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PARAULA Pág. 13Valencia, domingo 30-IX-2018

� EVA ALCAYDELleva 18 años trabajando como funcio-nario de prisiones. Ha recorrido siete cár-celes españolas y actualmente trabaja enel Centro Penitenciario de Picassent. Co-noce al dedillo el sistema penitenciarioespañol, al que considera “bastante sen-sibilizado con el interno”, cree firme-mente en las segundas oportunidades yen la reinserción social y en su trabajodiario trata de ver a la persona que haydetrás de cada interno. Hoy contamos lahistoria de Jose Domingo Rodríguez,un funcionario de prisiones hecho vo-luntario de prisiones.

Estos días los funcionarios de prisio-nes -25.000 en toda España- andan re-vueltos, con concentraciones yreivindicaciones en materia laboral, sa-larial y de seguridad.

Jose asegura que ellos son los grandesolvidados, pues muchas veces se venobligados a hacer de madres, de padres,de psicólogos, de profesores, de cuida-dores y, por supuesto, de vigilantes, perosolo se les conoce por películas como lade ‘La fuga de Alcatraz’ y series como lade ‘Vis a Vis’. “Somos el último eslabónolvidado de la cadena de justicia”, ase-gura Jose con rotundidad.

“Muchas veces los más presos somoslos funcionarios, que pasamos 14 horasdiarias dentro de una garita y te sientesvigilado por los 150 internos del móduloque te observan constantemente”, diceasumiendo su realidad sin demasiadoslamentos.

Detrás de su aspecto fuerte y recio, dequien acostumbra a mantener las dis-tancias y a hacer respetar las normas, seesconde un hombre de fe, sensible y pre-ocupado por la persona que hay detrásde cada interno, alguien a quien no le im-porta abrazar a un recluso conflictivoque se viene abajo al enterarse del falle-cimiento de su madre. Alguien que seemociona con solo recordarlo.

Y es que José, como otros muchosfuncionarios, también hace una labor so-cial dentro de la prisión. “Atendemos alas personas y sus necesidades, muchasveces se les considera desechos de la so-ciedad, no se les ve como personas, pri-vadas de libertad, sí, pero personas queun día cometieron un error”.

Para Jose los voluntarios son las lu-cecitas que iluminan la prisión. Allí se lesrecibe con los brazos abiertos. Y es quela Administración no da abasto y cita,por ejemplo, los 5 o 6 psicólogos quedeben encargarse de los 3.000 internos.“Si no fuera por los voluntarios… ellosson un soplo de aire fresco”, asegura.

Jose admira tanto la labor de los vo-luntarios de Pastoral Penitenciaria queha decidido formar parte de su ejército,aunque por su condición de funcionariosolo puede ejercer como tal fuera de lacárcel. “Me gusta mucho el trabajo quehacen, así que dentro de la cárcel les fa-cilito su labor constantemente y fuerame he unido a ellos como uno más, paraayudar en lo que haga falta”, se ofrece.

De junio a noviembre pasados, Joseha gestionado unas 700 instancias de vi-

sitas de la pastoral penitenciaria. Son so-licitudes de internos que quieren que lesvisite un voluntario. Algunos necesitanropa, otros una ayuda económica -el pe-culio que se llama- agilizar algún trámite,solicitar asistir a misa, o simplementehablar. “A lo mejor se han hundido, estándesesperados, han tenido algún pro-blema y solo un abrazo les ayuda”, ex-plica Jose.

Y lo dice por experiencia propia. “Yoestaba de bajón, pasando una malaracha con problemas familiares, coin-cidí con Víctor -se refiere a VíctorAguado, responsable de Pastoral Peni-tenciaria del Arzobispado de Valencia- yal desearnos feliz año nuevo me dio unabrazo que no olvidaré jamás”, dicemientras muestra el vello de su brazoerizado al recordar aquel día.

Después de aquel abrazo, nada volvióa ser igual. A los pocos meses Jose vol-vió a coincidir con Víctor, le recordó loque significó su abrazo y comenzaron ahablar. A partir de ahí Jose se involucrómás con la Pastoral Penitenciaria y este

verano Jose y Víctor, funcionario y vo-luntario, hicieron juntos el Camino deSantiago. “Fue una experiencia increíbleque me ha cambiado la vida”, dice Jose,que considera el Camino como un puntode inflexión, “fue la confirmación de queestoy haciendo lo correcto, lo que tengoque hacer”.

El funcionario reconoce que la prisiónes un mundo muy complicado, pero re-produce la misma estructura social quehay en la calle. Un problema serio que vees el de las personas con enfermedadesmentales “que entran en la cárcel comodelincuentes, pero sin un diagnósticomédico. La Iglesia es la única que atien-den a todos”, dice.

También reconoce que Pastoral Peni-tenciaria funciona muy bien dentro deprisión, pero es un reto para todos el tra-bajo fuera de la cárcel. “Yo creo en laspersonas y en que pueden reinsertarse,aunque la sociedad no los quiera”, diceJose, que a partir de ahora va a apoyar aVíctor Aguado en la Pastoral Penitencia-ria y a trabajar como voluntario para queesa reinserción sea más fácil, antes, du-rante y después de su paso por la prisión.

“La Iglesia somos todos. Cada unodebe hacer su misión día a día y cuandoves una puerta abierta tienes que entrar,¿cómo no me subo yo a este carro de laPastoral Penitenciaria?”, se preguntaJose sabiendo sabiendo de sobras la res-puesta?

“Los voluntariosson lucecitasdentro de prisión”

�� JOSE DOMINGO RODRÍGUEZ, Funcionario de prisiones y voluntario de Pastoral Penitenciaria

Esta semana se celebra el ‘Día Internacional del Voluntariado’, unajornada que sirve para reconocer la labor altruista de las personasque dedican su tiempo a ayudar a los demás, sea cual sea sulabor. En la diócesis de Valencia hay varios miles de personas quese dedican a ello, en diferentes asociaciones, entidades, parro-quias y movimientos. Hoy traemos la particular historia de JoséDomingo Rodríguez, el funcionario de prisiones, convertido tam-bién en voluntario de prisiones

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Victor Aguado (izqda.) y Jose Domingo Rodriguez (dcha.) en el Camino de Santiago el pasado verano.