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Entre Líneas Revista literaria―abril―2012
Miami― Florida― Estados Unidos.
Dieciséis
Sumario:
Dos poemas de Diana Rosa Gómez/ 3
Dos poemas de Betzabeth Walesca Pagán/ 4
Convoca la Editorial Voces de Hoy
Una fiesta sin igual de la literatura y las artes/ 7
La cotorra ante el espejo
II lugar Concurso Internacional de Literatura Infantil
Los zapaticos de rosa
Autor Rodolfo Torres Rodríguez. Cuba/ 9
Dos poemas de Aleqs Garrigóz/ 16
Un poema de Pedro José Rojas González/ 18
Nuevos audio libros…/ 20
Dos poemas de Iván Rafael/ 21
Balsero que no llegaste
Por Enrique A. Meitín/ 24
Yo alucino
Por Sara Suejen/ 28
Fallece en Miami Isaura Potestad,
La dama del pincel
Por Ernesto R. del Valle/ 31
Imagen de cubierta: Dibujo de Pedro José Rojas
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Entre líneas es una revista literaria, que lleva como única finalidad
promover a todos los autores de habla hispana, que deseen colaborar
con sus trabajos, los cuales tendrán una evaluación previa. Su
colaboración puede ser enviada a: [email protected]
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DDDooosss pppoooeeemmmaaasss dddeee DDDiiiaaannnaaa RRRooosssaaa GGGóóómmmeeezzz
I
Ha llegado el tiempo
de los que mueren,
el tiempo de los cobardes,
el tiempo de los traidores,
de los que no creen que pueda ser.
De las tristezas, de la muerte
Ha llegado el tiempo de la nada…
Mutilo, arranco, escondo,
olvido mis oraciones.
Quebrado está el tiempo para soñar.
Esculpido en retazos deshoja pasiones
S.O.S se rompe el tiempo de
… amar…
II
Como es que lamento, mi potro perdido.
Que este no sea el momento para que seas mío.
Quiero encontrarte en el viento.
Y conservarte en el tiempo,
para adorarte de nuevo,
hasta que llegue el momento.
Pero ahora,
cuánto lo lamento,
que no se detenga el tiempo.
que no te encuentre en el viento,
mi potro perdido. Y que este no sea el momento,
para que seas mío.
Graduada de la Universidad de Ciencias Médicas de la Habana, Cuba.
Escribe desde que tenía 12 años. Escribir siempre ha sido una faceta muy importante en su
vida. Confiesa que disfruta enormemente al hacerlo.
Hoy vive en la Florida junto a su esposo, a su madre y a sus tres pequeños y adorados
hijos. Diana siempre trata de sonreírle a la vida, porque sabe que la vida siempre le
sonríe.
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DDDooosss pppoooeeemmmaaasss dddeee BBBeeetttzzzaaabbbeeettthhh WWWaaallleeessscccaaa PPPaaagggááánnn
Affair
Encuentros furtivos,
miradas que pasan desapercibidas.
El uno y el otro
en el clandestinaje,
bajo el yugo opresor de las sombras.
A la luz son dos extraños
cuyas brechas no coinciden;
indiferentes, casi invencibles.
Un compromiso grabado en el tiempo,
entre los muelles.
Un pacto de silencio
y secretividad,
sin testigos,
sin papiro.
Un intercambio de lo robado,
de lo prestado,
de lo prohibido.
Pero...
¿robado por quién?
¿Por uno, por el otro,
o por terceros?
¿A quién realmente le corresponde?
Un vaivén,
un ir y venir no definido.
Una rutina,
el miedo, la excitación.
Una culpa,
un arrepentimiento prácticamente falso.
Momentos compartidos
en donde el tiempo se detiene.
Esa espera agónica;
el conformismo;
las promesas que no pueden ser cumplidas;
el cansancio.
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Un final que se acerca.
El «ya no quiero»,
y el « siempre es lo mismo».
El abrir los ojos
a lo que antes no se quiso ver.
La cruel aceptación.
El vencido, los vencidos,
y el vencedor,
casi ganador.
Todos pierden y todos ganan.
Todo depende.
Y así, sin más,
se da vuelta a la hoja.
Tal vez la historia se repita.
Tal vez sea sólo una pausa.
O tal vez, solo tal vez,
sea el final.
Limosnera
En medio del libertinaje
de tu boca lisonjera,
infame como brisa otoñal en primavera,
libre como verso
cortadas las cadenas de la represión,
me desplazo, limosnera,
recaudando las dádivas
que has negado.
Exhaustivo el verbo
que colinda en la fisura
de tus infieles labios.
Acorralada en el acto
de la oquedad de mis manos.
Raído, desecho el sujeto.
Magistral en su tragedia,
en su oscurantismo.
Amante ilusa extasiada
en su locura; negación.
El yo ausente
sumido en las catacumbas
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de su alma perdida;
razón y lógica castradas.
El tiempo naufragando,
así como tú en callejuelas de seducción,
así como yo, renuente, en tu recuerdo.
Absurda, entre dos mundos paralelos;
ausente presente en tu desvelo
y en mis concavidades;
desconocida.
Nació en Aibonito, Puerto Rico, el
25 de junio de 1978 en el Hospital
Menonita. Sin embargo, creció y
comenzó la escritura de sus poemas
en Jayuya. Es hija de Bienvenido
Pagán Gracia y Myrna Iris
Sotomayor Torres. Ambos jayu-
yanos y educadores, sus pilares.
Tiene 8 hermanos, entre hombres y
mujeres: Héctor, Marla, Eric,
Edgar, Roberto, Ingrid, Alex, y
Naydimar, a quienes ama, según
confiesa ella misma. Es graduada
de la Escuela Superior Josefina
León Zayas de Jayuya en el curso de 1995, Clase Suigeneris. En el año 2004 completó sus estudios
universitarios en Educación Elemental en la Universidad de Puerto Rico. En el año 2007 completó
los créditos conducentes a la Certificación de Español Secundario. En el año 2008 obtuvo la
Certificación Bilingüe del Estado de Texas a nivel elemental. Actualmente está cursando la
Maestría en Currículo y Enseñanza en Español en la Caribbean University en Ponce. Trabajó por
tres años con el Programa de Alfabetización del Departamento de Educación de Puerto Rico. En el
año 2007 se va a vivir a Dallas, para trabajar como Maestra Bilingüe a Nivel Elemental con el
Distrito Escolar de Dallas, donde trabajó por casi 5 años. Es madre de dos hermosos niños, Urayoán
André y Bayoán Joel, por quienes aún se mantiene en pie de lucha. Betzabeth nos dice: «Soy
jayuyana, madre, maestra, y mujer, con un gusto insaciable por las artes. Comencé a escribir
poemas cuando tenía aproximadamente unos 7 años. Cada paso en mis 33 años han hecho de mí la
persona que hoy soy. Perdono mi pasado, abrazo mi presente, y camino con firmeza a mi futuro».
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CCCooonnnvvvooocccaaa lllaaa EEEdddiiitttooorrriiiaaalll VVVoooccceeesss dddeee HHHoooyyy
UUUnnnaaa fffiiieeessstttaaa sssiiinnn iiiggguuuaaalll dddeee lllaaa llliiittteeerrraaatttuuurrraaa yyy lllaaasss aaarrrttteeesss
Por Margarita Polo
Contaré un secreto y espero lo sepan divulgar ante oídos receptivos. Hace unas semanas
atrás el Consejo Editorial de Voces de Hoy se reunió en su sede. Las ideas emergían como
lluvia de primavera, pero una de ellas tan antigua como la propia editorial en la mente de
todos: “Una fiesta del libro y de las artes”. Tras la votación unánime, comenzaron las
interrogantes: ¿cómo hacerla?, ¿dónde?, ¿quiénes participarían?
Todos ofrecieron sus criterios, pero los más certeros eligieron hacer una pausa y buscar
primero el lugar, para luego cursar la invitación a todos los escritores de la familia editorial,
incluso de sus amigos y colegas. El director Pedro Pablo Pérez Santiesteban y la
subdirectora, editora principal Josefina Ezpeleta se hicieron responsables de estos detalles.
Hoy solo queda gritar el secreto a pleno pulmón y que todos se enteren:
¡El próximo domingo 6 de mayo, desde las 10 A.M. hasta las 5 P.M., todo el que desee
participar, asista al Planet Linux Caffe en 1430 Ponce de León! Será una fiesta sin
igual de la Editorial Voces de Hoy, donde se venderán los libros de muchos de sus
autores, pero también creaciones de artistas de la plástica y de la artesanía.
Todavía sin decirlo vox populi, confirmaron su presencia los autores Sara Suejen, Miriam
de la Torre, José Álvarez, Blanca M. Segarra, Joseph R. Bremer, Josefina Ezpeleta, José
Díaz Díaz, Connie Charry Marín, Margarita Rosa Pedrozo, Carlos O. Colón, Matilde
Peláez de Santana, Ricardo Mario del Toro, Giraldo Rodríguez, Sara L. Acosta, Mauro
Gómez Betancourt, Estrella Fresnillo, Mercedes Eleine González, Pedro Pablo Pérez
Santiesteban, Margarita Polo, Aylem Collazo, Amelia Amador, Marlene de la Victoria
López Huerta, así como Shelly LLanes Breso en representación de la Asociación
Internacional de Poetas y Escritores Hispanos (AIPEH), además de los artistas de la plástica
y de la artesanía Pedro José Rojas, Vicente Raúl García Huerta, Mónica Barber, Lidia
Estrella, el poeta, cantante y productor musical Nelson Jiménez, y el representante de la
peña literaria del Foro Holguinero, el escritor Manuel González Beceña.
Sugiero encarecidamente, que si le gusta divulgar secretos, tome este como suyo y
divúlguelo más allá de sus fronteras, use las redes cibernéticas, Facebook, Twitter, Google,
su email y si les gusta más, utilice un letrero a mano en su barrio, como una pancarta de
esas que se realizan a toda prisa y póngala donde quiera que sepa que existen amantes de la
literatura y las artes, algo así como:
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¡Asista el próximo domingo 6 de mayo, desde las 10 A.M.
hasta las 5 P.M., a la fiesta del libro y de las artes
convocada por la Editorial Voces de Hoy!
No se lo pierda, es en
Planet Linux Caffe - 1430 Ponce de León, de Miami.
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LLLaaa cccoootttooorrrrrraaa aaannnttteee eeelll eeessspppeeejjjooo
II lugar Concurso Internacional de Literatura Infantil
Los zapaticos de rosa
Autor Rodolfo Torres Rodríguez. Cuba
Cubierta de la antología con los finalistas y premiados en el
Concurso Internacional de Literatura Infantil Los zapaticos de rosa
La casa donde nací era como un zoológico, y todo para que yo no me aburriera, pues
padecía de asma y no podía jugar como los demás niños. Una vez mi alegría se disparó al
cielo porque me trajeron una iguana, que es un lagarto salvaje típico de regiones
americanas donde el clima es cálido. La tuve bastante tiempo, primero en una caja de za-
patos con agujeros, después en una jaula de pajaritos y a lo último andaba suelta por toda la
casa. La cola era lo que más le crecía, mientras el cuerpo le crecía con lentitud. Quizás
tenga que ver con que era un reptil pues he visto cocodrilos de dos y tres años todavía
pequeños aunque ya temibles por los dientecitos afilados. También las tortugas crecen con
lentitud y tal vez se deba a que son igualmente reptiles como las serpientes y todo tipo de
lagartos. Aún así Juana llegó a tener casi un metro de largo medido desde la nariz a la punta
de la cola. Le puse ese nombre por una vecina mulata que caminaba arrastrando los pies y
meneando las grandes nalgas como si participara en los más alegres carnavales del mundo.
Yo la llamaba con silbidos y Juana venía a mi encuentro moviéndose igualito a la
vecina. Mi madre y yo no podíamos evitar las risas pues la iguana parecía ejecutar una
danza de mucha salsa. Daba un paso con la pata derecha delantera, arrastrándola, y curvaba
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el cuerpo a la izquierda para mover la cola a la derecha... Daba un paso con la pata
izquierda delantera, arrastrándola, y curvaba el cuerpo a la derecha para mover la cola a la
izquierda...
Siempre venía como bailando a alimentarse de mi mano. Tragaba hojas de lechuga, ajíes
picados, pedacitos de pescado, hierbas... Era tan mansita que podía cargarla como a un
bebé. Y estando en mis brazos cerraba sus ojos y se dejaba ir para disfrutar de las caricias
que yo le hacía en la barriga y también en su lomo en forma de serrucho.
Juana gustaba de acostarse al sol del patio con las cuatro patas ex-tendidas y el cuello
contra el suelo como si con ello recargara una batería eléctrica solar. Otras veces se estiraba a
mi lado en el portal delantero de la casa a aspirar el seductor aroma de las plantas del jardín.
De veras que aquella iguana tenía una existencia regalada y podía morir de vieja a mi lado.
Pero el llamado de la vida salvaje en el monte y de la absoluta libertad pudo más que su
amor hacia mí y me dejó. Lloré muchísimo y grité y me tiré a patalear pero nada, no resolví
nada. Nunca más apareció a pesar del río salado en el que yo mismo me dejé caer y en el
que por poco me ahogo pues todavía no sabía nadar.
Yo gritaba en medio de los grandes chorros de lágrimas:
—¡Ay, Juana, ven que yo te quiero! ¡Ay, Juana, ay, ven que quiero cargarte para
acariciarte la barriguita como otras veces!
La vecina mulata se asomó a la ventana y dijo:
—¡Cállate la boca, muchacho, que mi marido es muy celoso y me mata si te oye esos
gritos!
Mi mamá sí que no tuvo delicadezas conmigo. Ella se paró a mi lado y mirándome en el
suelo, sin agacharse para pasarme una mano por la cabeza, me dijo que hay problemas en la
vida que no tienen solución y mejor yo solito abandonaba el río en el que me había metido
porque ni siquiera sabía nadar en él. Entonces se fue a conversar con la Juana del marido
celoso.
Como vi que nadie me ayudaba en mi dolor cerré la llave de los millones de lágrimas,
me levanté y me fui a jugar con los curieles, la jutía y el conejo. Estos otros vivían juntos y
comían la misma hierba y las mismas viandas y frutas, y seguro que hablaban de los mis-
mos problemas. Sí, esto es tan cierto como lo digo. Los animalitos tienen su lenguaje y se
comunican entre sí lo mal o lo bien que la están pasando y dónde está la mejor comida y
hasta quién es mala persona entre los seres humanos.
En fin, perdí la iguana y me trajeron un perrito jíbaro. Llegó a la casa cuando todavía era
cachorro pequeño y se movía tambaleante, con olor a leche en el aliento. Creció a mi lado
llamándose Pepe, mas no aprendió a ladrar como todos los perros. Y eso que yo casi a
diario me ponía en cuatro patas frente a él para realizar juntos ciertos ejercicios:
—A ver —yo decía a Pepe—, repite conmigo: ¡Jau-jau-jau!, ¡Jau-jau-jau!
Pepe me miraba de lo más contento, meneando la cola. Y respondía así:
—¡Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!
—¡No, chico, no digas eso! A ver, repite conmigo: ¡Jau-jau-jau!, ¡Jau-jau-jau!
Entonces Pepe decía:
—¡Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!
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Y lo peor era que aullaba a cualquier hora del día. En las noches y principalmente en la
madrugadas ponía los pelos de punta a todos con sus aullidos sobrenaturales y como de
muerte. Como los lobos.
También tuve jicoteas, jutías, palomas, pericos, patos, gansos, un flamenco que llegó
con una pata rota y hubo que amarrársela entre dos tablitas largas para que se le compusiera
más o menos, además de gatos, cotorras, sinsontes, zunzunes, curieles, gorriones, pavos...,
además de una cotorra de plumas de colores intensos y gran pico curvado. Se llamaba Fefa
(por alguien que tenía voz de pito y metía los pies al caminar) y cuando nadie atendía a sus
pedidos por las buenas con aquello de «Pan pa’ la cotorrita», «Pan pa’ la cotorrita», pues
ella misma lanzaba una especie de grito de guerra que era así: «¡¡Caraaamba, que Fefa tiene
haaambreee!!». Por supuesto, no tengo ni que decir que tales palabras se las enseñaba yo
mismo y sin que mi mamá me viera ni me oyera en las lecciones porque de seguro perdía la
mitad de la dentadura.
Fefa adquirió fama de inteligente por lo habladora que era. No pasaba nada ante sus ojos
que ella no dejara de comentar. Si de repente el perro jíbaro aullaba, pues allá iba Fefa:
—¡¡Pepe canta feo!! ¡¡Pepe canta feo!! —exclamaba con su voz de cotorra como si
hubiese pensado las palabras cuando en verdad yo se las había enseñado y ella las repetía
sin conocerles el significado—. ¡¡Pepe canta feo!!
Luego me detenía a pensar en que Fefa sí conocía las palabras por-que hasta el mismo
Pepe levantaba la cabeza para mirarla. Y ahora puedo asegurar que aquella mirada de mi
perro jíbaro no era ni un poquito de amistosa hacia la cotorra.
A Yuti —así llamaba yo a mi jutía— le gustaba beber café pero lo que la ponía loca de
contento era chupar la punta al viejo colador del café, que era de tela. Si por casualidad la
cotorra Fefa descubría a Yuti subiéndose al fogón para disfrutar del placer de su vida, pues
allá iba con su voz de pito:
—¡¡Margot, ladrones en casa!! ¡¡Margot, ladrones en casa!!
Y no paraba de exclamar las mismas palabras hasta que mi madre venía a la cocina o
Yuti se tiraba de cabeza para que no la agarraran allí.
Me acuerdo de que el pavo Pancho (llamado así por un carretonero arrugado y sin
dientes) salió una mañana de la casita de las aves, en la esquina izquierda del patio y se
acercó a beber agua. Cuando bajaba la cabeza y metía el pico en el agua también mojaba el
moco, que es ese alargamiento carnoso encima del pico que tienen todos los guanajos, que
así es como también decimos a los pavos en Cuba.
Fefa gritaba así:
—¡¡Pancho el cerdo!! ¡¡Pancho el cerdo!! —y todos miraban hacia arriba. La cotorra se
balanceaba muy satisfecha en su aro—. ¡¡Pancho el cerdo!!
Fefa no paraba de gritar lo mismo hasta que otra cosa llamaba su atención y hacia esa
otra cosa iban entonces sus ataques verbales. Esa otra vez la emprendió contra el flamenco
Domingo (que no era flamenco sino flamenca) y tenía ese nombre porque así se llamaba el
viejecito que alquilaba una habitación de las cuarterías de mi papá. Era un señor muy flaco
y muy alto y de nariz muy larga y con piernas interminables. Y para que los dos se
parecieran más, además de ir siempre vestido de blanco, abotonado hasta el cuello, el
Domingo original cojeaba de la pierna derecha y se apoyaba en un bastón reluciente.
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Mi mamá me había dicho que estaba muy bien que el ave se llamara como el vecino,
pero mejor lo dejábamos en Mingo, de cariño, y para que el verdadero dueño del nombre no
se pusiera celoso y no viniera a darle las quejas a ella o, peor aún, le metiera bastonazos al
Domingo de plumas o a mí.
Pues bien, Mingo salió esa mañana del cuartico de las aves. Iba de lo más serio y lento,
como siempre. A cada paso se detenía para equilibrarse en la pata buena, que era la
izquierda, encoger la pata mala, que era la derecha, y mirar el cielo pensando quizás en la
familia plumada allá por la costa norte de la Isla de Cuba. Estoy seguro de que meditaba
que en algún momento debería alzar vuelo (como un buen día hizo) para estar con los
demás flamencos a pesar de lo bien que la estaba pasando en nuestra casa y a mi lado.
Lo malo fue que Fefa lanzó el ataque desde su aro:
—¡¡Mingo, patas feas!! ¡¡Mingo, patas feas!! ¡¡Mingo, patas feas!!
A toda la familia le parecía muy gracioso el lenguaje de la cotorra, pero yo llegué a la
triste conclusión que Fefa era la típica chismosa de barrio asomada a la ventana a ver qué
comían y qué vestían los vecinos para correr a decírselo a los mismos vecinos. Y estoy
seguro de que eso no le gustaba a ningún vecino. Yo pasaba horas pensando en todo eso y
poco a poco vine a darme cuenta de que Pepe, Pancho, Mingo, Yuti y otros que ahora no
me vienen a la mente se estaban reuniendo detrás de la casita en la que descansaban todos
ellos, en la esquina izquierda del patio.
Entonces yo fui para allí en las puntas de mis pies y me asombré de que ellos hicieran
algo así como una asamblea de animales pues todos levantaban una pata o un ala para pedir
la palabra y hablaban y así expresaban sus opiniones. Yo me asombraba pues no podía
imaginarme siquiera que la gallina, el gallo, el gato, el guanajo, el ganso, la jutía, el perro,
los curieles, el conejo, el flamenco, el pato, increíble, todos ellos tan distintos pero sin
pelearse estaban reunidos y discutiendo con educación un problema que les afectaba a
todos ellos. Es verdad que en ocasiones más de uno de los presentes se levantaba de donde
es-taba agachado y elevaba la voz por el ardor que le ponía a la discusión... Es verdad que
ladraban, berreaban, maullaban, cacareaban, chillaban, graznaban más de lo acostumbrado,
pero siempre volvían a sentarse y a cederle la palabra a otro animalito.
Yo quería oír de qué estaban discutiendo, pero qué va. Para mi des-gracia no pude
entenderles mucho de lo que decían por la distancia a la que yo me encontraba, pero sí vi
que dirigían miradas hacia Fefa adormilada en el aro que colgaba del techo.
De repente, disolvieron la asamblea y algunos se dirigieron al interior de nuestra casa.
Otros vinieron caminando por el suelo hacia Fefa. Mingo fue el único que levantó vuelo y
de tres o cuatro movimientos con las alas alcanzó el aro en el que dormía la cotorra. El
fuerte em-pujón la derribó y de tan confundida como estaba ni se acordó de que ella era
ave, tenía plumas y podía volar, y por eso cayó de cabeza en el suelo. Vino a caer a varios
metros del aro que colgaba del techo. Cayó la pobre muy cerca de la entrada a la habitación
de mis padres.
Los animalitos que venían por el suelo la obligaron con empujones a seguir al interior
del cuarto. Y los otros que ya estaban allí no la dejaron escapar. De veras, todos ellos
hacían un cerco con sus cuerpos alrededor de Fefa y también con sus miradas de mucha
furia.
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En la habitación había un gran espejo desde el mismo suelo y próximo al cual estaban
reunidos Pepe, Mingo, Yuti, Pancho, la gallina Manuela con todos sus pollitos (por una
vecina del barrio con muchos hijos) y los demás. Hacía mucho todo ellos habían tenido la
experiencia de encontrarse frente a frente con «otros» idénticos a ellos mismos, en aquel
gran espejo, y unos habían sentido miedo mientras otros se habían molestado. Pero al ratico
de ver iguales movimientos en el interior de la superficie pulida comprendían que eran ellos
mismos y que se trataba de su propia imagen y entonces se echaban a reír.
El caso de la cotorra Fefa fue muy distinto. Vivía tan interesada en burlarse de los
defectos de los demás que era incapaz de mirar alrededor y por eso no sabía que había
objetos más interesantes que los defectos de los cuales ella se reía. Por eso se quedó muy
quieta cuan-do tuvo delante a la «otra» cotorra. Acto seguido se engrifó del todo.
Sí, a la Fefa del lado de acá se le levantaron todas las plumas del cuello y de la cabeza y
del pecho, además de separar las alas como hacen algunos hombres cuando separan sus
brazos para mostrar los músculos que en verdad no tienen. Parecía que eran como tres coto-
rras grandotas cuando no era más que una sola y no tan grande.
Al mismo tiempo, enfrente de Fefa, a la «otra» cotorra dentro del espejo se le engrifaban
todas las plumas y con las alas separadas. Esto provocó mucho miedo en la misma Fefa y
quiso huir lejos de la «otra» cotorra enfrente de ella que era lo mismo que alejarse del
espejo, pero el cerco de animalitos se lo impidió y Fefa pudo ver cómo a la «otra» frente a
ella se le bajaban todas las plumas y a la vez mostraba ojos de miedo. Y entonces, como
Fefa viera que a la «otra» cotorra le en-traba mucho miedo, pues se envalentonó sin
necesidad de engrifarse esa vez y empezó a decir:
—¡¡Qué pico más feo tiene!! —exclamaba mirando a la «otra cotorra» frente a ella—.
¡¡Qué pico más feo tiene!! ¡¡Qué pico más feo tiene!!
Mingo, Pepe, Yuti, Manuela, Pancho y los demás reían tanto que ya no podían seguir
con el plan porque ellos hubieran querido golpear a Fefa, pero ya no podían pues les
parecía que no era necesario.
—¡¡Qué plumas más feas!! —seguía gritando la cotorra—. ¡¡Parece un payaso!! ¡¡Qué
plumas más feas!! ¡¡Parece un payaso!! ¡¡Qué plumas más feas!! ¡¡Parece un payaso!!
Los otros animalitos lloraban de tanta risa y se revolcaban por el suelo de lo gracioso
que era todo aquello, mientras Fefa exclamaba como una loca.
—¡¡Qué feo camina!! ¡¡Qué feo camina!! ¡¡Qué feo camina!!
Fue cuando todos ellos se acercaron a Fefa y le dijeron:
—Oye, Fefa, deja de gritar lo mismo tantas veces y vuelve a mirar en ese espejo.
¿Pues qué pasó? Nada, que el guanajo Pancho vino y se paró al lado de la cotorra: Aquí
Pancho dio un brinquito y allí enfrente el mismo Pancho dio el mismo brinquito y el moco
encima del pico también le brincó de lo más gracioso y después se deslizó a la derecha para
que-dar colgando como siempre, como en todos los guanajos.
—A ver, déjame brincar a mí —pidió Yuti la jutía.
Esta otra saltó y la cola gruesa y larga saltó junto con ella. Y así todos le mostraron a la
cotorra que los que estaban enfrente de ellos, en el espejo, eran ellos mismos de este lado.
El salto más gracioso de todos fue el del flamenco Mingo porque debió hacerlo en una
sola pata. La otra pata la tenía mala y se iba de lado y entonces debía apoyarse en las alas y
hasta con su pescuezo largo y era como si el mismo Mingo fuera a hacerse un nudo igualito
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al nudo que un hombre se hace con su corbata, pero en el caso de Mingo hubiera sido un
nudo de patas, pescuezo y alas... Otro salto gracioso fue el de la gallina Manuela pues saltó
ella sola, primero, y después cada uno de los diez pollitos, los cuales parecían peloticas
amarillas brincando en medio de todos los animales que los miraban y entonces llevaban
sus alas y sus patas a los pechos y suspiraban de alegría y de amor.
La cotorra Fefa observaba con interés el quehacer de los demás a su alrededor. Llegó un
momento en el que no pudo contenerse y movió primero su pata de cotorra para ver cómo
movía la misma pata de cotorra frente a ella. Movió la cabeza a derecha y a izquierda y vio
cómo la movía a ambos lados frente a ella. Entonces sí que respiró calmada y, ya más
serena, dijo así:
—¡Esa que está ahí soy yo misma! ¡Esa soy yo misma!
Todos se reían de la reacción de Fefa y de cómo había aprendido a mirarse ella, primero,
para que dejara de criticar a los demás.
Ella seguía observándose en el espejo rodeada de los demás y por último echó a volar
sin ningún miedo. Y ya desde su aro lanzó exclamaciones de todo tipo:
—¡¡Pancho el cerdo!! ¡¡Mingo, patas feas!! ¡¡Manuela locuela!! ¡¡Margot, ladrones en
casa!! ¡¡Pepe canta feo!!
Entonces supe que algunas cotorras no tienen arreglo.
Lic. en Periodismo, Universidad de La Habana. Ex-periodista de Trabajadores,
durante 12 años, hasta 1994. Los últimos dos años en ese diario colaboró con la
Universidad de La Habana sirviendo de Instructor a alumnos de la Facultad de
Periodismo. También ha sido obrero agrícola,
oficinista, estudiante de Abogacía en la
Universidad de La Habana, estudiante de
Filología en la Universidad Central de Las
Villas, asesor de Literatura en el Ministerio de
Cultura, soldado y sanitario mayor durante la
guerra en Angola (1976-77), locutor de
programas juveniles en una emisora de radio.
Ha sido asimismo periodista de radio y
carpintero-encofrador en una micro brigada
habanera. Ahora vive y trabaja en Berlín,
Alemania.
Tiene publicados los siguientes libros:
Mis hermanos en la guerra, Editorial Letras
Cubanas, 1982. Premio en Cuento, Concurso 26
de Julio, 1981, que convoca las FAR anualmente.
El camino del Infierno, selección de cuentos, Letras Cubanas, 1992, del libro El
diablo quiere ser bueno, inédito éste último.
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El Cementerio de Colón, 1995 Words C.B. Editorial, Guadalajara, España, cuyo
título original es Un cementerio que agoniza, publicado bajo ese título
recientemente, por la casa editorial Voces de Hoy. Estados Unidos
Cuentos suyos forman parte de antologías
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DDDooosss pppoooeeemmmaaasss dddeee AAAllleeeqqqsss GGGaaarrrrrriiigggóóózzz
Islas flotantes
Una luz lechosa nos recorre de repente
en esta circunvalación de no eclipsados trayectos,
porque estamos tú y yo descubriéndonos
en todas nuestras humedades cósmicas.
Somos islas sin pecado ni gravedad
que saben ir siempre al trino de un sol púber,
a donde sea que haya un poco de polvo enamorado.
Nuestras cascadas se comunican su gozo.
Se extasía cada rincón salino en que nace un suspiro
y las aberraciones de la música del tiempo
explotan al chocar contra nosotros.
Así, como los cabellos de un niño albino que pidiera nacer,
así irradiamos un misterio que se refiere a la luz,
aunque seamos tan oscuros como la antimateria.
Rosa y azúl
Recuerdo: estaba el jardín engalanado de grillos y estrellas
la noche que explotó en fuegos artificiales;
el deseo era un trompo que giraba y giraba
en la entrepierna, más adentro de la carne;
la piel inauguraba los chispazos fugaces
que la conducen al extravío;
el aire era un cómplice en tu pelo.
-Nada importaba: sólo tú y el instante.-
Todo me produce ahora lenta, espesa melancolía,
un añorar de la pubertad compartida.
El deseo es, ya, en este punto,
jugar contigo a la rayuela en aquel patio de la iniciación
con la consigna de ir perdiendo más y más pudor..
Que la lluvia lave para nosotros las tardes convexas,
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olorosas a ladrillo y hierbabuena,
en las que resbalaremos vez tras vez
para aprender la sexualidad nuevamente,
hasta caer desmayados de fatiga
uno sobre el otro
ya sin miedo a nada.
(Puerto Vallarta, México 1986. [email protected]). Autor a la fecha de
una decena de títulos de poesía. Premio de Literatura Adalberto Navarro Sánchez 2005,
otorgado por la Secretaria de Cultura de Jalisco. En 2006 aparece incluido en la antología
Nueva poesía hispanoamericana, a cargo del escritor peruano Leo Zelada. Premio de
Literatura 2008 de la municipalidad de Guanajuato. Periodista cultural. Ha publicado
poemas en diversos medios impresos y electrónicos de México e Hispanoamérica.
UN NUEVO PROGRAMA RADIAL DE LA EMISORA ONLINE PUNTO Y SEGUIDO
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Punto y seguido presenta a Pedro Pablo Pérez Santiesteban en:
Cucha ven pa’ca y pon oreja
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UUUnnn pppoooeeemmmaaa dddeee PPPeeedddrrrooo JJJooosssééé RRRooojjjaaasss GGGooonnnzzzááállleeezzz
Un nuevo libro de la revista Entre Líneas El amor no se define… Se hace
Auto retrato
1995
Peregrino de todas las rutas
voy bebiendo de la fuente y del arroyo
pero no logro calmar la sed.
Los ojos desorbitados
no recuerdan el sueño.
Mil índices,
cercanos y distantes me apuntan,
me señalan culpable:
soy de un barro
que se niega al molde
y mi voz en grito
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ofende al silencio.
Ya conocen mis pasos derrumbados
los gallos insomnes.
Pero
de noche o de día
cansado o enfermo
entrego
gozoso el calor de mi mano
el brío de mi entusiasmo
a la causa alegre de los demás.
Cuando hay amor, hay deseo
Graduado de la escuela de Arte San Alejandro y de Diseño Textil,
La Habana. Cuba. Cursó también estudios de escenografía,
cartografía, dibujo arquitectónico y diseños gráficos e interiores.
Ha recibido varios premios, tanto en su país natal como
internacionales, entre los que se encuentran: 1er Premio Lámpara
de Oro Ostrava. Checoslovaquia, y el 1er Premio Salón Moda
Cubana. La Habana. Cuba.
Es además el creador de la propuesta y diseño del símbolo de la
ciudad de Holguín: El Hacha de Holguín.
20
NNNuuueeevvvooosss aaauuudddiiiooo llliiibbbrrrooosss………
UUUsssttteeeddd pppuuueeedddeee ssseeerrr eeelll ppprrróóóxxxiiimmmooo eeennn ttteeennneeerrr eeelll sssuuuyyyooo………
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DDDooosss pppoooeeemmmaaasss dddeee IIIvvvááánnn RRRaaafffaaaeeelll
Sin noticias de ti
Hoy ha salido un hombre en la tele
hablando de ti.
De lo del robo con butrón
perpetrado entre tus párpados
por una banda organizada de decretos internacionales
antes de que sonase el despertador.
De lo del asesinato de una franja de tu reloj
caída durante el atraco
y hallada muerta
en tu colchón.
Hoy ha salido un hombre en la tele
hablando de ti
y lo han comentado otros hombres y mujeres
hablando de ti.
Y han sacado al ladrón en una rueda de prensa
y han conectado en directo con el corresponsal en Bruselas
y han entrevistado a un experto en dar entrevistas hablando de ti
y ha hablado de ti
y han consultado la opinión
del índice del tercer trimestre de ventas de automóviles de ocasión.
Y se han ido a publicidad
y han vuelto con un hurto en New York.
Hoy ha salido un hombre en la tele
hablando de ti
y ha dado paso,
para hablar de ti,
a una chica que ha saludado a su madre,
a un señor que tenía prisa,
a una abuela que no tenía nada que decir,
a una pareja que se ha dado un beso y se ha echado unas risas
y a un desconocido que te ha puesto a parir.
Hoy ha salido un hombre en la tele
hablando de ti
y de un tomate completamente redondo
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y de una tapa de acelgas con nitrógeno
y de una elefante sorda
y de una serpiente recta
y de un desfile de moda.
Hoy ha salido un hombre en la tele
hablando de ti
y ha dicho, nada más,
que lo tuyo era un alijo de sueños
y ha dicho, nada menos,
que te lo han incautado por soñar.
Hoy has salido en la tele
y sin noticias de ti.
Presentimiento
Presiento que algún día
te acercaré mi boca por el procedimiento standar
con la abertura preceptiva
y el grado de humedad inferior al máximo
establecido.
Inclinación admisible.
Profundidad tolerable.
Duración limitada.
Presiento que algún día
te pondré un sello.
Te daré un beso homologado,
autorizado
por el Departamento de Afectos
del Ministerio de Industria.
Y un inspector vendrá a verificarlo
como no levantemos los labios
ahora.
Iván Rafael VOZ DE TIZAhttp://vozdetiza.wordpress.com/
Según le han dicho, nació en Oviedo en 1976, aunque no conserva recuerdos de aquel
momento. Desde entonces reside en Madrid, lo que no consigue olvidar aunque lo intente.
Ha ido al colegio, al instituto y a la universidad y ha vuelto. En la actualidad se dedica,
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entre otras cosas, a intentar escribir poemas que publica en el blog Voz de Tiza
(http://vozdetiza.wordpress.com/) y allá dónde sean acogidos.
NUEVOS LIBROS DE ENTRE LÍNEAS
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BBBaaalllssseeerrrooo qqquuueee nnnooo lllllleeegggaaasssttteee
Por Enrique A. Meitín
Llegó el día... deberíamos zarpar a las tres y
media de la madrugada, desde un punto
intrincado, en cualquier lugar de la Isla... no
importa cuál. Una vez más en mi mente... tal
vez también en las de los que serían mis
compañeros de “fuga” se reafirmaba la idea de
que no era tan fácil dejar a los seres queridos...
no era sencillo. Tampoco adivinaba que en
Michael los deseos de volver a su casa
ocupaban su mente, aunque trataba de no
hacerlos aparente, su yo interno buscaba, tal
vez, en el cielo algo divino que le impidiese la
huída, o lo protegiese en caso de ser esa la
decisión…
La espera allí de la hora acordada, se
hizo realmente insoportable para todos nosotros,
ninguno se atrevía a articular palabra alguna.
Aquella fresca madrugada transcurría en una
tensión nerviosa incalculable, la esperanza de
todos era, cuando amaneciera, una vez en alta
mar, ver si con la luz podíamos retomar fuerzas. A nadie le importaba que pudiera pasar en el
transcurso del próximo día, pero para mí era sumamente importante tomar todas las medidas
pertinentes para que todo saliera como se había planificado. Al notar en mí una calma, que ni
yo creía posible en momentos como aquellos, mis amigos acordaron que yo debería ser el líder,
no porque fuera el más adecuado ni el que más conocía de navegación ―mi única experiencia
es haber tenido un padre pescador―, sino porque era la decisión irrebatible del pequeño grupo.
Tan pronto se dio la señal de subirse a la embarcación, todos corrimos hacia ella,
aunque ni siquiera veíamos bien dónde diablos estaba… no sabría decirle que lo motivaba si la
alegría por “largarnos” de una vez por todas, o el temor ante lo inesperado. En realidad me
sentí orgulloso, conmigo mismo y con mis amigos, más que eso ya hermanos. Sentía la
admiración por aquellos que junto a mi nos lanzaríamos en breve a la búsqueda de la libertad,
solo porque sentíamos la necesidad y el derecho de poseerla, a pesar del peligro y de lo que
pudiera pasarnos durante la travesía.
Todo estaba preparado y listo para la partida. Junto a Leocadio el patrón de la
embarcación se encontraba otro tripulante, con un aspecto realmente repulsivo, además de un
grupo de personas entre hombres, mujeres y niños, desconocidos para nosotros, pero unidos
por un mismo destino… sumábamos quince personas en total. Pensé inconscientemente en lo
que ocurriría cuando llegara mi padre a recogernos en su lancha donde sólo había espacio para
cuatro personas, si el resto no había coordinado con sus familiares en la “Yuma” el momento y
el lugar de su recogida, sería imposible ayudarlos y transportarlos hacia “tierras de libertad”...
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La embarcación zarpó según lo planificado a las tres y media de la mañana de ese día, a escasas
dos horas del amanecer, con el propósito de aprovechar la poca visibilidad que tendría la
torpedera cubana en caso de que nos sorprendiera en nuestro intento de fuga.
La nave, se deslizaba lentamente, no sólo debido al peso que trasportaba, sino también
evitando llamar la atención con la estela que pudiera provocar la nave si aumentaba su
velocidad. Habían trascurrido ya las primeras horas de la travesía y rebasado el límite de las
aguas territoriales cubanas cuando la embarcación comenzó a detener su marcha, quedamos a
la deriva a merced de lo que podía acontecer, sin saber si sería bueno o malo lo que nos
deparaba la suerte; ese juego terrible al que a veces nos enfrenta la vida.
Finalmente la corriente nos condujo de nuevo a aguas cubanas, y ante el temor de que
en un momento a otra apareciese la torpedera, cundió el pánico entre todos nosotros. El patrón
se mostró valiente y enfrentó a la acobardada tripulación, entre los que me encontraba
simulando el temblor que recorría mi cuerpo, nos expresó que era imposible que la torpedera
llegara.
En aquellos momentos la sed comenzaba a resecar mis labios, habíamos consumido casi
toda el agua que traíamos. La sed nos trastornaba a todos, más tarde fue el hambre, luego la
fatiga y al final la desesperación que nos embargo por completo. Yo esperaba que tan pronto se
resolviera el problema técnico, la embarcación continuaría la travesía rumbo al sitio acordado
de antemano... allí cada cual se las ingeniaría como fuese, algunos seríamos recogidos por otras
embarcaciones, el resto, o los recogía algún familiar ―coordinado de antemano―, se
entregarían a las autoridades bahaemenses, o se quedaban allí esperando de que algún barco
pudiera o quisiera trasladarlos a territorio norteamericano.
De pronto un movimiento brusco del bote me llamó la atención, en realidad no estaba
seguro de lo que había visto, no sé cómo Michael se cayó al agua, no podíamos verlo, salvo las
olas ocasionadas por las brazadas de este, tratando de regresar a la embarcación que se alejaba
poco a poco, impulsada ahora por el viento. De pronto uno de la tripulación señaló con el dedo
índice hacia una especie de mancha gris plateada que describía un lento círculo en torno al
lugar donde creíamos ubicar a Michael, mientras gritaba impacientemente…
―¡Hacia allá coño!, tenemos que sacarlo del agua cuanto antes. Había gritado el
observador.
La aleta de un enorme tiburón de un color gris ferroso, que se tornaba por momentos en
azul, asomó desafiante a la derecha del hombre caído al agua… el peligro era inminente. El
escualo se movía veloz, abriendo y cerrando su boca como si respirara, en dirección a Michael,
quien buscaba ganar la embarcación nadando a toda prisa. En su continúo y desesperado
pataleo emitía ciertas señales que eran percibidas por el tiburón. Si bien hasta entonces habían
sido débiles señales, no por ello eran menos efectivas, pues ante la borrosa visión del pez estas
le servían para orientarse, a fin de poder localizar su presa…
―¡Oye!…trata de mantenerte flotando, ya te alcanzamos… no te muevas mucho… él
no ve bien, se orienta solo por el chapoteo del agua… Gritaba Leocadio al desesperado joven,
tratando de calmarlo, mientras este continuaba nadando en dirección a la embarcación. Al
parecer los reclamos del patrón de la embarcación hicieron efecto en Michael, quien se detuvo
por un instante, quizás realmente haciendo caso a los gritos de este, o tal vez para descansar.
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En ese momento las razones eran lo menos importante, lo cierto fue que al perder el
tiburón las señales emitidas por el nadador, este aminoró la velocidad y giró su cabeza de un
lado a otro, como tratando de recuperarlas. Fue entonces cuando fatalmente el joven
desesperado por alcanzar la embarcación reanudó sus movimientos. Sus brazadas y sus patadas
ocasionales emitieron nuevas señales, las que fueron captadas de inmediato por el escualo, que
estando casi debajo mismo de Michael sintió la llamada desde la superficie y entonces atacó.
―¡Apúrate carajo!, ¡Sube! Recuerdo que le grité desaforadamente…
El tiburón impulsándose hacia arriba se lanzó en busca de su presa, emergiendo entre
un chorro de agua, a la par que abría su mandíbula y la cerraba de un sólo golpe, para engullir
piernas, tronco y brazos del infortunado…
―¡Lo atrapó!… Hagan algo ―Clamó Marcos dirigiéndose al resto de la tripulación.
―Ya está muerto. Dijo alguien sin inmutarse siquiera.
―¡Quién coño lo sabe! ―Respondí colérico…
―Tenemos que alzarlo ―Gritó otro.
En cambio nuestro amigo no tuvo tiempo de gritar, incluso si lo hubiera tenido, no
hubiera sabido que gritar, no había visto siquiera al tiburón, lo único que supo es que estaba en
eminente peligro hasta que recibió una especie de brutal encontronazo, un golpe violento en la
boca del estómago, que lo dejó de inmediato sin aliento mientras una debilidad inmensa, como
un vacío colmaba todo su ser. La última cosa que sin dudas vio Michael antes de morir fue
como el tiburón lo contemplaba a través de una cortina formada con su propia sangre.
―Lo ha devorado, está muerto ―Afirmó ahora el “patrón” sin ocultar su pesar―.No hay
nada más que hacer, el pez ha mordido y el hombre está muerto. Mientras el enorme pez se
sumergía con un movimiento de su parte central, triturando la masa de carne y huesos de
nuestro amigo…
Con temor a no poderlo verificar bien, puedo afirmar que el último y único pensamiento
que pasó por la mente de Michael fue, como poder alcanzar la lancha, mientras me tendía la
mano, aunque lo mejor sería sumarnos a lo que dicen muchos, cuando afirman que en ese
momento se hace un recuento documental de toda la vida, instante por instante. De seguro en
ese recorrido, en primer lugar para Michael aparecieron sus padres, en particular su madre, a
ratos sus enamoradas, o nosotros sus amigos... sus logros o fracasos, desdichas, añoranzas y
aspiraciones. De igual manera de seguro transitó nuevamente por las calles y avenidas de la
querida barriada de La Habana Vieja que lo vio nacer, o se proyectó en los desconocidos
vericuetos y parajes de la ciudad de Miami, donde sin duda lo habrían recibido con los brazos
abiertos.
Sin embargo dedicarnos a imaginar lo que pasa por la mente de una persona que llega al
final de su vida en tales circunstancias sería adentrarnos en inútiles divagaciones ajenas a
nuestra trama. No obstante, lo que sí es cierto, es que tanto en la mente de Michael como en la
de muchos compatriotas nuestros, que a lo largo de más de cuatro décadas intentaron cruzar el
corredor marítimo que separa la “suciedad” cubana de la “tierra de libertad”, ya en veloces
lanchas, en pequeñas embarcaciones o en frágiles balsas construidas artesanalmente, bullía la
idea de campear cualquier obstáculo, asumir cualquier riesgo, o afrontar cualquier tipo de
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peligro, incluso el de morir ahogado o en las fauces de un tiburón para lograr la ansiada
libertad.
Si bien la sed, el hambre, la fatiga y la sensación quemante de la terrible y continúa
insolación provocada por el sol caribeño, pude olvidarla con el tiempo, la fatídica escena del
cadáver mutilado de mi amigo colgando de ambos lados de las fauces del tiburón, en cambio,
nunca podrá borrarse de mi mente.
¿Quién pagará por tu vida valiente balsero que no llegaste?… que pasará por la mente de
los tuyos cuando no sepan de tu arribo…
―¿Quién va a ser?
Podría responderle cualquier cubano: El hijo de puta de siempre…
Enrique A. Meitín: Nacido en La Habana Vieja,
Cuba en 1943 y graduado de las carreras de
licenciaturas de Historia y Periodismo en la
Universidad de La Habana. Autor de numerosos
artículos en la prensa nacional y extranjera así
como de varios libros de ensayo, sobre aspectos
de la política exterior de Estados Unidos hacia
América latina y el Caribe, donde se destacan
entre otros: “El sindicalismo libre en América
Latina: Un engendro de la CIA”; Editorial de
Letras Cubanas, La Habana, Cuba 1984
“Panamá 1989: Dependencia vs. Soberanía”;
Editorial Universitaria, Panamá 1998, “De
Reagan a Clinton: La Guerra contra las drogas” España 2001, Radica actualmente en
Estados Unidos donde ha incursionado con
éxito en la novelística y en el cuento, vinculando
la realidad histórica con la ficción. Muestra de
ello son sus novelas “Pensando en Alta Voz”
(2010) “Reencuentro... razonar sin razón”
(2011) y las recopilaciones de cuentos “Mujeres
de Extremos” (2011) “Cuentos cortos en yo personal” (2011)
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YYYooo aaallluuuccciiinnnooo
Por Sara Suejen
Correría cósmica
La imagen que se muestra es espectacular, única, cada 15
años el universo nos las regala y es que Júpiter con sus 4
lunas se pone en el camino de Venus y la Luna les regala
su luz, esto sucedió el 25 de marzo del 2012. A vista
natural fue hermoso si contabas con un telescopio
sensacional, así los vi, me recree en ellos y mientras los
observaba pensaba en cómo desde los tiempos antiguos
pronosticaban los sucesos buenos o malos, las influencias
en las personas o los recién nacidos y bajo que signo
zodiacal sucedía esta correría cósmica. El 25 de marzo
alrededor de las 8:30 p.m. me preguntaba que niño(a)
estaría naciendo, si el parto era natural o cesárea en ambos
casos los antiguos podrían pronosticar todo su futuro y por
supuesto creérselo y que cada suceso de su vida ya estaba
escrito, pero que sucede cuando la madre y doctor se
ponen de acuerdo en la fecha que el bebé debe de llegar,
es como: «hoy no puedo ir al cine contigo, a las 4:30 p.m. me espera el doctor para hacerme
el parto», ¿tendrá este niño(a) un pronóstico para su vida? Seguro que no,
su madre ha elegido una forma moderna de parir planificada, a su conveniencia y esto dice
que ella no cree ni en la sombra de la Luna, muy a aparte de todo esto, pienso que eso de
los horóscopos, predicciones y planetas que inclinan pero no obligan y como es materia no
probada y que solo entretiene y de paso les saca unos dineritos a los que están «en la luna»
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pues el tema es seductor, por eso de los animalitos y las figuras que representan cada signo
resulta entretenido.
Según mi madre nací entre las 6 y 7 a.m. bajo el signo de la cabra, Capricornio, lo único
que no se es…«que el día que nací yo que planeta reinaría pues donde quiera que voy
mi…»
Recuerden la cita es en Marzo 2027, hasta entonces.
Saturno
Una vez más
te miro
Saturno,
desde esta
ventanita redonda
como mis ojos,
como tu esfera,
con la paciencia
en espera
que tu,
regente de mi vida,
en tu baile
giratorio
pronostiques
lo que será de mis días.
Yo, súbdita de tu casa
me pregunto
¿ que depararas a mis noches?
donde el silencio
me envuelve.
¿Cuál de tus anillos
tendrá mis fortunios?
desde esta
ventanita redonda
Saturno
no los puedo ver.
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Cucha ven pa’ca y pon oreja
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FFFaaalllllleeeccceee eeennn MMMiiiaaammmiii IIIsssaaauuurrraaa PPPooottteeessstttaaaddd,,,
LLLaaa dddaaammmaaa dddeeelll pppiiinnnccceeelll
Por Ernesto R. del Valle
Isaura estaba muy mal de salud. Una mujer fuerte
como ella. Cuando salí hacia Santo Domingo, supe
por su esposo, el artista plástico Arturo Potestad, que
tenía problemas hepáticos, ya no caminaba, ya no
pintaba. Un día de no recuerdo qué mes en el dos
mil diez me encontré ante la autora de esas pinturas
excelentes -algunas de las cuales ya había visto -
para conocer de ella sus inicios, para saber de ella lo
que había realizado en su vida, su trascendencia,
Isaura nació en La Habana, A los cinco años se fue
a vivir con sus padres a Jacomino y ya adolescente
a la Calzada de Güines. Comenzó sus estudios primarios hasta terminarlos, Isaura declara
que se crió en la rigidez de una educación paterna extremadamente autoritaria, sus salidas
eran restringidas Para poder continuar estos estudios se vio en la necesidad de repetir el
sexto grado. Matriculó en la Escuela de Comercio de La Habana estudiando un año de la
carrera.
A los doce años participó en una exposición de pintura en una convención de cien
profesores. Fue su primera experiencia con un trabajo realizado en blanco y negro y no
soñaba que el mismo sería escogido por el jurado para su exposición.
Uno de nuestros encuentros de escritores lo realizamos en su apartamento. Fue una fiesta de
colores quien nos recibió aquella noche. Cuadros y mas cuadros, tanto de ella como de
Arturo, se encontraban a nuestra disposición. Recostados contra una pared, decenas de
cuadros donde pudimos distinguir una guitarra que
resalta entre los colores obscuros y neutros, es parte
de la serie MIS GUITARRAS de unos diez cuadros
realizados por Isaura, al que la crítica considera entre
la pintura expresionista abstracta. Más allá está
SUNSET. Un hermoso cuadro al óleo sobre canvas,
de 18” x 24” donde resalta una conjunción de colores
que va del ocre al amarillo y esa mujer silueteada
mirando al mar dorado desde la proa de un barco.
Las nubes negras se expanden sucumbiendo ante la
noche que surge y las sombras caen suavemente en
contraluz, en la figura de espalda, logrando así, la
artista, una quietud armónica muy acentuada.. Quien
SUNSET
El autor junto a Isaura
Potestad
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mira este cuadro, se nos antoja pensar qué siente esa mujer de la pintura.
Su definición en la pintura era definitivamente Picasso, ya que, según sus propias palabras,
en mis proyectos de creación, me viene mucho a la imaginación, independiente de los
influjos que pueda tener. Tengo un cuadro al que titulé LA VIDA ES UN HUECO.
(Acrílico, 22 x 28) en la que representé todos los orificios habidos y por haber del ser
humano, hasta llegar a su fosa, que indiscutiblemente también es un hueco.
Isaura fue una artista autodidacta del arte pictórico en los primeros momentos de su vida,
cuando sentía los deseos de hacer trascender al papel las formas y colores que le llegaban a
la mente. Su primera profesora de Arte fue la Sra Esther Espín
Entre las más importantes exhibiciones realizadas por Isaura Potestad -individuales y
colectivas- se destacan: el Museo de Arte Latinoamericano, Galería Power International
Art, de Ponce de León, Coral Gables y Paradisse Gallery, donde exponía en forma
permanente. Sus obras han sido merecedoras de premios y distinciones en galerías y
museos, sus pinturas pueden ser vistas en la Internet, tiene más de doscientos cuadros
ornamentando alcobas y salas de las viviendas en Estados Unidos. Referencias de la artista.
y muestras de su arte, aparecen en el catálogo BATTIK/GRAPHIC EXTRA BASEL del
Arte Español y Latinoamericano editado en Barcelona, España en Junio de 1996, así como
en el Diccionario de Artistas Contemporáneos en su edición cuatro y cinco del año 2002 y
2003 respectivamente, publicados
por Latin American Art Association
– L’Art., además de las decenas de
exposiciones que ha realizado en
Salas de Arte de Miami. .- Ha estado
un año entero, en la Picture
Paradise en la calle 8 y 27 Ave.
junto a Aturo, su esposo, también
expuso en la Galería del Museo de
Fort Lauderdale, en el Museo
Latinoamericano en la 41 Ave. y la
2da St. del NW., Ese salón ya no
existe.
Se nos ha ido Isaura Potestad pero su obra, su amor al Arte Pictórico queda como homenaje
a quien ella siempre fue, de manera modesta y sencilla. La Dama del Pincel.
Encuentro de Escritores realizado en el Apt. de los esposos Artistas Plásticos Arturo e
Isaura Potestad.
Sentados, de Izq. a der. Ivo Basterrechea, Isaura Potestad, Arturo Potestad. De pie, de
Izq. a Der. Lucio Estévez, Milagros (esposa de Ivo) Ana Mirelys y el autor de este
trabajo.
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