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  • EL MUNDO, SAN JUAN,-?. H — JUEVES 29 DE DICIEMME DE 1998. 13

    Mr» Franklla D. RnsaswsU

    TrUVtoLa JOáxtía CIUDAp DE.NÚÉYÁ YORK.-Ayer por la manan, fui

    al Club de Mujeres para adornar, elifbol, y encontré que unas amigas bondadosas habían hecho ya-casi todo al trabaja, da msnera que sólo estuve allí un breva rato y regresé a mi apar- tamiento para alfnoraar con .dos amigas. Por la tarde tuve una

    de esas experiencias agradables que 'se nos presentan sólo en contadas ocasiones. En los últimos meses hemos entregedo a los obreros de Hyde Park nuestras varias industries, pue» creemos que están ya en posición ade- cueda para tomar la responsabilidad de diri- girlas ellos mismos.

    La señora que hace los tejidos se ha es- tablecido en una casita a la orilla de la ca- rretera. Los jóvenes que hacen cestos de pa- ja y otros artículos de madera labrada y pel- tre tienen au tallar cerca de la cabana, y al ebanista encargado de fabricar loa muebles tiene el suyo también cerca. Loa tras necesi- taben un mercado para sus artículos, y ayer

    por la tarde me invitaron para que los visitara en la calle SI, 130 Este donde se han unido a otros americanos de extrac ción escandinave estableciendo une tiendita.

    Aquí tienen de todo para el deporte de skis, incluyendo los aparatos de mederas tropicales, bastones, medras de lana, gorras y capee, todo esto en distintos precios. Ee interesante ver los artículos escandinavos hechos a mano junto a los fa- bricados en el país. Debo decir que me sentí orgullosa del trabejo.

    Desde luego, se pueden obtener muchos de estos artícu- los hechos a máquina, pero estos resultan máa originales y son igualmente atractivos. Solamente una persona entendide podría notar al tacto la diferencia en el tejido entre estos artículos de peltre, madera y tela. Yo hebia comprado ya mis regalos de Navidad, pero me gustaron tantos estos y me sen- tí animada de tal deseo de ayudarlos que compré varias co- sillas adicionales. En verdad les deseo buena suerte y creo que cualquier persona interesada en todo esto hallaría mu- chas cosas de su agrado en el establecimiento»

    Mientras estaba allí-pude saludar a una joven norue- ga que está en el país para dar una exhibición da salto con ski. Es bonita, y muy hábil en el difícil deporte, según me han dicho. Ella estuvo trabajando un tiempo, en exhibiciones a mediedos de diciembre en el Medisbñ Square Carden y aho- ra se dirige hacia el oeste. ,

    Mi fiesta anual para IQS niños ..en al .Club de Mujeres quedó muy lucida, y dejé a los niños muy contentos comien- do helados y bizcochos.

    Resultó una experiencia muy agradable anoche tomer parte en el programa de "Nosotros, el pueblo", y de encon- trarme gentada junto al señor Will Moore, a quien a menu- dos saludamos en Warm Springs, Georgia. Leyó un frag- mento del poema escrito por su abuelo y titulado' "La No- che antes de Navidad". Si hubiera tenido tiempo le habría dicho q^'«« par1 de azotea qu ella le dio ese día.

    Ahora no Jugaba desd« hacia mu- cho tiempo. Ni siquiera podía tra- bajar. ¡La vejes! Se aburría solo en su casucha. No vela pasar ja- más a nadie bajo su ventana. Fue a beber a la taberna.

    Y luego sé* embriagó todos los días. Y la virgen acabó pOr habi- tuarse.

    Una ñocha entró alegre, frotó una cerilla en el fondiilo de su pan- talón, encendió la bujía y la puso delante de la Virgen haciendo una* profunda reverencia.

    —¡Cierra los ojos, buena virgen! — dijo — o vuélvete del otro lado. Voy a desvestirme para matarme a la cama.

    Comenzó a desvestirse. —¡Buena virgen! ¡Ya ves cómo

    me mantengo firme sobre mis pier- nas! La que no parece bien senta- da sobre el pedestal eres tu! {Creo que no he bebido bastante.

    Volvió a ponerse el saco y se fué canturreando, titubeando y cerró la puerta tras de él tan fuerte que la casa tembló. Platos y fuentes emojaron sobra el aparador y los vidrios en la ventana. La bujía so- breda estufa vaciló y cayó. La lla- ma alcanzó el manto de la virgen y lo hizo arder.

    La virgen lanzó un grito y con sus dea manos levantó al niño por encima de su cabeza.

    El fuego subía. Ella quiso po- nerse de pie, pero ya sus rodillas ardían.

    El fuego crecía. Levantó al nlfto todo lo que pudo en sus brazos

    El fuego alcanzó sus hombros. El nlflo, en medio del humo, gritaba, tóala y se debatía. Ella lo arrojó al medio de la plata. Y luego dejó caer loa brazos Ardió toda entera.

    El nlfto Jesús, en el judo, acos- tado de espaldas, con las piernaa al aire un poco encogidas, lloró mucho rato, tosió por el humo, en la obscuridad y luego ae durmió.

    Cuando llegó el día. primero se asombró de encontrarse, allí, en el suelo. Se levantó. Hamo a su ma- dre, la buscó. No habla más que un pequeña montón de cenizas so- bre ls estufa. Una brasa crujió. Tu- vo miedo y no quiso quedarse solo en ese cuarto; fué hada la puerta. Se levantó en puntas de pie y no pudo alcanzar el picaporte.

    Bajando un poco la cabeza, salló por la puertecllla del gato que siempre estaba abierta — un agu- jero en la parte Inferolr de la puer- ta, bastante grande para él.-

    Luego asltó los tres gradas de la

    SU SILUETA, SEÑORA T*» — Por Ida Jean KAIN Dá súbito laa mujeres ae han da-

    do al ejercicio ea la misma forma en .que otras veos* se han entu- siasmado con. un nuevo modelo dé peinase. Antes solamente las muy ambiciosas —y desde luego, les que se especializaban en educación fí- sica— hacían algún ejercicio. Aho- ra casi toda .mujer sigue un pro- grama definida.

    Las bajo peáis combinan el' ejer- cido con la dieta pare- adquirir curvas. Las sobre peso combinan le dieta y al ejercicio para contro- lar sus curves. Y las norma- les —finalmente— . hacen ejercido para conservar la salud... y la si- lueta. La única, explicación hada la popularidad de la calistenla po- dría ser que la mujer promedio sa- be muy bien laa ventajea dé estas

    Seta ejercido ea magnifico pera ra- los brazos y lea hombrea.

    prácticas. Desde luego eé imposible que permite a su cuerpo adquirir formas poco, proporcionadas, cuan- do en su mano tiene el remedio.

    La reducción, sin embargo, re- quiere exactitud en la selección de les posiciones y movimientos que la ayuden a eliminar varias pulsadas de- cadera, o en la cintura, o dar una sólida y hermosa contextura a sus brazos. ■ 

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    escalera. — ¡Tres grandes saltos!— y se fué cojeando por 'el camino. Su dedo TOto lé dolía; ls vieja he- rida se habla vuelto a abrir y san- graba. El se preguntaba:

    —¿Dónde encontrar a mi madre? ¿Por qué desapareció en medio del fuego y del humo? ¿Por qué me arrojó al suelo tan despiadadamen- te?

    Caminando y caminando llegó a la ciudad. No hatea neatto en laa ca- 11er. Las gentes de las ciudades no se levantan tan temprano como el sol.

    Tropezaba con las piedras del pa- vimento mal alineadas que forma- ban montanas y precipicios para sus plerneclllas.

    Ls calle se enssnchó bruscamen- te. Vio la catedral, Inmensa facha- da de piedra con santos sn todos los pisos, al lado de cada puerta, de cada ventana, en el techoa hasta en el cielo que rodeaba los'campana- rios agudos.

    De pronto su corazón saltó: en medio de la parfe central, vio a su madre. ¡Qué grande parada cuan- do estaba parada! Tenia un nlfto mofletudo en los brazos.

    —¡Un hermanlto!— ¡Qué suerte! ¡Nos divertiremos!

    Corrió a través de la plaza, sin sentir «1 dolor de su herida, gritan- do:

    —¡Mamá! ¡Mamá! Al llegar bajo el pórtico, le ten-

    dió loa brazos. Ella no se movió ni lo miró. Sus

    grandes ojos blancos no miraban a ninguna parte.

    Entonces él pensó: "No es alia. ¿Dónde tenia la cabeza para tomar a esta mujer por mi madre? ¿Y a ese mofletudo por mi hermano?"

    Se echó a reír, aunque tenia el corazón muy tríate al alejarse.

    7 cuando se alejaba, oyó un gran lamento a sos espaldas. Se dló vuel- ta y vio a todos loa santos de arri- ba abajo de la catedral, que llora- ban arrodillados con la cara entra laa manos.

    Caminó por las calles de la ciu- dad. Su pie dejaba una mancha de sangre a cada paso, sobre el pa- vimento.

    Las gentes sallan de sus casaa y lo reconocían. Se sacaban cortes- mente «1 sombrero y a veces una chiquilla atravesaba la calle co- rriendo para besarlo.

    . Pasó delante de Iglesias, de eon-

    Para embellecer estas extremida- des del cuerno sus ejercicios deben incluir movimientos que activen los músculos de los tríceps, qué •están situados en la parta anterior del brazo y que sé utilizan muy poco para las faenas diarias. Para ejer- citar estos músculos, la mejor po- sición es con los brazos al nivel da los hombres, bien rectos hada el frente o laa lados; •

    Tiene usted a escoger tras* méto- dos para reducir las caderas: ma- sajes, movimiento .de las piernas, y por medio de palmadas. Loa masa- jes suavizan las caderas; las pal- madas quiebran por completo laa acumulaciones de grasa y tejidos fofos, afirmando los contornos; el movimiento o balanceo de les pier- nas reduce pulgadas. Para reducir le parta de atrás de las caderas levante le pierna hade atrás. Mueva la pierna hada atrás y ade- lante, como un péndulo, pero sobre todo hada atrás ron más vigor.

    Para el uso de la parte anterior y posterior de los muslos se nece- sita una técnica diferente que re- dondee y suavice las lineas. Aquí entra el movimiento de las piernas hacia los lados. Un ejercido efec- tivo es el de doblar una rodilla y describir circules con la pierna.

    Quizá la parte del cuerpo que necesita más la reducción sea la dntura, pues por lo general la ru- tina de la vida tiende a debilitar sus músculos. Para allaar el estó- mago, acuéstese sobre el suelo, contrayendo loa músculos abdomi- nales hsda adentro todo lo máa que pueda. También puede sentar- se sobre el piso, el cuerpo recto y le piernas en cambio extendidas hacia el frente, formando un ángu-

    so a *

    Ejercicio magnifico para loo muslos. lo recto con el tronco. Otra forma magnifica, ds reducir varias pulga- das de cintura es por medio de ejercicios de tensión y torsión.

    ftlfe&S

    ventos y de casas piadosas; vio mu- chas vírgenes con sus niños; ellas ni siquiera volvían la cabeza hada él.

    Llegó al campo, del otro lado de la ciudad. Estaba muy cansado, muy triste, tenia hambre y sed; ya casi no podía caminar, tanto era el dolor de su pie, tanta hambre y sed tenia.

    Entró a un bosque, se acostó en el césped y se durmió.

    Softó que su madre le lavaba lá herida del"pie. Ya no sentía ningún dolor; un calor suave subía por su pierna.

    Abrió loa ojos. Un osito le lamia el pie. Otros seis ositos, sentados, o miraban. Un poco máa lejos, la madre sa husmeaba el viento, le- vantaba el hocico de un lado y de otro, enderezaba las orejas.

    El nlfto se aentó. Los ositos salta- ron y Jugaron silenciosamente a su alrededor.

    La madre se acercó, se echó de costado y los odtos se precipitaron, se empujaron, para tomar esda uno su lugar para el almuerzo. El nlfto se Instaló entre ellos. La madre osa lamia a sus hijos y al nlflo también.

    Loa ositos después de un rato te durmieron y la madre cerró los ojos y sa durmió. El nlflo descansó un momento y se fué.

    Atravesó aldeas, pueblos, villas. Las gentes lo saludaban. Loa perros movían la cola cuando él paaaba, loa gallea cantaban, laa gallinas cloqueaban, loa gatos Iban a fro- tarse contra él, arqueando el lo- mo, ronroneando y a punto de hacerlo caer. El titubeaba, los aca- riciaba y continuaba su camino.

    VIó muchas vírgenes en las Igle- sias, en las capillas, en las casas donde entraba para pedir un poco da leche, oor caridad. Cada una te- nia au nlflo Jesús; nlnguns lo mi-

    el perfume exótico que imparte distinción

    y personalidad. 4

    Algo exdusivo en Aguas da Colonias ' : con el perfume

    EVBNTNQ Di PAKIS *tt fragancia exquisita la ha colocado

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    . prados.

    Creedóa del famoso ■ francés

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    representante

    Juego de cuatro piezas, Ideal como regalo

    Aquí tenemos' une idea original para regalo de Navidades, y usted puede hacerlo por al sola, excep- tuando las suelas y loa pompones de la zapatillas. La persona que reciba este regalo admirará la ori- ginal idea que ha tenido, y se lo agradecerá doblemente.

    El juego está compuesto de una bolsa para la ropa auda, una cu- bierta para el colgador del abrigo, un abrigo, una conveniente capa pa- ra proteger el vestido al peinarse, y un par de zapatillas, ligeras y gra- ciosas.

    Hágase el conjunto en cretona, aatén, zaraza o percal y piemJereí escoger el material, en el color pre- ferido de la persona a quien va a obsequiar. Esto es algo Imprescindi- ble, máxime hoy día, cuando los ba- rloa se presentan en gran profusión de colores, asi como los "closets".

    La capa necesitará 1 yarda y 118 de una felá de 35 pulgadas de an- cho. 5 yardas de cinta para el bor- de y los lazos al frente. Para el col- gador, se necesitará 14 de yarda de una tela de 35 pulgadas de ancho y 2 yardas de bles para el borde.

    raba ni se movía cuando se acerca- ba. ■ Y los grandes Cristos, en los ca- minos, desde lo alto de las cruces donde se hallaban, se lanzaban una mirada severa. No parecían muy contentos de ver vagabundear asi. desnudo por los caminos, a ese nl- flo Jesús.

    Un día, a la salida de un bosque, bajo un alero musgoso, clavado ti tronco de un árbol enorme, medio muerte, descubrió a una virgen de madera muy vieja, casi podrida, cu- yo manto, mejillas y ojoa ya no ta- ñían color. Se detuvo. Su corazón latió fuertemente: no tenia nlflo Je- sús.

    Una banda de soldados en tiem- po de las guerras te lo hablan sa- cado para hacer fuego bajo la mar- mita o simplemente para arrojar- lo, por juego, en el rio.

    Los ojos de esta virgen eran azu- les, tan pálidos que casi habla que adivinar el color. Una hendlduri negra, profunda, atravesaba su frente, su naris, y descendía hasta !a boca y el mentón.

    Cuando ella vio a ese nlfto que caminaba cojeando desnudo por al camino, reconoció que no era el suyo. Pare sin embargo, ae inclinó y