EL MARXISMO
La epistemología marxista tiene relación con la tesis sobre la interpretación
realista de la ciencia, las mutaciones de la praxis eminentemente económica y la
aspiración de conocer esta praxis y transformarla. En la epistemología marxista lo
real es el origen del conocimiento, y la praxis es su objetivo. El conocimiento
humano es típico para cada generación histórica y está arraigado en las
circunstancias temporales, también el conocimiento humano evoluciona, progresa
unos causales dialécticos.
El conocimiento humano no puede disfrutar de la absolutez, porque sería obligar a
las generaciones futuras a renunciar a conquistar la verdad, seria condenar al
mundo a una parálisis intelectual. Esta es la verdadera clave del progreso y de la
revolución. El relativismo marxista sostiene que el conocimiento humano tiene una
base firme en la realidad objetiva; lo que fue verdad hace dos siglos no puede ser
nunca falso; pero si ser completado cuantitativa y cualitativamente. Esto es el
relativismo marxista.
(FERMOSO E. PACIANO, 2000:35)
BIOGRAFÍA KARL HEINRICH MARX
Carlos Marx nació según el nuevo calendario el 5 de mayo de 1818 en Tréveris
(ciudad de la Prusia renana). Su padre era un abogado judío, convertido en 1824
al protestantismo. La familia, de posición acomodada, era culta, pero no
revolucionaria. Después de terminar en Tréveris sus estudios en el gimnasio, Marx
ingresó en la universidad, primero en Bonn y luego en Berlín; estudió ciencias
jurídicas, pero sobre todo historia y filosofía. En 1841 terminó sus estudios conla
presentación de una tesis sobre la filosofía de Epicuro. En aquel entonces, Marx
era todavía un idealista hegeliano por sus concepciones. En Berlín adhirió al
círculo de los "hegelianos de izquierda" (Bruno Bauer y otros), que se esforzaban
por sacar conclusiones ateas y revolucionarias de la filosofía de Hegel.
Terminados sus estudios universitarios, Marx se trasladó a Bonn con la intención
de convertirse en profesor. Sin embargo, la política reaccionaria del gobierno, que
en 1832 habla privado de su cátedra a Ludwig Feuerbach y en 1836 se había
negado nuevamente a admitirlo en la universidad, que en 1841 privó al joven
profesor Bruno Bauer del derecho de dictar conferencias en Bonn, obligó a Marx a
renunciar a la carrera docente. En aquella época las ideas de los hegelianos de
izquierda progresaban muy rápidamente en Alemania. Ludwig Feuerbach, sobre
todo desde 1836, comenzó a criticar la teología y a orientarse hacia el
materialismo, el que en 1841 (con La esencia del cristianismo) prevaleció en él por
completo; en 1843 aparece, pues, su obra Principios de la filosofía del futuro. "Hay
que haber vivido la influencia liberadora" de estos libros, escribía Engels años más
tarde, refiriéndose a esas obras de Feuerbach. "Nosotros [es decir los hegelianos
de izquierda, entre ellos Marx] en el acto nos hicimos partidarios de Feuerbach."(3)
Por aquel entonces, algunos burgueses radicales renanos, que tenían puntos de
contacto con los hegelianos de izquierda, fundaron en Colonia un periódico de
oposición, La gaceta renana (cuyo primer número salió el 1 de enero de 1842). Se
propuso a Marx: y a
Bruno Bauer que fueran sus principales colaboradores; en octubre de 1842 Marx
se convirtió en el redactor en jefe del periódico y se trasladó de Bonn a Colonia.
Bajo la dirección de Marx, la tendencia democrática revolucionaria del periódico
fue acentuándose, y el gobierno lo sometió primero a una doble y luego a una
triple censura, para decidir más tarde, el 1 de enero de 1843, cerrarlo
definitivamente. Marx se vio obligado a dejar la Redacción antes de esa fecha, sin
que su salida lograse tampoco salvar al periódico, que dejó de publicarse en
marzo de 1843. Entre los artículos más importantes de Marx que publicó La
gaceta renana, Engels menciona, además de los que citamos más adelante
(véase la Bibliografía anexa), el que se refiere a la situación de los campesinos
vitivinicultores del valle del Mosela. La labor periodística mostró a Marx que sus
conocimientos de economía política eran insuficientes, por lo que se dedicó a su
estudio.
En 1843, Marx se casó en Kreuznach con Jenny von Westphalen, amiga de la
infancia, con quien se había comprometido cuando todavía era estudiante. Su
esposa pertenecía a una reaccionaria familia aristocrática de Prusía. Su hermano
mayor fue ministro del Interior de Prusia durante una de las épocas más
reaccionarias, desde 1850 hasta 1858. En el otoño de1843, Marx se trasladó a
París con el propósito de editar en el extranjero una revista de tendencia radical,
junto con Arnold Ruge (1802-1880; hegeliano de izquierda; encarcelado de 1825 a
1830; emigrado desde 1848 y partidario de Bismarck entre 1866 y 1870). De esta
revista, Anales franco-alemanes, sólo apareció el primer fascículo. Dejó de
publicarse por las dificultades con que tropezó su difusión secreta en Alemania y
por discrepancias con Ruge. Los articulos de Marx en esta revista lo muestran ya
como el revolucionario que pregona "la crítica despiadada de todo cuanto existe"
y, en especial "la crítica de las armas"(4), y que apela a las masas y al
proletariado.
En setiembre de 1844 llegó por unos días a París Federico Engels, quien desde
entonces se convirtió en el amigo más íntimo de Marx. Los dos tomaron parte
activísima en la vida, febril por entonces, de los grupos revolucionarios de París
(especial importancia tenía en ese momento la doctrina de Proudhon, a la que
Marx: hizo trizas resueltamente en Miseria de la filosofía, 1847) y, sosteniendo una
vigorosa lucha contra las diversas doctrinas del socialismo pequeñoburgués,
elaboraron la teoría y la táctica del socialismo proletario revolucionario o
comunismo (marxismo). Véanse los trabajos de Marx de esta época, 1844-1848,
en la Bibliografía. En 1845, por el insistente pedido del gobierno prusiano, Marx
fue expulsado de París como revolucionario peligroso. Se trasladó a Bruselas. En
la primavera de 1847, Marx y Engels se incorporaron a una sociedad secreta de
propaganda, llamada la Liga de los Comunistas, en cuyo II Congreso (noviembre
de 1847, en Londres) tuvieron destacada participación y por encargo del cual
escribieron el famoso Manifiesto del Partido Comunista, que apareció en febrero
de 1848. En esta obra se traza, con brillante y genial claridad, la nueva concepción
delmundo, el materialismo consecuente, aplicado también al campo de la vida
social; la dialéctica, como la doctrina más completa y profunda acerca del
desarrollo; la teoría de la lucha de clases y de la histórica misión universal del
proletariado creador de la nueva sociedad, la sociedad comunista.
Cuando estalló la revolución de febrero de 1848, Marx fue expulsado de Bélgica.
Se trasladó nuevamente a Paris, y desde allí, después de la revolución de marzo
(5) marchó a Alemania, a Colonia. Desde el 1 de junio de 1848 hasta el 19 de
mayo de 1849 se publicó en esta ciudad la Nueva gaceta renana, de la que Marx
fue redactor en jefe. El curso de los acontecimientos revolucionarios de 1848 a
1849 fue una brillante confirmación de la nueva teoría, del mismo modo que los
posteriores movimientos proletarios y democráticos de todos los países del
mundo. La contrarrevolución triunfante comenzó por entregar a Marx a la justicia
(resultó absuelto el 9 de febrero de 1849), para terminar expulsándolo de
Alemania (16 de mayo de 1849). Marx se dirigió primero a París; fue expulsado
también de allí después de la manifestación del 13 de junio de l849 (6); y partió
entonces para Londres, donde residió hasta su muerte.
Las condiciones de vida en el exilio eran en extremo duras, como lo revela muy
bien la correspondencia que mantuvieron Marx y Engels (editada en 1913) (7). La
miseria asfixiaba literalmente a Marx y a su familia; de no haber tenido la
constante y abnegada ayuda económica de Engels, Marx no sólo no hubiera
podido acabar El capital, sino que habríasucumbido inevitablemente por la
necesidad. Además, las doctrinas y tendencias predominantes del socialismo
pequeñoburgués, en general no proletario, obligaron a Marx a una lucha
permanente e implacable, al rechazo, en ocasiones, de los ataques (Herr Vogt)
personales más furiosos y salvajes. Marx, que se mantuvo al margen de los
círculos de emigrados, elaboró su teoría materialista en varios trabajos históricos
(véase la Bibliografía) y dedicó su esfuerzo principal al estudio de la economía
política. Con sus obras Contribución a la crítica de la economía política (1859) y El
capital (t. 1, 1867), revolucionó esta ciencia (véase más adelante la doctrina de
Marx).
La reanimación de los movimientos democráticos a fines de la década del 50 y de
la década del 60, llevó de nuevo, a
Marx a la actividad práctica. En 1864 (el 28 de setiembre) se fundó en Londres la
famosa I Internacional, la "Asociación Internacional de los Trabajadores". Marx fue
el alma de la Asociación, el autor de su primer Llamamiento y de gran número de
resoluciones, declaraciones y manifiestos. Junto con la unificación del movimiento
obrero de los diferentes países, con su esfuerzo por encauzar hacia la acción
común las diversas formas de socialismo no proletario, premarxista (Mazzini,
Proudhon, Bakunin, el tradeunionismo liberal inglés, las vacilaciones lassalleanas
hacia la derecha en Alemania, etc.), con la lucha contra las teorías de todas estas
sectas y escuelas, Marx fue forjando la táctica única de la lucha proletaria de la
clase obrera en los distintos países. Después de la caída de la Comuna de París
(1871), de la cual Marx hizo (en La guerra civil en Francia, 1871) un tan profundo,
certero, brillante, eficaz y revolucionario análisis, y producida ladivisión de la
Internacional, provocada por los bakuninistas, la existencia de, ésta en Europa se
tornó imposible. . Después del congreso de La Haya (1872), Marx hizo que el
Consejo General de la Internacional se trasladase a Nueva York. La I Internacional
había cumplido su misión histórica y dejaba paso a una época de crecimiento
incomparablemente mayor de movimiento obrero en todos los países del mundo, a
la época de su crecimiento en extensión, de creación de partidos obreros
socialistas de masas en cada Estado nacional.
El intenso trabajo en la Internacional y sus ocupaciones teóricas aún más
intensas, minaron definitivamente la salud de
Marx. Continuó trabajando en su reelaboración de la economía política y para
terminar El capital, recopilando multitud de nuevos documentos y estudiando
varios idiomas (entre ellos el ruso). Sin embargo, la enfermedad le impidió concluir
El capital.
El 2 de diciembre de 1881 murió su esposa, y el 14 de marzo de 1883 Marx se
quedó dormido apaciblemente para siempre en su sillón. Está enterrado, junto a
su esposa, en el cementerio londinense de Highgate. Varios hijos de Marx
murieron en la infancia en Londres, cuando la familia sufrió duras necesidades.
Tres hijas se casaron con socialistas de Inglaterra y Francia: Eleonora Eveling,
Laura Lafargue y Jenny Longuet. Un hijo de ésta última es miembro del partido
socialista francés.
(C. MARX Y F. ENGELS, OBRAS ESCOGIDAS, BUENOS AIRES, ED.
CARTAGO, 1957, LUDWIG FEUERBACH Y EL FIN DE LA FILOSOFÍA
CLÁSICA ALEMANA: 690, (4) «CONTRIBUCIÓN A LA CRÍTICA DE LA
FILOSOFÍA DEL DERECHO, DE HEGEL, SOBRE LA RELIGIÓN,
BUENOSAIRES, ED. CARTAGO, 1959: 45.)
La alienación en definitiva, el hombre se pierde a sí mismo, se desadapta, se proyecta hacia irrealidades compensatorias. La alienación es un modo existencial, un compromiso, una manera de vivir y existir; es la manera de hacerse autentico, creándose un mundo impropio; es la aceptación de estructuras y superestructuras que le sacan de si es un desajuste entre relaciones de propiedad o de producción con las fuerzas de producción. La alienación puede significar la misma situación existencial deformante y las ilusiones producidas por esta situación. La alienación es una alienación sociológica, no psiquiátrica.
(FERMOSO E. PACIANO, 2000:35)
PROBLEMAS DE LA ALIENACIÓN
El análisis de la actualidad muestra con toda precisión el proceso del surgimiento histórico
de la sociedad capitalista, destaca el significado de este proceso para la vida de los hombres
y perfila las perspectivas del futuro. Estos análisis, sin embargo, no solo describen la
situación, sino que descubran al mismo tiempo las leyes concretas y objetivas. Marx, a este
respecto, afirma que el orden social capitalista no constituye en la historia un producto
consistente ni casual, pese a que surgió como resultado de la actividad humana. Marx ha
descubierto las leyes que rigen el surgimiento del capitalismo, su desarrollo y su futuro
ocaso. Descubrió estasleyes como un científico que muestra al hombre las leyes dela
naturaleza objetivas para que este pueda utilizarlas.
Estas leyes que rigen las transformaciones de las fuerzas productivas y de las relaciones de
producción de un modo objetivo, determinan a su vez el desarrollo de la actividad humana
y de la conciencia humana, que dependen de estas transformaciones y constituyen además
su piedra del toque. Al referirse a la contradicción, cada vez más agudizada, entre las
fuerzas productivas y las relaciones de producción, Marx ha indicado con ello también la
contradicción entre el desarrollo y enriquecimiento de la naturaleza humana mediante el
trabajo y la vida social, por una parte, y el amordazamiento y esterilización de las fuerzas
espirituales y morales de los hombres realizados por el orden capitalista, por otra parte.
Marx dedicó gran atención a los análisis de esta contradicción en el desarrollo de la
sociedad humana. El primer enfrentamiento filosófico que Marx emprendió- la divergencia
con el Hegel radica principalmente en la concepción de la alimentación y en los errores de
la teoría de la alimentación idealista.
(SUCHODOLSKI BOGDAN, (1983):87)
En el camino de una teoría materialista de la alienación
Un tosco pero elemental esquema de las concepciones de Marx se encuentra en los
manuscritos no publicados durante su vida, y que fueron dados a la publicidad en el tercer
volumen de la edición de obras completas de Marx y Engels en el año 1932 bajo el título
okonomischphilosophischen Manuskripten a la par que en otros trabajos, especialmente en
la Judenfrege, en die deutscheideologi y en die heiligefamilie.
Marx se interesaba entonces particularmente por los análisis de la situación de los hombres
bajo las condiciones de vida concretas configuradas por el dinero y el trabajo productivo
humano. Marx muestra en este terreno como la vida humana se aliena en la época del
capitalismo, y pierde su verdadero contenido humano.
El trabajo humano que transforma la naturaleza, para Marx, constituye la característica
fundamental y especifica del género humano. Es por esta característica que el hombre se
diferencia de los animales. Ciertamente, también los animales son capaces de producir,
pero su producción, tal como Marx subraya, es algo totalmente distinto. La realizan solo
bajo la imperiosidad de las necesidades vitales, mientras que el hombre, prescindiendo de
tal impulso, puede producir y mejor produce precisamente cuando más libre esta de tales
necesidades vitales inmediatas. La función vital de los animales es algo completamente
específico y se desenvuelve dentro del género respectivo de modo adecuado a sus
limitaciones; el hombre, por el contario, es capaz de crear en diversos aspectos y adaptarse
en sus creaciones a la naturaleza del objetivo; es capaz, tal como Marx indica, de crear,
también, siguiendo los principios de la belleza. Lo que los animales producen sirve
solamente para el mantenimiento de su existencia, mientras que lo que el hombre crea,
transforma he ilumina la naturaleza al margen del hombre.
Ello se explica porque los productos de los animales, en cierto sentido pertenecen a su
cuerpo, y los productos del hombre, por el contrario, existen como objetos independientes.
En esta actividad transformadora del mundo externo se manifiesta, surge y consolida la
esencia del género humano. Gracias a la producción material, la naturaleza puede
convertirse en obra humana y realidad humana. Por esta razón puede definirse el trabajo
como una actividad cuyo contenido constituye la objetivación de la vida genérica del
hombre. Gracias al trabajo, el hombre se desdobla nosolo espiritualmente en la consciencia,
sino también realmente al contemplarse y crearse.
Este carácter del trabajo que constituye lo específico del ser genérico del hombre, se
destruye por completo en la economía capitalista. Pues bajo sus condiciones el hombre se
aliena cada vez más. ¿En qué consiste este proceso de la alienación, que es este trabajo
alienado? Marx indica a este respecto cuatro aspectos fundamentales.
En primer lugar, el trabajo que el realiza produce objetos que ya no le pertenecen. No le
pertenecen no solo en el sentido humano, sino ni siquiera en el sentido de poseedor
económico. Esto significa que él no debe utilizarlos en ningún aspecto porque no son para
él. El obrero no puede vivir de ellos ni formarse con ellos, no puede admirarlos
estéticamente ni apropiárselo espiritual mente. Le son arrebatados tanto en el sentido
material, económico, como en el espiritual y moral. “Lo que es el producto de su trabajo
escribe Marx no es el “. El producto no le pertenece, no le forma ni le desarrolla. La
diferencia entre lo que el obrero produce y lo que es realmente en su vida cotidiana es
inmensamente grande y se hace cada vez mayor.
“El obrero se vuelve más pobre escribe Marx cuanto más riqueza produce; con la
valorización del mundo de las cosas aumenta en relación directa la desvalorización del
mundo humano.” Los productos del trabajo se presentan ante los hombres como imágenes
ajenas e impenetrables al dictarle sus exigencias. Sirviéndolas, los hombres pierden lo que
en realidad son, pierden tanto en el sentido espiritual como en el físico. Pese a que el obrero
produce mediante su trabajo diversas riquezas, pierde cada vez más su verdadera existencia,
languidece de hambre y se vuelve falto de espíritu. Su vida adopta forma alienada, se
convierte en esclavo de su producción, que le es ajena por completo.
Marx señala en estos análisis la creciente discrepancia entre la vida del obrero y las
riquezas producidas por el obrero. Esta diferencia y esto es muy importante para la
compresión del pensamiento marxista no es solo una diferencia económica que consiste en
que lo que se produce no se puede poseer. Es también una diferencia humana, espiritual que
radica en que los objetos producidos bajo estas condiciones no constituyen factores de
desarrollo algunos del ser humano ni pueden constituirlos. El obrero no puede llegar a ser
lo que las cosas producidas por el son, no puede convertirlas en elementos de su propia vida
espiritual, moral y estética. Por ello el mundo de las cosas que el produce se convierte para
el en algo cada vez más ajeno, y al mismo tiempo no puede, debido a su alienación frente a
este mundo, ni siquiera enriquecer su contenido humano. Desciende cada vez más bajo y se
convierte en la más miserable mercancía que su fuerza de trabajo es.
La alienación existente en el hombre adopta todavía un segundo aspecto. Enfrenta al
hombre a su propio desarrollo. El trabajo ya no es el trabajo propio e individual del obrero,
y llega a ser algo cada vez más ajeno a este. Se convierte en una actividad que el siente
como algo externo. El obrero se niega a sí mismo en este trabajo y no se afirma, arruina su
cuerpo y su espíritu, en lugar de fortalecerse y desarrollarse, como sucede con cualquier
otra actividad libre humana. El hecho de trabajar no constituye en este caso una actividad
que satisfaga las necesidades esenciales del hombre como un ser que actúa, sino que
constituye solamente un medio para asegurar la existencia. En el trabajo, el hombre realiza
lo que le ha sido encomendado, y por ello no se pertenece así mismo, sino que se convierte
en el instrumento de algo que a través suyo debe conseguirse. “Como en la religión escribe
Marx, la actividad propia de la fantasía humana, del cerebro humano y del corazón humano
actúa sobre el individuo independientemente de él, es decir, como una actividad extraña,
divina o demoniaca, del mismo modo la actividad del obrero no es su actividad propia.
Pertenece a otro, construye la merma de sí mismo”
La alienación del hombre mediante el trabajo ajeno a él, que produce objetos ajenos, posee
un tercer sentido todavía. Se manifiesta en la naturaleza del hombre y en su propia esencia
genérica. Ya hemos advertido que el trabajo es lo que transforma la naturaleza y a partir de
ella crea la realidad humana. El trabajo humano alienado deforma, según Marx, la relación
del individuo con lo que constituye la esencia de la humanidad misma. La característica
específica del género humano consiste en que utiliza cada vez en mayor medida la
naturaleza como acopio inmediato de medios de existencia y como materia e instrumento
de la actividad vital y, en el terreno del conocimiento teórico, de la creación estética, etc. La
vida de los hombres se encuentra indisolublemente vinculada a la naturaleza que provee de
alimentos, objetos de investigación, objetos para el arte, etc. El trabajo alienado, al destruir
el vínculo entre el hombre y sus obras, que constituyen una reelaboración de la naturaleza,
destruye el vínculo entre el hombre y la esencia genérica humana. El individuo, entonces,
no participa ya de esta esencia genérica y existencia humana, sino las supedita a las propias
necesidades individuales en la lucha por su existencia física.
La actividad vital le aparece entonces al individuo solo como un medio para la
conservación de la existencia, mientras que la producción en si constituye
fundamentalmente una característica del ser especifico propio al género humano. “es la
vida productora de vida. En el tipo de actividad vital reside todo el carácter de una especie,
su carácter genérico”. Una característica del hombre como género es vivir para producir,
mientras que el trabajo alienado enseña al individuo humano precisamente lo contrario, a
saber, que debe producir para vivir. De este modo el hombre convierte “su esencia en un
mero medio de su existencia”. Esto significa que este sentido que configura la esencia del
hombre mismo, se considera como algo secundario, como una obligación para asegurar su
subsistencia. El hombre arroja, por así decirlo, detrás de él lo que para él es asegurarse un
medio de existencia, y se aliena pese a que no sea completamente consciente de ello, pues
aliena lo más propio y esencial de su naturaleza.
La alienación afecta hasta las mismas raíces de la vida humana. No solo origina que la
realidad apropio proceso como algo ajeno. Origina igualmente que las capacidades más
propias y esenciales del hombre las capacidades de producción se le representen
concretamente como algo ajeno a él, puesto que le aparece como un instrumento en la lucha
individual por la existencia. De este modo, el hombre pierde la compresión de su propia
esencia y se hace falsas representaciones de lo que él es. Debido a esta pérdida que le priva
de la esencia genérica del hombre , el individuo se aísla cada vez más del género, de lo que
constituye lo humano genérico, y comienza a vivir una existencia en apariencia rica y libre ,
pero en realidad vacía e inhumana.
Esto se manifiesta especialmente en aquellos que no necesitan trabajar y pueden vivir libres
de preocupaciones materiales. “en primer lugar hay que advertir que todo, escribe Marx,
cuanto en el obrero aparece como actividad de exteriorización, como alienación, en el que
trabaja se manifiesta como estado de exteriorización, de alienación”. Este estado de
alienación en el que viven los que no trabajan, les facilita proyectar representaciones
imaginarias, un individualismo radical, cuyos fenómenos Marx critico principalmente en el
ejemplo de Max Stirner.
Esta ignorancia, en la difícil lucha por la existencia y en el casi animal vegetar, del criterio
de que la esencia del hombre es una actividad consciente, productiva y libre, corresponde a
una ignorancia semejante de la consciencia sobre la esencia humana, que se manifiesta
entre los ricos y personas que no trabajan.
Y finalmente la cuarta forma de alienación. Consiste en la creciente alienación de los
hombres en sus relaciones mutuas. Este fenómeno constituye una parte integrante y
también un resultado del proceso descrito. Un individuo alienar su trabajo y así mismo,
forzosamente he de alienar también a otros hombres. Pues el vínculo real entre los hombres,
la verdadera comunidad humana solo puede construirse sobre lo que constituye le esencia
de la humanidad; es decir, sobre un trabajo productivo, consciente y libre. Cuando este
sentido se pierde y desfigura, se derrumban las bases de la comunidad humana. Más
todavía, el proceso de alienación que separa los productos propios, el propio trabajo del
hombre de sus capacidades esenciales, debe conducir a agudos antagonismos entre los
hombres, concretamente entre aquellos que trabajan y los que dominan sobre ellos y
utilizan los productos de su trabajo. La propiedad privada está vinculada con la alienación
dialécticamente, la produce y es producida por ella. El trabajo alienado del obrero produce
la de aquel que lo gobierna, el capitalista, de modo parecido a como este produce la
alienación del obrero. La propiedad privada es la negación de la “propiedad verdadera y
social” que vincularía a los hombres. Constituye un elemento de su antagonismo cada vez
más agudas entre los que extraen de la alienación un beneficio egoísta correspondiente a
las necesidades de la propiedad privada y los que la alienación sitúa en un modo distinto de
existencia humana; es decir, en la miseria y explotación.
Entre los obreros, sin embargo, crece la sublevación contra la alienación, en la relación de
hombre a hombre en la clase obrera. Los obreros saben que la sociedad humana, de la que
se encuentran excluidos a causa de su trabajo, no constituye solo una comunidad política
con determinados derechos y privilegios, sino que una comunidad verdaderamente humana
es en la que existe lugar suficiente para la completa vida física y espiritual, para la
verdaderamente humana la actividad y la alegría, para todas las manifestaciones del ser
humano. Por ello intentan realizar un cambio revolucionario más radical que un mero
cambio político, una revolución que elimine todos los impedimentos que se oponen a su
verdadera asociación para construir una comunidad verdaderamente humana.
El análisis del trabajo alienado emprendido por Marx comprende, pues, cuatro amplios
aspectos a los que conducen las consecuencias de la total y polifacética alienación del
hombre: el hombre se aliena de los productos de su trabajo, del mismo proceso de su
trabajo, de su propio ser y respecto de los demás hombres. El trabajo alienado es
característico del capitalismo, que se basa en la propiedad privada. La propiedad privada,
tal como Marx señala, no constituye solo un elemento de la alienación del hombre, sino
también un elemento de la alienación de las cosas mismas: la tierra no tiene nada en común
con la renta del suelo, y la maquina tampoco con el beneficio; sin embargo, para los
poseedores, que están dominados por la avaricia, el suelo no es más que la fuente de la
renta y la maquina el instrumento del beneficio. El análisis del papel desempeñado por el
dinero en la vida de los hombres en la sociedad capitalista, puede ilustrar del mejor modo el
carácter inhumana no de la propiedad privada, su fuerza alienadora.
En sus meditaciones sobre el carácter del dinero y su papel en la formación del hombre,
especialmente en el capitalismo, Marx enlaza con pensamientos de Shakespeare y Goethe ;
a este respecto, indica que el dinero asegura al poseedor la consecución de las cualidades
personales deseadas, incluso cuando no las posee en absoluto.“Tan grande es la fuerza del
dinero”, escribe Marx, tan grande es mi fuerza. Las propiedades del dinero son mis del
poseedor propiedades y fuerzas esenciales. Lo que yo soy y puedo no está determinado en
absoluto por mi persona. Soy odioso, pero puedo comprarme la mujer más bella. Así, pues,
no soy odioso, pues el efecto de lo odioso, su fuerza repulsiva ha sido destruida por el
dinero soy un hombre malo, deshonrado, sin escrúpulos, vulgar, pero se honra al dinero;
así, pues, también a su poseedor.
“Yo, que puedo todo cuanto desea un corazón gracias al dinero, ¿no poseo todos los
poderes humanos? ¿No transforma, acaso, todas mis impotencias en su contrario? lo que yo
no puedo en cuanto hombre, lo que mis propias fuerzas personales no pueden, lo puedo a
través del dinero”.
La posesión del dinero y el hecho de disponer de la borra ante los ojos del ambiente las
representaciones acerca de lo que realmente soy y da lugar a una nueva representación
basada en las posibilidades financieras. Así se origina una discrepancia entre lo que el
hombre es realmente y lo que parece a causa de la posición de dinero. Esta discrepancia, sin
embargo, no es solo una ilusión de la mente, es la ilusión propia del hombre, que comienza
a verse así mismo bajo el prisma de su dinero y no según las verdaderas capacidades. Los
criterios morales y verdaderamente humanos de valoración, los debilita o destruye el
primado del dinero. Los hombres y cosas ya no se juzgan más por lo que son.se valoran
según el dinero, según el poder del dinero de que disponen. En el mundo visto bajo el
prisma del dinero, todo es distinto a la realidad; es posible todo aquello que no debería ser
realmente posible. En este sentido Marx describe al dinero como instrumento de la
prostitución general, como “la prostituta general de los hombres y pueblos”.
Con ello, sin embargo, no finaliza el papel destructivo del dinero en la economía
capitalista. Deshumaniza no solo la vida de los ricos, sino también a los pobres. Mientras a
unos da lo que en realidad no tienen, arrebata a los demás lo que son objetivamente. Las
propiedades y deseos de los hombres que no disponen de dinero alguno no pueden
realizarse en un mundo basado sobre el dinero. Son, en este mundo, algo irreal, pese a que
originariamente fueran algo real y completamente personal. “cuando no tengo dinero para
viajar escribe Marx no tengo necesidad alguna de viajar; es decir, ninguna necesidad
verdadera y que se realice. Cuando tengo capacidad para el estudio, pero no dispongo de
dinero para ello, no tengo capacidad alguna para el estudio; es decir, ninguna capacidad
efectiva, verdadera. Por el contrario, si no poseo realmente capacidad para el estudio, pero
si el dinero y la voluntad para ello, poseo una capacidad efectiva”. El dinero constituye,
pues, un factor que ocasiona que muchos hombres se atrofien por que no disponen de
posibilidad alguna para realizarse en la vida social, vida que está constituida sobre los
principios de la economía capitalista.
Es este orden social la vida de los hombres está afectada por una separación intrínseca y
radical: la zona de las capacidades personales y humanas y la zona que el dinero pone a
disposición, ambas no coexisten, sino que existen opuestamente. La posesión del dinero
hace que seamos en la vida lo que somos en realidad. “ El dinero escribe Marx, como algo
externo, que no proviene del hombre en tanto que hombre ni de la sociedad en cuanto
sociedad, y que es un medio y un poder , convierte la representación en realidad y la
realidad en mera representación, transforma las capacidades verdaderas, humanas y
naturales en meras representaciones abstractas y por ello en imperfecciones y penosas
quimeras, del mismo modo que por otra parte transforma las verdaderas imperfecciones y
quimeras, las capacidades realmente impotentes, existentes solo en la imaginación de los
individuos, en capacidades reales y aptitudes.”
De este modo, la vida que los hombres llevan en una sociedad basada en el predominio del
dinero, está articulada de una manera completamente distinta a como podría y debería a
estar según las necesidades propias, personales y humanas y las capacidades. El poder del
dinero ocasiona una “transformación de la individualidad”, puesto que convierte a los
hombres en sus propios contrarios al originar en ellos propiedades que no poseían y liquidar
las que tenían. Ello, naturalmente, no se lleva a cabo por educación alguna mediante la que
realice un proceso de formación y enseñanza. Se trata de un poder externo bajo cuya
influencia se origina una cierta forma de nuestra existencia, que, teniendo en cuenta
nuestras capacidades, es ilusoria y falsa; una forma de existencia, que si tenemos dinero es
perfecta injustamente y si no lo poseemos es limitada y miserable.
El carácter anti humanista de la sociedad capitalista se expresa del modo más patente en
esta discrepancia. Y lo trágico consiste en que esta vida, que nos compramos con dinero y
que constituye por ello una existencia falseada, ficticia, mejor o peor de lo que realmente
somos, es nuestra única vida real, una vida que llevamos todos los días de nuestra
existencia, en nuestro trabajo y en nuestras ocupaciones en el tiempo libre, en nuestras
relaciones con los demás hombres. Todos los días de trabajo y descanso de nuestra vida
están determinados en su contenido y campo de acción económicamente por el dinero e
inversamente, nuestra verdadera vida, que se construirá a partir de nuestras propias
necesidades, esa vida que se posee y perfecciona sin ser comprada, no dispone de lugar
alguno bajo las relaciones económicas predominantes en el capitalismo. Constituye una
vida puramente interior; es decir, irreal y falsa.
La sociedad capitalista no solo engendra la burguesía y el proletariado, dos clases que
participan de diverso modo en el proceso de producción. Engendra igualmente hombres,
ricos y pobres, cuya vida depende en grado cada vez mayor del dinero; es decir, hombres
cuya existencia se separa cada vez más del contenido personal y humano y que adopta una
forma “comprada”. El papel destructivo que el dinero desempeña en la vida de los hombres
penetra en la economía capitalista en un amplio campo, en el campo de la valorización de
los hombres y las cosas. Esta “transformación de personalidad, de la que ya hemos hablado,
ocasiona no solo una desorganización en el enjuiciamiento de un individuo concreto, sino
también en la solides e independencia de ciertas características y situaciones. El dinero,
dice Marx, “transforma la fidelidad en infidelidad, el amor en odio, el odio en amor, la
virtud en perversidad , la perversidad en virtud, el criado en señor, el señor en criado, la
estupidez en razón, la razón es estupidez”. Estas transformaciones permiten reconocer que
ninguna de las cualidades mencionadas significa un valor independiente, sino que cada una
de ellas depende del grado de riqueza y su función. Ni las características de las personas, ni
las posiciones sociales parecen ser independientes. ¿Vale la pena tomárselas en serio? ¿No
se debería quizá solo tomar en serio el dinero, que rige como medida general del valor?
La sociedad capitalista de motivos para plantearse de este modo el problema: “Al
extenderse la circulación de mercancías, crece el poder del dinero, forma siempre presta y
absolutamente social de la riqueza. Como el dinero no lleva escrito en la frente lo que con
él se compra, todo, sea mercancía o no, se convierte en dinero. Todo se puede comprar y
vender. La circulación es como una gran retorta social a la que se lanza todo, para salir de
ella cristalizado en dinero. Y de esta alquimia no escapan ni los huesos de los santos ni
otras res sacrosanta extra commerciunhominun (cosas sagradas, al margen del comercio de
los hombres). Como en el dinero desaparecen todas las diferencias cualitativas, este radical
nivelador borra, a su vez, todas las diferencias.”
La conversión de todas las cosas en su expresión en dinero liquida sus diferencias
cualitativas, especiales en otros valores no perceptibles. “Puesto que el dinero, concepto del
valor, que existe y se consolida, transforma todas las cosas y las cambia, constituye la
confusión y permutación universales de todas las cosas. dado que el dinero no se cambia
por una cualidad determinada, ni por una cosa determinada, ni por fuerzas reales humanas,
sino por todo el mundo objetivo del hombre y de la naturaleza, cambia considerado desde el
punto de vista de su poseedor las propiedades entre si incluso las propiedades y objetos
contrarios”
Esto comporta para el hombre consecuencias muy importantes. Le fuerza a participar en la
vida por el dinero y no por su actividad personal, no por dedicación propia. Marx señala
especialmente esta consecuencia. “Si prevaleciera el hombre como hombre y su relación
con el mundo como algo humano, escribe Marx, no podrías cambiar amor más que por
amor, confianza por confianza, etc. Si quieres disfrutar del arte, tendrías que ser un hombre
educado artísticamente; si pretendieras influir en otros hombres, deberías ser un hombre
verdaderamente interesante e influyente sobre otros hombres. Todas tus relaciones con el
hombre y la naturaleza debe ser una manifestación determinada correspondiente al objeto
de tu voluntad, de tu vida real he individual.”
Los vínculos humanos con el mundo circundante consisten en una tal participación personal
en él, que nos introduce en esta sustancia física ala que pretendemos llegar para obtener
respuesta del mundo circundante. En el mundo verdaderamente humano se intercambia solo
igual por igual, solo pueden constituir valores de cambio cualidades propias, reales y no
cualidades supuestas. Esta concepción humana de la vida está amenazada por el fetichismo
de la mercancía, y todavía más por el fetichismo al vinculado del dinero. Permite concebir
la existencia humana como dependiente de productos objetivos de los cuales no somos ya
conscientes de que surgieron del trabajo humano y que causa de esta pérdida de consciencia
obtienen el poder sobre instancias independientes de los hombres a los que rigen.
El hombre, bajo estas condiciones, se ve lanzado a una existencia inhumana, a una renuncia
de sí mismo. El hombre se convierte así en un elemento de la producción capitalista, se
transforma en mercadería.” La producción no solo produce hombres como mercancías,
como mercancía humana; el hombre definido en la mercancía, lo produce en
correspondencia con esta determinación como un ser deshumanizado tanto espiritual como
físicamente.”
La alienación capitalista degenera completamente al hombre. Lo degenera en el sentido de
que anula en el mismo las cualidades realmente humanas y despiertas y desarrolla en el
ente humano cualidades ajenas. Marx analiza detalladamente este proceso en la formación
del hombre, bajo las condiciones de la alienación capitalista.
“todo hombre escribe Marx especula para crearle al otro nuevas necesidades, para obligarle
a un nuevo sacrificio, para situarle en una nueva dependencia y para conducirle a un nuevo
modo de placer y, con ello, a la ruina económica. Todos intentan crear fuerzas esenciales
extrañas sobre las demás para encontrar la satisfacción de su propia necesidad egoísta.
Con la cantidad de objetos crece el dominio de los seres extraños a los que el hombre está
supeditado, y cada nuevo producto constituye una nueva potencia de la impostura y saqueo
recíprocos. El hombre, cuando más pobre se vuelve, mas necesita del dinero para adueñarse
de la existencia enemiga, y el poder de su dinero desciende exactamente en proporción
inversa al volumen de producción, es decir, su indigencia crece al aumentar el poder del
dinero. La cantidad del dinero se convierte cada vez más en única cualidad poderosa. La
enormidad e inmensidad llegan a ser su verdadera medida. En el aspecto subjetivo, esto
aparece así: en parte, el aumento de los productos y de las necesidades se esclaviza
ingeniosa y calculadoramente a los caprichos inhumanos, refinados, artificiales e
imaginarios. La propiedad privada no sabe convertir la necesidad primaria en humana; su
idealismo constituye la fantasía, la arbitrariedad, la veleidad, y un eunuco no adula a su
déspota e intenta excitar con medios más infames su práctica del placer embotada, para
captar para sí mismo un favor, que el eunuco de la industria, el productor, para obtener
céntimos de la plata, para sonsacar del bolsillo del vecino, cristianamente apreciado, el
pájaro de oro.(Cada producto es un cebo con el cual se quiere atraer la existencia de los
demás, su dinero; cada necesidad real o posible constituye una debilidad , que atraería a las
moscas al panal de miel. La explotación universal del ser humano comunitario como toda
imperfección del hombre constituye un vínculo con el cielo, presenta un aspecto en el que
su corazón resulta accesible al sacerdote) el eunuco industrial se somete a la más depravada
ruina, desempeña el papel de alcahuete entre el vecino y sus necesidades, para obtener
propina por esta obra caritativa.
“Esta alienación se muestra en que produce el refinamiento de las necesidades y de sus
medios, por una parte, y la degeneración de tipo animal, la simplicidad total, primitiva y
abstracta de la necesidades, por otra parte; o más exactamente, solo se engendra a sí
mismas nuevamente en su significado opuesto. Incluso la necesidad de aire libre deja de ser
para el obrero una necesidad; el hombre regresa a la buhardilla, invadida solo por la
emanación mefítica de la civilización y en la que él vive de una forma tan precaria que
incluso cada día una fuerza extraña puede arrebatársela. No solo el hombre tiene necesidad
humana alguna, sino que incluso las necesidades animales dejan de existir para él”.
En las palabras que anteceden queda patente el sentimiento crítico y humano de Marx ante
el auto alienación del ente humano que se lleva a cabo por la alienación capitalista. Afecta a
todas las clases, aunque de un modo distinto a la clase dominante que al proletariado. Sin
embargo, el peligro que los amenaza tiene características comunes: se trata igualmente de la
auto alienación debida a la propiedad privada , que no solo sacia miseria y explotación ,
apetitos y egoísmo, lujo degenerado y bestialidad, sino que crea al mismo tiempo la opinión
de que la naturaleza humana es así.
Es cierto que la posición histórica y las condiciones de vida del obrero y la burguesía son
completamente distintas, y también el aspecto de ambas clases es diverso; sin embargo,
pese a los antagonismos y diferencias, ambas clases se encuentran mutuamente vinculadas.
En el transcurso del desarrollo histórico de las fuerzas productivas y de las relaciones de
producción, el orden social capitalista desempeña un lugar determinado. La unidad de este
orden social, lleno de antagonismos y luchas, determina para toda la sociedad las
condiciones de vida básicas. Una característica específica de estas condiciones es la
acumulación capitalista, el dominio del dinero, que se desprende de la propiedad privada de
los medios de producción. Estas condiciones influyen los hombres. Su pertenencia de
clase, así como su posición activa, cambian el carácter de esa influencia, pero ciertos
problemas educativos fundamentales se plantean en común.
“La clase poseedora y la clase del proletariado manifiestan la misma auto enajenación
humana, observa Marx en la sagrada familia. Pero la primera clase se siente bien y se
afirma y confirma en esta auto enajenación, sabe que la enajenación es su propio poder y
que posee en el la apariencia de una existencia humana; la segunda, en cambio, se siente
destruida en la enajenación, ve en ella su impotencia y la realidad de una existencia
inhumana. Es, por decirlo con palabras de Hegel, en la reprobación, la sublimación contra
la reprobación, una sublevación a que se ve empujada necesariamente por la contradicción
entre su naturaleza humana y su situación de vida, que es la negación franca y abierta,
resulta y amplia de esta naturaleza misma”. Dentro del marco de la antinomia de la
sociedad capitalista, los poseedores son un elemento conservador, los obreros un elemento
revolucionario. Los primeros actúan para conservar la antinomia, los segundos intentan
destruirla.
(:90-100)
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