TEMA 3: SOBERANÍA Y COMPETENCIAS. INMUNIDADES.
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GUIÓN:
1. Tipos de competencia o jurisdicción:
a. Legislativa.
b. Ejecutiva.
c. Judicial.
2. Los principios de la competencia o jurisdicción:
a. Territorial.
b. Nacionalidad activa y pasiva.
c. Protección.
d. Universal.
3. Límites a la jurisdicción: Las inmunidades.
a. Estatales.
b. Personales.
c. Diplomáticas.
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I. LA SOBERANÍA
A. Consideraciones generales
Un Estado, por el hecho de serlo, es soberano. La soberanía entendida como absoluta (poder de decidir
y actuar según venga en gana) es incompatible con el Derecho.
La Corte de La Haya (SS Wimbledon, 1923) señaló que la facultad de asumir compromisos
internacionales es un atributo de la soberanía. El principio fundamental de la soberanía responde a la
idea de función: se trata del conjunto de competencias atribuidas al Estado por el Derecho
Internacional, ejercitables en un plano de independencia e igualdad respecto de los otros Estados.
La coexistencia de una pluralidad de entes soberanos, de Estados, en la sociedad internacional llama, en
vistas de la evitación de conflictos, a la articulación de normas que regulen la distribución de
competencias entre ellos. Es ésta una función del Derecho Internacional.
Los Estados son entes territoriales, en primer lugar, pues ejercen sus poderes en el marco de sus
respectivos territorios, con exclusión de los poderes de los otros entes soberanos (competencia
territorial). En segundo lugar, son entes que cuentan con una población, determinada primordialmente
por el vínculo de la nacionalidad, lo que conduce a una atribución de competencias sobre estas personas,
los nacionales, cuando se encuentran fuera de su territorio (competencia personal). En tercer lugar, son
entes que coexisten y mantienen relaciones en la sociedad internacional con otros sujetos (competencia
exterior).
B. La dimensión territorial de la soberanía
Las competencias atribuidas al Estado por el Derecho Internacional se manifiestan, en primer lugar, en
relación con el territorio. En él la autoridad estatal monopoliza, en principio, todos los poderes sobre
las personas —nacionales o extranjeros—, actos y cosas que allí se sitúan, legislando, juzgando y
ejecutando los dictados de su ordenamiento.
En el territorio la soberanía es:
Plena , porque por encima de un mínimo, las competencias del Estado permanecen:
o Indeterminadas ratione materiae.
o Cada cual es libre de fijar su alcance.
Exclusiva , porque el Estado monopoliza, en principio, todos los poderes, en especial el empleo
de la fuerza, y si bien puede limitarlos o transferir su ejercicio, mediante un consentimiento
libremente expresado, a:
o Otro Estado: al que se concede el establecimiento de bases o facilidades militares, o el
control de un canal internacional…
o Una Organización Internacional: En las comisiones fluviales, organizaciones de
integración regional como la UE…
Estos poderes le revierten automáticamente cuando la limitación o la cesión terminan.
La exclusividad de la soberanía territorial implica:
- La inviolabilidad de fronteras.
- La obligación para los demás Estados de abstenerse en ese ámbito espacial de cualquier
ejercicio de poder, a menos, naturalmente, que medie el consentimiento del Estado local
dentro de los límites que el Derecho Internacional permite.
Ejemplo: La detención de una persona por agentes de otro Estado y su posterior traslado al territorio de éste
sin que medie el consentimiento de aquél es un secuestro, una violación clara de la soberanía territorial. Este
fue el célebre caso de Eichmann, miembro de las SS, genocida, secuestrado en la República Argentina y
trasladado a Israel, donde fue juzgado, condenado y, finalmente, ahorcado.
El Derecho Internacional incorpora límites a la soberanía territorial, aunque sean una consecuencia del
ejercicio de la misma soberanía. El Estado ha de:
Estar al cumplimiento de las normas consuetudinarias a cuya formación no se ha opuesto
eficazmente.
Atenerse a las obligaciones que ha consentido.
Cumplir las prescripciones del Derecho Internacional imperativo, como son las referentes al
respeto de los derechos humanos fundamentales.
En este sentido, el ejercicio de competencias sobre las personas situadas y las conductas acaecidas en
el territorio del Estado está sometido a limitaciones.
El derecho del soberano a ejercer los poderes en exclusiva está, por otro lado, en relación necesaria con su
deber de desarrollar efectivamente en su territorio las funciones mínimas del Estado y de proteger, por lo
tanto, los derechos de los Estados extranjeros. La soberanía territorial, como señaló M. Huber, no
puede limitarse a su aspecto negativo, es decir, al hecho de excluir las acciones de otros Estados, pues
es la que sirve para repartir entre ellos el espacio sobre el que se desenvuelve la gran mayoría de las
actividades humanas a fin de asegurar en todos los lugares el mínimo de protección que el Derecho
Internacional ha de garantizar. Se presume que el Estado dispone de los medios necesarios para
satisfacer sus deberes internacionales, presunción que desempeña un papel de extraordinaria
importancia al establecer el fundamento y los medios de prueba de la responsabilidad internacional.
C. La dimensión extraterritorial de la soberanía
1. ¿Cuenta el Estado con competencia o jurisdicción para legislar, para juzgar o para ejecutar sus
dictados sobre personas situadas y acontecimientos producidos fuera de su territorio?
Sí, siempre que se cuente con un título o fundamento para ello.
2. ¿Cuáles son esos títulos habilitadores?
No los hay, en términos de Derecho Internacional general, para avalar el empleo de la coerción
en el territorio de otro Estado. Pero sí los hay para:
Justificar la coerción en un espacio internacional.
Ejercer competencias legislativas y judiciales sobre:
Personas y cosas que se encuentran en el extranjero.
Hechos que se verifican en el extranjero.
Esos títulos se concretan tradicionalmente en:
La nacionalidad, o en la residencia habitual, de la persona, principio de personalidad.
La afectación de intereses fundamentales o esenciales del Estado, principio de protección.
La afectación de intereses fundamentales o esenciales de la sociedad internacional en su
conjunto, principio de universalidad.
No obstante, en la medida en que el ejercicio de una competencia extraterritorial puede invadir ámbitos
competenciales del soberano territorial, pueden producirse conflictos que deben ser resueltos mediante un
estándar de razonabilidad.
1. El principio de personalidad/nacionalidad activa
El Estado ostenta competencias legislativas, judiciales y ejecutivas/gubernativas sobre las personas
físicas o jurídicas unidas a él por el vínculo de la nacionalidad (y, en su caso, de la residencia habitual)
tanto si se encuentran en su territorio (concurriendo entonces con las competencias territoriales) como si
se hallan fuera de él.
Tratándose de naves el título habilitante procede del pabellón que se enarbola; tratándose de aeronaves,
del registro de matrícula.
En un espacio internacional, como la alta mar, la competencia personal tiene un efecto
sustitutorio de la territorial.
Sobre el territorio de otro Estado soberano la competencia basada en el principio de
personalidad activa se topa con límites ineludibles:
o El Derecho Internacional no ampara ejercicios extraterritoriales de las competencias
de ejecución del Estado, aunque tuviesen por objeto la adopción de medidas de policía
contra sus nacionales en el extranjero.
o No cabe exigir a los nacionales (y residentes habituales) conductas en contradicción
con los presupuestos del Derecho interno de los Estados en que se encuentren.
No obstante, cuando la actitud del Estado local es permisiva de determinados
comportamientos, el alcance prohibitivo de la ley personal es muy discutido. Por ejemplo, la
interrupción del embarazo conforme a la ley del territorio en que se practica, pero contra lo
dispuesto por la ley personal de la mujer afectada.
o Determinadas materias deben ser obviamente reguladas por el Estado local, son de su
competencia interna. Se trata de un límite evolutivo y sensible a variables culturales y
de poder y a conveniencias políticas-
Ejemplo: Entre las propuestas para solucionar los contenciosos de Gibraltar y Malvinas se habló de
transferir el territorio a España y Argentina, conservando el Reino Unido una amplia jurisdicción
personal sobre la población.
2. El principio de personalidad pasiva.
Este principio habilitaría al Estado para ejercer competencia en relación con personas que, situadas en el
territorio de otro Estado, han causado perjuicio a los derechos o intereses jurídicos de un nacional (o
residente habitual) del Estado que reclama la competencia y que se encuentra también fuera de su
territorio.
La principal objeción al principio de personalidad pasiva estriba en que:
- Los casos que podrían justificarlo caben cómodamente dentro de otros principios
(protección y universalidad).
- Los demás casos son menores, afectan al viajero, turista o emigrante y pueden estar
marcados por diferencias de cultura jurídica; y dan pie a alegaciones manifiestamente
improcedentes.
3. El principio de protección.
Este principio pretende otorgar competencia extraterritorial al Estado a fin de salvaguardar sus símbolos
(empleo de emblemas, bandera nacional) e intereses fundamentales (la seguridad nacional, el
monopolio de emisión de monedas y billetes de banco y timbres).
El principio de protección aparece plasmado en el artículo 23.3 LOPJ.
23.3. Conocerá la jurisdicción española de los hechos cometidos por españoles o extranjeros fuera del
territorio nacional cuando sean susceptibles de tipificarse, según la ley penal española, como alguno
de los siguientes delitos:
a) De traición y contra la paz o la independencia del Estado.
b) Contra el titular de la Corona, su Consorte, su Sucesor o el Regente.
c) Rebelión y sedición.
d) Falsificación de la firma o estampilla reales, del sello del Estado, de las firmas de los Ministros y
de los sellos públicos u oficiales.
e) Falsificación de moneda española y su expedición.
f) Cualquier otra falsificación que perjudique directamente al crédito o intereses del Estado, e
introducción o expedición de lo falsificado.
g) Atentado contra autoridades o funcionarios públicos españoles.
h) Los perpetrados en el ejercicio de sus funciones por funcionarios públicos españoles residentes
en el extranjero y los delitos contra la Administración Pública española.
i) Los relativos al control de cambios.
Si bien el principio de protección no se discute, sí puede criticarse una interpretación extensiva de los
intereses protegidos que conduzca a su utilización abusiva. Para ser internacionalmente admisible, el
principio de protección ha de concebirse en términos excepcionales, muy restrictivos.
Pero no ha de descartarse a priori que un Estado se ampare en el principio de protección de la
economía nacional para proyectar su competencia normativa más allá de sus límites territoriales.
4. El principio de universalidad:
La lucha contra piratería y la trata de esclavos se han presentado como manifestaciones prototípicas de
asunción por los Estados de causas de la humanidad que justificarían un ejercicio de jurisdicción basado
en el principio de universalidad.
Sin embargo, en estos casos lo característico es la competencia que se reconoce a todo Estado para
perseguir en espacios internacionales, como la alta mar, a piratas y negreros con independencia del
pabellón que enarbolen los buques sospechosos y, eventualmente, a juzgarlos, caso de que hayan
procedido a su arresto.
El principio de universalidad va más lejos cuando, sirviendo también intereses de la comunidad
internacional en su conjunto, habilita al Estado a ejercer su jurisdicción sobre responsables de crímenes
internacionales, como el genocidio, los crímenes contra la humanidad y los supuestos más graves de los
crímenes de guerra, sea cual sea su nacionalidad y la de las víctimas y el lugar en el que hayan cometido
sus actos.
El Derecho Internacional general es en este punto permisivo, siendo una cuestión de soberanía
legislativa asumir el principio, modular su alcance y condicionar su aplicación, atendiendo a la
implicación del Estado en la protección de los derechos humanos y sus consecuencias de política exterior,
en particular su incidencia sobre la satisfacción de otros objetivos (v. par. 582, 596, 597).
En España, una versión de este principio ha sido acogida en el artículo 23.4 LOPJ:
D. La dimensión exterior de la soberanía
La soberanía del Estado implica, hacia el exterior, la capacidad para participar directamente en las
relaciones internacionales en condiciones de:
Independencia, esto es, adoptando libremente las propias decisiones en el marco de las normas
y obligaciones internacionales del Estado.
Igualdad jurídica, par in parem non habet imperium, pese a las diferencias de orden político,
económico, social, cultural o de cualquier otra especie que puedan darse entre los Estados.
Esta capacidad se traduce en la aptitud del Estado para:
- Participar en la formación de normas generales, asumir compromisos mediante tratados y actos unilaterales.
- Establecer y mantener relaciones diplomáticas y consulares.
- Disfrutar de inmunidad y ver respetados sus símbolos en el extranjero.
- Ser miembro de Organizaciones Internacionales y sujeto activo y pasivo de responsabilidad internacional.
- Ejercer la protección diplomática de sus nacionales.
- Enarbolar su pabellón en naves y contar con su propia matrícula de aeronaves.
- Acceder libremente a los espacios internacionales y acudir a medios de arreglo de controversias reservados a los
Estados.
- Usar la fuerza y recurrir a represalias en los términos permitidos por el Derecho Internacional.
El grado de participación, o de compromiso, depende en la práctica de muchos factores, vinculados
unos a las capacidades intrínsecas o materiales de cada Estado, vinculados otros a su voluntad; pero en
abstracto esa participación está exenta de limitaciones. Las limitaciones podrían ser también la
consecuencia de sanciones impuestas por el Consejo de Seguridad.
II. INMUNIDAD DEL ESTADO EXTRANJERO
A. Inmunidad del Estado y reglas de competencia judicial internacional .
El principio de inmunidad no debe confundirse con los límites que el Derecho Internacional impone a
las reglas de competencia judicial de un Estado para enjuiciar los actos de otro. A este respecto no
debemos olvidar que en la formulación de sus reglas de competencia judicial un Estado debe tener en
cuenta los límites trazados por el ordenamiento internacional. Así, sería contrario a derecho que un
Estado atribuyese competencia a sus tribunales para determinar la responsabilidad internacional de
un Estado extranjero por violación de sus obligaciones internacionales, o la conformidad con el
Derecho Internacional de sus actos en asuntos carentes de una conexión razonable y oportuna con el
foro.
La inmunidad del Estado extranjero presupone que los tribunales del foro gozan de una jurisdicción
sobre el objeto del litigio que, de no mediar la inmunidad, ejercerían . De no ser así, su invocación es
innecesaria.
Cierto es que:
Los límites que el Derecho Internacional impone a la competencia judicial del foro y el principio
de inmunidad del Estado extranjero reposan sobre el mismo fundamento (soberanía, igualdad
soberana).
En la práctica, algunos supuestos que deberían ser abordados en el marco de los límites a la
competencia lo son en el de la inmunidad.
Algunas de las excepciones a la inmunidad se vinculan a la competencia judicial de un foro
determinado, y no de otro.
B. El principio de inmunidad : origen y codificación
El principio de la inmunidad del Estado extranjero nace de un proceso consuetudinario que toma aliento
con la práctica judicial de los Estados a partir de comienzos del siglo XIX. La práctica judicial nunca
ha sido uniforme ni en lo relativo al alcance material del principio, ni a su alcance subjetivo.
Se explican así las iniciativas legislativas de algunos Estados y la labor de codificación internacional
emprendida en este campo a fin de acrecer la seguridad jurídica. En el ámbito de las regulaciones nacionales
destacan las leyes especiales adoptadas a partir de los años setenta del pasado siglo por países de cultura legal
anglosajona: Estados Unidos (1976), Reino Unido (1978), Singapur (1979), Sudáfrica (1981), Canadá (1982),
Australia (1985), Pakistán…
En cuanto a la codificación y desarrollo progresivo del Derecho Internacional el texto de referencia es
la Convención de las Naciones Unidas sobre las inmunidades jurisdiccionales de los Estados y de
sus bienes (CNUIJ), adoptada por la Asamblea General el 2 de diciembre de 2004 (res. 59/38) y abierta
a la firma el 17 de enero de 2005.
Artículo 30. Entrada en vigor
1. La presente Convención entrará en vigor en el trigésimo día a partir del depósito del trigésimo
instrumento de ratificación, aceptación o aprobación o adhesión en poder del Secretario General de
las Naciones Unidas.
2. Respecto de cada Estado que ratifique, acepte o apruebe la Convención o se adhiera a ella después
de depositado el trigésimo instrumento de ratificación, aceptación o aprobación o adhesión, la
Convención entrará en vigor el trigésimo día a partir de aquél en que ese Estado haya depositado su
instrumento de ratificación, aceptación o aprobación o adhesión.
En la actualidad suma sólo 1/3 del número prescrito. No obstante, las reglas de la Convención pueden
iluminar la práctica judicial de los Estados, cuenten o no con una legislación ad hoc, particularmente si se
consideran declarativas o cristalizan normas consuetudinarias.
En el ámbito europeo se adoptó y abrió a la firma un Convenio sobre la inmunidad de los Estados,
actualmente en vigor entre Alemania, Austria, Bélgica, Chipre, Luxemburgo, Países Bajos, Suiza y Reino
Unido.
Dado el carácter subsidiario de la Convención de las Naciones Unidas (art. 26), los derechos y
deberes enunciados en este Convenio y en otros acuerdos internacionales en vigor (como la
CONVEMAR, que codifica la inmunidad de los buques de guerra y de Estado utilizados en servicios
oficiales no comerciales) operarán con preferencia entre los Estados partes.
Artículo 26 Otros acuerdos internacionales
Lo dispuesto en la presente Convención se entenderá sin perjuicio de los derechos y deberes
enunciados en los acuerdos internacionales vigentes suscritos por Estados Partes, relacionados con
cuestiones a que se refiere la presente Convención.
III. LA INMUNIDAD DE JURISDICCIÓN
A. Inmunidad absoluta e inmunidad restringida
La práctica judicial del siglo XIX está impregnada por la doctrina de la inmunidad absoluta, partidaria
de reconocer la inmunidad en todo caso, de no mediar la renuncia del Estado extranjero . No obstante, a
partir de finales de ese siglo, coincidiendo con la irrupción del Estado en la actividad económica y en el
comercio exterior, se observa una tendencia a restringir la inmunidad.
En la actualidad son numerosos los Estados cuyos tribunales conciben restrictivamente el principio de
inmunidad sobre la base de los tratados, las leyes o la jurisprudencia.
La inmunidad absoluta actualmente, tras la caída de los países socialistas, sólo sigue encontrando
defensores en algunos países latinoamericanos, africanos y asiáticos. El análisis de la práctica permite
concluir que si bien un Estado puede reconocer inmunidad absoluta de jurisdicción al Estado extranjero,
ninguna norma internacional general lo obliga a ello.
En España la jurisprudencia en 1986 experimentó un claro giro hacia la tesis restrictiva. Las STS
10/Febrero y 1/Diciembre de 1986 rechazan la inmunidad absoluta influidas por:
La evolución de la práctica internacional.
El derecho a la tutela judicial efectiva consagrada en el artículo 24.1 CE.
El TS afirma que dicho precepto “dificulta, si no impide, que algún órgano jurisdiccional pueda
acceder a la solicitud de inmunidad de jurisdicción por un Estado extranjero”.
El Tribunal Constitucional (STC 107/1992) matiza: el derecho a la tutela judicial efectiva no obsta a la
aplicación del principio de inmunidad, pero impide su reconocimiento más allá de los supuestos en que
viene impuesto por el Derecho Internacional.
B. La inmunidad restringida en la práctica estatal: actos ‘iure imperii’ y actos ‘iure gestionis’
Aunque el criterio dominante se articula en torno a la distinción entre los actos iure imperii y los actos
iure gestionis del Estado extranjero, es decir entre:
- Sus actos de poder público (o de soberanía).
- Sus actos de carácter privado.
La distinción plantea en la práctica numerosas dificultades, que surgen por las diferentes
aproximaciones o perspectivas de los tribunales al aplicar este criterio:
o Lo más apropiado es atender a la naturaleza del acto, debiendo reconocerse la
inmunidad cuando el Estado actúa en la esfera del Derecho público, ejerciendo —o
pudiendo ejercer— prerrogativas de poder público.
o Otro modo de aplicar el mismo criterio consiste en distinguir los actos que solamente
puede realizar el Estado de aquellos que pueden ser objeto de iniciativas
particulares.
Ejemplo: El Tribunal Supremo de los Estados Unidos negó la inmunidad de jurisdicción a
Argentina en el asunto Weltover (1992), relativo a una acción por impago de bonos emitidos por
dicho país, estimando que Argentina había operado en la forma en que lo haría una persona
privada.
La distinción entre la actuación del Estado en la esfera del Derecho público o en la del Derecho
privado —o entre los actos que sólo puede realizar el Estado y los que pueden ser objeto de iniciativa
privada— no resuelve todos los problemas:
1. No es el Derecho Internacional, sino cada uno de los ordenamientos estatales, los que
marcan conforme a su propio criterio la divisoria entre lo público y lo privado.
Ejemplo: Mientras el Tribunal Federal suizo consideró que la actividad de promoción de las
Oficinas de Turismo estatales implica el ejercicio por el Estado extranjero de su poder público, un
Tribunal alemán llegó a la conclusión contraria (Oficina Española de Turismo, 1977).
2. No se puede negar que el objeto del acto resulta en ocasiones relevante.
Así, en la jurisprudencia estatal se observa una tendencia —de alcance variable— a
otorgar inmunidad de jurisdicción en los procesos relativos a contratos de trabajo, al
menos cuando el trabajador ha sido contratado para desempeñar funciones relacionadas con
el ejercicio del poder público.
o La distinción acogida por cierta jurisprudencia estatal entre actividades comerciales
y actividades no comerciales es subsumible en la anterior (Derecho privado/Derecho
público), en la medida en que los actos comerciales serán por lo general de Derecho
privado.
No obstante, un acto de un Estado puede presentar un contenido comercial y tener
naturaleza pública.
Además, algunos de los actos respecto de los cuales la práctica revela negación de
inmunidad —como los concernientes a lesiones a las personas o daños a sus bienes —
difícilmente encajan en la calificación de actos comerciales.
C. La inmunidad restringida en los textos normativos: la lista
La incapacidad de la jurisprudencia para determinar con claridad y precisión los límites de la
inmunidad de jurisdicción del Estado extranjero explica que las leyes especiales promulgadas por
distintos países, así como el Convenio de Basilea (1972) y, últimamente, la Convención de las Naciones
Unidas (2005) se hayan inclinado por una relación casuística de los supuestos en que la inmunidad no es
exigible, vinculando eventualmente el ejercicio de la jurisdicción a la ocurrencia de una conexión
razonable del foro con el asunto.
Así, partiendo como principio de la inmunidad del Estado extranjero cuando es demandado o, sin
serlo, pueden menoscabarse sus bienes, derechos, intereses o actividades (arts. 5 y 6.2),
Artículo 5 Inmunidad del Estado
Todo Estado goza, para sí y sus bienes, de inmunidad de jurisdicción ante los tribunales de otro
Estado, según lo dispuesto en la presente Convención.
Artículo 6 Modos de hacer efectiva la inmunidad del Estado
1. Un Estado hará efectiva la inmunidad a que se refiere el artículo 5 absteniéndose de ejercer
jurisdicción en un proceso incoado ante sus tribunales contra otro Estado y, a estos efectos, velará por
que sus tribunales resuelvan de oficio la cuestión del respeto de la inmunidad de ese otro Estado a que
se refiere el artículo 5.
2. Un proceso ante un tribunal de un Estado se entenderá incoado contra otro Estado si éste:
a) es mencionado como parte en el proceso; o
b) no es mencionado como parte en el proceso, pero este proceso tiende efectivamente a menoscabar
los bienes, derechos, intereses o actividades de ese otro Estado.
la Convención de las Naciones Unidas señala como límites o excepciones de carácter dispositivo, esto es,
que están a expensas de que los Estados interesados convengan otra cosa, las siguientes:
1) Las transacciones mercantiles con una persona física o jurídica (que no sea otro Estado), salvo pacto
en contrario de las partes (art. 10).
Artículo 10 Transacciones mercantiles
1. Si un Estado realiza una transacción mercantil con una persona natural o jurídica extranjera, y si en
virtud de las normas aplicables de derecho internacional privado los litigios relativos a esa transacción
mercantil corresponden a la jurisdicción de un tribunal de otro Estado, el Estado no podrá hacer valer
la inmunidad de jurisdicción ante ese tribunal en ningún proceso basado en dicha transacción
mercantil.
2. Lo dispuesto en el párrafo 1 no se aplica:
a) en el caso de una transacción mercantil entre Estados; o
b) si las partes en la transacción mercantil han pactado expresamente otra cosa.
3. Cuando una empresa estatal u otra entidad creada por un Estado que esté dotada de personalidad
jurídica propia y tenga capacidad:
a) para demandar o ser demandada; y
b) para adquirir bienes, tener su propiedad o posesión y disponer de ellos, incluidos bienes que ese
Estado le haya autorizado a explotar o a administrar, intervenga en un proceso relativo a una
transacción mercantil en la cual sea parte dicha entidad, la inmunidad de jurisdicción de que goce ese
Estado no resultará afectada.
La Convención enumera una serie de contratos y señala que, a efectos de calificación, debe atenderse
principalmente a:
La “naturaleza del contrato o de la transacción”.
La “finalidad del contrato o de la transacción” si así lo acuerdan las partes o si en la práctica del
Estado del foro “tal finalidad es pertinente para la determinación del carácter no mercantil del
contrato o de la transacción” (art. 2.1.c)).
2) Los contratos de trabajo (art. 11), a salvo los supuestos en que:
a) El trabajador ha sido contratado para desempeñar funciones especiales en el ejercicio del poder
público.
b) El empleado es una persona que goza de inmunidad diplomática.
c) El empleado es nacional del Estado extranjero al entablarse el proceso, sin residencia
permanente en el foro.
d) El objeto del proceso es la contratación, la renovación del contrato o la readmisión del
trabajador.
e) El objeto es la rescisión del contrato, siempre que el Estado contratante determine que dicho
proceso menoscaba sus intereses de seguridad.
f) Las partes en el contrato hayan pactado otra cosa por escrito, a menos que por motivos de
orden público los tribunales del foro tengan conferida jurisdicción exclusiva por razón de la
materia sobre el objeto del proceso.
3) Las acciones de indemnización por lesiones a las personas y daños a los bienes causados por un acto
u omisión atribuible al Estado (art. 12).
La jurisdicción del foro se funda en un doble nexo cumulativo territorial que conviene interpretar
estrictamente:
La presencia del autor en el territorio del Estado de foro al producirse el acto u omisión lesivos.
La producción de los daños, total o parcialmente, en ese mismo territorio.
Se trata de una excepción concebida para casos de accidentes de tráfico, pero que puede abarcar otros
daños, intencionales o no, inclusive los deducidos del homicidio y el asesinato político.
Ejemplo: El atentado con bomba que causó la muerte del antiguo ministro de defensa del gobierno de
Salvador Allende, Orlando Letelier, y de su secretaria, en Washington, atribuido a la policía política chilena
bajo el régimen militar de Augusto Pinochet (Letelier v. Republic of Chile, 1980).
La jurisdicción no abarca los daños morales o los que traen su origen de la difamación o la calumnia y
no cubre tampoco los daños transfronterizos (la contaminación medioambiental que resultó del
accidente de Chernobil, 1986).
Siendo la excepción dispositiva, es frecuente que se vuelva a la inmunidad mediante acuerdo para evitar
que incidentes originados por la presencia de efectivos militares de países aliados enrarezcan las
relaciones políticas. Incluso cabe afirmar que, en estos casos, la jurisprudencia —como ha observado el
TEDH (McElhinney v. Ireland, 2001) suele encomendarse al criterio de los actos iure imperii para
amparar la inmunidad de las acciones y omisiones de los efectivos militares.
4) La determinación de los derechos u obligaciones de un Estado extranjero respecto de bienes muebles
o inmuebles situados en el Estado del foro (art. 13).
Artículo 13 Propiedad, posesión y uso de bienes
Salvo que los Estados interesados convengan otra cosa, ningún Estado podrá hacer valer la inmunidad
de jurisdicción ante un tribunal de otro Estado, por lo demás competente, en un proceso relativo a la
determinación de:
a) un derecho o interés del Estado respecto de bienes inmuebles situados en el Estado del foro, la
posesión o el uso por el Estado de esos bienes inmuebles o una obligación del Estado nacida de su
derecho o interés respecto de tales bienes inmuebles o de su posesión o uso de esos bienes;
b) un derecho o interés del Estado respecto de bienes muebles o inmuebles, nacido en virtud de
sucesión, donación u ocupación de bien vacante; o
c) un derecho o interés del Estado respecto de la administración de bienes, tales como bienes en
fideicomiso, bienes integrantes de la masa de la quiebra o bienes de una sociedad en caso de
disolución.
5) La determinación de derechos del Estado extranjero en materia de propiedad industrial o intelectual o
la lesión por el Estado extranjero de un derecho de la misma índole de un tercero en el Estado del foro
(art. 14).
Artículo 14 Propiedad intelectual e industrial
Salvo que los Estados interesados convengan otra cosa, ningún Estado podrá hacer valer la inmunidad
de jurisdicción ante un tribunal de otro Estado, por lo demás competente, en un proceso relativo a:
a) la determinación de cualquier derecho del Estado sobre una patente de invención, dibujo o modelo
industrial, nombre comercial o razón social, marca de fábrica o de comercio, derecho de autor o
cualquier otra forma de propiedad intelectual o industrial que goce de protección jurídica, aunque sea
provisional, en el Estado del foro; o
b) la alegación de una presunta lesión por el Estado, en el territorio del Estado del foro, de un derecho
de la índole mencionada en el apartado a) perteneciente a un tercero y protegido en el Estado del foro.
6) La participación del Estado extranjero con sujetos privados en sociedades constituidas con arreglo a la
ley del Estado del foro o con su sede o su establecimiento principal en él, a menos que las partes hayan
estipulado la inmunidad mediante acuerdo escrito o así lo disponga el instrumento por el que se rige la
sociedad (art. 15).
Artículo 15 Participación en sociedades u otras colectividades
1. Ningún Estado podrá hacer valer la inmunidad de jurisdicción ante un tribunal de otro Estado, por
lo demás competente, en un proceso relativo a su participación en una sociedad u otra colectividad,
con personalidad jurídica propia o sin ella, y concerniente a las relaciones entre el Estado y la
sociedad o colectividad o los demás participantes, cuando ésta:
a) comprenda socios que no sean Estados u organizaciones internacionales; y
b) se haya constituido u organizado con arreglo a la ley del Estado del foro o tenga su sede o su
establecimiento principal en ese Estado.
2. No obstante, un Estado podrá hacer valer la inmunidad de jurisdicción en tal proceso si los Estados
interesados así lo han acordado, si las partes en litigio así lo han estipulado por acuerdo escrito o si el
instrumento que establezca o por el que se rija la sociedad o colectividad de que se trate contiene
disposiciones a tal efecto.
7) La explotación por un Estado extranjero de un buque que en el momento de iniciarse la acción fuera
utilizado para fines que no sean un servicio público no comercial, así como los cargamentos propiedad de
un Estado y su transporte en tales buques (art. 16).
Artículo 16 Buques de propiedad de un Estado o explotados por un Estado
1. Salvo que los Estados interesados convengan otra cosa, ningún Estado que sea propietario de un
buque o que lo explote podrá hacer valer la inmunidad de jurisdicción ante un tribunal de otro Estado,
por lo demás competente, en un proceso relativo a la explotación de ese buque si, en el momento de
producirse el hecho que haya dado lugar a la acción, el buque fuere utilizado para fines que no sean
un servicio público no comercial.
2. Lo dispuesto en el párrafo 1 no se aplica a los buques de guerra y buques auxiliares, ni tampoco se
aplica a otros buques de propiedad de un Estado o explotados por él y utilizados, por el momento,
exclusivamente para un servicio público no comercial.
3. Salvo que los Estados interesados convengan otra cosa, ningún Estado podrá hacer valer la
inmunidad de jurisdicción ante un tribunal de otro Estado, por lo demás competente, en un proceso
relativo al transporte de un cargamento a bordo de un buque de propiedad de ese Estado o explotado
por él si, en el momento de producirse el hecho que haya dado lugar a la acción, el buque fuere
utilizado para fines distintos de un servicio público no comercial.
4. Lo dispuesto en el párrafo 3 no se aplica ni a un cargamento transportado a bordo de los buques a
que se refiere el párrafo 2, ni a un cargamento de propiedad de un Estado y utilizado o destinado a ser
utilizado exclusivamente para un servicio público no comercial.
5. Los Estados podrán alegar la prescripción y todas las demás exoneraciones y limitaciones de
responsabilidad a que puedan acogerse los buques y cargamentos de propiedad privada y sus
propietarios.
6. Si en un proceso se suscita la cuestión del carácter público y no comercial de un buque de
propiedad de un Estado o explotado por él, o de un cargamento de propiedad de un Estado, la
presentación al tribunal de un certificado firmado por un representante diplomático a otra autoridad
competente de ese Estado hará prueba del carácter del buque o el cargamento.
8) Los efectos de un convenio arbitral con un particular sobre litigios relativos a una transacción
mercantil, a menos que el convenio disponga otra cosa (art. 17).
Artículo 17 Efectos de un convenio arbitral
Si un Estado concierta por escrito un convenio con una persona natural o jurídica extranjera a fin de
someter a arbitraje todo litigio relacionado con una transacción mercantil, ese Estado no podrá hacer
valer la inmunidad de jurisdicción ante un tribunal de otro Estado, por lo demás competente, en
ningún proceso relativo a:
a) la validez, la interpretación o la aplicación del convenio arbitral;
b) el procedimiento de arbitraje, o;
c) la confirmación o anulación del laudo;
a menos que el convenio arbitral disponga otra cosa.
La excepción va referida, en síntesis, al ejercicio por los tribunales estatales, con arreglo a la ley del foro,
de funciones supervisoras respecto de arbitrajes privados o comerciales que se celebran en su territorio
y/o se han sometido a su legislación.
Aunque todas estas excepciones o límites a la inmunidad de jurisdicción del Estado extranjero plantean
problemas interpretativos, no cabe duda que la Convención contribuye de forma decisiva a establecer
un marco de actuación más claro y objetivo.
En los casos de violación de Derechos Humanos no caben excepciones contra la inmunidad del Estado. Si fuéramos contra las personas, tendríamos que buscar tratados que dieran jurisdicción por si mismos; y aun así, a partir del art. 2.1 de la CNUIJ el Estado abarca casi todo. Esto se comprobó en el caso de Enero del 2014 del TEDH, denominado Jones v. UK. En esta sentencia se dijo que el concepto de Estado no vulnera el art. 6 CEDH.
D. ¿Hasta dónde llega el Estado?
La definición del Estado fue uno de los puntos de discordia en la elaboración de la Convención de las
Naciones Unidas. La Convención entiende por Estado (art. 2.1.b)):
Artículo 2 Términos empleados
1. Para los efectos de la presente Convención:
b) se entiende por “Estado”:
i) El Estado y sus diversos órganos de gobierno.
ii) Los elementos constitutivos de un Estado federal o las subdivisiones políticas del Estado, que
estén facultados para realizar actos en el ejercicio de la autoridad soberana y actúen en tal
carácter.
iii) Los organismos o instituciones del Estado u otras entidades, en la medida en que estén
facultados para realizar y realicen efectivamente actos en ejercicio de la autoridad soberana del
Estado.
iv) Los representantes del Estado cuando actúen en tal carácter.
No obstante, en el caso concreto podrán plantearse dificultades.
La calificación como órganos de un Estado extranjero de los bancos centrales, los organismos
autónomos o las empresas públicas.
La consideración del estatuto de un ente es importante, allí donde se aplica la inmunidad absoluta, pues
a medida que afirma su autonomía (personalidad jurídica propia, patrimonio separado, gestión y control
independientes…) cabe negar su identificación con el Estado extranjero y fijar por esta vía límites a la
inmunidad.
Por el contrario, allí donde se aplica la inmunidad restringida el estatuto de un ente será menos
relevante, porque la aproximación ratione materiae bastará normalmente para alcanzar las debidas
conclusiones. Esta aproximación se encuentra en la jurisprudencia de algunos países.
La aplicación del principio de inmunidad a las subdivisiones políticas del Estado.
El Convenio de Basilea (1972), por su parte, se refiere expresamente a los Estados miembros de un
Estado federal para afirmar que no gozan de inmunidad a no ser que éste formule una declaración en
sentido contrario, mediante notificación al Secretario General del Consejo de Europa (art. 28).
La solución ofrecida por el Convenio europeo ha sido recogida en las leyes de Gran Bretaña y de Singapur.
La ley canadiense, en cambio, incluye en su ámbito de aplicación a los Estados federados, mientras que la de
Estados Unidos la extiende a todas las subdivisiones políticas.
La práctica jurisprudencial es también errática respecto de la inmunidad de jurisdicción de territorios
no autónomos (v. par. 58).
Ejemplo: Los tribunales británicos otorgaron en 1938 inmunidad al Maharajá de Baroda, un Tribunal
neozelandés la negaba en 1981 al Gobierno de las islas Marshall, dada su condición de fideicomiso. El
Tribunal Supremo de Estados Unidos reconoció por contra inmunidad a Palaos, que tenía esta misma
condición, si bien fundó su decisión en la consideración (prematura) de Palaos como Estado.
Es discutido si sólo los Estados reconocidos por el foro gozan de inmunidad. Si, como dijo la Cour
d’Appel de París, la personalidad de un Estado se funda en su existencia de hecho, no hay razón para
limitar la inmunidad a los reconocidos.
E. Aspectos procesales
1) La inmunidad de jurisdicción es renunciable, pudiendo estimarse la renuncia implícita cuando un
Estado participa en un proceso ante los tribunales de otro Estado, ya sea:
- Incoando el proceso.
- Interviniendo en él.
- Realizando cualquier otro acto en relación con el fondo.
No se entenderá que el Estado extranjero renuncia a la inmunidad si su intervención en el proceso
tiene únicamente por objeto invocarla o, tratándose de un proceso en el que no es parte, se dirige a
hacer valer un derecho respecto de bienes que son objeto del litigio (arts. 7-8).
Cuando un Estado extranjero incoa el proceso cabe entender que renuncia a la inmunidad respecto de
una posible demanda reconvencional basada en la misma relación jurídica o en los mismos hechos que
la demanda por él presentada. Por otra parte, es incuestionable que un Estado que formule
reconvención en un proceso en el que ha sido demandado renuncia a la inmunidad respecto a la
demanda principal (art. 9).
2) La inmunidad de jurisdicción se aprecia de oficio. Cuando un Estado es demandado ante los tribunales
de otro Estado puede (art. 6.1 CNU y art. 15, CB):
- Personarse en el proceso con el exclusivo objeto de invocar su inmunidad como excepción
procesal.
- Si no lo hace el juez habrá de apreciarla de oficio.
3) La práctica de algunos Estados ha amagado con condicionar la inmunidad a la reciprocidad, criticable
desde un punto de vista internacional, si se entiende que ese es su fundamento o se pretende forzar la
prueba por el Estado extranjero de la observancia del principio de inmunidad por sus tribunales.
Además es incompatible con la obligación de los tribunales del foro de aplicar de oficio la
inmunidad, lo que se encarece especialmente en procedimientos en que el Estado extranjero opta por la
incomparecencia.
Pero la reciprocidad puede ser:
o Un buen parámetro para establecer in casu los límites de una aplicación restrictiva del
principio y en este sentido su papel es previsto por distintas legislaciones.
o Uno de los medios para suavizar la autoflagelación de los Estados que aún aplican la
inmunidad absoluta.
IV. INMUNIDAD RESPECTO DE MEDIDAS COERCITIVAS
A. ¿Una inmunidad (casi) inexpugnable?
Admitido el ejercicio de jurisdicción sobre el Estado extranjero dentro de ciertos límites, cabe preguntarse
si en ese caso los tribunales pueden imponerle las medidas coercitivas, anteriores o posteriores al
fallo (embargo, ejecución), previstas en el procedimiento. Si la respuesta es negativa, el cumplimiento
de una sentencia condenando al Estado extranjero quedaría a expensas de su voluntad.
En términos generales se desprende de la práctica el tratamiento separado de ambas cuestiones. De ahí
que la renuncia a la inmunidad de jurisdicción no implica renuncia a la inmunidad de ejecución
(Convención de las NU, art. 20).
Artículo 20 Efecto del consentimiento a la jurisdicción sobre las medidas coercitivas
Cuando se requiera el consentimiento para la adopción de medidas coercitivas de conformidad con los
artículos 18 y 19, el consentimiento para el ejercicio de jurisdicción en virtud del artículo 7 no
implicará consentimiento para adoptar medidas coercitivas.
La consideración de que una medida coercitiva tiene una mayor incidencia en las relaciones
interestatales y atenta contra la soberanía del Estado extranjero, determina una mayor continencia
al abordar la restricción de esta inmunidad. Ilustra esta actitud el hecho de que países cuya
legislación o jurisprudencia han restringido la inmunidad de jurisdicción, mantienen en cambio
una inmunidad (casi) absoluta respecto de medidas coercitivas.
1. Ha sido muy discutido el alcance de esta inmunidad, hasta el punto de que se consideró excluir su
tratamiento en la Convención de las Naciones Unidas. De acuerdo con las reglas finalmente acordadas,
las medidas coercitivas están prácticamente excluidas antes del fallo, a menos que el Estado
extranjero las consienta expresamente o haya asignado bienes a la satisfacción de la demanda (art. 18).
Artículo 18 Inmunidad del Estado respecto de medidas coercitivas anteriores al fallo
No podrán adoptarse contra bienes de un Estado, en relación con un proceso ante un tribunal de otro
Estado, medidas coercitivas anteriores al fallo como el embargo y la ejecución, sino en los casos y
dentro de los límites siguientes:
a) cuando el Estado haya consentido expresamente en la adopción de tales medidas, en los términos
indicados:
i) por acuerdo internacional;
ii) por un acuerdo de arbitraje en un contrato escrito; o
iii) por una declaración ante el tribunal o por una comunicación escrita después de haber
surgido una controversia entre las partes; o
b) cuando el Estado haya asignado o destinado bienes a la satisfacción de la demanda objeto de ese
proceso.
El Estado extranjero no está obligado a prestar caución, fianza o depósito relativo a costas de
procedimientos en que haya sido demandado, ni puede ser condenado a multas por negarse a cumplir
requerimientos judiciales (art. 24).
Artículo 24 Privilegios e inmunidades durante la sustanciación del proceso ante un tribunal
1. El hecho de que un Estado incumpla o rehúse cumplir el requerimiento de un tribunal de otro
Estado por el que se le inste a realizar o abstenerse de realizar determinado acto o a presentar
cualquier documento o revelar cualquier otra información a los efectos del proceso no tendrá más
consecuencias que las que resulten de tal comportamiento en relación con el fondo del asunto. En
particular, no se condenará a ninguna multa o pena al Estado que haya incumplido o rehusado cumplir
tal requerimiento.
2. Ningún Estado estará obligado a prestar caución, fianza o depósito, sea cual fuere su denominación,
para garantizar el pago de las costas o gastos judiciales de cualquier proceso en que sea parte
demandada ante un tribunal de otro Estado.
2. En cuanto a las medidas posteriores al fallo, que interesan sobre todo a la ejecución de la sentencia,
cabe adoptarlas y aplicarlas sobre bienes que cumplan estos requisitos:
1) Una utilización específica o destino para fines distintos al servicio público no
comercial.
2) Una localización en el foro.
3) Un nexo (propiedad, posesión u otro) con la entidad contra la que se ha incoado el
proceso, pero no necesariamente con el objeto de la demanda.
Artículo 19 Inmunidad del Estado respecto de medidas coercitivas posteriores al fallo
No podrán adoptarse contra bienes de un Estado, en relación con un proceso ante un tribunal de otro
Estado, medidas coercitivas posteriores al fallo como el embargo y la ejecución, sino en los casos y
dentro de los límites siguientes:
a) cuando el Estado haya consentido expresamente en la adopción de tales medidas, en los términos
indicados:
i) por acuerdo internacional;
ii) por un acuerdo de arbitraje o en un contrato escrito; o
iii) por una declaración ante el tribunal o por una comunicación escrita después de haber
surgido una controversia entre las partes; o
b) cuando el Estado haya asignado o destinado bienes a la satisfacción de la demanda objeto de ese
proceso; o
c) cuando se ha determinado que los bienes se utilizan específicamente o se destinan a su utilización
por el Estado para fines distintos de los fines oficiales no comerciales y que se encuentran en el
territorio del Estado del foro, si bien únicamente podrán tomarse medidas coercitivas posteriores al
fallo contra bienes que tengan un nexo con la entidad contra la cual se haya incoado el proceso.
La expresión entidad designa:
Al Estado como persona jurídica independiente.
A las unidades constitutivas de un Estado federal u otras subdivisiones del Estado.
A organismos e instituciones con personalidad jurídica independiente.
De esta manera, a diferencia de lo que ocurre en el ámbito de la responsabilidad internacional, el
Estado se desagrega y puede sustraer mediante barreras estancas de personalidad activos
patrimoniales a medidas coercitivas instadas en el foro. No obstante, la Convención no prejuzga un
posible “levantamiento del velo social” a fin de determinar si una entidad ha tergiversado
intencionadamente su situación financiera o reducido sus activos a fi n de evadir sus obligaciones.
Para facilitar la aplicación de esta regla, la Convención de las Naciones Unidas enumera (art. 21.1) una
serie de bienes protegidos por la inmunidad, al presumirse iuris et de iure adscritos a un servicio
público no comercial:
1) Los bienes, incluidos cuentas bancarias, utilizados o destinados al desempeño de las misiones
diplomáticas y oficinas consulares del Estado, misiones especiales, misiones y delegaciones
ante Organizaciones y Conferencias Internacionales.
2) Los bienes de carácter militar o los que sean utilizados o destinados al desempeño de funciones
militares.
3) Los bienes del Banco Central o de otra autoridad monetaria del Estado.
4) Los bienes del patrimonio cultural y de los archivos, así como los bienes que formen parte de
una exposición de objetos de interés científico, cultural o histórico (a menos que, en uno u otro
caso, se hayan puesto en venta o estén destinados a serlo).
En relación con esta lista de bienes estatales acorazados frente a medidas coercitivas cabe señalar que
algunos cuentan ya con normas de protección particulares, como los locales de la Misión diplomática
y de los bienes situados en ellos o los buques de guerra, buques estatales utilizados para un servicio
oficial y aeronaves de Estado.
Aunque la Convención mantiene un alto nivel de inmunidad, su línea es la de las leyes estatales más
permisivas. La de los Estados Unidos, más estricta, limita las medidas de ejecución a los bienes
utilizados para la actividad comercial en la que se fundamenta la demanda.
El Convenio de Basilea (1972) afirma la obligación de los Estados partes de dar cumplimiento a las
sentencias dictadas ex convenio . Las medidas coercitivas son apenas objeto de un régimen facultativo
(arts. 24-26) al que pueden acogerse los Estados partes mediante declaración unilateral, que admite las
medidas sólo contra los bienes utilizados exclusivamente para actividades industriales o comerciales del
Estado extranjero y siempre que estuvieran destinados a la misma actividad industrial o comercial que dio
lugar a la demanda.
En España el art. 21 LOPJ consagra la inmunidad de ejecución, sin más precisiones.
Artículo 21.
1. Los Juzgados y Tribunales españoles conocerán de los juicios que se susciten en territorio español
entre españoles, entre extranjeros y entre españoles y extranjeros con arreglo a lo establecido en la
presente ley y en los tratados y convenios internacionales en los que España sea parte.
2. Se exceptúan los supuestos de inmunidad de jurisdicción y de ejecución establecidos por las
normas del Derecho Internacional Público.
Las SSTS 10/Feb y 1/Dic/1986 admiten que la inmunidad de ejecución no tiene alcance absoluto,
supeditando su reconocimiento a varias condiciones, entre las que destacaba la existencia de reciprocidad.
Posteriormente, con ocasión de un recurso de amparo interpuesto en relación con la STS 1/Dic/1986, el
TC en su STC 107/1992 afirmó que una indebida extensión de la inmunidad de ejecución acarrea una
violación del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE), admitiendo en consecuencia
la posibilidad de adoptar medidas de ejecución contra los bienes que se encuentren destinados por
un Estado extranjero al desenvolvimiento de actividades económicas, aun cuando no estuvieran
destinados a la misma actividad que provocó el litigio.
Merece mencionar la STC 18/1997, que afirma que el archivo por un Juzgado de la social de Madrid de
la ejecución de una sentencia condenando a la Embajada de Guinea Ecuatorial a una indemnización por
despido vulneró el derecho a la tutela judicial efectiva, al no haberse agotado las posibilidades de
actuación que el ordenamiento ofrece. En particular, señala que cuando surgen dificultades de
ejecución contra un Estado extranjero cobra vital importancia la colaboración de los poderes públicos y la
del Ministerio de Asuntos Exteriores (cuya negativa puede producir el nacimiento de las pertinentes
responsabilidades), reprochando al Juzgado no haber reiterado el requerimiento que hizo a dicho
Ministerio para adoptar frente a Guinea Ecuatorial las medidas que el Derecho Internacional ofrece.
B. El asalto a las cuentas bancarias
Son frecuentes los casos en los que las medidas coercitivas se dirigen contra las cuentas bancarias del
Estado extranjero, incluso cuando el titular es una misión diplomática o una oficina consular. La
dificultad en estos casos radica en:
La especial protección que las normas del Derecho diplomático y consular reconocen a esos
titulares.
Determinar si sus fondos están destinados o no a una actividad comercial cuando la
Convención de las Naciones Unidas propone que se presuma iuris et de iure una afectación no
comercial.
El Convenio europeo de 1972 guarda silencio sobre esta cuestión y la jurisprudencia estatal suele ser
favorable al reconocimiento de la inmunidad absoluta de estas cuentas, pero el hecho de que las
cuentas bancarias a nombre de misiones diplomáticas y oficinas consulares sean los únicos bienes
disponibles del Estado extranjero explica que sus acreedores traten de abrir caminos para limitarla.
En España el TC, a pesar de su posición favorable a restringir la inmunidad de ejecución, entendió
(STC 107/1992) que el embargo de cuentas corrientes a nombre de una misión diplomática era contrario
a las Convenciones de Viena sobre Relaciones Diplomáticas (1961) y Consulares (1963) y al artículo 21
de la LOPJ, no exigiendo siquiera una declaración del órgano competente del Estado extranjero
sobre el destino oficial de los fondos. El Tribunal avala su posición:
En la práctica internacional.
En el carácter único e indivisible del saldo de una cuenta bancaria.
En la imposibilidad de investigar las operaciones y el destino de los fondos de una cuenta
adscrita al desenvolvimiento de la actividad de una misión diplomática.
La doctrina del Tribunal Constitucional ha sido posteriormente seguida por los tribunales españoles, si
bien cabe señalar alguna excepción (STS 22/Feb/1994).
V. INMUNIDADES Y PRIVILEGIOS DE LOS AGENTES DEL ESTADO
EXTRANJERO
A. Inmunidades y privilegios de los órganos centrales
El Derecho Internacional reconoce a los órganos centrales del Estado encargados de las relaciones
exteriores ciertos privilegio e inmunidades cuando quienes los encarnan se encuentran en el
extranjero.
Se trata de:
La inviolabilidad: Imposibilidad de ser objeto de arresto o coerción sobre su persona, residencia,
propiedades, equipaje y correspondencia.
La inmunidad de jurisdicción: Imposibilidad de ser juzgado por los tribunales de otro Estado.
Inmunidad que:
o Es completa en materia penal.
o Respecto de la civil prevalece la tesis de que la inmunidad existe cuando la persona
actúa como órgano del Estado, iure imperii, pero no en sus actuaciones a título
particular o privado.
B. Inmunidades y privilegios de los miembros de la Misión Diplomática: Un núcleo irreductible.
Los privilegios e inmunidades diplomáticos se conceden para proveer la independencia de la personas,
sin intromisiones ni presiones, en el desempeño de sus funciones (ne impediatur legatio). Se explica así
que se reconozca al Estado acreditante (el Estado del que son los diplomáticos) el derecho de
renunciar a la inmunidad de jurisdicción de los miembros de la Misión.
Debe resaltarse asimismo el carácter imperativo del núcleo esencial de las normas internacionales
sobre privilegios e inmunidades. El Estado receptor (Estado extranjero al de los diplomáticos) no
puede condicionar el reconocimiento mismo de un privilegio o inmunidad a la reciprocidad , pues las
obligaciones que en esta materia pesan sobre el Estado receptor no son recíprocas o interdependientes,
sino absolutas o incondicionales. Por eso mismo no cabe una aplicación discriminatoria de las normas
esenciales (art. 47 de la Convención de Viena de 1961).
Artículo 47
1. En la aplicación de las disposiciones de la presente Convención, el Estado receptor no hará
ninguna discriminación entre los Estados.
2. Sin embargo, no se considerará como discriminatorio:
a. Que el Estado receptor aplique con criterio restrictivo cualquier disposición de la presente
Convención, porque con tal criterio haya sido aplicada a su misión en el Estado acreditante.
b. que, por costumbre o acuerdo, los Estados se concedan recíprocamente un trato más favorable
que el requerido en las disposiciones de la presente Convención.
C. Privilegios e inmunidades de los agentes diplomáticos
La Convención de 1961 recoge los siguientes:
1) Inviolabilidad personal :
La inviolabilidad personal comporta la obligación para las autoridades del Estado receptor de abstenerse
de toda medida coercitiva —en particular medidas de arresto o detención— contra los agentes, que sólo
pueden ser detenidos cuando son sorprendidos en flagrante delito (arts. 27.5 y 29).
La inviolabilidad personal trae aparejada la obligación del Estado receptor de adoptar todas las
medidas adecuadas para evitar cualquier atentado contra la persona, libertad o dignidad de las personas
protegidas (art. 29).
Artículo 29
La persona del agente diplomático es inviolable. No puede ser objeto de ninguna forma de detención
o arresto. El Estado receptor le tratará con el debido respeto y adoptará todas las medidas adecuadas
para impedir cualquier atentado contra su persona, su libertad o su dignidad.
2) Inmunidad de jurisdicción :
La inmunidad de jurisdicción es consecuencia lógica de la inviolabilidad personal. Su alcance varía según
los casos:
Inviolabilidad penal . Se afirma de manera absoluta, tajante e incondicional.
Inviolabilidad civil . La inmunidad del patrimonio mobiliario del agente es absoluta. Sin
embargo, no opera la inmunidad cuando se trata de:
o Acciones reales sobre bienes inmuebles radicados en el Estado receptor (a menos que
los posean por cuenta del Estado para los fines de la Misión).
A la luz de la práctica debe entenderse que esta excepción no comprende las acciones
derivadas de un contrato de arrendamiento (STC 140/1995).
o Acciones sucesorias en las que el agente figure a título privado como ejecutor
testamentario, administrador, heredero o legatario.
o Acciones referentes a cualquier actividad profesional o comercial ejercida por el agente
en el Estado receptor (arts. 31 y 37.1), siempre que el Estado receptor permita ejercer
actividades que la Convención prohíbe en principio.
Artículo 31
1. El agente diplomático gozará de inmunidad de la jurisdicción penal del Estado receptor. Gozará
también de inmunidad de su jurisdicción civil y administrativa, excepto si se trata:
a. de una acción real sobre bienes inmuebles particulares radicados en el territorio del Estado
receptor, a menos que el agente diplomático los posea por cuenta del Estado acreditante para los
fines de la misión.
b. de una acción sucesoria en la que el agente diplomático figure, a título privado y no en nombre
del Estado acreditante, como ejecutor testamentario, administrador, heredero o legatario.
c. de una acción referente a cualquier actividad profesional o comercial ejercida por el agente
diplomático en el Estado receptor, fuera de sus funciones oficiales.
2. El agente diplomático no está obligado a testificar.
3. El agente diplomático no podrá ser objeto de ninguna medida de ejecución, salvo en los casos
previstos en los incisos a, b y c del párrafo 1 de este artículo y con tal de que no sufra menoscabo la
inviolabilidad de su persona o de su residencia.
4. La inmunidad de jurisdicción de un agente diplomático en el Estado receptor no le exime de la
jurisdicción del Estado acreditante.
La inmunidad de jurisdicción no implica en modo alguno exención de la obligación de respetar las
leyes y reglamentos del Estado receptor, incluida en su caso la suscripción de un seguro de
responsabilidad civil por daños causados a terceros (art. 41.1).
Artículo 41
1. Sin perjuicio de sus privilegios e inmunidades, todas las personas que gocen de esos privilegios e
inmunidades deberán respetar las leyes y reglamentos del Estado receptor. También están obligados a
no inmiscuirse en los asuntos internos de ese Estado.
Hay actividades peligrosas (tráfico de armas, estupefacientes, divisas, alcohol, tabaco) en que se advierte
una utilización abusiva de privilegios e inmunidades. Se suele, además, caer en la tentación de conceder
cobertura diplomática a agentes llamados a trabajos sucios, por ejemplo, de espionaje militar o industrial,
o de desestabilización política o social.
En estos casos sólo cabe solicitar del Estado acreditante:
- El discreto traslado del funcionario.
- El levantamiento de la inmunidad de jurisdicción (art. 32).
Artículo 32
1. El Estado acreditante puede renunciar a la inmunidad de jurisdicción de sus agentes diplomáticos y
de las personas que gocen de inmunidad conforme al Artículo 37.
2. La renuncia ha de ser siempre expresa.
3. Si un agente diplomático o una persona que goce de inmunidad de jurisdicción conforme al artículo
37 entabla una acción judicial, no le será permitido invocar la inmunidad de jurisdicción respecto de
cualquier reconvención directamente ligada a la demanda principal.
4. La renuncia a la inmunidad de jurisdicción respecto de las acciones civiles o administrativas no ha
de entenderse que entraña renuncia a la inmunidad en cuanto a la ejecución del fallo, para lo cual será
necesaria una nueva renuncia.
- Una declaración del beneficiario como persona non grata o no aceptable.
Esto comporta la obligación para el Estado de retirar a esa persona o de cesarle en sus funciones.
En cuanto a la ejecución de una eventual sentencia condenatoria, la renuncia a la inmunidad de
jurisdicción no comporta renuncia a la inmunidad de ejecución. Consecuentemente, la ejecución de
una sentencia penal podrá toparse con la inviolabilidad de la persona condenada o con la de su residencia,
así como de los locales de la Misión, salvo renuncia a la misma por el Estado acreditante o levantamiento
de la condición diplomática de la que se prevale el condenado.
Por otro lado, la inmunidad de jurisdicción de los miembros de la Misión en el Estado receptor no les
exime de la jurisdicción del Estado acreditante (art. 31.4). En consecuencia, tanto sus autoridades
como los particulares lesionados pueden promover allí acciones administrativas y judiciales. En este
caso una declaración de incompetencia equivaldría a una denegación de justicia.
Por último, los agentes diplomáticos no están obligados a testificar en juicio (arts. 31.2).
3) Inviolabilidad de su residencia :
La residencia del agente diplomático así como sus documentos y correspondencia, gozan de la misma
inviolabilidad y protección que los locales de la Misión. Dicha inviolabilidad se extiende igualmente a sus
bienes, salvo en los casos en que no gozan de inmunidad de jurisdicción, si no sufre menoscabo la
inviolabilidad de su persona y de su residencia (art. 30).
Artículo 30
1. La residencia particular del agente diplomático goza de la misma inviolabilidad y protección que
los locales de la misión.
2. Sus documentos, su correspondencia y, salvo lo previsto en el párrafo 3 del Artículo 31, sus bienes,
gozarán igualmente de inviolabilidad.
4) Exención de prestaciones personales :
El Estado receptor debe eximir a los agentes de toda prestación personal, de todo servicio público y
de toda carga militar (art. 35).
Artículo 35
El Estado receptor deberá eximir a los agentes diplomáticos de toda prestación personal, de todo
servicio público cualquiera que sea su naturaleza y de cargas militares tales como las requisiciones,
las contribuciones y los alojamientos militares.
5) Privilegios fiscales y aduaneros :
Los agentes diplomáticos están exentos de todos los impuestos y gravámenes nacionales, regionales o
municipales, con una serie de excepciones (art. 34).
Artículo 34
El agente diplomático estará exento de todos los impuestos y gravámenes personales o reales,
nacionales, regionales o municipales, con excepción:
a. de los impuestos indirectos de la índole de los normalmente incluidos en el precio de las
mercaderías o servicios.
b. de los impuestos y gravámenes sobre los bienes inmuebles privados que radiquen en el territorio
del Estado receptor, a menos que el agente diplomático los posea por cuenta del Estado acreditante
y para los fines de la misión.
c. de los impuestos sobre las sucesiones que corresponda percibir al Estado receptor, salvo lo
dispuesto en el párrafo 4 del artículo 39.
d. de los impuestos y gravámenes sobre los ingresos privados que tengan su origen en el Estado
receptor y de los impuestos sobre el capital que graven las inversiones efectuadas en empresas
comerciales en el Estado receptor.
e. de los impuestos y gravámenes correspondientes a servicios particulares prestados.
f. salvo lo dispuesto en el artículo 23, de los derechos de registro, aranceles judiciales, hipoteca y
timbre, cuando se trate de bienes inmuebles.
En la práctica (salvo la aleatoria exención del IVA y de los impuestos especiales, reconocida por algunas
legislaciones estatales a título de reciprocidad), el privilegio fiscal de los miembros de la Misión se limita
a las rentas personales derivadas de su trabajo.
Asimismo, los agentes gozan de exención de todo derecho de aduana, impuesto o gravamen conexo
(salvo gastos de almacenaje, acarreo y servicios análogos) por la entrada de objetos destinados a su
uso personal o de sus familiares, incluidos los efectos destinados a su instalación (art. 36.1).
El Estado receptor puede modular el alcance de estos privilegios aduaneros a través de sus leyes y
reglamentos, siempre que no los deje sin contenido. En este sentido, no parecen admisibles disposiciones
que sometan al pago de una tasa a toda una categoría de bienes, como por ejemplo los productos
alimenticios, las bebidas alcohólicas y el tabaco. También puede ampliar los privilegios, normalmente a
título de reciprocidad.
Además, el agente diplomático está exento de la inspección de su equipaje personal, a menos que haya
motivos fundados para sospechar que contiene objetos no cubiertos por la exención, o cuya
importación o exportación esté prohibida por la legislación del Estado receptor. En tal caso, la
inspección sólo podrá realizarse en su presencia (art. 36.2). El Estado receptor goza de un amplio
margen de discrecionalidad para apreciar la existencia de motivos fundados.
Artículo 36
1. El Estado receptor, con arreglo a las leyes y reglamentos que promulgue, permitirá la entrada, con
exención de toda clase de derechos de aduana, impuestos y gravámenes conexos, salvo los gastos de
almacenaje, acarreo y servicios análogos:
a. de los objetos destinados al uso oficial de la misión.
b. de los objetos destinados al uso personal del agente diplomático o de los miembros de su familia
que formen parte de su casa, incluidos los efectos destinados a su instalación.
2. El agente diplomático estará exento de la inspección de su equipaje personal, a menos que haya
motivos fundados para suponer que contiene objetos no comprendidos en las exenciones mencionadas
en el párrafo 1 de este artículo, u objetos cuya importación o exportación esté prohibida por la
legislación del Estado receptor o sometida a sus reglamentos de cuarentena. En este caso, la
inspección sólo se podrá efectuar en presencia del agente diplomático o de su representante
autorizado.
6) Los agentes diplomáticos están exentos de las disposiciones sobre Seguridad Social del
Estado receptor, si bien pueden acogerse voluntariamente a ellas, si éste lo permite (art. 33).
D. Circunstancias modificativas del estatuto diplomático: la categoría, la nacionalidad y la
residencia, la relación familiar
a. La categoría:
Cabe señalar que:
El personal administrativo y técnico goza de los privilegios e inmunidades de los agentes
diplomáticos, con las siguientes salvedades:
o La inmunidad de jurisdicción les alcanza sólo respecto de los actos realizados en el
ejercicio de sus funciones.
o La exención de derechos de aduana y gravámenes conexos se limita a los objetos
importados al efectuar la primera instalación (art. 37.2).
El personal de servicio, goza de:
o Inviolabilidad personal, como los demás miembros de la Misión.
o Inmunidad de jurisdicción por los actos realizados en el ejercicio de sus funciones.
o Está exento de impuestos y gravámenes sobre sus salarios y de las disposiciones sobre
la Seguridad Social del Estado receptor (a la que pueden acogerse voluntariamente si
éste lo permite) (art. 37.3).
b. La nacionalidad o residencia permanente:
Poseer la nacionalidad o la residencia permanente en el Estado receptor arruina el estatuto personal
del miembro de una Misión:
A los agentes diplomáticos se les restringe la inviolabilidad e inmunidad de jurisdicción a los
actos oficiales realizados en el desempeño de sus funciones.
Los demás (personal administrativo y técnico y personal de servicio) quedan a merced de lo
que disponga el Estado receptor, con la salvedad de que si ejerce su jurisdicción habrá de
hacerlo de manera que no estorbe el desempeño de las funciones de la Misión (art. 38).
c. La relación familiar:
Ser familiar de un miembro de una Misión (salvo el personal de servicio) permite gozar de su
estatuto siempre, claro está, que no se sea nacional o residente permanente en el Estado receptor. La
Convención (art. 37.1 y 2) se refiere a «los miembros de la familia que formen parte de su casa»,
acogiendo, pues, un criterio de dependencia muy amplio.
El fundamento funcional de privilegios e inmunidades permite una interpretación restrictiva (cónyuge
e hijos menores dependientes económicamente). Habrá que interpretarse atendiendo a la ley personal y la
noción de orden público del foro, consideraciones políticas e, incluso, comerciales.
E. Duración de inmunidades y privilegios
Privilegios e inmunidades se gozarán desde el momento en que el beneficiario penetre en el territorio
del Estado receptor para tomar posesión de su cargo (art. 39.1). Si ya estuviera en él habrá que
esperar a que su nombramiento haya sido comunicado o haya asumido sus funciones.
Privilegios e inmunidades cesan con la función y una vez que, en su caso, el interesado salga del país o
expire el plazo (razonable) concedido para abandonarlo. No obstante, la inmunidad de jurisdicción
respecto de los actos realizados en el ejercicio de funciones subsistirá indefinidamente (arts. 39.2).
Además, la Convención regula las inmunidades y facilidades que debe conceder un tercer Estado
cuyo territorio atraviesan los miembros de la Misión para ocupar su cargo o para regresar al Estado
acreditante (art. 40).
Artículo 40
1. Si un agente diplomático atraviesa el territorio de un tercer Estado que le hubiere otorgado el
visado del pasaporte si tal visado fuere necesario, o se encuentra en él para ir a tomar posesión de sus
funciones, para reintegrarse a su cargo o para volver a su país, el tercer Estado le concederá la
inviolabilidad y todas las demás inmunidades necesarias para facilitarle el tránsito o el regreso. Esta
regla será igualmente aplicable a los miembros de su familia que gocen de privilegios e inmunidades
y acompañen al agente diplomático o viajen separadamente para reunirse con él o regresar a su país.
2. En circunstancias análogas a las previstas en el párrafo 1 de este artículo, los terceros Estados no
habrán de dificultar el paso por su territorio de los miembros del personal administrativo y técnico,
del personal de servicio de una misión o de los miembros de sus familias.
3. Los terceros Estados concederán a la correspondencia oficial y a otras comunicaciones oficiales en
tránsito, incluso a los despachos en clave o en cifra, la misma libertad y protección concedida por el
Estado receptor. Concederán a los correos diplomáticos a quienes hubieren otorgado el visado del
pasaporte si tal visado fuere necesario, así como a las valijas diplomáticas en tránsito, la misma
inviolabilidad y protección que se halla obligado a prestar el Estado receptor.
4. Las obligaciones de los terceros Estados en virtud de los párrafos 1, 2 y 3 de este artículo serán
también aplicables a las personas mencionadas respectivamente en esos párrafos, así como a las
comunicaciones oficiales y a las valijas diplomáticas, que se hallen en el territorio del tercer Estado a
causa de fuerza mayor.
F. Inmunidades y privilegios de los miembros de Misiones permanentes ante Organizaciones
Internacionales.
Procede a extender en su favor los que corresponden a los miembros de las Misiones diplomáticas.
Esta asimilación debe acogerse con cautela, debido a la contestación de que ha sido objeto por los Estados
anfitriones más caracterizados. En todo caso, éstos parecen mejor dispuestos cuando la asimilación es
consecuencia, no de una pretendida norma consuetudinaria, sino de su consentimiento en los acuerdos de
sede. En este sentido cabe citar el Acuerdo de sede entre Estados Unidos y las Naciones Unidas (1947).
G. Inmunidades y privilegios de los miembros de Misiones especiales y Delegaciones.
El personal de misiones especiales y delegaciones goza de las inmunidades y privilegios reconocidos a
los miembros de las Misiones diplomáticas, con las matizaciones que requiera:
La presencia de personas internacionalmente protegidas a la cabeza de la Misión especial
(Convención sobre las Misiones Especiales de 1969, art. 21).
Artículo 21.
1. El Jefe del Estado que envía, cuando encabece una misión especial, gozará en el Estado receptor o
en un tercer Estado de las facilidades y de los privilegios e inmunidades reconocidos por el Derecho
internacional a los Jefes de Estado en visita oficial.
2. El Jefe de Gobierno, el Ministro de Relaciones Exteriores y demás personalidades de rango
elevado, cuando participen en una misión especial del Estado que envía, gozarán en el Estado receptor
o en un tercer Estado, además de lo que otorga la presente Convención, de las facilidades y de los
privilegios e inmunidades reconocidos por el Derecho internacional.
La inmunidad de jurisdicción, más estricta en este caso al exceptuarse de la inmunidad de
jurisdicción civil los accidentes de circulación (art. 31).
El alcance familiar que se da a estos privilegios, condicionado al hecho del acompañamiento
(art. 39).
H. Inmunidades y privilegios de los miembros de la Oficina Consular.
El estatuto de los miembros de la Oficina se diferencia del de los miembros de la Misión diplomática en
los siguientes aspectos:
La inviolabilidad personal queda limitada a los funcionarios consulares de carrera.
Estos pueden ser detenidos o sometidos a otra forma de limitación de su libertad cuando:
o Se les imputa un delito grave.
o Es firme una sentencia que les condena a pena privativa de libertad.
La inmunidad de jurisdicción en el Estado receptor se ve reducida a los actos realizados en el
ejercicio de sus funciones.
Por otra parte, todos los miembros de la Oficina pueden ser llamados a comparecer en
procedimientos judiciales o administrativos, si bien tratándose de un funcionario consular de
carrera el Estado receptor no puede imponerle ninguna medida coactiva o sanción por negarse a ello.
Ahora bien, ningún miembro de una Oficina está obligado a deponer sobre hechos relacionados
con el ejercicio de sus funciones, ni a exhibir la correspondencia y los documentos oficiales.
La Convención de 1963 excluye de privilegios e inmunidades a los empleados consulares y a los
miembros del personal de servicio de la Oficina consular que ejerzan una actividad privada de
carácter lucrativo en el Estado receptor, aun cuando no ostenten su nacionalidad ni tengan en él su
residencia permanente.