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XIV Congreso Internacional de Análisis Organizacional
Educación Superior y Desarrollo Sustentable
La Identidad Homosexual Moderna, Un Espacio en Disputa: El Caso
Mexicano, desde la Óptica Organizacional
Mesa Temática: Vida Simbólica
Modalidad: Investigación en Proceso
Autor: Antonio E. Zarur Osorio
Profesor investigador del Departamento de Administración
de la Universidad Autónoma Metropolitana – Azcapotzalco.
Av. San Pablo 180, Col. Reynosa Tamaulipas,
Delegación Azcapotzalco. Cp 02200. Ciudad de México
Guanajuato, Gto.
8 al 11 de noviembre de 2016
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La Identidad Homosexual Moderna, Un Espacio en Disputa: El Caso Mexicano, desde la Óptica Organizacional
Resumen El discurso y las verdades que produce son formas que asume el poder para dominar la materialidad, es decir las prácticas, las condiciones de existencia y la forma de mirar al mundo, por tanto, esas verdades que algunos se esfuerzan por presentarnos como naturales o esenciales, no son tal, sino construcciones sociales asentadas en los intereses del poder. El antiguo régimen fundó su perorata verdadera en la voluntad de dios, mientras que, con la aparición de la modernidad, las nuevas formas de poder requirieron de una discursiva diferente que se desplazó de dios a la ciencia y la naturaleza como principios ontológicos. La nueva verdad se edificó desde la disciplina fundada en la moderna ciencia como principio de legitimación del nuevo orden. Suponer que la homosexualidad ha tenido siempre el mismo estatus es una verdad que aparece en el irreflexivo sentido común. La homosexualidad en tanto categoría de la sexualidad humana tiene una historia relativamente corta, que no rebasa los 150 años; ya que elaboración discursiva se remonta a mediados del siglo XIX se y no es que la atracción sexual entre personas del mismo sexo no haya existido, sino que el erotismo entre personas del mismo sexo no se distinguía de otras formas de sexualidad no reproductivas, solamente entraba en el contenedor de la sodomía. A principios de 2016 el presidente Peña envió al congreso una iniciativa que elimina la discriminación en el matrimonio civil a personas del mismo sexo frente a lo cual reaccionaron distintas organizaciones vinculadas a la jerarquía católica que se lanzaron contra la educación pública, afirmando el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones y -contradictoriamente- la obligación de la institución educativa de construir una visión de la sexualidad basada en criterios científicos, dejando de lado concepciones subjetivas como lo que llamaron ideología de género (para ellos el asunto es solo de vagina y penes), para finalmente solicitar un encuentro con Peña y exponerle la necesidad de afirmar en la Constitución la existencia de una sola forma de familia y por tanto de matrimonio: la unión de un hombre y una mujer. Bases de Participación.
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Introducción
En mayo de 2016 el presidente Peña envió al congreso una serie de iniciativas
para eliminar cualquier forma de discriminación respecto del matrimonio entre
individuos con lo que se pretendía asegurar la posibilidad de que personas del
mismo sexo pudieran acceder a esa forma de contrato civil de la misma manera
que lo hacen sus pares heterosexuales, aun y cuando la Suprema Corte de
Justicia de la Nación ya se había pronunciado al efecto en abril de 2015 cuando
determinó como discriminatorias las normas que lo limitaban exclusivamente entre
hombre y mujer.
El hecho, provocó, inicialmente, algunos reparos por parte de la alta jerarquía
católica que se manifestó en contra de dicha propuesta, pero no fue, sino hasta
pasadas las elecciones intermedias para renovar doce gubernaturas que el asunto
cobró dimensiones mayores, cuando se quiso atribuir parte del desastre electoral
del partido gobernante (PRI), que perdió siete de las doce, incluidos algunos
estados como Veracruz, Tamaulipas, Durango y Quintana Roo donde nunca había
gobernado partido diferente del revolucionario institucional en 86 años.
Tras conocerse los resultados, se quiso atribuir la almendra de la derrota a la
iniciativa presidencial de reconocer en el texto constitucional la unión entre
personas del mismo sexo, pero el hecho es un asunto mucho más complejo, por
más que un día después la presidencia hubiese ordenado encuestas telefónicas
muy dirigidas a asentar como causa de la derrota el envío de dicha iniciativa y no
la desastrosa actuación de Peña al frente del gobierno1. Sin duda el asunto fue
1 El que esto escribe recibió una llamada telefónica el 6 de junio, por parte del Gabinete de Comunicación Estratégica con el objeto de realizar una encuesta, cuya primera pregunta era
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mucho más complejo que eso, puesto que al interior de la iglesia católica se
desarrollaba un enfrentamiento, puesto de manifiesto en la visita papal de febrero
anterior en que el Papa argentino se mostró distante del Arzobispo Norberto
Rivera, a quien pretendía remover del cargo dada la enorme cantidad de
acusaciones en contra del prelado por su aneja protección a la pederastia clerical
y otros abusos, que afectan la percepción de los mexicanos en torno de la
catolicidad.
El fenómeno desde entonces ha venido cobrando mayor potencia generando
un fuerte enfrentamiento en que la iglesia católica es protagonista central (donde
el Arzobispo muestra músculo político) y permite al señor Peña encontrar salidas a
la crisis de imagen que vive2, enfrentado a dos formas organizativas por una
disputa continuada en la elaboración del discurso de la identidad homosexual: el
discurso decimonónico de la homosexualidad, frente al desplazamiento que se
institucionalizó desde la década de los setenta del siglo pasado que la
Organización Psiquiátrica Americana descatalogó del manual diagnóstico y
(palabras más, palabras menos): ¿cuál considera usted es el grupo de personas más discriminado en México?, tan pronto contesté yo los indígenas, las siguientes preguntas fueron, sin mayor explicación, en torno de los homosexuales, el envió de la iniciativa de Peña al congreso, porque partido había votado y sí consideraba que la iniciativa había influido en la derrota del PRI, aparte de mi percepción sobre Peña. 2 En términos de la Revista Expansión, acreditado órgano de difusión de información empresarial la situación de peña se describe así: “CIUDAD DE MÉXICO (Expansión) - La aprobación del presidente Enrique Peña Nieto sigue cayendo entre la ciudadanía y líderes de opinión, señala una encuesta publicada por el diario Reforma. De acuerdo con el ejercicio estadístico, la gestión del mandatario federal tiene aprobación del 23% de la ciudadanía, mientras que un 74% lo desaprueba. En tanto, entre líderes, registró un nivel más bajo con el 82% de desaprobación y solo un 18% de respaldo.Como parte de la encuesta, la calificación al mandatario, en una escala del 0 al 10, registró su nivel más bajo desde 2013, con 3.9 entre ciudadanos y 3.2 entre líderes.” Obtenido en: [en línea] http://expansion.mx/politica/2016/08/11/la-aprobacion-al-presidente-enrique-pena-nieto-sigue-en-picada-encuesta. Consultado 25 de septiembre de 2016.
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estadístico de los trastornos mentales (en inglés Diagnostic and Statistical Manual
of Mental Disorders, DSM) a la homosexualidad.
Guiados por el sentido común -que en términos de Gramsci 1975)-, no es
neutro- una buena parte de los mexicanos se han afiliado al discurso promovido
por la tradición católica (la que, ahora, busca combinar eficientemente el discurso
del antiguo régimen de palabra de dios con el de la modernidad desarrollado en el
siglo XIX para combatir aquel, originalmente), confrontándose con el del colectivo
homosexual (también dividido, históricamente, en torno de las formas que ha
venido asumiendo esta disputa).
El presente texto tiene como objetivo analizar desde los estudios
organizacionales el proceso histórico de construcción y desplazamiento discursivo
de la identidad homosexual, utilizando críticamente las posturas teórico-
metodológicas de la genealogía foucoultiana para entender las consecuencias en
el caso mexicano.
La construcción decimonónica de la identidad homosexual.
La homosexualidad en tanto categoría de la sexualidad humana tiene una
historia relativamente corta, que no rebasa los 150 años; ya que elaboración
discursiva se remonta a mediados del siglo XIX se y no es que la atracción sexual
entre personas del mismo sexo no haya existido, sino que el erotismo entre
personas del mismo sexo no se distinguía de otras formas de sexualidad no
reproductivas, solamente entraba en el contenedor de la sodomía, donde
compartía espacio con la masturbación, el bestialismo, las formas de sexo anal
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entre personas, etc. Eran prácticas sin identidad y erotismo entre personas del
mismo sexo no tenía una terminología propia para designarlo.
Fundados en la configuración esencial de los cuerpos humanos, la ciencia
médica, encuadrada en el positivismo dominante, se interesó detalladamente en
los asuntos sexuales del organismo, particularmente en las sexualidades que
escapaban a la reproducción, como la enfermedad nauseabunda. En 1868 Karl
Heinrich Ulrichs, “ideó una taxonomía en la perspectiva moderna de la orientación
sexual que publicó… bajo el título Investigaciones sobre la clave del amor entre
hombres. Dentro de su profusa clasificación y a partir de las figuras míticas de
Urano y Dione, Ulrich llegó llego a los términos de ‘Urning’ y ‘Dioning’ para
designar lo que hoy conocemos como hombres homosexuales y heterosexuales”
(García Suarez, s/f, obtenido
en http://www.bdigital.unal.edu.co/1539/14/13CAPI12.pdf [en línea], consultado 23
de septiembre de 2016).
La homosexualidad atrajo crecientemente la atención de la ciencia médica y
en su inteligibilidad la caracterizó como una enfermedad mental, una
degeneración. Emergiendo de la mecánica del poder, la ciencia de clasificación (la
taxonomía) le dio forma de trastorno mental. A finales del siglo, Krafft-Ebing,
profundizó en sus observaciones sobre la conducta, y la identificó como un signo
de degeneración, designando públicamente a la afección como homosexualidad,
popularizando el término, y a la vez se incorporó como una forma específica de la
sexualidad humana. “El homosexual del siglo XIX, ha llegado a ser un personaje:
un pasado, una historia y una infancia, un carácter, una forma de vida; asimismo
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una morfología, con una anatomía indiscreta y quizá misteriosa fisiología”
(Foucault, M. 1989: 56), creándose una forma identitaria punible.
La homosexualidad como categoría de la sexualidad humana, junto con la
heterosexualidad, no refieren así, a una realidad transhistórica, sino poseen su
propia historia. Por supuesto que las prácticas que hoy conocemos como
características de la homosexualidad han existido, tal vez, desde siempre, aunque
la homosexualidad como categoría identitaria discursiva, no. “La homosexualidad
moderna -dice Spargo- tiene un origen relativamente reciente” (Spargo,2003: 27) y
aunque ampliamente discutido ello, la homosexualidad como categoría específica
de la sexualidad humana, se comienza a construir en la explosión discursiva sobre
el sexo en la última parte del siglo XIX, en el contexto que afirma la división entre
lo legitimo y lo ilegitimo.
De acuerdo con Foucault el discurso homosexual, las formas y las prácticas
sexuales no son eternas, sino una consecuencia de la gazmoñería victoriana y
del discurso científico del siglo XIX, que encerró a la sexualidad legítima en la
recamara conyugal y la redujo a una función meramente reproductora, donde las
formas infecundas e inútiles que escaparan a ésta normalidad son expulsadas a
la anormalidad de las sexualidades ilegítimas, y condenadas, al silencio o
confinadas al hospital, el manicomio, a la cárcel, a la granja, o la los circuitos de la
ganancia (el burdel, el psiquiatra): “una condena de desaparición, pero también
como orden de silencio, afirmación de inexistencia” (Foucault, M. 1989: 10).
“la Categoría del homosexual surgió a partir de un contexto específico en la
década de 1870 y que, a semejanza de la sexualidad, es preciso considerarla una
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categoría construida de conocimiento y no una identidad descubierta” (Spargo.
2003:27). Ligado la a la explosión discursiva sobre el sexo, el homosexual que
conocemos hoy es una invención del discurso médico y psiquiátrico, que
construye toda una perorata que se presenta como la verdad científica en torno a
la idea del hombre normal y, consecuentemente, del invertido.
Recordemos que el ideal del positivismo es llegar en la ciencia social a la
regularidad, neutra, impersonal de las ciencias naturales, como la física, la
biología, la química, que se mantienen en el nivel de los hechos verificables, como
si la ciencia social y las naturales fueran idénticas, pero en términos de Alexander
(1990), la ciencia social y las naturales no son de la misma naturaleza, ambas es
cierto requieren de un constructo teórico para llevar adelante sus proposiciones,
pero en términos de sus praxis no se parecen en absoluto. La ciencia social no es
una ciencia experimental que busca leyes. En las ciencias sociales no hay un
único discurso, hay por el contrario muchos discursos. Existen distintas posturas
teóricas para poder abordar un fenómeno de la realidad concreta. Hay muchos
puntos de observación, de paradigmas y campos teóricos de discusión; no existe
un discurso general, ni una sola representación de un fenómeno. El discurso
mueve a la reflexión acerca de los significados de la vida social y donde el papel
del observador cobra capital importancia, pues es imposible hacer observación sin
el sujeto.
En el siglo XVII surge una explosión discursiva en torno al sexo, que
excediendo los dominios de la moral, se inserta en la racionalidad positivista
domínate donde la conducta sexual de la población se convierte en objeto de
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análisis para clasificar, analizar, contabilizar, establecer relaciones causa-efecto y
extraer conclusiones de aplicación general, lo que por supuesto habría de llegar a
la medicina y la psiquiatría en particular, que harían del sexo un espacio de
intervención y cuestión que se administra más allá de juicios morales, emergiendo
así un nuevo régimen discursivo atravesado por relaciones de poder, que
convierten “el comportamiento sexual de las parejas en una conducta económica y
política concertada” (Foucault, M. 1989: 36).
Dice Thompson que “La vida social no es sólo cuestión de objetos e incidentes
que se presentan como hechos en el mundo natural. También es una cuestión de
acciones y expresiones significativas, de enunciados, símbolos, textos y artefactos
de distintos tipos, y de sujetos que se expresan por medio de estos y buscan
comprenderse en sí mismos y a los demás mediante la interpretación de las
expresiones que producen y reciben” (1998: 183).
En relativo acuerdo con ello, Jean Nicolas (1978) señala que, efectivamente
solo se puede hablar de homosexualidad a partir de que ésta orientación sexual es
construida como categoría específica de la sexualidad humana en la última parte
del siglo XIX, como producto del discurso sobre el sexo, sujeto a las relaciones de
dominio, que exigen un nuevo orden encajado en las necesidades de expansión
del capital mediante la valoración positiva de la heterosexualidad reproductora.
Para Nicolas está claro que “la historia de la homosexualidad comienza en esa
época, [pero] la opresión de los homosexuales se remonta mucho más atrás en
una larga y sangrienta historia” (Nicolas, 1978: 51).
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Así, la homosexualidad, tal y como hoy se conoce a la orientación sexo-
afectiva de individuos que prefieren relacionarse con otros del mismo sexo, no ha
existido siempre, ni en el mismo sentido, sino hasta que la discursiva del siglo XIX
la instauró. Existen evidencias históricas en ambos sentidos, al menos de la
antigüedad, que nos permiten documentar ello. Lo que no induce a pensar que la
practica estuviera previamente ahí para, luego, ser descubierta. J. Boswell (1992)
hace también un trabajo muy minucioso que nos lleva en idéntico sentido. La
homosexualidad no es un descubrimiento, sino elaboración discursiva, que la
inteligibilidad de la ciencia decimonónica asume, rompiendo con las posturas
heredadas desde la religión, por camino de la ciencia, yendo más allá del pecado
y la sodomía.
Ya en el siglo XX y muy particularmente a partir de los trabajos de Alfred C.
Kinsey (entre 1938 y 1953) que el tema empezó a ser tratado de manera amplia y
desde distintas posturas. Los trabajos de Kinsey, con una postura positivista,
intentaron demostrar entre otras cosas, que la conducta homosexual es uno de los
componentes de la sexualidad de los mamíferos, en un momento en que el tema
había correspondido al campo de las patologías de la mente, de manera
domínate. Pero los enfoques clínicos no fueron los únicos en el abordaje ya que la
cuestión homosexual se empezó a trabajar desde otros ángulos: la antropología,
la historia, la sociología y la psicología.
Fue prácticamente en la segunda mitad del siglo XX, que desde distintas
disciplinas, corrientes metodológicas y posturas teóricas que se empezaron a
desarrollar una serie de trabajos críticos respecto del sexo, los géneros y su
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relación con distintos contextos socio-históricos, lo que produjo una gran
transformación, en la resignificación del discurso de la identidad, desclasificándose
a la homosexualidad como una enfermedad mental.
La resignificación de la identidad
Desde el posestructuralismo foucaultiano y con una postura crítica, el discurso
es una elaboración de una voz sin nombre, legitimado por la racionalidad de la
verdad disciplinar, que precede la interacción, interpelando a los individuos a
actuar de tal o cual manera en un determinado periodo histórico. Así, en la
modernidad de influencia positivista, emergió la homosexualidad como una forma
categoría de desarreglo mental, desviado de la norma sexual establecida en torno
de la pareja heterosexual monogámica y asimétrica. En tanto que desviación, la
homosexualidad fue situada, y se situó, en el campo de la inteligibilidad disciplinar,
tajantemente, como una patología soportada como una consecuencia de verdad
esencial, eterna e inmutable.
La preocupación por la homosexualidad, como de la sexualidad en general, no
es producto de la mera curiosidad del científico frente a una situación
problemática, y menos aún en el marco del pensamiento positivo encerrado en la
descripción, más que en la comprensión o la interpretación de los objetos. La
curiosidad por el sexo de una manera formal e institucional es un hecho histórico,
más cercano a las condiciones económicas, políticas e ideológicas, que al azar
como categoría de producción. En la inofensiva ciencia médica, cualquier fracción
de verdad está en la órbita del poder, y el discurso del sexo es una consecuencia
de sus incidencias económicas (ver Foucault 1989: 12-13), pero también políticas
e ideológicas. El poder astuto y discreto “-y especialmente un poder como el que
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funciona en nuestra sociedad- “(ibídem 17) pone énfasis en las energías útiles que
le sirven. Se trata de formular la Verdad, con uve mayúscula, en una la
elaboración de formas de saber articuladas contingencialmente, dotadas de bases
legítimas de actuación, que son inherentes a una determinada época histórica, y
que posteriormente se verá no era verdad con uve mayúscula, sino una verdad
que se va superando a sí misma, y no necesariamente en un sentido de
progresión.
Así, en el declive de la hegemonía del Imperio Británico, el discurso sobre el
sexo se insertó en el núcleo de inteligibilidad que afirmó la universalidad de
heterosexualidad, fundada en la familia y su función reproductora, condenando a
todas las formas de sexo estériles a la patológica marginalidad. Enfrascados en
los temores de retorno a la barbarie, de un mundo que se organizó secularmente y
lleno de conflictos de distinto tipo: pobreza, criminalidad, revueltas, los conflictos
con Irlanda, y el fortalecimiento del pensamiento socialista; la Inglaterra victoriana
buscó refugios en la inteligibilidad, frente al caos.
La construcción de sexo, tuvo en los últimos años del siglo XIX y principios del
siguiente, sus detractores, como el movimiento de Haverlokc Ellis, en Inglaterra,
quien desde la tradición socialista refutó la reorganización capitalista y la distorsión
que el modelo sexual, basado en el predominio del hombre, la sumisión de la
mujer, y la ignorancia sobre la homosexualidad, introdujo.
La homosexualidad, no siempre ha sido homosexualidad; los sujetos que se
relacionan eróticamente con otros del mismo sexo no siempre han sido
homosexuales. Esta orientación sexual se ha desplazado a lo largo de la historia
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de la humanidad de manera oscilante y trepidaría en distintos espacios y épocas
históricas, como en la antigua Grecia, el cristianismo primitivo, la edad media, el
renacimiento, la moderna sociedad capitalista, o en México mismo. De todo ello
escribió José M. Pérez Gay, en un documento publicado en el periódico La
Jornada, el 21 y 27 de febrero de 2010, con escrupulosa sapiencia que, aquí
recuperamos integro, pues no tiene desperdicio en la lógica de nuestra propuesta:
“No existe en latín palabra para designar a un homosexual. La palabra
homosexual suena como si fuera latín, pero fue impresa por un sicólogo austriaco
a fines del siglo XIX: Karl-Maria Kertbeny. Nadie al principio del mundo romano
parecía advertir que el hecho de que se eligiese a un compañero de su mismo
género era algo más significativo que el hecho de que se prefiriese los ojos azules
o a las personas de estatura baja. Ni las personas gays ni las héteros parecían
asociar ciertas características con la preferencia sexual. De los hombres gay no se
pensaba que fueran menos masculinos que los hombres heterosexuales y de las
mujeres lesbianas no se pensaba que fueran menos femeninas –escribió Boswell–
que las mujeres heterosexuales. Había aceptación total por parte de la plebe de
este tipo de conducta homosexual.
La ignorancia es sin duda una virtud, siempre y cuando se le reconozca con
humildad y se le practique con moderación. Al parecer, no es el caso de las
lamentables declaraciones sobre las bodas gay de la Iglesia católica, apostólica y
romana de Jalisco, según el editorial más reciente de El Semanario, órgano de la
arquidiócesis de Guadalajara, en su edición del 15 de enero de 2010: En tal
sentido, entonces deberíamos legalizar todos los asesinatos, el narcotráfico o
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cualquier otra actividad que ya se hizo común para muchos. El cardenal Juan
Sandoval Íñiguez cree saber lo que está diciendo. Sin embargo, en el fondo, es
sólo un aprendiz de ignorante, muy ameritado, por cierto.
A pesar de los disparates de sus declaraciones, la historia es muy distinta a la
imaginada por nuestro invicto cardenal jalisciense. Por una suerte de profilaxis
mental, en estos días me propuse releer a John Boswell (nacido en Boston en
1947 y muerto a los 47 años), uno de los más notables historiadores
estadunidenses acerca de la Edad Media. Boswell procedía de una familia
conservadora y militar, se graduó en sus primeros estudios en el College of
William and Mary, la más antigua universidad de Estados Unidos, donde se
convirtió al catolicismo romano. Unos años más tarde presentó su trabajo de
doctorado en la Universidad de Harvard en 1976 con las más altas notas. Después
se fue a la Facultad de Historia de la Universidad de Yale, y se convirtió en
profesor de tiempo completo en 1982. John Eastburn Boswell es autor de obras
como La misericordia ajena (1993), Las bodas de la semejanza (1992) y
cristianismo: tolerancia social y homosexualidad (1994), y ayudó a organizar y
fundar el Centro de Estudios Gay y Lésbicos de la Universidad de Yale, el cual es
hoy el reconocido Research Fund for Lesbian and Gay Studies.
Michel Foucault le profesaba gran admiración: “La obra de Boswell es
verdaderamente innovadora, revela fenómenos inexplorados –escribió Foucault–
con una erudición amplísima y sin límites”. Boswell recibió la distinción de Profesor
de Historia Whitney Griswold en 1990, mientras era designado para la cátedra de
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dicha materia por un periodo de dos años en el departamento del ramo de la
Universidad de Yale.
A principios de la década de los 70, John Boswell recorrió las grandes
bibliotecas de Europa, incluida la del Vaticano, donde halló un tesoro documental:
80 manuscritos originales de las ceremonias de bodas de carácter homosexual, a
las que se agregaron otras 60, todas incluidas en Las bodas de la semejanza, una
de sus obras mayores, donde se muestra cómo se bendijeron y santificaron los
amores homosexuales. En este ensayo, Boswell demostró cómo existía, en el
cristianismo primitivo, una liturgia específica para las relaciones de pareja del
mismo sexo, lo que llamaríamos una boda. John Boswell podía escribir sus
comentarios a los trabajos de sus alumnos en una caligrafía medieval perfecta.
En cristianismo, tolerancia social y homosexualidad (1992), el historiador John
Boswell ha documentado –con la ayuda de fuentes hasta ahora desconocidas–
algo hoy sorprendente: la historia de las actitudes del cristianismo hacia los
homosexuales no ha sido siempre la historia terrorífica de hostilidad y
persecuciones implacables. John Boswell argumenta que la adelfopoiesis, la
liturgia que revelaba la actitud de la Iglesia cristiana hacia los homosexuales,
cambia con el paso del tiempo; antes, en el mundo de los primeros cristianos y en
repetidas ocasiones, se aceptaban las relaciones homosexuales. La adelfopoiesis
o la fraternidad jurada, el mandato de hacer hermanos es la ceremonia que
practicaron varias iglesias cristianas durante la Edad Media e inicios de la época
moderna en Europa para unir a dos personas del mismo sexo (por lo general
hombres). La primera noticia moderna que se tiene de este rito de la adelfopoiesis
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es de 1914, cuando Pável Florenski, el filósofo ruso, cita los elementos clave de la
liturgia del rito. Dos hermanos se colocan en la iglesia delante del atril en donde se
encuentran la cruz y las escrituras; el mayor de ambos se coloca a la derecha, y el
más joven a la izquierda. Mientras, se repiten las letanías que imploran por la
unión de los dos en el amor.
En la ceremonia se leen los versos de primera carta a los Corintios 12:27 a
13:8 (Pablo de Tarso sobre el amor) y Evangelio de San Juan 17:18-26 (Jesús de
Nazaret sobre la unidad). A los dos se les ata con un cinturón, sus manos se
colocan en los evangelios y a cada uno se le entrega una vela ardiendo. Se lee
después el Padre Nuestro; los contrayentes reciben los regalos santificados de
una copa común, luego se les lleva alrededor del atril mientras se dan la mano y
se canta el siguiente troparion: «Señor, mira desde el cielo y ve»; intercambian
besos; y los presentes cantan: «¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los
hermanos igualmente en uno!» (Salmos 133:1).
De acuerdo con John Boswell, los mártires cristianos del siglo IV, Sergio y
Baco se unieron bajo el ritual de la adelfopoiesis. San Sergio y San Baco fueron
durante principios del siglo IV importantes militares del emperador Maximiano,
quien les tenía en gran estima por la valentía militar desempeñada en sus cargos:
Sergio como primicerius (jefe-comandante de la escuela de los gentiles) y Baco
como secundarius. Y fueron sometidos al martirio cuando se descubrió que eran
cristianos. Probablemente debido al alto cargo desempeñado y a la confianza
personal con el emperador, se tramó una red de intrigas entre sus subalternos,
que descubrieron su cristianismo; Maximiano se negó a creerlo y los llamó para
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interrogarlos. El cristianismo era condenado con tortura y muerte. Ante la
declaración de fe cristiana de Sergio y Baco, el emperador les dio una última
oportunidad: si hacían una ofrenda a los ídolos, no sólo serían perdonados sino
además serían restituidos en sus cargos con aún más privilegios. Sergio y Baco se
negaron.
Cuenta la leyenda que cuando San Sergio y San Baco llegaron a palacio, el
emperador Maximiano los llamó y los sentenció a muerte –según la traducción del
griego de Boswell: Ustedes son los dos hombres más malignos que he conocido,
pues a cambio de la amistad que les he dispensado, convencido de que
observaban el debido respeto a los dioses, me habéis ofrecido
desvergonzadamente lo que se opone a la ley de obediencia y sujeción. Pero ¿por
qué habrían de blasfemar también a los dioses, a través de los cuales la especie
goza de tan abundante paz? ¿No se dan cuenta de que el Cristo que adoran era el
hijo de un carpintero, nacido de madre adúltera, a quienes los así llamados judíos
ejecutaron mediante crucifixión, porque, al conducirlos al error mediante la magia y
proclamándose Dios, se había convertido en causa de disensiones y múltiples
problemas entre ellos? La gran raza de nuestros dioses nació toda ella de
matrimonio legal, el del altísimo Zeus, el más santo, que a través de su matrimonio
y unión con la bendita Hera les dio nacimiento. Imagino que también habréis oído
hablar de los heroicos y doce principales trabajos del divino dios Hércules, nacido
de Zeus.
A Baco lo mataron a golpes. A Sergio se le obligó a correr 30 kilómetros con
un calzado que tenía los clavos hacia adentro, atravesando y desangrando los
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pies del santo. Luego fue decapitado (año 303). Muchos siglos después fueron
erigidas varias iglesias en su honor, la iglesia de San Sergio y San Baco en
Constantinopla (ahora la Mezquita de Acre y Roma). Su fiesta se celebra el 7 de
octubre y se les puede ver en varias representaciones pictóricas.
En ellas aparecen siempre juntos, algunas veces cabalgando como soldados,
en pinturas típicas matrimoniales o en pinturas con su uniforme militar y Jesús tras
ellos.
El Renacimiento –su renovado y cada vez más intenso contacto con el mundo
de la antigüedad– contribuyó a la tolerancia de los gays y de su sexualidad. En
ese mundo se disfrutaba de las lecturas de Ovidio, se citaba a Virgilio o se leía a
Platón. En ese mundo se conocían y se estudiaban los sentimientos y las
pasiones gays, y a menudo incluso se los respetaba. “Sin embargo, la indiferencia
de la Iglesia Cristiana frente a los gays comenzó a disiparse y se sustituyó con dos
perspectivas enemigas. Por un lado, un grupo pequeño, pero muy vociferante, de
ascetas que resucitaba la violenta hostilidad del cristianismo, sostenía que los
actos homosexuales no sólo eran un pecado, sino un pecado muy grave
comparable al asesinato –escribe Boswell–, a la gula o la fornicación con
animales. A lo largo de ese periodo este puñado de hombres batalló con denuedo
por conseguir la reprobación de la Iglesia Oficial en su cruzada para cambiar tanto
la opinión pública como la teológica sobre esa cuestión gay, pero las autoridades
eclesiásticas prestaron oídos sordos a las contadas quejas de los gays
anticristianos”. Mientras tanto, en el seno mismo de la Iglesia –nos relata Boswell–
“otra corriente comenzó a sostener el valor positivo de las relaciones
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homosexuales y produjeron una explosión de literatura gay todavía sin paralelo en
el mundo occidental”.
Hacia el año 1051, San Pedro Damián escribió un largo texto, El libro de
Gomorra, una de las más tempranas y valientes denuncias contra la pederastia de
los sacerdotes cristianos. Setecientos años antes, en el Concilio de Ancira, el año
314, la Iglesia prohibió que vírgenes consagradas a Dios viviesen con hombres
como sus amantes o hermanos. De ninguna manera se corrigió la práctica, ya que
San Jerónimo acusaba a los monjes sirios por vivir en ciudades con vírgenes
cristianas. Las agapetas son a veces confundidas con las mujeres que vivían con
clérigos sin el matrimonio, una clase contra la cual se encaminó el tercer canon del
Concilio de Niza, en el 325.”
Detrás del carácter extraordinariamente conservador de la teología católica y
la persistencia de los prejuicios que animaron las interpretaciones teológicas
hostiles del siglo XIII, actuó la oposición popular a la homosexualidad –aprobada
en los escritos de Tomás de Aquino y sus contemporáneos–, que siguió
determinando la actitud obcecada hasta bien entrados los tiempos modernos.
Los núcleos de inteligibilidad interpretan sentido, en términos de Gergen
(2011), mediante los criterios de una comunidad disciplinar. Confrontado al
discurso de la sexualidad victoriana de fines de siglo, Haverlock Elllis, publicó, no
sin dificultad, Sexual Invertion en 1897, donde postulaba que las llamadas
anormalidades no eran tales, sino variaciones de la sexualidad normal y
solamente había diferencias de grado; tesis que acabó hundida en el sin sentido
del ámbito de las interpretaciones de la disciplina; al igual que acaeció con Mendel
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sobre los rasgos hereditarios: “decía la verdad, pero no estaba en la verdad del
discurso biológico de su época… por lo que fue necesario todo un cambio de
escala, el despliegue de un nuevo plan de objetivos en la biología para que
Mendel entrase en la verdad y para que sus proposiciones (en buena parte)
apreciaran como exactas” (Foucault, M. 2010: 37).
Decidir entre lo falso y lo verdadero y difundirlo es un acto político de elección
de concepción de mundo, que es por tanto historia (y filosofía, que para Gramsci
forman un bloque), la base de acciones vitales y un modelo de organización.
La identidad homosexual es un hecho histórico de construcción social de la
ciencia médica del siglo XIX europea, que se convirtió en base de acciones – vgr
el juicio a Oscar Wilde, condenado a trabajos forzados y el reniego de su familia-
que durante el siglo XX se empezó a dispersar estratégicamente
(fundamentalmente desde la antropología, la medicina y la sociología) en variantes
múltiples de las elaboradas a partir del reconocimiento de las diferencias de clase
y culturales en distintas regiones del planeta. Así en ciertas zonas de México, por
ejemplo, los hombres que penetran a otros hombres (como los soldados) en tanto
asumen el rol activo, no se consideran homosexuales, o las muxes oaxaqueñas,
por citar dos ejemplos de un panorama de un caleidoscopio basto; en el que
aparecen otros muchos como el de los Titos, que son pubertos de extracción
proletaria, provenientes de la periferia de la ciudad de México, que han
desarrollado como signo identitario un espacio (El Cabaré-Tito) y una apariencia
con cierto tipo de indumentaria y aspecto físico, basados los estándares de moda,
pero de bajo costo.
21
Las identidades no son lineales, son relativas, y se desplazan
contingencialmente (en términos de poder) en el tiempo de manera lenta; de ello
da suficiente cuenta el siglo XX. Para Freud la homosexualidad es una desviación
que enraizada en la historia de los sujetos. Desde la llamada sicología profunda,
“la homosexualidad es una enfermedad de la vida afectiva que obedece a todas
las leyes de la génesis de la neurosis… los conflictos del homosexual no residen
en el tabú que él traspasa. Su talante y su actitud psíquica de conjunto se
caracterizan por la pusilanimidad y la resignación mezcladas en una angustia
inconsciente ante la mujer, que le empuja a amar a los hombres” (Rattner, J. 1978:
166).
El siglo XX: la emergencia de la supremacía estadounidense, los trabajos de Kinsey y Evelyn Hooker, y la resignificación de la identidad homosexual.
La identidad moderna de la homosexualidad nació en Europa, y se popularizó
en los Estados Unidos hasta después de la segunda guerra, donde su
establecimiento sería definitivo en las transformaciones por venir, particularmente
tras los trabajos de Alfred Kinsey en 1948, y Evelyn Hooker en 1958, la crisis del
discurso el modelo de acumulación de la modernidad, la concentración de
numerosos colectivos en las grandes ciudades, las oleadas represoras cíclicas, la
mercantilización del gueto, el desplazamiento del estilo de vida de los espacios
privados a los públicos, las grandes movilizaciones contra la guerra de Vietnam, la
implantación del servicio militar obligatorio, las estrepitosas luchas por los
derechos civiles de los negros y las mujeres y la expansión del capitalismo a nivel
global.
22
El epicentro del capitalismo mundial se asentó desde el último tercio del siglo
XIX en los Estados Unidos, cuya centralidad se acentuó en las diversas crisis del
siglo XX. Durante los años sesenta en ese país se produjeron diversos
acontecimientos de orden económico, político e ideológico, en el marco de la
guerra fría. Política e ideológicamente el movimiento por los derechos civiles,
encabezado por Martín Luther King, contra el apartheid de los negros y la el
movimiento feminista que sacudieron las bases de legitimidad del modelo,
cobrando notable fuerza, y a los cuales se articularon a numerosos colectivos
marginales en el proceso, como fue el caso de los homosexuales; señalando con
ello, el inicio de un movimiento de extensa dimensiones, por la liberación
homosexual que acabaría impactando de manera significativa el modelo identitario
en varias partes del mundo y en México, por supuesto.
En los Estados Unidos sobrevivieron muchas de las taxativas, de inspiración
británica, impuestas contra la homosexualidad – que alcanzan, inclusive, hasta los
años que corren del siglo XXI-. En muchos de los estados que conforman ese
país, hasta 2003, la homosexualidad era considerada un crimen, a excepción de
Illinois, Connecticut, y en cierta forma Hawai, Delawer, California, North Dakota.
En California estuvo vigente en los años setenta, un estatuto que consideraba
como un castigo para la homosexualidad la cadena perpetua y hasta la castración,
por si no fuera suficiente. El panorama de esos años lo describe así, Mario Mieli:
“Las penas varían de estado a estado y muchas veces las leyes llegan a prescribir
hasta 10 años de reclusión”.
23
“Además de la violencia, la corrupción policíaca y la severidad judicial a que
deben enfrentarse los homosexuales americanos en todos los estados donde la
homosexualidad todavía no ha sido legalizada, la pura y simple existencia de leyes
anti gay supone una amenaza constante y al mismo tiempo refuerza las formas de
clara discriminación con que los homosexuales se tropiezan cada día” (Mieli,
1979:119-120).
En Julio de 1964 la afamada revista Life, publicó el reportaje Homosexualidad
en América, un secreto a los ojos de todo el mundo, de Paul Welch3, en dos
partes, que ponen de relevancia la presencia cada vez más pública de una
identidad y un estilo de vida que hasta entonces había permanecido más o menos
soterrado, y que empezó a mostrarse en un país dividido. El documento es de
suma relevancia en la perspectiva de nuestra investigación y por ello lo
recuperamos casi en su totalidad, pues describe con claridad un momento
histórico fundamental y el papel que juega el discurso científico en la
reconfiguración de la identidad homosexual que se está fraguando justamente en
esos momentos. La genealogía, busca comprender la producción de verdad y las
relaciones de poder que se manifiestan en determinadas sociedades y momentos
históricos, por tanto, no aluden a una forma de conocimiento especulativo; sino, se
interesa en mostrar las manifestaciones particulares del poder en la constitución
de sujetos. El método, en términos de Foucault, como lo marcamos en su
momento, involucra el acopio de una gran cantidad de materiales, que
documenten al objeto en su devenir (el proceso en que llegó a ser), para
referenciarlo. La genealogía, en este sentido, es una forma de saber riguroso, y 3 “Homosexuality in America,” Life, 26 June 1964, pp. 66-80.
24
atendiendo a ello, recuperamos el documento, publicado por Welch en LIFE, en
sus partes más relevantes:
La homosexualidad - y el problema que plantea - existen en todo los EE. UU,
pero es más evidente en Nueva York, Chicago, Los Ángeles, San Francisco,
Nueva Orleans y Miami. Estas ciudades tienen colectivos que incitan a unirse, con
un montón de oportunidades para conocer a otros homosexuales en las calles, en
bares o en fiestas en casas particulares, y, para aquellos que lo buscan, el
anonimato completo. Aquí, la tolerancia, incluso la aceptación por el "derecho"
cotidiano, es más frecuente que en las comunidades más pequeñas. Cuando el
mundo gay se muestra, ofrece compensaciones sociales para muchos, incluso,
ante la persistente presión de las operaciones policiales antihomosexual se hace
tolerable. Además, en las grandes ciudades, las profesiones favorecen a los
homosexuales - diseño de interiores decoración, moda, peluquería, la danza y el
teatro - proporcionándoles más oportunidades de trabajo.
Los homosexuales pueden encontrar algunas o todas estas ventajas en
muchas partes de los EE.UU., pero, debido a su fama de hospitalidad, California
tiene un atractivo especial para ellos. En la ciudad de San Francisco, que califica
como la "capital gay", hay más de 30 bares que atienden exclusivamente a una
clientela homosexual. El número de estos varia de semana a semana, con las
clausuras policiacas periódicas (su esperanza de vida promedio es de 18 meses).
Los homosexuales ahora están obsesionados en tener una apariencia varonil.
Este es el nuevo perfil. Un ejecutivo junior de publicidad estalla y haciendo
evidente su malestar: “Tengo que actuar durante todo el día. Si estamos afuera
25
para el almuerzo, hay que hacer la misma rutina de alago y coqueteo con las
chicas… Tengo que estar constantemente en guardia para no decir o hacer algo
que les haga sospechar que soy gay.
Un fenómeno reciente en la sociedad norteamericana, es el activismo de
grupos homófilos que están llevando a cabo programas para incrementar el
conocimiento público de la homosexualidad con el propósito de obtener un trato
más tolerante, en particular de las agencias de aplicación de la ley.
Uno de los primeros y más activos grupos es la Sociedad Mattachine, que
inició en 1950 como una organización secreta por un grupo de abogados de Los
Ángeles, ministros y médicos, los cuales no todos eran homosexuales. En 1954,
se había incorporado como un grupo sin fines de lucro, educativo que se ramificó,
extendiéndose a otras ciudades. Mattachine se encuentran ahora en el bajo Los
Ángeles, San Francisco, Nueva York y Washington, DC, y aunque son
independientes el uno del otro, tienen un objetivo común es promover la
aceptación de la homosexualidad por la sociedad.
En San Francisco, por ejemplo, la Sociedad Mattachine funciona tanto como
una agencia social: ayuda a los homosexuales a encontrar trabajo en la ciudad,
les da asesoramiento jurídico cuando se meten en problemas con la ley y sirve de
enlace con los departamentos de policía y de salud. En Washington, DC,
Mattachine, también funciona como un grupo de presión. Ha cuestionado lo que
considera prácticas discriminatorias contra los homosexuales en materia civil y
puestos de trabajo de servicio en las fuerzas armadas. Ha recurrido a la ayuda de
26
la Unión Americana de Libertades Civiles en casos específicos y las agencias
gubernamentales, incluyendo el primer caso en llegar a la Corte Suprema.
Los homosexuales viven en todas partes el temor de ser detenidos - y la
exposición pública que le acompaña-. En Los Ángeles, donde los homosexuales
son particularmente evidentes en las calles de la ciudad, los rondines policiacos
son frecuentes e implacables. Las batallas campales entre la policía y los
homosexuales han producido desagradables consecuencias en ambos lados. Los
líderes de las sociedades homófilas en Los Ángeles y San Francisco han acusado
a la policía de "acoso, trampa y la brutalidad". En realidad, no existe una ley en
California - o en cualquier otro estado - en contra de ser homosexual. La policía
solo hace cumplir las leyes que están dirigidas a determinados actos sexuales. En
su mayor parte, estas leyes criminalizan de cualquier actividad sexual que no
tenga como finalidad la procreación.
También es ilegal en California solicitarle a cualquier persona en un lugar
público, participar en un acto lascivo. Bajo estas leyes, la policía puede hacer
arrestos. Y en muchos casos, se produce una condena en la que el homosexual
queda registrado como un "delincuente sexual" (junto con los violadores).
El Inspector James Fisk dice que se hicieron 3069 detenciones por delitos
homosexuales realizados en Los Ángeles el año pasado, que representan solo un
"número simbólico" de las que deberían haberse hecho. "Estamos apenas tocando
la superficie del problema ", dice Fisk. "El pervertido ya no es tan reservado. Él es
agresivo y su agresividad está empeorando a causa de una mayor actividad
homosexual.
27
Después de todos estos años, sigue siendo escalofriante leer tales
comentarios homofóbicos. Después de todos estos años, de tácticas sin sentido
que la policía ha empleado. En su implacable represión de los homosexuales, la
policía de Los Ángeles utilizar dos enfoques: uno es un esfuerzo para impedir la
actividad homosexual en público, y el otro es un esfuerzo de detención. La primera
incluye el patrullaje en uniforme, en baños y otros lugares conocidos donde
merodean, como en la Avenida Selma. Entonces la policía hace rondines para
hacer sentir su presencia a los gays. Para detener los homosexuales, la policía
tiene una operación encubierta en la que policías se visten con pantalones
ajustados, zapatillas de deporte, suéteres o chaquetas, para parecer
homosexuales, merodeando las calles y bares.
En la segunda parte de la investigación de LIFE el reportero Ernest Havemann
entrevista a psicólogos y científicos. Dice el Dr. Paul Gebhard, sucesor del
fallecido Dr. Alfred Kinsey como director del Instituto para la Investigación Sexual:
"Casi nadie elige ser homosexual Más de nueve de cada diez veces, un hombre
se convierte en un homosexual por el mero y simple hecho de que no puede
evitarlo".
"un hombre nunca se convierte en un homosexual". Pero esto no es así para
algunas personas. Algunas simplemente son homosexuales. No existe un umbral,
más allá del cual una persona "normal" se pueda convierte en ("se hace") una
persona homosexual.
Y el artículo continúa hablando de la homosexualidad como un cambio de
comportamiento:
28
Sin embargo, la experiencia homosexual, es una vacuna, que se puede tomar
o no. Algunos niños parecen ser tan susceptibles que una sola experiencia les
hace un patrón de vida. Otros participan en la experimentación considerable pero
nunca toman el camino de la vida homosexual.
Se podría decir lo mismo de los hombres que siguen el camino de la
heterosexualidad, y buscan casarse, tener hijos y así sucesivamente, durante
años. Entonces un día, deciden que ya es suficiente, y tiran toda pretensión de
distancia y "van a lo gay". ¿Qué quiere que le diga acerca de la orientación
sexual? No tiene nada que ver con la experiencia o de "experimentación de una
vez o muchas veces.
Pero más allá de las influencias de la casualidad y de la sociedad, dice el Dr.
Gebhard, parece haber pocas dudas de que algunos niños tienen predisposición a
la homosexualidad. Todas las autoridades médicas y psiquiátricas están de
acuerdo.
Nuestros bisabuelos, cuando se atrevían a pensar sobre el problema en
absoluto, creían que la homosexualidad es heredada: algunos hombres nacer
"queer", con la disposición de la mujer en el cuerpo de un hombre, y constituyeron
un "tercer sexo", que fue una aberración de la naturaleza. Esta opinión se basa
principalmente en la noción errónea, todavía en poder de mucha gente, que todos
los homosexuales son de modales afeminados, y nada le gustaría más, si
pudieran salirse con la suya, que vestirse como mujeres, depilarse las cejas y usar
lápiz labial. En realidad, hay muchos hombres afeminados que no son
homosexuales - y de hecho el Instituto para la Investigación Sexual incluso ha
29
encontrado que algunos travestis, los hombres que les gusta vestir con ropa de
mujer, que están felizmente casados y llevan una vida sexual completamente
normal. Por otra parte, dice el Instituto, el 85% o más de los homosexuales se ven
y actúan muy parecido a otros hombres y no pueden ser advertidos con certeza, ni
siquiera por los expertos. A menudo, los únicos signos son una tendencia muy
sutil a la preparación más minuciosa-, además de la falta de acento en la mirada
del hombre común y corriente de admiración habitual por todas las niñas bonitas
que pasa por allí.
Las pruebas modernas de las características físicas y las secreciones
glandulares no han mostrado diferencias reconocibles entre los homosexuales y
otros hombres, sin embargo, nuestros bisabuelos pueden haber tenido parte de
razón en eso. Franz Kallman, un analista alemán, una vez logró encontrar a 40
hombres, todos homosexuales, que había tenido hermanos gemelos idénticos. En
todos los casos, el gemelo también resultó ser un homosexual, a pesar de que los
hermanos nunca habían confiado el uno al otro...
A continuación, un giro repentino: Los psicoanalistas que han observado y
tratado a muchos pacientes homosexuales en los últimos años, creen que la
homosexualidad representa una forma de desarrollo interrumpido. Tras un breve
debate sobre las teorías de Freud, acerca de cómo un chico puede querer crecer
exactamente igual que su madre, o, en caso de que esa idea no se acepte, hay
una otra diagonalmente opuesta: cómo está tan asustado de sus sentimientos
hacia su madre, sigue sintiendo miedo de las mujeres durante toda su vida...
30
Freud pensaba que las tendencias hacia el desarrollo fueron detenidas de
forma innata: algún niño simplemente se había situado psicológicamente, mientras
que otros, eran por naturaleza "pasiva" y tienden a identificarse con lo femenino -
en lugar del "activo" que tiende a identificarse con lo masculino. Sin embargo,
desde la publicación en 1962 de un famoso estudio dirigido por el Dr. Irving
Bieber, los analistas modernos han puesto menos responsabilidad en la herencia
que en experiencias de la infancia.
El Dr. Bieber y su comité de investigación, elaboraron un estudio de 106
historias clínicas de homosexuales que habían sido tratados por los miembros de
la Sociedad Médica de Psicoanalistas, y se encontró que una proporción notable
de ellos habían sido criados por madres que los mimaron a través de su infancia.
Normalmente, el homosexual es considerado por la madre como su favorito, su
orgullo y alegría, y debe ser protegido a toda costa de los riesgos del crecimiento.
Ella lo disuadió de formar amistades con otros niños... y celosamente lo protegió
de cualquier chica que pudiera mostrar interés.
... Incluso con una madre, dice el Dr. Bieber, un niño puede crecer hasta la
edad adulta normal si se tiene un padre cariñoso y cálido para darle un ejemplo de
la masculinidad y contrarrestar la influencia de la madre. Pero el padre típico de
los homosexuales, está lejos de sentir simpatía y apoyar a su hijo; resultó estar
totalmente desinteresado en el niño o era abiertamente hostil. A menudo, el padre
estaba celoso y era dado a despreciarlo y el ridiculizarlo. El muchacho temía a su
padre y a menudo lo odiaba intensamente. Mimado y desmasculinizado por su
madre, despreciado por su padre, llegó a la adolescencia "acosado por
31
sentimientos de insuficiencia, impotencia y desprecio de sí mismo" - convirtiéndolo
un recluta ansioso por un "ambiente menos amenazante" del mundo homosexual.
Sólo en caso de cualquier lector se deje engañar por las explicaciones
anteriores, me permito señalar una explicación más probable en las reacciones de
los padres en estas situaciones. La flecha de la causalidad es más probable que
apunte al revés. El comportamiento de los padres no hace al niño homosexual. El
niño homosexual induce este tipo de respuesta por sus padres. El niño no tiene
que estar fuera y orgulloso. Nadie puede sospechar (aún) que el chico es
homosexual, pero no hay evidencia de que los niños, donde la homosexualidad
está latente, se comporten de manera diferente, o tengan intereses diferentes en
su infancia en comparación con los varones heterosexuales. Una madre puede
sentir esta manera subliminal y puede encontrar esa latentencia, más accesible
emocionalmente, o simplemente limpia, en la comparación con otros niños.
Difícilmente será una sorpresa si ella lo trata como su favorito. Un padre
heterosexual por otra parte, puede tener dificultades para adaptarse a la
decepción que su hijo no comparta sus intereses, por ejemplo, fútbol,
reaccionando cada vez lejos del niño.
En 1964, cuando la gente cree la homosexualidad es algo en que se
"convierte", resulta imposible para las personas a concebir de esta explicación.
¿Cómo pueden los niños ser homosexuales? Si la gente dice que solo se puede
ser homosexual después de la pubertad (y por medio de una mala experiencia o la
seducción), la flecha de la causalidad tuvo que ser de adultos a los niños, no niños
32
a los adultos. Lamentablemente, la vieja teoría todavía se pega la vuelta y hace
que muchos padres se culpen.
En opinión del Dr. Bieber, por supuesto, los homosexuales son
psicológicamente enfermos: la descendencia con trastornos emocionales de
padres con problemas emocionales....
La mayor parte de las especulaciones sobre el estado mental de los
homosexuales, sin embargo, proviene de los terapeutas que han tratado a
pacientes homosexuales - y por lo tanto implica la posibilidad de un sesgo
inherente que preocupa a algunos de los expertos. Un analista colega le dijo
alguna vez al escéptico Ernest van den Haag: "Todos mis pacientes
homosexuales, ya sabes, están enfermos." "Ah, sí," dijo el Dr. van den Haag,
"pues también lo son todos mis pacientes heterosexuales."
Tengo información acerca de la gran mayoría de los homosexuales nunca han
visitado a un terapeuta. Un psicólogo de Los Ángeles. La Dra. Evelyn Hooker,
logró encontrar 30 de tales hombres, y con un grupo de control de otros 30
hombres heterosexuales para comparar. Ella aplicó a ambos grupos una serie de
test de personalidad y presentó los resultados ante un panel de calificadores
entrenados - que no pudieron encontrar diferencias significativas entre los dos
grupos. Esto sólo puede demostrar que… o puede indicar que los homosexuales
son tan normales como cualquier otra persona.
Me pregunto si lo anterior es una novedad para alguien hoy en día. ¿Hay
personas que todavía piensan que la homosexualidad es un trastorno de la
personalidad?
33
Freud no creía que los homosexuales eran necesariamente enfermos, en una
famosa carta a la madre de un homosexual que le había pedido ayuda, él escribió,
"La homosexualidad no es ciertamente ninguna ventaja, pero no es nada de qué
avergonzarse, no es un vicio, no es una degradación, y no puede ser clasificada
como una enfermedad. "
El informe LIFE a continuación especula sobre la prevalencia de la
homosexualidad en la población.
¿Cuántos homosexuales hay en Estados Unidos? Nadie puede decir con
seguridad. Lo más parecido a un censo en 1948, fue el informe de Kinsey, que se
basó en entrevistas con 5.000 hombres. Kinsey estimó que cuatro hombres de
cada 100 son exclusivamente homosexuales durante toda su vida adulta. ...
Dr. Bieber cree la tasa está próxima al 2% ....
También hay mujeres homosexuales, por supuesto, pero el número es mucho
menor – en estimaciones del Instituto de Investigación Sexual, tal vez sólo un
tercio o un cuarto respecto de los hombres. Una de las razones, algunos analistas
han sugerido, es que es mucho más fácil para una mujer que tiene miedo de los
hombres, desempeñarse adecuadamente en el matrimonio de lo que es para un
hombre que tiene miedo de las mujeres.
El lesbianismo, como la homosexualidad masculina, es visto como un acto
sexual. Si no lo haces, no eres uno. Observe también cómo la homosexualidad, si
el tipo masculino o femenino, se expresa como "miedo" del sexo opuesto.
¿Puede la sociedad hacer algo sobre la homosexualidad? No mucho. Freud
consideró que la mayoría de los homosexuales no podían cambiar, incluso a
34
través del psicoanálisis prolongado. La actitud del Dr. Bieber es
considerablemente más optimista; encontró que el 27% de los homosexuales en
su estudio llevan una vida sexual normal tras el análisis. Pero incluso el 27% es
una cifra baja, y sería imposible proporcionar un análisis de todos los
homosexuales en los EE.UU. de todos modos.
Esta es toda la historia ahora. Profesionales de la psicología en los EE.UU. y
otros países occidentales hoy en día no consideran la homosexualidad como una
condición que requiere tratamiento. "La terapia de conversión", que algunos
grupos religiosos marginales aún promueven, se ha encontrado, parece ser similar
al estalinista lavado de cerebro.
Las leyes contra los actos homosexuales nunca detuvieron a los practicantes
confirmados. Como el Dr. Gebhard y otros muchos han señalado que el
comportamiento sexual es uno de los más compulsivos de todos los rasgos
humanos, y el hombre que está en las garras de la homosexualidad es probable
que lo practique sin importar los riesgos y sanciones.
Lo que solía ser "el crimen abominable que no se menciona" hoy en día no
sólo se menciona, sino que se discute libremente y se analiza ampliamente. Sin
embargo, la actitud general hacia la homosexualidad es, si cabe, más incierta que
antes. Acosado por conflictos internos, el homosexual no está seguro de su
posición en la sociedad, ambivalente acerca de su actitud y la identidad, pero
adquiere un cierto grado de seguridad a través del hecho de que la sociedad es
igualmente ambivalente acerca de él. Una gran mayoría de la gente mantiene una
profunda aversión hacia él, pero hay una mezcla cada vez mayor de la tolerancia,
35
de empatía o la apatía. La sociedad está dividida entre la condena y la compasión,
el miedo y la curiosidad, entre los intentos de convertir el problema en una broma
y el conocimiento que no es nada divertido, entre el motivo de la desviación a ser
tratado como todo el mundo y el conocimiento que él simplemente, no es como
todo el mundo.
La homosexualidad es más evidente en los EE.UU. que nunca, como un tema
casi inevitable en la ficción, hay una considerable influencia en las artes, una
presencia muy visible en las aceras de las ciudades, mayormente por en la noche.
La última película de Rock Hudson explícitamente bromea al respecto, Doubleday.
En las librerías se anuncia de El libro de cocina Gay, y en los quioscos abre
espacio para "Beefcake" con revistas de desnudos masculinos. Si el número de
homosexuales en realidad ha aumentado es difícil de saberlo. En 1948, el
sexólogo Alfred Kinsey publicó cifras que animan a los homosexuales. Se estima
que el 4% de los varones blancos americanos son exclusivamente homosexuales,
y que aproximadamente dos de cada cinco había "al menos tenido alguna"
experiencia homosexual después de la pubertad. Teniendo en cuenta los métodos
deficientes de muestreo de Kinsey, las cifras eran, casi con toda seguridad,
incorrectas. Pero lo más probable es que la tolerancia creciente acerca de la
homosexualidad y una actitud hedonista hacia todas las relaciones sexuales han
ayudado a "convertir" a muchas personas que podrían haber reprimido sus
inclinaciones en otro momento o lugar.
Los homosexuales están presentes en todos los ámbitos de la vida, en
cualquier nivel social, a menudo con ansiedad camuflada; el camuflaje a veces
36
incluye a una mujer y sus hijos, y los psicoanalistas están ocupados tratando
esposas que de repente han descubierto la homosexualidad del marido. Pero cada
vez más, se muestran, sobre todo en la moda y las artes. Las mujeres y los
hombres homosexuales trabajan en el diseño, comercialización, venta al por
menor, y envolviéndolo todo en las revistas de moda. El decorador de interiores y
la esposa del corredor de bolsa se esconden tras las cortinas. Y la simbiosis no se
limita a las horas de trabajo. Para muchos, una mujer con un marido ocupado o
ausente, un homosexual es confiable en el requerimiento de una compañía
ingeniosa, bonita, maliciosa, y no existe ningún problema de competencia. Viudas
ricas tienen a menudo una corte permanente de hombres encantadores, del tipo
cosmopolita que ejercen influencia sobre la imagen y las casas de sus patronas
compran, la decoración, y donde pasan y en qué estación las vacaciones.
(http://www.time.com/time/magazine/article/).
Decía Foucault que el artículo sobre las Sensaciones Sexuales Contrarias de
Karl Westphal, publicado en 1870, podía valer como acta de nacimiento de la
homosexualidad, caracterizada como una patología. Así, la publicación de
Homosexualidad en América, pudiera ser su acta de defunción, como tal –como
patología-. Los trabajos de Kinsey y Hooker son dos golpes demoledores desde
discurso positivo, que ajustados a la metodología disciplinar contable, demuestran
que: 1) que la heterosexualidad y la homosexualidad no son identidades con
propiedades precisas ni estables, y 2) que la homosexualidad es una patología
construida por el discurso médico del siglo XIX, que utilizó para ello una
metodología semejante a la que empleó ahora para llegar a un resultado
37
contradictorio de aquella primera elaboración; lo cual pone al descubierto ese tipo
de discernimiento arbitrario que se organiza “en torno a contingencias históricas;
que no solo son modificables sino que están en perpetuo desplazamiento”
(Foucault, M. 2010: 18).
Para Monsiváis “el sexo es una función del instinto, pero también del poder”
(en El Inversionista, 2000: 69). La sexualidad humana es un constructo social, que
expresa las relaciones de poder contingentes, en un determinado momento
histórico, y se expone discursivamente a través de una multiplicidad, como diría
Schvarstein (1998), de enunciados argumentativos. Uno de ellos es el
comportamiento (no es el único por supuesto, sino forma parte de una
configuración mucho más amplia) y este se refleja a través de distintos medios
discursivos verbales y no, que expresan un sistema de valores relacionados al
poder y la organización de la vida social. Alrededor de la homosexualidad se han
construido históricamente distintos discursos que se entrecruzan, sobreponen y
negocian, atravesados por un conjunto de valores, ideas y creencias construidas
socialmente, donde los rasgos, conductas y la forma en que se relacionan están
dados ligados a la institución.
En este entrevero de caminos y desplazamientos (mezcla entre el
pensamiento teológico y su sucedáneo moderno), para el cardenal mexicano y ex
ministro de salud del Estado Vaticano, Javier Lozano Barragán, los transexuales y
los homosexuales jamás entrarán en el Reino de los Cielos, "ya que todo lo que va
contra la naturaleza ofende a Dios".
38
Barragán hizo estas afirmaciones al portal de Internet italiano "Pontifex.Roma",
que las publicó este miércoles y ante el que precisó: "esto no lo digo yo, sino San
Pablo".
Según el purpurado mexicano, de 76 años, "no se nace homosexual, sino que
se vuelve la persona, por motivos de educación, por no haber desarrollado la
propia identidad en la adolescencia".
"Tal vez no son culpables, pero actuando contra la dignidad del cuerpo, por
supuesto que no entrarán en el Reino de los Cielos. Todo aquello que consiste en
ir contra la naturaleza y contra la dignidad del cuerpo ofende a Dios", afirmó el
cardenal mexicano.
Las palabras de Lozano Barragán fueron criticadas por el colectivo
homosexual italiano Arcigay, cuyo presidente, Aurelio Mancuso, afirmó que la
jerarquía vaticana "vuelve a golpear la dignidad de los gays, lesbianas y
transexuales, mientras en toda Italia se extiende la violencia contra estos
colectivos y se ponen en marcha campañas mediáticas contra la dignidad de estas
personas".
Asimismo, Lozano Barragán dio su opinión sobre la píldora abortiva, cuyo uso
calificó de "asesinato".
"Una pastilla que tiene efectos abortivos y, como tal, el aborto es un asesinato.
La supresión de una vida humana es un crimen, un delito y merece un castigo",
manifestó.
39
El cardenal agregó que la vida humana es "sagrada e inviolable" y nadie
puede manipular "a su antojo" un don de Dios. (en El Universal, 3 de diciembre de
2009).
A diferencia de los expresado por el mexicano, Barragán; Francisco, el Papa
argentino -quien a su vez se había revelado, cuando cardenal de Buenos Aires,
como un furibundo opositor de la legislación que posibilitaría el matrimonio entre
personas del mismo sexo; la que finalmente fue aprobada en el país
sudamericano-, se expresó ya como Papa, en sentido relativamente inverso, en un
desplazamiento discursivo vinculado con la refuncionalización de una organización
que declinante de manera imparable, sumergida en graves acusaciones de todo
tipos de abusos, que la han llevado al inclusive al banco de los acusados en la
misma Organización de las Naciones Unidas en 2014. Así el Papa argentino se
refirió así al fenómeno homosexual, en 2013:
Ciudad del vaticano (Reuters) - El Papa Francisco dijo que la Iglesia Católica
debe dejar de lado su obsesión con las enseñanzas sobre el aborto, la
anticoncepción y la homosexualidad y volverse más misericordiosa o se arriesga
al derrumbe de toda su edificación moral "como un castillo de naipes".
En una entrevista extremadamente franca con Civilta Cattolica, la publicación
mensual de la comunidad jesuita italiana, Francisco dijo que la Iglesia se había
"dejado envolver en pequeñas cosas, en pequeños preceptos" y que no debería
ser tan proclive a la condena.
40
Sus sacerdotes deberían ser más acogedores y no burócratas fríos y
dogmáticos. El confesionario, dijo, "no es una sala de tortura, sino aquel lugar de
misericordia en el que el Señor nos empuja a hacer lo mejor que podamos".
Sus comentarios fueron recibidos con beneplácito por los católicos liberales;
pero posiblemente serán vistos con preocupación por los conservadores, quienes
ya han expresado su inquietud debido a que Francisco no ha tratado públicamente
los temas en los que hizo hincapié su predecesor, Benedicto XVI.
En la entrevista, el Santo Padre dijo que la Iglesia debe hallar un nuevo
equilibrio entre hacer respetar las normas y mostrar misericordia. "De otra manera
el edificio moral de la Iglesia corre peligro de caer como un castillo de naipes".
Conversando con el director de la revista, el padre jesuita Antonio Spadaro, el
Papa también dijo que ve un mayor papel de la mujer en la Iglesia de 1.200
millones de fieles, pero sugirió que no incluiría un cambio en la actual prohibición
al sacerdocio femenino.
"Hay que trabajar más hasta elaborar una teología profunda de la mujer. Solo
tras haberlo hecho podremos reflexionar mejor sobre su función dentro de la
Iglesia. En los lugares donde se toman las decisiones importantes es necesario el
genio femenino", dijo Francisco.En un notable cambio respecto a su predecesor
Benedicto XVI, quien dijo que la homosexualidad era un desorden intrínseco,
Francisco declaró que cuando los homosexuales le decían que siempre eran
condenados por la Iglesia y se sentían como "heridos sociales", él les respondía
que "la Iglesia no quiere hacer eso".
41
El Pontífice reiteró los comentarios que realizó inicialmente en un avión
cuando regresaba de una visita a Brasil en julio respecto a que él no está en una
posición de juzgar a los homosexuales que tienen buena voluntad y buscan a
Dios.
En la entrevista publicada el jueves, agregó: "La religión tiene el derecho de
expresar sus propias opiniones al servicio de las personas, pero Dios en la
creación nos ha hecho libres: no es posible una injerencia espiritual en la vida
personal".
La Iglesia Católica, agregó Francisco, debería verse a sí misma como "un
hospital de campaña tras una batalla" e intentar sanar las grandes heridas de la
sociedad y no obsesionarse "por transmitir de modo desestructurado un conjunto
de doctrinas para imponerlas insistentemente. Lo que está claro es que él no
piensa como un clasicista que ve al mundo en categorías inalterables. Él es un
narrador de historias como Jesús, no un filósofo", dijo el padre Tom Reese, un
jesuita estadounidense autor de varios libros sobre el Vaticano.
John Gehring, director del programa católico en Faith in Public Life, un grupo
liberal en Estados Unidos, dijo: "Este Papa está rescatando a la Iglesia de aquellos
que creen que condenar a las personas homosexuales y oponerse a la
anticoncepción definen lo que significa ser un verdadero católico (...) Es un cambio
notable y reconfortante. La extensa entrevista se realizó en tres sesiones en
agosto, y fue publicada junto a traducciones difundidas en revistas jesuitas de todo
el mundo.Francisco también se refirió a las críticas en su contra dentro del sistema
conservador católico. No podemos seguir insistiendo sólo en cuestiones referentes
42
al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible. Yo
he hablado mucho de estas cuestiones y he recibido reproches por ello", manifestó
el líder católico. (Por Philip Pullella 2013 [en
línea] http://es.reuters.com/article/topNews/. Consultado 23 de septiembre de
2016)
En un esquema complejo de posturas que se entrecruzan impulsadas por
distintos factores de orden económico, político, e ideológico, a partir de los años
sesenta el modelo dominante de la homosexualidad se vino haciendo cada vez
más visible, producto de una compleja trama socio-histórica que se ha
desarrollado en los últimos 40 años en los países más desarrollados,
particularmente, y que en el caso mexicano, en especial, de la ciudad de México
ha sido notable desde los años noventa, donde dos fenómenos lo acompañan: el
modelo de la mundialización de hegemonía estadounidense y la tradición liberal
de la ciudad de México.
En diversos trabajos hemos afirmado que la homosexualidad ha enterado en
un lento y frágil proceso de normalización, en medio de una disputa de poderes de
un amplio espectro de tensiones que van desde el mercado, donde esta minoría
se ha revelado como un atractivo segmento, la ciencia rectificante (el núcleo de
inteligibilidad) o las posturas más conservadoras, que provenientes desde la
iglesia católica y nacionalismos contingentes que han empezado a utilizar el
discurso normalizador como punta de lanza, para combatirlo, generando una
amplio margen de intolerancia -homofobia- respecto de los derechos ya adquiridos
y la visibilización cada vez más evidente de esa orientación.
43
¿Qué ha sucedido con la homosexualidad?, se preguntaba Michel Foucault en
su Historia de la Sexualidad, respondiéndose que “si verdaderamente ha[bría] que
hacer[les] un lugar a las sexualidades ilegítimas… [es]: allí donde se puede
reinscribirlas, sino en los circuitos de la producción, al menos en los de la
ganancia” (Foucault, M. 1989:10), lo que fue propiciado por la irrupción de una
nueva economía de los mecanismos (voluntad de saber y edificación de una
nueva verdad) de la estrategia del poder, que hoy se ven confrontados en México
por ciertos sectores identificados con la iglesia católica, como es el caso del
Frente Nacional por la Familia que ha iniciado una agresiva ofensiva en contra de
la institucionalización de los derechos de los homosexuales, particularmente, de
alguna manera condenada al fracaso en tanto la lógica de los mecanismos del
poder de la modernidad: dado que, desde las últimas décadas del siglo XX, la
expansión inevitable del modelo de acumulación neoliberal impulsó un tipo de
sociedad diferente al conocido hasta a finales de los años setenta, que se
caracterizó por la creciente presencia del Estado en la economía y la regulación
de los mercados en general. Siendo a partir de los años ochenta del siglo pasado
que comenzó una mudanza caracterizada por el retraimiento de la presencia
estatal y la redistribución de los espacios públicos y privados, donde las funciones
que por tradición correspondieron al estado han venido siendo absorbidas por
entidades privadas y donde los movimientos sociales organizados en la lucha
colectiva por los derechos sociales, se reconstruyen paulatinamente alrededor del
nuevo paradigma simbólico: la empresa privada, bajo las reglas neoliberales del
mercado, el consumo y la ganancia.
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El movimiento de liberación homosexual había estallado en la década de los
sesenta (articulado con muchos otros movimientos sociales de esa década
cobrando visibilidad con la rebelión del Stonewell inn, en Nueva York) iniciando el
tránsito de la identidad desde la clandestinidad y el aislamiento, a la movilización y
la constitución de organizaciones visibles en lucha por los derechos políticos y
resignificación de la antigua patología, la no discriminación, plenos derechos
sociales (las que acabaría sucumbiendo por los estragos que la crisis de la
pandemia del SIDA ocasionó), y los que se produjeron derivados de la
mundialización y globalización que incorporaron al mercado a todas aquellas
marginalidades susceptibles de explotación mercantil, lo que terminó sellando una
identidad ligada al segmento, atomizando la identidad fraguada en la
clandestinidad. La cohesión que la identidad patologizada proporcionaba,
(atravesada por la clase social) se disparó en los criterios de subdivisión del
mercado: productos utilizados, conductas, demografía, geografía, necesidades no
atendidas, estilo de vida, etc., y que curiosamente, rearticulándose
contingencialmente tras las agresiones provenientes de la discursiva clerical,
particularmente en 2016 tras el envío de la iniciativa peñista que proponía anular
las formas de discriminación en torno del matrimonio.
Ya en el lejano diciembre de 1973 la Asociación Psiquiátrica Americana (APA)
había retirado en la segunda edición del Manual Diagnostico y Estadístico de
Trastornos mentales (DMS-II) a la homosexualidad como un trastorno. “Para que
una condición mental pueda considerarse como trastorno psiquiátrico debe causar
regularmente sufrimiento emocional y/o estar asociada a un deterioro del
45
funcionamiento psicosocial. La revisión efectuada por la APA no encontró que la
homosexualidad reuniera estos criterios”.
“En 1980 se publicó la tercera edición de Manual… (DMS-III), la
homosexualidad no fue incluida como trastorno mental. Sin embargo, se incluyó a
la ‘homosexualidad egodistónica’ como una categoría que describe el conflicto y el
sufrimiento emocional experimentado por personas homosexuales que no aceptan
su preferencia sexual… Cuando en 1987 el DMS-III se revisó… también fue
eliminada (La Jornada. Julio, 2001). Años después, en 1990 la Organización
Mundial de la Saludo haría lo mismo.
Los hechos que alimentaron la rebelión del Stonewell de Nueva York, en
1969, señalan un punto de quiebre que implica observar el fenómeno en su
complejidad multidimensional, que combina por las exigencias políticas, y la
eficiente articulación de un segmento de creciente presencia política, urbano con
un poder adquisitivo muy atractivo para disputárselo a las organizaciones que
hasta entonces se habían beneficiado de manera discreta de la clandestinidad, y
que terminarían, en un dilatado proceso, siendo desplazadas de ese territorio de
enorme potencial mercantil por las grandes corporaciones beneficiarias, además,
del nuevo modelo en desarrollo. Todo lo que acabó impulsando una serie de
cambios significativos en la discursiva de la racionalidad de la gestión, que
encontró suficiencia en un mercado valuado en miles de millones de dólares, que
sutilmente causa la develación científica que dota a la homosexualidad de un
estatus de sanidad. El 26 de junio de 2003, la Suprema Corte de Justicia de los
Estados Unidos determinó que los estados de la unión no pueden prohibir la
46
sodomía consentida entre adultos y no se puede hacer de las conductas sexuales
privadas un crimen, por lo que se debe respeto a la vida privada. Revocándose
así, un número significativos de disposiciones persistentes entonces en 12
estados, como en Georgia, donde había legislación vigente que declaraba, en
1986, que los homosexuales no tenían derecho constitucional a realizar actos de
sodomía.
El movimiento de liberación surgido en los Estados Unidos, estuvo impulsado
de manera central por la condición que criminalizaba a la homosexualidad, ha
tenido repercusiones oscilantes en ese país que un día aprueba las bodas de
personas del mismo sexo y después las anula, pero el modelo ahí gestado, ha
tenido repercusiones en muchas partes del mundo,
Con el aval de la ciencia y la gestión, La homosexualidad se desplazó de lo
moralmente inaceptable, a lo económicamente útil, cuando se reveló como un
segmento de mercado con un alto potencial, susceptible de explotación comercial.
Desde entonces los mercadologos comenzaron a trabajar sobre las variables
de identificabilidad, suficiencia, estabilidad, accesibilidad y potencial de un
mercado que durante décadas había sido un espacio fértil para decenas
organizaciones marginales que lo operaban en la obscuridad. Así, por ejemplo, se
elaboraron en Estados Unidos distintas aproximaciones para evaluar la capacidad
económica del colectivo homosexual, utilizando distintas muestras y variables. El
buró de investigación de Mercados Simmons de Nueva York desarrolló un trabajo
de investigación con 8 publicaciones homosexuales de Estados Unidos,
reportando los siguientes resultados:
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El ingreso individual promedio fue de 36,800 dólares –tres veces más que el
promedio de los Estados Unidos que es de 12,287. El ingreso medio de un hogar
fue de 55,430 dólares, es decir 23,000 más que el resto. El porcentaje de los
graduados universitarios fue del 60% –tres veces más que el promedio– y el
número de lectores de las publicaciones implicadas que desempeñaban puestos
profesionales y gerenciales es del 49%... Otros hallazgos incluyeron... que el 59%
viajaban en avión por lo menos una vez al año con motivo de sus vacaciones y
tienen una propensión más alta a comprar discrecionalmente ya que generalmente
no tienen responsabilidad de mantener hijos (Fugarte, D., 1993: 48).
Otro estudio fue elaborado por Overlooked Opinions de Chicago: que diseñó
una muestra de 12,000 hombres homosexuales y mujeres lesbianas para obtener
datos representativos para la prensa homosexual. La firma encontró que los
hombres homosexuales tenían un ingreso promedio de 51,326 dólares y las
lesbianas de 45,327, superior al promedio nacional de 36, 520. Además, el 60%
poseía un título universitario, a diferencia del promedio de la población general
que es de un 20%. En Washington, Blade reportó que el 62% de sus lectores
tenían ingresos por encima de 30,000 dólares, 30% arriba de cincuenta mil. El
77% poseía un automóvil y el 53% era dueño de una casa. Un alto porcentaje
contaba con computadoras, videocaseteras y reproductores de discos compactos.
La mayoría estaban entre los 26 y 54 años de edad. Un resultado muy importante
fue que la mayoría era leal a una marca. (Fugarte, D. 1993: 48).
Las reglas de la ilegitimidad iniciaron un lento proceso de cambio (en medio de
la disputa, contradicciones y conflictos), para inscribirse en los circuitos de la
48
ganancia y modeladas por la economía global; dado inicio así al auge de enorme
aparato comercial ligado este atractivo segmento de mercado, e ingresando a un
proceso legitimador -desde la ciencia y la gestión- de normalización. Los gays
pudieron entonces hablar en primera persona, fracturando el discurso de la
heterosexualidad dominante desde el siglo XIX, que solo consideraba normal a
ese tipo de monosexualidad.
Insertos en la economía de mercado, el colectivo homosexual ha vivido un
lento proceso de alejamiento de las luchas reivindicatorias, de los ideales y de
despolitización, desplazándose al consumo como espacio privilegiado de
articulación; lo que a su vez ha detonado la fragmentación de la identidad
homosexual, en distintas subclasificaciones: leathers, vestidas, titos, fetichistas,
varoniles, obvios, etc., tamizadas por la clase social en que se encuadren. Desde
la segmentación de los mercados se construyen las nuevas identidades
homosexuales. La empresa privada, el espacio privilegiado, por excelencia, de
organización de la vida social, utiliza la segmentación para mostrar los grados de
similitud entre los consumidores. Se traslada así, el sentimiento de pertenencia
identitario al consumo.” Nos vamos alejando de la época en que las identidades se
definían por esencias ahistóricas: ahora se configuran más bien en el consumo,
dependen de lo que uno posee y es capaz de apropiarse” (García Canclini, N.
1995: 14).
Dice Mintzberg que las “organizaciones –al menos las efectivas- parecen
cambiar todos los parámetros que pueden –tanto de contingencias como
estructurales- a fin de mantener coherencia con sus géstales” (Mintzberg, H. 1999:
49
346) y por su parte, Schvarstein, asegura que en el diseño de organizaciones una
de las consideraciones que se deben tener en cuenta, no solo los objetivos “que
guían el diseño, sino también una serie de variables de contexto -y que- ... la
resolución de tensiones es dinámica. Cambia con la modificación de los objetivos
y de las variables del contexto” (Schvarstein, L. 1998: 64). Dice, además, este
último, que el diseño organizacional está cruzado por diversos discursos: el
análisis institucional y el organizacional.
En este sentido todas las organizaciones están atravesadas por discursos y
las organizaciones es uno de los espacios donde se concretan, perfilándolas. El
discurso refiere a un conjunto de elementos determinados históricamente, que
representan aspiraciones, necesidades, actos, ideas, creencias y expectativas
sociales, son espacios para la reproducción del todo social, son modelos que se
forman en los juegos del poder. No son algo que permanezca estático a lo largo
de los tiempos, se modifican y un ejemplo de ello es lo que sucede respecto de la
homosexualidad en general, y en particular alrededor de la relación que se
establece entre esa orientación sexual y las organizaciones. El discurso sobre la
homosexualidad, que dominó hasta finales del siglo XX, surgió en el marco
disciplinar para el control de los comportamientos que promueven ciertas prácticas
mientras subordinan o limitan otras. Dice Foucault al respecto: “se trata de
convertir el comportamiento sexual ... en una conducta económica y política
concertada ... Que el Estado sepa lo que sucede con el sexo de sus ciudadanos y
el uso que le dan, pero que cada cual sea capaz de controlar esa función – y
agrega- el sexo no es una cosa que sólo se juzgue, es una cosa que se administra
50
no el rigor de una prohibición, sino la necesidad de reglamentar el sexo mediante
discursos útiles y públicos” (Foucault, M. 1989: 34).
Como una cosa que se administra, la homosexualidad fue una práctica
asquerosa y aberrante de la norma heterosexual mientras que no fue
económicamente rentable, pero en momento que esto se modificó, la discursiva
que orientó el funcionamiento de las organizaciones, no de todas ni en todos
lados, se deslizó y muchas cosas cambiaron. La homosexualidad y más
específicamente los gays, son identidades segmentadas a partir del estilo de vida
que consumen de acuerdo con él, compartiendo únicamente la orientación sexual
que ya no tiene preponderancia. Útiles en términos de la nueva economía del
poder posmoderna, ello se afianza como fuente legitimadora.
Pero no todo cambia, ni cambia en todos lugares, ni de la misma manera, ni en
tiempos definidos, es más, el camino es sinuoso y donde los retrocesos no son
nada anómalo, menos aun cuando la orientación se abrió a la visibilización desde
la clandestinidad y el denuesto infiltrados por el sentido común y la ciencia, en su
momento.
Reflexiones finales
En los últimos meses de 2016, particularmente en septiembre (que es cuando
elaboro este texto) la disputa en torno del discurso acerca de la identidad
homosexual se ha agudizado al punto que la iglesia católica a travesé de dos
organizaciones denominadas Frente nacional por la Familia y Unión Nacional
Cristiana por la Familia promovió, el 24 de septiembre, una concentración en la
Ciudad de México para manifestar, a nombre del pueblo de México, sus demandas
51
por la familia monógama, heterosexual y cristiana (como la de Nazaret, rezaban
algunos de los carteles que portaban los manifestantes) a la cual distinguen con el
calificativo de natural. En tal acto, se expresaron en favor de la institución del
matrimonio natural al que entienden conformado por un hombre y una mujer cuya
finalidad última es la procreación. Además de acudir a la categoría fundadora de la
naturaleza, hicieron referencia a la ciencia, atribuyendo a diversas investigaciones
la necesidad que tienen los niños de contar con un padre y una madre para crecer
saludables.
A la par se lanzaron contra la educación pública, afirmando el derecho de los
padres a educar a sus hijos según sus convicciones y -contradictoriamente- la
obligación de la institución educativa de construir una visión de la sexualidad
basada en criterios científicos, dejando de lado concepciones subjetivas como lo
que llamaron ideología de género (para ellos el asunto es solo de vagina y penes),
para finalmente solicitar un encuentro con Peña y exponerle la necesidad de
afirmar en la Constitución la existencia de una sola forma de familia y por tanto de
matrimonio: la unión de un hombre y una mujer. El acto cerró con vivas a la
inocencia de los niños, sin reparar mínimamente en el enorme caudal de
acusaciones en contra de los curas por el abuso comprobado a menores de edad.
Ya el día 11 de septiembre el órgano de difusión de la Arquidiócesis de
México4, se había lanzado contra la homosexualidad, a la que siguen entendiendo
como una enfermedad (en contra del discurso de la ciencia a la cuál apelan ahora)
que puede ser curada, en tanto la naturaleza –de nuevo, la naturaleza y ya no
dios- diseño a hombre y mujer biológicamente complementarios. En el documento 4 Desde la Fe, Domingo 11 de septiembre de 2016
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identifican las causas de la enfermedad, que no podrían ser otras que la extrema
sensibilidad de estos sujetos (siempre parecen referirse a la homosexualidad
masculina, la femenina no cuenta), la falta de unión con el padre y el apego
extremo a la madre (lo que confirma que solo están interesados en la
homosexualidad masculina).
El discurso, de acuerdo con Foucault (2010) es algo que nos envuelve, que se
desliza de manera silenciosa y del cual brotan verdades transparentes y neutras,
que parecen estar ahí desde siempre, materializándose en una serie de
procedimientos que se ejercen en la vida pública y privada de los sujetos. Pero el
discurso no es eso, exclusivamente, sino algo mucho más complejo que requiere
de un ejercicio mayor de análisis por más que lo percibamos transparente y
neutro. No lo es.
El discurso y las verdades que produce son formas que asume el poder para
dominar la materialidad, es decir las prácticas, las condiciones de existencia y la
forma de mirar al mundo, por tanto, esas verdades que algunos se esfuerzan por
presentarnos como naturales o esenciales, no son tal, sino construcciones
sociales asentadas en los intereses del poder.
El antiguo régimen fundó su perorata verdadera en la voluntad de dios,
mientras que, con la aparición de la modernidad, las nuevas formas de poder
requirieron de una discursiva diferente que se desplazó de dios a la ciencia y la
naturaleza como principios ontológicos. La nueva verdad se edificó desde la
disciplina fundada en la moderna ciencia como principio de legitimación del nuevo
orden.
53
Suponer que la homosexualidad ha tenido siempre el mismo estatus es una
verdad que aparece en el irreflexivo sentido común, puesto que según
investigaciones de J. Boswell, la iglesia católica primitiva casó a parejas del mismo
sexo, para después repudiar la práctica, como posteriormente lo haría con el
matrimonio de los curas o la usura que condenaba y hoy bendice.
La conformación de las identidades es un proceso inacabado que desplaza
continuamente, así la homosexualidad ha transitado desde lo privado para ser
cada vez más publica, y ha sido justamente este proceso del se ha aprovechado la
jerarquía católica para sus juegos de poder, tanto internos como en su relación
con el estado mexicano, que reconoce la unión civil de personas del mismo sexo,
sin que ello impliqué el matrimonio religioso que es del terreno exclusivo de las
iglesias y sobre el cual no hay iniciativa alguna. Estamos frente a juegos de poder
que utilizan el discurso como arma. De acuerdo con Foucault, “e discurso no es
simplemente aquello que traduce las luchas o sistemas de dominación, sino
aquello por lo que, y por medio de los cual se lucha, aquel poder del que quiere
uno adueñarse” (Foucault. 2010: 15).
Referencias
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en Europa occidental desde el comienzo de la edad cristiana hasta el siglo
XIV. Ed Muchnik. Barcelona.
Foucault, M. (1989) Historia de la sexualidad, 1- la voluntad de saber. Ed Siglo
XXI, México.
Foucault, M. (2010) El orden del discurso. Ed. Tusquets Editores. México.
54
Fugarte, D. (1993), "Evaluating the us Male Homosexual and Lesbian Population
As a Viable Target Market Segment". Journal of Consumer Marketing, vol.
10.
García Canclini, Néstor (2004) “La cultura extraviada en sus definiciones”. En:
Diferentes, desiguales y desconectados. Ed. Gedisa, Barcelona.
Gergen, K. y Mery Gergen (2011). Reflexiones sobre la construcción social. Ed
Paídos. Madrid.
Gramsci, A. (1975) Cuadernos de la cárcel: el materialismo histórico y la filosofía
de B. Croce. Ed. Juan Pablos Editor. México.
Mintzberg. H, B. Ahlstrand y J. Lampel. (1999) Safari de la Estrategia. Ed. Granica.
Buenos Aires.
Mieli, Mario. (1979). Elementos de Crítica Homosexual, Barcelona, Anagrama.
Monsiváis, C. (2000) El dinero es el verdadero sex appeal,en El Nuevo
Inversionista, Año 13, No. 152, mayo de 2000.
Nicolas, Jean, (1982). La Cuestión Homosexual, Barcelona, Fontamara.
Schvarstein, L (1998) “Diseño de organizaciones, tensiones y paradojas. Ed.
Paidós. Buenos Aires.
Spargo, T. (2003) Foucault y la teoría queer. Ed. Gedisa. Barcelona.
Thompson, J.B. (1998). Ideología y cultura moderna. Ed UAM- Xochimilco.
México.
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