Soando con bosques
Virginia Prez de la Puente
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Edicin no venal
Virginia Prez de la Puente, 2013
Editorial Planeta, S. A., 2013 Avda. Diagonal, 662-664, 7. planta. 08034 Barcelona
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Llevamos en nuestras races la memoria del mundo.
Isobe de Ilhah alz la cabeza hacia el cielo, dejando que el recuerdo resbalase de su mente y se perdiera entre los jirones de nubes. El viento jugaba con los retazos blancos empujndolos hacia la silueta aserrada de las montaas, enredando su pelo rojizo y tirando de l, como un nio travieso que, tras aferrar con sus manitas invisibles un mechn de cabello, saliera corriendo,
risueo, para esquivar sus represalias.
La memoria del mundo
Las hojas del roble emitan susurros apagados siguiendo la danza de la helada brisa otoal. Julda haba enseado a Isobe a reconocer sus voces casi al mismo tiempo que a hablar, mezclando
su sangre he-ranne con su leche materna para entregar a la hija menor de la Casa de Teilhil una sabidura olvidada siglos atrs.
La senda del rann. La voz de los muertos.
Verdades perdidas con el tiempo, apresadas entre las hojas, en la savia, en las races retorcidas. Est en la naturaleza del ser humano olvidar los horrores del pasado, quiz para
protegerse del dolor de los recuerdos, de la angustia, del sufrimiento que puede acabar con su cordura. Y as el hombre elige borrar su memoria, para evitar que el horror clave los dientes en
su alma, desgarre su mente, succione los huesos de su ser. Para no verse obligado a refugiarse en la locura. Aprender a olvidar es aprender a vivir. Y as el hombre olvida, y vive, y lo que un da
fue real se va desvaneciendo, pesadilla, cuento, cancin, mito, nada. Slo los rboles recuerdan musit Isobe.
Diaina alz los ojos hacia ella, la interrogacin dibujada en el verde de sus iris. Su rostro de facciones suaves todava posea la ingenuidad que, a sus diez aos de edad, el mundo no haba
conseguido robarle. Pronto, Diaina, suspir Isobe. En Novana no haba lugar para los ingenuos.
Ni para los nios.
Recuerdan qu? pregunt Diaina, parpadeando bajo la claridad del sol que, tmidamente, haba accedido a asomarse desde detrs de una nube.
Recuerdan lo que nosotros no queremos recordar.
Bajo cada rbol, una tumba. En cada muerto, una semilla. As crecen los recuerdos, olvidados por todos excepto por los bosques. Susurros entre las hojas, los rboles cantaban lo que los hombres se obstinaban en olvidar, lo que los hombres se empeaban en no escuchar. Los
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recuerdos de los muertos, los recuerdos de miles de vidas, los recuerdos del mundo.
No lo entiendo.
Hay tantas, tantas cosas que jams llegars a comprender Ella tampoco lo entenda por completo. Aunque Julda hubiera hecho todo lo posible por amamantarla con los conocimientos de
un pueblo tan antiguo como muerto. Sus ancestros haban plantado rboles en las bocas de sus
muertos para que sus almas siguieran viviendo, recordando, sintiendo, pensando en el interior de
las plantas; Julda haba plantado en ella una sabidura que Isobe no lograba aprehender.
Padre dice que los he-ranne no existen continu Diaina. Sentada a la sombra del roble,
se afanaba en arrancar las escasas briznas de hierba que haban sobrevivido a las primeras
heladas. Dice que Julda no es ms que una salvaje de Hongarre que huy del norte porque all no hay ms que brbaros que no se visten y viven en cuevas. Y que no debera escucharla porque
ni siquiera saba hablar hasta que lleg aqu.
El cuerpo de Diaina empezaba a cambiar, a punto de convertirse en el de una mujer adulta, como los cuerpos de los rboles se alzaban de la tierra buscando la luz del sol. Todava era una
nia, pero se haba criado lejos de una madre y un padre demasiado ocupados como para darse cuenta de que su hija era demasiado adulta para ser an una cra. En realidad, conoca las respuestas. Sin embargo, a Isobe no le importaba volver a drselas.
Se puede tener razn y estar equivocado al mismo tiempo respondi Isobe. Era muy
propio de su hermano despreciar a cualquiera que no fuera igual que l. Y, a ojos de Linat, nadie era igual que l. Esa mxima se aplicaba tanto a los salvajes que vivan al norte de la cordillera de Saldehna como a los muy civilizados y refinados nobles del sur de Novana.
Qu quieres decir, ta Isobe? Quiero decir contest, estirando las piernas bajo la falda de lana teida de azul que tu padre est en lo cierto: los he-ranne ya no existen. Y Julda es una campesina de Hongarre. Sin
embargo, s saba hablar cuando lleg a Kianl. Lo que pasa es que hablaba en otro idioma.
Y t cmo lo sabes? inquiri Diaina, una sonrisa asomando a sus labios agrietados
por el viento. Si cuando Julda lleg la que no saba hablar eras t
Es verdad rio Isobe. Lleg cuando yo acababa de nacer. Pero mi madre, tu abuela, s
hablaba. Y Julda tambin agreg. Segn Anneta, la mujer haba empezado a parlotear en su extraa jeringonza nada ms cruzar las montaas, sin que el hecho de que nadie la entendiera fuera
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un impedimento para seguir cacareando todas las horas que pasaba despierta. E incluso, a decir de
algn criado indiscreto, las que pasaba dormida.
Estoy convencida de que no se march de Hongarre en busca de una vida mejor haba confiado Anneta a su hija Isobe una noche, cuando la enfermedad que se la llevara a la tumba an no haba logrado arrebatarle la sonrisa. Qu va: sus propios vecinos la metieron en un saco y la llevaron al otro lado de Saldehna para no tener que orla nunca ms. O quiz queran empezar una
guerra con el sur y nos mandaron a Julda pensando que nos abriramos las venas con tal de no
seguir escuchando su chchara. Al ver los ojos de Isobe abiertos de asombro, Anneta se haba echado a rer. Si no fuera porque es demasiado joven dira que los dioses provocaron el Ocaso para separar a Julda del continente y poner un mar de por medio.
Y a los novanos nos toc quedarnos en la orilla donde estaba ella? indag al fin
Isobe, insegura. A veces, el sentido del humor de su madre la desconcertaba.
Ah, es que Novana es una tierra llena de maldad y depravacin, hija ma rio Anneta. No tienes ms que ver a tu hermano aadi justo en el momento en que Linat entraba en la estancia con sus zancadas rpidas y destempladas. Su expresin ultrajada y despectiva no hizo sino incrementar las carcajadas que madre e hija fueron incapaces de contener. Bajo la sombra del roble, Diaina se estremeci y se abraz a s misma, con la mirada perdida en las cumbres montaosas que escondan el que haba sido el hogar de Julda.
Hace fro murmur, ausente. A veces la mente de Diaina funcionaba al margen de la
realidad, como las mentes encerradas entre las races de los rboles.
Entonces por qu queras venir aqu? pregunt Isobe. Casi siempre prefieres
quedarte cerca del fuego y rodeada de gatos empeados en morderte los pies
S, pero Kianl es tan fro protest Diaina. Cuando estoy dentro me da la
sensacin de que de que Call, y un leve sonrojo cubri sus mejillas, demasiado blancas para ocultarlo.
De que el castillo preferira que no estuvieras all?, finaliz Isobe en silencio. Ella
tambin haba sentido la desaprobacin, el aborrecimiento de las antiqusimas paredes de piedra
gris. Kianl se senta despreciado, y por eso las despreciaba. El hogar ancestral de los seores de
Teilhil haba sido sustituido dcadas atrs por el castillo ms moderno y mejor situado de Ilhah, y la familia de Isobe ya apenas pisaba los terrenos de Kianl salvo en alguna visita espordica para
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asegurarse la lealtad de sus vasallos. O, como en aquella ocasin, para ocultarse, para desaparecer,
para obligar a Novana a olvidar que exista una familia ms poderosa que la del mismsimo rey.
Preferiras que nos hubiramos quedado en Ilhah? inquiri Isobe. Diaina agach la
cabeza.
Padre quera que viniramos a Kianl.
Claro que s. Para quitarnos de en medio y convertirnos en el premio que quiere que
seamos. Para Linat, todo era un instrumento. Utilizaba cualquier cosa, incluso personas, para
abrirse camino hacia el lugar que crea merecer en el mundo. Aunque esas personas fueran su
propia hermana, su propia hija. La brisa le susurr palabras ininteligibles de consuelo. Isobe la ignor; haca muchos aos
que haba asumido lo que era, lo que se esperaba de ella, lo que le deparaba el futuro. Y el odio de
Kianl no haca sino sealarle la inminencia de ese destino al que ya no poda hacer odos sordos.
Anoche so con los rboles dijo de pronto Diaina, su voz clara resonando entre los suspiros de las hojas. Tena la vista perdida en las ramas del roble. Me hablaban. Isobe parpade.
Y qu te decan? pregunt al fin, cuando fue evidente que su sobrina haba vuelto a
perderse en el mundo demasiado amplio de su imaginacin. Al cabo de un instante eterno, Diaina
gir el rostro y pos los ojos, verdes y rasgados como los de un gato, en ella. No lo s dijo con sencillez. Y, pese a su mirada sosegada, Isobe estuvo segura de que menta.
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PRIMERA PARTE
Decimosexto da antes de Yei. Ao 548 despus del Ocaso.
La capital de Novana no saba si rer o llorar. El llanto por el muy amado y adorado rey Kevol IX
se mezclaba en las calles de Lanhav con la risa por el igualmente amado y adorado prncipe
Tearate, convirtiendo el da grisceo en una fiesta de lgrimas polvorientas en las caras de los
risueos lanhavenses.
Manos muertas para coronar a un vivo
La corona cada pronto es recogida.
Conteniendo un bufido impaciente, Linat de Teilhil esquiv al grupo de damas que
cuchicheaba junto a la puerta del Gran Saln. Cualquiera que intentase entrar en la Torre del Rey se vea obligado a pasar lo bastante cerca de ellas como para que sus ojillos brillantes y afilados tuvieran tiempo de diseccionarlo, analizarlo y sacar conclusiones a partir de su vestimenta, su
gesto e incluso el ritmo de su respiracin.
Buenas tardes salud una joven, apartndose para dejarlo pasar. Linat le dirigi una mirada desinteresada: seda de color crema, rizos castaos y ojos demasiado grandes para su rostro infantil. No la conoca. Ella agach la cabeza con timidez, estudindolo entre las pestaas como si,
ella tambin, fuera incapaz de reconocerlo.
Buenas tardes, seora respondi antes de alejarse a toda prisa hacia el otro extremo de la estancia, donde se abra una puerta que comunicaba con corredores y habitaciones que slo
usaban los sirvientes de la familia real. No era extrao que esa chiquilla no supiera quin era: al fin
y al cabo, era lo que pretenda.
Teilhil.
Lanz una mirada de reojo hacia el centro del saln para asegurarse de que nadie le prestaba atencin antes de acercarse al enorme tapiz. Pese a que trat de mantener su expresin
impvida, not la tirantez de los msculos del rostro, empeados en mostrar el desagrado que
aquel hombre le provocaba.
Venver.
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Kaoge de Venver esboz una sonrisa de dientes amarillos, a juego con los mechones de pelo que cubran su frente curtida por la intemperie. A diferencia de Linat, que ni siquiera
disfrazado poda ocultar su origen noble, el seor de Venver tena aspecto de salvaje incivilizado. Tampoco era extrao: Venver se hallaba al noreste de la cordillera de Saldehna. Y todo lo que
haba al norte de Saldehna era territorio brbaro, por mucho que Novana se empease en
considerarlo parte de s.
Ests horrible seal Kaoge, alzando una mano de cuero curtido en direccin a la cara
de Linat. Con esa barba eres igualito a mi abuela Ledala. Y mi abuela Ledala era muy fea.
Saba que las mujeres he-ranne eran ms hombres que sus hombres, pero ignoraba que fuera hasta ese extremo gru Linat.
A ver si te crees que el rey Fiodoc se cas con ella por su belleza se burl Venver,
apoyndose al descuido sobre el tapiz y ocultando con el hombro las facciones tejidas de una dama de ojos bovinos, que observaba maravillada el trote de un unicornio que pareca un gato con la nariz de punta. Lo mismito que yo, vamos, que me cas con Nola porque tena ganas de verle las
vergenzas. Se estremeci de forma visible, sin dejar de sonrer. Ignoraba que os gustasen ms los hombres.
Qu va. Lo que nos gusta es el poder replic Kaoge, divertido. Y si para conseguirlo tenemos que llevarnos a la cama a un buey bueno, tampoco puede decirse que nosotros seamos
muy agraciados concluy sin dejar de sonrer. Linat no pudo sino devolverle una sonrisa renuente, pese a que senta de todo excepto
simpata por Kaoge. Incluso haciendo un esfuerzo por recordar los rasgos caballunos y el cuerpo
de rumiante que hacan de Nola de Venver una de las mujeres menos agraciadas de Novana. Se rasc el mentn barbado en un gesto involuntario. Lo cierto era que picaba, la
condenada.
No tengo intencin de casarme con Tearate, as que me da igual estar tan feo como tu
mujer y tu abuela desnudas bailando una danza monmorense encima de una mesa. Por los Tres, qu imagen ms pavorosa fingi horrorizarse. Venver solt una risita sardnica.
Pensaba que te habas dejado eso precisamente para cortejar a nuestro querido futuro rey. Si an no se ha casado, igual es porque es a l a quien le gusta besar barbas
Entonces Tearate te habra pedido la mano de tu sobrina Adola. Me han dicho que tiene
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un mostacho que es la envidia de todos los tikn de Trga.
Se hace trenzas, s rio Kaoge, y torci la cabeza para esconder sus facciones cuando
uno de los sirvientes pas a su lado. El seor de Teilhil contuvo el impulso de hacer lo mismo. El
siervo le resultaba desconocido, pero eso no significaba que fuera as en el caso inverso.
La chiquilla de la entrada no lo haba reconocido. Sin embargo, Linat saba que pocos se
engaaran al verlo vestido con ese inhabitual color marrn y oculto tras la barba, por mucho que
dejrsela crecer hubiera puesto a prueba toda su fuerza de voluntad: los picores haban estado muy cerca de volverlo loco, y su decepcin haba sido abrumadora al comprobar que la suave barba
morena que se haba afeitado aos atrs era ahora un matojo spero e hirsuto de pelos amarillentos entremezclados con algn que otro cabello negro. Soy demasiado joven para parecer tan viejo De cualquier forma, y aun corriendo el riesgo de sufrir una enfermedad de la piel que ni
siquiera los sanadores monmorenses sabran cmo curar, bien mereca la pena el intento.
Qu mejor lugar que la Torre del Rey? haba sido su respuesta a la misiva del seor de Venver, enviada justo despus de la inesperada muerte de Kevol IX, en la que el norteo le propona mantener un encuentro discreto para hablar de sus expectativas de futuro. El prncipe
Tearate est buscndonos para obligarnos a acudir a Lanhav a jurarle lealtad. Pensar que nos escondemos cada uno en una punta de Novana, o incluso que hemos viajado al continente. Jams se le pasar por la cabeza que podamos meternos en su casa para hablar mal de l.
Hablar mal de l, qu eufemismo fue el comentario burln de Isobe mientras Linat
dictaba la carta a uno de sus siervos de confianza. Ahora a conspirar contra un rey se le llama
insultarlo.
Bueno, es un insulto sonri Linat. Pero no mayor que ver a la Casa de Laurvat
ocupando un trono que pertenece por derecho a Teilhil.
Siempre has tenido una idea demasiado elevada de ti mismo, Linat. Laurvat es la casa
real. Confrmate con poseer el seoro ms grande de Novana, y deja el trono para quien lo quiera. Oh, pero es que yo lo quiero replic Linat, lanzando una ojeada de advertencia a su hermana. Ella hizo un mohn que no desmereci su impactante belleza de pelo cobrizo y piel
plida, una belleza que ya haba inspirado varias decenas de canciones en la Corte de Lanhav,
siempre dispuesta a encontrar cualquier cosa que la sacase del aburrimiento.
se fue el instante en que Linat decidi enviarla a Kianl junto con su hija Diaina y
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apartarlas a ambas de la mirada codiciosa de los nobles novanos. Si algo que ves cada da te
resulta deseable, no lo desears ms cuando ya no puedas verlo? Las canciones dedicadas a su
hermana no le serviran para conseguir sentarse en el trono; su matrimonio, tal vez s.
El capitn de la Guardia Real no haba movido un msculo en las ms de tres horas que haca que
el prncipe se haba sentado tras la mesa. Haba llegado a conocer a Tearate lo bastante bien como
para saber que su alteza, lejos de encargarse de algn asunto importante, dejaba pasar la maana apostando consigo mismo a que el siguiente sera el momento en el que el guardia se rascara la
nariz, o cambiara el peso de su cuerpo de un pie al otro, o hara cualquier cosa que demostrase que
no era una estatua de madera policromada sino un hombre.
Vanakao de Venver no le haba dado el gusto. Por no haber, no haba ni parpadeado cuando
el sol, en su paseo diurno por el cielo, pos su mirada deslumbrante sobre sus ojos. A juzgar por sus movimientos, cualquiera habra pensado que estaba muerto. Ignoraba al prncipe heredero en la
esperanza de que Tearate decidiera dejar de mirarlo con fijeza, como un nio estudiara a un insecto estrafalario, mientras esperaba una reaccin por su parte. Obstinado, Vanakao continu
fingiendo ser ciego, sordo y mudo. Como era su deber.
Mi alma por mi rey.
El prncipe Tearate disimul un bostezo tras la mano derecha y apoy el codo en el
reposabrazos del inestable bastidor que algn artesano con nfulas se haba atrevido a llamar
silla.
Cunto falta para la hora de comer? murmur. Esa gente de ah abajo no pretender quedarse a ver si la invito, verdad?
Como Vanakao saba de sobra, la idea de Tearate al recluirse en sus habitaciones haba sido
aislarse de los nobles, vasallos de los nobles, esposas de los nobles, madres de los nobles, hijas de los nobles, damas de compaa de las hijas de los nobles, comerciantes venidos a ms, artesanos venidos a menos, familiares lejanos y dems parsitos que pululaban por la Torre del Rey, dispuestos a asaltar a su joven prncipe para ofrecerle, una vez ms, sus condolencias por el fallecimiento de Kevol IX y demostrarle, una vez ms, lo leales que eran y lo inteligentsimo que
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sera l si tuviera presentes sus nombres a la hora de decidir de quines se rodeara para comenzar
su gobierno con buen pie. Incluso desde su posicin como mero testigo, Vanakao entenda
perfectamente que Tearate tuviera ganas de agarrar una pica y empezar a ensartar cuerpos como un
tikn posedo por una furia homicida.
Y ni siquiera tienen la decencia de esperar a mi coronacin para empezar a hacer planes
rezong Tearate como si hubiera ledo sus pensamientos. Putos cretinos
Vanakao no hizo gesto alguno. Si haba algo que un hombre deba saber antes de ingresar
en la Guardia Real de Novana era cmo permanecer inmvil e impvido durante horas y horas.
Creo que voy a disolver el Cuerpo coment Tearate para s, cuidando de alzar la voz lo
bastante como para que Vanakao no tuviera ms remedio que escucharle. Total, para lo que
servs, bien puedo ahorrarle a la Corona el pao de vuestro uniforme. Y vuestra paga, que no es lo
que se dice baja. Oh, y vuestra puta presencia, claro refunfu, acaricindose el mentn en un gesto premeditadamente pensativo.
Vanakao se permiti el lujo de parpadear una nica vez antes de regresar a su anterior inexpresividad.
Vaaaaaaaya As que las orejas te sirven para algo ms que para asomarte por debajo del pelo. Me alegra saberlo gru Tearate, levantndose con esfuerzo del asiento. Se llev la
mano a los riones y emiti un suspiro. Estoy demasiado viejo para ser tan joven protest. Apoy las manos sobre la mesa de madera oscura, tan pulida que, cuando se inclin sobre ella,
Vanakao pudo ver el reflejo de su rostro inmaduro y ojeroso, de los ojos envueltos en un sudario de piel negruzca e hinchada.
Era lo que se esperaba de l: mala cara, palidez, debilidad fsica y fortaleza espiritual.
Todava se hallaban en perodo de luto por su padre fallecido. Aunque, en palabras del propio
Tearate, las muestras de dolor que vea resultasen casi ridculas. Si el propio Tearate, que adoraba
a su padre, no haba sido capaz de llorar ms de cinco horas seguidas, cmo pretendan los
lanhavenses hacerle creer que sentan tanta pena como para revolcarse por el barro en un vano
intento de aliviar su profundsima tristeza?
Supongo que Padre tena razn volvi a rezongar el prncipe. Slo hay una cosa que
comparten los habitantes de Lanhav: son unos gilipollas. Del primero al ltimo. No se salva ni la
madre que me pari, los Tres la hayan coronado con flores silvestres y todo eso.
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Vanakao sigui inmvil junto a la puerta. Y slo hay una cosa que comparten los guardias reales sigui Tearate, lanzndole una
mirada intencionada. No son humanos. Pero son tan idiotas que ni siquiera se dan cuenta.
S, alteza respondi Vanakao, manteniendo la expresin cuidadosamente impasible.
Oh, tambin hablas. Qu bien mascull el prncipe, dirigindose a grandes zancadas hacia la puerta. Se detuvo junto a l y escudri sus ojos, que Vanakao mantena clavados en el tapiz de la pared opuesta. Dile a tu comandante que quiero hablar con l.
No puedo moverme de aqu, alteza fue la respetuosa respuesta de Vanakao.
Estupendo. Pues no te muevas, eh? replic Tearate antes de abrir la puerta de un
tirn.
Vanakao de Venver permaneci quieto mientras el rey al que haba jurado proteger sala de la estancia y cerraba la puerta tras de s. Suspir, sacudi la cabeza y alarg la mano para volver a
abrirla y echar a andar en pos del caprichoso heredero del trono.
Tenas razn empez Kaoge. Mi hijo Vanakao dice que Tearate ha enviado a varios de sus compaeros a recorrer Novana con copias de dos cartas, una a tu nombre y otra al mo. Pero no ha
pensado en guardar una en Lanhav por si se nos ocurra aparecer por aqu. Estoy seguro de que ni
siquiera si bajase ahora mismo por esa escalera y nos viera charlando en su saln creera en la posibilidad de que estuviramos en la Isla. Y juntos, nada menos. Hay ciertas cosas que es mejor hacer en persona dijo Linat. Cierto.
Haba olvidado que tu hijo perteneca a la Guardia Real sigui, lo bastante contrariado como para dejar que su ceo se frunciese de forma visible. Despistes como se eran los que llenaban de cuerpos las celdas bajo la Torre del Rey y de sangre las tarimas levantadas a toda prisa en la Isla. Y l no tena ninguna intencin de convertirse en una mancha rojiza para divertimento del pueblo lanhavense.
Es capitn de la Guardia Real, s. De momento corrobor Kaoge. Hasta que Tearate
le permita regresar a Venver y retomar su papel como heredero del seoro mientras espera el
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deceso de su amado padre.
Tienes intencin de morirte? pregunt Linat con brusquedad.
Ni la ms mnima. Pero deja que Tearate suee cosas bonitas mientras todava puede hacerlo rio el seor de Venver, alzando la mirada hacia l. De todos modos, Vanakao podra
salir de la Guardia Real mucho antes si el trono no estuviera ocupado por un Laurvat. No s qu
tendr esa familia en contra de la ma. Deberan estarnos agradecidos por librarles de la rama fea y
dejarles a los guapos para perpetuar su estirpe Eso que acabas de decir se parece mucho a la traicin, sabes? seal Linat en tono
casual.
El qu, que mi rama de la familia real es fea?
No. Lo otro.
Oh, qu pavor. Tienes razn se burl el seor de Venver, que t y yo queramos
hablar del mal tiempo y las cosechas
A su pesar, Linat sonri.
Ya veremos lo que opinas a mediados de Tihahea cuando no tengas ms que carne rancia
y manteca agria que llevarte a la boca. Pero estoy de acuerdo: no hemos venido hasta la Isla para
hablar del clima.
No.
Linat se apoy junto al deforme unicornio de lana y cruz el tobillo derecho sobre el izquierdo, adoptando una postura fingidamente relajada. Tearate dijo. Su interlocutor asinti sin necesidad de ms explicaciones. An quedan cincuenta y dos das de luto por Kevol. Es decir, cincuenta y dos das para
su coronacin. Pero nadie se ha planteado la posibilidad de que el Triasta ponga la corona encima
de otra cabeza. Hizo una mueca de desagrado. Incluso l mismo se considera ya rey de
Novana, seor de Laurvat, soberano de Lenvania, Venver, Teilhil y Sendala, conquistador de
Hongarre, protector de las Islas de Somlo y Desa y Luz de Lanhav.
Soberano de Teilhil, nada menos buf Linat. Teilhil es mo, no de ese chaval que
todava no sabe limpiarse los mocos sin ayuda de su mayordomo mariquita. Novana debera ser
ma agreg en un gruido frustrado.
Excepto Venver fue la respuesta de Kaoge. El noble norteo no se haba inmutado al
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ver la impaciencia de Linat; casi pareca divertido ante su reaccin. A m Novana me importa
tres mierdas. Por m como si se hunde en el mar. Lo que no soporto es que Novana piense que
Venver y Hongarre le pertenecen slo porque tuvimos la mala suerte de acabar compartiendo isla
despus del Ocaso.
Linat aguant su mirada tanto tiempo que la imagen se volvi borrosa ante sus ojos; sin embargo, ni aun as la apart.
La mayora de los novanos consideran que Venver y Hongarre forman parte del pas por
designio de los dioses acept, aferrando una jarra de peltre de manos de un sirviente que correteaba en direccin a otro grupo de nobles. Se la llev a la boca sin ceremonias y bebi dos
tragos del vino que contena. Madera. Mezclada con el sabor dulce de las especias y el leve regusto
metlico del recipiente, formaba un conjunto interesante. Le tendi la jarra a Kaoge. Y no les falta razn aadi con cautela, lanzando una ojeada al sirviente. El joven vestido de negro dio un respingo, gir sobre sus talones y ech a correr hacia la puertecita entornada de la que acababa
de salir. Al fin y al cabo, si los Tres decidieron separarnos a todos del continente, quines
somos nosotros para contradecirles?
Crea que queras ser rey, pero si prefieres convertirte en Triasta no tienes ms que
decirlo dijo Kaoge, sardnico. El tocado de tres picos es mucho ms favorecedor que la corona. Y as no tendrs que preocuparte cuando empieces a quedarte calvo.
Linat alarg el brazo para recuperar la jarra medio vaca. No tengo intencin de quedarme calvo. Y si quisiera ser Triasta, lo sera.
Y si quisieras ser rey? contraatac el seor de Venver, provocndole un ataque de
tos que acab enviando el vino, mezclado con su saliva, sobre el vestido de lana amarilla de la
dama del tapiz. Se limpi la nariz con la manga, frunciendo el ceo en un gesto que Kaoge no
crey lo bastante amenazador como para dejar de sonrer. Si quisiera ser rey, buscara el apoyo de los nobles ms poderosos de Novana y les
propondra una alianza.
Kaoge compuso una sonrisa torcida. Su expresin deca, tan claramente como si sus labios
hubieran formado las palabras, por fin estamos llegando a donde queramos llegar.
Tendras que ofrecerles mucho a cambio. Conspirar contra el rey todava se considera
traicin, y est penado con la muerte. Entre otras cosas ms desagradables.
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Soy el seor de Teilhil se envar Linat. Podra ofrecerle a cualquiera mucho ms de
lo que se le ocurrira imaginar despus de beberse la reserva de aguardiente de La Doncella en una
noche tonta.
Lenvania quiz no estara de acuerdo.
Lenvania es un gilipollas.
S. Pero es un gilipollas tan rico como t rio Kaoge, aceptando de nuevo la jarra, en la que ya apenas quedaba un dedo de vino lleno de posos. Qu le daras a cambio de su apoyo? Renegaras del recuerdo de tu muy difunta esposa y te casaras con su hija Marionna, por ejemplo? Seal con la cabeza en direccin al grupsculo de damas que segua cuchicheando junto a la puerta. La mirada de Linat cay sobre la joven que lo haba saludado al entrar. Se sobresalt. La hija de Lenvania. Maldita sea, estoy perdiendo facultades, se increp, conteniendo el impulso de arrebatar la jarra de los labios de Venver para apurar su contenido en busca de una seguridad que, poco a poco, le iba abandonando.
Ya tengo un heredero y una hija casadera. Mi matrimonio con Marionna de Lenvania no dara ningn beneficio a su padre
salvo emparentarle con Teilhil, claro apunt Kaoge.
De cualquier forma, cuando yo digo que Lenvania es gilipollas, es que es gilipollas. A
quin se le ocurre traerse a su hija a Lanhav en un tiempo de transicin, por ejemplo. Alz la mano y acarici el rostro de lana de una dama que observaba el vuelo de un dragn famlico.
Hay lugares, y pocas, que no estn hechos para mujeres tan jvenes como ella. Sobre todo si son solteras.
Es en Lanhav donde hay que estar en estos momentos. Todava me pregunto por qu no
has trado t a tu hija y a tu hermana, aunque para ello tuvieras que disfrazarlas como te has disfrazado t.
No soy tan idiota como para ponerlas en manos de Tearate, como ha hecho l fue la
respuesta de Linat. O como has hecho t con tu hijo Vanakao, por poner otro ejemplo. Kaoge decidi pasar por alto el insulto.
Es igual desech. Estoy seguro de que podras comprar la lealtad de Lenvania de
alguna forma. Su sonrisa se endureci. Lo que me estaba preguntando es cmo pretendes
lograr el apoyo de Venver.
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Linat arque una ceja. Y quin te ha dicho que necesite el apoyo de Venver?
Kaoge se encogi de hombros y alarg el brazo para encajar la jarra vaca en las manos de otro sirviente que pasaba junto a ellos. Veamos fingi cavilar, alzando los ojos hacia el techo y propinndose un golpecito con el dedo en la barbilla. Teilhil es tuyo, como ya has tenido a bien dejar claro unas veinte veces desde que hemos empezado a hablar. Es uno de los seoros ms grandes, ricos e influyentes
de Novana.
El que ms.
Lo que t digas, hombre, lo que t digas dijo Kaoge, divertido. Laurvat y Lenvania son los dos seoros que lo siguen en importancia, tamao y riqueza. Laurvat pertenece a Tearate,
de modo que no podras comprar su apoyo para destronarle ni con todo el oro del continente y el
apoyo militar del imperio de Monmor. Y Lenvania
Lenvania es gilipollas.
Lo cual no quita que sea leal a Tearate, al menos de momento.
Pues por eso digo que es gilipollas.
Muchos consideraran que es ms inteligente ser leal a un rey que a un seor que todava
no tiene ni la corona ni las simpatas de nadie.
Linat cerr la boca, tragndose la rplica y la bilis que abrasaba su garganta.
Dame tiempo murmur.
Cincuenta y dos das. Es el plazo que tienes para conseguir la lealtad de Lenvania. Y, si
no la consigues Bueno, no te vendra mal el apoyo de otro seoro rico e influyente, aunque est
al norte de la cordillera de Saldehna. Es decir explic alegremente, que necesitas a Venver y
has venido a por su apoyo, como era obvio desde el principio. Eso por no hablar del muy elocuente
hecho de que te hayas reunido conmigo, arriesgndote a que Tearate te descubra y te obligue a
ponerte de rodillas delante de l.
Linat hizo una mueca.
No, muchas gracias. Hay cosas que no hara por ningn hombre, aunque ese hombre sea
mi rey.
Oh, tu rey rio Kaoge. Ten cuidado, Teilhil. Se empieza llamando mi rey a Tearate
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y se acaba muriendo en una batalla con su nombre en el corazn y una sonrisa de felicidad en los
labios.
Ignoraba que tuvieras alma de bardo resopl Linat.
Entre otras cosas. La cabeza de Kaoge se inclin hacia un lado hasta rozar el tapiz,
apoyndose sobre la lana verde del prado en un ademn relajado. De modo que dime, oh, seor de Teilhil: cmo pretendes conseguir el apoyo de Venver? Te adelanto desde ya que mi hijo Vanakao no va a casarse contigo coment en tono festivo. Eres demasiado viejo para l. Linat busc con la mirada otra jarra de vino tras la que poder esconder su inseguridad. Maldita sea, Venver tena razn. Haba acudido a Lanhav para comprar su lealtad, pero no tena ni
idea de cmo hacerlo. Kaoge no le dara su apoyo por el mero hecho de que Linat le cayese mejor que Tearate. Sobre todo teniendo en cuenta que a Kaoge no le caa bien absolutamente nadie. Y era
recproco. Nadie poda soportarlo. Linat estaba convencido de que ni l mismo se aguantaba. Por
mucho que sonriese como si estuviera encantado de haberse conocido.
Si quieres que Vanakao herede Venver empez con cautela, tendrs que buscarle
una esposa y casarlo
S. Pero no tengo intencin de unir a mi hijo con Teilhil, sin nimo de ofender respondi Kaoge con tranquilidad. Ni con ninguna otra familia de Novana. Tambin sin nimo
de ofender.
Supongo que con Novana te refieres al sur de Saldehna.
Venga ya, Linat exclam Kaoge. Los dos sabemos qu es lo que Venver quiere. De
verdad tengo que explicrtelo?
No.
Suspir.
Lo mo se acerca a la traicin, pero lo tuyo va doscientas leguas ms all y luego vuelve
antes de que lo mo haya salido.
La traicin slo depende del tiempo. Ahora mismo, lo es. Dentro de cincuenta y dos
das quin sabe? Quiz sea devocin a tu pas. Y al mo agreg Kaoge, enarcando una ceja intencionada. Venver.
Independencia dedujo Linat. Dime una cosa Pretendes que Hongarre se una a Venver, o vas a dejar que los clanes se busquen la vida para conseguir separarse de Novana por su
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cuenta?
Hongarre y Venver son lo mismo.
Es una locura.
Kaoge elev una mirada exasperada al techo.
No menos que dejarle el trono a un chaval. Tearate ni siquiera sabe cmo afeitarse l solito, si es que ya le hace falta afeitarse, claro. Como para ponerle al frente de todo el pas, vamos.
La unidad de Novana es un designio de los Tres.
Ni Lhadhar ni Cahhir se han pronunciado nunca al respecto argument Kaoge. Y,
que yo sepa, Jenhaha prefiere usar su voz para expresar otras cuestiones. As que dime, Linat
Qu prefieres, una Novana ms pequea pero tuya, o una Novana grande en manos de Tearate de Laurvat? Hasta dnde sers capaz de llegar con tal de sentarte en el trono?
Linat sostuvo su mirada sin pestaear. En los iris pardos del seor de Venver pudo ver, por
un instante, cmo la burla era sustituida por algo muy distinto, un destello de violencia que estuvo
a punto de hacerle recular. Un brillo repentino que le record que, por mucho que vistiera de
terciopelo y seda, Kaoge no dejaba de ser descendiente de los clanes he-ranne. Los mismos que haban empapado en sangre la isla sin dejar de sonrer bajo la tintura azul que cubra sus rostros. Los mismos que, espada en mano, haban eviscerado a tantos miles de novanos que los gritos de
dolor, horror y muerte todava podan orse, cientos de aos despus, en las gargantas de la
cordillera que divida en dos la isla.
De verdad quera Novana seguir contando a esa gente entre sus sbditos? Y de verdad
tena Novana poder para conseguirlo?
Est bien accedi. Apyame para conseguir el trono de Novana, y cuando sea rey
firmar la independencia de Venver y Hongarre.
No.
Linat alz la vista, sorprendido. Kaoge le dedic una sonrisa depredadora.
No, no vas a firmar nada. No vas a regalarnos nuestra libertad. Vas a admitirla. Vas a
decir que siempre hemos sido libres e independientes, no que Novana se siente lo bastante
generosa como para entregarnos algo que siempre ha sido nuestro.
De acuerdo se rindi Linat, empujando sus pensamientos ms sombros a un rincn de su mente. Ya tendra tiempo de sopesar lo que acababa de hacer. En ese instante era mucho ms
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importante conseguir la ayuda de Kaoge que preocuparse por el sentido de un par de palabras.
De acuerdo core Venver, y al fin su sonrisa se extendi hasta sus pupilas. El seor
de Sendala ha tenido a bien aceptar mi invitacin a cenar esta noche aadi en tono relajado, separndose del tapiz. Una cena austera, como corresponde al perodo de luto por nuestro
bienamado rey. Me sentira honrado si t tambin decidieras asistir.
Por supuesto asinti Linat, e inclin la cabeza mientras, l tambin, esbozaba una
dbil sonrisa.
Vanakao se detuvo en el rellano. Recostado contra la pared, Tearate puso los ojos en blanco y solt un bufido entrecortado.
De verdad gru, observando a los dos hombres que caminaban en direccin a la
puerta del Gran Saln, tanta pinta tengo de ser imbcil?
Alteza?
Tearate hizo un gesto evasivo.
Nada. Dile a Yosen y a Tranlovar que se renan conmigo en mis habitaciones orden,
girando sobre sus talones para volver a subir la escalera. Y trete al seor de Lenvania, si es que
eres capaz de encontrarlo y de secuestrarlo sin que todos esos cretinos se den cuenta agreg por
encima del hombro. Vanakao se qued inmvil en el penltimo escaln, parpadeando con
desconcierto.
El crepsculo era dorado.
Jams haba visto un anochecer as. De pie junto a una columna de mrmol, Isobe extendi la mano hacia el sol moribundo y emiti una risa cantarina al ver que el astro pintaba de oro su
piel, el aire, la arena y la piedra, el cielo.
El calor tambin iba desapareciendo al mismo ritmo perezoso que empleaba el sol para
zambullirse entre las dunas. Obligado por la noche a huir del cielo, el oro, resignado, iba
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convirtindose en plata lquida. La brisa ola a miel. Isobe se irgui en direccin al horizonte,
aspirando el aire fresco que anunciaba la oscuridad, el suave viento cargado de polvo plateado.
Una estrella apareci, tmida, en el cielo.
As debieron soar los dioses el mundo. Un sueo que haban decidido compartir con Isobe
de Ilhah.
Oro susurr, contenta, cerrando los prpados bajo la caricia de la brisa. Un mundo enjoyado, tan distinto de la realidad que Isobe se pregunt si no habra muerto. El pensamiento no hizo sino acrecentar su felicidad.
Un grito. Se volvi, sobresaltada; el brillo del sol agonizante sobre los mosaicos de oro y
plata la deslumbr, cegndola, convirtiendo el mundo en un reflejo espejado de luz blanca. Entrecerr los ojos. Sombras.
La oscuridad cay sobre el patio, espesa y viscosa como bruma negra, amortiguando los
alaridos, los llantos, la voz tensa de un hombre que ladraba rdenes que inundaban el aire de
palabras sin sentido. Un olor metlico la asalt con la saa de un ejrcito sediento de de Sangre.
Otro grito, de horror. ste escap de sus labios cuando sus ojos se posaron sobre el cuerpecito del nio, unido todava a su invisible madre, la piel pegajosa y resbaladiza por la sangre de su nacimiento. El tercer aullido se atasc en su garganta mientras su mirada segua el viscoso
conducto que brotaba del abdomen del beb hasta su propia entrepierna.
Sangre.
Cay de rodillas, incrdula, aterrada, incapaz de sostenerse de pie. Las sombras fluctuaron
hasta formar la figura de un hombre. La negrura se espes, silueteando la tnica que cubra su
cuerpo, la espada curva que sostenan sus dedos, apagando el brillo de la hoja al levantarse en el aire y caer, trazando un arco, hasta hender la carne cubierta de fluidos del beb.
Sangre.
Isobe se desplom, horrorizada, las manos dibujando letras de color escarlata, smbolos ininteligibles, en el suelo de teselas metlicas. La muerte avanz por el cordn umbilical,
introducindose en su cuerpo, araando sus entraas en busca de su alma. Jade cuando sus
pulmones se negaron a respirar. Muerte. Sombras.
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Sangre.
El hombre se gir para mirarla. El brillo de una sonrisa maligna. Ignorando su siguiente
chillido, levant la hoja y la descarg sobre un segundo bulto, cubierto de sombras, que agitaba las manitas en el aire.
Sangre.
Despert con el quinto grito repicando dolorosamente en la cabeza. Se incorpor con una
exclamacin ronca, el aire rascando su garganta magullada, y dej que la manta resbalase hasta convertirse en un bulto informe en su regazo. Un bulto con forma de
Se estremeci, cubrindose los brazos desnudos con las manos. La luz de la luna penetraba
por el hueco que dejaba el lienzo sobre la ventana, creando un camino de plata desde el cielo hasta su lecho. Un sueo, nada ms. No haba nio. No haba hombre, ni espada, ni sombras. No haba
Sangre.
El dolor en su vientre se convirti en una pualada ardiente, blanca, que la hizo gemir de
aprensin. Patale para liberarse de la manta, casi frentica, y volvi a gritar al ver el charco,
plateado bajo el rayo de luna, que empapaba el colchn relleno de paja, su camisa de dormir, sus piernas.
No puede ser jade. No puede Yo no Intent respirar; el aire a duras penas entraba en sus pulmones. Mareada, apart la manta y
trat de descolgar las piernas por el borde de la cama. Su cuerpo se neg a responder.
No puede ser.
Entonces, lo comprendi. La luna. Sangre. Dolor. Estuvo a punto de echarse a rer de pura
histeria. Tonta, tonta, tonta Un sueo Una travesura de su mente, que haba convertido las
molestias de su ciclo menstrual en imgenes, dando forma a uno de los temores que no haba
logrado superar con la infancia.
Cuando le des un hijo a tu esposo, estars ayudando a Teilhil a recuperar el lugar que es suyo por derecho
Palabras de Linat. Isobe se mordi el labio. Y si y si no puedo? Los ojos de su hermano, en su imaginacin, se convirtieron en acero afilado.
No seas tonta se reconvino, logrando sentarse en el lecho y apartndose de la frente los
mechones empapados en sudor fro. Claro que podrs. Sea quien sea el hombre con quien Linat
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te case, le dars todos los hijos que haga falta. Hacemos lo que debemos hacer. Siempre.
Suspir, agachando el rostro. Debera llamar a Julda para que me prepare un bao. Los
siervos no protestaran si su seora les exiga agua caliente en mitad de la noche. Ellos tambin
hacan lo que deban hacer.
Un quejido apagado la sobresalt. Alz la cabeza. Diaina? susurr, recordando de pronto la presencia de su sobrina. Haba estado medio
dormida cuando la hija de Linat acudi a su cama para ahuyentar los malos sueos. Diaina no dorma bien, y a veces, slo a veces, la presencia de Isobe lograba calmarla lo suficiente como para
descansar unas horas sin ver sus sueos invadidos por sus terrores ms hondos.
La nia estaba sentada en el otro extremo del lecho. No pareca haberse dado cuenta de que
Isobe se hallaba a su lado. No pareca consciente ni de dnde estaba.
Temblaba.
Diaina? repiti Isobe, reptando hacia ella mientras las cobijas intentaban impedirle acercarse.
Hay dos solloz Diaina sobre el nido formado por la manta. Dos, dos, dos
Dos murmur ella, desconcertada. Dos qu?
No son dos. Es uno. Es uno gimote Diaina, apretndose las sienes con los dedos.
No lo matis, no, no
Sangre.
Est llorando musit Diaina, Levant la cabeza y clav las pupilas en el infinito. Entre
las sombras, sus ojos brillaban como fuego verde. No lo matis. No me matis. Isobe la envolvi en un abrazo y enterr el rostro entre sus cabellos negros. Ola a lavanda,
a sudor y a sangre. A miedo.
Los sueos slo son sueos, Diaina dijo, estrechndola con fuerza para que dejase de temblar. Slo sueos.
Cuando la ltima palabra abandon sus labios, Isobe sinti un escalofro.
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El futuro rey de Novana tena el ceo fruncido. Como casi siempre.
Vanakao de Venver contuvo un suspiro cuando el prncipe eludi su mirada y cruz los
brazos ante el pecho, sin ocultar su impaciencia.
Se espera de vos que agradezcis la presencia de vuestros nobles, alteza cuchiche el
mayordomo mayor, Tranlovar, inclinndose sobre el prncipe desde su lugar junto a su silla. Y estoy agradecido. Vamos, estoy que no quepo en m. Tan agradecido que me estoy
gastando medio tesoro real en darles de cenar como si me cayeran bien rezong Tearate sin
cambiar su expresin desapacible. A su lado, Dalin de Istas ocult un amago de sonrisa tras la copa
plateada.
Es lo que se espera que hagis, seor reiter Tranlovar pacientemente, e, inclinndose
una vez ms sobre el asiento que el prncipe ocupaba tras la mesa en la cabecera del Gran Saln,
recit: Cumplidos veinte das de luto por un monarca fallecido, es costumbre que los nobles de
Novana presenten una vez ms sus condolencias al hered
Pues que presenten lo que les d la gana y que se larguen. Qu ganas de molestar a la gente, por los Tres mascull Tearate, siguiendo con ojos vidriosos a una sirvienta que bailoteaba, haciendo equilibrios con una bandeja de carne asada, entre las mesas alargadas repletas de nobles rijosos. el heredero del trono sigui Tranlovar por tradicin invita a quienes han acudido
a darle el psame a un refrigerio
Refrigerio. Ya. Con lo que estn devorando podra alimentar al ejrcito de mi familia durante tres campaas invernales seguidas. Y a todas las putas que viajasen con l. Y las putas comen mucho, si entiendes lo que quiero decir. Tearate lo mir de reojo. O no, yo qu s murmur.
costumbre que ofrezca lo mejor de su despensa a Para qu cojones tienes que contarme todo esto? lo interrumpi Tearate, alargando una mano para aferrar un trozo de carne de la fuente que tena delante, y que sus compaeros de
mesa haban dejado sin tocar en deferencia a l. En serio, no me interesan ni las costumbres, ni las tradiciones, ni la madre que las pari. Con que lo sepas t es suficiente, ya te encargas de hacer
todo lo que dices que yo tengo que hacer
Se supone que tengo que saberlo se envar Tranlovar, orgulloso. Demasiado orgulloso
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para ser un mero sirviente, pens Vanakao. Claro que el caso de Tranlovar siempre haba sido
peculiar. Mis funciones incluyen no slo asegurarme de que la fortaleza de la Isla est
abastecida en
S, vale. Lo que sea gru Tearate antes de clavar los dientes en la carne. La grasa de
la ternera se escurri entre sus dedos, manchando la seda de su jubn. Tranlovar solt una exclamacin horrorizada. Vanakao, por su parte, contuvo una sonrisa, ocultndola tras su habitual
mscara de impavidez.
En cierto modo, el prncipe tena razn. El Gran Saln, centro de Novana y lugar desde el
que innumerables reyes haban gobernado la isla, estaba abarrotado casi hasta el lmite de su
capacidad. Y era una estancia inmensa. Sin embargo, aquella noche pareca ridculamente
pequea: las mesas alargadas rozaban los extremos de la sala, y apenas haba un paso de distancia
entre tablero y tablero, lo suficiente para que se encajasen decenas de cuerpos cubiertos de seda, lana, pao, joyas y sudor. Los grandes hogares de piedra estaban apagados pese a lo avanzado del otoo; con la aglomeracin de hombres y mujeres haba bastante para que en cualquier momento alguien sufriera un desmayo por el calor.
No deberan haber acudido tantos. Es extrao, pens Vanakao, dejando que sus ojos se paseasen con disimulo entre las mesas. Todos parecan disfrutar de la comida, de la bebida y de su
mutua compaa; algo que ya de por s poda considerarse curioso, aunque no hubiera gente ms
experta en el fingimiento y la hipocresa que los nobles novanos. Todos saban cul era la
expresin adecuada para el momento: moderada satisfaccin, pena igualmente moderada, ningn
exceso ni en la alegra provocada por el vino ni en el dolor por el fallecimiento de Kevol IX. Y
todos, con mayor o menor disimulo, estaban pendientes de su enfurruado futuro rey.
Deberais al menos tratar de sonrer con amabilidad sugiri Tranlovar en direccin al
prncipe, que coma en silencio asesinando con la mirada a todo el Gran Saln. Estos hombres y
mujeres han venido a despedir a vuestro padre, al fin y al cab Que sigan comindose mi despensa y me dejen en paz resopl Tearate. Despidi con un gesto desabrido a la sirvienta que se empeaba en servirle ms vino. Bueno, al menos no tiene
previsto montar una escena y echarle la culpa al exceso de bebida, pens Vanakao. Un instante
despus se reproch a s mismo sus desleales pensamientos. El prncipe heredero poda ser brusco,
malencarado y grosero, pero saba cul era su deber y lo cumpla a rajatabla. E incluso a veces lo
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haca sin quejarse demasiado. Y Vanakao no poda evitar sospechar que gran parte de esa hosquedad y mala educacin de
las que Tearate haca gala era una simple fachada.
Alteza insisti Tranlovar, mirando de reojo a Dalin de Istas para asegurarse de que no le prestaba atencin. Vanakao no se extra al ver que Dalin bajaba el rostro y finga concentrarse en un guisante que haba quedado en su plato, hurfano, una vez desaparecido el cordero en salsa
de miel y arndanos. Alteza, creo que no os habis dado cuenta de lo que est en juego en realidad en esta cena. No se trata solo de una comida de cortesa: es
Te aseguro que s perfectamente lo que est en juego, Tranlovar. Tearate alz la cabeza. Sus ojos oscuros se clavaron en los de su mayordomo. Quiz mejor que t. En ese caso, alteza, tal vez deberais
Se interrumpi al ver la expresin desconcertada del prncipe, seguida casi al instante por
un rictus alarmado. El rostro del heredero palideci bajo la luz de las velas. Qu ocurre, alteza? inquiri Vanakao, adelantndose un paso, cuando los dedos de Tearate se abrieron para dejar caer el trozo de carne que haba estado mordisqueando. El futuro monarca se llev la mano a la frente para enjugarse una invisible gota de sudor. Al retirarla, la piel de su cara brill, manchada de grasa, dndole un aspecto casi enfermizo.
Nada murmur, echndose hacia atrs con brusquedad. La silla emiti un agudo
chirrido al arrastrarse por la tarima. Ignorando la repentina atencin de los comensales ms
prximos, Tearate apoy las manos en la mesa y trat de incorporarse.
Lo consigui al segundo intento. Y, aun as, se bambole antes de lograr enderezarse.
Alteza? pregunt Vanakao, inquieto, al ver cmo los rasgos del prncipe se contraan
en una mueca dolorida. Tearate sacudi la cabeza y tom aire con dificultad.
No pasa nada dijo ensayando una dbil sonrisa. Algo que me habr sentado mal, eso es todo.
Se llev la mano al vientre en un gesto que trat de disimular enderezndose el cinturn.
Vanakao se asust al ver el brillo mortecino, casi febril, de sus ojos normalmente inquietos y retadores.
Llama a Yosen bisbise Tearate antes de tambalearse hacia la escalera. Anonadado,
Vanakao se qued inmvil junto a la silla vaca del prncipe, y ni siquiera fue capaz de reaccionar
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cuando el sanador pas corriendo a su lado como una mancha negra llena de eficiencia.
Debera ir con l. Hoy el rey est a mi cargo.
Mi alma por mi rey.
El silencio slo dur un instante. Al siguiente, los nobles de Novana parecieron recordar
cmo haba que comportarse y devolvieron toda su atencin a la comida y a las conversaciones
que la sbita partida del heredero del trono haba interrumpido. Una sirvienta apareci por la
puerta de acceso a las cocinas con una enorme bandeja de capones asados. Otra se apresur a rellenar las jarras vacas. Dalin de Istas elev la copa en un brindis silencioso. Estoy seguro de que en realidad no era ms que una excusa para librarse de nosotros
susurr. Cuando Vanakao le dirigi una mirada escandalizada, gui el ojo antes de vaciar la copa de un trago.
Conteniendo un bufido muy poco propio de su cargo, el capitn de la Guardia Real sali
corriendo en direccin a la escalera.
Muerte sise Diaina. El bastidor cay al suelo con un golpe sordo que sobresalt a Isobe.
Levant la vista, sorprendida, y la pos en el rostro de su sobrina.
Qu? inquiri, clavando la aguja en su bordado. La luz de las llamas proyectaba sombras cambiantes en las facciones de Diaina, convirtiendo a la nia en un ser irreal que pugnaba
por conservar forma humana.
La Muerte susurr Diaina, con los ojos fijos en el fuego del hogar. Estupefacta, Isobe abri la boca para preguntar qu significaba aquello, pero un gesto
brusco de Julda la oblig a cerrar los labios.
Deja que los recuerdos despierten cuando quieran dijo la nodriza en voz baja antes de inclinarse sobre Diaina, acercndose sin llegar a tocarla. Has visto a la Dama?
Un relmpago de plata confirm Diaina. Cabalga en la tormenta. Es la tormenta.
Qu quiere decir? empez Isobe sin poder contenerse, y volvi a enmudecer al recibir una mirada punzante de Julda.
Ya viene musit Diaina antes de parpadear una, dos veces, y fruncir el ceo. Hace
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un poco de fro, no? aadi con tranquilidad, paseando los ojos por el saln iluminado slo por el fuego que arda en el hogar de piedra. Agach la cabeza, y su ceo se acentu al ver el bastidor
cado sobre sus pies. Hace tanto fro que no s cmo puedes bordar, ta Isobe rezong antes de
recoger su labor. Tengo los dedos rgidos.
Quin viene? exigi saber Isobe, dejando a un lado el bordado e inclinndose, ella tambin, hacia su sobrina. Ignor el ademn de reconvencin de Julda; haca ya muchos aos que
la nodriza haba dejado de intimidarla. Casi siempre. Diaina se encogi de hombros.
La Muerte. La Mujer Plateada. Viene. Desenred ociosamente el hilo, de un brillante color rojo. Pero no s a por quin. Y no s cundo. La Dama de Plata nunca se va respondi Julda con voz suave. Todos los das hay
muerte. Todos los das hay muertos. La iyya vive en Ridia. Si a eso se le puede llamar vivir. Diaina dej la mano, con la aguja entre los dedos, suspendida en el aire, y gir la cabeza para posar una mirada sosegada en su nodriza.
Cuando el Destino la llama dijo, la Muerte viene en persona. Ta Isobe, puedes pasarme el hilo verde?
Demasiado desconcertada como para responder, Isobe busc en el costurero que tena a sus
pies y aferr un ovillo al azar. Result ser morado. A Diaina no pareci importarle.
No pongas esa cara sonri, desenrollando el hilo con dedos giles. No hace falta
pintarse la piel de azul para tener la mente abierta.
Lo que me preocupa es que no seas capaz de cerrarla murmur Julda. Se incorpor y
se dirigi hacia el hogar para atizar el fuego. Una forma de ocultar su confusin, pens Isobe. Ella
hara lo mismo si Julda no se le hubiera adelantado. Y sin usar el atizador: el dolor en las manos
quiz servira para hacerle olvidar lo que su cerebro se empeaba en recordar.
Cmo puedes ser tan mayor para lo joven que eres Diaina empez a tararear con despreocupacin mientras bordaba las primeras briznas de
hierba de color morado.
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Tranlovar alz la vista cuando oy el chirrido de la puerta. En el umbral apareci la figura
escuchimizada de Yosen: una silueta ms negra que las sombras que poblaban el corredor a esas
horas de la noche, en las que la Isla dorma intranquila esperando a tener noticias del estado de
salud de su prncipe. Vanakao rebull, inquieto, tratando de permanecer inmvil junto a la figura silenciosa del comandante de la Guardia Real.
El sanador levant el rostro hacia el mayordomo y asinti con expresin sombra.
De acuerdo suspir Tranlovar, sacudiendo la cabeza. Esto es una locura.
No nos corresponde ni a ti ni a m decidir eso dijo Yosen con su habitual tono tranquilo.
No. Tranlovar volvi a suspirar. Comandante agreg en voz baja, volvindose hacia ellos. Sabes lo que tienes que hacer.
S, seor dijo el comandante llevndose la mano abierta al pecho. Y por los Tres, hazlo en silencio. Que no se entere nadie. Ser difcil ocultrselo a mis hombres, seor mayordomo.
Lo s. Y t sabes lo que tienes que explicarles a tus soldados contest Tranlovar,
lanzando miradas de reojo a la puerta de los aposentos del prncipe. El resto de Novana no debe enterarse de qu, de quin ni de por qu. Supongo que tus hombres lo entendern. Y que callarn.
Desde luego, seor. Es un asunto de la Guardia Real. Los asuntos de la Guardia Real son
slo nuestros.
De momento.
Capitn orden el comandante, volvindose hacia Vanakao. Sgueme.
S, seor respondi l con voz dbil, desconcertado, antes de echar a andar cuando el
comandante emprendi un trote silencioso pasillo arriba sin perder ni una pizca de su dignidad.
El rey estaba muy enfermo. El futuro rey, se corrigi Linat. O el pasado futuro rey, aadi, sin disimular una sonrisa. La ocult detrs de su palma, fingiendo una tosecilla que no llam la
atencin entre los murmullos de los nobles convertidos en multitud en el Gran Saln de la Torre
del Rey.
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La Isla se ahogaba en susurros que hablaban de traicin, de enfermedad y de muerte.
Quiz sera mejor que desaparecieras. Gir la cabeza para esquivar la insistente mirada de Dalin de Istas, que pareca muy interesado en su persona. Era improbable que lo hubiera
reconocido, pero no estaba de ms ser precavido. El seor de Istas haba declarado su lealtad a la
Casa de Laurvat con la suficiente rotundidad y frecuencia como para que pudiera resultar peligroso
que supiera que Linat de Teilhil estaba en Lanhav.
Hmmm interesante dira, rascndose el mentn con ese gesto pensativo que lo haca
parecer an ms anciano de lo que ya era. Tearate cae enfermo mientras Linat se disfraza para
pasar una temporada en la Isla
Tardara dos latidos en pronunciar la palabra veneno. Y otros tres o cuatro en acusarlo de
intentar asesinar al rey.
Curioso, no pudo evitar sonrer Linat mientras trataba de escabullirse en direccin al
patio de la fortaleza, teniendo en cuenta que, por una vez, soy inocente. Lo cual no quera decir
que estuviera preocupado por la enfermedad de Tearate, por supuesto. Su muerte podra resultar
conveniente.
Una lstima que no se le hubiera ocurrido a l.
Habra sido beneficioso dijo entre dientes, atravesando el enorme umbral por el que se colaba, convertido en polvo de oro, el sol. Pero no era l quien haba atentado contra la vida del
futuro rey. De modo que el asesino, fuera quien fuese, deba tener en mente un objetivo que no era la ascensin al trono de la Casa de Teilhil.
Y no crea equivocarse mucho si miraba hacia Venver en busca de un culpable.
Teilhil.
Contuvo un gruido, sin ocultar la mueca amenazadora. Una mujer que transportaba un cesto lo mir, asustada, y aceler su paseo agachando la cabeza. Al fondo, junto a los barracones, un grupito de soldados finga practicar con sus espadas en un juego que ms pareca una versin infantil del baile de la cosecha. El sol baaba la muralla, disolviendo las sombras empeadas en
colgarse de los muros y tejados hmedos por el relente. Un caballo resopl, asomado a un ventanuco del establo como una vecina ansiosa por enterarse del ltimo cotilleo. Levantando paja a su paso, Linat lleg a la esquina norte de la Torre del Rey.
Venver mascull en direccin a la figura que trataba de hacerse una con las sombras
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moribundas. Kaoge levant el rostro; el sol, colndose entre las almenas, ilumin su barba
cenicienta, su cabello desgreado, las bolsas bajo sus ojos castaos. S que no somos amigos del alma y que no tienes que contarme todos tus secretos, pero
podras haberme dicho que planeabas matar al rey protest Venver sin ms prembulos. El seor
de Teilhil mir a derecha e izquierda con precaucin antes de encarar a Kaoge.
No me vengas con tonteras replic en el mismo tono destemplado. Sabes tan bien
como yo que Teilhil no tiene nada que ver con esto. Y lo sabes porque es Venver quien ha
intentado asesinar a Tearate.
Venver? repiti Kaoge, adoptando una expresin sorprendida que, haba que
reconocerlo, resultaba bastante creble. Qu dices, hombre. De qu me servira que Tearate muriera? Lo que necesito es que no se oponga a nuestra independencia, y para eso tiene que estar
vivo.
Un rey muerto no suele oponerse a gran cosa. Y un rey muerto sin herederos directos,
menos.
Lo que t digas, hombre, lo que t digas dijo Kaoge, poniendo los ojos en blanco. Pero, puestos a querer un rey muerto sin herederos, no seras t el ms interesado?
S. O no, maldita sea rumi Linat. Depende de lo que pretenda quien haya intentado
matarlo. Y de si lo consigue o no.
Claro que ni siquiera sabemos si es cierto que alguien ha intentado asesinarlo Puede
estar enfermo de verdad. Una mala cena, o una mala borrachera, o una mala puta. O ni siquiera
eso. Sabemos si es verdad que est enfermo?
Tranlovar lo ha anunciado oficialmente esta maana.
Y te fas de ese sureo afeminado? pregunt Venver, despectivo.
Que sea afeminado no quiere decir que sea imbcil. Y que sea imbcil no significa que sea un mentiroso. Adems, Yosen estaba con l. Puedes pensar lo que quieras de l, pero Yosen no
es tonto. Y es el mejor sanador de Novana. Ya puede serlo. Quien quiere saber cmo matar, tiene que saber por fuerza cmo sanar. Y l es un experto en las dos cosas.
Como sea desech Linat con un gesto evasivo. Yosen es un sanador competente, y
en realidad no guarda lealtad a nadie. Yo estoy dispuesto a creer lo que me diga, y si me dice que
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Tearate est enfermo, ser porque es as.
Kaoge se qued pensativo, con la mirada perdida entre los soldados que seguan jugando a practicar esgrima.
A menos que s haya jurado lealtad a alguien y ese alguien no sea Tearate. Linat frunci el ceo.
Quieres decir que sea Yosen quien haya envenenado a Tearate, por orden de otra persona? pregunt con lentitud. A quin ms podra interesarle su muerte, aparte de a ti y a
m?
A Lenvania? sugiri el seor de Venver.
Es posible murmur Linat, meditabundo. Es igual: lo importante es que nadie
sospeche que hemos sido nosotros. Si es que Tearate llega a morir.
A lo mejor ya est muerto. No sabemos si Tranlovar ha dicho la verdad, o est intentando ganar tiempo para buscar un sustituto mientras la Corte piensa que Tearate est
enfermo. Un sustituto que no mande a ese maricn a picar piedras en cuanto suba al trono.
Tranlovar sabe perfectamente que slo Laurvat le protege de ser acusado de blasfemia. A saber lo
que le deber Laurvat, por cierto insinu Kaoge sin dejar de sonrer con intencin. Tranlovar es hijo bastardo de Kevol. Lo sabe todo el mundo. No hace falta buscar nada escandaloso: con la verdad ya tienes bastante.
Lo que sea. Kaoge alz los dedos en un ademn displicente. El caso es que es leal a
Tearate, sea su hermano, su amante o slo su amo. O las tres cosas al mismo tiempo. Y creo que
Tranlovar est ocultando algo. Slo Yosen y l tienen acceso a sus habitaciones: ni siquiera la
Guardia Real tiene permitido entrar.
La Guardia Real no puede proteger al rey de una enfermedad. Yosen s. No veo que eso
demuestre que ha cruzado a la Otra Orilla sin tener a bien informar a sus futuros sbditos.
No? Yo creo que s. Si Tearate estuviera vivo, sabra que esconderse slo podra
perjudicarlo, con toda la Corte bisbiseando posibilidades a sus espaldas. Es decir, como estamos haciendo t y yo dijo Linat. Si t fueras Tranlovar, qu haras, si el nico capaz de interponerse entre t y la
esclavitud hubiera muerto? No intentaras ganar tiempo mientras buscas a otro que te agradezca
tu apoyo desafiando al Triasta en tu nombre? Alguien que no seamos ni t ni yo, por supuesto.
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La sonrisa bailote un rato, perezosa, en sus labios. Nosotros somos fieles a los Tres por encima
de todo.
Incluso del rey.
Sobre todo, del rey rio Kaoge. De todos modos, sea quien sea el elegido de
Tranlovar, no nos va a gustar.
Porque no somos ni t ni yo? inquiri Linat, sarcstico.
Por ejemplo. Linat sacudi la cabeza.
Es lgico pensar que puede estar muerto ya, s. Maldita sea, esto puede hacer imposible
una alianza con Lenvania. Y con Sendala. Si creen que hemos atentado contra el prncipe Has
hablado con tu hijo? Sabes si entre la Guardia Real o los siervos se comenta algo? Kaoge volvi a encogerse de hombros, esta vez con un asomo de fastidio.
No he visto a Vanakao desde que llegu a Lanhav. No he credo conveniente ir a
buscarlo: si me hubieran visto con l, habra sido mucho ms sencillo que alguien me reconociera.
Chasque la lengua. No despertar sospechas, recuerdas?
Recuerdo, recuerdo. Una cosa es que nos venga bien que Tearate no llegue a ser
coronado, otra que nos acusen de habrselo impedido por el muy directo y poco sutil mtodo de
matarlo.
Que se muera, si quiere espet Kaoge, despectivo. Pero que no nos joda. Linat no pudo contener una carcajada. Creo que su intencin era justo sa. Aunque no le gustase besar barbas. El problema es que seguro que a nosotros tampoco nos iba a gustar gru el seor de
Venver. De cualquier forma, slo por precaucin, hace das que escrib a mis vasallos para que
vinieran a presentar sus respetos a nuestro nuevo rey.
Linat arque una ceja. Con un ejrcito? Uno pequeito. Simblico. Ya sabes cmo va esto.
Linat asinti. Un ejrcito simblico era igual de mortfero que todos los dems, si se le daban las rdenes adecuadas.
No es mala idea. Creo que voy a hacer lo mismo murmur. Simblicamente, por
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supuesto.
Por supuesto.
Silencio. Oscuridad.
Fro.
El rtmico golpeteo de una gota de agua sobre el suelo. Plop plop plop Resonaba en
el silencio, en la oscuridad, en el fro, como un tambor de guerra.
Vanakao de Venver sonri, cansado, antes de echar la cabeza hacia atrs para apoyarla en
la hmeda pared de piedra. Era casi el nico movimiento que poda hacer: sentado en el suelo, con
las rodillas encogidas y los codos apoyados sobre ellas, la espalda araando el muro con sus garras
de vrtebras, apenas poda contraer un msculo sin que alguna parte de l golpease la piedra
desnuda.
Plop.
Al menos las gotas no me caen encima. El sonido que hacan al golpear el suelo ya era
bastante enervante; si tuviera que soportar la humedad, el helor del agua al chocar contra su piel,
incapaz de apartarse de su recorrido para evitarla tal vez se volvera loco. O tal vez ya lo
estuviera. Su sonrisa se ensanch.
No tanto como para hacer lo que queris que haga, sabis? dijo, haciendo una mueca al or su voz ronca por la falta de uso. No tanto. Todava.
Preguntdmelo dentro de otros tres das.
Plop. Plop. Plop, core el agua.
Aunque sera tan fcil Salir de all, estirar los msculos, volver a ser alguien en vez del
guiapo aovillado y sucio que se encoga en el ltimo agujero de la fortaleza de la Isla. Un capitn de la Guardia Real de Novana. El heredero del seoro de Venver. Un hombre.
Qu fcil es arrebatarle la humanidad a alguien sigui en tono susurrante, esperando quiz que las gotas de agua pudieran escuchar sus palabras. Me pregunto si ser igual de sencillo
devolvrsela.
Preguntdmelo dentro de otros tres das, se repiti antes de soltar una carcajada amarga
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que ara su garganta reseca. Tres das, s. se era el tiempo que llevaba all abajo, en los stanos de la Torre del Rey, acurrucado en una celda en la que ni siquiera un nio podra sentarse con
comodidad. O haban sido dos? O cinco?
Y de verdad importaba?
A lo mejor s estoy loco continu en direccin a la oscuridad. Claro que es posible que ya estuviera loco antes de que me encerrasen aqu abajo. Al menos, eso era lo que deca su padre. Su sonrisa se torci en un rictus de amargura.
Kaoge de Venver no consideraba digno de su sangre a su hijo, aunque jams lo reconocera en pblico. Que Vanakao hubiera decidido convertir a una sierva en su amante haba sido para Kaoge peor que el golpe de un martillo de guerra en la frente. Que Vanakao hubiera pronunciado el juramento de la Guardia Real de Novana, comprometindose a proteger al rey que Kaoge consideraba su peor enemigo, le haba dolido ms que una cuchillada entre dos costillas.
Imbcil le haba insultado al verle favorecer a Tenakia en pblico. Traidor fue su
susurro envenenado cuando le oy pronunciar las palabras que lo ligaban primero a Kevol, despus
a Tearate.
Proteger al rey con mi vida, hasta la ltima gota de mi sangre. Los vocablos todava
quemaban en su lengua. Mi vida por su vida. Mi muerte por su muerte. Mi alma por mi rey.
Y en realidad, qu le deba a su padre?
Odio.
Ests flaqueando, Vanakao.
Suspir y golpe la piedra del muro con la cabeza.
Quiz no tengis que esperar otros tres das musit, cerrando los ojos. La oscuridad fue la misma. El fro, tambin.
Plop.
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SEGUNDA PARTE
Yei. Ao 548 despus del Ocaso
La luz de las hogueras se reflejaba en las nubes, formando sobre Kianl una cpula de negrura veteada en oro y sangre, a sus pies una alfombra de sangre y oro punteada por las sombras de los
rboles, de los hombres. Sangre, oro y oscuridad.
No deja de ser apropiado. Al fin y al cabo, es Yei La noche de los muertos. Isobe de Ilhah sacudi la cabeza, divertida, observando el corro
formado por las mujeres de la aldea, sus rostros serios mientras agitaban las faldas alrededor de la ms grande de las hogueras que bordaban el tapiz de la noche, sus gargantas entonando al unsono
la montona letana destinada a los odos de los difuntos para aligerar sus corazones de la pena de
la otra vida.
Tonteras mascullaba Linat, indefectiblemente, todos los aos. Que yo sepa, cuando te mueres se te pudren las orejas. En realidad, el seor de Teilhil deca aquello para evitar que su hermana participase en la
fiesta de Yei.
Ah, pero ahora no ests aqu, Linat murmur, dejando que sus ojos resbalasen por la falda roja y negra de una mujer que, pese a su obesidad, se mova con tanto garbo como un ave a punto de alzar el vuelo hacia las invisibles estrellas. No poda evitar sonrer, sintindose casi
traviesa al desafiar los deseos de su hermano y seor. Aunque Yei no fuera la ms alegre de las
festividades que salpicaban el calendario ridiano.
Era ms bien sombra. Casi ttrica, se estremeci mientras el lgubre cntico se alzaba
por encima de las copas de los rboles, tratando de alcanzar la Otra Orilla.
Muerte.
Se llev la mano a la manga del vestido y palp un pequeo bulto rectangular. El
pergamino doblado, todava con restos de lacre, que su hermano haba enviado das atrs desde
Lanhav y haba llegado a Kianl aquella misma maana.
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la muerte de nuestro bien amado prncipe Tearate. Aunque nadie sabe de quin
habr sido la mano capaz de atentar contra su vida.
Teniendo en cuenta que la Casa de Laurvat est prcticamente extinguida,
nuestra familia es la primera a la que recurrirn para restablecer el gobierno. Eso
me obliga a advertirte: si Teilhil se convierte en la familia real de Novana, es
posible que algunos quieran aprovecharse de ese hecho a travs de sus miembros
ms dbiles. En este caso, t, Isobe, y mi hija Diaina. Hacerse con vosotras les resultara sencillo; obligarme despus a hacer lo que ellos quisieran, mucho ms.
S que Venver y Lenvania quieren forjar una alianza conmigo. Te suplico que tomes las medidas necesarias para que dicha alianza se firme desde la confianza y
la amistad, y no como consecuencia de una amenaza por su parte.
Nadie sabe de quin habr sido la mano Isobe esboz una sonrisa torcida. Si tuviera que
apostar, dira que esa mano llevaba un sello dorado con un castillo engastado, el escudo de armas
de la Casa de Teilhil.
Suspir. Siempre haba sabido que no era ms que un instrumento para Linat, y que a la
larga su hermano la utilizara para conseguir el trono que tanto ansiaba. Al parecer, el destino
empezaba a ponerse de su parte. Y con esa carta Linat no slo pretenda ordenar a Isobe que
estuviera alerta; su mensaje autntico era mucho ms sutil. Preprate. Preprate, porque muy pronto tendrs que ayudarme a forjar las alianzas que necesito.
Le costaba no ceder al impulso de salir corriendo, atravesar la cordillera de Saldehna y
perderse entre los pueblos de Hongarre hasta que el mundo se olvidase de ella.
Hacemos lo que debemos hacer. Aunque ya ni ella misma saba si apoyar a Linat era
su deber o una traicin contra todo en lo que crea.
A su alrededor, formando un segundo crculo ms amplio, los hombres se pasaban pellejos de vino en busca de un consuelo para el tradicional ayuno de la noche de Yei. Incluso desde la
distancia, Isobe poda adivinar en sus expresiones un deseo que no tena que ver con la belleza de
algunas de las aldeanas y s con las imgenes de carne recubierta de grasa crujiente que el fuego haca aparecer en su mente.
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Paciencia. La aurora no est tan lejos Ella tambin tena hambre. Es una forma de respeto a los muertos le haba explicado Julda. Una costumbre he-
ranne. Kianl est demasiado cerca de Hongarre.
No era la nica costumbre que haba logrado atravesar el tiempo y la cordillera de
Saldehna. Conforme pasaban los das, Isobe descubra ms y ms tradiciones que hablaban de un
pasado remoto, de un pueblo desaparecido, de unos rostros pintados de tintura azul salpicada de
gotas de sangre.
Se estremeci.
Los muertos susurr una voz. Las puertas abiertas, esta noche. Entre el mundo de
los vivos y el suyo.
Se volvi. Sentada entre las races de un enorme roble, con la espalda apoyada en la corteza
y los brazos en las cepas retorcidas, Diaina pareca una reina coronada de hojas, una reina surgida de las leyendas que Julda les contaba cada noche frente al hogar, bastidor en mano, empuando
una aguja que clavaba en el pao con la misma saa con que clavaba sus historias en las mentes de sus pupilas. Una reina nia con el rostro de una anciana preocupada.
Qu ocurre? inquiri Isobe, sentndose a su lado sin preocuparse del destrozo que la hierba hmeda pudiera provocar en su falda. Diaina no se gir. Sigui fijando los ojos en la enorme hoguera que danzaba ante ellas, ensombrecida de tanto en tanto por alguna figura que,
desafiando a las llamas, decida saltarla en busca de un guio del Azar.
Los rboles estn vivos o muertos? pregunt, su mirada siguiendo a los hombres que
brincaban sobre el fuego. Isobe estaba convencida de que, en realidad, no los vea.
Si haces caso de lo que dice Julda, no slo estn vivos sino que piensan. O recuerdan, al
menos. Y recordar no es una forma de pensar? Espera, olvida eso trat de bromear. Tu
padre se acuerda hasta del da en que me sali el primer grano, pero no parece que piense mucho,
no crees?
Diaina se gir hacia ella. Sus iris verdes relucan, fantasmagricos, en las facciones casi
inexpresivas.
Los rboles crecen. Supongo que eso significa que estn vivos. Las piedras no crecen.
Las montaas, tampoco. Las piedras no mueren. Las montaas tampoco.
Segn las enseanzas de nuestro muy amado Triasta, esas montaas Seal con un
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dedo indiferente en direccin a la cordillera, a la que se agarraba con uas de piedra la fortaleza de
Kianl nacieron para separar a los buenos novanos de la malignidad de los he-ranne
El Triasta es un idiota dijo Diaina. Y, como si su blasfemia no tuviera ninguna importancia, estir las piernas bajo el vestido y dobl una rodilla, que se alz como una de las montaas de las que el Triasta hablaba en sus enseanzas.
Ser mejor que nunca digas eso delante de tu padre cuchiche Isobe, lanzando una mirada de reojo hacia el hombre que se apoyaba, aburrido, en el tronco del rbol ms cercano. El aldeano le devolvi una sonrisa tmida.
Los rboles hablan. Crecen. Recuerdan. Piensan. Sienten. Hablan afirm Diaina con
contundencia. Sus ojos haban vuelto a enfocarse en ninguna parte. Pero no tienen boca hablan en sueos. Susurros en la oscuridad. Una tierra de oro, dicen. Oro en polvo cubriendo los
campos, las ciudades, el cielo. Una reina que es ms que una reina. Una corona palideciendo hasta
volverse de plata Plata, como la muerte.
Isobe parpade. Despus, parpade otra vez.
Qu ests diciendo? demand, sin saber si rer o preocuparse. Diaina segua mirando obstinadamente a ningn lugar en concreto.
Los sueos de los rboles. Su voz son como el silbido del viento entre las hojas. Los rboles recuerdan. Llevamos en nuestras races la memoria del mundo
Y qu recuerdan? Una tierra de oro? A su reina? Cundo fue eso, antes del Ocaso?
No.
Ambas se volvieron a la vez, sobresaltadas. Entre las sombras que anidaban junto a los rboles relucan unos ojos redondos, como los de un gato acechando en la oscuridad. Julda murmur Isobe cuando la nodriza dio un paso adelante y la luz roja y amarilla del fuego ba sus rasgos afilados.
Los rboles recuerdan asinti Julda con voz grave, detenindose junto al rbol. Y cuando suean, lo que ven es el futuro.
Abri la mano. En el cuenco de su palma haba una bellota verde y marrn, brillante como
un trozo de madera encerada; el sombrerete en forma de cpula se haba tatuado en la parte
carnosa de su mano, formando escamas de piel bajo sus dedos. Es slo una semilla susurr, pero suea con bosques.
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Isobe trag saliva, inquieta. Un crepsculo dorado, el sol pintando de oro el cielo, la arena,
la piedra
Sangre.
Una explosin de risas ahog el sonido de su respiracin acelerada. La msica empez a
sonar, estridente, obligando a las sombras a retroceder. Los rboles observaban la danza con
expresiones impasibles dibujadas en la superficie rugosa de sus troncos.
Plop.
Vanakao cerr los prpados. No hubo ninguna diferencia. La oscuridad fue la misma, el
silencio, roto por el rtmico golpeteo de las gotas sobre el suelo, plop, plop, tambin. El fro, el
hambre, el hedor. La soledad.
Voy a volverme loco. Tampoco habra ninguna diferencia.
Ellos saban que Vanakao era inocente. Al menos, del crimen del que le acusaban. Daba
igual: nada era real en esos momentos, nada excepto el diminuto espacio en el que aguardaba,
incapaz de moverse, desde haca Cuntos das? Cuntas estaciones? Cunto importaba?
Tantos das mascull con voz pastosa, la lengua hinchada entorpeciendo sus palabras
como la oscuridad y la soledad entorpecan sus pensamientos.
Plop.
No te debo nada jade en direccin a la imagen fantasmal de su padre, tan parecido a l y al mismo tiempo tan diferente. Me dejaste aqu, en sus manos. Ya no soy tuyo. Entonces, por qu se senta tan culpable?
Sonri; su labio inferior se parti y empez a sangrar. Demasiado tiempo, demasiado
dolor, demasiada angustia. Demasiada culpa. No era necesario aguantar ms. Ni siquiera l haba
dudado de que acabara por rendirse. Su alma por su rey. Luchar, morir, matar. sa era la honra de la Guardia Real.
Traidor. La voz de su padre. Traidor, las voces de los guardias vestidos de azul y plata. Lo
har. Lo har!, grit sin emitir sonido alguno. El alarido de desesperacin reson slo en su
cabeza.
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Abri los ojos. No hubo ninguna diferencia. Venid or, suplicante, desafiante.
No haba luna.
O quiz la niebla le impeda verla. La bruma espesa y glida que amortajaba el mundo, convirtindolo en un lugar de sombras, de susurros, de blancura griscea, sonidos apagados y
rostros cambiantes, inexpresivos, inexistentes.
De dolor.
Se agit espasmdicamente, tratando de escapar del sueo, de la manta que la aprisionaba
con la fuerza y la insistencia de un amante todava no satisfecho. El sufrimiento, soado,
imaginario, era real. Gimote, desesperada, mientras la neblina hmeda y helada se pegaba a su
piel y, cada gota de agua la boquita de una sanguijuela sedienta, comenzaba a succionarle la sangre.
Aull de terror, sacudiendo las piernas, los brazos, chapoteando en un charco de color
escarlata. El denso lquido se aferraba a ella, atrayndola hacia s, empapndola de pnico. Roja, como el sol al zambullirse tras las montaas, dando a luz a la noche entre contracciones de agona
que atravesaban su vientre. Isobe volvi a chillar, volvi a forcejear contra las ataduras de lana, de niebla, de sangre.
No logr moverse. No logr despertar.
Muerte solloz. Muerte.
Muerta, la noche, su cuna empapada en sangre que resbalaba por las laderas de las
montaas, por el colchn sobre el que se agitaba, dormida, despierta, ensangrentada, Isobe.
Muerta. Como el nio que pugnaba por salir de su vientre, el nio que nunca haba engendrado, el
nio que clavaba las garras en la cara interna de sus muslos en un intento desesperado por nacer.
Y el dolor
Rojo. Blanco. Negro. Agudo, penetrante, una zarpa que desgarraba el interior de su abdomen, que haca pedazos sus rganos, que pugnaba por abrirse paso hasta la superficie
horadando su carne.
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Volvi a gritar cuando la garra la parti en dos, aunque no supo si gritaba de miedo, de
agona o de alivio. Entre sus despojos, entre sus piernas ensangrentadas y cubiertas de trozos de carne rojiza y piel transparente, inmvil sobre el mar de sangre, el nio profiri un quejido y muri, su rostro abotargado, blanco como el de la luna que lloraba la ausencia del sol.
Muerte.
No existes. Jade en busca de un aire que no logr penetrar hasta sus pulmones
destrozados. No haba ningn nio. No haba luna, no haba noche, no haba sangre
El Destino susurr una risita junto a su odo. Veremos, Isobe de Ilhah. El lquido carmes, pegajoso, clido y denso la cubri como un sudario sanguinolento, ocultando el cuerpecito diminuto que yaca entre sus muslos, su propio cuerpo desgarrado, los rganos todava palpitantes
que asomaban entre sus huesos, entre los jirones de su piel. Isobe cay hacia la oscuridad, hacia el olvido, hacia la
Muerte solloz una voz a su lado.
Sobresaltada, se incorpor en el lecho, empapada en sudor helado. Tom aire. Ardi en el
interior de su pecho como fuego lquido. Tuvo que hacer un esfuerzo por no ceder a la tentacin de
no volver a respirar jams. Los sueos slo son sueos. Slo sueos
Diaina solt un lamento ahogado y se desplom sobre las mantas, a su lado, sin dejar de temblar.
El relincho de un caballo, un bramido, un golpe.
Isobe salt de la cama, asustada, con el corazn golpendose con saa contra sus costillas
como si anhelase salir de su pecho para esconderse de la amenaza desconocida. El fro de las losas
del suelo no logr serenarla; luchando por respirar, se dirigi hacia la ventana y apart el lienzo
que protega el interior del fro del exterior.
Silencio.
Linat de Teilhil dio un seco tirn a las riendas. El caballo se encabrit antes de detenerse a un paso
del rastrillo, emiti un suave relincho en forma de nube blanca y se qued inmvil mientras su amo
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saltaba a la tierra congelada y se diriga, ignorando los pinchazos de la sangre al volver a circular
por sus piernas, hacia el rastrillo.
Quin? Seor! exclam el joven apostado detrs, que hasta un instante antes dormitaba apoyado sobre una lanza. Se irgui con tanta brusquedad que el casco redondeado
resbal sobre su nariz. Abrid las puertas! vocifer, su voz empaada por el yelmo.
Es bueno saber que ningn enemigo podra acercarse a menos de una legua de este
castillo sin que lo supierais gru Linat, sardnico, mientras el joven haca lo posible por enderezarse el casco y, con l, la dignidad.
No esperaba veros llegar a caballo en mitad de la noche, seor se disculp el soldado.
No, supongo que no murmur Linat, abriendo y cerrando las manos bajo los guantes de piel para devolverles la circulacin.
Haba iniciado el viaje en uno de los confortables carruajes que mantena en los establos de su vivienda urbana en Lanhav. Sin embargo, haca ya un par de das que haba dejado atrs el aparatoso vehculo y se haba subido al lomo de un caballo. Ya haba perdido demasiado el tiempo,
detenindose en todos y cada uno de los castillos, en todas y cada una de las aldeas, para ordenar el
reclutamiento de todos y cada uno de los hombres en edad de pelear. Era hora de empezar a correr.
A esas alturas, el ejrcito de Kaoge ya deba estar acampado a las puertas de Lanhav, intentando disimular sus ansias blicas y hacerlas pasar por respeto hacia un rey que ya no podra
recibirla. Quin saba si Venver no decidira atacar Lanhav sin esperar a Linat. Si la muerte de Tearate se haba hecho pblica, seguira Lenvania apoyando a Laurvat, cambiara su lealtad a
Teilhil, se aliara con un Venver presente y armado? Kaoge aseguraba querer slo la
independencia. Pero si le ponan Novana en las manos La rechazara?
Y Sendala? Sendala era leal a Laurvat. Dalin de Istas se haba asegurado de ello. Pero, sin
un Tearate a quin jurara lealtad? Linat tena que volver a Lanhav con su propio ejrcito. Y tena que ser ya.
Se agach y atraves el umbral antes de que el rastrillo se hubiera alzado del todo,
sealando al sudoroso caballo con un gesto para indicar a los soldados que se ocupasen de l.
Mi seor salud un hombrecillo regordete que resollaba junto a la puerta como si acabase de llegar corriendo desde el otro extremo del continente. El jubn que vesta estaba lleno de manchas de grasa y sudor, y su pelo tan despeinado que ms pareca los restos de un gato
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muerto colocados sobre su coronilla.
Jarren respondi Linat, caminando a toda prisa hacia el patio que se adivinaba al otro
lado de la muralla. El castellano de Ilhah titube antes de corretear detrs de l. Dnde est el
capitn Nevo?
Estoy aqu, seor.
Linat reconoci con una breve inclinacin de cabeza la presencia del soldado, un hombre
que pareca haber sobrevivido a una batalla ms de las que le correspondan.
Ven conmigo, capitn orden, atravesando el patio a paso rpido. Necesito a todos
tus soldados: quiero convocar una leva de hombres para marchar a Lanhav lo antes posible.
Pero seor, ya es de noche farfull Jarren, boqueando como una trucha sobre una
roca. No desearais asearos un poco y comer algo antes de?
No hay tiempo replic Linat, volvindose hacia el rostro cubierto de cicatrices de
Nevo. Envi a los veinte mensajeros ms rpidos de Lanhav antes de partir hacia aqu. A estas alturas, incluso Drine debe haber recibido mis