“PAUTAS Y RECOMENDACIONES PARA ABORDAR EL EXAMEN PRE
QUIRÚRGICO CARDIOVASCULAR”
Graziano, A.
1,3; Tarragona, L.
1,2,3,4; Almagro, V.
1,3; Casalonga, O.
1,3; Sarrailh, M.
1,3; Zaccagnini, A.
2,4;
Zayas, M.1,3
; Barrios, J.1,3
1Servicio de Cardiología, Hospital Escuela, Facultad de Ciencias Veterinarias, UBA. 2Servicio de Anestesiología, Hospital Escuela, Facultad de Ciencias Veterinarias, UBA. 3Miembro Sociedad Argentina de Cardiología Veterinaria (SACVe) 4Miembro Asociación Argentina de Anestesia y Analgesia Veterinaria de la República Argentina (AAAVRA)
El siguiente documento es el resultado de un extenso trabajo de recopilación y análisis de
información publicada, que luego fue discutida y debatida con la finalidad de generar conciencia y
recomendaciones unificadas acerca del estudio pre quirúrgico cardiovascular en las pequeñas
especies.
Este proyecto fue logrado por la participación conjunta de miembros de las Unidades de
Cardiología y Anestesiología del Hospital Escuela de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la
Universidad de Buenos Aires y de la Sociedad Argentina de Cardiología Veterinaria (SACVe), asi
como por el aporte de miembros de la Asociación Argentina de Anestesia y Analgesia Veterinaria
de la República Argentina (AAAVRA).
Esperamos con este documento generar la reconsideración y revisión del tema entre los veterinarios
que están involucrados en la toma de decisiones, y aportar a la comunidad recomendaciones
fuertemente sustentadas.
Introducción:
En los últimos años la mortalidad de los pequeños animales relacionada a procedimientos
anestésico-quirúrgicos ha disminuido significativamente en el ámbito veterinario (Brodbelt y col.,
2008a; Gil y Redondo, 2013; Matthews y col., 2017). Sin embargo, a pesar del progreso logrado, el
riesgo de complicaciones graves y muerte no se ha podido evitar completamente.
Al comparar la tasa de mortalidad perioperatoria de los animales en relación con la de los seres
humanos, se observa una menor incidencia de mortalidad en medicina humana (Kawashima y col.,
1999; Lienhart y col., 2006). Ciertos autores señalaron a las diferencias de equipamiento y
monitorización como algunos de los factores que justifican esa discrepancia. Ciertos estudios en
medicina veterinaria, asociaron una menor mortalidad anestésica con el empleo de una
monitorización adecuada, relacionando a esta última con una mayor tasa de éxito (Jones, 2009;
Matthews y col., 2017).
Es interesante mencionar que Matthews y col. (2017) reportaron una mayor probabilidad de
mortalidad perioperatoria en pequeños animales cuando los pacientes carecieron de estudios y
exámenes físicos prequirúrgicos.
No todas las especies presentan el mismo riesgo ante un procedimiento anestésico. Ciertas
publicaciones reportaron la mayor probabilidad que sufren los felinos en comparación con los
caninos de padecer muerte peri anestésica (Brodbelt y col., 2007; Matthews y col., 2017).
Asimismo, la obesidad en felinos se asoció a un mayor riesgo anestésico (Brodbelt y col. 2007). Por
otro lado, se demostró que la edad es un factor que puede aumentar el riesgo de morbi-mortalidad
para las pequeñas especies (Hosgood y Scholl, 2002).
Dentro de las causas de muerte perioperatoria que se mencionan en la bibliografía destacan las
cardiovasculares y respiratorias. Al analizar las complicaciones anestésicas relacionadas con el
sistema cardiovascular en pequeños animales, los reportes incluyeron el desarrollo de arritmias
cardíacas, especialmente bradicardia en el 62 y 14% de perros y gatos respectivamente (Dyson y
col., 1998). En contraste, otros autores expusieron como complicaciones cardiovasculares más
frecuentemente la hipotensión (observada en el 7 y 8,5% de perros y gatos, respectivamente) y
arritmias cardíacas (2,5 y 1,8% en perros y gatos, respectivamente), (Gaynor y col., 1999). Hosgood
y Scholl (2002) informaron la ocurrencia de arritmias cardíacas en el 4 y 3,6% de caninos y felinos
respectivamente de un hospital veterinario, donde las arritmias registradas incluyeron complejos
ventriculares prematuros, síndrome del seno enfermo, bloqueo A-V de segundo grado y taquicardia
ventricular. Por otra parte, se reportó bradicardia en aproximadamente el 36% e hipotensión en casi
el 38% de los perros anestesiados en un hospital veterinario en Valencia, España (Redondo y col.,
2007).
Según lo expuesto por Brodbelt y col. (2008b) un aspecto importante del riesgo asociado con la raza
podría estar relacionado con el tamaño del animal. No obstante, otros trabajos han reportado un
aumento de las complicaciones en braquicefálicos y razas terrier (Clarke y Hall, 1990; Dyson y col.,
1998; Downing y Gibson, 2018).
Es de destacar lo recomendado por Warne y col. (2018), quienes sostienen que toda evidencia o
sospecha de enfermedad cardíaca o respiratoria debe ser investigada previo a un procedimiento
anestésico/quirúrgico por medio de radiografías, electrocardiograma y ecocardiograma. De esta
manera se garantiza el conocimiento del diagnóstico de los pacientes permitiendo tomar las medidas
necesarias para disminuir el riesgo del procedimiento.
Por otra parte, estudios dirigidos por Brodbelt (2006, 2007, 2008a, 2008b) y Gil y Redondo (2013),
mostraron un mayor riesgo de complicaciones y mortalidad para los pacientes de ASA avanzada
(ASA III en adelante) o procedimientos quirúrgicos más complejos.
El ASA (American Society of Anesthesiologists), representa una escala o grado de severidad del
estado físico o de salud de un paciente (Tabla 1). La clasificación original fue creada para pacientes
humanos, sin embargo, desde hace muchos años se implementa en pacientes veterinarios. Esta
clasificación presenta algunas dificultades en medicina veterinaria debido a la subjetividad de
algunos de los criterios. En este orden, McMillan y Brearley (2013) demostraron la inconsistencia
en la adjudicación del ASA en pequeños animales realizada por diferentes anestesiólogos. Sin
embargo, esta manera de clasificar a los pacientes es la empleada en la mayoría de los ámbitos
quirúrgicos veterinarios.
Es importante dejar en claro que el riesgo y el ASA no son sinónimos, pero que el incremento del
ASA de un paciente puede aumentar el riesgo del mismo para un procedimiento anestésico-
quirúrgico determinado. Existe una fuerte evidencia que destaca que los pacientes más enfermos
tienen mayor probabilidad de morir de manera perioperatoria. Por lo tanto, sería aconsejable
realizar una completa evaluación pre quirúrgica, a fin de categorizar (adjudicar un ASA) de manera
precisa a cada paciente, para identificar factores de riesgo modificables y disminuir de esta manera
la morbimortalidad perioperatoria (Brodbelt y col., 2015).
Tabla 1. Escala empleada por la Sociedad Americana de Anestesiólogos sobre el estado físico o de
salud del paciente
Paciente ASA I Paciente sano. Anestesia programada.
Paciente ASA II Paciente con enfermedad sistémica de leve a
moderada. Con procesos patológicos
compensados o sin signos clínicos.
Paciente ASA III Pacientes con alteraciones sistémicas graves o
procesos patológicos no compensados
Paciente ASA IV Pacientes con alteraciones sistémicas que ponen
en peligro su vida.
Paciente ASA V Paciente muy grave del que no se espera que
sobreviva más de 24 horas.
Paciente ASA E Paciente que requiere una intervención de
urgencia, independientemente del grado de
ASA (ASA I-E, ASA II-E), etc.
Por otra parte, es necesario definir el concepto de RIESGO quirúrgico-anestésico, el cual reúne un
conjunto de condiciones que se asocian a:
-Estado de salud del paciente (ASA), a partir de lineamientos de la Sociedad Americana de
Anestesiología (ver Tabla 1) se incluyen, entre los diversos factores que definen el ASA, el estado
cardiovascular del paciente. Otras variables que determinan el ASA son, por ejemplo: enfermedades
preexistentes (oncológicas, respiratorias, renales, hepáticas, endócrinas), estado fisiológico
(obesidad, caquexia, edad, preñez), etc.
-Condiciones edilicias, equipamiento, nivel de monitoreo.
-Factor humano (cirujano/anestesiólogo).
-La cirugía propiamente dicha (los riesgos de la misma, tiempo anestésico-quirúrgico, etc.).
A partir de lo anterior, es esencial dejar en claro que el estado cardiovascular del paciente, que
surge de la evaluación pre quirúrgica cardiológica, es parte del ASA y, por lo tanto, es solo un
segmento pequeño de la totalidad que conforma el RIESGO que implica el procedimiento.
La valoración preanestésica es un factor fundamental del éxito del procedimiento anestésico-
quirúrgico, porque aporta la posibilidad de evaluar todos los aspectos críticos posibles y prever las
medidas necesarias que se pueden tomar desde el primer momento, a fin de garantizar el bienestar
de nuestros pacientes.
¿Cómo informa el cardiólogo comúnmente el estado cardiovascular del paciente?
En general, los informes cardiovasculares tienen distintos apartados que describen por un lado el
examen clínico con especial interés en el aparato cardiovascular, otro para el electrocardiograma,
otro para la ecocardiografía y para la evaluación de la presión arterial sistémica. Finalmente figura
un recuadro donde se describe el diagnóstico clínico y el estado cardiovascular del paciente.
A partir de un consenso en el cual participaron más de 25 especialistas de la disciplina, se llegó a
los siguientes resultados con respecto a cómo informar el pre quirúrgico cardiovascular.
Cómo se recomienda informar el diagnóstico y el estado cardiovascular:
Paciente sano:
Estado cardiovascular actualmente conservado: sin evidencia de patología cardiovascular.
Paciente cardiópata: nombrar la patología y clasificarla.
Aquí podemos estar frente a dos tipos de pacientes: COMPENSADO O DESCOMPENSADO.
● COMPENSADO: se refiere a compensado al momento de realizarse el estudio. Aquí debe
consignarse el nombre de la patología, estadío de la enfermedad y estado cardiovascular
compensado.
● DESCOMPENSADO: se sugiere la postergación de la cirugía si no es una urgencia.
A modo de recomendación, los autores consideran adecuado remarcar en el informe que el paciente
se encuentra compensado a expensas del tratamiento que recibe.
Asimismo, se sugiere implementar un espacio de observaciones o comentarios donde pudieran
señalarse algunos aspectos a modo de recomendaciones que pudieran mejorar las condiciones del
paciente previo al procedimiento. Por ejemplo, recomendaciones de suspensión o no de drogas el
día del procedimiento, sugerir el control de la tasa de administración de fluidos en caso de ser
necesario, evaluación de la necesidad de sostén inotrópico o de otro tipo de terapia durante el
perioperatorio. Es decir, emplear un apartado para prevenir o sugerir el manejo terapéutico
cardiovascular que garantice el bienestar del paciente cardiópata durante el perioperatorio.
Otro factor que se discutió en la reunión de especialistas fue si correspondía o no que el cardiólogo
informara el RIESGO anestésico-quirúrgico. Sobre este tema, el consenso fue que el cardiólogo
no debe informar el riesgo, ya que como se describió en este documento el riesgo no solo es
afectado por el estado cardiovascular de un paciente. Por lo tanto, se consensuó que en el informe
del cardiólogo solo quede implícita la descripción del estado cardiovascular, sin aclarar ningún tipo
de riesgo.
Estudio cardiológico pre quirúrgico recomendado:
Desde el punto de vista médico es indispensable contar con un examen clínico exhaustivo del
aparato cardiocirculatorio. Asimismo, éste debería acompañarse de un electrocardiograma, una
ecocardiografía bidimensional y la medición de la presión arterial con el fin de diagnosticar la
existencia de cardiopatías y de definir el estado hemodinámico del paciente a intervenir.
Son múltiples los estudios que evidencian las complicaciones peri operatorias y el riesgo de
morbimortalidad en veterinaria (Brodbelt y col., 2008a y 2008b; Bille y col., 2012; Gil y Redondo,
2013). De la misma manera, diferentes autores reportaron la importancia del empleo de estos
métodos complementarios sugeridos anteriormente y por ende fundamentan por qué permiten
definir con certeza el estado cardiovascular o hemodinámico del paciente.
Prescindir de alguno de ellos implica por un lado aumentar la posibilidad de pasar por alto la
presencia de una cardiopatía y por otro no detectar posibles situaciones que pueden complicar el
acto anestésico-quirúrgico.
Si bien, de lo enunciado se deduce que es claro el motivo por el que se necesita contar con estos
estudios previo a una cirugía, existen situaciones donde la probabilidad de cometer errores en caso
de prescindir de uno de ellos es aún mayor. Son ejemplos de ello las siguientes situaciones:
● Razas braquicefálicas
Las razas braquicefálicas como las que se mencionan a continuación: Boston terrier, Bulldog inglés
y francés, Pug, Pekinés, Shitzu, Boxer, Cane Corso, Mastín Napolitano, Cavallier King Charles
Spaniel, Chihuahua, Dogo de Burdeos y otras tantas, están predispuestas a varias afecciones
pudiendo llevar a complicaciones durante la anestesia. Es importante poder identificar dichas
afecciones para encarar una estrategia adecuada que permita reducir el riesgo y mejorar el manejo
perioperatorio.
Es frecuente observar arritmias asociadas al elevado tono parasimpático como la arritmia sinusal,
bloqueos sinusales y bloqueos atrioventriculares de 1°, en su mayoría con respuesta positiva a la
atropina, como así también encontrar ondas T altas debidas a la hipoxia. En algunos casos es
posible la aparición de extrasístoles que deben ser monitoreadas (Risco López, 2015).
Los braquicéfalos tienen menor concentración de oxígeno y alta concentración arterial de dióxido
de carbono, y son hipertensos comparados con los meso y dolicocefálicos (Hoareau y col., 2012;
Downing y Gibson, 2018).
Existe alta incidencia de hipertensión en personas que sufren apnea del sueño, por lo cual el
síndrome de hipopnea es un factor de riesgo para el desarrollo de hipertensión. Los perros Bulldog
tienen predisposición a padecer del síndrome de apnea similar al de humanos. Por lo tanto, es
razonable inferir que los animales braquicefálicos pueden tener un riesgo similar. La hipoxemia e
hipercapnia actuarían como estímulo para la activación de quimiorreceptores ubicados en el cuerpo
carotideo y aórtico, elevando la frecuencia de ventilación (taquipnea), estimulación simpática del
tono vascular, aumento del tono vagal cardíaco con bradicardia y aumento de la presión arterial. La
estimulación del sistema renina angiotensina aldosterona (SRAA), la rigidez de la pared arterial, el
daño oxidativo, la disfunción endotelial contribuyen al aumento de la presión en los pacientes con
síndrome de hipopnea (Hoareau y col., 2012).
En otro orden, la asociación de caninos de raza Boxer a patologías de carácter genético hereditario
como la Cardiomiopatía dilatada (Dukes-McEwan y col., 2003), Cardiomiopatía arritmogénica del
ventrículo derecho (CADV) (Meurs, 2004; Meurs y col., 2014), y Estenosis Subaórtica (Fernandez
del Palacio y col., 1996; Bussadori y col., 2001), justifican la necesidad de realizar estudios
complementarios (Electrocardiografía y Ecocardiografía) en los exámenes pre quirúrgicos (Linde y
Koch, 2006).
La CAVD, en el Boxer, es más comúnmente diagnosticada entre los 5 y 7 años de edad, aunque
algunos animales pueden ser afectados precozmente, entre 1 a 3 años (Meurs, 2004; Meurs y col.,
2014). Muchos caninos afectados por la CAVD no poseen anormalidades cardiovasculares
detectables al examen físico, por lo cual sería ideal realizar un examen cardiológico en estos
pacientes como parte del screening pre quirúrgico.
En relación a la Estenosis Subaórtica, el Boxer forma parte junto con el Rottwailer, Golden
Retriever y Pastor Alemán del conjunto de razas con más riesgo de sufrir esta enfermedad
(Bussadori y col., 2000).
La raza Boxer forma parte de las razas que presentan el Síndrome Braquicefálico. En estos
pacientes es frecuente encontrar arritmias asociadas al elevado tono parasimpático como las
arritmias sinusales, bloqueos sinusales o bloqueos A-V de primer grado (Risco López, 2015). Otra
consecuencia de este síndrome está dada por la mala ventilación pulmonar, la que provoca una
hipoxemia crónica. Esto conlleva a la producción de una vasoconstricción pulmonar hipóxica e
hipertensión pulmonar provocando cor pulmonale y edema de pulmón.
Por último, en relación a las razas, cabe destacar tener en cuenta los trabajos que han reportado un
aumento de las complicaciones peri operatorias en braquicefálicos y razas terrier (Clarke y Hall,
1990; Dyson y col., 1998; Downing y Gibson 2018).
● Pacientes con sobrepeso
La obesidad es la enfermedad nutricional más frecuente en animales domésticos con efectos
deletéreos sobre el mismo. Es fundamental poder determinar los trastornos de la obesidad sobre la
función cardiovascular, o si la misma pudiera tener un efecto aditivo para el desarrollo de
enfermedad cardíaca (Tropf y col., 2017).
La obesidad puede tener efectos adversos sobre el gasto cardíaco, la función pulmonar, la presión
arterial y la frecuencia cardíaca (Slupe y col., 2008). Está demostrado que los pacientes con
sobrepeso, ya sean caninos o felinos, tienen mayor riesgo a padecer complicaciones peri operatorias
(Brodbelt y col., 2007 y Brodbelt y col., 2008b).
En humanos la obesidad (sin evidencia de hipertensión, enfermedad cardíaca isquémica o
resistencia a la insulina), se encuentra asociada a alteraciones en la función y morfología
miocárdica. Estudios preliminares sugieren que los animales con sobrepeso poseen disfunción
sistólica y diastólica (Mehlman y col., 2013). Se estudiaron variables ecocardiográficas y de presión
arterial en animales obesos sin historial de enfermedad cardíaca previa. Los hallazgos evidenciaron:
un incremento de la presión sistólica en relación a pacientes magros, engrosamiento de la pared
libre del ventrículo izquierdo en diástole y sístole sin modificación de los diámetros, incremento del
IVRT y de la relación E/IVRT, este último como indicador de aumento de la presión de llenado
(Mehlman y col., 2013). Así como en el humano, la hipertrofia cardíaca y la disfunción diastólica
pueden mostrar cambios tempranos de enfermedad miocárdica.
En un artículo de revisión acerca del manejo anestésico del paciente obeso en humanos (Villamil,
2006), se remarca el mayor consumo de oxígeno y la hipertensión pulmonar, como consecuencias
de la hipoxemia y los cambios cardiovasculares, con hipertrofia cardíaca. Los animales y las
personas obesas muestran disfunción pulmonar, hipertensión pulmonar e hipertrofia del ventrículo
derecho. La hipertensión pulmonar oculta puede ser una causa de la hipertrofia septal en perros
obesos (Tropf y col., 2017).
Champion (2011) reportó valores de presión arterial sistólica superiores a 150 mmHg en felinos con
sobrepeso acompañado de disfunción diastólica. Asimismo, la autora encontró una mayor
asociación de presencia de arritmias en felinos obesos.
Debido a las diversas evidencias de alteraciones cardíacas asociadas a la obesidad que pudieran
comprometer el estado de salud del paciente durante el período perioperatorio, es que se considera
indispensable la realización de un electrocardiograma, ecocardiograma y medición de la presión
arterial en los pacientes que padecen esta condición.
● Pacientes que requieren una intervención quirúrgica de urgencia
Una cirugía de urgencia es un procedimiento que no puede ser programado y que si no se realiza a
la brevedad pone en riesgo la vida del paciente.
De los caninos y felinos que se admiten en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), existe un
porcentaje importante que ingresa a cirugía o que es sometido a algún procedimiento invasivo. En
un trabajo realizado por Hayes y col. (2010), en caninos hospitalizados, de 810 perros, un 36%
ingresó a cirugía. La admisión al Hospital fue bajo emergencia en un 89 % de los casos. En este
estudio se desarrolló un modelo preciso, validado y fácil de usar para estratificar la gravedad de la
enfermedad en relación al riesgo de mortalidad en perros hospitalizados. Dentro de las variables
utilizadas para realizar el modelo, se remarcan la presencia de arritmias mediante ECG; y la
presencia o no de líquidos en abdomen o tórax mediante técnica A-FAST O T-FAST (focused
assessment with sonography for trauma).
En medicina humana, se tiene en cuenta la urgencia de la intervención quirúrgica. Si los tiempos lo
permiten, previo a la intervención, en todo paciente con enfermedad cardiológica debería realizarse
una adecuada evaluación cardiovascular y estabilización hemodinámica (Wesorick y col., 2005).
Teniendo en cuenta lo mencionado, los autores sugieren realizar una evaluación cardiológica
completa (electrocardiograma, ecocardiograma y toma de presión arterial) para evaluar el estado
hemodinámico del paciente que entra a la internación /UCI si la urgencia de la cirugía lo permite. Si
está en riesgo la vida del paciente (emergencia), la evaluación hemodinámica la realizará el
internista/emergentólogo mediante toma de presión, monitor electrocardiográfico, ecografía
enfocada: A FAST y T FAST.
● Ehrlichiosis
Es esencial realizar un correcto examen cardiovascular en pacientes que padecen esta enfermedad
ya que la misma es una enfermedad multisistémica que afecta a varios órganos y tejidos. Se la
considera una causa potencial de miocardiopatía (Diniz y Morais, 2008), en pacientes afectados en
forma aguda y crónica (Koutinas y col., 2012).
Las hemorragias (epicárdicas-endocárdicas y miocárdicas), vasculitis, miocarditis y anemia grave
asociadas a la respuesta inflamatoria sistémica, son los responsables de la lesión cardíaca (Koutinas
y col., 2012).
● Caninos de más de 25kg de peso
La importancia de realizar estudios complementarios (electrocardiografía y ecocardiografía) en los
exámenes pre quirúrgicos de caninos de razas grandes y gigantes, radica en el alto riesgo que
poseen de sufrir enfermedades del miocardio como la cardiomiopatía dilatada (Reyes y col., 2009).
Esta patología es de aparición excepcional en ejemplares que pesan menos de 12 kg, presentando
una mayor prevalencia en pacientes adultos, si bien puede presentarse en caninos de corta edad
(Dukes-McEwan y col., 2003).
La cardiomiopatía dilatada se caracteriza por presentar una larga fase subclínica. En esta fase de la
enfermedad existen modificaciones ecocardiográficas o electrocardiográficas sin signos clínicos
(Dukes-McEwan y col., 2003). La cardiomiopatía dilatada es una causa frecuente de morbi-
mortalidad peri anestésica presentándose fundamentalmente en razas de tamaño grande y gigante
como el Boxer, Doberman Pinscher, Gran Danés, Labrador Retriever, San Bernardo, Galgo y
Afgano con la excepción del Cocker Spaniel que también padece la afección (Kittlenson y col.,
2000; Dukes-McEwan y col., 2003).
En caninos de raza Doberman está recomendada la realización de registros electrocardiográficos y
ecocardiografía bidimensional desde temprana edad, a fin de poder detectar la presencia de esta
enfermedad (Wess y col., 2017). Asimismo, en el Boxer se sugirieron similares recomendaciones a
fin de detectar la presencia de una cardiomiopatía dilatada o cardiomiopatía arritmogénica del
Bóxer (Dukes-Mc Ewan y col., 2003; Mõtsküla y col., 2013).
● Enfermedad mitral crónica
La enfermedad crónica de la válvula mitral debida a la degeneración mixomatosa es la enfermedad
cardiovascular más común en los perros. La realización de un examen exhaustivo, un
electrocardiograma de rutina y un ecocardiograma bidimensional son imprescindibles para poder
estadificar la enfermedad (Keene y col., 2019). De esta manera se obtendrá información del estado
hemodinámico previo a la anestesia, a fin de categorizar adecuadamente al paciente y prever la
terapéutica y un manejo conveniente del mismo.
● Felinos
Los felinos pueden presentar enfermedades cardíacas que pueden pasar inadvertidas a la revisación
clínica. Diversos estudios demostraron la incidencia del riesgo de morbi-mortalidad perioperatoria
en esta especie (Hosgood y Scholl, 2002; Brodbelt y col., 2007). Las alteraciones en el ritmo
cardíaco como bradicardias o taquicardias han sido reportadas como causas frecuentes de
complicaciones en la anestesia de felinos (Hosgood y Scholl, 2002).
Gerdin y col. (2011), reportaron un 11 % de incidencia de cardiomiopatía hipertrófica en felinos
que sufrieron muerte perioperatoria.
Los autores sugieren realizar un examen cardiológico completo como parte del screening pre
quirúrgico a fin de diagnosticar patologías que puedan aumentar el riesgo anestésico en los felinos.
● Presencia de arritmias
Como se mencionó al comienzo de este documento, las arritmias son causas frecuentes de
complicaciones anestésicas (Dyson y col., 1998; Gaynor y col., 1999; Hosgood y Scholl, 2002). Las
arritmias pueden generar alteraciones en el estado hemodinámico y la correcta perfusión orgánica.
La evaluación del electrocardiograma del paciente previo a un procedimiento anestésico le aporta
información al anestesiólogo sobre el estado del ritmo del paciente y la posibilidad de tomar
medidas terapéuticas previas o durante la anestesia.
● Soplos en cachorros.
La presencia de un soplo en un cachorro debe ser indicativo de realizar un examen cardiológico
completo previo a una anestesia. En un estudio piloto se auscultaron cachorros entre 20 y 108 días
de edad, detectándose que un 15% de los mismos presentaban soplos, de los cuales el 28% fueron
considerados no inocentes y relacionables con la presencia de un hematocrito bajo y el 72% restante
a soplos generados por cardiopatías congénitas (Szatmári y col., 2015). Adicionalmente, la alta
incidencia de cardiopatías congénitas hace indispensable una exhaustiva evaluación cardiovascular
para determinar las posibles alteraciones hemodinámicas que dichas patologías generan en el
paciente (Olivera y col., 2011). El uso del ecocardiograma Doppler permite evaluar la dirección, el
carácter, la velocidad y el tiempo de los flujos intracardíacos (Gaber, 1991), permitiendo
diagnosticar la patología y su gravedad.
● Alteraciones de la presión arterial
Diversos estudios dejaron a la luz que la hipotensión es una causa importante de complicaciones
anestésicas (Gaynor y col., 1999; Redondo y col., 2007). El hecho de mantener una presión arterial
adecuada favorece la perfusión tisular. La hipotensión puede llevar al fracaso de la perfusión de
órganos diana y a la posterior disfunción de los mismos (Mazzaferro y Wagner, 2001).
Por otro lado, la hipertensión también se asocia a complicaciones como arritmias y lesión de
órganos blanco.
En medicina veterinaria existen recomendaciones para la toma de la presión arterial en pacientes
con patología renal (Brown y col., 2007; Taylor y col., 2017). Además, son pacientes de riesgo a
padecer hipertensión aquellos que llegan a la consulta oftalmológica con causa de ceguera, o
alteraciones endocrinológicas como el Cushing y diabetes (Brown y col., 2007; Taylor y col.,
2017). La hipertensión también se presenta en perros obesos con o sin patología sistémica (Montoya
y col., 2017).
Teniendo en cuenta que la anestesia conlleva la administración de fármacos que pueden interferir en
el estado vasomotor y la presión arterial, consideramos fundamental la determinación de la presión
arterial sistémica basal durante el examen pre quirúrgico a fin de poder tomar decisiones
terapéuticas con el objetivo de lograr la normotensión del paciente.
Conclusiones:
La importancia de la valoración preanestésica radica en que la mayoría de las complicaciones son
previsibles y en gran número evitables. No existe a la actualidad un consenso previo o lineamiento,
en medicina veterinaria, que recomiende cuál sería el estudio pre quirúrgico ideal. Este documento
intenta, a partir de un profundo análisis de la evidencia actual, hacer notar la importancia de conocer
de manera completa el estado y función cardiovascular de un paciente previo a un procedimiento
anestésico quirúrgico, haciendo fuerte hincapié en la intención de minimizar los riesgos de
complicaciones peri operatorias.
Se sugiere evaluar en detalle el estado clínico del paciente; realizar recomendaciones concernientes
a la evaluación, el manejo y el riesgo. Subestimar un signo clínico y evitar estudios
complementarios puede llevar al fracaso médico. Por otra parte, es esencial tener en cuenta que una
afección cardíaca puede existir mucho tiempo antes que se adviertan manifestaciones clínicas.
El concepto final es el de trabajar a fin de prevenir el eventual desarrollo de complicaciones en el
perioperatorio, las cuales pueden estar dadas por la patología que motiva la cirugía o las
enfermedades asociadas.
En definitiva, la valoración preanestésica completa es un factor fundamental del éxito del
procedimiento anestésico-quirúrgico, porque aporta la posibilidad de evaluar todos los aspectos
críticos posibles y prever las medidas necesarias que se pueden tomar desde el primer momento del
procedimiento.
Bibliografía:
Bille C, Auvigne V, Libermann S, et al. Risk of anaesthetic mortality in dogs and cats: an
observational cohort study of 3546 cases. Vet Anaesth Analg 2012; 39(1): 59–68.
Brodbelt DC, Hammond RA, Tuminaro D, et al. Risk factors for anaesthetic‐related
death in referred dogs. Vet Rec 2006; 158: 563–564.
Brodbelt DC, Pfeiffer DU, Young LE, Wood JL. Risk factors for anaesthetic‐related death in cats:
results from the Confidential Enquiry into Perioperative Small Animal Fatalities (CEPSAF). Br J
Anaesth 2007; 99(5): 617–623.
Brodbelt DC, Pfeifer DU, Young L, Wood JLN. Risk factors for anesthetic‐related death in dogs:
results from the Confidential Enquiry into Perioperative Small Animal Fatalities (CEPSAF). J Am
Vet Med Assoc 2008b; 233(7): 1096–1104.
Brodbelt DC, Blissitt KJ, Hammond RA, et al. The Risk of Death: The Confidential
Enquiry into Perioperative Small Animal Fatalities (CEPSAF). Vet Anaesth Analg 2008a; 35(5):
365–373.
Brodbelt, DC, Flaherty D and Pettifer GR. Anesthetic Risk and Informed Consent en Veterinary
Anesthesia and Analgesia en The Fifth Edition of Lumb and Jones (2015).
Brown, S., Atkins, C., Bagley, R., Carr, A., Cowgill, L., Davidson, M., Egner, B., Elliott, J., Henik,
R., Labato, M., Littman, M., Polzin, D., Ross, D., Snyder, P., Stepien, R. (2007). Guidelines for the
identification, evaluation, and management of systemic hypertension in dogs and cats. Journal of
veterinary internal medicine, 21(3), 542-558.
Bussadori, C., Amberger, C., Le Bobinnec, G., & Lombard, C. W. (2000). Guidelines for the
echocardiographic studies of suspected subaortic and pulmonic stenosis. Journal of Veterinary
Cardiology, 2(2), 15-22.
Bussadori, C., Quintavalla, C., & Capelli, A. (2001). Prevalence of congenital heart disease in
boxers in Italy. Journal of Veterinary Cardiology, 3(2), 7-11.
Champion, T. (2011). Efeitos da obesidade e do sobrepeso sobre parâmetros cardiovasculares e
respiratórios em gatos.
Clarke, K. W., & Hall, L. W. (1990). A survey of anaesthesia in small animal practice:
AVA/BSAVA report. Journal of the Association of Veterinary Anaesthetists of Great Britain and
Ireland, 17(1), 4-10.
Dukes-McEwan, J., Borgarelli, M., Tidholm, A., Vollmar, A. C., Häggström, J., & ESVC Taskforce
for Canine Dilated Cardiomyopathy. (2003). Proposed guidelines for the diagnosis of canine
idiopathic dilated cardiomyopathy. Journal of Veterinary Cardiology, 5(2), 7-19.
Diniz, P. P. V. P., De Morais, H. S. A., Breitschwerdt, E. B., & Schwartz, D. S. (2008). Serum
cardiac troponin I concentration in dogs with ehrlichiosis. Journal of Veterinary Internal
Medicine, 22(5), 1136-1143.
Downing, F. & Gibson, S. (2018). Anaesthesia of brachycephalic dogs. Journal of Small Animal
Practice, 59(12), 725-733.
Dyson DH, Maxie MG, Schnurr D. Morbidity and mortality associated with anesthetic
management in small animal veterinary practice in Ontario. J Am Anim Hosp Assoc
1998; 34(4): 325–335.
Fernández del Palacio J, A. Bayón, L.J. Bernal, A. Montes, J. Cerón. (1996). Cardiopatías
congénitas en el perro: conducto arterioso persistente, estenosis pulmonar y estenosis aórtica.
AVEPA Vol. 16 No. 1
Gaber, C. (1991). Doppler echocardiography. Problems in veterinary medicine, 3(4), 479-499.
Gaynor JS, Dunlop CI, Wagner AE, et al. Complications and mortality associated with anesthesia in
dogs and cats. J Am Anim Hosp Assoc 1999; 35: 13–17.
Gerdin, J. A., Slater, M. R., Makolinski, K. V., Looney, A. L., Appel, L. D., Martin, N. M., &
McDonough, S. P. (2011). Post-Mortem Findings in 54 Cases of Anesthetic Associated Death in
Cats from Two Spay—Neuter Programs in New York State. Journal of feline medicine and surgery,
13(12), 959-966.
Gil L, Redondo JI. Canine anaesthetic death in Spain: a multicenter prospective cohort study of
2012 cases. Vet Anaesth Analg 2013; 40(6): e57–e67.
Hayes, G., Mathews, K., Doig, G., Kruth, S., Boston, S., Nykamp, S., Poljak, Z., Dewey, C. (2010).
The acute patient physiologic and laboratory evaluation (APPLE) score: a severity of illness
stratification system for hospitalized dogs. Journal of veterinary internal medicine, 24(5), 1034-
1047.
Hoareau, G. L., Jourdan, G., Mellema, M., & Verwaerde, P. (2012). Evaluation of arterial blood
gases and arterial blood pressures in brachycephalic dogs. Journal of Veterinary Internal
Medicine, 26(4), 897-904.
Hosgood G, Scholl DT. Evaluation of age and American Society of Anesthesiologists (ASA)
physical status as risk factors for perianesthetic morbidity and mortality in the cat. J Vet Emerg Crit
Care 2002; 12(1): 9–15.
Jones, R. S. Death in small animal anaesthesia. The Veterinary Journal, Volume 182, Issue 3, 2009,
pp. 375-376.
Kawashima, Y., Seo, N., Morita, K., Irita, K., Iwao, Y., Tsuzaki, K., Kobayashi, T; Goto Y., Dohi,
S. Anesthesia-related mortality and morbidity in Japan (1999). Journal of anesthesia, 16(4), 319-
331.
Keene, B. W., Atkins, C. E., Bonagura, J. D., Fox, P. R., Häggström, J., Fuentes, V. L., Oyama, M.
A., Rush, J. E., Stepien, R. & Uechi, M. (2019). ACVIM consensus guidelines for the diagnosis and
treatment of myxomatous mitral valve disease in dogs. Journal of veterinary internal medicine.
Kittleson, M. D., Alonso Cabané, S., Segura Aliaga, D., & Kienle, R. D. (2000). Medicina
cardiovascular de pequeños animales.
Koutinas, C. K., Mylonakis, M. E., O’Brien, P. J., Leontides, L., Siarkou, V. I., Breitschwerdt, E.
B., & Koutinas, A. F. (2012). Serum cardiac troponin I concentrations in naturally occurring
myelosuppressive and non-myelosuppressive canine monocytic ehrlichiosis. The Veterinary
Journal, 194(2), 259-261.
Lienhart, A., Auroy, Y., Pequignot, F., Benhamou, D., Warszawski, J., Bovet, M., Jougla, E.
(2006). Survey of anesthesia-related mortality in France. Anesthesiology: The Journal of the
American Society of Anesthesiologists, 105(6), 1087-1097.
Linde, A., & Koch, J. (2006). Screening for aortic stenosis in the Boxer: Auscultatory, ECG, blood
pressure and Doppler echocardiographic findings. Journal of Veterinary Cardiology, 8(2), 79-86
Matthews, N. S., Mohn, T. J., Yang, M., Spofford, N., Marsh, A., Faunt, K., Lund, E. M., Lefebvre,
S. L (2017). Factors associated with anesthetic-related death in dogs and cats in primary care
veterinary hospitals. Journal of the American Veterinary Medical Association, 250(6), 655-665.
Mazzaferro, E., & Wagner, A. E. (2001). Hypotension during anesthesia in dogs and cats:
recognition, causes and treatment. Compendium, 23(8), 728-737.
McMillan M, Brearley J. Assessment of the variation in American Society of Anaesthesiologists
Physical Status Classification assignment in small animal anaesthesia. Vet Anaesth Analg 2013;
40(3): 229–236.
Mehlman, E., Bright, J. M., Jeckel, K., Porsche, C., Veeramachaneni, D. N. R., & Frye, M. (2013).
Echocardiographic evidence of left ventricular hypertrophy in obese dogs. Journal of veterinary
internal medicine, 27(1), 62-68.
Meurs, K. M. (2004). Boxer dog cardiomyopathy: an update. Veterinary Clinics: Small Animal
Practice, 34(5), 1235-1244.
Meurs, K. M., Stern, J. A., Sisson, D. D., Kittleson, M. D., Cunningham, S. M., Ames, M. K.,
Atkins, C. E, DeFrancesco, T., Hodge, T. E., Keene, B. W., Reina Doreste, Y., Leuthy, M.,
Motsinger-Reif, A. A., Tou, S. P. (2013). Association of dilated cardiomyopathy with the striatin
mutation genotype in boxer dogs. Journal of Veterinary Internal Medicine, 27(6), 1437-1440.
Meurs, K. M., Stern, J. A., Reina‐Doreste, Y., Spier, A. W., Koplitz, S. L., & Baumwart, R. D.
(2014). Natural history of arrhythmogenic right ventricular cardiomyopathy in the boxer dog: a
prospective study. Journal of veterinary internal medicine, 28(4), 1214-1220.
Montoya-Alonso, J. A., Bautista-Castaño, I., Peña, C., Suárez, L., Juste, M. C., & Tvarijonaviciute,
A. (2017). Prevalence of canine obesity, obesity-related metabolic dysfunction, and relationship
with owner obesity in an obesogenic region of Spain. Frontiers in veterinary science, 4, 59.
Mõtsküla, P. F., Linney, C., Palermo, V., Connolly, D. J., French, A., Dukes McEwan, J., & Luis
Fuentes, V. (2013). Prognostic value of 24‐hour ambulatory ECG (Holter) monitoring in Boxer
dogs. Journal of veterinary internal medicine, 27(4), 904-912.
Oliveira, P., Domenech, O., Silva, J., Vannini, S., Bussadori, R., & Bussadori, C. (2011).
Retrospective review of congenital heart disease in 976 dogs. Journal of veterinary internal
medicine, 25(3), 477-483.
Redondo J, Rubio M, Soler G, et al. Normal values and incidence of cardiorespiratory
complications in dogs during general anaesthesia. A review of 1281 cases. J Vet Med A Physiol
Pathol Clin Med 2007; 54(9): 470–477.
Reyes, K. J., & Rodríguez, J. C. (2009). Epidemiología de la enfermedad cardiaca en caninos y
felinos: estudio retrospectivo de 1993 a 2008 en una clínica veterinaria representativa de la
localidad de Usaquén-Bogotá. Bogotá: Universidad de La Salle.
Risco-López, M. Anestesia en perros braquicefálicos. Clin. Vet. Peq. Anim, 2015, 35 (4): 217-224.
Taylor, S. S., Sparkes, A. H., Briscoe, K., Carter, J., Sala, S. C., Jepson, R. E., Reynolds, B. S &
Scansen, B. A. (2017). ISFM consensus guidelines on the diagnosis and management of
hypertension in cats. Journal of feline medicine and surgery.
Szatmári, V., van Leeuwen, M. W., & Teske, E. (2015). Innocent cardiac murmur in puppies:
Prevalence, correlation with hematocrit, and auscultation characteristics. Journal of veterinary
internal medicine, 29(6), 1524-1528.
Slupe, J. L., Freeman, L. M., & Rush, J. E. (2008). Association of body weight and body condition
with survival in dogs with heart failure. Journal of veterinary internal medicine, 22(3), 561-565.
Tropf, M., Nelson, O. L., Lee, P. M., & Weng, H. Y. (2017). Cardiac and metabolic variables in
obese dogs. Journal of veterinary internal medicine, 31(4), 1000-1007.
Villamil Cendales, A. P. (2006). Manejo anestésico del paciente obeso. Revista Colombiana de
Anestesiología, 34(1), 41-48.
Warne, L. N., Bauquier, S. H., Pengelly, J., Neck, D., & Swinney, G. (2018). STANDARDS OF
CARE Anaesthesia guidelines for dogs and cats. Australian veterinary journal, 96(11), 413-427.
Wess, G., Domenech, O., Dukes-McEwan, J., Häggström, J., & Gordon, S. (2017). European
Society of Veterinary Cardiology screening guidelines for dilated cardiomyopathy in Doberman
Pinschers. Journal of veterinary cardiology, 19(5), 405-415.
Wesorick, D. H., & Eagle, K. A. (2005). The preoperative cardiovascular evaluation of the
intermediate-risk patient: new data, changing strategies. The American journal of medicine,
118(12),1413-e1.
Top Related