Europa a finales del siglo XVIII
A finales del siglo XVIII se viven las repercusiones de la Revolución Francesa, con todo
lo que ello supone de cambio para el futuro. Por tanto, desde el momento que la Revolución se
hace bélica y es proseguida por el Imperio Napoleónico, se impone un nuevo orden territorial
en Europa, que queda finalmente establecido por el Consejo de Viena en 1815.
1. Situación de Europa a mediados del siglo XVIII
1.1. La Paz de Westfalia y sus consecuencias
Antes había un orden, pero que había quedado obsoleto, desequilibrado. Había sido
fijado en 1648 por la Paz de Westfalia, que supuso:
- El nacimiento del estado moderno en Europa, entendido como estado-nación,
donde el concepto político de soberanía (poder sobre el cual no existe otro
superior) adquiere una nueva dimensión, al convertirse en el elemento integrador
de un territorio gobernado por un príncipe, y que se contrapone a la lógica
disgregadora feudal reinante hasta el momento.
- El fundamento de un nuevo derecho internacional que, hasta la llegada de las
revoluciones liberales burguesas de finales del siglo XVIII justificó desde el punto
de vista jurídico el equilibrio de fuerzas en Europa.
- El fin de las guerras de religión, la contención de la supremacía religiosa que se
daba en todos los ámbitos de la vida y que había asolado dramáticamente toda
Europa desde mediados del siglo XVI.
- La consolidación de la monarquía de carácter absolutista como forma de estado.
1.2. La situación demográfica, económica y social a finales del siglo XVIII
en Europa
1.2.1. La demografía
El siglo XVIII supone, de forma general, un aumento demográfico en toda Europa,
aunque es mucho más contundente a partir de los años 1750. Mientras que en los primeros 50
años, la población se incrementa en 16 millones, pasando de 95 a 111 millones, en la 2º mitad
supone un aumento de 35 millones, alcanzando los 146 millones.
A partir de este momento, comienza a superarse el ciclo demográfico antiguo a
malthusiano, que supone altas tasas de natalidad en paralelo a altas tasas de mortalidad, junto
con la presencia endémica de crisis periódicas de subsistencias, como consecuencia de un
aumento de la producción en la agricultura, de descubrimientos médicos (vacunas), de la
implantación y la generalización de medidas higiénico-sanitarias colectivas e individuales, de
la generalización del alcantarillado en las poblaciones…
Ahora bien, este crecimiento no es igualitario: crece mucho más deprisa la zona
oriental de Europa junto con Irlanda: por ejemplo, Hungría pasa de 4 a 7 millones, y Rusia pasa
de 15 a 37 millones. España pasa de 7,5 millones a principios de 1700 hasta los 10,5 millones
de 1800.
1.2.2. Economía
En cuanto a la economía, hasta la llegada de la revolución liberal (desde el punto de
vista económico), lo predominante es el feudalismo (con todas sus matizaciones).
El sistema económico se asienta sobre la propiedad, ya sea privada (en manos de la
corona) o institucional y colectiva (en manos de los municipios). La estructura de la propiedad
se diferencia según su extensión (latifundio y minifundio) e incluso por la calidad de su
propietario (terrateniente, agricultor, jornalero o criado). También las formas de cesión de la
tierra varían (a corto o a largo plazo). El dueño conserva la propiedad directa de la tierra, y el
arrendatario, la propiedad útil.
A comienzos de siglo, el sector primario es predominante, pero con el efecto de la
industrialización y la aplicación de las teorías económicas y comerciales, pasa a primer plano
la industria. Antes de esta llegada, están los artesanos, ya estén encuadrados en los gremios o
sean eventuales, la primitiva mano de obra de la llamada protoindustrialización (putting-off
system: el tiempo no reclamado por las tareas del campo, el jornalero produce manufacturas
en su casa).
El comercio está marcado por las aduanas, los impuestos, a todo un sistema de
comunicaciones e infraestructuras.
1.2.3. Sociedad
En cuanto a la sociedad, es inicialmente estamental y socialmente impermeable,
jurídicamente desigual, estática, donde se da la venalidad (venta) de oficios y de títulos, y
posee tres estratos: la nobleza, el clero y el pueblo llano (llamado posteriormente tercer
estado). Este último no está identificado por su nivel económico, sino por su ausencia de
privilegios. La fiscalidad, capacidad del estado (aunque también de la Iglesia, con los diezmos),
recae principalmente sobre el pueblo llano.
Todo esto va a ser trocado por la sociedad clasista, fruto de la sociedad industrial,
donde la burguesía va a ocupar el poder económico, y que posteriormente va a aspirar a
ostentar el poder político. Las clases se restructuran, haciéndose cada vez más clara la división
entre capitalistas y proletariado (aunque este término es polémico antes de la segunda mitad
del siglo XIX, puesto que supone la adquisición de una determinada conciencia de clase, lo que
no se da hasta 1848).
En cuanto al gobierno, hay que diferenciar entre el gobierno municipal y el estatal. El
primero comprende el gobierno municipal de señorío (eclesiástico o laico).
1.3. La situación política
La doctrina política vigente hasta el momento es el absolutismo, que justificaba la
concentración de poderes en la corona, gracias a la que controlaba todo el aparato del estado.
Este aparato se controlaba gracias a:
- La existencia de gobiernos centralistas y centralizadores, consecuencia de la
consolidación y extensión de un aparato burocrático al servicio del estado.
- El concepto patrimonial del estado que tiene la corona (los intereses del estado se
identifican con los intereses de la corona.
- A través de un sistema impositivo desigualmente repartido (existencia de
estamentos privilegiados) y desigualmente recaudado.
- A través de la justicia, también desigual, puesto que existen códigos diferentes,
dependiendo del estamento profesional y social al que pertenecieran los
individuos
- A través de la consolidación de forma definitiva y de la profesionalización de un
ejército propio.
Los principales defensores de esta doctrina política absolutista son Jean Bodin,
Jacques-Bénigne Bossuet (franceses) y Thomas Hobbes (inglés).
2. El liberalismo
A finales del XVIII se asiste asimismo a la implantación de una nueva ideología político-
económica, el liberalismo. Ésta conlleva una reorganización de la estructura social y alumbra
el surgimiento de los nacionalismos. El liberalismo, que nace como consecuencia y a raíz de la
Revolución Francesa, tiene sus orígenes primeros en John Locke (inglés), quien teoriza sobre la
supremacía del poder legislativo y gracias a cuyas enseñanzas se introduce en Inglaterra el
parlamentarismo (no confundir con liberalismo o democracia).
El liberalismo es una doctrina muy amplia, que no solo cubre la esfera política, sino y
también la esfera económica.
2.1. Orígenes del liberalismo: el iusnaturalismo
En su vertiente política, el liberalismo nace del racionalismo que se desarrolla durante
el siglo XVIII en Europa, que se expande con las revoluciones liberales burguesas, que
anteponen los derechos y las libertades de los individuos a los privilegios de los estamentos:
son éstos los llamados derechos naturales, aquellos que se tienen por naturaleza. Los
derechos naturales están fundamentados el orden natural, y su corriente es el
iusnaturalismo. Éste es también una corriente de pensamiento que formula la posesión por el
hombre de una serie de derechos anteriores y superiores al derecho positivo. El derecho
natural, por tanto, no es elaborado por el estado. Por ello, el estado sólo puede respetar el
derecho natural, puesto que no lo elabora. Por tanto, el derecho positivo es inferior al
derecho natural.
En esta sociedad, es el estado quien debe velar por los derechos naturales, a través
del derecho positivo (las leyes), elaborado por los representantes de la sociedad. De aquí
deriva el obligado cumplimiento de las leyes que tienen todos los ciudadanos, al mismo
tiempo que se alimenta la capacidad legal del estado para emplear la coacción para que las
leyes sean cumplidas.
Los autores más representativos de esta corriente son Altusio (principios del siglo
XVII: Politica metodice digesta). Bebe de los fundamentos filosóficos asentados por Belarmino,
por Juan de Mariana, por Francisco Suárez (españoles). Otro importante es Hugo Grocio, que
junto con Altusio es el padre del iusnaturalismo, el derecho natural, que se contrapone al
derecho positivo (el derecho escrito).
2.2. El liberalismo político
2.2.1. Rasgos
El liberalismo político resalta:
- La soberanía, bien nacional, bien popular; pero en ningún caso recae en una única
persona. Por tanto, hay que relegar el término de súbdito o vasallo, que se
transforma en ciudadano, portador de derechos. El gran teórico del liberalismo
político es Jean Rousseau (francés).
- La división de poderes: legislativo, ejecutivo y judicial. El representante máximo
de esta doctrina es Montesquieu.
- La relevancia de la libertad, la propiedad, la igualdad y la seguridad.
Y todo esto queda reflejado en un texto llamado constitución, código jurídico-político
más relevante, al que todo un estado ha de supeditarse.
El liberalismo, desde el punto de vista social, va a sacrificarlo todo a ese poder
económico que se le debe. Así, el poder económico ha de entenderse como un factor
liberador del hombre al que todos pueden concurrir (ver más adelante el liberalismo
económico). Además, la doctrina liberal establece la igualdad de derechos civiles (libertad,
propiedad, seguridad personal…) entre todos los individuos por el mero hecho de haber
nacido. El liberalismo no sólo es una doctrina, sino también un sistema o modelo de
organización de la sociedad de carácter multidisciplinar, puesto que no sólo afecta al ámbito
económico, sino también a las esferas política, social, filosófica, etc., elementos
fundamentadores del estado de derecho, que indica que existe un reconocimiento de una
serie de derechos a la sociedad y a sus individuos, con lo que dejan de ser súbditos para
transformarse en ciudadanos. La libertad es su valor supremo, al que todo queda supeditado.
2.2.2. Organización del estado liberal
Todo esto supone la aceptación de que la soberanía reside en la asamblea como
representante de la nación. Esta asamblea es elegida por sufragio, en un estado donde existe
la separación de poderes, y donde están reconocidos una serie de derechos, todos ellos
enmarcados en una constitución. En definitiva, se trata de una limitación al poder del
monarca absoluto.
Cuando la soberanía pasa de estar depositada en una asamblea representativa de una
nación al pueblo, cuando el sufragio no es restringido, sino universal, cuando frente al
binomio igualdad-libertad, se antepone esta segunda a la primera, y cuando la extensión y la
profundización de los derechos individuales y colectivos son más amplios, dejamos de estar
en liberalismo para pasar a la democracia. Por tanto, el liberalismo no es la democracia, es su
antesala.
En cualquier sistema liberal, el objetivo fundamental es la preservación del individuo
frente a la colectividad (de hecho suele darse la exaltación del individuo y de las libertades).
En Europa, se implantó a lo largo del siglo XIX, generalmente por medio de la vía
revolucionaria, pero también por la vía reformista. Hay dos excepciones: Francia, quien se
adelantó con su constitución de 1791, al igual que Inglaterra, con su Bill of Rights en 1689, que
realmente no introduce el liberalismo sino la parlamentarización de la vida política.
Inicialmente, el liberalismo político se basa en la soberanía nacional y en el sufragio
restringido, e introduce los regímenes políticos constitucionales y representativos, pero en
manos de una oligarquía. Constituye también gobiernos responsables ante los
representantes de una nación, representantes que acceden a ese cargo cuando cumplen
ciertos requisitos de pagos de contribuciones, tienen un cierto nivel de instrucción… de tal
manera que así quedan superados los partidarios del antiguo régimen y aquellos que van
más allá del liberalismo reclamando el establecimiento de principios democráticos.
El centro neurálgico de un sistema liberal reside en la asamblea, la dieta, las cortes, el
parlamento. Esta institución es representativa, y surge de una elección más o menos amplia y
que puede materializarse en una o dos cámaras, dando lugar al unicameralismo o al
bicameralismo. El unicameralismo transmite una idea más revolucionaria que el
bicameralismo, porque la segunda cámara, al exigir unos requisitos más restrictivos que para
la primera (por ejemplo, una mayor edad, o cuotas de renta mayores), siendo ésta más
conservadora. No hay que olvidar que hay excepciones en las que ha habido más de dos
cámaras.
De la existencia de este modo de organizarse surge el parlamentarismo, cuya vida
depende de los partidos políticos. Benjamín Constant, el padre del liberalismo restringido o
doctrinario, afirmaba que los partidos políticos, en el fondo, constituían la esclavitud, sobre
todo cuando en esos partidos se obligaba a sus miembros a una obediencia, convirtiéndose así
en un lastre para el pueblo. Guizot, que unía la teoría con la práctica, para denostar el sufragio
universal, defendía que los electores debían de ser ricos. Nadie impedía que se hicieran ricos.
En cualquier caso, el estado liberal descansa sobre cuatro pilares: libertad,
propiedad, igualdad y seguridad. Si a estos les sumamos uno nuevo, la felicidad, la búsqueda
del bienestar, obtenemos los cinco elementos fundamentales sobre los que conseguir la
cohesión de un grupo, de una colectividad regida por un estado. Y para quien dirige ese
estado, no hay panacea mejor que la cohesión social. Cuanta más cohesión social, menos
conflicto, y por tanto, el discurrir del poder es más fácil.
Desde Francia, el liberalismo se expande al resto de Europa, aunque de forma muy
discontinua, y como consecuencia, los nuevos conceptos que nacen van a adquirir matices
muy distintos: nacional versus ciudadano; soberanía nacional versus soberanía popular, que
toman carta de naturaleza a través del sufragio y de elecciones periódicas, pudiendo ser el
sufragio restringido o universal. También aparece la división de poderes, de cuya
combinatoria nacerán los diferentes regímenes políticos: parlamentarismo versus
presidencialismo. Incluso, si se atiende a la organización territorial del estado, hay que
diferenciar entre el estado centralista y el estado federal. Todo esto queda, por supuesto,
reflejado en una constitución.
2.3. Los padres de la doctrina liberal
2.3.1. John Locke
Es el autor del Tratado sobre el gobierno civil, de 1690. Locke es el referente de los
presupuestos políticos reivindicados por la burguesía, puesto que es el gran defensor de la
libertad del individuo, del derecho natural (entre ellos a la propiedad), defensor de la teoría
del contrato político, además de reconocer el derecho a la resistencia (herencia de las teorías
políticas españolas jesuíticas, la doctrina del tiranicidio).
También argumenta Locke que el fin último de la política ha de ser la búsqueda de la
felicidad del individuo, de su bienestar, que se alcanzaba por medio de la paz, de la cohesión
social y de la seguridad. Una seguridad que incluye la existencia, el disfrute y la defensa de la
propiedad privada. El individuo, que inicialmente vive en un estado de naturaleza, hostil y no
deseable, quiere asegurarse ese bienestar, esa seguridad, etc.; y por ello debe recurrir a la paz
y a la seguridad. Y es esta búsqueda la que lleva que el hombre abandone su estado de
naturaleza y constituya la sociedad civil, a cuyo frente se sitúa el estado, dirigido por un
gobierno, que, usando parte de la soberanía que le ha transferido el pueblo por medio de un
contrato, debe de buscar el mayor grado de bienestar para el mayor número de gente.
Locke formula con bastante claridad la división de poderes: enumera tres poderes en
el estado, y señala que esos tres poderes (ejecutivo, legislativo y federativo o judicial), para su
correcto funcionamiento, deben de estar depositados en manos distintas. E incluso va más
allá:
- De estos tres poderes, dota de una preminencia al poder legislativo, cuya misión
es la elaboración de normas conducentes a la implantación de la felicidad y a
defender la propiedad, y cuyo único límite está en el derecho natural, siendo éste
anterior al derecho positivo.
- El ejecutivo es el encargado de hacer cumplir las disposiciones del legislativo, y
además está capacitado para imponer correctivos a los contraventores.
- En cuanto al poder federativo, es un poder de relación, que tendría como misión
armonizar los otros dos y por otra parte cohesionarlos junto con la propia
sociedad. Evidentemente, Locke cree en la necesidad del estado; aunque no
olvidemos que defiende también el derecho a la resistencia.
2.3.2. Montesquieu
Es el autor de El espíritu de las leyes, obra publicada en 1748 (más de medio siglo de
diferencia con Locke). Lo más importante es su llamada teoría de los contrapesos, que da
cumplimiento a uno de sus axiomas más conocidos: que el poder debe de contener (frenar) al
poder; y para esto, tiene que haber un equilibrio entre los distintos poderes. Su teoría se
fundamenta en la separación de los poderes, e incide en la existencia de los cuerpos
intermedios, que concretiza en el Parlamento y en la nobleza. Montesquieu es defensor de la
monarquía, no absoluta, sino constitucional (la que está limitada por la constitucional). En
esta monarquía, la separación entre poderes es la siguiente:
- El poder ejecutivo queda residenciado en la corona.
- El legislativo, ejercido de un modo indirecto a través de representantes elegidos
congregados en asambleas unicamerales o bicamerales (existencia de una cámara
alta o aristocrática, cuya misión fundamental es la de controlar al poder ejecutivo;
y una cámara baja o burguesa, encargada de elaborar la legislación de carácter
fundamentalmente fiscal). Además, en el poder legislativo también tiene una parte
muy activa la corona, bien mediante la iniciativa legal (refrendo), bien mediante el
derecho de veto. Esto reduce enormemente las premisas liberales originales.
- Finalmente, el poder judicial tiene la tarea de administrar justicia, y teóricamente
es independiente, puesto que ha de arbitrar tanto los conflictos que surjan en el
seno de la colectividad como aquellos que haya entre ambos poderes.
2.3.3. Jean-Jacques Rousseau
Autor del Contrato Social, que ve la luz en 1762. Rousseau, habiendo bebido de
Montesquieu y de Locke, entiende que, mediante el pacto social, cada individuo se une al
resto pero sin perder ni un ápice de su individualidad. De hecho, el contrato se formaliza al
poner en común los individuos su persona y su poder bajo la suprema dirección de la
voluntad general; y se recibe colectivamente a cada miembro como parte indivisible del todo.
Cada asociado se une a todos, y no se une a nadie en particular. De esta forma, no obedece
más que a sí mismo, y permanece tan libre como antes. El problema surge cuando no todos
los individuos participan. “Un pueblo libre obedece, pero no sirve; tiene jefes, pero no amos;
obedece a las leyes, pero no obedece más que a las leyes; y es por la fuerza de las leyes por lo
que no obedece a los hombres”.
La piedra angular de la doctrina de Rousseau es la soberanía. Esta soberanía es
individual, y cada uno la tiene al 100%. Por eso, la soberanía es absoluta, intransferible e
indivisible. Pero en la práctica, por diversas razones, la soberanía popular es inviable. En su
defecto, está la soberanía nacional, que exige recurrir a la representación de la sociedad.
Entonces, el individuo únicamente es libre cuando ejerce el voto; el resto del tiempo, no lo es.
Hay que diferenciar entre delegación y representación. El delegado va con mandato
imperativo, no tiene capacidad de gestión, y puede ser cesado fulminantemente; el
representante, por el contrario, va con un mandato representativo, tiene capacidad de
gestión, puede negociar; en el momento que es elegido, la capacidad de acción del pueblo
sobre él se acaba. Lo más cercano a la democracia, por tanto, es el mandato imperativo.
3. La Ilustración
3.1. Rasgos
La Ilustración es un movimiento intelectual, reformista y crítico del siglo XVIII por el
que se hace predominar la razón sobre la fe y la creencia. La experiencia de los hechos
constituye la base del conocimiento. Personajes destacados son Descartes, Leibnitz o Spinoza.
La Ilustración supone el triunfo del racionalismo pregonado por la revolución intelectual de la
Edad Moderna. Este racionalismo se fundamenta en el Discurso del Método de Descartes, en
el empirismo de Locke (Ensayo sobre el entendimiento humano, 1690) y en el cientificismo de
Newton (Principios de filosofía, 1687). Los grandes propagadores del movimiento ilustrado,
Hume, Montesquieu, Voltaire, Diderot, D’Alambert, Condillac, Rousseau, Holbach, Smith…
La Ilustración es un conjunto de ideas y de valores que se materializa en tres pilares
fundamentales:
- El utilitarismo, según el cual la moralidad de cualquier cosa viene definida por su
utilidad.
- La secularización del saber y de la política.
- La aspiración a una reforma socio-económica.
En cualquier caso, la Ilustración constituye el catecismo de la burguesía, que lucha por
controlar el ámbito político, económico y social frente a los privilegiados y a la tiranía, y que,
en el ámbito de la religión, pregona la tolerancia.
3.2. El Despotismo Ilustrado
De un modo o de otro, las monarquías de entonces, absolutas, se comprometen muy
pronto con esta nueva Ilustración: María Teresa de Austria, Federico II de Prusia, Catalina II de
Rusia, Gustavo III en Suecia y Carlos III en España. Esto da lugar al llamado despotismo
ilustrado: “todo para el pueblo pero sin el pueblo”. Este despotismo ilustrado es un modo de
gobernar sin la participación de las clases bajas, orientado a llevar a cabo reformas de todo
tipo salvo políticas.
Durante el siglo XVIII, se asiste a dos vías posibles para que discurra el cambio:
- Desde el poder, a través de la práctica del despotismo ilustrado, se introducen
reformas.
- En su defecto, la vía revolucionaria, a la que se recurre principalmente
(Revolución Francesa y de los años 1820 y 1830).
4. El liberalismo económico o librecambismo
4.1. Rasgos
El liberalismo económico, frente a la doctrina hasta el momento imperante, el
mercantilismo, aporta el librecambismo. Se caracteriza por:
- La no-injerencia del estado; la autorregulación del mercado sin que necesite de
una tutela.
- La tierra deja de ser el principal factor de producción, y se asiste a una revolución
industrial y como consecuencia a una industrialización, que tiene su manifestación
más clara en la nueva tecnología, los inventos, los nuevos medios de transporte y
comunicación, nuevas infraestructuras, nuevos instrumentos y medios financieros,
etc.
- La activación del comercio; obliga a una política arancelaria y a que los estados se
especialicen desde el punto de vista de su producción. En lo que se refiere al
comercio interior, los librecambistas creen que la libre concurrencia de la oferta y
la demanda es suficiente medio de regulación; y en el exterior, se regula por la
capacidad productiva de cada país, acoplada a elementos como el clima, el acceso
a las materias primas, etc., y como consecuencia de la competitividad que surge
entre las distintas empresas.
El padre del liberalismo económico es Adam Smith; aunque también destacan John
Stuart (doctrina de la teoría del valor), Ricardo y Malthus (la demografía). Este liberalismo
posibilita la revolución industrial, aunque también supone la consolidación (ya existía) del
capitalismo como una nueva reestructura de la sociedad. Supone el fin de la sociedad
estamental en favor de la sociedad de clases (aunque sigue manteniéndose parte de la
nobleza, que ha de reacomodarse e incluso entrecruzarse con la alta burguesía). Esta sociedad
de clases supone la consolidación y el éxito de la burguesía y el surgimiento del proletariado.
Ahora bien, cada una de estas tres clases tiene diferencias internas muy acusadas.
Esto supone la aparición de la lucha de clases, razón de ser del movimiento asociacionista,
además de dar lugar a ideologías propias (el socialismo), traer la reivindicación de nuevos
derechos políticos (reunión, asociación, manifestación, huelga…).
4.2. La fisiocracia
El sistema económico inicialmente mercantilista, que se desarrolla en paralelo al
sistema político absolutista (siglos XVI a XVIII) sucumbe a los aires renovadores de la
Ilustración. Así, como etapa de tránsito, aparece una nueva escuela doctrinal económica, la
fisiocracia, a cuya cabeza está el francés François Quesnay. Su obra, donde recoge los
principios teóricos de la fisiocracia, se publica en 1758: es el Tableau économique. Esta obra
encierra una máxima que resume la filosofía de fondo de este modelo: “campesinos pobres,
reino pobre; reino pobre, rey pobre”.
Esta escuela tiene una escasa influencia, y su importancia radica casi exclusivamente
en Francia (Mirabeau, Turgot). La fisiocracia surge en Francia como una necesidad, como
consecuencia de la calamitosa situación económica del país a mediados del siglo XVIII. Luís XV
lleva al país a una serie de guerras que agotan el tesoro y que cosechan importantes pérdidas
territoriales de su imperio colonial al favor de Inglaterra. Los efectos de esta situación de
agotamiento del tesoro se intentan mitigar a través del sistema fiscal, oprimiendo aún más a
los que pagan. Pero esto tiene un límite, tanto material como de conflictividad social.
Tradicionalmente, en Francia se habían aplicad políticas mercantilistas que restringían el
comercio. Por todo esto, el valor de la agricultura y de la tierra cae, de modo que los
agricultores, fuente económica de primer orden, deben entregar una gran parte de su
producto a su terrateniente, quedando el restante fuertemente grabado por la fiscalidad del
estado. Al mismo tiempo, nobleza y clero, dueños de gran parte de las tierras, están exentos
fiscalmente. En definitiva, el sector agrícola está en decadencia, y la población agrícola,
disminuida.
Por ello, surge la fisiocracia. Es una doctrina económica que sitúa la riqueza en la
agricultura. De hecho, entiende que el agricultor es la única clase productiva y que la
agricultura es la única ocupación que genera producto neto, ya que el resto (comercio e
industria) no produce, sino que son distribuidores; por tanto, los que se dedican a ella son
clasificados como clases estériles. La fisiocracia no sólo cree innecesario sino también
inconveniente la intervención reguladora del estado en el sistema económico, aunque por
motivos diferentes del liberalismo. Mientras que éste defiende la autorregulación del
mercado, los fisiócratas piensan que existe un orden natural preestablecido, que conduce a la
felicidad de los individuos y que está basado en la agricultura, y que por tanto no es
necesario un estado que lo regule.
En algunas cosas, la fisiocracia adelanta al liberalismo: exige respeto y protección de la
propiedad; exige libertad de comercio; exige retribuciones salariales altas por el trabajo
desempeñado; exige control de las tasas de interés sobre las rentas (control sobre los
beneficios). En cualquier caso, es partidaria de que existan beneficios, ya que el beneficio
anima la compra pero también la reinversión; pero esos beneficios deben ser inferiores a lo
obtenido por la explotación de la tierra.
4.3. Padres del librecambismo
4.3.1. Adam Smith
1776 La riqueza de las naciones.
El librecambismo es posible porque a la vez se dan otras condiciones: un incremento
de la población, unos adelantos científicos, unas mejoras en las infraestructuras de
comunicación, etc.
Formula los grandes postulados del librecambismo:
- La no-injerencia del estado
- Libertad de comercio
- La economía no debe de regirse por conceptos éticos o morales
- El obrero debe de escoger libremente su trabajo, sino también el lugar donde
desarrollarlo
- Debe de existir libertad de contratación, contratación que sólo incumbe al
empleador y al empleado
- Libertad absoluta para disponer de la propiedad.
A poco que se repare en esta formulación, se cae en la cuenta de que todos los
elementos explican, potencian, desarrollan y expanden (no crean) el capitalismo. Smith
entiende el trabajo como un factor de producción; que la división del trabajo es buena, puesto
que requiere de cierta capacidad y hará aumentar la producción y la capacidad. La
especialización genera una acumulación de capital que sólo encuentra un límite en la amplitud
del comercio. Este mecanismo es mucho más factible en la manufactura que en la agricultura.
Por tanto, es mucho más complejo aumentar la productividad en el campo que en la
manufactura.
Hay tres factores de producción y, a cada uno, le corresponde una distinta
remuneración
- Trabajo - Salario
- Capital - Beneficio
- Tierra - Renta
La intervención del estado no debe darse porque es distorsionadora, aumenta los
factores de producción y la remuneración que reciben esos factores. Por tanto, al estado, lo
único que le incumbe es la protección de la sociedad frente a peligros internos y externos.
4.3.2. Robert Malthus
Ha pasado a la historia como gran demógrafo, cuando en 1798 publica su Ensayo sobre
el principio de la población. Aquí expone que, mientras los medios de subsistencia crecen en
progresión aritmética, la población lo hace en progresión geométrica. Por tanto, en un muy
corto espacio de tiempo, se produce una superpoblación, lo que genera crisis cíclicas que
corrigen el desequilibrio población-recursos. Esto puede ralentizarse de dos maneras:
- De modo voluntario, mediante la práctica de la castidad, la abstinencia, retrasando
la edad del matrimonio…
- De modo involuntario, mediante la pobreza, la desnutrición, la insalubridad… lo
que hace a la gente más propensa a la enfermedad.
En 1817, publica un manual de economía política.
5. El nacionalismo
Finalmente, está el nacionalismo. Es un movimiento bivalente que integra por una
parte una ideología y por la otra, un movimiento socio-político.
- En lo que a la ideología se refiere, el nacionalismo se fundamenta en el concepto
de soberanía nacional (la nación constituye los límites del estado) pero también en
el concepto de nacionalidad (el derecho que cada nación tiene de dotarse de un
estado propio).
- Desde el punto de vista de un movimiento socio-político, el nacionalismo aspira a
dotarse de un autogobierno.
En definitiva, el nacionalismo no es más que la repuesta, la reivindicación frente al
absolutismo y los imperios, a las oligarquías, a la dependencia económica. Se plasma como
banderín de enganche en las revoluciones liberales burguesas de la primera mitad del XIX, que
alcanzan su ejemplo paradigmático en las unificaciones italiana y alemana.
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