Post on 25-Jul-2015
Edgardo Mondolfi Gudat
Academia Nacional de la Historia, 10 de noviembre de 2011
Lo que me corresponde decir, como co-editor de este libro que hoy presentamos, me pone
en el trance de hacerlo desde una posición gratamente ambigua. Tengo en este caso la
suerte de pertenecer, al mismo tiempo, a las dos instituciones –esta Academia y la
Universidad Metropolitana- que copatrocinaron e hicieron posible concretar la valiosa
iniciativa editorial que corre ahora bajo el título de “La crisis del mundo hispánico y sus
implicaciones”.
Recuerdo que desde el momento en que, por iniciativa del Dr. José Ignacio Moreno León,
la Profesora Giannina Olivieri y yo nos hicimos cargo de concebir el Seminario homónimo
que tuvo lugar en octubre de 2010 en el Centro de Estudios Latinoamericanos Arturo Uslar
Pietri de la Universidad Metropolitana, nos trazamos dos objetivos: el primero, que
lográsemos contar con el mayor número posible de investigadores en el área de Historia y
de otros ámbitos de las Humanidades y las Ciencias Sociales procedentes de las distintas
universidades nacionales. Obviamente, se trataba de una forma de estimular el intercambio
directo con otros colegas; pero, también, de poner de relieve, en estos momentos de tanto
desdén hacia la Educación Superior, pública y privada del país, la calidad y profesionalismo
de quienes eran capaces de ofrecer el resultado de sus investigaciones o sus reflexiones
historiográficas sobre los asuntos que conformaban las líneas temáticas en torno a las cuales
estuvo concebido el Seminario en cuestión: en primer lugar, las ideas y doctrinas que
definieron la coyuntura de 1810; en segundo lugar, las tensiones y conflictos de intereses
que dividieron a las provincias venezolanas; en tercer lugar, la participación, en ese
contexto, de actores parcialmente atendidos hasta ahora, como la Iglesia y la prensa
emergente; por último, el mundo exterior, o sea, las actuaciones y contactos que las juntas
autonomistas pretendieron estimular de inmediato en el ámbito internacional.
Como lo demuestra el resultado de ese Seminario y de este libro, que es su sucedáneo, tal
objetivo se cumplió a cabalidad: aquí, en estas páginas, se reúnen las voces y opiniones de
docentes e investigadores que proceden de la Universidad Central de Venezuela, la
Universidad Católica Andrés Bello, la Universidad de los Andes, la Universidad Monte
Ávila y la Universidad Metropolitana, todos los cuales les dan timbres de la mayor
distinción a las distintas Casas de Estudio que representan.
El segundo objetivo que nos propusimos como organizadores del evento, fue dejar registro
y constancia escrita de este empeño por ofrecer miradas nuevas, críticas, diversas y
problematizadoras sobre muchos de los aspectos claves del proceso que se inició a partir de
la crisis del mundo hispánico. En este sentido, creo que hemos sido hasta ahora la única
Universidad, de todas cuantas organizaron eventos relacionados con los hechos de 1810,
que ha llevado a puerto la iniciativa de compendiar y dejar publicado, para su futura
consulta, un amplio recorrido temático relacionado con 1810 y los años inmediatamente
posteriores que ha estado a cargo –como lo he dicho ya- de estudiosos provenientes de
distintas disciplinas de las ciencias sociales y de diversas instituciones universitarias
venezolanas. En este sentido, ningún destino editorial podía ser más adecuado que la
Academia Nacional de la Historia, ni tampoco ninguna de las colecciones de la propia
Academia podía ser más apropiada que la “Colección Bicentenario de la Independencia”,
cuyo acervo de títulos da buena cuenta del vertiginoso ritmo de publicación que lleva
adelante esta serie. Además, como Universidad, la Universidad Metropolitana se siente muy
orgullosa de formar parte de la Asociación Académica y del consorcio de universidades que
le dan sustento a esta colección mediante la cual la Academia de la Historia pretende seguir
apostando a la reedición, la revisión y la novedad en lo que a aproximaciones relacionadas
con los actuales -e inmediatamente venideros- bicentenarios se refiere.
La circunstancia lo obliga, pero el afecto, el cariño y el recuerdo personal también exige
que hagamos mención muy especial de Pedro Sosa Llanos, quien contribuyó a través de
este libro con lo que seguramente fue su último ensayo publicado antes de su inesperado y
lamentable deceso ocurrido hace apenas poco más de un mes atrás. Pedro Sosa,
investigador, profesor, abogado e historiador fue, además, un verdadero caballero de la
amistad. Fue profesor nuestro en la Escuela de Derecho de la Universidad Metropolitana;
profesor de Derecho en la Universidad Central de Venezuela; egresado de la Escuela de
Historia de la propia UCV y afanado investigador en esta Academia, en la cual llegó a
desempeñarse durante algún tiempo como miembro de su Departamento de Investigaciones
Históricas. Nuestro cariño y entrañable recuerdo, pues, al desaparecido colega.
Mención especial en este esfuerzo de publicación cabe hacer del profesor Alfredo
Rodríguez, por la Universidad Metropolitana, y del joven historiador Pedro Correa, por
parte de esta Academia, por el cuidado y empeño cifrado durante las distintas etapas de
producción de la obra.
Por último, quisiera concluir estas breves palabras haciendo honor a lo que, en la
presentación de este nuevo libro colectivo, apuntara la Historiadora y colega de nuestra
Academia, la doctora Inés Quintero Montiel, quien en estos momentos se haya ausente del
país por compromisos académicos. Por ello, me permito citarla. Y dice Quintero lo
siguiente: “Con toda seguridad quedan muchísimos aspectos que todavía demandan la
mirada crítica y acuciosa de los investigadores pero, sin duda, los resultados obtenidos,
marcan una distancia abismal con los rígidos consensos elaborados por la Historia Patria,
los cuales se mantienen como parte del discurso conmemorativo que nutre las festividades
y celebraciones oficiales”.
De modo que, frente a la gendarmería histórica, o de la Historiografía de tipo litúrgico, está
recogida aquí, en este volumen, la reflexión profesional y crítica. Todo ello, gracias a la
feliz iniciativa, el empeño y concurso de voluntades que han tenido la Academia Nacional
de la Historia y el Centro de Estudios Latinoamericanos Arturo Uslar Pietri de la
Universidad Metropolitana.