Una crónica
EL PABELLON DE MEXICO EN PARISPOR CARLOS SERRANO
J)llAWARPUNeN
Estos dos artículos que escribo acerca de la ceremonia de la colocación dela primera piedra de la Casa de México en la Ciudad Universitaria de París, son una síntesis de la historia deesta fecha y de la significación quepara México tiene la ceremonia quevoy a comentar.
Eramos más de ochenta los mexicanos que hemos presenciado el magnífico acto de la colocación de dichapiedra. En el pergamino que se firmóy que debía ser colocado dentro de untubo de lámina, figura el nombre delembajador Víctor Fernández Manero,quien, alentado y ayudado por el señor Presidente de la República, logróque se transformara en realidad el proyecto de construir el Pabellón de Mé·xico. Fué el rector Sarrailh quien pidió que se hiciera figurar el nombredel que fuera jefe de la Embajada deMéxico en París, cosa que todos losque estábamos allí encomiamos, puescorresponde a dicho dqctor FernándezManero el honor de haber llevado alcabo esta obra.
El regocijo de los estudiantes mexicanos y extranjeros no tenía límites.Esa primera piedra es la iniciación deuna labor que cobrará forma y vendráa constituir un an~!Igue en donde losestudiantes y profesionales mexicanosencontrarán todo 10 que les es menester para sostener sus aspiracione,s y susempeños: un refugio material y unasombra que los proteja y los guíe. Lacolocación de la primera piedra constituye un triunfo para la cultura mexicana. Y, por otra parte, los hombresde ciencia de este país, los artistas, lospintores, escultores, poetas, escritores,etc., ven que la cultura, la ciencia yel arte mexicano se avecinan y vienena buscar una senda en Francia. El recuerdo de los hombres que formabany forman ahora parte de la culturade nuestro país. se ha prendido bajola luz de esta mañana primaveral, alos cimientos de la Casa de México,y sus claros espíritus flotan en esteinstante como nubes que presagiancosas nobles, bellas y amables. México ha sabido, al construir su Pabellónen la Ciudad Universitaria de París,demostrar que la Universidad de México cumple lo que en su inolvidablediscurso de septiembre de 1910 asentaba el ilustre maestro don Justo Sierra, cuya' sombra venerable la sentíayo palpitar entre aquella bulliciosajuventud estudiantil, y también en lasemociones que me produjeron aquellos momentos en que comprendimosque dentro de pocos meses se levantaráfirme y erguida, placentera y acogedora, cabe los cielos de París, la Casa deMéxico. . . En aquella primera pie-
dra se miraba en ascensión la masade uv- edificio cuya maqueta admirá-.'bamos en un muro, y cerca de ella pasaba satisfecho y contento el ingenieroRobertó E. Medellín, quien con suhermano, el arquitecto Jorge L: ,Medellín, son los autores del proyecto. Ylas felicitaciones no escasearon al flamante y honorable ingeniero, quiencon su noble gesto de desprendimiéntoanimado de hidalguía y de hombrebien nacido, no ha cobrado un solocentavo y ha venido a dirigir los trabajos de construcción.
La ceremonia, sencill~ en su apariencia, revistió una severidad trascendental. Muchos hombres de ciencia, de significación social, cultural,diplomática, oficial, elc., estaban congregados en torno del .encargado deNegocios de México. Descubro entreel bullicio de los estudiantes y becarios, al rector de la Universidad deParís, al rector Marchaud, delegadogeneral de la Fundación nacional dela Ciudad Universitaria; al señor Jaime Torres Bodet, director general dela UNESCO; a los representantes delos Ministerios 'de Negocios Extranje-.ros, de Educación Pública de Francia,al representante de la Ciudad de París, a los de los estudiantes francesesy extranjeros de la Ciudad Universitaria; todo el personal de la Embajadade México y 'del Consulado General; el de la Delegación Permanenteante la mencionada UNESCO; varios
DESPUES 'DEL DEPORTEQUE BIEN -"CAE" UN
miembros de nuestra colonia que radica en Par~s, etc. El alina mexicanase hacía sentir en aquel terreno endonde se levantará el pabellón. Laemoción era intensa.
Y junto a,'todas estas personas, vestida de riguroso luto, por la muertede su amado compañero, se erguía sérena y curiosa de todo lo que pasaba,la figura de madame André Honnorat, la esposa del iniciador y fundadorde la Ciudad Universitaria; quien, dicho sea de paso, en recuerdo de suesposo, hizo un donativo, en dólares,para la construcción de nuestro pabellón. La noble dama paseaba 'su mirada por todas partes y, sin duda alguna, en esos instantes la sombra demonsieur Honnorat pasaba risueña yamable bajo las enramadas de los in-mensos árboles. . . ,
Terminada la ceremonia de' la colocación de la primera piedra, los asistentes pasamos al salón de recepcio-
, nes de la Casa Internacional, y brevesminutos después. el rector de la Academia de París, el señor J ean Sarrailh,gran amigo de nuestro México y conocedor de la cultura mexicana, tomóla palabra, pronunciando, en su idioma, que maneja en forma admirable, sobria y elegantemente, un discurso en el que expresó la significación que este acto revestía, acercandoíntimamente las tendencias de la Sorbona de París y las de nuestra Universidad Nacional. Evocó, en seguida, la
labor que en el sentido de hacer unarealidad internacional la Ciudad Universitaria llevó a cabo el señor Honnorat, cuyos esfuerzos, en todo tiempo y en todas las circunstancias, fueron los de establecer un contacto másíntimo y más cordial entre todas lasculturas universales.
Conocedor, cómo antes he afirmado, de la cultura. y de los trabajos delos profesores mexicanps y de nuestraUniversidad, el señor Sarrailh tocócon atingencia, sentimiento y un entusiasmo de cordialidad el más puro,los esfuerzos que el Gobierno actualde México pone para realizar estamagna obra educa'tiva, evocando conesto el recuerdo del ilustre don JustoSierra, cuya ímproba labor consagrada a la educación merece toda clase deencomios y de parabienes. Y al referirse a los tiempos de ahora, indicóque la obra educativa del Gobiernodel actual Presidente corre parejas con
, la de otros países, aludiendo con estoal entusiasmo que el'Jefe del Gobierno nuestro pone para ver de lograruna colaboración irhern,acional máseficaz y más constante. Consagró palabras de elogio para los trabajos emprendidos por el señor, Torres Bodetcuando fué ministro de Educación eigualmente. aludió a los que en unpIan de intensificac~ón está realizandoel actual rector de la Universidad Nacional de México, licenciado Luis Ga·rr·ido.
El flamant~ rector Sarrailh, noquiso pasar por alto el empeño quepuso' para realizar esta construccióndel Pabellón de México, el embajadordoctor Fernández Manero, p'or lo quela Sorbana de París le enviaba sussaludos y sus felicitaciones.
Acerca del proyecto de los hermanos Medellín, el señor reétor Sarrailhdijo: "El proyet~o del ing~niero y delarquitecto Medellín, admirables profesionales mexicanos, es atrevido, peroencierra un gesto animado de saber, deciencia, de sereni.dad<y de jllventud.El ingeniero Medellín es hombre quesabe 10 que hace y su obra es un grato comentario a la vida mexicana. Laconstrucción de la· Casa de México-agregó-es el remate de esta obra."Aludió a su visita a México hace tresaños y terminó expresando su gratitud para todos los que de .cerca o delejos colaboran a la intensificaciónde este ~oble empeño de ensanchar loshorizontes culturales y de acercar másíntimamente el pensamiento, las almas y los deseos de descubrir nuevosderroteros a la ciencia de los dos pueblos. Un sonoro y cordial aplauso en'cuadró el último período del discursodel rector señor Sarrailh.- (De Excelsior). '
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