El Club de las Excomulgadas
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Argumento
Las chispas vuelan cuando una bruja fracasada hace ronronear a un were
puma.
Valerie es una bruja fracasada, condenada a decepcionar siempre a su muy
orgullosa familia mágica, hasta que una cita a ciegas durante el día de San Valentín
la lleva cara a cara con su verdadero destino. Keith Redstone es un were puma en
busca de alguien un poco diferente al resto de su clan. Se abrió camino hacia la
posición Alfa ganando su respeto, pero la mayoría no sabe su secreto más
profundo, más oscuro. Él puede ver la magia.
Cuando los dos se encuentran, saltan chispas… chispas muy reales de
energía mágica que queman sus sentidos y sellan su destino. Pero, ¿cómo pueden
conciliar dos orígenes muy diferentes y tradiciones? ¿Keith reconocerá sus magias
que se arremolinan como si se pertenecieran? ¿Y Valerie entenderá lo que significa
hacer a su propio “gato colosal” ronronear?
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Capítulo Uno
Otro apestoso día de San Valentín. Valerie hizo virar la pajita en su ron con
coca-cola mientras estaba sentada en el bar del restaurante. Ya había estado allí
durante una hora. Val no había querido llegar temprano, pero había estado un poco
impaciente por salir de casa y había llegado demasiado pronto. El hielo de su
bebida se había derretido, aguando la mezcla, pero no le importaba.
Había tenido ganas de tener una cita por primera vez en años, en la noche de
San Valentín. Incluso si se trataba de una cita a ciegas establecida por su prima
Suzy. Esta la había animado a dar un paseo por el lado salvaje. Esas fueron las
palabras exactas de la bruja novata a su prima mayor, que no tenía suficiente magia
en ella para hacer hervir el agua. Era una desgracia para todo el Clan Faber. Los
maestros de la magia desde tiempos inmemoriales. Tener a un hijo tan impotente
en medio de ellos era a la vez una vergüenza como prácticamente un pecado.
Menos mal que sus hermanos y hermanas habían demostrado ser brujos
excepcionalmente poderosos, o sus padres podrían haber caído en desgracia
completamente. Como lo era, que ni un solo mago digno de mención quisiera salir
con la hija anormal de Faber que tenía muy poca magia, y era completamente
inútil.
Pero Suzy siempre había sido una buena chica. Se había convertido en una
mujer hermosa que tenía un punto débil en su corazón por su prima con magia
débil. Suzy era su única amiga verdadera en el Clan Faber. Sin ella, Val habría
dejado hace mucho tiempo el redil familiar y emprendido el camino por su cuenta
en el mundo real. El mundo donde la magia no se inmiscuía en todos los aspectos
de la vida. El mundo en el que Valerie no se sentía como un bicho raro todo el
tiempo. Un mundo sin su amada prima, Suzy.
Sin Suzy, Valerie no estaría aquí sentada, esperando una cita a ciegas.
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Valerie odiaba las citas a ciegas, por regla general, pero había tenido su parte
de ellas. La mayoría no salieron bien. Una o dos habían llevado a asuntos efímeros.
Sin embargo, todavía estaba sola. No deseada por la comunidad mágica. Nada
terriblemente especial entre aquellos que no tenían ni idea de que la magia existía,
tampoco. Solo la vieja y simple Valerie, eternamente sola.
Se sentía solitaria y triste, sentada en un restaurante lleno de amantes
durante la noche supuestamente más romántica del año. Val suspiró, intentando
parecer invisible en su solitario taburete. A su alrededor, la gente se mezclaba,
tomando sus vistosas bebidas de colores mientras esperaban por parejas a que sus
mesas estuvieran listas. Una rápida mirada le dijo que era la única persona sentaba
sola en el bar. Había interceptado algunas miradas compasivas de las otras mujeres
del cuarto, pero se negó a reconocerlas.
Se sentaría ahí durante otros cinco minutos, y si la cita no se presentaba para
ese momento, se iría. No importa lo humillante que sería caminar entre el montón
de gente emparejada en su camino hacia el guardarropa y en última instancia, a la
puerta.
— ¿Está ocupado este asiento? —Una voz profunda llegó desde arriba.
Esperando ver a algún tipo con su cita, Valerie alzó la vista de su bebida,
sólo para ser atrapada por unos ojos oscuros en la cara más hermosa que jamás
había contemplado. Una mirada rápida detrás de él, le reveló que no tenía ninguna
cita evidente, pero Valerie era cautelosa. De ninguna manera un hombre tan guapo
estaría solo durante la noche de San Valentín. ¿Tal vez su cita estaba en el tocador?
—Está libre —Contestó brevemente, volviéndose hacia su bebida.
Necesitaba un minuto para ordenar sus pensamientos. Sin duda alguna sinuosa
mujer se presentaría para reclamar al Sr. Handsome1 en uno o dos minutos. Mejor
no ponerse en ridículo antes.
—Eres Valerie, ¿verdad?
1 Alguien guapo, encantador, y poseen un aura atractiva para atraer a las chicas.
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Su corazón todavía redoblaba. ¿El Sr. Hunkalicious2 era su cita a ciegas? Así
se hace Suzy. Si su envoltura estaba a la altura, Valerie le debería una muy grande a
Suzy por concretar su cita con este gran bombón. Su radar se apagó ante la idea.
Tenía que haber algo malo en él. ¿Por qué un hombre tan guapo como él tenía que
mendigar en una cita a ciegas durante el día de San Valentín?
— ¿Keith? —Preguntó ella, sólo para estar segura. Su prima sólo le había
dado el nombre del hombre misterioso. Nada más. Ni siquiera una descripción de
su musculoso y apetecible cuerpo para tentarla. Y el hombre–Oh-hombre, era
totalmente tentador.
—Sí señora. Keith Redstone —Él ofreció su mano cortésmente y ella la
tomó. Había algo en su apellido que cosquilleó en su memoria, pero lo dejó pasar.
Cuando su mano tocó la suya, los hormigueos de magia subieron por su
brazo un baile sorprendente que bromeó en sus sentidos. Algo especial en efecto.
Nunca había tenido una reacción tan inmediata a un hombre. Y nunca una tan
mágica. Si las manos tocándose hacían eso, ¿qué sentiría cuando él la tocara en
otros lugares?
—Valerie Faber —Ella volvió a la auto-presentación, no viendo nada malo
en darle el apellido de su poderosa familia. Si él tuviera el más mínimo
conocimiento del mundo mágico, lo reconocería de inmediato y sabría que tenía
amigos poderosos, aun si su propio poder era insignificante.
Él sostuvo su mano más de lo estrictamente necesario, pero al final la dejó ir
antes de que se hiciera demasiado incómoda la energía que zumbaba de él a ella, y
viceversa. Se sintió excitada. Un poco como si la electricidad cosquillease sobre su
piel por todas partes, especialmente sobre sus lugares más sensibles.
Su dedo corrió por el dorso de su mano, y ella lo sintió en el endurecimiento
de sus pezones y en un latido mucho más abajo. Oh, chica. La energía del hombre
2 Un hombre hunkalicious es aquel que combina las cualidades de la energía, buena apariencia, encanto, el ingenio, la sensualidad, la galantería, la dulzura, la masculinidad, franco, descarado y un amor para las mujeres.
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era completamente peligrosa si podía hacerla estremecerse a un metro de distancia.
¿Qué pasaría cuándo él estuviera más cerca e íntimamente? Más que nada, quería
averiguarlo.
Pero ya que él la dejó ir, sus pensamientos constantes regresaron. Tenía que
haber algo malo en él. Alguna razón por la que tuviera que recurrir a una cita a
ciegas. Ella sabía su problema. Ninguna magia. Pero él tenía la magia de sobra si la
reacción que bailaba por su piel fuera cualquier indicio. Él tenía el poder. Poder
primario.
Cuando tuvo una buena mirada de él, trato de averiguar qué es lo que la
hacía verlo de forma diferente a los otros brujos que había conocido. Su magia tenía
un sabor diferente. Una que era más fácilmente accesible a sus sentidos mágicos
hambrientos. ¿Qué había en él?
—Parece que nuestra mesa está lista —Se puso de pie y sostuvo su silla
mientras el maître les hacía una señal. Keith era el alma de la cortesía cuando la
escoltó a través del ocupado restaurante hacia su mesa.
Valerie notó las miradas apreciativas de las mujeres que pasaban, cuando
conseguían un vistazo de Keith Redstone. Oh, sí. Era caliente, con una C
mayúscula. Incluso las mujeres casadas no podían dejar de lanzar miradas
admirativas a su dirección cuando ellos caminaron por el ocupado comedor.
Y por esa noche, al menos, él era todo suyo. Que la diosa bendiga a la prima
Suzy.
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Capítulo Dos
Iba a matar a su prima Suzy.
— ¿Eres un shifter? —Valerie trató de no dejar que sus sentimientos se
mostraran.
Interiormente estaba horrorizada de que su prima hubiera pensado que
había caído tan bajo como para salir con alguien que era mitad animal. Los Faber
no se asociaban con animales. Incluso si caminaban sobre dos pies la mayor parte
del tiempo. Valerie nunca había estado tan cerca de un cambiaformas antes, y,
francamente, no sabía mucho acerca de ellos.
—Técnicamente, soy un were puma —Mantuvo el tono de su voz baja
mientras se servía más vino en su copa. Tenía buenos modales, para ser un
animal—. El clan puma, es uno de los pocos clanes de grandes felinos shifter que
forman parte de la jerarquía were. La mayoría de las variedades de felinos grandes
siguen una estructura diferente de gobierno creada en Europa durante el
Renacimiento, creo.
— ¿En serio? —Ella no había esperado esto. Sonaba como si realmente
estuvieran organizados de algún modo. A pesar de sí misma, estaba intrigada.
—Michelangelo lo organizó, o eso dicen. Tiene regentes diferentes para cada
tipo de gran felino. Las Panteras Negras tienen a Nyx. El Tigre D’Or sigue al Tig’Ra,
que es un tigre blanco. Es todo muy complicado. Los were simplemente obedecen
las órdenes de nuestros líderes del clan y a quienquiera que sea la forma que sus
Señores tomen. Los Señores actuales son lobos. Ellos dicen que el siguiente grupo
de gemelos en la línea son los osos pardos. Los pumas tienen una organización más
flexible que los otros felinos.
La comida llegó, y la conversación cesó por la necesidad. Keith había estado
hablando en voz baja, que sólo ella podía oír en el restaurante que atendía
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principalmente a seres humanos normales, que no tenían idea sobre el mundo
mágico a su alrededor. Sólo cuando el camarero había terminado de entregar sus
platos, Keith comenzó a hablar de nuevo.
—Perdona mi pregunta, pero, ¿por qué no sabías nada de esto?
—Nunca he conocido a un shifter antes —Ella sabía que estaba
sonrojándose y luchó contra su propia vergüenza.
—Pero aún así sabes de nosotros. Entonces, ¿qué eres tú?
—Soy una bruja heredera del clan Faber. Nuestro clan ha enseñado el uso
de la magia durante miles de años, y tiene a algunos de los magos más poderosos
del país, si no del mundo.
Keith permaneció silencioso por un momento, pareciendo digerir su
pequeño discurso, mientras su filete desprendía zarcillos de vapor sobre la mesa,
delante de él, cerca pero olvidado. Él sólo la miró, escondiendo sus pensamientos,
detrás de una mirada curiosa.
— ¿Te has citado antes con usuarias de magia? —Ella habló en voz baja,
esperando su contestación. Su escrutinio hacia que se sintiera incómoda.
—Un par de veces —Respondió finalmente, aunque hubo una nueva
sospecha en su fija mirada que a ella no le gustó.
— ¿No fueron experiencias agradables? —Apuntó ella, esperanzada.
Hace un minuto, había estado horrorizada por la idea de tener que cenar con
un animal, pero ahora, contra toda lógica, quería su aprobación. Maldita sea su
naturaleza voluble. No entendía por qué este hombre —este shifter— podía meterse
bajo su piel tan fácilmente y en un tiempo tan breve.
—Se podría decir así —Contestó evasivamente.
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Bajó la mirada, y él comenzó a cortar su carne, lo que claramente le
indicaba que no quería hablar del tema. Ella siguió su ejemplo y recogió su cuchillo
y tenedor, cortando pequeños pedazos de su pollo.
—No fue mi intención curiosear —Se disculpó en voz baja, cuando
empezaron a comer su cena.
Su cabeza se levantó, y su mirada se encontró con la de ella.
—Está bien —Su tono era suave y su mirada templada con algo que casi
podía ser pena. Él suspiró y volvió a su comida.
Unos momentos más tarde, él rompió el incómodo silencio.
—Mira. Lo siento. Nadie mencionó que eras una usuaria mágica. No tengo
nada contra ti personalmente. Es sólo que tengo la sospecha de que un mago estaba
implicado en el asesinato de mi tía y primo hace unos años. Desde entonces, el
Clan Redstone se mantiene alejado de los magos.
—Lo siento —Su susurro fue sentido. Ella vio a los verdaderos miembros.
—Gracias —Su respuesta fue aceptada mientras siguieron comiendo.
—No te gustan los magos, pero tú tienes una potente magia propia. ¿Tienen
todos los shifters tu nivel de poder?
— ¿Qué?
Ella había conseguido seguramente su atención con su pregunta
aparentemente inofensiva.
—Cuando tocaste mi mano. ¿No lo sentiste? —Ella se sonrojó, hablando de
su reacción tan abiertamente, pero él tuvo que darse cuenta… ¿o no lo hizo?
— ¿Qué sensación, exactamente?
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—La forma que tu magia encontró la mía. Zumbó por todo mi brazo como
pequeñas chispas de energía contra mi piel.
— ¿Pasa eso a menudo? —Él parecía realmente curioso.
—En mi experiencia, nunca antes —Confesó.
— ¿Has conocido a Bill Redstone? Está saliendo con Suzy Faber, que
supongo que es tu prima, ¿no?
— ¿Bill? Sí, lo he visto un par de veces —Ella se sorprendió por el cambio de
tema, pero inmediatamente reconoció la importancia del apellido del novio de su
prima— ¿Es un shifter también? —Decir que estaba sorprendida por la idea sería un
eufemismo.
Keith asintió.
— ¿Alguna vez te ha tocado?
—Nos hemos dado la mano algunas veces, y me ayudó a bajar de una
escalera una vez, en que cierto modo caí sobre él. Es algo bueno que sea tan grande
como un árbol o yo lo habría aplastado —Ella se rió de sus recuerdos, aunque en
aquel momento había sido embarazoso. Ella no era la más elegante de las mujeres.
— ¿Alguna vez sentiste las chispas mágicas en él? —Su respuesta parecía
importante para Keith, así que no pensó en ello antes de contestarle.
— ¡No! Ni una sola.
—Entonces supongo que no todos los weres tienen lo que tú describes —
Parecía interesado ahora—. Por supuesto, siempre he sido un poco diferente que
los otros miembros de mi Clan.
Ella sabía cómo se sentía. Asintió con la cabeza comprensivamente.
—Yo también.
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— ¿En serio? —El interés se movió para intrigar su mirada.
—Vengo de una de las mayores familias mágicas del mundo, pero yo… —
Estaba realmente avergonzada de admitir esto, pero con él era fácil hablar, y podría
entenderla—… tengo muy poca magia en mí. Soy algo así como la oveja negra de
la familia. Un poco como una desgracia, en realidad.
—Me estás tomando el pelo —Dijo, la expresión de su rostro hermoso,
parecía honesta. Ella confió en sus instintos en cuanto a este hombre se refiere. ¿Por
qué? No tenía ni idea.
—Me temo que no. De lo contrario, alguien ya se habría casado conmigo
para este momento, simplemente por mi línea sanguínea. Es un buen golpe estar
relacionado con el Clan Faber en los círculos mágicos. Pero nadie desea a una
esposa sin poder — ¿Y no sonaba lastimosa?—. Así que ahora me cito con
humanos —Añadió rápidamente, para hacerse parecer menos patética—. El Clan
probablemente me dejaría ir con alguien no mágico. Creo que se han dado por
vencidos conmigo, para ser honesta —Él nunca sabría lo mucho que esas palabras
le costaban a su orgullo.
Pero esa era la belleza en él. Realmente lo sabía. Cualquier usuario mágico
entendería su desgracia en seguida, pero para Keith, era sólo otra mujer. La magia
no le importaba mucho. O tal vez… le importaba de una muy mala forma. Tal vez
si hubiera tenido más magia, no habría sido capaz de tratar con ella. Ser una no
mágica era mejor que tenerla en torno a alguien que no se fiaba de los magos. Y
estaba bastante segura de que Keith no se fiaba de los magos. Había entendido esa
parte de su revelación anterior.
—Soy raro también —Admitió, probablemente tratando de hacer que se
sintiera más cómoda. Él era así de agradable. Tenía unos ojos amables—. Mi
madre murió cuando yo era pequeño. Mi padre estuvo devastado por su pérdida, y
nunca habló mucho de ella. Tenía algo de sangre mágica en ella sin embargo, y eso
probablemente explique algunas cosas que puedo hacer, y que otros miembros de
mi Clan no pueden.
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— ¿En serio? ¿Cómo qué? —Ahora estaba intrigada.
—Siento cosas. Cosas mágicas, en su mayoría. Trampas y otras cosas por el
estilo. Me utilizan para explorar.
Con esas pocas palabras, él reveló mucho, si ella leía las connotaciones
correctamente. Todo shifter tenía alguna magia. Sabía eso de su formación anterior.
Pero si hasta el shifter creía que el regalo de Keith era especial, eso tenía que
significar algo.
— ¿Así que eres la versión mágica de un perro que olfatea bombas? —Ella
jadeó, en cuanto lo dijo, esperando que él no se lo tomara como una ofensa. Sólo al
escuchar las palabras que salían de su boca le hizo darse cuenta que podría ser
tomado como un insulto. Pero Keith se rió.
—Me gusta eso —Dijo entre risas—. Y es algo exacto. Aunque por lo
general puedo descubrir cosas de una u otra forma. Y soy un felino. No un perro —
Sacudió su cabeza, todavía claramente divertido mientras seguía comiendo.
—Siento que los magos te hayan causado problemas en el pasado. Si te sirve
de consuelo, mi familia no suele involucrarse en la política. Ellos sólo enseñan a
otros cómo usar su magia, y que existen requisitos éticos para todos los usuarios
mágicos que entrenan. Por desgracia, no todo el mundo se mantiene en los
estándares éticos altos que mi familia les trata de infundir.
—Por lo menos sé ahora por qué Bill me ha impedido conocer a su novia
durante tanto tiempo. No es propio de él no traerla a las reuniones del Clan.
Supongo que estaba tratando de impedir que olfateara su magia —Se encogió de
hombros—. No puedo esperar para decirle al pobre bastardo que todo se ha
destapado.
—Si nunca conociste a Suzy, ¿cómo acabaste siendo mi cita a ciegas? Ella
respondió por ti, y por todo. ¿Por qué lo haría si no te conoce?
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— ¿Probablemente porque está enamorada de mi primo y confía de su
juicio? Dudo que él pensara en esto claramente, a pesar de que tenía que saber que
traer a un usuario mágico al Clan sería un poco problemático. Tal vez quería que
conociera a una de las amigas de su novia fuera de las presiones de un Clan
reunido.
— ¿Mantendrían sus diferencias aparte? —Valerie estaba preocupada. No
quería arruinar la vida amorosa de Suzy. Le gustaba la forma en que Bill trataba a
su prima, y quería verlos felices. Aunque le tomaría algún tiempo para
acostumbrarse a ello, sabiendo que Bill era un shifter puma.
—No, no realmente. Eso no debería, de cualquier modo. Suzy está bien para
él. Eso lo vemos. Los werecats no tienen tantos perjuicios como algunos otros
Clanes. No hay muchos de nosotros, y la mayoría termina apareándose fuera del
Clan —Él pareció incómodo durante un momento—. Muy pocos terminan con
usuarios mágicos, sin embargo. No a menudo nos mezclamos, como tú
probablemente bien sabes.
—Mis padres tendrían un ataque si supieran que Suzy estaba saliendo con
un shifter. Sus padres son un poco más tolerantes, sin embargo. Su madre es la
Faber. Su madre y mi padre son hermanos —Le explicó ella mientras comían—. Su
padre tiene un tipo de magia extraña. Es más empático que completamente mágico,
podría decirse —Valerie pensó en ello mientras hablaba, habiendo expresado con
palabras las diferencias de su tío que nunca había expresado realmente ante el Clan
antes—. Sigue siendo excepcionalmente poderoso y puede utilizar su forma de
empatía para conseguir cosas dentro de la psique de una persona. Es por eso que
sólo toma a estudiantes especiales, y luego sólo si cumplen con su código moral
muy estricto. Él es el responsable de la disciplina entre todos los estudiantes, y
nadie quiere destapar su lado malo, aunque él siempre haya sido muy amable
conmigo. Más que cualquier otra persona en mi familia, en realidad —Ella se
encogió de hombros—. Supongo que sus padres saben sobre Bill. Si cualquier Faber
aceptara la relación mixta para sus hijos, esos serían ellos.
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Ella sonrió, pensando en su tía y su tío, dos de sus personas favoritas en el
mundo. Su casa siempre había sido un refugio para ella cuando la necesitó.
—Es bueno oír eso —Ella alzó la vista, y se sorprendió al ver cruzar una
mirada de alivio en los hermosos rasgos de Keith—. Nunca he visto a Bill
estableciéndose con una mujer durante tanto tiempo. Él no lo ha admitido todavía,
pero creo que ella es su compañera.
— ¿Compañera? —Valerie estaba interesada por el significado que el ponía
en esa palabra—. He oído sólo vagas referencias a los apareamientos de los shifter.
¿Es como el matrimonio?
—Es un vínculo más fuerte que el matrimonio. Tú nunca puedes separarte
de un compañero. En los apareamientos que he presenciado, nunca hay ninguna
posibilidad de que un compañero deje al otro. No si ellos son verdaderos
compañeros.
—Pero, ¿cómo lo sabes? ¿Cómo se reconocen él o ella? —Era algo que
siempre la había dejado perpleja, las pocas veces que había oído hablar de esas
cosas.
—Muchos de nosotros sabemos el momento en que nos encontramos con
nuestro compañero destinado. Los lobos dicen que pueden olerlo. El olor de su
compañero, hace que su lobo interior se ponga de pie y tomen nota. Una gran parte
de shifters felinos afirman que es el sabor de su compañero que vuelve al gato
salvaje o lo apacigua. O las dos cosas, dependiendo de la ocasión —Él le guiñó un
ojo, y ella sintió un extraño calor deslizándose sobre sus sentidos.
No sabía que decir a esto. Luchando contra el rubor, y en su defecto, bajó la
mirada hacia su plato, sorprendida al descubrir que casi había terminado con su
comida. Un rápido vistazo a la de Keith le demostró que su filete también había
desaparecido.
Como si hubiera sido conjurado al darse cuenta de esto, el camarero
apareció a su lado para retirar los platos vacíos. El silencio reinó mientras el
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camarero humano hizo su trabajo. Keith abrió el camino al ordenar un tentador
postre, y Valerie estaba de un humor de al-diablo-con-cuidarse. Ordenó crème
brulée y cappuccino, cediendo a la tentación.
Ese parecía el tema para la noche. La tentación estaba sentada al otro lado
de la mesa, y si le daba la más mínima invitación, ella sabía que la tomaría. Estaba
prácticamente jadeando pensando en ceder.
— ¿Así que vas por ahí lamiendo mujeres al azar, para ver si puedes
encontrar a tu compañera? —Ella levantó la copa de vino a sus labios, saboreando
el bocado de crema crujiente contra su lengua.
¿De dónde venía esta timidez coqueta? Seguramente nunca había dicho
nada similar a otro hombre antes. Tal vez había algo que decir sobre estar dando un
paseo por el lado salvaje, como su prima sugirió. Keith, el sexy shifter gato
seguramente sacaba a la hembra animal en Valerie.
Keith se echó a reír a carcajadas de sus juguetonas bromas y bebió un sorbo
de su propio vino. Había ordenado un tinto fuerte con su filete, y ella lo encontró
fascinante. Si hubiera tenido que adivinar antes de compartir una comida con él, lo
habría vinculado con un hombre de espumosos. Pero se enteró que se había
equivocado en muchas cosas en cuanto a los shifters se refería.
Keith conocía de vinos. ¿Sabía de mujeres también? Apostaría a que lo
hacía. Un hombre tan sexy como este probablemente estaba bien familiarizado con
el bello sexo opuesto. Sin duda sabría cómo comer y beber de ella. Y ella estaba
cayendo rápidamente bajo su hechizo.
—Me gustaría pensar que mi técnica es un poco más refinada que eso —
Confesó él con una sonrisa socarrona que casi la dejó sin aliento.
—Entonces, ¿qué es lo que haces? —No podía creer en lo atrevida que
estaba siendo.
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Él se inclinó sobre la mesa y tomó su mano entre las suyas. El calor de sus
dedos, y el pequeño y curioso zumbido de la energía mágica que saltó entre su
palma y sus dedos, le dieron ganas de retorcerse en su asiento.
—Voy a decírtelo, pero quiero que respondas a una pregunta primero —Su
mirada se atrevió a seguirlo hacia lo desconocido.
— ¿Cuál es tu pregunta? — ¿Dónde estaba su bravuconería anterior? Por
dentro, estaba temblando como una hoja, pero aparentemente, ella se esforzaba por
mantenerse fría.
— ¿Cómo hacen las brujas para saber que han encontrado al brujo de sus
sueños?
Ella lamentó no saberlo. Nunca en su vida había experimentado en primera
persona los síntomas que sus amigos le habían contado. Ni una sola vez, sintió el
feliz entrecruzamiento de las energías mágicas.
Aunque…
—Sus magias provocan el uno al otro, y se entrelazan juntas. Una es por lo
general más fuerte, pero en una unión perfecta como la de mi tía y mi tío, el más
fuerte protege y nutre al más débil hasta que ambos sean más poderosos juntos que
como lo eran por separado. Me dicen que es algo raro y hermoso, pero muy pocos
magos han sido tan bendecidos. La mayor parte de los matrimonios en mi clan, por
ejemplo, son arreglados, basados en las conveniencias políticas. Pocos de la
generación de mis padres se pusieron a buscar a su compañero espiritual perfecto,
como la tía Marge y el tío Featherstone.
—Tal vez sea hora de alterar la costumbre —Sugirió Keith con una sonrisa
irónica. Su pulgar comenzó a trazar un patrón sobre el dorso de su mano,
haciéndola temblar antes de que pudiera censurar su reacción—. ¿Cómo se siente?
¿Cómo un hormigueo? —Su pregunta estaba unida al interés que despertaba.
—Sí —Susurró ella, mirando hacia abajo, a sus manos unidas.
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Si invocara su visión de la luz mágica especial, que permitía a un usuario de
la magia verla literalmente, podría ver pequeñas chispas de magia saltar entre y
alrededor de sus manos entrelazadas, retorciéndose y enroscándose, de la forma
que ella imaginó que sus cuerpos harían si alguna vez lo tuviera en su cama. Esto
se hacía más imperativo con cada segundo.
— ¿Puedes verlo?
Sus palabras la sorprendieron, y lo miró de nuevo, pero él también estaba
mirando a sus manos. Sus ojos estaban ligeramente desenfocados de una forma que
se asemejaba a alguien que usaba la visión de la luz mágica.
— ¿Puedes tú? —Ella estaba impresionada. Nunca había oído de un shifter
que fuera capaz de usar la magia de la forma en que su gente hacía—. ¿Es normal
en un shifter?
—Normal para mí, supongo —Se encogió de hombros, echando su mano
hacia atrás y retirándola a su propio lado de la mesa. Se había roto el hechizo con
su pregunta y se dio patadas a sí misma mentalmente por ello.
Lo miró, no sabiendo que decir cuando él hizo señas al camarero por la
cuenta e hizo los movimientos para pagarla. Por lo visto la cena había terminado.
Cuando la acompañó hacia la puerta, ella endureció su resolución con cada
paso. De ninguna manera lo dejaría escapar tan fácilmente. No cuando se sentía
atraída por un hombre por primera vez en quién sabe cuánto tiempo.
Él abrió la puerta, dejándola cortésmente que le precediera, y ella pasó en
silencio, esperando su momento. Planeó enfrentarse a él, pero tenía que escoger el
momento.
— ¿Has estacionado en el aparcamiento? —Esas fueron las primeras
palabras que le decía desde que habían dejado la mesa.
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Valerie lo detuvo con una simple toque en su brazo. Él se giró hacia ella, con
una expresión difícil de leer. La mirada en sus ojos, sin embargo, era… intensa.
El aliento se detuvo en su pecho, y ella se tomó un momento para reunir su
ingenio. Respirando hondo, reunió su coraje también.
— ¿Realmente quieres que esta noche termine aquí? —Maldita sea, eso era
tener cojones. Especialmente para alguien que nunca había hecho este tipo de
proposiciones a un hombre en toda su vida.
El fuego se encendió en el fondo de su mirada.
— ¿Qué tienes en mente?
— ¿Una copa? —Ella deslizó la mano por su brazo, para tomar su mano—.
¿Tal vez en mi casa?
Keith dio un paso más cerca, directamente dentro de su espacio personal. A
ella no le importó en lo más mínimo.
—Me gustaría eso —Él se acercó, bajando su cabeza. Sus labios estaban a
centímetros de los suyos, y acercándose.
Ella no se opuso. Quería eso. Lo deseaba. No había lugar para la timidez.
Quería que él supiera que si iba a su casa, se quedaría hasta la mañana. Al menos,
ese era su plan. Ahora todo lo que tenía que hacer era conseguir que él estuviera de
acuerdo.
El primer toque de sus labios en los suyos fue todo lo que necesitó para
hacer llegar su mente a un lugar nebuloso, donde lo único que podía hacer era
sentir. Sintiendo su cuerpo increíblemente musculoso presionando en ella. Sentir su
boca seduciendo sus sentidos. Sentir el hormigueo de magia que provocaba que
todo en su cuerpo se encendiera, entrelazándose con su magia innata de shifter de
una manera indefinible.
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Estaba perdida. Y había sido sólo un beso. El más ligero roce de labios y
lengua.
Ella abrió la boca ante su persuasión y luego la verdadera diversión
comenzó. Pequeñas explosiones de partículas cargadas bailaron a lo largo de su
piel. Haciéndole cosquillas de la forma más deliciosa. Nunca había sentido algo así
antes. Y ella quería más. Mucho más.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Tres
Maldita sea si la pequeña bruja no sabía, cómo él quería conocerla mejor
que nadie. No. Necesitaba conocerla mejor. Mucho, mucho mejor.
El puma en su interior comenzó a ronronear y un momento después se dio
cuenta que sentía el retumbar en su pecho. En su pecho humano. Dulce Madre de
Todos.
Retrocedió, aturdido.
Había oído hablar de ese fenómeno mítico, pero nunca pensó que podría ser
verdad. Nunca pensó que conocería a una mujer que podría hacerle ronronear en
forma humana. Se decía, que tal mujer era la verdadera compañera de un shifter
gato. Pero era algo raro. Malditamente raro. Tan raro que hasta este mismo
momento, había creído que era sólo un cuento.
Y ella era humana. Más que eso, era una maga. Una maga fracasada, por sí
misma, pero todavía seguía siendo una usuaria de la magia.
¿Y no estaba esto en contra de todo lo que había esperado?
Keith empezó a reírse.
—¿Qué es tan gracioso? —Parecía adorablemente aturdida mientras la
sostenía entre sus brazos.
La besó en la frente y luego la abrazó más cerca, balanceándola de un lado a
otro. Su corazón estaba tan ligero que no podía permanecer quieto. Nunca se había
sentido de una forma vertiginosa antes, pero se imaginó que era la mejor palabra
que tenía para describir la sensación increíble que cantaba a través de su sangre.
—Toda mi vida he luchado contra la magia —Susurró cerca de su oído,
disfrutando la suave sensación de su cuerpo en sus brazos.
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— ¿Y ahora? —Parecía lo suficiente preocupada, por lo que él se sintió la
necesidad de tranquilizarla.
Él se echó hacia atrás y observó profundamente a sus ojos y se preguntó si
entendería la importancia de este momento. La desilusión lo llenó cuando se dio
cuenta que probablemente no lo hacía. Era humana después de todo. De sangre
mágica, pero aún humana.
—Me rindo —Contestó él, esperando que ella entendiera su sentido. Trató
de pensar en una manera de hacerla entender, pero las palabras le fallaron. Lo
entendería con el tiempo. Esperaba que más bien pronto que tarde. Él comenzaría
esta noche, y haría todo lo posible para hacerla comprender la singular verdad que
seguía pasando por su mente—. No hay ninguna suerte de lucha.
Ella sonrió, con una expresión extraña en su encantador rostro que le decía
que no estaba muy segura de lo que estaba hablando, pero que estaba dispuesta a
ver a dónde conducía. Eso fue suficiente por ahora. Keith la tomó bajo su brazo y
caminó hacia los coches.
—Creo que es hora de esa copa.
Él no le dio la oportunidad de alejarse. No la dejaría escaparse de su vista
hasta mañana si se salía con la suya. Y aún así, no era mucho tiempo. Él era un
gato en una misión. Tenía una dama que ganar y el desafío ya había comenzado.
— ¿Vamos a coger tu coche? —Él no quiso darle tiempo para pensar.
Quería mantenerla en el estado de ánimo dócil en el que estaba. No quería
que tuviese dudas. No ahora. No cuando lo había hecho ya ronronear con un
simple pequeño beso.
¿Qué pasaría cuando estuviera dentro de ella? La anticipación lo hizo sentir
impaciente por saberlo y de comenzar el viaje de descubrimiento. Disfrutaría de
esto. Disfrutaría de ella. Y se aseguraría que disfrutara de todos y cada uno de los
momentos memorables, que cambiarían su vida, incluso si tuviera que usar una de
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sus nueve vidas para hacerlo. Ella iba a gritar su nombre durante el éxtasis antes de
que la noche acabara, aún si esto lo matara.
— ¿Y qué pasa con tu coche?
—Estará bastante seguro aquí. Siempre puedo hacer footing de vuelta para
recogerlo.
—Pero no sabes a que distancia vivo —Ella se reía de su impaciencia, lo
sabía, pero era la sonrisa complaciente que estaba en la misma longitud de onda.
Estaban de acuerdo en esta aventura. Podía olerlo en la brisa, y el aroma
delicioso de su femenina excitación. Ella lo deseaba. Y él la deseaba más que a
ninguna mujer que jamás hubiese conocido.
Él se había acostado con su parte de mujeres, pero si debía creer en la
leyenda, esta podría ser la primera noche de su vida. Su primera noche con la
amante que guardaría hasta el final de sus días.
Buena Diosa.
Los gatos adoraban vagabundear, pero en algún momento el tener una
mujer diferente cada semana te hacía sentir viejo. Los shifters estaban dotados de
una genética superior, y parecía que las especies felinas grandes eran más afables
que las otras. No había sido difícil para Keith encontrar compañeras de juego en el
pasado, pero ya había dejado esos caminos juveniles hace algunos años a favor de
construir una casa de la que estuviera orgulloso de compartir con su esposa y su
familia un día.
Durante los últimos años había estado concentrándose en el trabajo y en la
búsqueda de esa persona especial entre los seres humanos y los shifter por igual.
Nunca había salido con una bruja antes, pero estaba dispuesto a llegar a cualquier
distancia que el destino le exigiera para encontrar a su verdadera compañera.
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Y la había encontrado. O al menos eso creía. Lo sabría con seguridad
después de esta noche. Después de que hicieran amor, y la hubiera probado por
todas partes. Entonces, lo sabría con seguridad. Aunque él estaba dispuesto a
apostar la mayor parte de su fortuna aquí y ahora mismo a que esta pequeña bruja
fracasada era la única mujer destinada para él.
La dejó conducirle por el aparcamiento, con sutiles tirones de su brazo,
mientras lo dirigía a su coche. Si estaba en lo correcto, el suyo era el color crema
que había en una esquina poco iluminada del aparcamiento. Qué apropiado.
— ¿Dónde vives? —Le preguntó, tratando de mantenerla ocupada para que
no pudiera volverse a pensar que lo había invitado a su casa.
El no era un chupasangre que necesitara una invitación para cruzar el
umbral de alguien, pero tenía modales. Si le decía que no en cualquier momento a
lo largo del camino, tendría que respetar sus deseos, a pesar de que iba a hacer todo
lo posible para seducirla y que cambiara de opinión.
— ¿Conoces la Urbanización Ravenwood? —Ella sacó las llaves de su bolso,
mientras se acercaban al caro coche. Había estado en lo cierto. Ella conducía un
coche destinado para una especie de grandes felino. ¿Cuáles eran las
probabilidades?
Él se echó a reír cuando ella nombró la urbanización de lujo de la última
década. Ella lo miró con curiosidad mientras la permitía escapar de su ligero abrazo
al lado de la puerta del conductor del pequeño coche de lujo.
— ¿Sabes? Yo lo construí. Ravenwood fue mi primer trabajo en esta área,
cuando me incorporé a la empresa de construcción del Clan.
—Construcciones Redstone —Su voz tenía una nota de descubrimiento—.
Por supuesto que tu nombre me sonaba familiar —Ella sonrió de una forma que le
hizo sentir aliviado. Redstone es la empresa mejor del ramo, pero siempre había
algún propietario ocasional que culpaba de cualquier pequeño problema a los tipos
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que construyeron la casa—. No tenía ni idea que hubiera cambia formas
involucrados.
—Estábamos más que implicados. Casi todo el mundo en la empresa es un
shifter de un tipo u otro. Mi primo, Grif, dirige la empresa y el Clan. Él es el Alfa
del Clan. Yo soy el Alfa local. No hay muchos pumas por aquí, pero los pocos
quienes llaman a esta pequeña ciudad su hogar, responden ante mí.
Él sentía cierto orgullo por ese título y estaba preocupado de que pudiera
sonar petulante. Se preguntó si ella se dio cuenta que no todo hombre estaba hecho
para ser Alfa. Por supuesto, él había tenido que vencer a la mayoría.
— ¿Eres un Alfa? —Parecía muy impresionada, lo que acarició su ego,
aunque no fuera plenamente consciente de lo que el título implicaba. Sin embargo.
Ella lo estaría. Eso, se lo prometió.
—No suelo hablar de estas cosas con alguien que no es cambia formas, pero
siento que… —Hizo una pausa, ya que estaba junto a la puerta del lado del
conductor uno frente al otro, en la penumbra del aparcamiento.
— ¿Qué es lo que sientes, Keith? —Su voz era un susurro ronco que
estremeció a cada una de sus terminaciones nerviosas, en un borde peligrosamente
sensual. Si ella se mantenía así, no sería responsable por el espectáculo que darían
en este lugar tan público.
— Siento algo entre nosotros, Valerie — ¿Se atrevía a hablar con la absoluta
sinceridad? Nunca lo había hecho con una mujer. Siempre había jugado el juego
del cortejo. Pero Valerie era diferente. Tan diferente. Tenía que comenzar ya que
pensaba seguir con ella. Ya era demasiado importante para él, posiblemente para su
futuro—. Creo que podríamos estar al borde de algo muy importante en estos
momentos.
— ¿Tú lo sientes también? —Su sorprendido susurro fue derecho a su
corazón. Y a otros sitios.
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—Llévame a casa, Valerie. Veamos a dónde nos conduce esto —Él quería
decir más, convencerla si fuera necesario, pero no lo fue.
Ella lo agarró por el cuello y lo arrastró hacia abajo para un beso. Le había
sorprendido con esta decisión audaz, pero él estaba con ella. La atrajo a sus brazos
y cerró sus labios en los suyos de una manera que los envió a ambos disparados a la
vez hacia las estrellas.
Los faros que resaltaba en las paredes a su alrededor se interpusieron en el
momento. Keith retrocedió, ya había ido lo suficientemente lejos para querer seguir
esta valentía en ella y ver a donde los conduciría, pero su cabeza le decía que no
quería que su primera vez fuera en la esquina de un sórdido aparcamiento.
No. Quería que su primera vez fuera especial. Quería invadir su refugio y
conquistarla en su propia cama, clavando su reclamación. Quería hacerla saber de
la manera más primitiva posible que ella le pertenecía después de esta noche. Para
siempre.
Ahí estaba esas palabras otra vez. Para siempre. Ella tenía que ser la única.
El ronroneo que vibraba en su pecho humano estaba de vuelta y se sentía correcto.
Tan malditamente bien.
—Vamos a tu casa —Se apartó de mala gana, y ella se balanceó
satisfactoriamente sobre sus pies.
—Pensé que nunca lo dirías —Su risita fue infantil y encantadora. En ella,
cada pequeño gesto femenino era algo fascinante. Parecía hierba gatera para un
gatito doméstico. Una medicina sin la que no quería quedarse nunca.
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Capítulo Cuatro
El viaje a su casa tomó menos tiempo de lo que hubiera imaginado. Parecía
que la Pequeña Señorita Prim3 tenía un pie firme y las habilidades de un conductor
de Indy 5004, cuando quería ir a algún sitio. Agitó sus meñiques en los semáforos y
todos se volvieron verdes. Eso sí que era un buen truco.
Para su satisfacción, el motor del Jaguar ronroneó como la bestia que
trascendía ser bajo el capó. Le gustó mucho su elección de coche. Casi tanto como
le gustaba la forma en que conducía el costoso vehículo con una fría competencia y
una atractiva confianza.
Ella se detuvo en la urbanización que una vez él había conocido tan bien.
Había cambiado considerablemente desde que habían vendido las últimas casas
hace más de una década.
—Vaya, este lugar ha cambiado —Señaló Keith, los gigantescos árboles que
bordeaban las calles, daban a todo el lugar una sensación de una arboleda. Algo
hormigueó a lo largo de su espalda cuando cruzaron la ornamental puerta. Si él
hubiera estado en su forma felina, sus pelos se habrían puesto de punta. En forma
humana, simplemente se estremeció y brincó ligeramente en su asiento—. ¿Qué fue
eso?
— ¿Sentiste el escudo? —Ella lo miró mientras conducía el elegante coche
por la calle arbolada.
— ¿Escudo? —Él tenía sólo una vaga noción de lo que le estaba hablando—.
¿Como un escudo mágico?
—Sí —Ella asintió con la cabeza ligeramente—. No es del conocimiento
general, pero cada casa en esta urbanización está poseída por un brujo de alguna
3 Personaje de una serie, es una señorita que es siempre la apropiada. Nunca está fuera de lugar, y se siente perdida sin su bolso.
4 Las 500 millas de Indianapolis.
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clase. ¿La construiste con los brujos en mente? En realidad es ideal para la gente
mágica, y la mayor parte de las casa fueron compradas unos días después de
ponerse en venta.
—Estás bromeando —Empezó a sentir como si ojos lo miraran desde cada
ventana, un shifter intruso en medio de una comunidad sólo de brujos.
—Relájate. Te protegeré. Aunque tenga poca magia por mí misma, mi
apellido tiene mucho peso. Mi prima Suzy, vive a pocas casas de distancia, y Bill
nunca ha tenido ningún problema en nuestro barrio. No te habría traído si pensara
que esto causaría algún problema.
¿Cómo sabía ella tan exactamente lo que él había estado pensando? Maldita
sea, ya estaban más en sintonía el uno con el otro de lo que habría esperado. Si no
era Ella, se comería su cola.
— ¿Así que la magia tuvo algo que ver con la forma en que estos árboles
crecieron tan rápidamente? Planté algunos de ellos yo mismo, y puedo garantizarte
que eran más parecidos a plantas de semillero cuando llegaron. Ahora se ven como
si hubieran estado por aquí cincuenta años o más.
—Sí, eso es cosa de Julie. Ella tiene un don para cultivar las cosas.
Especialmente los árboles. Vive enfrente a mi casa, al otro lado de la calle —Se
metió en un camino que conducía a una de las mini mansiones que había en esta
extensa urbanización, y de alta calidad.
—Bromeas. ¿Esta es tu casa? —Keith sacudió la cabeza con asombro. ¿Cuál
eran las probabilidades?
—Sí. ¿Por qué? —Se volvió hacia él una vez que el coche había sido
silenciado, y las llaves estaban en su mano.
—En esta casa modelo, vivía aquí mientras construía la urbanización.
Adoraba la vista desde el balcón trasero.
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—Me encanta esa vista también —Sonaba sorprendida y divertida—. No
puedo creerlo. Así que esto es como volver a casa para ti, entonces.
—De cierta forma. De todas las casas que he construido y he vivido mientras
lo hacía para otros, está es la mejor. Era perfecta. Desde el jardín —excepto lo que
no puedo ver, no ha cambiado mucho, salvo añadir más flores en el camino— a los
bosques detrás de la propiedad que rodea al lago. Solía pasear por allí cuando tenía
que ir a correr.
—Puedo imaginarlo. Los bosques de detrás, están llenos de magia
protectora. Probablemente tuya, ahora que sé el sabor de la magia shifter.
— ¿La magia tiene sabores? —Estaba divertido por la idea. Los shifters
siempre habían sido acusados de adjudicar olores, sonidos, aromas y sabores para
todo, ya que sus sentidos eran mucho más agudos que todos los demás.
—Puede que no sea buena haciendo la magia, pero tengo toda la
sensibilidad de cualquiera en mi familia —Pareció ligeramente ofendida, y él
lamentó haberse burlado. La magia era obviamente un punto muy sensible para
ella, como lo era para él.
Ella saltó del coche antes de que él pudiera responder, y la siguió. Rápido
como un rayo fue alrededor del coche, a su lado. La convenció para estar enfrente
de él, con una suave mano sobre su hombro.
—Mira, lo siento. No quería decir nada con ese comentario.
Ella sonrió sólo un poco rígidamente.
—Está bien. Sólo golpeaste uno de mis temas polémicos. Fue difícil crecer
en mi Clan, sin magia.
—Y fue difícil crecer en el mío siendo capaz de ver magia —Admitió. No
quería hondar en su diferencia de la mayoría de los cambia formas, pero se lo
debía. La había lastimado con sus irreflexivas palabras, y tenía que compensarlo.
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—Quería preguntarte sobre eso. ¿Todos los shifters tienen magesight5?
— ¿Es como tú lo llamas? —Él movió sus dedos por su suave mejilla,
acariciando ligeramente. Sus ojos se estrecharon con las pequeñas chispas de luz
que podía ver bailar sobre su piel, dondequiera que él tocara.
— ¿Qué ves? –-Sus palabras fueron el más mero susurro en la oscuridad de
la noche.
Estaban de pie en medio de la calzada, el camino a la casa a su derecha. Los
altísimos árboles, y la larga distancia al camino les impedían ser vistos por los
vecinos, a menos que realmente lo intentaran. Parecía que en todo el mundo, sólo
existían ellos dos.
—Un arcoiris de luz, donde quiera que te toque —Su voz había caído al
mismo nivel de íntimo susurro.
La mano de Valerie se movió para acariciar su mejilla, y sus ojos siguieron
el movimiento.
—Veo lo mismo, donde quiera que te toque. ¿Sientes el hormigueo?
—Directamente en mi… —Se aclaró la garganta y retrocedió, rompiendo el
hechizo—. Lo siento.
Realmente estaba avergonzado por la respuesta que había cortado tan
abruptamente. Pasar el tiempo con obreros de la construcción durante todo el día, y
todos los días, le había quitado el filtro que debería tener en su cerebro y su boca.
Por lo menos alrededor de las mujeres. Keith se maldijo interiormente. Él era tan
suave como la grava.
La risa de Valerie lo sorprendió. Su mirada saltó a la suya, y pudo ver que
no estaba completamente horrorizada por lo que casi había dicho. En todo caso,
parecía emocionada con una especie de acuerdo conspirador.
5 N.T. Algo así como capacidad para ver la magia.
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Él se acercó una vez más, sus manos fueron libremente a su cintura,
atrayéndola muy cerca. Sabía que estaba sonriendo, pero no podía evitarlo.
—Así que dime, ¿te afecta a ti de la misma forma? Esos pequeños
hormigueos. ¿Dónde los sientes, gatita? —Su voz cayó más baja con cada palabra,
hasta que él susurró cerca de sus labios.
Un segundo más tarde, su boca capturó la de ella, y la magia se elevó entre
ellos otra vez, vibrando por su cuerpo y directamente a su polla. Se preguntó si
sentía las mismas sensaciones de hormigueo en sus zonas erógenas, y si la
sensación se intensificaría si no hubiera ropas entre sus dedos y su clítoris, o sus
pezones. No quería nada más que averiguarlo.
Respirando con dificultad, terminó el beso, incapaz de moverse más de unos
pocos centímetros lejos de ella. Se sentía malditamente bien contra él.
—Sígueme —Ella tomó la iniciativa, saliendo de su abrazo, y caminando al
sendero que conducía a la puerta principal.
La puerta principal que una vez había sido la suya. Una extraña
coincidencia. Sin embargo, Keith siempre había creído que no había tal cosa como
la coincidencia. Tal vez esto también fue el destino, o la misma Diosa los estaba
reuniendo.
Ella abrió la puerta y entró. Keith la siguió, notando algo en cuanto pasó a
través del umbral.
— ¿Otro escudo mágico? —Keith ladeó la cabeza cuando el sentimiento
surgió, acariciándolo y envolviéndolo durante un largo momento, luego lo liberó de
golpe. Casi se tropezó, pero sus reflejos volvieron antes de parecer un tonto—. ¿Qué
fue eso?
La sonrisa de Valerie tocó su alma.
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—La casa se acuerda de ti. Te da de nuevo la bienvenida —Su mirada se
desplazó hacia el techo, y hacia atrás—. Mi padre puso un escudo básico sobre la
puerta que no deja que nadie pase si significara un daño para mí, por lo que pasaste
la primera prueba —Ella le guiñó un ojo con una sonrisa pícara.
Keith no estaba seguro de lo que pensaba ante la idea de una casa dándole la
bienvenida, pero la sensación de unos ojos mirándole, alejo su atención de Valerie,
tanto como podría hacerlo cuando ella estaba cerca. Miró a su alrededor, sólo para
encontrarse con una fila de gatos domésticos sentados a metro y media de
distancia. Estaban todos sentados silenciosamente, mirándole con diferentes
expresiones en sus ojos.
— ¿Quiénes son? —Preguntó, encantado por los dos pequeños gatitos de
caras aplastadas, sentados a ambos lados, de la que debería ser su madre.
—Serían la segunda prueba. Ya que sabes más sobre mí que cualquier
hombre en mi historia reciente, pensé que sería justo advertirte de que la poca
magia que poseo se centra alrededor de los animales. Familiares6, para ser exactos.
Matilda es la mía. Ella vino a mí hace unos años, y desde entonces ha estado
trayendo bebés. Esta es su tercera camada, y ambos gatitos ya están adoptados y
tan pronto como sean lo suficientemente mayores, se irán a sus nuevas casas. Los
emparejo con brujos, con los más compatibles que desean un familiar, luego los
dejo encontrarse, y veo si el gatito los elige. La mayoría de las veces, acierto y todos
ellos viven cómodamente para siempre.
— ¿Las brujas realmente tienen familiares? Pensé que sólo era una leyenda
de Halloween. Los gatos negros, y todo eso —Keith se acercó más, como lo hizo
Valerie, manteniendo una distancia aún con la mirada de valoración de la madre de
los gatitos.
—Algunos magos los tienen. Eso depende del sabor de su magia y si los
sentidos del animal que necesitan a alguien que los aprecie. No siempre es un gato,
6 Un espíritu familiar es un ente mitológico con poderes mágicos, que según la tradición sería invocado por una persona versada en lo arcano, generalmente un mago o un brujo. Normalmente adoptan la forma de animales domésticos o de criaturas mitológicas o demoniacas.
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sin embargo, aunque es la forma más común de un familiar. Como tú
probablemente sabes, los gatos tienen un tipo de inteligencia observadora e
independiente fresca que los hace perfectos compañeros para nosotros. Los perros a
veces también funcionan, pero son por lo general un poco demasiado amistosos e
indulgentes para detenernos cuando nos salimos del camino.
—No tenía ni idea —Keith estaba aprendiendo muchas cosas nuevas acerca
de los brujos y su mundo—. Así que si le gusto a Matilda, ¿estoy dentro? —Le echó
una mirada burlona.
—Oh, ya estás dentro, Keith —Ella se sonrojó después de que lo dijera, pero
siguió adelante—. Pero la vida será más fácil para nosotros si logras pasar su
inspección.
—Por suerte, los gatos domésticos, por lo general, son como los were
pumas. Esto, o tienen miedo de nosotros —Keith se puso en cuclillas para estar
más cerca del familiar, sosteniendo su mirada. Permitió al gato en él que se
mostrara a sus ojos durante un momento, sabiendo que sus pupilas pasaron de
redondas a las oblicuas felinas. El gato se mantuvo en su lugar, aunque su pelo se
erizara al final durante un momento—. Veo que Matilda no es una gata miedosa—
Se rió y tendió una mano hacia el pequeño felino.
Fueron los gatitos los que se acercaron, abalanzándose sobre su mano con
un abandono juguetón bajo la atenta mirada de su madre. Los acarició y abrazó las
pequeñas bolas de pelo en su mano por un momento, dándose cuenta que la madre
comprobaba cómo se comportaba él con sus cachorros, antes de emitir un juicio.
Momentos más tarde, Matilda trotó y le lamió la mano, mientras él acariciaba la
piel de uno de sus bebés.
—Supongo que pasé la inspección —Keith miró hacia arriba a Valerie,
siendo golpeado de nuevo por su belleza y gracia. Era realmente encantadora, y la
sonrisa que iluminaba su rostro, envió una pequeña flecha de Cupido a través de su
corazón. Maldita sea.
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Los gatitos se alejaron de él mientras su madre merodeaba a distancia. La
siguieron, dando tres pasos por cada uno de los de ella, sus colas en alto en el aire.
Era un pequeño desfile y lindo, pero Keith sólo tenía ojos para Valerie.
Se puso de pie y se enfrentó a ella, el aire entre ellos se calentó con su
atracción, y el pequeño zumbido de la magia que sólo ellos podían ver. Sin decir
una palabra, la cogió en sus brazos, acunándola mientras subía por las escaleras de
la que solía ser su casa, hacia el dormitorio principal. El tiempo para la
conversación había terminado.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Cinco
Valerie intuyó que Keith probablemente no se dio cuenta de lo importante
que era la aprobación de Matilda para ella. Se había arriesgado trayendo al hombre
a su casa. Había pasado mucho tiempo desde que había traído a cualquier extraño,
y mucho menos un hombre con el que tenía la intención de dormir.
Estaba un poco horrorizada por su propio comportamiento, pero no iba a
dejar que eso la detuviera. Estar con Keith se sentía lo correcto de una forma que
nunca había esperado o experimentado. Su madre siempre le había dicho que
sabría cuando conocería a ese hombre especial, y Valerie mucho se temía que por
fin lo había encontrado en su camino.
Después de todo este tiempo, ella no podía confiarse completamente, pero
tenía que ver a dónde llevaba esta increíble atracción. Si le daba la espalda ahora, lo
lamentaría el resto de su vida. Las cosas iban mucho más rápido de lo que las había
dejado nunca progresar antes con otros hombres, pero había algo en Keith, y la
forma en que su cuerpo y su magia reaccionaban a él.
La reacción de Matilda sólo fue la guinda del pastel. Su familiar no los
habría dejado en paz si no hubiera estado de acuerdo con el hombre. Matilda ha
sido conocida por ahuyentar a amigos y espiar a los enemigos. No era un gran gato
de asalto, pero ella mostraba su disgusto con ciertas personas conocidas
ocasionales, con golpes de sus afiladas garras.
Los amigos de Valerie habían aprendido a medir los estados de ánimo de
Matilda. Era muy protectora con sus gatitos, entre los que probablemente contaba a
Valerie. Si Matilda pensaba que Valerie debía estar sola, se necesitaría un ejército
para pasar por encima del asombroso gato de forma rápida. Era la mejor y más fiel
amiga que Valerie hubiera tenido, y su aprobación significó más de lo que
probablemente debería haberlo hecho, pero ahí estaba.
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Keith había encandilado al gato, y a los cachorros también. Valerie había
estado a punto de advertirle cuando los pequeños corretearon hacia él. Matilda
nunca permitía que nadie que no hubiera inspeccionado personalmente, tocara a
sus gatitos. Pero Matilda la había sorprendido con su tranquila aceptación de Keith.
Sus tiernas caricias suaves a sus gatitos hicieron que su corazón se ablandara. Él
tenía un lado amable y una paciencia con los bebés que la tocaron profundamente.
Valerie supuso que podría haber sufrido una especie de dominio felino
shifter, para salirse con la suya, pero no había visto ninguna señal de ello. Había
visto el reflejo de sus ojos cuando había dejado salir al felino por un momento, pero
no leyó ninguna malicia en esa acción, sólo una sutil demostración de quién y qué
era. Más tarde le preguntaría sobre eso.
Mucho más tarde.
En este momento, la estaba llevando por la escalera de caracol, que parecía
sacada de Lo Que El Viento Se Llevo. Su fuerza le quitó el aliento, y su conocimiento
de la casa era francamente extraño. Dijo que había vivido aquí. Ella le creyó. Sabía
exactamente dónde llevarla, el dormitorio principal estaba algo escondido del resto
de la gran casa. Daba al patio trasero y tenía un balcón que daba al bosque. Le
encantaba el diseño de la casa, aunque ella imaginaba que la mayor parte de la
gente no mágica habría pensado que esto era un poco extraño. Era perfecta para
ella. Y para él, obviamente, ya que había tenido una mano en la elección del
diseño.
—Me gustan los colores que elegiste. Este lugar es mucho más atractivo de
cuando vivía aquí —Hizo una pausa en el umbral del dormitorio principal, con
Valerie aún mantenida firmemente en sus brazos.
Él ni siquiera estaba sin aliento por llevarla por todas aquellas escaleras. Ella
podía sentir todos los músculos de sus brazos bajo sus manos. Estaba más en forma
de lo que parecía. Quizás de la forma más deliciosamente musculada de hombre
que ella nunca había tenido el placer de tocar.
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—Me alegro de que te guste —Le susurró en contestación. El momento era
íntimo. Ella nunca había tenido a un hombre llevándola a su dormitorio antes.
Infiernos, nunca había tenido a un hombre en este dormitorio antes. No a uno al
que tuviera la intención de saltar sobre él en el momento en que la dejara en el
suelo.
Ahora que ya estaban aquí, Keith pareció de una forma extraña dubitativo.
Caminó despacio dentro del cuarto, su mirada fija en la suya, una pregunta en sus
ojos, como si se temiera que se arrepintiera. Ella no tenía ninguna intención de
hacerlo. No cuando lo tenía justo donde lo quería. Bueno, casi. De forma ideal,
sería en la cama. Desnudo.
Esto llegaría después si ella tuviera algo que decir sobre ello. Pero él se
estaba tomando malditamente mucho tiempo para avanzar los pocos pasos que
había hasta la cama. Ella trató de contener su impaciencia, pero el fuego en sus
venas siguió ardiendo más caliente. En todas partes que él la tocaba, pequeñas
chispas saltaban a lo largo de su piel, tentando, exigiendo…
Exigiendo satisfacción. Ahora. O tan rápido como pudiera.
—No me hagas esperar, Keith —No pudo detener su mascullada súplica.
Vio como sus ojos brillaban con un pulso de poder, cuando sus palabras dieron en
el blanco, y una vez más se dio cuenta de sus diferencias. Él era un cambia formas.
No sabía mucho sobre ellos, y la mayor parte de lo que había oído había sido poco
halagüeño. Aún así ella no podía encontrar ninguna pega en Keith. Ni siquiera una
leve.
La verdad es que eran dos personas relativamente desconocidas, pero había
algo sobre él que le hablaba a un nivel inconsciente, profundo en su alma.
Algo en la forma en que sus magias se entrelazaban, la forma en que la
había tratado toda la noche. La forma en que él le dijo lo que pensaba. Su
franqueza y la forma en que parecía incapaz de un subterfugio cortés. Era el tipo de
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todo o nada. Lo sabía en su interior. Él no mentiría como una comadreja para
conseguir entrar en la cama de una mujer.
Diablos, un hombre que se pareciera a él no necesitaba embaucar a ninguna
mujer para obtener sexo. Todo lo que tenía que hacer, era sonreír, doblar su dedo, y
docena y media de mujeres lucharían por el derecho de estar con él.
De acuerdo. Tal vez estaba exagerando un poco. Pero era una delicia verlo.
Y realmente era muy inteligencia detrás de aquella hermosa cara. Había disfrutado
hablando con él, igualando su ingenio de vez en cuando durante la cena. Quería
saber más sobre él, incluyendo cómo era en la cama. Había supuesto que era
fabuloso.
Por supuesto, no había mejor momento que el actual para saberlo a ciencia
cierta.
— ¿Estás segura? —Él se detuvo a un lado de su enorme cama con dosel. La
intensidad de su mirada correspondía a sus propios sentimientos.
—Completamente —Ella se lamió los labios—. Hazme el amor, Keith.
Él sonrió y se inclinó para colocarla suavemente en la cama. Ya la había
impresionado con su fuerza. Se preguntó si esto significaba que le mostraría otras
hazañas de resistencia. La idea hizo que sus mejillas se calentaran, mientras él
permanecía de pie al lado de la cama, desnudándose.
Uno tras otro, los botones de su camisa fueron abiertos. Ella observó
apreciativamente cuando un musculoso pecho fue revelado, revestido en una
camiseta blanca ceñida. Se sacó los faldones de la camisa fuera de los pantalones, y
siguió abriendo los botones hasta debajo de la camisa de vestir. Se la quitó y
aterrizó en el suelo en una postura de desesperado abandono. La camiseta se
deslizó de su esculpido abdomen, para seguirla.
Era magnífico. Músculos magros y piel bronceada. Las proporciones
perfectas en su espectacular cuerpo. Se movía con la gracia de un puma con el que
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compartía el alma, y el modo en que sus ojos se cambiaban de humanos a felinos y
de regreso, la hicieron querer acariciarlo por todas partes. No era aterrador. Al
contrario, ella lo tomó como una señal de su excitación y la fuerza de su magia, tan
diferente a lo que estaba acostumbrada.
El sabor de aquello estremeció su lengua, atormentándola. Ella quería lamer
todo su cuerpo como se lo había imaginado haciendo desde aquel comentario en el
restaurante. Quería experimentar todo lo que él le mostraría, todo el placer que él
pudiera traerle. Y ella quería darle todo a cambio.
—Déjame —Susurró ella, alcanzando a detener sus manos cuando fueron a
su cinturón.
Ella tanteó al principio, pero finalmente consiguió hacerse cargo de lo que
estaba haciendo. El cinturón, y después el botón y la cremallera. Y luego los abrió y
los bajó, sobre las nalgas firmes, más algodón. Boxers. Oh, a ella le gustaba eso.
Para ella significaba que podía tener un toque de antigua moda.
Él se quitó los zapatos y salió de los pantalones, dándoles un puntapié
alejándolos. Sólo los calcetines y un bóxer blanco tenso como una tienda de
campaña se interponían en su camino. Y los calcetines podrían abordarse después
del hecho, aunque la hacían querer reírse. Siempre había creído que los hombres
vestidos únicamente con calcetines eran una imagen divertida, pero no había nada
ridículo sobre el tamaño del bulto que se tensaba contra el algodón blanco.
Lamiendo sus labios, ella intentó llegar a su cinturilla, pero él la detuvo.
—No tan rápido —Él los maniobró a ambos hasta que ella quedo tendida en
la cama, y el sentado a su lado.
Ella rió mientras él se deshacía de sus calcetines con un poco de fanfarria.
Una ceja de oro se elevó cuando él la miró, pero no preguntó. Tal vez entendió.
Ellos habían parecido estar en tan sintonía el uno con el otro, incluso en ese punto
que no sería forzoso imaginar que él podría haber intuido por qué se había reído
ella.
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—Uno de nosotros está definitivamente demasiado vestido —Sus palabras
fueron un gruñido burlón que se frotaron contra sus sentidos, haciéndola temblar.
—Entonces, ¿qué vas a hacer al respecto? —Lo desafió, adorando la forma
en que su magia se encendió. Estaba empezando a ser capaz de leer sus estados de
ánimo por las llamaradas de su magia animal. Era tan diferente a lo que estaba
acostumbrada, y mucho más fácil de lidiar. Al menos para ella. Parecía natural.
Perfecto.
— ¿Qué tal esto? —Dejó caer las manos a los botones de su blusa mientras
sus labios reclamaron los suyos.
Su gran cuerpo la aprisionó sobre la cama mientras la desnudaba. Los
botones volaron abriéndose bajo sus manos y él rompió el beso, sólo para seguir el
progreso de sus inteligentes dedos, besándola camino abajo, por su cuerpo. El
sujetador tenía un cierre delantero, y él lo deshizo con sus dientes. Un gruñido y un
pellizco más tarde, sus dolorosos pechos fueron expuestos desnudos a su mirada, y
a su hambrienta boca.
Ella gimió y se retorció cuando las fuerzas duales de la boca de Keith y la
magia que surgía tan naturalmente entre ellos encendieron el fuego en su interior
que nunca desearía apagar. Su piel estaba llena de magia que sólo él podría traer, y
su cuerpo necesitaba desesperadamente, lo necesitaba. Sólo a él.
Ella estaba demasiado impaciente para esperar. Sus dedos hurgaron en el
cierre de su falda, y las medias que se había puesto. Él la dejó hacer lo quiso,
mientras le permitiera la libertad de besarla dondequiera que quisiera y cuando le
diera la gana. La ayudó de vez en cuando, tirando de la tela lejos, cuando ella se
atascó. Entre los dos, lograron conseguir desnudarla casi completamente, excepto
por sus bragas.
Ella estaba sin aliento, y más que lista. Lo único que había hecho era besar y
acariciarla, y ya estaba jadeando por él. Tenía que estar llena. Nunca antes había
estado tan en sintonía con un amante, y temía que nunca volvería a estarlo.
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—Keith —Suplicó, para continuar, pero él no quería precipitarse.
Él se tomó su tiempo, besando sus pechos, mordisqueando sus pezones, y
despertándola con el toque de su magia shifter sobre cada centímetro de su cuerpo.
Se abrió camino hacia abajo, deteniéndose sólo para empujar sus bragas hacia
abajo sobre sus caderas.
Por último. Ella se levantó para ayudarle a quitarle la prenda. La quería
fuera. No quería nada entre su piel y la de él. Lo deseaba con una desesperación
diferente a todo lo que jamás había sentido antes.
—Tómame, Keith —Le pidió—. No quiero esperar —Su voz pareció
entrecortada para sus propios oídos.
—Esperarás, gatita —El rechazo fue expresado en un tono suave que se
sintió como un golpe de terciopelo sobre sus sentidos—. Tengo que saber cómo
sabes. ¿Recuerdas? —Hizo una pausa para darle un diabólico guiño, y ella de
repente recordó la conversación que habían tenido durante la cena, sobre cómo los
shifters gatos identificaban a sus compañeros perfectos.
Le había dicho que ellos lo probaban. Lo que no había unido en ese
momento, es que él se refería a este tipo particular de degustación. Ella no discutió
cuando él extendió sus piernas y se asentó entre ellas. Bajando sobre las ondas leves
de su vientre, plantando besos que mordisquearon su piel. Sus dedos la separaron
cuando su boca se concentró en el punto más sensible de su cuerpo.
El primer pase de su lengua por su clítoris la puso en órbita. La sujetó por el
pequeño orgasmo y no pasó mucho antes de que la presión estable y el ritmo de su
lengua la tuvieran subiendo al pico nuevamente. Pero él no dejó que llegara al
clímax de nuevo. La sostuvo en el borde mientras su aterciopelada lengua se movía
más abajo, a la crema que esperaba, ya estaba saliendo a borbotones para él.
El empujó hacia adentro, imitando lo que haría más tarde con su polla, y
ella casi lloró cuando la magia despertó de nuevo, esta vez en el interior de su
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núcleo. Era insoportable y adictivo. Quería que la sensación siguiera, siguiera y
siguiera.
Pero él la dejó vacía un momento después.
—Los shifters no tenemos ETS7, pero usaré un condón si lo quieres. Por
supuesto, tendré que encontrarlo primero —Le dio una sonrisa triste mientras se
movía por su cuerpo para poder mirarla a los ojos.
Ella lo pensó por un momento.
—No puedo quedarme embarazada ahora mismo. Las brujas tenemos
modos de controlar eso.
Ella sintió que sus mejillas enrojecían ruborizadas, hablando de tales asuntos
íntimos con un hombre que acababa de conocer. Pero se sentía como si hubiera
estado esperando toda la vida por Keith. Él era algo especial. Y si la magia
continuaba fluyendo entre su piel cuando se tocaban, ella no quería que nada los
separara. Ni siquiera un condón.
— ¿Entonces está bien para ti? —Él parecía tan impaciente como lo estaba
ella.
—Tan pronto como nos deshagamos de esos bóxers.
—Oh —Increíblemente, sus mejillas se sonrojaron—. Casi los olvido —Se
quitó sus bóxers, mientras ella observaba —. Estaba tan atrapado por ti… —Se
calló mientras el algodón blanco flotaba hacia el suelo, y ella consiguió el primer
vistazo de él en carne y hueso, por así decirlo.
Él era aún más magnífico, tomado como un todo, de lo que había esperado.
Más que un rival para el David de Miguel Ángel, que estaba cerca de la perfección,
como jamás había visto. Perfecto para ella, al menos. El tipo de hombre con el que
7 N.T. Enfermedades de Transmisión Sexual.
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siempre había soñado con encontrar. Y mantener. Pero si había una cosa que había
aprendido sobre los gatos, era que sólo se quedaban mientras ellos quisieran.
—Eres hermosa, Valerie. Y sabes a ambrosía —Sus palabras bromearon
sobre sus sentidos, mientras volvía a deslizarse sobre ella. Su calor la envolvía
mientras su magia desencadenó la suya, calentando sus sentidos de una manera
diferente, más tentadora.
—Me gusta la forma en que me haces sentir, Keith. Me gusta la forma en
que nuestra magia se entrelaza —Su respiración era entrecortada mientras su
excitación aumentó de nuevo. Todo lo que hacía falta era el roce de su piel para
encender la llama del deseo y de la magia que parecía inseparable alrededor de
Keith Redstone. Sólo él había provocado alguna vez esta clase de reacción en ella.
Le gustó eso.
—Es la cosa más extraña que he visto —Sus ojos llamearon de nuevo
cuando él se concentró en el trenzado, de las energías arremolinadas que se
acumulaban entre ellos—. ¿Crees que podría ser peligroso?
—No lo es para ti o para mí —Susurró—. Tal vez sea extraño, si es
demasiado para que podamos manejarlo, pero esta casa está protegida. Al igual que
todas las demás de la urbanización. Es realmente el lugar más seguro para
experimentar —Ella se estremeció mientras él frotó su duro y musculosos cuerpo a
lo largo del suyo, en una caricia a todo el cuerpo.
—Experimento, ¿eh? —Hizo una pausa para sonreír y mirarla a los ojos—.
Me gusta ese sonido. ¿Cómo de aventurera eres, gatita?
Ella arrugó la cara y le devolvió la sonrisa.
—Hasta ahora te habría dicho que no mucho. Pero tú sacas a la mujer
salvaje que hay en mí, Redstone. Haz lo que quieras. Te diré si es demasiado.
Él se inclinó para colocar un sonoro beso en sus labios.
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—Creo que te quiero, Val —Probablemente había querido que sonara como
una broma, pero ambos se quedaron sin aliento mientras las palabras quedaron
suspendidas en el aire entre ellos. Algo importantes estaba pasando aquí. Algo que
implicaba la magia, apareamiento y emociones muy profundas para nombrarlas en
un tiempo tan corto.
—Entonces haz el amor conmigo, Keith. No me hagas esperar —Ella lo
trajo de vuelta a la cosa más importante en aquel momento, su pasión compartida.
Ella quería saber qué se sentía al ser poseída por este hombre. Y quería saber
cómo se sentiría al poseerle a él a cambio. Ella tendría su oportunidad. Esta
primera vez, ella le dejaría tomar la iniciativa.
Extendió sus piernas y las envolvió alrededor de sus estrechas caderas,
aprovechando su cercanía. Ella estaba abierta, mojada y lista para él, ansiosa por
conocer los secretos de su posesión y si su magia compartida seguiría
hormigueando a través de su núcleo. Él obedeció, colocándose de modo que la
dura barra de su polla se deslizó a lo largo de sus pliegues, primero rozando a lo
largo de su hinchado clítoris, haciendo que se retorciera de deseo. Él la frotó,
revistiéndose en su crema para que cuando finalmente buscó la entrada, se deslizó
en el interior con facilidad, a pesar de que fue lento para que su cuerpo pudiera
adaptarse a su contorno y longitud.
La magia despertó y se concentró a lo largo de su eje, deslizándose dentro de
ella. Creció y palpitó, zigzagueando a lo largo de las terminaciones nerviosas que
ella no había sabido que tuviera. Maldición, que se sentía bueno. Mejor que bueno.
—Oh, sí —Jadeó mientras empujaba todo el camino a casa. Él descansó allí
un momento, permitiéndole disfrutar de las extravagantes sensaciones. Estaba
respirando con dificultad, con la frente inclinada contra la de ella, mientras
compartían este momento de unión total.
—Dulce Madre de todos —Susurró ella—. ¿Sientes esto?
Él asintió con la cabeza lentamente.
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—Como nada que haya sentido antes. ¿Y tú?
—Nunca —Confirmó ella—. Se siente tan… —Jadeó cuando él comenzó a
moverse, poniendo un ritmo lento, dentro y fuera. Ella gimió cuando él aumentó la
velocidad en sus empujes.
—Eso es, gatita —Jadeó él encima de ella, la tensión en sus hombros
diciéndole sin palabras lo mucho que esto le estaba afectando.
Ella acarició su piel, levantando oleadas de magia que hormigueaba
dondequiera que lo tocara. Eso le dio una idea. Sus dedos fueron a sus pezones,
tocando, girando, apretando. Él gruñó y le mordisqueó el cuello. Ella sintió los
pequeños puntos agudos de sus dientes, tan diferentes a los dientes humanos
normales. Era como si partes de él cambiaran de forma independiente al resto de su
cuerpo. Sus ojos brillaban y parpadeaban entre los ojos de un gato entornados, y las
redondas pupilas humanas. Sus dientes parecían más agudos de lo que deberían,
pero aparte de eso, era completamente humano.
Y gracias a la Diosa por eso. Le encantaba la forma en que encajaba dentro
de ella. La forma en que se movía. La forma en que anticipaba lo que la haría
temblar y retorcerse.
Que la Diosa la ayudara, pensaba… tal vez… Ya lo amaba.
Ese pensamiento, junto con su ritmo creciente la envió al borde de un
abismo de placer tan profundo, que pensó que nunca volvería a encontrar su
camino de nuevo. No es que realmente lo deseaba. Esto se sentía malditamente
demasiado bueno.
Keith la montó a través de su clímax y directamente al siguiente, trayéndola
a orgasmos múltiples antes de tomar su propio placer. Él la acompañó con un grito
cuando ella se aferró a él, casi sin sentido por el placer.
En el último momento, él la mordió en el cuello, rompiéndole la piel,
mezclando el dolor momentáneo con un orgasmo devastador, que no sabía donde
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acababa ella y donde comenzaba él. Ya no eran dos personas separadas, en dos
cuerpos distintos, con dos formas separadas de magia. En su lugar, se entrelazaron
y reformaron en uno solo. Un corazón latiendo en dos pechos. La magia unificada
con sus sabores individuales. Un alma, por fin reunida en este mundo.
Querida Diosa, Keith era su pareja perfecta en todos los sentidos. Cuando
ella bajaba del pico más alto que jamás había alcanzado nunca, vio la manera en
que sus magias fluían y se entrelazaban, reforzándose una a la otra. Eran más
fuertes juntos que cualquiera de los dos lo hubieran sido nunca por separado.
Él se desplomó sobre ella, respirando con dificultad. Su peso era bienvenido,
pero él rodó sólo un momento después, abrazándola en sus brazos mientras yacía a
su lado.
Ella habría dicho algo, pero el sueño la venció en una ola que se la llevó a la
tierra de los sueños, donde todas las cosas eran posibles.
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Capítulo Seis
Keith se despertó a la mañana siguiente solo. Un rápido merodeo por la casa
le dijo que estaba en efecto solo. Excepto por la gata y los gatitos, por supuesto.
Maldita sea. Ella se había ido.
Matilda maullaba lastimosamente, su mente limitada de gatito no entendía
por qué su ama se había marchado sin llenar su plato de comida. O incluso, por qué
su ama se había ido de cualquier manera. Algo de la angustia de Valerie contagió a
su compañera felina antes de irse. Keith pasó un momento calmando al gato,
localizando su comida, y abriendo una de las elegantes latas para el angustiado
gatito.
Matilda comenzó a comer y sus gatitos salieron de sus escondites para jugar
con los tobillos de Keith mientras se sentaba en la mesa de la cocina, pensando en
su próximo movimiento. Los levantó, y los dejó en su regazo, dando un poco de
consuelo a las pequeñas bolas de pelo con abierto afecto. Ellos eran tan sencillos.
Muy diferentes de la situación en la que ahora se encontraba.
Estar enamorado era una complicación con una C mayúscula. Estar
enamorado de su compañera perfecta era algo que nunca había esperado, pero que
siempre había soñado. Valía la pena cualquier problema que tuviera que resolver,
cualquier complicación que tuviera que superar. Estar enamorado de Valerie
merecía hacer algo digno para que las cosas funcionaran para ella. Era así de
simple.
La necesitaba en su vida. Él la necesitaba. Punto.
Matilda terminó de comer y saltó sobre la silla de la cocina a su lado,
mirándolo con ojos tristes. Su postura lo desafió. Como si le preguntara qué
pensaba hacer para traer de vuelta a su ama.
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— ¿Dónde fue, Matilda? —Le preguntó distraídamente, no esperaba mucha
respuesta si la hubiera.
Lo que obtuvo fue mucho más de lo que esperaba. Una imagen de una
mujer rubia con los rasgos muy similares a Valerie, apareció en su mente. Era una
imagen simple y provino de la gata. Keith reconoció a la mujer. La había visto sólo
una vez antes, de paso. Era Suzy, la novia de Bill. Y de acuerdo a lo que Valerie le
había dicho la noche anterior, vivía a unas cuantas puertas más abajo, en esta
urbanización. Pero, ¿dónde?
— ¿Sabes dónde vive Suzy, Matilda? —Le preguntó.
El gato asintió con la cabeza, y luego miró significativamente a los gatitos en
el regazo de Keith. Él comprendió que ella no dejaría solos a sus bebés, y que ellos
eran demasiado pequeños para ir merodeando por la vecindad.
— ¿Y si los llevo yo, me llevarás a la casa de Suzy?
Un pequeño maullido de acuerdo precedió al salto de Matilda, que bajó de
su silla. Ella fue directamente a la puerta, y esperó a que Keith se pusiera a su
altura. Ella miró por encima de su hombro, mostrando felina impaciencia, hasta
que él sostuvo bien acunados entre su brazo izquierdo y costado a los pequeños.
Ellos parecieron disfrutar del paseo, y siguieron tratando de subir a su camisa. Sus
pequeñas garras le hacían cosquillas, más que daño, y si no hubiera estado tan
preocupado por buscar a Valerie se habría reído de sus payasadas.
Abrió la puerta y siguió a la gata en el fresco aire de la mañana. El rocío
cubría la hierba, pero Matilda no se distrajo de su misión. Subió a la acera,
esperando cada pocos metros a que él se pusiera a su altura. El hizo juegos
malabares con los gatitos que se retorcían y que probablemente nunca habían salido
antes a la calle, a juzgar por sus ojos bien abiertos.
Debían haber sido una imagen interesante, un hombre detrás de un gato por
la acera, haciendo malabares con dos gatitos juguetones. Si alguien mirara por las
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ventanas, verían sólo a qué punto iría él para encontrar a la mujer que amaría para
el resto de su vida.
La noche pasada la ató. Valerie era su compañera en todos los sentidos. Ya
la amaba, pero él sabía que el edificio que se construyó anoche sólo se haría más
fuerte a través de los años. Él sólo tenía que convencerla de esto. Se había escapado
antes de que él pudiera decirle lo que pasaba por su mente.
Para ser honesto, le había tenido miedo a su reacción. Ella no era were. No
sabía nada sobre el apareamiento o lo que significaba para su pueblo. El miedo le
había impedido declararse su amor, mientras la había tenido entre sus brazos y lo
lamentaba ahora. Había tenido espantarla y su silencio la había ahuyentado
probablemente de todos modos.
Maldita sea. ¿Por qué tuvo que caer enamorado de una humana? ¿Una
humana mágica para el caso? Su sociedad tenía sus propias reglas de las que él no
sabía nada. Sin duda, si ellos lograran unirse, esta no sería la última vez que hiciera
algo mal. Ellos tendrían que trabajar muy duro para hacer que esta unión
funcionara.
Matilda maulló y siguió un camino que llevaba a otra casa. Keith juró,
viendo una camioneta familiar en la calzada. Bastante segura, Matilda se sentó
delante de la puerta principal, esperándole. Metiendo los gatitos contra su costado,
se inclinó para tocar el timbre. Unos minutos más tarde, la misma Suzy abrió la
puerta, su pelo un poco despeinado.
—Keith, ¿verdad? —Una gran sonrisa iluminó su rostro cuando abrió la
puerta. Matilda se lanzó dentro y Suzy meneó su cabeza con asombro—. ¿Qué
hace ella aquí?
—Lo siento. Matilda me mostró dónde vivías. ¿Está Valerie aquí?
La confusión llenó su expresión.
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—No, no lo está. Será mejor que entres. Bill y yo estábamos haciendo el
desayuno.
Keith aceptó su invitación, sintiendo un poco de temblor de magia cuando
pasó el umbral. Los gatitos se retorcieron en sus brazos, cuando siguió a Suzy a la
cocina. Efectivamente, su primo Bill estaría allí, friendo tocino en la sartén.
Cuando vio a Keith, él silenciosamente añadió otras pocas tiras a la sartén,
desafinando un silbido de tal forma que significaba que estaba más que curioso,
pero dispuesto a permitir que su Alfa hablara a su debido tiempo.
Keith tomó la silla que Suzy le ofreció, y Matilda se sentó a sus pies.
— ¿Estaría bien que dejara a estos pequeños sueltos por aquí? —Preguntó
Keith, levantando a los gatitos.
Suzy sonrió y asintió con la cabeza.
—Conseguiré un poco de leche y la pondré en un platillo para ellos. La
guardo a mano cuando viene Val. Matilda por lo general no se queda atrás.
Suzy fue a la nevera y la cola de Matilda se movió nerviosamente. Cuando
el platillo fue puesto en el rincón, Keith dejó a los gatitos al lado de su madre.
Keith no tenía muchas ganas de tener esta conversación. Quería mantener
su relación con Valerie, tan especial y reciente, lo más privada posible. Pero
necesitaba la ayuda de Suzy.
— ¿Y qué te trae a mi puerta a esta hora, Sr. Redstone? —Preguntó Suzy,
mientras colocaba otro cubierto frente a él sin preguntárselo.
Suzy era una mujer del tipo hogareño, a quién le gustaba cuidar a la gente.
Le había gustado eso de ella la primera y única vez que la vio, y le gustaba la forma
en que se hacía cargo de Bill, que no era precisamente el más grande y malvado
puma del bosque.
—Como dije, estoy buscando a Valerie.
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— ¿Lo intentaste en su casa? —Preguntó Suzy.
—Vengo de allí —Admitió.
Los ojos de Suzy se abrieron como platos.
—Oh. ¿Así que… pasaste la noche allí? —Parecía sorprendida, lo que
acarició su ego un poco. Su estancia había sido algo fuera de lo común, lo que tenía
que significar que Valerie había pensado que algo especial pasó ayer por la noche,
¿no?
—Sí —Negó con la cabeza—. Pensaba que las cosas iban muy bien, pero
cuando me desperté esta mañana, ella se había ido.
—Y te dejó solo en su casa. ¿Con Matilda y los gatitos? —Suzy parecía
impresionada.
—Sí, ¿por qué?
—Ella confía en ti. Incluso después de sólo una noche. Eso dice mucho,
conociendo a mi prima.
Bill dejó tocino y huevos en los platos y se sentó en la mesa junto a Suzy. Su
silencio atrajo la atención de Keith. Bill estaba sentado allí, mirándolo.
— ¿Qué? —Empujó Keith.
—Ella es la única, ¿no? —Bill hizo la pregunta que Keith acababa de aceptar
consigo mismo.
Despacio, asintió.
—Oh, guau —Suzy habló, sus ojos ardiendo con una emocionada alegría.
—Pero ella huyó, y no sé a dónde fue. Matilda pensó en ti, Suzy, cuando le
pregunté, y aquí estoy. Pero Valerie no está aquí —Sabía que sonaba desesperado,
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pero no estaba manejando esto bien. Su compañera lo había rechazado. Esto dolía
más que cualquier herida que alguna vez hubiera tenido.
—Ella probablemente quiso venir aquí, pero vería la camioneta de Bill en la
entrada. No se entrometería durante nuestro tiempo juntos. Sabe cómo es de
especial Bill para mí, y lo nueva que es nuestra relación —El tono de Suzy sostenía
un tipo de alegría propia. ¿Podría ser que su primo se hubiera emparejado también
con una bruja?
Una mirada interrogativa y una leve cabezada de contestación de parte de
Bill, le dieron una respuesta. Ambos se habían apareado con mujeres mágicas. Que
la Diosa los ayudara a todos.
—Si ella no ha venido aquí, entonces sólo hay un lugar al que puedo pensar
iría —Dijo Suzy, ajena a la silenciosa conversación entre los primos de sexo
masculino.
— ¿Dónde es eso? —Keith sintió que la esperanza se elevaba en su pecho.
—La casa de mis padres. Siempre va con mi madre y mi padre, para buscar
sus consejos. Sus propios padres son más o menos inútiles, a menos que sea sobre
alguna cuestión mágica. Sus habilidades y deberes hacen que sus cabezas estén en
las nubes la mayor parte del tiempo. Los míos están un poco más en la tierra y
prácticamente adoptaron a Val cuando éramos niñas. Apuesto a que fue allí —Suzy
saltó y agarró el teléfono que colgaba a un lado de un armario—. Llamaré y lo
averiguaré.
Pocos minutos después, Suzy tenía la respuesta, y a Keith no le gustó.
Valerie se había ido a casa de sus propios padres, y no a los de Suzy. Por su
reacción, esto era más grave de lo que cualquiera de ellos había pensado.
— ¿Por qué iría allí? —Expresó Suzy, la misma pregunta de su mente,
mientras se sentaba a la mesa—. A menos que sea un problema mágico… —Los
ojos con dudas se giraron hacia él—. ¿Qué pasó exactamente anoche?
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Keith se aclaró la garganta.
—Uh.
—No sexualmente —Espetó Suzy, con preocupación mientras lo
inmovilizaba con una mirada acusadora—. Mágicamente. ¿Qué hiciste con ella?
—Nada —Él levantó sus manos hacia afuera, desviando las ondas visibles
de su ira lejos de él.
Ella saltó de su silla.
— ¿Qué acabas de hacer? —Ella hizo algún tipo de señal de desvío frente a
ella. Keith podría ver el glifo mágico, flotando en el aire aún más bruscamente de lo
que solía percibir de la magia.
—Desvié tu magia. Estabas enojada y no quise tratar con esto encima de
todo lo demás.
— ¿Puedes sentir la magia? —Suzy parecía impresionada.
—Puedo verla —Keith se puso de pie al lado de la mesa y se dirigió a la
puerta. Averiguaría dónde vivían los padres de Valerie y acecharía a su presa como
el felino que era. De ninguna manera se iba a escapar de él. No ahora. Ni nunca.
— ¡Santo Dios!, Keith —Maldijo su primo—. No te largues dejándonos así.
Todos estaban de pie alrededor de la mesa ahora, la tensión ahora alta.
— ¿Siempre has sido capaz de ver magia? —El tono de Suzy era acusador.
—Sí —Espetó Keith.
— ¿Puedes tú? —Ella lanzó la pregunta a Bill.
—No. Nunca. No es una cosa propia de los shifters —Bill miró a Keith en
busca de dirección.
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—Hasta dónde yo sé, soy el único puma que puede hacerlo. No es algo que
utilizo a menudo.
— ¿Lo usaste anoche?
—No intencionalmente.
—Pero viste algo, ¿no? —Suzy se calmó—. ¿Qué viste?
—Magia. Entrelazada junta —Oyó que su voz se hacía nostálgica cuando
recordaba la noche anterior. No había control posible.
—Dulce Madre de todos. ¿Te uniste con ella? —Suzy se dejó caer de nuevo
en su silla, claramente aturdida.
— ¿Por qué no habría de hacerlo? Ella es mi compañera —El gato quería
gruñir y saltar, pero Keith contuvo a su otra mitad, bajo un control estricto.
— ¿Tu qué? —Estaba claro que Suzy se sorprendió completamente por la
idea. No era de extrañar que Bill no se hubiera puesto al día con la noticia a su
propia compañera todavía—. ¿Le dijiste eso? ¿Lo sabe? —La voz de Suzy era un
mero susurro.
—No tuve la oportunidad. Se escapó antes de que pudiéramos hablar —
Keith pensó que el dolor tintineaba a través de su voz, a pesar que hizo todo lo
posible para suprimirlo.
—Dulce Diosa —Respiró Suzy—. Está bien —Ella bajó sus manos a los
costados, desterrando cualquier magia acumulada que se hubiera reunido en sus
manos—. Esto es lo que vamos a hacer.
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Capítulo Siete
Una hora más tarde, Keith tocó al timbre en una mansión de lujo en una
zona acomodada de la ciudad. La tradicional mansión era la casa de la familia de
Valerie. No era tan escalofriante como podría haber sido, pero el tipo que abrió la
puerta era el correcto para una vieja película de miedo. Un almidonado
mayordomo inglés, que hizo todo lo posible por mirar por debajo de su nariz a
Keith aunque era unos centímetros más bajo. Él no dijo nada, no saludó a Keith de
ningún modo, simplemente esperó con una mirada engreída en su cara.
—Estoy aquí para ver a Valerie —Keith no tenía la paciencia para los juegos
de dominación.
— ¿Y usted es? —Las palabras eran heladas por el desdén.
Soy su compañero, maldita sea. Keith quiso gritar las palabras y proclamar a
todos sin excepción que él no sería alejado de su compañera. Pero estos no eran
shifters. Su grado como Alfa, tenía poco impulso en esta casa. Tendría que ir con
cuidado.
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—Keith Redstone. Por favor, dígale que estoy aquí —Con eso, se abrió paso
más allá del estirado mayordomo, y entró al vestíbulo. El mayordomo pareció
sorprendido—. Oh, ¿usted se preguntará por qué el escudo me dejó pasar? —Lo
mismo que en la casa de Valerie—. No fue mi intención hacerle daño a nadie de
aquí. Sólo tengo que ver a Valerie y no voy a aceptar un no por respuesta. Ve y
dígaselo a ella, ¿vale? Y podemos apresurar este proceso.
Keith hizo un movimiento de espantarlo con sus manos. El desagradable
hombre no estaba tan seguro ahora. El escudo lo había admitido y él era claramente
consciente de ello. ¿Entonces era un brujo o no lo era? Keith no estaba a punto de
aclarárselo al mayordomo. Lo que él era o no era entre él y su compañera. Y,
posiblemente, su familia, si ellos le dieran cualquier problema sobre su unión con
un shifter.
El mayordomo todavía parecía asombrado y dudoso.
—Vaya —Keith lo ahuyentó otra vez—. Me quedaré aquí mismo —Al menos
hasta que estés fuera de la vista, pensó en privado. No prometió no moverse. En una
casa mágica, era un peso prometer. Si tuviera que hacerlo, merodearía por todas
partes de esta gigantesca casa hasta que descubriera husmeando a su cautelosa
compañera. Luego pasaría el tiempo con ella, tanto como fuera necesario, para
acostumbrarla a la idea de que se casara con un shifter.
Un shifter con magia. Magia que era más fuerte esta mañana de lo que
jamás lo había sido antes. Tendrían que pensar juntos qué hacer al respecto a este
interesante desarrollo. Con el tiempo. Pero primero tenían que estar juntos. Keith
no permitiría que huyera de él. Nunca otra vez. Tenía que hacerla ver que lo era
todo para él, que era suya y que tenían que estar juntos, ahora y para siempre.
El mayordomo finalmente se apresuró alejándose, con una expresión
confusa en su cara. Keith se quedó quieto durante unos momentos antes de que la
impaciencia lo venciera. Comenzó a olisquear el aire que flotaba por los diferentes
pasillos que conducían al vestíbulo principal. La casa era tan grande, que había
numerosas direcciones en las cuales Valerie podría haberse escondido.
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Allí. Una leve insinuación de su compañera. Pero era un olor viejo. Ella
había estado allí, pero ya no estaba. Lo intentó con otro lugar, y encontró un rastro
más fresco, a través de lo que parecía una sala de estar. Con una mirada atrás para
asegurarse que nadie había entrado al vestíbulo, mientras él fisgoneaba, él entró en
la habitación.
Su nariz le dijo exactamente dónde se había sentado Valerie, no hace mucho
tiempo. Siguió el rastro de su delicioso olor por otro pasillo, y más profundamente
en la casa. Se mezclaba con otros dos, otra mujer y un hombre. ¿Posiblemente sus
padres? Sólo el tiempo le diría. Él recordaría estos olores, y si acaso y cuando
conociera a su familia, él sería capaz de reconocerlos. O no. Esto realmente no
importaba. Lo que importaba ahora era encontrar a Valerie.
El puma dentro se volvía loco sin su compañera. Marcaba el paso en su
alma, gruñendo para que lo soltaran, pero Keith lo sostuvo bajo una rienda
apretada. Él aplacó al gato, compartiendo el conocimiento que el animal no sería
bienvenido en esta casa llena de magia, y que sólo dañaría más su causa y más si él
rechazara cooperar.
Keith sabía esto en su corazón. Los usuarios mágicos rara vez tenían una
buena opinión de los cambia formas, y viceversa. Sólo raramente se mezclaban, y
entonces, por lo general, por necesidad. Pues bien, el imperativo del apareamiento
acababa de crear una necesidad, y Keith tendría que ser cauteloso a fin de preservar
la relación que su nueva compañera tenía con su familia. No quería comenzar su
vida juntos causando alguna grieta insalvable entre ella y su gente. Las cosas iban a
ser lo suficientemente difíciles para ellos como una pareja mixta, sin a sus padres.
Sabía esto por experiencia de primera mano.
Con un poco más de exploración, encontró su cuarto. Oyó su voz dentro, y
supo que ella estaba allí con otras dos personas. Sabía que debería esperar, pero no
podía contenerse más. Su compañera estaba al otro lado de esta puerta delgada de
madera, y tenía que estar con ella. Ahora.
Keith llamó. El tono de conversación dentro del cuarto murió.
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Valerie abrió la puerta y su corazón se elevó al verla. La expresión de su
rostro no era exactamente de bienvenida. La había impresionado claramente,
revelándose de esta manera de la nada.
— ¿Cómo me encontraste? —Su tono era más curioso que acusatorio. Keith
tomó esto como un buen signo.
—Siempre te encontraré, Valerie —No podía detener las palabras, al igual
que no podía detener al brillante sol. Sostuvo su mirada, tratando de comunicar su
amor a través de su enlace, que llameaba incluso sin tocarla. La magia se
arremolinó entre ellos, ganando fuerza.
Un ruido interior del cuarto rompió el hechizo.
Valerie retrocedió e hizo gestos para que él entrara.
—Keith Redstone, estos son mis padres —Ahora sabía cómo se debía sentir
un cristiano empujado dentro de la guarida del león—. El canciller Edmund Faber
y mi madre, Louisa Faber.
Keith ofreció su mano, y para su sorpresa, su padre y su madre se la
estrecharon con cortesía, aunque demostrado claramente su curiosidad.
—Siento interrumpir así —Su disculpa fue recibida por una ceja levantada—
. Tenía que ver a Valerie. Ya ven, ella es… —No sabía de qué otra manera hacer
esto, salvo directamente—. Ella es mi compañera.
El jadeo de Valerie llamó su atención. Tomó su mano cuando vio la
expresión de su inocente rostro. No lo rechazó. Alejándolo. Era feliz, si su
expresión era lo que suponía.
—Estábamos discutiendo cómo un shifter podría haberse unido a un nivel
mágico con nuestra hija —Dijo Edmund en voz baja, observando sus manos, y la
magia que se arremolinaba a su alrededor a medida que se tocaban. Estaba claro
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que su padre estaba usando magesight para seguir el progreso de la magia cuando
se entrelazaba en sus brazos y alrededor de ambos.
—Soy el puma Alfa en esta región —Confirmó Keith, frente a sus padres,
con la mano de Valerie aún firmemente entre las suyas—. Me crie entre el Clan de
mi padre, después de que mi madre muriera. Si hubiera vivido, creo que me hubiera
enseñado más sobre su familia y sus habilidades. Pues bien, soy un shifter gato, mal
entrenado en sus habilidades mágicas.
— ¿Quién era tu madre? —Preguntó Louisa, con un toque de urgencia en su
voz.
—Andrea Thomasina. Por lo que me dijeron, sus padres la repudiaron
cuando se casó con mi padre. Eran brujos.
Y ahí estaba, su más profundo, más oscuro secreto de familia. No era un
puma de sangre pura, pero aún así había subido a lo más alto del Clan. Había
superado su herencia, probándose a sí mismo más inteligente y fuerte que los
demás Alfas que gobernaban sobre sus propias pequeñas castas. Él era el Alfa a los
que ellos tenían que responder aquí. La conexión directa con el Clan, donde su
primo Grif Redstone, los dirigía a todos. Era una posición importante. Una por la
que había luchado tanto física como mentalmente.
No por la magia. En la lucha por su dominio, su magia había sido un
obstáculo y no una ayuda. Los shifters no se fiaban de los usuarios de la magia, y
viceversa. Keith tuvo que ignorar la parte mágica de su naturaleza a favor de ser
todo shifters, todo el tiempo. La estrategia lo había llevado a donde estaba hoy,
pero quizás tendría que enmendarla si quería mantener la paz entre su nueva pareja
y su familia.
—Yo conocí a Andrea. Fuimos juntas a la escuela —Admitió Louisa—.
Fuimos amigas por un tiempo. Nunca supe qué fue de ella. Siento escuchar que ha
dejado este mundo.
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Sin lugar a dudas, Louisa Faber era una bruja sorprendente. Sus ojos veían
demasiado y no todo en el plano de la existencia.
—El Clan Thomasina es uno muy orgulloso —Añadió Edmund con el ceño
fruncido—. Demasiado orgulloso a veces. Es difícil creer que negarían a su propia
hija porque se enamorara.
—Me alegro oírte decir eso —Keith vió la ocasión y corrió hacia ella—. No
esperé que esto pasara, pero, Valerie es mi verdadera compañera. No puedo ser
feliz sin ella. Si ella siente lo mismo… —Giró su mirada a la suya, e
inmediatamente fue atrapado en el azul cristalino de sus ojos. Ella tenía lágrimas en
sus ojos, pero una sonrisa en su rostro. La magia alrededor de ellos se arremolinó
más alta, sumergiéndolos en pequeños hormigueos esporádicos de luz
zigzagueante.
—Creo que esta es nuestra señal para dejaros solos. Instituyo que tienes
mucho que resolver antes de que hablemos de las ramificaciones familiares de esta
unión —Edmund se llevó a su esposa de la mano y la condujo fuera de la
habitación, cerrando la puerta detrás de ellos.
Keith apenas se dio cuenta. Estaba atrapado por la mirada de su compañera,
su presencia, su misma esencia.
—Establecimos lazos anoche —Valerie dijo con tonos susurrantes—. No
estaba segura de si te diste cuenta.
—Lo supe en el momento exacto en que probé tu piel, que eras mi destino,
gatita. Nunca me iré de tu lado… Si me aceptas —La incertidumbre se apoderó de
su voz, y él esperó con miedo su respuesta. Keith se hundió sobre una rodilla
delante de ella, sosteniendo su mano y mirándola fijamente—. Te amo con todo mi
corazón, Valerie. ¿Quieres casarte conmigo?
—Sí —La sonrisa que iluminó su rostro resplandecía con la luz de su
felicidad. Las lágrimas relucían en sus mejillas cuando ella tiró de su mano,
impulsándole para que se pusiera de pie. Ella se adentró a su abrazo, apretándolo
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cerca—. También te amo, Keith. Y la semilla de amor que compartimos ahora, sólo
crecerá con el tiempo. Estamos unidos juntos al nivel de las almas. Uno no puede
existir sin el otro.
Él se apartó de ella unos centímetros, para poder mirar su rostro.
—Entonces, ¿cómo pudiste dejarme esta mañana? —No quiso sonar
acusador, sino más bien como algo que necesitaba saber. El gato necesitaba
aplacarse y oír que sus motivos podrían ayudar a aliviar el dolor que había sufrido.
—Necesitaba consejo e instrucción. Por eso vine aquí. Verás, cuando me
acosté anoche, tenía verdadera magia propia, y la poca que tenía era esporádica. A
veces eso funciona. La mayor parte del tiempo, no lo hacía. Era una bruja
fracasada, en cada sentido. Ningún poder. Ningún control —Su expresión rompió
su corazón—. Esta mañana, me desperté, y de repente… todo esto estaba allí. Una
gran reserva de magia, de la que me habían hablado toda mi vida, pero que nunca
entendí del todo. Fuiste tú, Keith. Tú y yo juntos —Ella acarició su pecho mientras
lo miraba, con la increíble felicidad en sus ojos—. Pensé que necesitaba algunas
instrucciones antes de que nos friera a ambos con demasiada magia sin control.
Creía que estaría de vuelta mucho antes de que tú despertaras, pero aprender cómo
reprimir esta energía no es fácil de hacer o dominar. Papá ha estado trabajando
conmigo toda la mañana y sólo acaba de conseguir que comience a hacerlo.
—Sabes, ambos vamos a tener que acostumbrarnos a ser una pareja. Una
acoplada, o unida. Esto significará pasar mucho tiempo juntos. Para los shifters,
durante los primeros años de unión, es difícil estar separados de sus compañeros.
Puedo decirte por mi experiencia de esta mañana, que mi lado felino no le gustó
despertar y encontrar que te habías ido. Mi lado humano tampoco lo hizo.
—Puedo imaginarte como un puma. Debes ser magnífico —Sus manos
acariciaron sus hombros en un movimiento apaciguador.
—Lo averiguarás lo suficientemente rápido. La próxima vez que me
obligues a cazarte, lo haré en mi forma peluda —La apretó contra él, sabiendo que
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ella comprendía que estaba bromeando. Estaba tan cerca, en sintonía ahora, que
sabía que ella no lo entendería mal.
—No puedo esperar —Ella tiró de su cabeza hacia abajo para encontrarse
con sus labios y él se perdió en su beso durante el siguiente momento.
La magia se arremolinaba a su alrededor, sumergiéndolos, zumbando a lo
largo de las terminaciones nerviosas de una manera deliciosa. Era más fuerte de lo
que había sido la noche anterior. Menos primitivo, más refinado. Como polvo de
hadas en el aire, formado un mini tornado de sensaciones alrededor de ellos. Se
sentía maravilloso. Como terciopelo acariciando a lo largo de todo su cuerpo. El
toque delicado de la magia de su dama.
Su magia compartida, si no se equivocaba en su conjetura. Podría ser
herencia de su madre, y estaba despertando en su interior, requiriendo su atención.
Cuando el beso terminó, los dos estaban sin aliento. Tenía tanto regocijo en él que
lo hizo sentirse más feliz de lo que había sido nunca.
—Supongo que puede ser que necesitó un poco de entrenamiento mágico
antes de que todo esto sea dicho y hecho —Observó las motas de luz que danzaban
alrededor de la habitación, y ella lo siguió su mirada, riéndose de manera alegre,
reflejando los sentimientos de su corazón.
—-Es bueno que esta habitación esté protegida —Observó ella—. Vinimos
aquí para trabajar en mi control. Se trata de una sala de trabajo mágica, por si no te
has dado cuenta de la decoración.
Keith dio una buena primera mirada a su alrededor y se dio cuenta que
nunca había visto una habitación como esa. Era circular y llena de extraños
instrumentos. El moldeado en el anillo era más grande que cualquiera que él
hubiera visto, y resplandecía con glifos extraños. Sus ojos se dirigieron a ellos
atraídos por el resplandor de la magia, que estaban claros para su visión mágica.
—Runas protectoras. Mi padre es un especialista en magia protectora, entre
otras cosas. Es el Rector de la Escuela de Magia Faber, y uno de los principales
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brujos de esta generación. También es uno de los mejores profesores. Por eso vine a
él. ¿Lo entiendes, verdad? Una magia como la nuestra, fuera de control, puede ser
peligrosa. Las protecciones de mi casa son fuertes, pero la mayoría estaban
diseñadas para mantener la magia, no para tenerla controlada. Podríamos haber
freído el barrio entero anoche —Ella se rió ante la imagen, pero entendía de verdad
las preocupaciones que había tenido.
—Supongo que puedo disculparte esta vez, pero debo advertirte, mi amor,
que si alguna vez huyes de mí otra vez, podría tener que zurrarte —Su tono era
burlón y ella sonrió en respuesta.
Sus ojos centellearon con malicia hacia él.
— ¿Es una promesa?
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Epílogo La boda de Valerie fue el dulce cuento de hadas de los sueños de cada niña.
Su padre caminó con ella por el pasillo con orgullo, mientras la magia se
arremolinaba a su alrededor, en público por primera vez en su vida. Era una magia
fuerte, a diferencia de cualquiera que el resto de su comunidad mágica hubiera visto
alguna vez. Era especial. Sin precedentes en su experiencia. Nacida del amor entre
una bruja y un shifter.
El novio la esperaba en el altar. Su lado del círculo mágico de piedras estaba
lleno de otros shifters de muchas especies, aunque el grupo dominante era rubio, de
pumas, encabezados por su primo, Grif, el Alfa del Clan. Valerie los había
encontrado por todas partes en las últimas semanas, mientras que la boda se estaba
organizando. La habían recibido con recelo al principio, pero cuando vieron el
profundo y verdadero vínculo que había entre ella y su compañero, la aceptaron
como uno más de la familia, sin más preguntas.
Keith había conservado su posición como el Alfa del área, sólo
respondiendo ante Grif, que era el Alfa Suprema del Clan. También había sido
tomado como alumno por el padre de Valerie, como lo había sido ella. Juntos,
trabajaban para dominar su magia recién descubierta, con la idea de tomar a otros
estudiantes eventuales por su cuenta. Keith y Valerie se habían ofrecido a trabajar
como profesores dentro del Clan Faber, ya que su magia era única.
La habilidad de Valerie con los familiares se había multiplicado de manera
exponencial, y muchos de los animales del vecindario habían llegado a ella, y a
Keith para obtener ayuda con su gente. Los familiares no eran siempre gatos, pero
muchos lo eran, y habían aprendido, probablemente a través de Matilda, que había
una pareja de shifter y bruja en la ciudad que podría ayudarles con su gente.
Cuando la primera oleada de gatos apareció en la puerta de Valerie, Matilda
los había clasificado con base en la urgencia de su problema y las llamadas
telefónicas estratégicas a sus dueños ayudó a aclarar el resto. Era una extraña clase
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de magia que le permitía ayudar, pero su padre les explico que esto surgió a partir
de su estrecha relación con el gran felino shifter con el que se había casado.
Él había ido más allá al decir que podría ser una valiosa habilidad para
añadir a la escuela y ella se había derretido. Por primera vez en su vida, Valerie
sintió el resplandor de la aprobación de su padre sobre sus habilidades mágicas.
Algo que siempre había querido. Pero esto palideció al lado del amor y la
aprobación que sentía de Keith. La amaba por ella misma, no por cualquier
habilidad que pudiera o no tener.
Incondicional y duradero, su amor, ella lo sabía, iba a durar a través de los
tiempos.
Fin
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Serie Tales of the Were 01- El Señor de los Lobos
Realizando el deseo de su moribunda madre, Allie sube a una colina boscosa justo antes de la medianoche en la Víspera de Samhain. En lo alto encuentra un círculo enorme de piedra; pero también magia y su destino. Allí la esperan gemelos alfas, hombres lobos, quienes se declaran sus protectores, mentores… y el amor de su vida, si ella vive el tiempo suficiente. Sobre protectores es una palabra algo pequeña para describir a Rafe y Tim. Atractivos es definitivamente mejor. Pero su amor recién descubierto y todas sus habilidades, tanto mundanas como mágicas serán probadas por un malvado y antiguo mago, hostil al género humano y por un vampiro equivocado, que los caza bajo las ordenes y los proyectos secretos de la antigua Venifucus, una sociedad dedicada a la destrucción de mujeres como Allie.
Ganarán improbables a aliados, incluyendo a un caballero medio elfo encarcelado por Submundo durante siglos, ¿pero será suficiente para combatir el mal que los acecha? ¿Los hombres de Allie serán lo suficientemente fuertes como para ayudarla a defenderse? Bajo amenaza, aprenderán que el amor realmente lo conquista todo.
02- Inferno
Una unión prohibida forjada en el amor y templada en el fuego del infierno. Una última tarea y Megan será libre de una deuda de honor contraída por su familia. Espiar a Dante, un poderoso vampiro con amigos cuestionables suena una tarea bastante simple. Pero su misión se complica por el hecho de que ella tiene algo que todos los vampiros quieren: una fuerte y poderosa sangre de hombre lobo. Es fácil captar su atención. La parte difícil será salir con el corazón y el alma enteros. Por no hablar de su vida, gracias a un terrorista demente. Dante no es de los tipos que perdonan u olvidan fácilmente sobre todo el rencor que tiene contra los hombres lobo. Sin embargo, esta inmediatamente atraído por la solitaria loba herida a su cuidado. Cuando él y su amigo Duncan tratan sus heridas, ellos descubren algo que la marca como mucho más de lo
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que parece. La marca es un signo de advertencia en neón para tener cuidado, pero Dante no puede evitarlo. La desea y nada se interpondrá en su camino. No su especie. Ni en la suya. No esta extraña mujer que sigue tratando de matarlo. Ni siquiera el veneno en la sangre mágica de Megan...
2.5 - El Perfecto Extraño
Las chispas vuelan cuando una bruja fracasada hace ronronear a un were puma. Valerie es una bruja fracasada, condenada a decepcionar siempre a su muy orgullosa familia mágica, hasta que una cita a ciegas durante el día de San Valentín la lleva cara a cara con su verdadero destino. Keith Redstone es un were puma en busca de alguien un poco diferente al resto de su clan. Se abrió camino hacia la posición Alfa ganando su respeto, pero la mayoría no sabe su secreto más profundo, más oscuro. Él puede ver la magia. Cuando los dos se encuentran, saltan chispas… chispas muy reales de energía mágica que queman sus sentidos y sellan su destino. Pero, ¿cómo pueden conciliar dos orígenes muy diferentes y tradiciones? ¿Keith reconocerá sus magias que se arremolinan como si se pertenecieran? ¿Y Valerie entenderá lo que significa hacer a su propio “gato colosal” ronronear?
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