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Nota: este escrito se postuló como monografía para aspirar al pregrado de derecho,
del alumno Ricardo Daniel Cano Aguirre
En razón a que el maestro asesor no estuvo de acuerdo con la orientación y
conceptos. No se pudo concretar como tal. Sin embaego, la publico yo y bajo mi
responsabilidad(Luis Parmenio Cano Gómez)
Fundación Universidad Autónoma de Colombia
Acerca de los conflictos, las Farc y de los tratados de paz
Una mirada interdisciplinaria
(Monografía)
“Un suceso cualquiera de la vida humana es narrado con más fidelidad por sus autores. La tradición conserva
la verdad, pero desfigurada; los documentos de referencia posteriores al acto, pueden adolecer de
involuntarios errores o de juicios parciales; y los historiadores muchas veces no hacen sino novelas, cuando
se empeñan en exarninar los hechos con la inventiva del ingenio. Pero cuando se ha levantado el proceso
verbal del acontecimiento; cuando tenemos escrita la relación sencilla, rápida, llena de las impresiones del
momento supremo, por los mismos autores de un drama heroico, de una empresa llevada a la cima con éxito
brillante y fechando, por ánimos, por ilustres varones que son fundadores de la Patria, el sentido común
solicita con avidez la palabra consagrada…”1
RESUMEN
Es una aproximación a un análisis interdisciplinario, de un problema que ha convocado
expectativas, casi desde que somos República, País y Nación. Un conflicto inacabado.
Desde lo que se dio en llamar “santanderistas vs., bolivaristas. Incendiarios panfletos
erigidos como documentos válidos programáticos. Un fin de Siglo XIX en guerra. Que
continúo en primera década de Siglo XX. Y que continuó hasta que, en profundo y
borrascoso, se incentivó desde 1940 hasta nuestros días. Eso de “la negociación con la
cúpula de las Farc para terminar un conflicto de cincuenta años”; es una afrenta a
nuestros campesinos, estudiantes, obreros, desempleados y desempleadas, etc.; que no
la han conocido nunca. La negociación es eso. Discusión con quienes han deslegitimado
el logro de las marchas campesinas huyendo del exterminio, desde 1945. Y, como
contraparte, un gobierno que, simplemente, es extensión de la yunta del Frente
Burgués. Y, a la zaga, quienes se consideran herederos vergonzantes de las luchas
Terrero A., Santiago “El 19 de abril de 1810 fue el día en que se inició la independencia sudamericana”, página 101.
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proletarias en Europa y América Latina. Pero que no son otra cosa que manipuladores
de la vedad. Y que, por esto mismo, convocan a “creer en las paz del Presidente Juan
Manuel Santos”.
Todo lo anterior, presentado con el rigor que exige el futuro de nuestra Nación. Porque,
a futuro, vendrán exacerbaciones del conflicto. Porque merecemos un futuro cierto.
Con transformaciones reales de esta estructura de Estado caduco y al servicio de los
lapidadores de la democracia. Presentado, el análisis, con énfasis doctrinales
necesarios. Porque nos han teorizado al revés. Siendo, aquí lo doctrinal, una opción
imaginativa y creativa de los postulados que han orientado a las verdaderas
revoluciones.
Palabras clave: interdisciplinariedad, conflicto, jurídico, negociación, historias de vida,
antropológico, víctimas, restitución, tierras, sociología, país, república, Farc, gobierno.
Introducción
Sea lo primero un énfasis: nunca he creído en la revolución benévola como opción incierta. Algo
parecido a entender que, una vez iniciada la lucha por la liberación y, como correlato, la
instauración de un régimen socialista, por la vía de un movimiento que sea construido desde abajo
que conduzca ese proceso a nombre quienes han sufrido y sufrimos la devastación de las
libertades y la profundización de la violencia. Por lo mismo, entonces, asumo la obligación de darle
continuidad. A nombre de los valores inherentes. Es decir, la confrontación radical con la
burguesía. No cabe punto de mediación. No se trata, ahora, de ignorar la necesidad de configurar
tránsitos de recomposición. Por lo menos así lo pueden evidenciar momentos precisos. Como
sucede en toda guerra. Posibilitar tácticas, según el comportamiento del frente burgués.
Pero no es lo mismo, tratándose de recomposiciones ideológicas y políticas de largo aliento.
Porque, de ser así, se desemboca en ese tipo de opciones en los cuales lo que cuenta es el juego
a la reversa absoluta. Como si no importara el acumulado de acciones y de convocatorias. Ante
todo, tratándose de un proceso como el nuestro. Un país inmerso, históricamente, en sucesión de
guerras. A veces presentadas, por parte de la burguesía y los terratenientes, como expresiones
centradas en desviaciones atípicas respecto a la yunta propuesta y ejecutada por el poder
imperante. Un consecutivo que ha involucrado, siempre, a los nativos, a los campesinos y
campesinas, a los obreros y obreras y al lumpen proletariado; como invitados (as) para que sirvan
de sparring. Todo por la vía de la fuerza. Militares y policías al servicio de la propuesta de
sometimiento constante. Casi como perenne. Una herencia habida, desde los ejecutores de
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gobiernos como extensión de la lucha por la libertad. Porque, entre otras razones, ni Santander, ni
Bolívar fueron centinelas de la liberación constante, verdadera. Más bien, las sucesivas divisiones
y el surgimiento de los partidos liberal y conservador, significaron la preclusión de la revolución en
contra del poder español.
Visito así, entonces, estuvo y ha estado latente una propuesta libertaria, en contra de ese proceso
por medio del cual se instauró un modelo de Estado y de gobierno, próximos al autoritarismo. Que,
aún hoy, azuzan la violencia, por la vía de decantar sus idearios perversos. Uno a uno, fueron
imponiendo roles cada vez más entrelazados con el dominio punzante; con fisuras propias de sus
contradicciones internas. Proclamando constituciones al vuelo de sus intereses. Nunca ancladas
en los derechos de la población, siempre marginada. Siempre vulnerada. Un horizonte patrio,
vergonzosamente modelado, con linderos y mojones construidos a partir de sus visiones
recortadas. Dejando casi a medio camino, la ruta propuesta en principio. Inclusive, desde mi
interpretación, podría decirse que nunca hubo perspectiva diferente a la de entronizar el culto a la
personalidad. Ya, desde ese entonces, empezaba a prefigurarse el tipo de gobierno y de Estado,
en perspectiva anclado en los conceptos oligárquicos de poder. Tanto como entender que iríamos
avanzando con una ruta, deliberadamente promovida por odios. Por ese tipo de propuestas que
desdibujan la razón de ser de la democracia. Ruta de bárbaros que habían peleado, peleaban y
pelearían a partir de construir íconos perversos. Veámoslo en palabas de Germán Carrera Damas,
en su texto “El culto a Bolívar”.
“…Finalizada la guerra de independencia se inicia para Venezuela la experiencia republicana. Hasta ese
momento la República no había sido más que una especie de ensayo genera l, en cuanto corresponde a la
que existió entre el 5 de julio de 1811 y la firma del armisticio con Domingo de Monteverde (25 de julio de
1812), o un desiderátum siempre propuesto en función dela guerra. Bien puede decirse que la precariedad de
los ensayos republicanos, tanto por la corta duración de los que lograron cuajar, como por las numerosas
limitaciones e incluso suspensiones que se le impuso en razón de la emergencia bélica, reservaron para
2después de la contienda la verdadera confrontación de la experiencia republicana, ya despojado el panorama
del enemigo que la había hecho imposib le hasta ahora…”3
Ha sido una constante para los países bolivarianos. Un ir decantando las ilusiones y los
programas. Una asociación contradictoria, con respecto a la herencia colonial, que siempre se ha
presentado como la acción de posponer, corrido el tiempo, la realización de opciones libertarias. Es
algo así como asistir a periodos históricos, unas veces ambiguos. La mayoría de las veces como
expresiones autoritarias. Centradas en posiciones caudillistas. De la mano con intereses que no
tenían nada que ver con la liberación. En cambio, si mucho, de imposiciones de la burguesía
agraria.
.1. Carrera Damas G. “El culto a Bolívar”, Editorial Universidad Nacional de Colombia, pp. 43 -44
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El texto citado antes, a pesar de una narrativa del caso venezolano, ejerce como insumo común
para la República de Colombia.
“…Las dos fuerzas que hemos delineado (sic), entendidas como las dos corrientes de problemas básicos
presentes en el orden histórico, con imbricaciones de todo género, entran en una nueva etapa de su acción
con el advenimiento de la República. Es la hora de confrontar los resultados con las promesas. Los sacrificios
han sido extremos y prolongados, la impaciencia es mucho. Venezuela aparece en este momento bajo un
curioso aspecto en lo político: el centro o la personificación del poder no solo se halla distante, sino que se
aleja más con las campañas sureñas de Bolívar. Queda libre el terreno para la definición de nuevas
apetencias de mando, y la guerra ha sido un buen semillero de ellas. Para tantas y tan voraces hay solo una
patria que usufructuar….”4
Entre otras cosas, porque el oferente de poder no puede sustraerse al lío perverso. Entre estar con
lo conseguido en el campo de batalla, a nombre de la liberación del yugo español. Y estar en
interdicción, con respecto a la perspectiva que se abría. Perspectiva de compromiso con la
construcción de una Nación libre. Por la vía absoluta. Es decir, de plena confluencia con el
entendido d libertad. Incluida la liquidación del racismo. Del esclavismo. De reconocimiento a la
libre autonomía de las etnias.
Precisamente, al no resolverlo. Viendo que no había una posición ni latente, ni efectiva en términos
de la libertad. Por esto mismo, nuestra República empezó con soporte endeble. Por la vía de
otorgar poderes a los generales. A un concepto de patria vinculada con demostraciones de fuerza
por la vía de imposiciones autoritarias y, en cuanto juego democrático, manipulaciones en torno al
significado de la participación de campesinos mestizos y las etnias. Y ni que hablar de los negros
y las negras en razón que eran sometidos en peores condiciones que los anteriores.
“…La Campaña de la Nueva Granada, vasta y arriesgada operación que marca una transformación profunda
en la concepción estratégica de la guerra emancipadora, da como resultado no solamente un cambio en la
relación de fuerzas, hasta entonces favorable al eficaz dispositivo montado por Pablo Morillo al frente del
único ejército organizado que había actuado en Venezuela. Produce, lo que no es menos importante, al Padre
de Colombia, al Libertador admirado, temido y acatado. El triunfo magnífico echaba al olvido una trayectoria
militar en la cual no escaseaban, al lado de victorias espléndidas victorias a medias por mal consolidadas y
hasta puras y simples derrotas aparatosas. Poco podía el hiperbolizado brillo de la Campaña Admirable de
1813 en contraste con el abrumador derrumbe de la Segunda República bajo los golpes de Tomás Boves. Y
este era, hasta el momento, el más notable hecho militar de Bolívar en tierras ven ezolanas. Piar y Mariño,
entre ellos, no hallaban nada descabellado el equipara sus propios méritos con los de Bolívar… 5
Es una incursión, a propósito, con referentes de la campaña y la posguerra en Venezuela. Un
miramiento en términos de la localización de insumos en perspectiva. Para alcanzar una posición
4 Ibíd. , página 45 5 Ibid, páginas 83 y 88
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en contravía de los dimes y diretes, con respecto a la democracia, supuestamente inmersa en los
hechos y las acciones santanderistas y bolivarianas. Por una vía un tanto extraviada; en
consideración a la idealización por parte de quienes ejercía como oligarcas y gamonales. Pidiendo
pista para un ensamblaje posterior. De un Estado y una Nación que dieran cuenta de sus
ambiciones.
1. Planteamiento del problema.
El universo y los conceptos.
En comienzo, se trata de asumir que, el conflicto, ha estado ahí. Desde, el momento mismo en que
se concretó nuestra condición de patria libre. En un proceso que comprometió, inclusive, a quienes
ejercieron como conductores libertarios. Por una vía inherente a la discusión política de
configuración de país y de estado. En ejercicios que posicionaban el marco constitucional como
soporte fundamental.
Lo que, hoy por hoy, vivimos no es otra cosa que una extensión no formal de las contradicciones.
Porque se replicó en escenarios desde 1830 hasta finales de siglo. Pero que, por esto mismo, se
abrió camino, recorriendo todo el siglo XX.
Ha sido un largo camino. Como laberinto que agobia. Pero que, por lo mismo, ha permitido
localizar los términos de referencia necesarios para enfrentar la soledad del ser que emerge
consolidado, a partir de descifrar los códigos de la vida societaria. Porque viene de esa dispersión
que lo había inhibido, para enfrentar vicisitudes. Hacerlo sólo le había significado, en el tiempo, no
entender la dinámica asociada a sentir a los otros y a las otras. Un estar ahí, situado en su
compartimento. Mirándose. Como quien no ha construido el enlace, entre sí mismo y el escenario.
Actor cuyo libreto son palabras para sí. Pero que, en perspect iva, se siente aislado. Avasallado; al
límite de su capacidad para discernir acerca de su rol colectivo.
Posicionarse, al margen de lo inhóspito, supone un avance. Es adquirir la noción de estar en otras
condiciones. Diferentes a aquellas en las que prevalecía la zozobra. Lo azaroso. Como cuando se
percibe que la exterioridad acecha, como potencia ajena a cada sujeto. Como incierta posibilidad.
Como expectante gendarme que rodea y asfixia. Una figura parecida a aquellas sombras del inicio;
cuando no éramos otra cosa que expresiones minimizadas, al garete. Próximas al desequilibrio,
por la vía de los extravíos propios de la selección natural.
Sentirse vinculado a un proyecto de la naturaleza. Sin haber sido consultado o consultada; es tanto
como una sumisión indescifrable; como quiera que se da sin que hubiésemos conocido la hoja de
ruta inherente a ese proyecto. Tal vez, por esto mismo, llevamos la marca de la angustia. Porque
no entendimos su soporte. Angustia e inquietud, que se tornan en el hilo conductor de esa
sensación de impotencia. Esa misma que ha estado con nosotros y nosotras, desde el origen. En
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ese entonces, lo que percibíamos no iba más allá de la inmediatez que no s envolvía. Como
burbuja que asfixia. Y que nos rodeaba y nos colocaba en condiciones de in ferioridad.
Un choque de expectaciones. Mientras la naturaleza, exhibe una lógica interna. Que va, desde los
organismos simples primarios; hasta las cimas que confirieron las condiciones próximas a la
civilización. Todo eso como una envoltura que nos inhibía. Desde ese tiempo procede nuestra
sujeción involuntaria a ese proyecto. Siendo, este, mucho más amplio en los espacios universales;
mucho más complejos. Mucho más ajenos a nuestra interpretación en esa infancia temprana, como
sujetos. Ya, ahí, estaba latente la soledad y sus implicaciones.
Entonces, necesitábamos compañía. Pero no del tipo de compañía en la cual los otros y las otras
estaban ahí. Al alcance físico de cada quien. Pero sin ese hilo de Ariadna que nos permitiera
descifrar los códigos asociados al entorno colectivo, como sujeto en sí. Es decir, en una
perspectiva de concretar expresiones concientes de organización. No como sumatoria simple de
sujetos. Más bien como conciencia que se recrea y recrea. Una opción en la cual se acumulan
saberes. En un concepto de acumulación emparentado con la vertebración de lo consciente como
colectivo. Con todas sus implicaciones. Es decir, siendo concientes de la necesidad de crear
instituciones, con los insumos de los saberes. Fundamentalmente, con esos que nos otorgan la
vitalidad indispensable para re-conocernos. Como agentes de transformación. Como expresiones
hacia el equilibrio. Desde la soledad inhóspita de lo individual; hasta el acompañamiento en lo
colectivo.
Eso de buscar el equilibrio y trascender la soledad; por la vía de sumar opciones de vida. Desde lo
primario individual; hasta lo consciente colectivo; debe ser entendido como esa condición que
permite acceder a una interpretación de los y las sujetos; vinculados y vinculadas a un proy ecto;
mucho más cercano y comprensible que aquel que tiene la naturaleza.
Es, entonces, ese proyecto nuestro, el punto de comienzo y soporte de la nueva identidad.
Colectiva e individual. La nueva identidad, así alcanzada, no era otra cosa que la noción de lo
humano. Como categoría propia que nos situaba en el camino habilitado para transitar la vida, la
historia. Con referentes definidos a partir de la necesidad inicial de asociarnos. Transfiriendo, a
través de estos referentes, principios y valores. Son posibles y necesarios; habida cuenta de
nuestra condición de animales superiores. Superioridad no anclada, únicamente, en la capacidad
para discernir acerca del reto primario de la naturaleza; sino en nuestra capacidad para convertir
ese discernimiento en, fortaleza latente para trascender la mecánica inherente a la naturaleza.
En consecuencia no opera ya aquello de la selección natural. Venimos de ahí. Somos resultantes
de ese proceso. Pero no somos simplemente eso. Somos sujetos que alcanzamos la
independencia; que trascendimos aquello de seres naturales específicos, en cadena; para acceder
a la condición de sujetos que realizamos hechos y acciones. En capacidad para entender eso que
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hacemos. Sujetos de colectivización coherente. No como manadas que, en el reino animal,
simplemente juntan individuos. Lo nuestro es una opción mucho más compleja; en razón a nuestra
capacidad para asumir, direccionar y redefinir objetivos. Un ejercicio consciente que nos ha
convocado y nos convoca a no erosionar los valores y principios adquiridos. Porque, de no ser así,
volveríamos a la opción de vida de las manadas.
.El poder y su propuesta de regresión.
Una vez logrado el equilibrio, soportado en la opción de vida societaria; que nos ha permitido llegar
hasta el trazo del horizonte de procedimientos e instituciones en función de soportar la civilización.
Una vez adquiridas la noción y la praxis relacionadas con el quehacer colectivo y que devino en la
consolidación de los referentes inherentes a la humanización del consciente individual y colectivo.
Por caminos siempre de dificultad; como quiera que este equilibrio, acceder a él, ha sido una
apuesta por la vida. Soportando guerras, arrasamientos, aniquilaciones, etc. Decantando los logros
acumulados. En una constante depuración; en términos de efectuar una disección precisa de los
contenidos de los saberes acumulados. Habiendo soportado las ofensivas vulneradoras de
poderes paralelos asociados a la mixtura religión-conservadurismo. Habiendo efectuado, como lo
hemos hecho, acciones de profundo contenido transformador en casi todos los ámbitos. Habiendo
sufrido la persecución y exterminio, a nombre de la tradición y de la moral.
Nos encontramos con constantes que ejercen y han ejercido posturas y acciones de no
reconocimiento de las opciones de vida; ni de los avances en el proceso de validar insumos
mínimos de respeto y tolerancia. Han aparecido, en ese contexto, personajes perversos absolutos.
Sujetos que siguen atados a la prehistoria del quehacer social. Cuando, cada quien al garete,
efectuaba una interpretación individual de sus requerimientos. Y, posicionaba los mismos como
iconos para sí. Sin reconocer a los otros y a las otras como sujetos con derechos. Simplemente,
porque la noción de derechos es punto de comienzo de la vida societaria.
Personajes nefandos, que han hecho de los suyos principios preeminentes que deben ser
acatados. Los Césares; los reyes de Occidente; los faraones; los Papas; los Zares, Stalin, Hitler,
Mussolini, Franco, Ronald Reagan; los Bush; Álvaro Uribe, etc. Todos ellos en contravía de los
logros alcanzados en incesantes tropeles. Porque la historia ha conocido del día a día. De esos
tejidos sociales, individuales y colectivos, que se han ido consolidando a pesar de las guerras
impulsadas por esos y otros, también como ellos, perversos registradores de la destrucción de
valores.
Construyendo aureolas en su alrededor. Como magos que convocan a la confusión; a la inversión
de la noción de verdad y de justeza. Garantes de la lucha por restaurar lo primario. Como cuando
éramos absorbidos por la dinámica de los proyectos de la naturaleza. En los cuales, ésta, imprimía
su marca. Ese tipo de sensación de impotencia, de temor, de soledad; nos acecha a cada paso;
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ahora, cuando reviven los piratas vulneradores. Que imprimen, también, su marca. Chamanes que
delinquen con los principios; que convocan a santos oficios en procura de imponer sus instintos,
como figuras y posiciones; a partir de sus esquemas mentales, enfermizos. Delirantes. Su
significante es pariente de la desolación y de la ausencia de posibilidades libertarias. Su ética es la
barbarie. Su poder es la manipulación. A manera de mercaderes del trueque y la engañifa. Sin
ningún agregado de calidad humano; absolutamente ninguno.
Una escenografía que confunde al público. Como bufos que desorientan. Que crean horizontes
enfermizos; a partir de exhibir niveles de aceptación. En esto, Hitler y Mussolini fueron maestros y
a ellos les deben sucesivos dirigentes panfletarios sus fuentes teóricas. Fundamentalmente
aquellos que fueron atizadores de violencias y que se concretaron, a manera de ejemplo, en lo que
se ha denominado, un tanto peyorativamente “La Guerra de los Mil Días”. Pero que no fue otra
cosa que derivación de ese acumulado de odios ya cifrados antes sus fuentes teóricas y
conceptuales. Pueblos enteros confundidos. Masas vergonzantes que han permitido y permiten
justificar todo tipo de tropelías. Ese tipo de franjas de población que han claudicado en su dignidad;
la han endosado a los magos manipuladores
Lo cierto es que tenemos todo el derecho, quienes no hemos claudicado, a convocar a la acción
consciente. Que nos permita acceder a la derrota del Emperador Pigmeo; que es esto en razón a
su incapacidad para percibir la vida a través del día a día que junta quehaceres. Todos ellos
emparentados con la vulneración de la vida y con sus soportes. Pigmeos intelectuales que
saldaron su deuda con la vida y con la dignidad inherente, por la vía de refrendar su compromiso
con la muerte; por la vía de cambiar la lógica que conduce a la verdad y venderla, ofrecerla y
postularla como referente único para la vigencia de su visión de democracia. Que es a la mentira,
como el Sol es a las mañanas.
1.2Justificación:
Más que un trabajo de grado, trato de proponer un referente alrededor de la interpretación y
posibles soluciones al conflicto (…o conflictos) e nuestro país. Porque se trata, de asumir retos que
permitan acceder a una opción de paz, en la cual sea plenamente identificado el derrotero a seguir.
Por una vía no especulativa formal y contestataria. Por el contrario, en una visón y acción
construida a partir de los insumos propios de la interdisciplinariedad
1.3 Antecedentes.
Uno de ellos y, tal vez, el fundamental, tiene que ver con su coincidencia con lo que se ha definido
como “la guerra de baja intensidad”; orientada desde el Imperio y aplicada con todo el rigor en
Argentina, Chile, El Salvador; Guatemala. Él, además del presidente, Julio César Turbay Ayala,
Belisario Betancur (a pesar de su aparente posición de mano tendida, que se expresó en ese
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remedo de proceso de paz serio y humano). Particularmente, el doctor Uribe Vélez, incursionó en
ese ámbito con su propuesta y programa de gobierno en la gobernación de Antioquia, por la vía de
la promoción y concreción de las Convivir; que no fueron otra cosa que el inicio del exterminio a
cargo de los grupos paramilitares. Paramilitarismo que ya tenían, en Centroamérica, ejemplos
plenos. Un experto defensor de ese proceso y de esa noción de apaciguamiento. Como diría,
aplicando una expresión de lugar común: a sangre y fuego. Y ahí reside la motivación del
exterminio de contradictores. Por ejemplo, en el caso, de la UP y de los desmovilizados del EPL, la
aplicación de plan fue tan profunda que se convirtió en el mayor proceso de acallar voces, por la
vía de la matanza y del amedrentamiento. Leamos, al respecto, lo que dice Rosendo Payares,
en su autobiografía “4710”
“…Y es que corría el año 1954. Coincidieron hechos. El militar ya estaba ahí. Venía de rapar el poder. Siendo
el cuadro político antecedente una heredad vinculada con el genocidio auspiciado desde ahí. Desde ese
centro-poder conservador. Ya casi olvidadas las reformas de López Pumarejo y su Revolución en Marcha.
Todavía cercana, en el tiempo, la muerte de Jorge Eliécer Gaitán. El sargento (¿…o cuál era su grado?), ya
jugaba a ser prócer. A ser libertador. A ser guerrero guiando a un pueblo famélico y agarrota do. Nuestra
familia era una de tantas miles sin horizontes gratificantes.
La heredad, provenía de dos íconos perversos. Mariano Ospina Pérez y Laureano Gómez; “el divino
Laureano”. El perdulario que encendía el Congreso, a viva voz. Voz transmisora de ideas achatadas. Con una
sola perspectiva: justificar la matanza. A viva voz. Voz de pigmeo intelectual. Hacedora de fetiches. Voz,
mirada, cuerpo, de aprendiz de ideólogo. Ese que pretendía pasar a la historia como héroe. En una Colombia
desagarrada por él, y por Ospina Pérez, y por Marco Fidel Suárez y por los azuzadores perennes. Un
fascismo inveterado. Héroe de la miseria que auspiciaron él y ellos. De la tragedia de un pueblo inerme. Pero,
asimismo, heredad de los Lleras y de Eduardo Santos, y de Olaya He rrera y…del mismo Alfonso López, que
se arredró ante la infamia.
…Y corrió la voz de que algo estaba sucediendo. Venía desde muy atrás. El método había sido
perfeccionado. Desde Núñez, el trasgresor. El sujeto cambiante; según las circunstancias. Método ap licado.
Con ese mismo se justificó la Guerra de comienzos del siglo XX. Método soportado en el manejo solapado de
las verdades. O, a decir verdad, las casi verdades. En recintos cerrados, a prueba de filtraciones plenas. Solo
el gota a gota. Para potenciar las repercusiones. Se dice y se desdice, al mismo tiempo. Entonces, se
embauca y se extiende la sensación de que algo está pasando. Aquí y allá.
Y, en verdad, algo estaba pasando. El militar todavía estaba ahí. Pero, quienes lo adularon y lo felicitaron p or
su desprendido amor a la patria; ya tejían otra red. Otra, porque, a pesar de ser la misma; era otro tiempo.
Estábamos en 1956. Y, ya, el ceremonial estaba en curso. Ya estaban los contactos. Que si en España, en
Benidorm. Que si en Londres o en Washington. Que más daba. Siendo lo único cierto, el programa. Primero
se auspiciaría la presencia de una Junta Militar politizada. Que si el General París. Que si ahora. Que si el
plan incluiría allanar el camino para que volvieran los de siempre. Liberales y Conservadores, sus cúpulas.
Las mismas que sembraban el odio entre los de la periferia. Y que, una vez empezaba la barbarie, en
cualquiera de sus versiones periódicas, convocaban al buen sentido. Al entendimiento. A la paz. No importaba
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si por fuera de ella quedaba los más afectados. Los desarraigados y las desarraigadas. Los y las caminantes,
en travesía. Buscando refugio. Aquí y allá. Y, en ninguna parte donde pasar la noche y ver amanecer el otro
día.
Y se reunieron. Y acordaron. Usted y yo. Yo y usted. Primero usted, después yo. Amarremos el pacto a doce
o más años. Qué más da. Primero usted, luego yo. Y todo volverá a empezar. Hagamos borrón y abramos
nueva cuenta. No importa lo de atrás. El perdón suyo, lo avalo yo. El perdón mío, lo avala usted. Y así,
saldamos cuentas, por ahora.
Eso sí, quienes no regresen. Quienes no acepten lo que usted y yo hacemos; están al margen de la ley. Y
serán perseguidos y serán matados y serán olvidados. Queda claro, entre nosotros, que hemos sacrificado
nuestro tiempo por este país. Y, por lo mismo merecemos ser recompensados. Y qué mejor recompensa que
primero usted y después yo. Y después usted y luego yo.
Y, ahora lo entiendo, era eso lo que se estaba urdiendo. Era eso. Y los periféricos, los sin nada, ahí; sin saber
qué hacer ni para dónde coger. Y se extendía la penuria. Y ya se había agotado el modelo de sustitución de
importaciones. Modelo económico restringido. En el cual la variab le más dinámica era crecer, sin crecer.
Quedar flotando entre los imperios; entre sus intereses y los nuestros (¿…nuestros?). Y, entonces se acumuló
capital. Para los terratenientes, para los comerciantes, para la naciente burguesía bastarda. Sí; esa que
conoció de las libertades democráticas y de las reformas y de los derechos y los deberes ; como quien
aprende a nadar por correspondencia.
Así fue, por ejemplo, como accedí a entender todo lo relacionado con la continuación del exterminio. Veía, a
ráfagas, lo sucedido con quienes no accedieron al pacto bochornoso. A ese pacto entre los mismos. Pacto
que avasallaba a la democracia. Convertía en delito el solo hecho de aspirar a una alternativa diferente. Y, sin
saberlo, iba profundizando, todas las noches. Veía a los campesinos y campesinas. Niños y niñas. En las
travesías. Solo ahora, después de haber leído al maestro Alfredo Molano, en su trilogía “Siguiendo el corte”,
“Aguas arriba” y “Selva adentro”, he podido descifrar esos mensajes de mis sueños. He podido dilucidar el
significado de esas imágenes. Los sin tierra; los desarrapados; tratando de arrancarle aliento a la vida. Como
si esta estuviera flotando ahí. Y ellos y ellas, tratando de asirla. Mientras tanto los aviones y la tropa de los
jerarcas. Apuntándoles. Matándolos. Y los gritos de rab ia y las lágrimas y la ternura invitando a resis tir. Y los
jerarcas riendo en las ciudades. Invitándonos a reconocerlos como voceros válidos. Como convocantes
ciertos a la paz. Y, nosotros, en las ciudades sin arriesgar nada. Solo consumiendo los discursos ampulosos.
Y llegó el segundo de la lista. El hijo del poeta. El mismo de la sagrada ciudad b lanca. Impoluto. Hijo de poeta
que no sabe nada de la vida de los y las demás. Que mantuvo la línea de acción. Con los chafarotes a la
ofensiva. Limpiando el campo. Siendo, esa limpieza, un concepto asociado a la matanza. Generalizada y
selectiva. E inundaban los campos de panfletos. Convocando a la rendición. Expresando que los bandidos
eran quienes reclamaban justicia. Bandidos eran quienes no se dejaban acrib illar y respondían a los
vejámenes, con la fuerza de la dignidad y, porque no, con las armas que habían logrado salvar. Y los niños
ahí. Y las niñas también. Muriendo ellos y ellas. Y sus madres. Y sus padres…y todos y todas.
Y, así, fui desenvolviendo el ovillo, similar al nudo de Ariadna. Y reconozco, en esos contextos enunciados, la
posición alusiva al desarrollo capitalista tardío. Como el nuestro. Ya no era, simplemente, el modelo de
sustitución de importaciones. Ya era, todo un modelo de amplio espectro. Pero no autónomo. Simplemente
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vinculado a los condiciones que imponía el Imperio. Fue, entonces, cuando conocí las propuestas puntuales
de Joaquín Vallejo Arbeláez, a la sazón ministro en el gobierno de la tercera cuota del pacto (Carlos Lleras
Restrepo). Y leí, ávidamente, todo el texto sustentatorio de El Pacto Andino. Y lo cotejé con las propuestas de
la CEPAL (Comisión económica para América Latina). Y encontré las coincidencias. Algo así como un
proyecto en el cual cabían las opciones políticas y económicas, por la vía de entender una forma de la d ivisión
del trabajo. Obviamente a países como el nuestro, como Venezuela, como Ecuador, como Argentina, Brasil,
etc., nos correspondía la parte de lo accesorio. No podíamos acceder a la tecnología necesaria para
implementar un proyecto de industria pesada. Solo lo periférico; y eso sí, con limitaciones.
Y, a partir de ahí, se entiende la teoría del desarrollo desigual y combinado; lo cual no es otra cosa que la
implementación de los modelos precarios, súbditos. Y, por esa misma vía, conocí la teoría de Celso Furtado,
expresando la opción clásica del desarrollismo económico. Y, además, las teorías de Samir Amín (en la
misma perspectiva del modelo de desarrollo desigual y combinado). Y, de manera apenas obvia, profundicé
los textos económicos de Marx, y de Rosa Luxemburgo. Y leí el texto económico de Lenin “El desarrollo del
capitalismo en Rusia”. Y conocí las teorías de partido de Lenin, en lucha en contra de las postulaciones
socialdemócratas en Rusia (Los Mencheviques) y en Alemania (Rosa Luxemburgo).La teoría del Programa de
Transición de León Trotsky.
Entonces, estamos ante la necesidad de ofertar un concepto preciso en lo que respecta al significado que
tiene eso de conocer el pasado. Pero, más allá de esto, el relacionado con su dilucidación; estab leciendo tipos
de referentes soportados en el conocimiento y la interpretación. Estos son elementos imprescindib les; como
quiera que si son construidos de manera deficiente, no serán otra cosa que extravíos. Y, como todo extravío,
no será otra cosa que ejercicio diletante. Con un agravante centrado en la consolidación de la sumatoria de
hechos y de narraciones, como simple amalgama a partir de la cual se construyen (a manera de deducciones
y conclusiones), instrumentos que distorsionan y derivan en mera perspectiva, cuando no etérea, alusiva a
interpretaciones de la realidad sesgada y, por esto mismo, de utilización impropia e impertinente.
Lo cierto es, en consecuencia, que estamos en la ob ligación de cuestionar esos insumos metodológicos, por
cuanto la búsqueda de hilos conductores de los procesos sociales e individuales, constituye un imperativo. No
solo por las implicaciones que tienen los hechos y su registro, en el diseño y concreción de propuestas para
asumir los retos del futuro, en lo que este tiene escenario próximo en el cual, la realidad, ejercerá b ien como
hechos y acciones en las cuales los conceptos pueden ser prefigurados y utilizados como referentes válidos; o
b ien como expresiones de distorsión.
Por lo mismo, la decisión de realizar este escrito, se origina en la lectura de algunos documentos relacionados
con la interpretación del quehacer político y social, soportados en la narración oral. Pero no tanto porque el
método sea inválido, de por sí; sino porque esas narraciones son utilizadas y articu ladas, sin el filtro
conceptual necesario al momento de escucharlas y transcrib irlas. Filtro conceptual, absolutamente
indispensable, en razón a que la psicología del actuante y narrador, su visión e interpretación de los hechos,
son vertidas a partir del ejercicio memorístico; pero también a partir de su noción de la vivencia como realidad
derivada del tipo de aprehensión lograda. Y ya, ahí, se supone la existencia de una posición proclive a la
distorsión. Siendo así, el sesgo está presente y la interpretación del historiador, simplemente estará afectada,
casi como acto reflejo, por ese sesgo. Inclusive, como lo demostraré más adelante, muchos de los pasajes
12
narrados, no son otra cosa que alucinaciones o giros sustanciadores, utilizados por el o la sujeto p ara
reafirmarse como leyenda; o como héroe…o heroína. O, como también lo demostraré, porque el (la)
entrevistador (a) e historiador (a); desemboca en postulaciones, a manera de verdad, construidas de tal
manera que expresen sus propósitos, tanto en lo circunstancial, como en lo trascendental. Todo a la manera
de sujeto (a) que se explaya, magnificándolos, en los hechos narrados.
Veámoslo en estos términos:
“…El automatismo de la escritura me ha compelido hasta aquí. Sigo aferrado al impulso de continuar, sabiendo sólo
que he arribado hasta un punto imprevisto en el inicio. Algo me dice que voy bien. La fractura persiste, pues estoy
seguro de no ser yo quien sólo escribe. El saber que voy bien se me antoja como una simple forma, como un cierto
sabor o como una entonación peculiar de lo hasta aquí escrito. Ello me induce a esa secreta corroboración del voy
bien. La escritura pareciera ser una especie de emanación corporal: hay ciertas manifestaciones del automatismo
que escapan a la sola conciencia, enmarcándose en un más allá de pura racionalidad. Los escritores pueden ser una
forma de catadores sui generis, adheridos a un paladar peculiar que discrimina o destila signos, frases y contextos,
en una palabra, todo aquello que convenimos en llamar ideas…” 6
Es, ante todo, la búsqueda de elementos que me permitan proponer alternativas. No solo en lo que hace
referencia a la interpretación; sino también en lo que compromete a lo metodológico. Porque, eso lo tengo
b ien claro, no pretendo una argumentación a la manera contestataria, insípida y/o tendenciosa.
Ahora b ien, como es en realidad, una posición a partir de la lectura de algunos de los escritos del maestro
Alfredo Molano; tiene un asidero en el hecho mismo de la importancia que ha adquirido toda su labor
investigativa, apuntándole a la presentación de opciones de interpretación; con un horizonte que compromete
a la gestión por alcanzar una tipificación de lo vivido por los y las personajes, en el contexto del conflicto
armado y no armado que ha estado en la base de la construcción de Nación, de País y de
Estado…”(Rosendo Payares, “4710”, edición digital, Universia)
“…Las historias de vida sobre las cuales Alfredo Molano ha centrado la mayor parte de su actividad
intelectual, son un producto cuya docilidad de interpretación puede provocar equívocas conclusiones. Son
ellas una forma testimonial que funde una o varias percepciones individuales con la elección particular del
escritor que selecciona la experiencia y la describe según un prisma valorativo propio. Re sulta difícil , por lo
tanto, discernir en este tipo de trabajos cuál es el propósito del autor al optar por unas y no otras historias, qué
afinidades ideológicas trascienden los niveles de empatía entre testimoniante e interlocutor y, en fin, qué
grados de transformación ha provocado en la materia prima del relato el corazón y la pluma del escritor…” 7
1.4 Objetivos:
1.4.1 Objetivo General:
6 Téllez, Freddy. “Palimpsestos. Los rostros de la escritura”. Publicada por Centro Editorial de la Universidad Nacional de Colombia. Primera edición, 1990/1991, página 80. 7 Ramírez T., Will iam. Prólogo a la obra “Trochas y Fusiles”, primera edición (Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia), escrita por Alfredo Molano B. Ed. El áncora; página 13.
13
Establecer un hilo conductor que permite entender la dinámica que han tenido y tienen los
procesos de reconciliación; por la vía de asumir los conflictos desde una perspectiva
interdisciplinaria. Con énfasis en el modelo de interpretación jurídica. De las modificaciones
necesarias en toda la estructura de tipificación de los delitos. Particularmente, en el entendido de
reconfigurar la noción de delito político y de sus conexos. Y, en esto, es fundamental una visión
sociológica, jurídica y antropológica. Siendo, por lo demás, necesaria a precisión en términos de la
asunción de roles. Particularmente, en lo que hace a la posición asumida por quienes se erigen
como sujetos plenos de vocería subversiva.
1.4.2 Objetivos específicos:
-Comprensión de lo jurídico, centrado en las normativas necesarias para enfrentar el proceso
-Entender la dinámica de las ciencias sociales, al momento de enfrentar un conflicto tan complejo
como el nuestro
-Comprender lo relacionado con la participación de quienes se erigen como víctimas
fundamentales. Y, por lo mismo, las acciones gubernamentales necesarias.
2. Marco Referencial
2.1 Marco Teórico
Siendo el objeto de este trabajo, abordar la reflexión en torno a los instrumentos jurídicos,
políticos y antropológicos. En términos de la metodología y la lógica argumental; considero
conveniente expresar algunos aspectos, a manera de preludio. Uno de ellos tiene que ver con la
noción de concepto, en el contexto de la lógica. El otro tiene que ver con una opción teórica más
vasta, en razón a que involucra a la filosofía y su desarrollo como proceso de interpretación de
la vida y de la naturaleza.
En relación a la primera reflexión, fundamentado en el texto indicado para el análisis; está
soportada, en el texto Introducción a la Lógica, escrito por Irving M. Copi. Un soporte teórico
que me remite al análisis conceptual, en torno a la construcción e interpretación de postulados
necesarios para interactuar, en procesos concernientes a la teoría del conocimiento y sus
especificidades. Y, esto, nos conduce también a entender la dinámica de procesos en nexo con
la ciencia, la historia de la humanidad y la naturaleza.
Es en ese contexto, dentro del cual considero pertinente realizar un recorrido conceptual,
teniendo como referentes algunos escritos que han abordado el análisis del conflicto en nuestro
país, por la vía de interpretaciones a partir de sucesivos eventos históricos.
14
La segunda reflexión, permite profundizar acerca de los contenidos filosóficos. Tanto en lo que
tiene que ver con los desarrollos expresados por las diferentes escuelas; como también en el
significado que adquieren al momento de cotejarlos con la realidad y/o con las narraciones
mitológicas o cuasi mitológicas. Lo que pretendo, entonces, (así como en el trabajo precedente
en torno a la tríada “Siguiendo el corte”; “Aguas arriba” y “Selva Adentro”) es dilucidar el
mensaje que el profesor Molano, transmite y su verdadera dimensión en lo que respecta al
relato histórico como aporte efectivo a la interpretación del proceso que ha vivido nuestra gente
a causa de las violencias oficiales y no oficiales; así como las sucesivas respuestas que se han
ensayado por parte de quienes (querámoslo o no) han ejercido como sujetos individuales y
colectivos, contestatarios.
2.2 Marco Conceptual
2.2.1 El conocimiento y la verdad.
Sócrates confrontó con firmeza las posiciones vigentes. Podría decirse que, esa confrontación,
estuvo anclada en la reivindicación de la gestión individual de cada sujeto, basada en la indagación
y la reflexión. A partir de ahí, postular nuevas interpretaciones. Así, entonces, el conocimiento no
puede ser una dádiva. Tampoco es un privilegio heredado. Se adquiere con el esfuerzo individual,
ligado a la participación en escenarios concretos que convocan a la discusión y el intercambio. Solo
así puede entenderse la magnitud de los retos que tiene la humanidad. Sócrates, entonces, realiza
un ejercicio individual y lo conecta con un ejercicio colectivo, social. Convoca a unir esfuerzos para
acceder a opciones de mayor jerarquía. Entendida, esta última, como mayor dimensión. La moral,
la virtud y la ética, en consecuencia, son realizaciones que se insertan en el cuadro de valores de la
sociedad; a partir de esas acciones vinculadas con el conocimiento y con la asunción de esos retos.
La visión socrática, en mi interpretación, es una absolutización del esfuerzo individual en la
búsqueda de referentes, a partir del desarrollo del conocimiento. Vista así, esa visión, podría
aparecer como la reivindicación del individualismo, en abstracción del contexto social en que cada
individuo intervine. Sin embargo, efectuado un análisis de conjunto, es posible entrever que él
entiende la acción individual como un punto de partida; como un instrumento con el cual la
sociedad puede llegar a alcanzar y realizar postulados plenos de justicia equidad.
De otra parte, la opción socrática, es una invitación a trabajar por ser consecuentes. Esto traduce,
no ejercer posiciones de desdoblamiento. Cada sujeto debe adquirir conciencia acerca de su rol.
Debe esforzarse por hacer coincidir lo que dice ser de sí mismo, con sus intervenciones prácticas,
cotidianas.
Veamos esto, en la siguiente reseña.
15
“…2.1 La tarea moral. Para Sócrates el saber fundamental es el saber acerca del hombre. La
tarea más importante de cada uno es el cuidado del alma, y la del político, hacer mejores a los
ciudadanos. El saber que defiende es, pues, ante todo, moral o práctico y, además, universal. Se
trata de conocer para poder obrar bien. Sostiene que en el conocimiento está el secreto de la
actuación moral. El conocimiento es virtud, el vicio es la ignorancia, y el remedio está en que la
virtud puede ser enseñada. Cuando el hombre conoce el bien, obra con rectitud: nadie se equivoca
a sabiendas. La causa de que los hombres obren mal no está en una debilidad sino en un error
intelectual: juzgan como bueno o conveniente lo que no es tal.
Por esta razón invita a cada uno a preguntarse sobre qué‚ sea el bien, en la confianza de que –sin
necesidad de "molestar a los dioses"– la razón que anida en cada uno puede alumbrar ese
conocimiento. Esta búsqueda le da al hombre su felicidad.
Establece así esta secuencia:
–Conocer. ¿Para qué? –Para obrar bien.
–Obrar bien. ¿Para qué? –Para ser feliz.
–El sabio es feliz.
Superación del relativismo. También Sócrates, como los demás sofistas, es crítico con lo
establecido. No se trata de aceptar los valores tradicionalmente admitidos o las opiniones
establecidas aunque sean las de la mayoría.
Es preciso buscar lo que las cosas son y, en concreto, qué sea la justicia, la virtud o el bien.
Paradójicamente admite con los sofistas que la virtud puede enseñarse, pero no admite que haya
maestros, porque el conocimiento se encuentra en nosotros y sólo se necesita un método adecuado
–que desde luego no es la retórica para sacarlo a luz.
Lo importante es buscar lo auténtico por uno mismo; sólo el individuo autónomo puede dar razón
de sus actos, estableciendo así la prioridad de la "razón" (conciencia) como instancia última moral,
culminando y superando, de esa manera, la crítica sofística y el relativismo moral, porque no se
puede separar lo que es bueno para uno de lo que es bueno sin más.
2.2.2 La virtud es conocimiento. Al considerar que todas las virtudes morales son formas de
conocimiento, Sócrates entiende que seríamos justos si conociéramos la justicia, porque no interesa
16
un saber teórico sino práctico, porque no queremos, en último término, saber qué es la jus ticia sino
"ser justos", o que cosa sea la valentía, sino "ser valientes". …”8
2.2.3 Hacia una interpretación de la visión socrática en la actualidad.
El ser individual es, de por sí, complejo. En cuanto logra, aún en su condición de individuo (a)
primario (a), construir su propia visión de la exterioridad. Este proceso está asociado a los sentidos
biológicos. La percepción, como ejercicio inicial que permite acceder a insumos externos, ejerce
como instrumento para recolectar esos datos y procesarlos. Ya ahí, la diferenciación se establece
por la vía del seguimiento y continuidad, originados en la capacidad para retener la información e
interpretarla. No es una memoria simbólica ni formal, como la de los otros animales. Esa memoria
trasciende a la repetición simple de lo aprendido, a manera de expresión espontánea y/o de
respuesta instintiva a motivaciones externas. Por el contrario, es una memoria en constante
actividad y que actúa como recurso pleno e intencional, cuando se hace necesario recordar lo visto
antes, lo vivido; a partir de experiencias individuales y colectivas. Así y solo así se puede entender
la capacidad que adquiere cada sujeto (a), para proponer y desarrollar opciones dirigidas al proceso
de transformación de la exterioridad. Pero también, para entender la construcción de una
simbología para sí; de tal manera que ejerza como instrumento fundamental, a la hora de definir
sus propias perspectivas; en cuanto expectativas originadas en su propia pulsación con respecto a
los (as) ) otros (as). Entonces, la esperanza, la ilusión, los afectos, el placer como elaboración suya;
constituyen referentes en los cuales se cruzan la individualidad y lo colectivo. No como derogación
de lo primero en función de lo segundo; sino como interacción que el (la) sujeto (a) individual
acepta, e incluso propone, en el camino hacia la obtención de un determinado fin. Ya, en esta
expresión, es pertinente entrever la influencia (...en esa memoria individual, como acumulado
constante) de las tradiciones aprehendidas por la vía de la imposición y/o de la experiencia directa,
que adquieren determinadas instancias simbólicas; construidas a partir de procesos individuales y
colectivos. Así entonces, a manera de ejemplo, cabe analizar en ese espectro; el rol de la religión,
de los códigos y paradigmas que ejercen como limitaciones al desarrollo pleno de la individualidad,
en cuanto adquieren una significación que trasciende a cada sujeto (a) y lo (a) obliga a un
acatamiento; so pena de quedar por fuera de esa figura de concertación colectiva que lo (a)
compromete. No reconocer la concertación (a la manera de equilibrio); tuvo siempre (...y tiene
ahora) para cada sujeto (a) repercusiones profundas. Inclusive, de su aceptación o no, depende en
muchos casos la existencia suya como sujeto (a) individual vivo, como actor válido.
En este contexto cabe una expresión relacionada con la incidencia que adquieren las opciones
propuestas, por parte de los (a) sujetos (as) individuales; en lo que hace referencia a la
8 Ibíd.
17
interpretación de las pautas, paradigmas y condiciones vigentes en un determinado período
histórico. En sí esas pautas y condiciones, no son otra cosa que construcciones colectivas que
trasciendan a cada individuo (a). Podría aseverarse inclusive que, en las mismas; cada sujeto se
subsume, como quiera que no le está permitido transgredirlas. Está obligado, en consecuencia, a
asumir una interpretación similar a la que realizan los (as) otros (as). Si su decisión es hacer
trasgresión, bien sea por la vía de proponer una interpretación diferente y/o de asumir la opción
directa de cuestionarlas y trabajar por su destrucción; se entiende que asume las consecuencias a
que esto conlleva…Entonces se configura, a partir de esa intervención individual, una confrontación
con la simbología e iconografías colectivas. Aquí, en esa confrontación, se enfrenta la construcción
individual con la construcción colectiva. Esto es válido, como decíamos arriba, tanto para los
paradigmas colectivos asociados a la religión; como para aquellos paradigmas asociados a la noción
de ordenamiento y de jerarquización. Queda claro, asimismo, que estas construcciones colectivas,
son posteriores a la apropiación primigenia de la exterioridad, a la internalización primera realizada
por cada sujeto (a) en su contacto inicial con la naturaleza. Es decir, son elaboraciones,
desarrolladas en el tiempo y en el espacio; como acciones concientes o inconscientes (...o mediante
una interacción entre los dos estados) en donde se aplica el conocimiento acumulado, a manera de
ordenamiento de las percepciones recibidas y almacenadas en la memoria. Pasa a ser, por esta vía,
una memoria de todos y todas. Una memoria colectiva que se construye a través de la
comunicación y de la instauración de códigos e íconos que dan fe de la concertación.
Toda herejía, en principio, es una acción individual. Compromete a quien realiza una interpretación
diferente y se decide a proponerla como opción. Bien sea como modificación parcial de las pautas,
paradigmas y condiciones instaurados como referentes colectivos; o como alternativa que conlleva
a una modifi9cación total, radical. Algo así como o son esas pautas y paradigmas o son estas
pautas y paradigmas alternativos. Ya ahí, en esa acción de proponer una alternativa, se configura
un distanciamiento con respecto al ordenamiento vigente. Adquiere ese hecho un significado
asimilado a la ruptura. En el proceso de enfrentar esa opción (...u opciones) con las existentes; el
(la) sujeto (a) que ejerce como cuestionador (a), desemboca en una posición herética. A partir de
ahí, se trata de definir las condiciones y el tipo de acciones a realizar, el proceso de difusión de la
opción u opciones nuevas. Aquí, condiciones, tienen que ver con los insumos recaudados para
sustentar la nueva opción. Tipo de acciones, tiene que ver con realizar una confrontación individual
absoluta. O la adquisición, mediante el proceso de persuasión o imposición, de una aceptación de
los (as) otros (as). De tal manera que pueda presentarse y desarrollar como opción u opciones
colectivas. Esto no es otra cosa que el comienzo de una sumatoria de acciones diferenciadas; en
procura de lograr la aceptación y acatamiento, bien sea de la modificación parcial o de la
erradicación de las anteriores pautas y paradigmas y, en su reemplazo, erigir las nuevas.
18
De todas maneras, bien sea que se actúe n un u otro sentido, es evidente la necesidad de cierta
subyugación hacia los otros y las otras. Algo así como entender y aceptar el principio básico
relacionado con el ordenamiento y el equilibrio por la vía de la imposición de pautas y paradigmas:
siempre existan referentes establecidos como condición para el ordenamiento y el equilibrio; habrá
unos códigos y obligaciones que ejercen como limitación a la libertad individual. Alcanzar unos
nuevos referentes, unos nuevos códigos y nuevas obligaciones; supone la realización de acciones
que controvierten lo anterior.
Los humanos hemos recorrido un largo camino. A pesar de las vicisitudes, hemos mantenido la
esperanza de alcanzar la justicia; a partir de promover la concreción de valores éticos y morales en
nuestra gestión. Esa esperanza debe permanecer. Por ella debemos luchar. Y, en este proceso, la s
enseñanzas de Sócrates siguen siendo un faro.
2.2.4. De la lógica
Método que nos permite abordar el análisis de uno o varios postulados. Siendo así, entonces, es
posible hablar de un procedimiento fundamentado en la reflexión. Pero, al mismo tiempo, esta
reflexión tiene como punto de partida la identificación de un hilo conductor; de tal manera que
permita establecer una secuencia o momentos en el curso o desarrollo del análisis. Esto es lo que
explica, en términos de precisión semántica y metodológica, la existencia de tendencias y/o líneas
de interpretación, en razón a los instrumentos conceptuales y prácticos utilizados en el proceso de
identificación, desarrollo y conclusión, respecto a un determinado postulado.
Para ilustrar el contexto propuesto, considero pertinente citar al profesor Francisco Rodríguez
Consuegra9 en su escrito: “La vía negativa hacia el concepto de consecuencia lógica”10.
“Los objetivos principales de este artículo son dos. En primer lugar, explorar la vía negativa que
lleva de los conceptos de independencia y consistencia al de consecuencia lógica, frente a la vía
positiva –la usual- que, partiendo del concepto Tarski año de verdad, reconoce sólo el precedente
de Bolzano y, a veces también, el de Aristóteles. En segundo lugar, mostrar el nexo existente entre
el punto de vista formal y el concepto de consecuencia lógica, que surge con toda claridad
precisamente en relación al desarrollo del concepto de independencia, como se ve cuando se
estudia la aparición de los primeros sistemas verdaderamente formales en la escuela de Peano…”11
9 Al momento de la publicación de su escrito en el texto “el velo y la trenza” (1997), ejercía como profesor titular del Departamento de Lógica y Filosofía en la Universidad de Valencia, España. 10 Rodríguez C., F., “El velo y la trenza”, Editorial Universidad Nacional de Colombia, primera edición 1997, páginas 111 -123. 11 Ibíd., página 111
19
Visto así, en consecuencia, la lógica, no puede ser asumida como sistema único de preceptos,
definiciones y/o valores. Es, insisto, un instrumento metodológico que permite identificar y
desarrollar un procedimiento para lograr la interpretación de uno o varios postulados y, a partir de
ahí, construir opciones de demostración. Por lo tanto, la caracterización de métodos,
procedimientos y estructura de conceptos para la búsqueda de esas opciones, tiene que ver con la
existencia de escuelas, corrientes y/o sistemas.
Para ilustrar con más énfasis esta aseveración, veamos otro aparte del escrito realizado por el
profesor Francisco Rodríguez Consuegra.
“1.La definición tarskiana de consecuencia.
Comencemos con el texto canónico de Tarski 193612 publicado poco después de su-también universalmente
aceptada-definición recursiva del concepto de verdad para lenguajes formalizados.
Entre los conceptos semánticos fundamentales tenemos el de satisfacción de una función enunciativa por
parte de un objeto o de una serie de objetos. [..] El significado intuitivo de frases como Juan y Pedro
satisfacen la condición “X e Y son hermanos”, o la tripla de números 2,3 y satisface la ecuación
“x+y=z”, no deja dudas. [..] Uno de los conceptos que pueden definirse en términos del concepto de
satisfacción es el concepto de modelo. [..] Sea L una clase cualquiera de enunciados. Reemplazamos todas
las constantes extralógicas que aparecen en los enunciados pertenecientes a L por las variables
correspondientes, siendo las mismas constantes reemplazadas por las mismas variables y las constantes
distintas por variables distintas. De este modo obtenemos una clase L´ de funciones enunciativas. Cualquier
serie de objetos que satisfaga cada función enunciativa de la clase L´ será denominada modelo o
realización de la clase L de enunciados (justo en el mismo sentido se habla habitualmente de modelos de
un sistema axiomático o de una teoría deductiva). [..] En términos de estos conceptos podemos definir el
concepto de consecuencia lógica como sigue: el enunciado X se sigue lógicamente de los enunciados
de la clase K sí y sólo sí cada modelo de la clase K es asimismo un modelo del enunciado X.
Tarski, en este ensayo menciona sólo a Carnal como predecesor, aunque generalmente se considera que
también lo fue Bolzano (que Tarski menciona en otros escritos. Ahora veremos que, efectivamente, la
definición de Bolzano es muy parecida. El texto es casi un siglo anterior al de Tarski (Bolzano 1837) 13…”14
Desde mi interpretación, a partir del análisis de los textos citados y del seguimiento en torno a los
elementos básicos constitutivos de la lógica, esta permite situar un horizonte para el
12 Tarski, ah. 1936, “On the concepto of logical consequence”, trad. inglesa del alemán, incluida en Tarski 1956; trad.cast.de L. Vega en: Castril lo y Vega 1984:178.192 (nota tomada de la reseña bibliográfica del autor en obra citada, página 125). 13 Bolzano, B. 1837, Wissenschaftslebre trad. inglesa parcial de George (Theory of science, Berkeley,
University of California Press, 1972. (Nota: referencia bibliográfica citada por el autor, página 124, obra citada.) 14 Ibíd., página 112.
20
desenvolvimiento de la reflexión en torno a áreas específicas y generales del conocimiento.
Inclusive, en extensión del concepto propuesto por mí en este escrito, podría decirse que la teoría
del conocimiento, está anclada en los instrumentos metodológicos que permite la lógica. Lo cual, a
su vez, permite inferir su posición como condicionante válida, al momento de construir y desarrollar
referentes fundamentales para la investigación en diferentes áreas del conocimiento. En esta
misma perspectiva, entonces, cabe la afirmación según la cual la duda como insumo necesario en
el proceso que subyace a al crecimiento cultural de la humanidad; establece de por sí un nexo con
la lógica, tratándose de la búsqueda de alternativas que permitan superarla, a partir de la
cotejación y confrontación de las hipótesis vinculadas con el origen concreto de esa duda. A
manera de ejemplo: el método desarrollado por Lewis H. Morgan en sus investigaciones en las
líneas del progreso humano desde el salvajismo hasta la civilización a través de la barbarie (La
sociedad primitiva); nos permite entender la dimensión de los retos que asume un investigador, en
desarrollo de un proceso concreto, para resolver dudas concretas en lo que hace referencia (como
en este caso) a al estudio de los orígenes de la sociedad. Veamos apartes del prólogo escrito por
Gregorio Weinberg, para la edición del texto “La sociedad primitiva”, realizada en 1972 por la
Dirección de Divulgación Cultural de la Universidad Nacional de Colombia.
“El libro de Morgan, La Sociedad Primitiva, puede y debe ser ubicado dentro de la serie de los
magistrales estudios sobre la naturaleza y la sociedad. Su obra puede ser parangonada con la de
Copérnico, que independiza audazmente la ciencia de la teología y niega el geocentrismo; con la de
Galileo, creador del método científico; con la de Kant-Laplace, formuladores de la primera hipótesis
cosmogónica que prescinde de la divinidad; con la de Lyell, que racionaliza y da sus fundamentos a
la geología; con la de Darwin al plantear en forma inconmovible el principio de la evolución y con la
de Marx, su contemporáneo en más de un sentido, con su genial análisis histórico de la sociedad.
Es dentro de esta línea, la más progresista y consecuentemente científica, que debe colocársele
para entender en toda su significación y trascendencia el aporte de Morgan a las ciencias del
hombre…”15
Con los anteriores elementos conceptuales como referentes, me permito presentar mi
interpretación acerca de la aplicación de la lógica en la vida intelectual según el requerimiento
señalado por el profesor Luis Fernando Silva, para optar a la superación del indicador de logro 202.
2.2.4.1 La lógica, su aplicación como herramienta conceptual y metodológica.
2.2.4.2 La ciencia y el método de investigación.
15 Weinberg, G., prólogo a “La sociedad primitiva”. Edición Divulgación Cultural Universidad Nacional de Colombia, 1972.
21
Ya, en la introducción realizada este escrito, he señalado mi entendido en torno a la razón de ser
de la lógica, a sus fundamentos y su desarrollo. Uno de los elementos consignados por mí, habla de
su significación en términos del análisis y la investigación. Asimismo, he dado cuenta de su nexo
con el método; en cuanto que permite abordar la interpretación en áreas generales y específicas
del conocimiento. También he precisado acerca de la existencia de diferentes tendencias o escuelas
en el desarrollo de la lógica como instrumento metodológico.
Se trata, ahora, de enfatizar con respecto a su aplicación (aunque ya lo he expresado en la
introducción, en el ejemplo presentado para el caso de Lewis H. Morgan, en sus Investigaciones en
las líneas del progreso humano desde el salvajismo hasta la civilización, a través de la
barbarie).Para avanzar en este propósito, he decidido recurrir al texto de Edmund Husserl
(Investigaciones lógicas).
En el capítulo 1 (La lógica como disciplina normativa y especialmente como disciplina práctica),
Edmund Husserl, nos acerca a la discusión en torno al significado que adquiere la lógica, a sus
tendencias y a la perspectiva que adquiere su aplicación. Veamos.
“…La imperfección teorética de las ciencias particulares.
Enséñanos la experiencia cotidiana que la maestría con que un artista maneja sus materiales y con el juicio
decidido, y con frecuencia, seguro, con que aprecia las obras de su arte, sólo por excepción se basan en un
conocimiento teorético de las leyes que prescriben al curso de las actividades prácticas su dirección y su orden
y determinan a la vez los criterios valorativos, con arreglo a los cuales debe apreciarse la perfección o
imperfección de la obra realizada. El artista profesional no es por lo regular el que puede dar justa cuenta de
los principios de su arte. El artista no crea según principios, ni valora según principios. Al crear, sigue el
movimiento interior de sus facultades armónicamente cultivadas, y al juzgar, sigue su tacto y sentimiento
artístico, finamente desarrollado. Pero esto no sucede sólo en las bellas artes, en las que primero se habrá
pensado, sino en todas las artes en general, tomada la palabra en su sentido más amplio. Concierne, pues,
también a las actividades de la creación científica y a la apreciación teorética de sus resultados; esto es, de las
fundamentaciones científicas de los hechos, leyes y teorías. Ni siquiera el matemático, el físico o el astrónomo
necesita llegar a la intelección de las últimas raíces de su actividad, para llevar a cabo las producciones
científicas más importantes; y aunque los resultados obtenidos poseen para él y para los demás la fuerza de
una convicción racional, no puede el científico tener la pretensión de haber probado siempre las últimas
premisas de sus conclusiones, ni de haber investigado los principios en que descansa la eficacia de sus
métodos….”16
Luego, en sentido conceptual y práctico, la lógica admite su aplicación en áreas diferenciadas y
diversas. El problema acerca del grado de profundización y de identificación que se logra, en
16 Husserl, E., Investigaciones Lógicas, 1995 ed., Editorial Altaza, página 39
22
desarrollo de una determinada aplicación en nexo con un área específica del conocimiento, supone
establecer los límites en los que se desenvuelve el proceso.
3. Referente histórico y geográfico.
3.1 El contexto.
El recorrido que propongo, en este sentido, tiene que ver la indagación que hice acerca de las
crónicas históricas realizadas por el profesor Alfredo Molano Bravo (Trochas y fusiles, Siguiendo el
Corte, Aguas arriba y Selva adentro.) Todas referidas a las condiciones en que se ha desenvuelto
el conflicto en nuestro país.
3.2 De la lógica en la narración del profesor Molano.
No es posible asumir este aspecto, sin antes conocer el punto de comienzo en lo que respecta a
los postulados del autor. En relación con su definición de la historia soportada en una noción de
la lógica que conlleva a establecer una dinámica propia en sus escritos, particularmente en
“Trochas y fusiles”; como instrumento básico para entender y desarrollar los procesos. Por lo
mismo que su contenido conlleva a la necesidad de plantear precisiones inherentes a los
diferentes aspectos del conocimiento. Me parece pertinente, entonces, citar, en extenso, la
siguiente expresión:
“…La lógica ha sido definida a menudo como la ciencia de las leyes del pensamiento. Pero esta definición,
aunque ofrece un indicio acerca de la naturaleza de la lógica, no es exa cta. En primer lugar, el
pensamiento es uno de los procesos estudiados por los psicólogos. La lógica no puede ser 'la' ciencia de
las leyes del pensamiento porque también la psicología es una ciencia que trata de las leyes del
pensamiento (entre otras cosas) Y la lógica no es una rama de la psicología; es un campo de estudio
separado y distinto.
En segundo lugar, si 'pensamiento' es cualquier proceso mental que se produce en la psiquis de las
personas, no todo pensamiento es un objeto de estudio para el lóg ico. Todo razonamiento es pensamiento,
pero no todo pensamiento es razonamiento. Por ejemplo, es posib le pensar en un número entre uno y diez,
como en los juegos de salón, sin elaborar ningún 'razonamiento' acerca del mismo. Hay muchos procesos
mentales o tipos de pensamiento que son distintos del razonamiento. Es posib le recordar algo, o
imaginarlo, o lamentarlo, sin razonar sobre ello. O uno puede dejar 'vagar' los propios pensamientos en un
ensueño o fantasía, construir castillos en el aire, o seguir lo que los psicólogos llaman 'asociación libro, en
la que una; imagen remplaza a otra en un orden que no tiene nada de lógico. A menudo, esta sucesión de
pensamientos en la asociación libre tiene una gran significación y sobre ella se basan algunas técnicas
psiquiátricas. Por supuesto que no es necesario ser un psiquiatra para comprender el carácter de una
persona mediante la observación de este flujo de su conciencia. Hasta constituye la base de una técnica
literaria muy efectiva, iniciada por James Joyce en su novela Ulises. Inversamente, si se conoce b ien de
antemano el carácter de una persona, es posib le seguir y hasta anticipar el curso de su flujo consciente.
23
Todos recordamos cómo Sherlock Holmes acostumbraba romper los silencios de su amigo Watson para
responder la misma cuestión a la cual había sido conducido el doctor Watson en sus meditaciones. Parece
haber ciertas leyes que gobiernan el ensueño, pero no son del tipo de las que han estudiado
tradicionalmente los lógicos. Su estudio es más apropiado para los psicólogos, y las leyes que describen
las evoluciones de la mente en el ensueño son leyes psicológicas, no principios lógicos. Definir la lógica
como la ciencia de las leyes del pensamiento es incluir demasiado dentro de ella.
Otra definición común de la lógica es aquella que la señala como la ciencia del razonamiento, Esta
definición evita la; segunda objeción, pero no es aún adecuada. El razonamiento es un género especial de
pensamiento en el cual se realizan inferencias, o sea en el que se derivan conclusiones a partir de
premisas. Pero es aún pensamiento y, por tanto, forma parte también del tema de estudio del psicólogo.
Cuando los psicólogos examinan el proceso del razonamiento, lo encuentran sumamente complejo,
emocional en alto grado y moviéndose por medio de desmañados procedimientos de ensayo y error
iluminados por repentinos chispazos de comprensión, a veces inconexos en apariencia. Éstos son de la
mayor importancia para la psicología. Pero no son en absoluto de la incumbencia del lógico los oscuros
caminos por los cuales la mente llega a sus conclusiones durante los procesos reales de razonamiento.
Solo le interesa la corrección del proceso, una vez terminado. Su problema es siempre el siguiente: ¿la
conclusión a que se ha llegado deriva de las premisas usadas o afirmadas? Si la conclusión se desprende
de las premisas, esto es, si las premisas constituyen un fundamento o una buena evidencia de la
conclusión, de manera que afirmar la verdad de las premisas garantiza la afirmación de que también la
conclusión es verdadera, entonces el razonamiento es correcto. En caso contrario, es incorrecto. La
distinción entre el razonamiento correcto y el incorrecto es el problema central que debe tratar la lógica.
Los métodos y las técnicas del lógico han sido desarrollados esencialmente con el propósito de aclarar
esta distinción. El lógico se interesa por todos los razonamientos, sin tomar en cuenta su contenido, pero
solamente desde este especial punto de vista. “17
Quiere decir lo anterior que nos encontramos ante una definición que plantea una estructura
compleja. Porque remite a interactuar con diferentes áreas del conocimiento, al momento de
postularla. Es, entonces, una figura que reivindica el proceso de interpretación y de inferencia,
como una hilvanación en la que existen momentos diferenciados. Inclusive, remite a las
expresiones en el manejo de la verdad y de sus instrumentos precedentes, a la manera de los
diagramas de Venn, en la teoría de conjuntos.
Cuando, Irving Copi, plantea su opción teórica referida al conocimiento y distinción de las cosas y/o
de las ideas en un determinado contexto (página 57 del texto, en la edición anotada); lo hace por la
vía de lo que él mismo entiende por género y diferencia. En su precisión, cuando hace referencia
(a manera de ejemplo) al género polígono y sus nexo con el concepto de triángulo; infiere que la
distinción se construye, a partir de referenciar especificidades de una figura concreta, en un
determinado contexto que involucra un concepto más amplio. Diríamos, de una totalidad.
17 Copi M., Irving. “Introducción a la Lógica”. Séptima edición; páginas 9-10
24
Veamos lo anterior, remitido a algunas definiciones en términos del Conocimiento ordinario. Aquí el
contexto, asimilado al género, tiene que ver con la noción de la teoría del conocimiento. La
diferencia se expresa al momento de hablar del significado que adquiere la noción de conocimiento
ordinario. Entendido este como los elementos conceptuales y prácticos aplicados en la
cotidianidad. A diferencia, por ejemplo del conocimiento científico que involucra aspectos precisos
extractados del análisis científico en áreas específicas de la ciencia.
Entonces, la proximidad está dada por la referencia a una especificidad que se propone en el
contexto de una noción más general. Lo que convoca a entender los elementos relacionales entre
teoría del conocimiento y conocimiento ordinario. El mismo método de reflexión vale para la
especificidad “conocimiento científico”.
Mediante un procedimiento similar, podemos construir elementos de referencia. Existiendo un
contexto y unas aristas que tocan a los elementos referenciales; por la vía de establecer esas
aristas; bien sea en la totalidad del discurso conceptual o en una materialización.
Veámoslo en otro ejemplo. Cuando se habla, del recorrido o proceso histórico, se habla de un tipo
de conocimiento que debe ser planteado con arreglo a los elementos teóricos propios de ciencias
sociales; pero también en lo que respecta a la verificación y cotejación en lo que se ha dado en
llamar trabajo de campo. Se establece una determinada categorización. Siendo, las matemáticas
una ciencia, desde ahí se desprenden conexiones (aristas) que permiten entender la utilización de
esa ciencia en procesos específicos. Por ejemplo, en la estadística. Se configura, por lo tanto la
noción de género (ciencia matemática) y una especificidad (estadística). O sea que, el género
próximo a la ciencia en general, es la ciencia matemática y la diferencia específica que se supone
tiene otros insumos que la diferencian de las matemáticas y, en general del concepto de ciencia.
Así, en consecuencia, en la historia de la humanidad, ha habido procesos generales (a la manera
de géneros) y en el contexto de esos procesos generales, procesos específicos; a manera de
géneros próximos y, a su vez, a la manera de diferencias concretas.
Si tomamos, por ejemplo, el concepto de mito; (al menos esa es mi interpretación) que aparece en
el texto analizado (ver: último capítulo del texto, página 201 y siguientes) podemos asumir que el
contexto general tiene que ver con la cosmología que tiene como premisa un proceso, a manera de
abstracción y, mediante el cual, se pueden asumir interpretaciones o prefiguraciones del rol de la
humanidad y de sus orígenes. Un elemento que ejerce como género próximo es el que se
relaciona con el contenido religioso o, mejor aún, la manera como, mediante una religión específica
se construye un mito también específico.
25
3.3 El concepto de historia en los textos del profesor Molano, caso: “Trochas y Fusiles”.
En principio, es un recorrido por la historia de la humanidad. En esto, podemos decir que tiene
similitud con otros textos y otros autores. Sin embargo, aparecen algunos elementos diferenciales.
Uno de ellos tiene que ver con los aspectos circunstanciales que aparecen el texto y la manera
como son presentados. Mediante una estructuración en la cual, se precisan conceptos como mito,
el testimonio histórico como prueba, las tradiciones, las generalizaciones.,. etc.
Ahora bien, en lo que respecta a la noción de credibilidad o no de determinadas formas del
conocimiento; lo pertinente es efectuar una cotejación entre las definiciones propuestas, a manera
de ejemplo, por José Gajate y su nexo con la lógica. Fundamentalmente, a partir del texto
“Introducción a la Lógica de Irving Copi. Porque, cualquier acercamiento a un entendido de
conocimiento, tiene como punto de comienzo el método con el cual se construyan aseveraciones.
Siendo así, entonces, cuando José Gajate habla de observaciones en el entorno o de testimonios
fiables, de tradiciones, etc.; está hablando de expresiones y definiciones que pueden convertirse
en categorías. Y, esas categorías, a su vez, están referenciadas por una determinada
interpretación. Entonces, aparece la interacción específica y general; entre los contenidos
históricos y la lógica como categoría y como método para inferir conclusiones también generales y
específicas.
Veamos esto último: La alusión, por la vía del método, al ejemplo denominado La historia del pavo
inductividad; puede entenderse como ejemplo para precisar lo relacionado a la utilización de un
determinado método. Desde la interpretación lógica, es un proceso inherente a la teoría del
conocimiento. Desde el punto de vista general de la historia y la filosofía, puede entenderse como
una reflexión que incluye el rol del sujeto; en un proceso mucho más vasto.
Lo mismo en lo que respecta a la noción de mito y su especificidad en el Mito de Perséfone. Aquí,
vuelve y aparece la posibilidad de una diferenciación que puede ser entendida como circunstancial.
Que conlleva, de una parte, a la cotejación entre la generalidad mito y la especificidad de
Perséfone. Se tocan, otra vez, entonces, la noción filosófica y la noción de lógica. Todo en el
contexto de la teoría general de las construcciones mitológicas y sus referentes.
Para el caso que me convoca, el concepto de historia y la metodología en el profesor Molano, me
parece sensato, citar un trozo del prólogo a la obra (“Trochas y fusiles”), escrito por el
investigador William Ramírez Tobón: “…Ya la portada del libro le hace un guiño bastante expresivo al
lector al enmarcar a la organización guerrillera dentro del título Trochas y fusiles. Y es que las FARC no son
sólo las armas defensivas de la contención militar propia de la etapa inic ial de colonización armada, o las
ofensivas de la siguiente fase de movilidad guerrillera, o las desestabilizadoras y terroristas del momento
actual. Las FARC son también las trochas abiertas en una descomunal y heroica empresa de movilización
social, a través de las cuales transitaron poblaciones enteras en un forzado proyecto de civilización alternativa
26
de grandes sectores de nuestra geografía nacional. Son, en fin, una cultura marginal y, no obstante, muy
importante, acumulada a lo largo de más de medio siglo de enfrentamientos campesinos con los poderes
locales de la riqueza y con el Estado…”18
Sinceramente, no sé con qué soporte habla el profesor Ramírez, cuando describe de esa manera
el rol y los principios asumidos por el profesor Molano. Porque, si algo queda claro para mí, es el
distanciamiento realizado por el maestro Molano, con respecto a las opciones válidas de
interpretación. Más bien aparece, en el texto, una opción utilitaria. Como, cuando yo hablaba en
documento producido en 2002, titulado “Los beneficiarios de la guerra” (el cual perdí, como
consecuencia de mi analfabetismo en sistemas). Decía, algo así, como que este conflicto que nos
cruza, ha dado para todo. Desde las opciones militaristas y paramilitaristas del matarife Álvaro
Uribe Vélez; hasta el crecimiento de programas de pre y posgrado para preparar el oficio que se ha
dado en llamar “politología”, de la cual derivan activos analistas (politólogos) periodistas.etc. Sin
que esto implique una profundización en el conocimiento del conflicto; sino más bien, la aparición
de lenguajes ambiguos y tendenciosos, en muchos casos; como el del profesor Molano. Como
ejemplo, presentó dos trozos de “Trochas y fusiles”; en los cuales es evidente la “ambigüedad
tendenciosa del maestro.
“…La insatisfacción cundía, y aunque todo el mundo estaba conciente de que el problema era el bajo precio
de la base de coca, nadie hablaba del asunto. Más b ien se acusaba al gobierno de no hacerse presente en la
región con créditos, vías, educación, salud. Se alegaba también que era necesario levantar la Reserva
Especial y Forestal del área de La Macarena, para poder acceder a los títulos de propiedad sobre la tierra.
Estos argumentos hicieron marchar en tres ocasiones a los colonos de la región de San José del Gua viare…19
(subrayado mío).
Me queda claro que el profesor Molano desdice, con esta expresión, su tipificación anterior, cuando
hablaba con certeza del rezago de estas regiones, como efecto colateral de la ausencia estatal. Es
un giro conceptual en el cual aparecen los colonos como auspiciadores del atraso y, por el contario
el Estado y el gobierno son víctimas de esa tergiversación de la realidad.
“…La Universidad Nacional me contrató a mí, Alfredo Molano, como parte del equipo de investigación. En tal
condición llegué al pueblo de La Macarena, con quince estudiantes, casi todos de sociología. Por más
inquietos que fueran, los sorprendió la dura realidad que se vive en una zona de colonización. Caminar por
una rastrojera, montar en canoa y, sobre todo, aceptar que poco sabían, fue duro.
…Teniendo en cuenta (sic) la situación de orden público, el estudio se suspendió, pues como se basaba en
una encuesta, la gente no estaba en ánimo de dar muchos datos, sobre todo porque los encuestadores y los
soldados habían llegado al tiempo. Después de haber recorrido el Guayabero para arriba y para abajo con
18 Ramírez T., Will iam, prólogo a la obra “Trochas y Fusiles” primera edición Instituto de Estudios Políticos y Relaciones internacionales. El Áncora Editores 1994, páginas 18-19. 19 Molano B., Alfredo. “Trochas y fusiles”. Primera edición, 1994. El Áncora Editores, páginas 201 -202.
27
Juana Escobar, Marta Arenas y Fernando Rozo, decidimos remontar el Duda has La Uribe en vista de la
suspensión inesperada del trabajo con la Universidad Nacional. Nos despedimos de los estudiantes y nos
embarcamos aguas arriba…Les propuse (sic) seguir Duda arriba una vez hubiéramos llegado a La Uribe. Era
un viaje con el que habíamos soñado muchas veces, porque por ese camino huyeron de Villarrica hacia el
Llano los desplazados por la guerra de Villarrica…”20(Subrayado mío)
No sé qué me sorprende más. Si la acción de abandonar a su suerte a los y las estudiantes; o la
actitud que habla del “sueño en el paraíso perdido” ; como quiera que la noticia estaba en
territorio de del Secretariado.
Lo que sí es, absolutamente claro, es que el profesor Molano encaja, perfectamente, en la
descripción que hice de “los beneficiarios de la guerra”
3.4. La cotejación de la ética del profesor Molano, con algunos escritos de Husserl y de
Kant.
Uno de los aspectos que me convoca a profundizar en torno a la teoría de Edmund Husserl, tiene
que ver con su punto de encuentro con el soporte metodológico y de discernimiento utilizado por
Immanuel Kant. En estos dos pensadores, aparece un soporte básico en lo que hace referencia al
significado que adquiere la intervención del sujeto, a partir del conocimiento y/o experimentación
directa con la naturaleza. Es tanto como entender, en Husserl y en Kant, una expresión en la cual
se cuestiona el rol de la razón en el proceso que conlleva a la delimitación de las cosas en sí
mismas y su conexión con la generalización que efectúa el sujeto a partir de esa misma
delimitación. Se trata, en consecuencia, de abordar los hechos y los elementos inherentes a la
naturaleza como objetividad, con el propósito de proponer una interpretación según la cual, es la
autonomía del sujeto y sus posibilidades de abstracción, la única que permitirá descifrar la esencia
de las cosas.
Veamos lo anterior, en apretado resumen con el riesgo que esto supone, en la siguiente afirmación
de Immanuel Kant en su obra Crítica de la razón pura: “.Todas las cosas que intuimos en el
espacio o en el tiempo...no son más que fenómenos, es decir, puras representaciones...” .
Comparemos esta afirmación con lo expresado por Edmund Husserl:”...La patente posib ilidad de llevar
a cabo generalizaciones o modificaciones de la aritmética formal, mediante las cuales pueda ésta elevarse
sobre la esfera cuantitativa, sin alterar esencialmente su carácter teorético ni su método calculatorio, hubo de
despertar la intelección de que lo cuantitativo no pertenece a la esencia más general de lo matemático o
formal y de los métodos calculatorios fundados en ella. Cuando descubrí en la lógica matemática una
matemática que efectivamente no tiene nada que ver con la cantidad y, sin embargo, constituye una
incontestable disciplina de forma y método matemáticos, que trata en parte los antiguos silogismos y en parte
también nuevas formas de raciocinio, extrañas a la tradición, se me plantearon los importantes problemas
20 Molano B., Alfredo. Obra citada, página 205.
28
sobre la esencia de lo matemático en general, sobre las conexiones naturales o los posib les límites entre los
sistemas de la matemática cuantitativa y no cuantitativa, y especialmente, por ejemplo, sobre la rel ación entre
lo formal de la aritmética y lo formal de la lógica…”21
Esta comparación, desde mi interpretación, permite entrever un nexo fundamental, como quiera
que se proponga (en Kant y en Husserl) un ejercicio de abstracción a cargo del sujeto; de tal
manera que le permita trascender los datos que otorga el conocimiento directo de los fenómenos
que se evidencia y/o intuyen en la naturaleza. A partir de ahí, entonces, cada sujeto puede y debe
realizar un proceso en donde la razón actúa como simple intermediaria, pero no constituye el
elemento básico para acceder a la profundización acerca del significado último de ese fenómeno
concreto. En este sentido, como lo advierte también Kant en su obra Crítica de la razón pura”,
supone una ruptura con el escepticismo de David Hume22, quien negó la relación de causalidad, al
afirmar: “...La razón nunca podrá mostrarnos la conexión entre un objeto y otro si no es ayudada por la
experiencia y por la observación de su relación con situaciones del pasado. Cuando la mente, por tanto, pasa
de la idea o la impresión de un objeto, a la idea o creencia en otro, no se guía por la razón, sino por ciertos
principios que asocian juntas las ideas de esos objetos y los relaciona en la imaginación”. 23
Se configura así, entonces, un nexo entre Immanuel Kant y Edmund Husserl, en cuyo núcleo
aparece una noción acerca del conocimiento a partir de la reflexión lógica. Los elementos
constitutivos de sus teorías, desembocan en posiciones de identidad indiscutida. Los dos asumen
la figura de las proposiciones y de los instrumentos a priori y a posteriori para resolver acerca del
rol que desempeña la razón y cada sujeto, en el proceso de aprehensión y dilucidación en cuanto
al significado último de los fenómenos externos, con respecto a la esencia de que subyace a los
mismos. Ya lo advertía José Ortega y Gasset24, en la presentación del texto “Investigaciones
lógicas” (Edmund Husserl):
“..Pero ¿qué cosas hay permanentes? El racionalismo tuvo que echarse a buscar objetos capaces
de permanencia e inalterables. Y fuera de Dios, objeto ultra racional, sólo encontró los universales,
los conceptos. He aquí que Husserl muestra cómo un contenido individual – esta mesa es negra-
es en cuanto puro fenómeno idéntico a sí mismo, permanente, inalterable. En este punto llena la
aspiración perdurable del racionalismo. Pero, al punto, se descubre cómo no es la identidad sin
más lo que proporciona racionalidad a un objeto. La mesa negra aquí es irracional porque aunque
es eso y sólo eso en inquebrantable identidad podría ser de otro modo. No le basta ese atributo de
inmarcesible para ser una esencia: su identidad es a la par permanente y contingente – no
21 Husserl, Edmund “investigaciones lógicas”, tomo I. Ed.Altaya S.A., 1995, páginas 21 -22. 22 Hume, David, (1711-1776) fi lósofo y economista escocés. Algunas de su obras fueron: “Tratado sobre la naturaleza humana”; “Investigación sobre el entendimiento humano” 23 Tomado de versión publicada por Enciclopedia Encarta, del texto “Investigación del entendimiento
humano (David Hume) 24 Ortega y Gasset, José (1883-1955), nació en Madrid, España. Filósofo y ensayista. Alguna de sus obras: “Los terrores del año mil. Crítica de una leyenda”.; “La rebelión de las masas”.
29
necesaria, no esencial- .De aquí que el descubrimiento fenomenológico no pueda, a pesar de todo,
aprovecharse como avance decisivo del racionalismo sino que obligue a recaer en el elemento y
límite tradicional de éste: en lo general o universal, en la esencia. Algo importante se ha ganado,
sin embargo: por vez primera la fenomenología da un fundamento al racionalismo que hasta ella se
apoyaba en pura magia...”25
Con las anteriores consideraciones, me permito expresar la siguiente reflexión en torno a la lógica
de Edmund Husserl, definida como La fenomenología.
3.4.1 Edmund Husserl, la fenomenología, su lógica, como instrumento para el análisis, de la
historia del profesor Molano.
En el apartado anterior, hice referencia al punto de encuentro entre las teorías de Immanuel Kant y
Edmund Husserl. En resumen, presenté mi interpretación acerca de ese punto de encuentro,
como una identificación con respecto a la relación entre los fenómenos concretos de la naturaleza ,
el rol de la razón y el proceso que conlleva a la búsqueda de la esencia de esos fenómenos; a
partir de la intervención del sujeto autónomo que efectúa una abstracción necesaria de la
significación de esos fenómenos concretos; para arribar a una generalización en la que esos
mismos fenómenos, si bien constituyen un punto de partida, no por ello definen su esencia, en el
contexto del conocimiento puro. En otras palabras, la cosa o el fenómeno concreto, debe ser
trascendido, discernido (...o mejor, descartado), si queremos acceder a la esencia. Es pues, un
recorrido en que interviene el sujeto como ser autónomo, cuya razón identifica en principio el
fenómeno como dato apriorístico; pero ignora su nexo con la universalidad del conocimiento; el
cual se erige como condición necesaria para entender la verdadera dimensión de la naturaleza
como postulado primario que puede llegar a condicionar la esencia, pero que no es la esencia en
sí.
Esto es mucho más claro, colocado en términos de Edmund Husserl y su definición de la reducción
fenomenológica o epoje, en su obra Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía
fenomenológica (1913). Veamos:
“Reducción fenomenológica o enoje: Una descripción de las estructuras de la conciencia
trascendental, fundada en la intención de la esencia de esas estructuras.
La fenomenología es un idealismo que no consiste más que en la auto explicitación de mi ego
como sujeto de todo posible conocimiento, llevada a cabo de modo consecuente en la forma de
25 Ortega y Gasset, José. Presentación a la obra: “Investigaciones lógicas”, de Edmund Husserl. Ediciones Altaza S.A, 1995, página 19.
30
una ciencia ególica , sistemática y esto con respecto al sentido de todo lo que es, que debe poder
tener justamente un sentido para mí, el ego…” 26
Ya Hegel27, había adelantado una confrontación respecto a la teoría de Immanuel Kant, a partir de
su postulado básico lo que es real es racional y lo que es racional es real. Esta confrontación
adquirió un significado trascendental, en razón as que le permitió la construcción de un sistema
diferente al de Kant. Para Hegel, el proceso del conocimiento está centrado en una relación
dinámica y coherente entre tesis, antítesis y síntesis. Este método, está desarrollado en su lógica
dialéctica; a partir de la cual la naturaleza como un todo, puede ser conocida e interpretada, por la
vía de la asunción de un rol activo del sujeto que reconoce la existencia del mundo exterior, lo
trasciende y desarrolla; sin que ello implique el desconocimiento de los fenómenos concretos, de
su existencia plena y efectiva; no como ilusiones y/o representaciones.
Entonces, lo que hace Edmund Husserl, hasta cierto punto significa un desconocimiento de las
aportaciones hegelianas al proceso de desarrollo del conocimiento. La interacción entre razón,
naturaleza y abstracción, adquiere para Husserl un significado en el cual la abstracción autónoma
del sujeto, pasa por entender la naturaleza y sus expresiones concretas, como representación que
condiciona la libertad del sujeto y lo conmina a una identificación que lo subsume en una especie
de empirismo que lo degrada; en razón a que no le permite recorrer un camino sin ataduras hacia
el descubrimiento de la esencia de las cosas, a su generalización pura, como insumo
absolutamente necesario para alcanzar la esencia.
Veamos lo anterior, en palabras de Jean Paul Sartre28 : “...En efecto: cuando Husserl, en las
Meditaciones artesianas y en Formale und Transzentantale Logiik, se preocupa de refutar el
solipsismo29, cree lograrlo mostrando que el recurso al prójimo es condición indispensable de la
constitución de un mundo. Sin entrar en los pormenores de la doctrina, nos limitaremos a indicar su
eje fundamental: para Husserl, el mundo tal como se revela a la conciencia es intermonádico. El
prójimo no está presente en él sólo como una aparición concreta y empírica, sino como una
condición permanente de la unidad y la riqueza del mundo. Cuando considero, tanto en soledad
como en compañía, esta mesa o ese árbol o aquel lienzo de pared, el prójimo está siempre ahí
26 Husserl, Edmund, en su obra: “Ideas relativas a una fenomenología pura y una fi losofía fenomenológica”. 27 Hegel, Georg Wilhelm Friedrich (1770-1831), fi lósofo alemán. Algunas de sus obras. “Fenomenología del espíritu”; “Filosofía del derecho”. 28 Sartre, Jean Paul (1905-1980), escritor, dramaturgo, fi lósofo y periodista francés. Algunas de sus obras:
“Crítica de la razón dialéctica”; “El ser y la nada”. 29 Punto de vista que define que la realidad es obra de la actividad de la mente, que nada existe por fuera de uno mismo. Nota mía.
31
como un estrato de significaciones constitutivas que pertenecen al objeto mismo que hoy estoy
considerando, en suma, como el verdadero garante de su objetividad...”30
A manera de conclusión: la lógica de Edmund Husserl está centrada en su definición del
significado que adquiere la exterioridad, con respecto al sujeto. Su fenomenología, asume la
necesidad que tiene el sujeto de desatar el condicionante (la realidad) que lo inhibe para
trascender hacia el conocimiento de la esencia. Por esta vía desemboca en una identificación
plena con el postulado, ya citado por mí, de Immanuel Kant: “Todas las cosas que intuimos en el
espacio o en el tiempo...no son más que fenómenos, es decir, puras representaciones...”
Por lo tanto, entonces, su método está asociado a un proceso de abstracción de la realidad que
pretende la búsqueda de la esencia de las cosas, eludiendo su objetividad y existencia en sí.
3.4.1.2 Del texto “Santander y la Opinión Angloamericana. Visión de viajeros periódicos. 1821-
1840 “(Francis Hall y William Dane).
Es, como en el caso anterior referido a la obra del profesor Alfredo Molano Bravo, lo que sigue es
la postulación de un hilo conductor. En referencia la visión, particularmente de Francis Hal l. Es
tanto como mostrar las condiciones, la lógica conceptual y los intereses de personas adscritas en
condición de analistas y codificadores. En lo social, político y económico. Este texto adquiere
trascendencia, por lo mismo que grafica lo que éramos con posterioridad a 1819. Particularmente,
entre 1821 y 1840. Como quiera que fue escrito en términos de la refrendación de nuestra
situación. Del desarrollo previsto. Y, lo más importante, el nexo con el Imperio Inglés. Una serie de
expresiones y recomendaciones. Como si se tratara de revivir la sumisión anterior al Colonialismo
Español. Como guindando objetos de colores y de diferentes poses, al árbol representativo de una
nación en ciernes. Una especie de diatriba impúdica adornada con señuelos éticos. Con sutiles
expresiones, en la intención de proclamarse como defensores de lo nuestro. Como si estuviésemos
en condición de parias sin agregados útiles para el universo. Como si Bolívar y Santander, con el
mando libertario, hubiesen claudicado. Endosando la construcción de las normas básicas para
ejercer como nación. Como país. Como nación. Con sustento propio. Precisamente es, desde ahí,
que cobra sentido el entendido de autonomía y de futuro.
“…3 Gobierno.
La forma de gobierno establecida por una nación que, como Colombia, emerge de un estado de degradación
política para entrar al campo no probado de la existencia nacional, no puede considerarse sino como un
experimento que el tiempo debe justificar o corregir. La vanidad de los legisladores busca atribuir a sus
primeros esfuerzos para la elaboración de la constitución, una durabilidad y perfección que no es probable
que disfruten. No es fácil calcular el espíritu político de un pueblo todavía ignorante de lo que es autonomía: si
30 Sartre, Jean Paul, “El ser y la nada”, editorial Altaza S.A., edición 1995, página 262
32
sus tendencias son por fortuna liberales y claras, sus instituciones rápidamente sobrepasarán las ideas de
sus primeros legisladores .Si, infortunadamente, ocurre el caso contrario, la forma de su gobierno se
acomodará con prontitud a sus defectos, aunque los nombres y las apariencias republicanos deban dejarse
todavía para burlar su esclavitud.
La actual constitución de Colombia fue establecida por el congreso de Cúcuta en 1821. Declara la
independencia perpetua de la nación, la soberanía del pueblo, la responsabilidad de los magistrados y la
igualdad de derechos; el poder legislativo es dado a un senado y a una cámara de representantes; el senado
está compuesto por cada uno de los departamentos de la República (que son ocho), elegidos de la misma
forma que los representantes a la cámara: el período es de ocho años, las funciones específicas del senado
son las de una corte suprema de justicia en caso de la acusación por parte de la cámara de representantes,
sus funciones ordinarias son las misma de esta última…”31
Creo inferir un asunto de trascendencia, en términos del direccionamiento jurídico y político. Algo
así como un enjambre de vicisitudes relacionadas con la perspectiva de nuestra nación, de la
república y del país. Porque, de un lado, estaba el acumulado de respaldo por la guerra de
liberación. Pero, de otro lado, se evidenciaba un vacío profundo. Como aquello de no reconocer el
universo político, social y económico en el cual se desenvolvía el mandato popular. Con respecto a
los interesen en juego. Un Imperio en su desvarío y pérdida de su poder. Otro naciente. Estados
Unidos de América. Con la marca de expoliación similar.
“…Los trozos fueron más bien seleccionados según su pertinencia según a la carrera política de
Santander. Si yo hubiera recogido todas las sobre Colombia, el foco principal habría sido Simón
Bolívar y no, el “hombre de las leyes”, al menos en la década de 1820. Lo cierto es que Santander
surgió apenas lentamente de la sombra del Libertador. Los crecientes. Conflictos entre estos dos
hombres, hicieron que a Santander se le enfocara en los Estados Unidos
3.4.3. El universo político y económico
Habida cuenta del transcurso político y económico. Nos encontramos con las opciones repetidas.
No solo en razón a problemas no resueltos. Terratenientes con un control absoluto de la tierra de
las vidas de quienes siguieron como si no hubiese pasado nada. Una libertad de expresión
endeble. Tanto como cuando se accede a un ícono de barro. Es decir, en una endeblez que no
resistió los embates anclados en el visón constitucionalista sin nada por dentro. Una democracia
apenas argumental. Como cuando se hacen trizas, entre ellos, esos sectores amparados en una
gesta. La hicieron suya. Liberando al margen de los hechos concretos. De una casuística
impositiva. Como modelo que empezó a recorrer nuestra América a partir del segundo cuarto de
31 Hall, Francis y otro. “Santander y la opinión angloamericana. Visión de viajeros y periódicos”. Biblioteca de la Presidencia de la República, 1991. Páginas 14-15
33
siglo sin los españoles. Al menos eso creíamos. Pero que, a decir verdad, solo se hizo copia de
sus estructuras de poder y del desarrollo económico.
“...Si Bolívar trazó el camino que habría de conducir rectamente la sociedad venezolana a su propia
superación en todos los órdenes y si los hombres que constituían el Gobierno tenían conciencia de ese
legado, se proclamaban a sí mismos como ejecutores y no reconocían otro Norte que el señalado por él, ¿que
impedía a realización de tantos sueños soñados en el vivac, en las bóvedas, en los montes y en los llanos, por
años y años? Algo había fallado, algo impedía que se operase el portentoso tránsito. No era necesario
devanarse los sesos para hallar el obstáculo: era el mismo pueblo por cuya felicidad se trabajaba
empeñosamente. Hecho el hallazgo, sirvió de fórmula mágica para expresarlo todo: el fracaso de los
libertadores a la hora de construir la nueva sociedad prometida., la libertad con sordina cuando no pura y
simplemente trocada en mal disimulada dictadura; los vicios, la torpeza, la ineficacia, la ceguedad y demás
atributos de una y otra administración. Todo se explicaba por y una sola causa…”32 Subrayado mío).
Entonces, estamos ante la necesidad de ofertar un concepto preciso en lo que respecta al
significado que tiene eso de conocer el pasado. Pero, más allá de esto, el relacionado con su
dilucidación; estableciendo tipos de referentes soportados en el conocimiento y la interpretación.
Estos son elementos imprescindibles; como quiera que si son construidos de manera deficiente, no
serán otra cosa que extravíos. Y, como todo extravío, no será otra cosa que ejercicio diletante. Con
un agravante centrado en la consolidación de la sumatoria de hechos y de narraciones, como
simple amalgama a partir de la cual se construyen (a manera de deducciones y conclusiones),
instrumentos que distorsionan y derivan en mera perspectiva, cuando no etérea, alusiva a
interpretaciones de la realidad sesgada y, por esto mismo, de utilización impropia e impertinente.
Lo cierto es, en consecuencia, que estamos en la obligación de cuestionar esos insumos
metodológicos, por cuanto la búsqueda de hilos conductores de los procesos sociales e
individuales, constituye un imperativo. No solo por las implicaciones que tienen los hechos y su
registro, en el diseño y concreción de propuestas para asumir los retos del futuro, en lo que este
tiene escenario próximo en el cual, la realidad, ejercerá bien como hechos y acciones en las cuales
los conceptos pueden ser prefigurados y utilizados como referentes válidos; o bien como
expresiones de distorsión.
Por lo mismo, la decisión de realizar este escrito, se origina en la lectura de algunos documentos
relacionados con la interpretación del quehacer político y social, soportados en la narración oral.
Pero no tanto porque el método sea inválido, de por sí; sino porque esas narraciones son utilizadas
y articuladas, sin el filtro conceptual necesario al momento de escucharlas y trans cribirlas. Filtro
conceptual, absolutamente indispensable, en razón a que la psicología del actuante y narrador, su
visión e interpretación de los hechos, son vertidas a partir del ejercicio memorístico; pero también a
partir de su noción de la vivencia como realidad derivada del tipo de aprehensión lograda. Y ya,
32 Ibid página 58
34
ahí, se supone la existencia de una posición proclive a la distorsión. Siendo así, el sesgo está
presente y la interpretación del historiador, simplemente estará afectada, casi como acto reflejo,
por ese sesgo. Inclusive, como lo demostraré más adelante, muchos de los pasajes narrados, no
son otra cosa que alucinaciones o giros sustanciadores, utilizados por el o la sujeto para
reafirmarse como leyenda; o como héroe…o heroína. O, como también lo demostraré, porque el
(la) entrevistador (a) e historiador (a); desemboca en postulaciones, a manera de verdad,
construidas de tal manera que expresen sus propósitos, tanto en lo circunstancial, como en lo
trascendental. Todo a la manera de sujeto (a) que se explaya, magnificándolos, en los hechos
narrados.
Veámoslo en estos términos:
“…El automatismo de la escritura me ha compelido hasta aquí. Sigo aferrado al impulso de continuar,
sabiendo sólo que he arribado hasta un punto imprevisto en el inicio. Algo m e dice que voy b ien. La fractura
persiste, pues estoy seguro de no ser yo quien sólo escribe. El saber que voy b ien se me antoja como una
simple forma, como un cierto sabor o como una entonación peculiar de lo hasta aquí escrito. Ello me induce a
esa secreta corroboración del voy b ien. La escritura pareciera ser una especie de emanación corporal: hay
ciertas manifestaciones del automatismo que escapan a la sola conciencia, enmarcándose en un más allá de
pura racionalidad. Los escritores pueden ser una forma de catadores sui generis, adheridos a un paladar
peculiar que discrimina o destila signos, frases y contextos, en una palabra, todo aquello que convenimos en
llamar ideas…”33
Es, ante todo, la búsqueda de elementos que me permitan proponer alternativas. No solo en lo que
hace referencia a la interpretación; sino también en lo que compromete a lo metodológico. Porque,
eso lo tengo bien claro, no pretendo una argumentación a la manera contestataria, insípida y/o
tendenciosa.
Ahora bien, como es en realidad, una posición a partir de la lectura de algunos de los escritos de la
época, tiene un asidero en el hecho mismo de la importancia que ha adquirido toda su labor
investigativa, apuntándole a la presentación de opciones de interpretación; con un horizonte que
compromete a la gestión por alcanzar una tipificación de lo vivido por los y las personajes, en el
contexto del conflicto armado y no armado que ha estado en la base de la construcción de Nación,
de País y de Estado.
“…Pertenecientes ellos mismos (sic) a las buenas familias de la región, cercanamente emparentados con los
Arango, los Villegas y muchas otras buenas familias. Los Gutiérrez desempeñaron los puestos locales más
importantes: Alejandro Gutiérrez fue alcalde 4 veces, 11 veces presidente el concejo y prefecto 6 veces;
Pompilio fue 4 veces presidente del concejo, lo mismo que Daniel. Todo ellos serían futuros gobernadores de
33 Téllez, Freddy. “Palimpsestos. Los rostros de la escritura”. Publicada por Centro Editorial de la Universidad Nacional de Colombia. Primera edición, 1990/1991, página 80.
35
Caldas, a partir de 1905 y estaban relacionados con otros muchos alcaldes, prefectos y presidentes del
concejo…34
4 Referente Legal.
4.1 De lo jurídico como quehacer fundamental en la solución del conflicto.
Y es que, en veces, todo país se ve abocado a modificar los insumos conceptuales que soportan
su estructura jurídica. Es decir, las tipificaciones de delitos, en lo penal, t ienen que ser asumidas en
otras condiciones para contextos que obligan. Porque, de no ser así, no habría ninguna posibilidad
de pensar siquiera, en una perspectiva de paz. Esto, independientemente de cualquier
interpretación, en el universo de opciones que puedan ser presentadas. Tal vez, porque de eso se
trata, al momento de posicionar un determinado cuestionamiento al camino propuesto desde una
posición gubernamental.
La Ley 975 de 2005.
La Unidad Nacional de Fiscalías, publico un comentario en torno a es ta norma. Insistiendo, por lo
demás, en la referencia a la Ley 782 de 2002. Porque, necesariamente, era y es un referente
obligado, al momento de postular una alternativa de tratamiento heterodoxo a la normativa propia
del derecho penal colombiano. Y, porque no inclusive, de la estructura jurídica internacional
Fundamentalmente en lo que hace alusión al entendido de Los Derechos Humanos y de su nexo
con la guerra. Ya no tanto, en términos de lo que en otro tiempo se conoció como “guerra de baja
intensidad”, acuñada por la CIA, para algunos países de América Latina y que permitió, entre otros
países, que Colombia validara procedimientos infames e contra de cualquier fuerza insurgente.
Claro está, fundamentalmente en lo que se entande como proceso revolucionario. Veamos e
apunte de la Unidad de Fiscalías:
“…con las (sic) Auto Defensas Unidas de Colombia; se inició en 2002 un diálogo entre el Gobierno
Nacional y los voceros o representantes de esos grupos organizados armados al margen de la ley,
los cuales originaron la desmovilización de los integrantes de algunos bloques y frentes; y el
desmantelamiento de los mismos. En virtud de los acuerdos políticos celebrados por las partes.
Sin embargo, como la legislación vigente en ese momento (Ley 782 de 2002) solo preveía la
amnistía y el indulto para delitos políticos y conexos cometidos por los miembros de las
organizaciones ilegales; era necesario una nueva ley que, como herramienta jurídica abriera el
34 Keith, Christie “Oligarcas, campesinos y política en Colombia”. Ed. Universidad Nacional 1986, páginas35 -36.
36
camino para la paz, al facilitar la reincorporación individual o colectiva a la vida civil de los
desmovilizados, y garantizar los derechos de las víctimas, pero sin someter al perdón y olvido las
graves violaciones a los derechos a los derechos humanos, crímenes de guerra y delitos contra el
Derecho Internacional Humanitario.
…Fueron esas las razones tenidas en cuenta por el Congreso de la República, al aprobar la Ley
975 de 2005, que establece el procesamiento y sanción de los grupos organizados al margen de la
ley; así como también la reparación integral a las víctimas .
Artículo 1. Objeto. La presente Ley tiene por objeto facilitar los procesos de paz y la reincorporación
individual o colectiva a la vida civil de los miembros de grupos armados al margen de la ley;
garantizando los derechos de las víctimas a la verdad, justicia y reparación.
Artículo 2. (Modificado por el artículo 1, Ley 1592 de 2012). Ámbito de la ley, interpretación y aplicación
normativa.
La presente Ley regula lo concerniente a la investigación, procesamiento, sanción y beneficios
judiciales de las personas vinculadas a grupos armados organizados al margen de la ley, como
autores o partícipes de hechos delictivos…”
Queda claro, entonces, que se ha configurado un horizonte para el tránsito del proceso relacionado
con la búsqueda de la paz. Siendo, como en verdad es, una situación de enorme complejidad; a
requerido (…y, de seguro, va a requerir más), modificaciones y reglamentaciones a lo largo del
tiempo. Para el caso de la Ley 975 de 2005: Decreto 122 de 2008; Decreto 423 de 2007; Decreto
3570 de 2007; Decreto 880 de 2008; Decreto 1290 de 2008 y Decreto 1364 de 2008.
También, en razón a que el fundamento de las negociaciones en la ciudad de La Habana con las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), propongo un énfasis en la Ley 1448 de
2011 (Ley de Víctimas y Restitución de Tierras). Fundamentalmente en el contexto en que fue
aprobada dicha ley y las sucesivas modificaciones, en particular la Sentencia C-250 que definió
inexequibilidad de lo consignado en artículo 3, referido a la fecha de ocurrencia de los hechos que
causaron daño. Pero, además, modificaciones y/o reglamentaciones mediante Decretos 455, 4633
y 4635 de 2011.
Veamos una referencia respecto a la Ley 1448 de 2011, publicada en la página Web de la
organización “Justicia Agraria:
“…La Ley 1448 de 2011, más conocida como la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, viene siendo
promocionada oficialmente como una de las demostraciones de voluntad de paz, del gobierno de Juan
Manuel Santos en Colombia.
37
Pensada como engranaje en la política transicional que facilite el paso hacia un escenario de posconflicto.
Esta Ley enuncia un objetivo principal el reconocimiento (después de que el gobierno anterior negara su
existencia por dos periodos consecutivos) a las víctimas de su derecho a la verdad, justicia y reparación; y a la
garantía de no repetición…”
En un ejercicio vinculante con este trabajo, considero conveniente y necesaria, la transcripción de
parte de los artículos 2 y 3. Veamos:
“…Artículo 2. Las medidas de atención, asistencia y reparación para los Pueblos Indígenas y Comunidades
Afrocolombianas, harán parte de normas específicas para cada uno de estos grupos étnicos; las cuales serán
consultadas previamente FIN DE RESPETAR SUS USOS Y OSTUMBRES; ASÍ COMO A SUS DERECHOS
COLECTIVOS DE CONFORMIDAD CON LO ESTABLECIDO EN EL ARTÍCULO 205 DE LA PRSENTE LEY.
2…Artículo 3.Víctimas. Se consideran víctimas, para los efectos de esta ley, aquellas personas que individual
o colectivamente hayan sufrido un daño por hechos ocurridos a partir del 1 de enero de 1985 (parte declarada
inexequib le, mediante Sentencia C-250), como consecuencia de infracciones al Derecho Internacional
Humanitario o de violaciones graves y manifiestas a las normas Internacionales de Derechos Humanos,
ocurridas con ocasión del conflicto interno…”
4.2 El Código Penal, de Procedimiento. La normativa Electoral. Soporte en el posible acuerdo en
La Habana.
Es como todo. Es bien sabido que ninguna negociación, en medio de un determinado conflicto,
puede derivar en dejar incólume diferentes normativas asimiladas a la sustancial de esa
negociación. Menos aún, en tratándose de el referente legal electoral, como con precisión y como
reglamentación de la normativa constitucional. Yendo más allá, los Códigos Penal y de
Procedimiento Penal, dejan de serlo en lo que tienen de ortodoxia precisa. Para convertirse en
aplicaciones que redefinen textura desde el punto de vista de la tipificación de los delitos
vinculados con el quehacer del grupo y/o los grupos que pueden ser entendidos como
incentivadores de la rebelión. Mucho más, cuando se ha incurrido en delitos conexos. Y que,
tratándose de una exigibilidad anclada en lo que los códigos referidos estipulan no solo como
punibles; sino también en lo que hace a su conexión con lo consagrado en normas internacionales,
centradas en la defensa y protección de los derechos humanos. Particularmente, en c oncreto, en lo
que se asimila a la condición de delitos de lesa humanidad.
Siendo así, entonces, los acuerdos alcanzados tienen que ser exhibidos como garantes de una
opción transicional. En la cual se reviertan esa tipificación, procurando tratamientos instrumentales,
hasta cierto punto vulneradores de esas normas. Es, entonces, una peculiaridad atípica en lo que
tiene que ver con zanjar las controversias. .
Una vía, así entendida, que no puede retrotraer los mámenos y las acciones como si fuesen
interpretados a la luz de las normas en sí. Es, si se quiere, una reversión. Una nueva interpretación
38
distante, por esto mismo, del contenido de punibilidad. De una adecuación asintomática, que ubica
una perspectiva que “desquicia” el contenido y su derivación condenatoria. Es eso que se ha dado
en llamar “perdón y olvido”. En un nuevo contexto social y político. Por lo mismo que transfiere a
las realizaciones un imperativo de alcances insospechados. Por lo mismo que, la literalidad
normativa, ortodoxia; se aviene con su misma vulneración. .
En cuanto a la legislación agraria, comoquiera que debe ser reconsiderada en términos de reforma.
Tanto como entenderla en una dinámica que tiene que conmover la concentración de la riqueza, en
conocimiento que se refiere a la concentración de tierras. En un ejercicio comparativo, puede
situarse en la condición de recomponer la acción gubernativa y estatal . Una confrontación con el
entendido de aceptación de que los terratenientes y la burguesía agraria tienen que redefinir, por la
vía de la fuerza de leyes derivadas de la culminación del conflicto. En donde los ofertantes de la
subversión, proponen modalidades nuevas en el tratamiento a esa concentración. Algo así como
un interregno que, de por sí, convoca a resolver las contradicciones por la vía que es tipifica como
“los intereses colectivos y de la negociación, tienen que trascender posturas
individuales. Así estas, o por eso mismo, se hayan erigido en intereses insoslayables
atenidos a lo que se explicita como sagrada propiedad privada.”
Si se mira lo anterior con esa lente pragmática, queda claro que cuando, en el acuerdo en ciernes,
se habla de la figura “zonas de intermediación y de redistribución de tierras”. Estamos, ni
más ni menos, en lo que se conoció después de la Revolución Rusa, como koljoses. Instancias ya
previstas en el conjunto programático agrario. E insinuadas en el texto “El desarrollo del
capitalismo en Rusia”, escrito por Lenin. Siendo este tipo de organizaciones campesinas, algo
asimilado a las cooperativas agrarias. Y, quien creyera, replicadas con otra denominación en
Israel, cuando comenzó su “nueva vida” como Estado, de conformidad con la decisión de la
cohorte de los aliados en 1945, al término de la Segunda Guerra Mundial.
5. Desarrollo, interpretación y alternativas referidas al problema planteado
5.1 De lo antropológico en términos del conflicto y de la negociación
5.1.1 Algunas otras condiciones pretéritas. (de historias baldías, como creación literaria)
De conformidad con lo que he venido refiriendo, trato de recomponer algunos conceptos asumidos
como posibilidad de reconciliar expresiones, tratándose de acceder a un referente de largo aliento.
Con un insumo fundamental referido a historias de vida que modelan las condiciones en que el
conflicto imprime a las víctimas reales y/o potenciales.
“…Cuando fui conciente de lo que significa conocer a alguien, digamos que conocí a Adelina, mi
madre. Ya lo había dicho, tuvo una relación de pareja con el negro Eugenio Cano. También ya lo
39
había dicho, asumió la sumisión como herencia. No podía esperarse nada diferente. Era algo así
como la secuela fundamental y necesaria. Porque ella, mi madre, tenía extirpe de mujer sumisa.
Como casi todas nuestras mujeres. Hasta cierto punto fui yo misma. Y no es un decir al garete. Es
una precisión en términos históricos y culturales.
Adelina había vivido, allí mismo en ese espacio geográfico que fue mi cuna. No tengo claro cómo
conoció al negro Eugenio Cano. Lo que si tengo claro, ahora, es que vivió al lado de él. Como
todas las mujeres, sin ton ni son. Como si la vida pasara en condiciones opuestas a la felicidad, a
la pasión, al goce. Estas dos palabras, de por sí, son y siguen siendo heréticas. Porque pasión y
goce son sinónimos de libertad y de conocimiento. Ella, Adelina, abrió las piernas…y listo. Algunas,
inclusive, ni siquiera eso. Se las abrían a la fuerza. Lo demás ya es conocido, la preñez. Y el parto.
Y nació María Helena. Y nací yo. Y el negro Eugenio, como si nada. Porque lo suyo no fue nada
diferente a entender que era ella, Adelina, la del problema. Yo, tal vez decía Eugenio, no tengo
nada que hacer. Solo trabajar, de vez en cuando, y jugar lo ganado, en ese juego de la vida en
donde yo siempre perdía. Pero que importa si pierdo lo que gané trabajando. Al fin y al cabo,
Adelina sabrá qué hacer con las nenas.
Tiempo absolutamente difícil para mi madre. Ella, ni siquiera tuvo el acceso escolar que tuve. Su
infancia fue mucho más precaria que la mía. Casi sin saber leer ni escribir. Absorta en los
vericuetos propios de la vida en Titiribí, veinticinco años antes que yo. Es decir, estamos hablando
de 1908. Comienzo de siglo. Azaroso. Aquí, en este terruño, se vivieron momentos tenebrosos.
Todavía, el municipio, era referente aurífero. Tal vez el abuelo materno, nacido en 1880, había
vivido la otra parte. Es decir, aquellos momentos en los cuales las transferencias visuales y
conceptuales eran mucho más proclives al engaño y a la concreción vinculada con la doble moral
absoluta de aquel medio siglo imbécil, en el cual se aplicó el concepto bastardo del ir y venir
anclado en la ignominia de saber que éramos descendientes de héroes, pero que, en sí, no
éramos otra cosa que la congoja inherente a la dicotomía. Entre radicalidad y perversión política y
social. Una especie de sujetos históricos sin horizontes. A no ser aquellos en los cuales ejercíamos
como vituperarios. Como simples expresiones de lo gris infinito. Un gris construido a partir de no
cuestionar. De no incidir como propuesta anclada en la subversión. Como simples herederos y
herederas de la confrontación constante. Que aquí. Que allá. Que tal vez. Que, de pronto.
Que…En fin una indecisión real, potencial y latente. Como sumisos guerreros que perdieron su
perspectiva. Ya habíamos olvidado lo de Bolívar. Lo de Santander estaba ahí. Como construcción
jurídica estatal. Como insumo latente. Que convocaba a precisar la noción de la ley y del derecho
en lo concreto. Un Santanderismo acucioso. Vinculado a la noción de ley y de derechos y de
obligaciones; sin posibilidades de concretarse en términos precisos. Un Santanderismo mezquino;
por lo mismo que no lo entendíamos. Es decir, una percepción de la confrontación Bolívar-
Santander, apenas si efímera, tangencial; casi pervertida.
40
Ya, entonces, el abuelo materno, podía haber sido o no conciente de lo que implicaba y soportaba
a su entorno inmediato. Lo cierto es que, aun así, su familia, era lo que yo fui después: una
sumatoria de cifras perdidas, olvidadas. Una expresión tanto o más ausente de verdad, como lo
fueron los sueños de la madre de mí abuelo. Sueños un tanto proclamados como simples
expresiones de presencias. Vidas alrededor de la tierra, como suelo que produce. Inmediatez que
habla de la caña de los platanales. Alrededor de las minas. Oro que estuvo ahí, desde antes de
todos nacer. Ahí. Como expresión de lo que existe. Al margen de lo que somos o queremos ser.
Una herencia cultural que fue saqueada. Por los que vinieron y se fueron…y volvieron a saquear y
a saquear…Hasta que se acabó. Pero, ahí, las plataneras y los cañaduzales de la panela el padre
de Adelina, ahí. Trabajando por lo bajo. Es decir, en el día a día. Sin entender la dinámica propia
del Capital. Sin entender el naufragio económico de España. Sin entender el centro-poder Inglés, ni
del Imperio en ciernes.
Ya, ahí cerca, en Fredonia, se vivían momentos así:”…Las precondiciones para el auge del cultivo del café se
dieron en Antioquia, y específicamente en la zona de Fredonia, el siglo XIX con el proceso de colonización de
la frontera, por parte del campesinado libre, migrante, de origen español, mestizo o negro, que buscaba tierras
cultivables para establecerse. Esta colonización, promovida en parte por el Estado, así como vinculada a
intereses mercantiles, hizo posible la formación de un campesinado medio en la zona, al tiempo que fortaleció
la expansión de las haciendas. Muchas veces, las familias de campesinos que iban abriendo la selva fueron
financiadas por el capital mercantil que proveía a los colonos con b ienes de consumo hasta que se
establecían como agricultores. Pero el endeudamiento de los colonos permitió al capital mercantil acaparar las
tierras. A medida que llegaban más colonos en busca de tierras, sin medios de subsistencia, las haciendas
fueron captando la mano de obra disponib le para su propia expansión. Así se dio el proceso por el cual las
tierras eran dadas a familias campesinas para desmontar y sembrar sus cultivos por varios años hasta que el
hacendado se apropiaba de ellas para la producción ganadera, moviendo la familia campesina más adentro
de la selva. Como en otras zonas del país, recayó sobre la familia conquistar la naturaleza, dando paso a la
futura expansión agrícola y ganadera, y por tanto a la acumulación de la clase dominante.
En la época de 1870 se empezó a producir café, principalmente en las haciendas grandes. Parece que la
iniciativa en el cultivo partió de la clase terrateniente, pero rápidamente se incorporó a la producción de
unidades campesinas, tal vez por la baja técnica y la escasa inversión requerida, dadas las tierras aptas para
el cultivo…”35
De mi parte, es apenas obvio, no existía ninguna fundamentación teórica. Simplemente una visión
un tanto intuitiva. La transcripción del texto de la investigación liderada por la profesora Magdalena
León, es producto de mi itinerario posterior. Como cuando una accede, pasado el tiempo, a
conocimientos que le permiten rastrear el pasado. Y no “el pasado efímero” al que le canta Serrat.
35 León de L., Magdalena. “Mujer y Capitalismo Agrario”. Asociación colombiana para el estudio de la población; primera edición 1980, página 34
41
Más bien es la referencia a ese tiempo pasado que viví en compañía de mi madre Adelina, del tío
Manuel y del tío Luciano.
Ya dije que el abuelo materno vivió en la segunda mitad del siglo XIX y el primer cuarto del siglo
XX. Las alusiones, que se perciben en esta parte de mi escrito, a las pugnas relacionadas con el
poder político, constituyen una asociación de ideas construida a partir de lo que denomino esa
percepción de la vida y que, después, adquiere una connotación de mucho más talante, habida
cuenta de mi ejercicio político y sindical posterior. En este contexto, cito el texto de la profesora
Magdalena, así:
“…Aunque los comerciantes antioqueños habían incursionado durante el siglo XIX en el comercio mundial
exportando quina y tabaco, Colombia no había logrado desarrollar una producción con arraigo relativamente
estable en el mercado internacional. Exiliado en Guatemala, uno de los representantes de la burguesía
comercial antioqueña, Mariano Ospina Rodríguez, escrib ía a su amigo Julián Vásquez, minero, comerciante y,
posteriormente terrateniente, sobre las grandes utilidades que allí producía la siembra de cafetales. Fueron
estos señores quienes iniciaron el cultivo de café en Fredonia, donde los terrenos según se sabía, eran muy
propicios para tal industria. La mentalidad empresarial con que se iniciaron los primeros cultivos de café en la
región, no solo se denota en los propósitos claramente expresados de que ello constituiría una rentable
inversión con un mercado asegurado para la producción, sino en el empleo de una tecnología moderna para
el cultivo y una maquinaria que agilizaba el proceso de beneficio. En las primeras décadas del siglo XX
Fredonia se destacó en Antioquia como una importante zona cafetera.
Sectores de la burguesía comercial antioqueña hicieron una amplia difusión del cultivo y muchos de ellos, que
ya poseían haciendas ganaderas en el suroeste, dedicaron parte de sus terrenos al cultivo del grano. La
introducción del cultivo no desplazó la actividad ganadera, más b ien contribuyó a conformar el peculiar
complejo agrícola ganadero en cuya alta productividad insiste Ospina Vásquez. Así, las tierras cafeteras
abandonadas durante los periodos en que se deprimen los precios del café, pueden ser rápidamente
adaptadas para la ganadería, aminorando el impacto de las pérdidas de la producción cafetera para el
hacendado…”36
Lo cierto es que yo estuve ahí. En una casa heredada por vía materna. Lo mío era vivir esa
infancia de mujer ya cifrada, ya vinculada culturalmente a las condiciones de dominación vigente
en un país profundamente machista. Una infancia en la cual Adelina estuvo vigilante. No tanto
porque ella tuviese una posición de autoridad conciente, en términos de conocimiento de causa y/o
de aplicación de conceptos elaborados. Más bien era ese tipo de vigilancia inherente a las
condiciones generales de participación en los procesos de un tipo de familia patriarcal en el cual
las mujeres no hacían otra cosa que estar ahí expectantes. Pero, también, adscritas a un
desenvolvimiento como de partitura preestablecida. En una familia establecida y en la cual el negro
Eugenio no era otra cosa que un macho vinculado a procesos de producción agrícola limitados y
de los cuales derivaba su salario; pero que él asumía como extensión de sus condiciones y
36 León de L., Magdalena, Ibíd.
42
posibilidades de dominación sobre Adelina y sobre “la otra” de la cual hablaba Adelina, haciendo
alusión del hecho de que mi padre tenía una (…o varias) relaciones furtivas. Ya dije que él,
Eugenio Cano, a más de ser bebedor, dedicaba mucha parte de su tiempo libre al juego de cartas
y al oficio de apostador en riñas de gallos. Una especie de trabajador asimilado a lo que se
denomina (expresión acuñada por el marxismo) lumpen proletario.
En ese contexto, los rituales de Adelina, no eran otra cosa que estar ahí y cocinar y enhebrar y
vigilar a sus hijas y37 responder ante el tío Manuel (su hermano) por el manejo laborioso de la casa.
Una Adelina Restrepo que siempre asumió como profesión marginal de subsistencia el oficio de
lavandera; bien fuera a domicilio o utilizando la casa de la familia como sitio de trabajo. Esto le
permitió una relativa emancipación con respecto a Eugenio Cano.
Y yo seguía ahí. Como sujeta de mil y un hechizos. Como partícipe de ese proceso cultural que
desde mucho antes de yo nacer estaba vigente. La religión era y ha sido uno de los referentes
mayores. Con su peculiar manera de condicionarnos, particularmente a nosotras las mujeres. Con
un extravío de la vida plena. Convocada a ser simple réplica de las de antes y de las que vendrían
después. Ese tósigo que me conminaba a ser prudente, a ser virgen de eternos sueños. Todo a
pesar de que la sexualidad como posibilidad latente de convocar al deseo y a la pasión, también
estaba ahí. Unos sueños casi enfermizos. Una combinac ión de “lo bueno” y “lo malo”; esa lucha
que ha estado ahí. Como opuestos. Como en casi todo. El día y la noche; el frío y el calor; la
verdad y la mentira; etc.
“…El intento por canalizar los poderes mágicos desembocó en la necesidad de socializar a los a fricanos
dentro de los márgenes culturales occidentales, proceso que corría paralelo a la cristianización. Pero la
enseñanza y la aprehensión de las costumbres, tradiciones e instituciones españolas chocaba de frente con el
diametralmente opuesto modelo de socialización africano: Los territorios de donde procedía la mano de obra
esclava estaban organizados en una unidad básica de carácter familiar, ‘ampliada o extendida, especie de
fracción de clan de tipo patriarcal: grupo de parientes y por línea paterna o materna fijado o ligado al suelo’.
En este sentido, la socialización era diferente al modelo de educación europeo en tanto que todo el grupo
participaba de la educación de los hijos de la comunidad, sin importar quiénes fueron los padres b iológicos. El
sistema educativo reposaba en una organización de carácter gerontocrático, es decir, a los ancianos les
correspondía la iniciación social y la educación sexual de los adolescentes.
En estas circunstancias, la comprensión del b ien y del mal, de la muerte y l a sexualidad, reposaba en una
estructura muy distinta que seguía las tradiciones culturales propias sin que tuviera incorporado el férreo
dualismo cristiano. Ni la diversidad de mecanismos que utilizó la cultura dominante ni la aprehensión de los
comportamientos b lancos, lograron desterrar del todo esta conciencia no dualista. Por el contrario, se convirtió
en uno de los bastiones de resistencia contra la sociedad esclavista. En el pensamiento africano occidental
nada era enteramente bueno ni enteramente malo, idea que se reforzaba en sus sistemas religiosos
37
43
tradicionales por la carencia de una teoría del pecado original y por la extensión del concepto del demonio. A
esta carencia de dualismo se le sumó la apropiación de poderes mágicos de santos y demonios, lo que
permitía la creación de un sistema coherente de creencias nacidas para la resistencia y la búsqueda de
factores que los identificaba como pertenecientes a una comunidad…”38
Durante mucho tiempo permaneció en mi (…y aún aparecen secuelas) esa sensación de estar
inmersa en un contexto pleno de situaciones ancladas en esa herencia cultural. Por lo pronto era
mujer-niña. Con obligaciones reales y potenciales. Alrededor de la casa; pero también en el
escenario escolar; asimismo en la herencia religiosa. Era profundamente inmersa en los ires y
venires de los ejercicios parroquiales. Estaba en los ejercicios inherentes a la eucaristía y en las
celebraciones relacionadas con las realizaciones de fiestas y expresiones afines. La Semana
Santa era una de ellas. Yo estaba ahí, al lado del vía crucis. Mi capacidad para la lectura clara y
comprensiva me hacía partícipe en términos puntuales en la procesión del viernes santo. Tal vez,
desde ese entonces, se produjo una inquietud relacionada con el significado del sac rificio de Jesús
y los verdaderos alcances del mismo.
“…La manera como se planteó la evangelización a comienzos de la conquista marcó el camino que tendría
durante los siguientes siglos. El proceso de cristianización de las Indias se dio en el contexto de un
convencimiento colectivo que provenía desde finales del siglo XV: se acercaba el final del mundo. Los
convulsionados acontecimientos del Renacimiento daban razón a las angustiosas profecías del Apocalipsis,
quizás el lib ro que más había marcado el pensamiento cristiano. La escatología afirmaba que el final estaría
preanunciado por acontecimientos calamitosos, contexto en el cual vendría el Anticristo. La expansión
geográfica que incluía loa conquista de las Indias reafirmaba la creencia, pues un texto de los evangelios lo
profetizaba: ´se proclamará este Evangelio del Reino en el mundo entero, para dar testimonio a todas las
naciones, y entonces vendrá el fin’.
Entonces, después de la conversión del mundo al cristianismo como verdadera fe, acaecería el escalón final.
Siguiendo la misma tradición cristiana, la ´bestia´del Apocalipsis-entendida como el demonio-tendría que
soltarse por un tiempo antes de la segunda venida del Mesías. Esta postura hacía más entendib le la obsesión
cristiana de contemplar el reino de Satanás en el Nuevo Continente: Los misioneros españoles se planteaban,
no sin cierta angustia, si evangelizar no equivalía a aclarar el proceso de autodestrucción. La idea de la
decrepitud del mundo y su pronta transformación era frecuente durante e l siglo XVI. Fray Rafael de los
Ángeles lo escrib ía así:
Verdad es que el mundo está en lo último y allegado a la decrépita, porque aun en materia de virtud se hallan
en él cien mil novedades y disparates nunca antes vistos, y en materia de pecados no tien en número de
invenciones que cada día salen, como diremos más adelante, ni hay teólogos que agoten sus dificultades (…).
Al fin la virtud en estos desdichados tiempos no tiene la armadura o el esqueleto, que lo demás casi todo es
38 Borja G., Jaime H. “Rostros y rastros del demonio en la Nueva Granada”. Impreandes presencia S.A. Primera edición, 1998; páginas 132-133.
44
prudencia de carne enemiga de Dios.´39 (versión tomada, previa autorización, del Texto “Mi Historia”,
cuya autora prefiere el anonimato)
5.1.2. Volviendo a indagar (como si nada hubiese sucedido y de lo que sucederá a futuro).
Este itinerario me convoca a perseguir fantasmas. Como quiera que algo de alucinación hay en toda historia.
Como estrambótica alegoría. Como algunas historias de mujeres que dan cuenta de un acumulado perverso
masculino. Por una vía que va desde el ensayo con letanías absolutas; hasta sensaciones de haber vivi do
antes este momento. Inclusive con intentos fallidos al momento de mirar, en perspectiva, lacónicos
enunciados, pretendiendo una difusión desparramada. Como voraz torrente que aniquila lo más sentido. Una
seguidera de pautas a contrapelo. Como en esos sueños victimarios. Como desasosiego cierto, a punto.
Como cuando, en ese oficio de rastrear evidencias y lugares, aparecemos de pronto en otro ámbito. Viviendo
otros momentos. Como agregados circunstanciales. Vivencias de remache. Como ejerciendo de oferente. De
las ciudades y de los estados. De todo aquello que nos sitúa en decisiones, a veces inoperantes, pero que
funge como b itácora de vuelo.
Y, de pronto, me encuentro con cosas. Si, como si estuviese cosificando la historia. Deambulando aquí y allá.
Que en nuestra América Latina. Que, cuando no, petrificando lecciones del arco iris. En una iridiscencia
mezquina. Porque satura y postra. En ese 1810 tan lejano que he olvidado lo que pasó. Un 1819 esquivo en
señales de libertad verdadera. Con 1830, buscando divisas. Para no dejar entender lo fundamental de la
Revolución Francesa. Con un Antonio Nariño ya despojado de sus atributos. O con Policarpa que murió por
nosotros y nosotras. Y que, a vuelo, ni Santander ni Bolívar rescataron nunca su verdadero aporte. Porque la
locomoción libertaria se olvidó de lo más importante: el diseño de políticas de libertad, mediante acciones de
consecuencia lógica. Buscando compatib ilidad entre zafarse del yugo español y proyectar el universo
asociado al ideario moderno. Nos quedamos ahí, en las secuelas originadas en la visión del mundo de los
criollos soldadescos. Construyendo íconos de cetrería. Como cazando incautos, a punta de hacer dar vueltas
a nuestro mundo. Tal vez remplazando a Verne y sus historietas de futuro y de presente. Pero, al fin y al cabo,
imaginarios no resueltos.
En ese contexto, los rituales de Adelina, no eran otra cosa que estar ahí y cocinar y enhebrar y vigilar a sus
hijas y40 responder ante el tío Manuel (su hermano) por el manejo laborioso de la casa . Una Adelina Restrepo
que siempre asumió como profesión marginal de subsistencia el oficio de lavandera; b ien fuera a domicilio o
utilizando la casa de la familia como sitio de trabajo. Esto le permitió una relativa emancipación con respecto a
Eugenio Cano.
“…El intento por canalizar los poderes mágicos desembocó en la necesidad de socializar a los africanos
dentro de los márgenes culturales occidentales, proceso que corría paralelo a la cristianización. Pero la
enseñanza y la aprehensión de las costumbres, tradiciones e instituciones españolas chocaba de frente con el
diametralmente opuesto modelo de socialización africano: Los territorios de donde procedía la mano de obra
esclava estaban organizados en una unidad básica de carácter familiar, ‘ampliada o e xtendida, especie de
fracción de clan de tipo patriarcal: grupo de parientes y por línea paterna o materna fijado o ligado al suelo’.
39 Borja G., Jaime H., Ibíd.; pp. 305-306. 40
45
En este sentido, la socialización era diferente al modelo de educación europeo en tanto que todo el grupo
participaba de la educación de los hijos de la comunidad, sin importar quiénes fueron los padres b iológicos. El
sistema educativo reposaba en una organización de carácter gerontocrático, es decir, a los ancianos les
correspondía la iniciación social y la educación sexual de los adolescentes.
En estas circunstancias, la comprensión del b ien y del mal, de la muerte y la sexualidad, reposaba en una
estructura muy distinta que seguía las tradiciones culturales propias sin que tuviera incorporado el férreo
dualismo cristiano. Ni la diversidad de mecanismos que utilizó la cultura dominante ni la aprehensión de los
comportamientos b lancos, lograron desterrar del todo esta conciencia no dualista. Por el contrario, se convirtió
en uno de los bastiones de resistencia contra la sociedad esclavista. En el pensamiento africano occidental
nada era enteramente bueno ni enteramente malo, idea que se reforzaba en sus sistemas religiosos
tradicionales por la carencia de una teoría del pecado original y por la extensión del concepto del demoni o. A
esta carencia de dualismo se le sumó la apropiación de poderes mágicos de santos y demonios, lo que
permitía la creación de un sistema coherente de creencias nacidas para la resistencia y la búsqueda de
factores que los identificaba como pertenecientes a una comunidad…”41
“…La manera como se planteó la evangelización a comienzos de la conquista marcó el camino que tendría
durante los siguientes siglos. El proceso de cristianización de las Indias se dio en el contexto de un
convencimiento colectivo que provenía desde finales del siglo XV: se acercaba el final del mundo. Los
convulsionados acontecimientos del Renacimiento daban razón a las angustiosas profecías del Apocalipsis,
quizás el lib ro que más había marcado el pensamiento cristiano. La escatología afirmaba que el final estaría
preanunciado por acontecimientos calamitosos, contexto en el cual vendría el Anticristo. La expansión
geográfica que incluía loa conquista de las Indias reafirmaba la creencia, pues un texto de los evangelios lo
profetizaba: ´se proclamará este Evangelio del Reino en el mundo entero, para dar testimonio a todas las
naciones, y entonces vendrá el fin’.
Entonces, después de la conversión del mundo al cristianismo como verdadera fe, acaecería el escalón final.
Siguiendo la misma tradición cristiana, la ´bestia´del Apocalipsis-entendida como el demonio-tendría que
soltarse por un tiempo antes de la segunda venida del Mesías. Esta postura hacía más entendib le la obsesión
cristiana de contemplar el reino de Satanás en el Nuevo Continente: Los misioneros españoles se planteaban,
no sin cierta angustia, si evangelizar no equivalía a aclarar el proceso de autodestrucción. La idea de la
decrepitud del mundo y su pronta transformación era frecuente durante el siglo XVI. Fray Rafael de los
Ángeles lo escrib ía así:
Verdad es que el mundo está en lo último y allegado a la decrépita, porque aun en materia de virtud se hallan
en él cien mil novedades y disparates nunca antes vistos, y en materia de pecados no tienen número de
invenciones que cada día salen, como diremos más adelante, ni hay teólogos que agoten sus dificultades (…).
Al fin la virtud en estos desdichados tiempos no tiene la armadura o el esqueleto, que lo demás casi todo es
prudencia de carne enemiga de Dios.´42
41 Borja G., Jaime H. “Rostros y rastros del demonio en la Nueva Granada”. Impreandes presencia S.A. Primera edición, 1998; páginas 132-133. 42 Borja G., Jaime H., Ibíd.; pp. 305-306.
46
El tío Manuel Restrepo trabajaba como jornalero, en la modalidad de prestación de servicios día a día en
haciendas de terratenientes. El pago que recib ía era el soporte económico fundamental de la familia. Todo, a
pesar de que en la casa teníamos sembrados de pan coger, necesarios para hacer más llevadera la
subsistencia. Su talante fue siempre vinculado con una opción solidaria. No solo para su hermana Adelina y
su hermano Luciano; sino también para sus sobrinas María Helena y yo. Un tipo de interacción (…la del tío
Manuel), en la cual ejercía como insumo básico la compartición de sus ingresos y de su presencia constante.
Algo así como lo opuesto a la posición asumida por el negro Eugenio.
“…En las primeras iniciativas del cultivo hubo contratación de mano de obra libre, especi almente en las
haciendas ligadas al capital mercantil, donde la producción de café se dio bajo la administración directa de la
hacienda. El sistema utilizado, llamado de agregados, tiene como característica ser mano de obra asalariada
a la que, además del efectivo, se le da como parte de su remuneración, el acceso a un terreno dentro de la
hacienda para construir su casa y sembrar algunos productos de pancoger.
La fuerza de trabajo para el cultivo del café en este tipo de hacienda, incluía tanto hombres com o mujeres,
pero dividida en sus respectivas cuadrillas. Parece que, aunque las mujeres trabajaban en casi todas las
operaciones del cultivo, el uso de mano de obra masculina era más estable y los hombres trabajaban todo el
año, ya fuera en arreglos de la finca o en los trabajos más pesados del cultivo. Por lo tanto, podría pensarse
que, siendo la participación masculina más permanente que la de la mujer en las tareas del cultivo del café
para la hacienda, buena parte de la producción de pancoger estuviera en manos de la mujer campesina…”43
No tengo plena certeza acerca de los orígenes del tío Manuel. Por lo menos en términos de su acervo cultural
y de su inserción en la familia. Yo diría que, así como en el caso del abuelo materno, su infancia y
adolescencia estuvieron influidas por lo que describ í antes en el sentido de finales del siglo XIX y comienzos
del siglo XX. Lo que sí es, plenamente cierto, es el origen primero de la influencia política y social.
“…Es imposib le hablar favorablemente de la administración de justicia en Colombia; los códigos civil y penal
son poco más que una colección de supersticiones y abusos, bajo los nombres de Castilla, ordenanzas reales,
leyes de las indias y varias recopilaciones de decretos españoles y regulaciones coloniales, de los cuales,
para el disgusto del demandante y beneficio del abogado, se pueden sacar deducciones contradictorias sobre
todo aspecto posib le de litigio. Este defecto es percib ido y reconocido por el gobierno; se ha propuesto
introducir el nuevo código penal español. El juicio por jurado felizmente se ha restablecido en casos de libelo y
la legislación se ha declarado a favor de introducirlo en forma general en todos los casos en que sea
aplicable; sin embargo, el gran mal que probablemente persista en el gobierno del país en todas sus ramas,
tiene su origen en los hábitos de disimulo, indolencia y corrupción que marcan el carácter de todas las
naciones esclavizadas. Los brotes momentáneos de sensib ilidad o aun de ideas correctas y las buenas
intenciones en general, no son suficientes para romper la oscura cadena de vicios, con las cuales
43 León de L., Magdalena; Ibíd., página 35
47
generaciones de ignorancia, supersticiones y opresión han entrelazado todas las situaciones sociales y
contraído o distorsionado todos los sentimientos morales…”44
El tío Luciano era un ser de esos que podríamos llamar “ausente”; como quiera que estaba ahí con nosotras y
nosotros; pero, al mismo tiempo, sin estar. Su infancia pudo haber estado cruzada por las mismas condiciones
en las cuales se desenvolvió el tío Manuel. Lo cierto es que siempre fue una especie de gregario absoluto. Su
disponib ilidad estaba anclada no solo en los nexos familiares. Era como algo innato en él. Asocio su figura y
su laboriosidad a la fabricación manual de jabón. Una gestión casera, para lo cual se requerían inmensas
cantidades de ceniza. Y nadie mejor que Luciano para proveerla. Desde muy temprano salía de casa hacia
diferentes lugares. Lejanos y cercanos, solicitando a las familias el rescoldo de los fogones. Y los cargaba. Y
las lluvias lo arropaban. Desde ahí, contrajo una dolencia asociada al cuadro respiratorio. Desde ahí provino
la transformación del sonido de su voz. Se tornó aflautada, casi imperceptib le. Y fue ese hecho el que originó
que lo tildaran de bobo. Y él nunca fue conciente del significado de esa chapa que permaneció por siempre,
hasta su muerte. No sé por qué, el recuerdo de tío Luciano, me retrotrae a la lectura que hice de “El Ingenioso
Hidalgo, don Quijo de la Mancha”.
“…En la tercera salida de don Quijote, el Cura y el Barbero se estuvieron un mes sin verle, por no traerle a la
memoria cosas pasadas; pero no por eso dejaron de visitar a su sobrina y a su ama, encargándoles tuviesen
cuenta con regalarle, dándole a comer cosas confortativas y apropiadas para el corazón y el cer ebro. Las
cuales dijeron que así lo hacían y harían porque echaban de ver que su señor por momentos daba muestras
de estar en su entero juicio, y así determinaron de visitarle y hacerle experiencia de su mejoría y acordaron de
no tocarle en ningún punto de la andante caballería.
Visitárosle en fin y hallárosle sentado en la cama. Fueron de él muy b ien recib idos, preguntárosle por su salud
y el dio cuenta de sí y de ella con mucho juicio y con muy elegantes palabras; y en el discurso de su plática
habló don Quijote con tanta discreción en todas las materias que se tocaron, que los dos examinadores
creyeron indudablemente que estaba del todo bueno y en su entero juicio…”45
Yo seguí en la idolatría de los íconos del catolicismo. Sin ir más allá de las dudas acerca del martirologio de
Jesús. Pero, a decir verdad, me causaba cierto escozor en el alma, el hecho de pensar en lo que serían las
otras religiones y los significados de muchas celebraciones.
“…De nuestro examen precedente podemos inferir que entre los antepasados paganos de los pueblos
Europeos, el festival ígneo anual más popular y extendido fue la gran celebración de la víspera del solsticio o
la del día del solsticio estival. La coincidencia del festival con el solsticio de verano es muy difícil que sea
accidental. Mejor aún, debemos suponer que nuestros antepasados paganos se pusieron a fechar la
ceremonia del fuego en la tierra coincidiendo con la llegada del sol al punto más alto de su carrera en los
44 Coronel Hall Francis. “Colombia y su estado actual”, pp. 17 -18. Obra aparecida en la recopilación “Santander y la Opinión Angloamericana” (David Sowell, compilador). Biblioteca de la Presidencia de la República, 1991.
45 Cervantes S., Miguel de: “El ingenioso hidalgo don Quijo de la Mancha”, resumen de la obra. Ed. Gráficas Modernas. Primera edición, junio de 1988; página 141.
48
cielos. Si esto fuese así, se deduce que los fundadores antiguos de los ritos solsticiales habían observado los
solsticios o puntos críticos del camino aparente del sol en el cielo y de acuerdo con ellos regularon su
calendario vestal, en cierto modo por consideraciones astronómicas…”46
Y me seguían envolviendo las dudas. Un día pensaba en mi condición de mujer y el sometimiento como
herencia cultural. Otro día pensaba en mi sexo, en mi virginidad y en su significado desde el punto de vista
religioso y moral. Y, al día siguiente, pensaba en lo que sería de m í y de mi sexo, cuando conociera el del
hombre, en real y no en el imaginario pecaminoso a que nos tenían acostumbradas como mujeres. No solo en
la familia y su tradición; sino en la escuela y por parte de los párrocos en la iglesia. Y, cualquier otro día, volvía
a reflexionar sobre las otras religiones. En silencio; porque temía que me leyeran el pensamiento. Porque yo
sabía que era pecado el solo hecho de pensar en el dios de los otros y las otras no católicos y católicas.
“…Sobre la fornicación:
19. Contra aquellas de vuestras mujeres que cometen fornicación buscad cuatro testigos de entre vosotros. Si
dan fe contra ellas, mantenedlas cautivas en las habitaciones hasta que las llame la muerte o Dios las dé un
procedimiento.
20. A aquellos, de entre vosotros, que cometen este pecado, castigadlos. Si se arrepienten y se reforman,
apartaos de ellos. Dios es remisorio misericordioso.
21. Dios es quien vuelve hacia quienes hacen el mal por ignorancia, pues enseguida se arrepienten. Dios les
perdonará pues es omnisciente, sabio.
22. No hay perdón para quienes cometen malas acciones hasta el momento en que se presenta a uno de
ellos la muerte y exclama: ‘! yo me arrepiento ahora’ ¡Tampoco tienen perdón quienes mueren mientras son
infieles: a ésos les hemos preparado un tormento doloroso…”47
En medio de mi ignorancia y desespero, pude asumir algunas posiciones más o menos coherentes. Era algo
así como entender que yo debía vivir la vida, en las condiciones en las cuales era posib le hacerlo. Es decir, en
medio de una familia que me conminaba por la vía doctrinaria a asumir el rol que me estaba predestinado.
Pero, al mismo tiempo, en mí se hacía sólida la intención de revertir ese hecho. Al men os en términos de
disección que convoca a entender la necesidad de redefinir mis expectativas. Inicialmente, esto aparecía
como simple efecto colateral de esos sueños míos que me convocaban a una tenencia de lo inmediato y lo
potencial, como necesidad latente que estaba ahí; pero que yo no podía asir. Precisamente porque se
b ifurcaban en el escenario primero y último. Es decir, en una trama que no lograba discernir. Venía a mi
mente, después de esos sueños constantes y punzantes, lo leído en “Doña Bárbara” .
“…En Altamira siempre era ´Pajarote´ quien contaba los casos más espeluznantes. La vida andariega del
encaminador de ganados y la imaginación vivaz, suministrab le mil aventuras que narrar, a cual más
extraordinarias.
46 Frazer, James G. “La rama dorada”., Ed. Fondo de Cultura Económica, segunda reimpresión 1995; pp.7 10-711 47 El Corán Editorial Óptima, S.L, 2002. pp.88-89
49
¿…Muertos? A todos los que salen desde Uribante hasta el Orinoco y desde el Apure hasta el Meta, les
conozco sus pelos y señales – solía decir - . Y si son los otros espantos ya no tienen sustos que no me hayan
dado.
-Las almas en pena que recogen sus malos pasos por los sitios donde los dieron; la llorona, fantasma de las
orillas de los ríos, caños o remansos y cuyos lamentos se oyen a leguas de distancia; las ánimas que rezan
en coro, con rumor de enjambres, en la callada soledad de las matas, en los claros de luna de los calveros y
el Ánima Sola que silba al caminante para arrancarle un Padre Nuestro, porque es el alma más necesitada de
purgatorio; la Sayona, hermosa enlutada, escarmiento de los mujeriegos trasnochadores, que les sale al paso,
les dice ́ sígueme, y de pronto se vuelve y les muestra la horrib le dentadura fosforescente y las piaras de los
cerdos negros que Mandinga arrea por delante del viajero y las otras formas bajo las cuales se presenta; todo
se le había aparecido a Pajarote…”48
De todas maneras, lo mío, seguía siendo una desolación parecida al extravío. Como cuando no podía
encontrar el horizonte de mis enajenaciones; de mis delirios que se hacían cada vez más constantes y
atosigadores. Un itinerario parecido a la vida nómada que nunca se ancla en ningún sitio. Y veía, en mis
sueños de siempre, mi figura y mis acciones distanciadas en el tiempo. Con expresiones en las cuales ya
había logrado descifrar los códigos inherentes a mi condición de mujer libertaria que se expresaría a futuro.
Sueños como este:
Para este trabajo se asumen como válidas algunas opciones en lo que hace relación al significado que
adquiere la participación colectiva, por parte de sectores de la población en los cuales actúan sujetos
(hombres y mujeres) no vinculados con el poder y los beneficios que otorga el control de instancias estatales y
gubernamentales. Asimismo, se asume una cotejación conceptual en lo que respecta a tipos de Estado, como
aquellas categorías que pueden definir una u otra posición con respecto a la intervención en el espectro
social, 0por la vía de políticas inherentes a la noción del Estado Benefactor o de Estado centrado en la noción
de la autonomía dinámica económica para definir e imponer los términos en la intervención. (Ibid, nota de la
autora)
5.2 La noción de Política.
Se entiende como la precisión, a la manera de directriz general, de una sumatoria conceptual relacionada con
una determina área en la cual el Estado o un Gobierno deben intervenir. En este nivel de expresión se
proponen programas que delinean la intervención, con unos objetivos concretos; de tal manera que delimiten
escenarios y el espectro mismo que la origina. Esto presupone la preexistencia de opciones teóricas y
prácticas en nexo con esa área específica.
En términos de Estado, una política, debe proponerse de tal manera que se entienda como derivación lógica y
coherente, con respecto al soporte conceptual que lo acompaña; en cuanto a cohesionador de las fuerzas que
actúan como integrantes del País y de la Nación.
48 Gallegos, Rómulo. “Doña Bárbara”. Momo ediciones, pp.63 -64
50
Tratándose de un Gobierno, entendido como expresión circunstancial y transitoria, las políticas ejercen como
concreción a través de Planes específicos que orientan la actividad económica, política, social, etc.; de ese
Gobierno, por un periodo definido.
Tanto en lo que respecta al Estado, como a los Gobiernos; se entiende que debe existir una concatenación,
también lógica y coherente, a partir de la Norma General (Constitución Política) que orienta el quehacer del
Estado y otorga a los asociados unidos determinados beneficios e impone unas dete rminadas obligaciones.
Visto así, entonces, se introduce una diferenciación necesaria, derivada del tipo de Estado instaurado para
una sociedad específica. Esto traduce que no es lo mismo diseñar una política de asistencia social, a manera
de ejemplo, por parte de un Estado soportado en un una opción hacia el b ienestar general; que esa misma
política por parte de un Estado anclado en la ortodoxia con respecto al desarrollo de los mecanismos del
mercado; los cuales pueden establecer (por sí mismos) un equilibrio.
Para el caso que nos ocupa en este trabajo, asumimos la existencia de una definición Constitucional, que
reivindica la vigencia de un Estado Social de Derecho, ob ligado a proponer y desarrollar una políticas públicas
de beneficio general, con énfasis en la protección de los sectores más vulnerables de la población.
Tanto es así que, en la Constitución Política, se expresa el hilo conductor para la intervención del Estado.
Veamos:
Artículo 1. Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria,
descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democráticas, participativa y pluralista, fundada
en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la
prevalencia del interés general. 49
Artículo 2. Son fines esenciales del Estado: servir a la comunidad, promover la prosperidad general y
garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución; facilitar la
participación de todos en las decisiones que los afectan y en la vida económica, política, administrativa y
cultural de la Nación; defender la independencia nacional, mantener la integridad territorial y asegurar la
convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo.
Las autoridades de la República están instituidas para proteger a todas las personas residentes en Colombia,
en su vida, honra, b ienes, creencias, y demás derechos y libertades, y para asegurar el cumplimiento de los
deberes sociales del Estado y de los particulares.50
En consecuencia, el diseño e implementación de las políticas públicas para el b ienestar de los habitantes,
deben estar orientados por ese mandato Constitucional. La reglamentación de esas políticas (.O de una de
ellas en particular), debe tener en consideración el escenario y los grupos sociales a los cuales están
dirigidas. Lo anterior está definido, de manera taxativa, en la Norma Constitucional, así:
49 Constitución Política de Colombia 1991, segunda edición ESAP, febrero 1992 50 Ibíd.
51
Artículo 339: Habrá Plan Nacional de Desarrollo conformado por una parte general y un plan de inve rsiones
de las entidades públicas del orden nacional. En la parte general se señalarán los propósitos y ob jetivos
nacionales de largo plazo, las metas y prioridades de la acción estatal a mediano plazo y las estrategias y
orientaciones generales de la política económica, social y ambiental que serán adoptadas por el gobierno. El
plan de inversiones públicas contendrá los presupuestos plurianuales de los principales programas y
proyectos de inversión pública nacional y la especificación de los recursos finan cieros requeridos para su
ejecución.
Las entidades territoriales elaborarán y adoptarán de manera concertada entre ellas y el gobierno nacional,
planeas de desarrollo, con el ob jeto de asegurar el uso eficiente de sus recursos y el desempeño adecuado de
las funciones que les hayan sido asignadas por la Constitución y la ley. Los planes de las entidades
territoriales estarán conformados por una parte estratégica y un plan de inversiones de mediano y corto
plazo.51
Artículo 366: El b ienestar general y el mejoramiento de la calidad de vida de la población son finalidades
sociales de Estado. Será objetivo fundamental de su actividad la solución de las necesidades insatisfechas de
salud, de educación, de saneamiento ambiental y de agua potable.52
En aplicación de esta noción de política, particularmente de política pública, el presente trabajo, desenvuelve
el seguimiento con respecto al rol de las mujeres, en lo que concierne a al desarrollo de los programas para la
protección y atención a los grupos poblacionales vulnerables.
5.2.1 La noción de participación de sectores de la población en la lucha social.
El trabajo se sitúa en un entendido de participación, definido a partir de del significado que adquiere el
quehacer de grupos sociales no vinculados con el poder político y económico. Es tanto como recorrer el
acumulado de experiencias presentadas en diferentes momentos y en relación con acciones que reivindican
derechos, tanto en lo que concierne a la calidad de vida, como también a aquellos que hacen refere ncia a su
relación con el Estado, en lo que esta tiene de manifestaciones por alcanzar beneficios puntuales que ejercen
como colaterales indispensables para alcanzarla.
Visto lo anterior, entonces, aparece una posición en términos de fundamentar la intervención, soportada en
definiciones, tanto teóricas como prácticas, que han orientado los procesos hacia la admisión de lo conciente,
como condición indispensable para trascender la espontaneidad y la visión reduccionista que no permite
diseñar estrategias para el mediano y largo plazo.
En una publicación del Centro de Estudios del Hábitat Popular – Cehap, adscrito a la Facultad de Arquitectura
de la Universidad Nacional de Colombia, se recopilaron documentos presentados en el 4º Seminario
Internacional CEHA – PEVAL, realizado en la ciudad de Medellín entre el 7 y el 11 de abril de 1986, en el cual
se analizaron las experiencias en América Latina, bajo el título: Los pobladores, protagonistas urbanos en
América Latina.
51 Ibíd. 52 Ibíd.
52
En una de las ponencias titulada Aproximación a los Movimientos Sociales Urbanos en América Latina, el
investigador Etienne Henry, adscrito al Institut National de Recherche sur les Transports et leur Segurite -
INRETS, Francia; dice, en uno de los apartes referido a los Movimientos Regiona les y Nacionales:
“..Finalmente los movimientos sociales se despliegan alrededor de los principales polos urbano -industriales.
Tienen una connotación más obrera y, las organizaciones sindicales son aquí las que incentivan la formación
de frentes regionales. Pero su evolución depende de su capacidad en aglomerar a las masas urbanas y a sus
organizaciones representativas. Los b loques de clases son aquí menos policlasistas y esos movimientos
pueden derivar hacia meras huelgas obreras o revueltas de protesta popular.
Tales movimientos regionales no se reducen a una oposición al poder central y una afirmación del poder
regional. Hay que buscar en la configuración de los segmentos locales de clases, su dominación y su
depresión socioeconómica, las razones de la vitalidad de su movilización y las perspectivas de los b loques
regionales. No constituyen duraderas alianzas de clases ni son portadoras de proyectos históricos específicos;
pero si corresponden a una fuerza social capaz de imponer modificaciones parciales en los esquemas
administrativos y redistributivos. En la medida en que las masas pauperizadas concentradas en los núcleos
urbanos participan de esos movimientos en forma importante – y a veces mayoritaria – es legítimo ver aquí
una expresión de los movimientos urbanos...” (Sic)53
De otra parte, el investigador Emilio Pradilla Cobos, presentó un escrito titulado “Mitos y realidades de los
llamados Movimientos Sociales Urbanos “, publicado en diciembre de 1984 por la Editorial de la Universidad
Autónoma Metropolitana. Unidad Xochimilco, Méjico D.F., Méjico., como ponencia en ese mismo evento.
Destaco un aparte que considero pertinente, veamos:
“..Este análisis se inició poco tiempo después de que el movimiento real se hubiera manifestado. De un lado,
por parte de los investigadores y técnicos al servicio del Estado y las clases dominantes, en busca de
respuestas que permitieran mediatizarlo, controlarlo, articularlo o reprimirlo, a fin de mantener “el orden y la
paz social” necesarios al desarrollo del capitalismo y para evitar la formación de un nuevo componente
perturbador en la ya convulsa situación social. De otro lado, los investigadores comprometidos, en una u otra
forma, desde una u otra vertiente ideológico-política, con las luchas de los explotados y los militantes de las
organizaciones políticas de izquierda, para entender su potencial revolucionario, sus contradicciones internas,
sus límites, y encontrar las alternativas correctas para su vinculación con las otras formas de lucha de las
clases explotada...”. (sic).54
El punto, en consecuencia, tiene que ver con desarrollar una interpretación asertiva, en lo que hace alusión a
la participación. Aquí, lo asertivo, no supone una actitud de simple extensión de esa participación, hacia
aplicaciones acríticas, en las cuales, simplemente, se replican esquemas, al margen de una construcción
teórica, derivada del análisis del ob jeto de esa participación, de los mecanismos para desarrollarla y de las
transformaciones que la misma pueda propiciar.
53 Texto citado, página 37 54 Ibídem
53
En consideración a la anterior aseveración, es importante conocer la propuesta de Amartya Sen, Premio
Nobel de Economía en 1998., con respecto al sentido que adquiere lo humano en el marco de las políticas de
desarrollo del capital. Veamos:
En el artículo “Las Teorías del Desarrollo A Principios del Siglo XXI”, Amartya Sen dice, entre otras cosas, “El
alcance de este planteamiento no se limita a una fundamentación teórica del desarrollo; sus connotaciones
prácticas han de plasmarse en el terreno de la política estatal. Si b ien la prosperidad económica y la situación
demográfica favorable fomentan el b ienestar y la libertad de una sociedad, no es menos cierto que la mayor
educación, prevención y atención sanitaria y otros factores similares afectan las auténticas libertades de que
disfruta la población. Estos `avances sociales’ deben considerarse como parte del ‘desarrollo’, puesto que
proporcionan una existencia más prolongada, libre y fructífera, además de que estimulan la productividad o el
crecimiento económico.
La concepción tradicional del concepto de ‘capital humano’ tiende a concentrarse en la segunda función de la
ampliación de las capacidades del ser humano, es decir, la de generar ingresos. Y aunque este aspecto no
deja de ser importante, a los ingresos hemos de añadir los beneficios y ventajas de tipo ‘director’ o primario.
Esta ampliación es de carácter adicional y acumulativo y no una alternativa a la noción actual de ‘capital
humano’. El proceso de desarrollo no es independiente de la ampliación de las capacidades del ser humano,
dada la importancia intrínseca e instrumental de esta ampliación...” (sic)55
Esto implica, para el caso de este trabajo de investigación, que asumo una posición que trasciende la mera
expectativa generada a partir de la participación comunitaria, como acompañamiento pasivo en el proceso de
aplicación de una determinada política gubernamental en lo que hace al b ienestar de la población. Supone, en
consecuencia, definir un entendido, en la perspectiva de localizar los elementos agregados, como valores que
55 Publicado en Cuadernos de Economía No. 29, Departamento de Teoría y Política Económica, páginas 89 -90.
54
cualifican esa participación, en función de interpretar esas políticas y proponer, a partir de ahí, la posib ilidad
de una intervención conciente de los y las sujetos que la promueven.
5.3. La política social y el Estado.
Ya he señalado arriba acerca del nexo lógico entre concepto, teoría y aplicación de un modelo determinado
de Estado, con respecto a la implementación de políticas gubernamentales siendo este (…el gobierno) una
expresión transitoria, fundamentada en estrategias, programas, políticas y acciones. De todas maneras, es
preciso discernir en torno a la incidencia que adquiere la envoltura conceptual y práctica del Estado como guía
para cualquier desarrollo estratégico y/o circunstancial de políticas gubernamentales. Algo así com o entender
la presencia de una dinámica en la cual se expresan condicionantes propios de ese modelo.
En términos de soporte teórico fundamental, no es lo mismo la construcción de una opción de Estado, a partir
(a manera de ejemplo) de la propuesta planteada por Juan Jacobo Rousseau en “El Contrato Social”; a una
opción de Estado construida a partir de la propuesta de Tomas Hobbes en “El Leviatán”. Inclusive, situándome
en un escenario mucho más próximo (como quiera que se asuma como inherente al horizonte teórico que ha
acompañado a la definición y aplicación política y económica en Occidente); es relevante proponer un
ejercicio de análisis a partir de la confrontación entre la doctrina de Adam Smith y la de John Maynard Keynes.
Porque, entre otras razones, permite precisar aspectos relacionados con la economía política, en el contexto
del capitalismo, como sistema económico y como oferente de las condiciones para la construcción de Estado,
como ordenador y como aglutinante de las fuerzas que actúan al interior de las sociedades y de las naciones.
En mi disquisición, aunque no aparece como centro, es conveniente resaltar la propuesta de Estado que se
deriva de la doctrina del Marxismo ortodoxo; entendido como el concepto político y económico que cuestiona
los principios éticos, económicos y políticos en los cuales se fundamenta el Capitalismo. En este sentido y
con el propósito de insinuar (...A futuro) una profundización con respecto a las opciones para su
interpretación; me parece conveniente citar (...En extenso) la expresión alcanzada por la profesora Consuelo
Corredor en su texto “Los Límites de la Modernización “. Veamos:
“1.1. El doble ideario de la sociedad moderna
Digamos entonces, a manera de hipótesis, que el advenimiento de la sociedad moderna recoge un doble
ideario: el de transformar el entorno material, y el de transformar al hombre como centro del mismo. Mientras
el primero alude a la modernización, el segundo a la modernidad.
La configuración histórica de la sociedad moderna ha puesto al descubierto que esta diferenciación no es
meramente teórica, sino que se trata de un proceso real que ha tenido lugar, con mayor o menor fuerza y
nitidez, es distintas regiones y países. Por lo tanto, partiendo de la posib ilidad analítica de diferenciar los dos
procesos se ha llegado a constatar y padecer su disociación real.
Durante el proceso, la modernización se ha convertido en el abecé del progreso, colocándose como un fin en
sí mismo y no como un medio, imprescindib le por cierto, para dotar a la socie dad de unas mejores
55
condiciones materiales. Lo paradójico es que si b ien no sería concebible una sociedad moderna carente de un
proceso de modernización, este último no requiere ineluctablemente de la modernidad y aún menos conduce
por sí mismo a ella.
Este es el conflicto no resuelto por muchas sociedades actuales: la tensión entre modernidad y
modernización. Marx lo puso claramente al desnudo a través de la crítica a la sociedad burguesa moderna,
que a lo largo de su obra, desde el Manifiesto del Partido Comunista hasta El Capital, está presente como
núcleo de reflexión central. Así lo podemos apreciar en el siguiente pasaje:
La época de la burguesía se caracteriza y distingue de todas las demás por el constante y agitado
desplazamiento de la producción, por la conmoción interrumpida de todas las relaciones sociales, por una
inquietud y una dinámica incesantes. Todo lo que se creía permanente y perenne se esfuma, lo santo es
profanado y, al fin, el hombre se ve constreñido por la fuerza de las cosas a con templar con mirada fría su
vida y sus relaciones con los demás. (C. Marx y F. Engels –1848. El Manifiesto Comunista, Editorial Ayuso,
Madrid, 1974, p. 76.).
La profunda crítica de Marx pone de manifiesto la potencialidad que encierran las fuerzas productivas, pero
también, y principalmente, su interdependencia e interacción con las relaciones sociales entre los hombres.
Mutua y compleja interacción que lejos de ser reductib le a un problema de causa – efecto, como en forma
equivocada se interpretó por algunos, es un proceso profundamente conflictivo de construcción, destrucción y
reconstrucción del orden social”.56
La pertinencia de la cita, obedece a la necesidad de introducir un insumo teórico que permita concretar
elementos de diferenciación, al momento de proponer una interpretación, respecto a la intervención estatal,
por vía de planes y programas de política social, en una sociedad como la nuestra. Inclusive, con la
posib ilidad ubicarla en el contexto de América Latina, habida cuenta de los elem entos comunes que la cruzan;
en una transversalidad que se hace evidente, a partir de la cotejación de posiciones e implementaciones.
Visto así, entonces, me atrevo a aseverar lo siguiente: En Colombia, las políticas sociales de sucesivos
gobiernos, asumiendo como base el mandato presente en la Constitución Política de 1991, particularmente en
su artículo número 366; se suponen ancladas en el principio de intervención estatal, en términos de
asimilados a lo propuesto por Rousseau en El Contrato Social y a los lineamientos Keynesianos acerca de la
redistribución social de la renta nacional. Queda claro que no pretendo establecer una relación de causalidad
absoluta, entre los principios ortodoxos de la teoría de John Maynard Keynes y la norma Constitucional en lo
que respecta al nexo entre el Estado como garante y dador de b ienestar en la noción de política social que
subyace al artículo 366 de la Constitución Política. Se trata, simplemente, de utilizar ese referente teórico (. el
de Keynes), como horizonte conceptual para construir un análisis que me permite acceder a una valoración
pertinente de la política social implementada en el Plan Nacional de Desarrollo y en el Plan de Desarrollo
Distrital.
56 Corredor, Consuelo. Los Límites de la Modernización, Cinep-Facultad de Ciencias Económicas Universidad Nacional de Colombia – Sede Bogotá, segunda edición, 1997, páginas 37-38.
56
Otro de los aspectos que convoca mi atención, tiene que ver con el análisis y seguimiento del rol que ha
desempeñado el Estado en América Latina. Se trata de una cotejación, que permita encontrar los elementos
de coincidencia en cuanto que representan la incidencia de programas gubernamentales; pero también los
insumos conceptuales y prácticos, originados en la intervención de los Movimientos Sociales, en cuanto
ejercicios de movilización y confrontación que “ob ligan” a modificaciones puntuales y estratégicas, a los
gobiernos que actúan como mandatarios de ese “equi librio” que se supone pleno en la configuración de las
políticas de Estado. Lo que, desde mi interpretación, conlleva a una construcción compleja en la cual
confluyen diferentes énfasis relacionados con teorías y postulados disímiles. Algo así como un
entrelazamiento entre posiciones autoritarias y despóticas (...a la manera de Thomas Hobbes, en el Leviatán),
posiciones de “equilibrio” entre intereses diferenciados (…a la manera de Rousseau, en su Contrato Social) y
una fuerte intervención estatal (…una figura cercana a la combinatoria entre Marx y Keynes), que adquiere
matices. Desde opciones estrictamente populistas, hasta aquellas que encontraron su mayor expresión en el
programa liderado por Salvador Allende, en Chile.
En una ponencia presentada ante el Cuarto Seminario Internacional Cehap – Peval “Los Movimientos de los
Pobladores en los Barrios Populares de las Ciudades Latinoamérica” (realizado en la ciudad de Medellín -
Colombia, entre el 7 y el 11 de abril de 1986); Marta Baliero (de los Movimientos d e Favelados en Brasil),
presentó una ponencia (Caracterización del concepto urbano en Brasil). Destaco el siguiente aparte:
5.3.2 Una referencia válida El Estado Brasileño y su Manejo de lo Urbano.
“Es innegable que el modelo de Capitalismo Monopolista viene gestándose desde los años 30, marco histórico
de la industrialización en el Brasil. Dicho paradigma posee una característica notable. Habría en él, un cierto
papel de Estado que lo hace invisib le. Esto quiere decir que el Estado no aparece ni se manifiesta bajo la
forma de inversiones y ese no dejarse ver ocurre exactamente en el lugar focal de la determinación de la tasa
de ganancia del conjunto oligopolista.
Esto quiere decir, según plantea el sociólogo Francisco de Oliveira (Oliveira, Francisco de /O Estado e o
Urbano no Brasil Estudos do Cebrap, a ser publicado). Que por fenómenos inherentes a dicho modelo, los
cuales se colocan en contraposición al Capitalismo de Libre Competencia, dicho Cap italismo Monopolista (no
competitivo y salvaje de cualquier país subdesarrollado) politiza las relaciones económicas al máximo en el
sentido inequívoco de que el Estado (a través de los hombres de empresa ) pasa a ser, en cierta medida, el
lugar en donde la tasa de ganancia – cuota que cada conjunto oligopolìsrtico tiene en la masa excedente de
excedente social producido en el país- se determina por el acceso empresarial a los aparatos del Estado”,.57
Me queda la sensación (...o la reafirmación), en el sentido de que, en nuestra América Latina, el Estado (...o,
quienes actúan y ejercen como sus portavoces y/o beneficiarios directos)
57 Baliero, Marta, “Caracterización del Concepto Urbano en Brasil, Seminario Los pobladores: protagonistas urbanos en América Latina, Memorias Editorial Lealon, marzo de 1988.
57
Ha actuado, en la intención de incidir en las relaciones sociales, con un estilo y mecanismos de intervención
como híbrido teórico y político, b ien sea circunstancial o programático.
Ahora b ien, desde la pretensión de este trabajo, se trata de reivindicar, también, el asunto relacionado con la
incidencia efectiva de este tipo de participación estatal. Porque, entre otras razones, la caracterización y
seguimiento de la misma; permite cierta aproximación a una teoría general de la intervención estatal y sus
verdaderas repercusiones, en cuanto políticas de contenido social que son asumidas por la población, como
“evidencia” y como “resultado” del mandato Constitucional. O, en otra opción de interpretación, como
expresión obligada por parte de un determinado gobierno; a partir del desarrollo de movimientos sociales,
tanto urbanos como rurales (….en otras palabras: como reivindicación alcanzada, mediante la realización de
movimientos populares que “ob ligan”, por la vía de la fuerza, a modificaciones absolutas o transitorias, de
programas gubernamentales originales. Un ejemplo de este tipo de intervenciones y su efecto colateral, tien en
que ver con la agitación y movilización en contra de la propuesta original inmersa en la modificación del
régimen de transferencias, adjunto al Plan Nacional de Desarrollo, tanto en el gobierno del Presidente Andrés
Pastrana Arango, como también el gobierno del Presidente Álvaro Uribe Vélez. Esto es significativo, en la
medida en que compromete, entre otros aspectos, la participación de las regiones en el diseño y aplicación
del gasto público, a partir de las regiones y con énfasis en rubros tan importantes como la salud y la
educación
Para el caso del Distrito Capital, se presenta un efecto de traslación, si entiende como tal el hecho de que
las regiones, simplemente extienden la aplicación de los conceptos y postulados generales inmersos en la
doctrina estatal que orienta a la gestión social, a la manera de políticas que la desarrollan.
Cabe, entonces, enfatizar acerca de los contenidos en cuanto a la noción de política social en un universo de
aplicación en el cual está demostrado la vigencia de un m odelo de producción capitalista; acompañado (..por
simple derivación doctrinaria) de un modelo de Estado que navega entre el intervencionismo, como “árb itro
imparcial” por parte del Estado que convoca al equilibrio institucional necesario para poder desarrollar políticas
de beneficio común y el dejar hacer entendido como la libertad ortodoxa derivada de los mecanismo del
mercado que actúan como agentes abstractos y prácticos para el equilibrio. De todas maneras, en uno u otro
punto de referencia, se asume como fundamento y como soporte económico el asunto relacionado con el
excedente económico global, como sujeto plusválico, derivado del desarrollo propio del capitalismo. Entonces,
la política social, tiene razón de ser (en términos de su viab ilidad económica) en la figura de la plusvalía
presentada por Marx, a través de mecanismos coercitivos implementados desde el Estado, por la vía de
imposiciones que permiten captar recursos (. a manera de impuestos). Es decir, ¡otra vez ¡la figura del
equilibrio actúa como soporte para la conversión del beneficio plusválico, en beneficio social, como aplicación
de una política de redistribución; en la cual el entendido de beneficio social adquiere características
diferenciadas, dependiendo de las estrategias y programas inherentes a los Panes de Desarrollo
gubernamentales.
58
5.3.3. Participación como acción
Como consecuencia de este tipo de orientación política, económica y social, por parte de los teóricos y
usufructuarios fundamentales del modelo neoliberal; el Estado adquiere una connotación que desvirtúa su
razón de ser como garante del beneficio social y como propiciador de ese equilibrio dinámico entre los
sectores sociales, con énfasis en la implementación y desarrollo de políticas sociales y económicos en las
cuales la redistribución de esa franja de la tasa de ganancia que le corresponde (..por la vía de la política y
las normativas tributarias), se asume como recurso efectivo para concretar procesos plenos para el impulso y
aplicación de modelos de intervención en áreas fundamentales como la salud, la educación, los servicios
públicos de alcantarillado, acueducto, energía; en una posición que reivindique la calidad de vida.
Asimismo, como colateral indispensable, este modelo (neoliberal) propone un entendido de intervención de los
asociados (ciudadanos (as), campesinos (as), grupos étnicos, mujeres, etc.), en el cual, el ejercicio de
derechos (por ejemplo, la participación), se erige como insumo, b ien de formalidad y/o como objeto extraño
que, hasta cierto punto, es necesario restringir. Esto explica, entre otras razones, el hecho de la
implementación de propuestas y acciones modificatorias en lo que respecta al marco conceptual que soporta
a los derechos fundamentales y básicos. Para el caso de nuestro País, es evidente la insistencia de
objeciones al ejercicio de los derechos otorgados por la Constitución Política. Es una dinámica que reivindica
la contradicción entre la teoría de “seguridad del Estado” y el ejercicio de esos derechos. Un elemento
trascendental, del último tiempo, ilustra esa perspectiva: El Estatuto de Seguridad Democrática y la propuesta
hacia la restricción de la Acción de Tutela prevista en la Constitución Política; con una argumentación de
doble vía: de un lado por sus efectos económicos y, de otra parte, en alusión a la inserción de procedimientos
que lesionan la unidad de mando en la aplicación de las normas básicas que sustenta al Estado.
Se configuran, en ese contexto descrito, expresiones dicotómicas, de contradicción latente y efectiva. Porque
confrontan, de manera permanente, las visiones y opciones libertarias de participación, con las visiones y las
opciones de restricción propias del modelo neoliberal presente en diferentes gobiernos de América Latina y,
particularmente, en nuestro País. Es una confrontación en la cual se exhiben las contradicciones, tanto en lo
que respecta a los recursos económicos y de infraestructura, al momento de proponer y aplicar acciones que
involucran reivindicaciones económicas y sociales. Adquiere significado, en ese horizonte, esa interpretación
que involucra a los sujetos (hombres y mujeres) en expresiones un tanto kafkianas, como quiera que es como
un “no reconocimiento”, un “extrañamiento” con respecto al entorno, a la “realidad” a la que invita el modelo,
que pretende imprimir y consolidar como “única verdad” y como “única posib ilidad” q ue tienen que ser
asumidas, a no ser que se “pretenda, por parte de los quejosos, desvertebrar al Estado y …sumirlo en la
impotencia.”
El reto (...o lo retos) propuesto (para quienes ejercemos como no beneficiarios (as) fundamentales), a partir de
la implementación de ese estilo, de esa concepción, de. . esa visión de sociedad, de derechos y de futuro;
supone la asunción de insumos para el cuestionamiento de fondo; lo cual supone (. Por esto mismo) una
cercanía al cuestionamiento político en profundidad. Casi como reconocer que, la “simple” reivindicación de
participación libertaria, por derechos fundamentales y básicos en salud, educación, recreación...; ya de por sí,
es constitutivo de herejía y de “subversión”; como quiera que “ataca”, los cimientos mism os del modelo y de
59
todos sus efectos colaterales inherentes. Para situarnos en ejemplos recientes, llamo la atención acerca del
sentido que ha adquirido la confrontación a la propuesta del ALCA y de su símil regional el TLC...o, en un
terreno mucho más parroquial, el enfrentamiento a la propuesta del “peajito social”, en el territorio Norte
cercano en Antioquia (Copacabana, Girardota, Barbosa); propuesta que se sustenta en (según el doctor
Álvaro Uribe Vélez) “l necesidad de que los pobladores colaboren, se metan la mano al dril, para ampliar y
mejorar la Troncal de Norte..”
5.3.4. De las mujeres, su participación.
Una observación de superficie, evidencia la asunción de retos importantes, en un universo de intervención
que incluye diferentes aspectos. Es importante resaltar, por ejemplo, el desarrollo de actividades relacionadas
con la confrontación a los motivos que sustentan al desplazamiento forzado y a las desapariciones. Es tanto
como si las acciones de movimientos como los de las Madres de la Plaza de Mayo, en Argentina, hubiera
permeado a las mujeres, como madres, como esposas, como compañera en unión libre; de tal manera que les
ha permitido alcanzar niveles de confrontación que han trascendido la formalidad de la denuncia. Se han
convertido, sus organizaciones y sus acciones, en insumos aleccionadores. Porque, entre otros aspectos, han
permitido dilucidar esos elementos ideológicos y políticos de profundidad, que recorren transversalmente a los
contenidos de la política de “contención a la subversión” que está en la base las proclamas gubernamentales.
Inclusive, ha permitido localizar el nexo “no visib le” entre la denominada “autoridad pública oficial, militar, de
policía y...todos sus afines al servicio de la defensa del Estado”, cono aquellos actores que efectúan esa
“contención”, por la vía de castigar con la muerte, la desaparición, las torturas. ¡Etcétera, a quienes suponen
(...! ¡Ellos!, claro está) que tienen nexos con la subversión armada y no armada. Porque, en mi opinión, se
mantiene el soporte conceptual básico originado en la didáctica de la “guerra de baja intensidad”, auspiciada
por los militares Norteamericanos a través de la Escuela de las Américas; según la cual la “contención” debe
efectuarse, actuando sobre los sujetos (hombres y mujeres), que puedan influencia acciones hacia la
desestabilización; aún en escenarios de intervención política lega l (como en el caso de la Unión Patriótica).
Porque, aquí en esa didáctica ideológica, lo que cuenta es el soporte teórico conciente que pueda originar
acciones generalizadas.” Subversivas”.
Me parece relevante, presentar un aparte de lo expresado por el profesor Francisco Leal Buitrago, en su texto
“El Oficio de la Guerra”, a propósito de las realizaciones en la política de seguridad, por parte del gobierno del
doctor César Gaviria Trujillo, Es conveniente aclarar, eso sí, que la investigación del profesor Leal, se efectúa
en un contexto que supone (..Según los ob jetivos mismos de la investigación), desagregar la información, de
tal manera que pueda se pueda acceder, de manera objetiva, a los insumos necesarios para balancear la
política general de seguridad nacional. Veamos:
Por otra parte, y eso es lo negativo, el Gobierno se dejó desbordar por la intransigencia guerrillera,
colocándose a su mismo nivel al dar prioridad a los medios militares sobre los políticos e incluso violando los
derechos humanos. El ejecutivo disimuló su actitud guerrerista escudándose con el fortalecimiento de la
justicia brindado por el uso del estado de excepción constitucional y el manejo “eficientista” por parte de la
Fiscalía de la política de sometimiento a la justicia. En tales circunstancias, al debilitarse los recursos políticos
60
oficiales, el Gobierno perdió la capacidad de avanzar en la formulación de la política estatal de seguridad y,
más grave aún, dio aliento a militares y policías para continuar con la iniciativa del m anejo armado del orden
público, cuyo subproducto es la constante violación de los derechos humanos. Los mayores recursos para la
seguridad y la ampliación de efectivos de la fuerza pública se convirtieron en la panacea para sustituir la
ausencia del Estado en las comarcas y los quehaceres ciudadanos.58
En esa intervención de madres, hijas, esposas, compañeras en unión libre, aparecen momentos y signos que
pueden interpretarse, con limitantes apenas obvias, como el acercamiento a posiciones concientes; en do nde
la condición de sujeto autónoma, se exhibe, trascendiendo, “superando” la dominación masculina. Porque,
supone una mirada, un recorrido y una interpretación de los hechos, con un método diferente. En el cual se
descubren fortalezas, se consolida una visión de lo sensib le, como punto de comienzo para entender, en
adelante, asuntos de mayor complejidad; como quiera que el derecho a la vida, adquiere presencia y sentido,
a partir de establecer una contradicción entre este derecho inalienable y los postulados básicos de la política
de seguridad nacional. En este sentido es aleccionadora la experiencia y el nivel de participación adquirido por
organizaciones de mujeres como las que se han originado y desarrollado en el Magdalena Medio,
particularmente, en Barrancabermeja.
Quiero enfatizar, con esto, acerca de la significación particular que adquiere el concepto de participación (...ya
lo expresé arriba), en un escenario en el cual la doctrina de seguridad nacional, promovido desde los
gobiernos que se reclaman como portadores de esa teoría y prácticas relacionadas con una intervención del
Estado como agente que debe garantizar el lib re juego del mercado y, colateralmente, soportar su
participación en las actividades susceptib les de ser asumidas por la empresa privado.. o, al menos, con una
visión gerencial, en donde la racionalidad y la eficiencia son entendidas como garantía plena para avanzar en
un diseño moderno del Estado que propicia la injerencia de la metodología y los horizontes propuestos desde
la perspectiva reguladora en beneficio de esa política de expansión del capital; aún en países como el nuestro
(..y todos los dependientes) en donde el desarrollo de las denominadas fuerzas productivas, ha sido atrofiado
por el control y la división del trabajo impuesto por Estados Unidos y Europa. Este énfasis supone colocar un
insumo importante para proponer una reflexión en torno a esa participación femenina en diferentes procesos.
Porque, entre otros efectos colaterales, el modelo impuesto, supone reivindica r prácticas económicas
derivadas de ese estilo de gestión y de nexo con organismos internacionales de financiación, que ejercen (a
su vez) como orientadores del rumbo que debe mantener el manejo económico gubernamental. Esto explica,
a manera de ejemplo, la intervención del Fondo Monetario Internacional en el diseño de las políticas fiscales,
en la perspectiva de disminuir el componente relacionado con el gasto social, en el diseño y apli cación
presupuestal; a más de la definición de horizontes macroeconómicos que deben ser mantenidos,
independientemente de su incidencia en la pauperización generalizada de la población.
Una de las consecuencias derivadas de la política económica desarroll ada para mantener los equilibrios
macro necesarios; tiene que ver con el decrecimiento tendencial del gasto público hacia el beneficio social.
Esto, a su vez, se concreta en la profundización de las contradicciones entre esa política y los postulados
58 LEAL BUITRAGO, Francisco. El Oficio de la Guerra, página 176, TM editores -Iepri, primera edición, julio 1994.
61
Constitucionales ya referenciados y que establecen la ob ligatoriedad del Estado y de los gobiernos concretos,
en el sentido de asumir la responsabilidad de estrategias y programas de contenido social y económico que
beneficien a la población vulnerable. Recabar acerca de esa contradicción entre Derechos Constitucionales y
el realismo económico y político; permite entender ciertas dinámicas y características que adquieren la
participación de las mujeres, al momento de concretarse acciones inherentes a la defensa de esos derechos,
en áreas como la atención a los niños y a las niñas; así como su intervención en actividades comunitarias
generales, en las cuales adquiere un perfil alto e introduce elementos de diferenciación con respecto a los
hombres; sin que esta afirmación pueda entenderse como aseveración, en el sentido de la plena conciencia
de su rol, en la perspectiva de género, como se proclama desde sectores de mujeres en la academia y/o en
espacios en donde predomina la reflexión con el soporte de insumos teóricos que no son visib les y concretos
para muchas mujeres que actúan en la cotidianidad, que las convoca a mantener referentes inmediatos y
prácticos sin ese “deslinde” entre simples acciones puntuales y lo conciente, en su condición de mujeres que
deben aspirar a ejercicios libertarios más allá de estas. Entender esta forma de dicotomía, va a permitir una
lectura crítica de los resultados obtenido en la investigación precisa, acerca del significado que adquiere la
participación de las mujeres adscritas a Fundac; de su visión e interpretación de las políticas propuestas y
desarrolladas por el Gobierno Distrital, hacia los niños y las niñas y la población adulta vulnerable, en
deferentes zonas de la geografía física y política Distrital.
A manera de corolario transitorio
: Esta indagación acerca de la participación de las mujeres, en un escenario en el cual se aplica con todo rigor
las diferentes políticas derivadas del modelo neoliberal; me permiten llamar la atención en torno al contenido
de esa intervención; entendido este (...el contenido) como lo conciente que ejerce en condición de agregado
no circunstancial e inmediato; sino como agregado que trasciende a ese quehacer y lo sitúa en posición de
referente, un tanto como paradigma, en todo el proceso. Esto me permite establecer, como posib ilidad
efectiva, una perspectiva política en la cual pueda hacer fusión esa disponib ilidad práctica, inmediata; con los
insumos teóricos propuestos y desarrollados en aquellas actividades en donde la condición de género, es
reivindicada en términos de propuesta libertaria; en la cual la diferenciación trasciende a lo estrictamente
b iológico y, por lo tanto, insinúa aspectos como la vida afectiva, la equidad, la convivencia, la sexualidad, etc.
5.3.5. Las mujeres, su intervención. América Latina; Colombia. De los referentes
teóricos.
He venido desarrollando una interpretación, en términos del significado que adquiere la intervención de las
mujeres en la realización de movimientos sociales y políticos. Tal vez el aspecto exhib ido con mayor énfasis,
tiene que ver con la dicotomía entre aquellos roles asumidos de manera simple y espontánea y aquellos que
trascienden esa característica; en razón a que suponen una posición conciente en la cual hace presencia esa
figura denominada (...a veces de manera peyorativa) identidad como sujeto para sí.
Lo anterior implica el manejo de expresiones relacionadas con el concepto de referentes teóricos, en el
proceso de participación. Uno de los elementos señalados arriba, tiene que ver con el horizonte propuesto a
62
manera de b itácora. Este es el caso, a manera de ejemplo, de la intervención en escenarios en los cuales, si
b ien es cierto aparece con claridad el ob jetivo que se pretende, este no puede ser entendió como la asunción
de posiciones que transgredan la posición predominante, en lo que esta tiene de yunta que impide la
reivindicación libertaria plena; al menos en lo que hace referencia a desinhib ir a las mujeres de aquellos
agregados culturales que minimizan su expresión como género y como sujeto.
Mi interpretación conlleva a establecer diferencias fundamentales, al momento de analizar e interpretar la
participación de las mujeres en el inicio y desarrollo de movimientos sociales y políticos. Es tanto como
entender que esta puede (...y de hecho se ha dado), sin que la misma implique una acción conciente en lo
que respecta a la identificación de su rol como sujeto pleno en derechos, que puede y debe reclamar el
reconocimiento de su autonomía. Algo así como entender esa intervención como interacción plural, en cuanto
los ob jetivos ejercen como condicionantes. Esto traduce un tipo de participación condicionada por esos
mismos objetivos y en donde no existe lugar para la libertad, entendida como horizonte en sí mismo. En otras
palabras, es una figura asimilada ese tipo de acciones en las cuales el punto de comienzo y el resultado
aparecen como simple yuxtaposición de opciones diferentes que coinciden, de manera transitoria, con
respecto al ob jeto que origina la necesidad del movimiento.
Este es el caso, a manera de ilustración, de la participación de las mujeres en movimientos sociales
relacionados con la vivienda, la educación, la salud, etc. Inclusive, en procura de una tipificación con respecto
a movimientos originados en aspectos relacionados con los conflictos asociados a la guerra; aún en aquellos
en los cuales la iniciativa y los ob jetivos, ha estado en cabeza de mujeres (como el caso de los movimientos
en contra de las desapariciones forzadas y el desplazamiento); su rol no implica el reconocimiento de su
condición autónoma, ni libertaria.
Sin embargo, no pretendo desconocer la participación cociente originada en determinadas franjas de las
mujeres, que proponen y desarrollan movimientos estrictamente relacionados con su identidad de género, con
repercusiones asociadas a la misma. De lo que se trata, para el caso que me ocupa, es de precisar términos
de referencia, en cuanto a significado y alcance; en la aplicación de un método que introduce, insisto en esto,
la diferenciación de los movimientos, introduciendo una tipificación necesaria, al momento de evaluar
perspectivas y resultados.
6. El caso de América Latina.
En algunos de los casos presentados, en desarrollo de este trabajo, he hecho referencia a algunos
movimientos sociales en América Latina. Es el caso de las citas de texto e interpre tación efectuadas, a partir
de algunos de los trabajos presentados en el Cuarto Seminario Internacional de CEHAP – PEVAL, realizado
en la ciudad de Medellín entre el 7 y el 11 de abril de 1986. Como se puede observar, revisando las
acotaciones, es notoria la preocupación en cuanto al nexo entre los ob jetivos de algunos movimientos y el
alcance que adquiere la ausencia de lo conciente como insumo necesario, al momento de promover
transformaciones de fondo que trasciendan a la sola expectativa y/o realización reivindicativa. Esto para no
hablar de que los sujetos protagónicos aparecen diluidos en esos mismos objetivos. Es relevante señalar, en
63
aplicación estricta del concepto de variación de las condiciones en el tiempo y en los escenarios, que ha
habido modificaciones relativas importantes, en cuanto al alcance, los ob jetivos y los roles. Sin embargo,
queda claro que persisten niveles (...tal vez los fundamentales) de participación en los cuales se reafirman las
condiciones de no-identidad que permiten la permanencia de las condiciones de dominación las que, a su vez,
profundizan la segregación. Esta afirmación no es otra cosa que reconocer las limitaciones propias de los
movimientos sociales, en cuanto no implican, necesariamente, una opción de poder hacia la desarticulación y
eliminación de las condiciones de dominio prevalecientes.
Con ese mismo horizonte como referente se ha desarrollado la participación de las mujeres. Inclusive, en el
caso de Argentina, el movimiento liderado por las mujeres en denuncia de las desapariciones durante la
Dictadura Militar, a partir de 1976 (Madres de la Plaza de Mayo); a pesar de promover y desarrollar
expresiones en contra de las acciones represivas de los militares, el hecho se circunscribe al espectro
relacionado con las desapariciones forzadas, particularmente de hijos e hijas. Es claro, eso sí, que el mismo
implica la asunción de una posición política que trasciende la intervención reivindicativa simple; en razón a
que deriva en el cuestionamiento del poder y, aún hoy, se convierte en referente para la defensa conciente y
consecuente de la democracia, y de los Derechos Humanos. A partir de los postulados originados en ese
movimiento, se han inspirado y desarrollado acciones similares. Es el caso de los movimientos de mu jeres en
Guatemala, El Salvador (...en el tiempo anterior y posterior al derrocamiento de Anastasio Somoza, por parte
de Frente Sandinista de Liberación Nacional) y Chile.
El caso de Guatemala; así como en Méjico, adquiere una connotación adicional, habid a cuenta de las
condiciones de profunda segregación hacia la población nativa (indígena). Además de las características
dramáticas relacionadas con la discriminación de las mujeres y de su utilización, por parte de sectores
gubernamentales y civiles, para proveer el mercado infame de jóvenes para surtir prostíbulos y mano de obra
en oficios emparentados con el esclavismo y el feudalismo. Basta recordar, para el caso de Guatemala, la
descripción realizada por Miguel Ángel Asturias en “El Señor Presidente” y “El Papa Verde”, para efectuar
análisis e interpolaciones con respecto a la situación actual. Para el caso de Méjico, es ilustrativa la situación
de las mujeres en Tijuana.
6.1. El caso Colombia.
Antes he referenciado algunos ejemplos de participación de las mujeres en movimientos sociales. Me permito
recordar, asimismo, el análisis propuesto en términos de los derechos Constitucionales relacionados con la
participación ciudadana, particularmente con el énfasis acerca de la reivindicación de derechos para las
mujeres.
Me corresponde, ahora, enfatizar en torno a algunos aspectos que pueden ejercer como referentes, en cuanto
a la connotación teórica y política. Pretendo un seguimiento y análisis de l os diferentes movimientos
organizados y dirigidos por mujeres, para enfrentar algunas de las repercusiones más dramáticas del conflicto
armado interno: el desplazamiento y las desapariciones forzadas. En mi opinión, la cotejación de algunos
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elementos exhibidos en ese proceso, con las variab les relacionadas con la identidad y lo conciente; permiten
extraer conclusiones importantes que contextualizan el ob jeto de este estudio.
La intervención de las mujeres en la promoción y construcción de organizaciones, en algunas de las zonas
más afectadas por el conflicto armado, ha tenido un soporte preciso: denunciar el desplazamiento forzado de
que son objeto las comunidades de mujeres (incluidas las niñas), y hombres (incluidos los niños), en los
diferentes grupos etéreos; así como reclamar la intervención gubernamental (nacional, departamental y
municipal) en la solución de los problemas derivados a partir de ahí y la restitución de las condiciones que
permitan revertir el proceso de desplazamiento. De otra parte, algunas de estas organizaciones, asumen
también la denuncia de las desapariciones forzadas y los asesinatos de mujeres, hombres, niños y niñas,
como consecuencia directa de ese mismo conflicto.
Me convoca, sin que esto implique el desconocimiento de otras organizaciones de mujeres, la labor realizada
por la organización que agrupa a las mujeres del Magdalena Medio, particularmente en Barrancabermeja. Tal
vez por su itinerario, por los hechos que les ha correspondido enfrentar y, como efecto colateral, por el
proceso que han construido. Esto ha permitido trascender la denuncia inmediata, para asumir posiciones de
fondo, como quiera que han ejercido como punta de lanza en el cuestionamiento de los beneficiarios directos
de la guerra y del poder. Todo esto, a partir de introducir aspectos de identificación y de análisis en torno a su
rol como víctimas directas o indirectas. Podría decirse, entonces, que se asumen como sujeto individual y
colectivo que reivindican su visión y caracterización del conflicto y, com o derivación, actúan en contra del
mismo, por la vía de reclamar derechos asociados a los Derechos Humanos, el Derecho Internacional
Humanitario. Esto supone, a la vez, exigencias en cuanto a la eliminación de las acciones y las condiciones
que originan el desplazamiento y las desapariciones. Asimismo, conlleva a reivindicar (en la lógica misma del
sistema económico y político vigente) la concreción de derechos como vivienda, trabajo, salud...plena y
cumplida justicia.
En este caso, a pesar de avances en torno a la identidad en cuanto a la condición de género, se inhibe de
manera relativa su autonomía en lo que corresponde a su plena identidad, como sujeto, que
reclama libertad y equidad. Lo anterior, en razón a que opera en sus acciones, como dirigente de un proceso
que involucra diferentes opciones y ob jetivos; todos relacionados con los efectos directos y colaterales del
conflicto armado. Supone no trascender, en estricto, a esas acciones; ni implicarse como sujeto con identidad
de género, que pueda acceder a expresiones que contraríen a la subyugación originada, inclusive, en
aspectos diferentes al conflicto mismo.
Llama mi atención, también, organizaciones como la liderada por la señora María Eugenia Zabala (ganadora
del Premio Mujer Cafam 2004). Mi inquietud, sin dejar de lado el necesario reconocimiento a su tenaz labor,
está relacionada con el tipo de paradigma que se construye a partir de su experiencia. Esto, a pesar de que
sus acciones y la organización que lidera, se originan en hechos similares a los que originaron las acciones y
organización de las mujeres del Magdalena Medio (veamos su relato: “... Mi hijo fue el primero en morir - sic - ,
porque esos hombres llegaron pidiendo la cédula y él estaba con otro muchacho. Jorge les dijo que no tenía la
cédula y ahí mismo lo quemaron vivo. Al otro muchacho como que se le reflejó la muerte, estaba b lanco,
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cadavérico. Él fue la siguiente víctima.59 Sin embargo, en mi interpretación, los efectos de esas acciones (...las
de María Eugenia Zabala), derivan en opciones diferentes, en cuanto que es evidente el manejo de los
conceptos y la caracterización del conflicto suponen un entendido en el cual los niveles de cuestionamiento y
de identificación del soporte y componentes del mismo, son diferenciados. De un lado, en el caso del
Movimiento de Mujeres del Magdalena Medio, existe la certeza de los factores que originan el conflicto y de
los agregados posteriores que lo profundizan. De otro lado, en el caso de la Organización liderada por María
Eugenia Zabala (El Valle Encantado), aparece una vivencia dramática, a partir de la cual surge la necesidad
de implementar acciones de reparación que permitan acceder a soluciones en términos de vivienda y
manutención.
No se trata, de mi parte, introducir el análisis y di ferenciación teórica que remitan a la minimización y/o
desconocimiento de la opción propuesta por María Eugenia Zabala; simplemente pretendo ubicar perspectivas
derivadas de esa diferenciación, a partir de entender que postulan y realizan dinámicas disímil es.
Lo cierto, de todas maneras, es la vigencia del método que permite asumir posición con respecto al alcance y
profundidad que adquieren los movimientos sociales. Esto, de por sí, permite identificar y valorar la presencia
de lo conciente, como agregado que introduce una u otra perspectiva. Para el caso analizado aquí, cabe la
aseveración: no todo movimiento social liderado por mujeres tiene la connotación de género, en términos de
su identidad y autonomía. Ese perfil (. en cuanto a reivindicar la identidad de género, en plena autonomía
que permita la interacción, sin perder su referente), se adquiere en razón a un agregado conciente.
Acceder al mismo supone, entonces, la presencia de elementos de análisis y reflexión, por medio de los
cuales es posib le establecer la separación pertinente. Algo así como entender el proceso que compromete a
las mujeres en su condición de género, como resultado de una sumatoria compleja de agregados
conceptuales, adquiridos a partir de una abstracción relativa con respecto a la experiencia inmediata; de tal
manera que permiten una elaboración que trasciende a la motivación originaria y se convierten en soporte
para proponer y realizar opciones de mayor profundidad, transformadoras. Esto supone rupturas con
esquemas y paradigmas.
De lo que se trata, en consecuencia, es entender y contextualizar la participación. No toda participación,
individual y colectiva, origina insumos para modificar procesos, o escenarios, o realidades transitorias
asumidas como válidas. La transformación es una opción que requiere de calidades especiales en el liderazgo
y definición de objetivos. Requiere asumirse como sujeto individual y/o colectivo, a partir de cierto ejercicio de
abstracción que permita el análisis y construcción de alternativas; en una lectura clara del entorno, de los
objetivos propuestos y de los condicionantes…”60
“…Y vuelven mis disquisiciones internalizadas. Como sujeta, que era, de mil y más expresiones no
entendidas por mí en el momento inmediato; pero que se fueron construyendo, a manera de tejido
vivencial y conceptual, con el correr de los años. Cuando me iba aproximando a una interpretación
59 Entrevista a María Eugenia Zabala. Revista Cafamilia, edición No. 99, abril -mayo 2004, página 4 60 Cano R., Fabiola: “…de uno de esos sueños premonitorios”
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de mi vida, de manera plena y conciente. Lo de María Helena, podría asimilarse a esa opción
conceptual en la cual hace presencia lo que, coloquialmente, se define como envidia. Entendida
como herencia cultural y religiosa. Lo de Caín y Abel. Pero, asimismo, muchas expresiones
similares a través del tiempo. Múltiples relatos y leyendas giran en torno a ese concepto. Lo de
Blanca Nieves y sus hermanas, es otro referente en la literatura universal. Pero, en fin de cuentas
volvemos a ese dualismo que nos ha acompañado. La pugna entre el bien y el mal. Al respecto, yo
me hice a la idea de que yo encarnaba el bien y ella el mal. Tal vez es y ha sido una distorsión de
los hechos y las acciones vinculados con el acervo cotidiano; de vivencias y realizaciones. En este
sentido van las siguientes reflexiones…” (Tomado de “Mi historia”. Texto ya referenciado)
7. La filosofía como insumo en la interpretación del conflicto y de sus actores (as) en
Colombia.
7.1. De la interpretación
Abordar una reflexión, en términos de indagar-investigar, acerca de asuntos relacionados con género; supone
la asunción de referentes que permitan establecer un hilo conductor pertinente. Algo así como precisar las
condiciones y características que adquiere, en el contexto de un proceso determinado.
Digamos que reconocerse, implica una primera identificación del significado básico como sujeto; en lo que
este tiene de vigencia como expresión de lo humano que se concreta. Aquí, entonces, lo femenino y lo
masculino, supone una interacción originada en el “descubrimiento” de la d iferencia que, a su vez, está
asociado al desarrollo de las percepciones primarias que, por esto mismo, permiten agregados hacia la
construcción de acciones y realizaciones complejas. En otras palabras, se trata de logros individuales y
colectivos denominados (...en una sumatoria lógica, mas no de lineal) cultura.
La desagregación de roles, en escenarios de intervención y presencia de los sujetos (hombres y mujeres),
trascienden a la sola posición adjudicada por la diferenciación b iológica, natural. Se enti ende como
elaboraciones en nexo con ese reconocimiento de sí; como esa expresión que trasciende a lo primario y se
convierte en pauta, en códigos instaurados como necesarios, que requieren ser acatados, sin que
necesariamente, implique a la identificación o, inclusive, así supongan una posición en contravía de la
autonomía y la libertad para el desarrollo de la individualidad.
Entonces, cada construcción cultural; pasa por la imposición de un determinado modelo, de una determinada
guía o procedimiento para consolidar el reconocimiento que invoca cada individuo (a); en un contexto que
reclama y requiere ordenar y pautar la vida; como soporte para articular, para justificar el “equilibrio” entre
quienes conviven en un espacio territorial y han heredado procedimientos, costumbres y visiones de lo
natural. Por lo tanto se entienden comunes. Se asume, en consecuencia, que “se ha estado ahí”..., “y se está
ahora”; con los condicionantes y las imposiciones que han sido previamente desarrolladas y acumuladas,
como agregados que comprometen.
Visto así, la noción de lo social, se erige como colateral de los acumulados y agregados culturales
compartidos (...Impuestos) y que ejercen como condicionantes; para hombres y mujeres en escenarios
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territoriales y geográficos determinados. Inclusive, la misma noción de geografía, territorio y espacio, está
relacionada con las identificaciones previamente establecidas y transmitidas.
Ahora b ien, en el entendido moderno, se habla de civilización, cuando se quiere referenciar al desarrollo de
los seres humanos, precisamente con esas identificaciones, esos códigos, esas herencias, como modelos y
como pautas. Esto explica, entre otras razones, la existencia de disciplinas y profesiones que investigan y
analizan los momentos y periodos que ha precedido al presente y, a partir de ahí, localizan b ien sea
estereotipos y/o expresiones valoradas como “prueba”, cuando se trata de identificar aspectos específicos o
líneas de comportamiento.
Para el caso que nos ocupa, hablar de género, como condicionante; como insumo que permite entender la
diferenciación b iológica y que, al mismo tiempo, permite efectuar el seguimiento y análisis de las
elaboraciones culturales, las pautas y los códigos construidos, a partir del desarrollo y agregados culturales.
No es algo diferente a introducir esa variab le subjetiva que nos permitan entender las implicaciones; como
quiera que (…ya lo dijimos arriba) las restricciones a que conlleva cualquier modelo impuesto como válido y
necesario para permitir los “equilibrios” entre la individualidad y un colectivo (…o sociedad); están dadas por la
inherente pérdida de la libertad, de la autonomía absoluta de cada sujeto(a).
Podría decirse, entonces, que el género (como variab le que se precisa y se hace visib le en el desa rrollo
cultural), convoca a entender dinámicas y lógicas adicionales, como expresiones diferenciadas que permiten
reconocerse e identificarse a los (as) sujetos (a), como portadores (as), b ien sea de restricciones adicionales o
de derechos conferidos por las normativas y los códigos culturales asumidos como válidos.
Así las cosas, nuestro punto de comienzo, supone la preexistencia de valores (…como concreciones de lo
cultural) que permiten e inhiben. Es lo siguiente: asumimos como vigentes (…sin que impliqu e aceptarlos)
referentes que permiten una línea de interpretación primaria, en cuanto a la diferenciación b iológica entre
hombres y mujeres, en la cual se erige como insumo condicionante la “necesaria” coacción, la necesaria
implementación de códigos que establecen un nexo lógico, explicable, justo; entre esa diferenciación
b iológica-natural y las restricciones hacia las mujeres; como una figura que, simplemente, expresa una
interpretación de algo preestablecido. Una figura que invoca la división de roles, en donde los (as) sujetos (as)
deben reconocerse en relación con la jerarquización de los mismos y, en donde, lo masculino emerge y se
impone en condición de superioridad.
Es punto de comienzo supone, asimismo, entender la dinámica histórica; como elaboración que conlleva a
precisar, analizar y validar momentos y períodos; en un contexto en el cual el significante subjetivo puede o no
ser cuestionado. Pero, de todas maneras, debe ser interpretado como inherente a ese momento, a ese
período determinado. Es como la asunción de una lectura y una didáctica en donde se puede “explicar” lo
cotidiano del pasado, con arreglo a los acumulados culturales. O, lo que es lo mismo, al estado de desarrollo
de la civilización en su momento. Inclusive, a manera de ejemplo, pueden aparecer con posterioridad,
expresiones en las cuales se presentan “excusas” a nombre de los beneficiarios de determinados acumulados
culturales (. como los religiosos) por el hecho de haber permitido, desde l misma lógica inherente a esos
agregados, exterminios de aquellos y aquellas que ejercieron como contradictores, al margen del grado de
ruptura propuesto y desarrollado por estos (as). El caso patético de las Cruzadas Cristianas y de los
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Tribunales de Inquisición. Y el “arrepentimiento” de la Jerarquía Católica, con el liderazgo de Juan Pablo II;
simplemente es una muestra de ello.
En esta línea de interpretación, el análisis del rol de las mujeres en la construcción y desarrollo del periodismo
en Colombia, particularmente a finales del Siglo XVIII y en el Siglo XIX, supone precisar un contexto en lo que
podríamos llamar “La sociedad del Nuevo Reino de Granada, en nexo con las imposiciones culturales de
España.”
Queda claro, en aplicación de la caracterización propuesta arriba, que las condiciones vigentes en el período
que comprende el análisis, estaban cruzadas por los insumos conceptuales y los valores que ejercían como
códigos, como yuntas originadas en el ideario de quienes ejercían como invasores y detentadores del poder.
A su vez, esos valores y conceptos de los españoles, tenían un nexo, no circunstancial, con los conceptos y
valores predominantes en Europa. Es una interacción de doble vía, en veces con rasgos contradictorios (…e
incluso antagónicos, como en caso de la opción derivada de la Revolución Francesa en 1789 y su colateral la
Declaración de Los Derechos Universales del Hombre, con respecto a la opción mantenido por la monarquía
Español, particularmente en cuanto al control autoritario ejercido en el “Nuevo Reino de Granada”.
Para el caso específico del escenario político y social en el periodo objeto de análisis, se expresaba con todo
rigor ese principio básico que reivindicamos como válido: la imposición de valores construidos a partir de los
paradigmas tejidos, en un proceso que involucró a todo el quehacer, que fue agregando interpretaciones y
decisiones; con unos determinados referentes. Una sucesión de construcciones, en las cuales predominaban
aquellos conceptos y aplicaciones que convocaban a los sujetos (hombres y mujeres) a reconocerse en ellos;
a identificarse con esos proyectos y con todo el proceso. Es obvio, en esa perspectiva, que “lo conciente”
(…así como ahora), no era otra que la ob ligación a asumir como propias las imágenes y las “instituciones”,
fundamentalmente ancladas en la visión del mundo coincidente con la Religión predominante., entendida e
impuesta como la única posib le.
Que decir, entonces, de los “habitantes originarios” del nuevo territorio, conquistado, avasallado, esquilmado.
Fue una labor (…así lo expresa con lucidez Eduardo Galeano, en su texto “Las Venas Abiertas de América
Latina.). Una oscurana absoluta en términos del conocimiento. Una imposición que reclama la ob liga ción de
asumir la “única verdad posib le” (…la del Rey, de sus delegatarios., de la Iglesia Católica). No hay lugar para
escisiones, fundamentalmente en lo que hace a la interpretación del mundo físico, como expresión
inmanente, en todo tiempo y lugar, de la divinidad, de su sentir; que no era otra cosa que la reivindicación del
poder terreno, como simple extensión de ese poder divino.
En lo anterior, la ignorancia, “ese reconocerse” como sujeto perdido, sin libertad, sin elementos para el
discernimiento y para la apropiación adecuada del conocimiento; tenía una cobertura total. Eran vasallos los
sujetos hombres y las sujetos mujeres. ..Pero, estas, sufrían (…casi como ahora) el doble rigor, la doble
expoliación espiritual. No podía ser de otra manera; porque el Imperio (España), no era otra cosa que el
horizonte cultural en el cual se acuñaba como cierta y necesaria la coincidencia entre la diferenciación
b iológica y la diferenciación (discriminación) efectiva, práctica, cultural.
7.2. La comunicación como instrumento para la paz y para la guerra.
69
La acción de comunicarse es inherente a la condición humana. Es la palabra, como transferencia de
necesidades, de sentimientos…del conocimiento. El acumulado cultural, los agregados primarios y complejos,
han permitido establecer las conexiones indispensables, en el proceso de elaboración mediante los cuales es
posib le vivir y sentir el contacto con la naturaleza, de su transformación. La noción de comunidad solo
adquiere presencia y dinámica plena, en función de la comunicación…de la palabra .
Ahora b ien, el sentido de las palabras (al menos en su aprehensión inicial), como transferencia, como
instrumento primero para la comunicación; tiene que ver con lo que él (la) sujeto reconoce e identifica como
insumo que no le es extraño para expresarlo al otro o a la otra. Asimismo, en la recepción, los mensajes
recib idos adquieren validez, en razón a la posib ilidad que otorgan para dilucidar, a partir de ahí, lo
desconocido. Es el intercambio de las opciones. Una figura cercana al trueque de ideas, de conceptos, de
imaginarios.
Lo que se erige como Civilización (…en el sentido planteado arriba), ha desarrollado mecanismos inherentes
a la comunicación. Tanto como reconocer que ha instaurado lógicas permitidas, en el universo cultural
construido e impuesto como posib le y como dominante. Ha sido un recorrido complejo; en donde los
agregados asumidos como cultura, no son otra cosa que la reivindicación de paradigmas circunscritos a las
“ideas” vigentes, válidas, permitidas y aceptadas. Por esta vía se ha arribado a opciones en las cuales lo que
se “transfiere” y/o “transmite”, es una forma de replicar y difundir eso que es permitido, validado y aceptado.
Cuando se comunica algo que pueda ejercer como disidencia o cuestionamiento de ese “ordenamiento
cultural válido”; se incurre en herejía...y, por lo tanto, debe ser obstaculizado, cuando no castigado. Ya lo
decíamos antes, en referencia a la acción inquisidora por parte de los vigilantes, representantes de las
jerarquías y de la dominación, en defensa de las únicas verdades posib les.
7.2.1. Ya entrado el Siglo XX y su desarrollo social, político y económico
Y, como sortilegio asociado a lo histórico como intermediación. Como corolario simple, queda
claro que navegué en el apartado anterior en bordo de lo imaginario. Como creación, no como
repetidera insalubre. Pisé terreno labrado por acciones y hechos. Desde lo originario monárquico
colonial; hasta expresiones en tiempos modernos. Como si se tratara de erupciones
incandescentes, en lo que supone el recuento y, cuando no, la diatriba no ampulosa. Por la vía de
historias de vida. Siendo Adelina, el tío Manuel, Luciano, Elena…, personajes relataron sus propias
vivencias. Con profundizaciones no banales. Más bien, orientándome al momento de universalizar
mi discurso. Apropiándome de mis propios insumos teóricos. Ya contados. Ya presentados en
otros ámbitos.
En lo que sigue, es como lo mismo. Tocando palabras de ejercicios anteriores. Despuntando el
Siglo XX. En esos aviesos horizontes de la regeneración perversa. Más no bravía en lo que este
término tiene de alusión a los guerreros no charreteros. Pero si volcados al unísono. Con una
perspectiva de liberación completa. Ya conocimos los antecedentes comuneros. Ya, embrujados
por el envolvente manto sagrado de la ignominia. De fulanos zutanos. Todos perniciosos.
70
Enfrascados, a partir del 1830, en las reconstrucciones de las anteriores reconstrucciones. Ya lo
habíamos percibido en la realización de Rionegro y en Angostura. Capitanejos medio mercenarios.
Mariscales de Campo jugando al que “si te vi no me acuerdo”.
Lo que si pasó, como pasa hoy con Álvaro el Emperador Pigmeo. Y con Juan Manuel. El que
recibió manos amputadas para colegir que hubo victoria. Y lo que pasó con el impoluto Belisario. El
que, con sorna impúdica, vivió la toma y la retoma del Palacio de Justicia. El que sucumbió
intencionalmente, ante los machos, machotes en charreteras. Asesinos con y sin sueldo. Para que
aniquilaran y desaparecieran todo vestigio de la incursión voluntarista y visionaria a la manera de la
revolución conducida por pequeñoburgueses. Y que vivió lo de Armero con alivio. Espant ando
Fantasmas. Como borrón y cuenta nueva. Y que, convocó en 1984 a “jornada por la paz”. Quien
creyera, lo mismo que en 2008 lo hizo el Divino Álvaro y como lo hizo en nueve de abril de 2013 el
cazarrecompensas Juan Manuel Santos. El Belisario que pactó paz con la insurgencia burocrática
y fusilera. Y que vio nacer a la Unión Patriótica. Y que asistió a su exterminio. Por la vía malvada
del todo se vale. Mucho más si lo que quedan son asesinatos impunes. Esas Farc que dejaron
matar en sucesión. Como si fuesen imágenes de dibujos animados. Farc que se escondió a sí
misma y colocó a los simpatizantes de esa expresión romántica por la paz y la democracia. Farc
que, desde ahí, profundizó su visión recortada de la revolución. Que, desde ahí, empezó a
arrumar, como chécheres viejos, los legados políticos de la Gran Marcha. O Travesía como la
nombra el profesor Alfredo Molano en “Siguiendo el Corte” (texto ya analizado arriba).
Sin lugar a dudas, el recorrido supone estar tentado de opciones perniciosas. Como esas que
reclaman asiento en una figura parecida al condicionamiento inmediatista. Trato de obviarlo,
acercándome a postulados tanto más efímeros como el rescate de la palabra. Para explotarla.
Abrirla al deseo de mitigar el desasosiego.
Y, de contera, me dejo llevar por la fantasía de esa memoria perdida. En esos años lejanos de la
escuela.
“…El Congreso Constituyente de 1830 formalizó la separación de la Gran Colombia y promulgó una
constitución centralista. Desde entonces, el general José Antonio Páez fue el árb itro de la vida política por
más de 30 años. Fue presidente en varios períodos y en otros sus partidarios incondicionales. En los
primeros años las exportaciones de café integraron la República a la economía mundial y le dieron cierta
prosperidad, lo que facilitó a Páez apoyarse en el sector financiero y exportador de Caracas, habilidosamente
equilibrado por él con las heterogéneas oligarquías terratenientes.
Para impedir la oposición de militares de la independencia, Páez redujo el ejército y los dejó sin mando. No
hubo enfrentamientos ideológicos; el gobierno practicó el liberalismo económico y tuvo influencias de la
masonería, pero mantuvo relaciones amistosas con la iglesia, cuyo clero era reducido y de poca influencia.
71
…Durante nueve años, de 1810 a 1819, los colombianos vivieron una agitada época. El tránsito de del
autonomismo de los primeros años a la independencia definitiva de España estuvo caracterizado por la
continua guerra y la inestabilidad política interna. Los enfrentamientos entre independentistas y realistas, entre
centralistas y federalistas, entre ejércitos patriotas y ejércitos españoles, sumados a la falta de claridad acerca
de la estructura que debía asumir el nuevo sistema republicano, enturb iaron estos años.
…Colombia vivió el primer ordenamiento republicano de 1810 a 1816, y otro de 1819 a 1830. Los años
intermedios obedecieron tanto al fracaso de la Primera República como a la invasión de las tropas de Morillo
que reinstauraron el virreinato de la Nueva Ganada.
…La Segunda República, la de Bolívar y Santander, representó el asentamiento definitivo de la idea
republicana y presidencialista en nuestro país. De 1819 a 1830 Colombia estuvo integrada por nuestro
territorio de hoy, Venezuela y Ecuador…” (de las crónicas de un texto escolar “Civilización 8 Grupo Editorial
Norma).
Y, eso de seguir la huella de los hechos y las acciones. De la noción política e ideológica, hasta los
cueros de la definición de república, de país y de nación; tiene sus riesgos, de pronto saltamos a
una pista inválida. Como ponzoña que mata las ideas y los imaginarios. Por lo tanto, vuelvo al
vuelo no rasante. Con la mirada puesta al garete. Como sin oficio. Porque, eso de encontrar
asideros históricos, lo colocan a uno en disposición de volver a navegación fantasiosa. Buscando
caminos
8. Otras historias de vida. (Tomado, previa autorización de su autor, de “4710, relatos
de la vida”, Rosendo Payres, seudónimo)
“…En ese entonces, la ciudad estaba ahí. Expectante. Venía en crecimiento. No sé si identificarlo como suma
de hombres y mujeres. No sé si identificarlo como sucesión de acontecimientos vinculados con el tránsito
complejo. De ideas y de circunstancias. De simples reflejos de los acontecimientos. De la guerra de principios
de siglo. De la decantación de las normas, asociadas al dominio construido a partir de un perfil ortodoxo.
Perfil, al mismo tiempo religioso y político. Perfil sin matices distintos a esos que ya estaban y que habían
permanecido desde 1810. Lo sentía como tósigo que ya había sentido. No sé si en los sucesivos sueños que
tuve desde el primer día. Y que, aún ahora, se mantienen. Con modificaciones mínimas. Como eso de verme
inmerso en un territorio inmenso. Sin poder asir ninguna ruta. O, a veces lo creo así, sin querer hacerlo.
Ya ahí, en esa casa situada en el barrio Chagualo. Barrio hospedante. Típico de ese tiempo. Calles como
simples trazos, sin ninguna convocatoria lúdica. Entorno pétreo; sin las ilusiones que después encontraría.
Pero que, allí en ese día y en los que le sucedieron, no alcancé a apropiarlo. A hacerlo mío, trascendiendo la
actitud de infante sin reconocimiento de las cosas y de los hechos, al interior de una casa. En esta, los
hermanos y las hermanas, no eran otra cosa que figuras que percib ía como sobrantes expresiones no
identificadas. Desde ahí. Desde ese momento, me percib í como sujeto enfermizo. En ese tipo de tendencia
compleja que compromete la lucidez; por cuanto la ub ica en una categoría conceptual alejada de los roles que
cada quien puede o quiere asumir.
72
Pero, asimismo, barrios originarios. El Camellón; La Toma; Loreto; San Diego; en la parte sur-oriental. Desde
muy pequeño supe que allí nació y creció mi madre. Su madre Sara y su padre Arturo. Hogar que fue
creciendo en residentes. Que la tía Nana; que la tía Fabiola; que los tíos Carlos, Israel y Conrado. Que el
trabajito del abuelo Arturo, cuidador de fincas en lo que era la periferia: que la parte alta del barrio El Poblado;
que la parte aledaña a la carretera que conducía a Envigado. Con el correr del tiempo, tengo memoria de ello,
lo visitábamos allá. Le llevábamos el almuerzo o la comida, o el desayuno. Allí tumbábamos los mangos.
Biches, preferib lemente. Allí escuchábamos su rogativa para que no dañáramos lo que el denominaba las
bellotas. Arturo Gómez. Hombre nacido a finales del siglo XIX. Tal vez conoció de cerca algunos eventos. Que
la Guerra de los Mil Días. Que a Salvita ascendiendo en el globo inflado con helio. Y la tragedia de Salvita;
que murió en ese intento. Arturo Gómez, tal vez, conoció de la construcción del túnel de la quiebra. Y, tal vez,
conoció de la presencia del ingeniero Francisco Cisneros; de origen cubano. Que dirigió la construcción de
ese túnel y también la construcción del puente colgante conocido como “Puente de Occidente”; sobre el Río
Cauca; entre Sopetrán y Santafé de Antioquia.
Pero estaban, también, los barrios Manrique, Aranjuez, Campo Valdés; San Cayetano; Prado (situados al
centro y nororiente. O Laureles, Belén (con sus diferentes secciones); San Javier, Calasanz; Robledo.
Y, ese crecimiento de la ciudad, nos fue convocando a vivirla. Ya por la vía de apropiarnos de las calles para
auspiciar la lúdica. O, y combinado con esto, para conocer y asumir ese territorio. Y, entonces, creció la
expectación por el desarrollo de los cantos y los juegos primarios. Por lo mismo, en consecuencia, crecimos
los ejecutores. Que brincar el lazo; que las escondidas; que la lleva; que la guerra libertaria; que los trompos;
y las bolas de cristal y, “las vistas” (recortes de las cintas o las películas), con sus acepciones “cuadros” (para
designar a aquellas en las cuales aparecían los protagonistas o los denominados “el muchacho” y la
“muchacha”); o el ejercicio de elevar las cometas (con sus variantes de capar hilo); o lanzar los globos de
papel, llenos del calor y el humo producidos por el mechón encendido con gasolina o petróleo y el cebo o la
esperma como combustib les. O el ejercicio de lanzar piedras con caucheras y las hondas (dos cuerdas que
tenían en el centro un receptáculo hecho de cuero y en el cual se colocaba la piedra a lanzar). O el
intercambio de revistas (folletos con las aventuras de Tarzán, el Llanero Solitario, Batman y Robín; El Pájaro
Loco; el Conejo de la Suerte; El Pato Donald; etc.). O las funciones matinales (películas) en los teatros (salas
de cine) de los barrios. Recuerdo los más importantes: Manrique; Rialto; Olimpia; Aranjuez; Belén. O la trenza
humana (formaciones entre dos grupos. Uno al frente de otro; cogido de la mano. Hombres y mujeres); a partir
de la cual se cantaba matarile lire lo. O la trenza en rueda que permitía o impedía salir al ratón, designado o
designada por quien quedaba libre por fuera de la rueda. O la ronda que cantaba y preguntaba al lobo del
bosque si estaba listo ya. O el juego de la perinola; o el de catapis (Jaz); o el juego de la carga montón (se
escogía la víctima que tenía que aceptar que todos y todas cayeran encima de él o de ella). O el juego con el
lazo en los dedos, construyendo figuras diversas (la escalera, la flor de iraca). O la recolección de cajetillas de
cigarrillos a las cuales se les asignaba un valor y así se jugaban. Como si fueran b illetes. (Pielroja 1, Dandy
25; Kool, Lucky; L & M, Chesterfield; Mapleton, valían 100 y, así, sucesivamente). O la preparación y
realización de novenario en la época de diciembre; incluido el ejercicio alrededor del pesebre. O el juego a la
gallina ciega.
Y, entonces, esa apropiación de los espacios, corrió paralela a las jornadas escolares. Maestros y maestras.
Muchos y muchas, autoritarios y autoritarias. Tanto que contribuyeron a la deserción escolar. Porque
73
infringían castigos físicos. Otros, accesib les, tolerantes, amigos (as). Que la sopa escolar (una figura reducida
del restaurante), a la cual accedían los niños y niñas cuyas familias eran m ucho más pobres que el promedio.
Que el pan y la leche que se entregaba en los recreos y que era posib le, en razón al convenio con Caritas
Arquiodecesana (organización religiosa-católica) y las entidades que regían la academia. O, en ese mismo
horizonte, a partir de convenios internacionales con países europeos o con EE.UU.
O, llegado octubre, lo que se denominaba la “semana del niño”. Aquí cabía todo: los disfraces; las caminatas;
el sancocho elaborado a partir de recursos propios recogidos en las escuelas. O a partir de los aportes de las
familias. Queda claro, de paso, que las escuelas no eran mixtas. Además que, las jornadas, eran completas.
Desde las 8:00 a.m., hasta las 11:30 a.m. y desde la 1:30 p.m., hasta las 4:30 p.m., de lunes a viernes. Los
sábados de 8:00 a .m.; hasta la1:00 p.m.
Y es que corría el año 1954. Coincidieron hechos. El militar ya estaba ahí. Venía de rapar el poder. Siendo el
cuadro político antecedente una heredad vinculada con el genocidio auspiciado desde ahí. Desde ese centro -
poder conservador. Ya casi olvidadas las reformas de López Pumarejo y su Revolución en Marcha. Todavía
cercana, en el tiempo, la muerte de Jorge Eliécer Gaitán. El sargento (¿…o cuál era su grado?), ya jugaba a
ser prócer. A ser libertador. A ser guerrero guiando a un pueblo famélico y agarrotado. Nuestra familia era una
de tantas miles sin horizontes gratificantes.
La heredad, provenía de dos íconos perversos. Mariano Ospina Pérez y Laureano Gómez; “el divino
Laureano”. El perdulario que encendía el Congreso , a viva voz. Voz transmisora de ideas achatadas. Con una
sola perspectiva: justificar la matanza. A viva voz. Voz de pigmeo intelectual. Hacedora de fetiches. Voz,
mirada, cuerpo, de aprendiz de ideólogo. Ese que pretendía pasar a la historia como héroe. En una Colombia
desagarrada por él, y por Ospina Pérez, y por Marco Fidel Suárez y por los azuzadores perennes. Un
fascismo inveterado. Héroe de la miseria que auspiciaron él y ellos. De la tragedia de un pueblo inerme.
Pero, asimismo, heredad de los Lleras y de Eduardo Santos, y de Olaya Herrera y…del mismo Alfonso López,
que se arredró ante la infamia.
…Y corrió la voz de que algo estaba sucediendo. Venía desde muy atrás. El método había sido
perfeccionado. Desde Núñez, el trasgresor. El sujeto cambiante; según las circunstancias. Método aplicado.
Con ese mismo se justificó la Guerra de comienzos del siglo XX. Método soportado en el manejo solapado de
las verdades. O, a decir verdad, las casi verdades. En recintos cerrados, a prueba de filtraciones plena s. Solo
el gota a gota. Para potenciar las repercusiones. Se dice y se desdice, al mismo tiempo. Entonces, se
embauca y se extiende la sensación de que algo está pasando. Aquí y allá.
Y, en verdad, algo estaba pasando. El militar todavía estaba ahí. Pero, quienes lo adularon y lo felicitaron por
su desprendido amor a la patria; ya tejían otra red. Otra, porque, a pesar de ser la misma; era otro tiempo.
Estábamos en 1956. Y, ya, el ceremonial estaba en curso. Ya estaban los contactos. Que si en España, en
Benidorm. Que si en Londres o en Washington. Que más daba. Siendo lo único cierto, el programa. Primero
se auspiciaría la presencia de una Junta Militar politizada. Que si el General París. Que si ahora. Que si el
plan incluiría allanar el camino para que volvieran los de siempre. Liberales y Conservadores, sus cúpulas.
Las mismas que sembraban el odio entre los de la periferia. Y que, una vez empezaba la barbarie, en
cualquiera de sus versiones periódicas, convocaban al buen sentido. Al entendimiento. A la paz. No importaba
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si por fuera de ella quedaba los más afectados. Los desarraigados y las desarraigadas. Los y las caminantes,
en travesía. Buscando refugio. Aquí y allá. Y, en ninguna parte donde pasar la noche y ver amanecer el otro
día.
Y se reunieron. Y acordaron. Usted y yo. Yo y usted. Primero usted, después yo. Amarremos el pacto a doce
o más años. Qué más da. Primero usted, luego yo. Y todo volverá a empezar. Hagamos borrón y abramos
nueva cuenta. No importa lo de atrás. El perdón suyo, lo avalo yo. El perdón mío, lo avala usted. Y así,
saldamos cuentas, por ahora.
Eso sí, quienes no regresen. Quienes no acepten lo que usted y yo hacemos; están al margen de la ley. Y
serán perseguidos y serán matados y serán olvidados. Queda claro, entre nosotros, que hemos sacrificado
nuestro tiempo por este país. Y, por lo mismo merecemos ser recompensados. Y qué mejor recompensa que
primero usted y después yo. Y después usted y luego yo.
Y, ahora lo entiendo, era eso lo que se estaba urdiendo. Era eso. Y los perifér icos, los sin nada, ahí; sin saber
qué hacer ni para dónde coger. Y se extendía la penuria. Y ya se había agotado el modelo de sustitución de
importaciones. Modelo económico restringido. En el cual la variab le más dinámica era crecer, sin crecer.
Quedar flotando entre los imperios; entre sus intereses y los nuestros (¿…nuestros?). Y, entonces se acumuló
capital. Para los terratenientes, para los comerciantes, para la naciente burguesía bastarda. Sí; esa que
conoció de las libertades democráticas y de las reformas y de los derechos y los deberes; como quien
aprende a tocar piano por correspondencia.
Ya, a esta altura de mi recorrido, estaba inmerso en ese ir y venir que no se detiene. Hasta cierto punto ya mis
giros y mis vivencias eran cansinos. Como si, cada año repitiera lo del año anterior. Sólo había momentos en
los cuales escapaba a la realidad. Esos en los cuales le daba al balón, en la calle. O, cuando coleccionaba
láminas y las pegaba en el folleto. El primero: héroes de la lucha libre. Luego, la vue lta a Colombia. Y, a
reclamar el folleto para anotar a los ganadores de cada etapa. O, cuando salía, en familia a verlos entrar por
lo que denominábamos la autopista sur. Al lado del puente monumental (llamado así, porque fue el primer
puente en concreto, elevado; por debajo del cual pasaban, a la vez, el río y la autopista). Al lado del puente
Guayaquil (construido con ladrillos y con una amalgama que incluía sangre. Al menos eso decía la historia). Y,
pegando el oído a la amplificación que hacían algunas emisoras; avizorarlos a distancia. Cuando subían a
minas, después de haber pasado por Versalles y por Santa Bárbara. Y, sentirlos más cerca aún, cuando ya
estaba en Caldas, en las “goteras” de Medellín.
…Y yo estuve. Y yo conté lo sucedido.
Pero, también yo, morí de tanto negarme a ver; a sentir.
De tanto volver sobre mí mismo; sin encontrar salida.
De tanto utilizar la memoria; para hablarle al viento;
De tanto fabricar palabras; para contar lo que he sido.
Uno más en este juego en que perdí mi vida.
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Tal vez ya lo había dicho. Pero sentí la necesidad de volverlo a expresar. Aquí; ahora. Estando en ese
tránsito; sintiendo flotar en el ambiente la perversidad. Porque el Pacto se impuso. Ellos lo impusieron. Los
jerarcas de los Partidos Liberal y Conservador. Ellos que auspiciaron, y lo siguen haciendo aún hoy, la muerte
de toda esperanza; como quiera que esperanza es vivir; y caminar; y trabajar en la ciudad; y arar la tierra; y
reír; y soñar. Ellos que promovieron las muertes físicas masivas. Y que promovieron la extirpación de las
ilusiones. Y que, por esto mismo, han lobotomizado los espíritus. Al menos, han cortado el vuelo. Por lo tanto,
convocan al olvido. A creer que no pasó nada. Que los muertos y las muertas son solo invenciones de los
enemigos de la patria.
Entonces yo seguía el tránsito. Tratando de entender el modelo impuesto. El problema era que no tenía ni
medios; ni conocimientos; ni donde hallarlos. Porque mi vida era eso: una predisposición a seguir ahí.
Mientras tanto el grupo familiar se desintegraba. Mejor sería decir que venía fragmentado desde el primer día
en que se hizo cuerpo visib le. Ese grupo familiar vigente desde antes de mi nacimiento. Pero que adquirió,
para mí, presencia con el correr de los años; de mis años. Ya, entonces, Chagualo y Fundungo fueron mi
entorno. Pero yo no accedía a él. Simplemente, ahí en la casita o en las casitas. Ya la madre era esclava. Se
hizo así, a partir de mis miradas y del proceso construido en este país envuelto en miserias. Miserias
intelectuales. Miserias políticas. Pero, a la vez, país de violentos y de violentados. De violentos que conducían
con rumbo definido por ellos. Violentos que agredían aquí y allá. Violentos que protagonizaban ejercicios
aparentemente diferenciados; pero que eran lo mismo.
Y ya, aquí en esta dimensión. En este rol protagónico de mí mismo; seguía el curso, mi curso. Ya en la calle.
Ya en la casita. O ya en los sueños en los cuales me mimetizaba, para impedir ser visto desde afuera;
tratando de impedir el cuestionamiento y la comparación. Sujeto niño sin posib ilidad de acceder a cualquier
cosa. Seguía siendo el desertor de la escolaridad. Desertor, más no herético. Porque el origen de esa
deserción, la motivación de la misma, no estaban anclados en una opción de vida diferente. Y no tenía por
qué serlo. Porque no tenía opciones alternativas. Simplemente ahí. Donde la abuela materna, los domingos.
Si donde Sara y donde Arturo Gómez. Una vida al garete. Incluso con tendencias y manifestaciones
perversas; vistas con una óptica moralista. Sujeto niño ahí; sin nada entre las manos.
Y, entre tanto, la ciudad crecía y el país también. Ya la ciudad no era la misma que conocí o que imaginé. Ya
los barrios en las pendientes estaban en pleno desarrollo. Ya apareció Castilla Y Pedregal y Alfonso López.
Ya, hacia el sur, se extendían híbridos. Ya con fastuosas viviendas ya con casitas en las cuales habitaban los
habitantes originarios de El Poblado. Ya Bello y Copacabana, al norte, se integraban; en un concepto de
territorio mucho más vasto. No sé si, desde ese primer momento, se asumían los conceptos de zonas
metropolitanas. Pero también, al sur, se acercaba Itagüí y, aunque de manera más lenta, Envigado.
Lo que contaba, para mí, era la sensación de estar inmerso en un proceso no pensado; no entendido. Pero
estaba ahí. Como proceso envolvente. Porque, la perspectiva de ciudad moderna, actuaba
independientemente de mi participación. O de la participación de los otros y las otras. No sé, en fin de
cuentas, si ya estaba presente, en ese crecimiento urbano, una opción como la planteada por Manuel
Castells. No sé, si en el caso de los y las ciudadanas en mi ciudad y en las otras ciudades. No sé si la presión,
a partir de los desplazamientos masivos, sobre la ciudad y, por lo mismo, en la exigenc ia d vivienda y de
servicios básicos; ya tenían o no expresión en términos de exigencias organizadas. Volviendo a lo de Castells,
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no sé si alguien, en nuestro país tuviera, en ese entonces, posiciones como: “…Cuando se habla de
problemas urbanos nos referimos más b ien, tanto en las ciencias sociales como en el lenguaje común a toda
una serie de actos y de situaciones de la vida cotidiana cuyo desarrollo y características dependen
estrechamente de la organización social general. Efectivamente, a un primer nivel se trata de las condiciones
de vivienda de la población, el acceso a las guarderías, jardines, zonas deportivas, centros culturales, etc.; en
una gama de problemas que van desde las condiciones de seguridad en los edificios (en los que se producen,
cada vez con mayor frecuencia accidentes mortales colectivos) hasta el contenido de las actividades
culturales de los centros de jóvenes reproductores de la ideología dominante…”61
En verdad dudo que se hubiera desarrollado una opción de vida urbana, así en esas condiciones. Lo que este
sujeto niño perverso entendía, no iba más allá del discernimiento de quien no tenía ni siquiera, a su
disposición las posib ilidades que otorga la escuela. Más aún, reconociendo que, cuando hablo de escuela,
estoy hablando de lo básico. En una estructura escolar-académica en donde el lugar para la profundización no
existía. No iba más allá, como lo expresé arriba de aglutinar una serie de saberes, cruzados por la textura
tradicional religiosa, particularmente la católica.
Estaba, pues, situado en un reconocimiento del entorno inmediato y mediato. Reconocimiento que no iba más
allá de encontrar espacios para una lúdica restringida. Porque, ¿qué lúdica podría haber, en mi escenario de
niño condicionado por mis propias actitudes y que originaron y mantuvieron una posición hostil de los otros
integrantes del grupo familiar; particularmente de la madre y el padre. Porque, a la vez, crecían las
posib ilidades y justificaciones para profundizar en torno al cuadro comparativo con mi hermano, el
escolarizado, que seguía avanzando.
Entonces, una noción de ciudad y de país y de mí mismo y de los demás; que comprometía las fijaciones que
había venido construyendo. Ya lo dije, visiones enfermizas; sueños acechantes. Expresiones en las cuales las
imágenes recorrían mis espacios. Imágenes que recorrían mi cuerpo y que ocasionaban estigmas más
lacerantes que las posturas religiosas asumidas por mí antes. Imágenes que vertían opciones y que me
convocaban a asumirlas. Opciones como latigazos. Opciones que conminaban a no existir más. Opciones que
me proponían huir de la casita y abordar el camino del transeúnte sin referentes. Como si me propusieran
jugarme la vida en el amplio espectro que permite la inmensidad de la ciudad. Ir ahí, a cualquier sitio si n
ningún nexo con los hermanos, las hermanas, el padre, la madre, las abuelas… En fin, imágenes que se
erigían como mandantes sombríos y que me colocaban en posiciones de profunda angustia. En extravíos que
yo no estaba en capacidad de asumir. Porque lo mío era una angustia sobre otra. La mía propia y la heredada
de esos sueños absolutamente onerosos.
Y era el año que marcaba el inicio de otra década. Quien lo hubiera creído, ya había vivido casi dieciséis
años. No era sujeto hábil para realizar inventarios de vida. Sin embargo, estaba ahí en la posición de niño -
adolescente que había accedido, otra vez, a la escolaridad en nombre de la necesidad de reconciliación. Más,
nunca, en términos de avanzar en el conocimiento. Vale la pena aclarar, ahora, que había innovado en lo que
respecta a la justificación para desertar. Una figura, parecida a las imágenes que me atormentan en mis
sueños, exhib iendo una postura y una voz que me reta. Algo así como entender la posición como
61 Castells, Manuel; “Movimientos sociales urbanos”. Siglo XXI Editores, segunda edición en español, 1976, página 5
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cuestionamiento a la autoridad. ¿Pero sería cierto eso? ¿De cuándo acá había adquirido algún criterio
elaborado? Aún ahora no me lo creo. Yo no era, en ese tiempo sujeto de elaboraciones. Era, por el contrario,
un bandido que se azuzaba así mismo; vertiendo palabras. Sin poder construir una o dos frases con sentido.
Solo, en esos sueños tormentosos, venían a mí interpretaciones de lo cotidiano; de esa exterioridad que no
percib ía sino en la vigilia del día a día.
Así fue, por ejemplo, como accedí a entender todo lo relacionado con la continuación del exterminio. Veía, a
ráfagas, lo sucedido con quienes no accedieron al pacto bochornoso. A ese pacto entre los mismos. Pacto
que avasallaba a la democracia. Convertía en delito el solo hecho de aspirar a una alternativa diferente. Y, sin
saberlo, iba profundizando, todas las noches. Veía a los campesinos y campesinas. Niños y niñas. En las
travesías. Solo ahora, después de haber leído al maestro Alfredo Molano, en su trilogía “Siguiendo el corte”,
“Aguas arriba” y “Selva adentro”, he podido descifrar esos mensajes de mis sueños. He podido dilucidar el
significado de esas imágenes. Los sin tierra; los desarrapados; tratando de arrancarle aliento a la vida. Como
si esta estuviera flotando ahí. Y ellos y ellas, tratando de asirla. Mientras tanto los aviones y la tropa de los
jerarcas. Apuntándoles. Matándolos. Y los gritos de rab ia y las lágrimas y la ternura invitando a resistir. Y los
jerarcas riendo en las ciudades. Invitándonos a reconocerlos como voceros válidos. Como convocantes
ciertos a la paz. Y, nosotros, en las ciudades sin arriesgar nada. Solo consumiendo los discursos ampulosos.
Y llegó el segundo de la lista. El hijo del poeta. El mismo de la sagrada ciudad b lanca. Impoluto. Hijo de poeta
que no sabe nada de la vida de los y las demás. Que mantuvo la línea de acción. Con los chafarotes a la
ofensiva. Limpiando el campo. Siendo, esa limpieza, un concepto asociado a la matanza. Generalizada y
selectiva. E inundaban los campos de panfletos. Convocando a la rendición. Expresando que los bandidos
eran quienes reclamaban justicia. Bandidos eran quienes no se dejaban acrib illar y respondían a los
vejámenes, con la fuerza de la dignidad y, porque no, con las armas que habían logrado salvar. Y los niños
ahí. Y las niñas también. Muriendo ellos y ellas. Y sus madres. Y sus padres…y todos y todas.
Y la década corría veloz. Mi escolaridad seguía en veremos. Muy intermitente, casi nula. Y, Rosita, se volvió
recuerdo. Como con Norela, no la volví a ver, después de que se produjo otra etapa del peregrinar. Y fuimos a
dar a la carrera 46, entre las calles 77 y 78. Y fue creciendo, otra vez, mi deseo de ser un asceta. Fui recib ido
en la parroquia El Calvario, entre Prado, Campo Valdés. Volví a mis andanzas; a mis ayunos y a mis
excoriaciones producidas por mí mismo. Y el grupo familiar se había ido desmantelando. Ya no estaba el
hermano mayor. Tampoco dos de las hermanas. Se habían matrimoniado, huyendo de la casita inhóspita
Y, estando en esas; de las excoriaciones provocadas y en los ayunos, conocí al padre Daniel. Exégeta, pero
demócrata. Había logrado construir y posicionar grupos de acción, dentro de los jóvenes cercanos al ideario
católico. A través de él llegamos, muchos, a la J.O.C (Juventud Obrera Católica). Y conocimos, desde allí, las
huelgas y a quienes las promovían, no como proceso continuo y/o programático y político; sino como
respuesta a los atropellos de los patronos. Yo, en ese entonces, ya trabaja. Alternaba mi actividad laboral,
periódica e intermitente, con la escolaridad. Y caminábamos las calles solicitando ayuda para los huelguistas.
Recaudábamos alimentos y algún dinero. Participábamos en las reuniones con ellos, con los trabajadores.
Cuando no había huelgas, nos reuníamos todos los sábados, en la sala de reuniones de la casa cural. Y
leíamos los evangelios. Y los comentábamos. Y trazábamos tareas. Íbamos a los hospitales, a visitar a l os
enfermos y las enfermas sin familia. E intercambiábamos textos. Por esa vía conocí a Ortega Y Gasset; y a
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Alberto Moravia; y a Sartre; y a Camus; y a Kant; y A Hegel; y a Hobbes; y a Rousseau; y a Homero; y a
Sócrates. Fuimos tejiendo la red de los rebeldes. De los que aprendimos, en las huelgas, el sufrimiento
profundo en las ciudades. Y fuimos relacionando esto con la tragedia de nuestro país, tragedia de los
nómadas forzados; los de las travesías; los bombardeados; los fusilados y decapitados. De los niños y las
niñas muertas y muertos, al lado de sus madres y de sus padres.
Y, allí, en esos ejercicios bravíos; heréticos, se empezó a desenvolver la actuación como proceso. Como
continuidad. Porque accedí a otros y a otras. Porque ya me arriesgué a ir a la universidad, sin matrícula. Solo
por ver y palpar el conocimiento. Y lo social fue mi alternativa. Y decanté lo hablado, lo escuchado, lo leído. Y,
por esa vía, conocí de Camilo Torres Restrepo. Todo porque el sacerdote Vicente Mejía, comprometido en
una lucha acompañando a los desarrapados del basurero. Hoy los llaman recicladores. Y Vicente convocó a
Camilo, un día cualquiera de octubre. Y estuvimos con él. Y, al poco tiempo, ya estaba yo en la perspectiva de
equilibrar mi religiosidad con la acción de riesgo. Con la propagación del ideario desprendido de la lucha de
clases. Empecé a reconocer, en todos los entornos, los ob jetivos fundamentales por los cuales luchar. Y se
hizo gigante y hermosa la espiritualidad; esa tendencia que había estado ahí y que fue resortada y voló a
todos los lugares. Empecé a vivir, ya no en sueños, la realidad y a asumirla. Profundamente triste y
conmocionado. Y volvía alucinar. Me veía en el universo absoluto cabalgando en las nubes y en el polvo
cósmico. Iba y regresaba. De aquí a allá
Estos cantos me estremecen. Porque grafican lo acontecido conmigo. Porque, en el día a día, sentía morir por
todos y por todas. Suplantar a quien estuviera sufriendo. Para sufrir yo, en su reemplazo. Empezó el delirio, el
frenesí. Esa ambición de terminar ya con la dominación impuesta a sangre y fuego. Terminar con el hijo del
poeta y con quien lo siguió; el otro Lleras. Porque el pacto entre los perdularios seguía vivo. Como viva seguía
la acechanza a los trasgresores y trasgresoras del orden establecido. Ya habían aniquilado a cientos de miles.
Fue la década de la infamia. La muerte de Camilo; la muerte de Ernesto Guevara; las muertes de todos y
todas. Soñadores y soñadoras; intérpretes de la lucha diaria. Aquí, en esta ciudad que seguía creci endo. Ya
estaba Andalucía y los barrios Popular 1 y 2. Y había crecido Aranjuez. Ya estaba el barrio obrero,
Campoamor; y había crecido San José la Cima; y Santo Domingo y apareció Guadalupe y Loreto se extendió
hacia el oriente; y Villa Hermosa se fragmentó. Y sus aristas crecieron. Y se construyó la ciudad universitaria,
para agrupar las facultades que estaban diseminadas. Y se hizo visib le, otra vez, el movimiento estudiantil Ya
había demostrado su poder en los enfrentamientos en Estudios Generales, secc ión de la Universidad de
Antioquia. Y creció la lucha por vivienda digna y por un servicio de transporte eficiente y masivo. Es decir,
ahora si se estaba dando lo que preconizaba Castells. Era otra ciudad, sin lugar a dudas. Éramos otros y
otras.
Y, cualquier día, recordé a Rosita. Porque la vi, allá. En una batalla callejera, izando la bandera de la
esperanza. La vi y me vio. Con ella estaba Jesús, conocido dirigente estudiantil. Ella era de él. Y, por esto,
volví a alucinar. Volví a la tristeza que rondaba por ahí; como manifestación latente. Como figura dispuesta a
aparecer al menor descuido.
Y volvieron los sueños tormentosos. Y veía a Rosita llamándome ¡ven patico ¡. Y me negué a seguir viviendo.
Y desperté. Y navegué, deambulé por todos los espacios conocidos. Y no estaba en condiciones de ir al
tropel. Porque ella, mi Rosita, me hizo acordar de lo tanto que he transitado. Porque ella, sin mí; sin su patico,
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construyó futuro; arriesgando tanto o más que yo. Y volví a la religiosidad enfermiza. Volvieron los ayunos y
las laceraciones.
Por fin terminó la crisis. Volví a realizar acciones. En veces, en los barrios. Otras en las huelgas y en las
fábricas. Había retomado el proceso. Ya estábamos en 1968. Y supe del Mayo Francés. Y supe de Daniel el
Rojo, en Alemania. Y supe de la masacre en la Plaza Tlatelolco, en ciudad Méjico, en plena realización de los
Juegos Olímpicos. E interpreté el proyecto político de la tercera cuota del Pacto. Y analicé su propuesta de
modernizar el Estado, a partir de un concepto de eficiencia coherente con el concepto de desarrollo capitalista
periférico. Y conocí de su propuesta de Pacto Andino; esbozo de mercado común regional. Y recorrí mil
caminos, en esa ciudad que seguía creciendo. Y se fue borrando el recuerdo de Rosita. Y recordé que no
había sido tocado, en su momento, por la Revolución Cubana. Y, en ejercicio retrovisor, volví a 1959; cuando
era lo que ya conté que era. Pero, intentando descifrar una imagen en uno de mis sueños. Imagen de
contrastes. Porque, a veces, veía seres jub ilosos, posicionados de un territorio que no supe ni pude identificar.
Pero, al mismo tiempo, seres en travesía; sufriendo los rigores de los bombardeos. Este último territorio si me
era familiar; pues lo había visto desde siempre. Que Tolima, Huila, Sumapaz; Territorios Nacionales;…
Y, así, fui desenvolviendo el ovillo, similar al nudo de Ariadna. Y reconocí, en esos contextos enunciados, la
posición alusiva al desarrollo capitalista tardío. Como el nuestro. Ya no era, simplemente, el modelo de
sustitución de importaciones. Ya era, todo un modelo de amplio espectro. Pero no autónomo. Simplemente
vinculado a los condiciones que imponía el Imperio. Fue, entonces, cuando conocí las propuestas puntuales
de Joaquín Vallejo Arbeláez, a la sazón ministro en el gobierno de la tercera cuota del pacto (Carlos Lleras
Restrepo). Y leí, ávidamente, todo el texto sustentatorio de El Pacto Andino. Y lo cotejé con las propuestas de
la CEPAL (Comisión económica para América Latina). Y encontré las coincidencias. A lgo así como un
proyecto en el cual cabían las opciones políticas y económicas, por la vía de entender una forma de la división
del trabajo. Obviamente a países como el nuestro, como Venezuela, como Ecuador, como Argentina, Brasil,
etc., nos correspondía la parte de lo accesorio. No podíamos acceder a la tecnología necesaria para
implementar un proyecto de industria pesada. Solo lo periférico; y eso sí, con limitaciones.
Y, a partir de ahí fue que conocí la teoría del desarrollo desigual y combinado; lo cua l no es otra cosa que la
implementación de los modelos precarios, súbditos. Y, por esa misma vía, conocí la teoría de Celso Furtado,
expresando la opción clásica del desarrollismo económico. Y conocí, además, las teorías de Samir Amín (en
la misma perspectiva del modelo de desarrollo desigual y combinado). Y, de manera apenas obvia, profundicé
los textos económicos de Marx, y de Rosa Luxemburgo. Y leí el texto económico de Lenin “El desarrollo del
capitalismo en Rusia”. Y conocí las teorías de partido de Lenin, en lucha en contra de las postulaciones
socialdemócratas en Rusia (Los Mencheviques) y en Alemania (Rosa Luxemburgo). Y, muy posteriormente,
conocí la teoría del Programa de Transición de León Trotsky. Y entendí que yo no había tenido el libreto
completo; pero esto fue culpa mía y solo mía. Cuando leí las obras de Mao y su descripción de la Gran
Marcha, antecedente de la Revolución China, me embelesé con su visión de Frente Patriótico.
Todo lo anterior, en paralelo a mi militancia partidista. Asumiendo opciones de riesgo. Ya, en mí, no contaban
tanto las realizaciones inconexas en la ciudad. Ya yo estaba del lado de un proceso y de una posición
programática para acceder al poder, por la vía armada. Y, aún hoy, no me arrepiento de ello. Y, seguí en los
barrios; difundiendo la doctrina. Y seguí en las huelgas, haciendo lo mismo. Todo, en una perspectiva no de
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filantropía. Fue el tiempo en que conocí la Declaración de la Habana. El nuevo curso de las revoluciones en
América Latina, propuesto por el Partido Comunista en Cuba. Texto de inmenso contenido teórico y práctico.
Y, en los barrios, hice mi carrera política fundamental. Estuve trabajando de manera grupal. Con amigos y
amigas coincidentes conmigo. Pero también con personas que no compartían mis opciones. Pero, ahí, estuve
con ellos y ellas. E hice alfabetización de niños, niñas y adultos (as); teniendo como guía los escritos
pedagógicos de José Martí (fundamentalmente “El Siglo de oro”); pero también trabajé con la teoría de Paulo
Freyre. Y conocí, derivado de allí, el modelo de investigación-acción. Instrumento metodológico básico, para
realizar todo un trabajo de interpretación sociológica del desarrollo urbano y rural. Y, lo que es fundamental,
de las tendencias políticas, económicas y culturales; de tal manera que se pudieran construir opciones de
intervención revolucionarias. Y, en ese contexto, investigamos acerca de la vivienda urbana y acerca del
modelo gubernamental a través del ICT. Y conocí de cerca, a partir de ese modelo de investigación, el
significado del desplazamiento campo ciudad. Y, arriesgué mi propia teoría, en el sentido de entender como
migraciones ese proceso de desplazamiento y, además, hablé acerca de identificar la diversidad cultural que
se estaba asentando en las ciudades, particularmente en la que vivía. Y, por esta vía, propuse la realización
de eventos globales, que convocaran, a nivel local y nacional, a quienes, desde diferentes perspectivas y
opciones, trabajaban como nosotros y nosotras, en los barrios. Y lo hicimos. Prim ero en mi ciudad. Y surgió el
COBAPO (Comité de barrios populares). Y movilizamos miles de miles de personas, alrededor de problemas
como los asociados a los servicios público; la vivienda; el transporte; la cultura; los hogares infantiles.
Pero, también, propuse una interpretación acerca del nexo del barrio con las luchas obreras. Particularmente
en torno a las familias de los huelguistas. Y fue por esa expresión que se concretó uno de los eventos de
masas más plenos, en términos de la relación lucha obrera-lucha barrial. Fue en el Barrio Campoamor, cerca
de Guayabal, en el camino hacia Itagüí.
Pero había un gran vacío en mí. Por más amplia y apasionada que fuera mí actividad; seguía en esa soledad
interna. Los sueños me seguían atormentado. Identifiqué mi esquizofrenia. Estaba partido. De un lado, una
individualidad y una internalidad, profundamente afectadas. Sin sosiego. Aquí y allá, busca salidas, sin
encontrarlas. De otro lado mi profundo convencimiento de la necesidad de revolucionarizar la vida políti ca,
económica y cultural del país. Y eso tenía que hacerse efectivo con el combate directo, armado. Por eso yo
definí la teoría que habla de lograr en la ciudad un apoyo absoluto; para articularlo con la lucha armada en el
campo. Inclusive alcancé a plantear una figura de guerrilla urbana, como la propuesta y realizada por Carlos
Marighela en Brasil. Y es que ya había leído algunos escritos de José Carlos Mariátegui, el esplendoroso líder
y teórico ecuatoriano. Y es que ya había leído a los nihilistas rusos y había conocido la teoría de Bakunin en
Rusia. Empecé a navegar entre la opción guerra de guerrillas y la teoría de la insurrección, tan cerca al
trotskismo.
Y vuelvo, entonces, al momento en que descifré mi esquizofrenia. Y ahí estaba yo, partido. Mi in terioridad
seguía deteriorándose. Esos eternos sueños conmigo. Y empecé a buscar alternativas para alcanzar el
equilibrio necesario; sin lograrlo. Me acerqué a la tesis freudiana del malestar espiritual, individual; por la vía
de leer “El malestar en la cultura”. Pero, también leí, en esa perspectiva, las interpretaciones de sociedad y
desasosiego, de Hebert Marcuse (en “Eros y Civilización” y en “El hombre unidimensional”). Y empecé a
asociar mi fragmentada interioridad, con el condicionamiento ideológico que está en la base de la dominación
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capitalista. Y, por esto mismo, leí a Lukács, tratando de descifrar el contenido de los códigos ideológicos.
Pero, simultáneamente, estaba leyendo a Kafka, sobre todo, sus obras “El Proceso” y “La metamorfosis”. Y
me iba perdiendo, cada vez más. Llegando casi al delirio. Y, esos sueños ahí. Y seguía viendo a Rosita. Y
trataba de dilucidar esos sueños con la madre azotada por el padre. Y, en ese momento, reconocía que nunca
había tenido en cuenta los asuntos relacionados con el inequidad de género. Ni en el Partido; ni en nuestros
trabajos y acciones cotidianos, valorábamos, de manera acertada, la participación de nuestras compañeras
mujeres.
Y, eso, me atormentaba. Y volví a analizar al grupo familiar. Seguía ahí, cada vez más reducido. No solo en
número; sino también en su vertebración fraternal. Una figura parecida a esos conglomerados que están, pero
que ninguno o ninguna de sus integrantes se reconocen el. Estar con alguien, pero estar solo. Así lo sentía y
así lo vivía.
Y es que mi individualidad no tenía referentes. Como cuando se siente que no te encuentras contigo mismo.
Cuando, por ejemplo, la imaginación se desenvuelve en un territorio enfermizo; lleno de imágenes que no
logras identificar. Como cuando no percibes ninguna ilusión. Y es que, estando así, no logras asir nada
diferente a tu propia angustia. Es una laceración mucho más profunda y dolorosa que los azotes que yo
mismo me infringía; cuando aspiraba a la santidad. Cuando pretendía evadir la realidad, por l a vía de
inventarme un universo que tenía como centro la divinidad. Esa que deviene de una concepción de dios y de
sus efectos colaterales. Pues sí que esos sueños; en los cuales cabalgaba en un ser deforme. Parecido al
caballo alado, pero con los ojos desorb itados y con las orejas de conejo y con unos dientes afilados,
acezando. Buscándome; y yo encima de él. Vertiendo un líquido rojo, alusivo a la sangre que derramaban
miles de seres que estaban a lado y lado del camino. Y, despertaba sudoroso, llamando a l Sol y a Júpiter; y a
la luna. Totalmente perdido. Y, volvía a empezar el sueño. Y, ahí estaban Rosita, Norela y Gudiela;
envejecidas; con enormes cadenas al cuello. Y me llamaban. Y me decían “patico, vuelve por nosotras. No
nos dejes al garete, por favor “. Y yo gritando y anhelando despertar pronto. Pero me pesaban los párpados.
Como paralizado todo. Sin mover ningún músculo. Y, entonces, veía al hijo de poeta, llamándome.
Mostrándome sus manos, ensangrentados. Y veía al divino Laureano, como poseído, b landiendo un hacha;
similar a la que se utilizó para dar muerte a Rafael Uribe Uribe. Y, también, veía al primero de la lista
elaborada para el Gran Pacto. Y me mostraba un inmenso lienzo b lanco. Allí estaban dibujadas las manos de
todos los súbditos muertos. Allí estaban graficados todos los caminos de la Travesía. Y veía a las abuelas y a
los abuelos, con sus miradas perdidas, absortos y absortas. Y, los niños y las niñas, estaban también ahí
dibujados y dibujadas, con inmensos ojos tristes. Y, también estaban las mujeres detrás de los hombres de la
Travesía. Y, el padre y la madre, cuando niños. Oteaban todos los territorios. Y la casita estaba dibujada, sin
nada adentro. Y, yo estaba dibujado, con la mirada al cielo; y con una aureola inmensa. Y me flage laba y
quemaba mis dedos. Y estaba las piedras en los zapatos y corría como enajenado.
Y veía a María Cano y a Torres Giraldo. Este último gritaba. Y María Cano obedecía. Y la vi trajinando mil
caminos. Y la escuchaba en sus discursos. Sus manos izadas y repetía lo de la masacre las bananeras. Y me
decía que eso iba a volver a ocurrir; aquí y allá. Y me decía que, como en Iquique, habría muertos y muertas.
Que los obreros y las obreras. Que los campesinos y campesinas. Que los niños y las niñas. Y me decía que
leyera los poemas de Gabriela Mistral y que recordara siempre a Picasso y su Guernica. Y que volviera a leer
82
el Canto General de Neruda. Y que, leyera las Venas Abiertas de América Latina y que entendiera el mensaje
de Galeano.
Casi siempre, al despertar, sentía un inmenso cansancio. Como de no querer levantarme. Y volvía a dormir. Y
veía los hospitales. Y yo estaba ahí, amarrado y gritaba, alucinando. Y no reconocía a nadie; como perdido;
con la mirada en vacío; sin nada en ella. Creo que así debe ser la locura profunda. Creo que así fue la locura
de Van Gogh y la Nietzsche y la de Kafka. Y, ahí, estaba Giordano Bruno, en la hoguera; sacrificado por
buscar opciones diferentes, conceptos diferentes, vidas diferentes. Y me trepé a los semáforos de cada
esquina. Con una mano me hacía para no caer y con la otra les daba fuerza a mis palabras. Y me bajan de
allí, los gendarmes. Y, otra vez, el hospital y sus cadenas. Y estaba atado a la cama. Y me inyectaban un
líquido que me enmudecía. Y, así, no podía gritar ni defenderme.
Y comencé otra década. La anterior había sido, un tránsito de profundos cambios en mí y en mi entorno
cercano. La ciudad seguía creciendo, casi hasta la saturación total. Y el país también crecía. Y ya se había
posesionado el último de la lista del Gran Pacto. Conocí y actué ante el grosero fraude en las elecciones de
ese abril. Y estuve agitando y convocando. No tanto por el General; sino mostrando y denunciando el
comportamiento de los beneficiarios del Frente Nacional; de ese Pacto entre reyezuelos. Ese que conminó a
la democracia, para que dejara de existir. Y estuve en los barrios y en sus calles. Con la bandera de la
dignidad. Y llamé a todas las puertas. Y les dije a todos y a todas que ahí estaba la opción. La Guerra total en
contra de los mandarines perversos y su ejército. Y hablé de la necesidad de la lucha armada; en el campo y
en la ciudad.
Y llegó el momento de la partida. Había aceptado el reto. Me iría al campo. Pero no a cualquier campo. Me iría
a esos inmensos territorios de colonización. Era una decisión mía, la aceptación de la p ropuesta. Y me
preparé para esto. Y la madre y el padre y las hermanas y los hermanos, no me importaban. Me iría, con la
misma convicción y con la misma fuerza y con la misma pasión de siempre. Y volvían los sueños. Y ahí
estaba el hospital. Y ahí los homb res de b lanco, aplicándome otra vez la dosis que paraliza. Y, yo haciendo un
esfuerzo inmenso por fugarme. Y ellos detrás, persiguiendo a su presa. Y me volvía a subir a los semáforos y
a los buses. Y gritaba vivas a la lucha armada y a la guerra total con tra los impúdicos auspiciadores de la
amnesia individual y colectiva. Y me bajaban, otra vez. Y despertaba y volvía a dormir. Y, otra vez, la rutina.
Partí un día cualquiera del séptimo mes, del primer año de la década. Me despedí del padre y de la madre. A
nadie más dije nada. Tampoco hubo mensajes. Para qué; si ya los había enviado todos. Si ya había dicho lo
que tenía que decir. Ya no me acompañaba el recuerdo de Rosita. Como si hubiera mimetizado, del todo, el
vacío inmenso que me causó su distanciamiento. Ya, en mí, aparecía una especie de coraza. Endeble, pero
coraza al fin. Las acciones preparatorias se limitaron a estudiar la geografía de la zona. A conocer su historia
lejana y reciente. Y, por esa vía, supe de su existencia como campo de experimenta ción y como olvido
absoluto. Y, entonces, Volvía a leer “La Vorágine” de José Eustasio Rivera. Y volví a leer “Doña Bárbara”, de
Rómulo Gallegos. E indague acerca de la historia de sucesivas vejaciones, por la vía del caucho y la siringa. Y
profundicé en el conocimiento del significado que tenía El Pato; Guayabero; el Unilla; La Uribe. Y estudié
acerca de la Macarena y de su condición de hospedante de la b iodiversidad y de su riqueza en flora y fauna.
Y estudié acerca de las sucesivas migraciones de mucha gente de nuestro pueblo, buscando paliar la miseria.
83
Y conocí la historia de la guerra con el Perú y de la manipulación que se hizo, por parte de los jerarcas de la
historia oficial.
Y, entonces, conocí de los procesos de colonización; incluido el último, a partir de 1966. Ya Vaupés, Arauca,
Guainía, Putumayo, Amazonas, Vichada; se convirtieron en referentes políticos, económicos y geográficos.
Con pleno conocimiento. Y, desde ahí, preparé mi intervención. Dándole, al futuro, un profundo significado. No
solo en lo que respecta a mi intervención inmediata; sino, y fundamentalmente, a la perspectiva que se abría.
Y llegué en plena época de lluvias. Había pasado por el Meta. Y, desde allí, volé a San José de Guaviare;
entonces vinculado geográficamente, a la Comisaría del Vaupés. Desde allí, por inmensos lodazales, unas
veces a pie y, en otras, en tractor, me desplacé hasta El Retorno, también conocido como Caño Grande.
Llegué un sábado, todavía corría el mes de julio. Y, ya allí, comencé el recorrido, en términos de postular una
intervención política, asociada al programa partidista. Ya, allí, empecé a trabajar en esa línea. Me vincule,
laboralmente, a la Cooperativa Integral de Caño Grande, como contador y como asistente de la
administración. Todos los fines de semana, además de las labores de entre semana, colaboraban en la
atención a los usuarios; en razón que, sobre todo el domingo, el día de mercado. Y llegaban los colonos;
después de haber recorrido inmensas distancias. La remesa era repetida. La panela, las papas, las lentejas, el
fríjol. Eventualmente se incluían las herramientas de trabajo: machetes, rulas, azadones, palas.
Extremadamente limitados muchos de ellos y ellas. Porque dependía de algún préstamo del Incora, o de la
Cooperativa, en su condición de socios y socias. Una vida áspera; en donde el aliciente básico estaba del lado
de las mejoras que se pudieran alcanzar. Las siembras: maíz, arroz; ejercían como proyectos cíclicos. La
rozada tal mes, la quema en tal otro. Siguiendo el mismo ciclo relacionado con las lluvias y el verano.
Y comencé a ejercer mi labor como conductor político. Empecé a establecer relaciones más allá de la simple
atención en la Cooperativa. Y empecé a exponer mi posición política. Y establecí puntos de apoyo básicos.
Aprovechando el día libre a que tenía derecho, semanalmente, visité los fundos de aquellos y aquellas que iba
considerando como potenciales cuadros políticos y de acción. Y no me importaba ningún riesgo. Como, en los
sueños, hablaba abiertamente de la necesidad de la lucha armada. Trabajé con avezados y avezadas
hombres y mujeres. Que venían de lejos. Que habían realizado sus luchas; como habitantes de ciudad y como
habitantes en el campo. Luchas por sus reivindicaciones mínimas. Y llegaron allá, en el contexto de un
proceso y de un programa propuesto desde algunas instancias gubernamentales. Lucha por la sobrevivencia.
Y lo entendí así. Ya conocía muchas de esas historias de vida. Desde cuando estuve participando en aquellos
procesos ya expuestos, en términos de la investigación-acción. Y que los había profundizado, a partir de
aplicar el método pedagógico de Paulo Freyre. Pero, asimismo, porque muchas de las experiencias similares
en Ecuador, Perú, Chile y Bolivia; las había conocido en el contexto de mi actuación . Y, además, porque había
leído acerca de experiencias en Polonia y Rusia. Pero, también, porque había conocido historias de vida de
África y Asia. En este último, ante todo, las experiencias en China y Vietnam.
Y, en el entretanto, volvían los sueños. Y se iban después. Y sentía la persecución constante de las imágenes
de todos los sueños. Y me acechaban también allá; como en la ciudad donde nací. Como en todos los
momentos vividos antes de estar aquí; antes de conocer a Nelly. Pero, ahora no es como antes . Ahora está
ella. Y ella me convocaba a trabajar por dilucidar el lenguaje cifrado que me ha acompañado. Porque, para
ella, el problema había que resolverlo así; descifrando esos códigos. Y me decía que no podía seguir aferrado
84
a las posib ilidades de ser tangente; de no cruzar esa barrera entre realidad y ficción enfermiza. Que ya era
hora de dejar de lado esa imaginación cansina y enrevesada. Imaginación achatada y condicionada por las
imágenes de esos sueños. Había que volver sobre los legados fundamenta les de la humanidad y asirlos para
siempre; en un proceso en el cual, como sujeto, pudiera avanzar en términos de consolidar la individualidad,
sin escapar de la realidad. Hacer coherente el ser y el hacer.
El trabajo con los niños y las niñas, particularmente en lo que respecta a cierta expresión lúdica, comenzó al
poco tiempo de haber llegado. Niños y niñas que habían vivido con sus padres y madres y que estaban aquí;
por eso de que no podían ser libres en términos de decidir y reivindicar la autonomía. Esto me hizo volver a la
reflexión, en el sentido de auscultar el significado que tiene la vida, para ellos y para ellas. Lo cierto es que
aquí estaban. Otros y otras habían nacido en este tiempo, aquí en este sitio hospedante, un tanto inhóspito ;
por lo menos en el sentido de las condiciones de absoluta dificultad.
Y, entonces, conocí a Edison. Con quien compartí ese tipo de trabajo con los niños y las niñas. Fue, algo así,
como mi cómplice. Y no solo en ese trabajo; también en el rescate que hic imos de un periódico que había
dejado de ser editado. También, en realizaciones vinculadas con amplificar algunas voces, en lo que dimos
por llamar “La Voz de la Selva”. Desde ahí, en los fines de semana, convocábamos a los y las habitantes.
Expresábamos palabras en las cuales había un profundo contenido humano. Al menos eso creíamos. Con
Edison, también realicé actividades pedagógicas para adultos; en el mismo sentido propuesto por Paulo
Freyre. Con el ob jeto de precisar algunos aspectos del proceso de colonización en este territorio, trascribo dos
documentos que coadyuvan a que esa precisión sea mucho más cierta, más original….”
9 De la aproximación al concepto de Estado. La heredad perversa.
Toda técnica de control social responde a una concepción del hombre y de la vida, sin duda. Pero es un error
pensar que Platón extrae sus ideas políticas de la teoría de las ideas. Al contrario, la Ideas serán una
metafísica, una cosmovisión, una especie de creencia favorable para llevar a cabo la política…” 62
Desde la interpretación acerca del poder, propuesta y desarrollado en este escrito, es evidente la
asimilación al concepto de control. El asunto siguiente tiene que ver con su definición en términos
de control político. Lo anterior, por cuanto la noción de política, adquiere una connotación
relacionada con la actuación colectiva. Algo así como entenderla, en el contexto permitido por los
agregados adquiridos a través de determinados procesos previos. Es decir: la política no constituye
una opción originada en el proceso de internalización que efectúa cada sujeto (a), con respecto a
la exterioridad. Es, por el contrario, el desarrollo de elaboraciones acumuladas, a través de
procesos que trascienden a cada sujeto (a); comoquiera que se configuran a partir de una forma de
apropiación realizada por parte de quien o quienes convierten esas elaboraciones, en opciones
que entran a ejercer como referentes. En consecuencia constituyen, por esto mismo, un mandato;
una convocatoria que pretende el reconocimiento individual y colectivo. Está expresada en códigos
(...o definiciones) que conforman un cuerpo teórico, con repercusiones prácticas en el quehacer
62 Segui, Francisco. Prólogo a La República, Tomo I. Ed. Universales, Bogotá
85
cotidiano. Es, en otras palabras, el soporte necesario para ejercer gobierno, autoridad; por parte de
quien o quienes se han separado de los (as) otros (as); en su condición de usufructuarios (as) de
esos mismos códigos.
La diferenciación comienza, desde el momento mismo en que aparecen insumos que la permiten.
Si bien es ilustrativa la interpretación (...un poco lineal) propuesta en el recorrido: sociedad
primitiva-esclavismo-feudalismo-capitalismo; como proceso explicativo en cuanto al origen de la
dominación. Lo cierto es que el asunto es mucho más complejo. Porque supone, entre otras cosas,
retomar el entendido de la apropiación de los referentes y su imposición; a partir de un ejercicio
originado en la diferenciación; pero asimismo, en nexo con el proceso de internalización individual.
Valga presentarlo de la siguiente manera: si la sociedad primitiva descrita por Lewis H. Morgan,
constituyó un estado en el desarrollo de la humanidad; no puede inferirse, necesariamente, la
ausencia de determinadas formas de diferenciación...y de control. Con las limitaciones sociológicas
y políticas propias de su investigación, el texto que la resume, tiene elementos importantes; en
cuanto a la interpretación de los hechos originados en la misma investigación que se relacionan
con la actividad humana. Por lo mismo es pertinente resaltar lo siguiente:
“..Los hechos indican la formación gradual y el desarrollo subsiguiente de ciertas ideas, pasiones y
aspiraciones. Aquellos que ocupan las posiciones más prominentes, caben ser generalizados como
crecimientos de ideas particulares, a las que se encuentran íntimamente vinculadas…
Ya quedó planteada la interpretación en torno al poder y al control. Se infiere, en consecuencia,
una connotación asociada al concepto de sociedad; entendida como interacción colectiva en un
determinado territorio y cohesionada por una reglamentación; impuesta como norma de obligatorio
acatamiento.
Cabe ahora extender esa interpretación. Ya no tanto en lo que hace referencia a la implementación
coercitiva de los códigos y de las instancias a cuyo cargo está la vigilancia y desarrollo de los
mismos. Se trata de entender la dinámica que adquiere esa implementación; a través de un
proceso que va instaurando instancias, como figuras mucho más complejas en lo que hace
referencia a los mecanismos de control, de su desarrollo y distanciamiento con respecto a la
interpretación primaria, rígida de la inhibición y subyugación hacia el (...o los) sujeto (os).
Lo que antes era un escenario en el cual se exhibían unas relaciones simples de dominación;
ahora se va convirtiendo en territorio en donde los códigos y normas conforman un sistema lógico,
abstracto. De tal manera que los (as) sujetos (as) involucrados (as) como dominados (as), pasan a
ser un colectivo que es obligado a identificarse con ese sistema complejo de mandatos y
requerimientos; intermediado por instancias próximas y lejanas. Es, en otras palabras, una
asociación forzada que tiene como justificación y como centro, la aceptación de ese sistema
86
normativo. Al mismo tiempo, implica el reconocimiento de intermediarios que ejercen como
representación válida de esa asociación (...de ese Contrato Social, diría Rousseau).
Lo anterior no supone, en estricto, la pérdida de las aspiraciones íntimas de cada sujeto (a),
entendido en los términos propuestos arriba. Por el contrario, a pesar de la imposición del sistema
de normas, persiste ese conflicto (...o malestar que llamaría Freud) latente con respecto a esa
misma imposición. Veámoslo, un poco, en los siguientes términos:
“..Creo poder decir, en resumen, que la filosofía estoico-ciceroniana del derecho tiene sus raíces en una ética
racional a la que se adjudica una validez universal, como ley de la naturaleza humana. Esta ley, como todas
las leyes de la naturaleza, es la razón inherente a la naturaleza toda; es su significado. Por tanto, podemos, y
debemos derivar leyes de esta ley (a lege ducendum est juris exordium), porque esta ley, la ley natural, es la
fuerza de la naturaleza (naturae vis) y, por tal motivo, es la norma que define lo que es bueno y lo que es
malo. El cumplimiento de esta ley natural es tarea impuesta a los diversos estados (civitates) que expresan la
verdadera ley en las normas del jus pentium, común a todas ellas. Cada comunidad, sin embargo, tiene su
propio jus civile, válido sólo para sus ciudadanos, ya que toma en consideración las condiciones especiales,
tanto espirituales como materiales, que son peculiares de tal comunidad. Pero ni el jus Pentium ni el jus civile
deberán estar en conflicto con el jus naturae. Si lo están, tales normas no son verdaderas leyes, sino
mandatos arb itrarios...”63
Hasta aquí queda claro, en nuestra línea de interpretación, la dicotomía que subyace a la
implementación del poder político, como una expresión de la coacción hacia el sujeto. Este
ejercicio de dominación tiene, como colateral, una forma de subyugación; en tanto supone la
imposición de limitaciones al desarrollo autónomo individual que permite acceder a la naturaleza y
tomar de ella las percepciones e impresiones necesarias para construir el bagaje conceptual
indispensable, como proceso que consolida la independencia de cada sujeto (a). La inhibición,
derivada de la imposición de ese tipo de poder, induce a reprimir la autonomía y la libertad; como
cuota necesaria que debe otorgar el (la) sujeto (a) para disfrutar las posibilidades derivadas del
poder que, a su vez, se erige como avance colectivo en la escala de la evolución humana...de la
civilización; pero implica asimismo la latencia del conflicto, del deseo de libertad reprimido.
Veámoslo, en términos de Marcuse:
“El desarrollo del sistema jerárquico de trabajo social no so lo racionaliza la dominación, sino que también
contiene la rebelión contra la dominación. En el nivel individual, la rebelión original es contenida dentro del
marco del conflicto de Edipo normal. En el nivel social, las recurrentes rebeliones y revolucione s han sido
seguidas por contrarrevoluciones y restauraciones. Desde la rebelión de los esclavos en el mundo antiguo
hasta la revolución socialista, la lucha de los oprimidos ha terminado siempre con el estab lecimiento de un
63 Friedrich, C.J., obra citada.
87
nuevo, y mejor, sistema de dominación; el progreso ha tenido lugar a través de una cadena de control cada
vez más eficaz...*64
Son evidentes las limitaciones en el enfoque Freudiano propuesto por Marcuse. No solo en lo que
respecta al espectro social y su dinámica; sino también en lo que hace referencia al desarrollo y
manifestación de los mecanismos de dominación, mucho más complejos que los esbozados en
ese enfoque. Habría que mirar, en perspectiva, análisis desde la interpretación sociológica y
política. Pero, de todas maneras, Marcuse permite reconocer e identificar el conflicto entre sujeto y
poder, que subyace a la tensión constante que acompaña a cada individuo inmerso en el sujeto
colectivo y en su expresión orgánica; como instancias de control.
Así la cosas, entonces, existe un nexo insoslayable entre poder político y el Estado. Este último no
es otra cosa que la racionalización y organización del poder político; por la vía de instancias
jerárquicas, independientes del sujeto individual y del sujeto colectivo. A través de ellas se
expresan unas relaciones de dominio que abarcan territorios definidos. Es, el Estado, un
ordenamiento a partir del poder político. Le imprime a este una connotación abstracta, en razón a
que ejerce como referente que convoca a la aceptación; como garantía para la cohesión de
quienes comparten el territorio y que, asimismo, tienen un origen y expresiones culturales
comunes. Constituye, en otras palabras, la única posibilidad para acceder a beneficios en
condiciones de igualdad. Uno de ellos, a manera de ejemplo, tiene que ver con la opción para
dirimir conflictos, entre los súbditos. Lo anterior por la vía de la interpretación lógica y neutral; a
cargo de instancias creadas y desarrolladas en el marco permitido por el Estado.
La confrontación es un agregado del conflicto. Es su manifestación; como quiera que supone la
expresión, mediante acciones precisas y concretas, bien sea de una parte del conflicto o de la
totalidad de este. Si es lo uno o lo otro, se define a partir de los contenidos que adquieren las
acciones; pero también de, a partir de su significado con respecto al poder y sus manifestaciones.
Lo anterior se entiende mejor, ubicado en el contexto que ejerce como escenario en el cual se
aplica y desarrolla el poder. De las instancias, procedimientos a través de los cuales se ejerce el
control. De las franjas o sectores sociales que aparecen como dominados. Inclusive, en un análisis
más preciso, de la diferenciación que adquiere la dominación; según la identidad que pueden
alcanzar algunas de esas franjas o sectores, con respecto a los beneficiarios directos del poder.
Algo así como entender una dinámica en la cual aparecen beneficiarios (as) transitorios y
parciales; sin que esto implique la asunción del poder en sí.
En nuestra línea de interpretación, se trata de proponer una opción, en la cual se hace visible la
presencia de la dominación en diferentes niveles. Ya no tanto en lo que hace referencia a las
64 Marcuse, Hebert, Eros y Civil ización, Ed. Seix Barral Barcelona, 1968, página 92
88
instancias y/o los aparatos ideológicos del Estado, como expresiones a partir de las cuales se
pueda explicar y generalizar la cobertura y afectación de la dominación. Lo nuestro es más la
pretensión de alcanzar una caracterización de la dinámica que adquiere la aplicación del poder y la
dominación; en cuanto que ejerce una cobertura que permea sectores específicos, vinculándolos al
proceso inherente al control político y económico; como beneficiarios transitorios. O, simplemente,
como soportes pasivos a partir de lograr su apoyo en términos de captar su identificación con los
propósitos últimos del poder. Cuando, en este marco conceptual propuesto, se producen fricciones
o rupturas; se configuran expresiones de la confrontación que vinculan a esos sectores con
acciones que expresan contenidos concretos de un determinado conflicto; sin que esto implique la
disolución de nexo con las instancias del poder. En esta perspectiva, inclusive, cabe validar el
concepto que propone un entendido del Estado, como una sumatoria de micropoderes; a la
manera de bloque de sectores o de clases en el poder. Esta opción supone la presencia de una
figura asociada al equilibrio, en el cual confluyen intereses, en veces divergentes, unidos alrededor
de una (...o unas) determinadas formas de poder que les permite imponer decisiones en nexo con
sus intereses estratégicos. Es más, por esta vía, podría entenderse la “delegación del poder
formal”, a individuos y sectores que ejercen como expresiones “neutrales”.
Vale la pena, como ejemplo, transcribir el aparte del texto “Los Límites de la Modernización”,
escrito por la profesora Consuelo Corredor Martínez. Lo consideramos importante, en razón a que
se insinúa una interpretación del poder y la dominación; a partir del análisis de un período concreto
de la historia del desarrollo político y económico en nuestro País.
“..Los alcances de esta modernización han sido bastante limitados y sus implicaciones extremadamente
conflictivas, debido a que ella se ha adelantado en un contexto marcadamente liberal en el cual han
prevalecido los intereses de las élites dominantes. El modelo liberal de desarrollo ha significado la
subordinación del Estado, minimizando su función de interpretar, gestionar y regular los intereses colectivos, y
obstaculizando la configuración de un espacio público en el que se puedan expresar, confrontar y resolver los
conflictos sociales. El Estado colombiano es un Estado privatizado, atrapado entre el liberalismo económico y
el conservadurismo político.
En esta perspectiva liberalismo y conservadurismo no se oponen sino que, por el contrario, se articulan y se
prestan mutuos servicios. El logro de intereses particulares sin importar los costos sociales encuentra un
terreno propicio en el orden jerárquico y tradicional por el cual se vela el conservadurismo. El costo de esa
coexistencia ha sido el rezago de la organización política de las transformaciones socioeconómicas que han
trastocado el orden en que estaba cimentada.
Las restricciones derivadas de los sistemas económico y político colombianos han entretejido una gama de
relaciones tanto modernas como posmodernas, lo que hace la sociedad más compleja y fragmentada que en
el pasado. Ha sido una acumulación histórica de tensiones que han significado en forma continua períodos de
crisis y de relativa estabilidad. Y en esta dinámica, los momentos de crisis son cada vez más severos por la
89
fragmentación de los escenarios y de los actores, la mayor polarización y desigualdad sentidas y una amplia
percepción del carácter excluyente de los sistemas social y político…”65
A partir de esta opción nuestra de interpretación, en consecuencia, se hace necesario presentar un
análisis que permita introducir la diferenciación acerca de los contenidos, alcances y significación,
en cuanto a niveles de expresión del conflicto, de la confrontación y las acciones por medio de las
cuales este se concreta.
La connotación que adquiere la diferenciación, en el contexto de las relaciones sociales, supone
una determinada caracterización de roles; a partir de análisis soportados en categorías
conceptuales y metodológicas. Por lo tanto, ya no se trata de una simple réplica de lo observado,
como representación objetiva. Por el contrario, significa profundizar acerca de esas expresiones de
superficie; indagando por las condiciones que la subyacen, como soporte. Ya, en ese
procedimiento, pueden y deben aparecer algunos niveles de abstracción, referidos a la
interpretación alusiva a los acumulados históricos en nexo con la participación, en esas mismas
relaciones sociales, de los (as) sujetos individuales y colectivos (as). De las condiciones en que
esta se ha producido y del grado de inserción con respecto al conocimiento, a las instancias que lo
promueven y controlan. Pero también, y con mayor énfasis habida cuenta del horizonte propuesto
en nuestro escrito, acerca del significado de esa participación con respecto al poder y a las
instancias que lo soportan, a sus manifestaciones como instrumentos de control, de dominación y
de imposición.
Ha habido, en el curso del tiempo, interpretaciones que asocian la caracterización antes aludida, a
posiciones antropológicas y culturales. Por esta vía, ha desembocado en expresiones que
delimitan (a manera de diferenciación) la intervención de los (as) sujetos individuales y colectivos
en el desarrollo de las relaciones sociales; a partir de asignarle a determinados sectores una
posición periférica, respecto a los beneficios del conocimiento, entendido como proceso, como
aprendizaje que va decantando, segregando. Aquí, en esta opción, se valida, en veces, un
instrumento de diferenciación asociado la pertenencia a una determinada raza y/o etnia. Visto así,
entonces, cabe una propuesta de interpretación generalizante; pero también de especialización;
por cuanto se establece unos condicionantes vinculados con normas y pautas, a la manera de
posición que reivindica una versión predominantemente aceptada y acatada, de cultura, como
sinónimo de civilización; como paradigma, a partir del cual es posible establecer una segregación.
Ya no se trata, en el anterior escenario conceptual, de admitir una posición periférica respecto al
poder y a las instancias que lo soportan. Aquí, la noción de lo periférico, está referido a un espectro
mucho más amplio; en razón a que los márgenes constitutivos de la delimitación social, están
contraídos en términos del grado de apropiación y/o de acceso a los beneficios del conocimiento, y
65 Corredor, Consuelo. Los Límites de la Modernización, segunda edición. Editada por Cinep, página 23
90
de la cultura asumidos como referentes de civilización. Esto no es otra cosa que entenderlo, como
adecuación, como asimilación de los roles y los paradigmas allí consignados.
En un documento de trabajo (La Educación Superior en América Latina), presentado en el debate
al interior de la Universidad Nacional de Colombia, previo a la realización del Primer Congreso
Nacional de Educación Superior, realizado en la ciudad de Barranquilla los días 1,2 y 3 de
diciembre de 1999; se expresa un concepto que consideramos válido. Veamos:
“…En estas condiciones, la Escuela, no es otra cosa que una expresión que, en principio, transfie re el dominio
estatal. No tanto en la aplicación elemental marxista de aparato ideológico; sino como complejidad que
articula instancias del conocimiento, aplicadas y estructuradas en programas y acciones, a partir del ese
centro-poder, sin ser él. No es, entonces, una aplicación a partir de la lógica lineal. Es una interacción
heterogénea orientada por unos perfiles definidos a partir de las necesidades inherentes a los intereses que
impone ese centro-poder. Es decir, lo suyo no es otra cosa que contextual izar la sociedad en términos de su
propio rol, de su significación. Con esto tratamos de establecer lo siguiente: la globalización siempre ha
existido, si asumimos que esta no es otra cosa que la imposición de referentes a partir del dominio ejercido.
Sin pretender un traslado conceptual mecánico, las condiciones impuestas desde el centro -poder económico y
político internacional, permiten trazos que imprimen todo el quehacer económico, político y cultural de los
dependientes. Ya, de por sí, el solo hecho de reivindicar los autóctono (como acervo cultural) es constitutivo
de herejía con respecto a los modelos considerados prevalecientes. Esto es mucho más evidente, en lo que
respecta al desarrollo del conocimiento por la vía de implementaciones programáticas escolarizadas. La
escolarización, en sí, origina rupturas si se compara con las aprehensiones y las tradiciones propias de las
culturas nativas. Porque no habría de serlo, entonces, a partir de la concreción del dominio desde el centro
hacia la periferia. En esto, por decirlo de alguna manera, se mantiene incólume el postulado de Samir Amin,
cuando en su texto en torno al capitalismo, su desarrollo e implicaciones, habla de las culturas periféricas,
atadas a las condiciones que impone el centro-poder..66
Arribamos, así, a una opción conceptual que nos permite proponer un entendido en torno a los
sectores sociales periféricos. Es decir, aquellos sectores no solo desvinculados de los beneficios
del poder, subyugados y dominados por este; sino también segregados por la dinámica propia del
desarrollo cultural predominante. Algo así como insertos en la civilización, pero ajenos a ella, en lo
que esta tiene de otorgadora de roles asociados a los paradigmas originados en ese mismo
desarrollo cultural, por parte de sus usufructuarios. Ahora bien, no puede inferirse de nuestra
expresión, el hecho de que proponemos una asimilación de intereses entre los beneficiarios del
poder y sus instancias de dominación y aquellos sectores que acceden y se identifican con los
avances del conocimiento y de la cultura que ejercen como predominantes; como expresión
avanzada de la civilización.
66 Pira Claudia y Cano Parmenio. La Educación Superior en América Latina, edición en cuadernillo, noviembre 1999, Bogotá D.C.
91
Surge entonces, en nuestra opinión, un insumo que soporta una segregación: lo periférico, en
cuanto sector y/o sectores considerados por fuera de la versión oficial de la cultura; entendida esta
como originaria de paradigmas, pautas y comportamientos. Para nosotros, esto no es otra cosa
que la denominación de popular, referido a esos sectores que, de por sí, adquieren una dinámica
propia y unas expresiones propias, diferenciadas. Es obvia, sin embargo, la necesidad de
apuntalar este concepto, con arreglo al significado que adquiere el contexto social y económico; en
el cual se desenvuelven estos (as) sujetos (as). Tanto en sus expresiones individuales como
colectivas. Para este caso, el problema surge al momento de establecer las pautas y/o el horizonte
teórico. Porque no puede delimitarse solo a partir de la figura elemental asociada al lugar en el cual
se sitúa con respecto a las características del beneficio plusválico, derivado del modo de
producción vigente, o prevaleciente. De ser así no habría lugar a postular la diferenciación que se
advierte en la definición anterior.
Por lo tanto, el análisis remite a un territorio de mayor complejidad: uno de los elementos clave
para dilucidar ese significado, tiene que ver con el entendido de contexto social y económico. Ya
decíamos antes: es un escenario no determinado por la voluntad o por la noción primaria acerca de
lo ético. Por el contrario, constituye una instancia, como período histórico. Esto, a su vez, remite a
la evolución de las relaciones sociales; como proceso soportado en sucesión de rupturas y
equilibrios. Estos últimos, impuestos por quienes adquieren posiciones de dominio. Así, entonces,
cada momento (sin importar su duración) en el cual se exhibe o manifiesta ese equilibrio; no es otra
cosa que la expresión de unas determinadas condiciones de dominación económica y política.
Ahora bien, como lo hemos postulado antes, en la franja constituida por quienes (bien sea que se
tipifiquen como sectores o como secciones del espectro social) no ejercen como beneficiarios
directos del poder, se erige la heterogeneidad. Ya ahí, se introduce otro insumo como soporte para
la segregación. A manera de ejemplo: la posición y comportamiento de aquellos sectores sociales
sobre los cuales se ejerce dominación política y económica; pero que han accededlo a
determinados beneficios del acumulado plusválico y cultural (como poseedores y usufructuarios del
conocimiento); no puede ser el mismo, comprado con la posición y el comportamiento de aquellos
sectores absolutamente vulnerables y desvinculados de cualquier beneficio plusválico y cultural.
Lo anterior conlleva, en consecuencia, a establecer categorías diferenciadas en el análisis de lo
popular, como expresión de determinados sectores sociales; en el contexto de unas determinadas
relaciones de dominación político y económico. Puede colegirse de nuestra línea de interpretación,
una conclusión fundamental: no todo sector social dominado es, necesariamente, un sector
popular. Por lo tanto, aún a riesgo de silogismo, al momento de tipificar acciones (inmediatas,
mediatas o tendenciales) específicas de confrontación a determinadas manifestaciones de la
dominación política y económica; es preciso trabajar con estas categorías.
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Luego, el espectro de cobertura, está dado por la definición de objetivos vinculados a conceptos y
escenarios heterogéneos; en términos del nexo con los sectores sociales. No es, por esto mismo,
una opción en la cual se configure una posición de clase; al menos en la versión ortodoxa marxista.
No supone, asimismo, una posición necesariamente revolucionaria y/o de confrontación al origen y
vertebración del poder y de las relaciones de producción vigentes. Adquiere connotaciones
diversas, en la mayoría de los casos asociadas a reclamaciones puntuales, relacionadas con
determinadas condiciones de vida. Sin embargo puede, derivar en expresiones híbridas; en cuanto
pueden coincidir diferentes aspectos en los cuales ejerza importancia un cuestionamiento a
posiciones y/o programas gubernamentales o políticas de estado. Tal es el caso, a manera de
ejemplo, de algunos movimientos populares desarrollados en relación con decisiones que vulneran
determinados intereses y derechos de franjas amplias de la población. Siendo así, cabe resaltar
tonos grises en la diferenciación teórica y práctica entre movimientos populares, movimientos
sociales y movimientos políticos. En veces, puede hablarse de diferenciación en términos del
espectro de cobertura. Otras veces, puede plantearse en relación con los contenidos de sus
opciones o programas. Con respecto a este asunto del método para construir tipologías; es
pertinente presentar una expresión como la siguiente:
“… ¿Se politizan las luchas urbanas por el hecho de enfrentarse en la mayoría de los casos al Estado, como
lo afirma Castells? No podemos en este momento desarrollar la discusión sobre el papel fundamental
ocupado por el Estado en la urbanización capitalista, caracterización que parte de una generalización,
arbitraria a nuestro juicio, de la relación entre Estado y Sociedad Civil – en el sentido dado por Marx y no en el
Gramsciano-, pero si podemos afirmar que no basta que el blanco al cual se dirigen las flechas de un
movimiento social sea el Estado, para determinar su carácter político; es el carácter de sus reivindicaciones, el
contenido de clase de sus luchas, su método y sus formas las que lo definen, y no basta encontrar un
contenido político, hay que identificar si se trata de una lucha democrático-burguesa (en lo formal o lo real), o
socialista.
Vayamos por partes:
A similitud de una huelga obrera en una empresa capitalista de Estado o de los asalariados de un ministerio
burgués que levanta reivindicaciones puramente económicas, sin plantearse modificaciones en las relaciones
de poder entre las clases, ni en el carácter del Estado o de sus formas de ejercicio de la dominación
burguesa, un movimiento de colonos o inquilinos que solicita, por ejemplo, la regularización de la propiedad
de sus tierras, o un servicio cualquiera y que utiliza para ello el método de la negociación apoyado por
llamados a la opinión pública a través de los medios de comunicación, paradas en los organismos oficiales,
etc., pero sin plantearse en ningún momento consignas políticas, no es político. No es el agente social al cual
se enfrenta un movimiento el que define el carácter de la lucha, sino el contenido concreto de clase de él,
manifestado en su programa reivindicativo y su método para alcanzarlo. ..”67
67 Pradilla Cobos, Emilio. “Mitos y realidades de los l lamados movimientos sociales urbanos”. Artículo escrito en junio de 1981, en Méjico, D.F. Ponencia presentada al 4º Seminario Internacional cehap -peval
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Entonces estamos en un escenario social. En donde la hilvanación de lo particular y lo colectivo,
pasa por entender que el soporte, en ese proceso, tiene que ver con el desarrollo de la teoría
jurídica. Porque supone precisar la noción de equilibrio necesario. Porque en la relación Estado-
individualidad, se incorpora la variable que hace alusión a la cantidad y la calidad. Es algo así
como entender que el concepto de equilibrio tiene razón de ser, en la medida en que cada sujeto
natural y/o jurídico asuma la certeza de que el Estado no puede ser minimizado. Y, tampoco,
puede ser asimilado a sus intereses particulares. Ese es el sentido que adquieren las querellas.
Como si, a cada paso, fuese necesario sustentar la lógica de ese entramado. Porque, asimismo
como surgieron las instituciones, a partir de pactos inherentes, concientes o no. A asimismo la
condición supra estructural de las instituciones, supone la aceptación de unas reglas del juego.
No se concibe, en consecuencia, un Estado-Nación, sin unas instituciones que ejerzan como
garantes de ese equilibrio; por la vía de establecer opciones que permiten el ejercicio del derecho.
En una perspectiva en la cual cada sujeto tiene certeza en términos de derechos. Pero, al mismo
tiempo, de sus obligaciones desde el punto de vista del respeto a la institucionalidad.
Ese tipo de relación es la demostración de la solidez del Estado. Porque, por la vía de la querella,
está en capacidad de reconocer los fallos. Una autonomía de la justicia, sin la cual sería imposible
acceder a un escenario en el cual se concreta ese equilibrio funcional.
Ahora bien, en lo que respecta al caso de la estructura fiscal-impositiva y, en alusión al significado
que adquieren los impuestos como soporte de la capacidad económica del Estado; ese nexo entre
los y las particulares con el Estado, supone la precisión de la normatividad, por la vía del Estatuto
Tributario. Es una convicción de Estado, en la cual confluyen el concepto de región y municipalidad
con la Nación, como escenario de mayor estructura y complejidad.
Lo que aquí presento, en consecuencia, no es otra cosa que la particularización de situaciones, por
la vía de las jurisprudencias a cargo de las corporaciones que aplican justicia, a nombre del Estado
y la Nación. Son concreciones que reivindican la autonomía; pero también la interacción. Porque
no se concibe el concepto de derechos y obligaciones, sin la garantía de que las instancias
gubernamentales están en condiciones y en la obligación de garantizarlas.
Entonces, aquí, lo concerniente a la hermenéutica jurídica, cobra sentido y pertinencia;
precisamente porque el Estado es una construcción heredada pero, al mismo o tiempo, en
continuo desarrollo. Porque, a cada paso, el ejercicio económico (en este caso) plantea retos que
deben ser asumidos como tal.
Los pobladores: protagonistas urbanos en América Latina; realizado en la ciudad de Medellín, entre los días 7 y 11 de abril de 1986.
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Entonces, esos retos, coadyuvan a la postulación de doctrina. En ese escenario del universo
económico, en el cual es posible entender la interacción. Siendo lo impositivo, desde el punto de
vista del soporte para la actividad estatal; no es otra cosa que referente que unifican criterios y
conceptos. Pero entendiendo, al mismo o tiempo, que cada hecho concreto precisa del análisis
respectivo.
Es ahí en donde reside la importancia de la legislación. Siendo esta una figura parecida a la teoría
de Estado. Teoría que no puede soslayar la pertinencia de las confrontaciones. Porque, solo así,
es posible entender la dinámica que está en la base del desarrollo Estado-Nación y su nexo con la
sociedad.
Y es que, en el caso de Berardo Giraldo (ver análisis que hice arriba acerca de los textos del
profesor Alfredo Molano) uno no sólo entrevé el afán de reconocimiento de sus actuaciones como
epopeyas. Hilando delgado, me encuentro, además de algunas inconsistencias desde el punto de
vista cronológico, con visiones derivadas de su proceso personal, como sujeto hablante, pero
también como sujeto en el cual las vivencias deben ser posicionadas como originarias de una
interpretación sociológica e histórica asociadas a la reconstrucción del pasado. En este sentido es,
particularmente, importante su obsesión por desprestigiar las acciones de Eliseo Velásquez. Quien,
valga decirlo, es recordado y citado por otros narradores-hablantes; en los mismos escenarios y
no, precisamente, con el mismo rol negativo que describe Berardo Giraldo.
“…El ejército no daba el brazo a torcer. Al mismo tiempo que botaba gente de los aviones y llenaba el
panóptico de Tunja, daba chocolate y azúcar y hacía brigadas de salud. Como la gente no quería
pelear, el ejército iba por buen camino. Yo sabía que la cosa era de tiempo, que ellos no podían
sostener la línea.
Eliseo (sic) seguía por allá en su derrota, acompañado del coronel Larroche, reclutando muchachas,
para hacerlas enfermeras, y tomando trago. No combatía porque se creía un mero símbolo. Llegó
hasta costearse una espada para cargarla al cinto. Larroche, por su parte, se mandó hacer una
guerrera. Andaban de sabana en sabana, de monte en monte dictando cursos de enfermería…” 68
7.3 Otra historia de vida. Narrativa literaria (Tomada de “4710”, Ibid)
Y, casi de manera simultánea, la actividad sindical organizada. Hasta aquí, en ese tipo de actividades, lo mío
había sido apenas tangencial. Como auxiliador y agitador en las huelgas. En eso me inicié, casi desd e que
tenía memoria.
Los Sindicatos han sido, al menos para mí, una opción más vinculada con la teoría del leninismo que con una
convicción efectiva, real. La teoría de la Dictadura del Proletariado, no era más que un referente un tanto
formal. Lo que si era cierto es mi entendido de proletariado. Fundamentalmente obreros, vinculados a las
68 Giraldo, Berardo. Entrevista aparecida en “Siguiendo el Corte”. Editorial Áncora, tercera edición, 1990, página 40.
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fábricas. Los otros trabajadores no eran otra cosa que instrumento accesorio. Sujetos que aprendían de la
lucha; por lo mismo de que, todas las reivindicaciones se pueden validar. Pero no es lo mismo. Los
trabajadores al servicio del Estado, constituyen y han constituido siempre, simples usufructuarios o
beneficiarios plusválicos. Porque, en mí, ya estaba claro que la noción de plusvalía defina por Marx, estaba
asociada a la producción de riqueza; al agregado, por la vía de la mano de obra, que contribuye a la
reproducción del capital. Y es que esta, la plusvalía, es el soporte de lo demás. Lo otro no es otra cosa que
consumo de la misma. Los trabajadores de las empresas de b ienes y servicios, incluidas la actividad
financiera; consumen plusvalía originada en la industria. Y esta interpretación mía no es caprichosa. Es el
resultado de un estudio juicioso y crítico del proceso de acumulación del capital. Por lo mismo, mi lectura de la
obra de Rosa Luxemburgo, no fue al azar. Ese texto es tan expresivo y tan riguroso en el cuestionamiento de
la ortodoxia marxista; que, en muchas ocasiones ha sido presentado como posición herética, por la vía
socialdemócrata.
Esta posición teórica, derivó en el sentido que le di a mi intervención sindical. Trabajando en una entidad
pública, cuyos trabajadores somos, simplemente beneficiarios plusválicos. Esa fue mi hoja d ruta desde un
primer comienzo .Por lo tanto, y me quedó claro, también desde el comienzo, que en contraría posiciones
contrarias. Al menos, entre aquellos y aquellas que exhibían una posición de mera interpretación formal.
Como si el solo hecho de la intervención sindical, diera lugar a una posición marxista. Esto para no hablar de
los y las militantes del Partido, quienes asumían que ortodoxia marxista-leninista, era lo mismo que la
desviación teórica de creer que los trabajadores y las trabajadoras de b ienes y servicios, hacíamos parte de la
Vanguardia Proletaria. Términos, preciso, acuñado por Lenin y que, aún hoy, a pesar de la acción de los y las
personas que han renegado de su pasado; sigue siendo un principio insoslayable.
Y es que, todavía, tenía memoria para recordar el hermoso fragmento de Eduard Dolléans, en su “Historia del
Movimiento Obrero”.:
“A lo largo de los cuarenta años que van desde 1830 hasta 1970 se oye una queja. Los mismos murmullos,
los mismos llamados no escuchados. A veces el murmullo se transforma en clamor; las voluntades se anudan
en una acción más clara y el fracaso provoca de repente el motín. De tanto en tanto, una insurrección cuya
represión reduce al silencio, durante algunos años, la voz de las clases laboriosas. En vano, como dice
Sismondi, se hará crecer el trigo para los que tienen hambre, o se fabricarán vestidos pa ra los que andan
desnudos, si no están en condiciones de pagar.
Este grito que brota de la miseria es irreprimib le. Por eso, la voz reanuda su queja monótona. Poco a poco,
esta voz se afirma: al grito del sufrimiento se mezcla un grito de esperanza.
La atmósfera de estos cuarenta años de luchas obreras, estuvo cargada como un cielo gris cubierto de nubes,
siempre encapotado, atravesado a veces por relámpagos…”69
Era y es una expresión portentosa. Cargada de un significado profundo. Que define el sentido del quehacer
obrero. Arriesgándolo todo. Con su esperanza puesta en el triunfo. Un triunfo que puede ser obstaculizado por
69 Dolléans, Eduard. “Historia del movimiento obrero, primer tomo; sexta edición, 1957.
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la fuerza patronal y por la fuerza del Estado. Productores directos. Que nacen y mueren vinculados a la
industria; a la naciente industria. Al capitalismo salvaje que crece a costa de la muerte de los obreros.
Entonces, visto así, lo nuestro era y es un mero ensayo, ni siquiera ensayo general de las posib ilidades
revolucionarias del proletariado. Nosotros y nosotras éramos y somos, aún ahora, meros replicadores de las
consignas centrales del movimiento obrero: Por el poder, hasta nuestra vida damos. Por la dignidad, siempre
estaremos en pie de lucha.
Y tuve que luchar en contra de esas opciones de interpretación. Entre populistas y malvadas . Voces y
consignas vinculadas con la posib ilidad de aparecer como representantes del proletariado. Cuando, solo
éramos y somos simples reproductores de la ideología dominante; en razón a que ejercemos como
usufructuarios; en lo que Gramsci llamó la superestructura y que tiene que ver con la ideología .Y que,
Lukács, propone como diferenciación fundamental y básico. Este último, siempre luchó por dejar de lado ese
tipo de ilusiones que, independientemente de la connotación un tanto peyorativa que se le ha d ado, la
pequeña burguesía asalariada, le ha dado a su participación.
Y, en consecuencia, ese camino ejerció para mí, como norte. Se produjo un enfrentamiento desde un
comienzo. Porque nunca acepté que la dirección del Partido fuera ejercida por intelectual es alejados de la
producción y, por lo mismo desconocedores y desconocedoras de la miseria de los obreros y las obreras.
Dirección pequeñoburguesa que prostituyó la lucha obrera. Que la convirtió en un simple lugar común. Con
una supuesta ortodoxia marxista leninista que no era otra cosa que (parodiando a un autor que no recuerdo)
una caricatura de revolución.
Y es que, en nuestro país, se había enquistado, entre los grupos revolucionarios, una manera de ver la lucha
anti-capitalista, como simple expresión de vocinglería. Una figura parecida a esas expresiones que todo lo
reducen a posiciones preestablecidas, sin nexo con los hacedores de la riqueza con la cual se alimenta y se
reproduce la burguesía. Era y es una perorata de nunca acabar. Inclusive, con posturas ante el Imperio,
supuestamente radicales. Pero que, en fin de cuentas no eran y son otra cosa que discursos inocuos; sin
sentido. Una especie de radicalidad y de discurso revolucionario, para los días de fiesta.
Ya, desde ese entonces, yo participaba de una caracterización del sentido en que se movía la burguesía.
Arriesgué, desde ese entonces, una expresión teórica, originada en Gramsci y en Lukács, que deriva en un
entendido de lo que se denomina b loque de clases o de fracciones de clase en el poder . Produje, en ese
sentido, un escrito en el cual le daba forma a este tipo de caracterización. Hablaba, a manera de ejemplo, de
lo siguiente: Y es que la burguesía ha diversificado su dominio y sus fuentes de enriquecimiento. Ya no es el
capital industrial, como arquetipo de la burguesía. Ahora, confluyen la burguesía, industrial, la burguesía
comercial agraria y la burguesía financiera. En una relación en la cual, esta última, ejerce como centro. Y,
entonces, el Estado, ha modificado su textura y su manifestación. Un Estado que es conducido, por lo mismo,
en esa proporción. Somos, en consecuencia, un país en el cual los gregarios del Imperio, tienen múltiples
manifestaciones. Lo que traduce que el movimiento sindical y las direcciones políticas revo9luciona rias, no
pueden caer en la trampa de proponer una ortodoxia engañosa al momento de confrontar al capital.
Y el problema, entonces, es que posicionamos una dirigencia sindical que, lo primero que hizo, fue prostituir el
significado, por ejemplo, de los perm isos sindicales. Los convirtieron en escape y justificación para alejarse de
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la producción y/o de la intervención directa como obreros o como trabajadores. Por esta vía se convirtieron en
burócratas. En líderes que ensayan discursos y proponen alternativas, desde posiciones cómodas, sin las
afugias del obrero o de los y las trabajadoras de base. Y, esto, es fundamental al momento de re direccionar
el quehacer sindical.
Porque deviene en un universo de conceptos en donde, a manera de ejemplo, a cualquier tra bajador se le
dice obrero y a cualquier dirigente sindical se le dice dirigente obrero. Un movimiento obrero que hizo crisis
desde el primer momento de haber surgido. Porque, si b ien la semilla de María Cano y las experiencias de los
trabajadores de las bananeras, habían colocado puntos altos en el proceso de la lucha anti -capitalista. No es
menos cierto que las expresiones en la CTC y en la UTC, no fueron otra cosa que satélites de los Partidos
Liberal y Conservador. Casi podría afirmarse que en Colombia nunca ha existido un movimiento sindical de la
categoría que requiere una confrontación directa con el capital. Y no es así por el hecho simple de que
nuestro país haya accedido a la generalización de la producción industrial y comercial, por la vía de la
sustitución de importaciones, en 1930, como respuesta a la crisis capitalista mundial. Ha sido y es así, porque,
insisto en esto, ha sido entendida la lucha como simples expresiones contestatarias y con la conducción de un
marxismo distorsionado. Esto, para no hablar de que el concepto de partido obrero; no ha sido otra cosa que
un lugar común y que pretendió ser impuesto desde la opción retardataria del Partido Comunista de Colombia.
Y lo expreso con conocimiento de causa y con autoridad moral. Porque he si do partícipe de alternativas
diferentes, en el tiempo, en el proceso de confrontación al capital y sus colaterales. He sido participé de la
confrontación profunda, desde el punto de vista teórico, al momento de entender la dinámica que debe
adquirir el movimiento obrero y sindical.
Mi posición devino en sucesivas herejías. Por las cuales fui confrontado y sancionado, en los términos que
esto tiene, cuando se habla de disciplina de Partido. Peo, justo es reconocerlo, cometí profundos errores en
ese proceso. Tal vez, el fundamental, tiene que ver con la manera con la cual abordé las contradicciones. Y
con las intermitencias en mis acciones. De un apasionamiento absoluto, pasaba a una posición de profundo
escepticismo. Como veleta al viento, al garete. Y, tengo que reconocerlo, hacía parte de mi cuadro patológico.
En veces caía en el profundo abismo de la locura o, por lo menos de algo similar. Volvían los sueños; las
imágenes. Me cabalgaban. Me inducían a posiciones enfermizas cada vez más profundas. Y volvían las
reclusiones. Aquí y allá. Sujeto que era depositario de mil un experimentos en términos de la siquiatría. Y
perdía la lucidez. Y la volvía a encontrar. Pero, indudablemente, a costa de un deterioro progresivo de mi
capacidad física que conllevaba, incluso, a expresiones que desdibujaban los términos de mi intervención.
Una reclusión tras otra. Y así se fue consolidando en mí, la esquizofrenia. Unas veces no vinculante e
inhabilitante. Otras veces, conduciéndome a la absoluta inacción, como efecto colate ral de los medicamentos
y de esos tratamientos infames a que fui sometido en la caracterización que se hizo de mis padecimientos
como padecimientos mentales, incapacitantes.
Y seguía la intervención barrial. Con una perspectiva plena, absoluta. Con el acumulado de conocimientos y
de propuestas reivindicativas. Y, allí, en ese ejercicio y en esa época (ya entrada otra década), conocí al que,
posteriormente, fuera (como lo es, efectivamente) el Emperador Pigmeo. No vale la pena nombrarlo por su
nombre. Esto, aunque siempre he sido muy respetuoso de cada persona. Pero es que, en este caso,
(confirmado hoy) se trata de un personaje que induce a un odio visceral hacia él. Una figura que es nada;
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habida cuenta de que ni siquiera ha tenido claro el significado que tiene la democracia, aún en el contexto de
la dominación burguesa. Por lo menos, aún a riesgo de desvertebrar mi línea conceptual de respeto, lo dejo
ahí.
El contexto, tuvo que ver con nuestras organizaciones y nuestras luchas, reivindicando derechos como la
vivienda digna, el buen servicio de transporte, el derechos a la recreación y la construcción de un concepto de
cultura, ab ierta, plena heterogénea y respetuosa. Y, confrontamos al futuro Emperador Pigmeo. Y, como era
previsib le, no cumplió con ninguno de los compromisos.
Y estuve en procesos de reivindicación lúdica. Y promoví el concepto de tomarnos las calles para la
recreación. Y, desde su esbozo, confronté el proyecto del Metro. Y confronté, en los términos que ya he
descrito.
Y, no sé por qué, vino a mi recuerdo, lo siguiente:
“…La mayor parte de vosotros vais a ser puestos en libertad; todos sin embargo no estáis exentos de
reproches; pero los motivos de indulgencia para los culpables fueron, en a duda, motivos de absolución para
vosotros….Todas las autoridades formulan votos sinceros por el mejoramiento de vuestro destino; la voz de la
humanidad no tardará en hacerse comprender; los ricos propietarios de las minas no pueden ser vuestros
tiranos, no, no pueden serlo, les está
Reservado un título más digno; no dejarán a otros el mérito de volverse b ienhechores…”.70
Ya estaba posicionado en mis convicciones. Mis valores los defendía, con absoluta pasión. Confrontando aquí
y allá. A aquellos y aquellas que pretendían limitar mi intervención. A aquellos y aquellas que, supuestamente,
asumían posiciones de verticalidad y de ortodoxia revolucionaria.
Y lo intenté de nuevo. Estuve en la zona bananera en Antioquia. Se trataba de reforzar el frente de guerra. Ya
habíamos caracterizado el tipo de ofensiva del gobierno, a través de su sección militar. La denominábamos
“campaña de cerco y aniquilamiento”. En esta se prefiguraba mucho de lo que, posteriormente, se dio. En
principio y, fundamentalmente, civiles informantes entraban en la zona y detectaban a dirigentes políticos y
sindicales revolucionarios afines a la lucha armada, por la vía de lo que denominábamos Frente Patriótico de
Liberación. Esta expresión no era otra cosa que una copia de lo que hizo el Partido Comunista Chino, en todo
el proceso de la Gran Marcha y que derivó en el triunfo del Ejército Rojo Chino sobre los Kuomintang de
Chang Kai Check. En términos teóricos, simples, se trataba de la construcción de zonas libera das con un
gobierno revolucionario de Frente Patriótico, vinculado al Partido, pero diferente a él. Algo así como que los y
las dirigentes de Frente Patriótico no tenían que ser militantes del Partido. Ellos y ellas, eran militantes del
Frente Patriótico. Ahora b ien, en aplicación del concepto de gobierno revolucionario popular; el Ejército
Popular de Liberación, garantizaba la seguridad en esas zonas liberadas. Entonces, al entrar los informantes
vinculados al ejército, detectaban a los y las dirigentes de Frente; luego ese ejército entraba y mataba a
quienes habían sido identificados e identificadas previamente.
70 Palabras del presidente del Tribunal de Valenciennes. Citado en la obra citada de Eduard Dolléans, página 71.
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Entonces, otros compañeros y otras compañeras y yo, entramos a reforzar la zona de Frente Patriótico de
Liberación, una penetración lenta; habida cuenta de los riesgos. En principio, por lo menos yo, me vinculé
como trabajador a una de las empresas bananeras. Y, a partir de ahí empecé mi labor.
Sin embargo ya se estaba profundizando una crisis de amplio espectro, al interior del Partido. Un tipo de
confrontación en donde predominaban dos opciones. Una de ellas, la de la ortodoxia marxista leninista, con la
influencias del Partido Comunista Chino y la otra una posición de apertura hacia expresiones menos
ortodoxas. Inclusive, en la perspectiva de postular opciones de largo aliento y vinculadas con un ejercicio un
tanto parecido al del MIR Chileno. Esto es, un tipo de organización político -militar; pero con énfasis en un
estilo de trabajo de militantes, sin la mediación del concepto de Frente Patriótico. Una tendencia hacia
posicionar de manera efectiva la noción de Partido Obrero, con las consecuencias inherentes. Porque
trascendía lo asumido y lo vivido hasta ese momento. Una especie de opción trotskista, por la vía de
recomponer las realizaciones. Con una perspectiva que incluyera la posib ilidad de participar de manera
abierta en el la actividad política de amplio espectro, incluida la electoral.
En consecuencia, la lucha armada, pasaba a ser cuestionada. No en los términos de hablar, de manera filis tea
de opciones de paz. Más b ien en el contexto de un replanteamiento que incluyera la posib ilidad de la
insurrección. Obviamente, esto, suponía la construcción de un Partido Obrero fuerte; en el cual se enfatizara
en una noción de Programa de Transición, en una perspectiva socialista; retomando los postulados básicos de
la Tercera Internacional.
Obviamente que se trataba de un cuestionamiento a lo hecho hasta ahora. Con lo complejidad que esto
conlleva, Porque suponía la erradicación, en lo posib le consensuada, de esas expresiones partidistas
construidas desde posiciones pequeñoburgueses. No en una posición peyorativa. Más b ien en lo que esta
acotación tiene de opciones que, como por ejemplo, validar la lucha armada, desde una interpretación de
guerra campesina; pero con una dirección de partido, comprometida más con una interpretación del marxismo
y del leninismo, asimilada por la vía de posturas intelectuales. Lo del idealismo, era un calificativo benévolo.
Porque, ojala hubiese sido solo eso. Se trataba de una interpretación impuesta, por la vía de impedir
posiciones diferentes al interior del Partido; como corresponde a una plena aplicación del ejercicio dialéctico y
de una estructura de partido que, inclusive, había sido avalado por Lenin, a partir de la intervención de León
Trotsky, en todo el proceso de confrontación a la posición estalinista.
Entonces, en el entendido de mi decisión por esa opción de cuestionamiento y de reconstrucción del ideario
socialista; empecé a tener contradicciones que concluyeron a la evasión. Abandoné la zona, sin consultarlo
con nadie. En una actitud de irresponsabilidad inmensa. Porque, una cosa era estar en desacuerdo con
determinado tipo de orientaciones y otra, b ien distinta, era arriesgarme y arriesgar toda una e structura
organizativa. Queda claro, sin embargo, que no fue una postura en perspectiva de renegar de lo actuado, ni
de los compromisos asumidos, con todas sus repercusiones. Por el contrario, fue una decisión tomada y, en
paralelo, la disposición de enfrentar cualquier tipo de confrontación. Y, en efecto fue así. Fui sancionado
políticamente, después de un proceso en el cual asumí mi defensa como corresponde a un militante decidido
a defender sus puntos de vista y la calidad de su compromiso.
100
Regresé. Ya había expresado antes el tipo de modelo sindical vigente. Mi actividad tenía dos frentes de
acción. De un lado mi ejercicio como sindicalista. De otra parte, el trabajo barrial. Había avanzado en la
caracterización de los problemas urbanos.
Fundamentalmente en lo que concierne al entendido del nexo entre las acciones revolucionarias urbanas y la
perspectiva de construcción de una opción socialista. Es, a manera de ejemplo, el compromiso por posicionar
a los y las habitantes de las ciudades en el contexto de le necesidad de la transformación revolucionaria; por
la vía de la ruptura con el frente burgués. Esto no supone plantear una posición que reivindique a los
pobladores como vanguardia, así en abstractos. Es y ha sido, más b ien, entender que los obreros y las
obreras; que los y las trabajadores de b ienes y servicios, viven en la ciudad, en sus barrios y que, por
consiguiente, desde allí se produce el acercamiento a ellos y a ellas. Diseccionando el quehacer
revolucionario en un proceso de cobertura que impl ica los diferentes niveles de acción y de reivindicación.
Entonces, en ese horizonte, la cultura, los servicios públicos, el transporte, la recreación. Los servicios de
salud; el problema de la vivienda; constituyen referentes que es posib le retomar para a vanzar en la
confrontación.
La noción de Frente Burgués, supone entender lo que yo he denominado el b loque de fracciones de clase en
el poder. En una interpretación que supera la homogeneidad que habla de la burguesía como clase dominante
sin fisuras. Y, en la posición de una ortodoxia mal entendida, con la concreción de la burguesía industrial
como opción única. Lo que señalo es otra cosa. Es un conglomerado de secciones, cada una con intereses
particulares precisos y referidos a instancias muy precisas del poder económico y de su desenvolvimiento en
diferentes áreas. Por esto mismo, en una aproximación a Lukács, cuando se habla de hegemonía de clase y/o
de los aparatos ideológicos de Estado; se tiene que hablar de ese conglomerado que, en periodos
diferenciados, en el tiempo, tiene como centro una u otra sección. Últimamente, y así lo he sostenido en
diferentes instancias de intervención, el centro-poder está en manos de la Burguesía Financiera. Y, por esto
mismo, las otras secciones o fracciones, están plegadas a la misma. Pero esto no, necesariamente, implica
que estén diluidas. Están ahí, conviven ahí; haciendo énfasis en modificaciones puntuales de las formas de
gobierno y del Estado.
En consecuencia, la intervención de los partidos obreros, tiene que ver con identificar esas modificaciones
gubernamentales y, en veces, las fisuras que se reflejan en el Estado; para lanzar una ofensiva. Ya no tanto,
por la vía simple del ejercicio huelguístico, sino por la coordinación de una serie de acciones de confrontación
que lesionen ese centro-poder. Con una opción de unidad de acción con diferentes sectores de la población.
Pero no a la manera populista, como identificó Gramsci, cuando caracterizó los periodos de ascenso de los
movimientos con tendencias al fascismo. Más b ien, por la vía de saber coordinar esas acciones; pero con la
claridad de que el centro de la reivindicación fundamental, sigue siendo el poder político. Y para esto, en vez
de la postura asimilada a la figura de guerra de guerrillas campesina clásica; se debe trabajar por hacer de
esa articulación la posib ilidad de proponer y desarrollar formas de insurrección.
Es ahí en donde encaja mi intervención. Por esto mismo, mi doble acción; sindical -barrial; no era otra cosa
que actuar en consecuencia con esa opción de revolución. Revolución Socialista, con la conducción de un
partido obrero; pero con la articulación de diferentes reivindicaciones que devengan en movilizaciones
urbanas cada vez más amplias y radicales. Inclusive, accediendo a posiciones de control político; en el cual se
101
crearan milicias de confrontación. Porque, era y sigue siendo claro, que la burguesía entendida como clase
única dominante; ni el Frente Burgués que articula a las fracciones de clase van a entregar el poder de
manera pacífica. La violencia revolucionaria era y sigue siendo una opción. Pero no a la manera de “la
combinación de todas las formas de lucha”; como lo han planteado de manera formal los estalinistas y, de una
u otra manera, los guevaristas. Es la construcción de una opción en la cual, cada fase de la lucha
revolucionaria, hace parte de un proceso dirigido por el partido obrero y; por esa vía, es la posib ilidad de
aglutinar a los diferentes sectores de la población; en torno a reivindicaciones generales y específicas; con la
mira puesta en la toma del poder.
Ahora b ien, siendo como era y como es actualmente, la fracción financiera quien hace centro en eses b loque
o frente burgués; los trabajadores y las trabajadoras bancarias, de las corporaciones de ahorro y crédito y de
otras empresas otorgadoras de crédito financiero; pueden (al menos esa era mi visión) realizar acciones
puntuales que influyan en la posib ilidad de inducir a una crisis generalizada de ese sector. Pero sin que esto
implique la pérdida del control obrero a lo clásico; es decir por la vía de su partido. Era y es, inducir una crisis
que repercuta en el Frente Burgués. Crisis que, sin caer en el oportunismo propio de la lógica formal, pueda
derivar en una crisis política en ese Frente Burgués. Fisuras que pueden, a su vez, permitan la concreción de
la ofensiva obrera y popular.
En ese mismo contexto, los trabajadores al servicio del Estado, así como lo esbocé arriba, no somos otra cosa
que consumidores plusválicos. No en condición de beneficiarios fundamenta les; más b ien como sector de
trabajadores que no tenemos ni el control, ni tenemos porque tenerlo, del centro de confrontación con el
Frente Burgués. Lo nuestro se puede asimilar a esa condición en la cual los y las trabajadores y trabajadoras;
ejercemos la confrontación; sin que esto implique la destrucción de ese Frente y de su control político. Por
muy fuertes que sean las contradicciones. Inclusive, por muy fuertes que sea nuestro movimiento en
momentos precisos de la confrontación; no podemos tener el referente de que somos la conducción. Por lo
tanto, entonces, no podemos obnubilar nuestra razón de ser.
Es, con estos elementos políticos de claridad, como plantee mi intervención. Inclusive, señalando con certeza,
la desviación que se estaba produciendo; cuando se avaló al movimiento de trabajadores de la educación
(maestros y maestras); como punto de lanza en la confrontación al Frente Burgués. Así mismo cuando se hizo
lo propio, en general, con los trabajadores y las trabajadoras al servicio del Estado. Porque, de por sí, esto
constituyó una desvertebración en lo que hace al reconocimiento del eje de intervención. Con absoluta
entereza lo planteo, aún ahora: La gran debilidad estructura de la CUT, tuvo y tiene que ver con el hecho de
entronizar a los y las dirigentes de estas organizaciones sindicales estatales, como hilo conductor. Esto
traduce que, no fue tanto el hecho de la debilidad de los obreros industriales (incluso señalo que, por esto, fue
tan endeble la promoción de los movimientos sindicales obreros industriales) en el proceso, porque sí. Fue,
insisto en ello, por el error en la ub icación de ese hilo conductor, que el movimiento obrero se fue debilitando.
No comparto la opción teórica que sostiene que la responsable es la burguesía por instaura r, por la vía de
sucesivas reformas laborales, la precarización del empleo industrial. Fundamentalmente es responsabilidad
de la dirigencia de la CUT y, de las otras Centrales Sindicales.
Es, repito, en ese esquema de confrontación, en el cual mi intervención trató de ser consecuente en la crisis
política que me correspondió enfrentar. Es decir, independientemente de la repercusión que tuvieron mis
102
errores, lo cierto es que mi actuación fue absolutamente conciente y nunca me he arrepentido ni me
arrepentiré de lo que fue mi pasado revolucionario. No reniego, ni siquiera del periodo en que impulsé y
participé de la opción revolucionaria emparentada con la lucha armada por la vía de la guerra de guerrillas, a
la manera maoísta y guevarista. Con el propósito de ilustrar el contexto en el cual efectuaba mis reflexiones y
mis actividades, transcribo el siguiente trabajo realizado en esa época.
9. La concreción de la intermediación. Caso: Parlamento.
Siendo así, entonces, hacemos tránsito hacia el origen de este concepto en Occidente. En el siglo XIII, se
conoció (para el caso británico), una figura primaria de parlamento anglosajón (Witenagemot). Un tipo de
representación absolutamente distanciada de los súbditos dominados, no beneficiarios del poder. Asumió
roles en nexo con los intereses inmediatos de sectores, aunque no vinculados directamente a la Corona,
ejercían una fuerte influencia. En principio ejercieron como Consejo Asesor, en lo que respecta a la
consecución de recursos y/o a la orientación y aplicación de lo que podría llamarse como el gasto público.
Con algunas variantes, en términos de su connotación política, en el siglo XVI; este tipo de Consejo Asesor,
mantuvo un significado asociado a la representación de determinados sectores, en su relación con la Corona.
Aunque, en estricto, carecía de la fuerza necesaria para erigirse como alternativa de gobierno; de todas
maneras prefiguró el surgimiento de agrupaciones políticas, entendías como partidos, si aplicamos el método
de análisis que se hizo vigente en los siglos XVII y XVIII, para el caso del Reino Unido de Gran Bretaña e
Irlanda del Norte. Otra cosa fue, con la diferenciación propia inherente al significado de la Revolución
Francesa, la expresión de los Jacobinos en la Asamblea Nacional y el desconocimiento de la autoridad del
Rey.
El concepto de Nación – Estado (siglo XVI; permitió identificar una evolución fundamental, en lo que respecta
a las agrupaciones políticas; en tanto que la influencia de la Reforma Protestante, proveyó insumos
importantes, fundamentalmente en lo que hace al Calvinismo. Fue algo así como la culminación de un
proceso iniciado tres siglos antes, en contra del poder de la Iglesia Católica y su rol en los asuntos p olíticos y
económicos. Encontramos allí, en el contexto de ese proceso anterior a la Reforma y en los hechos
posteriores a esta, elementos determinantes, para entender expresiones políticas como las de los Whig y los
Tory (presbiterianos-liberales y conservadores, respectivamente).
La Guerra Civil Inglesa (1642-1649), constituyó una expresión importante, en lo que respecta al rol del
Parlamento. Recuérdese nuestra anotación anterior, en cuanto al significado inicial adquirido por esta figura
colectiva, como representación. En la línea de interpretación propuesta, no es otra cosa que la evolución de
los Consejo Asesores del Rey y, en veces recaudadores de recursos u orientadores para efectos del gasto
público.
Es pertinente resaltar, en el contexto de los antecedentes y significado de la Guerra Civil Inglesa, la
convocatoria efectuada por Carlos I, al Parlamento en 1640 (denominado transitoriamente como Parlamento
Largo); con la intención de promover la consecución de recursos para su guerra en contra de Escoc ia. Ya, de
por sí, obraba un contenido religioso en la confrontación. Anglicanos y Presbiterianos. La oposición de Tomás
Wentworth, a las pretensiones de Carlos I, puede ser entendida como un intento por reivindicar la autonomía
parlamentaria; más allá de las simples exigencias de contraprestación planteada por otros miembros del
103
Parlamento. Posteriormente, Oliver Cromwell, retomaría (a nombre de un híbrido entre autonomía del
Parlamento y la expresión del Puritanismo) la confrontación radial al Rey Carlos I. Este proceso derivó en la
disolución, en 1648, por parte de Cromwell del Parlamento, la expulsión de quienes se oponían a sus
acciones militares en contra del Rey y a la posterior configuración del denominado Parlamento Rabadilla, con
sus adeptos. Terminada la influencia de Cromwell, en 1660 (febrero) el Parlamento se reúne y decreta su
propia disolución, a partir de marzo de 1660.
La denominada Revolución Gloriosa de 1688 en Inglaterra; tuvo como centro el conflicto entre el Parlamento
(como evolución del entendió y aplicación práctica de los anteriores Consejo Asesores del Rey) y Jacobo II.
Aquí, el Parlamento, actuó en su condición de coalición de agrupaciones políticas y religiosas. El punto de
comienzo, en la ruptura y expulsión de Jacobo II, tuvo que ver con la confrontación entre católicos y
protestantes; a raíz de decisiones asumidas por el Rey (Jacobo II), en contravía y vulneración de derechos de
la mayoría protestante. Se promovió entonces, por parte del Parlamento, la asunción de la dupla María II y su
esposo Guillermo III. En términos tendenciales, podría decirse que la intervención del Parlamento durante la
Revolución Gloriosa, tuvo como repercusión importante la instauración de una figura de equilibrio político
entre la Monarquía y el Parlamento. Cabe recordar que ya, desde el siglo XV. Para profundizar en este
aspecto, es posib le consultar las acciones realizadas por la Asamblea de Nobles, como consejeros del Rey en
la modalidad de Consejo Privado (. O Privy Council, como se le conoce en inglés), apareció la figura política
asimilada al Gabinete, como expresión de una relativa independencia. Puede entenderse, incluso, que la
incidencia del Parlamento en la designación de los ministros, constituye un avance, a finales del siglo XVIII y
comienzos del siglo XIX.
Aunque aparezca limitado al caso de Inglaterra, el ejemplo anterior, define el hilo conductor que ha tenido la
intermediación. Hemos visto, en su origen, como el Parlamento constituyó un distanciamiento profundo y
radical, con respecto a los súbditos no beneficiarios. El recorrido, desde los Consejo Asesores y/o
Recaudadores, hasta la versión evolucionada en los siglos XVI y XVII; permite inferir un perfil cercano a la
suplantación de la libertad absoluta. Es, en la línea de interpretación propuesta, una decantación, un filtro. No
es otra cosa diferente a lo ya analizado, en cuanto al origen, evolución y significado de las instancias de
intermediación; como expresiones del control y del poder. Esta afirmación, sin embargo, no supone
desconocer la importancia de la democracia representativa; en el contexto de la evolución de la confrontación
al poder absoluto y autoritario. Inclusive, porque la evolución de este tipo de intermediación, permitió la
separación de poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial). En este sentido, la influencia de Charles Louis
Montesquieu, (en el siglo XVIII) fue fundamental.
9.1 El Parlamento y los Regímenes Parlamentarios.
Nos corresponde, ahora, avanzar en cuanto al alcance logrado; en ese proceso de representación
ya analizado arriba. No se trata, ni de eludir, ni de hacer abstracción de los principios básicos que
sustentan nuestra opción de interpretación. Simplemente, arribamos a un momento, en cual la
descripción tiene que expresarse. No solo en cuanto a su connotación, como extensión de un
determinado modelo de representación; sino también en lo que respecta a su significado como
104
escenario para la expresión de las agrupaciones políticas. Así, entonces, supone establecer dos
referentes básicos. Uno de ellos, asociados al poder ejecutivo. El otro, vinculado al poder
legislativo.
En su versión actual, el Parlamento, se consolida en el siglo XIX. A manera de anécdota, es
pertinente referir el caso del Althag en Islandia y del Tynwald, en Isla de Mon (adscrito a la Corona
Británica); como los Parlamentos más antiguos.
En cuanto a sus características básicas, la descripción es la siguiente: existe un aspecto, a manera
de generalidad, en cuanto a la división política y administrativa en dos sectores, instancias o
cámaras. Para el caso, a manera de ejemplo, del Reino Unido, estas divisiones se denominan
Cámara de los Lores, que ejerce como instancia de Tribunal Superior y Cámara de los Comunes,
que ejerce como instancia que designa al Gabinete, incluido el Primer Ministro. Para el caso de
España, aparece también la modalidad bicameral, en el contexto de la denominación Congreso de
los Diputados. Otra instancia importante, para el mismo caso de España, es el Consejo de
Ministros. De todas maneras, queda claro el hecho de la designación del Presidente a cargo del
Congreso de Diputados. En el caso de Alemania (Estado Federal), las instancias adquieren la
denominación Bundestag (Cámara Baja. Es aquí en donde se hace la designación del Canciller,
quien ejerce como conductor del gobierno) y Bundestag (Consejo Federal). En el Caso de Italia, las
instancias se denominan Senado de la República y Cámara de Diputados. El ejecutivo es ejercido
por un presidente designado en sesión conjunta del Parlamento, adicionado con representaciones
de algunos entes territoriales.
En lo que respecta a las funciones generales, entendidas como funciones legislativas; la división
política y administrativa (además de la ya señalado, para el caso del ejecutivo, en los ejemplos
anteriores); permite una cobertura de orientación y de control. Es, además, un escenario en el cual
se dirimen aspectos fundamentales asociados a la expedición de normativas de aplicación al
interior y al exterior .En este caso, comoquiera que el ejecutivo recibe un mandato limitado al
programa de gobierno previamente aprobado. Esto permite entender la dinámica de los partidos
políticos y su significado. Así, entonces, los electores y las electoras (...los delegatarios de su
libertad, en el entendido que hemos manejado aquí); votan por un partido determinado y su
programa de gobierno. Es de anotar la presencia de diferencias precisas, en lo concerniente a la
formación del equipo de gobierno, en los diferentes países con Régimen Parlamentario.
Según la metodología utilizada y la línea de interpretación propuesta, reiteramos acerca del
concepto básico adjudicado a la representación; como intermediación de la libertad de los sujetos
individuales y colectivos, no beneficiarios (as) del poder. Insistimos, no se trata en este escrito, de
desarrollar una posición respecto a las teorías acerca del Estado; por cuanto esto significaría a
introducción de otros elementos de referencia. Sin embargo, en lo que hemos señalado aquí, ya se
105
puede percibir una posición respecto a su evolución y significado. Por ahora, en lo pertinente al
significado de los regímenes parlamentarios, como una forma de gobierno; consideramos
suficiente. Al menos en términos de reflexión y caracterización.
9.2 El Régimen Parlamentario, su importancia actual.
En este escrito hemos recabado acerca del significado de la libertad individual y colectiva, con
respecto al poder. Uno de los elementos de mayor connotación, ha sido el análisis de la
intermediación; entendida como figura por medio de la cual las representaciones actúan como
mandatarias. El problema surge, según nuestra línea de interpretación, al momento de efectuar
seguimiento y caracterización, no solo en lo que respecta a su nexo efectivo con los mandantes;
sino también en torno a su rol en el escenario político y social, entendido en un contexto en donde
el Estado ejerce como referente. A su vez, el Estado, tiene una estructura que, en términos
generales sigue siendo ortodoxa. Es decir, supone la preeminencia de intereses asociados a
aquellas clases y/o fracciones beneficiarias directas del capital.
No se trata, insistimos en esto, de exhibir un discurso nihilista. Más bien es una postura en la cual
presentamos el análisis a partir de conceptos políticos transversales. Esto supone, por lo tanto, un
método vinculado a la complejidad de las relaciones políticas y sociales; sin que implique hacer
abstracción de la dominación ejercida por los beneficiarios directos del poder y del capital, sobre
aquellos sectores periféricos, segregados. Algo así como entender la dinámica del desarrollo
centrada en una división de clases insoslayable.
Visto así, entonces, no podemos hacer elusión de estos conceptos al momento de analizar el
significado de los regímenes parlamentarios. Porque, en fin de cuentas, estos no traducen una
reivindicación, ni una aplicación de la libertad plena de los sujetos individuales y colectivos. Las
restricciones son evidentes; comoquiera que el ejercicio de la representación como intermediación,
nos regresa a la posición inicial: el poder político y económico, ha construido instancias de
dominación que le permiten consolidar su opción. Esto es lo mismo que hablar de una
gobernabilidad fundamentada en variantes de diferentes teorías de Estado. Ya hemos señalado
algunas de ellas. Sin embargo, es pertinente recordarlas.
Una de ellas tiene que ver con la posición de Tomás Hobbes (Leviatán). Es de anotar su hilo
conductor: la centralidad como fundamento del poder. Este, a su vez, es condición necesaria para
mantener el control. En perspectiva, significa validar las condiciones que permiten la división entre
las clases y/o sectores sociales; por la vía de reconocer la prevalencia de aquellas clases o
fracciones de estas que ejercen como beneficiarias directas del capital; a costas de aquellas clases
y/o sectores no beneficiarios.
106
Otra tiene que ver con la aplicación de la figura del Contrato Social (J.C. Rousseau), con
modificaciones tendenciales. El equilibrio, se convierte en la posibilidad de presentar determinadas
opciones de intermediación; a partir de instancias aparentemente neutrales. Aquí es necesaria otra
precisión: nuestra interpretación de la división de poderes en la estructura Estatal (ejecutivo,
legislativo, judicial), supone entenderla como consecuencia del desarrollo político, social y
económico. Además, este desarrollo, ha sido traumático, no lineal. Inclusive, en muchos casos, se
concretaron y siguen concretándose, a partir de luchas específicas y generales, lideradas por
obreros, campesinos y sectores urbanos (asimilados a lo que entendemos como pequeña y
mediana burguesía).
En el caso de Alexis de Tocqueville, Charles Louis Montesquieu y Max Weber, se entiende una
aportación a la Teoría del Estado, como sublimación de la dominación. Algunas de sus opciones
han mutado en posiciones construidas como alternativas modernas para fortalecer variables
específicas en cuanto al rol del Estado. Consideramos pertinente, en este contexto, hacer alusión a
un texto ya citado antes (“Los Anarquistas: Selección de escritos, realizada por Irving Louis
Horowitz). Esta vez, citaremos un aparte del escrito de Errico Malatesta, contenido en el texto
referido.
“..Hay una enfermedad del pensamiento humano, la tendencia metafísica, que hace que el hombre, después
de haber abstraído por un proceso lógico la cualidad de un objeto, se encuentre sometido a una especie de
alucinación que le induce a tomar lo abstraído por lo real. Esta tendencia metafísica, a pesar de los triángulos
de la ciencia positiva, tiene todavía fuertes raíces en el pensamiento de la mayoría de nues tros
contemporáneos. Es tal su influencia que muchos conciben al gobierno como un ser real, dotado de ciertos
atributos de la razón, de justicia, de equidad, independientes de las personas en que encarna.
Para ellos, el gobierno, o más b ien el Estado, es el poder social abstracto; es el representante, abstracto
siempre, de los intereses generales; es la expresión de los derechos de todos, y es considerado como limitado
por los derechos de cada uno. Este modo de concebir el gobierno aparece apoyado por los i nteresados, a
quienes importa salvar el principio de autoridad y hacerle prevalecer sobre las faltas y errores de los que se
turnan en el ejercicio del poder.
Para nosotros, el gobierno es la colectividad de los gobernantes; y los gobernantes, reyes, presi dentes,
ministros, diputados, etc., son aquellos que aparecen adornados de la facultad de hacer las leyes para
reglamentar las relaciones de los hombres entre sí, y de hacer ejecutar estas leyes; son los que decretan y
recuerdan los impuestos; imponen el servicio militar; juzgan y castigan las infracciones y contravenciones a
las leyes; intervienen y sancionan los contratos privados; monopolizan ciertos ramos de la producción y ciertos
servicios públicos, por no decir toda la producción y todos los servicios; favorecen o impiden el intercambio de
productos; declaran la guerra y ajustan la paz con los gobernantes de otros países…Los gobernantes, en una
palabra, son los que tienen la facultad, en grado más o menos elevado, de servirse de la fuerza colectiva d e la
sociedad, es decir, de la fuerza física, intelectual y económica de todos, para obligar a todo el mundo a hacer
107
lo que favorece a sus designios particulares. Esta facultad constituye, en nuestro sentir, el principio de
gobierno, el principio de autoridad...”71
En estas condiciones, el análisis de los regímenes parlamentarios, nos convoca a ubicar referentes
en términos del ejercicio de la intermediación, de la representación; como una forma concreta que
adquiere la dominación. En consecuencia, hablar de su importancia, significa un proceso de
cotejación con respecto a resultados específicos. Algo así como posicionarlo en relación con
determinados avances en el desarrollo e implementación de expresiones concretas de la
democracia, en un entendió de la dominación del capital.
Uno de esos aspectos relevantes, tiene que ver con la estructura, composición y funciones. El
hecho de ejercer (el Parlamento) como colectivo en el cual confluyen partidos y fuerzas políticas
las cuales, a su vez, asumen la representación de mandantes heterogéneos; supone concretar un
tipo de intermediación con respecto al poder. Es decir, en el espectro político, social y económico
vinculado al concepto de Estado; se entiende como una sección de este. Es una figura diferente al
presidencialismo; pero no elimina la figura del poder ejecutivo. De lo que se trata es de filtrar su
designación; por la vía de incidir en la misma. De tal manera que, el Parlamento, adquiere la
potestad de esa designación o de su revocatoria. Todo esto asociado al hecho de reivindicar el rol
de los partidos y/o fuerzas políticas, como bancadas homogéneas. Esto permite, por lo tanto, un
tipo de ejercicio programático, derivado de los resultados electorales. Si se trata de precisar
algunas ventajas, en comparación con los regímenes presidencialistas, vale la pena señalar la
potestad parlamentaria para decidir acerca de la revocatoria del mandato a quien haya sido
designado como primer ministro, presidente, canciller, etc., según el caso. Lo anterior, en razón al
referente programático. Otro aspecto importante está en relación con la posibilidad de permitir
desarrollos de mayor complejidad, en lo que corresponde a esa figura parlamentaria. Tal es el
caso, a manera de ejemplo, del proceso de integración en los países de la Comunidad Europea. El
análisis de este proceso y sus implicaciones, de por sí, amerita un escrito aparte.
9.3 Una aproximación al marxismo ortodoxo
En términos de cultura, la humanidad, ha tenido momentos históricos que han sido identificados,
analizados y caracterizados. El seguimiento de esta cronología, permite establecer algunos
referentes. Uno de ellos, tal vez el fundamental, tiene que ver con relacionar la construcción
progresiva del concepto de sociedad; a partir de la interacción primaria y directa entre los diversos
grupos humanos y entre estos y los sujetos individualmente considerados.
En ese proceso de indagación, hacia la identificación de los momentos históricos de la humanidad,
aparecen expresiones teóricas que definen, en sí mismas, posiciones diferenciadas. Porque, entre
71Malatesta, Errico. Citado por Irving, Louis H. en Los Anarquistas. Ed. Alianza Editorial, tercer edición 1982, páginas 89-90
108
otras cosas, esa indagación aparece asociada con áreas del conocimiento que hacen parte de la
cultura. Esto es lo mismo que entender la siguiente dinámica: la cultura es un producto de la
aparición, desarrollo y consolidación de la especie humana. Por lo tanto, entonces, está vinculada
con el desarrollo del conocimiento. En este contexto, el primer momento de la cultura está
relacionado con el conocimiento de la naturaleza, el nexo con la misma y el proceso de
diferenciación. Este último, incluye, como elemento fundamental, la interpretación del rol de los
sujetos. A su vez, ese rol, está anclado con la razón de ser de la presencia y el origen mismos.
Como quiera que este último aspecto conlleve a la construcción de opc iones teóricas; en diferentes
áreas de las ciencias sociales; estas constituyen expresiones a partir de las cuales se desarrollan
posiciones de confrontación. Algo así como entender que, constituyen referentes a partir de los
cuales se desarrollan escuelas de pensamiento que han incidido de manera profunda en el
desenvolvimiento cultural de la humanidad.
Ahora bien, desde una interpretación vinculada con grupos etéreos, resulta importante intentar una
indagación en la cual se pueda precisar acerca de la manera como el progreso cultural de la
humanidad, particularmente en lo que respecta al estudio de las relaciones sociales y la
interpretación del rol de los individuos en ella; ha incidido en los grupos humanos específicos. En
mi caso, considero pertinente situar esa indagación en la incidencia de ese progreso cultural en la
juventud.
Pero no tanto en términos tangenciales o etéreos. Se trata, por el contrario, de situarla en relación
con el pensamiento filosófico, social y político. Por la conexión que tienen estas áreas del
conocimiento. Y, desde mi percepción, por la trascendencia que han tenido y tienen en la
búsqueda y concreción de opciones de participación social, colectiva e individual. E, inclusive, en
esa misma perspectiva, la indagación debe remit ir a preciar el sentido de esa incidencia. Algo así
como tratar de dilucidarla en conexión con la razón de ser del sujeto individual y de su nexo con el
modelo de sociedad prevaleciente en un periodo histórico determinado. Es un poco la remisión a la
angustia que genera ese nexo. Veámoslo así:
“…La proposición de Sigmund Freud acerca de que la civilización está basada en la subyugación
permanente de los instintos humanos ha sido pasada por alto. Su pregunta sobre si los
sufrimientos infligidos de este modo a los individuos han valido la pena por los beneficios de la
cultura no ha sido tomada muy seriamente –tanto más cuanto que Freud mismo consideraba el
proceso inevitable e irreversible. La libre gratificación de las necesidades instintivas del hombre es
incompatible con la sociedad civilizada: la renuncia y el retardo de las satisfacciones son los
prerrequisitos del progreso. La felicidad, dice Freud, no es un valor cultural. La felicidad debe ser
subordinada a la disciplina del trabajo como una ocupación de tiempo completo, a la disciplina de
la reproducción monogámica, al sistema establecido por la ley y el orden. El metódico sacrificio de
109
la libido es una desviación provocada rígidamente para servir a actividades y expresiones
socialmente útiles, es cultura…”72
De esta manera, entonces, desembocamos en una opción teórica en la cual aparece el (la)
individuo, en relación con la sociedad, pero desde una perspectiva en la cual todo le puede
aparecer ajeno. Esto, en la medida en que la “cultura”, aparece como una construcción ya
realizada en sus expresiones fundamentales. Es decir, encuentra unos referentes que lo (a) sitúan
en una especie de relación de dominio; en donde él (ella) es el dominado (a).
Cabría, en consecuencia, la pregunta: ¿dónde queda la autonomía del (la) sujeto? Es ahí, en esta
pregunta, en donde la individualidad se desenvuelve de manera constante. Y esto ha sido así,
desde que la humanidad se desprendió simbólica y efectivamente de la Naturaleza. Es decir,
desde cuando los y las humanos (as), comenzaron su tránsito, de manera independiente y
empezaron el proceso de dominación del mundo exterior.
Visto así, la cultura (en su expresión más relevante y trascendental: la colectivización, la sociedad),
se erige como mecanismo de control. Por cuanto, supone un sometimiento, una desarticulación y
avasallamiento de la libertad individual. En la obra citada arriba, Marcuse expresa:
“…El despotismo patriarcal original llegó a ser así un orden efectivo. Pero la efectividad de la
organización sobreimpuesta de la horda debe haber sido muy precaria, y consecuentemente el
odio contra la supresión patriarcal muy fuerte. En la construcción de Freud, este odio culmina en la
rebelión de los hijos exiliados, el asesinato colectivo y la decoración del padre, y el establecimiento
del clan de hermanos, quien a su vez diviniza al padre asesinado e introduce aquellos tabúes y
contenciones que, de acuerdo con Freud, generaron la moral social…”73
Lo cierto, entonces, es que ha existido una represión constante de la individualidad, desde el
mismo momento en que se configura la sociedad. Y, en este proceso de represión, una de las
construcciones más relevantes, ha sido la familia. Porque en esta se reproducen los esquemas y
los métodos de coacción. Allí, aparece la figura de la autoridad, como condición necesaria para el
mantenimiento del orden y del sometimiento.
En este trabajo, al abordar el análisis del rol de la teoría marxista, en el proceso de confrontación a
esas relaciones de dominio; se parte de un prerrequisito básico: la caracterización de la posición
asumida por Carlos Marx, como una expresión en contravía de la noción de sociedad, a partir de la
represión del (la) sujeto (a) individualmente considerado(a). En otras palabras, se asume como
fundamento y como hilo conductor la reivindicación de la autonomía y la libertad. Por esta vía, en
consecuencia, se erige como posible una conclusión trascendental: En paralelo (y en los
72 Marcase, Herbert. “Eros y civilización”. Ed. Seix Barral S.A., Barcelona 1969. Cuarta edición 73 Ibíd., página 69
110
momentos de ruptura, de fricción) a la utilización de los mecanismos de coerción y represión
inherentes a la sociedad, ha habido una lucha constante por construir una opción en la cual la
libertad y la autonomía sean la razón de ser de la acción individual.
9.4 Carlos Marx y el concepto de libertad.
En principio, la opción propuesta por Marx, estuvo centrada en la interacción con la confrontación
filosófica. Conocedor de las doctrinas que lo precedieron. Estudioso de las historia de la filosofía.
Desde los clásicos griegos y las expresiones renacentistas; hasta las teorías propuestas por Kant y
Hegel. Particularmente en lo que tiene que ver con la relación entre el ser humano y la Naturaleza.
Y, consecuencialmente, en lo que respecta al significado de la percepción y análisis de la realidad.,
En ese contexto, abordó uno aspecto central vinculado con el ser y la conciencia. Además, como
elemento colateral, lo concerniente al método de deducción e inferencia. Surge, en ese proceso,
una opción contestaria hacia la posición kantiana, en principio, y hegeliana, posteriormente. Se
trata de la confrontación al entendido del origen de la dialéctica como instrumento asociado a la
razón y el nexo de esta con el ser y con el conocimiento.
Por esa vía, Carlos Marx en comunidad teórica con Federico Engels, desarrollaron una posición
que prefiguraba un método diferente para estudiar el origen de la humanidad. Un efecto colateral
central de esa visión, tiene que ver con su incidencia en la manera de estudiar y comprender el rol
de la cultura y de la sociedad como una de sus construcciones fundamentales. Esa incidencia
incluye la interpretación de las opciones políticas y de las relaciones de dominio establecidas.
En su obra “El ser y la conciencia”, S.L. Rubinstein, expresa, al respecto:
“…El pensamiento humano, insaciable en su curiosidad, se aplica con creciente fervor y éxito al
estudio del Universo, adquiere nuevos conocimientos acerca del mundo material-infinito-tanto en la
esfera del macrocosmo como en la del microcosmo; elucida la estructura del átomo y la de los
astros; paso a paso, va resolviendo los problemas que la naturaleza le plantea sin cesar. Movido
por su curiosidad de saber, el hombre no podía dejar de dirigirse a sí mismo para meditar en torno
al problema de las relaciones que existen entre el pensamiento y la naturaleza, entre lo espiritual y
lo material, problema básico de la filosofía. La divisoria entre idealismo y materialismo, principales
corrientes en pugna dentro de la filosofía, nos viene dada, precisamente, por la manera distinta de
resolver dicho problema. Es obvia la importancia teórica de la cuestión.
Ahora bien, los grandes problemas teóricos, planteados en su justo término y bien comprendidos,
son, a la vez, problemas de extraordinaria trascendencia práctica. Ver como es debido los
111
problemas teóricos importantes, significa verlos en su conexión con los problemas esenciales de la
vida…”74
Queda, pues planteado, un problema vinculado con la noción del ser y de la conciencia; en
términos de su expresión en el contexto de la historia de la humanidad y de las realizaciones
culturales de la misma. Pero, al mismo tiempo, queda planteado un asunto que recorre al anterior
de manera transversal. Es lo siguiente: en razón a que los (as) sujetos (as), individualmente
considerados(as), tienen percepciones diferentes de la realidad. Y, así mismo, en razón a que la
sociedad ha establecido unos referentes precisos a partir de los cuales ejerce un control directo, en
veces, sutil, en otras veces; es apenas obvio deducir la importancia que adquiere una posición que
se construye a partir de la confrontación esos referentes básicos. Queda claro que, aquí en esta
aseveración mía, no le estoy endilgando a Marx una postura en contravía de los logros alcanzados
por la sociedad. Ni tampoco, en lo que significa la sociedad como logro al cual se accede por la vía
del progreso colectivo e individual. De lo que se trata, es de establecer que la confrontación
alcanza a los niveles institucionalizados que ejercen como referentes que configuran la represión al
quehacer individual libertario.
9.4.1. De cómo se concreta la opción Marxista.
En términos de evolución histórica, la teoría marxista, ha construido los insumos para transferir a
las acciones individuales y colectivas, una connotación asociada a la confrontación al
ordenamiento establecido. Es algo así como entenderlo en una dinámica contradictoria; como
quiera que esté centrada en la visión dialéctica. Tanto de la sociedad, como también de las
instituciones que la soportan en su aspecto político básico: el Estado, las relaciones de producción
y las instituciones colaterales que coadyuvan a concretar las relaciones de dominación.
Ahora bien, los y las jóvenes, como grupos etéreos que adquieren una identificación determinada;
en contextos sociales, políticos e históricos diferentes; son y han sido sujetos (as) de presencia
constante en el proceso de construcción de nuevas opciones. Pero, al mismo tiempo, son y han
sido sujetos (as) sobre lo (as) cuales se ha establecido y se establecen unas determinadas
condiciones de coacción y de dominio. Porque, entre otras cosas, los referentes establecidos en la
sociedad validan y han validado unas expresiones que se presentan como inamovibles. Dentro de
ellas se destaca: la noción de autoridad, de moralidad y de familia.
En la cita presentada arriba, cuando reivindico la opción freudiana para interpretar la represión
hacia el (la) sujeto (a); no hago otra cosa que postular una relación entre esa interpretación de
Freud y los postulados de la teoría marxista en lo que respecta a la confrontación de la
caracterización del significado de los mecanismos de control social.
74 Rubinstein, S.L. “El ser y la conciencia”. Ed. Juan Grijalbo S.A., s egunda edición en español, página 2.
112
Tal vez, uno de los momentos de mayor trascendencia, desde el punto de vista de la intervención
de los y las jóvenes, en el proceso de confrontación de los referentes establecidos y que actúan
como mecanismo de control social y cultural; tiene que ver con las expresiones del movimiento
estudiantil francés, en mayo de 1968. Fue algo así como la inauguración de las acciones colectivas
juveniles en contra de los referentes vigentes en Europa. Porque no se trató, simplemente, de unas
acciones a partir de determinadas reivindicaciones puntuales de los y las estudiantes. Trascendió a
niveles que involucraban a las instituciones de control. Algo así como reformar, transfiriéndole una
connotación ideológica y política concreta, los procesos que se venían presentando en
Norteamérica y en Europa, en el curso de la denominada década del sesenta; a partir de las
expresiones contestatarias de los y las jóvenes (el movimiento hippie, por ejemplo); a partir de la
música y las acciones de irreverencia.
Si se quiere, entonces, el Mayo Francés; así como las expresiones del movimiento estudiantil en
Méjico por esa misma época. O del movimiento estudiantil en Alemania; constituyen momentos
cruciales en las expresiones de los y las jóvenes. Independientemente del grado de certeza y/o del
conocimiento acerca de la influencia del pensamiento marxista en estos hechos; lo cierto es que
tienen un cimiento común: la confrontación al orden establecido; en lo que este tiene de coercitivo
y represor de la individualidad y de la libertad.
Los ejemplos presentados, en lo que respecta a acciones organizadas de los y las jóvenes, no
pueden ser vistos como absolutos. Mucho menos como los únicos. Constituyen, apenas, y así lo
expresé en su momento., una muestra de la trascendencia que adquiere la noción de libertad y de
confrontación a los íconos impuestos como modelos; por parte de quienes han pretendido y
pretenden erigirse como representantes y referentes.
Quiero terminar, a manera de ilustración, con la s iguiente expresión:”…Detrás de todas las
diferencias entre las formas históricas de la sociedad, Freud había visto la básica inhumanidad
común a todas ellas, y los controles represivos que perpetúan, en la misma estructura instintiva, la
dominación del hombre por el hombre…”75
Además transcribo otro documento acerca de la apertura económica; porque lo considero
pertinente a la hora de efectuar balances conceptuales.
10 Una visión a la estructura económica en el contexto del conflicto
10.1 Acerca de la apertura económica
En Colombia los años noventa fueron una época de profundas reformas políticas y económicas,
pero llena de resultados insatisfactorios y de conflictos cada vez más intensos. En el tema
75 Marcase, Herbert, obra citada, página 235.
113
económico, las reformas que se promovieron se inspiraron, como en el resto de América Latina, en
el llama Consenso de Washington.La crisis de gobernabilidad intentó resolverse con una nueva
Constitución. Y en el medio académico los economistas entrenados en las hipótesis de las
expectativas racionales, estaban deseosos de aplicar sus conocimientos para resolver nuestros
problemas desde sus fundamentos macroeconómicos... ”76
Este proceso fue iniciado en el gobierno (1990-1994) del doctor César Gaviria Trujillo. En términos
estrictamente económicos, estuvo soportada en la teoría económica promocionada por un grupo
de economistas que configuraron las opciones denominadas neo-liberales.
El fundamento teórico de esta corriente, tiene que ver con la reformulación del rol que le compete
al estado en torno al desarrollo económico y social. La intención es desvirtuar y minimizar la
intervención estatal y la validación absoluta de la economía de mercado. Algo así como imponer la
posición que habla de la libre competencia, como única fuerza reguladora de los precios de bienes
y servicios. Mirada desde una perspectiva histórica y comparativa, no es otra que la contraparte de
la teoría propuesta y defendida por John Maynard Keynes, en su obra: “Teoría general sobre el
empleo, el interés dinero, publicada en 1936. Para lograr mayor precisión acerca de la posición
Keynesiana, es pertinente transcribir la siguiente reflexión:
“..La aparición de la teoría de Keynes fue el acontecimiento más trascendental en la economía política
burguesa de la época de transformación del capitalismo monopolista en capitalismo monopolista de Estado.
Dicha teoría introdujo en ella elementos cualitativos nuevos que fueron la base de su reestructuración
profunda y que tan grande influencia ejercieron en el carácter de la política económica del Estado b urgués
contemporáneo. La importancia de la teoría de Keynes proviene, ante todo, del hecho de haber sentado la
base de un nuevo capítulo de la economía política burguesa, la teoría macroeconómica, sin la cual la
fundamentación de la regulación estatal –monopolista sería hoy inconcebib le...”77
Para el caso colombiano, la implementación de la teoría neoliberal, supuso la aplicación de normas
relacionadas con la minimización de la intervención estatal en el desarrollo económico. Esto, a su
vez, estuvo centrado en decisiones como la privatización y/o supresión de empresas y entidades
públicas vinculadas a actividades de servicios sociales públicos y financieros. Al mismo tiempo,
supuso la modificación de la teoría macroeconómica, en términos de la estructura y distribución del
presupuesto. Se hizo evidente, por esa vía, la disminución del gasto social. Unido a lo anterior, el
gobierno central, impuso decisiones relacionadas con la apertura hacia el mercado internacional de
bienes y servicios. Tanto como instaurar la figura de la libre competencia, a partir de la cual la
76 Flórez Enciso, Luis Bernardo, ponencia presentada en el IV Congreso de Economistas de la Universidad Nacional de Colombia, publicada en Cuadernos de Economía No. 34, pági na 34, publicación del
Departamento de Teoría y Política Económica de la Universidad Nacional de Colombia 77 Osadchaia, De Keynes a la síntesis neoclásica, ediciones de Cultura Popular S.A., primera edición 1976, página 6.
114
industria nacional se vio obligada a competir con empresas multinacionales, en condiciones de
profunda desventaja. En este sentido es ilustrativa la reflexión del profesos Salomón Kalmanovitz:
“..El rasgo más importante de la nueva pol ítica económica es el incremento de la competencia externa a
través de la apertura interna, por la desregulación de las actividades económicas que debe conducir, según
sus ideólogos, a cambios radicales en el comportamiento de los agentes económicos. En el plan de desarrollo
del gobierno se aduce, por ejemplo, que el enclaustramiento de la economía ha conducido a la pérdida del
dinamismo de la economía y que la sola mayor competencia contribuirá a aumentar la eficiencia de las
empresas, particularmente de las públicas, algunas de las cuales se privatizan, de tal modo que se liberan
recursos que se reinvierten y que colocan a la economía en una senda virtuosa de crecimiento: aumentos de
especialización, mayor productividad y rentabilidad, más inversiones, etc .…”78
En términos de un análisis objetivo, la apertura económica en Colombia, puede ser considerada
como una falacia. Con el argumento de la modernización del Estado colombiano, se condujo al
país hacia daños irreversibles, como quiera que se desvirtuara el contenido social que debe
sustentar la intervención Estatal. Además, se colocó a la industria nacional en posición de profunda
desventaja con respecto al mercado internacional. La Constitución Política del 1991, constituye un
intento por r enfrentar los problemas derivados de la apertura económica; al menos en lo que tiene
que ver con la reivindicación del Estado como Estado social de derecho y de restablecer conceptos
de contenido humanístico en cuanto a los derechos individuales y colectivos. 79
Ahora bien, en razón a que he venido planteando acerca de las posiciones desarrolladas por mí en
esta década; conviene precisar en torno al caso relacionado con la educación superior. Porque mi
intervención se produjo en ese contexto. Porque, en solitario, me la jugué por una interpretación de
insumos de referencia, con el énfasis colocado en hacer de la actividad sindical algo diferente al
estribillo acerca de explotados y explotadores; para convertirla en un confrontación al centro de las
pretensiones gubernamentales y a las realizaciones de quienes, al interior de nuestra universidad y
desde posiciones de dirección, trataban de imponer el modelo de apertura económica. Pero, al
mismo tiempo, con la convicción de que, en lo que respecta a la educación superior; era
absolutamente necesario ser proactivo y asertivo. Entendiendo que la confrontación tenía que
hacerse ahí, en ese terreno, y no por la vía del simple mitin o movilización. Ya, en esta posición,
quedaba bien definida mi diferenciación con quienes, hicieron (y hacen) de la actividad sindical en
las universidades, una expresión que lesiona los intereses misionales de la universidad; por la vía
de las amenazas y las intervenciones de vulneración. Esto se hizo más evidente aún a la raíz de
un problema que precisaré más adelante y ante el cual asumí una posición en contravía de
quienes pretendían (y pretenden aún) vender la idea de ser los y las mejores a la hora de
confrontar y actuar en defensa de los intereses de los trabajadores y las trabajadoras. Y, hay que
78 Kalmanovitz, Salomón, Economía política de la apertura, publicado en “El fin del neoliberalismo”, por el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz, primera edición 1993, página 108 79 Ensayo publicado en 1994
115
entenderlo así, con mayor razón, tratándose de un determinado entendido de comunidad
universitaria. Porque, estas personas aludidas, consideran que los trabajadores y las trabajadoras,
son los únicos y las únicas que cuentan a la hora de definir roles.
10.2 Acerca de la globalización económica y el comercio exterior
10.2.1 El soporte teórico
Ante todo, se trata de una indagación. Más allá, inclusive, de la descripción simple de las
características fundamentales que exhibe la globalización, como perspectiva y como tendencia que
se ha pretendido asimilar al concepto de universalización.
Porque, a decir verdad, asistimos a ese proceso de avasallamiento por parte de quienes controlan
la economía mundial; sin haber solicitado que nos invitaran. Algo así como entender, por esta vía,
que la dinámica, la impronta del capital, está centrada en su capacidad de absorción de todos los
contenidos y de todas las opciones. Aquí, entonces, no hay lugar para ejercer la disidencia, ni
como grupos sociales, ni como país. La disidencia es considerada una herejía inconcebible e
inclusive se tipifica como insensatez y/o como opción en contra del progreso.
Veamos lo anterior en términos del profesor Jorge I. González:
¿….Cuál es el sustrato común de toda sociedad? Algunos analistas sostienen que la sociedad está
organizada por y para la lucha contra la naturaleza, sabiéndose y queriéndose ser racional,
calculadora, eficaz, mecanicista y mundial. En la comunidad tradicional esta lucha se inscribía en
un pensamiento mágico-religioso. En la sociedad moderna el trabajo transformador adquiere un
papel central: es el nuevo sagrado. La sociedad no se preocupa por ser justa. Eso no es de ella.
Tampoco es injusta. Lo suyo es producir. La sociedad moderna ha envuelto al hombre en la lógica
de la competición, reduciéndolo todo a la cuantificación y al cálculo. El sentido de la eficiencia no
deja espacio para la gratuidad y el don. La sociedad racional hace que el individuo sea calculador.
Desde esta perspectiva, el análisis del neoliberalismo como tal pasa a un segundo plano; en
cambio, la pregunta por el hombre, por su felicidad y por la razón de su quehacer cotidiano,
adquiere una relevancia fundamental...”80
En el anterior contexto, el concepto de globalización económica y su aplicac ión, adquiere
connotaciones dramáticas; en términos de sus implicaciones sobre el conjunto de la economía
mundial, particularmente sobre las economías de los países que no han alcanzado niveles de
desarrollo semejantes a los de Estados Unidos y Europa.
80 González, Jorge I.”Contradicciones del neoliberalismo”, artículo publ icado en el Texto: “El fin del neoliberalismo, Ed. Indepaz, primera edición 1993, página 86.
116
Si se quiere, la dinámica de la globalización económica, puede y debe interpretarse como una
extensión y/o adaptación de la lógica que subyace al concepto del libre cambio; en donde es el
mercado el encargado de regular todo el quehacer económico y social. Es algo así como imprimirle
a esta época una opción centrada en el predominio de esa lógica propia de los principios
fundamentales del capitalismo. Con el agravante de la presencia de condicionantes relacionados
con el control ejercido por aquellos países que tienen el monopolio de los avances científicos,
además de instrumentos que les permiten profundizar y consolidar su visión acerca del desarrollo
económico y sus paradigmas vinculados con su entendido de democracia y participación.
Aquí, en consecuencia, prevalece una noción de planificación en la cual el Estado no tiene ese rol
propuesto por parte de quienes, desde una perspectiva asimilada a la utopía, asumían la
posibilidad de establecer una especie de equilibrio entre el crecimiento y el desarrollo ec onómico y
las necesidades sociales de quienes no ejercen como beneficiarios fundamentales, en cuanto no
hacen parte de la clase o grupo que controla la riqueza, entendida como capital.
Tal es el caso de lo expresado por J.C. Rousseau en su texto El Contrato Social. Considero
pertinente transcribir un aparte de su concepto central:
“..La primera y más importante consecuencia de los principios hasta aquí establecidos es que sólo
la voluntad general puede dirigir las fuerzas del Estado según el fin de su inst itución, que es el del
bien común; pues si la oposición de los intereses particulares ha hecho necesario el
establecimiento de las sociedades, la conformidad de estos mismos intereses la ha hecho posible.
Lo que hay de común entre estos diferentes intereses es lo que forma el vínculo social; y si no
hubiese algún punto en el que todos los intereses estuvieses conformes, ninguna sociedad podría
existir: luego la sociedad debe ser gobernada únicamente conforme a este interés común...”81
Como corolario transitorio, me permito señalar: la aplicación de la opción de globalización
económica, está soportada en elementos conceptuales asociados a las leyes del mercado. Por
esta vía, se hace elusión del Estado como instrumento regulador y garante de los beneficios
sociales para la población excluida de los beneficios fundamentales del crecimiento económico. El
desarrollo económico es entendido, entonces a partir de ahí, como crecimiento que está
condicionado por la existencia de intereses vinculados con el control ejerc ido por parte del o los
grupos económicos que poseen el monopolio sobre el capital y, por esto mismo, de los avances
tecnológicos. No se entiende, en esta opción, la universalización de la ciencia y el conocimiento,
como patrimonio de la humanidad; sino como posibilidad de profundizar el control y acrecentar la
riqueza de aquellos que la ejercen.
81 Rousseau, J.C., “El Contrato Social”, Ed. Gráficas Modernas, 1997. Traducido del francés por A.D., página 29.
117
En lo que sigue, trataré de profundizar en tres aspectos básicos: uno, tiene que ver con las
implicaciones de la globalización económica así concebida, en el desarrollo y crecimiento de los
países denominados del tercer mundo y/o subdesarrollados. El segundo tiene que ver con las
alternativas posibles para enfrentar esos condicionantes imperativos. Y el tercero hace alusión al
concepto de Estado y los modelos políticos que lo subyacen. También, en este tercer punto se
analiza el caso del régimen parlamentario en Europa…”
10.2.2. La globalización económica y el comercio mundial.
10.2.2.1 De los organismos financieros y económicos internacionales.
La humanidad ha avanzado en lo que respecta a la noción de universalización. Queda claro que no
es posible validar, ahora, el concepto de autarquía. Las relaciones entre diferentes sociedades y
culturas, ha ejercido como soporte para el intercambio de bienes...y del conoc imiento acumulado.
Esto, a su vez, ha estado condicionado por diferentes momentos del desarrollo económico. Desde
el esclavismo, pasando por el feudalismo, hasta el capitalismo. Han sido períodos históricos en los
cuales han hecho presencia diferentes opciones en torno a la riqueza, al trabajo, al crecimiento y al
rol asignado al entendido de la participación, los derechos y al concepto del ser humano.
Visto así, es pertinente presentar la interpretación de un autor que indagó por ese tipo de nexos, a
lo largo de la historia. Leo Huberman, en su obra “Los bienes terrenales del hombre”, dice:
“…Los directores de las primeras películas de cine a menudo hacían cosas muy extrañas. Una de
las más curiosas era su costumbre de llevar a la pantalla gentes que tomaban un automóvil e iban
a cualquier parte sin pagar al chofer. Paseaban por la ciudad, se divertían, o iban a un centro de
negocios, y ahí terminaba todo. No había que pagar. Igual pasaba con los libros de la Edad Media,
en los que por páginas y páginas, caballeros y damas, con armaduras brillantes o trajes
suntuosos, vivían entre torneos y juegos. Siempre residían en castillos espléndidos y comían y
bebían a su gusto. Pero alguien tenía que pagar por todo ello, porque los árboles no dan las
armaduras y los alimentos que produce la tierra tienen que ser plantados y cultivados. Y así como
uno tiene que pagar por un paseo en taxi, alguien el siglo décimo o decimosegundo tenía que
pagar por las diversiones y las cosas buenas que los caballeros y las damas dis frutaban. Y alguien
también tenía que proveer los alimentos y los vestidos para los sacerdotes y clérigos que oraban,
mientras los caballeros combatían. Además de estos clérigos y guerreros, en la Edad Media existía
otro grupo: el de los trabajadores. Porque la sociedad feudal consistía en estas tres clases:
clérigos, guerreros y trabajadores, con esta última al servicio de las dos primeras, la eclesiástica y
118
la militar. Así lo entendió por lo menos una persona que vivió en aquella época, y que lo comentó
de esta forma: Para el caballero y el clérigo, ha de vivir quien hace el trabajo….”82
Es cierto, entonces, que no podemos asumir una posición que escinda un periodo de otro. Esto es
lo mismo que entender la dinámica del desarrollo social, político y económico, asociada a conflictos
de intereses, al ejercicio del poder, a la expoliación, a la imposición violenta de determinadas
opciones y visiones del mundo y de la sociedad en su conjunto. Todo esto de una manera no
lineal, uniforme; sino de una manera dialéctica, en donde la sucesión de acontecimientos y de
momentos específicos ha estado condicionada por particulares expresiones. Eso sí, en donde
siempre ha prevalecido la noción y la imposición del poder, siempre en manos de quienes han
controlado y controlan la riqueza y sus beneficios fundamentales.
Con la llegada del Capitalismo, no cambia la esencia de la lógica que soporta la relación poder-
económico, poder político y dominación. Simplemente (…si cabe la expresión); se erige como
periodo en el cual se rompen los esquemas vigentes en la sociedad feudal y se instaura una
opción de universalización del conocimiento y de adecuación de los avances tecnológicos y
científicos, a las necesidades del crecimiento económico y del progreso, centrados en las
directrices propuestas y conducidas por el grupo o grupos sociales que ejercen como beneficiarios
fundamentales de ese nuevo tipo de modo de producción.
Es claro, en esa perspectiva, que al cambiar el horizonte conceptual en torno al entendido de
crecimiento económico, acumulación, reinversión y formas de gobierno; la universalización aparece
como insumo vinculado directamente con ese proceso. Ya, durante los siglos XV, XVI y XVII, la
invasión a otras zonas geográficas del planeta, el avasallamiento a las culturas no europeas y la
exacerbación del sometimiento violento; unida a la utilización de sus riquezas. Todo esto había
permitido construir y desarrollar algunas bases para implementar el dominio colonial y la imposición
de modelos políticos, económicos y culturales.
El modelo de desarrollo capitalista supone, en consecuencia, el aprovechamiento de ese
acumulado de expoliación y avasallamiento. Con el surgimiento de la producción en serie, en
donde aparece una combinación de los avances tecnológicos y la utilización de mano de obra, se
da comienzo a la consolidación de grupos nacionales y multinacionales. El monopolio y los trusts,
van estableciendo las condiciones para un proceso de internacionalización, centrado en el control
económico y político.
Cuando, en desarrollo y consolidación de ese modelo económico, aparece la crisis de 1930, a raíz
de la recesión generalizada y, particularmente en Estados Unidos; se exhibe en toda su magnitud
82 Huberman, Leo. “Los bienes terrenales del hombre”, edición Gráficas Modernas, Bogotá D.C., 1993, página 9.
119
las contradicciones propias del mismo modelo de crecimiento y expansión. Esto obliga a reflexionar
acerca de alternativas para obviarlas. Es tanto como enfrentar la crisis por la vía de buscar y
encontrar instrumentos que permitan su superación.
Es el momento, en términos históricos, de la instauración de una nueva visión. Aparece, en ese
contexto, la noción de planificación y de macroeconomía. Al respecto, I. Osadchaia, en su obra:
“De Keynes a la síntesis neoclásica”, expresa, entre otras cosas, lo siguiente:
“Keynes creó su teoría del equilibrio macroeconómico en el período sombrío para el capitalismo, de
la depresión de los años 30 que siguió a la profundísima y devastadora crisis de 1929-1933. La
crisis y sus secuelas: paro obrero crónico masivo, empresas paralizadas, agudización de los
problemas de mercados conmovieron hasta los cimientos no sólo la economía capitalista sino la
propia economía política burguesa. En este contexto interviene Keynes con la reforma de la vieja
economía política neoclásica burguesa, que no respondía ya a los nuevos problemas de la época
de la crisis general del capitalismo.
La influencia de Keynes en la economía política burguesa contemporánea se desprende
principalmente del hecho de que, por su objeto y su método de investigación, su teoría se
diferenciaba esencialmente de las teorías clásicas precedentes. Al contrario de las teorías de
Clark, Marshall, Pigou y otros, Keynes llegó a la conclusión de que todos los problemas de
importancia vital para la sociedad capitalista altamente desarrollada han de buscarse y, por
consiguiente, estudiarse, no del lado de la oferta de recursos (su penuria, precios, su combinación
más eficaz para obtener la máxima producción, la compensación de los factores de producción,
etc., cosas de que hasta ese momento se ocupaba la economía política neoclásica), sino del lado
de la demanda que garantiza la realización de estos recursos. Al someter a crítica la ley de los
mercados de Say, que sirvió de premisa a toda la economía clásica burguesa, y según la cual la
oferta suscita automáticamente la demanda, Keynes coloca en primer plano el problema de la
demanda efectiva y sus componentes: consumo y acumulación, el problema de los factores que
determinan el movimiento de estos componentes y, por consiguiente, la demanda global en su
conjunto…”83
Surge, entonces, una nueva visión del desarrollo capitalista. Keynes, introduce un insumo teórico
fundamental, en el contexto de la teoría económica capitalista. La macroeconomía conlleva a la
necesidad de la planificación. Por esta vía, se origina la opción de una intervención estatal en la
regulación de los mercados. A nivel internacional, se desarrolla la tendencia hacia la necesidad de
mecanismo de control, de planificación y de regulación.
83 Osadchaia, I. “De Keynes a la síntesis neoclásica”. Ediciones de Cultura Popular, primera edición, 1976; páginas 19-29.
120
Al término de la Segunda Guerra Mundial, con el surgimiento de la ONU, como extensión de la
Sociedad de Las Naciones; se inaugura una nueva perspectiva para la internacionalización. Al lado
de esta, aparecen opciones vinculadas a la necesidad de la reconstrucción de Europa y, en medio
de la confrontación Este-Oeste; Comunismo y Capitalismo; este último consolida propuestas de
integración y colaboración entre sus garantes.
Lo anterior conlleva a entender la dinámica de la cooperación internacional, promovida por los
países capitalistas, como instrumento que garantice su consolidación, a partir del flujo de recursos
tecnológicos y financieros y su transferencia; según las necesidades específicas de sus aliados.
Esto supone, a su vez, tener como soporte una noción de internacionalización controlada.
Lo que pasa es lo siguiente: el centro poder capitalista, pretende hacer abstracción de las crisis
cíclicas a que se ha visto abocado el capitalismo. Una dinámica interna que lleva en si misma el
contenido de contradicción inherente al modelo. Algo ya previsto por Carlos Marx en sus
cuadernos denominados “Apuntes sobre la plusvalía”. En ellos se ausculta, en profundidad, ese
soporte contradictorio. Porque, en fin de cuentas, sigue siendo válido su propuesta de
interpretación.
Ahora, en las condiciones en que se desenvuelve la crisis en Europa y en Estados Unidos. Se
pretende efectuar la figura de tangencia con respecto al significado que tuvo, ha tenido y tienen las
leyes del mercado como opción en lo que respecta a las posibilidades de equilibrio
macroeconómico. Por esta vía se desemboca en la elusión de responsabilidades. Habida cuenta
de que, las crisis periódicas del capitalismo, hacen referencia al proceso de acumulación de
capital, por cuenta de una opción centrada en esa intervención del mercado como razón de ser al
momento de analizar los componentes.
Se olvida, y en esto enfatiza la teoría económica marxista. La razón de ser de la producción de
mercancías, supone la intervención de a clase obrera en el mismo. De todas maneras el excedente
plusválico es el soporte esencial de la acumulación. Lo demás no es otra cosa que asumir como
beneficiarios de la misma. Entender, por ejemplo, que la sección financiera capitalista; ejerce como
beneficiaria. Que le permite asumir como centro en el bloque de clases en el poder. Pretendiendo
desviar la atención en lo que respecta a que, en última instancia, su poder existe, porque existe
plusvalía. Y esto no es una abstracción. La repartija que sigue vinculada con la acumulación y que
esta acumulación está vinculada con la esencia misma del proceso.
Es decir, ahora, la crisis se pretende explicar, simplemente, en el hecho de distorsión producida por
el mercado financiero. Es algo así como negarse, de manera consiente, a reconocer que, en fin de
cuentas, la crisis financiera, no es otra cosa que la expresión de la dinámica contradictoria del
modelo capitalista
121
10.3 De los tratados de libre comercio
Como extensión del proceso de internacionalización controlada, los países de mayor desarrollo
capitalista y que ejercen como garantes y beneficiarios de ese control; han promovido y aplicado
estrategias que les permiten consolidar su opción, soportada en el modelo económico que han
venido imponiendo.
Tal es el caso, a manera de ejemplo, de los Estados Unidos de Norteamérica, con respecto a los
países de América Latina. Desde su visión controladora y expansionista ha diseñado e
implementado la estrategia definida como los acuerdos de libre comercio. Esta estrategia tiene
como soporte básico una particular manera de aplicar su entendido en lo que respecta a la
dinámica del mercado global. Inclusive, por esta vía, asume una posición en contravía de los
convenios internacionales en relación con el comercio; los cuales se supone tendrían como
escenario fundamental la instancia denominada OMC (Organización Mundial de Comercio). Se
trata, en consecuencia, de consolidar su dominio económico y político en la región; para lo cual
cuenta con el aval, casi absoluto, de los gobiernos de aquellos países con los cuales concreta su
estrategia. Ya sucedió con Méjico y con algunos países centroamericanos. Ahora, ha extendido su
aplicación hacia países de Suramérica, particularmente con Perú, Ecuador y Colombia.
Visto el contexto en el cual he venido analizando la dinámica del modelo capitalista, en su versión
neoliberal; me parece pertinente retomar algunas expresiones que describen las consecuencias de
este modelo y, particularmente, de esta estrategia de los acuerdos de libre comercio. Al respecto,
veamos lo que dice el profesor José María Franquet en su obra ¿Por qué los ricos son más ricos
en los países pobres?
“…La apertura de los mercados, mediante mecanismos de desregulación y eliminación de
aranceles, también ha traído consecuencias muy contradictorias. Por un lado, es cierto que se
abren las puertas para que los productos de los países pobres puedan venderse en los países
ricos; pero aunque las puertas estén abiertas, la competencia es tan feroz y las desigualdades de
condiciones para competir tan grandes que, en la práctica, en la última década muchos países
pobres perdieron mucho terreno en el comercio internacional. El grueso de los países pobres,
siguiendo sabios consejos de organismos internacionales y más o menos sutiles presiones
diplomáticas, abrió sus mercados eliminando barreras de importación y bajando aranceles para
estimular el libre comercio, lo que constituye la piedra angular del nuevo modelo de economía
global. Sin embargo, una mirada somera a algunos datos recientes muestra que, para los países
122
en desarrollo, este proceso significó una pérdida de oportunidades económicas del orden de 500
mil millones de dólares anuales, o sea, diez veces más de lo que recibieron en ayuda exterior...”84
Si se quiere, entonces, estamos (con la aplicación de esta estrategia, por parte de Estados
Unidos) adportas de vivir la segunda versión de la apertura económica impuesta durante el
gobierno del doctor César Gaviria Trujillo, durante su mandato 1990-1994.
10.4 De las alternativas para enfrentar el modelo de globalización económica neoliberal.
Ya he señalado arriba una posición relacionada con el aval por parte de algunos gobiernos en
países latinoamericanos. Me reitero en la aseveración, en el sentido de entender este aval como
una actitud que permite la profundización y consolidación del modelo capitalista, en su versión
neoliberal. Entre otras razones, porque existe y ha existido una posición predominante, en estos
países, en el sentido de imponer las condiciones soportadas en los intereses de los grupos
políticos y económicos que han controlado la orientación del desarrollo económico. En otras
palabras: son esos grupos beneficiarios de unas reglas del juego, originadas en el mismo modelo
capitalista.
Lo anterior, ha estado presente aún en aquellos momentos históricos en los cuales se ha tratado
de diseñar estrategias de integración regional y/o subregional. El caso más relevante, en lo que
hace referencia a los países del norte de Suramérica (Colombia, Venezuela, Perú, Ecuador,
Bolivia) tiene que ver con el Acuerdo de Cartagena, que dio origen al Pacto Andino. Hoy, esta
opción ha derivado en la CAN (Comunidad Andina). Lo mismo puede decirse, con las
diferenciaciones obvias, del caso del MERCOSUR (Uruguay, Paraguay, Brasil, Argentina).
Estas propuesta de integración económica, estuvieron y han estado cruzadas por contradicciones
originadas en particulares maneras de entender la dinámica de los mercados, al interior de los
países denominados subdesarrollados. Sin embargo, a pesar de esas diferencias, se ha percibido
una unidad de criterios; como quiera que los grupos económicos y políticos que han controlado y
controlan el desarrollo económico en e3sos países, ejerzan como beneficiarios fundamentales del
modelo económico capitalista.
A pesar de la situación descrita arriba, se advierten algunas fisuras que han dado origen (por la
dinámica asociada al desarrollo de alternativas políticas centradas en reivindicar la
democratización y la confrontación a esos grupos de control político y económico) a algunas
tendencias que promueven opciones diferentes y que confrontan la posición que hasta ahora ha
predominado. Este es el caso, a manera de ejemplo, de algunas expresiones (lideradas por Brasil,
84 Franquet, José Ma. “¿Por qué los ricos son más ricos en los países pobres?”. Ed. Litera Brooks, primera edición 2002, páginas 76-77
123
Argentina y Uruguay) en el MERCOSUR. Con menor relevancia, se puede señalar la corriente
liderada por Venezuela y Bolivia al interior de la CAN.
Lo que si queda claro, a partir de lo expuesto en este trabajo, es la necesidad de promover y
desarrollar alternativas políticas y económicas, soportadas en la reivindicación de la autonomía
plena de nuestros países y que, por lo mismo, ejerzan como instrumentos de confrontación a la
posición neoliberal.
A continuación presento, a manera de ejemplo, una situación que explica la interacción derivada de
la globalización; en un contexto que nos sitúa en una perspectiva de interdependencia económica y
política.
11. La opción Marxista vs. Populismo Armado (Tomado de “4710”, con autorización de
Rosendo Payares, seudónimo de su autor)
“…Al llegar a este punto, se concreta una opción de cotejación entre el marxismo ortodoxo, incluida la
propuesta de Lenin acerca del partido obrero, y la pérdida de referentes por parte de las Farc, en aplicación
de su desvío ideológico y político. Entonces, en lo que sigue, inserto un somero análisis del marxismo clásico.
Posteriormente efectúo análisis y cotejación con respecto a la opción de partido obrero.
11.1 La teoría
En términos de cultura, la humanidad, ha tenido momentos históricos que han sido identificados, analizados y
caracterizados. El seguimiento de esta cronología, permite establecer algunos referentes. Uno de ellos, tal vez
el fundamental, tiene que ver con relacionar la construcción progresiva del concepto de sociedad; a partir de
la interacción primaria y directa entre los diversos grupos humanos y entre estos y los sujetos individualmente
considerados.
En ese proceso de indagación, hacia la identificación de los momentos históricos de la humanidad, aparecen
expresiones teóricas que definen, en sí mismas, posiciones diferenciadas. Porque, entre otras cosas, esa
indagación aparece asociada con áreas del conocimiento que hacen parte de la cultura. Esto es lo mismo que
entender la siguiente dinámica: la cultura es un producto de la aparición, desarrollo y consolidación de la
especie humana. Por lo tanto, entonces, está vinculada con el desarrollo del conocimiento. En este conte xto,
el primer momento de la cultura está relacionado con el conocimiento de la naturaleza, el nexo con la misma y
el proceso de diferenciación. Este último, incluye, como elemento fundamental, la interpretación del rol de los
sujetos. A su vez, ese rol, está anclado con la razón de ser de la presencia y el origen mismos.
Como quiera que este último aspecto conlleve a la construcción de opciones teóricas; en diferentes áreas de
las ciencias sociales; estas constituyen expresiones a partir de las cuales se d esarrollan posiciones de
confrontación. Algo así como entender que, constituyen referentes a partir de los cuales se desarrollan
escuelas de pensamiento que han incidido de manera profunda en el desenvolvimiento cultural de la
humanidad.
124
Ahora bien, desde una interpretación vinculada con grupos etéreos, resulta importante intentar una indagación
en la cual se pueda precisar acerca de la manera como el progreso cultural de la humanidad, particularmente
en lo que respecta al estudio de las relaciones sociales y la interpretación del rol de los individuos en ella; ha
incidido en los grupos humanos específicos. En mi caso, considero pertinente situar esa indagación en la
incidencia de ese progreso cultural en la juventud.
Pero no tanto en términos tangenciales o etéreos. Se trata, por el contrario, de situarla en relación con el
pensamiento filosófico, social y político. Por la conexión que tienen estas áreas del conocimiento. Y, desde mi
percepción, por la trascendencia que han tenido y tienen en la búsqueda y concreción de opciones de
participación social, colectiva e individual. E, inclusive, en esa misma perspectiva, la indagación debe remitir a
preciar el sentido de esa incidencia. Algo así como tratar de dilucidarla en conexión con la razón de ser del
sujeto individual y de su nexo con el modelo de sociedad prevaleciente en un periodo histórico determinado.
Es un poco la remisión a la angustia que genera ese nexo. Veámoslo así:
“…La proposición de Sigmund Freud acerca de que la civilización está basada en la subyugación permanente
de los instintos humanos ha sido pasada por alto. Su pregunta sobre si los sufrimientos infligidos de este
modo a los individuos han valido la pena por los beneficios de la cultura no ha sido tomada muy seriamente –
tanto más cuanto que Freud mismo consideraba el proceso inevitab le e irreversib le. La libre gratificación de
las necesidades instintivas del hombre es incompatib le con la sociedad civilizada: la renuncia y el retardo de
las satisfacciones son los prerrequisitos del progreso. La felicidad, dice Freud, no es un valor cultural. La
felicidad debe ser subordinada a la disciplina del trabajo como una ocupación de tiempo completo, a la
disciplina de la reproducción monogámica, al sistema establecido por la ley y el orden. El metódico sacrificio
de la lib ido es una desviación provocada rígidamente para servir a actividades y expresiones socialmente
útiles, es cultura…”85
De esta manera, entonces, desembocamos en una opción teórica en la cual aparece el (la) individuo, en
relación con la sociedad, pero desde una perspectiva en la cual todo le puede aparecer ajeno. Esto, en la
medida en que la “cultura”, aparece como una construcción ya realizada en sus expresiones fundamentales.
Es decir, encuentra unos referentes que lo (a) sitúan en una especie de relación de dominio; en donde él (ella)
es el dominado (a).
Cabría, en consecuencia, la pregunta: ¿dónde queda la autonomía del (la) sujeto? Es ahí, en esta pregunta,
en donde la individualidad se desenvuelve de manera constante. Y esto ha sido así, desde que la humanidad
se desprendió simbólica y efectivamente de la Naturaleza. Es decir, desde cuando los y las humanos (as),
comenzaron su tránsito, de manera independiente y empezaron el proceso de dominación del mundo exterior.
Visto así, la cultura (en su expresión más relevante y trascendental: la colectivización, la sociedad), se erige
como mecanismo de control. Por cuanto, supone un sometimiento, una desarticulación y avasallamiento de la
libertad individual. En la obra citada arriba, Marcuse expresa:
“…El despotismo patriarcal original llegó a ser así un orden efectivo. Pero la efectividad de la organización
sobreimpuesta de la horda debe haber sido muy precaria, y consecuentemente el odio contra la supresión
85 Marcuse, Herbert. “Eros y civil ización”. Ed. Seix Barral S.A., Barcelona 1969. Cuarta edición
125
patriarcal muy fuerte. En la construcción de Freud, este odio culmina en la rebelión de los hijos exiliados, el
asesinato colectivo y la decoración del padre, y el estab lecimiento del clan de hermanos, quien a su vez
diviniza al padre asesinado e introduce aquellos tabúes y contenciones que, de acuerdo con Freud, generaron
la moral social…”86
Lo cierto, entonces, es que ha existido una represión constante de la individualidad, desde el mismo momento
en que se configura la sociedad. Y, en este proceso de represión, una de las construcciones más relevantes,
ha sido la familia. Porque en esta se reproducen los esquemas y los métodos de coacción. Allí, aparece la
figura de la autoridad, como condición necesaria para el mantenimiento del orden y del sometimiento.
En este trabajo, al abordar el análisis del rol de la teoría marxista, en el proceso de confrontación a esas
relaciones de dominio; se parte de un prerrequisito básico: la caracterización de la posición asumida por
Carlos Marx, como una expresión en contravía de la noción de sociedad, a partir de la represión del (la) sujeto
(a) individualmente considerado(a). En otras palabras, se asume como fundamento y como hilo conductor la
reivindicación de la autonomía y la libertad. Por esta vía, en consecuencia, se erige como posible una
conclusión trascendental: En paralelo (y en los momentos de ruptura, de fricción) a la utilización de los
mecanismos de coerción y represión inherentes a la sociedad, ha habido una lucha constante por construir
una opción en la cual la libertad y la autonom ía sean la razón de ser de la acción individual.
12. De cómo se concreta una revolución
“…El clima político se enrareció por las medidas contra la libertad de prensa y el destierro de dirigentes
liberales. Esto motivó que los liberales, reunidos en la convención de 1892, se organizaron políticamente y se
prepararan para un nuevo enfrentamiento armado. En 1895 se desarrolló la primera de las dos guerras civiles
de los liberales contra el régimen conservador. El gobierno ganó la contienda, lo cual reforzó el dominio de
Caro y su abuso de las atribuciones extraordinarias que le concedía la Constitución.
…La última guerra civil, la más larga y violenta, estalló en octubre de 1899 y se prolongó por tres años.
Conocida como la guerra de los Mil Días, ella significó para el gobierno la puesta en armas de 75000
hombres, el gasto de 75 millones de pesos y, librar más de 220 combates. El costo fue inmenso: solo las
mueres superó la cifra de cien mil personas; además, la prolongación de la guerra a Panamá facilitó su
separación con la ayuda de los Estados Unidos…” (“Civilización 7, texto escolar del Grup o Editorial Norma,
páginas 330-331).
La cita de texto anterior, nos abre la posibilidad de acceder a algunos de las situaciones de finales del siglo
XIX y comienzos del siglo XX. Porque nuestra historia ha sido cosida con los hilos de la violencia. Ya lo decía,
en el comienzo de este escrito, a partir de 1830, los vericuetos de la carrera política y económica. Un universo
de acopios, por la vía de acciones abiertas y soterradas, en la perspectiva de acuñar opciones soportadas en
referentes asociados a la guerra de independencia y su concreción en la derrota del colonialismo español.
Una franja de país y de Nación asimilada a lo que podría tipificarse como lobotomía en términos de valores y
de caminos anchos hacia la verdadera libertad y democracia. Un sorti legio asociado a componendas y
reacomodos y de traiciones. Un vuelo asumido como rasante. En el cual cabía todas las formas y maneras de
86 Ibíd., página 69
126
abrirse paso. Asociado a esto, una visón recortada del sentimiento y aplicación de soberanía. Un proceso
que nos fue acercando a una posición genuflexa respecto a los imperios ingleses y norteamericanos.
Empezamos a ser aprendices de un esquema de dominación, con supuesto perfil liberal y democrático. Nos
fuimos acerando a la condición de lisiados ideológicos. Con una visión de mundo y de perspectivas blindada
con esa rogativa constante hacia lo personal. Como liderazgos oligárquicos.
En el pasado reciente presenté, ante la opinión pública, un escrito en el cual asumí una interpretación referida
al referendo convocado por el señor presidente Álvaro Uribe Vélez, con el propósito de modificar apartes de
nuestra Constitución Política de 1991. Me parece pertinente, ahora, transcribir una sección de este
documento; como para asociarlo al perfil de los dirigentes políticos de la segunda mitad del siglo XIX en
nuestro país.
“… Comentario: El doctor Álvaro Uribe Vélez ha desarrollado su mandato conforme a la opción programática
planteada en su campaña electoral. Quienes votaron por esa opción, lo hicieron conforme a las posib ili dades
que otorga la Constitución Política; es decir los hicieron libremente. Con el derecho que me asiste como
ciudadano colombiano, opositor político y programático del doctor Uribe Vélez, manifiesto públicamente mi
contradicción con su programa, con su método y con la perspectiva que pretende imponerle al País.
De entrada considero que el señor Presidente Uribe es genuflexo con respecto al Gobierno de Estados
Unidos. No asumo esta expresión como simple retórica facilista. Veamos su justificación: La auto nomía
gubernamental se entiende, en relación con las posiciones que se asumen, en el contexto internacional. Aquí,
asumo una asimilación pertinente entre autonomía y soberanía. No basta enfatizar acerca de la soberanía,
solo en términos de la vigilancia en fronteras.
Así entendido, entonces, el señor Presidente ha trabajado su política internacional, conforme a su formación
doctrinaria (…Incluida su formación en teoría económica) ha estado fundamentada en un acervo teórico
construido a partir de asumir como válida la hegemonía del Imperio Norteamericano. Es una figura cercana al
pragmatismo perverso, asumido por parte de quienes, en nombre de las fracciones hegemónicas de la
burguesía, se prepararan para gobernar en los países dependientes. Para este tipo de personas los iconos
están fundamentados en expresiones de un modelo de democracia, como la predominante en Estados
Unidos, que reivindica la imposición y la agresión a nombre de los valores (…sus valores) de justicia, de paz.
Obviamente son expresiones con un “made in...” como logotipo. Esto es lo que explica, a manera de ejemplo,
la incondicionalidad manifestada por parte del doctor Álvaro Uribe, ante la invasión y agresión a Irak. Pero
también en lo que hace referencia al aval político en torno al ALCA. Así mismo en su incondicionalidad con
respecto a la tipificación en torno al significado y alcance del narcotráfico y los métodos impuestos para
enfrentarlo. Estos tienen que ver, fundamentalmente, con la vulneración de los derechos de campesinos y
nativos y con la reclamación de la patente de corzo para actuar militarmente.
En lo que respecta a su opción programática para alcanzar la paz en nuestro país; no es otra cosa que la
extensión de su convicción guerrerista. Pero no en la lealtad y filantrop ía de esos guerreros transparentes,
utópicos que arriesgan por causas colectivas, por futuro digno y justo. Más b ien se trata de un personaje sin
principios éticos. Que se apoya en la obscurana propia de los vándalos. De aquellos que hacen del ejercicio
127
de matar, una construcción que se fundamenta en la lógica de “ojo por ojo”. Ya lo había hecho cuando fue
gobernador en el Departamento de Antioquia, con la implementación de las Convivir, que no eran otra cosa
que organizaciones paramilitares mimetizadas com o cooperativas. Para el señor Presidente Uribe, en
consecuencia, el paramilitarismo no le es desconocido. Ni mucho menos contrario a su formación. Visto así,
no creo en su propuesta de paz. Es, por el contario, una propuesta de guerra. Tanto o más sucia qu e la de su
colega George Bush.
Su visión de justicia social, está relacionada con su formación en teoría económica y de desarrollo. Es simple:
su teoría del crecimiento es la misma que orienta su pragmatismo ante las imposiciones de los organismos
multilaterales de crédito. Así las cosas, entonces, el FMI y el Banco Mundial, son instituciones que orientan su
camino. Pero no es de ahora. Su recorrido tiene como realizaciones la Ley 50 y la Ley 100. Ahora como
Presidente, simplemente, ha extendido esa opción. Con la facilidad que le otorga el poder, entendido como
soporte para imponer decisiones en contravía de los más elementales principios de la equidad. Algo así como
el “alumno aventajado que pretende demostrar que es merecedor de los beneplácitos de sus maestros”.
El referendo es una propuesta elaborada con su perfil. Desde niño aprendí (…en eso mi madre no se
equivocó nunca) un dicho muy coloquial referido a aquellos (o aquellas) que pretenden posicionarse como
humildes, sencillos, respetuosos, creyentes (. No rompen un vaso, se decía). “..De los solapados que tiran la
piedra y esconden la mano, líbranos señor.” El señor Presidente Uribe es uno de estos personajes. Tal
parece que pretende imponer un record Guines, en términos de sumar los mayores atropellos en contra de los
asalariados y desposeídos, en el menor tiempo posib le. Es una fijación enfermiza.
El referendo es, en mi opinión, un resumen mal elaborado de su programa. Es incoherente, en cuanto mezcla
conceptos como el de la reforma política, al lado de su doctrina económica...y todo, al lado de silogismos
moralizantes. Tal vez, fue hecho así de manera intencional. En psicología, la fuerza que adquiere una figura
que cautiva a partir de expresar lugares comunes como vehículo de comunicación con personas ávidas de
opciones mesiánicas, ante su impotencia y su incapacidad para promover transformaciones que afecten el
orden establecido e impuesto; es parecida a los hipnotizadores. La conciencia y la lucidez, se convierten en
minusvalía mental que afecta la autonomía personal y colectiva. Con un análisis mínimo del texto
(Referendo), es posib le encontrar expresiones de esa posición de doble moral en el señor Presidente.
Veamos: en su alharaca publicitaria ofrece el Referendo como propuesta en contra de la politiquería y la
corrupción. Sin embargo, al presentar (en el texto) la propuesta de permitir que el presupuesto para gastos de
inversión, se defina previas audiencias públicas promovidas y auspiciadas desde las corporaciones públicas
de elección popular (pregunta 4); no es otra cosa que reivindicar, sutilmente, la figura de los auxilios
parlamentarios. De otra parte, todo lo concerniente a los partidos políticos (el umbral, a manera de ejemplo) ya
está definido en la Ley que reforma la actividad política partidista. Lo único “nuevo”, en este contexto, tiene
que ver con la manera de presentar el mandato constitucional en términos de la pérdida de investidura, de la
prohib ición de suplencias en las corporaciones públicas de elección popular y del castigo a la injerencia de
funcionarios públicos en asuntos que lo beneficien económica y políticamente (claro está que, aquí, queda
eximido el señor Ministro del Interior, Fernando Londoño Hoyos). En los artículos 134, 183, 261, 263 y 355 de
la Constitución Política, aparecen definiciones precisas en este sentido, por lo tanto se trata, simplemente de
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aplicarlos, plenamente, sin necesidad de reivindicarlo como “descubrimiento” a la manera de los brilladores de
metales que transforman, transitoriamente, en brillo cualquier baratija; para luego venderlos a los incautos.
Ahora b ien, la pretensión del señor Presidente de modificar, por la vía del Referendo, el entendido de los
derechos adquiridos en lo que respecta a las pensiones; así como su intención de congelar los salarios como
mandato; no son otra cosa que una concreción de su formación en teoría económica. Coincide con la visión
del FMI. Es la teoría de la inflación cero, como propuesta para el crecimiento económico. Una postura
monetarista que propone y convoca al manejo instrumental en la relación oferta-demanda. Es algo así como
alcanzar el saneamiento y equilibrio macroeconómico, a costa del empobrecimiento generalizado de la
población. A partir de ahí es obvia la justificación para hacer aparecer su doctrina y su claudicación, como si
fuera una decisión soberana de los votantes.
A lo anterior se suma el hecho de su propuesta a través de la cual pretende reformar el concepto y aplicación
de la justicia. Es compatib le con el estatuto anti-terrorista que ya ha cursado una legislatura. Una vulneración
absoluta de las libertades individuales, del debido proceso y de la presunción de inocencia. Es una versión
mucho más infame que el Estatuto de Seguridad expedido por el señor presidente Julio César Turba y Ayala
en 1978 y que permitió una cacería de brujas indiscriminada, soporte para detenciones arb itrarias,
desapariciones y asesinatos. Además, en esta propuesta reformatoria, se pretende convertir la tutela en un
instrumento inocuo, sin ninguna repercusión efectiva. Se pretende, así mismo, eliminar (de hecho) el rol de la
Honorable Corte Constitucional.
Estamos, entonces, ante un Presidente que pretende erigirse en emperador plenipotenciario. Inclusive ya ha
esbozado la propuesta de la reelección…”87
13. La urdimbre militarista y las libertades (Prólogo al Texto-Novela “Samuel”, autor
Parmenio Cano G. Previa autorización)
Ser humano, implica asumir la vida. En el día a día. Inmerso en la complejidad que la recrea. Es estar en
contacto consigo mismo, en la perspectiva de dilucidar la razón de ser. El ir y venir en esa búsqueda,
adquieren significado, sólo cuando reclamamos ser nosotros mismos.
El problema, entonces, bordea abismos. Ya que estamos en constante lucha. Porque somos cautivos de los
orígenes. Es historia que nos cruza de manera transversal. Condicionando los pasos. Ensayamos los sesgos.
Esos que, a cada momento, nos vemos obligados a andar. En la intención de salir. Un laberinto en el cual
conocemos la entrada pero no la salida. Ahí, quisiéramos acercarnos a Ariadna. Quisiéramos identificarla;
para que nos guíe. ¿Pero adonde? Pregunta que no encuentra respuesta. Ni ahora, ni nunca. Porque estamos
obnubilados. Esos rezagos que arrastramos. Inclusive, viviendo las contradicciones entre lo individual y lo
colectivo.
El gendarme militar es ese ser individual. Interactúa con los demás, a manera de exteriorizar. Pero no puede
zafarse. Una contradicción entre el querer ser y el ser. Este último deambula. Los territorios que pisa ya
estaban creados. Antes de ser él. Atavismo centrado en esos símbolos que no podemos desechar. Que nos
87 Cano, Parmenio “Acerca del Referendo”. Publicación en cuadernillo, 2002.
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persiguen. Entonces, Samuel, puede ser él o puede ser otro. Lo único que ansía es dirimir la querella. Porque,
siendo él como sujeto enrevesado, remitido de manera constante al pasado. Pero, también, en búsqueda de
una condición de sujeto libre. Pero los demás están ahí; acechándolo.
Viene, consecuencia, el desvarío. Ese que parece no tener límites. Bordea el ab ismo. Siendo, aquí, ab ismo el
contexto. La sociedad que lo requiere y trata de asimilarlo. Pero Samuel no se deja asimilar. Unas veces es
uno, cercano a la ternura y al compromiso con la asertividad. Amando, pulsando la vida; en una perspectiva
de ilusiones; construyendo escenarios de compromiso. Siendo herético, pero inmerso en actuaciones hacia
una calidad de vida soportada en la pasión a la que convoca la condición de amante. Un ejercicio en el que
las mujeres son sujetas de acción, autónomas. Seres inmensos que coadyuvan a la construcción de esa
calidad de vida. Pero, otras veces, Samuel es sujeto pérfido. Que recrea escenarios de vulneración. Ha
protagonizado un desvío que lo conduce a la condición de sujeto vesánico. Aquel que va tejiendo la venganza.
Con una sociedad que le es adversa. Porque él la desconoce. Tanto en sus rituales y esquemas moralizantes;
con sus exigencias de equilibrar individualidad y colectivo. Pero no a la manera simple del Contrato Social de
J.J. Rousseau. Es más b ien en la figura de compensación entre nihilismo y la Razón kantiana. Entre el
universo de actuaciones soportadas en ese pulso individual y el pulso colectivo. Individuo y sociedad que se
contradicen. Pero que, al mismo tiempo, sitúan zonas de no agresión.
E entonces, puedo ser yo o cualquier otro. Con una asimilación de lo edípico, por la vía nefanda. Como sujeto
agresor que convierte su incapacidad para asimilar los derechos de los y las demás, en ofensiva hiriente,
avasalladora, vulneradora. En donde todo se vale. Por esto, su ética de lo posib le lo acompaña. Porque se
enajena. Considera que todo está permitido. Reivindicando una autonomía absoluta de cada ser. Siendo él el
que tiene la misión de otear el horizonte y conduce sus impulsos. Siendo estos insumos que deben ser
respetados y acatados. Es, entonces, la individualidad sobre derechos de los demás. Es único. Individuo que
vierte miserias. Que se regocija con ello. Que conduce su ser de conformidad con sus intereses. Todos y
todas tienen que claudicar. Es él, el centro, el orientador. Se siente sujeto de acciones no transitorias, sino
perennes.
Mientras dure la vida hay que vivirla. El tránsito hacia otra expresión de vida, es lineal. Porque, vuelve a
retomar la contradicción y la convierte en otro derrotero que guía su quehacer. Otra vida. Otras vidas. Cada
una más perdularia que la anterior.
Una perversión más. En un acumulado cada vez mayor. Un acumulado de vulneraciones. Cada vez más
atrab iliario. Siendo, en consecuencia, Samuel sujeto portador de repetidas laceraciones. Un misógino
inveterado. Odia a las mujeres, porque antes odió a su madre. Ese odio primero lo condiciona. Y él se deja
condicionar, no quiere salir del foso pútrido. Quiere estar en él; hacerlo vida; cosiéndolo a su pasado.
Justificando, desde allí, sus actuaciones perversas. Que son tal, en razón al significado que él le adjudica a la
vida. Es su vida, no le está permitido a los otros o a las otras colocarle límites. Esa lógica soportada en que lo
colectivo prima sobre lo individual, no es lo suyo. Es al contrario.
Pero vuelve el desvarío. La esquizofrenia constante. Él se aniquila y vuelve a nacer. Vuelve a empezar.
Vuelve a vulnerar. Cada vez con más ímpetu. Acciones viciadas desde el comienzo. Porque, es uno y otro.
Una confrontación que se profundiza con el paso del tiempo. Siendo Samuel el sujeto constante. Que deviene
en dos. Que se ubica como portador de un estigma. Lacerante. Bandido absoluto.
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Y es que, esos orígenes, lo persiguen. Lo atosigan. Es, en consecuencia, elemental su extravío. Su
desmoronamiento. Quiere ejercer ternura; pero no puede. No es lo suyo. Por lo mismo llega a odiar a quienes
no son sus pares. O, simplemente, a aquellos y aquellas libertarios y libertarias. Vuelve y juega lo
ignominioso. Él avasalla a los demás. Si no son como él, estos y estas deben desparecer; deben ser
aniquilados.
Y los instrumentos para hacerlo, están ahí. Ellos son ejecutores de muerte. En pasivo o en activo. Todo
cuenta. Al final, el militar, se sumerge en el mundo de los lapidarios; de los verdugos. En una sociedad que se
ha venido descomponiendo y él ha estado allí. Como testigo y como actor. Portador de la virulencia y la
satrapía. Por fin es uno solo. El sujeto perdulario que descifró la partición espiritual y se quedó del lado
agresor. Es su muerte definitiva. Al menos esa es la sensación que queda. Ser testigo de su propia muerte.
Sentir que ya no puede más. No habrá más caminos. Ya los ha recorrido todos. Como queriendo no volver a
levantarse. ¿Para qué, si ya todo está vivido?
Eso somos. El significado que adquiere volver, no es otra cosa que añorar el regreso. Para ver si terminamos,
de una vez por todas, el lib reto. Ese que no alcanzamos a memorizar, a recrear; a transferir. Como si la vida
que continúa, no pudiera serlo si no estamos. Creemos que tenemos un rol que trasciende al tiempo. Ya sea
hoy, o en 2025, como Isolina. La mujer de la esperanza. Ella recapitula la historia de sí misma. En ese
contexto agresor que la expulsa. Porque no conviene su presencia. Porque si ella sigue viviendo, se
desmorona el escenario que han construido los que dominan. Desde ahí. Desde su poder, hasta una
actuación con mil tentáculos que asfixian y matan. Son sus aurigas y corifeos. Los que todo lo justifican. Como
dice Susana. Como lo dicen Adrián y Pánfilo. Como los recopila el verdugo militar. El tránsito de la espera nza
no puede prosperar. Porque de hacerlo, desaparecerían los ob jetivos ya trazados. Objetivos vinculados a la
dominación
En fin, pues, el militar ha nacido, ha muerto. Ha nacido y ha vuelto a morir. Pero vendrán otros como él.
Verdugos de los trasgresores. De esos y esas que estuvieron con él. Pero que, con su traición, han
desaparecido, han muerto. ¿Será que sus huellas, no tendrán intérpretes mañana? Samuel quiso eso. Ver y
auspiciar la muerte de la esperanza, a través de su poder. Poder heredado, transmitido. Como si, al nacer, lo
llevara en sus genes. Como si al morir él, quedara flotando. Para que otros, después de él, l o aspiren y lo
extiendan. A futuro. Ese futuro que es cierto para los agresores. Incierto y angustioso para los trasgresores.
Entonces, de ser así, ya no veremos a Isolina; ni a Demetrio; ni a Juliana y Pedro. Ellos y ellas no podrán
volver. Porque lo impiden los mandarines. Los que vendrán después del ciudadano A. Más vesánicos que él
mismo. Porque han aprendido de él su concepto de democracia. Una sola: la que convoca a la eliminación de
los contrarios. Ya Isolina no está, Demetrio tampoco. Pero lo que nos duele a quienes seguimos creyendo en
la esperanza y en la liberación; es que pase el tiempo sin acceder al universo de opciones no codificadas; no
lapidadas. Seres como yo o como usted, diferentes.
Ese es el reto para quienes vendrán. Aquellos y aquellas que enjuiciarán nuestro derrotero. Porque fuimos
inferiores al canto de la ilusión. Porque nunca entendimos que para posesionar a la humanidad en su rol más
trascendente.; aquel que nos llevará al b ienestar y a la equidad; tendríamos que haber derrotado a los
agresores. Tal vez, quienes vengan después de nosotros lo hagan. Por ahora estamos en deuda.
131
14. La comunicación y la verdad. El periodismo. La vulneración y la guerra. La guerra
de guerrillas. (Adaptación, autorizada, del Texto “Las Mujeres y el Periodismo en Colombia”,
trabajo de grado, Universidad de la Sabana).
Me la he pasado de esquina en esquina, como dice la canción. Tratando de dilucidar esos acopios que he
encontrado, por ahí. Como transidos de nostalgias y de virulencias. En un país como el nuestro. Saturado de
hegemonías y de vituperaciones. Andando al garete. Como si no hubiese podido sentar cabeza. Indagando.
Proponiendo. Analizando roles. El mío no endosado a nadie. Más o menos configurando propuestas. Para mí.
Porque nadie más la ha leído. Es posib le que, ahora que me eché el fardo de los antecedentes de la proclama
guerrillera y de sus acciones. Ubicando, inclusive la memoria en esos momentos álgidos y mendaces. Con un
1928 atareado de recopilaciones. De muertos en las bananeras. De presidentes con alma de sanguinarios
conductores. De esos que recib ieron la indemnización por la entrega de Panamá al imperio norteamericano.
Con simulaciones de ejercicios democráticos. Tardíos y mentirosos. Como cuando dijeron que la masacre de
trabajadores en el Magdalena era pura invención de los “enemigos de la fe en Mar ía Auxiliadora, el Corazón
de Jesús y los ungidos representantes del pueblo que quiere la paz. La añora. Después del ejercicio
guerrerista durante casi ochenta años. Transcurso temporal en el cual se asociaron los perversos. Dizque
reclamando heredad de los libertarios. Con Marco Fidel Suárez como estandarte de la humildad. Y Olaya
Herrera emergiendo como propuesta de cambio. Y de Eduardo Santos anclado en la “doctrina liberal”. Siendo
eso nada más que otra cara de los gendarmes apasionados por el arte de m entir. De tergiversar. De imponer
rigores cada vez más emparentados con el imperio. Por una vía en la cual se asociaba la teoría económica
cimentada en una simple sustitución de importaciones. En un marco en el cual Europa se desangraba. Con
dos guerras mundiales casi sucesivas. Y, aquí, inventando posiciones. Arraigadas en el pasado siempre.
Centradas en el dominio. En la tergiversación de los horizontes.
Surgiendo el movimiento sindical. María Cano ahí, esa sí como heredera visionaria de Policarpa y de
Manuela. Cruzando el país. Proponiendo un método para auscultar lo que en realidad pasó y pasaba. Un
Partido Comunista orientado por Stalin. Cabeza visib le de la revisión de la doctrina marxista. Después de la
Revolución Rusa. Sin descifrar el legado de Lenin y de Trotsky. Aurigas perversos. Que ya se posicionaban
en la Guerra Civil española, como ostentadores del engaño. Desconociendo el poder obrero en Cataluña.
Yendo por verdades a medias. O no verdades.
En fin, disociando. Y con el Partido Liberal, en Colombia, navegando a bordo de ellos mismos. Sin entender
siquiera lo que significan las reformas a nombre de las libertades. Herederos negados de la Revolución
Francesa. Con sus íconos Bolívar y Santander, b landiendo quien sabe que ilusiones de mitad de c amino.
Horadando lo libertario. Hasta convertir en heces los legados libertarios primeros. Desde 1810, presentado
como comienzo. O desde 1819, presentado como culminación de la guerra libertaria. Pero, en fin de cuentas,
distorsionando las verdades. Pareciera que el término libertad, estuviese asociado con cualquier cosa.
Menos con la libertad misma.
Un extravío kafkiano. Con manipulaciones de los imaginarios. Y con latencias constantes que asediaban a
cada sujeto. Como queriendo rematar la frase esa que habla de “los pueblos errantes que no se reconocen a
sí mismos. Una decantación de lo colectivo, hacia lo individual. Pero, de todas maneras, extraviado. Como
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ese sujeto de “El proceso” y de “la metamorfosis”. No recocidos en sí mismos. Una dualidad en donde no
había espacio para lo sacrílego. Porque se reclama como verdad lo oficial. Liberal o Conservador, según la
época. Con Uribe Uribe lejano en su libertad. Liberales y Conservador ignorando ese pasado de violencia. O,
mejor sería, hablar de insumo constante. Una población al margen de cualquier decisión. Una manipulación
permanente.
Y, ya en 1948, con concreciones cada vez más vesánicas. Lo de Gaitán muerto, siendo emblema de los
liberales. Más no de la libertad. Suceso, el de su muerte, que no hemos podido discernir. Un caudillo asociado
a una falsa lucha por la liberación. Simple réplica de lo que pudo haber sido y haber hecho Galán o Garibaldi.
O un Bolívar ansioso de poder. Pero sin referentes democráticos reales. O de un Santander inmerso en
proclamas de leyes y de ejercicios jurídicos en términos de la república.
En fin que, en ese escenario, los del pueblo (como añoranza demagógica) sucumbían. Bien fuera como
liberales o conservadores. Un hostigante contubernio. Y se iban formando réplicas de Ghettos en el campo.
Campesinos que eran acosados por los bandidos del poder. Ghettos cada vez más anchos. Más numerosos.
Asfixiados por la dirigencia liberal y conservadora. En un estado de indefensión. Solidarios con ellos mismos.
Pero olvidados. Con teorías acerca de la paz. Más parecida a la paz de los sepulcros. Y un derrotero sin
horizonte. Aquí y allá.
Y se fueron juntando soledades y miserias. Hambrunas generalizadas. Y el pueblo ahí. Sin saber qué hacer y
qué decir. Lo cierto es que, cada vez más, distanciados de cualquier ejercicio conciente de la libertad y la
democracia. Buscando asideros en lo único que era suyo. La desesperanza.
Y, por lo mismo, el acumulado de miserias y de soledades, se fue imponiendo. Sin salidas diferentes a
aprender a defenderse. Y el pueblo liberal sin entender por qué sus dirigentes se hacían cómplices con el
poder. Ahí, en ese campo hostil. Y surgieron organizaciones espontáneas. Auto defenderse o morir. Esa era la
consigna.
Y como cuando llegó, otra vez, la estampa militar. Diciendo lo mismo que ya, durante siglos, se había sabido.
Que la defensa de la patria. Que la defensa del orden. Que…, en fin de cuentas campesinos, niños, niñas,
adultos, adultas, mujeres y hombres; en un itinerario forzado, por la ráfagas. Obligados a ma nejar ráfagas
también. Y la travesía. Y la organización rudimentaria para la guerra. Es allí, en ese escenario en el cual
aparecen las Farc. Veamos un poco lo de las verdades ocultas o no verdades, en los siguientes términos.
Digamos que reconocerse, implica una primera identificación del significado básico como sujeto; en lo que
este tiene de vigencia como expresión de lo humano que se concreta. Aquí, entonces, lo femenino y lo
masculino, supone una interacción originada en el “descubrimiento” de la d iferencia que, a su vez, está
asociado al desarrollo de las percepciones primarias que, por esto mismo, permiten agregados hacia la
construcción de acciones y realizaciones complejas. En otras palabras, se trata de logros individuales y
colectivos denominados (...en una sumatoria lógica, mas no de lineal) cultura.
La desagregación de roles, en escenarios de intervención y presencia de los sujetos (hombres y mujeres),
trascienden a la sola posición adjudicada por la diferenciación b iológica, natural. Se enti ende como
elaboraciones en nexo con ese reconocimiento de sí; como esa expresión que trasciende a lo primario y se
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convierte en pauta, en códigos instaurados como necesarios, que requieren ser acatados, sin que
necesariamente, implique a la identificación o, inclusive, así supongan una posición en contravía de la
autonomía y la libertad para el desarrollo de la individualidad.
Entonces, cada construcción cultural; pasa por la imposición de un determinado modelo, de una determinada
guía o procedimiento para consolidar el reconocimiento que invoca cada individuo (a); en un contexto que
reclama y requiere ordenar y pautar la vida; como soporte para articular, para justificar el “equilibrio” entre
quienes conviven en un espacio territorial y han heredado proced imientos, costumbres y visiones de lo
natural. Por lo tanto se entienden comunes. Se asume, en consecuencia, que “se ha estado ahí”..., “y se está
ahora”; con los condicionantes y las imposiciones que han sido previamente desarrolladas y acumuladas,
como agregados que comprometen.
Visto así, la noción de lo social, se erige como colateral de los acumulados y agregados culturales
compartidos (...Impuestos) y que ejercen como condicionantes; para hombres y mujeres en escenarios
territoriales y geográficos determinados. Inclusive, la misma noción de geografía, territorio y espacio, está
relacionada con las identificaciones previamente establecidas y transmitidas.
Ahora b ien, en el entendido moderno, se habla de civilización, cuando se quiere referenciar al desarrollo de
los seres humanos, precisamente con esas identificaciones, esos códigos, esas herencias, como modelos y
como pautas. Esto explica, entre otras razones, la existencia de disciplinas y profesiones que investigan y
analizan los momentos y periodos que ha precedido al presente y, a partir de ahí, localizan b ien sea
estereotipos y/o expresiones valoradas como “prueba”, cuando se trata de identificar aspectos específicos o
líneas de comportamiento.
Para el caso que nos ocupa, hablar de género, como condicionante; como insumo que permite entender la
diferenciación b iológica y que, al mismo tiempo, permite efectuar el seguimiento y análisis de las
elaboraciones culturales, las pautas y los códigos construidos, a partir del desarrollo y agregados cultu rales.
No es algo diferente a introducir esa variab le subjetiva que nos permitan entender las implicaciones; como
quiera que (...ya lo dijimos arriba) las restricciones a que conlleva cualquier modelo impuesto como válido y
necesario para permitir los “equilibrios” entre la individualidad y un colectivo (...o sociedad); están dadas por la
inherente pérdida de la libertad, de la autonomía absoluta de cada sujeto(a).
Podría decirse, entonces, que el género (como variab le que se precisa y se hace visib le en el desarrollo
cultural), convoca a entender dinámicas y lógicas adicionales, como expresiones diferenciadas que permiten
reconocerse e identificarse a los (as) sujetos (a), como portadores (as), b ien sea de restricciones adicionales o
de derechos conferidos por las normativas y los códigos culturales asumidos como válidos.
Así las cosas, nuestro punto de comienzo, supone la preexistencia de valores (...Como concreciones de lo
cultural) que permiten e inhiben. Es lo siguiente: asumimos como vigentes (...sin qu e implique aceptarlos)
referentes que permiten una línea de interpretación primaria, en cuanto a la diferenciación b iológica entre
hombres y mujeres, en la cual se erige como insumo condicionante la “necesaria” coacción, la necesaria
implementación de códigos que establecen un nexo lógico, explicable, justo; entre esa diferenciación
b iológica-natural y las restricciones hacia las mujeres; como una figura que, simplemente, expresa una
interpretación de algo preestablecido. Una figura que invoca la división de roles, en donde los (as) sujetos (as)
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deben reconocerse en relación con la jerarquización de los mismos y, en donde, lo masculino emerge y se
impone en condición de superioridad.
Es punto de comienzo supone, asimismo, entender la dinámica histórica; como elaboración que conlleva a
precisar, analizar y validar momentos y períodos; en un contexto en el cual el significante subjetivo puede o no
ser cuestionado. Pero, de todas maneras, debe ser interpretado como inherente a ese momento, a ese
período determinado. Es como la asunción de una lectura y una didáctica en donde se puede “explicar” lo
cotidiano del pasado, con arreglo a los acumulados culturales...o, lo que es lo mismo, al estado de desarrollo
de la civilización en su momento. Inclusive, a manera de ejemplo, pueden aparecer con posterioridad,
expresiones en las cuales se presentan “excusas” a nombre de los beneficiarios de determinados acumulados
culturales (. como los religiosos) por el hecho de haber permitido, desde l misma lógica inherente a esos
agregados, exterminios de aquellos y aquellas que ejercieron como contradictores, al margen del grado de
ruptura propuesto y desarrollado por estos (as). El caso patético de las Cruzadas Cristianas y de los
Tribunales de Inquisición. Y el “arrepentimiento” de la Jerarquía Católica, con el liderazgo de Juan Pablo II;
simplemente es una muestra de ello.
En esta línea de interpretación, el análisis del rol de las mujeres en la construcción y desarrollo del periodismo
en Colombia, particularmente a finales del Siglo XVIII y en el Siglo XIX, supone precisar un contexto en lo que
podríamos llamar “La sociedad del Nuevo Reino de Granada, en nexo con las imposiciones culturales de
España.”
Queda claro, en aplicación de la caracterización propuesta arriba, que las condiciones vigentes en el período
que comprende el análisis, estaban cruzadas por los insumos conceptuales y los valores que ejercían como
códigos, como yuntas originadas en el ideario de quienes ejercían como invasores y detentadores del poder.
A su vez, esos valores y conceptos de los españoles, tenían un nexo, no circunstancial, con los conceptos y
valores predominantes en Europa. Es una interacción de doble vía, en veces con rasgos contradictorios (...e
incluso antagónicos, como en caso de la opción derivada de la Revolución Francesa en 1789 y su colateral la
Declaración de Los Derechos Universales del Hombre, con respecto a la opción mantenido por la monarquía
española, particularmente en cuanto al control autoritario ejercido en el “Nuevo Reino de Granada”.
Para el caso específico del escenario político y social en el periodo objeto de análisis, se expresaba con todo
rigor ese principio básico que reivindicamos como válido: la imposición de valores construidos a partir de los
paradigmas tejidos, en un proceso que involucró a todo el quehacer, que fue agregando interpretaciones y
decisiones; con unos determinados referentes. Una sucesión de construcciones, en las cuales predominaban
aquellos conceptos y aplicaciones que convocaban a los sujetos (hombres y mujeres) a reconocerse en ellos;
a identificarse con esos proyectos y con todo el proceso. Es obvio, en esa perspectiva, que “lo conciente”
(...así como ahora), no era otra que la ob ligación a asumir como propias las imágenes y las “instituciones”,
fundamentalmente ancladas en la visión del mundo coincidente con la Religión predominante., entendida e
impuesta como la única posib le.
Que decir, entonces, de los “habitantes originarios” del nuevo territorio, conquistado, avasallado, esquilmado.
Fue una labor (...así lo expresa con lucidez Eduardo Galeano, en su texto “Las Venas Abiertas de América
Latina.). Una oscurana absoluta en términos del conocimiento. Una imposición que reclama la ob ligación de
asumir la “única verdad posib le” (...la del Rey, de sus delegatarios., de la Iglesia Católica). No hay lugar para
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escisiones, fundamentalmente en lo que hace a la interpretación del mundo físico, como expresión inmanente,
en todo tiempo y lugar, de la divinidad, de su sentir; que no era otra cosa que la reivindi cación del poder
terreno, como simple extensión de ser poder divino.
En lo anterior, la ignorancia, “ese reconocerse” como sujeto perdido, sin libertad, sin elementos para el
discernimiento y para la apropiación adecuada del conocimiento; tenía una cobertura total. Eran vasallos los
sujetos hombres y los sujetos mujeres. ..Pero, estas, sufrían (...casi como ahora) el doble rigor, la doble
expoliación espiritual. No podía ser de otra manera; porque el Imperio (España), no era otra cosa que el
horizonte cultural en el cual se acuñaba como cierta y necesaria la coincidencia entre la diferenciación
b iológica y la diferenciación (discriminación) efectiva, práctica, cultural.
La acción de comunicarse es inherente a la condición humana. Es la palabra, com o transferencia de
necesidades, de sentimientos...del conocimiento. El acumulado cultural, los agregados primarios y
complejos, han permitido establecer las conexiones indispensables, en el proceso de elaboración
mediante los cuales es posible vivir y sentir el contacto con la naturaleza, de su transformación. La
noción de comunidad solo adquiere presencia y dinámica plena, en función de la comunicación de la
palabra.
Ahora b ien, el sentido de las palabras (al menos en su aprehensión inicial), como transferencia, como
instrumento primero para la comunicación; tiene que ver con lo que él (la) sujeto reconoce e identifica como
insumo que no le es extraño para expresarlo al otro o a la otra. Asimismo, en la recepción, los mensajes
recib idos adquieren validez, en razón a la posib ilidad que otorgan para dilucidar, a partir de ahí, lo
desconocido. Es el intercambio de las opciones. Una figura cercana al trueque de ideas, de conceptos, de
imaginarios.
Lo que se erige como Civilización (en el sentido planteado arriba), ha desarrollado mecanismos inherentes a
la comunicación. Tanto como reconocer que ha instaurado lógicas permitidas, en el universo cultural
construido e impuesto como posible y como dominante. Ha sido un recorrido complejo; en donde los
agregados asumidos como cultura, no son otra cosa que la reivindicación de paradigmas circunscritos a las
“ideas” vigentes, válidas, permitidas y aceptadas. Por esta vía se ha arribado a opciones en las cuales lo que
se “transfiere” y/o “transmite”, es una forma de replicar y difundir eso que es permitido, validado y aceptado.
Cuando se comunica algo que pueda ejercer como disidencia o cuestionamiento de ese “ordenamiento
cultural válido”; se incurre en herejía...y, por lo tanto, debe ser obstaculizado, cuando no castigado. Ya lo
decíamos antes, en referencia a la acción inquisidora por parte de los vigilantes, representantes de las
jerarquías y de la dominación, en defensa de las únicas verdades posib les.
Los acontecimientos políticos, a partir de 1808, permiten la expresión de modificaciones fundamentales, en
cuanto reivindican la necesidad de hacer mucho más pleno el entendido de libertad de opinió n, como correlato
de la libertad de imprenta, expresión que tendrá vigencia constitucional, tanto en América, como en España.
Esto es lo que explica la incidencia alcanzada por El Memorial de Agravios, difundido por Camilo Torres.
Constituye, en la línea de interpretación que hemos venido trabajando, una figura cercana a la ruptura
conciente, con respecto a la autoridad impuesta, por la vía de otorgar símbolos que reclaman la libertad para
acceder a la información y a la expresión, aún en contravía de los paradigmas difundidos y que ejercían como
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única verdad posib le. Se juntan, en ese proceso, la aspiración a la libertad individual y colectiva en términos
políticos y del conocimiento; con la aspiración a la libertad de empresa, significando el derecho a ejercer la
prensa, como posib ilidad comercial, como proceso derivado del concepto de sociedad moderna.
El desarrollo de la comunicación escrita, a partir de 1808 y como extensión de la incidencia de los periódicos
establecidos, estuvo centrada en la difusión de expresiones y propuesta políticas. Algo así como la difusión de
idearios relacionados con los intereses inmediatos, b ien sea de sus promotores y fundadores, o de quienes,
simplemente utilizaban esos medios de comunicación, para transferir sus arengas y sus programas. Una
politización que obnubilaba, que sesgaba y, hasta cierto punto, desdibujaba, los principios originar ios de
libertad de opinión. Pero, también es necesario reconocer, que las expresiones vertidas en esos medios,
lograron cierta desestabilización de los valores tradicionales, al difundir visiones y opciones soportadas en
nuevos conceptos, en una hilvanación lógica con los avances de la Ilustración y los descubrimientos
científicos y sociales, que la misma permitió desarrollar.
Se mantiene, entonces, la dicotomía, en una nueva versión; aquella que le imprime a la comunicación la
necesidad del pragmatismo relacionado con los intereses inmediatos. En este caso y, durante el curso de los
acontecimientos desde 1810 hasta 1820, hace presencia la figura de la imposición política, como corolario de
la necesidad del proceso. Es, ni más ni menos, otra forma de coacción; si se entiende el postulado
fundamental de la libertad de expresión. Solo que, ahora, el condicionante adquiere la justificación relacionada
con los rigores propios de los ob jetivos propuestos por parte de quienes ejercían como conductores del
proceso o, lo que es lo mismo, de la nueva verdad, del nuevo modelo que confronta al poder tradicional, a su
autoridad.
El nexo entre los postulados de libertad de opinión (...y de prensa) y de independencia (. como expresión de la
libertad política colectiva); se concreta, en cuanto puede argüirse que el primero prefiguró al segundo, en
razón a que desarrolló conceptos y contradicciones con respecto al poder tradicional, que fueron retomados
por los iniciadores de la lucha por la independencia. Es obvio que este nexo no puede ser entendido en
términos absolutos, ni en desconocimiento de los agregados básicos que se acumularon en todo el transcurso
de los acontecimientos previos y de la influencia recib ida, en desarrollo del significado de la representación
colectiva y de una nueva forma de gobierno, en donde las decisiones comprometieran a las fuerzas sociales y
políticas autónomas, sin el rigor de las imposiciones monárquicas. Esa perspectiva fue entendida, también,
por Pablo Morillo, delegado por la Corona para e jercer con “restaurador”, en el interregno 1810-1819.
Es importante, en el contexto descrito arriba, analizar (. También) el significado que tuvo la fragmentación
política provincial, en Colombia, a partir de 1810. Porque, como puede demostrarse posteriorm ente, esa
fragmentación se va a concretar en propuestas y realizaciones relacionadas con el curso de la Independencia,
como proceso que no termina el 7 de agosto de 1819; sino que se extiende durante períodos posteriores en
donde la confrontación política, aparece como realidad que afecta e incide en la construcción de la opción
Republicana. Una confrontación que se ejerce, fundamentalmente, por la vía de propuestas acerca de las
formas de gobierno, del significado y alcance de las opciones de liderazgo pol ítico y de la organización
territorial. En ese escenario, la prensa adquiere un rol importante, diríamos especial. Prueba de esto, lo
constituye la utilización que hizo de la Bagatela, don Antonio Nariño (en el proceso de confrontación a la Junta
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de Gobierno, después de 1810), en procura de asumir el Poder. Asimismo, la respuesta desde las páginas del
periódico Federalista Argos, que permitió confrontar esas aspiraciones.
Consideramos pertinente una trascripción que describe ese significado que adquirió el rol de la prensa. Ese
sesgo que, hasta cierto punto, transgrede el principio de libertad propuesto para la comunicación y la
información, al comienzo de la actividad periodística, veamos.
En las primeras fases de los acontecimientos revolucionarios la prensa pierde un poco su lugar privilegiado
como mecanismo de comunicación – luego, en un ámbito de menor incertidumbre, volverá a ocupar ese lugar
- , a favor del impreso menor y de un impreso que, como la proclama, constituye ante todo un llamado a la
acción. A su manera, F.J. de Caldas pone de presente esta situación cuando nos informa que el Semanario
se vio temporalmente suspendido, por las nuevas tareas que se le imponía a la imprenta, ahora por completo
al servicio de la “actualidad”, pues debió dedicarse a la publicación de manifiestos, bandos, actas,
convocatorias y otras piezas políticas, que exigían hacer a un lado por unos días las memorias sobre
la enfermedad del coto, la propuesta sobre las mejoras en los cultivos del tabaco y del trigo, etc.88
Nos vemos, en consecuencia, inmersos una cotejación que convoca a discernir acerca del verdadero rol de la
prensa, como medio de información, que imprime a la opinión pública, entendida como sujeto colectivo que
actúa en el espacio y en el tiempo. Tanto como entender una dinámica en la cual, la didáctica y la
profundización en torno a conceptos y propuestas, es reemplazada por la información, como proclama, como
propaganda que difunde y convoca a entender y aceptar unos determinados objetivos, a partir de los
conceptos y propuestas de quienes actúan en condición de líderes del proceso.
Es un rol que se modifica, conforme a las exigencias inmediatas y tendencias de la confrontación política. Se
configuran dos frentes que atienden la información y la “orientación”. De un lado la confrontación a la
Monarquía y la difusión de los principios y propuestas de la Independencia. De otro lado, la confrontación al
interior de las fuerzas políticas y sociales que lideran determinados dirigentes, a partir de propuestas
originadas en su particular visión de los acontecimientos; en su particular método para construir opciones.
En lo que sigue, efectuaremos un seguimiento a esas expresiones, sin perder el referente inicial propuesto, en
cuanto a la indagación de los roles, en consideración al género.
14.1 Del Periodo 1810 - 1819
La liberación, como proceso y como resultado, supone la presencia de rupturas. Podría decirse que la
combinatoria ideal, lo más cercano a la utopía que ha sido objeto de deseo y que ha propiciado búsqued as
perennes, por los hombres, por las mujeres, tanto en lo individual como en lo colectivo. Además, ha sido
objeto de deseo por parte de aquellos y aquellas que han sido oprimidos y oprimidas, en constantes
vulneraciones; como quiera que hayan sido minorías, etnias, razas estigmatizadas y sujetos de martirologios.
Porque, en esto de liberarse, la convocatoria es a la trasgresión. No se puede entender de otra manera, por
cuanto adquiere el significado a establecer nuevos horizontes y referentes. Nuevos valores que puedan ser
entendidos, reconocidos y acatados. Es tanto como escindirse con respecto a lo que ha ejercido, antes y
ahora, como atadura, como yunta….como inhib ición.
88 Ver El Periodismo y la Prensa a finales del sigloXVIII y comienzos del siglo XIX, página 63
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El Contrato Social, propuesto por Juan Jacobo Rousseau, supone algo así como el equ ilibrio posib le; a partir
del cual los sujetos pueden reconocerse en su libertad, en sus derechos.
El hombre ha nacido libre, y en todas partes se halla entre cadenas. Créese alguno señor de los demás, sin
dejar por esto ser más esclavo que ellos mismos. ¿Cómo ha tenido efecto esta mudanza? Lo ignoro. ¿Qué
cosas pueden legitimarla? Me parece que podré resolver esta cuestión.
Si no considero más que la fuerza y el efecto que produce, diré: mientras que un pueblo se ve forzado a
obedecer, hace b ien si obedece; tan pronto como puede sacudir el yugo, si lo sacude, obra mucho mejor;
pues recobrando su libertad por el mismo derecho con que se la han quitado, o tiene motivos para
recuperarla, o no tenían motivo alguno para privarle de ella los que tal hicieron. Pe ro el orden social es un
derecho sagrado que sirve de base a todos los demás. Este derecho, sin embargo, no viene de la naturaleza;
luego se funda en convenciones. Trátase, pues, de saber qué convenciones son estas. Más antes de llegar a
este punto, será mejor que funde lo que acabo de enunciar.89
El 20 de julio de 1810, inaugura un proceso, por medio del cual se reivindican, en principio, aspectos parciales
relacionados con la libertad; entendida como la posib ilidad de controvertir, así sea de manera restri ngida, al
poder vigente. No supone, por lo mismo que expresa posiciones individuales y colectivas de simple rechazo a
ciertas manifestaciones del virrey, una reivindicación plena de la libertad; como expresión que cuestione y
confronte todas las vejaciones, incluida la fundamental; aquella que hace referencia a la restricción absoluta a
la posib ilidad de acceder a otros referentes y a otros valores diferentes a los que han sido impuestos, por la
vía de la religión, de la segregación y el no reconocimiento de la condición de sujetos autónomos.
No es, el proceso iniciado en 1810, la asunción de nuevos roles; en cuanto al significado que debe adquirir la
libertad; cuando se le imprime la intención de ser sujetos que identifican los ob jetivos y, en consecuencia,
deciden por si mismos; reconociéndose como partícipes. Mucho menos, entonces, abarca asuntos como los
relacionados con entender la diferenciación entre hombres y mujeres, trascendiendo esa visión primaria de la
diferenciación b iológica; adjudicando derechos, en condiciones de igualdad. Es decir, se mantiene vigente y
se acepta la diferenciación, como aquella que adjudica prioridades a los hombres. Inclusive, en lo que
corresponde a las etnias y a las negritudes, se mantienen incólumes aquellas figuras de d iscriminación racial y
cultural. Por lo tanto, no significó la asunción de rupturas en ese escenario básico; no supuso la inserción de
una figura cercana a la contracultura. Se trató, fundamentalmente, del inicio de un proceso de confrontación al
poder establecido; en lo que este tenía de yunta que impedía el desarrollo de fuerzas sociales y políticas
emergentes.
La respuesta de la monarquía, asumida como restauración del orden, para contrarrestar las acciones por la
libertad, derivadas de ese hecho inicial; supone la profundización y aplicación del concepto relacionado con la
defensa de los valores, traducidos como poder y como paradigmas que convocan a la obediencia, al
acatamiento, al respeto. Una respuesta lógica, según el cuadro de valores e intereses de la Corona. Algo así
como entender que la Colonia se le iba de las manos, se perdía el control. Y, por consiguiente, las prebendas
89 ROUSSEAU, Juan Jacobo. El Contrato Social, edición impresa en Colombia por Gráficas Modernas, Bogotá D.C., página 8
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que esto originaba. Las concesiones políticas, no podía ser otras que aquellas que no transgredieran al poder
vigente.
En el transcurso de este período, ya lo dijimos antes, el rol de la prensa, como insumo necesario para la
comunicación; estuvo condicionado por las necesidades del proceso. Ya, en esto, es posib le establecer una
restricción de otro tipo; entendida como imposición que pretende centrar los esfuerzos en los ob jetivos de la
lucha revolucionaria. Vale la pena destacar, de paso, que esta constante se ha mantenido. La información, las
crónicas, relacionadas con acontecimientos inherentes a la guerra; pueden y deben se r restringidas; en razón
a que debe predominar el interés general, definido a partir de los ob jetivos propuestos por parte de quienes la
promueven y la dirige. Lo anterior se traduce, inclusive, en mandatos constitucionales precisos.
Antes de precisar respecto a los periódicos que aparecieron, a partir de 1820 y de sus objetivos; es pertinente
referenciar la intervención asumida por algunas mujeres, en el curso del proceso. Tal vez, en la intención de
presentar su significado; de sus alcances y, por lo mismo, del grado de conciencia libertaria, como sujeto
activo; además del nivel adquirido, en cuanto al reconocimiento de su autonomía, de la posib ilidad de pensar,
de dirigir, de hablar, de ...ser libres.
Ya había un antecedente. En las crónicas relacionadas con la guerra y con la intervención de los hombres en
ellas, en nuestro territorio, aparecieron las denominadas rabonas. Eran mujeres que acompañaban a los
hombres, a los soldados. Su rol, tenía que ver con servir a los hombres – soldados en la logística relacionada
con la alimentación; es decir, ejercer como cocineras. Algunos cuadros muestran, inclusive, a las mujeres
acompañando a la tropa, con sus hijos (as) sujetos a la espalda; por cuanto también debía cumplir su función
de madres.
En un ejercicio prospectivo, es conveniente recabar acerca de lo siguiente: ninguna de las constituciones
políticas regionales o nacionales, expedidas durante el siglo XIX, incluida la constitución de 1886; asume una
posición clara y definida acerca de los derechos de las mujeres...Además, para señalar de paso, tampoco
acerca de los derechos de etnias y de razas, diferentes a aquella asumida como predominante en nuestro
territorio. Ni siquiera, para el caso de la expedición la Ley de Manumisión de los Esclavos, en 1851; tuvo una
significación efectiva, en lo cotidiano, para el respeto a los derechos...estos (...y las mujeres), seguían siendo
considerados inhábiles, al momento de participar en procesos decisorios, incluidos aquellos que requerían la
expresión por la vía de voto…Entre otras cosas, las mujeres, tendrían que esperar hasta 1954, para ser
tenidas en cuenta en la actividad electoral.
15. El poder y su propuesta de regresión.
Una vez logrado el equilibrio, soportado en la opción de vida societaria; que nos ha permitido llegar
hasta el trazo del horizonte de procedimientos e instituciones en función de soportar la civilización.
Una vez adquiridas la noción y la praxis relacionadas con el quehacer colectivo y que devino en la
consolidación de los referentes inherentes a la humanización del conciente individual y colectivo.
Por caminos siempre de dificultad; como quiera que este equilibrio, acceder a él, ha sido una
apuesta por la vida. Soportando guerras, arrasamientos, aniquilaciones, etc. Decantando los logros
acumulados. En una constante depuración; en términos de efectuar una disección precisa de los
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contenidos de los saberes acumulados. Habiendo soportado las ofensivas vulneradoras de
poderes paralelos asociados a la mixtura religión-conservadurismo. Habiendo efectuado, como lo
hemos hecho, acciones de profundo contenido transformador en casi todos los ámbitos. Habiendo
sufrido la persecución y exterminio, a nombre de la tradición y de la moral.
Nos encontramos con constantes que ejercen y han ejercido posturas y acciones de no
reconocimiento de las opciones de vida; ni de los avances en el proceso de validar insumos
mínimos de respeto y tolerancia. Han aparecido, en ese contexto, personajes perversos absolutos.
Sujetos que siguen atados a la prehistoria del quehacer social. Cuando, cada quien al garete,
efectuaba una interpretación individual de sus requerimientos. Y, posicionaba los mismos como
iconos para sí. Sin reconocer a los otros y a las otras como sujetos con derechos. Simplemente,
porque la noción de derechos es punto de comienzo de la vida societaria.
Personajes nefandos, que han hecho de los suyos principios preeminentes que deben ser
acatados. Los Césares; los reyes de Occidente; los faraones; los papas; los Zares, Stalin, Hitler,
Mussolini, Franco, Ronald Reagan; los Bush; Álvaro Uribe, etc. Todos ellos en contravía de los
logros alcanzados en incesantes tropeles. Porque la historia ha conocido del día a día. De esos
tejidos sociales, individuales y colectivos, que se han ido consolidando a pesar de las guerras
impulsadas por esos y otros, también como ellos, perversos registradores de la destrucción de
valores.
Construyendo aureolas en su alrededor. Como magos que convocan a la confusión; a la inversión
de la noción de verdad y de justeza. Garantes de la lucha por restaurar lo primario. Como cuando
éramos absorbidos por la dinámica de los proyectos de la naturaleza. En los cuales, ésta, imprimía
su marca. Ese tipo de sensación de impotencia, de temor, de soledad; nos acecha a cada paso;
ahora, cuando reviven los piratas vulneradores. Que imprimen, también, su marca. Chamanes que
delinquen con los principios; que convocan a santos oficios en procura de imponer sus instintos,
como figuras y posiciones; a partir de sus esquemas mentales, enfermizos. Delirantes. Su
significante es pariente de la desolación y de la ausencia de posibilidades libertarias. Su ética es la
barbarie. Su poder es la manipulación. A manera de mercaderes del trueque y la engañifa. Sin
ningún agregado de calidad humano; absolutamente ninguno.
Una escenografía que confunde al público. Como bufos que desorientan. Que crean horizontes
enfermizos; a partir de exhibir niveles de aceptación. En esto, Hitler y Mussolini fueron maestros y
a ellos les debe Álvaro Uribe sus fuentes teóricas y conceptuales. Pueblos enteros confundidos.
Masas vergonzantes que (como en el caso de Álvaro Uribe) permiten justificar todo tipo de
tropelías. Ese tipo de franjas de población que han claudicado en su dignidad; la han endosado al
mago manipulador.
141
Lo cierto es que tenemos todo el derecho, quienes no hemos claudicado, a convocar a la acción
conciente. Que nos permita acceder a la derrota del Emperador Pigmeo; que es esto en razón a su
incapacidad para percibir la vida a través del día a día que junta quehaceres. Todos ellos
emparentados con la vulneración de la vida y con sus soportes. Pigmeo que saldó su deuda con la
vida y con la dignidad inherente, por la vía de refrendar su compromiso con la muerte; por la vía de
cambiar la lógica que conduce a la verdad y venderla, ofrecerla y postularla como referente único
para la vigencia de su visión de democracia. Que es a la mentira, como el Sol es a las mañanas.
Diré a mis hijos. Y, a mí mismo cuando muera, que seré feliz, el día en que el Emperador Pigmeo
sea derrotado, por la fuerza de las acciones, precisas, transparentes; que desemboquen en su
aniquilación…y la de sus postulados pútridos, soportes de su vesania y de sus tropelías en contra
de la humanidad. Caerá; como cayeron los Césares. Su nombre será borrado de la historia de la
humanidad. Entre otras cosas, porque nunca participó de ella, ni de sus principios. Porque,
siempre, propugnó por la vigencia de la oscurana de los gendarmes; hacedores de verdades.
Como aquella de hacer creer que existen sobornados sin sobornadores. Y Que existen asesinatos
sin asesinos. Y que existen desapariciones sin bandidos que las concreten. En fin, derrotaremos el
tejido del absurdo, por la vía de la confrontación….Así nos cueste la vida. Es ¡ahora, o nunca ¡
16. Retomando el hilo. Bolivarismo, Santanderismo. La República. Patria y Nación.
Casi al nacer ya éramos ungidos. Con ese don que solo tienen los guerreros que tejer urdimbres
que remiten al acatamiento. Ires y venires. Los capitanes del navío. Una figura cercana a lo que
hoy conocemos como cancerberos. Y no se crea que sea irrespeto lo que digo. Una muestra es
que la figura de Bolívar a usufructúan los unos y los otros. Comando de paramilitares actuando en
su nombre. Comando de las Farc, otro tanto. El modelo del socialismo ordinario de Hugo Chávez,
anunciando como revolución bolivariana, el culto a la personalidad. A la manera del fascismo.
“…Las noticias (sic) sobre Santander y Colombia contenidas en este volumen no reflejan toda la cobertura
dada a Colombia en la prensa de Estados Unidos. Los trozos fueron más b ien seleccionados según su
pertinencia a la carrera política de Santander. Si yo hubiera recogido todas las referencias sobre Colombia, el
foco principal habría sido Simón Bolívar, y no el “Hombre de las Leyes., al menos en la década de 1820. Lo
cierto es que Santander surgió apenas lentamente de la sombra del Libertador. Los crecientes conflictos
entre estos dos hombres hicieron que a Santander se le enfocara en los Estados Unidos con mayor claridad.
Con razón o sin ella, la crisis constitucional colombiana de 1827 fue percib ida por muchos directores de
periódicos como indicativa de la creciente propensión de Bolívar hacia la conducta dictatorial y del
continuado apego de Santander al republicanismo. Las palabras tiránico o despótico, comenzaron a
asociase cada vez más con Bolívar…” (Hall Francis “Santander y la opinión pública angloamericana”,
página 19.
Es un delirio que semeja los espejismos que tanto han dado de que hablar. Como fenómeno óptico
y como laguna del inconsciente que ve lo que no puede ser visto. Es un continuo devaneo. En el
142
cual la esperanza se sumerge en las condiciones propiciadas desde las jefaturas. Es un son que
bailan las jerarquías. Somos, si se quiere, agregados que han estado ahí. A formación diferente a
la quijotesca. Más bien, a la manera de Robespierre.
Vamos y volvemos. Sin tregua. Como si lo opaco fuera nuestro escenario preferido. Formación de
talantes. Que recorrieron todos los ejercicios democráticos. Como perspectiva asociada a las
voluntades de los soldados. Como estereotipo manifiesto a cada paso. Luego, en fin, aprendimos
la lección de ser gregarios. Sin voto. Y con voces apagadas desde las trincheras. Ya sea como
expresión de la dinámica partidista. O bien sea como herencia supina.
“…Es imposib le hablar favorablemente de la administración de justicia en Colombia; los códigos civil y penal
son poco más que una colección de supersticiones y abusos, bajo los nombres de leyes de Castilla,
ordenanzas reales, leyes de las indias y arias otras recopilaciones de decretos españoles y regulaciones
coloniales, de los cuales, para el gusto del demandante y beneficio del a bogado, se pueden sacar
deducciones contradictorias sobre todo aspecto posible de litigio. Este defecto es percib ido y reconocido por el
gobierno; se ha propuesto introducir el nuevo código penal español…”90
Se ha dicho, a veces, que recordar es vivir. Como queriendo retrotraer el pasado de los victoriosos.
Escenarios bravíos. En lo que estos tienen de jefaturas arraigadas por lo bajo. Como queriendo
decir que hemos sido suplantados en todo quehacer político. Con grietas que obran como
estropicios. Circunstanciales, unas veces. Profundas y definitivas, otras. Y si lo miramos desde la
pasión enervante, simplemente vocinglerías amarradas. Que deambulan y han deambulado, en
tenebrosos conceptos de orden y la ley. Sin fin camino que se ha hecho pedregoso. Barriz ales
ejerciendo como locomotoras que llevan a futuro. Sí, pero futuro incierto cenagoso. E lo que tiene
de perfidia absoluta. Continua.
17. Del concepto de negociar la revolución.
Es un asunto trascendente. Por lo mismo que hace referencia a las condiciones imperantes, al
momento de redefinir una opción. Pero no es una opción cualquiera. Inclusive adquiere perfiles
referidos al lenguaje. Porque se trata de ofrecer un diagnóstico preciso, como soporte del proceso.
En un país como el nuestro que ha peregrinado dos siglos en búsqueda de la paz. Pero que, ha
estado precedida y sostenida. Más como sortilegio. Unos héroes que hicieron cesión de los
postulados básicos de la liberación. Transitando caminos azarosos. Casi siempre con lo que llamo,
no peyorativamente, las masas. Es decir un pueblo que siempre ha sido vejado. Desde 1819, con
rutas asimiladas a lo que podría definirse como post colonialismo. Pueblo que fue creciendo y
diferenciándose. Hasta arribar la expresión plena de clases y sectores de clase. Cuando promedia
la década de 1930. Clase obrera que fue ascendiendo en la escala aplicada y referenciada por la
teoría marxista. Las banderas de comienzo de siglo, en la infame Guerra de los Mil días. Guerras
90 Obra citada, página 17
143
asociadas a los intereses de pérfidos herederos de 1819. Cuyo rastro, retrospectivamente, tiene
que ver con terratenientes y comerciantes que validad sus opciones políticas y económicas. Así
como lo retraté cuando abordé en el análisis de la segunda mitad del siglo XIX.
Entonces, en ese escenario, los acumulados habían sido y son derrotas. Traiciones. En un
universo casi de expresión lobotomíca de las masas. Allí y allá. Liberales y Conservadores
blandiendo armas para posicionarse. Para defender su riqueza, conseguida a partir de la exacción
a los inermes.
17.1 Negociación o traición? (Entrevista a Rosendo Payares, seudónimo del escritor de
“4710”, autobiografía)
“…El periodo histórico, iniciado en 1948. Da cuenta de la profundidad de la pobreza. Y de la búsqueda de
opciones de revolución, a partir de la travesía. A partir de un proceso que daba cuenta de la necesidad de
responder. De asumir una ruta propia. En contra de las condiciones impuestas por los detentadores del poder
político y económico. Dirigentes liberales y conservadores. A una. Así como lo describ í antes en mi radiografía
del origen e imposición del Frente Nacional. Así como lo describ í en relación a la década sesenta -setenta. E
incluso, a partir de allí. En los llamados patrioteros de Alfonso López M. Julio César Turbay A. y Belisario
Betancur. Creo haber sido preciso y contundente.
1964. Y, reitero, la guerra campesina cobra fuerza y autonomía. En lo que tiene nuestra gente de darse a
luchar por derrotar a los troperos militaristas. Aurigas despiadados. Y se extiende en el tiempo. Tal vez hoy.
Será mañana. Con una dirigencia que, como lo dije en apartado anterior, empezó a desarrollar posiciones del
Partido Comunista, anclado en el Stalinismo. Ires y venires. Proceso que empezaron a conducir hacia el
vacío político, referido a una verdadera conducción obrera, de la guerra campesina. Y se fueron disociando
los principios. Y las certezas iniciales pasaron a ser propuestas y acciones cuyo techo empezó a ser las
variantes propuestas por los troperos guerrilleros. Así como lo describ í antes. Una guerra de guerrillas al
garete. Con estrategias de zonas libres, más b ien pensadas como de simple presencia amada. Un deterioro
continuo de la pureza revolucionaria. Así, en esas condiciones, empezó a abrirse camino el concepto de
negociación. Como esa de 1982. Ya lo dije. Una Unión Patriótica compuesta por excelentes visionarios de la
revolución y del triunfo de la misma. Acallados y sometidos por la traición de las jefaturas farianas y del EPL.
Un M-19 como expresión política y militar de la pequeña burguesía urbana. Ya lo dije antes, cuando analicé el
contenido de la Declaración de la Habana.
Siendo así, entonces, negociar es claudicar. El poder burgués y terrateniente ha exacerbado la pobreza y la
yunta asfixiante. Negociar, en esas condiciones es retroceder. Cabe decir, cierto es, que es a la imagen y
semejanza de las aspiraciones de los troperos dirigentes. Absolutamente analfabetas en lo que tiene que ver
con el marxismo. Con posición de partido efectivo y cierto. A la manera de Lenin y de Trotsk y (…vuelvo a
reiterarlo)...”
17.2 Otra historia de vida, creación literaria (tomada de la novela “Samuel”, autor: Parmenio
Cano Gómez)
144
“…Petronila Rentería de Girardot, una mujer de 84 años, ha vivido la mayor parte de su vida, alrededor de su
familia. Desde niña, añoró trascender esos territorios. Sin embargo, la fuerza de las convicciones y valores
vigentes, la han convertido en simple reproductora de hijos, nietos, b iznietos… Nunca ha sido feliz. Su primer
matrimonio, con Escolástico Girardot, fue una réplica de la concreción de la dominación por parte del hombre
sobre las mujeres. Este, Escolástico, venía de una familia de tradiciones casi inquisidoras. Su abuelo materno,
había conocido los rigores de la transición entre la independencia real, a la indep endencia formal. Cuando,
después de haber concretado la expulsión de los invasores, nos convertimos en territorio de confrontaciones.
Algunas de ellas b izantinas. Otras, de mayor calado, se referían a los conceptos disímiles de libertad y de la
construcción de Estado. Como si, en cada una de esas expresiones, se descifrara el código de la dominación,
anclada en poderes y macro poderes absurdos; en los cuales se destruía la razón de ser de la libertad.
Sumatorias de territorios y de poderes. Con actores convencidos de su condición de predestinados por la
divinidad del Dios Católico, para salvar a la nación de las perversidades liberales, entendidas estas como
apertura al conocimiento y a la construcción de democracia efectiva.
Lo cierto es que Petronila convirtió su vida en un continuo hacer repetitivo, por la fuerza de la tradición. A
pesar de la obvia diferenciación inherente a los seres humanos, considerados individualmente, lo suyo fue y
es una réplica de la dominación ejercida sobre las mujeres. De por sí, ellas han constituido una franja de la
población, sobre la cual recae el control sobre sus vidas. Hasta cierto punto, lo aquí expresado, puede
aparecer como discurso que ha sido expresado en diferentes escenarios políticos y sociales. La necesidad de
postular una perspectiva, en concreto para el caso de mi madre Isolina, a partir de la situación relacionada con
su abuelo y su abuela, supone reiterar acerca de esa dominación. Tal vez, porque en esta situación descrita,
reside una especie de referente asumida por Isolina. Referente no patético. Más b ien centrado en la continua
búsqueda efectuada por las mujeres que, como mi madre, aspiran a desafiar esos condicionantes y
trascenderlos., por la vía creativa y proactiva.
De hecho, Isolina tiene un recorrido de vida, que le ha permitido descifrar las alternativas necesarias para
proponer, desarrollar y fortalecer una teoría y una praxis vinculada al proceso de liberación femenina. Esto es
lo que explica, a manera de ejemplo, su compromiso con las mujeres de Ruta Pacifico y con la gestión popular
alrededor de la periferia en que fue situada, junto con Demetrio. Escenarios en los cuales crece, de manera
exponencial, las carencias, la desvertebración social y la existencia, latente y real, de opciones asimiladas a
la degradación del entorno físico y de los grupos sociales.
Desde ahí, entonces, Isolina ha comprometido su acción, conocedora de que la confrontación, en últimas, es
con los gobiernos y con el Estado. Por esa vía ha desembocado en la construcción de proyectos económicos,
políticos y sociales. Cuando le hablé de mi deseo por conocer esa segunda parte de su texto, me reitero la
expresión relacionada con un tipo de actitud, como la mía, que conduce a pretender abarcar los conceptos de
manera tal, que pueden convertirse en simple formalidad.
Isaías, en consideración a tus inquietudes, acerca de mi compromiso con las luchas sociales, tengo la
posib ilidad de presentarte dos escritos míos, relacionados con ese tipo de actividad. Ya, por vía de tu decisión
anterior, relacionada con esa búsqueda; conociste la primera parte del documento en el cual realizo un
análisis de propuesta de Nietzsche, a partir de su texto “Humano,
145
Sinceramente, quedé impresionado por la claridad conceptual aplicada por mi madre en el escrito. No sé por
qué, vinieron a mi mente algunos recuerdos. Como si estuviera enfrente de otra realidad pasada. Algo así
como tener la sensación de haber vivido momentos pasados relacionados con hechos en los cuales Isolina y
yo estuvimos involucrados. Tanto como hab er asistido a un proceso con una dinámica similar a la que estoy
asistiendo. Así se lo expresé a mi madre. Me dijo, trato de entenderte. Los seres humanos somos sujetos con
imaginación. Creo que esto nos diferencia de los otros animales. La capacidad para retrotraer imágenes, a
partir de nuestras experiencias, proyectándonos al futuro. En una interacción en la que intervienen diferentes
acciones. Por esto el pasado, para nosotros, es como un escenario en el cual nos recreamos. Como vivencias
que no podemos precisar con certeza cuando se produjeron. En esto, la memoria colectiva e individual, son
factores fundamentales, a la hora de dirimir contradicciones entre pasado y presente; entre presente y futuro.
Demetrio estaba jugando en una zona aledaña a su casa. Era un niño, hasta cierto punto extraño. Su
comportamiento tenía mucho de adulto. Como quiera que expresara, en todos los ámbitos, palabras no solo
coherentes; sino que esa coherencia relacionaba hechos centrados en una figura similar al liderazgo. Tanto
así que sus juegos, no tenían la espontaneidad con que los niños y las niñas acompañan sus actividades, de
imaginaciones, a veces inconexas, pero casi siempre llenas de ilusiones y de creatividad. Lo de Demetrio era
otra cosa. Parecía tatuado por los rigores de la vida. Una vida signada por las dificultades. Su familia tenía un
peque lote. En el mismo sembraban productos de pan coger.
Había ido a la escuela, hasta quinto grado. Una escuelita rural, situada en la zona periférica de Bahía Solano.
Su abuelo, destacado líder comunal, coadyuvaba, con el padre y con la madre, en la manutención de la gran
familia; tanto por su extensión; como también por ser un grupo cálido, tejedores de historias de vida, al lado de
la gente. Una entrega casi absoluta. Compartían sus escasas cosechas, con quienes lo necesitaban más que
ellos.
Demetrio, se forjó en la brega diaria. La lucha por la subsistencia; el acompañamiento al abuelo Isaías, a sus
giras por los barrios de Bahía Solano y por toda la zona rural. Giras, cagadas de pasión por la unidad para
enfrentar la adversidad que siempre estaba con ellos. Pobreza extrema, sumada, sumada a los avatares
propios de una lucha en contra del olvido gubernamental y las tenazas de terratenientes. Y, como colateral, la
estigmatización y la persecución por parte de agentes oficiales y grupos armados. Algunos de los cuales, en
veces, actuaban en connivencia con las fuerzas de seguridad del Estado.
Su primera experiencia de tragedia y dolor, tuvo que ver con el asesinato selectivo de al gunos campesinos y
campesinas en una de las veredas. Ocurrió un sábado en la tarde, cuando las víctimas asistían a una jornada
de trabajo comunitario. Varios hombres armados, irrumpieron en el salón de reuniones de la vereda. Una vez
los identificaron, los mataron allí, en el mismo sitio.
Para Isaías y para Demetrio, la matanza, constituyó un fuerte impacto. Los nexos con hombres, mujeres,
niños y niñas de la región. Sus luchas comunes y solidarias, por una mejor calidad de vida, habían construido
fuertes lazos de amistad y compañerismo.
Los juegos de infancia eran entonces, para Demetrio, un ejercicio en el cual la lúdica era reemplazada por una
profunda tristeza. Parecía algo innato; de lo cual nunca se ha podido zafar. En una de las sesiones de juego,
146
conoció a mi madre, Isolina. Mujer con temperamento y alegría bulliciosa; disfrutaba plenamente lo que hacía.
Desde las rondas, con letra y música de su Pacífico.
No sé por qué la niñita no ha venido,
Tal vez con su padre se haya ido,
Para el mar y para el río,
A buscar peces, camarones y langostas;
Para traer aquí. Para llevar allá.
Para los niños y las niñas que se alegrarán.
Yo tengo un secretito y,
No lo voy a contar,
Es mi secretito, es mi secretón;
Es mi compañía en toda la región.
Secreto que tengo yo. Secretos que tienes tú.
Mi secretito y el tuyo se volverá común.
Tengo un amiguito, es negro como yo.
Negro como ustedes; negro de gran vigor,
Que viene en la noche a prender el fogón,
A tocar la marimba y a cantar con mucho amor.
Demetrio porqué estás triste?,
Será porque no te miro,
O será porque nunca has reído.
Si juegas conmigo, si ríes con todos,
De daré la luna y te daré el Sol.
Isolina era toda exuberancia de amor, lealtad y ternura. Su familia, cercana a la de Demetrio, compartía lo
suyo con todos. Allí había lugar para la solidaridad. Hasta las tristezas constituían insumos para compartir.
147
Tenía 12 años, cuando su padre murió. Fue una exhib ición del dolor, a la manera de ellos y ellas. Con
cánticos sutiles; llenos de ternura. La que sólo ellos y ellas entendían e interpretaban.
Duerme, duerme padre mío.
Duerme mi negro,
La distancia es larga,
Te has marchado;
No volverás en ese cuerpo,
Volverás en mis cantos y en mis oraciones,
Con Oriza y con La Madre del Cobre.
No te veré más en el rancho,
Pero allí estarás,
Atizando el fuego,
Antes de salir a pescar.
Duerme padre querido,
El camino se abre,
Para que poses tus pies,
Donde yo nunca he llegado,
Pero después te seguiré.
Isolina creció a la par con Demetrio. Amigos de siempre. Amantes niños. Todo un canto a la capacidad para
entender la lógica al revés. Como es la vida, sin códigos pétreos. Una vida que fueron construyendo. Para ella
y para él. Solo suya. Esto no se comparte; porque se vive. Cada pareja un mundo de imaginaciones y de
creatividad. Solidaridad de cuerpo. Él y ella. Los dos forjando un mundo para la esperanza.
Isolina proyectó a Demetrio; lo hizo hombre en capacidad de reír y de otorgar ternura. Dejó de ser ese sujeto
rígido, Se convirtió a la única religión posib le para los libertarios: el amor, la solidaridad y la actividad
constante por alcanzar transformaciones sociales, políticas y económicas; de tal manera que los beneficios
sean para todos y para todas quienes hemos estado padeciendo el dominio, la subyugación. Es una frontera
148
entre lo injusto y lo justo; entendido esto último como posib ilidades reales de crecer individual y
colectivamente.
Con este bagaje, como inventario fundamental de insumos, asumieron la responsabilidad que implican estos
objetivos. Un tránsito dinámico, en el cual acechaban los peligros inherentes a la misma. Porque eran algo así
como entender las transformaciones, a partir de la cotidianidad.
De hecho, después del asesinato colectivo en la vereda cercana, fue necesario realizar sus actividades con
mucho más riesgo. Este no se podía minimizar en términos absolutos. Porque constituía un elemento en nexo
con sus luchas. Una figura similar a un corolario indispensable.
El abuelo Isaías asistió, con Demetrio e Isolina, al homenaje póstumo a las víctimas. Constituyó un hito, desde
el punto de vista de su trascendencia. Era desafiar a los asesinos, desde una posición en la cual confluían el
dolor y la esperanza. Un acto, en el cual se hizo un recorrido coloquial, por las realizaciones alcanzadas. La
unidad férrea; la adquisición de instrumentos legales y sociales, con los cuales se mejoró la confrontación.
Una manera creativa de asumir los retos. En donde, cada quien, aportaba ideas y propuestas. Una solidaridad
continua y permanente, efectiva. Puesta a prueba ante las calamidades, propiciadas por quienes veían en las
mismas, el comienzo y desarrollo de una oposición fundamentada en esas unidad de cuerpo.
Después de la lectura de su documento, mi madre, asistió a un evento comunitario en el barrio. Se trataba de
una actividad, en relación con el mejoramiento de las condiciones laborales de las mujeres que ejercen como
madres comunitarias. Ellas habían alcanzado un nivel tal de actividad pedagógica con los niños y las niñas;
que han permitido el crecimiento del nivel de conciencia acerca del compromiso, para proyectarla a todas las
zonas de la localidad. En esta perspectiva, Isolina ha logrado promover y realizar actividades que han dotado
a ese movimiento de una fuerte textura. Un tejido humano sólido; en donde las fisuras trataban de ser
superadas a partir de acuerdos para avanzar en su ideario. En donde los niños y las niñas, sean sujetos de
participación necesarios. Una visib ilidad que sea coherente con sus expectativas. A partir de entender su
dinámica y la realización efectiva de sus derechos.
Isolina ya había realizado una serie de reuniones con las organizaciones de madres comunitarias. Un tipo de
gestión que les había permitido una reconstrucción de sus historias. A manera de historias de vida de las
trabajadoras comunitarias. Una historia que comenzó mucho tiempo atrás y que había avanzado hasta lo que
son hoy. Uno de los insumos fundamentales, tuvo que ver con lograr la participación de los padres y las
madres en el proceso educativo de sus hijos e hijas. Proceso que incluye la preparación de ellas en términos
de su gestión educativa.
Mi madre ha efectuado aportes muy relevantes al respecto. Desde promover reuniones y acciones alrededor
de ese proceso; hasta la promoción de eventos que incluyan el análisis, en los contextos nacional e
internacional….”
149
18. El Estado Burgués hoy. ..¿En qué devendrá la negociación?
Cabe, entonces, enfatizar acerca de los contenidos en cuanto a la noción de política social en un
universo de aplicación en el cual está demostrado la vigencia de un modelo de producción
capitalista; acompañado (...por simple derivación doctrinaria) de un modelo de Estado que navega
entre el intervencionismo, como “árbitro imparcial” por parte del Estado que convoca al equilibrio
institucional necesario para poder desarrollar políticas de beneficio común y el dejar hacer
entendido como la libertad ortodoxa derivada de los mecanismo del mercado que actúan como
agentes abstractos y prácticos para el equilibrio. De todas maneras, en uno u otro punto de
referencia, se asume como fundamento y como soporte económico el asunto relacionado con el
excedente económico global, como sujeto plusválico, derivado del desarrollo propio del
capitalismo. Entonces, la política social, tiene razón de ser (en términos de su viabilidad
económica) en la figura de la plusvalía presentada por Marx, a través de mecanismos coercitivos
implementados desde el Estado, por la vía de imposiciones que permiten captar recursos (...a
manera de impuestos). Es decir, ¡otra vez ¡la figura del equilibrio actúa como soporte para la
conversión del beneficio plusválico, en beneficio social, como apl icación de una política de
redistribución; en la cual el entendido de beneficio social adquiere características diferenciadas,
dependiendo de las estrategias y programas inherentes a los Planes de Desarrollo
gubernamentales.
18.1 La política social y los derechos
Las variables trabajadas (en lo que concierne a la noción de política social), hasta ahora, suponen
la vigencia de un determinado modelo de Estado, fundamentado en conceptos y/o teorías que
implican, tanto a la economía política, como también a las categorías de la filosofía y la ética; como
implicación universal; hasta cierto punto abstractas.
En la intención de precisar y concretar la vigencia de opciones, en esa perspectiva, he citado (para
nuestro caso, en Colombia); la figura del artículo 366 de la Constitución Política. Se entiende, por
aplicación, la vigencia y la pertinencia de unos derechos consignados; de tal manera que su
implementación no es otra cosa que el cumplimiento de un mandato perentorio; como quiera que
la Constitución Política norma mayor.
Sin embargo, vale la pena resaltar un hecho que, si bien es cierto, pudiera estar relacionado o en
nexo con ese mandato, adquiere connotación propia y, hasta cierto punto, independiente. Se trata
del derechos (...o derechos) que se promueven y ejercen como consecuencia de acciones y
movilizaciones que involucran a aquellos sectores no beneficiarios directos del excedente
plusválico y/o de la tasa de ganancia derivada del ejercicio económico Capitalista. Es, en otras
150
palabras, la confrontación entre el poder, como posibilidad y como práctica relacionada con el
control de los medios de producción (...en el lenguaje Marxista) y de la superestructura en el
Estado Capitalista; y los hombres y la franja(...la mayoría ) de la sociedad no beneficiaria y/o
excluida de los beneficios que se derivan del acumulado plusválico.
Así las cosas, entonces, cabe una expresión asumida como hipótesis lógica: las modificaciones y
las transformaciones en lo que respecta a la utilización del acumulado plusválico(-...o del
excedente originado en la porción de la tasa de ganancia absorbida por el Estado, a través de las
reglamentaciones impositivas y sus agentes retenedores), en muchas ocasiones, ha estado (..y
estarán) condicionadas por la realización de acciones de confrontación, por parte de las
organizaciones y/o movimientos de los no beneficiario0s directos; a la manera de acciones y
movilizaciones de masas que reclaman el redireccionamiento de estos beneficios, que se
concretan por la vía de políticas de beneficio social en ámbitos diferenciados; pero que, en fin de
cuentes, remiten a opciones relacionadas con la calidad de vida, más allá de la simple
reproducción de la fuerza de trabajo.
Se configura, a partir de esta hipótesis y para el caso que me ocupa, una posición que involucra al
concepto de derecho al beneficio social; como quiera que se entiende en nexo con esa porción de
la riqueza, construida a partir de la intervención de los sectores sociales que actúan en el espacio
geográfico entendido como país y/o como Nación. Para no hablar de la aplicación, en este tiempo,
de la figura cercana a la internacionalización o interacción global de los factores (humanos y
materiales) que ejercen como soportes para el desarrollo. La acumulación, entonces, se asume
como inherente a la intervención de esos(as) actores8as) y recursos materiales; en los términos
que ya había advertido Rosa Luxemburgo en su obra “La Acumulación del Capital. Es conveniente
resaltar esta expresión:
La segunda condición previa fundamental, tanto para la adquisición de medios de producción,
como para la realización de la plusvalía, es la ampliación de la acción del capitalismo a las
sociedades de economía natural. El capital necesita que todas las capas y sociedades no
capitalistas se conviertan en compradores de mercancías y que le vendan sus productos. Parece
como si aquí, al menos, comenzase la paz y la igualdad, el do ut des, la reciprocidad de los
intereses, la competencia pacífica y los influjos civilizadores.”91
Está, en mi interpretación, involucrada una noción similar al entendió de “calidad de vida”, aún el
universo del Capitalismo. Luego, por deducción, se infiere que estoy hablando de políticas sociales
con una elaboración que presupone la presencia de índices para ser medidas y cuantificadas en lo
91 LUXEMBURGO, Rosa, “La Acumulación del Capital”, página 298, editorial Grijalbo, edición 1967
151
que respecta a la calidad y a la cobertura. Es decir, entendidas como derechos propuestos y
asumidos, no como dádivas tangenciales; sino como inmersos en la misma dinámica que propone
y desarrolla la propuesta de bienestar social, como aplicación lógica prevista en la teoría de la
“reproducción” de las condiciones necesarias para la ampliación de las fuerzas productivas. Algo
así, como condición necesaria para que el capital pueda reproducirse y ampliarse, con la
intervención de los agentes necesarios para ello.
Lo anterior traduce, en consecuencia, que el seguimiento propuesto (en lo que compromete a la
participación e intervención de las mujeres) relacionado con la política de bienestar social
implementada por el gobierno del Distrito Capital, supone la presencia de una opción para su
interpretación; desde una perspectiva que involucra al significado de calidad de vida y, por esto
mismo, al concepto de redistribución del acumulado plusválico, entendido como aquella porción
“apropiada” por parte del Estado (....incluidos los entes territoriales) de la tasa general de ganancia
originada en el ejercicio inherente al modo de producción capitalista.
Isolina creció a la par con Demetrio. Amigos de siempre. Amantes niños. Todo un canto a la capacidad para
entender la lógica al revés. Como es la vida, sin códigos pétreos. Una vida que fueron construyendo. Para ella
y para él. Solo suya. Esto no se comparte; porque se vive. Cada pareja un mundo de imaginaciones y de
creatividad. Solidaridad de cuerpo. Él y ella. Los dos forjando un mundo para la esperanza.
Isolina proyectó a Demetrio; lo hizo hombre en capacidad de reír y de otorgar ternura. Dejó de ser ese sujeto
rígido, Se convirtió a la única religión posib le para los libertarios: el am or, la solidaridad y la actividad
constante por alcanzar transformaciones sociales, políticas y económicas; de tal manera que los beneficios
sean para todos y para todas quienes hemos estado padeciendo el dominio, la subyugación. Es una frontera
entre lo injusto y lo justo; entendido esto último como posib ilidades reales de crecer individual y
colectivamente.
Con este bagaje, como inventario fundamental de insumos, asumieron la responsabilidad que implican estos
objetivos. Un tránsito dinámico, en el cual acechaban los peligros inherentes a la misma. Porque eran algo así
como entender las transformaciones, a partir de la cotidianidad.
De hecho, después del asesinato colectivo en la vereda cercana, fue necesario realizar sus actividades con
mucho más riesgo. Este no se podía minimizar en términos absolutos. Porque constituía un elemento en nexo
con sus luchas. Una figura similar a un corolario indispensable.
El abuelo Isaías asistió, con Demetrio e Isolina, al homenaje póstumo a las víctimas. Constituyó un hito, desde
el punto de vista de su trascendencia. Era desafiar a los asesinos, desde una posición en la cual confluían el
dolor y la esperanza. Un acto, en el cual se hizo un recorrido coloquial, por las realizaciones alcanzadas. La
unidad férrea; la adquisición de instrumentos legales y sociales, con los cuales se mejoró la confrontación.
Una manera creativa de asumir los retos. En donde, cada quien, aportaba ideas y propuestas. Una solidaridad
continua y permanente, efectiva. Puesta a prueba ante las calamidades, propiciadas por quienes veían en las
mismas, el comienzo y desarrollo de una oposición fundamentada en esas unidad de cuerpo.
152
Después de la lectura de su documento, mi madre, asistió a un evento comunitario en el barrio. Se trataba de
una actividad, en relación con el mejoramiento de las condiciones laborales de las mujeres que ejercen como
madres comunitarias. Ellas habían alcanzado un nivel tal de actividad pedagógica con los niños y las niñas;
que han permitido el crecimiento del nivel de conciencia acerca del compromiso, para proyectarla a todas las
zonas de la localidad. En esta perspectiva, Isolina ha logrado promover y realizar actividades que han dotado
a ese movimiento de una fuerte textura. Un tejido humano sólido; en donde las fisuras trataban de ser
superadas a partir de acuerdos para avanzar en su ideario. En donde los niños y las niñas, sean sujetos de
participación necesarios. Una visib ilidad que sea coherente con sus expectativas. A partir de entender su
dinámica y la realización efectiva de sus derechos.
Isolina ya había realizado una serie de reuniones con las organizaciones de madres comunitarias. Un tipo de
gestión que les había permitido una reconstrucción de sus historias. A manera de historias de vida de las
trabajadoras comunitarias. Una historia que comenzó mucho tiempo atrás y que había avanzado hasta lo que
son hoy. Uno de los insumos fundamentales, tuvo que ver con lograr la participación de los padres y las
madres en el proceso educativo de sus hijos e hijas. Proceso que incluye la preparación de ellas en términos
de su gestión educativa.
Mi madre ha efectuado aportes muy relevantes al respecto. Desde promover reuniones y acciones alrededor
de ese proceso; hasta la promoción de eventos que incluyan el análisis, en los contextos nacional e
internacional. (“Samuel”, Ib id)
19. El concepto de Bienestar y el Neoliberalismo.
Ya había expresado antes un criterio para la interpretación del concepto relacionado con el
bienestar, en el contexto de la intervención del Estado, como institución que aglutina (en los
términos del Contrato Social) los intereses de los habitantes del territorio nacional; inclusive como
garante de la concreción que adquiere el concepto de Nación. En esa aseveración presentada, se
expresa una interpretación acerca del “equilibrio” de los sectores sociales , incluido lo étnico y lo
racial, como variables que reclaman y adquieren una presencia efectiva, a partir de la cual se
originan conflictos no resueltos; precisamente en razón a la orientación y a la lógica que subyacen
a esa misma institución estatal.
Retomo, entonces, la cotejación entre la opción del Estado Benefactor anclado en el beneficio
social general a partir de su intervención con políticas precisas, en las cuales se incluye el
direccionamiento de la redistribución de la porción recaudada de la tasa general de ganancia, al
margen de las leyes del mercado capitalista; y la opción del Estado orientado hacia la aplicación
de políticas fundamentadas en el curso general de esas leyes del mercado y las cuales se asume
la posibilidad efectiva de que estas, por sí mismas, conducen al equilibrio social , sin que esté
implicada la intervención estatal en su direccionamiento.
153
En otras palabras, hice precisión respecto a la metodología propuesta por Amartya Senn, en mi
entendido, como desarrollo de la opción del Estado interventor, profundizando una línea de
interpretación del desarrollo, como agregados en los cuales queda involucrada la teoría del
bienestar general de la población; a partir de introducir el concepto de nivel de vida digna, más allá
de la simple sobrevivencia.
Me corresponde ahora, insistir en los aspectos de contradicción entre los postulados
fundamentales de la Constitución Política, expresados en sus artículos 1 y 2 , de un lado y las
aplicaciones de sucesivos gobiernos que contrarían esos mismos postulados, incluyendo agendas
de reformas a la Constitución, con el objeto de facilitar la implementación de esas políticas. Es el
caso, a manera de ejemplo, de los Actos Legislativos a través de los cuales han modificado
aspectos como el Régimen de Transferencias y de los insumos sociales que orientan la
elaboración e implementación del Plan Nacional de Desarrollo, conforme a lo que, originalmente,
había sido establecido en los artículos 150, 200, 339 y 341.
Asumo, en extensión de los criterios que he venido reivindicado como válidos, que el punto de
comienzo para el quiebre de los postulados Constitucionales señalados, tuvo que ver con la
política desarrollada por parte del doctor César Gaviria Trujillo, en cuyo mandato presidencial se
configuró la propuesta de “Apertura Económica”; la que a su vez, estuvo soportada en la opción de
intervención estatal, anclada en la presunción de que las condicione de libre mercado y libre
competencia derivaban, por sí mismas, en escenarios de equilibrio para el bienestar general de la
población; puesto que (..En su interpretación) el obstáculo para el crecimiento y desarrollo , tiene
que ver con el excesivo intervencionismo que se manifestaba, fundamentalmente, en el
sobredimensionamiento del paradigma relacionado con esa intervención, al momento de definir
acerca del bienestar social colectivo y de la calidad de vida. A partir de ahí, se explica todo el
ejercicio relativo a trabajar por “un bajo perfil” de la presencia del Estado y el consecuente
desmonte acelerado de esa incidencia. En este contexto es representativa la expedición de la Ley
100 de 1993, proyecto que fue liderado (“coincidencialmente”) por el doctor Álvaro Uribe Vélez, l
presidente de Colombia 2002-2010 y que, antes, había liderado el proyecto que concluyó con la
expedición de la Ley 50 de 199, en el gobierno del doctor Virgilio Barco Vargas. Se trata de un hilo
conductor que se mantiene y que se ha profundizado.
La expresión Neoliberalismo, en consecuencia, no tiene una connotación peyorativa. Define,
simplemente, esa postura política y económica que le atribuye a la intervención estatal hacia el
beneficio social general y hacia las consecuencias calamitosas del libre juego del mercado,
consecuencias ajenas y en contravía del desarrollo económico; le atribuye, algo así como una
posición de asfixia y de obsolescencia, respecto al paradigma del crecimiento económico. Cabe
resaltar, entonces, la esencia de su perspectiva estratégica: el énfasis hacia el crecimiento
154
económico y la modernización, no puede ser obstaculizado por la implementación de una
intervención estatal en términos del beneficio social, a no ser que retracemos nuestra inserción en
la dinámica de los mercados globalizados, competitivos.
20. De lo que viene después. (Un tránsito que no se puede repetir), entrevista a Rosendo
Payares, autor “4710”
“…Ya decía antes, en mi tipificación de las Farc: no cabe reconocimiento alguno como expresión
de la revolución que necesitamos. Reitero en lo que significa una negociación como expectativa. Ni
más ni menos el hecho simple. En el sentido de los acumulados perversos. Como cuando se
dilapidó lo alcanzado hasta 1964.No otra cosa es aquello de referir la lucha armada a logros cada
vez más alejados de la derrota del Frente Burgués. También, en cuanto a la caracterización de lo
urbano como escenario posible y necesario. La Guerra de Guerrillas no podía ser siendo
escenarios de desgaste. Con batallas ganadas. Como simple extensión de referentes ya
caducados. O, por lo menos, estrechos. Ahora bien, ya que el Partido Comunista no podía levantar
banderas más allá del ejercicio para el consumo cotidiano. De reformas ya envejecidas, como
quiera que expresaban simple engarce práctico y teórico aprendido por la vía de la desviación ya
analizada. Siendo así, entonces, el tropel condujo a emotivas posic iones. Pero nunca como vuelo
alto. De una revolución envolvente. Campo y ciudad. Construyendo poder obrero y poder
campesino. Todo ligado a una misma tutela: Partido Obrero de corte leninista. Como lo propusimos
en 1966. Cuando las fisuras condujeron al Partido Comunista Marxista Leninista. Con el EPL como
brazo armado. Con la figura aprendida del triunfo de la Revolución China. Pero, casi hay mismo
depusimos valores y principios. Como volviendo al entendido de Frente Popular y zonas liberadas.
Pero sin la esencia misma de la conducción obra. Revolución a trozos. En un enervante
sucedáneo. Plazos construidos en un entendido de Programa de Transición, un tanto prostituido.
Porque, a decir verdad, habíamos heredado una noción de Frente Único, sesgada. Casi que
incompatib le con la revolución socialista...”
“…El Frente Único (sic), aparece particularmente necesario en el movimiento sindical por el hecho de que
engloba a millones de trabajadores, de que se halla dividido y de que la lucha de que fundamentalmente por
reivindicaciones económicas cotidianas de la clase obrera. Una de las consecuencias inmediatas de la
adopción de esta táctica fue la Conferencia de las tres Internacionales (La Internacional Comunista y las
Internacionales I y II y media) que se celeb ró en Berlín, en febrero de 1922, y que, como es sabido no
condujo a ningún resultado práctico, por el saboteo de los líderes reformistas…”92.
Y, por lo mismo entonces había orfandad categórica. Unos principios reducidos a simples ejercicios de
montonera pequeñoburguesa. Nada que ver, entonces, con la línea ortodoxa de partido y de programa. Era
92 A. Nin “Las Organizaciones Obreras Internacionales pp. 132 y 133. Ed. Fontamara. Primera edición, enero 1978
155
como si viviésemos la holgazanería propia de aprendices de la revolución. Un tanto, desvirtuando la
necesidad de hegemonía de un partido verdaderamente obrero…”
“…Así, un dirigente comunista dijo e marzo de 1937, al hablar de esa manía de socializar e incautar. ¿Por
qué los trabajadores han caído en ese error? En primer lugar por el desconocimiento del momento político
en que vivimos, que les ha hecho creer que estábamos en plena revolución social. Lo absurdo de la mentira
burocrática alcanza aquí sus más’ bellas cimas: Los trabajadores creen vivir una revolución social (hasta el
extremo de que la hacen), pero felizmente el partido de los trabajadores está ahí para desengañarles,
incluso con las armas en la mano si es preciso. El Partido es propietario de la revolución y decide, en
contra de las masas, en contra de los hechos, en contra de la misma revolución, que lo que está al orden del
día es… ¡La revolución burguesa! Así lo expresa Dolores Ibárruri, en el diario comunista Mundo Obrero
del 30 de julio,...” (Semprún-Maura Carlos. “La Revolución en Cataluña 1936-1937, página 97. Tusquets
Editor, primera edición abril de 1978)
‘Es la revolución democrático burguesa que en otros países, como en Francia, se desarrolló hace más de un
siglo, lo que se está realizando en nuestro país, y nosotros, comunistas somos los luchadores de vanguardia
en esta lucha contra las fuerzas que representan el oscurantismo de los tiempos pasados (…). En estas horas
históricas, el Partido Comunista, fiel a sus principios revolucionarios, respetuoso de la voluntad del pueblo, se
coloca al lao del Gobierno que esa expresión de esa voluntad, a lado de la República, al lado de la
democracia ‘.
´”…Y, entonces, este tipo de directrices obraban como señuelo. Pegando al anzuelo las
perspectivas de los obreros las obreras. De campesinos y campesinas. Un programa gradual.
Como tratando de retrotraer un significado de democracia (burguesa). Alentando reformas añejas.
Cortejando al Frente Burgués. Es, ni más ni menos, lo que las Farc propusieron. Y proponen
ahora. Una revolución que más parece carga anecdótica. Desconociendo, de manera
intencional, que ese tipo de revolución no nos cobija. No nos cautiva. Miles de muertos (por
ejemplo, de la Unión Patriótica), no pueden sucederse de nuevo…” (entrevista Ibid.)
19.1 Como la Dama de las Camelias. (Ese afán por suplantar. Entrevista a Rosendo Payares)
Decir “el que menos corre vuela”, es tanto como azuzar (excelente verbo) a quienes siempre han hecho
cábalas acerca del porvenir-. Es como cuando ha lugar una partida de ajedrez entre dos ciegos. Vejando la
estrategia. Esos alfiles, acrib illando a los caballos. Un rey amorfo, enrocado. Y juegan las negras. Blancas que
ya han alzado vuelo, a trompetazos. Farc pretendiendo ser luminarias. En un mar amargo, enfurecido. Con
remos fabricados en caña dulce. Unas Farc ignominiosa a nombre de un partido comunista tr opical. Una
versión más bastarda aún que el de Dolores Ibárruri es España, con respecto al partido al Partido de Lenin y
de Trotsky. Mostrando el armamento de la ignominia, a nombre de la poderosa zaga campesina. Que ya
había desafiado al Frente Burgués Terrateniente Militarista, a partir de 1948. Armazón plena de bondades y
de ilusiones, que hizo travesía. Desde el Tolima Grande, hasta inmediaciones del pie de monte llanero. Por
toda la Cordillera Oriental. Vadeándola como si fuese río. Hasta llegar a plantar y jurar no dejarse mover más.
156
Con las armas, con los fusiles de la esperanza. Contrariando a los saqueadores y asesinos y asesinos de
casaca verde muerte. Aquí y allá.
Ejercicio impúdico ese del Partido Comunista comandado por Gilberto Vieira. Tirando línea política genuflexa
desde su ciudad natal (La Medellín del Alma que, aún ahora, esta ahogada en borbotones de sangre. Entre
maleva y pura). Un ejército campesino de humildad ceñido. De bravías quejas y de incomparable capacidad.
Así se hubiese cruzado en su camino Efraím González y David Aljure. Así como lo describ ió en preciosas
palabras y verdades Arturo Alape. Frente sólido. Hecho con acciones de universo libertario.
Unas Farc que surgen y que embelesaron. Cuando tenía ese horizonte de los guerreros primeros. Incluido
Marulanda el legendario. Pero que empezó a deslizarse hacia las directrices de la cúpula. Que no fue guerrera
sublime. Dando trazos sin saber porque y para qué. Cúpulas que, inclusive, llevaron a sucesivas derrotas a
los pocos obreros que logró aglutinar. En una primera versión como CSTC. Desafiando a Alberto Lleras (el
primero en la cuenta de yo con yo), al hijo del poeta, el susodicho Guillermo León Valencia. A Carlos Lleras
Restrepo, visionario economista burgués. Y, aún, al líder del MRL. El que se asustó con el cuero. Y de tumbo
en tumbo. Como diciendo: vale el dicho de las tías, cuando decían borrar con el codo lo que se hizo con la
mano.
Y crecieron (Las Farc) casi al margen de la lucha social en el país. Confundiendo Revolución con
asaltos a gotas. Como si, a cada combate sucesivo y aislado, les debiéramos endosar la prístina idea
de Revolución Socialista. Como si la Declaración de la Habana (a la cual ya hice referencia) y la
versión andina de la cruzada de Ernesto Guevara, subrogara el itinerario necesario para acceder
camino de guerra obrera.
Y digo esto, porque estuve ahí. Desde la trinchera de la disidencia. Desde la opción marxista -leninista-
maoísta. De frente tropeliando. Como cuando conformamos el Frente Anti electoral. En los barrios.
Construyendo una noción diferente. Trascendiendo la simpleza de la visión de la lucha urbana como correas
de transmisión. Esto, independientemente de si fuimos acertados o no. Lo cierto era la dinámica. La visión
de que habíamos sido traicionados y, hasta delatados. Con mayor razón digo ahora que no ha lugar al
arrepentimiento. Que con la revolución no se juega ni está ahí para ser negociada. ¿Con quién? ¿Con el
Frente Burgués Exacerbado Que sigue la misma línea militar preparada para ahogar en sangre a los
libertos?
¿Quién le ha dicho a las Farc, que nos representan? Será porque creen no recordar la soledad en qué
quedamos cuando empezaron a ulular los paramilitares de mierda. Cuando empezamos a morir
desmembrados, surtiendo el río Cauca y el Magdalena, de cuerpos flotando. De brazos, de piernas, de
cabezas. Y, ellos, en lo suyo. Combatiendo en el abismo. No tutelando la defensa de los mártires.
¿Y es que siguen empecinados en ignorar que, quienes combatimos en las calles? En los barrios. ¿Con la
bota militar al cuello? Un poco así como:
157
20 Como cosiendo suelas para bandidos. Botas al garete. Traición al fin y al cabo
(entrevista, Ibid).
Y sigo con la misma cantaleta acerca de lo que hemos sido. Aquí y allá. En veces tan perdularios
que salta a la vista lo enredos propios de una acción política árida. Tanto como haber aprendido en
los manuales de guerra propios de quienes repiten siempre lo mismo. En una secuencia anodina.
Pero siempre de lado de quienes batallaron y batallan en los riscos. Mirando hacia abajo. Como
queriendo decir ¡aquí estamos! Por esta vía cruenta. Pero sin poder decir ¡revolución plena! Un
tanto así:
20.1. Otra narrativa literaria (lo antropológico visto así) (Tomado de “Samuel” Texto-Novela,
autor: Parmenio Cano G.)
“…Llueve a cántaros, en la ciudad. Desde hace 40 horas, sin cesar. Estaba con Juliana Macías, en el
aniversario de la muerte de Joaquín Ezpeleta. A este, lo conocí un día cualquiera. Estaba al borde de la
claudicación como consejero y asesor en una de esas organizaciones de ayudantía a los desplazados. Me
hice su amigo. Fingiéndole, así como lo hice con Isolina y Demetrio. Yo tenía conexiones clandestinas con los
organismos de control y de seguridad. Logré hacerlo, gracias a la intervención de Pánfilo, el amante de mi
hermana Maritza. Ya he perdido la cuenta de cuantos insubordinados y burdos altruistas he informado, lo
único seguro y preciso es que ya están muertos. Hombres y mujeres; a quienes he perseguido en silencio. De
los cuales he dado informes concretos; para que los de seguridad actúen. Me enervan esos y esas sujetos
que pregonan el derecho a la libertad y la búsqueda de una sociedad justa. A mí la sociedad me importa un
b ledo. No soporto a quienes han pretendido y pretenden, aún, incidir con sus discursos patéticos, panfletarios;
a nombre de los derechos humanos. Derechos superfluos. Herencia de desgastadas doctrinas igualitarias.
Los y las he odiado siempre. Lo mío no pasa por referentes humanísticos. Así lo he expresado con mis
hechos. Sin que nadie sospeche de mí. Lo hice con Juliana primera y con su tutor, maestro y amante, Pedro
Arenas. He engañado y lo seguiré haciendo. La muerte de Ezpeleta me satisfizo como ninguna otra. Lo
despedazaron los de seguridad. Esos si son hombres. Abnegados defensores del derecho a matar, por
encima de cualquier otra consideración. Son herederos de aquellos que, a través del tiempo, han cumplido
esa misma labor. Los admiro por su destreza para eliminar indeseables y cretinos auspiciadores de
revoluciones o similares. Estoy de acuerdo con ellos en actuar ante cualquier sospecha. Por mínima que esta
sea. He contribuido a invertir el vano principio jurídico que habla de que nadie es culpable hasta que haya sido
vencido o vencida en juicio. Las constituciones son híbridos que aborrezco.
En fin, Juliana Macías, es mi actual amante. Con ella he recorrido todos los lugares ocultos del sexo violento.
Me lacera y la lacero. Cada quien es cada quien. Nada de compartir con el otro o con la otra. Reivindicamos la
violencia pura, sin atajos y sin remordimientos. Ella y yo somos fervientes aplicadores del derecho al
sadomasoquismo. Continuo, a cualquier hora. Ella, cuando yo pretendo algún respiro en este proceso, me ha
golpeado. Ha deseado propiciar mi muerte. Lo mismo he hecho yo con respecto a ella. Es un duelo de
géneros. Yo las odio. Ella nos odia. Mientras más se exacerba ese odio, más enfatizamos en la posesión
absoluta, sin sosiego.
158
Justo ese día, asistimos a los ejercicios relacionados con el aniversario de Joaquín Ezpeleta. Lo hicimos como
parte del juego sadomasoquista que nos encanta. Ver sufrir, a los demás es un deleite para nosotros.
Hacemos todo lo posib le para que ese placer se concrete día a día. Cada noche, cada mañana o cada tarde,
lo hacemos entre nosotros, somos insaciab les. Disfrutamos, cada quien, el placer individual. Nos invadimos.
Cada día lo hacemos más lento. En los lugares del cuerpo que más dolor sintamos.
Joaquín Ezpeleta, había nacido en 1956. En pleno proceso de implementación de la doctrina de seguridad
nacional. Doctrina sabia. Que introdujo la opción de regenerar las organizaciones partidistas. A la usanza. Es
decir, recuperando el tiempo perdido durante las sucesivas divisiones, muchas veces estratégicas. Como
justificando la erosión de la sociedad, para luego enfatizar y fortalecer los valores tradicionales. Conservar los
orígenes es fundamental para anclar a cualquier sociedad. En esto Hitler tenía razón. Siempre la tuvo. En lo
que a mí respecta, lo admiro. Inclusive, en determinados periodos de tiempo, he visto surgir en nuestra patria
opción es similares. Como lamento que no haya fructificado. Por lo mismo que, hemos sido territorio político
de ensayos. Desde una gran parte del Siglo XIX y en mucha parte del Siglo XX. Coaliciones y divisiones. Una
interpretación auténtica de la generosidad inherente a la historia. Un entendido de la construcción de Nación,
con la misma visión de nuestros benefactores, los españoles. Solo ellos entendieron la necesidad de una
dinámica avasallante hacia especies inferiores. Los nativos fueron y son eso. Simples especímenes que
merecían ser invadidos, cuestionados y arrasados. Como lamento las intenciones, en veces concretadas, de
buscar beneficios y reconocimientos culturales a lo que queda de esas hordas. Cultura plebe ya, anclada en
rituales sociales y religiosos de antepasados que no merecían llamarlos humanos. Uno de mis deseos más
profundos y arraigados, es ver desaparecer esas expresiones histriónicas, caducas, vergonzantes.
Joaquín Ezpeleta nació el mismo día en que se surtía trámite para alcanzar el acuerdo en Benidorm. Acuerdo
entre los más grandes dirigentes que haya tenido este país. Su dimensión solo se entenderá y valorará,
cuando entendamos y valoremos lo que ha venido sucediendo actualmente. Un presidente vi sionario,
soñador, pragmático. Y, ante todo refundador de la patria, con su orden y sus principios. Sin concesiones a
quienes pretenden volver o reivindicar el lenguaje y la acción de la falsa democracia. Aquella que se define
como el otorgamiento de derechos y su aplicación. Se confunde dádiva con derechos. Estos no son tal, sino
están sometidos a la orientación de quien ejerce el poder. Con toda razón y con todo merecimiento.
Vino, Joaquín, a la ciudad, huyendo de la persecución política de quienes, arri esgando sus vidas, construyen
el concepto de democracia y de poder afines a quien, en algunos casos de manera ortodoxa, nos han guiado.
Particularmente en el gobierno actual. En su caso y en el de muchos más, se ha ejercido una parafernalia
ruidosa y demagógica. Como si quienes ejercen como víctimas fuesen verdaderos dirigentes dignos de ser
reconocidos y reconocidas. Para mí son solo auspiciadores y auspiciadoras de subversión, por la vía de algo
parecido al comunismo trasnochado. Bien hace el actual (este si auténtico) líder en no reconocerlos, ni
reconocerlas como antagonistas en la escena política. El tratamiento que reciben actualmente es el que
merecen, sin los desvaríos de gobernantes precedentes. Eso de la mala imagen internacional es un artificio
que se utiliza para pretender invalidar lo actuado y ejecutado. Artificio montado sobre informaciones y
verdades a medias, intencionales, por parte de los defensores de supuestos derechos humanos. Insisto en
que los derechos no existen, sino en la medida en que se articulen con el plan de gobierno que busca la
restitución política de la Nación. Sin veleidades comunistoides.
159
Decía, pues, que Joaquín Ezpeleta, llegó a la ciudad en busca de refugio. Venía de la zona oriental del país.
Precedido de ínfulas de héroe y de luchador campesino. Su familia, en mi opinión, con toda razón, había sido
diezmada por el ejército de la reconquista de las zonas perdidas, y que ejercen como territorio liberado.
Supuestas zonas que fundan su esperanza en la libertad y en la construcción de un escenario político nuevo.
En el cual “brille el respeto a los derechos humanos y la opción de una sociedad más justa”. Pataletas
de subversivos que pretenden reconocimiento nacional e internacional.
Estuvo alojado en lo que era nuestra casa. Quiero decir, en el espacio físico que me alojaba como hijo de
Isolina, de Demetrio y de mi hermana. Con gran malestar me correspondió asistir a la cantilena que se
armaba entre ellos. Ensayando discursos y tácticas para proponer en desarrollo de su lucha por supuestas
reivindicaciones. Obviamente, yo tenía que aparentar mi acuerdo con ellos y con ella. Como estratagema para
ganar espacio y confianza que me permitieran adquirir información para los de seguridad del Estado. Hoy me
ufano de que el esfuerzo no fue en vano. Ya he superado el record en la cantidad, calidad y oportunidad de la
información transmitida. Lo que más me admira de mí mismo es saber que, por esta acción, se ha logrado
desarticular la cadena de organizaciones de esos deleznables sujetos.
Una vez en casa, Joaquín, se hizo cargo de lo que ellos y ella llamaban zonas de vulnerabilidad en la ciudad.
Describ ían así, aquellas zonas que ya habían sido penetradas por los de Seguridad. Joaquín propuso hacerse
cargo de la “Dirección Central” en la localidad. Su objetivo: el contacto con organizaciones internacionales
para lograr una veeduría internacional del proceso político y militar que ha venido implementando, con éxito el
actual líder del país y de la Nación.
Según su estrategia, lograrían, en corto tiempo, el reconocimiento como organizaciones altruistas, en contra
del proyecto de gobierno. Lo tipificaban con la denominación de la caricatura hitleriana. Él (Joaquín) viviría allí,
en casa de Fortunato Aguilar, líder sindical, que estaba trabajando por articular movimiento sindical con
movimiento de desplazados. Delinearon acciones de corto y de mediano plazo. Precisamente, este tipo de
acciones, fueron intervenidas y eliminadas por parte de Seguridad., a partir de mi información.
Lo detuvieron un día en la noche; cuando regresaba de un mitin en los alrededores de la Casa Presidencial.
La consigna, como en el caso de Demetrio, era liquidarlo, sin que apareciera, posteriormente, ninguna
evidencia. Que la verdad no se conociera. Así se hizo. El énfasis en la laceración de Joaquín, estuvo en
desmembrar su cuerpo. Así lo merecía por su condición de orientador conceptual. Un verdadero enemigo del
país, sustentando opciones teóricas que no podían arraigar. Ese fue el propósito y se consiguió. 8 de marzo
de 2003, ese día fue su muerte. Como anunciándole a Isolina lo que le esperaba, también, a ella.
La verdad es que, en ese primer aniversario de su muerte, se recordaban sus enseñanzas y orientaciones;
con un énfasis inusitado. Tal vez, de la mano de las organizaciones que había contribuido a crear y, además
de haber logrado la entrevista con destacados líderes internacionales. Yo llamo, a éstos últimos,
auspiciadores internacionales de la subversión.
Un día, 8 de marzo, mientras estaba con Juliana Macías en uno de nuestros habituales forcejeos, llegaron a la
casa unos individuos vestidos de rojo y negro. En principio preguntaron por mí. Con nombre y apellidos. Al
identificarme, me golpearon y me sacaron de casa. A bordo de un vehículo que no logré identificar , fui llevado
hasta una zona muy húmeda, con calor altísimo. Me bajaron del vehículo y fui situado en lo que parecía ser
160
una sala de reuniones improvisada. Uno de los sujetos que me había sacada de casa, informó sobre el
operativo a otros sujetos que, en m i opinión, ejercían como jefes.
Una vez hecha la presentación de rigor, se me informó que estaba sometido a la justicia del pueblo. Que mi
prontuario era altísimo y que sería juzgado en aplicación al método revolucionario. Una vez escuchados los
cargos se me preguntó si tenía algo que contradecir. Les dije: No me arrepiento de nada de lo que he hecho.
En la madrugada del día siguiente a mi detención, se ordenó mi muerte por fusilamiento como
promotor y auxiliador en crímenes de lesa humanidad... Lo último que recuerdo, el ruido de las armas
cuando fueron activadas. Vi volar mii cabeza por los aires de ese territorio de guerra.
Al volver, ese día, encontré a Ariadna inmolada. En casa no había nadie. Solo ella. En el mismo sitio en que
la dejé hace diez años. Todos se habían ido. No encontré rastros de mi padre y de mi madre. Tal parece que
habían abandonado este espacio físico. De los otros hermanos y hermanas, no quedaba ningún registro. Me
instalé en el mismo cuarto en que estaba, inerte, Ariadna. Allí dormí esa noche. Tuve un sueño extraño.
Estaba con Isolina y con Juliana, en un territorio desértico. A mi lado había un sinnúmero de niñas, vestidas
con trajes de color negro. Ululaban en mis oídos. Un sonido profundo, que aumentaba con el paso del tiempo.
Juliana me advertía algo. Con su mirada hermosa. Isolina me requería. Como diciéndome: dónde estabas,
cuando desapareció Demetrio, tu padre. Yo no atinaba ninguna respuesta. Simplemente, me refugiaba en la
coraza de mi yo como sujeto dueño de mis acciones. Le expresé algo relacionado con mi odio por quienes
pretenden ser justos, equilibrados; libertarios. Esos que postulan, a cada paso, la necesidad de una
transformación. Hacia un sociedad igualitaria. Le decía: Lo mío no es eso. Yo coadyuvé a su desaparició n.
Por eso mismo. Porque veía en él un sujeto estereotipado. Un bastardo político. Que heredó triquiñuelas, a
manera de opciones metodológicas que pretenden demostrar que esta sociedad está soportada en el dominio
hegemónico de quienes poseen la riqueza. Ese tipo de sujetos tienen que ser cuestionados y eliminados.
Lo mismo usted, Isolina. Lo mismo usted, Juliana. Hice matar a Demetrio. La maté a usted y a su hija. La
perseguí a usted y a Pedro Arenas. Porque eran insoportab les con sus discursos obsoletos. De libertad y de
derechos. Porque, en mí, cobra fuerza la limpieza social. La entronización de quienes no reclamamos nada.
Porque somos dueños absolutos de esa heredad en donde cada quien es cada quien. Una selección natural
que nos sitúa, a quienes no reconocemos equilibrios, en dueños de nosotros mismos. Yo soy un o de ellos.
Soy una vertiente continua que irriga a quienes son como yo. Irrigación que está soportada en la
individualidad. Ajena a eufemismos circunstanciales que postulan solidaridad. La solidaridad, en mí, es una
expresión grotesca. Ya lo he dicho antes y lo repito ahora.
Después las vi alejarse. A Juliana y a Isolina. A las niñas vestidas de negro. Un color que me obnubila. Para
mí es un desagrado. Los negros, son como las mujeres. Inferiores. No racionalizan nada. Un cerebro que no
trasciende más allá que lo inmediato. Incapaces para construir opciones válidas. Tal vez por esto, instigué a
las fuerzas de control y exterminio para que actuaran en Bojayá. Y en Caloto. Y en los Cabildos indígenas del
Cauca. Expresé todo mi odio a esas razas primarias. Hacia ese género que debe ser dominado. Que son,
para mí, solo sujetas de deseo. Que exacerban mis instintos. Ya, de por sí en ese sueño, mi falo permaneció
erecto. Cuando vi a las niñas, a Isolina, a Juliana. Erección que es única. Vertí inmensa cantidad d e líquido.
Un sueño en otro sueño. Las monté a todas. Manipulé mi músculo inmenso. Cuando desperté, estaba
161
inundado. Mí pene seguía ahí. Como esperando otra visión. De Juliana y de Isolina, desnudas. De las niñas
que tenían su sexo destruido.
Me levanté. Otra vez vi a Ariadna. Parecía dormida. No se había descompuesto su cuerpo. Como en el relato
de García Márquez, estaba inmóvil. Incorruptible. Como diciéndome: aquí estoy. Para reclamar justicia. Para
condenarte a ti. Como sujeto vulnerador. Yo hice caso omiso de sus expresiones. Salí a la calle. Caminé largo
rato. Avenidas sombrías. Sin nadie presente. Como si se hubieran evaporado los transeúntes. Solo estaba yo.
Caminé sin descansar. Al fin hallé a alguien. Una mujer muy joven. Estaba parada en un sitio destinado para
la espera de transporte. Negra, con un cuerpo hermoso. La desnudé con mi mirada. Sus pezones erectos.
Nadie los había tocado. Un triángulo pélvico, cerrado. Con vellos b lancos y negros. Impenetrado. Me habló
algo que no entendí. Solo sé que, cuando traté de asirla, desapareció. Como si lo visto hubiese sido simple
visión enrarecida.
Al volver, ese día, encontré a Ariadna inmolada. En casa no había nadie. Solo ella. En el mismo sitio en que
la dejé hace diez años. Todos se habían ido. No encontré rastros de mi padre y de mi madre. Tal parece que
habían abandonado este espacio físico. De los otros hermanos y hermanas, no quedaba ningún registro. Me
instalé en el mismo cuarto en que estaba, inerte, Ariadna. Allí dormí esa noche. Tuve un sueño extraño.
Estaba con Isolina y con Juliana, en un territorio desértico. A mi lado había un sinnúm ero de niñas, vestidas
con trajes de color negro. Ululaban en mis oídos. Un sonido profundo, que aumentaba con el paso del tiempo.
Juliana me advertía algo. Con su mirada hermosa. Isolina me requería. Como diciéndome: dónde estabas,
cuando desapareció Demetrio, tu padre. Yo no atinaba ninguna respuesta. Simplemente, me refugiaba en la
coraza de mi yo como sujeto dueño de mis acciones. Le expresé algo relacionado con mi odio por quienes
pretenden ser justos, equilibrados; libertarios. Esos que postulan, a cada paso, la necesidad de una
transformación. Hacia un sociedad igualitaria. Le decía: Lo mío no es eso. Yo coadyuvé a su desaparición.
Por eso mismo. Porque veía en él un sujeto estereotipado. Un bastardo político. Que heredó triquiñuelas, a
manera de opciones metodológicas que pretenden demostrar que esta sociedad está soportada en el dominio
hegemónico de quienes poseen la riqueza. Ese tipo de sujetos tienen que ser cuestionados y eliminados.
Lo mismo usted, Isolina. Lo mismo usted, Juliana. Hice matar a Demetrio. La maté a usted y a su hija. La
perseguí a usted y a Pedro Arenas. Porque eran insoportab les con sus discursos obsoletos. De libertad y de
derechos. Porque, en mí, cobra fuerza la limpieza social. La entronización de quienes no reclamamos nada.
Porque somos dueños absolutos de esa heredad en donde cada quien es cada quien. Una selección natural
que nos sitúa, a quienes no reconocemos equilibrios, en dueños de nosotros mismos. Yo soy uno de ellos.
Soy una vertiente continua que irriga a quienes son como yo. Irrigación que está soportada en la
individualidad. Ajena a eufemismos circunstanciales que postulan solidaridad. La solidaridad, en mí, es una
expresión grotesca. Ya lo he dicho antes y lo repito ahora.
Después las vi alejarse. A Juliana y a Isolina. A las niñas vestidas de negro. Un color que me obnubila. Para
mí es un desagrado. Los negros, son como las mujeres. Inferiores. No racionalizan nada. Un cerebro que no
trasciende más allá que lo inmediato. Incapaces para construir opciones válidas. Tal vez por esto, instigué a
las fuerzas de control y exterminio para que actuaran en Bojayá. Y en Caloto. Y en los Cabildos indígenas del
Cauca. Expresé todo mi odio a esas razas primarias. Hacia ese género que debe ser dominado. Que son,
para mí, solo sujetas de deseo. Que exacerban mis instintos. Ya, de por sí en ese sueño, mi falo permaneció
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erecto. Cuando vi a las niñas, a Isolina, a Juliana. Erección que es única. Vertí inmensa cantidad de líquido.
Un sueño en otro sueño. Las monté a todas. Manipulé mi músculo inmenso. Cuando desperté, estaba
inundado. Mí pene seguía ahí. Como esperando otra visión. De Juliana y de Isolina, desnudas. De las niñas
que tenían su sexo destruido.
Me levanté. Otra vez vi a Ariadna. Parecía dormida. No se había descompuesto su cuerpo. Como en el relato
de García Márquez, estaba inmóvil. Incorruptible. Como diciéndome: aquí estoy. Para reclamar justicia. Para
condenarte a ti. Como sujeto vulnerador. Yo hice caso omiso de sus expresiones. Salí a la calle. Caminé largo
rato. Avenidas sombrías. Sin nadie presente. Como si se hubieran evaporado los transeúntes. Solo estaba yo.
Caminé sin descansar. Al fin hallé a alguien. Una mujer muy joven. Estaba parada en un sitio destinado para
la espera de transporte. Negra, con un cuerpo hermoso. La desnudé con mi mirada. Sus pezones erectos.
Nadie los había tocado. Un triángulo pélvico, cerrado. Con vellos b lancos y negros. Impenetrado. Me habló
algo que no entendí. Solo sé que, cuando traté de asirla, desapareció. Como si lo visto hubiese sido simple
visión enrarecida.
Después la volví a ver. Un callejón obscuro, como su piel. Me llamó con sus ojos y con sus manos. Al entrar,
para poseerla, sentí un intenso dolor en el vientre. Una daga inmensa me penetró. No vo lví a despertar.
Estaba muerto.
Efectivamente, huí. Caminé sin descanso. Llegué hasta Villa Gabriela. Un lugar sórdido. Ya estuve ahí. En el
tiempo de en qué me sometieron al aislamiento. Un lugar monótono. Solo b lanco y negro. Sin la iridiscencia
propia de la vida, cuando se vive sin ataduras que laceran. Lugar propicio para ejercer como leprosorio para
espíritus corroídos. Allí conocí al par de Calígula, individuo de un odio inveterado a la libertad. Cuando lo
conocí estaba preparando su viaje al territorio de las elecciones manejadas. Al lugar en donde se envolvía a la
verdad, amarrándola, asfixiándola en un traje parecido9 a camisa de fuerza. Lugar patrio manejado a
distancia. En donde la mentira enrolla a la lógica. Hasta construir escenarios de intervención como simples
compilaciones de evangelios eternamente aprendidos. Guiados por una opción única. Sin ningún tipo de
asidero diferente. Lugar de pantomima. De la norma jurídica implantada como ideario enrevesado. Una lógica
del derecho que obnubila. Donde hay víctimas sin victimarios. Donde los controladores son supremos jerarcas
que trastocan lo cotidiano. En donde los mensajes son soliloquios entre gendarmes. En donde la vida, el
derecho a ella, no existe con realización; sino como postulación incorpórea. Que nunca se concreta. Qu e está
a merced de los lapidadores garantes del poder. Poder aciago, que crispa los sentidos. Ahí, ende los
conceptos son vertidos de manera unilineal; sin lugar para desencuentros. En donde el príncipe perverso; el
aprendiz de rey, ejecuta trozos de opereta soportada en la teoría de conmigo o en contra mía.
Pasó, también por aquí, el Inhib ido. Que permitió todo tipo de ejercicios vandálicos. Aquel que dibujó la paz
como concepto de idolatría pusilánime. El de las palabras ampulosas. El que cerró los ojos ese día trágico de
noviembre. El que persuadió a la comunidad internacional de que le manipularon el pulso y la mente. El
defensor infame de la gendarmería atrab iliaria. Esa que hizo añicos la expresión física de la justicia. Como
gnomo fantasioso. El que se refugió en la poesía sin piso y sin talante. Aquel que convocó a los habitantes del
país de nunca jamás, a diluirse como colectivo; mientras que el manto b lanco de los inquisidores se cernía
sobre la verdad. Ocultándola. Haciendo de los desaparecidos simples figuras ignotas. Sin cuerpo y sin
palabras.
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Estuvo el brigadier de brigadieres. El general de generales. Aquellos que asolaron el Cono Sur. Desde Chile
hasta Uruguay. Vencedores que lapidaron hasta más no poder. Los que mimetizaron la tragedia de los
pueblos. Los que inventaron el descenso obligado, sin paracaídas. Que zambulleron, a la fuerza, en los mares
cercanos, a los patriotas que revindicaron sus derechos. Aquellos que exterminaron la alegría. Y las voces. Y
las canciones. Y las ilusiones de los adolescentes. Aquellos que creyeron que las madres son simples íconos.
Aquellos que no sospecharon que estas crecería la solidaridad, en ternura guerrera; en símbolos de la pasión
por sus hijos y por sus hijas.
A su lado estuve yo. El de siempre. El que nunca ha levantado la voz. El que nunca ha arriesgado un solo
concepto, por efímero que sea. Este Samuel, convertido en Isaías, espécimen aturdido por las mentiras de sí
mismo. Este que debutó en el mundo, amarrado al destino. Y que fue conciente de ello. Desde que, en el
vientre, le arrebataba a su madre su condición de mujer viviente. Este que imitó al padre desde un comienzo.
Que hizo veeduría gendármica de los pasos de Rosa. Este que mató y volvió a matar. Amigo de Pánfilo.
Supuesto enemigo de Sinisterra. Pero que, en verdad, coincidió con él. Su única contradicción estuvo del lado
de desear el cuerpo de Susana. Nada más. El que inventó, una y mil veces las ejecuciones en serie. La
matanza de mujeres para exhib irlas como trofeo infame. El que ha muerto y ha vuelto a nacer multitud de
veces. En todos los tiempos y en todos los territorios.
Es mi segunda llegada a la Villa. Vine dispuesto a recordar. Y ya lo he hecho. Vine huyendo de mí mismo.
Pero conmigo estoy aquí. Vine, esta vez, porque Urania descubrió mi juego. Se convirtió en defensora de sí
misma y de su madre. De todas aquellas que pasaron por mis manos ácidas. Desde Rosa, hasta Silvia.
Desde Isolina hasta Juliana. Urania me retó a volver adonde nunca debía de haber salido. Esa tierra que ha
incoado y protegido a los perversos.
Siendo el tercer día, desde mi segunda llegada, recib í la visita de Rosa. Supo de mi nueva estadía en la Villa.
Hablamos durante 24 horas continuas. Me contó de su reencuentro con Alejandro Verdaguer. De su
permanencia en Paysandú. Ella y Francesca, vivieron al lado de él. Por turnos. Como macho cerril, las poseía
a ambas. Una y otra. A cada momento. Decidieron equilibrar el otorgamiento de placer. Hasta el día en que
Francesca y Verdaguer desaparecieron. Indagó por ella y por él, desesperada. Rosa no concebía el mundo
sin la presencia del macho Alejandro. Federica Maidana le refirió que los había visto Montevideo. En
compañía de Susana y de su nuevo amante Adrián. Habían llegado dos años atrás. Lideraban una sucursal
de empresa traficadora con etnias. Susana abortó el sembrado que dejó Sinisterra en ella. Éste último había
viajado a Londres, como escala de su destino final, Arabia Saudita. Le escrib ió a Susana, contándole de sus
éxitos. Había establecido en Lisboa y en Islamab ad, sendas sucursales de su nueva empresa traficadota de
migrantes e inmigrantes africanos y asiáticos.
Rosa, una vez conoció el paradero de su Alejandro, viajó hasta Montevideo. Llevaba consigo unas ganas
inmensas de él. Nunca había pasado tanto tiempo, desde que lo conoció, sin su fortaleza, sin su vigor.
Inclusive, me comentó que todas las noches, en la misma cama, ella, él y Francesca, construían fantasías
orgiásticas. Una y otra vez, el falo de Verdaguer las alucinaba. Ellas se inundaban, mientras él p ermanecía
con su taladro erguido. Pasaba una y pasaba la otra. Durante cuarenta horas se amaron, en la versión más
sucia que este término tiene. Ella y ella, también se recorrían, cuando Alejandro no estaba o cuando dormía.
Al final del relato, Rosa me expresó que nunca supo si perseguía a Alejandro o a Francesca. Lo cierto, me
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dijo, es que no podía vivir sin poderse vaciar. Sin que la excitaran y que la penetraran, o cualquier otro
ejercicio. No la encontró ni lo encontró. Ella y él nunca volvieron a aparecer.
Abandonada por él y por ella, viajó a su país de origen. Buscó a Santiago. Antes de localizarlo, surtía sus
ansias, masturbándose, con la imagen de su Santiago y la de Francesca. Se había convertido en una mujer
insaciab le. O, tal vez, siempre lo había sido. Su repudio. Hubo un momento de su vida en que se sintió
vulnerada. En el tiempo en que vivió con Santiago. En ese periodo en que parió una y otra vez. En el periodo
en que me tuvo a mí como compañía. Cuando creyó que podría ser sujeto mujer autónom a, combinando
placer y jerarquía. Imitando a Isolina, que se había constituido en su referente. No alcanzo a entender la
verdadera dimensión del feminismo como movimiento que reclama el derecho a ejercer la diferencia de
género. Nunca supo, si ella podía revertir su lascivia; para convertirse en hacedora de cultura fémina. Con
todo lo que esto tiene de postura racional, con imaginación. De radicalidad en valores y principios. No hablo
de una ética feminista, insulsa. Hablo de una ética feminista coincidente con ejecuciones propias, sin arribar al
puerto prostituido. Lo cierto, debo reconocerlo así, es que sus entregas sucesivas no constituyen ejercicio de
barragana. Porque siempre ha estado con ha querido estar. A excepción de la época en que estuvo al lado de
Santiago.
Lo volví a buscar, me dijo, porque ya no están aquellos a quienes amé, antes de él. Lo busco como refugio.
En un giro utilitarista. Porque aspiro a que él haya cambiado. Que ya me sepa poseer como yo quiero, como
lo he querido. Ululando, imaginando opciones no repetidas.
Cuando lo encontré, me dijo, nos apareamos. Lo seguimos haciendo. Ahora mismo voy en tránsito hasta
donde está. Mi paso por aquí es circunstancial. Aproveché el momento para visitarte. Veo que has cambiado
mucho físicamente. Te veo derruido. Esos enfermizos personajes tuyos te han aniquilado. Ya no tienes la
fuerza espiritual que conocí. O será que nunca las has tenido. Y que, por el contrario, has vivido, desde
siempre, al garete. Como noria perdida, sin rumbo.
Esa misma noche resolví demostrarle que si era el mismo. Me sentí retado por ella. Sus relatos en relación a
Francesca, a Verdaguer, a Santiago; y su afirmación despectiva en torno a mi aniquilamiento; despertaron en
mí ese yo que creía perdido. Mi decisión ya estaba tom ada. Rosa pagaría muy caro su osadía. Nunca he
soportado que me definan como sujeto pusilánime. En el pasado inmediato reaccioné, huyendo, ante las
expresiones de Urania. Lo hice así, porque consideré prematura la decisión del volver a ser yo. Pero, ahora,
no soporté más. La tumbé al piso. La golpeé. La inmovilicé. La forcé a abrir sus piernas, hasta llegar casi a
una horizontal. vi. Todas sus paredes vaginales. Los bordes acezaban. Su centro clitórico, estaba erguido. Me
zambullí ahí. Me desnudé. Ya mi asta estaba dispuesta. Siempre ha sido grande y voluminosa. Sin embargo,
hoy ha crecido más. La introduje violentamente. El ritmo del ejercicio que había aprendido desde niño, la
hacía gritar. Por lo lacerante. Porque, al mismo tiempo la hurgaba con mis dedos. Halaba los bordes vaginales
con ellos. Haciendo fuerza. Cada vez con más fuerza. Mi asta entraba y salía. No sentía lubricación alguna.
Fue una manera de demostrarme que no sentía placer. Me indigné. No soportaba el dolor por la resequedad.
No soportaba que ella no sintiera placer. Mordí sus pezones, como represalia. Le grité: puta, puta. Ahora
veras que sigo siendo el mismo. Cuando empezó a sangrar por entre las piernas, me exacerbé más. Un olor
agrio. Allí mismo se desangró. Sus heridas en los pezones y en su vagina produjeron una hemorragia
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imparable. Sin embargo seguí allí, encima de ella. Hasta que vacié todo el líquido viscoso, amarillento. Le
susurré, por última vez: puta, no me vuelvas a provocar…pero ya no me oía. Estaba muerta.
La levanté, caminé hasta el acantilado y empuje su cuerpo hasta verlo caer. Entonces, miré en derredor y me
encontré de frente con Urania. Estaba ahí, a mi lado. Me golpeó con una varilla, en la frente, me empujó…y
empecé a caer…lo último que vía fue el rostro sonriente de Urania que me veía caer.
Demetrio estaba en su sitio de trabajo. Un salón inmenso con hornos a lado y lado. Como operario, debía
surtir el horno que le había sido asignado. Un calor insoportab le. Una sensación de asfixia, que invitaba a
desear los espacios abiertos, frescos. Un salón en el cual estaba acompañado por otros hombres, igual que
él, atosigados por el infernal fuego. Su labor era, y sigue siendo, coadyuvar a la transformación del hierro en
diferentes aleaciones. Decantando esa figuración asignada al elemento primario, según los requerimientos de
la empresa.
Cierto día, sin saber por qué, me asediaba un vago recuerdo. Como si yo hubiera estado, e n el pasado, como
operario. Así como Demetrio. La diferencia radicaba en que, siendo yo sujeto partícipe de un proceso, ese
proceso era algo así como orientar las perversiones inherentes a la desculturización. Como raponazo a
nuestras vivencias. Como si yo hubiese estado al servicio de los destructores de etnias y de los elementos
asociados a ellas. Siendo, así, un sujeto pervertido, auriga de los controladores. Me veía desarrollando
lenguajes lineales. Pretendiendo suplantar la creatividad y la belleza de nuestros saberes ancestrales, nativos,
desde antes de la invasión.
Pretendí deshacerme de ese recuerdo, a partir de orientar mi quehacer con los postulados de Demetrio y de
Isolina. Siendo yo una derivación de un amor pleno, íntegro. Sin embargo, persistían en mí esos vagos
recuerdos. Como haber conocido otros lugares y otras personas. Una de ellas, una mujer parecida a Isolina,
en lo que esta tiene de entereza, de sutilidad, de elevados valores acumulados. No como simple sumatoria de
agregados circunstanciales; sino como expresión de una vida dedicada a construir espacios humanizados,
garantes del progreso, centrado en la convivencia, el respeto y la creatividad colectiva e individual. Escenarios
no endosados a los poderes. Más b ien, en interacción con todos y todas aquellos (as) que tenemos, en
cualquier momento de nuestras vidas, unas vivencias inconexas, segmentadas, valoradas como simples
accesorios que adornan la sociedad regida por quienes esquilman a los demás…Aún siento esas secuelas.
Petronila Rentería había llegado, con su hija, la noche anterior. Caloto las vio llegar. Un tanto desorientada s.
Venían desde Bahía Solano. Desorientación y desesperanza. Una llegada forzada, en razón a hechos que
comprometían la seguridad y la supervivencia. Venían, precedidas de caravanas enteras, de nativos
originarios, de afro descendientes, de campesinos rasos. Cada paso, en su huida, constituyó una odisea.
Porque el hambre, el cansancio y el desarraigo ejercían como peso que los ob ligaba a establecer una
comunicación continua con un horizonte perdido. Porque, los conceptos de familia y de grupo tendían a
convertirse en expectativa latente, no hecho concreto. Han pasado tantos años de lucha por la supervivencia,
por superar la marginalidad y el tratamiento como parias, por parte de los poderes central y regional; que el
solo hecho de sentirse vivos era, de por sí, una hazaña. Llegaron, pues, a Caloto, sin saber si constituía punto
de llegada; o mero tránsito hacia otro territorio que no se avizoraba.
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Ciudad de historias. De luchas y de expresiones por el reconocimiento y el respeto a las etnias. Lugar de
asiento de Paeces y de Nasas. Con un perfil construido a lo largo de un proceso que se remonta a los años
inmediatos después de la invasión de los españoles. Fundada una y otra vez. Allanada una y otra vez, por las
fuerzas perversas de los invasores; que veían en ese territorio una zona estratégica para apuntalar el dominio
den Popayán. Lugar de confluencia y de demostraciones en lo que a la resistencia nativa se refiere.
Ya había sido demostrada la capacidad guerrera y libertaria en 1543, cuando derrotaron las p retensiones de
Sebastián de Belalcázar. También, en 1563, Paeces y Pijaos les infringieron otra derrota. Ya, con la
conducción de Joaquín de Caicedo y Cuero, insinuaban su disposición a contribuir con la lucha
independentista. Un territorio localizado en el centro del norte del Departamento del Cauca. Entre Torib ío,
Corinto, Santander de Quilichao y Jamundí.
Paso a paso, con dignidad y capacidad organizativa, se construyeron los Resguardos de Huellas, López
Adentro y Toez. Forjadores de la Asociación de Cabildos Indígenas y del CRIC. Con una historia vinculada a
la Campaña Libertadora que se dirigió al sur, al mando de Simón Bolívar. Que lo acogió. Con una
participación activa, desde 1810. Prueba de resistencia y de acción.
Isolina Girardot, siempre al pie de su madre. Con un recuerdo vago de su padre Escolástico. Pero, asimismo,
con una fijación plena de su recorrido. Una aldea destruida. Persecuciones continuas que las vulneraron. A
ellas y a sus grupos sociales y étnicos. Fijación que gira a su alrededor. Sin perderse nunca, ni como visión, ni
como recuerdo. Una incitación constante a realizar actividades tanto o más importantes que las anteriores.
Con la mirada puesta en el hoy y en el mañana. Soportando, otra vez, el asedio de las fuerzas que tratan de
imponerles el reconocimiento del poder de terratenientes. De quienes han instalado grandes ingenios
azucareros. Inclusive, robándoles el agua. De quienes ejercen un poder occidentalizado. Aquellos que
pretenden, por la vía del aniquilamiento, destruir sus ancestros culturas y sociales. Por la vía de desdibujar la
extensión y complejidad de las tradiciones. Desde los Muiscas hasta los Nasas. Llegando inclusive, los
invasores y sus herederos, a trastocar el significados de esas culturas. Como, cuando, invirti eron los valores;
dándoles significados y denominaciones diferentes. Entonces, no es San Agustín o la “Cultura Agustiniana”;
es y será la Cultura Muisca. Aquella que se extiende desde Boyacá, Bacatá (Bogotá); pasando por Tolima,
Huila, Tolima, Nariño. Fueron etnias que interactuaban; a las cuales se les ha cortado el circuito complejo de
integración.
Isolina, empezó a crecer en conocimientos y en capacidad para aplicarlos. Ella y su madre, tuvieron que
soportar tristezas y privaciones. Hubo momentos de profunda desprotección. Solo la articulación con sus
pares individuales y colectivos, pudo desatar el nudo de la desolación. Isolina creció en capacidad
organizadora. Juntando ingenio, destrezas e investigaciones acerca de sus orígenes, como etnia. Acerca del
cruce de caminos en los que se han encontrado similitudes. No solo desde el punto de vista económico y
cultural; sino también en lo que hace referencia al enfrentamiento político con quienes han insistido, por la
fuerza del poder, en asfixiarlos. Restringiendo sus territorios y conminándolos a ejercer como pueblos y
grupos sociales en condiciones infames. Han sido los usurpadores, de ayer y de hoy. Los que han expropiado
sus tierras; lanzándolos, expulsándolos. A sangre y fuego.
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Comenzó un itinerario. Visitando regiones y postulando opciones. Algo así como lo que hizo María Cano en el
movimiento obrero. Estuvo en todos los municipios y resguardos cercanos a Caloto. Luego expandió su
acción a territorios más alejados. Llegando, inclusive, hasta la frontera con Ecuador, por el sur, compartiendo
conocimientos con los Pastos. Con los cuales interactuó, a pesar de la pérdida de su dialecto, por la vía de la
absorción por parte del castellano.
Viajó al Amazonas. Comunicando energía y expectativas a los Ticuna. Recib iendo, en beneficio de inventario
cultural, las enseñanzas de los chamanes, en Puerto Nariño y la Chorrera. Estuvo con los Huitotos en
Caquetá, aprendiendo sus lenguas mika y minika y su acumulado histórico como cosmovisión de amplio
espectro. Visitó a los Mukak-Makú, los nómadas en el Guaviare.
Aprendió de los Guambianos, en Silvia, Jambaló, Caldono y Torib io. Viajó a la Guajira, asumió con los Kogi
retos en términos de conservar su lengua ancestral, Chibcha. Conoció de ellos, el culto a la Madre Tierra.
Convivió con los Wayú y su lengua Arawak. Con sus niñas menstruantes, recluidas en su preparación para el
matrimonio. En el intercambio de las familias que asumen el proceso de casamiento.
Con los Arahuacos en Sierra Nevada. Con su perfil lingüístico Chibcha y sus ceremonias de casamiento, bajo
el régimen matrilocal. Con los Embera en el Choco y sus variantes Cholos, en el Pacífico, Chaméis o memes
en Risaralda. Catíos en Antioquia y los Eperas en Nariño.
Con sus pares en raza, los negros y las negras. Construyendo nexos como afro descendientes; por toda la
franja que bordea al Pacífico. Aunando expresiones de consolidación cultura. Asumiendo roles que reivindican
su potencia cultural-musical. Con sucesivas variantes; en términos de localización y particularidades. Sin
pretender opciones hegemónicas y/o racistas. Siendo artífice de las organizaciones de mujeres.
Organizaciones inherentes a sus luchas. Como mujeres que asumen la defensa d e su raza, de sus
costumbres. Y, fundamentalmente, sus derechos. Ante la despiadada persecución y aniquilación a que son
sometidas ellas, sus hombres, sus niños y sus niñas. Tratando de forjar lazos de unidad y organización con
las etnias. Sin pretender un intercambio cultural o político, que destruya sus soportes y registros ancestrales.
Estuvo en Barrancabermeja, cuando el asedio de los grupos armados al servicio del Estado (ab iertos y
clandestinos). Actuó con las Mujeres Ruta Pacifico; buscando justicia. Exigiendo restitución de b ienes y
derechos. Comunicando al mundo las acciones de exterminio oficiales y paraoficiales. Siguiendo, un poco, el
mapa construido por las Madres de la Plaza de Mayo, en Argentina. Siguiendo el registro histórico de
Rigoberta Menchú, en Guatemala y su incidencia en el Caribe y en Centro América.
La actuación de Isolina, entonces, estuvo centrada en propiciar y actuar, en relación con los derechos
conculcados a las minorías étnicas y a los afro descendientes. Nunca olvidó la historia del luchador Álvaro
Ocué Chocué; asesinado de manera infame.
Conoció a Demetrio en Jambaló. (...o, ¿tal vez, ya lo había conocido, siendo niña?) Durante una de sus
actividades. Realizaban una acción comunitaria, consistente en analizar la situación p lanteada en torno al
despojo territorial de que habían sido víctimas los Paeces y Nasas. Concretamente de la Hacienda
Emperatriz. De tiempo atrás, terratenientes caucanos habían realizado un proceso de expropiación, a nombre
de la propiedad privada. Para sucesivos gobiernos, esa interpretación de los terratenientes era válida.
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Abstrayendo el significado cultural y organizativo alcanzado por los Resguardos. No solo en lo que supone el
nexo con la Tierra, como parte de su cosmovisión, a la manera de los Kogi; sino también en lo relacionado
con su subsistencia. Había sido decretada una nueva toma por parte de la dirigencia indígena. A su vez, el
gobierno central, había determinado el desalojo. Una confrontación ineludib le.
Demetrio, un hombre sencillo. De mirada fuerte, decidida. Una contextura física parecida a todos los hombres
de su raza. Hercúlea. Había llegado a Jambaló, desde Quibdó. Allí realizaba tareas de pesquería y estaba
asociado a la eterna lucha por derechos fundamentales inmediatos. El alcantaril lado, agua potable,
acueducto, etc. No habían sido nada fáciles su vida y su gestión comunitaria. De hecho era un itinerante
obligado. Tenía sobre si un estigma. Una marca que lo colocaba con la placa de subversor del orden público.
En el pasado reciente había sido reportado como auxiliador de guerrillas, por parte de las fuerzas
paraoficiales. Escapó del asedio, por parte de la gendarmería clandestina, al barrio en donde vivía, en la
ciudad de Medellín. Por coincidencia, estaba alojado en casa de un primo . El barrio Corazón, fue declarado
objetivo militar; en el contexto de la ofensiva de las fuerzas oficiales y paraoficiales, en la Comuna 13. Salió
clandestino para Apartadó, en la zona adscrita a una forma de región y de organización similar a la
reinserción. Allí estaba cuando el ataque paraoficial. Escapó hacia Turbo. De allí salió para Arboletes.
Siempre huyendo. Como nómada forzado. En un desarraigo brutal. Por fin logró establecerse en Quibdó.
Isolina presentó, en esa sesión, un análisis preciso. Acerca de la situación de la etnias y de los afro
descendientes en el país. Hizo referencia a la dinámica de la confrontación social y política. Desde antes de la
Reforma Constitucional de 1991 y sus antecedentes, hasta la valoración del impacto efectivo del Mandato
Constitucional, que refiere una Nación pluriétnica y pluricultural. Con todos los agregado estructurales y
circunstanciales a que esto conlleva. Como correlato de ese marco conceptual. Asimismo, enfatizó acerca de
las limitaciones para apropiarse de esos conceptos y su traducción a la acción común, cotidiana, efectiva.
Uno de los elementos, dijo Isolina, que nos convoca a la reflexión, tiene que ver con el significado como
simple alegoría; o como concreción. Lo que yo percibo es que se presenta una dicotomía real. La Constitución
por un lado y la realidad por la otra. Porque no solo los particulares hegemónicos y vandálicos; sino el
gobierno actual y su predecesor, han hecho caso omiso de ese mandato. Y, cuando se produce, como ahora,
una lucha exigiendo los derechos constitucionales para las etnias y los afro descendientes; se produce y se
publicita una andanada panfletaria. Pretendiendo localizarnos como eslabones de la cadena terrorista y”
antipatriota”.
En mi opinión, entonces, es la siguiente: a como dé lugar. Arriesgando lo que sea. Incluso nuestras vidas;
debemos estar al lado de Paeces y Nasas. No es este el momento de asumir posiciones dubitativas. Somos
pacíficos; pero eso no implica ser inferiores a quienes nos han precedido y que han sacrif icado sus vidas en
nombre de los derechos ancestrales y actuales. Si por solidarizarnos, efectivamente, con ellos y ellas, nos han
de llamar subversivos, que venga ese nombre.
Demetrio quedó impresionado por la coherencia en las expresiones de Isolina. Por sus conocimientos,
vertidos en lenguaje popular, asequib le a todos y a todas. Se acercó a ella, en la intención de felicitarla.
Isolina miró a Demetrio. Una cautivación instantánea. La conmovieron su mirada y sus gestos. Respondió con
una sonrisa a los halagos de Demetrio. Le preguntó desde donde venía. A la respuesta de Demetrio, Isolina
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indagó si tenía en donde alojarse. Demetrio trató de mentir, con un si borroso. Ella le ofreció el cuarto que
compartía con su madre.
Al llegar a casa, Isolina lo presentó a su madre Petronila. La negra se encantó con Demetrio. Tal vez, porque
vio en él el hijo que no pudo crecer. El antecesor a Isolina. Ella siempre había querido un hijo varón. Lo perdió,
sin nacer. Cenaron un menú constante: arroz, sopa de champiñones y pescado. Conversaron largo rato, hasta
las 12 de la noche. De todo hablaron. De la vida, de la muerte, del gobierno, de su gente, de su familia. En fin,
siendo esa hora, Isolina invitó a Demetrio a dormir en el piso. Con almohadas y cobertores como contra peso a
la dureza del piso.
Al amanecer, Isolina resbaló al sitio de Demetrio. Petronila estaba dormida. Demetrio, al sentir el cuerpo de
Isolina en su sitio, reaccionó con timidez. Isolina pegó su cuerpo al de Demetrio. Lo besó en la boca. Le
susurró: quiero compartir contigo. Quiero que estés conmigo. Quiero tu aliento. Quiero tus brazos. Y tus
manos. Y que me recorras el cuerpo. Así, con la fuerza que tienes. Quiero que me preñes. Ya, lo quiero.
Él sintió un espasmo. Nunca había estado con una mujer, tan cerca. Nunca había tenido coito. Nunca había
amado a una mujer. El calor insinuante de Isolina, lo aturdió. Sintió crecer lo suyo. Esa largueza y esa dureza
que él veía a diario, cuando se bañaba. En ciertos momentos, de manera subrepticia, se sentía orgul loso de
ese. Porque era un músculo negro, duro, inmenso. Solo había sentido y palpado el líquido que manaba por
ahí. Justo el día en que despertó, después de haber soñado con una mujer desnuda. Negra, como Isolina.
No soportó más. Saltó sobre ella. Destruyó todo lo que, al paso de su largueza y dureza, encontró. Isolina
sintió cuando se rompió su respaldo a la virginidad. Sintió un dolor dulce, infinito. Movía su cuerpo. Como
danzando. Demetrio la dominó. Decía: soy lo que quiero que seas. Negra hermosa. Negra provocativa. Negra
libertaria. Negra absoluta.
Así estuvieron toda la noche. Una y otra vez, sin sentir cansancio. Al despertar, observaron sus cuerpos
desnudos. No pudieron seguir, porque ya Petronila estaba al pie de ella y de él. Con una mirada de dulzura
plena. Como diciendo: “es lo que siempre desee, que Escolástico me amara así”.
Isaías nació, cuando en Nicaragua los sandinistas accedían al poder; después de derrotar a Anastasio
Somoza. Un día pletórico de enseñanzas y de alegrías. Demetrio estab a enfrente del recién nacido. Un niño
normal, en términos de físico, peso, talla. Tenía algo que llamaba la atención: una mirada profunda,
escrutadora, por unos ojos inmensos, azabaches. Lo escrutaba todo. Desde el espacio físico de la habitación;
hasta los cuerpos de Demetrio e Isolina. Un niño precoz. Aún en la manera llorar. Una exigencia prematura.
Respecto a la distancia entre él, su padre y su madre. Un niño de un negro inmenso. Su piel brillaba. Como el
ébano.
Isaías creció rápidamente. En cuerpo y en espíritu A los cinco años sintió que su padre traspasaba la línea
entre el ser y no ser. Lo vio muerto en una fosa común. Compartida por quienes, como él, nunca se ofrecieron
como sujetos transables. Susceptib les de ser erigidos como imagen de compromiso , con lo valores impuestos
desde su edad temprana.
Isolina le hablaba, en su cubículo, improvisado como cuna y como sitio. Sin embargo, ella, percib ía en él un
sujeto extraño. Evasivo. Como cuando alguien, en la literatura vinculada con el terror, perci be, retiene un
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personaje para que ejerza como símbolo de la maldad. Hasta cierto punto, Isolina, hizo una reflexión
inmediata. Algo así como sentirse azarada por la mirada de su hijo. Pero, insistió a sí misma, en una
elucubración posible. Como si quisiera desentrañar los vericuetos del destino. Percib ía a Isaías como sujeto
que, con el tiempo, podría llegar a ser un asesino en serie, o algo así.
Precisamente, el día del décimo aniversario de Isaías, Isolina tuvo un sueño alucinante, de un gran dolor.
Isaías estaba enfrente de ella y de una niña que parecía ser su hija. Al menos eso aparentaba al observar,
fijamente, sus ojos y su rostro. Isaías andaba desnudo por toda la casa. Hablaba cosas ininteligibles. Más bien
parecía una vocinglería inexplicable. Con términos mendaces, obscenos. Cuando se acercaba a la niña,
Isaías, se tomaba el pene y lo manipulaba. Sin ningún recato. Luego empezaba a verter litros de líquido
amarillento. Se reía y ahogaba sus voces. La de la niña y la de Isolina.
Cuando despertó, Isolina miró a Isaías que dormía placentero en su cama. Respiraba tranquilo. Pero, de
pronto, despertó. La miró y se desnudó. Gritaba: ¡ven Isolina, ven ¡. Esto es para ti y para tu hija. Ese bastardo
de Demetrio lo hice matar. No me gustaba la manera como te miraba. Mucho menos me gustaba la manera
como te poseía, cada noche. Ustedes dos. Tú y él. Descifrando códigos de ternura y de placer. Yo, en entre
tanto, sollozando, porque no atinaba a hacer crecer lo mío como el de Demetrio. Te sentía sollozar, pe ro de
alegría. Con una inmensa felicidad absurda. Yo no creo en la felicidad. Creo en mí. Le entregué a Demetrio a
los gendarmes. Calculé con ellos el momento más propicio para raptarlo y para matarlo. Con la técnica que
han aprendido, a fuerza de ver pasar la historia. Generaciones y generaciones de gendarmes. Siempre
sumisos, atados al poder de momento o al de siempre. Lo desollaron. Mientras tú llorabas. Mientras esa niña,
la hija de Demetrio y tuya ululaba y se sentía ajena.
Sentí, dijo Isolina, como si mi pecho explotara en mil pedazos. No sospeché, ni prefiguré nunca que un hijo
pudiera contribuir al asesinato de su padre y a profundizar el dolor de su madre. Lo veía, allí sentado. Riendo.
Celebrando su triunfo. Sobre mí y sobre Demetrio. A favor de los dueños del poder. Esos que, siempre han
mentido, a propósito de todo. Pero, fundamentalmente, a propósito de la muerte de los adversarios.
Adversarios que solo tienen o han tenido la culpa de ser diferentes. Ajenos a opciones malvadas. Cercanos a
construcciones solidarias y justas. Tanto en relación con sus pares; como también en relación con los
escenarios de vida.
¿Fue un sueño, de otro sueño? Isolina no podía descifrarlo de inmediato. Lo cierto es que Demetrio
Desapareció. Unas vecinas vinieron a informarme que había sido violentado y ob ligado a subir a un vehículo.
No tuve fuerzas para levantarme y seguir a mis vecinas. Mi respiración era entrecortada. Sollozaba. (… ¿Será
que ya viví ese momento, antes?) No como sujeta pusilánime, a la manera de las pl añideras. Pero si como
madre y amante. Tanto más el dolor, en cuanto este era originado por un hijo que entrega a su padre y
violenta, por esa vía a la madre. Son signos inequívocos de una descomposición de los valores. Cada vez
más punzante y más cuantiosa. Todo, relacionado con el Joyero que ejerce el poder. Que vende cachivaches,
a manera de mercancía excelente. Un joyero abominable. Que rige en el país de las utilidades, de las
recompensas, de las verdades a medias, o simplemente, no verdades. Es la consecuencia del raponazo a la
democracia. Es, en otras palabras, el ejercicio del poder, a nombre de la democracia. Con una popularidad
construida en la manipulación de datos. O, simplemente, con la aquiescencia de un pueblo mudo, ciego y
deleznable.
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…Al volver a despertar, Isolina, encontró a Isaías, su lado, dormido. Se estremeció, al recordar su sueño.
Demetrio estaba en su sitio de trabajo. Un salón inmenso con hornos a lado y lado. Como operario, debía
surtir el horno que le había sido asignado. Un calor insoportab le. Una sensación de asfixia, que invitaba a
desear los espacios abiertos, frescos. Un salón en el cual estaba acompañado por otros hombres, igual que
él, atosigados por el infernal fuego. Su labor era, y sigue siendo, coadyuvar a la transformación del hierro en
diferentes aleaciones. Decantando esa figuración asignada al elemento primario, según los requerimientos de
la empresa.
Cierto día, sin saber por qué, me asediaba un vago recuerdo. Como si yo hubiera estado, e n el pasado, como
operario. Así como Demetrio. La diferencia radicaba en que, siendo yo sujeto partícipe de un proceso, ese
proceso era algo así como orientar las perversiones inherentes a la desculturización. Como raponazo a
nuestras vivencias. Como si yo hubiese estado al servicio de los destructores de etnias y de los elementos
asociados a ellas. Siendo, así, un sujeto pervertido, auriga de los controladores. Me veía desarrollando
lenguajes lineales. Pretendiendo suplantar la creatividad y la belleza de nuestros saberes ancestrales, nativos,
desde antes de la invasión.
Pretendí deshacerme de ese recuerdo, a partir de orientar mi quehacer con los postulados de Demetrio y de
Isolina. Siendo yo una derivación de un amor pleno, íntegro. Sin embargo, persistían en mí esos vagos
recuerdos. Como haber conocido otros lugares y otras personas. Una de ellas, una mujer parecida a Isolina,
en lo que esta tiene de entereza, de sutilidad, de elevados valores acumulados. No como simple sumatoria de
agregados circunstanciales; sino como expresión de una vida dedicada a construir espacios humanizados,
garantes del progreso, centrado en la convivencia, el respeto y la creatividad colectiva e individual. Escenarios
no endosados a los poderes. Más b ien, en interacción con todos y todas aquellos (as) que tenemos, en
cualquier momento de nuestras vidas, unas vivencias inconexas, segmentadas, valoradas como simples
accesorios que adornan la sociedad regida por quienes esquilman a los demás…Aún siento esas secuelas.
Petronila Rentería había llegado, con su hija, la noche anterior. Caloto las vio llegar. Un tanto desorientadas.
Venían desde Bahía Solano. Desorientación y desesperanza. Una llegada forzada, en razón a hechos que
comprometían la seguridad y la supervivencia. Venían, precedidas de caravanas enteras, de nativos
originarios, de afro descendientes, de campesinos rasos. Cada paso, en su huida, constituyó una odisea.
Porque el hambre, el cansancio y el desarraigo ejercían como peso que los ob ligaba a establecer una
comunicación continua con un horizonte perdido. Porque, los conceptos de familia y de grupo tendían a
convertirse en expectativa latente, no hecho concreto. Han pasado tantos años de lucha por la supervivencia,
por superar la marginalidad y el tratamiento como parias, por parte de los poderes central y regional; que el
solo hecho de sentirse vivos era, de por sí, una hazaña. Llegaron, pues, a Caloto, sin saber si constituía punto
de llegada; o mero tránsito hacia otro territorio que no se avizoraba.
Ciudad de historias. De luchas y de expresiones por el reconocimiento y el respeto a las etnias. Lugar de
asiento de Paeces y de Nasas. Con un perfil construido a lo largo de un proceso que se remonta a los años
inmediatos después de la invasión de los españoles. Fundada una y otra vez. Allanada una y otra vez, por las
fuerzas perversas de los invasores; que veían en ese territorio una zona estratégica para apuntalar el dominio
den Popayán. Lugar de confluencia y de demostraciones en lo que a la resistencia nativa se refiere.
172
Ya había sido demostrada la capacidad guerrera y libertaria en 1543, cuando derrotaron las pretensiones de
Sebastián de Belalcázar. También, en 1563, Paeces y Pijaos les infringieron otra derrota. Ya, con la
conducción de Joaquín de Caicedo y Cuero, insinuaban su disposición a contribuir con la lucha
independentista. Un territorio localizado en el centro del norte del Departamento del Cauca. Entre Torib ío,
Corinto, Santander de Quilichao y Jamundí.
Paso a paso, con dignidad y capacidad organizativa, se construyeron los Resguardo s de Huellas, López
Adentro y Toez. Forjadores de la Asociación de Cabildos Indígenas y del CRIC. Con una historia vinculada a
la Campaña Libertadora que se dirigió al sur, al mando de Simón Bolívar. Que lo acogió. Con una
participación activa, desde 1810. Prueba de resistencia y de acción.
Isolina Girardot, siempre al pie de su madre. Con un recuerdo vago de su padre Escolástico. Pero, asimismo,
con una fijación plena de su recorrido. Una aldea destruida. Persecuciones continuas que las vulneraron. A
ellas y a sus grupos sociales y étnicos. Fijación que gira a su alrededor. Sin perderse nunca, ni como visión, ni
como recuerdo. Una incitación constante a realizar actividades tanto o más importantes que las anteriores.
Con la mirada puesta en el hoy y en el mañana. Soportando, otra vez, el asedio de las fuerzas que tratan de
imponerles el reconocimiento del poder de terratenientes. De quienes han instalado grandes ingenios
azucareros. Inclusive, robándoles el agua. De quienes ejercen un poder occidentalizado. Aquellos que
pretenden, por la vía del aniquilamiento, destruir sus ancestros culturas y sociales. Por la vía de desdibujar la
extensión y complejidad de las tradiciones. Desde los Muiscas hasta los Nasas. Llegando inclusive, los
invasores y sus herederos, a trastocar el significados de esas culturas. Como, cuando, invirtieron los valores;
dándoles significados y denominaciones diferentes. Entonces, no es San Agustín o la “Cultura Agustiniana”;
es y será la Cultura Muisca. Aquella que se extiende desde Boyacá, Bacatá (Bogotá); pasando por Tolima,
Huila, Tolima, Nariño. Fueron etnias que interactuaban; a las cuales se les ha cortado el circuito complejo de
integración.
Isolina, empezó a crecer en conocimientos y en capacidad para aplicarlos. Ella y su madre, tuvieron que
soportar tristezas y privaciones. Hubo momentos de profunda desprotección. Solo la articulación con sus
pares individuales y colectivos, pudo desatar el nudo de la desolación. Isolina creció en capacidad
organizadora. Juntando ingenio, destrezas e investigaciones acerca de sus orígenes, como etnia. Acerca del
cruce de caminos en los que se han encontrado similitudes. No solo desde el punto de vista económico y
cultural; sino también en lo que hace referencia al enfrentamiento político con quien es han insistido, por la
fuerza del poder, en asfixiarlos. Restringiendo sus territorios y conminándolos a ejercer como pueblos y
grupos sociales en condiciones infames. Han sido los usurpadores, de ayer y de hoy. Los que han expropiado
sus tierras; lanzándolos, expulsándolos. A sangre y fuego.
Comenzó un itinerario. Visitando regiones y postulando opciones. Algo así como lo que hizo María Cano en el
movimiento obrero. Estuvo en todos los municipios y resguardos cercanos a Caloto. Luego expandió su
acción a territorios más alejados. Llegando, inclusive, hasta la frontera con Ecuador, por el sur, compartiendo
conocimientos con los Pastos. Con los cuales interactuó, a pesar de la pérdida de su dialecto, por la vía de la
absorción por parte del castellano.
Viajó al Amazonas. Comunicando energía y expectativas a los Ticuna. Recib iendo, en beneficio de inventario
cultural, las enseñanzas de los chamanes, en Puerto Nariño y la Chorrera. Estuvo con los Huitotos en
173
Caquetá, aprendiendo sus lenguas mika y minika y su acumulado histórico como cosmovisión de amplio
espectro. Visitó a los Mukak-Makú, los nómadas en el Guaviare.
Aprendió de los Guambianos, en Silvia, Jambaló, Caldono y Torib io. Viajó a la Guajira, asumió con los Kogi
retos en términos de conservar su lengua ancestral, Chibcha. Conoció de ellos, el culto a la Madre Tierra.
Convivió con los Wayú y su lengua Arawak. Con sus niñas menstruantes, recluidas en su preparación para el
matrimonio. En el intercambio de las familias que asumen el proceso de casamiento .
Con los Arahuacos en Sierra Nevada. Con su perfil lingüístico Chibcha y sus ceremonias de casamiento, bajo
el régimen matrilocal. Con los Embera en el Choco y sus variantes Cholos, en el Pacífico, Chaméis o memes
en Risaralda. Catíos en Antioquia y los Eperas en Nariño.
Con sus pares en raza, los negros y las negras. Construyendo nexos como afro descendientes; por toda la
franja que bordea al Pacífico. Aunando expresiones de consolidación cultura. Asumiendo roles que reivindican
su potencia cultural-musical. Con sucesivas variantes; en términos de localización y particularidades. Sin
pretender opciones hegemónicas y/o racistas. Siendo artífice de las organizaciones de mujeres.
Organizaciones inherentes a sus luchas. Como mujeres que asumen la defensa de su raza, de sus
costumbres. Y, fundamentalmente, sus derechos. Ante la despiadada persecución y aniquilación a que son
sometidas ellas, sus hombres, sus niños y sus niñas. Tratando de forjar lazos de unidad y organización con
las etnias. Sin pretender un intercambio cultural o político, que destruya sus soportes y registros ancestrales.
Estuvo en Barrancabermeja, cuando el asedio de los grupos armados al servicio del Estado (ab iertos y
clandestinos). Actuó con las Mujeres Ruta Pacifico; buscando justicia. Exigiendo restitución de b ienes y
derechos. Comunicando al mundo las acciones de exterminio oficiales y paraoficiales. Siguiendo, un poco, el
mapa construido por las Madres de la Plaza de Mayo, en Argentina. Siguiendo el registro histórico de
Rigoberta Menchú, en Guatemala y su incidencia en el Caribe y en Centro América.
La actuación de Isolina, entonces, estuvo centrada en propiciar y actuar, en relación con los derechos
conculcados a las minorías étnicas y a los afro descendientes. Nunca olvidó la historia del luchador Álvaro
Ocué Chocué; asesinado de manera infame.
Conoció a Demetrio en Jambaló. (...o, ¿tal vez, ya lo había conocido, siendo niña?) Durante una de sus
actividades. Realizaban una acción comunitaria, consistente en analizar la situación planteada en torno al
despojo territorial de que habían sido víctimas los Paeces y Nasas. Concretamente de la Hacienda
Emperatriz. De tiempo atrás, terratenientes caucanos habían realizado un proceso de expropiación, a nombre
de la propiedad privada. Para sucesivos gobiernos, esa interpretación de los terratenientes era válida.
Abstrayendo el significado cultural y organizativo alcanzado por los Resguardos. No solo en lo que supone el
nexo con la Tierra, como parte de su cosmovisión, a la manera de los Kogi; sino también en lo relacionado
con su subsistencia. Había sido decretada una nueva toma por parte de la dirigencia indígena. A su vez, el
gobierno central, había determinado el desalojo. Una confrontación ineludib le.
Demetrio, un hombre sencillo. De mirada fuerte, decidida. Una contextura física parecida a todos los hombres
de su raza. Hercúlea. Había llegado a Jambaló, desde Quibdó. Allí realizaba tareas de pesquería y estaba
asociado a la eterna lucha por derechos fundamentales inmediatos. El alcantarillado , agua potable,
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acueducto, etc. No habían sido nada fáciles su vida y su gestión comunitaria. De hecho era un itinerante
obligado. Tenía sobre si un estigma. Una marca que lo colocaba con la placa de subversor del orden público.
En el pasado reciente había sido reportado como auxiliador de guerrillas, por parte de las fuerzas
paraoficiales. Escapó del asedio, por parte de la gendarmería clandestina, al barrio en donde vivía, en la
ciudad de Medellín. Por coincidencia, estaba alojado en casa de un primo. El barrio Corazón, fue declarado
objetivo militar; en el contexto de la ofensiva de las fuerzas oficiales y paraoficiales, en la Comuna 13. Salió
clandestino para Apartadó, en la zona adscrita a una forma de región y de organización similar a la
reinserción. Allí estaba cuando el ataque paraoficial. Escapó hacia Turbo. De allí salió para Arboletes.
Siempre huyendo. Como nómada forzado. En un desarraigo brutal. Por fin logró establecerse en Quibdó.
Isolina presentó, en esa sesión, un análisis preciso. Acerca de la situación de la etnias y de los afro
descendientes en el país. Hizo referencia a la dinámica de la confrontación social y política. Desde antes de la
Reforma Constitucional de 1991 y sus antecedentes, hasta la valoración del impacto efectivo del Manda to
Constitucional, que refiere una Nación pluriétnica y pluricultural. Con todos los agregado estructurales y
circunstanciales a que esto conlleva. Como correlato de ese marco conceptual. Asimismo, enfatizó acerca de
las limitaciones para apropiarse de esos conceptos y su traducción a la acción común, cotidiana, efectiva.
Uno de los elementos, dijo Isolina, que nos convoca a la reflexión, tiene que ver con el significado como
simple alegoría; o como concreción. Lo que yo percibo es que se presenta una dico tomía real. La Constitución
por un lado y la realidad por la otra. Porque no solo los particulares hegemónicos y vandálicos; sino el
gobierno actual y su predecesor, han hecho caso omiso de ese mandato. Y, cuando se produce, como ahora,
una lucha exigiendo los derechos constitucionales para las etnias y los afro descendientes; se produce y se
publicita una andanada panfletaria. Pretendiendo localizarnos como eslabones de la cadena terrorista y”
antipatriota”.
En mi opinión, entonces, es la siguiente: a como dé lugar. Arriesgando lo que sea. Incluso nuestras vidas;
debemos estar al lado de Paeces y Nasas. No es este el momento de asumir posiciones dubitativas. Somos
pacíficos; pero eso no implica ser inferiores a quienes nos han precedido y que han sacrificad o sus vidas en
nombre de los derechos ancestrales y actuales. Si por solidarizarnos, efectivamente, con ellos y ellas, nos han
de llamar subversivos, que venga ese nombre.
Demetrio quedó impresionado por la coherencia en las expresiones de Isolina. Por sus conocimientos,
vertidos en lenguaje popular, asequib le a todos y a todas. Se acercó a ella, en la intención de felicitarla.
Isolina miró a Demetrio. Una cautivación instantánea. La conmovieron su mirada y sus gestos. Respondió con
una sonrisa a los halagos de Demetrio. Le preguntó desde donde venía. A la respuesta de Demetrio, Isolina
indagó si tenía en donde alojarse. Demetrio trató de mentir, con un si borroso. Ella le ofreció el cuarto que
compartía con su madre.
Al llegar a casa, Isolina lo presentó a su madre Petronila. La negra se encantó con Demetrio. Tal vez, porque
vio en él el hijo que no pudo crecer. El antecesor a Isolina. Ella siempre había querido un hijo varón. Lo perdió,
sin nacer. Cenaron un menú constante: arroz, sopa de champiñones y pescado. Conversaron largo rato, hasta
las 12 de la noche. De todo hablaron. De la vida, de la muerte, del gobierno, de su gente, de su familia. En fin,
siendo esa hora, Isolina invitó a Demetrio a dormir en el piso. Con almohadas y cobertores como contrapeso a
la dureza del piso.
175
Al amanecer, Isolina resbaló al sitio de Demetrio. Petronila estaba dormida. Demetrio, al sentir el cuerpo de
Isolina en su sitio, reaccionó con timidez. Isolina pegó su cuerpo al de Demetrio. Lo besó en la boca. Le
susurró: quiero compartir contigo. Quiero que estés conmigo. Quiero tu aliento. Quiero tus brazos. Y tus
manos. Y que me recorras el cuerpo. Así, con la fuerza que tienes. Quiero que me preñes. Ya, lo quiero.
Él sintió un espasmo. Nunca había estado con una mujer, tan cerca. Nunca había tenido coito. Nunca había
amado a una mujer. El calor insinuante de Isolina, lo aturdió. Sintió crecer lo suyo. Esa largueza y esa dureza
que él veía a diario, cuando se bañaba. En ciertos momentos, de manera subrepticia, se sentía orgulloso de
ese. Porque era un músculo negro, duro, inmenso. Solo había sentido y palpado el líquido que manaba por
ahí. Justo el día en que despertó, después de haber soñado con una mujer desnuda. Negra, como Isolina.
No soportó más. Saltó sobre ella. Destruyó todo lo que, al paso de su largueza y dureza, encontró. Isolina
sintió cuando se rompió su respaldo a la virginidad. Sintió un dolor dulce, infinito. Movía su cuerpo. Como
danzando. Demetrio la dominó. Decía: soy lo que quiero que seas. Negra hermosa. Negra provocativa. Negra
libertaria. Negra absoluta.
Así estuvieron toda la noche. Una y otra vez, sin sentir cansancio. Al despertar, observaron sus cuerpos
desnudos. No pudieron seguir, porque ya Petronila estaba al pie de ella y de él. Con una mirada de dulzura
plena. Como diciendo: “es lo que siempre desee, que Escolástico me amara así”.
Isaías nació, cuando en Nicaragua los sandinistas accedían al poder; después de derrotar a Anastasio
Somoza. Un día pletórico de enseñanzas y de alegrías. Demetrio estab a enfrente del recién nacido. Un niño
normal, en términos de físico, peso, talla. Tenía algo que llamaba la atención: una mirada profunda,
escrutadora, por unos ojos inmensos, azabaches. Lo escrutaba todo. Desde el espacio físico de la habitación;
hasta los cuerpos de Demetrio e Isolina. Un niño precoz. Aún en la manera llorar. Una exigencia prematura.
Respecto a la distancia entre él, su padre y su madre. Un niño de un negro inmenso. Su piel brillaba. Como el
ébano.
Isaías creció rápidamente. En cuerpo y en espíritu A los cinco años sintió que su padre traspasaba la línea
entre el ser y no ser. Lo vio muerto en una fosa común. Compartida por quienes, como él, nunca se ofrecieron
como sujetos transables. Susceptib les de ser erigidos como imagen de compromiso , con lo valores impuestos
desde su edad temprana.
Isolina le hablaba, en su cubículo, improvisado como cuna y como sitio. Sin embargo, ella, percib ía en él un
sujeto extraño. Evasivo. Como cuando alguien, en la literatura vinculada con el terror, perci be, retiene un
personaje para que ejerza como símbolo de la maldad. Hasta cierto punto, Isolina, hizo una reflexión
inmediata. Algo así como sentirse azarada por la mirada de su hijo. Pero, insistió a sí misma, en una
elucubración posible. Como si quisiera desentrañar los vericuetos del destino. Percib ía a Isaías como sujeto
que, con el tiempo, podría llegar a ser un asesino en serie, o algo así.
Precisamente, el día del décimo aniversario de Isaías, Isolina tuvo un sueño alucinante, de un gran dolor.
Isaías estaba enfrente de ella y de una niña que parecía ser su hija. Al menos eso aparentaba al observar,
fijamente, sus ojos y su rostro. Isaías andaba desnudo por toda la casa. Hablaba cosas ininteligibles. Más bien
parecía una vocinglería inexplicable. Con términos mendaces, obscenos. Cuando se acercaba a la niña,
176
Isaías, se tomaba el pene y lo manipulaba. Sin ningún recato. Luego empezaba a verter litros de líquido
amarillento. Se reía y ahogaba sus voces. La de la niña y la de Isolina.
Cuando despertó, Isolina miró a Isaías que dormía placentero en su cama. Respiraba tranquilo. Pero, de
pronto, despertó. La miró y se desnudó. Gritaba: ¡ven Isolina, ven ¡. Esto es para ti y para tu hija. Ese bastardo
de Demetrio lo hice matar. No me gustaba la manera como te miraba. Mucho menos me gustaba la manera
como te poseía, cada noche. Ustedes dos. Tú y él. Descifrando códigos de ternura y de placer. Yo, en entre
tanto, sollozando, porque no atinaba a hacer crecer lo mío como el de Demetrio. Te sentía sollozar, pero de
alegría. Con una inmensa felicidad absurda. Yo no creo en la felicidad. Creo en mí. Le entregué a Demetrio a
los gendarmes. Calculé con ellos el momento más propicio para raptarlo y para matarlo. Con la técnica que
han aprendido, a fuerza de ver pasar la historia. Generaciones y generaciones de gendarmes. Siempre
sumisos, atados al poder de momento o al de siempre. Lo desollaron. Mientras tú llorabas. Mientras esa niña,
la hija de Demetrio y tuya ululaba y se sentía ajena.
Sentí, dijo Isolina, como si mi pecho explotara en mil pedazos. No sospeché, ni prefiguré nunca que un hijo
pudiera contribuir al asesinato de su padre y a profundizar el dolor de su madre. Lo veía, allí sentado. Riendo.
Celebrando su triunfo. Sobre mí y sobre Demetrio. A favor de los dueños del poder. Esos que, siempre han
mentido, a propósito de todo. Pero, fundamentalmente, a propósito de la muerte de los adversarios.
Adversarios que solo tienen o han tenido la culpa de ser diferentes. Ajenos a opciones malvadas. Cercanos a
construcciones solidarias y justas. Tanto en relación con sus pares; como también en relación con los
escenarios de vida.
¿Fue un sueño, de otro sueño? Isolina no podía descifrarlo de inmediato. Lo cierto es que Demetrio
Desapareció. Unas vecinas vinieron a informarme que había sido violentado y ob ligado a subir a un vehículo.
No tuve fuerzas para levantarme y seguir a mis vecinas. Mi respiración era entrecortada. Sollozaba. (… ¿Será
que ya viví ese momento, antes?) No como sujeta pusilánime, a la m anera de las plañideras. Pero si como
madre y amante. Tanto más el dolor, en cuanto este era originado por un hijo que entrega a su padre y
violenta, por esa vía a la madre. Son signos inequívocos de una descomposición de los valores. Cada vez
más punzante y más cuantiosa. Todo, relacionado con el Joyero que ejerce el poder. Que vende cachivaches,
a manera de mercancía excelente. Un joyero abominable. Que rige en el país de las utilidades, de las
recompensas, de las verdades a medias, o simplemente, no verdades. Es la consecuencia del raponazo a la
democracia. Es, en otras palabras, el ejercicio del poder, a nombre de la democracia. Con una popularidad
construida en la manipulación de datos. O, simplemente, con la aquiescencia de un pueblo mudo, ciego y
deleznable.
…Al volver a despertar, Isolina, encontró a Isaías, su lado, dormido. Se es tremeció, al recordar su sueño…”.
20. Otros antecedentes.
“…Finalizada (sic) la guerra de independencia se inicia para Venezuela la experiencia republicana. Hasta ese
momento la República no había sido más que una especie de ensayo general, en cuanto corresponde a la
que existió a la que existió entre el 5 de julio de 1811 y la firma del armisticio con Domingo de Monteverde (25
de julio de 1812), o un desiderátum siempre propuesto en función de la guerra. Bien puede decirse que la
precariedad de los ensayos republicanos, tanto por la corta duración de los que lograron cuajar, como por las
177
numerosas limitaciones e incluso suspensiones que se les impuso en razón de la emergen cia bélica,
reservaron para después de la contienda la verdadera confrontación de la experiencia republicana, ya
despejado el panorama del enemigo que la había hecho imposible hasta entonces…” (G. Carreras. “El culto a
Bolívar”, páginas 43-44)
“…Y, entonces, volvemos a una situación de vuelo. Porque estamos ante una opción de negociación del
Gobierno del presidente Juan Manuel Santos, con las Farc. En la cual se pretende la terminación del
conflicto…Pero será del conflicto con las Farc. Porque, tal y como lo he reiterado, el universo político y de
confrontación es absolutamente más amplio. Incluye la versión de la lucha de clases de conformidad con la
teoría marxista, leninista y trotskista. Por el socialismo. Las Farc, si se quiere, es una simple expresión
militarista. La ideología y la actuación política, no tiene cabida ahí. Porque su trabajo con las masas
campesinas, no es otra cosa que combates a gotas. No tienen un escenario que permita hablar, por ejemplo,
gobiernos revolucionarios provisionales. Además la clase obrera y los sectores asociados con la pequeña
burguesía, ve a distancia esos combates. Nunca como referentes para acceder al poder. De lo q ue se trata,
entonces, de trabajar por recomponer la lucha social en campos y ciudades
Termino con esta nota escrita por el profesor José Noé Ríos, a propósito de un antecedente de negociación
con las Farc. A pesar de la extemporaneidad, considero que ilustra acerca de dónde venimos, donde
estamos…y para donde vamos.
“…Domingo 18 de mayo de 1997.
Me reúno con el Presidente y el Ministro de Defensa en Hato grande.
Les presento un balance de mis gestiones. Doy una serie de argumentos para sustentar la posib ilidad de
despejar toda la jurisdicción de Cartagena del Chairá, incluyendo los campos urbanos.
Me hacen muchas preguntas y doy respuestas basadas en los informes que he recogido en mis visitas a la
región. Sostengo que la Operación Conquista dejó resultados que implican que el área del Caguán dejó de
ser de seguridad nacional.
Adicionalmente fundamento el cambio de posición de las FARC con respecto a la primera solicitud de
despeje. Recuerdo que la primera solicitud incluía el despeje del bajo y medio Caguán dentro de un área que
incluye Cartagena del Chaira, Montañitas, El Triunfo, San Isidro, Puerto Gaitán, Unión Penea y remolinos del
Caguán…” (Ríos, José Noé: “La liberación en el Caguán. Ed. Planeta, 1998. Página 77).
Metodología: 1. Itinerario por registros escritos relacionados con el problema.
2. Entrevistas a la autora de “Mi Historia”; a Rosendo Payares, escritor
registrado con su seudónimo. Autor de “4710”, su autobiografía; y de “Samuel”. Ambas
publicadas en edición digital, en el Portal Universia
178
3. Consulta de Normas y Sentencias que ejercen como soporte jurídico
para el gobierno, en su intervención vinculada con la negociación
Bibliografía
“Samuel”, novela Autor: Luis Parmenio Cano G.
“Mi historia”, autora que prefiere el anonimato.
“4710”, autobiografía de “Rosendo Payares (seudónimo).
“Trochas y Fusiles, “Selva Adentro”, “Aguas Arriba” y “Siguiendo el corte”.
Autor Alfredo Molano Bravo.
“El 19 de abril de 1810 fu el día en que se inició la independencia
sudamericana. Autor: Santiago Terrero A.
“El culto a Bolívar”. Autor: G. Carrera Damas
“Palimpsestos, los rastros de la escritura. Autor: Fredy Téllez
“El velo y la trenza”. Autor: C.P. Rodríguez.
“Prólogo a la edición ed. Universidad Nacional de Colombia, de 2La sociedad Primitiva”.
Autor L.H. Herder.
“Crítica de la razón dialéctica”. Autor: J.P. Sartre.
“Filosofía del derecho: F. Hegel
“Investigaciones lógicas”. Autor: E. Husserl.
“Tratado sobre la lógica de la naturaleza humana”. Autor: D. Hume
“La rebelión de las masas”. J. Ortega y Gasset
“El ser y la nada”. Autor: J.P. Sartre
“Santander y la opinión angloamericana” Autores: Francis Hall y William Dane
“Liberación en el Caguán”. Autor; José Noé Ríos; unos
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Metodología: 1. Itinerario por registros escritos relacionados con el problema.
2. Entrevistas a la autora de “Mi Historia”; a Rosendo Payares, escritor
registrado con su seudónimo. Autor de “4710”, su autobiografía; y de “Samuel”. Ambas
publicadas en edición digital, en el Portal Universia
3. Consulta de Normas y Sentencias que ejercen como soporte jurídico
para el gobierno, en su intervención vinculada con la negociación