Historia argentina
De la Colonia a la Revolución
La primera independencia
GRUPO-TALLER DE HISTORIA POPULAR
INTRODUCCIÓN
Para comprender nuestra sociedad actual es necesario conocer su historia, cómo surgió y cuáles son las fases
por las que atravesó en su desarrollo hasta convertirse en lo que hoy es.
La Argentina es una nación joven pero con una historia milenaria.
Este trabajo presenta, en forma muy limitada, algunos hechos fundamentales de esa historia: los pueblos que habitaron estas tierras antes de la conquista española;
las consecuencias del dominio colonial español; las causas que llevaron a la Revolución de Mayo y la
primera Independencia; el papel de la lucha popular y las clases sociales que hegemonizaron ese proceso.
PARTE I
De los orígenes a 1810
En América, los pueblos originarios tuvieron distintos grados de desarrollo en su economía y organización social.
Coexistieron tribus nómades, colectividades agrícolas y grandes imperios. La conquista europea cortó toda posibilidad de
desarrollo independiente de los pueblos dominados.
El actual territorio argentino estuvo habitado por numerosos pueblos, algunos con más de diez mil años de antigüedad.
Pueblos con diversas formas de organización económica y social y distintas culturas.
Los guaraníes, diaguitas y calchaquíes, entre otros, ya practicaban la agricultura, la
cestería y la alfarería.
Los pueblos ona, tehuelche, querandí, qom, entre otros, eran cazadores-recolectores
y pescadores nómades.
Los pueblos del noroeste y la región cuyana fueron conquistados por el imperio
Inca en el siglo15.
Los Pucarás –como en Tilcara, Jujuy- estaban hechos de piedra y tenían una función militar. La red del Camino del Inca atravesó
territorio diaguita y calchaquí.
Durante los siglos 16 y 17, los españoles desataron una guerra sangrienta, genocida, de saqueo y destrucción.
Derrotada la resistencia de los pueblos nativos, España logró imponer su dominio colonial y feudal en gran parte
de América.
En los Virreinatos, la Corona española legisla, gobierna y juzga. Un aparato estatal colonial, con el virrey, la audiencia, la burocracia y, sobre todo, la fuerza armada,
garantizaba la explotación.
Las relaciones feudales de producción, que imperaban en España, se trasladaron a América.
Los conquistadores se apropiaban de grandes extensiones de tierra y, por los servicios prestados al Rey, se les otorgaba la merced o gracia real como título de propiedad, poniendo bajo la “protección” de estos señores a pueblos enteros, con sus
caciques incluidos.
Indígenas, mestizos, y luego también los
criollos, debían trabajar en minas,
obrajes y haciendas; además tenían que entregar productos y/o prestar servicios
personales a los terratenientes, los
encomenderos, corregidores, etc.
A esto se sumó la esclavitud de los
africanos.
La producción y el comercio se
organizaron en beneficio de la monarquía, la
nobleza feudal y los grandes
comerciantes monopolistas españoles.
La Corona era la gran propietaria, el gran mercader. España era
el sostén de las relaciones feudales y esclavistas y la
principal beneficiaria de la
explotación minera, aduanas, etc.
El desarrollo económico se vio constreñido por el dominio colonial y el régimen social feudal.
España implantó una sociedad colonial-feudal de castas. Españoles, criollos, mestizos, indios, negros, etc. no
tenían los mismos derechos.
La ley sancionaba la desigualdad social: se clasificaba a la gente por el color de la piel. El racismo fue producto del
colonialismo.
En el Río de la Plata, los españoles se repartían la tierra en latifundios orientados a la ganadería.
La Corona prohibió la crianza del merino y el labrado de paños y ordenó destruir cultivos como la vid y el olivo, los algodonales y cañaverales. Las pocas industrias
eran domésticas y artesanales.
Indios y criollos pobres no podían acceder a la propiedad legal de la tierra. Campesinos y pastores tenían un uso precario de las parcelas y quedaban subordinados a los terratenientes.
La resistencia
Durante 265 años, los pueblos originarios resistieron el robo y la explotación colonial.
En la primera mitad del siglo 17, las guerras calchaquíes (Tucumán, Catamarca y Salta) pusieron en jaque al poder
español. Luego hubo también rebeliones criollas y de esclavos.
Los pueblos calchaquí, diaguita, lules, wichi, qom, guaraní, huarpe, rancul, mapuche, tehuelche, ona, entre otros, enfrentaron a
los colonialistas.
Otro ejemplo de resistencia fue la de los indómitos Quilmes.
Sitiados por hambre y asaltados en su fortaleza, combatieron con heroico valor. Dispersados, volvían a atacar.
Los sobrevivientes fueron trasladados a Buenos Aires, a la localidad que hoy lleva su
nombre.
Descendientes de los Quilmes en 1910
Virreinato del Río de la
Plata
Dominio de los pueblos originarios
Pero en vastas regiones - la pampeano-patagónica, al sur del río Salado, y la chaqueña-
los pueblos indígenas no pudieron ser conquistados
y mantuvieron su libertad .
Dominios dePortugalVirreinato del Perú
Capitanía de Chile
Para reforzar su poder, España fragmentó sus dominios en varios virreinatos. Desde 1776, el Virreinato del Río de la Plata
abarcaba los actuales territorios de Argentina, Paraguay, Uruguay y parte de Bolivia y Brasil.
El puerto de Buenos Aires, desde el siglo 18, quedó abierto pero sólo al comercio con España.
Los españoles intentaban frenar el contrabando de productos manufacturados ingleses y
franceses.
El comercio de grasas y cueros favoreció los intereses de una oligarquía ganadera y comercial de la ciudad y puerto de Buenos
Aires.
La producción agrícola era muy limitada y la industria sólo artesanal, concentrada en el norte del país. Fue
escaso el desarrollo de las ciudades. Allí se concentraba la actividad comercial.
En 1780, una gigantesca rebelión social dirigida por Tupac Amaru desde el Perú, sacudió, en tres virreinatos, los pilares de la sociedad
colonial-feudal que implantó España. Fue un jalón decisivo en el camino de la independencia americana.
Tupac Amaru- Micaela Bastidas
Inglaterra, potencia industrial y comercial del mundo de entonces, pretendía el dominio de estas tierras.
Las Invasiones Inglesas
Cuando invadieron el Río de la Plata (1806-1807) los inglese vieron que no los recibían como liberadores: el pueblo no
aceptaba un cambio de amo.
Se armaron los criollos y hubo un regimiento de “pardos y morenos”.
Ranqueles y Pampas ofrecieron su apoyo.
Ante la invasión, el Virrey Sobremonte huyó a Córdoba. Se formaron entonces las milicias. La enorme mayoría del pueblo de Buenos Aires confluyó en un frente único
contra los ingleses.
Las milicias criollas formadas para la Reconquista de Buenos Aires quedaron, a partir del triunfo popular, como nuevas fuerzas militares estables. Los ingleses, con
muchas bajas, debieron rendirse.
Volvieron en 1807. El pueblo de Buenos Aires, en la heroica Defensa, volvió a derrotarlos.
La bravura del pueblo en armas y la conciencia de su propia fuerza alentaron la lucha por la Independencia. Mujeres y esclavos también
fueron parte de las milicias. Manuela Pedraza obtuvo el grado de alférez por su valor en combate.
Luego de la independencia de Haití en 1804, la insurrección de La Paz (1805), la derrota inglesa en Buenos Aires (1806-
1807), la revolución de Quito y de las insurrecciones de Chuquisaca y La Paz (1809) pudo desarrollarse en Buenos Aires el
grito de libertad de mayo de 1810.
Revoluciones en América
Bolivia - 1809Haití - 1804
Esta histórica proclama de independencia fue lanzada en La Paz el 16 de julio de 1809. Pedro D. Murillo, su
redactor, fue ejecutado por los españoles cuando la rebelión fue derrotada.
Norteamérica
(1776 /83)
Francia, 1789
Fusilamientos en España, 1809
La Revolución de la independencia norteamericana (1776 a 1783), la Revolución Francesa (desde 1789) y la rebelión y guerra del pueblo español contra la invasión napoleónica (desde 1808), marcaron una
época revolucionaria.
Además, los conflictos entre las grandes potencias coloniales, primero entre Inglaterra y España y luego entre Inglaterra y
Francia, resquebrajaron el dominio colonial. Las fuerzas independentistas supieron aprovechar esas contradicciones.
La represión en La Paz (1809), con la ejecución de Murillo, mostró a los revolucionarios que la lucha era a muerte y había que prepararse. Las reuniones se
hicieron clandestinas.
Mariano Moreno Juan Castelli
Manuel Belgrano Juan Vieytes
Las ideas republicanas, democráticas y antifeudales tuvieron mucha influencia sobre Moreno, Belgrano, Castelli y Vieytes.
Ellos fueron los líderes del Partido de la Independencia, vanguardia de la Revolución de Mayo de 1810 en Buenos Aires.
A principios de 1810 la estabilidad del Virrey Cisneros se había vuelto insostenible. Llegaban las noticias de las derrotas españolas frente a los franceses y de la caída de la Junta Central de Sevilla, la
autoridad que había designado a Cisneros.
La Revolución de Mayo
El 19 de mayo, considerando que su autoridad ha caducado, se le exige a Cisneros la convocatoria a una asamblea en el Cabildo con la participación de todos los vecinos de Buenos Aires (los propietarios)
para decidir sobre el futuro gobierno.
El 20 de mayo los jefes militares se pronuncian a favor de la renuncia de Cisneros. El día 21 la Plaza de Mayo amanece con 600 hombres armados. French y Beruti
están al frente de esta “legión infernal”.
La Semana de Mayo
El Virrey Cisneros, bajo presión, acepta convocar a la Asamblea.
El día 22 de mayo se inicia el Cabildo Abierto. Se confrontan distintas posiciones hasta que, finalmente, el 24 de mayo se
destituye a Cisneros como Virrey.
Pero, en una maniobra, se designa una Junta presidida por el mismo Cisneros, dos españoles y dos americanos (Saavedra y
Castelli).
La decisión del Cabildo es considerada una traición por el pueblo de Buenos Aires. Durante la larga noche del 24 se reúnen todas
las partes y partidos en conflicto. La efervescencia revolucionaria era creciente.
La voluntad del pueblo es nombrar directamente la nueva Junta de Gobierno, sin intermediaciones.
En el cuartel de Patricios (comandado por Saavedra), los patriotas unificaron su propuesta: deshacer la “Junta del 24” y negarle autoridad
al Cabildo para elegir otra.
Mientras se reunía el Cabildo, el pueblo se congregaba en la Plaza. Había 500 hombres armados
(sobre una población estimada en 50.000).
El 25 de Mayo
Sobre las cintas blancas, símbolos de la unidad de europeos y americanos, se fueron colocando las rojas:
“escojan: paz o guerra”.
Cornelio Saavedra (Presidente) representaba al grupo de terratenientes y comerciantes porteños.
Mariano Moreno (Secretario), Belgrano y Castelli (vocales)
lideraban la corriente revolucionaria que impulsaba transformaciones democráticas y antifeudales.
Así, por la vía revolucionaria, se designó la Primera Junta de Gobierno Patrio. La integraban comerciantes e
intelectuales, un cura y dos militares, representantes de los diversos sectores criollos que se rebelaron contra el virrey
español.
La Primera Junta
PARTE II
De la Revolución de
Mayo a la
Argentina oligárquica
Como en toda revolución hubo una vanguardia organizada en forma conspirativa en el llamado Partido de la Independencia. Sobre la base del alzamiento general del pueblo, también se rebelaron las
fuerzas militares que estaban al mando de los criollos.
En la semana de mayo de 1810 se produjo una verdadera revolución que enfrentó al poder constituido. No fue la obra de
una pequeña elite cívico-militar.
Se creó un nuevo ejército con soldados y jefes que pasaron al bando patriota y las masas convocadas por el grito de libertad.
Se envió una expedición al interior contra los realistas. Los cabildos fueron destituyendo a las
autoridades coloniales.
Para las masas campesinas (indígenas y criollos), los esclavos, los artesanos, sectores medios e intelectuales, lograr la
Independencia nacional era la condición para una revolución social: el fin de la esclavitud y las castas y el reparto de
tierras a los campesinos.
Ellos necesitaban acabar con el dominio colonial y feudal para abrir paso a una revolución democrática que terminara con la esclavitud, el
latifundio y la servidumbre.
Así, con el desarrollo agrícola e industrial, se hubiera podido consolidar la independencia nacional.
Las reivindicaciones de libertad, igualdad y tierra fueron incorporadas a los programas
democrático-revolucionarios. Castelli, Belgrano y Artigas plantean la entrega de tierra a los originarios y campesinos.
El Reglamento de Artigas establecía: “los más infelices, serán los más privilegiados” con la
expropiación de tierras de los “malos europeos y peores americanos”.
El Plan de Operaciones de Moreno da importancia decisiva al poder del Estado y a la violencia organizada
como garantía de la aplicación de los planes revolucionarios.
Moreno reclama también apoyo técnico, créditos y liberar de impuestos a los productores. Belgrano
tiene propuestas para la agricultura y la industria.
El Ejército del Norte tuvo su origen en las tropas reunidas por Juan José Castelli, por decisión de la Primera Junta, para enviar
expediciones auxiliadoras a las provincias.
En agosto de 1810, cumpliendo órdenes de Mariano Moreno, Secretario de Guerra, Castelli concreta la ejecución de Liniers que
encabezaba un movimiento contrarrevolucionario en Córdoba.
En setiembre de 1810 triunfa la insurrección de Cochabamba y adhiere a la Junta de Buenos Aires. En noviembre la Primera
Expedición al Alto Perú (hoy Bolivia) triunfa sobre los realistas en Suipacha.
Suipacha (30/11/1810)
Huaqui (20/6/1811)
Finalmente el Ejército Auxiliador es derrotado en Huaqui en junio de 1811. En los años siguientes se sucederían
nuevas expediciones al Alto Perú.
Durante su gobierno en el Alto Perú, Castelli proclama en Tiahuanaco el derecho de los pueblos originarios a la igualdad
política y a la propiedad de la tierra. Convoca a las comunidades a elegir por votación a sus caciques y reivindica
su derecho a tener cualquier empleo o destino.
Lo mismo había hecho Belgrano en Misiones. Las proclamas eran traducidas al guaraní, aymara y
quechua.
Los sectores de la aristocracia criolla fueron copando crecientemente el poder. Se afirmó el centralismo porteño y el
despotismo.
A fines de 1810, el sector revolucionario de Moreno fue desplazado porque afectaba los intereses de las clases propietarias de
tierras, de indios y de esclavos. Avanzaron las tendencias conciliadoras en la lucha contra los españoles.
Los grandes terratenientes criollos y grandes comerciantes del puerto de Buenos Aires acordaban con la
independencia porque el monopolio comercial español les impedía comerciar sus cueros con otras potencias y no tenían acceso a los
principales cargos de gobierno.
Pero estos sectores eran parte de las clases explotadoras y defendían sus privilegios. Querían conservar el orden feudal y la estructura de
poder que asegurara su predominio.
El 31 de enero de 1813, la Asamblea general constituyente decreta que se reconozca a los indígenas como hombres
libres y suprime sus tributos.
Se derogan: la mita, las
encomiendas, el yanaconazgo y los
servicios personales de los
indios.
Declara la “libertad de vientres”: los hijos de esclavos nacerán libres.
Se anulan los títulos de nobleza y
se prohíben los tormentos.
Sin embargo, la Asamblea del año 13 no declaró la Independencia (conservó la máscara de “gobernar en nombre de Fernando VII”) y excluyó a los diputados orientales que exigían
independencia y un régimen democrático y federal.
Predominaron los sectores conservadores y centralistas.
El pueblo oriental debió librar una batalla desigual contra la invasión portuguesa. La lucha continuó hasta liberar
Montevideo en 1814.
En mayo de 1811, el pueblo paraguayo declara su independencia. En la Banda Oriental del Uruguay, Artigas vence a los realistas en Las Piedras. Tropas portuguesas auxilian a los
españoles y los patriotas deben retirarse: es el “Éxodo del pueblo Oriental”.
En 1814, vencido Napoleón, Fernando VII retornó al trono y envió 20.000 hombres para reconquistar
sus colonias en América.
Se inició entonces una guerra prolongada y heroica: los ejércitos patrios, las milicias urbanas y las guerrillas indígenas y
campesinas, defendieron la revolución.
Las masas campesinas desplegaron sus formas de lucha, impidiendo el abastecimiento de las tropas realistas. Así fue en
la Mesopotamia, en la Banda Oriental y, sobre todo, en el Noroeste y el Alto Perú.
El accionar de las masas populares, sobre todo los levantamientos campesinos, de criollos, mestizos y originarios, le abrió el camino a los ejércitos patrios
empantanando a los realistas.
Ya en 1812, el Éxodo jujeño dejó al enemigo sin recursos. Las guerrillas impidieron su abastecimiento y Belgrano pudo triunfar
en Tucumán y Salta.
Al concentrar fuerzas para confrontar “ejército contra ejército”, despreciando las formas de lucha de las masas campesinas y originarias por “anárquicas”, algunos jefes criollos sufrieron
graves reveses militares.
Hacia 1815 la revolución era derrotada en casi toda América. Sólo las Provincias Unidas, Paraguay y Uruguay se mantenían libres. Eran circunstancias muy difíciles. Las tropas realistas, superiores en número, estaban bien armadas
y entrenadas.
San Martín y Belgrano concuerdan en que Tucumán debe ser el cuartel general, el principal punto de apoyo de la insurrección
en el Alto Perú.
Cuando en Buenos Aires se decide entregar el mando del ejército a San Martín, la patria se encontraba en “estado
inminente de sucumbir”.
Ante las derrotas sufridas en las Campañas al Alto Perú, se organizaron tropas irregulares en Salta, Jujuy y Tarija. Inspirada por
Belgrano y planificada por San Martín, la guerra de guerrillas fue dirigida en el norte por Martín Güemes.
“La guerra gaucha”
En esta guerra, partidas poco numerosas hostigaban al enemigo de diversa manera, atacando sus medios de movilidad y de abastecimiento
o a sus propiedades.
Entre 1814 y 1824 fue enorme el esfuerzo de esas tropas mestizas y originarias dirigidas por Martín Guemes, Juana
Azurduy , Warnes, Padilla, Arenales, los caciques Titicocha, Cáceres, Cumbay y tantos otros, que lucharon junto a los
ejércitos patrios, desde Salta hasta el Cuzco y Puno.
Juana Azurduy de Padilla formó un escuadrón de mujeres nativas, ejemplo único en la historia de las guerras de la
independencia americana.
Convocó a los pueblos quechua y aymara hablando su idioma. “Seguir a Juana es seguir a la tierra” decían, sumándose al
ejército de Padilla y Belgrano.
San Martín y Belgrano impulsan la declaración de la independencia. Algunos sectores vacilaban temerosos de la reacción europea.
Quienes temían llevar adelante la lucha popular buscaban el apoyo de Inglaterra o Francia.
El congreso de Tucumán
El litoral y la Banda Oriental no enviaron representantes: ya se habían
declarado libres en 1815.
El 9 de Julio de 1816, el Congreso de Tucumán declara la Independencia de las Provincias Unidas en Sud-América
respecto de España “y de toda otra dominación extranjera”.
Esta declaración fue la base programática para la organización del ejército patrio de San Martín en Cuyo.
El pueblo donaba ganado, arreos, utensilios y abrigos para las tropas. Los esclavos negros obtenían su
libertad al sumarse al Ejército.
En Mendoza, San Martín organiza el poderoso Ejército de los Andes para restaurar la libertad en Chile y marchar hacia el
Perú. El objetivo era la independencia americana, sin ningún afán de conquista.
San Martín nombró a Fray Luis Beltrán jefe del Parque de Artillería del Ejército de los Andes. Bajo su dirección llegaron a trabajar hasta 700 hombres: armeros,
fundidores, carpinteros, herreros, etc.
Fabricaban todo tipo de armas, municiones, pólvora, herrajes y uniformes para las milicias civiles y la
tropa.
De allí salieron cañones, fusiles, herramientas y aparejos para el tendido de puentes, para cruzar los ríos y cortaduras de la
montaña.
Luis Beltrán abandonó los hábitos en 1816 y combatió en Chacabuco, Cancha Rayada y Maipú.
Las tropas del Ejército de los Andes y del Ejército de Chile unidos, al mando del Gral. San Martín, derrotaron al ejército realista en la
Batalla de Maipú.
Tras la liberación de Chile, argentinos y chilenos llegaron por mar a Lima, bastión del poder español. Allí confluyeron luego con el ejército
bolivariano. El triunfo definitivo sobre los realistas se logró en los campos de Ayacucho en 1824.
Catorce años de guerra revolucionaria lograban su objetivo principal: el poder colonial, su Estado y sus
fuerzas armadas fueron destruidos.
Se creaban mejores condiciones para la lucha popular; lograr un desarrollo nacional independiente y una sociedad
democrática.
Sin embargo, aunque se había logrado la independencia, se impuso la hegemonía de los terratenientes y de los grandes
mercaderes portuarios que se adueñaron del poder.
Por eso no se resolvieron las tareas necesarias de una revolución democrática, anti-feudal: principalmente el reparto
de tierras a los originarios, mestizos y criollos que las trabajaban. La revolución quedó inconclusa.
Se mantuvo y amplió el latifundio (mucha tierra en pocas manos) y eso permitió a los terratenientes restaurar su dominio sobre la población campesina y los gauchos
rebeldes.
Incluso continuó hasta 1853 la esclavitud de los negros.
Las esperanzas de los pueblos se vieron frustradas. Se conformó una economía semi-feudal subordinada comercialmente a las
potencias capitalistas de Europa. El exclusivismo ganadero en el Litoral, para exportar cuero, carne salada y después lana,
trabó el desarrollo agrícola e industrial.
Con el librecambio, las mercancías importadas arruinaron las producciones artesanales del interior.
El dominio terrateniente en Buenos Aires y en las
provincias impidió un desarrollo económico integral y debilitó la
soberanía nacional antes conquistada.
En 1833, el imperio
británico impuso su dominio colonial sobre
nuestras islas Malvinas.En 1838, con Rosas en la
gobernación de Buenos Aires, una flota francesa –de guerra y mercante- bloqueó el Río de
la Plata e incursionó por el Paraná.
En la década del 40, hubo un bloqueo conjunto de Francia
e Inglaterra.
Los pueblos resistieron y enfrentaron estas
intervenciones colonialistas, defendiendo la soberanía
nacional.
Se sucedieron décadas de guerras civiles entre las provincias. Pese a la lucha de los pueblos, la creciente hegemonía de la oligarquía bonaerense, aristocrática, europeísta y despótica,
frustró el logro de un auténtico federalismo.
El atraso semi-feudal demoró largamente la formación de un mercado interno nacional y la organización de un
Estado nacional.
Los terratenientes y comerciantes porteños en alianza con sectores del interior fueron imponiendo su dominio con un Estado oligárquico
antidemocrático.
Masacraron las rebeliones de los pueblos y provincias marginadas y llevaron adelante, junto con los esclavistas brasileños y el apoyo inglés, la guerra fratricida contra el
Paraguay independiente (1865-1870).
En 1880, bajo el mando de Roca y Victorica, perpetraron el más grande genocidio contra los pueblos originarios, con la mal llamada “Conquista del Desierto” en el Sur y en el Chaco.
Se adueñaron así de millones de hectáreas, conformando verdaderos imperios territoriales y reprimiendo los reclamos
de tierra de las masas campesinas, tanto criollas como originarias.
A partir de entonces, para asegurar su dominio e incrementar sus rentas exportando carnes y cereales, la oligarquía argentina le
abrió la puerta a los capitales extranjeros, en particular el inglés, otorgándole enormes concesiones.
El capital imperialista penetró con los ferrocarriles, los frigoríficos, con las empresas cerealeras, los bancos, explotando el trabajo argentino, llevándose
nuestras riquezas y endeudando al país.
Así, en el siglo 20, en la época del imperialismo moderno, nuevas potencias extranjeras y sus monopolios convirtieron a la Argentina en un país dependiente, disputado por varios imperialismos, con un
desarrollo capitalista deformado y trabado por la dominación imperialista y por el latifundio.
Hoy, la clase obrera y los sectores populares de la Argentina son los verdaderos herederos de las gloriosas tradiciones patrióticas,
democráticas y de lucha popular de la Revolución de Mayo y la Independencia.
Aprendemos de esa historia para luchar por una Segunda y definitiva Independencia por medio de una nueva Revolución democrático-
popular, agraria y antiimperialista que abra el camino al socialismo.
F I N
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