Quien hace de
Jesús su amigo, se
convierte en un
amigo de esperanza
y en una bendición
para las personas
con las cuales
convive.
El era judío de
sangre, pero nació
fuera de su país por
causa de “Diáspora”
(dispersión).
Fue alumno de
Gamaliel y fue
criado en
Jerusalén.
Tenía la seguridad
de que su religión
era correcta y se
preparó para
defenderla, al
extremo de matar si
fuera necesario.
No fue un discípulo
del Señor.
Llegó a ser un
fariseo importante,
lo que en ese
tiempo era una
posición de mucha
honra.
Fue miembro del
Sanedrín, el
tribunal de
Jerusalén.
Perseguía
personalmente a
los cristianos, no le
importaba si eran
hombres o mujeres.
Saulo amaba
mucho a Dios,
oraba mucho, tenía
un corazón sincero.
El problema es que
estaba en el camino
equivocado.
La gente religiosa
como Saulo oye
sermones y
siempre piensa:
Este sermón está
sirviendo
exactamente para
“fulano”.
Saulo vio la muerte
de Esteban.
Esteban probó con
la Biblia que Jesús
era el Dios hecho
hombre, el único
Dios creador.
Saulo llegó bien
cerca, casi
consiguió aceptar a
Jesús.
Él rechazó la
verdad de manera
tan fuerte que su
furia contra los
cristianos se volvió
más intensa que
nunca.
La visión en el
camino a Damasco.
Ahora el vio una luz
fuerte que lo cegó
físicamente y lo
hizo comprender
espiritualmente.
Fue un discípulo a
destiempo, “como
uno nacido fuera de
tiempo” (1 Corintios
15:8 NVI). Pero él
vio a Jesús.
Nuestra mayor
esperanza es el
regreso de nuestro
Señor, es nuestra
bendita esperanza.
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