Jueves Santo
Eucaristía: Se queda con nosotros
Sacerdocio: para siempre
Mandato nuevo: Amar sin
condiciones
Lavatorio de los pies: Servicio
Grupo de LiturgiaParroquia Santa María del SilencioPersonas sordas y sordociegas. Madrid
Salmo 115
Te ofreceré un sacrificio para darte gracias, diciendo tu nombre;
haré mis promesas al Señor, delante de todo el pueblo
Antes de la fiesta de la Pascua, Jesús sabía que ya era el momento de pasar de este mundo al Padre. Después de haber amado a los suyos en el mundo, siguió amándolos hasta el final.
Cuando le tocó el turno a Pedro, él dijo:
Estaban cenando y Jesús, sabiendo que el Padre le había dado todas las cosas, y sabiendo que venía de Dios y otra vez volvía con Dios, se levantó de la mesa, se quitó el manto y se puso una toalla en la cintura; luego echó agua en la jofaina y empezó a lavar los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla.
Señor, nunca me lavarás los pies tú a mi.
Las cosas que hago tú no las entiendes ahora, pero las entenderás más tarde.
Señor, ¡no me lavarás los pies nunca!
Si no te lavo los pies, tú no eres amigo mío.
Entonces Señor, sólo los pies no,lávame también las manos y la cabeza.
Una persona que se ha bañado ya, sólo necesita lavarse los pies, porque ya está limpio. También
vosotros estáis limpios, pero no todos.(Jesús dijo esto porque sabía quién lo iba a
traicionar).
Cuando terminó de lavarles los pies, se puso el manto otra vez y les dijo:
¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis «El
Maestro» y «El Señor», y decís bien porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os
he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que las cosas que yo he
hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.
Hasta aquí nos amó
Así nos amó
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