UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRIDDEPARTAMENTO DE ESTRUCTURA SOCIAL
SOCIOLOGIA (111)
Tesis doctoral realizada por: Margarita Barallano CidDirigida por: Dr. Salustiano del Campo Urbano
LOS FUNDAMENTOS DE LA TEORA SOCIAL DETHORSTEIN 6. VEBLEN: LA REVUELTA CONTRA ELHOMO OECONOMICUS DE LA ECONOMA RECIBIDA~.
LOS FUNDAMENTOS DE LA TEORA SOCIAL DE THORSTEIN 6
.
VEBLEN: LA REVUELTA CONTRA EL HOMO QECONOMICUS DELA ECONOMA RECIBIDA
.
PRIMERA PARTE
.
1.- PRIMER CAPITULO INTRODUCTORIO. 1
1 .1 .- El papel de la cuestin de la naturalezahumana en la teora social de Thorstein6. Veben. 1
1 .2.- El contexto intelectual de la preocupacinvebeniana por la naturaleza humana. 5
A>.- La cuestin de la naturaleza humanay el turning point del pensamientosocial occidental. 5
6).- La reorientacin de las consideracionessobre la naturaleza humana en elpensamiento europeo. 7
O).- La rebelin antiformalista y losavatares de la naturaleza humana en suelonorteamericano. 13
1
1 .3.- Las razones del inters institucionalista porla cuestin de la naturaleza humana. 27
A).- El nfasis en la necesidad de explicitarla concepcin de la naturaleza humanapostulada. 27
6).- La entronizacin institucionalistade la economa en el terreno de lacultura y el reconocimiento del carctersocio-cultural de la naturaleza humana. 38
O>.- La privilegiada atencininstitucionalista al comportamientoeconmico real. 49
1 .4.- La fundamentacin terica de Ja concepcinde la naturaleza humana de Thorstein B. Veblen. 66
A).- Algunas evaluaciones crticas delenfoque institucionalista vebleniano. 66
6).- La respuesta de Veblen: el nfasisen la palabra teora~~. 88
O>.- La formacin filosfica de Veblen.Su temprano inters por elpensamiento de Peirce y la obra deKant. 92
D).- Las races pragmatistas y neo-kantianasde los fundamentos ontolgicos,epistemolgicos y metodolgicosdel institucionalismo vebleniano. 99
II
2.- SEGUNDO CAPITULO: LOS FUNDAMENTOS YPOSTULADOS DEL HOMO OECONOMICUS DE LAECONOMIA REcIBIDA. 142
2.1.- Introduccin: la ubicua presencia del hornoGeconomicus. 142
2.2.- Los fundamentos hedonistas y utilitaristas delhorno oeconomicus. 154
2.3.- Las principales premisas del hornooeconomicus. 180
A).- El clculo hedonista. 1826>.- La doctrina optimista de la tendencia
benfica del orden natural. 1 86
O).- El marco institucional de la actividadeconmica. 194
3.- TERCER CAPITULO: EL RETRATO DEL HOMOOECONOMICUS. 209
3.1 .-EI carcter inmutable de un hombre sin historia. 209
3.2.- La razn utilitarista y hedonista del hornooeconomicus. 231
A).- Dolor y placer: los dos soberanos de laconducta humana. 237
B>.- El principio de la mayor felicidad delmayor nmero. 247
Cl.- El principio de utilidad. 251
III
D).- La fundamentacin subjetiva de lautilidad. 256
EL- La razn utilitaria del autointershedonista. 259
3.3.-La aislada individualidad del horno oeconornicus. 280
3.4.- De Bentham a Stuart Mill: la sofisticacingradual del retrato del horno oeconornicus. 309
A>.- La evolucin de las premisaspsicolgicas del clculo hedonistaoriginal. 310
6).- La atenuacin de la preconcepcinteleolgica del orden natural. 31 5
O>.- La gradual configuracin taxonmicade la ciencia como teora del casonormal y la pervivencia del espritude las preconcepciones heredadas. 318
4.- CUARTO CAPITULO: LA EVOLUCION DEL HOMOOECONOMICUS EN LA ECONOMIA RECIBIDA. 334
4.1.- La introduccin del horno oeconomcusen las formulaciones de Adam Smith. 334
A).- Adam Smith: un utilitarista moderado. 3346).- La mano invisible y el debilitamiento
de la orientacin teleolgica y animistafisicrata. 336
O).- La compleja relacin de Smith con laconcepcin hedonista. 339
lv
DL. La doble matriz del horno oeconomicussmithiano. 345
4.2.- La madurez del retrato entre los tericosde la utilidad marginal. 384
A).- Los nuevos portavoces de la cienciaeconmica y el triunfo del hornooeconornicus. De los discpulosnaturales de Smith -Malthus y Ricardo-a los tericos de la utilidad marginal. 384
6>.- Continuidades y discontinuidadesen el proceso de evolucin de laspreconcepciones econmicas. El contextohistrico e intelectual de entronizacinde los postulados hedonistas yutilitaristas en la formulacin neoclsica.394
O).- El papel estratgico de la concepcinms precisa y ntida de la naturalezahumana y de sus postulados en la teorade la utilidad marginal. 418
D>.-. La centralidad del clculo hedonistaen la perspectiva de la utilidad marginal. 425
E).- El dominio inmutable del sistema naturalde libre competencia. 442
F>.- La inconfesada identificacin delo normal con lo correcto. 450
G).- Los perfiles del horno oeconomicus enla teora de la utilidad marginal. 455
y
SEGUNDA PARTE
.
5.- QUINTO CAPITULO: EL TRANSFONDO HISTORICODE LOS POSTULADOS DEL HOMO QECONOMICUSDE LA ECONOMA RECIBIDA EN EL ESQUEMADE VEBLEN. LA ERA DE LA ARTESANA, ELSISTEMA DE LOS DERECHOS NATURALES Y LACRECIENTE HEGEMONA DEL MOTIVO PECUNIARIOEN EL CAPITALISMO MODERNO. LA EXPLICACIONVEBLENIANA DE LA NATURALEZA Y DE LA GENESISDEL CAPITALISMO. 496
5.1.- La relatividad histrica de laspreconcepciones. El desarrollo capitalistay el horno oeconornicus de la economiarecibida. 496
A).- Introduccin. 497B).- Las races histricas e intelectuales
del horno oeconomcus de Adam Smith. 499
O>.- Entre el utilitarismo y la doctrina de losderechos naturales: los cimientos del hornooeconomicus de los tericos de la utilidadmarginal. 502
D>.- La gnesis y evolucin del capitalismoy del horno oeconornicus en los textosveblenianos. Breve recorrido por los temasa tratar. 507
VI
5.2.- El escenario original: artesana y pequeocomercio. La convivencia del arte de produciry del arte de vender. 516
A).- La naturaleza bifronte de la artesana. 5166).- La expansin de la laboriosidad y del
estado de las artes industriales en lacultura cuasi-pacfica de la artesana. 519
C).- En pos de la excelencia: el protagonismodel arte de producir en la actividaddel artesano independiente. 522
D>.- La mediacin del motivo pecuniario. 525
E).- El otro protagonista de la artesana:el pequeo comerciante y el patrnascendente de consumo conspicuo. 527
5.3.- Desarrollo artesanal y mitigacin de lastendencias animistas y finalistas. Los orgenesde las preconcepciones de la cienciamoderna. 535
A>.- Las vestigios animistas yantropomrficos presentes en lapreconcepcin de causalidad natural. 535
6).- El impulso de la cultura artesanalal desarrollo de la ciencia y delestado de las artes industriales. 538
O).- La contribucin de la contabilidad yde la preconcepcin de precio a laevolucin del esquema material y culturalartesanal. 543
VII
5.4.- Los planteamientos de Weber y Veblensobre la contribucin del desarrollocientfico, tcnico, y contable al desarrollo delcapitalismo: semejanzas y diferencias. 558A>.- Introduccin. 558
6>.- Weber: el proceso de racionalizacino la especificidad del capitalismo modernooccidental. 559
O>.- Veblen o el carcter depredador delcapitalismo contemporneo. Entre lamitigacin del animismo en la cienciay en las artes industriales y laimbecilidad de las instituciones. 567
5.5.- La progresiva ruptura de la armona original.La subsuncin progresiva del arte de produciren el motivo pecuniario y el ascenso delcapitalismo. 577
A).- El gradual distanciamiento de lalaborosidad y del arte de vender. 577
6).- La creciente complejidad del estadode las artes industriales, la emergenciade la planta y la crisis de la organizacinartesanal del trabajo. 580
O).- La contribucin del mercado, delcomercio y de las preconcepciones delsistema de precios a la subsuncinprogresiva de la industria en el motivopecuniario. 585
D).- Otros factores coadyuvantes: lademografa y los medios decomunicacin. 589
VIII
5.6.- La reestructuracin de la organizacin industrialen los comienzos de la fase capitalistade la artesana tarda. 592
A>.- La gnesis del capitalismo en la eraartesanal. 592
6).- El ascenso del capitn de industriay de la planta industrial manufacturera.Continuidades y rupturas con laorganizacin artesanal de la produccin. 595
5.7.- Veblen y Marx: dos interpretaciones de lanaturaleza y la gnesis del capitalismo yde sus primeras formas productivas. 606
A>.- La nocin de ciencia de Marx y suinvestigacin de la ley econmica dela sociedad moderna. 606
B>.- Las bases sociales de la produccincapitalista. 613
O>.- El desarrollo de las formas deproduccin capitalistas: de la subsuncinformal a la subsuncin material. El trnsitode la cooperacin simple a la granindustria. 618
D>.- La fase manufacturera. 629
E>.- El contexto histrico e intelectual de larecepcin de Marx en el pensamientosocial norteamericano. 639
F).- El inters de Veblen por la obra de Marx.Su anlisis de los postulados bsicos delesquema terico de este optimista ydescredo hijo de su tiempo. 650
ix
G>.- El peso del hegelianismo y de la doctrinade los derechos naturales en elmaterialismo sublimado de Marx. 655
H>.- El transfondo teleolgico y hedonista de ladoctrina de la lucha de clases y de labsqueda de las leyes de la produccincapitalista. 659
1>.- La concepcin de Marx de la cienciacomo crtica y el escepticismo distantevebleniano. La dimensin normativa de laciencia. 669
J>.- Marx, Veblen y la teora social.Recapitulacin de sus principales puntosde coincidencia y de discrepancia. 679
K).- La manufactura de Marx y la plantaindustrial de Veblen. Dos enfoques deltrnsito al capitalismo industrial. 688
L).- La vocacin laboriosa y activa de lanaturaleza humana: un paralelismo entredos concepciones de races distintas. 702
5.8.- Entre la artesana y el capitalismo depropiedad ausente. El sistema de los derechosnaturales, la creciente hegemona del motivopecuniario y retrato del horno oeconornicus. 764
A>.- El punto de vista moderno o el sistemade los derechos naturales: naturaleza ycontenido. 764
6).- Los principios componentes. El sagradoderecho de propiedad. 775
6.1).- La reconstruccin conjetural de losorgenes de la propiedad en la
x
doctrina de los derechos naturales. 778
6.2>.- Depredacin, emulacin envidiosa,patriarcado y propiedad. Laexplicacin conjetural veblenianade los orgenes de la propiedad. 785
O>.- La teora del retraso cultural y las racesartesanales de los derechos naturales. 820
D>.- El impacto del punto de vista modernoten las preconcepciones de la economarecibida. 830
D.1).-La inspiracin del hornooeconorncus smithiano en elmodelo artesanal y en la doctrina delos derechos naturales. 832
D.2>.-Los cimientos del hornooeconorncus de los tericos de lautilidad marginal. El sistema deprecios y el punto de vista moderno. 864
6.- OONCLUSIONES. 908
7.- BIBLIOGRAFA.
7.1.- Obras publicadas de Thorstein 8. Veblen 1051
7.2.- Fuentes secundarias 1082
xl
PARTE 1
.
1.- PRIMER CAPITULO INTRODUCTORIO.
1.1.- EL PAPEL DE LA CUESTION DE LA NATURALEZA
HUMANA EN LA TEORA SOCIAL DE THORSTEIN
VEBLEN.
La cuestin de la naturaleza humana constituye uno de los
pilares centrales de la teora social de Veblen, sobre todo en la
vertiente de la rebelin contra la -a su juicio- obsoleta concepcinsostenida -explcita o implcitamente- por la mayor parte de las
formulaciones de la economa recibida. Concepcin sta ltima
que cree ver perfectemente reflejada en el retrato del hornooeconomicus, al que, en consecuencia, dirige sus ms afilados
dardos.
1
La hiptesis central que se pretende demostrar en este trabajoes que Veblen fundamenta su teora social precisamente en la
oposicin a esta -a su entender- errada concepcin del agente
econmico. Porque, de entronizarse definitivamente en la ciencia
econmica, amenazara con expandirse a otras ramas y
especialidades de las ciencias sociales, paralizando su avance y
obstruyendo, en consecuencia, la correcta compresin de la
realidad que de ellas se espera.
Peligro que justifica en el diagnstico que dicha concepcinle merece: y es que, a su juicio, los postulados apriorsticos delhorno oeconomicus dan la espalda tanto a la evolucin de los
hechos como a los avances alcanzados en las ltimas dcadas
respecto del conocimiento del hombre.
En efecto, por lo que hace a los primeros, ignoran la decisiva
transformacin experimentada por el moderno sistema de precios,
desde aqullos felices aos de la era de la libre competencia,
definitivamente periclitada. Ya que dicha era, de acuerdo con la
peculiar reconstruccin vebleniana de la evolucin histrica, habra
desembocado tiempo atrs en un complejo sistema de propiedad2
ausente regido por grandes corporaciones, tal y como l percibe
la sociedad contempornea.
Y, respecto de los segundos, dichos postulados no
incorporan, a su entender, las nuevas perspectivas sobre la
naturaleza humana y sobre su universo social y cultural abiertas
desde diversas disciplinas sociales. Disciplinas tales como la
antropologa, la etnologa, o la propia sociologa, las cuales, a pesar
de su relativa juventud, habran conseguido, no obstante, poner enevidencia la insuficiencia de lo sostenido hasta entonces, ofreciendo
en su lugar un abigarrado caudal de informacin y de anlisis sobre
la cuestin de la naturaleza humana. Tarea en la que, por cierto,
Veblen -como muchos otros miembros de su generacin- subraya
la ayuda prestada por la que considera el arquetipo de las modernas
ciencias materiales en lnea evolucionista: la ciencia biolgica.
Pero antes de seguir avanzando en el contenido de esta
hiptesis, que se ir desgranando a lo largo de los diversos
captulos de esta tesis doctoral, conviene en este captulo
introductorio comenzar contextualizando este inters vebleniano por
la cuestin de la naturaleza humana, as como su revuelta contra
3
la representada por el retrato convencional del horno aeconomicus,
en el marco ms amplio de la crucial reorientacin que por entonces
experimenta el pensamiento social, tanto en Europa como al otro
lado del Atlntico. Contextualizacin que habr que completar con
un examen ms especfico de la posicin vebleniana al respecto,
dada la decisiva importancia de Thorstein para esta escuela.
Finalmente, este captulo concluir con una somera
presentacin de algunos de los ms relevantes comentarios y
evaluaciones crticas de que han sido objeto las formulacionesveblenianas sobre el particular, salidas de la pluma de algunos de
los ms reputados conocedores de su obra. A rengln seguido de
lo cual se tratar de ofrecer una breve presentacin de algunas
posibles respuestas a dichos evaluaciones, construidas a partir de
ciertas lecturas de los textos veblenianos que han puesto el acento
en artculos de teora apenas considerados por aqullas, as como
en relacin con la interpretacin de la cuestin por parte del que
aqu escribe.
4
1.2.- EL CONTEXTO INTELECTUAL DE LA PREOCUPACION
VEBLENIANA POR LA NATURALEZA HUMANA.
A).- La cuestin de la naturaleza humana y el turningpoint del Densamiento social occidental
.
Veblen, al que quizs cabria aplicar la expresiva frase que
Gambs construy pensando en Jevons: utiliz la psicologa como
palanca para descarrilar el coche de la ciencia econmica1, dedic
una atencin primordial y reiterada a la cuestin de la naturaleza
humana. En una doble vertiente.
De un lado, intent poner de manifiesto la insuficiencia de los
planteamientos sobre el tema hasta entonces vigentes, y sobre los
que, explcita o implcitamente, se apoyaba la ciencia econmica
anterior, entre otras ciencias sociales. De otro, fue su objetivoconstruir una nueva preconcepcin2 del sujeto, sobre la base de lasnuevas aportaciones antropolgicas, sociolgicas y psicolgicas del
momento, de las que era buen conocedor, y que a su entender
5
cuestionaban radicalmente lo sostenido hasta entonces3. Ya
veremos, sin embargo, que a pesar de las intenciones primeras,
ambas tareas no se desarrollaron con igual intensidad, al concentrar
nuestro autor su atencin en la demolicin del horno aeconornicus
heredado, y relegar en consecuencia la confeccin del retrato
acabado del nuevo hombre de la moderna ciencia evolutiva a un
inevitable segundo plano.
Ahora bien, ms all de los resultados, sabemos tambin que
esa doble tarea, destinada por sus abogados a la formulacin de
nuevas teoras sobre las cenizas de las anteriores, no se la impuso
slo Veblen, sino que caracteriza a toda una generacin intelectual.
Se trata de la que habit en el ltimo crepsculo del siglo, aqulla
que tuvo que enfrentar uno de los momentos ms crticos y
creativos de la historia occidental. En efecto, es en esta poca
cuando, no slo en Europa, sino tambin en Norteamrica, se
produce, un turning point, una reorientacin en el pensamiento,
de tal magnitud, que alumbrar un nuevo mundo cultural y
cientfico del que hoy, en parte, somos directos herederos.
Ello tiene lugar en respuesta a la crisis simultnea en todos los
6
campos de la investigacin cient[fica que tiene lugar entonces.Basta recordar que en este perodo se gestan las obras de Einstein,
Nietzsche, Weber, Durkheim, Pareto, Mosca, Mitchells, y tantos
otros ms en Europa, as como las de James, Dewey, Beard,
Holmes, y Robinson en Amrica. Es precisamente de los avatares
que experimenta el sujeto en esta decisiva generacin de lo quevamos a ocuparnos en las primeras pginas de esta introduccin,
a fin de entender la operacin llevada a cabo por Veblen en el
contexto de la an ms vasta maniobra activada al respecto en su
poca. Y ello lo llevaremos adelante no slo en relacin con sus
contemporneos americanos, sino tambin y conjuntamente con loseuropeos. Esto es,en trminos de una tradicin cultural, si no
comn, si coincidente, cuya pertinencia trataremos de justificartambin al hilo de esta presentacin.
B).- La reorientacin de las consideraciones sobre lanaturaleza humana en el pensamiento europeo
.
Comenzando por el pensamiento europeo, Stuart Hughes, en
7
su magistral descripcin de la reorientacin que ste experimenta
entre 1890 y 1 93O~, ha incluido como uno de los elementos
centrales de dicha reorientacin la quiebra parcial de algunas de las
premisas bsicas de la Ilustracin: la confianza ilimitada en el5
progreso, as como en la racionalidad y perfectibilidad del hombreSe cuestiona as entonces la definicin del hombre como ente
racional, el cual, ms all de mediaciones psquicas o sociales,
fundamenta su libertad en aquella facultad que le es propia.
Ello, obviamente, no equivale a un abandono total de la
Ilustracin, cuya enorme herencia6 fue explcitamente reconocida
por toda una generacin intelectual, que busc en la potencia del
anlisis la gua para desvelar los enigmas de un mundo que pareca
impermeable a las herramientas conceptuales hasta entonces
disponibles Pero s supuso una revisin crtica de la misma. Como
brillantemente ha expresado el profesor Ziga7, caracteriza a esta
generacin la consciencia de la inviabilidad del sujeto ilustrado bajolas nuevas condiciones del siglo XX, frente a las grandes
organizaciones burocrticas, de un lado, y al descubrimiento de lo
irracional y de su enorme peso en la conducta humana, de otro.
8
As, Durkheim insiste en la exterioridad y coercin del hecho
social frente a la conciencia y voluntad individuales; Freud llega por
el camino de la fisiologa a descubrir el peso del inconsciente en el
comportamiento humano; Pareto se refiere a la accin no-lgica y
al peso en la misma de las derivaciones; Weber, en fin, despliega
toda su ambivalencia ante el progreso creciente de las grandes
organizaciones de masas y de la racionalidad instrumental, cuyo
paralelo predominio estima inevitable. Entodos ellos, y coincidiendo
temporalmente con la apertura de la reflexin filosfica a las nuevas
ciencias sociales, vemos surgir los contornos de un renovado horno
sociolagicus y psicolgico, construido sobre las ruinas del sujetometafsico liberal, que agoniza herido de muerte ante esta
revolucin del pensamiento que se precipita con el cambio de siglo.
Al hilo de otra problemtica terica, el desarrollo de la
sociologa del conocimiento, Emilio Lamo de Espinosa se ha referido
a los procesos de sociologizacin -e incluso
pscologizaci6n -del sujeto transcendental kantiano, esto es, alprogresivo desvelamiento del carcter concreto y emprica del
8tu
sujeto cognoscente , que haba desbrozado el camino a recorrerpor aquella especialidad. An con todas las cautelas razonables
9
ante una extrapolacin arriesgada de las palabras pensadas en otro
contexto, nos han parecido enormemente esclarecedoras de las
mutaciones que la concepcin de la naturaleza humana experimenta
en este perodo.
En efecto, es en estas fechas cuando, la hasta entonces
todopoderosa razn individual, va a ceder su hegemona, bien a la
fuerza arrebatadora de los instintos que emergen desde las ms
oscuras cavernas del alma humana, bien a los hbitos, usos y
costumbres que adormecen las voluntades en los brazos de la
sociedad. Algo as encontraremos nosotros en los escritos de
Veblen. Y algo as tambin encontr Stuart Hughes entre los
miembros ms destacados de lo que consider una generacin
intelectual crucial, marcada por una experiencia poltica y social
comn.
Ahora bien, antes de acabar con esta referencia al clima
europeo en relacin con la cuestin del sujeto, hay que hacer, almenos, dos matizaciones.
La primera, relativizar la que, sin embargo, es la tesis
10
fundamental de Hughes aqu resumida: que sea en este perodo
cuando se geste el sujeto sociolgico y psicolgico por excelenciano quiere decir que los ilustrados desconocieran la investigacin
psicolgica o que se desentendieran de deseos, pasiones, o
sentimientos. Por el contrario, como Cassirer9, entre otros, ha
explicado, aqullos saban mucho de estos impulsos, a los que
incluso caracterizaban positivamente y consideraban
imprescindibles para el progreso humano. Pero lo que sucede un
siglo ms tarde es que, generalizando, se altera la relacin que
todos estos elementos mantenan con la razn, en un proceso doble
de reduccin de la autonoma de sta, entre unos valores y normas
recibidas que ella no crea, y una personalidad o temperamento que
la ignoran.
En segundo lugar, el cambio en la concepcin de la naturaleza
humana no caracteriza nicamente a una generacin intelectual
europea, sino que es visible tambin en el pensamiento social
norteamericano contemporneo, slo perifricamente examinado
por Hughes por lo que hace a unos cuantos autores
prominentes10. Es aqu donde cabe poner el acento en
investigaciones sobre el clima intelectual del otro continente, menos
11
difundidas que la de Hughes, pero perfectamente compatibles con
la de ste. Bien es verdad que la mayor parte de estas historias
intelectuales adolecen tambin de la misma carencia, esto es,
tienden a ignorar las posibles afinidades intelectuales a ambas
orillas del Atlntico. Pero hay excepciones sobresalientes, como es
el caso de los estudios de Diggins11, y de Francis Martin Suto2,
que han servido como fuente privilegiada de inspiracin de muchas
de las apreciaciones que aqu se recogen.
Por nuestra parte, vamos a emplear parte de la valiosisima
informacin recogida en las casi ya clsicas obras sobre el caso
norteamericano a que seguidamente haremos referencia, pero
enmarcndola en la hiptesis de Suto, que aceptamos. Este autor
mantiene la coincidencia y confluencia de ambas reas culturales
en una tradicin de pensamiento comn, la occidental, indivisible en
dos supuestas zonas de florecimiento, claramente diferenciadas y
sin apenas conexin.
Una vez examinado el funcionamiento de esta tradicin cultural
comn, por lo que respecta al tema que nos ocupa de la naturaleza
humana, vamos a centrar principalmente nuestra atencin en el
12
pensamiento social norteamericano, al igual que antes lo hicimos en
el europeo. Finalizaremos esta primera tarea de contextualizacin
con la referencia a la particular corriente dentro del pensamiento
norteamericano de la poca en la que tradicionalmente se ha venido
encuadrando a Veblen, por no decir que l mismo origina: esto es,
el institucionalismo3.
C).- La rebelin antiformalista y los avatares de lanaturaleza humana en suelo norteamericano
De entre las muchos trabajos de historia intelectual que cabracitar, dedicados al contexto norteamericano de la obra de Veblen,
nos ha interesado especialmente el de Morton White4, cuya
brillante presentacin de las claves de este singular perodo han
sido luego glosadas por las mejores plumas que han escrito sobreel tema15. Este autor, al hilo de cuestiones especialmente
relevantes para la naturaleza humana, identifica en este perodo,
ms que una reorientacin, una revuelta intelectual contra las
preconcepciones sostenidas hasta entonces, de una magnitud y
13
transcendencia slo equiparables a lo que vimos antes respecto del
caso de Europa.
En efecto, examinando la evolucin de los puntos de vista
de una serie de primeras figuras -entre las cuales sita White a
Veblen, Dewey, Holmes, Beard y Robinson-, durante una etapa
similar a la acotada por Hughes para Europa pero restringida aqu a
las dos dcadas que cierran el siglo diecinueve, este autor detecta
unas conexiones tan visibles como las que perciba aqul.
Estas conexiones confluyen, como denominador comn, en
un rechazo compartido -surgido desde muy diversas disciplinas- de
la concepcin abstracta, deductiva y formal del objeto y mtodocientficos imperantes. As como en el intento por dar entrada, en
el entonces alejado reino de la ciencia y del pensamiento, a laexperiencia, al desarrollo, al cambio, a los fenmenos procesuales,
en fin, a la vida, nociones de las cuales las generaciones
intelectuales anteriores se habran despreocupado.
De aqu que Morton White se refiera a ellos como los
revolucionarios antiformalistas6, es decir, aqullos que no
14
tienen nada que perder rns que sus cadenas deductivas 17, y
que, desde diferentes campos, comparten un sentimiento de
simpata comn por todo lo que se opone a lo que ellos entienden
por formalismo, como el historicismo o la perspectiva del
organicismo cultural.
Esta misma distancia respecto a las premisas heredadas les
va a llevar a repudiar el utilitarismo y el hedonismo de la tradicin
benthamiana, que al igual que en Europa, tanta influencia haban
tenido en suelo cultural americano. Y esta centralidad de Bentham
en el campo enemigo, que, segn White, comparte esta peculiar
generacin intelectual norteamericana, amn de coincidir, como los
restantes aspectos de la revuelta terica, con los nuevos frentes
establecidos casi simultneamente en Europa18, tiene especial
importancia para la cuestin de la naturaleza humana, de un lado,
y para el conjunto de la obra de Veblen, y ms ampliamente, delinstitucionalismo, de otra. Porque, como esta tesis tratar de
evidenciar, la revuelta contra la versin hedonista y utilitarista de
corte benthamiano de dicha naturaleza humana constituye el
fundamento sobre el que se asientan buena parte de las nuevas
teoras y enfoques que, desde diferentes perspectivas, emergen en
15
este convulsionado perodo. Algo que es particularmente cierto en
el caso de la escuela ms arriba mencionada.
Tambin aqu hay presente un debate en torno al utilitarismo
y hedonismo, as como sobre la psicologa derivada de ellos, con
diferentes frmulas. Algunos pensadores europeos rechazaron
completamente el utilitarismo, como Nietszche, y otros se
opusieron nicamente a sus implicaciones respecto de la naturaleza
humana, en favor de una concepcin ms activa y en contacto con
las nuevas aportaciones procedentes de las ciencias sociales.
Esto ltimo nos da entrada tambin para la segunda cuestin:
el impacto de esta actitud crtica frente al hedonismo y utilitarismo,
ahora en suelo norteamericano, sobre la concepcin psicolgica y
antropolgica del sujeto en la que se fundamentan muy diversasciencias sociales. Este impacto es claramente visible en los escritos
de Dewey y Veblen, la similaridad de cuyas concepciones sobre el
particular ha sido tambin subrayada por Dorfman19. Ambos
rechazan la psicologa hedonista, al considerar que no es capaz de
dar cuenta del funcionamiento real de la mente humana, y,
especialmente Veblen, critica su utilizacin en la ciencia econmica,
16
extremo ste que comparte con la totalidad de la escuela
institucionalista.
Pero antes de abordar un examen ms detenido del
tratamiento de la naturaleza humana en el institucionalismo y en la
obra de Veblen, vamos a finalizar la tarea de contextualizacin
concentrndonos ahora en los denominadores comunes que, por lo
que hace al tema examinado, comparten las tradiciones europea y
norteamericana, hasta aqu separadamente consideradas.
En ambas orillas del Atlntico hemos podido detectar una
etapa de enorme ebullicin cultural, marcada por la conciencia de
la insuficiencia parcial o total de las premisas heredadas para dar
cuenta del funcionamiento tanto del individuo como de la sociedad,
e incluso de la naturaleza. Lo cual se traduce, a su vez, en ambos
continentes, en una bsqueda de nuevos presupuestos. Por lo que
hace al reino de lo humano, ello resulta en el intento de construir
nuevas teoras sociales -a las que Suto, sirvindose de una
terminologa cogida en prstamo de Kuhn y Foucault, denomina
nuevos paradigmas sociales20-, en los que se concede una
atencin decisiva al retrato de la naturaleza humana.
17
Y las similitudes no se acaban aqu, sino que se observan
tambin en las lneas de inters y las nuevas orientaciones
intelectuales sobre las que trabajan la mayor parte de las disciplinasen ambos continentes, como veremos al hablar de la ciencia
econmica de Veblen.
Aunque quizs antes de continuar por esta senda convenga
puntualizar algo obvio, a saber, lo siguiente: que la referencia a
estas similaridades no nos debe hacer olvidar la existencia de
importantes diferencias en sus tradiciones culturales respectivas, ni
el indiscutible liderazgo del pensamiento europeo en este perodo,
frente al cual las restantes aportaciones slo alcanzan un lugar
relegado y secundario. En efecto, dentro del intercambio cultural
recproco que se produce en esta poca, es mayor el peso de la
deuda de los americanos respecto a sus colegas europeos, cuyas
propuestas recibieron a travs de diferentes vas21.
Por lo que respecta a estas vas de introduccin del
pensamiento europeo en la America de la poca, hay que
mencionar, en primer lugar, la apertura a dicha recepcin, sin
18
grandes trabas, de los que trabajaban en Estados Unidos. Lo que sereflej en una rpida difusin y asimilacin de la obra de alemanes,franceses, austriacos e italianos en suelo americano, a veces con
ms prontitud incluso que dentro del mismo continente europeo,
cuyas barreras culturales frecuentemente demostraron ser ms
potentes que las del Atlntico. Otra importante va de introduccin
del pensamiento europeo la constituy la corriente cada vez mayor
de cientficos y eruditos que vinieron a estudiar a Europa,
principalmente a Alemania, cuya Universidad era la ms prestigiosa
del momento. Finalmente, acompa a esta migracin intelectual
el intento, llevado a cabo simultneamente en diferentes
instituciones universitarias de Estados Unidos -precisamente en las
ms relevantes, como Harvard, Columbia etc-, de estructuraras
conforme al modelo europeo alemn, contratando incluso en
algunos casos a profesores
nuevos departamentos en
incluso se puede decir que
americana se inspir, en gran
enseanza superior europea,
atribuan.
de ese pas a fin de poner en marcha los
lnea con las directrices europeas. E
la creacin misma de la Universidad
medida, en el ejemplo brindado por laa la que tan importantes resultados se
19
Pero el reconocimiento de la hegemona europea en este
perodo no invalida la pertinencia de poner en contacto ambas
tradiciones, a fin de contextualizar adecuadamente las obras
entonces producidas, como es el caso de la obra de Veblen, cuyas
fuentes no son principal ni exclusivamente americanas, sino que
pertenecen a un patrimonio occidental cultural comn. Y ello se
aplica igualmente al anlisis de la cuestin de la naturaleza humana.
20
5.Cfr. HUGHES, STUART: Conciencia y Sociedad. La reorientacin delpensamiento social europeo. 1890-1930, Aguilar, Madrid, 1972, pginas 21,22y 27. Ms all de estas pginas concretas, lo cierto es que esta cuestin subyacea toda la obra de Hughes.
6.No es necesario, por sabido, documentar el impacto de esta herencia ilustradasobre el pensamiento de la generacin intelectual de Veblen. A ello se ha dedicadouna voluminosa literatura secundaria, redactada desde mltiples perspectivas,incluida la obra del propio Stuart Hughes aqu comentada. Las recientes palabrasdedicadas por un experto en la historia intelectual de aqulla poca,particularmente en la obra de uno de sus ms reputados miembros, Sigmund Freud,acerca de la presencia del legado ilustrado en el pensamiento de ste ltimo autorconfirman, una vez ms, su enorme importancia, incluso en el caso del descubridordel inconsciente : Ese era el aire que respiraba el anlisis freudiano de lareligin: el espritu crtico de la Ilustracin. No haba nada misterioso u oculto encuanto a este legado intelectual.Su religin sustitutiva - le escribi claramente suamigo Pfister- es en esencia el pensamiento dieciochesco de la Ilustracin, en unaforma orgullosa, nueva y moderna. Freud no pensaba estar abogando por unareligin sustitutiva, pero no negaba esa deuda. No he dicho nada que otroshombres mejores no hayan dicho antes que yo de manera ms completa, msvigorosa y ms notable, le asegur a los lectores de El Porvenir de una Ilusin
.
No citaba los nombres de esos personajes bien conocidos para que nadie pensaraque estaba tratando de incluirse en sus filas. Pero son fciles de descubrir:Voltaire, Diderot, Feuerbach, Darwin. GAY, PETER:Freud. Una vida de nuestrotiempo. Ediciones Paids, Barcelona, 1989, pgina 588.
La impronta ilustrada es igualmente importante en Veblen, y se manifiesta enmuy diversos aspectos de su teora. En primer lugar, resulta evidente en su extremaconfianza en la ciencia yen la tecnologa, a las que concede la capacidad de influirdecisivamente en los hbitos de vida y de pensamiento de los hombres, y, portanto, en su misma conducta. Tambin se ha subrayado frecuentemente la razroussoniana de su crtica a las instituciones, que l acostumbraba a adjetivar deimbciles, y de su agudo recelo frente a una de las ms importantes, lapropiedad. Y, en fin, el espritu de la Ilustracin y su confianza en el progresoimpregna igualmente la propuesta tica vebleniana, no por ms oculta y negadamenos presente en sus escritos. Dicha propuesta, cargada de utopa, tie toda suobra y, de modo muy especial, se refleja en la terminologa empleada por el autor,que tan popular lleg a resultar en algn caso. Cabe por tanto concluir sin temora equivocacin que con Veblen estamos ante un hombre que abraza la modernidad.Sobre el tema, vase, entre otros: DIGGINS, JOHN P.: El bardo del salvaiismo
.
Thorstein Veblen y la teora social moderna, FCE, Mxico, 1983; y MAYBERRY C.THOMAS: Thorstein Veblen on Human Nature, American Journal of Economicsand Sociolopv, n0 28, julio, 1969, pginas 315-324, en el que se sostiene elcarcter normativo de la teora vebleniana de la naturaleza humana.
22
7.Cfr. RODRGUEZ ZUIGA, LUIS: El desarrollo de la teora sociolgica, en DELCAMPO URBANO, SALUSTIANO: Tratado de Sociologa, Taurus, Madrid, 1988,pginas 15-56.8.LAMO DE ESPINOSA, EMILIO: El estatuto terico de la sociologa delconocimiento, en Revista Espaola de Investigaciones Sociolcicas, n0 40,octubre-diciembre, 1987, pginas 7-44, pg. 9.
9.Cfr. CASSIRER, ERNST: Filosofa de la Ilustracin, ed. esp. de F.C.E., Mxico,1975, pginas 125-129, entre otras.10. Las referencias de Hughes se centran basicamente en William James, del queeste autor dijo: dudo que jams antes o desde entonces un pensadornorteamericano haya gozado de tal prestigio en el continente europeo, HUGHES,STUART H., op. ch., pgina 83. Ello, junto a repetidas alusiones al pragmatismo,constituyen todas las menciones de Hughes al pensamiento norteamericano de lapoca, sin que se recoja una referencia especfica a Veblen.
11 .Cfr. DIGGINS, JOHN P.: The Bard of Savaoerv. Thorstein Veblen and ModernSocial Theorv, Harvester Press, Hassocks, 1978. (Trad. esp. : El bardo delsalvaiismo. Thorstein Veblen y la teora social moderna, F.C.E., Mxico, 1983).
12. SUTO, MARTIN FRANCIS: Thorstein Veblen and the Crisis in Western SocialThouoht, tesis doctoral presentada en la Universidad de California, Los Angeles,1979.
13. Naturalmente, esta identificacin de Veblen como institucionalista, y ms an,como el creador de esta escuela, no est exenta de problemas, como la ingenteliteratura consagrada al tema ha puesto sobradamente de manifiesto. Hasta elpunto de que algn autor le ha llegado a negar su condicin de tal. Cfr. SCOTT, O.D.R.: Veblen Notan Institutional Economist, American Economic Review, n0 23,junio, 1933, pginas 274-277. 0, como Schumpeter comenta sarcsticamente,otros le han convertido en el nico institucionalista que verdaderamente haexistido, cfr. SHUMPETER, JOSEPH A.: Diez grandes economistas: de Marx aKevnes, Alianza, Madrid, 1969, pgina 334.
Ahora bien, y an con las cautelas propias del caso, nos parece indiscutiblela existencia de esta privilegiada relacin de la obra vebleniana con elinstitucionalismo, como por otra parte han corroborado la mayor parte de losestudiosos de la ciencia econmica que se han ocupado de ello. Aunque suceda,de forma similar a otros conocidos casos de la historia del pensamiento social, queVeblen nunca haya utilizado este trmino para referirse a su concepcin de laciencia econmica, a la que prefera denominar economa evolucionista.
Asimismo, compartimos la opinin expresada por el profesor Stephen Edgell
23
en su reciente gua sobre Veblen, segn el cual el relativo consenso que haprevalecido entre los economistas a la hora de etiquetar a Veblen, superior sinduda al que, hasta el momento, se ha podido alcanzar entre los socilogos -entreotros cientficos sociales-, ha favorecido un mayor reconocimiento entre aqullosdel lugar de este autor clsico en el cuerpo terico de la disciplina. Cfr. EDGELL,STEPHEN: Veblen: Social Theorist and Social Critic. A Guide to Original andSecundarv Sources, Salford Papers in Sociology and Antropology, 1987.
Cabra apuntalar tal vez est afirmacin de Edgell matizando que, respectoa ste ltimo extremo, el factor decisivo ha sido, ms que la ntida identificacinde Veblen como institucionalista per se strictu sensu, su conexin con unacorriente intelectual que, aunque heterodoxa y relativamente marginal, ha estadosiempre presente en la trayectoria de la ciencia econmica, particularmente desdelos tiempos en que sta alcanza su formulacin neoclsica. Y este sigue siendo elcaso tambin en la actualidad, como eVdencia el volumen de publicaciones msrecientemente dedicadas a esta peculiar escuela econmica. Entre ellas, destacanlas excelentes recopilaciones elaboradas, entre otros, por ADAMS, JOHN (ed.), quelleva por ttulo: Institutional Economics. Essavs in Honor of Alan G. Gruchv
,
Martinus Nijhoff Publishing, Boston, 1980; y por SAMUELS, WARREN J. (edj:Institutional Economios. (Schools of Thouaht in Economics), volmenes 1,11, y III,publicada por Edward Elgar, Hants, 1988; as como el copioso nmero de artculosaparecidos en las dos principales revistas de difusin de la llamada economaevolucionista: The American Journal of Economics and Socioloav. y The Journalof Economic lssues
.
14.WHITE, MORTON G.: Social Thouoht in America: The Revolt AoainstFormalism, Beacon Press, Boston, 1957; y tambin del mismo autor: The Revoltagainst Formalism in American Social Thought of the Twentieth Century,publicado originalmente n The Journal of the Historv of Ideas, n0 8, abril, 1947,pginas 131-1 52, y recogido despus en: Praomatism and the American Mmd
.
Essavs and Reviews in Philosoohv and Intellectual Historv, Oxford UniversityPress, New York, 1973, pginas 41-67.
1 5.En efecto, la identificacin de La rebelin contra el formalismo como la claveintelectual de este singular periodo, as como la descripcin del contenido de lamisma, recogidas en las obras ya citadas de Morton G. White, han convertido astas en captulos de obligada consulta -por no decir prcticamente en clsicos-para todo aqul que pretenda acercarse, no ya a Veblen, sino al entendimiento decualquiera de las aportaciones de primera fila producidas por la innumerableplyade de pensadores que habitaron ese extraordinario periodo. Lo que se hareflejado en la multitud de comentarios posteriores que toman la tesis de Whitecomo axioma, cuya penetracin apenas requerira de explicaciones adicionales,y como punto de partida de desarrollos ulteriores. Sin ningn nimo deexhaustividad en esta referencia bibliogrfica, cuyo volumen sobrepasa con mucho
24
la mera voluntad ejemplificadora que gua esta nota, baste citar al respecto lapresentacin debida a Coser del contexto intelectual en el que Veblen desarrolla suobra, contexto en que el autor percibe, tras las diferentes figuras y escuelas quele influyen, la ansiedad por canectar con la realidad, cfr. COSER, LEWIS A.:Thorstein Veblen, 1857-1929, en Mastesr of Sociolocical Thouoht, HarcourtBrace Jovanovich, 1971, pginas 262-302, pg.289. Una ansiedad que, siendo laotra cara del rechazo al excesivo hincapi en un formalismo ms huero queacertado, va a conducir a uno de los miembros ms representativos de estageneracin, Thorstein Veblen, a recelar de la economa clsica y de suscategoras ahistricas. COSER, LEWIS A., op. cit., pgina 290.
Tambin Suto se ha referido al libro de White como una de las mejoreshistorias intelectuales de la poca, junto con la de Hofstadter, Social Darwinismin American Thouoht, ms especficamente dedicada a la contribucin veblenianaen el debate de fin de siglo entablado en torno al darvvinismo social y sus distintasderivaciones. Cfr. SUTO, MARTIN FRANCIS: Thorstein Veblen and the Crisis inWestern Social Thought, tesis doctoral sin publicar, Universidad de California, LosAngeles, pgina 11. Y, aunque Suto lamenta en esta pgina introductoria que lahistoria de White, como la de Hofstadter, no incluya las conexiones con losdesarrollos que entonces estaban teniendo lugar al otro lado del Atlntico, lo ciertoes el resto de su tesis doctoral est construida en gran parte con los materialescogidos en prstamo de White.
1 6.Cfr. WHITE, MORTON G.: The Revolt Against Formalism in American SocialThought of the Twentieth Century, en: Praomatism and the American Mmd
.
Essavs and Reviews in Philosoohv and Intellectual Historv, . . .cit., pgina 46.
17.Cfr. WHITE, MORTON G.: The Revolt Against Formalism in American SocialThought of the Twentieth Century, en Praomatism and the American Mmd
.
Essavs and Reviews in Philosoohv and Intellectual Historv, . . .cit., pgina 46.
18.Cfr. WHITE, MORTON: The Revolt Against Formalism in American SocialThought of the Twentieth Century, en Pragmatism and the American Mmd
.
Essavs and Reviews in Philosoohv and Intellectual Historv, ...cit., pgina 42.
19. Cfr. DORFMAN, JOSEPH: Thorstein Veblen and His America, Viking Press,New York, 1934, pgina 451.
Por cierto que la coincidencia entre ambos pensadores sobrepasa, con mucho,la que ha dado pie a esta nota. En efecto, como Dorfman documenta a lo largo detodo su libro, existi una profunda relacin intelectual y humana entre ambospensadores, que no hizo sino incrementarse con el paso del tiempo. Y que se viacompaada de un gran inters y respeto mutuo que ni uno ni otro dudaron enhacer explcito. As, en esta biografa de Veblen se recogen las siguientes palabraspronunciadas por Dewey: siempre encontr muy estimulantes los artculos deVeblen, y algunas de sus distinciones, como por ejemplo aqulla entre el lado
25
tecnolgico de la industria y su cara de negocios, han sido verdaderamentefundamentales en mi pensamiento desde que me familiaric con ellas, DORFMAN,JOSEPH: Thorstein Veblen and his America, .. .cit., pgina 450.
Por su parte, Dorfman narra una ancdota que confirma la reciprocidad en elinters con la que Veblen siempre distingui a Dewey. A saber la siguiente:Veblen (...) tras haber odo un ataque a Dewey y a James formulada por un lderde la psicologa behaviorista. dijo: l nunca llegar a conocer tanto como Deweyy James olvidaron, DORFMAN, JOSEPH, op. cit., pgina 450.20. SUTO, MATIN FRANCIS: Thorstein Veblen and the Crisis in Westen SocialThouoht,...cit., pgina 29, y 35 a 42.
21. En esta matizacin discrepamos parcialmente de Suto, quien no menciona elmayor peso de los europeos en este intercambio cultural. En cualquier caso, en losdos primeros captulos de su tesis doctoral documenta ampliamente dichointercambio.
26
1.3.- LAS RAZONES DEL INTERES INSTITUCIONALISTA
POR LA NATURALEZA HUMANA.
A).- El nfasis en la necesidad de explicitar la concepcinde la naturaleza humana postulada
.
Esbozado ya brevemente el contexto general ms amplio en el
que se enmarca la obra vebleniana, vamos a adentramos
seguidamente por los derroteros de su entorno intelectual ms
inmediato, considerando su vinculacin con la llamada escuela
institucionalista.
No vamos a entrar aqu en la muy compleja y debatidacuestin acerca de las races, significado, alcance y tipos de
institucionalismo, cuya complejidad y amplitud sobrepasa conmucho los objetivos ms modestos perseguidos en este trabajo.Pero s haremos especial referencia al tratamiento del tema que aqu
nos ocupa, la concepcin de la naturaleza humana, en la versin
ms conocida del institucionalismo, esto es, el institucionalismo
27
econmico.
Ms all de Veblen, caracteriza al conjunto de la escuelainstitucionalista el cuestionamiento de lo que denominaban -y an,
en parte, continan denominando- la concepcin hedonista del
horno oeconomcus de la economa heredada. Cuestionamiento
fundamentado en los nuevos avances aportados por la biologa,
psicologa y antropologa contemporneas, que reclaman
transformaciones paralelas en la teora econmica. De aqu la
importancia que esta escuela va a otorgar a esas disciplinas, como
han sealado la mayora de los autores que se han ocupado de
ello1.
Antes de entrar en la tarea realizada por el institucionalismo en
general, y por Veblen en particular, en relacin con la cuestin de
la naturaleza humana, vamos a examinar ms despacio las razones
de su acusado inters por esta problemtica que, aparentemente
slo tendra un carcter residual para la ciencia econmica.
Un buen conocedor de esta escuela, el profesor Gambs2, nos
ofrece varias explicaciones sugerentes de la atencin privilegiada
28
dedicada por esta escuela a la definicin de la naturaleza humana,
en general, y a la psicologa, en particular.
En primer trmino, segn Gambs, ello se habra debido a la
relativa juventud de la escuela y a su decidido propsito deremover las arenas de la ciencia econmica ya establecida, para
asentar en su lugar los cimientos de un nuevo edificio cientfico. Y,
para ratificar este argumento, Gambs se remite a las palabras de
uno de los ms reconocidos representantes del institucionalismo,
esto es, el discpulo directo de Veblen, Wesley Mitchell, quien, en
un discurso titulado: Economics, 1904-1929 t pronunciado enla Universidad de Columbia, expres el punto de vista de que no
slo el institucionalismo, sino toda la economa era una ciencia an
joven e inmadura. Es en este contexto fundacional, perceptible enla obra de los primeros institucionalistas y particularmente en la del
propio Veblen -considerado por muchos el creador de la escuela-,
en el que cobrara su sentido ese fuerte inters mencionado.
En todo caso esta afirmacin, escrita por Gambs hace ms de
cuarenta aos, y que no se sostiene por lo que hace al
institucionalismo contemporneo, se circunscribe a la primera etapa
29
de dicha corriente, esto es, a lo que Gruchy ha llamado el viejoinstitucionalismo4. Pero es justamente aqulla la que aqu nosinteresa, dado que es en ella en la que se desarrolla la obra de
Veblen. Y por lo que se refiere a la conexin entre esta
problemtica y el inters por mudar los fundamentos de la ciencia
econmica al uso, nos resulta plenamente aceptable, al encajarperfectamente con lo dicho anteriormente respecto de la
importancia concedida al tema de la naturaleza humana en la
reorientacin terica del pensamiento social contempornea de las
primeras formulaciones institucionalistas.
Ahora bien, ms all de la referencia a la inmadurez, a los ojos
de la escuela institucionalista, de toda la ciencia econmica,
incluida ella misma, Gambs continua mencionando otras dos
razones adicionales explicativas del inters institucionalista por la
naturaleza humana.
La primera de ellas, coincide con la conclusin a la que muy
pronto llegaron Veblen, Mitchell, Clark, etc, y luego sostuvieron
otros, de que los economistas se servan siempre, explcita o
implcitamente, de algn tipo de concepcin sobre el hombre, an
30
sin ser conscientes de ello. Estos, en la construccin de su saber
cientfico habran recurrido a ciertas nociones psicolgicas y a
algunos cuantos principios relativos a la naturaleza humana,
asumidos tcitamente en ese momento fundacional, en tanto que
preconcepcones necesarias para la investigacin econmica.
Posteriormente, estas premisas, ingenuamente cogidas en prstamo
de la psicologa, habran continuado dndose por buenas, sin
exmenes adicionales, precisamente por el escaso inters de los
economistas en adentrarse en terrenos que, a su juicio, quedaranfuera de los confines de su especialidad cientfica5.
Frente a esta acostumbrada presuncin ortodoxa -las ms
de las veces implcita- de algn tipo de concepcin sobre la
naturaleza humana, los institucionalistas insisten desde el comienzo
en la conveniencia lgica de explicitar y aclarar al mximo lo que,
no por olvidado, estaria menos presente. En efecto, casi todos los
que se han ocupado del institucionalismo, desde Jaffe6 hasta
Schneider7, Schumpeter8, etc, han subrayado como esta escuela
concedi a la psicologa y al tratamiento de la naturaleza humana
una atencin superior a la habitual entonces. Y ello no por simple
afn erudito, sino por las inevitables conexiones existentes, a juicio
31
de sus portavoces, entre la conceptualizacin del agente social, y
por ende econmico, de un lado, y los restantes componentes del
esquema terico de la economa, de otro. Dichas conexiones deban
ser por tanto explicitadas.
El propio Veblen apost por dicha explicitacin, a juzgar por laspalabras que le dedic un buen conocedor suyo, su discipulo
Wesley Mitchell: prest una atencin ms estrecha que sus
predecesores al carcter de su premisa psicolgica y a hacerla
9
explcita
Y tambin el mismo Mitchell insiste decididamente, a
comienzos de este siglo, en la necesidad de reelaborar la
caracterizacin de la que haba sido objeto la naturaleza humana amanos de los economistas de generaciones pasadas, dando entrada
a las nuevas conclusiones alcanzadas entre los psiclogos
contemporneos0. Tarea que requera, como condicin previa, la
superacin del divorcio que hasta entonces haba complicado la
relacin entre ambas ciencias. En relacin con la cual cita, como
ejemplo a imitar, los fructferos esfuerzos llevados a cabo desdeotras parcelas cientficas por beneficiarse de las nuevas
32
aportaciones de aqulla especialidad y de sus sugerencias sobre el
comportamiento humano. Entre ellos, menciona la experiencia del
profesor Edward A. Ross, socilogo americano autor de un libro11
de idntico ttulo al publicado un ao ms tarde por un famoso
psiclogo contemporneo, An Introduction to Social
Psvchologv2, que ejercera una influencia decisiva sobre toda latradicin institucionalista, y particularmente sobre su primera
generacin.
Y, en fin, tambin hace alusin Mitchell al nuevo enfoque que
se estaba gestando entonces en el interior mismo de la ciencia
econmica, sobre todo, entre sus corrientes heterodoxas. Ese era
el caso del enfoque caracterstico de la escuela histrica alemana -
en la versin de Schmoller y Sombart, principalmente-, ms abierta,
a su parecer, desde siempre, a la consideracin de las restantes
dimensiones del comportamiento y de la cultura humanas, aunque
slo fuera por su concepcin, tambin ms amplia, del objeto deesta ciencia.
Otro destacado exponente de este primer institucionalismo
postvebleniano13, J. M. Clark, ratifica asimismo la inevitabilidad
33
de partir de alguna concepcin de la naturaleza humana, y
especialmente de su psicologa, en el trabajo econmico. De dondese deriva tambin, a su juicio, la conveniencia de abrir esta cienciaa la psicologa, en lugar de sustituir sus aportaciones por falsas
premisas heredadas de un pasado en el que el caudal de
conocimientos sobre la naturaleza humana era mucho menor. En
sus palabras:
El economista puede tratar de ignorar la psicologa, pero le es
completamente impasible ignorar la naturaleza humana,
porque su ciencia es una ciencia del comportamiento humano.
Cualquier concepcin de la naturaleza humana que pueda
adoptar espn asunto de psicologa, y cualquier concepcin del
comportamiento humano que pueda sostener implica
presunciones psicolgicas, sean explcitas o no. Si el
economista coge en prstamo del psiclogo su concepcin del
hombre, puede que su trabajo constructivo tenga algunaposibilidad de conservar un carcter puramente econmico.
Pero si no, no evitar por ello la psicologa. Ms bien se
forzar a si mismo a construir su propia psicologa, y ser mala14psicologa
34
Queda fuera del objeto de nuestro estudio la valoracin de estatesis institucionalista, ni tampoco nos compete juzgarla desde laptica especfica de la ciencia econmica, Pero, al hilo de esta
somera exposicin, si podemos aadir algunas puntualizaciones
sobre el tema, pertinentes a nuestro juicio, para su mejorcomprensin.
En primer lugar, que esta voluntad institucionalista de hacer
explcito todo lo referente al hombre y a lo psicolgico, ms all de
disquisiciones formales, coincidi con un momento de importantes
transformaciones en la psicologa, la antropologa, y otras ciencias
sociales. Ello configuraba una situacin muy distinta a la de
generaciones anteriores, y pona sobre el tapete la necesidad de
incorporar a los saberes consolidados las nuevas aportaciones, que
superaban y, en parte, invalidaban lo sostenido hasta entonces.
Porque, ms all de cuestiones epistemolgicas o
metodolgicas, el contexto mismo en que se gest la escuela
institucionalista tuvo mucho que ver con esta crucial atencin a la
cuestin del sujeto. Fue este contexto el que favoreci un saber
35
bien o que se gula en todas sus actividades por un inters propio
ilustrado19- habra estado escasa.
Adems, como nos ha recordado tambin el profesor Velarde,
este nfasis institucionalista en la psicologa y en otras ciencias
sociales hermanas, igualmente cruciales para el correcto
entendimiento de la conducta humana, sirvi para que la economa
20
les prestara a partir de entonces una atencin ms sistemtica
Opinin compartida antes y despus por la mayor parte de los
estudiosos y comentaristas que -desde muy diferentes perspectivas
y enjuiciamientos- se han ocupado de esta escuela. Es el caso delprofesor Dorfman, bigrafo por excelencia de Veblen y principal
recopilador de su obra, quien, al hilo de la exposicin de la
recepcin de The Theorv of the Leisure Class entre los
economistas, subraya que:
gradualmente, hizo mucho para volver la atencin de los
economistas desde el mtodo de razonamiento puramente
abstracto e hipottico, que haba caracterizado su
pensamiento durante generaciones, a los resultados de la
37
psicolgico superior de los institucionalistas respecto a los
economistas anteriores, como acertadamente ha sealado el
profesor Velarde refirindose a Veblen:
Lo que en realidad percibe el economista que se acerca a los
escritos de este cido institucionalista es que conoca mucho
ms de psicologa, a causa de la influencia de James y
McDougall, que el resto de los economistas, influidos por
posturas concordes con la galaxia intelectualista del siglo
xlx,15.
Precisamente fue este ltimo autor, McDougall, el que ratific
que algn conocimiento de la mente humana y de sus modos de
operacin1 era indispensable para todos los que pretendierantrabajar en el mbito de las ciencias sociales. Llegando incluso aafirmar que, el desarrollo exitoso de stas depende de la amplitud
y de la exactitud de dicho conocimiento7. Conocimiento del que,
a su entender, la ciencia econmica -particularmente la economa
1 8
poltica clsica, apegada a presunciones psicolgicas falsasimperantes varias generaciones atrs, tales como que el hombre
es un ser racional que siempre persigue inteligentemente su propio
36
psicologa y biologa modernas21
B).- La entronizacin institucionalista de la economa en elterreno de la cultura y el reconocimiento del carcter
socio-cultural de la naturaleza humana
.
Un segundo motivo que arguye Gambs para explicar la
sobresaliente preocupacin institucionalista por la cuestin objeto
de este captulo es que los miembros de esa escuela buscaban
conocer la conducta econmica efectiva, y saban que slo podran
lograrlo si eran capaces de entender la conducta humana en
general, de la que aqulla formaba parte. Esto es, dicha
preocupacin resulta ser un corolario lgico de la ampliacin que
experimenta el objeto de la ciencia econmica a manos de losinstitucionalistas. Porque estos economistas, herederos del legado
vebleniano pionero, situaban la economa del lado de los fenmenos
relativos al mundo de la cultura, conforme a la descripcin ms
reciente ofrecida por otras ciencias sociales hermanas. De modo
que ello la impela necesariamente a dotarse de unas herramientas
38
conceptuales capaces de dar cuenta de esa conducta humana
cultural. Como seala Gambs:
La unidad de estudio ahora es el protoplasma ms que los
precios; el objeto es la conducta humana en lugar delcomportamiento del dinero, de una unidad de fertilizante o de
una cuanta de capital22.
El propio Veblen, en diferentes momentos de su obra, afirma
la naturaleza cultural de la ciencia economa. Porque lo que esta
ciencia ha de estudiar no son:
los movimientos de un hombre econmico abstractamente
concebido [aislando la] civilizacin material de todas las
dems fases y aspectos de la cultura humana. Por el contrario,
ninguna investigacin terica sobre esta civilizacin material,
que sea relevante a fines cientficos, puede llevarse a cabo sin
tomar en consideracin las relaciones causales, esto es,
genticas, de dicha civilizacin material con otras fases y
otros aspectos del complejo cultural; sin estudiar otras lneas23
de desarrollo cultural y sus efectos sobre la misma39
Precisamente esta recomendacin es la que, a su juicio,ignoraba la ciencia econmica al uso, construida de espaldas a la
mediacin cultural y social de un comportamiento humano reducido
en sus manos a un simple apndice de la lgica hedonista universal,
inspirada por el nico motivo de alcanzar el mayor placer a costa
del menor dolor. Y en los pocos casos en que esta orientacin
ortodoxa de la economa se haba abierto a la consideracin de la
gnesis y la naturaleza de estos deseos, fines y objetivos de laconducta individual, as como a la del entramado institucional en
que sta se entrelaza, se haba limitado a recurrir a una antropologa
hipottica, diseada para ofrecer una explicacin ajustada a suretrato del homo oeconomicus y a su versin del esquema
institucional, transformado en sus manos en un esquema natural.
Era necesario, por tanto, segn Veblen, sustituir la angosta
perspectiva de la economa convencional por un enfoque
holista24, abierto a la consideracin de la conducta humana
desde el ngulo de sus especficas relaciones con los medios
materiales de vida. Esto es, conectada con la emanada de otras
ciencias sociales, referidas a la cultura humana, al tiempo que
40
especializada en el examen del particular segmento econmico de
la misma.
La entronizacin de la economa en el campo de la cultura, y el
reconocimiento del carcter cultural de una naturaleza humana
bifronte, constituida por unas tendencias instintivas -a medio
camino entre la impronta biolgica y la razn inteligente- y unas
mudables disposiciones habituales -hijas del esquema de vida de
cada comunidad particular-, lejos de quedar en un relegado segundoplano, se afianzan con el discurrir del institucionalismo,
convirtindose en los cimientos ms slidos e indiscutidos de esta
escuela. As, la primera generacin de institucionalistas
inmediatamente posterior a la del maestro -compuesta en su mayor
parte por colegas o discpulos directos suyos, como es el caso del
que se menciona a continuacin-, ratifica ya la concepcin
vebleniana de la conducta y de la naturaleza humanas as como la
redefinicin a l debida del mbito especfico de la ciencia
econmica. En palabras del miembro ms representativo de dicha
generacin, Wesley C. Mitchell: el terreno de la ciencia econmica25se convierte en el campo de la cultura humana
41
E incluso ms tarde, Walter Hamilton26 y Clarence Edwin
Ayres, destacados portavoces del institucionalismo de postguerra -
y eminentes profesores ambos, a comienzos de los aos veinte, en
Amherst College, de un joven y ya entonces prometedor estudiante,
llamado Talcoltt Parsons27-, hacen de la defensa de estos
presupuestos tericos su principal caballo de batalla en su reaccin
contra una tradicin clsica y neoclsica fuertemente marcada a su
juicio por un extremo individualismo, racionalismo yutilitarismo 28, y en consecuencia incapaz de desarrollar una
teora aceptable de la conducta humana29. Por elo urgen al
estudio de los valores, instituciones, y transacciones30 en que
los fenmenos econmicos estn siempre inevitablemente
envueltos, a partir de una concepcin de la sociedad entendida
como un conjunto de partes estrecha e inseparablemente
relacionadas31, entre las que la econmica no es sino una ms,
junto a la jurdica, la poltica, etc.
Lo cierto es que no slo Ayres y Hamilton, sino tambin toda
la plyade de neoinstitucionalistas posteriores a la Segunda Guerra
Mundial -entre los que Gruchy destaca los nombres de John K.
Galbraith; Gunnar Myrdal; Gerhard Colm; Adolph Lowe; y del propio
42
Clarence Edwin Ayres 32~, mantienen esta actitud crtica frente a
la teora econmica estndar o convencional33, cuya limitada
perspectiva, a su entender, conduca a sus practicantes a ignorar
la mayor parte de los agudos problemas que afectaban entonces a
las opulentas economas occidentales. Estos economistas
convencionales, a pesar de sus innegables aportaciones, seran
incapaces, sin embargo, de ofrecer una explicacin adecuada del
funcionamiento de la economa en una sociedad postindustrial,
debido principalmente a su orientacin esttica, a la relativa
obsolescencia de su anlisis34, y sobre todo, a las constricciones
en la delimitacin de su mbito de estudio.
En efecto, a juicio de algunos de los nombres ms famosos de
esta generacin de institucionalistas, aqullos economistas
circunscriban indebidamente dicho mbito al examen del proceso
de toma de decisiones econmicas, dejando de lado la
consideracin del sistema evolutivo de relaciones humanas que
dispone de recursos escasos para la satisfaccin de deseos
privados y colectivos35.
Tambin aqu est presente, por tanto, la misma voluntad de
43
ir ms all de las fronteras definidas por la ciencia econmica
convencional, abriendo las puertas a la consideracin de otros
fenmenos sociales y culturales. E, igualmente, la preocupacin de
estos institucionalistas enlaza con una apertura similar en su
conceptualizacin de la naturaleza humana a los hbitos, las
costumbres, las tradiciones, valores y creencias, ignorados con
demasiada frecuencia por otras corrientes econmicas atentas casi
de modo exclusivo al componente racional de la personalidad
individual.
En cualquier caso, estos testigos del despliegue de la
tecnoestructura y de la corporacin gigante cuestionan la
centralidad concedida por la economa ortodoxa a un individuo
soberano que, -como se supone que ocurre paradigmticamente
con el consumidor- formula a travs del mercado decisiones que
vinculan el mecanismo productivo a su voluntad resolutoria36. Por
el contrario, a su juicio, la decisin procede ms bien de la gran
organizacin productiva37, caracterstica, a su vez, de la sociedad
industrial madura, cuyas instituciones deban ser objeto de examen
por la ciencia econmica.
44
Contemporneamente, y bajo diversas frmulas, los
economistas institucionalistas continan pugnando por situar la
actividad econmica del lado de una conducta humana socio-
cultural cuya adecuada interpretacin exigira una atencin ms
atenta a la cultura y a las dimensiones primordiales de la sociedad.
Y asimismo, sus discrepancias de otras formas de entender la
ciencia econmica siguen haciendo una alusin privilegiada a la
definicin del objeto y del mtodo de la ciencia econmica, as
como a las preconcepciones centrales en que aqulla toma
asiento.
Ello no quiere decir que apenas haya existido evolucin dentro
de los planteamientos que habitualmente se han utilizado para
identificar lo que se ha dado en llamar la escuela o el movimiento
institucionalista, ni que la situacin actual de la misma sea
completamente homognea al respecto.
Por el contrario, como un destacado institucionalista y
conocedor de esta escuela, Alan Gruchy, ha puesto de manifiesto,
la misma distincin terminolgica, frecuentemente utilizada -y a l
debida-, entre el vieja institucionalsmo ~ ~al que perteneceran
45
los ms destacados fundadores de esta corriente econmica
heterodoxa: Veblen, Sombart, Hobson, Commons, Clark y Mitchell-,
y la economa neoinstitucionalista posterior39, es ya un indicio
de la significativa evolucin analtica que se habra llevado a cabo
con el cambio generacional40.
A esa evolucin viene a sumarse una divisin interna de la
escuela en cuatro grandes grupos, a saber: la corriente principal,
posterior a 1939 - coincidente con el neoinstitucionalismo- ; los
institucionalistas generales -con representantes como Robert L
Heilbroner y Warren J. Samuels-, los radicales -con Howard
Sherman, entre otros-, y la versin aplicada del institucionalismo -
compuesta por la mayora de los miembros de la Asociation for
Evolutionary Economics y de presencia dominante en la revista de
la misma, The Journal of Economic lssues-41. Si bien sta ltima
pretende tan slo ofrecer el fundamento emprico del que carecera
la economa establecida, aspirando nicamente a convertirse en un
buen complemento de la macroeconoma keynesiana y de la
microeconoma neoclsica, las restantes corrientes persiguen,
desde diferentes planteamientos y con desigual fortuna, realizar
contribuciones tericas que vayan ms all de la micro y macro-
46
economa convencional. Y en cualquier caso, todas ellas -
especialmente las tres primeras-, perseveran en el enfoque cultural
de la economa heredado del institucionalismo original, que
investiga las relaciones humanas que se ocupan de la provisin de
la oferta de bienes y servicios materiales requeridos por la
sociedad42. El surco abierto por Veblen en torno al carcter
socio-cultural de la accin e instituciones econmicas, la
artificialidad del homo oeconomicus heredado, y la necesidad de
adaptar el retrato de los economistas de la naturaleza humana a las
nuevas versiones de la misma ofrecidas por otras ciencias sociales
contemporneas, ha seguido constituyendo una avenida central de
las reflexiones institucionalistas hasta la actualidad.
Nos acercamos con ello a un ngulo crucial de todo el
recorrido por el que nos hemos adentrado en las ltimas pginas.
Ni los institucionalistas en general, ni Veblen en particular, estaban
interesados en la psicologa per se, ni tampoco era su objetivo la
disquisicin metafsica en torno al ser de lo humano, o sobre eso
que hasta ahora hemos llamado la naturaleza humana,
adaptndonos con ello a la terminologa acostumbrada entre estos
economistas que, por cierto, la empleaban sencillamente, por
47
decirlo as, esto es, sin mucha atencin a sus implicaciones43
filosficas, como de hecho siguen haciendo hoy sus seguidoresMuy por el contrario, ambas cuestiones slo les interesaban en
cuanto les permitieran alcanzar una ms correcta comprensin de
la conducta humana real, de la que la accin econmica, era, a su
entender, slo un corolario.
Lo cual, para finalizar, nos remite de nuevo a la cuestin del
contexto intelectual e histrico en el que opera el primer
institucionalismo. Un contexto en el que experimenta una enorme
transformacin todo lo relativo al saber sobre lo humano, al igual
que la propia concepcin de lo que por humano deba entenderse.
Porque los institucionalistas no fueron los nicos que
encuadraron su objeto de estudio dentro del universo de la cultura.Otro economista contemporneo, de cuya trascendencia no hay
que dar explicaciones, Max Weber, desde la otra orilla del Atlntico
y desde diferentes postulados -a pesar de su relacin igualmente
fuerte con fa escuela histrica alemana-, coincidi en vincular la
accin econmica con la cultura humana, como se desprende tanto
de sus escritos ms estrictamente tericos como de sus
48
investigaciones monogrficas44.
C).- La privilegiada atencin institucionalista alcomportamiento econmico real
.
Lo que a esta escuela le interesaba desvelar no era la conducta
normal, tal y como sta era concebida por Cairnes y otros
economistas, bajo la cual subsuman ellos, a juicio de Veblen, el
comportamiento humano real, de tal modo que la ciencia misma
acababa convirtindose en una teora del caso normal. Por el
contrario, los institucionalistas queran concentrar toda su atencin
sobre los hechos concretos de la vida humana, sobre la conducta
econmica real. La cual debera ser observada y explicada al
margen de supuestos modelos de normalidad, construidos a partir
de representaciones distorsionadas de la naturaleza humana.
Ello enlaza, por otra parte, con la principal objecinrepetidamente formulada por los principales portavoces del
institucionalismo contra la versin predominante de la economa
49
recibida, producto a su vez de sus propias posiciones ontolgicas,
metodolgicas y epistemolgicas. Y se enmarca, a su vez, en el
contexto ms amplio, ya mencionado en estas pginas, de la
revuelta antiformalista que acompaa al cambio de siglo.
Porque, tambin al parecer de estos economistas heterodoxos,
dicha versin clsica y neoclsica de la ciencia econmica se habra
mostrado incapaz de enlazar sus elucubraciones abstractas con los
hechos reales de la vida econmica.
De nuevo, la crtica apunta aqu al excesivo formalismo
abstracto de la economa convencional, construida de espaldas
a la vida econmica real, ms preocupada por la exactitud y la
elegancia de sus formulaciones que por adaptarse a la naturaleza
de aqulla.
Esta orientacin especulativa, por otra parte, no habra hecho
sino ahondarse, en la evolucin ms reciente de esta ciencia. Quejaque, tambin vimos, compartan estos economistas heterodoxos
con otros muchos cientficos sociales y pensadores de la misma
generacin, no slo americanos, sino tambin europeos,
descontentos con la separacin reinante entre la ciencia y la vida.
50
Y que, lejos de disolverse en la trayectoria posterior delinstitucionalismo, se ha mantenido como una de sus seas de
identidad ms relevante y controvertida. Valgan, en esta ltima
direccin, las palabras de uno de sus representantes
contemporneos ms reputados, Alan Gruchy, quien, aludiendo al
rechazo institucionalista del foso an existente entre el mundo de
la teora formalizada, abstracta, y deductiva, de un lado, y el de la
realidad, de otro, ha sealado lo siguiente:
De acuerdo con su interpretacin, la economa formal es un
tipo de pensamiento cientfico que concede demasiada
atencin al modelo o forma de su teorizacin, y no considera
suficientemente el contenido de tal teorizacin y de su relacin45con los hechos reales de la vida econmica
51
1. Entre ellos, destacan PIROU, GAETAN: Les nouveaux courants de la thorieconomiaue aux Etats-Unis, Editions Domat-Montchrestien, 2 vols., Pars, 1935;GAMBS, JOHN 5.: Bevond Suoolv and Demand: A Reaporaisal of InstitutionalEconomics, Morningside Heights, Columbia University Press, New York,1946;GRUCHY, ALLAN: Contemoorarv Economic Thouoht. The Contribution ofNeo-institutional Economics, Macmillan, New York, 1972; GRIZIOTTIKRETSCHMANN, JENNY: La dottrina istituzionalista americana, en ROSSI-LANDI,F. : II nensiero americano contemporneo, ed. di Comunit, Milano, 1958;HARRIS, ABRAM L.: Types of lnstitutionalism, Journal of Political Economv
,
n040, diciembre de 1932, pgs. 721-49; as como los ms conocidosrepresentantes de esta corriente cientfica, tales como COMMONS, JOHN PiInstitutional Economics. Macmillan Co., New York, 1934; MITCHELL, WESLEY C.:The Rationality of Economic Activity, Journal of Political Economv, vol. 18, n02,1910, pginas 97-113.
2. GAMBS JOHN S.Bevond Suoolv and Demand. A Reaporaisal of InstitutionalEconomics, . . .cit.
3.MITCHELL, WESLEY: The Backward Art of Soendinci Monev and Other Essavs
,
Mcgraw-Hill, New York, 1937, recogido en GAMBS, JOHN 5., op. cit., pgina 29.
4.Cfr. GRUCHY, ALLAN G.: Contemporarv Economic Thouoht. The Contributionof Neo-Institutional Economics,.. .cit. Gruchy distingue entre lo que l mismo llamaelviejo institucionalismo, anterior a la Segunda Guerra Mundial, que habra sidofundamentalmente un desarrollo intelectual americano -aunque con algunasramificaciones europeas, carentes, en lneas generales, del vigor, la tenacidad y elapoyo acadmico de aqul pas-, y el neo-institucionalismo, posterior a la Segundagran guerra, y cultivadq entre otros, por economistas de la talla de Galbraith,Myrdal, Ayres, etc.
5.Recientemente, Herbert A. Simon -entre otros muchos analistas que se podrancitar-, ha expresado una opinin similar en su artculo: Rationality in Psychologyand Economics, The Journal of Business, volumen 59, n0 4, parte 2~, octubre,1986, pginas 209-224. En conjunto, todo este nmero de la mencionada revistaest dedicado a la cuestin que aqu se discute. La cual es abordada desdediferentes puntos de vista, recogidos, entre otros, en los siguientes trabajos:HOGART, ROBN M. y REDER, MELVIN W.: Editorss Comments: Perspectivesfrom Economics and Psychology, The Journal of Business, op. cit., pginas 185-207; y THALER, RICHARD M.: The Psychology and Economics ConferenceHandbook: Comments on Simon, on Einhorn and Hogarth, and on Tversky andKahneman, Journal of Business, . . .cit., pginas 279-285.
52
Adems de Halbwachs, autores de la talla de Marcel Mauss o de GatanPirou acompaaron tambin a Jaff en su inters por la obra de Veblen.
Ahora bien, como sucedera tambin en otras comunidades idiomticas, locierto es que ello no se tradujo en una especial fortuna editorial de Veblen en estalengua, al menos por lo que hace a la traduccin de sus escritos. Aunque, comohan puesto de manifiesto las indagaciones de Dorfman, ello se debi en parte msa acontecimientos azarosos externos que simplemente al desconocimiento o a ladespreocupacin intelectual. Es ms, a su juicio, Francia tambin fue el primerpas extranjero que mostr un decidida inters en la traduccin del libro,(DORFMAN, JOSEPH, op. oit., pgina 33). Dorfman se est refiriendo,naturalmente, a The Theorv of the Leisure Class, la obra elegida casi siempre porlos editores de diferentes paises como carta de presentacin del autor.
A su vez, tambin nos informa de que el profesor Raymond Chalmel, conel consentimiento de Veblen, haba acometido su traduccin al francs en 1914,para lo que ya contaba con el compromiso de un editor, Alcan. Sin embargo, a razde la Primera Guerra Mundial, Veblen no volvi a recibir noticias de este adelantadoprofesor. El destino hizo que, a pesar de este temprana recepcin de su obra enFrancia, la primera traduccin de una de sus obras tuviera que esperar, sinembargo, hasta 1970, sin que hallan corrido mejor suerte sus restantes trabajos.
Este misma ausencia de fortuna editorial se ha manifestado en el escasonmero de monografas que se le han dedicado en esa lengua, no ms de las quese pueden contar con los dedos de una sola mano.
Jaff fue codirector, junto a Sombart y Weber, del Archiv fUrSozialwissenschaft und Sozialpolitik.
7. SCHNEIDER, LOUIS: The Freudian Psvcholoov and Veblens Social Theorv
,
Morningside Heights, New York, Kings Crown Press, 1948.8. SCHUMPETER JOSEPH A.: Historia del Anlisis Econmico, Ariel, Barcelona,1982, y tambin Sntesis de la evolucin de la ciencia econmica y sus mtodos
,
Oikos-tau, Barcelona, 1967.9.Cfr. MITCHELL, WESLEY C .:Thorstein Veblen, en MITCHELL, WESLEY C. (ed.e introdj: What VeblenTauoht. Selected Writinos of Thorstein Veblen, AugustusM. Kelley, New York, 1914, pgina xxxiii.
10. Ver al respecto los siguientes ensayos de MITCHELL, WESLEY C.: HumanBehavior and economios: A Survey of Recent Literature, The Quarterlv Journal ofEconomics, noviembre, 1914, pginas 1-47; The Rationality of Economic Activity.1, y The Rationality of Economic Activity. II y III, ambos recogidos en el mismonmero de The Journal of Political Economv, volumen n0 18, n0 2, febrero, 1910pginas 97-113, y 197-216.
11. ROSS, EDWARD A.: Social Psvcholoov, 1908.
54
12. Mc DOUGALL, WILLIAM: An Introduction to Social Psvcholoov, (1908>,Methuen & Co Ltd, 31 ed., Londres, 1960.
13. Se trata de la versin posterior del institucionalismo clsico, por decirlo as,formulada sobre todo en los aos veinte y treinta por economistas tan destacadoscomo Mitchell, Commons, Clark y Tugwell. Se encuadra an, por tanto, en lo queGruchy, en su obra ya citada: Contemoorarv Economic Thouoht. The Contributionof Neo-Institutional Economics,...cit., ha denominado el viejo institucionalisma -por diferencia al enfoque neoinstitucionalista ulterior-, y que, a su vez, en suartculo de presentacin de la escuela institucionalista en la Revista Internacionalde Ciencias Sociales, ha localizado en un segundo perodo dentro del mismo -aos1925 a 1945-, inmediatamente posterior al que habit Veblen.
Sus vnculos con el esquema institucionalista original de Veblen son muyestrechos, aunque slo sea por el hecho de que la mayor parte de los miembros deesta segunda generacin fueron discpulos directos suyos. Pero, al mismo tiempo,esta nueva versin se aparta en diversos aspectos importantes de la propuesta delmaestro. Aunque, como hemos visto, conserva lo fundamental del punto de vistade aqul acerca de la centralidad de la conceptualizacin de la naturaleza humanaen la ciencia econmica. Y lo mismo sucede con algo que veremos a continuacin:el carcter cultural de esta ciencia y la necesidad de ampliar su objeto y redefinirsu metodologa, defendida tambin por estos institucionalistas postveblenianos.
14.Cfr. CLARK, JOHN-MAURICE: Economics and Modern Psychology. 1, Ih~Journal of Political Economv, volumen 26, n0 1, enero, 1918, pginas 1-30, pg.4. Como es sabido, John- Maurice era hijo del profesor de Veblen, John B. Clark,de quien Thorstein recibi por primera vez las doctrinas de la utilidad marginal.
1 5.Cfr. VELARDE FUERTES, JUAN: El institucionalismo: una peligrosa direccinpositivista en economa, Anales de economa, julio-septiembre, 1964, pginas503-506, pgina 511.
1 6.Cfr. McDOUGALL, WILIAM: An Introduction to Social Psvcholoov, . .pgina 1.
17. Cfr. McDOUGALL, WILLIAM: An Introduction to Social Psvcholoov, ...ct.,pgina 1.
18.Cfr. McDQUGALL, WILLIAM: An Introduction to Social Psvcholoav, ...cit.,pgina 9.
55
19.McDOUGALL, WILLIAM: An Introductionto Social Psvcholoav, ...cit., pgina9.
20. Cfr. VELARDE, JUAN: El Institucionalismo: una peligrosa direccin positivistaen Economa, ...cit., pgina 511.
Vase, al respecto, entre otros muchos, los trabajos de otro reputadoportavoz de este primer institucionalismo, J.M. Clark, dedicados precisamente aexaminar las relaciones entre la economa y la psicologa: Economics and ModernPsychoogy. 1 y Economics and Modern Psychology. II. Canstructive Statement:Outline of the Theory of Economic Guidance, publicados en The Journal ofPolitical Economv, volumen XXVI, n0 1, enero, 1918, pginas 1-30, y 136-166.
21 .DORFMAN, JOSEPH: New Light on Veblen, en DORFMAN , JOSEPH:Thorstein Veblen. Essavs. Reviews and Reoorts. Previouslv Uncollected Writinns
,
Augustus M. Kelley, Clifton N. J., 1973, pginas 5-326, pgina 20.
22.GAMBS, JOHN 5.: Bevond Suoolv and Demand, Columbia University Press,Morningside Heights, New York, 1946, pgina 30.
23.The motions of an abstractly conceived economic man It.] materialcivilization from al other phases and bearings of human culture,
ALLAN G .: Modern Economic Thoupht. The American Contribution, Augustus M.Kelley, New York, 1967, pgina 23.
Y ms adelante, aclarando cual es el contenido concreto de esta orientacin,Gruchy hace referencia a lo que se discutir a continuacin en esta introduccin:el carcter cultural de la ciencia econmica holista: la orientacin intelectual delos economistas holistas les conduce a concebir el orden econmico como unesquema de cosas o proceso cultural evolutivol...> El anlisis del campo de laeconoma total les conduce a ampliar sus investigaciones. y a incluir dentro de sumbito de anlisis muchos hechos ignorados por los investigadores msformalistas. Esto explica por qu el economista cultural hace caso omiso de laslmites tradicionales de las ciencias sociales, y por qu coge en prstamo tanto delas disciplinas de la ciencia social emparentadas, op. cit., pgina 25. Es decir, escaracterstico de esta escuela considerar al sistema econmico como un todo enevolucin, a cuya luz habra que explicar el significado de cada una de sus diversaspartes.
Mino Vianello, autor de la principal monografa dedicada a Veblen en Italia,entre muchos otros, ha expresado abiertamente su acuerdo con estacara
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