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UNIVERSIDAD ANDRÉS BELLO FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN DEPARTAMENTO DE ARTES Y HUMANIDADES
LICENCIATURA EN HISTORIA
El Real Ejército de Chile. Reformismo Militar Borbón y su aplicación en la Primera Mitad del Siglo XVIII
Tesis para optar al
Grado de Licenciado en Historia
ÓSCAR IGNACIO GUTIÉRREZ PEÑA
Profesor Guía: Roberto Arancibia Clavel
SANTIAGO – CHILE
Julio, 2009
2
A la historia que día a día escribimos
juntos, tu y yo, tomados de la mano.
3
AGRADECIMIENTOS
Estas páginas representan, no sólo el fruto de cuatro años de estudio y trabajo
personal, sino que además se encuentran en ellas, el reflejo de todas las personas que
estuvieron y están hasta hoy a mi lado, acompañándome en el más largo de los
procesos educativos: La vida.
Así, quisiera agradecer de manera especial a mi madre Carmen Gloria, quien ha
entregado la más absoluta de las devociones por sus hijos y que de manera
incondicional ha guiado mi espíritu a través de la vida, entregándome todo el amor y
cuidado que una madre puede depositar en un hijo. A mi padre Óscar Manuel, por
enseñarme a ser siempre un hombre de honor, y de que la perseverancia y el trabajo,
conducidos por el camino de la rectitud, nos llevan invariablemente a la excelencia. A
mi hermana, Constanza, que siempre ha sido para mí un verdadero ejemplo de
responsabilidad, perseverancia y madurez, enseñándome siempre que con estudio y
templanza, todo es posible.
Agradezco también a Carolina, quien durante la elaboración de este trabajo final supo
escuchar con oído atento todas mis ideas e inquietudes, consintiendo mi carácter en los
momentos de estrés y entregándome todo su amor y fe en los momentos más difíciles,
ayudándome a sortear los obstáculos del camino. A mis Compañeros, Daniel y Cristian,
por compartir conmigo todos sus conocimientos en aquellas largas tertulias, donde la
historia fluía en la sangre de cada uno de nosotros.
Finalmente, deseo agradecer a Roberto Arancibia, mi profesor guía en este proceso,
quien con sus consejos y enseñanzas metodológicas permitió dar estructura a este
trabajo, sin las cuales nada de esto hubiera sido posible. Y a Julio Retamal Ávila, quien
formó en mi el verdadero interés por ser historiador, y me enseñó que la historia yace
paciente en los archivos, esperando a por uno y que el verdadero desafío consiste en
reescribirla.
4
Índice
Resumen …………………………………………………………………………….1
Introducción…………………………………………………………………………2
1. Parte Primera: El Ejército español en el Siglo XVII……………………………..7
1.1. Los Tercios de España: La Infantería Legendaria………………………….8
1.2. La realidad americana: Compañías de Presidio…………………………...12
1.3. El Ejército del Reino de Chile………………………………………………..16
1.3.1. Estado de la tropa a la llegada de Alonso de Ribera……………….18
1.3.2. Creación del Ejército Real de Chile y las primeras Cédulas………19
1.3.3. Distribución, composición y número de las plazas…………………25
1.3.4. El Real Situado………………………………………………………….32
1.4. Situación General del Ejército Habsburgo………………………………….37
2. Parte Segunda: El Reformismo Borbón………………………………………….39
2.1. Creación del Ejército de América…………………………………………….40
2.1.1. Fundación de las Plazas y unidades regulares……………………..42
2.1.2. Clasificación de las Unidades y Grados de la Oficialidad………….47
2.2. Restructuración del Real Ejército de Chile………………………………….49
2.2.1. El Real Placarte y la nueva distribución ……………………………...50
2.2.1.1. Reformas al Real Situado. ……………………………………...56
2.2.2. Manso de Velasco y la Ordenanza de 1753………………………….60
2.2.2.1. Nueva composición y organización…………………………...61
2.3. Nociones Generales emanadas del Reformismo Borbón………………....68
Páginas
5
3. Parte Tercera: Aplicación de las reformas………………………………………..70
3.1. Evolución y Aplicación de los cambios hechos al Situado………………..71
3.2. El problema con la Dotación: Las falencias del Placarte…………………..74
3.3. Estado de la Frontera para la segunda mitad del Siglo XVIII:
Fuertes y Tropa…………………………………………………………………78
3.4. Gráficos Referenciales………………………………………………………...85
4. Conclusiones Generales…………………………………………………………..88
Bibliografía……………………………………………………………………………….92
6
Resumen
Este trabajo de investigación, denominado “El Real Ejército de Chile, Reformismo Militar
Borbón y su aplicación en la Segunda Mitad del Siglo XVIII”, consiste en un estudio del
Ejército español presente en el reino de chile, y las reformas que fueron emanadas de
la dinastía borbona para reestructurar su composición y mejorar su situación. Para esto,
se presenta en el primer capítulo los orígenes de su creación y evolución, a partir de las
variables de subvención organización, y composición, formulando de esta manera el
marco teórico. Así, entendiendo la realidad el ejército del reino bajo los Habsburgo, se
pretende estudiar el Real Placarte y la Ordenanza de Manso de Velasco, que se dictan
los Borbones para mejorar la calidad y situación del ejército en el Siglo XVIII, poniendo
en contraste lo que dictan las ordenanzas reales con la realidad contada por
gobernadores y otros, que vivieron la realidad en las filas del ejército.
Así, aun que llevadas a la práctica, las reformas militares borbonas no tienen el efecto
esperado y la situación del Flandes Indiano se mantiene casi estática, y que difiere con
la idea general que se tiene de la Frontera y la Guerra de Arauco, permaneciendo de
esa manera hasta el quiebre colonial.
7
Introducción
Cuando pensamos la Colonia es inadmisible, desde todo punto de vista, hacerlo sin
pensar en el carácter militar que subyace su más pura esencia, pues toda la conquista
de América fue llevada a cabo por hombres que a través de la espada, buscaban (unos
con más suerte que otros) alcanzar la riqueza y fama en el nuevo mundo. Uno de estos
hombres fue el por nosotros conocido hidalgo extremeño Don Pedro de Valdivia, quien
con un puñado de hombres, y una mujer, se lanzó a la conquista de Chile, tierra pobre y
difamada.
Por esta razón, resulta imposible separar el orden colonial, de la institución militar
americana que, “alcanza no sólo a lo metropolitano sino, fundamentalmente, a la propia
esencia de lo americano”1. Viéndolo desde otro punto de vista, la gran mayoría de los
Gobernadores que tuvo Chile durante la colonia fueron militares, esto debido,
principalmente, a la doble labor que debía asumir un gobernador:
“Por tanto por el presente os elijo y nombro gobernador y comandante
general de la referida ciudad y provincia y quiero que sirváis […] en todos
los casos y cosas a ellos anexas y concernientes, así en lo tocante a la
guerra, presidio, fortaleza y fortificaciones por mar y tierra, como en lo civil
y criminal, en todas las ciudades y villas y lugares que al presente están
poblados y en adelante se poblarán en dicha provincia…”2
Como Gobernador y Capitán General, debía asumir tanto el rol administrativo del reino
como la defensa del mismo, siendo tanto jefe civil como militar. Incluso a falta de la
figura del gobernador, ya fuese por ausencia o muerte, debía sucederle de manera
interina el Teniente de Rey, quien era el militar de más alto grado, que luego sería
reemplazado por el Maestre de Campo de la Infantería. En una Real cédula de 1703
1 Juan Marchena, “Ejército y Milicias en el mundo colonial americano”, Madrid, editorial Mapfre, 1992, pág
9
2 Titulo de Gobernador de Cartagena, A.G.I, Santa Fe, 998. Citado en: Juan Marchena, “Ejército y Milicias
en el mundo colonial americano”, Madrid, editorial Mapfre, 1992, pág. 10
8
que daba nueva organización y planta al ejército del reino de Chile, también conocido
como Real Placarte, el Rey expresaba:
“Es mi voluntad que el Comisario General de la Caballería esté a la orden
del Maestre de Campo de Infantería, y que sólo en el caso de gobernar el
reino el Maestre de Campo mande el ejército el Comisario General”3
Un ejemplo conocido de esto es el caso de Francisco Antonio García Carrasco, quien,
tras la muerte del Gobernador Luis Muñoz de Guzmán, asumió el mando interino del
Reino, valiéndose del derecho que lo justificaba como tal, a pesar de las aludidas
discusiones y los desastrosos resultados. Entendiendo la idea general que aquí se
intenta explicar, no se puede dejar de mencionar la Guerra de Arauco que,
independientemente de las discusiones que se ciernen a su alrededor, le hizo ganar al
Reino de Chile el título de Flandes Indiano, caracterizando una vez más, lo inseparable
que resulta lo militar del orden colonial.
Es en este punto donde la particularidad del Reino de Chile toma real importancia, con
respecto a la gran mayoría del resto de América. La incesante lucha contra los
araucanos así como las constantes amenazas de piratas, corsarios y potencias
extranjeras fue motivo de singularidad para el reino e hizo que la corona pusiera
especial atención en la situación bélica de Chile, llevándola a invertir muchísimo caudal
de la Real Hacienda para mantener constante la presencia militar en el reino, lo que
llevó inherentemente a la formulación de un complejo aparato administrativo y legal que
supervisara y reglamentara su defensa, poniendo especial énfasis a sus
particularidades.
Es precisamente la aplicación de este aparato administrativo el que se plantea como
objeto de esta investigación, intentando, a través del dispositivo legal dado al Ejército,
describir las distintas reformas que elaboraron los borbones para reestructurar su
fisionomía, durante la segunda mitad del siglo XVIII, y poder así llegar a una conclusión
que permita esclarecer la real aplicación y efectividad de estas reformas, conocidas
como el Real Placarte de 1703 y el Reglamento de Manso de Velasco de 1753. Para
poder lograr este cometido, se ha estructurado el trabajo en tres partes, que se irán
3 Real Cédula. Archivo Histórico Nacional, fondo Antiguo, vol. 35, pieza 5°
9
desarrollando de manera hilada, con el objetivo de entregar una mejor comprensión y
análisis del tema.
La Parte Primera está formulada para actuar como marco teórico de esta investigación,
primeramente colocando como antecedente la fisionomía del Ejército bajo la corona de
los Austrias. Partiendo así de lo general a lo específico, el trabajo está construido sobre
una sólida base de antecedentes, que inicia con la realidad europea para los siglos XV,
XVI y XVII para luego, analizar la realidad a nivel del continente americano y las
Compañías de Presidio, el sistema defensivo elaborado por Felipe II, y como esta
realidad se deja entrever en Chile. Finalmente, y como grueso del capítulo, se
pretende ver como se presenta la escena militar en Chile durante el Siglo XVII, las
funestas consecuencias del Desastre de Curalava y las primeras medidas tomadas por
Alonso de Ribera, notable Capitán español, que trae consigo las ideas del ejército
peninsular y las consecuencias que acarrean estas concepciones europeas a la
formación del Real Ejército de Chile. Así también se llevará a cabo una descripción de
las primeras Cédulas que le acompañan y el establecimiento y desarrollo del Real
Situado a lo largo del Siglo XVII.
La Parte Segunda se introduce copiosamente al Siglo XVIII y, continuando con la lógica
de la Parte Primera, se describe el desarrollo que tiene el sistema defensivo americano,
con el reemplazo de las Compañías de Presidio por el Ejército de América, a partir de
lo que conocemos como reformas borbónicas. Así mismo, y continuando con el hilo
conductor, se describirán las dos reformas más importantes ya mencionadas, hechas al
ejército del reino de Chile durante la primera mitad del Siglo XVIII , con el objetivo de
estudiar los principales puntos que tocan, y como afectan la composición, dotación y
subvención del ejército.
Finalmente, la Parte Tercera busca comprobar la hipótesis planteada. Para lograrlo se
pondrá en paralelo el reformismo legal y la realidad de las cosas que ocurren
principalmente en la frontera, para así poder ver si lo que se explaya en el papel,
realmente se lleva a cabo. ¿Hay el número de tropas que debe haber? ¿Se paga con la
regularidad y cantidad que debiese? ¿Mejoran las reformas, en efecto, la situación del
Ejército? ¿Son aplicadas las reformas?
10
El marco bibliográfico existente para realizar esta investigación se basó en obras como
“Ejército y Milicias en el mundo colonial americano”, del Doctor en Historia de América
Juan Marchena Fernández. Este enorme y detallado trabajo sobre la institución militar
americana, pasando desde la hueste conquistadora hasta la descomposición colonial,
ha sido utilizado como amplísimo marco referencial, que ha ayudado enormemente a la
elaboración del primer capítulo y ha servido como un magnífico marco teórico para
entender el mundo militar a nivel americano. También han servido el mismo propósito
los artículos “El Ejército de América y la descomposición del Orden Colonial” y “El
Ejército de América: el componente humano”, del mismo autor, en los cuales se
detallan los flujos y el funcionamiento del Real Situado así como quienes componían el
Ejército de América, entre otras cosas. Así mismo, las obras de autores como Geoffrey
Parker, José Luis Castán, Jurgen Brauen, Manuel Alonso Baquer, Enrique Martínez
Ruiz y Theodore Ropp, entre otros, fueron de tremenda ayuda al momento de consultar
materia relacionada con la formación de los ejércitos modernos en Europa.
Así, para estudiar la situación general del Reino de Chile, las principales obras
consultadas fueron “Vida fronteriza en la Araucanía: El mito de la guerra de Arauco”, de
Sergio Villalobos Rivera así como las obras de Álvaro Jara “Guerra y Sociedad en
Chile”, “Historia General de Chile” Tomos IV, V y VI de Diego Barros Arana, “Histórica
Relación del Reyno de Chile (1646)”del Padre Alonso de Ovalle e “Historia General del
Reino de Chile, Flandes Indiano”, tomo II del R.P Diego de Rosales. Estas obras
ayudaron enormemente para formar el marco teórico que se tejía en el Reino en sus
últimos dos siglos de colonia, como se vivía la Guerra de Arauco y cuáles eran las
repercusiones que ésta intensa vida militar tenía sobre la sociedad colonial.
Por otra parte, la bibliografía utilizada para el análisis relacionado específicamente con
el Ejército de Chile, su organización, composición y desempeño, se remitió a los libros
“Ejércitos y Milicias del Reino de Chile” de Jorge Allendesalazar Arrau, “El Ejército de
los Chilenos (1540-1920)” de los autores Francisco Balart, Enrique Brahm, Alejandro
San Francisco y Patricia Arancibia y “Régimen Legal del Ejército en el Reino de Chile”,
de Roberto Oñat y Carlos Roa, siendo éste último de vital importancia para esta
investigación, dado que se trata de una magnífica obra que compila las más relevantes
reformas y ordenanzas que dan estructura al Ejército, pero que sin embargo carece de
un análisis de carácter histórico, por ser un trabajo de derecho. Así también fueron de
11
gran ayuda diversos artículos dedicados al tema, entre ellos “El Real Ejército de Chile”,
de Manuel Torres Marín, “La Artillería en la Frontera de Chile, Del Flandes Indiano a los
Fuertes del Biobío”, de Juana Crouchet González publicado en MILITARIA, Revista de
Cultura Militar, en su número X, “El Ejército del Reino”, por Julio Retamal Ávila,
publicado en la Primera Jornada de Historia Militar (Siglos XVII y XIX) del CESIM, así
como varias publicaciones hechas en el Anexo Histórico del Memorial del Ejército de
Chile.
Por último, las fuentes directas utilizadas consisten, en primera medida, de una serie de
Visitas, relaciones de tropa y estado de los fuertes, Decretos, Reales Órdenes y Reales
Cédulas contenidas en los fondos de Capitanía General y Fondo Antiguo del Archivo
Histórico Nacional, así como también solicitudes, estados de tropa y oficialidad y
relaciones de algunos batallones del Ejército, catalogados en el fondo de Contaduría
Mayor, del archivo mencionado. Por otro lado, se visitó el fondo de Real Audiencia,
donde se extrajeron Expedientes varios, Hojas de Servicio de miembros de la
oficialidad del ejército, al igual que información sobre el estado de la Guerra de Arauco.
Finalmente, se han utilizado ampliamente numerosos informes del ejército y cartas
contenidas en la Colección de Documentos inéditos para la Historia de Chile, de José
Toribio Medina en la Biblioteca Nacional.
Así, la hipótesis que este trabajo pretende alcanzar es estudiar la real aplicación de las
reformas militares borbónicas en la primera mitad del siglo XVIII, y si estas se
aplicaron, o no en el reino de Chile y cuáles fueron sus principales consecuencias.
Como se ha podido ver en estas páginas introductorias, mucho se ha escrito sobre la
vida militar en Chile, su Real Ejército y sobre la Guerra de Arauco. Sin embargo la labor
dista de estar completa o finalizada, pues los archivos y documentos que constituyen la
fuente primaria de toda investigación, inundan las polvorientas estanterías del Archivo
Nacional, y toda una intriga repleta de hombres de armas se encuentra allí, escrita con
sangre y acero, sudor y famélico sufrimiento, aguardando pacientemente a que alguien
desentierre sus historias. Espero que la presente investigación ayude a desempolvar, al
menos en parte, la historia de un ejército que formó la identidad del Reino de Chile, el
Flandes Indiano.
12
E
1. Parte Primera: El Ejército español en el Siglo XVII
L Siglo de Oro español. Su nombre está dignamente otorgado cuando
pensamos en las notables figuras de Lope de Vega, Francisco de Quevedo y
en su eterno enemigo Luis de Góngora, o en Calderón de la Barca y el gran
Miguel de Cervantes. Sin embargo, en lo que concierne al mundo militar en la España
del Siglo XVII, el panorama parece cambiar radicalmente de aspecto.
La época dorada de la milicia española venía, de hecho, quedando atrás y ya para
mediados de siglo, ascendía poco a poco a un heroico recuerdo. “El ejército de Flandes
había sido decisivamente derrotado en Rocroi”4 al tiempo que se perdía la Guerra de
los Treinta Años. Se marcaba así, el paso de una España debilitada con más de un
siglo de guerras.
El escenario americano, si bien tuvo un desarrollo diferente como luego se verá,
permanecía en una situación militar no muy disímil. La defensa americana evolucionó
del inicial concepto de hueste al de las Compañías de Presidio, “el brazo armado de la
Corona en Indias y que estaban estructuradas bajo el concepto de los Tercios
4Geoffrey Parker, La Guerra de los Treinta Años, A. Machado Libros, S.A 2003. Traducida de la segunda
edición. Pág. 223.
"España mi natura.
Italia mi ventura.
Flandes mi sepultura.
-Lema de los Tercios
13
Imperiales”5. Sin embargo este “concepto” bajo el que estaban supuestamente
estructuradas quedaba muy bien implementado en la teoría pero absolutamente alejado
de la realidad, demostrando ser inadaptable al contexto americano.
El Reino de Chile, por otro lado, parecía ser de algún modo la excepción. Si bien los
intentos de Alonso de Ribera, a principios de siglo, de implementar la noción militar
peninsular no resultaron exitosos, tampoco fueron completamente un desastre, y el
Ejército Real de Chile alcanzó una categoría más digna de comparación con su par
europeo, o al menos lo fue en comparación con el resto de América.
Habiendo explicado lo anterior, el capítulo que se presenta a continuación busca relatar
en mayor profundidad los aspectos militares de la España del Siglo XVII, en los tres
escenarios que se presentan. Europa, América y finalmente Chile, objeto principal de
esta investigación.
1.1 Los Tercios de España: La Infantería Legendaria.6
Los Tercios españoles, que tanta fama se forjaron luchando en diferentes escenarios de
Europa y sobre todo en Flandes, fueron la última etapa de una forma moderna de hacer
la guerra, que se venía desarrollando en el viejo continente desde comienzos del siglo
XIV.
A lo largo de toda la Edad Media, la guerra había adquirido un marcado tono social. Las
élites de las distintas sociedades europeas eran los protagonistas de la lucha en los
campos de batalla, siendo ellos de los pocos que podían pagar las costosas armaduras
y el caballo, ganándose así el nombre de Caballeros.
5José Luis Castán Esteban “Milicias provinciales en América y valencia durante el siglo XVIII: una
comparación”, VII Congreso Internacional de Historia de América, Vol. 1, 1998-01-01, Pág. 157
6 El presente capítulo lleva este nombre haciendo referencia a la obra de Fernando Martínez Laínez y
José María Sánchez de Toca, “Los Tercios de España. La Infantería Legendaria”, editada en su primera
edición el 2006 en Madrid.
14
Los Caballeros, adquiriendo gran fama como caballería pesada, dominarán la escena
medieval hasta el siglo XIV, momento en el cual tres batallas decisivas marcarán una
revolución en el mundo militar moderno: Bannockburn, Courtrai y Crécy.
“La primera ruptura importante con los métodos convencionales de guerra, que
predominaron en la época medieval fue el triunfo de los cuadros de suizos armados con
picas sobre los caballeros montados de Borgoña”7 en La batalla de Courtrai (1302),
conocida también como Batalla de las Espuelas.
En Bannockburn, que enfrentó a los escoceses al mando de Robert de Bruce contra los
ingleses en 1314, será también influyente en lo que se conoce como el declinar de la
caballería. Armados con largas picas (formación que será conocida como Schiltrom,
semejante a un erizo), un montón de campesinos y nobles liderados por de Bruce
rechazan la carga de la caballería pesada inglesa. Los Caballeros habían sido
derrotados una vez más.
“En la famosa victoria inglesa en Crécy en 1346”8, durante la Guerra de los Cien Años,
los ingleses superan a los franceses utilizando el mismo concepto de infantería. Esta
batalla marcará ya en forma definitiva el comienzo del fin de la Caballería como el arma
preponderante en las guerras europeas, ganando la Infantería lentamente el rol
protagónico.
Este fenómeno generó, como primera cosa, la aparición del llamado Condotiero. “Las
Compañías de Condotieros reclutaban soldados de territorios locales específicos y eran
comandadas por un capitán permanente, quien ofrecía un contrato a largo plazo, la
condotta”9. Nacían así los soldados profesionales. En el siglo XV la importancia de esta
Infantería moderna se reafirma, la que se caracteriza por su condición más liviana y que
se ve reflejado a su vez en la “formación y movilidad de los Lansquenetes alemanes, en
los Piqueros suizos mercenarios que combaten por toda Europa, y en los Tercios
7 Geoffrey Parker, El Ejército de Flandes y el Camino Español 1567-1659, Ed. cast. Alianza Editorial, S A,
Madrid, 200.Pág. 28
8 Jurgen Brauen y Hubert Van Tuyll, Castles, Battles and Bombs. How Economics explains Military
History, The University of Chicago Press, 2008, pág. 69
9 Theodore Ropp, War in the Modern World. New Revised Edition, 1959, 1962, Duke University Press.
Pág. 21
15
españoles que aseguran a Carlos V un reino donde no se llega a poner el sol.”10 Así
mismo, Martínez Ruiz afirma:
“Los Tercios apuntaban en otra dirección radicalmente diferente, más
moderna, basada en la infantería y sus grandes posibilidades de acción, que
por entonces descubrían generales y teóricos y que acabarían dándole el
predominio en los enfrentamientos entre los ejércitos; una proyección y una
supremacía que conservará durante siglos”11
España, que a finales del siglo XV terminaba de expulsar a los moros de la península,
comenzó a afianzarse como una potencia militar. Así mismo, “se suele considerar al
Ejército de los Reyes Católicos como el primer ejército permanente, es decir, el primero
ya institucionalizado.”12 La figura de Gonzalo Fernández de Córdoba, conocido como El
Gran Capitán, es reconocido como un genio militar de la época que “combinó felizmente
la táctica defensiva con la ofensiva estratégica, adaptándose con sabia precisión a las
exigencias de los acontecimientos”13. El Gran Capitán, a partir de sus experiencias en
las guerras de Italia, diseñará las llamadas coronelías, y que a su vez, constituirán la
base fundacional de los Tercios de España.
La génesis de los tercios se puede encontrar en las Ordenanzas de Génova, en 1536.
“En ella se habla de tercios por primera vez, dando el espaldarazo definitivo al arma de
infantería española”14 y el arranque a su vez de la modernización de su infantería,
equiparando (y superando) a los piqueros suizos y los Lansquenetes alemanes.
Originalmente, se formaron cuatro tercios: “de Nápoles, de Sicilia, de Lombardía, y de
Málaga o Niza.”15 Estaban divididos en 12 compañías de aproximadamente 150
10
P. Barrientos Gutiérrez, “Historia de la infantería” , Anexo Histórico del Memorial del Ejército de Chile,
edición bimestral, Septiembre-Octubre de 1945, N°3, pág. 4
11 Enrique Martínez Ruiz, “El Ejército de los Austrias”. Publicado en la Real Sociedad Económica de
Amigos del País, Valencia, 2001, pág. 129
12 Manuel Alonso Baquer. “Evolución histórica del Ejército Español”, Revista Ejército de Tierra Español,
Madrid, N° 757, Mayo 2004, pág. 9
13 José Molero Rojas, “Romancero del Gran Capitán Don Gonzalo Fernández de Córdoba”, Madrid, R.
Velasco Imp. Marqués de Santa Ana, 1915. Pp. 9-10
14 Enrique Martínez Ruiz, Op.Cit. Pág. 130
15 Ibíd.
16
hombres cada uno, formando dos Tercios una coronelía, al mando de un Coronel, y a
su vez dos coronelías formaban una división, o sea 7.200 hombres en total, que
estaban al mando de un Maestre de Campo. Sin embargo, posteriormente los Tercio se
compondrán de 4 compañías de 250 hombres. Cada tercio al mando de un Coronel y al
mando de 3 Tercios estaba el Maestre de Campo. Esta composición será la que se
mantendrá en forma definitiva.
La innovación de los tercios consistía en su dotación, organizada en infantería de tres
tipos. Estaban los piqueros que conformaban el centro del Tercio, a manera de cuadro.
Habían así mismo soldados con espadas que, entre mezclados en la primera fila,
servían para el combate a corta distancia. Y finalmente estaban los arcabuceros y
mosqueteros, que cubrían los flancos. Esta mezcla, en iguales proporciones de
piqueros y armas de fuego, fue lo que le dio al Tercio su legendaria fama, y les hizo de
temer a lo largo del continente.
Para mediados del Siglo XVI y comienzos del XVII, hubo un aumento importante de los
conflictos militares en Europa. Había guerras en todos los frentes y esto “transformó el
tamaño y composición de los ejércitos, obligando a todos los gobiernos que se hallaban
en guerra a reclutar el doble aproximadamente de hombres que antes”16. Así mismo, la
Guerra de Flandes continuaba destruyendo las arcas reales, y la necesidad de hombres
llevó a la corona a contratar soldados extranjeros. Con respecto a esto, Parker se
refiere:
“Los mosqueteros valones tenían fama general de ser los mejores tiradores;
los alemanes eran de absoluta confianza en la adversidad; a los españoles
se les reconocía como los más valientes y más fieros en el ataque, y
también como los más despiadados. La combinación de estas diferentes
cualidades en un solo cuerpo de ejército o escuadrón producía una mezcla
perfectamente equilibrada.”17
Sin embargo, bien entrado el Siglo XVII, los Tercios dejaron de ser lo que, en el siglo
XVI habían sido. La Real Hacienda se encontraba quebrada, al son de un siglo de
16
Geoffrey Parker, Op.Cit. pág 43
17Ibíd. Pág. 36
17
guerras, mientras que el ejército en Flandes era derrotado por las reformas militares del
Mauricio de Nassau a mediados del Siglo XVII, España perdía la Guerra de los Treinta
Años. “En síntesis, lo que aparece es la conexión entre unas derrotas –Rocroi y las
Dunas- las quiebras financieras y una decadencia […] Puede fecharse la crisis en el
año 1648, Paz de Westfalia”18, que marca el fin de la Guerra de Treinta Años.
Ya a finales de del siglo XVII, la milicia española se encontraba en su ocaso y con la
muerte de Carlos II, el último de los Habsburgo, los Tercios se encontraban en notorio
menoscabo:
“De los 65 tercios que existían cuando murió Carlos II, 33 eran españoles, 14
italianos, 8 Valones, 7 alemanes, 2 suizos y 1 irlandés, distribuidos por
Nápoles, Sicilia, Milán, Flandes y Cataluña y ninguno de ellos estaba con
sus plazas al completo, de forma que, por ejemplo, de los 51.000 hombres
que debía haber en Flandes, apenas quedaban 8.000.19
1.2 La Realidad americana: Las Compañías de Presidio
Las posesiones americanas de la corona española a lo largo del XVII vivieron una
realidad militar muy distinta a la de la Metrópoli. Aun que “la necesidad de defender los
dominios americanos fue, sin duda, una de las preocupaciones más importantes de la
administración colonial española”20 durante este siglo, la capacidad efectiva de la
defensa del nuevo continente no era la mejor.
En este periodo, los países enemigos de España; Holanda, Francia e Inglaterra,
comenzaron una fuerte política expansionista, buscando establecer colonias en
América, y sobre todo en el Caribe, para así hacerse de plataformas a través de las
cuales lanzarse al comercio. Ante esta presión exterior “la corona determinó, a lo largo
de todo el XVII, incrementar la capacidad defensiva americana, aunque ello acarreara
18
Manuel Alonso Baquer. “Op.Cit”. Pág. 9
19 Enrique Martínez Ruiz, Op.Cit. Pág. 138
20 Juan Marchena Fernández: “Ejército y Milicias en el Mundo Colonial Americano”. Colecciones Mapfre,
España. 1992. Pág. 47
18
elevar considerablemente los recursos económicos puestos a disposición de esta
defensa”21, dilatando aún más las ya raleadas Arcas Reales.
Durante el siglo XVI, la defensa de las tierras americanas era responsabilidad de los
encomenderos y, en general, de los habitantes de las colonias y “los esfuerzos, la
dirección y los costos corrieron a cargo, casi exclusivamente, de las autoridades
virreinales o locales”22. Para esto se organizaron milicias de carácter sumamente local,
donde la defensa del “territorio” recaía en los propios vecinos y sólo cuando una plaza
resultaba de vital importancia para los intereses de la corona, ésta se hizo cargo de su
defensa.
En el Siglo XVII, ante el aumento de las presiones y las amenazas externas ya
mencionadas, las improvisadas milicias locales no eran capaces de defender el extenso
territorio americano, y la corona se vio forzada a crear guarniciones a lo largo de
América. Estas guarniciones fueron conocidas como Compañías de Presidio, y
consistían en tropas enviadas desde España, pagadas por la corona. De esta forma, se
aprecia el siguiente panorama:
“En 1622 se enviaban 200 infantes y 36 artilleros a Puerto Rico; en 1672 se
crea en la Habana una nueva compañía de caballería, y en 1681, una de
infantería a cargo del capitán Pablo Castellón, con gente española de Cuba
y reclutas de Canarias; en Panamá, para 1662, las tropas eran 567 hombres
en la costa del norte y 223 en Panamá y Chepo; en 1686 se estableció su
guarnición en ocho compañías de infantería con 800 plazas más 70 hombres
del guardacostas, 2 en régimen de compañías de presidio, aunque su
efectividad, desperdigados por el territorio no fue la esperada”23
Estas nuevas disposiciones para la defensa americana, consistía en el brazo armado
de la corona en indias. Sin embargo su mayor problema era el enorme espacio que
debían cubrir, espacio que, para tan pocos hombres, se volvía una tarea imposible.
21
Ibíd. Pág. 48
22 Ibíd.
23 Ibíd. Pág. 66
19
Por otro lado, una de las principales características de los soldados españoles en
América, era su avanzada edad. “Las tropas, siempre mermadas por la deserción y las
enfermedades, no solían ser relevadas, sino que se enviaban desde la península
nuevos soldados para cubrir las vacantes producidas”24. Esto desembocó en una
absoluta falta de movilidad dentro del ejército, así como una baja efectividad.
Sin embargo, uno de los principales problemas de las compañías de presidio se
encontraba en el corazón de las mismas: Su composición humana. En gran medida,
estaban compuestas por soldados, de la peor de las calañas, lo que resultaba a su vez
en un gran porcentaje de deserciones. “A estas guarniciones fueron a parar desertores
de los ejércitos de Flandes y Portugal y presos por multitud de delitos”25.
Así, la carrera de las armas en América fue siempre relacionada con la bellaquería, y
la tropa era terriblemente indisciplinada, sumado a eso la monotonía del pasar de los
días, lo que iba degenerando aún más la disciplina y la moral:
“Otras veces, las guardias aparecían en lastimoso estado, inmersas en el
dédalo de tabernas y bodegones; tras un día de fatigas, los centinelas
usaban las garitas para dormir a pierna suelta; los introductores de
mercancías ilícitas compraban a veces puestos de guardia completos para
que desaparecieran hasta acabar la faena”.26
Según Marchena, las causas de los consejos de guerra contra centinelas que eran
encontrados en tabernas mientras los prisioneros escapaban eran numerosas, entre
otras, el caso llevado contra el Sargento Manuel Bouzon, que fue acusado por irse de
borrachera con uno de los mismos presos a los que custodiaba, “tras haberlo sacado a
„tomar el fresco y chupar un cigarro‟”27.
Causa importante a la que se debía la mala calidad de la recluta consistía en los
métodos de enganche utilizados por los capitanes en España para atraer hombres al
otro lado del Atlántico. Muchas veces la decisión de enlistarse estaba ligada a una
24
José Luis Castán Esteban, Op.Cit. Pág. 158
25 Juan Marchena, Op.Cit. Pág. 67
26 Ibíd. Pág. 235.
27 AGI, Santa Fe, 949. Citado en Juan Marchena Fernández, Op.Cit. Pág. 235
20
necesidad que no tenía relación alguna con el deseo de servir al Monarca en el nuevo
mundo. “Épocas de hambre, sin trabajo, algunos reclamados por la justicia o
perseguidos por amos”28 eran sólo algunas. Otra de las motivaciones para
engancharse era el simple hecho de conseguir un viaje gratuito. “en ocasiones también
para burlar el control de tránsito que establecía la Casa de Contratación”29, lo que
aumentaba las cifras de deserción.
Por otro lado, los cuarteles eran pocos, y pequeños. Esto presentó grandes problemas
que no hacían más que empeorar la disciplina, dado que llegados nuevos refuerzos
desde España, los cuarteles quedaban sin espacio, y se necesitaba remitir a las tropas
a casas particulares, arrendadas con el propósito de servir como cuarteles temporales.
Este esparcimiento de las tropas, reducía su efectividad, y al no encontrarse bajo un
régimen de acuartelamiento, no podía esperarse mucho de la disciplina.
En general, la mala disposición y efectividad de las Compañías de Presidio americanas
descansaba en dos factores: La pésima calidad de los soldados y la infraestructura que
existía para guarecerlos. Este estado de las cosas llevó a que España perdiera
importantes bastiones en el Caribe, donde los enfrentamientos contra potencias como
Inglaterra, dejaron sin oportunidad a las guarniciones españolas que, además de su
avanzada edad y mala organización, contaron con un nulo aporte de las milicias, que,
frente a soldados eficientes y entrenados como los ingleses, se dispersaban sin,
muchas veces, disparar un solo tiro.
Para finales de siglo XVII, las Compañías de Presidio estaban igual, o peor, que los ya
en decadencia Tercios de Flandes. Sin embargo el cambio de dinastía, y la llegada de
los borbones al poder, vendría de la mano con una fuerte reestructuración del ejército,
la que se tratará más adelante.
28
Juan Marchena, Op.Cit. Pág. 72
29 Ibíd. Pág. 73
21
1.3 El Ejército del Reino de Chile
“El espectáculo de la guerra de Arauco, los sacrificios y fatigas que ésta
imponía, y la heroica tenacidad de los indios para defender su
independencia, habían estimulado en los primeros tiempos de la Conquista a
don Alonso de Ercilla, a Góngora Marmolejo y a Mariño de Lobera a tomar la
pluma para referir, en verso el primero y en prosa los otros dos, la historia de
aquellos sucesos”30
Chile, desde su fundación hasta finales del siglo XVI, había compartido con el resto de
las colonias americanas, una realidad militar similar. La defensa de los territorios
estaba, como ya se ha tratado con anterioridad, en manos de las autoridades locales y
principalmente en las de los encomenderos que debían prestar un servicio militar
obligatorio a la corona.
En 1598, sin embargo, ocurre un quiebre importante en la historia del reino. Los indios
araucanos se alzaban en revuelta y daban muerte al mismísimo gobernador Don Martín
García de Loyola y a casi todos sus hombres en Curalava. Las ciudades del sur fueron
arrasadas y sus habitantes obligados a abandonar la zona y replegarse; “se iniciaba el
Siglo XVII con un signo de interrogación tremendo sobre el futuro de Chile.”31
La situación en la frontera, a su vez, se hacía insostenible para los pocos soldados que
quedaban y que se encontraban en la más absoluta de las miserias:
“Imperial, Valdivia y los fuertes —con excepción del de Arauco— habían
dejado de contar. Un centenar de soldados, mujeres y niños desfallecía de
hambre en Villarrica o había optado por pasarse al enemigo. El coronel D.
Francisco del Campo —con 150 hombres en los extremos de la miseria y
enfrentados a enjambres de mapuches y huilliches— resistía valerosamente
30
Diego Barros Arana, “Historia General de Chile, libro V”, Editorial Universitaria en conjunto con Centro
de Investigaciones Diego Barros Arana, DIBAM, segunda edición, julio del 2000. Pág. 284
31 Manuel Torres Marín, “El Ejército Real de Chile”, en Revista de Historia Militar, 26 (#53, 1982), pág. 17
22
en el fuerte de Osorno, a la espera de los socorros que debía recibir de
Concepción”32
Ante la muerte del gobernador, le sucedieron interinamente “don Pedro de Zizcarra, don
Francisco de Quiñones y don Alonso García Ramón, mientras S. M. el Rey proveía el
cargo en forma definitiva”33. La corona nombró a un notable Capitán de Tercios
españoles para que fuese a Chile, con la misión de reinstaurar el orden. Su nombre era
Don Alonso de Ribera y Zambrano.
Ribera, con una habilidad que denotaba un genio estadista notable, organizó un nuevo
ejército con bases modernas y con un Situado otorgado por la corona. Juan Marchena
se refiere a este ejército, dándole una notable particularidad:
“Quizás la situación más interesante desde el punto de vista militar en el
siglo XVII americano fuera la Guerra de Arauco, ya que dio lugar a la
formación de un importante contingente de tropas que estructural,
económica y políticamente llegó a actuar como un ejército, nivel que no
llegaron a alcanzar las diseminadas guarniciones esparcidas por el resto de
América”34
De esta manera, nacía el Ejército Real de Chile, cuya organización y principales
características, se tratarán a continuación.
32
Edmundo González. “Historia del Ejército de Chile”, Memorial del Ejército de Chile, edición bimestral,
septiembre-octubre, 1960, pág. 10.
33P. Barrientos Gutiérrez. “La Inmortal infantería española. Madre de la Infantería chilena.” En Anexo
Histórico del Memorial del Ejército de Chile. Edición Bimestral, septiembre-octubre de 1945. Pág. 15
34 Juan Marchena Fernández, “El Ejército en América: El componente humano”, en Revista de Historia
Militar, año XXV, n°51, Madrid, 1981, págs. 122
23
1.3.1 Estado de la tropa a la llegada de Alonso de Ribera35
“Cuando entró al Reino estaban las cosas de Chile en el más miserable
estado que jamás se habían visto, por que las ciudades de la frontera
estaban reducidas a fuertes, cercados del enemigo, y en grande aprieto, casi
todo el Reino asolado, los indios todos alzados, soberbios con las victorias, y
anhelando y haciendo cada día juntas para conseguir otras mayores. No
había camino seguro ni estancia poblada” 36
Estas palabras describen, a grandes rasgos, el panorama con el que se halló Ribera al
momento de arribar al Reino. Sin duda ha de haber sido una escena deprimente, que
golpeó muy duro al nuevo Gobernador, que venía de capitanear en el ejército más
formidable de Europa.
Pasados dos meses de su llegada a Chile, Ribera escribía al Rey:
“Toda la gente que en él (El Ejército) asiste está tan mal disciplinada que su
proceder y estilo de guerra más parece confusión y barbarismo que milicia
española, repugnando toda la orden y buen concierto de ella y la importancia
y fuerza de la infantería, por estar acostumbrados al vicio de la caballería
[…] Milagro de Dios no haber acabado con ellos muchas veces el
enemigo.”37
Este rechazo que muestra frente al vicio de la caballería, puede entenderse del hecho
de que, habiendo servido en Flandes y luchado con los Tercios españoles, Ribera
había visto como la caballería había quedado reemplazada por el poderío de la
infantería española y había reconocido en batalla, la importancia y fuerza de la misma.
35
Alonso de Ribera. “Valiosos servicios que durante 24 años había prestado a la Corona desde la tierna
edad de 16 años, en Flandes y en Francia. Basta decir que no hay acción de armas importantes en
dichas guerras, entre 1579 y 1599 en que su nombre deje de aparecer en las relaciones oficiales citado
con honor y no hay autor o relación de aquellos sucesos que no consigne que a su destacado valor se
debieron muchas de aquellas victorias que cubrieron de laureles los estandartes de los tercios famosos”.
P. Barrientos Gutiérrez, Op.Cit. Pág. 15
36 R.P Diego de Rosales. “Historia General del Reino de Chile, Flandes Indiano, Tomo II”, Editorial Andrés
Bello, 1989. Pág. 361
37 J.T Medina. “Manuscritos”. t. 102, doc. 1635, pp. 176-198”
24
La verdad era que no podía haber nada más alejado a los tercios de España que la
Hueste Tardía que operaba en chile a comienzos del siglo XVII.
“Mientras en el viejo continente la infantería española era temida y
respetada, en este rincón de las Indias unos cuantos miles de bárbaros
tenían en jaque a una caballería española anticuada, que combatía con
armas blancas y unas pocas, muy pocas, armas de fuego.”38
Ribera, que conocía demasiado bien la efectividad del arma española cuando se
organizaba y comandaba de buena manera, se percató además del mal
aprovechamiento de las armas. La tropa no hacía más uso que del mosquete y la
espada, dejando por completo de lado la pica, que no sólo era efectiva en los campos
de batalla de Europa, si no que en ella descansaba la supremacía y la fama que recaía
en los tercios. El aprovechamiento de la artillería tampoco era el mejor, “los pocos
cañones que existían no eran usados en las expediciones campales, sino únicamente
en los fuertes, lo que restaba potencia a los ataques.”39 Así mismo, los Fuertes estaban
pobremente protegidos y “el echa velas abría las puertas solo y con la mayor
tranquilidad, como si estuviera en medio de Toledo”40
Finalmente, y ante tanta desgracia, Ribera se empeño para demostrar a la corona el
lastimoso estado de la tropa en Chile, induciendo al monarca a dar el paso definitivo
que la obligaba a tomar completa responsabilidad por la defensa del reino y a hacerse
cargo definitivamente de llevar la Guerra de Arauco.
1.3.2 Creación del Ejército Real de Chile y las primeras Cédulas
La primera acción que llevó a cabo Ribera como nuevo Gobernador, fue preocuparse
de reestructurar la situación del ejército. “La gran lección del desastre de Curalava fue
que sin un ejército permanente, entrenado y pagado con regularidad, en adelante no
sería posible contener a los araucanos si estos volvían a reunirse bajo la conducción de
38
Ibíd. Pág. 135
39 P. Barrientos Gutiérrez. Op.Cit. Pág. 16
40 Álvaro Jara, “Guerra y Sociedad en Chile”, Editorial Universitaria, Santiago 1981. Pág. 131
25
un caudillo eficaz”41. Agregado a esto, la necesidad de establecer una defensa efectiva
tenía relación no sólo con los enemigos internos, que eran los indios, sino también por
las inminentes amenazas externas. Un año después del desastre de Curalava, las
costas chilenas verán el paso de piratas como Simón de Cordes u Oliverio Von Noor. El
reino se encontraba amenazado por dos frentes: La frontera araucana en el interior y
desde el exterior, por piratas ingleses y holandeses.
Chile era además una conocida posición estratégica para la corona, camino obligado
hacia el Perú, que no era otra cosa si no el corazón mismo de la monarquía española
en Sudamérica, y su más importante bastión suministrador de metales en el sur del
continente. Por otro lado, Chile proveía parte importante de los recursos básicos para
su subsistencia. “Chile era una llave decisiva, era la avanzada, la marca indiana del
Pacífico”42 y su descuido o abandono por parte de la Corona habría significado poner
en riesgo el Virreinato, dando paso libre tanto a piratas y corsarios, así como a las
potencias extranjeras que, a través del Cabo de Hornos, se habrían asegurado un paso
libre para su rápida instalación en los territorios abandonados. Esto explica, en gran
medida, el interés de la Corona por acabar rápidamente con el alzamiento, y la
preocupación que mostrará durante todo el resto del periodo colonial, por conservar una
importante presencia militar en el territorio chileno.
En consecuencia, lo primero que Alonso de Ribera necesitó fue de una fuente continua
de dinero, que sirviese de sostén para el nuevo ejército. La suma inicial de dinero que
recibió fue en su llegada al Perú en 1600, donde el Virrey Luis de Velasco “le recibió
con muchas cortesías y agasajos y le dio 60.000 ducados para socorrer la milicia, por
cédula que trajo de su majestad.”43 Sin embargo estos 60.000 ducados iniciales le
fueron insuficientes y Ribera continuó rogando al Rey a que enviara más socorros y
alertándole que la necesidad de crear un ejército permanente, dado el estado de las
cosas, era imperante si quería salvar al Reino de Chile.
41
Francisco Balart, Enrique Brahm, Alejandro San Francisco, Patricia Arancibia (Ed.) “El Ejército de los
Chilenos”. Santiago, Chile. Biblioteca Americana 2007. Pág. 27
42 Manuel Torres Marín. Op.Cit. Pág. 23
43 R.P Diego de Rosales. Op.Cit. Pp. 360-361
26
Finalmente, mediante una Cédula Real de 1603, nace el Real Ejército de Chile, pero, y
esto es importante, estipulado sólo por un periodo de 3 años, y en la cual, Felipe III
“fijaba los sueldos que, a partir del 1° de Enero de ese año, debían pagarse a los
soldados que servían en el país”44, además elevó la cifra del Real Situado a 120.000
ducados.
Además, Ribera creó la primera división de los efectivos del ejército. Antes de su
llegada, no existían tales delimitaciones y su individualización estaba basada en los
capitanes, que tenían a cargo las diferentes compañías, sin existir una clara definición
de regimientos o batallones. Por otra parte, la paga de los soldados era totalmente
irregular, ya que aún funcionaban en parte bajo el viejo precepto de la hueste (por eso
se les ha denominado en este trabajo como “hueste tardía”) y “recibían un sueldo de
ciento cincuenta o doscientos pesos según trajeran o no arcabuces y cotas, en el lapso
que duraba su contratación”45, mientras que los criollos, no recibían paga alguna, como
que ya se ha explicado.
De esta manera, los sueldos y grados, quedaron distribuidos y organizados de la
siguiente manera:
Tabla 1.3.2.1
Fijación de sueldos acorde a la Real Cédula de 160346
Grado Sueldos
Maestre de Campo $116 ducados
Sargento Mayor $65 ducados
Capitán de Caballería $54 ducados
Capitán de Infantería $50 ducados
Ayudante $25 ducados
Alférez $25 pesos, 9 reales
Teniente de Caballería $25 pesos, nueve reales
44
Manuel Torres Marín, Op.Cit. Pág. 19
45 Roberto Oñat, Carlos Roa, “Régimen Legal del Ejército en el Reino de Chile”, Santiago de Chile,
Editorial Del Pacífico, 1953. Pág. 66
46 Ibíd. Pp. 67-68
27
Sargento $15 pesos, 9 reales
Cabo de Escuadra $12 pesos, 9 reales
Soldado de Caballería $10 pesos, 3 reales
Soldado de Infantería $8 pesos, 3 reales
La llegada del nuevo Real Situado, que en un principio se estableció sólo por un
periodo de tres años, significó una gran ayuda económica aun que Ribera no dejó de
echar mano a las derramas para conseguir más recursos, pues necesitaba todos los
que pudiese obtener. Sin embargo, tan sólo un año después, Felipe III emitió una nueva
Cédula Real47 para el recién creado ejército del reino. En ella, aumentaba la cifra del
Real Situado, reducía los sueldos y además enviaba un refuerzo de 1.000 hombres
desde España:
“Por lo mucho que deseo y conviene que se acabe esta de una vez con la
guerra de ese Reino, y que se ponga de paz, se ha proveído lo que habréis
entendido por los despachos que envié dirigidos a mi Virrey del Perú por el
mes de enero pasado, y consigné en la caja de Lima Ciento cuarenta mil
ducados por tres años para el entrenamiento de la gente de guerra que me
sirve en ese reino y los mil hombres que entonces avisé que se enviaban de
estos reinos por el río de la plata”48
Tabla 1.3.2.2
Fijación de sueldos según la Real Cédula de septiembre de 160449
Soldados Sueldos
Maestre de Campo $100 ducados al mes
47
AHN. Fondo Antiguo. Vol. 53. “Real Cédula de 4 de Septiembre de 1604: Al Gobernador de Chile sobre
los sueldos que ha de ganar la gente que sirviere en aquel reino”
48 Ibíd.
49 Roberto Oñat, Carlos Roa. Op.Cit. Pp. 68-69
28
Sargento Mayor $50 ducados al mes
Ayudante $20 ducados al mes
Capitán de Infantería $50 ducados al mes
Capitán de Caballería $50 ducados al mes
Capitán de Campaña $15 ducados al mes
Alférez de Infantería $20 ducados al mes
Teniente de Caballería $20 ducados al mes
Sargento $12 ducados al mes
Intérprete $12 ducados al mes
Cirujano Mayor del Campo $250 ducados al año
Cirujano para los Campos $15 ducados al mes
Capellán Mayor $300 ducados al año
Capellán para los Campos $200 ducados al año
Soldado $70 reales al mes
Además, prohibió a Ribera recurrir a las derramas y a pedir recursos a los
encomenderos, exigiéndole que pagase precios justos por todo lo que recibiera de
ellos. En la misma Cédula, el Rey le escribe:
“Importa mucho que no falten alimentos y que haya abundamiento de ellos
procurareis y haréis hacer sementeras por mi cuenta como se ha hecho por
lo pasado”50.
A razón de esto, Ribera creó estancias del Rey, que estaban destinadas a la producción
de los bienes de consumo para el ejército. “Cultivó trigo en Catiray y en Quillota, crió
vacas y yeguas en Catentoa e instaló un obraje de paños en Melipilla”51, esperando así
lograr cubrir las necesidades logísticas del ejército. En efecto logró su cometido, y la
habilidad organizativa de Ribera daba resultado. Diego de Rosales da nota sobre esto,
agregando:
50
AHN. Fondo Antiguo. Vol. 53. Op.Cit. “Real Cédula de 4 de Septiembre de 1604…”
51 Julio Retamal Ávila, “El Ejército del Reino”, en Primea Jornada de Historia Militar, Siglos XVII y XIX.
Primer Edición, 2004, CESIM. Pág. 36
29
“Y puso allí (En las riberas del Itata) sementeras para el Rey y vacas para el
ejército con otros ganados ovejunos […] y fue todo esto de gran alivio para
los vecinos y de mucha abundancia para los soldados, que de las
sementeras se abastecían y con los ganados se sustentaban. Y fue grande
el acierto de este sabio y prudente gobernador fomentar las sementeras y
las estancias cercanas al ejército, por que con eso siempre está
abundantemente abastecido, y cuando se trae de fuera siempre anda
hambreado” 52
Finalmente las sementeras y estancias creadas por Ribera desaparecerían a mediados
de siglo por razones que, sólo es posible especular ya que la historiografía no se ha
puesto de acuerdo. Sin embargo, una acertada teoría parece ser la de Julio Retamal
Ávila, quien plantea que por esa época hacen su aparición los Asentistas del Ejército,
especie de contratistas, que siendo dueños de haciendas, (Así como muchas veces ex
militares, o incluso militares activos) le aprovisionaban de los distintos recursos
necesarios.
“Es el caso del estanciero de Unihue y Villavicencio en Maule, Fernando de
Mier y Arce, que amén de ser Maestre de Campo, muchas veces corregidor
de Maule y Concepción y otras tantas Alcalde de Concepción, es asentista
de zapatos para el ejército. Por cierto, él no sabía hacer zapatos, pero tenía
en sus estancias más de 200 indios zapateros que, obviamente, le generaba
un fuerte ingreso económico.”53
El 5 de diciembre de 1606, Felipe III vuelve a emitir una nueva Cédula esta vez
determinando la cantidad definitiva del situado, 212.000 ducados, equivalentes a
297.279 pesos y 3 reales, que nuevamente venía con la intención de durar tres años.
Sin embargo, esta cifra se mantendrá fija por el resto de la colonia, mas no así
constante. Además, el Rey manda, en carta al Virrey del Perú fechada en 20 de
diciembre del mismo año,
52
Diego de Rosales, Op.Cit. Pp. 362-363
53Ibíd. Pp. 36-37
30
“Crecer los sueldos y ventajas de nuevo para los Capitanes y soldados de a
caballo, Mosqueteros y Cabos de escuadra, y para Capitanes, Alférez,
Tenientes y Sargentos reformados”54
1.3.3 Distribución, composición y número de plazas
En general, a lo largo del XVII, la gran mayoría de los soldados enviados a servir en el
ejército de Chile provenían de la península, y otra cantidad importante desde el resto
de América. Eran muy pocos los que llegaban desde el virreinato del Perú, y otro tanto
casi ínfimo los que eran “chilenos”. Mas, esto último cambiaría a partir de la década de
1670, cuando se produce un giro de las cosas y “el contingente, […] ya no estaba
compuesto solo por el estrato social más bajo; un quinto de los soldados profesionales
pertenecían a familias de cierto rango y tenían derecho a usar el don.”55
Así, a lo largo del siglo se enviaron no más de 3.500 soldados desde España a lo largo
de 6 levas. "De éstas, cinco tuvieron como escenario la ciudad de la baja Andalucía,
que aportó casi el 80% del total de los reclutados.”56 Entre 1600 y 1604 llegaron
aproximadamente 1.500 hombres y hasta 1690 se contaron otros 1.000 más.
Al momento que llega Ribera, en el Reino había 1.05157 hombres, de los cuales al
menos la mitad eran vecinos en calidad de milicia, lo que por supuesto les restaba valor
como fuerza militar. Los “soldados” propiamente tal oscilaban entre los 500, cuya
fuerza real también era sumamente estimable, debido al lastimoso estado en que se
encontraban, faltos de paga, armas y oficiales.
Ribera por su parte, venía a Chile con un refuerzo de 300 hombres desde España, que
había reclutado en Castilla. Sin embargo llegó con sólo 260, “ya que los demás habían
54
AHN, Colección Fondo Antiguo, “Carta de S.M el Rey al Virrey del Perú”, 20 de diciembre de 1606.
55 Francisco Balart, Enrique Brahm, Alejandro San Francisco, Patricia Arancibia, Op.Cit. Pág. 35
56 Juan Marchena, “Ejércitos y Milicias…” Op.Cit. Pág. 79
57 Las cifras con respecto a este punto varían en la bibliografía consultada entre 1.000 y 1.511 hombres,
debido a que la gran mayoría de estos no eran soldados propiamente tal. La cifra de 500 soldados
entrenados, por otro lado, es la más aceptada por la historiografía en general.
31
muerto en Panamá”58. Ya en Santiago, logró convencer a los encomenderos para que
le facilitaran hombres, y luego partió al sur con no más de 500, contando los que ya
tenía.
Ya con la Cédula de 1603, se enviaban 1.000 hombres desde España, que
“desembarcaron en el Río de la Plata y cruzaron a Chile ese mismo año”59, además de
un refuerzo de 370 soldados enviado desde el Virreinato.
Así, quedó el ejército organizado por Ribera en 15 compañías de infantería de 100
hombres cada una, además de 7 compañías de Caballería con 70 jinetes cada una.
Además, creo una compañía especial, llamada Del Guión que estaba compuesta por 40
Capitanes, seleccionados de los más distinguidos, y que servían como la guardia del
Gobernador. El nuevo Ejército del Reino de Chile contaba ahora con 2.850 plazas, con
sueldos fijos bien determinados, una oficialidad claramente distinguible y con una
organización que tenía como base la de los tercios de España, “aunque la necesaria
adaptación a las condiciones de la guerra de Chile no significara una copia fiel del
modelo europeo.”60 La distribución de las plazas en este periodo no está del todo clara,
ya que la misión de Ribera, en ese momento, era terminar con el alzamiento, por lo que
la gran mayoría de las tropas estaban siendo utilizadas en la ofensiva, dejando un
mínimo de plazas a lo largo del Biobío a medida que Ribera avanzaba.
Utilizando una estrategia completamente nueva, Alonso de Ribera se propuso
incursionar en la Araucanía dividiendo el ejército en tres columnas, adentrándose cada
una por tres frentes distintos a lo largo de la frontera para no ir dejando indios enemigos
a su espalda. Esta decisión, de dividir al ejército, dejó a muchos encomenderos y
hombres importantes del reino descontentos, y Ribera se hizo dueño de airadas críticas
que, como era de esperarse, llegaron hasta la Corte y “por Real Cédula de 9 de enero
de 1604, fue trasladado a Tucumán”.61 Volvió, sin embargo, a gobernar nuevamente el
País, el 27 de marzo de 1612. Pero el hombre que llegó cruzando los Andes en litera,
58
Diego de Rosales, Op.Cit. Pág. 361
59 AHN. Colección Fondo Antiguo. Vol. 53, “Real Cédula…”, Op.Cit.
60 Álvaro Jara. Op.Cit. Pág. 132
61 Edmundo González Salinas. “Soldados Ilustres del Reino de Chile”, en Memorial del Ejército de Chile,
N° 37, Estado Mayor del Ejército (EMGE) Publicaciones Militares, 1967, Pág.186
32
ya no era el mismo. Don Alonso de Ribera ya estaba viejo y maltrecho y toda una vida
al servicio de las armas acababa por provocarle una fístula, que finalmente terminó con
su vida, en 1617, mientras redactaba una carta nombrando como gobernador interino a
Fernando Talavera Gallegos. Carta, que según Rosales, no pudo firmar, teniendo ya
acalambrado todo el brazo, siendo necesario imprimir su nombre en un sello para hacer
efectivo el cambio de mando.
Durante el resto del siglo XVII, el número de plazas se mantendrá siempre oscilante,
dada la dificultad que consistía conseguir nuevas reclutas, que pudieran cubrir las bajas
por muerte, además de las elevadas cifras de deserción. Ésta era muy común, y estaba
muy relacionada, al igual como pasaba en el resto de América, con el componente
humano que llenaba las filas del ejército. Los soldados, como ya se ha dicho, eran
enganchados a la fuerza o traídos medio engañados. Por otro lado, muchos de los que
provenían del Perú, eran delincuentes que, ofreciéndoles conmutar su pena, concurrían
al servicio del Ejército de la Frontera; he allí, la mala fama de la que estos gozaban.
Durante el mandato del gobernador Don Francisco Lazo de la Vega, se manda a pedir
un informe sobre la “distribución de todas las plazas del ejército”62 que existía en ese
momento y refleja de manera impecable su distribución y composición ya bien
adentrado el siglo XVII. La compañía de Capitanes Reformados, del Guión, creada por
Ribera aún se encontraba en funcionamiento, con 60 soldados de caballería que se
encontraban en todo momento cerca de Lazo de la Vega, y otros 7 estaban en la
provincia de Chiloé.
Las distintas compañías a lo largo del territorio, estaban al mando de 8 Capitanes de
Caballería, con un sueldo de 700 ducados al año. 19 Capitanes de infantería, que
tenían a su cargo 18 Compañías con 600 ducados al año, y El Maestre de Campo,
tenía a su cargo la otra Compañía restante con un sueldo de 1.200 ducados al año.
Había además, en las dichas compañías, 27 alféreces y tenientes, con un sueldo de
62
Nota: Para analizar la distribución, dotación y sueldos de la distintas compañías del Ejército del Reino
en 1633, se utilizará en lo extenso, el citado informe, extraído de: BN. Biblioteca Americana, Colección de
Documentos inéditos para la Historia de Chile, José Toribio Medina. “Distribución de todas las plazas del
Ejército y sus sueldos.” Tomo 135. N° 2444. Fojas 15-43
33
330 pesos anuales y 19 sargentos de infantería, con un sueldo anual de 198 pesos
cada uno.
Así mismo, las 20 compañías de infantería y caballería, contando la del Guión,
numeraban 1.235 plazas que estaban compuestas por las siguientes unidades: 98
alféreces, con 130 pesos de sueldo cada uno al año, 65 sargentos reformados con 139
pesos y 3 reales anuales cada uno, 450 soldados de caballería son un sueldo de 132
patacones y medio al año. Había además 343 soldados, 281 de ellos mosqueteros, 43
cabos de escuadra y nueve eran tambores, todos con un sueldo de 138 patacones al
año. Finalmente, había 800 soldados de plaza sencilla, 773 de ellos de infantería, ocho
trompetas y 19 abanderados indios, con 105 pesos de sueldo anuales todos ellos. La
sola paga de todos los soldados sumaba la cifra de 216.890 pesos anuales, dejando
80.389 pesos para su sustento.
A su vez, el ejército estaba dividido en dos Tercios, el de San Felipe, y el de Arauco y
una guarnición especial en la provincia de Chiloé. El primero estaba compuesto por 4
compañías de Caballería y 6 de Infantería, además de la Compañía del Guión, que era
de Caballería. Su composición era la siguiente:
La Compañía de Caballería Del Guión, estaba al mando del Capitán General, con 60
capitanes reformados.
La segunda compañía de caballería estaba al mando Don Pedro de Córdoba con 70
plazas, de las cuales había un teniente, una trompeta, 10 alféreces y cuatro sargentos
reformados, además de 43 soldados de caballería.
La tercera compañía de caballería se encontraba al mando del Capitán Don Tomás de
Ovalle, con tres soldados de primera plana, seis alféreces, dos sargentos reformados y
60 soldados de caballería.
La cuarta compañía de caballería estaba al mando del Capitán Juan Vásquez de Arena
con 67 plazas, de las cuales 3 eran de la primera plana, 10 alféreces, cuatro sargentos
reformados y otros 50 soldados de caballería.
34
La cuarta compañía de Caballería la mandaba Don Fernando Bravo, con 60 plazas, 3
de ellas de primera plana, 4 alféreces, un sargento reformado y 52 soldados de
caballería.
La primera compañía de Infantería estaba al mando del capitán Juan Fernández, quien
era el Sargento Mayor del Reino. Tenía a su cargo 90 plazas, de las cuales 6 eran
alféreces, un Sargento que cumplía el rol de tambor y abanderado, 10 alféreces, cuatro
Sargentos reformados, 3 Cabos de escuadra, 22 mosqueteros y 46 soldados de plaza
sencilla.
La segunda compañía de Infantería, al mando de Don Alonso de Piora y Contreras,
contaba con 82 plazas. De ellas 5 eran de primera plana, tres alféreces, 3 Sargentos
reformados, 3 Cabos de escuadra, 20 mosqueteros y 48 soldados de plaza sencilla.
La tercera compañía de Infantería se encontraba bajo las órdenes del capitán Juan
Jiménez, donde servían 81 plazas. De ellas, cinco eran de primera plana, dos eran
alféreces reformados, tres eran cabos de escuadra, había además 19 mosqueteros y 52
soldados de plaza sencilla.
La cuarta compañía de Infantería era comandada por Pedro de la Vadia. Servían en ella
77 plazas. 5 de primera plana, 3 alféreces y 3 sargentos reformados, 3 cabos de
escuadra, 20 mosqueteros y 43 soldados de plaza sencilla.
La quinta compañía de Infantería estaba mandada por Don Juan Pellicer y servían 86
plazas. 5 eran de primera plana, un Alférez, 3 Cabos de escuadra, 21 mosqueteros y 56
soldados de plaza sencilla.
La sexta compañía de Infantería era de Presidio. Se encontraba resguardando
Concepción y estaba a cargo del Maestre de Campo Pedro Valiente de la Porra, quien
además era corregidor de la misma. Servían en esta compañía 94 plazas, de las cuales
5 eran de primera plana y había 3 alféreces, 5 Sargentos reformados, 3 Cabos de
escuadra, 14 mosqueteros, 5 soldados de caballería y 59 de plaza sencilla. La misión
que tenía esta compañía era vital, no sólo por tratarse de la ciudad de Concepción, que
era la que resguardaban, sino que además en ella se encontraban todos los pertrechos
de guerra y las cajas reales.
35
El Tercio de Arauco estaba formado por 4 compañías de Infantería y 3 de Caballería,
cuya composición era la siguiente:
La primera compañía de Infantería estaba al mando del otro Maestre de Campo, Don
Fernando de Cea. Contaba con 81 plazas, 5 de ellas de primera plana, 3 alféreces, 3
Sargentos reformados, tres Cabos de escuadra, 21 mosqueteros y 46 soldados de
plaza sencilla.
La segunda compañía de Infantería, al mando del Capitán Don Martín de Canaleta,
contaba con 85 plazas. Estaba compuesta por 5 de primera plana, 3 alféreces, 2
Sargentos reformados, 3 Cabos de escuadra, 16 mosqueteros y 56 soldados de plaza
sencilla
La tercera compañía de Infantería estaba al mando del Capitán Gaspar Verdugo, con
75 plazas. Había 5 de primera plana, 4 alféreces, un Sargento reformado, 3 Cabos de
Escuadra, 20 mosqueteros y 42 soldados de plaza sencilla.
La cuarta compañía de Infantería, a cargo del Capitán Pedro González, contaba con 77
plazas. Eran 5 de primera plana, 3 alféreces, 2 Sargentos reformados, tres Cabos de
escuadra, 17 mosqueteros y 47 soldados de plaza sencilla.
La primera compañía de Caballería era mandada por el Capitán Francisco Rodríguez,
con 65 plazas. Tenía un Capitán, una trompeta, 5 alféreces, 3 Sargentos reformados, y
54 soldados de a caballo
En la segunda compañía de Caballería se encontraba al mando el Capitán Don
Ambrosio del Pulgar con 61 plazas. Había 3 de primera plana, un Alférez, un Sargento
reformado y 56 jinetes
Finalmente, la tercera compañía de Caballería del Capitán Jerónimo de Villaseñor tenía
69 plazas. 3 de primera plana, 4 alféreces, 4 Sargentos reformados y 58 soldados de
caballería
En la provincia de Chiloé existían dos compañías especiales, con la misión de
resguardar el puerto. La primera era de Caballería, al mando del Cabo y gobernador
capitán de la nombrada provincia, con 62 soldados a su cargo. 7 Capitanes de primera
plana, 6 alféreces y 43 jinetes. La segunda compañía era de Infantería, al mando del
36
Capitán Juan Bautista de Olavarría, con 83 plazas. 5 alféreces de primera plana, 3
Sargentos reformados, 2 Cabos de escuadra, 8 mosqueteros y 60 infantes.
Como se dijo con anterioridad, las cifras durante el siglo XVII principalmente, se
mantendrán fluctuantes, a tal punto de que, ya en 1653, el Gobernador de Chile Don
Antonio Acuña escribe el 27 de mayo al Rey, pidiendo de urgencia socorros para el
ejército, que no sumaba más de 900 hombres. El Rey, por Cédula en 1655, ordena:
“Don Antonio de Acuña y Cabrera, Caballero de la Orden de Santiago, mi
gobernador y Capitán General […] en carta de 27 de mayo del año pasado
de 1653 me dais cuenta de las plazas efectivas que hay en ese ejército, y
que respecto de que cuando salía a campaña apenas se podían juntar 900
hombres […] y proponéis que se socorra con 2.000 hombres o la mitad de
ellos y decís que por la inconstancia de los indios amigos, convenía tener
unidas las fuerzas […] Mi Virrey del Perú como lo hago por Cédula de la
Junta que en él lo que representáis acerca del socorro que se haga lo que la
posibilidad permitiese y que obre ello se corresponda que la Importancia de
la materia no requiere dilación y para que se consiga os corresponderéis vos
con el dicho virrey, procurando lo más conveniente para la defensa y
seguridad de esas provincias y de lo que me daréis cuenta.”63
En apariencia, el Real Ejército a mediados del Siglo XVII estaba bien organizado, con
sus sueldos bien reglamentados y con un número de plazas que, a pesar de ser
bastante menor al reunido por Alonso de Ribera a principios de siglo, se adaptaba bien
a las circunstancias. Sin embargo, cabe decir, que la realidad de las cosas estaba más
allá de lo que estaba en el papel, y que “con la estructuración del ejército en estatal y
permanente no se terminaron los sufrimientos y privaciones de los soldados”64, que se
vieron agravados por los innumerables atrasos del Situado y su mala administración,
situación que llegó a tocar fondo, en la última década del siglo XVII.
63
AHN. Colección Fondo Antiguo. “Real Cédula: En respuesta sobre el socorro del Ejército de este
Reino”, 12-II-1655.
64 Álvaro Jara, Op.Cit. Pág. 139
37
1.3.4 El Real Situado
El real situado consistía en el motor, no sólo del ejército, sino de todo el Reino. Era lo
que mantenía los arcabuces cargados y las espadas afiladas así como los estandartes
y la moral de la tropa bien en alto. Pero también aseguraba un factor importantísimo
para el crecimiento de Chile, al liberar a los encomenderos del servicio militar, lo que les
permitía dedicarse en exclusiva a sus labores agrícolas, que antes de la creación del
ejército permanente, se veía en demasía interrumpida al tener que partir a servir en
armas a la Frontera, lo que causaba terribles males a la economía de flamante reino.
La génesis del Real Situado son los 60.000 ducados que Ribera consigue en el Perú,
por orden de una Real Cédula que traía de España emitida por Felipe III. Esta primera
suma no constituye, en el estricto sentido de la palabra, un situado, pues es más bien
un socorro, enviado de manera única como auxilio temporal. El primer situado
propiamente tal es el que, por real cedula de 1603, establecía el envío anual, durante
un periodo de tres años, la cantidad de 120.000 ducados. La cifra sin embargo subiría
rápidamente, y el año siguiente, aumentará a 140.000 ducados. En 1606, el situado
alcanza lo que sería su cifra definitiva, con 212.000 ducados pero que sin embargo, al
momento de enviar la cédula, el Rey aún insistía en establecer un periodo de 3 años,
por lo que, durante todo el primer decenio del siglo XVII, el carácter “permanente” del
ejército aún no estaba decidido.
“Deseando que aquella guerra se acabe de una vez y con la brevedad que
conviene […] y que para todo esto sean necesarios por lo menos doscientos
y doce mil ducados de situación cada año […] Es mando que desde el día
que se recibiera esta mi cedula en adelante por tiempo de los dichos tres
años, proveeréis y enviareis a poder de mis oficiales de la ciudad de
Concepción del dicho reino de Chile en cada uno de los tres años” 65
La monarquía siempre se mantuvo atenta a como se gastaba el Real Situado, e hizo lo
posible por intentar mejorar los mecanismos de distribución. Así mismo, pretendió que
el Virreinato del Perú se mantuviese siempre alerta, y presta para el socorro del reino.
65
AHN. Colección Fondo Antiguo. “Carta de S.M…” Op.cit, diciembre 20 de 1606.
38
En Cédula fechada el 5 de septiembre de 1609, el monarca ordena al Virrey del Perú
que:
“La gente que sirve en el Reino de Chile, sea aliviada y favorecida en todo lo
que hubiere lugar”66
La distribución del Real Situado fue el gran problema que aquejó al reino, no sólo
durante el siglo XVII si no que a lo largo de toda la historia colonial de nuestro país,
problema que, como se verá más adelante, ni siquiera los borbones descifrarían como
solucionar. Este gran inconveniente recaía principalmente en la corrupción de algunos
funcionarios inescrupulosos que hacían mal manejo de los dineros y muchas veces,
pagando sobresueldos67. La corona aplicó una serie de medidas para intentar dar
solución a ésta y otras contrariedades. Por ejemplo, en 1617, “habiendo muy mala
cuenta de la distribución del Real Situado, y para evitar este mal”68 el Rey ordenaba
que se aplicaran una serie de remedios. En 1627 se expide otra Cédula en relación al
Situado, otorgándole al “Veedor General del ejército instrucciones relativas a su
distribución”.69
Otro de los problemas relacionados con el Situado era que, solía “ser remitido desde el
Perú en especies y víveres, salvo una pequeña porción que se enviaba en monedas”70,
por lo que el abuso no sólo se cometía llegado el Situado a Chile. Para procurar poner
fin a esa iniquidad, el Rey emitió nuevamente una cédula, en la que decretaba que “el
situado se remitiera en moneda y no en especies”71. Este asunto no se resolvería hasta
1687.
66
BN. Biblioteca Americana. Colección de Documentos inéditos para la Historia de Chile, José Toribio
Medina. “Real Cédula, 5-IX-1609”. Tomo 272, N° 7860
67 AHN. Colección Fondo Antiguo. Vol. 53. “Real Cédula 29-IV-1649: Al Gobernador de Chile que no
permita se pague sueldos a los ministros, cabos y soldados del ejército, que excedan de lo señalado por
S.M”
68 BN. Biblioteca Americana Colección de Documentos…Op.Cit. “Real Cédula 7-X-1617”. N° 7874
69 BN. Biblioteca Americana Colección de Documentos…Op.Cit. “Real Cédula: 30-III-1627”. N° 7902
70 Francisco Balart, Enrique Brahm, Alejandro San Francisco, Patricia Arancibia, Op.Cit. Pág. 33
71 BN. Biblioteca Americana Colección de Documentos…Op.Cit. “Real Cédula: Al Virrey del Perú, sobre
que el situado se emita en moneda efectiva y no en especies. 18-1-1650
39
Bajo gobierno de José de Garro, el Situado, que hasta la fecha se transportaba por mar,
quedó repartido en las profundidades del Pacífico, luego de que “el 26 de noviembre de
1684 se hundiera, en las proximidades de Concepción, el navío San Juan de Dios, que
lo transportaba a su bordo”72. Valiéndose de este accidente, escribió al Rey, pidiéndole
que, para evitar futuras desgracias como esta, y además la constante amenaza de
piratas, el situado fuese transportado por tierra, directamente desde las cajas de Potosí.
Aceptando el monarca, por Real Cédula de 16 de Enero de 1687, ordena que “el
Situado del ejército de éste Reino se remita por tierra de las Cajas de Potosí”73. De esta
manera, el Situado vendría directo a Chile desde las cajas reales, sin pasar por Lima,
que era donde usualmente era cambiado por víveres. Así, los agraciados en el Reino
recibirían su pago en dinero.
En general, la imposibilidad de la monarquía por lograr un buen control sobre la
distribución del Real Situado y de que no se cometieran abusos con él, tiene que ver
con el hecho de que, se iba “legislando” a medida que las fallas aparecían. Cuando se
destina el Situado para Chile con Ribera, no venía acompañado de una ordenanza
clara de cómo debía ser su distribución, de cuáles eran los conductos regulares o de
cómo sería su fiscalización. Esto llevó a ir creando regulaciones, a medida que los
problemas emergían. En la última década del Siglo XVII, el Situado no sólo deja de
llegar con regularidad, si no que se detuvo por completo al punto de que, asumiendo la
gobernación Don Tomás de Marín de Poveda en 1692, se le debían a Chile ya cinco
Situados. Aguardaban tiempos oscuros, que causarían grandes penurias a los
soldados.
Para la fecha, la situación de la Corona en la península tampoco era, por decir menos,
complicada. Reinaba Carlos II, el hechizado, y su incapacidad para gobernar fue
hundiendo en su ineptitud a las colonias americanas. El trascendental problema que
aquejaba a Chile eran los constantes atrasos del Situado, que ya desde 1689, había
simplemente dejado de llegar. Don Pedro Sebastián de Saldias, ministro del Carlos II
en Lima, le escribe una carta al monarca, dándole cuenta del mencionado atraso:
72
Edmundo González Salinas, “El Ejército y el Real Situado durante el Siglo XVII”, en Memorial del
Ejército de Chile, Edición Bimestral, Noviembre-Diciembre de 1956. N° 275. Pág. 85
73 AHN. Fondo Capitanía General. Vol. 717. “Real Cédula 16-I-1678: Avisando la resolución que se ha
tomado acerca del Situado y la forma que se ha de observar su distribución”.
40
“Señor. No cumpliere con la obligación que tengo como Ministro de Vuestra
Majestad si no le representara los perjuicios que el Real Ejército de Chile
padece por la retardación de la entrega del Situado que está asignado en las
cajas de la Villa de Potosí para la paga de los sueldos de los militares que en
él sirven y se devengo por fines del año próximo pasado de 1689 cuya
entrega aun no han hecho los oficiales reales de dichas cajas.”74
En su carta, de Saldias culpa al recién llegado Virrey, el Conde de la Monclova, por el
retraso, y al Presidente de la Audiencia de Charcas por aconsejarle que se “valiese del
monto de dichos situados para el desempeño de los ahogos con que se hallaban”75, sin
prestar atención a las advertencias que, el mismo De Saldias, dice haber hecho al
Virrey, sobre los daños que habían de resultar. El Virrey incluso no enviaba un Socorro
de armas y pólvora que había sido pedido a su predecesor, El Duque de la Plata,
quien, “no lo ejecutó en su tiempo reservando para cuando llegase el Conde de
Monclova quien totalmente se ha negado”76. En consecuencia, no pudo haber gobierno
más complicado en el Reino de Chile que el de Don Tomás Marín de Poveda. Este
gobernador intentó de todo para conseguir la ayuda del Rey. Escribió primero
numerosas cartas a España y, en una de ellas, hace una notable descripción del
estado de los soldados que, faltos de Situado, se encontraban sin nada y terriblemente
endeudados:
“Cuando llegué se hallaba tan empeñado el ejército así de las contribuciones
que tiene como de gastos precisos e inexcusables para mantenerle y de las
deudas contraídas con los asentistas del pan, carne y zapatos para el
sustento de los soldados que pagándose estos forzosos empeños no les
quedaba con que remediar parte de la mucha necesidad que padecían de
vestuario por ser tan corta la porción, que no llegaba el sueldo a quince
74
BN. Biblioteca Americana Colección de Documentos…Op.Cit. “Carta de Pedro Sebastián de Saldias al
Rey, Lima 25 de noviembre de 1690, sobre los perjuicios que padece el Ejército de Chile, por el Retardo
en la entrega del Real Situado”. Tomo 170, N°3486
75 Ibíd.
76 Ibíd.
41
pesos y es digno de la consideración de V.M el reparo de los gravísimos
inconvenientes que amenazan siempre que se detiene el Situado.”77
La falta del situado también era sinónimo de desorden. Ante los inquietantes
endeudamientos que debían someterse los soldados para poder sobrevivir, germinaba
la semilla de la deserción, así como también el del vandalismo. Muchos hombres
optaban por Maloquear y asaltaban estancias cercanas, matando ganado y sembrando
el más absoluto caos. Por ende la eficiencia del ejército de veía disminuida. En carta
enviada desde Santiago, fechada el 4 de mayo de 1697, el Gobernador Marín de
Poveda escribía al Rey:
“El Estado a que se haya reducido el ejército de este reino con la falta de la
providencia de los Situados me da motivo a representárselo a V.M
atendiendo a las contingencias que puedan resultar […] Le han informado a
V.M por mi antecesor en estos cargos se han percibido sólo de las dichas
cajas de Potosí cuatro situados de los años 88, 89, 90 y 91[…] Se hallan los
soldados en una humana desnudez e inopia y no se ha podido reforzar el
ejército del número de plazas.”78
El Ejército estaba en terribles condiciones, probablemente tan mal como antes de la
llegada de Ribera a principios de Siglo. Aun que llegado un punto se pone quizás peor.
La situación toca fondo cuando los soldados se amotinan en la frontera, en dos
ocasiones. La primera ocurre en 1696, cuando la tropa, que había estado resistiendo
sin sueldos durante largos 6 años, y “al tener noticia de que el gobernador, que era el
encargado de repartir el Situado, ya se había pagado su Sueldo, reaccionaron
violentamente”79 encabezados por el Teniente Luis Contreras. La segunda ocurre dos
años más tarde, cuando los soldados, “esta vez al mando del Capitán Marín de la
Rosa, volvieron a alzarse en armas”80. Entrando ya al siglo XVIII el panorama general
77
BN. Biblioteca Americana Colección de Documentos…Op.Cit. “Carta del Gobernador don Tomás Marín
de Poveda, al Rey. Fecha en Concepción de Chile noviembre 16 de 1692 años” Vol. 170
78 BN. Biblioteca Americana Colección de Documentos…Op.Cit. “El Gobernador de Chile Don Tomás
Marín de Poveda informa a S.M lo deteriorado del Ejército de este Reino”. Vol. 170. N° 3544
79 Julio Retamal Ávila. Op.Cit. Pág. 37
80 Ibíd.
42
no ha cambiado mucho y tocará el turno a la Casa de Borbón de hacerse cargo del
Flandes Indiano.
1.4 Situación General del Ejército Habsburgo
Como resultado de más de doscientos años de evolución y de cambios en la forma de
hacer la guerra, pasando de la supremacía de la caballería integrada por las élites al
protagonismo absoluto de la infantería más bien popular, España se consolida como
potencia militar y los famosos Tercios dominan los escenarios de batalla europeos
entre la última mitad del siglo XVI hasta la primera mitad del XVII, otorgándole a
España grandes victorias en Flandes, Francia e Italia.
Mientras tanto, en América, las Compañías de Presidio, nacidas de la necesidad de
defender un territorio demasiado extenso para las huestes y milicias locales, surgen
como la opción más viable para defender el vasto territorio americano del creciente
peligro exterior, que amenazaba las colonias españolas en el nuevo mundo de la mano
de Piratas, Corsarios, y potencias extranjeras como Holanda, Francia e Inglaterra,
todas ellas enemigas de España durante la Guerra de los 30 Años. Las Compañías de
Presidio no gozarían de la misma fama que su contra parte peninsular, El Tercio, y su
composición humana, que consistía en gran medida de soldados desertores, vagos,
ociosos y mal entretenidos que venían a parar a América, no constituían el mejor
elemento disciplinario. Sumado a esto, las Compañías de Presidio seguían siendo
insuficientes, al igual que las milicias que habían venido a reemplazar, para defender
toda América.
Probablemente el Ejército del Reino de Chile, creado en 1603 por Capitán Alonso de
Ribera, era lo que más se asemejaba a un ejército, y aun que contaba con casi los
mismos defectos que el resto de las plazas americanas, estaba concebido de tal
manera que, a nivel estructural, económico y político, sí llego a actuar como un ejército,
nivel que no alcanzaron el resto de las compañías, repartidas por el continente. Sin
embargo, este ejército tenía una serie de inconvenientes, que se fueron expresando a
lo largo del Siglo XVII. Su composición, diseñada a partir de los Tercios, estaba
organizada de manera muy fiel, en compañías de infantería y caballería, pero su
43
adaptación no pudo ser total, puesto que debía acomodarse a la realidad de Chile. Por
otro lado el número de soldados variaba de tal forma que era imposible llevar una
organización estable y un número de compañías bien regladas, teniendo sus plazas
siempre incompletas.
Si bien el Real Situado que se le fijó al ejército del Reino de Chile pasó a ser de
carácter permanente, no fue siempre enviado con regularidad, y muchos abusos y
robos eran cometidos, lo que impedía una paga fija, estable y continuada a los
soldados, lo que por consecuencia hacía más difícil su disciplinamiento para la guerra,
llegando al punto de amotinarse a finales del siglo XVII, cansados de las injusticias y la
falta de pagos.
En definitiva, el análisis del estado general del ejército Español en el siglo XVII,
partiendo desde la metrópolis y descendiendo a América hasta llegar a Chile, sirve
como un referente importante para el estudio de las reformas que se implementan a lo
largo del siglo XVIII en el Real Ejército de Chile, en relación con algunas de las
variables que se han considerado como clave para entender este proceso. Entre ellas
la composición de la fuerza con sus respectivas dotaciones, organización de las
especialidades (Artillería, Caballería e Infantería), la disponibilidad de suministros de
guerra y los aspectos generales que van relacionados con el Real Situado.
44
E
2. Parte Segunda: El Reformismo Borbón
n 1700 muere el último de los Habsburgo, Carlos II, sin dejar herederos y
se desata en la península la Guerra de Sucesión: La corona de España
estaba siendo reclamada por dos bandos. Por un lado el Emperador
Leopoldo I pretendía la corona para el Archiduque Carlos de Austria y, a su vez, los
franceses reconocían que la legitimidad del reinado recaía en el joven Duque Felipe de
Anjou. Si bien Felipe comenzó a gobernar partiendo el Siglo XVIII, la guerra continuó
hasta 1714, aun que esto no impidió que el imberbe soberano comenzara desde ya a
ejecutar una serie de reformas, que afectarían tanto a la península como al continente
americano. Estas transformaciones a la vieja administración Austria son conocidas
como las Reformas Borbónicas.
La institución militar fue uno de los objetivos de estas innovaciones administrativas y los
ejércitos del rey fueron iniciados en una serie de reformas, con las llamadas
ordenanzas generales, con el propósito de renovar su estructura y en general, optimizar
su desempeño. En el caso de la península, los Tercios “se transforman en regimientos
de doce compañías, contando con una de granaderos”81. Así mismo, cambiaba la
política internacional, y el carácter general de las guerras y su filosofía unida a la
economía, dará lugar a unos ejércitos de reducidas dimensiones.”82
81
Alejo Arnaiz Hidalgo. “Del Ejército de la Ilustración al Ejército Nacional” en Revista de Historia Militar,
n° 68 (1990), Ministerio de Defensa. Madrid. Pág. 25
82 Alejo Arnaiz Hidalgo. “Op.Cit”. Pág. 24
“Todos los profetas armados han
triunfado; todos los desarmados han
perecido. Los cimientos principales de
todos los Estados son las buenas
leyes y las buenas armas, y no puede
haber buenas leyes donde no hay
buenas armas."
-Niccolò Machiavelli
45
Las Compañías de Presidio americanas, en tanto, fueron reemplazadas por la creación
del Ejército de América. La instauración de este ejército americano fue una respuesta a
la imperiosa necesidad de defender las posesiones ultramarinas, tarea que, las
Compañías de Presidio, habían demostrado a lo largo del siglo XVII no ser capaces de
llevar a cabo.
El espíritu reformador de los borbones les impulsó también a reestructurar el ejército
que se encontraba en el Reino de Chile, que al momento de asumir Felipe V, se
encontraba en el peor de los estados, como se ha descrito con anterioridad.
Comenzando el siglo de las luces, el Consejo de Indias emitió una nueva
reglamentación para el ejército, y que era verdaderamente, la primera en su clase en
América.
2.1 Creación del Ejército de América
“Los ataques a Cartagena de Indias y Guayaquil, en los últimos años del
siglo XVII, con un éxito rotundo por parte de los asaltantes, habían
demostrado la total fragilidad y fractura del viejo sistema defensivo de Felipe
II”83
Durante casi un siglo, este asunto se mantuvo a la deriva trayendo consigo graves
consecuencias a la defensa americana, resultando en una completa inoperatividad por
parte de las viejas guarniciones, que como se ha señalado, estaban caracterizadas por
su mal aprovisionamiento y disciplina, agregando además que tenían una clara
sensación de abandono con respecto a su posición con la Corona, “y que, desde luego,
no estaban dispuestas a jugarse la piel en nombre de un monarca lejano y por conocer,
cuya autoridad ni siquiera era respaldada en la cabecera del reino.”84
Ante este panorama, los borbones se preocuparon de restituir, en parte, el honor del
oficio de las armas, que se encontraba perdido:
83
Juan Marchena Fernández, “Ejércitos y Milicias…Op.Cit”, pág. 91
84 Ibíd.
46
“Los coroneles se escogerán entre los más calificados y titulados de cada
partido. Los demás jefes y oficiales entre los caballeros hidalgos y los que
viviesen notablemente, aunque fuesen hijos de comerciante. Los sargentos
entre los que se hallasen más a propósito sin exigirles otra cualidad. Los
soldados, de entre los vecinos de todo estado y condición. Y porque es mi
voluntad que estos regimientos sirvan de escuela a la nobleza de mis
Reinos. Mando Que se puedan recibir hasta diez cadetes, hidalgos y
caballeros en cada compañía.”85
Aun que el Ejército de América se denomina como tal a partir de 1719, su creación no
tiene una fecha establecida, ya que tiene su origen en una serie de ordenanzas que
fueron implementadas en distintas fechas, dependiendo de las regiones del continente,
por lo que se fue formando a lo largo de todo el siglo XVIII. La principal característica
de éste ejército, fue su triple composición, que se encontraba estructurada en base a
tropas permanentes, milicias provinciales y ejércitos expedicionarios. Por eso, durante
el siglo XVIII, será posible identificar estos tres grandes colectivos, que se definían
como:
Ejército de Dotación: Representaban el núcleo fundamental del Ejército de
América, la columna vertebral del sistema defensivo americano. Estaba formado
por las compañías regladas, o fijas, y estructuralmente estaba diseñado de
manera idéntica al peninsular, aun que adentrándose el siglo XVIII, su
composición humana lo fue convirtiendo en un ejército netamente americano.
En 1740 el 62,9% de la oficialidad era peninsular, 34,6% eran criollos, y un
2,3% eran extranjeros. Mientras que finalizando el siglo, entre 1790 y 1800, las
cifras disminuyeron entre un 43,1% y 36,4% respectivamente en relación a los
oficiales de origen peninsular y aumentaron de un 52,7% a un 60%
respectivamente para el caso de los oficiales criollos.86 Esta vertiginosa
velocidad de ascenso por parte de la oficialidad criolla, estaba dado por el
crecimiento en el número de unidades y los nuevos destinos requeridos para
85
Real cédula de 8 de Noviembre de 1704, Citada en Juan Marchena, “Op.Cit”. Pág. 93
86 Cifras extraídas de Juan Marchena Fernández, “El Ejército de América. El Componente humano”,
Revista de Historia Militar, núm. 5, 1981, pág. 141
47
ellas y a su vez por la falta de oficiales peninsulares que encajaran con los
requisitos, especialmente el que decía relación con su pertenencia a las élites.
Ejército de Operaciones en Indias: Consistía en tropas de refuerzo, que eran
enviadas desde la península en el caso de que la necesidad así lo requiriera, y
hubiera que reforzar alguna plaza amenazada por un peligro extraordinario.
Dado así el caso, el Ejército de Refuerzo, como también se le llamaba,
realizaba la campaña ofensiva, mientras que al de dotación se le dejaba en una
posición defensiva. Fueron en verdad muy pocos los regimientos peninsulares
que no tocaron suelo americano durante el siglo XVIII.
Milicias: Consistía en un “conjunto de unidades regladas y de carácter territorial
que englobaban el total de la población masculina de cada jurisdicción
comprendida entre los 15 y los 45 años”87. Estaban consideradas como un
ejército de reserva y su movilización es escasa durante este siglo.
2.1.1 Fundación de las Plazas y Unidades Regulares
Con las nuevas directrices de cambio relacionadas con el reformismo Borbón, se hace
necesario reformar las viejas Compañías de Presidio. Siguiendo esta línea, se
modificaron todas las compañías que estaban dispersadas por América, que fueron
reemplazadas por los regimientos fijos, o regulares. Ésta nueva composición estaba
organizada en compañías, batallones y regimientos al estilo moderno de la época, al
igual que en España y el resto de Europa, dotadas cada una de Plana Mayor
perfectamente distinguible, bien organizada, y un servicio de guarniciones a lo largo del
continente. “Desaparece prácticamente la figura del soldado de fortuna, tan
característica del siglo XVII, y en su lugar se crea una nueva oficialidad.”88 Estas
modificaciones se llevaron a cabo mediante distintos reglamentos, expedidos de
manera particular para las distintas plazas que debían ser defendidas o reforzadas.
87
Juan Marchena Fernández, “El Ejército de América y la Descomposición del Orden Colonial”, Militaria:
Revista de Cultura Militar, N°4. Pág. 72
88 Juan Marchena, “Ejército y Milicias…Op.Cit”. Pág. 93
48
Consistían en una serie de disposiciones legales, de obligada aplicación; Juan
Marchena las describe de la siguiente manera:
“Creaban y normalizaban la guarnición que debía existir en ellas, los oficiales
que habían de mandarlas, las unidades de cada arma que debían
constituirse y el modo de financiarlas, sueldos, prest y gastos de
mantenimiento, explicando los montos y orígenes de los “Situados” que
debían remitirse a la Caja Real de estas ciudades para cubrir los gastos”89
Los reglamentos dictados para la creación de las diferentes compañías fijas a lo largo
de América fueron los siguientes90:
1718.- Reglamento para la guarnición de Buenos Aires91. Son creadas 8 compañías
fijas
1719.- Reglamento para la guarnición del Presidio de la Habana92. Se crea un
regimiento fijo, llamado De La Habana, que estaba fundado sobre las bases de la
antigua Compañía de Presidio que se encontraba en el lugar.
1721.- Reglamento para la plaza de Cartagena de Indias93, bajo el gobierno del Virrey
don Jorge de Villalonga.
1736.- Reglamento para la plaza de Cartagena de Indias, castillos y fuertes de su
jurisdicción.94 Se crea un batallón fijo de Infantería en la Plaza, a través de 99 artículos
con un situado de 130.484 pesos.
1738.- Reglamento para la guarnición de la plaza de Santo Domingo, en la Isla La
Española y castillos de su jurisdicción.95 Con 111 artículos, cifra notable, se crea un
89
Ibíd. Pág. 95
90 Todas las fuentes documentales relacionadas con los distintos reglamentos citados a continuación, son
extraídos de: Juan Marchena, “Ejército y Milicias…Op.Cit”, P.p. 95-98
91 AGI, Buenos Aires. 523.
92 AGI, Santo Domingo. 2104, A.
93 AGI, Santa Fe. 288
94 AGI, Santa Fe. 938
95 AGI, Indiferente General, 1885; Santo Domingo, 237
49
batallón de infantería fijo más dos compañías de caballería con un situado de 143.745
pesos.
Nuevo Reglamento que se forma para el Cuerpo de Infantería que debe guarnecer el
presidio de esta capital de Panamá, el de Portobelo, sus castillos y fuertes, el de San
Lorenzo el Real, de Chagre y provincias de Darién y Veragua.96 Con 90 artículos, se
crea el batallón fijo de infantería más una compañía de Artillería con un situado anual
de 188.690 pesos.
1739.- Reglamento que de orden de S.M forma al Coronel de infantería don Matías de
Abadía, gobernador y Capitán General de la isla de San Juan de Puerto Rico para el
presidio de esta Plaza.97 Mediante 77 artículos, se crea un batallón con 5 compañías
de Infantería más una de artillería. Es financiado con un situado anual de 88.140 pesos.
1741.- Reglamento para la plaza de Puerto Rico y castillos de su jurisdicción.98 Con 88
artículos, se establece un batallón fijo de Infantería con 4 compañías más una de
Artillería con un Real Situado de 72.593 pesos al año.
1749.- Reglamento para la guarnición de Veracruz y San Juan de Ulúa.99 Son 66
Artículos a través de los cuales se crea un batallón fijo con 6 Compañías llamado
Batallón de la Corona de Nueva España, con un cuerpo de Dragones de seis
compañías, uno de artillería y varias unidades de lanceros a lo largo de la costa con un
Situado de 260.000 pesos.
1753.- Reglamento para la guarnición de la plaza de La Habana, castillos y fuertes de
su jurisdicción, Santiago de Cuba, San Agustín de la Florida y su anexo San Marcos de
Apalache.100 Contiene una cantidad enorme de artículos, 180, y se crea con ellos un
regimiento de cuatro Batallones, más una compañía de artillería y cuatro de Dragones
con un enorme Real Situado de 488.919.
96
AGI, Panamá. 355
97 AGI, Santo Domingo. 2.499
98 AGI, Indiferente General, 1885.
99 AGI, Indiferente General. 1.317; México, 2.446
100 AGI, indiferente General. 1.317; Santo Domingo, 2.110
50
Reglamento para la plaza del Real Felipe del Callao.101 Se crea en el Virreinato del
Perú un batallón de 7 compañías y una escuadra de artillería. Con 24 artículos y un
Situado 50.693 pesos anuales.
Reglamento para la guarnición de la plaza de Valdivia y castillos de su jurisdicción.102
Elaborado por el entonces gobernador Manso de Velasco y puesto en marcha el año
siguiente, estando él como Virrey del Perú. Con 49 artículos crea un batallón con 6
compañías y una escuela de artillería, caso notable, con un Real Situado de 50.693.
Reglamento para la guarnición de las plazas de la Frontera de la Concepción,
Valparaíso y Chiloé del Reino de Chile.103 También elaborado por Manso de Velasco
durante su gobernación en Chile. Con 24 capítulos se reestructura todo el Real Ejército
con 17 compañías que más delante de detallarán. El Real Situado es de 90.764 pesos
anuales.
1754.-Suplemento para los reglamentos de La Habana, Santiago de Cuba y San
Agustín de la Florida.104
Reglamento para la Guarnición de Yucatán, castillos y fuertes de su jurisdicción.105 Se
crea el Batallón de Castilla con 5 compañías, más una de Artillería, con 75 artículos y
un Situado de 85.080 pesos al año.
1765.- Reglamento para los goces, gobierno y servicio de la tropa que estuviese en la
isla de Puerto Rico.106
Reglamento del Real Cuerpo de Artilleros para la defensa del Reino de la Nueva
España107
101
AGI, Indiferente General. 1.337; Lima, 1.490. En Chile: BN. Biblioteca Americana, Colección de
Documentos inéditos para la Historia de Chile, José Toribio Medina, tomo 102, P. 378-389.
102 AGI, Indiferente General. 1885. Chile, 433. En Chile: BN. Biblioteca Americana, Colección de
Documentos inéditos para la Historia de Chile, José Toribio Medina, tomo 95, P. 131-154
103 AGI. Chile. 433; Indiferente General, 1.885. En Chile: BN. Biblioteca Americana, Colección de
Documentos inéditos para la Historia de Chile, José Toribio Medina, tomo 95, P. 107-128
104 AGI, Santo Domingo. 2.660
105 AGI, Indiferente General. 1.885; México, 3.157
106 AGI, Santo Domingo. 2.501
51
1767.- Reglamento para la Guarnición de la provincia de Guayana, sus fortalezas y
escoltas de misiones.108 Tres compañías de Infantería y media de Artillería con un
Situado de 36.822 pesos.
1769.- Fuerza y clase que debe constar el Estado Mayor y la tropa del gobierno de
Cumaná.109 Aquí se crean 2 compañías de Infantería y otras dos en Trinidad con un
Situado de 28.692 pesos anuales.
1772.- Reglamento e instrucción para los presidios que se han de formar en la línea de
Frontera de Nueva España.110
1774.- Reglamento para el prest, vestuario y gratificaciones y total gobierno de la tropa
que debe guarnecer el presidio de Nuestra Señora del Carmen de la isla de Tris en la
laguna de Términos,111 con el que se crea una compañía de Infantería, una de
Dragones y una de Artillería con un situado de 52.091 pesos.
1777.- Plan General del Ejército del Reino de Chile112, que entrega dotación a todas las
plazas y asegura el situado de 201.113 pesos.
1778.- Reglamento para la guarnición veterana de Yucatán y Campeche113. Se crea
una compañía de Bacalar, aparte de la que ya existía hasta el momento, con un situado
de 98.267 pesos al año.
1779.- Reglamento para el Estado Mayor de la Plaza y tropa veterana de la
gobernación de Cumaná114, con el que se agrega una compañía adicional a las dos ya
creadas en 1769.
107
AGI, México. 2.429
108 AGI, Indiferente General. 1.885
109 AGI, Indiferente General. 1.885
110 AGI, Indiferente General. 1.885
111 AGI, México. 2.460
112 AGI, Chile. 435
113 AGI, Indiferente General. 1.885
114 AGI, Indiferente General. 1.337
52
1780.- Nuevo Reglamento para la plaza de Acapulco.115 Establece un situado de
20.400 pesos anuales y se crea una compañía de Infantería y una sección de Artillería.
Los distintos reglamentos y ordenanzas expedidos por la corona a lo largo del XVIII
fueron estableciendo estos conjuntos de unidades que estaban encargadas de la
defensa de su jurisdicción. Sin embargo el problema del siglo XVII persistía. ¿Cómo era
posible mantener una coordinación general entre las distintas plazas tan dispersas en
el continente para llevar a cabo una defensa eficaz? Y es que simplemente no era
posible, y esta coordinación general en verdad nunca existió, a pesar del enorme
esfuerzo financiero ejercido por los borbones para la paga y mantención de cada vez
más soldados repartidos en cada vez más lugares de América.
Por otra parte, el Ejército de América se consolidó como una idea que, en el papel,
estaba sumamente bien estructurada, cuya principal eficiencia recaía en la clasificación
de las unidades y el clara diferenciación de mandos, quedando los grados militares
muy bien definidos.
2.1.2 Composición de las Unidades y Grados de la Oficialidad.
El ejército español en América, al igual que el Siglo XVII, seguía siendo principalmente
de infantería. Su protagonismo continuaba marcando el paso en los escenarios
europeos, y como era de esperarse, también lo hacía en América, dado que sus
estructuras organizativas eran idénticas. Así, El Ejército de América estaba compuesto
en un 10,8%116 (1.020) de hombres de Artillería, un 15%117(3.000 oficiales y soldados)
de Caballería, un abrumador 57,6%118(12.000) de hombres de Infantería y el 16,6%
restante consistía en los Oficiales de Estado Mayor.
El gran número de oficiales se debía a que todas las plazas fuertes del nuevo
continente tenían un Estado Mayor que las mandaba, con una línea oficial de mando
establecida y reglada por la Corona. Para alcanzar una mejor comprensión de esto y
115
AGI, México. 2.468
116 Juan Marchena Fernández, “El Ejército de América...Op.Cit” Pág. 125
117 Ibíd.
118 Ibíd.
53
sobre todo de los capítulos siguientes, se expondrán a continuación los diferentes
grados de la oficialidad, al menos los de uso más común y su principal labor dentro del
ejército.
Encontramos en la posición más alta de la oficialidad al Maestre de Campo General;
era lo que se conoce como Comandante en Jefe y estaba a cargo del mando del
Ejército, y en caso de muerte del gobernador, era él el que pasaba manejar la provincia
de forma interina, hasta que el rey nombrase a otro gobernador. Encontramos también
al Sargento Mayor del Reino, que cumplía labores de inspector general de la tropa y
era el jefe del Estado Mayor. El Veedor General, quizá uno de los cargos más
controversiales y que sería suprimido el 22 de IX de 1774 por Real Orden, era el oficial
encargado de supervisar la correcta distribución del Real Situado y en Chile fue
muchas veces objeto de escrutinio y acusado de innumerables abusos. El Comisario
General de la Caballería: “supervigilancia del arma, ejercida directamente o a través de
los comisarios subalternos, que eran 8.”119 En Chile, estuvo bajo el mando del maestre
de Campo desde 1703 con el Real Placarte, hasta mediados del siglo XVIII, cuando
pasó a reemplazarlo definitivamente. El Brigadier, en el caso del Ejército de Chile, eran
los jefes de las unidades veteranas. Luego en el escalafón venía el Coronel, y había
dos tipos de ellos: el de Ejército que era el 2° comandante de un regimiento fijo. Y el de
Milicia, cuya labor era la misma pero en el mundo miliciano. El Sargento Mayor era el
jefe encargado de la instrucción de las milicias así como del ejército regular. El Capitán,
acaso el rango más notable de todos por las valientes figuras que lo ocuparon, como el
Alonso de Ribera o el mismísimo Gonzalo Fernández de Córdoba, era el comandante
de un escuadrón, o sea mandaba 3 compañías. Así mismo estaba el Capitán de
Ejército, que estaba al mando de Granaderos, Fusileros, Cazadores o de Dragones.
Más abajo venían los grados de Ayudante Mayor, Ayudante, Teniente, Subteniente,
Alférez, portaestandarte, abanderado y los Cadetes. Éstos últimos sin límite de edad.
Carlos III, en 1768 expidió una Ordenanza General que reglaba de manera detallada
sus ejércitos. No solo trataba sobre la organización, composición u ordenamiento legal,
119
Jorge de AllendeSalazar Arrau, “Ejército y Milicias del Reino de Chile (1737-1815)”, Santiago: s/n.
Pág. 108
54
si no que se preocupará de definir también los comportamientos que debían tener los
oficiales y las labores que debía llevar a cabo cada uno de ellos.120
2.2 Reestructuración del Ejército Real de Chile
Pareciera que cada vez que finalizaba un siglo, las condiciones del reino llegaban a un
punto crítico. Se vio como en Curalava ocurría el desastre a finales del XVI y que
acabando el siglo XVII, el gobernador don Tomás Marín de Poveda tuvo que luchar por
mantener el orden en el ejército, por la continua falta del Situado, que el Conde de la
Monclova se negaba a enviar desde Perú, provocando grandes penurias y he hizo
pasar innumerables necesidades a los soldados. Así, comenzando el nuevo siglo bajo
las alas del gobierno Borbón, el ejército del reino sería el objetivo de una de sus
reformas más importantes. El Real Placarte de 1703. Éste tenía como principal
propósito adaptar las ordenanzas generales a la realidad chilena e intentar dar una
serie de atributos legales para la mejor administración del Situado.
En 1723 Felipe V diseñaría la Ordenanza General del Ejército, de la cual Manso de
Velasco se tomará para escribir su Reglamento para las plazas y guarniciones del
Ejército de Chile. La Ordenanza de Manso de Velasco impulsará un importante cambio
en la estructura del ejército, disminuyendo drásticamente sus plazas, entre otras cosas.
El origen de esta reforma recae en la intención del propio gobernador, que buscando
adaptar las legislaciones europeas a la realidad chilena pidió al rey la oportunidad de
rediseñar la ordenanza de 1723 para que pudiera encajar en el escenario de Chile y la
Guerra de Arauco.
120
“Ordenanzas de S.M para el Régimen, Disciplina, subordinación, y servicio de sus Exércitos”. Impreso
en la oficina de Antonio Marín, Impresor de la Secretaría del Despacho Universal de la Guerra, Año 1768,
Madrid. Tratado II Que contiene las obligaciones de cada clase, desde el soldado hasta el coronel.
55
2.2.3 El Real Placarte y la nueva distribución
Hasta el momento el ejército se había regido por las ordenanzas generales de Su
Majestad, que no eran otra cosa si no reglas formales que se aplicaban a todos los
ejércitos del Rey, pero que estaban diseñadas a partir de la realidad peninsular, que
como se ha explicado hasta el momento, era completamente distinta. El Real Placarte
vino a cambiar esta situación, pues estaba diseñado para reformar especialmente al
ejército de Chile. “Fue la primera disposición realmente orgánica que tuvieron las
fuerzas armadas del Reino”121. Se preocupó de establecer el cómo debía estar
integrado el Estado Mayor, la oficialidad y la tropa, reglamentó el número de soldados
de cada compañía, eliminando las que estuviesen demás, especificó los sueldos que
todos debían ganar y estableció que los grados superiores serían de provisión Real y
vitalicios.
Uno de los problemas que afectaba al Real Situado, y por ende las pagas de los
soldados, era el nombramiento excesivo de oficiales, por parte del Capitán General, lo
que daba lugar a postergaciones injustas en los asensos y promociones indebidas, lo
que lógicamente daba lugar a muchas molestias y quejas. En 1703, el Rey escribía al
gobernador de Chile:
“Se ha reconocido los muchos abusos que se han introducido en ese ejército
con el transcurso del tiempo aumentándose muchos cabos principalmente
[…] concediéndose ventajas y otras gracias en perjuicio conocido por mi
Real Hacienda y de los interesados en el caudal del Situado”122
En 1701, la escena de Arauco estaba focalizada en los fuertes y comenzando el siglo el
ejército estaba distribuido en 6 plazas fuertes específicas a lo largo del cordón
fronterizo, siendo la Plaza de Concepción la más importante. Si Santiago era la
capitana administrativa del Reino, Concepción lo era de la Guerra: “Allá los códigos,
aquí el Acero”123. Allí se encontraba una compañía de Infantería de 80 hombres, la gran
mayoría capitanes reformados. También estaba la Compañía del Guión y otra compañía
121
Roberto Oñat, Carlos Roa, “Op.Cit”. Pág. 99
122 AHN. Colección Fondo Antiguo. Vol. 35, pieza 5°
123 Manuel Torres Marín, “Op.Cit”, Pág. 22
56
más de Capitanes reformados de Caballería, que se encontraban siempre en
movimiento a lo largo de la Frontera, por lo que no eran compañías estables de
Guarnición, dejando solamente a la mencionada compañía de infantería para la defensa
del lugar. Lo pobre de la defensa podía verse reflejado en “La artillería que es de
Bronce y se encuentra desmontada, por no haber artilleros que sepan manipularlas.”124
En la plaza de Arauco existían 3 compañías de Infantería y 3 compañías de Caballería
cuyo número es desconocido, pero que se puede asumir con bastante certeza que, lo
más probable, fuese que no estuviesen completas, víctimas de la deserción
principalmente. En Tucapel había una compañía de caballería, también de número no
precisado y “unos pocos infantes”125. El fuerte a su vez “tiene un molino fabricado por
don Juan Enríquez […] y está fabricado (el fuerte) con madera y paja, siendo sólo la
iglesia de Teja”126. La Plaza de Purén estaba fortificada con tapia y era la casa de
residencia de los padres jesuitas; tenía tres compañías de caballería y una compañía
de infantería con 160 plazas. Podemos ver como las plazas tenían todas cifras no
ecuánimes, lo que era un claro reflejo de que no estaban regladas. En el caso de la
plaza de Yumbel, ésta estaba a cargo del Sargento Mayor del Reino y contaba con 4
compañías de Caballería y 3 de Infantería con cifras no precisadas. En Chillán también
había también había una plaza fuerte que sin embargo se encontraba incompleta, y
contaba con sólo una compañía de infantería con 76 plazas.
En este informe, ordenado por el Gobernador Don Francisco Ibáñez de Peralta el 14 de
abril de 1701, tenía el objeto de describir al monarca la situación de la fe, así como el
estado del Ejército que había recibido él mismo del Gobernador Marín de Poveda. Con
respecto a esto último, se expresa:
“La realidad de estos fuertes no puede ser peor para el trabajo porque
encontrándose el ejército cada año requiriendo con 100 hombres del Perú,
es manifiesto que demuestra en cada regimiento faltan del ejército sobre 100
124
AHN. Colección Fondo Antiguo.
125 BN. Biblioteca Americana, Colección de Documentos inéditos para la Historia de Chile, José Toribio
Medina. “Informe del estado del Real Ejército de este reino de Chile y de la reducción y cristianización de
los indios de esta provincia”. Tomo 171. N° 3595
126 Ibíd.
57
hombres, muertos o fugitivos, y aunque cada año traigan 100 soldados,
faltan otros 100.”127
Se puede ver que en esta fecha, la cantidad de plazas aproximadas alcanza con suerte
las 1.500, pudiendo ser muchas menos si se considera que las filas de las compañías
estaban completamente raleadas por la deserción.
El informe de Ibáñez de Peralta pudo ser clave para creación y aplicación del Real
Placarte, que ya el 26 de Abril de 1703 se puso en funcionamiento, quedando el Ejército
constituido con 8 compañías de Infantería con 14 oficiales de Plana Mayor, 93
arcabuceros y 31 mosqueteros. 5 Compañías de Caballería con 3 oficiales de Plana
Mayor y 100 soldados cada una y 21 artilleros. Además redistribuía dos de las
compañías de Infantería, una de guarnición en Chiloé junto con otra de caballería, y
otra en Valparaíso.
La reglamentación de los sueldos del Estado Mayor aparece también perfectamente
detallada, y es la que se expone a continuación.128
Tabla 2.2.3.1
Estado Mayor Sueldo (al año)
Capitán General $8.000 de ocho reales
Una ayudante General que hubiera sido
Capitán de Infantería
$300
Sargento Mayor de Infantería $900
Maestre de Campo de Infantería $1.320
Un Ayudante que hubiera sido Alférez
de Infantería
$300
Dos trompeteros $100 cada uno
Un Capellán Mayor del Ejército $500
Un Comisario General de Caballería,
empleo que debía ser ocupado por el
127
Ibíd.
128 Ibíd.
58
más antiguo de los que entonces
existieran en el reino, interinamente,
mientras el Rey proveyera en propiedad
a proposición del Gobernador el cual
debía también señalar provisionalmente
el sueldo que debían gozar.
Un Trompeta $100
Un Teniente que antes hubiera servido
en la Caballería
$300
Un Capellán de la Caballería $300
Un Auditor General que debía ser el
Oidor que le tocase por trienio
$1.000 de ayuda de costas
Un veedor General $2.000
Un Capellán para el presidio de
Valparaíso
$300
Un Cirujano Mayor $300
Tres Ayudantes de Cirujanos $60 cada uno
Un Lengua General $150
La Caballería, que había quedado reducida a 5 compañías con la dotación ya
mencionada, quedó fijada con los siguientes sueldos.129
Tabla 2.2.3.2
Caballería Sueldos
Un Capitán de entre lo más antiguos
que hubiera en el ejército con
caracteres de provisorio mientras el
Rey nombrara en propiedad a
propuesta del Gobernador, quedando
en el futuro su nombramiento a cargo
$750
129
Ibíd.
59
del monarca
Un trompeta $100
Un Teniente que también debía elegirse
de entre lo más antiguos
$300
Un Capitán de Cabo reformado, con el
sueldo ordinario de plaza sencilla más
$10 al mes de ventaja
Cien soldados $100 cada uno
A la Infantería, con las 8 compañías ya mencionadas, y al cuerpo de 21 Artilleros, se le
asignaron los siguientes sueldos.130
Tabla 2.2.3.3
Infantería Sueldos
Un Capitán, en la misma forma y con
las mismas limitaciones que los de
caballería
$600
Un Tambor $80
Un Alférez de entre los más antiguos $250
Un Sargento de entre los más antiguos $250
Dos Capitanes de Infantería reformados $60 y $10 más el mes de ventaja
Cuatro Alférez reformados con $4 de ventaja al mes, además de la
plaza sencilla
Noventa y tres Arcabuceros $80 cada uno
Treinta y un mosqueteros $100 cada uno
Tabla 2.2.3.4
Artillería Sueldos
Un Capitán de Infantería $250
130
Ibíd.
60
Ocho Artilleros $100 cada uno
Un Carpintero de Ribera $150
Un Carpintero Blanco $100
Un Albañil $100
Un Calafate $100
Un Armacerol $100
Un Preboste $150
Seis soldados que debían asistirle $80
Las Compañías de Infantería y Caballería destinadas a la provincia de Chiloé quedaron
con la siguiente dotación y sueldos.131
Tabla 2.2.3.5
Soldados Sueldos
Un Capitán de Infantería $600
Un Alférez $250
Un Sargento $150
Cuatro Cabos de Escuadra $100 cada uno
Un Tambor $80
Cuatro Capitanes de Infantería
reformados
$120
Ochenta y ocho Soldados $80
Un Capitán de Caballería $750
Un Teniente $300
Cuatro Cabos de Escuadra $120
Un Trompetero $100
Cuatro Capitanes de Caballería
reformados
$160
Ochenta y nueve soldados de
caballería
$100
131
Ibíd.
61
Finalmente, en la guarnición del puerto de Valparaíso, se ordenó hubiera una compañía
de infantería con la dotación siguiente:
Tabla 2.2.3.6
Guarnición de Valparaíso Sueldos
Un Capitán $600
Un Alférez $250
Un Sargento $150
Cuatro Capitanes de Caballería
reformados
$120
Cuatro Cabos de Escuadra $100 cada uno
Un Tambor $80
Ochenta y ocho Soldados $80 cada uno
Así, el ejército quedó vio reducido a 1.640 plazas, bien organizadas. Al reducir la cifra
de soldados y regular la cantidad de oficiales permitió, en parte, aliviar el erario, en
conjunto con una serie de tratados que tenían como objetivo mejorar la distribución del
Situado y regular su gasto.
2.2.1.1 Reformas al Real Situado.132
Si había algo que debía ser reformado, era el Real Situado y todo lo que tenía que ver
con él, entendiéndose como tal su distribución y repartición, así como también la
necesidad de llevar a cabo una fiscalización que fuese realmente eficaz y “para quitar
de raíz muchos abusos y fraudes que con el transcurso del tiempo se habían
ocasionado en perjuicio de la Real Hacienda y del caudal del Ejército”133.Para esto, se
132
Para el estudio de los tratados concernientes a reformar el Real Situado, se utilizará a lo largo del
capítulo el documento extraído de: AHN. Colección Fondo Antiguo. “Nueva disposición o Real Placarte”.
Vol. 35, Pieza 5°
133 Ibíd.
62
ratificó la Real Cédula de 13 de Septiembre de 1687 y la Corona adjuntó además 32
tratados en el Rea Placarte para explicar la manera de reducir gastos innecesarios y
reformar algunos aspectos concernientes a su fiscalización y distribución, que se
expondrán a continuación de manera general:
1. En orden de evitar futuros fraudes derivados de la detención del Situado en
Santiago, el Gobernador debía ordenar que la Veeduría General para que se
pidieran las cuentas de los gastos y provisiones del ejército de forma anticipada,
para que las decisiones estuviesen ya tomadas cuando llegara el Situado. Así,
una vez elaborada la prorrata, cuando estuviese todo aprobado por la Real
Audiencia, los pagos se efectuaran de inmediato, sin mayor dilación.
2. Quedaba prohibido obligar a los soldados a comprar Bulas de la Santa Cruzad,
quedando a juicio de ellos mismos la decisión de adquirirlas.
3. Previo a la construcción, reparación o cualquier obra relacionada con los fuertes
de la frontera, se debía realizar una estimación previa del gasto, antes de hacer
la prorrata
4. El dinero disponible para invertir en los agasajos a los indios quedó limitado a
41.500 pesos.
5. En relación a la cura de los soldados heridos o enfermos, la Audiencia, con
asistencia del Veedor General, tenía la tarea de señalar la cantidad que se
estimase conveniente para la dicha tarea, que debía ser lo más moderada
posible. Con respecto a las medicinas, el boticario quedaba a cargo de ellas,
cuidando la Audiencia de que la tasación del médico fuera al menor precio
posible.
6. Al morir un soldado o cura de algún fuerte, a los cuales se les hubiera debido
dinero, éste quedaría repartido entre los demás miembros de la compañía.
63
7. Los sueldos de los soldados y curas nuevos debían ser igualados con el de los
más antiguos a porción de lo que tuvieren devengado.
8. No se debía obligar a los soldados a dar limosnas de caridad, quedando en la
más absoluta de las prohibiciones que los oficiales los presionaran o
descontaran de su sueldo dichas limosnas. Quedaba en la misión de los
religiosos motivarles, a fin de que cada uno contribuyera según su propia
devoción.
9. Para determinar la porción de limosna con que anualmente se ayudaba al
Convento de San Francisco, se debía organizar una junta integrada por el
Gobernador, el Fiscal de la Real Audiencia y todos los capitanes de ejército.
Además debía dejarse constancia por escrito de que a su vez, el convento, diese
entierro a los soldados en él, otorgando las misas y aniversarios
correspondientes.
10. El aprovisionamiento de los fuertes, tercios y parajes, se debía realizar mes a
mes, o cada dos meses, por los asentistas o personas que quisieran rematarse
el aprovisionamiento. Se prohibió además, valerse de los soldados para la
conducción de los pertrechos.
11. Quedaba suprimido en adelante el oficio de Tenedor de Pertrechos y municiones
del ejército. Desde ese momento, quedaba a cargo de los oficiales reales la
compra y custodia de los dichos efectos. Los oficiales debían turnarse
comenzando con el más antiguo de ellos, suprimiéndoles el sueldo de oficiales y
gozando de la mitad del sueldo que gozaba el tenedor, mientras realizaran su
labor.
12. No se debía admitir como soldados a quienes vivieran en las cercanías de los
presidios. Se debía entonces reclutar a los soldados a no menos de 20 leguas de
distancia del dicho presidio o fuerte. En caso de que la necesidad lo requiriera, el
Gobernador debía consultar previamente a la Real Audiencia.
64
13. Se les prohibió además a los soldados el calzarse en lugar por un precio
determinado, debiendo el Gobernador estipular las medidas convenientes.
14. Uno de los Oidores de la Real Audiencia, comenzando por el más antiguo, debía
permanecer en todo momento en la ciudad de Concepción, durante un lapso de
3 años, para estar más cerca del ejército y así tomar cuenta más detallada de los
gastos que cada año realizaba el dicho ejército. Además, debía realizar todas las
acciones que le fuesen posible para la buena administración del Situado,
debiendo conocer bien sus causas civiles y criminales, además de visitar con
regularidad a los indios y mantenerlos en paz. Debía también realizar la labor de
Auditor de guerra mientras permanecía en Concepción, quedando este cargo
definitivamente extinto
15. De lo que sobrara de la distribución del Situado, en virtud de la reducción de las
plazas, se debía remitir un 5% el que debía ser destinado al pago de los sueldos
adeudados por Situados anteriores. El resto, debía ser sometido a prorrata y
repartido entre los demás interesados, hasta la total extinción de los créditos.
16. Finalmente, se modifico la cédula de 1687 con respecto a la obligación que
tenían el Fiscal de la Audiencia y el Oidor Decano de recurrir a la ciudad de
Concepción durante la distribución del Situado, por tratarse de un viaje
engorroso y aparentemente innecesario, que sólo dificultaba la paga de los
soldados, y a su vez, generaba problemas en la Real Audiencia la ausencia de
los funcionarios mencionados. Quedó estipulado que sólo debía asistir a la junta
el Gobernador, Oidor de la Audiencia, el Veedor General y los Oficiales Reales.
Así, quedaron estipuladas las reformas hechas al Real Situado, intentando cubrir
detalladamente cada aspecto de su distribución, manejo y fiscalización. El espíritu
reformador de los borbones de deja sentir en el Real Placarte, siendo la primera
disposición legal tan detallada, que a su vez respondía a lo aprendido durante todo el
siglo XVII, en materias de subvención del Ejército.
65
El Real Placarte se mantuvo en funcionamiento durante 50 años, a pesar de las críticas
hechas principalmente por los gobernadores, reflejando la sabiduría legal que subyacía
en él. Pero a pesar de que su diseño estaba inteligentemente realizado,
complementado a su vez con la Real Cédula de 1687, su aplicación no significó un real
cambio para el Reino y sin embargo, se mantuvo firme hasta la nueva reestructuración
hecha por el Conde de la Superunda en 1753.
2.2.2 Manso de Velasco y la Ordenanza de 1753
“Por cuanto S.M (que Dios guarde) en consideración de la necesidad de
reducir a el pie conveniente los presidios de estos reinos del Perú y de Chile;
fue servido por su Real orden de 22 de Mayo de 1748 comunicado por el
Excmo. Señor Marques de la Ensenada, de tomar resolución para que yo los
reglase sin respecto a el estado antiguo de sus dotaciones.”134
Manso dictó específicamente dos reglamentos para Chile, uno para las plazas de la
Frontera de Concepción, Valparaíso, Chiloé y las islas de Juan Fernández y otro para
Valdivia. No hay que olvidar que el batallón fijo de Valdivia había sido un ejército
completamente aparte y no tenía relación con el Ejército de la Frontera más que la de
defender el mismo suelo y que hasta el 17 de septiembre de 1740, por Real Cédula,
dependía no de la gobernación de Chile, sino más bien del Virreinato del Perú,
jurisdicción que sería retomada nuevamente por el virreinato en 1813 para el inicio de
la reconquista española.
El cimiento principal de ésta ordenanza elaborada por Velasco, debe entenderse a
partir de la noción de que “abandonada ya la idea de dominar a los araucanos por las
armas, se hizo necesario ir a una reducción del ejército”135, lo que a su vez aliviaría los
gastos y ayudaría a regularizar los pagos. Luego del parlamento de Negrete, y por Real
Cédula, España había renunciado definitivamente la lucha y al objetivo de conquistar e
integrar el territorio araucano.
134
BN. Biblioteca Americana, Colección de Documentos inéditos para la Historia de Chile, José Toribio
Medina. “Reglamento para la guarnición de las plazas de la Frontera de la Concepción, Valparaíso y
Chiloé del Reino de Chile y de las islas de Juan Fernández.”. Tomo 95, foja 107.
135 Roberto Oñar, Carlos Roa, Op.Cit. Pág. 107
66
La última gran revuelta indígena de 1723 tomó a los españoles en una situación no
muy favorecida. El ejército, como se verá más adelante, se encontraba en pésimas
condiciones y con no más de 400 soldados para defender la Frontera. Ante esta
situación, los indios se volvían cada vez más osados en sus actos y finalmente la
situación estalla en rebelión. La imposibilidad de ambos bandos de imponerse por la
fuerza lleva los beligerantes a asistir al conocido Parlamento de Negrete, en 1727.
Entre otros puntos, ambas partes acordaban deponer las armas, y “en consecuencia de
esta rendición, han de ser amigos de amigos, y enemigos de nuestros enemigos”136,
llevando a los españoles a renunciar de la Araucanía y a remover los fuertes al otro
lado de la Frontera.
“Que poco ha en este alzamiento se tuvo por conveniente retirar los fuertes
que se hallan en la otra banda del Biobío, de que se ha dado cuenta a S.M:
Ha de quedar a mi arbitrio, si pareciere conveniente, según el estado de
ellos, volvernos a reedificarlos.”137
Recayó entonces, la responsabilidad de reformar el ejército del reino en el Conde de la
Superunda, Manso de Velasco, quien entonces era gobernador de Chile, y que conocía
muy bien las ordenanzas que regían a los ejércitos europeos. Le propuso entonces al
Rey modificar el Real Placarte, llenando los vacios que este tenía y reestructurarlo para
que se adaptase mejor a la realidad el reino. De esta forma, Manso dictó una serie de
cláusulas con el nombre de Ordenanzas, y que estaban dirigidas a regular los
diferentes puntos relativos al Real Situado y otros problemas jurisdiccionales y de
mando, que los tratados del Real Placarte se habían olvidado de estudiar Además se
rectificaron nuevamente los sueldos, y que al reducirse drásticamente la cantidad de
plazas, aumentaron y se volvieron más regulares.
2.2.2.1 Nueva composición y organización
El Reglamento de Manso de Velasco dio un giro radical a lo que hasta el momento se
había conocido como Ejército del Reino de Chile. La cantidad de plazas quedó
136
José Antonio Pérez García, “Colección de Historiadores de Chile y de documentos relativos a la
historia nacional”, Santiago, Impr. Del Ferrocarril, 1861, Vol. 23, Pág. 350.
137 Ibíd.
67
reducida a menos de la mitad, y los sueldos mejoraron, aun que más importante que el
alza de los sueldos, el objetivo principal era que la paga alcanzara para todos y que no
existieran retrasos con ello, evitando así, escenarios como el de la última década del
siglo XVII. Así, los sueldos quedaron definidos de la siguiente manera:
Estado Mayor138
Tabla 2.2.2.1.1
Estado mayor Sueldos
Un Maestre de Campo General, con
residencia en la Plaza de Arauco, a
cargo de una compañía, pero sin
sueldo de Capitán, recibiendo por su
empleo
$192 al mes
Un Veedor General, con cado de
sostener a su costa los gastos de su
oficina
$125 al mes
Un Comisario General de Caballería,
teniendo a su cargo una compañía de
Caballería aun que sin gozar sueldo
como Capitán de ella
$75 al mes
Un Sargento Mayor de la tropa, a cuyo
cargo debía haber una compañía de
Infantería
$67 al mes
Un Sargento Mayor de las milicias de la
ciudad de Santiago
$17 al mes
Un Ayudante del Capitán General $20 al mes
Un Preboste General $12, 4 reales al mes
Un Armero Mayor $25 al mes
Un Cirujano $20 al mes
Un Intérprete de la Lengua General $12,4 reales al mes
138
Roberto Oñat, Carlos Roa, Op.Cit. Pág. 99
68
Un Capellán Mayor $34 al mes
Ocho Capellanes menores empleados
en las plazas y fuertes de la Frontera
$12,4 reales al mes
Compañías de Infantería139
Tabla 2.2.2.1.2
Infantería Sueldos
Un Capitán $42 al mes
Un Teniente $18 al mes
Un Alférez $15 al mes
Dos Sargentos $10 al mes cada uno
Dos Cabos $7 al mes cada uno
Un Tambor $6,4 reales al mes
Cuarenta y cinco soldados $6,4 reales al mes
Compañías de Caballería140
Tabla 2.2.2.1.3
Caballería Sueldos
Capitán $50 al mes
Teniente $21 al mes
Un Alférez $17 al mes
Dos Cabos $8,4 reales al mes
Un Trompera $8 al mes
Treinta y siete soldados $8 al mes
Cuerpo de Artilleros.141
Tabla 2.2.2.1.4
139
Ibíd.
140 Ibíd. Pág. 101
141 Ibíd. Pág. 102
69
Artillería Sueldos
Un Capitán $21 al mes
Un Condestable $7,4 reales al mes
Diecinueve Artilleros $7 al mes
Ochenta soldados indios en las
reducciones
$2 al mes
El ejército quedó entonces compuesto por un total de 16 compañías que sumaban 750
plazas. De infantería quedaron 10 compañías, con 50 hombres cada una, y de
caballería 6 con la misma cantidad de hombres. “De las compañías que quedasen en
Concepción se debía sacar 19 hombres para desempeñar el oficio de artilleros”142.
Otros puntos importantes que Velasco reformó, tenían relación con la justicia militar. En
los reglamentos anteriores no se había visto esta preocupación, por lo que Manso
dispuso:
“Cuando un soldado cometiere delito de muerte, robo o incendio, debía
sustanciarse su causa y dictarse sentencia en conformidad a la Ordenanza
General […] En cuanto al delito de deserción, que junto con los anteriores
fueron los únicos que reglamentó, debía ser castigado en alguno de los
presidios de la Frontera, y en caso de reincidencia, en la Plaza de Valdivia o
en las Islas de Juan Fernández”143
Con respecto a las promociones de los oficiales, la elección que el Gobernador
tomara era sólo de carácter interino, y la promoción oficial debía ser efectuada por
el monarca. Para esto, era de obligación del Gobernador proponer a la Corona al
menos 3 oficiales, de los más beneméritos, para ocupar el cargo vacante. Por
esta razón, en la segunda mitad del siglo XVIII abundan documentos sobre
propuestas de empleos militares:
“Hallándose vacante en la tropa de esta frontera la compañía de infantería
que servía Don Juan Antonio Santa María, y por ascenso suyo a Capitán de
142
Roberto Oñat, Carlos Roa, Op.Cit. Pág. 107
143 Ibíd. Pp. 110-111
70
Cavalleria y siendo preciso proveerla en persona de conducta, valor y
aplicación propongo a V.S usando de la facultad que tiene concedida S.M.
En primer lugar a Don Baltazar Gómez Teniente de infantería. En segundo
lugar a Don Bernardo Baeza Teniente de caballería. En tercer lugar a Don
Lareano Bueno teniente de infantería. Todos los propuestos son
beneméritos para ser atendidos, pero particularmente Don Baltazar Gómez
propuesto en primer lugar por su antigüedad.”144
También se preocupó Manso de Velasco de dar nueva distribución a las
diferentes compañías regladas, dotando los diferentes fuertes de una cierta
cantidad de ellas, dependiendo la importancia de la Plaza. La mencionada idea de
la monarquía de abandonar la guerra ofensiva y pasar de manera permanente a
la defensiva, dio origen a una constante vida de guarnición en la Frontera,
quedando sus plazas fuertes regladas de la siguiente forma:
Plaza de Concepción145
Siendo esta ciudad la capital de la Frontera, se establecieron para su guarnición 3
compañías, 2 de infantería y una de caballería. De ellas, debía sacarse 19
hombres para que llevasen a cabo el oficio de artilleros. También quedaba
ordenado que se seleccionaran de dichas compañías de infantería, 19 fusileros
que al mando de un subalterno, debían guarnecer el Fuerte de San Pedro.
Plaza de Arauco146
Debían existir en esta plaza dos compañías. Una de infantería que estaría cargo
del Maestre de Campo General y otra de Caballería al mando del Comisario
General de Caballería. De la compañía de Infantería debían seleccionarse
además, 12 fusileros para que tuvieran a su cargo la defensa del Fuerte Colcura,
al mando de un Subalterno. 144
AHN. Fondo Capitanía General. Vol. 818, foja 34.”Propuesta de Empleos militares de la Frontera,
desde 10 de Octubre de 1770”
145 BN. Biblioteca Americana, Colección de Documentos inéditos para la Historia de Chile, José Toribio
Medina. “Reglamento para la guarnición de las plazas de la Frontera de la Concepción, Valparaíso y
Chiloé del Reino de Chile y de las islas de Juan Fernández.”. Tomo 95, foja 119
146 Ibíd. Foja 120
71
Plaza de Tucapel.147
Se destinó una compañía de Caballería para su defensa.
Plaza de Purén148
A Purén se destinaron dos compañías. Una de Infantería y otra de Caballería.
Fuertes de Santa Juana y Talcamávida.149
Se emplearon en el fuerte de Santa Juana una compañía de Infantería. Así
mismo, de la dicha compañía, se debían seleccionar 12 fusileros para que, al
mando de un subalterno, guarnecieran el fuerte de Talcamávida.
Fuertes de Los Ángeles y Nacimiento.150
Se destinó para ambas una compañía de infantería que debía ser dividida por la
mitad. El teniente de la dicha compañía tendría a su mando el fuerte de
Nacimiento.
Plaza de Yumbel.151
La defensa del fuerte de Yumbel estaría a cargo de dos compañías. Una de
Infantería y otra de Caballería.
Castillo de Valparaíso.152
Tendría el Castillo de Valparaíso, la dotación de una Compañía de Infantería, que
estaría bajo el mando del gobernador del puerto. De la dicha compañía, se
seleccionarían 8 soldados , para que sirvieran de guardia personal del Capitán
General.
Fuertes de Chacao y San Miguel de Calbuco, de la Provincia de Chiloé 153
147
Ibíd.
148 Ibíd.
149 Ibíd.
150 Ibíd. Foja 121
151 Ibíd.
152 Ibíd.
72
En el fuerte de fuerte de Chacao haría servicio una compañía de Caballería y en
el de San Miguel de Calbuco lo haría una de Infantería, cada una con 50 hombres
según quedaba reglado.
Islas de Juan Fernández154
Quedaba establecido que una compañía de infantería, con 50 hombres, quedaba
a cargo de su defensa, como lo estipulaba su respectiva dotación.
Figura 2.2.2.1.5
Distribución de las Compañías a lo largo de la Frontera, según el
Reglamento de Manso de Velasco. 1753
153
Ibíd.
154 Ibíd.
73
2.3 Nociones generales Emanadas del Reformismo Borbón.
Muerto el último de los Austrias, la casa de Borbón asumió el control de la monarquía
española, con un espíritu reformador digno de admiración. Los primeros borbones,
Felipe V, Fernando VI y mas sorprendentemente aún Carlos III, concentraron sus
esfuerzos en renovar el estado de la vieja administración de los Habsburgo, y
principalmente en mejorar el estado de la defensa americana.
La creación del Ejército de América, que se constituía de una serie de
reglamentaciones que daban pie a las nuevas compañías de dotación fijas, fue la
respuesta que encontró la corona durante el siglo XVIII para mejorar el anticuado
sistema de Compañías de Presidio, y aun que su efectividad sufrió los mismos
problemas que la anterior, no se puede negar que su organización, a nivel estructural y
legislativo estaba perfectamente detallada y reglada.
A su vez, el Ejército de Chile, siempre se mantuvo un paso más adelante en
comparación al resto de América. Su organización a principios del XVII excedió a la de
cualquier otra Compañía de Presidio americana y entrando ya en el siglo XVIII la
aplicación del Real Placarte daba nueva estructura, dotación y reglamentación al
ejército del reino de chile, de forma previa a la de cualquier otra reglamentación hecha
en el continente para la formación del Ejército de América. Así, el Placarte fue diseñado
principalmente para apalear las fallas que existían hasta el momento en la
administración del Real Situado, cuyas falencias se habían revelado de forma
manifiesta a finales del siglo XVII, como se ha tratado en el capítulo anterior.
Durante 50 años rigió el Placarte el régimen legal del ejército, hasta la aplicación del
Reglamento de Manso de Velasco. Esta ordenanza es de una importancia tremenda si
consideramos la reducción que hizo de las plazas, al establecerse de manera definitiva
la guerra defensiva. La relación infantería caballería siguió siendo la misma, pero el
cambio relevante es la importancia que toma la artillería, formando Manso de Velasco
una compañía específicamente organizada, con oficialidad y sueldos definidos, además
de seleccionar oficiales que enseñaran el oficio de artillero.
74
Tenemos, así, en el siglo de las luces, aun ejército real organizado legalmente por los
borbones, cuya necesidad por establecer reglamentaciones especiales para su
dotación y organización se hace evidente.
75
H
3. Parte Tercera: Aplicación de las Reformas
155
asta este punto, el trabajo se ha introducido al estudio del ejército del Reino
de Chile, comenzando desde sus inicios en los primeros años del siglo XVII
hasta las primeras dos reformas hechas por los borbones en la primera
mitad del siglo XVIII. Se ha descrito con el máximo detalle posible dichas mejoras,
conocidas como el Real Placarte, en 1703 y el Reglamento de Manso de Velasco, de
1753. Toca ahora, en el capítulo presente, guiar toda la información hasta ahora
descrita e hilarla hasta un objetivo común. Se debe primero, sin embargo, plantear tres
problemáticas principales: Elaboración de una reforma, aplicación de ésta y si su puesta
en marcha tiene o no los efectos o resultados esperados.
Con respecto a lo primero, los reglamentos emitidos por la corona, y que se han
descrito, estaban elaborados con el propósito de encajar a la realidad del reino y se
esperaba que su implementación sirviera para solucionar los problemas a los que las
Ordenanzas Generales no eran capaces de adaptar al contexto chileno. El segundo
punto a considerar es si las distintas materias concernientes en las reformas se llevaron
a la aplicación práctica y si cumplieron con las expectativas, solucionando las
dificultades para las cuales fueron diseñadas.
155
AHN. Fondo Capitanía General, Volumen 821, Foja 38. “Relación de la compañía de las milicias de las
plazas y fuertes de la frontera”
“Todos los oficiales, cabos, y
soldados, no gozan de pagas, ni
prestación alguna. Sirven siempre que
se ofrece, con sus caballos, y armas
que se reducen a una lanza mal
avenida. La talla y disposición de estas
milicias no se puede mejorar, si fuera
adiestrada en el manejo del fusil.”
76
El capítulo que a continuación se presenta tiene como fin representar la aplicación de
los reglamentos emitidos, basándose en las variables descritas en los capítulos
anteriores.
3.1 Evolución y Aplicación de los cambios hechos al Situado
El Real Situado, desde su implementación en 1603, no sufrió grandes cambios a
excepción del aumento de su cifra, que quedó rápidamente establecida de manera
definitiva en 1606 con la Real Cédula emanada de Felipe III. De ahí en adelante, lo
único que se hizo en el siglo XVII por implementar cambios fue reglamentar su vía de
llegada al país que, en 1687, quedó estipulada junto con otros puntos que estaban
dirigidos a terminar con algunos problemas, muy generales, de administración y
repartición, en orden de evitar futuros fraudes. Sin embargo, a pesar de que los
cambios fueron aplicados con éxito, eso no significó que la situación cambiara y el
estado de las cosas a finales de ese siglo demostró que aún había mucho por hacer.
Ya con la aplicación del Placarte en 1703 las cosas se intentan regularizar de manera
más detallada. Si bien esta reforma dictaba nueva planta y dotación para la estructura
del ejército, su principal aporte fue en relación a su esfuerzo por legislar todo lo
relacionado con el Real Situado, lo que se manifestó además, en los 32 tratados que
contenía el Placarte para reformar aspectos muy específicos. Pero la verdad de las
cosas fue que los problemas continuaron, y el estado de la frontera no cambio mucho;
pero, ¿Cuál era la razón?
Don Francisco Ibáñez de Segovia y Peralta, sucesor de don Tomás Marín de Poveda,
recibió en sus manos la gobernación del Reino en 1700 con una situación fronteriza
totalmente desastrosa. Se vio en el capítulo anterior como en el informe que escribe al
rey sobre las plazas en el ejército, refleja una falta notable de soldados y de
información, así como contiene las cifras de deserción que, aun que aproximadas, eran
enormes. Cuando la solución a sus problemas llega, materializada en papel con el
nombre de Real Placarte, el Gobernador Ibáñez no ve con buenos ojos la nueva
ordenanza, y escribiendo al rey, en 1704 dice:
77
“Antes de ponerlos en práctica, pues aunque prevengo que el celo de estos
ministros que informaron a V.M sería muy grande en desear sus mayores
servicios no le pudieron hacer con la inteligencia y expectación que se
necesitaba para alterar unos establecimientos que se habían observado
tantos años porque para ello era necesario de suma inteligencia en las cosas
de la guerra de este Reino y una práctica muy continuada de la Frontera y
aquellos ministros no tuvieron ninguna porque no siendo de su profesión las
cosas militares, tampoco se dieron en la frontera sino un mes que fueron a
distribuir un Situado con Don Joseph Garro y no se movieron de la
Concepción”156
Con estas palabras, el gobernador daba a entender al monarca que las soluciones no
podían venir a través de una ordenanza elaborada por funcionarios peninsulares
burócratas “que están tan lejos del conocimiento de las cosas militares y de las que se
practican y han practicado la Frontera”157, buscando mejorar el rendimiento del Situado,
pero sin entender la situación de los soldados. Esto devino en una reducción notable de
los sueldos y por ende en un aumento considerable de soldados que abandonaban el
servicio. Otro problema que acaeció fue que, junto a la baja de sueldos, los precios de
los bienes en la frontera habían aumentado, producto de los turbulentos años que se
habían estado viviendo.
“Añádase, señor, otro motivo de no menor fuerza que poner en la noticia de
V.M, y es que cuando se le informó por los ministros sobre las cosas del
ejército había por lo menos 18 años desde cuando se ha alterado tanto este
Reino que una fanega de trigo y una vaca que valía entonces 4 reales, hoy
cuesta cuatro y cinco pesos y a este respecto todo los demás comestibles, y
156
BN. Biblioteca Americana. Colección de Documentos inéditos para la Historia de Chile, José Toribio
Medina. “El presidente de Chile responde a V.M lo que se le ofrece sobre el despacho de 26 de abril de
1703 que ha recibido tocante a la nueva forma que V.M se sirve de dar en la distribución del Situado y
reforma de la gente militar del ejército. Santiago, 15 de agosto de 1704”, Tomo 172. N° 3595
157 Ibíd.
78
con doblado exceso lo que toca al vestuario por la gran dilación de las
armadas”158
Ante esta realidad, no importaba mucho si los situados llegaban a tiempo o no, puesto
que los sueldos eran tan bajos, en relación a los costos de vida, que no alcanzaban
para que los soldados u oficiales se mantuvieran mucho tiempo en sus puestos. Ya
para 1719, habiendo pasado 16 años de la aplicación del Placarte, el estado de la
frontera seguía de manera idéntica.
“El lastimoso estado en que se haya el ejército y la Frontera es el mismo que
represento a V.M, sin exageración ninguna. Los fuertes todos arruinados y
las murallas también de manera que se pueden asaltar en batallón formado,
los alojamientos inhabitables y las pagas atrasadas.”159
Esta imposibilidad de habitar en los fuertes durante el invierno, representada por el
gobernador Don Gabriel Cano en 1719, obligaba a los distintos comandantes de
guarnición a permitir que los soldados residieran en sus estancias, a por lo menos 10 ó
20 leguas de distancia, “sin asistir jamás a sus plazas por no haber cubierto en ellas en
que guarecerse de las lluvias”160. Al igual como sucedía en las Compañías de Presidio,
el tener repartida a la gente de guerra aminoraba su capacidad efectiva y ayudaba a
promover la mala conducta. A tal punto llegaba la indisciplina que se practicaba a
menudo colocar un perro de centinela, esto, porque ninguno de los soldados del fuerte
quería hacer de guardia, protestando que estaban todos ellos graduados de Capitanes,
Tenientes y Alféreces, no correspondiéndoles aquella tarea. La defensa de la costa
también se encontraba totalmente a la deriva, y las baterías de artillería que
supuestamente debían de haber en Concepción, seguían sin uso y según el
gobernador Cano, “se puede asaltar con 70 hombres, y tiene (la artillería) tan corta
capacidad que no tienen las piezas, cuando las disparan, la suficiente para el
158
Ibíd.
159 BN. Biblioteca Americana. Colección de Documentos inéditos para la Historia de Chile, José Toribio
Medina. “Don Gabriel Cano al Rey: Representación que se hace del infeliz estado en que se haya aquel
reino indefenso, sin soldados ni armas. 16 de abril de 1719
160 Ibíd.
79
reculo”161. Por otro lado, las continuas retenciones del situado en Lima seguían
ocurriendo, a pesar de las cédulas y ordenanzas que estipulaban lo contrario, así como
también se dejaba de enviar soldados. Con respecto esto, el gobernador escribe:
“He hecho al señor Virrey repetidas instancias por los situados y reclutas de
que no he tenido respuesta y espero con las providencias que conduzcan a
la conservación de este reino en la primera ocasión que haya de Lima”162
Los atrasos del Situado, así como la poca paga que recibían los soldados, llevaron a la
Frontera a un penoso estado, y al Obispo de Concepción, en carta fechada el 16 de
abril de 1719, a describir al monarca el estado penoso de las cosas, confirmando lo que
el gobernador decía:
“Señor, deseo poner en noticia de V.M […] del estado en que se haya este
ejército y sus plazas y fuertes, en que puse la mayor atención, habiendo
estado y visto los ocularmente todos los que hay en toda esta Frontera […]
de cuan aniquilados se han hallado en tiempos atrás hasta el presente.”163
Así, en definitiva, volvemos a la pregunta ¿Por qué las reformas al Situado emanadas
del Real Placarte no aliviaron la situación de los soldados y de la vida en la Frontera en
general? Esto se debió, principalmente a que el Real Placarte, a pesar de haber sido
especialmente para el Reino de Chile, no fue elaborado con un total conocimiento de
los problemas que aquejaban al ejército y su objetivo principal fue aliviar el erario de la
Real Hacienda, si un mayor estudio del asunto.
3.2 El problema con la Dotación: Las falencias del Placarte
La estructura del ejército, entendiendo por ella la composición, organización y la
distribución y número de plazas, fue variando a lo largo de los dos siglos según la
161
Ibíd.
162 Ibíd.
163 BN. Biblioteca Americana. Colección de Documentos inéditos para la Historia de Chile, José Toribio
Medina.”Carta del Obispo de la Concepción al Rey. 16 de Abril de 1719
80
necesidad de los acontecimientos lo fue requiriendo. Así, nos encontramos con que al
momento de crearse el Real Ejército de Chile a comienzos del XVII, éste cuenta con 22
Compañías, 15 de infantería y 7 de caballería, contando en total el ejército con la cifra
de 2.850 plazas. La enorme cifra se entiende a partir del contexto, pues el
levantamiento indígena de 1598 tenía en jaque al reino y la corona arriesgaba la
posibilidad de perderlo por completo. Sin embargo como se vio en la parte segunda de
este trabajo, la continuidad de las plazas nunca fue estable y a lo largo del siglo XVII la
cifra de soldados en las filas del real ejército fueron sumamente oscilantes. Además, su
componente y adaptación tampoco fue la mejor. Gran parte de la soldadesca tenía su
origen en desertores y otros sujetos de mal vivir, y por otra parte su arraigo al sistema
de tercios españoles, como lo había querido Ribera tampoco pareció funcionar en
relación con la lucha araucana. El padre Alonso de Ovalle, en su Histórica Relación del
Reino de Chile, da un testimonio de aquello, no sin un ápice de letal ironía:
“He visto pasar a aquella guerra algunos soldados y capitanes de Flandes
que, hechos traer expuestos los cuerpos a las balas, hacían burlas de los
indios por no traerlas, y despreciaban su modo de pelear, pareciéndoles que
la ventaja que les hacemos en las armas de fuego, que ellos no tienen, nos
haría siempre superior a su valor, por grande que fuese. Esto pensaba antes
de llegar a la batalla, diciendo que eran los indios unos borrachos, que no
había que temerlos, pero cuando después se hallaban en la ocasión y
hacían experiencia en sus manos y veían la intrepidez y ánimo con que
embestían y el tesón con que duraban en la pelea, mudaban de parecer y se
persuadían a lo que antes no creían; y menos mal si salían enseñados, aun
que fuese en su propia cabeza, que tal vez no les daba lugar a desengaños
su corta suerte, como la tuvieron dos de estos capitanes, que me acuerdo,
que eran los que blasonaban y menospreciaban a los indios, y en la primera
batalla y encuentro que tuvieron con ellos, ahora diez o doce años, quedaron
muertos con otros de los nuestros”164
164
Alonso de Ovalle, “Histórica Relación del Reyno de Chile (1646)”, Instituto de Literatura chilena, 1969,
pág. 316
81
Ya se describió, la situación que se vivía en 1701, en cuanto a la notable falta de
soldados y lo raleadas que se encontraban sus filas con las deserciones, las cuales no
alcanzaban a ser cubiertas con los refuerzos que se enviaban del Virreinato. Ahora
bien, el Placarte estableció una dotación de 1.640 plazas, con 8 compañías de
infantería y 5 de caballería, cuya principal innovación consistía en la plana mayor bien
detallada que cada compañía debía de tener. Sin embargo para 1719 el ejército ya se
encontraba notablemente disminuido:
“El Ejército que con 600 o 700 hombres, entre infantería y caballería se debe
defender de los enemigos de mar y tierra habiéndose de guarecer con ellos
las plazas de Yumbel, Arauco, Valparaíso, la Concepción, siete fuertes y la
provincia de Chiloé que es la más avanzada y para la paga de esta gente
sea insuficiente el situado”165
Era claro que, si bien el plan de definir una dotación se hacía efectivo, esto no
aseguraba que la totalidad de las plazas se mantuviera fija. Este mismo ejemplo se
repite nuevamente en 1723. En un una representación del estado general del ejército
que se lleva a cabo para la instruir al Comisario General Don Diego de Escalada, con el
fin de que éste llevase tal información directo a la península, la situación luce, según el
documento oficial, de la siguiente manera:
“Este año de 1723 se halla el ejército con 750 plazas existentes de paga y
de servicio sólo 400 en esta frontera por componerse las demás de 180 que
sirven en Chiloé y Valparaíso y las restantes del Estado Mayor, de Veedor
General, Capellanes, soldados, lengua general, cirujanos y otros
oficiales…”166
El estado general en que se encontraba el ejército del reino durante las primeras 3
décadas del Siglo XVIII no reflejaban en lo absoluto el reformismo legal procedente del
165
BN. Biblioteca Americana. Colección de Documentos inéditos para la Historia de Chile, José Toribio
Medina. “Don Gabriel Cano al Rey: Representación que se hace del infeliz estado…Op.Cit”
166 BN. Biblioteca Americana. Colección de Documentos inéditos para la Historia de Chile, José Toribio
Medina. “Instrucción al Comisario General Don Diego de Escalada. 12 de Noviembre de 1723”. Tomo 178
N° 3989
82
Real Placarte. Sin embargo su aplicación no es la que está bajo cuestionamiento, sino
más bien su efectividad. Es indudable reconocer que las reformas generaron cambios,
y que los puntos que se establecieron fueron llevados a la realidad: Los sueldos
quedaron en efecto establecidos como se ordenaba, las dotaciones y número de
compañías que reglaban fueron llevados a la práctica, y los tratados que contenía
referente al Situado fueron aplicados. Sin embargo esto no es sinónimo de que el
Placarte tuviera, sobre el estado de las cosas, los efectos esperados, y que de hecho
no los tuvo. Como ya se trató anteriormente, la baja de los sueldos impedía que los
soldados se quedaran al servicio del Rey durante mucho tiempo, lo que a su vez
provocaba una imposibilidad de mantener la dotación completa de las compañías, que
habían sido reglada por el Placarte. Además, esto se sumaba a la difícil tarea de
reclutar nuevos soldados en el territorio, y por otro lado, a las constantes negativas o
imposibilidades, del Virreinato por enviar más soldados, armas o dinero. Por otro lado,
el descansar en las milicias, para complementar las bajas en el ejército regular, no era
una opción viable dado que carecían de un entrenamiento regular. El Gobernador
Cano, en su informe ya citado, afirma esta realidad.
“Todas las tropas enemigas que quisieran hacerse dueños de la ciudad (de
Concepción) podrían establecerse en ella […] por el tiempo que les
pareciere por que la abundancia de todo género de víveres, convida a esto
sin que se les pueda embarazar, en el estado en que está el ejército, no
siendo muy practicable oponerse con las milicias, así por el terror que tienen
de las bocas de fuego por el poco ejercicio de ellos, que no hay ninguno que
dispare una, hasta los mismos soldados del ejército, sin que no vuelvan la
cara, y así mal sostendrán el fuego con los enemigo.” 167
Resulta evidente, por tanto, que al estudiar el Real Placarte y luego compararle con la
situación en que se haya el ejército a 20 años de su puesta en marcha, la realidad de
las cosas arroje un resultado aparentemente claro: En su formulación y aplicación, el
Placarte falló en su tarea de cambiar la realidad del Ejército del Reino y que éste, se
encontraba en situaciones muy similares al siglo XVII. Sin embargo, y para no
167
BN. Biblioteca Americana. Colección de Documentos inéditos para la Historia de Chile, José Toribio
Medina. “Don Gabriel Cano al Rey: Representación que se hace del infeliz estado…Op.Cit”
83
arrebatarle todo el crédito, una de las cosas que esta reforma si logró instaurar con
éxito fue la efectiva creación de un Estado Mayor, junto con una oficialidad muy bien
definida, organización que se mantendrá hasta finales de la Colonia.
3.3 El Estado de la Frontera para la segunda mitad del Siglo XVIII: Fuertes y Tropa
Siguiendo la línea metodológica hasta ahora empleada, corresponde analizar la
aplicación del Reglamento de Manso Velasco. Ya en la segunda mitad del siglo XVIII la
Guerra de Arauco había tomado un matiz completamente distinto. Como se dijo, la
importancia del establecimiento de la guerra defensiva es clave para entender la
reglamentación elaborada por Velasco, pero también para comprender los nuevos
problemas van apareciendo. La Frontera se había ido convirtiendo a lo largo del siglo
en una línea fortificada, donde las compañías, ya reducidas por el Virrey, se
establecieron en los distintos fuertes, lo que transformó la vida fronteriza en una vida de
guarnición y es por esta razón que la ordenanza de Manso de Velasco es la primera en
distribuir las compañías detalladamente a lo largo de la Frontera, en los distintos
fuertes. Así, se hace necesario estudiar la situación del ejército a través de la condición
estructural en la que se encontraba la Frontera.
En 1768, Salvador Cabrito, como Maestre de Campo General de la frontera, llevó a
cabo una relación completa de la situación de los fuertes de la frontera, que dejaba ver
el precario estado en que se encontraban los fuertes, y el poco cuidado que había en
ellos. Entre el 12 de octubre y el 3 de noviembre, el Maestre de Campo visita los
fuertes de Yumbel, Tucapel, Santa Bárbara, Purén, Santa Juana, Arauco, Colcura, San
Pedro, Talcahuano y el de Nuestra Señora de la Luz, emplazado en Concepción,
entregando una lúgubre descripción:
“La fortificación de esta plaza(Yumbel), se compone de un cuadro, y dos
medios baluartes mal formados, de modo, que las dos cortinas del sur, y
oeste, se componen de tapia muy antigua, y mal construida, y las que miran
al norte, y al este, de piedra, de una construcción fatal pues se halla
considerable retazo del lienzo del norte en el suelo [...] La habitación, de
84
oficinas del comandante de la plaza se halla todas en el suelo, sin tener más
recurso que el de una sala y antesala, y a esta se le cayó la maior parte de
su corredor. Su techumbre, toda se caen, de modo que si esto no se repara
con la brevedad que tanto necesita se vendrá abajo.”168
De esta misma forma, describe el estado del fuerte de Tucapel:
“Las habitaciones de oficiales, capellán, cuerpo y guardias, sala de armas,
almacén y pertrechos, todo esto, se halla al caer, y son sus techumbres, en
la maior parte descubiertas de modo, que las armas, y municiones, no tienen
donde guardarse, y lo mismo la tropa, porque sus cuarteles, los mas están
en el suelo, y lo poco, que está habitable, al caer”169
El panorama continúa de forma similar en el resto de las plazas fuertes, dejando ver su
penoso estado. Posteriormente, a finales de siglo en 1795, Francisco de Ureta hace
una nueva “razón general de las obras en las plazas y fuerte de la frontera”170, en la
cual, en un detallado documento, describe todos los trabajos hechos en cada uno de
los fuertes. Sin embargo la gran mayoría de los fuertes son levantados a partir de las
mismas ruinas del anterior, reutilizando los mismos materiales, como pasa en el recién
mencionado Tucapel:
“En esta se volteo la iglesia que se hallaba arruinada, y se levanto de nuevo,
y se aumento el corredor del sur, y la mitad de la casa del cura capellán, se
volteo para correr el corredor del a iglesia y se levanto de nuevo la mitad de
la casa”171
Durante esta última mitad del siglo XVIII se llevan a cabo numerosas revisiones
concernientes al estado de la frontera, cual de todas es más dolorosa y de triste
respecto, manifestando la cruda realidad que se vivía en la región.
168
AHN. Fondo Capitanía General. Vol. 823. Foja 33, “Reconocimiento de las plazas de la frontera.19 de
Noviembre de 1768”
169 Ibíd.
170 AHN. Fondo Capitanía General. Vol. 823, Foja 170.
171 Ibíd.
85
Si se hace memoria a lo descrito en la parte segunda del presente trabajo, el objetivo
de la reducción de tropas hecha por Velasco era precisamente en mejorar la situación
del ejército y que, al aliviar el erario, mejoraran el sueldo y se regularizara su llegada.
Sin embargo, la situación en que se presentan las plazas demuestra, una vez más, la
incapacidad de mantener a la tropa unida, ya que obligaba, como se dijo anteriormente,
a los soldados a deshabitar los fuertes durante el invierno, por lo que se daba el caso
de que, acabado el invierno, no todos regresaban a sus puestos. Queda ahora por lo
tanto preguntarse ¿Qué pasa con el ejército que debe lidiar con esta realidad?
Encontrándose los fuertes en el precario estado ya mencionado, era claro las reformas
no habían logrado cubrir todos los aspectos concernientes, o había faltado una
organización más tenaz que las llevase a cabo ¿Qué se podía esperar de la tropa si los
fuertes donde debían pasar gran parte del año se encontraban completamente
inhabitables? Realmente no mucho. Sin embargo el problema de los fuertes e incluso
el de los pagos atrasados no era el único problema que se presentaba. El reino se
encontraba constantemente pidiendo ayuda logística al Virreinato del Perú; la falta de
armas de fuego y blancas, pólvora y caballos, que consistían en elementos esenciales
para el buen funcionamiento de todo ejército hacían tremenda falta, incluso después de
la aplicación del reglamento de Velasco. Incluso los uniformes, que se encontraban en
mal estado, o simplemente no estaban, eran causales de problemas:
“De la Carta de Vuestro Señor en que expone el mal estado en que se halla
el vestuario de los soldados del batallón de su cargo [...] razón individual de
lo que haya en ellas de vacantes desde el arribo del mismo batallón hasta
ahora, pues habiéndose remitido íntegramente todo el caudal
correspondiente, a su dotación, y verificándose en los intermedios de una, a
otra revista considerables bajas en su número, por muertes y licencias a los
que cumplido su término, debe existir el enser de los sobrantes del completo
de la dotación y contribuir esto en mucha parte para el coste de nuevo”172
Por otro lado, mucha de las implementas de los soldados se encontraban
completamente inservibles: Mosquetes, arcabuces, vainas y pólvora. Muchos
mosquetes se destrozaban en las prácticas de tiro; las vainas eran comidas por los
172
AHN. Fondo Capitanía General, Vol. 819, Foja 168. “Sobre la vestimenta de la tropa”
86
ratones que abundaban en la insalubridad del fuerte y en muchos casos la pólvora se
mojaba por las intensas lluvias y la penosa techumbre de muchos de los fuertes
mencionados anteriormente, simplemente no resistía.
En lo que concierne a los caballos disponibles para todo el ejército de la frontera, un
documento expedido por Jerónimo Rubio en 1775 revela una realidad no muy distinta a
la que hasta ahora se ha analizado. Rubio lleva a cabo una visita la Frontera con el
objetivo de contabilizar los animales existentes en las distintas plazas fuertes, habiendo
recibido quejas de los comandantes de las mismas, por la falta de caballos
principalmente. El estudio en terreno que elabora Jerónimo Rubio da estos resultados:
Tabla 3.3.1173
Destinos Caballos Yeguas Potros Potrancas Mulas Bueyes
En Yumbel 4 “ “ “ 1 8
En Tucapel 7 “ “ “ “ 8
En Sta. Bárbara 22 “ “ “ “ 4
En los Ángeles 22 6 “ “ “ 17
En el
Nacimiento
“” “ “ “ “ 2
En Sta. Juana 2 “ “ “ “ “
En Arauco 34 “ “ “ “ “
En San Pedro 49 23 2 10 33 1
Suma Total 136 29 2 10 34 40
173
AHN. Fondo Capitanía General. Volumen 820, Foja 26 – “Sobre la compra de caballos de cuenta del
rey para la frontera”
87
El informe, muestra de manera detallada la cantidad de caballos, yeguas, potros,
potrancas, mulas y bueyes que había en cada fuerte. Las cifras arrojan resultados
asombrosos si pensamos que la reglamentación de Velasco estipulaba un total de 250
soldados de caballería para el ejército. Más aún, el fuerte de Yumbel, que destaca con
4 caballos, tenía a su cargo además el entrenamiento de un cuerpo de caballería
miliciano que contaba con 205 hombres174, además de la compañía de caballería de 40
soldados con la que estaba dotada por reglamento. Los caballos eran pocos, y de esos,
muchos menos servían para la guerra, Jerónimo Rubio agrega:
“Siendo para todo ello [la guerra defensiva contra los pehuenches] tan
indispensable los remontes enteros de la tropa de cavalleria la que se halla
casi totalmente a pie pues en lo potreros del Rey sólo han quedado por toda
la frontera ciento treinta y seis caballos, según manifiesta el estado de ellos
que paso a manos de V.S el Maestre de Campo General Don Baltazar con
fecha en la Concepción a 2 de febrero del presente año y aun estos por de
otra a continuación los declara ser incapaces de servicio, añadiendo
posteriormente el Sargento Mayor Don Domingo Álvarez haberse muerto
después la mayor parte por las excesivas lluvias y tempestades que allí
reinaban durante este último invierno”175
Finalmente, y como cosa muy curiosa, se presenta en 1780, ya con la reforma de
Jáuregui en funcionamiento, 28 infantes del llamado Batallón Chile, se hacen
acreedores del beneficio por invalidez, lo que consistía básicamente en que ya no se
encontraban aptos para desempeñar labores militares y la totalidad de estos hombres
son destinados a servir a la Frontera. Lo que impresiona más del documento oficial es
la avanzada edad de los soldados:
174
AHN. Fondo Capitanía General. Volumen 821, Foja 38 – “Relación de las compañías de caballería de
las milicias”
175 AHN. Fondo Capitanía General. Volumen 820, Foja 26 – “Sobre la compra…Op.Cit”
88
Cuadro 3.3.2176
Compañías Nombre Edad Años
de
Servicio
Achaques Destinos
que
solicitan
Primera Nicolás Meléndez
(Sgto.)
Isidro Pasmiño (Sgto.)
70
48
46
28
Cansado
Cansado
Yumbel
Yumbel
Segunda Jacinto Vera (Sgto.) 57 30 Cansado Yumbel
Tercera Carlos Ruiz (Sgto.)
Antonio Islas (Sgto.)
Francisco González
(Sgto.)
54
52
82
36
27
30
Cansado
Cansado
Cansado
Yumbel
Yumbel
Talcamauida
Cuarta Joaquín Moraga
(Sgto.)
Cristóbal Albarez
(Sgto.)
69
68
33
33
Cansado
Cansado
Talcamauida
Santa Juana
Quinta Joseph González
Manuel López
84
52
39
27
Cansado
Cansado
Talcamauida
Concepción
Sexta Francisco Otrerta
(Sgto.)
Javier Olave (Sgto.)
Fhelipe Zapata (Sgto.)
Juan José Arévalo
(Sgto.)
Caieramo Sierra(de
Solo)
Juan Zabala (Sgto.)
67
62
72
54
59
34
27
29
27
32
22
13
Cansado
Cansado
Cansado
Cansado
Cansado
Ciego
Arauco
Yumbel
Yumbel
Yumbel
Santa Juana
Concepción
Séptima Manuel Santander 60 30 Cansado Yumbel
176
AHN. Fondo Capitanía General. Volumen 818, Foja 58 – “Acreedores a Invalides”
89
(Sgto.)
Juan José del Pino
(Sgto.)
Lorenzo Mora (Sgto.)
Bernardo Morales (de
Solo)
Alejo Millar (De solo)
Carlos Lisama (Sgto.)
65
57
44
48
62
29
34
24
24
26
Cansado
Cansado
Cansado
Cansado
Cansado
Yumbel
Yumbel
Yumbel
Yumbel
Yumbel
Octava Mauricio Bobadilla
Juan José Mansilla
Manuel Villagrán
Alberto Villar
Carlos Ortiz
Fermín Arocas
49
72
48
52
62
63
31
46
26
24
27
27
Cansado
Cansado
Cansado
Cansado
Cansado
Cansado
Yumbel
Yumbel
Yumbel
Yumbel
Yumbel
Talcamauida
Ante todo lo anteriormente expuesto, cabe preguntarse ¿Cuál fue el verdadero aporte
de la reglamentación de Manso de Velasco? La respuesta a esto no va en desmedro
del Gobernador y Virrey, Conde de la Superunda, sino más bien en el contexto general
de las cosas. La Ordenanza emitida por Velasco fue aplicada, y eso queda de
testimonio al encontrarse efectivamente el ejército con menos plazas y distribuidas
según sus órdenes. Pero la solución que esperaba alcanzar con esto, que fuera la
reducción de los gastos para mejorar los sueldos y asegurarse se hiciera justicia ante la
penosa realidad de los soldados, no se llegó nunca a realizar. Al igual que en el
Placarte su problema no se encontró en la aplicación si no en su diseño, y a pesar de
que la reglamentación de 1753 fue elaborada para adaptarse al contexto que vivía el
Reino, la realidad de las cosas demuestra lo contrario.
90
3.4 Gráficos y tablas comparativas
Se ha dejado este capítulo apartado, para exponer algunos gráficos que por su carácter
general, no podían estar en un capítulo especifico.
Gráfico 3.4.1
El gráfico expresa en dos líneas la evolución del Real Ejército de Chile, en términos de
dotación. La línea azul muestra las dotaciones que por reglamento debían existir,
mientras que la línea roja sigue la dotación real existente en la fecha, acorde a los
informes y cartas de la época.
1598 1603 1633 1653 1701 1703 1719 1723 1753
Dotación Reglada 0 2850 2850 2850 2850 1.640 1640 1640 750
Dotación Real 500 2850 1.235 900 1.200 1.640 600 750 750
0
500
1000
1500
2000
2500
3000
Nú
me
ro d
e S
old
ado
s
Evolución del Número de Plazas
91
A continuación se expresa comparativamente la composición del Ejército Real de Chile,
en relación a sus armas, en las 3 distintas etapas reformadoras.
Gráfico 3.4.2
Gráfico 3.4.3
31%
8%
1%
45%
15%
60%
Ejército del Real Placarte
Caballería: 5 Compañías Plana Mayor Artillería
Infantería: Arcabuceros Infantería: Mosqueteros
67%
33%
Ejército de Alonso de Ribera
Infantería: 15 Compañías Caballería: 7 Compañías
92
Gráfico 3.4.4
50%
35%
13%
2%
Ejército de Manso de Velasco
Infantería: 10 Compañías Caballería: 6 Compañías Estado Mayor Artillería
93
4. Conclusiones
A lo largo de todo este trabajo de investigación, se buscó analizar el impacto que
tuvieron las reformas emanadas del espíritu reformista de los Borbones. Se comenzó
desde lo general a lo más específico para dar un orden metodológico al tema. Así, se
pretendió explicar de manera rápida la evolución de más de 200 años que vivió Europa
para desarrollar la guerra moderna, propia de los siglos tratados en este trabajo. La
infantería tomaba el protagonismo en los campos de batalla al tiempo que se descubría
el continente americano, tan lleno de posibilidades. Este nuevo territorio, controlado
ahora por la dinastía de los Habsburgo de España, necesito de un plan de defensa
general, entrando en el siglo XVII, cuando ya las milicias locales y las huestes tardías
no podían llevar a cabo el trabajo, sin tener opción de poder rechazar a una potencia
extranjera, si esta decidía llegar para quedarse. Ante esto, la corona se vio en la
necesidad y obligación de proteger a sus vasallos y a sus territorios de ultramar, que
tantas riquezas generaban para España y pagaban por la Armada Invencible de Felipe
II. El plan diseñado entonces, consistió en las llamadas Compañías de Presidio,
compañías pagadas por la corona para la defensa de América. Entre estas, de destaca
la que es objeto de estudio en esta investigación, el Ejército del Reino de Chile. A
diferencia de las demás compañías dispersas por el continente americano, el ejército
de chile estaba organizado con un propósito mayor, que no sólo consistía en repeler
ataques de piratas y potencias extranjeras, si no de luchar contra un enemigo interno,
que amenazaba la estabilidad de la naciente gobernación de Chile, los araucanos. Así,
las compañías que servían en el Reino de Chile alcanzaron con mayor merecer la
calidad de Ejército, pues su estructura y organización la acercaba a ese estatus, más
que a las otras Compañías de Presidio.
Sin embargo como se analizó, el ejército que contaba con una dotación fija de plazas,
éstas fueron variando a lo largo de todo el siglo XVII, siendo víctima principalmente de
94
la deserción, además de las bajas por muerte que le infundían los araucanos, y al
mismo tiempo la imposibilidad de la corona de continuar enviando soldados a Chile.
Uno de los momentos más obscuros de la existencia del Ejército del Reino ocurre en la
última década del siglo XVIII, cuando el Conde de la Monclova, Virrey del Perú, decide
congelar el envío del Situado hacia el reino, lo que desata innumerables males.
En Respuesta a estos problemas, el siglo XVIII se iniciaba con grandes aires de
cambio. Los borbones se hacían cargo de la monarquía española y se iniciaba un
programa de reformas a nivel administrativo, económico y militar de gran escala. La
nueva dinastía venía con la intención de renovar la situación del imperio, y sobre todo
de las colonias españolas en América. Felipe V comenzó por renovar la estructura de
las Compañías de Presidio y se creó El Ejército de América en su lugar, cuyo centro
administrativo cambiaba, formándose una nueva oficialidad, cambiando la fisionomía
de las guarniciones americanas.
Así mismo, el Reino de Chile fue objeto de un cambio que buscaba adaptar el ejército
al nuevo siglo, organizando su oficialidad en Estados Mayores de Plazas, dotándolo de
nuevas soldados, nuevos pagos y lo que era más relevante, mejorar la fiscalización y
administración del Real Situado, que había sido objeto de innumerables robos y abusos
en el pasar de los años, ya que hasta el momento el ejército sólo se había regido por
leyes de carácter reglamentario y casuístico.
50 años más tarde, en 1753, Manso de Velasco, entonces Virrey del Perú, pone en
funcionamiento su Reglamento, que había diseñado mientras era gobernador de Chile,
y habiendo visto su realidad, creyó tener una mejor perspectiva que quienes habían
elaborado el Placarte, y así no dudo en pedir el permiso del monarca para elaborar una
nueva reglamentación. Habiéndose definido la Guerra Defensiva, el contexto de la
guerra y del Ejército cambiaban drásticamente y muchos de los puntos planteados en
el Placarte debían reformarse. Así Velasco reorganizó como primera cosa la dotación
del ejército, disminuyendo sus plazas de manera dramática, a menos de la mitad. En
95
vista de que el reino ya no necesitaría tantos hombres para hacer la guerra, dejó una
suma de 750 soldados, con las expectativas de mejores y más regulares pagas, y las
instaló a lo largo de la Frontera, ordenando su distribución detallada en cada fuerte y
provincia de Chile.
Sin embargo, al adentrarse el siglo XVIII, se deja entrever una realidad que se aleja
bastante del papel. Si bien, tanto el Placarte como el Reglamento de Manso de
Velasco, estaban teórica y legalmente muy bien elaborados, nunca lograron adaptarse
a la realidad que presentaba en Reino y la guerra en la Frontera. El Placarte por
ejemplo se preocupo de reglar el buen uso de las finanzas, cuidar la administración del
Situado e impedir en lo posible los robos y abusos colocando entre medio una serie de
trabas legales y una fuerte fiscalización a través de los oficiales reales. Pero esto no
bastó para que los Situados se quedaran más de alguna ocasión estancados en Perú,
aun que estas situaciones fueron menos recurrentes. No importaba en verdad si los
situados llegaban todos a tiempo, puesto que lo sueldos eran tan bajos que no
alcanzaban a los oficiales para poder vivir, dado que con lo alborotado que se había
encontrado la Frontera luego de más de 18 años de disturbios en los últimos años del
siglo XVII y primeros del XVIII que la gran mayoría de los víveres habían subido de
precio.
De esta manera el ejército del Real Placarte que estaba compuesto por 1.640 hombres
se ve reducido en 1723, a 750 plazas, con las que el reino debe hace frente al
levantamiento indígena de ese año. Ya con la celebración del Parlamento de Negrete
en 1727, comienza nuevamente la Guerra Defensiva, y el ejército se establece a lo
largo de la Frontera del Biobío y la política de Manso de Velasco se hace más apta pa
afrentar la nueva realidad: La vida de Guarnición. Sin embargo la drástica reducción de
dotación hecha por Velasco no rindió más frutos que el aumento de la paga a los
soldados. La verdad es que el problema se encontraba ahora en la infraestructura del
Ejército, en las plazas fuertes, que representaban la presencia española en el territorio.
96
Distribuidas la gran mayoría de las compañías por aquel paraje, su situación
continuaba siendo precaria, la logística del ejército estaba en pésimas condiciones.
Faltos de armas, de municiones, de entrenamiento adecuado, de caballos, y otros
suministros vitales para todo ejército, sumado a todo esto además, el penoso estado de
los fuertes, que se volvían inhabitables en los crudos inviernos, quedando todos en el
suelo, y la tropa dispersada por el territorio, volviendo a sus estancias durante el
periodo de lluvias.
En definitiva, la aplicación de las reformas se llevó a cabo sólo hasta un cierto punto. Si
bien los tratados y ordenanzas se cumplieron, esto no significó un verdadero cambio
para la situación del ejército y su fisionomía, dando siempre espacio para que
innumerables problemas fueran apareciendo. Tanto el Real Placarte como el
Reglamento de Manso de Velasco fallaron en su objetivo, y que aun que aplicados al
pie de la letra, no lograron responder de manera efectiva, ni adaptarse a la realidad
fronteriza que mutaba acorde a los acontecimientos. No hay que olvidar tampoco que,
el Ejército del Reino de Chile era muy distinto en su componente humano así como en
su realidad geográfica al Ejército español peninsular, en el cual buscaba su ideal de
imagen y semejanza, ejército que a su vez, era una copia calcada al Ejército Borbón
francés.
97
Bibliografía
Documentos
Archivo Histórico Nacional
Fondo Capitanía General
o Volumen 717
Real Cédula. Avisando la resolución que se ha tomado acerca de
que el Situado del Ejército de este reino se remita por tierra de las
Cajas de Potosí, y la forma que se ha de observar en su
distribución. 16-I-1687
o Volumen 718
Real Cédula. En respuesta de lo que escribió el señor presidente
en cuanto a la distribución del Situado de este reino y que se
espera el informe de la forma en que se hubiere ejecutado el
pagamento de los soldados. 27-VI-1690.
o Volumen 818
Foja 34. Propuesta de los empleos militares en la Frontera. 1770
Foja 58. Acreedores a Invalidez. 1780
o Volumen 819
Foja 121. Asignación hecha al comisionado que conduce el
Situado de la Frontera. 1776
Foja 164. Sobre vestuario del Ejército. 1774
o Volumen 820
Foja 26. Sobre la compra de Caballos de cuenta del Rey para la
Frontera. 1775.
o Volumen 821
Foja 38. Relación de la Compañía de las milicias de las plazas y
fuertes de la Frontera. 1769.
98
o Volumen 822
Foja 12. Reparos en la Frontera. 1768
o Volumen 823
Foja 33. Reconocimiento de las plazas fuertes de la Frontera. 1768
Foja 170. Razón general de las obras en las plazas y fuertes de la
Frontera. 1796.
Fondo Real Audiencia
o Tomo 3
N°101. Alzamiento General de Indios. 1723
N° 360. Guerra de Arauco. Legajo de varias cartas y oficios dando
cuenta del estado de la guerra. 1646-1807.
Fondo Antiguo
o Volumen 53.
Real Cédula: Al Gobernador de Chile sobre los sueldos que ha de
ganar la gente que sirve en aquel reino. 4-X-1604
Real Cédula: Al Gobernador de Chile sobre que se hagan los
pagos de la gente de Guerra del Ejército. 20-X-1627
Real Cédula: AL Gobernador de Chile sobre la averiguación que ha
de hacer de los excesos en la paga de los sueldos y gastos
extraordinarios que se han introducido en el Ejército. 7-VII-1653.
Real Cédula: En respuesta sobre el socorro del Ejército de este
Reino”, 12-II-1655
Real Cédula: En que S.M da nueva planta de los cabos, ministros,
oficiales y soldados de que se ha de componer el ejército de estas
provincias, sueldos que han de gozar y otros puntos que se
previenen. 26-IV-1703.
Carta del Rey al Virrey del Perú. Sobre el envío de 1.000 soldados
de refuerzo al reino de Chile. 20 de Diciembre de 1606.
99
Biblioteca Nacional.
Colección de Documentos Inéditos para la Historia de Chile. José Toribio Medina
o Tomo 95.
Pp. 131-154. Reglamento para la guarnición de la plaza de Valdivia
y castillos de su jurisdicción: número de cabos, oficiales, soldados,
artilleros y demás individuos que ha de componerse y sueldos que
han de gozar para su subsistencia. 1753
Pp. 107-128. Reglamento para la guarnición de las plazas y fuertes
de la frontera de la Concepción, Valparaíso y Chiloé del Reino de
Chile y de las Islas de Juan Fernández: número de cabos, oficiales,
soldados y artilleros con que deberán dotarle sueldos con que se
les ha de acudir para su subsistencia y los respectivos a los indios
soldados de las reducciones que irán nominadas. 1753
o Tomo 135.
N° 2444. Distribución de todas las plazas del Ejército y sus
sueldos. Compañías de Infantería. Informe hecho por el
Gobernador don Francisco Lazo de la Vega, 14 de Abril de 1633.
o Tomo 168.
N° 3504. Carta del Gobernador don Tomás Marín de Poveda al
Rey, de 26 de Abril de 1693, fechada en la ciudad de Concepción,
sobre el estado del ejército, socorro y Situado, e informe del
Consejo de Indias sobre el tema.
N° 3486. Carta de Pedro Sebastián de Saldias al Rey, Lima 25 de
noviembre de 1690, sobre los perjuicios que padece el ejército de
Chile por el retardo en la entrega del Situado.
o Tomo 170.
100
N° 3544. Informe del Gobernador don Tomás Marín de Poveda al
Rey, sobre el deteriorado estado del Ejército por la continua falta
del Situado. 16 de noviembre de 1692.
o Tomo 171.
N° 3595. Informe del estado del Real Ejército de Chile.
Concepción, 12 de Marzo de 1701.
o Tomo 172.
N° 3631. Informe del Gobernador de Chile, 15 de Agosto de 1704,
al Rey, sobre la aplicación del Placarte de 26 de Abril de 1703.
o Tomo 175.
N° 3735. Carta del Licenciado Juan del Corral, al Rey, sobre los
excesos cometidos en la distribución de los granos y carne de los
soldados, y lo que acerca de esto ejecutó en servicio de S.M. 14 de
Diciembre de 1702.
o Tomo 178.
N° 3929. Representación de don Gabriel Cano de Aponte, sobre el
estado infeliz en que se encuentra el indefenso Reino de Chile, sin
soldados ni armas. 16 de Abril de 1719.
N° 3930. Carta del Obispo de la Concepción, sobre el estado del
Ejército y los fuertes de la Frontera. 16 de Abril de 1719.
o Tomo 234-A
N° 6217. Carta del Obispo de Concepción al Conde de Alba, sobre
el estado de la Guerra del Reino de Chile, rogando se envíen
refuerzos. 6 de enero de 1657.
o Tomo 272.
N° 7860. Real Cédula: Al Virrey del Perú, sobre que la gente que
sirve en el Reino de Chile, sea aliviada y favorecida en todo lo que
hubiera lugar. 5-IX-1609
101
N° 7874. Real Cédula: Al Virrey del Perú, sobre que el Situado que
se concede a Chile son 212.000 Ducados y lo que procede de la
Real Hacienda, habiendo muy mala cuenta de su distribución, S.M
propone algunos remedios.
N° 7902. Real Cédula: Al Veedor General de la gente de guerra del
Reino de Chile, relativa a la distribución del Situado. 30-III-1627
N° 7971. Real Cédula: Al Virrey del Perú, sobre que no se eleve el
precio de la ropa que se destina al Ejército del Reino de Chile. 29-
IV-1649.
N° 7979. Real Cédula: Al Virrey del Perú, sobre que el Situado se
remita en Moneda efectiva y no en especies. 18-I-1650.
Textos
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