UNIVERSIDAD NACIONAL DE LUJÀN
Paradigma de Resiliencia.
Un aporte significativo en el abordaje de la
problemática social de discapacidad.
Autora: Daniela Renzi
Tutora: Dra. Mercedes Escalada.
TRABAJO FINAL DE GRADUACIÓN
LICENCIATURA EN TRABAJO SOCIAL
Campana-2010
RESUMEN
Este trabajo aborda la problemática social de
discapacidad como una expresión de la cuestión social y
como resultado de una construcción social que reivindica
los derechos y la participación ciudadana de las personas
con discapacidad.
Propone incorporar desde el Trabajo Social el
Paradigma de Resiliencia, y recuperar una parte del
mercado laboral en el campo de las Políticas Sociales de
Ocio, especialmente los programas de deportes, cultura y
promoción de Integración Social.
Gracias por aceptar mi humanidad
Gracias a los que comprenden
que yo no tengo la culpa que
mi cuerpo no sea el “deseable”
y logran mirarme
“sin desprecio o lástima”.
Vivo preso en este cuerpo, con dolores y movimientos limitados;
pero mi mente y emociones
tiene mucho potencial.
Me ayudan a desarrollarlo.
Algo en mí me dice que tengo algo bueno para ofrecer.
Gracias a los que saben que mis oídos
tienen que esforzarse;
por más que me grites no puedo oirte
pero tenemos otras formas de comunicarnos.
Si los dos queremos podemos.
Pensa todas las veces que dijiste “mi jefe no me entiende”, “mi hijo no me escucha”, “los políticos son indiferentes”,
¿encontraste otras formas de comunicarte?
Gracias a los que aceptan que mi mente es lenta; pero se regocijan con
mi sonrisa, mi abrazo y mis palabras cariñosas
y mi absoluta espontaneidad. Soy auténtico, no hago nada por interés, sólo quiero ser amado y aceptado. Es fácil,
porque no tengo maldad, no hago cosas por interès, sonrío y soy cariñoso.
Estas cosas no las veo en los demas. Podrían imitarme?.Tal vez los ayude a ser felices?
Gracias por soportar mi balbuceo, mis gritos, las preguntas que se repiten
y aún palabras sin sentido,
Uds. también lo hacen aunque no tengan un “certificado de discapacidad”.
Gracias por escucharme,
yo también tengo algo que decir, tengo mis propios deseos y necesidades.
Porque haya ido a una Escuela Especial
no significa que siempre sea un niño;
también aspiro a enamorarme, vivir en pareja y formar una familia.
Si me ayudan, como Uds, puedo ser feliz. No me nieguen la posibilidad.
Gracias a los que comparten mi mesa
aunque no pueda comer como ellos,
y coma como un bebè en un cuerpo adulto.
Hago lo que puedo,
no hago nada para ofenderlos, dañarlos o incomodarlos.
Gracias a los que se esfuerzan por interpretar lo que siento o necesito;
aunque se equivoquen, yo no puedo decirlo con palabras,
trato de traducir en mis ojos que sufro y necesito amor, soy un ser humano.
Gracias a todos aquellos que usan su inteligencia y sus recursos
o las estrategias necesarias para ayudarme en el camino de mi autorrealización,
aunque no sea la socialmente esperada.
Gracias por respetarme aceptarme y valorarme como soy,
tan sólo como soy, y no cómo ellos querrían que fuera.
Al fin de cuentas todos sufrimos por no ser amados, aceptados, valorados
por nuestra familia, por la sociedad.
Si dudan qué hacer o qué decir, piensen que necesitaban cuando eran niños; cuando no tenìan títulos, trabajo, dinero,
poder u otras “màscaras”.
Eran como yo; sólo que no les tocó una limitación evidente “sin pedirlo, ni merecerlo”.
La diferencia es que Uds. son como “ se debería ser”, según lo que dice la “norma”.
Soy como Dios o la Naturaleza quiso.
Con alma, sentimientos y emociones igual a las de Uds.
Tengo la misma categoría, nos une nuestra condición humana..
Necesito un gesto de reconocimiento
de mi dignidad humana.
Una sonrisa es un buen comienzo.
Lic. Daniela Renzi
Gracias a Cecilia Gutierrez, futura colega en Trabajo Social.
Al doctor en Trabajo Social GustavoParra , por sus aportes teóricos y
Técnicos y muy especialmente a la Dra. Mercedes Escalada, quien humanizó el proceso burocrático
para recibirme de Lic . en Trabajo Social. Sin ella nunca hubiera terminado esta etapa indispensable
de acreditación académica. A mi compañero de vida Enrique, quien me recordó que todavía estaba a
tiempo de concluir éste camino y confió en mí.
Gracias a BETHOVENN, VICTOR FRANK, ANA FRANK, FRIDA
KALHO Quienes hicieron de su sufrimiento una regalo a la humanidad…
A FRIDA quien fue, es y será un ejemplo
de RESILIENCIA, antes aún de haber
sido estudiado el fenómeno y antes de
haber descubierto mi vocación por
abogar por los derechos de las personas
con discapacidad.
Ella me enseñó…
…“NO NECESITO PIERNAS… TENGO ALAS PARA VOLAR”!
BIOGRAFÍA (1907 -1954)
-1913: Enferma de poliomielitis y, como secuela, el pie derecho le queda ligeramente deformado. Va a la escuela
primaria en Colegio Alemán de México.- 1922: Ingresa en la Escuela Nacional Preparatoria para prepararse para la
carrera de medicina. De los 2000 alumnos de la Escuela, sólo 35 son mujeres. - 1925: El 17 de septiembre sufre un
grave accidente de tráfico al chocar un tren con el autobús que la llevaba, junto a su amigo Alejandro Gómez Arias,
de la escuela a casa. Pasa un mes en el hospital de la Cruz Roja, donde inicia su afición por la pintura. Anteriormente
ya había tomado algunas clases de dibujo con el grafista publicitario Fernando Fernández, cuyo estudio se hallaba
muy cerca de la escuela - 1928: Se hace miembro del Partido Comunista de México (PCM), donde se encuentra de
nuevo con Diego Rivera1. Se enamoran. El pintor la retrata en el fresco "Balada de la Revolución", que pinta en el Ministerio de Cultura, con una blusa roja y estrella en el pecho, repartiendo armas para la lucha revolucionaria.
- 1930: A principios del año sufre su primer aborto provocado, a causa de la "desfavorable presentación de la
extremidad pélvica". Rivera obtiene encargos en Estados Unidos, y la pareja se traslada en noviembre a San
Francisco.
- 1931 - 1932: El matrimonio se traslada en abril a Detroit, donde Rivera ha de realizar un nuevo trabajo. Después de
tres meses y medio de embarazo, el 4 de julio sufre otro aborto - 1933: La pareja se traslada en marzo a Nueva York,
donde Rivera pinta un mural en el Rockefeller Center. A finales de año regresan a México y compran una nueva casa en el lugar suburbial San Angel.
- 1934: A causa de "infantilismo de los ovarios", pierde sus embarazos- 1935 - 1936: de vuelta en la casa de San
Angel, es operada por tercera vez en el pie derecho. Se enrola en un comité de solidaridad con los republicanos españoles.
- 1942 - 1943: Obtiene un puesto docente en la Escuela de Arte "La Esmeralda". Su mal estado de salud la obliga, ya a los pocos meses, a dar las clases en su casa de Coyoacán.
- 1946: Con su cuadro "Moisés" obtiene el premio nacional de pintura, otorgado por el Ministerio de Cultura. Le operan la columna vertebral en Nueva York.
- 1948: Se adhiere de nuevo al Partido Comunista de México (PCM).
- 1950: Es operada siete veces de la columna vertebral y pasa nueve meses en el hospital.
- 1951: Tras darse de baja en el hospital, se ve obligada a desplazarse en silla de ruedas. A partir de ahora tendrá que tomar continuamente anabólicos.
- 1952: Participa en la recolección de firmas en apoyo al Movimiento Pacifista. Diego Rivera la retrata en en su mural "La pesadilla de la guerra y el sueño de la paz".
- 1953: Lola Álvarez Bravo organiza en su galería la primera exposición individual su la obra
- 1954: Enferma de una infección pulmonar y, aún durante la convalecencia, participa,
contra el consejo de sus médicos, en una manifestación contra la intervención
norteamericana en Guatemala. Muere el 13 de julio en la "Casa Azul". A los cuatro años
de su muerte, la Casa Azul se convirtió en el Museo Frida Kahlo.
1 En 1922 entró en la Escuela Nacional Preparatoria de Ciudad de México, la más prestigiosa institución educativa de México, la
cual empezaba por primera vez a admitir chicas como alumnas. Allí sus travesuras la convirtieron en la cabecilla de un grupo
mayoritariamente formado por chicos rebeldes con los que realizó innumerables trastadas en la escuela teniendo generalmente como víctimas a sus profesores. Fue precisamente en esta escuela donde entraría en contacto con su futuro marido, el conocido muralista
mexicano Diego Rivera, a quien le había sido encargado pintar un mural en el auditorio de la escuela.
ÍNDICE
Introducción………………………………………………………….1
CAPITULO I: Problemática social de la discapacidad desde una
perspectiva de derecho……………………………………………..12
1- Construcción social del problema social de discapacidad…….16
1-1. Actualidad de la problemática………………………………………21
2-Conceptualización………………………………………………………25
2-1.Definiciones de organismos referentes……………………………..27
3-Paradigma hegemónico…………………………………………..32
3-1.La discapacidad una cuestión de derechos. ………………………...34
3-2.Enfoque desde derechos humanos…………………………………….…..39
3-3.Consideraciones para intervenir……………………………………..........41
4.Marco Legal…………………………………………………………………..44
CAPITULO II: Abordaje de la problemática sobre discapacidad
desde el Paradigma de Resiliencia
Introducción………………………………………………………….…52
1-Evolución histórica de la conceptualización de Resiliencia………….54
1-1.Primera generación…………………………………………………60
1-2.Segunda generación……………………………………………… 62
1-3. Una nueva perspectiva……………………………………………..65
2-Elementos teóricos propios de esta teoría………………………...
2-1.Factores de Resiliencia………………………………………….
2-2.Factores Protectores…………………………………………….....66
2-3. Pilares de resiliencia………………………………………………71
2-4.Pilares de resiliencia comunitaria…………………………………77
2-5. Anti-pilares de resiliencia…………………………………………79
3- Paradigma de Resiliencia, una nueva perspectiva para la
intervención…………………………………………………………. 82
3-1. Cambio de Paradigma………………………………………….. 86
3-2. Algunos Interrogantes…………………………………………..88
3-3. Mitos sobre Resiliencia………………………………………..91
CAPÍTULO III: Desafío Contemporáneo del Trabajo Social.
Introducción…………………………………………………………111
1-Modelo sistémico-ecológico…………………………………… 115
1-1.Perspectiva del Trabajo Social desde la visión sistémica………120
2-Políticas Públicas y Políticas sociales……………………………..117
2-1. Políticas Sociales de Ocio………………………………………124
2-2 . Importancia y evolución de las Políticas Sociales de Ocio……..126
2-3. Discapacidad y Ocio…………………………………………….129
2-4. Deporte como un recurso de promoción de resiliencia………….130
2-5.Beneficios del Ocio…………………………………………….. 131
3-Políticas socio-culturales como opción de Ocio…………………..133
4- Desafío contemporáneo del Trabajo Social……………………….138
Conclusiones………………………………………………………….142
Bibliografía…………………………………………………………..157
Consideraciones: En el presente trabajo deben considerarse dos acepciones, teniendo en cuenta que no son sinónimos:
PROBLEMÁTICA DE LA DISCAPACIDAD = reflexión teórica y/o descriptiva sobre el problema
empírico de la discapacidad
PROBLEMA DE LA DISCAPACIDAD = problema empírico (social) de la discapacidad.
INTRODUCCIÓN
En principio, el presente documento intenta ser una síntesis básica con los
argumentos necesarios para dar solidez a la hipótesis que surge como respuesta a la
problemática en relación con el tema general, que es la discapacidad como problema
social. El recorte teórico se circunscribe al abordaje del problema social de discapacidad
desde la perspectiva de resiliencia. La hipótesis surge como respuesta o propuesta de
intervención desde el TS, reivindicando el área de las Políticas Públicas, con los
consiguientes grados de ejecuciones: políticas, planes y proyectos sociales.
Puesto que la presente investigación se realiza en el marco de la presentación del
Trabajo Final de graduación para la Licenciatura en Trabajo Social, no puede tener la
forma de una tesis –dicha formulación se reserva para las carreras de postgrado–; por lo
tanto, he decidido que el género académico más adecuado y pertinente es una
Monografía de Investigación, ya que este género no sólo implica el explicitado de
posicionamientos de otros autores sino que además incluye reflexiones propias y
argumentaciones acerca del tema, desde una posición política, ideológica y personal
fundamentada en marcos teóricos, epistemológicos y metodológicos, rigurosos, precisos
y coherentes. En consecuencia, el proceso tiene la pretensión de constituirse en un
Ensayo Teórico.
La última afirmación deviene de una premisa. Desde el trabajo social,
entendemos que conocimiento y acción son dos momentos de una misma totalidad, ya
que la acción es orientada desde el conocimiento, y el conocimiento es producto de
dicha acción. También entendemos a la intervención profesional del trabajo social –que
le da su especificidad a la disciplina– como un conjunto de acciones sustentadas en
marcos teóricos, epistemológicos y metodológicos rigurosos y precisos. Concebimos
que la práctica de los profesionales del trabajo social no se agota en la intervención en
realidades particulares concretas, sino que la investigación es un componente esencial
de la profesión. Entonces, estamos en condiciones de afirmar que el trabajo social es
parte de la ciencia, en tanto y en cuanto es fuente de producción de conocimientos
científicos.
A lo largo del proceso de construcción teórica2 hemos intentado «una suerte de
triangulación metodológica» entre la teoría escrita por referentes teóricos tanto
latinoamericanos como europeos y norteamericanos, la propia praxis, observación
participante y el personal análisis crítico. Epistemológicamente este trabajo está
encuadrado en el Paradigma interpretativo combinando metodologías de investigación
cualitativa, procedimientos , enfoque dialéctico.3
Hemos pretendido aproximarnos a la “inter-subjetividad” recuperando investigaciones
de distintos teóricos a través de la investigación bibliográfica, ya que resultaría
grandilocuente hablar de “rigor científico”, al no contar con recursos materiales,
técnicos, humanos necesarios, ni de tiempo, estructura o institución de soporte.
Se fundamenta en la tradición alemana de la hermeneútica (arte de interpretar), en la
tradición del verstehen (entender), en la fenomenología de Alfred Schultz, en las críticas
al cientificismo y al positivismo. Buscan resolver el conflicto que existe entre el
subjetivismo y el objetivismo.
Aplican la metodología empirista al inquirir humano. Quieren desarrollar una ciencia
interpretacionista objetiva para investigar la experiencia subjetiva del ser humano. El
comportamiento humano tiene un propósito.Los agentes sociales se consideran
autónomos, intencionales, activos, orientados hacia unas metas; construyen e interpretan
su propio comportamiento y el de los otros agentes. La acción humana la interpretan
por medio del concepto del Verstehen 4.
2 Para el construccionista no hay un mundo real preexistente e independiente de la actividad mental humana y del
lenguaje simbólico humano. Es anti-esencialista y rechazan la idea de que la determinación social sea precedida de
algo esencial o natural. Nelson Goodman , filósofo que más ha influenciado la teoría constructivista, es irrealista,
pluralista y pragmático; entiende que el mundo se reconstruye partiendo de mundos ya hechos; no son diferentes
interpretaciones del mismo mundo sino diferentes versiones del mundo. Utiliza lo correcto en lugar de la verdad. La
función del investigador es describir e interpretar no dar una descripción del mundo real. 3 La dialéctica es un método de pensamiento y de interpretación del mundo, tanto de la naturaleza como de la sociedad. La
dialéctica es la lógica de la contradición.Es una forma de analizar el universo que parte del axioma de que todo se encuentra en un estado de constante cambio y flujo. 4 Interpretaciones del Versthen : fenomenológica - lo interpretan como el poder de captar los significados intersubjetivos y las
actividades simbólicas que son constitutivas de la vida social
No pretendemos decir que la interpretación que hacemos es verificable o comprobable.
A través principios éticos hemos intentado persuadir con un sentido práctico de
razonamiento, de la necesidad tomar decisiones éticas de las interpretaciones en
situaciones concretas (es tratar de tomar decisiones responsables y poder dar buenas
razones para haberlas tomado). La propuesta de reivindicar los Proyectos Culturales
para promover la Integración y la resiliencia, es debido a que la misma se considera que
es interactiva y hermeneútica5; se tiene que interpretar sin buscar razones causales; es
un contexto dentro del cual los seres se pueden describir. El lenguaje y los símbolos
son una parte constitutiva de la cultura; no son objetos separados. Se concibe la
realidad como el significado que se la da a las acciones de los miembros de una cultura.
El significado de lo que es la realidad depende de las acciones de los miembros de una
cultura. La función del investigador no es observar y describir sino descubrir y describir
los significados de las acciones humanas.
La motivación intrínseca –que ha sido el motor de este trabajo de larga data– es
la explicación del carácter novedoso de la presente propuesta. La respuesta está en la
mayor fuente de información, que es la observación directa y la experiencia en trabajo
de campo.
Cabe aclarar que soy Profesora en Educación Física, luego me licencié, y desde
1992 me especialicé en el área de Discapacidad (en Argentina y en Cuba), focalizando
mi labor en las áreas de Prevención Primaria, Secundaria y Terciaria. Con esas certezas,
logré hacer prácticas en hospitales de Cuba y escribir la Tesis de Licenciatura,
proponiendo la intervención de los profesores de Educación Física en los Cursos de
Psicoprofilaxis para embarazadas en los hospitales, a fin de reducir el intervencionismo
y favorecer el parto natural (1998).
Años más tarde, comprobamos –sobre la base del sentido común– la importancia
de la actividad física en la prevención y de los estudios a nivel mundial sobre las
estrategias de reducción del intervencionismo. Todavía se centra el poder de opinión en
los ámbitos médicos, sin visualizar el recurso económico y humano del cuerpo docente.
La respuesta es que los profesores no pueden estar en los hospitales.
Desde postgrado en salud y rehabilitación en la Universidad de La Plata,
participamos en una experiencia de prevención a través de un ejercicio en el Hospital
5 Hermeneútica - el que inquiere participa en la producción de significados por medio de las interpretaciones que hace del
mismo ( círculo de interpretaciones).
de 25 de Mayo. La experiencia en Cuba (1998-2001) puso en evidencia mi certeza al
respecto: menos recurso económico y más capital humano. Sin embargo, las elites
académicas no toman a los profesores de Educación Física como parte de los equipos
interdisciplinarios, por cuestiones de castas académicas.
Cursé primer año de Postgrado de Salud Pública en la UBA, pero al segundo año
no lo dictaron. Desde 1999, trabajo en la Municipalidad de Escobar en el Área de
Discapacidad, donde me desempeñé como profesora de recreación, deportes, natación,
vida en la naturaleza, cultura y equinoterapia, entre otras disciplinas. Es en ese ámbito
donde surge la necesidad de comprender la problemática de la discapacidad, con el
objeto de mejorar la calidad del servicio en el campo y tomar conciencia de la necesidad
de generar espacios desde el Estado.
Me inscribí en esta carrera con el fin de estudiar, investigar y generar propuestas
para este grupo poblacional, desde el Estado. Terminé de cursar en el año 2004. Desde
el comienzo, transferí los contenidos de cada materia a la problemática. Hago esta
aclaración, porque el presente trabajo es la síntesis de un proceso personal e intelectual.
Nunca ejercí como trabajadora social, y abandoné el ámbito académico.
Durante años leí, investigué y escuché muchos discursos sobre integración e
inclusión. Ciertamente, muchas discusiones academicistas se dan con gente que no
practica ni promueve la integración. Justamente, el hecho de “hacer integración” es el
desafío. Desde lo social, se trata de promover el acceso a las políticas sociales
culturales.6
Las experiencias profesionales se fueron enriqueciendo con los insumos teóricos
a lo largo de la cursada de la carrera de TS, lo que fue traduciéndose en un verdadero
planteo de la problemática, del que surgieron millones de preguntas, con el consecuente
intento de responderlas.
Una inquietud crucial en mi carrera profesional, puesto que no ejerzo como
trabajadora social, apuntó al cuestionamiento respecto de sobre qué temas podría o
debería producir conocimientos el trabajo social. Precisamente, la producción de
conocimientos puede efectuarse en dos escenarios: la situación identificada como
6 Generé un Proyecto Social, con el fin de crear nuevas experiencias desde lo personal,
profesional y social. Desde el año 2007 creé una Comedia Musical Integrada, para personas con o sin
discapacidad. El objetivo es una misión social: favorecer la resiliencia de esas personas a través de artes
escénicas (canto, danza, tango, teatro), para materializar la integración social.
problemática objeto de la intervención profesional y los temas con un mayor nivel de
abstracción, que trascienden esa esfera, aunque la atraviesan.
Otras inquietudes que sirvieron de motivación a la hora de buscar respuestas
para la presente investigación, fueron las siguientes: ¿Qué es la resiliencia? ¿Cuáles son
sus manifestaciones? ¿Cómo se promueve y qué aporta a las ciencias sociales y, en
especial, al trabajo social? ¿Cómo se engloba todo este conocimiento dentro del nuevo
paradigma? ¿Qué se entiende por discapacidad, con sus múltiples determinaciones
(históricas, culturales, sociales, políticas y jurídicas)? ¿De qué modo la globalización
imbrica los paradigmas terapéuticos y educacionales en su abordaje? ¿Cómo concibe el
trabajo social la problemática de la discapacidad? ¿Qué implicancias tienen las
acepciones “discapacidad como construcción social” o “cuestión de derechos”? Por
último, ¿cómo se cruzan esta problemática social y el paradigma de resiliencia como
alternativa en leal abordaje con el trabajo social, en el desafío que conlleva la
Posmodernidad? Son ellos algunos de los interrogantes que posibilitaron la construcción
del problema objeto de conocimiento.
Esta problemática se sintetiza en el problema objeto de conocimiento: ¿Cómo
los trabajadores sociales pueden tomar el paradigma de resiliencia para intervenir en la
problemática de discapacidad y favorecerla desde programas sociales de ocio?
A grandes rasgos podemos decir que dio origen al área temática: “Resiliencia”; y
también al tema: “La resiliencia en el abordaje de la discapacidad, un desafío para el
trabajo social”.
La teoría que iluminó mi camino de formación profesional en estos cinco años
universitarios hizo su primera aparición cuando el profesor G. Parra, de Introducción al
Trabajo Social, nos permitió conocer a un icono del T.S., Marilda Iamammoto, con su
célebre frase: “ni mesianismo, ni fatalismo”. De allí en más, se presentó el desafío de
enriquecer las brechas desde un optimismo realista.
El desafío, entonces, ha sido profundizar en la teoría que nos lleva a constatar la
hipótesis inicial: los proyectos socio-culturales –que operan desde las políticas sociales–
son una estrategia óptima para favorecer o propiciar la resiliencia social en personas con
discapacidad.
Esta investigación de búsqueda bibliográfica y de fuentes secundarias pretende
despertar en el trabajador social la necesidad de despojarse de prejuicios y de corsetes
ideológicos, para formarse y adecuarse al mercado laboral contemporáneo, con el
compromiso ineludible de la formación y la búsqueda inacabable del sustento teórico.
En el marco teórico, epistemológico y metodológico –riguroso y coherente– que
orienta esta investigación, he sustentado el discurso en la experiencia y observación, así
como en todas las acciones propias de la revisión bibliográfica.
Lo anteriormente citado tiene dos objetivos: en primer lugar, justificar la
importancia, relevancia y originalidad de la temática; y, en segundo término,
fundamentar las fuentes directas de las afirmaciones que sirven de sustento en este
proceso.
Otro recurso metodológico fue la revisión bibliográfica, que consiste en el
análisis crítico de producciones teóricas que sirvan como modelos explicativos de la
realidad social. Su objetivo es indagar y profundizar los puntos en común y las
coincidencias, en detrimento de las posibles incompatibilidades de las distintas
perspectivas teóricas que permitieron, a lo largo del camino de revisión bibliográfica, la
construcción de una mirada teórica.
Para fundamentar la necesaria consideración del paradigma de resiliencia en la
formación profesional (conceptuación, investigación e intervención), profundizaré el
tema desde un sólido marco teórico y desde antecedentes de prácticas e intervenciones
de trabajadores sociales publicadas en la web. A través de fundamentos teóricos,
bibliografía y sitios de Internet, habrá un rico material teórico para dejar de emitir
juicios subjetivos a priori desde la ideología marxista.
Cabe aclarar que los académicos posicionados realistamente en el materialismo
dialéctico, y no en el idealismo hegeliano, podrán ir dilucidando puntos en común ante
la perspectiva de la intervención del trabajo social, contemplando las múltiples
determinaciones como una práctica histórica y transformadora de la realidad social, y el
análisis de intervención desde el paradigma de resiliencia.
En dicho proceso crítico y reflexivo como sujeto investigador, interpelando a los
autores desde sus producciones teóricas, me he apropiado críticamente de esas teorías,
con sus propios conceptos y categorías.
Las acciones básicas que fui haciendo en esta metodología fueron selección,
lectura, relectura y análisis crítico. El producto final es el trabajo escrito, a modo de
síntesis o resumen, para fundamentar las premisas iniciales, tomando como instrumento
la ficha bibliográfica, propia de esta técnica metodológica.
Esta investigación de búsqueda bibliográfica y de fuentes secundarias pretende
despertar en el trabajador social la necesidad de despojarse de prejuicios y de corsetes
ideológicos, para formarse y adecuarse al mercado laboral contemporáneo, con el
compromiso ineludible de la formación y la búsqueda inacabable del sustento teórico.
Es mi más sincero deseo realizar un aporte a la búsqueda de caminos para la práctica
profesional del trabajador social en la problemática de la discapacidad.
Es necesario considerar que esta investigación bibliográfica surge como
inquietud en el afán de encontrar recursos de sustento teórico para proponer una
relación sólida entre esta perspectiva y el nuevo paradigma de intervención en la
problemática de discapacidad. La misma se materializa en la siguiente hipótesis: los
programas sociales de ocio (recreación, deportes, cultura y turismo) son eficientes
promotores de resiliencia en personas con discapacidad en situación de pobreza.
De esta manera se expondrán tres ejes de análisis:
1) Discapacidad: paradigmas, conceptuación, salud, educación, ocio,
perspectivas, políticas sociales, programas específicos, derechos, marco legal.
2) Resiliencia: paradigmas, conceptuación, antecedentes, políticas sociales,
derechos, investigaciones, legalización, pilares, factores, críticas y mitos.
3) Trabajo social: mitos de resiliencia, rol del trabajo social históricamente
asignado y legalmente definido; desafío del trabajo social contemporáneo, y en el nuevo
paradigma de resiliencia.
4) Conclusión, propuesta y desafío.
La importancia de considerar a la discapacidad como un problema social que
debe ser abordado estratégicamente es el punto de partida. Esta afirmación puede ser
resumida en el siguiente postulado: “Toda persona con discapacidad tiene derecho a las
medidas destinadas a permitirle lograr la mayor autonomía posible.”
El tema específico abordado en el presente trabajo se centra en un grupo
poblacional, en cuya unidad de análisis se determinan como personas con discapacidad.
Desde el principio debemos aclarar que no sería pertinente referirnos a “minorías”,
pues el 10 por ciento de la población mundial padece algún tipo de discapacidad,
deteriorando el desempeño laboral, educativo, recreativo, político, sindical, sexual,
religioso o relacional, tanto desde la perspectiva de sus derechos como de sus
obligaciones.
Esta problemática trasciende espacios geográficos, clases sociales, sexo, credo,
cultura, etcétera, pero es irrefutable que el estigma de la pobreza es un sello que agudiza
la situación desde sus causas a sus consecuencias; es un factor concomitante ineludible.
Por este último motivo es que se estrecha intrínsecamente a la cuestión social, a
las políticas sociales y, específicamente, al campo de intervención propio del trabajo
social. Es nuestro desafío brindar un aporte para que el tema salga de lo discursivo e
ingrese en la agenda pública; pero no sólo en el plano político, sino también en los
recintos de nuestra Alta Casa de Estudios, para ser visualizado y debatido, tomado por
nosotros como actores sociales, intelectuales orgánicos o, al menos, como ciudadanos
sensibles a las problemáticas sociales de los sectores vulnerados y vulnerables.
Aquí se pondrá en el centro de la escena el enfoque de resiliencia. Hablaremos
de personas con alguna discapacidad, y no de personas discapacitadas. No “son” o
“están” discapacitadas, sino que tienen una discapacidad, como una peculiaridad de su
vida. Esto nos ubica frente a las capacidades y también nos presenta un concepto amplio
de salud.
Por lo tanto, liberamos de la cripta a la discapacidad como enfermedad, quitando
la hegemonía en el actuar a los médicos y atribuyéndonos un espacio de intervención
necesario, que trascienda el mero asistencialismo burocrático del trabajo social para
tramitar el Certificado de Discapacidad o Pensión. Esto es necesario y propio de nuestro
quehacer.
Las políticas públicas que deberían atender las necesidades colectivas propias de
la problemática social de discapacidad son insuficientes, en particular en los países
periféricos, debido a factores tales como integración, inclusión, exclusión y
discriminación, que entretejen una compleja trama de poder entre minorías y mayorías.
Esto se traduce, inevitablemente, en desigualdades significativas respecto de las
oportunidades de los miembros de la sociedad. Luego se profundizará sobre exclusión e
inclusión como dos caras de una misma moneda, que permiten identificar claramente
situaciones de vulnerabilidad que requieren de atención e intervención.
Proponemos como contracara la posibilidad de reivindicar al sujeto, recuperar su
protagonismo y realzar su subjetividad con posibilidad de constituirse en actor social en
asociación con otros, recuperando el sentido de la existencia desde un proceso
dignificante.
He tomado como representantes del trabajo social a dos académicas de
renombre: Marilda Iamamoto y Andrea Oliva. La primera autora será la que nos dé el
puntapié inicial, a modo de introducción, para realizar el análisis necesario del trabajo
social contemporáneo y la adecuación en la formación e intervención a los nuevos
mercados laborales. Utilizaré el trabajo de la licenciada Oliva para retomar el análisis de
discernimiento del posicionamiento ideológico, no como polos opuestos, sino
complementarios.
El análisis de la gestión, asistencia y educación como tareas históricamente
asignadas servirá a modo de analogía, para llevarla al concepto de promoción de la
resiliencia como estrategia de intervención, que lleva implícita dicha dualidad y el
posicionamiento ideológico propio del trabajador social, cuya praxis dará como
resultado la reproducción del sistema (statu quo), o bien será una praxis reinvindicativa
y transformadora.
En el presente trabajo intento ir más allá, no sólo en el quehacer pragmático y
técnico. Propongo una red conceptual, a través de conceptos ordenadores, tales como
derechos, políticas sociales, ocio, cultura y proyectos sociales, que también entran en el
ámbito profesional del trabajo social y brindan aportes a la problemática como
prevención primaria, secundaria y terciaria, aun sin ser médicos.
Ineludiblemente, la formación profesional deberá considerar la legislación y
orientarse con ella, para elaborar políticas públicas y planes de investigación y
transferencia de conocimientos.
Pretendo distanciarme del discurso pesimista, donde todo está mal y no se hace
nada por los discapacitados; muy por el contrario, en los últimos años la problemática
de la discapacidad se ha hecho más visible y el punto de inflexión fue el año 2001,
cuando la crisis dio paso al protagonismo de los propios involucrados y al comienzo del
auge de los movimientos sociales, con la consecuente visualización.
Un punto de partida es reivindicar la amplia y diversa legislación específica de
vanguardia en el mundo entero, de la cual Argentina es pionera. Esto es vital, y he aquí
nuestro buen augurio: ya tenemos el primer paso dado, contamos con la ley que nos
respalda; sin embargo, ahora nos queda un largo y arduo camino por recorrer, que es el
de efectivizar los derechos. Dicho camino va desde la lucha en manifestaciones hasta la
puesta en marcha de proyectos sociales destinados a la población. Todo sobre la base de
una premisa: no desligar toda la responsabilidad en el Estado, sino en nuestra
construcción cotidiana del proyecto societario en el cual debemos comprometernos
como ciudadanos, y más aún como profesionales del trabajo social.
Cabe hacer una última aclaración: debido a la extensión adecuada para el
presente trabajo y a la complejidad del entramado conceptual, hemos elegido la
modalidad de recurrir a un glosario (cada vez que aparezca “G”) como estrategia
discursiva, para evitar el hecho de tener que explicar conceptualmente cada categoría de
análisis, citando y develando el posicionamiento teórico y paradigma, corriendo el
riesgo de que el lector pierda el hilo conductor, en detrimento de la transparencia y
agilidad de la lectura para el público en general.
Son destinatarios tanto los lectores en general interesados en la problemática
social de la discapacidad como los lectores del ámbito académico. Recomiendo leer el
índice para entender la secuencia y encadenamiento de los contenidos, y recurrir al
glosario cada vez que aparezcan términos propios de la jerga de trabajo social que
pudieran generar confusión.
Los invito a recorrer juntos el desafío de encontrar en la teoría el fundamento de
proyectos sociales enriquecedores para personas con discapacidad, considerados como
protagonistas de una problemática social, desde la perspectiva del Derecho y desde el
enfoque del modelo de intervención de la resiliencia social como tema central.
A continuación se desplegará un intento de ensayo teórico, que se ofrece a la
lectura y a la crítica de colegas y estudiantes comprometidos con la problemática de la
discapacidad. El mismo se configura como un campo de conocimiento que comienza a
identificarse con perfiles propios.
Es mi más sincero deseo realizar un aporte a la búsqueda de caminos para la
práctica profesional del trabajador social en la problemática de la discapacidad.
¿Por qué veo a la discapacidad como un problema que no me incumbe?
¿Tengo presente que se trata de una persona, aunque tenga alguna discapacidad?
Mucho más es lo que nos une que lo que nos separa.
Ambos somos seres humanos y, por ello, dignos.
Tenemos necesidades inherentes a nuestra humanidad:
ser amados, reconocidos y aceptados socialmente.
Ambos tenemos la capacidad de disfrutar y de sufrir.
Ambos buscamos autorrealizarnos y ser felices.
El desafío del trabajo social como posibilidad de intervenir desde el paradigma de
resiliencia en la problemática social de discapacidad, promoviendo la resiliencia a
través de la programación, gestión y ejecución de programas sociales de ocio
(recreación, deportes y cultura) y en su intervención específica constituye la
centralidad del presente trabajo
CAPÍTULO I
Problemática social de la discapacidad desde una perspectiva
de derecho.
Introducción.
Las sociedades contemporáneas han llevado la discapacidad a la categoría de
problemática social, como producto de una evolución conceptual y de la construcción
de la sociedad, hasta lograr circunscribirla en el ámbito de la cuestión social y
mantenerla, a fuerza de luchas constantes, en la “agenda pública” –con mayor o menor
intensidad–, gracias a la utilización de los medios de comunicación masiva, que
detentan un poder sin precedentes en la historia.
Indudablemente, hay un punto de partida indiscutible: el reclamo constante –
aunque muchas veces estéril– al Estado. Partimos de una verdad incuestionable: es el
Estado quien debe garantizar los derechos sociales, sin distinción de raza, género, credo
o discapacidad, tal como lo indica la Constitución en su Artículo 14 bis. He aquí una
gran “disquisición”: El Estado “de bienestar” quedó como recuerdo añorado de un
Estado paternalista, que era el responsable de satisfacer todas nuestras necesidades y lo
hacía, entre otras cosas, gracias a una política de pleno empleo.
Llegamos al siglo XXI y, más allá del reclamo legítimo al Estado para que haga
cumplir las leyes vigentes, debemos reconocer al Tercer Sector, compuesto por la
sociedad civil, organizaciones no gubernamentales, movimientos sociales, etcétera.
Además, es necesario que nos reconozcamos como ciudadanos capaces de transformar
positiva y constructivamente nuestra sociedad, disminuyendo la brecha entre la realidad
y el proyecto societario que deseamos.
Finalmente, por encima del debate legítimo en relación con la presencia del
Estado que todos deseamos, debemos aceptar, reconocer y utilizar la preponderancia del
Tercer Sector, al menos como estrategia válida y viable.
Esta afirmación, que implícitamente lleva un posicionamiento ético, ideológico y
político, tiene su basamento en la historia misma. La cuestión social surge como tal a
fines del siglo XIX, cuando el capitalismo comenzaba a ceder ante las luchas
protagonizadas por las primeras organizaciones sindicales, “otorgándoles” a los
ciudadanos la capacidad y responsabilidad de resolver su propia supervivencia,
justificando de esa manera la ausencia del Estado y centralizando la visión en el
objetivo de amortiguar los efectos de la pobreza, circunscribiéndolos a las instituciones
de beneficencia o caridad.
La cuestión social implica la necesidad de diseñar e implementar políticas
sociales, que idealmente aspiran a la justicia social y a la promoción de los derechos
básicos de la ciudadanía.
La cuestión social sigue siendo intrínsecamente la misma, sólo que en la
sociedad contemporánea se ha logrado categorizar y conceptuar fenómenos que, si bien
existieron siempre, no se nombraban.
A continuación mencionaremos algunos fenómenos sociales que giran en torno
a la discapacidad, tales como exclusión, inclusión e integración. Cabe aclarar que se
trata sólo de una incipiente aproximación conceptual y de ninguna manera puede ser
tomada como definición.
Sabido es que una manifestación de la agudización de la cuestión social es la
pobreza –siempre vigente e in crescendo–, que sigue cobrando sus víctimas, personas
pobres e indigentes, pese a su naturalización y al intento por parte de las políticas
sociales por mitigar o corregir las consecuencias de este modelo de producción que
genera y promueve la desigualdad. Es innegable la necesidad de relacionar estas
situaciones con la vulnerabilidad que se agrega a las personas en situación de
discapacidad.
Retomamos la cuestión social por dos razones: la primera, porque encarna las
desigualdades en el Estado moderno; la segunda, porque entre sus múltiples
manifestaciones la exclusión se evidencia en todas sus formas, separando, segregando,
clasificando, estratificando y seleccionando los que “están dentro” o “están fuera”.
En los últimos años hemos asistido a una presencia cada vez más fuerte en el
discurso social del término “exclusión” y el incremento de la pobreza contribuye a su
legitimación. Así, en lo cotidiano, pobreza y exclusión se naturalizan. Algunos de sus
protagonistas, quienes sufren exclusión y pobreza, son llamados pobres e indigentes, y
se materializan como beneficiarios de políticas sociales que tratan de corregir y/o
mitigar las consecuencias de este nuevo orden: el de la desigualdad.
La correlación entre pobreza, situaciones de riesgo o debilidades y discapacidad
es clara. Cuando nos referimos a exclusión, lo hacemos en el contexto de la cuestión
social, que está inexorablemente ligada al modelo de producción capitalista. Si bien es
producto de los procesos económicos, provoca menoscabo en el ejercicio de todos los
derechos, y no sólo de los que garantizan la satisfacción de las necesidades básicas.
Esta situación, originada por la imposibilidad de ingresar en el sistema
económico, se ve agravada por el desconocimiento debido a la falta de educación o de
información. Las consecuencias directas de no pertenecer al sistema económico
hegemónico –concentración de riquezas y profundización de las desigualdades
económico-sociales– pueden llegar hasta la privación u obturación de los derechos más
elementales.
El término “inclusión” ha comenzado a utilizarse en el discurso social en el
marco del pensamiento sistémico, o de los sistemas complejos. Surge como paliativo
para corregir o mitigar las consecuencias de la exclusión. De todas maneras, desde hace
tres décadas viene gozando de preponderancia en el ámbito educativo –específicamente,
en las áreas de la Educación Especial–, haciendo referencia a la necesidad de respetar la
identidad y singularidad de la persona con discapacidad. Lamentablemente, esto queda
en el plano simbólico del discurso y se restringe a una nimia muestra de la población en
cuestión que, a su vez, encuadra en la educación oficial y/o convencional.
En realidad, lo que debería hacerse es debatir y trabajar para llevar adelante
políticas sociales o sistemas que promuevan la inclusión, aunque no en escuelas
inclusivas. Sin lugar a dudas, la situación deviene de una connotación económico-
social-cultural, en el sentido de pertenencia a las clases socio-económicas funcionales al
capitalismo.
Algunas características básicas de la educación inclusiva son las siguientes: se
materializa a través de políticas educativas que enfatizan los derechos humanos;
incorpora el concepto de accesibilidad, intentando derribar las barreras no sólo
arquitectónicas (diseño universal), establece como indicador la calidad educativa y
promueve la aceptación de la diversidad a través de la formación de todos los actores
sociales.
Ambos términos, inclusión y exclusión, no son antagónicos, sino
complementarios, y deben ser tomados desde una perspectiva totalizadora, como
aspectos de una misma realidad, las dos caras de una misma moneda. Más allá de las
disquisiciones conceptuales que ameritarían ambos términos, lo que queremos apuntar
es que estos conceptos refieren intrínsicamente a la intención de hacer efectivos los
derechos que invariablemente derivan del nivel de inserción económica en el sistema.
Es inevitable que los conceptos desplegados anteriormente deriven en dos
términos que son “hitos inevitables” a la hora de intervenir en la problemática social de
la discapacidad. Se trata de inclusión e integración, que no son términos antagónicos,
sino complementarios. El primer término va creciendo y apoderándose de los ámbitos
académicos.
Debemos evidenciar que este término se acuña dentro del Paradigma de Salud
que propugna la OMS, hecho que explica su hegemonía, no sólo en el ámbito de la
salud y la educación, puesto que funciona como orientación general para la intervención
en la problemática.
En general, la inclusión social se aplica al análisis y resolución de las urgencias
coyunturales. El proceso de inclusión se lleva adelante a través de intervenciones
puntuales que se corresponden con determinadas políticas públicas. Éstas se
fundamentan en una suerte de “discriminación positiva”, están enfocadas hacia sectores
específicos y son de carácter provisional. No se alude aquí al logro de un grado de
bienestar generalizado, como en el caso de la integración social.
Recuperamos algunos de los fundamentos del sociólogo Robert Castel, y del
trabajo realizado sobre la integración social por parte del Senado de la provincia de
Buenos Aires. Esta perspectiva parte del supuesto de que la integración se alcanza
mediante la búsqueda de los grandes equilibrios sociales, homogeneizando el acceso a
la educación, a los servicios y a las protecciones sociales. De ese modo, se reducen las
desigualdades y se logra un mejor reparto de las oportunidades.
Tomamos ese paradigma dado su intento superador frente a la inclusión.
Además, propicia acciones para paliar los efectos de la exclusión socio-económica,
involucrando y comprometiendo a los propios damnificados, al mismo tiempo que
fomenta el debate público entre los distintos sectores.
Proponemos el término “integración” porque es un mecanismo que supera a la
inclusión, ya que incorpora a las personas en la red social en la que todos sus “nodos”
son activos y están contemplados dentro de una comunidad, globalmente integrada.
Cabe destacar que cuando hagamos referencia al grado en que el individuo o una familia
en particular forman parte de la sociedad, utilizaremos el concepto de “inclusión”.
Como ser social, el sujeto tiene el derecho y el deber de participar del proceso
por el cual se integra en la sociedad. De este modo, se posibilita el despliegue de
capacidades y oportunidades para poder conectarse, a través de las distintas sinergias,
con el paradigma de desarrollo humano dentro de un determinado contexto social. Si
bien este mecanismo no tiene una evolución lineal y puede obstruirse en su dinámica,
siempre continuará interrelacionándose y tendrá retroalimentaciones que mantengan su
vitalidad.
En las sociedades con capacidad integradora subyace una concepción de la
persona como un ser valioso, útil y activo. No podemos caer en la trampa de la
dicotomía entre la solidaridad y el asistencialismo, inclusión versus integración.
Apoyamos la necesidad de asegurar el derecho al conjunto de bienes y servicios
para todos, pero no tomando a la persona con discapacidad como un sujeto al que se
debe auxiliar constantemente de un modo paternalista, sino dándole poder como
hacedor de su destino, promoviendo su autodeterminación. Si no se da ese mecanismo,
no hay integración social posible, aunque el Estado garantice el acceso a los derechos
indispensables para alcanzar la cohesión social, sin sacrificar a los grupos vulnerables.
Por último, si bien la integración es un derecho, se materializará en la medida
en que haya un poder capaz de hacerlo efectivo; de lo contrario, quedará en el ámbito
de las buenas intenciones o de inmejorables declamaciones registradas en la legislatura.
Partimos de la premisa de que la persona con discapacidad tiene grandes
posibilidades de desarrollar una plena integración en la vida social (familia, educación,
trabajo, tiempo libre, organizaciones, etcétera. Ese derecho a la integración conlleva el
principio de equiparación de oportunidades por parte del tejido social e implica el
desarrollo intencionado de estrategias que permitan el ejercicio de las capacidades de
todas las personas.
La totalidad de los fenómenos que hemos tratado de conceptuar anteriormente
requiere de la intervención del Estado a través de políticas sociales que respondan a los
principios de normalización e igualdad de oportunidades. Esto se relaciona con el hecho
de derribar barreras.
Se trata de favorecer la accesibilidad y la seguridad en los diferentes ambientes,
brindando las facilidades que las personas requieren para la supresión de barreras, tanto
físicas como conceptuales, que impiden su integración y ponen en peligro su salud.
Surge así la necesidad de la normalización o adecuación del medio, en concordancia con
el principio de equidad, lo cual implica la decisión de encarar las inversiones y gastos
necesarios para su cumplimiento.
En el polo opuesto, la intervención del Estado a través de políticas sociales no
puede descuidar la percepción de riesgos, y su efectiva existencia difiere según las
características y gravedad de la discapacidad que afecta a las personas. A mayor
limitación y más baja capacidad y respuesta psicofísica corresponde una mayor
exposición a dichos riesgos.
La preocupación por las barreras físicas que dificultan y/o impiden la
accesibilidad y circulación en el espacio urbano es una constante para las personas con
discapacidad. Concretamente, esta situación se pone de manifiesto cuando se ven
implicadas sus necesidades de desenvolvimiento en la vida cotidiana, sea en el ámbito
familiar, laboral, recreativo, deportivo o religioso. A veces se endilga a dichas barreras
la principal causa de participación e integración no plenas, responsabilizando por ello a
las autoridades y a la sociedad en general.
En el intento de superar esas etapas, anticiparemos en esta oportunidad el
capítulo final, la propuesta de intervención, tomando como eje a la cultura como una
estrategia a la hora de pensar en políticas sociales que promuevan la integración de
personas con discapacidad. De modo singular, desde el ámbito de la cultura podemos
brindar importantes aportes a la identificación y puesta en marcha de las capacidades de
una comunidad para trabajar por su integración y desarrollo. Pretendemos reivindicar la
cultura como trama que configura una red de interdependencias, profundizando una
dimensión relacional, en detrimento del individuo.
“La cultura es el conjunto de conocimientos, experiencias, valores, principios,
creencias y costumbres, propias y asimiladas, que las comunidades o grupos han forjado
a través del tiempo con un propósito específico: la búsqueda del bienestar en sus
distintas manifestaciones.”
1-Construcción social del problema social de discapacidad
Hablar de discapacidad siempre hace referencia a una “desventaja”, a las posibilidades
limitadas de desarrollo humano. Tiene una connotación de “limitación”; esto es erróneo,
ya que la discapacidad no está dada exclusivamente por las carencias –físicas y
mentales, entre otras–, sino también por la misma comunidad a la que se pertenece, en
tanto no ofrece oportunidades o medios alternativos de superación y/o promoción.
Partimos de la base de que la discapacidad es un fenómeno social que se puede
objetar. En principio, está constituido básicamente por una situación de menoscabo
físico, psíquico o sensorial que afecta a personas concretas y se reproduce en el nivel
socio cultural. Cada sociedad configura la imagen social de la discapacidad, como
producto colectivo de valores, creencias e ideología, que se manifiestan en las
intervenciones específicas y en el lugar simbólico y real de las personas con
discapacidad en un tiempo y espacio concreto. Esto nos da una mirada esperanzadora,
puesto que parte de una construcción alrededor del problema social, que indica la
posibilidad de cambio y mejora del fenómeno a través de intervenciones adecuadas. Por
otra parte, este enfoque se encuentra en absoluta consonancia con el de resiliencia.
Reivindicamos el papel activo y protagónico en la trama social. La sociedad
“discapacita” o habilita, es decir, segrega o agrega. Hablar de discapacidad como si
fuera una desventaja, es hacer referencia a las posibilidades limitadas de desarrollo
humano. La limitación, no está dada exclusivamente por las carencias –físicas y
mentales, entre otras– del individuo, sino por la misma comunidad a la que se
pertenece, en tanto no ofrece medios alternativos de superación y/o promoción.
Así planteado el tema, puede decirse que la discapacidad es un problema social, que
implica un adecuado tratamiento en el estudio y en la intervención, en dos sentidos: 1)
la persona que padece la discapacidad, rescatando su subjetividad y papel activo; y 2) la
comunidad a la que pertenece. Un ejemplo es el gran avance tecnológico y científico,
aun académico en el primer sentido, no siempre acompañado por la sensibilización,
concientización y compromiso social frente a esta problemática social.
Un problema social desde una perspectiva sociológica nos lleva más a ver qué es lo
que funciona mal, a entender, interpretar y explicar cómo se desempeña todo el sistema
de que se trata. Eso es lo que pretendemos en materia de discapacidad.
Nuestro propósito es entender al individuo con discapacidades en su carácter de ser
social, partícipe de una cultura e inserto en una comunidad, en retroalimentación
permanente.
Estamos en condiciones de afirmar que la discapacidad es un problema social, porque
encuadra en los requerimientos teóricos que así lo especifican:
- Es una situación negativa o indeseable, que afecta cualitativamente a la dignidad y
derechos de personas, así como a la igualdad de oportunidades; cuantitativamente,
afecta a un número significativo de personas (10 por ciento de la población mundial),
siendo que la extrema pobreza aumenta el riesgo de discapacidades y profundiza sus
consecuencias. Esto justifica la imprescindible necesidad de visualización de la
problemática, más allá que el 10 por ciento de la población total mundial actualmente
no movilice a los que detentan el poder. Indudablemente, toda discapacidad plantea
diferentes limitaciones que inciden socialmente de modo perjudicial, porque el
individuo no puede lograr una realización plena, porque no puede aportar al aparato
productivo o, tal vez, porque no hay respuesta social a las necesidades individuales.
- Debe corregirse mediante la acción social colectiva. No sólo la sociedad debe ser
conciente de lo que debería cambiarse, sino que puede ser útil para encontrar los
recursos necesarios con el fin de favorecer el cambio, por lo que es indispensable la
difusión, que debe partir de organismos estatales y privados.
- Por último, la discapacidad es un problema social en cuanto a que ciertas personas se
ven afectadas o limitadas. Varias son las esferas de desventajas con las que las personas
con discapacidad deben enfrentarse a diario y que les cercenan su práctica de
ciudadanía: educación, trabajo, transporte, edificios, barreras culturales para llevar una
vida según el patrón cultural vigente, etcétera.
La limitación no depende solamente del individuo que la padece, sino que
obedece también a las posibilidades de integración y promoción que la comunidad le
ofrece. Esta situación es reconocida como perjudicial, no deseada concientemente por la
sociedad. Dicha conciencia de lo no querido no solamente debe motivar la acción
rectificadora: el hecho de comprender la complejidad del “malestar” implica considerar
múltiples factores que intervienen en la interacción social.
Hay pruebas históricas, de larga data, del carácter social de esta problemática.
Claude Veil, en Minusvalía y sociedad (página 19), recupera datos significativos:
* En los comienzos de la humanidad, la selección debió haber sido natural; la
precariedad de las condiciones de vida así como los peligros y el estado de indefensión,
conllevaba a la “supervivencia de los más aptos”.
* Cuando en la evolución de la humanidad se da el “sedentarismo”, se va formalizando
la selección, pues la propia incapacidad para defenderse implicaría un peligro para sí
mismo y para sus más allegados. Las expectativas de vida no superaban la mera
supervivencia. Desconocían por completo el origen, las implicancias y las
consecuencias de dichas afecciones.
* “Los espartanos eliminaban a los que nacían con algún defecto...” La historia dice que
los niños imperfectos eran abandonados en Esparta, bajo el régimen de Licurgo; de
hecho, sus leyes avalaban que tales niños fueran abandonados. Se asevera que los
atenienses daban muerte a los niños sordos y que los espartanos los consignaban (sic) en
la gran fosa de Taygetus. Se supone que en Atenas, aun en la época Solón y Platón, se
producía el abandono de tales niños. Algunos afirman que Aristóteles aprobaba un
procedimiento no muy loable.
En Esparta no se permitía que existiese un individuo socialmente impedido,
porque se ponía en peligro la vida de los demás. (Frampton y Rowell, escritores ingleses
abocados al proceso histórico de la educación especial). Traducción: La educación de
los impedidos. Versión castellana por Alejandro Meza).
Más allá de los innumerables avances y conquistas en la problemática, sigue
persistiendo el rechazo del diferente y la invisibilidad. El dominio paternalista de los
ámbitos culturales y de los espacios públicos se sigue practicando en nuestra sociedad,
plagada de prejuicios, prepotencias y negociaciones de la dignidad humana.
El presente trabajo intenta “dar luz”, debatir, interpretar y visualizar el campo
problemático de la discapacidad tomando como premisa que cada sociedad, con su
bagaje simbólico histórico-socio-cultural y el paradigma vigente, posiciona y jerarquiza
el tema de un modo peculiar. De aquí devienen los distintos modelos de intervención,
con sus respectivos marcos teóricos – epistemológicos e ideológicos.
Por otro lado, depende de la imagen social preponderante y de las aspiraciones
del proyecto societario colectivo. Por ejemplo, no es lo mismo intervenir y brindar
atención a una persona o grupo con discapacidad desde un modelo democrático que
priorice el ejercicio de la autonomía personal con un sentido de solidaridad social, que
desde el modelo neoliberal, que propugnará la productividad, el individualismo y la
competencia.
La práctica de ciudadanía trasciende el hecho de haber nacido o habitar el
territorio nacional reconocidos oficialmente, porque “ser ciudadano” tiene que ver con
las prácticas culturales, que nos dan sentido de pertenencia e identidad y satisfacen
nuestras necesidades de aceptación social. No es un valor o atributo heredado, o
inmanente; por el contrario, se va materializando en el ejercicio, se va construyendo,
modificando y descubriendo con la práctica cotidiana de esa ciudadanía.
Se trata de una categoría de análisis fundamental para el abordaje de la
discapacidad desde un enfoque de resiliencia, confirmando la factibilidad de cambio
del problema social en cuestión. El mismo está sujeto a múltiples determinaciones
histórico-socioculturales-económicas, a la imagen social, y a los consecuentes modelos
de intervención, auto-percepción y/o acción de los propios involucrados.
En cada sociedad y situaciones particulares, no sólo es distinta la situación
personal del discapacitado, involucrando tanto a los afectados como a quienes
conviven con él, sino que también deben contemplarse los condicionamientos sociales
–profesionales, legales, administrativos– de los asistentes, y por supuesto, las
definiciones que la sociedad adopta con relación a las problemáticas que la discapacidad
plantea.
La paulatina, lenta pero firme, entrada en escena de las ONGs en la problemática
de la discapacidad tuvo impacto decisivo en los foros internacionales, ya que hasta
entonces las decisiones estaban circunscritas a la voluntad de los gobiernos, que
imprimían un carácter eminentemente caritativo o de asistencia, cuyo origen se
encuentra en el otrora Estado “de bienestar”.
En este artículo tratamos de asumir la problemática de la discapacidad como
una construcción de ciudadanía y afirmación de derechos. Desde dicha perspectiva, las
personas con discapacidad, sus familias y los profesionales que trabajan en su
promoción y desarrollo, están llamadas a converger en un movimiento social, que
amplía las fronteras de la democracia, construyendo desde sus reivindicaciones y
demandas un horizonte más humano, más justo y más participativo.
En la sociedad argentina los movimientos sociales, las asociaciones y ONGs –
instituciones del Tercer Sector–, encarnados por los protagonistas, quienes están
afrontando en carne propia el problema –llámense personas con discapacidad, padres o
familiares de discapacitados– presentan similitudes con las luchas de liberación en el
marco del movimiento social de los derechos humanos.
Diversos autores coinciden en situar al año 2001 como un punto de inflexión en
el que se produjo una vigorosa movilización ciudadana de las personas con
discapacidad. La marcha de las sillas vacías, seguida por la de las camas vacías, ilustra
este nuevo rumbo. De esas luchas surgieron, a su vez, nuevos protagonistas sociales,
como es el caso de los padres de familias con personas con discapacidad,
representantes de distintos sectores de la salud, etc.
Este punto de inflexión con respecto a la problemática y su lugar en la cuestión
social , así como la agenda pública, tienen su asidero en los movimientos sociales, que
hoy son una expresión significativa de la capacidad político-organizativa de los sectores
populares para luchar por el fortalecimiento de su situación concreta, en cuanto al
mejoramiento de sus condiciones de vida o al logro de un avance en materia de
participación en la toma de decisiones centrales para la existencia familiar, grupal o
comunitaria. Se trata de la expresión plena de la construcción social misma, tomando el
espacio político desde su esencia misma, el trabajo desde el compromiso ciudadano para
aportar al proyecto societario democráticamente elegido.
“Son sus protagonistas hombres y mujeres de los sectores populares, motivados por sus
reivindicaciones concretas en torno al acceso a la calidad de vida, trabajo, salud y
otras necesidades sociales básicas.” Carlos Eroles, La familia como actor político
Finalmente, queremos hacer referencia a un sujeto que se ubica a mitad de
camino entre las personas y los movimientos sociales. Nos referimos a las familias y a
las pequeñas comunidades de vecinos, que en determinadas circunstancias asumen
protagonismo político.
Toda sociedad, cualquiera sea el nivel de desarrollo económico alcanzado, tiene
la obligación de hacer lo necesario para que las personas con discapacidad puedan
ejercer, en un plano de igualdad, el conjunto de los derechos humanos.
1-1- Actualidad de la problemática
Más de 500 millones de personas en el mundo –lo que equivale al 10 por ciento de la
población total– padecen algún tipo de discapacidad, según la OMS. En la mayoría de
los países, por lo menos, una de cada diez personas tiene una deficiencia física, mental
o sensorial, y por lo menos el 25 por ciento de toda la población se ve adversamente
afectada por la presencia de incapacidades.
Estas cifras muestran con notoria elocuencia la dimensión universal y la magnitud del
problema, poniendo de manifiesto el enorme impacto que tiene sobre el conjunto de
una sociedad. Sin embargo, esta cuantificación no alcanza por sí sola para evaluar la
verdadera gravedad del fenómeno, pues con frecuencia esas personas viven en
condiciones deplorables debido a la existencia de barreras físicas y sociales que
impiden su integración y plena participación en la comunidad.
El resultado de ello es que millones de niños y adultos en el mundo entero se ven
segregados y, al ser privados de casi todos sus derechos, arrastran una existencia
marcada por la marginación y el infortunio.
Es un principio básico y elemental la realización de un diagnóstico actualizado y real,
no sólo cualitativo sino también cuantitativo, para trabajar sobre datos precisos y una
muestra real. Esta problemática ha sido planteada exhaustivamente en el ámbito
académico hace décadas –por parte de una pionera, Liliana Pantano–, y en el seno
mismo de las oficinas de gobierno. Ha habido numerosos intentos desde cada entidad de
índole municipal, de las mismas ONGs y hasta de los censos nacionales. Los mismos
han sido inciertos e ineficaces, y el análisis de datos se ha realizado a destiempo. Lo
peor no es el total de resultados inmediatos, sino la falta de planificación o
sistematización para revertir la situación, al menos a largo plazo. Hay una razón
hipotética: “los discapacitados no votan, y tampoco están vistos como un nicho del
mercado; por último, no producen divisas”, por lo que el futuro no puede visualizarse
con un cambio drástico frente a la falta de datos estadísticos, específicos y ampliados.
Históricamente se manifestaron problemas de cuantificación, convirtiéndose en una
estrategia eficaz para hacer invisible la problemática de discapacidad.
Excepcionalmente se sabe cuántos discapacitados hay en un país, región o provincia,
pero el dato no siempre es confiable debido al uso inadecuado de técnicas, falta de
capacitación de los encargados del relevamiento y objetividad. Tampoco hay acuerdo en
cuanto a los métodos de recolección o de clasificación, que hacen inviable la
comparación o el estudio de la evolución de las cifras a largo plazo. Esta situación
sigue inalterable, a pesar de haber sido estudiada y expuesta magistralmente en la obra
de Liliana Pantano, décadas atrás.
Desde siempre, los únicos datos utilizados como directrices a la hora de evaluar y
planificar rumbos de acción han sido los de la OMS, por instalar criterios técnicos
uniformes sobre discapacidad en el plano internacional; por su cantidad y complejidad,
se han hecho universales. La utilización de los mismos ha tenido repercusiones sociales
(sanitarias, educativas, laborales, etcétera); no obstante, diferirán según dónde y cuándo
ello tenga lugar, puesto que los principios y modelos de vida y convivencia adoptados
por los miembros de la sociedad pueden mostrar grandes diferencias con los de otras y
los ensayos clasificatorios elaborados.
En nuestro país, los hogares con presencia de discapacidad alcanzan el 20,6 por ciento
del total de los hogares urbanos de localidades de 5.000 y más habitantes. Estos
albergan aproximadamente a 2.200.000 personas con al menos una discapacidad, y a
unas 4.500.000 personas en esos hogares, según datos de la Primera Encuesta Nacional
de Personas con Discapacidad 2002/3, (ENDI) Complementaria del Censo 2001 del
Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC).
Las estadísticas podrían poner de manifiesto el origen, las causas y los distintos
factores de riesgo con datos cuantitativos, que serían un aporte sin precedentes a la hora
de evaluar prioridades, necesidades, objetivos y metas cuando se trata de planificar e
intervenir.
Las causas de las distintas discapacidades son diversas y complejas, y siempre
obedecen a múltiples motivos. Entre ellas pueden tomarse las más conocidas, como las
deficiencias degenerativas a causa de la edad, los accidentes (particularmente los de
tránsito, domésticos y laborales), la violencia o algunos deportes, como el rugby, entre
otros. Esto pone de manifiesto que la discapacidad transitoria o permanente es
adquirible, y tiene que ver con la prevención y con la seguridad de los entornos.
La alta concentración en conglomerados urbanos y perimetrales pobres genera
exclusión, aumento de los accidentes y de la violencia. En consecuencia, los niños
crecen con mayor riesgo de padecer alguna discapacidad, sumada a otros riesgos como
consecuencia de la pobreza. Ya no se puede ocultar o disimular la relación directa entre
pobreza y discapacidad: la maltrución en el embarazo determina un sistema nervioso
pobre en calidad y cantidad de neuronas, así como también problemas metabólicos
discapacitantes; el embarazazo precoz y los accidentes que sufren los niños de madres
adolescentes por falta de madurez a la hora de resguardar a sus hijos; las condiciones
precarias de vivienda inciden en el mayor riesgo de sufrir accidentes; la violencia como
consecuencia del consumo de alcohol y drogas; la mala calidad alimenticia determina la
inmadurez del SNC, que termina de desarrollarse a los 10 años; y un sinnúmero de
situaciones evitables.
De esta forma, más de 100 millones de seres humanos en el mundo padecen distintos
tipos de discapacidades como consecuencia de deficiencias en la alimentación, esto es,
más del 20 por ciento del total de personas con discapacidad.
Datos Internacionales de la OPS:
- 7 al 10 por ciento de la población mundial padece algún tipo de discapacidad: 500
millones de personas.
- Según estimaciones de la OMS, el 50 por ciento de las discapacidades actuales son
accidentes que se podrían prevenir, desnutrición, violencia y falta de inmunización.
- El Banco Mundial estima que una de cada 10 personas en el mundo sufre de algún
padecimiento sensorial, intelectual o mental, con consecuencia en su capacidad de
producción. Mientras tanto, en los países en desarrollo viven 400 millones de personas
con discapacidad.
- Cada año se suman 10 millones de personas con discapacidad moderada o severa.
- Cada día se suman 25.000 personas con discapacidad moderada o severa.
- Para el año 2025 habrá un estimado de 600 millones de personas con discapacidad.
- Son predicciones de discapacidad: enfermedades emergentes y crónicas; accidentes de
todo tipo; uso y abuso de alcohol y drogas; violencia social; envejecimiento
poblacional; desnutrición; niñez abandonada; grupos sociales postergados; pobreza
extrema; desplazamientos de grupos poblacionales; contaminación ambiental y
situaciones bélicas.
ENDI: Primeros resultados de la Encuesta Nacional de Personas con Discapacidad
2002-2003. Complementaria del Censo 2001. La Encuesta Nacional de Personas con
Discapacidad (ENDI) realizada en el Período 2002-2003 tuvo por objetivo cuantificar y
caracterizar a las personas con discapacidad en lo que concierne al desenvolvimiento de
la vida cotidiana dentro del entorno físico y social.
Creemos que este apartado es de vital importancia, no sólo por la gravedad y
complejidad del tema –incidencia de la pobreza en la problemática de la discapacidad–,
sino también por la forma en que se manifiesta. La relación entre causa y efecto es
imperceptible. La incidencia de la pobreza –hambre, malnutrición, etcétera– en la
discapacidad pasa desapercibida, dadas las características intrínsecas de la
discapacidad.
Esta “invisibilidad” no sólo no es casual, sino también causal. Lo más dramático de
la situación es que un alto porcentaje de las discapacidades podrían ser evitadas desde
sus múltiples causas a través de políticas de prevención primarias, secundarias y
terciarias. El margen de discapacidades genéticas o aquellas que aún el hombre no
puede detectar o evitar son mínimas frente a aquéllas que podrían ser evitadas con una
intención real y compromiso de evitar padecimientos innecesarios, teniendo en cuenta
especialmente a las familias y las complicaciones que deben sortearse a la hora de
contar con una estructura de atención eficaz.
Finalmente, si hablamos de cuestión social y construcción social, estamos
posicionados desde la perspectiva del Derecho y del lugar que ocupamos hoy como
ciudadanos, que es el de profesionales especialistas en este tema. Por lo tanto, no
podemos dejar de abordar las políticas sociales, como las estrategias de mediación entre
el sujeto de derecho y el Estado, que debe garantizarlas. Allí entramos en acción,
superando el prejuicio en el sentido de que dichas políticas son simples amortiguadores
del impacto de la pobreza y exclusión en la ciudadanía lesionada. Si bien sabemos que
es así, constituye negligencia e impericia el desconocimiento o no uso de estas
herramientas en pro del usuario, por nuestras reticencias ideológicas.
La política pública debe promover no sólo las escuelas inclusivas sino también las
sociedades que incluyan (se habla de una política de inclusión en un contexto de
exclusión que excede lo educativo). Esta tarea no es sólo de la educación especial. Y
éste es otro de nuestros desafíos, ya que por el momento tenemos una gran falencia,
incluso en el seno mismo del ámbito académico de nuestra formación.
2-Conceptualización
Es indispensable, requisito sine qua non, comenzar por acordar cómo vamos a
denominar nuestra unidad de análisis. Cabe aclarar que el valor de la palabra tiene un
peso fundamental.
En primera instancia, el hecho de que en la actualidad se debata hasta la forma de
nombrar el fenómeno tiene tres puntos a favor: 1- ahora tienen nombre las personas
(antes estaban condenadas a la muerte, el sufrimiento o el encierro); desde los orígenes
de la cuestión social, son un grupo destinatario de atención y cuidado. 2- Actualmente,
con mayor o menor intensidad, este grupo con su problemática están en la agenda
pública. 3- Se toma en consideración qué denominación es menos dañosa y ofensiva, al
tiempo que más positiva y constructiva, a la hora de intervenir y sortear barreras
simbólicas o culturales.
Está claro que la denominación siempre lleva implícita una connotación (positiva o
negativa), teniendo un impacto directo en la imagen social, en el modelo de
intervención y en el paradigma hegemónico.
Por otro lado, todos esos factores están intrínsecamente relacionados a través de un
feedback, donde no pueden determinarse la causa y el efecto de manera unidireccional,
sino que existen múltiples determinaciones en el paradigma de la complejidad.
A modo de ejemplificación, “idiota”,”mogólico”, “corqui” (tiene una connotación
negativa; es casi un insulto), “con “necesidades especiales”, “especiales”, “con
capacidades diferentes” (desde las teorías educativas); “excepcionales” (en Brasil),
etcétera. Dichas denominaciones son variables e intencionales, pero no se dirigen al
valor esencial, sino que se quedan en cuestiones externas que, con el afán de incluir,
caen en eufemismos y hasta en clichés “marketineros”, como si el hecho de tener
capacidades diferentes o especiales nos llevara a considerarlos ángeles o seres de otro
planeta. Con el afán de mostrarlos como seres buenos y simpáticos que nos llenan de
amor sin pedir nada a cambio, tratan de mostrar con grandes avances en la TV, Mc.
Donald‟s o películas sólo personas con síndrome de Down (el icono de la discapacidad),
sonriendo y diciéndonos lo felices que son porque los aman.
Presentamos una propuesta superadora, y es la tomada por referentes internacionales
(Demetrio Casado, experto español). Siempre hablaremos de personas con
discapacidad; ya que esta última es sólo una característica o atributo exterior, y no la
esencia de la persona. De la misma forma que hablar de “sidótico”, no sólo es un error
conceptual, sino un agravio, decir “discapacitado” anula todas las capacidades
remanentes, a pesar de las consecuencias o secuelas de la discapacidad.
Por ello, nos centramos en el Enfoque Ecológico y de Resiliencia, porque nos
basamos en lo positivo de la persona, sin caer en una versión irreal de las capacidades
o características “mágicas” de las personas en cuestión. Si no nos basamos en la
realidad, no podremos intervenir eficazmente.
Por último, no deberíamos descuidar la subjetividad de las personas que son nuestros
sujetos de intervención, ya que no es lo mismo determinar convencional y legalmente
quién es discapacitado, que ser concientes y sentir esas limitaciones socializadas.
2- 1 Definiciones de organismos referentes
La Convención Interamericana sobre Eliminación de todas las Formas de
Discriminación de las Personas con Discapacidad (aprobada por Ley 25.280), define a
la discapacidad (Art. 1) como “una deficiencia mental, física o sensorial, sea de
naturaleza permanente o temporal, que limita la capacidad de ejercer uno o más
actividades esenciales para la vida diaria, que puede ser causada o agravada por el
entorno económico y social.”
A efectos de aclarar nuestra visión del universo de las personas con
discapacidad, adherimos al artículo de la Ley 22.431/81, que establece lo siguiente:
“Entiéndase por persona con discapacidad a toda persona que padezca una alteración
funcional permanente, transitoria o prolongada, física, sensorial o mental, que en
relación a su edad y medio social implique desventajas considerables para su adecuada
integración familiar, social o laboral.”
Evidentemente, esta definición de la normativa nacional trasciende las barreras
de la concepción clásica de enfermedad (etiología-patología-enfermedad), e intenta
superar el ámbito de la salud para considerar las consecuencias que la enfermedad tiene
en el individuo, tanto en su cuerpo como en su persona y en su relación con la sociedad.
Tomamos aquí sólo una pequeña muestra de definiciones generadas en el ámbito
legal, que –como hemos dicho anteriormente– son necesarias burocráticamente, como
marco para hacer efectivo el ejercicio de derechos, de modo que no sean meras
declamaciones. Tenemos nuestras reservas frente al hecho de estigmatizar a las personas
con un certificado de discapacidad, y estamos convencidos de que sus derechos y
dignidad como personas está al resguardo de esos sellos. De todos modos, a la hora de
intervenir, y para facilitar el acceso a las políticas sociales, no podemos desconocer o no
respetar dichas normativas, que serán herramientas para nuestra intervención.
En 1980, la OMS elaboró una Clasificación Internacional de Deficiencias
Discapacidades y Minusvalías, que contempla tanto la visión de sus orígenes médicos
como sus manifestaciones últimas, en todos los aspectos de la vida humana: sociales,
económicos, políticos, laborales, culturales, de entretenimiento o placer, etcétera. A
partir de CIDDIM, el antiguo esquema fue reemplazado por una visión más abarcadora
(enfermedad-deficiencia-discapacidad.-minusvalía), que representó un enorme aporte a
las áreas de rehabilitación, educación, estadística, política, legislación, demografía,
sociología, economía y antropología. Por primera vez se señaló al entorno físico y social
como un factor decisivo en la discapacidad, y a las propias limitaciones y reducción de
oportunidades.
Esta primera clasificación partía de un enfoque lineal, basado en las
consecuencias de la enfermedad o en el daño, factor intrínseco hacia la siguiente
progresión:
1. las deficiencias que se presentan en lo corporal, fisiológico u orgánico
(exteriorizada);
2. las discapacidades, entendidas como restricciones en la actividad de un
individuo debido a cualquier deficiencia (objetivada); y
3. las minusvalías, entendidas como situaciones desventajosas, derivadas de
deficiencias o discapacidades que limitan o impiden participar o desempeñar
roles sociales en niveles considerados normales (socializada).
Por esta razón, la OMS decidió someter la clasificación a una reformulación
conceptual radical y desde un enfoque bio-psico-social- que se expresó en la nueva
CIDDIM-2. LA OMS la puso a disposición de los interesados, cuyos comentarios y
sugerencias fueron valorados en la redacción del texto definitivo de la clasificación,
aprobado en el año 2001 por 191 países.
La nueva versión recibe el nombre de Clasificación Internacional del
Funcionamiento, la Discapacidad y la Salud” (CIF). En ella el término de discapacidad
es reemplazado por un término neutro de actividad y las circunstancias negativas en esta
dimensión se describen como limitaciones de actividad. El concepto de minusvalía se
reemplaza por el de participación y las circunstancias negativas en esta dimensión se
describen como restricciones de la participación.
La clasificación de la CIF cubre toda alteración en términos de estados funcionales,
en los niveles corporal, individual y social, asociados a estados de salud. La CIF ha sido
aceptada como una de las clasificaciones de las Naciones Unidas e incorpora las
Normas Uniformes para la Equiparación de Oportunidades para las Personas con
Discapacidad. En consecuencia, aporta un instrumento apropiado para la implantación
de los mandatos internacionales sobre los derechos humanos, estadísticas y de
investigación. La CIF ayuda a la valoración de las necesidades clínicas y es también un
marco de referencia conceptual para la mejora de la participación social, tanto en la
toma de conciencia como en el diseño de políticas.
Durante la década del ‟70 la OMS redactó en inglés la Clasificación
Internacional de Deficiencias, Discapacidades y Minusvalías. (CIDDIM). Su
traducción y posterior análisis estuvo a cargo de especialistas internacionales
organizados a través del Instituto Nacional de Servicio Social (INSERSO) y de
la Secretaría de Rehabilitación Internacional (Madrid, España, 1983.)
Deficiencia: cualquier pérdida o anormalidad de la estructura o función
psicológica, fisiológica o anatómica.
Discapacidad: cualquier restricción o carencia (resultado de una deficiencia) de
la capacidad de realizar una actividad en la misma forma o grado que la que se
considera normal para un ser humano.
Minusvalía: una desventaja para un determinado individuo, como consecuencia
de una deficiencia o discapacidad, que limita o impide la realización de una
función que es normal (de acuerdo con la edad, el sexo, factores sociales o
culturales) para dicho individuo.7
El prefijo “dis” alude a una alteración no absoluta ni de todos los aspectos de la
persona. El prefijo “in” nos parece más abarcador y peyorativo, por lo que no nos
inclinamos por término “incapacidad”. En cuanto al inconveniente de la relativa
neología de “discapacidad” y “discapacitado”, creemos que no es tan grande, pues ya se
venía utilizando. De la misma manera que minusválido no se utilizaba antes de 1970, y
ahora es de uso común.
* La deficiencia se refiere a funciones propias de cada parte del cuerpo.
* La discapacidad se refiere a actividades integradas que se esperan de las personas o
del cuerpo en su conjunto (tareas, aptitudes o conductas).
* La minusvalía es una situación desventajosa para un individuo determinado,
consecuencia de una deficiencia o de una discapacidad que limita o impide el
desempeño de un rol que es normal en su caso (en función de su edad, sexo, factores
sociales y culturales).
7 Informe del Comité de Expertos de la OMS en Prevención de Incapacidades y Rehabilitación, serie de informes
técnicos 668, Ginebra, 1981. Instituto Nacional de Servicios Sociales INSERSO, Clasificación Internacional de
deficiencias, Discapacidad y Minusvalías, Manual de Clasificación de las consecuencias de la enfermedad, Servicios
de Publicaciones del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Madrid, 1983.
…”La minusvalía se caracteriza por una discordancia entre la actuación o el status del
individuo y las expectativas del grupo concreto al que pertenece. La desventaja se
acrecienta como resultado de su imposibilidad de adaptarse a las normas de su mundo.
La minusvalía es, por ello, un fenómeno social, que representa las consecuencias
sociales y ambientales que se derivan para el individuo por el hecho de tener
deficiencias y discapacidades. La esencia de una valoración negativa por parte de la
comunidad es la discriminación; sin embargo, el concepto es esencialmente neutro, por
lo que se refiere a sus orígenes.” (INSERSO).
En el año 2001, la OMS aprobó la Clasificación Internacional del
Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud, que enfatiza el
funcionamiento (factor positivo) y no la discapacidad (factor negativo). Esta
revisión se basa en un cambio de jerarquías: lo que antes se concentraba en la
discapacidad, ahora se concentra en el funcionamiento que permanece sano y
que la persona mantiene como posibilidad. PMS-OPS, Clasificación
Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud. Ministerio
de Trabajo y Asuntos Sociales de España.
La discapacidad es el resultado de la interacción entre una persona que tiene una
determinada condición de salud y el contexto ambiental en el que se desenvuelve. Esta
definición incorpora otros que están interrelacionados.
Deficiencia: en la experiencia de la salud, una deficiencia es toda pérdida o
anormalidad de una estructura o función psicológica, fisiológica o anatómica.
La deficiencia considerada como el primer nivel dentro de la clasificación de las
consecuencias de la enfermedad contempla las limitaciones funcionales de
situaciones, tanto congénitas como adquiridas.
Discapacidad: Dentro de la experiencia de salud, una discapacidad es toda
restricción o ausencia (debido a una deficiencia) de la capacidad de realizar una
actividad de forma o dentro del margen que se considera normal para un ser
humano.
Minusvalía: Dentro de la experiencia de la salud, minusvalía es una situación
de desventaja para un individuo determinado, consecuencia de una deficiencia o
de una discapacidad que limita o impide el desempeño de un rol que es normal
en función de su edad, de su sexo y de los factores sociales y culturales a los
que pertenece.
La Encuesta Nacional de Personas con Discapacidad (ENDI), realizada en el
período 2002-2003, tuvo como objetivo la cuantificación y caracterización de las
personas con discapacidad en lo que concierne al desenvolvimiento de la vida cotidiana,
dentro del entorno físico y social. La definición de la que partió considera como
discapacidad a “toda limitación en la actividad y restricción en la persona en forma
permanente para desenvolverse en su vida cotidiana dentro de su entorno físico y
social.”
Más cerca en la historia, el Banco Mundial brindó en diciembre de 2004 la
siguiente definición: “La discapacidad es el resultado de la interacción entre personas
con diferentes niveles de funcionamiento y un entorno con limitaciones físicas,
sensoriales o mentales. Son a menudo discapacitadas no por una condición de
diagnóstico, sino porque se les restringe el acceso a la educación, los mercados
laborales y los servicios públicos. Esta exclusión conduce a la pobreza y, como un
círculo vicioso, la pobreza conduce a más discapacidad, porque aumenta la
vulnerabilidad de las personas, la desnutrición y la cantidad de viviendas indignas, al
tiempo que empeora las condiciones de trabajo.”
Al analizar estos conceptos vemos un punto fundamental: en principio, existe una
gran diferencia entre conceptos o definiciones, aunque estas últimas son necesarias,
pues constituyen el marco indispensable para la intervención profesional dentro del
sistema oficial. Un ejemplo dará cuenta de su importancia.
Las definiciones anteriormente desplegadas marcan los requisitos para que una
persona adquiera el “certificado de discapacidad”. Ésta situación, que etiqueta y
estigmatiza a la persona con un sello imborrable, es el pasaporte a los derechos sociales.
O sea, si la persona y su familia no aceptan el rótulo de discapacitado, determinado por
convenciones académico-sociales, no se pueden efectivizar los derechos legalmente
instituidos. La paradoja es que, aceptando la “discriminación negativa” en el sentido de
pertenecer a un grupo “inferior” al de los “normales”, accedo a los derechos y
privilegios de la “discriminación positiva”, en los cuales se embandera este grupo
poblacional que lucha por sus conquistas.
Las definiciones expuestas en una progresión lineal a lo largo de la secuencia
expresan una relación directa y unidireccional, cuestión que a simple vista es alejada de
la realidad. Por ejemplo, se puede tener una deficiencia sin tener una discapacidad, y
tener una discapacidad sin tener una minusvalía, o bien tener una minusvalía derivada
de una deficiencia y no de una discapacidad.
De las definiciones se deduce una visión desde “nosotros, los normales” y “los
otros, lo anormales”, a quienes nos esforzamos por “volver a adaptar”, “volver a
integrar” o, simplemente, “introducir” en un sistema social al que, por tener capacidades
diferentes, dejaron de pertenecer. La cuestión no es relacionar “normales” con
“anormales”, sino personas con capacidades más o menos distintas del patrón cultural
vigente.
Por último, nos parece acertado hacer una síntesis con la expresión “persona con
discapacidades”, en la medida en que se acentúa el primer término (persona) y se
señala, indica o informa que posee una/s discapacidad/es, siendo ésta/s una “restricción
o ausencia de la capacidad para realizar una actividad en la forma o dentro del margen
que se considera normal para un ser humano”.
En consecuencia, deberemos tomar las definiciones convencional e
internacionalmente acordadas, teniendo siempre presente la necesidad de abrir el debate,
abiertos a los cuestionamientos críticos, no sólo de la realidad y de la intervención, sino
también de la propia teoría.
“Una sociedad que excluye a un cierto número de sus miembros es una sociedad
contemporánea. Los impedimentos no deben ser considerados como un grupo especial
con necesidades diferentes de las del resto de la comunidad, sino como ciudadanos
corrientes que experimentan dificultades especiales para lograr la satisfacción de sus
necesidades humanas ordinarias. No se deben tratar por separado las actividades para
mejorar las condiciones de los impedidos, sino que deben formar parte integrante de la
política y de la planificación generales en cada sector de la sociedad”. Hace más de un
cuarto de siglo, en los borradores (1980) del que fuera el Plan de Acción Mundial para
la Personas con Discapacidad (1981)).8
3-Paradigma hegemónico
8 La autora citada define a la opresión a través de cinco formas: explotación, marginación, privación de poder,
imperialismo cultural, violencias y acosos motivados por el odio o el miedo grupal.
En primer término, debe mantenerse la atención sobre la discapacidad, no permitiendo
su ocultamiento, aun cuando otras urgencias sociales reclaman la atención pública. En
todo caso, debe considerarse el conjunto de las problemáticas en sus generalidades y en
sus reclamos específicos.
Para comenzar, debemos introducirnos en la conceptuación del paradigma 9a modo de
cosmovisión, de enfoque, de una manera particular de mirar, concebir, analizar una
realidad, desde un punto de vista y hasta “con anteojeras”. Por supuesto, esto supone un
posicionamiento ideológico, una cultura y hasta una historia personal, por lo cual uno
escoge lo que se ve y el significado que se le otorga. Los mismos se van re-significando
de acuerdo con los cambios sociales vigentes.
Sabido es en el ámbito académico que todo paradigma cambia, por más hegemónico
que sea, cuando aparece otro que paulatinamente es aceptado en el seno de la elite
académica. Por lo tanto, aspiramos a que algún día el asistencialismo paternalista
devenga en el enfoque de resiliencia social.
Cuando decimos que la gravedad de la realidad socio-económica excede el marco
teórico tradicional, nos referimos a la necesidad de un cambio de paradigma. Esto
implica varios elementos: en primer lugar, un adecuado diagnóstico; en segundo lugar,
la posibilidad de abordar el problema como psico-social (desde lo individual y desde la
estructura social en la cual está inserto), lo que requiere de un abordaje inter, multi o
trans disciplinario. Quiere decir que hay muchos niveles de análisis de un fenómeno tan
complejo. Desde aquí se desprende una estrategia operativa luego de un presunto
diagnóstico situacional.
Como fuera adelantado en la Pirámide de Maslow, que no pierde vigencia, la
condición sine qua non a la hora de plantear el problema es asegurar la satisfacción de
las necesidades básicas; si ellas no están cubiertas, es insostenible hablar de los
derechos y la autorrealización de las personas o grupo en cuestión. Aquí es donde la
pobreza, las historias de vida y la cultura son el basamento a partir del cual se construye
una base sólida o de emergencia (asistencialismo). Si nos encontramos con personas en
situación de pobreza o indigencia –casi todos los casos demandan nuestra atención–,
hay un paso previo e ineludible: la satisfacción de las necesidades básicas y la
9 El término paradigma debería reservarse a su verdadero significado sociológico, es decir, la presentación de una
codificación, un bosquejo compacto de los principales conceptos, supuestos, procedimientos, proposiciones y
problemas de un área sustantiva o del enfoque teórico en el análisis sociológico (Theodorson).
apropiación del certificado de discapacidad que le permita a la persona ingresar en el
circuito burocrático, como pasaporte de acceso a las políticas públicas. Estemos de
acuerdo o no desde nuestros posicionamientos o ética de lo que debería ser, éste es el
primer paso a sortear desde nuestra especificidad profesional.
Las declaraciones a nivel tanto nacional como internacional sobre los derechos de las
personas con discapacidad reafirman conceptos irrenunciables, agregan diferentes
matices y aportan orientaciones precisas. Más allá de la declamación del reconocimiento
de derechos sociales, resulta difícil la respuesta efectiva cuando éstos no dan ningún
rédito a la política (pues las personas discapacitadas, en su mayoría, no votan), y
además no producen bienes, servicios, productos o plusvalor. Según los valores
capitalistas, son una “mercancía vencida”. Esto revela a fondo el porqué de la
ineficiencia a la hora de intervenir en una ideología neoliberal y un modo de producción
capitalista.
Dentro del estudio de Paradigmas es un paso inevitable contemplar el Enfoque desde
la salud. Debido a la extensión del presente trabajo es imposible plasmar lo investigado
acerca de éste tema que es de gran importancia; pero a fines operativos deberá tomarse
en un próximo trabajo.
La deficiencia consiste en la pérdida o anormalidad de una estructura corporal o
de una función psicológica o fisiológica. CIDAP-2 (Clasificación Internacional de
Deficiencias, Actividades y Participación).
En 1980, el CIDAP, consideraba al "fenómeno" discapacitante como una secuencia
lineal de: a) enfermedad o trastorno según el estado de salud: cambios patológicos,
manifestaciones (síntomas y signos); b) deficiencia y nivel corporal: los signos son
exteriorizados (la enfermedad clínica es perceptible); c) discapacidad y nivel personal:
limitación de la actividad (objetivado); d)minusvalía, desventaja y nivel social:
respuesta de la sociedad a la experiencia del individuo, restricción de participación.
Desde 1980, la CIDAP es utilizada como herramienta de política social, planes de
seguridad social, sistemas de compensación, implemento y diseño de políticas.
3-1-La discapacidad una cuestión de derechos
Debemos reconocer que, en la actualidad, en nuestro país estamos lejos de alcanzar la
plenitud de la ciudadanía, porque existe un contexto social, económico, político y
cultural que imposibilita la accesibilidad –física, comunicacional, cultural, social y
asistencial– a los servicios a los que tenemos derecho, en el campo del trabajo, la
educación, la salud, el transporte, la vivienda, la seguridad social y, en definitiva, en
todos los planos de la vida cotidiana.
Cuando enunciamos nuestro trabajo sobre discapacidad como problemática social
desde la perspectiva de derechos, partimos de una premisa: “El derecho básico es el
derecho a tener derechos.” En este sentido, la ciudadanía es extensa (ciudadanía plena o
extendida), en cuanto involucra a todas las personas cualquiera sea su condición; y es
integral, en cuanto implica a los diversos ámbitos de lo público: lo político, lo
económico. Pese a que coincidimos respecto de que la ciudadanía extendida es el ideal,
son muchos los grupos minoritarios que se sienten excluidos no por no poseer los
derechos comunes propios de la ciudadanía, sino por su identidad socio-cultural
diferente. Por eso, Iris Marion Young plantea la idea de la ciudadanía diferenciada: “En
una sociedad donde algunos grupos son privilegiados mientras otros están oprimidos,
insistir en que como ciudadanos las personas deben dejar atrás filiaciones y experiencias
particulares para adoptar un punto de vista general, sólo sirve para reforzar privilegios.”
Los cimientos de lo anteriormente citado tienen una fuente oficial en la Declaración
Universal de Derechos Humanos, que establece el marco básico para la acción concreta
y expresa una ética universal que sostiene la igualdad y la libertad. La misma nos ha
inspirado a continuar con las luchas sociales por la inclusión, la eliminación de los
privilegios y la igualdad, y a llevar adelante acciones permanentes tendientes a la
ampliación de la base social de la ciudadanía, a la inclusión de grupos minoritarios,
discriminados o desposeídos como miembros de la comunidad política y al reclamo de
la igualdad ante la ley.
En el pensamiento humanista y, sobre todo, a partir de la doctrina de los derechos
humanos, se reivindica lo más esencial de los seres humanos, que es lo que todos tienen
en común: precisamente, su dignidad, su igualdad esencial y sus derechos. Los valores
fundamentales, como la vida, la libertad, la igualdad, la justicia, la solidaridad y la paz,
sustentan un compromiso con los derechos humanos de todas las personas, sin
distinción de sexo, religión, raza, ideología, política, edad, condiciones físicas o
mentales y clase social.10
10
El concepto de ciudadanía hace referencia a una práctica conflictiva vinculada con el poder, que refleja las luchas
acerca de quiénes podrán decir cuáles son los problemas comunes y cómo serán abordados. Elizabeth Jelin (Van
Gustaren, 1978).
También lo sustenta el Artículo 1º de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos de 1948: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y
derechos, y dotados como están de razón y conciencia deben comportarse
fraternalmente los unos con los otros.”
Queda claro que este paradigma puede expresarse en la democracia como contexto
socio-político (en el que conviven tres dimensiones: el consenso, el conflicto y el
compromiso, enriquecidos por la práctica de la ciudadanía como estandarte de todos los
ciudadanos por igual. La ciudadanía no puede restringirse al voto como práctica
simbólica, sino que requiere de una ética (kantiana), la cual permitiría a todos por igual
participar en la toma de decisiones en la construcción del proyecto social compartido, en
igualdad de oportunidades y con la conciencia de que los derechos y los deberes están
intrínsecamente ligados en el ejercicio de la democracia participativa.
De allí emana que, para que la democracia se materialice y se acerque a lo enunciado
en la Constitución Nacional, para avanzar hacia el logro de una síntesis entre libertad y
justicia, a partir de la igualdad y de la participación, el Estado deberá garantizar la
igualdad de oportunidades en los sectores de mayor desigualdad y debilidad para hacer
sus demandas.
Si nos posicionamos desde la reivindicación de los derechos de las personas con
discapacidades, el paso inevitable es la construcción de la ciudadanía y su ampliación
constante hasta incluir a la totalidad de los habitantes en una comunidad democrática.
Éste parece constituir, en consecuencia, uno de los más significativos desafíos del
presente.
Si partimos de la premisa de que el Estado no hace la ciudadanía, porque en verdad es
el resultado de ella, sino que, por el contrario, trata de compensar y amortizar, a través
de las políticas públicas, los propios efectos de la cuestión social que su modelo de
gestión provoca, no podemos dejar de evaluar a las mismas como hito ineludible al
hablar de ciudadanía.
Tomamos el concepto de ciudadanía de Pedro Demo y Aranha Oliveira, quienes la
definen como la competencia para construir el desarrollo humano sostenible. Los
autores analizan determinados elementos, a saber: la capacidad de comprender
críticamente la realidad e intervenir de manera alternativa, a partir de esa conciencia
crítica; asumirse como sujeto histórico y participar activamente; y promover la
capacidad organizativa de la comunidad, potenciando, además, la competencia
innovadora .
Desde la visualización de esta relación estrecha entre ciudadanía, derechos y políticas
sociales, coincidimos con los autores mencionados anteriormente en que se deben
priorizar las políticas sociales que atiendan a la educación básica, políticas sociales que
afirmen la calidad de vida (salud, asistencia, trabajo, cultura, recreación); políticas de
seguridad jurídica (accesibilidad a la justicia); Justicia y derechos humanos (Estado
garantista y reconocimiento de los derechos plenos de las minorías y los segmentos
vulnerables de la población); prioridades estatuidas de atención, como la promoción de
los derechos de los llamados grupos vulnerables (niños y adolescentes, ancianos,
discapacitados, migrantes, minorías étnicas o discriminadas etcétera). Y agregamos: las
políticas sociales de ocio (recreación, deportes, arte, cultura) son una estrategia óptima
para reivindicar a los sectores marginales, integrándolos e incluyéndolos desde la
valoración de su dignidad humana. Lo más importante es que no requieren de mucho
costo y su impacto es de largo alcance.
Reiteramos: la práctica de ciudadanía no tiene solamente relación con el ejercicio de
los derechos reconocidos por los aparatos estatales para quienes nacieron en un
territorio u optaron por habitar en él, sino que ser ciudadano tiene que ver con las
prácticas culturales, que nos dan sentido de pertenencia de pertenencia e identidad y
satisfacen nuestras necesidades de aceptación social. Más que como valores absolutos,
fijados de una vez y para siempre, los derechos se van construyendo, modificando y
descubriendo con la práctica cotidiana de la ciudadanía.
Reconocemos que la participación organizada de la sociedad, es indispensable para
afirmar la ciudadanía desde las prácticas cotidianas, que materializan la posesión de
derechos. Es necesario en este punto recordar el aporte de Marshal (Citizenship and
Social Class,1949), en el sentido de que la ciudadanía consiste, esencialmente, en
asegurar que cada cual sea tratado como miembro pleno de una sociedad de iguales. La
manera de asegurar este tipo de pertenencia consiste en otorgar a los individuos un
número creciente de derechos de ciudadanía. Will Kymlicka y Wayne Norman El
retorno del ciudadano: una revisión de la producción reciente sobre ciudadanía,
Revista Agora Nº 7, Buenos Aires, 1997.11
11
Elizabeth Jelin, Igualdad y diferencia: Dilemas de la ciudadanía de las mujeres en América Latina”, en Revista
Agora Nº 7, Buenos Aires, 1997.
Pedro Demo-Lilian Nunes de Aranha Oliveira, Ciudadanía y derechos humanos desde la perspectiva de las políticas
públicas. Cuadernos de la CEPAL. Nº 79. Chile. 1997.
Al tomar como tema central en nuestro discurso la categoría de ciudadanía, no
podemos menos que abogar por la construcción de un nuevo sujeto: el ciudadano
discapacitado, capaz de descubrirse a sí mismo como parte de un colectivo que puede
contribuir a construir una sociedad más justa, más inclusiva, más abierta a la integración
social de todas las personas, donde el abordaje de la discapacidad no sea desde la
perspectiva de la deficiencia o minusvalía, sino, por el contrario, desde la dignidad del
sujeto con la capacidad de aportar a la construcción social.
Recuperamos las sabias palabras de Nora Aquín, quien plantea la necesidad de
no confundir a los ciudadanos con víctimas, ni al sujeto pobre con pobre sujeto…”12
Siendo varias las esferas de desventajas con las que las personas con
discapacidad deben enfrentarse a diario y que les cercenan su práctica de ciudadanía:
educación, trabajo, transporte, edificios, barreras culturales, etcétera, deberán ser
contrarestadas por una numerosa serie de acciones políticas que requieren de
protagonismo por parte de quienes están afrontando en carne propia el problema,
llámense personas con discapacidad, padres o familiares de discapacitados, reafirmando
su condición de sujetos, sea a partir de procesos de participación política o bien en el
marco de conflictos que determinan tensiones, rupturas y demandas.
La discapacidad ha dejado de ser un problema asistencial para convertirse en una
lucha de afirmación de derechos. No estamos solos. Hay una legislación nacional e
internacional que nos ampara, que reconoce nuestros derechos.
Hemos tratado de resaltar desde la perspectiva bioética los valores
fundamentales como la dignidad de la persona, el respeto por la diversidad, el estímulo
de la autonomía y la participación, el compromiso personal y profesional en la
superación de las situaciones de menoscabo y, en fin, la vigencia plena de los derechos
humanos.
Pues bien, la Argentina será mejor cuando los más débiles sean reconocidos
definitivamente como personas iguales en derechos y responsabilidades. Esto exige el
reconocimiento de derechos específicos, el cumplimiento de la legislación vigente y la
equiparación de oportunidades.
12
Digo: no quiero pobres significados como víctimas, porque la victimización es el resultado de un conjunto de
relaciones que hicieron que ese sujeto individual o colectivo esté en el lugar social cultural y simbólico en el que está.
Citado por Nora Aquín, Los desafíos éticos de la ciudadanía en trabajo social. Revista del Colegio de Asistentes
Sociales y Trabajadores Sociales de Mar del Plata, Nº 1, julio de 2000.
3-2. Enfoque desde derechos humanos
Según los aportes de la OMS, Modelo de Funcionamiento y Discapacidad ICID
–OMS, hay distintos modelos que pueden aplicarse para explicar la discapacidad y el
funcionamiento. Estos modelos pueden ser expresados en una dialéctica de “modelo
médico” versus “modelo social”, y con más propiedad desde un enfoque de derechos
humanos. El modelo médico ve a la discapacidad como un problema personal, causado
directamente por enfermedad, trauma u otra condición de salud, que requiere de cuidado
médico provisto en la forma de tratamiento individual por parte de los profesionales. El
manejo de la discapacidad tiene por objeto la cura o el ajuste del individuo y un cambio
conductual. El cuidado médico es visto como el tema principal, y en el nivel político la
principal respuesta es la modificación o reforma de la política del cuidado de salud.
Por otro lado, el modelo social de discapacidad ve el tema desde su
complejidad, considerando no sólo los aspectos médicos (tratamiento y rehabilitación),
sino también el conjunto factores que determinan la discapacidad. Es una visión global
de dimensión social, principalmente como un problema creado a nivel social, cuyo
objetivo es la integración plena de los individuos a la sociedad.
La discapacidad no es un atributo de un individuo, sino la resultante de un
conjunto complejo de condiciones entre las cuales se incluyen los obstáculos (como es
el caso de las “barreras arquitectónicas” para los discapacitados motores, o la carencia
de métodos especiales de enseñanza para los chicos disléxicos, sordos o ciegos).
Un factor extraordinariamente importante del que resulta la discapacidad es la
concepción que hay en el imaginario social, que surge de los modelos que inspiran las
políticas de discapacidad.
Si la discapacidad resulta de una lesión, es una “desgracia” que le ocurre al
individuo, y éste deberá resolverla en su ámbito personal. Pero si la discapacidad es
concebida como la resultante de la interacción entre una necesidad especial (generada
por lesión cerebral) y los obstáculos específicos existentes en el ambiente, las líneas de
acción no se dirigen sólo al individuo sino también a remover del ambiente los
obstáculos que agravan –y a veces constituyen el principal factor– la discapacidad.
Estamos ante un conjunto complejo de condiciones, muchas de las cuales surgen
del entorno social. Por lo tanto, el manejo del problema requiere de acción social, que
implica responsabilidad colectiva de la sociedad en general, para realizar las
modificaciones ambientales necesarias dirigidas a la participación plena de las personas
con discapacidades en todas las áreas de la vida social.
Existe un punto de partida: “abandonar la concepción de las personas con
discapacidad como sujetos de caridad (...) y tomar conciencia de las personas con
discapacidad como sujetos titulares de derechos.13
Cabe resaltar que el interés por la problemática de la discapacidad no puede descuidar
una problemática mayor y que aún no se ha visualizado. Siempre enfocamos en el sub-
grupo de los menores, o los chicos “especiales”, porque caemos en la eternización de la
infancia. Pero esto oculta un hecho inevitable: los chicos crecen, y cada persona con
discapacidad se tornará un adulto mayor, haciendo aún más compleja la situación de
todos los adultos mayores. Esta situación se agrava globalmente, tornando relevante el
problema del envejecimiento de la población que, si bien se diferencia de la situación
de las personas con discapacidad en otras etapas de la vida, se ubica como
requerimiento y desafío para la mejor calidad de vida de la población.
Sabemos que somos muchas las personas que abogamos por la reivindicación de los
derechos, calidad de vida, autorrealización, igualdad de oportunidades, superación de la
discriminación y exclusión. Somos muchos, no sólo profesionales, sino también
voluntarios, familiares, etcétera, los que compartimos las mismas preocupaciones y
aspiramos a una sociedad más inclusiva, donde la integración sea una situación
espontánea y no forzada en estructuras en el marco de la ley.
Todas las propuestas están inspiradas en la misma filosofía: la integración y la plena
participación de las personas con discapacidad. De esta forma, el eje central de las
políticas públicas debe contener mecanismos eficaces de inclusión. Ello ratifica no sólo
una correcta orientación, sino también un homenaje a quienes, superando dificultades o
impedimentos, militan a favor de los más nobles valores de la condición humana.
Con ello se ha inaugurado la posibilidad de un debate más profundo sobre esta
temática, abriendo como interrogante la mayor responsabilidad moral que nos cabe a
cada uno de nosotros.
Nos sentimos parte de una concepción emancipadora, que rechaza y resiste toda forma
de dominación y que apuesta su desarrollo y sus objetivos a la construcción de una
sociedad capaz de satisfacer las necesidades materiales, intelectuales, afectivas y
estéticas de nuestra población. Esta tarea reconoce en la profundización de la
democracia y en la construcción de la ciudadanía el camino necesario para que todos los
13
Pantano, La discapacidad como problema social, (Prólogo de Demetrio Casado Pérez), Buenos Aires, EUDEBA,
1987, 114.
hombres y mujeres puedan gozar en nuestro suelo de la vigencia plena de la Justicia y
los Derechos Humanos, sin distinción de ningún tipo. No caben aquí discriminaciones
étnicas, políticas, religiosas, de género, generación, salud o discapacidad.
De acuerdo con lo que hemos venido desarrollando, un enfoque integral contempla la
idea de que todas las personas, hogares y comunidades, son vulnerables a diferentes
riesgos, de orden individual, personal o ambiental. Asimismo, la evolución del enfoque
sobre discapacidad intenta garantizar la protección social sobre el beneficio de toda la
población, y no reducirlo a la condición de discapacidad.
La visión como sujeto con capacidad de crítica y con posibilidades de constituirse en
actor social en asociación con otros, representa la otra cara de las situaciones de
menoscabo e incertidumbre, instalando la perspectiva de una lucha por la dignidad y la
justicia, recuperando el sentido de la existencia.
Finalmente, queremos resaltar la interrelaciones entre la situación de riesgo y
vulnerabilidad del grupo poblacional en cuestión, agudizado por la pobreza y el enfoque
de resiliencia como estrategia de intervención. En el próximo capítulo,
profundizaremos el paradigma de resiliencia en el cual desplegaremos algunos
elementos técnicos y metodológicos para le trabajo en el área de discapacidad.
3- 3Consideraciones para intervenir.
Lo importante es considerar a la discapacidad como un problema social que
debe ser abordado estratégicamente. Esta afirmación puede ser resumida en el siguiente
postulado: “Toda persona con discapacidad tiene derecho a las medidas destinadas a
permitirle lograr la mayor autonomía posible”.14
Históricamente, cuando nos circunscribimos al ámbito de la intervención en la
problemática de la discapacidad como una expresión de la cuestión social, se visualizan
los modelos asistenciales basados en profusas clasificaciones internacionales y emitidos
por organismos internacionales. En ellos se incentiva a que se conjuguen las iniciativas
de todos los sectores de la sociedad para enfrentar las situaciones de exclusión y
discriminación. Es esperable que las propias personas con discapacidad y sus allegados
deban tomar un activo protagonismo, desde sus propias organizaciones y dentro del
14
Artículo 5 de la Declaración de los Derechos de los Impedidos. ONU. 1975. Incorporada en 1994 con la Reforma
Constitucional
conjunto del accionar de todos los actores sociales comprometidos con el tema. De ese
modo será posible, quizás, encontrar caminos de superación.
En toda situación de intervención deben estar siempre contemplados los tres
actores principales, a saber: la persona discapacitada, los asistentes y la sociedad. No se
buscó presentarlas como sectores antagónicos, sino como tres diferentes puntos de vista
sobre una misma cuestión, que se dan en un mismo lugar y momento. Sin embargo,
estarán implicados otros actores tales como: familia y círculos de amigos del grupo en
cuestión, actores del sistema de salud y educación en todos sus niveles, funcionarios
públicos, políticos, legisladores y judiciales, asistentes y trabajadores sociales, la
comunidad en su totalidad y los propios implicados. Todos ellos deberán estar
concientizados con la necesidad de luchar por la efectivización de los derechos y la
necesidad de fomentar una sociedad inclusiva..
La formación profesional deberá considerarse ineludiblemente y orientarse con
la legislación para elaborar políticas públicas y planes de investigación y transferencia
de conocimientos. A nivel de la investigación social, el campo de estudio es vasto y con
grandes área de vacancia. Se trata de un tema que resulta transversal a múltiples campos
de la actividad y que debe abordarse necesariamente desde la interdisciplina y la
transdisciplina. El sentido es una búsqueda interdisciplinaria de perspectivas de análisis
que enriquecen una comprensión totalizadora del mundo de la discapacidad y ofrecen
algunas bases para una propuesta de trabajo, tanto en el nivel familiar como
institucional o del diseño de las políticas sociales.
El uso del término en el área de la discapacidad se difundió a partir del
documento elaborado por Ramón Puig de la Bellacasa en 1979, Concepciones,
paradigmas y evolución de las mentalidades sobre discapacidad, 1979. Distingue tres
paradigmas o modelos respecto de la discapacidad: a) el tradicional, b) el de
rehabilitación15
y c) el de la autonomía personal. Se sintetizan a continuación sus
aportes:
a) En el modelo tradicional, el cristianismo ofrecerá cierta protección y asilo, tomando
al minusválido como objeto de caridad y con el objetivo de “exorcizar el mal” que en
ellos habita. Ellos son objeto de marginación, y “eternización de su infancia”
15
Se define a la rehabilitación en función de la calidad de vida en todos sus aspectos, apuntando a una
restauración óptima de un bienestar social y reconociendo la necesidad de atender a las diferencias
culturales, geográficas y socio-económicas. Señala como objetivo la autonomía personal y marca la
importancia de los movimientos organizados.
(infantilización). Es interesante la reflexión que aporta frente a la evolución la
concepción acerca del discapacitado, pasando a ser éste sujeto de administración, de
asistencia, sujeto-problema, objeto de estudio psico-médico-pedagógico, sujeto de
protección y tutela, de previsión socio-sanitaria.
La evolución de la asistencia al discapacitado se interpreta como beneficencia y
caridad a cargo de la Iglesia en el Medioevo, asistencia de orden público en los siglos
XVI y XVII, asistencia como derecho legal y asistencia como seguridad social en los
siglos XIX y XX.
b) El paradigma de la rehabilitación constituye un modelo médico-industrial. Define
al problema por la deficiencia del individuo y propone como solución la intervención
profesional, con desarrollo y aplicación de tecnologías terapéuticas y recuperacionistas.
La persona con discapacidad adquiere un rol de paciente-cliente, como objeto de
rehabilitación. Los resultados pretendidos son la adquisición de máximas destrezas
funcionales para la vida diaria y el empleo remunerado.
c) El paradigma de la autonomía personal apunta a salir del marco del modelo de
rehabilitador, rompiendo los pronósticos de vida dependiente e institucionalizada. Se
relaciona con el movimiento de vida independiente (independent living) surgido en
Estados Unidos a principios de la década de 1970. Propugna el principio de
normalización (Bank-Mikkelsen), inicialmente referido a la deficiencia mental,
extendido luego a todo tipo de discapacidad, y defiende el derecho a un tratamiento
igualitario. Critica la idea vulgar de normalidad, definiendo el problema no por la
deficiencia, sino por la dependencia de otras personas e instituciones, preocupándose
en mayor medida por el entorno de la persona con discapacidad. La persona con
discapacidad adquiere el rol de consumidor. El resultado pretendido es la autonomía
personal.
Cabe señalar que la tendencia evoluciona hacia un enfoque ecológico, donde
cobran valor las restricciones de la participación en los niveles corporal, personal,
familiar y social. El cambio de enfoque responde a una evolución del concepto de
discapacidad, que se incorpora en la nueva Clasificación Internacional del
Funcionamiento (CIF) y que destaca la importancia de hacer objetivos los riesgos
asociados a la discapacidad y, en consecuencia, la corresponsabilidad social de los
agentes públicos y privados en su prevención y control.
Ya hemos visto que las observaciones sobre personas y grupos que consiguen
afrontar adversidades con éxito de alguna manera proponen un desafío a los
paradigmas tradicionales en cuanto a la forma de abordar los problemas y sufrimientos
humanos. Esta perspectiva es sostenida desde un marco teórico del enfoque de las
resiliencias y permite pensar que, no obstante las adversidades sufridas por una
persona, una familia o una comunidad, ésta tiene potenciales capacidades para
desarrollarse y alcanzar niveles aceptables de salud y bienestar.
El concepto de resiliencia es un desafío a los paradigmas tradicionales en cuanto
a la forma de abordar los problemas y sufrimientos humanos. Mientras que la mirada
tradicional ha enfocado el trauma, el daño, los problemas, las limitaciones, las carencias
y las “desviaciones”, elaborando diagnósticos cada vez más complejos, en el afán de
encontrar causas y consecuencias predecibles, así como metodologías de corrección de
la desviación (con respecto a un eje de “normalidad” o del “síntoma”), la propuesta de
la resiliencia consiste en enfocar y enfatizar los recursos de las personas y los grupos
sociales para salir adelante. (M. C. Ravazzola, véase página 113).
Entendemos el término como la potencialidad de las personas con discapacidad
para fortalecer su calidad de vida y su desarrollo humano, de contar con los recursos
técnicos, pedagógicos, de salud o de seguridad social adecuados y –si se promueve la
confirmación de contextos económicos, sociales y culturales favorables– mediante
políticas públicas y acciones comunitarias y/o privadas.
Como todo desafío paradigmático, más que aportar nuevas certezas tiene el
inconmensurable valor de abrir múltiples interrogantes.
4-4- Marco Legal.
Las normas uniformes sobre la igualdad de oportunidades para las personas con
discapacidad se han elaborado sobre la base de la experiencia adquirida durante el
Decenio de las Naciones Unidas para los Impedidos (1983-1992). El fundamento
político y moral de estas normas se encuentra en la Carta Internacional de Derechos
Humanos, que comprende la Declaración Universal de Derechos Humanos, así como el
Programa de Acción Mundial para Impedidos. De este último se desprenden los
siguientes conceptos:
Discapacidad: gran número de diferentes limitaciones funcionales. Puede revestir la
forma de una deficiencia física, intelectual o sensorial, una dolencia que requiera de
atención médica o una enfermedad mental. Puede ser de carácter permanente o
transitorio.
Minusvalía: pérdida o limitación de oportunidades de participar en la vida de la
comunidad en condiciones de igualdad con los demás. Describe una situación de la
persona con discapacidad en función del entorno Naciones Unidas (1983-1992),
Normas Uniformes sobre la igualdad de oportunidades para las personas con
discapacidad.
Se entiende por "minusválido" a toda persona incapaz de atender por sí sola, total o
parcialmente, a las necesidades de su vida individual y/o social normal como
consecuencia de una deficiencia, congénita o no, en sus capacidades físicas o
mentales.
Se entiende por "subnormal" al minusválido psíquico (hoy trastorno de personalidad
o patología de orden psicológica). Ministerio de Salud y Acción Social.
Subsecretaría de Infancia y Medio Ambiente. Gobierno de la provincia de Buenos
Aires. Declaración de los derechos de los discapacitados. (deficiente mental, adulto,
minusválido psíquico, físico y sensorial).
El término "impedido" designa a toda persona discapacitada de subvenir por sí
misma, en su totalidad o en parte, a las necesidades de una vida individual y/o
social normal a consecuencia de una deficiencia, congénita o no, de sus facultades
físicas o mentales. Asamblea General de las Naciones Unidas (1977) Declaración
de Derechos de los discapacitados.
El término discapacidad significa una deficiencia física, mental o sensorial, ya sea
de naturaleza permanente o temporal, que limita la capacidad de ejercer una o más
actividades esenciales de la vida diaria, que puede ser causada o agravada por el
entorno económico social. (Ley 25.280 que entró en vigencia en Argentina en el año
2001. Convención Interamericana sobre eliminación de todas las formas de
discriminación contra las personas con discapacidad, aprobada en Guatemala en
1999).
Persona con Necesidades Especiales (N. E.): son aquellas que padezcan alteración,
parcial o total, y/o limitación funcional, permanente o transitoria, física, mental o
sensorial, que en relación con su edad y medio social impliquen desventajas
considerables en su desarrollo. (Ley 447).
Uno de los grupos históricamente marginados en las sociedades es el que
constituyen las personas con discapacidad.
En el sentido estricto, el término legislación se refiere al conjunto de normas
dictadas por el Poder Legislativo. Sin embargo, el uso corriente otorga a la palabra
legislación un sentido más amplio, comprehensivo de todo tipo de normas.
Ya hemos aludido al orden jerárquico que reconocen las normas. Ahora
corresponde señalar otra característica: existen normas generales, sectoriales y
particulares:
a) Son de carácter general aquellas normas cuyo destinatario es toda la población
(por ejemplo, la Constitución). A menudo, ese principio generalista, no pasa de
ser un enunciado teórico, pues las necesidades propias de ciertos sectores y
situaciones tiende a que se legisle para determinados grupos de personas,
actividades e intereses, que responden a las características que los identifican y
diferencian del resto de la comunidad.
b) Las normas sectoriales tienen por objetivo la regulación de sólo un aspecto de
los tantos que compromete la existencia y la dinámica de una comunidad
determinada: el agro, el comercio, el turismo, la seguridad, la discapacidad, etc.
Las leyes de este tipo son efectivamente sectoriales, aunque sin abandonar el
principio de generalidad, pues no se refieren a individuos determinados, sino a
integrantes de la comunidad que podrían encontrarse afectados por las notas
distintivas de un sector. Ejemplos: Ley 22.431: Sistema Integral de Protección
de los Discapacitados; Leyes 20.475 y 19.279: Jubilaciones Especiales; Ley
19.279: Franquicias para Automóviles.
c) Las normas particulares son las que afectan a individuos o a cosas
determinadas (por ejemplo, el Poder Ejecutivo que designa al presidente de
CONADIS).
El sistema en conjunto de las Naciones Unidas está comprometido con la
eliminación de prejuicios, y prueba de ello son, por mencionar las más trascendentes, la
Declaración del Año Internacional de las Personas con Discapacidad (1981), la Década
de las personas con discapacidad (1980-1990) y la declaración de las Normas
Uniformes para la equiparación de oportunidades para las personas con discapacidad
(1993).
Ya en la Biblia se parte de la dignidad humana a priori (desde la concepción),
hasta la Declaración de los Derechos de Hombre y el Ciudadano, en la Revolución
Francesa de 1789, que universalizó las nociones de libertad, igualdad y fraternidad.
Sin embargo, recién a mediados del siglo XX, luego de la segunda Guerra Mundial
y la creación de la Organización de las Naciones unidas (ONU), la comunidad
internacional llegó a la convicción de que es impostergable plasmar en documentos y en
acciones aquellos principios y derechos que son inherentes a todos los hombres, pero
que no sólo son desconocidos, sino que no son reconocidos ni respetados. Con esto se
pretendía favorecer la paz duradera, al promover la igualdad de derechos y la
equiparación de oportunidades, en procura de disminuir la pobreza, favorecer la salud y
la educación, el pleno empleo y, en suma, el mejoramiento de la calidad de vida.
En la Carta de las Naciones Unidas se otorga primordial importancia a la
reafirmación de los principios de paz, fe en los derechos humanos y en las libertades
fundamentales, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la promoción de la
justicia social.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 afirma el derecho de
todas las personas –sin distinción alguna– a casarse, a la propiedad privada, a igual
acceso a los servicios públicos, a la seguridad social y a la realización económica,
social, cultural.
Ya en la década del „60, los pactos internacionales sobre derechos económicos,
sociales y culturales, y los relativos a derechos civiles y políticos contienen similares
reafirmaciones, siempre con carácter general, es decir, a favor de todos los individuos.
A principios de la década del ‟70 –en respuesta a la creciente presión de las
organizaciones dedicadas a prestar servicios a las personas con discapacidad y aquellas
representativas de sus derechos, sobre todo organizaciones escandinavas y canadienses–
, el Sistema de la Organización de las Naciones Unidas promulgó una larga serie de
documentos referidos específicamente a las personas con discapacidad. Así, en la
Declaración sobre el Progreso Social y el Desarrollo se establece la necesidad de
proteger a las personas con desventajas físicas y mentales, y de asegurarles su bienestar
y rehabilitación. Asimismo, se garantiza para todas ellas el acceso a oportunidades de
trabajo útil y productivo.
Las personas con discapacidad han llamado la atención de los legisladores desde
comienzos del siglo XX. Si bien recién en 1908 aparece la primera mención de la
materia, es necesario aclarar que estas primeras leyes no se referían al término
discapacidad que se forjó varios decenios más tarde, sino que regulaban casos
particulares de personas ciegas, sordas, lisiadas, etcétera.
En Argentina, en forma previa a cualquier manifestación de carácter legislativo,
fueron los ciegos quienes despertaron el interés de la sociedad por su educación, su
protección y la posibilidad de que cumpliesen algunas tareas. Alrededor de 1860,
Domingo Faustino Sarmiento se refería en uno de sus libros de viajes por Francia a un
método de lectura y escritura para ciegos con punto en relieve: fue en el Asilo de
Huérfanos que comenzó, en 1887, la enseñanza del Sistema Braille.
En 1902 se inauguraba la primera Escuela Especial privada, fundada y dirigida por
el ciego italiano Francisco Gatti, para instrucción primaria y talleres. Dicha escuela fue
nacionalizada, mediante la Ley 5.796 (la primera ley que se ocupa de personas con
discapacidad específica).
En la actualidad, a partir del año 2000 se debate el tema en el Congreso de la
Nación. Carta Abierta sobre Ciudadanía y Discapacidad, de las Jornadas sobre
Ciudadanía y Discapacidad. Congreso de la Nación, 2001.
“Ha llegado la hora de establecer un compromiso público y definido. Los dirigentes
argentinos de todos los sectores gubernamentales, políticos, sindicales, empresarios,
educativos, comunicacionales, de las organizaciones no gubernamentales, deben decir
en concreto si van a permitir que continúe el maltrato y la negación de los derechos de
las personas con discapacidad o si la igualdad de trato y de oportunidades garantizados
por los tratados internacionales, la Constitución Nacional (Art. 75, inc. 23) y la
legislación vigente, se va a traducir en lo inmediato y en los hechos en una nueva y
vigorosa política de integración social, cultural, laboral y económica de las personas
con discapacidad, a partir de una clara, definida y significativa asignación
presupuestaria”. “…La lucha para obtener la plenitud de los derechos ciudadanos de
nuestros compañeros discapacitados, es la lucha por los derechos de todos…” Un país
será juzgado en su desarrollo por la vida que garantice a su niñez, a sus ancianos, a sus
personas con discapacidad, a los más pobres y a los menos favorecidos. (Víctor de
Gennaro, Jornadas sobre Ciudadanía y Discapacidad. Congreso de la Nación, 2001).
Existes multiplicidad de opciones a la hora de denominar el colectivo de personas
que protagonizan el problema social con discapacidad, y casi todas están atravesadas
por una connotación negativa. Con posterioridad, si bien se hará referencia a “personas
con discapacidad” y no a “impedidos”, a “equiparación de oportunidades más que
“inclusión”, estos conceptos son retomados casi textualmente en documentos
trascendentes como la Declaración de Madrid de 2002, que proclamaba al 2003 como
Año Europeo de la Discapacidad y que resalta como estrategia básica la no
discriminación más la acción positiva, es decir, el hecho de tomar conciencia y generar
acciones facilitadotas concretas.
Sin una clara definición por parte de la sociedad y sus estamentos de poder acerca
de cuáles son los principios sustentados, los objetivos pretendidos, y las políticas
destinadas a lograrlos, todo lo que se haga en materia de discapacidad seguirá siendo
anárquico y frustrante, lo mismo para los asistentes que para los asistidos. Y, por
supuesto, los mayores costos los seguirá absorbiendo la sociedad en su conjunto.
1) Acciones Unidas, Consejo Económico y Social CEPAL. Proyecto Preliminar del Plan
de Acción Mundial de Largo Plazo. Doc. E/CEPAL/conf:72/L.5, 30 de septiembre de
1980, página 2.
2) El XI Congreso Mundial en Dublín de Rehabilitación Internacional (RI) de 1969 aprobó
el diseño presentado por Susane Koefoed como Símbolo Internacional de Accesibilidad
(SIA)
Comisión Nacional Nº 22.431.
El Sistema Integral para las personas con discapacidad define como sujeto de la
norma a todo aquel que padezca una alteración funcional, permanente, transitoria o
prolongada, física, sensorial o mental que, en relación con su edad o medio social,
implique desventajas considerables para su adecuada integración familiar, social o
laboral.”
Una situación de discapacidad aparece cuando, confrontado con un medio o con
circunstancias hostiles, un individuo no está a la medida de reaccionar como él entiende
o siente; es toda falta de adaptación de un individuo en relación con el medio. La
gravedad de esta discapacidad está cuantitativamente ligada a la importancia de esa falta
de adaptación. (Michel Conté, Productos Industriales y Discapacidad. Aplicación de la
Domótica. Paris, Egeris, 1991).
Ley 25.415: Programa Nacional de detección precoz y atención a la hipoacusia.
Observada parcialmente por el Poder Ejecutivo, Decreto Nº 469/01. Discapacitados
auditivos.
Ley 18.348: Servicio Nacional de Rehabilitación (Comisión Nacional de rehabilitación
del Lisiado). Discapacitados motores.16
16
En 1943 se funda ALPI (Asociación contra la Lucha de Parálisis Infantil), por la epidemia de poliomielitis
(década del „50).
Discapacitados mentales: Ley 22.431 (Decreto Reglamentario Nº 498/83). Sistema
Integral de Protección de las Personas Discapacitadas.
Patologías Psiquiátricas: Ley 25.421 de Salud Mental, que no debe confundirse con
discapacidad mental.
Ley 22.431 (Decreto 498/83): Sistema Integral de Protección de los Discapacitados.
Tiene una fuerte impronta de los Organismos Internacionales, pioneros desde la década
del „70.
Las personas con discapacidad recién figuran expresamente en la Constitución Nacional
a partir de la reforma de 1994. Segunda Parte, Título Primero, Capítulo IV,
Atribuciones del Congreso. Artículo 75, inciso 23:
“Legislar y promover medidas de acción positiva que garanticen la igualdad real de
oportunidades y de trato, y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por
esta Constitución y por los tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos,
en particular respecto de los niños, las mujeres, los ancianos y las personas con
discapacidad.”
Otras leyes relacionadas
- Ley 23.592: medidas para quienes arbitrariamente impidan el pleno ejercicio de
los derechos y garantías fundamentales reconocidos en la Constitución
Nacional.
- Ley 25.280: Apruébase una convención Interamericana para la Eliminación de
todas las formas de discriminación contra las Personas con Discapacidad
(Guatemala).
- Ley 25. 634: frecuencias de los Buses Accesibles.
- Ley 25.635: Pase Libre en el Transporte Público terrestre para personas con
discapacidad.
- Ley 25.643: Turismo Accesible
- Ley 25.644: Publicidad de las frecuencias de Buses Accesibles.
- Ley 25.689: Cupo Laboral de la Administración Pública.
La gran demanda consiste en el cumplimiento y difusión de la legislación. Si
bien es cierta la afirmación de que el Estado no controla el cumplimiento, la raíz del
problema del incumplimiento es más profunda: es el propio ejemplo de un Estado
incumplidor de la normativa, de donde deriva la negligencia de la comunidad en su
conjunto.
La situación de las personas con discapacidad en la Argentina desde el ámbito
legal presenta una contradicción. Por un lado, la profusa, extensa y compleja legislación
argentina, caso de vanguardia; pero, como contrapartida, su casi nulo cumplimiento.
Las soluciones no están en el dictado de más leyes, ni en el perfeccionamiento
de las actuales. La solución vendrá de la mano de una decisión comunitaria de cumplir
las leyes, de todas maneras. Toda ley debe cumplirse, por defectuosa que sea.
Aparentemente, ni las personas con discapacidad ni quienes se dedican a la
discapacidad, profesional o voluntariamente, conocen cabalmente la legislación
específica.
No serían necesarias tantas normas de carácter sectorial como existen en
Argentina. Por consiguiente, el fenómeno nos lleva a sostener que la profusa normativa
sobre discapacidad es la evidencia que las personas con discapacidad no han encontrado
todavía su lugar en la legislación para todos.
El incumplimiento de la legislación sobre discapacidad
en nuestro país es la única regla o ley que se cumple a “raja tabla”, y no la
excepción.
Goethe: “Toda situación es una oportunidad para algo.
Denme un punto de apoyo y moveré al mundo”.
Nietzsche: "quien dispone de un para qué es capaz de sobrellevar casi cualquier
cómo”.
"Bastaría citar los nombres de Beethoven, Helen Kéller o Frida Khalo..., entre tantos
hombres y mujeres célebres que, además de sus obras, nos dejaron el testimonio
viviente de quienes, aun debiendo hacer frente al dolor, la adversidad o graves
impedimentos de orden físico o mental, fueron capaces de conmover a la humanidad
por su arte, su ciencia o su genio.".
Leandro Despouy 17
CAPÍTULO II
Abordaje de la problemática sobre discapacidad
desde el Paradigma de Resiliencia.
La resiliencia es la obstinación de la vida sobre todas las formas de muerte. Quizás uno
tiene la sensación de que la vida es obstinada, la vida es resiliente, que tiene una
potencia singular, incluso transformadora de la misma muerte, porque si tomamos en
cuenta la humanidad, el proceso global y el planeta, vemos que la muerte fue
incorporada en la evolución como una manera de permitir la creación de la vida. La
vida no puede existir en el mundo sin la misma muerte y la muerte es aprovechada, en
el fondo, para generar vida...18
INTRODUCCIÓN.
Aún en el año 2010 podemos escuchar que la resiliencia es algo nuevo, que se
pretende imponer como moda. Vale aclarar, en primer lugar, que los estudios e
investigaciones al respecto, en todo el mundo, llevan más de dos décadas. Es cierto que
se asocia este concepto íntimamente a ciertos círculos especializados o focalizados, y
aun en los propios círculos académicos se sigue tratando con cierta liviandad, sólo a
título informativo. Desconocimiento, prejuicio, o estricta coherencia epistemológica.
Es nuestra intención, y tal vez una pretensión demasiado elevada, conocer,
profundizar, difundir y también problematizar este Paradigma de Resiliencia. Es
17
Abogado, fue relator especial en el tema de Discapacidad y Derechos Humanos de la Comisión de Derechos
Humanos de Naciones Unidad (1993), que oportunamente presidió. Subsecretario del área de Derechos Humanos de
la Cancillería Argentina. Presidente de la Auditoría General de la Nación. 18
Bienvenida del Director de la la Fundación S.E.S (Sustentabilidad, Educación, Solidaridad) al Seminario
Latinoamericano de Resiliencia: “Más que jóvenes en busca de oportunidades”, 2000(26,27 de oct), Buenos Aires.
necesario comenzar a poner en práctica sus principios o, al menos, recuperar sus
fortalezas. Yendo un paso más adelante, la pretensión es proponer el Enfoque de
Resiliencia como el mejor recurso para abordar el problema social de la discapacidad.
Desde el principio, y en todo momento, no debemos pasar por alto que, cuando
pretendemos abordar un problema social desde la resiliencia, partimos desde una
perspectiva integral que debe reunir todo lo que está pasando alrededor: los problemas
políticos, sociales, ecológicos, de salud y de género, así como también los que tienen
que ver con la diversidad étnica, con los distintas formas de cultura, con el pluralismo y
con la democracia. Es decir, el campo problemático –en este caso, la discapacidad–
debe considerarse con la complejidad específica y con las múltiples determinaciones
que lo atraviesan.
Cuando la perspectiva de resiliencia se pone en movimiento, uno supera las
adversidades para salir adelante, y es la misma persona la que se vuelve protagonista de
su historia para transformar su propia realidad y asumir los cambios personales y
colectivos. Este simple precepto, a las claras, está en sintonía con la esencia misma del
trabajo social; ni más, ni menos. Ante un problema social, es necesario tener la
convicción de que se puede achicar la brecha entre la situación actual y el ideal
societario, o al menos mitigar el mal, en principio, diagnosticando y utilizando de
manera óptima los recursos disponibles de los distintos actores, tanto individuales como
colectivos, institucionales o sociales.
Es nuestra intención, de principio a fin, establecer acuerdos, buscar puntos en
común, construir mediaciones y diseñar puentes que, de alguna manera, nos convoquen
a todos aquellos que aún nos desvelamos por mejorar la calidad de vida y reivindicar la
dignidad de las personas con discapacidad, ya sea desde lo profesional o como simples
ciudadanos. Se trata de un aporte a los futuros colegas que todavía problematizan,
buscan respuestas y se animan a intentar recorrer caminos nuevos.
Para todos ellos, comenzaremos a andar por el camino de la resiliencia,
construyéndolo, ya que estamos en un proceso aún no cerrado, en plena construcción.
Es de suma importancia destacar que este capítulo pretende hacer un breve resumen
de la inmensa cantidad de teorías producidas sobre el Paradigma de Resiliencia para
aquellos que se acercan por primera vez al tema y para exponer mi propio marco de
referencia , mis motivos y enfoques son los que enumero a continuación:
1-Este tema ha sido tomado en el marco de un ensayo teórico para proponer una
forma de intervención desde el trabajo social en la problemática de discapacidad.
2-Para todos los contenidos teóricos específicos (conceptos, definiciones, evolución,
pilares, anti-pilares, factores protectores y de riesgo, intervención) utilizo las fuentes
primarias, extractando los contenidos más importantes.
3- El objetivo es compilar la producción teórica de los grandes referentes acerca de
los elementos centrales de la teoría.
4-Al final el lector va a encontrar la bibliografía específica para profundizar cada
una de las áreas. Adelanto algunos de los principales referentes:
-Teoría de la primera etapa (Resiliencia individual): Kotliarenco, Wolin, entre
otros.
-Teoría de la segunda etapa (Resiliencia social): Suárez Ojeda, entre otros.
-Teoría del apego y aportes de psicología: Cyrulnik, V. Frank, entre otros.
1-Evolución histórica de la conceptualización de Resiliencia
Cuando hablamos de resiliencia (R) nos viene a la memoria la definición más
conocida: “Resiliencia es la capacidad humana para enfrentar, sobreponerse y ser
fortalecido o transformado por experiencias de adversidad.” (E. Groterberg, 2004).
Este concepto es más antiguo de lo que creemos, ya que tiene su origen en la
física. Resiliencia proviene de resilio, que consiste en volver al estado original, es decir,
recuperar la forma originaria. Se refiere a la capacidad de los materiales de volver a su
forma cuando son forzados a deformarse. El estudio de la energía invertida en la
deformación sin ruptura se profundizó en relación con los metales y las consecuencias
de los choques entre objetos.
Las ciencias sociales han encontrado fructífera esta metáfora para describir
fenómenos observados en personas que, a pesar de vivir en condiciones de adversidad,
son de todas maneras capaces de desarrollar conductas que les permiten una buena
calidad de vida. Esto permite sostener una mirada sobre los factores de protección (y no
tanto sobre los riesgos) y sobre la posibilidad de identificar los recursos usados por
individuos y comunidades para mejorar sus condiciones de vida, aun en circunstancias
terribles.
Sin dejar de lado las vulnerabilidades de personas y de relaciones ni la
inclusión de los conflictos en los procesos vitales, los estudios de las resiliencias han
definido con certeza la utilidad de este enfoque para todos los campos problemáticos
sociales, desde problemas puntuales como violación o abuso, hasta catástrofes naturales
o genocidios., ha sido comprobada experimentalmente su utilidad como método de
intervención del trabajo social.
Tanto Rutter (1992), como Kotliarenco (1997), pioneros en el tema y
especialistas en la intervención de niños y adolescentes, con gran repertorio
bibliográfico, afirman que la resiliencia se ha caracterizado como un conjunto de
procesos sociales e intra-psíquicos que posibilitan tener una vida sana, viviendo en un
medio insano. Estos procesos tendrían lugar a lo largo del tiempo, dando afortunadas
combinaciones entre los atributos del niño y su ambiente familiar, social y cultural. De
este modo, la resiliencia no puede ser pensada como un atributo con el que los niños
nacen, o que los niños adquieren durante su desarrollo, sino que se trataría de un
proceso interactivo entre ellos y su medio.
Michael Rutter ha caracterizado a la resiliencia como un conjunto de procesos
sociales e intra-psíquicos que posibilitan una vida sana, viviendo en un medio insano.
Estos procesos tendrían lugar a través del tiempo, dando afortunadas combinaciones de
atributos del niño con su ambiente familiar, social y cultural.
La R es el resultado de una interacción entre el niño y su ambiente. Es importante
destacar que la conducta resiliente no es estable en el tiempo, ni lo es a través de los
contextos sociales y/o culturales.
Resulta necesario distinguir los variados factores protectores que entran en
juego en el proceso de crecimiento y desarrollo de los niños, como una forma de
diferenciar entre aquellos que actúan a favor de la resiliencia o bien de la
vulnerabilidad. Las bases de la resiliencia son tanto constitucionales como ambientales.
(Rutter, 1990/93).
El enfoque de las resiliencias permite pensar que, no obstante las adversidades
sufridas por una persona, una familia o una comunidad, éstas tiene potenciales
capacidades para desarrollarse y alcanzar niveles aceptables de salud y bienestar.
Esas capacidades permiten tolerar, manejar y aliviar las consecuencias psicológicas,
fisiológicas, conductuales y sociales provenientes de experiencias traumáticas. Este
punto referente a los traumas no puede ser tomado a la ligera, sino que implica un
acervo inconmensurable desde la perspectiva psicológica
Cabe aclarar que Cyrulnik(2005) -vanguardista en las cuestiones relativas a la
resiliencia, entre otros-, trabaja e investiga desde la perspectiva de resiliencia con
víctimas del holocausto, campos de concentración, genocidios y guerras. Su trabajo de
campo y experiencia en este enfoque es un hito que no se puede obviar; por ejemplo,
aplica esta metodología a chicos que quedaron lisiados por sacar minas, o que han
visto morir a todos sus seres queridos; aún allí, apuesta a la resiliencia, a la vida misma.
Aquí no profundizaremos los aportes desde la psicología, el psicoanálisis o la
logoterapia. 19
Las experiencias adversas más frecuentes e importantes son las que implican
carencias, abusos, sobreprotección, descalificación, negligencia e ineficacia parental y
de quienes lideran grupos sociales. También aquellas experiencias que exponen al
individuo a las adversidades sociales, sin apoyo como puede ser la oferta masiva de
consumismo, la exposición y pertenencia a culturas de evasión y trasgresión, la
disminución de oportunidades de participación activa y participativa, la falta de
gratificaciones, la disminución de la confianza en resultados justos, las experiencias de
pobreza, de marginación y de descalificación por ser diferente, de desocupación, de
detención, de reclusión o de pérdida de la inserción escolar, la carencia de redes de
apoyo, de aprendizaje de destrezas y de formas de lograr autonomía. Agregamos la
ausencia de proyectos, de reconocimiento social, de canales para comunicar las
necesidades, de oportunidades para desarrollar talentos alternativos, de valoración de los
aportes al entorno, las experiencias de estigmatización, de invisibilidad y de exclusión
social (Wolin y Wolin, 1993).
Hemos identificado y enumerado algunos factores que sabemos que inciden
negativamente en la vida y el desarrollo de las personas. Se trata de factores que han
sido exclusivamente estudiados en su influencia y consecuencias posibles.
Un recorrido por las definiciones de los autores más destacados resultado
resultara útil para analizar sus características. Se exponen a continuación:
Enfrentamiento efectivo de circunstancias y eventos de la vida severamente
estresantes y acumulativos. Losel, Blieneser y Kaferl (1989).
La resiliencia se ha caracterizado como un conjunto de proceso sociales e
intrapsíquicos que posibilitan tener una vida “ sana” en un medio insano. Estos
procesos se realizan a través del tiempo, dando afortunadas combinaciones
entre los atributos del niño y su ambiente familiar, social y cultural. Así la
resiliencia no puede ser pensada como un atributo con que los niños nacen o
que los niños adquieren durante el desarrollo, sino que se trata de un proceso
que caracteriza un complejo sistema social, en un momento determinado del
tiempo. (Rutter, 1992).
19
Victor Frank, creador de una rama de la psicología y rama terapéutica, siendo un hito de la
Resiliencia.
*Historia de adaptaciones exitosas en el individuo que se ha visto expuesto a
factores biológicos de riesgo o eventos de vida estresante, además implica la
expectativa de continuar con baja susceptibilidad a futuros estresores.(Luthar
y Zingler,1991;Master y Garmez, 1985 Werner y Smid, 1982 . idem 1992).
*Milgran y Palti definen a los niños resilientes como aquellos que se enfrentan
bien (COPE well) a pesar de ls estresares ambientales a los que se ven
sometidos en los años más formativos de su vida. (1993:6)
*Concepto genérico que se refiere a una amplia gama de factores de riesgo y
los resultados de competencia. Puede ser producto de una conjunción entre los
factores ambientales, como el temperamento y un tipo de habilidad cognitiva
que tienen los niños cuando son muy pequeños.(Osborn, 1993).
El vocablo resilencia tiene su origen en el idioma latín, en el término resilio
que significa volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar. El término fue
adaptado a las ciencias sociales para caracterizar aquellas personas que, a
pesar de nacer y vivir en situaciones de alto riesgo, se desarrollan
psicológicamente sanos y exitosos. (Rutter, 1993).
Habilidad para resurgir de la adversidad, adaptarse, recuperarse y acceder a
una vida significativa y productiva. Institute on Chile Resilience and Family
(1994).
La resiliencia distingue dos componentes: la resistencia frente a la destrucción,
es decir, la capacidad de proteger la propia integridad bajo presión; por otra
parte, más allá de la resistencia, es la capacidad de forjar un comportamiento
vital positivo pese a las circunstancias difíciles . Vanistandael (1994).
Capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida,
superarlas e inclusive ser transformado por ellas. Grotberg (1995).
La resiliencia significa una combinación de factores que permiten a un niño, a
un ser humano, afrontar y superar los problemas y adversidades de la vida y
construir sobre ellos. (Suárez Ojeda, 1995).
Concepto genérico que se refiere a una amplia gama de factores de riesgo y su
relación con los resultados de la competencia. Puede ser producto de una
conjunción entre los factores ambientales y el temperamento y un tipo de
habilidad cognitiva que tienen algunos niños aún cuando sean muy pequeños
(Osborn, 1996).
La resiliencia es un llamado a centrarse en cada individuo como alguien único,
es enfatizar las potencialidades y los recursos personales que permiten
enfrentar situaciones adversas y salir fortalecido, a pesar de estar expuesto a
factores de riesgo. (Melillo,Ojeda 2002)
En síntesis, las diferentes definiciones del concepto de resiliencia enfatizan
características del sujeto resiliente: habilidad, adaptabilidad, baja susceptibilidad,
enfrentamiento efectivo, capacidad, resistencia a la destrucción, conductas vitales
positivas, temperamento especial y habilidades cognitivas, todas desplegadas frente a
las situaciones vitales adversas, estresantes, etcétera, que le permiten atravesarlas y
superarlas.
Asimismo, destacan dos elementos cruciales: la resiliencia se produce en función
de procesos sociales e intra-psíquicos. No se nace resiliente ni se adquiere
“naturalmente” en el desarrollo, sino que depende de ciertas cualidades del proceso
interactivo del sujeto con los otros seres humanos, responsables de la construcción del
sistema psíquico humano.
La resiliencia implica un optimismo realista y una mirada esperanzadora que ha
venido a fortalecer las posibilidades de intervención positivas de las instituciones y de
los profesionales de la salud, la educación y el desarrollo social. Por otra parte, abre
enormes expectativas en el campo de las investigaciones transdisciplinarias,
especialmente entre la Medicina, la Psicología, la Sociología y la Educación.
A lo largo de la historia del concepto de resiliencia ha habido varias definiciones.
Entre ellas, la que mejor representa a la segunda generación de investigadores es la
adoptada por Luthar y otros (2000), quienes definen la resiliencia como “un proceso
dinámico que tiene como resultado la adaptación positiva en contextos de gran
adversidad.” Esta definición, al igual que otras características de esta segunda
generación de investigadores, distingue tres componentes esenciales, a saber:
1) la noción de adversidad, trauma, riesgo o amenaza al desarrollo humano;
2) la adaptación positiva o superación de la adversidad; y
3) el proceso que considera la dinámica entre mecanismos emocionales, cognitivos
y socioculturales que influyen sobre el desarrollo humano.
Al definir cada uno de estos componentes del concepto, es posible crear un modelo
de resiliencia para investigaciones y diseño de programas de promoción de la
resiliencia.
1) Adversidad: La definición del concepto de resiliencia requiere que el individuo
logre una adaptación positiva a pesar de estar o haber estado expuesto a una
situación de adversidad (Kaplan, 1999). El término adversidad (usado como
sinónimo de riesgo) puede designar una constelación de muchos factores de riesgo
(tales como vivir en la pobreza), o una situación de vida específica (como la muerte
de un familiar). Agregamos la discapacidad como situación que impide la
adaptación “normal” (de acuerdo con los parámetros convencionales), por lo que es
una situación adversa y genera situaciones adversas concomitantes.
La adversidad puede ser definida objetivamente, a través de instrumentos de
medición, o subjetivamente, a través de la percepción de cada individuo (Luthar,
Cicchetti y Becker, 2000; Luthar y Cushing, 1999; Kaplan, 1999).
Hemos identificado y enumerado algunos factores que, a nuestro entender, inciden
negativamente en la vida y el desarrollo de las personas, factores que han sido
exclusivamente estudiados en su influencia y consecuencias posibles. (Ojeda, 2002,
108)
En resumen, para identificar la resiliencia y diseñar investigaciones y programas de
promoción, se sugiere que la definición de adversidad especifique la naturaleza del
riesgo, si es subjetivo u objetivo, y la conexión que existe entre adversidad y
adaptación positiva.
2)Adaptación positiva: La adaptación positiva permite identificar si ha habido o no
un proceso de resiliencia. La adaptación puede ser considerada positiva cuando el
individuo ha alcanzado expectativas sociales asociadas a una etapa de desarrollo, o
cuando no ha habido signos de desajuste. En ambos casos, si la adaptación positiva
ocurre a pesar de la exposición a la adversidad, se considera adaptación resiliente.
3)Proceso20
: La resiliencia es un proceso en el que están implicados diferentes
niveles y factores. La metáfora de la casita, creada por S. Vanistendael y J. Lecomte
(2002) nos permite enumerarlos sucintamente.
La resiliencia es la naturaleza dinámica. Puede variar a traves del tiempo y las
circunstancias. Es el resultado de un equilibrio entre factores de riesgo, factores
protectores y personalidad del ser humano.Se funda en una interacción entre la persona
y su entorno.Para que la resiliencia se desarrolle requiere que se ponga en marcha los
recursos propios del niño/adolescentes y que se trabaje sobre su ambiente o medio
cultural. Una persona puede ser resiliente en un medio y en otro no. No es una
capacidad absoluta ni estable:
Es una capacidad universal.Todo niño tiene el potencial de desarrollar y mostrar su
resiliencia contando con ciertos recursos que lo pueden ayudar a sobrellevar la
adversidad. Nuestra tarea esta en descubrir en todas las señales de resiliencia y los
recursos que poseen, por mas débiles que aparezcan.
El concepto de resiliencia nace con la aparición de resultados inesperados de
acuerdo con las predicciones basadas en los riesgos y conserva el factor sorpresa como
un elemento inherente a su definición.
El creciente interés en considerar la R como un proceso significa que ésta no es una
simple respuesta a una adversidad, sino que incorpora los siguientes aspectos:
1) Promoción de factores resilientes. El primer paso en el proceso de resiliencia
es promover sus “factores” como lo describimos previamente en el primer
apartado. La resiliencia , está asociada al crecimiento y desarrollo humanos,
incluyendo diferencias de edad y género. Éstos son los factores que serán usados
en el siguiente paso del proceso. Agrego que contempla en su bastedad, dos
conceptos que serán ampliados en el glosario : diversidad y vulnerabilidad.
2) Compromiso con el comportamiento resiliente: supone la interacción dinámica
de factores de resiliencia seleccionados-“yo tengo”, “yo soy”, “ yo estoy”, “ yo
puedo”-, para enfrentar la adversidad que ha sobrevivido.
20
*La resiliencia se ha caracterizado como un conjunto de procesos sociales e intra psíquicos que
posibilitan tener una vida "sana" en un medio insano. Estos procesos se realizan a través del
tiempo, dando afortunadas combinaciones entre los atributos del niño y su ambiente familiar,
social y cultural. (Rutter, 1992).
Se han sugerido “modelos organizadores” (esta aclaración es mía):
a) Identificar la adversidad: muchas veces una persona o un grupo no están
seguros de cuál es la adversidad y es necesario definir la causa de los problemas
y riesgos.
b) Seleccionar el nivel y la clase de respuesta apropiadas: Al leer esta
terminología “ respuestas apropiadas”, “adaptación positiva”, estamos tentados a
descartar todo, por reconocer un “sesgo positivista”. A su vez hemos
experimentado el gran rechazo y resistencia sufrida por este Paradigma por
relacionarla directamente con la cooptación del Modelo Capitalista. Mi humilde
aporte es que más allá de las palabras, identificadas con cualquier
posicionamiento, todas las personas tienen derecho a pertenecer a un grupo,
poder incluirse, integrarse a todos los procesos sociales, económicos, culturales
y políticos, vivir en armonía y con relaciones saludables con el “medio” y por
sobre todas las cosas sentir el orgullo, la autovaloración dignidad de haber
alcanzad sus metas personales , su autorrealización. Esta es la connotación que
quiero transparentar y compartir, al hablar de “adaptación positiva o saludable”.
c) Valoración de los resultados de Resiliencia: el objetivo de la resiliencia es
ayudar a los individuos y grupos no sólo a enfrentar las adversidades, sino
también a beneficiarse de las experiencias.
La resiliencia es más que la suma de sus partes (factores promotores de salud), en
tanto encierra una “X”que será la que finalmente decidirá acerca del resultado.
Además, la lista de factores de resiliencia nunca logra apresar la chispa de la que
dependerá el resultado final (Ojeda, 2002, 225).
Ésta “X” (incógnita en una ecuación, con valor indeterminado) a la que hace
referencia el autor, da cuanta de un factor “arbitrario”, azaroso , un factor que no se
puede mensurar o controlar, que es impredecible y va más allá de lo genético, personal,
familiar, ambiental o coyuntural. La Resiliencia se puede promover o promocionar;
pero no se puede “asegurar” su surgimiento ni permanencia.
El creciente interés por considerar a la R como un proceso significa que ésta no es
una simple respuesta a una adversidad, sino que incorpora los siguientes aspectos:
3) Promoción de factores resilientes: El primer paso en el proceso de resiliencia es
promover sus factores, como lo describimos previamente en el primer apartado.
La resiliencia está asociada al crecimiento y desarrollo humanos, incluyendo
diferencias de edad y género. Éstos son los factores que serán usados en el
siguiente paso del proceso. Agrego que contempla en su vastedad dos conceptos
que serán ampliados en el glosario: diversidad y vulnerabilidad.
4) Compromiso con el comportamiento resiliente: supone la interacción dinámica
de factores de resiliencia seleccionados –“yo tengo”, “yo soy”, “yo estoy”, “yo
puedo”– para enfrentar la adversidad a la que ha sobrevivido.
Se han sugerido “modelos organizadores” : (esta aclaración es mía):
d) Identificar la adversidad muchas veces una persona o un grupo no están seguros
de cuál es la adversidad y es necesario definir la causa de los problemas y
riesgos.
b)Seleccionar el nivel y la clase de respuesta apropiadas teniendo en cuenta que
todas las personas tienen derecho a pertenecer a un grupo, poder incluirse, integrarse
en todos los procesos sociales, económicos, culturales y políticos, vivir en armonía
y con relaciones saludables con el medio y, por sobre todas las cosas, sentir el
orgullo, la autovaloración y la dignidad de haber alcanzado sus metas personales, su
autorrealización. Ésta es la connotación que quiero transparentar y compartir al
hablar de adaptación positiva o saludable.
c)Valorar los resultados de la resiliencia: el objetivo del enfoque de la resiliencia es
ayudar a los individuos y grupos no sólo a enfrentar las adversidades, sino también a
beneficiarse con las experiencias.
Vanistendae (1994) distingue 2 componentes: 1) la resistencia frente a la
destrucción, capacidad de proteger la propia integridad frente a la destrucción, y 2) la
capacidad para construir un conductismo vital positivo pese a circunstancias difíciles.
1-1.Primera generación de investigadores
En los orígenes de la traspolación del concepto de Resiliencia aplicado a las ciencias
sociales, encontramos que el mismo fue el que trascendió en lo que concierne a las
ciencias, cuyo objeto de estudio es el hombre. Este responde a la primera etapa de
estudio, también llamada “primera generación”. En esta etapa se ponía énfasis en las
cualidades intrínsecas del ser humano, sin considerar las múltiples determinaciones que
lo atraviesan y condicionan, aunque no por ello –valga la paradoja– lo determinan.
La casita, es decir, la resiliencia, está sustentada en unos cimientos –vendría a
ser el entorno– que permiten cubrir las necesidades básicas y, fundamentalmente,
sentirse amado y aceptado. No puede favorecerse la resiliencia si no se promueven
interacciones de aceptación , apoyo y sostén social en los contextos de vida de las
personas. Además, hay que entender estos contextos como redes de mutua influencia,
donde el entendimiento y la cooperación son fundamentales. En segundo lugar, es
imprescindible la capacidad de descubrir un sentido de la existencia. En tercer lugar, es
necesario contar con un conjunto de condicionantes personales, tales como la
autoestima, las aptitudes, las competencias y el uso del humor. Por último, el futuro,
entendido éste como un conjunto de experiencias a descubrir. De este modo, aparece un
sujeto conformado por múltiples dimensiones relacionadas entre sí, no pudiendo éstas
ser reducidas a unade ellas.
Junto con el concepto de resiliencia surgió una primera generación de
investigadores cuyo interés era descubrir aquellos factores protectores que están en la
base de la adaptación positiva en niños que viven en condiciones de adversidad
(Kaplan, 1999).
En cuanto a las fuentes interactivas de la R, de acuerdo con Edith Grotberg
(1997), para hacer frente a las adversidades, superarlas y salir fortalecidos, o incluso
transformados, los niños toman factores de resiliencia de cuatro fuentes que se
visualizan en las expresiones verbales de los sujetos con características resilientes: Yo
tengo, en mi entorno social; Yo Soy y Estoy, lo que habla de las fortalezas
intrapsíquicas y de las condiciones personales; Yo puedo, concierne a las habilidades
de relaciones con los otros.
Subrayando las acepciones que nombramos a continuación entran, en su
mayoría, dentro de la primera etapa de evolución del término, es decir, la que
corresponde a la resiliencia individual.
Resiliencia es la capacidad humana para enfrentar, sobreponerse y ser
fortalecido o transformado por experiencias de adversidad. (E.
Groteberg, 1995: 20).
Es la habilidad para resurgir de la adversidad, adaptarse, recuperarse y
acceder a una vida significativa. (Child Resilience, 1994).
Es el enfrentamiento efectivo de circunstancias y eventos de la vida
severamente estresantes y acumulativos. (Loser, Blenerser, Kofer).
Es la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la
vida, superarlas e, inclusive, ser transformado por ellas. (Grotberg,
1995).
La resiliencia tiene dos componentes: la resistencia frente a la
destrucción –capacidad de proteger la propia integridad bajo presión– y,
por otra parte, es la capacidad de forjar un comportamiento vital positivo
pese a circunstancias difíciles. (Vanistendael, 1994).
Es el conjunto de procesos sociales e intra-psíquicos que posibilitan tener
una vida "sana" en un medio "insano". Es una afortunada combinación
entre los atributos del niño y su ambiente familiar, social y cultural.
(Rutter).
La resiliencia implica una combinación de factores que permiten a un
niño, a un ser humano, afrontar los problemas y adversidades de la vida y
construir sobre ellos. (Suárez Ojeda, 1996).
Desde Esta perspectiva, podremos considerar Individuos resilientes a aquellos
que, al estar insertos en una situación de adversidad y expuestos a un conglomerado de
factores de riesgo, tienen la capacidad de utilizar los factores protectores para
sobreponerse a la adversidad, crecer y desarrollarse adecuadamente, llegando a madurar
como seres adultos competentes, pese a los pronósticos desfavorables. Son aquellos
sujetos que, a pesar de nacer y vivir en condiciones de alto riesgo, se desarrollan
psicológicamente sanos y socialmente exitosos.
Como dijéramos en la introducción, estos conceptos se centralizan en las
capacidades intrínsecas del individuo para superarse. Esa instancia fue superada,
reivindicando el efecto del medio y su impacto en la posibilidad de que surjan de ese
potencial.
Los avances alcanzados en la investigación en torno a la caracterización de los
comportamientos resilientes, la acumulación creciente de conocimientos en torno a los
factores y mecanismos protectores, así como las posibles formas de promover la
resiliencia, sitúan a los alcances logrados en esta dirección en un lugar privilegiado
para diseñar posibles formas y contenidos, con el objeto de lograr un trabajo preventivo
en sectores populares a través del diseño de políticas sociales, y la operatoria a través de
planes, programas y proyectos.
Por último, debemos considerar algunos aspectos, que aparecen en todas y en
las más diversas definiciones:
Se despliegan recursos internos ante adversidades estructurales o situacionales,
lo que permite atravesarlas y superarlas. Éstas son, entre otras: inteligencia
emocional (empatía, adaptabilidad o flexibilidad, baja susceptibilidad,
optimismo, resistencia a las situaciones adversas, humor, habilidades cognitivas,
creatividad, protagonismo, etcétera). Es un concepto relacional, pues no depende
únicamente de condiciones personales, sino de la interacción, en primer lugar, de
un “adulto significativo” que le brinde aceptación, apoyo y valoración como
cimiento para el desarrollo de su autoestima y, simultáneamente, de apoyos
familiares y comunitarios.
Es un proceso, por lo que requiere de la compleja interacción entre recursos
internos, familiares, institucionales, comunitarios y políticos. Nada está dado a
priori, nada está asegurado, no existen relaciones directas, ni hay
determinismos. No existen situaciones mágicas, como el carisma (de antiguas
concepciones). Sí existen entornos propicios, que se pueden promover y
fomentar no sólo por parte de las familias, los profesionales, las instituciones y
la comunidad, sino, que requieren del compromiso del Estado, visualizado
mediante políticas sociales.
No se es resiliente, sino se está resiliente, en un tiempo y espacio determinados,
y se está sujeto a cambios positivos y/o negativos, dependiendo del contexto
inmediato y mediato y de la perdurabilidad del estado, pero de ningún modo
puede ser adjudicado a una esencia especial del individuo.
1-2.Segunda generación de investigadores
Una segunda generación de investigadores expandió el tema de la resiliencia en
dos aspectos: la noción de proceso, que implica la dinámica entre factores de riesgo y
de resiliencia, que permite que el individuo supere la adversidad, y la búsqueda de
modelos para promover la resiliencia en forma efectiva, a nivel de programas sociales.
En sus comienzos esta vertiente fue criticada desde los sectores ideológicos de
izquierda, dando cuenta de que ésta teoría es funcional al modelo neoliberal,
proponiendo paliar los efectos del modo de producción capitalista.
Es cierto que este enfoque prioriza los efectores calamitosos de la pobreza,
tomándola como una adversidad social; pero también existen otras tragedias colectivas,
tales como catástrofes naturales, efectos de la guerra y genocidios.
Cada desastre o catástrofe que una comunidad sufre representa un daño en
términos de pérdidas de recursos y vidas. Esa desgracia puede significar el desafío para
movilizar las capacidades solidarias de la población y emprender procesos de
renovación que modernicen no sólo la estructura física sino también toda la trama social
de la comunidad.
Es necesario contextualizar el surgimiento de esta teoría en el subcontinente
integrado por América Latina y el Caribe; la región se aproxima ya a los 500 millones
de habitantes y constituye un área geográfica y poblacional caracterizada esencialmente
por la disparidad y la iniquidad.
En el plano socioeconómico, es considerado como el continente de la
iniquidad21
. En América Latina somos parte de la periferia de un capitalismo salvaje,
que concentra impúdicamente la riqueza en unos pocos y multiplica la extensión de la
pobreza.
En esta etapa ha quedado constancia del papel protagónico de los referentes
argentinos en el estudio y la evolución de la resiliencia en los ámbitos académicos de
elite y en los organismos internacionales de salud.
Durante la reunión realizada en Nuevo México, convocada por la Universidad de
Colorado y organizada por William Frankenberg, la resiliencia fue el tema principal de
discusión.
A partir de esa reunión, el doctor Néstor Suárez Ojeda, asesor regional en Salud
Materno Infantil de la Organización Panamericana de la Salud (OMS), comenzó a
trabajar en estrecha colaboración con la doctora Edith Grotberg y el Civitan Center de la
Universidad de Alabama, que estaban desarrollando la investigación internacional sobre
resiliencia. Ulteriormente, Suárez Ojeda se integró al Comité Científico como
investigador y participó en las reuniones que se realizaron en París, Lisboa y Gratz
(Austria).
Hacia fines de 1995, la OPS, con sede en Washington, organizó el primer taller
sobre resiliencia, coordinado por el doctor Néstor Suárez Ojeda, en el que participaron
Edith Grotberg, Steve Wolin, y otros investigadores consultores del Departamento de
Promoción y Prevención de la Salud.
Este taller tuvo el mérito de poner en la agenda de la OPS y la OMS el concepto
de resiliencia. Posteriormente, la consultora regional en Adolescencia, doctora Matilde
Maddaleno, incluyó en el Programa Regional la producción del Estado del Arte en
Resiliencia, realizado por la licenciada María Angélica Kotliarenco, y promovió la
redacción del Manual de identificación y promoción de la resiliencia en niños y
adolescentes. (Munist y otros, 1998).
En la Universidad Nacional de Lanús, Buenos Aires, Argentina, en marzo de
1997, se creó el Centro Internacional de Información y Estudio de la Resiliencia
(CIER), dependiente del Departamento de Salud Comunitaria y apoyado por la
Fundación Van leer (Holanda). El Centro tiene como objetivos la recepción, elaboración
y difusión de la información producida en el tema, así como también el desarrollo
conceptual y la promoción de la aplicación de los principios de la resiliencia en
proyectos e investigaciones con enfoque comunitario y social. Hasta la fecha se han
publicado tres libros y realizado tres seminarios latinoamericanos para la promoción del
concepto
Hoy podemos considerar a la resiliencia como una herramienta, de genuino cuño
latinoamericano, que puede ser utilizada sin temor en la lucha contra la pobreza y la
iniquidad. Particularmente, el enfoque colectivo o comunitario de la resiliencia ha sido
un aporte latinoamericano, y así lo reconocen incluso autores europeos de gran prestigio
como Boris Cyrulnik y Stefan Vanistendael.
A partir de dicho enfoque, la resiliencia comunitaria desplaza la base
epistemológica del concepto inicial, modificando no sólo el objeto de estudio, sino
también la postura del observador y los criterios de observación y validación del
fenómeno.
21 iniquidad. „Desigualdad o falta de equidad‟: «Una sociedad convencida de la iniquidad del reparto de la renta y la
riqueza carecerá del mínimo de cohesión social» (FdzOrdóñez España [Esp. 1980]). No debe confundirse con
iniquidad („maldad o injusticia‟; → iniquidad).
Promover la R es reconocer la fortaleza más allá de la vulnerabilidad. Apunta a
mejorar la calidad de vida de las personas y de sus propios significados, del modo
como ellos perciben y enfrentan el mundo, rescatando las estrategias y los saberes
previos de los usuarios. Coincide con la perspectiva constructivista de reivindicar el
significado del discurso y su mundo de significados. De esta manera, la espiral
dialéctica propuesta como marco de interpretación e intervención se materializa y no
queda en meras especulaciones.
Entonces, nuestra primera tarea será reconocer aquellos espacios, cualidades y
fortalezas que han permitido a las personas enfrentar positivamente situaciones
adversas. Estimular una actitud resiliente implica potenciar estos atributos, involucrando
a todos los miembros de la comunidad en el desarrollo, la implementación y la
evaluación de los programas de acción.
Pensamos que las claves explicativas no están en las características individuales, sino en
las condiciones sociales, en las relaciones grupales y valores de cada sociedad.
Actualmente, cada comunidad posee un determinado perfil de resiliencia colectiva, en el
que se combinan pilares y "antipilares". De esa combinación surge una resultante o
vector, que nos permitirá hacer una estimación de la resiliencia de ese grupo, tanto para
elaborar un pronóstico como para diseñar intervenciones orientadas a su
fortalecimiento, con una mayor especificidad.
Se visualizan nuevas tendencias en resiliencia. E. Grotberg, propone ocho
enfoques a la hora de analizar el concepto.
Uno de los privilegios de la reflexión y la exploración en torno a la resiliencia a
lo largo del tiempo es que analizamos nuevas interpretaciones surgidas de las
investigaciones, nuevas ideas respecto de la naturaleza de la resiliencia y nuevos
desafíos para revisar ideas antiguas que no han tenido mayor impacto.
A continuación, detallaré los ocho nuevos enfoques y descubrimientos a partir del
concepto de resiliencia, que definen lo que está sucediendo hoy en esta área del
desarrollo humano, los cuales fueron desarrollados por E. Grotberg y retomados por
Melillo y Suárez Ojeda ( 2002).22
1) La resiliencia está ligada al desarrollo y el crecimiento humanos, incluyendo las
diferencias etáreas y de género.
2) Promover factores de resiliencia y tener conductas resilientes requieren de diferentes
estrategias.
3) El nivel socio-económico y la resiliencia no están relacionados.
4) La resiliencia es diferente de los factores de riesgo y los factores de protección.
5) Ls resiliencia puede ser medida; además, es parte de la salud mental y la calidad de
vida.
6) Las diferencias culturales disminuyen cuando los adultos son capaces de valorar
ideas nuevas y efectivas para el desarrollo humano.
7) Prevención y promoción son algunos de los conceptos relacionados con la
resiliencia.
22
Aldo Melillo: Médico psicoanalista, ex secretario de Salud y Medio Ambiente de la Ciudad de Buenos Aires, es
miembro del Foro Psicoanalítico de Buenos Aires y Profesor de la Escuela Argentina de Psicoterapia para
Graduados, Vicerrector del CIER, es consejero académico del master en psicoanálisis de la Escuela de Psicoterapia
de la Universidad de la Matanza.
Elbio Néstor Suárez Ojeda: Consultor regional de Salud Materno-Infantil (OPS/OMS, Washington D.C) y director
del CIER. Es docente de la Escuela de Salud de la provincia de San Luis. Es miembro del Comité Internacional de
Inclusión de Niños con Discapacidad. Ver en: Resiliencia. Descubriendo las propias fortalezas. Aldo Melillo, Elbio
Néstor Suárez Ojeda (compiladores). PAIDÓS. Tramas Sociales.
8) La R es un proceso: hay factores de R, comportamientos resilientes y resultados
resilientes.
1-3. Una nueva perspectiva
Luego de haber hecho un largo recorrido por la evolución histórica del concepto
de resiliencia, a través de los dos grandes momentos, podemos enunciar una premisa: la
resiliencia es un antídoto ante las determinaciones.. A grandes rasgos podemos afirmar
que, por más experiencias adversas que hayan dejado huella en nuestro
conciente/inconsciente/alma/vida, y por más limitaciones reales (económicas, físicas,
ambientales, geográficas, etcétera), combinando dos elementos poderosos (factores
protectores: personales, familiares y ambientales) y un entorno que los favorezca,
podemos torcer un “destino”23
que, a simple vista, está signado por malos augurios. Lo
escribo en términos del sentido común, precisamente para desnaturalizar y romper con
prejuicios que salen del sentido común; porque muchas veces, como profesionales que
debemos trabajar para contribuir a esa construcción de un proyecto personal, familiar o
comunitario, nos quedamos anclados en ese supuesto destino.
Como la R no es algo estático, sino que forma parte del devenir de la propia
persona, y a ésta la determinan la propia historia de cada cual, se podría decir que en la
capacidad del individuo de dialogar consigo mismo positivamente, con su memoria,
con sus recuerdos más o menos concientes, está la capacidad de explorar y de buscar un
sentido a su propia historia, de enriquecerse ante la adversidad para salir fortalecido del
dolor.
A partir de aquí se podría hablar, citando a Boris Cyrulnik, de la Resiliencia
como “antidestino”24
. Para este autor, son los recuerdos, la representación que nos
hacemos de nuestra propia historia, los que dan el sentido. Él cita una frase de J. L.
Godard: “Es extraña la forma en que las cosas adquieren sentido. Cuando terminan, es
entonces cuando comienza la historia.”.
2-Elementos teóricos propios de esta teoría
2-1.Factores de Resiliencia
El concepto integra puntos de vista basados más en la promoción de la salud que
en la expectativa de enfermedad, y está compuesto por un conjunto de factores de
resiliencia.
Promover factores de resiliencia y tener conductas resilientes requiere de
diferentes estrategias.
En las primeras etapas de investigación he identificado factores resilientes y los he
organizado en cuatro categorías diferentes: “yo tengo” (apoyo); “yo soy” y “ yo estoy”
23 Boris Cyrulnik, es neurologo, psiquiatra, y psicoanalista, profesor de la Universidad de Var en Francia y responsable de un grupo
de investigación en etologia clinica en el hospital de Toulon.Tiene numerosas obras, entre otras – Los patitos feos. El murmullo de los fantasmas y El amor que nos cura. Tras sobrevivir a Auswitchz, donde perdio a su familia, dedico su vida a estudiar la
resiliencia: La capacidad que tiene toda persona para sobreponerse a la desgracia y decidir su propia vida. En este libro Cyrulnik
recurre a numerosos casos tomados de la vida real para enseñarnos que una infancia dura y traumática no
predetermina necesariamente la vida adulta: “un golpe de la fortuna es una herida que se inscribe en nuestra
historia, no un destino”. Su propia vida constituye quizás uno de los más relevantes ejemplos. 24 “El hombre no se destruye por sufrir, el hombre se destruye por sufrir sin sentido”.Víctor Frankl. “La resiliencia es
un antidestino”, dice Cyrulnik. “Es un trabajo, no es fácil, pero es un espacio de libertad interior que hace posible
que uno no se someta a su herida”.
(atañe al desarrollo de fortaleza intra-psíquica); “yo puedo” (remite a la adquisición de
habilidades interpersonales y de resolución de conflictos).
YO TENGO: personas del entorno en quienes confío y que me quieren
incondicionalmente; personas que me ponen límites para que aprenda a evitar
peligros o problemas; personas que me muestran por medio de su conducta la
manera correcta de proceder; personas que quieren que aprenda a desenvolverme
solo; personas que me ayudan cuando estoy enfermo o en peligro, o cuando
necesito aprender.
YO SOY: una persona por la que otros sienten aprecio y cariño; feliz cuando
hago algo bueno para los demás y les demuestro mi afecto; respetuoso de mí
mismo y del prójimo.
YO ESTOY: dispuesto a responsabilizarme de mis actos; confiado en que todo
saldrá bien.
YO PUEDO; hablar sobre cosas que me asustan o me inquietan; buscar la
manera de resolver los problemas; controlarme cuando tengo ganas de hacer
algo peligroso o que no está bien; buscar el momento apropiado para hablar con
alguien o actuar; encontrar alguien que me ayude cuando lo necesito.
Las conductas de resiliencia requieren de factores de resiliencia y acciones. En
efecto, las conductas resilientes suponen la presencia e interacción dinámica de factores,
y los factores en sí van cambiando en las distintas etapas de desarrollo. Las situaciones
de adversidad no son estáticas, sino que cambian y requieren de cambios en las
conductas resilientes.
Todo lo expuesto, nos aporta una nueva interpretación y posicionamiento frente a la
adversidad, podemos incentivar el proceso de la resiliencia, cuyos factores, como bien
dijimos precedentemente son:
YO SOY, YO TENGO , YO PUEDO - Estos factores resilientes, deben promoverse en
forma combinada, conforme al análisis y diagnostico elaborado con pensamiento
crítico, y a las estudiadas estrategias y planes que adoptemos tendientes a lograr la
mejor calidad de vida posible, dentro del nuevo contexto existencial que nos toca vivir;
pero ahora dominado y superado en la medida de las mejores respuestas resilientes que
seamos capaces de elaborar y ponerlas en marcha.-
2-2.Factores Protectores
Garmezi, Mastein y Tellegen (1984) sostienen que los factores protectores
operan a través de tres mecanismos: a) el desafío en el que el estrés es visualizado
como estímulo para actuar con mayor competencia; b) lo compensatorio en el que el
estrés potencial puede ser compensado con cualidades personales o con alguna fuente
de apoyo; y c) la inmunización en la que los factores protectores "modulan" el impacto
del “estresor”, aun cuando no esté presente. No son excluyentes, interactúan y pueden
presentarse en distintas etapas.
Según Rutter (1990), el foco está puesto en la interacción que se produce entre
las variables y factores del individuo y su ambiente, que posibilita un cambio en la
trayectoria de riesgo hacia una adaptación positiva. Esta interacción puede ser
clasificada de acuerdo con los efectos que tienen los diferentes mecanismos, tanto sobre
el individuo como sobre la situación. Esta clasificación incluye: los que reducen el
impacto de riesgo, los que reducen las probabilidades de reacciones negativas; los que
promueven la autoestima y la auto-eficacia, y los que crean oportunidades.
Rutter concluye que la protección no radica en los fenómenos psicológicos del
momento, sino en la manera en que las personas enfrentan los cambios de la vida y lo
hacen respecto de esas circunstancias estresantes y desventajosas. Es necesario prestar
atención especial a los mecanismos fundamentales de los procesos de desarrollo que
incrementan la capacidad de las personas para enfrentar eficazmente el estrés y la
adversidad futuros, lo que les permite superar las secuelas de riesgos psicosociales
pasados.
Autores como Rutter y Werner ya referidos señalan factores protectores de
importancia a tener en cuenta; entre otros, citamos las fuentes de apoyo y afecto.
Además, es necesario favorecer la comunicación y desarrollar la habilidad de resolución
de problemas, condiciones éstas que pueden promover el desarrollo de los niños en
condiciones desfavorables.
El análisis de datos y resoluciones, o de las actitudes de niños en situaciones de
graves desventajas, nos muestra que ser resiliente no es un atributo estático, sino el
resultado del equilibrio entre riesgo y factores protectores de la personalidad, sin
conocer todavía los procesos mediante los cuales se generan circunstancias que resultan
desfavorables.
Las principales características de cada tipo de factor se enuncian y se describen a
continuación:
1) Factores personales:
a) Características temperamentales.
-mayor tendencia al acercamiento;
-humor más positivo;
-ritmo biológico estable (control de esfínteres, patrones de sueño, alimentación).
b) Características cognitivas y afectivas.
-mayor Cociente Intelectual (C.I) verbal y matemático.
-mayor empatía;
-mayor autoestima;
-mayor motivación al logro;
-mayor sentimiento de autosuficiencia;
-menor tendencia a sentimientos de desesperanza;
-mayor autonomía e independencia.
-habilidades de enfrentamiento caracterizadas por: orientación hacia tareas, mayor
actividad dirigida a la resolución de problemas, mejor manejo económico, precaución
de problemas y menor dramatización.
2)Factores psicosociales de la familia:
-ambiente cálido; existencia de madres o sustitutas contenedoras; comunicación abierta
al interior de la familia; estructura familiar sin disfuncionalidades importantes; padres
estimuladores; buenas relaciones con los pares; mayor apoyo social (emocional,
material, informativo); trasmisión de valores éticos que tinedan al bien común e
incluyan pautas de crianza que promueban la cohesión familiar.
3)Factores socioculturales:
-sistema de creencias y valores; sistema de reuniones sociales (espacios públicos y
privados); sistema político y económico; sistema educativo. Esta trama de redes
institucionales, denominado meso-sistema lo que actúa a modo de protección, al incluir
al sujeto dentro de un grupo de pertenencia revestida en un mundo simbólico cultural
compartido.
Las conversaciones que se están gestando a partir del uso de la metáfora de la
resiliencia permiten sostener una mirada sobre los factores de protección, y no tanto
sobre los de riesgo, así como sobre la posibilidad de identificar los recursos usados por
individuos y comunidades para mejorar sus condiciones de vida, aun en circunstancias
terribles.
Sin dejar de lado las vulnerabilidades de las personas, de las relaciones o la
inclusión de los conflictos en los procesos vitales, los estudiosos de las resiliencias han
definido algunas de las condiciones que las refuerzan, entre las que se encuentran
creencias, aptitudes, actitudes que ya han sido mencionadas y descriptas.
Dado que la idea no es definir individuos, familias o redes sociales resilientes
como si se tratara de una esencia que tienen algunos y no otros, sino reforzar las
cualidades que están potencialmente presentes en los paradójicos individuos sociales, ,
en las relaciones es muy importante que las personas lleguen a:
*Reconocer los problemas y limitaciones que hay que enfrentar.
*Comunicar abierta y claramente acerca de ellos.
*Registrar los recursos personales y colectivos existentes.
*Organizar y reorganizar las estrategias y metodologías tantas veces como sea
necesario, revisando y evaluando los logros y pérdidas.
Para esto, Walsh sostiene que es necesario que, en las relaciones, se produzcan
las siguientes prácticas:
*Actitudes demostrativas de apoyos emocionales (relaciones de confirmación y
confianza en las competencias de los protagonistas).
*Conversaciones en las que se compartan lógicas y códigos.
*Conversaciones en las que se construyan significados compartidos acerca de los
acontecimientos perjudiciales, con coherencia narrativa y con sentido dignificante para
sus protagonistas.
Es interesante plantearse cómo aquellos rasgos definidos como individuales en
un principio son observados luego en la familia, cuyos integrantes son capaces de
superar problemas graves.
Más convencionalmente han sido descriptas las capacidades de comunicarse
abiertamente, de expresar emociones, de usar códigos comprensibles para otros, de
experimentar en conjunto sensaciones de complicidad y pertenencia, con vivencias
importantes de aceptación e inclusión.
Vale aclarar que en el presente trabajo no nos explayaremos en los riesgos, pues
no lo consideramos relevante, ni coherente con el foco de éste informe. Por el contrario,
partimos de la premisa de la necesariedad de complementar ambos enfoques: El
Enfoque de Riesgo 25
y el de Resiliencia.
Ambos son consecuencias de la aplicación del método epidemiológico a los fenómenos
sociales. Sin embargo, se refieren a aspectos diferentes pero complementarios.
Considerarlos en forma conjunta proporciona una máxima flexibilidad, genera un
enfoque global y fortalece su aplicación en la promoción de un desarrollo sano.
Como venimos reiterando, el enfoque de resiliencia se explica a través de lo que se ha
llamado el modelo “del desafío o “de la resiliencia. Ese modelo muestra que las fuerzas
negativas, expresadas en términos de daños o riesgos, no encuentran a un niño inerme
en el cual se determinarán, inevitablemente, daños permanentes. Describe la existencia
de verdaderos escudos protectores que harán que dichas fuerzas no actúen linealmente,
atenuando así sus efectos negativos y, a veces, transformándolas en factor de superación
de la situación difícil. Por lo tanto, no debe interpretarse que este enfoque está en
oposición del modelo de riesgo,
sino que lo complementa y lo enriquece, acrecentando así su aptitud para analizar la
realidad y diseñar intervenciones eficaces.
Una vez más, es posible advertir un modificaciones conceptuales permanentes
que enriquecen el proceso construcción del marco teórico acorde a las nuevas
investigaciones y comprobaciones en la vida real de personas que estudian el fenómeno
de la resiliencia. En este punto, leer a Boris Cyrulnik, quien no sólo es un referente, sino
que investiga e interviene en casos extremos, es un paso inevitable para evaluar lo
positivo de ahondar en éste campo.
He aquí una disquisición en cuanto a la terminología: la consideración de los
factores de resiliencia que enfrentan el riesgo ha sido desplazada por la de los factores
de protección que resguardan del riesgo.
Se establece una diferenciación respecto a como influyen frente a la sutución de
vulnerabilidad, adversidad, factores de riesgo o situaciones traumáticas de los sujetos en
cuestión. Mientras que los factores de protección que funcionan para neutralizar los
25
El enfoque de riesgo se centra en la enfermedad, en el síntoma y en aquellas características
que se asocian con una elevada probabilidad de daño biológico o social. Ha sido
ampliamente utilizado en programas de atención primaria, y el personal de los mismos
está familiarizado con sus conceptos y aplicaciones.
riesgos, cualesquiera que sean, son fácilmente identificados con la inmunidad al
peligro (como una vacuna); los factores de resiliencia, factores que resultan protectores
para los seres humanos, más allá de los efectos negativos de la adversidad, tratando de
estimularlos una vez que fueran detectados.
Aquí surge un punto álgido en la teoría que no debemos pasar por alto. Esta
percepción de los factores de protección nos hace pensar en el individuo como inmune
al riesgo, para lo cual no necesitaría desarrollar la resiliencia.
Los factores de protección que resguardan del riesgo. Los factores de protección que
funcionan para neutralizar el riesgo, cualesquiera que sean éstos, son fácilmente
identificados con la inmunidad al peligro (como una vacuna). Se estimulan a través de
medidas de Prevención Primaria, inespecífica, cuando es previsible la aparición de las
situaciones nocivas pero se pueden prevenir.. Esta percepción de los factores de
protección, nos hace pensar en el individuo como inmune al riesgo, para lo cual no
necesitaría desarrollar la resiliencia.
Volviendo al punto de partida, hablar de resiliencia es hablar de la capacidad humana,
individual o grupal, de resistir a situaciones adversas, encontrando recursos creativos
para emerger de ellas, no podemos menos que considerar los factores de resiliencia
que enfrentan el riesgo, puesto que el proceso de resiliencia contempla la adversidad (
riesgos entre otras acepciones)
El concepto integra puntos de vista basados más en la promoción de la salud que en la
expectativa de enfermedad, y está compuesto por un conjunto de factores de resiliencia.
(Promover factores de resiliencia y tener conductas resilientes requiere diferentes
estrategias.
Sin dejar de la lado las vulnerabilidades de las personas y de relaciones ni la inclusión
de los conflictos en los procesos vitales, los estudiosos de las resiliencias han definido
algunas de las condiciones que las refuerzan, entre las que se encuentran creencias,
aptitudes , actitudes que ya han sido mencionadas y descriptas, tales como la capacidad
de buscar y dar colaboración, la confianza en sí y en los otros, las habilidades
comunicacionales, las capacidades expresivas, las habilidades en la resolución de
conflictos, la capacidad de compromiso y participación, la capacidad de autoestima y
autocontrol, el acceso a las emociones ligadas a la esperanza y el optimismo, la
alegría, el humor, la flexibilidad, la capacidad autorreflexiva.
Pero dado que la idea no es definir individuos, familias o redes sociales resilientes como
si se tratara de una “ esencia” que tienen algunos y no otros, sino la de reforzar las
cualidades que están potencialmente presentes en los paradójicos individuos sociales.
Por último, debemos tener claro, que éstos conceptos no son antagónicos ni se
descartan; por el contrario, son complementarios e inherentes al proceso mismo tanto de
construcción conceptual y epistemológica , sino también el campo de trabajo.
2-3 Pilares de Resiliencia
Hay, entonces, una secuencia de identificación y de construcción de la
autoestima26
, que comienza con la madre y sigue con el padre, los hermanos, la familia
extensa, los amigos, los docentes, otros cuidadores, agentes de salud etcétera. Debe
tenerse en cuenta en éste punto un concepto de cuño psicológico “narcisismo” 27
que
aunque hubiera sido deteriorado en las relaciones primarias, casi siempre es posible
reestablecerlo.
Basándonos en los elementos significativos desde la perspectiva de Resiliencia
, apego, adulto significativo y apoyo incondicional, serán cruciales en el proceso de
“narcización” del sujeto, o sea del desarrollo consistente de su autoestima y su amor a
sí mismo, lo cual lo habilita para determinados logros que, al ser enunciados, no son
otros que algunos de los caracterizados como pilares de resiliencia.
La creatividad, en un sentido amplio, incluye la capacidad de generar
condiciones de vida aptas para los deseos y ambiciones del individuo, es decir,
constituye la capacidad de crear las condiciones de satisfacción en el mundo.
Una cualidad originaria del funcionamiento de la mente humana es la reflexión sobre sí
misma. La capacidad de pensar sobre los propios pensamientos abre el camino a la
inusual capacidad de generar nuevos conceptos, hipótesis, apreciaciones de situación,
posibilidades de apoyarse en lo que el entorno le brinda, con lo cual incrementa
sustancialmente su capacidad de desenvolverse en el mundo. La condición creativa no
es un don ni una rara condición, sino que es parte de la naturaleza humana y depende de
cómo se desarrolle el sujeto.
26
27
Término específico de la Psicología, específicamente del Psicoanálisis que hace referencia a la Fabula de
Narciso, quien muriera ahogado al quedar embelesado al contemplar su imagen en el espejo de un río. Es tomado
para trabajar el concepto de autoestima o autovaloración.
El origen de la creatividad es el juego, la ocupación más intensa y preferida del
niño. Se podría decir que para el niño el juego es una forma de tratar la realidad, de
insertar las cosas del mundo en un orden que le agrada. Lo opuesto al juego no es la
seriedad, sino la realidad efectiva. El juego del niño no es sólo imaginativo; también se
ocupa de apuntalar sus objetos y situaciones imaginadas hacia cosas palpables y visibles
del mundo real. “Al jugar el niño consigue desplazar sus miedos, angustias y problemas
internos, dominándolos mediante la acción”. Opera creativamente repitiendo en el
juego las situaciones que resultan excesivas para su yo débil, dominándolas con el
auxilio de los objetos externos a su disposición, mutando las situaciones displacenteras
y repitiendo a voluntad las placenteras. (Aberasturi, 1998).
Durante su crecimiento, el niño va dejando de jugar y, con mucho empeño, va
asumiendo las realidades de la vida con la debida seriedad. Pero al adulto plenamente
desarrollado le queda como adquisición la capacidad de crear y manipular situaciones
nuevas.
Por supuesto, depende de la actitud de los padres y de los cuidadores el hecho de
no poner trabas a la creatividad del niño y estimularla afectivamente para que se
desarrolle en forma cabal.
Es fundamental en este proceso sentir la gratificación afectiva proporcionada por
los actos y pensamientos del niño que muestran creatividad.
Con respecto a la introspección, considerada como el arte de preguntarse a sí
mismo y darse una respuesta honesta, es tributaria de un desarrollo equilibrado de la
relación del yo con el súper-yo ideal del sujeto. Preguntándose a uno mismo se pone en
juego la autoestima del sujeto y la consistencia afectiva de la relación con uno mismo.
Esto significa que el desarrollo de la capacidad de introspección está indisolublemente
ligado a una sólida autoestima que, a su vez, es fruto de buenas relaciones con los otros
significados.
La empatía permite acceder privilegiadamente a la experiencia mental del otro.
Algo del orden de la empatía subyace en la confianza que nos facilitan las relaciones
con los semejantes. Habría una empatía primaria relacionada con el vínculo con la
madre que nos prepara para poder acceder a las experiencias internas básicas de los
demás.
El sentido del humor no ofrece un cuadro de grandiosidad y euforia, sino el de
un sereno triunfo interior, en el que no está ausente cierto matiz de melancolía no
negada. El humor o ironía se observa a través de una conciencia crítica neutralizada.
La aceptación de la finitud de la sabiduría y la existencia es la capacidad del
hombre de aceptar las limitaciones de sus poderes físicos, intelectuales y emocionales.
Permite mantener una actitud estable frente a la vida, integrando conocimientos pero
admitiendo los límites y recurriendo al sentido humor y al sistema de valores atravesado
por la experiencia vivida de los deseos.
El humor es un rasgo que constituye un comportamiento muy significativo de la
mente humana. La naturaleza del sistema de información que da origen a la percepción
es un sistema auto-organizado en la historia del individuo, a través de pautas que lo
especifican. El humor muestra cómo la percepción de una situación puede
reconfigurarse súbitamente y producir un cambio en el afecto y el comportamiento del
sujeto. Constituye, además, la esencia de la creatividad.
En este punto es necesario retomar el concepto de sublimación, expresado
como “mecanismo de defensa” en la Teoría de Psicoanálisis de Freud, donde se revela
la capacidad de transformar el sufrimiento en placer y acciones socialmente valoradas.
Aquí es donde el humor hace una incursión “triunfal” como una defensa inmejorable
contra el sufrimiento contribuyendo a la salud anímica y permitiendo que el sujeto
atraviese el dolor convirtiéndolo en algo placentero. Para que el humor “florezca” es
indispensable la base de una autoestima bien instalada. A nivel relacional el efecto se
despliega en relación con otro disminuyendo la tensión que puede existir en el vínculo,
generando un intercambio positivo.
La capacidad de relacionarse con otros es la consecuencia de la necesidad vital
que en ese sentido manifiesta todo ser humano. La provisión constante de afecto que
requiere la autoestima del sujeto moviliza esta necesidad durante toda la vida.
Finalizando, quiero enriquecer lo anteriormente dicho con experiencias y
testimonios tanto escritos como fílmicos basados en experiencias extremas como los
campos de exterminio nazi.
Victor Frankl (1979)28
, en su libro “En busca de sentido” afirma que el humor era una
de las armas con las que el sujeto luchaba por su supervivencia en los campos de
28 El Hombre en busca del Sentido,Autor del libro: Viktor Frankl,Editorial trabajada: Herder .Lugar y fecha de
edición: Barcelona 1979, 2003.Número de páginas: 190 páginas
exterminio. Cuenta que con un compañero se hacían la promesa de que cada día
inventarían una historia divertida sobre algún incidente que pudiera ocurrir al día
siguiente de la liberación.
Frank V. mantiene una coherencia en toda su narración. Hay ideas claves que quiere
transmitir. Entre ellas, algunas que refuerzan la perspectiva de resiliencia: cómo y de
qué manera, ocasiones que nos parecen el fin, no lo son siempre; que hasta en los
últimos momentos, inconscientemente, siempre medimos y valoramos la dignidad y los
valores de cada una de las personas que nos rodean, y viceversa, por lo tanto, por muy
horrible que sea nuestra situación, no debemos olvidar que somos animales racionales y
debemos comportarnos como tales. No todos los hombres hacen buen uso de su libertad,
a pesar de que ellos crean que sí. Por muy mal, que estén las cosas siempre pueden
llegar a empeorar
Por último, la película La vida es bella, es un claro ejemplo de todo lo expuesto
en el apartado anterior.
La vida es bella es una película italiana de 1997 en la que se narra cómo un italiano
judío, Guido Orefice (interpretado por Roberto Benigni, también director y coescritor
del filme), se enamora, casa, tiene un hijo al cuál junto con él lo llevan a un campo de
concentración e inventa una especie de mentira, a su hijo cómo contraposición al
terrible momento que pasan, estar en un campo de concentración. La trama transcurre
en 1939. Guido (Roberto Benigni), un italiano descendiente de judíos, vive en Arezzo
(Italia). Con los fascistas en el poder, Guido, su tío y su hijo Josué (Giorgio Cantarini)
son deportados a un campo de concentración nazi. Allí, con tal de salvar la vida de su
hijo de cinco años, Guido se inventará un juego en el cual ganará aquel que consiga
esconderse de los gruñones guardias alemanes. La imaginación de su padre hará que el
pequeño Josué viva el holocausto de una manera distinta.
Esta película es un elemento de trabajo y estudio casi ineludible a la hora de
analizar categorías de análisis del Enfoque de Resiliencia. Si bien podrán los detractores
apoyarse en el factor “ ficción”, aclaro bastará leer y analizar todo lo escrito por Victor
Frank o Ana Frank, para tomar de referencia una de las adversidades más atroces que
puede experimentar el ser human En principio, vale destacar algunos pilares de la
resiliencia, tales como autoestima, confianza, capacidad de relacionarse, iniciativa,
creatividad, humor, expresión de emociones, autonomía, identidad cultural,
cooperación, autoconocimiento, moralidad, como atributos propios de la persona en
proceso de resiliencia. Ellos van de la mano de los factores de resiliencia o protectores
de la adversidad. Se suele hacer una analogía, al hablar de los factores como escudo
protector de la personalidad ante la adversidad.
Entre otros muchos, y sólo a modo de ejemplo, describiremos los siguientes pilares de
Resiliencia más frecuentes en la bibliografía.
Autoestima consistente: es la base de los demás pilares y el fruto del cuidado afectivo
consecuente del niño o adolescente por un adulto significativo suficientemente maduro
y capaz de dar una respuesta sensible.
Este primer pilar de la R es la base del desarrollo de todos los demás.
Introspección: es el arte de preguntarse a sí mismo y darse una respuesta honesta.
Depende de la solidez de la autoestima que se desarrolla a partir del reconocimiento del
otro. De allí la posibilidad de cooptación de los jóvenes por grupos de adictos o
delincuentes, con el fin de obtener ese reconocimiento.
Independencia: se trata de saber fijar límites entre uno mismo y el medio con
problemas; es la capacidad de mantener distancia emocional y física sin caer en el
aislamiento. Depende del principio de realidad que permite juzgar una situación con
prescindencia de los deseos del sujeto. Los casos de abusos ponen en juego esta
capacidad. La independencia se basa en un adecuado desarrollo del principio de
realidad, que permite juzgar una situación externa prescindiendo de los deseos íntimos
del sujeto, que lo pueden llevar a distorsionar la verdadera situación.
Capacidad de relacionarse: es la habilidad para establecer lazos e intimidad con otras
personas, para balancear la propia necesidad de afecto con la actitud de brindarse a
otros. Una autoestima baja o exageradamente alta producen aislamiento: si es baja, por
autoexclusión vergonzante y, si es demasiado alta, puede generar rechazo por la
soberbia que supone.
Iniciativa: es el gusto de exigirse y ponerse a prueba en tareas progresivamente más
exigentes.
Humor: consiste en encontrar lo cómico en la propia tragedia. Permite ahorrarse
sentimientos negativos, aunque sea transitoriamente, y soportar situaciones adversas.
Creatividad: es la capacidad de crear orden y belleza a partir del caos y el desorden.
Fruto de la capacidad de reflexión, se desarrolla a partir del juego en la infancia.
Moralidad: entendida ésta como la consecuencia para extender el deseo personal de
bienestar a todos los semejantes y la capacidad de comprometerse con valores positivos.
Es la base del buen trato hacia los otros.
Capacidad de pensamiento crítico: es un pilar de segundo grado, fruto de las
combinaciones de los otros, que permite analizar críticamente las causas y
responsabilidades de la adversidad que se sufre –cuando es la adversidad en su
conjunto la que se enfrenta– y se propone formas de enfrentarlas o cambiarlas.
Autodeterminación. Dentro de las ocho dimensiones contempladas en el concepto de
calidad de vida, la autodeterminación está siendo especialmente considerada por
diferentes autores, dada la importancia que tiene para la vida de las personas, en el
sentido de ejercer el control sobre los diferentes aspectos de su vida. Se trata de actuar
como primer agente causal en la vida propia y el tomar decisiones y hacer elecciones
acerca de la propia calidad de vida, libre de influencias o interferencias externas
(Wehmeyer, 1996).
Para Tamarit (2001), la autodeterminación no significa necesariamente tener una mayor
independencia física o tener un mayor control del contexto que lo rodea; más bien se
trata de una adecuada interdependencia social. Este autor comparte con otros que la
comunicación intencional puede ser la forma más básica de autodeterminación.
El énfasis en la autodeterminación se sustenta en estudios que revelan que las personas
con retraso mental tienen, en relación con las demás personas, una frecuencia
significativamente menor de hacer elecciones y de tomar decisiones que mejoren su
vida. En ello inciden representaciones sociales, que han construido una imagen
infantilizada y minusvalorada de los adultos con retraso mental.
Comunicación intencional. La comunicación intencional, en cualquiera de sus formas,
es un instrumento esencial para señalar cuáles son nuestras elecciones y, por lo tanto,
ejercer algún control sobre nuestras vidas. En las personas con discapacidad mental
severa esta habilidad comunicativa se ve limitada, pero no imposibilitada, en la medida
en que la persona que está a su lado pueda descifrar e interpretar adecuadamente, en el
lenguaje corporal, qué es lo que desea y qué es lo que no desea. El rápido entendimiento
disminuirá la ansiedad y temor que provoca el ingreso a una institución. La
comunicación intencional, en cualquiera de sus formas, y la respuesta del medio, son
esenciales para ejercer algún tipo de autodeterminación.
La internación de una persona con este tipo de discapacidad trae aparejado el riesgo
de que se pierdan o se inhiban las habilidades de autodeterminación que ha ido
adquiriendo a lo largo de su vida. Este hecho puede ocasionar una serie de
consecuencias; entre ellas: dilatar el encuentro con quienes lo rodean, aumentar su
angustia, provocar la pérdida de habilidades comunicativas, incrementar su estrés,
provocar que no pueda conectarse con las personas y objetos que quiere, anular sus
posibilidades de hacer alguna elección significativa, reducir su participación en el
contexto, limitar sus experiencias y aumentar el encierro en sí mismo. Todas estas
consecuencias que suelen suceder como producto de una internación van en contra, a las
claras, de la calidad de vida, que debe ser el objetivo de toda intervención, no
iatrogénica, el problema a tratar.
Los estímulos prenatales y el entorno biológico, socio-afectivo y emocional.En la vida
intrauterina está demostrado que el bebé recibe por medio de las neuronas las
emociones de la madre, lo cual determina en gran parte el posterior desarrollo de sus
mecanismos de respuesta o la capacidad de interaccionar con el entorno de forma
positiva.
Otro factor determinante es del tutor de resiliencia. Se trata de la persona, lugar,
acontecimiento u obra de arte que provoca un renacer del desarrollo psicológico tras el
trauma. Para Boris Cyrulnick -neuropsiquiatra francés al que se considera como mayor
experto en este campo- casi siempre se trata de un adulto que encuentra el niño y que
asume para él el significado de un modelo de identidad, provocando el viraje de su
existencia. Para el autor citado no se trata necesariamente de un profesional, sino que un
encuentro significativo puede ser suficiente.
En cuanto a las fuentes de apoyo y afecto, es necesario tomar en consideración
elementos básicos necesarios para la comprensión de los procesos afectivos y su
evolución. Dentro del desarrollo total de las personas, es parte inseparable el tono
afectivo aliado a toda experiencia y a todo proceso.
Al discriminar los procesos afectivos, sus manifestaciones y su relación con la
constitución de la personalidad, se observan aspectos que desempeñan una función
nuclear.
Desarrollo y maduración psicomotriz, adecuada a la edad cronológica. La vida
psíquica se inicia con lo que el cuerpo, en tanto instrumento de sentir y actuar, puede
aportar como datos del mundo y de sí mismo.
Piaget presta atención dominante a lo motor, y Wallon (1964, 1965), en principio, en
concordancia con él respecto de la relación entre el acto y el pensamiento, señala la
existencia de factores prefijados de maduración y patrimonio genético. En ambos, la
relación personal aparece como elemento fundamental para asegurar el desarrollo.
A la imagen corporal, el niño añade percepciones auditivas, su nombre, recuerdos, la
calidad afectiva de la experiencia emocional propia y el juicio valorativo de los otros
acerca de sus logros y conductas, que constituyen progresivamente la imagen de sí.
Es en relación con las personas que colorea e imprime aspectos particulares a la
diferenciación en la evolución afectiva. El intercambio inicial que se establece entre el
niño y su madre es el elemento promotor básico de desarrollo, intercambio que, a
medida que el niño crece, va ampliándose hacia los demás miembros de su familia,
otros niños y otras personas.
Los procesos afectivos ligados al placer y relacionados con la actividad son
importantes para el desarrollo del aprendizaje; es el denominado placer funcional, que
con la maduración hace que cada vez sean más complejas las actividades que lo
relacionan y acompañan. Tanto la experiencia personal como las actitudes del ambiente
influyen sobre él, determinando preferencias y rechazos.
2-4.Pilares de Resiliencia Comunitaria
Como hemos visto anteriormente en el apartado de evolución del concepto, la
teoría de R social tiene su basamento en la primera etapa. Si tomamos los estudios de
Wolin, vemos que los autores latinoamericanos hacen una transpolación de las
categorías.
De esta manera, hemos podido avanzar hacia la identificación de pilares de la
resiliencia comunitaria de modo similar a lo planteado por Wolin en el plano individual.
En el caso de lo colectivo, es también muy rica la experiencia acumulada en cuanto a
factores negativos o debilitantes, muy claramente identificables en algunos procesos de
gobierno padecidos por pueblos latinoamericanos, lugares en donde se han desarrollado
los estudios que dieron origen al concepto resiliencia social o comunitaria. Estos pilares
fundamentados son: autoestima colectiva, identidad cultural, humor social y honestidad
estatal.
La lista de características sociales que favorecen la resiliencia comunitaria es
extensa, pero aquí hemos desarrollado los cuatro pilares que, a la luz de las
observaciones actuales, parecen ser los más significativos. Por razones operativas-de
tiempo y espacio- no desarrollaremos aquí otros pilares, tales como capacidad de
generar liderazgos auténticos y participativos, la construcción de una democracia
efectiva en la toma de decisiones cotidianas y la inclusión de una sociedad en la que no
exista discriminación.
Creemos de suma importancia transcribir el análisis profundo de los pilares de
Resiliencia Comunitaria, tales como aparecen en la obra del mencionado autor.29
Autoestima colectiva: entendemos esa actitud como un sentimiento de orgullo por el
lugar en que se vive. La conciencia de las bellezas naturales o creadas por el hombre, la
comunión con los valores que esa sociedad respeta, el disfrute de las condiciones del
clima, actividades recreativas y culturales. Esto se percibe en el uso del gentilicio: la
manera en que se dice “soy mendocino” por ejemplo denota la satisfacción por asumir
esa condición. Esa satisfacción por la pertenencia implica reconocer que uno es parte de
una sociedad y que comparte valores que inspiran. No es extraño que aquellas
localidades en las que se observa una elevada autoestima colectiva tengan mayor
posibilidad de recuperación frente a las adversidades. La exageración y distorsión de
éste pilar lo transforma en chauvinismo.
Identidad cultural: reconocemos esa persistencia del ser social en su unidad, a través de
cambios y circunstancias diversas. Es un proceso interactivo que se logra a lo largo del
desarrollo e implica la incorporación de costumbres, valores, giros idiomáticos, danzas,
canciones, etcétera, que se transforman en componentes inherentes al grupo. Esto otorga
al grupo humano o social un sentido de permanencia que le permite afrontar y elaborar
las influencias de culturas invasoras. En el siglo de la globalización irrestricta, la
persistencia de sociedades capaces de preservar su identidad cultural representa una
esperanza para la humanidad.
Aquellas comunidades como la de los “pueblos originarios” que respetan y
valoran su propio y genuino acervo cultural, han demostrado una gran capacidad para
afrontar y resolver la adversidad y continuar una lucha transgeneracional. De allí que
aquellas poblaciones que han hecho un baluarte del respeto y exaltación de las culturas
tradicionales hayan mostrado una mayor capacidad para recomponerse y renacer luego
de numerosas adversidades.
La defensa de la identidad cultural no debe enceguecernos frente al fenómeno
innegable de la interculturalidad. Lo medios de comunicación de todo tipo penetran
nuestras comunidades con influencias muy ajenas a las de nuestros ancestros, que a
menudo son asimiladas por las poblaciones. Cuanto más afianzada está la identidad
cultural de un pueblo, mayor es la capacidad para afrontar la interculturalidad, sin
perder por ello la “unimismidad”.
29 Libro de Suárez Ojeda y Melillo (2002). Resiliencia: Descubriendo sus propias fortalezas.
Humor social: entendemos que es la capacidad de algunos grupos o colectividades para
encontrara comedia en la propia tragedia. Es la capacidad de expresar en palabras,
gestos o actitudes corporales los elementos cómicos, incongruentes o hilarantes de una
situación dada, logrando un efecto tranquilizador y placentero. Históricamente los
pueblos oprimidos han desarrollado “el humor político” para sobrellevar los rigores de
algunas dictaduras como estrategias de supervivencia. En este sentido, el humor es una
estrategia de ajuste que ayuda a una aceptación madura de la desgracia común y facilita
cierta distancia con el problema, favoreciendo la toma de decisiones para resolverlo. Al
destacar los elementos incongruentes e hilarantes de la situación, promueve un tipo de
pensamiento divergente que implica una mayor capacidad para encontrar respuestas
originales y soluciones innovadoras, aun en medio de la crisis.
Para Borges, el “humor inteligente” es siempre una metáfora, la intuición que
establece el nexo entre dos imposibles; es una infracción, pero nos ofrece un
reordenamiento del caos y, quizás, la forma de salvarse de él.
El humor iconoclasta tiende a desmoronar las convenciones aceptadas
cotidianamente y es capaz de poner en duda el falso orgullo nacional.
Honestidad colectiva o estatal: Este aspecto remite al manejo decente y transparente de
la cosa pública y va más allá de la limpieza administrativa de la burocracia. Implica la
existencia de una conciencia grupal que condena la deshonestidad de los funcionarios y
valoriza el honesto ejercicio de la función pública. Las perversiones administrativas son
más graves cuando impregnan a todos los estratos de la sociedad. Y, en términos de la
capacidad de recuperación tras un desastre, constituye en nuestro medio un elemento
fundamental. Pocos estarán dispuestos a ofrecer su esfuerzo solidario si no confía en
quienes administran los recursos que se asignen a esa reconstrucción.
Sin dejar de lado las vulnerabilidades de las personas y de las relaciones ni la
inclusión de los conflictos en los procesos vitales, los estudios de las resiliencias han
definido algunas de las condiciones que las refuerzan, entre las que se encuentran las
creencias, actitudes y aptitudes que ya han sido mencionadas y descriptas, tales como la
capacidad de buscar y dar colaboración, la confianza en sí mismo y en los otros, las
habilidades comunicacionales, las capacidades expresivas, las habilidades de resolución
de conflictos, la capacidad de autoestima y autocontrol, la capacidad de compromiso y
participación, el acceso a las emociones ligadas a la esperanza y al optimismo, la
alegría, el humor, la flexibilidad y la capacidad auto-reflexiva.
2-5. Antipilares de Resiliencia
Como antípoda de estos pilares se han podido detectar condiciones o
características que reducen la resiliencia comunitaria o, dicho de otra manera, inhiben
la capacidad solidaria de reacción frente a la adversidad colectiva. Entre esos antipilares
cabe mencionar el “malinchismo”30
, el fatalismo, el autoritarismo y la corrupción.
* El Fatalismo es entendido como la actitud de pasividad y apatía frente a la desgracia.
Desafortunadamente, algunas posiciones religiosas exacerban esa actitud no-resiliente
30
El término Malinchismo se utiliza en alusión al conocido episodio de la historia de México, a esa admiración
obsecuente por todo lo extranjero, especialmente por lo que viene de Europa o Estados Unidos. Esta actitud se opone
a los valores de la identidad cultural y de la autoestima colectiva. Renuncian así a su grupo de pertenencia, con lo que
generan una anulación de sus recursos potenciales, ecológicos y culturales, y empobrecen su capacidad de respuesta.
que se halla implícita en la expresión “es la voluntad de Dios”. Sin ánimo de invadir el
terreno teológico, creo que una posición razonable es aceptar la ocurrencia de la
desgracia, pero interpretarla como una ocasión para demostrar nuestra capacidad de
“renacer”. , Es sabido que tanto en lo individual como en lo colectivo, la “religiosidad”
–apoyarse en la fé- a sido de gran utilidad para superar adversidades; pero dbe
considerarse que su exageración nos conduce al fanatismo y hasta a el
“fundamentalismo”, transformanse no sólo en un factor negativo o de riesgo; sino
hasta la justificación para guerras mundiales.
* Con el Autoritarismo los sistemas totalitarios de gobierno han sido una lacra bastante
extendida durante el siglo XX. Su efecto negativo en la resiliencia comunitaria e
individual ha sido documentado. Prolongados períodos de dictadura inhiben esa
capacidad de liderazgos alternativos y espontáneos, tan necesarios en situaciones de
crisis colectivas. Varias décadas de dictaduras han dejado profundos estigmas en la
cotidianeidad y todavía subsisten esquemas rígidos y autoritarismos de distinto grado
que atraviesan desde los jardines infantiles hasta los lugares de trabajo.
* La Corrupción provoca que ninguna sociedad esté dispuesta a brindar su esfuerzo o
donar sus recursos para la reconstrucción después de una catástrofe si no puede confiar
en la administración honesta de los recursos. En la realidad latinoamericana, la
corrupción es el principal flagelo que inhibe la resiliencia comunitaria.
En resumen, cada comunidad posee un determinado perfil de resiliencia
colectiva, en el que se combinan pilares y antipilares. De esa combinación surge una
resultante o vector que nos permitiría hacer una estimulación de la resiliencia de ese
grupo, tanto para elaborar un pronóstico como para diseñar intervenciones orientadas a
su fortalecimiento, con una mayor especificidad.
Algunas consideraciones a modo de repaso, nos darán cuenta de la compleja
sólida trama conceptual que se establece entre los elementos teóricos del Enfoque de
estudio aquí profundizado. Hemos percibido gran similitud, hasta reiteración; ello da
cuenta de su consistencia interna.
Por último; a modo de fijación de conceptos repasaremos las bases teóricas:
Pilares de Resiliencia: elementos o evidencias de competencias tanto del individuo
grupo o comunidad para que se despliegue el proceso de resiliencia. Da cuenta que
existe el “gérmen” , la “semilla”, que “per sé” no da la certeza de su desarrollo. Deberán
ser estimulados una vez detectados.
Los pilares de la resiliencia no sólo los individuales pueden ser resilientes; también las
familias, los grupos y las comunidades pueden serlo (Grotberg, 1995).
Factores de resiliencia condiciones que refuerzan, el proceso de resiliencia: creencias,
aptitudes , actitudes que ya han sido mencionadas y descriptas, tales como la capacidad
de buscar y dar colaboración, la confianza en sí y en los otros, las habilidades
comunicacionales, las capacidades expresivas, las habilidades en la resolución de
conflictos, la capacidad de compromiso y participación, la capacidad de autoestima y
autocontrol, el acceso a las emociones ligadas a la esperanza y el optimismo, la alegría,
el humor, la flexibilidad, la capacidad autorreflexiva.
Pero dado que la idea no es definir individuos, familias o redes sociales resilientes
como si se tratara de una “ esencia” que tienen algunos y no otros, sino la de reforzar las
cualidades que están potencialmente presentes en los paradójicos individuos sociales,
Es interesante plantearse cómo aquellos rasgos definidos como individuales en un
principio son observados luego en la familia, como capacidades de comunicarse
abiertamente, de expresar emociones, de usar códigos comprensibles, de usar códigos
comprensibles para otros, de experimentar en conjunto sensaciones de complicidad y
pertenencia, con vivencias importantes de aceptación e inclusión. Las conductas de
resiliencia requieren factores de resiliencia y acciones.
De acuerdo con Edith Grotberg (1997), para hacer frente a las adversidades, superarlas
y salir de ellas fortalecido o incluso transformado, los niños toman factores de
resiliencia de cuatro fuentes que se visualizan en las expresiones verbales de los sujetos
(niños, adolescentes o adultos) con características resilientes. En las primeras etapas de
investigación he identificado factores resilientes y los he organizado en cuatro
categorías diferentes: “ yo tengo” (apoyo); “ yo soy” y “ yo estoy” ( atañe al desarrollo
de fortaleza intrapsíquica); “yo puedo” ( remite a la adquisición de habilidades
interpersonales y de resolución de conflictos
.Los factores de protección se utilizan ante el desafío del riesgo, a la manera de un
“escudo protector” que evita los daños a la persona. Éste es el mecanismo
por el cual una condición adversa o una situación negativa se transforma
en un factor de superación (Munist, M., 1998). Desde la perspectiva de la prevención,
en resumen, decimos que los factores de riesgo se contrarrestan con los factores de
resiliencia que dotan a los individuos de habilidades y competencias psicosociales que
mejoran el clima en el que se desarrollan, mediante el cambio de actitudes y la
participación comunitaria, es decir, en el contexto interactivo y dinámico del
individuo y su ambiente proximal.
La consideración de los factores de resiliencia que enfrentan el riesgo ha sido
desplazada por la de los factores de protección que resguardan del riesgo .
Los factores de protección que funcionan para neutralizar el riesgo, cualesquiera que
sean éstos, son fácilmente identificados con la inmunidad al peligro) como una vacuna.
Esta percepción de los factores de protección, nos hace pensar en el individuo como
inmune al riesgo, para lo cual no necesitaría desarrollar la resiliencia.
Es conveniente diferenciar entre el enfoque de resiliencia y el enfoque de riesgo. Ambos
son consecuencias de la aplicación del método epidemiológico a los fenómenos
sociales.Sin embargo, se refieren a aspectos diferentes pero complementarios.
Considerarlos en
forma conjunta proporciona una máxima flexibilidad, genera un enfoque global y
fortalece
su aplicación en la promoción de un desarrollo sano.
El enfoque de riesgo se centra en la enfermedad, en el síntoma y en aquellas
características
que se asocian con una elevada probabilidad de daño biológico o social. Ha sido
ampliamente utilizado en programas de atención primaria, y el personal de los mismos
está familiarizado con sus conceptos y aplicaciones.
El enfoque de resiliencia se explica a través de lo que se ha llamado el modelo “del
desafío o “de la resiliencia. Ese modelo muestra que las fuerzas negativas, expresadas
en términos de daños o riesgos, no encuentran a un niño inerme en el cual se
determinarán, inevitablemente, daños permanentes. Describe la existencia de verdaderos
escudos protectores que harán que dichas fuerzas no actúen linealmente, atenuando así
sus efectos negativos y, a veces, transformándolas en factor de superación de la
situación difícil. Por lo tanto, no debe interpretarse que este enfoque está en oposición
del modelo de riesgo, sino que lo complementa y lo enriquece, acrecentando así su
aptitud para analizar la realidad
3- Paradigma de Resiliencia, una nueva perspectiva para la
intervención.
Una primera aproximación a la problemática nos permite dar cuenta del enfoque
tradicional, que se traducía en una percepción del individuo a partir del déficit,
olvidando el resto de los rasgos que componen su personalidad. Cualquier déficit debe
percibirse como un rasgo más de la personalidad del individuo que la padece.
Si bien la discapacidad implica una limitación como estado secundario o un
trastorno funcional, siempre las dificultades se definen, sitúan y concretan en la
interacción entre individuo y el medio.
El paradigma de la diferencia procura brindar los apoyos que las personas con
limitaciones funcionales necesitan para tener las vidas que ellos quieran tener y puedan
sostener. Una determinada patología31
puede durar toda la vida, pero la discapacidad no
tiene por qué durar tanto.
Si bien no se puede descartar ni desestimar este enfoque, por el otro polo no
podemos desconocer el nuevo paradigma que pugna por la hegemonía del paradigma
biomédico, que aún sigue definiendo el destino de numerosos individuos. Un ejemplo es
el certificado de discapacidad firmado por un médico, que determina el acceso a los
derechos (de discriminación positiva) pero también al estigma de por vida y al rótulo,
ambas caras de una misma moneda.
Si consideramos a la resiliencia como la capacidad para superarse en la
adversidad, debemos reconocer el mérito de este concepto que revolucionó el campo
psico-social.
Con respecto a la discapacidad la posibilidad de transformación se evidencia de
un modo potente y claro. En este sentido, la resiliencia rompe el paradigma del déficit y
fortalece la diversidad.
Las investigaciones en resiliencia han cambiado la forma en que se percibe al ser
humano: de un modelo de riesgo basado en las necesidades y la enfermedad se ha
pasado a un modelo de prevención y promoción basado en las potencialidades y los
recursos que el ser humano tiene en sí mismo y a su alrededor.
Específicamente, en el plano de las intervenciones psicosociales, el modelo de
resiliencia ha cambiado la naturaleza de los marcos conceptuales, las metas, las
estrategias y las evaluaciones (Masten, 2001). Las áreas de las metas de intervención
incluyen la promoción de adaptación positiva al mismo tiempo que previenen
problemas específicos o síntomas. Las estrategias buscan promover ventajas y aspectos
positivos de la ecología del individuo, además del tratamiento de la enfermedad.
De acuerdo con Masten (2001), todos esos cambios reflejan una transformación
en la conceptuación de lo que significa prevención e intervención. Algunos autores
31
La enfermedad designa un estado en que la salud se ve alterada por una lesión de los órganos o por
trastornos de sus funciones.
(Infante,1997 /2001) consideran que el enfoque en resiliencia es un aporte a un cambio
de paradigma epistemológico, ya que se considera al individuo como agente de su
propia ecología y adaptación social. Se trata de un individuo que ya no sólo carece y se
enferma sino que, además, es capaz de buscar sus propios recursos y salir fortalecido de
la adversidad.
El enfoque de resiliencia obliga a los trabajadores de la salud y a los
profesionales del área social a fijarse en lo que Masten (2001) denomina “ordinary
magic”, o magia cotidiana, expresión que remite a la evidencia de que el proceso de
adaptación positiva puede ocurrir en contextos cotidianos de adversidad extrema y que,
aun así, el individuo es capaz de encontrar recursos y superar la adversidad.
Por último, este enfoque posee la ventaja de considerar que el proceso de
adaptación resiliente no es responsabilidad única del individuo, sino también de la
ecología que lo rodea.
El Enfoque de Resiliencia propone al desarrollo humano como una categoría
de análisis indispensable. Es decir, si cada individuo está inmerso en un marco
ecológico, es necesario considerar el ambiente y la cultura del individuo, al igual que
las tareas específicas correspondientes a cada etapa del desarrollo. Esto significa que
las definiciones de adversidad y de adaptación positiva provienen de investigaciones
empíricas del grupo que participará en la intervención, más que de categorías
exportadas de la psicología dominante.
Finalmente, si consideramos a la ecología del ser humano como la fuente de
recursos y posibilidades para un desarrollo sano, la promoción de la resiliencia pasa a
ser una responsabilidad compartida entre profesionales de diferentes disciplinas,
distintos niveles de influencia y diferentes edades.
Luego de una prolongada consulta de material teórico y técnico y de la selección
de aquellos aportes que resultaban más respetables, considero que el concepto de R y
los enfoques que incorpora constituyen una fuente de modalidades y lenguajes en los
que podemos confluir los profesionales interesados en una práctica que ayude
eficazmente a resolver problemas y a lograr bienestar para sectores amplios de la
población.
Habíamos mencionado cómo la visualización y la difusión de la noción de las
resiliencias (tanto atribuidas a individuos como a grupos sociales) produce ese efecto
de cambio paradigmático, proponiendo un lenguaje y una forma capaz de convocar a
profesionales de la salud mental de diferentes orientaciones.
A partir del surgimiento de esa noción, se abre la posibilidad de que los
operadores investiguen las capacidades que pueden desplegar los miembros de cada
familia con la que se ponen en contacto, en lugar de designarlos como patológicos o de
responsabilizarlos totalmente por los problemas que presentan. Este concepto también
tiene la propiedad de poner en duda teorías causales deterministas de la psicología que
prescriben consecuencias inexorables para quienes han tenido experiencias dolorosas,
de ataques o pérdidas significativas, especialmente en edades tempranas. Podemos
sintetizar algunos beneficios señalando, pautas orientadoras para la intervención.
*Aprender de la experiencia: ¿Qué se aprendió y que más necesita ser aprendido? Cada
experiencia implica éxitos y fracasos. Los éxitos pueden ser utilizados en la próxima
experiencia de una adversidad con mayor confianza y los fracasos pueden ser
analizados para determinar cómo corregirlos. ¿Qué factores de Resiliencia y qué
comportamientos resilientes necesitan mayor atención?
*Estimar el impacto sobre otros: Los comportamientos resilientes suelen conducir a
resultados ineludiblemente positivos, uno de los factores de la Resiliencia es el respeto
por los otros y por sí mismo. Nunca la adversidad puede ser superada a expensas de
otros.
*Reconocer un incremento del sentido de bienestar y del mejoramiento de la calidad
de vida. Estos resultados presuponen un efecto en la salud mental y emocional, que son
las metas de Resiliencia.
Frecuentemente se habla del concepto de R en términos de un cambio de
perspectivas que, al ocuparse de aquellos factores que funcionan como promotores de
salud, puso en cuestión el enfoque anterior centrado en los factores de riesgos.
Con este modo de presentación podríamos suponer un continuo entre factores de
riesgo (-) y factores protectores (+) en el que ambos conceptos guardarían entre sí una
relación de oposición, como las dos caras de una moneda. Pero hay varias razones para
afirmar que la propuesta novedosa que encierra el concepto de resiliencia va más allá
de lo que supondría un mero cambio de signo, según el cual podría considerarse a los
enfoques de riesgo y resiliencia como dentro del mismo orden de hechos.
El enfoque centrado en la noción de riesgo pertenece más bien al ámbito
biomédico, mientras que la resiliencia incursiona ambiciosamente en terrenos
diferentes del acontecimiento humano, de modo tal que las temáticas referidas a la
subjetividad, dentro de las cuales la creatividad ocupa un lugar importante, hacen a su
campo de interés y a su territorio conceptual.
El concepto de resiliencia surge del fracaso de las predicciones provenientes de
los modelos de riesgo, pero las explicaciones o respuestas que aporta para dar cuenta de
los resultados inesperados no pertenecen en general al ámbito de las ciencias naturales.
La resiliencia toma la condición humana desde una óptica más amplia, francamente
interdisciplinaria, que necesaria y fundamentalmente incluye aportes de las ciencias
sociales, particularmente de la psicología.
Históricamente, el concepto de resiliencia surgió como respuesta frente a una
serie de hechos sorpresivos, donde sujetos condenados a la enfermedad, de acuerdo con
las expectativas del modelo de riesgo, no confirmaban ese destino anunciado y
accedían a situaciones de realización personal llamativas.
La novedad que trae este concepto de resiliencia al campo de la salud supone
bastante más que una simple contraposición al anterior modelo centrado en los factores
de riesgo. Resiliencia es un modo de nombrar la singularidad y creatividad de la
conducta humana individual o grupal en su impredecible devenir cuando da por
resultado conductas saludables frente a situaciones adversas.
3-1. Cambio de Paradigma
Ya hemos visto en el capítulo anterior, cuyo eje era la discapacidad, los
paradigmas que se fueron construyendo a su alrededor. Cuando hablamos de
paradigma, más allá de la “cosmovisión” acerca del tema en cuestión, no podemos
menos que considerar el compacto de los principales conceptos, supuestos,
procedimientos, proposiciones y problemas de un área sustantiva o del enfoque teórico
en el análisis sociológico. Esto implica varias cosas: en primer lugar, un adecuado
diagnóstico; en segundo lugar, la posibilidad de abordar el problema como psico-social,
lo cual requiere de un abordaje interdisciplinario, como ya se afirmó.
Debemos entender a la discapacidad como un complejo problema social
atravesado por múltiples determinaciones histórico-socio-económico-culturales y,
además, partir de la premisa de que es una adversidad, pero que como tal no es destino
truncado, sino que puede ser superada y transformada positivamente con la
determinación del protagonista y el apoyo significativo del medio. Con esas
afirmaciones, entendemos que los paradigmas tradicionales no se adaptan a este campo
problemático. Se requiere de un cambio de paradigma.
Como ya lo anticipáramos, los paradigmas de rehabilitación, están centrados en
la discapacidad como deficiencia, minusvalía, enfermedad y riesgo. Su eje pasa por la
premisa de que algo está mal y debe ser curado o mitigado, pasado por alto la
capacidad, el potencial, el poder del sujeto y su propia determinación, con la
contribución de su familia y comunidad, para construir un destino prometedor.
Es importante resaltar la relación ineludible con la variable de la calidad de
vida con sus indicadores como auto-cuidado, capacidad de ocio, capacidad profesional,
contactos con amigos y familia, vida matrimonial y sexual, y situación financiera.
El paradigma de la autonomía personal apunta a salir del marco del modelo de
rehabilitación, rompiendo con los pronósticos de vida dependiente e institucionalizada.
Se relaciona con el movimiento de vida independiente (independent living) surgido en
Estados Unidos a principios de la década de 1970.
Es necesario diferenciar entre principio de normalización, y la “normalidad”
inicialmente referido a la deficiencia mental y extendido luego a todo tipo de
discapacidad. Debemos referirnos a “normalización” para contemplar la necesidad de
igualar las oportunidades. De ésto se desprende la crítica la idea vulgar de normalidad,
definiendo el problema no por la deficiencia, sino por la dependencia de otras personas
e instituciones, preocupándose en mayor medida por el entorno de la persona con
discapacidad. Busca la integración al main streaming, o sea, a la corriente principal en
todos los aspectos de la vida. Propone como soluciones la orientación a los padres, la
autoayuda, el control del interesado, la acción legal propia y la remoción de barreras. La
persona con discapacidad adquiere el rol de consumidor. El resultado pretendido es la
autonomía personal.
Ya hemos visto que las observaciones sobre personas y grupos que consiguen
afrontar adversidades con éxito de alguna manera proponen un desafío a los
paradigmas tradicionales en cuanto a la forma de abordar los problemas y sufrimientos
humanos. Mientras la mirada tradicional ha enfocado el trauma, el daño, los problemas,
las limitaciones, las carencias y las desviaciones, elaborando diagnósticos cada vez más
complejos, en el afán de encontrar causas y consecuencias predecibles, así como
metodologías de corrección de la desviación (con respecto a un eje de normalidad) o del
síntoma, la propuesta de la resiliencia consiste en enfocar y enfatizar los recursos de las
personas y los grupos sociales para salir adelante. (M. C. Ravazzola, 2002:113).
Por último, agregaremos que estos modelos y tendencias no son superados
definitivamente y coexisten con las formas anteriores, evidenciándose gran disparidad
respecto a su aceptación o rechazo o inclusión en los parámetros de intervención en las
problemáticas sociales. Como todo desafío paradigmático, más que aportar nuevas
certezas tiene el inconmensurable valor de abrir múltiples interrogantes.
3-2. Algunos Interrogantes.
Es importante analizar las críticas que ha recibido el concepto de R. Una de
ellas es plantear la posibilidad de que los niños y/o jóvenes que sufren adversidades
tales como la pobreza pueden sobreponerse y aun salir favorecidos.
El motivo por el cual aún este paradigma genera resistencia desde los ámbitos
académicos de fuerte impronta marxista es que, a simple vista, puede ser entendido
como un concepto funcional al mantenimiento de las condiciones políticas, económicas
y sociales que generan la feroz extensión de la pobreza y la exclusión social de tantas
personas, mas aún cuando los lineamientos de acción provienen de organismos
internacionales, tales como la OMS y la OPS.
No sólo por esas críticas, sino precisamente por falta de apoyo, interés y recursos
del propio Estado (a quien debería ser funcional), no se ha sistematizado de un modo
práctico y aplicable justamente a las poblaciones desfavorecidas, como modo de
generar un estado que amortigüe los efectos nocivos de las situaciones de riesgo o les
permita avanzar hacia un desarrollo saludable.
Desde la primera etapa de evolución del concepto se pensó en las cuestiones
genéticas de niños invulnerables, intrínsecas al sujeto, independientemente de la
historia de vida, experiencias o entorno. Luego se estudió una variable indispensable
(Pilar) de índole exógena. Existe una constante en los niños resilientes: todos ellos
tienen una persona significativa que les sirve de referente (familiar o no), que los
aceptó en forma incondicional, independientemente de su temperamento, su aspecto
físico o su inteligencia. Necesitaban contar con alguien y, al mismo tiempo, sentir que
sus esfuerzos, su competencia y su autovaloración eran tenidos en cuenta. Eso marcó la
diferencia: la relación más estrecha y cariñosa con un adulto significativo. La aparición
o no de esta capacidad en los sujetos depende de la interacción de la persona y su
entorno humano.
Este conocimiento nos lleva a afirmar que la necesidad de contar con un adulto
significativo para poder detonar ese potencial es clave para abordar el problema. Si al
evaluar la situación problemática la persona en cuestión no ha contado con un adulto
significativo que le haya posibilitado experimentar una aceptación, valoración, o amor
incondicional, deberemos proveer los medios desde la estrategia de intervención. Se
trata de un recurso fundamental.
Afirmamos que desde las políticas sociales, planes, programas y / o proyectos
sociales de ocio (recreación, deporte, arte y cultura) podremos reivindicar al sujeto
desde la valoración de sus potencialidades y capacidades.
Desde la perspectiva de la salud mental, podríamos aventurarnos en pensar que
la promoción de resiliencia sería una suerte de vacuna, es decir, prevención de daños
psicológicos irreversibles. Si se diseñaran políticas sociales de promoción de resiliencia
adaptadas a diferentes sectores sociales vulnerables, serían como las vacunas en
prevención primaria. El concepto de prevención se ligaba, con preponderancia, al
diagnóstico y tratamiento precoz en situaciones de riesgo y también a un conocimiento
genérico de la importancia de que las primeras relaciones de los niños fueran
afectivamente adecuadas para lograr un sano desarrollo.
Nos preguntamos: ¿Podremos utilizar el enfoque de resiliencia como vacuna?
¿Y como prevención de daños psíquicos irreversibles? ¿Se puede sistematizar de un
modo práctico y aplicable justamente a las poblaciones desfavorecidas? ¿Y como modo
de generar un estado que amortigüe los efectos nocivos de las situaciones de riesgo o
permita avanzar hacia un desarrollo saludable?
El concepto de resiliencia y la posibilidad de su promoción podría ser una posible
respuesta a las anteriores incógnitas, tiene la virtud de integrar transdisciplinariamente
el ámbito social y el psicológico, y abren una perspectiva de trabajo e investigación en
esta suerte de prevención primordial, mucho antes de la emergencia de una patología o
problema.
Por lo anteriormente dicho, partimos de una actitud abierta al debate
constructivo. No creemos tener marcos teóricos estrictos capaces de encorsetar la
práctica y, menos aún, la realidad que –como siempre – supera ampliamente a la
imaginación.
Sólo tenemos dos certezas:
1) Todos los aportes de este paradigma son irrefutablemente positivos y
constructivos. Tienen evidencia en casos individuales, sociales, y también en
trabajos de campos replicables en todas las áreas.
2) Hay interpretaciones e ideas que no constituyen resiliencia, las que se
describen a continuación.
NO es una sumatoria de aspectos personales, biológicos y de origen social lo
que determina el que una persona se denomine resiliente o no. Se trata más bien
de ver al ser humano en resiliencia como la persona que entra en una dinámica
en la que los recursos personales y sociales se manifiestan interactuando de tal
manera que constituyen una amalgama de posibilidades que producen respuestas
asertivas y satisfactorias que permiten no sólo la solución de conflictos, sino
también de desarrollo y potenciación de otras posibilidades en las que se
incluye como aspecto fundamental, la comunicación interpersonal, la interacción
e intercambio de recursos (capacidades, habilidades, valores, convicciones,
significados) que constituyen, a su vez, el bagaje de conocimientos prácticos
con que las personas y comunidades de éxito enfrentan su realidad.
NO se puede hablar de una secuencia lineal causa-efecto lo que va a determinar
el éxito, sino de una esfera de recursos construida de tal manera que aspectos
individuales y sociales no pueden ser vistos separadamente como si fueran
ingredientes, ya que en la misma dinámica en que operan pierden su identidad
como tales para formar parte de un todo en el que la persona se integra al
conjunto de posibilidades de un contexto. La esfera de resiliencia es un todo con
sus partes, pero éstas no adquieren sentido sino en función del todo, que es una
amalgama de factores que interactúan.
NO se puede llegar a pensar que la resiliencia es algo extraordinario, una
respuesta inusual. La literatura científica actual demuestra que es una respuesta
común, y que su aparición no indica patología, sino un ajuste saludable a la
adversidad. Está demostrado que un considerable número de individuos muestra
poco o nada de sufrimiento tras una pérdida personal; inclusive, hay individuos
que, expuestos a un suceso traumático, no muestran signos de estrés pos-
traumático.
NO podemos afirmar que un niño que ha sufrido adversidades en su infancia
(traumas, violencia, abandono, abuso, orfandad, terrorismo, guerra, catástrofes),
esté indiscutiblemente signado a una vida infeliz. La resiliencia representa el
“anti-destino”. Niños resilientes demuestran que se trata de una suposición sin
fundamento y que un niño herido no está necesariamente destinado a ser un
adulto fracasado.
NO es algo estático, sino que forma parte del devenir de la propia persona. Se
podría decir que en la capacidad del individuo de dialogar consigo mismo
positivamente, con su memoria, con sus recuerdos más o menos concientes,
está la capacidad de explorar, de buscar un sentido a la propia historia, y de
enriquecerse ante la adversidad para salir fortalecidos del dolor.
NO estamos proponiendo resistencia. Autores que hablan de personalidad
resistente generan confusión. El individuo resiliente no se resiste al
acontecimiento traumático, pues para que haya resiliencia se tiene que haber
sufrido una herida traumática. Lo que sucede es que el individuo es capaz de
sobreponerse a ésta y es capaz de rehacer su vida, sin que su herida le
condicione, siendo incluso capaz de extraer aprendizaje del dolor.
NO podemos hablar de R como un proceso unívoco y absoluto. Existen rasgos
y características particulares de acuerdo con los diferentes contextos en que se
manifiestan.
Es relevante dirigir nuestro esfuerzo hacia la comprensión de mecanismos que
actúan a nivel individual, familiar y comunitario y que puedan traducirse, a través del
desarrollo e implementación de programas de acción y educativos, en el reconocimiento
de las fortalezas más allá de la vulnerabilidad.
El desarrollo del concepto de R nos ha devuelto una nueva mirada, una nueva
dimensión de las personas, esperanzadora y optimista.
Promover la R apunta a mejorar la calidad de vida de las personas a partir de los
propios significados, del modo como ellos perciben y enfrentan el mundo.
Nuestra primera tarea será reconocer aquellas cualidades y fortalezas que han
permitido a las personas enfrentar positivamente experiencias estresantes asociadas con
la situación de pobreza. Estimular una actitud resiliente implica potenciar esos atributos,
involucrando a todos los miembros de la comunidad en el desarrollo, la implementación
y la evaluación de programas de acción.
La resiliencia es un proceso, un devenir, una forma de extraer aprendizaje del
dolor.32
Forma parte de la historia del individuo; sin embargo, como en todo devenir
hay diferentes situaciones, las puede haber negativas, incluso desde antes del
nacimiento.
3-3. Mitos sobre Resiliencia
Algunos prejuicios, o preconceptos, obstaculizan el conocimiento en esta área.
A través de fundamentos teóricos, bibliografía específica y sitios e Internet, habrá un
rico material teórico para “des-subjetivizar” éstos juicios “a priori” desde otras
concepciones.
Esta investigación pretende despertar en el trabajador social la necesidad de despojarse
de prejuicios, de “corset ideológicos” y formarse para adecuarse al mercado laboral
contemporáneo, con el compromiso ineludible de la formación y la búsqueda inacabable
de sustento teórico
32
Profundizando el tema del dolor como expresión de la adversidad, Boris Cyrulnik incorpora un concepto
“OXÍMORON” y lo desarrolla en su libro La maravilla del dolor, explicando la contradicción propia y creativa del
mismo fenómeno. El dolor como fuente de vida, crecimiento. El renacer, como el Ave Fénix.
Nuevos caminos éticos y políticos, en lo que respecta al estudio de Resiliencia,
requieren una toma de posición, pero de ninguna manera esto no es “a priori”
reproductora del sistema capitalista. Por ende, es equivocado “desechar” este caudal de
conocimientos y estrategias de intervención por “prejuzgarla” como funcional a la
dominación capitalista o como camuflaje/maquillaje de la pobreza”.
Vale la pena trascender- no obviar- el análisis dentro de las “paredes de los ámbitos
académicos” y ver la realidad, con el compromiso de una práctica transformadora.
El Paradigma de resiliencia es cualitativo y plantea la imprediscibilidad del destino
humano.
A continuación se desplegarán algunas consideraciones generales que pretenden
desmitificar algunas hipótesis basadas en desconocimiento y prejuicios, por
posicionamientos ideológicos o marcos teóricos rígidos. Para ello intentaremos, sólo a
modo de “boceto”, algunos ítems que serán desarrollados en otro trabajo por su longitud
y profundidad.
Primer Mito: EL CONCEPTO DE RESILIENCIA REPRODUCE EL MODELO
HEGEMÓNICO
A. Melillo (2002:16/17) hace un análisis crítico del deterioro económico-social actual y
sus manifestaciones a nivel personal, familiar y comunitario, culpando a la
globalización económica y a las políticas neoliberales. Evidencia sus secuelas,
anunciando que no existen las políticas públicas que tiendan a soluciones globales.
Propone realizar acciones sociales, educativas y de salud, que abarquen a sujetos
individuales, familias y comunidades asistidas por programas que promuevan y
refuercen las características resilientes.
El autor -referente indiscutible del tema de estudio y pionero en “ legalizar y legitimar”
dicho Paradigma para ser materializado en Políticas sociales- tiene un posicionamiento
reflexivamente crítico hacia el neoliberalismo
Mientras tanto, el Dr. Suárez Ojeda (2002:67), asegura que su aplicación fue en sus
orígenes en las zonas marginales urbanas de los países desarrollados; sin embargo, hoy
es un concepto extendido a todo la urbe”(…) en América Latina ha sido posible
identificar numerosos proyectos, así como grupos de pensadores que han llegado a
elaborar la Teoría latinoamericana de resiliencia/ Resiliencia Comunitaria”...
...“se equivocaría quien viera en la utilización de la resiliencia un mecanismo de
aceptación de statu quo o gatopardismo manipulador.”...( Dr. D Rodríguez.2002:188).
Segundo Mito: ESTA CONCEPCIÓN CULPABILIZA A LA PERSONA,
DESCONSIDERANDO EL CONTEXTO Y LA COYUNTURA.
Resiliencia es un concepto esencialmente “relacional”, por lo cual, tanto el análisis
teórico , como las estrategias de intervención, son inherentemente en relación con el
ambiente. No se habla de una condición o no individual, sino de una aptitud que se
construye y se potencia en la relación positiva con el entorno, familiar y social.
a)Primer punto de análisis: culpabilización del sujeto.
Cuando nos referimos al Trabajo Social en el área de intervención educativa,
específicamente la escuela, es necesario visualizar los factores que pueden estar
perturbando la trama de relaciones entre la escuela como institución, la familia y el
niño como protagonista indiscutible. Una de las posibles tergiversaciones son los
procesos de culpabilización, que suelen ser asumidos por los involucrados; pero suelen
ser inducidos por los propios profesionales. El desafío profesional deber ser el intentar
ser un mediador neutral, desbaratando toda posibilidad de culpabilización, muy por el
contrario tratando de dilucidar la compleja situación.
Ravazzola (2002:116) en la disertación acerca de resiliencias familiares nos recuerda:
... “otra conducta de carácter sistemático ha sido la capacidad de des-culpabilizar, es
decir de comprender que las adversidades no deberían ser entendidas como la culpa de
alguien que queda así estigmatizado ”...
Es innegable que aquellas concepciones psicológicas, sustentadas en teorías causales –
lineales, ha significado la permanente culpabilización de las familias ( en particular de
las madres) por parte de los profesionales de la salud mental, resultando prácticas
detectivescas de causas simplistas y reductoras frente a problemas de la niñez y
adolescencia ( Ravazzolla, 2002: 110)
b)Segundo punto de análisis:no contempla el contexto
El Paradigma de resiliencia, está enmarcado en la lógica sistémica y por ende, en el
modelo ecológico. Ambas posturas se acuerde o no ideológicamente, llevan implícito
el análisis del contexto.
... “El concepto de sistema remite a la conexión entre las partes, sujeta a ciertas reglas
que hacen que la pauta de interacción se repita. Desde esta perspectiva la familia es un
tipo especial de sistema, con una estructura que puede definirse como un conjunto de
pautas de interacción gobernadas de manera implícita.
La familia33
cumple una función difícilmente sustituible como creadora de identidad y
de modelos de relación que tienden a transmitirse transgeneracionalmente; pero también
a modificarse en virtud de las oportunidades que aparecen a lo largo de la historia de la
persona para crear nuevos vínculos significativos(...) por extensión su particular red
social”... (Moreno 2004:260/261)34
Bronfenbrenner/1987, exponente del modelo ecológico 35
dice :..“ambos aspectos deben
complementarse. Para poder complementarse con el otro es necesario establecer una
relación de calidad(...)entendiendo que la familia es la red de sostén36
, es importante
para el crecimiento y desarrollo del niño, red que a su vez, debe ser sostenida por otras
redes que generen apoyo social”….
c) Tercer punto de análisis: desde el materialismo dialéctico se podría decir que,
desconsidera las múltiples determinación de la compleja, histórica y dinámica, realidad
social.
Este tema, en principio, está muy relacionado con lo expuesto con el primer mito.
33
La familia es una pequeña sociedad con recursos, a veces inexplorados, conectados con la posibilidad
de cambiar ciertas reacciones, ofreciendo a los miembros de la familia otras opciones de acción. 34
Trabajo social, familia y escuela.José Luis Gastañaga Moreno (2004). Equipo de Orientación
Psicopedagógica de Coslada.Terapeuta Familiar del Grupo Zurbano de Terapia Familiar. Madrid. En este artículo me propongo reflexionar sobre la práctica del trabajo social en la escuela, para lo que
describiré algunas características de dicho contexto y las dificultades que presenta. En la actualidad
creo que es necesario, frente a cierto desdibujamiento de nuestra disciplina profesional, entendida en
un sentido muy restringido como mera gestora de recursos y derivaciones, poder retomar la importancia
de la relación de ayuda como eje de la intervención. Me serviré de las aportaciones teóricas del
modelo sistémico, del construccionismo social y de las ideas generadas por el concepto de resiliencia,
las tres perspectivas tienen en común la necesidad de poner en marcha procesos que permitan comprender
con el otro, junto con los otros, la situación de dificultad, para ayudar a generar recorridos relacionales
y colaborativos. Procesos enmarcados en un tiempo y un contexto, que tienen por objetivo
mitigar, reducir o resolver las diferentes situaciones a las que ha de hacer frente un trabajador social
en la escuela. 35
La teoría ecológica del desarrollo humano descrita por Bronfenbrenner (1997) plantea que las conexiones entre
diferentes contextos (mesosistemas), puede ser tan decisiva para el desarrollo, como lo que sucede en los entornos
inmediatos (microsistemas). 36 Las redes, las conformamos a través del lenguaje y de la interacción, en un contexto histórico, político y
económico determinado; de tal manera que deberíamos reflexionar acerca de cómo la calidad de la relación en cuanto
a la responsabilidad profesional está condicionada en la medida en que la forma de nuestro modelos teóricos, toman
en cuenta o no la distancia interpersonal generada por las diferencias de clase social, género o étnicas ( Moreno
2004: Pág. 260)
Al tratar el tema Resiliencia Comunitaria, eje central de la Teoría Latinoamericana de
Resiliencia, N. Suárez Ojeda, hace una descripción de la realidad de los países
latinoamericanos, que vale la pena rescatar. Contempla sus características histórico-
política-geográficas – y antecedentes de catástrofes de América Latina y el Caribe;
poniéndose énfasis en el aspecto socio-demográficos... “enormes montañas que
compiten con las más altas del mundo contrastan con inmensas llanuras y desiertos. El
río más caudaloso del planeta dista poco de áreas donde el agua es insuficiente para la
vida humana básica, poblacional caracterizada esencialmente por la disparidad y la
iniquidad. Siendo por su geografía proclive a sufrir catástrofes naturales (aludes,
maremotos, terremotos, tornados etc.).
En el plano socioeconómico, es considerado como el continente de la iniquidad.
... “En América Latina somos parte de la periferia de un capitalismo salvaje, que
concentra impúdicamente la riqueza en unos pocos y multiplica la extensión de la
pobreza”... (Melillo y Ojeda, 2002:69). Pese a tan sobrio panorama, rescata los ejemplos
de “comunidades resilientes” frente a innumerables catástrofes y desastres naturales.
Una de las críticas más extendidas que lleva a “resistir” el Enfoque aquí propuesto es
el de ser “funcional” al Capitalismo, pues busca compensar las “secuelas de la pobreza”.
Lo antes enunciado da cuenta que el cimiento donde se asienta la teoría latinoamericana
de Resiliencia Colectiva, se basa en un posicionamiento crítico respecto a la exacerbada
iniquidad social fruto del modelo de producción socio-económica. Cada uno de los
trabajos de investigación que fueron compilados para los últimos libros de los referentes
teóricos argentinos en esta teoría (Aldo Melillo y Suárez Ojeda)37
, comienazan su
introducción haciendo un diagnóstico social de los efectos de la pobreza.
Tercer Mito: ES UN CONCEPTO PROVENIENTE DE LA PSICOLOGÍA, NO
PUEDE SER TOMADO DESDE EL TRABAJO SOCIAL PUES IMPLICARÍA LA
“PSICOLOGIZACIÓN” DEL MISMO.
37
Melillo, A. y Suárez Ojeda, N. ( 2002 y 2008), en ambos compilan trabajos de investigación
adentrados en el enfoque de resiliencia. El primer libro se enfoca en la Resiliencia Comunitaria y el
segundo en una mirada más psicológica. Trabajan juntos en la Universidad de Lanas.
Si bien es un concepto transpolado de la física y es tomado por la psicología, el mayor
exponente del estudio de este concepto, Cyrulnik, contempla como prioritario el
aspecto “relacional”.
Esta categoría tiene como fin favorecer a los individuos, grupos y/o comunidades
vulnerables, por lo cual su intervención, competencia específica del trabajador social.
El criterio unificado acerca de la intervención contempla el trabajo Inter/trans
disciplinario motivo por el cual no puede estar ausente el trabajador social.
Los psicólogos que toman el concepto de resiliencia lo hacen desde el enfoque de la
“salud”, enfoque de promoción de salud y prevención de la enfermedad.
Melillo (2002:89 siendo psicólogo, al esgrimir fundamentos psicológicos en la
resiliencia enfatiza la relación del sujeto con su entorno “(...)”la resiliencia se
caracteriza por provenir básicamente de una relación significativa del sujeto con una,
dos o más figuras de su entorno, y no constituye un estado definitivo, es decir, se puede
estar más o menos resiliente de acuerdo con la situación que se vive y las condiciones
de su entorno”. Está claro que se prioriza al sujeto en relación con su medio, con “lo
social”, motivo por el cual, no habría argumento para ser descartado desde el trabajo
social.
Melillo recupera el aporte de Vanistendael, en su trabajo de 1992: “(…)”el concepto
de resiliencia y la posibilidad de su promoción tienen la virtud de una
transdisciplinariedad fructífera entre ámbito social y psicológico, y abren perspectivas
de trabajo e investigación en esta suerte de prevención primordial, mucho antes de la
emergencia de una patología o problema”... Con esto retoma la idea de “una suerte de
vacuna o escudo protector”; o sea con la promoción de los factores protectores y/o de
resiliencia se podrían evitar el surgimiento de enfermedades psicológicas y/o problemas
sociales.
Estas afirmaciones suelen provocar incredulidad; pero las investigaciones de los
trabajos de campo desde éste enfoque muestran como promoviendo los factores
protectores y de resiliencia y mitigando los factores de riesgo llegan a los resultados
esperables aún en casos de tragedias como son las adversidades tales como orfandad,
víctimas de guerra o catástrofes naturales (leer libros de Boris Cyrulnik).
Cuarto Mito: ES UN PLANTEAMIENTO LIMITADO, APLICA UNA LÓGICA
LINEAL IMPLICANDO UNA RELACIÓN CAUSA-EFECTO.
Este mito se basa en suposiciones sobre las cuales se afirma que los marcos teóricos
son reduccionistas, ya que se asientan sobre una relación causal (causa-efecto).
De ninguna manera el Enfoque de Resiliencia podría relacionarse con reduccionismo o
relaciones causales. Por el contrario, el mismo modelo de producción capitalista, lleva
implícito que los sectores marginados y excluidos verán restringido su futuro por las
adversidades inequívocas que deberán vivenciar. En este sentido el Modelo Médico
Tradicional da por sentado que algunos individuos padecerán algunos déficit, por el
hecho de haber sufrido a edades tempranas experiencias estresantes, dolorosas, ataques,
pérdidas significativas o traumáticas.
La Resiliencia esencialmente NO estigmatiza y menos a “los pobres”. En el seno
mismo de éste término está la certidumbre en la posibilidad de cambio y especialmente
la posibilidad de superación. Melillo (2002:23) testimonia... “aunque la pobreza no es
condición de vida aceptable, no impide el desarrollo de la resiliencia”(…) “la conducta
resiliente exige prepararse, vivir y aprender de las experiencias de adversidad”.Por lo
tanto no se “es” resiliente sino que se “está” más o menos resiliente. Esto da por el suelo
la “predestinación exitosa” por poseer determinadas cualidades personales.
Si bien las críticas en este sentido se iniciaron en la primera generación en la cual se
ponía énfasis en las cualidades personales innatas, lo que trajo aparejado prejuicios de la
índole relación causal: capacidades innatas=éxito, nada más reduccionista que este
“prejuicio”. En el polo contrario; las teorías lineales relacionaban causas (padres
ineficientes o “dañinos” con el pronóstico de niños con futuro “funesto”.
De lo que habla el Marco Teórico de Resiliencia visibilizan otras competencias tales
como el factor humano de “impredecibilidad”. Desde aquí se da cuenta que individuos
que han sufrido pobreza, violencia social y situaciones familiares caóticas y han sido
capaces de recuperarse y salir adelante.
Existen evidencias en los escritos de referentes teóricos que nos hablan no sólo del
factor “X” ( ya tratado en apartado anteriores), lo cual da cuenta del una variable
imposible de controlar o mensurar “el azar”; sino de la Resiliencia como “antidestino”.
Cyrulnik despliega esta teoría de la Resiliencia como estrategia de construcción del
propio destino, más allá de las predicciones basadas en diagnósticos de factores
protectores o de riesgo.
Por último, “El enfoque de resiliencia se propone contemplar la vida como un proceso
multifacético y no como un mecanismo determinista”. (Vanistandael, 1996).
Quinto Mito: ES UN CONCEPTO TRASPOLADO DE EEUU Y EUROPA, QUE
NO ES ADAPTABLE A LA SITUACIÓN LATINOAMERICANA.
Este concepto se gestó en Europa y fue transferido a EEUU.En América Latina, y
especialmente en Argentina, existen exponentes reconocidos por sus
trabajos/investigaciones y por haber reconceptualizado la categoría de análisis
Resiliencia Comunitaria.
El Dr. Suárez Ojeda pone en la “agenda” de organismos internacionales de salud (OPS
y OMS) el tema y la propuesta de intervención.
Los estudios y la aplicación de la R. han tenido una expansión marcada en la última
década. Si bien el mayor desarrollo inicial se produjo en los países desarrollados de
Europa y Norteamérica, a fines de la década pasada se intensificó su estudio y
aplicación en los países de “Tercer Mundo”.
El Dr Suárez Ojeda (2002:67, cuando describe la concepción latinoamericana,
latinoamericana, refuta de plano la desafortunada afirmación falaz.
“En el caso de América Latina, ha sido posible identificar numerosos proyectos
aplicables38
, algunos cuidadosamente evaluados, así como grupos de pensadores que
han llegado a elaborar la teoría latinoamericana de resiliencia, con enfoques más
adecuados a esta realidad social y con sus aportes sustantivos en el campo gnosológico
y pragmático del tema. Otro hecho significativo es que numerosas instituciones
(organizaciones no gubernamentales, universidades, ministerios y gobiernos) han
incorporado los principios de resiliencia. Hoy en día gran número de cursos y maestrías
para personal de salud y educación incluyen el tema de resiliencia entre sus contenidos”
El enfoque colectivo o comunitario de la resiliencia ha sido un aporte latinoamericano y
así lo reconocen incluso autores europeos de gran prestigio como Boris Cyrulnick,
Stefan Vanistandael.
38 La Fundación Van Leer, editó un libro sobre los cuarenta y cuatro proyectos de intervención a través de
Resiliencia en los que se incluyen estrategias e intervenciones basadas en la resiliencia. En términos de números, los
países que están aplicando, en mayor escala estos principios son Brasil (12), Perú ( 10), Argentina ( 6) y Chile (5).
Hoy podemos considerar a la resiliencia como "herramienta", de genuino cuño
latinoamericano, que puede ser utilizado, sin temor, en la lucha contra la pobreza y la
iniquidad.
Sexto Mito: EL CONCEPTO DE RESILIENCIA NO ES AVALADO POR
INSTITUCIONES DE RENOMBRE, NI POSEE MARCO LEGAL QUE LO
SUSTENTE.
En Argentina es un país referente no sólo en cuanto al estudio y capacitación en el tema
de Resiliencia;sino que oportunamente fue presentado un Proyecto de Ley en la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires para ser ejecutado especialmente en el ámbito de la salud
pública. El marco teórico de la misma está en consonancia con la Ley de Salud Mental.
Es de público conocimiento que los referentes teóricos más representativos, tales como
el Dr. Suárez Ojeda, la Dra. Mabel Munist y Melillo, siguen desarrollando una tarea
científica valorada a a nivel internacional . En sus comienzos han hecho aportes
significativos en la Organización Panamericana de la Salud, siendo no sólo pioneros en
la temática, sino desarrollando y construyendo teoría para Planes en el ámbito de la
salud comunitaria entre otros.
Actualmente realizan una tarea incansable en la Universidad Nacional de Lanús y
desde el CIER ( Centro Internacionales de Estudios de Resiliencia). Desde allí trabajan
en red tanto con otros centros internacionales de estudio del mismo tema, sino en forma
mancomunada con referentes internacionales de distintas partes del mundo.
Durante la reunión realizada en Nuevo México, convoca por la Universidad de
Colorado y organizada por William Frankeberg, la resiliencia fue el principal tema de la
discusión. A partir de esta reunión, el doctor Néstor Suárez Ojeda (argentino), asesor
regional en Salud Materno-Infantil de la Organización Panamericana de la Salud (OPS)
y de la Organización Mundial de la Salud (OMS), comenzó a trabajar en estrecha
colaboración con la doctora Edith Grotberg y el Civitan Center de la Universidad de
Alabama, que estaban desarrollando la investigación internacional sobre resiliencia.
Ulteriormente Suárez Ojeda se integró al Comité Científico como investigador y
participó en las reuniones que se realizaron en París, Lisboa y Gratz (Austria)
Hacia fines de 1995, la OPS, con sede en Washington, organizó el primer taller sobre
resiliencia, coordinado por el Dr. Suárez Ojeda y en el que participaron Grotberg,
Wollin y otros investigadores, consultores del Departamento de Promoción y
Prevención de la Salud.
Este taller tuvo el mérito de poner en la agenda de la OPS y la OMS el concepto de
resiliencia.
En marzo de 1997, En la Universidad Nacional de Lanús, Provincia de Buenos Aires,
se creó el CENTRO INTERNACIONAL DE INFORMACIÓN Y ESTUDIO DE LA
RESILIENCIA (CIER), dependiente del Departamento de Salud Comunitaria y
apoyado por la Fundación Bernard van Leer ( Holanda).
En el área metropolitana de Buenos Aires, el Centro de la Universidad Nacional de
Lanus CIER (Centro Internación de Estudio en Resiliencia en Universidad Nacional de
Lanas)y la Fundación S.E.S (Sustentabilidad, Educación y Solidaridad), son algunos de
los lugares con que se deben contar a la hora de trabajar en el tema de la resiliencia.
También se puede agregar la Asociación Civil, Fé y Alegría (de alcance regional
latinoamericano) con alianza estratégica con el Estado Nación y local, trabaja con
financiamiento privado y auspicio de Organismos Internacionales cuyo objetivo es la
educación de los sectores desfavorecidos a través del método participativo.
En lo que se refiere estrictamente al marco legal, cabe destacar que hubo intentos de
estructurar legalmente el Enfoque en cuestión. Si bien , fue redactado por referentes
argentinos en el momento en que el Enfoque de Resiliencia era “ vanguardista” era un
momento ideal por la contemporaneidad con la Ley de Salud Mental y el movimiento
mundial que tiende a la des-institucionalización y la recuperación de los principios de la
Salud Comunitaria. Insisto este Proyecto que pasó desapercibido, hubiera sido una gran
estrategia del Estado, un gran aporte a la crisis de la salud pública, pues rescataría todo
el potencial o capital humano, social como estandarte del cambio.
El PROYECTO DE LEY, que fue presentado en el Senado y Cámara de Diputados
de la Nación Argentina hacía referencia a la CREACIÓN DEL PROGRAMA
NACIONAL DE PROMOCIÓN DE LA RESILIENCIA. 29 de agosto del 2003 se
materializó en la Ley Nº 1441. sancionada el 26/08/04. Decreto Nº 1740 del 24/09/04.
BOCBA Nº 2038. (4/10/04).
Se describe una breve reseña de aquellos puntos que encuadran en el objetivo de este
trabajo, desmitificando la “esfera de resiliencia”.
ART. 1 Créase el Programa Nac. De Promoción de la R. Estará orientado a incorporar
en la ejecución de las Políticas Públicas prácticas que fomenten el desarrollo de las
capacidades resilientes de la población infantil y adolescente, en especial la afectada por
las situaciones individuales o colectivas adversas.
ART. 2 A los fines de esta Ley, se entiende por:
1) Resiliencia : es la capacidad de los seres humanos que permite al individuo, grupo
comunidad minimizar o sobreponerse a los efectos nocivos de las condiciones psico-
sociales desfavorables y construir, incluso en el contexto de situaciones adversas.
2) Promoción de Resiliencia: implementación de un enfoque multidisciplinario
preventivo para desde la actuación de los agentes y operadores comunitarios de las
políticas públicas de educación, sociales y de salud, fomentar en la población infantil y
adolescente el conjunto de aptitudes que facilitan un proceso de crecimiento y desarrollo
personal y comunitario sano.
ART. 3: El Programa tiene como objetivos:
a-Fortalecer la conciencia de operatividad de los derechos del niño y adolescente,
con participación de sus entornos sociales y afectivos, fomentando la capacidad de
evolución hacia un desarrollo sano aún en medio de situaciones adversas.
b- Mejorar la calidad de vida de las poblaciones excluidas del desarrollo económico
y social, a través de la recuperación y fortalecimiento de las capacidades del niño y
del adolescente, así como de las familias y las comunidades..
a. Realizar la capacitación y actualización de los educadores, profesionales y
técnicos de la salud, psicólogos, trabajadores sociales y demás operadores
comunitarios, para su desempeño adecuado en la promoción de resiliencia y la
correcta identificación de los Factores de Riesgo, Factores Protectores y Fuentes
de Resiliencia, en los ámbitos donde cada uno de los operadores desempeña su
tarea.
Se transcribió los objetivos de la Ley, respetando su ordenamiento y
fundamentación. Intentaremos enriquecer este punto. Cabe destacar que el Enfoque de
Resiliencia, sostenido dentro del marco teórico del Paradigma de Resiliencia, es
incomensurable, no sólo en los campos de aplicación o intervención (educación, salud,
infancia y adolescencia, catástrofes naturales, violencia, penitenciarías etc) sino en lo
que respecta a la investigación ( teórica-práctica), y la capacitación y formación de
profesionales, actores sociales, funcionarios públicos y los propios protagonistas. En lo
personal, considero que para materializar los aportes del Enfoque de Resiliencia,
requiere un complejo poder de gestión inter-institucional y compromiso político.
Los proyectos de ley o las propias leyes no tienen valor; sino en su propia aplicación; si
bien en esta área específica es sumamente difícil aplicar los aportes teóricos en las
distintas instancias de la gestión pública; podemos ratificar que en nuestro país entre la
aprobación de las leyes y el control de su ejecución, “existe un abismo insondable”.
ART. 6: La ejecución de la presente Ley salvaguardará en toda instancia la satisfacción
del interés superior del niño en pleno goce de sus derechos y garantías, con eje rector
para la interpretación de la Convención Internacional de lo s Derechos del Niño, Ley
23.849.
ART. 9. Son funciones de la COMISION TÉCNICA INTERDISCIPLINARIA:
2) Realizar la capacitación y actualización especializada de educadores, trabajadores
sociales, psicólogos, médicos ..
2-2 Organizar una red social y de pertenencia conformada por establecimientos
educativos, sanitarios, de seguridad social, con participación de la sociedad civil a
través de ONG´s, que aporten ayuda al individuo resiliente y su grupo.
2-4-Desarrollar la investigación de la temática.
ART. 10- Los Programas y Subprogramas de capacitación ya existentes en la Secretaría
de Educación, de Salud y Desarrollo Social, que tengan como beneficiarios directos o
indirectos a los niños o adolescentes incluidos en los alcances de la presente Ley, son
readecuados, redimensionados por la autoridad correspondiente para el cumplimiento en
forma progresiva.
ART. 11- la autoridad de aplicación de la presente Ley es la Secretaría de Educación ,
que coordina su actuación con las Secretarías de Salud y de Desarrollo Social y el
Consejo de las Niñas, Niños y Adolescentes.
Séptimo Mito: EL CONCEPTO NO ESTÁ AVALADO POR CONOCIMIENTO
CIENTÍFICO.
El Enfoque de Resiliencia surge a partir de los esfuerzos por entender las causas y la
evolución de la psicopatología. Estos estudios demostraron que existían niños que no
desarrollaban problemas psicológicos o de adaptación social pese a las predicciones de
investigadores (Masten 1999 /2001y Groteberg. El primer paso fue asumir que estos
niños se adaptaban positivamente debido a que eran "invulnerables"(Koupernik,A, en
Rutter 1991), es decir, podían "resistir" al estrés y la adversidad.
Junto con el concepto de resiliencia surgió la primera generación de investigadores
cuyo interés era descubrir aquellos factores protectores que están en la base de esa
adaptación positiva en los niños que viven en condiciones de adversidad (Kaplan,
1999).
Una segunda generación de investigadores expandió el tema de resiliencia con dos
aspectos de la noción; proceso, implica la dinámica entre factores de riesgo y de
resiliencia, superando la adversidad y modelos para promover resiliencia en forma
efectiva a nivel de programas sociales.
Estudios de la “primera generación”
Como hemos dicho en apartados anteriores y no es menor este punto, puesto que estos
dos momentos de la evolución conceptual, no son antagónicos; sino por el contrario se
complementan; más aún, la primera generación marcó las bases a las que debemos
volver en una espiral dialéctica que requiere un permanente beed-back de construcción
conceptual en proceso inacabado.
El foco de la investigación se desplaza de un interés en cualidades "personales" que
permitían superar las “adversidades” hacia un mayor interés en estudiar los factores
externos al individuo y la necesariedad de la interacción.
La primera, que comienza a principios de los 70, se formula la pregunta: entre los
niños que viven en riesgo social, ¿Qué distingue a aquellos niños que se adaptan
positivamente, de aquellos niños que NO se adaptan a la sociedad? ( Luthan, 1993 y
Kaplan, 1999).Un hito en ésta generación es el estudio longitudinal de Emmy Werner y
Ruth Smith (1992 en Hawai).
Los primeros proyectos de investigaciones estaban focalizados en la relación existente
entre padres que vivían en situación de pobreza o que padecían problemas patológicos y
sus hijos; es más, estaba implícito una cierta tendencia “casi inevitable” de repetir
modelos o patrones familiares, salvo las excepciones de las “personas resilientes”.
El punto de partida del concepto de resiliencia fue el descubrimiento de E. Werner
durante un estudio de epidemiología social realizado en la isla de Hawai, donde siguió
durante treinta y dos años el desarrollo de vida de una cohorte de quinientas personas
aproximadamente, sometidas a condiciones de vida signadas por la pobreza extrema. A
pesar de las situaciones de riesgo a las que estaban expuestos muchos niños, observaban
que lograban sobreponerse a las adversidades. La mirada estaba puesta en descubrir las
características personales innatas, auténticas de aquellos individuos que lograban
superar la adversidad y salir fortalecidos. De allí el anhelo de propiciar la emergencia
de aquellas cualidades por lo que numerosos investigadores del Norte del mundo
plantearon la necesidad de promover las características sanas y protectoras de los
sujetos, todavía inconexas del medio y el macrosistema.
Investigaciones de la “segunda generación”:
La segunda generación de investigadores, comenzó a publicar a mediados de 1990. El
foco de investigación de esta segunda generación retoma el interés de la primera en
inferir qué factores están presentes en aquellos individuos de alto riesgo social que se
adaptan positivamente a la sociedad.
Dos investigadores pioneros en la noción dinámica de la resiliencia fueron Michel
Rutter (1991), quien propuso el concepto de mecanismos protectores, y Edith Grotberg,
quien propuso el concepto, que está detrás del Proyecto Internacional de resiliencia
(P.I.R)
M. Rutter ( 1991, en Infante, 1997:16) entiende Resiliencia como "una respuesta
global en la que se ponen en juego los mecanismos de protección, entendiendo por
estos, no la valencia contraria a los factores de riesgo, sino aquella dinámica que
permite al individuo, salir fortalecido de la adversidad, en cada situación específica y
respetando las características personales".
Edith Grotberg fue pionera en la noción dinámica de la resiliencia ya que en su estudio
P.I.R (Proyecto Internacional de Resiliencia) define que la resiliencia requiere de tres
niveles diferentes: soporte social (yo tengo), habilidades (yo puedo) y fortaleza interna
(yo soy, yo estoy). De ésta forma, a pesar de organizar los factores de resiliencia en un
modelo triádico, incorpora como dinámica esencial la dinámica e interacción entre estos
factores. El estudio internacional de resiliencia (Grotberg, 1999) marcó un cambio
importante en la medición de la misma, ya que ayudó a formalizar los hallazgos previos.
Este proyecto consistió en determinar cómo los niños se habían transformado en
resilientes. Estos estudios fueron la base para el desarrollo de una Guía de promoción
de resiliencia en niños, Fortaleciendo el espíritu Humano (Grotberg , 1995), trabajo
que el colega Ojeda tradujo al español.
En ésta segunda generación se entiende resiliencia como proceso dinámico donde
las influencias del ambiente y el individuo interactúan en una relación recíproca que
permite a la persona adaptarse a pesar de la adversidad , como afirman Luthar y
Cushing (1999).
Melillo (2002:15,16) analiza y recupera un importante aporte para la hipótesis que guía
el presente trabajo, cuando afirma que la gran mayoría de investigadores pertenecientes
a esta generación podrían adscribirse al modelo ecológico transaccional de resiliencia,
el cual tiene sus bases en el modelo ecológico de Bronfenbrenner (1981). La perspectiva
que guía este modelo es que el individuo se halla inmerso en una ecología determinada
por diferentes niveles que interactúan entre sí, ejerciendo una influencia directa en su
desarrollo humano. Los niveles que conforman el marco ecológico son: el individual,
el familiar, el comunitario y el vinculado a los servicios sociales, y el cultural, vinculado
a los valores sociales.
En síntesis, existe un acuerdo explícito entre los expertos, que existen dos generaciones
de investigadores (Masten, 1999; Luthar y otros, 2000; Luthar y Cushing, 1999;
Kaplan, 1999); así como existen dos senderos interpretativos: uno genetista
individualista, constata la existencia de personas resilientes entre aquellas sometidas a
la adversidad de la pobreza y los riesgos, quienes por "eso" adquieren el "derecho" a
salvarse y enfatiza su capacidad de “adaptación positiva" a las condiciones de vida
adversas; el otro enfoque, basado en las características de la imprescindible interacción
con los otros seres humanos para el desarrollo de los sujetos, reclama el abordaje del
problema desde la más temprana edad, directamente con los sujetos o a través de sus
padres, educadores, cuidadores, miembros del equipo de salud, para lograr el
desenvolvimiento de un sujeto sano, en una familia recuperada, si es posible, en una
comunidad interesada y volcada hacia una misma política. Aquí aparece la idea que
abarca al individuo en su ecología vital: familia, comunidad, cultura.
En ésta última esta etapa se acuñan conceptos muy vigentes en los ámbitos de salud y
educación. De ésta manera, la resiliencia es efectiva no sólo para enfrentar
adversidades, enfrentar estresares (como una nueva acepción de las clásicas
adversidades) sino también para la promoción de salud mental-emocional y promover la
calidad de vida.
Octavo Mito:ES UN " MODA" Y COMO TAL PRETENDE IMPONERSE.
El “Paradigma tradicional”
Ha habido tendencias que determinaron modos y perspectivas del pensamiento durante
mucho tiempo, como es poner el foco sobre déficit, desviaciones, anomalías y
enfermedades. Aun cuando intentamos ampliar y expandir los componentes de nuestros
modelos explicativos de salud mental, continuamos deteniendo nuestra mirada sobre lo
que se nos presenta como déficit, lo que no funciona bien.
Así es que los déficit, lo negativo, la enfermedad, las fallas, los problemas, los fracasos,
nos han sesgado la mirada y hasta nos han hecho considerar, personas en sus aspectos
más reducidos.
La mirada tradicional se ha focalizado en el trauma, el daño, los problemas, las
limitaciones, las carencias y las “desviaciones”; con el objetivo de elaborar complejos
diagnósticos con el afán de establecer relaciones entre causas y consecuencias
predecibles; aún más intentando corregir desviaciones ( comparando con el parámetro
de “normalidad”).
Lo mismo ocurre con las familias, las instituciones, las culturas. Los modelos de déficit
se han instaurado en el centro de los paradigma médico-psiquiátrico -psicológico-
social y nos inducen a pensar pronósticos reductores y negativos. Los modelos de
déficit niegan las capacidades de quienes protagonizan sufrimientos, pasivos
receptores de esas soluciones, en lugar de ser quienes activamente propongan lo más
adecuado a sus propias necesidades.
Un nuevo paradigma, una incipiente esperanza
Ravazzola (2002:103) nos ayuda a contextualizar en Argentina el surgimiento del
Paradigma en cuestión enfatizando la relación del mismo a partir del esfuerzo por
entender las causas y la evolución de la psicopatología. Han sido escasos los intentos de
incorporar otras pautas a los servicios hospitalarios, así como también han sido escasos
los esfuerzos por incorporar ese tipo de pautas a las políticas de salud mental. Pero la
necesidad de dar respuesta a los problemas graves mencionados (alcoholismo,
drogadicción, violencia familiar y social, trastornos graves de conducta), problemas de
visibilidad creciente, ha llevado poco a poco, en los últimos diez años, a la creación de
agencias gubernamentales y no gubernamentales a abordar estos problemas, muchos de
ellos con enfoques que trascienden las teorías psicológicas centrales, incorporan
aspectos de los enfoques comunitarios e investigan sobre modalidades innovadoras.
Un concepto que aporta este nuevo campo de indagación teórica- y que resulta vital para
orientar la práctica profesional y habilitar acciones fructíferas- es la noción de
construcción social; podemos de-construir y redefinir nuevos contextos de género, la
familia, los roles de padres y madres, el amor, los contratos matrimoniales, la historia
individual y colectiva, la vida cotidiana, y tantos otros temas que condicionan
emociones y conductas. También podemos tomar conciencia de las tendencias que
sostienen nuestros propios discursos y generar y cuidar un lenguaje que ayude a
producir debates y conversaciones liberadoras... Éstos integran el conjunto en los que
se apoyan las competencias y recursos y se deja así de poner énfasis en los problemas y
fallas, propio de los modelos de déficit.
Habíamos mencionado cómo la visualización y la difusión de la noción de las
resiliencias (atribuidas tanto a individuos como a grupos sociales) producen ese efecto
de cambio paradigmático, proponiendo un lenguaje y una forma capaz de convocar a
profesionales de la salud mental de diferentes orientaciones. A partir del surgimiento de
esa noción, se abre la posibilidad de que los operadores investiguen las capacidades
que pueden desplegar los miembros de cada familia con la que se ponen en contacto,
en lugar de designarlos como "patológicos" o de responsabilizarlos totalmente por
problemas que presentan.
Melillo (2002: 126) rescata a Bronfenbrennen cuando dice que también podemos
pensar que los rasgos positivos descriptos como "propios" de algunos individuos son
favorecidos por algunas interacciones y dificultados por otras, y que por lo tanto es
posible contribuir a construir las resiliencias según concepciones sistémico -ecológicas,
evolutivas y contextuales desde los distintos grupos sociales e instituciones de la
comunidad. "Cabe considerar a la familia, el grupo de pares, la escuela, el lugar de
trabajo o los sistemas sociales amplios, nichos contextuales para la competencia
social".
Por último, el enfoque aquí tratado nos propone el desafío de superar los paradigmas
tradicionales en cuanto a la forma de abordar los problemas y sufrimientos humanos.
Tiempo de cambios, una “bisagra” entre viejos y nuevos paradigmas.
Sólo nos damos cuenta de estas tendencias cuando afortunadamente nos topamos con
algún paradigma nuevo, que revea los aspectos repetitivos, aquellos que nos conducen
a "mordernos la cola", lo que resulta circular y limitado respectonde algún modo de
pensar hasta el momento más habitual, y de esta manera nos rescata para realizar
nuevos esfuerzos y exploraciones que abran otros horizontes y habiliten más opciones
para nuestro quehacer.
Frecuentemente se habla del concepto de resiliencia en términos de un cambio de
perspectiva que, al ocuparse de aquellos factores que funcionan como promotores de
salud, puso en cuestión el enfoque anterior centrado en los factores de riesgo. Hay
bastantes razones como para afirmar que la propuesta novedosa que encierra el concepto
de resiliencia va más allá de los que supondría un mero cambio de signo, según el cual
podría considerarse a los enfoques de resiliencia y de riesgo como dentro de un mismo
orden de hechos. porque el enfoque centrado en la noción de riesgo pertenece al ámbito
biomédico,mientras que la resiliencia incursiona ambiciosamente en terrenos diferentes
de acontecer humano, de modo tal que temáticas referidas a la subjetividad, dentro de
las cuales la creatividad ocupa un lugar importante, hacen a su campo de interés y a su
territorio conceptual.
El concepto de resiliencia surge del fracaso de las predicciones provenientes de modelos
de riesgo, pero las explicaciones o respuestas aportan para dar cuenta de los resultados
inesperados no pertenecientes en general al ámbito de ciencias naturales.
Melillo y Ojeda ( 2002:226-228) toman el trabajo de Estametti, a la hora de analizar el
cambio de paradigma, hablamos de revertir el tradicional, ampliar nuestra área de
percepción, nuestra capacidad de pensamiento creativo, para diseñar estrategias
innovadoras que involucren a todos los sectores de la comunidad, es una manera de
entender las demandas crecientes y cualitativamente variables. Define el cambio de
paradigma significa adoptar una opción de reinterpretar la enfermedad, poner el acento
en la salud y el desarrollo y elaborar estrategias de intervención comunitaria bajo la
orientación y supervisión de especialistas.
La conclusión pretende responder a la inquietud que incentivó la desmitificación de la
resiliencia y abrir el debate desde el trabajo social, respecto a reflexionar sobre la
intervención en el marco del nuevo paradigma.
Por último, el enfoque de resiliencia presenta un cambio de paradigma que incluye el
pasaje del modelo médico tradicional, centrado en a debilidad y la enfermedad, a otra
perspectiva que incluye, además, la capacidad de afronte, la estimulación de
potencialidades, la consideración de la esperanza, como componente indispensable en el
desarrollo de las personas; en suma del pasaje del modelo de riesgo al modelo de
desafío.
A continuación esbozo algunas afirmaciones que tienen sustento en la argumentación
previa.
Razones para incorporar resiliencia en Trabajo Social:
1) Contempla al individuo multidimensionalmente en su contexto inmediato y mediato,
en el marco de la globalización y con sus múltiples determinaciones políticas,
económicas, sociales y culturales.
2) Recupera las capacidades, potencialidades y estrategias de supervivencia, poniendo
énfasis en los recursos, materiales, humanos o simbólicos existentes rompiendo con la
omnipotencia de los profesionales.
3) Pretende superar los tradicionales modelos de intervención en los que el poder se
centra en el profesional y/o instituciones y; por el contrario, reivindica la dignidad, el
protagonismo y la condición de ciudadano.
4) Tiende a combatir al asistencialismo, librando de la impotencia ante su situación a la
persona que requiere nuestra intervención profesional.
5) Propone estrategias de intervención concretas y no se queda en el mero análisis
teórico, academicista, crítico e ideológico, aunque indispensable y requiere de
mediaciones para efectivizarse en acciones concretas.
6) Busca transformar positivamente el proyecto societario, teniendo como objetivo
desde el análisis a los proyectos aplicables hasta recuperar los valores y las fortalezas de
los sujetos/grupos o comunidades de intervención.
8) Sabiendo que para la intervención es necesario un diagnóstico, este paradigma nos
enseña a ejecutar, con una visión “optimista”, cómo podemos hacer real un cambio
beneficioso en la realidad concreta.
9) No deberíamos descartarlo " a priori" por “fanatismos ideológicos”; sino por le
contrario, se deben explicitar los posicionamientos ideológicos o proyecto ético-
político, que sustenta los discursos y acciones de los profesionales que trabajan con
éste paradigma.
10) Contempla en la esencia del concepto, los derechos humanos y las políticas
sociales, dos categorías intrínsecas del trabajo social.
11) Existe un marco legal, que explicita la necesaria participación de los trabajadores
sociales en los equipos transdisciplinarios.
12) Nos obliga a reflexionar sobre el cambio de paradigma que nos urge al enfrentar
problemáticas, tales como, discapacidad, salud pública, salud mental, gerontología,
niñez, adolescencia, encierro (cárcel) etcétera.
13) El Paradigma de resiliencia, estudia y profundiza categorías de análisis propios del
trabajo social, tales como infancia, actores vulnerables, políticas públicas, calidad de
vida, derechos humanos, salud, educación, desarrollo social, redes, prevención,
promoción, participación, familia, niñez-adolescencia, Modelo Ecológico,
inter./multi/transdisciplina .
Retomo parafraseando y, a modo de conclusión, en este punto algunas ideas esbozadas
por la académica de peso y vanguardia, M. Iamammoto39
, ya enunciadas en la
introducción: sin ser un "positivismo" ingenuo, nos devuelve la "esperanza" de poder
transformar esta realidad como ciudadanos y/o profesionales, orientados por un
proyecto societario y colectivo (profesional).Partiendo de la base, que aunque antecede
y pre-exite a nuestro análisis, es susceptible de ser transformada.
Desde el materialismo dialéctico, nos da la certeza que desde nuestras praxis
profesionales (concientes, críticas, reflexivas, creadoras, creativas, constituivas)
estaremos construyendo ciudadanía y materializando un proyecto societario, desde una
lógica de derechos reivindicados y efectivizados, de equidad, como resistencia a la
lógica de mercado hegemónica.
Compartimos la convicción de Marilda "el futuro depende de nosotros".Es una
construcción histórica, y “no dada, es nuestro desafío", no obviar, ni limitarnos a
nuestra responsabilidad como "intelectuales orgánicos", sino también visibilizar las
formas de sobrevivencia y "resistencia" de los sectores subalternos, preexistentes, como
vías alternativas.
39 IAMAMOTTO, Marilda. (1998) O SERVIÇO SOCIAL NA CONTEMPORANEIDADE: TRABALHO
E FORMAÇÃO PROFISSIONAL. São Paulo, Cortez, 1998.
CAPÍTULO III
Desafío Contemporáneo del Trabajo Social.
INTRODUCCIÓN
Para comenzar este apartado es necesario profundizar dos premisas, con el fin de no
perder la coherencia discursiva ni el hilo conductor, que se basa en la intrínseca y
compleja trama entre los conceptos ordenadores (C.O)40
, tales como políticas públicas
(PP), políticas sociales (PS), derechos y cuestión social (CS), que se fueron desplegando
en torno a la problemática social de discapacidad.
Históricamente, el T.S. fue considerado una disciplina, que se encuentra
instrínsecamente ligada al hacer, es decir, a la práctica. Ha sido estigmatizada como una
sub-disciplina que depende de otras ciencias, de las cuales toma los respectivos marcos
teóricos (psicología, sociología, antropología, etcétera).
En sus comienzos, la formación profesional se restringía a una tecnicatura (cuya
formación era terciaria y no universitaria, por lo que no se podía hablar de profesión).
En su evolución se han evidenciado grandes logros; aunque para muchos todavía no se
haya independizado, es irrefutable que sea considerada ciencia a la luz de la variada,
amplia y profusa producción teórica.. Es inevitable la conjugación con distintas
disciplinas y ciencias sociales, pues están y deben estar amalgamadas, ya que comparten
un mismo objeto de estudio: comportamiento humano. Dada la complejidad humana, su
estudio requiere de una casi infinita gama de perspectivas de estudios, todas ellas
interdependientes. Por este motivo, es evidente que, si bien el estudio sobre resiliencia
proviene de la Psicología, tiene la misma misión que el TS : en esencia, superar o
mitigar problemas sociales, que van en detrimento de la calidad de vida y los derechos
de las personas; no podemos dejar de reconocerlo, más allá del posicionamiento político
ideológico de cada uno.
40
No es el objetivo de este trabajo profundizar teóricamente en cada uno de los conceptos ordenadores, ni
debatir epistemológicamente acerca de los mismos, o buscar su raigambre ideológica, para ponerme en algún
extremo; esto trae aparejadas imprecisiones metodológicas. Sólo intentamos aproximaciones a conceptos
amplios y dinámicos, a modo de constructores sociales que se van amalgamando en un espiral de conocimientos
que se construye dinámica e indefinidamente.
Partimos de la base de que práctica y teoría están indisolublemente ligadas. No
pueden ir en vías paralelas; por el contrario, se retroalimentan mutuamente. Si la teoría
surge de la abstracción especulativa o del idealismo (hegeliano), difícilmente sea útil o
transferible a la práctica cotidiana y al quehacer profesional. En el polo opuesto, la
práctica deberá ser consciente y fundada en una teoría, que le dé sustento. Por lo tanto,
no podemos descartar a la resiliencia sin haber experimentado y probado su teoría.
Continuando con el hilo conductor, que nos lleva a proponer el Enfoque de
Resiliencia como un desafío para el Trabajo Social para el abordaje de la problemática
de la discapacidad, es indispensable volver al aporte teórico de M. Iamammoto en su
libro El Trabajo Social Contemporáneo no fue sólo un disparador a la hora de
fundamentar la importancia de considerar la perspectiva de resiliencia como
instrumento mediador de su propuesta, sino que también a lo largo de mi formación
profesional han sido las palabras esperanzadoras que me motivaron a tener la
convicción de que siempre hay una posibilidad de cambio, por más inquebrantable,
burocrático o perverso que sea el sistema.
Cuando la autora se propone repensar la contemporaneidad de la profesión, nos
habla de la necesidad de construir proyectos profesionales como consecuencia de una
formación profesional sintonizada con los nuevos tiempos, tomando como punto de
partida la concepción de la cuestión social contemporánea (CSC). 41
Cabe aclarar que muchas de las categorías de análisis propias del TS, tales como
derechos, ciudadanía y cuestión social, fueron abordadas anteriormente, en el capítulo
I, que se refiere a la problemática social de discapacidad. Esto conlleva algunas
salvedades, a saber: en el abordaje teórico se buscó solidez y coherencia desde el
posicionamiento ético y político partiendo de un ciudadano portador de derechos y
capaz de construir y materializar un proyecto societario.
Por otro lado, hemos anticipado que no consideramos que la CS sea contemporánea,
sino que –coincidiendo con Netto- es esencialmente la misma, es inherente a la
contradicción existente entre capital y trabajo, con cambios externos en sus distintas
expresiones. A modo de ejemplo, podemos citar los cambios del mercado de trabajo,
41
Esta expresión es la de las desigualdades que el capitalismo adquiere en los procesos de producción, los cuales son
cada vez más colectivos y la apropiación de sus producto es cada vez más individual, dándose una mayor
concentración del producto en menos manos. En una sociedad cada vez más individualista, el ser humano es cada vez
más dependiente para reproducirse material y socialmente.
debiendo adecuarse el trabajo profesional en el proceso de inserción recorriendo
nuevos caminos éticos y políticos.
Me detengo en este punto para fundamentar el posible motivo por el cual creo que
este ensayo teórico puede ser un aporte significativo tanto para alumnos como para
futuros colegas. Es necesario reconocer que en el plan de estudios de esta carrera, la
Universidad presenta falencias en la formación, lo que restringe la inserción
profesional en la problemática de discapacidad. Practicamente se contempla a este
grupo, vulnerable y vulnerado en su condición ideal de ciudadanos, ni desde la
minoridad, la familia, las políticas sociales, o el trabajo social; por ende, torna invisible
un problema social, un grupo social que en realidad debería ser objeto de nuestras
intervenciones profesionales. ¿No deja traslucir ésto la reproducción de un modelo de
acumulación que excluye y cercena la condición de sujeto de derecho a los no
productivos? Aquí cabe hacer una salvedad: estamos de acuerdo con que no existe un
TS específico para discapacidad, sino que es uno solo, con distintas aplicaciones. Sin
embargo, para trabajar en este problema, como en cualquier otro, es necesario conocerlo
en profundidad, visualizarlo, ser sensible y conciente de sus peculiaridades para poder
mitigarlo.
Por otro lado, al desconsiderar a la resiliencia como nuevo paradigma en las áreas de
educación, salud, prevención, intervención en problema de la niñez y adolescencia, en el
diseño de políticas sociales, gestión, etcétera, ¿no se está restringiendo el campo de
acción de los futuros egresados? Es más, ¿no se está induciendo a un posicionamiento
ideológico, alineando hacia el marxismo, en lugar de generar espíritu crítico con
competencia para la intervención eficaz en los problemas sociales?
Desde el comienzo de mi formación en esta Alta Casa de Estudios, el discurso de M.
Iamammoto dejó huella y estará presente en cada una de mis reflexiones,
especialmente cuando ella nos desafía a formular propuestas con actitud positiva,
flexible, mediadora y negociadora.
Es necesario visualizar y reivindicar las estrategias de supervivencia y resistencia de
los sectores subalternos, anticipando tendencias y enriqueciéndolas con actitud
"propositiva", que será el germen de posibles transformaciones.
Con dichas reflexiones, habrá que exhortar a los trabajadores sociales. Lo digo en
especial por mi propio trabajo reflexivo previo a la intervención, para no caer en
posiciones extremas que descalifiquen otras formas de pensar, reflexionar o intervenir.
No deberíamos caer en la tentación de los integrismos ideológicos, que cercenen no sólo
nuestras formas de pensar y actuar, sino incluso de ver campos de investigación.
Podría ir más allá y decir, intuitivamente, que estos temas no tienen quórum para
ser investigados, difundidos y/o publicados, pues en el ámbito académico se hacen
declamaciones desde el materialismo dialéctico y se profundiza en la investigación
cualitativa, pero a la hora de abrir y bucear en los océanos insondables del
conocimiento, muchos académicos se sienten más a gusto con aquellas afirmaciones que
están demostradas empíricamente, por métodos cuantitativos y bajo la consabida
epistemología positivista.
Por el contrario, el paradigma de resiliencia es cualitativo y plantea lo impredecible
del destino humano. ¿No es coherente con el discurso de la no estigmatización, el hecho
de despojarnos de prejuicios y de recuperar los discursos, significados y significantes de
los distintos actores sociales? ¿No es inherente al trabajo con seres humanos y, por
ende, propio de las ciencias sociales, en las que nos encontramos inmersos?.
A esta altura del desarrollo discursivo, es útil recordar que la perspectiva teórica,
inherente al Trabajo Social, está anclada en el materialismo dialéctico, por considerar
que la profesión no sólo se dedica a estudiar la realidad sino a intervenir y actuar sobre
ella, transformándola desde el compromiso ético con los sectores excluídos,
marginados, vulnerables y vulnerados de la sociedad, a través de proyectos que se
“adelanten a la demanda” y trasciendan el contexto institucional, haciendo uso de su
autonomía profesional, en el marco del neoliberalismo en el que se inscribe.
Tanto los “espacios de indefinición científica”, que otrora (en la
Reconceptualización), fueran objeto de debate académico, como el cuestionamiento
del grado de “funcionalidad” en el ejercicio de las Políticas Sociales, desde una
perspectiva dialéctica se presenta la posibilidad de construcción social y praxis
transformadoras, tomando como bandera la investigación y la necesidad imperiosa de
trascender el mero pragmatismo.
Por último, creemos que a esta altura es obsoleto el planteo de la necesidad de
justificación de los requerimientos propios del positivismo, acerca de cientificidad que
de sustento a nuestra profesión.
Definitivamente, para superar la cuestión de “profesionalidad” del trabajo social cuando
estamos interviniendo desde un posicionamiento que trasciende la mera operatividad
nos nutrimos con sustento teóricos y nos apropiamos de la investigación como una
estrategia metodológica que no la circunscribimos a una elite academicista.
Para concluir, M. Iamamoto nos plantea: "Uno de los mayores desafíos que el
trabajador social vive en el presente es desarrollar su capacidad de descifrar la
realidad y construir propuestas de trabajos creativas y capaces de preservar y
efectivizar derechos, a partir de demandas emergentes en el cotidiano. En fin, un
profesional propositivo y no sólo ejecutivo". (1998:20)
1-Modelo sistémico-ecológico
De acuerdo con la definición de Bateson (1993) se plantea que la vida psíquica
de una persona puede entenderse como el resultado de organización individual de la
experiencia relacional. Los sentidos y el lenguaje son sus bases instrumentales. La
unidad de supervivencia es el organismo en un ambiente.
El concepto de sistema, de manera muy esquemática, nos remite a la conexión
entre las partes, que está sujeta a reglas que hacen que la pauta de interacción se repita.
Dicha interacción es de orden circular, es decir, cada uno de los polos de la relación es,
a la vez, estímulo y respuesta donde existe un inter-juego entre la estabilidad (repetición
de las pautas conocidas) y el cambio (conservar, desechar y/o crear pautas alternativas).
Desde esta perspectiva, la familia es un tipo de sistema, con una estructura que
puede definirse como un conjunto de pautas de interacción gobernadas por reglas
implícitas.
Las afiliaciones, jerarquías, tensiones y su particular modo de resolución
confieren una significación especial a la relación, en tanto definen las expectativas
recíprocas, los límites, lo permitido y lo prohibido. Las cualidades del individuo, la
formación de la imagen de sí mismo y su conducta, están determinadas, en parte, por su
particular posición dentro de la familia.
Así, la familia cumple una función difícilmente sustituible como lugar creador
de identidad y de modelos que tienden a transmitirse.
Por otra parte, la familia es una pequeña sociedad con recursos a veces
inexplorados, que están conectados con la posibilidad de cambiar ciertas relaciones,
ofreciendo a los miembros de la familia otras posiciones y, con ellas, nuevas y
diferentes opciones de acción.
J. Bowlby (1996) plantea que el principio clave es poder convocar al grupo a un
encuentro conjunto. De este modo, se ven las pautas de interacción y los círculos
viciosos y virtuosos; además, si se obtiene el permiso de la familia, es posible realizar
intervenciones más directas con el grupo familiar.
Para Bowlby, el objetivo consiste en ayudar a cada uno de los miembros a
observar el problema desde perspectivas diferentes. Desde la neutralidad, el profesional
intenta introducir información diferente que ayuda a resolver el problema desde otros
ángulos y/o favorecer cursos de acción distintos de los ya intentados.
Bronfenbrenner (1987) hace referencia al mesosistema. Su riqueza depende de
los lazos relacionales que se creen y de su riqueza. El desarrollo humano se ve
influenciada por las amenazas u oportunidades familiares. En este sentido, D. Renal
(1998) plantea que cada una de las partes debería ser portavoz de una realidad: los
padres podrían traer a la escuela la voz del trato más individualizado y de las
necesidades efectivas más personalizadas. El maestro debería ser la voz objetiva de una
realidad más inmediata y de la exigencia de una vida colectiva. Ambos aspectos no
deben contraponerse, sino que deberían complementarse.
Para poder complementarse con el otro, es necesario crear una relación de
calidad; ante todo, es preciso contar con un lugar de respeto a los padres, entendiendo
que la familia es la red de sostén más importante para el crecimiento y desarrollo del
niño. A su vez, dicha red debe ser sostenida por otras que posibiliten el apoyo social.
Las redes se conforman a través de la interacción y del lenguaje, en un contexto
histórico, político y económico determinado; por lo tanto, deberíamos reflexionar acerca
de la calidad de la relación, en cuanto la responsabilidad profesional está condicionada
por la forma en que nuestros modelos teóricos toman en cuenta, o no, la distancia
interpersonal generada por las diferencias de clase social, género o etnias.
Carlos Eroles, respetado y reconocido tanto del TS como de las luchas por la
reivindicación de los derechos de las personas con discapacidad, y siempre
vanguardista, se adelanta y propone una reivindicación del protagonismo de los propios
interesados en la problemática. Siendo él un defensor teórico del modelo ecológico y el
enfoque social como herramienta profesional para abordar la problemática en cuestión,
y también un interesado directo (él mismo padecía una discapacidad, producto de una
enfermedad degenerativa), ha hecho carne la lucha como discapacitado, como
profesional (TS, Coordinador de la Carrera en la UBA), como orador en defensa de los
derechos humanos –tanto a nivel local como internacional– y como ciudadano en las
contiendas políticas. Ha sido testimonio de cada una de sus declamaciones y sus marcos
teóricos (rompiendo el academicismo estéril), llevándolos al campo. Sin lugar a dudas,
fue responsable tanto de la visualización de la problemática como del avance en la
legislación y de su efectivización, hasta el momento de su reciente fallecimiento.
Carlos Eroles reafirma el enfoque social e incursiona en los fundamentos
teóricos, haciendo hincapié en la democracia y la ciudadanía y rescatando el concepto
de identidad. Lo considera un movimiento social de liberación y de los derechos
humanos. Se trata de una acción política que dependerá, esencialmente, de la
concurrencia y el sostén de quienes están afrontando en carne propia el problema,
llámense personas con discapacidad, padres o familiares.
Toda sociedad, cualquiera sea el nivel de desarrollo económico alcanzado, tiene
la obligación de hacer lo necesario para que las personas con discapacidad puedan
ejercer, en un plano de igualdad, el conjunto de sus derechos humanos.42
1-1.Perspectiva del trabajador social con visión sistémica
A continuación se esbozarán, sólo a modo de puntapié inicial, algunas
consideraciones o datos importantes rescatados en el relevamiento de trabajos que
proponen el modelo sistémico. Dentro de ellos, se propugna el enfoque de resiliencia
como instrumento profesional a la a hora de intervenir profesionalmente en la
problemática social de discapacidad.
De ninguna manera se enunciarán estas consideraciones como recetas estrictas a
seguir o replicar. Hechas las salvedades del caso, pasamos a enunciarlas:
Es cierto que los TS constituimos un sistema de apoyo profesional a individuos y
grupos para quienes la pobreza, las deficiencias físicas o psíquicas, las conductas
estigmatizadas y las discriminaciones sociales se convierten en problemas sociales
crónicos o graves.
Algunos objetivos pueden ser considerados pertinentes. En el presente trabajo
podemos destacar los siguientes:
-Observar, evaluar y esclarecer las relaciones recíprocas ente contextos, así como su
efecto en las personas y las familias, favoreciendo el cambio constructivo en las
relaciones, en la medida en que podemos introducir información diferente.
42
La Discapacidad, una cuestión de Derechos Humanos. Eroles - Ferreres (Compiladores). ESPACIO.
-Restaurar el sentido de conexión entre las personas y entre los sistemas, favoreciendo
los procesos de reciprocidad, responsabilidad y ayuda mutua.
-Restaurar el sentido de poder de agencia de los usuarios, en la medida en que
posibilitamos la co-construcción de dominios de sentido, donde se definen problemas y,
a su vez, aspiraciones. Se buscan recursos, tanto internos al propio sistema como del
ambiente, creando nuevas posibilidades.
Para este fin es importante tener en cuenta la noción de apoyo social como
resultado de la interacción de un conjunto de variables que operan en diferentes
niveles, tales como los modelos internos de representación de sí mismo y de los demás
que tiene la persona, las características de las redes, la naturaleza del hecho estresante o
perturbador y la posición en la estructura social o pertenencia a un grupo social
determinado. (E. Gracia, 2002)
El apoyo social es una relación de ayuda basada en un intercambio, sustentada
en la propia red social, que supone o puede suponer un sentimiento de conexión entre
las personas participantes, así como una asistencia real.
El apoyo social puede presentar diversas formas:
-apoyo emocional;
-apoyo informacional;
-apoyo material o instrumental.
Las fuentes de apoyo social son diversas: la red natural constituida por
relaciones íntimas y de confianza, tales como la familia y los amigos, las organizaciones
de ayuda informal, como organizaciones voluntarias, grupos cívicos y servicios
profesionales.
La ayuda pretende que la persona y su grupo de pertenencia avance en la vida
afirmando y desarrollando sus valores y compromisos, haciendo que se descubra y sea
miembro de la comunidad. Esto implica promover la aparición de su red social y de sus
apoyos reales o virtuales, introducir una relación de diálogo, en la cual, frente a
determinados dilemas, opciones y/o elecciones, el usuario es puesto en posición de
agente en la resolución de sus dificultades sociales.
En un sentido más concreto, A. Ripoll (2001) menciona las distintas actividades
que se pueden desarrollar en diferentes niveles y se reproducen a continuación.
*Objetivos sobre el usuario: consistente en la reducción del malestar psíquico,
incremento de la autoestima y apoyo en las transiciones vitales. Se trata de promover la
identidad y dotar de habilidades.
*Objetivos sobre el medio familiar: reconocimiento de patrones socio-culturales e
histórico-políticos vigentes. Apuntan a promover el cambio del statu quo, sostener las
fases del ciclo vital correspondiente, contener para asumir nuevos roles y analizar las
fronteras intra y extra familiares, como así también la comunicación familiar.
*Objetivos sobre el medio: Analizar la demanda y el contexto de intervención oportuno;
permitir y facilitar la actuación; analizar la situación de la red; favorecer la conexión de
redes inter-institucionales constructivas. Se trabaja con la red social de la persona o de
la familia, con el fin de reivindicar los aspectos factibles de cooperación entre los
diversos sistemas (individuo, familia e instituciones).
Retomamos la teoría ecológica del desarrollo humano descrita por
Bronfenbrenner (1987). Sintéticamente, plantea que las conexiones entre diferentes
contextos (mesosistema) pueden ser tan decisivas para el desarrollo como lo que sucede
en cada uno de los entornos inmediatos (microsistema). Siguiendo esta orientación, una
de las metas de la intervención con la familia o desde la escuela es lograr una co-
participación intensa de ambos sistemas.
En la actualidad creo que es necesario, frente a cierto “desdibujamiento” de
nuestra disciplina profesional –entendida en un sentido muy restringido, como mera
gestora de recursos y derivaciones–, poder retomar la importancia de la relación de
promoción como eje de la intervención.
Me serviré de las aportaciones teóricas del modelo sistémico, del
construccionismo social y de las ideas generadas por el concepto de resiliencia. Las tres
perspectivas tienen en común la necesidad de poner en marcha procesos que permitan
comprender con el otro, junto con nosotros, la situación de dificultad, para ayudar a
generar recorridos relacionales y colaboradores.
Se trata de procesos enmarcados en un tiempo y un contexto, que tienen por
objetivo mitigar, reducir o resolver las diferentes situaciones a las que ha de hacer frente
un TS para intervenir en el problemática social de discapacidad.
Los TS intervenimos con los sujetos en dificultad y con su contexto social. Para
D. Howe (1997), el contexto social es el mundo de las relaciones entre las personas, el
mundo del lenguaje y la cultura, de la interpretación y del significado. Así, el individuo
pasa de ser una entidad psicológica discreta a ser un producto y, a la vez, un co-
constructor de su propia historia. Esta mirada particular, necesariamente diferente de la
del profesional, es intrínsecamente integradora, pues tiene en cuenta las posibilidades y
las restricciones del contexto.
Con esta perspectiva, tres son lo caminos teóricos particularmente pertinentes
que nos inspiran y orientan en la intervención: el modelo sistémico, el modelo
constructivista43
y el concepto de resiliencia.
2-Políticas estatales o política pública
En principio, es necesario aclarar algunos puntos respecto de los siguientes
conceptos: políticas públicas (P.P), políticas estatales (P.E.) y políticas sociales (P.S.).
Cuando abordamos un problema objeto de conocimiento –en adelante, POC–, nos
referimos a P.S. que están contempladas dentro de las PP o PE. Son una mediación que,
de igual manera, pretenden satisfacer necesidades básicas tales que permitan
reproducirse socialmente y acceder a una ciudadanía digna
Cuando nos referimos a PP o PE estamos haciendo referencia a las acciones y/u
omisiones que se desprenden de las intervenciones del Estado en los distintos
problemas sociales. Los mismos requieren de atención, interés o movilización de
otros actores en la sociedad civil. Esta situación supone tomar partido, sea por
acción o por omisión.
Las PP o PE tienen en su germen una clara intencionalidad política proveniente de
la estrategia de gobierno; no son inocuas, sino que tienen un trasfondo político, una
doble lectura.
Son un conjunto de lineamientos políticos, como meras declamaciones o manifiestos
(implícitos o explícitos); generalmente se evidencia el posicionamiento del Estado
frente a una situación social, cuando ésta figura en la agenda pública.
Por lo general, el Estado espera que las posiciones de otros actores sociales con
poder (los medios masivos de comunicación, entre otros) estén nítidamente
definidas, dejar que las cosas se resuelvan en la arena privada entre las partes
involucradas, o bien la inacción. Siempre deberá legitimar la gobernabilidad.
Las tomas de posición del Estado cuentan con el respaldo de normas de
cumplimiento supuestamente obligatorio y se fundan en el control de superiores
medios de coacción física y en la posibilidad objetiva de producir importantes
consecuencias, porque la ciudadanía en general le concede el protagonismo,
43
especialmente los sectores pobres o indigentes que cuentan con ese respaldo para su
subsistencia.
Oszlak y O`Donnell (2000) nos aportan una metáfora que sirve a la hora de
visualizar las PP. Ellos las comparan con nudos en una red o compleja trama social
con todos los actores que intervienen, donde confluyen PP y políticas privadas, pero
que son centrales y referenciales para la sociedad en su conjunto y causan gran
impacto.
Al momento de analizar las PP, no podemos pasar por alto el contexto socio-
histórico-cultural y los distintos posicionamientos de los actores sociales con peso
político, que serán los que influyan en las resoluciones.44
Por último, retomamos a las PS como una categoría de análisis e intervención
que debería estar más presente en los trabajadores sociales, en comparación con lo que
se da en lo cotidiano.
En su ponencia sobre Políticas Sociales, Género y Ciudadanía, la licenciada B.
Travi(1997) toma a Grassi, en 1989, cuando sostiene que las PS son el producto
exclusivo de los intereses de una clase dominante, porque tales proyectos tienen que ver
con que los sectores sociales a los que van dirigidos no son bloques pasivos e inermes,
sino que presionan sobre el poder y, por lo menos, cuestionan el statu quo de las
relaciones sociales y su hegemonía a las clases dominantes.45
.
Más allá, que el foco de éste informe está puesto en el Paradigma de Resiliencia;
es inevitable pasar por una base teórica ineludible. Para ello, extractamos ( está claro
que es escaso), un trabajo del Dr. Parra Gustavo46
, donde nos aclara conceptos y
relaciones que dan coherencia interna a la propuesta desplegada. Para ello, toma
elaboraciones teóricas de referentes latinoamericanos ( especialmente brasileros, pues su
tesis doctoral la llevó a cabo junto a ellos). A saber:
Desde la postura del CELATS, resulta innegable el carácter práctico o interventivo de
nuestra profesión, es más, podemos definir nuestra particularidad en cuanto profesión a
44
Oscar Oszlak, Guillermo O' Donnell (2000) Estado y Políticas Estatales en América Latina: hacia una estrategia
de investigación.
45
Licenciada Bibiana Travi: Políticas Sociales, Género y Ciudadanía. Una reflexión desde el Trabajo Social. XIX
Jornadas Nacionales de Trabajo Social. Mar del Plata, octubre 1997. 46
El Objeto y el trabajo Social.Algunas aproximaciones de la problemática del objeto en el Ts. Gustavo Parra.
Publicaciones. Facultad de TS. UNER.
partir de este rasgo inherente al Trabajo Social, o en otros términos, la dimensión
interventiva o práctica del Trabajo Social es constituyente y constitutiva del ethos
profesional, de nuestra esencia en cuanto profesionales. Esta característica nos llevaría a
discutir otro de los núcleos conflictivos del Trabajo Social que han aparecido
históricamente, la relación entre teoría y práctica o la falsa dicotomía entre teoría y
práctica, pero para concentrarnos en el tema que nos ocupa, podemos decir que el objeto
en Trabajo Social no puede limitarse a un objeto de conocimiento, sino que es al mismo
tiempo un objeto de conocimiento y de intervención.
Para Iamamoto, y desde una perspectiva dialéctica, esta imprecisión sobre el Trabajo
Social se presenta como la posibilidad de construcción, como un campo fértil de
desempeño profesional generando nuevas y creativas formas de intervención
profesional, así como podemos agregar también novedosos y desafiantes aspectos de la
realidad social a investigar que nutran nuestra intervención.
Netto , nos llama a no quedarnos en la inmediatez de tomar como objeto del TS a los
problemas sociales. Nos plantea que la intervención frente a la cuestión social se realiza
fragmentándola y parcializándola, y que esto no puede ser de otra manera en el
capitalismo puesto que "tomar la „cuestión social‟ como problemática configuradora de
una totalidad procesual específica es remitirla concretamente a la relación
capital/trabajo –lo que significa poner en jaque el orden burgués"(1992:28).
Lo anteriormente recuperado, nos sirve a modo de introducción para afianzar la
coherencia en la interrelación entre las categorías de análisis. Recordemos que éste
trabajo se basa en una propuesta de intervención en el problema social de discapacidad
reivindicando proyectos sociales de ocio ( recreación, deportes y cultura) como
mediaciones de políticas sociales; en última instancia de políticas públicas. Es por ello,
que debemos recurrir a teóricos que refuercen éstos conceptos ordenadores ( políticas
sociales y políticas públicas. Vale aclarar, que no podremos profundizar éstos puntos,
debido a la extensión y especificidad del tema que nos convoca.
Nuevamente (Netto, 1992:28-29). nos esclarece un hito ineludible:
De tal modo que la política social es fragmentada en políticas sociales, "las secuelas de
la „cuestión social‟ son recortadas como problemáticas particulares (el desempleo, el
hambre, la carencia de vivienda, el accidente de trabajo, la falta de escuelas, la
incapacidad física, etc.) y así enfrentadas. (...) Así, la „cuestión social‟ es atacada en
sus refracciones, en sus secuelas aprehendidas como problemáticas cuya naturaleza
totalizante, si asumida consecuentemente, impediría la intervención. Donde la
„categorización‟ de los problemas sociales y de sus vulnerabilizados no sólo con su
consecuente priorización de las acciones (con su apariencia casi siempre fundada como
opción técnica), pero sobre todo con la atomización de las demandas y la competición
entre las categorías demandantes"
Siguiendo el análisis de Netto, el Trabajo Social es institucionalizado para llevar
adelante estas políticas sociales y los trabajadores sociales contratados por el Estado
como ejecutores terminales de las mismas. Desde aquí limitar la intervención del
profesional a los llamados "problemas sociales" es quitar sustancia, complejidad a la
cuestión social, es limitar la intervención a la lógica necesidad/ayuda o riqueza/pobreza,
perdiendo de vista el carácter de desigualdad asentado en la relación capital/trabajo, o la
relación justicia/injusticia asentada en los derechos sociales.
Siguiendo la coherencia interna del discurso acerca d elas políticas sociales y
compartiendo el posicionamiento ético-político-epistemológico. Margarita, Rozas
Pagaza47
, enriquece el discurso.
Nos acerca a un tema importantísimo, dice: la función de la política social se
asistencializa perdiendo su inspiración inicial, respecto a la protección social. Al mismo
tiempo, que el Estado desplaza sus funciones a diversas organizaciones privadas de la
sociedad y apelando a la solidaridad de los voluntarios. De este modo, se afianza una
tendencia de disolución de la acción colectiva del Estado para pasar a un proceso
refilantropización o neofilatropización con apoyo y financiamiento de las acciones
asistenciales de grupos privados e instituciones motivados por la buena voluntad. De
esta forma, volvemos a las instituciones de caridad y beneficencia que habían sido
superadas por las instituciones modernas que posibilitaron la responsabilidad social de
los riesgos. En este contexto, el debate de las políticas sociales no está divorciado del
debate sobre el desarrollo económico, cultural y social en un mundo globalizado como
el que nos ha tocado vivir. Las decisiones que se tomen respecto a las políticas sociales
no debe estar al margen de las decisiones fundamentales del desarrollo económico, en la
que ineludiblemente está como tema central, la desigualdad fenomenal entre pobres y
ricos. En esta dirección, el desafío está justamente en la necesidad de pensar la política
social incorporada en las decisiones de carácter económico asimismo en la
resignificación de sus fines respecto a considerarlas como la vía de desarrollo de los
derechos sociales y la ciudadanía social.
Por ello la exposición pasa no sólo por analizar la política social como aquel
instrumento orientado a resolver las desigualdades sociales generadas en el ámbito de
la esfera económica, este carácter subalterno de la política social no ha tenido los
efectos esperados en materia social. Por ello el debate actual pasa por renovar nuestra
comprensión sobre la política social como la definición estratégica de todo desarrollo
y en ese sentido como estructurador de ciudadanía y de derechos sociales, esta
definición implica un posicionamiento teórico diferente de la comprensión tradicional
de las políticas sociales. Asimismo implica preguntarse por la direccionalidad que
está tomando la actual cuestión social, así como por los desafíos que ello implica en
materia de la intervención profesional, dado el vínculo histórico entre cuestión social,
política social e intervención profesional.
Llegamos a este último punto para desarrollar la base sobre la que se funda el
presente análisis. Se trata de la necesidad de redescubrir la imperiosa necesidad de
47
Margarita Rozas Pagaza
Intervencion,cuestion social y politicas
sociales.http://www.ts.ucr.ac.cr/suradoc.htm
recurrir a las PS, planes, programas y proyectos que las mediatizan, que están arraigados
en el derecho y se constituyen en un campo fértil de acción.
2-1. Políticas sociales de ocio 48
Para empezar a hablar de ésta categoría de análisis, debemos empezar por dar a conocer
que no es una acepción que sea reconocida de éste modo en Argentina. El mismo es
tomado de España. La razón es que éste país tradicional e históricamente lo ha
instituido, legitimado y desarrollado en el propio seno del Estado.
Es el IMSERSO49
, o como algunos han dado en llamarle INSERSO, donde se gestan,
desarrollan, ejecutan y supervisan planes sociales, programas, investigaciones, y
publicaciones al respecto, abarcando no sólo todo tipo de discapacidad (con tal amplitud
que profundizan en la problemática de la vejez), sino con profundidad teórica e
institucional ( comprende todas las Federaciones y Ong, como una trama institucional,
con raigambre en las propias políticas sociales; mejor dicho en las políticas públicas
como posicionamiento del Estado).
He aquí una breve síntesis de lo dicho sólo a modo de ejemplo. Aprovecho la
oportunidad para decir, que mi gran objetivo es hacer el Doctorado en Trabajo Social en
España, para poder aportar a nuestro país esta veta de las políticas sociales y poder
definitivamente con un sólido marco teórico lo estudiado y experimentado en mis dos
carreras de formación ( Lic. en trabajo social y educación física).
Sólo a modo de ejemplo, damos cuenta aquí en forma comparativa del desarrollo
español en el tema aquí abordado.
El Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO), que hasta el 2004 se
denominaba Instituto de Migraciones y Servicios Sociales, creado el 31 de enero de
1997 en reemplazo del INSERSO, es la Entidad Gestora de la Seguridad Social para la
gestión de los Servicios Sociales complementarios de las prestaciones del Sistema de
Seguridad Social en materia de mayores en España. También se encarga de la gestión de
pensiones de invalidez y jubilación en su modalidad no contributiva, la propuesta,
gestión y seguimiento de planes de servicios sociales de ámbito estatal en el campo de
acción de la entidad y de las relaciones con organismos extranjeros e internacionales y
la asistencia técnica a programas de cooperación internacional dirigidos a las personas
mayores.Como consecuencia de la colaboración entre el IMSERSO, del Ministerio de
48 En adelante, PS d O. El Ocio es un derecho esencial que contribuye a dar mejor calidad de vida; el deporte se
convierte en elemento positivo para favorecer la salud física y psíquica de todas las personas. Es un elemento
indispensable para contemplar la “normalización” de las personas con discapacidad. La diversión en un sentido de
escape o de "pasar el tiempo" tiene una función definida, pero no parece suficiente. 49
Trabajo y Asuntos Sociales y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CISC)
surge Portal Mayores * (http://www.imsersomayores.csic.es). Se trata de un portal
científico que establece y desarrolla un sistema de información sobre personas mayores
en Internet, de acceso libre y gratuito, dirigido al ámbito académico y científico, los
profesionales de los servicios sociales, los propios mayores y la sociedad en general.
Fruto de una iniciativa conjunta entre el IMSERSO del Ministerio de Trabajo y Asuntos
Sociales y el Instituto Universitario de Integración en la Comunidad, perteneciente a la
Universidad de Salamanca se creó el Servicio de Información sobre Discapacidad (SID)
que comenzó su andadura en junio de 1999. Es un servicio documental con un sistema
informatizado de acceso vía Internet para obtención de información sobre discapacidad:
normativa, empleo, accesibilidad, actualidad, salud, educación, rehabilitación, recursos
y estadísticas.
Uno de los principales servicios que brinda el IMSERSO son los viajes a personas
mayores de 60 años, pensionistas que puedan valerse por sí mismos a distintas zonas de
España, también así dispone de viajes a Portugal (Algarve y Lisboa). Esto se cumple a
través del programa Mundosenior impulsado por MundoSocial el cual brinda
actualmente un portal en internet para integrar a las personas mayores en las reservas de
viajes on-line.
Comprendemos que la problemática social de discapacidad, tal como es
abordada en el presente trabajo, resulta extensa, compleja y difusa. Es necesario que nos
enfoquemos ahora en una categoría de análisis, las PS, sólo con fines didácticos. Más
aún, la propuesta de este trabajo final para recibirme de Licenciada en TS pretende ser
novedosa: las políticas sociales de ocio –que contemplan planes, programas y proyectos
recreativos, deportivos, culturales, artísticos y terapéuticos– tienden a impulsar la
resiliencia en personas con discapacidad, promoviendo la integración social.
En principio, es necesario aclarar que el término “ocio” –que no es de uso
corriente– abarca actividades que se realizan en el tiempo libre (luego de realizar las que
hacen a la supervivencia y de cumplir con el trabajo); están contempladas en la
bibliografía sobre derechos y en los países europeos está institucionalizado, e inclusive
sistematizado, en las PS para personas con discapacidad.
Al analizar las PS es imprescindible abordar el concepto de derecho social, dos
caras de la misma moneda. Tanto en documentos internacionales como en algunas
ordenanzas municipales, aparecen enunciadas grandilocuentes declamaciones de los
derechos sociales para todos los ciudadanos, especialmente para los más vulnerables.
De la misma forma que es conocido el derecho a satisfacer necesidades básicas (NB)
como la alimentación, el ocio (tiempo libre, recreación, deportes, turismo) siempre está
presente. Por citar un ejemplo, mencionaremos el Artículo 14 bis de la Constitución
Nacional y el Artículo 75 de nuestra Carta Magna que, en su inciso 23) explicita la
responsabilidad que le compete al Estado acerca de viabilizar la accesibilidad de los
derechos de todos los ciudadanos a través de las PP.
"Corresponde al Congreso legislar y promover medidas de acción positiva que garanticen la
igualdad real de oportunidades y de trato, y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por esta
Constitución y por los tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos, en particular, con
respecto a los niños, mujeres, ancianos y personas con discapacidad."
En cuanto a las definiciones sobre discapacidad, se hace referencia al derecho a
realizar actividades recreativas y deportivas en el Artículo 11. En ese sentido, los
Estados deben adoptar medidas encaminadas a asegurar que las personas con
discapacidad tengan igualdad de oportunidades para realizar actividades recreativas y
deportivas. Los Estados deben garantizar la accesibilidad a las personas con
discapacidad a todos los lugares donde se realizan actividades deportivas y recreativas.
Esas medidas abarcarán el apoyo al personal encargado de los programas de recreo y
deportes, incluso proyectos encaminados a desarrollar métodos para asegurar el acceso
y programas de participación, información y capacitación.
Tanto los servicios turísticos como las organizaciones que brinden actividades
recreativas, deben hacerlas accesibles a personas con necesidades especiales. Debe
alentarse a las organizaciones a que fomenten las oportunidades de participación de las
personas con discapacidad en actividades deportivas, realizando las adaptaciones
necesarias.
Los estados deberán apoyar la participación de las personas con discapacidad en
competencias nacionales e internacionales. Las personas que participen en actividades
deportivas deben tener acceso a una instrucción y un entrenamiento de la misma calidad
que los demás participantes. Los organizadores de actividades recreativas y deportivas
deben consultar a las organizaciones de personas con discapacidad cuando establezcan
servicios para dichas personas.
2-2. Importancia y evolución histórica del ocio 50
En el contexto actual de la posmodernidad, el significado del ocio ha variado
considerablemente. Hoy es considerado un derecho y se ha democratizado gracias a su
extendida accesibilidad. Es un tiempo sumamente constructivo, dado que sirve para
hacer lo que nos gusta, lo que nos hace disfrutar y que deseamos compartir.
50
Debido a la extensión del tema, lo ampliaremos en ANEXO.
Esa situación tan naturalizada pierde su esencia cuando hablamos de personas
con discapacidad. Esto es así debido a que, como en su mayoría no tienen empleos
formales, por añadidura se supone que no necesitan un tiempo de ocio. Es más, todas las
opciones de tiempo libre están ligadas arbitrariamente a actividades terapéuticas o para
rehabilitación “integral”.
Si se considera la vivencia del ocio como una experiencia humana que favorece
el desarrollo personal y aumenta la calidad de vida, se han de diseñar los medios
necesarios para que las personas puedan gozar del ocio, tanto personal como
comunitario, a través de la realización de determinadas actividades a las que –por lo
menos hasta el momento– en muchas ocasiones se ha negado el acceso, porque han
estado basadas en la decisión de llevar a la práctica criterios eficaces de una
determinada recuperación basada en el déficit.
En consecuencia, nos referimos al ocio como a un conjunto de ocupaciones en
las que una persona emplea su tiempo sin estar obligado a hacerlas. Etimológicamente,
el término “ocio” proviene del latín otium, que significa “reposo”. Según el Diccionario
de la Real Academia Española (1992), ocio es el tiempo libre, fuera de las obligaciones
y ocupaciones habituales.
Por lo tanto, el término se relaciona con el tiempo libre, es decir, el tiempo no
sujeto a obligaciones. Como dijimos anteriormente, estos conceptos se inscriben en el
marco de la revolución industrial, como consecuencia de la masificación del trabajo
formal y la conquista de los derechos laborales.
Es en la sociedad industrial donde se produce la separación entre trabajo y ocio,
elevando a este último a categoría social. En la actualidad la sociedad pos-industrial la
ha convertido, progresivamente, en un principio angular de la cultura occidental y
contemporánea. La sociedad industrial está centrada en el trabajo y en la sociedad pos-
industrial el ocio cobra mayor importancia.
La extensión del ocio a todas las capas sociales y a todo orden, sea de edad,
sexo, condición o clase social, se convierte en una reivindicación generalizada para
cualquier persona que reclama su espacio y tiempo dedicado a otras actividades que, en
principio, le supongan algún tipo de satisfacción. Esta idea se identifica con conocidos
slogans políticos tales como: "Deporte para todos", "Educación física escolar",
"Democratización de la cultura", "Equipamientos públicos colectivos", entre otros.
Es necesario comenzar por contextualizar en el marco del modelo de producción
y acumulación capitalista el creciente protagonismo del ocio y, a partir de allí, la
novedosa propuesta de reivindicar las PS de Ocio como estrategia óptima de integración
social para las personas con discapacidad y como campo de intervención de los
trabajadores sociales.
Todavía hoy, en el siglo XXI, cuando nos sentimos satisfechos de los
descubrimientos de la ciencia, la técnica y la medicina, hablar de ocio sigue siendo
complejo y polivalente. Considerado hasta hace poco como un aspecto residual de la
vida, parte irrelevante, o un lujo para ricos, hoy comienza a ser un elemento central,
necesario patrimonio de todo ser humano. Mientras los rectores de la Revolución
Industrial hablaban del ocio como justificación y premio al trabajo, las sociedades
tecnológicas lo califican hoy como derecho de todos a la ocupación libre y gustosa.
Desde un punto de vista individual, el ocio tiene que ver con la incidencia de
situaciones y experiencias placenteras y satisfactorias. Ocio es sinónimo de ocupación
gustosa, querida, libremente elegida. La vivencia del ocio no depende de la actividad en
sí misma, sino que está relacionada con el sentido que la persona experimenta, con lo
esperado, deseado y querido. De allí su conexión con el mundo de la emotividad y,
consecuentemente, con la felicidad. Se trata de una experiencia no motivada en forma
externa por la utilidad, sino auto-motivada por la necesidad de placer y/o satisfacción,
más allá de los resultados.
En la actualidad, es una referencia importante de bienestar y estilo de vida, de
desarrollo y calidad de vida, un derecho básico, independiente de la vida comunitaria.
Aparece como un fenómeno democrático, legitimado y asumido personal y
colectivamente, entendido así como auto-expresión, realización social y práctica
creativa; es, por lo tanto, un paso más en la afirmación de la libertad y la dignidad.
El fenómeno del ocio ha experimentado un crecimiento y una incidencia social
sin precedentes en la historia. Existe mayor conciencia en el sentido de que bajo esta
denominación se resguarda un tercio de la vida humana. Junto al sueño y al trabajo, el
ocio debería ocupar el resto temporal de nuestras vidas. Esto se manifiesta con mayor
relevancia en las personas con discapacidad que, en su mayoría, no acceden al trabajo;
en consecuencia, ese tiempo libre de obligaciones carece de sentido.
Aun hoy hablar de ocio sigue siendo complejo y polivalente. Lo tomamos como
la práctica de actividades no obligadas –porque en realidad son deseadas o queridas–
que incide en las prácticas cotidianas.
2-3. Discapacidad y ocio.
En el caso de las personas con discapacidad, las experiencias de O pueden
resultar específicamente beneficiosas, por diversas razones. En este ámbito no existen
exigencias de excelencia o estándares que haya que cumplir para alcanzar una supuesta
normalidad. La medida del O está en uno mismo, en el sentido y significado, y en la
capacidad de disfrute personal. Puede, inclusive, compensar las reiteradas experiencias
negativas de discriminación y frustración. Precisamente, para aquellos que –por su
grado de afectación– no pueden cumplir roles socialmente valorados, ésta es una vía.
En el imaginario colectivo, la calidad de vida se asocia con una vida con
abundancia. Los ejemplos cotidianos dan muestra de lo contrario. Para citar algunos
ejemplos, mencionaremos los suicidios, la corrupción, la drogadicción, las numerosas
muertes por estrés (paros cardíacos), la inseguridad y los secuestros de gente con
"abundancia" económica.
Intentaremos demostrar la influencia del O en la calidad de vida.
Partamos del concepto de que calidad de vida es el grado en el que una sociedad
posibilita la satisfacción de las necesidades (materiales y no- materiales) de los
miembros que la componen. Esto depende de condiciones objetivas (acceso) y
condiciones subjetivas, es decir, percepción individual de la satisfacción de dichas
necesidades individuales reales y socialmente creadas.
Por lo tanto, una sociedad con vida de calidad sería aquella donde las
necesidades de alimentación, vivienda, abrigo, salud, seguridad, educación y movilidad
están garantizadas (se trata de derechos sociales, no sólo legislados, sino también
legitimados).Pero también es necesaria una justicia de no discriminación, donde las
relaciones se basen en la igualdad y el respeto, y no en el dominio de unos sobre otros.
Vida cotidiana, estructura social y ecológica no pueden sino caminar al unísono si se
desea atender a la calidad de vida.
En síntesis, son necesarias dos condiciones para materializar la calidad de vida
de todos los ciudadanos: la primera es la real y justa accesibilidad al ejercicio de los
derechos sociales; y la segunda, la percepción de necesidades satisfechas.
El ocio es una necesidad fundamental, legitimada como un derecho social.
Constituye un elemento fundamental, tanto para contribuir al ajuste entre condiciones
objetivas y percepciones subjetivas, como en la corrección de discrepancias que pueden
detectarse en la calidad de vida.
El O es una necesidad humana que contribuye a la calidad de vida; además,
cumple funciones y contiene dimensiones susceptibles de ser aplicadas para mejorar la
calidad de vida en otras áreas en que las necesidades no están satisfechas, como la salud
o el trabajo.
El O es, en sí mismo, una necesidad humana, y como tal su satisfacción
constituye un requisito para la calidad de vida.
2-4. Deporte como recurso del ocio.
El deporte puede ser contemplado desde un aspecto lúdico o participativo, que
busca la mejora de la salud y la calidad de vida mediante la práctica de la actividad
física o desde la óptica de la competición, que implica una superación de retos
personales en competencia con las metas de otros deportistas.
La práctica deportiva y la actividad física constituyen un buen motivo para
ampliar el círculo de amistades, frecuentar centros y compartir experiencias con otras
personas de vivencias similares. Mediante el juego y el deporte se generan situaciones
agradables en las que no falta el afán de superación de sobreponerse a las dificultades.
Si hacemos un poco de historia, podemos recordar que el padre de todo este
movimiento fue Sir Lugwing Guttmann, allá por los años 1940, cuando adoptó el
deporte como terapia de rehabilitación, sobre todo para los ex-combatientes de la
Segunda Guerra Mundial. Una vez concluido ese conflicto bélico, fueron muchos los
que concurrieron al Hospital de Stoke Mandelville (Inglaterra) para seguir con ese
método, que logró salvar la vida de numerosos jóvenes.51
51 En 1944, el Dr. Guttmann crea en Stoke Mandeville (Inglaterra) el primer centro del mundo para la rehabilitación
de personas con lesión medular, incorporando plenamente la actividad deportiva al tratamiento rehabilitador. sitio e-deporte . Se amplía en Ocio y Deporte.
La actividad física y deportiva es una tarea ideal para el tiempo de O:
proporciona una mejora significativa del desarrollo físico y mental, y es capaz de lograr
un equilibrio psicológico en quienes lo practican.
La sociedad civil debe fomentar que los minusválidos puedan hacer deportes,
destruyendo las barreras arquitectónicas y, fundamentalmente, las psicológicas, que
tanto han marginado e impedido el deporte para todos. Este lema apunta a la superación
y recuperación física y psíquica, a modo de escuela de convivencia y de amistad. Es
también una eficaz herramienta de integración, de normalización, de cohesión social y
de felicidad humana, máxima aspiración vital.
El deporte se puede practicar como simple recreo, ejercicio o actividad
competitiva, o bien como profesión o plataforma para hacer de los deportistas atletas de
elite. Para este colectivo, el deporte es esencial para su desarrollo físico, mental,
emocional y social.
El deporte es una escuela de convivencia que obliga a aceptar normas y reglas
de comportamiento, así como también limitaciones y potencialidades propias y ajenas;
además, potencia la relación y el respeto entre compañeros y contrincantes. Con la
práctica deportiva, el minusválido psíquico, al igual de los discapacitados físicos y
sensoriales, desarrolla y mantiene funciones disminuidas, así como el afianzamiento de
la personalidad. Para todos es una atractiva vía de integración social.
Para que las personas con minusvalía se inicien cuanto antes en la práctica
deportiva y consigan una pronta recuperación física y anímica, instamos a personas
responsables, políticos y técnicos, para que la rehabilitación comience en el hospital.*
No hablamos de una sociedad utópica, como si la utopía fuera necesaria, sino de
una sociedad justa, equilibrada, solidaria y humana, en la que todos los ciudadanos
tengamos las mismas oportunidades.
La actividad física permite a las personas sobreponerse a sus problemas
derivados de accidentes o relativos a enfermedades. De ese modo, se logra una mejora
en la salud y en la calidad de vida.
2-5. Beneficios del Ocio
"El ocio no es sólo un componente de la calidad de vida, sino la esencia de ella"(John Neulinger
Este punto requiere de comparación con las PS de prevención, que tiene como
protagonista a la actividad física. Utilizaré los registros de los viajes a Cuba.
El análisis de los beneficios es especialmente importante en aquellas condiciones
en que el pleno acceso no está asegurado, ya que la legislación por sí sola no garantiza
el cumplimiento de la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos,
especialmente para quienes experimentan situaciones desventajosas o desfavorecidas.
Cuando se comenzó a estudiar el O para este tipo de colectivos, se lo planteó
como un ocio terapéutico para ayudar a subsanar determinados déficits o problemas.
Esto perjudicó la concepción, al ser tomado como un medio y no como un fin. Hoy en
día se apunta a un O normalizado, defendiendo la idea de que otorga los mismos
beneficios para todos y algunos específicos para determinados grupos de personas.
Al hablar de de los beneficios del O podemos identificar aspectos de diversa
naturaleza: económicos, sociales, psicológicos, físicos, e incluso espirituales.
La práctica de actividades gratificantes de ocio tiene una repercusión positiva y
necesaria. Cualquier actividad de ocio proporciona satisfacción, permitiendo
contrarrestar los problemas derivados de la vida rutinaria.
El ocio de cada uno de nosotros forma parte de nuestro estilo personal; desde el
punto de vista comunitario, se transforma en experiencia vital compartida. Su práctica
sistemática desarrolla lazos afectivos de unión entre quienes lo comparten, que se
reflejan en la cohesión de la comunidad y en su desarrollo.
Un ocio comunitario –entendido como dimensión lúdica, creativa, ambiental-
ecológica, festiva y solidaria– representa un potencial de desarrollo de gran
trascendencia para la comunidad.
Hace tiempo que psicólogos americanos vienen destacando los beneficios del O.
Afirman que la práctica de actividades gratificantes de O tiene una repercusión positiva
y necesaria para todos, proporciona satisfacción y permite contrarrestar problemas
ocasionados por la rutina diaria. Dichas actividades nos ayudan a afirmar nuestra vida y
a contrarrestar la parte negativa de la existencia, restablecen la armonía perdida y nos
devuelven el equilibrio.
Por otra parte, el O nos permite entrar en contacto con otras personas y otros
problemas, viviendo situaciones queridas que faciliten la realización y el desarrollo de
nuestra personalidad.
La vivencia del Ocio va más allá del derecho al descanso y a la diversión;
justamente, se abre la posibilidad a un ámbito de libre expresión, autorrealización y
auto-desarrollo. De allí que, cuando las personas discapacitadas reivindican igualdad de
derechos y no discriminación, incluyan el derecho al ocio como tal, requiriendo no sólo
de la aprobación de normas o leyes, sino también de la colaboración de todos para la
progresiva desaparición de barreras físicas y de actitudes por parte de la sociedad.
Su propia naturaleza y características –salud física y mental, calidad de vida–
hacen del O una realidad personal y social valorada como positiva. A nivel profesional,
es necesario que se realicen investigaciones que las demuestren objetivamente, para
justificar el desarrollo y mantenimiento de acciones sociales en torno al O.
Numerosas investigaciones han demostrado las consecuencias positivas del O a
nivel personal y social. En cuanto al aspecto social, fomenta la cohesión social, facilita
las relaciones interpersonales, ayuda a desarrollar y mejorar las habilidades sociales,
evita el aislamiento, permite establecer nuevas relaciones e incluso tiene la capacidad de
prevenir problemas sociales.
3-Políticas socio-culturales como una opción de ocio
En principio, este apartado tiene como fin fundamentar la necesidad de gestionar
propuestas culturales como expresiones de políticas sociales. Se trata de una alternativa
óptima de ocio para promover la integración social.
Sin desconocer la importancia del trabajo como institución básica de la
socialización, el problema de la integración social radica en la generación o el
fortalecimiento de espacios de genuina participación que integren a las personas más
allá de su condición laboral.
Para ello debemos recordar las apreciaciones tomadas en el capítulo I sobre
discapacidad, acerca de las disquisiciones entre integración e inclusión. Aquí hablamos
de integración, porque partimos de la interacción entre todos los individuos en forma
activa, en una interdependencia horizontal y democrática.
Para nuestro análisis preferimos el concepto de integración social al de inclusión
social, tomando los conceptos de Robert Castel y del trabajo realizado por el Senado de
la provincia de Buenos Aires en el año 2002.
La inclusión social se aplica al análisis y resolución de las urgencias
coyunturales, pero no se alude aquí al logro de un grado de bienestar generalizado,
como en el caso de la integración social. El proceso de inclusión se lleva adelante a
través de intervenciones puntuales que corresponden a determinadas políticas públicas.
Éstas se fundamentan en una suerte de “discriminación positiva”, se focalizan en
sectores específicos y son de carácter provisional.
Básicamente, la cultura es el conjunto de conocimientos, experiencias, valores,
principios, creencias y costumbres, propias y asimiladas, que las comunidades o grupos
han forjado a través del tiempo. Cabe aclarar que la cultura no es más que un reflejo de
la estructura social; por ende, la intervención sobre la cultura de muy poco servirá si no
se actúa en la estructura social.
Como parte integrante del sistema social, las actividades que sustentan al ocio
plantean problemas de estratificación social, ya que dichas actividades, al ser un reflejo
de la estructura social como un todo, dejarán al descubierto desigualdades e
inconsistencias que hay que explicar en términos de oportunidades sociales.
Se identifica como cultura del ocio al conjunto de patrones culturales
desarrollados en las sociedades industriales como respuesta a la gradual disminución,
a lo largo del siglo XX, de la jornada laboral de las clases trabajadoras.
La explotación comercial es la base para la formación de una cultura de masas.
A su vez, desde el punto de vista cultural, son un pilar básico en el fenómeno de la
globalización.
Según Caride (1998), el ocio ha sido conceptualizado desde tres enfoques
diferenciados:
a) Dimensión básica de la vida cotidiana de la persona, en función de los
hábitos y comportamientos socioculturales de su comunidad.
b) Derecho que ha de ser garantizado por las políticas de servicios
sociales, con el objetivo de reducir la inactividad y las conductas
antisociales que puedan aparecer en el tiempo libre de las personas.
c) Factor de desarrollo integral de la persona humana, valorado como
ámbito de expansión cultural idóneo para promover experiencias con
fines formativos o terapéuticos.
La dimensión creativa del ocio se encuentra relacionada con la educación
artística en los aspectos referidos a la música, la pintura, la danza, etcétera.
Posee un carácter formativo, cultural y de desarrollo personal, mediante el
aprendizaje y la formación. Tiene una finalidad en sí misma, y ha de ser elegida
libremente.
Este tipo de ocio se diferencia de los demás por su naturaleza reflexiva.
La experiencia, elegida libremente, y que surge a través del contacto con las
diferentes técnicas artísticas, produce un sentimiento gratificante de
autorrealización, debido al desarrollo personal que se genera mediante el
aprendizaje. El disfrute del ocio creativo depende de la preparación que se
precise para poder acceder a él.
La práctica de un ocio creativo requiere de cierta formación previa en la
creatividad y un aprendizaje, para poder apreciarlo y disfrutarlo. Partiendo de esta
premisa, cobra especial relevancia la educación artística, presente en todos los
currículos de la enseñanza obligatoria, que potencia la aproximación a experiencias de
carácter cultural incidiendo en la reflexión y el conocimiento.
El desarrollo de las experiencias, tanto culturales como artísticas, desde la
perspectiva del ocio, genera el incremento de su dimensión creativa desde dos
direcciones. La primera, como expresión creativa; y la segunda, como penetración
receptiva. Son necesarias cierta iniciación y preparación cultural básica.
Este trabajo también busca destacar el aporte que las políticas y las
intervenciones del sector cultural, en cooperación con otros sectores de la comunidad,
pueden llevar adelante para revertir el actual proceso de exclusión y desintegración
social. Resulta necesario conocer e investigar las causas profundas, los límites y los
problemas existentes para diseñar políticas sociales y culturales que se traduzcan en
prácticas transformadoras.
Ciertamente, la cultura puede suministrar herramientas para intervenir hacia
dentro de los procesos sociales, acompañando a los grupos en sus cambios y marcando
así una diferencia sustancial en la vida de las personas.
En su prólogo, el profesor de teatro (Director de compañía de Teatro Integrado)
Gustavo Manzi52
–quien coordina el Área de Integración por el Arte en el Instituto
Cultural de la Provincia de Buenos Aires– dice lo siguiente:
“Creemos que la cultura no sólo promueve el desarrollo económico, sino que
favorece la integración social. O sea, promoviendo un proceso comunitario, genera un
reordenamiento de los sistemas de relaciones de una sociedad, a través del
afianzamiento de creencias, valores, formas de hacer y ser, que cohesionen y
profundicen el sentimiento de pertenencia; en suma, reivindicando el capital humano y
social, en sus expresiones como la participación social y la cooperación.
“Si entendemos la cultura como la manifestación más auténtica y vital de un
pueblo, es irrefutable que la misma favorezca los procesos de recuperación social.
“Desde hace muchos años la tarea del Área de Integración por el Arte se centra
en facilitar a las personas el descubrimiento de sus capacidades creativas y la
posibilidad de dar respuesta a nuevos problemas; de eso se trata la Integración en
nuestro caso. Es decir, valorizar en el individuo el despertar a nuevas posibilidades
para encontrar valores propios desde los que se pueda manifestar y vencer el
aislamiento.
“Así como las disciplinas artísticas permiten desarrollar prácticas que dan a las personas en
situación de exclusión nuevas herramientas para destacar lo que se posee y construir, a partir de allí, el
ámbito cultural, si asumen su potencial integrador pueden influir en la sociedad en las formas orgánicas
y profundas.
“Este trabajo es una contribución concreta para que la integración de los sectores excluidos a
través de la cultura se vayan universalizando. A la vez que representa una clara señal del interés del
Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires de trabajar en esa dirección.”
Capdepón, N (2006) explicita una política social específica del tema que
venimos abordando, que remarca los puntos en común en el análisis que llevamos a
cabo: “Esto también se visualiza en el ámbito de la Cultura con la promoción de actividades creativas
que apuntan al desarrollo y puesta en valor del ocio y la recreación, potencian las destrezas personales,
el pensamiento abstracto, la capacidad de expresión, etcétera. Un ejemplo a nivel masivo es el Programa
Torneos Bonaerenses que, a través de actividades artísticas, deportes y juegos reglados, socializa
implícitamente en el conocimiento y aceptación de las normas, en el trabajo en equipo, la camaradería,
competencias transversales necesarias para el intercambio social.”
No podemos dejar de invocar al premio Nóbel de la Paz, Nelson Mandela, quien
instituyó al deporte como símbolo de consenso a lo largo de su vida–, llamamos a
52
Prólogo del libro la Cultura, Motor de Desarrollo y la Integración Social (Capdepón,N,Nocetti,
G,Iturralde,I). Instituto Cultural de la Pcia. de Bs. As.2006.
“utilizar al deporte para la construcción nacional y para promover las ideas que
conducirán a la paz y la estabilidad”.
Alejandro Rodríguez, el actual secretario de deportes de la Pcia de Bs As, así
presenta la mayor política social deportiva-culturales que incluye competencias para
adolescentes y adultos especiales: “Sólo a través de procesos colectivos se alcanzan objetivos
importantes y sustentables. Los convoco a que todos juntos construyamos LOS JUEGOS BA 2010 para
cumplir con nuestra promesa de garantizar el derecho a practicar un deporte gratuito y de excelencia, y
así promover de manera equitativa e integradora a la Cultura, la Educación y la Salud.”
Los Juegos BA 201053
son, sin duda, un aporte fundamental en la construcción
de una sociedad más justa, solidaria y equitativa. Un lugar para construir ciudadanía y
sentir el sano orgullo la identidad bonaerense
Los juegos son un espacio organizado, formativo y educativo, de participación e
inclusión para los jóvenes y adultos mayores bonaerenses, a través de la práctica de
actividades deportivas, lúdicas y culturales. Los mismos se sustentan sobre una serie de
valores e intentan estimular, más que la competencia, la auto-superación y reivindicar
valores tales como amistad, inclusión, identidad, solidaridad, participación, auto-
superación, el juego limpio, la lealtad y el respeto por todos.
Esta política de ocio contribuye a la gestión de industrias deportivas, con la
generación de más competencias y torneos que contribuirán a la promoción del turismo
y la cultura, con la consecuente creación de puestos de trabajo.
Si bien las personas especiales cuentan con disciplinas “especiales”, tales como
artesanías, manualidades, artes plásticas y danzas folklóricas, el único espacio de
integración es el Teatro Integrado. Es como un holograma de la sociedad: los espacios
de integración son casi nulos y forzados, pues las personas con discapacidad sólo
cuentan con espacios de participación por “discriminación positiva”.
Debido a mi formación de base como docente, trabajo para promover la
socialización, apostando a salvaguardar los grandes fines de la Educación Especial,
que son la integración y normatización los que hacen referencia a un proceso de
socialización; este proceso sólo podrá materializarse si promovemos las potencialidades
y no hacemos hincapié en las limitaciones. Es necesario ahondar en las capacidades
artísticas y expresivas, y no estigmatizar a las personas por su limitación intelectual,
53
Pág oficial de Juegos TB 2010. wwww.juegos.gba.gov.ar
todo ello en un contexto reivindicador acorde con la actividad que se realizada (en este
caso, el Teatro) y de carácter reivindicador.
Luego de brindar servicios profesionales como profesora de Educación Física
especializada en Discapacidad en la Municipalidad de Escobar, durante ocho años en
disciplinas tales como deportes (habiendo participado de Torneos Juveniles
Bonaerenses, compitiendo en Atletismo Especial), recreación, vida en la naturaleza,
natación terapéutica, equinoterapia, e innovar en propuestas artísticas, en el año 2008
presenté en la Dirección de Cultura un proyecto social de índole cultural para propiciar
la integración de personas con discapacidad.
Esta propuesta surgió como desafío para experimentar lo que hoy estoy
compartiendo a través del presente escrito. Quería constatar en el campo toda la teoría
desde la educación física, la educación especial, la inteligencia social y emocional, y
todo el acervo de la carrera de Trabajo Social, aun sin ejercer. Lo llevé a cabo como
proyecto piloto, en forma independiente, en el año 2007. Fue así como veintitrés
adolescentes, con y sin discapacidades, llevaron a cabo la Primera Comedia Musical
Integrada “Atrévete a Soñar”, con musicalización de Disney, cuya trama se apoya sobre
valores que promueven la integración, obra dirigida y producida integralmente por
quien suscribe, y se estrenó en el Teatro Municipal.
En el año 2008, presenté en la Dirección de Cultura un proyecto denominado
Escuela de Comedia Musical Integrada, para sistematizar el trabajo y mejorar la calidad
del servicio su resultado fue el aprendizaje de un grupo de personas, con o sin
discapacidad, formados en tango, danza, canto y teatro, que llevaron adelante dos
musicales de tango: “Tango Joven 08 y 09“ y “La noche que me quieras”, con dirección
y producción a mi cargo y guión de mi autoría.
4-Desafío contemporáneo del Trabajo Social.
Comenzamos a abordar el TS partiendo del mismo como un concepto ordenador,
a modo de categoría de análisis.54
54 De acuerdo con Escalada, “(…)no se entiende el concepto en su acepción más corriente, esto es, en términos que
designan objetos, hechos, fenómenos, sino (...) el significado más profundo de la concepción materialista dialéctica:
el concepto como la síntesis más acabada de las determinaciones esenciales del fenómeno.” (Escalada, 1986, 86).
Desde mi perspectiva se entiende que el trabajo social es una disciplina de las
ciencias sociales, cuya especificidad está constituida por la intervención de
profesionales, es decir, el conjunto de acciones orientadas desde un marco teórico,
epistemológico y metodológico, que toma contenido a partir de la realidad particular
sobre la cual interviene.
La intervención profesional así entendida presentaría dos polos en su
materialización: el polo del disciplinamiento, en tanto la conformación de determinadas
prácticas sociales entre los grupos destinatarios de las intervenciones de los
profesionales del trabajo social; y el polo de la emancipación, en cuanto a la
construcción y el afianzamiento de espacios alternativos de autonomía. El énfasis en
uno o en otro polo, que se presentan como momentos simultáneos, interdependientes e
interrelacionados, imprimirá características particulares al concepto de resiliencia,
sostenido desde el trabajo social tanto por parte de sus profesionales como de los
alumnos que estudian la carrera.
Retomo esta última categoría y adelanto que, en lo que respecta al estudio de
resiliencia, también requiere de una toma de posición, pero esto no es a priori. Es
erróneo descartar este enfoque por considerarlo funcional o reproductor del sistema
capitalista, sin antes conocer los conceptos mínimos (detallados en el Capitulo II).
A continuación analizaremos en profundidad un texto de la TS A. Oliva, en el
que evidencia que todas las prácticas profesionales y, en especial, las históricamente
asignadas (educación, gestión, asistencia), están mediatizadas por el posicionamiento
ideológico del profesional y/o intelectual orgánico que haga uso de ellas; esto es, el
proyecto ético político por el que se haya optado. Esto se evidenciará en praxis
reivindicativas o reproductoras del sistema capitalista, más allá de los discursos
academicistas “marxistas ortodoxos” que nos pueden llevar a la sensación de
impotencia o parálisis (fatalismo/ Iamammoto) ante un modelo de producción o
acumulación que, en los tiempos que corren, ostenta una hegemonía sin parangón.
Los análisis marxistas nos recuerdan que nuestra profesión surge de las mismas
entrañas del conflicto de clases y del atravesamiento de la misma cuestión social, no
como mero telón de fondo. Vale la pena trascender, y no obviar, el análisis dentro de las
paredes de los ámbitos académicos, para ver la realidad con el compromiso de una
práctica transformadora. No se trata de una mirada mesiánica, pretendiendo cambiar el
sistema capitalista con su voracidad fagocitadora de más de doscientos años de vida; por
el contrario, no olvidando nuestra condición de asalariados, pero sí como sujetos
históricos, hay que ver con ojos críticos una realidad que no está solidificada y que es
factible de ser modificada. De allí la importancia de considerar el paradigma de
resiliencia, a partir de los factores de riesgos u obstaculizadores del contexto o
coyuntura. Desde ese punto, habrá que plantear una estrategia de intervención que parta
de los recursos humanos, individuales, institucionales, profesionales, legales y
coyunturales disponibles, partiendo de la responsabilidad compartida (sin culpabilizar)
y del compromiso de todos para un cambio que tienda al bien común, sin obviar las
múltiples determinaciones que aporta al análisis el marxismo.
Si seguimos la lógica de la autora, es posible hacer real la coherencia entre el
discurso y la viabilidad de propuestas transferibles a la cotidianidad del campo,
diferenciándonos así claramente del idealismo dialéctico hegeliano, basado en la
creencia de algunos interpretadores de que sólo pensando y sólo con el análisis crítico
del capitalismo y su proceso de cooptación podemos transformar alguna situación social
que requiera de nuestra intervención profesional específica, para acerarnos al proyecto
societal buscado.
Por otra parte Marilda Iamammotto hace hincapié en la necesidad de
reconstrucción del proyecto profesional, como producto de una formación profesional
adaptada a cambios del mercado de trabajo, que implica nuevos proyectos éticos y
políticos.Con respecto al contenido ideológico de nuestras praxis, la autora nos convoca
a no olvidar nuestra condición de asalariados, ya que el TS con su específica
intervención produce y reproduce las relaciones de la vida social. El profesional trabaja
y participa en la construcción de la materialidad y subjetividad de las clases sociales
(reproduce elementos subjetivos y materiales). En dicho proceso, las relaciones sociales
se vuelven relaciones de poder. No debemos pasar por alto la trama de poder que nos
atraviesa, y de la cual somos partícipes necesarios. A su vez, podemos potenciarla en un
sólo sentido, o bien ser filtro de la dirección de dominación e intentar refractar.
Para lograr una plena inserción en el mercado laboral hay que entender y
reflexionar (M. Iamammoto) en el sentido de que el TS es un tipo de trabajo inserto en
la división socio-técnica del trabajo, condicionada por las relaciones laborales con el
Estado y la sociedad civil en su conjunto, incluyendo los sectores hegemónicos. Podría
decirse que, como trabajador, es el fiel reflejo de la contradicción inherente al sistema
de producción capitalista (capital versus trabajo.
El TS no puede abstraerse de esa tensión y contradicción. Debe descifrar las
nuevas mediaciones, de modo que compensen la tensión de esos intereses
contrapuestos. No se trata solamente de un proletario: es un asalariado, pero responde al
capital, ya que su naturaleza es constitutiva e inherente al surgimiento de la cuestión
social. Cuando el Estado toma acciones u omisiones frente a las tensiones sociales,
responde a intereses hegemónicos. La CS atraviesa al trabajador.
Si bien está presentada la propuesta de adecuarse a los nuevos desafíos que
propone el mercado laboral, producto de la mutación de la forma de acumulación dentro
del propio sistema capitalista, se desconsidera la continuidad de las protoformas
(caridad y filantropía), expresándose en una continuidad de manifestaciones ineludibles
(neoasistencialismos y filantropía empresarial) de la que todos somos actores o
espectadores, en medio de toda la metamorfosis.
El TS no sólo trabaja con la CS, sino que ésta atraviesa su cotidianidad y sus
relaciones laborales históricamente determinadas, de la misma forma que atraviesa la
vida de la población con la que trabaja.
La referente de TS brasilera, enuncia una afirmación que no sólo no pierde
vigencia, sino que nos sirve de guía en nuestras praxis profesionales: Se debe tener la
capacidad teórica y metodológica de descifrar estas nuevas manifestaciones y develar
tendencias, descubriendo alternativas viables a largo plazo, teniendo en cuenta tanto las
posibilidades como las limitaciones que están en tensión, para preguntarnos qué
posibilidades existen de generar nuevos espacios laborales o aprovechar los que aun no
están.
Este trabajo está incentivado por esa última afirmación promisoria, que me
impulsa a profundizar en este sentido.
Por último, agrego una instancia respecto del campo de intervención. Siguiendo
la línea discursiva en relación con la CS como factor crucial, debemos contemplar que
las PS también se fueron modificando y metamorfoseando como el mismísimo modelo
de acumulación, las nuevas expresiones de la CS y el rol del Estado, con su intervención
a través de políticas públicas.
El desafío que proponemos es tomar un rol protagónico en el diseño, gestión,
ejecución y supervisión de las PS y sus respectivas operaciones, tales como planes,
programas y proyectos.
La resiliencia es encontrar sentido de vida en cada circunstancia, a pesar de las
adversidades .
CONCLUSIONES
Si bien este trabajo está dirigido fundamentalmente a los miembros del tribunal
de defensa, también aspira a ser leído y consultado tanto por estudiosos como por
personas no avezadas, sea que se trate de profesionales afines al proceso de
rehabilitación integral o bien de personas con discapacidades, o sus familiares, cuyos
deseos superen la mera resolución de lo individual y abogen, de una forma u otra, por la
participación e integración plena de las personas con discapacidad. Se trata de un
estudio con vistas a la acción y está orientado a prestar una contribución, con el objeto
de formular alternativas para operar sobre la realidad, lo cual no resulta nada fácil.
En principio, y en relación con algunas de las preguntas que fueron el germen
del proceso de investigación, creemos haber demostrado la validez de la proposición, a
saber: los proyectos socio-culturales que ejecutan las políticas sociales facilitan la
integración de las personas o los grupos con discapacidad y promueven la resiliencia
social.
Los procesos reflexivos y de investigación surgidos a partir del examen del
problema de la discapacidad, desde la perspectiva de la resiliencia, han servido de
cimientos para los principales aportes que presenta este.informe.
A continuación he de fundamentar algunos puntos centrales que sintetizan
posturas expuestas a lo largo del trabajo:
El paradigma de resiliencia se postula como muy apropiado para el abordaje del
la problema de discapacidad, desde los equipos inter-multi-trans disciplinarios;
por ende, también por el colectivo profesional de TS.
Como profesionales es necesario tener la suficiente “apertura mental, académica
y profesional” para hacer uso de distintos marcos teórico-metodológicos para la
intervención, siempre y cuando los mismos sean recursos adecuados para
satisfacer las demandas del usuario y transformar positivamente la realidad. Eso
no implica la carencia de un proyecto ético y político propio, sino la capacidad
de des-centralización para poder entender la realidad del sujeto demandante de
la intervención profesional y, desde un enfoque constructivista, poner todo
nuestro acervo al servicio de la causa, desactivando los “encorsetamientos
academicistas”.
Está claro que no hay recetas de un TS para discapacidad, a partir del análisis y
del diagnóstico del campo problemático desde la teoría, que implique
comprender la realidad con sus múltiples determinaciones; pero no podemos
quedarnos allí. Creemos que ese análisis, visto desde el paradigma de resiliencia,
nos permite intervenir eficientemente en lo que respecta a la integración.
Es necesario abrir el debate y poner en la “agenda de la Formación Profesional”
a personas con discapacidad, contemplando su situación como un problema
social desde la perspectiva de derecho y como una de las innumerables
expresiones de la cuestión social.
En este punto cabe aclarar que están involucradas todas las carreras de
formación profesional, desde arquitectura (por las barreras arquitectónicas y las
normas de accesibilidad), hasta psicología (por los duelos de los padres, los
conflictos al interior de la familia, etcétera), incluyendo a los médicos y
necesariamente a los trabajadores sociales, entre otros, debido a nuestra
expertise en los problemas sociales. Históricamente ha estado invisibilizado
como problema tal cual hoy se está configurando.
Desde una análisis reflexivo y crítico, podemos afirmar que la Universidad, como
estructura dentro del sistema , también reproduce funcionalmente el modelo de
marginación-exclusión de éste colectivo humano al “invisibilizar” o sacar del
discurso académico la problemática reivindicada en el presente estudio. Por
ejemplo, dentro de cada una de las materias se habla, estudia, analiza etc de la
infancia, adolescencia, vejez, problemática de la mujer; pero ni siquiera hay
bibliografía o material accesible para responder a los intereses ni personales , ni
como formación para la intervención en campo. Por otro lado tanto desde TS,
Políticas Sociales, Constitución y derechos humanos, no se debate acerca del tema,
ni se toma como un problema social. Doy fe de ello, pues en los 5 años de cursada,
fui insistente y perseverante al respecto con cada una de las materias y profesores,
puesto que cursé toda la carrera para con el objetivo de conocer la esfera social de la
problemática en cuestión.
Los recursos pedagógicos, formativos, terapéuticos y sociales, así como la
promoción de factores de resiliencia al interior de los programas sociales de ocio
para personas con discapacidad, no sólo no son contemplados, sino que son
descartados, como ámbito y como estrategia de intervención, desde la gestión
pública. Cabe aclarar que las políticas sociales de ocio para personas con
discapacidad de cualquier índole socioeconómica son históricamente
reconocidos y valorados, más allá de las ideologías y de los modelos
económicos de distintos países, desde Canadá (referente de los países
americanos), hasta Cuba (con su particular modelo socio-económico-político), y
también en Europa, con las reconocidas PS de ocio en España. Se trata de un
espacio de intervención descuidado o desconocido por los trabajadores sociales
y por la política social de nuestro país.
El paradigma de resiliencia nos abre una interesante visión a la hora de
intervenir en la situación de la discapacidad, y nuestro colectivo no debiera
desconocerlo o desconsiderarlo. La estrategia alternativa en programas sociales
de ocio que postulamos en este trabajo no sólo nos parece pertinente y que tiene
asidero para dar respuesta a las necesidades de los grupos de personas con
discapacidad, sino que también está ampliamente valorada y justificada en
países con alta trayectoria deportiva, más allá de su desarrollo económico (Cuba
vs. Canadá). Lo anterior nos permite llegar a una última conclusión: los
programas sociales de ocio para personas con discapacidad no sólo son eficaces
y pertinentes, sino que no requieren de gran inversión económica para que se
sustente. Lo que faltaría en nuestro país es una planificación, seguimiento y
evaluación desde la perspectiva de TS, para que se convierta efectivamente en
una política social y deje de ser un conjunto de programas de clientelismo
político. Es decir que para pasar del “asistencialismo” a la asistencia, se requiere
de la intervención de nuestro colectivo profesional.
En suma, si consideramos a la discapacidad como una adversidad concreta,
agravada o acentuada, especialmente cuando se vive en situación de pobreza, la buena
noticia es que existe la posibilidad de experimentarla dignamente, sin limitarse a un
destino o augurio negativo. Siempre existe un margen de libre albedrío dentro del cual,
haciendo uso de recursos internos, del meso-sistema (los grupos, instituciones y redes)
y del macro sistema (múltiples determinaciones socio-económico-histórico-culturales),
es posible alcanzar las propias metas realistas, otorgando a la situación un sentido de
plenitud o trascendencia. Dichos recursos serán un pasaporte seguro a la
autorrealización, que –al menos desde esta perspectiva – es lo que determina una vida
exitosa, a partir de los propios parámetros.
En este proceso, será requisito sine qua non la interacción constructiva con otro
sentido, o un tutor de resiliencia. No debe ser necesariamente un integrante de la
familia, sino una persona cualquiera (incluso un profesional, o un trabajador social), que
en un momento determinado “empodera” a la persona en situación de vulnerabilidad,
ayudándola a reconocer sus propios recursos y otorgando una mirada esperanzadora y
un sentido de vida.
Esta última afirmación nos abre la puerta al uso de los conocimientos desplegados
en este trabajo para activar el proceso de resiliencia, luego de la intervención específica
de nuestra profesión, que incluye un diagnóstico complejo y dinámico que devele la
realidad.
Al respecto, una célebre frase de Goethe sintetiza y refuerza la idea anteriormente
remarcada: “Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”. A través del uso de los
contenidos de la teoría de resiliencia, podemos intentar ser ese punto de apoyo que
permita mover recursos internos y externos. Sin su resignificación, dejan a la persona en
una situación de vulnerabilidad, victimización o impotencia.
La historia nos ha mostrado innumerables ejemplos de vidas “resilientes”, como es
el caso de Víctor Frank, quien luego de sobrevivir a un campo de concentración nazi,
sublima su dolor y aporta a la humanidad la “logoterapia” (recupera el valor de la
palabra); de Forrest Gump que, más allá del recuerdo cómico que eternizara la película,
es el caso real de una persona con discapacidad que llega a una elite en rendimiento
deportivo; de Beethoven (que a traviesa su sordera inmortalizándose con su producción
artística); o de Helen Keller, pionera en la educación parar personas ciegas; y hasta del
mismísimo licenciado Carlos Eroles, quien ha sido un referente en la lucha social por
los derechos de las personas con discapacidad en Argentina. Pero quien es –al menos,
en mi vida– un modelo a seguir y una musa inspiradora, no sólo en este escrito, sino
también en la hipótesis y en la tesis, es esencialmente Frida Kahlo, a quien la propia
impotencia por el dolor y la discapacidad inmortalizó en la historia del arte
latinoamericano. Ella es pura sensibilidad, libertad, talento, sublimación: la imagen
misma de la resiliencia, a través de sus expresiones artísticas para superar la adversidad
de la discapacidad.
Como todas las investigaciones, ésta tiene también sus amplias limitaciones. Es más
un punto de partida que un cierre. Se ha pretendido triangular tres grandes ejes o
categorías, a saber: la problemática social de la discapacidad, el paradigma de
resiliencia y el trabajo social, con su estrategia de intervención desde las políticas
sociales y desde los proyectos sociales de ocio (cultura), que nos abren grandes y
profundos interrogantes. Por ejemplo: ¿Podrán incluirse como tema de estudio el
paradigma de resiliencia y sus formas de intervención en la formación de TS? En los
próximos años, ¿se podrá lograr como política educativa de formación profesional en
todas las carreras? ¿Podremos asumir el compromiso como agentes sociales y como
ciudadanos, más allá de nuestros trabajos, con la situación de la discapacidad,
entendiendo que responde a una construcción social, histórica, política y cultural?
Desde el campo de intervención, ¿nos animaremos a ahondar los contenidos de la
inteligencia social y emocional, la programación neuro-lingüística, para asesorar a
personas en situación de adversidad, con el fin de generar las vías de solución con los
recursos propios, institucionales y estatales? ¿Seremos capaces de afrontar el debate
académico entre inclusión e integración desde una mirada realista?¿o seguiremos
creyendo que la discapacidad está tratada en forma óptima desde el ámbito educativo y,
específicamente, desde las políticas sociales?
Se trata de interrogantes que hay que tomar con seriedad y compromiso profesional,
incluyendo ambas problemáticas: la discapacidad como problema social y el paradigma
de resiliencia. En principio se tendría en cuenta el ámbito de estudio e investigación y el
debate académico, para poder transferirlo luego al ámbito público y social, a modo de
intelectuales orgánicos, lo que propulsaría la necesaria visualización de la problemática
y la lucha por mantener el tema en la agenda pública.
Queda mucho por estudiar e investigar en cuanto a las múltiples formas de
intervención respecto del problema social en cuestión. Queda claro que este trabajo no
propugna recetas, ya que siempre debería prevalecer la especificidad y singularidad del
caso, atendiendo a la compleja realidad. Sin embargo, no se pueden desconocer
experiencias que dan resultados positivos en la intervención.
Los contenidos teóricos y el proyecto aquí propuesto pueden ser replicados o
llevados a cualquier ámbito, no sólo de grupos de personas que portan alguna
discapacidad, sino también a cualquier sector vulnerable o vulnerado.
Queda planteado el desafío, tanto al colectivo profesional como a quienes están en
proceso de formación, no sólo de indagar en todas las problemáticas de las
características analizadas, sino de proponer, a través de las universidades, convenios que
permitan la real intervención profesional, con aportes específicos en las PS y en los
programas sociales de ocio.
Como fuera anticipado en los apartados pertinentes, sin importar los modelos de
acumulación y producción imperantes en distintos países, tanto desarrollados como
“subdesarrollados”, hay sobrados antecedentes de programas sociales de ocio para
grupos con discapacidad. A modo de ejemplo, para recuperar sus experiencias, se puede
citar a Cuba país donde las políticas sociales para personas con discapacidad, con
escasísimos recursos materiales, son más que eficientes en los tres niveles de
prevención. Cuba demuestra que, aún en contextos institucionales desprovistos de
infraestructuras o equipamientos adecuados, las deficiencias estructurales se pueden
compensar con el capital humano, esto es, el aprovechamiento del trabajo en red que
permita optimizar los medios disponibles y la capacitación del recurso humano, con el
consenso institucional que dé lugar a la creatividad y a propuestas superadoras.
Otro país digno de mencionar en este sentido es España, cuya estructura estatal
respalda las amplias y diversas políticas sociales, a través del INSERSO –Instituto de
Mayores y Servicios Sociales–, de modo tal que han podido llegar a situaciones
impensadas en Argentina, tales como turismo social y de aventura, u hogares asistidos
para el grupo poblacional que nos ocupa.
No está de más aclarar que la consecuencia lógica de este pequeño aporte no es más
que la reapertura para el debate en relación con un campo problemático de estudio e
intervención que requiere de investigación, trabajo y experiencia de campo, para no
quedar en declamaciones o hipótesis estériles. De todas maneras, sabido es que las
investigaciones a lo largo del tiempo y con procedimientos reconocidos por la
comunidad científica requieren de recursos materiales y económicos, que podrían ser
aportados por subsidios de investigación.
El presente trabajo ha sido extenso, diverso y profundo en algunas cuestiones.
Ningún tema ha quedado cerrado; por el contrario, cada asunto abordado ha dejado
innumerables interrogantes. A continuación, se rescatan algunas aproximaciones acerca
de determinadas categorías.
Sobre la complementariedad de paradigmas:
Si bien la discapacidad implica una limitación, las dificultades se definen, se sitúan
y se concretan en la interacción del individuo con el medio. Se considera muy
importante el análisis de la Clasificación Internacional del Funcionamiento (OMS
2001). Luego de los contenidos desarrollados a lo largo de todo el trabajo, resulta claro
que la discapacidad no es estática, sino más bien fluida, dinámica y cambiante. Si bien
las limitaciones funcionales y estructurales inherentes a la persona son una variable
determinante, hemos afirmado que los apoyos disponibles en el ambiente, tanto los del
meso como los del microsistema, cumplen una función transformadora determinando
las posibilidades de autonomía, integración, igualdad y autorrealización.
A partir de esa primera determinación se afirma que la discapacidad no es una
enfermedad, sino un fenómeno complejo que contempla al individuo determinado por
múltiples determinaciones y en interdependencia tanto con el meso como con el macro-
sistema. Desde esa concepción, en que la condición de discapacidad debe ser
considerada como atributo de gran significación para la persona, aunque no debe
desplazar su consideración como tal, como ser humano total, es inevitable abordar la
situación desde el paradigma de resiliencia. En principio, es necesario reivindicar las
posibilidades y las potencialidades (lo que antes, desde el paradigma de rehabilitación,
se llamaba “remanentes”), buscando compensar los riesgos que se han diagnosticado.
La OMS desmitifica el diagnóstico, quitándole protagonismo, pero indica que es
insuficiente para predecir las consecuencias de la discapacidad y para evaluar las
necesidades de apoyo que requieren. No es posible hablar de un pronóstico cerrado,
definitivo e indiscutible, pero de todos modos un diagnóstico certero evidencia las
necesidades generales y los apoyos necesarios. Si se toman en consideración las
experiencias cotidianas y los testimonios de los padres y familiares, se puede dar cuenta
de que los principios biomédicos no pueden tomarse como predicciones irrevocables.
Esta afirmación se sustenta en las experiencias de vida que, como contrapartida,
reivindican el paradigma de resiliencia.
El enfoque tradicional se traducía en una percepción del individuo a partir del
déficit, la falta, lo que está mal o ausente, con las consecuencias que se suponen que eso
trae aparejado, como destino obturado o estigmatizado por el paradigma de riesgo. De
todas maneras, es posible “compensar” esa situación reivindicando la diversidad o
diferencia y brindando los apoyos necesarios para poder experimentar la vida
priorizando su calidad.
Se considera que el “modelo de daño” se centra en el análisis de la vulnerabilidad,
mientras que el “modelo compensatorio” se enfoca en las ayudas que pueden otorgarse,
pero que conservan la condición de ser externas y pasivas. En cambio, la promoción de
la R constituye un “modelo de desafío”, tendiente a generar competencias propias en un
sujeto activo.
A continuación se transcribe una síntesis de los mejores aportes conceptuales y
metodológicos de nuestra referente; Amellia Dell ´Anno, en el tema específico del
presente trabajo, pero no puede dejar de considerarse el necesario abordaje
interdisciplinario, ya que –como dijimos en numerosas oportunidades– el problema
social que nos convoca atraviesa todas las esferas humanas y sociales y, por ende, todas
las disciplinas y ciencias que tengan como objeto de estudio al ser humano.
A modo de propuesta metodológica, la autora ha elaborado en 1997 (Dell´ Anno,
1997) un planteo de etapas o pasos que sintetizan aportes de diferentes autores, y que
reconocen una evolución de objetivos y acciones profesionales destinados a:
a) Delimitaciones de un problema y/o de un ámbito de actuación.
b) Estudio de la situación, a través de su investigación.
c) Evaluación diagnóstica sobre la relación contexto-necesidades-aspiraciones y
recursos.
d) Programación: selección de las variables que intervienen, como alternativas de
acción.
e) Ejecución de programas y estrategias.
f) Evaluación permanente.
Estos pasos se pueden relacionar con lo que Ezequiel Ander-Egg ha denominado “El
esquema metodológico que está en la base de todo trabajo o acción social” (Ander-Egg,
s/f: 78-102), y que se sintetiza como estudio, programación, ejecución y evaluación. *
Sin embargo, existen múltiples ejemplos de la capacidad de afrontar la adversidad
en muchas personas que demuestran una fortaleza particular. Eso da lugar al concepto
de R, en referencia a la capacidad de algunos materiales de recobrar su forma original
después de ser sometidos a una presión deformadora. (OPS, 1998).
Se trata de un término adoptado por las ciencias sociales para caracterizar a
aquellos sujetos que, a pesar de nacer y vivir en condiciones de alto riesgo, se
desarrollan psicológicamente sanos y socialmente exitosos (Ibíd, 8). No se trata de
invulnerabilidad, ya que no existiría un individuo con una resistencia total. “La R es un
llamado a centrarse en cada individuo como alguien único; es enfatizar las
* Dialéctica entre proceso grupal y proceso metodológico del TS, en Di Carlo E. (1997).
Trabajo Social con grupos y redes. Lumen-Humanitas. Bs. AS., pp. 257-285.
potencialidades y los recursos personales que permiten enfrentar situaciones adversas y
salir fortalecido, a pesar de estar expuesto a factores de riesgo” (Ibíd, 1).
Sobre la perspectiva de derechos y la bioética.
Desde el comienzo de nuestra formación como futuros trabajadores sociales y
durante la misma; al comienzo de nuestra inserción laboral e incluso antes y también
durante la intervención pude entender que es indispensable ser los primeros en
plantearse, con espíritu crítico, los propios condicionamientos, en el marco de un
proceso de concientización y sensibilización del problema social. Para ello, es necesario
desnaturalizar y deslegitimar prejuicios o preconceptos, advirtiendo tendencias
discriminatorias que constituyen el mundo simbólico y son los cimientos no sólo de
nuestras significaciones, sino de las mismas praxis, actitudes y discursos personales y/o
profesionales frente a la cuestión. Es deseable que, como profesionales, nos
embanderemos con valores culturales tales como diversidad, convivencia,
multiculturalidad e integración.
Como profesionales cuya especificidad, dentro de las Ciencias Sociales, nos
relaciona con los sectores vulnerables como los demandantes de nuestros servicios –y,
entre ellos, el grupo poblacional afectado por alguna discapacidad–, debemos tener
presente el marco de los derechos humanos como basamento insuperable para la
orientación.
Al evidenciar esta necesaria relación intrínseca, debemos pasar a la consideración
de aspectos éticos y actitudinales, previos a la mismísima intervención, basada en la
bioética, que proporciona principios claros que apuntan a la responsabilidad social, a la
equidad, a la justicia social, al respeto por la dignidad del hombre, a la
autodeterminación y el consentimiento informado, a la sustentabilidad y al desarrollo de
una perspectiva solidaria.
El propio posicionamiento ideológico, sustentado en principios éticos, se traducirá
en las actitudes personales que podrán ser reproductoras y funcionales al sistema de
producción, que excluye y margina a los que no generan capital, con las consecuentes
acciones de abuso de poder, o bien propiciará la autodeterminación y liberación de los
beneficiarios. A través de una postura basada en la empatía, cuando la discapacidad no
afecte la capacidad de discernimiento y autonomía (por ejemplo, en la discapacidad
mental severa), se podrá facilitar a la persona la posibilidad de autoafirmarse, realizar
su propia autocrítica y diseñar sus propias estrategias de vida. Para ello, el vínculo
centrado en el paradigma de resiliencia se considera muy apropiado..
La mayoría de las veces no se respetan las premisas bioéticas fundamentales,
debido a que casi siempre se interviene sobre el emergente o la urgencia, lo que
conlleva una acción irreflexiva e ineficiente a largo plazo. De esta manera, se actúa
como bomberos, “apagando el fuego”, pero no se trabaja estratégicamente en
lineamientos de prevención y promoción. Toda acción responsable en el terreno de lo
social debe apoyarse en una reflexión teórico-metodológica conciente de sus
componentes éticos.
Como ya fuera mencionado en el apartado correspondiente, el problema en
Argentina no son las leyes, ya que son múltiples, prolíferas y vastas; si bien se ha
avanzado en el terreno de la equiparación de oportunidades, los logros aún no son los
esperados y persisten las situaciones de marginación para el conjunto de personas con
discapacidad, lo que tiene su basamento en el imaginario social y en la construcción
social de la situación.
El desafío de los trabajadores sociales será promover la efectivización de los
derechos ya legislados, facilitando la participación ciudadana activa, especialmente de
los propios involucrados, sus familias y sus grupos de pertenencia. En pocas palabras,
como profesionales, ya tenemos las principales armas para la lucha. Las leyes ya
sancionadas y los tratados internacionales como marco legal, servirán de materia prima
para nuestra labor.
Sobre políticas públicas, sociales y educativas. Educación inclusiva.
Durante el desarrollo de este trabajo, creo que ha quedado claro que estamos del
lado de la resiliencia, partiendo de la premisa de que la discapacidad es un problema
social y no puede desconsiderarse el factor de la pobreza como determinante, que actúa
como agravante de la discapacidad.
Este hecho daría mayor solidez y coherencia al discurso desplegado en este trabajo
final, ya que el factor de la pobreza es la base del análisis. Por ello, aparecen como
categorías ineludibles las políticas sociales.
Tal como ha sido manifestado en innumerables oportunidades, este fenómeno
social debe ser analizado a la luz de múltiples determinaciones, pero debe ser
diagnosticado contemplando el macro contexto.
En resumen, los niños de los países subdesarrollados están castigados, en un gran
porcentaje, por los flagelos de la pobreza, que son entre otros, la marginación, la
exclusión, el abandono y el analfabetismo. Sabemos que, casi como una constante, las
condiciones de pobreza y/o indigencia comprometen a más de la mitad de la infancia en
Latinoamérica.
Esa situación lamentable se ve agravada cuando se constata que aproximadamente
el diez por ciento de la población mundial padece algún tipo de discapacidad. Los
índices negativos de los diagnósticos que se hacen acerca de la infancia en Argentina
confluyen en una hipótesis que potencia en forma nociva una relación irrefutable entre
discapacidad y pobreza. La población objeto de estudio y/o conocimiento que nos
convoca es, a las claras, una población en riesgo social. Hoy ya no se puede ocultar el
vínculo peligroso entre desnutrición infantil y discapacidad.
Mas allá de éstas y otras afirmaciones de connotación muy negativa, no sólo como
diagnóstico, sino teniendo en cuenta las implicancias de sus consecuencias negativas y
secuelas, el paradigma de resiliencia da por tierra con la creencia tradicional
fuertemente establecida de que una infancia infeliz determina forzosamente un
desarrollo posterior hacia formas patológicas de comportamiento y de la personalidad.
Justamente, los estudios demuestran lo contrario.
Una de las consecuencias inmediatas del problema planteado es que la situación se
traduce en desigualdades significativas respecto de las oportunidades de los miembros
de la sociedad. Para compensar esas desigualdades, el Estado interviene por medio de
las políticas públicas. En general, responden insuficientemente a las necesidades
colectivas, en particular en los países más pobres.*
Sobre la prevención:
Confirmando la perspectiva de abordaje desde el paradigma de resiliencia,
promovemos el mejoramiento de la calidad de vida. Si bien para ello es necesaria la
eliminación o minimización de los factores de riesgo, éste no es un factor
exclusivamente determinante, ya que –como hemos explicado aquí– estamos frente a un
fenómeno social multicausal. Esto no exime de responsabilidades al Estado, a la
Sociedad Civil, a las familias y a los propios involucrados, dentro de sus posibilidades
reales, para disminuir o mitigar los factores de riesgo. Se trata de llevar adelante
acciones concretas que promuevan la salud y la prevención en los niveles primario,
secundario y terciario (rehabilitación), como resultado de un debate a conciencia acerca
de la situación.
Como hemos anticipado, el Estado está omnipresente, con acciones u omisiones,
frente a todas las expresiones de la cuestión social. Está claro que, de las múltiples
causales del fenómeno de la discapacidad, muchas de ellas pueden ser evitadas o
mitigadas, y aun sus consecuencias, lo que tiene que ver con la prevención terciaria o
rehabilitación. Un ejemplo crucial en lo que respecta a la prevención es nuevamente
Cuba, que ha reducido considerablemente tanto cuantitativa como cualitativamente
distintos tipos de discapacidades. Se implementan sistemáticamente acciones desde la
promoción –tales como detección temprana–, como también desde la rehabilitación.
Una vez acontecida la discapacidad, lo más significativo es que los logros eficientes no
devienen de recursos económicos extraordinarios, sino de un trabajo coherente,
sistemático y serio, basado sobre un gran capital humano, con escasos recursos
materiales.
Está estudiado a nivel mundial que la mayoría de las discapacidades, tanto
congénitas como adquiridas, se pueden evitar. El caso emblemático está constituido por
las discapacidades que son consecuencia de accidentes de tránsito, por no usar
cinturones de seguridad o cascos, o bien por conductas negligentes que en todas las
ocasiones provocan daños que requieren de gran movilización de recursos materiales,
técnicos, humanos e institucionales. De todos modos, en la mayoría de los casos se
pueden evitar. La prevención de accidentes y lesiones en la población general
comprende los efectos discapacitantes, a través de la creación de ambientes seguros. Ya
en 1982, en el Programa de Acción Mundial para las Personas con Discapacidad
(Naciones Unidas, 1982) se señalaban como medidas importantes de la prevención las
siguientes: la supresión de guerras; la mejora de la situación educativa, económica y
social de los grupos menos favorecidos; la modificación de los estilos de vida; y la
educación relativa a peligros ambientales.
Este tema se centra en investigaciones destinadas a conocer la realidad social e
identificar tanto las situaciones de riesgo como los recursos disponibles, reconstruyendo
estrategias que deben situarse dentro de un concepto amplio de promoción de la salud.
Sobre las políticas sociales de ocio, especialmente deportes o cultura,
favoreciendo la resiliencia en personas con discapacidad.
Este trabajo ha recorrido un largo camino a través del estudio del problema social
de la discapacidad. La resiliencia es la propuesta de estudio e intervención. Por último,
se profundiza lo relativo al Trabajo Social.
Lo que consideramos novedoso de la propuesta es la inclusión de políticas
sociales de ocio (deportes, recreación, cultura, arte, turismo social, etcétera) como una
estrategia de abordaje de un problema que está descuidado y que debería ser utilizada
por los trabajadores sociales, ya que es una herramienta muy asequible y efectiva.
Hoy en día se ha podido comprobar, a través de juegos deportivos con personas con
discapacidad, que el deporte permite canalizar mejor su líbido, emociones, y
frustraciones pudiendo expresar su personalidad y saber superar con mayor facilidad las
dificultades de relación con el entorno, familia y amigos, donde, gracias al deporte, las
personas especiales se consideran importantes y capaces de hacer lo que hacen los
demás.
En la niñez y adolescencia la motricidad presenta su momento cumbre, solicitando
una enseñanza responsable, deportiva o profesional. Es la auténtica edad del deporte; el
juego ya no produce placer, ni ningún tipo de sensaciones. Se intenta que los niños
sientan amor hacia los deportes colectivos como voleibol, fútbol-sala, baloncesto y,
sobre todo, por el desarrollo de deportes individuales más técnicos como esquí, judo,
etcétera. La persona experimentará placer en el reencuentro consigo misma, al tiempo
que se sentirá importante, útil y como los demás.
Los procesos afectivos ligados al placer y relacionados con la actividad son
importantes para el desarrollo del aprendizaje. Se trata del denominado “placer
funcional” que, con la maduración, hace que cada vez sean más las actividades que lo
relacionan y acompañan. Tanto la experiencia personal como las actitudes del ambiente
influyen sobre él, determinando preferencias y rechazos.
Las sociedades tienen la obligación de hacer que su medio ambiente físico en general, sus
servicios sociales y de salud, sus oportunidades educativas y laborales, así como su vida
cultural y social, incluidos los deportes, sean totalmente accesibles a los
impedidos. Esto no sólo beneficia a los impedidos, sino a la sociedad en su conjunto.
Una sociedad que excluye a un cierto número de sus miembros es una sociedad
empobrecida. Los impedidos no deben ser considerados como un grupo especial con
necesidades diferentes de las del resto de la comunidad, sino como ciudadanos
corrientes que experimentan dificultades especiales para lograr la satisfacción de sus
necesidades humanas ordinarias. No se deben tratar por separado las actividades para
mejorar las condiciones de los impedidos, sino que deben formar parte integrante de la
política y la planificación generales en cada sector de la sociedad.
En conclusión, si tomamos el Año Internacional de la discapacidad (1981) como
síntesis de una gran propuesta de acción, comprobamos que gestó avances relevantes: se
insistió en la urgencia de entender a la persona con discapacidades no sólo como sujeto
de derechos, sino también de obligaciones, y cobró mayor fuerza la idea de
responsabilidad social.
A pesar de los avances históricos, persisten serias dificultades para obtener y
consolidar resultados significativos en torno de la integración.
A nivel de la investigación social, el campo de estudio es vasto y con grandes
áreas de vacancia. Se trata de un tema que resulta transversal a múltiples campos de la
actividad y que debe abordarse necesariamente desde la interdisciplina y la
transdisciplina.
Como insistentemente se señala en la presentación de esta obra, se renuevan
periódicamente las declaraciones, tanto a nivel nacional como internacional, sobre los
derechos de las personas con discapacidad. Las mismas reafirman conceptos
irrenunciables, agregan diferentes matices y aportan orientaciones precisas. Las sendas
están trazadas y la dirección es clara. Sin embargo, la concreción de acciones es lenta e
insuficiente, pues las decisiones políticas no son siempre firmes. Más allá de la
declamación respecto del reconocimiento de los derechos sociales, resulta difícil la
respuesta efectiva cuando ella afecta determinados intereses.
En realidad, la discapacidad es una producción social resultante de la interacción
dinámica entre la persona y su entorno. Desde esta concepción, el diagnóstico no es un
destino.
En resumidas cuentas, puede decirse que la presente investigación ha sido inspirada
por una profunda reflexión. Tuvo por objeto definir la problemática de las personas con
discapacidades desde el TS y, desde esa misma perspectiva, detectar aquellos
conocimientos y datos de base para engendrar un aporte más rotundo y apuntar algunas
sugerencias para la acción. Ellas pueden ser de utilidad tanto para el especialista en el
tema como para planificadores preocupados por la formulación de políticas más
abarcadoras de los diversos sectores de la población.
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¿Qué es la inclusión?La diversidad como valor Autor: Fabio Adirón Moderador del grupo de discusión electrónica sobre síndrome de Down (Brasil), ex-presidente de la Asociacíon Traducción: Angela Couret.