Existe una nación, de la cual solo decir su nombre me da tristeza, donde su gente ha olvidado sus
raíces, su legado y patriotismo. Aquel país ya no brilla como antes cuando la gente luchaba por su
tierra y sus hijos, cuando sus líderes actuaban con valor y daban a su gente la seguridad de que
esperaba un futuro mejor.
Tanto es así que su gente ya no tiene sueños ni esperanza y se ha hundido en la injusticia, la
opresión y la antidemocracia. Ya no relucen los héroes, solo quedan tiranos que ofrecen vanas
promesas, tiranos que se alimentan del trabajo ajeno. Su pueblo no ama a su país por eso lo
denigra y hace de él una burla. Olvidaron su bandera, su escudo, himno y espíritu de lucha.
Existe también un país lejano, México, que sigue los mismos pasos. Sus jóvenes actúan de una
manera irrespetuosa, burlona e hipócrita ante su bandera, ya que al venerarla lo hacen solo por
obligación y no por amor ni orgullo.
Los ancianos ya no recuerdan a los grandes héroes del pasado y por lo tanto, no transmiten sus
hazañas a su descendencia.
En México los lábaros patrios de desvanecen en la neblina que precede al olvido.
Solo un joven se atrevió a pensar diferente e imagino a un México cambiado, donde sus habitantes
tienen el orgullo de decir: Soy mexicano!
Pensando en esto el joven se durmió, en sus sueños veía como la gente amaba tanto a su bandera
que estaban dispuestos a luchar por ella, cantaban su himno con tal orgullo y fuerza que vibraba
hasta lo más profundo del corazón. Tanto le gustó este sueño que el joven no despertó.
Este joven vive en cada uno de nosotros, sigue dormido, despertarlo no es difícil basta con
respetar a la bandera, cantar nuestro himno con tal coraje que las montañas de la esclavitud y la
injusticia se derrumben como un grano de arena ante un ventarrón-
Este sueño es tan lejano como queramos, pero comencemos con respetar nuestra patria y decir
con orgullo “SOY MEXICANO”.
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