Serie Digital Desarrollo Fronterizo e Integración
Movilidad fronteriza, Violencia Social y Salud
en América Latina
Ledis Campo Victor Iguaran
Belkis Vanegas
©Ledis Campo - 2016©Victor Iguaran - 2016©Belkis Vanegas - 2016
ISBN: 978-980-7723-30-5Deposito Legal: ZU2016000213
Editor: Víctor InciarteE-mail: [email protected]: +584124191740Maracaibo – Venezuela
Editorial INVER-E-GROUP VENEZUELA C.A.Maracaibo – Venezuela.
TODOS LOS DERECHOS RESERVADO.
Campo, Iguaran yVanegas
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Introducción
Campo, Iguaran yVanegas
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En la actualidad los temas de re-
gión y frontera, tanto en términos ma-
teriales como simbólicos, tienen un
gran impacto y generan el interés no
sólo académico, sino también en los
medios masivos de comunicación y en
la vida cotidiana de las personas. De
hecho, los temas de región y frontera
han tenido y siguen teniendo una am-
plia trayectoria de análisis en las cien-
cias sociales.
A la luz de los acontecimientos
sociales, políticos y económicos acae-
cidos a escala mundial a partir de la
crisis financiera de 2008, se están su-
cediendo una serie de reestructuracio-
nes político-sociales a gran escala que
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de frontera. Desarrollo humano en el
contexto de la frontera colombo-vene-
zolana. Sustentabilidad en la frontera
entre Colombia y Venezuela e Identi-
dad cultural fronteriza.
están dejando tras de sí una estela de
malestar y un grado de sufrimiento so-
cial insoportable.
El presente trabajo es el resulta-
do de los interrogantes que se plan-
tearon en relación a cómo los cambios
económicos y políticos que se mani-
fiestan en una determinada región del
mundo, van a tener un gran impacto
en las vidas de las personas que viven
en otras regiones, máxime cuando se
tratan de territorios fronterizos. Desde
una mirada del psicológico y social, se
analizaron los conceptos de región y
frontera tomando como referente cin-
co campos de conocimiento, a saber:
Globalización y territorio en la región
Campo, Iguaran yVanegas
11
Conceptos y Dinamicasde la Movilidad Fronteriza
Campo, Iguaran yVanegas
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Una aproximación histórica e in-
terdisciplinar a los estudios de fronte-
ra. Teorizando acerca del término se
pretende poner de relieve aquellos fe-
nómenos que estando tan presentes en
la cotidianeidad se torna invisible. Esa
cotidianeidad de los acontecimientos
impide concebir los espacios geográfi-
cos que habita el hombre como lugar
de análisis debido a su enorme com-
plejidad.
Es por ello que se hace una revi-
sión y análisis del concepto de frontera
con el fin de poder nombrar a aquellos
aspectos de la realidad que a simple
vista pasan desapercibido, según Ber-
thier (2004:3) y que son los que confi-
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Desde una perspectiva históri-
ca el concepto de frontera aparece en
la escena política con la creación de
los Estados Modernos para transferir
soberanía y territorialidad a los Es-
tados-nación, como lo establece Idler
(2012:1) y con la intención de cubrir
la “necesidad de protección ante lo ex-
traño, lo ajeno, lo que es diferente y,
por tanto, ineludiblemente peligroso y
hostil, según García (2007:60).
Para Ventura (2007) Es una pe-
ligrosidad percibida porque lo que va
más allá de los límites establecidos es-
capa al control del Estado.
Así, cabe preguntarse si lo que
está más allá de la frontera es peligro-
guran y dan sentido a nuestra existen-
cia.
Es conveniente hacer una genea-
logía del concepto de frontera no sin
antes tener en cuenta el significado
académico del término. La definición
de frontera dada por el diccionario Mo-
liner (2004) es:”1 f. Línea que separa
un Estado de otro. Límite; 2 Cualquier
cosa que limita la extensión o el alcan-
ce de una cosa. Límite”. Así, si nos aco-
gemos a la definición del diccionario,
podemos señalar que el concepto fron-
tera está apuntando hacia aquello que
está delimitado, marca la separación
de algo.
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riador colombiano Vega (2001) habla
de la frontera interna como ese espacio
al que se sienten arrojados los grandes
desplazamientos de población buscan-
do refugio ante la barbarie, la guerra,
el hambre, la sequía, la pérdida de co-
sechas.
En este sentido, históricamente
los pueblos indígenas latinoamerica-
nos se vieron afectados por el proceso
de formación de las fronteras viéndose
en medio de la batalla entre españoles
y portugueses, quienes se disputaban
el territorio y el derecho de posesión,
como lo señala Garcés (2011). La ac-
tualidad demuestra que las cosas no
han cambiado y prueba de ello es el
so y automáticamente se encuentra
con que el término despliega todo un
horizonte de significación y sentido.
Asimismo, Jelin (2000) resumió el
carácter polisémico del término de una
forma brillante, a saber, el límite separa
(boundary), la frontera se ocupa (fron-
tier) y la zona fronteriza se vive (bor-
der). Ante esta delimitación cabe men-
cionar la frontera interna como aquel
espacio que entre los siglos XVIII y XIX
limitaba con el territorio controlado y
ocupado por aquellos indígenas que no
habían sido reducidos, hecho que con
el tiempo se tornaría en un problema,
según Morales (2012) y deteniéndonos
en este sentido del concepto, el histo-
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rosidad, profundamente marcada por
el flujo migratorio, el intercambio cul-
tural (a través de la música, el folclore,
la gastronomía, el lenguaje) y el turis-
mo. Como resultado de estos intercam-
bios han surgido redes de amistades,
familiares y laborales transnacionales,
como lo establece Jelin (2001) y es pre-
cisamente de estas relaciones transna-
cionales de donde surgen actividades
lucrativas de carácter ilícito al margen
de la actividad comercial legal (contra-
bando de alimentos, combustible, dro-
gas, armas, mujeres, vehículos) que
serán objeto de estudio de futuras in-
vestigaciones.
pueblo indígena Nasa que se encuentra
atrapado en un conflicto bélico donde
diferentes grupos armados (legales e
ilegales), continúan disputándose sus
territorios.
Este punto conlleva a dejar abier-
ta, para una futura investigación, la
cuestión de la superfluidad en los terri-
torios indígenas, entendida ésta como
la exclusión a través de la inclusión,
a saber, sus territorios y límites están
incluidos dentro del Estado colombia-
no, pero se les excluye de sus territo-
rios restándoles autoridad para poseer
sus tierras.
En términos socio-culturales lo
característico de las fronteras es su po-
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das como una sociedad abierta a la al-
teridad donde se proyectan fantasías,
trastornos, delirios y estereotipos de la
intensa vida binacional que puede dar
lugar a un espacio de trasgresión ima-
ginaria donde las normas no existen,
según Olmos (2011).
El desafío ante esta percepción de
la frontera como un espacio anárqui-
co, se traduce en políticas cívicas que
chocan con la dinámica de las regiones
fronterizas. Más allá de lo imaginario,
la frontera se refiere a las restriccio-
nes que los transmigrantes enfrentan
durante todo el recorrido y que marca
la distinción entre ellos y los otros ac-
tores (coyotes, guías, tripulantes, poli-
Como señala el economista co-
lombiano Orjuela (2010:34) “la inequi-
dad, las debilidades del sistema demo-
crático y la debilidad institucional del
Estado en la mayoría de los territorios
que componen la Nación, han permiti-
do el florecimiento de actividades ilíci-
tas como el narcotráfico y su inclusión
en grupos al margen de la ley”. De esta
manera, la frontera se convierte en
zona donde se construyen identidades
transnacionales, según Jelin (2001).
Desde un punto de vista antro-
pológico, las fronteras han sido cons-
trucciones simbólicas, indicativas de
la separación entre los pueblos, como
lo identifica Machuca (2006) presenta-
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cruzadas, transgredidas, imaginadas,
reales, reinventadas y destruidas. Con-
finan y liberan. Protegen y torturan”.
De esta forma, la frontera se trans-
forma en un espacio para las nuevas
relaciones entre hombres y mujeres,
pero donde éstas últimas son consi-
deradas menos que mujer, menos que
ser humano, alguien que ha sido redu-
cida a objeto bajo el dominio masculi-
no, como lo establece Monárez (2002).
Desde una perspectiva social, la
frontera sólo puede tener sentido si los
pueblos que están a ambos lados de la
línea divisoria reconocen y comprenden
de la misma manera el sentido que se
le da a la frontera, como lo señala Glick
cías, transportistas, agentes de migra-
ción) en condiciones asimétricas” como
lo establece Ramírez et al.(2009:7).
Un aspecto importante que cabe
resaltar es el feminicidio como un pro-
blema fronterizo en tanto que la fron-
tera se representa como ese espacio
donde se pierde la identidad y se co-
menten crímenes con total impunidad,
según lo reseña Berlanga (2008:18). En
este contexto Belausteguigoitia et al.
(2007:25) definen las fronteras como lo
que “separan, unen, delimitan, marcan
la diferencia y la similitud, pero tam-
bién producen espacios intersticiales,
nuevos espacios que inauguran rela-
ciones. Pueden ser burladas, acatadas,
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para poner de relieve que éstas pueden
concebirse como puertas traseras de
expansiones políticas foráneas a tra-
vés de la adquisición de territorios en
zonas fronterizas.
A su vez Bauman (2006:61), apun-
ta desde la sociología que la obsesión
por trazar fronteras obedece a la bús-
queda de encontrar un espacio que re-
porte confort y seguridad en un mundo
que resulta amenazador e imprevisible
y si se vuelve la mirada hacia ese mun-
do cambiante se puede presenciar que
internet está diluyendo la materialidad
de las fronteras y las hace más simbó-
licas, creando un espacio de interac-
tuación entre individuos y colectivos
(2006), precisamente para compartir
un espacio de encuentro y no crear un
lugar de hostilidad y conflicto por falta
de acuerdo y entendimiento. Pero no
se puede dejar pasar por alto el con-
cepto de frontera natural, conformada
por accidentes geográficos; así como el
de frontera identitaria, entendida como
los límites que se impone cada grupo
humano para sentirse cómodo con sus
ideas y los esfuerzos que realiza para
ubicar los elementos discordantes con
sus normas sociales, según Ventura
(2007:197).
Sin alejarse de la mirada económi-
ca ambiental la politóloga Fassi (2009),
pone énfasis en el concepto de frontera
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tanto que las zonas fronterizas son en
ese espacio internacional donde la co-
tidianeidad de las personas que habi-
tan la región de frontera atraviesa los
límites en forma comercial, cultural,
social y económica, sin contar con que
el mundo del futuro tendrá más fron-
teras como consecuencia de las des-
igualdades sociales entre los hemisfe-
rios norte y el sur del globo, como lo
reseña Grimson A.(2007).
Teniendo esta visión global y ac-
tualizada sobre el concepto de fronte-
ra, es pertinente cuestionarse el origen
de los estudios de frontera. Una figura
sobresale con la publicación del artí-
culo El significado de la frontera en la
centrados en el intercambio de datos,
estableciéndose un nuevo concepto de
frontera, a saber, frontera virtual.
Dos perspectivas preconizan la
desaparición de las fronteras. Por un
lado, se encuentra la postura de la
globalización que postula la desapari-
ción de las naciones sin reparar en los
efectos contrarios de las políticas na-
cionalistas sobre la identidad de cada
región. Por otro lado, los discursos po-
líticos promulgan la hermandad de los
pueblos con la intención de eliminar
las fronteras y crear una patria grande,
según lo revela Jelin (2001).
Sin embargo, los hechos demues-
tran lo contrario a ambas posturas, en
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
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lar a la autodeterminación territorial
del Paraguay.
En tanto que ambos autores ha-
cen uso de los términos frontera y lí-
mite para explicar realidades distintas,
se plantea la cuestión de delimitar el
concepto de frontera en una futura
investigación, creando dos vías de es-
tudio: una latinoamericana y otra an-
glosajona, en tanto que la realidad y la
problemática entorno al concepto de
frontera en América Latina difiere del
mundo anglosajón. Se trata de anali-
zar y estudiar el concepto de frontera
desde América Latina para América
Latina, para poder así aprehender en
el contexto el sentido del término que
historia americana, de Jackson Turner
(1893), donde el autor defiende la tesis
de que la frontera contribuyó al desa-
rrollo del individualismo, la iniciativa
personal y la capacidad de improvisa-
ción de los estadounidenses, adoptan-
do el término un sentido de identidad
cultural. Pero, ¿qué ocurre en América
Latina?
Se encuentra la figura de José
Falcón, paraguayo que si bien no usó
el concepto de frontera, si habló de lí-
mites para demostrar los derechos de
Paraguay sobre las tierras que le dis-
putaban Argentina y Brasil, como lo
refleja ScavoneYegros (2006), Falcón
apelaba al concepto de límite para ape-
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ción, según Benedetti (2008). El voca-
blo evoluciona hacia regional (s. XIX),
regionalismo (s. XIX) y regionalista
(principios del s. XX), todos haciendo
referencia al sentimiento de pertenen-
cia que provocaron las naciones del s.
XVIII ante la construcción de los Esta-
dos nacionales de Europa. Finalmen-
te, como resultado del reordenamiento
administrativo y de la descentraliza-
ción con base a factores históricos y
económicos, surgen los términos regio-
nalizar y regionalización, según Tara-
cena (2008).
En este sentido, las diferentes in-
terpretaciones que los estudios de re-
gión han llevado a cabo sobre el tér-
permita una comprensión profunda de
la región.
Asimismo, interpretaciones del
concepto región en sus diferentes con-
textos históricos. Como complemento
de lo anterior se hace necesario un es-
tudio y exposición en torno al concep-
to región. Etimológicamente el término
región es de origen romano y designaba
cada una de las catorce divisiones del
Imperio, dirigidas cada una por una
autoridad, según Benedetti (2008).
Pero no será hasta el siglo XVIII
que el término se vinculará al conjun-
to de terrenos diferenciados espacial-
mente, habitados por un conjunto de
pueblos que conforman un Estado-na-
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
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pregunta en sí encierra cierto grado de
complejidad y su respuesta no depen-
de tanto de la afirmación de que una
región es un fragmento de espacio que
se distingue de otros, sino en la forma
en la que distinguir dichos espacios.
Teniendo en cuenta que el fenóme-
no región surge en Europa en el siglo
XVIII como ente político-administrati-
vo moderno, para centrar el estudio en
América Latina cabe tener en cuenta
el comportamiento triangular de las
relaciones de poder que se establecen
entre el Estado, las élites regionales y
la población local, como lo especifica
Taracena (2008).
mino dan como resultado un concepto
polisémico, característica que ha plan-
teado problemas al conocimiento obje-
tivo de lo regional, de la práctica social
y política de la regionalización y a la
construcción regional como lo estable-
ce Cuervo (2003:27).
Al comienzo de la tradición geo-
gráfica, la existencia de la región no se
cuestionaba. La organización del suelo
terrestre se concebía naturalmente en
unidades de extensión limitada deno-
minadas regiones, como lo especifica
Espejo (2003). Estos espacios delimita-
dos pero poco estudiados, dieron lugar
a una pregunta básica en los estudios
de Geografía ¿qué es una región?. La
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identificar porciones determinadas de
la superficie terrestre definidas a partir
de criterios específicos y objetivos pre-
concebidos, los cuales pueden prove-
nir de las ciencias naturales o de las
sociales.
Desde una perspectiva histórica,
la región se define como un espacio
geográfico más grande que una locali-
dad, pero más pequeño que un Estado
nacional, con una frontera determi-
nada por el alcance efectivo de algún
sistema cuyas partes interactúan más
entre ellas que con el sistema externo,
según Van Young (2002).
Asimismo, Alarcón (2002), conci-
be la región como una entidad comple-
Cada enfoque explicativo del con-
cepto región constituye un conjunto de
creencias y actitudes, una visión del
mundo compartida por un grupo de
científicos, que implica metodologías,
problemas y normas de resolución pre-
ferenciales (Valenzuela, sf). El concep-
to región ha sido objeto de diferentes
interpretaciones y posiciones: presen-
tado como un mecanismo analítico,
como condición operativa para respon-
der a tendencias globalizadoras y otras
para explicar los procesos autónomos
de desarrollo, según Sanabria (2007).
En una primera aproximación al
concepto de región Palacios (1993),
afirma que la región se utiliza para
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la luz de la perspectiva que se adopte
para llevar a cabo su estudio.
Relacionado con lo anterior, cabe
destacar los estudios de género rela-
cionados con el feminicidio en las dife-
rentes regiones en las que se presenta
este fenómeno y las particularidades
que se manifiestan en cada una de las
áreas, según Macías Leiva et al. (2007).
Las variadas interpretaciones del tér-
mino conllevan a poner de relieve un
aspecto que está transformando la for-
ma de presentar el concepto de región
por las diferentes ciencias sociales: el
ciberespacio. Hay que considerar el
sentido que adopta el concepto región
cuando comienza a utilizarse a través
ja, atribuida a una determinada por-
ción espacial en la generalidad de un
ámbito concreto de la realidad física.
Así, la región es un espacio dinámico
que está en permanente movimiento,
limitado por una frontera que varía en
el tiempo, y que a su vez se determi-
na por la influencia que tiene un siste-
ma integrado por una serie de factores
naturales y sociales que forman una
estructura y que tienen entre sí, cohe-
rencia y especificidad.
Por otro lado y siguiendo a Dem-
bicz (2004), la región puede entenderse
como efecto de la construcción social
del espacio. Las diferentes significa-
ciones del concepto región se harán a
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Violencia y Sociedad
En la frontera latinoamericana
de la informática en el interior de una
geografía global que está al alcance de
todos, como lo explica Buzai (2009).
Campo, Iguaran yVanegas
41
Desde la línea de investigación
Problemas regionales y fronterizos se
ha venido construyendo un estado del
arte donde se contemplan cinco cam-
pos de conocimiento articulados entre
sí y relacionados, cada uno de ellos,
con los estudios de frontera. El que
se pretende poner de relieve aqui es el
de Globalización y territorialidad en la
región frontera. Se vive en un mundo
globalizado donde las personas esta-
mos expuestas a la influencia que ésta
ejerce en nuestra cotidianidad.
En este sentido, una influencia
que se pretende sutil e invisible Pero,
¿qué es la globalización? ¿A qué se re-
fiere cuando se hace uso del término?
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dad demuestra que no todos los países
gozan de esta situación de igualdad de
condiciones para competir.
Por otro lado, el B) Un modelo de
desarrollo económico al que los dife-
rentes países se han venido sumando
de forma voluntaria. Ahora bien, si la
globalización es un modelo de desarro-
llo económico, ¿qué tipo de modelo eco-
nómico es el globalizado? Es inevitable
no sustraerse al postestructuralismo a
estas alturas del escrito y no recono-
cerle el poder y el alcance que encie-
rran las palabras en los discursos.
Así, el modelo de desarrollo que
más influencia ha venido ejerciendo
por su capacidad de convicción en el
Tomando como referente a Escobar
(2002), es necesario poner relieve dos
aspectos fundamentales que no pue-
den pasar desapercibidos, a saber, que
la globalización es: A) Un fenómeno
donde se produce una interdependen-
cia entre los diferentes países y regio-
nes del mundo.
La dependencia no es más que es-
tar sometido a la voluntad de otro y eso
es lo peor que puede darse en cualquier
tipo de relación (económica, social, po-
lítica, emocional), es decir, hasta qué
punto la interdependencia que se está
construyendo entre los diferentes paí-
ses y regiones se está dando con la mis-
ma igualdad de condiciones. La reali-
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
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rrollos, a saber, la Modernidad.
Por su parte, en esta vida las per-
sonas, entre otras cosas, llevan a cabo
elecciones de todo tipo y Escobar (2002)
invita a elegir: o bien una Modernidad
alternativa (diferente) o, por el contra-
rio, algo alternativo a la Modernidad.
En tanto que globalizados, los autores
del texto apuestan por una modernidad
alternativa con el propósito de mostrar
otras realidades sociales y culturales
que promuevan desarrollos distintos
a aquel que está homogeneizando las
diferentes regiones del planeta, sin que
ello suponga un rechazo absoluto del
proyecto ilustrado.
discurso empleado (lo cual no significa
que sea el que más felicidad y bienes-
tar haya promovido) es el liberal, trans-
formado y sofisticado en lo que hoy en
día pretende regir y marcar la econo-
mía, políticas y sociedades del mundo:
el neoliberalismo. Por tanto, se está
hablando de un modelo económico (a
gran escala) y de un tipo de desarrollo
(neoliberal).
En este sentido, si este modelo
económico de desarrollo se traduce en
un tipo de desarrollo que está ponien-
do a la sociedad en su conjunto a su
servicio, entonces está en la obligación
de reflexionar acerca de aquello que ha
sido la causa de determinados desa-
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
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la diferencia; por el contrario, una glo-
balización que precisamente parta des-
de el reconocimiento de la diferencia y
la diversidad de saberes
Por su parte, Quijano (2010) plan-
tea que la globalización es la culmina-
ción de un proceso que comenzó con la
constitución de América y la del capi-
talismo colonial/ moderno y eurocen-
trado como un nuevo patrón de poder
mundial. Así, la región latinoamerica-
na y, por ende, Colombia, ha venido
perpetuando un rol asignado por este
poder hegemónico que no concibió a
América Latina desde una relación in-
ter pares, sino más bien como ese vas-
to territorio que ha de estar condicio-
En este sentido, el aporte que es-
tán llevando a cabo los movimientos
sociales es crucial para construir de-
sarrollos que contemplen las necesida-
des reales de las personas. Como se-
ñala Escobar (2002), la transformación
es de quien conoce, de quienes son los
conocimientos que se consideran im-
portantes.
Desde la línea de investigación
Problemas regionales y fronterizos se
estudia el concepto de modernidad,
porque al hacerlo se está cuestionando
el concepto de globalización: aquella
que se pretende construir o la indivi-
dualista, explotadora de los recursos,
que no tiene en cuenta la diversidad y
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globalizador, con el propósito de poder
llevar a cabo un cambio de la realidad.
De ahí la importancia de los movi-
mientos sociales como generadores de
conocimiento. Muchos de los compo-
nentes de la globalización se manifies-
tan en la región fronteriza de Colombia
y Venezuela, en una economía infor-
mal, que en ocasiones cruza la línea de
lo normativo y se instala en la ilegali-
dad, contribuyendo con ello a lo que en
la región se ha venido llamando cultu-
ra de la ilegalidad, lo que se traduce en
actividades laborales desarrolladas por
personas en condiciones de precarie-
dad y bajos salarios, donde abundan
mujeres y víctimas desplazadas por el
nado a los designios europeos.
De esta manera, la estratificación
socio-económica y la violencia mani-
fiesta en la región fronteriza colom-
biana, hunde sus raíces en un legado
histórico europeo que se materializa y
visibiliza con más relevancia en el pla-
no social y laboral.
Si la región que pretende cons-
truirse ha de pasar por el conocimiento
de su historia para superar la situa-
ción anacrónica de su problemática
social, los estudios de región y frontera
han de considerar a los actores socia-
les en sus reales contextos locales y no
relegarlos a meros actores invisibles
afectados por un discurso abstracto
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
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con el propósito de corregir aquello que
promueve desolación, frustración o in-
felicidad como consecuencia de una
modernidad que históricamente se ha
olvidado de que existen otros saberes y
otras realidades.
El escenario donde se desarrolla
el conflicto y la violencia en América
Latina está marcado por profundas
contradicciones. Mientras las agre-
siones armadas clásicas entre países
parecieran haber terminado, con la
excepción de los gestos amenazantes
y belicistas intercambiados entre Ve-
nezuela y Colombia en marzo de 2008,
los conflictos de baja intensidad se han
enraizado en las ciudades, y se reflejan
conflicto armado, como lo establece
Vega et al., (2003).
Esto significa que la llamada eco-
nomía informal, e incluso la ilegal, no
son una desviación o anomalía del sis-
tema globalizador, sino más bien ele-
mentos estructurales del mismo. De
este modo, la creciente precarización
de los trabajadores asalariados convive
y sustenta los empleos regulados, con
salarios elevados y mayores derechos,
como lo establece Vega et al. (2003).
Desde una mirada social y dentro
del marco de los estudios de frontera,
urge la necesidad de profundizar en
los causantes de la globalización impe-
rante desde la perspectiva de lo social,
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
5352
oriental de Guatemala y en los bordes
fronterizos de Colombia con Ecuador,
Venezuela y Brasil, donde la tasa de
criminalidad es apabullante y el con-
trol del territorio por parte de grupos
armados y narcotraficantes no es des-
deñable.
Asimismo, una de las ciudades
fronterizas paradigmáticas de Améri-
ca Latina, Ciudad del Este, ubicada en
el lado paraguayo de la triple frontera
con Argentina y Brasil, ha sido por lar-
go tiempo el paraíso de los lavadores
de dinero y el contrabando, y señalada
por diversos servicios de inteligencia
por sus vínculos con el terrorismo is-
lámico y los atentados a la embajada
en tasas de homicidios ubicadas entre
las más altas del mundo y procesos de
polarización política que se expresan
en protestas callejeras y demostracio-
nes de fuerza crecientes.
En las zonas de frontera es donde
los contrastes entre la estabilidad en
las relaciones interestatales y las ten-
siones provocadas por la crisis social
y las actividades criminales son más
marcados.
Además de los efectos provocados
por la incursión armada de Colombia
en territorio ecuatoriano, la violencia
y corrosión institucional ha penetrado
como nunca antes la frontera entre Mé-
xico y EE UU, así como en la frontera
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
5554
ción de la demarcación de 50 kilóme-
tros de un glaciar patagónico. Sólo Ni-
caragua mantiene una vivaz demanda
sobre territorios del Golfo de Fonseca y
sobre las Islas de San Andrés pertene-
cientes a Colombia, disputas que han
sido avivadas debido a su valor político
simbólico.
Asimismo, la globalización y la in-
tegración regional han reducido los be-
neficios de las redes de contrabando.
En el caso de la frontera mexicana, la
presencia estatal se ha incrementado,
hasta el punto en que ciudades como
Nuevo Laredo, Ciudad Juárez y Tijua-
na son patrulladas por fuerzas muni-
cipales y federales, sin contar los miles
israelí y a la Asociación Mutual Israe-
lita en Buenos Aires durante los 1990.
Una de las principales ironías de
esta conflictividad fronteriza es que no
está asociada a disputas diplomáticas
sobre demarcaciones territoriales, por
lo que no se observan hostilidades pa-
trocinadas por los Estados como las
que se producen en las tensiones fron-
terizas de Cachemira, Sudán o Kosovo.
Las fronteras que todavía se encuen-
tran en disputas son muy limitadas.
El pleito diplomático entre Perú
y Ecuador fue al parecer resuelto en
1999, mientras que Chile y Argentina
solucionaron todas sus controversias
territoriales en los 1990, con la excep-
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
5756
soberano, se han convertido en prome-
sas vacías, que son reemplazadas, en
el mejor de los casos, por la protección
ofrecida por parte de fuerzas estatales
que operan en las sombras, mafias u
otros poderes de facto.
En este sentido, se busca identifi-
car las macro tendencias que se repi-
ten a nivel nacional y que subyacen al
proceso de intensificación de la inse-
guridad, inestabilidad y a los nuevos
modelos de autoridad en las regiones
fronterizas, usando el caso latinoame-
ricano para detectar los procesos que
son relevantes en otras zonas fronte-
rizas porosas y en donde la presencia
del Estado es débil, particularmente en
de soldados camuflados desplegados
desde diciembre de 2006 para comba-
tir a los carteles de la droga; y es en
estas zonas fronterizas que el complejo
de amenazas y riesgos, como definieron
los ministros de Defensa de la región
en la Declaración de Quito de 2004 al
terrorismo, tráfico de drogas, comercio
ilegal de armas y crimen transnacional,
se amalgama y se intensifica, como lo
señala la Conferencia de Ministros de
las Américas (2005)
Además, en otras zonas fronteri-
zas se están desarrollando nuevas es-
tructuras de autoridad, en las cuales
los derechos tradicionales ciudadanos,
aquellos garantizados por un Estado
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
5958
prosperidad de Ciudad del Este a la
extrema pobreza en la zona del río Pu-
tumayo en la frontera entre Colombia y
Ecuador, no han impedido la emergen-
cia de características comunes marca-
das por la violencia, el desplazamiento
forzado de personas, la existencia de
grupos ilegales y la corrupción estatal.
La frontera norte mexicana se des-
taca por la progresiva militarización de
la política de seguridad del Presiden-
te y la extrema brutalidad en la guerra
entre bandas del narcotráfico, más de
1.300 asesinatos acaecidos en inciden-
tes relacionados con esas luchas entre
enero y mayo de 2008, según el Inter-
national Crisis Group (2008) Estados
la frontera entre Afganistán y Pakistán
(que no será tratado en este ensayo).
También se evaluará la pertinencia y
viabilidad de los nuevos mecanismos
que han sido promovidos, particular-
mente por EE UU, como respuestas a
las amenazas percibidas que surgen
en las áreas mencionadas
En este caso, las crisis fronteri-
zas en cada región tienen su propia
dinámica y características, debido a
que derivan de contextos en donde la
economía, los poderes locales, la pre-
sencia de grupos armados y la relación
de esas zonas con el poder central son
marcadamente diferentes. No obstan-
te, estos contextos diversos, desde la
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
6160
El amplio apoyo bipartidista en
Washington a la Iniciativa Mérida, que
sigue a un extenso período de mutua
sospecha entre las autoridades encar-
gadas de la seguridad en ambos países,
no debería oscurecer las importantes
dificultades que supondrá enfrentar
grupos ilegales altamente consolida-
dos.
El narcotráfico ha logrado una
fuerte penetración de las fuerzas poli-
ciales locales, un caso paradigmático
ha sido el arresto de los 730 miembros
de la policía en Nuevo Laredo en junio
de 2005, y también federales, de las
cuales 284 miembros fueron expulsa-
dos por el Presidente Calderón en el
Unidos, por su parte, se ha compro-
metido a financiar el proceso de mo-
dernización y equipamiento desde las
fuerzas armadas y la policía, hasta las
fuerzas judiciales, en un esfuerzo para
detener el flujo de cocaína hacia el Nor-
te.
Este plan de ayuda, lanzado por
el Presidente George W. Bush en oc-
tubre de 2007 y conocido como Inicia-
tiva Mérida, inicialmente ha asignado
1.400 millones de dólares para México
y América Central en un período de tres
años, aunque el proceso de aprobación
en el Congreso, que finalizó el 26 de
junio, restó 85 millones de dólares a la
inversión inicial.
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
6362
y se han enriquecido ilícitamente con
la oferta de servicios ocasionales, como
transporte, financiación o soporte lo-
gístico, como lo señala Naim (2005)
Por su parte, los carteles de la droga
se han diversificado en otras activida-
des, especialmente en el contrabando
de armas y personas hacia EE UU, y en
el lavado de dinero.
La progresiva corrupción de las
fuerzas policiales y las instituciones
políticas, acompañada por un marca-
do empeoramiento de las condiciones
de seguridad de los ciudadanos, puede
ser también detectada en las regiones
fronterizas de Guatemala, zona de paso
de la cocaína proveniente de Colombia
último año.
De igual forma, el comportamien-
to de las fuerzas armadas en el comba-
te al narcotráfico ha sido criticado por
la forma en que sus miembros, espe-
cialmente entrenados para esa tarea
por el Pentágono a finales de los 1990,
conocido como GAFE, Grupo Aeromó-
vil de Fuerzas Especiales, se han vis-
to involucrados en casos de sobornos,
prácticas de tortura, o peor aún, haber
formado las temidas fuerzas de choque
del Cartel del Golfo, los Zetas, según
Freeman (2008)
Mientras tanto, las comunida-
des locales han tolerado y protegido
la presencia de estos grupos ilegales,
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
6564
en la provincia del Petén, en la fron-
tera con Belice y México, según PNUD
(2007)
Conjuntamente con los otros paí-
ses fronterizos en el borde oriental y la
zona costera, la zona del Petén es una
de las rutas favoritas para el tráfico de
cocaína y migrantes ilegales, como lo
establece UNHCR-ACNUR (2006), y ha
sido asociada con el contrabando de
niños, actividad a la que se supone las
autoridades locales apoyan tácitamen-
te.
La pobre infraestructura de co-
municación y el estatus periférico de la
región, una característica que compar-
te con otras zonas próximas al Atlánti-
hacia México.
Un mapa hecho recientemente so-
bre la violencia en el país, realizado por
el Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo (PNUD) muestra una
concentración de altas tasas de asesi-
natos en la zona noreste del país, en el
Atlántico y el sur, así como una rela-
ción inversa entre violencia y pobreza;
en otras palabras, las zonas pobres in-
dígenas de la zona montañosa son las
menos violentas del país.
El municipio con la tasa de crimi-
nalidad más alta –una sorprendente
tasa de 202 asesinatos cada 100.000
habitantes– fue San Benito, en la zona
semitropical y escasamente poblada
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
6766
Los debates recientes en el parla-
mento guatemalteco han hecho hinca-
pié en la necesidad de compensar las
purgas realizadas en las fuerzas poli-
ciales en el Petén con la presencia de
fuerzas militares, aunque los grupos
de derechos humanos han planteado
sus reservas sobre la necesidad de ex-
pandir la presencia de las fuerzas ar-
madas en tareas policiales.
Las fronteras colombianas siguen
siendo la más turbulenta, marcada por
la fuerte presencia de grupos ilegales
y la ausencia de la autoridad estatal.
El control territorial de los grupos pa-
ramilitares, las FARC o el ENL, princi-
palmente en la frontera con Venezuela
co en América Central (particularmen-
te Honduras y Nicaragua), permiten
más fácilmente a los grupos ilegales
corromper a las aisladas y empobreci-
das fuerzas policiales locales.
La apropiación ilegal de tierras
por parte de esos grupos ha aumenta-
do exponencialmente: hay actualmen-
te 565 disputas legales en el noreste
del país según un informe reciente del
Procurador de Derechos Humanos,
muchas de ellas derivadas de las apro-
piaciones realizadas por las bandas de
narcotraficantes, como lo reseñó la Co-
misión de Derechos Humanos en Gua-
temala (2008).
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
6968
lugares en los que los cultivos alterna-
tivos lícitos tiene poca viabilidad eco-
nómica debido a los altos costos de
transporte, donde los narcotraficantes
alcanzan mejores condiciones, a través
de fronteras porosas, para el tráfico de
drogas (hacia el Pacífico, vía Ecuador
y Perú, por ejemplo), contrabando de
fondos ilegales o el establecimiento de
zonas seguras, como lo establecen Re-
yes, Thoumi y Duica (2006).
En este caso, la dinámica descrita
ha sido el telón de fondo de la crisis
diplomática desatada en marzo entre
Colombia, Ecuador y Venezuela. La
hostilidad diplomática y los anuncios
de movilización militar venezolanos
y Ecuador, ha permitido el desarrollo
estable del cultivo de coca, a pesar de
los esfuerzos de fumigación y los inten-
tos de debilitar a los grupos ilegales.
Uno de los efectos de la política de fu-
migación patrocinada con fondos esta-
dounidenses a través del Plan Colom-
bia, ha sido el traslado de los cultivos
de coca hacia zonas remotas junto a la
frontera con Ecuador, la región ama-
zónica y el borde noreste lindante con
Venezuela, según Washington Office
on Latin America (2008).
En este sentido, la sostenida ofen-
siva contrainsurgente del Presidente
Álvaro Uribe ha forzado la producción
hacia las zonas de más difícil acceso,
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
7170
tas, y la consecuente presencia de gru-
pos armadas y bandas criminales.
Los masivos desplazamientos for-
zados provocados por esta realidad
(se estima que entre 250.000 a 500.
000 colombianos han sido forzados a
abandonar sus hogares y dirigirse a
Ecuador, mientras que otros 500.000
residían en Venezuela en 2005, según
cifras oficiales) y las evidentes limita-
ciones para controlar los 700 kilóme-
tros de frontera, debilitan cualquier
manifestación de efectiva y real sobe-
ranía.
Para el gobierno colombiano, es-
tos territorios están sujetos a una es-
trategia de seguridad transnacional
que siguieron al ataque del ejército co-
lombiano a las fuerzas de las FARC es-
tacionadas del lado ecuatoriano en la
zona cercana al río Putumayo, debe ser
en parte interpretada como la primera
manifestación en América Latina de un
proceso conflictivo entre Estados, con
un sesgo ideológico marcado, entre la
Alianza Bolivariana y Colombia como
principal aliado de los EE UU.
No obstante, esta lectura de la
crisis, que se manifestó en la marcada
división en el debate en la OEA del 17
de marzo, no debe oscurecer el proceso
subyacente de un persistente proceso
de debilitamiento del control estatal
sobre las zonas fronterizas más remo-
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
7372
estatal. Un buen ejemplo de esta rea-
lidad lo representa la antigua colonia
holandesa de Surinam, por donde pa-
san las drogas que son transportadas
desde Brasil en camino hacia África
occidental o Europa (el 15 por ciento
de la cocaína colombiana transita por
esta ruta).
La región fronteriza carece prácti-
camente de control policial y las fuer-
zas de seguridad, así como las auto-
ridades políticas de Surinam, incluido
el antiguo líder militar Denis Bouter-
se, como lo establece UNHCR-ACNUR
(2008), están sospechadas de estar in-
volucradas en las redes de contraban-
do mencionadas.
basada en una política de contra-te-
rrorismo y de lucha al narcotráfico.
Por su parte, para el Presidente Ra-
fael Correa de Ecuador, la estrategia
contrainsurgente colombiana significa
el desplazamiento de lo que es esen-
cialmente un conflicto interno hacia
las tres provincias fronterizas ecuato-
rianas, transformándolas así entre las
más violentas del país y volviéndolas
víctimas del conflicto colombiano y de
la falta de respeto de Uribe por sus paí-
ses vecinos.
Más allá de las fronteras colom-
bianas, la Amazonia brasileña se ca-
racteriza también por su escasa den-
sidad poblacional y la débil presencia
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
7574
trol fronterizo, denominada Cesfront,
ha provocado la deportación masiva
(10.000 personas entre septiembre y
noviembre de 2007) aunque de una
forma arbitraria y de modo sumario.
Por último, el lugar más famoso
por sus actividades de lavado de dine-
ro, proliferación de bandas armadas y
contrabando de bienes, ya sean origi-
nales o falsificados, sigue siendo Ciu-
dad del Este, en el lado paraguayo de
la triple frontera con Brasil y Argenti-
na.
Más allá del movimiento de bienes
y drogas, a cargo especialmente de un
ejército de desposeídos que transitan a
pie el Puente Internacional de la Amis-
Debido a esta situación, las au-
toridades holandesas controlan celo-
samente a los viajeros provenientes de
ese país; 600 pasajeros que venían de
ese destino fueron arrestados en 2007.
En el Caribe, mientras tanto, los
360 kilómetros de frontera que Hai-
tí comparte con Republica Dominica-
na también han sido señalados por su
particularmente débil sistema de con-
trol, a través de los cuales las organiza-
ciones ilegales trafican drogas, armas,
dinero y personas, incluidos niños, con
el apoyo solapado de las autoridades
dominicanas y hombres de negocios.
La creación en el último año de
una nueva fuerza policial para el con-
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
7776
nes, pero no hay duda de que la ciudad
goza de un estatus especial, inmune a
la legalidad normal, en gran parte de-
bido a su importante papel en la eco-
nomía paraguaya y a sus relaciones
con el establishment político. Tales
circunstancias se ajustan bien al pa-
radigma de las amenazas emergentes,
como ha sido definido por la Declara-
ción de Quito de 2004.
En ciertos aspectos, las zonas
fronterizas descriptas anteriormente
son la herencia del desarrollo de Es-
tados centralistas que han mantenido
un débil control en las periferias. Son,
en palabras de Guillermo O´Donnell
(2005) las áreas marrones de América
tad en dirección a Brasil, la ciudad es
considerada por los servicios de inte-
ligencia argentinos y estadounidenses
como un sitio de residencia de células
jidahistas, protegidas por la importan-
te comunidad empresaria siria y liba-
nesa, y base de operaciones para el de-
sarrollo de actividades de recaudación
de fondos para varias causas islamis-
tas.
De acuerdo con estas sospechas,
desde esa ciudad, las células terroris-
tas planearon el ataque a la Embajada
israelí en Buenos Aires en 1992 y a la
mutual de ayuda judía, AMIA, en 1994.
La comunidad árabe local ha ne-
gado insistentemente esas acusacio-
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
7978
país, así como la frontera norte de Mé-
xico o la Ciudad del Este en Paraguay.
Esta situación ha llegado a extremos
en la Guajira donde la población se ha
manifestado por su “derecho” a contra-
bandear, según Gookhand (2006)
Estas regiones han sido también
testigos de masivos flujos migratorios.
Sea en México, Guatemala, Colombia
o Paraguay es evidente que la riqueza
lícita e ilícita generada en las fronte-
ras se ha incrementado fuertemente en
un contexto marcado por el desarrollo
de estructuras de autoridad paralelas,
crecientes niveles de violencia y de flu-
jos de personas desplazadas.
Latina. “El Estado burocrático puede
estar presente en la forma de edificios
y agentes públicos financiados por el
presupuesto nacional, pero la legali-
dad estatal está ausente: cualquiera
sea el sistema de normas existente es
aplicado intermitentemente, en el me-
jor de los casos.
La corrosión de las instituciones
conforma precisamente la condición
primaria a partir de la cual emerge la
economía de la frontera antes descrip-
ta. El contrabando, apoyado tácita-
mente por las autoridades, ha sido una
práctica tradicional en regiones como
la Guajira colombiana, el norte de
Santander o el Putumayo en el mismo
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
8180
les estimula y es estimulada por insti-
tuciones estatales vacías, tal como las
describe O´Donnell (2005).
Pero es la transformación y opti-
mización de estas redes de contraban-
do a través de regiones sin presencia
estatal (Colombia) o municipalidades
cooptadas por mafias (Guatemala,
México), ambas firmemente ligadas a
circuitos económicos internacionales,
que conforman el sistema económico
de las fronteras.
En este sentido, es interesante
señalar la gran capacidad de diversi-
ficación de estas nuevas corporacio-
nes delictivas y su destreza para ajus-
tar sus sistemas logísticos a cualquier
Las condiciones económicas cam-
biantes (sea el descenso de las tarifas
de importación o la variación de los ti-
pos de cambio) y la conexión a circui-
tos comerciales regionales y globales
ha introducido definitivamente a esas
regiones en el novedoso circuito de la
economías estimuladas por el narco-
tráfico y el lavado de dinero, a menudo
asociadas con partes del territorio en
manos de grupos armados ilegales.
Un elemento central de la expan-
sión y consolidación de la economía
política de las fronteras es la progre-
siva consolidación de grupos armados
y redes criminales. La tradición de las
prácticas económicas no del todo lega-
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
8382
Las operaciones de trueque que
caracterizan a esta economía trans-
fronteriza que opera en las sombras
puede ser interpretada a la vez como
una alternativa y como un reflejo del
avance de las ideas liberales, incluido
el libre comercio, la intervención mí-
nima del Estado y la gobernanza. De
acuerdo con el politólogo Mark Du-
ffield (2009) el despliegue de las redes
informales de comercio internacional
originadas en el Sur son el equivalente
de los sistemas económicos regionales
que se han consolidado en el Norte.
En esta perspectiva, los circuitos
ilegales de mercancías y narcóticos su-
ponen mecanismos de supervivencia
bien cuyo comercio sea prohibido.
Las fronteras son así lugares de ex-
plotación y de oportunidades, que se-
gún Gookhand (2006) los bienes pro-
venientes de otros países pueden ser
transportados a través de las fronteras
políticas con la complacencia de los
hombres de negocios locales.
Ilustra este punto el hecho de que
los carteles de la droga mexicana con-
trolan la oferta en EE UU siendo meros
intermediarios del tráfico. De la misma
forma, la fuente de la riqueza de Ciu-
dad del Este reside en su actividad de
intermediación entre Brasil y el merca-
do global (o falsamente global).
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
8584
espacios off -shore del circuito econó-
mico internacional, según Gross (2006)
A pesar de las diferencias en el
énfasis y las respuestas políticas aso-
ciadas, hay un acuerdo marcado en el
hecho de que los grupos asociados al
delito se han beneficiado con el debi-
litamiento de los Estados ocurrido a
partir de los 1980.
Estos actores han establecido no-
vedosos e ilegales esquemas de con-
trol de circuitos comerciales y rutas
de contrabando, creando en el proceso
nuevas estructuras de autoridad para-
lelas y nuevos modos de ciudadanía.
De igual forma, las milicias ar-
madas, las bandas, los señores de la
para los excluidos y un nuevo mode-
lo de economía política y organización
económica que se ajusta a las reglas
de la economía de libre mercado y al
discurso del Estado mínimo: estos pro-
cesos pueden ser vistos como la repre-
sentación de una transformación so-
cial sustantiva.
Desde otro punto de vista, para
muchos criminólogos, la captura de
la globalización por facciones dentro
de Estados débiles o fallidos, especial-
mente a través de la privatización de
activos públicos o la malversación de
los flujos de capitales, ha provocado la
emergencia de una moderna mafia glo-
bal, establecida en áreas fronterizas o
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
8786
Un segundo factor importante, de
especial relevancia para el caso colom-
biano, es el papel desempeñado por la
estrategia contrainsurgente en la re-
configuración de las fronteras econó-
micas y sus ramificaciones transfron-
terizas.
A diferencia de los otros casos
analizados, las fronteras de Colombia
son lugares de producción, basado en
comunidades cuyo modo de subsisten-
cia está asociado al cultivo de coca, y
punto de oferta que alimentan a las re-
des del narcotráfico, a menudo asocia-
das con grupos armados (FARC, ELN
o paramilitares) como lo señala Rapley
(2007)
guerra y los jóvenes pandilleros son
epifenómenos de un mismo proceso,
y aunque la violencia no es necesa-
ria en estos mecanismos no estatales
de autoridad, la ausencia de un claro
monopolio de la violencia legítima del
Estado, lo que algunos denominan el
nuevo Medioevo, como lo establece Ra-
pley (2007) tenderá, en un contexto de
mayor presencia de armas, a generar
todo tipo de conflictos.
En este sentido, la tasa de ho-
micidios en los países caribeños y en
América Central, entre las más altas
del mundo, son indicadores de una co-
rrelación entre la densidad del tráfico
ilegal y la violencia crónica.
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
8988
son redituables más allá de un nivel de
subsistencia.
Como se hizo evidente con los epi-
sodios relacionados con la incursión
militar colombiana en Ecuador, la dé-
bil presencia de una real y “positiva”
soberanía en las zonas fronterizas ha
sido compensada por una fuerte repre-
sión militar, o por intentos de control
sobre grupos armados a través del dia-
logo en nombre de un esquema clásico
de prevención de conflictos.
La ofensiva militar colombiana
ha desplazado a actores y procesos de
las redes operantes, facciones arma-
das, producción y circuitos de lavado
de dinero a través de las fronteras; la
La ofensiva legal y militar soste-
nida por el Presidente Uribe ha debili-
tado sustancialmente a estos grupos,
aunque no ha logrado reducir el área
destinada al cultivo de coca; como se
mencionó más arriba, los cultivos se
han desplazado a zonas más inhóspi-
tas, especialmente en Putumayo, Ori-
noquía, la región del Amazonas, y la
Sierra Nevada de Santa María, con el
resultado de que esos sistemas pro-
ductivos, en los que están involucra-
dos campesinos, organizaciones ilega-
les y actores armados, se han vuelto
cada vez más difíciles de desmantelar.
De acuerdo a un estudio, en es-
tas áreas sólo las actividades ilegales
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
9190
nezuela respondieron con insultos y
recordaron los lazos que se presume el
propio Presidente Uribe mantiene con
las fuerzas paramilitares.
La globalización liberal y los mo-
vimientos a través de las fronteras han
sido elementos fundamentales en la
consolidación y ampliación de las re-
des de tráfico afincadas en las zonas
fronterizas.
La complicidad mencionada an-
teriormente entre los actores estatales
y los no estatales para realizar ope-
raciones ilegales en zonas fronterizas
de bajo control estatal hace necesario
observar con detenimiento la relación
entre criminalidad, mercado y Estado.
fumigación de los cultivos en las zonas
fronterizas y los raid aéreos buscan
acorralar a los actores que se replie-
gan.
Después del ataque del prime-
ro de marzo, las mutuas acusaciones
entre Colombia, Ecuador y Venezuela
se centraron en las evidencias, mucha
de las cuales surgieron de los ordena-
dores obtenidos en el campamento de
Raúl Reyes, de complicidad entre las
fuerzas irregulares y los países veci-
nos, incluyendo supuestos apoyos fi-
nancieros de Chávez, especialmente
el logístico instrumentado por su jefe
de inteligencia militar Hugo Carvajal.
Asimismo, los líderes de Ecuador y Ve-
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
9392
Este, también, la distinción entre bie-
nes legales e ilegales es constantemen-
te puesta en duda por las actividades
realizadas por muchas empresas.
La comunidad de negocios en la
dinámica frontera entre México y EE
UU, donde un gran número de desa-
rrollos urbanos e industriales trans-
fronterizos están siendo planificados,
no parecen reacios a aplicar la misma
violencia de los carteles de la droga en
sus intentos de apoderarse de tierras,
con el apoyo tácito de las fuerzas poli-
ciales locales.
La complicidad entre las fuerzas
de seguridad y las redes de narcotráfi-
co es aún más notoria. El caso de los
Numerosos ejemplos demuestran
que no hay claras distinciones entre
crimen y legalidad en América Latina.
Diversos testimonios e investigaciones
indican que muchas veces las activida-
des criminales se encuentran camufla-
das en operaciones económicas legales;
por ejemplo, en Brasil el comercio de
carbón, frutas, muebles o carne conge-
lada ha servido como tapadera para el
tráfico de drogas.
Las drogas y otros bienes pueden
ser muy bien mimetizados en un tráfico
de bienes que representa unos 900 mi-
llones de dólares diarios entre México y
EE UU o en el creciente comercio entre
Venezuela y Colombia. En Ciudad del
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
9594
kaibiles, (mucho de los cuales se pasa-
ron a los carteles de la droga después
de la reducción de personal acaecida al
finalizar la etapa más dura de la lucha
contra-insurgente) y ahora las fuerzas
policiales, sometidas a purgas regula-
res.
En términos de patrullas fronteri-
zas, es instructivo que el cartel guate-
malteco más importante con contactos
gubernamentales, el llamado Grupo
Salvavidas, se conformó con antiguos
oficiales aduaneros. Por su parte, las
fuerzas policiales en Brasil, Argentina,
Honduras y El Salvador (especialmen-
te después de la finalización de la gue-
rra civil) han estado relacionadas con
grupos comando Zeta pertenecientes
al Cartel del Golfo, constituidos por
antiguos veteranos de los escuadrones
policiales entrenados por el Pentágono,
no es una mera curiosidad.
En varios países latinoamerica-
nos, los miembros de las fuerzas de
seguridad y de la justicia, muchos de
ellos partícipes de las tareas represivas
acaecidas durante la Guerra Fría bajo
el manto de la doctrina de la Seguridad
Nacional, han tolerado, apoyado o par-
ticipado en actividades criminales.
Un caso notable ha sido el Depar-
tamento de Operaciones Antinarcóti-
cos en Guatemala (disuelto en 2002),
especialmente su brazo militar, los
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
9796
Salud en espacios fronterizos y políticas de Paz social
asesinatos extra-judiciales y numero-
sas asociaciones ilícitas.
Campo, Iguaran yVanegas
99
La región de América Latina y el
Caribe ha entrado en la etapa de tran-
sición demográfica y como consecuen-
cia los países que la componen están
experimentando cambios en las es-
tructuras poblacionales por edad evi-
denciándose principalmente una re-
ducción en la población infantil y un
aumento en la población de personas
mayores.
En la región, se estima que la tasa
global de fecundidad disminuya de 5,9
hijos por mujer en el quinquenio 1950-
1955 a 1,9 en el quinquenio 2045-
2050; además, se estima que en este
periodo la esperanza de vida pase de
51,8 años a 79,6 y que la mortalidad
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
101100
La relación hombre: mujer se ha
mantenido estable entre el año 2005 y
2012, por cada 97 hombres hay 100
mujeres. (Departamento Administra-
tivo Nacional de Estadísticas. DANE,
Estimaciones de población 1985-
2005 y proyección 2005 -2020. junio
2012.) (Departamento Administrativo
Nacional de Estadísticas. DANE, Es-
timaciones de población 1985-2005 y
proyección 2005 -2020. junio 2012).
El 75,95% de la población habita en
el área urbana y en el área rural el
24,05%.
Colombia, como el resto de los paí-
ses de la región, experimenta la transi-
ción demográfica con tasas de natali-
infantil pase de 127,7 muertes a 7,9
por cada 1.000 nacidos vivos.
Se proyecta que la población entre
0 y 14 años se reduzca en un 22%, la
población entre 15 y 59 años aumen-
te en un 4% y la población mayor de
60 años crezca en un 18%. (Comisión
Económica y Social para América Lati-
na y el Caribe.
En el año 2012 Colombia confor-
ma un país de 46.581.823 habitantes,
un 7,92% (3.693.231 habitantes) más
poblado que en el año 2005; el 49,36%
(22.997.087) de la población son muje-
res y el 50,63% (23.584.736) son hom-
bres.
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
103102
El índice de dependencia demo-
gráfica muestra un descenso en los úl-
timos siete años. En el 2005 de cada
100 personas entre 15 y 64 años de-
pendían 59,41 personas menores de
15 años o mayores de 65 años, en el
año 2012 el número de dependientes
es de 53,23.
Mientras que el índice de depen-
dencia infantil ha disminuido pasando
de 49,44 menores de 15 años por cada
100 personas entre 15 y 64 años en el
año 2005 a 42,51 en el año 2012, el
índice de dependencia de mayores ha
aumentado pasando de 9,97 personas
mayores de 65 años por cada 100 per-
sonas entre 15 y 64 años en el año 2005
dad en descenso y tasas de mortalidad
que se mantienen de moderadas a ba-
jas. Para el año 2005 por cada 100 mu-
jeres en edad fértil (15 a 49 años) había
38,03 niños entre 0 y 4 años, para el
año 2012 esta cifra descendió a 34,78.
Para el año 2012 la población menor
de 15 años corresponde al 27.74% de
toda la población, un 3,27% menos
que para el año 2005 cuando aportaba
el 31,01% del total. Mientras tanto, la
población mayor de 65 años represen-
ta el 7,00% de toda la población mos-
trando un incremento del 0,75% con
respecto al año 2005 cuando aportaba
un 6,25%.
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
105104
un estrechamiento en su base para el
año 2012 comparado con el año 2005,
los grupos de edad donde hay mayor
cantidad de población son los inter-
medios y a medida que se avanza, se
evidencia el estrechamiento que re-
presenta a la población adulta mayor,
además del descenso en la mortalidad
Colombia está dividida política-
mente por 1126 municipios, cuatro
distritos y 32 departamentos. Se han
conformado seis regiones así: Región
caribe e Iinsular: Atlántico, Cesar,
Córdoba, Bolívar, Magdalena, Guajira,
San Anfdrés Islas y Sucre. Región Cen-
tral: Antioquía, Caquetá, Caldas, Hui-
la, Tolima, Risaralda y Quindío. Región
a 10,72 en el año 2012. Se estima que
por un periodo de 44 años compren-
dido entre 1998 y 2042, la relación de
dependencia se mantendrá por debajo
de dos dependientes por cada tres per-
sonas en edades activas.
(Comisión Económica y Social
para América Latina y el Caribe. Pa-
norama Social de America Latina y el
Caribe. cap 3 El bono demográfico).
Aunque el índice de Friz ha pasado de
156,9 en el año 2005 a 142,9 en el año
2012, la población colombiana aún se
considera joven.
La pirámide poblacional de Co-
lombia es regresiva e ilustra el descen-
so de la fecundidad y la natalidad con
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
107106
quía
Para el año 2012, las regiones del
caribe y amazonía-orinoquía están en
fase progresiva, con alta fecundidad,
alta mortalidad, gran cantidad de po-
blación menor de 15 años y poca ma-
yor de 65 años; las demás regiones
regiones se encuentran en fase regre-
siva, evidenciándose disminución en la
fecundidad y en la mortalidad y gran
cantidad de población en edades inter-
medias.
Entre los años 2005-2012 se evi-
dencia que en todas las regiones, la ra-
zón niño:mujer y el índice de infancia
han disminuido, mientras que el índi-
ce de juventud, de vejez y de envejeci-
Bogotá-Cundinamarca: Bogotá D.C.,
Cundinamarca. Región Oriental: Arau-
ca, Boyacá, Casanare, Meta, Norte de
Santander, Santander y Vichada. Re-
gión Pacífica: Choco, Cauca, Valle del
Cauca y Nariño. Región Amazonía-Ori-
noquía: Amazonas, Vaupés, Guaviare,
Putumayo y Guainía.
Cada región muestra una dinámi-
ca demográfica diferente, influenciada
por factores propios del territorio como
características climáticas, políticas, or-
ganizativas, oportunidades educativas
y laborales entre otras. La región más
poblada es Bogotá-Cundinamarca, se-
guida de la región caribe, mientras que
la menos poblada es amazonía-orino-
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
109108
ra de los casos, domesticada; por tan-
to, no son las mujeres que, en la ac-
tualidad se encuentren afectadas por
las determinadas tradiciones que ha-
cen difícil el libre desarrollo de la per-
sonalidad en la sociedad, mientras que
el hombre, el cual, sus actividades son
en el contexto público, no se mantie-
nen fieles a las tradiciones.
Por el contrario, ellos han tenido
que asumir los valores públicos para
cumplir adecuadamente su papel de
proveedores, para ser prestigiosos pro-
fesionales y para mantener el orden
del que siempre han sido guardianes.
El edificio jurídico del liberalismo se
articuló sobre dos principios básicos:
miento han aumentado, Lo que provo-
ca índices de dependencia demográfica
con tendencia a la baja
Por su parte, el modelo liberal,
sobre el cual se construyó y edificó el
sistema jurídico y político actual, se
fundamentó en distintas aristas, una
de ellas representada por la homoge-
neidad, cuyo objeto era generar un
espacio público homogéneo, donde se
diluyeran los conflictos que eran rele-
gados al contexto privado, siendo el lu-
gar de las diferencias e identidades de
las tradiciones.
Asimismo, De Viana (2002) esta-
blece que la diversidad se presentaba
en los espacios privados o en cualquie-
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
111110
construye la sociedad de acuerdo con
una serie de conexiones binarias y je-
rárquicas.
Por su parte, la concepción for-
mal de la igualdad se completa tras la
segunda mitad del siglo XX cuando en
Latinoamérica, se le añade el adjetivo
de social y los poderes públicos inci-
den en la realidad para corregir las
desigualdades, siendo este el momento
cuando se incorpora al constituciona-
lismo el principio de igualdad material
que supone una revisión de determina-
dos paradigmas del liberalismo, como
lo establece Rojas et al (2001).
Asimismo, el Estado como lo ex-
presa Santolaya y Revenga (2007) no
el principio de legalidad y de igualdad
formal ante la ley.
Así, Aguilera (2002) indica que
el individuo era un sujeto abstracto,
al que se le aplicaba la ley general y
común para todos, tampoco se tenían
en cuenta las singularidades de cada
individuo, lo que permitió la consecu-
ción de unas normas que se aplica-
ban a todos por igual, sin distinciones
estamentales ni privilegios y, aunque
el titular de los derechos, al que se le
aplicaba el ordenamiento, era un suje-
to asexuado, abstracto, realmente res-
pondía a los caracteres del varón he-
terosexual y propietario, es decir, del
buen padre de familia sobre el que se
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
113112
ra desigual a los que estén en distintas
posiciones e incluso es legítimo actuar
de manera preferente sobre un deter-
minado grupo o conjunto de individuos
siempre que haya una justificación ob-
jetiva y razonable o acciones positivas,
como lo establece Muñoz (1999).
De esta manera, y tal y como lo
indica Kotkin (2007) se ha mantenido
el sistema constitucional de américa
latina, el principio de la no discrimi-
nación ha de interpretarse de manera
conjunta con el de igualdad material,
es decir, no puede prevalecer discri-
minación alguna por razón de naci-
miento, sexo, opinión, raza, religión
o cualquier condición y circunstancia
puede permanecer ajeno a las situa-
ciones en que se encuentran los ciuda-
danos y las ciudadanas, éstos no son
individuos abstractos sino que son su-
jetos en un determinado contexto y con
una posición social que en muchos ca-
sos es de histórica discriminación; las
leyes generales y abstractas no pueden
responder a las necesidades de un es-
cenario en el que no todos los actores
participan de la misma manera.
En este sentido, los poderes pú-
blicos tienen que remover los obstácu-
los que impiden que la igualdad de los
individuos y de los grupos en que se
integran sea real y efectiva; a su vez, el
derecho debe aplicarse pues de mane-
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
115114
El primero de ellos tiene que ver
con los efectos que la globalización
está provocando en las condiciones de
bienestar y calidad de vida de los in-
dividuos, el cual resulta evidente que
se está asistiendo un incremento de la
desigualdad, de la exclusión y de las
distancias entre quienes tienen más
que cubiertas sus necesidades vitales
y los que tienen cada día más dificulta-
des para sobrevivir, siendo una tensión
que cobra un especial vigor en los ac-
tuales momentos de crisis económica.
En este caso, la prolongada crisis
del Estado Social, explicada por Rawls
(2002), la omnipotencia del mercado,
la primacía de la lógica de la econo-
personal o social; asimismo, se obliga
a adoptar medidas a favor de los ciuda-
danos y las ciudadanas que, por algu-
na circunstancia, tienen dificultades
para gozar en condiciones de igualdad
de los derechos y libertades.
De igual forma, esta interpreta-
ción conjunta es la que legitima una
aplicación diversa del ordenamiento e
incluso un trato privilegiado para gru-
pos de ciudadanos que arrastran una
histórica discriminación; en el presen-
te siglo, y como consecuencia de los
procesos globalizadores, las socieda-
des democráticas deben asumir dos re-
tos esenciales desde el punto de vista
de la igualdad.
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
117116
dos como vencedores y vencidos.
De igual forma, resulta necesario,
como lo expresa Paniatowska (2001),
desarrollar políticas económicas más
sostenibles, que se vinculen con las
normas respetuosas, la naturaleza y
sean más atentas al desarrollo de los
pueblos que históricamente han sido
la despensa y la mano de obra de los
países que manejan el derecho inter-
nacional en función de sus intereses.
En este sentido Agra (1998) y Shi-
va (1997) concuerdan con lo que esta-
blece Holland (1996), que las personas
deben prestar más atenciones a las
propuestas del denominado ecofemi-
nismo por lo que suponen de revisión
mía sobre la política, no sólo está pro-
vocando una serie de víctimas, sino
que también está erosionando muchas
conquistas sociales que estaban creí-
das sobre la constitución de derechos
humanos y que por tanto debían ser
garantizadas a cualquier hombre o
mujer por el simple hecho de serlo.
Es por ello, siguiendo lo planteado
por Fariñas (2006) es necesario recu-
perar el papel principal de las políticas
sociales, así como de las medidas co-
rrectoras a las desigualdades, los lími-
tes del mercado y los preceptos de un
capitalismo catalogado como salvaje
que están marcando de manera reite-
rada, las diferencias entre los conoci-
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
119118
que compartir bienes escasos, los pre-
juicios e ignorancias sobre otras cul-
turas, provoca en muchas ocasiones
reacciones violentas y conduce a una
peligrosa erosión de los vínculos socia-
les; a su vez, algo mucho más evidente
en épocas de crisis económica, en las
que es más fácil que se refuerce el dis-
curso de la seguridad y se consolide
una diferenciación jerárquica entre el
conjunto.
De hecho, en los últimos años,
como lo expresa Shotter (2000), mu-
chos países han reformado sus leyes
de acuerdo con esta visión del inmi-
grante y han llegado incluso a sacrifi-
car libertades clásicas en nombre de la
de una racionalidad pública basada en
la explotación y en la lógica masculina
de la dominación y la violencia.
Por otro lado, el segundo reto
tiene que ver con la creciente hetero-
geneidad del espacio público, la cual
puede ser fuente de conflictividad pero
también de enriquecimiento, en el que,
el individuo ha dejado de existir, el
conjunto se ve sacudido en sus fron-
teras por los otros, las identidades rei-
vindican reconocimiento público y ello
genera en muchas ocasiones conflictos
y tensiones.
Asimismo, Butler (1989) seña-
la que el miedo a la diferencia, el in-
dividualismo egoísta, el temor a tener
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
121120
do con las coordenadas de identidad
que se elijan.
A su vez, genera la necesidad de
articular mecanismos que permitan el
diálogo entre esas identidades diversas
y la resolución pacífica de las posibles
problemáticas que puedan producirse
en contextos de creciente pluralismo;
ante ello, Herrera (2005a) establece
que el espacio público debe, articularse
sobre el encuentro, el diálogo y la con-
cordia, en el cual, será necesario poner
en marcha las estrategias de desarro-
llo de técnicas de traducción intercul-
tural, que permitan el acercamiento a
otras identidades y que ayuden a llevar
a cabo también un análisis crítico de la
seguridad de un mundo que se cierra
sobre sí mismo, que pretende elevar
murallas para que nadie perturbe su
bienestar y paz social.
De esta manera, la complejidad
del espacio público plantea exigencias
a la teoría de los derechos humanos y
especialmente, al entendimiento de la
igualdad, donde es necesario, ahora
más que nunca, profundizar en la ver-
tiente material de la misma y entender-
la como un principio democrático que
garantiza la individualidad, es decir, es
necesario entenderla como igualdad de
reconocimiento para desde ella garan-
tizar el derecho al desarrollo individual
de manera autónoma, libre y de acuer-
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
123122
car en los valores comunes y propiciar
el conocimiento, y la crítica, de los
valores diferenciales; por tanto, Lema
(2007) indica que la educación ten-
drá por objeto el desarrollo pleno de la
personalidad humana en el respeto de
cada uno de los principios democráti-
cos de convivencia, así como los dere-
chos y libertades fundamentales.
Es por ello que no resulta cons-
titucionalmente admisible una identi-
dad, o un elemento de una identidad
cultural, que ponga en peligro la dig-
nidad o que atente contra el libre de-
sarrollo de la personalidad; en este
sentido se debe entender el concepto
de orden público como el límite de las
propia identidad.
Ante esta realidad, la educación
cumple un rol fundamental, enfocada
a la ciudadanía, ha de ser una educa-
ción para la convivencia en un espacio
cada vez más plural y diverso, donde se
deba construir la ciudadanía no tanto
sobre la nacionalidad sino sobre los va-
lores que permitan conciliar lo común
y lo diferente; sin embargo, esa ética
mínima que ha de permitir el desarro-
llo de las éticas de máximos mediante
las que cada individuo elija desarrollar
libremente su personalidad y construir
su plan de vida.
De ahí que la educación deba te-
ner dos objetivos fundamentales: edu-
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
125124
tea Herrera (2005b) y por tanto como
conceptos abiertos, que se van hacien-
do, moldeables y sujetos a reconstruc-
ciones; la universalidad debe ser por lo
tanto un proceso y no tanto un punto
de partida a partir del cual se lleva a
cabo la tolerancia.
En este sentido, los sujetos dis-
tintos y plurales han de participar en
un proceso deliberativo que permita la
fijación de unos valores comunes sin
los que no será posible la conviven-
cia; dichos valores que, en gran me-
dida, coinciden con los alcanzados, al
menos formalmente, en los contextos
democráticos occidentales, pero a los
que habrá que sumar concepciones de
libertades ideológica y religiosa, como
lo señala Lema (2007).
Asimismo, la creciente diversi-
dad de las sociedades, en las que ya
no tiene sentido seguir hablando de
un individuo abstracto sometido a la
igualdad formal de la ley, no se puede
plantear una visión imperialista y una
óptica exclusivamente occidental sobre
los derechos y la dignidad; también la
universalidad debe construirse desde
el diálogo y también la propia concep-
ción de los derechos debe someterse a
crítica.
De igual forma, se debe entender
los derechos humanos como procesos
de lucha por la dignidad, como lo plan-
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
127126
tener.
Con respecto a lo anterior, la edu-
cación pública no ha de obedecer a los
criterios morales de unas creencias
singulares, y ni siquiera debe ser el es-
pacio idóneo para la difusión de credos
religiosos, al contrario, la escuela pú-
blica debe ser el lugar de formación y
sensibilización en la ética compartida
por todos y, en todo caso, deberá pres-
tar atención a las religiones en cuanto
factores culturales e históricos.
Los sistemas democráticos han
acabado consolidándose como demo-
cracias representativas en las que los
canales de la representación política
están prácticamente monopolizados
la dignidad que pueden aportar otros
matices o que incluso pueden mejorar
la definición de los derechos que desde
el año 1948 se han considerado como
piezas clave del consenso democrático
latinoamericano.
Así, los criterios comentados son
los que deben servir para ubicar las
creencias religiosas en el lugar que
verdaderamente les corresponde que
es el ámbito privado, y para regular su
presencia en el espacio público; dicho
contexto público democrático debe ser
un espacio civil, apoyado en una se-
rie de valores compartidos por todos y
que, a su vez, permitan las creencias
que cada individuo decida tener o no
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
129128
te testimonial y en los que la tríada
partidos-grupos de interés- medios de
comunicación controlan todos los cir-
cuitos políticos, los ciudadanos han
llevado a su extremo la que se le co-
noció como libertad de los modernos,
como lo expresa Eliott (2005).
Asimismo, Dalay Lama (2002)
indica que la sociedad se ha despreo-
cupado de manera progresiva de los
asuntos públicos y se ha centrado en
los intereses personales tan íntima-
mente conectados con los verbos pro-
pios del capitalismo: tener, consumir,
competir; ello a su vez ha ido forjando
unas tendencias cada vez más indivi-
dualistas de manera que se puede de-
por los partidos políticos; dichos par-
tidos normalmente poco democráticos
en su funcionamiento interno, sue-
len actuar como grandes maquinarias
que, al estilo de las empresas que bus-
can clientes o consumidores, buscan
apoyos electorales con la complicidad
de los medios de comunicación y bajo
una constante debilidad de los discur-
sos narrativos que tradicionalmente
sirvieron para ubicarse ideológicamen-
te, como lo establece Salazar (2005).
De igual forma, dentro de unos
sistemas constitucionales en los que
los mecanismos de participación direc-
ta de la ciudadanía han quedado re-
ducidos a una presencia prácticamen-
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
131130
pretende que sea un lugar de anoni-
mato, donde sea posible la diversidad,
pero al mismo tiempo esas condiciones
generan aislamiento, soledad, indife-
rencia. Ésta es la gran paradoja en la
que está encerrado el ciudadano del si-
glo XXI, la cual no sólo provoca impor-
tantes carencias en el funcionamiento
de las democracias sino que también
genera malestar en un individuo que
cada día que pasa está más solo.
El espacio público, colonizado
pues por el consumidor y del que ha
desertado el ciudadano, sufre a su vez
un triple proceso de fragmentación,
como lo señala Innerarity (2006):
1.- De una parte, ese espacio se ha convertido en el escenario de
cir que, el ciudadano ha sido sustitui-
do por el consumidor.
En este contexto, Belandria (2004)
establece que los vínculos sociales se
debilitan y la comunicación, base de la
participación, es sustituida por monó-
logos y en todo caso por diálogos que se
establecen entre el vendedor y el com-
prador; los escenarios están presididos
ahora por la inmediatez, la espectacu-
laridad, los factores emocionales y los
discursos sensibles.
En este sentido, Bauman (2005)
y Handy (1994) resaltan que en esta
paradoja se pone de manifiesto las
exigencias contradictorias que se re-
claman a la ciudad; por una parte se
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
133132
Ante ello, esta fragmentación Ma-
rina (2006) apoya lo establecido por
Muñoz (2001), quien refleja nuevas
formas de desigualdad social y contri-
buye a que las ciudades se conviertan
en mosaicos donde resulte muy com-
plicado establecer redes y espacios de
encuentro; asimismo, esta etnificación
se está haciendo más evidente con el
crecimiento de la población inmigran-
te en las ciudades, la cual está siendo
ubicada en barrios o zonas marginales,
con una importante conflictividad so-
cial que se ve acrecentada con la llega-
da de estos colectivos.
Por lo tanto, el mismo diseño ur-
banístico de las ciudades pone dificul-
reclamaciones privadas. Colec-tivos, asociaciones, foros, movi-mientos sociales, muchos de ellos de carácter temporal, reivindican intereses parciales a los que los poderes públicos tratan de ha-llar respuesta. De esta manera, la sociedad acaba convertida en un conjunto de minorías y los gobier-nos en un una organización no gubernamental que se encarga de atender directamente sus deman-das.
2.- En las ciudades se han frag-mentado los espacios y los tiem-pos en función del papel que en cada momento se desempeña; todo ello dificulta la percepción de los intereses comunes y la interre-lación como ciudadanos.
3.- Las ciudades se fragmentan en función de las categorías de ciu-dadanos que habitan en una de-terminada zona o barrio; es lo que Innerarity (2006) denomina etnifi-cación de los espacios. Cada gru-po ocupa un territorio diferencia-do, lo cual dificulta la integración y la conformación de los intereses comunes.
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
135134
la investigación ha mostrado que es un
fenómeno más común de lo que a prio-
ri se cree, y que son muchas las per-
sonas que consiguen encontrar recur-
sos latentes e insospechados, según
Manciaux, Vanistendael, Lecomte y
Cyrulnik (2001) en el proceso de lucha
que han tenido que emprender. De he-
cho, muchos de los supervivientes de
experiencias traumáticas encuentran
caminos a través de los cuales obtie-
nen beneficios de su lucha contra los
abruptos cambios que el suceso trau-
mático provoca en sus vidas, según Te-
deschi y Calhoun (2000).
En definitiva, lo que se deduce
de las investigaciones actuales sobre
tades a la creación de espacios inter-
culturales y a la creación de un espacio
público en el que se encuentren los in-
tereses particulares y se tramiten para
llegar a un consenso sobre el bien co-
mún, donde cada espacio defenderá
su parcela de libertad y poder frente a
los demás espacios que se concebirán
como enemigos.
Por otro lado, tomando en cuenta
todos los términos visto anteriormente,
se tiene el “Crecimiento postraumáti-
co”, el cual es otro fenómeno olvidado
por los teóricos del trauma caracteri-
zado por la posibilidad de aprender y
crecer a partir de experiencias adver-
sas. Como en el caso de la resilencia,
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
137136
sentimientos de los demás, según Pa-
ton et al. (2000).
Esta tendencia puede explicar en
parte la victimización a la que se ven so-
metidas aquellas personas que sufren
experiencias traumáticas. Los mismos
profesionales de la salud mental cuan-
do aplican indiscriminadamente ins-
trumentos diagnósticos como el TEPT
reflejan una concepción del ser huma-
no desprendido del mundo y buscan
en él todas las claves del trastorno.
Se omite la influencia de facto-
res externos en el origen y manteni-
miento del llamado trastorno de estrés
postraumático, es decir, la dimensión
psicosocial del trauma que ubica a la
trauma y adversidad es que las perso-
nas son mucho más fuertes de lo que
la Psicología ha venido considerando.
Los psicólogos han subestimado la ca-
pacidad natural de los supervivientes
de experiencias traumáticas de resistir
y rehacerse, como lo establece Bonan-
no (2004).
Los motivos por los que se viene
ignorando la cara positiva del afronta-
miento traumático merecen ser consi-
derados. Algunos autores afirman que
existe un proceso social de carácter
cognitivo, denominado amplificación
social del riesgo, que muestra la ten-
dencia general a sobreestimar la mag-
nitud, generalización y duración de los
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
139138
considerada como una forma poco sa-
ludable de afrontamiento, según Bo-
nanno (2004) y como un impedimento
para la recuperación. Sin embargo, re-
cientemente, la investigación ha pues-
to de manifiesto que las emociones
positivas coexisten con las negativas
durante circunstancias estresantes y
adversas y que pueden ayudar a redu-
cir los niveles de angustia y aflicción
que siguen a la experimentación de
dichas circunstancias-En este senti-
do, algunas investigaciones ofrecen
resultados novedosos y concluyentes.
De igual forma, la situación fronteriza,
las personas que sufren lesiones, su
experiencia de emociones positivas se
persona que sufre en un contexto so-
cial, según Blanco y Díaz (2004), y se
funciona como si las categorías diag-
nósticas fueran realidades negativas
que deben ser explicadas.
Estas creencias explicarían las
elevadas tasas de incidencia del TEPT,
halladas en algunos estudios. En este
proceso se considera también que las
personas que sufren una experiencia
traumática, al ser invadidas por emo-
ciones negativas como la tristeza, la
ira o la culpa, son incapaces de experi-
mentar emociones positivas.
Históricamente, la aparición y po-
tencial utilidad de las emociones po-
sitivas en contextos adversos ha sido
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
141140
Palabras Finales
da desde los primeros días tras el inci-
dente, siendo estos sentimientos posi-
tivos más frecuentes que los negativos
a partir de la tercera semana.
Campo, Iguaran yVanegas
143
La permeabilidad de las fuerzas
policiales, militares y judiciales a la co-
rrupción y la cooptación ejercida por
las asociaciones ilícitas pone en duda
la eficacia de las políticas que buscan
reducir el tráfico transfronterizo ile-
gal con medidas policiales más duras
u otorgando poderes especiales a las
fuerzas amadas.
No obstante, la combinación de
grupos armados y redes del narcotrá-
fico operando en las porosas fronteras
latinoamericanas ha provocado una
intensa preocupación respecto de que
aquellas zonas que se han vuelto el
nudo focal de las organizaciones ilega-
les y poderes no estatales, provocando
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
145144
Quito (2004), yace en el corazón de la
estrategia del Comando Sur, cuyo ho-
rizonte es el año 2016 y en la cual se
acentúa el factor perturbador que su-
ponen las milicias y los grupos arma-
dos que “no están restringidos dentro
de las fronteras nacionales.
Se mimetizan, sigue el documen-
to, en la población y la aterrorizan, be-
neficiándose de la nula o escasa pre-
sencia del poder político observada en
diferentes partes del hemisferio”. El
texto sostiene una perspectiva de coo-
peración regional creciente con el ob-
jeto de crear “un contexto de seguri-
dad hemisférica inclusivo y beneficioso
para todos”.
inestabilidad, malestar institucional y
violencia civil de un país al otro veci-
no.
Existe una concepción de que es-
tas amenazas hemisféricas pueden es-
tar anidando y consolidándose en las
zonas fronterizas y que requieren la
cooperación regional en un conjunto
de cuestiones de seguridad específicas.
Esta visión fue cristalizada en la
defensa hecha por Colombia y las au-
toridades estadounidenses en la reu-
nión de la OEA a propósito de la in-
cursión militar contra el campamento
de las FARC en Ecuador. Este enfoque,
también suscripto oficialmente por los
ministros de Defensa en la reunión de
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
147146
san inestabilidad, y crean confusión
en cuanto a las responsabilidades de
cada Estado en las fronteras compar-
tidas. En síntesis, se intensifican las
amenazas a la soberanía y dificulta la
cooperación internacional cuando ésta
se hace más necesaria.
Sin embargo, las señales de una
creciente apuesta por los liderazgos
militares en la política de EE UU ha-
cia América Latina –observados en los
documentos estratégicos del Comando
Sur, el apoyo a la Iniciativa Mérida, en
la creciente participación del Pentá-
gono en la ayuda miliar y el reciente
despliegue de la Cuarta Flota– sugie-
ren movimientos concertados para dar
Para los gobiernos de Ecuador y
Venezuela, con el apoyo de casi todos
los países de América Latina, estas
amenazas hemisféricas no pueden jus-
tificar el debilitamiento de los derechos
soberanos de los países sobre sus te-
rritorios.
Según estos países, Colombia, al
invocar la responsabilidad mutua para
responder a las amenazas comunes,
mientras refuerza su estrategia milita-
rista, no ha hecho más que expandir a
otros países un problema de seguridad
interno. Las políticas de seguridad y la
dinámica económica que fuerzan a los
grupos armados y las bandas crimi-
nales hacia las zonas fronterizas cau-
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
149148
seguridad regional. ¿Pero cómo debe-
rían proceder y ser implementadas las
políticas de seguridad en áreas donde
la inestabilidad y la violencia se des-
plazan de un lugar a otro de las fron-
teras? ¿Cuál debe ser el papel de las
principales potencias regionales, es-
pecialmente México y Brasil, cuando
los gobiernos de esos países tienen un
especial interés político en debilitar a
las organizaciones criminales internas,
especialmente en áreas estratégicas
como la Amazonia brasileña? ¿Y cuál
es la participación que se debe dar a
los miembros de las comunidades fron-
terizas que son los más afectados por
la débil presencia estatal y la prolifera-
mayor sustancia a las insistencias de
Washington para el refuerzo del siste-
ma de seguridad hemisférico.
Las bondades de esta perspectiva
para enfrentar los problemas latinoa-
mericanos en sus regiones fronterizas
son altamente cuestionables. La coo-
peración fronteriza entre Colombia y
Venezuela, y entre Colombia y Ecua-
dor, ha sido suspendida desde el ata-
que del 1 de marzo.
Las organizaciones multilaterales
como la OEA o la reciente iniciativa
brasileña para el Consejo de Seguri-
dad Sudamericano, deben desempeñar
un papel importante en la reparación
de un consenso transnacional sobre
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
151150
organizaciones compitiendo por el con-
trol de las transacciones, ¿es realmen-
te posible utilizar fuerzas policiales de
manera exitosa para impedir el tráfico
ilegal?
Tales intervenciones han provo-
cado en Colombia, México y América
Central el agravamiento de los despla-
zamientos forzados de poblaciones y
generado mayor vulnerabilidad insti-
tucional lo que en el largo plazo debi-
lita la capacidad de los Estados para
controlar las zonas fronterizas.
En ausencia de un esfuerzo sus-
tancial para fortalecer las institucio-
nes y organizaciones no relacionadas
directamente con la seguridad, las po-
ción de grupos ilegales que ejercen un
poder paralelo?
Es evidente que los intentos de
imponer una concepción militarista de
la seguridad con el objeto de blindar
las fronteras o eliminar las redes cri-
minales podría producir beneficios in-
mediatos, especialmente si se aplica a
una zona específica con el objetivo de
eliminar a los grupos armados y resti-
tuir las instituciones públicas; es por
ello que esa perspectiva puede ser una
fuerte tentación para los lideres lati-
noamericanos.
Sin embargo, en un contexto de
flujos económicos, legales e ilegales,
altamente lucrativos, y con diversas
Campo, Iguaran yVanegasMovilidad fronteriza, Violencia Social y Salud en América Latina
153152
Referencias Bibliográficas
líticas militaristas pueden ser efecti-
vas para eliminar determinado hombre
fuerte o facciones de grupos armados,
pero se corre el riesgo de reproducir la
misma problemática y volver al punto
de partida no bien la ofensiva militar
se debilite.
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Índice General
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Conceptos y Dinamicas de la Movilidad Fronteriza 11
Violencia y Sociedad en la frontera latinoamericana 39
Salud en espacios fronterizos y políticas de Paz social 97
Palabras Finales 141
Referencias Bibliográficas 153
Un producto científico de las I° Jornadas Internacionales de Epidemiología Social en
Latinoamerica
RINDEFIL - Coro - 2016
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