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Pendiendo de
una promesa
Por Shaka
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El fanfiction no persigue ningn afn lucrativo. Prohibida su venta y/o
alquiler. Todos los derechos de autor sobre los personajes pertenecen a
Masami Kurumada, creador de Saint Seiya.
Ilustracin: A noble man in Siberia
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Captulo 1
El intenso dolor de cabeza le hizo saber que acababa de despertar. Esaspunzadas, continuas e insistentes, eran una constante en el recibiendo del nuevo
da.
Lo ltimo que recordaba es que le administraron ms tranquilizantes, por
lo que seguramente haba perdido la conciencia durante el proceso.
ltimamente no los toleraba bien y despertaba dbil, tanto que el mero hecho
de abrir los ojos al mundo le supona un esfuerzo.
Pero lo hizo, enfocando lentamente a su izquierda, viendo lo que llevaba
contemplando desde que fuese ingresado en aquel hospital.
Le observ, y una sonrisa se dibuj en su cara. Hyoga dorma apoyado
sobre la mano en el a priori incmodo silln que haba junto a la cama. Le
observ moverse y pestaear en un acto reflejo, lo suficiente como para darse
cuenta de que su amigo ya estaba despierto.
Buenos das.
l le contempl; pareca estar comprobando cada uno de sus rasgos en
bsqueda de algn indicio que denotase mejora.
Cmo te encuentras?
Cansado.
Es normal, te han subido la dosis. Tienes fiebre? Espera, llamar a una
enfermera.
Hyoga sali al pasillo sin perder el buen humor; pasase lo que pasase, el
ruso no se haba ido de su lado desde el final de la Guerra Santa. Los meses
haban transcurrido, los cambios sacudieron el Santuario, y cuando ya casinadie quera recordar lo ocurrido, l no daba muestras de mostrarle rencor por
el drstico papel que le haba tocado representar en batalla.
Aunque su cuerpo ya no serva de cobijo para Hades, las secuelas fsicas
haban sido desastrosas.
Se sinti mal, porque despus de todo el esfuerzo y empeo, y del apoyo
que Hyoga le haba dado, no iba a poder ofrecerle la recompensa de su
recuperacin. Haba luchado con optimismo, pero estaba agotado, comoausente, flotando en una nebulosa. Saba que no le quedaba mucho tiempo, y
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por egosta que pudiera parecer, no soportaba la idea de tener que seguir
sufriendo esa lenta tortura cuando el descanso estaba cerca.
La puerta volvi a abrirse, y una de las auxiliares sanitarias entr para
anotar su temperatura, cumpliendo el ritual diario. Le vea mover los labios,
mas sus odos no eran capaces de captar sonido de mayor intensidad que la de
un murmullo; se le nubl la vista, no regresando en s hasta que noto aquella
mirada clavada en l, reflejo de la preocupacin, y una voz dulce y familiar
retumbando a lo lejos.
Shun... Shun...
Tena que hacerlo. Llevaba das evitando ese momento y ya no haba
marcha atrs.
Shun, te encuentras bien? Tienes treinta y nueve grados.
S, estoy bien... suspir.
Contempl su propia mano yaciendo entre las de l. Esa sensacin de
calidez y proteccin le reconfortaba.
No se sabe nada de mi hermano, verdad?
Obtuvo el mismo movimiento negativo de siempre, alentndole el gesto a
dar el paso, empleando en ello sus ltimas fuerzas.
Hyoga, tengo que pedirte algo. Es lo ms importante que te he pedidonunca.
Dime respondi l, acercndose.
No tengo palabras para agradecerte lo que has hecho por m.
No tienes por qu darme las gracias... le inst.
Shun sonri con melancola. Cuntas cosas haban vivido juntos, cuntas
situaciones ms all de la imaginacin humana, cuntos peligros...
Estoy dbil. Sabes que soy optimista por naturaleza, pero el tiempo y laexperiencia me han hecho saber reconocer la realidad y aceptarla, por muy dura
que sea. Mi corazn lo sabe, y mi cuerpo lo afirma: no resistir mucho ms.
En el fondo deseaba que Hyoga exclamase que no dijera esas tonteras,
que todo saldra bien y que acabara cuando menos se lo esperaba... pero no fue
as. En vez de eso le vio contener las lgrimas, tratando de no echarse a llorar
ah mismo. Era como si el caballero del Cisne hubiese cedido, reconociendo que
iba a llevar su condicin de Andrmeda hasta el final, sacrificndose en pro de
los dems.
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Necesito que me ayudes con mi testamento reiter.
Se sinti terriblemente humilde tras haber hecho la peticin, pues al
solicitar dicha ayuda, no estaba haciendo sino reconocer la propia muerte.
Hyoga asinti; haciendo de tripas corazn busc dnde y con qu escribir.
Cuando hubo encontrado un block y una pluma, volvi a sentarse a su lado.
Tranquilo, ir transcribiendo.
Empez a redactarle el legado que quedara cuando no estuviera ah.
Hyoga trabajaba concentrado, no durando en exceso el trmite puesto que Shun
tena en mente las palabras exactas.
Firm con mano firme, siendo depositado el documento sobre la mesa.
Shun sigui mirndole: aunque le conoca perfectamente, hubiese dado lo que
fuera por poder descifrar lo que sus azulsimos ojos callaban.
Mrame, por favor... rog.
l hizo lo pedido, y cuando no hubo nada que pudiera distraerles, le
confes su ltima voluntad.
Hyoga, me gustara qu... no, mejor dicho, promteme, jrame por el
descanso de tu madre que vas a seguir adelante, y que sers feliz. Jrame que
algn da lo sers, y que hars lo imposible por conseguirlo.
Hyoga se mordi los labios. Se domin como pudo, y emple toda suvoluntad en darle contestacin.
Te lo juro.
Shun sonri. Ahora s que tena la conciencia tranquila.
Estoy cansado...
Duerme un poco, te vendr bien.
Qudate aqu hasta que me haya dormido, por favor.
Claro.Ninguno de los dijo nada al respecto, pero algo les deca que esa era la
ltima vez que iban a hablar.
Shun cerr los ojos. Su sonrisa no se borr mientras caa en un profundo
sueo, permaneciendo inalterable como Hyoga, el cual no le solt ni se movi de
ah.
El aparato que registraba su pulso comenz a emitir un ruido
horriblemente penetrante; su reaccin result igual de inalterable cuando una
avalancha de mdicos entraron en estampida ante la inminente parada cardiaca.
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Djenle descansar en paz fueron sus directas y sinceras palabras.
Los expertos se miraron, respirndose resignacin en el ambiente. Hyoga
se levant, dejando las manos ya inertes sobre los costados. No mir atrs.
Recogi sus cosas y el testamento, decidiendo salir de la habitacin. Una ltima
frase se le clav en el alma al orla de espaldas.
Hora de la muerte: siete y cuarenta y cinco minutos.
Baj a la planta baja, buscando algo de tranquilidad.
No haca falta propagar el mensaje. El cosmos de Shun se haba
extinguido; pronto los que haban sido sus compaeros en la Orden de Atenea
quedaran al tanto de la noticia.
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No saba cuntas horas haban transcurrido desde su muerte, ni cunto
tiempo haca que llova.
Hyoga permaneci de pie tras una de las ventanas del pasillo que daba a
la habitacin. Con la frente apoyada en el fro cristal, miraba absorto hacia el
infinito.
Se haba prometido no derramar una lgrima, pero en cuanto sinti lapresencia de dos cosmos que se acercaban, le flaquearon las fuerzas.
Supo que ellos haban acudido a la llamada. Siempre el mismo equipo
que, desde la niez, pareca estar destinado a afrontar en unidad las pruebas
que se les presentaran. Sin embargo, aunque Seiya y Shiryu no le haban
defraudado, se dijo que con la prdida el grupo estaba ms roto que nunca.
Al sentir la mano de Pegaso posndose sobre tu su hombro, se derrumb.
Todos aquellos meses, la tensin, el sufrimiento, las dudas, el arrojo, yfinalmente el vaco, pujaron por salir de la jaula conformada en su pecho. Ni
siquiera not cmo las lgrimas ardientes le rodaban por las mejillas.
Hyoga se abandon a un llanto amargo y desesperado. Seiya no pudo
hacer ms que estrecharle entre sus brazos, y evitar las miradas del personal del
hospital que, bien por la influencia de la Fundacin, bien por pura compasin,
no les dijeron nada, dejndoles romper la estricta calma del centro. En vistas a
que sus esfuerzos por consolarle eran intiles, el Dragn decidi romper su
eterna compostura y sumarse a la misiva.
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Hyoga, clmate. Tranquilo, tranquilo... le susurraba incansablemente.
No supieron cuanto ms podran estar as, antes de que el divino
terminara de desmoronarse.
- 3 -
Los preparativos y procedimientos legales era algo que, tras las debidas
concertaciones, era mejor dejar en manos de expertos. Ellos tres pese a su
juventud estaban curtidos en lo que respectaba al velo del muerte, mas cumplir
con el deseo de Shun de que parte de sus cenizas fueran a parar a la tumba de
sus padres, no era tarea que les concerniese.
Estaban sentados en una de las escaleras que daban al jardn posterior del
complejo hospitalario. Hyoga decidi romper el silencio, dejando clara una
cuestin que de seguro habra saltado en la mente de sus amigos.
Chicos, no os preocupis por m. No pienso suicidarme, ni nada de eso.
El tono irnico de sus palabras le sorprendi hasta a l mismo.
Lo superar. Se lo he prometido a alguien.
Seiya y Shiryu asintieron, de alguna forma aliviados.
Creo que deberas irte y tratar de descansar. Debes estar agotado dijoel primero.
Seiya tiene razn. Nosotros volveremos en cuanto podamos aadi
Shiryu.
l no opuso resistencia. Fue acompaado hasta la salida, quedando en
verse al da siguiente.
Una vez inmerso en el trayecto, Hyoga contempl el paso veloz de las
calles desde su perspectiva interior del vehculo. Slo tena ganas de tirarse ensu cama y desconectar. De hecho, nada ms llegar a la residencia, oscura y
ttricamente silenciosa, se dirigi a su habitacin. Cerr la puerta con violencia,
y tras soltar la maleta en donde primero pudo, se dej caer en la cama.
En cuestin de segundos cay en un sueo profundo, negro y vaco.
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Ninguno de los tres dijo nada. Seiya y Shiryu se limitaban a observar a
travs de los cristales del coche mientras Hyoga conduca. Conoca el camino al
cementerio de memoria, desgraciadamente no era la primera vez que iba.
Llegaron sin incidencias, constatando que, en vida, el homenajeado haba
sido lo que se deca popular; muchos de los trabajadores de la Fundacin, as
como antiguos compaeros de entrenamiento, estaban presentes.
Se sinti incmodo, limitndose a colocarse junto a Shiryu y Seiya,
entregar la urna con sus cenizas y atender a la ceremonia.
Seiya estaba absorto, y las palabras del encargado del ritual fluan como
un murmullo incomprensible. Contempl los rostros serios de los congregados,
reparando por ltimo en el de Hyoga. ste tena la mirada fija en el vaco.
Fue tan rpido el cambio de su expresin que no le dio tiempo a
reaccionar. Sus ojos, hasta haca unos instantes ausentes, cobraron sbitamente
un violento fulgor, anclndose en un punto concreto. Seiya sigui la direccin y
necesit unos segundos para asimilar lo que vea.
Ikki musit, estupefacto.Era l, sin duda. Se encontraba lejos del epicentro del acto, sosteniendo
la cruda mirada de Hyoga. Sin previo aviso, el ruso se sali de la comitiva,
abalanzndose sobre el Fnix.
Cmo te atreves?! bram.
Sus palabras se elevaron por encima de las del sacerdote para
desconcierto general.
Me dej la piel buscndote. Te llam, te escrib, revolv Cielo y tierra.Sabes que tu hermano pregunt por ti todos los das que pas postrado en ese
hospital? gritaba Hyoga, descontrolado y furioso.
Justo cuando estaba a punto de llegar a algo ms que los reproches, sinti
que le agarraban de los hombros. Eran sus compaeros, quienes le sujetaban
con firmeza.
l se resisti, negndose a dejar que aquella rabia quedara grabada en sus
entraas.
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Me pregunt por ti todos los das, y ahora tienes la desfachatez de
presentarte aqu! Maldito seas!
Ya basta! exclam Shiryu.
Hyoga tir hasta soltarse, en medio de un corrillo de gente que
murmuraba impresionada.
Por respeto a Shun lo dejar estar, pero te juro sobre su tumba que la
prxima vez que te vea, te mato.
Dicho eso, se march a paso rpido, sin hacer caso de los que trataban de
hacerle entrar en razn. Cogi las llaves del coche de la fundacin y arranc,
desapareciendo con una rapidez endiablada.
Condujo lo suficientemente cuerdo para no cometer una locura, pero no
lo bastante como para que la idea de tirarse por la primera ladera que viera se le
fuese de la cabeza. Se desvi del camino principal, siendo cuando su cuerpo se
sobrecogi debido a la velocidad, obligndose a parar en un hueco que encontr
a lo largo del arcn.
Qu culpa tenan los dems de su enfado como para pagarlo con svidas
inocentes? Se apoy en el volante y escondi la cara entre los brazos. Aquello
haba sido la gota que colm el vaso. De camino al funeral, haca apenas
cuarenta minutos, lo haba descartado, pero ahora estaba ciego, slo tena ojospara ese plan.
Retomo el camino hacia la residencia. A quin pretenda engaar? Hasta
haba dejado preparada su maleta.
Ya en la habitacin, tom su pasaporte y dems documentos que le seran
de utilidad, la pequea urna con lo que quedaba de Shun y el dinero en efectivo
que haba acumulado. Veintin aos de existencia se podan resumir en aquella
maleta, en sus pocas pertenencias.Mir su cuarto, ahora vaco, y desapareci. Dej las llaves puestas en el
coche. Sali a la calle y camin a toda prisa en busca de un taxi. Finalmente
localiz uno. Era una huda cobarde, pero le daba igual.
Al puerto, por favor.
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Captulo 2
12 de noviembre de 1990
Seiya:
Supongo que te habr sorprendido recibir esta carta. Si el correo
funciona igual que el resto de las cosas en este pas que se desmorona ante mis
ojos, calculo que ya habrn pasado unas tres semanas desde que me march
de Tokio.
Lo siento. Soy un indeseable, me largu sin ms miramientos. Os he
fallado, seguro que lo estabais pasando igual o peor que yo, debera haberme
quedado ah para apoyaros, pero no lo hice.
Te preguntars posiblemente dnde estoy. Ahora mismo, en el
transiberiano. Me met en el primer barco hacia la Unin Sovitica que
encontr. A los tres das llegu a mi destino, y ah cog este tren. No es lo ms
cmodo del mundo, pero al menos tengo un habitculo para m solo.
No s que contarte. Ni siquiera s por qu te escribo. Supongo que me
senta culpable y bastante solo. As que aqu estoy, debe de ser ridcula la
escena: yo, aqu en este tren, escribindote una carta que no s si te llegar.
An no te he dicho exactamente cules fueron los motivos de mi marcha.
Creme, me resulta indescriptiblemente duro. No fue otra de mis huidas, esta
vez no pienso volver, nunca ms. Fue parte de un trato que hice con Shun,
cuando acababan de ingresarle. Quera animarle, as que le propuse una
aventura: en cuanto saliera de all, nos iramos los dos, a ver mundo, a buscar
nuestras propias vidas, lejos de lo que nos ataba y nos entristeca. Y mostrarle
mi pas, pues le haca mucha ilusin pisar tierras heladas.
Decid hacer ese viaje yo solo. Shun lo hubiera querido as. Es tan
injusto... de todas las personas que he conocido a lo largo de mi vida, l era
quien menos se mereca ese final. Y yo no pude hacer nada por l. Me siento
impotente, cansado. Hasta en sus ltimos momentos se preocup ms por m
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que por l mismo. Hace tres semanas no slo fue l el que muri, aquel da
tambin muri lo poco de m que quedaba.
No s donde terminar este viaje, Seiya. Por ahora, el tren llegar a
Mosc dentro de un mes y medio. Quiero conocer mi propio pas, pues como la
inmensa mayora de mis compatriotas, no he pisado la capital. Y quiero verla
con mis ojos antes de que la revuelta sea incontenible y el sistema acabe de
derrumbarse por su propio peso.
Ese es el horizonte ms cercano que tengo. Ignoro qu ser de m.
Tambin he pensado en regresar al Santuario. Nos prometieron un veto
indefinido, pero estoy reflexionando acerca de la posibilidad de salir de la
Orden. No estoy seguro, he de madurar mucho esa idea. Slo s que hice una
promesa y he de cumplirla. Tengo que reconciliarme conmigo mismo, y me da
igual caer en el intento. No quiero que nadie ms sufra por mi culpa.
Aqu termino, amigo mo. Puedes escribirme a esta direccin, si as lo
deseas, hasta mitad de Diciembre, supongo. De cualquiera de las maneras, en
cuanto llegue a la capital volvers a recibir noticias mas.
Por favor, no me guardes rencor. Cudate, y disculpa que no te escriba
en kanjis, ya sabes que se me da fatal. Espero que Shiryu tambin est bien.
Dale recuerdos de mi parte.Tuyo:
Hyoga
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En aquel tren no se poda hacer mucho. Lo que ms echaba de menos eramoverse. Por sus circunstancias, la formacin le haba convertido prcticamente
en un atleta, y tanto tiempo all sentado le haca sentir entumecido.
Procuraba bajar en cada cuidad aunque solo fuera para caminar un rato.
Senta alivio al poder confundirse con la multitud, pues sus rasgos eslavos ya no
llamaban la atencin. Observaba a la gente, y cmo iban cambiando sus
costumbres y apariencia a medida que avanzaban en kilmetros. Muchos
paisajes, dialectos, incluso lenguas completamente diferentes coexistan a lo
largo del inmenso pas. Slo capt algo en comn entre las personas a las que se
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tomaba la libertad de analizar: el ligero velo de tristeza que les nublaba. Pobreza
y sometimiento. Pese a todo, era un pueblo que saba sacar alegra de donde
fuera.
Se pregunt cmo habra sido su vida de haber crecido como un
campesino cualquiera, sin ms expectativas que sobrevivir a Siberia, hogar de
desterrados donde la esperanza haca mucho que no se dejaba ver.
Sola aprovechar el tiempo muerto leyendo los peridicos que llegaban a
sus manos, tanto para ponerse al da de las revueltas como para coger soltura en
su idioma materno, tras tanto sin poder practicarlo. , simplemente, pensaba; a
veces en su futuro, otras en su pasado. Intentaba recordar detalles ocultos en su
memoria, o vislumbrar acontecimientos relevantes.
Aunque durante el comienzo del trayecto dedicaba unos minutos diarios a
calcular el tiempo que llevaba en ruta, ahora que se daba cuenta ya haban
pasado prcticamente dos meses. Por el diario que tena en el asiento de al lado
lo corrobor.
Vaya, si hoy es 24 de diciembre... casi Navidad.
Cunta distancia haba cubierto? Diez millones de kilmetros? La
cercana a la capital comenzaba a notarse, se haba percatado de la mayor
presencia de comerciantes cuando iba a dar una vuelta entre los vagones. Talvez en menos de una semana estara pisando la Plaza Roja. Se permiti el lujo
de sentir el ligero escalofro que todo nativo de las lejanas siente al llegar al
centro de su pas. Llevaba aos viviendo en Tokio, posiblemente la urbe ms
descomunal del planeta, pero ni siquiera eso le iba a privar del orgullo de
sentirse parte de una cultura, y de reencontrarse con su propia identidad, casi
extinta.
Habra llegado su carta a manos de Seiya? Lo dudaba. Volvera aescribirle, mejor una vez en Europa, si es que consegua pasar la frontera
sovitica. Por un momento, se dijo que sera irrisorio ver al Santo del Cisne
atrapado ante una mera barrera de inmigracin.
Qu demonios, no queras pasar por una persona corriente? Ah tienes
la dura realidad se dijo.
Por megafona anunciaron que se iba a efectuar una nueva parada para
repostar. El trayecto se reiniciara a las seis de la maana del da siguiente. An
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quedaban varias horas para que se pusiera el sol, as que poda buscar donde
echarse algo al estmago.
Recogi sus pertenencias, y tras dejar la maleta en consigna guard cola
para salir del monumental vehculo. Entre el barullo pudo distinguir la placa de
la estacin. Kirov. No se haba equivocado, ya estaba en la etapa final del
recorrido. Aquella ciudad era conocida ms que nada por el grupo de ballet que
llevaba su nombre, y no estaba demasiado lejos de suelo moscovita.
Pase entre las calles de la pintoresca ciudad. Se respiraban aires festivos.
Haban nios jugueteando, hombres y mujeres en frentica actividad,
comerciando, comprando, hablando animadamente.
Un cro de grandes y claros ojos capt su atencin: le recordaba a Jacob,
hacindole rer para sus adentros.
Pobre chico, no haba vuelto a saber de l. Seguramente habra crecido y
no le reconocera. Sigui al nio con la mirada y le vio correr junto con un
grupito hacia lo que pareca un enorme lago helado. Qu extraa sensacin de
alegra flotaba en aquel lugar...
De pronto, not que le tiraban de la manga del abrigo.
Hey, seor, quiere patinar? Mi padre alquila patines, no le costar
mucho!Un mocoso le miraba fijamente. Patinar haba sido el nico juego que
haba conocido en su infancia. Cuando Camus se ausentaba por breves periodos
durante la primera etapa de su entrenamiento, se escabulla para deslizarse
sobre el agua helada con los dems nios de la aldea, hasta que cumpli los 11
aos y se acabaron los juegos para l.
Seor? repiti el nio.
l despert de sus pensamientos, apoyando una rodilla en el suelo paraponerse a la altura del chiquillo.
Claro, me gustara mucho. Llvame hasta tu padre.
De buen grado alquil unos viejos pero cmodos patines al susodicho,
acompandole el cro hasta la pista improvisada.
Cmo te llamas?
Ssha, seor.
Toma, Ssha, para ti dijo, dndole tres rublos.
Muchas gracias!
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Emplalo bien, vale? Cmprale algo bonito a tu madre.
Ssha asinti, entusiasmando. Hyoga le gui un ojo, y se dispuso a
patinar. Haca una eternidad que no lo haca, casi haba olvidado lo mucho que
le relajaba. Cobr velocidad, dando vueltas alrededor del lago, pasando junto a
las parejas, padres con sus hijos y dems ocupantes.
El hielo, su elemento, pareca celebrar que lo manejara a su antojo con
perfeccin. Le agrad comprobar que su prodigiosa agilidad no se haba visto
mermada.
Feliz Navidad, Hyoga dijo resignado, concentrado en la tcnica.
Se dej llevar, jugando a flotar por el cristal con la gracia del cisne que
llevaba dentro.
- 3 -
Mosc le haba impactado mucho ms de lo que podra haber llegado a
pensar. Llevaba tres das deambulando por la ciudad, recorriendo sus calles de
perfecta y sobria arquitectura, de estatuas de la revolucin y gente metdica y
educada.
Sola sentarse en algn lugar tranquilo a observar el panorama. Si bien sesenta parte de aquella megaltica ciudad, su corazn segua vaco. Esos meses
en completa soledad le haban enseado mucho, y le haban ayudado a meditar,
a buscar qu era realmente lo que deseaba.
Crea haber llegado por fin a una determinacin. Se dirigi hacia el lugar
donde haba acabado su camino en los dos das anteriores, la Plaza Roja. Le
encantaba, le sobrecoga. Faltaba poco para que anocheciera, y se empezaba a
notar que las gentes se iban retirando a sus hogares. Contempl a lo lejos elKremlin y la silueta de la hermosa catedral de San Basilio.
Trag saliva. Si de verdad pensaba llevar a cabo lo que tena en mente,
deba ser cuanto antes.
Camin hacia el edificio. Le maravillaba sus formas y colores, su
imponente figura dominando el horizonte. En aquellos instantes slo poda
pensar en una persona.
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Rezar por su alma en el centro espiritual del imperio era posiblemente la
mejor ofrenda que podra hacerle. El interior era impresionante, la luz se
impregnaba de los dorados de las representaciones que cubran las paredes, y
haba gente rindiendo culto en aquellos das festivos.
Ocup uno de los tantos bancos que quedaban libres. Dej la maleta
donde no le molestase y, tras entrelazar las manos, cerr los ojos, dejndose
llevar.
Su madre era la mayor cruz que llevaba en su vida. Las enseanzas
religiosas que le haba legado era prcticamente lo nico que le quedaba de ella.
Haca mucho que haba dejado de creer, cmo tener fe despus de todo lo que
haba vivido, dentro y fuera del campo de batalla? An as, quera mantener vivo
su recuerdo, y esa era la nica forma. Su antigua obsesin se reduca a algo tan
simple como a la vez casi imposible de conseguir: como toda creyente, su mayor
deseo era poder descansar en tierra santa una vez muerta, para que su alma
pudiera regresar a donde era debido.
Y l no haba podido hacer nada por realizar su deseo, siendo incapaz de
llevar su cuerpo hasta la superficie y darle sepultura.
Hizo la susodicha seal de la cruz sobre sus hombros, y se dispuso a
retomar el camino. Su siguiente destino se encontraba al sur, concretamente en
la milenaria polis griega. All pedira cita con el Patriarca, para comunicarle su
decisin.
Deseaba abandonar la Orden de Atenea.
- 4 -
Se volvi para contemplar la vista de la baha de Atenas que se
vislumbraba desde la entrada al Santuario. Llegar hasta all le haba costado
varias semanas y algn que otro mal trago para atravesar suelo sovitico. Tras
varias horas a pie por caminos que solo los miembros de la Orden conocan, por
fin estaba ante las imponentes ruinas que delimitaban el sagrado recinto.
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Haca dos aos que no pisaba el lugar. A simple vista todo pareca seguir
en el mismo estado. Subi por las endiabladas pendientes y los desgastados
peldaos, oyendo a lo lejos gritos y estruendo proveniente de los
entrenamientos. Algunos jvenes hicieron ademn de impedirle el paso, mas
fueron interrumpidos por sus superiores.
Pudo captar el murmullo que qued a sus espaldas.
Es el caballero del Cisne.
Qu significaba ahora ese rango para l?
Al iniciar la ruta de las doce Casas sinti un nudo en la garganta. Nunca
olvidara la primera vez que las atraves y tuvo que enfrentarse a sus ahora
preciados compaeros.
Salud con agrado a cuantos se cruz, antes de pasar por sus templos.
Mu, Saga, Aioria, Shaka... El tiempo no haba causado demasiados estragos en
ellos, pero pudo percibir cierto aire de senectud en sus auras.
Hombres an en plena juventud, cuyos cuerpos y almas tenan cicatrices
ya arraigadas, dotndoles estas de ciarta apariencia de ancianos. Veran los
dems lo mismo en l? Se senta viejo y cansado.
Atraves la oscuridad del templo de Libra, lleno por el eco de sus pasos.
Se detuvo, absorto en aquel espacio que tantos dolorosos recuerdos le traa. Allse enfrent a Camus, all roz la muerte dentro del sarcfago de hielo, y all
volvi a la vida entre los brazos de Shun.
Sac fuerzas y continu caminando, no poda dejarse llevar ahora por el
tormento. El paso por la siguiente Casa prometa ser igual de duro, o incluso
ms. A los otros dorados les haba dirigido un mero saludo cordial, cosa que no
sera posible con Milo del Escorpin. Le vio, con su figura alta e imponente, su
larga cabellera al viento y sus ojos directos, clavados en l.Not tu presencia, que agradable sorpresa tenerte por aqu, Hyoga.
Su tono, entre afectuoso y amable, no pareca encajar con lo voraz de su
mpetu. La relacin entre ellos era bastante peculiar; siempre haba sabido que a
su maestro y al hombre que tena al lado les una algo ms que la amistad, o el
simple compaerismo. El que eran amantes desde haca aos y una de las
parejas ms slidas dentro del Santuario era un secreto a voces. Desde aquella
vez en que estuvo a punto de sucumbir ante su aguja escarlata, se haba ganado
el respecto de Milo, pasando ste con el tiempo a tratarle de forma casi paternal.
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A m tambin me alegra verte... le contest Esperaba encontrarte
aqu de camino al templo del Patriarca.
Hace mucho que no s de ti. Pasa y descansa un poco.
Acept de buen grado. Quin le hubiera dicho, cinco aos antes, que el
terrible escorpin le iba a invitar a sentarse en sus aposentos privados...
Se acomod en las estancias donde Milo resida, localizadas en el ala este
del templo, las cuales eran increblemente acogedoras con respecto al resto del
conjunto.
El griego se sent frente a l.
Qu te trae a Santuario?
He venido a hacer algo que postergu en su momento por no sentirme
preparado comento, rompiendo un poco el hielo.
Decidi preguntarle algo, aunque le diera vergenza.
Dnde se encuentra Camus?
Milo sonri. Es que acaso pensaba que Acuario viva all, en su propio
templo?
Suele dedicar estas horas a entrenar. Si piensas pasar aqu la noche no
tendrs problema alguno para verle.
Hyoga asinti, bajando levemente la mirada, gesto que hizo saber alanfitrin que algo no iba del todo bien.
Cmo ests en lo personal? Me lleg la noticia de la muerte del
caballero de Andrmeda. Creme, s lo que se siente. Yo vi morir a tu maestro
dos veces ante mis ojos.
Agradeci las palabras de apoyo del espartano, as como sus esfuerzos por
comprenderle. No poda pasar ms tiempo all, deba citarse con el Patriarca
cuando antes. Milo insisti en acompaarle, a lo que acab accediendo. Le pusoal da de lo acontecido en el seno de la institucin, desde el mandato de Shion
como nuevo lder hasta los ltimos rumores que corran por todos lados.
Afortunadamente, el templo de Acuario estaba vaco, pues no tena fuerzas
suficientes para ver a Camus. Haba podido ocultarle a Milo cules eran sus
intenciones, pero saba que nada podra hacer ante la autoritaria presencia del
que fuera su mentor.
Finalmente, llegaron a las puertas del templo.
Gracias.
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Espero verte despus, no olvides mi oferta de pasar la noche aqu,
Camus tambin estar gustoso de tenerte con nosotros.
Asinti con la cabeza y se despidi. Era surrealista: pasar la noche con
ellos, como si de un encuentro familiar se tratase. Pidi cita con el Patriarca, y a
los pocos minutos le hicieron pasar. Shion, majestuoso como acostumbraba, se
acerc a l posando las manos sobre sus hombros con gesto protector.
Hyoga, hijo mo, no esperaba tu visita.
Le hizo acompaarle hasta las estancias, insistiendo en que se relajara y
comiera algo. Se permiti el lujo de disfrutar de su hospitalidad y prepararse
para lo que haba ido a hacer.
Y bien, dime, en qu puedo ayudarte?
Hyoga respir profundamente. Estaba tranquilo, sereno.
Hace ya dos aos que me disteis, al igual que a mis compaeros, el
permiso del veto indefinido. Dej a vuestro cuidado mi armadura y me dispuse a
vivir al margen de la Orden. Este periodo de tiempo ha sido muy valioso para
m, he podido reflexionar y explorar un lado de mi vida que hasta entonces me
era desconocido.
Shion escuchaba con atencin.
He servido a esta Orden desde que era nio. Lo he hecho con orgullo yhumildad, con mpetu y entrega. He tenido vivencias y conocido a personas a las
que admiro y guardo en mi corazn... pero aunque la ame, gran Patriarca, hay
un hecho que no puede obviarse: yo no eleg convertirme en integrante del
batalln, se me fue impuesto como una forma de sobrevivir, y a ella me aferr.
Hyoga levant el mentn, pronunciando con seguridad sus palabras.
Lo que intento decir, Shion, es que deseo saber si cuento con alguna
posibilidad de abandonar esta Orden de Atenea. Deseo empezar de nuevo yretomar mi vida donde la dej cuando me arrebataron mi infancia y mi mundo.
La mirada grave del Patriarca evidenci su preocupacin. Permaneci
varios minutos en silencio, meditabundo. Hyoga esper, a que su mgica voz se
manifestara.
Al fin, as fue.
Largos son los aos que esta sagrada comunidad lleva en pie, casi
cuatro mil, durante los cuales sus historias han pasado a los lderes de
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generacin en generacin, manteniendo viva la llama que los Dioses prendieron
en tiempos inmemoriales.
>>Hyoga del Cisne, eres uno de los mejores guerreros que el Santuario
jams ha tenido, todos tenemos muchas esperanzas puestas en ti. Sin embargo,
como bien has dicho, se te han abierto las puertas a otra vida, y al igual que se te
son reconocidas tus virtudes como caballero, tambin he de considerar tu
historial personal. Como Patriarca, mi deber es hacer justicia en todo momento
partiendo de los hechos ocurridos en el pasado, analizndolos y aplicndolos de
la mejor de las formas.
>>Hace tres mil aos existi un joven caballero que pidi al Patriarca de
aquel entonces lo mismo que t me pides a m. Su nombre era Ithoba.
>>En consideracin a tu noble persona, y a tu constante entrega para con
esta Orden, si sigues dispuesto a seguir adelante con tu deseo, te aplicar el
mismo dictado que en su da l recibi.
Hyoga volvi a asentir. Shion se puso de pie, a lo que el ruso respondi
con el mismo gesto.
Hyoga del Cisne, a partir de este momento quedas libre de cualquier
relacin con esta Orden de Atenea, hasta que llegue el momento en que debers
ejercer tu ltima misin, la cual debers cumplir para abandonar plenamentetus funciones. Sers llamado a entrenar a tu futuro heredero, debers hacerlo
por el tiempo estipulado de seis aos. Al trmino de los mismos habrs de
someter a tu pupilo a una prueba final. Si la supera, volveris juntos a este
templo, donde se celebrar la ceremonia en la que l ser nombrado nuevo
portador de la armadura que ahora mismo te pertenece, y tus das de caballero
habrn llegado a su fin. Si fracasa, debers repetir el proceso.
>>Habrs de informar en todo momento de tu paradero hasta que seescoja a un candidato ideal para que sea tu alumno. La eleccin es dura y larga,
por lo que puede que no recibas nuestra llamada en mucho tiempo. Durante
este periodo de espera debers acudir igualmente a nuestra llamada si nos
encontramos en una emergencia. Hasta entonces, tu armadura quedar bajo mi
custodia.
Tras el dictado, se hizo el silencio. Hyoga agradeci las atenciones y se
despidi de Shion. No quera ver a nadie. La noticia de su desercin pronto se
hara pblica. Estaba seguro de que Camus se sentira humillado ante la retirada
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voluntaria de su alumno, y no quera estar presente para sentir su repulsa. Con
el dolor que llevaba dentro, ya tena suficiente.
Atraves el Santuario por el camino secreto que bajaba desde el templo
del Patriarca y evitaba atravesar los templos. Ech una ltima mirada y, tras
ello, volvi a emprender camino.
Una nueva etapa daba comienzo. Haba roto temporalmente con sus
obligaciones con la orden, pero tambin haba perdido ciertos privilegios, por lo
que tendra que buscarse la vida de alguna u otra forma.
Aunque en el fondo de su corazn habitaba el pesar, se senta reconciliado
consigo mismo, pues haba dado el primer paso y haba salido airoso. Sonri,
perdindose entre los parajes teidos de rojo bajo la inminente puesta del sol.
Empezaba una nueva vida para l. Era el veintitrs de enero de mil
novecientos noventa y uno. Aquel da cumpla veintids aos.
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Captulo 3
La duda haba empezado a asaltarle con ms frecuencia de lo normal, yeso le preocupaba. Haba hecho lo correcto? No sera ms sencillo resignarse a
su destino y tragarse el pesar como le haban enseado? Para qu resistirse a
sucumbir cuando apenas quedaban esperanzas?
Aunque era pesimista por naturaleza, supo sacar templanza para apartar
esos pensamientos de su mente. Tuvo que tomar la decisin de hacia dnde
partir desde Atenas. Si pretenda establecerse en algn lugar del viejo
continente, ya tena un serio hndicap en su contra: el idioma. Dado que no le
quedaron muchas opciones, la racionalidad le hizo escoger Francia como
destino final. Fue una de las tantas frases de Camus que tena grabadas la que
determin su eleccin: "ni la mayor de las fuerzas te ser til si no eres capaz
de hacerte entender".
Bajo tal diplomtica excusa su maestro haba dedicado las glidas noches
del invierno siberiano a ensearle su idioma natal, por lo que Hyoga era capaz
de comprender y chapurrear algo de francs.
Los das de viaje se le hicieron eternos, estaba cansado de aquella rutina,
prefera hacer frente a la incertidumbre de una vez. Al menos las
comunicaciones eran infinitamente mejores que en tierras soviticas.
Recal, al fin, en el sur del pas galo, decidiendo apearse en la
antepenltima estacin de la lnea. No supo porqu, simplemente sinti que era
el momento adecuado. Atraves la estacin entre el mar de personas que salan
o entraban al tren. Tras alejarse unos metros, pudo cerciorarse de que el
escogido se trataba de un bello y sencillo pueblo, pues el casco urbano seencontraba a pocos minutos del lugar. Estaba situado en medio de un gran valle.
El verde brillante lo inundaba todo, y la temperatura, aunque fresca, era
agradable para la poca del ao en que se encontraban.
No sin cierta dificultad consigui una habitacin en un hostal, donde dej
a mejor postor sus pertenencias. El dinero que le quedaba no le dara para ms
de una semana, as que lo mejor era salir cuanto antes a buscar un trabajo. Se
mir al espejo, con la misma presin en la boca del estmago que hubierasentido de tener que enfrentarse al ms temible de los adversarios. Se ri para
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S, monsieur... soy ruso.
Aquel gesto amenazador empezaba a ponerle nervioso. Un potente
alarido brot de la garganta del dueo de la bodega.
Marieeeee!
No obtuvo respuesta.
Marieeee!
Ya voy, padre! se oy a lo lejos.
Mira a ver el nuevo ste, a ver si nos sirve. Yo tengo que preparar un
pedido.
Antes de darse media vuelta, ech una ltima mirada a Hyoga.
Te estar vigilando.
l trag saliva mientras asenta. El viejo desapareci, ocupando al
instante su lugar una joven. Iba vestida de faena, y un par de rizos negros se
escapaban del resto de la melena, recogida, encaramada por el sudor que cubra
su frente. Sus ojos verdes ofrecieron al fin algo de amabilidad.
No le hagas caso a mi padre, es muy hurao cuando se trata de
desconocidos. Entonces buscas trabajo?
S.
Ven por aqu. Estaba trasladando las ltimas cajas de las reservas alalmacn.
Hyoga le sigui. El lugar era mucho ms grande de lo que pareca desde
afuera. A lo largo de un pasillo se ramificaban salas de almacenaje y un pequeo
taller. La chica seal una furgoneta, llena de cajas con el distintivo de la
bodega.
Hay que llevarlas al almacn. Coge las que puedas y sgueme.
Las cajas eran pesadas, pero no tuvo dificultad para acarrear varias deuna vez. Siguieron con la tarea hasta haberla completado. Ella se sec el sudor
nuevamente y le sonri.
Yo sola hubiera tardado el triple. Si sigues interesado en trabajar con
nosotros, hay muchas cosas que hacer, este ao no tenemos jornaleros para la
colecta de las vias. Supongo que a mi padre le interesar contratarte si puedes
desempear cualquier tarea...
Por mi parte no hay problema.
Ella iba a contestar cuando el hombre entr en el almacn.
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Y bien?
Servir, padre afirm, con soltura.
Bien, te dar una oportunidad entonces. Ven maana, a las ocho en
punto. Si me convencen tus servicios, te pagar semanalmente, ya hablaremos
del dinero.
Muchas gracias, monsieurrespondi Hyoga, agradecido.
Bien, ya puedes irte.
Gracias. Hasta maana.
Adis! se despidi ella alegremente.
Padre e hija quedaron en silencio unos momentos.
Padre, pobre chico! Mira que eres agrio a veces...
Tena que ponerle a prueba, Marie. nunca se sabe. Ahora con la crisis
hay muchos extranjeros merodeando. Y el negocio es el negocio!
Ella ri con dulzura. Al mismo tiempo, Hyoga emprenda el camino de
vuelta, ilusionado. Todo apuntaba a que finalmente la suerte estaba de su lado.
- 3 -
Fro. Como si por las venas le corriera nitrgeno lquido, congelando cadacentmetro de su inerte cuerpo. Quera hacerse un ovillo, concentrar el poco
calor que le quedaba, pero no poda.
Su vista nublada enfoc lentamente. Le contempl. Su piel, plida como
la nieve, haba cobrado un extrao tono azulado. Los cabellos, largos,
alborotados, parecan fibras de oro en una eterna suspensin. Su rostro, terso y
rgido cual porcelana, mostraba una serenidad reflejo del dolor y la resignacin.
Conoca bien ese rostro. Luch por recordar, por rescatar de su cerebro la claveque eliminase la violenta angustia que la ignorancia le produca.
Fue como si de repente alguien arrancara el velo que le cubra los ojos,
mostrndole el camino de la verdad. Claro que saba quin era aquel al que
observaba.
Soy yo...
Quiso gritar y huir despavorido, mas fue intil. Dnde estaba? Sac
valor de la congoja para mirar hacia abajo, y la vista colm de explicaciones su
insaciable desconcierto.
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Un sarcfago de hielo, del ms puro jams visto, ntido y slido como
diamante. Y dentro, su cuerpo, como si de la ms preciada pieza de un
coleccionista se tratase.
Pero, cmo era posible? Acaso su alma haba quedado presa, ligada al
cuasi cadver que se resista a rendirse, condenndole a permanecer ah hasta el
fin de los das? Por ms que lo intentase, no poda escapar, senta el peso de la
cadena que le mantena anclado a la tumba de cristal en la que yaca.
Verse a s mismo era un espectculo dantesco, pero no fue comparable a
lo que en breve sigui. Se estremeci ante la sensacin de familiaridad que ese
cosmos le produca. No, no era slo uno, eran varios, cada uno totalmente
independiente. Baj a ras del suelo, vislumbrando con horror cmo un grupo de
personas se le aparecan surgiendo de la nada, reales y fantasmagricos al
mismo tiempo.
Dese gritar, dejarse la garganta y suplicar que alguien acabara con
aquella tortura.
Sois vosotros...
Camus. Isaac. Shun.
Ellos no parecan haberse percatado de su presencia. Sus miradas, ahora
fijas en la vctima del cero absoluto, le atravesaban. El finlands dio un pasoadelante.
Esto nunca debi ocurrir, Hyoga. No deberas haber llegado hasta aqu,
debiste haber muerto aquel da bajo las aguas de Siberia, llevndote tu
insensatez a donde nadie jams pudiera recordarla. Debiste haber muerto sin
que nadie lo lamentara. Mi sacrificio fue en vano. Justo castigo recibo ahora por
mi imprudencia.
Desapareci, tal y como haba surgido. Cada una de sus palabras leprovocaron el dolor ms agudo que haba padecido hasta el momento.
El caballero de Acuario pareci abarcar todo el espacio y la materia que
aquella sala ofreca. Sus ojos inexpresivos no permitan leer la mnima muestra
de emocin.
Me equivoqu retrasando el momento. Te habra ahorrado estas horas
amargas si te hubiera sepultado bajo los hielos eternos el mismo da en que
quedaste a mi cargo. Nunca tuve dudas sobre ti: siempre supe que no estabas
capacitado. Si has llevado esa armadura, ha sido por pura compasin. Ah
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Llevaba casi un mes trabajando para los Dordogne. Se senta muy
cmodo entre ellos, y afrontaba las largas jornadas con optimismo. Sin
embargo, algo le preocupaba. Le haban pagado haca poco, pero el nivel de vida
del suelo francs era elevado. Haba consumido sus ltimos ahorros hasta el
punto de que le sera imposible pagar otra noche en la posada. Adems de ser
muy temprano, no le dara tiempo a buscar algo ms barato antes de acudir a las
bodegas, as que tendra que llevar la maleta a cuestas y, tras terminar en el
trabajo, probar suerte o pasar la noche en la calle.
Se apresur a recoger, no haba tiempo de compadecerse de s mismo. Se
le haba hecho tarde, as que tras despedirse de la amable casera apret el paso
bajo la fina lluvia. Le ruga el estmago. No poda ser, ya se echara algo a la
boca al medioda.
Entr, puntual como siempre, a la tienda, dispuesto a olvidarse de su
realidad durante unas horas.
- 4 -
Estaba cansado; no haba parado de trasladar cajas de un lado a otro, de
atender y arreglar goteras en todo el da. La temida hora de marcharse haballegado. Se despidi de Marie, haciendo ademn de salir por la puerta cuando
percibi la voz de su jefe a las espaldas.
Hyoga, espera.Ven un momento.
Obedeci, quedando a poca distancia del hombrecillo. Un temor se
apoder de l. Acaso haba hecho algo mal? Por un instante temi quedarse sin
empleo.
Dgame.Slo quera saber dnde ests residiendo. Tienes un alquiler?
Oh, no... Me quedo en una posada, cerca de la estacin.
El hombre refunfu, pensativo. Mir hacia Marie, la cual le instaba con
un gesto. Su padre mascull algo entre dientes, como si le costara soltar prenda.
Finalmente, lo hizo.
Vers... Marie y yo estbamos comentando anoche que esta casa es
demasiado grande para los dos, y...
Vamos, padre!
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Ya voy, ya voy le recrimin. Queramos proponerte que te quedaras
a vivir aqu con nosotros. Si te parece bien.
Al ruso se le ilumin la cara. Por nada del mundo se hubiera imaginado
semejante propuesta.
Eso s retom el dueo, te reducir la paga en compensacin. Y
estars disponible durante las veinticuatro horas. Qu me dices?
Si no es molestia...
Claro que no! exclam Marie.
Bien. Acepto.
El viejo volvi a lanzarle una mirada grave.
Confo en tu honradez. No me decepciones, muchacho.
Prometo no defraudarle, monsieurDordogne.
Vamos! No te quedes ah quieto. Marie, por qu no le enseas la
planta de arriba?
Por supuesto sonri ella. Ven, sgueme.
Hyoga cogi sus cosas e hizo lo indicado. Casi sin darse cuenta, Marie se
haba convertido en una gran amiga. Formaban un buen equipo de trabajo, le
haba ayudado a mejorar su pronunciacin y le encantaba su humor cido y
elocuente. No haba conocido a muchas mujeres como aquella.Subieron las escaleras que conducan a la casa. No era una vivienda de
dimensiones descomunales, pero sin duda era amplia y acogedora. Observ los
detalles a medida que atravesaban el saln, para doblar un pasillo que conduca
a los dormitorios. Se detuvieron ante el ltimo de ellos.
Esta es tu habitacin. Ayer estuve arreglndola un poco, estaba segura
de que te quedaras coment animadamente.
Y qu te haca pensar eso?No s, supongo que intuicin femenina. Vamos, entra!
Hyoga no se hizo de rogar. La contempl, entre los tonos violceos del
atardecer. Le encantaba. El mobiliario era sencillo, apenas una cama, un
armario y un escritorio de colores claros, rematado todo por un ventanal a
preciosas vistas: el valle, y al fondo los viedos.
Marie se acerc hasta quedar a su lado.
Te gusta?
Es estupenda. Gracias.
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No me las des. Dselas a mi padre, fue idea suya.
De veras? inquiri, sorprendido.
Ella asinti, encontrando divertida su expresin.
Al final del pasillo est el bao. Mi habitacin est al otro lado del saln,
y la de mi padre es la contigua. Cenamos sobre las ocho, ponte cmodo y ve a la
cocina cuando acabes, voy a preparar la cena.
De acuerdo.
Cuando se hubo quedado a solas mir a su alrededor. Deshizo la maleta,
organizando la poca ropa que llevaba consigo y sus enseres personales. Sobre el
escritorio dispuso un par de libros y dems objetos.
C'est la vie... pens Nunca sabes los giros que puede dar el camino...
Ojal pudiera perder de vista la maleta, porque ello significara, al fin,
estabilidad. Sin tener que convivir con la incertidumbre de la llamada de
Santuario, siendo consciente de que tendra que volver a desaparecer en
cualquier momento. No supo hasta que punto era bueno quedarse all, cuanto
ms tiempo pasara, ms dura le resultara la marcha.
Decidi dejar de darle vueltas e ir a la cocina a echar una mano. Se senta
como un nio con zapatos nuevos.
- 5 -
Los das pasaron veloces, cuales estrellas fugaces en el firmamento.
Hyoga haba perdido poco a poco el miedo escnico, y sola despachar
amablemente, con desparpajo. Haba sido una gran temporada en lo personal,
se haba metido tan de lleno en su cometido que haba olvidado parcialmente su
cruda realidad.Un ao atrs, por aquellas mismas fechas, se encontraba en Kirov, al
norte de Mosc, pero el ambiente festivo que se respiraba en el pueblo era
prcticamente el mismo. Ajetreo y bullicio llenaban las calles, aduendose de
las gentes de forma inconsciente. Las primeras neviscas del invierno no se
hicieron esperar.
Estaban los tres cenando, comentando la actividad del da y las ventas
logradas a lo largo de la semana, cuando el dueo tom la palabra.
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l saba que aquel momento llegara, tarde o temprano. Quera
responderle, ser sincero, pero slo poda revelarle una parte de su historia. An
as, prefiri hacerlo a mentirle.
Qu quieres sabes?
Ella le mir, deseando leer en su gesto.
Busquemos un lugar ms tranquilo.
Reanudaron la marcha a ritmo pausado, dejando que las piernas se
movieran por inercia.
Antes dijiste que no tenas familia.
Exacto.
Marie guard silencio; no quera incomodarle con preguntas
impertinentes. Se sorprendi cuando Hyoga comenz su relato.
Nac en una aldea al norte de Siberia. Mi madre era rusa, y mi padre un
marinero japons al que no llegu a conocer.
Ella escuchaba con atencin, sin apartar la mirada perdida del frente.
Cuando cumpl los siete aos, ella compr con sus ahorros dos pasajes
de barco a Japn. Tenamos la intencin de escapar de la miseria y encontrar a
mi padre, pero nos topamos con una tempestad, y sufrimos un naufragio. Yo
pude salvarme, pero ella... muri all.Pararon en una de las vallas que daban al lago. No haba nadie ms, solo
el cntico de los insectos y las estrellas titilantes.
Tras eso me llevaron a Japn prosigui con voz pausada, mientras
ella le prestaba atencin. Me cri en un orfanato de Tokio, en donde viv hasta
el ao pasado.
Y cmo llegaste hasta aqu?
l guard silencio unos instantes.Guardo muy buenos recuerdos de mi estancia all. Obviamente, yo no
era el nico en aquel lugar. Tena un grupo de amigos, prcticamente crec con
ellos, les considero ms mis hermanos que compaeros. Recuerdas las cartas
que a veces recibo? Las escribe uno de ellos.
Cogi una piedra del suelo y la lanz, formando ondas por toda la
superficie del agua.
Entre ellos, estaba mi mejor amigo. Era mi mximo apoyo, la primera
persona que se abri a mi cuando llegu a Japn, un pas donde ser diferente es
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uno de las peores faltas que se pueden cometer contra la sociedad. Ya hace casi
dos aos empez a encontrarse dbil. Muri en octubre. A m se me vino el
mundo encima, no pude soportarlo. As que decid empezar desde cero, donde
nadie me conociera, y sin que nada me recordase a lo que dej atrs. Volv a mi
pas, y lo recorr de un extremo al otro. Al llegar a Europa decid venirme a
Francia, ya que saba algo del idioma, y... aqu estoy le sonri, como queriendo
romper un poco el hielo que se haba formado. Esa es mi historia. Ahora te
toca a ti.
Ella se llev uno de los rebeldes mechones de pelo que le cubran la cara
detrs de la oreja. Le costaba hablar sobre s misma, y consideraba que al lado
de lo que le haba contado Hyoga, su trayectoria era ridcula.
Vamos... le anim l dulcemente Si yo he podido, t tambin.
A ver, por donde empiezo... suspir ella, mientras las palabras se
transformaban en finas nubes de vaho Mi familia lleva dedicndose a las
bodegas desde hace generaciones. Todas las imgenes que recuerdo de mi niez
transcurren entre viedos. Por aqul entonces, yo era ajena a las disputas. El
dueo de los campos era mi abuelo, y todos crean que mis tos heredaran el
negocio, pero no fue as. Mi madre, la hermana menor, fue la que recibi en
herencia las escrituras. Mis padres aceptaron con humildad y respeto, pero nofue fcil. A la muerte de mi abuelo la familia se dividi. Mis padres sacaron la
bodega adelante, y pudimos vivir con algo de holgura, nunca me ha faltado de
nada, no puedo quejarme... crec con la conciencia del valor del trabajo y el
ahorro.
Hyoga la miraba; le encantaba esa fluida y meldica voz, su serenidad y
franqueza, y la fragilidad que, crea, se ocultaba tras su fachada.
Mi adolescencia no fue nada del otro mundo, ya sabes ri. Elinstituto, los amigos... tuve un novio durante tres aos un velo de tristeza ti
repentinamente su hablar. Yo le quera, era muy feliz con mi pequeo mundo
y mis sueos. Mi ilusin era marchar a la Universidad en Pars y estudiar
filologa, tal vez historia. Los dos sobamos con la capital, escapar del pueblo y
vivir a nuestras anchas. Todo era tan frentico, tan sencillo... pero la vida me dio
un revs. Estaba a punto de terminar secundaria cuando mi madre muri,
nunca nos dijeron cul fue la causa exactamente, puede que fuera por alguna
infeccin antigua y mal curada. Mi padre se qued destrozado. Le conozco muy
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bien, y desde entonces no ha vuelto a ser el mismo. Decid quedarme aqu y
ayudarle con el negocio, pues era consciente de que era la nica que poda
sacarle adelante. As que renunci a mis sueos... pero no me arrepiento, en
ningn momento lo he hecho.
Y qu fue de de tu novio?
Me decepcion. No estuvo ah cuando ms le necesit. Simplemente me
dijo que se iba a Pars, con o sin m. Comprend que nuestros caminos se
separaban. No he vuelto a verle desde entonces.
Vaya... lo siento.
No digas eso. Siempre he credo que si ests en un buen momento, y
todo lo que te ha ocurrido ha propiciado a que sea as, bienvenido sea. Me gusta
mi vida, he aprendido a no temer a nada ni nadie.
l asinti, deseando poder aplicarse esas mismas palabras.
Ser mejor que volvamos, maana hay que madrugar.
Emprendieron camino de regreso, algo aliviados por haberse quitado el
peso de encima, y felices por saber un poco ms del otro.
- 7 -
El gran alivio que aquella charla y las que siguieron le haban producido
aceler an ms el paso de los das, pero tambin el incremento de trabajo.
Precisamente una de esas noches, a vsperas del trmino de las fiestas,
lleg la hora del cierre. Marie coloc el cartel de "cerrado" en la puerta mientras
l recoga, dejando a punto la tienda para la siguiente jornada.
Acababa de despejar el mostrador cuando repar en la joven. Sus miradas
quedaron suspendidas en un eterno cruce. Por unos momentos se detuvo eltiempo, no hubo ms en su concepcin del mundo que ella y el retumbar de su
propia sangre en los odos, corriendo a toda presin por las venas.
No se permiti prolongar la sensacin. Adopt una grave expresin a la
par que cargaba un par de cajas al piso superior, con paso tan veloz como sus
pensamientos, los cuales se agolpaban sin cesar, pisndose unos a otros.
No poda ser. Acaso se haba enamorado de ella?
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Captulo 4
Hyoga contempl la vista nocturna desde la ventana de su habitacin.Qu estpido haba sido. Durante las largas horas que le haba llevado su
viaje hacia lo desconocido, haba enumerado mentalmente las posibles
situaciones en las que podra verse inmerso. Cientos de variantes recopil,
haciendo acopio de imaginacin con el fin de estar preparado, cualesquiera que
fueran las adversidades. Crey haberlas sopesado todas, pero no repar en el
ms sencillo y simple evento que se produce durante el transcurso de toda vida
humana.
Se haba enamorado.
Golpe el cristal con rabia contenida. Cunto egosmo por su parte. Haba
escogido evadirse de su realidad, involucrando a terceras personas,
entrelazando sus vnculos, tejiendo una mentira en busca de un olvido frgil y
quebradizo, inestable. Sin pensar en las consecuencias.
Y ahora se enfrentaba a los hechos. Estaba seguro de haber visto en ella la
misma reaccin qumica.
Y ahora, qu?, se pregunt, desesperado. Huir y romper otro corazn?
Mejor dicho, dos. El de ella, y el suyo propio, su maltrecho corazn herido con
los palos que con los aos haba acumulado.
Se despreci, deseando no haber nacido. No estaba preparado para hacer
frente a la batalla que conciencia y deseo pugnaban por librar.
No la oy entrar, ciego como estaba, ni cmo qued a sus espaldas.
Me has esquivado durante toda la cena. Se puede saber qu demonios
te pasa? inquiri ella, herida, vida de respuestas.Hyoga sinti que le oprima el pecho. Un cmulo de nuevas sensaciones le
arrasaban, y haciendo acopio de toda su templanza, brot de sus labios las
palabras ms sinceras y puras que pudo encontrar, concentrando la pena en una
contundente frase.
Marie, no debes enamorarte de m.
Ella no dijo nada. Le miraba, pero no se daba la vuelta. Su voz quebrada
no pudo contenerse por ms.Es que no sientes nada por m?
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Ella atenda, contemplando los puntos de luz...
Poseidn, Apolo, Abel. Los conoces?
S, he ledo relatos respondi sin mucho entusiasmo, pues no
comprenda el rumbo que estaba cobrando la conversacin.
Hyoga no apartaba la mirada de las estrellas de su constelacin. El cisne,
y de la Cruz del Norte, las que haban marcado su destino, y a las que peda una
oportunidad.
Qu pensaras si te dijera que estos dioses de la antigedad han
seguido entre nosotros, reencarnndose en cuerpos mortales durante siglos
hasta nuestros das?
Marie le mir, atnita. Un fulgor estall en los ojos de Hyoga.
Pertenezco a una Orden milenaria, enterrada en el anonimato desde el
principio de los tiempos. Y desde ese comienzo, nuestra misiva ha sido proteger
a las sucesivas reencarnaciones de la diosa Atenea, y sus principios de justicia y
libertad. Soy un guerrero, y al igual que mis restantes compaeros defiendo la
causa guindome por la constelacin a la que pertenezco de nacimiento.
Call por unos instantes.
Te resulta difcil de creer, verdad?
Un poco... murmur ella.Tena que hacerlo, darle una prueba. Ech una ltima mirada a su
alrededor. Nada. No perciba nada. Confi en su suerte.
Mi poder reside principalmente en el dominio del aguaen su estado ms
mortfero: el hielo. Entren durante aos en Siberia para desarrollar mis
habilidades.
Extendi suavemente la mano, dejando la palma hacia arriba. Marie, algo
turbada, observ. Su rostro, al principio desilusionado y ausente, se fuetransformando paulatinamente en la mismsima cara del asombro. Sobre la
mano de l haba aparecido una luz azulada. Un ligero viento fro le rode, a la
par que algo surga entre sus dedos.
l dej que el cristal de hielo que haba forjado cayera sobre las manos de
Marie, la cual contemplaba atnita cmo se derreta. Una vez agua, se mostr
entre asombrada y asustada.
S que te cuesta asimilar lo que digo, pero has de creerme, no te miento.
He estado en la Orden desde que tena siete aos. Recuerdas lo que te cont?
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No era mentira, pero tuve que omitir gran parte de mi historia. Cuando qued
hurfano me llevaron a Japn. All pas un tiempo en el orfanato hasta que me
asignaron mi lugar de entrenamiento. Caprichos del destino, volv a recalar en
Siberia. All pas seis aos, donde me form como lo que soy... un asesino.
Pos su atencin en unas rocas que haba a unos treinta metros.
Ves aquel montculo?
S.
Respir hondo y cerr los ojos. Iba a hacerlo. Tres aos haban pasado
desde que empleara su tcnica por ltima vez, por la que haba sacrificado
largos y penosos das hasta dominarla. Podan descubrirle, cualquier caballero
de bajo rango que estuviera en las inmediaciones percibira la perturbacin en la
cosmoenerga. Si le advertan le tacharan de traidor, y no habra perdn por su
falta, ni para l ni para la inocente.
Anonimato. Esa era el principal dogma de Santuario.
Marie lanz un grito ahogado y cay hacia atrs, al apartarse y tropezar
por la impresin. La misma aura azulada que envolvi la mano de Hyoga haca
unos instantes le cubra por completo.El caballero del cisne concentr su potencial en un mismo punto,
haciendo estallar el cosmos, ejecutando la mortfera coreografa que
representaba a su constelacin. Lanz un trueno helado hacia las rocas.
Se sinti despejado tras la descarga de energa. Tendi la mano a Marie
para ayudarle a levantarse, logrando que ella venciera el miedo que por un
instante se haba apoderado de su razn. Se acercaron hacia el monolito de
helado cristal y ella lo toc, retirando los dedos al sentir que el hielo le quemaba.Lo haba hecho. Y de pronto, la culpa se adue de l. Porque le haba
dicho la verdad. Toda su verdad. Y se senta miserable.
Ahora ya sabes lo que soy. Bajo esta tcnica han cado muchas vidas,
demasiadas. No soy nada ms que escoria...
Ella sostuvo su faz, todava fra por el uso del polvo de diamantes.
No eres escoria. Tienes buen corazn: tus ojos son transparentes, veo
pena y dolor en ellos. Pero ya has compartido tu carga conmigo, y quiero
ayudarte a librarte de ella.
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Acarici una de sus manos con delicadeza. Tena que hacer un ltimo
esfuerzo.
An hay algo ms le dijo con un hilo de voz, para que slo ella fuera la
duea de sus palabras. Como te cont, me march de Japn a la muerte de mi
amigo. l era tambin guerrero. Tom una decisin durante mi viaje, decid
abandonar la Orden. Habl con el mximo mandatario, y me concedi la
desercin, pero...
Ella aguardaba en vilo a que continuase. Sus pupilas eran apenas
insignificantes puntos negros flotando sobre el mar verde de sus iris, en total
tensin.
He de cumplir mi ltimo cometido. Tendr que preparar a un sucesor.
Comprendes lo que intento decirte? Tendr que pasar seis aos en destino
incluso desconocido para m, entrenando a un discpulo. Pueden llamarme en
cualquier momento. Durante este tiempo que he permanecido aqu he estado
aguardando a la llamada, sin que an me haya sido comunicada. Seis aos,
Marie, sin garanta de que slo sean esos. Podra morir, podra fracasar, podra
ser destinado a batalla y caer en combate se le llenaron los ojos de lgrimas.
Entiendes ahora por qu no quiero que te involucres ms? No es justo para ti...
yo no...Y nuevamente ella le interrumpi, no dejndole continuar. Pero esta vez
fueron sus labios los que estorbaron la fluidez de sus palabras. Le bes
dulcemente, para luego dejar su frente unida a la de l, a la par que acariciaba
sus cabellos.
No me importa renunciar a unos aos si puedo tener el resto de tu vida.
Hyoga tembl; su respuesta. La haba obtenido. Una luz por la que
arrastrarse en el ms duro de los tramos, por la que dedicar las pocas fuerzasque le quedaban y afrontar su prueba, todo por alcanzar lo que tanto anhelaba,
una vida mortal corriente y tranquila junto a ella, la que haba abierto su
corazn no al espejismo, sino al verdadero Hyoga, sin mscaras ni mentiras que
esconder.
La abraz y llor en su hombro, pero no por despecho, sino por el
aturdimiento que le produca el sentirse querido por primera vez.
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S.
El joven era realmente imponente. Deba pertenecer a la nueva estirpe de
Santuario, a los nuevos guerreros reclutados por Shion.
Os hago llegar rdenes directas del sumo Patriarca. Ha llegado la hora,
como qued acordado. A medianoche deberis esperar en la plaza principal de
este pueblo, all os esperar un vehculo, el cual os transportar hasta el puerto
de Brest. Os embarcaris ah hacia vuestro destino. Recibiris ms indicaciones
cuando sea el momento adecuado.
Hyoga asinti.
Gracias por vuestro comunicado. Llevad a Shion mis ms sinceros
deseos de agradecimiento. Ahora partid de nuevo a Santuario, bajo proteccin
de Atenea.
Y as, sin ms, el joven emprendi el regreso, sin que nadie reparara en l.
Hyoga le contempl mientras se alejaba, convirtindose en una mancha difusa
en la lejana. El viento agitaba su cabello.
Se volvi hacia la casa y all estaba ella, envuelta en un chal blanco que
resaltaba an ms el contraste entre su piel cremosa y su melena azabache.
No hizo falta que mediaran palabras. Con tal solo ver la expresin de
Hyoga, ella supo lo que haba ocurrido. Se la estrech entre los brazos, con lamirada perdida al vaco. Marie se refugi en su calor, disfrutando de aquellos
instantes que saba no volvera a tener en mucho tiempo, afrontando su dolor
como parte del trato. Reuniendo fortaleza por l, deba de ser fuerte y aguardar
a su regreso. As lo haba elegido, y as sera.
La voz clida y enigmtica del guerrero le sac de sus pensamientos, sin
poder dar crdito a lo que el mensaje deca.
Csate conmigo.Marie no le solt. Sigui aferrada a su torso, a sus brazos, rogando para
que el dios Crono detuviera el tiempo, aunque solo fueran unas horas.
- 3 -
No hubo testigos. No hubo sonrisas ni deseos de felicidad. El reloj del
campanario marc las doce en punto. La noche reinaba, nada deshaca la
tranquilidad de las calles desiertas.
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El vehculo esperaba a lo lejos. Hyoga contempl a la que ahora era su
mujer, guardando para siempre en su memoria su rostro. Ignoraba qu le
deparaba el futuro, pero no se arrepenta de nada de lo que haba hecho. Y
estaba decidido a darlo todo por volver all, a donde perteneca.
La bes. No quisieron que fuera una despedida, y por ello no hubo
intercambio de palabras. Se haban entregado el uno al otro en el ms puro
secreto, violando nuevamente otra de las reglas sagradas que el cdigo de la
Orden exiga a sus miembros.
Y tras jurarse a s mismo aquello, emprendi la marcha. Volvi la vista
atrs, una nica vez. Ella le inst con un gesto a que siguiera, tratando de
retener el llanto.
Mont en la destartalada furgoneta que aguardaba. Arrancaron. Dentro
estaba oscuro, no saba quin la conduca, ni le importaba. Se tumb entre los
sillones, dejndose mecer por el brusco movimiento de aquel viejo carruaje que
le conduca a puerto. Si nada fallaba, llegara al mar a primera hora de la
maana.
Crea estar preparado para afrontarlo, pero no era as, ya no slo por eldolor que le produca dejarlo todo nuevamente atrs, sino por pensar en el que
pronto sera su nuevo papel: iba a tener un discpulo.
Por primera vez no sera alumno, sera maestro.
Maestro...
Murmur la consabida palabra. Era as como antao llamara a Camus.
Parte del destino de la Orden caa en sus manos, pero tambin una vida a la que
tendra que modular durante los dos prximos trienios. Un reto por el que tenaque desvivirse.
Pens en Camus. Haba cumplido los veinticuatro aos haca apenas unas
semanas. Qu edad tena Acuario cuando qued bajo su tutela? Posiblemente
era ms joven que l. Intentara estar a su altura y conocimientos, si bien
tendra que idear una metodologa.
No supo ni como, pero consigui dormitar un rato, tal vez para evitar que
los pensamientos le turbaran an ms. Se qued dormido, viendo de nuevo su
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rostro, recrendose en ella para sacar fuerzas, para poder sonrer y exigirse a s
mismo ms de lo que pensaba poda dar.
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De nuevo el mar. El aroma salado del yodo, el viento fresco, el travieso
graznar de las gaviotas... por muy dispares que fueran los diversos puertos del
mundo, todos tenan algo en comn.
Su barco saldra en unos minutos. Embarc en aquel pequeo navo, con
las otras cinco personas que seguan el mismo camino. Era una embarcacin
vieja, pero de aspecto resistente.
Slo saba que deba ir ah. Desconoca an a dnde le llevaban. Haba
recibido instrucciones precisas al abandonar la furgoneta.
Se alejaron de la costa. Apoyado en la barandilla con sus pocas
pertenencias agolpadas en una maleta a sus pies, vio a la tierra desvanecerse
entre la neblina. Tristeza. Se cuestion si de verdad llegara el da en que sta
terminara para l. Tal vez estaba destinado desde que naci a conocer unapenuria tras otra.
No era momento para pesimismos.
Un hombre trabajaba con afn en la cubierta. Se acerc a l, preguntando
con cautela:
Disculpe... podra decirme el destino de este barco?
El hombre le mir, sorprendido. Ech una media sonrisa sarcstica.
Posiblemente le habra tomado por borracho. Mira que preguntar a dnde ibael barco en que se haba metido!
Haremos escala en el norte de las costas escocesas dentro de tres das, y
de all partiremos hacia Reykjavik, aunque nuestra ltima parada ser al norte
del pas, en Sudureyri. De todos modos ust...
Gracias... le dijo, no dejndole continuar.
En su mente, ahora slo resonaba una palabra.
Reykjavik.
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Muy apropiado. El lugar ideal para cerrar el crculo. All iba a pasar los
prximos seis aos de su vida, internando a otro pobre desgraciado en el
laberinto del que difcilmente podra escapar.
Su prueba le esperaba, de nuevo entre glaciares.
La pasara en Islandia, la tierra del hielo.
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Captulo 5
Observ con cierta curiosidad las labores de las gentes a la llegada apuerto de los pesqueros. En un pueblo tan pequeo y aislado como aquel, el
recibimiento a marinos y comerciantes era prcticamente un evento a festejar.
Volver a tierras del norte le inspiraba un cierto aire nostlgico, tal vez por
la caracterstica luz mortecina y las bajas temperaturas.
Distingui en el horizonte la embarcacin en la que llegara una semana
antes, la cual constitua el nico medio de transporte viable para trasladarse a la
capital, a falta de buenas conexiones por tierra. Poco a poco se fue acumulando
gente a su alrededor, posiblemente esperando a lo mismo que l.
Decidi apartarse de la multitud, apoyando el pie en uno de los muchos
agarres para las amarras de las barcazas. Desde all contempl con vista
privilegiada la llegada a puerto, la ruidosa bienvenida, el descargue de
mercancas y correo. En cuestin de minutos todo volvi a la calma, quedando
tan slo una pequea figura en el muelle.
Le analiz con lentitud. Pese a ser an un nio, tena fortaleza, su
estatura era ms alta de lo habitual para su edad. Vesta un largo abrigo y una
maleta. De tez clara y cabellos rojizos como el fuego, vio cmo sus ojos buscaban
al vaco, asomando entre el alborotado flequillo.
Era l.
Se acerc, dejando que el chico reparase en su presencia.
Dime, ests esperando a alguien? le pregunt, como si de un juego
en clave se tratara.
Y usted, busca a alguien en especial? contest no sin cierta reserva,dejando ver entre lneas que haban dado el uno con el otro.
Hyoga sonri.
Bienvenido al confn del mundo. Vamos, emprendamos camino, hay
unas dos horas a pie hasta nuestro refugio.
Comenz a caminar y el muchacho le sigui, algo intimidado. Guardaron
silencio durante largo rato. No llevaba ms de quince minutos salir de la
poblacin. El resto del camino segua por campo abierto, siguiendo el curso deuna pobre carretera prcticamente sin asfaltar. La baja altitud de la zona
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contrastaba con la cercana a los glaciares. Estaban en una zona remota, la ms
aislada de la Europa occidental.
El chico avanzaba a su izquierda, abstrado. Record el da en que vio a
Camus por primera vez. Estaba muerto de miedo, y no quera que para l fuera
as.
Cmo te llamas?
Alar, seor. Soy irlands.
Vaya, Irlanda... entonces la sangre de los celtas corre por tus venas.
Alar esboz una tenue sonrisa.
A partir de este momento, si tienes cualquier pregunta que hacerme, no
dudes en consultrmela, de acuerdo?
S, seor...
Qu rara sensacin le produca aquel trato por su parte. Lo haba estado
pensado durante aquellos das, y estaba prcticamente decidido. Quera ser un
buen maestro, estricto y disciplinado, pero a su vez, quera mantener el trato
humano. Darle a su alumno aquello de lo que l careci durante su
entrenamiento.
Puedes llamarme Hyoga, si as deseas.
Siguieron caminando a paso ligero. A lo lejos el cielo pareca oscurecerse,posiblemente llovera a lo largo de la tarde.
Maestro Hyoga... dijo, dubitativo Exactamente, cul es el objetivo
de mi presencia aqu?
Alguien te ha hecho conocedor de lo que acontece en nuestra Orden y
sus propsitos?
No demasiado... slo me dijeron que era uno de los elegidos.
Tal y como haba supuesto. l tampoco saba nada cuando le enviaron aSiberia. Decidi relatarle todo aquello referente a la existencia de Santuario, las
leyendas y la actualidad, la hegemona de Atenea, el papel de sus guardianes;
tras terminar con su relato, iba a pronunciar una pregunta, cuando de repente el
corazn le dio un vuelco.
Iba a preguntarle exactamente lo mismo que en su da Camus le hiciera a
l. Haba sido un acto inconsciente, pero se sinti viejo, responsable de aquel
chiquillo, como un padre que ensea a su hijo lo mismo que antao aprendiera
de su propio progenitor.
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Correcto. La base de la tcnica de la congelacin reside en crear dos
corrientes totalmente opuestas: por un lado, has de concentrar cada partcula de
humedad que haya en el aire, modulando su velocidad atmica hasta conseguir
transmitir tu energa convertida en hielo, y por otro, has de tener cuidado de no
sobrepasar la frontera de los treinta y cinco grados, es decir, has de actuar sobre
tu propia materia para no morir de hipotermia.
El chico asenta, confundido.
S que al principio te resultar duro, pero si te esfuerzas, llegars a
hacerlo inconscientemente. Lo importante ahora mismo es que tienes que
trabajar tu resistencia a las condiciones climticas. Pasars la noche aqu, frente
al mar. La temperatura puede que baje a menos cinco. Busca la energa que
duerme en tu interior, encuntrala y expltala. Lucha contra las inclemencias.
Con los primeros rayos del sol vendr a buscarte.
Alar asinti, apretando los puos, y se volvi al mar. Hyoga se alej,
camino a la casa. Record lo dura que le result esa primera prueba. Si para l,
siberiano de nacimiento, acostumbrado a soportar temperaturas de veinte
grados bajo cero durante todo el ao, la primera noche supuso un martirio, para
su alumno podra ser peor.
Pero as deba de ser. El camino a caballero era penoso, no ser inflexiblesera an ms cruel que someterle a las peores penurias, pues no le
acostumbrara al infierno que de seguro le esperaba.
Las horas volaron. Sentado en su cama a la luz de las velas que
constituan la nica fuente de iluminacin en aquel lugar donde la mano del
hombre estaba prcticamente olvidada, inici un diario de seguimiento en el
que pensaba anotar cualquier detalle referente al proceso de aprendizaje.
Y entre lnea y lnea, reflexionaba y recordaba. Pensaba en ella. Seis aosde aislamiento, sin recibir ni dar noticias del exterior.
Dej el pequeo cuaderno sobre la mesa y se ech sobre la cama. Deba
descansar, posiblemente amanecera antes de las seis de la maana, y la
siguiente jornada se presentaba dura.
Confi en la fortaleza del chico, y en que las estrellas hubieran hecho una
buena eleccin al escogerle como futuro miembro de la Orden.
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Tal y como haba prometido, el sol empezaba a asomar cuando fue en su
busca. Le encontr con el mismo gesto reacio y rgido, el cuerpo erguido, los
brazos extendidos, el rostro forzado y desencajado por el agotamiento.
Alar, puedes orme?
Tard en reaccionar. Volvi lentamente la cabeza, hasta alcanzarle con la
mirada. Temblaba, su rostro estaba plido, ligeramente azulado, pero en su
expresin se denot un aire de victoria antes de caer desfallecido.
Hyoga le tom entre los brazos y le llev hasta la cabaa. Una vez
habindole tendido en su lecho y tras despojarle de los ropajes, observ los
efectos que las glidas temperaturas haban producido en l. En sus
extremidades se apreciaban indicios de congelacin, pero tema que los daos
hubieran sido mayores.
Procedi a descongelar los dedos de sus manos, los que parecan haber
sufrido ms, en vista al tono violceo de las uas. Haba aprendido la tcnica
mucho antes de iniciarse como caballero, si bien su desarrollo del cosmos le
haba llevado a perfeccionarla. Poco a poco fue reactivando la circulacin
sangunea, tras lo que le cubri con las mantas que logr reunir.Estaba ocupado en otras tareas cuando le oy hablar con voz dbil.
Maestro, yo... no lo he conseguido...
Se acerc a l, sentndose a su lado en el lecho.
Todo lo contrario, lo has hecho muy bien. Ya vers que pronto
conseguirs acostumbrarte. Ahora descansa, te traer algo caliente, has de
recuperar fuerzas.
Y as, la maana trascurri apacible. Aprovechando el descanso del chico,sigui explicndole fenmenos fsicos que seran de suma importancia para su
tcnica: el comportamiento atmico, la oscilacin trmica, pero sobre todo, el
encontrar su propio cosmos.
Cmo es el cosmos, maestro?
Pens unos instantes acerca de cmo describrselo.
Es una luz que duerme en tu interior. Cuando solo la oscuridad te
envuelva y vislumbres esa luz, abrzala, expltala, y tu cosmos estallar, sentirs
que tu cuerpo se desvanece para convertirte en pura energa. Todos los
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humanos lo tenemos, pero slo unos pocos poseen la capacidad de ser
conscientes de ello y elevarlo a su mxima potencia. Y t tienes esa cualidad,
Alar, slo que todava no sabes cmo desarrollarla.
- 3 -
Y as, pasaron tres das y tres noches bajo el mismo proceso. Largas
noches de lucha y das de recuperacin, pero en constante evolutiva. Hyoga sola
observar de madrugada el esfuerzo de su alumno por encontrar aquella luz que
le haba descrito. Le vea luchar, contra la inclemencia climtica, y contra sus
propias barreras.
Y a la cuarta noche, lo sinti. Estaba observndole desde lejos cuando
percibi una perturbacin en la energa. De un brusco movimiento se incorpor,
expectante.
La conmocin era cada vez mayor. Pudo vislumbrar una dbil urea
violcea a su alrededor.
Estaba muy cerca de conseguirlo.
Vamos Alar, puedes hacerlo! le grit.
Y el irlands consigui, al fin, encontrar su cosmos y hacerlo estallar.Lanzando un potente grito hacia las estrellas, su energa rebos a su alrededor,
su urea era potente, intensa y llena de jovialidad.
Hyoga corri hacia l. Slo haban pasado cuatro das, y ya haba
alcanzado ese nivel. Estaba, sin duda, frente al que podra llegar a ser un temible
guerrero, las cualidades innatas que posea eran impresionantes.
El chico cay de rodillas, extenuado por el esfuerzo. Al quedar su maestro
a su lado, levant el rostro, mirndole. Obtuvo una gran sonrisa y una mano quele ofreca ayuda para incorporarse, a la que respondi con gratitud.
Lo has conseguido. Al fin has sentido tu cosmos. Recuerda, ser la base
de toda tcnica, la esencia de tu andadura como caballero. Conocers cosmos de
todo tipo, desde los ms hostiles hasta los ms puros, entre los que se encuentra
el de nuestra diosa. Pero no olvides que aquel que te resultar ms complicado
de desvelar y comprender, ser el tuyo.
Quedaron frente a frente. Le seal una de las paredes de piedra que les
rodeaban, al borde de los acantilados.
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Cuando hayas desarrollado completamente esta habilidad, podrs
modular con facilidad la actividad atmica de la materia que te rodea, y emplear
la tcnica para mltiples funciones. Observa con atencin.
Alar puso todos sus sentidos en su maestro, palideciendo cuando ste
concentr su energa, pudiendo notar cmo su presencia le absorba, cmo la luz
azulada que emanaba de su cuerpo le envolva. Hyoga, de un descomunal golpe,
hizo aicos la roca, dejando en ella una abertura de circunferencia perfecta.
Contempl el agujero asombrado. No podra haber imaginado que su
joven mentor poseyera semejante poder.
ste ser tu prximo objetivo. Esfurzate y pon en prctica la teora de
la que te he hecho conocedor. Utiliza la fuerza de tu interior, pues al igual que es
fuente de vida, es fuente de destruccin. De tu propia tica depende el que
emplees tus extraordinarias cualidades para obrar el bien.
Y all le dej a solas con su prximo adversario, aquel muro de piedra,
aquel agujero al que tendra que imitar. Golpe y golpe hasta destrozarse los
nudillos, mas no desisti, estaba decidido a conseguir imitar tan demoledora
accin.
Hyoga medit acerca de sus palabras.
Obrar el bien. Qu bien es ese por el cual se han de sesgar vida? Qu
subjetiva es la verdad, no hay mal, slo diferentes puntos de vista segn el
bando al que se pertenece. Pero eso es algo que slo la vida y la experiencia
pueden ensearle.
Porque la vida era dura, y cada uno trazaba su camino a base de las
propias vivencias. Y de las personas con las que se cruzara, algunas de las cules
le acompaaran durante un gran tramo, mientras que otras se desvan para
nunca volver. Y de cada una de ellas, algo se conserva.Cuntas personas se haban cruzado en su camino? Muchas, de las
cuales, siempre guardara en su corazn a algunas que ya no estaban ah, y por
las que deseaba seguir rezando, creyendo y luchando.
Por gratitud y esperanza.
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Vamos, levntate e intntalo otra vez.
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Cmo puedes decir eso? Shun te adoraba. Te admiraba y te apreciaba,
l nunca dud de ti. Te respetaba tanto que nunca pregunt por qu
desaparecas, por qu te mostrabas tan esquivo. Cmo puedes decir que te
remplaz por m?
Cerr los ojos, calmndose.
Oye... l era mi mejor amigo, le quera con locura, lo hubiera dado todo
por l, pero nunca quise ocupar tu lugar. T eras su hermano, tendras que
haber estado ah, pero no lo hiciste. Ya no puedes volver atrs para cambiar los
hechos. Slo puedes estar seguro de dos cosas: que no me separ de su lado ni
un slo minuto, y que l te quiso hasta el final, con el mismo fervor. As que deja
de atormentarte.
Pronto anochecera, y la puesta de sol comenzara de un momento a otro.
Tuvo una idea, proponindola de todo corazn.
Si l pudiera estar aqu, seguramente habra deseado que los dos
superramos nuestras diferencias. S que nuestra relacin nunca ha sido buena,
pero creo que podemos hacer un esfuerzo por Shun, por l, que tanto signific
para nosotros. An conservo una parte de sus cenizas.
Volvi a incrustarle la mirada, serena y sincera.
Dmosle un ltimo adis juntos, Ikki.
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Hyoga no tard en regresar a la colina. Haba bajado al refugio, dejndole
a solas mientras. Volvi con la pequea urna que contena los restos que no
haban sido enterrados en Japn.
Volvi a su lado, sosteniendo el pequeo recipiente entre sus manos.Contempl la puesta de sol; la bola de fuego se ahogaba lenta
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