8/19/2019 Situación Actual de La Nueva Conciencia Crítico Literaria, Nelsón Osorio
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REVISTA DE CRITICA LITERARIA LATINOAMERICANA
Año XV,
N
29, Lima, 1er. semestre de 1989; pp. 285-294.
1 :
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SITUACION ACTUAL DE UNA NUEVA CONCIENCIA
CRITICO-LITERARIA
(Borradores dE.una exposición)l
Nelsott Osorio T.
Universidad Central de Venezuela
A estas alturas parece innecesario detenerse a demostrar que
en los últimos años se ha venido gener lizando entre los estudiosos
de la literatura de América Latina la reocupación por el estatuto
teórico y científico de su propio ejercicio Desde hace dos o tres lus-
tres, con distintas perspectivas -y con d verso alcance también-, pe-
ro revelando una similar preocupaci6 , un creciente número de
lipros y artículos recogen este interé por los problemas teórico y
metodológicos, tanto de la crítica como de la historia de la literatura
latinoamericana; se han organizado reuniones y seminarios para
discutir sobre el tema, algunas revistas han dedicado números es-
peciales para recoger opiniones y propuestas, y hasta surgen tesis de
grado y trabajos de investigación sobre el asunto-,
- Para ser objetivos, hay que señalar que esta preocupación no es
l. Esta exposición es un borrador de la primera parte de un trabajo más extenso en el
que se busca examinar el conjunto de las propuestas, logros
y
debilidades de la ac-
tual crítica literaria latinoamericana. Un resumen oral se entregó en el Coloquio
de Dartmouth (abril de 1388), y sepublica con la intención de recibir las observacio-
nes de los colegas que trabajan en similares perspectivas.
2. Saúl Sosnowski en su trabajo Sobre la critica literaria hispanoamericana: ba-
lance y perspectivas Cuadernos Hispanoamericanos, 443 [mayo 1987] , pp. 143-
159), hace un recuento de los materiales publicados en los últimos años, Entre los
libros de reflexión teórica sobre el tema, mencionaremos a Roberto Fernández Re-
tarnar,
Para una teorta de la literatura latinoamericana y otras aproximaciones
(La Habana: Casa de la Américas, 1975), Antonio Cornejo Polar, Sobre literatura
crttica latinoamericanas
(Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1982),
Hernán Vidal,
Sentido y práctica de la critica literaria socio-histórica
(Min-
neapolis: Institute for the Study ofIdeologies and Lit;ratures, 1984). . .
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NEIroN
anuo
tan reciente ni comenzó con la actual generación de críticos e in:
vestigadores, aunque ahora tiene una extensión y un sentido que
probablemente nunca antes había alcanzado.
A pesar de que -hasta donde alcanza mi información- no se ha
hecho un estudio sistemático del proceso de autorreflexión de la
praxis crítico-literaria en América Latina.. cualquiera que se haya
interesado en el tema puede recordar, para el ámbito hispanoame_
ricano, los trabajos de José Antonio Portuondo sobre la Situacióri
actual de la crítica hispanoamericana (1949) y sobre La crisis de
la crítica literaria hispanoamericana (1952)3.
y
en relación con
el ámbito luso-americano, en esos mismos años se publica el libro
'.de Wilson Martins A Critica literária no Brasil 4. Un poco después,
en 1957, Enrique Anderson Imbert publica comoApéndice -y esto no
deja de ser significativo- de su libro sobre La crítica literaria
contemporánea un estudio con el título de Estado actual de la críti-
ca literaria hispanoamericana , que complementa con cuatro pági-
nas de Bibliografía sobre la crítica hispnoamericana'té.
Además de estos balances, recuentos y diagnósticos, en esos
mismos años, es decir, en el decenio que sigue al término de la Seo ~
gunda Guerra Mundial, se registran varias polémicas públicas s 8 -
bre la crítica. Como ejemplos podemos señalar algunas. En 1945,
entre el 1º de abril y el 8 de mayo, dos diarios de Caracas publican
las opiniones sobre la crítica de Carlos Augusto León, Luz Machaa6,
Ernesto Mayz Vallenilla
y
Héctor Mujicaé. En Bogotá, en su eai~::
ción del
2-0
de abril de 1947, el diario El Tiempo recoge los textos
· a ~
un debate sobre la crítica en el que intervienen Baldomero SalH~'-
Cano, Hernando. Téllez, Luis Cardoza y Aragón, Daniel Arang~~y
Andrés Olguín. En Montevideo, a propósito de unos comentarics
sobre su Indice Critico de la Literatura Hispanoamericana. Los
Ensayistas (1954), Alberto Zum Felde entra en una polémica sob;e
la crítica con Carlos Real de Azúa, en la revista
Marcha
(28 de oc-
3. . Situaci6n actual de la crítica literaria hispanoamericana , en Cuadernos Ame:
nca~,os (sept.-oct. 1949). pp. 238·248; Crisis de la crítica literaria hispanoameri-
cana, en c.uadernos Americanos
(sept.voct.
1952), 'pp. 88-101. Estos dos trabajos
fueron recientemente reproducidos en el volumen de José Antonio Portuondo:
Teor[~ y critica cfe la literatura (México: Editorial Nueva Imagen, 1984).
4. Wilson Martins, A critica literáriano Brasil, (Sao Paulo: Departamento de
Cultura,1952).
5. ~n.rique Anderson Imbert. La crítica literaria contemporánea. (Buenos Aires:
Ediciones Gure, 1957).
6. Carlos Augusto León. Crííica manca Papel Literario de El Nacional 1 de abril
de ~945); Luz Machado Arnao. Apuntes sobre nuestra crítica El Nacional, 8 de
.abril de 1945); Ernesto Mayz Vallcnilla. Ideas sobre crítica y crítica de ideas El
uniuersai, 22y 29 de abril de 1945); Héctor Mujica. La crítica materia de colabo-
ración
El Nacional,
6'de mayo de 1945). '
UNA NUEVA CONCIENCIA CRITICO-LITERARIA
tubre de 1955 a 16 de diciembre del mismo año).
Entiéndase que no estamos haciendo un recuento exhaustivo de
estos antecedentes; pero por eso mismo, si espigando de un modo
desprolijo encontramos estas muestras, no puede sino llamar la
atención el hecho de que en esos años surjan en distintas partes de
América Latina manifestaciones tan significativas de interés por
un quehacer que tradicionalmente había sido considerado como
más bien periférico.
Considero que este hecho no es casual ni azaroso. La Segunda
Guerra Mundial marca un cambio en la conciencia social, un
cambio que afecta a toda la humanidad. El fascismo, si bien es de-
rrotado militarmente, no deja de ilustrar una dimensión tera-
tológica pero posible de la potencial fisonomía política e ideológica
que podía alcanzar la sociedad industrial capitalista. América La-
tina no está al margen del conflicto, y una de las consecuencias in-
mediatas de la postguerra es el que se le imponga una alineación
irrestricta al campo de dominio de los Estados Unidos, hecho que se ~
consagra oficialmente en la Conferencia de Río de Janeiro (1947),
con la firma del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca
(TIAR). \'
Por otra parte, en el terreno propio de la crítica literaria, preci-
samente en los años de la guerra' se está prOdUCiend~\en América
Latina un cambio significativo; se trata del término, or así decir-
10 de una etapa consolidativa y el inicio de un impuls nuevo, una
nueva etapa en el carácter y la orientación de los estu ios crítico~L
terarios.
Después de la reflexión ensayística que tiene madura expre-
sión en el período del Modernismo hispanoamericano (pienso, por
ejemplo, en J. E. Rodó, en Baldomero Sanín Cano)
y
de la polémica
toma de conciencia de la literatura y de su estudio que se da en Bra-
sil a fines del siglo pasado (por ejemplo, en José Veríssimo, Silvio
Romero, y el mismo Araripe Junior), los estudios literarios con-
temporáneos, sobre todo a partir de 1920, empiezan a perfilarse cada
vez más como una disciplina autónoma de conocimiento. Se for-
talece la reflexión teórica, tanto sobre la función de la literatura (co-
sa que venía ya de antes) como sobre el carácter de sr~estudio (lo que
es más propiamente una reflexión contemporánea). r. :.acritica se va
liberando de su reducción al periodismo y del prejuicio de anci-
laridad, y empieza a integrarse con la historia literaria, para darle
a les estudios una perspectiva más comprensiva y una dimensión
más continen~ .
Los rasgos más significativos de esta primera etapa de la críti-
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ea contemporánea, pueden ilustrarse, en mi opinión, con los aportes
de Pedro Henríquez Ureña y Alfonso Reyes, así como con la refle-
xión y las propuestas teóricas de José Carlos Mariátegui y de Aníbal
Ponce.
llio creemos que sea aventurado sostener que con la publicación
de El Deslinde (1944) de Alfonso Reyes, y de Las corrientes litera-
rias en la América Hispánica (1945, en inglés; la primera edición
en castellano es de 1949) de Pedro Henríquez Ureña, dos obras fun-
damentales para nuestros estudios literarios, culmina esta primera
etapa del período contemporáneo de nuestra crítica literari~No es-
tá demás aquí llamar la atención sobre el hecho de que Las co-
rrientes bien podría considerarse como la primera obra importante
que en el medio hispanoamericano se plantea programáticamente
una visión latincamericanista, integrando en el examen del proce-
so cultural la producción literaria del Brasil. Pero además importa
recordar que en el espacio luso-arnericano se publica en 1942 la pri-
mera obra en portugués de Otto Maria Carpeaux, A cinza do purga-
tár o
que, al decir de Alfredo Bosi, aparece hoy como un divisor de
aguas entre modos de leer menores y (. .. ) provincianos, y una con-
ciencia crítica poderosa de la literatura como sistema enraizado en
la vida y en la historia de la
sociedad : .
Tampoco estará de más recordar, aunque no sea más que de pa-
so, que an esos años se publican varias obras, sea originales o en
traducciones, que contribuyen a fortalecer la nueva conciencia crí-
tica..y
que, desde nuestra perspectiva ilustran elocuentemente tanto
el nivel alcanzado como el interés que el estudio profesional de la
literatura va adquiriendo en los medios intelectuales. Un libro co-
mo el de Amado Alonso (nacido en España, pero avecindado en Ar-
gentina), Poesía y estilo de Pablo Neruda que se publica en Buenos
Aires en 1940, independientemente del grado de aceptación que hoy
tengan sus criterios y métodos, sitúa el ejercicio crítico literario en
un nivel de rigor y profesionalismo que no puede ignorarse. Tam-
bién por esos años se traduce del alemán una colección de trabajos
sobre problemas teóricos y metodológicos que tuvo gran importancia
para el medio latinoamericano; nos referimos a la recopilación de
Emil Ermatinger que con el título de Filosofía de la Ciencia Lite-
raria publica en México, en 1946, el F.C.E. En Brasil Alceu Amo-
roso Lima (Tristán de Athaide), un coetáneo de Reyes, Henríquez
Ureña, Mariátegui, Ponce y Alonso, publica O crítico literário
(1945), mientras que un alemán residente en Venezuela, lJlrich
7. Alfredo Bosi. Historia concisa da literatura brasileira , (Sao Paulo: Editora Cul-
trix, 3a. ed., 1985), p. 55l.
UNA NUEVA CONCIENCIA CRIDCO-LITERARlA
Leo, da a conocer en 1942 sus reflexiones sobre El problema de la
historia literaria Estudios filológicos sobre letras venezolanas.
Caracas, 1942) y en Argentina se traduce ese mismo año la Socio-
logía de la novela
de Roger Caillois.
Para no pecar de prolijos, demos término aquí a este somero
examen. _
Creemos que lo dicho puede ser suficiente para darnos cuenta
que este quinquenio, de 1940 a 1945 es un momento en el cual se
muestra en forma madura el resultado de una gestión intelectual
que cubre casi toda la primera parte del presente siglo: la obra de
una generación de pensadores y críticos que se forman sobre todo en
los primeros decenios del siglo XX, cuando el horizonte histórico y
cultural está marcado por hechos como la Revolución Mexicana, la
Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la Reforma Uni-
versitaria, el fortalecimiento de las capas medias y del movimiento
obrero latinoamericano, la polémica de las vanguardias, el mar-
xismo y el leninismo, el idealismo bergsoniano, etc. Esta gene.ra-
ción -Ilamémosla así, por comodidad expositiva y sin mayores irn-
plicaciones teóricas- desarrolla su trabajo y elabora su propuesta
intelectual en la confusa etapa de entreguerras, crisis mundial del
29 incluida e incluida también la guerra de España. En estos años
el mundo ~siste a la consolidación de la hegemonía norteameri-
cana en el sistema económico mundial, y, al mismo tiempo, a dos
proce-sos paralelos y anfiig6niees-qUe concitan interés e inquietud:
la di-fícil y conflictiva afirmación de una sociedad socialista,
- afectada por el stalinismo, y la arrogante y ominosa expansión del
fas-cismo.
Todos estos elementos, que diseñan el horizonte histórico
y
que
ilustran las fuerzas y tendencias contradictorias que pugnan en el
mundo de esa época, afectan también, con algunas paraticularida-
des propias, la vida en América Latina, y en consecuencia la acción
y el pensamiento de sus intelectuales y hombres de letras.
Si tomamos en cuenta estas condiciones contradictorias y con-
fusas en que los críticos y estudiosos de entonces ejercen su función,
será posible que nos expliquemos por qué no vamos a encontrar una
orientación o una tendencia común que unifique las propuestas que
se concretan en ese momento. Sin embargo, y a pesar de que, como
hemos dicho las obras mencionadas representan diversas y aun
contradictori~s vertientes orientaciones y proyectos, no puede dejar
de reconocerse que en este conjunto se consolida un momento im-
portante y crucial en el proceso constitutivo de nuestra actual crítica
..literaria: logra alcanzar un importante nivel de autonomía como
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disci lina Y..muestra un alto grado de rig.o..r..._PLo.f.e..sionalisJlliLJ[
madurez.
Este hecho es lo que explica el que ya a fines de la década del 40
no sólo surjan intentos de balance y valoración -síntoma de que hay
ya una etapa consolidativa-, sino que en estos intentos de hacer un
balance se la vea corno una crítica hispanoamericana , es decir,
en una -dimensión menos local, más integradora, más continental.
Pero en esos mismos años, los años en que culmina, en cierto
modo, la obra de los intelectuales que, nacidos a fines del siglo pa-
sado, forman las bases de la crítica corno praxis contemporánea,
empiezan a surgir también las primeras propuestas que muestran
el surgimiento de una nueva etapa en el proceso.
A título de ejemplo, ilustrativo pero no único, podemos recordar
que en 1945 se publica un libro que, asumiendo el aporte de hombres
corno Alfonso Reyes y Pedro Henríquez Ureña, por una parte, y de
Mariátegui y de Aníbal Ponce por otra, es una de las obras más sig-«
nificativas para comprender la etapa actual de la teoría y la crítica
literaria en Hispanoamérica, Nos referimos a Concepto de la poe-
sía
de José-Antonio Portuondo. Esta obra, escrita en realidad hacia-
1941 Ypublicada por El Colegio de México en 1945, fue la tesis docto-.
ral de Portuondo, y originalmente llevaba un subtítulo que aclara y_
define su proyecto: Introducción a la teoría de la literatura. Por-,
tuondo, que empieza a dictar sus cursos en México en 1944, utiliza
conscientemente -y creadoramente- los aportes y el estímulo de Al-
fonso Reyes, pero les da una orientación nueva, al prolongar táiñ:-:
bién la reflexión de Mariáteguif y de Aníbal Ponce, intelectuales,
ambos que incorporan el marxismo al examen de la vida intelee- ,
tual contemporánea.
Habría que agregar que en esos mismos años, en el ámbito lu-
so-americano iniciaba su carrera otra de las grandes figuras de la
crítica latinoamericana actual: António Cándido. El mismo año
en que se edita el citado libro de Portuondo, 1945, Cándido publica su
Brigada Ligeira iniciando una obra que va a marcar renovadora-
mente la orientación de los estudios literarios en Brasil.
Portuondo y Cándido pueden considerarse dos maestros para
los que hoy representan en su reflexión teórica y en su práctica in-
vestigativa las tendencias más renovadoras de la actual crítica li-
teraria en América Latina. Con ellos se abre sólidamente una eta-
pa en que la búsqueda de autonomía disciplinaria se considera ne-
cesariamente unida a la investigación empírica y documental, y en
8. De alguna manera, el tí tulo de su primer libro,
Proceso de la literatura cubana
(1938), puede considerarse un homenaje al Mariátegui delos
Siete ensayos.
UNA NUEVA CONCIENCIA CRITICO-UTERARIA
9
la que la crítica busca definirse corno una actividad de producción
de conocimientos nuevos, afincada en el estudio de las condiciones
concretas histórica y sociales de la producción artística.
Llegados a este punto nos parece útil hacer un breve paréntesis
aclaratorio.
No estamos intentando trazar un panorama completo y abar-
cador de todo el variado conjunto de propuestas, búsquedas y ten-
dencias que pudieran observarse en los estudios literarios con-
temporáneos en América Latina. La perspectiva desde la que se es-
criben estas líneas es una torna de posición dentro de un proceso del
que formamos parte. Del mismo modo que aún consideramos
valedero para la literatura el diagnóstico de Pedro lienríquez
Ureña, cuando en 1945 sostiene que desde el Modernismo nuestra
literatura ha seguido (. .. ) dos caminos: uno en el que se persiguen
sólofines puramente artísticos; otro en el que los fines en perspecti-
va son social
r
f 9 , también creemos que desde entonces es posible
discernir en crítica latinoamericana dos tendencias básicas:
una que se resuelve corno ejercicio más o menos inmanente de aná-
lisis y explicación de estructuras formales y de lenguaje (conci-
biéndose corno una especie de actividad vicaria, ancilar y en algún
grado parasitaria con respecto a la literatura, a las obras litera-
rias); y otra que busca definirse corno una actividad de producción
de conocimientos válidos sobre la literatura vista corno un fen6-
meno
histórico
y social (por lo que trata de autonomizarse como dis-
ci:lila deTas-eierreias sociales y constituirse en una forma de sa-
ber).
Creo que la primera de estas tendencias, con sus varias concre-
ciones y propuestas, también inicia una nueva etapa en esos mis-
mos años', lo que puede ejemplificarse en la obra de intelectuales co-
mo Enrique Anderson Imbert o María Rosa Lida. Esta tendencia es
la que en la actualidad se prolonga en propuestas corno las de Cedo- .
mil Goic, Guillermo Sucre o Lisa Block de Behar. Y menciono
nombres de conocido prestigio académico -porque también abundan
los pajes y sacristanes- para establecer que no pretendo hacer una
descalificación intelectual, sino ser consecuente con mi convicción
de que las diversas propuestas que se inscriben en esta línea son
algo así como Holzewege, para decirlo heideggerianamente,
caminos que no conducen a ninguna parte. No veo en estas propues-
tas .elementos que fortalezcan el desarrollo de nuestra disciplina,
sino más bien ramificaciones sofisticadas pero conservadoras de
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9. Pedro Henríquez Ureña.
Las orrientes literarias en la A :¡ ¡éricaHispánica,
(México: Fondo de Cultura Económica, 1964), p. 182. •
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NEIroNanuO
una ideología profundamente tradicionalistaív.
cerramos aquí este paréntesis.
Como hemos dicho, creemos que es posible establecer que a par-
tir del hito que significa la Segunda Guerra Mundial se abre una
nueva etapa en el proceso que sigue nuestra crítica literaria. Por
eso, la situación actual -que algunos califican de crisis- y los ac-
tuales debates deben ser comprendidos, a mi juicio, como parte del
necesario desarrollo de la etapa que entonces se inicia.
Pero esta más reciente preocupación a que hacíamos referencia
al comienzo, esto que pudiéramos llamar la formación de una nue-
va concrencia crítico-literaria, se vincula también a un aconteci-
miento histórico relativamente reciente, qU,eviene a de~nd~r las
aguas, y obliga a un reajuste de los criterios dominantes e~
dio ilustrado acerca del carácter y función de la crítica literaria en
la América Latina que hoy vivimos y habitamos. Nos referimos al
conjunto de cambios que se producen en los años 60.
El decenio de los años 60 es, desde muchos puntos de vista, un
momento crucial en la vida de la sociedad contemporánea. Lo que
se ha llamado la revolución científico-técnica se ubica en esos
años; en esos años también se acelera de un modo dramático el pro-
ceso de liberación y entrada en la escena mundial de las naciones
llamadas del tercer mundo ; y en América Latina, la Revolución
Cubana
(1959)
marca el inicio de una nueva etapa en las luchas
continentales.
No es este el lugar ni el momento para hacer un recuento cabal
de los hechos y de la significación de los años 60 en la vida contem-
poránea. Lo que queremos es llamar la atención sobre algo: la
aplastante mayoría de los nombres que participan de la actual preo-
cupación por renovar el carácter y funciones de la crítica latinoa-
mericana corresponden a intelectuales que se forman en esos años.
Sin necesidad de caer en el despeñadero de los mecanicismos ge-
neracionales, no cabe duda que quienes en esos' años estaban en su
adolescencia y juventud se incorporan a un mundo cambiante y que
efectivamente cambia de faz en corto tiempo. Y esa experiencia, di-
recta o indirectamente vivida, hace que en forma casi natural los
criterios y valores hasta entonces hegemónicos sobre la literatura y
la crítica sean sometidos al mismo y necesario cuestionamiento a
que someten todos los valores y criterios hegemónicos, los que apa-
recen como desfasados con respecto a la nueva realidad que surge
: 1
10. . U na interesante ilustración de esto se encuentra en el artículo de Guillerm
o
Sucre La nueva crítica , en César Fernandez Moreno (ed.): América Latina en
su literatura, (México: Siglo XXI Editores, 1972;pp. 259 Y ss.).
UNA NUEVA CONCIENCIA CRITICO·lJTERARIA
en el mundo en general y en América Latina en particular.
De manera que, si bien es cierto que en su perspectiva histórica
el proceso que vive nuestra crítica literaria corresponde a una etapa
cuyos inicios se pueden situar al término de la Segunda Guerra
Mundial, la discusión de estos últimos años se articula a la erner-
gencia de un conjunto de latinoamericanistas que, formados en la
. polémica y cuestionadora experiencia de los años 60, buscan reno-
var los estudios literarios para integrarlos a un proyecto más am-
plio de (auto)conocimiento crítico, identificador y autentificador.
Tal vez por eso mismo, una de las más evidentes y colectivas
notas que caracterizan la nueva conciencia que se va formando en
la promoción de críticos latinoamericanos surgidos de los 60 se
pueda encontrar en la forma específica en que se manifiesta su pre-
ocupación por América Latina. Este interés por América Latina no
se reduce a una tradicional y algo metafísica búsqueda de identidad
(implicítamente basada en una concepción no histórica
da
lo lati-
noamericano como una esencia, algo dado, fijo, permanente), sino
que se va concretando cada vez más en un proceso muy real de
identificación. Una identificación con el presente, con el aquí y el
ahora, pero que al ser asumida consecuentemente los lleva a propo-
nerse un estudio crítico del pasado, de la historia, de la tradición, de
las raíces'T+.
Por ello es que en esta promoción de críticos literarios, más que
una nueva crítica -corno a veces se suele decir- lo que se postula es
algo así como una nueva lectura de la realidad. Y lo que explica
esta insistente preocupación actual por el estatuto teórico y científico
de la disciplina es tanto un desacuerdo con el carácter y las funcio-
nes que la ideología dominate le asigna a la crítica como una dis-
conformidad con la imagen heredada de nuestra literatura y de
nuestra historia. Por eso es que este desacuerdo y esta riisconformi-
dad van más allá. de una querella metodológica con.1a tradición
crítica dominante: se trata de un desacuerdo radical con los presu-
puestos ideológicos que aún determinan la función de los estudios
literarios para un sector cuantitativamente numeroso -y en muchos
lugares hegemónico- de la crítica latinoamericana.
Por eso es que nos parece importante tomar conciencia de que,
al mismo tiempo que. se busca romper con una línea del pensamien-
11. Essignificativo el hecho de que si bien casi todos estos actuales críticos a los que
nos estamos refiriendo hicieron sus primeras armas profesionales escribiendo so-
bre la literatura de los-Bu en la actualidad la mayoría de ellos se encuentra, de una
u otra manera, proponiendo renovadas lecturas de las letras coloniales, de la poesía
prehispánica o de la literatura y el pensamiento del siglo XIX.
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r
NEIroN
ffiJRIO
te crítico literario, es necesario establecer los nexos con aquellas
propuestas que en nuestra historia crítico-literaria permiten legi_
timar la actual inquietud renovadora corno continuación de un le-
gado que forma parte de nuestra tradición cultural: integrar el co-
nocimiento de nuestra literatura al proceso de identificación inte-
gradora de los latinoamericanos.
_ ¡1
Hacer de los estudios literarios una disciplina de conocimian,
to, de producción de conocimientos nuevos, y colocar estos conoci- l
mientas al servicio de un proceso de identificación y de formación ¡
de una conciencia integradora, son tareas urgentes para dar res- I
puesta a las actuale~ ,necesidades culturale,s. de ~uestr~ A érica.. 1
Esta preocupacion por hacer de la crftica literaria un activi-
dad de conocimiento (que en los críticos latinoamericanos ori-
gen puede considerarse también parte de un proceso de autocono-
cimiento), una actividad intelectual identificadora, es lo que marca
la actitud con que los críticos actuales buscan enfrentar el estudio de,
la literatura de América Latina. Y es esto lo que le da un nuevo sent
tido y una nueva función a su ejercicio, a .su estudio, y lo que puede
hacerlo, en propiedad de términos,
ctu l
Tomar conciencia de' [
ello, asumirlo conscientemente y activamente es importante en,
nuestros días, por lo menos para deslindar en las actuales busque-
das, distinguiendo aquellas propuestas que son sólo un afán de:
puesta al día , un aggiornamento terminológico o instrumental
de la ideología dominante, de las que forman parte de un nuevo pro-:
yecto, un proyecto que busca integrar los estudios literarios a las ne :
cesidades urgentes de la actual conciencia latinoamericana, ~¿
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