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al desarrollo cerebral, pero que tal herra·mienta sería resultado de un pensar técnicoque no implica todavía la existencia dellenguaje; estaría en el umbral de. lo huma·no. Es decir que acepta un estadio pre-humano de la herramienta, del mismo modoque acepta un estadio pre-humano de laorganización biológica. Lá herramienta seríala prolongación del cuerpo antes de llegar aser la del espíritu. Esta etapa pre·humana,pero homínida, sería la del Australopithecus.
El lenguaje, en sus orígenes, queda toda·vía y quizá para siempre, ignorado; es unproblema que la paleontología no puederesolver. El hombre es el único animal enposesión de un lenguaje articulado, queexige la previa modificación de ciertas características anatómicas en la laringe. Laaparición del lenguaje articulado debiócoincidir con el surgimiento de la reflexión.Preguntarse cómo y cuándo comenzó elhombre a hablar es preguntarse cuándo ycómo comenzó a ser hombre.
Transcribe de Lurnley (1972) una cronología absoluta del pleistoceno, incluyendolas glaciaciones Donau y Biber, fijando ellímite inferior de esta última en 4 millonesde afios; todavía en libros recientes la duración del cuaternario no alcanzaba más de1500.000 años.
Los Australopitécidos habrían vividohasta los 700.000 afias, en tanto que elHomo (especie Homo erectus, o sea lospitecan tropus, sinantropus, atlantropus,etc.) surge hacia 1400.000 y perdura hastalos 300.000 afias. El hombre de Neandertalocuparía el período entre 120.000 y35.000 afias, en tanto que la especie actual(Homo sapiens) se conoce desde hace unos40 a 50.000 años. Tales fechamientos deben interpretarse en su justo valor, es decircomo edades geológicas sujetas a una amplia variabilidad.
Por exigencias de espacio nos limitamosa seííalar los puntos de mayor importanciaacerca de la primera etapa en la evoluciónhomínida. Los niveles evolutivos de Arqueoantropos u Homo erectus, Paleoantropos (Neandertales) y Neoantropus (Hornosapiens fossilis) ocupan gran parte de laobra no sólo en cuanto a información sinotambién a interpretación. En los capítulosfmales plantea las interrogantes de ¿Porquéhay hombres? y ¿Hacia dónde va el hombre? , ¿roál es su destino? .
En verdad, Piveteau ha hecho una excelente aportación paleoantropológica; estevolumen es modelo de síntesis científica yde clara exposición didáctica. Se esté o node acuerdo con algunas de sus conclusiones,debe leerse la obra. Y, de ser posible,habría que traducirla al castellano.
Pive1eau, lean. Origine et destinée de [,hornme. Massan, editor. París, 1973. XVI + 174 pp. Y58 figs.
EL SIGNOY EL GARABATO O¿ENTRE UN NUEVOESCILA Y CARIBDIS?por Manuel Mejía Valera
El hombre contemporáneo es para Octavio'paz un náufrago que se debate enmedio deun escollo y un torbellino, nuevo Escila yCaribdis, en el que oscila entre signos que,para su desconcierto, se convierten en intraducibles garabatos.
Estas distorsiones originadas en la limitación humana para apoderarse de la realidadalejan a Octavio Paz de la lógica -qu;estudia las significaciones- considerada como part~ de la Teoría de la Ciencia (quesólo analiza nociones dotadas de eficaciacognoscitiva) para hacerlo concebir una lógica plena de sentido metafísico. Una lógicametafísica, una ciencia del lagos que a lapostre se confunde con la ciencia mismadel ser, la cual, además, para el autor de Elsigno y el garabato es temporal e ideal, esdecir, histórica.
Así, en "La Nueva Analogía: Poesía yTecnología" -a nuestro entender el másimportante' de los ensayos del volumendentro de su obsesivo análisis del quehacerpoético, paz hace un recuento histórico delas imágenes del mundo que, como es comúnmente aceptado, hunden sus raíces enlas estructuras inconscien tes de la sociedady se sustentan en una concepción particulardel tiempo. En este repaso minucioso, aunque sin citarlo, coincide con Dilthey cuando asegura que el hombre no considera eltiempo -en realidad a sí mismo- como unmero suceder sino como un proceso intencional. Sabido es que para Dilthey la categoría esencial de la vida es su dinamismo:nuestra existencia es esencialmente teleolágica e histórica; en suma dinámica y nocontemplativa. Además, la vida espiritual se
caracteriza por una perpetua transformación de carácter acumulativo, lo más distante de la pura y vacía transformación.
Pero acorde con su sincretismo sui generis, Paz (más cercano a Nietzsche) se alejade Dilthey, cuyo afán, como se sabe, esconstruir una teoría del conocimiento espiritual (así como Kant intenta fundar unateoría del conocimiento natural), basada enuna nueva concepción de la psicología. Elmundo histórico, para Dilthey, y todo loque se halla alrededor de nosotros se reflejaen nuestras vivencias: al ahondar en nosotros mismos, ahondamos y aprehendemos elmundo objetivo. Para Paz, en cambio, lasnociones que del tiempo tuvieran todas lascivilizaciones, han encarnado -y reencarnado- en esas imágenes que llamamos poemas.En suma, se llega al conocimiento identificándonos con la concepción del mundo denuestra época, a través de la poesía, queviene a ser una superestructura de las diversas experiencias del tiempo, siempre enmovimiento. No es el factor económicosino la imagen del mundo en perpetuocambio la que crea esa superestructura. Porsupuesto, la teoría de la comprensión histórica de Dilthey no acompañaría al autor deEl arco y la lira en ese desordenado imperialismo (o totalitarismo) poético, que lelleva a afirmar que no cree en la omnipotencia de la historia, sino en la soberaníade la poesía, cuya sustancia es tiempopuro. Y en otro lugar: "El hombre es loinacabado... él mismo es un poema".
La sociedad actual se halla profundamente alterada por la técnica -la cienciaconsidera al tiempo sólo una coordenada-,al extremo de arnenazarnos con la negaciónde la imagen del mundo: etapa apocalípticaque para Paz conlleva un doble riesgo: elmundo puede acabar de súbito por unacatástrofe cósmica o por una hecatombeatómica, provocada por el hombre. Estasociedad, repetimos, ¿se ha transformadoen realidad en un garabato? ¿es insalvable-o intraducible- este mundo escindido por
,: fronteras, clases, castas, jefes y clanes ideológicos?
Tanto en "Los signos de rotación" comoen El signo y el garabato, Octavio paz nocontesta.directamente estas interrogaciones,puesto que en ambos ensayos el tema central es una reflexión sobre el poema. Porsuerte, como en toda la obra de Octavio,estas meditaciones no tienen una ordenación sistemática por lo que aquí y alláadvertimos fisuras que nos ayudan a analizar su pensamiento sobre los mencionadostemas que, en el fondo, no son sino, comodiría Heidegger, "la experiencia del pensar,a partir del diálogo con la tradi~ión delpensar y al mismo tiempo a partIr de lainteligencia de la presente época del mundo" (¿Qué es esto, la filosofía?)
Para Paz, si bien nuestra época permitela utilización poética de los medios científicos, la técnica, que es nuestro sustento ysignificación máxima, comienza por ser unasupresión de la imagen del mundo y acabaen una imagen de la destrucción del mundo. Abolición censurable que ni siquieramitiga la aceleración del tiempo históricoque trae consigo la cibernética. De paso,subrayaremos la valerosa oposición .de,Paz ala tecnología irreverente ante las Imagenesque en el poeta, y sólo en el poeta, danzancomo olas y conceden la dádiva de unpedernal a nuestros propios ojos. Para Octavio el "computer" no elimina al poetacomo no lo suprimen ni los diccionarios dela .rima, ni los tratados de retórica, pues laauténtica poesía es la "irrupción de loinesperado e imprevisible, quiebra del procedimiento, fm de la receta."
Octavio afirma que el marxismo ha penetrado tan profundamente en la historiaque todos, de unlj. manera u otra, y a vec~s
sin saberlo, somos marxistas. Pero el propIOautor de Los signos de rotación se contradice al decir que "la noción del proletariadocomo agente universal de la historia, la delEstado como simple expresión de la claseen el poder, la de la cultura como 'reflejo'de la realidad social, todo esto, y muchasotras cosas más desaparecerán". Estas conclusiones, que provienen del ejercicio de l~
recta razón, en realidad eliminan la totalidad del materialismo histórico. Lo que paraOctavio prevalecerá es el impreciso anhelo'(que alguna vez fue llamado utópico) .~e loshombres de todas las épocas: la creaCIon de"una sociedad en la que se borre la distin-
ción entre el trabajo y el arte". Anhelo enel que no pocos han persistido -entre ellosel propio autor de El laberinto ~e la so!edad- enfrentándose a incomprensIOnes, smsabores, angustias, desdenes y sacrificios sinfin .
.y el materialismo dialéctico? Casi no¿ .es necesario repetir que el manClSmo seaniquila a sí mismo al aceptar "que todopasa, se niega, deviene, es decir, que no hayverdades eternas en el conocimiento delhombre". Por lo demás, el materialismodialéctico se basa en una concepción de lamateria que hoy ha sido superada por larelatividad eisteniana, y el propio determinismo está cuestionado por Heisenberg, Dariac, Nihls, Bohr, etc., quienes han revolucionado las nociones de materia, energía,masa velocidad, espacio y tiempo. (La concepciÓn) de Marx co~esponde .a la cienci?física de Newton y SI el marXIsmo apoyosu negación dialéctica del hegelianis.m? enla ciencia del siglo XIX, el matenalismodialéctico debe ser negado por la cienciadel siglo XX.
Fáscinante aparece el paralelo que elautor establece entre La Divina Comedia,representativa de la sociedad c~~stiana y ~u
noción del tiempo, y Don QUIJote, reflejOfidelísimo del mundo moderno. Confrontación más meritoria si tenemos en cuentaque para muchos críticos sólo pueden hallarse en ambas obras vaguísimas semejanzasy muchos más antagonismos. Pero disentimos de Octavio cuando tan someramente ytan de pasada afirma que "las negacionessucesivas de la subjetividad fueron otrastantas tentativas para anular la escisiónentre la palabra y el mundo, es decir,fueron la búsqueda de un principio universal suficiente e invulnerable a la crítica.Este principio fue la crítica misma". Ind:ldablemente el autor se refiere a una teonadel conocimiento, puesto que cita a Kant,quien a su juicio "se enfrentó ,a ~n problema que no es esencialmente distmto al deCervantes: entre los nombres y la realidadhay un espacio abismal y aquél que lotraspasa se precipita en el vacío, se vuelveloco".
No dudamos que en su pertinaz vagabundeo Don Quijote crea una visión distorsionada del mundo y que al recuperar larazón acepta sus limitaciones de hijodalgo,que difícilmente podrí~ ~qu~pararse a unreconocimiento de sus limItaCIOnes cognoscitivas. En el caso de Kant -si aceptamosel cotejo o más bien el contrapunto- todo
sucede exactamente al revés. En una de, ~us
primeras aventuras intelectuales -La CTl~C~
de la razón pura- sostiene que la metafls¡,ca es consustancial con la naturaleza delhombre, pero que "a su alcan~. no seencuentra". En suma, la metafISIca -larealidad noumenal- es imposible comociencia. Desde luego, esto lo angustia, perono lo enloquece. Más adelante, en otra ?esus salidas elabora La crítica de la. ~a~on
práctica -que podría llevar como lfOroCO
subtítulo: "Que cuenta de la noticia que setuvo de cómo se habían de desencantar ~as
cuatro antinomias y otros graves y gracl~
sos sucesos..." - donde considera que losprincipios metafísicos -el ser en s.í-. sonpostulados. En suma, sin reconocll1Uent?,tardío de locuras, "disparates y embelecoscompleta su obra, no la rectifica.
Sin duda Octavio Paz reconoce sus deudas con Heidegger, cuando afirma que nuestra situación histórica se caracteriza por eldemasiado tarde y el muy pronto: ~'Dema
siado tarde: en la luz indecisa, los diose~ yadesaparecidos, hundidos sus cuerpos radiantes en el horizonte que devora todas. lasmitologías; muy pronto: el ser, la ex~nen
cia central saliendo de nosotros mIsmoshacia el encuentro de su verdadera presen-."
cla . 'd tMás diluída, pero no menos eVl en e es
la influencia de Erost Cassirer. Como e? laan terior hermosa cita, con espontane~dad
jubilosa, Octavio vacía en un mol~e ajen,o-esta vez del autor de Antropologza filos:rfica- la carga de sus espejismos, lo entrana·ble de sus meditaciones. Recordemos queCassirer define al hombre no ~omo .unanimal racional, sino como un anm~al Sl~'
bólico que se diferencia de los seres m~en~
res en que éstos se relacionan por medio designos, mientras que el hombre lo hace porsímbolos. Dice Paz " .. .la ot~edad se con·funde con la religión, la poesIa, el amor ~
otras experiencias afines. Aparece con. ehombre mismo, de modo que puede decITseque si el hombre se hizo hombre, por ~br:del trabajo, tuvo conciencia de SI graCIasla percepción de su radical otredad: ~r Yno ser lo mismo que el resto de los anima-
k~. eTampoco hay motivo para' dudar qu
1, 'te d laOctavio, rebasando todos los uro s eespecialización, haya asimilado caba~entelas ideas de Max Scheler (mucho mas pre·sentes en El signo y el garabato que las de
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Bataille), sobre todo las contenidas en Laesencia y las fOTm/J3 de la simpatía, queaparecen en su comentario a Farabeuf o lacrónica de un instante (1965) y El hipogeosecreto (1968) de Salvador Elizondo, lascuales nos conturban blandamente, sin obstaculizar con un efecto violento la índoleliteraria del discurso.
Para Octavio, la crítica que de la realidad y del lenguaje hace Elizondo, no seorigina en la razón o en la justicia, sino enWla evidencia inmediata, directa y agresiva:el placer. En seguida añade: "no hay másabsoluto que el del deseo ni más eternidadque la del instante". Recordemos que Scheler habla del "sentir lo mismo que otro",refiriéndose a la crueldad que a su vezcomprende la satisfacción de atormentar: laintensidad del dolor de la víctima acrecienta el goce del dolor ajeno. Lo mismoocurre con la llamada venganza de sangre,tan ejercitada en épocas primitivas: chinos,aztecas y aun antiguos peruanos. La ,"fu~ón mutua" es otra forma de relaciónestudiada por Scheler que explica aquelconcepto de paz "no hay más absoluto queel del deseo", y de paso también explica ladanza primitiva y el baile contemporáneo,formas de identificación de los yo individuales que no hacen perder nuestra conciencia dentro de un azoro que bien puede!er el placer vital o la sugestión del ritmo.
Ni fácil ni lúcida -más que a un claro~gno próximo a un distorsionado dibujo, aun garabato- termina esta crítica con laanunciación de un anhelo, de una imagendel mundo, que lo es también del autor dellibro comentado: aunque para muchos enbactualidad la historia no tiene sentido, oes inaccesible para la conciencia, vislumbramos una sociedad que reconcilia al poemay al acto, que sea palabra viva y palabravivida, creación de la comunidad y comunidad creadora. En suma, el hombre navegando sin escollos ni torbellinos, abolidas lasEsciIas y Caribdis del conocimiento, tansólo con la libertad en los extremos, en loinfinito de la fe.
Qetavio Paz, El signo Y el garabato. Ed. JoaquínMortiz. serie Confrontaciones. México, 1973, 213pp.
LAS FUERZASARMADAS Y ELGOLPE DE ESTADOEN CHILEDE PIO GARCIApor Jorge Witker
La obra del sociólogo y economista chilenoPío García recientemente editada en México sobre los trágicos episodios que viveChile, reviste un compendio documentadoindispensable para el cientista social queincursione por el sui-generis proceso chileno: Si bien su estructura básica está formada por un conjunto de artículos escritosesencialmente por los protagonistas de loshechos y bajo la temperatura del Gobiernodel Presidente Allende, su hilación, concatenación y coherencia interna, va dando allector la imagen real de lo que la prestigiosa revista de la era allendista "Chile Hoy"iba detectando y percibiendo de ese apasionante proceso político latinoamericano.
El tema elegido por el autor para laselección de los textos es el rol, naturalezay presencia de las Fuerzas Armadas chilenasy las percepciones histórico-políticas quetuvieron de ellas tanto el Gobierno deUnidad Popular como el propio mandatariomártir. Sin embargo, este eje central, necesariamente va impl ícito en una realidadsocial, realidad social, como afirma el propio autor, que en el caso de Chile revestía
un particularismo histórico que se escapóen mucho a los cánones rígidos con queciertos teóricos de las revoluciones congelanlos procesos políticos.
A un año del bru tal corte en la historiadel país austral y a la luz de los nuevosantecedentes que se van conociendo enrelación a la intervención externa durantelos tres años de gobierno allendista, dan--allibro que comentamos una vigencia y actualidad científica de primer orden, pues loshechos allí registrados se enlazan en eljuego de los conflictos que fueron IlÚnandolas bases de consenso colectivo que respaldaron los incios del Gobierno constitucional chileno y, que conectados a los intereses norteamericanos a nivel mundial, predeterminaron el curso dramático de unaexperiencia que asombró al mundo y rompió esquemas.
Además es fácil encontrar en la obra deGarcía, particularmente en el prólogo, ciertos perfiles originales en la participación yvinculación socio-políticas de los IlÚlitareschilenos en las décadas que precedieron aAllende y que los definieron con ciertoapoliticismo profesionalizan te y un tantoneutral en materia política. Sin embargo,tal concepción personificada en Schneidery Prat sucumbe ante el contenido radicalde un Gobierno cualitativamente distintoque agita y desarrolla el conflicto social,como instrumento de movilización y cambio. Ante ese conflicto, abiertamente desatado en la arena social chilena, la mayoríade los IlÚlitares prefirieron conservar unorden tradicional antes de alinearse en unaaventura histórica y popular.
En síntesis, "Las Fuerzas Armadas y elGolpe de Estado en Chile" es un registrohistórico, escrito en un lenguaje period ístico y ágil que tiene el gran mérito de serreal testigo de su tiempo y que para elanalista y cientista social latinoamericano esobra de necesaria consulta para explicar esafugaz "vía chilena al socialismo" que sellaracon heroismo y consecuencia ejemplar elPresidente Allende.
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