El zar rojo
Grandes dictadores (3): Stalin
Pocos hombres –ni siquiera Hitler- han tenido un impacto tan brutal y tan prolongado como el que tuvo José Stalin (1878-1953) sobre la vida de
millones de personas.
Stalin
Una infancia difícil, llena de maltratos de un padre alcohólico, lo volvieron, según uno de sus amigos de juventud, “tan duro y falto de corazón como su
padre”.
Stalin
Al mismo tiempo, este joven georgiano, que aprendió a hablar el ruso siendo ya bastante grande, amaba la música y las flores. Inicialmente destinado al
sacerdocio, fue seducido por la política conspiratoria, primero en las filas del Partido Socialdemócrata y luego en las del Bolchevique.
Stalin
Si su participación en la Revolución Rusa y la Guerra Civil no fue tan destacada, en el periodo inmediatamente posterior comienza a acumular
poder, convirtiéndose en “el hombre de las oficinas y los pasillos”.
Stalin
Tal acumulación de poder sorprendió a Lenin, quien, en sus últimos días, intentó detenerla en vano. Entre 1924 (muerte de Lenin) y 1929 (XV
Congreso del Partido Comunista) se desarrolla la lucha por el poder que concluye con el exilio de Trotsky y la caída en desgracia de Zinoviev y
Kamenev, rivales de Stalin.
Stalin
Con el poder absoluto se lanzó a una reforma agraria autoritaria y compulsiva que desembocó en Ucrania en el Gran Hambre u “Holodomor”, cuyo número
exacto de víctimas aún no ha sido determinado.
Stalin
Los planes quinquenales, diseñados para desarrollar el país a marchas forzadas, cosecharon éxitos, aunque también fracasos, a costa de un enorme
sufrimiento humano.
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Los Juicios de Moscú de los años 30, en la que los acusados se inculpaban a sí mismos con los crímenes más inverosímiles, contribuyeron a dar a la Era de
Stalin un aire de pesadilla.
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Estos juicios –también conocidos como la Gran Purga- debilitaron también la defensa nacional, al eliminar un número importante de técnicos y militares, favoreciendo los triunfos iniciales de Hitler en la Segunda Guerra Mundial.
Stalin
Después de la SGM, los crímenes de Stalin descienden en intensidad, transformándose, por así decirlo, en una “dictadura rutinaria”.
Stalin
Stalin, como el propio Hitler, parece un enigma. Implacable y sanguinario, insensible y granuja, sabe mostrarse, también, campechano, agradable y
sencillo.
Stalin
Se dice que, cuando Stalin daba un discurso, si él no daba la señal para que dejen de aplaudir, los presentes seguían aplaudiendo hasta que les sangraban
las manos.
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La muerte de Stalin constituye también un misterio y existen razonables sospechas de que pudo haber sido asesinado por personas de su círculo íntimo,
probablemente por el Comisario del Interior, Lavrenti Beria, quien habría decidido eliminarlo al observar ciertas señales de que se venía una nueva
purga.
Stalin
El clima de adulación hacia Stalin, sorprendentemente, se extendió fuera de las fronteras de la Unión Soviética y el poeta Pablo Neruda llegó a dedicar al “padrecito” versos tan tiernos como los que se dedican a la amada o al dios
que se adora.
Stalin
Se calcula que más de mil personas murieron aplastadas durante los multitudinarios y caóticos funerales de Stalin, aunque la cifra exacta se
desconoce hasta hoy.
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