIOT
«Lasdecisionessonlasbisagrasdeldestino».
EDWINMARKHAM
«Doscaminossebifurcabanenelbosque,yyo,yotoméelmenostransitado.
Yesolocambiótodo».
ROBERTFROST
«Decideloquequieres,decideloqueestás
dispuestoadaracambio.Establecetusprioridadesyponteatrabajar».
H.L.HUNT
«Avecesloimportantenoessaberenquéladodelmurodebesestar.Loimportantee
saltaraunodeloslados.Nopuedesprogresarsinelegir».
JIMROHN
«Estarvivoesalgomásquenoestarmuerto».
ALLANPERCY
«AundiscípuloquesiempreestabaquejándosedelosdemásledijoelMaestro:“Siespazloquebuscas,tratadecambiartea
timismo,noalosdemás.EsmásfácilcalzarseunaszapatillasquealfombrartodalaTierra”».
ANTHONYDEMELHO
«Siquieresconstruirunbarco,noempiecesporbuscarmadera,cortartablasodistribuireltrabajo,sinoqueprimerohasdeevocaren
loshombreselanheloporelmar».
ANTOINEDESAINT-EXUPÉRY
«Nollevesnuncaacuestasmásdeuntipodeproblemasalavez.
Hayquienescargancontres:losquetuvieron,
losqueahoratienenylosqueesperantener».
EDWARDEVERETTHALE
«Nuestrosmomentosdemáslucidezsuelentenerlugarcuandonossentimos
profundamenteincómodos,infelicesoinsatisfechos.Puesesenestosmomentos,
empujadospornuestrainsatisfacción,cuandosalimosdelcaminotrilladoyempezamosaexplorarmanerasdiferentesdehaceralgoo
respuestasmáscerteras».
M.SCOTTPECK
«Nocreoquehayaningunacumbrequenopuedaserescaladaporunapersonaque
conozcaelsecretoparahacerrealidadsussueños.EstesecretoespecialyoloresumoencuatroC.Sonlacuriosidad,laconfianza,elcorajeylaconstancia.Detodoselloselmásimportanteeslaconfianza.Cuandocreasenalgo,créelosindudarysincuestionarlo».
WALTDISNEY
«Laesperanzatienedospreciososhijos:susnombressonenfadoyvalor;enfadoalvercómosonlascosas
yvalorparanopermitirquecontinúenasí».
SANAGUSTÍN
«Tenelvalordevivir.Morir,esolosabehacercualquiera».
ROBERTCODY
«Alrecoger
laspiedrasquemelanzaron,viqueunaeraunajoya».
POEMAJAPONÉS
«Cadaminutoqueestásenfadadopierdes60segundosdefelicidad».
ANÓNIMO
«Acabacadadíaydaloporterminado.Hashecholoquepodías.
Sindudahabráhabidoerroresyabsurdos;olvídalosloantesposible.
Mañanaseráunnuevodía;empiézalobien,conserenidadycontantoánimo
quenoloempañenlasnimiedadesdeayer».
RALPHWALDOEMERSON
«Nadaestáperdidosisetieneelvalordeproclamarquetodoestáperdidoyhay
queempezardenuevo».
JULIOCORTÁZAR
«Nohaymásqueunamaneradeserfeliz:vivirparalosdemás».
LEONTOLSTOI
«Intentasersiemprefeliz,porquenuncasabes
quiénsevaaenamorardetusonrisa».
ANÓNIMO
Agradecimiento
AtodaslaspersonasquenoshanindicadocómollegaralcentrodelLaberinto.
SobrelosautoresÁlexRoviraeselautordelibrosdecrecimientopersonalmásvendidoenespañol.Millonesdelectores
entodoelmundoavalaneléxitointernacionaldesuobrayaquesonmásdenuevemillonesdeejemplaresvendidos, habiendo sido traducido amás de cuarenta idiomas.Muchas de sus obras, han sido y siguensiendoéxitosdeventasnacionaleseinternacionales.
SideseasconocermáslibrosdeÁlexRovirapuedesaccederasupáginaweb:www.alexrovira.com,oseguirleensusredessociales,enTwitter,FacebookeInstagram.
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Francesc Miralles (Barcelona, 1968) es escritor y periodista especializado en psicología y
espiritualidad.ColaborahabitualmenteenElPaísSemanalyenlasrevistasIntegralyCuerpomente.EnlaliteraturadeadultoshapublicadolanovelainspiradoraAmorenminúscula(Vergara2005),traducidaa22idiomas, así como el ensayo Ikigai, que está teniendo una repercusión aún mayor a nivel mundial. HaescritojuntoconÁlexRoviramuchostítulosquesehanconvertidoenlibrosdereferenciaenelgénerodecrecimientopersonal.
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