Universidad de Santiago de ChileFacultad de HumanidadesDepartamento de Lingüística y LiteraturaAnálisis de Texto I
Las categorías del
relato literario
Integrantes: Belén Maldonado
Cindy Román
Joudy Salinas
Profesor: Dr. Jorge Brower
Ayudante: Camila Romero
Fecha: 21 de agosto de 2013
INTRODUCCION
En el siguiente informe se abordará la obra “Las categorías del relato literario” expuesta
por Tzvetan Todorov, teórico literario francés.
La obra expone la importancia de la conformación del relato, ya que cada factor que lo
compone será pieza clave para el sentido preciso del texto. Lo anterior afirma que cada
parte del discurso forma un conjunto específico, el cual al ser descompuesto revelará
cada elemento estructural del texto.
El discurso está compuesto por la descripción de las estructuras de un discurso literario,
como lo son: el sentido de la obra, las acciones, los modelos, personajes y relaciones,
narradores, el lenguaje utilizado y orden dispuesto de una creación literaria.
Además, esta obra de Tzvetan Todorov servirá como instrumento de análisis de distintos
textos, ya que permitirá exponer el orden estructural de cada obra. También, servirá como
base de diversas investigaciones y ayudará a solucionar los problemas de organización
de cada texto expuesto.
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Relato como historia
Tzvetan Todorov afirma que la historia está compuesta por varios hilos, los cuales a partir
de un momento determinado se entrelazan y conforman un “todo” significativo. También,
se debe comprender que la historia es una convención de la sociedad, debido a que
expone los hechos de forma clara y cercada a toda la población. Además, la historia es
una abstracción de la realidad porque siempre será percibida y contada por alguien en un
determinado momento, es decir, no existe por sí sola.
Por lo tanto, todo tipo de relato estará conformado por una lógica de acciones, las cuales
pueden ser repeticiones, gradaciones o paralelismo. En primer lugar, las repeticiones
serán una tendencia constante dentro de diversas obras, o sea son reiteraciones
presentes en el texto. Pueden ser en acciones, personajes o descripciones. Luego, las
gradaciones son la relación existente entre dos personajes, la cual permanece idéntica
por mucho tiempo durante la obra. Por último, el paralelismo es cuando una situación es
constituida por dos secuencias que tienen elementos iguales o diferentes, pero de forma
muy pronunciada. Por ejemplo, lo son los hilos de intriga o fórmulas verbales de una obra.
¿Cómo se constituye un relato?
Todorov plantea esta pregunta a lo largo de su obra con el fin de exponer dos tipos de
modelos estructurales para un discurso literario.
1.- Modelo tríadico: se encuentra formado por el encadenamiento o encaje de
microrelatos, los cuales están compuestos a su vez por tres historias diferentes.
Entonces, el relato sería compuesto por diversas combinaciones de microrelatos que son
hechos bajo situaciones esenciales de la realidad.
2.- Modelo Hológico: el relato presenta una proyección sintagmática de una red de
relaciones paradigmáticas, es decir, existe una dependencia entre ciertos miembros y se
trata de encontrarla en el resto de la historia.
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Personajes y relaciones:
Al contrario que Greimas, Todorov considera que el personaje no solo se define por las
relaciones que mantiene durante la obra con otros personajes, sino que es afectado por
variados factores presentes en la obra. Estos son por ejemplo:
1.- Predicados de base: son los que le dan la estructura general a la obra, pero son a su
vez temas o factores específicos que afectan a los personales. Por ejemplo, el amor, la
confidencia y la ayuda.
2.- Según regla de oposición: son acciones que van en contra de toda reacción esperada.
Por ejemplo, el amor perdido, revelar un secreto o impedir la ayuda.
3.- Reglas del pasivo: es el paso de la voz activa a la voz pasiva.
4.- Transformaciones personales: producida cuando hay muchas relaciones intervenidas y
mutadas entre personajes a lo largo de la obra.
5.- Reglas de acción: muestran nuevas relaciones entre agentes y predicados, las cuales
gobiernan la vida de toda la sociedad del discurso.
Relato como discurso
Este relato considera la palabra del narrador hacia el lector; para esto se plantean tres
tipos de clasificaciones:
I. El tiempo del relato
II. Los aspectos del relato
III. Los modos del relato
I. El tiempo del relato: se refiere a una problemática a causa de la diferencia entre el
tiempo de la historia y del discurso. El tiempo del discurso es un tiempo lineal, en
tanto que el tiempo de la historia es pluridimensional. En la historia varios
acontecimientos pueden desarrollarse al mismo tiempo, pero en el discurso deben
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ponerse obligatoriamente uno tras otro. Es así como la sucesión natural debe
romperse y sí ésta es usada con fines estéticos será llamada deformación natural.
1. La deformación natural: Los formalistas rusos veían a la deformación temporal
como la única diferencia entre el discurso y la historia. Vigotski en su libro
Psicología del arte (1926), compara al verso con la melodía, donde esta última es
una correlación dinámica de sonidos, al igual que el verso, dos palabras
al combinarse dan una nueva correlación que está definida por el
orden de los acontecimientos; porque no es lo mismo que yo escriba las
palabras a, b, que c, a, b ya que cambiaría su sentido.
Una de las principales características de la teoría formalista es que no importa la
naturaleza de los acontecimientos sólo la relación que mantienen. Por ejemplo:
una novela de misterio comienza por el fin para acabar en su comienzo; por otra
parte la novela de terror comienza por las amenazas para llegar al crimen.
2. Encadenamiento, alternancia, intercalación: Una de las formas más complejas
del relato literario es cuando ésta contiene varias historias.
Dichas historias pueden leerse de variadas maneras. El cuento popular y las
novelas cortas utilizan dos métodos: El encadenamiento y la intercalación. La
primera de estas consiste en yuxtaponer diferentes historias, una vez terminada la
primera comienza la segunda. Por ejemplo: tres hermanos viajan en busca de un
objeto; cada uno de los viajes proporciona la base a una de las historias. La
intercalación por su parte es la inclusión de dicha historia dentro de otra. Por
ejemplo, todos los cuentos de las Mil y una noches están intercalados en el cuento
de Sherezade. La alternancia consiste en contar dos historias simultáneamente,
interrumpiendo una y luego a otra para retomarla en la pausa siguiente. Así nos
demuestra que los géneros literarios han perdido todo nexo con la literatura oral,
ya que esta no admite alternancia.
3. Tiempo de la escritura, tiempo de la lectura: El tiempo de la escritura
(enunciación) se torna un elemento literario a partir del momento en que se lo
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introduce en la historia. Por ejemplo, en el caso de que el narrador nos hablase de
su propio relato o del tiempo que tiene para escribirlo. Un caso límite sería que el
tiempo de la enunciación es la única temporalidad presente, sin embargo, el autor
puede crear el tiempo de la lectura (percepción), el cual es un tiempo irreversible
que determina nuestra percepción del conjunto; pero también puede tornarse un
elemento literario sí el autor lo tiene en cuenta. Por ejemplo: al comienzo de la
página se dice que son las diez y en la página siguiente se dice que son las diez y
cinco.
II. Los aspectos del relato: tomando la acepción próxima a su sentido etimológico,
es decir, mirada. El aspecto refleja la relación entre el personaje y el narrador.
J. Pouillon ha propuesto una clasificación de los aspectos del relato, desde una
percepción interna donde se presentan tres tipos:
1. Narrador > Personaje (La visión “por detrás”):
El narrador sabe más que su personaje, no se explica cómo adquiere el
conocimiento, pero logra ver tanto a través de las paredes de la casa como la
mente de los personajes. Nos narra acontecimientos que no son percibidos por
ninguno de los personajes.
2. Narrador = Personaje (La visión “con”):
En este caso el narrador conoce tanto como los personajes, no puede ofrecernos
una explicación de los acontecimientos antes que los personajes la hayan
encontrado. Puede ser hecho en primera persona o en tercera persona, siempre y
cuando los acontecimientos estén narrados según la visión de un mismo
personaje.
3. Narrador < personaje (La visión desde “afuera”):
El narrador sabe menos que cualquier personaje, puede describir lo que se ve, lo
que oye, pero no tiene acceso a ninguna conciencia. Los relatos de este tipo son
mucho más extraños que los otros y el empleo de este se dio en el siglo XX. Por
ejemplo nos puede contar que un joven aplastó la colilla de un cigarro en un
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cenicero de cobre con dedos temblorosos; con esta descripción no podemos saber
si el está contento, o que piensa hacer con ese gesto. El narrador es un simple
testigo.
● Varios aspectos en un mismo acontecimiento: en el segundo tipo donde el
narrador puede pasar de un personaje (narrador = personaje) a otro. Se puede
observar la pluralidad de percepciones que se utilizaban en las novelas epistolares
del siglo XVIII, las cuales consisten en contar la misma historia varias veces, pero
vista por distintos personajes.
● El ser y el parecer: el aspecto del relato que depende del ser se aproxima a una
visión “por detrás” (Caso narrador > personaje). Aunque el relato sea narrado por
personajes, algunos de ellos pueden, como el autor, revelarnos lo que los otros
piensan o sienten.
● Evolución de los aspectos del relato: el valor de los aspectos del relato se ha
modificado rápidamente, por ejemplo el presentar la historia a través de las
proyecciones de la conciencia será utilizado durante el siglo XX. En el siglo de las
luces se exige que se diga la verdad, y en la novela posterior se darán varias
versiones sin pretender que una sea la verdadera.
III. Los modos del relato: es la forma en que el narrador nos expone la historia, nos
la presenta. Existen dos modos principales: la representación y la narración. Estos
corresponden a un nivel más concreto que ya hemos visto: el discurso y la historia.
La historia es una pura narración y el autor es un simple testigo que narra los
hechos. En cambio en el discurso la historia no es narrada, sino que desarrollada
ante nuestros ojos.
1. Palabras de los personajes, palabras del narrador: la palabra de los personajes
se refiere a la realidad designada, pero representa un acto; el acto de articular
una frase. Por ejemplo: Si un personaje dice: “Es usted muy linda” no significa solo
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que a la persona que se dirige sea linda o no, sino que articula una frase, hace un
cumplido. Las palabras del narrador son algo más profundo, por ejemplo la
reflexión general, no nos informan una realidad exterior al discurso, sino que nos
informan de la imagen del narrador.
2. Objetividad y subjetividad del lenguaje: Toda palabra es, a la vez, un enunciado
y una enunciación. El enunciado se refiere al sujeto de la enunciación y es
objetiva; la enunciación se refiere al sujeto de la enunciación y es subjetivo. Toda
frase presenta uno de estos dos aspectos. Por ejemplo: “José salió de su casa a
las cinco de la tarde el 13 de enero”, tiene un carácter esencialmente objetivo; por
otro lado “¡Usted es un imbécil!” esta concierne exclusivamente al sujeto de la
enunciación, lo cual depende del contexto global del enunciado.
3. Aspectos y modos: estas categorías entran en relaciones muy estrechas y
tienden a confundirse, ya que se refieren al narrador. Así Henry James y luego de
el Percy Lubbock, distinguieron dos estilos principales en el relato: el estilo
escénico, la visión “con” (narrador = personaje) y el panorámico la visión “por
detrás” (narrador > personaje). Esta confusión aparece más peligrosamente si
recordamos que detrás de cada una de estas está el narrador, imagen que es
tomada a veces por el autor; ahora abordamos otra cuestión importante: la imagen
del narrador.
4. Imagen del narrador e imagen del lector: El narrador es el sujeto de una
enunciación que representa un libro. Todo nos conduce a este sujeto, es él quien
dispone ciertas descripciones antes que otras y quien nos hace ver la acción por
los ojos de tal o cual personaje. Pero esta imagen no se deja ver, se oculta con
máscaras yendo desde la de un autor de carne y hueso a la de un personaje. Sin
embargo, hay un lugar donde se cree alcanzarlo, llamado nivel apreciativo, la cual
no forma parte de nuestra experiencia personal y es inherente al libro. Hay dos
características morales una que es dada en el libro y otra que los lectores la dan
dependiendo de la época o la personalidad del lector.
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Por otra parte, la imagen del lector acompaña a la imagen del narrador desde que
comienza a leer la obra. Esta es imaginaria, no es concreta como la del narrador;
con esta dependencia se demuestra la ley semiológica general de un yo y un tú, el
emisor y el receptor.
La infracción al orden
Todos los aspectos y conceptos mencionados hasta este punto, tienen como finalidad el
fijar ciertas pautas que ordenen el relato; la narración, como hemos visto, posee un
carácter lineal, a pesar de su pluridimensionalidad. Sin embargo, hay un elemento que no
puede ser determinado por ningún tipo de orden, es decir, que rompe con la convención
establecida a lo largo de la narración. Este elemento es el desenlace.
El desenlace o momento cúlmine de la narración, no está definido ni regido por ningún
tipo de regla, sino que, al contrario, aleja al lector del orden y la lógica instaurados en el
relato. Esta verdadera transgresión al método establecido tiene como única finalidad el
despertar la intriga del lector, transformándolo en un elemento activo dentro de la obra.
Tal como señalamos en los puntos anteriores a este, Tzvetan Todorov postulaba la
división de la obra literaria en dos aspectos: la historia y el discurso. Asimismo, la
infracción al orden de la narración también está segregada en historia y discurso:
Primeramente, cuando hablamos de la infracción en la historia nos referimos a cuando
lo narrado escapa de los parámetros lógicos de la narración; esto, generalmente, es
nombrado como un ‘’vuelco inesperado en la historia’’. A su vez, cuando hablamos de la
infracción en el discurso nos referimos a cuando la forma de lo narrado, es decir, el
modo en que se relata la obra, varía de los cánones comunes determinados. Ejemplos de
esto es la suspensión del relato, la entrega parcelada de los acontecimientos ocurridos en
la obra o el desorden en la manera de narrar los hechos (flashback, racconto, prolepsis,
entre otras).
La importancia de la infracción del orden del relato, como dijimos anteriormente, está
dada por la posibilidad que le otorga al lector de ser parte activa y determinante del texto.
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De hecho, tal es la relevancia de la infracción del orden, que toda la obra está diseñada
para ser transgredida, de modo que, así, los lectores se adentren en el relato y sean entes
determinantes en él. Si no existiera este desorden planificado dentro del relato, el lector
encontraría ya todo establecido y, por ende, no tendría opción a intervenir en él.
Hasta aquí, al referirnos a la infracción al orden, solamente nos hemos enfocado en la
transgresión de la convención establecida en el relato. Sin embargo, también existe otro
tipo de infracción al orden: la infracción contextual. Por consiguiente, diremos que la
infracción se puede dividir, a su vez, en dos aspectos: la infracción narrativa y la
infracción contextual. Y como ya hablamos de la infracción narrativa, nos centraremos
en la explicación de la infracción contextual.
El contexto es muy importante para comprender y organizar los relatos, pues éste, de una
u otra manera, determina los hechos narrados en la obra. Es por eso que cuando
hablamos de la infracción al orden, debemos fijarnos en los aspectos narrativos y
contextuales, ya que éstos son directamente proporcionales entre sí. Esto quiere decir lo
siguiente: Si nos presentan una historia, independiente de las temáticas abordadas,
podemos aseverar que ésta está determinada por las convenciones de la época. Es por
eso que cuando hablamos de una infracción en el orden narrativo, también hablamos de
una transgresión en el orden contextual, puesto que al alejarnos de la lógica común, en
cualquiera de los dos aspectos, ‘’arrastramos’’, de igual modo, al otro a alejarse.
No obstante, y a pesar de lo mencionado anteriormente, también puede darse el siguiente
caso: La infracción como criterio tipológico. Con esto nos referimos a que un relato
puede responder durante todo su desarrollo a la lógica o convenciones contextuales, sin
embargo, y sorpresivamente, en el desenlace puede prevalecer una nueva forma de
percepción de la realidad, donde lo narrativo se imponga por sobre lo contextual. En otras
palabras, se transgrede el orden existente fuera de la obra y se torna predominante el
orden propio de la obra.
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CONCLUSION
Dentro del presente informe se estudio el texto de Tzvetan Todorov, “las categorías del
relato literario”. Esta obra presenta los factores estructurales que conforman la mayoría de
los discursos literarios, permitiendo conocer los elementos principales que afectan la obra
en sí. Además, es posible reconocer en diversos textos dichas estructuras como un
componente general e importante de composición de uno o varios relatos literarios. No se
debe olvidar que cada factor o elemento forman un “todo” y no son formas independientes
dentro del relato, o sea están todas relacionadas entre sí.
También, gracias a esta obra es posible definir dentro de una obra factores como, el
sentido, las acciones, los modelos, personajes y relaciones, narradores, el lenguaje y
orden que se le da a cada composición literaria. Por lo tanto, sin la presencia de alguno
de estos elementos la obra se encontraría vacía o en carencia de una significación única
como parte de una composición característica.
Por otra parte, no se debe olvidar que por medio de esta obra es posible analizar distintos
textos con el fin de llegar a su nivel estructural más profundo. Además, de esta manera se
conocerá la real intención que le dio su compositor a la obra. También, a través de este
análisis es posible entrelazar con facilidad los hilos que componen la historia o trama que
es dada por el autor, como los sentidos específicos o la lógica precisa de cada acción que
se realiza durante el transcurso del texto. No obstante, se conocerá de forma inmediata el
por qué de las relaciones entre personajes, los narradores presentes o los modelos más
comunes entre distintas obras literarias. Por último, no se debe olvidar que cada obra
posee una significación especifica y que será relevante para una sociedad o grupo de
personas, debido a que tendrá como característica principal la convención entre
sociedades o culturas existentes.
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“La Cenicienta”, Charles Perrault
INTRODUCCION
“La Cenicienta” presenta a lo largo de sus extensiones diversas temáticas significativas.
Por lo tanto, la hipótesis plateada alude a “La reivindicación del pueblo”, ya que
Cenicienta puede ascender desde una perspectiva moral, racional, en clase social y a
nivel cultural. Este personaje representa las necesidades y ansias del estrato social bajo
por salir de lo acostumbrado y optar a más. Además, representa de manera completa a la
población de escasos recursos, debido a que a punta de esfuerzo, trabajo y perseverancia
ella consigue ser alguien mejor; dejando atrás los obstáculos que le ponen en frente
También, desde un punto de vista valórico Cenicienta es la precursora de las buenas
conductas y de lo que se espera de una mujer. Para el final del relato, se encontrará el
desenlace y esta ruptura abrupta de los estándares y se concretará positivamente dicha
reivindicación social.
DESARROLLO
“La Cenicienta” presenta un modelo hológico, ya que hay una clara dependencia entre
algunos personajes del relato; como la relación existente entre las hermanas y Cenicienta.
Las hermanas hacen que Cenicienta sea inferior en todos los aspectos y le hacen la vida
imposible, pero una vez que el cuento termina se invierte la dependencia y son ellas
quienes tienen un nexo con esta bella mujer; la cual las lleva a vivir al palacio y les da una
oportunidad casándolas con unos respetados príncipes. Además, tal como Todorov
afirma, existen variables que le otorgan un sentido determinado al relato; como las
repeticiones. Dentro de “La Cenicienta” se puede encontrar palabras clave, las cuales son
simbólicas en el relato. Estas son: “dulzura”, “bondad”, “bella”, “fino”, “hermosa”, “malas”,
“despiadadas” y “crueles”. Estos adjetivos calificativos resaltan las características de los
personajes y a su vez le dan la significación determinada a cada individuo creado por el
autor. Además, las reglas de acción, nuevas relaciones, que hay dentro de “La
Cenicienta” se demuestran cuando se crea el intenso lazo que se crea entre la hermosa
Cenicienta y el joven príncipe, el cual queda eternamente enamorado de ella en el baile.
Otra de las relaciones que se instaura es entre las hijas y Cenicienta posterior al
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matrimonio de sus padres, la cual se identifica por ser una relación muy intensa y
humillante. Por otra parte, existe la distinción que hace Todorov acerca de los personajes
y sus relaciones; donde se destacan los predicados de base que serán los temas dentro
del cuento. En “La Cenicienta” destacan temas como:
1.- La bondad: se realza por la constante actitud humilde que mantiene Cenicienta
durante el relato. Además, su personaje no tiene cambios en su actuar ni mucho menos
en su personalidad evolutiva.
2.- El amor: este tópico nace como eje central del discurso literario, ya que le da la fuerza
y significación única a la obra. Llega a su clímax cuando se rencuentra con el amor de su
vida porque él salva su zapato; perdido en el baile cuando ellos se enamoraron.
Por otro lado, el encadenamiento presente en la obra se ve de la siguiente manera:
“Había una vez un gentilhombre que se casó en segundas nupcias con una mujer, la más altanera y orgullosa que jamás se haya visto. Tenía dos hijas por el estilo y que se le parecían en todo.El marido, por su lado, tenía una hija, pero de una dulzura y bondad sin par; lo había heredado de su madre que era la mejor persona del mundo”. (Perrault, 1697, p.1 versión impresa)
Se distingue claramente como las historias se yuxtaponen, como empieza una contando que se casan, luego hablan de la familia de la mujer y luego de la del hombre.
“Sucedió que el hijo del rey dio un baile al que invitó a todas las personas distinguidas...”(Perrault, 1697, p.2 versión impresa)
“Finalmente, llegó el día feliz; partieron y Cenicienta las siguió con los ojos y cuando las perdió de vista se puso a llorar. Su madrina, que la vio anegada en lágrimas, le preguntó qué le pasaba”. (Perrault, 1697, p.3 versión impresa)
Las historias al igual que los eslabones de una cadena se van enlazando, y van dando vida y sentido al relato.
Más ejemplos:
“Su madrina no hizo más que tocarla con su varita, y al momento sus ropas se cambiaron en magníficos vestidos de paño de oro y plata, todos recamados con pedrerías; luego le
12dio un par de zapatillas de cristal, las más preciosas del mundo”. (Perrault, 1697, p. 5
versión impresa).
“El hijo del rey, a quien le avisaron que acababa de llegar una gran princesa que nadie conocía, corrió a recibirla; le dio la mano al bajar del carruaje y la llevó al salón donde estaban los comensales. Entonces se hizo un gran silencio: el baile cesó y los violines dejaron de tocar, tan absortos estaban todos contemplando la gran belleza de esta desconocida. Sólo se oía un confuso rumor:-¡Ah, qué hermosa es!” (Perrault, 1697, p. 5 versión impresa)
“Apenas hubo llegado, fue a buscar a su madrina y después de darle las gracias, le dijo que desearía mucho ir al baile al día siguiente porque el príncipe se lo había pedido”. (Perrault, 1697, p. 6 versión impresa).
Cada párrafo está configurado para que la historia sea como unos hilos que se unen.
Continuemos con los últimos ejemplos:
“Estaba muy enamorado de la bella personita dueña de la zapatilla. Y era verdad, pues a los pocos días el hijo del rey hizo proclamar al son de trompetas que se casaría con la persona cuyo pie se ajustara a la zapatilla.Empezaron probándola a las princesas, en seguida a las duquesas, y a toda la corte, pero inútilmente. La llevaron donde las dos hermanas, las que hicieron todo lo posible para que su pie cupiera en la zapatilla, pero no pudieron. Cenicienta, que las estaba mirando, y que reconoció su zapatilla, dijo riendo:-¿Puedo probar si a mí me calza?” (Perrault, 1697, p. 7 versión impresa)
“Grande fue el asombro de las dos hermanas, pero más grande aún cuando Cenicienta sacó de su bolsillo la otra zapatilla y se la puso. En esto llegó la madrina que, habiendo tocado con su varita los vestidos de Cenicienta, los volvió más deslumbrantes aún que los anteriores”. (Perrault, 1697, p.7 versión impresa).
Es así como el relato utiliza la técnica del encadenamiento, al presentarlo de tal manera que como lo dice su nombre se asimila a una cadena.
Está presente en este relato la diferencia entre el tiempo de la escritura y el tiempo de la lectura.
Por ejemplo:
13“Charlando así estaban, cuando Cenicienta oyó dar las once y tres cuarto” (Perrault, 1697, p. 6 versión impresa)
“El hijo del rey estuvo constantemente a su lado y diciéndole cosas agradables; nada aburrida estaba la joven damisela y olvidó la recomendación de su madrina; de modo que oyó tocar la primera campanada de medianoche cuando creía que no eran ni las once”. (Perrault, 1697, p. 7 versión impresa).
Aquí vemos cómo el narrador nos obliga a seguir su temporalidad pero un tiempo de lectura no de escritura, ya que el no nos dice que la escribió a una hora x sino que lo que está sucediendo es en una hora determinada.
En los aspectos del relato nos encontramos con un narrador con la visión “por detrás” donde este conoce más que el o los personajes:
“Tan contentas estaban que pasaron cerca de dos días sin comer. Más de doce cordones rompieron a fuerza de apretarlos para que el talle se les viera más fino, y se lo pasaban delante del espejo”. (Perrault, 1696, p. 3 versión impresa)
Ninguna personaje estaba espiando lo que ellas hacían por lo tanto nos queda claro que el narrador tiene un gran conocimiento acerca del espacio físico y psicológico de los personajes.
“Finalmente, llegó el día feliz; partieron y Cenicienta las siguió con los ojos y cuando las perdió de vista se puso a llorar. (Perrault, 1696, p. 5 versión impresa)Cenicienta llegó a casa sofocada, sin carroza, sin lacayos, con sus viejos vestidos, pues no le había quedado de toda su magnificencia sino una de sus zapatillas, igual a la que se le había caído”. (Perrault, 1696, p.6 versión impresa)
Estas citas nos demuestran el conocimiento del narrador que es en tercera persona pero sabe todo.
Por último, Tzvetan Todorov, en el tercer punto de su teoría, referido a la infracción al
orden del relato, señala cómo el final de un relato siempre provoca un quiebre dentro de
éste, es decir, cómo transgrede las convenciones establecidas hasta ese momento. Y
esta infracción al orden de la obra literaria es posible dividirla en dos aspectos, los cuales
utilizaremos para el análisis del cuento ‘’La Cenicienta’’: la infracción narrativa y la
infracción contextual.
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Al hablar de la infracción narrativa, es necesario que regresemos a la división postulada
por Todorov dentro de la obra. Esta división es la existente entre historia y discurso, es
decir, entre lo que se narra y la forma en que se narra. En ‘’La Cenicienta’’,
específicamente, analizaremos la infracción dentro de la historia.
En ‘’La Cenicienta’’, es posible hallar una infracción narrativa – histórica, pues el final de la
obra transgrede las convenciones determinadas durante todo el relato. Esta infracción la
podemos notar en la siguiente comparación: La Cenicienta, durante todo el transcurso del
relato, estuvo relegado al papel de una simple empleada, sujeta a las órdenes y mandatos
de su madrasta y hermanastras. Esto lo podemos apreciar en el siguiente pasaje del
cuento:
‘’(La madrastra) la obligó a las más viles tareas de la casa: ella era la que
fregaba los pisos y la vajilla, la que limpiaba los cuartos de la señora y de
las señoritas, sus hijas’’ (Perrault, 1697, p.1)
Sin embargo, una vez que Cenicienta asiste al gran evento organizado por la realeza,
donde, gracias a la ayuda de su hada madrina, deslumbra con su belleza y enamora al
príncipe, deja su papel secundario dentro de la obra y se sitúa en un rol principal dentro
de ésta. Este cambio lo podemos notar en el siguiente pasaje:
‘’Estaban todos contemplando la gran belleza de esta desconocida. Sólo se
oía un confuso rumor:
-¡Ah, qué hermosa es!
El mismo rey, siendo viejo, no dejaba de mirarla y de decir por lo bajo a la
reina, que desde hacía mucho tiempo no veía una persona tan bella y
graciosa. Todas las damas observaban con atención su peinado y sus
vestidos’’ (Perrault, 1697, p. 3)
A su vez, esta tipo de infracción también es posible hallarla en la siguiente situación: Al
comienzo de la historia, el trato entregado a Cenicienta por parte de sus hermanastras era
deplorable; sus hermanastras, día a día, la humillaban y se burlaban de ella. Esto queda
reflejado en las siguientes citas:
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‘’-Cenicienta, ¿te gustaría ir al baile?
-Ay, señoritas, os estáis burlando, eso no es cosa para mí.
-Tienes razón, se reirían bastante si vieran a un Culocenizón entrar al
baile’’ (Perrault, 1697, p. 2)
‘’ Cenicienta sonrió y les dijo:
-¿Era entonces muy hermosa? Dios mío, felices vosotras, ¿no podría verla
yo? Ay, señorita Javotte, prestadme el vestido amarillo que usáis todos los
días.
-Verdaderamente -dijo la señorita Javotte-, ¡no faltaba más! Prestarle mi
vestido a tan feo Culocenizón... tendría que estar loca’’ (Perrault, 1697, p.
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No obstante, y sin saber que la bella dama que deslumbró en el baile real era Cenicienta,
las hermanastras cambian radicalmente su trato hacia ella. A su vez, una vez que
supieron que la hermosa joven que había enamorado al príncipe era, en realidad, su
hermanastra, Cenicienta, ellas se mostraron arrepentidas por todo el daño que le habían
hecho y rogaron porque ella las perdonara. Esto queda demostrado en las siguientes
citas:
-¡Cómo habéis tardado en volver! -les dijo (Cenicienta) bostezando,
frotándose los ojos y estirándose como si acabara de despertar; sin
embargo, no había tenido ganas de dormir desde que se separaron.
-Si hubieras ido al baile -le dijo una de las hermanas-, no te habrías
aburrido; asistió la más bella princesa, la más bella que jamás se ha visto’’
(Perrault, 1697, p. 4)
‘’Entonces las dos hermanas la reconocieron como la persona que habían
visto en el baile. Se arrojaron a sus pies para pedirle perdón por todos los
malos tratos que le habían infligido. Cenicienta las hizo levantarse y les
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Llamó abrazándolas, que las perdonaba de todo corazón y les rogó que
siempre la quisieran’’ (Perrault, 1697, p.5)
Toda obra literaria, sin duda, responde a ciertas convenciones establecidas por la época,
es decir, todo relato está determinado por su contexto. Es por este motivo que el
desenlace no tan solo rompe con los esquemas de la obra, sino que también con los
parámetros contextuales. A esta transgresión la llamaremos infracción contextual.
‘’La Cenicienta’’, obra de Charles Perrault, está subyugada a la época y el lugar en que
fue escrita, es decir, está determinada por la sociedad francesa del siglo XVI, la cual
estaba caracterizada por estar bajo el poder de una monarquía absoluta, que hacía caso
omiso a las peticiones populares. Es por eso que en ‘’La Cenicienta’’ podemos hallar un
infracción contextual, pues la rebelión a los mandatos de la madrastra por parte de
Cenicienta, eran realmente algo sorprendente, más aún si hacemos la analogía entre la
madrastra con la monarquía y la Cenicienta con los estratos populares del país; lo más
lógico, según el contexto, hubiera sido que la Cenicienta hubiera olvidado la idea de asistir
al gran evento real. Asimismo, también constituye una transgresión la actitud del príncipe
ante esta joven de origen humilde, pues, tal como mencionamos anteriormente, lo más
normal o convencional hubiera sido que éste, al saber su verdadera procedencia, la
rechazara y humillara, tal como lo hacía la monarquía con el pueblo.
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CONCLUSION
Dentro del presente informe se estudio el texto de Tzvetan Todorov, “las categorías del
relato literario”. Esta obra presenta los factores estructurales que conforman la mayoría de
los discursos literarios, permitiendo conocer los elementos principales que afectan la obra
en sí. Además, es posible reconocer en diversos textos dichas estructuras como un
componente general e importante de composición de uno o varios relatos literarios. No se
debe olvidar que cada factor o elemento forman un “todo” y no son formas independientes
dentro del relato, o sea están todas relacionadas entre sí.
También, gracias a esta obra es posible definir dentro de una obra factores como, el
sentido, las acciones, los modelos, personajes y relaciones, narradores, el lenguaje y
orden que se le da a cada composición literaria. Por lo tanto, sin la presencia de alguno
de estos elementos la obra se encontraría vacía o en carencia de una significación única
como parte de una composición característica.
Por otra parte, no se debe olvidar que por medio de esta obra es posible analizar distintos
textos con el fin de llegar a su nivel estructural más profundo. Además, de esta manera se
conocerá la real intención que le dio su compositor a la obra. También, a través de este
análisis es posible entrelazar con facilidad los hilos que componen la historia o trama que
es dada por el autor, como los sentidos específicos o la lógica precisa de cada acción que
se realiza durante el transcurso del texto. No obstante, se conocerá de forma inmediata el
por qué de las relaciones entre personajes, los narradores presentes o los modelos más
comunes entre distintas obras literarias. Por último, no se debe olvidar que cada obra
posee una significación especifica y que será relevante para una sociedad o grupo de
personas, debido a que tendrá como característica principal la convención entre
sociedades o culturas existentes.
18
La Cenicienta, Charles Perrault
Había una vez un gentilhombre que se casó en segundas nupcias con una mujer, la más altanera y orgullosa que jamás se haya visto. Tenía dos hijas por el estilo y que se le parecían en todo.
El marido, por su lado, tenía una hija, pero de una dulzura y bondad sin par; lo había heredado de su madre que era la mejor persona del mundo.
Junto con realizarse la boda, la madrasta dio libre curso a su mal carácter; no pudo soportar las cualidades de la joven, que hacían aparecer todavía más odiables a sus hijas. La obligó a las más viles tareas de la casa: ella era la que fregaba los pisos y la vajilla, la que limpiaba los cuartos de la señora y de las señoritas sus hijas; dormía en lo más alto de la casa, en una buhardilla, sobre una mísera pallasa, mientras sus hermanas ocupaban habitaciones con parquet, donde tenían camas a la última moda y espejos en que podían mirarse de cuerpo entero.
La pobre muchacha aguantaba todo con paciencia, y no se atrevía a quejarse ante su padre, de miedo que le reprendiera pues su mujer lo dominaba por completo. Cuando terminaba sus quehaceres, se instalaba en el rincón de la chimenea, sentándose sobre las cenizas, lo que le había merecido el apodo de Culocenizón. La menor, que no era tan mala como la mayor, la llamaba Cenicienta; sin embargo Cenicienta, con sus míseras ropas, no dejaba de ser cien veces más hermosa que sus hermanas que andaban tan ricamente vestidas.
Sucedió que el hijo del rey dio un baile al que invitó a todas las personas distinguidas; nuestras dos señoritas también fueron invitadas, pues tenían mucho nombre en la comarca. Helas aquí muy satisfechas y preocupadas de elegir los trajes y peinados que mejor les sentaran; nuevo trabajo para Cenicienta pues era ella quien planchaba la ropa de sus hermanas y plisaba los adornos de sus vestidos. No se hablaba más que de la forma en que irían trajeadas.
-Yo, dijo la mayor, me pondré mi vestido de terciopelo rojo y mis adornos de Inglaterra.
-Yo, dijo la menor, iré con mi falda sencilla; pero en cambio, me pondré mi abrigo con flores de oro y mi prendedor de brillantes, que no pasarán desapercibidos.
Manos expertas se encargaron de armar los peinados de dos pisos y se compraron lunares postizos. Llamaron a Cenicienta para pedirle su opinión, pues tenía buen gusto. Cenicienta las aconsejó lo mejor posible, y se ofreció incluso para arreglarles el peinado, lo que aceptaron. Mientras las peinaba, ellas le decían:
-Cenicienta, ¿te gustaría ir al baile?
-Ay, señoritas, os estáis burlando, eso no es cosa para mí.
-Tienes razón, se reirían bastante si vieran a un Culocenizón entrar al baile.
Otra que Cenicienta les habría arreglado mal los cabellos, pero ella era buena y las peinó con toda perfección.
Tan contentas estaban que pasaron cerca de dos días sin comer. Más de doce cordones rompieron a fuerza de apretarlos para que el talle se les viera más fino, y se lo pasaban delante del espejo.
Finalmente, llegó el día feliz; partieron y Cenicienta las siguió con los ojos y cuando las perdió de vista se puso a llorar. Su madrina, que la vio anegada en lágrimas, le preguntó qué le pasaba.
-Me gustaría... me gustaría...
Lloraba tanto que no pudo terminar. Su madrina, que era un hada, le dijo:
-¿Te gustaría ir al baile, no es cierto?
-¡Ay, sí!, -dijo Cenicienta suspirando.
-¡Bueno, te portarás bien!, -dijo su madrina-, yo te haré ir.
La llevó a su cuarto y le dijo:
-Ve al jardín y tráeme un zapallo.
Cenicienta fue en el acto a coger el mejor que encontró y lo llevó a su madrina, sin poder adivinar cómo este zapallo podría hacerla ir al baile. Su madrina lo vació y dejándole solamente la cáscara, lo tocó con su varita mágica e instantáneamente el zapallo se convirtió en un bello carruaje todo dorado.
En seguida miró dentro de la ratonera donde encontró seis ratas vivas. Le dijo a Cenicienta que levantara un poco la puerta de la trampa, y a cada rata que salía le daba un golpe con la varita, y la rata quedaba automáticamente transformada en un brioso caballo; lo que hizo un tiro de seis caballos de un hermoso color gris ratón. Como no encontraba con qué hacer un cochero:
-Voy a ver -dijo Cenicienta-, si hay algún ratón en la trampa, para hacer un cochero.
-Tienes razón, -dijo su madrina-, anda a ver.
Cenicienta le llevó la trampa donde había tres ratones gordos. El hada eligió uno por su imponente barba, y habiéndolo tocado quedó convertido en un cochero gordo con un precioso bigote. En seguida, ella le dijo:
-Baja al jardín, encontrarás seis lagartos detrás de la regadera; tráemelos.
Tan pronto los trajo, la madrina los trocó en seis lacayos que se subieron en seguida a la parte posterior del carruaje, con sus trajes galoneados, sujetándose a él como si en su vida hubieran hecho otra cosa. El hada dijo entonces a Cenicienta:
-Bueno, aquí tienes para ir al baile, ¿no estás bien aperada?
-Es cierto, pero, ¿podré ir así, con estos vestidos tan feos?
Su madrina no hizo más que tocarla con su varita, y al momento sus ropas se cambiaron en magníficos vestidos de paño de oro y plata, todos recamados con pedrerías; luego le dio un par de zapatillas de cristal, las más preciosas del mundo.
Una vez ataviada de este modo, Cenicienta subió al carruaje; pero su madrina le recomendó sobre todo que regresara antes de la medianoche, advirtiéndole que si se quedaba en el baile un minuto más, su carroza volvería a convertirse en zapallo, sus caballos en ratas, sus lacayos en lagartos, y que sus viejos vestidos recuperarían su forma primitiva. Ella prometió a su madrina que saldría del baile antes de la medianoche. Partió, loca de felicidad.
El hijo del rey, a quien le avisaron que acababa de llegar una gran princesa que nadie conocía, corrió a recibirla; le dio la mano al bajar del carruaje y la llevó al salón donde estaban los comensales. Entonces se hizo un gran silencio: el baile cesó y los violines dejaron de tocar, tan absortos estaban todos contemplando la gran belleza de esta desconocida. Sólo se oía un confuso rumor:
-¡Ah, qué hermosa es!
El mismo rey, siendo viejo, no dejaba de mirarla y de decir por lo bajo a la reina que desde hacía mucho tiempo no veía una persona tan bella y graciosa. Todas las damas observaban con atención su peinado y sus vestidos, para tener al día siguiente otros semejantes, siempre que existieran telas igualmente bellas y manos tan diestras para confeccionarlos. El hijo del rey la colocó en el sitio de honor y en seguida la condujo al salón para bailar con ella. Bailó con tanta gracia que fue un motivo más de admiración.
Trajeron exquisitos manjares que el príncipe no probó, ocupado como estaba en observarla. Ella fue a sentarse al lado de sus hermanas y les hizo mil atenciones; compartió con ellas los limones y naranjas que el príncipe le había obsequiado, lo que las sorprendió mucho, pues no la conocían. Charlando así estaban, cuando Cenicienta oyó dar las once y tres cuartos; hizo al momento una gran reverenda a los asistentes y se fue a toda prisa.
Apenas hubo llegado, fue a buscar a su madrina y después de darle las gracias, le dijo que desearía mucho ir al baile al día siguiente porque el príncipe se lo había pedido. Cuando le estaba contando a su madrina todo lo que había sucedido en el baile, las dos hermanas golpearon a su puerta; Cenicienta fue a abrir.
-¡Cómo habéis tardado en volver! -les dijo bostezando, frotándose los ojos y estirándose como si acabara de despertar; sin embargo no había tenido ganas de dormir desde que se separaron.
-Si hubieras ido al baile -le dijo una de las hermanas-, no te habrías aburrido; asistió la más bella princesa, la más bella que jamás se ha visto; nos hizo mil atenciones, nos dio naranjas y limones.
Cenicienta estaba radiante de alegría. Les preguntó el nombre de esta princesa; pero contestaron que nadie la conocía, que el hijo del rey no se conformaba y que daría todo en el mundo por saber quién era. Cenicienta sonrió y les dijo:
-¿Era entonces muy hermosa? Dios mío, felices vosotras, ¿no podría verla yo? Ay, señorita Javotte, prestadme el vestido amarillo que usáis todos los días.
-Verdaderamente -dijo la señorita Javotte-, ¡no faltaba más! Prestarle mi vestido a tan feo Culocenizón... tendría que estar loca.
Cenicienta esperaba esta negativa, y se alegró, pues se habría sentido bastante confundida si su hermana hubiese querido prestarle el vestido.
Al día siguiente las dos hermanas fueron al baile, y Cenicienta también, pero aún más ricamente ataviada que la primera vez. El hijo del rey estuvo constantemente a su lado y diciéndole cosas agradables; nada aburrida estaba la joven damisela y olvidó la recomendación de su madrina; de modo que oyó tocar la primera campanada de medianoche cuando creía que no eran ni las once. Se levantó y salió corriendo, ligera como una gacela. El príncipe la siguió, pero no pudo alcanzarla; ella había dejado caer una de sus zapatillas de cristal que el príncipe recogió con todo cuidado.
Cenicienta llegó a casa sofocada, sin carroza, sin lacayos, con sus viejos vestidos, pues no le había quedado de toda su magnificencia sino una de sus zapatillas, igual a la que se le había caído.
Preguntaron a los porteros del palacio si habían visto salir a una princesa; dijeron que no habían visto salir a nadie, salvo una muchacha muy mal vestida que tenía más aspecto de aldeana que de señorita.
Cuando sus dos hermanas regresaron del baile, Cenicienta les preguntó si esta vez también se habían divertido y si había ido la hermosa dama. Dijeron que sí, pero que había salido escapada al dar las doce, y tan rápidamente que había dejado caer una de sus zapatillas de cristal, la más bonita del mundo; que el hijo del rey la había recogido dedicándose a contemplarla durante todo el resto del baile, y que sin duda estaba muy enamorado de la bella personita dueña de la zapatilla. Y era verdad, pues a los pocos días el hijo del rey hizo proclamar al son de trompetas que se casaría con la persona cuyo pie se ajustara a la zapatilla.
Empezaron probándola a las princesas, en seguida a las duquesas, y a toda la corte, pero inútilmente. La llevaron donde las dos hermanas, las que hicieron todo lo posible para que su pie cupiera en la zapatilla, pero no pudieron. Cenicienta, que las estaba mirando, y que reconoció su zapatilla, dijo riendo:
-¿Puedo probar si a mí me calza?
Sus hermanas se pusieron a reír y a burlarse de ella. El gentilhombre que probaba la zapatilla, habiendo mirado atentamente a Cenicienta y encontrándola muy linda, dijo que era lo justo, y que él tenía orden de probarla a todas las jóvenes. Hizo sentarse a Cenicienta y acercando la zapatilla a su piececito, vio que encajaba sin esfuerzo y que era hecha a su medida.
Grande fue el asombro de las dos hermanas, pero más grande aún cuando Cenicienta sacó de su bolsillo la otra zapatilla y se la puso. En esto llegó la madrina que, habiendo tocado con su varita los vestidos de Cenicienta, los volvió más deslumbrantes aún que los anteriores.
Entonces las dos hermanas la reconocieron como la persona que habían visto en el baile. Se arrojaron a sus pies para pedirle perdón por todos los malos tratos que le habían infligido. Cenicienta las hizo levantarse y les dijo, abrazándolas, que las perdonaba de todo corazón y les rogó que siempre la quisieran.
Fue conducida ante el joven príncipe, vestida como estaba. Él la encontró más bella que nunca, y pocos días después se casaron. Cenicienta, que era tan buena como hermosa, hizo llevar a sus hermanas a morar en el palacio y las casó en seguida con dos grandes señores de la corte.
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