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JOSÉ EDUARDO SERRATO CÓRDOVA
Usos sociales del humor en El desfiledel amor
Bajtin, el carnaval, lo cómico y elhumor
Uno de los críticos que mejor ha definido
las características del humor y que ha se
ñalado claramente las diferencias entre el
carnaval, la comicidad y lo humorístico es
Umberto Eco. En su ensayo "Los marcos
de la libertad cómica", I el filólogo italiano
llega a cierto concepto de lo humorístico
a partir de una revisión de las ideas baj
tianas del carnaval, y señala que si bien
humor y comicidad van siempre juntos, es
necesario deslindar funciones. Dentro del
efecto cómico, Eco distingue seis rasgos
fundamentales: 1) la violación de una regla
(preferible, pero no necesariamente, una
regla de etiqueta); 2) la violación es cometi
da por alguien con quien no simpatizamos
porque es un personaje innoble, inferior y
repulsivo (animalesco); 3) por tanto, nos
sentimos superiores a su mala conducta y
a su pena por haber transgredido la regla;
4) sin embargo, al reconocer que se ha roto
una regla, no nos sentimos vengados por el
personaje, y 5) al mismo tiempo, no esta
mos preocupados por la defensa de una
regla ni nos sentimos obligados a com
padecer a un ser tan inferior. Lo cómico,
en este sentido, es racista: los bárbaros, los
Otros, deben pagar.
Como es fácil ver en esta clasifica
ción, la violación de una regla y su conse
cuente sentimiento de liberación es lo sub
versivo de la comicidad. Esta subversión
podría asociarse, en primera instancia, con
la idea de la liberación carnavalesca al
estilo Bajtin. Podría pensarse que la más
cara, el mundo al revés, la revolución que
implica el romper las reglas del mundo
normal son los rasgos de toda comici
dad y de todo carnaval. Pero, ¿la máscara
del carnaval que oculta nuestro rostro y
1 Umberro Eco. "Los marcos de la liberrad cómica". en ¡Carnaval!, FCE. México. 1989.pp. 9-24.
nuestra personalidad -y que nos anima
liza, piénsese en el zooformismo de Sueño
de una noche de verano-- nos permite
cometer todo tipo de pecados y permane
cer inocentes, o más aún, nos permite to
mar el poder de este mundo al revés y
convertirnos en sus dirigentes? ¿Acaso las
nuevas normas de esta revolución carna
valesca no llegan a institucionalizarse? ¿El
carnaval nos lleva, entonces, a una trans
gresión real? Reduciendo tal pensamiento
al absurdo, rendríamos que en cada fies
ta de carnaval se harían igual número de
revoluciones. La vida sería un eterno car
naval.
Si nos alejamos un poco de la fiesta
bajtiana y replanteamos las relaciones en
tre lo cómico y las reglas sociales podremos
tocar terreno más firme. Remontándonos
un poco a las ideas retóricas aristotélicas,
descubrimos que tanto lo trágico como lo
cómico tienen lazos profundos con las
reglas y costumbres de una determinada
sociedad. Las transgresiones de Edipo, los
crímenes de Orestes, conmueven a cual
quier espectador y lo conducen a la catar
sis. Las reglas que se rompen en la tragedia
tienen una cierta apariencia de univer
salidad y están bien delimitadas por los
autores y su público: dile no al incesto, dile
no al parricidio. En cambio, ¿por qué nos
reímos de las confusiones y enredos de los
personajes de Sueño de una noche de vera
no o de la parodia épica de los hermanos
Marx en Héroes de ocasión? Las reglas de la
comedia, evidentemente, son menos uni
versales y trascendentes pero, además, si
en la tragedia el marco moral y social está
bien delimitado, en la comedia se presu
pone, nunca está explícito.
La Coena Cypriani medieval, que cita
Bajtin en su Cultura popuÚlr en Úl Edad
Media y Renacimiento, era una representa
ción burlesca basada en la subversión de
las Escrituras que sólo puede ser disfruta
da como transgresión cómica por la gente
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que toma en serio las Escrituras durante el
tiempo no carnavalesco. Para un lector'
moderno o uno no occidental, la parodia
de la Coena Cypriani es incomprensible.
Es decir, la ley que ridiculiza o el com
portamiento que se parodia debe estar
vigente en el momento en que se carnava
liza. Además, la carnavalización funciona
sólo una vez al año, un carnaval ererno no
funciona.
Pensemos también que el carnaval
es una transgresión limitada, autori
zada en el espacio y en el tiempo. Los tra
vestistas veracruzanos sólo en carnesto
lendas pueden circular libremente por el
puerto. AsÍ, tanto lo cómico como lo car
navalesco refuerzan, al romperlo por un
instante, el aparato legal y de costum
bres. En este sentido, lo cómico se parece
a la ironía: afirma lo contrario de lo que
aparenta y sólo es efectivo si esta afirma
ción no es explícita. Pero lo cómico en
cierra un aspecto que no hemos tratado: el
humor.
Con el humor se establece una rela
ción diferente entre regla y transgresión.
Al respecto, Umberto Eco afirma que el
humor:
[...] no pretende, como el carnaval, lle
varnos más allá de nuestros propios lí
mites. Nos da la sensación, o más bien,
el diseño de la estructura de nuestros
propios límites, nunca está fuera de los
límites, sino que mina los límites desde
dentro. No busca una liberrad imposible,
pero es un verdadero movimiento de liber
tad. El humor no nos impone liberación: al
contrario, nos advierte la imposibilidad de
una liberación global, recordándonos la
presencia de una ley que ya no hay razón
para obedecer. Al hacerlo. mina la ley.
Nos hace sentir la molestia de vivir bajo
una ley.2
Un albur no hace un carnaval ni undesfile una batucada.
Se ha dicho, con alguna fortuna entre crí
ticos y estudiosos, que las tres últimas
novelas de Sergio Pitol integran el trípti
co del carnaval. En mi opinión, es cierto
para Domar a Úl divina garza (Era, 1989)
2Umberro Eco, [bid., p. 18.
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y tal vez para La vida conyugal (Era,
1991) pero falso para El desfile del amor(Anagrama, 1984). En esta última, Sergio
Pirol crea un marco social basado en una
estética del absurdo y de lo grotesco, cu
yos episodios recuerdan el humor loco de
las películas de los hermanos Marx. En Eldesfile del amor, para empezar, no hay un
tiempo profano que parodie un tiempo
sagrado. Hay una libre relación entre lo
histórico concrero -la vida nacional de
1914 a 1972- y los personajes esperpén
ticos que caricaturizan cierras temas so
ciocul rurales.
Lo vulgary In culto en El desfile del amor
El desfile del amor es el relaro de la inda
gación de un crimen ocutrido en el México
de 1942. Miguel del Solar, el hisroriador
detective, decide, en 1972, esclarecer el ase
sinaro. Su pesquisa saca a flote la hisroria
secreta del México de los cuarentas: los
grupos pronazis que funcionaron en la
Ciudad de México y los odios emre la clase
conservadora de abolengo -desplazada del
poder pero no vencida- y los nuevos ricos,
hijos privilegiados de la Revolución.
En este desfile de odios y rencores
nunca se descubre al asesino, pero sí apa
recen seres desquiciados que parodian con
ductas morales y sociales que nos revelan
lo que Eco afirma sobre el humor: nos
recuerdan la imposibilidad de una libera
ción global y nos advierren de una ley a
la que ya no hay que obedecer. De tal mane
ra pueden imerpretarse las hisrorias liga
das al guardaespaldas Marrínez, el "bas
ronero de oro",3 que con su labia entre
vulgar y diplomática parodia los ideales
fascistas de su jefe, el acaudalado Arnulfo
Briones.
Una de las constantes de la estruc
rura del humor de Pirol en esta novela es
3 Por boca de otros personajes nos enteramos que uno de los pasatiempos favoritos deMartínez era la seducción de obesas alemanas:"Uno de sus placeres, un hábito casi, consistía ennarrarme sus aventuras en Hamburgo... Me contaba sus experiencias interminables en Alemania.Las mujeres debían ser maduritas y sobradas decarnes. Nada de muchachitas ni de flacas. 'Gallina vieja hace buen caldo', exclamaba"; o bien: "¡Noexiste placer comparable al de nadar en grasa!"Este pasaje da idea de la estética de lo grotesco deEl desfile...
la mezcla caótica de lo vulgar y lo cuico.
Ida Werfel, una erudita alemana especia
lista en la novela picaresca, ilustra bien
este caudal humorístico. La Werfel, una
apasionada de la literarura española, se
desenvuelve en un medio casi arisrocrá
tico, digamos en una arisrocracia chabaca
na, pero tiene una marcada debilidad
por el albur. "No se puede tapar el sol con
un pedo", "alojo del ano engorda el ca
bailo", "el que caga ororga" son las crea
ciones de esta sensible dama. Indepen
diememenre de la comicidad que pue
da producir la parodia albureril de esros
refranes, el humor de los episodios don
de aparece Ida Werfel reside en poner
en evidencia un sistema de valores, que en
el caso concrero de El desfile... se trata de
las relaciones de poder de una clase pu
dieme hipócrita y retrógrada que se jacta
de su cultura y buenos modales. Ida
Werfel no libera carnavalescameme al
lecror; por el comrario, nos señala que
hay reglas absurdas que siguen rigiendo
la vida social.
Podríamos decir en suma que las ba
ses sociales del humor de El desfile... son
las parodias de lo que designamos el buen
gusro. No obstante, hay otro elememo
que me llama la atención y que podemos
definir como la parodia de las ideas de la
identidad del mexicano. El laberinto de lasoledad es, y casi roda mundo lo acepta,
el libro más influyente sobre la indaga
ción de lo mexicano, de él derivan las
ideas de que las identidades del mexicano
son máscaras, una indígena y otra mesti
za. Carlos Fuemes, desde La región mástransparente hasta El naranjo, ha reroma
do la idea y la ha parodiado ad nauseam.
• 69 •
En El desfile del amor, Pirol se burla del
tema. Un nieto de un ministro de Porfirio
Díaz, educado en Londres y en París, de
repente, con roda la contundencia de la ver
dad, se le revela que es mexicano:
Sí Huehue... estábamos en e! segundo
acto de Pelleas et Melisande; dirigía, imagí
nate, nada menos que Ansermet. Papá se
me acercó y me dijo con ese tonito que a
mí me revienta, tú sabes cuál, que ya esta
ba decidido: regresaríamos a México y yo
debía optar por la nacionalidad mexica
na. Tú sabes cómo es, Huehue, tú lo cono
ces, así que no te extrañarán sus desplan
tes. Me lo soltó de sopetón, sin e! menot
tacto, regocijado ante mi desconcierto.
¿Te imaginas, Huehue? De repente, a la
sombra de Debussy, supe que iba en setio
lo de ser mexicano, que no era un apodo
afectuoso como a veces me lo parecía. No
es posible, le dije con e! aliento petdido.
No entendía nada, estaba desespetado, de
buena gana me habría puesto a 1I0rat. Nos
vamos a México, repitió con regocijo e!
ogro de! estanque. Commeni!, grité ya en
plena angustia. En aquel momento era de
masiado. Claro, yo sabía que mis abuelos,
que mi padre habían salido de aquí. Pero
son cosas que uno sabe y no acaba de sa
berlas. Ansermer, Debussy, Pelleas, la Tour
nier que era, te lo debo decir, una Me!i
sande prodigiosa, todo me daba vue! tas y
se me confundía con imágenes bárbaras
de piedra...4
El malinchismo, las máscaras del me
xicano, el desprestigio de lo nacional en
beneficio de lo extranjero -la ópera de
Debussy frente a las piedras bárbaras de los
aztecas- son los temas sociales y cultura
les que subyacen en el humorismo de este
pasaje que no deja de tener cierro pate
tismo.
Un estudio de lo humorístico en la
obra de Sergio Pirol nos debe obligar a
atender tanto lo social como las posibles
parodias de cierras ideas culturales, como
el de la identidad del mexicano o las nor
mas de urbanidad y buen gusro, sin olvidar
que el humor puede ser más subversivo que
la comicidad.•
4 La cita está tomada de la edición de Anagrama de 1984, pp. 165-166.
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