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INTRODUCCIÓN:
Jillian Eugene es de Atlanta, GA, y estudió antropología y
español en Eckerd College en Saint Petersburg, Florida. Este
libro se creó en mayo de 2016, como una parte de su proyecto
comprehensivo en Eckerd College. El libro se basa en su
experiencia en la Península Yucatán cuando hizo investigación
antropológica, y también incluye aspectos de fantasía. Es un
bonito libro para los niños que quieran aprender un poco de la
cultura maya.
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Es un día caloroso de abril en un pequeño pueblo
llamado Pisté en la Península de Yucatán. Marirosy,
una niña mestiza de ocho años, se sienta a la sombra de
un árbol y lee un libro de fantasía, mientras sus
compañeros de clase juegan. A Marirosy le encanta leer
libros de fantasía porque puede escapar de la realidad
en mundos completamente nuevos. También le gusta
leer de lugares lejísimos como India, Egipto, Inglaterra,
los Estados Unidos y China. En general, Marirosy tiene
el alma viajera y huye a mundos muy diferentes de la
realidad suya.
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Al fin del día, Marirosy regresa a su casa. Vive diez
minutos andando de la escuela, y porque ya tiene ocho
años, y porque conoce a la mayoría de los habitantes de
su pueblito, puede andar sola sin su abuela.
Marirosy llega a su casita hecha de madera y piedra. Su
casa es mayormente marrón, pero las ventas y la puerta
son azules. Al entrar, un olor exquisito invade la cocina
y la sala de estar.
“Abuelita”, exclama Marirosy, “has hecho una de mis
comidas favoritas: ¡enchiladas!”
“Sí”, sonríe Abuelita. “Y para beber hay agua de pitaya”.
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A Marirosy le encanta esta hora del día, después de la
escuela, cuando puede estar con su abuela. Para
Marirosy, Abuelita es como una madre; su verdadera
madre murió cuando Marirosy tenía dos años, y por eso
Abuelita era su madre.
Ellas comen juntas, y luego, como normalmente lo
hacían, Marirosy y su abuela salen para cuidar de su
jardín. Abuelita es hierbera. Tiene mucha sabiduría
sobre las plantas, y cómo pueden sanar a las personas.
A Marirosy le gusta observar cómo Abuelita hace
medicinas para las personas.
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Los vecinos del pueblo visitan a Abuelita por muchos
problemas, como diabetes, colesterol, gripe, problemas
en los riñones, diarrea y las enfermedades inducidas por
el viento. En su jardín tiene plantas para curar todas
las enfermedades. Por ejemplo, una mezcla de hojas de
naranja, bicarbonato de sodio, y agua es algo muy
simple para mejorar los problemas del estómago. O,
para el colesterol dice a su pacientes “debe evitar la
grasa,” y para ayudarles, hace una mezcla de hoja de
aguacate, hoja de guyabano, hoja de epazote, y agua, que
deben tomar tres veces al día. Si alguien tiene una
infección de los riñones, Abuelita exclama, “¡pura agua
de coco! Pura agua de coco es lo que necesitas.”
Muchas veces las madres con niños pequeños llegan y
dicen, “El doctor no pudo ayudarme, quizás mi hijito
tiene el mal del viento por estar en el aire libre cuando
empezó la lluvia.” Y si en verdad el niño tiene el mal de
viento, que causa la fiebre, Abuelita hace un té de las
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hojas del árbol de chicozapote, y usa el té para lavar la
cabeza y los pies del bebé. Abuelita siempre sabe cuáles
plantas son útiles para las diferentes enfermedades. A
Marirosy le encanta observar a Abuelita y sus
pacientes, y le encanta ayudarla; riega las plantas con
ella por las mañanas, y algunas veces ayuda con la
recolección de yerbas.
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En este pueblo hay una mezcla de tradición y
modernidad. Pisté es un pueblo pequeño, pero está al
lado de Chichen Itzá, uno de las más grandes ruinas
mayas, donde hay mucho turismo y visitantes de todos
lados.
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Muchas personas todavía hablan maya, aunque muchos,
normalmente los jóvenes, no lo hablan. En la escuela
donde Marirosy asiste, no enseñan la lengua maya, y
por eso Abuelita le enseña en casa.
Abuelita siempre dice, “Aunque es bueno que estás
aprendiendo el inglés en la escuela, es importante que
no olvides tu pasado. ¡Tu familia es maya, y debes estar
orgullosa de ello!”
Marirosy siempre responde, “Abuelita ya lo sé, y estoy
orgullosa de quien soy, pero yo soy mestiza, no maya
pura como tú, y prefiero aprender de otros culturas y
países. ¡Siempre me estás enseñando la lengua y la
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cultura maya, pero quiero aprender sobre algo
diferente, sobre algo más!”
“Ay niña, está bien, ¡pero hay mucho más que tienes que
aprender sobre tu propia cultura!”
Esta noche, Abuelita le cuenta un poco de la historia de
los mayas. “Mari, desde muchos años los mayas,
nuestros antepasados, vivían en México, Guatemala,
Belice, Honduras y El Salvador. Eran muy avanzados
con las matemáticas, la arquitectura, el arte, y la
documentación de la historia. Los gobernantes mayas
eran vistos como el medio entre el mundo secular y el
mundo divino, y la gente común alababa los gobernantes
por la construcción de monumentos, templos y glifos.
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Estos gobernantes tenían papeles importantes en la
guerra, en los negocios y la agricultura intensiva.
Nuestros antepasados tenían mucho interés en la
religión, en los rituales y en la cosmología. En el pasado
muchas de las enfermedades se creían conectadas con el
ambiente natural inhóspito, específicamente la
sequedad de la Península Yucateca. Por eso los
h’menes, o los curanderos que tenían poderes
sobrenaturales, tenían un papel muy importante en el
control de las enfermedades y las fuerzas naturales.
Como tú sabes, muchas personas hoy en día no creen en
las enfermedades de origen exterior, ni en los h’menes.
En nuestro pueblo la mayoría de las personas no tienen
fe en estos curanderos, porque la realidad es que hoy en
día no hay muchos, y no hay buenos. La gente ahora
prefiere la biomedicina, aunque todavía hay a quienes
les gustan los remedios naturales. Muchas veces son
más efectivos, y por eso me visitan.”
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Marirosy se acostó pensando en los mayas.
La próxima mañana, Marirosy se levanta y come con su
abuela huevos rancheros en tortillas de maíz. Después
de lavarse los dientes y ponerse un vestido azul, camina
a la escuela. En la escuela, aprende las matemáticas y
tiene un clase de redacción. Al fin del día cuando está
regresando a casa, Marirosy se encuentra con un perro
callejero. “¡Mira!” Exclama Marirosy a sí misma. “¿A
donde vas, perrito perdido?” El perro parece sonreír, y
dirige a Marirosy por un camino nuevo. “Perrito, no sé
a donde vamos, pero no puedo estar afuera por
demasiado tiempo porque Abuelita va a preocuparse”.
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Después de siete minutos corriendo detrás del perro,
llegan a un cenote con agua clara con tonos turquesas.
“¡Vaya!” exclama Marirosy. “Que bonito está aquí!” En
poco tiempo aparecen tres lindas hadas con vestidos de
colores brillantes. “¿Estoy soñando?”, se pregunta
Marirosy. “Pensaba que las hadas solo existían en los
libros que me gusta leer”.
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“Claro que sí somos reales!”, exclama el hada vestida de
verde. “Pero sólo las personas que se interesan en las
hadas pueden vernos. Que día tan caluroso y perfecto
para nadar. ¡Vamos!”
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Las hadas ayudan a Marirosy a entrar al agua, y nadan
juntas refrescándose. Marirosy abre los ojos debajo del
agua, donde el cuento que su abuela la contó, y más
historia de los mayas, parece convertirse en realidad.
Marirosy ve a las ciudades mayas precolombinas como
Chichen Itzá, Tenochtitlán en el valle de México, Tikal
en el norte de Guatemala y a El Mirador en el norte de
Guatemala cuando fueron recién construidas. Observa
las personas escribiendo códices que usan los símbolos
llamados glifos. Mira las personas jugando el juego de la
pelota. También nota las personas alabando a los dioses
de la naturaleza, como el creador de la tierra
(Itzamma), el dios de la lluvia (Chaac) y el dios de la
agricultura (Ah Mun).
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Marirosy surge de las aguas, y al hacerlo, vuelve a su
vida contemporánea de nuevo. Las hadas continúan
nadando, y Marirosy, que se siente muy refrescada y
alegre, retorna a su casa con el perro perdido.
Cuando Marirosy abre la puerta, Abuelita pregunta, ¿Mi
niña, dónde has estado? Estaba empezando a
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preocuparme. ¿Y porque estás completamente mojada
y con un perro?”
“Abuelita”, responde Marirosy, “tengo mucho que
decirte. Quiero que me enseñes más de la lengua y la
cultura maya. ¡Este perro me guió a un cenote donde
nadé con unas hadas, y vi mucha de la historia de los
mayas frente a mis propios ojos! Abuelita, estoy muy
feliz de quién soy, y quiero aprender más de esta
historia”.
Abuelita sonríe, y ellas, con el perro, ahora en su nuevo
hogar, caminan afuera al jardín para hablar y almorzar
otra exquisita comida de Abuelita.