Enseñanzas del Papa Francisco. No.81
El 17 de noviembre dijo: “La familia sigue siendo fundamento de la convivencia
y la garantía contra la escisión social”, “los niños tienen el derecho a crecer en una familia, con un padre y una madre, capaces de crear un ambiente idóneo para su desarrollo y su
maduración afectiva”.
… “la familia es un hecho antropológico y no podemos calif icarla con conceptos de naturaleza ideológica que
solamente tienen fuerza en un momento de la historia, y después caen”.
"No se puede hablar hoy de familia conservadora o familia progresista:
la familia es familia”.
…“En efecto, en la complementariedad del hombre y la mujer se basa
“el matrimonio y de la familia, que es la primera escuela dondeaprendemos a apreciar nuestros dones y los de los demás, y donde comenzamos a aprender el arte de vivir juntos”.
…“En nuestro tiempo el matrimonio y la familia están en crisis” porque “vivimos en una cultura de los provisional, en el que
cada vez más personas renuncian al matrimonio como compromiso público”.
“Ésta revolución en las costumbres y en la moral ha ondeado a
menudo la ‘bandera de la libertad’, pero en realidad ha llevado a una devastación espiritual y material a muchas personas,
especialmente a los más vulnerables”.
“Es cada vez más evidente que el decline de la cultura del matrimonio
está asociado a un aumento de pobreza y a una serie de numerosos otros problemas sociales que golpean de forma desproporcionada a las
mujeres, los niños y los ancianos”.
“la crisis de la familia ha dado origen a una crisis de la ecología humana,
ya que los ambientes sociales, como los ambientes naturales,tienen necesidad de ser protegidos”.
El 18 de noviembre dijo: …“convertirse es una visita de Dios”
y el Señor se lo pide a los cristianos que viven en la
“espiritualidad de la comodidad”. Por ello “tres llamadas a la conversión”
que son las mismas que Jesús hace “a los tibios, a los cómodos, a los de la
apariencia, a los que se creen ricos pero son pobres, no
tienen nada, están muertos”…
La Palabra de Dios “es capaz de cambiar todo”,
pero “no siempre tenemos la valentía de creer en la Palabra de Dios,
de recibir esta Palabra que nos cura por dentro”.
…A Zaqueo, el evangelista califica de “jefe de publicanos y rico”.
“Es un corrupto” porque “trabajaba para los extranjeros,
para los romanos, traicionaba a su patria”… “Y la gente no lo quería.
Esto sí, no era tibio: no estaba muerto. Estaba en estado de putrefacción. Propiamente
corrupto”. No obstante, “escuchó algo
dentro: este que cura, este al que llaman
profeta y que dicen que habla tan bien, quisiera verlo por
curiosidad”. esta llamada interior era “el Espíritu Santo”.
“…Este hombre por verle, hace un poco el ridículo.
Piensa en un dirigente que sea importante, y corrupto,
un jefe de dirigentes, este era jefe,
subirse a un árbol para ver una procesión:
¡Qué ridículo!”. Según prosigue el relato
evangélico, Zaqueo “no tuvo vergüenza”. Quería verlo y “dentro
trabajaba el Espíritu Santo”. Y después, “la Palabra de
Dios entró en ese corazón y, con la Palabra, la alegría”.
“Los de la comodidad y los de la apariencia, han olvidado lo que es la alegría, este corrupto la siente
enseguida”. Por tanto, “el corazón cambia, se convierte”.
La Iglesia quiere que “pensemos mucho,
muy seriamente en nuestra conversión, para que
podamos seguir adelante en el camino de nuestra vida
cristiana”.“Que recordemos la Palabra de Dios, que
recordemos, que custodiemos esto,
que vigilemos, y que obedezcamos la
Palabra de Dios, para que podamos comenzar una
vida nueva, convertida”.
El 19 de noviembre dijo en su catequesis:
“¡todos podemos ser santos!”… “antes que nada debemos tener
muy presente que la santidad no es algo que nos procuramos
nosotros, que obtenemos nosotros con nuestras cualidades y nuestras
capacidades”.
“La santidad es un don, es el don que nos hace el Señor
Jesús, cuando nos toma consigo y nos reviste de sí mismo, nos hace
como Él. En la Carta a los Efesios,
el apóstol Pablo afirma que “Cristo ha amado a la Iglesia y se ha dado a sí mismo por ella, para
hacerla santa”.
La santidad, “es el rostro más bello de la Iglesia: es redescubrirse en comunión con Dios, en la plenitud de su vida y de su amor.
Se entiende, entonces, que la santidad no es una prerrogativa solo de algunos: la santidad es un don que se ofrece a todos, nadie
está excluido, por eso constituye el carácter distintivo de todo cristiano”.
“Para ser santos, no es necesario por fuerza ser obispos, sacerdotes o religiosos. ¡Todos estamos llamados a ser santos!” y
precisamente muchas veces, tenemos la tentación de pensar que la santidad se
reserva solo a los que tienen la posibilidad de separarse de los asuntos
cotidianos, para dedicarse exclusivamente a la oración. ¡Pero no es así!”.
¿Qué es la santidad? No es “cerrar los ojos y poner caras” sino vivir “con amor” y ofrecer “el testimonio cristiano en las
ocupaciones de todos los días donde estamos llamados a convertirnos en santos.
Y cada uno en las condiciones y en el estado de vida en el que se encuentra”.
…“¿Eres consagrado o consagrada? Sé santo viviendo con alegría tu donación
y tu ministerio. ¿Estás casado? Sé santo amando y cuidando a tu marido o a tu mujer, como Cristo hizo con la Iglesia. ¿Eres un
bautizado no casado? Sé santo cumpliendo con honestidad y eficiencia tu trabajo
y ofreciendo tu tiempo al servicio de los hermanos”.
“Allí donde trabajas puedes ser santo. Dios te da la gracia de ser
santo. Dios se comunica contigo. Allí donde trabajas.
En cualquier lugar se puede ser santo si nos abrimos a esa gracia que trabaja en nosotros y nos lleva a la santidad”.
“¿Eres padre o abuelo? Sé santo enseñando con pasión a los hijos y nietos a conocer y seguir a Jesús. Se necesita mucha paciencia para esto, para ser
buenos padres, buenos abuelos es necesaria la paciencia, ahí viene la santidad:
ejercitando la paciencia. ¿Eres catequista, educador o voluntario? Sé santo convirtiéndote en signo visible del amor de Dios y de su presencia al lado de las
personas”.
Es decir, “cada estado de vida lleva a la santidad,
¡siempre! En tu casa, en la calle, en el
trabajo, en la Iglesia. En cualquier momento y
estado de vida que tengas está abierto el camino a la
santidad. No se cansen de seguir este
camino” porque “es Dios quien te da la
gracia. Lo único que te pide el Señor es que estemos en
comunión con el Señor y al servicio de los hermanos”
Hagamos un “examen de conciencia” y respondamos en silencio cómo se ha respondido a la l lamada del Señor a la santidad.
Una invitación a la alegría“Cuando el Señor nos invita a convertirnos en santos,
no nos llama a cualquier cosa pesada, triste… ¡Todo lo contrario!
Es la invitación a compartir su alegría, a vivir y a ofrecer con alegría todos los momentos de nuestra vida, haciéndola, al mismo
tiempo, un don de amor por las personas que tenemos al lado”.
“Si comprendemos esto, todo cambia adquiere un significado nuevo,
bello, comenzando por las pequeñas cosas de todos los días”…“Una señora va al mercado a comprar, encuentra a una vecina
empiezan a hablar y comienza la charla, pero si ella dice no quiero hablar mal de nadie,
allí empieza el camino de la santidad”.
“O si tu hijo quiere hablar contigo de sus historias, o de que está cansado de trabajar, ponte cómodo y escucha a tu hijo que te
necesita: ese es otro paso a la santidad. Termina la jornada, estamos
cansados todos, l lega la hora de la oración: ese es otro paso hacia la santidad.
Llega el domingo: vamos a Misa a comulgar, a veces una buena confesión que nos l impie un poco, otro paso a la santidad”.
“Rezar a la Virgen que es tan buena, tan bella, rezo un Rosario:
otro paso a la santidad. Tantos pasos pequeños hacia la santidad.
O voy por la calle, veo a un pobre, me detengo, le pregunto, le doy algo,
es otro paso hacia la santidad. Pequeñas cosas que son pequeños pasos hacia la santidad”.
Estos “pequeños pasos” nos convertirán
“en personas mejores, l ibres del egoísmo y de la clausura en nosotros
mismos, abiertos a los hermanos
y a sus necesidades”.
…Acoger el don de la santidad “con alegría” y a sostenerse
“los unos a los otros, para que el camino hacia la santidad no se recorra solo”, sino que “juntos en ese único cuerpo que es la
Iglesia, amada y hecha santa por el Señor Jesucristo.
Vayamos adelante, con valentía, en este camino hacia la santidad”.
El 20 de noviembre dijo: …“El hambriento, a quien los estados
deben prestar siempre atención, “nos pide dignidad, no limosna”.
“Mientras se habla de nuevos derechos,
el hambriento está ahí, en la esquina de la calle, y pide carta de
ciudadanía, ser considerado en su condición, recibir una alimentación de base
sana. Nos pide dignidad, no limosna”…
…“Tal vez nos hemos preocupado demasiado poco
de los que pasan hambre. Duele constatar además que la
lucha contra el hambre y la desnutrición se ve obstaculizada por la
‘prioridad del mercado’ y por la ‘preminencia de la ganancia’, que han reducido
los alimentos a una mercancía cualquiera, sujeta a
especulación, incluso financiera”.
El 20 de noviembre dijo en parte de su homilía: “el Señor llora por “la cerrazón del corazón” de la
“ciudad elegida, del pueblo elegido. Porque ¡no tenía tiempo de abrirle la puerta! Estaba demasiado ocupada y
muy satisfecha de sí misma”.
“Y Jesús sigue llamando a las puertas,
como ha llamado a la puerta del corazón de Jerusalén:
a las puertas de sus hermanos, de sus hermanas;
a nuestras puertas, a las puertas de nuestro corazón,
a las puertas de su Iglesia.”
“Jerusalén se sentía contenta, tranquila con su vida
y no tenía necesidad del Señor: no se había dado cuenta de la
necesidad de salvación que tenía. Y por esta razón cerró su corazón ante
el Señor”. “El llanto de Jesús” es “el llanto por su
Iglesia, hoy, por nosotros”.
“¿y por qué Jerusalén no había recibido al Señor? Porque estaba tranquila con lo que tenía, no quería problemas.
Pero también ‘si hubieras comprendido también tú, en este día, lo que te
trae la paz. No has reconocido el tiempo en el que has sido visitada’.”
“Tenía miedo de ser visitada por el Señor; tenía miedo de la gratuidad de la visita del Señor. Estaba segura en las cosas que ella
podía administrar. Estamos seguros en las cosas que nosotros podemos administrar…
Pero nosotros no podemos administrar la visita del Señor, sus sorpresas”.
“Precisamente de esto tenía miedo Jerusalén: de ser salvada por el camino de las sorpresas del Señor.
Tenía miedo del Señor, de su Esposo, de su Amado. Y así Jesús llora. Cuando el Señor visita a su pueblo, nos trae la
alegría, nos trae la conversión. Y todos nosotros tenemos miedo no de la
alegría, ¡no! – pero sí de la alegría que trae el Señor, porque no podemos
controlarla. Tenemos miedo de la conversión, porque convertirse significa dejar
que el Señor nos conduzca”.
“Jerusalén estaba tranquila, contenta, el templo
funcionaba. Los sacerdotes hacían
sacrificios, la gente iba en peregrinación,
los doctores de la ley habían organizado todo,
¡todo! ¡Todo claro! Todos los mandamientos claros…
Y con todo esto Jerusalén tenía la puerta cerrada”.
La cruz, “precio de aquel rechazo”
nos muestra el amor de Jesús,
lo que lo lleva “a llorar también hoy, tantas veces,
por su Iglesia”.
“Me pregunto: hoy nosotros los cristianos, que conocemos la fe,
el catecismo, que vamos a Misa todos los domingos,
nosotros los cristianos, nosotros los pastores,
¿estamos contentos de nosotros? Porque tenemos todo ordenado
y no tenemos necesidad de nuevas visitas del Señor…
Y el Señor sigue llamando a la puerta, de cada uno de nosotros y de su Iglesia, de los pastores de la
Iglesia.Eh sí, la puerta de nuestro corazón, de la Iglesia, de los pastores
no se abre: el Señor llora, también hoy”.
¿cómo estamos en este momento ante Dios?”.
El 21 de noviembre dijo en parte de su homilía: …al escándalo que un cristiano puede generar con su
comportamiento, “con nuestras costumbres no sacerdotales en el Templo, el
escándalo del comercio, el escándalo de la mundanidad… Cuantas veces vemos que entrando en una iglesia, todavía hoy, está la lista de precios”, por recibir el bautismo, la bendición, las intenciones
de la Misa, lo que hace que se escandalice el pueblo.
“Cuando los que están en el Templo, sean sacerdotes, laicos,
secretarios, que tienen que manejar la pastoral del templo, se convierten en
negociantes, el pueblo se escandaliza”.
…Hoy se celebra la Presentación de la Virgen en
el Templo. “Que Ella nos enseñe a
todos, a todos los párrocos, a todos los que tienen
responsabilidades pastorales,
a mantener limpio el templo, a recibir con amor a los que vienen, como si cada uno de
ellos fuese la Virgen”.
El 23 de noviembre dijo en la Solemnidad de Cristo Rey:
…“Después de su victoria, es decir después de su Resurrección,
¿cómo Jesús l leva adelante su reino? El apóstol Pablo, en la primera Carta a los Corintios, dice: ‘Es necesario que Él reine hasta que no haya puesto a todos
sus enemigos bajo sus pies’”.
“Es el Padre que poco a poco ha puesto todo bajo el Hijo, y al
mismo tiempo el Hijo pone todo bajo el Padre,
y al final también Él mismo”. “Jesús no es un rey a la manera de
este mundo: para Él reinar no es mandar,
sino obedecer al Padre, entregarse a Él, para que se cumpla su diseño de
amor y de salvación”.“De este modo existe plena
reciprocidad entre el Padre y el Hijo”.
“El Evangelio nos dice qué cosa nos pide el reino de Jesús a nosotros:
nos recuerda que la cercanía y la ternura son la regla de vida también para nosotros, y sobre esto seremos juzgados”.
“Este será el protocolo de nuestro juicio”.
“La salvación no comienza en la confesión de la soberanía de Cristo,
sino en la imitación de las obras de misericordia mediante las cuales Él ha realizado el Reino”.
“Quien cumple las obras de misericordia demuestra haber acogido la realeza de Jesús, porque ha hecho espacio en su corazón a la
caridad de Dios”.
“Al atardecer de la vida seremos juzgados sobre el amor,
sobre la projimidad y sobre la ternura hacia los hermanos. De esto dependerá nuestro ingreso o no en el reino de Dios,
nuestra ubicación de una o de otra parte”.
“Jesús, con su victoria, nos ha abierto su reino, pero está en cada uno de nosotros entrar o no, ya a partir de esta vida.
El Reino inicia ahora – haciéndonos concretamente prójimo al hermano que pide pan, vestido, acogida, solidaridad,
catequesis”.
“Y si verdaderamente amamos a este hermano o aquella hermana, seremos impulsados a compartir con él o con ella lo
más precioso que tenemos, es decir ¡Jesús mismo y su Evangelio!”.
En twitter dijo:
¡Cuánto ruido hay en el mundo! Aprendamos a estar en silencio en nuestro interior
y ante Dios.
Comportémonos como pide nuestra vocación cristiana.
Cuando vemos que alguien pasa realmente necesidad
¿reconocemos en él el rostro de Dios?
Si deseas recibir mails, relacionados con la Iglesia: que contienen diapositivas,
vida de Santos, Evangelio del Domingo, etc.
Escribe a: [email protected]
con el título suscripciones.
Servicio Gratuito. Que Dios te llene de bendiciones.
Y que permanezcamos unidos en el amor a Jesús.
Top Related