XXVII Congreso Nacional de Trabajo Social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014
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TERCER PANEL: Formación Profesional COLEGIO DE LA PAMPA (Gloria Luoni): Ustedes saben, la Federación Argentina de
Asociaciones Profesionales, lo que nosotros conocemos como FAAPSS, está conformada por
la Junta de Gobierno, estructuralmente digamos, está conformada por la Junta de Gobierno en
donde tienen participación las veinticuatro provincias del país a través de sus Consejos o
Colegios Profesionales; una Comisión Directiva que operativiza las decisiones de la Junta de
Gobierno; y dos Vocalías. Estas Vocalías van modificando su nombre, su denominación
conforme las plataformas políticas de las Comisiones que van sucediendo a través de la
historia de la FAAPSS.
En nuestro caso hay dos Comisiones, la Comisión de Capacitación y la Comisión de
Pronunciamiento. Dentro de la Comisión de Pronunciamiento es que se ha considerado la
necesidad de expedirse como Federación frente a determinadas problemáticas que
consideramos son representativas del conjunto del país y yo lo que les pido es leer un
pronunciamiento de, en el marco de la reunión de ayer de Junta de Gobierno, está referido a un
tema que nos convoca a todos.
Bien: “En la ciudad de Paraná, Entre Ríos, en el marco del XXVII Congreso Nacional de
Trabajo Social y de la reunión de Junta de Gobierno de la Federación de Asociaciones
Profesionales de Servicio Social, FAAPSS, los Consejos y Colegios Profesionales
manifestamos nuestra preocupación y estado de alerta en relación a la implementación de
políticas públicas de niñez y adolescencia en el conjunto de las provincias argentinas.
Los y las trabajadoras sociales somos uno de los actores fundamentales en condiciones de dar
cuenta de las falencias y obstáculos que presenta la aplicación de las normativas vinculadas al
paradigma de la protección integral de derechos.
Manifestamos por último que en nuestra próxima reunión de FAAPSS en la provincia de San
Luis continuaremos profundizando y problematizando críticamente este estado de situación,
renovando nuestro compromiso de avanzar hacia la construcción colectiva de una propuesta
superadora.
FAAPSS, 13 de septiembre de 2014”. Muchas gracias (aplausos).
CARMEN LERA: Agradezco al Colegio Profesional de Entre Ríos por la invitación; pero la otra cuestión, porque
acá juego de local, y si bien yo no tuve una participación activa en todo lo que fue la cocina de
este congreso, sí quiero hacer un reconocimiento al equipo más local, que me parece que…
(aplausos)… ha trabajado… (aplausos). Soy local, pero no tuve participación, yo sólo he
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observado cómo desde el silencio y en forma sostenida un conjunto de compañeras, de
colegas, compañeras y compañeros han trabajado en forma invisible, pero denodada, para
hacer que esto pueda transcurrir como está transcurriendo; así que me parece que va ese
reconocimiento. Yo no quiero dar nombres, porque seguro que queda gente afuera, pero fue un
equipo intergeneracional, porque había gente de distintas edades trabajando, y bueno, los dos
Comités, el Comité Organizativo y el Comité Académico laburaron y mucho, y me parece que
hoy Susana cuando planteaba alguno de los criterios y decía cómo pensar esta cuestión
federal; la verdad que ser federal y democrática da trabajo porque implica una apertura y un
retorno permanente de toda la información; así que va todo el reconocimiento para ellos.
Y también destacar la generosidad de este equipo local. Me están moviendo la orquídea,
justamente iba a hacer referencia a eso, porque la Presidenta del Colegio de acá de Entre Ríos
hizo los arreglos florales con las orquídeas que cultiva, y los que cultivan orquídeas son muy
celosos. Así que me parecía que traerlo y compartirlo acá era para… (aplausos)…, sé las
habilidades que tiene y que a ella también le gusta, cultiva. Bueno, pero no las traía yo.
El título que había pensado para esta exposición es: invitación para agregar cadena de valor a
lo asistencial en el campo de Trabajo Social. Y bueno, un poco son un conjunto de
proposiciones, no cerradas sino abiertas, que básicamente tienen que ver con el tema de la
maestría en Trabajo Social, pero que siguen abriendo nuevos interrogantes, porque uno
siempre retorna a Trabajo Social y con sus relaciones, con los amigos, con los compañeros de
Trabajo Social está presente y alguno dentro del campo de Trabajo Social tiene como algunos
ejes que cruzan con más fuerza y lo de lo asistencial es una de esas cuestiones. Entonces, es
una invitación para agregar cadena de valor. Y quería ver qué palabra podía llegar a reflejar lo
que quería decir.
Cadena de valor es una palabra del lenguaje económico, lo escuchamos bastante seguido en
los discursos públicos con esta apelación, agregar cadena de valor a la actividad económica,
que tenemos una historia de una actividad económica fuertemente primaria y extractiva, y esta
posibilidad de generar cadena de valor generaría procesos de mayor autonomía y soberanía.
Usaba esa analogía para poder pensar y reflexionar los sentidos de la asistencia, de qué
manera nosotros agregamos valor, un valor de tipo simbólico, y pensaba que ese valor es
directamente proporcional a la capacidad argumentativa y de fundamentación de lo asistencial
en nuestro campo de Trabajo Social y en nuestras intervenciones.
A eso obedece el título y vamos a ver si refleja lo que quiero transmitir.
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En un primer momento, es breve y prefiero en todo caso después que podamos conversar y
seguramente habrá puntos de articulación con lo que los otros compañeros traen porque
estamos hablando de intervención profesional.
Haré referencia a alguna de las motivaciones que me conducen por este tema, algunas
consideraciones generales para dejar planteado de qué se trata lo asistencial en términos de
por qué lo traigo también aquí y, para finalizar, algunas traducciones que yo veo en el campo
de Trabajo Social.
Entre las motivaciones indudablemente está lo que Norma decía, que hizo referencia hace ya
tiempo, son como veinte años de trabajo en el campo de la Salud Pública, porque empecé muy
jovencita, donde la presencia de lo asistencial era ineludible. Empecé en un hospital, en sus
inicios fue un hospital de enfermos de lepra, pero luego hizo todo el proceso de apertura y hoy
es un hospital general y yo participé de todo ese proceso y en realidad la presencia de lo
asistencial fue parte de mi práctica cotidiana, entonces, en alguna medida, las reflexiones que
traigo tienen que ver con interrogaciones de mi propia biografía laboral.
La otra cuestión es la de la inquietud o la pregunta de notar ciertos reparos en algunos
Trabajadores Sociales cuando refieren a lo asistencial, como si la mención a ese término ya
estuviera presuponiendo un tipo de intervención de la que queremos alejarnos. Y en esto no
me pongo por fuera, porque en realidad cuando, en el trabajo de la tesis donde uno ordena,
indaga, profundiza, me permitió en alguna medida revisar esta cuestión donde lo asistencial
pareciera la hermana pobre de las intervenciones profesionales, es como que si uno dice
trabajo en fortalecimiento institucional, trabajo en proyectos socioeducativos, tiene una
determinada connotación que pareciera que no está cuando uno refiere a lo asistencial. Eso
también me daba cierta inclinación a tomarlo como tema.
La otra cuestión es la presunción de que la vieja clasificación entre pobres ociosos y pobres
virtuosos o merecedores y no merecedores, tiene aún vigencia en el imaginario profesional; y
de ser cierta esta conjetura, resulta impostergable su problematización a la luz de las
modificaciones que experimenta el mundo del trabajo.
Y por último, la convicción de reflexionar, resignificar la idea de asistencia lanzándola con la
noción de derecho y ciudadanía.
Considero que en este entramado de inquietudes que, seguramente quedaron agrupadas en
cuatro pero puede haber más, están contenidas las tensiones entre el derecho a la asistencia y
el derecho al trabajo, o en palabras de Castel, entre la problemática del socorro y la
problemática del trabajo. Pero también quiero traer, porque me parece sumamente interesante,
a Germinal Rodríguez quien en la década del 40´, en un prefacio que le hace al texto de José
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Martone, que es “Principios de la Asistencia Social” plantea, y ahora va el encomillado, “desde
el momento en que el trabajo humano deja de ser una actividad fisiológica ligada al procuro de
alimentos para pasar a ser un elemento mercantil, es desde ese preciso instante en que el
problema del trabajo pasa a ser el problema social por excelencia; y la asistencia social sigue
al problema del trabajo con la misma constancia de la sombra al cuerpo”. Y me parecía que era
gráfico de lo que uno quería plantear como esta tensión que, como todos nos acercamos
mucho a partir de Castel y, sin embargo, ya en la década del 40´ Germinal Rodríguez lo estaba
planteando en estos términos.
Entonces, en ese movimiento producido por ambas problemáticas, se fue modelando el
sistema de protección social que se asienta sobre dos pilares, uno asegurador, relacionado con
el mundo del trabajo formal, en el que los que tienen derecho acceden a la seguridad social; y
otro asistencial, que fue elaborándose fuera del trabajo, dirigido a los llamados náufragos de la
sociedad salarial.
Hoy este esquema coloca una pregunta cuya problemática es identitaria de esta
contemporaneidad y es: ¿en qué medida el pilar asegurador se ve modificado frente a los
cambios que vive el mundo del trabajo y en cómo y de qué manera el pilar asistencial refracta
estas modificaciones?
Por sus implicancias, creemos que no hay prórrogas para tomar este tema, analizar, revisar
posiciones, pensar estrategias en las que indudablemente Trabajo Social no puede mirar para
otro lado.
Señalamos más arriba que las políticas de asistencia tuvieron como principales destinatarios
aquellas poblaciones con dificultades para insertarse en el mercado de trabajo formal. Estas
poblaciones durante buena parte del siglo XX no mostraban cifras significativas, en tanto nos
hallábamos en condiciones de cuasi pleno empleo. Es así como lo asistencial, si bien residual o
con escasa institucionalidad como derecho ciudadano, constituía una vía que modelaba cierta
integración social. Ahora bien, en este contexto, las principales razones de requerimiento de lo
asistencial estaban vinculadas a estados de vejez, enfermedad, discapacidad, orfandad. Estas
causas prácticamente no daban lugar a objeciones; el problema se suscita cuando se trata de
poblaciones aptas para el trabajo. Y aquí radica un núcleo medular de las distintas posturas y
controversias de funcionarios, de políticos, de religiosos, de profesionales y, por supuesto para
nosotros, Trabajadores Sociales, este tema no ha sido menor en tanto en las intervenciones se
encarnan las posiciones que portamos sobre ello.
Estas situaciones obraron en una suerte de partición de aguas que en alguna medida selló la
vieja clasificación entre los merecedores y no merecedores de asistencia. Sobre esta cuestión
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hay que trabajar aún más porque ha sido tratada la más de las veces desconectada de los
procesos y relaciones en las cuales se inscribe, por ello merece un profundo análisis histórico
en tanto la mirada condenatoria siempre estuvo en el polo del trabajo y poco o nada en el del
capital.
Ahora bien, en la actualidad es evidente que el trabajo o más específicamente el empleo, sufrió
modificaciones sustantivas y ello tiene implicancias en el conjunto de la sociedad. El panel de
la víspera sobre condiciones laborales reflejó esto que estoy planteando, ¿no?
En palabras de Hanna Arendt, lo planteo en estos términos, lo que tenemos ante nosotros es la
perspectiva de una sociedad de trabajadores sin trabajo, es decir, privados de la única
actividad que les queda; imposible imaginar nada peor. Y frente a ello, decimos que no es un
problema de los otros, de los que hoy están sin trabajo, es de todos. Consecuentemente, la
situación que viven los sin trabajo, los sin bienes, amalgama un tipo de conflicto que marca
nuestra sociedad democrática contemporánea. Hay un número importante de familias que
desde hace ya tres generaciones no conoce el trabajo, tal como ha sido su representación más
hegemónica, nos referimos al empleo con sus protecciones, y son esas familias las que
encuentran mayores dificultades para acceder a un trabajo formal.
Estas transformaciones ocurren a nivel mundial y nos indican que no se trata de una crisis
coyuntural; se trata de una profunda transformación resultante de las variaciones en las
maneras de producir.
Marilda Iamamoto expresa que, actualmente, cada vez más amplios sectores de la población
se tornan sobrantes, desnecesarios, y constituyen un stock de fuerza de trabajo desechable
para el mercado de trabajo, colocando en riesgo sus posibilidades de defensa y reproducción
de la propia vida. La fisonomía de la estructura social y básicamente la referida a la realidad
laboral que caracterizó a la mitad del siglo pasado se ve totalmente alterada con cuadros de
desocupación, precarización, flexibilización, pluriempleo, por citar algunas de las formas que
asume esta realidad.
Estas modificaciones en la esfera del trabajo constituyen la base contextual para comprender
los significados de las políticas asistenciales y su necesidad de resignificación. En línea con
ello, igual revisión requiere la idea de derechos sociales, dado que en su versión tradicional y
dominante está afincada al estatuto del trabajador formal. La fractura originada por estas
modificaciones es de tal intensidad que socava las bases mismas de la sociabilidad. Estamos
hablando de la integración social, convirtiéndola en un problema que presenta dimensiones
políticas, económicas, culturales, sociales, identitarias.
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Distintos países de la región y entre ellos Argentina, vienen implementando un conjunto de
medidas que pueden ser inscriptas en los llamados programas de transferencia condicionada
de ingreso que, si bien constituyen una propuesta que intenta saldar las dificultades básicas
ligadas a la reproducción social, resultan insuficientes para una problemática de magnitudes
incalculables ligada a las transformaciones en los modos de producción y a las embestidas
salvajes del capital industrial y fundamentalmente financiero. Y esto lo sabemos nosotros que
nos levantamos y nos acostamos con los fondos buitres al lado.
Ayer en el diario Página 12 salió una exposición de Zaffaroni, a partir de un evento organizado
desde la Fundación del Juez Garzón, donde Zaffaroni planteaba la necesidad de la instancia de
control mundial sobre el capital financiero, que me parece que es una de las cuestiones sobre
las cuales nosotros también tenemos que ponernos a mirar con mayor detenimiento.
(Aplausos).
Bueno, ahora bien, la gravedad de estos cambios que vienen forjándose por décadas, es que
han logrado penetrar en nuestras subjetividades minando aquellos ideales que hacían posible
pensar en proyectos colectivos y donde el principio de igualación constituía un ordenador social
en tanto valor deseado.
En las políticas sociales, como tendencia general, el postulado de la igualdad paulatinamente
fue reemplazado por el de la equidad de tratamiento. Así, en este clima de época, aparece en
el centro de los debates la noción de inserción como un dispositivo propuesto como la
contracara de la exclusión; pero esta iniciativa, siguiendo algunos autores, se da no en el plano
de una nueva redistribución, sino desde un tratamiento social individualizado. Algunos autores,
entre ellos Castel, advierten sobre el posible riesgo de que estas intervenciones conformen un
campo, un sistema social de inserción permanente, que renunciaría a la dinámica de
promoción del apoyo salarial y llevaría a reactivar la dicotomía entre protecciones fuertes para
las posiciones sociales más estables y protecciones discriminantes, es decir, políticas
asistenciales, para aquellas categorías de población que provisionalmente o en forma definitiva
están fuera de los circuitos de intercambios productivos.
Este panorama nos señala que indudablemente lo que está en juego es que hay que pensar
una nueva redistribución.
En relación con las traducciones en el campo de Trabajo Social, estas consideraciones
generales cómo las vemos o qué se puede traducir en el campo de Trabajo Social. Al inicio nos
preguntábamos si el pilar asistencial refracta las modificaciones producidas en el mundo del
trabajo y sus consecuencias en el declive del pilar asegurador. En este sentido, es importante
que nosotros nos preguntemos sobre ello en tanto somos profesionales que tenemos
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experiencias y acumulaciones en el campo de la asistencia, tantas como la misma edad de la
profesión. Hacemos referencia a la dimensión asistencial como una arista contenida en las
intervenciones profesionales que básicamente tiende a apoyar personas – grupos que
atraviesan determinadas situaciones y que requieren refuerzos para activar recorridos de
respuesta.
Esta dimensión puede dominar todo el proceso o bien ser más colateral, pero no menos
importante. En este proceso, las políticas de asistencia constituyen el soporte institucional,
jurídico, de recursos humanos, económicos, simbólicos que aportan a la situación que se
aborda. En esta perspectiva, lo asistencial no queda circunscrito al recurso material, restricción
que empobrece las potencialidades que la propia asistencia habilita.
En las múltiples problemáticas que aborda Trabajo Social se movilizan un conjunto de
cuestiones que no pueden administrarse como puramente económicas, sino que incluyen ese
doble registro de lo material y lo simbólico. Así podemos ver cómo la dimensión asistencial se
juega en el encuentro con el otro, dando oportunidad para recrear espacios para la
comunicación, vehiculizando experiencias colectivas y construyendo escenarios públicos donde
los sujetos puedan ocupar esos espacios ampliando la ciudadanía.
Al principio hice mención a la sospecha de que lo asistencial estaba desvalorizado por los
propios Trabajadores Sociales. Esta visión devaluada es la que puede explicarnos por qué
muchas veces cuando nos referimos a lo asistencial inmediatamente aclaramos que todo
depende del sentido que uno le ponga a la intervención. Estas puntualizaciones nos estarían
indicando que hay ciertos reparos sobre lo asistencial en sí mismo y que es la dirección que le
imprime el profesional la que rompe con ese significado del que es portador la asistencia per
se. Pareciera que si no lo aclaramos estamos frente a clientelismo, paternalismo,
asistencialismo. En síntesis, personalmente para mí lo que subyace es que el sentido último de
la asistencia lo da el profesional en la propia intervención, en ese proceso se juega con sus
condicionantes el margen de maniobra y la orientación que de por sí pareciera que la
asistencia no tiene.
Ahora bien, ¿acaso el sentido, la orientación, la direccionalidad, no está presente en todas las
intervenciones profesionales? ¿Por qué la necesidad de aclararlo cuando se trata de lo
asistencial? Sobre este aspecto resultan lúcidos los aportes de Esposati, colega brasilera, que
ha profundizado sobre el campo de la asistencia. Ella ofrece algunas razones que explican por
qué lo asistencial o la asistencia social carga socialmente con una connotación devaluada,
situación que no se registra cuando se trata de asistencia jurídica, psicológica, médica.
Esposati señala la existencia de una creencia bastante expandida que sostiene que la
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asistencia social no requiere saberes especializados, y se lo liga a la caridad y beneficencia, de
allí que con buenas intenciones sería suficiente.
Sobre la carga negativa que carga la asistencia social y no así la asistencia psicológica,
jurídica, porque uno se pregunta, hay personas que dicen yo hace diez años que estoy yendo
al psicoanalista, ¿alguno pregunta el nivel de dependencia que tiene esa persona? No, al
contrario, parece que decir que hace diez años que voy del analista como que tiene buena
prensa; pero eso mismo no pasa con la asistencia social. Entonces, frente a esa carga
peyorativa que tiene la asistencia y no la tienen la asistencia jurídica, psicológica, nos
preguntamos si esta depositación peyorativa no se relaciona más con el destinatario de esas
acciones que con el dispositivo en sí, del que se dice genera dependencia, pasividad, etcétera.
Basta la prueba, para ver esto, cuando la editorial del diario La Nación del pasado martes 19 de
agosto –que los invito a que lo busquen y lo lean, porque aparte el nivel de hipocresía de parte
del diario La Nación que tiene una cautelar metida para no pagar lo que debe de los aportes de
sus trabajadores– la editorial se titula “La malsana dependencia de los planes sociales” y ahí
está toda la sanata esta que da cuenta de esta dependencia y del esfuerzo y de que no se
encauza a las personas a hacerse responsables por su propia vida.
Entonces, sería provechoso profundizar estas posiciones y explorar –cuestión que excede esta
exposición– los modos en que los sectores con mayor concentración económica acceden a
determinadas prebendas, generan lobbies, usufructúan de un flujo significativo de recursos
estatales. Pero la mencionada concentración económica de la que poco se conoce, no es
analizada con la vara del esfuerzo, que sí aparece para con los sectores más pobres. Tampoco
se menciona la dependencia como consecuencia de tales ventajas.
Me parece que ahí lo que está presente es ese doble estándar para analizar, que es un poco la
invitación a que lo repensemos.
Hoy resulta imprescindible repensar la asistencia, reinventarla, para potenciarla a la luz del
estatuto de derecho.
Bueno, Roberto Sampani, y ya estoy finalizando, Roberto Sampani plantea que si logramos
constituir el acto asistencial en desafío y no en barrera, estaremos encontrando nuevos rumbos
para nuestra profesión, como así también podremos contribuir a mejorar cualitativamente los
servicios que se prestan a las personas que viven y sobreviven en estos ámbitos. Creemos que
Trabajo Social puede hacer contribuciones activas para habilitar una visión ampliada de la
asistencia, tanto de las políticas asistenciales propiamente dichas como de su dimensión en los
procesos de intervención. El pensarla renovadamente en su expresión material y simbólica
recoloca a la asistencia en otra perspectiva, lo que no implica desconocer la importancia de lo
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material en los procesos de reproducción biológica y social, pero no la subsume sólo a esa
arista, sino que se parte de una noción integral de sujeto destinatario de la asistencia.
En estos bordes se juega uno de los significados de la profesión, en tanto actor que puede
hacer pequeños aportes para el acceso a algunos derechos. Mirado así, Trabajo Social se
vuelve potente y frágil a la vez. Potente en las intervenciones singulares y frágil, quizás, en las
inscripciones de complejos procesos estructurales.
La resignificación de la asistencia colocada como un proceso inscripto en la noción de derecho
ciudadano la desplaza del lugar tradicional, dirigido a aquello que están al margen del trabajo,
sobre el que se ha construido una imagen estigmatizada. Coincidimos con André Gorz, quien
señala que el centro del problema y el centro del conflicto radica en desconectar del trabajo el
derecho a tener derechos. Reiteramos, el problema no es sólo hoy de los que están sin trabajo
sino de la sociedad toda, porque lo que está en juego es el reconocimiento y el respeto hacia el
otro.
Al inicio decía que lo asistencial debe ser puesto en valor y que su valoración es directamente
proporcional a las argumentaciones que construyamos sobre ello. Es necesario que podamos
ver como un espacio de proyección en el que se dirimen demandas de redistribución a la luz de
la idea de derechos y ciudadanía.
GRISELDA CARMEN FERRERO: Hola a todas y a todos. Algo no dicho hasta el momento, el
agradecimiento por la posibilidad de participar en un evento con los alcances que éste nos ha
brindado, básicamente por la organización, la convocatoria a colegas de muchísima más
trayectoria y renombre que la que puedo tener yo, y fundamentalmente para quienes hemos
transitado las aulas de las facultades en otras épocas la conmoción que me ha provocado
compartir y ver el caudal de estudiantes haciendo un acto viviente de lo que es la participación,
realmente eso me ha conmocionado (Aplausos).
Durante todos estos días hemos estado intercambiando y compartiendo ideas centrales muy
cercanas e inherentes a lo que es nuestra profesión, lo que no quiere decir que cuando
volvamos mañana al plano de los trabajos vayamos con tranquilidad y sosiego, creo que vamos
a ir un poco más inquietos de lo que llegamos a Paraná.
En este recorrido un tanto maratónico, hemos atravesado cuestiones como derechos humanos,
condiciones laborales e intervención profesional; lo que no es poca cosa para quienes estamos
en un campo absolutamente particular y querido como es el campo del Trabajo Social. Y para
poder conversar sobre esto, porque lo mío va a ser una conversación, me quiero presentar
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desde dónde lo voy a hacer. Soy una Trabajadora Social que ha tenido el privilegio de
mancomunar y aunar dos espacios de intervención profesional absolutamente diferentes, con
todos los cuestionamientos que el primero de ellos implica porque si se es docente no se
interviene y cómo si es es docente académico no sos trabajador de campo. Bueno, tengo las
dos aristas y me voy a parar para hablar... mediatizada la segunda de ellas a través de lo
institucional educativo, lo institucional judicial y desde espacios centralizados de gobierno como
son ministerios provinciales.
Todos estos espacios, por supuesto, han sido elegidos y siempre desde lo estatal público. Por
lo tanto mi lugar hoy es una representante que quizás quiero, mi anhelo es serlo, de una
disciplina que para poder desempeñarse como tal articula permanentemente en todas las
instancias mediadoras que le corresponde actuar, las tres dimensiones que ya creo que no
tenemos dudas al respecto que deben estar presentes ante una intervención profesional, como
lo son la dimensión teórica conceptual, la metodológica técnica, la ético política, y me animo
siguiendo las ideas y los pasos de esa bisagra que nos marcó hace unos años Susana
Cazzaniga, decir que está todo absolutamente transversalizado por la investigación. Los
alcances de esta última dependerán de las instancias de la intervención en sí misma. Y desde
estas tres dimensiones lo que hago, desde las intervenciones profesionales, es poder ubicar el
punto de encuentro en esas grietas dentro de lo que es el mundo social y la complejidad del
entramado social, el punto articulador que posibilita el proceso que se va a poner en marcha
para una intervención profesional. Como una de las dos partes, porque tenemos del otro lado a
los otros, los otros objetivados en instituciones, en diferentes tipos de actores sociales, sean
estos individuales o grupales, con diferentes dependencias y con diferentes posicionamientos.
Estas dos partes están acompañadas por dos elementos que son indispensables, considero,
para cuando nos llega el momento de pensar una intervención profesional, de diseñar una
intervención profesional, que son el tiempo y el espacio, el tiempo y el lugar, nada está dado
porque sí, nada queda arbitrariamente librado al gusto y placer de quienes podemos intervenir,
ni de quienes tienen sus propias percepciones y expectativas esperando la intervención.
Es decir que al posicionarme para, en y para una intervención profesional lo hago desde la
delimitación de un campo donde resulta entonces crucial identificar el punto de ubicación de
esa probable intervención profesional y cómo desde allí se articularán las dimensiones
constitutivas al campo profesional y las dimensiones que hacen a lo contextual, a la
organización de vida cotidiana y a las percepciones y representaciones que aparecen desde el
otro lado, que son las dos partes que conforman este proceso.
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Así las cosas, podemos pensar en viabilizar el conocimiento y la comprensión del todo, las
mediaciones dadas a partir de las particularidades y los modos posibles de articular las
aproximaciones entre estas dos partes teniendo en cuenta la valorización que de la misma se
realice; es decir, el tipo de mirada, el tipo de perspectiva con la cual voy a trabajar, el tipo de
participación a desarrollar junto en el involucramiento de las partes, pensando en esta
concepción de participación que nos brinda Testa, que nos brinda Pichardo Muñiz, cuando lo
hacen desde la consideración de un otro para la acción, pero previamente la participación y la
consideración del otro desde la toma de decisiones para poder poner la acción en
funcionamiento.
Muy grandilocuentemente considero entonces que esto es una objetivación de la intervención
profesional, donde a modo de dos caras de una misma moneda se conjugan los componentes
de las matrices de relaciones que en la complejidad social se producen y permiten la
producción y reproducción de la vida social de todos los actores miembros de una determinada
sociedad. Vamos pensando hacia la posibilidad de la concreción en la construcción de un
ciudadano libre y con derechos.
Tomo aquí la concepción que nos brinda Fernández Soto relacionada con intervención
profesional, cuando la denomina categoría compleja, porque la comprensión de esa categoría
de intervención profesional implica desentrañar la matriz de relaciones sociales históricas en
las que se inserta y sobre la que se actúa; es decir, que el accionar profesional está realizado
por hombres y mujeres reales y concretos, reales y concretos, integrantes e integrados en una
determinada sociedad, donde se despliegan las tramas complejas de relaciones sociales que
producen y reproducen la vida social. Poca cosa, porque entonces vista así la intervención
social es la posibilidad de interacción con un otro y que su constitución de ese otro, la
constitución de ese otro contiene en sí mismo las construcciones estructurales objetivas y
subjetivas. En las prácticas sociales complejas somos un todo cada uno y todos en conjunto.
Por lo tanto, así entendida, la intervención profesional se aleja entonces desde la concepción
de realidad inmediata, esto que nos dice: “se porta mal en el grado”, “la mamá no lo atiende”,
“vive solo todo el día”, “está abandonado”, esto de la demanda inmediata, ¿no? Cuando lo
pensamos desde el otro lugar las situaciones vemos que no siempre aparecen porque sí ni
están dadas espontáneamente. Por lo tanto, no podemos pensar en la inmediatez sino que se
trata de entenderlas como una construcción de partes donde la interacción entre las mismas se
constituyen en el eje articulador que es la intervención en sí misma, marcando, como dice
Rozas Pagaza, la particularidad de la intervención. Y en esa particularidad de la intervención se
logra captar en claves teóricas y analíticas la ubicación justa de la intervención profesional al
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interior de los procesos sociales relacionalmente producidos con los actores y entre los actores
que la protagonizan.
En sintonía con estas ideas de intervención, cuando estamos en las intervenciones concretas,
aparecen los tres interrogantes claves que hacen al ordenamiento que después nos llevarán al
conjunto de lo que es el andamiaje teórico... metodológico instrumental, perdón.
Entonces, allí tendremos que pensar sobre qué voy a trabajar, el cómo, el para qué. Y en el
sobre qué vamos a retomar la primera dimensión de las mencionadas, donde el entramado, el
entretejido dado por las relaciones y las relaciones de poder en un contexto mayor,
establecidas entre los diferentes actores sociales, vuelvo a insistir, entendiéndolos a todos,
entendiendo los objetivos y las necesidades de esos actores sociales al interior de una
situación social determinada y puntual, nos va a permitir pensar que ese punto articulador
identificado para el proceso de intervención posibilitará la puesta en acto de la situación
concreta donde se harán visibles las tensiones generadas en los pares polares de inclusión –
exclusión, igualdad – desigualdades, inherentes a la vida cotidiana de todos y de cada uno de
los actores sociales, generados en las manifestaciones de la cuestión social. Lo que provoca
determinado estado de conflictibilidad dado que ello implica revelar el recorrido y las
trayectorias que conllevan situaciones no sólo de pobreza, desocupación, marginalidad; sino
también conllevan dentro de estos pares polares de desigualdad, consideraciones reales y
concretas acerca de las aceptaciones a los rechazos y los rechazos hacia las diferencias y por
ende a la consideración de ciudadanía que se construya. No está librado al azar.
La intervención profesional entonces no estaría enfocada, nunca lo he pensado así, sobre y
hacia lo coyuntural; el foco de la intervención profesional tiene que estar puesto en desentrañar
los alcances y los impactos que las manifestaciones de las tensiones explicitadas marcan y que
esas marcas inscriptas en los diferentes actores sociales hacen a la aparición entonces, en
forma de demandas, la acción de un otro, o bien vincularnos desde el marco profesional o
desde el marco institucional.
Me pareció interesante acá incluir la noción de plano, equivalente por allí a ámbitos, pero yo los
ubico más como planos, porque pensando en ese punto de intersección para la intervención
profesional puedo estar ubicado, posicionado profesionalmente, desde diferentes
dependencias, instituciones, organizaciones, con diferentes posibilidades y estilos de
organización y de estructuración, con rangos nacionales, provinciales, municipales,
centralizadas, descentralizadas; por lo tanto los actores involucrados tendrían que poder dar
cuenta de las mediaciones existentes entre las dos partes como para poder avanzar en la
construcción de un diseño en común.
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Esta consideración en la intervención profesional de los Trabajadores Sociales no nos remite
sólo a modos de hacer, sino a modos de ver la realidad en la magnitud y los alcances que lo
relacional plantea de acuerdo a lo expresado por Teresita Matus, las dimensiones teóricas,
metodológicas e instrumentales están estrechamente relacionadas con una concepción de
sujeto, con una concepción de relaciones sociales y de sociedad que se diferencian de lo lineal
y de lo obsecuente. Por lo tanto no estaríamos condenados a tomar posicionamiento entre un
modo de intervenir desde una mirada de reproducción de lo instituido, sino tendríamos y
tenemos la posibilidad de pensar una intervención profesional que resulte crítico hacia lo
instituido.
Aquí aparece el cómo lo vamos hacer por el conjunto de saberes, sean certificados, fundados,
argumentados, que aparecen expresados en las acciones organizadas y legitimadas que se
vinculan con modos o formas para el hacer. Aparece la dimensión constitutiva del campo
disciplinal, eso forma parte del ser profesional; esto lo sostiene Susana (Cazzaniga) muy bien
en su libro “Hilos y Nudos”.
En la consideración de ambas dimensiones es donde se podrán establecer los andamiajes
instrumentales a considerar para las estrategias futuras de la intervención profesional. De
acuerdo al punto articulador en donde se ubique la intervención se moldeará este andamiaje
donde va a otorgar y establecer la particularidad y la pertinencia al campo disciplinar, dado que
del otro lado, o de la otra cara de la moneda se encuentran los otros, ellos que forman parte de
esto, y que tendrían que tener, y que de hecho en ese camino estamos trabajando, voz y voto
para estas intervenciones.
En este sentido, entonces, aparece en este punto del andamiaje metodológico la perspectiva
ideológica y la capacidad crítica, aquí es donde tiene que estar plasmada y tiene que poder
considerar y construir. Donde los saberes de los otros además de visibilizarse tomen cuerpo, se
hagan presentes, porque es aquí donde se retoman para su consideración, la dimensión
teórica conceptual, la dimensión ético política junto con el contexto particular.
Dimensiones estas que se incorporan al cuerpo específico del cómo entrelazándose con el
para qué, y en el para qué con el cómo encontramos la conjugación de los objetivos
profesionales y los objetivos de los demás actores sociales involucrados en el proceso total de
intervención.
Punto de encuentro, entonces, entre intervención profesional y los proyectos que como
sociedad nos permitamos tener.
La intervención profesional queda entonces emplazada, anclada, entramada en la red de
relaciones sociales, donde se juegan y se disputan posiciones de poder, para lo cual es
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necesario mantener la rigurosidad en la mirada y en la perspectiva adoptada al momento de
diseñar el andamiaje metodológico técnico para la concreción de la intervención profesional.
Intervención profesional del trabajador social que deberá sustentarse, desde mi humilde
perspectiva, en los cuatro elementos básicos que hacen a todo proceso de organización
racionalmente delineada: estrategia, logística, táctica y técnica.
Así entendida entonces, podemos aseverar con la rigurosidad que el tema amerita, que nos
encontramos ante, o nos encontraríamos, o nos tendríamos que encontrar ante una
intervención profesional del trabajo social, que además de marcar la particularidad de la
disciplina, la estará reafirmando en su legitimidad.
Nada más.
JOSÉ MARÍA ALBERDI: Bueno, gracias a los compañeros y compañeras organizadoras por
esta invitación. Como son quince minutos vamos a tratar de hacer una lectura comentada. Pido
como otras veces acompañamiento terapéutico, ya que delegamos cuestiones del trabajo
social, las tercerizamos también, tercericemos el acompañamiento.
El título es “trucos del oficio, arte, cultura y política en la intervención profesional”; bebida e
agua; comida e pasto –cita frase en portugués -
Cada oficio tiene sus trucos, el oficio del trabajo social no menos que la plomería o la
carpintería, oficios que por otro lado dedican gran parte de su tiempo a la reparación, pero ese
es otro tema que le dedicaremos tiempo más tarde.
En estos veinte minutos de un cierre de un congreso de Trabajo Social, Nac and Pop y
latinoamericano, querría dedica el tiempo que nos tocó en suerte a valorizar, jerarquizar, poner
en agenda, como se subraya en la política pública, de forma políticamente correcta. Uno de los
trucos del oficio de la caja de herramientas del trabajo social, que de alguna manera está
anticipado en el título de ponencia, y más provocativamente en el tema musical del grupo de
rock brasilero Titãs, arte y cultura en la intervención profesional.
Mi experiencia anfibia de trabajo en la universidad y en las políticas de Salud, me ha llevado a
preferir en este tipo de situaciones los ejemplos a las definiciones generales, comparto
entonces con ustedes una serie de relatos que espero sean poco salvajes, pero que espero
contribuyan a renovar las energías utópicas y la defensa del oficio, que también pasa por una
primer constatación, que la utilidad social de nuestro trabajo, reconocida en la idea del servicio
público, necesariamente está a la defensiva.
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Primera intervención, Relato Salvaje; como todo concepto, el concepto de intervención tiene su
grado de ambigüedad, su polivalencia estratégica. Hay intervenciones que se dicen
humanitarias, hay intervenciones militares, hay intervenciones médicas, hay intervenciones
sociales.
Pero para hilar el primer relato vamos a revisar de forma muy breve el concepto de intervención
en el campo del arte, que tiene una larga historia asociada a las vanguardias artísticas y que se
puede resumir en intervenir de forma irruptiva, sacar el arte de los museos, tomar las calles y
con justicia poética, el cielo por asalto.
Y aquí el primer ejercicio de relato, del arte político, del viejo León Ferrari, y de otros; Tucumán
Arde, que quiere argumentar a favor de otras interdisciplinas e indisciplinas en la caja de
herramientas del trabajo social.
Pero primero una breve introducción. En mis derivas, cuando realizaba lecturas sobre la
reconceptualización en la Argentina, una pregunta, saben que trabajo en el campo de la salud
mental, unas voces, una pregunta se me aparecía de forma insistente, era ¿Qué pasaba en los
otros oficios, en las otras profesiones en tiempos de la reconceptualización? Y así,
gradualmente, saliendo de cierto familiarismo profesional nos encontrábamos en el campo de
la psicología con plataforma y documento; en el campo de la medicina con los colectivos de
trabajadores de la Salud pública; los abogados del derecho alternativo; los curas del tercer
mundo; los educadores populares de pedagogía de lo exprimido, pero un lugar menos
transitado fue el campo del arte político. Y en este sentido, para tender puentes comparto con
ustedes esta experiencia de intervención social y política desde el campo del arte, a partir de
cómo la transmite el sociólogo y artista plástico Roberto Yakovi, más conocido por las letras de
Virus.
Escuchemos el relato de la experiencia de Tucumán Arde: hace mucho, mucho tiempo, mucho
más del que me gustaría, en uno de esos años donde el mundo quiso salir de sus goznes, en
mi 1968, en un país muy lejano, en el fin del mundo, un país que para los otros países casi no
existe, un país que los demás países casi preferirían que no existieran, que paguen y se vayan
sería la fórmula deseada, es decir, en la Argentina había un grupo de artistas que amaban
sentirse la vanguardia de todo. Imaginar más allá de lo más imaginable.
Se pusieron a hacer sus obras con palabras de transeúntes, recogidas en las calles o los
loqueros, con noticias inventadas o publicadas en los diarios, con números de teléfono
pegados en los baños públicos, incluso con relatos y proyectos de relatos.
En ese país, gobernaban unos tiranos muy malos, aunque no tan malos como los que vinieron
después, que habían empobrecido a los pobladores. Entonces, esos artistas decidieron que no
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podían seguir haciendo lo mismo, no podían seguir haciendo lo mismo que antes sino que
debían dedicarse a diseñar nuevas formas de vida, por fuera de los museos, por fuera de las
galerías y del mercado.
Un día esos artistas fueron presos por protestar contra la censura de ciertos textos y allí los
socorrió una federación de sindicatos, cuyos abogados los rescataron enseguida, y los artistas
entonces sintieron que había llegado el momento de poner en práctica sus ideas y se pusieron
al servicio, como se decía en ese entonces, de la clase obrera. En esta época había una clase
llamada clase obrera, y no pobres, excluidos, necesitados, indigentes, etcétera, como sucede
ahora.
Así fue como pensaron colaborar con el programa de esa Confederación General del Trabajo,
que en uno de sus puntos se proponía luchar en defensa de una pequeña y dictante provincia
llamada Tucumán, donde se habían cerrado parcialmente los ingenios azucareros, los talleres
ferroviarios, se maltrataba a los maestros y muchos niños padecían hambre.
Así fue como armaron un plan de acción y propaganda destinada a la mayor cantidad de
personas, destinada a que la mayor cantidad de personas se enterara de lo que estaba
sucediendo en Tucumán, y que incluía el propio aprendizaje de los artistas que viajarían allí
para investigar, testimoniar, registrar por medio del cine, la cultura, fotografía, grabaciones,
material con el que luego harían unas grandes exhibiciones en los sindicatos y tratarían de
influir sobre la opinión general.
Sería una acción colectiva, sin autores individuales, que se extendería con el paso del tiempo,
y cuya existencia sería principalmente mediática. Desde pintadas a mano y afiches, hasta las
muestras y noticias de prensa.
En ese momento, incluso para los artistas que participaron, dice Yakovi, semejante mezcla de
investigación salvaje, campaña publicitaria y activismo cultural, era considerada una tarea por
entero extra artística, para muchos era además una locura, o una estupidez. Todo ese proceso
se llamaría “Tucumán Arde” y actualmente es considerada por la crítica y la historia del arte
nacional como una pieza canónica del arte político. Obviamente, dice Yakovi, este micro relato
que hago ahora también pertenece a la mitografía de la arte moderno con sus cenicientas
convertidas en encantadoras princesas a través del mero transcurrir de la historia.
Hipótesis contra fáctica, pensando en Yakovi, sus acciones, sus conceptos, sus escritos.
Si fuera material de los talleres de trabajo social, no lo sacaría tal vez del aburrimiento
políticamente correcto y del sentido común ilustrado.
Segunda intervención Relato Salvaje; trucos del oficio, decía al principio, y en eso hay que
hacer justicia al trabajo social. Frente a la hipótesis sobre el fin del modelo de asistencia y
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promoción, nos permitiríamos el buen uso de las controversias; primero porque participa del
ADN del oficio, distintas fueron y son las fórmulas para salir de la ignorancia especializada, de
la ejecución terminal de las políticas sociales, esa fórmula taylorista del servicio social crítico
brasilero y permitirnos salir de esa ignorancia especializada y permitirnos derivas culturales y
artísticas.
Si bien la más de las veces los proyectos culturales, artísticos y artesanales a las que se
suman las y los trabajadores sociales, son parte del trabajo extra institucional, entre la urgencia
y el proyecto, diríamos, en distintos momentos de la historia de la profesión están presentes los
cruces entre cultura, arte y política. Hagamos un recorrido esquemático y arbitrario. Desde
distintos momentos de la historia del oficio, en distintas geografías. Por ejemplo James
Addams, con Hull House, o las casas del trabajador inmigrante en que nacieron proyectos
sociales, culturales y teatrales, en el que se participó de los debates sobre la inmigración y los
problemas de las condiciones de vida y las condiciones urbanas, y el que se llevó también una
lucha feminista y pacifista.
Más ubicados en el tiempo, y más cerca de aquí, las experiencias entre teatrales y
psicosociológicas del análisis institucional, de la psicología social, de la educación popular,
entre Pichón Riviere y Paulo Freire, en las experiencias de las pedagogías y los teatros de lo
oprimido, en las participaciones en las comunidades eclesiales de base, en las participaciones
menores, pero participaciones en los movimientos de derechos humanos, en los movimientos
de desocupados, en los movimientos sin tierra en Brasil, o también las más recientes, tal vez
menos registradas en la biografía profesional y presentes en numeroso territorios. Bajo las
fórmulas de las radios comunitarias, el arte urbano, las fiestas plebeyas, las misas ricoteras, la
-no se entiende lo que dice – popular. Préstamos cruzados en que retornan los viejos
conceptos y técnicas de la animación sociocultural, y las técnicas participativas de la
participación popular, entre fórmulas más bancarias y fórmulas que sí tienen por objeto la
producción sensible de la comunidad, dar carnadura a la idea de comunidad frente a la
condena de solo ver junto con Berni y otros territorios.
Distintas geografías, decíamos, una de las últimas formas que encontró el colectivo de
trabajadoras sociales españolas para resistir el ajuste fue la Marea Naranja; escuchemos a los
y las colegas españoles.
La Marea Naranja es una campaña de protesta, ética y estética; corporativa y universal, por los
recortes que se están llevando a cabo en las administraciones públicas y en los servicios
sociales en España. Es marea porque cada vez somos más trabajadores quienes denunciamos
que las políticas de recorte son cada vez más amplias; es naranja porque es el color elegido en
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las ropas y las banderas. Naranja, en las banderas de los pueblos originarios expresa la
práctica cultural de la juventud, banderas naranjas, remeras naranjas para participar de las
marchas, las concentraciones, los desahucios, con la consigna de orden, servicio social para
todas y para todos. Recortes no, no te calles. El futuro de Europa es América latina. –Aplausos-
.
Tercera intervención salvaje. Relato Salvaje. Hay plagio, hay plagio (risas) Arte y cultura en la
caja de herramientas de la intervención profesional, en tercer lugar también como recurso para
generar espacios públicos protegidos con el auxilio del arte, del teatro, la pintura, la cultura, las
radios comunitarias para interpelar ciertas prácticas culturales hacia la pobreza y hacia
nuestros colectivos desviantes largamente naturalizadas. ¿En cuántas experiencias en la
cultura de las instituciones de la política social, presenciamos distintas formas de preconceptos,
pequeñas tiranías y discriminación en el acceso y la utilización de los servicios públicos, que
por otro lado, lo sabemos, perpetúan hábitos tradicionales, como decían las compañeras, de
desvalorización de la población más pobre y distintas formas de racismo institucional. Sí,
racismo institucional. En un congreso que hablamos de nuestro compromiso con los derechos
humanos, cuántas veces podríamos confirmar en nuestros lugares de trabajo, la cultura de
contra derechos que está instalada, y a veces no sólo a la retaguardia en donde no pocas
veces los grupos más vulnerables, las mujeres jóvenes, la población negra, los ancianos, el
lumpen proletariado, los desviantes, son víctimas de estigmas y preconceptos. La detención en
las instituciones es, lo sabemos desde hace tiempo, por sobre todo, una relación social, que se
da en una estructura de clase que impone sus efectos. Es la economía, es la política, no, es la
cultura, efectivamente, no caeremos en la trampa de la justicia interruptus que tanto criticó la
socióloga de izquierda norteamericana Nancy Fraser, y en este sentido, cuántas batallas
culturales debemos emprender cotidianamente para que no se instale de forma cíclica, ante
cada nueva política social de redistribución, o mejor dicho, para ser justo con los argumentos
de la compañera, de reparación social, cada nueva política social, la Asignación Universal, el
Progresar, la Moratoria Previsional, que no se instale en los argumentos cotidianos, la
sospecha hacia los pobres, con dosis variadas, y lo digo sin mayores censuras, de sexismo,
moralismo y racismo; o cuánto aparece según los ciclos económicos, representaciones sociales
y no sólo en las clases medias, la tendencia a desconfiar, a no reconocer, a desconfiar, a esa
categoría que se encuentra en la parte baja de la jerarquía social, y en la que se considera que,
según lo escuchamos diariamente, perezosa y aprovechadora, tendencia que puede terminar
en los casos extremos, argumentando a favor, a la manera del pago inductivista, culpando
directamente a los desocupados y a los desafiliados.
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–Aplausos-
En este sentido, combatir estas representaciones sociales y culturales no es un tema menor,
dicho mal y pronto, como el último Castel refiere que decía las cosas mal y pronto “un país
estará menos dispuesto a desarrollar políticas sociales justas si son muchos los habitantes que
consideran la pobreza como un problema que depende de la responsabilidad del individuo, y
por el contrario, un país se verá animado a la hora de destinar medios para luchar contra la
pobreza si sus habitantes ven en ese problema, el efecto de un sistema de injusticia que
condena a los más despojados a un destino común.” Participando de estos últimos
argumentos, reconstruir una vox pública con el auxilio de los movimientos culturales y sociales
no es un tema menor para la profesión, no es trabajo extra-institucional, no es reproducir la
fórmula binaria asistencia o promoción, sino generar una contribución a los sectores con los
que trabajamos, en el sentido de la lucha por una política de inversión del estigma, por el
reconocimiento y la redistribución, por formulas colectivas frente a la persistente
individualización de lo social. Aparecen las voces.
Cuarta intervención. Relato salvaje. ¿Pero de qué círculo virtuoso me estás hablando Alberdi,
entre asistencia y promoción? Allá hay una compañera que reclamaría en algún lugar una
panelista que ayer habló sobre condiciones de trabajo. Sí, es verdad, en mi defensa diría que
este es un aporte más en el sentido de superación del modelo existente de asistencia y
promoción, con fuerza la compañera me reclamaría el retorno de lo reprimido, la otra historia de
la promoción social y cultural del trabajo social, las diversas formas de colonización cultural
presentes en los trabajos de promoción de la salud, comunitaria, juvenil, a lo largo de nuestra
historia, cuánto estuvo presente, y me auxilio en la compañera, en el trabajo sobre los otros,
una idea de sujeto definido de acuerdo a los distintos momentos como atrasado, incompleto, a
desarrollarse, a concientizarse, a capitalizarse. Pero esta idea de sujeto a ser intervenido,
modificado, es la que sustentará la idea de tratamiento diferencial respecto de las categorías
poblacionales, los no pobres. En parte tiene razón la compañera, pero sólo en parte. Vamos a
partir para dos ficciones, un poco de humor, para bajar, en términos más tragicómicos, voy a
contar una historia mínima, es una ficción pero hay piso de realidad, es verosímil, hay una
grabación, dicen que unas trabajadoras sociales en el momento de la asignación universal, le
propusieron a Cristina, no a Alicia, recuerden que Alicia estaba en otra cosa, en tiempos de la
asignación universal, que estaban viendo las condicionalidades, y este grupo de trabajadoras
sociales planteó que las condicionalidades que debería cumplir la población para acceder al
beneficio, no era ir a la escuela, no era ir al centro de salud; ciudadanía era que deberían hacer
un taller. Esa era la proposición. Estoy de acuerdo compañera. Ciertas promociones, entre
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comillas pueden constituirse en una trampa, hasta políticamente correcta, propuesta para los
jóvenes en Rosario, que consideran que con un poco de serigrafía, un poco de economía
solidaria y arte urbano, los jóvenes van a salir de la pobreza, o por lo menos de narcotráfico.
Esta es la parte de humor negro. O también, la política de espectáculo, la asistencia de
espectáculo, de la nueva filantropía de un cheto para mi país no, un techo para mi país. Y sus
carnavales de viviendas berretas para los sectores populares.
Quinta intervención. Penúltimo relato salvaje. Como últimamente mis colegas y mi familia, me
pidieron que me corriera un poco del oficio, en parte para cuidar la salud mental de todos y
todas, como saben por el primer relato, estoy siguiendo el tema del arte y la política en las
vanguardias artísticas, y en ese sentido, como mi fuerte no es el arte, siempre
lamentablemente para las compañeras, vuelvo al oficio. Quiero proponer una intervención, una
performance en el sentido fuerte de la palabra, con una de las herramientas más tradicionales
del colectivo profesional, el informe social. Pido que nuestro experto en la materia,.. Walter
Ciruela, si está aquí, lo tenga en cuenta para la próxima publicación. ¿Cuál es mi propuesta?
Es la siguiente, así con consignas, en dados territorios, en dadas comunidades, los y las
trabajadores de salud, vivienda, educación, programas sociales, etcétera. Asesorados por
artistas si son de vanguardia mejor, y abogados porque siempre es bueno consultar abogados
para non terminar… los abogados del colegio son... Sí, sí, asistencia jurídica. En vez de sólo
repetir informes sociales individuales y/o familiares, encerrados en los contextos y mandatos
institucionales, cada cierto tiempo a definir por ese colectivo de profesionales, trabajadores,
etcétera, harán un informe social colectivo, con matrículas incluidas de todos y todas, usarán
las técnicas que contemporáneamente utilizaría hoy el colectivo de artistas del Tucumán Arde,
para informar, denunciar y generar propuestas, para la mejora de las condiciones de vida del
barrio, del colectivo, de usuarios y usuarias con las que trabajamos. Probablemente para parte
de nuestros contemporáneos sería una locura, una estupidez, un delirio pequeño burgués, pero
también nos permitiría poner en análisis institucional el sentido de nuestras prácticas y tal vez,
sumara para que los territorios en los que trabajamos tengan derecho a la ciudad, derecho a
dar visibilidad al conflicto por los derechos como diría Ranciere, a la exigencia de los
incontables, por ser contados en la distribución, tanto de los bienes materiales como los
simbólicos.
Sexta intervención, último relato salvaje. Parte de mis tareas, soy muy mal crítico de cine pero
voy a hacer mi recomendación, casi obvia, vean Relatos Salvajes, y para finalizar todos y todas
estamos con Cicerón, más si la mesa la coordina Mirtha Legrand. Que no es el caso por suerte
de esta mesa, carajo.
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ANDREA OLIVA: Hola. Gracias por la presentación, y me parece que faltó una publicación que
quizás es como la más significativa que se llama “Trabajo Social y Lucha de Clases”.
Los felicito a todos por estar acá, y nos felicitamos a nosotros mismos de haber llegado ya
hacia el final de este encuentro y que se haya mantenido tanta gente, ¿no? Siendo ya una y
veinte de la tarde. Tratando de resumir, que no es fácil para un trabajo en 15, 20 minutos, he
pensado algunos puntos sobre todo para que cuando ustedes lleguen a sus lugares de trabajo
les cuenten al resto qué escucharon en un congreso, las distintas ponencias, todo lo que uno
se lleva, se lleven también interrogantes y cuestiones para pensar y compartir con los otros
equipos de trabajo, con las agrupaciones estudiantiles, en ese sentido pensé en hablar de tres
componentes teórico políticos, para analizar los procesos de intervención. Primero, hacía
tiempo venimos planteando de hablar de procesos de intervención y no de intervención a
secas, esta lógica de pensar la intervención justamente lleva mucho tiempo de producción
teórica y varias décadas ya desde la reconceptualización, que se viene tratando de pensar de
otra manera la intervención profesional, se trata de pensar que hay distintos actores, que esos
actores, si uno piensa en los planteos que hacía el CELA, allá en la década de los ochenta, que
empieza a plantear esta cuestión de usuario, institución, trabajador social, donde quizás hay
muchas cosas que se pasaron de largo, de ese texto y no se retoman. Es muy interesante
porque una de las cuestiones que salen a la luz cuando se habla de las condiciones de trabajo,
de cuáles son las actividades cotidianas, tiene que ver con toda la gestión que se hace hacia la
misma institución que es el lugar de trabajo, todo el tiempo que lleva justamente esa otra
intervención, entre comillas, profesional, esta cuestión de estar involucrándonos en el problema
objeto de intervención se decía en aquella época, en los años ochenta. Es decir, pensar el
trabajador social como un equipo, no como un individuo, no tanto pensar en la profesión liberal,
porque de hecho, si uno ve las cifras y ve toda la trayectoria histórica del trabajo social, somos
una profesión eminentemente asalariada. El espacio de la profesión liberal es muy reducido,
aunque sí tenemos esta tensión permanente entre una profesión con capacidad del ejercicio
liberal pero como bien se explicó ayer, varias profesiones son las que cumplen cada vez más el
trabajo asalariado. El trabajo social, históricamente, fue principalmente asalariado. En ese
proceso de intervención entonces en el que decimos, no estamos solos con el usuario, y traía a
colación esto de que ya hace casi cuatro décadas que se viene planteando esto, sin embargo,
con qué teorías se va a sustentando este pensar la intervención y los procesos de intervención.
Indudablemente hemos avanzado muchísimo en los últimos años producto de los distintos
estudios sistemáticos, de maestrías, de doctorados, de distintos posgrados porque realmente
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requiere un trabajo sistemático, entender la intervención. La tenemos en la práctica cotidiana,
pero eso es una forma de entenderla, se requiere entenderla estudiándola, poniéndola como
objeto, y ahí vemos una cuestión problemática que les pido que lleven a los lugares de trabajo,
y que tiene que ver con la técnica, con cómo se plantea y se sigue planteando esta cuestión de
que hay técnicas, que hay cajas de herramientas. Entonces, ¿por qué no tratamos de pensar
de alguna manera, qué es lo que subyace en realidad? ¿Qué lógica, qué forma de pensar
subyace si estoy creyendo que existe algo que puedo aplicar, que puedo sacar de una caja de
herramientas para ser usado? Una herramienta es algo que no se modifica, y ahí la cuestión
es a qué se le llama herramientas o técnicas, porque no es que no usamos herramientas, las
usamos, el problema es a qué se le llama herramientas, y ahí se dice indistintamente, técnicas
o instrumentos o herramientas es la entrevista, el informe, entonces lo que trato de pensar es
cómo hago eso.
Otra cuestión es cómo se empieza a hablar de dimensiones, entonces hay una dimensión que
tiene que ver con la técnica, inclusive la dimensión técnico operativa y la dimensión política que
está en otro lado.
Creo que tales dimensiones en realidad ocultan ciertas cuestiones que tienen que ver con el
funcionamiento de la sociedad.
Entonces, si pienso que hay algo que se aplica, estoy prácticamente pensando en que hay
técnicas, que hay cuestiones que niegan las finalidades, y puede haber algo que yo hago y que
aplico sin considerar las finalidades, y ahí es donde hay negación a la cuestión política que
está inmersa en los procesos de intervención, y que no puede ser separada la finalidad de lo
que hace un trabajador social. Piensen en lo que se hace en una entrevista, en una visita
domiciliaria, nunca puede estar separada esa actividad, esa acción, de la finalidad con la que
se está haciendo.
Solo puede ser separada de esa finalidad en la medida en que se piensa que esa micro
intervención está separada de las cuestiones estructurales; la cuestión estructural es una, pero
nosotros intervenimos en lo micro, como si eso no tuviera nada que ver con la cuestión
estructural.
Y acá vienen entonces distintos posicionamientos políticos, hoy el trabajo social crítico parte de
otro piso. Estamos en un congreso de la Federación, donde no creo que nadie considere que
no está acuerdo con que el trabajo es un trabajo social crítico, si uno pregunta, eso no ocurría
hace dos décadas atrás, cuando se trataba el contrario de plantear que había que tener un
trabajo social crítico.
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Acá vienen las diferencias, estamos saliendo de un piso diferente, porque la dinámica de la
sociedad es diferente, porque las luchas son las que van haciendo esta dinámica de la
sociedad. Y entonces hoy estamos con un acuerdo, con un consenso de que la palabra crítica
no está mal, pero en ese piso diferente vamos a tener diferencias políticas tanto para entender
la intervención como para entender la sociedad. Podemos disentir en esto y es sano, creo que
sea la sociedad que sea siempre va haber diferencias políticas, porque eso es lo que le da
dinámica. Y cuando digo diferencias políticas, estoy hablando de cuando hablamos de la
política de las convicciones, no cuando hablamos de la política del interés individual o del
acomodo, o de los políticos como una profesión. De la política en términos de la convicción, de
lo que nos mueve por cambiar esta sociedad, si es que estamos pensando todos en que el
trabajo social crítico es la base, bueno, estamos pensando de alguna manera en cambiar la
sociedad.
Ahí vamos a disentir y el problema va a estar dado en, en una cuestión de base que tiene que
ver en dónde nos posicionamos dentro de esa disputa de la sociedad si estamos pensando que
en esta sociedad es posible una articulación entre las clases sociales, o si vamos a estar
pensando que esa articulación de clases sociales es lo que va a estar generando que este
sistema se reproduzca tal cual está, y que siga generando las injusticias que tenemos.
Ese tema da para largo pero, bueno, ahí sacaron algunas banderas, ya quedó la roja nomás,
sacaron las otras.
Otro problema es con qué nos identificamos como trabajo social, como trabajadores sociales,
ayer veíamos que en alguna de las ponencias se hablaba del deber ser, como si fuese posible
retirar toda esta discusión política, no hay un solo deber ser, porque va a tener que ver con
esos posicionamientos. Y eso enriquece, eso da la dinámica, creo que la profesión está muy
viva en este sentido, está muy dinámica.
Y en esa identidad, tiene que ver también con cómo entendemos el proceso histórico del
trabajo social, por eso también hay una disputa ideológica actual en la reconstrucción de la
historia del trabajo social, y en cuáles son los puntos de partida que tomamos, qué buscamos
en la historia, que es lo que buscamos en la historia.
En lo que a mí respecta he llegado a la historia yendo desde el presente, yendo desde, cómo
se interviene, dónde se interviene hoy, cuáles son los espacios laborales, cómo se trabaja,
cuáles son las prestaciones. Para ir hacia atrás en la historia; no ha sido un interés desde un
primer momento recuperar la historia, pero cuando uno trata de entender el presente
indudablemente recuperar la historia es fundamental para esto.
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Y ahí entonces encontramos distintos posicionamientos en esa búsqueda. En esa
reconstrucción había llegado de alguna manera a encontrar los elementos que en Argentina
hicieron la construcción de un espacio socio ocupacional que está cumpliendo noventa años,
de la década de 1920, porque la formación empieza en la década de 1920 en Argentina.
Cuando uno ve por qué aparece la profesión, por qué empieza ese espacio ocupacional, lo que
encuentra como respuestas si uno mira la dinámica de la sociedad, las luchas que se fueron
dando, cómo se trató de resolver las necesidades sociales va encontrando entonces que
nuestro espacio ocupacional son respuestas que se fueron dando a esas luchas.
Se menciona mucho la cuestión social, pero quisiera darle un sentido porque cuestión social
tiene que ver con las luchas sociales, tiene que ver con cómo la clase trabajadora se organizó,
empezó a reclamar y pone sobre la sociedad justamente la responsabilidad de lo que es la
cobertura de las necesidades, por eso es cuestión social y no individual.
En ese sentido me parece importantísimo recuperar esta cuestión de las demandas colectivas
que generan que el Estado tenga que dar una respuesta para frenarlas. Y ahí aparece cómo
esas respuestas son fragmentadas, cómo en realidad la clase trabajadora cuando se empieza
a constituir como clase y que sigue existiendo por cierto, y que seguimos siempre con nuevas
organizaciones y con nuevas formas de enfrentar para mejorar las condiciones de vida.
Esas demanda colectiva pasa a ser las prestaciones de las instituciones como financiamiento
público, las cuales son el principal motivo que a través de todo este tiempo uno sigue viendo
que tiene una permanencia, tiene una permanencia esta tensión, entre las demandas
colectivas y lo que es la fragmentación que se produce en las instituciones para dar respuestas
siempre individualizadas, lo más Individualizadas posible, y ahí se presenta una tensión para el
trabajo social, en la intervención, todo ese esfuerzo que hacen todos los profesionales todos
los días por articular los recursos, por articular entre servicios, por ver cómo se puede articular
entre programas, esta articulación, no siempre tan trabajosa que se hace, que lleva tanto
tiempo, tiene que ver con esta cuestión estructural de cómo de base aparecen estas
prestaciones. Y yo hablo de prestaciones y no estoy diciendo política social porque política
social, que entre paréntesis es política económica, la política social incluye todo, la política
social tiene que ver con nuestras condiciones de trabajo también; tiene que ver con las
condiciones de trabajo de los otros profesionales; tiene que ver con todo lo que está
disponible para la atención de la salud, de la educación, en fin, de la vivienda.
Nos encontramos con estas prestaciones fragmentadas, esto no lo ha cambiado ningún
Gobierno, por eso es un problema estructural, porque es la forma de respuesta que tiene el
Estado en sus distintos modos y regímenes políticos, sigue manteniendo esta lógica de la
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fragmentación de las prestaciones. Y eso sí genera indudablemente una tensión que les pediría
que traten de identificar todo el tiempo que les lleva ese trabajo, ese enfrentamiento a esta
cuestión.
La otra cuestión que tiene que ver directamente con ésta, es cuál es el horizonte de nuestra
intervención.
Si decimos la vida cotidiana sobre la que el trabajo social, originariamente y en toda su
trayectoria interviene sobre los problemas de la vida cotidiana, si decimos ese horizonte de
intervención es una vida cotidiana que la tenemos que ubicar en una sociedad determinada.
Cómo entendemos la vida cotidiana, cómo entendemos nuestra vida cotidiana, cómo
entendemos la vida cotidiana de los sujetos con los cuales trabajamos, sean nuestros
compañeros de trabajo, sean los usuarios de las instituciones.
(¿a nadie le pasaron papelito, no?, gracias. Yo me estoy midiendo el tiempo, ¿estoy tardando
mucho?)
La vida cotidiana, con todo el elemento heterogéneo que tiene y cada uno de nosotros sabe en
su propia historia, en el compartir en el día a día, sea en la reproducción en su propia casa, o
en el compartir en el lugar de trabajo. Cómo hay distintas formas de pensar cada cosa de lo
que hacemos, desde cómo nos vestimos, lo que comemos, todo, todo nos lleva a esta cuestión
de gran diversidad que es la humanidad, y que es lo que nos hace sujetos dentro de esta
sociedad, aunque todos nos vestimos con la ropa que compramos, que produce la sociedad y
cada uno va buscando dentro de esa heterogeneidad su forma de comer, de vestirse, de lo que
sea.
Fíjense cómo está atravesada la cuestión de clases social sobre la vida cotidiana, porque
mientras las prestaciones de las instituciones se piensan en una forma bien homogénea, o
sea, cuanto más se encuadra, ya sea la cuestión de la alimentación hasta la vivienda, lo que
quieran, todo tiende a ser predefinido, la política tiende a predefinir, acá se tiene que encuadrar
tal rango de edades para otorgar tales cuestiones.
En el otro extremo de las clases sociales, de las más altas, qué es lo que se ofrece para la vida
cotidiana, la exclusividad, todos los modelos exclusivos, las joyerías exclusivas, ahí nombraron
a Mirta Legrand que siempre pone el acento en la exclusividad, de de las propagandas que
hace, diseños exclusivos, y esa exclusividad justamente es la que nos marca la necesidad de
los seres humanos de tener ciertas cuestiones que sea exclusivas.
Fíjense la tensión que hay en eso, en la intervención profesional, porque el ser humano quiere
esa exclusividad, ahora, en esta sociedad dividida en clases, esa exclusividad está solo para
una pequeña elite, no es que se niega a la exclusividad, la exclusividad está negada para el
XXVII Congreso Nacional de Trabajo Social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014
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pobre. Y en esa tensión es donde se presenta, ayer hablaban de estos problemas de salud
mental, cómo no va haber problemas de salud mental en ese trabajo cotidiano, por supuesto
que sí, porque nos estamos enfrentando todos los días a los problemas estructurales, entonces
cuando uno plantea intervenimos en lo micro, ese intervenir en lo micro tiene que ver con cómo
está esta sociedad organizada, no está separada lo micro de lo macro.
La otra cuestión del horizonte que nos plantea distintos posicionamientos políticos, en todos
los sectores y en todas las agrupaciones si quieren, vamos a tener diferencias en esta cuestión
de cómo planteamos el horizonte.
Y quiero plantear una preocupación de algo que vengo escuchando y que se plantea, bueno, el
trabajo social crítico, todos somos trabajo social crítico, pero algún día va a llegar ese cambio,
mientras tanto nosotros tenemos que trabajar en lo que tenemos. Entonces, reformulémosnos
también qué es ser hoy conservador; cuál es el conservadurismo en la actualidad.
Esto nos diferencia en este sentido, y que es para lo que pensamos que el horizonte no viene
hacia nosotros, nosotros tenemos que caminar hacia el horizonte porque si no, no va a llegar
nunca.
Si creemos que ese horizonte no va a venir hacia nosotros, sino nosotros tenemos que
buscarlo, hay distintas formas en esa búsqueda, en ese caminar y esto tiene que ver con las
diferencias políticas de las que hablábamos al principio, y diferencias teórico – políticas, por
eso estoy planteando los componentes teórico-políticos, y no dimensiones separadas entre lo
técnico, lo político, lo teórico, todo como cuestiones separadas. Me parece que es cuestión a
guardar y a pensar.
Dentro de la sociedad capitalista, y cuando se dice capitalista a alguna gente le pesa, pero por
qué otra vez hablan del capitalismo, porque el capitalismo es lo que tenemos todos los días,
entonces acá me parece importante pensar en que hay quienes estamos pensando que hay
que superar esta sociedad capitalista.
Solo los cambios reales en la vida cotidiana van a poder realizarse en la medida en que
nosotros caminemos hacia un horizonte, que es la emancipación humana.
Gracias.
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