El Pasaje del Diablo
Mi abuela me contó que en el pasaje que había
frente a su casa (actualmente pasaje San Rafael de
Cochabamba) se llamaba "La calle del diablo" pues
en la noche era invadida por demonios, diablos y
fantasmas, sobre todo en la casa Nº666. Uno de los
demonios y del que más se hablaba era el
"correvolando". Contó mi abuela que cuando la
gente pasaba de noche por el pasaje o cerca venia
el "correvolando" y pasaba una de dos cosas, o te
volvías loco o te condenabas.
También contó ella que si te quedabas a ver desde
su balcón a media noche, podías ver pasar brujas en
carretas.
No se cuanto de esto pudo ser verdad, pero lo que sí
sé es que cuando era niño se hizo una conmoción
en esa calle, pues en una mañana encontraron un
caballo blanco muerto y la pregunta era: ¿de dónde
salió un caballo blanco en la ciudad?
Mi abuelo me conto que el pudo ver como pasaba
una carreta con grandes caballos negros de ojos
rojos y un jinete vestido de negro con pies de cabra
y cuerpo humano no se le veía la cara ya que
llevaba un capuchón, a todos los que esa noche se
atrevieron a mirarlo a los ojos él se los llevo en su
carruaje y nunca más supieron de ellos, después de
esa noche los vecinos al escuchar al carruaje que se
acercaba, se escondían apagaban las velas y
lámparas cerraban las cortinas y ventanas.
Me conto que con el tiempo casi todos los que
vivieron en esa época o desaparecieron o se
volvieron locos, por eso mucha gente no creyó en
esta historia
LA CURIOSA
Había una vez una tejedora que todas las noches
ella se levantaba a tejer, y una noche de repente
escucho como si hubiera pasado una procesión ella
se asomo a la ventana y de pronto un hombre se le
paro al frente de su ventana, y le dijo que si le podía
guardar dos velas y que mañana volvería a llevarla y
ella le dijo que si podía guardarla.
Al día siguiente ella le cuenta que se le había
aparecido un hombre a su amiga, le dice que la
traiga las velas y ella las lleva y sus amiga le dice
que se las lleven a mostrársela al padre y el padre le
dijo que no era un hombre de verdad le dijo que era
el duende y ella le pregunto que podía hacer cuando
volviera a recoger las velas, el padre le dijo que
tenía que llevarse un bebe para que lo pellizcara y el
bebe llorara y como tenía un bebe el padre le dijo
que lo pellizcara y cuando ya era de noche ella
espero que le tocaran su puerta y cuando ella ya se
iba a quedar dormida el duende le toco la puerta y
ella alzo a su bebe y lo llevo con ella, cuando iba a
abrir la puerta ella lo pellizco a su bebe y el bebe
lloro. Al abrir la puerta con su bebe llorando en sus
brazos le dice el duende "agrede que el bebe está
llorando porque si no te llevaría"
Calamarca
En La Paz, Bolivia en la provincia Aroma, camino a
Oruro a 60 Kms. se encuentra este pueblo llamado
Calamarca, esta leyenda me la contaron mis abuelos
y de ellos sus abuelos.
En este pueblo se construyo una iglesia de épocas
coloniales en la punta de un pequeño cerro que en el
cual vivían un cura y dos monjas; un día
misteriosamente muere una monja, hasta ahora no
saben porque, al segundo día se derrumbo la iglesia
del cual tampoco saben la causa, muriendo el cura y
la monja en realidad desaparecieron los cuerpos
entre los escombros no encontraron nada, desde
entonces todas las noches de luna llena se escucha
por las vacías calles del pueblo a las monjitas
orando y lamentándose y un hombre q camina
rezando con una campanilla, algunos por curiosidad
salen a ver de ocultas y dicen ver a un cura junto a
dos monjas caminando hacia la iglesia (digo de
ocultas pues dicen que cuando a un fantasma o un
alma le ves a los ojos puedes morir
instantáneamente), después de ello reconstruyen la
iglesia, pero al escuchar ruidos misteriosos y los que
se quedaban solos en a iglesia o alguien se quedaba
hasta tarde sentían como bajaba la temperatura y
hacia más frío de lo normal, la misma iglesia un año
después se volvió a derrumbar, viendo esto los del
pueblo y de la iglesia exorcizaron el lugar y
construyeron una nueva iglesia en el pueblo, esta
iglesia del pequeño cerro la volvieron a reconstruir
pero está cerrado todo el tiempo, como símbolo de q
allí están enterrados los cadáveres de los tres
difuntos.
Sin embargo en 1998 se descubrió en esta iglesia
construida en piedra una importante colección de
pintura virreinal. Ubicada sobre la plaza del pueblo,
presenta una estructura de tipo renacentista: cuerpo
alargado, torre adosada y líneas generales de
ornamentación simple. Lo más interesante en su
interior es la serie de ángeles, arcángeles,
querubines y serafines pintados en el siglo XVII de
estilo barroco mestizo y el uso amplio de simbología.
Por otro lado tiene rica platería en el Altar Mayor
(frontal, tabernáculo y trono) y dos retablos de estilo
rococó. Su construcción data de fines del siglo XVI y
ha tenido algunas remodelaciones. Su autor es
anónimo y se lo conoce sólo como el "Maestro de
Calamarca". Pero junto a eso se encontró en ese
mismo túnel mas al fondo cadáveres, esqueletos en
toda la pared del túnel un lugar con un olor
desagradable
Allí en la carretera es también un lugar donde hay
muchos accidentes por problemas de automovilismo,
mis abuelos siempre dicen que cuando hay un
accidente y no se encuentran los cuerpos, no se les
puede reconocer y no tienen cristiana sepultura su
alma sigue en pena en ese mismo lugar como
también de aquellos que son reconocidos pero no se
despidieron de sus seres queridos; y esas mismas
almas hacen llamar a otras almas y hacen producir
los accidentes, tal vez también por eso hay
accidentes justo en esa parte de la carretera de
Calamarca en realidad Calamarca guarda muchos
misterios.
El Hombre que Falleció Bajo el Tren
Había una vez un señor que andaba siempre por el
trillo y el señor se fue a cazar y el tren venia y ya
cerca y el señor no lo escucho y fue arrollado y
apareció muerto debajo del tren. Desde entonces
cuando pasan los trenes a media noche se le
aparece su alma.
EL Cóndor y la Cholita
Esta es la historia del amor que sentía un enorme
cóndor, que habitaba un cerro, cercano a un poblado
en el que vivía una hermosa cholita, que era la única
hija de una familia prospera, la misma se dirigía
todas las mañanas a pastear a sus ovejas es estos
tiempos los cóndores eran temidos por que solían
llevarse ovejas, personas.
El cóndor pasaba siempre a medio día se quedaba
flotando en el cielo viendo a la cholita esa día
decidió que la cholita seria para él. Al retornar a su
casa al ponerse el sol la cholita se encontró a un
joven muy simpático que no vivía en el pueblo el
cual tenía un poncho obscuro y una linda chalina
blanca le dijo que quería acompañarle la cholita en
cantada con el joven acepto todas las tardes se
encontraba con él y su amor fue creciendo, los
padres de la cholita al ver que siempre llegaba tarde
le preguntaron la causa la cholita les conto del joven
pero no pudo decirles su nombre o algo sobre sus
padres o origen ese día ella le cuestiono por esto él
le dijo que no se preocupara que esa misma tarde
hablaría con sus papas, la cholita contenta “acepto”,
lo que el joven decía.
Al llegar a la casa los padres interrogaron al joven el
cual no responder causo la ira de ellos, no podrán
alejarla de mi porque lleva a mis hijos la madre
furiosa le tiro en sima una olla con agua hervida.
Con gritos y un viento fuerte el joven desapareció en
la noche, con el temor los padres al rapto la cholita
siempre salía acompañada.
Al llegar el medio día al almorzar se sintió en frio
helado y una sombra grande en la pampa un cóndor
enorme y guitando el nombre de la cholita, Felisa,
Felisa, donde estas al verla el cóndor tomo a la
cholita y se la llevo, cuando se encontraban en la
cima del cerro al llegar a su guarida noto algo
familiar en el con la cabeza y el cuello pelados por el
agua hervida y el collar de plumas blancas era el
joven enamorado.
El cóndor le ofrecía carne a la cholita que no comía
porque esta estaba cruda el cóndor entonces al ver
las fogatas de los hombres y como cocinaban
esperaba que se fueran y revolcaba la carne en las
cenizas, mientras la madre lloraba todos los días
entonces se le acerco el leque leque que es un ave
muy lista con patitas largas y pequeñito que al oír el
problema de la señora decidió ayudarla pero antes le
pidió un saco de maíz tostado y charqui en pago una
vez recibido esto se fue volando ese día el cóndor
después de pelear con la cholita y ver a sus hijos
que tenían plumas pero caritas humanas se fue
volando y vio al leque leque en una piedra llorando
desconsoladamente, que te pasa a ti porque lloras
es que el fin del mundo está cerca las montañas se
van a hundir, solo se va salvar quien se amarre a
este enorme árbol le dijo el cóndor aterrado le dijo
que lo amarrara a el primero el leque leque con pena
y sic dejar de llora lo amarro una vez amarrado el
leque leque se fue volando a la cueva y bajo a la
cholita y por esto el cóndor no tiene plumas en
cabeza y el cuello y tiene su chalinita blanca y el
leque leque solo sale de noche gritando leq leq leq
leq burlándose del cóndor.
El Condenado
En una casuchita pequeña vivía una pareja, aun
convivían y no estaban casados pero eran muy
felices, hasta que un día el hombre que era un
minero le dio a su mujer un anillo y le dijo que quería
que se casaran porque ya había ahorrado lo
suficiente para que se realizara su boda, ella muy
feliz acepto y lo beso.
El muy contento después de darle la noticia se fue a
trabajar cantando, mientras él estaba trabajando una
roca enorme le cayó de encima y lo aplasto,
pidiendo ¡auxilio, auxilio! poco a poco su voz sonaba
más gruesa y tenebrosa.
A esa hora de las 8 de la noche en la casucha
estaba la mujer muy feliz cocinando cuando de
repente llega su marido y de manera repentina le
dice que deben marcharse para casarse. Alistan sus
maletas y se van.
De camino a la iglesia a donde debían ir a casarse el
siente hambre y ella le pregunta que si quiere comer
lo que había preparado pero él se niega y le dice
que más bien le compre un cordero, ella se acerca
hasta un tienda donde un señor la atiende y le
pregunta: “¿el es tu marido?”, “si y nos vamos a
casar” contesta ella, “no te asustes” dice él, pero tu
marido es un condenado seguramente el te hiso una
promesa que debe cumplir es por eso que el esta
aquí, lo que debes hacer es ir caminando hacia el
lado donde está el rio tu cruza el rio y veras que él
no podrá cruzar el rio corre sin mirar hacia atrás y
vota el anillo que él te regalo, devuélvele su promesa
y no te molestara mas.
Sintiendo miedo al acercarse a él le dijo “vamos por
este lado llegaremos más rápido”, llegando a la orilla
del rio él se asusto y le dijo que no podría pasar ella
tomo las maletas que llevaba y cruzo el rio desde la
otra orilla voto el anillo diciéndole te devuelvo tu
promesa y corrió sin mirar hacia atrás, el
quedándose en la orilla y gritando no te vayas no me
dejes no pudo cruzar ese rio, desde ese entonces se
dice que no se puede pasar por ese rio a eso de las
3 de la madrugada ya que se escucha gemidos de
llanto.
La Calle Jaén
Mi abuela me cuenta que en La Paz existen muchas
calles antiguas donde aparecieron duendes,
fantasmas, etc. pero en la época de antaño, y
actualmente en la calle Jaén (donde vivió Don Pedro
Domingo Murillo) se siguen propagando duendes y
fantasmas. Nadie sabe porque pero es algo muy
extraño ya que pusieron la cruz verde, una cruz que
supuestamente ahuyenta a los espíritus malignos.
Pero de todos modos no sirve hasta el día de hoy
porque en los museos más cercanos de esa calle
como el de instrumentos, según relatos de los
guardias, por las noches escuchan ruidos de
tambores y platillos. Ellos van a ver si hay algo pero
no, no hay nada, absolutamente nada. Al igual que la
viudita, una señora que se aparece a todos los
borrachos que están por el centro de la ciudad, pero
la ruta más concurrida de este fantasma es la calle
Jaén.
No tengas miedo!
Se dice que jóvenes que desean tanto asustar a los
demás en la noche de brujas solo en ese día
aparece una tienda que venden cosas para asustar
pero si le dices que quieres el lugar de los libros te
mostrara el libro que nunca debes leer en vos alta
dice así:
monstruo feo y baboso
que tiene dos cabezas
que te atrapara para
darles de comer a sus
crías cuando nazcan
que nada lo podrá matar
Nanderu Leyenda Guarani
Cuentan los Guaraníes que en el principio de los
tiempos estaba solo el Dios Creador, que ellos
llaman Ñanderú. Ñanderú se había creado a sí
mismo, de a poco.
En ese entonces no había ni árboles ni montañas, ni
gente, ni nada. En su soledad, Ñanderú empezó a
crear. Creó primero el lenguaje de los hombres, las
palabras. Y entonces quiso que alguien más pudiera
hablar y creó a otros dioses, cuatro parejas de
dioses que a su vez iban a tener hijos también
dioses.
Después, Ñanderú hizo que la punta del bastón que
siempre llevaba en la mano empezara a engordar,
más y más. De allí salió la Tierra, de a poquito.
Para que la Tierra no se moviera, creó una palmera.
Era una palmera que iba a durar para siempre y
estaba justo en el medio de la Tierra. Después creó
otra palmera igual en el Este que es por donde sale
el sol, otra en el Oeste, otra en el Norte y otra en el
Sur. Y así, con esas cinco palmeras que iban a vivir
siempre, sin secarse nunca, la Tierra quedó como
clavada, bien firme.
Al cielo lo dejó apoyado sobre cuatro columnas,
cuatro postes de madera iguales a s bastón
Fue entonces cuando hizo los primeros animales y
las primeras plantas. Uno de los primeros que voló
por ahí fue el Colibrí; la Víbora fue la primera que se
arrastró. La primera en cantar fue la Cigarra.
Los Guaraníes dicen que, de entrada, Ñanderú
había hecho la Tierra toda tapada por una selva que
no se acababa más; parece ser que después pensó
que era mejor que hubiera también campos sin
árboles, y ahí creó a la Langosta. La Langosta iba
por todos lados, a los saltos, y en algunos lugares
clavaba la cola en el suelo. En ese lugar crecía el
pasto y desaparecían los árboles y es así que las
llanuras aparecieron después que vino la Langosta.
Cuando estuvieron listos esos campos, llegó la
Perdiz, que se alegró, cantó de contenta y se quedó
a vivir ahí.
Después Ñanderú inventó el Tatú, que se puso
enseguida a escarbar la tierra.
La Lechuza quedó como dueña de la oscuridad; por
eso, sale nada más que de noche y duerme de día.
Después vinieron otros muchos animales y también
los primeros hombres y mujeres.
Entonces, Ñanderú se volvió al cielo y les dejó
encargado a los otros dioses que cuidaran bien de
todo.
Pasó el tiempo; algunas personas se habían vuelto
muy buenas pero otras se habían vuelto muy malas:
no todo andaba bien, así que los dioses decidieron
que era mejor hacer arreglos.
Pero para no dejar las cosas a medias, mandaron un
diluvio: toda la Tierra se inundó. La gente buena
pudo subir al cielo con Ñanderú pero los que eran
malos se transformaron en animales: ranas, peces y
otros bichos.
Después, Ñanderú le pidió a otro de los dioses, que
se llamara Jakaira, que se encargara de hacer de
nuevo la tierra. Jakaira, a su vez, le dio trabajo a su
hijo Pa-pa Mirí.
Pa-pa Mirí trabajó mucho. Hizo nuevas plantas,
nuevos animales; fue amasando la tierra nueva y
llenándola de árboles y pasto. Hizo ríos y arroyos.
Pero parece que antes de que terminara lo llamó la
madre, porque lo quería ver, y Pa-pa Mirí dejó las
cosas como estaban. Y dicen los Guaraníes que por
eso hay montañas que no son sino montones de
tierra y piedras que le sobraron al dios y que a la
gente no le sirven de nada.
EL FAROL DE LA OTRA VIDA:
Desde que alguien lo vio por primera vez, y esto fue
hacia el primer tercio del extinto siglo, hasta que
todos consintieron en que había dejado de hacerse
ver, allá entre la primera y la segunda décadas del
siglo pronto a extinguirse, el llamado "Farol de la otra
Vida" fue materia de testimonios a cual más
fehaciente y objeto de comentarios a cual más
conmovedor.
Se trataba de un farol como cualquier otro de los que
en aquella época se utilizaban ara caminar de noche
por estas calles de Dios privadas de toda lumbre,
como no fuese la de luna en su fase benéfica. Pero
no llevado por manos de cristiano en actual
existencia, a juzgar por la forma como discurría y el
profundo silencio que reinaba a su paso.
Cuando la última campanada del reloj de la catedral
había anunciado la media noche, el farol fantasma, o
lo que sea, empezaba a hacerse ver en esta o
aquellas calles de la ciudad dormida. Era del tamaño
corriente, y dejaba advertir a través de sus vidrios
una parpadeante llamita de vela que bien pudo ser
de sebo o bien se cera. Se deslizaba por debajo de
los corredores, a la altura y en disposición de si
fuese llevado por cualquier persona, pero como si
ésta anduviese muy paso a paso, con suma
dificultad y deteniéndose aquí y allá por instantes.
No tenía trayecto definido, pues unas veces era visto
en una calle y otras en calle distinta. No obstante,
quienes lograron mejor expectación, aseguraban
que salía de los trasfondos de la Capilla (huerta de
la casa parroquial de Jesús Nazareno), iba por acá o
por allá y ya cerca del amanecer volvía allí, si es que
no se esfumaba repentinamente en algún rincón.
A diferencia de otras apariciones de más allá de la
tumba, ni traía consigo rumor alguno, ni suscitaba
que se produjesen en su derredor. Ningún aullido de
perros se dejaba oír y asimismo ningún gañido de
lechuza.
LA CASA SANTA :
En la esquina formada por las calles Charcas y
Campero y con frente principal sobre la primera
levántase una vieja edificación que es conocida en el
pueblo con la curiosa y sugestiva denominación de
"La Casa Santa". Construida al parecer hacia la
segunda mitad del siglo pasado, conserva hasta hoy
lo más sustancial del estilo característico de la
antigua vivienda cruceña: Paredes lisas, alta
techumbre, puertas de cuatro manos, ventanas con
balaústres de madera y espacioso porche sostenido
por columnas de ladrillo. Parte de su largo frente ha
sido "modernizado" ha pocos años, demoliéndose
las columnas que sostenían el porche y reduciendo
este a la condición de un alero chato. A pesar del
atentado, queda en pie todavía una buena porción
de su exterior primitivo.
Según refieren viejas consejas, esta casona tuvo la
poco envidiable fortuna de que se adueñaran de su
recinto bultos, fantasmas y seres de la otra vida,
apenas su edificación fue terminada. Desde que se
instalaron en ella los propietarios, dizque empezó
una de ruidos, ayes y otras manifestaciones de lo
sobrenatural, más tétricas aún, que obligaron a
aquellos a abandonarla. Igual suerte corrieron
inquilinos que vinieron sucesivamente.
LAS SIETES CALLES:
En el
pequeño espacio que queda frente al mercado que
la malicia pueblera ha dado en llamar "mercadito de
oro", convergen tres calles: Una, la Suárez de
Figueroa, que va de naciente a poniente; otra, la
denominada Vallegrande, que se dirige de norte a
sud, y la tercera, Isabel la Católica, que corta a
ambas en sentido diagonal, de noreste a sudoeste.
Apreciadas las tres en sus entradas y salidas, desde
el espacio de frente al "mercadito", el viandante ve,
pues, seis calles. A pesar de ser sólo seis, todo el
mundo conoce este lugar y el barrio circundante con
el nombre de "Siete Calles".
Aquí va el origen de la denominación.
LA VIUDITA:
En otros países de la América española y en el
nuestro, aparte del Oriente, se dice simplemente "La
Viuda", así en forma simple y sin afijos ni sufijos que
añadan o quiten magnitud, calidad y aprecio del
sujeto, o, para decirlo más adecuadamente, la
sujeta. Acá decimos "La Viudita", no ciertamente con
la intención de empequeñecerla o rebajarla, sino
como expresión de que, pese a todo, nos cae
simpática y, por tal razón, nos place nombrarla en
diminutivo.
Para explicar lo que es, o más bien dicho lo que fue,
pues hace tiempo dejó de mostrarse, conviene
manifestar que no era, acá entre nosotros, el ente
horrorizante, pavoroso y fatal de otras partes.
Temido, sí, pero sólo de parte masculina, y entre
ésta únicamente de cierta y determinada casta: La
de los tunantes de mala fe (porque los hay de
buena) y los que andan a la caza de deleites
femeninos sin reparo de conciencia.
Dizque aparecía por acá y allá, siempre sola, a paso
ligero y sutil y no antes de media noche. Vestía de
negro riguroso, faldas largas a la moda antigua, pero
talle ajustado en el busto, como para que resaltasen
las prominencias pectorales. Llevaba en la cabeza
un mantón cuyo embozo le cubría la frente y aquello
que podían ser orejas y carrillos.
LA CRUZ DEL DIABLO:
Sea
perdonada la osadía de quién esto escribe al tomar
el título de una de las más hermosas leyendas de
Bécquer, para encabezar la que seguidamente se
refiere. Como verá el paciente lector, y ello va en
desagravio del Gran Romántico, la sustancia de esta
crónica difiere en un todo de aquélla, y el pecado,
previa y espontáneamente confesado, sólo estriba
en la adopción del titulo. Por lo demás, asiste razón
al recolector de antiguallas locales para decidirse por
la diabólica denominación.
Hecha la advertencia, habría convenido talvez
insistir en la poco irreverente incursión,
reproduciendo el epígrafe de la leyenda becqueriana
en aquello de "Que lo creas o no, me importa poco",
etc. Esto para manifestar la originalidad del cuento y
su reproducción por cuenta y riesgo del narrador.
Releva de ello al escribiente la circunstancia de que
suceso y personajes están enraizados en la tradición
popular, de donde los recogió, y que de uno y otro
se han ocupado en sendos escritos, cronistas
paisanos como Durán Canelas, Ramírez y Ramón
Clouzet, entre los que por el momento recordamos.
Quien ha penetrado más en el asunto ha sido el
animoso folklorista Alejo Melgar Chávez, que tanto y
tansabrosamente tiene escrito sobre casos y cosas
del pueblo. Escarbando con curiosidad y donosura
en la tradición y haciéndose eco de ella aun en sus
más privados apartijos. Alejo ha llegado a reconstruir
la vida del protagonista, al punto de dar cuenta de
los más de sus hechos y singularmente del lance
que le dio la nombradía.
Se trata de Manuel Videla, el mejor pulsador de
guitarra habido en estos arrozales de Dios y cuya
existencia transcurrió allá por las primeras décadas
del siglo pasado.
EL GUAJOJÓ:
En lo prieto de la selva y cuando la noche ha cerrado
del todo, suele oírse de repente un sonido de larga
como ondulante inflexión, agudo, vibrante,
estremecedor. Se diría un llanto, o más bien un
gemido prolongado, que eleva el tono y la intensidad
y se va apagando lentamente como se apaga la
vibración de una cuerda.
Oírle empavorece y sobrecoge el ánimo,
predisponiéndole al ondular de lúgubres
pensamientos y al discurrir de ideas taciturnas. Se
dice que han habido personas que quedaron con la
razón en mengua y punto menos que extraviadas.
Se sabe que quien emite ese canto es un ave
solitaria a la que nombran de guajojó por supuestos
motivos de onomatopeya. Son pocos los que la han
visto, y esos pocos no aciertan a dar razones de
cómo es y en donde anida. Refieren, eso sí, la
leyenda que corre acerca de ella y data de tiempo
antañones.
Erase que se era una joven india bella como
graciosa, hija del cacique de cierta tribu que moraba
en un claro de la selva. Amaba y era amada de un
mozo de la misma tribu, apuesto y valiente, pero
acaso más tierno de corazón de lo que cumple a un
guerrero.
EL JICHI:
Para explicar lo que es el jichi conviene ante todo
tomar el sendero que conduce a los tiempos de hace
ñaupas y entrar en la cuenta, para este caso parcial,
de cómo vivían los antepasados de la estirpe
terrícola, antiguos pobladores de la llanura. Gente de
parvos menesteres y no mayores alcances, la
comarca que les servía de morada no les era muy
generosa, ni les brindaba fácilmente todos los bienes
necesarios para su subsistencia.
Para hablar del principal de los elementos de vida, el
agua no abundaba en la región. En la estación seca
se reducía y se presentaban días en que era
dificultoso conseguirla. Así en los campos de
Grigotá, en la sierra de Chiquitos y en las dilatadas
vegas circundantes de ésta.
De ahí que aquellos primitivos aborígenes pusieron
delicada atención en conservarla, considerándola
como un don de los poderes divinos, y hayan
supuesto la existencia de un ser sobrenatural
encargado de su guarda. Este ser era el jichi.
EL MOJÓN CON CARA:
Hasta mediados del siglo XVIII la calle hoy
denominada Republiquetas era de las más
apartadas y menos concurridas de vecindario que
había en esta ciudad. Las viviendas edificadas sobre
ambas aceras no seguían una tras de otra sino con
la breve separación de solares vacíos separados de
la vía pública por cercos de cuguchi o follaje de
lavaplatos.
Hacia la primera cuadra y con frente a la acera norte
de dicha calle, vivía por aquella época una moza en
la flor de la edad, bonita, graciosa y llena de todos
los atractivos. Su madre la mimaba y cuidaba más
que a la niña de sus ojos, reservándola en mente
para quien la mereciera por el lado de los bienes de
fortuna, la buena posición y la edad del sereno juicio.
Pero sucedió que la niña puso los ojos y luego el
corazón en un mozo que, aparte la buena estampa y
los desenvueltos ademanes, nada más tenía a la
vista. Cuando la celosa mamá se hubo dado cuenta
de que el fulano rondaba a su joya viviente, redobló
la vigilancia sobre ésta, a extremos de no dejarla
salir un paso.
BIBOSI EN MOTACÚ:
Uno de los más curiosos y pintorescos casos de
simbiosis vegetal que se presentan en nuestra tierra
es la del árbol llamado bibosi y la palmera motacú.
Tan estrechamente se enredan uno con otro y de tal
modo viven unidos, que entre las gentes simples y
de sencillo pensar se da como ejemplo vivo de
enlace pasional. Una vieja copla del acervo popular
lo expresa galanamente.
El amor que me taladra
necesita jetapú;
viviremos, si te cuadra,
cual bibosi en motacú.
Quienes saben más acerca de ello señalan de que la
palmera es el sustento y la base de la unión, pese a
su condición femenina, y el árbol es el que se arrima
a ella en procura del mantenimiento y firmeza, no
obstante su ser masculino. En siendo verídica la
especie, y la observación del conjunto da a pensar
que lo es, habría en ello material suficiente para
especulaciones de orden social y hasta moral si se
quiere.
LA LLORONA:
La Llorona, la mujer fantasma que recorre las calles
de las ciudades en busca de sus hijos.
Cuenta la leyenda que era una mujer de sociedad,
joven y bella, que se caso con un hombre mayor,
bueno, responsable y cariñoso, que la consentía
como una niña, su único defecto... que no tenia
fortuna.
Pero el sabiendo que su joven mujer le gustaba
alternar en la sociedad y " escalar alturas ",
trabajaba sin descanso para poder satisfacer las
necesidades económicas de su esposa, la que
sintiéndose consentida despilfarraba todo lo que le
daba su marido y exigiéndole cada día mas, para
poder estar a la altura de sus amigas, las que
dedicaba tiempo a fiestas y constantes paseos.
Marisa López de Figueroa, tuvo varios hijos estos
eran educados por la servidumbre mientras que la
madre se dedicaba a cosas triviales. Así pasaron
varios años, el matrimonio
EL JINETE SIN CABEZA:
Se dice que en un pueblo muy aislado de toda
civilización se contaba la historia de un jinete que
acostumbraba a hacer su recorrido por las noches
en un caballo muy hermoso, la gente muy extrañada
se preguntaba ¿que hombre tan raro por que hace
eso?, ya que no era muy usual que alguien saliera y
menos por las noches, a hacer esos recorridos.
En una noche muy oscura y con fuertes relámpagos
desapareció del lugar, sin dar señas de su
desaparición. Pasaron los años y la gente ya se
había olvidado de esa persona, y fue en una noche
igual a la que desaparecio, que se escuchó
nuevamente la cabalgata de aquel caballo. Por la
curiosidad muchas personas se asomaron, y vieron
un jinete cabalgar por las calles, fue cuando un
relámpago cayó e iluminó al jinete y lo que vieron fue
que ese jinete no tenia cabeza. La gente horrorizada
se metió a sus casas y no se explicaban lo que
habían visto...
EL CARETON DE LA OTRA VIDA:
Mi abuelo decía que según los comunaríos, el
carretón de la otra vida, salía a buscar en las noches
a las almas descarriadas para llevárselas al infierno.
Según los testigos que dicen haberlo visto, aparecía
después de la medianoche en tiempo de surazo. El
carretero era el mismo diablo y el carretón estaba
construido con huesos humanos en lugar de
madera, siendo su cargamento cientos de cráneos
amarillentos. El grito espantoso del carretero se
escuchaba a lo largo de toda la pampa y por las
afueras del pueblo. Los bueyes que tiraban el
carretón, en lugar de ojos tenían un par de ascuas
que destellaban con un rojo intenso. En las noches
tormentosas nadie salía por temor a encontrarse con
el carretón de la otra vida y su diabólico
acompañante.
LEYENDA DEL DUENDE:
En el año de 1996, en un lugar llamado La Barraca,
una niña de 6 años, de ojos grandes y pelo lacio,
muy bonita, se despertó a media noche, y al no
encontrar a la madre a su lado, Salió de la casa en
busca de ella. En el camino se encontró con un
pequeño que le seguía. Se le reía y la llamaba con
silbidos, así fuuuuuuu. Ella sintió miedo y comenzó
a correr pero el pequeño le alcanzo y no le dejaba
pasar. La niña comenzó a llorar y gritar. Él le
regalaba caramelos de colores, besitos de novia y
una pañoleta. Pero ella no quería nada. El duende le
cantaba y le bailaba, jugaba con su cabello y le
hacía muecas para entretenerla. Cuando la niña se
dio cuenta, la llevaba por un callejón oscuro. Se
asusto más. Unos perros empezaron a ladrar
desesperados y fue cuando un vigilante que se
percata de lo que sucedía y echa dos tiros al aire. El
guardia se acerco a donde la niña Que estaba
llorando. La tomo en sus brazos y la llevo a su
madre. La madre al ver a su hija le preguntaba una y
otra vez que le había sucedido. Y la niña le conto.
Las personas que estaban allí murmuraron que eso
era el Duende.
Desde aquella noche la niña era perseguida por el
Duende. No se le podía dejar sola a Carmita porque
el Duende la llamaba con silbidos que solo ella
escuchaba.
Buscaron a una curandera, quien les dijo como
ahuyentar al Duende. Le rociaron agua bendita en
todo el cuerpo, rezándole el Credo y el Ave María,
por nueve días consecutivos.
Con esto el Duende dejo a la niña. Lo extraño es
que Carmita se sabía varias canciones y decía que
el Duende le enseño con una muy bonita voz.
La leyenda de los mil escalones
Saxamani es el principal puerto de la Isla del Sol y
está en el sector sur. A escasos pasos de allí se
encuentra una escalinata empedrada con mortero de
barro (técnica milenaria perteneciente a los
tiwanakus) de aproximadamente 60 metros de
altura, rodeada de bellos jardines. Al ascender a su
punto máximo se encuentra la Fuente de las Tres
Aguas, donde confluyen tres chorros de agua que
representan la purificación, la vida y la juventud. Los
lugareños afirman que quienes beben de ella
sanarán su alma y prolongarán su vida eternamente.