Post on 07-Aug-2015
Introducción
Desde sus inicios, la sociedad tlaxcalteca se ha caracterizado por mostrar una notable
cohesión y homogeneidad, debido, entre otras causas, a que tuvo su origen en un grupo
indígena muy definido, el cual también integró la parte medular de su desarrollo posterior.
Este núcleo social reconfiguró y consolidó su diferenciación a raíz de su constante lucha
por sostener su autonomía frente al señorío tenochca -especialmente durante el gobierno de
Moctezuma Xocoyotzin- y luego por mantener vigentes los privilegios exclusivos que le
concediera la Corona española durante la etapa virreinal.
Sobre este fenómeno de identidad histórica asimismo influyó el hecho de que los límites
territoriales de Tlaxcala hayan variado muy poco. En 1591 a pesar de lo reducido de su
territorio, la fuerte identidad cultural tlaxcalteca, ya mestizada, llegó más allá de sus
fronteras. Como parte del proceso de conquista y colonización hispana, varios cientos de
tlaxcaltecas fueron trasladados a diferentes regiones del norte del país y aun fuera de él.
Muchas pequeñas "Tlaxcala" fueron entonces fundadas en aquellos territorios con el objeto
de contribuir a la tarea "civilizadora". Las fronteras de la provincia colonial quedaron
condicionadas por los asentamientos prehispánicos de la antigua Tlaxcallan, y después se
mantuvieron casi igual hasta la década de 1860, cuando se anexó al nuevo estado la región
de Calpulalpan.
No obstante los diversos cambios de categoría política y forma de gobierno que tuvo
Tlaxcala a lo largo de su historia --de señoríos a cabildo indígena, de éste a territorio
político, luego a distrito, otra vez a territorio y por fin a estado soberano--, nunca perdió su
esencia y convicción de autonomía como pueblo, aunque para ello debió luchar con mucha
tenacidad, primero contra el poderío mexica, después ante el gobierno colonial, y más tarde
frente a los regímenes monárquicos y republicanos tanto centrales como federales, sin que
faltaran en esta pugna las miras anexionistas de su entidad vecina: Puebla. Esa lucha
constante por su soberanía constituye uno de los hilos conductores de la historia que se
narra en esta obra.
Un segundo hilo es la importante posición
geopolítica que siempre tuvo Tlaxcala.
Su ubicación natural en el eje de comunicaciones
que va del puerto de Veracruz a la ciudad de
México, y el hecho de estar virtualmente rodeada
por Puebla, fueron factores estratégicos determinantes durante gran parte de su historia. Los
caminos de herradura que la cruzaron desde épocas tempranas, y más tarde las vías de
ferrocarril, la mantuvieron ligada al Golfo y al centro del país, marcando el ritmo de su
crecimiento económico, político y social, y también la involucraron en importantes
acontecimientos de paz y de guerra, de progreso y de crisis.
El tercer hilo conductor de la presente historia
igualmente se encuentra vinculado con la
geografía. Ésta ha creado condiciones que permiten
dividir a la entidad en por lo menos dos grandes
regiones naturales: la del norte y la del centro-sur.
Las características que cada una de ellas posee han
influido en el desarrollo de sus propios tipos de producción, organización económica,
densidad demográfica, acceso y explotación de los recursos naturales, estructuras sociales y
agrarias, vías de comunicación y, en una palabra, en sus procesos históricos.
El proceso de industrialización y urbanización acelerada de la segunda mitad del siglo XX,
por un lado ofreció a la entidad una alternativa viable para su desarrollo toda vez que la
producción agrícola ya resultaba insuficiente para ello; pero por otro, en su cara menos
positiva, modificó numerosas costumbres y tradiciones populares, algunas ya perdidas
irremediablemente.