Solounachicasellevarálacorona.
Lasituaciónenpalacioescadavezmáspeligrosa.LosrebeldesatacantantoporelnortecomoporelsuryAmerica,laschicasquesiguenenlaSelecciónyMaxonseencuentranenverdaderopeligro.
Mientrasestasituaciónsevuelvecadavezmásacuciante,ladisyuntivaenlaqueseencuentraAmericatampocoesmuchomejor:debeescogerentresuprimer amor, Aspen, y el príncipe Maxon, quien poco a poco ha idoconquistándola.Esosintenerencuentaqueelpríncipedebeescogerlaaellatambién de entre las seis seleccionadas que podrían convertirse en suesposayqueaúnpermanecenenpalacio.
Luchaspolíticas,amor,violencia,dudas…Americadeberátomardecisionesquecambiaránelcursonosolodesuvida,sinodetodoaquelquelarodea.
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KieraCass
LaElegidaLaSelección-3
ePubr1.1macjaj22.09.14
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Títulooriginal:TheOneKieraCass,2014Traducción:JorgeRizzoFotografíadeportada:GustavoMarxDiseñodeportada:ErinFitzsimmons
Editordigital:macjajePubbaser1.1
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ParaCallaway.Elchicoquetrepóalacasadelárboldemicorazón
ymeconvirtióenlacoronadelsuyo.
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Capítulo1
Estábamos en elGranSalón, soportando una nueva lección de protocolo, cuandounosladrillosatravesaronlaventana.Eliseselanzóalsueloysearrastróendirecciónalapuertalateral,sollozando.Celestesoltóunchillidoycorrióatodaprisahacialaparte de atrás, librándose por poco de una lluvia de cristales.Krissme agarró delbrazoytiródemí,yyosalícorriendotrasellaendirecciónalapuerta.
—¡Rápido,señoritas!—gritóSilvia.Apenas unos segundos después, los guardias ya se habían apostado junto a las
ventanasyhabíanempezadoadisparar;elruidoresonabaenmisoídoscomouneco.Fuera con armasde fuegoo conpiedras, cualquier ataque en las proximidades delpalaciosignificabalamuerteparalosagresores.Nohabíaclemenciaparaellos.
—Odiocorrerconestoszapatos—murmuróKriss,conelvestidorecogidosobreelbrazoylamiradapuestaenelotroextremodelsalón.
—Puesunadenosotrasvaatenerqueacostumbrarseahacerlo—dijoCelesteconlavozentrecortada.
Levantélamiradaalcielo.—Sisoyyo,piensollevarzapatillasdeportivastodoslosdías.Yaestoyharta.—¡Menoscharlar!¡Muévanse!—nosordenóSilvia.—¿Cómovamosabajardesdeaquí?—preguntóElise.—¿YMaxon?—añadióKriss,jadeando.Silvianorespondió.Laseguimosporunlaberintodepasillos,buscandounpasaje
al sótano, observando a los guardias que nos cruzábamos y que corrían en sentidocontrario.Nopudeevitaradmirarlos,asombradaporsuvalor.Corríanhaciaelpeligroparaprotegeraotraspersonas.
Losguardiasquepasabananuestroladomeparecíantodosiguales,hastaqueunpardeojosverdessecruzaronconlosmíos.Aspennoparecíaasustadoninervioso.Habíaunproblemaysedisponíaaponerlesolución.Asíeraél,sinmás.
Elcrucedemiradasfuerápido,perobastó.ConAspeneraasí.Enunadécimadesegundo,sinunapalabradepormedio,podíadecirle:«Tencuidadoynotepongasenpeligro».Y,sindecirnada,élrespondía:«Losé.Túpreocúpatedeponerteasalvo».
Aunque no tenía grandes problemas con las cosas que no hacía falta que nosdijéramos,nomeibatanbienconlascosasquesínosdecíamosenvozalta.Nuestraúltimaconversaciónnohabíasidoprecisamenteagradable.Yohabíaestadoapuntodeabandonarelpalacioylehabíapedidoquemedieraalgodeespacioparasuperar
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lo de la Selección. Sin embargo, al final me había quedado y no le había dadoexplicaciónalguna.
Quizáseleestuvieraacabandolapacienciaconmigo,esahabilidadqueteníaparaver solo lo mejor de mí. Y yo tenía que hacer algo para arreglarlo. No podíaimaginarmeunavidasinAspen.Inclusoahora,queesperabaqueMaxonmeeligieraamí,unmundosinélmeresultabainimaginable.
—¡Aquíestá!—exclamóSilvia,empujandounpanelocultoenunapared.Emprendimoseldescensoporlasescaleras,conEliseySilviaalacabeza.—¡PorDios,Elise,aligera!—gritóCeleste.Mehabríagustadopoderenfadarmeconellaporsumalcarácter,perosabíaque
todasestábamospensandolomismo.Amedidaquenossumergíamosen laoscuridad, intentabahacermea la ideade
las horas que perderíamos, ocultas como ratones. Seguimos bajando. El ruido denuestraspisadascubríaelde losdisparos,hastaqueunavozdehombresonóen loaltodelasescaleras.
—¡Alto!Kriss y yo nos giramos a la vez, a la expectativa, hasta que distinguimos el
uniforme.—¡Parad!—dijoella—.¡Esunguardia!Nosdetuvimos,respirandoconfuerza.Porfinllegóanuestraaltura,jadeandoél
también.—Losiento,señoritas.Losrebeldeshansalidocorriendoencuantohanoídolos
primerosdisparos.Supongoquehoynotendríanganasdeguerra.Silviasepasólasmanosporelvestidoparaalisárseloyhablópornosotras:—¿Hadecididoelreyqueesseguro?Sino,estáponiendoustedaestaschicasen
peligro.—Eljefedelaguardiahadadolaorden.Estoysegurodequesumajestad…—Ustednohablaporelrey.Venga,señoritas,siganadelante.—¿Enserio?—pregunté—.¿Vamosabajarahíparanada?Meechóunamiradaquehabríabastadoparadejarheladosalosrebeldes,porlo
quedecidícerrarlaboca.EntreSilviayyosehabíacreadociertaamistad,yaqueella,sinsaberlo,mehabíaayudadoadistraermedeMaxonyAspenconsusclasesextra.Pero después de mi pequeño tropiezo en el Report unos días antes, parecía queaquellohabíaquedadoennada.Segiróhaciaelguardia:
—Tráigame una orden oficial del rey. Entonces volveremos. Sigan caminando,señoritas.
Elguardiayyointercambiamosunamiradaexasperadaycadaunosefueporsulado.
Silvia no semostró en absoluto arrepentida cuando, veinteminutosmás tarde,
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vinootroguardiaynosanuncióquepodíamossubircuandoquisiéramos.Estaba tan furiosa con toda aquella situación que no esperé a Silvia ni a las
demás.Subílasescaleras,salíalaplantabajaporlaprimerapuertaqueencontréyseguíhastamihabitación,conloszapatosaúnenlamano.Misdoncellasnoestaban,perohabíaunabandejitadeplatasobrelacama,conunsobreencima.
Reconocí inmediatamente la escritura de May y rompí el sobre para abrirloenseguida,devorandosuspalabras:
Ames:¡Somos tías! Astra está perfectamente. Ojalá estuvieras aquí para
verla en persona, pero todos entendemos que ahoramismo tienes quequedarteenpalacio.¿CreesquepodremosvernosenNavidad?
¡Yanofaltatanto!TengoquevolverparaayudaraKennayJames.¡Laniñaesmonísima!Aquítienesunafoto.¡Tequeremos!
MAY
Lafotografíaestabadetrásdelanota.Eraunaimagensatinadaenlaqueaparecíatodalafamilia,salvoKotayyo.James,elmaridodeKenna,parecíaeufórico,juntoasuesposayasuhija,conlosojoshinchados.Kennaestabasentadaenlacama,conaquelbultitorosaenlosbrazos,encantadayalmismotiempoexhausta.Papáymamáestabanradiantesdeorgullo,yelentusiasmodeMayydeGerad tambiénresultabaevidente.Porsupuesto,Kotanosehabíapresentado;noteníanadaqueganar.Peroyodeberíahaberestadoallí.
Ynoestaba.Estabaaquí.Yavecesnoentendíaporqué.MaxonseguíaviéndoseconKriss,a
pesardetodoloquehabíahechoparaquemequedara.Losrebeldesnodejabandelanzarataquesdesdeelexterior,poniendoenriesgonuestraseguridad,yallídentroeltrato gélido queme dispensaba el reymermabami confianza tanto omás que losataques. Además estaba Aspen, siempre presente, algo que tenía quemantener ensecreto.Ytodasaquellascámarasportodaspartes,robándonospedacitosdevidaparaentreteneralpueblo.Meveíapresionadaportodoslados,ymeestabaperdiendotodoloquesiempremehabíaimportado.
Reprimíunaslágrimasderabia.Estabacansadadellorar.Loquehabíaquehacereratomarmedidas.Elúnicomododearreglarlascosas
eraquelaSelecciónllegaraasufin.Aunquedevezencuandoaúnmepreguntabasirealmentequeríaserlaprincesa,
noteníaningunadudadequequeríaestarconMaxon.Asípues,nopodíaquedarmesentada a esperar que ocurriera.Me puse a caminar arriba y abajo, recordandomi
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últimaconversaciónconelrey,esperandoaquellegaranmisdoncellas.
Apenaspodíarespirar,asíquesabíaquelacomidanomeentraría.Perovalíalapena el sacrificio.Necesitaba avanzar y tenía quehacerlo rápido.Según el rey, lasotras chicas estaban acercándose cada vez a Maxon—físicamente—, y me habíadejadoclaroqueyoerademasiadovulgarcomoparapodercompetireneseterreno.
ComosimirelaciónconMaxonnofuera lobastantecomplicada,sepresentabaun nuevo problema: el de recuperar su confianza. Y no estaba segura de si esosignificabaquenodebíahacerpreguntas.Aunqueestababastanteseguradequenoeraciertoquehubiera llegadomuy lejos físicamentecon lasotras chicas,nopodíaevitar preguntármelo. Nunca había intentado usar mis armas de seducción —prácticamentetodoslosmomentosdeintimidadquehabíatenidoconMaxonhabíansurgidosinproponérnoslo—,peroteníalaesperanzadeque,silohacíaapropósito,dejaríaclaroquetenía,cuandomenos,elmismointerésenélquelasdemás.
Respiréhondo,levantélabarbillay,decidida,medirigíalcomedor.Lleguéunoodos minutos tarde, deliberadamente, con la esperanza de que todos estuvieran yasentados.Calculébien.Yobtuveunareacciónmejordelaesperada.
Saludéconunareverencia,echandolapiernaatrás,demodoqueseabrieralarajadelvestido,dejandoalavistacasitodoelmuslo.Elvestidoeradeunrojointenso,sintirantesyprácticamentecontodalaespaldaaldescubierto.Estabaseguradequemisdoncellashabíanusadopoderesmágicosparaconseguirquenosecayeracontanpocos apoyos. Levanté la cabeza y crucé la mirada conMaxon, que—observé—habíadejadodemasticar.Aalguienselecayóeltenedor.
Bajélavistaymedirigíamiasiento,juntoaKriss.—¿Yeso,America?—mesusurróella.—¿Perdón? —respondí, inclinando la cabeza en su dirección, fingiendo no
entender.Dejóloscubiertossobreelplatoyambasnosmiramosalosojos.—Estásmuyordinaria.—Bueno,puestúestáscelosa.Debídedarcasienelblanco,porquese ruborizóunpocoantesdevolvera su
plato. Le di algunos bocaditos al mío, sin poder tragar mucho por la presión delvestido.Cuandomecolocaronelpostredelante,decidídejardeevitaraMaxon,que,talcomoesperaba,teníalosojospuestosenmí.MiréporunmomentoalreyClarksoneintenténosonreír.Estabafurioso;habíavueltoaconseguirlo.
Fui la primera en excusarmey abandonar la sala; asíMaxonpodría admirar lapartetraserademivestido.Medirigíenseguidaamihabitación.Cerrélapuertatrasdemíy,deinmediato,mebajélacremalleradelvestido,desesperadaporrespirar.
—¿Cómohaido?—preguntóMary,acercándoseatodaprisa.
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—Parecíaimpresionado.Todosloparecían.Lucyreprimióunchilliditodealegría.AnneacudióaayudaraMary.—Nosotras losostenemos.Usteddéunpasoadelante—meindicó.Hice loque
medijo—.¿Vaavenirestanoche?—Sí.Noestoyseguradecuándo,perosindudavendrá—respondí,sentadaenel
borde de la cama, con los brazos cruzados sobre el vientre para evitar que semecayeraelvestidodelasmanos.
Annepusocaradetristeza.—Sientoquetengaqueestarincómodaunashorasmás.Peroestoyseguradeque
valdrálapena.Sonreí, intentando dar la impresión de que soportaba bien el dolor. Les había
dichoamisdoncellasquequeríallamarlaatencióndeMaxon.Loquenoleshabíacontado es que, con un poco de suerte, esperaba que aquel vestido acabara en elsuelo.
—¿Quiere que nos quedemos hasta que llegue? —preguntó Lucy, con unentusiasmodesbordante.
—No, solo necesito que me ayudéis a enfundarme de nuevo esto. Tengo quepensarunascuantascosasafondo—respondí,poniéndomedepieparaquepudieranayudarme.
Maryagarrólacremallera.—Cojaaire,señorita.Obedecí.Sentirdenuevolapresióndelvestidomehizopensarenunsoldadoque
seprepararaparalaguerra.Diferentearmadura,peroelmismofin.Y,esanoche,elenemigoalquedebíaderrotareraunsolohombre.
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Capítulo2
Abrí las puertas del balcón para que el aire entrara en mi cuarto y limpiara elambiente.Aunqueeradiciembre,soplabaunasuavebrisaquemehacíacosquillasenla piel. Ya no se nos permitía salir, ni siquiera acompañadas de guardias, así quetendríaqueconformarmeconaquello.
Me paseé nerviosa por la habitación, encendiendo velas, intentando crear unambienteacogedor.Porfin llamarona lapuerta.Apaguélacerilla.Saltéa lacama,cogíunlibroyextendímivestido.Porqueclaro,Maxon,asíeracomomeponíayosiempreparaleer.
—Adelante—dije,levantandolavozlomínimocomoparaquemeoyera.Maxonentróyyolevantélacabezaligeramente,observandosugestodesorpresa
alpasearlamiradaporlahabitaciónenpenumbra.Porfinmemiróysusojosfueronsubiendodesdelapiernaqueteníaalavista.
—¡Hola!—dijeyo,cerrandoellibroyponiéndomeenpieparasaludarle.Élcerrólapuertayentró,sinpoderapartarlamiradademiscurvas.—Soloqueríadecirtequehoytienesunaspectofantástico.Meechéelpeloatrásconungestodespreocupado.—Oh,¿esto?Estabaenelfondodelarmario;nosabíaniquelotenía.—Puesmealegrodequelohayassacado.Lecogídelamanoynuestrosdedosseentrecruzaron.—Venasentarte.Últimamentenonoshemosvistomucho.—Sí, lo siento —dijo él con un suspiro, siguiéndome—. La situación se ha
complicadounpocoalperdera tantagenteenelúltimoataquerebelde,yyasabescómoesmipadre.Hemosenviadobastantesguardiasaprotegeravuestrasfamilias,yno tenemos suficientes hombres, así que está de peor humor que nunca. Y mepresionaparaquepongafinalaSelección,peroyonoquieroceder.Necesitotiempoparapensármelobien.
Nossentamosenelbordedelacama.Meacerquéaél.—Claro.Deberíassertúquienlodecidiera.—Exacto—asintió—.Séquelohedichomilveces,pero,cuandomepresionan,
mepongodelosnervios.—Ya—dije,frunciendoloslabios.Él hizo una pausa y puso una cara que no supe interpretar. Estaba intentando
decidir cómo acelerar las cosas sin que tuviera la impresión de que le presionaba,
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peronoestabaseguradecómocrearunasituaciónromántica,porasídecirlo.—Sé que es una tontería, pero hoy mis doncellas me han puesto un nuevo
perfume. ¿Te parece demasiado intenso?—pregunté, ladeando el cuello para quepudieraacercarseyaspirarlo.
Élseacercó.Sunarizrozóuntrocitodemipiel.—No,cariño;esestupendo—dijo,conlabocaaúnenlacurvaentreelcuelloyel
hombro.Entoncesmebesóallímismo.Traguésaliva,intentandonoperderlaconcentración.Nopodíadistraerme.—Mealegrodequeteguste.Teheechadomuchodemenos.Sentísumanorecorriéndomelaespaldaybajélacara.Ahíestaba,mirándomea
losojos;nuestroslabiosestabanapenasaunosmilímetrosdedistanciaentresí.—¿Cuántomehasechadodemenos?—susurró.Aquellamiradayelsusurrodesuvozhicieronquemicorazóndieraunrespingo.—Mucho—lesusurré—.Mucho,mucho.Meechéadelante,deseandoquemebesara.Maxonparecíasegurodesímismo,
acercándomeaélconlamanoqueteníaenmiespaldayacariciándomeelcabelloconla otra. Mi cuerpo quería fundirse en un beso, pero el vestido me lo impedía.Entonces,deprontonerviosaotravez,recordémiplan.
Deslizando las manos por los brazos de Maxon, guie sus dedos hasta lacremalleraenlapartetraserademivestido,esperandoqueconesobastara.
Susmanossequedaronallíunmomento;sinembargo,cuandoestabaapuntodedecirlequebajaralacremallera,soltóunacarcajada.
Aquellarisamehizoreaccionardepronto.—¿Quéestandivertido?—pregunté,horrorizada,intentandobuscarlamanerade
recuperarelalientosinquesenotara.—¡De todo lo que has hecho en palacio, esto es sin duda lomás divertido!—
respondióMaxon, encogiéndose y dándose una palmada en la rodilla, como si nopudieradominarlarisa.
—¿Cómodices?Mediounbesoenlafrente,confuerza.—Siempremehabíapreguntadocómoseríacuandolointentaras—dijo,yseechó
areírdenuevo—.Losiento,tengoqueirme.—Hastasuposturadenotabalobienqueseloestabapasando—.Teveréporlamañana.
Yentoncessefue.¡Sefue,sinmás!Me quedé allí sentada, mortificada. ¿Qué me había hecho pensar que podía
conseguirlo? Vale,Maxon no lo sabía todo de mí, pero por lo menos conocía miformadeser…ydesdeluegoqueyonoeraasí.
Mequedémirandoaquelvestidoridículo.Eramuyexagerado.NisiquieraCelestehabría llegado tan lejos. Llevaba el cabello demasiado arreglado, un maquillaje
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excesivo.Maxonhabía sabido loqueyo intentabahacerdesde elmomento enquehabíaentradoporlapuerta.Suspirando,mepaseéporlahabitación,apagandovelasypreguntándomequécaraponeraldíasiguiente,cuandoleviera.
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Capítulo3
Meplanteéalegarunagastritis.Oundolordecabeza insoportable.Unataquedepánico.Loquefueraparaevitartenerquebajaradesayunar.
Entonces pensé en Maxon, que siempre decía que había que afrontar losproblemas.Aquelloeraalgoquenosemedabaespecialmentebien.Perosialmenosbajabaadesayunar,siconseguíaaparecer…,bueno,quizásélapreciaraelgesto.
Conlaesperanzadepoderrepararenloposiblelodeldíaanterior,lespedíamisdoncellas que me pusieran el vestido más comedido que tuvieran. Solo con esotuvieronclaroquenodebíanpreguntarsobrelanocheanterior.Elcuelloeraalgomásaltode loque solíamos llevarenAngelesconaquel tiempocálido,y teníamangasque me llegaban casi hasta los codos. Era una ropa alegre, con flores, justo locontrarioqueeldelanocheanterior.
Apenas pude mirar a Maxon al entrar al comedor, pero al menos mantuve lacabezaalta.
Cuandopor finmiré en su dirección, élme estabaobservando, conunamuecadivertida en el rostro. Mientras masticaba, me guiñó un ojo; yo volví a bajar lacabeza,fingiendoungraninterésenmiquiche.
—Mealegrodevertehoyconturopadesiempre—meespetóKriss.—Yomealegrodevertedetanbuenhumor.—Pero¿quéesloquetepasa?—mesusurró.Abatida,merendí:—Hoynoestoydehumorparaesto,Kriss.Noinsistas.Porunmomentoparecíaqueibaareplicar,perodebiódepensarquenovalíala
pena. Irguió un poco más el cuerpo y siguió comiendo. Si yo hubiera triunfadomínimamentelanocheanterior,habríapodidojustificarmisacciones;pero,talcomoestabanlascosas,nopodíasiquierafingirmeorgullosa.
Corrí el riesgo y volví amirar aMaxon.Aunque él nomemiraba, seguía conaquellamuecadivertidamientrascomía.Aquelloerademasiado.No ibaapasarmetodo el día sufriendo. Decidí fingir un desvanecimiento o un dolor de estómagorepentinoquemepermitierasalirdeallí,perodeprontoentróuncriado.Llevabaunsobreenunabandejadeplata,ehizounareverenciaantesdesituarlajustofrentealreyClarkson.
Elreycogiólacartaylaleyóenseguida.—Malditosfranceses—murmuró—.Losiento,Amberly,parecequevoyatener
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queirmedeinmediato.—¿Otroproblemaconelacuerdocomercial?—preguntóella,sinlevantarlavoz.—Sí. Pensé que ya había quedado zanjado hacemeses. Esta vez tenemos que
mantenernosfirmes—dijo,poniéndoseenpie.Lanzólaservilletasobreelplatoysedirigióalapuerta.
—Padre—intervinoMaxon,poniéndoseenpieasuvez—,¿noquieresquevayacontigo?
Amíyamehabíasorprendidoqueelreynolehubieraordenadoasuhijodemalamaneraquelesiguieraalsalir,habituadacomoestabaaaquellaformaparticularqueteníadedarleinstrucciones.SegiróhaciaMaxon,conlamiradafríayuntonodevozgélido.
—Cuandoestéslistoparacomportartecomounrey,podrásexperimentarloquehaceunrey—respondió,ysemarchó.
Maxon se quedó de pie un momento, estupefacto y avergonzado por aquelrapapolvoquehabíasufridoenpúblico.Sesentóysedirigióasumadre:
—Adecirverdad,noesquemeapetecieramuchoeseviaje—bromeó,intentandoquitarlehierroalasunto.
Lareinasonrió,comoeraderigor,yelrestodenosotrashicimoscasoomiso.Lasotraschicasacabaronsudesayuno,seexcusaronysedirigieronalaSalade
lasMujeres.CuandosoloquedábamosMaxon,Eliseyyoalamesa,levantélosojosylemiré.Ambosnostiramosdelaorejaalmismotiempo,ysonreímos.Elisesefuepor fin. Nos encontramos en el centro del comedor, ajenos al movimiento de lasdoncellasycriadosquerecogíanlamesa.
—Esculpamíaquenotelleve—melamenté.—Quizá—bromeó—.Créeme,noeslaprimeravezquehaqueridoponermeen
milugar,yseguroqueestáconvencidodequeesabsolutamentenecesario.Aunquenomesorprenderíaqueestavezfuerasolounarabieta.Noquiereperderelcontrol.Ycuantomásseacercaelmomentodequeyoescojaesposa,másprobableesque lopierda.Aunqueambossabemosquenuncasoltarálasriendasdeltodo.
—Tambiénpodríasmandarmeacasa.Nuncatepermitiráescogerme.Aún no le había hablado de la vez en que su padre me había acorralado,
amenazándomedespuésdequeMaxonlehubierapedidoquepermitieraquesiguieraenelpalacio.El reyhabíadejadoclaroquemásvalíaqueno lehablaraanadiedenuestra conversación, y yonoquería provocar su ira, aunque almismo tiempomesentíafatalporocultárseloaMaxon.
—Además—añadí,cruzandolosbrazos—,despuésdelodeanoche,nocreoquetampocotengasmuchasganasdequemequede.
Élsemordióellabio.—Sientohabermereído,pero,laverdad,¿quéotracosapodíahacer?
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—Semepasaronunmontóndecosasporlacabeza—murmuré,aúnavergonzadatrasmiintentodeseducirle—.¡Mesientotantonta!—dije,hundiendolacaraentrelasmanos.
—Para, para —respondió él con suavidad, tirando de mí y abrazándome—.Créeme,resultabamuytentador.Perotúnoeresasí.
—¿Ynodebería serlo?¿Nodebería ser esopartede loque somos?—protesté,conunlamentoahogadosobresupecho.
—¿Yanorecuerdasalachicadelrefugio?—dijoél,bajandolavoz.Sí,peroaquelloerabásicamenteunadespedida.—Habríasidounadespedidafantástica.Di un paso atrás y le di una bofetada de broma. Él se rio, contento de haber
eliminadolatensión.—Másvalequeloolvidemos—propuse.—Muybien.Además,túyyotenemosunproyectocomúnenelquetrabajar.—¿Ah,sí?—Sí,yahoraquemipadreseva,seráunbuenmomentoparaempezaraponer
ideasencomún.—Muybien—contesté,ilusionadaantelaideadeformarpartedealgoenloque
estaríamossoloslosdos.Élsuspiró.Cadavezestabamásintrigada.—Tienes razón. A mi padre no le gustas. Pero puede que tenga que ceder si
conseguimoshacerunacosa.—¿Cuál?—Tenemosqueconvertirteenlafavoritadelpúblico.Levantélamiradaalcielo.—¿Esesoloquetenemosqueconseguir?Maxon,esonovaaocurrir jamás.Vi
una encuesta en una de las revistas de Celeste después de que intentara salvar aMarlee.Lagentenomesoporta.
—Lagentecambiadeopinión.Notedejesabatirporunmomentopuntual.Yo apenas tenía esperanzas en aquello, pero ¿qué podía decir? Era mi única
opción.Almenospodíaintentarlo.—Bueno—accedí—.Peroyatedigoqueestonovaafuncionar.Conunamuecapícara,seacercóamíymediounbesolentoyprolongado.—Yyotedigoquesífuncionará.
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Capítulo4
Fui a laSala de lasMujeres, sin dejar de pensar en el nuevoplandeMaxon.Lareina aún no había aparecido, y las chicas estaban todas pegadas a una de lasventanas.
—¡America,ven!—meapremióKriss.HastaCelestesegiró,sonriendoyhaciéndomegestosparaquemeacercara.Me pareció raro que pudieran estar todas esperándome, pero me aproximé al
grupito.—¡Oh,Diosmío!—exclamé,sinpoderreprimirungritito.—¿Aquesí?—suspiróCeleste.Allíeneljardín,corriendoporelperímetroapechodescubierto,estabanlamitad
delosguardiasdepalacio.Aspenmehabíadichoqueatodoslosguardiaslesponíaninyeccionesparaquesemantuvieranenlamejordelascondicionesfísicasposibles,peroparecíaquetambiénseentrenabanmuchoparaestarenforma.
AunquetodasteníamoslacabezapuestaenMaxon,veraesoschicostanguaposeraalgoquenonosdejabaindiferentes.
—¡Miradelrubito!—dijoKriss—.Bueno,creoqueesrubio.¡Llevaelpelotancorto!
—Amímegustaeste—apuntóElise,sinlevantarlavoz,enelmomentoenqueotroguardiapasabapordelantedenuestraventana.
Krisssoltóunarisitanerviosa:—¡Nomepuedocreerqueestemosviendoesto!—¡Oh,oh!¡Esedeahí,eldelosojosverdes!—dijoCeleste,señalandoaAspen.—Yo bailé con él—recordóKriss, con un suspiro—, y es tan divertido como
guapo.—Yo también bailé con él—presumió Celeste—. Sin duda es el guardia más
guapodetodoelpalacio.Nopudeevitarsoltarunarisita.MepreguntabaquédiríaCelestesisupieraque
AspenanteseraunSeis.Vicómocorríaypenséenloscientosdevecesquemehabíanrodeadoaquellos
brazos.LadistanciaqueseibacreandoentreAspenyyoeracadavezmayor,pero,aun así, no pude evitar preguntarme si no habría forma de conservar unamínimapartedeloquehabíamostenido.¿Quépasaríasillegaraanecesitarlo?
—¿Ytú,America?—preguntóKriss.
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ElúnicoquemellamabarealmentelaatencióneraAspen.Trasaquelladolorosareflexión,aquellomeparecíaalgotonto.Esquivélapregunta.
—Nosé.Todosestánbastantebien.—¿Bastantebien?—replicóCeleste—.¡Tienesqueestardebroma!Estostíosson
delosmásguaposquehevistonunca.—Nosonmásqueunpuñadodechicossincamiseta—respondí.—Sí,bueno,perodisfrútalomientraspuedas.Igualdentrodeunminutonoloves
más.—Puesvaya.Maxon, sincamiseta, está igualdeguapoquecualquieradeestos
chicos.—¿Qué?—exclamóKriss.Apenasunsegundodespuésdequelaspalabrashubieransalidodemiboca,medi
cuentadeloquehabíadicho.Tresparesdeojosseclavaronenmí.—¿Cuándo habéis estado Maxon y tú sin camiseta, exactamente? —preguntó
Celeste.—¡Yonunca!—Pero…¿él sí?—insistióKriss—. ¿De eso iba lo de ese vestido increíble de
ayer?—¡Quézorra!—soltóCeleste.—¿Perdona?—lerepliqué,levantandolavoz.—Bueno, ¿qué quieres que te diga?—me espetó, cruzándose de brazos—. A
menosquenosquierascontartodoloqueocurrió,yporquéestamostanequivocadas.Peronohabíamododeexplicarlo.LasituaciónenlaquehabíaayudadoaMaxon
aquitarselacamisanohabíasidomuyrománticaquedigamos,peronopodíadecirlesalaschicasquelehabíacuradolasheridasquelehabíahechosupadreenlaespalda.Élhabíaguardadoaquelsecretotodalavida.Siletraicionabaylorevelaba,seríaelfindenuestrarelación.
—¡Celesteloteníaacorraladoenunpasillo,yestabamediodesnuda!—laacusé,señalándolaconundedo.
—¿Cómosabeseso?—preguntóella,boquiabierta.—¿Es que todo el mundo se ha desnudado con Maxon? —preguntó Elise,
horrorizada.—¡Yonomehedesnudado!—grité.—Vale—dijoKriss,extendiendolosbrazos—.Estohayqueaclararlo.¿Quiénha
hechoquéconMaxon?Todasnoscallamosunmomento;ningunaqueríaserlaprimera.—Yolehebesado—dijoElise—.Tresveces,peroesoestodo.—Yono lehebesadoniunavez—confesóKriss—.Peroha sidopordecisión
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propia.Éllohabríahecho,silehubieradejado.—¿Deverdad?¿Niunavez?—preguntóCeleste,asombrada.—Niuna.—Bueno,yolehebesadomuchasveces—replicóCeleste,echándoseelcabello
atrás,optandopormostrarseorgullosaenlugardeavergonzada—.Lamejorfueenelvestíbulo, una noche —añadió, mirándome—. No dejábamos de susurrarnos loexcitantequeerasaberquenospodíanpillar.
Por fin todos los ojos se posaron en mí. Pensé en las palabras del rey,sugiriéndomequelasotraschicasestabanmostrándosemuchomáspromiscuasdeloque yo estaba dispuesta a ser. Pero ahora sabía que solo era un arma más en suarsenal,unrecursoparahacermesentirinsignificante.Aquellometranquilizó.
—Suprimerbesomelodioamí,noaOlivia.Noqueríaquenadielosupiera.Ytuvimosalgunos…momentosíntimosmás,yenunodeellosMaxon…sequedósincamisa.
—¿Cómoque se quedó sin camisa? ¿Se le fue volando, por arte demagia?—presionóCeleste.
—Selaquitóél—admití.Celestenoestabasatisfechaconlaexplicación:—¿Selaquitóoselaquitastetú?—Supongoquelosdos.Trasunmomentotenso,Krissvolvióatomarlapalabra:—Bueno,ahorayasabemostodasdóndeestamos.—¿Ydóndeestamos?—preguntóElise.Nadierespondió.—Yo solo quería decir…Todos esosmomentos fueron importantes paramí, y
Maxontambiénloes.—¿Quieresdecirqueparanosotrasnoloes?—replicóCeleste.—Séqueparatinoloes.—¿Cómoteatreves?—Celeste,noesningúnsecretoqueloquetúquiereseselpoder.Estoydispuesta
aaceptarquetegustaMaxon,perolotuyonoesamor.Ati loquete interesaeslacorona.
Sinmolestarseennegarlo,segiróhaciaElise.—¿Ytúqué?¡Atinotehevistonuncanilamásmínimaemoción!—Soy reservada. Tendrías que probarlo alguna vez —respondió Elise, sin
pensárselo.Veraquellachispaderabiaenellahizoquemecayeraaúnmejor—.Enmi familia, todos los matrimonios son concertados. Sabía que eso era lo que meesperaba.Ysetratadejustamenteeso.PuedequeMaxonnomevuelvaloca,perolerespeto.Elamorpuedellegarmástarde.
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Krissparecíaconmovida:—Enrealidadesosuenabastantetriste,Elise.—Noloes.Haycosasmásimportantesqueelamor.Noslaquedamosmirando.Suspalabrasaúnresonabanenelambiente.Yohabía
luchadopormifamilia,yporAspen,y todoporamor.YahorameasustabapensarquetodoloquehacíaenrelaciónconMaxon—inclusolascosasmástontas—estabacondicionado por ese sentimiento. Aun así, ¿y si realmente hubiera algo másimportanteentodoaquello?
—Bueno, a mí no me cuesta admitirlo —soltó de pronto Kriss—: Yo estoyenamoradayquierocasarmeconél.
Estaba atrapada enunadiscusiónqueyomismahabía iniciado.Tenía ganasdequesemetragaralaTierra.¿Porquéhabríaprovocadotodoaquello?
—Muybien,America,suéltalotodo—exigióCeleste.Mequedéhelada,sinapenaspoderrespirar.Tardéunmomentoenencontrarlas
palabras.—Maxonsabeloquesiento.Esoesloimportante.Ella puso lamirada en el cielo, pero no insistió.Desde luego sabía quenome
quedaríacalladasireplicaba.Nos quedamos allí, de pie, mirándonos unas a otras. Hacía meses que había
empezado la Selección, y ahora por fin conocíamos las armas de nuestras rivales.TodashabíamosdescubiertocómoeralarelacióndecadaunaconMaxon,almenosenalgúnaspecto.Ahorapodíamosmirarnostodasalacara.
Un momento después entró la reina, que nos deseó los buenos días. Tras lasreverencias de rigor, todas nos retiramos. Cada una a su rincón, con suspensamientos.Quizáteníaqueserasí,desdeelprincipio.Éramoscuatrochicasyunpríncipe.Tresdenosotrasnos iríamosdeallímuypronto,y solonosquedaríaunahistoriainteresantequecontarsobrecómocaímoseliminadas.
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Capítulo5
Caminaba por la biblioteca del sótano, adelante y atrás, intentando poner laspalabrasenordenmentalmente.SabíaqueteníaqueexplicarleaMaxonloquehabíaocurrido antes deque le llegara la noticia debocade las otras chicas, pero esonosignificabaquemeapetecierateneraquellaconversación.
—Toc,toc—dijo,yentró.Observómigestodepreocupación—.¿Quépasa?—Noteenfadesconmigo—leadvertímientrasseacercaba.Ralentizó el paso y el gesto de preocupación en su rostro se convirtió en
precavido.—Lointentaré.—Laschicassabenquetevi«apechodescubierto»—dije,yviquelapregunta
asomaba en sus labios—. Pero no les dije nada sobre tu espalda—le aseguré—.Habríaqueridohacerlo,porqueahorasecreenqueestamosviviendounapasionadoidilio.
—Bueno,asíescomoacabó—bromeóél.—¡Noterías,Maxon!Ahoramismomeodian.Susojosnoperdieronelbrillo.Meabrazó.—Sitesirvedeconsuelo,noestoyenfadado.Mientrasmeguardeselsecreto,no
me importa.Aunqueme sorprende un poco que se lo explicaras. ¿Cómo surgió eltema?
—Nocreoquedebacontártelo—dije,hundiendolacabezaensupecho.—Hmmm—respondióél,pasándomeelpulgarporlaespalda,arribayabajo—.
Sesuponíaqueteníamosqueconfiarmáselunoenelotro.—Yasíes.Teestoypidiendoqueconfíesenmí:estonoharámásqueempeorar
sitelocuento—respondí.Quizámeequivocara,peroestababastanteseguradeque,si le confesaba aMaxon que habíamos estadomirando a los guardias sudorosos ysemidesnudos,lascuatronosmeteríamosenalgúntipodeproblema.
—Vale—dijoporfin—.Laschicassabenquemehasvistoconeltorsodesnudo.¿Algomás?
Vacilé.—Sabenquefuilaprimerachicaalaquebesaste.Yyosétodoloquehashecho
conellasyloqueno.—¿Qué?—reaccionóél,echándoseatrás.—Cuando se me escapó lo de que te había visto sin camisa, empezaron las
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acusaciones cruzadas, y todas nos sinceramos.Sé que te has besado repetidamentecon Celeste, y que habrías besado a Kriss hace mucho tiempo si te lo hubierapermitido.Saliótodo.
Se pasó la mano por el rostro y dio unos pasos, intentando asimilar aquellainformación.
—¿Así que ahora ya no tengo intimidad ninguna? ¿En absoluto? ¿Porque lascuatrohabéisdecididocompararmarcadores?—Sufrustracióneraevidente.
—Bueno,sitantotepreocupabalahonestidad,deberíasestarcontento.Élsedetuvoysemequedómirando.—¿Cómodices?—Ahora todo está claro. Todas tenemos una idea bastante clara de nuestra
posiciónyyo,enparticular,estoymástranquila.—¿Mástranquila?—dijoél,levantandolamirada.—SimehubierasdichoqueCelesteyyoestábamosmásomenosenelmismo
punto,físicamente,nuncamehabríapresentadoanteticomoanoche.¿Tehacesideadelahumillaciónquesupusoparamí?
Resoplóysepusoacaminararribayabajo.—Por favor,America;hasdichoyhashecho tantas tonteríasquemesorprende
queaúnpuedaspasarvergüenza.Quizáfueraporqueyonohabíatenidounaeducacióntancompleta,perotardéun
segundo en asimilar aquellas palabras. Siempre le había gustado a Maxon, o esodecía.Aunquetodoelmundopensaraquenoeralomásconveniente.¿Noseríaqueéltambiénlopensaba?
—Siesasí,yamevoy—dijeenvozbaja,incapazdemirarlealosojos—.Sientohaberdicholodelacamisa.—Fuihacialapuerta,sintiéndometanpequeñaquenocreíaniquemeviera.
—Venga,America.Noqueríadecir…—No,estábien—murmuré—.Controlarémásloquedigo.Subí lasescaleras,sinsabermuybiensiqueríaqueMaxonviniera trasdemío
no.Nolohizo.Cuando lleguéamihabitación,Anne,MaryyLucyestabanallí,cambiando las
sábanasdelacamaysacandoelpolvo.—Hola,señorita—mesaludóAnne—.¿Quiereunpocodeté?—No,voyasentarmeunmomentoenelbalcón.Sivienealgunavisita,decidque
estoydescansando.Annefruncióelceñounpoco,peroasintió.—Porsupuesto.Estuveunratotomandoelaire,yluegomepusealeerlostextosqueSilvianos
habíapreparado.Dormíunpocoy toquéelviolínun rato.Loque fueracon talde
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evitaralasotraschicasyaMaxon.Conel rey fueradepalacio, senospermitíacenaren lahabitación,asíqueeso
hice.Cuandoestabadandocuentademipollocon limónypimienta, llamarona lapuerta.Quizáfueramipropiaparanoia,peroestabaseguradequeseríaMaxon.Enaquelmomentonopodíaverle,deningúnmodo.AgarréaMaryyAnnedelbrazoymelasllevéalbaño.
—Lucy—susurré—,dilequemeestoydandounbaño.—¿Aquién?¿Unbaño?—Sí.Noledejéisentrar.—¿Quéesloquepasa?—dijoAnne,mientrasyocerrabayapoyabalaorejaenla
puerta.—¿Oísalgo?—pregunté.AnneyMaryimitaronmigestoparaversioíanalgointeligible.OílavozdeLucyamortiguadaporlapuerta;luegopuselaorejajuntoalarendija
ysuconversaciónsevolviómuchomásclara.—Estáenelbaño,alteza—respondióLucy,sinalterarse—.EraMaxon.—Oh.Esperabaqueaúnestuvieracomiendo.Penséquequizápodríacenarcon
ella.—Hadecididodarseunbañoantesdecenar—respondióLucy,conunpequeño
temblorenlavoz.Nolegustabatenerquementir.«Venga,notevengasabajo»,pensé.—Yaveo.Bueno,quizápuedasdecirlequemellamecuandohayaacabado.Me
gustaríahablarconella.—Umm…Puedequeelbañodurebastante,alteza.Maxonsecallóporunmomento.—Oh.Muybien.Entoncesdile,porfavor,quehevenidoyquememandellamar
siquierehablar.Dilequenosepreocupeporlahora;vendré.—Sí,señor.Guardósilenciounbuenrato,yyoyaempezabaapensarquesehabríaido.—Vale,gracias—dijoporfin—.Buenasnoches.—Buenasnoches,alteza.Me quedé escondida unos segundosmás para asegurarme de que se había ido.
Cuando salí, Lucy seguía de pie, junto a la puerta. Miré a mis doncellas y vi lainterrogaciónensusojos.
—Hoy quiero estar sola—dije, sin darmás detalles—.De hecho, creo que yaestoylistaparadesconectar.Sipodéisllevaroslabandejadelacena,voyametermeenlacama.
—¿Quiere que una de nosotras se quede?—preguntó Mary—. ¿Por si decidemandarllamaralpríncipe?
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Vilaesperanzaensusojos,peronopodíaseguirlelacorriente.—No.Necesitodescansar.YaveréaMaxonporlamañana.Meresultabaextrañometermeenlacamasabiendoquequedabaalgoporresolver
entreMaxon y yo, pero en aquelmomento no habría sabido qué decirle.No teníasentido.Ya habíamos pasado pormuchos altibajos juntos, por demasiados intentosparadarsentidoaaquellarelación.Yestabaclaroque,siloíbamosaconseguir,aúnnosquedabaunlargocaminopordelante.
Medespertarondemalamaneraantesdelamanecer.Laluzdelpasilloinundómihabitación.Mefrotélosojosenelmomentoenqueentrabaunguardia.
—LadyAmerica,despierte,porfavor—dijoél.—¿Quépasa?—pregunté,bostezando.—Hayunaemergencia.Necesitamosquebaje.De pronto se me heló la sangre. Mi familia había muerto: lo sabía. Habían
enviado guardias; habían advertido a los familiares; pero los rebeldes erandemasiados. Lo mismo le había pasado a Natalie, que al volver a casa se habíaconvertidoenhijaúnica,despuésdequelosrebeldeshubieranmatadoasuhermanamenor.Ningunadenuestrasfamiliasestabaasalvo.
Echélassábanasaunladoyagarrélabataylaszapatillas.Salícorriendoporelpasilloybajélasescalerastodolorápidoquepude,resbalándomedosveces.Estuveapuntodecaerme.
Cuandolleguéalaplantabaja,Maxonestabaallí,enzarzadoenunaconversaciónconunguardia.Melancéensudirección,olvidandotodoloquehabíaocurridolosdosdíasanteriores.
—¿Estánbien?—pregunté,intentandonollorar—.¿Quéleshanhecho?—¿Qué?—respondióMaxon,dándomeunabrazoinesperado.—Mispadresymishermanos.¿Estánbien?Maxonmeapartó,meagarródelosbrazosymemiróalosojos.—Están bien, America. Lo siento, tendría que haber pensado que eso es lo
primeroquetevendríaalacabeza.Elaliviofuetanmayúsculoquecasimedieronganasdellorar.—Hayrebeldesenpalacio—añadióMaxon,algoconfuso.—¿Qué?—exclamé—.¿Yporquénonosrefugiamos?—Nohanvenidoaatacarnos.—Entonces,¿porquéestánaquí?Maxonlanzóunsuspiro.—Son solo dos rebeldes del campamento del Norte. Van desarmados y han
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pedidoespecíficamentehablarconmigo…ycontigo.—¿Porquéyo?—Noestoyseguro;peroyovoyahablarconellos,asíquepenséquedebíadarte
laoportunidaddehablarconellostambién,siquieres.Memiréymepasélamanoporelcabello.—Voyenbata.—Losé—dijoél,sonriendo—,peroestoesmuyinformal.Nopasanada.—¿Quieresquehableconellos?—Eso depende de ti, pero tengo curiosidad por saber por qué quieren hablar
contigoenparticular.Noestoysegurodesiquerránhablarconmigositúnoestás.Asentíysopeséloquesignificabaaquello.Noestabaseguradequererhablarcon
losrebeldes.Fueranonoarmados,siseponíanagresivosyonopodríadefenderme.PerosiMaxonpensabaqueyopodíahacerlo,quizádebiera…
—Deacuerdo—dije,haciendodetripascorazón—.Deacuerdo.—Nosufrirásningúndaño,America.Te loprometo.—Aúnme tenía cogida la
mano.Me presionó un poco los dedos. Se giró hacia el guardia—.Adelante. Perotengaelarmapreparada,porsiacaso.
—Porsupuesto,alteza—respondióél,quenosescoltóhastaunaesquinadelGranSalón,dondehabíadospersonasdepie,rodeadasporotrosguardias.
NotardémásqueunossegundosenlocalizaraAspenentreelgrupo.—¿Puede decirles a sus perros de presa que se retiren?—preguntó uno de los
rebeldes.Eraalto,delgadoyrubio.Teníalasbotascubiertasdebarro,ysuatuendoparecíaelpropiodeunSiete:unpardeburdospantalonesajustadosconunacuerdayuna camisa remendada bajo una chaqueta de cuero gastada. Llevaba una brújulaoxidadaalcuello,colgadadeunalargacadenaquesebalanceabaalmoverse.Teníaunaspectorudo,peronoamenazante.Noeraaquelloloquemeesperaba.
Aúnmássorprendenteresultabaquesucompañerafueraunachica.Ellatambiénllevaba botas, pero daba la impresión de que cuidaba su aspecto, a pesar de estarvestida con retales: llevaba leggings y una falda del mismo material que lospantalonesdelhombre.Ladeabalacaderaenunaposturaquedenotabaseguridadensímisma,apesardeestarrodeadadeguardias.Aunquenolahubierareconocidoporsucara,aquellachaquetaresultabainconfundible.Vaquerayrecortada,cubiertacondecenasdefloresbordadas.
Paraasegurarsedequeyolarecordaba,mesaludóconungestodelacabeza.Yorespondíconunsonidoamediocaminoentreunarisayunjadeo.
—¿Quépasa?—preguntóMaxon.—Luegotelocuento.Extrañado pero tranquilo,me apretó lamano para darme confianza y volvió a
centrarlaatenciónennuestrosvisitantes.
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—Hemosvenidoahablarensondepaz—dijoelhombre—.Vamosdesarmados.Susguardiasnoshancacheado.Séquepuedeparecerinapropiadopedirunpocodeintimidad, pero tenemos cosasde lasque tratar conustedquenodeberíaoír nadiemás.
—¿YAmerica?—preguntóMaxon.—Tambiénqueremoshablarconella.—¿Conquéfin?—Insisto—dijoeljoven,conuntonocasipetulante—enestaralmenosacierta
distancia de estos hombres, para que no nos oigan. —Y señaló con el brazo elperímetrodelsalón.
—Sipensáisquepodéishacerledaño…—Sé que no confía en nosotros, y tiene motivos para ello, pero no tenemos
ningunarazónparahacerlesdañoaningunodelosdos.Queremoshablar.Maxonsedebatióunminuto.—Tú—ordenó, dirigiéndose a uno de los guardias—, baja una de lasmesas y
coloca cuatro sillas alrededor. Y luego apartaos todos; dejad algo de espacio anuestrosvisitantes.
Los guardias obedecieron. Durante unos minutos mantuvimos un incómodosilencio.
Cuandoporfinbajaronlamesadelmontóndelaesquinaycolocarondossillasacadalado,Maxonindicóconungestoalaparejaquenosacompañaranhastaallí.
Amedidaquecaminábamos,losguardiasseibanechandoatrássindecirpalabra,formandounperímetroalrededordelsalónysinapartarlosojosdelosdosrebeldes,comosiestuvieranlistosparaabrirfuegoencualquiermomento.
Cuandollegamosalamesa,elhombretendiólamano.—¿Nocreequedeberíamospresentarnos?Maxonseloquedómirando,perocedió:—MaxonSchreave,vuestrosoberano.Eljovenchasqueólalengua.—Esunhonor,señor.—¿Ytúquiéneres?—ElseñorAugustIlléa,asuservicio.
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Capítulo6
Maxonyyonosmiramoselunoalotro.Luegoobservamosalosrebeldes.—Mehaoídobien.SoyunIlléa.Denacimiento.Yellaloserápormatrimonio,
antesodespués—dijoAugust,señalandoalachicaconungestodelacabeza.—GeorgiaWhitaker—sepresentó—.Y,porsupuesto,todossabemosquiéneres
tú,America.Me sonriódenuevo,y le respondí conelmismogesto.Noestaba segurade si
confiabaenella,perodesdeluegonolaodiaba.—Así que mi padre tenía razón. —Maxon suspiró. Me lo quedé mirando,
confundida.¿SabíaMaxonquehabíadescendientesdeGregoryIlléaporahí?—.Yamedijoquevendríasundíaareclamarlacorona.
—Yonoquierosucorona—replicóAugust.—Me parece bien, porque tengo intención de gobernar este país —respondió
Maxon—.Hesidocriadoparaello.SicreesquepuedespresentarteaquíafirmandoqueereseltataratataranietodeGregory…
—¡Yo no quiero tu corona, Maxon! —repitió August, pasando a tutearle—.Destruirlamonarquíaesmásbienelobjetivodelosrebeldessureños.Nuestrosfinesson otros.—August se acercó a lamesa y se sentó. Entonces, como si fuera él elanfitrión,nosindicólassillasconlamano,invitándonosatomarasiento.
Nosmiramosynossentamosconél.Georgiahizolomismo.Augustsenosquedómirandounmomento,escrutándonosointentandodecidirpordóndeempezar.
Maxon,quizápararecordarnosquiénmandabaallí,rompióelhielo:—¿Queréisunpocodetéocafé?—¿Café?—respondióGeorgia,comosiselehubieraactivadouninterruptor.Maxonnopudoevitarsonreíralversuentusiasmo,segiróyllamóaunguardia.—¿Puedepedirleaunadelascriadasquetraigacafé,porfavor?Yqueseasegure
de que está bien cargado—dijo. Luegomiró de nuevo a August—. No puedo niimaginarmequéqueréisdemí.Sihabéisvenidodenoche,seráquequeréismanteneresta visita lo más en secreto posible. Decid lo que tengáis que decir. No puedoprometerosqueosdaréloquepedís,peroescucharé.
Augustasintióyseacercó.—LlevamosdécadasbuscandolosdiariosdeGregory.Sabemosdesuexistencia
desdehacemuchotiempo,yúltimamentehemosrecibidoconfirmacióndeunafuentequenopuedorevelar.—Augustmemiró—.Nofueporlapresentaciónquehicisteen
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elReport,porsitelopreguntabas.Suspiré aliviada. Nada más mencionar los diarios, ya había empezado a
maldecirmeensilencioporaquello.AhoraMaxontendríaunacosamásqueañadiralastonteríasenmihaber.
—Nunca hemos deseado abolir la monarquía —le dijo a Maxon—. Aunquenaciera de unmodo tan corrupto, no tenemos ningún problema con tener un lídersoberano,enparticularsieselídererestú.
Maxonnoseinmutó,peroyonotéqueaquelloleenorgullecía.—Gracias.—Lo que queremos son otras cosas, libertades específicas. Queremos cargos
públicosnombradosdemocráticamenteyel finde lascastas.—Augustdijoaquellocomosifueraalgosencillo.SihubieravistocómosehabíancargadomipresentaciónenelReport,nolohabríadichotanalegremente.
—Actúascomosiyoyafuerael rey—respondióMaxon, impotente—.Aunquefueraposible,yonopuedodarosloquepedís.
—Pero¿estásabiertoalaidea?Maxon levantó lasmanos y las dejó caer de nuevo sobre lamesa, echando el
cuerpoadelante.—Queloestéonoesirrelevanteahoramismo.Nosoyelrey.August suspiró y miró a Georgia. Parecían comunicarse sin palabras. Me
impresionósuniveldecompenetración.Ahíestaban,enunasituaciónmuytensa—enlaquesehabíanmetidosingarantíasdepodersalirotravez—ysussentimientosseguíanahí,bientangibles.
—Yhablando de reyes—añadióMaxon—, ¿por qué no le explicas aAmericaquiénerestú?Estoysegurodequeloharásmejorqueyo.
SabíaqueaquelloeraunamaniobradeMaxonparadarsetiempo,pararecuperarelcontroldelasituación,peronomeimportaba.Memoríaporsaberlo.
Augustesbozóunasonrisaquenadateníadedivertida.—Esunahistoriainteresante—respondió,conunadecisiónenlavozquedejaba
claroqueaquello tendríamiga—.Comosabéis,Gregory tuvo treshijos:Katherine,SpenceryDamon.AKatherinelacasaronconunpríncipe,SpencermurióyDamonfue quien heredó el trono. Entonces, cuando Justin, el hijo de Damon, murió, suprimoPorterSchreaveseconvirtióenpríncipealcasarseconlajovenviudadeJustin,quehabíaganado laSelecciónapenas tres añosantes.Yahora losSchreave son lafamiliareal.NodeberíaquedarnadiedelosIlléa.Peroestamosnosotros.
—¿Nosotros? —preguntó Maxon, con un tono calculado, como si esperaraenterarsedelacantidadexacta.
August se limitó a asentir. El ruido de unos tacones anunció la llegada de lacriada.Maxonsellevóundedoaloslabios,comosiAugustfueraadeciralgomás
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antesdequeladoncellasefuera.Lajovendejólabandejaenlamesaysirviócaféparatodos.Georgiacogiósutazainmediatamenteyselatendióparaquelallenara.Amí no es que me gustara mucho el café—me parecía demasiado amargo—, perosabíaquemeayudaríaamantenermedespierta,asíqueaceptéunataza.
Antes de que pudiera llevármela a los labios, Maxon me colocó el azucarerodelante.Comosisupieraqueloibaanecesitar.
—¿Decías?—dijoMaxon,quediounsorboasucafésinazúcar.—Spencernomurió—respondióAugust—.Sabía loquehabíahecho supadre
parahacerseconelcontroldelpaís,sabíaqueasuhermanaprácticamentelahabíanvendidoaunhombrequeodiaba,ysabíaqueseesperabalomismodeél.Nopodíahacerlo,asíquehuyó.
—¿Ydóndefue?—pregunté.Eraloprimeroquedecía.—Se ocultó con familiares y amigos, y acabó formando un campamento en el
nortecongentequepensabacomoél.Allíhacemás frío,esmáshúmedo,yes tandifícil orientarse que nadie se adentra en la región. Así que vivimos tranquilos lamayorpartedeltiempo.
Georgialediouncodazo,conungestodesorpresaenlacara.—Supongoqueacabodedaroslasinstruccionesnecesariasparaquenosinvadáis
—reaccionóAugust—.Soloquiero recordarosquenuncahemosmatadoaningunodevuestrosoficialesodevuestropersonal,yqueevitamosherirlosatodacosta.Loúnicoquehemosqueridosiempreesponerfinalascastas.Parahacerlo,necesitamospruebasdequeGregoryeraelhombrequesiemprenosdijeronqueera.Ahorayalastenemos, yAmerica lo dejó entrever tan claramente que pensamos que podríamosexplotarlo siquisiéramos.Peronoeseso loquedeseamoshacer.Amenosque seaestrictamentenecesario.
Maxonapurósutazayladejósobrelamesa.—Adecirverdad,noséquésesuponequetengoquehacerconesainformación.
EresundescendientedirectodeGregoryIlléa,peronoquiereslacorona.Hasvenidoa solicitar algo que solo el rey te puede dar, pero, sin embargo, pides audienciaconmigoyconunadelaschicasdelaÉlite.Mipadrenisiquieraestáaquí.
—Losabemos—dijoAugust—.Hemosescogidoelmomento.Maxonresopló.—Si no quieres la corona y solo pedís cosas que yo no puedo daros, ¿por qué
habéisvenido?AugustyGeorgiasemiraron,quizápreparandolamayorpeticióndetodas.—Hemos venido a pedirte esas cosas porque sabemos que eres un hombre
razonable.Tehemosobservadotodalavida,ylovemosentusojos.Loveoenestosmismosmomentos.
Intenté que no seme notara, perome quedé observando la reacción deMaxon
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anteaquellaspalabras.—Atitampocotegustanlascastas.Notegustacómodirigetupadreelpaís,con
puñodehierro.Noquierescombatirenguerrasquesabesquenosonmásqueunadistracción.Másquenadaenelmundo,loquequieresespaz.
»Hemossupuestoque,unavezqueseasrey,lascosaspodríancambiar.Yhemosesperado mucho para ello. Estamos dispuestos a aguardar más aún. Los rebeldesnorteñosestándecididosadarte supalabradenoatacarnuncamáselpalacioydecontribuir en lo que podamos para detener o entorpecer los movimientos de losrebeldessureños.Nosotrosvemosmuchascosasquetúnopuedesverdesdedetrásdeestos muros. Podríamos jurarte fidelidad, sin dudarlo, si nos muestras que estásdispuesto a trabajar con nosotros en pos de un futuro que por fin le dé ocasión alpueblodeIlléadevivirsupropiavida.
Maxonnoparecíasaberquédecir,asíquehabléyo.—¿Yquéesloquequierenlosrebeldessureños?¿Matarnosatodos?August hizo un movimiento con la cabeza que no era ni de negación ni de
asentimiento.—En parte será eso, estoy seguro, pero solo para no tener oposición. Hay
demasiadapoblaciónoprimida.Ellos sonungrupo emergente queha decididoquepodrían ser los que dirigieran el país. America, tú eres una Cinco; sé que hasconocidoamuchagentequeodialamonarquía.
Maxonmemirócondiscreción.Yoasentílevemente.—Claroquesí.Porquecuandoestásenlomásbajo,tuúnicaopciónesculpara
losdearriba.Enestecasotienenunbuenmotivoparahacerlo:alfinyalcabo,fueunUnoquienlossentencióaunavidasinesperanza.Loslíderesdelosrebeldessureñoshanconvencidoasusdiscípulosdequeelmododerecuperarloqueconsideranqueessuyoesarrebatárseloalamonarquía.Perohahabidogentequesehaescindidodelosrebeldessureñosysehaalineadoconnosotros.Yséque,silossureñosconsiguenelpoder,notienenningunaintencióndecompartirlariqueza.¿Quiénlohahechoalolargodelahistoria?
—Quierenarrasar Illéa, tomarelpoder,hacerunpuñadodepromesasydejaratodoelmundoenel lugar exactoenqueestánahora.Estoy segurodeque,para lamayoría de la gente, las cosas empeorarán. Los Seises y los Sietes nomejorarán,salvoporunoscuantoselegidosquelosrebeldesmanipularánparapoderescenificarsumaniobra.AlosDosesyalosTresesselesarrebatarátodo.Esoharáquemuchagentesesientavengada,peronoarreglaránada.
—Si no hay estrellas del pop que publiquen esas canciones que aletargan lossentidos, no hay músicos de acompañamiento, ni empleados de discográficas, nivendedoresenlastiendasdediscos.Quitandodeenmedioaunapersonaqueestéenlomásaltosedestruyeamilesquesesitúanenunaposicióninferior.
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Augusthizounabrevepausa.Ensurostropodíaverselopreocupadoqueestaba.—Será otra vez igual que con Gregory, solo que peor. Los sureños están
dispuestosaderramarcuantasangreseanecesaria,ylasposibilidadesdequeelpaísvuelva a levantarse en su contra sonmínimas.Será lamismaopresiónde siempre,con un nuevo nombre…, y tu pueblo sufrirá como nunca antes—dijo, mirando aMaxonalosojos.Parecíaqueentreelloshabíaciertoentendimiento,algoquequizáfuerapropiodelosnacidosparagobernar.
—Loúnicoquenecesitamosesunaseñal.Entoncesharemostodoloquepodamosparacambiarlascosas,deformajustaypacífica.Tupueblomereceunaoportunidad.
Maxonposólamiradaenlamesa.Nopodíaimaginarmeloqueestaríapensando.—¿Quétipodeseñal?—preguntó,vacilante—.¿Dinero?—No—respondióAugust,casiriéndose—.Disponemosdemuchosmásfondos
deloquepuedesimaginarte.—¿Ycómoesposible?—Donaciones—respondióél,sinmás.Maxonasintió,peroamíaquellomesorprendió.«Donaciones»significabaque
había gente —a saber cuánta— que los apoyaba. ¿Qué dimensiones tendrían lasfuerzasrebeldesnorteñas,contandoatodasesaspersonasquelesdabanapoyo?¿Quéproporcióndelpaísestabapidiendoexactamenteloqueaquellosdoshabíanvenidoaexigir?
—Sinoesdinero,¿quéesloquequeréis?—preguntóMaxonporfin.Augusthizoungestoconlacabezaendirecciónamí.—Escógelaaella.Hundílacaraenlasmanos,seguradecuálseríalareaccióndeMaxon.Seprodujounlargosilencioantesdequeperdieralacompostura:—¡Novoyaaceptarquenadiemedigaconquiénpuedoyconquiénnopuedo
casarme!¡Noospermitiréquejuguéisconmivida!LevantélacabezajustoatiempoparavercómoAugustseponíaenpie.—Lacasarealllevaañosjugandoconlavidadelosdemás.Madura,Maxon.Eres
el príncipe. ¿Quieres tumaldita corona? Pues quédatela. Pero es un privilegio quecomportaunaseriederesponsabilidades.
Los guardias se habían ido acercando cautelosamente, alertados por el tono deMaxonylaactitudagresivadeAugust.Desdeluego,aaquelladistanciaseguroquelooíantodo.
Maxontambiénsepusoenpie,frenteaAugust.—Novaisatomardecisionessobremivida.Ypunto.Sininmutarse,Augustdiounpasoatrásysecruzódebrazos.—¡Muybien!Tenemosotraopción,siestanofunciona.—¿Quién?
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Augustpusolamiradaenelcielo.—Sí,claro,telovoyadecir.Despuésdevercómohasreaccionado…—Suéltalo.—Que sea esta o la otra importa poco.Loúnicoquenecesitamos saber es que
escogesunaparejaqueestéensintoníaconesteplan.—MellamoAmerica—repliquéyo,airada,poniéndomedepieymirándolealos
ojos—,no«esta».Nosoyningúnjugueteniunapiezamásdevuestrarevolucióndepacotilla. Se os llena la boca diciendoque todo elmundo en Illéa debería tener laocasióndevivirsuvida.¿Yyoqué?¿Ymifuturo?¿Esqueesonocuenta?
Losmiréalosojos,alaesperadeunarespuesta,perosemantuvieronensilencio.Observé que los guardias nos rodeaban, dispuestos a reaccionar en cualquiermomento.
—Yoestoyafavordeacabarconlascastas—proseguí,bajandolavoz—,peronosoy el juguete de nadie. Si buscáis un monigote, ahí arriba hay una chica tanenamoradadeélqueharíaloquelepidieraissiesoimplicabaqueibaaconseguirquese le declarara. Y las otras dos…, sea por sentido del deber, sea por ambición,tambiénseprestarían.Idabuscaraunadeellas.
Megiré,sinesperaraquerespondieran,ymemarchédeallí,enfadada, todo lorápidoquemepermitíanlabataylaszapatillas.
—¡America!¡Espera!—dijoGeorgia.Mealcanzócuandoyoyahabíaatravesadolapuerta—.Esperaunminuto.
—¿Qué?—Losentimos.Pensábamosqueestabaisenamorados.Noéramosconscientesde
que estábamos pidiendo algo a lo que se opondría. Estábamos seguros de quepodríamoscontarconél.
—No lo entendéis.Está harto de que lemanipulen y le digan lo que tiene quehacer.No tenéis ni idea de todopor lo que ha pasado.—Sentí las lágrimas en losojos; parpadeé para limpiármelos, fijando la vista en los dibujos de la chaqueta deGeorgia.
—Sabemosmásdeloquetútecrees—respondióella—.Quizánotodo,perosímucho.Hemos estado siguiendo laSelecciónmuyde cerca, y parecequevosotrosdosos lleváismuybien.Se levemuycontentocuandoestácontigo.Y, además…,sabemosquerescatasteatusdoncellas.
Tardé un segundo en darme cuenta de lo que quería decir. ¿Quién se lo habríacontado?
—Y vimos lo que hiciste por Marlee. Vimos cómo peleaste. Y luego tupresentación,haceunosdías.—Sedetuvoy soltóunacarcajada—.Desde luego leechastevalor.Nonosiríanadamalunachicavaliente.
—Nointentabahacermelaheroína—repliquésacudiendolacabeza—.Lamayor
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partedeltiemponomesientoparanadavaliente.—¿Yqué?Lo importante no es cómo te sientas con respecto a tu carácter. Lo
importanteesloquehagasconél.Tú,másquelasdemás,actúasintentandohacerlocorrectoantesdepensarloquesignificaráparati.Maxontieneestupendascandidatasesperándole,peroningunadeellassemancharíalasmanosparamejorarlascosas.Nosoncomotú.
—En gran parte han sido gestos egoístas. Marlee era importante para mí, ytambiénlosonmisdoncellas.
Georgiadiounpasoadelante.—Pero¿aqueesasaccionestuvieronconsecuencias?—Sí.—Yprobablementesabíasquelastendrían.Peroactuasteendefensadequienes
nosepodíandefender.Esoesespecial,America.Noestabaacostumbradaaaqueltipodeelogios.Síaquemipadremedijeraque
cantabamuybienoaqueAspenmedijeraqueeralachicamásguapaquehabíavistonunca,pero…¿aquello?Nosabíacómoreaccionar.
—Laverdadesque,conalgunascosasdelasquehashecho,cuestacreerqueelreytehayapermitidoquedarte.TodoaquellodelReport…—Soltóunsilbido.
—Seenfadómuchísimo—dije,sinpoderevitarreírme.—¡Nosécómosalisteviva!—Puesporlospelos,desdeluego.Ylamayoríadelosdíastengolasensaciónde
estarasolounossegundosdelaexpulsión.—PeroaMaxonlegustas,¿no?Élteprotege…Meencogídehombros.—Haydíasenquemesientomuysegura,yotrosenlosquenotengoniidea.Hoy
noesunbuendía.Nitampocolofueayer.Nianteayer,adecirverdad.Ellaasintió.—Bueno,entodocaso,nosotrosteapoyamos.—Amíyaalguienmás—lacorregí.—Escierto—respondió,peronomedioningunapistasobresuotrafavorita.—¿Aquévinoaquellareverenciaenelbosque?¿Queríasburlartedemí?Ellasonrió.—Séquepuedequeno loparezca,porelmodoenqueactuamosenocasiones,
pero en realidad nos importa la familia real. Si los perdemos, los rebeldes sureñosganarán.Ysi sehacenconelcontrol…,bueno,yahasoídoaAugust.—Meneó lacabeza—.Encualquiercaso,estabaseguradequeteníadelanteamifuturareina,asíquepenséquelomínimoeraunareverencia.
Surazonamientoeratantontoquemehizoreírdenuevo.—No sabes lo agradable que es hablar con una chica con la que no estoy
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compitiendo.—¿Yatecansas,eh?—preguntó,conungestodecomplicidad.—Alreducirseelgrupo, lacosaha idoapeor.Quierodecirquesabíaquesería
así,pero…escomosiyanosetrataradeserlaelegidadeMaxon,sinodeasegurarsequenosedecantaporlasotraschicas.Nosésiesotienemuchosentido.
—Sí que lo tiene—dijo, asintiendo—. Pero, oye, cuando te presentaste, ya losabías.
Chasqueélalengua.—Enrealidad,no.Laverdadesqueme…animaronaquemepresentara.Yono
queríaserprincesa.—¿Deverdad?—Deverdad.—Pues el hecho de que no quieras la corona probablemente te convierte en la
mejorpersonaparallevarla—contestóconunasonrisa.Me laquedémirando.Aquellosojosenormesmeconvencierondequeno tenía
ningunadudadeloqueestabadiciendo.Habríaqueridohacerlemáspreguntas,peroMaxon yAugust salieron delGran Salón, con aspecto de estar sorprendentementetranquilos.Unúnicoguardia losseguíaaciertadistancia.AugustmirabaaGeorgiacomosi se arrepintieradehaberpasado lejosde ella aunque solo fueraunminuto.Quizásaquelfueraelúnicomotivoporelquehabíanvenidolosdos.
—¿Estásbien,America?—preguntóMaxon.—Sí—respondí,denuevoincapazdemirarlealosojos.—Deberías ir a prepararte para comenzar el día—sugirió—.Los guardias han
juradomantenerelsecreto,ymegustaríaquetútambiénlohicieras.—Porsupuesto.Parecíamolestoconlafrialdaddemirespuesta,pero¿cómosesuponíaquetenía
queactuar?—Señor Illéa, ha sido un placer. Volveremos a hablar pronto —se despidió
Maxon,queletendiólamano.Augustselaestrechóenseguida.—Sinecesitacualquiercosa,nodudeenpedírnosla.Estamosdesulado,alteza.—Gracias.—Vámonos, Georgia. Algunos de estos guardias tienen pinta de ser de gatillo
fácil.Ellasoltóunarisita.—Nosvemos,America.Asentí, seguradequenovolvería a verla, lo cualme entristecía.Ella pasópor
delantedeMaxonycogióaAugustde lamano.Salieronpor lapuertaprincipaldepalacioseguidosporunguardia.Maxonyyonosquedamossolosenelvestíbulo.
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Élmemiróalosojos.Murmuréalgo,señaléhaciaarribaymepuseenmarcha.Su reacción cuando le pidieron que me escogiera a mí no había hecho más queacrecentar el dolor que me habían causado sus palabras del día anterior en labiblioteca. Pensé que después de lo del refugio habíamos llegado a cierto nivel deentendimiento.Sinembargo,alparecer,todosehabíavueltoaúnmáscomplicadoquealprincipio,cuandointentabadecidirsiMaxonmegustabalosuficienteono.
Nosabíaquésignificabaaquelloparanosotros.Osiaúnvalíalapenapreocuparsedeese«nosotros».
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Capítulo7
Me dirigí a mi habitación a toda prisa, pero Aspen fue más rápido. Aquello nodeberíahabermesorprendido.Seconocíaelpalacio tana fondoqueprobablementeaquellonolesuponíaningúnesfuerzo.
—¡Eh!—lesaludé,nomuyseguradequédecir.Enseguidameabrazóyluegoseapartó.—Esaesmichica.—¿Ah,sí?—dijeyo,sonriendo.—Los has puesto en su sitio, Mer.—Arriesgando la vida, Aspen me pasó un
pulgarporlamejilla—.Merecesserfeliz.Todoslomerecemos.—Gracias.Sonrió y dejó caer la mano, movió la pulsera queMaxon me había traído de
NuevaAsiaybuscómásallá,hastatocarlaquemehabíahechoyoconunbotónquemehabíadado.Susojosseentristecieronalmirarnuestrapequeñaprenda.
—Undíadeestoshablaremos.Deverdad.Tenemosqueresolvermuchascosas.Dichoaquello,siguiópasilloabajo.Suspiréymellevélasmanosa lacara.¿Se
habríatomadoaquellareacciónmíacomounrechazodefinitivoaMaxon?¿Pensaríaquequeríaquevolviéramosaarreglarlascosas?
Porotraparte…,¿noacababaderechazaraMaxon?¿NopensabaapenasundíaantesquenoqueríaperderaAspen?Y,sieraasí,¿porquémeparecíaquetodoestabayendotanmal?
En laSalade lasMujeres se respirabaunambientehorrible.La reinaAmberlyestabasentada,escribiendocartas;devezencuandolevantabalavistaparamirarnosalascuatro.Desdelodeldíaanterior,todasintentábamosevitarhacercualquiercosaquerequirieraquenosrelacionáramosentrenosotras.Celestesehabíaaposentadoenunsofáconunmontónderevistas.Enunmovimientomuyinteligente,Krisshabíacogidosudiarioysehabíapuestoaescribirenél,situándosecercade lareinaunavezmás. ¿Por qué no semehabría ocurrido hacerlo amí?Elise había sacado unacoleccióndelápicesyestabadibujandoalgojuntoalaventana.Yoestabaenunagranbutacacercadelapuerta,leyendounlibro.
Talcomoestábamossituadas,noteníamossiquieraqueestablecercontactovisual.
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Intenté concentrarme en las palabras que tenía delante, pero no podía evitarpensaraquiénquerríancomoprincesa losnorteños sinoconseguíanque fuerayo.Celeste era muy popular, y sería fácil conseguir que la gente le hiciera caso. Mepregunté si eran conscientes de lo manipuladora que podía llegar a ser. Si sabíancosas de mí, quizá también supieran eso. ¿Habría cosas de Celeste que yodesconocía?
Krissteníauncarácterdulcey,segúnlaúltimaencuesta,eraunadelasfavoritasdelpúblico.Noprocedíadeunafamiliamuynoble,peroteníamásdeprincesaqueningunade lasotras,unaireespecial.Talvezaquel fuera sugranatractivo:noeraperfecta,peroresultabaencantadora.Enocasiones,hastayoquerríadarlemiapoyo.
De la quemenos sospechas tenía era deElise.Había admitidoquenoquería aMaxonyqueestabaallíporsusentidodeldeber.Suponíaque,cuandohablabadeldeber,queríadecirparaconsufamiliaosutierradeorigen,NuevaAsia,noparaconlosrebeldesnorteños.Apartedeeso,eradelomásestoicaytranquila.Noteníanadaderebelde.
Yesoeraloquedeprontomehizopensarquequizáfuerasufavorita.Parecíalamenosdispuestaacompetir,ynohabíatenidoproblemasenadmitirsuindiferenciahaciaMaxon.Quizánonecesitaraniproponérselo,porquecontabaconunmontóndeseguidoresdispuestosaapoyarlahastaqueconsiguieralacorona.
—Yaestábien—dijolareinadepronto—.Venidtodasaquí—ordenó.Apartósumesillaytodasnosacercamos,nerviosas—.Aquípasaalgo.¿Quées?
Nosmiramos;ningunaqueríadecirlo.Porfin,lasiempreimpecableKrisshablóportodas:
—Alteza, acabamos de darnos cuenta de lo intensa que es esta competición.Ahora somos algo más conscientes de cuál es nuestra posición con respecto alpríncipe,ynoscuestaasimilarlo:ahoramismonotenemosmuchasganasdecharlarentrenosotras.
Lareinaasintió,comprensiva.—¿ConquéfrecuenciapensáistodasvosotrasenNatalie?—preguntó.Nataliesehabíamarchadoapenasunasemanaatrás.Yopensabaenellacasicada
día. También pensaba enMarlee constantemente, y también, de vez en cuando, enalgunadelasotraschicas.
—Siempre—respondióElise,convozqueda—.¡Eratanalegre!—dijo,conunasonrisaenloslabios.SiempremehabíaparecidoqueNatalieponíanerviosaaElise,porque esta era muy reservada, mientras que Natalie tenía un carácter expansivo.Peroquizáfueraunodeesoscasosenlosquelospolosopuestosseatraen.
—A veces nos reíamos por las cosas más tontas —añadió—. Su risa eracontagiosa.
—Exacto—replicólareina—.Yoheestadoenvuestraposición.Sélodifícilque
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es.Analizáis todos vuestrosmovimientos y todos los de él.Le dais vueltas a cadaconversación,intentandoleerentrelíneas.Resultaagotador.
Eracomosinosquitaraunpesodeencima.Alguiennosentendía.—Pero tenéisquesaberque,porgrandequesea la tensiónquehayahoraentre
vosotras, os va a doler cada vez que una se vaya. Nadie entenderá nunca estaexperiencia como lasotras chicasquehanpasadopor ella, especialmente las de laÉlite.Puedequeospeleéis,perotambiénlohacenlashermanas.Estaschicas—dijo,señalándonosunatrasotra—sonalasquellamaréiscasicadadíaduranteelprimeraño,cuandoestéisaterradasantelaposibilidaddecometerunerrorybusquéisapoyo.Cuandocelebréis fiestas, serán losnombresquepondréisen lomásaltodevuestralistadeinvitados,justopordebajodelosnombresdevuestrosfamiliares.Porqueesoesloquesoisahora.Nuncaperderéisestarelación.
Nosmiramosentrenosotras.Siyoacababasiendoprincesaymeencontrabaconalgún problema en el que necesitara una perspectiva racional, llamaría en primerlugaraElise.SimepelearaconMaxon,Krissmerecordaríatodolobuenodeél.YCeleste…, bueno, no estaba tan segura, pero si alguien iba a aconsejarme quemeendurecieraantelaadversidad,seguroqueseríaella.
—Asíquetomaosvuestrotiempo—prosiguió—.Acostumbraosaloquesois.Yrelajaos.Nosoisvosotrasquienes leescogéis;esélquienosescogeavosotras.Notieneningúnsentidoqueosodiéisunasaotrasporeso.
—¿Sabe usted quién le gusta más?—preguntó Celeste. Por primera vez la oípreocupada.
—No lo sé —confesó la reina—. A veces me parece que lo intuyo, pero nopretendoleerlelamente.Séaquiénescogeríaelrey,peroesoestodo.
—¿Yaquiénescogeríausted?—preguntéyo,yalmomentomemaldijeporsertanbrusca.
Ellaesbozóunasonrisaamable.—Laverdadesquenoquieropensarenello.Mepartiríael corazónempezara
quereraunadevosotrascomoaunahijayluegoperderla.Nopodríasoportarlo.Bajélavista,sinsabermuybiensiaquellaspalabrassuponíanunalivioono.—Os diré queme alegraré de dar la bienvenida a cualquiera de vosotras ami
familia.—Levantólavistaysetomósutiempoparamirarnosatodasalosojos,unatrasotra—.Perodemomentohayquepensareneltrabajoquetenemosquehacer.
Nosquedamosallí en silencio,asimilandosus sabiaspalabras.NuncamehabíaparadoapensarenlascompetidorasdelaúltimaSelección,abuscarsusfotosninadaasí.Mesonabanunpuñadodenombres,engranparteporque lasmujeresmayoreshablaban de ellas en las fiestas en las que yo cantaba. Aquello nunca me habíaparecido importante; ya teníamos una reina, y la posibilidad de convertirme enprincesa no seme había pasado por la cabeza, ni siquiera de niña. Pero ahorame
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preguntabacuántasdelasmujeresqueveníanavisitaralareinaodelasquehabíanasistidoalafiestadeHalloweenhabíansidosusrivalesenelpasado,paraconvertirsedespuésensusmejoresamigas.
Celestefuelaprimeraenmoverse.Fuedenuevohaciaelsofá.Noparecíaquelaspalabras de la reina Amberly le hubieran hecho mucha mella. Por algún motivo,aquellofueparamílagotaquecolmóelvaso.Todoloquehabíapasadolosúltimosdíassemevinoencimadepronto.Sentíqueestabaapuntodevenirmeabajo.
Medisculpéconunareverencia.—Conpermiso—murmuré,ymedirigíalapuerta.Noteníaunplan.Nosabíasi
iralbañounminuto,osiescondermeenunadelasnumerosassalasdelaplantabaja.Quizálomejorfueravolveramihabitaciónydejarsalirlaslágrimas.
Pordesgracia,parecíaqueeldestinoseponíaenmicontra.NadamássalirdelaSala de las Mujeres, me encontré a Maxon caminando arriba y abajo, como siestuvierabuscando lasoluciónaunacertijo.Antesdequepudieraesconderme,mevio.Detodoloquehabríaqueridohacerenaquelmomento,aquelloerasindudaloúltimodelalista.
—Nosabíasientrarapedirtequesalieras—medijo.—¿Quénecesitas?Se quedó ahí, intentando reunir el valor para decir algo que evidentemente le
estabavolviendoloco:—¿Asíquehayunachicaquemequieredesesperadamente?Yomecrucédebrazos.Despuésdeloquehabíaocurridolosúltimosdías,debía
dehabervistoveniraquelcambioenél.—Sí.—¿Una?¿Nodos?Meloquedémirando,casimolestaalverquenecesitabaqueseloexplicara.«¿Es
quenosabesyaloquesientoyo?—habríaqueridogritar—.¿Esquenorecuerdaslodelrefugio?».
Perolaverdaderaqueyotambiénnecesitabaquemedieraconfianza.¿Quémehabíapasadoparaquedeprontomesintierataninsegura?
Elrey.Susinsinuacionessobreloquehabíanhecholasotraschicas,suformadealabarlosméritosdelasotrashabíahechoquemesintierapocacosa.YaaquellosesumabanmismetedurasdepataconMaxondurantelasemana.Desdeluego,loúnicoenelmundoquepodríahabernosunidoeralaSelección,pero,aunasí,parecíaque,cuantomásavanzaba,menosseguramesentía.
—Me dijiste que no confiabas en mí —dije—. El otro día te divertistehumillándome,y ayerbásicamentedijisteque te avergonzaba.Y, apenashaceunashoras,cuandotehansugeridoquetecasarasconmigo,tehaspuestohechounafuria.Perdónamesiahoramismonomesientotanseguradenuestrarelación.
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—Teolvidasdequeestoesalgoquenohehechonunca,America—sedefendió,convehemenciaperosinrabia—.Tútienesaalguienconquiencompararme.Yonisiquiera sé cómo es una relación típica, y solo voy a tener una oportunidad.Tú almenoshastenidodos.Esinevitablequecometaerrores.
—Amí loserroresnome importan—repliqué—.Meimporta la incertidumbre.Lamitaddeltiemponosésiquieraenquépuntoestamos.
Callóporunmomento.Medicuentadequehabíadadoen ladiana.Habíamosdadoaentendermuchascosas,peronopodíamosseguirasímuchotiempo.Aunqueacabáramos juntos, aquellosmomentosde inseguridad serían algoque siemprenosperseguiría.
—Estamossiempreigual.—Suspiré,agotadadeaqueljuego—.Nosacercamoselunoalotro,perodeprontopasaalgoynosdistanciamos,ynoparecequeacabesdedecidirte.Simequierestantocomosiemprehasdicho,¿porquéseguimosconesto?
Aunquelehabíaacusadodenoquerermeenabsoluto,sufrustraciónseconvirtióentristezaalmomento:
—Porquelamitaddeltiempoestabaconvencidodequequeríasaotrapersona,ylaotramitadhedudadodequepudierasllegaraquererme—respondió.
Mesentífatal.—¡Comosiyonohubieratenidomotivosparadudar!¡HastratadoaKrisscomo
sifueralomejordelmundo,yluegotepilloconCeleste…!—Esoyateloheexplicado.—Sí,pero,aunasí,meduele.—Bueno,amímedueleverlorápidoquehastiradolatoalla.¿Aquéveníaeso?Deprontomequedéensilencio.—¿Esoquésignifica?Meencogídehombros.—Aquíhayotras treschicas.Si tanpreocupadoestásdenoerrarel tiro,puede
queprefierasnojugártelaconmigoyasegurarlajugada.Mealejédeallí,enfadadaconMaxonporhacermesentirasí…yfuriosaconmigo
mismaporempeoraraúnmáslascosas.
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Capítulo8
El palacio se estaba transformando ante mis ojos. Casi de pronto, los pasillosaparecierondecoradosconlujososárbolesdeNavidad;lasescalerasestabancubiertasdeguirnaldasycambiaronlosarreglosflorales,enlosquesepusieronhojasdeaceboymuérdago.Locuriosoeraque,siabríalaventana,enelexterioraúnparecíaqueeraverano.Mepreguntésienpalaciotambiénpodríanfabricarlanieve.Quizá,siselopidieraaMaxon,loconseguiría.
Oquizáno.Pasaron los días. Intenté no estar molesta por que Maxon estuviera haciendo
exactamente loque lehabíapedido, pero el espacio entre losdos se ibavolviendocadavezmásfrío.Mearrepentíademiataquedeorgullo.Quizásaquellofueraalgoinevitable. ¿Estaría yo destinada a decir algo fuera de lugar, a hacer una malaelección? Aunque Maxon fuera lo que yo quería, nunca conseguía mantener lacomposturalosuficientecomoparaconseguirhacerdeaquellounarealidad.
Empezaba a cansarme de todo; era el mismo problema al que me enfrentabadesdeeldíaenqueAspenaparecióporlapuertadelpalacio.Ymedolíamipropiaindecisión,sentirmetanconfundida.
Habíacogidolacostumbredepasearmeporelpalacioporlastardes.Desdequenoshabíanprohibidoaccederaljardín,pasarsedíatrasdíaenlaSaladelasMujeresresultabaopresivo.
Durante unode aquellos paseos sentí que había algodiferente.Era como si uninterruptor invisible hubiera cambiado a todo el mundo en palacio. Los guardiasestaban algo más rígidos; las doncellas caminaban algo más rápido. Hasta yo mesentía rara,comosinomeaceptaran igualqueantes.Antesdepoderdeterminar loquesentía,elreyasomóporunaesquina,rodeadodeunpequeñoséquito.
Entonces lo entendí todo.En su ausencia, el palacio se había convertido en unlugarmás cálido. Sin embargo, ahora que había vuelto, todos estábamos de nuevosometidosasuscaprichos.NoeradeextrañarquelosrebeldesnorteñosprefirieranaMaxon.
Cuandoel rey seacercó,hiceuna reverencia.Sindejardecaminar levantóunamano,yloshombresqueleseguíansedetuvieron.Élseacercóyseformóunespacioanuestroalrededorquenosdabaciertaintimidad.
—LadyAmerica,veoqueaúnsiguesaquí—dijo,conunasonrisaqueestabaenfrancacontradicciónconsutono.
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—Sí,majestad.—¿Ycómohasestadoenmiausencia?—Callada—dijeyo,ysonreí.—Buenachica.—Echóaandar,peroentoncesrecordóalgoyvolvióatrás—.Me
hallamadolaatenciónque,delaschicasquequedan,ereslaúnicaquerecibedineroporsuparticipación.Eliserenuncióalsuyovoluntariamente,casialmomentoenquedejódepagarsealasDosesyalasTreses.
Aquello nome sorprendía. Elise era una Cuatro, pero su familia era dueña devarioshotelesdelujo.NonecesitabaneldinerocomolostenderosdeCarolina.
—Yocreoquedeberíamosponerfinaeso—anunciósinmás.Mevineabajo.—Amenos,claro,queestésaquíporunapaga,ynoporamoramihijo—dijo,
penetrándomeconlamiradaydesafiándomeaquelellevaralacontraria.—Tiene razón —contesté, consciente del mal sabor de boca que me dejaban
aquellaspalabras—.Esjusto.Eraevidentequeledecepcionabanoencontrarmayorresistencia.—Puesmeocuparédeesoinmediatamente.Sealejó,yyomequedéallí,intentandonosentirpenapormímisma.Laverdad
esqueerajusto.¿Quéimpresióndaríaqueyofueralaúnicaalaquedabanunapaga?Encualquiercaso,todoacabaríaantesodespués.Suspiréyvolvíamihabitación.Lomínimoquepodíahacereraescribiracasayadvertirlesdequenoibanarecibirmásdinero.
Abrílapuertay,porprimeravez,nohicenicasoamisdoncellas.Anne,MaryyLucy estaban en un rincón, absortas en un vestido que parecían estar cosiendo,discutiendosobrelaevolucióndelaprenda.
—Lucy,dijistequeibasaacabarestedobladilloanoche—dijoAnne—.Tefuisteprontoparahacerlo.
—Losé,losé.Medistrajeconotracosa.Loharéahora—sedisculpó.Lucyyaera sensible de por sí, y los modos bruscos de Anne a veces la afectabanprofundamente.
—Puestehasdistraídomuchísimoestosúltimosdías—insistiólaotra.Maryextendiólasmanos.—Calmaos.Dadmeesevestidoantesdequeloestropeéis.—Losiento—dijoLucy—.Déjameloahorayloacabaré.—¿Quéesloquetepasa?—preguntóAnne—.Últimamenteestásdesconocida.Lucylamiróalosojos,comoparalizada.Cualquieraquefuerasusecreto,nose
atrevíaacompartirloconellas.Meaclarélagarganta.Lastressegiraronymehicieronunareverencia.
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—Noséquéestápasando—dijealacercarmeaellas—,perodudomuchodequelasdoncellasde la reinadiscutanasí.Además, estamosperdiendoel tiempo si haytrabajoquehacer.
Anne,aúnenfadada,señalóaLucy.—Esque…Hice que se callara con un pequeño gesto de la mano, y observé, algo
sorprendida,queenseguidareaccionaba.—Nadadediscusiones.Lucy,¿porquénotellevasesoaltalleryloacabas?Así
todasdispondremosdemásespacioparapensar.Lucy recogió enseguida la prenda, tan aliviada al disponer de una excusa para
salirdeallíqueprácticamentelohizoalacarrera.Anneselaquedómirandoconunmohín. Mary parecía preocupada, pero enseguida se buscó otra tarea, sin mediarpalabra.
Tardédosminutosmásendarmecuentadequeelmalambientedelahabitaciónnomepermitiríaconcentrarme.Cogíunpocodepapelyplumayvolvíotravezalaplantabaja.MepreguntabasihabríahecholocorrectoechandoaLucydeallí.Alomejorleshubieraidobienpoderdiscutirloquefueraquelesestabapasando.Talvezahora que me había metido en medio no tendrían tantas ganas de ayudarme. Laverdadesqueeralaprimeravezquelesdabaórdenes.
HiceunapausafrentealaSaladelasMujeres.Perotampocoparecíaquefueraellugar más indicado. Seguí por el pasillo principal hasta que encontré un rincóntranquiloenunbanco.Meparecióunbuenlugar.Meacerquéalabibliotecaycogíun librodondeapoyarmeyvolvíami rincón,dondeprácticamentequedaba tapadaporunagranplantaquehabíaal lado.Elventanalque teníadelantedabaal jardín.Porun instante,elpalaciomepareciómuchomáspequeño.Mequedémirando lospájarosquerevoloteabanfrentealaventanaeintentépensarenelmodomássuavededecirlesamispadresqueyanolesllegaríanmáscheques.
—Maxon,¿nopodríamostenerunacitadeverdad?¿Fueradepalacio?—dijounavozqueidentifiquéinmediatamentecomoladeKriss.
TalvezlaSaladelasMujeresnoestuvieratanconcurrida.PoreltonodelarespuestadeMaxonsupequeestabasonriendo:—Ojalá pudiéramos, cariño, pero, aunque las cosas estuvieran más tranquilas,
seríadifícil.—Querría verte en algún lugar donde no fueras el príncipe—se lamentó con
dulzura.—Bueno,peroesquesoyelpríncipealládondevaya.—Yasabesloquequierodecir.—Losé.Losiento,esonopuedodártelo.Ycreoquetambiénestaríabienverteen
algúnlugardondenofueraspartedelaÉlite.Peroasíesmivida—dijo,poniéndose
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algo triste—.¿Lolamentarías?Estoseríaasíparael restode tuvida.Unasparedespreciosas,peroparedesalfinyalcabo.Mimadreapenassaledepalaciounaodosvecesalaño—prosiguió.Atravésdelasgruesashojasdelaplanta,vicomopasabande largo, completamente ajenos ami presencia—.Y si crees que ahora la opiniónpúblicainfluyeentuvida,piensaqueseríamuchopeorsifueraslaúnicachicaalaquemiran.Séquetussentimientospormísonprofundos.Losientocadadía.Pero¿ylavidaquesuponeestarconmigo?¿Ladeseas?
Debíandehaberseparadoenalgúnpuntodelpasillo,porquelavozdeMaxonnoperdíaintensidad.
—Maxon Schreave —replicó Kriss—, lo dices como si estar aquí fuera unsacrificio para mí. Cada día doy gracias por haber sido elegida. A veces intentoimaginarmecómoseríalavidasinonoshubiéramosconocidonunca…Ypreferiríaperderteahoramismoahaberpasadotodaunavidasinviviresto.
Lavozseleestabavolviendopastosa.Nomeparecióqueestuvierallorando,peronolefaltabamucho.
—Necesitoquesepasquetequerríaaunsinestasropasfastuosasyestossalonesespléndidos.Teamaríaaunquefuerasincorona,Maxon.Tequieroati.
Él se quedó sin habla. Me imaginé que estaría abrazándola o limpiándole laslágrimas,que,aesasalturas,seguroqueyahabríaderramado.
—Nopuedesimaginarteloquesignificaparamíoíreso.Mealegroporfindeoírquealguienpiensaquesoyyoloqueimporta—confesóenvozbaja.
—Loeres,Maxon.Seprodujootrosilencioentreellos.—Maxon…—¿Sí?—Yo…creoquenoquieroesperarmás.Aunquesabíaquelolamentaría,aloíraquellaspalabrasdejéelpapelylapluma
allí mismo, me quité los zapatos y, en silencio, me escabullí hasta llegar al otroextremodelpasillo.Cuandomegiréamirar,viaMaxondeespaldas.LamanodeKrisssedeslizabasuavementeporsucogote.Lamelenadeellacayóhaciaunladoalbesarse y, por primera vez, parecía que aKriss le iba realmente bien. El beso eramuchomejorqueelprimeroquehabíadadoMaxon,esodesdeluego.
Meocultétraslaesquina.Unsegundomástarde,oíunarisitatonta.Maxonsoltóun suspiro entre triunfal y aliviado. Volví a dirigirme a mi rincón a paso ligero,inclinándomehacialaventana,porsiacaso.
—¿Cuándopodemosrepetir?—preguntóellaenvozbaja.—Hmm.¿Quétaleneltiempoquesetardaenllegardesdeaquíatuhabitación?LarisadeKrisssefueperdiendoamedidaqueavanzabanporelpasillo.Yome
quedé allí sentada un minuto y luego cogí el papel y la pluma. Ahora sí que las
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palabrasmesalíansinesfuerzo.
Mamáypapá:Estosdíastenemostantoquehacerquenomeextenderé.Conelfin
dedemostrarmidevociónporMaxonyquenosigoaquípor los lujosque supone estar en laÉlite, he renunciado a la prestaciónmonetariapor participar en La Selección. Soy consciente de que os lo digo sintiempoparareaccionar,peroestoyseguradeque,con todo loquenoshandadohastaahora,noosfaltarágrancosa.
Espero no decepcionaros demasiado con esta noticia. Os echo demenosydeseoquepodamosvernospronto.
Osquieroatodos,AMERICA
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Capítulo9
Después de una semana sinmucho que contar al público, elReport iba corto decontenidos.TrasunbreverepasoalavisitadelreyaFrancia,sedejóelprogramaenmanos deGavril, que en aquelmomento entrevistaba a las que quedábamos en laÉliteenuntonoinformal,preguntandosobrecosasquenoparecíantenerdemasiadaimportanciaaaquellasalturasdelacompetición.
Porotraparte,laúltimavezquenoshabíanpreguntadoacercadealgoimportante,yohabíasugeridoladisolucióndelascastas,porloquehabíaestadoapuntodequemeecharan.
—LadyCeleste,¿havistolasuitedelaprincesa?—preguntóGavrilalegremente.Me sonreí por dentro, agradecida de que no me hubiera hecho esa misma
preguntaamí.La sonrisa impecabledeCeleste seensanchóaúnmás,y seechóelcabellosobreelhombro,comojugueteandoconél,antesderesponder.
—Bueno,Gavril, aún no. Pero desde luego espero ganarme ese privilegio. Porsupuesto, el rey Clarkson nos ha proporcionado unas habitaciones preciosas. Nopuedo imaginarme nadamejor que lo que ya tenemos. Las… camas son tan…—Celestetitubeóunpocoalveradosguardiasqueentrabanatodaprisaenelestudio.
Nuestrosasientosestabansituadosdetalmodoquepudimosverloscorrerhaciaelrey, peroKriss y Elise estaban de espaldas.Ambas se giraron discretamente, peroaquellonoleshizoningúnfavor.
—Son tan lujosas—añadió, algo desconcentrada—.Más de lo que podríamoshabersoñado.
Perosurespuestayano importaba.El rey interrumpióelprogramayseacercó,cortándola.
—Damas y caballeros, pido disculpas por la interrupción, pero tenemos entremanos un asuntomuy urgente—anunció, con un papel en unamano,mientras sealisaba lacorbatacon laotra, recobrando lacompostura—.Desdeelnacimientodenuestropaís,lasfuerzasrebeldeshansidounalacraparanuestropueblo.Alolargodelosaños,susataquesalpalacio,asícomoalapoblaciónengeneral,sehanvueltomásymásagresivos.
»Pareceserquesudepravaciónhaalcanzadonuevoslímites.Comobiensabrán,las cuatro señoritas que quedan en la Selección representan una amplia gama decastas. Tenemos unaDos, una Tres, una Cuatro y una Cinco. Para nosotros es unhonorcontarconungrupotanvariado,peroesohadadouncuriosoincentivoalos
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rebeldes.Elreymiróporencimadelhombro,endirecciónanosotras,antesdeproseguir.—Estamospreparadosparalosataquesapalacio.Ycuandolosrebeldesatacana
la ciudadanía, intervenimos lo mejor que podemos. Y no querría preocuparles sipensaraque,comorey,puedoprotegerlos,pero…losrebeldesestánlanzandoataquesdiscriminatoriosporcastas.
Las palabras quedaron flotando en el aire. En un gesto casi de compañeras,Celesteyyonosmiramos,confusas.
—Hace mucho tiempo que se han propuesto acabar con la monarquía. Losrecientes ataques a las familias de estas jóveneshandemostrado lo lejosque estándispuestos a llegar. Hemos enviado guardias de palacio para proteger a los seresqueridosdelasjóvenesdenuestraÉlite.Peroahoraesonobasta.Porloqueparece,cualquiera que sea Dos, Tres, Cuatro o Cinco (es decir, de la misma casta quecualquieradeestasseñoritas)puedesufrirunataquedelosrebeldes,soloporello.
Mellevéunamanoalaboca.YCelestecontuvoungemido.—Apartirdehoy,losrebeldestienenintencióndeatacaralosDoses,yluegoir
bajandocastaacasta—añadióelreyconsolemnidad.Eraalgosiniestro.SinoconseguíanqueabandonáramoslaSelecciónpornuestras
familias,seproponíanconseguirlohaciendoquegranpartedelpaísdesearanuestrarenuncia.Cuantomásresistiéramos,másgentenosodiaríaporponerenpeligrosusvidas.
—Desdeluegoesoesunanoticia terrible,majestad—dijoGavril, rompiendoelsilencio.
Elreyasintió.—Buscaremos una solución, por supuesto. Pero tenemos informes de ocho
ataques hoy mismo, en cinco provincias diferentes, todos ellos contra Doses. Hahabido,porlomenos,unmuerto.
La mano que se me había quedado paralizada frente a la boca se me fue alcorazón.Habíamuertogenteaquelmismodía,pornuestraculpa.
—De momento —prosiguió el rey—, aconsejamos a los ciudadanos que semantengan lo más cerca posible de sus casas y que tomen todas las medidas deseguridadposibles.
—Excelenteconsejo,majestad—dijoGavril,queluegosegiróhacianosotras—.Señoritas,¿algoquequieranañadir?
Eliseapenaspudomenearlacabeza.Krissrespiróhondoytomóaire.—Sé que están atacando aDoses y Treses, pero nuestras casas suelen sermás
segurasquelasdelascastasinferiores.SipuedenacogerencasaaalgunafamiliadeCuatrosoCincosqueconozcanbien,creoqueesoseríaunabuenaidea.
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Celesteasintió.—Protéjanse.Haganloquediceelrey.Segiróhaciamí.Teníaquedeciralgo.CuandoestabaenelReportymesentía
algoperdida,solíamiraraMaxon,comosiélpudieradarmeconsejosinabrirlaboca.Acostumbradaahacerlo,busquésumirada.Peroloúnicoquevifuesucabellorubio,puesteníalacabezagacha.Delrostrosoloseleveíalafrente.Teníaelceñofruncido.
Por supuesto, estaba preocupado por su pueblo. Pero no se trataba solo deprotegerasusciudadanos.Sabíaquequizánosfuéramos.
¿Ynodebíamoshacerlo,acaso?¿CuántosCincosibanaperderlavidaparaqueyomantuvieramiposiciónprivilegiadaenelestudiodetelevisióndelpalacio?
Pero ¿por qué iba yo—o cualquiera de las otras chicas— a echarme ese pesosobre mis espaldas? No éramos nosotras las que estábamos atentando contra susvidas.RecordétodoloqueAugustyGeorgianoshabíandicho.Solopodíamoshacerunacosa.
—Hayqueluchar—dije,sindirigirmeanadieenparticular.Luego,recordandoquién era, me giré hacia la cámara—. Luchad. Los rebeldes abusan de su poder.Intentanasustarosparaquehagáisloquequieren.Y,silohacéis,¿quépasará?¿Quétipo de futuro creéis que os ofrecerán? Esa gente, esos tiranos, no van a dejar laviolencia así como así, de pronto. Si les dais poder, serámil veces peor. Así quetenéisqueluchar.Comopodáis,peroluchad.
Sentí la sangre bombeándome en las venas y la adrenalina queme recorría elcuerpo.Yanopodíamás.Nosteníanatodosaterrorizados,habíanhechodenuestrasfamiliassusvíctimas.Sihubiera tenidoaunodeaquellosrebeldessureñosdelante,nohabríasalidocorriendo.
Gavrilvolvióahablar,peroyoestabatanfuriosaqueloúnicoqueoíaeraellatidodemis venas en las sienes.Antes de queme diera cuenta, las cámaras ya estabanapagadasylaslucesperdíanintensidad.
Maxon se dirigió a su padre y le susurró algo al oído, pero este respondiónegandoconlacabeza.
Laschicassepusieronenpieysedispusieronamarcharse.—Iddirectamenteavuestrashabitaciones—dijoMaxon,convozamable—.Os
llevaránallílacena.Pasaréaverosmástarde.Alpasar juntoaellos,el reymepusoundedosobreelbrazoy, soloconaquel
gesto,supequequeríaquemeparara.—Esonohasidomuyinteligente—dijo.Meencogídehombros.—Loqueestamoshaciendohastaahoranofunciona.Siseguimosasí,dentrode
poconotendráunpuebloalquegobernar.Medespidióconungestodelamano,hartodemíunavezmás.
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Maxonllamóamipuertasuavementeyentró.Yoyaestabaenbata,leyendoenlacama.Empezabaapreguntarmesisepresentaríaono.
—Es tardísimo —susurré, aunque allí no había nadie a quien pudiéramosmolestar.
—Losé.He tenidoquehablarcon lasotras tres.Hasidoagotador.Eliseestabamuyagitada.Sesienteespecialmenteculpable.Nomesorprenderíaquesemarcharadentrodeunoodosdías.
Aunqueyamehabíadichomásdeunavezelpocointerésqueteníaporella,medabacuentadequeaquelloledolía.Encogílaspiernasymelasagarréjuntoalpechoparaquepudierasentarse.
—¿YKrissyCeleste?—Krissesdeunoptimismoquerayalainocencia.Estáseguradequelagenteirá
concuidadoyseprotegerá.Yonoveocómovanahacerlo,sinopuedensabercuándoodóndeatacaránlosrebeldes.Estánportodoelpaís.Perotieneesperanza.Yasabescómoes.
—Sí.Suspiró.—Celesteestábien.Estarápreocupada,porsupuesto;perotalcomoseñalóKriss,
los Doses son los que menos riesgos corren con todo esto. ¡Además, se muestrasiempretansegura!—Serio,mirandoalsuelo—.Loquemásparecíapreocuparleesqueamímepudieraparecermalquesequedara.Comosipudieraecharleencaraquedecidierapermaneceraquíenlugardeirseacasa.
Suspiré.—Sí,tienesentido.¿Querríasunaesposaquenosepreocupacuandosussúbditos
estánamenazados?Maxonmemiró.—Estáspreocupada.Peroeresdemasiadolistacomoparapreocupartedelmismo
modoque lohacen lasdemás—dijo, sacudiendo lacabezay sonriendo—.Aúnnopuedocreermequelesdijerasquelucharan.
Meencogídehombros.—Creoqueyaestábiendedejarseamedrentar.—Tienestodalarazón.Ynosésiesoasustaráalosrebeldesolosanimaráaún
más,peronohaydudadequehascambiadolasreglasdeljuego.—Yo no llamaría juego al ataque de un grupo de gente que intenta matar
indiscriminadamentealapoblación—aduje,ladeandolacabeza.—¡No,no!Nosemeocurreunapalabralobastanteduracomoparadefiniralgo
así.Yome referíaa laSelección—dijo.Me loquedémirando—.Parabienopara
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mal,elpúblicohoyhavistorealmentecómoeres.Hanvistoalachicaquesalvaasusdoncellasyqueplantacarahastaalrey,sicreequetienerazón.SupongoqueahoratodoelmundoverádeotromodotusesfuerzosporsalvaraMarlee.Antesdeesto,noeras más que la chica que me había gritado nada más conocernos. Hoy te hasconvertido en la chica que no teme a los rebeldes. Su opinión sobre ti habrácambiado.
Meneélacabeza.—Noeraesoloqueyobuscaba.—Losé.Contodoslosplanesqueestabahaciendoparamostrarlealagentequién
eres,alfinalresultaquetúseloenseñasenunimpulso.Típicodeti—dijo,conunamiradadeasombro,comosifueraalgoquehubieradebidoesperarse—.Encualquiercaso,creoqueloquedijisteestuvobien.Yaeshoradequedejemosdeescondernosyhagamosalgomás.
Bajélamiradaylafijéenmicolcha,resiguiendolascosturasconeldedo.Estabacontenta de que le pareciera bien, pero su forma de decirlo (como si estuvieradefiniendo una más de mis pequeñas manías) me pareció demasiado íntima ypersonaldadaslascircunstancias.
—Estoycansadodediscutircontigo,America—dijo,convozsuave.Levantélavista y vi en sus ojos que hablaba con sinceridad—. Me gusta que estemos endesacuerdo(dehecho,esunadelascosasquemásmegustandeti),peronoquierodiscutirmás.Avecesmesaleeltemperamentodemipadre.Lointentoreprimir,peroahíestá.¡Ytú…!—dijo,riéndose—.¡Cuandoestásdisgustada,eresunvendaval!
Sacudiólacabeza,probablementerecordandounadocenadesituacionesqueyotambiénrecordaba.Lapatadaenlaentrepierna,todaaquellahistoriadelascastas,elpuñetazo en el labio a Celeste cuando habló de Marlee… Yo nunca me habíaconsiderado una persona temperamental, pero quizá sí lo fuera.Ambos sonreímos.Meresultabararopensarentodasaquellassituacionesalavez.
—Miro a las demás e intento ser justo.A vecesme siento incómodo al darmecuentadelascosasquesiento.Peroquieroquesepasquetambiéntemiroati.Aestasalturas ya sabesquenopuedo evitarlo—dijo, encogiéndosedehombros, comounniñoavergonzado.
Mehabríagustadoencontrarlaspalabrascorrectas,quesupieraqueyoaúnqueríaquemeconsiderara.Perono encontrabanadaque sonarabien, así queme limité acogerlelamano.Nosquedamosallí,sentados,mirándonoslasmanos.Éljugueteabaconmisdospulseras,muyconcentrado,ymefrotóeldorsodelamanoconelpulgarunbuenrato.Aquelmomentodepaz,soloslosdos,sintenerquehacernidecirnada,resultabamuyagradable.
—¿Porquénopasamoseldíajuntosmañana?—propuso.Sonreí.
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—Meencantaría.
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Capítulo10
—Osea,enresumen:¿másguardias?—Sí, papá. Muchos más. —Me reí, con el auricular en la mano, aunque la
situaciónnoteníanadadedivertida.Peromipadreteníalahabilidaddehacerquelascosasmásdurasresultaranlivianas.
—Nosquedamos todas.Demomento,por lomenos.Yaunquedicenquevanaempezarpor losDoses, nodejesquenadie se relaje.Advierte a losTurnery a losCanvassdequenobajenlaguardia.
—Tranquila,tesoro.Todoelmundosabecuidarse.DespuésdeloquedijisteenelReport,creoquelagenteserámásvalientedeloqueteimaginabas.
—Esoespero.—Bajé lavistaydeprontocaí enalgocurioso: enaquelmismomomento llevaba unos lujosos zapatos de tacón. Cinco meses antes llevaba unoszapatosplanoscochambrosos.
—Mehicistesentirorgullosodeti,America.Avecesmesorprendenlascosasquedices,peronoséporqué.Siemprehassidomásfuertedeloquepensabas.
La convicción que tenía su tono de voz me impresionó. No había nadie cuyaopiniónmeimportaramásenelmundo.
—Gracias,papá.—Lodigoenserio.Notodaslasprincesasdiríanalgoasí.—Bueno,papá,esquenosoyunaprincesa—lerespondí,levantandolamiradaal
cielo.—Escuestióndetiempo—replicóél,divertido—.Porcierto,¿cómoestáMaxon?—Bien —dije, jugueteando con el vestido. Se hizo un silencio—. Me gusta
mucho,papá.—¿Sí?—Sí.—¿Yporqué,exactamente?Mequedépensandounminuto.—Noestoymuysegura.Perosupongoque,entreotrascosas,esporquemehace
sentirquepuedoseryomisma.—¿Algunaveztehassentidootracosa?—bromeóél.—No,es comosi…siemprehubiera tenidomuyencuentaminúmero. Incluso
cuando llegué apalacio, duranteun tiempo se convirtió enunaobsesión. ¿EraunaCincoounaTres?¿QueríallegaraserunaUno?Peroahoranolotengopresenteen
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absoluto.Ycreoqueesgraciasaél.Metemucholapata,tampocomemalinterpretes—añadí,yoíquepapáconteníaunarisita—.PerocuandoestoyconélsientoquesoyAmerica, no una casta o un proyecto. Ni siquiera lo veo como alguien muy porencima.Esél,sinmás,yyosoyyo.
Mipadreguardósilenciounmomento.—Esoestámuybien,cariño.Hablardechicosconélmeresultabaalgoraro,peroeraelúnicoencasacapazde
veraMaxonmáscomounapersonaquecomounpersonajefamoso;ningunodelosotrosloentendería.
—Sí.Aunquenotodovaperfecto—añadí,enelmomentoenqueSilviaasomabalacabezaporlapuerta—.Siempretengolaimpresióndequehayalgoquevamal.
Ellamelanzóunamiradaincisivayarticuló«eldesayuno»conlaboca.Asentí.—Bueno,esotambiénestábien.Sitodofueraperfecto,noseríareal.—Intentarérecordareso.Oye,papá,tengoqueirme.Llegotarde.—Puesvenga,vete.Cuídate,cariño,yescríbeleatuhermana.—Loharé.Tequiero,papá.—Yotambiéntequiero.
Después del desayuno, cuando el resto de las chicas salieron,Maxon y yo nosquedamosunpocomásenelcomedor.Lareinapasóal lado,meguiñóelojoyyosentíquemeruborizaba,peropocodespuéselreypasótambiénporallíysumiradamequitódeprontoelrubordelasmejillas.
Cuando estuvimos solos,Maxon seme acercó y entrecruzó sus dedos con losmíos.
—Te preguntaría qué quieres hacer hoy, pero nuestras opciones son bastantelimitadas.Nadadetiroconarco,nideirdecaza,nidemontaracaballo…Nadaenelexterior.
Suspiré.—¿Nisiquierasinosacompañanunoscuantosguardias?—Lo siento, America—respondió con una sonrisa triste—. ¿Qué te parece si
vemosunapelícula?Podemosveralgoquetengaalgúnpaisajeespectacular.—No es lo mismo —dije, tirándole del brazo—. Venga, vamos a ver qué
podemoshacer.—Asímegusta—respondió.Algoen su tonomehizo sentirmejor, como si estuviéramos juntos en aquello.
Eraalgoquehacíatiempoquenosentía.Salimos al vestíbulo y nos dirigimos a las escaleras que llevaban a la sala de
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proyeccionescuandooíunrepiqueteoenlaventana.—Estálloviendo—observé,girándomehaciaellugardedondeveníaelsonido.SoltéelbrazodeMaxonysituélamanosobreelcristal.Enlosmesesquellevaba
en palacio aún no había visto llover, y había acabado por preguntarme si lloveríaalgunavez.Ahoraqueloveía,medabacuentadequeloechabademenos.Echabademenoselpasodelasestaciones,vercambiarlascosas.
—Esprecioso—dijeconunsuspiro.Maxonestabadetrásdemí,rodeándomelacinturaconelbrazo.—Solotúpodríasencontrarlabellezaenalgoqueotrosdiríanquelesarruinael
día.—Ojalápudieratocarla.—Séquetegustaría—suspiró—,peroesqueno…MegiréhaciaMaxon,paraverquéera loque lehabíahechocallar.Miróaun
lado y al otro del pasillo, y yo hice lo mismo. Aparte de un par de guardias,estábamossolos.
—Ven—dijo,agarrándomedelamano—.Esperoquenonosvean.Sonreí, preparada para cualquier aventura que se le hubiera ocurrido. Me
encantabacuandoMaxoneraasí.Subimosporlasescalerasyllegamosalcuartopiso.Por un momento me puse nerviosa, pensando que me enseñaría algo similar a labibliotecasecreta.Alfinalaquellonohabíaresultadodemasiadobien.
Caminamoshastaelcentrodelaplanta;solonosencontramosaunguardia,quehacíalaronda.Maxonmecondujoaungransalónymellevóhastalapared,dondehabía una chimenea apagada. Metió la mano dentro del orificio y encontró unapalancaoculta.Tiródeellayseabrióuntabiquequedabaaotraescalerasecreta.
—Damelamano—dijo,tendiéndomelasuya.Lohiceyleseguíporunaescaleraenpenumbrahastaquellegamosaunapuerta.
Maxongiróelpomo,laabrió…ynosencontramosunacortinadelluvia.—¿El tejado? —pregunté, levantando la voz para que me oyera con aquel
estruendo.Élasintió.Habíaunasparedesalosladosdelaentrada,quedejabanunespacio
abiertodeltamañodemidormitorioyporelquepodíacaminar.Nomeimportabalomásmínimoqueloúnicovisiblefueranlasparedesyelcielo.Almenosestabaenelexterior.
Absolutamente fuera demí, di un paso adelante hasta tocar el agua. Las gotaserangrandes,yelagua,templada,memojabaelbrazoeibabajandohastamivestido.OílasrisasdeMaxon,peroenseguidamecogiódelbrazoymesacódedebajodelagua.Deprontomedicuentadequeestabaempapada.Dimediavueltayleagarrédelbrazo;élsonrió,fingiendoquepeleabaconmigo.Lalluvianosmojabaaambos.El cabello le caía sobre los ojos, empapado. Sin dejar de reír, tiró demí hasta la
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pared.—Mira—medijoaloído.Me giré, y por primera vez me di cuenta de la vista que había desde allí.
Maravillada,contemplélaciudadqueseextendíaantemisojos.Lamarañadecalles,la geometría de los edificios, la gamade colores; incluso emborronadapor el tonogrisdelalluvia,eraimpresionante.Sentíunenormeapegoatodoaquello,comosidealgúnmodomeperteneciera.
—Noquieroquelosrebeldessehagancontodoesto,America—dijo,comosimeleyeraelpensamiento—.Noséelnúmerodebajasexacto,peroestoysegurodequemipadremelooculta.TienemiedodequedesconvoquelaSelección.
—¿Haymododedescubrirlaverdad?Maxonvaciló.—Tengolasensacióndeque,sipudieraentrarencontactoconAugust,élmelo
podría decir. Podría hacer llegar una carta, pero tengo miedo de exponermedemasiado.Ynosésipodríahacerquevolvieraaentrarenpalacio.
Mequedépensando.—¿Ysipudiéramosponernosencontactoconél?—¿Ycómosugieresquelohagamos?—preguntóMaxon,riéndose.Meencogídehombros.—Yalopensaré.Élsemequedómirando,calladoporunmomento.—Esagradabledecir lascosasenvozalta.Yosiempre tengoquevigilar loque
digo.Supongoqueaquíarribatengolasensacióndequenadiepuedeoírme.Solotú.—Entoncesaprovechaydiloquesea.Élhizounamueca.—Solositútambiénlohaces.—Muybien—respondí,perfectamentedispuestaaaceptarelreto.—Bueno,¿quéquerríassaber?Me aparté el cabello mojado de la frente, pensando en algo importante pero
impersonalparaempezar:—¿Deverdadnoconocíaselcontenidodelosdiarios?—No.Peromehepuestoaldía.Mipadremeloshahecholeertodos.SiAugust
hubieravenidohacedossemanas,habríapensadoquementíaentodo,peroahorayano. Es sorprendente, America. Con lo que leíste no hiciste más que rascar lasuperficie.Megustaríacontártelo,peroaúnnopuedo.
—Loentiendo.Memirófijamentealosojosymepreguntó:—¿Cómoseenteraronlaschicasdequemequitastelacamisa?Bajélamiradaalsuelo,sinsabermuybiencómoresponder.
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—Estábamosmirandoa losguardias,queestabanentrenandoenel exterior.Yodijequetúteníastanbuenaspectocomocualquieradeellos.Semeescapó.
Maxonechólacabezaatrásyserio.—Aunquequisiera,nopuedoenfadarmeporeso.Sonreí.—¿Hastraídoaalguienmásaquíarriba?—AOlivia—dijo,conexpresióndetristeza—.Unavez,nadamás.Dehecho,cuando lodijo, lo recordé.Lahabíabesadoahímismo,yellanos lo
habíacontado.—BeséaKriss—confesó,sinmirarmealacara—.Hacepoco.Porprimeravez.
Supongoquetienesderechoasaberlo.Memiró,yyoasentí.Sinolehubieravistoconmispropiosojos,simehubiera
enteradoenaquelmismomomento,quizámehubieravenidoabajo.Yaunqueyalosabía,medolióoírlodesuboca.
—Odio tener que quedar contigo así —dije, toqueteándome un extremo delvestido,queestabaempapadodeagua.
—Losé.Perolascosassoncomoson.—Esonoquieredecirqueseajusto.Serio.—¿Desdecuándohahabidoalgoennuestrasvidasqueseajusto?Debíareconocerqueteníarazón.—Sesuponequenodeberíadecírtelo…y,simedescubres,serápeoraún,estoy
segura,pero…Tupadremehaestadodiciendocosas.Ytambiénharetiradolapagaamifamilia.Ningunadelasotraschicaslarecibe,asíquesupongoquequedabamal.
—Lo siento—dijo, y paseó lamirada por la ciudad.De prontome distrajo sucamisa, que se le estaba pegando al pecho—. Eso no creo que pueda arreglarlo,America.
—Notienesquehacerlo.Soloqueríaquelosupieras.Nomeimportademasiado.—Paraéleresdemasiadodura.Notecomprende.—Maxonbuscómimano,yyo
dejéquemelacogiera.Intenté pensar en qué más quería saber, pero las cosas que despertaban mi
curiosidad teníanquever con las otras chicas, ynoquería incordiarle con aquello.Estabaseguradeque, llegadosaaquelpunto,podíaacercarmea laverdadbastantepormímisma.Ynoqueríaarruinaraquelmomento.
Maxonsemequedómirandolamuñeca.—¿Quieres…?—Levantólavistaymediolaimpresióndequeselopensabauna
segundavez—.¿Quieresbailar?Asentí.—Perosemedafatal.
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—Iremosdespacio.Maxonmerodeólacinturaconlamanoymesituóasulado.Pusemimanoenla
suya y con la otra me recogí el vestido, que estaba empapado. Él empezó abalancearse,sinmoverseapenas.Apoyélamejillaensupecho,yél,labarbillaenmicabeza.Ynosmovimosalritmodelamúsicadelalluvia.
Meapretóconalgomásdefuerza.Enesemomento,sentícomositodolomaloseborrara y volviéramos al origen de nuestra relación.Éramos amigos que se habíandado cuenta de que no querían estar el uno sin el otro. Éramos polos opuestos enmuchossentidos,pero tambiénmuyparecidos.Nopodíadecirquenuestra relaciónfueracosadeldestino,perosíquesentíaqueeralomásgrandequemehabíapasadonunca.
Levantélamiradayapoyéunamanoensumejilla,haciendoqueseacercaraparadarleunbeso.Suslabios,húmedos,sefundieronconlosmíosenunacariciaardiente.Sentísusdosmanosenmiespalda,agarrándomecomosifueraacaersehaciaatrás.La lluvia seguía repiqueteando en el tejado, pero nosotros no oíamos más que elsilencio.Era como si nadame bastara.Queríamás de él, todo su espacio, todo sutiempo.
Despuésdeaquellosmesesintentandodecidirquéerarealmenteloquedeseabayloqueesperaba,enaquelmomento—queMaxonhabíacreadoparalosdos—,medicuentadequenuncaacabaríadeentendermeamímisma.Loúnicoquepodíahacerera seguir adelante y esperar que, cualquiera que fuera el rumbo que tomaran lascosas,dealgúnmodoencontráramoslamaneradeestarjuntos.
Yteníamosquehacerlo.Porque…,porque…Pormuchoquehubieratardadoenllegaraquelmomento,habíallegadodegolpe.Quería a Maxon. Por primera vez estaba convencida de ello. No estaba
manteniendolasdistancias,agarrándomeaAspenyatodoloquehabríapodidoser.NoestabatanteandoelcariñodeMaxonmientrasdejabaunapuertaabiertaporsimefallaba.Simplementemedejaballevar.
Lequería.Nohabría podidodecir porqué estaba tan convencida, pero lo sabía, con tanta
seguridadcomosabíaminombre,elcolordelcieloocualquierhechoescritoenunlibro.
¿Losentíaéltambién?Maxonpusofinalbesoymemiró.—Estáspreciosacuandoestáshechaunasco.Soltéunarisitanerviosa.—Gracias.Poreso,porlalluviaypornorendirte.Élpasólosdedospormimejilla,minarizymibarbilla.—Valíalapena.Nosésieresconsciente,peroparamívalíalapena.
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Sentícomosielcorazónestuvieraapuntodeestallarme.Eracomosiquisieraqueelmundoseacabaraaquelmismodía.Mividahabíatomadounanuevadirección.Elúnicomododesobrellevaraquelvértigoeraqueaquello,porfin, fuerareal.Estabaseguradequellegaríaelmomento.Teníaquellegar.Muypronto.
Maxonmebesóenlapuntadelanariz.—Vamosasecarnosyaverunapelícula.—Deacuerdo.Recogí con todo cuidadomi amorporMaxony lo guardé enmi corazón, algo
asustada de lo que sentía. Con el tiempo tendría que hacerlo público, pero demomentoeraunsecreto.Intentéescurrirelvestidoenelumbraldelapuerta,peronohabíamodo.Ibaadejarunpequeñorastrodeaguahastamihabitación.
—Yovotoporunacomedia—dije,mientrasbajábamoslasescaleras.Maxonibadelante;yo,detrás.—Yovotoporunadeacción.—Bueno,acabasdedecirquevalgolapena,asíquecreoqueestavezganoyo.Maxonserio.—Bienjugado.Aúnsesonreíacuandoempujóelpanelquenosllevabadevueltaalsalóndela
chimenea,perounsegundomástardesequedódepiedra.Miréporencimadesuhombroyvial reyClarksonallídepie,enfadadocomo
nunca.—Supongoquehasidoideatuya—ledijoaMaxon.—Sí.—¿Tienesideadelpeligroquehascorrido?—Padre,nohayrebeldeseneltejado,alacecho—replicóél,intentandoparecer
responsable,perodandounaimagenpocoseriaconaquellasropasempapadas.—Solohacefaltaunabalayalgodepuntería,Maxon—ledijosupadre,ydejó
que las palabras surtieran su efecto—.Sabes que andamos cortos de personal, contodoslosguardiasquehemostenidoqueenviaravigilarlascasasdelasseñoritasdelaÉlite.Ydecenasdelosquehemosenviadohandesertado.Somosvulnerables.—Apartó lamirada de su hijo y la posó enmí—. ¿Ypor qué será que últimamente,cuandopasaalgo,ellasiempreestáenmedio?
Nos quedamos allí de pie, en silencio, conscientes de que no había nada quepudiéramosdecir.
—Límpiate—ordenóelrey—.Tienestrabajo.—Peroyo…Solo hizo falta otramirada para queMaxon tuviera claro que todos sus planes
paraeldíaquedabananulados.—Muybien—concedió.
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Elreycogióasuhijodelbrazoyselollevó,dejándomeallí.Maxonsegiróy,porencimadelhombro,dijoun«Losiento»sinvoz.Lesonreí
tímidamente.No me daba miedo el rey. Ni tampoco los rebeldes. Sabía lo mucho que me
importabaMaxon.Estabaseguradeque,dealgúnmodo,todoibaasalirbien.
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Capítulo11
Tras soportar la sonrisita de Mary mientras me ayudaba a arreglarme sin decirpalabra,medirigíalaSaladelasMujeres,contentadequeaúnlloviera.Apartirdeaquelmomento,lalluviasiempreseríaalgoespecialparamí.
Pero aunque Maxon y yo hubiéramos podido escapar por un breve instante,cuando salimos de nuestra burbuja volvimos a constatar que el ultimátum que losrebeldeshabían lanzadosobre laÉlitehabíaprovocadounagran tensión.Todas laschicasestabandistraídasynerviosas.
Celesteestabapintándoselasuñasensilencioenunamesacercana,yobservéunlevetemblorensumanodevezencuando.Mequedémirandocómoselimpiabaloslugaresdondeselehabíaidoelpincelantesdeseguiradelante.Elisesosteníaunlibroenlasmanos,peroteníalamiradafijaenlaventana,perdidaenlalluvia.Ningunadenosotraseracapazdellevaracabonilamáspequeñadelastareas.
—¿Cómocreesqueiráahífuera?—mepreguntóKriss,haciendounapausaenelbordadoqueteníaentremanos.
—No lo sé—respondí, sin levantar la voz—.No parece probable que puedansoltaresagranamenazayluegonohagannada.
Estaba escribiendo en un papel pautado una melodía que me rondaba por lacabeza.No había escrito nada nuevo desde hacía casi seismeses.No teníamuchosentido.Enlasfiestas,lagentepreferíalosclásicos.
—¿Creesquenosestánocultandoelnúmerodemuertes?—seplanteó.—Esposible.Pero,sinosvamos,ellosganan.Krissdiootrapuntada.—Yomequedo,paseloquepase—dijo,yhabíaalgoenaquellaafirmaciónque
me hizo pensar que iba dirigida específicamente a mí. Como si quisiera hacermesaberquenoibaarendirse.
—Yotambién—respondí.
Eldíasiguientefuemuyparecido,aunquenuncamehabíadecepcionadotantoverbrillarelsol.Lapreocupacióngeneraleratanintensaquenopodíamospensarenotracosa. Me moría por echar a correr, solo para dar salida a toda aquella energíareprimida.
Despuésdelalmuerzo, fuimos llegandodeunaenunaa laSalade lasMujeres.Eliseestabaleyendoyyoseguíaconmispartituras,peroKrissyCelestenoestaban.
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Unosdiezminutosmás tardeentróKriss,con lasmanos llenas.Sesentóysoltóelpapeldedibujoyunaseriedelápicesdecolores.
—¿Quéestáshaciendo?—lepregunté.Ellaseencogiódehombros.—Loquesea,paramantenermeentretenida.Se quedó sentada un buen rato, con un lápiz rojo en la mano, sin decidirse a
colocarlosobreelpapel.—Noséquéestoyhaciendo—dijoporfin—.Séquehaygenteenpeligro,perole
quiero.Nodeseomarcharme.—Elreynodejaráquemueranadie—laconsolóElise.—Peroesqueyahamuertogente—respondióKriss;noparecíaquererdiscutir,
simplementeestabapreocupada—.Necesitoencontrarotracosaenquepensar.—SeguroqueSilviatienetrabajoparanosotras—sugerí.Krisschasqueólalengua.—Noestoytandesesperada.—Apoyólapuntadellápizenelpapelytrazóuna
suavecurvasobrelalámina.Erauninicio—.Todoirábien.Estoysegura.Mefrotélosojosyvolvíaconcentrarmeenmimúsica.Teníaquehaceralgo.—Voyaecharunvistazoaunadelasbibliotecas.Volveréenseguida.EliseyKrissasintieronyvolvieronaconcentrarseensustareas,yyomepuseen
pieparasalir.Recorríelpasillohastallegaraunadelassalasdelotroextremodelaplanta.En
lasestanteríashabíaunoscuantoslibrosquehacíatiempoquequeríaleer.Lapuertase abrió sin hacer ruido, y me di cuenta de que no estaba sola. Alguien estaballorando.
BusquéelorigendelsonidoyencontréaCeleste,sobrelaampliarepisadeunaventana,sentadayabrazándoselasrodillasconlasmanos.Aquellomeresultabamuyincómodo. Ella no lloraba. Hasta aquel mismo momento, nunca me la hubieraimaginadodeesaguisa.
Loúnicoquepodíahacererasalirdeallí,peroenelmomentoenqueselimpiólosojosmevio.
—¡Vaya!—exclamó,entresollozos—.¿Quéquieres?—Nada.Losiento.Veníaabuscarunlibro.—Bueno,puescógeloyvete.Total,consiguestodoloquequieres.Mequedéallíunmomento,sinsaberreaccionar,confusaanteaquellaspalabras.
Ellasoltóunsuspiroysepusoenpie.Cogióunadesusmuchasrevistasymeplantóaquellaspáginassatinadasantelosojos.Laagarrétorpemente.
—Miratúmisma.TudiscursitoenelReporttehacolocadoencabeza.Teadoran.—Sutonoeradeenfado.Meacusabadeaquello,comosiyolohubieraplaneado.
Cogí la revista y vi que lamitad de la página estaba ocupada por fotos de las
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cuatroquequedábamos; cadauna juntoaungráfico.Sobre la imagen,unelegantetitular preguntaba: «¿Quién quieresTÚ que sea reina?». Junto ami cara había unaampliabarradeporcentajesqueindicabaqueeltreintaynueveporcientodelagentemeapoyaba.Siemprehabíapensadoquequienganaratendríaquetenerunaventajadestacadasobrelasdemás,¡perodesdeluegolessacabaventajaalasotrastres!
Juntoalgráficohabíacomentariosdelautordeltexto,quedecíaqueCelesteteníaunporte regio, aunque estaba en terceraposición.Elise era lamás recatada, decía,pero solo contaba con el ocho por ciento de apoyo. Junto a mi fotografía habíaopinionesquecasimedabanganasdellorar:«LadyAmericaesexactamentecomolareina.Esunaluchadora.Noesquelaqueramos.¡Esquelanecesitamos!».
Mequedémirandoaquellaspalabras.—¿Estoes…deverdad?Celestevolvióaarrebatarmelarevistadeunzarpazo.—Claro que es real. Así que venga, cásate con él o haz lo que quieras. Sé
princesa.Todoelmundoestaráencantado.LapobrecitaCincoconquistalacorona.Fuehacialapuerta,contantomalhumorquenomedejabadisfrutardelanoticia
másincreíblequehabíarecibidodurantetodalaSelección.—Laverdadesquenoséporquéteimportatanto.Tútecasarásigualmentecon
algúnDosqueestaráencantadodeestaratulado.Yseguirássiendofamosacuandotodoestoacabe.
—Sí,perosolopormipasado,America.—¡Perosieresmodelo!—dije,levantandolavoz—.¡Lotienestodo!—¿Ycuántodurará?—replicó.Bajólavozyrepitió—:¿Cuánto?—¿Qué quieres decir? —dije, bajando la voz yo también—. Celeste, eres
preciosa.YserásDoselrestodetuvida.Ellaempezóanegarcon lacabezaantes inclusodequeyohubieraacabadode
hablar.—¿Esquetecreesqueereslaúnicaquesehasentidoatrapadaalgunavezensu
casta? Sí, soy modelo. No sé cantar. Ni actuar. Así que cuando mi cara deje degustarles,seolvidarándemíparasiempre.Quizámequedencincoaños,diezsitengosuerte.
Memirófijamentealosojos.—Tútehaspasadotodalavidaenunsegundoplano.Yveoqueavecesloechas
demenos.Bueno,puesyomehepasadolavidabajolosfocos.Quizáparatiseaunmiedoestúpido,peroparamíesmuyreal:noquieroperderlo.
—Bueno,esotienesentido.—¿Ah,sí?—dijo,secándoselaslágrimasymirandoporlaventana.—Sí—respondí, yme acerqué—. Pero, Celeste, ¿tú has tenido alguna vez un
interésrealporél,tegustacomopersona?
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Ellaladeólacabezaysequedópensando.—Esmono.Ybesamuybien—añadió,conunasonrisa.Aquellomehizosonreír.—Ya.Losé.—Ya sé que lo sabes.Eso fue un duro golpe parami plan, cuandodescubrí lo
lejosquehabíais llegado.Pensabaque lo teníaen lapalmade lamano,haciéndolesoñarconlaposibilidaddeirmáslejos.
—Esanoesmaneradellegaralcorazóndealguien.—Nonecesitosucorazón—confesó—.Solonecesitoquemedeseelosuficiente
comoparaquenoquierasepararsedemí.Sí,deacuerdo,noesamor.Peronecesitolafamamuchomásdeloquenecesitoelamor.
Porprimeravez,noeramienemiga.Ahoraloentendía.Sí,alahoradecompetirusaba todas sus armas, pero era por su desesperación. Simplemente necesitabaintimidarnos para quitarnos algo que lamayoría de nosotras deseaba pero que ellasentíaquenecesitaba.
—Enprimerlugar,síquenecesitaselamor.Todoelmundolonecesita.Ynopasanadaporquereramor,ademásdefama.
Ellapusolamiradaenelcielo,peromedejóhablar.—En segundo lugar, la CelesteNewsome que conozco no necesita un hombre
paraconseguirlafama.Ellasoltóunacarcajada.—Laverdadesquehesidoalgomala—confesó,másdivertidaqueavergonzada.—¡Merompisteelvestido!—¡Bueno,enaquellaocasiónlonecesitaba!De pronto todo aquello parecía de risa. Todas las discusiones, todas lasmalas
caras,lostrucosyargucias…Eracomositodofueraunabroma.Nosquedamosallíun minuto, riéndonos de lo sucedido en los últimos meses, y de pronto sentí uninstintoprotectorhaciaella,igualquelohabíasentidoporMarlee.
Derepente,dejódereírseyapartólamirada.—Hehechomuchascosas,America.Cosashorriblesyvergonzosas.Enparteera
mimododereaccionarantelatensióndetodoesto,perosobretodoeraporqueestabadispuestaahacerloquefueraparalograresacorona,paraconseguiraMaxon.
Me sorprendí a mí misma levantando la mano para darle una palmadita en elhombro.
—Deverdad—dije—,nocreoquenecesitesaMaxonparaconseguirtodoloquequierasenlavida.Tienesladeterminación,eltalentoy,probablemente,lahabilidadparaconseguirlo,queeslomásimportante.Lamitaddelpaísdaríaloquefueraportenerloquetienestú.
—Losé—reconoció—.Noesquenoseaconscientede lasuertequetengo.Es
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quemeresultaduroaceptarlaposibilidadde…,nosé,desermenos.—Entoncesnoloaceptes.Ellameneólacabeza.—No he tenido ninguna oportunidad, ¿verdad? Estaba claro que tú serías la
elegida.—Nosoloyo—admití—.Krisstambiénestáencabeza.—¿Quieresquelepartaunapiernaoalgo?Podríahacerlo—dijo,sonriendo—.Es
unabroma.—¿Quieresvolverconmigo?Últimamenteesmuydesagradablesentarsesola,yla
verdadesquetúledasciertachispaalasunto.—Ahoramismono.Noquieroquelasotrassepanqueheestadollorando—dijo,
pidiéndomediscreciónconlamirada.—Niunapalabra,teloprometo.—Gracias.Seprodujounsilenciotenso,comosiunadelasdostuvieraquedeciralgomás.
Megustóverporfina laverdaderaCeleste.Noestabaseguradequepudieradejaratrás todo loquemehabíahecho,peroalmenosahora la entendía.Nohabíanadamásqueañadir,asíquemedespedíconungestodelamanoymefui.
Hastaquecerrélapuertanomedicuentadequesemehabíaolvidadocogerunlibro. Y entonces pensé en el gráfico de la revista, con mi rostro sonriente y elnúmero bien visible al lado. Tendría que tirarme de la oreja a la hora de la cena.Maxon tenía que saberlo. Albergaba la esperanza de que, al enterarse de lo quepensabademílagente,sesintieramásdispuestoamostrarsussentimientos.
Cuandolleguéalaesquina,apuntodegirarendirecciónalaSaladelasMujeres,unrostrofamiliarmerecordóqueteníaalgoaúnmásimportanteenloquepensar.Lehabía dicho aMaxon que encontraría el modo de contactar con August, y estabaseguradequelapersonaqueteníadelanteeramiúnicaoportunidaddeconseguirlo.
Aspen se acercabapor el pasillo.Mepareció aúnmás alto y corpulentoque laúltimavezquelohabíavisto.
Miré alrededor para asegurarme de que estábamos solos. Había unos cuantosguardiasalgomásallá,trasél,perodesdeaquelladistancianopodíanoírnos.
—Hola —le saludé. Me mordí el labio, esperando que lo que le iba a pedirestuvieraensumano—.Necesitotuayuda.
—Loquesea—respondiósinpestañear.
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Capítulo12
Estabaenlocierto.Aspenconocíadememoriahastaelúltimorincóndelpalacio,ysabíaexactamentecómosacarnosdeallí.
—¿Estás segura de esto? —me preguntó, mientras nos vestíamos en mihabitaciónalcaerlanochedeldíasiguiente.
—Tenemos que saber qué pasa. Estaremos bien, de eso no tengo dudas —leaseguré.
Hablamosatravésdelapuertadelbañoentreabierta,mientraséldejabacaersutrajealsueloyseenfundabaunosvaquerosyunasprendasdealgodón,propiasdeunSeis. La ropa de Aspen le quedaría algo grande, pero serviría. Por suerte, habíaencontradoaunguardiamásmenudoaquienhabíapodidopedirleropaprestadaparamí,pero,aunasí,habíatenidoquedoblarlaspernerasdelospantalonesvariasvecesparaencontrarmelospies.
—Parecequeconfíasmuchoeneseguardia—comentóMaxon,ynosupemuybienconquétonolodecía.Quizásestuvieranervioso.
—Misdoncellasdicenqueesunode losmejoresque tienes.Yfueélquienmellevóalrefugiocuandoatacaronlossureñosytodoelmundollegabatarde.Siempreparece dispuesto, incluso cuando las cosas están tranquilas. Me da buenassensaciones.Confíaenmí.
Oíelrocedelasropasmientrasseseguíacambiando.—¿Cómosabíasquepodríasacarnosdepalacio?—Nolosabía.Selopregunté.—¿Yéltelodijo,sinmás?—respondióMaxon,asombrado.—Bueno,yonoledijequeeraparati,claro.Seoyóunsonido,comounsuspiro.—Sigopensandoquetúnodeberíasvenir.—Voyair,Maxon.¿Hasacabado?—Sí,solotengoqueponermeloszapatos.Abrílapuertay,despuésdeecharmeunvistazorápido,Maxonseechóareír.—Losiento,estoyacostumbradoaverteconvestidoslargos.—Pues tú también estás algo diferente cuando no llevas traje o casaca.—Era
cierto, pero no por ello resultaba cómico. Aunque la ropa de Aspen le quedabademasiadogrande,Maxonestabaguapovestidoconropavaquera.Lacamisaerademangacorta,ymepermitíaveraquellosfuertesbrazosquesolohabíavistounavez
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enelrefugio.—Estospantalonespesanmuchísimo.¿Porquétegustantantolosvaqueros?—
preguntó,recordandoloquelehabíapedidoelmismodíademillegadaapalacio.—Nosé—respondí,encogiéndomedehombros—.Megustan.Mesonrió,sacudiendolacabezaunpoco.Seacercóamiarmario,sinpreguntarsi
podíaabrirlo:—Necesitamosalgoconloquepuedassujetartelospantalones,ovasamontarun
escándalo.Bueno,másaún,quierodecir.Maxonsacóunacintagranatedeunvestido,volvióamiladoymelapasóporlas
trabillasdelvaquero.Nosabíamuybienporqué,peroaquellomepareciómuyíntimo.Elcorazónme
latíaconfuerza,comoenungritodeamortanfuertequemepreguntabasinolooiría.Sifueasí,disimulóysiguióconlosuyo.
—Escucha —dijo entonces, haciendo un pequeño nudo en la cinta—, lo quevamos a hacer es muy peligroso. Si algo va mal, quiero que corras. No intentessiquieravolverapalacio.Buscaaunafamiliaqueteocultedurantelanoche.
Maxondiounpasoatrásymemiróa losojos,quereflejabanmipreocupación.Ladeélacabeza.
—Ahoramismo,pedirleaunafamiliaquemeoculteescasitanpeligrosocomoenfrentarme a los rebeldes. La gente puede estar enfadada con nosotras por noabandonarlacompetición.
—Si el artículo que te enseñó Celeste dice la verdad, puede que la gente estéorgullosadeti.
Yoqueríadecirlequenoestabadeacuerdo,peroalguienllamóalapuertaynosinterrumpió. Maxon se acercó para responder, y enseguida Aspen y otro guardiaentraronenlapenumbrademihabitación.
—Alteza —dijo Aspen, con una leve reverencia—, Lady America me hainformadodequenecesitáissalirdelosmurosdepalacio.
Maxonsuspiróconfuerza.—Sí. Y he oído que tú eres el hombre que necesito. Soldado… —buscó el
nombredeAspenensuplaca—Leger.Aspenasintió.—Enrealidadnoesmuydifícil.Máscomplicadoquesalireshacerloensecreto.—¿Yeso?—Bueno,debosuponerquehayalgúnmotivoporelquedebéishacerlodenoche,
sinquelosepaelrey.Sinospreguntaradirectamente—dijoAspen,mirandodereojoalotroguardia—,nocreoquepudiéramosmentirle.
—Ynooslopediría.Esperopoderrevelarestoamipadremuypronto,perodemomentoesimprescindiblequeseamosdiscretos.
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—Esonodeberíaserunproblema—respondióAspen.Deprontoparecióvacilar,ydijo—:Nocreoquelaseñoritadebair.
Satisfechodeencontrarrespaldoasuopinión,Maxonmemiróconunacaraquedecía«¿Loves?».Yomemantuvetodolofirmequepude.
—Nomevoyaquedaraquísentada.Losrebeldesyamehanperseguidounavez,ynomedamiedo.
—Peroesosnoeransureños—replicóMaxon.—Voyair—repetí—.Yestamosperdiendoeltiempo.—Quequedeclaroquenadiemásloveasí.—Quequedeclaroquenomeimporta.Maxonsuspiróysecolocóelgorrodelanaenlacabeza.—Bueno,¿yquétenemosquehacer?—Elplanesbastantesencillo—expusoAspen—.Dosvecesporsemanasaleun
camiónaporprovisiones.Enocasiones, faltaalgoen lacocina,demodoqueparteunasegundavezabuscarloqueleshagafalta.Generalmentevagentedelacocina,acompañadosdeunosguardias.
—¿Ynadiesospechará?—preguntéyo.Aspennegóconlacabeza.—Muchasvecessehacepor lanoche.Sielcocinerodicequenecesitamosmás
huevosparaeldesayuno,hayqueirantesdequesalgaelsol.Maxonbuscóentrelospantalonesdesutraje.—Conseguí enviarle una nota a August. Dijo que nos encontraríamos en esta
dirección—dijo.LediolanotaaAspen,queselaenseñóalotroguardia.—¿Sabesdóndees?—lepreguntóAspen.Elguardia,unhombredetezoscurallamadoAvery—losupeporelnombreque
mostraba la placa que, no sin esfuerzo, conseguí descifrar en la semioscuridad—,asintió.
—Noeselmejorbarriodelaciudad,peroestálosuficientementecercadellugardeaprovisionamientodevíverescomoparaquenollamemoslaatención.
—Muy bien —dijo Aspen, mirándome—. Métase el cabello bajo el gorro,señorita.
Me agarré el pelo e hice un ovillo con él, esperando que cupiera todo bajo elgorrodelanaqueAspenmehabíaproporcionado.MetílosúltimosmechonesdentroymiréaMaxon.
—¿Bien?Élhizounamuecadivertida.—Estupendo.FingídarleunpuñetazoenelbrazoyenseguidamegiréhaciaAspenpararecibir
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susinstrucciones.Ensusojospercibíque ledolíaver la intimidadque teníaconMaxon.Yquizá
fueramás que eso.Después de dos años escondiéndonos en la casa del árbol, ahíestabayo,paseándomeporlascalles,pasadoeltoquedequeda,conelhombrecuyamuertedeseabanmásquenadaenelmundolosrebeldessureños.
Aquelmomentoeraunbofetónparaélyparatodanuestrahistoriaencomún.Y aunque ya no estaba enamorada de Aspen, aún me importaba, y no quería
hacerledaño.AntesdequeMaxonsedieracuenta,Aspenserecompusoyretomólainiciativa:—Sígannos.AspenyelsoldadoAverysalieronalpasilloynoscondujeronporlaescaleraque
llevabaalenormerefugioreservadoparalafamiliareal.En lugar de dirigirnos hacia las grandes puertas de acero, recorrimos todo el
palacio por debajo hasta llegar a otra escalera de caracol que subía. Supuse quellegaríamosalaplantabaja,perosalimosalacocina.
Inmediatamentesentílacalidezyelolordulzóndelpandurantelafermentación.Poruninstantemesentícomoencasa.Meesperabaalgoaséptico,profesional,comolasgrandespanaderíasquehabíaenlosbarriosaltosdeCarolina.Peroallíencontréenormesmesasdemaderaconlasverdurasencima,listasparacocinar.Vinotasaquíyallá, recordatoriosde loquehabíaquehacerpara los trabajadores.Engeneral,elambientedelacocinaeraacogedor,pesealograndequeera.
—Mantenganlacabezagacha—susurróelsoldadoAvery.Nosquedamosmirandoelsuelo.Enaquelmomento,Aspensaludóaalguien.—¿Delilah?—¡Hola,guapo!—lerespondióalguiencondesparpajo.Lamujer teníaunavoz
potenteyunacentosureñoquehabíaoídoalgunasvecesenCarolina.Seoyeronunaspisadasdecididasqueseacercaban,peroevitélevantarlamirada.—Leger,cariño,¿cómovatodo?—Todobien.Heoídoquehabíaquerecogerunpedido,ymepreguntabasitenías
lalista.—¿Unpedido?Nomeconsta.—Puesestabaseguro.Quéraro.—Siquieres,veaver—dijoella,sinelmínimorastrodesospechaenlavoz—.
Noquieroquesenospasenada.—Bien pensado.No tardaremosmucho—respondióAspen.Oí que cogía unas
llavesysedespidió—:Hastaluego,Delilah.Sitehasidoadormir,dejarélasllavesenelgancho.
—Muybien,guapetón.Vuelvepronto.Hacemuchoquenovienesaverme.—Loharé.
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Aspenyasehabíapuestoenmarcha,ynosotrosleseguimossinabrirlaboca.Mesonreí.AquellatalDelilahteníaunavozprofunda,propiadeunamujermadura.Pero,aunasí,semostrabamuycariñosaconAspen.
Giramos una esquina y subimos una ancha rampa hasta llegar a unas grandespuertas. Aspen abrió la cerradura. Allí había un camión negro. El dulce aire deAngelesnosenvolvió.
—Nohaydondeagarrarse,perocreoquelosdosdeberíanirenlapartedeatrás—propusoAvery.
Miréelgranremolque.Almenosallínonosreconocerían.Rodeé el camión hasta la parte trasera, donde Aspen ya estaba abriendo las
puertas.—Señorita —dijo, ofreciéndome la mano, que le acepté—. Alteza —añadió
después,alpasarMaxon,quenoquisoayuda.Habíaunpardecajonesenelinterior,yunosestantesenunapared,pero,porlo
demás, el remolque no eramás que una enorme caja demetal vacía.Maxon pasódelanteeinspeccionóellugar.
—Ven aquí,America—dijo, señalando hacia un rincón—.Nos apoyaremos enlosestantes.
—Intentaremosconducirconsuavidad—señalóAspen.Maxonasintió.Aspennosechóunamiradasolemneycerrólaspuertas.Enaquellacompletaoscuridad,mepeguéaMaxontodoloquepuede.—¿Tienesmiedo?—preguntóél.—No.—Yotampoco.Peroestababastanteseguradequeambosmentíamos.
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Capítulo13
Nohabríapodidodecircuántotiempoviajamos,peronotabacadabandazoquedabaaquel enorme camión. Para que no me cayera al suelo,Maxon había colocado laespaldacontralosestantesymerodeabaconunapierna,manteniéndomepegadaalapared,comoenjaulada.Pero,aunasí,acadacurvaambosnosdeslizábamosunpocoporelsuelodemetal.
—No me gusta no saber dónde estoy —dijo Maxon, intentando recuperar laposiciónunavezmás.
—¿Nohasestadonuncaenlaciudad?—Soloencoche—confesó.—¿Tepareceextrañoqueme sientamejoryendoa laguaridadeunos rebeldes
quecuandotuvequehacerdeanfitrionaantelasmujeresdelafamiliarealitaliana?Maxonserio.—Esosolotepuedepasarati.Era difícil hablar con el ruido del motor y de las ruedas de fondo, así que
estuvimos un rato en silencio.A oscuras, todos los sonidos parecíanmás intensos.Inspiréconfuerza,intentandoconcentrarme,ysentíelrastrodeunaromaacafé.Nopodíasabersiseríaunolorresidualdelcamiónosieraqueestábamospasandojuntoa una tienda que lo vendiera. Tras un rato que seme había hecho eterno,Maxonacercósuslabiosamioído.
—Habría deseado que estuvieras segura, en palacio, perome alegromucho detenerteaquí.
Mereíenvozbaja.Dudabadequelooyera,peroestábamostancercaelunodelotroqueprobablementelonotara.
—Esosí,prométemequecorrerás.Decidíque,encasodequeocurrieraalgomalo, tampocoleserviríadeninguna
ayuda,asíqueestiréelcuelloycoloquélabocajuntoasuoído:—Loprometo.Pasamos un bache bastante grande, yme agarró. Sentí el contacto de su nariz
contra lamía.Notéunas irresistiblesganasdebesarle.Aunque solohacía tresdíasdesdeaquelbesoeneltejado,meparecíaquehabíapasadounaeternidad.Meabrazóysentísurespiracióncontramipiel.Estaballegandoelmomento;estabasegura.
Maxonapoyólanarizcontramimejillaynuestroslabiosseacercaron.Igualquehabíanotadoeloloracaféyhastaelmínimoruiditoenlaoscuridad,lafaltadeluz
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hizo que notara conmás fuerza el limpio aromaque desprendíaMaxon, y sentí lapresióndesusdedos,desplazándosepormicuellohastalosmechonesdecabelloqueasomabanbajomigorro.
Unsegundoantesdequenuestroslabiosllegaranatocarse,elcamiónsedetuvodepronto,lanzándonoshaciadelante.MegolpeélacabezacontralaparedysentílosdientesdeMaxoncontramioreja.
—¡Au!—exclamó,ynotéquerecuperabalaposturaenlaoscuridad—.¿Tehashechodaño?
—No.Elpeloyelgorrohanamortiguadoelgolpe—dije.Sinohubieradeseadotantoaquelbeso,mehabríareído.
Elcamiónempezóamoversemarchaatrás.Alospocossegundos,sedetuvoyelmotorseapagó.Maxoncambiódepostura,comosisepusieraencuclillas,decaraala puerta. Yo adopté una posición parecida, y sentí una de las manos de Maxontendidaenmidirección,comoparaprotegerme,porsiacaso.
Laluzdeunafarolaentróenelremolque,sobresaltándonos.Entrecerrélosojosendirecciónalaluz,altiempoquealguienentraba.
—Estamosaquí—dijoelsoldadoAvery—.Síganmesinsepararsedemí.Maxonsepusoenpieymetendióunamano.Melasoltóparasaltaralsueloy
luegomelavolvióadarparaayudarmeabajar.Loqueobservédesdeelprincipiofueel gran muro de ladrillo que flanqueaba el callejón, además del penetrante olor apodrido. Aspen estaba frente a nosotros, mirando atentamente alrededor, con unapistolaenlamano,quemanteníabaja.
AveryyAspensedirigieronhacia laentrada traseradeledificio,ynosotros lesseguimosdecerca.Lasparedesquenosrodeabaneranmuyaltasymerecordabanlosbloques de apartamentos demi barrio, con sus escaleras de incendios a los lados,aunqueallínoparecíavivirnadie.Aspenllamóaunapuertamugrientayesperó.Lapuerta se abrió y vimos una pequeña cadena de seguridad. Pero, antes de quevolvieranacerrarlapuerta,vitambiénlosojosdeAugust.Cuandovolvióaabrirse,lohizocompletamente.Entonces,Augustnoshizoentraratodos.
—Rápido—nosapremió.Enlasala,enpenumbra,estabanGeorgiayunchicomásjoven.Eraevidenteque
Georgiaestabatannerviosacomonosotros,ynopudeevitaracercarmeyabrazarla.Ellamecorrespondió.Mealegródescubrirquehabíahechounaamistadinesperada.
—¿Oshanseguido?—preguntó.—No—dijoAspen,sacudiendolacabeza—.Peromásvalequeosdeisprisa.Georgiamecondujoaunamesita.Maxonsesentó juntoamí,conAugustyel
otrochicoasulado.—¿Hasta qué punto es grave la situación? —preguntó Maxon—. Tengo la
sensacióndequemipadrenomecuentatodalaverdad.
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Augustseencogiódehombros,sorprendido.—Porloquenosotrossabemos,lasbajassonpocas.Lossureñosestánllevandoa
cabo sus típicas campañas de destrucción, pero los ataques parecen ir dirigidosespecíficamenteaDoses;parecequehancaídomenosdetrescientaspersonas.
Mequedésinaliento.—¿Trescientaspersonas?¿Cómopuedesdecirquesonpocas?—America, teniendo en cuenta la situación… —dijo Maxon, intentando
reconfortarmeycogiéndomelamanootravez.—Tienerazón—intervinoGeorgia—.Podíahabersidomuchopeor.—Es lo que cabía esperar de ellos: que empiecen por arriba y vayan bajando.
Suponemosquemuyprontoiráncambiandodeobjetivo—explicóAugust—.ParecequelosataquesaúnsonaisladosytodosdirigidosaDoses,perolosobservamosdecerca,yosavisaremoscuandocambielacosa,sicambia.Tenemosaliadosentodaslasprovincias,ytodosestánenguardia.Noobstante,nopuedenirtanlolejoscomoquisieransinexponerse,ytodossabemosloqueocurriríasilosdescubrieran.
Maxonasintió,muyserio.—Morirían,porsupuesto.—¿Deberíamosceder?—sugirióMaxon.Lemirésorprendida.—Confiadennosotros—dijoGeorgia—.Suactitudnovaacambiarsiosrendís.—Perodebedehaberalgomásquepodamoshacer—insistióMaxon.—Yahabéishechoalgobastantepositivo.Bueno,ellalohahecho—dijoAugust,
señalándome a mí—. Por lo que hemos oído, los granjeros salen con sus hachascuandodejan sus campos: los sastres vanpor la calle con sus tijeras; y ya se ve aDosesporahíconaerosolesdedefensaenlamano.Gentedetodaslascastasparecehaber encontrado el modo de armarse por si necesitan defenderse. Tu pueblo noquierevivirconmiedo,ynoloestáhaciendo.Estándefendiéndose.
Tenía ganas de llorar. Quizá por primera vez durante toda la Selección, habíahechoalgobien.
Maxonmeapretólamano,orgulloso.—Es un consuelo. Pero sigue sin parecerme suficiente. Asentí. Me alegraba
muchodequelagentenosesometiera,peroteníaquehaberunmododeacabarconaquellodeunavezportodas.
Augustsuspiró.—Nosotros también nos preguntábamos si podríamos encontrar el modo de
atacarlos.Nosiguenningunaestrategiadelucha:simplementevanaporlagente.Anuestrospartidarioslespreocupaquelosidentifiquen,peroestánportodaspartes.Yquizáseanelmejorrecursoparaunataqueporsorpresa.Enmuchossentidossomosunaespeciedeejército,peroestamosdesarmados.Nopodemosvenceralossureños
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cuandolamayoríadenuestragentecombateconladrillosorastrillos.—¿Queréisarmas?—Nonosiríanmal.Maxonsequedópensando.—Hay cosas que vosotros podéis hacer y que para nosotros, desde palacio,
resultanimposibles.Peronomegustalaideadeenviaramipuebloacombatircontraesossalvajes.Moriríamuchagente.
—Esposible—confesóAugust.—También está el pequeño detalle de que no puedo estar seguro de que en un
futuronouséislasarmasqueosdoyenmicontra.Augustresopló.—Nosécómoconvencertedequeestamosdetuparte,peroesasí.Loúnicoque
hemos querido desde el principio es poner fin al sistema de castas, y estamosdispuestosaapoyarteparaquelohagas.Notengoningunaintencióndehacertedaño,Maxon,ycreoque tú losabes—dijo.Maxonyél semiraron—.Sino,noestaríasaquíahoramismo.
—Alteza —intervino Aspen—, siento interrumpir, pero algunos de nosotrosquerríamos acabar con los rebeldes sureños tanto como usted. Yo mismo mepresentaríavoluntarioparaentrenaracualquieraenelcombatecuerpoacuerpo.
Sentí que el pecho se me hinchaba de orgullo. Aquel era mi Aspen, siemprebuscandoelmododearreglarlascosas.
MaxonasintióysevolvióhaciaAugust.—Eso es algo en lo que habrá que pensar. Quizá yo pudiera entrenar a tus
hombres, pero no podría daros armas. Aunque estuviera seguro de vuestrasintenciones, si mi padre se enterara de que estamos en contacto, no me puedo niimaginarquéharía.
Sinpensarlo,Maxon tensó losmúsculosde laespalda.Caíen lacuentadequequizásaquelfueraungestoquehabíahechoamenudoentodoel tiempoquehacíaque nos conocíamos, solo que yo no entendía su significado. Sería la tensión quesuponíaguardarsusecreto.
—Cierto. De hecho, probablemente tendríais que iros ya. En cuanto tengamosnoticias, te lasharé llegar,perodemomento todovabien.Bueno, todo lobienquecabríaesperar.—AugustlepasóunanotaaMaxon—.Tenemosunalíneadeteléfonofijo.Puedesllamarnossihayalgourgente.EsteesMicah,quienseencargadeestascosas.
Augustseñalóalchico,quenohabíadichopalabraentodoaquelrato.Esteapretóloslabios,comosiselosestuvieramordiendo,yasintió.Suactituddenotabatimidez,peroalmismotiempounagranvoluntaddeactuar.
—Muybien.Lausarécondiscreción—dijoMaxon,quesemetióelpapelenel
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bolsillo—.Hablaremospronto.—Sepusoenpieyyoleseguí,mirandoaGeorgiaalmismotiempo.
Ellarodeólamesaysemeacercó.—Idconcuidadoalvolver.Yesenúmerotambiénpuedesusarlotú.—Gracias—respondí.Le di un abrazo rápido y salí conMaxon,Aspen y el soldadoAvery. Eché un
último vistazo a nuestros extraños amigos hasta que la puerta se cerró a nuestrasespaldas.
—Apartaosdelcamión—dijoAspen.Megiréparaverquéqueríadecir,yaqueaúnestábamosaciertadistancia.
Entonces vi que no me hablaba a mí. Un puñado de hombres rodeaban elvehículo. Uno llevaba una llave inglesa en la mano, y daba la impresión de queestabanapuntode robar las ruedas.Otrospermanecíandetrás, intentandoabrir laspuertasdemetal.
—Dadnos la comida y nos iremos—dijo uno. Parecíamás joven que el resto,quizádelaedaddeAspen.Sutonodevozerafríoydesesperado.
Al salir del palacio nome había dado cuenta de que el camión en el que noshabíamossubidollevabaunenormeescudodeIlléaenellateral.Ahoraqueloveía,me pareció un descuido terrible. Y aunqueMaxon y yo no íbamos vestidos comosiempre,sialguienseacercabademasiadoresultaríaevidentequiéneséramos.Deseétenerunarma,aunquenohabríasabidoquéhacerconella.
—No hay comida—dijoAspen,muy tranquilo—.Y si la hubiera, no podríaisllevárosla.
—Québienentrenanasusmarionetas—observóotrohombre.Cuandosonrió,mefijéenquelefaltabanvariosdientes—.¿Quéerastúantesdeconvertirteenesto?
—Apartaosdelcamión—ordenóAspen.—No puede ser que fueras un Dos o un Tres; habrías pagado para salir del
cuerpo.Asípues,hombrecillo,¿quéeras?—insistióeldesdentado,acercándose.—Atrás.Alejaos—insistióAspen,mostrándolesunamanoyllevándoselaotraal
cinto.Elhombresedetuvoysacudiólacabeza.—Nosabesconquiénteestásmetiendo,muchacho.—¡Mirad!—dijoalguien—.¡Esella!¡Esunadelaschicas!Aloírlavoz,megiré,descubriéndome.—¡Cogedla!—dijoelmásjoven.Antesdequepudierareaccionar,Maxontiródemíhaciaatrás.Enunmomento,
AspenyelsoldadoAverysacaronlaspistolas,ylosfuertesbrazosdeMaxonhicieronque me diera la vuelta. Iba de lado, tambaleándome para mantener el equilibrio,mientrasAspenyAverymanteníanaloshombresaraya.EnseguidaMaxonyyonos
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encontramosatrapadoscontralapareddeladrillo.—Noquieromataros—dijoAspen—.¡Marchaos!¡Ya!El hombre desdentado chasqueó la lengua, con las manos levantadas hacia
delante, como para mostrar sus buenas intenciones. Pero, en un movimiento tanrápido que casi no pude verlo, bajó unamano y sacó una pistola. Aspen disparó.Siguióuntiroteo.
—Ven,America—meapremióMaxon.«¿Iradónde?»,pensé,conelcorazóndisparadoporelmiedo.Lemiréyviquehabíaentrecruzadolosdedosdelasmanos,proporcionándome
unapoyoparaelpie.Deprontolocomprendí:apoyéelzapatoensusmanosyélmelevantó.Meagarréalaparedcomopudeylleguéalomásalto.Sentíalgoraroenelbrazoalsubirelcuerpo.
Sinpensarennadamás,trepéalsalienteybajéelcuerpotodoloquepudehastadejarmecaeralotrolado.Caídelado,convencidadequemehabíahechodañoenlacaderaoenlapierna;peroMaxonmehabíadichoquecorrieraencasodepeligro,asíqueesohice.
Noséporquésupusequeestaríajustodetrásdemí.Cuandolleguéalfinaldelacalleyviquenoestabaallí,caíenlacuentadequenohabíanadiemásquelehubierapodidodarapoyoparatrepar.Bajélamiraday,alatenueluzdeunafarola,vialgohúmedoquemanabadeundesgarroenlateladelamanga.
Mehabíandisparado.¿Mehabíandisparado?Habíansacadolaspistolasyyoestabaallí,peronomeparecíareal.Aunasí,no
podíanegaraqueldolordesgarrador,queibaenaumentoacadasegundo.Mepuselamanosobrelaherida,peroesonohacíamásqueempeorarlascosas.
Miréalrededor.Laciudadestabainmóvil.Claroqueloestaba.Hacíatiempoquehabíapasadoeltoquedequeda.Mehabía
acostumbrado tanto al palacio que seme había olvidado que en elmundo exteriortodosedeteníaalasonce.
Si me cruzaba con algún soldado, me meterían en la cárcel. ¿Cómo iba aexplicárseloalrey?¿Cómoibaajustificarunaheridadebala?
Mepuseenmarcha,ocultándomeenlassombras.Noteníaniideadeadóndeir.Nosabíasiseríabuenaideaintentarvolveralpalacio.Y,aunquelofuera,noteníaniideadecómollegar.
Dios,laheridameardía.Mecostabapensar.Meabrípasoporunangostocallejónentredosbloquesdepisos.Aquelloyaeraun indiciodequenoestabaenelmejorbarrio de la ciudad. Normalmente, solo los Seises y los Sietes tenían que vivirhacinadosenapartamentosminúsculos.
Noteníaadóndeir,asíquecaminéporelcallejónapenasiluminadoymeescondí
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trasunmontóndecontenedores.Lanocheerafresca,peroduranteeldíahabíahechomucho calor y los contenedores olíanmuymal. Entre el olor y el dolor, sentí queestabaapuntodevomitar.
Me arremangué el brazo derecho, intentando no irritar la herida más de lonecesario. Las manos me temblaban, ya fuera del miedo o por la adrenalina. Elsimplehechodeflexionarelbrazomedolíatantoquemedabanganasdegritar.Memordíloslabiosparanohacerlo,pero,aunasí,nopudereprimirungemido.
—¿Quétehapasado?—preguntóunavocecilla.Levantélacabezadegolpe,buscandoelorigendeaquellavoz.Dosojosbrillaban
enlomásoscurodelcallejón.—¿Quiénandaahí?—pregunté,conlavoztemblorosa.—No te haré daño—dijo ella, saliendo de la oscuridad—. Yo también estoy
pasandounamalanoche.Lachica,quedebíadetenerunosquinceaños,emergiódeentrelassombrasyse
acercóamirarmeelbrazo.Alverloseencogió.—Esotienequedolermucho—dijo.—Mehandisparado—contestésinpensármelodosveces,apuntode llorar.La
heridamequemabaunmontón.—¿Disparado?Asentí.Ellamemiró,vacilante,comosiaúnpensaraensalircorriendo.—Noséquéhashechooquiéneres,peronotebusqueslíosconlosrebeldes…—¿Cómo?—No llevo aquí mucho tiempo, pero sé que los únicos que pueden conseguir
pistolassonlosrebeldes.Sealoquesealoqueleshashecho,novuelvasahacerlo.Con todas las veces que nos habían atacado, nuncame lo había planteado. Se
suponíaquesololossoldadospodíantenerarmas.Nadiemás,amenosquefueraunrebelde. Incluso August había dicho que los norteños estaban prácticamentedesarmados.Mepreguntabasiesanocheiríaarmado.
—¿Cómotellamas?—mepreguntóella—.Séqueeresunachica.—Mer.—Yo soy Paige. Parece que tú también eres nueva en esto de ser una Ocho.
Llevaslaropabastantelimpia—dijo,girándomeelbrazoconsuavidad,observandolaheridacomosipudierahaceralgo,aunquelasdossabíamosqueno.
—Algoasí—respondí.—Sitequedassola,puedesmorirtedehambre.¿Tienesalgúnlugaradondeir?Deprontoeldolorhizoquemeestremeciera.—Noexactamente.—Yo vivía con mi padre. Éramos Cuatros. Teníamos un restaurante, pero mi
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abuelahabíadispuestoquealamuertedemipadreelrestaurantepasaraamitía,noamí.Supongoquelepreocuparíaquemitíasequedarasinnada,oalgoasí.Bueno,mitíameodia;siempremehaodiado.Sequedóelrestaurante,perotambiénsequedóconmigo.Esonolegustó.
»Dossemanasdespuésdelamuertedemipadre,empezóapegarme.Teníaquecomer a escondidas, porquedecíaquemeestabaponiendogordaynomedabadecomer.Penséenirmeacasadealgunaamiga,peromi tíapodría irabuscarme,asíquehui.Cogíalgodedinero,peronosuficiente.Yaunquelohubierasido,hubieradadoigual,porquelasegundanochequepasabaenlacallemerobaron.
ObservéaPaigemientrashablaba.Bajoaquellacapademugreseveíasupasado,unachicaqueestabaacostumbradaavivirbien.Ahoraintentabahacerseladura.Nolequedabamásremedio.¿Quéibaahacer,sino?
—Esta semana he conocido a un grupo de chicas. Trabajamos juntas ycompartimosloqueganamos.Sipuedesolvidartedeloqueestáshaciendo,noestátanmal. Pero despuésme echo a llorar. Por eso estaba ahí escondida. Si las otraschicasmevieranllorar,haríanquemitíaparecieraunasanta.J.J.dicequesoloestánintentandoendurecermeyquemásvalequelohagarápido,pero,aunasí,esdifícil…Eresmuyguapa.Seguroquelesencantaríaqueteunierasasugrupo.
El estómago se me encogió al contemplar aceptar su oferta. En cuestión desemanas había perdido su familia, su hogar y a sí misma. Y, aun así, estaba ahídelante—frenteaalguienquehabíasidoperseguidaporlosrebeldes,aalguienquesolopodíatraerleproblemas—ysemostrabaamable.
—No podemos ir a ver a un médico, pero podríamos encontrarte algo paraaliviarte el dolor.Yun tipoque conocemospodríadarteunospuntos.Pero tendrásqueserfuerte.
Meconcentréenrespirar.Aunquelaconversaciónmedistrajera,nomequitabaeldolor.
—Túnohablasmucho,¿verdad?—preguntóPaige.—Nocuandorecibobalazos.Paigese rio,yaquellomehizo reírme tambiénunpoco.Sesentóami ladoun
ratitoyagradecínoestarsola.—Sinoquieresvenirconmigo,loentiendo.Peroespeligroso,ylolamento.—Yo…¿Nopodemosquedarnosaquíunrato,ensilencio?—Sí.¿Quieresquemequedecontigo?—Porfavor.Yesohizo.Sinpedirexplicaciones, se sentóami lado,calladacomoun ratón.
Meparecióquepasabaunaeternidad,aunquequizánofueronmásdeveinteminutos.Eldolor ibaenaumento.Meestabaempezandoadesesperar.Quizápudiera iraunmédico.Porsupuesto,tendríaqueencontrarlo.Elpalaciolopagaría,peronoteníani
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ideadecómocontactarconMaxon.¿EstaríabienMaxon?¿YAspen?Losotroseranmuchosmás,peroellos ibanarmados.Si losrebeldesmehabían
reconocido tan rápidamente, ¿habrían reconocido también aMaxon? Y, si así era,¿quéleharían?Mequedéinmóvil,intentandonopensarentodoaquello.Pero¿quéibaahacersiAspenmoría?¿OsiMaxon…?
—¡Chis!—dije,aunquePaigenohabíadichonada—.¿Oyeseso?Ambasaguzamoseloído.—¡…Max!—gritóalguien—.¡Sal,Mer;soyMax!SeguroquelaideadeusaresosnombreshabíasidodeAspen.Mepuseenpieyfuialasalidadelcallejón,conPaigedetrásdemí.Vielcamión
que avanzaba por la calle a ritmo de tortuga. Unas cabezas asomaban por lasventanillas,buscando.
Megiré.—Paige,¿quieresvenirconmigo?—¿Adónde?—Te prometo que tendrás un trabajo de verdad, te darán comida y nadie te
pegará.Losojosselellenarondelágrimas.—Entoncesnomeimportadóndesea.Iré.La agarré conmimanobuena.Lamangadel abrigo aúnme colgabadel brazo
herido.Avanzamosporlacalle,pegadasalosedificios.—¡Max!—grité,alacercarnos—.¡Max!El enorme camión frenó de golpe.Maxon, Aspen y el soldadoAvery salieron
corriendo.Solté la mano de Paige al ver los brazos abiertos de Maxon, que me abrazó,
apretándomeyhaciéndomesoltarungrito.—¿Quétepasa?—preguntó.—Mehandisparado.Aspennosseparóymeagarróelbrazoparaver.—Podíahabersidomuchopeor.Tenemosquevolverenseguidayllevarteaquete
cureneso.Supongoquenoqueremosqueelmédicosepaesto,¿no?—dijo,mirandoaMaxon.
—Noquieroquesufra—respondióél.—Alteza —dijo Paige, hincando una rodilla en el suelo. Los hombros le
temblaron,comosiestuvierallorando.—EstaesPaige—señaléyo—.Entremosenelremolque.—Estásasalvo—ledijoAspen,tendiéndoleunamano.Maxonmerodeóconunbrazoymeacompañóalapartetraseradelcamión.
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—Pensabaquetardaríatodalanocheenencontrarte.—Yotambién.Peromedolíademasiadocomoparairaningunaparte.Paigeme
ayudó.—Entoncesnosocuparemosdeella,teloprometo.Maxon, Paige y yo trepamos al remolque del camión. El suelo de metal me
pareciósorprendentementeconfortableenelcaminodevueltaalpalacio.
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Capítulo14
FueAspenquienmecogióenbrazos.Mesacódelremolquedelcamiónymellevóa todaprisaaunasalita.Eramáspequeñaquemibaño,ysoloconteníadoscamasestrechas y un armario. Había unas notas y fotos en la pared, que le daban ciertapersonalidad,pero,porlodemás,estabavacía.Eso,sincontarconqueAspen,yo,elsoldadoAvery,MaxonyPaigellenábamoshastaelúltimocentímetrocuadradodelaestancia.
Mecolocósobreunacamaconlamáximadelicadezaposible,peroelbrazoaúnmedolíamuchísimo.
—Tendríamosquebuscarunmédico—dijo,peroyomismaveíaquenolodecíamuy convencido. Llamar al doctor Ashlar significaría contarle toda la verdad oinventarseunaenormementira,yningunadelasdosopcionesparecíaaceptable.
—Nolohagáis—respondí,conpocavoz—.Estonomematará.Simplementemedejaráunacicatriz.Solohayquelimpiarlaherida—señalé,conunamuecadedolor.
—Necesitarásalgoparaeldolor—añadióMaxon.—Puede que se le infecte. Aquel callejón estabamuy sucio, y yo la toqué—
confesóPaige.Laheridamequemaba.—Anne.IdabuscaraAnne—susurré.—¿Aquién?—Alajefadesusdoncellas—señalóAspen—.Avery,veabuscaraAnneyun
botiquín. Tendremos que arreglárnoslas. Y debemos hacer algo con ella—añadió,señalandoaPaigeconunmovimientodecabeza.
Observé los ojos de Maxon, que, preocupado, dejó de mirar mi brazoensangrentadoparafijarseenelrostrocompungidodePaige.
—¿Quiéneres?¿Unadelincuente?¿Unafugitiva?—lepreguntó.—Nohecometidoningúndelito.Ysí,meescapé,peronadiemebusca.Maxonsequedópensandounmomento.—Bienvenidaabordo.VeconAveryalacocina.DilealaseñoraWoodardqueel
príncipe ordena que te dé trabajo.Y que venga inmediatamente al pabellón de lossoldados.
—Woodard.Sí,alteza.Paige hizo una gran reverencia y salió de la habitación tras el soldado Avery,
dejándomesolaconMaxonyAspen.Habíaestadoconellostodalanoche,peroerala
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primera vez que estábamos los tres solos. Sentía el peso de nuestros secretos, quellenabalayadeporsíestrechahabitación.
—¿Cómooslashabéisarreglado?—pregunté.—August, Georgia y Micah oyeron los disparos y vinieron enseguida —dijo
Maxon—.Nobromeabacuandodecíaquenuncanosharíandaño.—Hizounapausa,deprontoadoptandounaexpresióntristeydistante—.Micahnosobrevivió.
Tuvequeapartarlamirada.Nosabíanadadeél,peroesanochehabíamuertopornosotros.Mesentítanculpablecomosiyomismalehubieraquitadolavida.
Quise limpiarme una lágrima, olvidándome de que tenía que usar el brazoizquierdo,ysoltéungemido.
—Cálmate,America—dijoAspen,olvidándosedelasformalidades.—Todoirábien—prometióMaxon.Asentí,apretandoloslabiosparaevitarecharmeallorar.¿Paraqué?Noservíade
nada.Estuvimosensilencioloqueamímepareciómuchorato,peroquizáfueraeldolor,quehacíamáslargoslosminutos.
—Esadevociónesdignadeelogio—dijoMaxondepronto.AlprincipiopenséqueestaríahablandodeMicah.PeroAspenyyolevantamosla
vista.Estabamirandolaparedquehabíadetrásdemí.Megiré,contentadepoderfijarlaatenciónenalgoquenofueraellacerantedolor
delbrazo.Allí,juntoaundibujohechoporalgunodesushermanosmenoresyunafotografíadesupadrecuandoteníasuedad,másomenos,habíaunanota:«Siempretequerré.Teesperaréloquehagafalta.Estoycontigo,paseloquepase».
Micaligrafíaeraalgomástorpeunañoatrás,cuandohabíadejadoaquellanotajunto a mi ventana para que Aspen la encontrara. Estaba decorada con unoscorazoncitos ridículos que ya no se me ocurriría dibujar nunca más, pero eraconscientedelpesodeaquellaspalabras.Eralaprimeravezquelashabíapuestoporescrito, temerosa de la importancia que adquirían aquellos mensajes una vez quetomaban forma. También recordaba el pánico que tenía a que mi madre pudieraencontrarlanota,untemorquesuperabainclusoalmiedoenormequemeproducíasaberque,sinlugaradudas,amabaaAspen.
DeprontomeentrómiedodequeMaxonreconocieramicaligrafía.—Debedeserbonitoteneraalguienaquienescribirle.Lascartasdeamorsonun
lujo que nunca he tenido —dijo Maxon, esbozando una sonrisa triste—. ¿Hamantenidosupalabra?
Aspenestabatrayendoalmohadasdelaotracamaparaponérmelasbajolacabeza,evitandoquesusojossecruzaranconlosmíosyconlosdeMaxon.
—Lecuesta escribir—dijo—.Pero séque está conmigo, pase loquepase.Notengodudas.
MequedémirandoelcabellocortoyoscurodeAspen—laúnicapartedeélque
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podíaver—ysentíunnuevodolor.Enciertomodoteníarazón.Enelfondonuncanosdejaríamosdeltodoelunoalotro.Pero…¿quéquedabadeaquellaspalabrasenelpapel?¿Quérestabadeaquelamorarrebatadorquemesobrecogía?Aquelloyanoexistía.
Y,sinembargo,parecíaqueAspenaúncontabaconél.Miré por un momento a Maxon, y no supe muy bien si su expresión era de
tristeza o de celos. No me sorprendía. Recordaba haberle dicho que había estadoenamorada anteriormente; él en aquel momento daba la impresión de sentirseestafado,comosinotuvieranadaclaroquefueraaenamorarsenunca.
SisehubieraenteradodequeelamordelquelehabíahabladoyoyelamorqueleacababaderevelarAspeneranelmismo,seguroquesehabríahundido.
—Escríbelepronto—leaconsejóMaxon—.Nodejesqueseleolvide.—¿Por qué tardan tanto? —murmuró Aspen, que salió de la habitación sin
molestarseenresponder.Maxonseloquedómirandoysegiróhaciamí.—Nosirvoparanada.Notengoniideadecómoayudarte,asíquepensabaqueal
menospodíaintentarayudarleaél.Estanochenoshasalvadolavidaa losdos.—Maxonsacudiólacabeza—.Yparecequesoloheconseguidodisgustarlemás.
—Todoelmundoestápreocupado.Lohashechobien—dije,paratranquilizarle.Élsoltóunarisitanerviosaysearrodillójuntoalacama.—Estás ahí tendida, con una herida profunda en el brazo, y encima intentas
consolarme.Eresdelomásabsurdo.—Si alguna vez decides escribirme una carta de amor, yo usaría ese
encabezamiento:«Eresdelomásabsurdo»—bromeé.Sonrió.—¿Nopuedohacernadaporti?—Cogermelamano.Aunquenoaprietesmucho.Maxonme rodeó lamano con sus dedos.Aquello no cambiaba nada, pero era
agradablesentirqueestabaallíallado.—Probablemente no lo haré. Lo de escribirte una carta de amor, quiero decir.
Procuroevitarponermeenridículosiemprequepuedo.—Osea,queerescapazdeplanearguerrasperonosabescocinary teniegasa
escribircartasdeamor—bromeé.—Exacto.Mi listadedefectosvaenaumento.—Jugueteócon losdedosenmi
mano.Agradecíaquelladistracción.—Estábien.Seguiréhaciendocábalassobretussentimientos,yaqueteniegasa
escribirmeunanota.Conunbolígrafovioleta.Ylas«íes»conflorecitasenlugardepuntos.
—Así es justo como la escribiría yo—dijo él, con un gesto pretendidamente
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serio. Solté una risita, perome detuve en seco cuando elmovimiento hizo que elbrazovolvieraaarderme—.Aunquenocreoquetengasquehacercábalassobremissentimientos.
—Bueno—objeté,respirandocadavezconmásdificultad—.Noesquelohayasdichoenvozalta.
Maxonabriólabocaparadeciralgo,peronolohizo.Fijólamiradaeneltecho,repasandonuestrahistoria, intentando localizar elmomentoenquemehabíadichoquemequería.
Enel refugiohabíaquedadoclaro.Lohabíadejadoentreverconunadocenadegestos románticos o con algún juego de palabras…, pero la declaración formal nohabíallegadonunca.Nohabíaocurrido.Meacordaríadealgoasí.Aquellosehabríaconvertidoenunmotivoparanocuestionarlenuncamásyparaconfesarleyotambiénloquesentía.
—¿Señorita?—dijoAnne.Suvozatravesóelumbralunpocoantesquesucaradepreocupación.
Maxondiounpasoatrás,soltándomelamanoparadejarleespacio.Annefijólamiradaenlaherida,ylatocóconcautelaparaintentardeterminarsu
gravedad.—Necesitarápuntos.Noestoyseguradequetengamosnadaquelaanestesiepor
completo.—Nopasanada.Hazloquepuedas—dije,mástranquilaahoraqueestabaallí.Anneasintió.—Que alguien me traiga agua hirviendo. Deberíamos tener antiséptico en el
botiquín,perotambiénquieroagua.—Yo la traigo—dijoMarlee, que estaba de pie junto a la puerta, con cara de
preocupación.—¡Marlee!—exclamé,sinpodercontrolarme.EntoncesentendílodelatalseñoraWoodard.Claro:Carteryellanopodíandara
conocersecomoWoodwork,siteníanquemantenerseocultosantelasmismasnaricesdelrey.
—Volveréenseguida,America.Aguanta—dijo,ydesapareciódepronto,peromesentíinmensamentealiviadasabiendoqueestaríaamilado.
Anne digirió la sorpresa de la presencia de Marlee enseguida, y observé quesacabaunaagujaehilodelbotiquíndeemergencia.Meconsolépensandoqueeraellaquienmecosíacasitodoslosvestidos.Elbrazonodeberíaresultarunproblemaparaella.Antes de que pudiera darme cuenta,Marlee ya había vuelto con una jarra deaguahumeante,unmontónde toallasyunabotella conun líquidodecolor ámbar.Colocólajarraylastoallassobrelacómoda,seacercóamíydesenroscóeltapóndelabotella.
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—Paraeldolor—dijo.Melevantólacabezaparaquebebiera,yyoobedecí.Elbrebajedelabotellameprodujootrotipodeardor,ymehizotoseraltiempo
que tragaba. Marlee insistió en que diera otro sorbo. Obedecí, pero aquello eranauseabundo.
—Estoymuycontentadequeestésaquí—lesusurré.—Siempreestaréa tu lado,America.Ya losabes.—Sonrió,y,porprimeravez
desde que éramos amigas, me pareciómayor que yo, tan tranquila y segura de símisma—.¿Quédemoniosestabashaciendo?
Puseunamueca.—Amímeparecíaunabuenaidea.—America—respondióella, congestocomprensivo—, tú siempre tienesmalas
ideas.Tusintencionessonmuybuenas,perotusideassiempresonhorribles.Porsupuesto,teníarazón.Aquelloeraalgoqueaesasalturasyoyadeberíasaber.
Pero tenerlaallí,aunquesolofueraparadecirme lo tontaquehabíasido,hacíaqueaquelloresultaramenoshorrible.
—¿Songruesasestasparedes?—preguntóAnne.—Bastante—respondióAspen—. En el resto del palacio no oyen lo que pasa
aquí,tanadentro.—Bien —dijo ella—. Bueno, necesito que todos salgan al pasillo. Señorita
Marlee,voyanecesitaralgodeespacio,peropuedequedarse.Marleeasintió.—Procurarénoestorbar,Anne.Averyfueelprimeroensalir.Aspenelsiguiente.Maxonfueelúltimo.Sumirada
me recordó el día que le había contado que en ocasiones había pasado hambre:aquella tristeza al enterarse y aquella frustración al darse cuenta de que no podíacorregirelpasado.
Lapuertasecerróconunclic.Annesepusomanosalaobra.YaestabapreparadotodoloquenecesitabayletendiólamanoaMarleeparaquelepasaralabotella.
—Trague—ordenó,levantándomelacabeza.Hiceunesfuerzo.Tuvequeapartarmedelabotellayvolverallevármelaalaboca
variasveces a causade la tos, pero conseguí tragar unabuena cantidad.Oesomepareció,puesAnneparecíasatisfecha.
—Cojaesto—medijo,pasándomeunatoallita—.Muérdalocuandoleduela.Asentí.—Lospuntosnoledolerántantocomolalimpieza.Veoquelaheridaestásucia,
asíquevoyatenerquelimpiarafondo.—Suspiró,examinandodenuevolaherida—.Lequedaráunacicatriz,peroprocuraréquesealomáspequeñaposible.Duranteunassemanas lepondremosmangasanchasen losvestidos,paraesconderla,mientrassecura.Nadieseenterará.Yyaqueveoqueestabaconelpríncipe,noharépreguntas.
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Sealoquefueraloqueestuvierahaciendo,confíoenquefueraimportante.—Esocreo—dije,aunqueyanoestabatansegura.Mojóunatoallaylasituóaunoscentímetrosdelaherida.—¿Lista?Asentí.Mordílatoalla,conlaesperanzadequeamortiguaralosgritos.Estabasegurade
queenelpasillomeoirían todos,aunquequizánomásallá.EracomosiAnnemeestuvierahurgandoen todos losnerviosdelbrazo.Marlee semeechóencimaparaevitarquemeagitara.
—Enseguidahabráacabado,America—meprometió—.Piensaentufamilia.Lointenté.HiceunesfuerzoporsituarlarisadeMayolasonrisacómplicedemi
padre en la primera fila demis pensamientos, pero no durabanmucho. En cuantoaferrabaaquellasideas,sentíaquesemeescapabanbajounanuevaoleadadedolor.
¿CómohabíapodidosoportarMarleelosazotesenpúblico?Unavezquelaheridaestabacurada,Annesepusoacosérmela.Teníarazón:los
puntosnomedolierontanto.Noestabamuyseguradesinodolíantantoosieraqueellicorquemehabíandadoestabahaciendoefectoporfin.Eracomosilosbordesdelahabitaciónyanofuerantanrectos.
Entoncesviquevolvíanlosdemás,hablandodecosas,hablandodemí.Dequiéndebía quedarse, de quién debía marcharse, de lo que dirían por la mañana… Unmontóndecosasalasqueyonopudeañadirnada.
Al final, fue Maxon quien me cogió en brazos y me llevó de vuelta a mihabitación.Mecostabaunpocomantenerlacabezaerguida,peroasímeresultómásfáciloírle.
—¿Cómoteencuentras?—Tusojostienenelcolordelchocolate—murmuré.Élsonrió.—Ylostuyostienenelcolordelcielodelamañana.—¿Puedotomaragua?—Si,tedarántodalaquequieras—meprometió—.Llevémoslaarriba—oíque
ledecíaaalguien.Luegomedormíconelsuavebalanceodesuspasos.
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Capítulo15
Me desperté con dolor de cabeza. Solté un gemido al tiempo queme frotaba lassienes, y contuve un chillido al notar el dolor punzante que aquelmovimientomeprodujoenelbrazo.
—Tenga—dijoMary, acercándose hasta sentarse en el borde demi cama.Metendiódospastillasyunvasodeagua.
Erguíelcuerpolentamentepararecogerlas,conundolorpalpitanteenlacabeza.—¿Quéhoraes?—Casilasonce—dijoMary—.Hemosinformadodequenoseencontrababieny
quenobajaría a desayunar.Si nosdamosprisa, probablementepodamosponerla apuntoparaalmorzarconelrestodelaÉlite.
Laideadedarnosprisaoinclusoladecomernomeresultabannadaapetecibles,peropenséquelomássensatoseríarecuperarlarutina.Cadavezteníamásclarolomuchoquenoshabíamosarriesgadolanocheanterior,ynoqueríadarpieaquenadiepudieraimaginartodoloquehabíaocurrido.
Asentí,yMaryyyonospusimosenpie.Mispiernasnoteníantodalaestabilidadquemehabríagustado,pero,aunasí,medirigíalbaño.Anneestabajuntoalapuerta,limpiando;Lucypermanecíasentadaenunsillón,cosiéndolelasmangasaunvestidoqueoriginalmente,supuse,llevabaunassimplestirassobreloshombros.
—¿Estábien,señorita?—preguntó levantando lavistadesu trabajo—.Nosdiounsustodemuerte.
—Losiento.Creoqueestoytodolobienquepuedoestar.Mesonrió.—Haremos todo lo que podamos para ayudarla, señorita. Solo tiene que
pedírnoslo.Yonoestabamuyseguradeenquéconsistíasuoferta,perocualquierayudapara
pasarlosdíassiguientesseríabienvenida.—Oh,elsoldadoLegerhapasadoporaquí,yelpríncipetambién.Ambosesperan
que,encuantopueda,leshagasabercómoseencuentra.Asentí.—Loharédespuésdelalmuerzo.Antesdequemedieracuenta,alguienmesosteníaelbrazo.Annemeexaminaba
laheridaatentamente,mirandopordebajodelosvendajesparavercómoiba.—Noparecequesehayainfectado.Mientraslomantengamoslimpio,creoquese
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curarábien.Ojaláhubierapodidohaceralgomás.Desdeluegolequedaráunamarca—selamentó.
—Notepreocupes.Hastalaspersonasmásnoblestienenalgúntipodecicatriz—dije,pensandoenlasmanosdeMarleeyenlaespaldadeMaxon.Amboscargaríantoda la vida con esas señales, testigos de su coraje. Paramí suponía un honor sercomoellos.
—LadyAmerica,elbañoestálisto—anuncióMary,desdelapuertadelbaño.Me laquedémirandoa lacara,y tambiénaLucyyaAnne.Siempremehabía
sentido próxima amis doncellas, siempre había confiado en ellas. Pero algo habíacambiadoaquellanoche:eracomosisehubieranpuestoapruebaaquellosvínculos.Y,alllegarlaluzdeldía,seguíanahí,fuertesyresistentes.
Noestabaseguradepoderdevolverlesaquellalealtad.Peroesperabaque,algúndía,pudierahacerlo.
Simeconcentraba,podíalevantareltenedoryllevármeloalabocasinhacerunamuecadedolor.Mesupusoungranesfuerzo,hastaelpuntodeque,amediacomida,yaestabasudando.Decidílimitarmeapicarunpocodepan.Nonecesitabaelbrazoderechoparaeso.
Krissmepreguntócómo ibamidolordecabeza (supusequeera la excusaquehabían hecho circular). Le dije que estaba mucho mejor, aunque me resultabaimposiblehacercasoomisodeldolorquesentíatantoenlacabezacomoenelbrazo.Nohubomáspreguntas.Dabalaimpresióndequenadiesehabíapercatadodenada.
Mientrasmasticabaunpocodepan,mepreguntécómolohabríanhecholasotraschicas, de haber estado enmi lugar la noche anterior. Decidí que la única que lohabríahechomejorhabríasidoCeleste.Sinduda,ellahabríaencontradounmododeplantarcara.Porunmomento,sentíalgodecelospornoserunpocomáscomoella.
YaenlaSaladelasMujeres,nostrajeronnuestrascarpetasenuncarrito.Alcabodeunmomento,Silviaentróynosllamólaatención.
—Señoritas,selespresentaotraocasiónparabrillarconluzpropia.Dentrodeunasemanavamosacelebrarunapequeñamerienda,ytodasustedes,porsupuesto,estáninvitadas—anunció.Suspiréparamisadentros,preguntándomeaquién tendríamosquehacerloshonoresahora—.Notendránqueocuparsedelospreparativosestavez,perodeberáncomportarsecomonunca,porquelafiestasegrabaráparaquelaveaelpúblico.
Meaniméunpoco.Aquellonomeparecíamal.—Cada una de ustedes invitará a dos personas para que sean sus invitadas
personales. Esa será su única responsabilidad. Escojan bien. El viernes deberáncomunicarmequiénesseránsusinvitados.
Sealejódeallí,dejándonosalascuatropensando.Aquelloeraunaprueba,ylo
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sabíamos.¿Quiéntendríaloscontactosmásimpresionantes,losmásvaliosos?Alomejormeestabavolviendoparanoica,perotuvelaimpresióndequeaquella
tareaestabadirigidaespecíficamenteamí.Elreydebíadeestarbuscandoelmododerecordarleatodoelmundoqueyonovalíaparanada.
—¿Aquiénvasaescoger,Celeste?—preguntóKriss.—Aún no estoy segura—respondió ella, encogiéndose de hombros—. Pero os
prometoqueseránespectaculares.Si yo tuviera la agenda de Celeste, tampoco estaría nerviosa. ¿A quién iba a
invitaryo?¿Amimadre?Celestesegiróhaciamí.—¿Aquiéncreesqueinvitarás,America?—mepreguntó,contonoamable.Intenté ocultar mi sorpresa. Aunque nos hubiéramos sincerado un poco en la
biblioteca,eralaprimeravezquesedirigíaamídelmismomodoenquesedirigiríaaunaamiga.Meaclarélagarganta.
—No tengo ni idea. No estoy segura de conocer a nadie apropiado para laocasión.Quizáseamejorquenotraigaanadie—reconocí.Probablementenodeberíahaberconfesadodeformatanabiertamipropiadesventaja,perodesdeluegonoeraningúnsecreto.
—Bueno, si de verdad no encuentras a nadie, dímelo—dijo Celeste—. Estoyseguradequetengomásdedosamigasquequerríanvisitarelpalacio,ypodríamosbuscaraalguienquealmenosconozcasdeoídas.Siquieres,claro.
Me la quedémirando.Me sentí tentada de preguntarle dónde estaba la trampa,pero al mirarla a los ojos me pareció intuir que no la había. Entonces vi quemeguiñaba el ojo, el que quedaba fuera de la vista de Elise y Kriss. Celeste, labatalladoraconsumada,estabaponiéndosedemilado.
—Gracias—respondí,algoavergonzada.—Nohaydequé—replicóella,encogiéndosedehombros—.Sivamosadaruna
fiesta,queseadelasbuenas.Seapoyóenelrespaldodelasilla,sonriendodesatisfacción,ytuvelaseguridad
de que ya se imaginaba aquella celebración como su último golpe de efecto. Unapartedemídeseabadecirlequenoserindiera,peronopodíaser.AlfinalsolounadenosotraspodríaquedarseconMaxon.
Porlatardeyateníaesbozadomiplan,perodependíadeunfactorfundamental:necesitabalaayudadeMaxon.
Estabaseguradequenoscruzaríamosantesdequeacabaraeldía,asíquedecidínopreocuparmedemasiado.Demomentonecesitabadescansar,asíquemedirigídenuevoamihabitación.
Anneestabaallí, esperándome,conmáspastillasyagua.Nomepodíacreer lo
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bienquellevabatodoaquello.—Tedebouna—dije,tragándomelamedicina.—No—protestóAnne.—¡Claroquesí!Anochelascosashabríansidomuydiferentessinti.Ellamecogióelvasodeaguaconsuavidad.—Mealegrodequeestébien—se limitóadecir,y fuealbañoparavaciardel
todoelvaso.Laseguí.—¿Hayalgoquepuedahacerporti,Anne?Loquesea.Ellasequedóallídepie,juntoallavabo;eraevidentequealgolerondabaporla
cabeza.—DeverdadAnne.Meharíamuyfeliz.Annesuspiró.—Bueno,hayunacosa…—Dímelo,porfavor.Annelevantólavistadellavabo.—Peronoselopuededeciranadie.MaryyLucymematarían.—¿Quéquieresdecir?—preguntéfrunciendoelceño.—Es…muy personal—confesó, y empezó a juguetear nerviosamente con los
dedos,algoquenuncahacía:estabaclaroqueaquelloeraimportanteparaella.—Bueno, pues ven y cuéntamelo —la animé, pasándole el brazo bueno por
encimadelhombroyllevándolaalamesa,paraquesesentaraamilado.Ellacruzólaspiernasporlostobillosyapoyólasmanosenelregazo.—Bueno, es que usted se llevamuy bien con él. Parece que él le tienemucho
aprecio.—¿TerefieresaMaxon?—No—susurróella,ruborizándoseunpoco.—Noentiendo.Respiróhondoycogióaire.—ElsoldadoLeger.—Ooooh—dije,incapazdereaccionar;aquellosíqueeraunasorpresa.—Lepareceráquenotengoningunaoportunidad,¿verdad?—Yonodiríaqueninguna—lacorregí.Perolaverdaderaquenosabíacómoiba
adecirlealapersonaquemehabíaprometidolucharpormítodalavidaquedebíafijarseenella.
—Élsiemprehablamuybiendeusted.Sipudierahablarledemí,osialmenosseenteraradesitienealgunanoviaencasa…
Suspiré.—Puedointentarlo,peronopuedoprometertenada.
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—Oh,yalosé.Nosepreocupe.Unayotravezmedigoqueesalgoimposible,peronopuedodejardepensarenél.
—Séloqueeseso—respondí,ladeandolacabeza.—YnoesporqueseaunDos—apuntóella,extendiendounamano—.Aunque
fueraunOcho,querríaaunhombrecomoél.—Muchagenteloharía—repliqué.Yeracierto.Celestesehabíafijadoenél,Krisshabíadichoqueeradivertido,e
inclusoaquellatalDelilahsehabíaprendadodeAspen.Yesopornohablardetodaslaschicasqueleibandetrásantesdellegaralpalacio.Aquelloyanomepreocupabademasiado,aunquesetrataradeunapersonatancercanaamícomoAnne.
Era uno de losmotivos por los que estaba tan segura de quemis sentimientoshaciaAspenhabíandesaparecido.Sinoteníaningúnproblemaenplantearqueotrapersonaocuparamilugar,eraporquemissentimientoshabíancambiado.
Aunasí,noestabamuyseguradecómoabordareltema.Alarguéunbrazoporencimadelamaderapulidayapoyéunamanoenlasuya.—Lointentaré,Anne.Telojuro.Ellasonrió,perosemordióellabio,nerviosa.—Peronoselodigaalasotras,porfavor.Leapretélamanoaúnmás.—Túsiemprehasguardadomissecretos.Yyosiempreguardarélostuyos.
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Capítulo16
Alaspocashoras,Aspenllamóamipuerta.Misdoncellashicieronunareverenciaysalieron,conscientesdeque,fueraloquefueraloquenosdijéramos,seríaprivado.Era curioso ver el nivel de compenetración que había entre nosotras, casi tenía lasensacióndequeeraalgonatural.
—¿Cómoteencuentras?—Noestoymal—reconocí—.Elbrazomemolestaunpocoyaúnmeduele la
cabeza,pero,porlodemás,estoybien.—Nodeberíahabertedejadoir—dijoél,meneandolacabeza.Diunapalmaditasobrelacama,amilado.—Ven,siéntate.Dudóunmomento,peroyoteníaclaroqueyanoteníaqueesconderse.Maxony
misdoncellassabíanquenoscomunicábamos,yhabíasidoélquiennoshabíasacadodepalacio lanocheanterior.¿Quépeligrohabía?Aspendebiódepensar lomismo,porqueenseguidasesentó,aunquedejóunadistanciadecortesía,porsiacaso.
—Yo era parte de ello,Aspen.Nopodíamantenerme almargen.Y estoy bien.Graciasati.Anochemesalvaste.
—Si hubiera llegado unmomentomás tarde, o siMaxon no te hubiera hechosaltar aquel muro, ahora mismo estarías prisionera en algún lugar. Casi dejé quemurieras.CasidejéquemurieraMaxon—dijo,conlamiradaenelsueloymeneandola cabeza—. ¿Sabes lo que nos habría pasado a Avery y a mí si no hubieraisregresado?¿Sabesloque…?—Hizounapausa,comosiseaguantaralaslágrimas—.¿Sabesloquemehabríapasadosinotehubiéramosencontrado?
Aspenmemiróa losojos.Aquellamiradame llegóbienadentro.Eldolorquereflejabansusojoseraevidente.
—Perolohiciste.Meencontraste,meprotegisteyfuisteabuscarayuda.Estuvisteincreíble. —Le puse la mano en la espalda, pasándola arriba y abajo, intentandoreconfortarle.
—Meestoydandocuenta,Mer, deque, pase loquepase…, siempre estaremosunidosporunhiloinvisible.Siempreserásimportanteparamí.
Lepasélamanoporelbrazoyapoyélacabezaensuhombro.—Séquéquieresdecir.Nosquedamosasíunrato,ysupusequeAspenestaríahaciendolomismoqueyo.
Estaríapensandoencuando,deniños,nosevitábamoselunoalotro;yencuandono
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podíamosdejardemirarnos;enlosmilencuentrosfurtivosenlacasadelárbol…Entodoaquelloquehacíadenosotrosloqueéramos.
—America,necesitodecirtealgo—dijo.Levantélacabeza.Aspensegiróhaciamí,agarrándomesuavementeporlosbrazos—.Cuandotedijequesiempretequerría,eradeverdad.Yyo…,yo…
Noconseguíaencontrarlaspalabras,cosaqueagradecí.Sí,mesentíaunidaaél,peroyanoéramoslaparejadelacasadelárbol.
Soltóunarisitafatigada.—Supongoquenecesitodormirunpoco.Mesientounpococonfuso.—Losdoslonecesitamos.Yhaymuchoenloquepensar.Asintió.—Mira,Mer,nopodemoshaceresootravez.NoledigasaMaxonqueleayudaré
enalgotanarriesgado,ynomepidasquetelleveaningúnsitiodetapadillo.—Entodocaso,noestoyseguradequesirvierademucho.NocreoqueMaxon
quieravolverahacerlo.—Bien.—Recogiósugorra,selacolocóenlacabezaysepusoenpie.Mecogió
lamanoymelabesó—.Milady…—bromeóparadespedirse.Sonreíyleapretélamanounpoco.Élmedevolvióelgesto.Alsentireltactode
sumano sobre lamía,me di cuenta de quemuy pronto tendría que decirle adiós.Debíasepararmedeél.
Lomiréalosojosysentílapresióndelaslágrimasqueamenazabanconasomar.«¿Cómotedigoadiós?».
Aspenmepasóelpulgarporeldorsodelamanoymelacolocósobreelregazo.Seagachóymebesóenelpelo.
—Tómateloconcalma.Volverémañanaparavercómoestás.
Trasel leve tiróndeorejaen lacena,Maxonsabíaqueestaríaesperándole.Mesenté frente al espejo, deseandoque el tiempopasaramás rápido.Maryme estabacepillando el cabello, tarareando algo casi inaudible. Me pareció reconocer lamelodía:eraalgoquehabíatocadounavezenlabodadealguien.Cuandosupequemehabían escogidopara laSelección, deseabadesesperadamente volver ami vidaanterior.Echabademenosmimundo,llenodelamúsicaquetantomegustaba.
Sin embargo, lo cierto era que aquello nohabría podido conservarlo deningúnmodo.Cualquieraque fueraelcaminoque tomaramivida, lamúsicanoseríamásqueunrecursoparaagasajaramisinvitadosounentretenimientoquemedistrajeralosfinesdesemana.
Memiréalespejoymedicuentadequeaquellonomedolíaespecialmente.Almenos no tanto como pensaba. Se me abrían numerosas posibilidades,independientementedecómosedesarrollaralaSelección.
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Yoeramásqueloquedecíamicasta.Maxon llamósuavementea lapuertaymedistrajodemispensamientos.Mary
fueaabrir.—Buenasnoches—lasaludóalentrar,ylachicarespondióconunareverencia.Susojossecruzaronconlosmíosporunmomento,yunavezmásmepreguntési
seríaconscientedemissentimientos,siparaélaquelloeratanrealcomoloeraparamí.
—Alteza—dijoMary,despidiéndose.EstabaapuntodesalirdelahabitacióncuandoMaxonlevantóunamano.—Perdona,¿mepuedesdecirtunombre?Ella se loquedómirandounmomento,memiró amíy luegovolvió amirar a
Maxon.—SoyMary,alteza.—Mary.YAnne.Nosvimosanoche.—Lasaludóconungestodelacabeza—.
¿Ytú?—Lucy.—Lavozlesaliócomounhilillo,peroeraevidentequeestabacontenta
dequelatuvieranencuenta.—Excelente. Anne,Mary y Lucy. Es un placer conoceros formalmente. Estoy
segurodequeAnneoshapuestoaldíade lodeanoche,paraquepodáisatenderaLady America de la mejor manera posible. Quiero daros las gracias por vuestradedicaciónydiscreción.
Miróaunatrasotraconintensidad.—Soyconscientedequeoshepuestoenunasituacióncomprometida.Sialguien
oshacealgunapreguntasobrelosucedido,podéisenviármelodirectamenteamí.Fuedecisiónmía,ynodebéiscargarconningunaconsecuencia.
—Gracias,alteza—respondióLucy.Siempre había tenido la convicción de quemis doncellas sentían una profunda
devociónporMaxon,peroesanochemeparecióqueaquelloibamásalládelsentidodeldeber.Enelpasadomehabíaparecidoquesumayorlealtaderahaciaelrey,peroahoramepreguntabasiaquelloseríacierto.Cadavezmás,veíapequeñosdetallesquemehacíanpensarquelagentepreferíaalpríncipe.
AlomejornoerayolaúnicaquepensabaquelosmétodosdelreyClarksoneransalvajes,yquesumododeactuareracruel.QuizálosrebeldesnoeranlosúnicosquepreferíanaMaxon.Alomejorhabíamásgentequebuscabaalgomás.
Misdoncellashicieronunareverenciaysefueron.Maxonsequedódepieamilado.
—¿Dequéibaeso?Lodeaprenderselosnombres,quierodecir.Élsuspiró.—Anoche,cuandoelsoldadoLegerdijoelnombredeAnneyyonosabíaaquién
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se refería…, me resultó violento. ¿No debería conocer a la gente que cuida de timejorqueunguardiacualquiera?
PeroesqueAspennoeraunguardiacualquiera.—Lo cierto es que las doncellas siempre cotillean sobre los guardias. No me
extrañaríaqueelloshicieranlomismo.—Aunasí,estáncontigotodoslosdías.Deberíahabermeaprendidosusnombres
hacemeses.Sonreí yme puse en pie, aunque a él no parecía que le hiciera gracia queme
moviera.—Estoybien,Maxon—insistí,aceptandolamanoquemetendía.—Anocherecibisteunbalazo,simalnorecuerdo.Lonormalesquemepreocupe.—Nofueunbalazo.Solofueunrasguño.—En cualquier caso, no olvidaré fácilmente el sonido de tus gritos ahogados
mientrasAnnetecosía.Ven,deberíasestardescansando.Maxonmellevóhasta lacama,yyomemetíentre lassábanas.Metapóbieny
luego se tumbó sobre la colcha, de cara a mí. Esperaba que me contara todo loocurrido, o queme explicara lo que iba a pasar. Pero no dijo nada. Se quedó allí,pasándome los dedos por entre el cabello y acariciándome la mejilla de vez encuando.
Eracomosienaquelmomentonoexistieranadamásquenosotros.—Sitehubierapasadoalgo…—Peronopasó.Maxonlevantólavista.Suvozadoptóuntonoserio.—¡Claroquesí!Llegasteapalaciosangrando.Casiteperdemosporlacalle.—Mira, no me arrepiento de haber tomado esa decisión —dije, intentando
tranquilizarle—.Queríair,oírtodoaquellopormímisma.Además,nopodíadejarteirsinmí.
—No puedo creer lo poco preparados que fuimos, saliendo en un camión depalaciosinmásguardias.Yhayrebeldescaminandoporlascalles.¿Desdecuándonose ocultan? ¿De dónde sacan esas armas? Estoy desconcertado y no sé qué hacer.Amoamipaís,ynotoquelopierdocadadía,pocoapoco.Casitepierdoati,yyo…
Maxon se detuvo en seco. La frustración daba paso a otro sentimiento. Meacariciólamejillaconlamano.
—Anochedijistealgo…sobreelamor.Bajélamirada.—Lorecuerdo—dije,intentandonoruborizarme.—Escuriosoqueunopuedapensarquehadichoalgoqueenrealidadnohadicho
nunca.Soltéuna risitanerviosa,con la sensacióndeque laspalabrasestabanpor fina
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puntodellegar,peronofueasí.—Tambiénescuriosoquesepuedapensarquesehaoídoalgo,cuandonoseha
oído.Derepente,sutonosevolviómásserio.—Ya sé qué quieres decir.—Tragué saliva yme quedémirando sumano, que
abandonómimejillaparairacruzarseconlamía—.Quizáshabrágenteaquienlecuesteconfesaralgoasí.Quetengamiedodenopoderllegaralfinal.
Suspiró.—Oquizáshayaaquienlecuestedecirlo,porquelepreocupequelaotrapersona
noquierallegaralfinal…oquequizánohayadejadoatrásunahistoriapasada.—Esonoes…—repliqué,negandoconlacabeza.—Estábien.Después de todo lo que nos habíamos dicho en el refugio, de todo lo que nos
habíamosconfesado,detodoloquesehabíaidoafianzandoenmicorazón,aquellaspalabras daban mucho miedo. Porque una vez que salieran de nuestras bocas, nopodríamosborrarlas.
Noentendíadeltodoporquédudabatanto,perosíentendíaporquéyolohacía.SiacababaconKrissdespuésdedesnudarmicorazónanteél,estaríadisgustadaconMaxon,pero,sobretodo,meodiaríaamímisma.Meaterrabaarriesgarmehastaesepunto.
Elsilenciomeestabaincomodando.Llegóaunpuntoenquesehizoinsoportableytuvequehablar.
—¿Quieresquesigamoshablandodeestocuandomeencuentremejor?—Porsupuesto—dijoél,suspirando—.Hesidoundesconsiderado,perdona.—No,no.Esquehayotracosaquetequieroconsultar—respondí.Habíacosas
enlasquepensarqueeranmásimportantesquenosotrosmismos.—Adelante.—He tenido una idea sobre los invitados que querría traer a la fiesta, pero
necesitoquemedestuaprobación.Élmemiró,confundido.—Yquieroquesepastodoloquetengopensadohablarconellos.Podríamosestar
infringiendovariasleyes,asíquenoloharésimedicesquenolohaga.Intrigado, Maxon levantó la cabeza y se apoyó en un brazo, dispuesto a
escucharme:—Cuéntamelotodo.
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Capítulo17
El fondo que pusieron para la sesión de fotos era de color azul claro liso. Misdoncellasmehabíanconfeccionadounvestidoprecioso,conunasmangascortasqueapenasmecubríanlacicatriz.Demomento,losvestidossinmangasestabanvetados.
Aunque no tenía mal aspecto, desde luego Nicoletta me eclipsaba, y hastaGeorgiaestabaimponenteconsuvestidolargo.
—LadyAmerica—dijolamujerqueestabaalladodelcámara—.Recordamosala princesa Nicoletta de cuando lasmujeres de la familia real italiana vinieron devisitaapalacio,pero…¿quiénessuotrainvitada?
—EsGeorgia,unaamigaíntima—respondí,convozdulce—.UnadelascosasqueheaprendidohastaahoraenlaSelecciónesqueavanzarsignificasaberconjugarlavidadeantesdelallegadaalpalacioconelfuturoquesepresentaantenosotras.Hoyesperodarunpasomásparacombinaresosdosmundos.
Algunosdelosquenosrodeabanmostraronsusatisfacción,mientraslascámarasseguíantomandoinstantáneasdelastres.
—Excelente,señoritas—dijoelfotógrafo—.Yapuedeniradisfrutardelafiesta.Mástardetomaremosalgunafotomás.
—Serádivertido—respondí,indicandoamisinvitadasquemesiguieran.Maxonhabíadejadoclaroque,de todos losdías, aquel sería elquedebíaestar
másatenta.EsperabapoderresultarelmejorejemplodeloquedebíaserunadelasintegrantesdelaÉlite,peromesuponíaungranesfuerzointentarestarperfecta.
—Baja el tono,America, o van a empezar a salirte arcoíris de los ojos.—Meencantabalaideadeque,pesealorecientequeeranuestraamistad,Georgiasupieraentendermemásalládelasapariencias.
Mereí,igualqueNicoletta.—Tienerazón.Esverdadquesetevealgoexcitada.Suspiré,conunasonrisa.—Losiento.Hoyesunodeesosdíasenquemejuegomucho.Georgia me pasó un brazo sobre el hombro mientras nos adentrábamos en el
salón.—Después de todo lo que habéis pasadoMaxon y tú, dudo mucho de que te
mandeacasaporloquepuedapasarenunafiestadetarde.—Nomereferíaaesoexactamente.Perotendremosquehablardeellomástarde
—dije, girándome hacia ellas—. Ahora mismo, me iría muy bien que nos
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relacionáramosconelrestodelosinvitados.Cuandoelambienteestémástranquilo,tendremosquemantenerunacharlabastanteseria.
NicolettasequedómirandoaGeorgia,yluegomemiróamí.—¿Yquémedicesdeestaamigaquetienesquepresentarme?—Quetieneungranvalorparamí.Teloprometo.Teloexplicarémástarde.Por suparte,GeorgiayNicolettamehicieronbrillarcomonunca.Nicolettaera
unaprincesa,yposiblementeesolaconvertíaenlamejorinvitadadelasala.EnlosojosdeKrissviquelamentabanohaberpensadoenello.Porsupuesto,ellanoteníacontactodirectoconlarealezaitaliana,comoyo.LapropiaNicolettamehabíadadounnúmerodecontactoparacuandolanecesitara.
Nadie sabía quién eraGeorgia, pero después de oírmi planteamiento—ideadoporMaxonpersonalmente—sobrecombinarmipasadoymifuturo,todospensaronquelaideaeraespectacular.
Las invitadas de Elise eran predecibles. Potentes, pero nada que no se pudieraesperar.DosprimasmuydistantesdeNuevaAsia,enrepresentacióndesusvínculosconloslíderesdelanación,laacompañabanataviadasconsusvestidostradicionales.Krisshabíaelegidoaunaprofesoradelauniversidadenlaquetrabajabasupadre,yasu madre. Por mi parte, temblaba pensando en el momento en que mi familia seenterara.CuandomamáoMaysedierancuentadequehabíanperdidounaocasióndeestarallí,estabaseguradequenotardaríanenescribirmeunacartaparadecirmelodesilusionadasqueestaban.
Celeste,cumpliendo loprometido, trajoadosfamosasdegranrenombre:TessaTamble—que supuestamente había actuado en el último cumpleaños deCeleste—estaba allí, con un vestidomuy corto pero glamuroso. Su otra invitada eraKirstieSummer, otra cantante, conocida sobre todo por sus conciertos surrealistas, quellevaba un vestido que más bien parecía un disfraz. Supuse que sería uno de losatuendos que solía llevar en sus conciertos, o algún vestido experimental en pielpintada. En cualquier caso,me sorprendió que hubiera podido pasar por la puerta,tanto por su atuendo comopor el olor a alcohol que desprendía y que se notaba amediometrodedistancia.
—¡Nicoletta! —dijo la reina Amberly, acercándose a nosotras—. Qué alegríavolveraverte.
Sebesaronenlasmejillas.—Laalegríaesmía.MehizomuchailusiónrecibirlainvitacióndeAmerica.En
nuestraúltimavisitanoslopasamosdemaravilla.—Mealegro—respondió la reina—.Perome temoquehoyva a ser algomás
tranquilo.—Esono lo sé—respondióNicoletta, señalandohacia el rincóndonde estaban
Kirstie y Tessa, hablando en voz alta—. Apuesto a que esas dos me van a
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proporcionarmásdeunaanécdotaqueexplicarcuandovuelvaacasa.Todasnosreímos,aunquenotéciertaansiedadenlosojosdelareina.—Supongoquedeberíairapresentarme.—Hayqueecharlevoluntad—bromeé.Ellasonrió.—Por favor, poneos cómodas y disfrutad de la fiesta. America, espero que
conozcasagentenueva,pero,porfavor,dedícalestiempoatusamigas.Asentí.La reinase fueaconocera las invitadasdeCeleste.Tessano teníamal
aspecto,peroKirstieestabatoqueteandoloscanapésdeunamesa,olisqueándolosunotrasotro.Decidíquenocomeríanadaquehubieraestadocercadeella.
Paseé la mirada por el salón. Todo el mundo parecía ocupado, comiendo ohablando,asíquedecidíqueaquellaeraunabuenaocasión.
—Seguidme—dije,dirigiéndomeaunamesitaenlapartedeatrás.Nossentamos,yunacriadanostrajoté.Cuandoestuvimossolas,noesperémásy
entréenmateria.—Georgia,enprimerlugar,queríadisculparmeporlodeMicah.—Siempre quiso ser un héroe—respondió ella, meneando la cabeza—. Todos
aceptamoslaposibilidadde…acabarasí.Perocreoqueestabaorgulloso.—Aunasí,losientomucho.¿Hayalgoquepuedahacer?—No.Yanoshemosocupadodetodo.Créeme,élnohabríaelegidootrofinal.Penséenaquelchicoconcaraderatón.Nohabíadudadoensaliradarlacarapor
mí,portodosnosotros.Lavalentíaavecesseescondeenlugaresinsospechados.Entoncespaséaltemaquenosocupaba.—Comoves,NicolettaeslaprincesadeItalia.Nosvisitóhaceunassemanas—
dije,mirándolasaambas—.EnaquellaocasiónmedejóclaroqueItaliaquerríaseraliadadeIlléasicambiabanciertascosas.
—¡America!—protestóNicolettaenvozbaja.Levantéunamano.—Confíaenmí.Georgiaesamigamía,peronolaconozcodeCarolina.Esunade
loslíderesdelosrebeldesnorteños.Nicoletta, sentada en su silla, se puso rígida de repente. Georgia asintió con
timidez,confirmandoloqueacababadedecir.—Vino en nuestra ayuda hace poco. Y perdió a un ser querido al hacerlo—
expliqué.NicolettaapoyóunamanosobreladeGeorgia.—Losiento—dijo,ysegiróhaciamí,intrigadasobreelmotivodetodoaquello.—Loquedigamosaquídebequedar entrenosotras,perohepensadoquequizá
podríamoshablardecosasquepodríanbeneficiarnosatodas—añadí.—¿Estáispensandoenderrocaralrey?—preguntóNicoletta.
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—No—latranquilizóGeorgia—.LoqueesperamosesalinearnosconMaxon,ytrabajarporlaeliminacióndelascastas.Quizádurantesureinado.Parecemuchomáscompasivorespectoasupueblo.
—Loes—confirméyo.—Entonces,¿porquéatacáiselpalacio?¿Ytodaesagente?—replicóNicoletta.Neguéconlacabeza.—Nosoncomolosrebeldessureños.Ellosnomatananadie.Avecesaplicanla
justiciacomoconsideran…—Hemossacadoamadressolterasdelacárcel,cosasasí—explicóGeorgia.—Hanentradoenpalacio,peronuncaconlaintencióndematar—apuntéyo.Nicolettasoltóunsuspiro.—Esonomepreocupademasiado,perono tengoclaroporquéquieresque los
conozca.—Yotampoco—confesóGeorgia.Metoméunrespiroyproseguí:—Losrebeldessureñosestánvolviéndosecadavezmásagresivos.Enlosúltimos
meses,susataqueshanidoenaumento,nosoloalpalacio,sinoportodoelpaís.Sonimplacables. Me preocupa, igual que aMaxon, que estén a punto de hacer algúnmovimientodelquenonospodamosrecuperar.LaideadeirmatandoagentedecadaunadelascastasalasquepertenecenlaschicasdelaÉliteesbastante…drástica,ytodostememosqueesosataquescrezcan.
—Yalohanhecho—dijoGeorgia,másparamíqueparaNicoletta—.Cuandomeinvitaste, me alegré, porque al menos así podría darte más noticias. Los rebeldessureñoshanpasadoaatacaralosTreses.
Mellevéunamanoalaboca.Nomelopodíacreer.—¿Estássegura?—Deltodo—confirmóGeorgia—.Ayercambiarondenúmero.Trasunmomentodesilencio,Nicolettareaccionó,preocupada:—¿Porquélohacen?Georgiasegiróhaciaella.—Para asustar a la Élite y que abandonen; para asustar a la familia real en
general. Deben de pensar que, si pueden evitar que la Selección llegue a su fin yconsiguenaislaraMaxon,solonecesitaránlibrarsedeélparatomarelcontrol.
—Y eso es lo realmente preocupante. Si alcanzan el poder, Maxon no podráofrecerosnada.Losrebeldessureñossolooprimiríanaúnmásalpueblo.
—Asípues,¿quépropones?—preguntóNicoletta.Intentémovermeconcuidadoanteelpeligrosoterrenoqueseabríaantemí:—Georgiaylosotrosnorteñostienenmásposibilidadesdedeteneralosrebeldes
sureñosqueningunodelosqueestamosenpalacio.Puedenvermásfácilmentesus
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movimientos y tienen ocasión de plantarles cara…, pero les falta entrenamiento yarmas.
Ambassequedaronesperando.Noentendíanquéqueríadecir.—Maxonnopuedepasarlesdinerodepalacioparaayudarlosacomprararmas—
añadí,bajandolavoz.—Yaveo—dijoporfinNicoletta.—Quedaclaroqueesasarmassoloseusaríanparadeteneralossureños.Nunca
contraunmiembrodelGobiernoodelEjército—dijeyo,mirandoaGeorgia.—Esonoseríaproblema—respondió,yensusojosviquelodecíadecorazón.Confiaba en ella. Si hubiera querido, podría haberme descubierto cuando me
encontróenelbosque,opodíanohabersalidoennuestraayudaenelcallejón.Peroellanuncahabíaqueridohacermedaño.
Nicolettamovíalosdedosdeunamanosobresuslabios,pensando.Leestábamospidiendodemasiado,peronosabíaquéotracosahacer.
—Sialguienseenterara…—dijo.—Tienes razón. Eso lo he pensado.—Si el rey se enterara, desde luego no le
bastaríaconazotarmeenpúblico.—Ojalá pudiéramos asegurarnos de no dejar rastro. —Nicoletta seguía
jugueteandoconlosdedos.—Al menos tendría que ser en efectivo —propuso Georgia—. Así sería más
difícilseguirleelrastro.Nicolettaasintióyposóunamanosobrelamesa.—Dije que, si podía hacer algo por ti, lo haría. Nos iría bien tener un aliado
poderoso.Situpaíscae,metemoqueloúnicoqueconseguiríamosesotroenemigo.Lamiréconunasonrisatriste.EllasegiróhaciaGeorgia.—Puedoconseguireldinerohoymismo,perohabríaquecambiarlo.—Nosotrospodemosencargarnos—dijoGeorgiaconunasonrisa.Mirandoporencimadesuhombroviqueseacercabaunfotógrafo.Cogímitaza
detéysusurré:—¡Cámara!—YsiempreheconsideradoqueAmericaeraunadama.Creoqueavecessenos
olvidanesascosasporquevemosa lasCincoscomointérpretesocantantes,ya lasSeis como amas de casa. Pero fijaos en la reinaAmberly. Esmuchomás que unaCuatro—observóGeorgia.
Nicolettayyoasentimos.—Esunamujerincreíble—dije—.Paramíesunprivilegiovivirbajoelmismo
techoqueella.—¡Alomejoracabasquedándote!—respondióNicoletta,guiñándomeelojo.—¡Sonrían,señoritas!—nospidióelfotógrafo,y las tres lemostramosnuestras
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mejoressonrisas,esperandoqueocultarannuestropeligrososecreto.
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Capítulo18
Al día siguiente, sentí que no podía dejar de mirar hacia atrás por encima delhombro. Estaba segura de que alguien sabría lo que había dicho, lo que habíaayudadoalosrebeldesensolounatarde.Noobstante,nodejabaderecordarmeque,si alguien lo hubiera oído, ya estaría arrestada.Y como en aquelmomento seguíadisfrutandodeunmagníficodesayunoconelrestode laÉliteyconlafamiliareal,tenía que convencerme de que todo iba bien. Además, Maxon me defendería situvieraquehacerlo.
Tras el desayuno volví ami habitación para retocarme elmaquillaje.Mientrasestabaenelbaño,dándomeotracapadepintalabios,alguienllamóalapuerta.SoloestábamosLucyyyo.Fueaverquiénera.Alcabodeuninstante,asomólacabezaporlapuerta.
—EselpríncipeMaxon—mesusurró.—¿Estáaquí?—pregunté,girándomedegolpe.Ellaasintió,radiante.—Yseacuerdademinombre.—Claroqueseacuerda—respondíconunasonrisa.Lodejétodoymepasélos
dedosporelcabello—.Vamos.Yluegovetesindecirnada.—Comodesee,señorita.Maxon estaba junto a la puerta, esperando a que le hiciera entrar, algo poco
habitualenél.Teníaenlamanounacajitafinaytamborileabalosdedossobreella,nervioso.
—Sientointerrumpir.¿Tienesunmomento?—Porsupuesto.Pasa—respondí,acercándome.Nossentamosenelbordedemicama.—Queríaveniraverteatiprimero—dijo,acomodándose—.Queríaexplicártelo
antesdequevieraspresumiralasotras.¿Explicármelo?Poralgúnmotivo,aquellaspalabrasmepusieronaladefensiva.
Silasotrasibanapresumirdealgo,esquesemeibaaexcluirdealgo.—¿Quéquieresdecir?—reaccioné,ymedicuentadequemeestabamordiendo
elbrillodelabiosreciénaplicado.Maxonmepasólacajita.—Teloaclararé,teloprometo.Peroantesquenada,estoesparati.Cogí lacajitaypresionéelbotoncitoque teníadelanteparaabrirla.Medaba la
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impresióndeestaraspirandohastaelúltimogramodeairedelahabitación.Enelinteriordelacajitahabíaunimpresionantepardependientesyunapulsera
a juego. El conjunto era precioso, con piedras azules y verdes formando un sutildiseñofloral.
—Maxon,meencanta,peronopuedoaceptarlo.Esdemasiado…,demasiado…—Alcontrario,tienesqueaceptarlo.Esunregalo,yestradiciónquelollevesen
elDíadelasSentencias.—¿Elqué?—Silviaosloexplicarátodo—dijoél,meneandolacabeza—.Elcasoesquees
tradiciónqueelpríncipeleregaleacadamiembrodelaÉliteunajoyayqueellalalleveenlaceremonia.Habrámuchoscargosoficiales,ytendrásqueofrecertumejorimagen.Y,adiferenciadetodaslasjoyasquehasrecibidohastaahora,estassondeverdadytelaspuedesquedar.
Sonreí.Estabaclaroquenonosibanadarjoyasdeverdadatodas.Mepreguntécuántas chicas se habrían llevado las suyas a casa, pensando que, si no habíanconseguidoaMaxon,almenossíquesehabíanllevadoalgodedineroenjoyas.
—Sonpreciosas,Maxon.Meencantan.Gracias.Éllevantóundedo.—Denada.Yesoesenpartedeloquequeríahablar.Heescogidolosregalosde
cada una de vosotras personalmente, y he querido que todos fueran iguales. Noobstante, sé que tú prefieres ponerte el collar de tu padre. Estoy seguro de que teresultará más cómodo, en una ceremonia tan grande como la del Día de lasSentencias.Asíque,enlugardeloscollaresdelasotras,tútienesunapulsera.
Mecogiólamanoymelalevantó.—Yveoqueaún le tienescariñoa tubotón.Mealegraverqueaún tegusta la
pulseraquetetrajedeNuevaAsia,perolaverdadesquenosonadecuadosparalaocasión.Pruébateestoyveamoscómotequeda.
MequitélapulseradeMaxonyladejéenelbordedelamesilla.PeroelbotóndeAspenlometíenelfrascoconelcéntimosolitario.Meparecióqueeraellugarquedebíaocupar.
VolvíagirarmeyviqueMaxonmirabafijamenteelfrasco,conunamiradaduraenlosojos.Noobstante,enseguidasacólapulseradelestuche.Susdedosmerozaronlapiely,cuandoapartólamano,casimequedosinhablaalverlobonitaqueera.
—Esperabaquetegustara.Peroesoesprecisamenteporloquetengoquehablarcontigo.Mepropusegastar lamismacantidad en cadaunadevosotras.Quería serjusto.
Asentí.Meparecíarazonable.—Elproblemaesque tienesunosgustosmuchomás sencillos que las otras.Y
tienes una pulsera en lugar de un collar.Acabé gastando lamitad en ti que en las
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demás,yqueríaquelosupierasantesdequevierasloquelesregaloaellas.Yqueríaquesupierasquesedebeaquedeseaba regalarte loquemeparecíaque tegustaríamás,noportucastanipornadaasí—sesinceró.
—Gracias,Maxon.Noquerríaquefueradeotromodo—respondí,apoyandounamanoensubrazo.
Comosiempre,parecíaencantadodequeletocara.—Esomeparecía.Graciaspordecirlo.Teníamiedodeherirtussentimientos.—Enabsoluto.Aquellolehizosonreírconganas.—Porsupuesto,paramíesimportanteserjusto,asíquesemehabíaocurridouna
cosa.—Sellevólamanoalbolsilloysacóunsobrefino—.Quizáquerríasenviarlesladiferenciaatufamilia.
—¿Lodicesenserio?—pregunté,sinpoderapartarlamiradadelsobre.—Claro.Quieroser imparcial,yhepensadoquetalvezseríaelmejormodode
resolverelproblema.Yesperabaqueesotehicierafeliz.Colocóelsobreenmismanos.Locogí,aúnsorprendida.—Noteníasquehacerlo.—Losé.Peroavecesesmás importante loquequiereshacer,no loque tienes
quehacer.Nuestrasmiradas se cruzaron.Medi cuentadequehacíamuchas cosaspormí
solo porque deseaba hacerlas: conseguirme unos pantalones cuando no me estabapermitidollevarlos,traermeunapulseradesdelaotrapuntadelmundo…
Sindudamequería.¿No?¿Yporquénolodecía?«Estamossolos,Maxon.Simelodices,yotambiéntelodiré».Nada.—Nosécómodartelasgracias,Maxon.—Me basta con oírtelo decir —dijo él, sonriendo, y se aclaró la garganta—.
Siempremegustasabercómotesientes.Oh,no.Nihablar.Noibaaseryolaprimeraquelodijera.—Bueno,mesientomuyagradecida,comosiempre.Maxonsuspiró.—Me alegro de que te guste —dijo, y bajó la mirada a la alfombra,
evidentementeinsatisfecho—.Tengoqueirme.Aúntengoquedarlessusregalosalasotras.
Nospusimosenpielosdosyleacompañéalapuerta.Antesdeirsesegiróymebesóenlamano.Sedespidióconungestodelacabezaydesaparecióporelpasillo,enbuscadelasotraschicas.
Volvíalacamaymirémisregalos.Nopodíacreerquealgotanbonitofueramío,para siempre.Me juré que, aunque volviera a casa yme quedara sin dinero y nos
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faltaradetodo,nuncavenderíaaquellasjoyasnimesepararíadeellas;tampocodelapulseraquemehabíatraídodeNuevaAsia.Meaferraríaatodoaquellopasaraloquepasara.
—ElDía de las Sentencias es en realidad algo bastante sencillo—nos explicóSilvialatardedeldíasiguiente,mientrasnosdirigíamosalGranSalón—.Esunadeesascosasquesuenanmuchomáscomplicadasde loqueson.Setratadealgomásbiensimbólico.Seráungranevento.Habrávariosmagistrados,pornohablarde lafamiliarealenpleno,ytantascámarasquenosabréisadóndemirar.
Hastaelmomentoaquellonoparecíanadasencillo.DimoslavueltaalaesquinaySilvia abrió las puertas delGran Salón de par en par. En el centro estaba la reinaAmberly, dando instrucciones a unos hombres que iban colocando filas de sillas amododegradas.Enotraesquina,alguiendebatíasobrequéalfombradesenrollar,ydosfloristasdiscutíansobrequéfloresseríanmásapropiadas.Aparentemente,nolesparecíaadecuadomantenerladecoraciónnavideña.EstabanpasandotantascosasalavezquecasisemehabíaolvidadodequeseacercabalaNavidad.
Al fondo del salón estaban instalando un escenario con unas escaleras. En elcentrohabíansituadotrestronosenormes.Anuestraderechahabíacuatropequeñastarimasconunúnicoasientoencadauna,bonitasperoaisladas.Soloconaquelloelsalónyaestabadecorado:nomeimaginabaquéaspectotendríaunavezqueacabarandecolocarlotodo.
—Majestad—saludóSilviaconunareverencia,ytodaslaimitamos.Lareinasenosacercó,conunasonrisaluminosaenelrostro.—Hola,señoritas—dijo—.Silvia,¿hastadóndeleshasexplicado?—Nomucho,majestad.—Excelente.Dejadmequeosexpliquevuestrapróximatareaenelprocesodela
Selección—dijo, indicándonosque lasiguiéramos—.ElDíade lasSentenciasestápensadocomounsímbolodevuestrosometimientoalaley.Solounadevosotrasseconvertiráenprincesa,yalgúndíaen reina.La leymarcanuestromododevida,yserávuestrodebernosolovivirdeacuerdoconella,sinotambiéndefenderla.Yporeso—dijo,deteniéndoseparamirarnosalacara—empezaréisconlassentencias.
»Traerán a un hombre que haya cometido un delito, probablemente un ladrón.Haycasosquemerecen latigazos,peroestoshombresseráncondenadosapenasdecárcel.Yseréisvosotrasquienesloscondenen.
Lareinasonrióalvernuestrascarasdeasombro.—Ya sé que suena duro, pero no lo es. Todos estos hombres han cometido un
delito y, en lugar de sufrir un castigo físico, pagarán su deuda con tiempo dereclusión.Yahabéisvistodeprimeramanolodolorosaquepuedeserunacondenadeazotesenpúblico.Yloslatigazosnosonmuchomejor.Lesvaisahacerunfavor.
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Aunasí,amínomegustabanadaesaidea.Losquerobabanestabanarruinados.LosDosesylosTresesqueinfringíanlaley
pagaban sus condenas con dinero. Los pobres pagaban en carne o con tiempo.Recordéa Jemmy,elhermanopequeñodeAspen,apoyadoenunbloquedepiedramientras le azotaban hasta arrancarle la piel de la espalda a tiras para cobrarse unpuñadodecomidaquehabía robado.Aquelloerahorrible,pero,aunasí, eramejorqueencerrarloenunacárcel.Su familia lenecesitabaparaque trabajara,por jovenquefuera,ydabalaimpresióndequelagentedecastassuperioresseolvidabadeeso.
SilviaylareinaAmberlynoshicieronrepasarlaceremoniaunayotravezhastaquenosaprendimosnuestropapelperfectamente.YointentédecirmisfrasesconlamismagraciaqueEliseoKriss,peronoloconseguía.
Noqueríamandaraunhombrealacárcel.Cuandonosdieronpermisoparamarcharnos,lasotraschicassedirigieronhacia
lapuerta,peroyomefuihaciadondeestabalareina.EstabaacabandodecharlarconSilvia.Debíadehaberaprovechadoaqueltiempoparapensarenalgomáselocuente,pero,cuandoSilviaseapartóylareinameatendió,nopudemásquerogarle:
—Porfavor,nomeobligueahaceresto.—¿Perdona?—No tengo ningún problema en acatar la ley, lo juro. Y no intento poner
problemas, pero no puedomandar a un hombre a la cárcel.Amí nome ha hechonada.
Lareinaalargólamanoymetocóelrostroconsuavidad.—Es que sí que te lo ha hecho, cariño. Si llegas a ser princesa, serás la
encarnacióndelaley.Cadavezquealguienrompelamáspequeñadelasnormas,teestáasestandounapuñalada.Elúnicomododeevitarelsangradoesplantarcaraalosqueyatehanhechodañoparaqueotrosnoseatrevanahacerlo.
—¡Pero yo no soy la princesa!—le imploré—. ¡Amí nadieme está haciendonada!
Ellasonrióymemiróalosojos.—Ahora no eres la princesa —susurró—, pero no me sorprendería que eso
cambiaraconeltiempo.LareinaAmberlydiounpasoatrásymeguiñóelojo.Suspiré,cadavezmásdesesperada.—Puesqueme traiganaotrapersona.Noaun ladronzuelodepocamontaque
probablementerobóalgoporqueteníahambre.—Elgestodelareinasevolviórígido—.No quiero decir que esté bien robar. Sé que no lo está. Pero queme traigan aalguienquehayahechoalgorealmentemalo.QuemetraiganalapersonaquematóalguardiaqueconsiguiómeternosaMaxonyamíenel refugio laúltimavezquevinieron los rebeldes. Esa persona debería pasar la vida entre rejas. Y no tendré
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ningúnproblemaendecirlo.PeronopuedohacerleestoaunpobreSietehambriento.Nopuedo.
Eraevidentequequeríaseramableconmigo,perotambiénquenoibaacambiardeidea.
—Permítemequeseamuydirecta,LadyAmerica.Detodaslaschicas,túereslaquemásnecesitasesto.Lagentetehavistosalircorriendoparadetenerlaejecuciónde unos azotes, sugerir que hay que eliminar las castas en la televisión nacional yanimaralpuebloalucharcuandovenamenazadassusvidas—dijomuyseria—.Yonodigoquetodasesascosasseanmalas,peroalamayoríalehadadolaimpresióndequeeresunaindisciplinada.
Agité lasmanos,nerviosa,sabiendoqueal final ibaa tenerqueparticiparenelDíadelasSentenciasdijeraloquedijera.
—Siquieresquedarte,siteimportaMaxon—añadió,ehizounapausaparaquepudierapensarloqueibaaresponder—,esimprescindiblequelohagas.Tienesquedemostrarqueerescapazdeserobediente.
—Losoy.Peroesquenoquieromandaranadiealacárcel.Esanoeslafuncióndeunaprincesa.Yaseocupanlosjueces.
LareinaAmberlymediounapalmaditaenelhombro.—Puedeshacerlo.Yloharás.SiquieresaMaxon,tienesqueestarperfecta.Estoy
seguradequeentiendesquehaygenteentucontra.Asentí.—Pueshazlo.Se alejó, dejándome sola en el Gran Salón. Me subí a mi asiento, que
prácticamenteerauntrono,yrepasémisfrasesenunmurmullo.Intentéconvencermede que aquello no era tan importante. La gente que infringía la ley acababa en lacárcel.Noeraalgotanextraño.Yyoteníaqueestarperfecta.
Nomequedabamásremedio.
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Capítulo19
El Día de las Sentencias estaba de los nervios. Tenía miedo de tropezar o deolvidarmedeloqueteníaquedecir.O,peoraún,defracasar.Loúnicodeloquenoteníaquepreocuparmeerademiropa.Misdoncellastuvieronquehablarconeljefede peluquería para hacerme algo adecuado para la ocasión, aunque quizá no lodefiniríasimplementecomo«adecuado».
Siguiendo con la tradición, los vestidos eran todos blancos y dorados. El míotenía lacinturaaltay llevabaelhombro izquierdodescubierto, aunquesí teníaunapequeña tira en el hombro derecho que me cubría la cicatriz y al mismo tiempocreabaunefectoprecioso.Eltoperaajustado,perolafaldaeraampliayacariciabaelsueloconondasdeencajedorado.Pordetrásacababaenunacolacortaquerecogíalosplieguesdeltejido.Cuandomemiréalespejo,fuelaprimeravezquemeviconaspectodeprincesa.
Anne cogió la rama de olivo que debía llevar yme la puso sobre el brazo.Latradicióndecíaque teníamosqueponer las ramasdeolivoa lospiesdel reycomoseñaldepazycomomuestradenuestravoluntaddeacatarlaley.
—Estápreciosa,señorita—dijoLucy.Reparéenlotranquilayconfiadaqueselaveíaúltimamente.
Sonreí.—Gracias.Ojalápudieraisestarlastresallí.—Ojalá—respondióMaryconunsuspiro.Anne,siemprecorrecta,volvióacentrarlaatenciónenmí:—Nosepreocupe,señorita,loharáperfectamente.Ynosotrasestaremosmirando,
conelrestodelservicio.—¿Ah,sí?—Aquellomeanimaba,aunquenofueranaestarenelsalón.—Nonosloperderíamospornadadelmundo—measeguróLucy.Unos toques en la puerta interrumpieronnuestra conversación.Mary abrió.Era
Aspen.Mealegrédeverlo.—He venido a escoltarla hasta el Salón de las Sentencias, Lady America —
anunció.—¿Quélepareceelvestidoquehemoshecho,soldadoLeger?—dijodepronto
Lucy.Élsonrió.—Sehansuperadounavezmás.
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Lucy soltó una risita nerviosa.Anne le chistó en voz baja para que se callara,mientras le hacía los últimos arreglos ami peinado.Ahoraque sabía lo que sentíaAnneporAspen,meresultabaevidentequeintentabamostrarseimpecabledelantedeél.
Respiréhondo,recordandolacantidaddegentequemeesperabaabajo.—¿Lista?—preguntóAspen.Asentí,mecoloquébienlaramadeolivoymedirigíhacialapuerta,girándome
unasolavezparaverlascarasdefelicidaddemisdoncellas.PasélamanoalrededordelbrazodeAspenynosdirigimosalsalón.
—¿Cómovatodo?—pregunté,pordeciralgo.—Nopuedocreerquevayasapasarporesto—meespetóél.Traguésaliva,deprontonerviosaotravez.—Notengoelección.—Siemprehayelección,Mer.—Aspen,túsabesqueamíestonomegusta.Peroenelfondonoesmásqueuna
persona.Yesculpable.—Igualquelossimpatizantesdelosrebeldesalosqueelreydegradóunacasta.
Igual que Marlee y Carter —dijo. Y no tuve que mirarle a la cara para ver lodisgustadoqueestaba.
—Esoeradiferente—murmurésindemasiadaconvicción.Aspensedetuvodegolpeymeobligóamirarlealacara.—Conélnuncaesdiferente.Lo decía muy serio. Aspen sabía más que la mayoría, porque hacía guardia
durantelasreunionesyavecesentregabamensajesenpersona.Yahoramismoestabaocultándomealgo.
—¿Esquenoson ladrones?—preguntéenvozbaja,mientrasnosponíamosdenuevoenmarcha.
—Sí,peronosemerecenlosañosdecárcelalosquevanasersentenciadoshoy.Yelmensajeasusamigosvaaquedarmuyclaro.
—¿Quéquieresdecir?—Sonpersonasincómodasparaél,Mer.Simpatizantesdelosrebeldes,hombres
quehanmanifestadocondemasiadaclaridadlotiranoquees.Estovaaemitirseentodoelpaís.Todohadeservirdeadvertenciaparaquelagentesepaloquelepasaacualquieraqueseatrevaaoponersealrey.Noesalgocasual.
Separémibrazodelsuyoylerepliquéfuriosa:—Tú llevas aquí casi tanto tiempo como yo. En todo ese tiempo, ¿es que has
dejadodecomunicaralgunasentenciacuandotelohanordenado?—No,pero…—Puesnomejuzgues.Sinotieneningúnproblemaenmeterasusenemigosen
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lacárcelsinmotivo,¿quécreesquemeharáamí?¡Meodia!Aspenmemirabaconojossuplicantes.—Mer,séquedamiedo,perotienes…Leinterrumpílevantandolamano.—Haztutrabajo.Llévameabajo.Tragó saliva, se giró y me volvió a tender el brazo. Se lo agarré y seguimos
adelanteensilencio.Amedio camino,mientras bajábamos las escaleras y elmurmullo de voces se
hacíacadavezmásevidente,volvióahablar:—Siempremepreguntésiconseguiríancambiarte.Norespondí.¿Quéibaadecirle?Enel granvestíbulo, las otras chicas estaban repasando sus frases, con la vista
perdidaenladistancia.MeseparédeAspenymefuiconellas.Elisemehabíahabladotantodesuvestidoqueteníalaimpresióndequenoerala
primeravezqueloveía.Eraundiseñoajustadoenelqueseentretejíaneldoradoyelcrema.Susguantes,delcolordeloro,creabanunefectoespectacular.LasjoyasquelehabíaregaladoMaxonteníanunaspiedrasoscurasyllamativasqueresaltabansulaciamelenaysusojososcuros.
Kriss, una vez más, había conseguido adoptar un aire regio. Además, daba laimpresióndequenolecostabaesfuerzoalguno.Elvestidoajustadoporlacinturaseabríahaciaabajoenunafaldaampliacomounaflor.YelcollarylospendientesdeMaxonteníangemasiridiscentes,redondeadasyperfectas.Porunmomento,lamentéquelasmíasfuerantansimples.
ElvestidodeCeleste…,bueno,desde luegocausaría sensación.Teníaelescotealgoabierto.Meparecióalgoinapropiadoparalaocasión.Aldarsecuentadequelamiraba,fruncióloslabiosyagitóloshombros,comolanzándomeunbeso.
Semeacercó,balanceandosuramadeolivoacadapaso.—¿Quétepasa?—Nada.Nomeencuentromuybien,supongo.—Nise teocurravomitar—meordenó—.Ysobre todono lohagasencimade
mí.—Novomitaré—leaseguré.—¿Quiénhavomitado?—preguntóKriss,uniéndosealaconversación.Elisellegótrasella.—Nadie—dije—.Essoloqueestoycansada.—Estonodurarámucho—apuntóKriss.«Duraráunaeternidad»,pensé,mirándolasalacara.Ahoralasteníaallado.¿No
habríahechoyolomismoporellas?Quizá…—¿Aalgunadevosotrasosparecebienhaceresto?—pregunté.
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Todassemiraronentresí,oalsuelo,peronorespondieron.—Bueno,puesnolohagamos.—¿Quenolohagamos?—reaccionóKriss—.America,eslatradición.Tenemos
quehacerlo.—No,notenemosquehacerlo…,sitodasdecidimosquenolohacemos.—¿Yquépropones?¿Nosnegamosaentrarahí?—preguntóCeleste.—Esunaopción.—¿Quieres que nos sentemos ahí y no hagamos nada? —dijo Elise, que no
parecíadarcrédito.—Nolohepensado.Loquesíséesquenocreoqueseaunabuenaidea.ViqueKrissestabaplanteándoseloseriamente.—¡Esuntruco!—estallóElisedepronto.—¿Qué?¿Cómopodíahaberllegadoaesaconclusión?—Ellavalaúltima.Siningunahacemosnadayluegoletocaaella,semostrará
obedienteynosotrastresquedaremoscomounasidiotas—dijo,agitandolaramadeolivoenungestoacusatorio.
—¿America?—dijoKriss,mirándomealosojos,decepcionada.—¡No,lojuro!¡Nisemepasaporlacabezaunaideaasí!—¡Señoritas! —nos reprendió Silvia. Nos giramos hacia ella, que nos estaba
fulminandoconlamirada—.Entiendoqueesténnerviosas,peronohaymotivoparagritar.
Nosmiramos,mientraslasotrasdecidíansisecundarmeono.—Muybien—ordenóSilvia—.Elise, tú serás laprimera, talcomoensayamos.
CelesteyKriss,vosotrasiréisdetrás;America,túseráslaúltima.Unaauna,llevadvuestraramahastalaalfombrarojayponedlaalospiesdelrey.Luegovolvedatrásyocupadvuestrositio.Elreydiráunaspalabras.Entonces,empezarálaceremonia.
Sedirigióaalgoqueparecíaunacajitasobreunsoporteylagiró.Eraunmonitordetelevisión,dondeseveíatodoloqueocurríaenelGranSalón.Eraimponente.Unaalfombrarojadividíalaestanciaendos.Aunlado,estabanlasgradasparalaprensaylos invitados; al otro, un asiento para cada una de nosotras. Al fondo estaban lostronos,esperandolallegadadelafamiliareal.
Mientrasobservábamos, se abrióunapuerta lateral y entraronel rey, la reinayMaxon,entrelosaplausosylasfanfarrias.Unavezqueestuvieronsentados,sonóunamelodíamáslentaydigna.
—Yaestá.Venga,cabezasenalto—dijoSilvia.Elisemelanzóunamiradapenetranteyempezóacaminar.Alamúsicaseunióel
sonidodecientosdecámarasquelafotografiaban.Aquellocreabaunabandasonoradelomáspeculiar.Lohizoestupendamente,talcomopudimosverenelmonitorde
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Silvia.Celestefuelasiguiente:sealisóelcabelloysaliótrasella.YluegoKriss,querecorriólaalfombraconunasonrisaabsolutamentenatural.
—America—susurróSilvia—.Tetoca.Intentéquelapreocupaciónquesentíanosevieraenmirostroyconcentrarmeen
lopositivodetodoaquello,peromedicuentadequenoteníanadadebueno.Estabaapuntode aniquilar parte demi ser castigando a alguienmuchomásde lo que semerecíay,almismotiempo,dándolealreyloquequería.
Lascámarassonaron,losflashessedispararonylagentemurmurósuscumplidosmientrasyoavanzabaensilenciohacia lafamiliareal.MisojosseencontraronconlosdeMaxon,queeralavivaimagendelacalma.¿Seríanlosañosdedisciplinaolafelicidad?Suexpresióneratranquila,peroestabaseguradequepercibíalaansiedadenmimirada.Viellugarasignadoparadejarmiramadeolivoehiceunareverenciaantesdecolocarmiofrendaalospiesdelrey,aunquenopudemirarlealosojos.
Justoencuantolleguéamilugar,lamúsicacesó.ElreyClarksondiounospasosysesituóalbordedelestrado,conlasramasdeolivoasuspies.
—DamasycaballerosdeIlléa,hoylaspreciosasjóvenesfinalistasdelaSelecciónsepresentanantenosotrosyantelaley.Nuestragranley,queeslaquemantienealpaísunido,queaseguralapazdelaquedisfrutamosdesdehacetantotiempo.
«¿Paz?¿Estásdebroma?»,pensé.—Unadeestasjóvenessepresentarámuyprontoantetodosustedesnoyacomo
plebeya, sino comoprincesa.Comomiembro de la familia real, será su obligacióndefenderlocorrecto,ynoenbeneficiosuyo,sinodelpueblo.
¿Cómoibaahacerlo?—Porfavor,aplaudanconmigosuhumildadysusumisiónantelaley,ytambién
sucorajealdefenderla.El rey sepusoaaplaudir.Y todos losallípresentes seunieronaél.El aplauso
continuómientrasseretiraba.Miréalaschicas.LaúnicacaraquepudeverbienfueladeKriss,queseencogiódehombrosyesbozóunamediasonrisa,antesdevolveramiraradelanteyerguirse.
Unguardiajuntoalapuertatocólacorneta.—LlamamosapresentarseantesusmajestadeselreyClarkson,lareinaAmberly
ysualtezaelpríncipeMaxonaldelincuenteJacobDigger.Lentamente,ydesdeluegosobrecogidoporaquelespectáculo,elhombreentróen
elGranSalón.Llevabaesposasen lasmuñecasyseencogíaante losflashesde lascámaras.Asustado,sesituóanteElise.Yonopodíaverlaaellamuybiensinecharelcuerpoadelante,asíquemegiréunpocoparaescucharlasfrasesquetodasdebíamospronunciar.
—Jacob, ¿por qué delito se te condena?—preguntó con un tono seguro, nadahabitualenella.
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—Robo,miseñora—respondióél,sumiso.—¿Yquésentenciahasdecumplir?—Doceaños,miseñora.Lentamente,condisimulo,Krissmemiró.Sinapenascambiarsuexpresión,me
preguntóquéestabapasando.Yoasentí.Eraunladróndepocamonta.Oesonoshabíandicho.Sieracierto,aquelhombre
habríasidoazotadoenlaplazadelpuebloo,dehaberloenviadoalacárcel,seríaparadoso tresañoscomomucho.Osea,que lapresenciaallídeJacobconfirmabamistemores.
Miréalreydesoslayo.Eraevidentequedisfrutabaconaquello.Fueraquienfueraaquelhombre,noeraunsimpleladrón.Elreyestabadeleitándosehundiéndolo.
ElisesepusoenpieyseacercóaJacob.Leapoyólamanoenelhombro.Élnolehabíamiradoalosojoshastaaquelmomento.
—Ve,súbditofiel,ypagatudeudaparaconelrey—dijoella,haciéndoseoírenelsilenciodelsalón.
Jacobasintió.Miróalrey.Eraevidentequehabríaqueridohaceralgo,debatirseoprotestar,peronolohizo.Teníaclaroquealgúnotropodríapagarporcualquiererrorquecometieraenaquelmomento.Jacobsepusoenpieysaliódelsalón,mientraselpúblicoaplaudía.
Al hombre que llegó después le costabamoverse.Al girar para avanzar por laalfombraendirecciónaCeleste, trastabillóy secayó.Toda la salacontuvoelaire,pero, antes de que pudiera darles pena, dos guardias acudieron a levantarlo y lollevaronfrenteaCeleste.Ellanohablóconsuseguridadhabitualcuandoordenóqueelhombrepagarasudeuda.Esohabíaquereconocérselo.
Krissaguantóeltipocomosiempremientrasseacercabaelcondenado.Eramásjoven,denuestraedad,másomenos.Caminabaconpaso firme,casicondecisión.CuandosegiróhaciaKriss,observéquellevabauntatuajeenelcuello.Parecíaunacruz,aunquenoselahabíanhechomuybien.
Kriss dijo sus frases igual de bien. Cualquiera que no la conociera no habríapodido notar la mínima pena en su voz. Los presentes aplaudieron. Ella volvió asentarse,conesasonrisasuyatanbrillante.
Elguardiallamóalsiguiente:AdamCarver.Eramiturno.Adam,Adam,Adam.Tenía que recordar su nombre. Porque tenía que hacerlo, ¿no? Las otras chicas lohabían hecho.Maxon quizáme perdonara si no lo hacía.Además, al rey nunca lecaeríabien,pasaraloquepasara.Sinembargo,desdeluegoqueperderíaelapoyodelareina,yesosíquenopodíapermitírmelo.Siqueríatenerlamínimaoportunidad,teníaquecumplirconmipapel.
Adam era mayor, quizá de la edad de mi padre. Tenía algún problema en lapierna.Nosecayó,perotardótantoenllegarhastamíquemelohizopasaraúnpeor.
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Noveíaelmomentodeacabarconaquello.Elhombresearrodillóantemí.Meconcentréenloqueteníaquedecir.—Adam,¿porquédelitosetecondena?—Porrobo,miseñora.—¿Yquésentenciahasdecumplir?—Cadenaperpetua—respondióél,casisinvoz.Unmurmulloseextendióporlasala.Algunospensaronquenohabíanoídobien.Aunque odiaba apartarme del guion, yo también necesitaba corroborar que lo
habíaescuchadobien.—¿Quésentenciahasdicho?—Cadenaperpetua,miseñora—repitió,albordedelllanto.Eché unamirada aMaxon, que parecía incómodo. Lemiré rogándole queme
ayudara.Sinembargo,conlamirada,élsolopodíadisculparse,peronopodíahacernadapormí.
Antes de centrarme otra vez enAdam, la vista seme fue al rey, que se habíamovido en el trono, expectante.Vi que se pasaba lamano por la boca, comoparaocultarsusonrisa.
Mehabíatendidounatrampa.Quizá sospechabaqueodiaría aquella parte de laSelección.Lohabía planeado
todoparamostrarmealpúblicocomounaindisciplinada.Podíaaceptarlo,pero¿quétipo de persona sería yo si mandaba a un hombre a la cárcel de por vida? Nadiepodríaquererme.
—Adam—dijeenvozbaja.Éllevantólavista,apuntodeecharseallorar.Enlasala,sehizoelsilenciomásabsoluto—.¿Cuántorobaste?
—Algoderopaparamishijas.—Peronosetratadeeso,¿verdad?—dije,sinperdertiempo.Élasintióconunmovimientotanimperceptiblequeapenaspudeverlo.Nopodíahacerlo.Nopodía.Peroteníaquehaceralgo.Laideamevinodepronto.Eralaúnicasalida.Noestabaseguradequeaquellole
dieraaAdamlalibertad,eintenténopensarenlotristequeseríaparamí.Peroeralocorrecto.Teníaquehacerlo.
Mepuse en pie yme acerqué aAdam.Lo toqué en el hombro.Él se encogió,esperandoquelemandaraalacárcel.
—Ponteenpie—dije.Adammemiró,confuso.—Porfavor—insistí,ylecogísusmanosesposadasparaquemesiguiera.Adamcaminóamiladoporlaalfombra,hastalatarimadondeestabalafamilia
real.Cuandolleguéa lasescaleras,megiréhaciaélysuspiré.Mequitéunode lospreciosos pendientes queMaxonmehabía dado, luego el otro.Los coloqué en las
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manos de Adam, que estaba estupefacto. Luego le puse mi preciosa pulsera. Yentonces—porque, si iba a hacer aquello, no quería dejarme nada—,me llevé lasmanos a la nuca yme desabroché el collar del ruiseñor, el queme había dadomipadre.Esperabaqueestuvieraviéndoloyquenomeodiarapordesprendermedeél.DespuésdecolocárseloaAdamen lasmanos, lecerré losdedosparaquenose lecayeranlasjoyas.Mehiceaunlado,dejándolojustofrentealreyClarkson.
—Ve, súbdito fiel, y paga tu deuda para con el rey—dije, señalandohacia lostronos.
Seoyeronmurmullosyexpresionesdeasombroentreelpúblico,perohicecasoomiso.Loúnicoqueveíaeralaexpresióndeamarguraenlacaradelrey.Siqueríajugarconmigo,yoestabadispuestaaresponder.
Adam subió los escalones lentamente. En sus ojos, vimezclada la alegría y elmiedo.Alacercarsealrey,cayóderodillasylemostrólasmanos,llenasdejoyas.
El rey Clarkson me lanzó una mirada furiosa, dejando claro que aquello noacababaallí,peroluegotendiólamanoycogiólasjoyasdelasmanosdeAdam.
Elpúblicoestallóengritosdealegría.Cuandovolvíatrás,viquelasotraschicasno sabíanmuybienqué caraponer.Adamse retiródel estrado rápidamente, quizátemeroso de que el rey cambiara de opinión.Yo esperaba que, con tantas cámarasdelanteytantosperiodistastomandonota,alguiensiguieraaAdamyseaseguraradequevolvíaacasa.Cuandopasódenuevoami lado intentóabrazarme,aúncon lasesposaspuestas.Lloróymebendijo.Abandonóelsalónconvertidoenelhombremásfelizdelmundo.
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Capítulo20
La familia real salió por la puerta lateral. Las chicas y yo, por donde habíamosentrado,mientraslascámarasseguíangrabandoyelpúblicoaplaudía.
Silvianosrecibióconunamiradafulminante.Eracomosiestuvierahaciendounesfuerzo sobrehumanoparanoestrangularme.Giró laesquinaynoscondujoaunapequeñasalita.
—Entrad—ordenó, como si no pudiera pronunciar una palabramás. Cerró laspuertas,dejándonosallísolas.
—¿Esquesiempretienesqueserelcentrodeatención?—meespetóElise.—Nohehechonadamásqueloqueoshepedidoquehicieraisvosotras.¡Erastú
laquenomecreías!—Te quieres hacer la santa, y esos hombres eran delincuentes. No estamos
haciendo nada que no hubiera hecho un juez; la única diferencia son los vestidosbonitos.
—Elise,¿hasvistoaesoshombres?Algunosestabanenfermos.¡Ylassentenciasqueleshandictadosonexageradamentelargas!—imploré.
—Tienerazón—dijoKriss—.¿Cadenaperpetuaporunrobo?Sinosehallevadoel palacio entero, ¿qué es lo que habrá tenido que robar para que le apliquen esacondena?
—Nada—soltéyo—.Cogióalgoderopaparasufamilia.Mirad,chicas,vosotrastenéissuerte.Nacisteisencastasaltas.Cuandoeresdeunacastabajaypierdesalapersonaquetraeelsustentoalafamilia…,lascosasnovanbien.NopodíaenviarloalacárcelparatodalavidaysentenciaralmismotiempoasufamiliaaconvertirseenOchos.Nopodía.
—¿Dóndeestátuorgullo,America?—insistióElise—.¿Ytusentidodeldeberydelhonor?Noeresmásqueunachica;nisiquieraeresprincesa.Ysilofueras,nosetepermitiría tomardecisionesasí. ¡Estásaquíparaobedecer lasnormasdelrey!¡Ynuncalohashecho,desdeeldíaenquellegaste!
—¡Alomejorlasnormasdelreynoestánbien!—respondí,avozengrito,quizásenelpeormomentoposible.
Laspuertasseabrierondeparenparyel reyentróhechounafuria.LareinayMaxonesperabanenelpasillo.Meagarródelbrazoconfuerza—porsuertenoeldelaherida—ymesacódelahabitaciónarastras.
—¿Adóndemelleva?—pregunté,conlavozentrecortadaporelmiedo.
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Norespondió.Miré por detrás del hombro a las chicas, mientras el rey tiraba de mí por el
pasillo.Celeste se agarró el cuerpocon losbrazos.Elise le cogió lamanoaKriss,porque,peseasuenfado,noqueríavermeasí.
—Clarkson,noteprecipites—lerogólareina.Dimos la vuelta a la esquina y me metió en una sala. La reina y Maxon
aparecieronunmomentodespués,mientrasel reymeempujaba,haciéndomesentarenunpequeñosofá.
—Siéntate—ordenó,aunqueyanohacíafalta.Sepusoacaminararribayabajo,comounleónenjaulado.Cuandoparó,sedirigióaMaxon.
—¡Melojuraste!—legritó—.Dijistequeestabacontrolada.PrimerolasalidadetonoenelReport.Luegocasiconsiguesquetematen…,¿yahoraesto?Estoseacabahoymismo,Maxon.
—Padre,¿ylosvítores?Lagenteapreciasucompasión.Ahoramismoesnuestromayoractivo.
—¿Cómodices?—respondiósupadre,gélidocomouniceberg.Maxonsequedósinhablaunmomento,peroluegoprosiguió:—Cuandosugirióquelagentesedefendiera,elpúblicorespondiópositivamente.
Meatreveríaadecirqueesohaevitadoquehayaaúnmásmuertos.¿Yesto?Padre,yonopodríamandaraunhombreacadenaperpetuaporloquesesuponequeesundelitomenor.¿Cómopuedeesperarquelohagaalguienqueprobablementehavistoamásdeunamigosuyoazotadopormenosqueeso?Esun soplodeaire fresco.Lamayoríadelapoblaciónesdelascastasmásbajas,ysesienteidentificadaconella.
Elreysacudiólacabezaysepusoacaminararribayabajootravez.—Ledejéquedarseporquetesalvólavida.Túeresmimejoractivo,noella.Site
perdemosa ti, loperdemos todo.Ynohablo simplementedequemueras.Sino tecomprometes conestavida, si tedispersas, todo sevendráabajo—dijo, señalandoconlosbrazosasualrededor—.Teestánlavandoelcerebro—añadióelrey—.Estáscambiandodíaadía.Estaschicasnovalenparanada.Yestamenosqueninguna.
—Clarkson,quizá…—quisodecirlareina,peroéllahizocallarconunamirada.SegiróhaciaMaxon.—Tengounapropuestaquehacerte.—Nomeinteresa—respondióél.Elreylevantólosbrazos,comoparaindicarlequenoteníanadaquetemer.—Escúchame.Maxonsuspiró.—Estaschicashansidoundesastre.Ni siquiera loscontactosconAsiamehan
servidodenada.LaDosestádemasiadopendientedeserfamosa;ylaotra,bueno,noes de lo peor, pero en mi opinión tampoco vale lo suficiente. Esta —dijo,
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señalándome a mí—, aunque tuviera algún valor, lo echa todo a perder con suincapacidad para contenerse.Todo ha ido terriblementemal.Y te conozco. Sé quetienes miedo de hacer algo de lo que puedas arrepentirte, así que esto es lo quepienso…
MequedémirandoalreymientrascaminabaalrededordeMaxon.—Pongamosfinatodoesto.Despidamosatodaslaschicas.Maxonabriólabocaparaprotestar,perosupadrelevantóunamano.—Noestoysugiriendoquetequedessoltero.Aúntenemoslosdatosdelaschicas
aptasparalaSeleccióndetodoelpaís.¿Notegustaríaescogeraunascuantaschicaseinvitarlasapalacio?TalvezencontraríasaalgunaqueseparezcaalahijadelreydeFrancia.¿Teacuerdasdecómotegustaba?
Bajélamirada.Maxonnuncahabíamencionadoaaquellaprincesafrancesa.Mesentícomosialguienestuvierahaciéndomesaltaresquirlasdelcorazóncon
unescoplo.—Padre,nopodría.—Oh,claroquesí.Ereselpríncipe.Ycreoquehemostenidobastantespruebas
dequeestaschicasnosonaptas.Estavezpodríaselegirtúmismo.Volvíalevantarlamirada.Maxonteníalavistafijaenelsuelo.Eraevidenteque
estabadebatiéndose.—Estopodríainclusocalmaralosrebeldestemporalmente.¡Piénsalo!—añadió
elrey—.Enviamosaestaschicasacasayesperamosunosdías,comosidiéramosporcancelada la Selección. Luego traemos a un nuevo grupo de mujeres educadas,agradablesyencantadoras…Esopodríacambiarmuchascosas.
Maxonintentódeciralgo,perovolvióacerrarlaboca.—Encualquiercaso,deberíaspreguntartesiesta—dijo,señalándomedenuevo—
esunapersonaconlaquepodríaspasartodatuvida.Teatral,egoísta,interesadaeneldineroy,paraserhonesto,muysimplona.Míralabien,hijo.
LosojosdeMaxonfueronacruzarseconlosmíos.Nosmiramosunsegundo,yluegotuvequeapartarlamirada,humillada.
—Tedaréunosdías.Ahorahemosdeenfrentarnosalaprensa.Amberly.Lareinafueasuladodeinmediatoylotomódelbrazo.Nosabíamosquédecir.Trasunbreveinstante,Maxonseacercóymeayudóaponermeenpie.—Gracias.Élselimitóaasentir.—Probablementedeberíairconellos.Seguroquetambiéntienenpreguntaspara
mí.—Esaesunaofertabastantebuena—comenté.—Probablementelamásgenerosaquehahechonunca.Noqueríasabersiseplanteabaaquelloenserio.Nohabíanadamásquedecir,así
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quepaséasu ladoyvolvíamihabitación,esperandopodersuperar todosaquellossentimientos.
Mis doncellas me informaron de que la cena se serviría en las habitaciones.Cuandovieronquenoteníaánimosnidehablarconellas,seexcusaronhábilmenteydesaparecieron.Mequedétendidaenlacama,perdidaenmispensamientos.
Habíahecholocorrecto,¿no?Creíaenlajusticia,peroelDíadelasSentenciasno tenía nada que ver con ella. Aun así, no dejaba de preguntarme si habríaconseguidoalgo.Siaquelhombreeraenemigodelreyporalgúnmotivo,locualeraprobable,seguramenteacabaríancastigándolodeotromodo.¿Seríatodoenbalde?
Porotrolado,yporfrívoloqueresultaraencomparacióncontodolodemás,nopodía dejar de pensar en aquella chica francesa. ¿Por qué no me había habladoMaxonde ella? ¿Habría venidomucho a palacio? ¿Por qué iba él amantenerlo ensecreto?
Oíquellamabanalapuertaysupusequeseríalacomida,aunquemeparecióunpocopronto.
—Adelante—dije,sinánimodelevantarmedelacama.SeabriólapuertayapareciólaoscuramelenadeCeleste.—¿Teapeteceunpocodecompañía?—preguntó.Krissasomótrasella,yluegovielbrazodeElisedetrás.—Claro—dije,irguiéndome.Entraronydejaronlapuertaabierta.Celeste,quenodejabadesorprendermecada
vezquesonreía tanabiertamente, sesubióamicamasinpreguntarsiquiera.Noesquemeimportara.Krisstambiénlohizo,sentándosemáscercademispies.Elisesesituóenelborde,tanelegantecomosiempre.
Krissmepreguntósuavementeloqueestabaseguradequetodassepreguntaban:—¿Tehahechodaño?—No—dije,peroentoncesmedicuentadequeaquellonoeraciertodeltodo—.
Nomehapegadoninada;solohatiradodemíconciertaviolencia.—¿Qué tehadicho?—preguntóElise, jugueteandonerviosamenteconelborde
desuvestido.—No lehagustadonadami salidade tono.Si fuerapor él, yoyaestaría fuera
hacetiempo.—Peronodependedeél—respondióCeleste,tocándomeelbrazo—.AMaxonle
gustas,ytambiénalpueblo.—Nosésiconesoessuficiente—dije.Yañadímentalmente:«paraningunade
nosotras».—Siento haberte gritado —se disculpó Elise, bajando la voz—. Es muy
frustrante.Meesfuerzomuchopormostrarmesegura,perotengolasensacióndeque
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nadadeloquehagoimporta.Todasmeeclipsáis.—Esonoescierto—protestóKriss—.Ahoramismotodassignificamosalgopara
Maxon.Sino,noestaríamosaquí.—Tienemiedo de llegar a quedarse con tres—rebatió Elise—. Se supone que
cuando queden tres tiene que elegir en los cuatro días siguientes, ¿no?Me retieneaquíparaevitartomaresadecisión.
—¿Quién dice que no es a mí a quien retiene para no decidirse? —sugirióCeleste.
—Escuchad—lasinterrumpí—.Despuésdelodehoy,esmásqueprobablequeseayolaprimeraquesevaya.Teníaqueocurrir,antesodespués.Sencillamente,noestoyhechaparaesto.
Krisssoltóunarisita.—NingunadenosotrasesunaAmberly,¿no?—Amímegusta demasiado impresionar a la gente—confesóCeleste conuna
sonrisa.—Yyopreferiríaescondermequehacerlamitaddelascosasquetienequehacer
ella—dijoElise,bajandolacabeza.—Yosoydemasiadoindómita—reconocí,encogiéndomedehombros.—Yyonuncatendrélaconfianzaquetieneella—lamentóKriss.—Bueno, pues sí que vamos bien… Pero Maxon tiene que escoger a una de
nosotras,asíquenosirvedenadapreocuparse—decidióCeleste,jugueteandoconlamanta—.Pero creoquepodemos estar seguras deque cualquiera devosotras seríamejoropciónqueyo.
Trasunsilencioincómodo,Krisspreguntó:—¿Quéquieresdecir?Celestelamiróalosojos.—Túlosabes.Todoelmundolosabe.—Respiróhondoycontinuó—.Estoyalo
hehabladoconAmerica,másomenos,yse loconfeséamisdoncellaselotrodía,peroconvosotrasnuncamehedisculpado.
KrissyEliseintercambiaronunamirada,antesdevolveracentrarseenCeleste.—Kriss, te agüé la fiesta de cumpleaños—explicó—.Tú eres la única que ha
podidocelebrarloenelpalacio,yyoterobéelprotagonismo.Losientomuchísimo.—Al final salióbien—respondióKriss, encogiéndosedehombros—.Maxony
yotuvimosunaconversaciónestupendagraciasati.Hacetiempoqueteperdonéporeso.
Celestedaba la impresióndequepodía echarse a llorar en cualquiermomento,peroapretóloslabiosyforzóunasonrisa.
—Eso es muy generoso, teniendo en cuenta que me ha costado muchoperdonarme a mí misma—dijo, pasándose un dedo por las pestañas—. No sabía
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cómollamarsuatención,asíqueteloquitédelasmanos.Krissrespiróhondo.—Enaquelmomentomesentífatal,peronopasanada.Estoybien.Almenosno
fuecomolodeAnna.Celestepusolamiradaenelcielo.—Nomehablesdeeso.Avecesmepreguntohastadóndehabría llegado siyo
no…—MeneólacabezaymiróaElise—.Ynosésipodrásperdonarmenuncatodaslascosasquetehehecho.Inclusolasquenosabesquetehiceyo.
Elise,siempreimpecable,noexplotócomopodríahaberlohechoyoensulugar.—¿Quieresdecirlodeloscristalesenloszapatos,lodelosvestidosrotosdemi
armarioylodelalejíaenmichampú?—¡Lejía!—exclaméasombrada.LaexpresiónabatidadeCelestemeloconfirmó.Eliseasintió.—Una mañana no pude asistir a la Sala de lasMujeres porque mis doncellas
tuvieronquevolverateñirme.—SegiróhaciaCeleste—.Sabíaquehabíassidotú—confesósininmutarse.
Celestedejócaerlacabeza,mortificada.—Nohablabas,nohacíasnada…Amimododever,eraselblancomásfácil.Me
sorprendióquenotevinierasabajo.—Nuncadeshonraríaamifamiliaabandonando—respondióElise.Meencantaba
sufirmezadecarácter,aunquenolaentendíadeltodo.—Deberíanestarorgullososdetodoloquehassoportado.Simispadrestuvieran
ideadelobajoquehecaído…Noséquédirían.Silosreyeslosupieran,estoyseguradequeyamehabríanechado.Noestoyalaaltura—dijoporfin,desnudándoseantenosotras.
Echéelcuerpoadelanteyapoyémismanosenlassuyas.—Creoqueestecambiodeactituddemuestraotracosacompletamentediferente,
Celeste.Ellaladeólacabezayesbozóunasonrisatriste.—Encualquiercaso,nocreoquemequiera.Y,aunquelohiciera—dijo,retirando
lasmanos para arreglarse elmaquillaje—, alguienme ha recordado recientementequenonecesitounhombreparaconseguirloquequierodelavida.
Compartimosunasonrisacómplice,antesdequevolvieraamiraraElise.—No sé ni cómo disculparme por todo lo que te he hecho, pero necesito que
sepasquelolamentomucho.Losiento,Elise.Ellanocedió;sequedómirandoaCeleste.Mepreparéparasurespuestaairada,
ahoraqueteníaporfinaCelesteasumerced.—Podríadecírselo.AmericayKrissseríantestigos,yMaxontendríaqueenviarte
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acasa.Celestetragósaliva.¡Quéhumillanteseríatenerqueirsedeaquellamanera!—Pero no lo haré—decidió Elise—.Nunca condicionaría aMaxon y, gane o
pierda,quierohacerloconintegridad.Asíquepasemospágina.Noeraunadeclaracióndeperdónentodaregla,peroeramuchomásdeloquese
esperabaCeleste.Hizoloquepudopormantenerlacompostura,asintióylediolasgraciasaEliseconunsusurro.
—Bueno —dijo Kriss, intentando cambiar de tema—. En fin… Yo tampocoqueríachivarme,Celeste,pero…nopensabaqueesadecisiónfueraunactodehonor—apuntó,girándosehaciaElise,pensandoenloqueacababadeoír.
—Yo siempre tengo presentes esas cosas —confesó Elise—. Y las respetosiempre que puedo, especialmente porque, si no gano, será una vergüenza paramifamilia.
—¿Cómo puede ser que te sientas responsable si no eres tú la elegida? —preguntóKriss, acomodándose sobre la cama—. ¿Por qué iba a ser esomotivo devergüenza?
Elisesegiróunpocomásyseexplicó,pasandodeuntemaaotro.—Por eso de losmatrimonios concertados.Lasmejores chicas consiguen a los
mejores hombres, y viceversa.Maxon es el súmmum de la perfección. Si pierdo,significa que no era lo suficientemente buena. Mi familia no pensará en lossentimientos, que es lo que a Maxon le hará decantarse por una o por otra. Loanalizarán lógicamente.Mi origen,mi talento…Me educaronpara ser digna de lomejor,asíque,sinolosoy,¿quiénmequerrácuandosalgadeaquí?
Yohabíapensadounmillóndevecesencómomecambiaríalavidasiganabaosiperdía,peronuncamehabíaplanteadoquésignificaríapara lasdemás.DespuésdetodolosucedidoconCeleste,quizádeberíahaberlohecho.
KrissapoyóunamanosobreladeElise.—Casitodaslaschicasquehanvueltoacasayaestáncomprometidasconunos
hombresestupendos.FormarpartedelaSelecciónyateconvierteenalgoespecial.YalmenoshasllegadoaserunadelascuatrofinalistasdelaÉlite.Créeme,Elise:loschicosharáncolafrenteatucasa.
Ellasonrió.—Nonecesitounacola.Solonecesitoauno.—Bueno,todasnecesitamosunacola—dijoCeleste,haciéndonossonreíratodas,
inclusoaElise.—Yopreferiríaunpuñado—matizóKriss—.Unacolameimpondríaunpoco.Entoncesmemiraronamí.—Amímebastaconuno.—Estásloca—decidióCeleste.
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HablamosunratosobreMaxon,acercadenuestrascasasynuestrasesperanzas.Enrealidad,nuncahabíamoshabladoasí, sinningún tipodebarreraentrenosotras.Krissyyohabíamosintentadohacerlo,serhonestasyfrancassobrelacompetición;pero,ahoraquepodíamoshablartranquilamentesobrelavida,estabaconvencidadequenuestraamistadperviviríaconeltiempo.Eliseeraunasorpresa,peroelhechodequetuvieraunaperspectivatandiferentealamíamehacíapensarenlascosasdesdeotraperspectiva.
Y la carga de profundidad: Celeste. Si alguien me hubiera dicho que aquellamorenita que caminaba con aquellos tacones altos y aquel aire amenazante en elaeropuerto el primer día iba a ser la chica con quienmás a gusto estaba en aquelmismomomento,mehabría reídoen sucara.Aquellomehabría resultadocasi tanincreíblecomoelhechodequeaúnsiguieraahí,convertidaenunadelasfinalistas,conelcorazónpartidoporlocercaqueestabadeperderaMaxon.
Amedida que hablábamos vi que las otras la iban aceptando tan abiertamentecomoyo.Inclusoteníaunaspectodiferente,ahoraquesehabíaquitadodeencimaelpesodesussecretos.Celestehabíasidoeducadaparahacergaladeunabellezamuyconcreta,basadaenocultarcosas,enpresentar lascosasasumanerayenprocurarestar perfecta en todo momento. Pero hay otro tipo de belleza procedente de lahumildadylahonestidad.Esaeralaquelucíaenaquelmomento.
Maxon debió de acercarse muy silenciosamente. Cuando me di cuenta de queestabaallí,debíade llevaryaunrato.FueElise laprimeraenverleenelumbralyponerserígida.
—Alteza—saludó,inclinandolacabeza.Todasmiramoshaciaallí,segurasdequelahabíamosentendidomal.—Señoritas. —Nos devolvió el saludo—. No quería interrumpiros. Creo que
acabodeestropearlareunión.Nosmiramosentrenosotras.Seguroquenoera laúnicaquepensaba:«No,has
hechoalgorealmenteasombroso».—Nopasanada—dije.—Bueno,sientointerrumpiros.PeronecesitohablarconAmerica.Asolas.Celestesuspiróysedispusoalevantarse,girándoseparaguiñarmeunojoantesde
ponerse en pie. Elise saltó como un resorte, y Kriss la siguió, apretándomeligeramente la pierna en elmomento en que saltaba de la cama. Elise le hizo unareverencia aMaxon al salir, yKriss separó a alisarle la solapa.Celeste se acercó,decididacomonunca,ylesusurróalgoaloídoaMaxon.
Cuandoacabó,élsonrió.—Nocreoqueesoseanecesario.—Bien—respondióella,cerrandolapuertaalsalir.Mepuseenpie,preparadaparacualquiercosa.
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—¿Quéeraeso?—lepregunté,haciendoungestoconlacabezahacialapuerta.—Oh,Celestequeríadejarmeclaroque,sitehacíaalgúndaño,meharíallorar—
medijoconunasonrisa.Mereí.—¡Séloqueduelenesasuñas,asíquecuidado!—Sí,señora.Respiréhondoymisonrisadesapareció.—¿Ybien?—¿Ybien,qué?—¿Vasahacerlo?Maxonsonrióymeneólacabeza.—No.Porunmomento,mehahechopensar,peronoquieroempezardenuevo.
Me gustan mis chicas imperfectas —dijo, encogiéndose de hombros y con unaexpresiónsatisfecha—.Además,mipadrenosabenadadeAugust,nidecuálessonlosobjetivosde los rebeldesnorteños,ninadade eso.Sus soluciones sondecortoalcance.Abandonarelbarconosolucionaríanada.
Suspiré,aliviada.Esperabaimportarlelosuficientecomoparaquenomeechara,perodespuésdemicharlaconlaschicastampocoqueríaquelasecharaaellas.
—Además—añadió,complacido—,deberíashabervistolaprensa.—¿Porqué?¿Quéhapasado?—preguntéacercándomeaél.—Loshas impresionado,otravez.Meparecequenoentiendomuybien loque
piensalagenteahoramismo.Escomosi…,comosisupieranquelascosaspuedenserdeotromodo.Élgobiernaelpaíscomomegobiernaamí.Tienelasensacióndequenadiemásqueélescapazdetomardecisionesacertadas,asíqueobligaalagenteapensarcomoél.Y,despuésdeleerlosdiariosdeGregory,parecequelascosassonasí desde hace ya un tiempo. Pero ya nadie quiere eso. La gente desea unaoportunidad.—Maxonmeneólacabeza—.Túleaterras,peronopuedeecharte.Lagenteteadora,America.
Traguésaliva.—¿Meadoran?Asintió.—Y…yosientoalgoparecido.Asíque,digaloquedigaohagaloquehaga,no
pierdaslafe.Estonohaacabado.Mellevélosdedosalaboca,impresionada.LaSelecciónseguiría,laschicasyyo
tendríamosnuestraoportunidad.Además,porloquedecía,alagentelecaíacadavezmejor.
Sinembargo,apesardetodaslasbuenasnoticias,habíaunacosaquenodejabaderondarmeporlacabeza.
Bajélavistaalamanta,casiconmiedodepreguntar.
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—Séquetepareceráestúpido,pero…¿quiéneslahijadelreyfrancés?Maxonguardósilenciounmomentoantesdesentarseenlacama.—SellamaDaphne.AntesdelaSelecciónfuelaúnicachicaalaqueconocíde
verdad.—¿Y?Soltóunarisasilenciosa.—Ydescubrí que sus sentimientos pormí ibanmás allá de la amistad, pero lo
descubríunpocotarde.Yyonocompartíaaquellossentimientos.Nopodía.—¿Teníaalgodemaloo…?—America,no.—Maxonmecogiólamanoymeobligóamirarle—.Daphnees
miamiga.Estodoloquepuedeser.Mepasélavidaesperándoosavosotras.Estaesmiocasióndeencontraresposa,yesolosédesdequetengousoderazón.NoteníaningúninterésporDaphne,noeneseaspecto.Nuncasemehabríaocurridohablartedeella.Estoysegurodequemipadrelohizoparahacertedudarunavezmás.
Memordíellabio.Elreyconocíamispuntosdébilesdemasiadobien.—Tehevistohacerlo,America.Tecomparasconmimadre,conlasotraschicas
delaÉlite,conunaversiónde timismaquecreesquedeberíasser,yahoraestásapunto de hacer lo mismo con una persona que hace unas horas no sabías ni queexistía.
Eracierto.Yameestabapreguntandosiseríamásguapaqueyo,siseríamáslista,sipronunciabaelnombredeMaxonconunacentoridículoperoirresistible.
—America—dijo,apoyandosumanoenmirostro—,sihubierasidoimportante,telohabríacontado.Igualquetúlohabríashecho.
Elestómagosemeencogió.Enrealidad,yonohabíasidocompletamentesinceraconMaxon.Peroviendoaquellosojosquememirabanysecolabanenlosmíos,erafácilolvidarsedeaquello.Cuandomemirabaasí,podíaolvidarmedetodoloquenosrodeaba.Ylohice.
Caíensusbrazosyloabracéconfuerza.Eraelúnicositiodelmundoenelquequeríaestarenaquelmomento.
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Capítulo21
Celeste se había convertido en la líder de nuestra nueva hermandad. La idea dellevar a todas nuestras doncellas y unos cuantos espejos enormes a la Sala de lasMujeresypasarnoseldíaarreglándonoslasunasalasotrasfuesuya.Noteníamuchosentido, ya que ninguna iba a hacerlo mejor que el personal de palacio, pero eradivertido.
Krissmepasóelpeloporlafrente.—¿Nuncatehasplanteadohacerteunflequillo?—Unpardeveces—admití,ahuecándomeelpeloquemecaíasobrelosojos—.
Peromihermanaseagobiaconelsuyo,asíquenuncamehedecidido.—Creoqueestaríasmuyguapa—dijoKriss,animada—.Amiprimalecortéel
pelounavez.Puedocortárteloati,siquieres.—Sí.—Celesteserio—.Túdéjalaqueseteacerqueconunastijeras,America.
Excelenteidea.Todasestallamosenunacarcajada. Inclusoenelotroextremode lasalaseoyó
una risita contenida.Echéunvistazoyvi a la reina frunciendo los labiosmientrasintentaba leer el informe que tenía delante. Me preocupaba que todo aquello leparecierainapropiado,perolociertoesquenuncalahabíavistotancontenta.
—¡Deberíamoshacernosfotos!—propusoElise.—¿Alguientieneunacámara?—preguntóCeleste—.Yosoyunaprofesionalen
esto.—¡Maxonsí!—exclamóKriss—.Venaquíunmomento—ledijoaunadoncella,
haciéndolegestosconlamano.—Unmomento—dijeyo, cogiendopapel—.Muybien, veamos: «Sus reales y
magníficas altezas, las damas de la Élite requieren inmediatamente la peor de suscámaraspara…».
Krisssoltóunarisita.Celestemeneólacabeza.—¡Oh!Todounalardedediplomaciafemenina—comentóElise.—¿Esovaenserio?—preguntóKriss.—¿Aquiénleimporta?—respondióCeleste,echándoseelpelohaciadetrás.Unos veinte minutos más tarde, Maxon llamó a la puerta y la abrió unos
centímetros.—¿Puedopasar?Krissseleacercócorriendo.
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—No.Soloqueremoslacámara.—Selaarrancódelasmanosylecerrólapuertaenlasnarices.
Celesteseretorcíaderisa.—¿Quéestáishaciendoahí?—dijoél,traslapuerta.Pero todas estábamos demasiado ocupadas desternillándonos como para
responder.Practicamos numerosas poses y lanzamos mil besos a la cámara. Celeste nos
enseñócómo«buscarlaluz».MientrasKrissyElisese tirabansobreelsofáyCelesteseacercabaparahacer
másfotos,miréalotroextremodelasalayvilasonrisadesatisfacciónenelrostrode la reina.Me disgustaba que no pudiera participar de aquello. Cogí uno de loscepillosymeacerquéaella.
—Hola,LadyAmerica—mesaludó.—¿Podríacepillarleelcabello?Su cara registró diversas emociones, pero se limitó a asentir y respondió con
suavidad:—Porsupuesto.Me coloqué tras ella y cogí un mechón de su espléndida melena. Le pasé el
cepillounayotravez,observandoalaschicasalmismotiempo.—Mealegrodeverqueoslleváisbien—comentó.—Yotambién.Megustan—dije,ycalléporunmomento—.SientolodelDíade
lasSentencias.Séquenodeberíahaberlohecho,pero…—Lo sé, querida.Yame lo explicaste antes.Es una tarea difícil.Yparece que
tuvistemuymalasuerte.Medicuentadeloajenaqueestabaatodo.Oquizápreferíacreeratodacostaque
sumaridonoteníamalaintención.Comosipudieraleermelamente,añadió:—SéquepiensasqueClarksonesduro,peroesunbuenhombre.Notienesidea
delatensiónquetienequesoportar.Cadaunolollevamoscomopodemos.Aveces,élsacasutemperamento;yonecesitomuchodescanso;Maxonseríeparanopensarenello.
—Escierto,esoesloquehace,¿verdad?—dijeyo,conunarisita.—Lacuestión es…¿cómo lo llevarás tú?—Segiró—.Creoque la pasiónque
ponesenlascosasesunadetusmejoresvirtudes.Siaprendierasacontrolarla,seríasunaprincesamagnífica.
Asentí.—Sientohaberladecepcionado.—No, no, querida—me contestómirando de nuevo hacia delante—.Veo en ti
muchas posibilidades. Cuando tenía tu edad, trabajaba en una fábrica. Iba sucia y
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pasaba hambre, y a veces me enfadaba. Pero estaba loca por el príncipe de Illéa.Cuandotuvelaocasióndeconquistarlo,aprendíacontrolaresossentimientos.Desdeaquísepuedehacermucho,peroquizánodelmodoquetúquieres.Hasdeaprenderaaceptarlo,¿deacuerdo?
—Sí,mamá—bromeé.Ellasegiróymemiródenuevo,conelrostropétreo.—Quierodecirseñora.Señora.Los ojos le brillaron y parpadeó unas cuantas veces, girándose de nuevo hacia
delante.—Silascosasacabancomosospecho,«mamá»estarábien.Entonces fui yo la que tuve que parpadear para contener las lágrimas. Desde
luego,ellanuncaibaaocuparellugardemimadre;peromesentíespecialalverquelamadredelapersonaconlaquequizásacabaracasándomemeaceptaba,contodosmisdefectos.
Celestesegiróynosvio,yacudióalacarrera.—¡Estáisestupendas!¡Sonreíd!Meagachéy lepasé losbrazosa lareinaalrededordelcuello.Ella levantóuna
manoparacogerlasmías.Después,fuimoscolocándonosasualrededorporturnos,hastaconseguirquehicieramuecasalacámara.Lasdoncellastambiéncolaboraron,tomándonos fotos para que pudiéramos aparecer todas juntas. Cuando acabamos,penséqueaquelhabíasidosindudamimejordíaenelpalacio.Aunquenosabíasiloseríapormuchotiempo.LaNavidadestabaalavueltadelaesquina.
Mis doncellas me estaban arreglando el peinado después de un último intentofallidodeElisedehacermeunrecogidocuando,depronto,llamaronalapuerta.
Maryfuecorriendoaabrir.Unguardiaquenoconocíaentróenlahabitación.Lohabíavistomuchasveces,esosí,casisiemprealladodelrey.
Mis doncellas hicieron una reverencia y él se acercó. Me puso algo nerviosatenerloahídelante.
—LadyAmerica,elreyrequieresupresenciadeinmediato—dijo,sininflexionesenlavoz.
—¿Pasaalgo?—preguntésorprendida.—Elreyresponderáasuspreguntas.Traguésaliva.Semepasaronporlacabezatodotipodecosashorribles:quemi
familia estaba en peligro; que el rey había encontrado unmodo de castigarme portodaslasvecesquelehabíallevadolacontraria;o,quizá,lopeordetodo,quealguienhabíadescubiertomivínculoconAspenyqueambosíbamosapagarporello.
Intentéahuyentarelmiedo.Noqueríaparecerasustada.—Entoncesvamos—dije.
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Mepuseenpieyseguíalguardia,echandounaúltimamiradaalaschicasalsalir.Cuandovilapreocupaciónensusrostros,deseénohaberlohecho.
Recorrimoselpasilloysubimos lasescalerashasta lasegundaplanta.Nosabíamuybienquéhacerconlasmanos,ynodejabadetocarmeelpeloyelvestido,odeentrecruzarlosdedos.
Cuando estábamos a medio pasillo vi a Maxon. Aquello me tranquilizó. Sedetuvoalapuertadeunasala,esperándome.Noparecíapreocupado,peroaélseledabamejorocultarelmiedoqueamí.
—¿Dequévaesto?—lesusurré.—Yosélomismoquetú.Elguardiaocupósulugarjuntoalapuerta.Maxonmehizopasardelante.Eraun
amplio salóncon largasestanterías llenasde librosenunade lasparedes.Tambiénhabía mapas colgados de caballetes. Había al menos tres de Illéa, con marcas dediferentescolores.Elreyestabasentadofrenteaunaampliamesadedespacho,conunpapelenlamano.
CuandonosvioentraraMaxonyamí,sepusoenpie.—¿Quéesloquehashechoexactamenteconlaprincesaitaliana?—mepreguntó
mirándomefijamente.Me quedé de piedra. El dinero. Seme había olvidado por completo.Conspirar
para vender armas a una gente que él consideraba enemigos era mucho peor quecualquierotracosaparalaquemehubierapodidopreparar.
—Noestoyseguradequéquieredecir—mentí,mirandoaMaxon.Aunqueéllosabíatodo,mantuvolacalma.—Llevamosdécadasintentandoforjarunaalianzaconlositalianos,ydeprontola
familia real estámuy interesadaenque losvisitemos.Noobstante…—Recogió lacarta,buscandoun fragmentoenconcreto—.Ah,aquí:«Aunqueseráunverdaderoprivilegioquesumajestadysufamilianoshonrenconsucompañía,esperamosqueLadyAmericatambiénpuedaacompañarlos.TrasnuestrareunióncontodalaÉlite,nonosimaginamosanadiecapazdeseguirlospasosdelareinatanbiencomoella».
Elreylevantólavistaymemiródenuevo.—¿Quéesloquehashecho?Conscientedequehabíaesquivadounproblemainmenso,merelajéunpoco.—Loúnicoquehehechoesintentarseramableconlaprincesayconsumadre
durantesuvisita.Nosabíaquelescaíatanbien.Elreylevantólamirada.—Eres una rebelde. Te he estado observando. Estás aquí por algo, y estoy
segurísimodequenoesél.Maxonsegiróhaciamíaloíraquello.Ojalánohubieravisto lasombradeuna
dudaensusojos.Neguéconlacabeza.
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—¡Esonoescierto!—¿Cómo puede ser que una chica sinmedios, sin contactos y sin poder haya
conseguidoponeralalcancedelpaísalgoquellevamosbuscandodesdehaceaños?¿Cómo?
Enel fondosabíaquehabía factoresqueélno teníaencuenta.PerohabíasidoNicoletta laquesehabíaofrecidoaayudarme,ahacer loqueestuvieraensumanoporunacausaqueestabadispuestaaapoyar.Simeestuvieraacusandodealgoquefuerarealmenteculpamía,suvozairadamehabríaasustado.Pero,talcomoestabanlascosas,nomeimpresionabaenabsoluto.
—Fueronustedeslosquenosasignaronlosvisitantesextranjerosquequeríanqueatendiéramos—respondícontranquilidad—.Denoserasí,nuncahabríaconocidoaesasseñoras.Ylaquehaescritoymehainvitadohasidoella.Yonolehepedidoanadie que me llevara de viaje a Italia. Quizá si se hubiera mostrado más abierto,habríaconseguidoesaalianzaconItaliahaceaños.
Élsepusoenpiedegolpe.—Cuida…esa…boca.Maxonmepasóunbrazoporlacintura.—Quizáseríamejorquetefueras,America.Medispuseahacer loquemepedía,encantadade iracualquiersitiodondeno
estuvieraelrey,peronoibaasertanfácil.—Para. Hay más —ordenó—. Esto cambia las cosas. No podemos volver a
empezar con la Selección de cero y disgustar a los italianos. Tienen muchasinfluencias.Silosponemosdenuestraparte,senosabriránmuchaspuertas.
Maxon asintió, nada disgustado al oír la noticia. Él ya había decidido noecharnos,peroteníamosqueseguirleeljuegoalreyydejarlepensarqueeraélquienteníaelcontrol.
—Sencillamente,tendremosqueprolongarlaSelección—concluyó.Sentíquesemeencogíaelestómago—.Hemosdedarlestiempoalositalianosparaqueaceptenotrasopciones,sinqueseofendan.Quizádeberíamosprogramarunviajepronto,paraquetodastenganoportunidaddebrillar.
Parecíaencantadoconsigomismo,orgullosodesusolución.Mepreguntabahastadóndellegaría.QuizáprepararíaaCeleste.OquedaríaasolasconKrissyNicoletta.No me extrañaría que organizara algo para hacerme quedar mal, como habíaintentado con el Día de las Sentencias. Si estaba dispuesto a aplicarse a fondo,probablementeyonotendríaningunaoportunidad.
Y lapolíticano teníanadaquever.Más tiemposignificabamásocasionesparaponermeenevidencia.
—Padre,nocreoqueesosirvadenada—intervinoMaxon—.Lasdamasitalianasyahanconocidoatodaslascandidatas.SihanmostradosupreferenciaporAmerica,
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debe de ser por algo que han visto en ella y no en las otras. Y no podemosinventarnosalgoquenoexiste.
ElreymiróaMaxonconunamiradavenenosa.—¿Estásdiciendoquehaselegido?¿HaacabadolaSelección?Penséquesemeparabaelcorazón.—No—respondióMaxon, como si aquello fuera ridículo—. Simplemente, no
estoysegurodequeloquesugieressealomejor.Elreyapoyólabarbillaenlamano,mirándonosaMaxonyamíporturnos,como
sifuéramosunaecuaciónquenoconseguíaresolver.—Aúntienequedemostrarqueesdignadeconfianza.Hastaentonces,nopuedes
elegirla—replicócondureza.—¿Y cómo sugieres que lo haga? —preguntó Maxon—. ¿Qué necesitas
exactamente?El rey levantó las cejas, aparentemente divertido ante las preguntas de su hijo.
Despuésdepensárselounmomento,sacóunapequeñacarpetadesucajón.—Sea o no por tu reciente intervención en el Report, parece que hay cierto
desasosiego entre las castas. Llevo tiempo intentando encontrar un modo de…aplacar a la opiniónpública, pero semehaocurridoqueunapersonalidad jovenyfrescacomotú(populardiría)quizá tengamásposibilidadesdeconseguirloqueyomismo.
Colocólacarpetasobrelamesayprosiguió:—Parecequelagentebailaalsondetumúsica.Quizápodríastocarunamelodía
paramí.Abrílacarpetayleílosdocumentos.—¿Quéesesto?—Solounosanunciospúblicosqueharemospronto.Conocemos,porsupuesto,la
distribución de castas de cada provincia y de cada comunidad, así que haremosanunciosespecíficosparacadazona.Paraanimarlos.
—¿Qué es eso, America? —preguntó Maxon, confuso por las palabras de supadre.
—Son como… anuncios publicitarios —respondí—. Para que la gente estécontentaensucastaynoserelacionedemasiadoconlosdelasotras.
—Padre,¿dequévatodoesto?Elreyseapoyóenelrespaldodesusilla,poniéndosecómodo.—Nada serio. Simplemente intento apaciguar los ánimos. Si no lo hago, para
cuandolacoronallegueatusmanos,teenfrentarásaunalzamientoentodaregla.—¿Yeso?—Devezencuando,lascastasmásbajassealborotan.Esnatural.Perotenemos
queacabarconlarabiayconlasideasdesublevaciónenseguida,antesdequeesos
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elementosseunanyacabenconnuestragrannación.Maxonsequedómirandoasupadre,sinacabardeentenderle.SiAspennome
hubierahabladodelossimpatizantesdeaquellasideas,quizáyotambiénestaríaigualde confusa. El rey planeaba dividir para vencer: hacer que las castas se sintieranabsurdamenteagradecidasporloquetenían(aunquelosestuvierantratandocomosinoimportarannada)yadvertirlosdequenoseasociaranconlosdeotrascastas,puessololosmiembrosdeunamismacastapodíanentenderseentresí.
—Estoespropaganda—espeté,recordandoeltérminousadoenelviejolibrodehistoriadepapá.
—No, no. Es una sugerencia —dijo el rey, intentando tranquilizarme—. Esseguridad.Esunavisióndelmundoqueharáquenuestrosconciudadanossesientanfelices.
—¿Felices?¿AsíquequierequeledigaaunpobreSieteque…«vuestralaboresposiblementelamásgrandedetodoelpaís.Trabajáisconvuestrocuerpoyconstruíslas carreterasy los edificiosquedan formaanuestra nación»?—añadímirando lahoja.Seguíbuscando—.«NingúnDosniningúnTrestieneuntalentocomparable,asíqueapartad lavistadeellospor lacalle.Pornohablarde losquequizá tenganunmayorrango,peronoelorgullodecontribuircomovosotrosalpaís».
Maxonmiróasupadre.—Esocausaráunmayorenfrentamientointernoentreelpueblo.—Al contrario. Los ayudará a quedarse en su sitio y a convencerse de que la
Coronavelaporsusintereses.—¿Esohace?—pregunté.—¡Porsupuesto!—exclamóelrey,haciéndomedarunospasosatrás—.Lagente
necesitaque los llevende las riendas, como los caballos.Sinoguías suspasos, sedesvíanyacabandandoconloqueespeorparaellos.Puedequenotegustenestosdiscursos,perosalvaránmásvidasdeloqueteimaginas.
Cuandoacabósualegato,aúnnomehabíarecuperadodeltodo,ymequedéallíensilencio,conlospapelesenlasmanos.
Sabíaqueestabapreocupado.Cadavezquellegabauninformedealgoqueseleescapabadelasmanos, loarrugabaenunaboladepapel.Todoloquesupusierauncambio loponíaenunmismosaco,ya todo lo llamaba traición, sinanalizarlo.SurespuestaestavezhabíasidoobligarmeahacerloquehacíaGregory.Queríaaislarasupueblo.
—Nopuedodeciresto—susurré.—Puesnopuedescasarteconmihijo—respondiótranquilamente.—¡Padre!Elreylevantóunamano.—Esta es la situación,Maxon: te he dejado hacer lo que has querido, y ahora
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hemos de negociar. Si quieres que esta chica se quede, debe ser obediente. Si nopuedeejecutar lamássencillade las tareas, laúnicaconclusiónquepuedosacaresquenotequiere.Y,sieseseelcaso,noveoporquéibasaquererlatú.
Mimiradasecruzóconladelrey.LeodiéporsembraraquellaideaenMaxon.—¿Lequieres?¿Lequieresaunquesoloseaunpoco?No, no era así como iba a decirlo. No como respuesta a un ultimátum, a una
negociación.Elreyladeólacabeza.—Quétriste,Maxon.Parecequetienequepensárselo.«Nollores.Nollores».—Te daré un tiempo para que te decidas. Si no haces esto, me dan igual las
normas: para el día de Navidad estarás fuera. Será un regalo estupendo para tuspadres.
Tresdías.Sonrió.Dejélacarpetasobresumesaymemarché,haciendounesfuerzoparano
echaracorrer.Loúnicoquemefaltabaeraotraexcusaparaquepudieracriticarme.—¡America!—gritóMaxon—.¡Para!Seguícaminandohastaquemeagarróporlacintura,obligándomeaparar.—¿Quédemonioshasidoeso?—preguntó.—¡Estáloco!—Estabaapuntodeecharmeallorar,perocontuveelllanto.Siel
reysalíaymeveíaasí,mehundiría.—Élno.Tú.¿Porquénolehasdichoquesí?Meloquedémirando,atónita.—Esuntruco,Maxon.Todoloquehaceesuntruco.—Sihubierasdichoquesí,habríapuestofinatodoeso.Nopodíacreérmelo.—Dossegundosanteshastenidoocasióndehacerlotú,ynolohashecho.¿Cómo
esqueesculpamía?—Porque… —respondió agitado— me niegas tu amor. Es lo único que he
querido durante toda la competición, y sigues negándomelo. No hago más queesperarquelodigas,ynolodices.Quenohayaspodidodecirloenvozaltadelantedeélmeparecebien.Perosoloconquehubierasdichoquesí,mehabríabastado.
—¿Y por qué iba a hacerlo, si en cualquiermomento puede echarme? ¿Simehumilla constantemente y tú no haces más que mantenerte al margen? Eso no esamor,Maxon.Nisiquierasabesloquees.
—¡Claroquelosé!¿Tienesideadeloquehepasado…?—Maxon,fuistetúquiendijistequequeríasdejardediscutir,¿no?¡Puesdejade
darmemotivosparadiscutircontigo!
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Salícorriendo.¿Quéhacíayoallí?Nodejabade torturarmeporalguienquenoteníaniideadeloquesignificabaserlealaunapersona.Ynuncalosabría,porquesuideadeamorgirabaporcompletoalrededordelaSelección.Noloentenderíanunca.
Cuandoestabaapuntodebajar lasescaleras,volvíasentiruntirón.Maxonmeagarraba con fuerza, cogiéndome los brazos con ambas manos. Sin duda veía lofuriosaqueestaba,peroenlossegundosquehabíanpasadosuactitudhabíacambiadoporcompleto.
—Yonosoyél—dijo.—¿Qué?—pregunté,altiempoqueintentabasoltarme.—America,para.Resopléydejédeforcejear.Nomequedabamásremedioquemirarloalosojos.—Yonosoyél.¿Deacuerdo?—Noséquéquieresdecir.Maxonsuspiró.—Séquehaspasadoañosvolcándoteenotrapersonaquepensabasquetequerría
parasiempre,yque,cuandoseenfrentóalarealidaddelmundo,teabandonó.—Mequedé helada, asimilando aquellas palabras—. Yo no soy él, America. No tengoningunaintencióndeabandonarte.
—No lo ves, Maxon —respondí, sacudiendo la cabeza—. Puede que medecepcionara,peroalmenosloconocía.Despuésdetodoestetiempo,aúnsientoquehayunespacioentrenosotros.LaSeleccióntehaobligadoadispensartucariñoenporciones.Nuncatehetenidoporcompleto.Ningunadenosotrastetendránuncaporcompleto.
Estavez,cuandomezafédeél,noopusoresistencia.
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Capítulo22
De loquepasóenelReport apenasmedicuenta.Estaba sentadaenmipedestal,pensando que con cada segundo que pasaba estaba cada vezmás cerca de quememandaran a casa. Entonces seme ocurrió que quedarse no era una opciónmuchomejor.Sicedíayleíaaquellosmensajeshorribles,elreyhabríaganado.QuizáMaxonmequisiera,pero,sinoeralosuficientementehombrecomoparadecirloenvozalta,¿cómoibaaprotegermenuncadeloquemásmiedomedabaenestavida,supadre?
TendríaquecederconstantementealavoluntaddelreyClarkson.Asípues,pesealapoyoquetuvieraMaxondelosrebeldesnorteños,enelinteriordeaquellosmurosestaríasoloanteelpeligro.
EstabaenfadadaconMaxon,yconsupadre,yconlaSelección,ycontodoloqueteníaqueverconella.Todaaquellafrustraciónmeoprimíaelcorazón,hastaelpuntodeque todoperdíael sentido.Loquequeríaerahablarcon laschicassobre loqueestabapasando.
Pero eso no podía ser. Las cosas no mejorarían para mí, y para ellas soloempeorarían.Antesodespuéstendríaqueenfrentarmeamispreocupacionespormímisma.
Echéunvistazoamiizquierda,endirecciónalasotraschicasdelaÉlite.Medicuentadequequienacabaraquedándose tendríaqueenfrentarseaaquello sola, sinlasotras.Lapresiónqueejerceríaelpúblico, imponiéndosecomopartedenuestrasvidas,asícomo lasórdenesdel rey,que intentaríausara todoelquepudieracomouna herramienta en su beneficio…, toda aquella carga sobre los hombros de unachica.
Alargué lamano hacia la de Celeste, rozándole los dedos con losmíos. En elmomentoenquelosnotómelosagarró.Memiróalosojos,preocupada.
—¿Quépasa?—mepreguntóarticulandolaspalabras,peroensilencio.Meencogídehombros.Asíqueselimitóacogermelamano.Alcabodeunminuto,daba la impresióndequeella tambiénseponíaunpoco
triste.Mientrasloshombresdetrajeseguíanparloteando,irguióelcuerpoyletendióla mano a Kriss. Esta no se lo pensó dos veces y se la sujetó. Al cabo de unossegundos,teníacogidaladeElise.
Yahíestábamoslascuatro,ensegundoplanodetodoaquello,cogidaslaunaalaotra.
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LaPerfeccionista,laEncantadora,laDiva…yyo.
Pasé la mañana siguiente en la Sala de las Mujeres, mostrándome todo loobediente que pude.Muchos de nuestros familiares y parientes habían venido a laciudadparapasarundíadeNavidadconclase.Aquellanoche ibaacelebrarseunamagnífica cena en la que se cantaríanvillancicos.LaNochebuena solía ser unademis noches favoritas del año, pero estaba demasiado desanimada como para estarsiquieranerviosa.
Sirvieronunacomidafantásticaquenoprobé.Presentaronunosregalospreciososdelpúblicoqueapenasvi.Estabadesolada.
Mientrasnuestrosparientes ibanachispándoseabasedeponche,yodesaparecí:noteníaánimosparafingirqueestabaalegre.AlfinaldelanochetendríaqueaccederapresentaraquellosridículosanunciosdelreyClarksonomemandaríandevueltaacasa.Necesitabapensar.
Yaenmihabitación,despedí amisdoncellasyme senté frente amimesa.Noquería hacerlo. No quería decirle a la gente que se conformara con lo que tenía,aunquenotuvieranada.Noqueríadecirlesquenoseayudaranlosunosalosotros.No quería eliminar la posibilidad de ir más allá, de ser la cara y la voz de unacampañaquedecía:«Quedaosquietos.Dejadqueelreycontrolevuestrasvidas.Eslomásaloquepodéisaspirar».
Pero…¿esquenoqueríaaMaxon?Unsegundomástardealguienllamóalapuerta.Fuiaabrirnomuyconvencida.
Temía encontrarme con los fríos ojos del rey Clarkson, dispuesto a cumplir suultimátum.
AbríyaparecióMaxon.Estabaallídepie,sindecirpalabra.Eralógicoqueestuvierafuriosa.Loqueríatododeél.Ytambiéndeseabaqueél
lo tuviera todo.Nopodía soportar que todo elmundo tuviera algoquedecir sobreaquello:laschicas,suspadreseinclusoAspen.Demasiadascondiciones,opinionesyobligaciones.
OdiabaaMaxonporeso.Y,aunasí,lequería.Estabaapuntodeaccederahaceraquelloshorriblesanuncioscuandodepronto,
sindecirnada,metendiólamano.—¿Quieresvenirconmigo?—Vale.Cerrélapuertatrasdemíyloseguíporelpasillo.—Lo que dices tiene sentido. Tengo miedo de mostrarme ante vosotras por
completo.Tútienesunapartedemí,Krisstieneotra,etcétera,enfuncióndeloquemepareceadecuadoparacadaunadevosotras.Respectoati,siempremegustairaverte, ir a tu habitación. Es como si me colara un poco en tumundo, como si al
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hacerlomuchasvecespudieraobtenerlotododeti.¿Tienesentidoloquedigo?—Puedeser—dije,mientrassubíamoslasescaleras.—Peroesonoes justo,nisiquiera tienerazóndeser.Unavezmedejasteclaro
quetodasestashabitacionessonnuestras,novuestras.Elcasoesquehepensadoqueyavasiendohoradequetemuestreotrapartedemimundo,quizálaúltimaquetienequevercontigo.
—¿Cómo?Élasintiómientrasnosparábamosfrenteaunapuerta.—Mihabitación.—¿Deverdad?—Solo la ha visto Kriss, y fue cosa de un impulso. No lamento habérsela
enseñado,peromeparecequeesoaceleródemasiadolascosas.Yasabesloreservadoquepuedollegaraser.
—Sí,losé.Agarrólamanijaconlosdedos.—Quería compartir esto contigo. Creo que ya era hora. No es que sea nada
especial,peroesmía.Asíque,nosé,queríaquelavieras.—Deacuerdo—dije.Noté que estaba algo avergonzado; quizá pensaba que estaba dándole más
importanciadelaquetenía,oquetalvezacabaríaporlamentarhabérmelaenseñado.Respiróhondoyabriólapuerta.Mehizopasardelante.Era inmensa. Las paredes estaban revestidas de unamadera oscura que nome
sonaba.Enlaparedmásalejadahabíaunhogarquenoparecíausarsenunca.Debíadeserparadecorar,porquenoparecíaqueallíhicieranuncasuficientefríocomoparajustificarqueseencendierafuego.
Lapuertadesubañoestabaabierta.Pudeverunabañeradeporcelanasobrelaselaboradasbaldosasdelsuelo.Teníasupropiacoleccióndelibrosyunamesajuntoalachimeneaqueparecíamásbienpensadaparacenarqueparatrabajar.Mepreguntécuántas cenas solitarias habría tomado allí. Cerca de las puertas que daban a subalcón privado había una vitrina llena de pistolas perfectamente alineadas. Se mehabíaolvidadosupasiónporlacaza.
Su cama, también hecha de madera oscura, era inmensa. Me dieron ganas deacercarmeatocarla,paraversiteníauntactotanestupendocomosugeríalavista.
—Maxon,aquípodríasmeteratodounequipodefútbol—bromeé.—Unavezlointenté.Noestancómodocomopuedaparecer.Me giré para darle una bofetada cariñosa, contenta de ver que estaba de buen
humor. Fue entonces cuando, detrás de su rostro sonriente, vi las fotografías.Cogíaire,observandolabonitapresentación.
En la pared, junto a la puerta, había un enormecollage que cubriría una pared
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enterademihabitacióndecasa.Noparecíaquesiguieraningúnorden;soloeranunasfotografíassolapandootras,colocadasallíporpurogusto.
Vifotosquesindudateníaquehabertomadoélmismo,porqueerandelpalacio,que era donde pasaba la mayor parte del tiempo. Primeros planos de tapices,fotografías del techo para las que habría tenido que echarse en la alfombra, ymuchísimasdelosjardines.Habíaotras,quizádelugaresqueesperabaveroquealmenoshabíavisitado.Viunocéanotanazulquenoparecíareal.Habíaunoscuantospuentesyunaestructuraconformadeparedqueparecíatenerkilómetrosdelargo.
Sinembargo,porencimadetodoaquellovimicaraunadocenadeveces.EstabalafotografíaquemehabíantomadoparalasolicituddeingresoenlaSelección,ylaquenoshabíantomadoalosdosparalarevista,enlaquellevabaaquellabandaenlacintura. No la había visto nunca, ni tampoco la del artículo sobre Halloween.RecordabaqueMaxonestabadetrásdemícuandoobservábamoslosdiseñosparamivestido.Mientrasyomirabalosbocetos,Maxonteníalosojospuestosenmí.
Luegoestabanlasfotosquehabíatomadoél.Unaenlaqueteníacaradesorpresa,tomadaconocasióndelavisitadelosreyesdeSwendway,cuandonoshabíagritadode pronto «Sonreíd». Una mía sentada en el estudio donde se grababa elReport,riéndomeporalgoquedecíaMarlee.Debíadeestarocultotraslaluzcegadoradelosfocos, tomándonos fotografías a escondidas, aprovechando que en aquellosmomentosnointerpretábamosningúnpapel.Yhabíaotrafotografíamíadenoche,depieenmibalcón,mirandolaluna.
También había fotos de las otras chicas; más de las que aún quedaban encompeticiónquedelasotras,peroaquíyalláaparecíanlosojosdeAnnaasomandobajo un paisaje, o la sonrisa de Marlee oculta en una esquina. Y aunque fueranrecientes, también había fotografías de Kriss y Celeste posando en la Sala de lasMujeres,juntoaElise,fingiendodesmayarseenunsofá,olafotomíaconlosbrazosalrededordesumadre.
—Maxon.—Suspiré—.¡Esprecioso!—¿Tegusta?—Estoyimpresionada.¿Cuántasdeestasfotossontuyas?—Casi todas, pero algunas como esta—dijo, señalando una de las fotografías
usadas en las revistas— las pedí. —Señaló otra—. Esta la tomé en el sur deHonduragua.Antesmeparecía interesante,peroahorameponetriste.—Laimagenmostrabaunaschimeneasvertiendohumoalcielo—.Queríahacerunafotografíadelcielo,peroahorarecuerdo lomalqueolía.Yhaygentequesepasaallí lavida.Esincreíbleloabsortoqueestabaenloqueyoveía.
—¿Dóndeesesto?—pregunté,señalandoungranmurodeladrillo.—En Nueva Asia. Antes era la frontera norte de China. Lo llamaban la Gran
Muralla.Creo que en su día era bastante espectacular, pero ahora ha desaparecido
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casideltodo.Recorrelamitaddelpaís,porelcentrodeNuevaAsia.Asíquefíjateenloquesehanexpandido.
—Vaya.Maxonpusolasmanostraslaespalda.—Laverdadesqueesperabaquetegustara.—Meencanta.Quieroquemehagasunoigual.—¿Deverdad?—Sí.Oquemeenseñesahacerlo.No sabes ladevecesquehedeseadopoder
recopilar trocitos de mi vida y ponerlos todos juntos, así. Tengo unas cuantasfotografíasrotasdemifamiliaylanuevadelbebédemihermana,peroesoestodo.Inclusohabíapensadoenescribirundiarioytomarnotadelascosas…Ahoramismomedalaimpresióndequeteconozcomuchomás.
Aquello era la esencia de su vida. Me daba cuenta de las cosas que eranpermanentes, como su constante confinamiento en palacio y algunos viajes breves.Pero tambiénhabíaelementosquehabíanvariado.Laschicasyyoestábamosen lapared porque habíamos invadido su mundo. Incluso después de irnos, nodesaparecíamosdeltodo.
Meacerquéylepaséunbrazoporlaespalda.Élhizolomismo.Nosquedamosallíunminuto,asimilandotodoaquello.Entonces,depronto,semeocurrióalgoquedebíahabersidounaobviedaddesdeelprincipio.
—¿Maxon?—¿Sí?—Si lascosas fuerandeotromodo, sino fueraspríncipeypudierasescogerel
trabajoquequisieras,¿seríaestoloqueharías?—¿Tomarfotos,quieresdecir?—Sí. —Apenas tuvo que pensárselo un segundo—. Por supuesto. Fuera
fotografía artística o solo retratos familiares. Haría publicidad, lo que fuera. Meencanta.Creoqueyalohasnotado.
—Sí,lohenotado.—Sonreí,satisfechadesaberalgodeél.—¿Porquémelopreguntas?—Esque…—Meacerquéylemiréalosojos—.SeríasunCinco.Maxonprocesómispalabrasysonrió,tranquilo.—Meparecebien.—Amítambién.Depronto,condecisión,Maxonsecolocódelantedemíycubriómismanoscon
lassuyas.—Dilo,America.Porfavor.Dimequemequieres,quequieressersolomía.—Nopuedosersolotuyamientrasesténaquílasotraschicas.—Yyonopuedoenviarlasacasahastaestarsegurodetussentimientos.
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—Yyo no puedo darte lo que quieresmientras sepa quemañana podrías estarhaciendoestomismoconKriss.
—¿Haciendoqué,conKriss?Ellayahavistomihabitación,yatelohedicho.—No.Merefieroadarleuntratoespecial,ahacerlesentir…Élsequedóesperandounrato.—Hacerlesentir…¿cómo?—susurró.—Comosifueralaúnicaqueimporta.Estálocaporti.Melohadicho.Ynocreo
queseaunsentimientotanpococorrespondido.Élsuspiró,buscandolaspalabras.—Nopuedodecirtequenome importanada.Pero sí tepuedodecirque túme
importasmás.—¿Ycómovoyaestarseguradeesosinolaenvíasacasa?Ensurostroasomóunasonrisapícara.Acercóloslabiosamioído.—Semeocurrenunascuantasmanerasdedemostrarteloquemehacessentir—
susurró.Yotraguésaliva,esperandoyalaveztemerosadequedijeraalgomás.Ahorasu
cuerpo estaba frente al mío, y tenía la mano en la parte baja de mi espalda,sujetándome.Con la otramanoapartaba el cabellodemi cuello.Apoyó sus labiosabiertossobreunpuntominúsculodemipielymehizotemblaralsentirsualiento,tantentador.
Era como si se me hubiera olvidado cómo usar las extremidades. No podíaagarrarme a él ni pensar en cómo moverme. Pero Maxon tomó la iniciativa,haciéndomeretrocederunospasoshastasituarmecontrasucoleccióndefotografías.
—Te quiero paramí,América—memurmuró al oído—.Quiero que seas solomía. Y quiero dártelo todo. —Sus besos recorrieron mi mejilla, parándose en lacomisura de mi boca—. Quiero darte cosas que no sabías que deseabas siquiera.Quiero…—dijo,respirandodelairedemiboca—.Deseotandesesperadamente…
Alguienllamóalapuertacondecisión.EstabatanperdidaenlaspalabrasdeMaxon,ensutactoyensuolorqueaquel
ruidomecayóencimacomounjarrodeaguafría.Ambosnosgiramosendirecciónalapuerta,peroMaxonenseguidavolvióaapoyarsuslabiosenlosmíos.
—Notemuevas.Quieroacabarestaconversación—dijo.Mebesólentamenteyluegoseapartó.
Mequedéallídepie,conlarespiraciónentrecortada.Medijequeprobablementeaquelloseríaunamalaidea,dejarquemebesarahastaqueconfesara.Perolociertoesque,sihabíaalgúnmododeconseguirlo,eraaquel.
Abriólapuerta,colocándosedeformaquequedaralejosdelavistadelvisitante.Mepasélasmanosporelpelo,arreglándomelo.
—Perdone, alteza—dijo alguien—. Estamos buscando a Lady America, y sus
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doncellasnoshandichoqueestaríaconusted.Mepreguntécómolohabríanadivinado,peromegustóconstatarlasintoníaque
esaschicasteníanconmigo.Maxonfruncióelceño,miróhaciamíyabriólapuertadel todo, dejando pasar al guardia. Este entró. Me miró de arriba abajo, comoinspeccionándome.Unavezsatisfecho,acercólabocaaloídodeMaxonylesusurróalgo.
Maxonbajóloshombrosysellevólamanoalosojos,comosinofueracapazdeasumirlanoticia.
—¿Estásbien?—lepregunté;noqueríaverlesufrirasí.Élsegiróhaciamí,compungido.—Losientomuchísimo,America.Odioserquientengaquedecirteesto.Tupadre
hamuerto.Durante unos instantes no entendí muy bien las palabras. Pero, por muchas
vueltasquelesdiera,laconclusiónsolopodíaseruna.Entonceslahabitaciónempezóadarvueltas.Maxonseacercóamícorriendo.Lo
últimoquesentífueronsusbrazosagarrándomeparaevitarquemecayeraalsuelo.
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Capítulo23
—…entender.Querrávisitarasufamilia.—Silohace,tienequesercomomuchoporundía.Amíestachicanomegusta,
peroalpueblosí,pornomencionaralositalianos.Seríaunengorroquemuriera.Abrílosojos.Estabaenmicama,peronobajolassábanas.Porelrabillodelojo
viqueMaryestabaenlahabitaciónconmigo.Aquellas voces airadas me llegaban amortiguadas. Venían del otro lado de la
puerta.—Nobastará.Adorabaasupadre.Querrámástiempo—replicóMaxon.Oíalgocomounpuñetazoenlapared.TantoMarycomoyodimosunrespingo.—Deacuerdo—accedióelrey,refunfuñando—.Cuatrodías.Nomás.—¿Ysidecidenovolver?Aunquenohayasidocosadelosrebeldes,puedeque
quieraquedarseensucasa.—Si es tan tonta, mejor para nosotros. En todo caso, tenía que darme una
respuestaalodelosanuncios.Sinoestádispuestaahacerlo,yasepuedequedarencasa.
—Medijoqueloharía.Melodijoanoche—mintióMaxon.Perolosabía,¿no?—Puesyaerahora.Encuantovuelva,lallevaremosalestudio.Quieroqueestén
hechos antes de Año Nuevo—dijo, irritado, a pesar de haber conseguido lo quequería.
HubounsilencioantesdequeMaxonseatrevieraahablar.—Quieroirconella.—¡Deningúnmodo!—exclamóelrey.—Solo quedan cuatro, padre. Esa chica podría convertirse en mi esposa. ¿Se
suponequetengoquedejarquevayasola?—¡Sí! Simuere ella, es una cosa. Simueres tú, es otramuy diferente. ¡Tú te
quedasaquí!MeparecióqueelpuñoquegolpeabalaparedestavezeraeldeMaxon.—¡Yonosoyunamercancía!¡Ytampocoellas!Megustaríaque,porunavez,se
memiraraysemevieracomounapersona.Lapuertaseabrióenseguida.Maxonentró.—Losientomucho—dijo,acercándoseysentándosealbordedelacama—.No
queríadespertarte.—¿Esverdad?—Sí,cariño.Sehaido.—Mecogiólamanoconsuavidad,triste—.Hasidoalgo
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delcorazón.Erguí el cuerpo yme lancé a los brazos deMaxon. Él me abrazó con fuerza,
dejándomellorarensuhombro.—Papá…—sollocé—.Papá…—Ánimo, cariño. No llores —me consoló Maxon—. Mañana por la mañana
cogerásunaviónacasaparapoderacompañarle.—Nopudesiquieradespedirme.Nopude…—America,escúchame.Tupadre tequería.Estabaorgullosodecómoactuabas.
Esonotelotendríaencuenta.Asentí,convencidadequeteníarazón.Prácticamentetodoloquemehabíadicho
mipadredesdemillegadaalpalacioeraloorgullosoqueestabademí.—Escúchame,estoes loque tienesquehacer—dijo, limpiándomelas lágrimas
de las mejillas—. Tienes que dormir todo lo que puedas. Saldrás mañana y tequedarás cuatro días con tu familia.Yoquería dartemás tiempo, peromi padre seniega.
—Estábien.—Tus doncellas te están haciendo un vestido apropiado para el funeral, y te
prepararán el equipaje con todo loquenecesitas.Vas a tenerque llevarte aunadeellas,yaunoscuantosguardias.
Entoncessegiróhacialafiguraqueestabadepiejuntoalapuertaabierta.—SoldadoLeger,graciasporvenir.—Nohaydequé,alteza.Sientonovenirdeuniforme,señor.MaxonsepusoenpieylediolamanoaAspen.—Esoesloquemenosmepreocupaahoramismo.Estoysegurodequesabepor
quéestáaquí.—Losé.—Aspensegiróhaciamí—.Lamentomuchosupérdida,señorita.—Gracias—murmuré.—Conelaumentodelaactividadrebelde,atodosnospreocupalaseguridadde
LadyAmerica—explicóMaxon—.Yahemosenviadoaalgunossoldadosdestacadosenlazonaasucasayalossitiosalosqueiráenlospróximosdías,yaúnhayensucasaguardiasdepalacio,porsupuesto.Peroahoraqueellaestaráenlacasa,creoquedeberíamosenviarmás.
—Desdeluego,alteza.—¿Ustedconocelazona?—Muybien,señor.—Bien.Puesencabezaráelequipo.Escojaaloshombresquequiera,entreseisy
ochoguardias.Aspenlevantólascejas.—Sí,yasé—dijoMaxon—.Vamosjustosdehombres,peroalmenostresdelos
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guardiasdepalacioqueenviamosasucasahanabandonadosuspuestos.Quieroqueestétanseguraensucasacomoaquí,sinomás.
—Meocuparédeello,señor.—Excelente.También leacompañaráunadoncella:ella también tienequeestar
protegida.—Segiróhaciamí—.¿Yasabesquiénteacompañará?Meencogídehombros,incapazdepensarconclaridad.Aspenhablópormí:—Simepermite,séqueAnneeslajefadesusdoncellas,perorecuerdoqueLucy
sellevabamuybienconsuhermanaysumadre.Quizálesiríabienahoramismoverunacarafamiliar.
Asentí.—Sí,Lucy.—Muy bien—dijoMaxon—. Soldado, no tienemucho tiempo. Se irán por la
mañana.—Mepondréenmarcha,señor.Hastamañana,señorita—sedespidióAspen.Eraevidenteque le costabamantener lasdistancias.Enaquelmomento, loque
más quería en el mundo era que me reconfortara. Aspen conocía muy bien a mipadre, y quería tener a alguien al lado que lo entendiera como yo y que pudieraacompañarmeenmipérdida.
Cuandosemarchó,Maxonvolvióasentarseamilado.—Unacosamásantesdequemevaya.—Mecogiólasmanosconternura—.A
veces, cuando estás disgustada, tiendes a dejarte llevar. —Me miró a los ojos yaquellamirada algoacusatoria en realidadmehizo sonreír—.Veconcuidadoy sésensatamientrasestéssola.Necesitoquetecuides.
Lefrotéeldorsodelasmanosconlospulgares.—Loharé.Teloprometo.—Gracias.Unasensacióndepaznosenvolvió,comonospasabaaveces.Aunquemimundo
yanovolveríaaserelqueera,enaquelmomento,sintiendoelcontactodeMaxon,lapérdidanomedolíatanto.
Élinclinólacabezahacialamíahastaquenuestrasfrentessetocaron.Leoícogerairey aguantar el aliento, como si fuera a decir algoy luegohubiera cambiadodeidea. Unos segundos más tarde volvió a hacerlo. Por fin se echó atrás, meneó lacabezaymediounbesoenlamejilla.
—Cuídatemucho.Sefue,ymedejósolaconmitristeza.
EnCarolinahacíafrío.Lahumedaddelocéanopenetrabaenlatierrayhacíaqueelairefuerahúmedo,ademásdefrío.Teníalaesperanzadequenevara,peronofueasí.Mesentículpablepordesearalgoasí.
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EraNavidad.Mehabíapasadolasúltimassemanasimaginándomeladediferentesmodos. Pensé que quizás estaría allí, en casa, ya eliminada de la Selección. Queestaríamos todos alrededor del árbol, desanimados por el hecho de que no fueraprincesa, pero encantados de estar todos juntos. También me había planteado laposibilidaddeabrirlosregalosdeNavidadbajoelenormeárboldelpalacio,comerhastaempacharmeydisfrutarriéndonosconlasotraschicasyconMaxon,dejandolacompeticiónaparcadaporundía.
En ningún caso me habría podido imaginar que tendría que sacar fuerzas deflaquezaparaenterraramipadre.
Amedidaqueelcocheseacercabaamicalle,empecéaverelgentío.Enlugardeestar en casa con sus familias, la gente se había concentrado allí, pasando frío.Esperabanverme,aunquesolofueraporunmomento.Aquellomeagobióunpoco.La gente me señalaba al pasar. Incluso las cámaras de un equipo de televisióngrabaronmillegada.
Elcochesedetuvofrenteamicasa.Lagentequeesperabasepusoavitorearme.Noentendíanada.¿Nosabíanporquéestabaallí?CrucélaagrietadaaceraconLucyamiladoyseisguardiasanuestroalrededor.Noqueríancorrerningúnriesgo.
—¡LadyAmerica!—gritabalagente.—¿Mefirmaunautógrafo?—gritóalguien,yotroslorepitieronacoro.Yoseguíadelante,conlamiradaalfrente.Porunavez,sentíquepodíaescaparde
mi obligación de responder. Levanté la cabeza y vi las luces del tejado. Era papáquienlasponía.¿Quiénibaaquitarlasahora?
Aspen,alacabezadelacomitiva,llamóalapuertaprincipalyesperórespuesta.Otroguardiaseacercóalapuerta.Intercambiaronunaspalabrasynoshicieronpasar.Costómeternosatodosenelrecibidor,pero,encuantollegamosalsalónyelespaciosehizomayor,sentíquealgo…noestababien.
Aquelloyanoeramicasa.Medijequeestabaloca.Claroqueeramicasa.Simplementeeraloextrañodela
situación. Estaban todos allí, incluso Kota. Pero papá no, así que era normal queaquellomeparecierararo.YKennateníaenbrazosunbebéquesolohabíavistoenfotografía.Tendríaqueacostumbrarmeaaquello.
Y aunque mamá llevaba un delantal puesto y Gerad estaba en pijama, yo ibavestidacomoparaunacenaenpalacio:conunpeinadodegala,zafirosenlasorejasyricastelascubriéndomeloszapatosdetacón.Porunmomentomesentícomosiallínofuerabienvenida.
Sinembargo,Maysepusoenpiedeunsaltoycorrióaabrazarme;semeechóallorar sobreelhombro.Laabracéyme recordéque la situaciónpodía serunpocorara,peroqueaquel eraelúnico lugardondepodíaestar enaquelmomento.Teníaqueestarconmifamilia.
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—America—dijoKenna,consubebéenbrazos—,estáspreciosa.—Gracias—murmuré,cohibida.Meabrazóconelbrazoque tenía libre.Miréamisobrina,queestabadormida.
Parecíatranquila.Cadapocossegundosabríalamanitaosemovíaunpoco.Eraunaimagenincreíble.
Aspenseaclarólagarganta.—SeñoraSinger,sientomuchosupérdida.—Gracias—respondiómamá,congestofatigado.—Sientoquelascircunstanciasseanestas,peroconLadyAmericaencasavamos
a tener que aplicar medidas de seguridad bastante estrictas —dijo, con tono deautoridad—.Tendremosquepedirlesa todosquenosalgan.Séqueescomplicado,pero solo serán unos días. Y hemos buscado un apartamento cercano para losguardias,demodoquelasrotacionesseanfáciles.Intentaremosmolestarleslomenosposible.James,KennayKota,estamospreparadosparairasuscasasarecogerloquenecesiten en cuanto estén listos. Si necesitan tiempo para hacer una lista, no pasanada.Cuandoustedesnosdigan.
Esbocéunasonrisa,contentadeveraAspenasí.Habíamaduradomucho.—Yonopuedoalejarmedemiestudio—dijoKota—.Tengoplazosquecumplir
ypiezasamedioacabar.Aspen,tanseriocomoantes,lerespondió:—Podemos traerle todo loquenecesite al estudiode aquí—ofreció, señalando
haciaelgarajeadaptado—.Haremoslosviajesqueseannecesarios.—Esesitioesunbasurero—murmuróKotacruzándosedebrazos.—Muy bien —respondió Aspen con firmeza—. La elección es suya. Puede
trabajarenelbasurero,oarriesgarlavidaensuapartamento.Aquellatensiónresultabaincómoda,yerainnecesaria.—May, tú puedes dormir conmigo—dijo para interrumpir aquel momento—.
KennayJamespuedenquedarseentuhabitación.Ellosasintieron.—Lucy—susurré—, quiero que estés cerca de nosotras. Puede que tengas que
dormirenelsuelo,perotequierocerca.Ellaseirguió,satisfecha.—Nodesearíaestarenningúnotrositio,señorita.—¿Ydóndesesuponequevoyadormiryo?—preguntóKota.—Conmigo—seofrecióGerad,aunquenoparecíamuycontentoconlaidea.—¡Nihablar!—protestóKota—.Novoyadormirenunaliteraconunniño.—¡Kota!—dije, apartándome de mis hermanas y de Lucy—. ¡Por mí puedes
dormirenelsofá,enelgarajeoenlacasadelárbol!¡Pero,sinocambiasdeactitud,temandarédevueltaatupisoahoramismo!Podíasmostrarunpocodegratitudpor
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la seguridad que te están ofreciendo. ¿Tengo que recordarte quemañana vamos aenterraranuestropadre?Oparasdeprotestar,otevasacasa.
Dimediavueltaymefuiporelpasillo.NoteníaquemiraratrásparasaberqueLucyestaríadetrásdemí,conlamaletaenlamano.
Abrí lapuertademihabitación, esperandoqueentrara ella también.Cuandoelvuelodesufaldayaestabadentro,cerrélapuertadegolpeysoltéunsuspiro.
—¿Mehepasado?—pregunté.—¡Haestadoperfecta!—respondióella,encantada—.Creoqueyapodríaserla
princesa,ahoramismo,señorita.Estápreparada.
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Capítulo24
El día siguiente fue todo como una película desenfocada de vestidos negros yabrazos.Muchas personas a las que no había visto nunca acudieron al funeral depapá.Mepreguntabasiseríaquenoconocíaatodossusamigos,osiesquehabríanvenidoporqueestabayo.
Un pastor del lugar ofició el servicio, pero, por motivos de seguridad, ningúnfamiliarsubióahablaralaltar.Hubounarecepciónmuchomáselaboradadeloquenos podríamos haber imaginado. Aunque nadie me lo dijo, estaba segura de queSilvia o alguien del palacio había intervenido para que todo fuera lo más fácil ybonito posible. Por precaución no durómucho, pero amí yame iba bien. Queríadespedirapapádelmodomenosdolorosoposible.
Aspensemantuvoamiladoentodomomento,yyoagradecísupresencia.Nadiemedabamásseguridadqueél.
—No he llorado desde que salí de palacio —le confesé—. Pensé que estaríadestrozada.
—Eso viene cuandomenos te lo esperas—respondió—. Tras lamuerte demipadre estuve unos días desolado, hasta que me di cuenta de que tenía que sacarfuerzasdeflaquezaporelbiendelosdemás.Pero,aveces,cuandopasabaalgoymeapetecíacontárseloamipadre,sentíadenuevounapresiónenelpechoymeveníaabajo.
—¿Asíque…soynormal?Sonrió.—Eresnormal.—Amuchadeestagentenolaconozco.—Todos son de por aquí. Hemos comprobado sus identificaciones.
Probablementehaymásdelosquecabríaesperarporsertúquieneres,perocreoquetupadrepintóalgoparalosHampshire,ylevihablarconelseñorClippingsyconAlbertHammersporelmercadomásdeunavez.Esdifícilsaberlotododelagentequeterodea,inclusodeaquellosaquienesmásquieres.
Sentí que aquella frase quería decir algomásde lo quedecía, algo a lo que sesuponíaqueteníaquepoderresponder.Pero,enaquelmomento,nopodía.
—Tenemosqueacostumbrarnosaesto—dijo.—¿Aqué?¿Aquetodoseahorrible?—No—respondiónegandoconlacabeza—.Aquelanormalidadyanoeslade
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antes.Todoloqueantesteníasentidovacambiando.Soltéunarisa.—Sí,claroquecambia.Esevidente.—Tenemosquedejardetenermiedoalcambio.—Memiróconojossuplicantes,
ynopudeevitarpreguntarmeaquécambioserefería.—Afrontaréelcambio.Peronohoy.Meseparédeélyseguísaludandoaextraños, intentandoaceptarquenopodría
hablaryamásconmipadrenicontarleloconfundidaquemesentía.
Traselfuneral,intentamosanimarnos.QuedabanregalosdeNavidadporabrir,yaquenadiehabía tenidoánimoparaeso.Porunavez,mamá lediopermisoaGeradparaquejugaraalapelotaencasa,yellasepasólamayorpartedelatardejuntoaKennayconAstraenbrazos.Kotanoibaaestarsatisfechodeningúnmodo,asíqueledejamosenelestudio.Mayeralaquemásmepreocupaba.Nodejabadedecirqueteníaganasdetrabajarenalgomanual,peronoqueríaentrarenelestudioahoraquepapánoestaríaallí.
SemeocurrióllevármelaaellayaLucyalahabitaciónparajugarlastres.Lucyenseguidaaccedió,ydejóqueMaylecepillaraelcabello,lamaquillara,riéndosedevez en cuando de las cosquillas que le hacía con los cepillos demaquillaje en lasmejillas.
—¡Notequejes!¡Amímelohacescadadía!—ledije.LociertoeraqueaMayseledababienarreglarleelcabello:susojosdeartistase
adaptabanacualquiermedio.Aunqueleibandemasiadograndes,sepusounodelosuniformesdedoncellay luego lepusimosaLucyunvestido trasotro.Al finalnosquedamosconunoazul,largoydelicado,quetuvimosqueajustarleconalfileresporlaespalda.
—¡Zapatos!—exclamóMay,corriendoenbuscadeunpar.—Tengolospiesmuyanchos—sequejóLucy.—Tonterías—insistióMay.Lucyobedecióysesentóenlacamamientrasmihermanaleprobabazapatosasu
modo.Eraciertoque tenía lospiesdemasiadograndes,pero,acada intento,alver las
tonteríasquehacíaMay,sereía.Eratronchante.Hicimostantoruidoqueeracuestióndeminutosquealguienvinieraaverquépasaba.
OímostresgolpesenlapuertayluegolavozdeAspenalotrolado.—¿Todobien,señorita?Corríalapuertaylaabrídeparenpar.—SoldadoLeger,observenuestraobradearte—dije, señalandoconunamplio
gestodelbrazoalapobreLucy,queocultabalospiesdesnudosbajoelvestido.
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Maylapusoenpietirándoladelamano.AspensequedómirandoaMay,enfundadaenaqueluniformedemasiadogrande,
yserio.LuegovioaLucydisfrazadadeprincesa.—Unatransformaciónasombrosa—reconoció,sonriendodeorejaaoreja.—Bueno,creoqueahoratendríamosquehacerteuneleganterecogido—insistió
May.Lucypusolosojosenblanco,bromeando,ydejóquelaniñavolvieraaarrastrarla
frentealespejo.—¿Hasidoideatuya?—mepreguntóenvozbaja.—Sí.Mayparecíaperdida.Teníaquedistraerla.—Ahoratienemejoraspecto.YLucytambiénparececontenta.—Mehacetantobiencomoaellas.Dalaimpresióndequehaciendocosastontas,
otípicas,lascosassearreglan.—Searreglarán.Tellevarátiempo,perolascosassearreglarán.Asentí.Peroluegomepuseapensardenuevoenpapá.Noqueríallorar.Respiré
hondoycambiédetema.—Me siento rara siendo la de casta más baja que queda en la Selección—le
susurré—.MiraaLucy.Esmásguapa,dulceeinteligentequelamitaddelastreintaycincochicas finalistas,peroestoes lomejorque tendránunca.Unascuantashorasconunvestidoprestado.Noestábien.
Aspenmeneólacabeza.—En los últimos meses he tenido ocasión de conocer bastante bien a tus
doncellas.Ysí,escierto,esunachicamuyespecial.Depronto,recordéunapromesaquehabíarealizado.—Hablandodedoncellas,tengoquehablartedealgo—dijebajandolavoz.—¿Ah,sí?—Séqueresultararo,perotengoquedecírteloigualmente.—Deacuerdo—respondióAspen,tragandosaliva.Lemiréalosojos,azorada.—¿TeplantearíasalgoconAnne?Puso una cara extraña, como si al mismo tiempo aquello fuera un alivio y le
divirtiera.—¿Anne?—susurróincrédulo—.¿Porquéella?—Creo que le gustas. Y es una chica encantadora —respondí, intentando no
revelarloprofundosqueeranlossentimientosdeAnne.Soloqueríadejarlaenbuenlugar.
Élnegóconlacabeza.—Séquequieresquemeplanteelaposibilidaddeirconotraschicas,peronoes
enabsolutoeltipodechicaconlaquequerríaestar.Esdemasiado…rígida.
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—Yo pensaba eso de Maxon hasta que llegué a conocerlo —respondí trasencogermedehombros—.Además,creoquelohapasadomalenlavida.
—¿Yqué?Lucytambiénlohapasadomal…,ymírala—dijo,señalandoconungestodelacabezahaciaella,quenodejabadereír.
—¿Tecontócómoacabóenpalacio?Aspenasintió.—Siempre he odiado las castas,Mer, lo sabes. Pero nunca había oído que las
manipularandeesemodo,paraconseguiresclavos.Suspiré, contemplando a May y a Lucy, aquel momento furtivo de alegría en
mediodetantodolor.—Prepárateparaoírcosasquenuncapensabasqueoirías—meadvirtióAspen.
Me quedé mirándolo, expectante—. En realidad, estoy contento de queMaxon teencontrara.
Quisedeciralgo,peroloquemesaliófuemásbienunarisaentrecortada.—Losé,losé—dijoél,mirandoaltechoperosonriendo—.Peronocreoquese
hubieraplanteadonadasobrelascastasmásbajasdenohabersidoporti.Creoqueelsimplehechodequetúestuvierasahíhahechoquecambiaranalgunascosas.
Nosmiramos unmomento. Recordé nuestra conversación en la casa del árbol,cuando insistió en que me apuntara a la Selección, para que tuviera ocasión deconseguiralgomejor.Aúnnosabíasihabíalogradoalgomejorparamí(noloteníanada claro), pero la idea de poder llegar a darle algo mejor a todo el pueblo deIlléa…,aquellaposibilidadsignificabamásdeloquepodíaexpresarconpalabras.
—Estoyorgullosodeti,America—dijoAspen,observandoalaschicasatravésdelespejo—.Realmenteorgulloso.—Sedirigióalpasillo,parareemprendersurondadevigilancia,peroantesañadió—:Ytupadretambiénloestaría.
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Capítulo25
Eldíasiguientefuecomocumplirotrasentenciadearrestodomiciliario.Devezencuandooíacrujirelsueloygirabalacabeza,pensandoquepapáapareceríasaliendodel garaje, con pintura en el pelo, como siempre. Pero saber que aquello no iba aocurrirnoeratandurocuandooíalavozdeMayocuandomellegabaelolordelospolvosdetalcodeAstra.Lacasaestaballena,yaquellodemomentomebastaba,mereconfortaba.
DecidíqueLucynodebíallevarsuuniformemientrasestuvieraencasa,ypeseasus protestas conseguí que se pusiera algo de mi antigua ropa, que me quedabademasiadopequeña,peroqueaúneragrandeparaMay.Comomamáestabaocupadacocinando y sirviendo a todo elmundo, y yo había decidido cambiar de imagen yponerme algo más sencillo para moverme por casa, la tarea principal de LucyconsistíaenjugarconMayyGerad,algoquehizoconmuchogusto.
Todosestábamosreunidosenelsalón,ocupadosconnuestrascosas.Yoteníaunlibro en las manos y Kota estaba absorto mirando la televisión. Me recordaba aCeleste.Sonreí,seguradequeesoseríaexactamenteloqueellaestaríahaciendoenaquelmomento.
Lucy,MayyGeradestabanjugandoalascartasenelsuelo,ycadaunodeellossereíacuandoganabaunaronda.Kennaestabasentadaenelsofá,apoyadaenJames,yla pequeña Astra, en sus brazos, estaba apurando un biberón. A James se le veíaagotado,perotambiéninmensamenteorgullosoconsuesposaysupreciosahija.
Eracasicomosinohubieracambiadonada.Entonces,porelrabillodelojoviaAspenvestidodeuniforme,vigilando,yrecordéque,enrealidad,nadavolveríaaserlomismo.
Oíamimadresorbiéndoselanarizantesdeverlaaparecerporelpasillo.Megiréylaviacercándoseanosotrosconunpuñadodesobresenlamano.
—¿Cómoteencuentras,mamá?—lepregunté.—Estoy bien. Es que no puedo creer que nos haya dejado. —Tragó saliva,
haciendounesfuerzopornovolverallorar.Erararo.Muchasveceshabíadudadodesudevociónhaciamipadre.Nuncales
había sorprendidoprofesándose lasmuestrasdeafectoque síveíaenotrasparejas.InclusoAspen,ennuestrosencuentrosfurtivos,mehabíadadomuchasmásmuestrasdecariñodelasqueyolehabíavistoaellaconpapá.
EraevidentequeahoralepreocupabatenerquecriaraMayyGeradsola,olos
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problemasde dinero quepudieran tener. Sumaridohabíamuerto, y nohabía nadaquepudieraarreglaraquello.
—Kota,¿podríasapagarlateleunmomento?YLucy,cariño,¿puedesllevarteaMayyGeradalahabitacióndeAmerica?Tenemosquehablardealgo—dijoenvozbaja.
—Por supuesto, señora —respondió Lucy, y se giró hacia May y Gerad—.Vamos,chicos.
May no parecía muy contenta al verse excluida de lo que fuera que estuvierapasando, pero decidió no oponerse.No podría decir si era por lo triste que estabamamáopordevociónaLucy,peroencualquiercasomealegré.
Cuandosehubieronido,mamásedirigióalrestodenosotros:—Yasabéisquepapáestabadelicado.Supongoqueélyasabíaquenolequedaba
mucho tiempo, porque hace tres años se sentó a escribiros estas cartas, a todosvosotros—dijo,bajandolamiradahacialossobresquellevabaenlasmanos.
»Hizoque leprometieraque, si leocurría algo,os lasdaría.TambiénhayparaMayyGerad,peronocreoque tenganedadsuficiente.Nohe leído lascartas.Sonparavosotros,asíque…hepensadoqueseríaunbuenmomentoparaleerlas.EstaesladeKenna—dijo,entregándoleunacarta—.Kota.—Mihermanoseirguióycogiólasuya.Mamáseacercóamí—.YAmerica.
Cogímicarta,sinsabermuybiensiqueríaabrirlaono.Eranlasúltimaspalabrasdemipadre,eladiósquepensabaquemehabíaperdido.Pasélamanoporencimademi nombre, escrito en el sobre, imaginándome a mi padre pasando la pluma porencima. El punto de la «i» de mi nombre era una especie de garabato. Sonreí,intentando adivinar qué le habría impulsado a hacerlo, aunque en realidad noimportaba.Quizásabíaquenecesitaríasonreír.
Peroentoncesmefijémejor.Aquellamanchitahabíasidoañadidamástarde.Latintademinombreestabamásclara,peroaquelgarabatoeramásoscuro,másfrescoqueelresto.
Dilavueltaalsobre.Elsellohabíasidoabiertoypegadodenuevo.EchélavistahaciaKennayKota,queestabanabsortosen la lecturadesuscartas, loquequeríadecir que hasta aquelmomento no tenían ni idea de su existencia. Eso significabaque,omamámentíayhabíaleídomicarta,opapáhabíavueltoaabrir lasuyaunavezcerrada.
Nonecesitabamásparadecidirmeadescubrirquémehabíadejadopapá.Separéconcuidadoelselloyabríelsobre.
Habíaunacartaenunpapelviejoyunanotacortayrápidaenunpapelblancomásbrillante.Queríaleerlanotacorta,peroteníamiedodenoentenderlasinoleíaanteslacarta.Lasaquéyleílaspalabrasdepapáalaluzdelaventana.
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America:Cariñomío,mecuesta inclusoempezarestacarta,pues sientoque
tengotantoquecontarte…Aunquequieroatodosmishijosporigual,túocupasunlugarespecialenmicorazón.KennayMayseapoyanentumadre,KotaesmuyindependienteyGeradesbastanteintrovertido,perotúsiempretehasapoyadoenmí.Cuandotepelabaslasrodillasjugandoolosniñosmásgrandessemetíancontigo,siemprebuscabasmisbrazos.Paramíesunasatisfacciónenormesaberque,almenosparaunodemishijos,hesidounareferencia.
Pero aunque no me quisieras como me quieres, sin duda seguiríaestando increíblemente orgulloso de ti. Te has convertido en una granintérprete,ylamúsicadetuviolínolamelodíadetuvozcuandocantaspor casa son los sonidos más preciosos y encantadores del mundo.Desearíatenerunmejorescenario,America.Temerecesmuchomásqueuna tarima en un rincón en alguna fiesta pretenciosa. No pierdo laesperanzadequeundíatengassuerteyteconviertasenunarevelación.CreoqueKotatambiénpuedeconseguirlo.Tienetalentoenloquehace.Pero sé que él luchará por ello, y no sé si tú tienes ese instintobatallador.Nuncahassidomuyguerrera,comootraspersonasdecastasinferiores.Yeseesotromotivoporelquetequiero.
Eresbuena,America.Tesorprenderíasaberlopocoquehaydeesoen el mundo. No digo que seas perfecta; he vivido algunos de tusarranquesdegenio,yséquenoesasí.Peroeresamableynosoportaslas injusticias.Avecesluchasporunrepartojusto inclusoencasa,sinconformarte con ser la segunda de la lista solo por ser más joven. YluchasparaqueMayyGeradtambiénobtenganloquelescorresponde.Eresbuenaysospechoquevescosasenestemundoquenadiemásve,nisiquierayo.Ydesearíapodercontartetodoloqueyoveo.
Mientras les escribía estas cartas a tus hermanos, he sentido lanecesidad de darles instrucciones. Veo en todos ellos, incluso en elpequeñoGerad,detallesdesuspersonalidadesquepodríanhacerleslavidamás difícil cada año si no hacen el esfuerzo de enfrentarse a lascosasdurasdelavida.Peronocreoqueatiseanecesarioadvertirte.
Sientoquenodejarásqueelmundoteempujeavivirunavidaqueno desees. Quizáme equivoque, así que déjame al menos decirte unacosa: lucha, America. Puede que no quieras luchar por cosas por lasque la mayoría lucharía, como el dinero o la fama, pero luchaigualmente.Sealoquesealoquedesees,America,búscalocontodastusfuerzas.
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Si puedes hacerlo, si consigues evitar que el miedo te hagaconformarteconsegundasopciones,séquecomopadrenopodríapedirmás.Vivetuvida.Sétodolofelizquepuedas,libératedelascosasquenoimportan,ylucha.
Te quiero, tesoro. Tanto que no sé cómo decirlo. Quizá podríapintarlo,peroel lienzonomecabríaenestesobre.Ytampocoteharíajusticia. Te quieromás allá de lo que puedan expresar la pintura, lasmelodías,laspalabras.Yesperoquesiemprelosepas,aunquenoestéatuladoparadecírtelo.
Contodomicariño,PAPÁ
Noestabaseguradeenquépuntohabíaempezadoallorar,peromehabíacostadoleerlaúltimapartedelacarta.Deseabacontodasmisfuerzashabertenidolaocasiónde decirle que le quería tanto como él amí.Y por unminuto sentí una sensacióncálidayplácida.
LevantélavistayviqueKennatambiénestaballorando,haciendoesfuerzosporacabarsucarta.Kotaparecíaconfuso,repasandosucartaunayotravez.
Aparté lamiraday saqué la nota, con la esperanzadequeno fuera tan sentidacomolacarta.Noestabaseguradepoderaguantarmás.
America:Lo siento. Cuando te visitamos, fui a tu habitación y encontré el
diariodeIlléa.Nomedijistequeestabaallí;simplementemeloimaginé.Siestotecausaalgúnproblema,laculpaesmía.Yestoysegurodequehabrárepercusiones,porserquiensoyyoyporhabérselodichoaquienselohedicho.Odiohabertetraicionadodeestemodo,perocreeenmícuandotedigoquelohehechoconlaesperanzadeunfuturomejorparatiyparatodoslosdemás.
La Estrella del Norte será la guía que marca el sendero. Que labondad,elhonorylaverdadseansiempretuscompañeros.
Tequiero,SHALOM
Me quedé allí unos minutos, intentando descifrar qué significaba aquello.¿Repercusiones?¿Aquiénselohabíadicho?¿Yquéeraaquelpoema?
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Las palabras de August vinieron a mi mente: no se habían enterado de laexistenciadelosdiariosatravésdelReport;sabíanmásdeloqueconteníandeloqueleshabíadichoyo…
«Quiensoyyo…Aquiénselohedicho…LaEstrelladelNorte…».Mequedémirando la firmadepapáy recordé cómo firmaba las cartasqueme
había enviado a palacio. Siempre me había parecido que escribía las «íes» de unmodoraro.Eranestrellasdeochopuntas:estrellasdelnorte.
Elgarabatosobrela«i»deminombre.¿Queríaquetambiénsignificaraalgoparamí?¿OesqueyasignificabaalgoporquehabíamoshabladoconAugustyGeorgia?
¡August y Georgia! La brújula de August: ocho puntas. Los dibujos de lachaquetadeGeorgianoeranflores.Amboseranestrellas,diferentes,peroestrellas.YelchicoqueletocóaKrisselDíadelasSentencias:loquellevabaenelcuellonoeraunacruz.
Asíeracomoseidentificabanentreellos.Mipadreeraunrebeldenorteño.Tenía la sensación de haber visto la estrella en otros lugares. Quizás en el
mercado, o incluso en el palacio. ¿Lahabría tenido antemis ojos durante años sindarmecuenta?
Levantélamirada,sinpoderreaccionar;Aspenestabaallí,conlosojosllenosdepreguntasquenopodíaformular.
Mipadre era un rebelde.Un libro de historiamediodestruido escondido en suhabitación,amigosquenoconocíadenadaensufuneral…,unahijaalaquehabíapuesto de nombre America. Si hubiera prestado atención a las señales, lo habríadeducidoañosatrás.
—¿Yaestá?—preguntóKota,ofendido—.¿Quédemoniossesuponeque tengoquehacerconesto?
ApartélamiradadeAspenymegiréhaciaKota.—¿Quépasa?—preguntómamá,quevolvíaconunpocodeté.—Lacartadepapá.Mehadejadoestacasa.¿Quésesuponequevoyahacercon
estebasurero?—dijo,poniéndoseenpie,conlacartaenlamano.—Kota,papá escribió eso antesdeque te fuerasde casa—explicóKenna, aún
conmovida—.Quisoquenotefaltaradenada.—Bueno, pues entonces fracasó, ¿no? ¿O no hemos pasado hambre? Y desde
luego esta casano iba a cambiarme lavida.Yameencarguéyodehacerlopormicuenta.—Kota tiróal suelo lospapeles,quecayeronplaneandodesordenadamente.Sepasólosdedosporelcabelloysoltóunbufido.
—¿Tenemos algo de alcohol? Aspen, ponme una copa —ordenó, sin mirarlosiquiera.
MegiréyvimilemocionespasandoporelrostrodeAspen:irritación,simpatía,
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orgullo,resignación.Sedirigióalacocina.—¡Altoahí!—exclaméyo.Aspensedetuvo.Kotasegiróhaciamí,molesto.—Essutrabajo,America.—No,noloes—leespeté—.Puedequesetehayaolvidado,peroahoraAspenes
unDos.Másbientendríasquesertúquienlepusierasunacopaaél.Nosoloporsuestatus,sinoportodoloqueestáhaciendopornosotros.
UnasonrisaburlonaasomóenelrostrodeKota.—Ya… ¿Y eso lo sabe Maxon? ¿Sabe que la cosa aún sigue? —preguntó,
señalándonos con un dedo acusador. Sentí quemi corazón dejaba de latir—. ¿Quécrees que haría? Ya azotó a una de las chicas, y mucha gente dice que aún tuvosuerte, considerando lo que había hecho.—Kota apoyó las manos en las caderas,satisfecho,mirándonos.
Yo no podía hablar. Aspen tampoco lo hizo. No sabía si nuestro silencio nosayudabaonoscondenaba.Fuemamáquienporfinrompióelsilencio:
—¿Esesocierto?Teníaquepensar;teníaqueencontrarlaformadeexplicaraquello.Odenegarlo,
porqueenrealidadnoeracierto…,yano.—Aspen,veaverquéhaceLucy—dije.Élsepusoenmarcha,peroKotaseopuso:—¡No,élsequeda!—¡Hedichoqueélseva!—grité,perdiendolosnervios—.¡Yahorasiéntate!Eltonodemivozsorprendióatodoelmundo.Mamásesentóinmediatamente,
asombrada. Aspen fue al pasillo. Kota también tomó asiento, poco a poco y aregañadientes.
Intentéconcentrarme.—Sí, antes de la Selección, yo salía conAspen.Teníamos pensado decírselo a
todoelmundocuandohubiéramosahorradosuficientedineroparacasarnos.Antesdemarcharme, cortamos, y luego conocí a Maxon. Maxon es importante para mí, yaunque Aspen pasamucho tiempo cerca, no hay nada entre nosotros.—«Ya no»,añadímentalmente.EntoncesmegiréhaciaKota—.Sitecrees,aunquesoloseaporun segundo, que puedes tergiversar mi pasado y convertirlo en algo con lo quehacermechantaje,piénsatelodosveces.UnavezmepreguntastesilehabíahabladoaMaxondeti,ylohice.Sabeexactamentelodesalmadoeingratoqueeres.
Kotaapretóloslabios,dispuestoareplicar.Peromeadelanté.—Ydeberíassaberquemeadora—añadícondecisión—.Sitecreesquetevaa
creeratiantesqueamí,puedequetesorprendalorápidoquepuedoconseguirquetedenconunavaraenlasmanos.¿Quieresponermeaprueba?
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Élapretó lospuños,debatiéndose.Si le lastimabanlasmanos,seríaelfindesucarreraprofesional.
—Muy bien—dije—. Y si te oigo decir una palabra desagradable más sobrepapá,puedequelohagadetodosmodos.Hastenidounasuerteincreíbledetenerunpadrequetequisieratanto.Tedejólacasa.Podíahabersedesdichodespuésdequetefueras, pero no lo hizo.Aún tenía esperanzas puestas en ti, que esmás de lo quepuedodeciryo.
Salídeallía todaprisa,medirigíamihabitaciónycerrédeunportazo.SemehabíaolvidadoqueGerad,May,LucyyAspenestaríanallíesperándome.
—¿SalíasconAspen?—mepreguntóMay.Soltéunsoplido.—Hablabasbastantealto—aclaróAspen.MiréaLucy.Habíalágrimasensusojos.Noqueríahacerleguardarotrosecreto,
yestabaclaroqueledolíapensarenello.Eratanhonestaylealquenopodíapedirlequeescogieraentreyoylafamiliaalaquehabíajuradoservir.
—Se lodiré aMaxoncuandovolvamos—ledije aAspen—.Penséqueestabaprotegiéndote,quemeestabaprotegiendoamí,peroloúnicoquehehechoesmentir.YsiKotalosabe,puedequelosepamásgente.Quieroseryoquienselodiga.
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Capítulo26
Me pasé el resto del día escondida en mi habitación. No quería ver el rostroacusadordeKotanienfrentarmealaspreguntasdemamá.LopeoreraLucy.Estabamuy triste porque le había ocultado aquel secreto. No quería siquiera que meatendiera;estabamejorayudandoamamáenloquepudieraojugandoconMay.
Encualquiercaso,teníademasiadascosasenlasquepensaryeramejorquenoestuviera ami lado.No dejaba de pensar en lo que le diría aMaxon, buscando lamejormaneraposibledecontarlelaverdad.¿DeberíaomitirtodoloqueAspenyyohabíamoshechoenelpalacio?Ysilohacíayélpreguntaba,¿noseríapeorquesiloadmitíadebuenasaprimeras?
Al mismo tiempo me distraía pensando en papá, preguntándome lo que habíadichoyhechoduranteaños. ¿Serían rebeldes todasaquellaspersonasdesconocidasensufuneral?¿Eraposiblequehubieratantos?
¿DeberíacontarleaquellotambiénaMaxon?¿Mequerríaigualmente,aunquemifamiliaestuvieravinculadaconlosrebeldes?Eraevidentequealgunasdelaschicasestabanallíprecisamenteporsusvínculosfamiliares.¿Ysi losmíos jugabanenmicontra?AhoraqueestábamosencontactoconAugustnoparecíamuy lógico,pero,aunasí…
MepreguntéquéestaríahaciendoMaxonenaquelmomento.Trabajar,quizá.Obuscarelmododenohacerlo.Yonoestabaallíparairdepaseoconéloparaquenossentáramosahablar.MepreguntabasiKrissestaríaocupandomilugar.
Me tapé los ojos, intentando pensar. ¿Cómo se suponía que iba a superar todoaquello?
Alguienllamóamipuerta.Yanosabíasi lascosaspodíanmejoraroempeorar,peroentodocasodipermisoaquienfueraparaqueentrara.
EraKenna.Porprimeravezdesdequellegué,lavisinAstra.—¿Estásbien?Neguéconlacabezayunaslágrimascorrieronpormismejillas.Ellaseacercóy
sesentóamilado,enlacama,pasándomeunbrazoporlaespalda.—Echodemenosapapá.Sucartaeratan…—Losé—dijoella—.Cuandoestabaaquí,apenashablaba.Peronoshadejado
todasesaspalabras.Enpartemealegro.Nosésilorecordaríatodo,sinolohubieradejadoporescrito.
—Sí.—Ahíteníalarespuestaaunadelaspreguntasquenomeatrevíaahacer.
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Nadiesabíaquepapáeraunrebelde.—¿Asíque…túyAspen?—Seacabó.Telojuro.—Tecreo.Cuandosalesenlatele,tendríasquevercómomirasaMaxon.Incluso
esaotrachica,¿Celeste?—dijoponiendolosojosenblanco.Sonreí.—Intentaqueparezcaqueestáenamoradadeél,perosevequenoesreal.Oal
menosnoestanrealcomoelladesearía.—Notienesniideadelarazónquetieneseneso.—Suspiré.—Mepreguntabacuántotiempollevabais…conAspen,quierodecir.—Dos años. Empezó después de que tú te casaras y Kota se fuera. Nos
encontrábamos en la casa del árbol una vez por semana,más omenos.Estábamosahorrandoparacasarnos.
—¿Entoncesestabasenamorada?Tendríaquehabersidocapazderesponderinmediatamente,decirlequenotenía
dudassobrecómolequería.Peroenaquelmomentonomeparecíaquefueraasí.Losería,peroeltiempoyladistanciahacíanquenolopareciera.
—Creoquesí.Peronomeparece…—¿NotepareceigualqueconMaxon?Meneélacabeza.—Ahorameparecerarísimo.Durantemuchotiempo,Aspeneralaúnicapersona
conlaquemepodíaimaginar.EstabadispuestaaserunaSeis.Yahora…—¿Y ahora estás a cinco minutos de ser la nueva princesa? —dijo, con una
solemnidadquemehizoreírmeconelladelodrásticamentequehabíacambiadomivida.
—Gracias.—Paraesosonlashermanas.Lamiréalosojosyviqueaquelloledolíaunpoco.—Sientonohabértelocontadoantes.—Meloestáscontandoahora.—Noesporquenoconfiaraenti.Supongoqueelmismohechodequefueraun
secretolohacíamásespecial—dije,yaldecirloenvozaltamedicuentadequeesoeraloquepasaba.
Sí,sentíaalgoporél,perohabíaotrascosasanuestroalrededorquehacíanqueAspenresultaramuchomásatractivo:elsecreto,laurgenciadelcontacto,laideadetenerunobjetivoquealcanzar.
—Lo entiendo, America. De verdad. Lo que espero es que no pensaras queestabasobligadaamantenerloensecreto.Porquepuedescontarconmigo.
Soltéaire.Mediolaimpresióndequemuchasdemispreocupacionesseibancon
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aquelsoplo.Por lomenosporunmomento,con lacabezaenelhombrodeKenna,sentíqueeraagradablepoderpensar.
—¿YnoquedanadaentreAspenytú?¿Quésienteélporti?Suspiré,levantandolacabeza.—Nodejaderepetirmequequieredecirmealgo,algosobrelomuchoquemeha
queridosiempre.YyoséquedeberíadecirlequeesoyanoimportayquequieroaMaxon,pero…
—Pero…—¿YsiMaxoneligeaotra?Mequedaríasinnada.AlmenossiAspenpiensaque
aúntenemosunaoportunidad,podríamosintentarlocuandotodoacabara.—¿Estás usando aAspen como red de seguridad?—mepreguntó con los ojos
bienabiertos.Hundílacabezaentrelasmanos.—Losé,losé.Eshorrible,¿no?—America, eso no es digno de ti. Y, si alguna vez le has querido, tienes que
decirlelaverdad,igualquenecesitascontárselaaMaxon.Llamarondenuevoalapuerta.—Adelante.Me ruboricé un poco al ver a Aspen en el umbral. Lucy, abatida, estaba justo
detrás.—Tienesquevestirteyhacerelequipaje—anunció.—¿Pasaalgo?—Mepuseenpie,tensa.—LoúnicoqueséesqueMaxonquierequevuelvasapalacioinmediatamente.Suspiré,confusa.Sesuponíaqueibaadisponerdeundíamás.Kennamerodeó
conelbrazootravezymediounsuaveabrazoantesdevolveralsalón.Aspensalióde la habitación. Lucy se limitó a coger su uniforme y se dirigió al baño paracambiarse,cerrandolapuertatrasella.
Denuevosola,penséentodoaquello.Kennateníarazón.YasabíaloquesentíaporMaxon,eibasiendohoradehacerloquepapámehabíadichoquehiciera,loquedebíahaberhechodesdeelprincipio:luchar.
Yprimerodebíahacerloquemeparecíamásduro:hablarconMaxon.Despuésdeaquello,cualquieraquefueraelresultado,yapensaríaenquédecirleaAspen.
Habíaocurridotanpocoapocoquehabíatardadountiempoendarmecuentadelomucho que habíamos cambiado. Pero hacía semanas que lo sabía, y seguía sindecírseloanadie.DebíahacerlocorrectoyhablarconMaxon.TeníaquedejarqueAspensiguieraconsuvida.
Hurgué en mi maleta, buscando el bulto que había en el fondo. Cuando loencontré,envueltoentela, lodesenvolvíysaquéelfrasco.Elcéntimoyanoestabatansolo,ahoraquetambiénestabaahílapulsera…Peroesonoimportaba.
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Cogíelfrascoylopuseenelalféizar,dondedebíahaberlodejadomuchotiempoatrás.
MepasélamayorpartedeltrayectoenaviónrepasandomiconfesiónaMaxon.Laideameaterraba,perosinolecontabalaverdadnopodríamosavanzar.
Separé laespaldademicómodoasientoymiréhacia laparte traseradelavión.AspenyLucyestabansentadosunoacada ladodelpasillo,enunade lasprimerasfilas, enfrascados enuna conversación.Ella aúnparecíadisgustada, yparecía estardándoleaAspenciertasinstrucciones.Élprestabaatención,asintiendo.Ellaseretiróasuasiento,yAspensepusoenpie.Yovolvíarecostarme,conlaesperanzadequenomehubieranvisto.
Fingíestarmuyinteresadaenmilibrohastaqueseacercó.—Elpilotodicequefaltaunahoramásomenos—meinformó.—Deacuerdo,bien.—SientoloquehapasadoconKota—dijo,trasunossegundosdevacilación.—Notienesquedisculparte.Esmalapersona,sinmás.—No,síquetengoquehacerlo.Haceunosañossemetióconmigo,acusándome
deestarcoladoporti,yyoledijequeno,perocreoquesemenotó.Debedehaberestadoatentoacadadetalledesdeentonces.Tendríaquehaberidoconmáscuidado.Tendríaque…
—Aspen.—¿Sí?—No pasa nada. Voy a contarle la verdad a Maxon, y voy a aceptar la
responsabilidad.Tútienesunafamiliaquedependedeti.Sitepasaraalgo…—Mer,túmehasintentadomanteneralmargenyyohesidodemasiadotozudo
comoparaescucharte.Esculpamía.—No,noloes.Aspentomóaire.—Escucha…Necesitocontartealgo.Séquevaaserdifícil,peronecesitoquelo
sepas.Cuandotedijequesiempretequerría,lodecíadeverdad.Y…—Para—lerogué.Sabíaqueteníaquecontarlelaverdad,peronomeveíacapaz
deafrontardosconfesionesa lavez—.Ahoramismonopuedoenfrentarmeaesto.Todomimundoacabadevenirseabajo,yestoyapuntodehaceralgoquemeaterra.Porfavor,déjaloparaotromomento.
Aspennoparecíamuycontentoconaquelladecisión,pero,aunasí,larespetó.—Comodesee,señorita—dijo.Sealejóyyomesentíaúnpeor.
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Capítulo27
Laentradaalpalacio fue impecable,comocabíaesperar.Unacriadaquenohabíavistonunca sepresentóparacogermeel abrigo.Aspenestaba juntoaotroguardia,explicándolequepresentaríauninformecompletodelviajeporlamañana.Fuihacialasescaleras,perootracriadavinoamiencuentro.
—¿Noquiereiralarecepción,señorita?—¿Perdón?¿Esqueibanadarmeunafiestadebienvenidaoalgoasí?—EnlaSaladelasMujeres,señorita.Estoyseguradequelaestánesperando.Aquellonoresolvíamisdudas,perovolvíabajar losescalonesymedirigía la
SaladelasMujeres.Recorreraquellospasillostanfamiliaresmereconfortómásdeloquehabíapodidoimaginar.Porsupuesto,seguíaechandodemenosamipadre,peroera agradable no ver cosas queme hacían pensar en él a cada paso.Lo único quehabría hecho que mi llegada fuera aún más agradable habría sido que Maxonestuvieraamilado.
EstabaplanteándomelaposibilidaddepedirquelemandaranunmensajedemipartecuandomellegóelruidoprocedentedelaSaladelasMujeres.Aquelsonidomeconfundió.Porelvolumen,dabalaimpresiónquemediaIlléaestabaallíreunida.
Abrílapuertanomuyconvencida.EnelmomentoenqueTiny—¿quéhacíaellaallí?—mevioasomar,avisóalasdemás.
—¡Estáaquí!¡Americahavuelto!Todalasalaestallóengritosdealegría,yyonoentendíanada:Emmica,Ashley,
Bariel…estabantodasallí.Busquéconlamirada,perosabíaquenoserviríadenada:nopodíanhaberinvitadoaMarlee.
Celestesalióamiencuentroymeabrazóconfuerza:—¡Ah,pillina,sabíaqueloconseguirías!—¿Qué?No tuvo tiempo de responder.Una décima de segundomás tarde,Kriss estaba
abrazándomeycasigritándomealoído.Elolordesualientodejabaclaroquehabíaestadobebiendobastante,ylacopaensumanoconfirmabaquenoteníaintencióndeparar.
—¡Somos nosotras!—gritó—. ¡Maxon va a anunciar su compromisomañana!¡Seráunadenosotrasdos!
—¿Estássegura?
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—AEliseyamínosdieronlapatadaanoche,peroMaxonmandóbuscaratodaslaschicasparacelebrarlo,asíquenoshemosquedado—confirmóCeleste—.Elisenose lo ha tomado muy bien; ya sabes cómo lleva lo de su familia. Cree que hafracasado.
—¿Ytú?—lepreguntéalgonerviosa.Ellaseencogiódehombrosysonrió.—¡Bueno…!Mereíalversureacción.Unmomentomás tardemecolocaronunacopaen la
mano.—¡PorKrissyAmerica,lasdosfinalistas!—gritóalguien.No sabía cómo reaccionar ante la noticia. Maxon había decidido poner fin a
aquello,mandaratodoelmundoacasa.Ylohabíahechomientrasyoestabafuera.¿Significaba eso que me echaba de menos? ¿O que se había dado cuenta de quetampocoestabatanmalsinmí?
—¡Bebe!—insistióCeleste,poniéndomelacopaenloslabios.Traguéunsorbodechampányacabétosiendo.Entreeljetlag,latensióndelos
últimosdíasyelalcohol,almomentosentíquetodomedabavueltas.Observéalaschicasbailandosobrelossofás,contentasaunquehubieranperdido.
CelesteestabaenunaesquinaconAnna;daba la impresióndequeestabapidiendodisculpas repetidamente por sus acciones. Elise se acercó en silencio yme dio unabrazo antesde retirarsedenuevo.Yoestaba eufóricayme sentía feliz aunquenoestuvieradeltodoseguradeloquemeaguardaba.
MegiréymeencontrédeprontoconKrissquemeabrazaba.—Muybien—dijoella—.Prometámonosque,paseloquepase,nosalegraremos
launaporlaotra.—Mepareceunbuenplan—grité,paraquemeoyeracontodoaquelruido.Mereíybajé lavista.Enaquelmomentomedicuenta:depronto,elbrillodel
colgantedeplatadesucuelloadquirióunnuevosignificado.Cogíaire.Ellasemequedómirando,preguntándosequépasaba.Sinpensármelo
dosveces,tirédeellabruscamenteylasaquéalpasillo.—¿Adóndevamos?—preguntó—.America,¿quésucede?La arrastré hasta dar la vuelta a la esquina y entramos en el baño demujeres.
Antesdedecirnada,comprobéquenohubieraallínadiemás.—Eresunarebelde—laacusé.—¿Qué? Estás loca —dijo, sobreactuando un poco. Pero se llevó la mano al
cuello,loqueladejóenevidencia.—Séloquesignificaesaestrella,Kriss,asíquenomemientas.Trasunapausacalculada,suspiró.—Nohehechonadailegal.Noestoyorganizandoprotestasenningúnsitio;solo
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apoyolacausa.—Muybien.Pero¿hastaquépuntoparticipasenlaSelecciónporamoraMaxon
yhastaquépuntoesparaquepodáiscolocaraunodelosvuestroseneltrono?Callóporunmomento,buscandolaspalabras.Apretólosdientes,sedirigióala
puertaycerróelpestillo.—Siquieressaberlo…,sí.Amí…mepresentaronalreycomounaopción.Estoy
seguradequeya tehabrásdadocuentadeque laelecciónde lascandidatasestabaamañada.
Asentí.—El rey no sabía (y aún no sabe) cuántas norteñas habían pasado la primera
criba. Yo fui la única que la superó. Al principio me dediqué por completo a micausa.NoentendíaaMaxon,ynoparecíaqueélmequisieraenabsoluto.Peroluegoempecéaconocerle,ymeentristeciómuchoverquenoteníainterésenmí.Despuésde que Marlee se fuera y tú perdieras influencia sobre él, lo vi de una maneracompletamentediferente.
»Pensarásquemismotivosparaveniraquínoeranlosapropiados,yquizátengasrazón.Peroahoratodohacambiado.QuieroaMaxon,yvoyaseguirluchandoporél.Podemoshacergrandescosasjuntos.Asíque,siestáspensandoenhacermechantajeodelatarme,olvídalo.Novoyaretirarme.¿Meentiendes?
Krissnuncahabíahabladocontantavehemencia.Nosabíasiaquellosedebíaalaconvicciónquesentíarespectoaloquedecíaoalacantidaddechampánquehabíabebido.Enaquelmomentoestabatanagresivaquenosabíamuybienquédecirle.
HabríaqueridodecirlequeMaxonyyotambiénpodríamoshacergrandescosas,queprobablementeyahabíamoshechomásdeloqueellasepodíaimaginar.Peronoera elmomento de pavonearse.Además, ella y yo teníamosmucho en común.Yoestabaallípormi familia; ellapor algoque tambiénpodíaconsiderarse su familia.AquelloeraloquenoshabíatraídohastalapuertadelpalacioynoshabíaabiertoelcorazóndeMaxon.¿Dequéserviríaahoraenfrentarse?Interpretómisilenciocomounacuerdotácitoyserelajó.
—Bueno.Ahora,simedisculpas,voyavolveralafiesta.Me lanzó unamirada gélida y salió del baño, dejándome destrozada. ¿Debería
callarme?¿Tendríaquedecírseloaalguien?¿Eraenrealidadalgotanmalo?Suspiréysalídeallí.Noteníayaánimoparafiestas,asíquesubílaescalerayfui
amihabitación.AunqueteníaganasdeveraAnneyaMary,agradecíquenohubieranadieallí.
Metendíenlacamaeintentépensar.AsíqueKrisseraunarebelde.Segúndecíanoerapeligrosa,pero,aunasí,mepreguntéquésignificabaaquelloexactamente.DebíadeserlapersonadelaquehablabaGeorgia.¿CómosemehabíaocurridopensarquepudieraserElise?
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¿Los habría ayudado Kriss a entrar en palacio? ¿Les habría indicado dóndeencontrarloqueandabanbuscando?Yoteníamissecretosenelpalacio,peronuncame había parado a pensar que las otras chicas también ocultaran algo. Deberíahaberlohecho.
Porque… ¿qué iba a decir ahora? Si lo de Maxon con Kriss iba adelante,cualquieracciónparaponerlaenevidenciapareceríaunúltimoydesesperadointentoporganar.Y,aunquefuncionara,noeraasícomoqueríaconseguiraMaxon.
Queríaquesupieraquelequería.Oíquellamabanalapuerta.Porunmomento,penséqueeramejornoresponder.
Tal vez fuera Kriss, que quería explicarme algo más, o alguna de las chicasintentandoarrastrarmedenuevoalafiesta,cosaquenomeapetecíanadadenada.Alfinalmepuseenpieyfuihastalapuerta.
Maxon estaba allí, con un grueso sobre en las manos y un pequeño paqueteenvueltoenpapelderegalo.
En el segundo que tardamos en asimilar que estábamos de nuevo en elmismositio,sentícomosielairesecargaraconunaelectricidadmágicaquedejabaclarolomuchoquelehabíaechadodemenos.
—Hola—dijo.Parecíaalgoaturdido,comosinoseleocurrieraquédecir.—Hola.Nosquedamosmirándonos.—¿Quierespasar?—Oh.Bueno, sí, sí que quiero—dijo. Pero había algo.Estaba diferente, quizá
nervioso.Meechéaunladoparadejarlepasar.Miróasualrededorcomosilahabitación
hubieracambiadodesdelaúltimavez.Segiróhaciamí.—¿Cómoteencuentras?Medicuentadequedebíadepreguntarmepormipadre.QuelaSelecciónllegara
asufinalnoeraloúnicoquehabíacambiadoenmivida.—Bien.Escomosinohubieramuerto,especialmenteahoraqueestoyaquí.Me
sientocomositodavíapudieraescribirleunacartay…Mesonrió,comprensivo.—¿Cómoestátufamilia?Suspiré.—Mamá aguanta comopuede.Kenna es una roca.Los quemásmepreocupan
sonMay y Gerad. Kota no podía haberse portado peor. Es como si no le tuvieraningúncariño,ynopuedoentenderlo—confesé—.Túconocisteamipadre.Eraunhombredelomásdulce.
—Síqueloera—coincidióMaxon—.Mealegrodehaberloconocidoalmenos.Ahoraveocosasdeélenti.
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—¿Deverdad?—Claroquesí—dijo,cogiendo losdospaquetesconunamanoyagarrándome
conlaotra.Mecondujohastalacamaysesentóamilado—.Tusentidodelhumor,por ejemplo.Y tu tenacidad.Cuando hablamos durante su visita,me acribilló.Eraestresante,perodivertidoalmismo tiempo.Tú, cuandodiscutesconmigo, tampocomedastregua.Porsupuesto,tambiéntienessusojosy,diría,quesunariz.Yaveceseresigualdeoptimista.Oesaeslaimpresiónquemedio.
Absorbícadapalabra,tomandonotadetodaslaspartesdemíqueerancomoél.YyoquepensabaqueMaxonnoloconocía.
—Loúnicoquedigoesquenopasanadaporestar tristepor supérdida, claro,peropuedesestarseguradequelomejordeéltodavíavive—concluyó.
Lerodeéconlosbrazos.Élmeagarróconsumanolibre.—Gracias.—Lodigodeverdad.—Losé.Gracias.—Mevolvíacolocarasuladoydecidícambiardetemaantes
deponermedemasiadoemotiva—.¿Quéesesto?—pregunté,señalandolospaquetesqueteníaenlamano.
—Oh. —Se quedó pensando un momento—. Esto es para ti. Un regalo deNavidad,aunqueseaconalgoderetraso.
Meentregóelsobre,llenodehojasdobladas.—En realidadnopuedo creer que te esté regalando esto, y tendrásque esperar
paraabrirlohastaqueyomevaya,pero…esparati.—Muybien—dije,intrigada,mientrasdejabaelsobreencimademimesilla.—Estomedaunpocodevergüenza—añadió,medioenbroma,entregándomeel
regalo—.Sientoqueestétanmalenvuelto.—Estábien—mentí,intentandonoreírmealverlosbordesarrugadosyelpapel
rotoporlapartedeatrás.Dentrohabíaunmarcoconlafotografíadeunacasa.Noeraunacasacualquiera,
sinounamuybonita.Eradecoloramarillocálido,conunjardíncubiertodehierba.Soloverlafoto,teentrabanganasdeecharacorrerdescalzaporallí.Lasventanasdelasdosplantaseranaltasyamplias,yunosárbolesdabansombrasobreunapartedelprado.Unárbolinclusoteníauncolumpiocolgadodeunarama.
Intenté nomirar la casa, sino la foto en sí.Estaba segura de que sería obra deMaxon,aunquenomeimaginabacuándohabríasalidodepalacioenbuscadecasasbonitasquefotografiar.
—Esmuybonita—dije—.¿Lahastomadotú?—Oh,no.—Serio,meneandolacabeza—.Elregalonoeslafoto.Eslacasa.Tardéunmomentoenasimilarlo.—¿Qué?
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—Penséquequerríasquetufamiliaestuvieracerca.Estáaunpaseoencoche,ytienemuchoespacio.Inclusopodríanvivirallítuhermanaysufamilia,supongo.
—Qué…Yo…—Mequedémirándolo,alaesperadequemeloexplicara.Tanpacientecomosiempre,Maxonmeloexplicó:—Me dijiste que enviara a todas las demás a casa. Lo he hecho. Tenía que
quedarmeconotrachica (esas son lasnormas),pero…dijistequesi tedemostrabaquetequería…
—¿Soyyo?—Claroqueerestú.Mequedésinhabla.Mepusea reírde laemocióny lebesésinpoderpararde
sonreír.Maxon,encantadoconaquellasmuestrasdecariño,recibiócadaunodemisbesosconmásrisas.
—¿Nosvamosacasar?—exclamé,sindejardebesarle.—Sí, nos vamos a casar—dijo, chasqueando la lengua, y dejó queme lanzara
encimadeél,dominadaporlaemoción.Cuandomedicuentadequeestabasentadaensuregazo,nosupecómohabíallegadoallí.
Lebeséunayotravez…ydeprontolasrisasdesaparecieron.Alcabodeunrato,las sonrisas tambiénmenguaron. Los besos pasaron de ser un juego a algomuchomásserio.Cuandomeapartéylemiréalosojos,sumiradaeraintensa,profunda.
Maxon me agarró con fuerza. Sentí su corazón latiendo desbocado contra mipecho.Presadeundeseoincontrolado, lequité laamericana,yélmeayudóloquepudo sin soltarme. Dejé que mis zapatos cayeran al suelo, emitiendo una brevemelodíaalimpactarenelsuelo.SentílaspiernasdeMaxonsituándosedebajodemíenelmomentoenqueéltambiénsequitabalossuyos.
Sindejardebesarnos,me levantó,arrastrándomealcentrode lacamacon todasuavidad. Sus labios recorrieron mi cuello mientras yo le aflojaba la corbata, queacabócercadenuestroszapatos.
—Estáustedrompiendounmontóndereglas,señoritaSinger.—Túereselpríncipe.Puedesperdonarme.Él soltó una risita traviesa, pasando los labios por mi garganta, mi oreja, mi
mejilla. Le desabotoné la camisa como pude. Él me ayudó con el último tramo,irguiendo la espalda para poder quitársela y apartarla. La última vez que le habíavisto sin camisa no había podido fijarmemucho debido a las circunstancias. Peroahora…
Deslicémisdedossobrelapieldesuvientre,admirandosumusculatura.Cuandomimanollegóalaalturadesucinturón,loagarréytirédeMaxonhaciamí.Élnoopusoningunaresistenciaytrepóconlamanopormimuslo,dondelaapoyó,bajolascapasdetelademivestido.
Meestabavolviendoloca;queríamuchomásdeél,ymemoríaporsabersimelo
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daría. Sin pensarlo siquiera, le rodeé con mis brazos y le pasé los dedos por laespalda.
Deprontodejódebesarmeyseechóatrásparamirarmealosojos.—¿Quépasa?—susurré,temiéndomequeserompieraelencanto.—¿Te…resultadesagradable?—mepreguntó,nervioso.—¿Quéquieresdecir?—Miespalda.Lepaséunamanopor lamejilla,mirándoledirectamente a losojos.Noquería
quetuvieradudasdecómomesentía.—Maxon, algunas de esas cicatrices acabaron en tu espalda para que no las
tuvierayoenlamía,ysolohacenquetequieramás.Porunmomentodejóderespirar.—¿Quéesloquehasdicho?Sonreí.—Quetequiero.—¿Unavezmás,porfavor?Solo…Cogísusmanosconlasmías.—MaxonSchreave,tequiero.Tequiero.—Yyotequieroati,AmericaSinger.Tequierocontodamialma.Mebesódenuevoyyodeslicélasmanosporsuespalda,yestaveznosedetuvo.
Pasólasmanospordebajodemí,ysentísusdedosjugueteandoconlapartedeatrásdemivestido.
—¿Cuántosbotonestieneestacosadeldemonio?—¡Losé!Es…Maxon irguió laespaldayapoyó lasmanosenelescotedemivestido.Conun
tiróndecidido,lorompiópordelante,dejandoalavistalacombinación.Seprodujoun silencio tensomientrasMaxonasimilaba loque estabaviendo.Lentamente, susojosvolvieronafijarseenlosmíos.Sinapartarlavista,yotambiénerguílaespaldaymequitélasmangasdelvestido.Mecostóunpocodesembarazarmedetodoaquello.Cuandoacabé,Maxonyyoestábamosde rodillassobre lacama;mipecho,apenastapado,estabaencontactoconelsuyo,ynosbesamoslentamente.
Habría querido pasar la noche con él, sin dormir, explorando aquella nuevasensación que habíamos descubierto. Era como si el resto del mundo hubieradesaparecido…hastaqueoímosungolpeenelpasillo.Maxonsequedómirandolapuerta,esperandoqueseabrieradegolpeencualquiermomento.Estabatenso,másasustadodeloquelehabíavistonunca.
—Noesél—susurré—.Probablemente seráunade laschicas trastabillandodecaminoasuhabitación,ounadoncellalimpiandoalgo.Nopasanada.
Porfinsoltóelairequeteníaenlospulmonesyvolvióadejarsecaerenlacama.
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Seechóunbrazoalafrente,tapándoselosojos,frustrado,agotado,oquizásambascosas.
—Nopuedo,America.Asíno.—Perosinopasanada,Maxon.Aquíestamosseguros.—Me tumbéa su lado,
acurrucándomecontrasuhombro.Élsacudiólacabeza.—Quieroestarcontigoencuerpoyalma.Telomereces.Yahoramismonopuedo
—respondió,mirándome—.Losiento.—Estábien—dije,peronopudeocultarmidecepción.—Noestéstriste.Quieroquetengasunalunademielaluso.Enalgúnsitiocálido
eíntimo.Sintrabajo,sincámaras,singuardias.—Merodeóconlosbrazos—.Serámuchomejor.Yasípodrédartetodosloscaprichosquequierodarte.
Dichoasínosonabatanmal,pero,comosiempre,yolellevélacontraria:—Nopuedesdarmetodosesoscaprichos,Maxon.Yonoquieronada—dije,con
lanarizcasitocandolasuya.—Bueno, ya lo sé. No estoy hablando de darte cosas. Bueno sí, sí que quiero
dartecosas,peronomereferíaaeso.Voyaquerertemásdeloqueningúnhombrehaqueridonuncaaunamujer,másde loquehas soñadonuncaquepodríanquererte.Esoteloprometo.
Losbesosquenosdimosdespués fuerondulcesy llenosdeesperanza,comoelprimero.Sentíaquelapromesaqueacababadehacermeempezabayaacumplirse.Ylaposibilidaddequemequisieran tantomedabamiedoyme ilusionabaalmismotiempo.
—¿Maxon?—¿Sí?—¿Querríasquedarteconmigoestanoche?—pregunté.Maxonlevantóunaceja,
yyosoltéunarisita—.Mecomportaré,teloprometo.Pero…¿querríasdormiraquí?Élpusolamiradaeneltecho,debatiéndose.Porfincedió.—Loharé.Perotendréquelevantarmetemprano.—Deacuerdo.—Deacuerdo.Maxon sequitó lospantalonesy los calcetines,y apiló la ropacuidadosamente
paraquenoestuvieraarrugadaporlamañana.Volvióameterseenlacama,pegandoelvientrecontramiespalda.Mepasóunbrazopordebajodelcuelloyconelotromeabrazósuavemente.
Meencantabamicamadelpalacio.Lasalmohadaserancomonubes,yelcolchónme envolvía con suavidad. Bajo aquellas sábanas nunca hacía demasiado calor nidemasiadofrío,ylasensacióndelcamisóncontramipieleracasicomoirvestidaconunacapadeaire.
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PeronuncamehabíasentidotanbiencomoconlosbrazosdeMaxonalrededordelcuerpo.
Mediounsuavebesotraslaoreja.—Queduermasbien,America.—Tequiero—dijeenvozbaja.Élmeabrazóalgomásfuerte.—Tequiero.Mequedéallítendida,impregnándomedelafelicidaddelmomento.Apenasunos
segundosmástardelarespiracióndeMaxonsevolviómáslentayregular.Yaestabadormido.
Maxonnuncadormía.Seríaqueconmigosesentíamássegurodeloqueyomehabíaimaginado.Ypese
atodoloquemehabíapreocupadolaactituddesupadre,éltambiénmehacíasentirasalvo.
Suspiré,prometiéndomequehablaríamossobreAspenaldíasiguiente.Teníaquehacerlo antes de la ceremonia. Estaba segura de que sabría cómo explicárselo delmejor modo. De momento, disfrutaría de aquella minúscula burbuja de paz ydescansaríaseguraenlosbrazosdelhombrealqueamaba.
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Capítulo28
Me desperté al sentir el brazo de Maxon deslizándose sobre mi piel. En algúnmomentode lanochehabíaacabadoapoyando lacabezasobresupecho,y la lentacadenciadesulatidoresonabaenmisoídos.
Sindecirunapalabra,mebesóenelpeloymeabrazó.Nopodíacreerqueaquellofueraverdad.Estabaallí,conMaxon,despertándonosjuntosenmicama.Yaquellamismamañanameentregaríaunanillo…
—Podríamosdespertarnosasícadamañana—murmuró.—Mehasleídolamente—dijeyoconunarisita.Élsuspiró,satisfecho.—¿Cómotesientes,cariño?—Mesientoconganasdedarteunpuñetazopor llamarme«cariño»,sobre todo
—dije,fingiendoqueledabaungolpeenelestómago.Sonriendo,trepóencimademíyseapoyósobremivientre.—Muybien,pues.¿Queridamía?¿Tesoro?¿Amormío?—Cualquiera. Me da igual, mientras sea algo que me digas solo a mí—dije,
paseandolasmanosporsupechoysusbrazos—.¿Quédeberíallamarteyo?—MiRealMarido.Me temoqueasí loexige la ley—contestó, recorriendomi
pielconsusmanoshastallegaraunpuntodelicadodemicuello.—¡Estatequieto!—dijeyo,intentandoapartarme.Élrespondióconunasonrisatriunfal.—¡Tienescosquillas!A pesar de mis protestas, empezó a recorrerme todo el cuerpo con los dedos,
haciendoquemeretorcieradelarisa.Enelmomentoenqueempecéachillar,algomehizocallardegolpe.Unguardia
apareciócorriendoporlapuerta,conelarmaenlamano.Estavezgrité,tirandodelasábanaparacubrirme.Estabatanasustadaquetardé
un momento en darme cuenta de que los ojos del aguerrido guardián eran los deAspen.Mesentícomosilacarameardieradelahumillación.
Aspenparecíaimpresionado.Nisiquierapudoarticularunafraseentera,mientrassus ojos iban de Maxon, vestido únicamente con ropa interior, a mí, que estabaenvueltaenunasábana.
Unacarcajadarompiódeprontolatensión.Porque, pese a lo horrorizada que estaba yo, Maxon era la imagen de la
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tranquilidad. De hecho, parecía satisfecho de que le hubieran pillado. Se dirigió aAspenconunaireuntantopetulante:
—Leaseguro,Leger,queestáperfectamenteasalvo.Aspenseaclarólagarganta,incapazdemirarnosalosojosaningunodelosdos.—Por supuesto, alteza.—Hizo una reverencia y semarchó, cerrando la puerta
trasél.Medejécaer,ocultandoelrostroenlaalmohada.Aquellonolosuperaríanunca.
DeberíahaberledichoaAspenloquesentíacuandohabíatenidolaoportunidad,enelavión.
Maxonseacercóaabrazarme.—Quenotedévergüenza.Tampocoestábamosdesnudos.Yesopuedepasaren
elfuturo.—Esdelomáshumillante.—¿Quetepillenenlacamaconmigo?—Parecíadolido.Erguílaespaldaylemiréalosojos.—¡No!Noesporqueseastú.Esque…Nosé,sesuponíaqueestoeraprivado—
dije,agachandolacabezayjugueteandonerviosamenteconunextremodelamanta.Maxonmeacariciólamejillaconternura.—Lo siento.—Parecía sincero—.Sé que te va a costar, pero a partir de ahora
todo elmundo nos observará.Los primeros años probablemente tengamosmuchasinterferencias. Todos los reyes y las reinas han tenido hijos únicos. Algunos porelección propia, seguro; pero con las dificultades que tuvo mi madre, querránasegurarsehastadequepodemostenerdescendencia.
Secalló.Susojospasarondefijarseenmicaraaunpuntodelacama.—Oye —dije yo, cogiéndole de las mejillas—. En mi casa somos cinco
hermanos,¿recuerdas?Eneseaspectoestoybienservidagenéticamente.Élesbozóunasonrisa.—Esoespero.Enparteporquesí,seesperadenosotrosquetengamosherederos.
Pero también…porque lo quiero todo de ti,America.Quiero las vacaciones y loscumpleaños, las temporadas de trabajo y los fines de semana de descanso.Quierohuellas de mermelada en mi escritorio. Quiero bromas privadas, discusiones, loquierotodo.Quierounavidaatulado.
Depronto,losúltimosminutosseborrarondemimente.Lasensacióncálidaquecrecíaenmipechoibaapartandotodolodemás.
—Yotambiénloquiero—leaseguré.—¿Qué te parece si lo hacemos oficial dentro de unas horas?—dijo con una
sonrisa.Meencogídehombros.—Supongoquehoynotengootrosplanes.
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Maxonme tiródenuevoen lacamaymecubriódebesos.Yo lehabríadejadobesarmedurantehoras,peroyaerabastantequeAspennoshubieravisto.Sitambiénmevieranmisdoncellas,nopodríaevitarsuscomentarios.
Élsevistióyyomepuseunabata.Aquelmomentotendríaquehaberresultadogracioso, al ser laprimeravez.Pero loúnicoenquepodíapensar, alver aMaxoncubriéndoselascicatricesconlacamisa,eraenloincreíblequeeraaquello.¡Loqueenotrotiemponodeseabameestabahaciendotanfeliz!
Mediounúltimobeso antesde abrir lapuertayponerse enmarcha.Mecostómásdeloquemeimaginabasepararmedeél.Medijequesoloseríanunashorasyquelaesperavaldríalapena.
Antesdecerrarlapuerta,oíquesusurraba:—Laseñoritaapreciaríaquefueradiscreto,soldado.Nohuborespuesta,peromeimaginéelgestosolemnedeAspenasintiendo.Me
quedé de pie tras la puerta cerrada, debatiéndome, preguntándome si debería deciralgo.Pasaronlosminutos,perosabíaqueteníaquedarlacaraanteAspen.Nopodíaseguiradelantecontodoloqueibaapasarduranteeldíasinhablarantesconél.Cogíaireyabrílapuerta,nerviosa.Élestabamirandoalpasillo,escuchandounasvoces.Porfinsegiróymemiróconojosacusatorios.Aquellomedesmontó.
—Losientomucho—susurré.Élsacudiólacabeza.—Noesquenolovieravenir.Simplementemehasorprendido.—Teníaquehabértelodicho—dije,poniendoelpieenelpasillo.—Noimporta.Essoloquenopuedocreerquetehayasacostadoconél.Apoyélasmanosensupecho.—Nolohehecho,Aspen.Telojuro.Yentonces,enelpeormomentoposible,todoseestropeó.Maxonsaliódedetrásdelaesquina,conKrisscogidadelamanoylamiradafija
enmí,juntoaAspen,mientrasyoleinsistíaparaquemecreyera.Diunpasoatrás,perono lo suficientemente rápido.Aspen se giró endirección aMaxon, preparadoparaarticularunaexcusa,peroaúndemasiadoaturdidocomoparahablar.
Kriss se quedó boquiabierta, y enseguida se llevó unamano a la boca.Miré aMaxon a los ojos y negué con la cabeza, intentando explicarle sin palabras queaquelloeraunmalentendido.
Maxonapenastardóunsegundoenrecobrarlacompostura.—MeheencontradoaKrissenelpasilloyveníaaexplicarosmielecciónalas
dosantesdequeaparecieran las cámaras,peropareceque tenemosotra cosade laquehablar.
MiréaKrissyalmenosmeconsolónoverunamirada triunfalensusojos.Alcontrario,parecíatristepormí.
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—Kriss,¿teimportaríavolveratuhabitación?¿Sinhacerruido?—dijoMaxon.Ella hizo una reverencia y desapareció por el pasillo, aliviada de librarse de
aquello.Maxonrespiróhondoynosvolvióamirar.—Losabía—dijo—.Medecíaamímismoqueestabaloco,porquesifueraasí
me lohabríasdicho.Se suponíaque teníasque serhonesta conmigo.—Levantó lamiradaaltecho—.Nopuedocreerquenomefiarademiintuición.Desdelaprimeravez que os vi, lo supe. La forma en que lemirabas, lo distraída que estabas. Esamalditapulseraquellevabas, lanotaenlapared,todasesasvecesquepenséquetetenía…,ydeprontotevolvíaaperder…Erastú—dijo,girándosehaciaAspen.
—Alteza,esculpamía—mintióAspen—.Fuiyoquienlapersiguió.Ellamedejóperfectamenteclaroqueno teníaninguna intenciónde tenerunarelaciónconnadiequenofuerausted,peroyoinsistídetodosmodos.
Sinrespondera lasexcusasdeAspen,se leacercóy lemiródirectamentea losojos.
—¿Cómotellamas?¿Tunombredepila?Aspentragósaliva.—Aspen.—AspenLeger—dijo,escuchandoelsonidodeaquellaspalabras—.Desaparece
demivistaantesdequetemandeaNuevaAsiaaquetematen.—Alteza,yo…—respondióAspen.—¡¡¡Fuera!!!Aspenmemiróunmomento,diomediavueltaysealejó.Yo me quedé allí de pie, callada e inmóvil, sin atreverme siquiera a mirar a
Maxon a los ojos. Cuando por fin lo hice, él me hizo un gesto con la cabeza endirección a la habitación. Entró detrás de mí. Me giré y le vi junto a la puerta,pasándose lamanoporelcabellounavez.Segiróhaciamíyviquefijó lamiradasobrelacamadeshecha.Serioirónicamente.
—¿Cuántotiempo?—preguntósinlevantarlavoz,controlandosurabia.—¿Recuerdasaquelladiscusión…?—¡Llevamosdiscutiendodesdeeldíaenquenosconocimos,America!¡Tendrás
quesermásespecífica!—gritó,yyomeestremecí.—DespuésdelafiestadeKriss.Losojosseleabrieroncomoplatos.—Osea,queprácticamentedesdequellegó—dijo,conuntonosarcásticoenla
voz.—Maxon,losientomuchísimo.Alprincipioleestabaprotegiendoaél,luegome
estaba protegiendo a mí. Y después de que azotaran a Marlee, me daba miedocontartelaverdad.Nopodíaperderte…
—¿Perderme? ¿Perderme? —preguntó atónito—. ¡Te vas a ir a casa con unapequeñafortuna,unanuevacastayunhombrequeaúntequiere!¡Elquepierdehoy
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aquísoyyo,America!Aquellaspalabrasmedejaronsinaliento.—¿Mevoyacasa?Memirócomosifueraidiotaporhaceraquellapregunta.—¿Cuántas veces se supone que tengo que dejar que me rompas el corazón,
America?¿Deverdadcreesquepodríacasarmecontigo,convertirteenmiprincesa,cuando me has estado mintiendo durante la mayor parte de nuestra relación? Meniegoatorturarmeelrestodemivida.Quizáshayasnotadoquedeesoyahetenidobastante.
—Maxon,porfavor.Losiento—dijeechándomeallorar—.Noesloqueparece,telojuro.¡Yotequiero!
Élsemeacercó,conlamiradagélida.—Detodaslasmentirasquemehasdicho,esaeslaquemásmeduele.—Noes…—Lamiradadesusojosmehizocallardegolpe.—Quetusdoncellashaganloquepuedan.Deberíasirteconestilo.Pasóamilado,salióporlapuertayconélsefueelfuturoqueteníaenmismanos
apenasunosminutosantes.Megiréhacialahabitación,agarrándomeelvientrecomosifueraarompermedeldolor.Meacerquéalacamaymetendídelado,incapazdemantenermeenpie.
Lloré, esperando que el dolor abandonara mi cuerpo antes de la ceremonia.¿Cómosesuponíaquedebíaafrontaraquello?Miréelrelojparavereltiempoquemequedaba…Entoncesvi aquelgrueso sobrequeMaxonmehabía regalado lanocheanterior.
Pensé que sería lo último que tendría de él. Abrí el sello, completamentedesesperada.
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Capítulo29
25dediciembre,16.30h
QueridaAmerica:Hacesietehorasquetehasido.Yahesalidodosvecescaminodetu
habitación para preguntarte si te habían gustado tus regalos, pero,claro,enelúltimomomentomehefrenado,alrecordarquenoestabasallí.Meheacostumbradotantoatiquemeresultaextrañoquenoestésaquí, recorriendo los pasillos. He estado a punto de llamarte unascuantasveces,peronoquieroparecerposesivo.Noquieroquetengaslasensacióndeque tequierometerenuna jaula.Recuerdoque lanochequellegastedijistequeelpalacioteparecíaprecisamenteeso.Creoquecon el tiempo te has sentidomás libre, y odiaríaquitarte esa libertad.Voyatenerquebuscaralgoparadistraermehastaqueregreses.
Hedecididosentarmeaescribirte,con laesperanzadequeesomehaga sentir como si te estuviera hablando. En cierta manera, es así.Puedoimaginarteaquísentada,sonriendoantemiidea,quizámeneandolacabeza,comodiciéndomelotontoquesoy.Aveceshaceseso,¿sabes?Megustaesaexpresiónenturostro.Ereslaúnicapersonaqueponeesacarasinqueparezcaquepiensequesoyuncasoperdido.Sonríesantemispeculiaridades,aceptasqueexistenysiguessiendomiamiga.Yalcabodesolosietehorasyaempiezoaecharlodemenos.
Mepreguntoquéhabráshechoenestetiempo.Supongoquehabrásatravesadoelpaísenavión,habrásllegadoatucasayestarássegura.Esperoqueestésasalvo.Estoyconvencidodequeparatufamiliaesungranaliviotenerteallí.¡Laencantadorahijapródigahavueltoacasa!
No dejo de imaginarte en casa. Recuerdo que me dijiste que erapequeña,queteníasunacasaenunárbolyqueelgarajeeradondetupadreytuhermanatrabajaban.Elrestohetenidoqueimaginármelo.Teimagino acurrucada en un abrazo con tu hermana o pateando unapelota con tu hermanito. Eso lo recuerdo, ¿sabes? Que dijiste que legustabajugaralfútbol.
Tambiénhe intentado imaginarmeentrandoen tucasacontigo.Mehabría gustado ver dónde te has criado. Me gustaría ver correr a tuhermano pequeño y recibir el abrazo de tu madre. Creo que seríareconfortante notar la presencia de tus seres queridos, oír crujir los
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suelosdemaderaocerrarselaspuertas.Mehabríagustadosentarmeenunrincóndelacasayquizásolerdesdeallíloquesecueceenlacocina.Siempreimaginéquelascasasdeverdadestaríanllenasdearomasdeloque se cocina.No llevaría nada de trabajo.Nada que tuviera que verconelEjército, lospresupuestoso lasnegociaciones.Mesentaríaa tulado, quizás haciendo fotografíasmientras tú tocas el piano. SeríamosCincoslosdos,comotúdijiste.Podríasentarmeacenarcontufamilia,ycharlaranimadamentedediferentescosasenlugardesusurrarnoslosunosalosotrosesperandonuestroturno.Yalomejorpodríadormirenunacamaauxiliaroenelsofá.Dormiríaenelsuelo,atulado,sitúmedejaras.
A veces pienso en eso. En dormir a tu lado, como aquel día en elrefugio.Fueagradableoírterespirar,aquelsonidosuaveycercanoquemeayudóanosentirmesolo.
Esta carta no tiene orden ni concierto; parece cosa de un tonto, ycreoqueyasabesloquedetestohacereltonto.Aunasí,sigohaciéndolo.Porti.
MAXON
25dediciembre,22.35h
QueridaAmerica:Escasi lahoradedormire intentorelajarme,peronopuedo.Solo
puedopensaren ti.Meaterra la ideadequepuedanhacertedaño.Séque si no estuvieras bien alguien me lo habría dicho, y eso me estávolviendo paranoico. Cada vez que viene alguien a entregarme unmensaje, semeparaelcorazónporunmomento, temiéndome lopeor:queyanoestás.Quenovasavolver.
Ojaláestuvierasaquí.Ojalápudieraverte.Estascartasnotevanallegarnunca.Estoestanhumillante…Quiero que vuelvas. No paro de pensar en tu sonrisa y de sufrir
pensandoquenolavolveréaver.Esperoquevuelvasamilado,America.
FelizNavidad,MAXON
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26dediciembre,10.00h
QueridaAmerica:Oh,milagro:hapasadolanoche.Cuandoporfinmehedespertado,
me he tenido que convencer quemi preocupación era absurda.Me heprometidoquehoymeconcentraréeneltrabajoyquenomeangustiarétantopensandoenti.
He aguantado todo el desayuno y la mayor parte de una reuniónhasta volver a consumirme pensando en ti.He dicho a todo elmundoque me encontraba mal y me he encerrado en mi habitación, paraescribirte,esperandovolveratenerlasensacióndequeestásaquí.
Quéegoístasoy.Hoyvasaenterraratupadre,yloúnicoenloquepuedo pensar es en hacerte venir aquí. Solo poniéndolo por escrito,viéndoloplasmadoentinta,mesientocomounimbécilredomado.Estásexactamente donde tienes que estar. Creo que ya te lo he dicho, peroestoysegurodequetupresenciareconfortarámuchoatufamilia.
¿Sabes?, no te lo he dicho y creo que debería, pero te has vueltomuchomásfuertedesdequeteconozco.Nosoytanarrogantecomoparapensar que eso pueda tener algo que ver conmigo, pero creo que estaexperienciatehacambiado.Desdeluegoséquemehacambiadoamí.Ya eras audaz antes de llegar, pero ahora eso lo has transformado enalgo potente. Antes solía verte como una niña con un saco lleno depiedras,dispuestaalanzárselasacualquierenemigoquesecruzaraporelcamino,peroahoratú tehasconvertidoenlapiedra.Eresestableycapaz.Yapuestoaque tu familia también teveasí.Deberíahabértelodicho.Esperoquevuelvasprontoparadecírtelo.
MAXON
26dediciembre,19.40h
QueridaAmerica:He estado pensando en nuestro primer beso. Supongo que debería
decirnuestrosprimerosbesos,peroalquemerefieroesalsegundo,elquemepermitistedartedeverdad.¿Algunaveztehecontadocómomesentíesanoche?Nosoloibaadarmiprimerbeso;ibaadarteelprimerbesoati.Hevistomuchoenmivida,America,hepodidollegaratodoslos rincones del mundo. Pero nunca me he encontrado con nada tandoloroso y precioso a la vez como aquel beso. Ojalá fuera algo que
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pudiera atrapar en una red o guardar entre las páginas de un libro.Ojaláfueraalgoquepudieraconservarycompartirconelmundoparapoderdecirlealuniversoentero:asíes,estoesloquesesientecuandoteenamoras.
Estascartasresultanmuyembarazosas.Voya tenerquequemarlasantesdequevuelvas.
MAXON
27dediciembre,12.00h
America:Másvalequetelodigayo,yaquetudoncellatelodiráigualmente.
Heestadopensandoenlaspequeñascosasquehaces.Avecestarareasocantasmientrascaminasporelpalacio.Aveces,cuandomeacercoatuhabitación,oigolasmelodíasqueguardasentucorazóncolándosepordebajodelapuerta.Elpalacioparecevacíosinellas.
También echo de menos tu olor. Echo de menos el perfume quedesprende tucabellocuando tegirasparareírtedemíoelaromaqueirradiatupielcuandopaseamosporeljardín.Esembriagador.
Así que he ido a tu habitación y he mojado mi pañuelo con tuperfume, otro burdo truco para sentirme como si estuvieras aquí. Ycuandosalíadetuhabitación,Marymesorprendió.Noestoysegurodeaquéhabíaidoella,alnoestartúaquí,peromevio,soltóunchillidoyunguardiasepresentóaverquésucedía.Teníalaporraenlamano,ylosojoslebrillaban,amenazantes.Casimeataca.Todoporqueechabademenostuolor.
MAXON
27dediciembre,23.00h
MiqueridaAmerica:Nuncaheescritounacartadeamor,asíqueperdónamesinolohago
bien…Lomássencilloseríadecirque tequiero.Pero laverdadesquees
muchomásqueeso.Tedeseo,America.Tenecesito.Teheocultadomuchascosaspormiedo.Medamiedodescubrirme
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porcompletodegolpe,impresionarteyhacerquesalgascorriendo.Medamiedoqueenalgúnrincóndetucorazónsigavivoelamorporotrapersona.Medamiedocometerunerrorotravez,algotangrandequetehaga retirarte a ese mundo silencioso tuyo. Ninguna regañina de untutor,nilosazotesdemipadre,nielaislamientodemijuventudmehandolidotantocomolaposibilidaddequeteseparesdemí.
Nodejodepensarquetodoesopuedepasar,asíquemeheaferradoamisopciones,temiéndomeque,enelmomentoquelasdescarte,puedascerrarme los brazos, dispuesta a ser solo mi amiga pero no micompañera,mireina,miesposa.
Y loquemásquieroenelmundoesqueseasmiesposa.Tequiero.Mehadadomiedoadmitirlodurantemuchotiempo,peroahoralosé.
Nuncamealegrarédelamuertedetupadre,delatristezaquehassentidodesdesufallecimientoodelvacíoqueheexperimentadodesdetumarcha. Pero me alegro de que tuvieras que irte. No estoy seguro decuánto me habría costado llegar a esto si no hubiera empezado aimaginarmeunavidasinti.Ahorasé,conabsolutacerteza,quenoesloquequiero.
Ojalá fuera tan buen artista como tú para encontrar un modo dedecirteloquehasllegadoaserparamí.America,amormío,ereslaluzdelsolqueseabrepasoentrelosárboles.Ereslarisaqueacabaconlatristeza.Ereslabrisaenundíadecalor.Ereslaclaridadenmediodelcaos.
Noereselmundoentero,peroeres todo loquehacequeelmundoseabueno.Sinti,viviríaigualmente,peroviviríasinmás.
Me dijiste que para hacer las cosas bien uno de los dos tenía quesaltary lanzarsealvacío.Creoqueyahedescubiertoelbarrancoquehabíadesaltar,yesperoencontrarteesperándomeenelotrolado.
Tequiero,America.Tuyo,siempre,MAXON
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Capítulo30
ElGranSalónestabahastalostopes.Porunavez,enlugardeserelreyylareinaquienesocuparanellugardestacado,eraMaxon.EnunatarimaestábamossentadosMaxon, Kriss y yo, frente a una mesa decorada. Lo primero que pensé era quenuestrasposturasengañaban,yaqueyoestabaaladerechadeMaxon.Siemprehabíapensadoqueestaraladerechadealguieneraalgobueno,unaposicióndehonor.PerohastaaquelmomentoMaxonsehabíapasadotodoelratohablandoconKriss.Comosiyonosupierayaloqueseavecinaba.
Intentémostrarmecontentamientrasmirabaa lospresentes.Nocabíaunalfiler.Gavril,porsupuesto,estabaenunrincón,hablandoalacámara,narrandoloseventosamedidaqueteníanlugar.
Ashleysonrióymesaludóconlamano.Anna,asulado,meguiñóunojo.Lassaludéconungestodelacabeza,aúndemasiadonerviosacomoparahablar.Haciaelfinal de la sala, vestidos con ropas limpias que les daban un aspecto respetable,estaban August, Georgia y algunos otros rebeldes norteños, en una mesaindependiente.Porsupuesto,Maxonquerríaqueestuvieranallíparaqueconocieranasunuevaesposa.Pocoseimaginabaqueellayaeraunodelossuyos.
Escrutabanlasalaentensión,comosisetemieranqueencualquiermomentounguardiapudierareconocerlosyatacar.Perolosguardiasnoparecíanprestaratención.Dehecho,eralaprimeravezquelosveíatanpococoncentrados,paseandolamiradapor la sala, varios de ellos con aspecto inquieto. Y eso que se trataba de un granacontecimiento.Quizásimplementeestuvierantensos,contantoquehacer,pensé.
LamiradasemefuealareinaAmberly,quehablabaconsuhermanaAdeleysusniños. Estaba radiante. Llevaba esperando aquel día mucho tiempo. Seguro queacabaría queriendo a Kriss como si fuera su hija. Por un momento, me diomuchísimoscelos.
Megiréyrepasélosrostrosdelasseleccionadasunavezmás.Estavezlavistaseme fue aCeleste.En susojos se leía claramenteunapregunta: «¿Quées loque tepreocupa tanto?». Meneé la cabeza un poco, para decirle que había perdido. Ellaesbozóunasonrisayarticuló laspalabras«Todoirábien».Asentíe intentécreerla.Celestesegiróyseriodealgoquedijoalgunaotra;yporfinmiréamiderecha,yvilacaradelguardiaapostadoenlaposiciónmáspróximaanuestramesa.
Pero Aspen estaba ocupado. Escrutaba la sala, como tantos otros hombres deuniforme, aunque daba la impresión de que intentaba pensar en algo. Era como si
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estuviera resolviendo un acertijo. Deseé que mirara en mi dirección, quizá paraexplicarmesinpalabrasquéeraloquelepreocupaba,peronolohizo.
—¿Intentando quedar paramás tarde?—preguntóMaxon, y yo eché la cabezaatrás.
—No,porsupuestoqueno.—Noesqueimportedemasiado.LafamiliadeKrissllegaráestatardeparauna
pequeñacelebración,ylatuyaparallevarteacasa.Nolesgustaquelaperdedorasequedesola.Sueleponersedramática.
Estabatanfrío,tandistante…NoparecíaquefueraMaxon.—Puedesquedarteesacasa,silaquieres.Estápagada.Peromegustaríaqueme
devolvierasmiscartas.—Lasheleído—susurré—.Ymeencantaron.Resopló,comosiaquellofueraunabroma.—Noséenquéestaríapensando.—Porfavor,nohagasesto.Porfavor.Yotequiero—dije,viniéndomeabajo.—Ni se te ocurra—me ordenóMaxon, apretando los dientes—. Sonríe, y no
dejesdehacerlohastaelúltimosegundo.Parpadeéparalimpiarmelaslágrimasyesbocéunadébilsonrisa.—Mejor.Nodejesdesonreírhastaqueabandoneslasala.¿Entendido?Asentí.Élmemiróalosojos.—Cuandotehayasido,mehabréquitadounpesodeencima.Despuésde soltarme aquellas últimaspalabras, volvió a sonreír y se giróhacia
Kriss.Mequedémirandohaciaabajounminuto,intentandorespirarmásdespacioyrecomponerme.
Cuandovolvíalevantarlamirada,nomeatrevíamiraranadiealacara.NocreíaquepudieracumplireldeseodeMaxonsilohacía.Asíquefijélavistaenlasparedesdelasala.Poresonotéquelamayoríadelosguardiasseapartabandelperímetroaunaseñalqueyonovi.Desusbolsillossacaronunastirasdetelarojaqueseataronalafrente.
Me quedé mirando, atónita. Entonces un guardia ataviado con la cinta roja sesituabadetrásdeCelesteylepegabauntiroenlanuca.
Sedesatóuncaosdegritosydedisparos.Unmardegritosdedolor invadió lasala,añadiéndosealruidodelassillasrozandocontraelsuelo,loscuerposgolpeandocontra las paredes y la estampida de gente intentando huir todo lo rápido quepermitían los vestidos y los tacones. Los hombres gritaron mientras disparaban,haciendotodoaquelloaúnmásaterrador.Yoobservé,pasmada,viendomásmuertesenunossegundosdeloquecreíaposible.Busquéconlavistaalreyyalareina,perohabían desaparecido. Me quedé agarrotada por el miedo, sin saber si habríanescapadooloshabríancapturado.BusquéaAdele,alosniños.Nopodíaverlospor
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ningunaparte;aquelloaúnfuepeorquenoveralreyoalareina.Amilado,MaxonintentabacalmaraKriss.—Échatealsuelo—ledijo—.Nonospasaránada.MiréamiderechaenbuscadeAspenyporunmomentomequedéimpresionada.
Teníaunarodillaplantadaenelsuelo,apuntabaydisparabaentrelamultitud.Debíadeestarmuysegurodeacertarparahacerlo.
Porelrabillodelojoviunamancharoja.Deprontoteníamosunguardiarebeldedelante. Al pensar en las palabras «guardia rebelde» todo encajó. Anne me habíadichoqueesoyahabíaocurridounavez, cuando los rebeldes sehabíanhechoconuniformesdelaguardiaysehabíancoladoenelpalacio.Pero¿cómo?
Kriss gritó otra vez y de pronto caí en que los guardias que habían enviado anuestrascasasnohabíandesertado.Estabanmuertosyenterrados.Losqueteníamosdelanteenaquelmomentoeranlosresponsables.
Aunquehaberllegadoaaquellaconclusiónnoarreglabanada.Sabíaqueteníaquecorrer,igualqueMaxonyKrisssiqueríansalvarse.Perome
quedéheladaalveralhombrequelevantabalapistolayladirigíahaciaMaxon.MiréaMaxon, y élmemiró amí. No había tiempo de decir nada, así queme giré denuevo,poniéndomedecaraalhombre.
De pronto pareció que aquello le divertía. Como si sospechara que así seríamuchomásentretenidoparaélymuchomásdolorosoparaMaxon,desviólapistolaligeramentehacialaizquierdaymeapuntó.
Nomeplanteésiquieragritar.Nopodíamovermeenabsoluto,perovilaimagenborrosadelaguerreradeMaxonalsaltarenmidirección.
Caíal suelo,peronoen ladirecciónquepensaba.Maxonnohabíacaídosobremí,sinopordelante.Cuandodicontraelsuelo,melevantéyviaAspen,quesehabíalanzadoalamesayhabíaempujadomisilla,cayéndomeencima.
—¡Lehedado!—gritóalguien—.¡Encontradalrey!Oí varios gritos de alegría. Y chillidos. Muchos chillidos. A medida que
despertaba demi aturdimiento, volví a distinguir los sonidos.Más sillas y cuerposcayendo al suelo. Guardias gritando órdenes. Seguían disparando. El ruido de lasarmasmetaladrabalosoídos.Aquelloerauncaosinfernal.
—¿Estásherida?—preguntóAspen,levantandolavozparahacerseoír.Creoqueneguéconlacabeza.—Notemuevas.Me quedémirandomientras él se ponía en pie, se situaba y apuntaba.Disparó
variasveces,conlamiradafijayelcuerporelajado.Porladireccióndesusdisparos,dabalaimpresióndequeotrosrebeldesqueríanacercarseanosotros.PerograciasaAspennoloconsiguieron.Trasecharunvistazoalasala,volvióaagacharse.
—Voyasacarladeaquíantesdequepierdalosnervios.
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SearrastrópasandoporencimademíyagarróaKriss,quesetapabalosoídosyllorabadesesperadamente.Aspenlelevantólacabezaylediounabofetada.Ellasecalló lo suficiente como para escuchar sus órdenes y seguirle hasta el exterior,protegiéndoselacabezaconlasmanos.
Elruidoibaamenos.Todoelmundoseestaríayendodeallí.Oestaríanmuertos.Entonces observé unapierna inmóvil que sobresalía bajo elmantel. ¡Oh,Dios!
¡Maxon!Me lancé bajo la mesa y lo encontré respirando afanosamente, con una gran
mancharojaen lacamisa.Teníaunaheridabajoelhombro izquierdo.Parecíamuygrave.
—¡Oh,Maxon!—grité.Nosabíacómoactuar,asíquehiceunabolaconelbordedemivestidoypresioné
conellalaheridadebala.Élhizounamuecadedolor.—Losientomucho.Maxonestirólamanoylapusosobrelamía.—No,soyyoquienlosiente—dijo—.Estabaapuntodearruinarlavidadelos
dos.—Nodigasnadaahora.Soloaguanta,¿vale?—Mírame,America.Parpadeéunascuantasvecesylemiréalosojos.Pesealdolor,mesonrió.—Rómpemeelcorazón.Rómpemelomilveces,siquieres.Detodosmodossolo
hasidotuyo,desdeelprincipio.—¡Chis!—Tequerréhastamiúltimoaliento.Cadalatidodemicorazónestuyo.Noquiero
morirsinquelosepas.—¡Porfavor,no!—sollocé.Él levantó la mano y la pasó por debajo de mi cabello. Ejerció una presión
mínima,peromebastóparasaberloquequería.Meinclinéparabesarle.Eraunbesoque llevabadentro todosnuestrosbesos, todanuestra incertidumbre, todasnuestrasesperanzas.
—Noterindas,Maxon.Tequiero.Porfavor,noterindas.Élcogióairecondificultad.Alguienaparecióbajolamesayyosoltéunchillido,hastaqueviqueeraAspen.—Krissestáenel refugio—anunció—.Alteza, es su turno. ¿Puedeponerseen
pie?Élnegóconlacabeza.—Esunapérdidadetiempo.Llévatelaaella.—Pero,alteza…—Esunaorden—dijocontodaslasfuerzasquepudoreunir.
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MaxonyAspensemiraronelunoalotroduranteunsegundoeterno.—Sí,señor.—¡No!¡Nopiensoirme!—protesté.—Ve—insistióMaxon,conlavozfatigada.—Venga,Mer.Tenemosquedarnosprisa.—¡Nomevoydeaquí!En un gesto rápido, como si de pronto se encontrara bien,Maxon se irguió y
agarróaAspendeluniforme.—Ellatienequevivir.¿Meentiendes?Cuesteloquecueste,tienequevivir.Aspenasintióymeagarróelbrazoconunafuerzainusitada.—¡No!—grité—.¡Maxon,porfavor!—Séfeliz—dijo,jadeandoyapretándomelamanounavezmás,mientrasAspen
mesacabaarastrasyyogritabadesesperada.Alllegaralapuerta,Aspenmeempujócontralapared.—¡Cállate!Tevanaoír.Cuantoantestelleveaunrefugio,antespodrévolvera
porél.Tienesquehacerloqueyotediga.¿Entendido?Asentí.—Bueno,puesbajalacabezayguardasilencio—dijo.Sacólapistoladenuevoy
mellevóalvestíbulo.Miramos arriba y abajo, y vimos a alguien que corría en dirección opuesta a
nosotrosenelotroextremodelpasillo.Cuandodesapareció,nospusimosenmarcha.Algirarlaesquinadimosconunguardiatendidoenelsuelo.Aspenletomóelpulsoymeneólacabeza.Seagachó,cogióelarmadelguardiaymeladio.
—¿Quésesuponequevoyahacerconesto?—susurréaterrada.—Disparar.Peroasegúrateprimerodesisetratadeunamigoounenemigo.Esto
esuncaos.Pasamosunosminutosdetensiónmirandoporlosrinconesybuscandorefugios
queyaestabanocupadosycerradospordentro.Dabalaimpresióndequelamayorpartedelaacciónsehabíatrasladadoalasplantassuperioresoalexterior,porquelosdisparosylosgritosanónimosquedabanamortiguadosporlasparedes.Aunasí,cadavez que oíamos un ruido, nos parábamos hasta estar seguros de que podíamoscontinuar.
Aspenseasomóporunaesquina.—Estoesunpasillosinsalida,asíqueestateatenta.Asentí.Corrimoshastaelextremodelcortopasillo.Loprimeroqueobservéfue
laintensaluzdelsolqueatravesabalaventana.¿Esqueelcielonosehabíaenteradodequeelmundosederrumbaba?¿Cómopodíabrillarelsol?
—Por favor, por favor, por favor —murmuró Aspen, buscando la cerradura.Afortunadamente se abrió—. ¡Sí!—Suspiró, tirando de la puerta y bloqueando la
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vistadelamitaddelpasillo.—Aspen,noquierohaceresto.—Tienesquehacerlo.Tienesqueestarasalvo,pormuchagente.Y…yonecesito
quehagasalgopormí.—¿Elqué?Vaciló.—Simeocurrealgo…quieroqueledigas…Entoncesasusespaldasaparecióalgorojo,alfondodelpasillo.Levantélapistola
y disparé. Apenas un segundo más tarde, Aspen me empujó hacia el interior delrefugioymedejóallísola,aoscuras.
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Capítulo31
Nosécuántotiempomequedéallísentada,escuchandoatentamente,intentandooíralgodelotroladodelapuerta,aunquesabíaquenoserviríadenada.CuandoMaxonyyonoshabíamosquedadoencerradosenunrefugiounassemanasatrás,nooíamosni un ruido del mundo exterior, pese a los enormes desperfectos que se habíanproducidoenaquellaocasión.
Aun así, albergaba cierta esperanza. Esperaba que Aspen estuviera bien yacudieraaabrirlapuertaencualquiermomento.Nopodíaestarmuerto.No.Aspenera un luchador; siempre lo había sido. Cuando le amenazaban el hambre y lapobreza,élplantóbatalla.Cuandoelmundose llevóa supadre, seaseguródedarsustentoasufamilia.CuandomeaceptaronenlaSelección,cuandolereclutaron,nodejó de tener esperanzas. Comparado con todo aquello, una bala era unaminucia,algoinsignificante.NingunabalaibaaabatiraAspenLeger.
Apoyé laoreja en lapuerta, rezandoporoírunapalabra,una respiración, algo.Meconcentré,intentandoescucharalgoquesonaracomolarespiracióntrabajosadeMaxon,agonizantebajoaquellamesa.
Mellevélosdedosalosojos,rogándoleaDiosquenoledejaramorir.Sindudatodo el mundo en palacio estaría buscando a Maxon y a sus padres. Serían losprimerosenrecibirauxilio.Noledejaríanmorir.
Pero¿llegaríanatiempo?Lohabíavistomuypálido.Hastaelúltimoapretónenlamanohabíasidodébil.«Séfeliz»,mehabíadicho.Mequería.Mequeríadeverdad.Yyo le amaba.Apesarde todo loquepodía
apartarnos—nuestrascastas,nuestroserrores,elmundoquenosrodeaba—,íbamosaestarjuntos.
Yo tenía que estar a su lado. Especialmente ahora, que yacía agonizante. Nodeberíaestarescondida.
Mepuseenpieyempecéatantearlasparedesenbuscadelinterruptordelaluz.Palpé el acerohasta que lo encontré.Examiné el espacio.Eramáspequeñoque elotrorefugioenelquehabíaestado.Teníaunlavaboperonohabíaváter,solouncuboenunrincón.Habíaunbancocontralapared,juntoalapuerta,yunaestanteríaconunospaquetesdecomidaymantas.Y,porúltimo,enelsueloestabalapistola,fría,esperando.
Nisiquierasabíasiaquellofuncionaría,peroteníaqueintentarlo.Tirédelbancoy
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lo coloqué en el centro; lo volqué, apoyando la parte ancha del asiento orientadahacialapuerta.Meagazapédetrás,comprobandolaaltura,yobservéquenoserviríadegranprotección.Peroeraloquehabía.Alponermeenpietropecéconmiestúpidovestido. Resoplando, rebusqué por los estantes. El fino cuchillo que encontréprobablemente erapara abrir lospaquetesde comida, pero funcionó:unavezhubecortado el vestido a la altura de mis rodillas, cogí parte del tejido y me hice uncinturónimprovisado.Dentro,guardéelcuchillo,porsiacaso.
Tiré de las mantas, que me cayeron encima, en busca de algo contundente.Escrutédenuevolahabitación,porsihabíaalgoquedebierallevarmeconmigo,algoquemepudieraservir.No.Nohabíanadamás.
Agazapándometraselbanco,apuntéconlapistolaalacerradura,respiréhondoydisparé.
El sonido reverberó en aquel minúsculo espacio, incluso me asustó. Cuandoestuveseguradequelabalanoseguíarebotandoporlasparedes,melevantéyfuiaverlapuerta.Porencimadelacerraduraseabríaunpequeñocráterquedejabaalavistaásperascapasdemetal.Lamentéhaberfallado,peroalmenossabíaqueaquellopodíafuncionar.Siledabaalacerraduralassuficientesveces,quizápudierasalirdeallí.
Meapostétraselbancodenuevoyvolvíaintentarlo.Disparotrasdisparolediala puerta, pero cada vez en un sitio diferente. Al cabo de un rato desistí,decepcionada,yme senté en el suelo.Loúnicoquehabía conseguidoerahacermemagulladurasenlosbrazosconlasesquirlasdemetalquesalíanvolandodelapuerta.
Hastaquenooíelruidohuecodelapistolanomedicuentadequehabíaagotadotodas las balas y que estaba atrapada.Tiré la pistola al suelo yme lancé contra lapuerta,golpeándolacontodasmisfuerzas.
—¡Ábrete!—dije,embistiéndolaotravez—.¡Ábrete!Lagolpeéconlospuños,peronoconseguínada.—¡No,no,no,no!¡Tengoquesalir!La puerta siguió allí, silenciosa y dura, burlándose de mi desgracia con su
indiferencia.Medejécaeralsuelo,llorando,conscientedequenopodíahacernadamás.Aspenquizá fuera un cadáver inerte a solounosmetros demí, yMaxon…sin
dudayahabíamuerto.Meagarrélaspiernascontraelpechoyapoyélacabezacontralapuerta.—Si sobrevives—murmuré—, te dejaré llamarme cariño. No protestaré, te lo
prometo.Loúnicoquepodíahacereraesperar.
De vez en cuando intentaba calcular qué hora sería, aunque no teníamodo de
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saberlo.Cadaminutotranscurríatanlentocomoelanterior.Eracomoparavolverseloca.Nuncamehabíasentidotanimpotente,ylapreocupaciónmeestabamatando.
Trasloquemeparecióunaeternidad,oíelclicdelacerradura.Alguienveníaabuscarme. No sabía si sería amigo o enemigo, así que apunté con la pistoladescargada hacia la puerta.Almenos daría una imagen intimidatoria.La puerta seabrió, y la luz de la ventana lo invadió todo. ¿Significaba aquello que aún era elmismodía?¿Oelsiguiente?Mantuvelapistolaenalto,aunquetuvequeentrecerrarlosojosparapoderver.
—¡Nodispare,LadyAmerica!—exclamóunguardia—.¡Estáasalvo!—¿Yesocómolosé?¿Cómoséquenoeresunodeellos?El guardia echó la mirada hacia el pasillo, por donde se acercaba alguien.
AparecióAugust,seguidodecercaporGavril.Estavezsutrajeestabaprácticamentedestrozado, pero el pin de su solapa —que, ahora me daba cuenta, recordabamuchísimounaestrelladelnorte—aúnseguíaahí.
Noeradeextrañarquelosrebeldesnorteñossupierantantascosas.—Yasehaacabado,America.Lostenemos—confirmóAugust.Suspiré,aliviada,ydejécaerlapistola.—¿DóndeestáMaxon?¿Estávivo?¿SehasalvadoKriss?—lepreguntéaGavril,
antesdemirardenuevoaAugust—.Habíaunsoldadoquemetrajoaquí.SellamaLeger.¿Lehabéisvisto?—dije,tanatropelladamentequecostabaentenderme.
Mesentíarara,comosilacabezameflotara.—Creoqueestáenshock.Llevadlaalaenfermería,rápido—ordenóGavril,yel
guardiamecogióensusbrazos.—¿YMaxon?—insistí.Nadieme respondió. O tal vez es que yo ya no estaba allí cuando formulé la
pregunta.Nosabríadecirlo.
Cuando me desperté, estaba en una camilla. Sentía el dolor de los numerososcortesquetenía.Allevantarunbrazoparainspeccionarlo,viquelasheridasestabantodaslimpias,ylasmásgrandesestabanvendadas.Estababien.
Me senté y miré a mi alrededor. Estaba en un pequeño despacho. Examiné lamesay losdiplomasde laparedydescubríqueeraeldeldoctorAshlar.Nopodíaquedarmeallí.Necesitabarespuestas.
Cuando abrí la puerta, descubrí por qué me habían dejado en ese lugar. Elpabellónde la enfermeríaestabahasta los topes.Algunosde losheridosmás levescompartíancama,yotrosestabanenelsuelo.Noeradifícildarsecuentadequelosmásgravesestabanencamashaciaelfinaldelasala.Apesardelacantidaddegentequehabíaallí,elpabellónparecíacuriosamentetranquilo.
Escrutéellugarenbuscaderostrosfamiliares.¿Seríabuenaseñalnoencontrarlos
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allí?¿Quésignificaba?Tuesday estaba en una cama, abrazada a Emmica.Ambas lloraban en silencio.
Reconocíaalgunasdelasdoncellas,perosolodevista.Alpasar,mesaludaronconlacabeza,comosiporalgúnmotivomelomereciera.
Empecéaperderlaesperanzaalllegaralfinaldelpabellón.Maxonnoestabaallí.Siestuviera,tendríaunenjambredepersonasalrededor,pendientesdeél.Peroamímehabíanllevadoaunasaladiferente.Supusequeaéltambiénlehabríanllevadoaotra.
Viaunguardia.Sugestoreflejabaundolordifícildeinterpretar.—¿Estáporaquíelpríncipe?—lepregunté,envozbaja.Élmeneólacabezaconsolemnidad.—Oh.Una herida de bala y un corazón roto pueden parecer dos tipos de herida
diferentes,perosentíquemedesangrabapordentrotalcomodebíadehaberlohechoMaxon.Yeraunaheridaqueno secerraríapormuchapresiónqueejercieraopormuchospuntosquemedieran.Nadiepodríarepararaqueldolor.
Nosoltéungritodesgarrado,aunquesentíquepordentroyaloestabahaciendo.Solo dejé que brotaran las lágrimas. No se llevaron el dolor consigo, pero fueroncomounapromesa.
«Nadapodráocuparnuncatulugar,Maxon»,dijeparamí.Yaquellosellónuestroamor.
—¿Mer?Megiré y vi a una figura envuelta envendas, enunade las últimas camasdel
pabellón.Aspen.Con la respiración entrecortada y el paso inseguro,medirigí hacia él.Tenía la
cabezavendadaylasvendasmanchadasdesangre.Elpecho,descubierto,presentabadiversasmagulladuras,perolopeoreralapierna.Teníalaparteinferiorenyesadayunasgasasempapadasconalgúntipodeungüentolecubríanlasheridasdelmuslo.No llevabamás ropa que unos calzoncillos largos; la sábana solo le cubría la otrapierna,porloqueerafácilverlomalheridoqueestaba.
—¿Quéhapasado?—susurré.—Prefieronorecordarlosdetalles.Aguantéunbuenrato,yabatíalmenosaseis
o siete de ellos hasta que una bala me dio en la pierna. El médico dice queprobablementepodrécaminarotravez,aunquenecesitaréunbastón.Peroalmenosestoyvivo.
Una lágrima surcómimejilla en silencio. Estaba almismo tiempo agradecida,asustadaydesesperanzada.Nopodíaevitarlo.
—Mesalvastelavida,Mer.
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Desviélamiradadesdelapiernaasurostro.—Tudisparoasustóaaquelrebeldeymedioel tiempojustopararesponder.Si
no lo hubieras hecho,me habría disparado por la espalda, y ahora estaríamuerto.Gracias.
Melimpiélosojos.—Fuistetúquienmesalvastelavida.Siemprelohashecho.Yaibasiendohora
dequetedevolvieraelfavor.—Tengociertatendenciaahacermeelhéroe,¿verdad?—dijosonriendo.—Siempre has querido ser el caballero andante de reluciente armadura —
respondí,meneando la cabeza, pensando en todo lo que había hecho por sus seresqueridos.
—Mer,escúchame.Cuandotedijequesiempretequerría,lodecíadeverdad.YcreoquesinoshubiéramosquedadoenCarolinanoshabríamoscasadoyhabríamossido felices. Pobres, pero felices. —Esbozó una sonrisa triste—. Pero no nosquedamosenCarolina.Túhascambiado,yyotambién.Teníasrazóncuandodecíasquenuncalehabíadadounaoportunidadanadiemás.Pero¿porquéibaahacerlo,no?Mesalíadedentrolucharporti,Mer.Tardémuchotiempoenadvertirqueyanoqueríasquelohiciera.Pero,cuandomedicuenta,supequetampocoyoqueríaseguirhaciéndolo.
Meloquedémirando,estupefacta.—Siempreocuparásunlugarenmicorazón,Mer,peroyanoestoyenamoradode
ti.Avecestengolaimpresióndequeaúnmenecesitasomequieres,peronosésiesoestábien.Temerecesalgomejorqueestarconmigoporqueyosientalaobligacióndeestarcontigo.
Suspiré.—Ytútemerecesalgomásquesermisegundaopción.Aspenmetendiólamano.Selacogí.—Noquieroqueteenfadesconmigo.—Noestoy enfadada.Yme alegrodeque tú tampoco lo estés.Aunque él esté
muerto,aúnlequiero.Aspenfruncióelceño.—¿Quiénestámuerto?—Maxon—dije,conunhilodevoz,denuevoalbordedelaslágrimas.Seprodujounapausa.—Maxonnoestámuerto.—¿Qué?Peroeseguardiamehadichoquenoestáaquíy…—Claro que no está aquí. Es el rey quien ha muerto. Él se recupera en su
habitación.Melancéaabrazarlo,yélreprimióungruñidodedolor;peroestabademasiado
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contentacomoparareprimirme.Entoncescaíenquetodaslasnoticiasnoeranasídebuenas.Meechéatráslentamente.
—¿Elreyhamuerto?Aspenasintió.—Élylareinahanmuerto.—¡No! —Me estremecí, parpadeando del estupor. Me había dicho que podía
llamarlemamá.¿QuéibaahacerMaxonsinella?—Enrealidad,denohabersidoporlosrebeldesnorteños,Maxontampocohabría
sobrevivido.Fueronlosquedesequilibraronlabalanza.—¿Deverdad?Aspenhablabaconrespetoyadmiración.—Deberíamos haberlos traído antes a palacio para que nos entrenaran. Ellos
luchandeotromodo.Sabíanquéhacer.ReconocíaAugustyaGeorgiaenelGranSalón.Teníanrefuerzosalotroladodelosmurosdelpalacio.Cuandovieronquealgonoibabien,bueno,enseguidasupieroncómoentrarenelpalacioatodaprisa.Nosédedóndesacaronlasarmas,perodenoserporellostodosestaríamosmuertos.
No podía asimilar todo aquello de golpe. Aún estaba recomponiendo elrompecabezas mentalmente cuando oí el ruido de la puerta al abrirse. Un rostropreocupadoescrutólasalay,aunqueteníaelvestidorotoyelcabellodesordenado,lareconocíinmediatamente.
Antesdequeyopudieradecirlenada,Aspensemeadelantó.—¡Lucy!—gritó, irguiendolaespalda.Sabíaqueaquellodebíadedolerle,pero
surostronoloreflejaba.—¡Aspen!—exclamó ella, atravesando el pabellón a la carrera, esquivando a
quienseponíaensucamino.Cayóentresusbrazosylebesóenlacaraunayotravez.Conmigohabíatenido
quereprimirungruñidodedolor,peroestabaclaroque,enaquelmomento,Aspennosentíamásquepurafelicidad.
—¿Dóndeestabas?—lepreguntó.—Enlacuartaplanta.Ahoraestánregistrandolashabitaciones.Hevenidotodolo
rápidoquehepodido.¿Quétehapasado?—Pesealpánicoquelehabíanproducidolos ataques rebeldes anteriores, daba la impresión de queLucy estabamuy entera;soloteníaojosparaAspen.
—Estoybien.¿Ytú?¿Necesitasqueteveaelmédico?—Aspenmiróalrededor,buscandoayuda.
—No,notengoniunrasguño—dijoella—.Soloestabapreocupadaporti.AspensequedómirandoaLucyalosojosconunadevociónabsoluta.—Ahoraqueestásaquí,todoestábien.Ella le acarició el rostro, con cuidado de no tocarle las vendas. Él le pasó una
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manotraslanucaylaacercóconsuavidadparabesarlaapasionadamente.NadienecesitabauncaballeroandantemásqueLucy,ynadiepodríaprotegerla
mejorqueAspen.Estaban tan absortos el uno con el otro que no notaron siquiera que me iba,
decididaaencontraralaúnicapersonaalaquequeríaverenaquelmomento.
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Capítulo32
Al salir de la enfermería, vi por primera vez cómo había quedado el palacio. Eradifícilasimilartodaaquelladestrucción.Losmontonesdecristalesrotosporelsueloquebrillabanalaluzdelsol,loscuadrosdestrozados,lasparedesdesconchadasylasenormesmanchasrojasenlasalfombrasmerecordaronlocercaquehabíamosestadotodosdelamuerte.
Subíporlasescaleras,intentandoevitarelcontactovisualconnadie.Alpasardela segunda a la tercera planta, encontré un pendiente en el suelo. No pude evitarpreguntarmesisupropietariaseguiríaviva.
LleguéhastaelrellanoyviunaseriedeguardiasfrentealahabitacióndeMaxon.Eradeesperar.Sieranecesario,pediríapermisoparaentrar.Oquizálesordenaraquemedejaranpasar…,comolanocheenquenosconocimos.
Perolapuertadelahabitaciónestabaabierta,ylagenteentrabaysalía,trayendopapelesollevándosebandejas.Seissoldadosmontabanguardiajuntoalaparedquedabaalapuerta,ymepreparéparaelinterrogatorio.Alacercarme,encambio,unodelosguardiasmevioyfrunciólosojos,comosinocreyeraquefuerayo.Asulado,otroguardiamereconoció,yunoaunomesaludaronconunaprofundareverencia.
Unodeellosmetendióelbrazo.—Estáesperándola,señorita.Intenté comportarmeenconsonancia conel respetoquemeestabanmostrando.
Caminéconlacabezaerguida,aunquemisbrazosmagulladosymivestidorecortadonoacompañaban.
—Gracias—dijetrasasentirsuavemente.Unacriadaseapartóatodaprisaalvermeentrar.Maxonestabaensucama,con
laparteizquierdadelpechocubiertadevendasyunasimplecamisadealgodónporencima.Llevabaelbrazoizquierdoencabestrilloyconelderechososteníaelpapelqueunasesorleestabamostrando.
Tenía un aspecto desaliñado, sin vestir y despeinado. Pero al mismo tiempoparecíaotro.¿Estabasentadoalgomásrecto?¿Oeraqueteníaungestomásserio?
Eralavivaimagendeunrey.—Majestad—mepresenté,insinuandounareverencia.Allevantarlacabeza,vilasonrisasilenciosaensusojos.—Dejaaquílospapeles,Stavros.¿Quierensalirtodosdelahabitación?Necesito
hablarconLadyAmerica.
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Todos a su alrededor hicieron una reverencia y se dirigieron al pasillo. Stavrosdejó lospapelessobre lamesilladeMaxony,alpasarami lado,meguiñóunojo.Esperéaquelapuertasecerraraantesdedarunpaso.
Queríacorrerhaciaél, lanzarmeaabrazarloyquedarmeallíparasiempre.Perome acerqué despacio, pensando que quizá se habría arrepentido de sus últimaspalabras.
—Sientomuchísimolodetuspadres.—Escomosinoacabaradecreérmelo—dijoél,indicándomeconungestoque
mesentaraenlacama—.Sigopensandoquemipadreestáensuestudioyquemamáestáabajo,yqueencualquierminutounodeellosvendráaencomendarmealgunatarea.
—Teentiendoperfectamente.—Lo sé—dijo él, con una sonrisa comprensiva. Extendió el brazo y puso su
mano sobre lamía.Lo interpreté comounabuena señal,y le cogí lamano—.Ellaintentósalvarle.Unguardiamedijoqueunrebeldeteníaamipadreatiro,peroellasaliócorriendotrasél.Mimadrecayóantes,peroinmediatamentedespuésabatieronamipadre.
Sacudiólacabeza.—Siempreloentregótodo.Hastasuúltimosuspiro.—Túteparecesmuchoaella.Maxonhizounamueca.—Nuncaserétanbuenocomoella.Voyaecharlamuchodemenos.—Noeramimadre,peroyotambiénlaecharédemenos—dije,acariciándolela
mano.—Almenos túestása salvo—replicó, sinmirarmea losojos—.Almenosme
quedaeso.Seprodujounlargosilencio,yyonosabíaquédecir.¿Deberíamencionarloque
habíadicho?¿PreguntarporKriss?¿Querríavolverahablardetodoaquello?—Hayalgoquequieroenseñarte—anunció—.Puedequeteimpresioneunpoco,
pero,aunasí,creoquetegustará.Abreestecajón.Deberíadeestararriba.Abríelcajóndesumesillayviunmontóndepapelesescritosamáquina.Miréa
Maxon,preguntándoleconlamirada,peroélselimitóaasentir.Mepusealeereldocumento,intentandoprocesarloquedecía.Lleguéalfinaldel
primerpárrafoyluegovolvíaleerlo,convencidadequenolohabíaentendido.—¿Vasa…disolverlascastas?—pregunté,mirándolealacara.—Esa es la idea —respondió sonriente—. No quiero que te emociones
demasiado. Llevará mucho tiempo, pero creo que funcionará. ¿Sabes? —añadió,pasandolaspáginasdeunenormedossieryseñalandounpárrafo—,quieroempezarpor abajo.Tengopensado eliminar primero la casta de losOchos.Haymuchoque
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construir,ycreoque,siloorganizamosbien,losOchospodríanintegrarseenlacastade los Sietes. Después, las cosas se complican. Hay que encontrar una forma deeliminarlosprejuiciosquetraenconsigolosnúmeros,peroeseesmiobjetivo.
Estabaanonadada.Yosoloconocíaunmundoenelquemicastameacompañabaatodaspartes,comolaropaquemeponía.Yahíestabaél,conunpapelenlamanoque decía que aquellas líneas invisibles que separaban a la gente por fin podríaneliminarse.
LamanodeMaxontocólamía.—Quieroquesepasquetodoestoescosatuya.Llevotrabajandoenellodesdeel
díaenquemecontastequehabíaspasadohambre.Eraunodelosmotivosporlosquememolestótantoquehicierasaquellapresentación;yohabíaplaneadounaestrategiamuchomástranquilaparaconseguirelmismoobjetivo.Pero,detodaslascosasquequeríahacerpormipaís,estanuncasemehabríaocurridodenohaberteconocido.
Respiréhondoyvolvíapasarlavistaporaquellaspáginas.Penséenmivida,tancortaytanrápida.Nuncahabíaesperadonadamásquecantarensegundoplanoenalgunafiesta,oquizácasarmealgúndía.PenséenloquesignificaríaaquelloparaelpueblodeIlléa,ynocabíaenmídealegría.Estabaalavezimpresionadayorgullosa.
—Hay algomás—añadióMaxon, vacilante,mientras yo seguía asimilando loqueibaleyendo.
Depronto,sobrelospapelesaparecióunacajitaabiertaconunanillodentroquereflejabalaluzdelasventanas.
—Heestadodurmiendoconesemalditoanillobajolaalmohada—dijo,poniendovozdefastidio,aunquefueradebroma.
Estaba segura de que veía en mis ojos todas las preguntas que bullían en miinterior,peroélteníaunaquehacerme:
—¿Tegusta?Unos hilos de oro entretejidos formaban el engarce del anillo, y sostenían dos
gemas—unaverdeyunapúrpura—queseuníanenunbesoen lomásalto.Sabíaquelapúrpuraeraelsímbolodelmesdeminacimiento,asíquelaverdedebíadeserelsímbolodelsuyo.Ahíestaban,dospuntitosdeluzcreciendojuntos,inseparables.
Queríadeciralgo,yabrílabocavariasvecesparahacerlo.Peronopudemásquesonreír,parpadearparalimpiarmelaslágrimasyasentir.
Maxonseaclarólagarganta.—He intentadohacer esto dos veces de unmodomás solemne, y he fracasado
espectacularmente.Ahoramismo,ni siquierapuedo apoyaruna rodilla en el suelo.Esperoquenoteimportequetehabletanclaro.
Asentí.Aúnnoeracapazdearticularpalabra.Éltragósalivaylevantóelhombrosano.—Tequiero—dijosimplemente—.Deberíahabértelodichohacemuchotiempo.
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Quizásasíhabríamospodidoevitarmuchoserroresestúpidos.Noobstante—añadió,sonriendo—,avecespiensoquesonprecisamentetodosesosobstáculoslosquehanhechoquetequisieratanto.
Laslágrimasanegaronmimirada.—Loquetedijeeraverdad.Sialguientienequerompermeelcorazón,serástú.
Yasabesquepreferiríamorirquevertesufrir.Enelmomentoenquemedispararon,cuandocaíalsuelo,convencidodequemividaacababaallí,loúnicoenloquepodíapensareraenti.
Maxontuvoqueparar.Tragósaliva.Estabaalbordedelaslágrimas.Alcabodeunmomento,prosiguió:
—En esos segundos, lloraba todas mis pérdidas. El no llegar a verte nuncarecorriendoelpasillohaciaelaltar,elnoverturostroreflejadoennuestroshijos,elnoverlosprimerosmechonesplateadosentucabello.Pero,almismotiempo,nomeimportaba. Si muriendo conseguía que tú siguieras viva —volvió a hacer aquelmovimiento, encogiéndose de hombros, aunque solo podía mover uno—, ¿qué demaloteníaaquello?
Enaquelinstante,perdíelcontrolylaslágrimasbrotaronconmásfuerza.¿Cómopodíahaberpensadoantesdeaquelmomentoquesabíaloqueerasentirsequerida?
Nadadeloquehubieravividoseacercabasiquieraaaquellaradiantesensaciónquemellenabaelcorazónycadacentímetrodemicuerpoconunacalidezabsoluta.
—America—dijoMaxon, con ternura, obligándome a limpiarme los ojos y amirarlo—, sé que ahora me ves como rey, pero déjame ser claro: esto no es unaorden.Esunapetición,unasúplica:hazmeelhombremásfelizdelmundo.Porfavor,hazmeelhonordecasarteconmigo.
Nopodíaexpresarlomuchoquelodeseaba.Peroaunquelavoznomerespondía,elcuerposí.TrepéhastalosbrazosdeMaxonyleabracéconfuerza,convencidadequenadapodría separarnosnuncamás.Cuandomebesó, sentíquemividapor finteníasentido.Habíaencontradotodoloquedeseaba—cosasquenisiquierasabíaquequería—enlosbrazosdeMaxon.Ysiloteníaaélparaguiarme,paradarmeapoyo,mesentíacapazdeenfrentarmealmundoentero.
Nuestros besos se volvieron por finmás lentos.Maxonme separó ligeramenteparamirarmealosojos.Loviensusojos:estabaencasa.Yporfinrecuperélavoz:
—Síquiero.
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Epílogo
Intentonotemblar,peronoloconsigo.Leocurriríaacualquiera.Esungrandía,elvestidopesay los ojos quememiran son incontables.Séquedebería ser valiente,peroestoytemblando.
Séque,encuantoseabranlaspuertas,veréaMaxonesperándome,demodoque,mientrasacabancontodoslosdetallesdeúltimahora,mehagoelfirmepropósitodeintentarrelajarme.
—¡Oh!Eslaseñal—anunciamamá,observandoelcambioenlamúsica.Silviahacegestosatodalafamiliaparaqueseprepare.JamesyKennayaestán
dispuestos.Geradcorreteasinparar,arrugándoseeltraje,yMay,desesperada,intentaque pare, aunque solo sea por un segundo. Pese a todo, tienen un aspectoasombrosamenteregio.
Aunqueestoymuycontentadequetodosmisseresqueridosesténaquí,nopuedoevitaracordarmedepapá.Noobstante,percibosupresencia,susurrándomelomuchoquemequiere,loorgullosoqueestádemí,lopreciosaqueestoy.Loconocíatanbienque tengo la sensacióndeque sé exactamentequémediría; y esperoque eso sigasiempreasí,quenuncasevayadeltodo.
MepierdoenmisensoñacioneshastaqueMaymedespierta:—Estásguapísima,Ames—medice,levantandolamanoparatocarelcuelloalto
demivestido.—Marysehasuperado,¿verdad?—respondoyo,tocándomeelvestido.Maryeslaúnicademisdoncellasdesiemprequesigueconmigo.Cuandotodose
calmótraselataque,descubrimosquelasbajaseranmuchomásnumerosasdeloquecreíamos en un principio. Lucy sobrevivió y decidió retirarse, pero Anne habíafallecido.
Otrohuecoquellenarenaqueldía.—Por Dios, Ames, estás temblando. —May me coge las manos e intenta
calmarme,riéndosepormisnervios.—Sí,nopuedoevitarlo.—Marlee—diceMay,mirandoatrás—.AyúdameacalmaraAmerica.Miúnicadamadehonorseacerca,conlosojosbrillantescomonunca,yconellas
alladomesientoalgomástranquila.—No te preocupes, America; estoy segura de que el novio se presentará —
bromea.
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Mayseríe.Finjoenfadarmeconellas,bromeando.—¡Nomepreocupaquecambiedeopinión!Mepreocupatropezar,odecirmalsu
nombre,oalgoasí.Tengounahabilidadespecialparaembrollarlascosas.Marleeapoyasufrenteenlamía.—Nadapodríaestropearestedía.—¡May!—susurramamá.—Vale.Mamáyaestádelosnervios.Nosvemosahífuera—diceella.Me da un beso en la mejilla sin llegar a tocarla para no dejar un rastro de
pintalabiosyseva.Lamúsicasuenaylasdosgiranlaesquina,saliendoalpasilloquedeborecorrerhastaelaltar.
Marleedaunpasoatrás.—¿Ahoravoyyo?—Sí.Meencantacómotequedaesecolor,porcierto.Ellagiraelcuerpo,posandoparaquesevealafalda.—Tieneustedungustoestupendo,majestad.Respirohondo.—Nadiemehallamadoasí todavía.Oh,porDios,asíescomomevanallamar
prácticamenteportodaspartes—observo,intentandoacostumbrarmeatodaprisa.Lacoronaciónespartedelaceremoniadeboda.Primerolosvotosdefidelidada
Maxon,luegoaIlléa.Losanillosyluegolascoronas.—¡Noempiecesaponertenerviosaotravez!—insiste.—¡Lointento!Yasabíaquepasaría;sonmuchascosasenunsolodía.—¡Ya, ya!—exclama ella,mientras se produce un cambio demúsica—. ¡Pues
esperaaestanoche!—¡Marlee!Antesdequepuedaregañarla,sevadandounacarrerita,guiñándomeunojoenel
últimomomento, y no puedo evitar sonreír. Estoy tan contenta de volver a tenerlacerca…Ahora es oficialmentemi asistente personal, yCarter es el deMaxon.HasidotodoungestodeloquevaaserelreinadodeMaxon.Mehaalegradomuchoverquetantagenteacogíaelcambioconilusión.
Mequedoescuchando.Séque lasnotasqueesperoestánapuntode llegar, asíqueaprovechoesosúltimosmomentosparaalisarmeelvestido.
Es realmentemagnífico. La falda blanca se ajusta ami cadera y cae en ondashastaelsuelo.Lasmangassoncortas,deencaje,yacabanenuncollaraltoquemedaelaspectodeunaprincesa.Sobreelvestidollevounachaquetillasinmangasamododecapa; caepordetrás, formandounacola.Me laquitarépara la recepción: tengointencióndebailarconmimaridohastaquenopuedamás.
—¿Lista,Mer?MegirohaciaAspen.
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—Sí,estoylista.Élmetiendeelbrazo,yyomeagarroaél.—Estásincreíble.—Tú tampoco estás nada mal —comento. Y aunque sonrío, sé que él es
perfectamenteconscientedelonerviosaqueestoy.—Nohaynadadeloquepreocuparse—measegura,conesasonrisaconfiadaque
mehacecreerquetodoloquediceescierto,comosiempre.Respirohondoyasiento.—Muybien.Túnodejesquemecaiga,¿vale?—No tepreocupes.Siveoquepierdes el equilibrio, tepasaré esto—responde,
mostrándomesubastóndecolorazuloscuro,fabricadoespecialmenteparaquehagajuegoconeluniforme.
Solodepensarenellomerío.—Ahívamos—anuncia,contentodevermesonreírsinreservas.—¿Majestad?—intervieneSilvia,algoimpresionada—.Eselmomento.Lehagoungestoconlacabeza.Aspenyyosalimosporlapuerta.—Déjalos impresionados —dice él, justo antes de que la música aumente de
volumenyquedemosalavistadelosinvitados.Deprontovuelvo a sentir elmismomiedo.Aunquehemos intentado reducir la
listadeinvitadosalmínimo,haycientosdepersonasalosladosdelpasilloquemellevaráhastaMaxon.Ytodosseponenenpiepararecibirme,demodoquenoleveoaél.
Solonecesitoverlelacara.Siveosumiradafirme,sabréquepuedohacerlo.Sonrío, intentando mantener la calma, asintiendo a nuestros invitados con
delicadeza,dándoleslasgraciasporsupresencia.PeroAspenmeconoce.—Todovabien,Mer.Yolemiro,yversugestodeánimomeayuda.Sigoadelante.No es el desfile más elegante que pueda hacer una novia, ni tampoco el más
rápido. Aspen tiene la pierna tan malherida que tenemos que ir avanzandolentamente. Pero ¿a quién si no podía pedírselo? Aspen había pasado a llenar unimportantelugarenmivida,unlugarquehabíaquedadovacío.Yanoeraminovionimiamigo,sinopartedemifamilia.
Pensaba que me diría que no, que quizá se lo tomara como un insulto. Perocuandoselopedímedijoqueparaélseríaunhonorymediounabrazo.
Entregadoyleal,hastaelfin.EseesmiAspen.Porfinveounrostrofamiliarentreelpúblico.AhíestáLucy,sentadajuntoasu
padre.Estáradiantedeorgullopormí,aunqueenrealidadapenaspuedeapartar los
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ojosdeAspen.Cuandopasamosasulado,levantalacabezaunpoquitomás.Séquepronto será su turno, y tengomuchas ganas de que llegue.Aspen no podría haberelegidomejor.
Asulado,enlasprimerasfilas,estánlasotraschicasdelaSelección.Hansidomuy valientes al volver aquí para estar conmigo, teniendo en cuenta que no estántodas las que deberían estar. Aun así, sonríen, inclusoKriss, aunque puedo ver latristeza en sus ojos.Me sorprende lomucho que echo demenos a Celeste.Me laimagino poniendo los ojos en blanco y luego lanzándome un guiño, o algo así.Haciendoalgúngestodescaradoparahacermereír.Laechomuchodemenos.Mucho.
También añoro a la reinaAmberly.Me imagino lo feliz que sería hoy, por fintendríaunahija.SientoquealcasarmeconMaxonyapuedopensarenellacomoenunamadre.Y,porsupuesto,loharé.
YluegoestánmimadreyMay,cogidasdelamanotanfuertequeparecequeseestén sosteniendo la una a la otra.A su alrededor hay tantas sonrisas que casimesientoabrumada.
Estoytandistraídaviendoaquellosrostrosquesemeolvidalocercaqueestoydelfinaldelpasillo.Ycuandomirohaciadelante…ahíestá.
Yentoncesmeparecequenohaynadiemásallí,soloélyyo.Nicámarasgrabandoniflashes.Solonosotros.SoloMaxonyyo.Élllevalacoronapuesta,yeluniformeconlabandaazulylasmedallas.¿Quéle
dijelaprimeravezqueselovipuesto?Algocomoqueparecíaunalámparadearaña,creo.Sonrío,recordandoellargocaminoquenoshallevadohastaaquí,hastaelaltar.
LosúltimospasosdeAspenson lentosperofirmes.Cuando llegamosanuestrodestino, me giro hacia él. Aspen me sonríe por última vez y yo me acerco parabesarleenlamejilla.Esunmododedecirleadiósatantascosas…Nosmiramosunmomento.ÉlmecogelamanoylacolocaenlasdeMaxon,entregándomeaél.
Sesaludanconungestodelacabeza,mirándoseconrespeto.Nocreoquelleguea entender todo loquehapasadoentre ellos, pero en esemomentome invadeunasensacióndepaz.Aspendaunpasoatrásyyounoadelante,para llegaral lugaralquenuncacreíquellegaría.
Nosacercamoselunoalotroyempiezalaceremonia.—Hola,cariño—mesusurra.—Noempieces—leadvierto.Ambossonreímos.MecogelasmanoscomosifueranloúnicoquelemantieneunidoalaTierra.Me
concentro en las palabras que voy a tener que decir, en las promesas que nuncaromperé.Esundíamágico.
Sinembargo,inclusoenestemomentoséquenoesuncuentodehadas.Séquehabrámomentosduros,quenosharándudar.Séquelascosasnosiempreiráncomo
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queremosyque tendremosqueponerdenuestrapartepara recordarqueestoes loquehemosescogido.Noseráperfecto.Nosiempre.
Alfinyalcabo,estonoesunfinaldecuentodehadas.Esmuchomásqueeso.
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Agradecimientos
¿Podéislevantarlamanoalaireyhacercomoquechocamosesoscinco?Enserio.¿Cómo si no puedo daros las gracias por leer mis libros? Espero que os hayáisdivertidotantoconlahistoriadeAmericacomoyo,ynuncapodréexpresarlofelizque me hace que os tomarais el tiempo de seguirla conmigo. Sois geniales.¡Muchísimasgracias!
Enprimer lugar,miagradecimiento inmensoaCallaway:Siguealegrándomeeldíacuandoveoentuscorreoselectrónicoslafirma«Maridodela#1enventassegúnThe New York Times Kiera Cass». Me hace muy feliz que estés orgullosa de mí.Graciasporsermimayorapoyoalolargodetodoesteviaje.¡Tequiero!
GraciasaGuydenyZuzuporsertanbuenoshijosydejarquemamáseescapeasudespachoatrabajar.Soisunosniñosmaravillosos,yosquierounmontón.
AMimoo,Poopayal tío Jody,graciasporvuestroapoyo,y lomismoaMimi,Papayal tíoChris.Haymuchascosaspequeñitasquenohabríanpodidopasar sinvuestra ayuda, así que gracias por estar ahí, no solo para mí, sino para toda mifamilia.
A la mejor agente del mundo, Elana Roth Parker. ¡Estaba deseando que mequisierascomoautora!Graciasportufe,portrabajar tanduroy,sencillamente,porser tan guay. Si alguna vezme encontrara en una pelea callejera, te querría enmibando.Yesolodigoenelmejorsentidoposible.
*ABRAZOS*AEricaSussman,mifantásticaeditora.Estahistoriahafuncionadoengranparte
gracias a ti. Muchísimas gracias por defender mis libros. ¡Me encantas tú, tusbolígrafosvioletaytussmileys!Losientoporlosescritoresquetienenquetrabajarconuneditorquenoseastú.¡Ereslamejor!
AtodalagentedeHarperTeenporsertanbrillantesytrabajartanduro.Hicisteisque la editorial fuerami casa, y os portasteis demaravilla conmigo. ¡Muchísimasgracias!
AKathleen,queseocupadelagestióndederechosenotrospaíses.¡Graciasporllevarmislibros(yporllevarmeamí)portodoelmundo!Aúnmeresultaincreíble.
ASamanthaClarkpordirigirlapáginadefansdeKieraCassenFacebooksinquenadie se lo pidiera y sin quejarse nunca del trabajo que le supone. ¡Es fantástico!¡Gracias!
AtodoslosquegestionanunacuentadeTwitter,TumbleroFacebookrelacionada
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conLaSelección. ¡Lamitadde lasvecesnisiquieraentiendoel lenguajequeusáisparaescribirvuestrosposts,ysoloesoyamepareceunalocura!Graciasporsertandiligentes,creativosyporcomunicarosconmigo.Deverdad,colegas,¡soislomejor!
AGeorgiaWhitakerporhacerunvídeogenialquelehizoganarseunhuecoenellibro.¡Graciaspordejarmeusartunombre!
¿A quién me olvido? Como a unas mil personas, seguro… A la iglesia deNorthstar (a la que JURO que empecé a ir años después del nacimiento de LaSelección),graciasporacogeralafamiliaCassyporvuestroapoyoconstante.
AlosdeFTW…Nisiquieraséquédecir.Tíos,soisdemasiado,yosadoro.A The Fray, One Direction, Jack’s Mannequin, Paramore, Elbow, y a otros
muchosmúsicosquemehanaportadoinspiraciónalolargodelosaños.Habéissidoelcombustiblequehaalimentadoestashistorias.
IgualqueaCocaColaZeroya losLowFatWheatThins.Aveces tambiénlosMilkDuds.Muy importantesparami supervivencia a lo largode los años, asíquegracias.
Porúltimo,lomásimportante:aDios.Hacemuchosaños,escribirmesacódeunperíodomuyoscurodemivida.Noloteníapensado,enabsoluto,peroseconvirtióenmisalvavidas.CreoquefuelagraciadeDioslaquehizoquemededicaraaesto,eincluso en los días de más estrés mi trabajo me hace feliz. Siento que es unabendicióninmensay,aunqueescriboparaganarmelavida,sigosinpoderencontrarlaspalabrasparaexpresarmigratitud.Gracias.
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KIERACASS(EE.UU.,1981).NacióycrecióenCarolinadelSur.SegraduóporlauniversidaddeRadfordenHistoriayenlaactualidadviveenBlacksburg,Virginia,consufamilia.
KieraCassesconocidaporsuslibrosdedicadosalaliteraturaparajóvenesadultos,principalmente por su trilogía La Selección (2012-2014). También autopublicó lanoveladefantasíaTheSiren(2009),quetodavíanohasidotraducidaalcastellano.
Ensutiempolibrelegustaleer,bailar,hacervideosycomergrandescantidadesdepastel.
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