Roberto & Alexander
Escrito por: Diego Alejandro Sierra
Guatemala, Febrero 2016
2
Roberto & Alexander
Abre la escena a una pequeña oficina llena de papeles
y se puede observar un hombre vestido de traje
trabajando arduamente en su escritorio.
(Entra Roberto a la oficina, se le ve agotado y
atareado. El jefe no levanta la mirada ni deja de
trabajar.)
ROBERTO: ¿Si jefe? ¿Necesitaba hablarme?
JEFE: Si Roberto, ven siéntate. Necesito hablar
contigo.
ROBERTO: ¿Está todo bien señor? ¿Necesita algo? Si
esto es por los reportes atrasados ya estoy a punto
de terminarlos…
JEFE: Eso no me interesa Roberto. Hay algo mucho más
importante en estos momentos. ¿Tienes idea de lo que
hiciste?
3
ROBERTO: No tengo idea señor. Sea lo que sea lo
lamento mucho. Desde el funeral nada ha sido lo
mismo. Pero…
JEFE: Cállate Roberto. Dime, ¿Sabes qué es esto?
(Pone unos papeles sobre la mesa)
ROBERTO: No lo sé señor.
JEFE: ¡Claro que lo sabes! Es el resumen de ventas
del trimestre pasado. Y ahora. Dime que ves allí.
ROBERTO: No veo nada malo señor.
JEFE: ¡No te hagas el estúpido Roberto! ¡Tus números
no cuadran! ¿Dónde está ese dinero que falta? ¿Acaso
se desvaneció del aire? ¡Contéstame!
ROBERTO: ¡No lo sé señor! ¡Le juro que no tengo idea!
Me separe del dinero solo un momento y cuando regrese
faltaba. No sé a dónde se fue.
4
JEFE: ¿Cómo puedes ser tan estúpido? (Golpea a
Roberto).
ROBERTO: Lo lamento jefe. Lo siento mucho. Le pagare
lo que hacía falta. Lo prometo
JEFE: No quiero tu maldito dinero. Estoy harto de
tener que sufrir por tu estupidez.
ROBERTO: Pero señor. Yo no era el único empleado esa
noche. ¡Pudo haber sido alguien más! ¡No puede solo
culparme a mí!
JEFE: Yo puedo hacer lo que me plazca. ¿A quién crees
que le creerán? ¿Al gerente general de ventas o a un
maldito don nadie que cuenta el dinero…? Exacto… Así
que te recomendaría cerrar tu puta boca antes que te
vaya peor.
ROBERTO: ¡Pero señor…!
5
JEFE: ¡Que te calles! (Lo golpea más fuerte)
(Roberto cae al suelo y se levanta como Alexander)
ALEXANDER: ¿Quién te crees maldito viejo? ¿Cómo te
atreves a ponerme las manos encima?
JEFE: ¿Qué demonios te pasa? ¿Acaso sabes con quien
estás hablando? ¿O es que acaso estás loco?
ALEXANDER: (Ríe) Odio escuchar eso ¿Acaso sabes con
quien te estás metiendo? ¿Acaso sabes quién soy?
¡Nadie me trata así! ¡Nadie! ¿Tienes una idea del
dolor que te puedo hacer pasar? ¿Tienes una idea de
las cosas que puedo hacerte? Estás jugando con fuego
viejo…
JEFE: Eres un maldito maniático, fuera de mi oficina.
No tolerare más esta insolencia. ¡Estas despedido!
(Alexander se lanza sobre el jefe y lo toma de la
camisa)
6
ALEXANDER: Ya te dije que odio que me llamen así. Y
además ¿Qué sabe alguien como tú de locura? ¿Crees
que eres mejor que yo solo porque usas trajes
costosos y manejas autos de lujo? ¿Acaso crees que
puedes pasarle encima a cualquiera solo porque tienen
una posición inferior a la tuya? Te equivocas, porque
todos somos iguales a los ojos de Dios. Y Él te
castigara por tratar así a uno de sus seguidores.
JEFE: ¡Tu, no eres nada más que un inútil, una
inservible bola de basura y espero que te pudras por
tu insolencia!
ALEXANDER: ¡A callar! ¡Lo único que se podrirá aquí
será tu sucia y manchada alma de mierda!
JEFE: Ayúdenme. ¡Seguridad! ¡Seguridad!
(Roberto regresa en sí)
ROBERTO: Por favor no señor, no quise hacerlo, esto
no es mi culpa, se lo pido tenga piedad de mí.
(Roberto lucha mientras seguridad intenta sacarlo)
7
(Roberto escapa de los guardias y regresa corriendo a
la oficina)
ALEXANDER: Te juro que te arrepentirás de esto viejo
maldito. (Seguridad regresa a traerlo) ¡Te
arrepentirás como de tus pecados!
8
Abre la escena de una pequeña y muy desordenada
covacha. Un niño de 12 años se abre paso entre la
basura para llegar a donde se encuentra su madre
llorando mientras cocina.
ROBERTO: ¿Mama? ¿Mama? ¿Mama estás bien?
MAMA DE ROBERTO: (Se sorprende por el niño y se seca
las lágrimas) Si… no molestes. ¿Trajiste lo que te
pedí?
ROBERTO: Si pero esto es todo lo que pude encontrar.
(Le entrega pequeñas sobras de comida)
MAMA DE ROBERTO: ¿Qué es esto? ¿Esto es todo?
ROBERTO: Si mama…
MAMA DE ROBERTO: ¿Qué demonios te pasa? ¿Crees que
estas míseras migajas son suficientes?
ROBERTO: Pero mama no pude hallar más. Incluso tuve
que quitárselo al perro de la señora Menéndez.
9
MAMA DE ROBERTO: ¿Qué? ¡Así que robando! ¡Primero no
me traes suficiente, y ahora resulta que la porquería
que me traes es robada! Eres un pecador y no mereces
que te dé de comer. (Agrega lo que trajo Roberto a la
cacerola)
ROBERTO: Pero mama, solo lo hice para complacerte.
Solo quería que dejaras de llorar. Que fueras feliz.
MAMA DE ROBERTO: ¿Feliz? ¿Cómo se te ocurre que
podría estar feliz viviendo esta pútrida miseria y
con un engendro tan inútil como tú? Eres una
vergüenza. No puede ni siquiera proveer para tu
propia madre. ¿Por qué me castigas, Dios? No he sido
nada más que tu fiel seguidora.
ROBERTO: Pero mama…
MAMA DE ROBERTO: ¡Te callas! ¡No quiero oír más de ti
Roberto! (Sirve dos platos de comida a la mesa)
(Roberto intenta tomar un poco de comida pero su mama
lo golpea) ¡Deja eso! Esa comida es para tu hermano.
10
Ya no tarda en venir y el si tiene derecho a comer
porque no es una alimaña ladrona como tú.
ROBERTO: ¿Hermano? ¿Qué hermano?
MAMA DE ROBERTO: ¿”Qué hermano”? ¿Acaso tanto pecado
te fundió el cerebro? Cállate y ve a esperar a tu
hermano a la sala.
ROBERTO: Mama pero si nadie va a venir. ¿Por qué no
lo entiendes? ¿Por qué no entiendes que yo no tengo
ningún hermano?
MAMA DE ROBERTO: ¡Claro que sí! (nerviosa) Ya no
tarda en regresar y él nos ayudara a salir de aquí.
Él nos sacara de tanta desdicha.
ROBERTO: (Entre dientes) Lo dudo mucho…
MAMA DE ROBERTO: ¿Que dijiste insolente?
ROBERTO: Nada mama… yo solo…
MAMA DE ROBERTO: Sabes que no me gusta oírte hablar
así de él. Lo tienes prohibido.
11
ROBERTO: Pero mama él no fue nadie
MAMA DE ROBERTO: ¡Cómo te atreves a irrespetar a tu
hermano! Él es un santo. Un ángel que nos fue
arrebatado por Dios por no ser dignos de su pureza. Y
en cambio me quede atorada contigo.
ROBERTO: ¡Y cómo puedes saber que era un santo si
jamás lo conociste! ¡Alexander nunca existió!
MAMA DE ROBERTO: ¡No te permito que hables así de tu
hermano! (Golpea a Roberto) Tú no eres nadie
comparado a él…
12
Abre la escena en la sala de Roberto. Se observa
desorden y varios papeles regados por doquier.
(Entra Roberto a su casa alterado y cierra la puerta
con llave)
ROBERTO: ¿Qué voy a hacer? ¿Qué voy a hacer? ¿Con que
dinero pagare la casa ahora? ¿Dónde viviré? (Casi
llorando) Necesito ayuda.
ALEXANDER: (Casi murmurando) ¡Eres patético! (Se
levanta al escritorio cuando oye a alguien tocando la
puerta)
BEATRIZ: (Desde afuera) ¡Roberto! ¡Ábreme soy yo!
(Roberto abre la puerta)
ROBERTO: ¿Beatriz? ¿Qué haces aquí a esta hora? Si
vienes por lo del testamento pues estas de mala
suerte porque aún no lo he leído y no pienso hacerlo
ahora.
BEATRIZ: No, no viene por eso, el testamento puede
esperar a que estés listo. Es que desde mi casa vi
13
que regresaste temprano y decidí venir a verte. No te
había visto desde el funeral.
ROBERTO: Claro, como ya no hay trabajo para ti aquí
no hay razón para que vengas.
BEATRIZ: Eso no es cierto, tú sabes que te tengo
mucho cariño. Eres como mi hermano mayor.
(Beatriz le alborota el pelo)
ROBERTO: ¡Ya! ¡No molestes! No estoy de humor.
BEATRIZ: ¿Qué te paso?
ROBERTO: Nada, no quiero hablar de eso.
BEATRIZ: ¡Vamos dime!
ROBERTO: No Beatriz.
BEATRIZ: ¡Vamos dime por favor!
ROBERTO: Ya olvídalo. Mejor dime como te ha ido a ti.
BEATRIZ: Pues yo tengo una muy buena noticia…
¡Conseguí trabajo al fin!
14
ROBERTO: ¿Enserio? ¿Dónde?
BEATRIZ: Es algo pequeño, me dieron el turno nocturno
en un despacho y comienzo esta noche.
ROBERTO: Felicidades.
BEATRIZ: Pero aún no te he dicho la mejor parte. ¡El
despacho está detrás de la fábrica de zapatos!
¡Trabajare junto a ti! Hasta podríamos ir a comer
juntos ¿Qué te parece?
ROBERTO: Emmm pues…
(Tocan la puerta de la casa)
ROBERTO: ¿Quién es?
AGENTE: Buenas tardes, ¿Se encuentra el señor
Figueroa? De ser así por favor habrá la puerta. Es un
asunto urgente.
(Abre la puerta y el agente entra agresivamente
empujando a Roberto)
ROBERTO: ¿Quién es usted?
15
AGENTE: Muy buenas tardes, Mi nombre es Joaquín
Ortega, soy representante del banco nacional de
Guatemala. Vengo a informarle que en vista de su
reciente despido el banco ha llegado a una decisión.
Desafortunadamente para usted, la hipoteca de su casa
está a punto de caducar y solo tiene como máximo 30
días para hacer el pago total o la casa pasara a ser
parte de un proceso de litigación y luego a ser
propiedad del banco.
ROBERTO y BEATRIZ: ¿Qué?
BEATRIZ: ¿A qué despido se refiere Roberto? (Al
agente) ¿De qué despido habla? ¿Cuándo fue esto?
AGENTE: Sucedió justamente hoy señorita.
Y si señor como lo escucho. Tiene solo 30 días para
pagar su casa o me temo que tendrá que desalojarla.
ROBERTO: Pero no tengo como pagar. Necesito más
tiempo. No tengo como conseguir el dinero.
AGENTE: Lamento mucho los inconvenientes, pero los
medios por los cuales usted obtenga el dinero no son
16
de mi incumbencia ni del banco. Así que sin otro
particular le deseo suerte en sus actividades del día
de hoy y también que pase una muy buena tarde y
recuerde señor Figueroa… Solo tiene 30 días. Con
permiso.
(El agente sale de escena)
(OSCURO)
17
La escena abre en la casa de la infancia de Roberto
con el solo entre el desorden.
ROBERTO: Ya no puedo con esto. Ya no puedo. ¿Cuánto
debo aguantar? ¿Cuánto tiene que sufrir una persona
para pagar por sus pecados? ¿Cuánto más tendré que
soportar para ser liberado de esta miseria? ¿Es que
acaso no puedes oírme o solo ignoras mis plegarias?
¡15 años! 15 años de sufrir incontables golpes,
insultos y reprimendas por un pecado que jamás
cometí. Pero ya no más… (Toma una navaja) Ya no
volveré a rogarle a un Dios sordo. Jamás volveré a
pedir misericordia por falsas acusaciones. (Intenta
suicidarse cortándose las venas de la muñeca pero
Alexander lo detiene y ambos forcejean).
ALEXANDER: Hahahahaha… ¿Cuantas veces has intentado
eso ya? ¿Siete, ocho o acaso ya son nueve?
Hahahahaha. Tan patético como siempre, y al parecer
tan inútil también.
ROBERTO: (Se levanta asustado) ¿Qué quieres de mí?
¿Quién eres?
18
ALEXANDER: Tu sabes perfectamente quien soy y porque
estoy aquí. Sabes justamente lo que hiciste, y ahora
no puedes huir de mí.
ROBERTO: ¿De qué hablas? Yo no he hecho nada.
ALEXANDER: Claro que sí. ¿Que acaso nuestra madre
nunca te conto lo que hiciste? ¿O es que reprimes esa
memoria para no lidiar con tus repugnantes acciones?
ROBERTO: Yo no hice nada, no podía hacer nada. No fue
mi culpa lo que paso.
ALEXANDER: Claro que sí. Los doctores lo dijeron.
Naciste con una deuda Roberto, y yo soy el encargado
de cobrarte por cada pecado que has cometido.
ROBERTO: Por favor déjame solo. ¡Déjame! (Se intenta
cortar otra vez pero Alexander lo impide) ¿Por qué?
¿Por qué no me dejas morir?
ALEXANDER: Porque entonces se acabaría tu
sufrimiento…
19
MAMA DE ROBERTO: (Desde afuera de escena) ¡Roberto!
¿Dónde estás insolente? ¡Roberto ven acá ahora!
ROBERTO: Si no me dejaras morir, al menos me alejare
de la mujer que me ha hecho tanto daño. (Sale).
(OSCURO)
20
La escena abre a la casa de Roberto en la actualidad.
BEATRIZ: ¿Roberto porque no me dijiste que te
despidieron? ¿O que habías hipotecado la casa?
Roberto di algo…
ROBERTO: ¿Qué quieres que te diga? Aunque te hubiera
dicho antes eso no cambiaría nada.
BEATRIZ: Pero puedo ayudarte Roberto. No tienes que
pasar por esto solo.
ROBERTO: ¿Cómo vas a ayudarme? ¿Tienes una idea de la
cantidad de dinero que debo al banco? ¡Necesito 63
mil Quetzales en un mes y no tengo como conseguirlos!
Ya no tengo empleo y ahora me quedare sin casa.
BEATRIZ: Pero algo tenemos que poder hacer. Espera,
creo que hay otro empleo disponible en el despacho.
Si consigues empleo otra vez tal vez el banco te dé
más tiempo para pagar la hipoteca. Iré a preguntar, y
si no seguiré buscando hasta encontrar algo, te lo
prometo. Ya regreso.
(Sale Beatriz)
21
ALEXANDER: ¡Maldita sea! (Alexander se levanta,
furioso tira todos los objetos de la mesa y cae de
rodillas)
ROBERTO: No, no, no… no otra vez.
ALEXANDER: (Ríe)
ROBERTO: ¡No! Esto no puede estar pasando. Me dijeron
que te habías ido, dijeron que ya no estabas.
ALEXANDER: (Ríe) Y tu ciegamente creíste en las
palabras de unos viejo inútiles con diploma. Siempre
fuiste así de inocente Roberto, siempre fuiste así de
estúpido.
ROBERTO: Tú estás solo en mi imaginación, no eres
real. ¡Tú no existes!
ALEXANDER: (Entre risas) Claro que existo, soy hasta
más real que tú. (Ríe)
(La risa de Alexander se transforma a llanto de
Roberto)
22
ROBERTO: Por favor solo déjame solo. No puedo lidiar
con todo esto al mismo tiempo. Solo déjame en paz…
(De rodillas en el suelo ve hacia abajo y mira el
testamento de su abuela en el suelo)
ROBERTO: ¡El testamento! Por favor abuela. Eres mi
última esperanza. (Lee) ¿Qué es esto? ¡Pero esto no
puede ser! ¿Cómo pudo hacerme esto?
(Entra Beatriz y ve el tiradero)
BEATRIZ: ¿Pero qué paso aquí? ¿Roberto que te paso?
ROBERTO: Nada… estoy bien
BEATRIZ: ¿Pero qué paso con la casa? ¿Qué hiciste?
¿Estas bien?
ALEXANDER: ¡Dije que no pasó nada! ¿Por qué no puedes
dejarme en paz?
BEATRIZ: ¿Roberto qué te pasa? ¿Porque me tratas de
esa manera? Solo trato de ayudarte.
ALEXANDER: No necesito tu ayuda Beatriz. Déjame solo.
23
BEATRIZ: Roberto no hagas esto, no te aísles de mí,
lo único que quiero es ayudarte. Todo esto lo hago
por ti.
ALEXANDER: ¿Por mí? ¡Por mí! Nunca has hecho algo por
mí. Solo porque desde hace años mi abuela pone comida
en tu plato es que siquiera me diriges la palabra.
Jamás te has preocupado sinceramente por mi bienestar
y ahora vienes a tratar de convencerme que tus actos
son altruistas cuando en el fondo sabes que solo
quieres salvar la casa porque el terreno está a tu
nombre en el testamento de mi abuela.
BEATRIZ: ¿Qué? ¿De qué hablas? Roberto… Yo no tenía
idea del testamento… Dijiste que aún no lo habías
leído.
ALEXANDER: Ahhhh claro y ahora te haces la estúpida.
Ahora que te enteras que se el motivo de tus actos te
quedas sin palabras. No mereces el amor de una mujer
tan buena como lo era mi abuela, solo eres una
pecadora y una mentirosa.
BEATRIZ: ¿De qué hablas?
24
ALEXANDER: Crees que no me doy cuenta de cómo
escabulles hombres noche tras noche en la casa de tu
padre, irrespetando a tu padre con tus
malintencionados actos de “amor” y luego
escondiéndote bajo tu disfraz de oveja blanca. Pero a
mí no me engañas, yo conozco tus pecados y también
conozco muy bien el destino que te espera una vez
hallas sido juzgada. Una eternidad de sufrimiento
bien merecido para una víbora como tú. No te fue
suficiente con quitarme el amor de mi abuela si no
también vienes a quitarme lo que es mío por derecho.
¡Lo único que me queda.
BEATRIZ: ¡Cállate! Yo no pedí nada de esto, esto no
es mi culpa… ¿Quieres saber algo? Yo sabía que tu
abuela me heredaría la casa a mí, me lo dijo hace
varios meses. Pero no te dije nada porque no quería
lastimarte. Quería evitarte ese dolor pero no sabía
las palabras para decírtelo y he estado buscando la
forma de transferir los papeles para que sea tuya
pero ahora me doy cuenta que no lo mereces. No
mereces nada. Siempre que consigues algo bueno en tu
25
vida lo alejas de ti, lo sacas como si ser feliz
fuera una enfermedad mortal. Te aíslas en tus
pensamientos hasta que eso que te comenzó a hacer
feliz desaparece y quedas vacío por dentro ¿Por qué
le tienes miedo a ser feliz?
ALEXANDER: ¡Ya cierra la boca o te la rompo!
BEATRIZ: Hazlo si eres tan hombre. No eres nada más
que un cobarde. Un maldito cobarde que se cree mucho
pero no hace más que correr a esconderse bajo la
falda de su abuela. Y lo más irónico es que buscas
refugio en una mujer que ni siquiera te quiso, una
mujer que simplemente hacia la hazaña de tolerarte.
¡Una mujer que amo más incluso a su vecina que a su
propio nieto!
(Alexander toma a Beatriz de los hombros, la trae
hacia él y grita)
ALEXANDER: ¡Cierra la maldita boca! (Beatriz golpea a
Roberto)
ROBERTO: Beatriz… L-lo siento…
26
BEATRIZ: Aléjate de mí…
ROBERTO: Beatriz por favor…
BEATRIZ: ¡Aléjate de mí!
(Sale Beatriz cubierta en lágrimas)
ROBERTO: (Corre detrás de ella) Beatriz regresa…
(Roberto está a punto de salir cuando Alexander lo
detiene)
ALEXANDER: ¿A dónde crees que vas? ¿Por qué corres
detrás de ella? Si no ha hecho nada más que
apuñalarte por la espalda.
ROBERTO: Claro que no. Ella estaba tratando de
ayudar.
ALEXANDER: (Ríe) Otra vez tu inocencia te ciega. Ella
iba a dejarte sin la casa que te pertenece. Una vez
tomara posesión de la casa no se cuestionaría ni un
segundo el echarte a la calle. Así es el mundo
27
Roberto, una fosa de serpientes en la cual tú único
consuelo y guía es el Señor.
ROBERTO: Eso no es cierto, en este mundo hay mucha
bondad. La diferencia es que tú te niegas a verla y
yo no. Tu extremo fanatismo de la religión te ciega y
no ves más allá de lo malo en las personas cuando en
realidad el ser humano posee una enorme capacidad
para el bien.
ALEXANDER: Tienes razón, pero la mayoría no usan esa
capacidad para el bien. Los humanos somos seres de
pecado por naturaleza, no podemos evitarlo. Aunque
nos presentemos como gente buena y correcta ante la
sociedad sabemos muy bien que secretamente somos
pecadores. Todos tenemos ese secreto que nos carcome
la conciencia, ese placer pecaminoso que no nos deja
dormir en las noches y que guardamos celosamente
dentro de nosotros creyendo inocentemente que nadie
jamás lo sabrá. Pero Él lo sabe. Él sabe todo lo que
has hecho. Todos esos secretos que astutamente
escondes día a día son claros como el agua ante sus
28
ojos. Y son esos mismos pecados los que abrirán tu
lugar en el infierno.
ROBERTO: Si, somos seres de pecado. Pero eso es lo
hermosos de las personas, a pesar de sus
equivocaciones aprenden de ellos y crecen como
personas, se vuelven a levantar y se siguen moviendo
hacia adelante sin importar el obstáculo.
Los errores nos hacen humanos, pero la capacidad de
ver a través de ellos y obtener una lección de vida
nos hace personas.
ALEXANDER: (Ríe) Hermosa ideología Roberto, pero
vagas filosofías de vida no nos salvaran de nuestra
realidad. Las incoherencias de un don nadie como tú
no nos darán el dinero para pagarle al banco.
Afróntalo viviremos en la calle otra vez.
ROBERTO: No, no, no. Debo disculparme con Beatriz.
Necesito hablar con ella.
ALEXANDER: Es inútil Roberto, esa puerta ya está
cerrada y no hay forma de abrirla. Ya no hay nada que
29
hacer… A menos que… ¿Que te parecería que aplicáramos
la vieja filosofía; ojo por ojo, diente por diente
con el anciano que te despidió? Sí, sí. ¿Por qué no?
Piénsalo, podemos entrar a su oficina y meternos a su
bóveda. Allí está todo el dinero y lo sabes muy bien.
¡Hasta sabes cómo entrar! Para algo eras su asistente
¡Seria justicia divina! Simplemente tomaríamos el
equivalente a lo que el mundo nos debe por tanto
sufrimiento.
ROBERTO: No, no volveré a robar. No seré tu peón otra
vez. Además, es fin de mes. El estará en la oficina
toda la noche.
ALEXANDER: ¿y? Aun mejor. Tomas todo su preciado y
sucio dinero frente a su nariz y luego cobras
venganza por todo lo que te hizo pasar. Es perfecto
¿o es que acaso quieres regresar a vivir en la calle?
¿Pasar hambre y frio día tras día? ¿Envidiar a cada
persona que atraviese tu camino por el simple hecho
de que ellos pueden sonreír? Si esa es la vida que
quieres adelante, pero te advierto que te lamentaras
30
el resto de tus tristes días si decides no cobrar la
deuda que el mundo tiene con nosotros.
ROBERTO: ¡Maldita seas! Te odio Alexander, te odio.
Odio que me manipules para hacer realidad tus ruines
intenciones.
ALEXANDER: (Ríe) Sabes que tengo razón, no tenemos
que vivir así. Toma el arma de tu padre y cobra lo
que nos arrebataron, solo así viviremos en paz…
ROBERTO: ¡No, no, no, no!
ALEXANDER: Por amor a Dios Roberto, has por una vez
lo que te digo, ¿O acaso quieres regresar a dormir
bajo un sucio puente, o a comer únicamente cuando
algún estupido descuida su cartera? ¿Esa es la vida
que quieres?
ROBERTO: No. Está bien… Está bien Alexander. Por una
vida en paz. (Toma el arma y sale)
31
La escena abre a un desolado callejón.
(Roberto está a punto de entrar a la oficina cuando
un grito de afuera de escena lo detiene)
BEATRIZ: Roberto no lo hagas.
ROBERTO: ¿B-Beatriz?
BEATRIZ: Por favor detente
ALEXANDER: ¿Qué haces aquí?
BEATRIZ: Te vi desde mi casa cuando salías. Vi como
escondías el arma. Y un inmenso odio en tu mirada que
jamás había visto. Sabía que ibas a hacer algo de lo
que te arrepentirías y no puedo dejarte hacerlo.
ROBERTO: No, no, no. ¡Esto no puede estar pasando!
BEATRIZ: ¿Roberto porque? ¿Cómo puedes hacer esto?
ALEXANDER: No deberías estar tú aquí.
BEATRIZ: Roberto este no eres tú, tú jamás
lastimarías a nadie.
32
ALEXANDER: Tú no me conoces Beatriz. No tienes idea
de todo lo que he pasado y las atrocidades que he
cometido. No sabes lo que es mi vida
BEATRIZ: ¡Pero no puedes hacer esto! ¡Esta no es la
solución Roberto! ¡Esto no lleva a nada!
ALEXANDER: ¡Ya cierra la boca!
ROBERTO: ¡Basta! No tienes derecho a hablarle así
Alexander.
BEATRIZ: ¿De quién hablas? ¿Quién es Alexander? ¡Me
estas asustando!
ALEXANDER: ¡Tú cállate! Roberto ella nos delatara,
nos dejara en la calle. ¿Es eso lo que quieres?
ROBERTO: Cállate, cállate.
ALEXANDER: No podemos regresar al manicomio. ¡No
regresare! ¡No regresare a podrirme!
ROBERTO: ¡Cállate, no voy a matarla!
BEATRIZ: Roberto por favor. Me estas asustando. Yo
puedo ayudarte. Juntos lo resolveremos.
ALEXANDER: ¡QUE CIERRES LA MALDITA BOCA!
33
BEATRIZ: Roberto por favor piensa lo que haces. Tú no
eres así. Tú eres mejor que esto.
ALEXANDER: Cállate.
BEATRIZ: Piensa en tu abuela. ¿Qué diría ella si te
viera así? Robando, amenazando de muerte. Ella
siempre se negó a ver el mal en ti.
ROBERTO: Cállate.
BEATRIZ: ¡Ella no hubiera querido esto! ¡Este no eres
tú! ¡Ella estaría decepcionada de ti!
ROBERTO Y ALEXANDER: ¡Te dije que te callaras!
(Roberto levanta la pistola hacia Beatriz y el
escenario queda en oscuridad)
(OSCURO)
34
Abre la escena a la casa de Roberto bañada en
penumbra.
ROBERTO: Te dije que me dejaras en paz. Te dije que
te fueras y nunca volvieras. ¿Por qué no puedes
dejarme solo? ¡Solo vete!
ALEXANDER: Tú sabes que no puedo hacer eso Roberto.
No puedes deshacerte de mí, y además que sería de tu
triste vida sin mí.
¿Crees que estarías bien? ¿Crees que serias feliz
dónde estabas cuando yo llegue? Estarías muerto si no
nos hubiera sacado de esa casa.
Nos he mantenido vivos por 12 años, ¡12 años! y ¿así
me agradeces?
ROBERTO: ¿Agradecerte? ¿Por qué? Por interminables
noches de pesadillas, por sumergirme en un espiral de
culpa y dolor. ¡Por condenar mí alma al infierno!
Y además, no merezco vivir. No después de lo que
hice.
35
ALEXANDER: Tú sabes que no tenías otra opción. Sabes
muy bien que nos hubieran descubierto e irías a caer
en un maldito agujero de putrefacción otra vez. Era
la única salida. Beatriz debía morir.
ROBERTO: ¡Cállate! ¿Quién te da el derecho a decidir
qué vida vale más? ¡La mataste Alexander! ¡La
mataste!
ALEXANDER: ¡Claro que no! Tú la asesinaste, yo
simplemente te di las “palabras de aliento”… Pero tú,
Roberto, tu jalaste el gatillo.
ROBERTO: ¡Mientes! ¡Mientes! ¡Yo no soy un asesino!
ALEXANDER: (Ríe) ¡Eso ya no importa Roberto! Beatriz
está muerta y nuestras manos manchadas de sangre. Lo
único que queda es rezarle a Dios para que perdone tu
alma inmortal.
ROBERTO: ¿A Dios? ¿A ese mismo Dios que me ha quitado
tanto y me ha dado tan poco? ¿El mismo Dios que cada
vez que agachaba mi cabeza en oración hacia oído
sordo a mis plegarias y volteaba la cara en
desprecio? ¿Por qué pediría la ayuda de alguien que
36
me ha dado la espalda desde incluso antes de mi
nacimiento?
¿Y tú?...
ALEXANDER: ¡Tú! ¡Tú! ¡Tú! ¡Que! ¿Qué ibas a decir
Roberto? ¿Qué no se de lo que hablo? Aaaaa… ya se
¿Qué no tengo conciencia propia? ¿Qué soy solo una
parte de ti y de tu imaginación? ¿Es eso? Ya me lo sé
de memoria. Lo he escuchado desde el día en que te
conocí. Pero repetir una mentira mil veces no la hace
verdad.
Pero… ¿alguna vez has pensado que podría ser al
revés? ¿Que tú fueras una parte de mí? Si… ¿Qué tal
si yo fuera real y tu una invención de mi
imaginación? ¿Qué tal si eres tu quien no tiene
conciencia propia? ¿Tal vez por eso no pudieron
deshacerse de mí? ¡Porque la parte irreal, la parte
falsa, la que debe irse! Eres tú.
ROBERTO: ¡No, no me volverás a engañar! ¡No me
volverás a engañar! No volverás a usarme para saciar
tu sed de morbo y delincuencia. Ya estoy harto. Me
37
desharé de ti, ¡No importa cuántos años más tome de
mi vida!
ALEXANDER: Me encantaría verte intentarlo otra vez.
Platicas, psicólogos, terapias de shock. Ya lo
intentaste todo y nada funciono, perdiste 5 años de
tu vida en ese sanatorio mientras yo me podría en tus
entrañas. Guardado celosamente en los rincones más
profundos de tu mente, simplemente esperando el día
que esos malditos te dieran de alta. Pero sabes…
disfrute cada segundo de tu agonía en ese repugnante
lugar. Tus gritos de dolor y llantos débiles de
soledad me alimentaban. Eran música para mis oídos.
Asi decides regresar al menos tendré el consuelo de
tus agonizantes alaridos cuando por fin exhales tu
último aliento de vida.
ROBERTO: ¡Cierra la boca! ¡Estoy harto de oírte
manipular mis sentimientos e ideas al punto que me
haces perder la voluntad!
¡No lo soportare más! ¡No lo soportare más! No puedo
un segundo más con el dolor de mis acciones. Y la
atrocidad que cometí esta noche fue la gota que
38
derramo el vaso. (Saca el arma). Pero la vida de
Beatriz no será la única que esta arma tome esta
noche.
(Se pone el arma en la boca)
ALEXANDER: (Se quita la pistola) ¿Que estás haciendo
maldito idiota? ¿Aun después de tantos años sigues
intentándolo. ¿Que acaso no has aprendido nada?
¿Crees que te permitiré arrastrarme contigo al
infierno? Estas equivocado ¡Tú me quitaste la vida en
el vientre de nuestra madre y fuiste condenado a una
vida de miseria desde el momento en que me
arrebataste lo que era mío por derecho! ¡Y vagaras
conmigo en tu conciencia hasta el día en que nuestro
Salvador decida absolverte de tu agonía! ¡No dejare
que lo vuelvas a hacer! ¡No me volverás a matar! Eres
un homicida, por eso ni siquiera nuestra madre pudo
amarte. ¡Porque desde antes de nacer ya eras un
asesino!
39
ROBERTO: ¡No es cierto! ¡Oí esa mentira por
demasiados años. E incluso de la boca de la mujer que
me dio la vida, hasta el punto en el que creí en
ella! Y esa misma mentira fue la que perforo mi alma
con tristeza y remordimiento. Pero como tu dijiste
Alexander repetir una mentira miles de veces no la
hace verdad. Que lastima que lo entendí tan tarde.
¡Ya no me controlas Alexander! ¡Ya no me controlas!
¡Ya no soy tu esclavo!
(Alexander deja de luchar)
(Toma el arma)
ROBERTO: No puedo vivir con los pecados de dos
personas. Ningún hombre debe cargar con la conciencia
y las acciones de otro más que con las suyas propias.
Esta miserable vida a la que fui condenado no es más
que una pequeña parte de lo que me espera una vez
esta pistola haya cobrado mi deuda con Beatriz. Pero
40
si al cruzar el umbral de la muerte descubro la
existencia de un Dios… Después de todo lo que me ha
hecho tendrá que rogar de rodillas por mi perdón.
(OSCURO)
(DISPARO)
Top Related