Julia Devlin - El Autentico Mason . 2
JULIA DEVLIN
EL AUTÉNTICO MASON
Dedicatoria
Para Stacy... no importa qué, siempre estarás ahí para mí y mi vida es un lugar mucho mejor desde que
tú entraste el camino de regreso en el séptimo grado. Gracias por hacerme siempre reír, apreciando mi
lado sarcástico y tolerarme independientemente de lo malo de mi estado de ánimo. Eres la mejor amiga
que una chica loca como yo pudiera tener.
Julia Devlin
Julia Devlin - El Autentico Mason . 3
Staff
Traduccion
Correccion
Lectura Final
Diseño
Portada
Julia Devlin - El Autentico Mason . 4
Argumento
Anna está cegada cuando su adorado novio la deja después de seis meses aparentemente
perfectos. Especialmente desde que hicieron el amor tierno y suave justo antes de que dejó caer
la bomba de la ruptura. Simplemente no tiene sentido.
Mason no quiere hacer el amor a Anna suave y tierno. Quiere tomarla fuerte y rápido, para
empujarla más allá de sus límites sexuales hasta que ella se retuerza de placer y gritando su
nombre. ¿El problema? No tiene idea cómo decirle a la inocente y anticuada Anna que le gusta
dominar a las mujeres en el dormitorio.
¿Y si ella lo rechaza, o no puede o no quiere ser su sumisa?
Cuando Anna exige respuestas, Mason le muestra con un intenso beso de los que encrespan los
dedos de los pies exactamente qué parte de sí mismo se contiene. La idea de ser sumisa
aterroriza a Anna tanto como le enciende, pero está dispuesta a intentar cualquier cosa si eso
significa descubrir al auténtico Mason... y mantenerlo a su lado para siempre.
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Capítulo Uno
-"Lo siento, pero esto no va a funcionar."
Anna Smith se inclinó sobre su viejo diván color crema, agradecida por el brazo curvo y
respaldo alto para descansar la cabeza. Si fuera otro tipo de mujer, ella lanzaría un brazo sobre la
frente y tendría un ataque de nervios, pero en lugar de eso se quedó mirando a su novio, sin
pestañear. ¿Estaba rompiendo con ella? Insegura de que lo había oído bien, le preguntó:
-"¿Perdón?"
Mason Bennett se pasó una mano por su perfecta barba de tres días, esos ojos color chocolate
resignados. Final.
-"Lo siento. Nuestra relación no está funcionando."
Estaba rompiendo con ella. Pero ¿por qué? Las lágrimas pinchaban las esquinas de sus ojos y
ella parpadeó, esperando que no se diera cuenta de la repentina claridad. Frunció el entrecejo
frunciendo la frente.
-"Por favor, Anna, no llores."
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Por supuesto que él se dio cuenta. Se dio cuenta de todo. Era una de las cosas que más amaba de
él. Antes de él no había conocido hombres capaces de pagar tan exquisita atención. Se pasó los
dos dedos por debajo de sus pestañas, ocultando la humedad infractora.
-"Estoy bien. Estoy sorprendida..."
-"Yo sé, deseo..."
Su nuez de Adán se balanceaba mientras tragaba y se removió en el sillón orejero brocado.
Debería haber parecido tonto sentado en medio de los volantes de las flores brocadas de color
amarillo y verde. Pero no lo hizo. Con sus características de huesos fuertes, la boca llena y el
pelo corto castaño, se las arregló para oler a masculinidad, incluso rodeado de feminidad pasada
de moda.
Aunque nunca había dicho las palabras, ella lo amaba. A los veintiocho años, ella nunca había
estado enamorada y necesitaba acostumbrarse a la idea antes de decir esas tres pequeñas
palabras. Ella había creído que tenía todo el tiempo del mundo, y hasta su llegada hace cinco
minutos él nunca le había dado ninguna indicación de lo contrario.
Al parecer, se había equivocado. Ella estaba conmocionada. Entumecida. Nada de esto tenía
sentido. Ellos ni siquiera pelearon. De hecho habían tenido una cita casi perfecta anoche.
Durante una cena sublime, se rieron y hablaron mientras comieron la langosta más decadente.
Terminaron achispados con demasiado buen vino. Habían acabado en su casa, en su cama
tamaño King-size grande donde había hecho el amor con ella tan a fondo que ella había quedado
sin huesos.
En el nombre de Dios ¿qué pasó entre anoche y hoy para alterar el curso de su relación? Ella
empujó las palabras más allá de su apretada garganta.
-"¿Por qué?”
Los codos apoyados en las rodillas, la estudiaron con su mente centrada.
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-"Es complicado."
La ira finalmente tejió sus hilos finos a través de su conmoción y se agarró de él, apretándolo
contra su pecho como una manta de seguridad perdida hace mucho tiempo.
-"Yo no soy una idiota."
Frunció el ceño, la expresión volviéndose tan oscura y peligrosa como una nube de tormenta de
verano.
-"Por supuesto que no."
-"Me gustaría una explicación."- Ella levantó la barbilla. -"Me merezco una explicación."
Y así lo hizo, maldición. La había hecho creer. En sí misma. En ellos.
Tal vez otra mujer más sofisticada podría tomárselo con calma, despidiéndolo sin mirar atrás.
Pero no fue así. Ella no quería fingir que no estaba herida. Trastornada. Se negó a fingir que no
le importaba, porque lo hizo. Él no era cualquier hombre con quien alguna vez había estado y no
iba a pasar el resto de su vida preguntándose qué había hecho mal.
Cuando ella estrelló su carrito del supermercado contra él hace seis meses, nunca había esperado
que él empezara a coquetear. Magnífico con una sombra de barba oscura y rasgos fuertes y
convincentes... bajo su atención ella había tartamudeado como una idiota. Un experto en
demoliciones, no llevaba traje para trabajar y con sus 1.93 metros, llevaba su camiseta de
marino, y vaqueros ceñidos al cuerpo perfectamente. Era exactamente el tipo de hombre que
secretamente deseaba, pero nunca soñó que podría atraer.
No es que ella fuera fea. En realidad, era bastante bonita. Pero tipos como Mason nunca se
acercaban a ella. Ella era demasiado linda, demasiado la muchacha de al lado, con su rubio pelo
rizado hasta los hombros y claros ojos azules. Agregar una personalidad discreta y un trabajo
como maestra de primer grado, y ella atraía a hombres agradables que deseaban una buena chica.
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No es que le pasaba algo con los hombres buenos. Ella acababa de tener la desgracia de ser
atraída por hombres como Mason. Los hombres que rezumaban atractivo sexual. Insinuaban
peligro. Imprudencia. Ella no podía creer su buena fortuna cuando él le había pedido tomar café
y se burlaba de ella por tomar café con leche hasta que ella estuvo tan mareada como una
adolescente de dieciséis años de edad, en su primera cita.
Del café había progresado a almorzar y luego la cena, hasta verse sábado por la noche se había
implicado. Para su sorpresa, él había tomado la parte sexual de su relación muy lento, hasta que
al final ella había perdido el control y lo invitó a la cama. Seis meses después, ahí estaban... al
borde del desastre.
Mason aún no había hablado, y ella no pudo soportar más el silencio,
-"¿Y bien?"
Esos intensos ojos oscuros la atravesaron hasta la médula. Él aclaró su garganta.
-"Queremos cosas diferentes."
Ella negó con la cabeza.
-"¿Qué clase de respuesta es esa?"
Algo cambió en su expresión y sus dedos se apretaron hasta que sus curtidos nudillos se
pusieron blancos.
-"Me importas mucho."
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Las palabras cortaron como la hoja de un cuchillo. Gracias a Dios que nunca le había dicho lo
mucho que lo amaba. Por lo menos ella estaría a salvo de la humillación final. Ella cruzó los
brazos protectoramente.
-"Déjame ver si entendí bien, ¿todo ha estado pasando de lo más bien y de repente no es
suficiente?"
-"No es de repente"- dijo, con voz tranquila, recogido. Controlado.
Por alguna razón eso la enfureció más que él terminara las cosas y ella necesitaba romper su
detestable contención. Quebrarlo. Se abrazó con más fuerza.
-"Ya veo. ¿Y te sentiste así anoche, cuando me hiciste el amor tres veces?"
Su rostro se retorció y se pasó una mano por el pelo.
-"No sé cómo explicarte esto."
Bien. Ella estaba llegando a alguna parte. Avanzando poco a poco hacia la verdad. Ella empujó
hacia adelante a pesar de que lo que ella quería era acurrucarse como una pelota y lamentarse.
-"Trata."
-"Está bien."- Se levantó de la silla y se acercó a la ventana, mirando hacia fuera a su calle
arbolada. -"Ayer por la noche me di cuenta de que no es suficiente."
Era como un gancho rápido a las costillas y el aire abandonó sus pulmones con un silbido. Dios,
ella había sido una tonta. Pensar que esta mañana ella había estado encantada sobre lo fantástico
que era el sexo y todo el tiempo él había estado insatisfecho.
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-"Lo siento."- ella murmuró, sin saber qué más decir.
La verdad puso la tapa al pomo, rompiendo su corazón. Él se dio la vuelta.
-"No, Anna. No hagas eso. Eres genial. Maravillosa. Tú eres todo lo que un hombre quiere en
una mujer. Soy el que metió la pata aquí, no tú. "
Ella apretó los puños y una solitaria lágrima resbaló por su mejilla.
-"Ni siquiera intentes romper conmigo de esa manera."
Se acercó a ella, mirándola demasiado hermosa y tentadora para su gusto. Ella quería suplicarle
que le diera otra oportunidad. Qué patética. Se arrodilló, los vaqueros estirando tensos sobre sus
poderosos muslos. Le tomó las manos fuertemente apretadas en la suya.
-"No es una mierda. Tú eres la buena aquí".
Ella bajó la barbilla, su cabello cayendo sobre su cara. Ella se negó a dejar que la viera llorar.
-"Seis meses, y ni siquiera me dices la verdad."
-"Porque yo no sé cómo decirte la verdad."- Le acarició el pelo, suave y delicado. -"Como
decirte las palabras."
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Cayó en la cuenta como ser golpeada con un dos por cuatro. Lo que él no podía decirle. Ella
comenzó a llorar en serio. Ella miró la falda floja roja y amarilla de flores que había llevado a la
escuela ese día hasta que su visión se nubló. Era dolorosamente obvio.
-"Entiendo. Has conocido a alguien más."
-"¡Jesús, no!"- dijo con tanta vehemencia que su cabeza se alzó.
Él la miró angustiado, triste, tan derrotado como se sentía. Si le dolía mucho este hecho, ¿por
qué lo hacía? Sólo otra mujer tenía sentido.
Él pasó la mano a lo largo de su mandíbula. Le encantaba la forma en que esos dedos callosos la
hacían cosquillas en la piel. Había algo acerca de la áspera sensación suave encuentro que la
hizo fundirse. Y ahora él nunca la tocará de nuevo.
-"¿Realmente crees que yo haría eso?"
Ella se encogió de hombros. Si había aprendido algo, ella había aprendido que él era un hombre
íntegro.
-"No, pero..."
-"No hay nadie más." Bajó la mirada a su boca como si quisiera besarla. "Yo sólo te quiero a ti."
-"¿Entonces por qué estás terminando las cosas?" Ella estaba tan confundida.
Eso no fue un alivio copiando su expresión, era la pérdida. Él suspiró y su mano cayó lejos. Se
sentó en cuclillas y la estudió por un largo, largo tiempo.
-"¿De verdad quieres saber, a pesar de que no te gustará la respuesta?"
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-"Sí."
Cualquier cosa menos la verdad iba a volverla loca. Un guiño firme.
-"Muy bien, entonces. Esta es la verdad. Te amo. "
Era lo último que esperaba oír. Ella tartamudeó.
-"¿Me amas?"
-"Sí, así lo creo."
Ella no entendía nada de esto, pero ella dijo las palabras que ella había escondido.
-"Yo también te amo, Mason."
-"Lo sé."- dijo simplemente. De hecho.
-"Si me quieres y yo te quiero, ¿porqué?"
En algún lugar de esta conversación complicada estaba la raíz del problema y tal vez si ella
entendía, podía arreglarlo.
-“Porque amarte a ti viene con una consecuencia no prevista, una especie de misión imposible,
por así decirlo."
-"No entiendo."
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Bajo el miedo y la tristeza enclavaba un grano de esperanza. Ella quería tomarlo en sus palmas y
fomentarlo hasta que floreciera. Sus labios se curvaron en una sonrisa angustiosa, desgarradora.
-"Realmente lo intenté, lo juro. Pero es mucho más difícil de lo que pensé que sería, sobre todo
contigo. Ayer por la noche me di cuenta de que no podía aguantar más. No es justo mantener
una gran parte de mí mismo como un secreto. Y no puedo hacerlo por más tiempo. Lo siento."
¿Un secreto? Si no hay otra mujer, entonces, ¿qué?
-"¿Qué estás escondiendo?" dijo cautelosa.
-"Ven aquí."- dijo, haciendo espacio para ella en el suelo.
Cuando ella se quedó en la silla, inmóvil, sacudió la cabeza como si quisiera limpiarla.
-"Por favor, ven aquí."
-"¿Por qué?"
Él suspiró con un sonido profundo y triste que se aferró a su pecho y le dolía.
-"Me gustaría darte un beso antes de que me mires totalmente diferente, ¿puedo hacer eso?"
¿Quería besarla? Ahora, ¿cuándo estaba rompiendo con ella? Buscó en su expresión, tratando
de echar un vistazo a sus secretos. Pero todo lo que vio fue calor. Mason. El hombre que amaba
y que milagrosamente la amaba a cambio.
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Ella se movió al piso y sobre sus rodillas, mirándolo con expectación. Alivio suavizó las
comisuras de su boca y él llegó a ella. Las manos se deslizaron por su espalda para acurrucarse
alrededor de su cuello.
-"Quiero algo de ti, pero tú puedes decir que no. ¿Vale?"
-"Está bien."- dijo ella, mojando sus labios repentinamente secos con la punta de la lengua.
Él sonrió, apretando su cuello.
-"¿Puedo besarte a la manera en que yo realmente he deseado hacerlo?"
La pregunta la confundió, pero algo indefinible se aceleró en su interior. Un millón de preguntas
saltaron a la mente, pero ella no las expresó. Las preguntas podían esperar, mientras que este
misterioso beso no podía.
-"Si."
Era todo el estímulo que necesitaba. No cepilló su boca con la de ella como había hecho en el
pasado. No coqueteó con la punta de la lengua, a la espera de que ella abriera. No la besó con
esa lenta paciencia metódica a la que ella se había acostumbrado. El segundo en que sus bocas se
encontraron, ella sabía que él tenía razón. Esto no era nada como cualquier beso que jamás
habían compartido.
Sus labios reclamaron. Posesivo. Inclinado sobre la de ella y tomó todo y algo más. Aturdida, lo
único que podía hacer era apretar sus hombros mientras una ola de deseo la barrió. Ella siempre
lo había deseado, pero esto, esto era algo completamente diferente. Su agarre se apretó en su
pelo mientras él la devoraba. Y eso es exactamente lo que sentía... devorada, tomada, comida
viva. Eso la sorprendió. Él siempre había sido tan dulce, tan suave, casi pidiendo permiso. No
había que preguntar ahora.
Su lengua invadió. Capturó. Provocando y tentando. Le clavó las uñas en los hombros y se colgó
con toda la fuerza así sus pezones se tensaron, casi doloroso. Él gruñó bajo en su garganta. Un
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sonido oscuro y salvaje que tanto la aterraba y la excitaba. El empuñó su pelo, un placer lleno de
un leve dolor le erizó la nuca. El calor resbaladizo mojado humedeció sus muslos como
hormigueo corrió a lo largo de su columna vertebral.
Tan repentinamente como empezó, él se apartó. Sujetó firmemente su pelo, tiró la cabeza hacia
atrás obligándola a mirarlo. Esto no era el gentil Mason. Este fue el peligroso Mason que había
sentido indicios cuando se conocieron, pero nunca se materializó.
-"¿Ahora lo ves?"
Mareada por la lujuria, ella luchó para recuperar el aliento.
-"No."
-"Maldita sea, Anna, yo no quiero hacer el amor contigo,"- dijo, su voz áspera, diferente a todo
lo que había oído antes. -"Yo quiero follarte. Reclamarte. Poseer cada centímetro de tu cuerpo
hasta que me obedezca sólo a mí."
¿Follar? ¿Reclamar? ¿Obedecer? Nunca había hablado con tanta crudeza.
Su vientre se sumergió y el corazón le latía con fuerza. Antes de que pudiera hablar, él dio un
beso duro, de castigo que había terminado antes de empezar y la hizo ansiar mucho más.
-"Quiero dominarte y no voy a estar satisfecho con nada menos que eso."
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Capítulo Dos
Mason luchó para controlar los instintos que había estado siéndole difícil mientras los ojos
azules brillantes de Anna parpadeaban hacia él en total confusión. Ese beso demostró sin
cualquier sombra de duda de que tomó la decisión correcta para dejarla ir.
Ahora que había probado una pizca de su rendición, nunca estaría satisfecho con menos. Él
nunca había pretendido involucrarse con ella. Nunca tuvo la intención de enamorarse, pero aquí
estaba y ahora tenía que lidiar con las consecuencias.
Ese día que ella había chocado contra su carro, él no había estado buscando una relación y
mucho menos una "vainilla". Si ella no hubiera sido tan linda y nerviosa con esos rizos rubios
rebotando y las mejillas sonrojadas. Imposible resistirse, ella recurrió a él en cierta base, nivel
primario. Él le había invitado a un café y lo siguiente que supo fue que había caído en su
anzuelo, línea y plomada.
Él amaba su cara abierta, honesta que nada hay oculto. Le encantó su falta de artificio. Ella no
era como las demás mujeres. Sus sonrisas eran genuinas, entregándose. Él amaba su inteligencia
e ingenio rápido. Esa insinuación de una terquedad y sorprendentes ráfagas de desafío.
Sólo muy tarde se dio cuenta de su error. Ella llamó al Dom en él como si fuera su propia marca
de grieta. Excepto que Anna no estaba en la vida y no tenía idea de cómo romper a esta inocente,
entregada maestra de primer grado porque él dominaba a las mujeres en el dormitorio.
Como un bastardo egoísta, él la había deseado demasiado para dejarla ir y había hecho todo lo
posible para ignorar la necesidad interior. Había hecho todo lo posible para ser un buen novio
'vainilla'. Pero eso ya no era una opción.
La noche anterior había sido la gota final insostenible. Aunque no por las razones que ella
pensaba. Lo había amado tan abiertamente, tan dulcemente vulnerable, que había luchado contra
el impulso de no comenzar a empujarla. Exigiendo. Tomando.
En vez de ser más fácil, se estaba haciendo cada vez más difícil ignorar sus impulsos. Él lo había
pensado mucho acerca de poner el deseo de dominar a un lado, pero al final los destruiría. La
necesidad era demasiado fuerte. Y tan cursi como sonaba, él la amaba demasiado para engañarla
por más tiempo. Eso dejaba una opción... dejarla ir.
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Ella todavía lo miró como si le hubiera crecido una segunda cabeza por lo que suavizó su
abrazo, frotando el pulgar por la esquina de su mandíbula.
-"¿Estás confundida?"
Ella asintió
-"¿Entiendes lo que quiero decir?"- le hizo la pregunta ya sabiendo la respuesta.
-"No"- dijo ella con voz suave.
-"¿Puedo explicarlo?"- Las siguientes palabras se alojaron en su garganta, pero él las obligó a
salir. -"¿O debo irme ahora?"
Las delicadas cuerdas de su garganta trabajaron mientras tragaba. Su pulso martilleaba contra el
pulgar. Normalmente él tomaría esto como una señal de emoción mezclada con la cantidad
perfecta de miedo, exactamente donde él quería que una sub estuviera. Pero con Anna, él no
podía estar seguro de que no era sólo el miedo por lo que dejó caer la mano. La soltó, tanto en
sentido literal y figurado.
-"Por favor, explícate."- dijo ella.
-"Aquí, vamos a sentarnos en el sofá."
Con mucho cuidado, él rodeó sus brazos y la atrajo hasta el sofá anticuado. Ella había heredado
la casa y los muebles de reliquia de su abuela y le dijo que ella nunca había tenido tiempo para
darle un cambio de imagen moderna. Él nunca había tenido el corazón para decirle que los
muebles femeninos y anticuados le sentaban mal.
Él la situó en la esquina y le alisó la falda. Ella tembló bajo sus palmas y se maldijo en silencio.
Obligándose a darle su espacio, se sentó en el lado opuesto de la silla, con cuidado de no tocarla.
Él probablemente nunca tocaría esa piel suave y pálida de nuevo. Trató de no pensar en la
pérdida. Él respiró hondo y se lanzó.
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-"¿Sabes algo acerca del BDSM?"
Un movimiento de cabeza. Con el Internet, era raro en estos días encontrar a alguien que no
tenga por lo menos un conocimiento superficial de la palabra, pero no le sorprendió. Apoyó los
codos en las rodillas y juntó las manos sin apretar.
-"Es sinónimo de esclavitud, dominación y sumisión, sadismo y masoquismo."
La mirada fue amplia, se encogió en un rincón del sofá como si quisiera desaparecer.
Rápidamente, el habló así que no se retiró de la habitación y llamó a la policía por él.
-"No te asustes, no soy un sádico. Me gusta la dominación y la sumisión. Aunque no es raro que
la esclavitud y un poco de dolor y castigo vayan junto con ellos. "- Se negó a endulzarlo.
Se frotó la sien.
-"¿Qué estás diciendo?"
-"Yo soy lo que se llama un dominante. Controlo las mujeres sexualmente. Mujeres sumisas que
quieren ceder el control. A pesar de lo que podría parecer a primera vista, el intercambio de
poder Dom/Sub nunca se trata de forzar. Siempre es consensual."
La preocupación anudada en sus entrañas. No tenía mucha experiencia en explicar esto a alguien
que no tenía conocimiento de la vida. Odiaba la forma en que sonaba. Ella frunció el ceño y
continuó antes de que demasiadas imágenes de horror llenaran su mente.
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-"Sé que esto es difícil de entender y lamento que nunca te lo dije. Por lo general sólo salgo con
mujeres que saben lo que soy".
-"Así que sólo sales con mujeres..."- Se aclaró la garganta. -"Umm, ¿cómo tú?"
-"En mis treinta y dos años, aparte de una chica o dos en la escuela secundaria, eres mi única
relación vainilla. Probablemente no debería haberme involucrado contigo. Mi única excusa era
que no podía resistirte."- Sus nudillos se le pusieron blancos. -"No esperaba caer tan rápido y
para cuando me di cuenta, ya estaba demasiado metido. Pensé que podría ponerlo a un lado. Por
desgracia, yo estaba equivocado. Es muy difícil estar contigo cuando mis instintos me dicen que
tome lo que me pertenece."
Un pequeño temblor sacudió sus hombros y envolvió sus brazos alrededor de su pecho,
apretando sus pechos exponiendo la suave carne. Esos pechos que se había obligado a sí mismo
a tratar con cuidado cuando su mente se había llenado de formas para molestar y atormentar
hasta que gritara.
-"¿Y te sientes así conmigo?" Su voz tranquila lo sacó de sus pensamientos.
-"Si, lo hago."
-"¿Y qué implica?"
Los rizos rubios rebotaron cuando ella ladeó la cabeza hacia un lado. La expresión de una
mezcla de curiosidad y cautela. Se aclaró la garganta.
-"Eso depende."
-"¿Sobre qué?"
La miró a los ojos y le hizo ver realmente lo que había mantenido cerrado por dentro.
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-"Sobre lo que quiero de ti en ese momento."
-"¿Me puedes dar un ejemplo?"- Ella mordisqueó pensativamente el labio inferior.
-"Creo que lo acabo de hacer,"- dijo, dejando ese borde en su voz que siempre reprimió a su
alrededor. -"Dime, Anna, cuando te besé, ¿qué era diferente?"
El color de rosa aumentó, se profundizó. Se alisó la tela de su vestido.
-"No estoy segura."
Se inclinó y le cogió la rodilla, lo suficiente para que ella sienta el significado implícito detrás
del gesto.
-"Una chica sumisa no llega a evadir. Una chica sumisa no tiene otra opción que responder a la
pregunta. Esa es la diferencia".
-"¡Oh!"
Se llevó la mano al pecho como si tratara de calmar un corazón latiendo rápidamente.
Resignado, la soltó.
-"Tengo que irme."
Ella no se movió, no habló, sólo se quedó mirando su falda larga estampada. El deseo de
arrancarle aquellas prendas que la cubrían y exponerla la asentó en sus entrañas. Él hizo caso
omiso de ella, como si hubiera ignorado todos sus instintos de desnudarla tanto física como
mentalmente. Cristo, qué desastre. Se levantó del sofá.
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-"Lo siento, es mi culpa. Mi responsabilidad. Mi única excusa es por mucho que lo necesito, te
necesito mucho. Si había alguna manera de dejarlo ir en tu lugar, lo haría. Pero no creo que eso
sea posible. He estado fallando miserablemente."
Aun así, ella permaneció en silencio. Apretando la mandíbula, él luchó contra el deseo de exigir
que ella le dijera todo lo que sucedía en ese cerebro suyo. Eso no era una opción. Se inclinó,
pasándose los dedos por los sedosos mechones de su pelo por última vez antes de colocar un
suave beso en la coronilla de su cabeza.
-"Cuídate."
Se enderezó, se volvió hacia la puerta para él salir.
-"Espera."
La palabra aguda. Él miró por encima del hombro. La lengua rosada lanzándose para mojar el
labio inferior, ella se retorcía las manos.
-"Quiero probarlo."
Su pecho se apretó. Por supuesto que diría eso. Él se dio la vuelta y se sentó en el sofá,
agarrando aquellas manos nerviosas en la suya.
-"Anna, esto no es como tratar una comida en un restaurante."
-"Eso lo sé."-Ella se apartó.
-"Las cosas que quiero, no son fáciles. Tienes que quererlo, no lo hagas por miedo o por
obligación".
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Los ojos nublados con un lío de emociones se encontraron con los de él.
-"No es obligación. Ese beso... me hizo algo."
Más que nada en este mundo, él quería creer. Precipitarse y estar de acuerdo en darle una
oportunidad, él no podía hacer eso. Ya había causado suficiente daño, no podía infligir más. Él
sonrió, con una suave sonrisa comprensiva.
-"Anna, ese era sólo un beso. Inocente en comparación con las cosas que me gustaría explorar
contigo."
-"Por favor"- dijo, con la voz temblorosa. -"¿Podemos al menos intentarlo? ¿No vale la pena?
Tenemos por ejemplo tantas cosas en común, estamos muy bien juntos y ya estamos
enamorados. ¿No es digno de una noche? "
Se pellizcó el puente de la nariz con el pulgar y el índice. Desde que la conoció, él había evitado
todas las cosas relacionadas con BDSM. Había pasado tanto tiempo que casi había olvidado
cómo pensar como un Dom. Parte de la responsabilidad era brutal honestidad, tanto consigo
mismo y con su sumisa.
Y él no estaba siendo honesto. Él tenía miedo. Miedo de saber. Miedo a la esperanza. Temeroso
de arriesgarse y arruinar su percepción de él para siempre. Era el ego. Él encontró su mirada fija.
-"Sería fácil para mí precipitarme en ti y seducirte en lo que quiero. Pero no puedo hacer eso.
Eres demasiado importante."
-"Pero, es mi decisión."
El metió un rizo caprichoso detrás de su oreja.
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-"Regla número uno, es mi decisión. No la tuya. "
Un destello de irritación cruzó su expresión.
-"¿No tengo nada que decir?"
-"Eso depende."
-"¿Sobre qué?"- Replicó ella, en tono ascendente.
Él le dirigió una mirada dura como de piedra.
-"¿Sobre si yo digo que tienes una opción en el asunto? En esta no la tienes y esa es mi última
palabra."
Ella se cruzó de brazos y piernas. Totalmente cerrada para él.
-"Bien, ya que estás rompiendo conmigo, yo no tengo que acatar tus reglas, ¿ahora qué hago?"
Él parpadeó y luego se echó a reír, sorprendido todavía él podía dadas las circunstancias. Ésta
fue una de las cosas que le gustaban de ella... justo cuando ella lo convenció que ella era todo
dócil, ella se había vuelto desafiante con él. Dios, él no iba a divertirse haciéndola pagar por esa
boca inteligente.
-"Supongo que me tienes ahí, ¿verdad?"
Una inclinación de esa barbilla obstinada.
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-"Sí, lo hago."
En ese mismo momento puso su ego y su miedo a un lado. Valía la pena el riesgo y ella tenía
algunas características de sumisión. Si no lo hacía, él no se hubiera sentido atraído por ella en
primer lugar. Pero eso no cambió su necesidad de protegerla. No quiso seducirla. Tenía que
venir a él con los ojos bien abiertos. Pensó por un par de minutos, entrar en contacto con esa
parte dominante de sí mismo que había ignorado. Por último, se le ocurrió un plan con el cual él
pudiera vivir.
-"Ve a buscarme una pluma y un pedazo de papel."
Ella abrió la boca, pero él levantó una ceja y lo que ella iba a decir se atascó en su garganta.
-"Segunda regla, no hay preguntas. Sólo haz lo que te digo."
Sus labios fruncidos y fuego azul brilló en su mirada, pero ella se levantó. Obedeció.
Complacido, observó el dominio de su culo mientras ella pisaba fuerte alejándose. Tal vez esto
podría funcionar después de todo.
Un minuto más tarde volvió con un lápiz y un bloc de papel. Después de haber desenterrado en
su cajón de chatarra en numerosas ocasiones, sabía que había un montón de plumas para elegir,
lo que significaba que el lápiz era a propósito. Un pequeño „Vete al carajo’.
Ocultó su sonrisa y comenzó a escribir.
Con una extraña mezcla de excitación e irritación, Anna vio a Mason garabatear lo que se
parecía mucho a una lista en la libreta de papel. No podía negar su sorpresa cuando él había
hecho su confesión, no podía negar a primera vista que sonaba obsceno. Pervertido. Incorrecto.
Pero como él había seguido hablando, se produjo un cambio y la intriga reemplazó a la
conmoción. Y ese beso le afectó a ella, él le afectó. Cada vez que la miraba en esa cierta manera,
ella se estremecía incluso mientras su vientre se calentaba.
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Maldita sea, ella se negó a darse por vencida. No hasta que supiera con certeza que no podía
hacer todo esto de la sumisión. Ella no tenía nada que perder y mucho que ganar. No le
importaba lo que hiciera falta. Se haría „esclava‟ a sí misma a su coche si tenía que hacerlo.
Finalmente, dejó de escribir y arrancó el trozo de papel de la libreta y se la dio. Ella lo tomó,
rozando la lista escrita en sus fuertes trazos. Parecía un montón de libros y sitios web.
-"¿Me estás dando una lista de lecturas?"
-"Sí."- Un guiño agudo. La expresión firme en contraste con la diversión en sus ojos. -"Tienes
razón, te lo mereces. Vamos a darle a esto un intento. "
La alegría floreció cuando esa pequeña semilla de esperanza se sentó. Gracias a Dios. Él levantó
una mano.
-"Antes de que te emociones, este pequeño experimento empieza ahora. Estoy haciendo las
reglas. Esto no es una negociación. ¿Lo entiendes?"
-"Si."
El cambio en su actitud tomaría algún tiempo para acostumbrarse, pero ella era positiva que le
gustó... el comando en su comportamiento exactamente lo tiraba de ella cuando ella primero lo
conoció. La pieza que faltaba por lo cual ella le atrajo pero sin poder identificar. Su mirada se
estrechó como si evaluara su respuesta.
-"Bien. Sé que tienes un montón de cosas sucediendo en la escuela en este momento y me niego
a agregar demasiado estrés a tu apretada agenda."
Ella sonrió. Era como Mason para tomar sus conferencias de padres y maestros esta semana en
consideración.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 26
-"Gracias."
Él se rio, recostado contra el alto respaldo del sofá.
-"Será mejor que escuches el resto de lo que tengo que decir antes de ir dándome las gracias."
-"Estoy escuchando"- dijo, y por alguna razón el calor se difundió sobre su pecho.
"Durante las próximas dos semanas te vas a leer todos los libros y visitar todos los sitios web
que he enlistado. El contenido y la variedad de temas de leve a extrema. No estoy interesado en
todas las cosas que vas a leer, y lo he hecho a propósito. El objetivo de este ejercicio no se trata
de mí, se trata de ti. Quiero que te pongas en esas situaciones y pensar en cómo te sentirías en
ellos. ¿Tiene sentido?"
Ella miró el papel aferrado a sus manos. La lista de los cuatro libros y seis sitios web, realizables
en las dos semanas que había esbozado.
-"Sí, eso no será un problema."
-"Bien"- dijo, se levantó y deslizó sus llaves de su bolsillo.
-"¿A dónde vas?"
Un momento de pánico inesperado revoloteó a través de ella. Habían acordado dar a esto un
intento, él no podía irse.
-"Necesitas pensar en lo que te estás metiendo y sin distracciones"- dijo él, mirándola. -"Tú y yo
no vamos a ver el uno al otro en las próximas dos semanas. Si después de ese tiempo, todavía
quieres explorar la dominación y la sumisión, ven a mi casa el sábado, el catorce, a las siete en
punto."
-"Pero…"
Julia Devlin - El Autentico Mason . 27
Él la interrumpió con un gesto severo.
-"No es una negociación."
Ella cerró la boca.
-"Buena chica."
Esas dos pequeñas palabras la hicieron temblar. Qué peculiar.
-"Si decides no venir, yo entiendo y te deseo lo mejor."- Las llaves tintinearon, el sonido fuerte
en la tranquila habitación. -"Si lo haces, te daré una demostración de lo que has leído. Al final de
la noche, decidirás si desea continuar o decir adiós. ¿Entendido?"
Ella tragó saliva. ¿Dos semanas sin verlo? La protesta se hinchó en su garganta, pero un vistazo
a la dura y determinada de su mandíbula le dijo que su discusión era inútil. Ella aceptó su
destino.
-"Si, Mason."
Un brillo travieso astuto que nunca ella había visto encendió su mirada.
-"Si te presentas, no llegues tarde, porque si es así, lo más seguro que lo pagarás."
Julia Devlin - El Autentico Mason . 28
Capítulo Tres
Anna retorció las sudorosas manos, su estómago un revoltijo de nervios mientras miraba
fijamente a la puerta principal de Mason. Con la entrada arqueada, madera expreso angustiado y
acentos de hierro forjado negro, parecía un castillo. Ella tragó saliva. Al igual que una
mazmorra.
Hace dos semanas, caballos salvajes no podrían haberla mantenido alejada de la casa de Mason,
pero desde que había leído la lista, había debatido llegando hasta el último segundo.
Un par de veces en el camino otra vez, ella había estado tentada a dar la vuelta. Volver a su
dulce, casa rural de soltera-en-el-bosque completa con cerca blanca. Pura fuerza de voluntad y
determinación de no ser una cobarde mantuvo el coche en dirección a Mason.
¿Cómo llegó a conciliar al hombre al que había conocido con las cosas que había leído? Una
pregunta constante desde la primera página del nuevo "romance" que le había dado a leer. Ella
soltó un bufido. Romance. Romance era a la luz de las velas y rosas, cenas largas llenas de
miradas significativas... no azotes, cadenas, cruces de San Andrés y gritos.
Ella frunció los labios. No iba a gritar. Ella se negó. No importa lo que pasó.
Se movió sobre las puntas de sus pies. ¿Dónde estaba el hombre? Para alguien que insiste en la
puntualidad, ciertamente no sigue sus propias reglas, ahora ¿verdad? Ella frunció el ceño ante el
negro timbre. Un súbito horror tenía su corazón golpeando contra sus costillas... con toda su
preocupación se había olvidado de tocar el timbre.
Ella miró el delgado reloj de pulsera de plata que se había puesto. 07:02.Había estado perdida en
sus pensamientos por un total de cuatro minutos. Los pies retorciéndose, ella luchó contra el
deseo de correr hacia su coche y chirriar gomas en la entrada como alma que lleva el diablo.
¡No! Ella estaba aquí. Ella iría adelante con esta locura. Enderezó los hombros. Faltaban dos
minutos. Mason era un hombre razonable. Ella tenía seis meses de pruebas para respaldar su
teoría. Con gran renuencia, tocó el timbre. Ella se negó a correr. No importa qué tan aterrorizada
estaba. La puerta se abrió. Tenía la garganta seca como un espejismo en el Sahara.
Ella parpadeó. Él se veía... imponente. ¿Cómo él se las arregló para parecer peligroso con los
pies descalzos y un par de descoloridos Levis? Tenía que ser su hiperactiva imaginación. ¿Y por
Julia Devlin - El Autentico Mason . 29
qué tenía que estar sin camisa? Él tenía un cuerpo tan hermoso con toda esa piel dorada y
músculos duros. Después de dos largas semanas, se veía tan delicioso que quería caer de rodillas
y lamerlo.
Ella se burló. Era evidente que había leído muchos libros sucios. Las mujeres de esas historias
parecían caer de rodillas a un ritmo alarmante y ahora estaban influyendo en ella. Todo esto era
ridículo. Ninguna mujer deseaba tanto un pene en su boca.
-"Llegas tarde."
Esas dos pequeñas palabras la arrancaron de sus pensamientos. Las mejillas ardían, balbuceó ella
un millón de justificaciones que se desbordaban a través de su mente. Dos minutos no contaban.
Ella había estado de pie en su maldito porche, así que técnicamente no era tarde. Parándose
derecha, ella abrió su boca para explicar, solo que su cerebro no cooperó y le dijo bruscamente,
-"Mason Bennett, si piensas por un minuto que voy a estar encerrada en alguna jaula y tratada
como un perro, debes pensar en otra cosa."
Se echó a reír, echándose hacia atrás para permitir su ingreso.
-"Te he echado de menos, Anna."
Para su sorpresa, el estallido alivió la tensión en los hombros. Ella miró hacia el vestíbulo, el
corazón acelerado. Nada parecía diferente. Sigues siendo los mismos muebles pesados de
madera oscura desde la última vez.
-"¿Esperabas que yo cambiara mi casa en una cámara de tortura, en preparación para tu
llegada?"
Julia Devlin - El Autentico Mason . 30
El profundo rico timbre de su voz acarició su piel. Apartó la atención a él. Sus labios se
torcieron en las esquinas como si contuviera su diversión. ¿Se estaba riendo de ella?
-"No, por supuesto que no."
-"Ya veo."- Hizo un gesto hacia el vestíbulo. -"¿Vas a venir o te tengo que llevar al umbral como
el sacrificio de una virgen?"
Con la cabeza en alto, ella dijo con altivez,
-"Puedo caminar, gracias."
Ella juzgó el espacio entre la puerta y él. Si quería escabullirse sin tocarlo ella tendría que
ponerse de lado. Ella se mordió el interior de la mejilla. No. Ella no se dejaría intimidar. Los
hombros cuadrados, ella marchó hacia adelante como un soldado en la línea del frente.
La piel caliente rozó su antebrazo cuando no pudo evitar su duro abdomen. Ella contuvo el
aliento. Oh, él olía bien, esa mezcla única de jabón, especias y Mason. Le había echado mucho
de menos y el deseo de fundirse con él superó su miedo a lo desconocido. Él se rio, el sonido
tanto pecaminoso como amenazador.
"Todavía tenemos que hacer frente a tu llegada tarde ahora, ¿no?"
El péndulo osciló de vuelta. El terror una vez más tomó la delantera. Mason sonrió, sentado en
su sofá marrón de gran tamaño, divertido cuando la chica que solía acurrucarse con él como un
gatito recién nacido se sentó lo más lejos posible de él. Él contempló hacer una broma de que
ella se sentara en el suelo en el vestíbulo así que ella no acercara demasiado, pero decidió no
hacerlo. Ella estaba demasiado nerviosa para apreciar el humor negro.
Bebió de la vista de ella, hambriento de su linda cara y dadivoso cuerpo. Durante dos semanas,
se había preguntado si ella se iba a presentar y ahora él tenía su respuesta.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 31
Las partes de la lista diseñada para asustarla habían sido un riesgo, pero ahora que había
confesado la verdad, no había querido albergar ilusiones sobre lo que ella había accedido a esta
noche. Mientras ella estaba un poco espinosa, que había venido indicaba al menos una pizca de
deseo. Por curiosidad. Dios sabía que él sentía curiosidad por lo que la noche traería.
Anna estaba demasiado envuelta en sus propios nervios y temor para darse cuenta de que Mason
observaba su alboroto en la puerta delantera. Él se había reído mientras ella permanecía de pie
en su pórtico y dejar que el tiempo pasara. Oh, estaba seguro de que ella tenía una explicación...
claramente que ella había previsto su puntualidad... pero había aprendido hace mucho tiempo
que en este juego había muy pocos accidentes.
Todo remilgada, ella agarró su bolso en su regazo, sentada con los pies metidos debajo de la silla
como toda una señora de iglesia. Ella llevaba un vestido rosado y blanco que la cubría
convenientemente desde el cuello hasta los pies. Ella perdería esa modestia muy pronto.
La postura perfecta, ella lo miró fijamente. La expectativa clara en la inclinación de sus labios
mientras esperaba a que él hablara. Calmarse. Recordarse del hombre al que ella había conocido.
Por mucho que él quisiera cogerla en sus brazos y consolarla, él no podía hacer eso. Esta noche
sería diferente. Sería bien poner fin a su relación o iniciar un nuevo camino. La comodidad
vendría más tarde. Él entrelazó los dedos sobre su estómago y se estiró, pateando un pie por
encima de su tobillo. Un delicado arco de su ceja rubia. Él no dijo nada. Un cambio en la silla.
Él sonrió, gratamente. Esperó. Los ojos azules se estrecharon, ella levantó las manos.
-"Bueno, ¿no vas a seguir adelante con esto?"
-"¿Con qué?"- el preguntó en un tono lento y preciso.
Un duro suspiro exasperado envió un caprichoso rizo rubio volando.
-"Ya sabes, ¡con todo esto de la dominación!"
Él se echó a reír. Jesús, la había extrañado como reguero de pólvora. Por supuesto, él ya había
comenzado su ‘cosa de dominación’, pero ella simplemente no tenía la suficiente experiencia
para darse cuenta de ello. Él se encogió de hombros.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 32
-"Se necesita un momento para relajarse."
Clavó las uñas en su bolso blanco de lona.
-"No hay manera de que pueda relajarme contigo mirándome como a un insecto bajo el
microscopio y con una amenaza implícita que se cierne sobre mi cabeza."
-"Ya veo, quieres salir de tu castigo, ¿es eso?"
La pregunta entregada tan suavemente podía haber estado preguntando acerca del clima actual.
-"¡No!"- Poniéndose la cara con seis tonos de rojo, ella le dio una mirada feroz. -"Para que
conste, yo estaba a tiempo."
-"¿A qué hora tú tocaste el timbre?"
-"Yo estaba de pie en tu puerta antes de las siete de la tarde."
Ella bajó la mirada, frunció el ceño a su bolso y luego lo dejó caer al final de la mesa junto a
ella. Con las manos libres, las colocó en su regazo. Desplazada. Las puso en los brazos del
sillón. Un ceño. Otro retorcimiento. Se cruzó de brazos. Esa parte dominante a lo largo
reprimido no podía dejar de disfrutar de su agitación.
-"¿Cuándo tocaste el timbre, Anna?"
-"Unos minutos después de que yo llegué."
Ella lo sorprendió con un puchero a toda regla. Quería morder el labio inferior hinchado. Pero
también eso tendría que esperar.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 33
-"Si hubieras llegado a tiempo, habrías estado en mi entrada a las siete."
Ella resopló, luciendo adorable.
-"¿Crees que estoy siendo injusto?"
Su pene se alargó. Endurecido. Había pasado tanto tiempo desde que había jugado a este juego,
que él no se había dado cuenta de lo mucho que lo había echado de menos. ¡Cuánto esfuerzo le
tomó para ocultar esto de ella!
-"Mucho"- dijo ella, la voz llena de justa indignación.
Siempre era más divertido cuando una muchacha jugaba justo en sus manos. Eso que Anna hizo
ahora era un placer inesperado. Cuando él se había permitido pensar en ella apareciendo, se la
había imaginado tan asustada como un pequeño conejo que había de convencer de salir de su
escondite. Verla malcriada, sumisa, molesta como si nacida para el papel lo complació tanto
como lo sorprendió. Y él amaba las sorpresas. No había habido indicios de este fuego, pero
había habido destellos detrás de una cortina. A él le gustaba. Quería más.
-"Háblame de tu lectura."
Sus manos cayeron a su regazo y ella giró el anillo de plata de su madre.
-"Mira, Mason, estoy a punto de romperme. ¿No quieres por favor sacarme de mi miseria y
seguir adelante con esto?"
Julia Devlin - El Autentico Mason . 34
Él la estudió durante un largo momento. ¿No pudo él obligarla a hablar de lo que había
aprendido o ceder a sus deseos? La mayoría de las sumisas aprendieron a ser cuidadosas con lo
que había deseado después de una de sus concesiones. Él lo consideró. Había planeado ir fácil
con ella. Hablar con ella acerca de lo que había aprendido, acerca de sus sentimientos, hablar de
sus expectativas. Facilitarle a ella las cosas y dejar que se ajustara.
Pero vio ahora que no iba a ser posible. Tal vez se conocían demasiado bien y la única manera
de romper con el pasado era una prueba de fuego.
-"Por el amor de Dios, Mason"- le espetó. -"Deja de mirarme."
Oh, no es lo que ella pedía a gritos. Él se rio entre dientes. La prueba de fuego, por cierto.
Con calma, él asintió con la cabeza. Parándose, él se acercó a ella. La mandíbula, la mirada dura,
él le dejó ver hasta la última gota de una posición dominante que había escondido de ella. Los
ojos muy abiertos como platos, ella retrocedió, aspirando una bocanada de aire. Él sonrió.
-"Muy bien, entonces, vamos a la sala de juegos."
"¿La qué?"
Su voz, un poco más que un graznido. Él se inclinó cerca de su oído.
-"La mazmorra."
Julia Devlin - El Autentico Mason . 35
Capítulo Cuatro
Anna no pudo evitar sentirse un poco decepcionada.
No era como si ella hubiera querido ser llevada a una mazmorra real de castigo ni nada, pero ella
esperaba algo un poco más... tétrico. Como una cámara de tortura medieval. Mientras que la
"mazmorra" de Mason tenía la clara decadencia de los tiempos pasados, no había nada que
temer al respecto. De hecho, era muy hermosa.
Las paredes oscuras y gruesas, la alfombra afelpada las arregló para parecer cálidas y
acogedoras en lugar de sombrías. Un armario de madera pesada y seis puertas de tablones, tan
grande que tenía que ser hecho a la medida, tomaba una de las paredes. Escondido en un rincón,
un sofá-cama adornado con un marco de hierro forjado y ricas telas burdeos era el lugar perfecto
para tomar una siesta decadente. Un par de sillas y bancos interesantes esparcidos pero ninguno
parecía particularmente amenazador. Nada como los extraños artilugios que se había atrevido a
vislumbrar en el Internet antes de hacer clic a toda prisa.
La verdadera belleza provenía de las paredes, dominantes de volutas? de hierro de color gris
profundo. Dispuestos en patrones complicados de diferentes formas y tamaños, algunos
muestran velas, otros eran tan grandes que iban del suelo al techo. Cada uno único y hermoso.
Impresionante, dijo ella
-"Wow, nunca he visto algo como esto."
Mason puso sus grandes manos en sus hombros y empezó a frotar con un amasado lento y
metódico.
-"Un artista amigo mío los creó. Él es un escultor. Tal vez te lo presento algún día. "
-"Su trabajo es precioso."
Julia Devlin - El Autentico Mason . 36
Luego de semanas de extrañar a Mason, se relajó en sus palmas cálidas, más que feliz de sentir
esas manos mágicas trabajando sus músculos tensos. Su pulgar rodeó un punto sensible. El nudo
se aflojó y se disolvió bajo su toque. Ella gimió, dejando caer la barbilla hacia delante para darle
un mejor acceso mientras barría su pelo sobre su hombro, dejando al descubierto su cuello. Sus
párpados se cerraron y ella respiró fácilmente por primera vez en semanas.
Las manos de Mason eran una obra de arte. Presionó y pinchó, encontrando lugares que no sabía
pudieran doler hasta que ella era una masa blanda sin hueso. Su única queja era que ella deseaba
estar tendida en ese fabuloso diván.
¿Era así como él planeó castigarla? ¿Poco a poco su placer hasta la muerte? Perezosamente
relajada, su mente vagaba a los libros que había leído. No se lo imaginaba a él forzarla a esos
violentos y estridentes orgasmos expuestos en la lectura que había hecho. Con su lenta y marca
metódica de hacer el amor, ella no tenía problemas imaginarlo como uno de los Doms suaves
que había aprendido ella.
Bajo su atención, el estrés, la confusión y el temor se desvanecieron. Mason la protegería.
Amarla a ella. Él nunca sería cruel y despiadado. Ella no estaba segura de cómo se proponía
controlarla, pero ella era de pronto segura, al igual que esta sala no habría nada que temer al
respecto.
-"¿Quieres esto?"
La voz suave como el terciopelo, sonaba un tanto extraña y dolorosamente familiar. Con aire
ausente, ella asintió con la cabeza. Tenía mucho sentido que sería como el dulce, Dom
cuidadoso que apareció en una de las historias que había leído en Internet. Pestañando un poco,
ella se quedó mirando la alfombra gris perla, con el ceño fruncido. ¿Dónde estaba su alivio? Esto
era lo que ella había esperado. No quería que Mason pretendiera ser malo. Eso estaría mal.
-"Di las palabras."- Su pulgar acarició el punto dulce en la curva de su cuello.
-"Sí,"- susurró.
Una extraña sensación de pérdida le obstruyó la garganta, confundiéndola. Ella había estado
horrorizada cuando ella había leído algunas de esas cosas. Látigos y azotes. Mordazas de bolas y
jaulas. El goteo de la cera caliente sobre la piel de una mujer. Ella se estremeció. No deseaba
nada de eso.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 37
Con un repentino estallido de pánico, su mirada voló a las velas que revisten una de las piezas de
pared de metal. Sus hombros se hundieron. Ni siquiera estaban encendidas.
-"¿Confías en mí?"
Descubrió otro nudo, trabajó hasta que se disolvió bajo sus manos.
-"Sí, por supuesto."
Y así lo hizo. ¿Por qué no iba a hacerlo?
Recorrió la habitación. No había una fusta a la vista. Lo que era bueno. No, muy bien.
Exactamente lo que ella quería. Ella se mordisqueó el interior de la mejilla. Cepilló los labios
ligeramente como una pluma sobre la curva de su cuello.
-"¿Confías en mí que no te haré daño?"
-"Si, Mason."
Lágrimas inesperadas le picaban las comisuras de los ojos y cerró los párpados apretados para
contener el flujo. ¿Qué le pasaba? ¿Por qué estaba triste?
-"Bien."- Las palmas calientes se deslizaron sobre sus brazos desnudos y la piel de gallina se
levantó en su piel. -"No se trata de fuerza. Si es demasiado o te confunden y comienzas a entrar
en pánico, todo lo que necesitas hacer es decir basta. Eso es todo. Es así de simple. Voy a parar y
vamos a hablar de lo que está pasando."
Agradecida a activar el tema a algo táctico, ella tragó saliva hasta que el nudo en la garganta
disminuyó. No estaría temerosa nunca más. Pero ella era curiosa.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 38
-"Algunos de los libros, no tienen eso. Ellas no podían decir que no."
Él la atrajo hacia sí, envolviendo sus brazos alrededor de su cintura. Ella giró la mejilla y apretó
la oreja contra su pecho, tranquilizada por su corazón fuerte y firme.
-"No todo lo de esa lista tenía por objeto seducirte."
Él entrelazó sus dedos. Esa mano fuerte bronceada debería haber eclipsado la pequeña y pálida
de ella, pero en vez de eso parecía justo.
-"¿No querías que yo viniera?"
-"Sí, Anna. Mucho"- Su puño se tensó mientras apretaba, inclinándose para mordisquear un
punto entre el lóbulo de la oreja y el cuello. -"Pero es importante reconocer el bien contra el mal.
En algún momento tú vas a decir que no y yo no voy parar. Yo voy a seguir empujando, y lo
creas o no, si esto es realmente parte de tu naturaleza, vas a dejarme. Tienes que aprender la
diferencia entre esa situación y una que realmente no se pueda tolerar. ¿Tiene sentido?"
Asintiendo con la cabeza, ella apartó lo que ella había ignorado desde que había abierto el
primer libro hacía dos semanas. Ella respiró profundamente, exhaló, segura de que haría lo que
Mason desea y que podían estar juntos. Era exactamente lo que ella había estado esperando. Ella
estaba feliz.
-"¿Cuál es tu palabra de seguridad?"
-"Detente."
La última parte de resistencia situada en la base de su espina se desvaneció. Esto era bueno.
Perfecto.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 39
-"Buena chica."
La besó en la sien y la estrechó en un fuerte abrazo. Su cálido cuerpo la calentó.
-"Estoy orgulloso de ti por ser valiente."
Ella sonrió, contenta de que le había complacido. Había estado tan preocupada, ¿y para qué?
Esto iba a funcionar y todo estaría bien. Mason la soltó y dio un paso atrás. Caminó alrededor de
ella hasta que se encontró a varios metros delante de ella. Se volvió y la miró.
-"Desnúdate."
Ella se rio.
-"¿Qué?"
Una ceja se levantó.
-"¿Tartamudeo yo?"
La conmoción la rodeó, empujando un rápido estallido de temor a través de sus venas. ¿Lo había
oído ella bien?
Julia Devlin - El Autentico Mason . 40
-"¿Perdón?"
Sus labios apretados y frialdad llenaron su expresión.
-"Te dije, desnúdate."
-"¿Quieres decir, como, desnuda?"- Ella agarró el corpiño de su vestido.
La sala se enfrió como si alguien dejara caer la temperatura diez grados.
-"Eres nueva en esto, y te voy a dar un consejo. No hagas que repita de nuevo."
La mandíbula fija en una línea firme. No abierta a discusión. Se humedeció los labios y lo miró,
tratando de averiguar si esto era una especie de broma. Ella no era el tipo mujer que se
desnudara. Incapaz de reconciliar al suave Mason de hace unos momentos con este hombre de
ojos duros de pie frente a ella, le preguntó:
-"¿Hablas en serio?"
-"Estás tratando con mi paciencia, Anna."- Un tono severo, a diferencia de uno que nunca había
utilizado.
-"Es sólo que..."
Las palabras murieron en su garganta cuando él dio un paso amenazante hacia ella. El corazón le
dio un vuelco en una mezcla de terror y emoción. Su piel se calentó y sus pezones se arrugaron.
¿Qué le pasaba?
Julia Devlin - El Autentico Mason . 41
-"Así es como funciona esto. Te doy una orden. Obedeces. El no hacerlo resultará en un castigo.
Entre tu tardanza, tu boquita inteligente y tus evasivas actuales, estás acumulando una
impresionante lista de agravios. La jugada inteligente aquí seria no agregar nada a la lista."
La comprensión no la hizo caer en cuenta como la ruptura de un nuevo día... en cambio, era un
mazo en la cabeza. Él hablaba en serio. Había leído todo mal. Las protestas crecieron en la
garganta, rápidas y furiosas... si abría la boca habría dicho incoherencias. Lo único que podía
hacer era pararse aquí, congelada en su lugar.
-"Ahora. Anna."
Las palabras dichas como balas, él cruzó los brazos sobre su amplio pecho desnudo. Los
músculos ondulaban y flexionaban con el movimiento. Recordándole a ella lo fuerte que él era
en realidad.
-"Última oportunidad."
Su vientre se sumergió. ¿Cómo iba hacerlo? Él siempre la había desnudado bajo luces suaves,
drogándola con esos besos lentos exhaustivos hasta que ella no pensaba en estar desnuda. No
podía desnudarse con él sólo... observándola. Ella lo miró a los ojos. No estaba abierto a
discusión.
¿Estaría dispuesta a fallar en la primera tarea? No, esa no era una opción. El corazón le
martillaba en su garganta, por lo que ella decidió moverse rápidamente. Todo lo que ella
necesitaba hacer era poner esta sala fuera de su mente y al grano. Además, ya él había visto lo
que ella tenía que ofrecer.
Ella cambió su atención hacia el suelo y se puso a trabajar, fingiendo que estaba sola en su
cuarto de baño a punto de tomar un baño. Ella se desabrochó los botones de nácar blanco lo más
rápido posible. Cuando ella había completado su tarea, dejó que el vestido de algodón cayera
sobre la alfombra, donde se juntó a sus pies.
-"Mírame."
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Su cabeza se levantó.
-"Bien."- La aprobación aligeró la expresión feroz, pero él no parecía menos aterrador. -"Pero no
hay experiencias fuera del cuerpo."
Ella vaciló en el gancho del sujetador, con el ceño fruncido. ¿Cómo había sabido? Él se rio y
señaló su cuerpo medio desnudo.
-"El resto de todo."
De la nada se alzó una agitación rápida. La irritación hinchó su garganta y ella luchó contra el
impulso de gruñir. Pisar fuerte con el pie. Iniciar una pelea. Cualquier cosa.
-"Un arrebato no te ayudará."
Ella apretó los dientes, disparándole miradas mortíferas. ¿Cuándo se convirtió en un lector de
mentes como tal? Una sonrisa diabólica arrogante curvó sus labios, haciéndolo parecer
increíblemente sexy. Sus ojos se entrecerraron.
-"Nunca esperé que fueras tan luchadora. Me gusta este lado de ti."
Un placer inesperado se levantó como el ave fénix de las cenizas de su ira.
-"¿Te gusta?"
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-"Sí."- Su mirada, un camino lento por su cuerpo.
-"Pero yo pensé…"
-"Manos a la obra", dijo con ese toque que no estaba ella segura de que nunca se acostumbraría.
¿Iba a ser esto su castigo? ¿De pie desnuda frente a él mientras él la examinaba? Por lo que
había leído, era mucho peor. Dejó a un lado su incomodidad, se quitó las sandalias y se libró de
su sujetador y bragas con una velocidad récord. Desnuda, obligó sus hombros hacia atrás en
lugar de cubrirse. No iba a acobardarse.
-"Tienes un cuerpo hermoso. Exuberante y curvas en todos los lugares correctos. "- Él la rodeó
como un gato salvaje dimensionando su presa. -"Con el más delicioso culo."
Ella se quedó sin aliento mientras él apretaba la curva de sus caderas, sus pulgares presionando
en su trasero carnoso. El mundo se inclinó mientras se deslizaba sobre sus lados y palmeó sus
pechos, frotando sus pezones con los callosos dedos.
Por supuesto, él había tocado sus pechos antes, pero esto se sentía... diferente. Ya no había nada
tentativo o suave en su toque. Ella estaba siendo manejada. Se mordió el labio inferior, cerrando
las rodillas para no tambalearse.
-"¿Qué voy a hacer con estos pechos?"- Él rodó los brotes casi dolorosamente duro.
Apretó los párpados cerrados, su respiración se aceleró. Estaba sucediendo. Toda la dominación
esa. La emoción y el miedo se arremolinaban en su interior.
-"Hmm... Tendremos que ver a lo que puedo llegar con mi pequeño tigre."- Él se movió más
abajo, entre sus piernas, sumergiéndose en su calor húmedo. -"No estás demasiado nerviosa para
mojarse, ya veo."
Julia Devlin - El Autentico Mason . 44
La declaración la sorprendió. Ella no se había dado cuenta de que estaba excitada, pero ahora
que había llamado la atención sobre esto, no podía negar el trasfondo del deseo corriendo por sus
venas, llenando esos lugares sin sentido en su interior con un hambre dolorosa. Él rodeó su
clítoris. Oh, se sentía bien y estaba tan resbaladizo. Su cabeza cayó hacia atrás. Este era el
castigo al que se podía acostumbrar. Los dientes rasparon contra su garganta expuesta.
-"He pensado en follarme este hermoso coño por dos semanas."
Sus párpados se abrieron de golpe como calor extendido por su cuello y le llenó la cara. Ella
nunca había esperado que Mason utilizara una palabra tan cruda. Él siempre había sido un
caballero. Eso la mareaba. Ella trató de apartarse, enderezarse, cualquier cosa, pero demasiado
tarde se dio cuenta de que él tenía un apretón de muerte sobre ella.
-"Tú sólo tienes un escape, Anna."- Su voz, un tanto amenazante en su oído. -"No vas a utilizarlo
antes de que hayas tenido tu primer orgasmo, ¿entendido?"
Ella chilló, el pánico y la anticipación un afrodisíaco a su ya sistema sobrecargado. La humedad
brotó en la palma de su mano, avergonzándola. Él se echó a reír, un sonido tan pecador que
ruborizó la parte superior de las mejillas ya calientes.
-"Creo que es hora de que te familiarices con el banco de nalgadas. Tengo la sensación de que
vas a pasar un montón de horas allí."
Las palabras la hundieron. Ella sacudió la cabeza como la realidad de su situación entró en el
foco de cristal. Él iba a golpearla. Azotarla.
-"No, por favor"
-"Si."
Julia Devlin - El Autentico Mason . 45
Él la agarró del brazo, tirando de ella a un asiento de cuero negro que se parecía a un banco de
entrenamiento. Arrastró sus pies, deliberadamente resistiéndose con el peso de su cuerpo. Él le
lanzó una aguda y molesta mirada.
-"¿Vas a pelear conmigo a cada paso?"
-"P-pero..."- Ella miró el banco, los ojos muy abiertos. -"Yo no quiero."
Él dejó caer el brazo, y se acercó a la mesa, alcanzando debajo del asiento de cuero negro. Con
un movimiento de muñeca de Mason, parte del asiento se inclinó hacia arriba y el otro cayó,
transformándolo en uno de los bancos que había visto en Internet. Ella se quedó sin aliento,
mirando alrededor de la habitación con una mirada fresca. Antes de que pudiera valorar de
nuevo, la voz de Mason se puso firme.
-"Sólo voy a decir esto una vez."- Apoyó la palma de la mano sobre la parte inclinada de la
banca. -"Combatir puede ser lindo, pero no es un desafío flagrante. Ya sea poner tu culo aquí o
decir basta y volver a casa. La elección es tuya, Anna."
Desnuda, expuesta y más vulnerable de lo que nunca se había sentido en su vida, ella retorció
sus manos como un niño perdido.
-"¿Por qué haces esto?"- Se le quebró la voz.
De mirada dura, la estudió con una máscara estoica que no tuvo piedad.
-"Elegiste este camino, ¿recuerdas? No querías hablar. Querías acabar de una vez. Así que aquí
estamos."
-"P-pero…"
Julia Devlin - El Autentico Mason . 46
-"Suficiente. Ve al banco o di basta.”
Eso no era lo que ella había querido decir y él lo sabía. Su barbilla inclinada. Golpeó sus dedos
con impaciencia sobre el cuero. Era un callejón sin salida.
Echó un vistazo por encima del hombro, mirando significativamente a algo que la hizo mirar con
atención detrás de ella. Fue entonces cuando vio el reloj de hierro negro que colgaba en la pared.
Marcando distancia sin piedad ni misericordia. Implacable.
Un extraño silencio cayó sobre la sala mientras la tensión llenaba el espacio entre ellos. Tic, tic,
tic. El sonido, ahora ensordecedor, parecía acentuar la creciente desaprobación de Mason.
-"Los ojos en mí, Anna."
Una orden. Ella obedeció sin vacilar. El instinto de supervivencia.
-"No se trata de forzar."- Dijo las palabras con suavidad pero ella creyó detectar un destello de
emoción en su expresión. -"O lo quieres o no lo haces. Es así de simple."
Ella parpadeó. No había nada simple acerca de eso. Eso lo cambió todo. Esa pequeña
insignificancia que ella había tratado desesperadamente de ignorar obstinadamente se abrió
camino al frente de su mente.
Enderezó los hombros. Ella sabía lo que quería. Su castigo.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 47
Capítulo Cinco
Mason puso la palma de la mano en la espalda de Anna mientras ella se cubría a sí misma por
encima del banco. Cerró los ojos y escuchó su respiración rápida, un poco superficial. Sintió el
rápido ascenso y la caída de su caja torácica. Bien. Un poco de temor era bueno, emocionante
incluso, pero él no la quería aterrorizada. Su mirada recorrió las líneas de su columna vertebral,
por la curva de su cintura y el culo a las piernas fuertemente entrelazadas.
-"Abre las piernas, Anna."
Los músculos se tensaron bajo su toque, pero ella abrió de manera fraccional. Sonrió ante su
intento de obedecer mientras hacía el mínimo.
-"Mas."
Esos fantásticos muslos se extendieron otra pulgada.
-"Un poco más."
Un suspiro largo, exagerado antes de mover sus rodillas separadas en lo que el banco le permitía.
Él se habría reído si no fuera tan condenadamente difícil y él no desearla condenadamente tanto.
La polla presionando dolorosamente contra la cremallera de sus pantalones, se preguntó cómo
iba a hacerlo en el próximo par de horas. Él había querido llevarla justo contra la pared en el
segundo que ella había entrado en la casa.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 48
Y no tenía la intención de esperar mucho más. Se movió para estar junto a sus pies, casi
babeando ante la visión de su exuberante culo desnudo apoyado listo para su uso. Toda esa piel
suave extendida como un festín.
La primera vez que la había visto desnuda, todo lo que había sido capaz de pensar era en lo bien
que la piel pálida se vería después de un buen azote. Había reprimido el impulso, pero al paso de
los meses se convirtió en una necesidad casi abrumadora. Hacia el final, él tuvo que apretar sus
manos alrededor de los postes de la cama para evitar golpear la delicada carne.
No habría lucha contra el impulso de esta noche. Él palmeó las mejillas redondeadas, regordetas
y ella se estremeció. Se inclinó y rozó sus labios sobre la curva de su culo.
-"Me alegro de que estés aquí. Gracias por confiar en mí."
Había habido un momento en el que él había estado seguro de que ella se iría. Ese minuto
suspendido cuando el deseo de huir brillaba en sus ojos. Un verdadero infierno. Todo lo que él
había querido era ir con ella, abrazarla estrechamente y prometerle que haría lo que fuera
necesario para quedarse con ella. Pero no podía hacer eso, y se obligó a quedarse quieto.
Cualquier otra acción sería una mentira. Y él había dejado de mentir esa noche en su casa hacía
dos semanas.
-"Tengo miedo"- dijo ella, con voz pero nada más que un sonido suave desapacible.
"Yo sé que tienes miedo."
Estudió el bonito rosa tiñendo sus mejillas, los labios entreabiertos completos, la forma en que
sus rizos se desplegaron en todo el cuero negro. La imagen perfecta de la sumisión. Si ella no
fuera nueva en esto, él conseguiría su cámara y captaría la expresión de su rostro para que ella
pudiera verlo por sí misma. Pero habría tiempo para eso más tarde... si ella decidía quedarse.
Él frotó sus manos en círculos sobre su piel suave y pálida, lo que aumentaba su presión en
cantidades incrementales. Su expresión cerrada. Las tapas pellizcadas bien cerradas como los
exuberantes labios cerrados. Ella movió las caderas. Tensó los hombros y frunció el
ceño, enviando todo tipo de señales de que no estaba contenta.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 49
Las ignoró a favor de la mejor prueba de sus verdaderos sentimientos acerca de su impotencia.
Cuando sus dedos se deslizaron, sin esfuerzo, a través de los pliegues húmedos, Contuvo un
gemido. Mierda. Estaba húmeda. Más de húmeda. Resbaladizo como el demonio.
Puso su mano libre sobre su espalda y jugueteó con su clítoris. Sus caderas se sacudieron y un
sonido estrangulado amortiguado provenía de la parte superior del banco. El cuerpo nunca
miente. Paralizada por sus muslos abiertos, él quería ese coño de color rosa tan gravemente que
podía saborearlo, abierta a él como una invitación, incluso mientras continuaba retorciéndose.
Sin traicionar para nada su lujuria casi salvaje, preguntó casualmente,
-"Dime, ¿no estás contenta acostada aquí? Extiende, ¿esperando que golpee tu culo?
-"Sí,"- chilló, retorciéndose, como si quisiera escapar.
Él empujó primero uno y luego dos dedos dentro de su apretado coño.
-"Entonces, ¿por qué crees que estás excitada?"
Apretó sus manos donde descansaron por la cabeza e intentó cerrar las piernas.
-"Las piernas separadas."
Le dio una palmada en el muslo, no duro, pero lo suficiente como para reforzar su punto. Al
instante ella se quedó inmóvil. Sus uñas rasparon a través de la piel. Ese culo, empujado alto en
el aire, se burlaba de él. Él no quería nada más que a follarla sin piedad. Pero eso tendría que
esperar. Tenía una lección que enseñar. Una lección que estaba ella aparentemente disfrutando
tanto como él. Una oleada de placer y esperanza amenazaba con consumirlo pero la contenía. No
podía ir por delante de sí mismo. Delante de ella.
-"Contéstame"- dijo, hundiéndose en su calor sedoso.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 50
Ella gimió, sus nudillos se pusieron blancos a medida que se cerraban alrededor del borde del
asiento.
-"Mason."
Apretó con fuerza y alto, acariciando su punto G, aumentando su presión hasta que ella tembló.
Sus caderas resistieron, y para su sorpresa, sus músculos internos sujetaron. Él aminoró el paso,
cambiando su presión sobre el clítoris hasta que era poco más que un jugueteo.
-"Ningún orgasmo para ti todavía, chica."
Ella hizo un ruido molesto bajo, sus párpados se abrieron de golpe. Estiró el cuello, mirando por
encima de un hombro de marfil suave para dispararle una mirada oscura.
Ella siempre había requerido un cuidado meticuloso para llegar al orgasmo, por lo que
encontrarla en el borde y lo suficientemente codiciosa para hacer demandas silenciosas fue un
placer inesperado. Levantó severo una ceja y bajó la mirada hacia ella, la lucha contra la sonrisa
crispada en las comisuras de sus labios.
-"¿Acabas de mirarme a mí?"
En todo caso, su mirada se volvió más desafiante, la inclinación de la barbilla. Luego hizo la
maldita, la más no clara cosa de Anna... ella roto las caderas en su dirección, el culo moviéndose
en un vaivén seductor. La pequeña tigresa estaba tratando de seducirlo.
Él dejó que una sonrisa creciera, cruzando los brazos mientras la observaba. Otro giro
exuberante de caderas tenía sus ojos oscurecidos cuando el borde del banco rozó su clítoris. La
luz de realización relucía brillante cuando vio su escapatoria. Él apenas contuvo su risa ante el
tirón de su sonrisa socarrona mientras ella pensaba que había descubierto algo que él no había
notado. El banco había sido diseñado con esto en mente, pero había que dejarla tener su fantasía.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 51
Ella aprendería bastante pronto no es mucho lo conseguido por él. Pero su maldad siguió para
deleitar y sorprenderlo a él y él la amaba aún más a causa de ella.
Ella lo miró con una audacia arrogante y le dio otro tentador meneo. En ese instante, él dejó de
pensar, dejó de preocuparse. Parte de lo que hizo de él un buen Dom fue el instinto. Algo que
había ignorado en gran medida con Anna. Y ahora mismo el instinto le decía que tenía una
pequeña sumisa desafiante en sus manos prácticamente rogándole que la azotara.
El cedió. Provocó la parte despiadada de él que exigía su súplica e impotencia. Incapaz de
pensar. Una esclava de sus propias necesidades lascivas. A su completa misericordia. La picazón
de la palma, le dio una palmada en el culo. Duro. El golpe resonó por toda la habitación. Ella se
sacudió hacia adelante, jadeando. Se echó a reír, un sonido frío, maligno que tenía el desafío de
drenar justo fuera de ella. El golpeó la otra mejilla, complacido con el color que florecía sobre su
piel pálida.
-"¿Vas a responderme? ¿O debo seguir?"
Ella se agarró los lados del banco, mirando alrededor de él, como si no pudiera creer lo que veía.
Él la golpeó de nuevo. Ella hizo una mueca, dejando escapar un siseo.
-"Ouch!"
-"Ahora, Anna."
Otro duro golpe. Sus nudillos palidecieron, creando un fuerte contraste contra el cuero negro.
-"Eso duele."
Él hundió los dedos en su coño, acumulando su humedad y embarrando el interior de su muslo
interno para luego darle otra bofetada fuerte.
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-"Se siente muy bien también, ¿no?"
Otro duro golpe la hizo sacudirse, su cabeza cayendo a la banca.
-"Dios, Mason…"
Se interrumpió cuando llovieron los golpes desde la parte superior de su culo al interior de sus
muslos. La mano caliente, se apoyó en la curva de una mejilla sonrosada y luchaba por controlar
su respiración. Su polla imposiblemente dura, casi dolorosa, observó el rápido ascenso y la caída
de sus costillas. Sus párpados se abrieron y ella furtivamente le echó un vistazo, cambiando su
hueso pélvico y presionando su clítoris contra el asiento. Sus caderas en círculos y ella gimió,
suave y baja. La dulce, inocente Anna llegó a un punto de lujuria necesitado por una azotaina.
Eso casi lo hizo caer de rodillas. Le dio una palmada en los muslos.
-"¿Crees que no te veo moviendo ese coño, tratando de correrte?"
Se quedó inmóvil, la culpa por haber sido sorprendida intermitente a través de su expresión.
-"Mason"- ella dijo con su voz que era un ahogado grito ansioso. -"Necesito..."
El golpeó su trasero.
-"Tienes que responder a mi maldita pregunta."
Los grandes ojos azules parpadearon, sus labios se curvaron, los presionó juntos.
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-"No me acuerdo de la pregunta."
Él apretó su carne cálida y ella siseó.
-"¿Por qué crees que estás tan excitada?"
Su caja torácica se contrajo mientras tomaba una respiración profunda.
-"Yo…Yo realmente no lo sé."
Tortazo.(palmada?)
-"Esfuérzate más."
Sus gruesas pestañas se estrecharon. Tortazo, tortazo, tortazo. Ella gritó. El olor de su excitación
se aferró al aire, embriagándole.
-"¿Debo seguir adelante?, porque puedo hacer esto toda la noche"- El palmeó su piel caliente,
frotando en círculos lentos antes de sumergirse en su coño. -"Créeme, puedo evitarte un orgasmo
durante horas, hasta que no seas más que una pequeña zorra necesitada que hará cualquier cosa
por correrse."
Sus manos se cerraron en un puño y golpeó el banco mientras sus caderas se resistieron a
satisfacer sus golpes despiadados. Él se apartó cuando los primeros signos reveladores del
orgasmo amenazaron con alcanzarla. De nuevo le dio una bofetada en su trasero con una fuerza
vigorosa que lo dejó jadeante y desesperado por reclamarla.
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-"Está mal"- chilló. -"Mason. Yo…yo..."
-"¿Por qué?"
Cuando no hubo respuesta, le dio una palmada en una nalga y luego en la otra.
-"Ohhh! Ouch. Por favor."
Ella se retorció, torció, arqueando el culo como pidiendo otro golpe.
-"¿Por qué?"
El poder y la lujuria se agruparon mientras caminaba alrededor de la parte superior del banco y
se agachó, así que estaban a la altura de los ojos. Ella lo miró fijamente.
Cogió un puñado de cabello, la levantó y reclamó su boca con un posesivo beso salvaje. Un
gemido se levantó de su garganta, llenando su boca mientras sus lenguas se enredaban juntas. No
hubo rendición en su beso. No sumisión.
Sólo prima el hambre y desafiante que hacía juego con la suya. Una necesitada tensión exigente,
que nunca había calado su sexo, amenazó su control ya desgastado. Él se desprendió, aun
sosteniendo apretada la nuca de su cuello. Sus miradas se encontraron. El azul de sus ojos
brillantes de deseo. Él gruñó, se inclinó y le mordisqueó el labio inferior. Ella tomó aire
entrecortado.
-"¿Por qué es malo?"
Su propia voz baja y gutural. Su bestia interior tan cerca de la superficie que le dolía.
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-"¿Cómo?"
Se humedeció los labios donde sus dientes habían raspado a lo largo de su piel sensible.
-"¿Cómo haces esto?"
-"En este momento tu único trabajo es hacer lo que te dicen."
Él apretó con más fuerza su cabello.
-"Contesta mi pregunta. Ahora."
-"Es tenebroso y perverso."
-"¿Y esto es lo qué te gusta?"
Metió la mano entre sus piernas y jugueteó con su clítoris, asegurándose de no aplicar suficiente
presión para ponerla sobre el borde. Sus pupilas se contrajeron mientras sus caderas empujaron
hacia atrás.
-"Oh."- Un gemido estremecido. -"Cuando estaba leyendo... me asustó..."- Ella se lamió los
labios hinchados. -"Pero yo quería. Quería saber lo que se siente al ser conducido a..."- Su
mirada se alejó corriendo. "Eso".
-"Buena chica."- Su boca capturó la de ella, reclamándola, sin dejar ninguna duda de que ella era
de él para poseerla y, si ella lo dejaba, él podría hacer que sus fantasías más oscuras se hicieran
realidad. Él rompió el beso y le dijo: -"Antes de esta noche termine, voy a poseer tu cuerpo. No
habrá parte de ti sin tocar, ¿me entiendes? "
-"Si, Mason."
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-"Estoy tomándolo todo."- Se inclinó a su oído. -"Todo."
-"Por favor."
La petición sonó en su voz, filtrándose en su piel. Su coño empapó su mano, lo que confirmaba
que no era una ilusión que le hizo creer que esto funcionaría. Rodeó el paquete de nervios
sensibles dando vueltas y más vueltas, pero nunca directamente, trabajándola más alta. Más
cerca del borde.
-"Oh Dios"- dijo ella, su voz era un susurro reverente, sus pestañas se cerraron. -"Por favor,
que..."- Ella gimió. -"Más."
Sonrió a la demanda.
-"¿Es mi pequeña Anna cansada de ser una chica tan correcta?"
-"Si."
Un agudo gemido llenó el aire mientras empujaba dos dedos dentro de su apretado coño. Ella
tomó medidas drásticas tan de repente que tuvo que apartarse para evitar que se corriera. Le dio
una palmada en el culo. Llovieron los golpes sobre su trasero y muslos hasta que su piel brillaba
un rojo ardiente.
-"¿Crees que te has ganado el derecho a correrte?"
-"N…No lo sé."
-"Si, tú, ¿has cumplido con lo que te dije?"
-"Umm."- Apretó los labios. -"Eventualmente."
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Se echó a reír, hundiéndose en su coño remojado. Ella gritó.
-"Lástima que eventualmente no sea lo suficientemente bueno."- Él se apartó y se pasó la mano
húmeda con sus jugos, a lo largo de su mejilla, riendo mientras ella se echó hacia atrás. -"Así es,
tu coño está caliente y húmedo y codicioso."
Ella empezó a jadear.
-"Mírame."
Sus párpados se abrieron de golpe.
-"Buena chica"- dijo, acariciando su piel. -"Vas a abrir esos labios y voy a follar esa bonita boca
tuya por la que he estado muriendo desde el día en que nos conocimos."
Sus ojos se abrieron como platos por la sorpresa. Nunca la había presionado para ello, sabiendo
que había sido casi tan inocente como ella era sin ser una virgen técnicamente. Ella contuvo el
aliento y se frotó el labio inferior hasta que se separaron suavemente. Él asintió con la cabeza.
-"Así es, voy a tomar cada parte de ti. Tu boca. Tu coño. Y tu culo. "
Tragó saliva, el miedo intermitente sobre su expresión. Él se inclinó y la besó. Probar su sabor,
lamió.
-"Confía en mí."
-"Está bien"- dijo ella con voz temblorosa.
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-"Buena chica."
Él acarició la curva de su columna vertebral y se deslizó entre sus piernas. Su pulgar rozó su
clítoris y ella se fue como un cohete, sorprendiéndolo como al demonio, con la brusquedad. Ella
gimió. Sus caderas se resistieron. Ella gimió y tembló cuando el orgasmo la sacudió.
Este no era el plan, pero ahora que estaba allí, él aumentó su presión, rodeando su clítoris
mientras ella cabalgaba las olas de placer. Cuando la última contracción se desvaneció, él la
calmó mediante la ejecución de la palma sobre su espalda.
Haciendo caso omiso de la necesidad palpitante de su cuerpo que no es más que llevarla
salvajemente y reclamar que la deseaba.
Poseerla. Follarla a ella que lo sintiera a él durante días.
Bajo sus manos, su pecho subía y bajaba con un ritmo demasiado rápido. Los sonidos de su
respiración rápida y forzada llenaba la habitación.
-"Lo siento."- dijo en un gemido lastimero y luego se echó a llorar tan de repente como se había
corrido.
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Capítulo Seis
Ahora que Anna se puso a llorar, no podía parar. El orgasmo que la atravesó liberó algo más
también. Ella ni siquiera sabía por qué estaba llorando.
Era demasiado y todo lo que había hecho se había sentido demasiado bueno para su mayor
comodidad. Hacia el final, había sido una locura. Cerca de loca con una desesperación que
nunca había experimentado en su vida. Y ese clímax... nuevas lágrimas derramó por sus
mejillas... no sabía que era posible tener un orgasmo tan fuerte.
Ella bajó la cabeza. Los azotes de Mason confirmaron todo lo que la aterrorizaba cuando ella
había leído esos libros. Confirmado cada miedo persistente en los rincones oscuros de su
mente... no se suponía que le gustara este.
Con cada golpe a su trasero, un hormigueo lleno de calor explotó sobre su piel, trayéndola más y
más cerca del borde. Hasta que ella había estado tan excitada que había tratado de masturbarse a
sí misma para su alivio. Fue humillante. Ella era una chica buena y normal. Inocente.
Ella lloró más fuerte.
Mason la levantó como si fuera una muñeca de trapo. Grandes y fuertes brazos la envolvieron
mientras él la abrazaba contra su pecho desnudo.
Ella soltó un suspiro tembloroso. Segura. Él la mantendría a salvo. Cuidaría de ella. Eso es lo
que era Mason. El nudo de pánico en su estómago disminuyó cuando ella hundió la cara en la
curva de su cuello, aspirando su aroma limpio, picante mientras la llevaba al otro lado de la
habitación, como si no pasara nada. Se dejó caer en una silla de gran tamaño, desplazándose
hasta que se acomodó en su regazo. Una cobija de felpa cubrió su piel desnuda mientras se
estrechaba, hundiéndose más en su calor.
Sus pechos desnudos rasparon sobre su pecho enviando un choque de sensibilización a su bajo
vientre. Ella lloró con más fuerza, consternada por el la excitación todavía presente a pesar de su
angustia. La besó en la sien y la meció ligeramente. Estaba tan caliente y ella lo necesitaba tanto
como sus emociones arraigadas fuera de control. Él le acarició la espalda, murmurando tonterías
mientras lloraba.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 60
No tenía idea de cuánto tiempo estuvo allí sentada, acurrucada en sus brazos, empapando su piel
con lágrimas calientes pero finalmente, por fin, se calmó. El temblor disminuyó y ella parpadeó
con los ojos llorosos. Una suave sonrisa curvó sus labios mientras le apartaba unos húmedos
rizos pegajosos de sus mejillas empapadas de lágrimas.
-"¿Mejor? "
La barbilla temblando, ella logró chillar un pequeño,
-"Si. "
-"Te abrumé." Hilos de preocupación ataron el ruido sordo de su voz.
-"Lo siento."- Ella se mordió el labio inferior. -"Yo-yo no esperaba eso."
-"Lo sé."- Trazó las protuberancias de su columna vertebral de uno en uno. -"Dime que te
molesta."
Ella apoyó la mejilla contra su pecho, escuchando el constante latido, tranquilizador de su
corazón.
-"Yo..."- Su voz chilló de vergüenza. -"Yo no quería que me gustara."
-"¿Por qué no?" Sus manos todavía la calmaban.
Ella respiró hondo.
-"Vine aquí decidida a que no me gustara."
-"Adelante. "
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No parecía molesto y no había tensión en ninguna parte, con excepción de la gran erección que
presionaba su muslo. Ella se encogió de hombros, sintiéndose tonta e infantil.
-"Cuando leí los libros y visité los sitios web, no me gustaba la forma en que me hicieron sentir."
Él curvó un dedo debajo de la barbilla y le levantó la cara, obligándola a mirarlo a los ojos. No
había censura en su expresión, ni molestia o frustración.
-"¿Qué te hicieron sentir? "
-"Avergonzada" - ella admitió. -"Y excitada. "
Él asintió con la cabeza, como si estuviera sorprendido. El silencio se hizo, llegando a ser espeso
e incómodo hasta que ella se desesperó para llenarlo y espetó:
-"Lo siento. "
La besó en la sien.
-"No tienes nada que lamentar. Yo no estoy buscando una cierta respuesta aquí, dulce niña, estoy
buscando tus respuestas."
Sus cejas se juntaron.
-"¿Soy normal? "
Él rozó su boca sobre la de ella.
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-"No hay un „normal’."
-"Pero, yo..."- Su voz se desvaneció como un furioso rubor apareció sobre sus mejillas. Con una
pérdida de palabras, hizo un gesto hacia el banco. -"Ya sabes."
Una amplia sonrisa se dibujó en sus labios.
-"¿Se te salieron los sesos?"
Avergonzada, ella enterró la cara en su pecho. Una risa vibró contra su mejilla.
-"Supongo que golpearte en el culo no va a resultar ser un castigo."
-"Ack!"- Se cubrió el medio centímetro de su cara todavía expuesta y para su sorpresa, ella no
pudo evitar la sonrisa levantando sus labios. -"Me siento humillada."
Él la apretó con fuerza.
-"No eres la primera mujer que se corre de unas nalgadas, Anna."
De inmediato, la celosa ira apretó sus hombros. No quería pensar en eso ahora y se hundió más.
-"¿Qué pasó por tu mente en ese momento?"
¿Falló él en algo?
Julia Devlin - El Autentico Mason . 63
-"Nada,"- dijo ella rápidamente y se acercó más a él, como si de alguna manera ella pudiera
desaparecer dentro de él.
Él apartó la mano de la cara y llevó un dedo debajo de su barbilla.
-"Sin evadir, pequeña tigresa."
La irritación le pinchó en la espalda.
-"Estoy bien. "
Su voz, tan llena de petulancia femenina se encogió. Una ceja se levantó y vio al segundo ese
borde que se deslizaba en su rostro. El Mason dominante estaba de vuelta.
Su pulso pateó y ese peculiar estallido de rebeldía apretó su pecho.
-"Te sugiero que me lo digas."- Su barbilla se dirigía hacia el armario grande. -"Tengo un
montón de juguetes escondidos allí para torturarte y llevarte hasta la sumisión."
Para su asombro, sus pezones se convirtieron en picos duros y un calor líquido se deslizaba entre
sus muslos. Su expresión se oscureció y él se deslizó bajo la manta, palmeando un seno y
jugando con el pico rígido.
-"Interesante. "
No hubo sorpresa en su engreída, maliciosa cara. La pellizcó, rodando su pezón entre el pulgar y
el dedo índice hasta que ella jadeó. Él la soltó, recorriendo su cuerpo desnudo hasta sus muslos.
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-"Vamos a llegar a eso más adelante. Pero en primer lugar, responde a mi pregunta".
No se le podía desviar a Mason, comprendió ella ahora. El pensamiento cruzó por su mente a
mentir, pero eso era inútil. Mentir no estaba en su naturaleza. Además, él lo hubiera averiguado.
La conocía demasiado bien. Su mirada se alejó corriendo.
-"La idea de que..."
Ella se detuvo, se aclaró la garganta.
-"Como este."
-"¿Cómo qué?"- él preguntó mientras la comprensión iluminaba sus ojos.
-"Tú sabes,"- dijo, agitando un brazo al aire. -"Haciendo eso con otras mujeres."
Él le acarició el brazo como si fuera un gato erizado.
-"Ya veo. Estás celosa."
-"Quizás."
El justo enojo enderezó su espalda. ¿Y por qué no iba a estar enojada? Él le había mentido.
Nunca le dijo nada sobre esto, ¿pero cuántas otras mujeres habían compartido esto con él?
Probablemente cientos. Él la estudió de cerca, con una expresión indescifrable.
-"¿Qué te molesta exactamente?"
Otro destello de irritación.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 65
-"¡Cómo si no lo supieras!"
Una mirada penetrante, él planeó claramente esperar a que ella saliera. Estaba empezando a
detestar esa paciencia implacable de él. Ella se movió, empujando su pecho inmóvil con la
palma de sus manos.
-"¿Quieres pensar en que yo tenga relaciones sexuales con otros hombres?"
-"Buen intento."- Él apretó los labios como tratando de no reírse.
Ella frunció el ceño, cruzando los brazos sobre su pecho.
-"No me gusta mucho."
-"Estoy esperando."
Él tocaba sus dedos descansando sobre la curva de su cadera para enfatizar su punto.
-"¡Muy bien!"- Ella dejó escapar un suspiro enviando un vuelo del rizo antes de que se dejara
caer sobre un ojo. -"Estoy enojada. Dices que me amas, pero nunca me dijiste la verdad. Esas
otras mujeres conocen esta parte íntima de ti que no me has mencionado a mí."
Su mirada se ensombreció, suspirando, le colocó el mechón de pelo detrás de la oreja.
-"¿Y ahora te sientes minimizado?"
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Su garganta apretando, el aguijón de un nuevo juego de las lágrimas le picaba en los ojos. Sí, eso
era exactamente lo. No confiando en su voz, ella asintió con la cabeza.
-"Yo si te amo."
Su mentón en una línea terca y ella chilló,
-"No lo suficiente para confiar en mí."
Haciendo caso omiso de la rigidez de su cuerpo, él la apretó con fuerza.
-"He hecho un lío real de las cosas y por mucho que me gustaría cambiar el pasado, no puedo.
Sólo puedo prometerte que seré honesto en el futuro. Y, te lo prometo, tú eres la mujer más
importante en mi vida. Yo realmente nunca he amado a otra mujer antes. Es difícil de entender
por qué una escena puede traer emociones muy intensas, pero te prometo que sólo era un juego."
-"Entonces, ¿por qué no confiaste en mí?"
Ella tenía que saber. Tenía que entender o tendría esa duda en ella siempre.
-"No se trataba de confiar en ti. Se trataba de no querer alejarte."
-"No te entiendo.“-Ella negó con la cabeza.
-"Eso es porque te estás olvidando de un elemento clave."
-"¿Qué es eso?"
Él ahuecó su mandíbula con su fuerte agarre.
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-"Esas mujeres sabían quién y lo que yo era antes de que siquiera habláramos tu y yo. Esto no las
hace más importante que tú. Esto las hace más informada."
Sus manos se cerraron en puños.
-"¿Y crees que no podías habérmelo dicho?"
-"¿Qué hubieras dicho, Anna, la primera noche que te llevé a la cama? ¿Cuál habría sido tu
reacción si durante la cena te hubiera dicho que quería atarte, dominarte, hacer que me
obedezcas entonces follarte hasta que gritaras? "- Le soltó la barbilla, inclinando la cabeza hacia
un lado para observarla de cerca. -"Y eso sólo roza la superficie de las cosas sucias, extrañas,
obscenas que he pensado en hacerte a ti."
Su mirada se rodeó de distancia. Varios momentos largos de tensión, se deslizaron. Por mucho
que quisiera fingir lo contrario, ella sabía la verdad, así como él lo hizo.
-"Me habría asustado."- Ella tragó saliva. -"Hubiera hecho que te mirara de otra manera."
Él le acarició la mejilla.
-"Y de manera egoísta, yo no quería poner esa mirada en tus ojos."
La admisión hizo que lo amara aún más, era dulce y protectora, y exactamente igual que el
Mason que había conocido durante todos estos meses. Pero no cambiaba los hechos... que
debería habérselo dicho. Ella dijo en voz baja,
-"Deberías haberme dado la opción."
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-"Tienes razón"- dijo, simplemente. -"Cometí un error. Seguí buscando maneras de decirte a ti
pero nunca encontré las palabras adecuadas. Antes, nunca había sido un problema. Fui un
estúpido."
Curiosamente, ella preguntó
-"¿Y por qué no acabaste de hacer lo que otra te hizo?"
Él se rio y la abrazó.
-"Yo era un chico cachondo de dieciocho años de edad, habría hecho cualquier cosa para tener
sexo."
La tensión se fue aliviando entre ellos, ella se relajó en su cálido pecho, adorando el tacto de sus
duros músculos contra su cuerpo.
-"¿Qué pasó?"
-"Rissa era mayor. Demonios, ella tenia probablemente sólo veintiséis años en ese momento,
pero ella parecía de otro mundo."- Él sonrió contra su sien. -"Ella era una señora y rompiendo
chicos jóvenes deseosos era lo suyo. Ella se enamoró de mí."
El choque rodó a través de ella y ella se enderezó.
-"Te refieres..."
La diversión bailaba en sus ojos marrones.
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-"Sí, me presentaron al estilo de vida como un sumiso."
Él era tan fuerte y poderoso. Así completamente al mando, era imposible para ella imaginárselo
a él. Sólo podía mirar boquiabierta a él y pronunciar,
-"Pero, ¿cómo?"
-"Ella dijo que me follaría como yo nunca había siquiera soñado y como pago yo tenía que hacer
todo lo que ella dijera."- Él se rio, sus recuerdos claramente cariñosos, y una puñalada no
deseada de los celos atravesó a Anna en el pecho. -"Los muchachos de dieciocho años de edad,
no dicen que no a una oferta como esa."
Anna apretó los labios, luchando contra el impulso de decir algo mordaz. Él pasó el pulgar por el
labio inferior.
-"Nada de eso, chica. Ella es una gran amiga mía, así que si decides quedarte, tendrás que
acostumbrarse a ella. "
-"¿Aún la ves?"- El estómago de Anna dio un vuelco.
-"Por supuesto"- dijo como debe ser lo más obvio. -"Ella me enseñó todo lo que sé. Ella está
realmente muy enojada conmigo."
-"¿Por qué?"
Anna le gustaba esto cada vez menos. ¿Cuántos otros secretos tenía él?
-"De acuerdo con ella, ella me enseñó que no debía ser un cobarde."- Se encogió de hombros,
sin mirar molesto por el insulto. -"Ella pensó que yo debería haber sido honesto contigo desde el
principio. Hemos tenido muchos debates, muchos argumentos al respecto."
-"¿Has tenido pleitos por mí?"-Anna tragó saliva.
-"Sí, ella sigue siendo aficionada a decirme lo que debo hacer."
Julia Devlin - El Autentico Mason . 70
Él le acarició el brazo y deslizó sus dedos en su cabello, masajeando la nuca de su cuello.
-"Estaba convencida de que eras una sumisa."
-"Ella ni siquiera me conoce"- dijo Anna, temblando mientras trazaba las cuerdas de su cuello,
incluso mientras ella quería rechazar la palabra.
Uno de sus grandes hombros se encogió de hombros.
-"Su teoría era que yo nunca te hubiera atraído a ti, en primer lugar, si tú no llamas al dominante
en mí."- Un batido irónico de la cabeza. -"Ella tenía razón, como siempre, mujer molesta."
Anna frunció el ceño.
-"¿Qué estás tratando de decir?"
Una sonrisa tembló en sus labios.
-"Hemos demostrado esta noche que tienes tendencias, qué tan profundo esos deseos van aún
está abierto al debate."
Ella quería negarlo. Refutar la afirmación, pero las pruebas no estaban en su favor. Se aclaró la
garganta.
-"¿Cómo pasaste de su sumiso a ser... lo que eres?"
-"Lo que yo soy, ¿eh?"- Las esquinas de sus ojos se arrugaron. -"Rissa casi me venció."
Julia Devlin - El Autentico Mason . 71
-"Eso es horrible."
Anna se quedó sin aliento. Él serio entre dientes.
-"No en el mal sentido, dulce niña. Ella había conocido todo el tiempo lo que era mi verdadera
naturaleza y ella me empujó hasta que tomé posesión de ella. Luego cambió y me enseñó todo lo
que hay que saber acerca de ser un Dom”.
-"¿Todavía...?"- Anna se interrumpió, incapaz de hacerse eco de las palabras.
Miedo de lo que ella se enteraría y lo que significaría para su futuro con Mason.
-"¿Follar con ella?"- Añadió amablemente y Anna frunció el ceño, cruzando los brazos. -"No
desde que te conocí. No he tenido sexo con nadie ni puesto un pie en un club desde que nos
conocimos."- Él suspiró y le apartó el pelo de los hombros. -"¿Hemos jugado juntos en los
últimos años? Me encantaría decir que no como yo sabía que iba a darte tranquilidad, pero sí, he
jugado con ella muchas veces."
Anna se mordió el labio y apartó la mirada de él, sintiéndose herida y confusa y generalmente
infeliz.
-"¿Qué significa eso? ¿Jugar juntos?"
Él le dedicó una sonrisa amable, ella sintió ganas de llorar recordando al hombre que fue. Todo
parecía tan simple entonces
Su pulgar rozó la línea de su mandíbula.
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-"Esto significa que hemos hecho escenas con su sumiso, mi sumisa o ambos. A veces eso
incluye relaciones sexuales entre sí, a veces no. Pero yo no me presento para cenar en su casa y
duermo con ella. Esos días habían terminado mucho antes de que yo te conociera."
Su estómago se hundió, calentado al instante, recordando algunas de las escenas que había leído
en el libro que incluía a varias personas. Ella negó con la cabeza. Ella tenía que trazar la línea
divisoria en alguna parte y le pareció tan bueno como cualquier otro.
-"Nunca voy a hacer eso, Mason."
Su cabeza se inclinó mientras la estudiaba con curiosidad.
-"¿Es eso así?"
Su barbilla se levantó desafiante.
-"Sí. No voy a compartir".
Ella se retorció, haciendo caso omiso de la forma en que sus pezones se tensaron interesados. Y
apenas como que el aire cambió entre ellos. Sus párpados se volvieron pesados y la dominación
inconfundible se deslizó sobre sus rasgos, endureciendo los planos de su rostro en algo
pecaminoso y peligroso.
Letal. Capaz de hacer que ella haga sólo Dios sabía qué.
Ella tragó saliva. Él la ajustó un poco y ella instintivamente apretó los muslos juntos mientras su
corazón latía con fuerza y su sangre corría rápido.
-"Abre."
Julia Devlin - El Autentico Mason . 73
Una palabra de mando y sus muslos se abrieron para él como la separación del Mar Rojo.
-"Buena chica."
El placer floreció en su pecho y su cabeza cayó hacia atrás como los fuertes dedos acariciaron a
lo largo de sus pliegues resbaladizos. Él la miró pensativamente y sus mejillas se sonrojaron bajo
su escrutinio. Él mordió su labio inferior y le rodeó su clítoris.
-Oh, sí. ¿Cómo lo hace que se sienta tan bien? 1
Ella inclinó sus caderas, buscando que la presión como la necesidad se enrollaba apretada y
rápida en su vientre.
-"Puedo ver que estás horrorizada por la sola idea."
La arrogancia petulante en su voz la hizo ponerse más caliente y trató de contener la aceleración
de la respiración.
-"Lo estoy."
¿Cómo un cambio en el tono y la actitud causa una reacción tan extrema en ella?
-"Del mismo modo que aborreces la idea de ser torturada y castigada."
1Pensamiento de la protagonista se destacará en cursivas-negritas.
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Su cuerpo la traicionó cuando sus paredes internas se restringieron, necesitando ser llenadas
como la humedad bajaba hacia sus muslos.
-"Yo lo hago."- No sonando remotamente convincente.
-"Tú sabes que no se supone que mientas a tu Dominante."
Un sentido de rectitud la llenaba. Sí, él era suyo.
Ella mordió su labio, su visión iba un poco confusa, ya que se hundió en su profundidad. El
pulgar se arremolinaba sobre su clítoris, rodeando una y otra vez como él despiadadamente
empujaba con fuerza y alto dentro de ella. Pensar era imposible. Todo lo que pudo hacer fue un
gemido suave como él poseía su cuerpo. Sus caderas empezaron a mecerse, el deseo se hizo
cargo, consumiéndola. Las primeras olas de un orgasmo poderoso amenazaban, se avecinaba
uno grande. Tan cerca, tan rápido. No sabía cómo lo hizo, pero...
Mason se alejó, dejándola colgada una vez más en el mismo borde. Ella lo miró, moviéndose
más cerca, tratando de conseguir que se moviera de esa manera otra vez.
-"¡No te detengas!"
Él levanta una ceja amenazante, la golpeó por completo en el coño.
El choque y la emoción rugieron en su interior como un hormigueo que explotó sobre su carne
hinchada necesitada. Su respiración tartamudeó y ella lo miró con ojos suplicantes, incapaces de
decir las palabras que asomaban a su garganta.
-Por favor, hazlo de nuevo.
Una sonrisa de satisfacción. Otro golpe duro.
Le picó. Dolor y placer coronaron en ondas irradiando su esencia misma. Sus músculos se
contrajeron una sola vez, sólo lo suficiente para hacerle saber que el orgasmo era inminente.
Querido Dios, ella era depravada.
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-De nuevo, otra vez, otra vez.
-"Chica codiciosa"- dijo, con la voz un poco amenazante que le hizo temblar todo el cuerpo. -
"Vamos a ocuparte en algo que no sea tu propio placer."
Los dientes apretados, ella reprimió un gemido de disgusto. Él le agarró la barbilla, obligándola
a mirarlo a los ojos.
-"De rodillas, chica."
Ella comenzó, enderezándose y retorciéndose como el deseo disminuyó y el descontento tomó
su lugar. Ella se lamió los labios.
-"Umm…"
Apretó un dedo a su boca, sorprendiéndola con el inconfundible aroma de su excitación.
-"Sin hablar, sin hacer preguntas, simplemente haz lo que te digo."
Se acurrucó la manta alrededor de ella de manera protectora. Ella sabía lo que tendría que hacer
una vez que llegara allí. Ponerlo en su boca. Era una tontería, el miedo zumbando como avispas
dentro de ella, pero ella nunca había hecho eso antes. Ella estaba segura de que haría el ridículo.
-"Ahora. Anna."
Julia Devlin - El Autentico Mason . 76
Ese tono hizo que le atendiera, llamando a algo profundo dentro de ella que ni siquiera podía
comenzar a nombrar. Sin gracia, se retorció de su regazo y cayó de rodillas en el suelo con un
golpe suave. Ella lo miró, esperando.Sus labios se curvaron y le acarició un dedo sobre su
mejilla.
-"Baja la cremallera de mis jeans."
El pulso acelerado, poco a poco, le desabotonó los pantalones y cuidadosamente deslizó la
cremallera. No llevaba nada de ropa interior y su gran erección saltó libre. Larga y gruesa,
tocaba su estómago, mirando impresionante. Imponente. Le sorprendió al darse cuenta de que
ella nunca lo había visto tan cerca. Nunca lo había estudiado. Ni siquiera lo había tocado.
Los pocos hombres con quien ella había tenido relaciones sexuales siempre la trataban como una
frágil flor y, a su vez ella había sido tímida. Tímida. Sin atreverse a explorar fuera de los límites
que le habían proporcionado. Ninguno de ellos presionó para esto y nunca había tomado la
iniciativa. Ahora aquí estaba, con veintiocho años de edad, sin tener idea de cómo hacer para
agradarle.
-"N-no sé qué hacer"- admitió, colgando su cabeza.
Él levantó la barbilla.
-"No tienes ninguna responsabilidad distinta de hacer lo que te digo."
Aliviada al no estar presionada, parte de la preocupación se le quitó de sus hombros.
-"Está bien."
Sus párpados se pusieron pesados nuevamente mientras miraba hacia ella con hambre
inconfundible.
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-"Usa sólo la lengua y saboréame."
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Capítulo Siete
Mason contuvo el gemido mientras la lengua rosada tentativa de Anna humedeció el labio
inferior. Los ojos cautelosos, grandes le suplicaron a él. Rogándole sin palabras. Su pecho se
apretó con esperanza y temor. Ella había mirado tan precioso en toda su exploración necesitada,
codiciosa. Hermosa en sus lágrimas. Su corazón parándose mientras se arrodillaba ante él. Él
quería desesperadamente dar rienda suelta a su pasión y deseos más oscuros.
¿La pregunta era ella lo tomaría? ¿Podría ella dejar a un lado todo lo que había aprendido y
entendido acerca de una relación normal? Él vio a su necesidad. Su lujuria escondida. A ella le
gustaba cuando él la controlaba. Ella nunca se había corrido tan duro o tan rápidamente. Pero el
miedo acechaba también. Al igual que su vergüenza. Ella puso sus manos en las rodillas, su tacto
suave tirando de él lejos de sus pensamientos. Él negó con la cabeza.
-"Pon tus manos a los lados y utiliza sólo la lengua hasta que te diga lo contrario."
El aire cargado de electricidad. Su rostro inclinado hacia el rostro de él y algo indefinible cambió
entre ellos. Una ligera inclinación de cabeza y luego las manos suaves se deslizaron de sus
piernas y cayeron a los lados. Era el momento para que ella descubriera las otras partes, menos
suaves de él.
-"Suelta la manta. Necesito verte."
El poder rugió a través de él mientras seguía sus instrucciones y el algodón rojo difuso
combinado a su alrededor. Había pasado tanto tiempo, era tan codicioso como ella había sido
para ese orgasmo. Impotente, ella lo miró fijamente, haciendo su corazón fundirse. Él asintió su
motivación.
Ella tomó una respiración profunda entrecortada, se inclinó hacia delante y movió la lengua por
la punta. Esa lamida pequeñita era como un fósforo a las llamas, encendiendo su sangre en un
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infierno de necesidad. Ella permaneció inmóvil. Abajo en sus rodillas. Lista y esperando a cada
uno de sus comandos. En su elemento por primera vez desde que la había conocido, le dio la
bienvenida como a un amante perdido hace mucho tiempo y entrelazó los dedos en su pelo.
-"Agita tu lengua alrededor de la cabeza."
Ella se mordió el labio inferior y estudió su polla, pensativa, pasando por el suelo tratando de
encontrar un lugar en el que sus nervios no consiguieran lo mejor de ella. La polla creciendo
increíblemente grande, él endureció su expresión.
-"Siéntate. Quieta.”
Se quedó inmóvil, su pecho subía y bajaba mientras sus pezones alcanzaban su punto máximo.
Maldición, ella respondía. ¿Cómo había podido ser tan ciego a lo que Rissa le había dicho
durante meses? Se blanqueó su mente y dejó que los instintos que había ignorado demasiado
maldito tiempo tomaran el relevo. Él entrecerró los ojos.
-"No se trata de tu comodidad, chica. Esto se trata de complacerme. Entendido?"
Otra respiración aguda, irregular.
-"Si, Mason. "
"Buena chica"- Miró fijamente a su erección. -"No pienses. Sólo haz lo que te digo."
Ella miró su pene como quien miró por encima del borde de un acantilado antes de sumergirse en
el agua por debajo. Las continuas muestras de paciencia eran insoportables, pero estaba caliente
como el demonio y estaba disfrutando cada minuto de ella.
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Finalmente, ella se inclinó hacia delante, sus pechos balanceándose ligeramente con el
movimiento. Sus pezones rozaron sus pantorrillas. Él abrió más las piernas. Ella le dio un golpe
superficial. La risa retumbó en su pecho, pero él se contuvo, manteniendo su expresión severa.
-"¿Es eso tu mejor esfuerzo para complacerme? Porque tienes que trabajar mucho más que eso."
Esos ojos se oscurecieron a azul marino, parpadeando con un dejo de enojo. Una chispa de
incomodidad. Su frente se arrugó mientras lo intentaba de nuevo. Otra lamida nerviosa que le
recordaba a un pequeño cachorro asustado que se enfrentaba a amiga o enemiga.
Él se apoyó, trabajando más allá de su preocupación acerca de asustarla para centrarse en lo que
su tripa gritó que ella necesitaba. Él se movía con una rapidez que ella tenía miedo a parpadear
en su rostro. Antes de que pudiera escapar, le pellizcó los pezones entre el pulgar y el índice y le
contenía.
-"Creo que te dije que te quedaras quieta."
Las pupilas dilatándose, ella instintivamente cubrió su mano sobre la de él. Y ahora comenzó la
verdadera prueba. Él bajó la voz.
-"¿Tienes algún problema con las mamadas?"
Ella negó con la cabeza. Rogando.
-"Pero yo…"
-"Basta,"- dijo fríamente. -"Te he visto lamer un cono de helado. Espero el mismo entusiasmo."
-"¿Por qué estás siendo tan canalla?"
Julia Devlin - El Autentico Mason . 81
Los grandes ojos le imploraban que fuera razonable.
-"¿Por qué no haces lo que te digo?"- Le respondió.
Su respiración se incrementó. Él rodó sus pezones, apretando con fuerza suficiente para causar
una mordedura distinta del dolor. Ella parpadeó rápidamente.
-"Pero… no sé lo que estoy haciendo."
Liberó los pezones y ahuecó un pecho hinchado antes de vagar por su cuerpo para sumergirse
entre sus piernas. Aspiró profundamente de cómo ella estaba tan húmeda. Rodeó su clítoris y
pasó el pulgar por el pezón.
-"Oh"- dijo ella con un suspiro suave, llena de asombro.
Sus manos descansaban sobre sus rodillas para permanecer estable. La presión ligera, él jugó;
aprendiendo de su error pasado, él no le dio lo suficiente para empujarla al borde. Sus caderas se
hicieron insistentes. Meciéndose. Necesitada. Le clavó las uñas en su piel mientras luchaba por
entregar lo que ella anhelaba. Él chasqueó los dedos contra su coño. Ella comenzó, todo su
cuerpo se puso rígido. Ella lo miró, la boca hinchada y exuberante, pidiendo alivio. Él negó con
la cabeza y chasqueó la lengua.
-"Chica glotona. Y un poco de puto dolor."
-"Ciertamente no lo estoy."- Su tono consternado. Indignado.
Su sonrisa de respuesta fue pura amenaza.
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-"Creo que tú necesitas más motivación. "
El miedo apretó las comisuras de su boca, pero él sintió que su coño se contrajo en obvia
anticipación. Sin decir una palabra, él se levantó y se movió a su alrededor, caminando al gran
armario que mantenía la mayoría de su equipo. Él encogió los pantalones vaqueros por el culo
pero los dejó desabotonado abriendo la puerta.
Él sonrió ante la exclamación de sorpresa detrás de él mientras tomaba una pequeña porción de
sus muchos juguetes. Abrió uno de los cajones poco profundos y rápidamente encontró lo que
estaba buscando. Entonces, sólo porque le divertía, dejó la puerta entreabierta y regresó a su
asiento en la silla. Ella se quedó mirando el armario como si sus peores pesadillas se hubieran
hecho realidad. Él chasqueó en frente de su cara.
"Los ojos en mí, chica."
Su atención voló hacia él, frunciendo sus labios rosados carnosos cuando ella vio lo que colgaba
delante de ella.
""Se trata de pinzas para pezones."
Él las exprimió como unas pinzas entre el pulgar y el dedo índice, sonriendo mientras su ceño se
profundizó.
-"Tú y yo vamos a jugar un pequeño juego."
Ella se mordió el labio inferior y él casi podía ver las ruedas girando. Le metió un rizo rubio
perdido detrás de la oreja.
-"¿Recuerdas tu palabra de seguridad?"
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La confusión ensombreció su rostro y Mason no pudo evitar estar complacido que no era algo
que ella incluso había considerado. Ella se lamió los labios.
-"Détente. "
Él asintió.
-"Así es como jugamos este juego... cada vez que Anna no hace lo que le dicen, vamos a añadir
un pequeño juguete para facilitar su concentración."
Ella se retorcía las manos en su regazo desnudo, retorciéndose y cambiando en sus rodillas.
-"No. Por favor. Te prometo que voy a ser buena."
Sus labios se arquearon.
-"Sé que lo harás. No te voy a dar ninguna otra opción. "- Sostuvo las abrazaderas de metal y las
pellizcó. -"Tú ya te has ganado las abrazaderas. Toma tus senos y elévalos a mí como que estás
ofreciendo un regalo."
Un rubor escarlata profundo tiñó sus mejillas.
-"Mason, no, yo…"
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Las palabras murieron en sus labios cuando él levantó una ceja. Un largo y exagerado suspiro de
eres-el-más-irrazonable-hombre-en-el-mundo. Mirándolo, ella tomó los pechos, levantándolos
bien alto para su inspección.
-"Mira, nosotros sólo tenemos que motivar en la dirección correcta."
Él le revolvió el pelo y ella lo miró como si ella lo quisiera muerto. Se inclinó y lamió su pezón,
girando su lengua alrededor de la punta con ganas duro. Chupando. Jugando. Tirando el pico
levantado a lo profundo de su boca para extender la punta. Un chillido se convirtió en un gemido
bajo que envió la sangre que quedaba en su cerebro a su ingle. Él levantó la cabeza y esperó
hasta que sus gruesas pestañas parpadearon abiertas.
-"Ves, entusiasmo. Eso no parece demasiado difícil, ¿verdad?"
-"No, Mason,"- dijo ella, oh tan remilgada.
Él trató al otro seno con el mismo tormento, disfrutando cada segundo de los sonidos necesitados
que ella hizo. Cuando soltó su pezón con un pop, él estaba contento de ver que ella no se había
movido.
-"Eres una buena chica, manteniéndote quieta."
Incapaz de resistir esa boca un segundo más, reclamó sus labios en un beso despiadado. Su
lengua, ya menos vacilante, empujó hacia adelante para cubrir las suyas. Él agarró la parte
posterior de la cabeza, tomando su boca el modo en que intentaba tomar su cuerpo. Follándole la
boca de una manera cruda y sucia.
Así como el beso comenzó a salirse de control, él arrancó y ella casi se cayó en su regazo. Ella
jadeó a él con las mejillas rosadas y la boca hinchada. La satisfacción y la lujuria primitiva
cantaron en su sangre. Deslizó el pulgar por el labio inferior.
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-"Estás hermosa así, Anna."
Su boca se abrió como si fuera a hablar, pero él frunció el ceño y la tensión disminuyó de sus
hombros mientras sus labios se cerraron suavemente.
-"Pon las manos detrás de tu cabeza y junta los dedos."
Sus pechos se agitaban, tentándolo mientras ella obedecía con movimientos espasmódicos
inquietos
-"Bien."
Se frotó la última humedad restante de sus pezones con sus pulgares, disfrutando de la forma en
que sus pupilas se dilataron y su respiración se hizo rápida.
-"Eres muy sensible."
Se mordió el labio inferior, como si tratara de contener la emoción desenfrenada. Él negó con la
cabeza.
-"Esa es una causa perdida. No habrá escondite de mí. Quiero a cada reacción individual.
¿Entendido? "
-"Sí,"- dijo ella, con voz temblorosa.
Él unió la pinza a un pico distendido, moviendo el pestillo hasta que ella siseó. La observó
cuidadosamente, en busca de señales de pánico o malestar extremo. Satisfecho no vio ninguno.
Se hacía cada vez más obvio que ella le gustaba el dolor. Cuánto todavía quedaba por ver, pero
Julia Devlin - El Autentico Mason . 86
basado en sus reacciones actuales, él no se sorprendería si su tolerancia era muy alta. Apretó los
párpados fuertemente cerrados y él le preguntó,
-"¿Bien?"
-"¿Importaría si dijera que no?"- Preguntó hecha una furia.
-"Aprendes rápido. No, no sería."- Él sonrió. -"Abre los ojos".
Sus pestañas se abrieron para revelar una vidriosa y excitada mirada. Leyó el resto de ella,
tomando en su respiración, los pezones duros. Metió entre sus piernas y acarició su coño
hinchado.
-"Tendrías un mejor argumento si no estuvieras tan mojada."
Apretó los dientes y no dijo nada. Se rio de su esfuerzo visible para reprimir cualquier descarada
réplica que se cernía sobre sus labios. Ella realmente era un estudio rápido.? Nunca había soñado
que podía llevarla tan lejos, tan rápido. La esperanza hacía más difícil ignorarla.
Repitió sus acciones al otro pecho, asegurando la abrazadera, jugueteando con el broche hasta
que tuvo la tensión deseada. A pesar de todo, ella se sentó completamente inmóvil, con los codos
hacia atrás, manteniendo su posición a pesar de su angustia. Él le dio a la cadena que conectaba
las abrazaderas un pequeño tirón. Ella jadeó. Tiró con más fuerza. Su cabeza cayó por un
momento antes de que ella se enderezara. Satisfecho, se echó hacia atrás para admirar su trabajo
hecho a mano.
-"Maldita sea, eso es un espectáculo agradable."
-"Es. Obsceno."- Escupió las palabras como balas.
-"Por supuesto."
Él agarró su barbilla en sus manos.
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-"Y tú estás disfrutando cada maldito minuto de ello."
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Capítulo Ocho
Que Dios la ayudara, pero Mason estaba en lo cierto. Anna nunca había sentido nada parecido a
esto. La combinación de dolor, placer, excitación y agitación, todo en una bola de fuego letal,
explosivo en la boca del estómago.
En el transcurso de la tarde, Mason se había vuelto tan deliciosamente peligroso. Así
absolutamente al mando quería fundirse en un charco de necesidad pura a sus pies. De alguna
manera se las arregló para empujar cada botón sexual que alguna vez había reprimido y
enterrado profundamente dentro de ella.
El amor se hinchó en su pecho como límites que ella nunca había conocido existían entre ellos
disueltos, dejando tras de sí nada más que la verdad cruda y desnuda, el deseo ardiente
Sólo esperaba que ella sobreviviera.
Sus músculos se sacudieron en el esfuerzo para mantener su posición. Ella no entendía cómo
funcionaba esto, pero cuanto más ella obedeció, más él la desafió, más caliente ella se puso. Él
sonrió hacia ella.
-"¿Estás motivada, chica?"
Ella se estremeció. Estaba empezando a amar cuando él la llamaba así...chica... la forma en que
lo dijo, con esa voz. Ese bajo, duro tono le daba ganas de arrojarse a su merced y rogarle que la
llevara. Tragó saliva.
-“Si, Mason.”
Un guiño agudo.
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-"Bien. Pon tus manos a los lados y has girar tu lengua por la punta de mi polla como tú lo
entiendes."
Un fresco, control una vez más que envió carreras de fuego por sus venas.
-"Si no estoy satisfecho, continuaremos para ajustar tu motivación."
Sus brazos temblaban cuando los bajó. Sus pezones quemaban mientras se inclinaba hacia
adelante, el ardor inesperado haciéndole estremecerse. Él se rio entre dientes.
-"Duele, ¿no es así?"
Lo hizo. Pero el dolor mantenido conseguir en mal estado en su cerebro, transformándose en
placer de alto octanaje. Había algo malo con gustarle esto, pero a su cuerpo no le importaba la
semántica. Todo lo que importaba era la demanda de satisfacción.
-“Ahora, chica.”
El comando reorientó su atención. Aspiró el aroma almizclado de él, estudiando su gran
erección. La punta enrojecida. Esa longitud de acero. Ella iba a hacer su mejor esfuerzo para
seguir sus instrucciones.
Sus labios se torcieron... con el entusiasmo propio, por supuesto.
Ella cerró los ojos y giró la lengua por la punta de su polla. La piel sedosa estaba caliente. Suave
como la seda, pero muy dura. Usando su ejemplo de un cono de helado, ella lamió sobre la
ranura, por los lados y hacia atrás sobre la parte superior.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 90
Se le ocurrió, desde el momento en que había llegado a la puerta, que toda esta noche había sido
de ella. Su comodidad. Sus sentimientos. Su satisfacción. Ella había hecho más que tomar y
ahora tenía la oportunidad de dar algo a cambio.
Tenía la intención de prodigarle con la atención que se merecía. Su lengua se deslizó a lo largo
de la cabeza de hongo. Un gruñido llenó la habitación y su mano enredada en el pelo. El placer
en agradarle, en hacerlo gemir, le dio la confianza que necesitaba y ella dobló sus esfuerzos.
Ella lamió. Arremolinaba. Corrió su lengua arriba y abajo de su longitud. Cuando ella movió su
lengua a lo largo de la hendidura, ella sintió que sus músculos de los muslos tensos a lo largo de
sus hombros. Eso la excitaba.
Ella se deslizó hacia adelante, las abrazaderas picando sus pezones mientras sus pechos se
balanceaban. Un gemido desde lo alto. Era demasiado. La lujuria puso esto en marcha.
Creciendo cada vez más audaz, se aplanó la lengua a lo largo de la parte inferior de su pene.
-"Joder."- Un sonido gutural y grave, sus piernas se sacudieron. -"Así es, chica. Estupendo."
La alabanza era como chasquear un fósforo en gasolina a su sangre ya sobrecalentada.
Ella intentó con más fuerza. Anhelando ese estímulo. Necesitando de su aprobación. Sus caderas
flexionadas. Su polla se sacudió contra sus labios. Y ella seguía cada vez más y más caliente.
Ella le pasó la lengua como una estrella porno. Bromeó. Tentó. Hizo todo lo posible para
despertarlo al mismo tono febril que le afligía a ella.
Desvergonzada, el deseo voraz creció en proporciones volcánicas.
El pensamiento cesó. Ella chupó la punta en su boca, bajando por su longitud para engullirlo. Al
igual que las mujeres que había desestimado en esos libros, ella se convirtió en su esclava de su
placer.
Amorosa. Adorando. Desesperada por el sabor de él.
-"Jesucristo."
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Tiró de la cadena en sus pezones y un dolor agudo y punzante irradiado desde las puntas
maltratadas. Ella contuvo el aire por la nariz mientras su núcleo interno sujetado.
Sí, sí, sí. Ella quería más. Necesitaba más. Él tiró de nuevo.
Eso le inflamó. Ella chupó más fuerte. Lo atrajo más profundamente. Se levantó sobre las
rodillas, lo cogió y se alimentó de él como una glotona. Sus pelotas se apretaron y ella pasó las
manos sobre ellas, raspando las uñas a lo largo del saco sensible como ella había leído.
Ella se convirtió en la tentadora que nunca había soñado que podía ser. Él se estremeció. Tiró
con fuerza en las cadenas. Ella gimió alrededor de su gruesa circunferencia. ¿Por qué ese dolor
se siente bien?
-Otra vez, otra vez, otra vez.
Esto no era un comportamiento propio de un maestro de primer grado. Pero ella no quería pensar
en eso ahora, ella pensaría sobre eso después. Por ahora, ella pensaría en el placer y el dolor, y el
deseo. El agarre fuerte apretando en su pelo, él tiró, forzando su boca lejos. Ella luchó para
aferrarse. Él la agarró del cuello y la arrancó. Su polla, reluciente de su boca, rebotó contra su
estómago. Enojada de serle negada, ella lo miró y gritó:
-"¿Qué estás haciendo?"
Esos ojos se estrecharon hasta convertirse en rendijas amenazantes.
-"¿Qué dijiste?"
Ella se sentó en sus rodillas, dándose cuenta inmediata en su celoso frenesí que había olvidado
las reglas del juego.
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-“Um…”
-"Eso fue lo que pensé."
Su boca se afirmó en una línea dura y le pasó un dedo por su mejilla.
-"Si bien no hay duda de tu entusiasmo este intento de aproximación, ¿qué hiciste mal?"
Ella infló el labio inferior. ¿Por qué tenía que ser razonable?
-"Sólo me dijiste que lamiera. Pero, pero, yo estaba tratando de complacerte a ti".
Él asintió con la cabeza.
-"Lo sé, pero te olvidas que lo que me agrada es tu obediencia."
Sus hombros se enderezaron. Un pequeño diablo dentro de ella insistió en que valió la pena.
-"¿Estás tratando de decir que no te gustó?"
-“No es el punto.”
Él ladeó la cabeza hacia un lado y la observó durante un buen rato.
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-"Yo te hago girar sobre mi rodilla y azoto ese culo, pero eso no sería en gran parte un castigo,
ahora ¿verdad?"
Incapaz de mentir, ella cambió su atención hacia el suelo. Él suspiró, se levantó y caminó hacia
el armario ahora aterrador. Ella sólo había vislumbrado una pequeña parte de lo que había
dentro, pero estaba lleno de aparatos de metal e instrumentos de cuero negro.
Asustada. Emocionada. Su coño se contrajo. Querido Señor, ¿qué le estaba pasando?
El deseo pulsante en su vientre. Dios, se sentía necesitada. Desesperada. Si tan sólo le diera un
poco de alivio ella sería capaz de concentrarse.
Los músculos ondearon a lo largo de sus hombros mientras cavaba alrededor en su gabinete de
la tortura, al parecer inconsciente de su propia existencia. Un pequeño golpe en su clítoris, ¿era
mucho pedir? Su dedo se crispó. Ella podía hacerlo ella misma. La idea surgió espontáneamente
en su mente.
¿Qué daño podía hacer? Él nunca lo sabría. El arduo manojo de nervios se hinchó en caluroso
acuerdo. Todo lo que necesitaba era un poco de presión. Sólo para tomar el borde. Ella deslizó
sus dedos entre sus piernas, turbados por la humedad que encontró allí. Justo cuando estaba a
punto de cepillar su clítoris, se dio la vuelta.
Ella retiró la mano como un niño atrapado con las manos en la masa. Una mueca feroz oscureció
las líneas cinceladas de su rostro y se cruzó de brazos.
-"¿Ibas a tocarte, Anna?"
Como si se hubiera transformado en un niño petulante, ella se encogió de hombros. Ella no
entendía por qué, pero por alguna extraña razón le gustaba la sensación. Se sentía bien estar
libre. Sin que se trate con propiedad. Con estar apropiado. Para ceder a su montaña rusa de
emociones como el capricho la golpeó.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 94
-"Ya veo,"- dijo, su voz plana. -"Ponte de pie."- Ella le devolvió la mirada. Sin comprender. -
"Ahora."
Esa palabra le envió corriendo del piso. Se acercó y la miró críticamente. Debería haber parecido
ridículo con sus vaqueros bajos y su erección sobresaliendo, pero no fue así. Se veía tan hermoso
que ella quería caer de rodillas y llevarlo a la boca de nuevo.
Ella se desvió, pensando en la forma en que la piel de raso liso sobre acero duro sintió llenando
su boca. Tenía buen sabor. Ella ansiaba... El dolor apuñaló sus pezones, derribando a su núcleo
dolorido.
-“¡Oh!”
Ella miró hacia abajo para ver un gran cristal azul unido a la cadena colgando entre sus pechos.
Ella siseó cuando el peso de la joya tiró y tiró de las pinzas, haciendo que sus pezones quemaran
de la manera más exquisita. Un hilo de humedad bajó por sus muslos. Ella era una chica mala. Él
metió la mano entre sus piernas y le acarició el clítoris, implacablemente empujando en su coño.
-"Separa esas piernas. Las manos detrás de la cabeza como yo te mostré."
-Oh, sí.
Él la estaba tocando. Dándole lo que ella necesitaba. Ella cerró los ojos y abrió más sus piernas,
entrelazando sus dedos como le instruyó.
-Por favor. Por favor. Por favor.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 95
La palabra cantó en su mente como un disco rayado, bloqueando todo pensamiento. Todo el
parloteo. El ruido de fondo desvaneciéndose, el único sonido fue el torrente de su propio deseo
en sus oídos. Su único foco la quemadura en sus pezones y el empuje de sus gruesos dedos. El
clímax construido en su interior. El orgasmo enroscado apretado. Ella flotaba justo en el borde.
-Más. Mas. Más.
Él se detuvo. Ella quiso gritar de frustración. Los párpados se abrieron, totalmente decidida a
gritar su disgusto, sólo la expresión de su rostro la detuvieron. Pura lujuria masculina y hambre.
Una sonrisa curvó sus labios carnales, entonces él movió su muñeca. Un millar de diminutas
picaduras explotaron en su coño. Ella gimió. ¿Qué fue eso?
-Oh Dios. Por favor, deja que lo haga otra vez.
-"Este es un azotador flogger 2."
Respondiendo a su pregunta, como si hubiera hablado. Levantó un instrumento negro con largas
hebras de cuero colgando del final.
-"¿Lo quieres?"
Se lamió los labios, distraída por el tirón del peso sobre sus pezones. Tal tormento exquisito.
"Bueno, ¿chica?"
2 Flogger es un azotador, un latigo de varias colas que pueden ser suaves o acabadas en puntas.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 96
Ella asintió con la cabeza.
-"Di las palabras"- dijo, agarrando su cuello y reclamando su boca en un duro, rápido, y brutal
beso.
-"Por favor, Mason."
Él movió su muñeca de nuevo, pero esta vez las hebras lamieron sobre la curva de su cadera.
Una picadura suave y cálida sin calor real detrás de él. Más coqueteo. Frustrante.
-"¿Ahí?"- Sus ojos bailaron con diversión.
Ella frunció el ceño... no, ¡ahí!... intento telegrafiar de su más malvado deseo de él por pura
intensidad de pensamiento. Otro movimiento de los hilos a través de su piel.
-"¿Ahí?"- Su sonrisa satisfecha. Sabiendo.
-Imbécil.
Él sabía lo que quería, pero ya era demasiado pecaminoso hablar. Ella movió sus piernas más
separadas, esperando que fuera más que suficiente estímulo.
El flogger cayó sobre su estómago, tirando el peso de la joya por lo que sus pezones ardían. Las
palabras rondaban en su garganta, pero no podía. Ella le rogó en silencio lo mejor que pudo. Se
mordió el labio inferior y luego llovió una serie de ligeros latigazos sobre su piel por todas
partes, menos donde ella deseaba la mayoría. Ella sabía... ella tragó saliva contra la idea
naciente... una pizca de esas finas tiras de cuero contra su clítoris y ella estalló.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 97
Ella abrió las piernas aún más, lloriqueando que le dolían los brazos. Sus manos le dolían por el
esfuerzo de tenerlas juntas, pero ella se negó a abandonar su puesto. Demasiado aterrorizado él
tenía que parar y ella se caería al suelo y le suplicaría.
Había algo que daba miedo de esta necesidad implacable pero le dolía demasiado para
importarle. Él se detuvo, inclinando la cabeza hacia un lado para mirarla con los párpados
pesados.
-"Vas a tener que preguntarme, chica."
-"No puedo,"- ella chilló.
Ella apretó los labios. Él levantó una ceja.
-“Ya veo. Bueno, en ese caso, deberías estar de rodillas con mi polla en la boca.”
Ella cayó como una piedra, el peso del cristal tirando de sus pezones por lo que su coño vacío se
contrajo. Por un breve momento ella pensó que iba a caer sobre el borde en ese mismo momento.
Él se rio entre dientes.
-"¿No eres una chica ansiosa?"
El calor inundó sus mejillas, que parecían ridículas dadas las circunstancias. Ella levantó la
barbilla y lo miró, esperando más instrucciones. Él le acarició la mejilla y su mirada se suavizó.
-"Dios, yo sí te amo, Anna."
Julia Devlin - El Autentico Mason . 98
Lágrimas de alegría brotaron de sus ojos. Quería decir las palabras de nuevo, pero su garganta
estaba demasiado apretada para hablar. Otra caricia sobre su piel.
-"Primero voy a follar tu boca. Luego voy a follar tu coño."
Sin preguntar. Diciendo. Sus músculos internos realmente se restringieron ante sus palabras. Se
humedeció los labios y abrió.
-"Buena chica."- Las palabras un bajo gruñido. -"Tú acabas de abrir y me dejas hacer todo el
trabajo."
Sus pestañas se cerraron mientras su erección empujaba entre sus labios. Su longitud de acero
caliente entró en su boca. A diferencia de antes, ella no luchó contra ella. No trató de tomar
control. No lo devoró. En cambio, ella se rindió a donde él quería que ella fuera. Un gemido
sordo bajo.
-"Jesús. Sí, eso es perfecto. Tómame un poco más."
Su agarre se apretó en su pelo mientras él empujaba en su boca. Ella relajó su garganta. Su
lengua. Los músculos de las mejillas. Ella entregó el último vestigio de control y dejó que él la
usara mientras él lo deseara.
Todo se desvaneció. Y fue el cielo.
Se llenó un lugar dentro de ella que no sabía que estaba vacío. Sus labios tocaron la mano que él
había envuelto alrededor de su eje para evitar las arcadas. Protegerla a ella, incluso en su
dominio absoluto de ella.
Un golpe sonó mientras el flogger que él sostenía cayó al suelo. Él se sacudió, sus caderas se
aceleraron mientras aceleraba el paso. Él giró su cabello alrededor de su puño.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 99
-"Sigue adelante. Eso es correcto. Vas a estar haciendo esto mucho, chica."
El placer en sus palabras, en agradarle, llenó su pecho. Ella aumentó su succión. Él empujó con
más fuerza. Gimió más fuerte. La cabeza de su pene golpeó la parte trasera de su garganta.
-“¡Joder!”
Rugió la palabra y lo sintió prolongarse en su boca. Tocó su mejilla.
-“Détente.”- le ordenó él.
Era lo último que ella quería, pero lo soltó, asegurándose de arrastrar su lengua a lo largo de toda
la longitud y succionar sus labios apretados. Saboreando hasta la última gota de él. Ella
parpadeó.
-"Chica descarada."
Él enroscó un mechón de cabello alrededor de su dedo antes de dejarlo caer.
-“Ponte de pie.”
Para nada graciosa, ella se levantó y se le doblaron las rodillas. Él la tomó y la habitación se
balanceaba mientras la acunaba en sus brazos.
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-"¿Estás bien?"
Ella asintió con la cabeza, abrazándolo estrechamente. ¿Cómo podía un hombre ser tan peligroso
y tan seguro a la vez? La llevó hasta el diván, como sí no pesara nada. Él la colocó suavemente
sobre el colchón, el vino rojo de terciopelo fue el paraíso en su piel sensible. El peso del cristal
tiró de sus pezones y ella se sacudió cuando el dolor se disparó directamente a su centro.
Desenganchó el peso y jugueteó con su pezón.
-"Voy a quitar las pinzas ahora, creo que los has tenido el tiempo suficiente para tu primera
sesión."
Ella frunció el ceño, consternada al sentir una punzada de decepción.
-“Estoy bien.”
-“No es tu decisión, es la mía.”
Él le metió un rizo detrás de la oreja. Ella abrió la boca para discutir luego la cerró. ¿Qué estaba
discutiendo? ¿Porque quería sus pezones torturados? Eso era una locura. Una suave sonrisa
apacible.
-"No estoy ni siquiera cerca de terminar contigo, Anna."
Alivio innegable.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 101
-“Está bien.”
Se puso de pie y se quitó los pantalones vaqueros, mirándola con un brillo depredador. Él agarró
su polla y la acarició a lo largo de su longitud, con los ojos entrecerrados. Sensual.
-"Voy a follarte."
A la espera, ella se estremeció.
-"Y no me voy a detener."
Su mirada sostuvo la de ella y ella era incapaz de hacer otra cosa que arquear la columna
vertebral en invitación abierta. Su mirada nunca dejó la suya, metió la mano en el cajón y sacó
un condón. Arrancó el paquete de aluminio con los dientes, luego rodó el látex sobre su eje y
luego se sentó al lado de ella.
Él jugó con su pezón, frotando un lento círculo sobre la punta. El placer era tan grande y ella se
entusiasmó. Se inclinó cerca, sus labios curvándose en una sonrisa a toda regla.
-"Gustándote el dolor tanto como a ti te parece, creo que te encontrarás con una gran sorpresa
cuando te quite estos."
-"Qué..."
Pero antes de que pudiera continuar, soltó el pestillo y retiró la abrazadera. Él rápidamente
cubrió el brote con su boca, su lengua lamiendo el pico duro. Segundos después, una abrasadora
lágrima, produjo un dolor irradiado a través de su pecho. Ella gritó.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 102
Sus dedos pulsaban sobre su clítoris. De la nada un orgasmo la atravesó tan intenso, tan feroz
que ella gritó mientras ola tras ola de placer cegador hizo su cuerpo brincar y agitarse fuera de
control. Ella se estrelló contra su mano. Surcando las olas de insoportable, exquisito placer.
Antes de que pudiera procesar la enormidad de su reacción, soltó el pestillo del otro pecho, su
boca se movió con la velocidad del rayo y cerrando sobre el adolorido pezón.
Otro orgasmo, más fuerte que el anterior, atenuó su visión mientras el dolor la atravesó. Otro
grito brotó de su garganta. Todo el decoro ido, ella se rindió, sus caderas bombeando mientras el
orgasmo golpeaba a ella como la más feroz de las tormentas.
Entonces él se estaba moviendo. Su cuerpo cubrió el de ella. La longitud dura y musculosa de él
la hizo sacudirse mientras él se metía entre sus piernas. Sus muslos se abrieron en invitación.
Con vigor brutal, él empujó dentro de ella.
Otra ola de orgasmos sacudió su cuerpo. Ella se sacudió incontrolablemente, maltratada por
placer. ¿Cómo fue esto posible? ¿Ella, qué le tomaba una eternidad para correrse solo una vez?
Él golpeaba en ella, trayendo su entorno de nuevo al foco de agudo cristal.
-"Oh Dios, Mason!"- Gritó mientras sus músculos internos se contraían violentamente a su
alrededor.
-"Así es, chica, pierde el control,"- murmuró, cambiando el ángulo de su polla profundamente.
Golpeó en un lugar. Un lugar perfecto para alterarle la mente que disparó fragmentos de placer a
través de ella. Él agarró sus muñecas y las tiró por la cabeza. Sosteniéndola con fuerza, se
sumergió dentro de ella.
Una y otra vez. Una y otra vez.
Sí, eso era lo que necesitaba, lo había deseado. Esa pieza insignificante faltante que nunca había
sabido cómo pedir. Esto era lo que había sentido cuando ella lo conoció. Lo que lo había
llamado hacia ella. Cómo encajaban.
Él atrapó sus manos con su gran mano. Sin soltar a su cautiva, él pellizcó su pezón. Duro. Ella se
corrió de nuevo. Sus caderas martillaron más profundo. Más duro. Más alto. Su polla la llenaba.
Construyendo ese dolor hasta la necesidad enrollada apretada. Demasiado apretada.
Increíblemente, ella estalló y gritó las palabras con arrogancia en su pecho.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 103
-“Te amo.”
-"Yo también te amo"- dijo, jadeando las palabras.
Las contracciones la golpearon como un ariete mientras aumentaba la velocidad. Se metió dentro
de ella y las olas de placer siguieron y siguieron mientras bombeaba rápido y con urgencia.
Liberando sus muñecas, él enganchó sus rodillas sobre sus codos y empujó a casa, rugiendo
cuando él encontró su propia liberación.
Cada músculo de su cuerpo quedó inerte cuando se desplomó encima de ella. El mundo se
convirtió en una bruma distante. Mason la besó en los labios. Suave, suave. Más relajada de lo
que nunca había estado en su vida, ella se sentía sin huesos. Incapaz de moverse.
Él apartó un rizo húmedo de su mejilla y oyó vagamente los sonidos de sus respiraciones
dificultosas. Su cabeza se volvió borrosa. Sus pestañas se cerraron. Su cerebro se apagó. Ella
flotaba en una nube post-orgásmica tan feliz y relajante que no quería volver a la tierra. Tembló
cuando él arrastró sus manos sobre su cuerpo.
Los párpados pesados, se las arregló para abrirlos, sintiendo que debía decir algo. Mason la
observó con una mirada llena de amor.
-"Sólo descansa."
La garganta gruesa, con la mente tan turbia que ella luchó para armar una frase.
-“Yo-yo m-me prometí a mí misma que no gritaría.”
Risas. Un feliz sonido contento, como si todo estuviera bien en su mundo. Ella esbozó una débil
sonrisa. Ella le había hecho feliz. Lo complació. Eso era correcto. Una alegría profunda del alma
la arrastró más profundo hacia la inconsciencia. Se inclinó y rozó un beso sobre sus labios.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 104
-"Es gracioso, yo me prometí que lo harías."
Julia Devlin - El Autentico Mason . 105
Capítulo Nueve
Anna se quedó mirando los huevos revueltos, tocino y tostada de pan integral que Mason hizo
para el desayuno. Ella jugueteó con el tenedor. Ella había tomado un bocado, lo forzó por una
garganta muy apretada y se rindió. Si tan sólo pudiera culpar a la comida. Pero ella sólo podía
culparse a sí misma.
En algún lugar entre el éxtasis de la noche anterior y la luz de la mañana, ella había logrado
crear una tensión incómoda entre ellos. Fue chocante. Se había quedado dormida en sus brazos,
deshuesada contenta, sólo para despertar con un pozo ahuecado en el centro de su pecho.
Ella se odió por ello.
Odiaba cómo una mirada a su rostro había hecho su enorme, feliz sonrisa desvanecerse. Odiaba
que había reemplazado el brillo danzante de sus ojos con tristeza.
Ella quería correr para hacerlo mejor. Lanzar sus brazos alrededor de él y pedir perdón. Promesa
que no tenía dudas. Pero no pudo, porque no pudo mentirle.
Un haz de luz captó el diente del tenedor, atrayendo su atención a la ligera contusión que
estropeaba su muñeca. Se cepilló el pulgar sobre la mancha de color púrpura pálido como si
pudiera limpiar la basura. Ella frunció el ceño a las marcas. Ella era una maestra. Ella no podía
tener moretones. ¿Qué pensarían sus estudiantes? ¿Sus padres? ¿Sus compañeros de trabajo?
-"Te lo advertí"- dijo Mason en un tono plano.
Él había pronunciado esas palabras la noche anterior también, aunque entonces habían estado
atados con diversión.
-"Pero insististe en la lucha."
Julia Devlin - El Autentico Mason . 106
Y ella la tuvo. Tensa en su cama la noche anterior, atada y extendida como un águila, se había
retorcido y retorcido en impotencia, con devorador placer a pesar de sus órdenes para quedarse
quieta.
Ella con mucho gusto hubiera pagado su precio y le encantó cada minuto. Ella buscó su cara
cerrada, buscando algo pero no del todo segura qué. Su barbilla sobresalía en la dirección de las
muñecas de ella.
-"No te preocupes. Estás libre el lunes por uno de esos días libres, ¿verdad?"
Lágrimas repentinas pinchaban las comisuras de sus ojos. Por supuesto que lo recordaba. Ella
asintió con la cabeza.
-"Los moretones se habrán ido para el martes. Si tuvieras que trabajar el lunes, habría utilizado
esposas más blandas."- Él la miró. -"A pesar del hecho de que no te hubieras excitado tanto."
-"Oh."
El calor se extendió hasta su cuello. Pensativo, incluso en su completo dominio de ella. Ella dejó
caer sus manos a su regazo, sin querer que sus moretones fueran el tema de discusión.
-"Es hora de hablar las cosas."
La resignación en su rostro casi la mata.
Ella negó con la cabeza. Ella no quería hablar. Hablar de decisiones significativas. Hablar de
respuestas significativas. Respuestas que ella no tenía. Su barbilla temblaba. No podía admitir lo
que había parecido tan erótico y especial la noche anterior, lo que había sentido tan
condenadamente bueno que casi había perdido la cabeza en el placer, ahora dejaba un nudo
enfermo en la boca del estómago.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 107
Ella le había herido. Sus labios apretados, pero el resto de su expresión se suavizó.
-"Recuerda que esto es sobre honestidad. Sólo toma una respiración profunda y me dices lo que
está en tu mente."
Cogió la servilleta y la sostuvo como si fuera una manta de seguridad querida. Tendrían que
llegar a la verdad eventualmente, ella había aprendido que todo muy bien anoche, pero por ahora
ella se evadió.
-"¿Quién es el verdadero Mason? ¿Es él el hombre que he conocido durante los últimos seis
meses? ¿O el hombre de anoche? "
El que la había hecho gritar con orgasmos tan intensos que ella pensó que estaba siendo
despedazada.
-"Me estás evitando."
Ella dio un suspiro tembloroso. Orando para que él la dejara ir y rezando para que el la presione
con igual fervor. Él se echó hacia atrás en su silla y levantó su taza de café a los labios, tomando
un sorbo antes de continuar.
-"Pero yo no te voy a presionar."
Decepcionada, se dejó caer en su asiento. Una tristeza inexplicable se apoderó de ella,
sintiéndose cansada y oh fatigada. Dios, era un desastre. Indecisa de qué decir, ella lo miró con
ojos llorosos, esperando que él continuara para no tener que lidiar con el silencio por más
tiempo. La estudió durante largos y medidos segundos.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 108
-"Los dos lo son. Yo no estaba fingiendo contigo todos estos meses. Soy el mismo hombre, sólo
con un par de capas más oscuros agregadas para mantener las cosas interesantes."
Su ceño fruncido.
-"Es más que un par de cambios menores."
-"¿Lo es? ¿Son realmente tan diferentes?"
-"¡Sí!"- Dijo abruptamente.
La había hecho a ella diferente también. Le hizo hacer cosas que ni siquiera había considerado.
Ni siquiera pensado. Ella apenas reconoció a esa persona en la que se había convertido en sus
fuertes manos y voluntad sobrehumana. Eso la aterrorizaba.
-"¿Cómo?"- él preguntó, inclinando la cabeza hacia un lado.
-"Tú lo sabes,"- farfulló ella, gesticulando furiosamente. No podía expresar nada de esto a él. -
"No hagas esto más complicado."
-"Ya veo."- Su voz adquirió ese toque y su corazón se aceleró. -"Así que no puedes explicar la
diferencia."
Confundida y asustada, ella respondió.
-"El Mason que yo conocí no le gustaba infligir dolor."
Julia Devlin - El Autentico Mason . 109
Su expresión se oscureció y él se inclinó hacia delante, con los ojos entrecerrados. Para horror de
Anna, su núcleo se calentó y sus pezones se arrugaron. Querido Dios, había una parte de ella que
quería esto tanto. Quería lo que él le había mostrado. Lo que él le había dado.
-"La Anna que yo conocí…"- dijo en un amenazador murmullo bajo, -"no hace declaraciones
falsas."
Ella bajó la mirada hacia su regazo. Avergonzada. Una parte de ella quería creer que lo había
engañado de alguna manera, ya que abdicó de su responsabilidad, pero ella sabía la verdad. A
ella le encantó. Desinflada, retorció la servilleta.
“Lo siento.”
Silencio. Los segundos pasaban, apenas interrumpido por el sonido del reloj que pende sobre su
refrigerador. Tic, tic, tic. Como una bomba a punto de detonar.
-"¿Qué tan diferente soy, Anna?"- él la incitó después de varios minutos de tensión de espesor.
Ella se encogió de hombros.
-"Antes eras siempre cordial, todo un caballero. Solicitando mis pensamientos y opiniones. Pero
ayer por la noche, no había nada de eso. Tú tomaste lo que querías."
-"Es cierto"- dijo, sentándose de nuevo. -"Déjame preguntarte esto, ¿te sentiste irrespetada?"
Ella negó con la cabeza. Nunca. Por imposible que pareciera, dada la lujuria de los actos a los
que se habían dedicado.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 110
-"¿Hubo alguna vez un momento en que no te sentiste segura? ¿O que yo no tenía tus mejores
intereses en mente? "
Ella se mordió el interior de su mejilla y sacudió la cabeza de nuevo, triturando su servilleta.
-"Pero todavía es diferente."- No era una pregunta.
-"¿Cómo funciona realmente en la vida real?"
La estudió durante largos y medidos segundos hasta que empezó a inquietarse.
-"No tengo ningún deseo de convertirte en una chica esclava 24/73 si esa es tu preocupación."
Ella no podía negar el pensamiento que rondaba en la esquina de su mente. Se tocó la sien.
-"Yo no lo puedo ver."
-"Nosotros no lo hemos definido, así que no puedo imaginar que lo haría. Hablábamos,
exploramos nuestras opciones y luego nos las arreglaremos. Juntos. Como una pareja. "- Él tomó
un sorbo de café y luego su boca se torció en una sonrisa sardónica. -"Al igual que cualquier otra
pareja."
¿Por qué él tenía que decir todas las cosas correctas?
3 Se refiere a 24 horas al día, siete días a la semana
Julia Devlin - El Autentico Mason . 111
Ella necesitaba tanto creer eso. Que esto era normal. Que podrían ser normales. Pero ella no
podía manejar para comprarlo. Era demasiado diferente. Demasiado extraño a lo que ella había
creído toda su vida. Las incógnitas eran demasiado grandes. Ella suspiró.
-"No vas a hacer esto fácil para mí, ¿verdad?"
Su puño apretó alrededor de su taza de café, volviendo sus nudillos blancos.
-"No. No voy a decirte que es todo sobre mí lo que te forzó a mi voluntad. No lo es."
El tono de su voz y la fiereza de su expresión le dío una sacudida a su corazón en el miedo y la
esperanza, confundiéndola aún más. Él se inclinó hacia delante, deslizando la taza sobre la mesa.
-"Y estoy seguro de que no va a facilitarte que tú evites lo que realmente temes."
Su sangre perezosa se aceleró. Su mirada cayó a su boca, dilatándose ahí.
-"Después de anoche eres consciente que sé exactamente cómo hacer que hables, ¿correcto?"
Un escalofrío corrió por su espina dorsal.
-“Si.”
-"Pero yo no voy a hacer eso."
Julia Devlin - El Autentico Mason . 112
La decepción se estrelló a través de ella con la fuerza suficiente que hubiera rodado sobre ella si
ella no hubiera estado sentada
-“¿Tú no?”
-"No."- Una palabra simple, plana.
-"¿Por qué?"
Dios, ella necesitaba desesperadamente ser forzada. Quería que la hiciera hablar. Hacer que ella
empujara todos sus miedos y preocupaciones a la luz porque no podía hacerlo por su cuenta. Ella
encontró su mirada firme como una roca y en silencio suplicó.
-Ayúdame.
Sus ojos se oscurecieron a casi negro. Lúgubre.
-“Porque no es mi decisión. Es tuya.”
-“Pero…”
Ella se retorcía las manos, mirando hacia abajo a su plato, incapaz de hablar las palabras de
desesperación que obstruían su garganta.
-"Sabes que te amo, ¿verdad?"
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-“Si, yo también te amo.”
Las palabras automáticas después de que ella las había susurrado una y otra vez anoche en la
oscuridad. Él se frotó las manos por la cara, con aspecto cansado y fatigado.
-"En apariencia, esta relación parece que es todo acerca del Dominante. Acerca de su voluntad,
su placer. Y hasta cierto punto eso es cierto. Si te quedas, habrá momentos en que te doy a elegir
y otras veces no. Pero incluso tu elección será bajo mi control, ya que se te concederá a mi
discreción."
Su garganta se apretó y ella lo sabía. Ella iba a tener que hacerlo sola. No iba a rescatarla.
-"Pero por debajo de todo eso, esta relación es realmente acerca de la sumisa"- continuó,
llegando a través de la mesa por primera vez esa mañana y poniendo la palma hacia arriba sobre
la superficie de la madera. -"Todo lo que hice anoche fue para tu placer. Incluso en lo más
vulnerable e incómodo."
Ella miró sus manos fuertes, capaces y grandes, lágrimas gordas se deslizaron por sus mejillas.
-“Si, Mason.”
-"Tú me diste esa responsabilidad. Yo no lo tomé de ti. "
Ella deslizó sus dedos en los suyos. ¿Cómo podía hacerla sentir tan segura y tan asustada al
mismo tiempo? Apretó, mirando profundamente en sus ojos.
-"No puedo tomarlo de ti ahora. Tienes que elegir para dármelo a mí. ¿Lo entiendes?"
Julia Devlin - El Autentico Mason . 114
Ella apretó los labios y las lágrimas corrían por sus mejillas. No iba a ser su elección. Él no iba a
escribirle una lista y darle instrucciones explícitas a seguir. Él no iba a darle una hoja de ruta. Se
cubrió la cara y lloró, obligándola a las tres palabras que menos quería decir, a pesar de que eran
ciertas.
-"Yo… yo necesito tiempo."
Silencio. Nada más el tictac del reloj de distancia. Su comprensión se aflojó.
-“Tómate todo el tiempo que necesites, Anna.”
Ella apartó sus lágrimas.
-"Es sólo que..."
-“Détente.”
Él se apartó de ella. Ella lo miró a través de la visión borrosa por las lágrimas. Su expresión
estaba resignada pero la preocupación tensó las comisuras de su boca.
-"No es necesario explicar. Yo no voy a hablarlo. No por algo tan importante.”
Ella bajó la mirada hacia su plato. Lo necesitaba para entender. Que supiera qué tan significativo
anoche y él eran para ella.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 115
-"Esa fue la mejor noche de mi vida"- dijo con su voz suave y tranquila. -"Nunca supe..."
-"Me alegro."- No había felicidad en su tono.
Las palabras que ella menos quería decir revoloteaban en la garganta y los obligaron libre. Se lo
merecía por lo menos que mucho de ella.
-"No sé si yo podría vivir así todo el tiempo."
Él asintió con la cabeza.
-"Entiendo. Es mucho para procesar."
Las delicadas cuerdas de su cuello trabajaron mientras tragaba. Una parte de ella deseaba que él
le gritara a ella. Luchar. Hacer otra cosa que ser comprensivo y aceptar. Una lágrima se deslizó
por la comisura de un ojo.
-"No tienes idea de lo mucho que quiero quedarme en este momento."
Él sonrió, un triste y agridulce giro de sus labios.
-"Por supuesto que lo sé. Tú eres una sumisa. Es tú naturaleza querer complacer al hombre que
poseyó tu cuerpo durante las últimas catorce horas. "
Julia Devlin - El Autentico Mason . 116
Ella envolvió sus brazos protectoramente alrededor de su pecho.
-"¿Cómo sabes eso? ¿Cómo sabes que no era sólo el calor del momento?"
¿Cómo podía saber cuándo ella estaba tan insegura? ¿Tan confundida?
Se puso de pie y se acercó a ella. Su corazón se apretó mientras miraba su hermoso rostro, esos
ojos profundos y conmovedores. Él arrastró su dedo por la curva de su cuello.
Ella se estremeció ante la insinuación de posesión en el gesto.
-"Eso es fácil, Anna. El cuerpo nunca miente."
Ella apartó la mirada, haciendo caso omiso de la verdad.
-"Es sólo una cuestión de sí el corazón acepta. Y eso es algo que tendrás que averiguar por ti
misma."
Él torció un dedo debajo de la barbilla y forzó la barbilla.
-"Necesitas irte ahora."
El miedo la dejó helada hasta la médula. ¿Era este el final? Ella susurró,
Julia Devlin - El Autentico Mason . 117
-"No quiero."
Él la miró por un largo, largo tiempo como si estuviera memorizando todos los matices y las
características de su rostro. Se metió un rizo suelto detrás de la oreja.
-“Eso es una orden, muchacha.”
Las lágrimas llenaron sus ojos y su corazón se rompió. Quería arrebatarle todo de vuelta. Caer
de rodillas y pedir perdón. Pero ya era demasiado tarde para eso. Le había dado su última orden
y había aprendido lo suficiente para saber que él nunca cedía. Ella asintió con la cabeza y se
levantó.
-"Adiós, Mason."
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Capítulo Diez
Estaba como el diablo. Anna se quedó mirando su reflejo en el espejo del baño. El daño era
demasiado grande para arreglar. Ella no tenía las suficientes habilidades para maquillarse y verse
bien, por lo que tendría que enseñar a sus alumnos de primer grado mirándola como si hubiera
sido golpeada por un camión.
Círculos de color morado oscuro ensombrecían sus ojos, haciéndolos demasiado grandes para su
cara. Después de dos días de apenas comer, sus mejillas ahuecadas y el tono grisáceo de su piel
la hacían parecer frágil. Más trágica y más vacía se sentía.
La última cosa en la tierra que quería hacer era ir a trabajar. ¿Cómo iba a hacer algo tan
mundano cuando todo su mundo se derrumbaba?
Este fin de semana fue uno de los peores de su vida. Ella había vagado sin descanso por su casa
como un alma perdida, desesperada por hablar con Mason. Para llamarlo. Prisa por volver a su
casa y pedirle perdón. Pero ella no había hecho nada de eso, en lugar había ido y venido, lloró.
Revolcada en su propia miseria.
¿Por qué no podía llamar? Ella lo amaba y él la amaba. Fue fácil. Ella lo estaba haciendo difícil.
Quería tanto llamar, pero algo la detenía. Temor.
Pero, ¿de qué tenía ella precisamente miedo? ¿Eso tendría que pasar el resto de su vida teniendo
orgasmos múltiples estridentes? No, eso no estaba bien. Ella no quería estar controlada para
conseguirlos. O peor aún, ella no quería que fuera necesario estar controlada para
experimentarlos. ¿Verdad?
Sus hombros se hundieron. Ese era el problema... la noche con él lo había cambiado todo.
Cambió su percepción. Le había hecho preguntarse lo que ella había creído de sí misma, sobre
Mason y acerca de las relaciones.
Ahora ella no sabía qué hacer con el conocimiento. No creía que pudiera vivir así todo el tiempo,
obedeciendo todos sus caprichos. Estar controlada. Odiaba esa palabra... sumisa. Todo lo que
representaba. Ella no era así. Ella quería ser empoderada, no reprimida.
Imágenes vívidas de las cosas que él le había hecho a ella brillaron en su mente y su estómago se
sumergió. Acalorada.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 119
La había atado, abusó de sus pechos. La azotó, no sólo en el culo, pero... en todas partes. Eso no
estaba bien. Desafió todo lo que ella entendía acerca de la forma en que se supone que los
hombres tratan a las mujeres. Ella no debió haberle gustado algo tan obsceno. Y sin embargo, a
ella le gustó. Era como volver a casa.
Ahora no podía sacarlo de su mente. Las lágrimas se derramaron por sus mejillas mientras lo que
ella deseaba era volver a la ignorancia. Incluso en su devastación, ella respondió. Y eso la
horrorizó.
Anoche como había permanecido en la cama sin poder dormir, sus pensamientos se habían
desplazado a Mason. Había reproducido cuando se conocieron, su relación, todas las cosas
buenas, normales que habían hecho juntos. Y, finalmente, había reproducido cada segundo de su
noche juntos, una y otra vez hasta que había estado llena de ella. Había cobrado vida en su
mente hasta que ella podía recordar vívidamente cada sensación, cada punzada de placer y dolor,
el olor de su sexo, oír sus gemidos y el ruido sordo de su voz en su oído ordenando.
A pesar de su desesperación, ella había estado tan nerviosa que no podía evitarlo.
Frenéticamente había frotado su clítoris, tirando violentamente de sus pezones, corriéndose en
una loca y apresurada acometida mientras gritaba el nombre de Mason.
Después, mientras estaba allí jadeando en busca de aire, la vergüenza la había llenado. Y ella
sólo había querido ser normal otra vez. Mason dijo que no había normal, pero estaba
equivocado. Había, ella había estado felizmente viviendo durante veintiocho años. Habían tenido
una relación perfecta antes de que él hubiera tenido que ir y arruinarlo.
Pero ¿Era eso realmente la verdad? ¿O sólo lo que ella se dijo? Su barbilla temblaba mientras
lloraba, mirándose a sí misma durante tanto tiempo su imagen borrosa y distorsionada en algo
irreconocible.
Dios, ella tenía que recomponerse. De alguna manera tenía que encontrar una manera de llegar al
final de este día. Después de que ella regresó de la escuela a su casa, ella podría colapsar en su
sofá y acurrucarse en posición fetal, pero por ahora ella necesitaba prepararse.
Era fuerte. Ella podía hacer cualquier cosa. Había demostrado eso la otra noche.
-Simplemente llegar al final del día.
Se apartó las lágrimas y abrió la llave, salpicando agua sobre su cara hasta que la humedad
helada arrasó parte de su turbia bruma. El líquido frío se deslizó sobre su mano y agua
Julia Devlin - El Autentico Mason . 120
acumulada en sus palmas abiertas como un haz de luz solar captó las venas de color azul pálido
de sus muñecas.
-¿Cómo podía ser eso? Todavía estaban visibles ayer.
Se acercó a la ventana, levantando sus manos a la brillante luz de la mañana y no encontró...
nada. Se frotó la piel con su pulgar, mirando tan de cerca con los ojos cruzados. Nada. Ni
siquiera la más mínima huella.
Lentamente, casi adormecida, volvió al fregadero y cerró la llave. Mason había tenido razón. Él
le había dicho que se habrían ido cuando ella regresara a la escuela y no estaban. Ella no tendría
que explicar nada a nadie.
-Nadie sabría que ella no era normal.
Se miró en el espejo y la verdad la golpeó. Lo deseaba de vuelta.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 121
Capítulo Once
Un mes después
La única cosa buena acerca del día de Mason era que él había conseguido hacer explotar un
edificio. En su actual estado de ánimo medio-hijo-de-puta, había algo sumamente satisfactorio
sobre la observación de diez historias de deformación de concreto y acero al suelo en una nube
de polvo. Sacó una cerveza de la nevera, pero antes de él la abrirla, se deslizó de nuevo en el
estante y cerró la puerta.
Joder. Él cogió la botella de whisky envejecido en su lugar, tomando un vaso de trago largo.
Él tenía que conseguir organizarse. Poner a Anna tras él. Él se dio el mismo discurso cada
noche. Ella no iba a volver. Había pasado un mes y ni siquiera había llegado un maldito mensaje
de texto.
Se había acabado. Él tenía que aceptarlo y seguir adelante.
Él puso locos a todos. Sus empleados se mantuvieron lejos de él. Su afable ayudante amenazó
con renunciar. Él había asustado a un pobre empleado de la tienda de comestibles cuando no
había sido su culpa que él había ido estúpidamente al lugar que había conocido a Anna.
Hace un par de noches, Rissa finalmente se hartó y salió de su casa en modo Ama completa,
exigiéndole recomponerse. Ella se había quejado, engatusado, amenazó con atarlo de pies y
manos y arrastrarlo a una fiesta privada.
La había echado de su casa.
No había manera de que pudiera jugar con otra persona, ni siquiera en el sentido más informal.
Anna se había presentado a sí misma en su corazón y se negó a irse. Lo único que podía hacer
era esperar y rezar para que volviera.
Se sirvió dos dedos del líquido marrón y lo bebió de un trago. El whisky caro golpeó su
estómago como una bola de fuego quemando sus entrañas y le recordó que no había comido
nada desde el desayuno. Él se encogió de hombros y se sirvió otro medio vaso. Estaba
demasiado cansado para comer.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 122
Se dirigió a su gran sala y se sentó en el sofá, encendiendo el televisor. Cansado hasta los
huesos, tiró el control remoto en la mesa de café y se frotó las manos por la cara antes de mirar
sin ver la pantalla plana de plasma.
Dios, era un maldito idiota.
Tendría que haber dejado las cosas como estaban la noche que había tratado de terminar las
cosas con Anna. Debería haberse apegado al plan y salir cuando tuvo la oportunidad. Pero
debido a que él la había deseado, estaba desesperado por ese pequeño atisbo de esperanza, se
había convencido a sí mismo que una noche con ella a su manera no haría una diferencia.
Se había equivocado. Solo una noche hizo falta para que fuera un puro infierno. Por lo menos
antes, pudiera haber vivido con el qué pasaría.
Pero ahora, joder, ahora tenía que vivir con el recuerdo en Tecnicolor de su absoluta sumisión.
En vivo con el sonido de sus gritos mientras se corría una y otra vez resonando en su cerebro. En
vivo con el conocimiento desgarrador intestinal que no importa lo bueno que había sido, no fue
suficiente.
Que al final él había fallado.
El timbre sonó, rasgándole de sus pensamientos deprimentes. Él gruñó. Maldita sea, Rissa, ¿por
qué no iba a dejar las cosas en paz? Se levantó y se dirigió a la puerta, murmurando cada
obscenidad que se le ocurrió en su irritación. Él abrió la puerta.
-"Vete al infierno"- gritó luego se congeló.
Parpadeó. Miró fijamente. Parpadeó de nuevo. Incapaz de procesar por su estado de shock.
-"¿Anna? "
Parpadeó. Miró fijamente. Parpadeó de nuevo. Incapaz de procesar en su estado de shock.
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-"Hola, Mason. "
No podía hablar. No podía pensar. Lo único que podía hacer era sumergirse en los ojos de ella y
luchar contra la tentación de caer de rodillas y dar gracias a los cielos. El tiempo se había vuelto
más frío y ella llevaba un suéter de cuello V-negro, falda a juego y botas altas hasta la rodilla.
Él frunció el ceño.
Era un atuendo inusual para ella. Por lo general, ella llevaba, colores soleados y sueltos, tejido
fluido. Sus ropas normales la hacían parecer adorable y abrazable. La ropa le daba un aire sexy,
un poco sofisticado. Y abrazable no era exactamente la palabra que le vino a la mente.
La lengua rosada salió para humedecer el labio inferior, miró a su alrededor, mirando en su
vestíbulo. Jesús, quería tomar esa boca y tomar posesión de ella. Ella le dio una sonrisa lenta,
deslumbrante que golpeó su culo.
-"¿Puedo entrar? ¿O estoy interrumpiendo algo?"
Se sacudió como si de repente despertara de un profundo sueño y se hizo hacia atrás, agitando
una mano para que entrara.
-"No, por supuesto que no, me tomó por sorpresa."
-"¿Esperas a alguien?"
La cadencia sedosa de su voz se deslizó por su cuerpo, más embriagador que el whisky que
había bebido. Él se encogió de hombros.
-"No, cuando sonó el timbre supuse que era Rissa. Estaba siendo un dolor de cabeza."
-"¿Estás contento que fui yo?"
Julia Devlin - El Autentico Mason . 124
Anna inclinó su cabeza enviando sus rizos rubios a volar. El corazón le dio un golpe duro.
-"Mucho. ¿Entras?"
-"Si, por favor. "
Ella se paseó por delante de él. Algo había cambiado en ella. Era obvio por la forma en que se
conducía, la forma en que sonreía. Estaba en la inclinación de la barbilla y el tono de su voz. La
pregunta era, ¿qué significaba esto para ellos? Supuso que lo iba a averiguar muy pronto y la
siguió como un cachorro a la sala de estar.
Mason no podía apartar los ojos de su culo mientras sus caderas se balanceaban a un ritmo
seductor mientras caminaba. ¿Cuándo él la había visto alguna vez en ropa tan apretada? Ni
siquiera en su primera cita. En su primera cita se había puesto un vestido blanco que
prácticamente la cubría de pies a cabeza. Recordó haber pensado que parecía una novia pasada
de moda. Ella se sentó en el sofá con una gracia fácil.
-"¿Siempre le dices a ella que se vaya al infierno?"
Se sentó en la silla frente a ella para que pudiera ver cada expresión de su cara. La estudió
cuidadosamente, algo molesto ella parecía suficientemente buena para comérsela, mientras él se
sentía como la basura de ayer.
Maldición, ella era preciosa. Demasiado hermosa. Se hizo difícil para él pensar con claridad.
Ella levantó una ceja dorada en cuestión y se dio cuenta que no le había contestado. Se aclaró la
garganta.
-"No es un suceso insólito. Ella es mandona."
-"Toma uno para conocer otro, supongo."
Julia Devlin - El Autentico Mason . 125
Anna cruzó las piernas y la tela negra se deslizó hacia arriba para dejar al descubierto una franja
de muslo. Mason se quedó mirando su carne suave y juntó las manos muy juntas para no
lanzarse.
-"Bueno, de acuerdo a ella he aprendido de los mejores, así que supongo que hay algo de verdad
en eso. Pero no quiero hablar de ella en este momento."
Anna le dio una mirada larga y directa, entonces las comisuras de sus labios se volvieron hacia
abajo.
-"No te ves muy bien."
Se sentó de nuevo y trató de encontrar su posición con la mujer sentada frente a él. ¿Era esto lo
que sentía? Antes, ¿cuándo había cambiado el juego en ella?¿Y qué estaba haciendo ella aquí?
El instinto le decía que no era para terminar las cosas. No con ese brillo astuto en sus ojos y ese
cambio en sus caderas. Sin paciencia para jugar al gato y el ratón, él hizo lo que mejor sabía
hacer... la puso a prueba.
-"Bueno, tú te ves muy follable."
Ella inclinó la cabeza como si estuviera contemplando su respuesta.
-"Gracias. Me alegro de que lo apruebes."
Julia Devlin - El Autentico Mason . 126
Mason quería hacer las preguntas correctas. Averiguar lo que estaba pensando. Descubrir lo que
había estado haciendo todo este tiempo y todo lo demás en el medio. Pero las palabras seguían
estando desordenadas en su cerebro, porque lo único que podía pensar era en volverla sobre el
brazo del sofá y subirle la falda por encima de la cintura.
Una idea le vino a la cabeza y una sonrisa lenta se deslizó sobre sus labios... había una manera
sencilla de comprobar dónde estaba su mente. A pesar de los cambios que había sufrido, ella
seguía siendo sumisa y lo llevaría directo al grano. Era un riesgo calculado, pero después del
mes que había tenido, estaba en un estado de ánimo bastante peligroso para llevarlo a cabo. Y
sus instintos le dijeron que estaba bien. Con la decisión tomada, él asintió con la cabeza.
-"Yo lo apruebo. De hecho, ponte de pie, sube esa falda encima de tus caderas e inclínate sobre
ese sofá, chica. "
El calor oscureció sus ojos y su respiración se detuvo mientras su pie comenzó a balancearse.
-"¿Y si no lo hago?"- Su voz astuta, taimada.
Y en ese mismo momento, Mason supo que la tenía. Ella era suya. El alivio, potente y veloz,
aligeró su pecho y alivió la tensión que había estado cargando durante tanto tiempo que no podía
recordar un momento en que no había estado allí.
Seguido por una lujuria tan primitiva que lo demás palidecía en comparación. Podrían trabajar
todo lo demás después. Ahora mismo, necesitaba establecer quién estaba en control aquí antes
de que ella tuviera alguna idea acerca de una sublevación desobediente.
-"Creo que estás familiarizada con la mazmorra."
Ella se estremeció, sus pequeños hombros temblaban mientras se lamía los labios.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 127
-"¿No quieres hablar primero?"
Él la estudió atentamente. Ella no bajó la mirada, sólo se encontró con él de frente. Descubrió
que le gustaba eso de ella. Era diferente. No eran las reglas, pero encajaba en ellas.
-"Si no estás mojada cuando te toque, podemos hablar en primer lugar."
Sus muslos apretados, dándole todas las respuestas que necesitaba saber. Gracias a Dios que no
iba a tener que vivir sin ella. Él le dio su más arrogante y cómplice sonrisa.
-"¿Vemos lo que estamos tratando aquí?"
La uve de su suéter negro le permitió ser testigo de la aceleración de la respiración mientras su
pecho subía y bajaba. Sus pupilas dilatadas.
-"¿Y si me niego?"
Ella lo estaba poniendo a prueba, a pesar de que no tenía la capacidad mental para entender por
qué con toda la sangre corriendo a su polla. Él llegaría al fondo de sus motivos más tarde cuando
pudiera pensar otra vez. En este momento, él le dijo la pura verdad.
-"No te equivoques, Anna, vas a ir a ese sofá. Cómo llegues allí y el precio que pagas depende
de ti. ¿Qué va a ser?"
Julia Devlin - El Autentico Mason . 128
Él se sentó y entrelazó los dedos sobre el vientre como si tuviera todo el tiempo del mundo. En
verdad, ella tenía unos treinta segundos para cumplir antes de que tomara el asunto en sus
propias manos.
Se sentía despiadado. Exigiendo. No tendría paciencia con ella esta noche.
Así que fue una muy buena cosa que ella no pareciera necesitar nada. Las mujeres que usan
botas de caña alta y una sonrisa pecaminosa no buscaban lento y suave. Y tenía la intención de
darle lo que ella necesitaba. Lo que ambos necesitan. Ella, bajo su control.
Esperó unos veinte y nueve de sus treinta segundos y después se puso de pie. El triunfo en
estampida a través de su sangre y toda su ira se hizo polvo, al igual que el edificio que había
derrumbado hoy.
Ella se enderezó, tirando los hombros hacia atrás, con las manos en las caderas, las piernas
apartadas. No había nada tímido en ella. Demonios, parecía una princesa guerrera, vestida de
negro bestial.
Su mirada se desvió deliberadamente a sus caderas. Pulgada a pulgada torturante, esa falda negra
subió por sus muslos. Él quería saltar. Tuvo que obligarse a permanecer en su asiento. Otro
deslizamiento del tejido expuesto, otra franja de muslo. Maldición él amaba a esta mujer y le
hizo saber sus intenciones.
-"No voy a dejarte ir otra vez."
Sus dedos se cerraron al dobladillo de su falda y subió otra pulgada.
-"Eso es bueno, porque estoy a largo plazo."
La felicidad reemplazó la pena desde el último mes. Averiguaría todos los detalles más adelante,
pero por ahora él necesitaba reclamarla en un nivel más físico. Unirla a él a través de la piel y el
sexo. Otra lenta revela de carne tentadora, su expresión llena de picardía. Él esbozó una sonrisa.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 129
-"¿No está siendo bastante el coqueteo?"
Ella se lamió los labios.
-"¿Me extrañaste?"
Muy en serio, dijo,
-"Más de lo que nunca sabrás."
Más piel.
-"Yo también. Fue difícil mantenerse alejada.”
La curiosidad se filtró a través de su deseo.
-"¿Por qué lo hiciste?"
-"Para el final de la semana, sabía que era un error."- Ella se encogió de hombros, moviendo una
pierna, la mano se detuvo en su falda. -"Pero me habías dado la orden de partir."
Levantó una ceja.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 130
-"¿Te quedaste lejos porque te lo había ordenado?"
Ella negó con la cabeza.
-"No. Me alejé porque yo sabía que tenías mis mejores intereses en el corazón cuando me lo
diste. Y que si pensabas que era mejor que me fuera, yo confiaba en ti. Así que yo estaba
decidida a hacer el trabajo que necesitaba para volver. "
-"¿Y eso es lo que has estado haciendo?"- Él se inclinó hacia delante, apoyando los codos en las
rodillas.
-"Sí."
-"¿Y qué descubriste?"
Ella respiró hondo y, por primera vez desde su llegada pareció flaquear.
-"Descubrí que mientras pudiera vivir mi vida siendo una novia normal de todos los días, nunca
nada en mis veintiocho años me hizo sentir tan viva o tan completa como la noche que pasé
contigo."- Sus palabras cobraron fuerza mientras hablaba. -"Descubrí que mientras yo te amaba
antes de tu confesión muy sorprendente, me encantó aún más todo mandón y dominante."
-"Ya veo."- él dijo
La sonrisa se torció en las comisuras de su boca, pero él no estaba dispuesto a dejarlo salir
todavía.
-"¿Alguna otra cosa?"
Julia Devlin - El Autentico Mason . 131
Ella encontró su mirada y no había ni siquiera un parpadeo en sus profundidades azules.
-"Quiero ser tu sumisa, lo que sea entre nosotros dos."
La paz lo colmó, le dio el último poco de paciencia que necesitaba antes de follarla con fuerza,
rápido y brutal. Dejó su sonrisa irse, aunque hizo alusión a una amenaza que él supo que ella
reconoció cuando sus ojos se abrieron como platos.
-"Incluso si el ser sumisa significa..."- Hizo una pausa para el efecto, haciendo crecer su
anticipación, hablando sólo cuando ella se balanceaba hacia delante. -"¿Entrar en una jaula como
un perro?"
-"¡De ninguna manera!"
Las palabras horrorizadas, sus cejas se estrellaron juntas al unísono con las manos golpeando en
sus caderas. Él se rio, un bajo sonido malvado que la tenía a ella dando dos pasos para atrás.
-"¿Y dónde crees que vas?"
-"No lo harías."- Su voz flaqueó.
-"Tú sólo tienes que aguardar tu tiempo y saber, ¿no es así ahora?"- Endureció su expresión. -
"Por ahora, alza esa falda a las caderas, chica."
Con una feliz, risa atolondrada, ella osciló sus caderas de modo que la falda hundía sus muslos.
Antes de que ella pudiera tener más ideas, él negó con la cabeza.
-"Y Anna, te recomiendo que reconsideres tu estrategia de coqueteo de polla."
Julia Devlin - El Autentico Mason . 132
La excitación bailó en sus ojos.
-"¿O qué?"
Mocosa. Oh, él iba a tener tanta diversión domándola a ella. Por supuesto, él no la quería
demasiado mansa. Le gustaba esta atrevida chica para eso demasiado.
-"O te haré hacer un striptease apropiado después. Completo con música, poste y bailes."
-"¡Ack!"
Ella palideció y tiró de su falda sobre sus caderas en una velocidad récord. Él se rio y asintió con
la cabeza.
-"Estupendo."
La descripción era lamentablemente inadecuada. Nada podría haberlo preparado para la visión
de ella en botas negras y bragas de encaje negro. Nunca, desde que la había conocido, había
usado encaje negro.
-"Date la vuelta."- dijo.
Ella giró lentamente para revelar los suaves globos de su culo en exhibición para él en tanga.
Tragó saliva, el dolor en su pene cada vez más exigente. En voz baja, él dijo,
Julia Devlin - El Autentico Mason . 133
-"Estaba equivocado."
Sus hombros se pusieron rígidos.
-"Quítate la falda."
No quería nada obstruyendo su visión de ella viéndose sexy y malvada y lista para ser utilizada y
tomada por él. Se dirigió hacia él, pero él la detuvo.
-"No, quédate así. Y trabaja rápido, chica. No estoy de humor para una larga y lenta follada."
Ella miró por encima de su hombro y esbozó una sonrisa carnal.
-"¿Para qué estás de humor, Mason?"
Él le dirigió una mirada severa.
-"Yo estoy en ánimo de ser obedecido. Quítate el suéter también."
Ella hizo un trabajo rápido con la cremallera y la dejó caer al suelo antes de que ella diera una
patada lejos. El suéter vino después, revelando un sujetador a juego. Las líneas de su espalda
Julia Devlin - El Autentico Mason . 134
eran hermosas. La extensión de los hombros, la línea de su columna vertebral, la pendiente de su
cintura. Él podía mirarla por horas, pero otro día lo haría.
Pero después de un mes de agonía, eso no era una opción. Necesitaba tocarla. Marcarla a ella en
la forma más primitiva posible. Se puso de pie, tomó los tres pasos para presionarse contra ella.
Ella se estremeció, inclinó la cabeza hasta apoyarla en su hombro.
-"Cristo, te amo."
Él deslizó sus brazos alrededor de su cintura y metió la nariz en su cuello. Ella olía a jabón, a sol
y a sexo. Él le mordió el cuello, lamiendo el pulso que latía a un ritmo rápido bajo su piel suave
y lisa.
-"Eres mía. Siempre. ¿Entendido?"
-"Sí, Mason."- dijo, su tono la esencia misma de la sumisión.
Mareado por su proximidad y la lujuria rugiendo a través de sus venas, él dijo,
-"Estarás obligada a mí por todos los medios posibles. De cualquier manera que quiera.
¿Entendido? "
-"Si, Mason."
-"Quédate aquí y no te muevas."- le ordenó golpeando su culo.
Anna se detuvo y escuchó los sonidos de Mason subiendo las escaleras. El lugar donde él había
golpeado la quemó y se sentía tan condenadamente bien que pensó que iba a desmayarse. Y
pensar que toda su vida casi se había ido sin conocer el placer de una mano impactante en su
trasero. Eso sí que sería trágico. Ella oyó las fuertes pisadas de Mason mientras caminaba por el
pasillo hacia lo que sabía era su dormitorio. ¿Qué estaba haciendo? ¿Un látigo? ¿Bastón? ¿Ese
Julia Devlin - El Autentico Mason . 135
precioso flogger? ¿Iba a atarla? Ella cerró los ojos, resistiendo el impulso de apretar sus muslos
juntos y aliviar el dolor. Le había echado tanto de menos y lo deseaba tanto. Había sido horrible
mantenerse alejada.
Después de su revelación, ella había querido correr a su casa, pero no lo había hecho. Ella se
había dado cuenta que había una diferencia entre entender y creer. Así ella había pasado el mes
hundiéndose. Aprender a creer que no había normal. Esto, que ella y Mason estaban juntos, era
normal. Para ellos. Nadie más importaba.
Y en su creencia, se encontró con que la sensación de poder que siempre había anhelado, pero
eso siempre se cernía fuera de su alcance. Mason casi corriendo las escaleras, distrayéndola de
sus pensamientos. El corazón le pateó a un nivel superior. Sus manos estaban vacías. Ella
frunció el ceño.
-"¿A dónde fuiste?"
Él redujo la velocidad al entrar en la sala de estar, mirándola con destello de un depredador antes
de acechar a su alrededor. Su sangre se aceleró. Sus pezones se tensaron. Su vientre se calentó.
Todo por esa sola mirada. Dios tenga misericordia cuando él la tocó. Se detuvo frente a ella y la
agarró del cuello, presionando el pulgar en su yugular. Su pulso se aceleró con la emoción.
-"¿Me amas, Anna?"
La pregunta la tomó por sorpresa. Se aclaró la garganta, el dominio del gesto no pasó
desapercibido en ella.
-"Por supuesto, siempre y por siempre."
Él asintió con la cabeza.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 136
-"Bien, porque te vas a casar conmigo."
Impresionada, ella contuvo el aliento.
-"Umm…"
Rebuscó en su bolsillo y sacó un anillo de compromiso antiguo de diamantes de bonito corte.
-"Tu único trabajo es decir, 'Sí, Mason'."
-"Umm..."- Ella sólo podía mirar y balbucear.
-"Di, 'Sí, Mason'."
Le tomó la mano y deslizó el anillo en su dedo. Fue un ajuste perfecto. Detrás de la sorpresa, la
incredulidad absoluta de que lo estaba haciendo ahora, era pura felicidad. Paz. Ese sentido de
rectitud le decía que su amor era fuerte y verdadero.
-"Pero…"- tartamudeó.
¿Cuándo hizo esto?
-"'Pero' no es una opción sobre la mesa."- Él le lanzó esa mirada severa que tenía los dedos del
pie curvados en sus botas. -"De hecho, no tienes otra opción que, 'Sí, Mason'."
Julia Devlin - El Autentico Mason . 137
Anna soltó la respiración contenida. Ella sabía de una orden al oír una. Ella levantó la mano para
maravillarse con el diamante de corte esmeralda brillando bajo la luz tenue de su sala de estar.
Un intrincado patrón atemporal grabado en el platino.
Fue perfecto. Él era perfecto. Ella sonrió. Ella iba a ser una novia.
-"Si, Mason. "
-"Buena chica. "
Esos ojos que ella había extrañado se oscurecieron y arrastraron un camino por el vientre y luego
trazó el borde de sus bragas.
-"Separa esas piernas."
Ella se estremeció, abrió la boca y se abrió a él. Él se deslizó más allá del encaje negro que había
elegido con él en mente. La acarició a través de sus húmedos pliegues, girando sobre su clítoris.
Sus rodillas temblaron y ella gimió de placer. Oh, sí. Había pasado demasiado tiempo desde que
la había tocado. Demasiado tiempo desde que había tenido el tipo de orgasmo que sólo él podía
darle. Se meció en su mano.
-"Codiciosa."- Le apretó su cuello con la presión suficiente para enviar un escalofrío corriendo
por su espina dorsal. -"Dame esa boca."
Ella no se hizo rogar dos veces. Sus bocas se encontraron en una fusión ciega, furiosa de los
labios y lengua. Él la tomó. La reclamó. Se había sentido como una eternidad desde que lo había
tocado y ella se dio un festín con él como una glotona hambrienta.
Loca en su deseo. Frenética en su lujuria.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 138
Se esforzó por acercarse. Trató de subirse a él. Dentro de él. Ella se estremeció cuando sus
manos la sujetaron todavía. Comandando. Bajo su control. Sólo la forma en que lo necesitaba.
Lo había anhelado desde hacía semanas.
Hambrienta. Ella tenía hambre de él. Desesperada por su gusto. Por el tacto de su piel bajo sus
manos. Él la negó, juntando las muñecas detrás de la espalda para mantenerla cautiva. La hacía
más caliente. Lo necesitaba más. Ella apretó los pechos doloridos contra su pecho. Frotó.
Él la abrazó más fuerte. Ese apretón fuerte la esposó mientras él poseía su boca. La tomó. La
utilizó para su placer, y se reflejaba en él. Ella gimió, se meció. Enganchó su rodilla alrededor de
su cadera y arrastró su coño a lo largo del borde duro de su polla. Él se separó. Con el ceño
fruncido ferozmente, él negó con la cabeza.
-"Oh no, no lo hagas."
Frustrada, ella gruñó bajo en su garganta y luego susurró:
-"Por favor. "
-"Mocosa."- él dijo, maniobrando a la esquina del sofá antes de azotarla.
Presionó la palma de su mano entre sus omóplatos y la empujó hacia abajo sobre el brazo del
sofá. El diamante brilló en su dedo y sonrió. Ella iba a tenerlo para siempre. Gracias a Dios no
habría sexo normal para ella. Él deslizó sus manos por su espalda.
-“Voy a llevarte al mismo infierno.”
Ella se estremeció.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 139
-“Si, por favor, sí.”
-“Duro y rápido.”
-“Como quieras, Mason.”
Ella se arqueó, una invitación abierta a hacer con ella lo que quisiera. Le dio una palmada a su
culo. Duro. Una vez. Dos veces. Tres veces.
-"Eso es por hacerme esperar tanto tiempo."
El fuego explotó sobre su piel mientras la quemadura lentamente calentó su coño. La hizo latir.
Cerró los ojos. Ella pagaría cualquier precio que él exigiera.
Metió su dedo en sus bragas mojadas, tiró de la tela a un lado y empujó profundamente en una
caída brutal. Ella gritó de placer. Él gimió de masculina satisfacción pura.
Él la llenó, la estiró. Y fue el cielo. Ella quería más. Necesitaba más. Empujó sus caderas. Él
golpeó la curva de su cadera.
-“Quédate quieta.”
-“¡Maldito seas!”
Apretó el sofá, pero hizo lo que él ordenó. Sólo cuando sus músculos se relajaron finalmente en
torno a su gruesa erección, hizo que comenzara a moverse. Lágrimas de felicidad nublaron su
visión por un breve momento antes de que se evaporaran. Él siempre pensó en el confort de ella
primero. Ella se corrió primero con él.
Julia Devlin - El Autentico Mason . 140
Ella entendió eso ahora, de un modo que no lo había hecho antes. Ella confiaba en él. Confiaba
en él. Él sacó luego la golpeó de nuevo. Todo pensamiento desapareció cuando ella se centró en
su larga polla llenándola, con golpes brutales rápidas duras.
Justo como lo prometió.
El placer apretó profundamente en su vientre. Él la agarró por las caderas con fuerza suficiente
para dejar marcas. El orgasmo se hinchó. Apretada. Golpeó en ella. Ella gimió. Él empujó alto.
Sus caderas empujaron contra el brazo del sofá. La tela se frotó contra su clítoris, empujándola
sobre el borde.
El grito salió de su garganta mientras su visión se tornaba borrosa. El cuarto oscureció mientras
un poderoso y feroz clímax la sacudía de pies a cabeza. Segundos después él la siguió, gruñendo
su nombre y empujando con furia en su interior, lo que desencadenó una nueva ola de
contracciones para luego desplomarse en un montón. Su cuerpo grande la cubrió y ella temblaba
bajo todo ese calor. A salvo en los brazos de Mason, exactamente donde ella quería estar. Ella
suspiró con satisfacción.
-“Te amo.”
La besó en el cuello, lo que desencadenó otro pequeño escalofrío.
-"Yo también te amo, Anna."
Feliz flotando en un post-orgásmico alto, a pesar de su incómoda posición, ella ni siquiera pensó
en moverse. Él rozó sus labios contra su cuello otra vez antes de alejarse.
Ella se arrastró sobre el brazo del sofá y se dejó caer en el sofá, los párpados todavía cerrados. Él
se rió y se alejó, volviendo menos de un minuto más tarde y se sentó en el borde del sofá. Él le
acarició la espalda. Soñolienta, con los ojos todavía cerrados, dijo,
-"Sabes que se supone que debes pedir a una chica que se case contigo."
Julia Devlin - El Autentico Mason . 141
-"¿Es eso así?"
Su tono perezoso y divertido.
-"Deja de acaparar el sofá, chica."
Ella abrió un ojo y esperaba bastara como una mirada. Pero movió sus piernas para hacer sitio
para él. Se dejó caer y tiró a su cuerpo flojo, lanzándola en torno a ella como una muñeca de
trapo hasta que ella estaba enclavada en su regazo. Cuando estuvo satisfecho, la besó en la sien y
ella se apoyó en su hombro y se acurrucó más cerca. Él la apretó con fuerza.
-"Te voy a abrazar durante un buen rato, pero no te hagas ilusiones en dormir. Tú no conseguirás
mucho esta noche."
Con las sacudidas, ella ya estaba empezando a animarse.
-"Estoy arriba."
Él le sonrió.
-"Así que esto de preguntar."
-"¿Sí?"- Preguntó.
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Su mente estaba todavía demasiado saciada para pensar.
"Así es como yo creo que deberíamos trabajar esto. Nosotros."- Él la miró, una enorme sonrisa
en su rostro. -"El sexo, por supuesto, es a mi estilo."
Ella se echó a reír, poniendo los ojos en exasperación juguetona.
-"Por supuesto."
Él la pellizcó.
-"Como si te gustaría de otra manera. "
Ella se limitó a sonreír. Ella no lo haría. Pero ella no pensaba que el hombre necesitara alguna
confianza más de lo que ya tenía.
-"Pero todo lo demás será un poco de ti y un poco de mí. Como casarse."
Él apartó un mechón de pelo detrás de su oreja.
-"No te estoy pidiendo que te cases conmigo, te lo estoy diciendo. A mi manera."
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Le tomó la mano y levantó su anillo.
-"Por mi parte, te traje un anillo de compromiso antiguo que tenía tu nombre escrito por todas
partes."
Estaba en lo cierto. El anillo era toda ella, no podría haber diseñado algo más perfecto.
-"¿Cuál hubiera sido tu manera?"
Su expresión se volvió astuta, taimada. Él trazó las cuerdas de su cuello.
-"Un collar de diamantes para mostrar quien te posee."
-"Suena como un compromiso razonable."- El calor traicionándola tenía su vientre inmerso, pero
ella no revelaba nada más que una sonrisa descarada. -"Pero todavía no entraré en una jaula
como un perro."
Él gruñó un sonido juguetón bajo, rico en amor y diversión.
-"¿Quién da las órdenes aquí, muchacha?"
Ella coqueteó hacia él mientras ella entrelazaba sus dedos alrededor de su cuello.
-“Tú, creo.”
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Él sonrió y le apretó el culo, amasándolo con las palmas, una amenaza y una promesa.
-"Vas a pasar mucho tiempo en esa mazmorra."
Ella sonrió, feliz y enamorada, su futuro claro. Una chica sólo podía soñar.
Fin
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