3. Poemas humanos POEMAS HUMANOS Edicin de divulgacin basada en
la de Ricardo Gonzlez Vigil (99) Lima, 2007 [Madrid, 1939]
Laberintos Csar Vallejo
4. CSAR VALLEJO2 2008 DERECHOS RESERVADOS DE ESTA EDICIN EN
FORMATO ELECTRNICO Centro Peruano de Estudios Culturales Ediciones
Laberintos es una marca comercial del Centro Peruano de Estudios
Culturales Edicin distribuida por Pginas del Per S. A. C.
www.paginasdelperu.com DIGITACIN Alumnos de la promocin 2003 del
Colegio Trilce Surco, dirigidos por Karem Robertson y scar Limache
PRIMERA REVISIN Rosario Rivas Tarazona REVISIN FINAL Paul Forsyth
DISEO Y DIAGRAMACIN Ana Mara Tessey SUPERVISIN Y EDICIN GENERAL
scar Limache y Alexander Forsyth PINTURA DE PORTADA Ricardo
Wiesse
5. Poemas humanos 3 NDICE DE LOS PRIMEROS VERSOS (I) POEMAS
PUBLICADOS EN REVISTAS Un guijarro, uno solo, el ms bajo de todos,
9 He aqu que hoy saludo, me pongo el cuello y vivo, 0 Quin no tiene
su vestido azul? Sin haberlo advertido jams, exceso por turismo 2
(II) POEMAS EN PROSA Y MBITO DE CONTRA EL SECRETO PROFESIONAL Todos
han muerto. 5 Un hombre dijo: 7 Se peda a grandes voces: 8 Hay,
madre, un sitio en el mundo, que se llama Pars. Un 9 Las ventanas
se han estremecido, elaborando una metafsica del 2 Yo no sufro este
dolor como Csar Vallejo.Yo no me duelo 25 Seores! Hoy es la primera
vez que me doy cuenta de la 26 Una mujer de seos apacibles, ante
los que la lengua de la 28 Cesa el anhelo, rabo al aire. De sbito,
la vida se amputa, en 29 No vive ya nadie en la casa me dices;
todos se han 30 Existe un mutilado, no de un combate sino de un
abrazo, no 3 Cuatro conciencias 33 Entre el dolor y el placer
median tres criaturas, 34 En el momento en que el tenista lanza
magistralmente 35 ADDENDA Tendramos ya una edad misericordiosa,
cuando mi padre 39 Seores: 4 Los trescientos estados de mujer de la
Tour Eiel, estn hela- 43
6. CSAR VALLEJO4 (III) POEMAS SIN FECHA MECANOGRAFIADOS EN
LETRA ROJA Eslavo con respecto a la palmera, 47 Reanudo mi da de
conejo, 48 Y no me digan nada, 50 Enfrente a la Comedia Francesa,
est el Caf 5 Me morir en Pars con aguacero, 52 Dulzura por dulzura
corazona! 53 La vida, esta vida 55 Hasta el da en que vuelva, de
esta piedra 57 Por ltimo, sin ese buen aroma sucesivo, 58 Fue
domingo en las claras orejas de mi burro, 59 Considerando en fro,
imparcialmente, 60 Hoy me gusta la vida mucho menos, 62 Por entre
mis propios dientes salgo humeando, 63 Ahora vestirame 65 De todo
esto yo soy el nico que parte 66 (IV) POEMAS SIN FECHA
MECANOGRAFIADOS EN LETRA NEGRA Mecnica sincera y peruansima 69 Con
efecto mundial de vela que se enciende, 7 Los mineros salieron de
la mina 73 Esta vez, arrastrando briosa sus pobrezas 75 Parado en
una piedra, 76 De disturbio en disturbio 78 Quisiera hoy ser feliz
de buena gana, 80 Pero antes que se acabe 8 Y si despus de tntas
palabras, 82 (V) POEMAS FECHADOS Calor, cansado voy con mi oro, a
donde 85
7. Poemas humanos 5 Un pilar soportando consuelos, 86 Al
cavilar en la vida, al cavilar 87 S que hay una persona 88 El
acento me pende del zapato; 89 La punta del hombre, 90 Oh botella
sin vino! oh vino que enviud de esta botella! 9 Va corriendo,
andando, huyendo 92 Al n, un monte 93 Quiere y no quiere su color
mi pecho, 94 Esto 95 Quedme a calentar la tinta en que me ahogo 96
La paz, la abispa, el taco, las vertientes, 97 Transido, salomnico,
decente, 98 Y bien? Te sana el metaloide plido? 99 De puro calor
tengo fro, 00 Conanza en el anteojo, n en el ojo; 0 Hablando de la
lea, callo el fuego? 02 Escarnecido, aclimatado al bien, mrbido,
hurente, 03 Alfonso: ests mirndome, lo veo, 04 Hay gentes tan
desgraciadas, que ni siquiera 06 Al cabo, al n, por ltimo, 08 A lo
mejor, soy otro; andando, al alba, otro que marcha 09 Profesor de
sollozo he dicho a un rbol 0 A la cabeza de mis propios actos,
Tengo un miedo terrible de ser un animal 2 Quiero escribir, pero me
sale espuma, 3 El placer de sufrir, de odiar, me tie 4 Oye a tu
masa, a tu cometa, escchalos; no gimas 6 Qu me da, que me azoto con
la lnea 7 Cunto catorce ha habido en la existencia! 8 He visto ayer
sonidos generales, 9 La clera que quiebra al hombre en nios, 2 Un
hombre est mirando a una mujer, 22 No. No tienen tamao sus
tobillos; no es su espuela 23
8. CSAR VALLEJO6 I, desgraciadamente, 25 Un hombre pasa con un
pan al hombro 28 Hoy le ha entrado una astilla. 30 Me viene, hay
das, una gana ubrrima, poltica, 32 Ahora, entre nosotros, aqu, 34 T
sufres de una glndula endocrnica, se ve, 36 Completamente. Adems,
vida! 38 Acaba de pasar el que vendr 39 Viniere el malo, con un
trono al hombro, 40 Ande desnudo, el pelo, el millonario! 42 Al
revs de las aves del monte, 45 Ello es que el lugar donde me pongo
47 Algo te identica con el que se aleja de ti, y es la facultad 49
En suma, no poseo para expresar mi vida, sino mi muerte. 50 Otro
poco de calma, camarada; 52 Ya va a venir el da; da 54 Y, en n,
pasando luego al dominio de la muerte, 56
9. Poemas humanos 7 Poemas publicados en revistas
10. CSAR VALLEJO8
11. Poemas humanos 9 ME ESTOY RIENDO Un guijarro, uno solo, el
ms bajo de todos, controla a todo el mdano aciago y faranico. El
aire adquiere tensin de recuerdo y de anhelo, y bajo el sol se
calla hasta exigir el cuello a las pirmides. Sed. Hidratada
melancola de la tribu errabunda, gota a gota, del siglo al minuto.
Son tres Treses paralelos, barbados de barba inmemorial, en marcha
3 3 3 Es el tiempo este anuncio de gran zapatera, es el tiempo, que
marcha descalzo de la muerte hacia la muerte.
12. CSAR VALLEJO0 He aqu que hoy saludo, me pongo el cuello y
vivo, supercial de pasos insondable de plantas. Tal me recibo de
hombre, tal ms bien me despido y de cada hora ma retoa una
distanciA. Queris ms? encantado. Polticamente, mi palabra emite
cargos contra mi labio inferior y econmicamente, cuando doy la
espalda a Oriente, distingo en dignidad de muerte a mis visitas.
Desde ttttales cdigos regulares saludo al soldado desconocido al
verso perseguido por la tinta fatal y el saurio que Equidista
diariamente de su vida y su muerte, como quien no hace la cosa. El
tiempo tiene hun miedo ciempis a los relojes. * (Los lectores
pueden poner el ttulo que quieran a este poema)
13. Poemas humanos ALTURA Y PELOS Quin no tiene su vestido
azul? Quin no almuerza y no toma el tranva, con su cigarrillo
contratado y su dolor de bolsillo? Yo que tan slo he nacido! Yo que
tan slo he nacido! Quin no escribe una carta? Quin no habla de un
asunto muy importante, muriendo de costumbre y llorando de odo? Yo
que solamente he nacido! Yo que solamente he nacido! Quin no se
llama Carlos o cualquier otra cosa? Quin al gato no dice gato gato?
Ay, yo que slo he nacido solamente! Ay! yo que slo he nacido
solamente!
14. CSAR VALLEJO2 LOMO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS Sin haberlo
advertido jams, exceso por turismo y sin agencias de pecho en pecho
hacia la madre unnime. Hasta Pars ahora vengo a ser hijo. Escucha,
Hombre, en verdad te digo que eres el HIJO ETERNO pues para ser
hermano tus brazos son escasamente iguales y tu malicia para ser
padre, es mucha. La talla de mi madre movindome por ndole de
movimiento, y ponindome serio, me llega exactamente al corazn:
pesando cuanto cayera de vuelo con mis tristes abuelos, mi madre me
oye en dimetro callndose en altura. Mi metro est midiendo ya dos
metros mis huesos concuerdan en gnero y en nmero y el verbo
encarnado habita entre nosotros y el verbo encarnado habita, al
hundirme en el bao, un alto grado de perfeccin.
15. Poemas humanos 3 (II) Poemas en prosa y mbito de Contra el
secreto profesional
16. CSAR VALLEJO4
17. Poemas humanos 5 LA VIOLENCIA DE LAS HORAS Todos han
muerto. Muri doa Antonia, la ronca, que haca pan barato en el
burgo. Muri el cura Santiago, a quien placa le saludasen los jvenes
y las mozas, respondindoles a todos, indistintamente:Buenos das,
Jos! Buenos das Mara! Muri aquella joven rubia, Carlota, dejando un
hijito de me- ses, que luego tambin muri, a los ocho das de la
madre. Muri mi ta Albina, que sola cantar tiempos y modos de he-
redad, en tanto cosa en los corredores, para Isidora, la criada de
ocio, la honrossima mujer. Muri un viejo tuerto, su nombre no
recuerdo, pero dorma al sol de la maana, sentado ante la puerta del
hojalatero de la es- quina. Muri Rayo, el perro de mi altura,
herido de un balazo de no se sabe quin. Muri Lucas, mi cuado en la
paz de las cinturas, de quien me acuerdo cuando llueve y no hay
nadie en mi experiencia. Muri en mi revlver mi madre, en mi puo mi
hermana y mi hermano en mi vscera sangrienta, los tres ligados por
un gnero triste de tristeza, en el mes de agosto de aos
sucesivos.
18. CSAR VALLEJO6 Muri el msico Mndez, alto y muy borracho, que
solfea- ba en su clarinete tocatas melanclicas, a cuyo articulado
se dor- man las gallinas de mi bario, mucho antes de que el sol se
fuese. Muri mi eternidad y estoy velndola.
19. Poemas humanos 7 EL MOMENTO MAS GRAVE DE LA VIDA Un hombre
dijo: El momento mas grave de mi vida estuvo en la batalla del
Marne, cuando fui herido en el pecho. Otro hombre dijo: El momento
ms grave de mi vida, ocurri en un maremo- to de Yokohama, del cual
salv milagrosamente, refugiado bajo el alero de una tienda de
lacas. Y otro hombre dijo: El momento ms grave de mi vida acontece
cuando duer- mo de da. Y otro dijo: El momento ms grave de mi vida
ha estado en mi mayor soledad. Y otro dijo: El momento ms grave de
mi vida fue mi prisin en una crcel del Per. Y otro dijo: El momento
ms grave de mi vida es el haber sorprendido de perl a mi padre. Y
el ltimo hombre dijo: El momento ms grave de mi vida no ha llegado
todava.
20. CSAR VALLEJO8 NMINA DE HUESOS Se peda a grandes voces: Que
muestre las dos manos a la vez. Y esto no fue posible. Que,
mientras llora, le tomen la medida de sus pasos. Y esto no fue
posible. Que piense un pensamiento idntico, en el tiempo en que un
cero permanece intil. Y esto no fue posible. Que haga una locura. Y
esto no fue posible. Que entre l y otro hombre semejante a l, se
interponga una muchedumbre de hombres como l. Y esto no fue
posible. Que le comparen consigo mismo. Y esto no fue posible. Que
le llamen, en n, por su nombre. Y esto no fue posible.
21. Poemas humanos 9 EL BUEN SENTIDO Hay, madre, un sitio en el
mundo, que se llama Pars. Un sitio muy grande y lejano y otra vez
grande. Mi madre me ajusta el cuello del abrigo, no porque empieza
a nevar, sino para que empiece a nevar. La mujer de mi padre est
enamorada de m, viniendo y avan- zando de espaldas a mi nacimiento
y de pecho a mi muerte. Que soy dos veces suyo: por el adis y por
el regreso. La cierro, al retornar. Por eso me dieran tnto sus
ojos, justa de m, infragan- ti de m, acontecindose por obras
terminadas, por pactos consu- mados. Mi madre est confesa de m,
nombrada de m. Cmo no da otro tanto a mis otros hermanos? A Vctor,
por ejemplo, el ma- yor, que es tan viejo ya, que las gentes dicen:
Parece hermano menor de su madre! Fuere porque yo he viajado mucho!
Fuere porque yo he vivido ms! Mi madre acuerda carta de principio
colorante a mis relatos de regreso. Ante mi vida de regreso,
recordando que viaj durante dos corazones por su vientre, se
ruboriza y se queda mortalmen- te lvida, cuando digo, en el tratado
del alma: Aquella noche fui dichoso. Pero, ms se pone triste; ms se
pusiera triste. Hijo, cmo ests viejo! Y desla por el color amarillo
a llorar, porque me halla enve- jecido, en la hoja de espada, en la
desembocadura de mi rostro. Llora de m, se entristece de m. Qu
falta har mi mocedad, si
22. CSAR VALLEJO20 siempre ser su hijo? Por qu las madres se
duelen de hallar envejecidos a sus hijos, si jams la edad de ellos
alcanzar a la de ellas? Y por qu, si los hijos, cuanto ms se
acaban, ms se aproximan a los padres? Mi madre llora porque estoy
viejo de mi tiempo y porque nunca llegar a envejecer del suyo! Mi
adis parti de un punto de su ser, ms externo que el punto de su ser
al que retorno. Soy, a causa del excesivo plazo de mi vuelta, ms el
hombre ante mi madre que el hijo ante mi madre. All reside el
candor que hoy nos alumbra con tres llamas. Le digo entonces hasta
que me callo: Hay, madre, en el mundo un sitio que se llama Pars.
Un sitio muy grande y muy lejano y otra vez grande. La mujer de mi
padre, al orme, almuerza y sus ojos mortales descienden suavemente
por mis brazos.
23. Poemas humanos 2 (A) Las ventanas se han estremecido,
elaborando una metafsica del universo. Vidrios han cado. Un enfermo
lanza su queja: la mitad por su boca lenguada y sobrante, y toda
entera, por el ano de su espalda. Es el huracn. Un castao del jardn
de las Tulleras habrse aba- tido, al soplo del viento, que mide
ochenta metros por segundo. Capiteles de los barrios antiguos,
habrn cado, hendiendo, ma- tando. De qu punto, interrogo, oyendo a
ambas riberas de los oca- nos, de qu punto viene este huracn, tan
digno de crdito, tan honrado de deuda, derecho a las ventanas del
hospital? Ay! las direcciones inmutables, que oscilan entre el
huracn y esta pena directa de toser o defecar! Ay! las direcciones
inmutables, que as prenden muerte en las entraas del hospital y
despiertan clu- las clandestinas, a deshora, en los cadveres. Qu
pensara de s el enfermo de enfrente, se que est dur- miendo, si
hubiera percibido el huracn? El pobre duerme, boca arriba, a la
cabeza de su morna, a los pies de toda su cordura. Un adarme ms o
menos en la dosis y le llevarn a enterrar, el vientre roto, la boca
arriba, sordo al huracn, sordo a su vientre roto, ante el cual
suelen los mdicos dialogar y cavilar largamen- te, para, al n,
pronunciar sus llanas palabras de hombres. (B) La familia rodea al
enfermo agrupndose ante sus sienes regresi- vas, indefensas,
sudorosas.Ya no existe hogar sino en torno al velador del pariente
enfermo, donde montan guardia impaciente,
24. CSAR VALLEJO22 sus zapatos vacantes, sus cruces de
repuesto, sus pldoras de opio. La familia rodea la mesita por
espacio de un alto dividendo. Una mujer acomoda en el borde de la
mesa, la taza, que casi se ha cado. Ignoro lo que ser del enfermo
esta mujer, que le besa y no pue- de sanarle con el beso, le mira y
no puede sanarle con los ojos, le habla y no puede sanarle con el
verbo. Es su madre? Y cmo, pues, no puede sanarle? Es su amada? Y
cmo, pues, no puede sanarle? Es su hermana? Y cmo, pues, no puede
sanarle? Es, simplemente, una mujer? Y como, pues, no puede
sanarle? Porque esta mujer le ha besado, le ha mirado, le ha
hablado y hasta le ha cubierto mejor el cuello al enfermo y cosa
verdadera- mente asombrosa! no le ha sanado. (C) El paciente
contempla su calzado vacante. Traen queso. Llevan tierra. La muerte
se acuesta al pie del lecho, a dormir en sus tran- quilas aguas y
se duerme. Entonces, los libres pies del hombre enfermo, sin
menudencias ni pormenores innecesarios, se estiran en acento
circunejo, y se alejan, en una extensin de dos cuer- pos de novios,
del corazn. (D) El cirujano ausculta a los enfermos, horas enteras.
Hasta donde sus manos cesan de trabajar y empiezan a jugar, las
lleva a tien- tas, rozando la piel de los pacientes, en tanto sus
prpados cien- tcos vibran, tocados por la indocta, por la humana
aqueza del amor.Y he visto a esos enfermos morir precisamente del
amor desdoblado del cirujano, de los largos diagnsticos, de las
dosis exactas, del riguroso anlisis de orinas y excrementos. Se
rodea- ba de improviso un lecho con un biombo. Mdicos y
enfermeros
25. Poemas humanos 23 cruzaban delante del ausente, pizarra
triste y prxima, que un nio llenara de nmeros, en un gran monismo
de plidos miles. Cruzaban as, mirando a los otros, como si ms
irreparable fuese morir de apendicitis o neumona, y no morir al
sesgo del paso de los hombres. (E) Sirviendo a la causa de la
religin, vuela con xito esta mosca, a lo largo de la sala. A la
hora de la visita de los cirujanos, sus zumbidos no perdonan el
pecho, ciertamente, pero desarrollndo- se luego, se aduean del
aire, para saludar con genio de mudan- za, a los que van a morir.
Unos enfermos oyen a esa mosca has- ta durante el dolor y de ellos
depende, por eso, el linaje del dis- paro, en las noches
tremebundas. (F) Cunto tiempo ha durado la anestesia, que llaman
los hombres? Ciencia de Dios, Teodicea! si se me echa a vivir en
telas condi- ciones, anestesiado totalmente, volteada mi
sensibilidad para adentro! Ah doctores de las sales, hombres de las
esencias, pr- jimos de las bases! Pido se me deje con mi tumor de
conciencia, con mi irritada lepra sensitiva, ocurra lo que ocurra,
aunque me muera! Dejadme dolerme, si lo queris, mas dejadme
despierto de sueo, con todo el universo metido, aunque fuese a las
malas, en mi temperatura polvorosa. (G) En el mundo de la salud
perfecta, se reir por esta perspectiva en que padezco; pero, en el
mismo plano y cortando la baraja del juego, percute aqu otra risa
de contrapunto.
26. CSAR VALLEJO24 En la casa del dolor, la queja asalta
sncopes de gran compositor, golletes de carcter, que nos hacen
cosquillas de verdad, atroces, arduas, y, cumpliendo lo prometido,
nos hielan de espantosa incertidumbre. En la casa del dolor, la
queja arranca frontera excesiva. No se reconoce en esta queja de
dolor, a la propia queja de la dicha en xtasis, cuando el amor y la
carne se eximen de azor y cuando, al regresar, hay discordia
bastante para el dilogo. Dnde est, pues, el otro anco de esta queja
de dolor, si, a estimarla en conjunto, parte ahora del lecho de un
hombre? De la casa del dolor parten quejas tan sordas e inefables y
tan colmadas de tanta plenitud que llorar por ellas sera poco, y
sera ya mucho sonrer. (H) Se atumulta la sangre en el termmetro. No
es grato morir, seor, si en la vida nada se deja y si en la muerte
nada es posible, sino sobre lo que se deja en la vida! No es grato
morir, seor, si en la vida nada se deja y si en la muerte nada es
posible, sino sobre lo que se deja en la vida! No es grato morir,
seor, si en la vida nada se deja y si en la muerte nada es posible,
sino sobre lo que pudo dejarse en la vida!
27. Poemas humanos 25 VOY A HABLAR DE LA ESPERANZA Yo no sufro
este dolor como Csar Vallejo.Yo no me duelo ahora como artista,
como hombre ni como simple ser vivo siquie- ra.Yo no sufro este
dolor como catlico, como mahometano ni como ateo. Hoy sufro
solamente. Si no me llamase Csar Valle- jo, tambin sufrira este
mismo dolor. Si no fuese artista, tambin lo sufrira. Si no fuese
catlico, ateo ni mahometano, tambin lo su- frira. Hoy sufro desde
ms abajo. Hoy sufro solamente. Me duelo ahora sin explicaciones. Mi
dolor es tan hondo, que no tuvo ya causa ni carece de causa. Qu
sera su causa? Dnde est aquello tan importante, que dejase de ser
su causa? Nada es su causa; nada ha podido dejar de ser su causa. A
qu ha nacido este dolor, por s mismo? Mi dolor es del viento del
norte y del viento del sur, como esos huevos neutros que algunas
aves raras ponen del viento. Si hubiera muerto mi novia, mi do- lor
sera igual. Si me hubieran cortado el cuello de raz, mi dolor sera
igual. Si la vida fuese, en n, de otro modo, mi dolor sera igual.
Hoy sufro desde ms arriba. Hoy sufro solamente. Miro el dolor del
hambriento y veo que su hambre anda tan lejos de mi sufrimiento,
que de quedarme ayuno hasta morir, sal- dra siempre de mi tumba una
brizna de yerba al menos. Lo mismo el enamorado. Qu sangre la suya
ms engendrada, para la ma sin fuente ni consumo! Yo crea hasta
ahora que todas las cosas del universo eran, inevitablemente,
padres o hijos. Pero he aqu que mi dolor de hoy no es padre ni es
hijo. Le falta espalda para anochecer, tanto como le sobra pecho
para amanecer y si lo pusiesen en una es- tancia obscura, no dara
luz y si lo pusiesen en una estancia lumi- nosa, no echara sombra.
Hoy sufro suceda lo que suceda. Hoy sufro solamente.
28. CSAR VALLEJO26 HALLAZGO DE LA VIDA Seores! Hoy es la
primera vez que me doy cuenta de la presencia de la vida. Seores!
Ruego a ustedes dejarme libre un momento, para saborear esta emocin
formidable, espontnea y reciente de la vida, que hoy, por la
primera vez, me extasa y me hace dichoso hasta las lgrimas. Mi gozo
viene de lo indito de mi emocin. Mi exultacin viene de que antes no
sent la presencia de la vida. No la he sen- tido nunca. Miente
quien diga que la he sentido. Miente y su mentira me hiere a tal
punto que me hara desgraciado. Mi gozo viene de mi fe en este
hallazgo personal de la vida, y nadie pue- de ir contra esta fe. Al
que fuera, se le caera la lengua, se le cae- ran los huesos y
correra el peligro de recoger otros, ajenos, para mantenerse de pie
ante mis ojos. Nunca, sino ahora, ha habido vida. Nunca, sino
ahora, han pasado gentes. Nunca, sino ahora, ha habido casas y
avenidas, aire y horizonte. Si viniese ahora mi amigo Peyriet, le
dira que yo no le conozco y que debemos empezar de nuevo. Cundo, en
efecto, le he conocido a mi amigo Peyriet? Hoy sera la primera vez
que nos conocemos. Le dira que se vaya y regrese y entre a verme,
como si no me conociera, es decir, por la primera vez. Ahora yo no
conozco a nadie ni nada. Me advierto en un pas extrao, en el que
todo cobra relieve de nacimiento, luz de epifa- na inmarcesible.
No, seor. No hable usted a ese caballero. Usted no lo conoce y le
sorprendera tan inopinada parla. No ponga usted el pie sobre esa
piedrecilla: quin sabe no es piedra y vaya usted a dar en el vaco.
Sea usted precavido, puesto que estamos en un mundo absolutamente
inconocido.
29. Poemas humanos 27 Cun poco tiempo he vivido! Mi nacimiento
es tan reciente, que no hay unidad de medida para contar mi edad.
Si acabo de nacer! Si an no he vivido todava! Seores: soy tan
pequeito que el da apenas cabe en m. Nunca, sino ahora, o el
estruendo de los carros, que cargan piedras para una gran
construccin del boulevard Haussmann. Nunca, sino ahora, avanc
paralelamente a la primavera, dicin- dola:Si la muerte hubiera sido
otra Nunca, sino ahora, vi la luz urea del sol sobre las cpulas del
Sacr-Coeur. Nunca, sino ahora, se me acerc un nio y me mir
hondamente con su boca. Nunca, sino ahora, supe que exista una
puerta, otra puerta y el canto cordial de las distancias. Dejadme!
La vida me ha dado ahora en toda mi muerte.
30. CSAR VALLEJO28 Una mujer de seos apacibles, ante los que la
lengua de la vaca resulta una glndula violenta. Un hombre de
templanza, mandibular de genio, apto para marchar de a dos con los
goznes de los cofres. Un nio est al lado del hombre, llevando por
el revs, el derecho animal de la pareja. Oh la palabra del hombre,
libre de adjetivos y de adverbios, que la mujer declina en su nico
caso de mujer, aun entre las mil voces de la Capilla Sixtina! Oh la
falda de ella, en el punto maternal donde pone el pequeo las manos
y juega a los plie- gues, haciendo a veces agrandar las pupilas de
la madre, como en las sanciones de los confesionarios! Yo tengo
mucho gusto de ver as al Padre, al Hijo y al Espri- tusanto, con
todos los emblemas e insignias de sus cargos.
31. Poemas humanos 29 Cesa el anhelo, rabo al aire. De sbito,
la vida se amputa, en seco. Mi propia sangre me salpica en lneas
femeninas, y hasta la misma urbe sale a ver esto que se pra de
improviso. Qu ocurre aqu, en este hijo del hombre? clama la urbe, y
en una sala del Louvre, un nio llora de terror a la vista del re-
trato de otro nio. Que ocurre aqu, en este hijo de mujer? clama la
urbe, y a una estatua del siglo de los Ludovico, le nace una brizna
de yerba en plena palma de la mano. Cesa el anhelo, a la altura de
la mano enarbolada.Y yo me escondo detrs de m mismo, a aguaitarme
si paso por lo bajo o merodeo en alto.
32. CSAR VALLEJO30 No vive ya nadie en la casa me dices; todos
se han ido. La sala, el dormitorio, el patio, yacen despoblados.
Nadie ya queda, pues que todos han partido. Y yo te digo: Cuando
alguien se va, alguien queda. El punto por donde pas un hombre, ya
no est solo. nicamente est solo, de soledad humana, el lugar por
donde ningn hombre ha pasado. Las casas nuevas estn ms muertas que
las viejas, por- que sus muros son de piedra o de acero, pero no de
hombres. Una casa viene al mundo, no cuando la acaban de edicar,
sino cuando empiezan a habitarla. Una casa vive nicamente de
hombres, como una tumba. De aqu esa irresistible semejanza que hay
entre una casa y una tumba. Slo que la casa se nutre de la vida del
hombre, mientras que la tumba se nutre de la muerte del hombre. Por
eso la primera est de pie, mientras que la se- gunda est tendida.
Todos han partido de la casa, en realidad, pero todos se han
quedado en verdad.Y no es el recuerdo de ellos lo que queda, sino
ellos mismos.Y no es tampoco que ellos queden en la casa, sino que
continan por la casa. Las funciones y los actos se van de la casa
en tren o en avin o a caballo, a pie o arrastrndose. Lo que contina
en la casa es el rgano, el agente en gerundio y en crculo. Los
pasos se han ido, los besos, los perdones, los cr- menes. Lo que
contina en la casa es el pie, los labios, los ojos, el corazn. Las
negaciones y las armaciones, el bien y el mal, se han dispersado.
Lo que contina en la casa, es el sujeto del acto.
33. Poemas humanos 3 Existe un mutilado, no de un combate sino
de un abrazo, no de la guerra sino de la paz. Perdi el rostro en el
amor y no en el odio. Lo perdi en el curso normal de la vida y no
en un acci- dente. Lo perdi en el orden de la naturaleza y no en el
desorden de los hombres. El coronel Piccot, Presidente deLes
Gueules Casses, lleva la boca comida por la plvora de 1914. Este
mutilado que conozco, lleva el rostro comido por el aire inmortal e
inmemorial. Rostro muerto sobre el tronco vivo. Rostro yerto y
pegado con clavos a la cabeza viva. Este rostro resulta ser el
dorso del cr- neo, el crneo del crneo. Vi una vez un rbol darme la
espalda y vi otra vez un camino que me daba la espalda. Un rbol de
espal- das slo crece en los lugares donde nunca naci ni muri nadie.
Un camino de espaldas slo avanza por los lugares donde ha habido
todas las muertes y ningn nacimiento. El mutilado de la paz y del
amor, del abrazo y del orden y que lleva el rostro muerto sobre el
tronco vivo, naci a la sombra de un rbol de espaldas y su
existencia transcurre a lo largo de un camino de es- paldas. Como
el rostro est yerto y difunto, toda la vida psquica, toda la
expresin animal de este hombre, se refugia, para traducirse al
exterior, en el peludo crneo, en el trax y en las extremidades. Los
impulsos de su ser profundo, al salir, retroceden del rostro y la
respiracin, el olfato, la vista, el odo, la palabra, el resplandor
humano de su ser, funcionan y se expresan por el pecho, por los
hombros, por el cabello, por las costillas, por los brazos y las
piernas y los pies. Mutilado del rostro, tapado del rostro, cerrado
del rostro, este hombre, no obstante, est entero y nada le hace
falta. No tiene ojos y ve y llora. No tiene narices y huele y
respira. No tiene
34. CSAR VALLEJO32 odos y escucha, No tiene boca y habla y
sonre. No tiene frente y piensa y se sume en s mismo. No tiene
mentn y quiere y subsiste. Jess conoca al mutilado de la funcin,
que tena ojos y no vea y tena orejas y no oa.Yo no conozco al
mutilado del rga- no, que ve sin ojos y oye sin orejas.
35. Poemas humanos 33 Cuatro conciencias simultneas enrdanse en
la ma! Si vierais cmo ese movimiento apenas cabe ahora en mi
conciencia! Es aplastante! Dentro de una bveda pueden muy bien
adosarse, ya internas o ya externas, segundas bvedas, mas nunca
cuartas; mejor dicho, s, mas siempre y, a lo sumo, cual segundas.
No puedo concebirlo; es aplastante. Vosotros mismos a quienes
inicio en la nocin de estas cuatro conciencias simultneas,
enredadas en una sola, apenas os tenis de pie ante mi cuadrpedo
intensivo. Y yo, ante le entrevisto (Estoy seguro)!
36. CSAR VALLEJO34 Entre el dolor y el placer median tres
criaturas, de las cuales una mira a un muro, la segunda usa de nimo
triste y la tercera avanza de puntillas; pero, entre t y yo, slo
existen segundas criaturas. Apoyndose en mi frente, el da conviene
en que, de veras, hay mucho de exacto en el espacio; pero, si la
dicha, que, al n, tiene un tamao, principia ay! por mi boca, quin
me preguntar por mi palabra? Al sentido instantneo de la eternidad
corresponde este encuentro investido de hilo negro, pero a tu
despedida temporal, tan slo corresponde lo inmutable, tu criatura,
el alma, mi palabra.
37. Poemas humanos 35 En el momento en que el tenista lanza
magistralmente su bala, le posee una inocencia totalmente animal;
en el momento en que el lsofo sorprende una nueva verdad, es una
bestia completa. Anatole France armaba que el sentimiento religioso
es la funcin de un rgano especial del cuerpo humano, hasta ahora
ignorado y se podra decir tambin, entonces, que, en el momento
exacto en que un tal rgano funciona plenamente, tan puro de malicia
est el creyente, que se dira casi un vegetal. Oh alma! Oh
pensamiento! Oh Marx! Oh Feuerbach!
38. CSAR VALLEJO36
39. Poemas humanos 37 Addenda
40. CSAR VALLEJO38
41. Poemas humanos 39 LNGUIDAMENTE SU LICOR Tendramos ya una
edad misericordiosa, cuando mi padre orden nuestro ingreso a la
escuela. Cura de amor, una tarde llu- viosa de febrero, mam serva
en la cocina el yantar de oracin. En el corredor de abajo, estaban
sentados a la mesa, mi padre y mis hermanos mayores.Y mi madre iba
sentada al pie del mis- mo fuego del hogar. Tocaron a la puerta.
Tocan a la puerta! mi madre. Tocan a la puerta! mi propia madre.
Tocan a la puerta! dijo toda mi madre, tocndose las entraas a
trastos innitos, sobre toda la altura de quien viene. Anda, Nativa,
la hija, a ver quin viene. Y, sin esperar la venida maternal, fuera
Miguel, el hijo, quien sali a ver quin vena as, oponindose a lo
ancho de nosotros. Un tiempo de ra contuvo a mi familia. Mam sali,
avanzan- do inversamente y como si hubiera dicho: las partes. Se
hizo pa- tio afuera. Nativa lloraba de una tal visita, de un tal
patio y de la mano de mi madre. Entonces y cuando, dolor y paladar
techaron nuestras frentes. Porque no le dej que saliese a la
puerta, Nativa, la hija, me ha echado Miguel al pavo. A su paVO. Qu
diestra de subprefecto, la diestra del padrE, revelando, el hombre,
las falanjas liales del nio! Poda as otorgarle la ven- tura que el
hombre deseara ms tarde. Sin embargo: Y maana, a la escuela, disert
magistralmente el padre, ante el pblico semanal de sus hijos. Y
tal, la ley, la causa de la ley.Y tal tambin la vida. Mam debi
llorar, gimiendo apenas la madre.Ya nadie quiso comer. En los
labios del padre cupo, para salir rompindose, una na cuchara que
conozco. En las fraternas bocas, la absorta amargura del hijo, qued
atravesada.
42. CSAR VALLEJO40 Mas, luego, de improviso, sali de un albaal
de aguas llove- dizas y de aquel mismo patio de la vista mala, una
gallina, no ajena ni ponedora, sino brutal y negra. Cloqueaba en mi
gargan- ta. Fue una gallina vieja, maternalmente viuda de unos
pollos que no llegaron a incubarse. Origen olvidado de ese
instante, la galli- na era viuda de sus hijos. Fueras hallados
vacos todos los hue- vos. La clueca despus tuvo el verbo. Nadie la
espant.Y de espantarla, nadie dej arrullarse por su gran calofro
maternal. Dnde estn los hijos de la gallina vieja? Dnde estn los
pollos de la gallina vieja? Pobrecitos! Dnde estaran!
43. Poemas humanos 4 LA NECESIDAD DE MORIR Pars, 926 Seores:
Tengo el gusto de deciros, por medio de estas lneas, que la muerte,
ms que un castigo, pena o limitacin impuesta al hom- bre, es una
necesidad, la ms imperiosa e irrevocable de todas las necesidades
humanas. La necesidad que tenemos de morir, sobre- puja a la
necesidad de nacer y vivir. Podramos quedarnos sin nacer pero no
podramos quedarnos sin morir. Nadie ha dicho hasta ahora:Tengo
necesidad de nacer. En cambio, s se suele decir:Tengo necesidad de
morir. Por otro lado, nacer es, a lo que parece, muy fcil, pues
nadie ha dicho nunca que le haya sido muy difcil y que le haya
costado esfuerzo venir a este mundo; mientras que morir es ms
difcil de lo que se cree. Esto prueba que la necesidad de morir es
enorme e irresistible, pues sabido es que cuanto ms difcilmente se
satisface una necesidad, sta se hace ms grande. Se anhela ms lo que
es menos accesi- ble. Si a una persona le escribieran dicindole
siempre que su madre sigue gozando de buena salud, acabara al n por
sentir una misteriosa inquietud, no precisamente sospechando que se
le engaa y que, posiblemente su madre debe haber muerto, sino bajo
el peso de la necesidad, sutil y tcita, que le acomete, de que su
madre debe morir. Esa persona har sus clculos respectivos y pensar
para sus adentros:No puede ser. Es imposible que mi madre no haya
muerto hasta ahora. Sentir, al n, una necesidad angustiosa de saber
que su madre ha muerto. De otra manera, acabar por darlo por
hecho.
44. CSAR VALLEJO42 Una antigua leyenda del Islam cuenta que su
hijo lleg a vivir trescientos aos, en medio de una raza en que la
vida acababa a lo sumo a los cincuenta aos. En el decurso de un
exilio, el hijo, a los doscientos aos de edad, pregunt por su padre
y le dijeron: Esta bueno. Pero, cuando cincuenta aos ms tarde,
volvi a su pueblo y supo que el autor de sus das haba muerto haca
dos- cientos aos, se mostr muy tranquilo, murmurando:Ya lo saba y
desde hace muchos aos. Naturalmente. La necesidad de la muerte de
su padre, haba sido en l, a su hora, irrevocable, fatal y se haba
cumplido fatalmente y tambin a su hora, en la reali- dad. Rubn Daro
ha dicho que la pena de los dioses es no alcanzar la muerte. En
cuanto a los hombres, si stos, desde que tienen conciencia,
estuviesen seguros de alcanzar la muerte, seran di- chosos para
siempre. Pero por desgracia, los hombres no estn nunca seguros de
morir: sienten el afn obscuro y el ansia de morir, mas dudan
siempre de que morirn. La pena de los hom- bres, diremos nosotros,
es no estar nunca ciertos de la muerte.
45. Poemas humanos 43 Los trescientos estados de mujer de la
Tour Eiel, estn hela- dos. La herzciana crin de cultura de la
torre, su pelusa de miras, su vivo aceraje, engrapado al sistema
moral de Descartes, estn helados. Le Bois de Boulogne, verde por
clusula privada, est helado. La Cmara de Diputados, donde Briand
clama:Hago un lla- mamiento a los pueblos de la tierra, y a cuyas
puertas el cen- tinela acaricia, sin darse cuenta, su cpsula de
humanas inquietu- des, su simple bomba de hombre, su eterno
principio de Pascal, est helada. Los Campos Elseos, grises por
clusula pblica, estn hela- dos. Las estatuas que periplan la Plaza
de la Concordia y sobre cuyos gorros frigios se oye al tiempo
estudiar para innito, estn heladas. Los dados de los calvarios
catlicos de Pars, estn helados hasta por la cara de los treses. Los
gallos civiles, suspensos en las agujas gtica de Notre- Dame y del
Sacr-Coeur, estn helados. La doncella de las campias de Pars, cuyo
pulgar no se repite nunca al medir el alcance de sus ojos, est
helada. El andante a dos rumbos deEl pjaro de fuego de Stra-
winsky, est helado.
46. CSAR VALLEJO44 Los garabatos escritos por Einstein en la
pizarra del anteatro Richelieu de la Sorbona, estn helados. Los
billetes de avin para el viaje de Pars a Buenos Aires, en dos
horas, 23 minutos, 8 segundos, estn helados. El sol est helado. El
fuego central de la tierra est helado. El padre, meridiano, y el
hijo, paralelo, estn helados. Las dos desviaciones de la historia
estn heladas. Mi acto menor de hombre est helado. Mi oscilacin
sexual est helada.
47. Poemas humanos 45 (III) Poemas sin fecha, mecanograados en
letra roja
48. CSAR VALLEJO46
49. Poemas humanos 47 SALUTACION ANGELICA Eslavo con respecto a
la palmera, alemn de perl al sol, ingls sin n, francs en cita con
los caracoles, italiano ex profeso, escandinavo de aire, espaol de
pura bestia, tal el cielo ensartado en la tierra por los vientos,
tal el beso del lmite en los hombros. Mas slo t demuestras,
descendiendo o subiendo del pecho, bolchevique, tus trazos
confundibles, tu gesto marital, tu cara de padre, tus piernas de
amado, tu cutis por telfono, tu alma perpendicular a la ma, tus
codos de justo y un pasaporte en blanco en tu sonrisa. Obrando por
el hombre, en nuestras pausas, matando, t, a lo largo de tu muerte
y a lo ancho de un abrazo salubrrimo, vi que cuando comas despus,
tenas gusto, vi que en tus sustantivos creci yerba. Yo quisiera,
por eso, tu calor doctrinal, fro y en barras, tu aadida manera de
mirarnos
50. CSAR VALLEJO48 y aquesos tuyos pasos metalrgicos, aquesos
tuyos pasos de otra vida. Y digo, bolchevique, tomando esta aqueza
en su feroz linaje de exhalacin terrestre: hijo natural del bien y
del mal y viviendo talvez por vanidad, para que digan, me dan tus
simultneas estaturas mucha pena, puesto que t no ignoras en quin se
me hace tarde diariamente, en quin estoy callado y medio
tuerto.
51. Poemas humanos 49 EPSTOLA A LOS TRANSENTES Reanudo mi da de
conejo, mi noche de elefante en descanso. Y, entre m, digo: sta es
mi inmensidad en bruto, a cntaros ste es mi grato peso, que me
buscara abajo para pjaro; ste es mi brazo que por su cuenta rehus
ser ala, stas son mis sagradas escrituras, stos mis alarmados
compaones. Lgubre isla me alumbrar continental, mientras el
capitolio se apoye en mi ntimo derrumbe y la asamblea en lanzas
clausure mi desle. Pero cuando yo muera de vida y no de tiempo,
cuando lleguen a dos mis dos maletas, ste ha de ser mi estmago en
que cupo mi lmpara en pedazos, sta aquella cabeza que expi los
tormentos del crculo en mis pasos, stos esos gusanos que el corazn
cont por unidades, ste ha de ser mi cuerpo solidario por el que
vela el alma individual; ste ha de ser mi hombligo en que mat mis
piojos natos, sta mi cosa cosa, mi cosa tremebunda. En tanto,
convulsiva, speramente convalece mi freno, sufriendo como sufro del
lenguaje directo del len; y, puesto que he existido entre dos
potestades de ladrillo, convalezco yo mismo, sonriendo de mis
labios.
52. CSAR VALLEJO50 Y no me digan nada, que uno puede matar
perfectamente, ya que, sudando tinta, uno hace cuanto puede, no me
digan Volveremos, seores, a vernos con manzanas; tarde la criatura
pasar, la expresin de Aristteles armada de grandes corazones de
madera, la de Herclito injerta en la de Marx, la del suave sonando
rudamente Es lo que bien narraba mi garganta: uno puede matar
perfectamente. Seores, caballeros, volveremos a vernos sin
paquetes; hasta entonces exijo, exijir de mi aqueza el acento del
da, que, segn veo, estuvo ya esperndome en mi lecho. Y exijo del
sombrero la infausta analoga del recuerdo, ya que, a veces, asumo
con xito mi inmensidad llorada, ya que, a veces, me ahogo en la voz
de mi vecino y padezco contando en maces los aos, cepillando mi
ropa al son de un muerto o sentado borracho en mi atad
53. Poemas humanos 5 SOMBRERO, ABRIGO, GUANTES Enfrente a la
Comedia Francesa, est el Caf de la Regencia; en l hay una pieza
recndita, con una butaca y una mesa. Cuando entro, el polvo inmvil
se ha puesto ya de pie. Entre mis labios hechos de jebe, la pavesa
de un cigarrillo humea, y en el humo se ve dos humos intensivos, el
trax del Caf, y en el trax, un xido profundo de tristeza. Importa
que el otoo se injerte en los otoos, importa que el otoo se integre
de retoos, la nube, de semestres; de pmulos, la arruga. Importa
oler a loco postulando qu clida es la nieve, qu fugaz la tortuga,
el cmo qu sencillo, qu fulminante el cundo!
54. CSAR VALLEJO52 PIEDRA NEGRA SOBRE UNA PIEDRA BLANCA Me
morir en Pars con aguacero, un da del cual tengo ya el recuerdo. Me
morir en Pars y no me corro talvez un jueves, como es hoy, de otoo.
Jueves ser, porque hoy, jueves, que proso estos versos, los hmeros
me he puesto a la mala y, jams como hoy, me he vuelto, con todo mi
camino, a verme solo. Csar Vallejo ha muerto, le pegaban todos sin
que l les haga nada; le daban duro con un palo y duro tambin con
una soga; son testigos los das jueves y los huesos hmeros, la
soledad, la lluvia, los caminos...
55. Poemas humanos 53 Dulzura por dulzura corazona! Dulzura a
gajos, eras de vista, esos abiertos das, cuando mont por rboles
cados! As por tu paloma palomita, por tu oracin pasiva, andando
entre tu sombra y el gran tezn corpreo de tu sombra. Debajo de ti y
yo, t y yo, sinceramente, tu candado ahogndose de llaves, yo
ascendiendo y sudando y haciendo lo innito entre tus muslos. (El
hotelero es una bestia, sus dientes, admirables; yo controlo el
orden plido de mi alma: seor, all distante paso paso adis, seor)
Mucho pienso en todo esto conmovido, perduroso y pongo tu paloma a
la altura de tu vuelo y, cojeando de dicha, a veces, repsome a la
sombra de ese rbol arrastrado. Costilla de mi cosa, dulzura que t
tapas sonriendo con tu mano; tu traje negro que se habr acabado,
amada, amada en masa, qu unido a tu rodilla enferma! Simple ahora
te veo, te comprendo avergonzado en Letonia, Alemania, Rusia,
Blgica, tu ausente, tu porttil ausente, hombre convulso de la mujer
temblando entre sus vnculos.
56. CSAR VALLEJO54 Amada en la gura de tu cola irreparable,
amada que yo amara con fsforos oridos, quand on a la vie et la
jeunesse, cest dj tellement! Cuando ya no haya espacio entre tu
grandeza y mi postrer proyecto, amada, volver a tu media, haz de
besarme, bajando por tu media repetida, tu porttil ausente, dile
as
57. Poemas humanos 55 La vida, esta vida me placa, su
instrumento, esas palomas Me placa escucharlas gobernarse en
lontananza, advenir naturales, determinado el nmero, y ejecutar,
segn sus aicciones, sus dianas de animales. Encogido, o desde mis
hombros su sosegada produccin, cave los albaales sesgar sus trece
huesos, dentro viejo tornillo hincharse el plomo. Sus paujiles
picos, pareadas palomitas, las pbridas, hojendose los hgados,
sobrinas de la nube Vida! Vida! Esta es la vida! Zurear su tradicin
rojo les era, rojo moral, palomas vigilantes, talvez rojo de
herrumbre, si caan entonces azulmente. Su elemental cadena, sus
viajes de individuales pjaros viajeros, echaron humo denso, pena
fsica, prtico inuyente. Palomas saltando, indelebles palomas
olorosas, manferidas venan, advenan por azarosas vas digestivas, a
contarme sus cosas fosforosas, pjaros de contar, pjaros transitivos
y orejones
58. CSAR VALLEJO56 No escuchar ya ms desde mis hombros huesudo,
enfermo, en cama, ejecutar sus dianas de animales Me doy
cuenta.
59. Poemas humanos 57 Hasta el da en que vuelva, de esta piedra
nacer mi taln denitivo, con su juego de crmenes, su yedra, su
obstinacin dramtica, su olivo. Hasta el da en que vuelva,
prosiguiendo, con franca rectitud de cojo amargo, de pozo en pozo,
mi periplo, entiendo que el hombre ha de ser bueno, sin embargo.
Hasta el da en que vuelva y hasta que ande el animal que soy, entre
sus jueces, nuestro bravo meique ser grande, digno, innito dedo
entre los dedos.
60. CSAR VALLEJO58 Por ltimo, sin ese buen aroma sucesivo, sin
l, sin su cuociente melanclico, cierra su manto mi ventaja suave,
mis condiciones cierran sus cajitas. Ay, cmo la sensacin arruga
tnto! ay, cmo una idea ja me ha entrado en una ua! Albino, spero,
abierto, con temblorosa hectrea, mi deleite cae viernes, mas mi
triste tristumbre se compone de clera y tristeza y, a su borde
arenoso e indoloro, la sensacin me arruga, me arrincona. Ladrones
de oro, vctimas de plata: el oro que robara yo a mis vctimas, rico
de m olvidndolo! la plata que robara a mis ladrones, pobre de m
olvidndolo! Execrable sistema, clima en nombre del cielo, del
[bronquio y la quebrada, la cantidad enorme de dinero que cuesta el
ser pobre
61. Poemas humanos 59 Fue domingo en las claras orejas de mi
burro, de mi burro peruano en el Per (Perdonen la tristeza) Mas hoy
ya son las once en mi experiencia personal, experiencia de un solo
ojo, clavado en pleno pecho, de una sola burrada, clavada en pleno
pecho, de una sola hecatombe, clavada en pleno pecho. Tal de mi
tierra veo los cerros retratados, ricos en burros, hijos de burros,
padres hoy de vista, que tornan ya pintados de creencias, cerros
horizontales de mis penas. En su estatua, de espada, Voltaire cruza
su capa y mira el zcalo, pero el sol me penetra y espanta de mis
dientes incisivos un nmero crecido de cuerpos inorgnicos. Y
entonces sueo en una piedra verduzca, diecisiete, peasco numeral
que he olvidado, sonido de aos en el rumor de aguja de mi brazo,
lluvia y sol en Europa, y cmo toso! cmo vivo! cmo me duele el pelo
al columbrar los siglos semanales! y cmo, por recodo, mi ciclo
microbiano, quiero decir mi trmulo, patritico peinado.
62. CSAR VALLEJO60 Considerando en fro, imparcialmente, que el
hombre es triste, tose y, sin embargo, se complace en su pecho
colorado; que lo nico que hace es componerse de das; que es lbrego
mamfero y se peina Considerando que el hombre procede suavemente
del trabajo y repercute jefe, suena subordinado; que el diagrama
del tiempo es constante diorama en sus medallas y, a medio abrir,
sus ojos estudiaron, desde lejanos tiempos, su frmula famlica de
masa Comprendiendo sin esfuerzo que el hombre se queda, a veces,
pensando, como queriendo llorar, y, sujeto a tenderse como objeto,
se hace buen carpintero, suda, mata y luego canta, almuerza, se
abotona Considerando tambin que el hombre es en verdad un animal y,
no obstante, al voltear, me da con su tristeza en la cabeza
Examinando, en n, sus encontradas piezas, su retrete, su
desesperacin, al terminar su da atroz, borrndolo Comprendiendo que
l sabe que le quiero,
63. Poemas humanos 6 que le odio con afecto y me es, en suma,
indiferente Considerando sus documentos generales y mirando con
lentes aquel certicado que prueba que naci muy pequeito le hago una
sea, viene, y le doy un abrazo, emocionado. Qu mas da! Emocionado
Emocionado
64. CSAR VALLEJO62 Hoy me gusta la vida mucho menos, pero
siempre me gusta vivir: ya lo deca. Casi toqu la parte de mi todo y
me contuve con un tiro en la lengua detrs de mi palabra. Hoy me
palpo el mentn en retirada y en estos momentneos pantalones yo me
digo: Tnta vida y jams! Tntos aos y siempre mis semanas! Mis padres
enterrados con su piedra y su triste estirn que no ha acabado; de
cuerpo entero hermanos, mis hermanos, y, en n, mi sr parado y en
chaleco. Me gusta la vida enormemente, pero, desde luego, con mi
muerte querida y mi caf y viendo los castaos frondosos de Pars y
diciendo: Es un ojo ste, aqul; una frente sta, aqullaY repitiendo:
Tnta vida y jams me falla la tonada! Tntos aos y siempre, siempre,
siempre! Dije chaleco, dije todo, parte, ansia, dice casi, por no
llorar. Que es verdad que sufr en aquel hospital que queda al lado
y est bien y est mal haber mirado de abajo para arriba mi
organismo. Me gustar vivir siempre, as fuese de barriga, porque,
como iba diciendo y lo repito, tnta vida y jams! Y tntos aos, y
siempre, mucho siempre, siempre siempre!
65. Poemas humanos 63 LA RUEDA DEL HAMBRIENTO Por entre mis
propios dientes salgo humeando, dando voces, pujando, bajndome los
pantalones Vca mi estmago, vca mi yeyuno, la miseria me saca por
entre mis propios dientes, cogido con un palito por el puo de la
camisa. Una piedra en que sentarme no habr ahora para m? Aun
aquella piedra en que tropieza la mujer que ha dado a luz, la madre
del cordero, la causa, la raz, sa no habr ahora para m? Siquiera
aquella otra, que ha pasado agachndose por mi alma! Siquiera la
calcrida o la mala (humilde ocano) o la que ya no sirve ni para ser
tirada contra el hombre, sa ddmela ahora para m! Siquiera la que
hallaren atravesada y sola en un insulto, sa ddmela ahora para m!
Siquiera la torcida y coronada, en que resuena solamente una vez el
andar de las rectas conciencias, o, al menos, esa otra, que
arrojada en digna curva, va a caer por s misma, en profesin de
entraa verdadera, sa ddmela ahora para m! Un pedazo de pan, tampoco
habr para m? Ya no ms he de ser lo que siempre he de ser,
66. CSAR VALLEJO64 pero dadme una piedra en que sentarme, pero
dadme, por favor, un pedazo de pan en que sentarme, pero dadme en
espaol algo, en n, de beber, de comer, de vivir, de reposarse, y
despus me ir Hallo una extraa forma, est muy rota y sucia mi camisa
y ya no tengo nada, esto es horrendo.
67. Poemas humanos 65 PIENSAN LOS VIEJOS ASNOS Ahora vestirame
de msico por verle, chocara con su alma, sobndole el destino con mi
mano, le dejara tranquilo, ya que es un alma a pausas, en n, le
dejara posiblemente muerto sobre su cuerpo muerto. Podra hoy
dilatarse en este fro, podra toser; le vi bostezar, duplicndose en
mi odo su aciago movimiento muscular. Tal me reero a un hombre, a
su placa positiva y, por qu n? a su boldo ejecutante, aquel
horrible lamento lujoso; a su bastn con puo de plata con perrito, y
a los nios que l dijo eran sus fnebres cuados. Por eso vestirame
hoy de msico, chocara con su alma que quedse mirando a mi materia
Mas ya nunca verle afeitndose al pie de su maana; ya nunca, ya
jams, ya para qu! Hay que ver! Qu cosa cosa! qu jams de jamases su
jams!
68. CSAR VALLEJO66 PARS, OCTUBRE 1936 De todo esto yo soy el
nico que parte. De este banco me voy, de mis calzones, de mi gran
situacin, de mis acciones, de mi nmero hendido parte a parte, de
todo esto yo soy el nico que parte. De los Campos Elseos al dar
vuelta la extraa callejuela de la Luna, mi defuncin se va, parte de
mi cuna, y, rodeada de gente, sola, suelta, mi semejanza humana
dase vuelta y despacha sus sombras una a una. Y me alejo de todo,
porque todo se queda para hacer la coartada: mi zapato, su ojal,
tambin su lodo y hasta el doblez del codo de mi propia camisa
abotonada.
69. Poemas humanos 67 (IV) Poemas sin fecha, mecanograados en
letra negra
70. CSAR VALLEJO68
71. Poemas humanos 69 TELRICA Y MAGNTICA Mecnica sincera y
peruansima la del cerro colorado! Suelo terico y prctico! Surcos
inteligentes; ejemplo: el monolito y su cortejo! Papales,
cebadales, alfalfares, cosa buena! Cultivos que integra una
asombrosa jerarqua de tiles y que integran con viento los mujidos,
las aguas con su sorda antigedad! Cuaternarios maces, de opuestos
natalicios, los oigo por los pies cmo se alejan, los huelo retomar
cuando la tierra tropieza con la tcnica del cielo! Molcula
exabrupto! Atomo terso! Oh campos humanos! Solar y nutricia
ausencia de la mar, y sentimiento ocenico de todo! Oh climas
encontrados dentro del oro, listos! Oh campo intelectual de
cordillera, con religin, con campo, con patitos! Paquidermos en
prosa cuando pasan y en verso cuando pranse! Roedores que miran con
sentimiento judicial en torno! Oh patriticos asnos de mi vida!
Vicua, descendiente nacional y graciosa de mi mono! Oh luz que
dista apenas un espejo de la sombra, que es vida con el punto y,
con la lnea, polvo y que por eso acato, subiendo por la idea a mi
osamenta!
72. CSAR VALLEJO70 Siega en poca del dilatado molle, del farol
que colgaron de la sien y del que descolgaron de la barreta
esplndida! ngeles de corral, aves por un descuido de la cresta!
Cuya o cuy para comerlos fritos con el bravo rocoto de los temples!
(Cndores? Me friegan los cndores!) Leos cristianos en gracia al
tronco feliz y al tallo competente! Familia de los lquenes,
especies en formacin basltica que yo respeto desde este modestsimo
papel! Cuatro operaciones, os sustraigo para salvar al roble y
hundirlo en buena ley! Cuestas en infraganti! Auqunidos llorosos,
almas mas! Sierra de mi Per, Per del mundo, y Per al pie del orbe;
yo me adhiero! Estrellas matutinas si os aromo quemando hojas de
coca en este crneo, y cenitales, si destapo, de un solo sombrerazo,
mis diez templos! Brazo de siembra, bjate, y a pie! Lluvia a base
del medioda, bajo el techo de tejas donde muerde la infatigable
altura y la trtola corta en tres su trino! Rotacin de tardes
modernas y nas madrugadas arqueolgicas! Indio despus del hombre y
antes de l! Lo entiendo todo en dos autas y me doy a entender en
una quena! Y lo dems, me las pelan!
73. Poemas humanos 7 GLEBA Con efecto mundial de vela que se
enciende, el prepucio directo, hombres a golpes, funcionan los
labriegos a tiro de neblina, con alabadas barbas, pie prctico y
reginas sinceras de los valles. Hablan como les vienen las
palabras, cambian ideas bebiendo orden sacerdotal de una botella;
cambian tambin ideas tras de un rbol, parlando de escrituras
privadas, de la luna menguante y de los ros pblicos! (Inmenso!
Inmenso! Inmenso!) Funcin de fuerza sorda y de zarza ardiendo, paso
de palo, gesto de palo, acpites de palo, la palabra colgando de
otro palo. De sus hombros arranca, carne a carne, la herramienta
orecida, de sus rodillas bajan ellos mismos por etapas hasta el
cielo, y, agitando y agitando sus faltas en forma de antiguas
calaveras, levantan sus defectos capitales con cintas, su
mansedumbre y sus vasos sanguneos, tristes, de jueces
colorados.
74. CSAR VALLEJO72 Tienen su cabeza, su tronco, sus
extremidades, tienen su pantaln, sus dedos metacarpos y un palito;
para comer vistironse de altura y se lavan la cara acaricindose con
slidas palomas. Por cierto, aquestos hombres cumplen aos en los
peligros, echan toda la frente en sus salutaciones; carecen de
reloj, no se jactan jams de respirar y, en n, suelen decirse: All,
las putas, Luis Taboada, los ingleses; all ellos, all ellos, all
ellos!
75. Poemas humanos 73 Los mineros salieron de la mina
remontando sus ruinas venideras, fajaron su salud con estampidos y,
elaborando su funcin mental, cerraron con sus voces el socavn, en
forma de sntoma profundo. Era de ver sus polvos corrosivos! Era de
or sus xidos de altura! Cuas de boca, yunques de boca, aparatos de
boca (Es formidable!) El orden de sus tmulos, sus inducciones
plsticas, sus respuestas corales, agolpronse al pie de gneos
percances y airente amarillura conocieron los trstidos y tristes,
imbuidos del metal que se acaba, del metaloide plido y pequeo.
Craneados de labor, y calzados de cuero de vizcacha calzados de
senderos innitos, y los ojos de fsico llorar, creadores de la
profundidad, saben, a cielo intermitente de escalera, bajar mirando
para arriba, saben subir mirando para abajo. Loor al antiguo juego
de su naturaleza, a sus insomnes rganos, a su saliva rstica!
Temple, lo y punta, a sus pestaas! Crezcan la yerba, el liquen y la
rana en sus adverbios! Felpa de hierro a sus nupciales sbanas!
Mujeres hasta abajo, sus mujeres!
76. CSAR VALLEJO74 Mucha felicidad para los suyos! Son algo
portentoso, los mineros remontando sus ruinas venideras, elaborando
su funcin mental y abriendo con sus voces el socavn, en forma de
sntoma profundo! Loor a su naturaleza amarillenta, a su linterna
mgica, a sus cubos y rombos, a sus percances plsticos, a sus ojazos
de seis nervios pticos y a sus hijos que juegan en la iglesia y a
sus tcitos padres infantiles! Salud, oh creadores de la
profundidad! (Es formidable)
77. Poemas humanos 75 PRIMAVERA TUBEROSA Esta vez, arrastrando
briosa sus pobrezas al sesgo de mi pompa delantera, coteja su
coturno con mi traspi sin taco, la primavera exacta de picotn de
buitre. La perd en cuanto tela de mis despilfarros, jugula en
cuanto pomo de mi aplauso; el termmetro puesto, puesto el n, puesto
el gusano, contusa mi doblez del otro da, aguardla al arrullo de un
grillo fugitivo y despeda uoso, somtico, sufrido. Veces latentes de
astro, ocasiones de ser gallina negra, entabl la bandida primavera
con mi chusma de aprietos, con mis apocamientos en camisa, mi
derecho sovitico y mi gorra. Veces las del bocado laurneo, con
smbolos, tabaco, mundo y carne, deglusin translaticia bajo palio,
al sn de los testculos cantores; talentoso torrente el de mi suave
suavidad, rebatible a pedradas, ganable con tan slo suspirar Flora
de estilo, plena, citada en fangos de honor por rosas auditivas
Respingo, coz, patada sencilla, triquiuela adorada Cantan
Sudan
78. CSAR VALLEJO76 Parado en una piedra, desocupado, astroso,
espeluznante, a la orilla del Sena, va y viene. Del ro brota
entonces la conciencia, con peciolo y rasguos de rbol vido: del ro
sube y baja la ciudad, hecha de lobos abrazados. El parado la ve
yendo y viniendo, monumental, llevando sus ayunos en la cabeza
cncava, en el pecho sus piojos pursimos y abajo su pequeo sonido,
el de su pelvis, callado entre dos grandes decisiones, y abajo, ms
abajo, un papelito, un clavo, una cerilla Este es, trabajadores,
aqul que en la labor sudaba para afuera, que suda hoy para adentro
su secrecin de sangre rehusada! Fundidor del can, que sabe cuntas
zarpas son acero, tejedor que conoce los hilos positivos de sus
venas, albail de pirmides, constructor de descensos por columnas
serenas, por fracasos triunfales, parado individual entre treinta
millones de parados, andante en multitud, qu salto el retratado en
su taln y qu humo el de su boca ayuna, y cmo su talle incide, canto
a canto, en su herramienta atroz, parada, y qu idea de dolorosa
vlvula en su pmulo!
79. Poemas humanos 77 Tambin parado el hierro frente al horno,
paradas las semillas con sus sumisas sntesis al aire, parados los
petrleos conexos, parada en sus autnticos apstrofes la luz, parados
de crecer los laureles, parada en un pie las aguas mviles y hasta
la tierra misma, parada de estupor ante este paro, qu salto el
retratado en sus tendones! qu transmisin entablan sus cien pasos!
cmo chilla el motor en su tobillo! cmo grue el reloj, pasendose
impaciente a sus espaldas! cmo oye deglutir a los patrones el trago
que le falta, camaradas, y el pan que se equivoca de saliva, y,
oyndolo, sintindolo, en plural, humanamente, cmo clava el relmpago
su fuerza sin cabeza en su cabeza! y lo que hacen, abajo, entonces,
ay! ms abajo, camaradas, el papelucho, el clavo, la cerilla, el
pequeo sonido, el piojo padre!
80. CSAR VALLEJO78 De disturbio en disturbio subes a acompaarme
a estar solo; yo lo comprendo andando de puntillas, con un pan en
la mano, un camino en el pie y haciendo, negro hasta sacar espuma,
mi perl su papel espeluznante. Ya habas disparado para atrs tu
violencia neumtica, otra poca, mas luego me sostienes ahora en
brazo de honra fnebre y sostienes el rumbo de las cosas en brazo de
honra fnebre, la muerte de las cosas resumida en brazo de honra
fnebre. Pero, realmente y puesto que tratamos de la vida, cuando el
hecho de entonces eche crin en tu mano, al seguir tu rumor como
regando, cuando sufras en suma de kanguro, olvdame, sostnme todava,
compaero de cantidad pequea, azotado de fechas con espinas, olvdame
y sostnme por el pecho, jumento que te paras en dos para abrazarme;
duda de tu excremento unos segundos, observa cmo el aire empieza a
ser el cielo levantndose, hombrecillo, hombrezuelo, hombre con
taco, quireme, acompame Ten presente que un da ha de cantar un
mirlo de sotana sobre mi tonelada ya desnuda. (Cant un mirlo
llevando las cintas de mi gramo entre su pico) Ha de cantar calzado
de este sollozo innato,
81. Poemas humanos 79 hombre con taco, y, simultnea,
doloridamente, ha de cantar calzado de mi paso, y no orlo,
hombrezuelo, ser malo, ser denuesto y hoja, pesadumbre, trenza,
humo quieto. Perro parado al borde de una piedra es el vuelo en su
curva; tambin tenlo presente, hombrn hasta arriba. Te lo recordarn
el peso bajo, de ribera adversa, el peso temporal, de gran
silencio, ms eso de los meses y aquello que regresa de los
aos.
82. CSAR VALLEJO80 Quisiera hoy ser feliz de buena gana, ser
feliz y portarme frondoso de preguntas, abrir por temperamento de
par en par mi cuarto, como loco, y reclamar, en n, en mi conanza
fsica acostado, slo por ver si quieren, slo por ver si quieren
probar de mi espontnea posicin, reclamar, voy diciendo, por qu me
dan as tnto en el alma. Pues quisiera en sustancia ser dichoso,
obrar sin bastn, laica humildad, ni burro negro. As las sensaciones
de este mundo, los cantos subjuntivos, el lpiz que perd en mi
cavidad y mis amados rganos de llanto. Hermano persuasible,
camarada, padre por la grandeza, hijo mortal, amigo y contendor,
inmenso documento de Darwin: a qu hora, pues, vendrn con mi
retrato? A los goces? Acaso sobre goce amortajado? Ms temprano?
Quin sabe, a las porfas? A las misericordias, camarada, hombre mo
en rechazo y observacin, vecino en cuyo cuello enorme sube y baja,
al natural, sin hilo, mi esperanza
83. Poemas humanos 8 Pero antes que se acabe toda esta dicha,
pirdela atajndola, tmale la medida, por si rebasa tu ademn;
rebsala, ve si cabe tendida en tu extensin. Bien la s por su llave,
aunque no sepa, a veces, si esta dicha anda sola, apoyada en tu
infortunio o taida, por slo darte gusto, en tus falanjas. Bien la s
nica, sola, de una sabidura solitaria. En tu oreja el cartlago est
hermoso y te escribo por eso, te medito: No olvides en tu sueo de
pensar que eres feliz, que la dicha es un hecho profundo, cuando
acaba, pero al llegar, asume un catico aroma de asta muerta.
Silbando a tu muerte, sombrero a la pedrada, blanco, ladeas a ganar
tu batalla de escaleras, soldado del tallo, lsofo del grano,
mecnico del sueo. (Me percibes, animal? me dejo comparar como
tamao? No respondes y callado me miras a travs de la edad de tu
palabra). Ladeando as tu dicha, volver a clamarla tu lengua, a
despedirla, dicha tan desgraciada de durar. Antes, se acabar
violentamente, dentada, pedernalina estampa, y entonces oirs cmo
medito y entonces tocars cmo tu sombra es sta ma desvestida y
entonces olers cmo he sufrido.
84. CSAR VALLEJO82 Y si despus de tntas palabras, no sobrevive
la palabra! Si despus de las alas de los pjaros, no sobrevive el
pjaro parado! Ms valdra, en verdad, que se lo coman todo y
acabemos! Haber nacido para vivir de nuestra muerte! Levantarse del
cielo hacia la tierra por sus propios desastres y espiar el momento
de apagar con su sombra su tiniebla! Ms valdra, francamente, que se
lo coman todo y qu ms da! Y si despus de tnta historia, sucumbimos,
no ya de eternidad, sino de esas cosas sencillas, como estar en la
casa o ponerse a cavilar! Y si luego encontramos, de buenas a
primeras, que vivimos, a juzgar por la altura de los astros, por el
peine y las manchas del pauelo! Ms valdra, en verdad, que se lo
coman todo, desde luego! Se dir que tenemos en uno de los ojos
mucha pena y tambin en el otro, mucha pena y en los dos, cuando
miran, mucha pena Entonces Claro! Entonces ni palabra!
85. Poemas humanos 83 (V) Poemas fechados
86. CSAR VALLEJO84
87. Poemas humanos 85 Calor, cansado voy con mi oro, a donde
acaba mi enemigo de quererme. Cest Septembre attidi, por ti,
Febrero! Es como si me hubieran puesto aretes. Pars, y 4, y 5, y la
ansiedad colgada, en el calor, de mi hecho muerto. Cest Paris,
reine du monde! Es como si se hubieran orinado. Hojas amargas de
mensual tamao y hojas del Luxemburgo polvorosas. Cest lt, por ti,
invierno de alta pleura! Es como si se hubieran dado vuelta. Calor,
Pars, Otoo, cunto esto en medio del calor y de la urbe! Cest la
vie, mort de la Mort! Es como si contaran mis pisadas. Es como si
me hubieran puesto aretes! Es como si se hubieran orinado! Es como
si te hubieras dado vuelta! Es como si contaran mis pisadas! 4 Set.
937
88. CSAR VALLEJO86 Un pilar soportando consuelos, pilar otro,
pilar en duplicado, pilaroso y como nieto de una puerta oscura.
Ruido perdido, el uno, oyendo, al borde del cansancio; bebiendo, el
otro, dos a dos, con asas. Ignoro acaso el ao de este da, el odio
de este amor, las tablas de esta frente? Ignoro que esta tarde
cuesta das? Ignoro que jams se dicenunca, de rodillas? Los pilares
que vi me estn oyendo; otros pilares son, doses y nietos tristes de
mi pierna. Lo digo en cobre americano, que le debe a la plata tnto
fuego! Consolado en terceras nupcias, plido, nacido, voy a cerrar
mi pila bautismal, esta vidriera, este susto con tetas, este dedo
en capilla, coraznmente unido a mi esqueleto. 6 Set. 937
89. Poemas humanos 87 Al cavilar en la vida, al cavilar
despacio en el esfuerzo del torrente, alivia, ofrece asiento el
existir, condena a muerte; envuelto en trapos blancos cae, cae
planetariamente el clavo hervido en pesadumbre; cae! (Acritud
ocial, la de mi izquierda; viejo bolsillo, en s considerada, esta
derecha). Todo est alegre, menos mi alegra y todo, largo, menos mi
candor, mi incertidumbre! A juzgar por la forma, no obstante, voy
de frente, cojeando antiguamente, y olvido por mis lgrimas mis ojos
(Muy interesante) y subo hasta mis pies desde mi estrella. Tejo; de
haber hilado, hme tejiendo. Busco lo que me sigue y se me esconde
entre arzobispos, por debajo de mi alma y tras del humo de mi
aliento. Tal era la sensual desolacin de la cabra doncella que
ascenda, exhalando petrleos fatdicos ayer domingo en que perd mi
sbado. Tal es la muerte, con su audaz marido. 7 Set. 937
90. CSAR VALLEJO88 POEMA PARA SER LEDO Y CANTADO S que hay una
persona que me busca en su mano, da y noche, encontrndome, a cada
minuto, en su calzado. Ignora que la noche est enterrada con
espuelas detrs de la cocina? S que hay una persona compuesta de mis
partes, a la que integro cuando va mi talle cabalgando en su exacta
piedrecilla. Ignora que a su cofre no volver moneda que sali con su
retrato? S el da, pero el sol se me ha escapado; s el acto
universal que hizo en su cama con ajeno valor y esa agua tibia,
cuya supercial frecuencia es una mina. Tan pequea es, acaso, esa
persona, que hasta sus propios pies as la pisan? Un gato es el
lindero entre ella y yo, al lado mismo de su tasa de agua. La veo
en las esquinas, se abre y cierra su veste, antes palmera
interrogante Qu podr hacer sino cambiar de llanto? Pero me busca y
busca. Es una historia! 7 Sep. 937
91. Poemas humanos 89 El acento me pende del zapato; le oigo
perfectamente sucumbir, lucir, doblarse en forma de mbar y colgar,
colorante, mala sombra. Me sobra as el tamao, me ven jueces desde
un rbol, me ven con sus espaldas ir de frente, entrar a mi
martillo, pararme a ver a una nia y, al pie de un urinario, alzar
los hombros. Seguramente nadie est a mi lado, me importa poco, no
lo necesito; seguramente han dicho que me vaya: lo siento
claramente. Cruelsimo tamao el de rezar! Humillacin, fulgor,
profunda selva! Me sobra ya tamao, bruma elstica, rapidez por
encima y desde y junto. Imperturbable! Imperturbable! Suenan luego,
despus, fatdicos telfonos. Es el acento; es l. 2 Set 937
92. CSAR VALLEJO90 La punta del hombre, el ludibrio pequeo de
encojerse tras de fumar su universal ceniza; punta al darse en
secretos caracoles, punta donde se agarra uno con guantes, punta el
lunes sujeto por seis frenos, punta saliendo de escuchar a su alma.
De otra manera, fueran lluvia menuda los soldados y ni cuadrada
plvora, al volver de los bravos desatinos, y ni letales pltanos;
tan slo un poco de patilla en la silueta. De otra manera,
caminantes suegros, cuados en misin sonora, yernos por la va
ingratsima del jebe, toda la gracia caballar andando puede fulgir
esplendorosamente! Oh pensar geomtrico al trasluz! Oh no morir
bajamente de majestad tan rauda y tan fragante! Oh no cantar;
apenas escribir y escribir con un palito o con el lo de la oreja
inquieta! Acorde de lpiz, tmpano sordsimo, dondoneo en mitades
robustas y comer de memoria buena carne, jamn, si falta carne, y un
pedazo de queso con gusanos hembras, gusanos machos y gusanos
muertos. 4 Set 937
93. Poemas humanos 9 Oh botella sin vino! oh vino que enviud de
esta botella! Tarde cuando la de la tarde ame funestamente en cinco
espritus. Viudez sin pan ni mugre, rematando en horrendos
metaloides y en clulas orales acabando. Oh siempre, nunca dar con
el jams de tnto siempre! oh mis buenos amigos, cruel falacia,
parcial, penetrativa en nuestro trunco, voltil, jugarino
desconsuelo! Sublime, baja perfeccin del cerdo, palpa mi general
melancola! Zuela sonante en sueos, zuela zaa, inferior, vendida,
lcita, ladrona, baja y palpa lo que eran mis ideas! Tu y l y ellos
y todos, sin embargo, entraron a la vez en mi camisa, en los
hombros madera, entre los fmures, palillos; t particularmente,
habindome inuido; l, ftil, colorado, con dinero y ellos, znganos de
ala de otro peso. Oh botella sin vino! oh vino que enviud de esta
botella! 6 Set 937
94. CSAR VALLEJO92 Va corriendo, andando, huyendo de sus pies
Va con dos nubes en su nube, sentado apcrifo, en la mano insertos
sus tristes paras, sus entonces fnebres. Corre de todo, andando
entre protestas incoloras; huye subiendo, huye bajando, huye a paso
de sotana, huye alzando al mal en brazos, huye directamente a
sollozar a solas. Adonde vaya, lejos de sus fragosos, custicos
talones, lejos del aire, lejos de su viaje, a n de huir, huir y
huir y huir de sus pies hombre en dos pies, parado de tnto huir
habr sed de correr. Y ni el rbol, si endosa hierro de oro! Y ni el
hierro, si cubre su hojarasca! Nada, sino sus pies, nada sino su
breve calofro, sus paras vivos, sus entonces vivos 8 Set 937
95. Poemas humanos 93 Al n, un monte detrs de la bajura; al n,
humeante nimbo alrededor, durante un rostro jo. Monte en honor del
pozo, sobre lones de gratuita plata de oro. Es la franja a que
arrstranse, seguras de sus tonos de verano, las que eran largas
vlvulas difuntas; el taciturno marco de este arranque natural, de
este augusto zapatazo, de esta piel, de este intrnseco destello
digital, en que estoy entero, lbrico. Quehaceres en un pie, mecha
de azufre, oro de plata y plata hecha de plata y mi muerte, mi
hondura, mi colina. Pasar abrazado a mis brazos, destaparme despus
o antes del corcho! Monte que tntas veces manara oracin, prosa
uvial de llanas lgrimas; monte bajo, compuesto de suplicantes
gradas y, ms all, de torrenciales torres; niebla entre el da y el
alcohol del da, caro verdor de coles, tibios asnos complementarios,
palos y maderas; lones de gratuita plata de oro. 9 Set 937
96. CSAR VALLEJO94 Quiere y no quiere su color mi pecho, por
cuyas bruscas vas voy, lloro con palo, trato de ser feliz, lloro en
mi mano, recuerdo, escribo y remacho una lgrima en mi pmulo. Quiere
su rojo el mal, el bien su rojo enrojecido por el hacha suspensa,
por el trote del ala a pie volando, y no quiere y sensiblemente no
quiere aquesto el hombre; no quiere estar en su alma acostado, en
la sien latidos de asta, el bimano, el muy bruto, el muy lsofo. As,
casi no soy, me vengo abajo desde el arado en que socorro a mi alma
y casi, en proporcin, casi enaltzcome. Que saber por qu tiene la
vida este perrazo, por qu lloro, por qu, cejn, inhbil, veleidoso,
hube nacido gritando; saberlo, comprenderlo al son de un alfabeto
competente, sera padecer por un ingrato. Y no! No! No! Qu ardid, ni
paramento! Congoja, s, con s rme y frentico, coriceo, rapaz, quiere
y no quiere, cielo y pjaro; congoja, s, con toda la bragueta.
Contienda entre dos llantos, robo de una sola ventura, va indolora
en que padezco en chanclos de la velocidad de andar a ciegas. 22
Set 937
97. Poemas humanos 95 Esto sucedi entre dos prpados; tembl en
mi vaina, colrico, alcalino, parado junto al lbrico equinoccio, al
pie del fro incendio en que me acabo. Resbaln alcalino, voy
diciendo, ms ac de los ajos, sobre el sentido almbar, ms adentro,
muy ms, de las herrumbres, al ir el agua y al volver la ola.
Resbaln alcalino tambin y grandemente, en el montaje colosal del
cielo. Qu venablos y harpones lanzar, si muero en mi vayna; dar en
hojas de pltano sagrado mis cinco huesecillos subalternos, y en la
mirada, la mirada misma! (Dicen que en los suspiros se edican
entonces acordeones seos, tctiles; dicen que cuando mueren as los
que se acaban, ay! mueren fuera del reloj, la mano agarrada a un
zapato solitario) Comprendindolo y todo, coronel y todo, en el
sentido llorante de esta voz, me hago doler yo mismo, extraigo
tristemente, por la noche, mis uas; luego no tengo nada y hablo
solo, reviso mis semestres y para henchir mi vrtebra, me toco. 23
Set 937
98. CSAR VALLEJO96 Quedme a calentar la tinta en que me ahogo y
a escuchar mi caverna alternativa, noches de tacto, das de
abstraccin. Se estremeci la incgnita en mi amgdala y cruj de una
anual melancola, noches de sol, das de luna, ocasos de Pars. Y
todava, hoy mismo, al atardecer, digiero sacratsimas constancias,
noches de madre, das de biznieta bicolor, voluptuosa, urgente,
linda. Y aun alcanzo, llego hasta m en avin de dos asientos, bajo
la maana domstica y la bruma que emergi eternamente de un instante.
Y todava, aun ahora, al cabo del cometa en que he ganado mi bacilo
feliz y doctoral, he aqu que caliente, oyente, tierro, sol y luno,
incgnito atravieso el cementerio, tomo a la izquierda, hiendo la
yerba con un par de endecaslabos, aos de tumba, litros de innito,
tinta, pluma, ladrillos y perdones. 24 Set 937
99. Poemas humanos 97 La paz, la abispa, el taco, las
vertientes, el muerto, los declitros, el bho, los lugares, la tia,
los sarcfagos, el vaso, las morenas, el desconocimiento, la olla,
el monaguillo, las gotas, el olvido, la potestad, los primos, los
arcngeles, la aguja, los prrocos, el bano, el desaire, la parte, el
tipo, el estupor, el alma Dctil, azafranado, externo, ntido,
porttil, viejo, trece, ensangrentado, fotograadas, listas,
tumefactas, conexas, largas, encintadas, prdas Ardiendo,
comparando, viviendo, enfurecindose, golpeando, analizando, oyendo,
estremecindose, muriendo, sostenindose, situndose, llorando Despus,
stos, aqu, despus, encima, quiz, mientras, detrs, tnto, tan nunca,
debajo, acaso, lejos, siempre, aquello, maana, cunto, cunto! Lo
horrible, lo suntuario, lo lentsimo, lo augusto, lo infructuoso, lo
aciago, lo crispante, lo mojado, lo fatal, lo todo, lo pursimo, lo
lbrego, lo acerbo, lo satnico, lo tctil, lo profundo 25 Sept.
937
100. CSAR VALLEJO98 Transido, salomnico, decente, ululaba;
compuesto, caviloso, cadavrico, perjuro, iba, tornaba, responda;
osaba, fatdico, escarlata, irresistible. En sociedad, en vidrio, en
polvo, en hulla, marchse; vacil, en hablando en oro; fulgur, volte,
en acatamiento; en terciopelo, en llanto, replegse. Recordar?
Insistir? Ir? Perdonar? Ceudo, acabara recostado, spero, atnito,
mural; meditaba estamparse, confundirse, fenecer. Inatacablemente,
impunemente, negramente, husmear, comprender; vestirse oralmente;
inciertamente ir, acobardarse, olvidar. 26 Sept 937
101. Poemas humanos 99 Y bien? Te sana el metaloide plido? Los
metaloides incendiarios, cvicos, inclinados al ro atroz del polvo?
Esclavo, es ya la hora circular en que en las dos aurculas se
forman anillos guturales, corredizos, cuaternarios. Seor esclavo,
en la maana mgica se ve, por n, el busto de tu trmulo ronquido,
vense tus sufrimientos a caballo, pasa el rgano bueno, el de tres
asas, hojeo, mes por mes, tu monocorde cabellera, tu suegra llora
haciendo huesecillos de sus dedos, se inclina tu alma con pasin a
verte y tu sien, un momento, marca el paso. Y la gallina pone su
innito, uno por uno; sale la tierra hermosa de las humeantes
slabas, te retratas de pie junto a tu hermano, truena el color
oscuro bajo el lecho y corren y entrechcanse los pulpos. Seor
esclavo y bien? Los metaloides obran en tu angustia? 27 Sept
937
102. CSAR VALLEJO00 De puro calor tengo fro, hermana Envidia!
Lamen mi sombra leones y el ratn me muerde el nombre, madre alma
ma! Al borde del fondo voy, cuado Vicio! La oruga tae su voz, y la
voz tae su oruga, padre cuerpo mo! Est de frente mi amor, nieta
Paloma! De rodillas, mi terror y de cabeza, mi angustia, madre alma
ma! Hasta que un da sin dos, esposa Tumba, mi ltimo hierro d el son
de una vbora que duerme, padre cuerpo mo! 29 Set 937
103. Poemas humanos 0 Conanza en el anteojo, n en el ojo; en la
escalera, nunca en el peldao; en el ala, n en el ave y en ti slo,
en ti slo, en ti slo. Conanza en la maldad, n en el malvado; en el
vaso, mas nunca en el licor; en el cadver, no en el hombre y en ti
slo, en ti slo, en ti slo. Conanza en muchos, pero ya no en uno; en
el cauce, jams en la corriente; en los calzones, no en las piernas
y en ti slo, en ti slo, en ti slo. Conanza en la ventana, no en la
puerta; en la madre, mas no en los nueve meses; en el destino, no
en el dado de oro, y en ti slo, en ti slo, en ti slo. 5 Oct
937
104. CSAR VALLEJO02 Hablando de la lea, callo el fuego?
Barriendo el suelo, olvido el fsil? Razonando, mi trenza, mi corona
de carne? (Contesta, amado Hermeregildo, el brusco; pregunta, Luis,
el lento!) Encima, abajo, con tamaa altura! Madera, tras el reino
de las bras! Isabel, con horizonte de entrada! Lejos, al lado,
astutos Atanacios! Todo, la parte! Unto a ciegas en luz mis
calcetines, en riesgo, la gran paz de este peligro, y mis cometas,
en la miel pensada, el cuerpo, en miel llorada. Pregunta, Luis;
responde, Hermeregildo! Abajo, arriba, al lado, lejos! Isabel,
fuego, diplomas de los muertos! Horizonte, Atanacio, parte, todo!
Miel de miel, llanto de frente! Reino de la madera, corte oblicuo a
la lnea del camello, bra de mi corona de carne! TERREMOTO 6 Oct
937
105. Poemas humanos 03 Escarnecido, aclimatado al bien, mrbido,
hurente, doblo el cabo carnal y juego a copas, donde acaban en
moscas los destinos, donde com y beb de lo que me hunde. Monumental
adarme, fretro numeral, los de mi deuda, los de mi deuda, cuando
caigo altamente, ruidosamente, amoratadamente. Al fondo, es hora,
entonces, de gemir con toda el hacha y es entonces el ao del
sollozo, el da del tobillo, la noche del costado, el siglo del
resuello. Cualidades estriles, montonos satanes, del anco brincan,
del ijar de mi yegua suplente; pero, donde com, cunto pens! pero
cunto beb donde llor! As es la vida, tal como es la vida, all,
detrs del innito; as, espontneamente, delante de la sien
legislativa. Yace la cuerda as al pie del violn, cuando hablaron
del aire, a voces, cuando hablaron muy despacio del relmpago. Se
dobla as la mala causa, vamos de tres en tres a la unidad; as se
juega a copas y salen a mi encuentro los que aljanse, acaban los
destinos en bacterias y se debe todo a todos. 7 Oct 937
106. CSAR VALLEJO04 Alfonso: ests mirndome, lo veo, desde el
plano implacable donde moran lineales los siempres, lineales los
jamases. (Esa noche, dormiste, entre tu sueo y mi sueo, en la rue
de Ribout) Palpablemente, tu inolvidable cholo te oye andar en
Pars, te siente en el telfono callar y toca en el alambre a tu
ltimo acto tomar peso, brindar por la profundidad, por m, por ti.
Yo todava comprodu vin, du lait, comptant les sous bajo mi abrigo,
para que no me vea mi alma, bajo mi abrigo aquel, querido Alfonso,
y bajo el rayo simple de la sien compuesta; yo todava sufro, y t,
ya no, jams, hermano! (Me han dicho que en tus siglos de dolor,
amado sr, amado estar, hacas ceros de madera. Es cierto?) En labote
de nuit, donde tocabas tangos, tocando tu indignada criatura su
corazn, escoltado de ti mismo, llorando por ti mismo y por tu
enorme parecido con tu sombra, monsieur Fourgat, el patrn, ha
envejecido. Decrselo? Contrselo? No ms, Alfonso; eso, ya n!
107. Poemas humanos 05 El htel des Ecoles funciona siempre y
todava compran mandarinas; pero yo sufro, como te digo, dulcemente,
recordando lo que hubimos sufrido ambos, a la muerte de ambos, en
la apertura de la doble tumba, de esa otra tumba con tu sr, y de
sta de caoba con tu estar; sufro, bebiendo un vaso de ti, Silva, un
vaso para ponerse bien, como decamos, y despus, ya veremos lo que
pasa Es ste el otro brindis, entre tres, taciturno, diverso en
vino, en mundo, en vidrio, al que brindbamos ms de una vez al
cuerpo y, menos de una vez, al pensamiento. Hoy es ms diferente
todava; hoy sufro dulce, amargamente, bebo tu sangre en cuanto a
Cristo el duro, como tu hueso en cuanto a Cristo el suave, porque
te quiero, dos a dos, Alfonso, y casi lo podra decir, eternamente.
(9 Oct. 937)
108. CSAR VALLEJO06 TRASPI ENTRE DOS ESTRELLAS Hay gentes tan
desgraciadas, que ni siquiera tienen cuerpo; cuantitativo el pelo,
baja, en pulgadas, la genial pesadumbre; el modo, arriba; no me
busques, la muela del olvido, parecen salir del aire, sumar
suspiros mentalmente, or claros azotes en sus paladares! Vanse de
su piel, rascndose el sarcfago en que nacen y suben por su muerte
de hora en hora y caen, a lo largo de su alfabeto glido, hasta el
suelo. Ay de tnto! ay de tan poco! ay de ellas! Ay en mi cuarto,
oyndolas con lentes! Ay en mi trax, cuando compran trajes! Ay de mi
mugre blanca, en su hez mancomunada! Amadas sean las orejas snchez,
amadas las personas que se sientan, amado el desconocido y su
seora, el prjimo con mangas, cuello y ojos! Amado sea aquel que
tiene chinches, el que lleva zapato roto bajo la lluvia, el que
vela el cadver de un pan con dos cerillas, el que se coge un dedo
en una puerta, el que no tiene cumpleaos, el que perdi su sombra en
un incendio, el animal, el que parece un loro, el que parece un
hombre, el pobre rico, el puro miserable, el pobre pobre!
109. Poemas humanos 07 Amado sea el que tiene hambre o sed,
pero no tiene hambre con qu saciar toda su sed, ni sed con qu
saciar todas sus hambres! Amado sea el que trabaja al da, al mes, a
la hora, el que suda de pena o de vergenza, aquel que va, por orden
de sus manos, al cinema, el que paga con lo que le falta, el que
duerme de espaldas, el que ya no recuerda su niez; amado sea el
calvo sin sombrero, el justo sin espinas, el ladrn sin rosas, el
que lleva reloj y ha visto a Dios, el que tiene un honor y no
fallece! Amado sea el nio, que cae y an llora y el hombre que ha
cado y ya no llora! Ay de tnto! Ay de tan poco! Ay de ellos! ( Oct.
937)
110. CSAR VALLEJO08 DESPEDIDA RECORDANDO UN ADIS Al cabo, al n,
por ltimo, tomo, volv y acbome y os gimo, dndoos la llave, mi
sombrero, esta cartita para todos. Al cabo de la llave est el metal
en que aprendiramos a desdorar el oro, y est, al n de mi sombrero,
este pobre cerebro mal peinado, y, ltimo vaso de humo, en su papel
dramtico, yace este sueo prctico del alma. Adis, hermanos san
pedros, herclitos, erasmos, espinozas! Adis, tristes obispos
bolcheviques! Adis, gobernadores en desorden! Adis, vino que est en
el agua como vino! Adis, alcohol que est en la lluvia! Adis tambin,
me digo a m mismo, adios, vuelo formal de los milgramos! Tambin
adis, de modo idntico, fro del fro y fro del calor! Al cabo, al n,
por ltimo, la lgica, los linderos del fuego, la despedida
recordando aquel adis. 2 Oct 937
111. Poemas humanos 09 A lo mejor, soy otro; andando, al alba,
otro que marcha en torno a un disco largo, a un disco elstico:
mortal, gurativo, audaz diafragma. A lo mejor, recuerdo al esperar,
anoto mrmoles donde ndice escarlata, y donde catre de bronce, un
zorro ausente, espreo, enojadsimo. A lo mejor, hombre al n, las
espaldas ungidas de ail misericordia, a lo mejor, me digo, ms all
no hay nada. Me da la mar el disco, rerindolo, con cierto margen
seco, a mi garganta; nada, en verdad, ms cido, ms dulce, ms
kanteano! Pero sudor ajeno, pero suero o tempestad de mansedumbre,
decayendo o subiendo, eso, jams! Echado, no, exhmome, tumefacta la
mezcla en que entro a golpes, sin piernas, sin adulto barro, ni
armas, una aguja prendida en el gran tomo No! Nunca! Nunca ayer!
Nunca despus! Y de ah este tubrculo satnico, esta muela moral de
plesiosaurio y estas sospechas pstumas, este ndice, esta cama,
estos boletos. 2 Oct 937
112. CSAR VALLEJO0 EL LIBRO DE LA NATURALEZA Profesor de
sollozo he dicho a un rbol palo de azogue, tilo rumoreante, a la
orilla del Marne, un buen alumno leyendo va en tu naipe, en tu
hojarasca, entre el agua evidente y el sol falso, su tres de copas,
su caballo de oros. Rector de los captulos del cielo, de la mosca
ardiente, de la calma manual que hay en los asnos; rector de honda
ignorancia, un mal alumno leyendo va en tu naipe, en tu hojarasca,
el hambre de razn que le enloquece y la sed de demencia que le
aloca. Tcnico en gritos, rbol consciente, fuerte, uvial, doble,
solar, doble, fantico, conocedor de rosas cardinales, totalmente
metido, hasta hacer sangre, en aguijones, un alumno leyendo va en
tu naipe, en tu hojarasca, su rey precoz, telrico, volcnico, de
espadas. Oh profesor, de haber tnto ignorado! oh rector, de temblar
tnto en el aire! oh tcnico, de tnto que te inclinas! Oh tilo! oh
palo rumoroso junto al Marne! 2 Oct 937
113. Poemas humanos MARCHA NUPCIAL A la cabeza de mis propios
actos, corona en mano, batalln de dioses, el signo negativo al
cuello, atroces el fsforo y la prisa, estupefactos el alma y el
valor, con dos impactos al pie de la mirada; dando voces; los
lmites, dinmicos, feroces; tragndome los lloros inexactos, me
encender, se encender mi hormiga, se encendern mi llave, la
querella en que perd la causa de mi huella. Luego, haciendo del
tomo una espiga, encender mis hoces al pie de ella y la espiga ser
por n espiga. 22 Oct 937
114. CSAR VALLEJO2 Tengo un miedo terrible de ser un animal de
blanca nieve, que sostuvo padre y madre, con su sola circulacin
venosa, y que, este da esplndido, solar y arzobispal, da que
representa as a la noche, linealmente elude este animal estar
contento, respirar y transformarse y tener plata. Sera pena grande
que fuera yo tan hombre hasta ese punto. Un disparate, una premisa
ubrrima a cuyo yugo ocasional sucumbe el gonce espiritual de mi
cintura. Un disparate En tanto, es as, ms ac de la cabeza de Dios,
en la tabla de Locke, de Bacon, en el lvido pescuezo de la bestia,
en el hocico del alma. Y, en lgica aromtica, tengo ese miedo
prctico, este da esplndido, lunar, de ser aqul, ste talvez, a cuyo
olfato huele a muerto el suelo, el disparate vivo y el disparate
muerto. Oh revolcarse, estar, toser, fajarse, fajarse la doctrina,
la sien, de un hombro al otro, alejarse, llorar, darlo por ocho o
por siete o por seis, por cinco o darlo por la vida que tiene tres
potencias. 22 Oct 937
115. Poemas humanos 3 INTENSIDAD Y ALTURA Quiero escribir, pero
me sale espuma, quiero decir muchsimo y me atollo; no hay cifra
hablada que no sea suma, no hay pirmide escrita, sin cogollo.
Quiero escribir, pero me siento puma; quiero laurearme, pero me
encebollo. No hay toz hablada, que no llegue a bruma, no hay dios
ni hijo de dios, sin desarrollo. Vmonos, pues, por eso, a comer
yerba, carne de llanto, fruta de gemido, nuestra alma melanclica en
conserva. Vmonos! Vmonos! Estoy herido; Vmonos a beber lo ya
bebido, vmonos, cuervo, a fecundar tu cuerva. 27 Oct 937
116. CSAR VALLEJO4 GUITARRA El placer de sufrir, de odiar, me
tie la garganta con plsticos venenos, mas la cerda que implanta su
orden mgico, su grandeza taurina, entre la prima y la sexta y la
octava mendaz, las sufre todas. El placer de sufrir Quin? a quin?
quin, las muelas? a quin la sociedad, los carburos de rabia de la
enca? Cmo ser y estar, sin darle clera al vecino? Vales ms que mi
nmero, hombre solo, y valen ms que todo el diccionario, con su
prosa en verso, con su verso en prosa, tu funcin guila, tu
mecanismo tigre, blando prjimo. El placer de sufrir, de esperar
esperanzas en la mesa, el domingo con todos los idiomas, el sbado
con horas chinas, belgas, la semana, con dos escupitajos.
117. Poemas humanos 5 El placer de esperar en zapatillas, de
esperar encogido tras de un verso, de esperar con pujanza y mala
poa; el placer de sufrir: zurdazo de hembra muerta con una piedra
en la cintura y muerta entre la cuerda y la guitarra, llorando das
y cantando meses. 28 Oct 937
118. CSAR VALLEJO6 Oye a tu masa, a tu cometa, escchalos; no
gimas de memoria, gravsimo cetceo; oye a la tnica en que ests
dormido, oye a tu desnudez, duea del sueo. Reltate agarrndote de la
cola del fuego y a los cuernos en que acaba la crin su atroz
carrera; rmpete, pero en crculos; frmate, pero en columnas combas;
descrbete atmosfrico, ser de humo, a paso redoblado de esqueleto.
La muerte? Opnle todo su vestido! La vida? Opnle parte de tu
muerte! Bestia dichosa, piensa; dios desgraciado, qutate la frente.
Luego, hablaremos. 29 Oct 937
119. Poemas humanos 7 Qu me da, que me azoto con la lnea y creo
que me sigue, al trote, el punto? Qu me da, que me he puesto en los
hombros un huevo en vez de un manto? Qu me ha dado, que vivo? Qu me
ha dado, que muero? Qu me da, que tengo ojos? Qu me da, que tengo
alma? Qu me da, que se acaba en m mi prjimo y empieza en mi
carrillo el rol del viento? Qu me ha dado, que cuento mis dos
lgrimas, sollozo tierra y cuelgo el horizonte? Qu me ha dado, que
lloro de no poder llorar y ro de lo poco que he redo? Qu me da, que
ni vivo ni muero? 30 Oct 937
120. CSAR VALLEJO8 ANIVERSARIO Cunto catorce ha habido en la
existencia! Qu crditos con bruma, en una esquina! Qu diamante
sinttico, el del casco! Cunta ms dulcedumbre a lo largo, ms honda
supercie: cunto catorce ha habido en tan poco uno! Qu deber, qu
cortar y qu tajo, de memoria a memoria, en la pestaa! Cuanto ms
amarillo, ms granate! Cunto catorce en un solo catorce! Acorden de
la tarde, en esa esquina, piano de la maana, aquella tarde; clarn
de carne, tambor de un solo palo, guitarra sin cuarta cunta quinta,
y cunta reunin de amigos tontos y qu nido de tigres el tabaco!
Cunto catorce ha habido en la existencia! Qu te dir ahora, quince
feliz, ajeno, quince de otros? Nada ms que no crece ya el cabello,
que han venido por las cartas, que me brillan l