AMOR CR IM INALV I C T I M A D E U N
G I A N C A R L O O T I N I A N O
Fecha de edición: 14 de Julio del 2012Autor: Giancarlo OtinianoLugar de impresión: Av. España #317 - Trujillo, Perú
Era un día cualquiera, como todas las ma-ñanas de mi aburrida rutina. Mecá-
nico, oficio despreciable, almenos para mi, tengo que engrasar-
me casi todo el cuerpo y quedarse callado ante la
mirada insidiosa de aquellas personas que creen que por-
que tienen di-nero son más
que uno.
Se que pude haber sido alguien más importante.
Soy mucho más inteligente de lo que cual-quier persona pueda llegar a penar. Es el maldito dinero lo que t e hace ser o no ser y hay quienes la-
mentablemente nunca podremos ser.
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Estudié enfermeria y apenas pude lle-gar a la mitad de la carrera cuando mi situación económica se derrumbó. Mi
padre acababa de morir después de que su amante lo abandonara llevándoselo todo. Era igual que todas las mujeres,
incluso igual como mi madre.
A pesar de lo ocurrido si hay algo medianamente bueno en esto, conocí a Bárbara, no era muy bonita pero se admiró de mi ya
mencionada inteligencia. La llegue a querer pero ella se encargó de matar ese amor pero por supuesto yo me encargué de matarla
a ella.
Cuando llegué a la mecá-nica, recibí un mensaje de
Bárbara, queria verme para hablar de ‘nosotros’, sabia a lo que se referia. Me que-ria abandonar pero yo se lo habia dicho, no ibamos a terminar
cuando ella quisie-ra, definitivamen-te no me iba a de-jar, le costaria la vida si lo hacia.
Bárbara:¿Podemos ver-nos hoy? Tene-
mos que hablar ¿Puedes? El transcurso de la tarde fue el de siempre, cambiar
una llanta, arreglar un carro... Si yo hubiera podido ser al-
guien muy poderoso, aquellas personas que me despreciaban
hubieran tenido que besarme los pies. Le devolvi el mensaje a Bárba-
ra diciendole que nuestro encuentro seria a las 10pm para que no hayan
vecinos despiertos y que no le dijera a nadie sobre el tema.
Llegó puntual e iniciamos la conversación hablan-do de banalidades. Luego noté en ella un respi-ro hondo y supe que comenzaria a hablar de algo serio, me dijo que me queria pero ya no como antes y que queria terminar. La sacudí para ver si cambiaba su opinión pero en vez de eso, a cambio, recibí una bofetada, mi men-te se bloqueó y la callé a golpes. Se queria escapar y fui corrien-do a la cocina por unos cuchillos. Ella ya estaba abriendo la puerta pero la logré atrapar.
La sujeté bruscamente de los brazos contra la pared y levanté mi pierna izquierda y la doblé
contra ella para que no me pueda patear. Le hablaba lentamente y me comenzó a rogar. Le solté un brazo y rápidamente llevé el cuchillo
hasta su cuello apretándolo levemente para que sienta el el dolor por el filo. Lo único que
ella hacía era llorar y rogar, me estresaba. Lo que yo quería era que cambie
su forma de pensar. No podía permitir que los vecinos escu-chasen lo que pasaba y enton-ces simplemente le asesté una
puñalada en el vientre y le corté el cuello. Comienzó a desangrarse.
Estaba muerta, ahora debería ocultar el cuerpo, si la enterraba entera en algún momento la encontrarían. Lo mejor sería descuartizarla, así que tomé los cuchillos y empecé a dar tajos firmes en zonas estratégicas, el ha-ber estudiado enfermería me dio ciertos conocimientos, No contaba con que la maldita le dijo a su her-mana acerca de nuestro encuentro. Ahora bien, decidí poner cada una de las partes en una bolsa de basura, pues eso era en realidad, basura. Cuando al fin die-ron las 3 de la madrugada emprendí mi ruta y fui regando una a una sus partes en 3 distritos distintos de la ciudad.
Todo había acabado y seguiría mi vida normalmente como si nada hubiera pasado.
Perdí mi trabajo y me quedé peor que antes. Al paso de una semana algo
apareció en los diarios y noticieros, habían encontrado
restos humano esparcidos en la ciudad. La policía
comenzó a investigar, extrajo las huellas
dactilares del
cuerpo y dieron con su identi-dad. Era ella. Me metí a mi ex
lugar de trabajo para esconder bien su ropa y los cuchillos; no creí que fueran a revisar allí. Los fami-liares de ella me señalaron a mí, la
hermana sabia de nuestro encuentro pero yo lo negué todo,
hasta que la policía decidió revisar mi ex lugar de trabajo. Tuve que confesar lo que hice, pero nadie
me quita de la cabeza que ella no debía dejarme…
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