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UN POSIBLE SANTUARIO EN LA CELTIBERIA:
EL CANTO (BUENDÍA, CUENCA)
José Jacobo STORCH DE GRACIA Y ASENSIO
Universidad Complutense de Madrid
En el transcurso de los trabajos de prospección arqueológica del término
municipal de Buendía1 hemos topado con este significativo enclave, cuya breve
descripción y publicación hemos elegido como modesta contribución en el homenaje
al profesor Mangas, en atención a su amistad de muchos años y en agradecimiento
por sus desvelos tanto personales como profesionales.2
Situado en plena Alcarria conquense, a un par de kilómetros al Noreste de la villa
de Buendía, el lugar llamado El Canto constituye uno más de los múltiples
afloramientos rocosos que cruzan de norte a sur las tierras de esta zona, dispuestos
paralelamente a la Sierra de Altomira, divisoria entre las tierras de Cuenca y
Guadalajara (figuras 1 y 2). Sin embargo, su nombre destaca la importancia de este
lugar frente a otros muchos con idénticas características que se pueden encontrar por
decenas en los alrededores, haciendo alusión a sus peculiaridades. Se trata de un
montículo destacado del perfil del terreno circundante y que cuenta con una serie de
elementos labrados en la roca viva en una situación privilegiada, con valores tanto
paisajísticos como en su ubicación, como seguidamente podremos examinar3 (figura
3).
El afloramiento rocoso de arenisca presenta, en su vertiente oriental, una zona
tallada frente a una explanada en la roca viva con una serie de oquedades en el corte
de la pared; estas consisten en una serie de asientos planos con respaldo de planta
semicircular, con un grupo de tres de ellos en un mismo plano y algunos otros
sueltos, alternando con huecos labrados concienzudamente, con diferentes diámetros
y perfiles (unos, claramente cilíndricos y de un diámetro entre 20 y 30 cm, sugieren
su función de soporte para postes, otros, más anchos y con un fondo más o menos
cónico, quizás para acoger recipientes cerámicos). En su parte superior, una red de
canales más o menos profundos se entrecruzan y comunican diversas cazoletas o
simplemente conducen hasta el borde del cantil rocoso en el que se abren los
1 «Carta arqueológica del término de Buendía, Cuenca», entregada por el autor de estas líneas
en la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha en abril de 2009. 2 Este texto corresponde a una breve intervención fuera de programa del II Simposio
Internacional del Grupo de Investigación sobre ciudades romanas, UCM-2009, «Santuarios
suburbanos y del territorio de las ciudades romanas», gracias a la invitación cursada por el propio
J. Mangas. 3 Coordenadas geográficas del yacimiento: 40º 23’ 03,1” N, 2º 44’ 33,2” O, hoja 562 del Mapa
Topográfico Nacional 1:50.000.
José Jacobo Storch de Gracia y Asensio
2
asientos (figura 4) o bien llevan a un espacioso estanquillo de unos 2 metros
cuadrados y unos 30 cm de profundidad (figuras 5, 6 y 7).
Los trabajos de prospección superficial no han permitido reconocer ningún tipo
de resto arqueológico asociado al conjunto rupestre, por lo cual desconocemos la
cronología a la que corresponde. Su carácter destacado en el paisaje, su excelente
comunicación y las características formales de sus cazoletas, canales y asientos bien
puede interpretarse como un posible lugar de carácter religioso antiguo.4 Todo el
conjunto se halla claramente «orientado» hacia el Levante (aunque sería más exacto
decir que hacia el ESE, a 120º), en un paisaje despejado que domina el valle del río
Mayor próximo a su desembocadura, si bien hoy día los valores paisajísticos del
entorno son diferentes a los que presentaba en la antigüedad (figura 8). El embalse
de Buendía es el responsable principal del gran cambio operado en la zona, dejando
a esta localidad arrinconada en un extremo de una península hoy prácticamente
aislada, mientras que en tiempos remotos se hallaba en un punto bien comunicado
con los alrededores. El Canto se halla prácticamente al borde del antiguo camino de
Cañaveruelas y Castro de Santaver (Ercávica) hacia Almonacid de Zorita, que
pasaba por Buendía y cruzaba la sierra de Altomira y las aguas del Tajo a través del
paso forzoso de Bolarque, camino que hoy día ha quedado anegado por las aguas de
los embalses de Buendía y Bolarque y que constituía un paso importante en los
límites del territorio de la antigua Celtiberia, hoy día mejor precisados gracias a los
trabajos de interpretación de las fuentes antiguas, junto con los datos proporcionados
por la arqueología. Por ejemplo, ahora parece claro que los pueblos celtíberos –sus
nombres, su evolución y el territorio ocupado– y la Celtiberia constituyen dos
problemas distintos. Los diferentes grupos celtibéricos mostraron una gran
movilidad territorial y algunos de ellos, incluso llegaron a cambiar de nombre,
mientras que la Celtiberia parece que forma una entidad geográfica más definida: se
trata de un territorio que se extiende desde la Alcarria conquense hasta el territorium
de Clunia, en tierras burgalesas. Así lo expresa Plinio el Viejo en su Historia Natural, cuando afirmaba que Segóbriga (Cabeza de Griego, Saelices), era caput
Celtiberiae, es decir, el principio del territorio de la Celtiberia, mientras que Clunia
se encontraba in Celtiberiae finis. Las montañas de la sierra de Altomira y el cercano
cauce del Tajo sirven de fronteras naturales entre los carpetanos –que se hallaban
también en la Celtiberia aunque no eran celtíberos–, los lusones de la zona
conquense y los arévacos de las tierras sorianas.5
4 Vid. en las diversas comunicaciones presentadas en el II Simposio Internacional citado en
nota 2 (en prensa), passim, especialmente entre aquellas dedicadas a los santuarios indígenas de
época prerromana y de la primera romanización. 5 Para este y otros problemas, vid. A.J. Domínguez Monedero (1993), «La Meseta. Las fuentes
literarias», en Leyenda y arqueología de las ciudades prerromanas de la Península Ibérica,
Madrid, pp. 107-118. Un excelente resumen de las cuestiones candentes sobre este tema lo
presenta E. Gozalbes Cravioto (1999), «Algunos datos sobre el poblamiento indígena en la
Celtiberia meridional (siglos III-I a. de C.)», Wad al-Hayara 26, pp. 5-16.
Un posible santuario en la Celtiberia: El Canto (Buendía, Cuenca)
3
La presencia de Roma en estas tierras de la Celtiberia no tuvo como
consecuencia un grado de romanización tan alto como en otras zonas peninsulares
próximas, como por ejemplo los valles del Henares o el Tajuña. Para la explotación
de los recursos de un territorio determinado, Roma recurrió a la elaboración de una
compleja red de comunicaciones que permitiera llegar rápidamente a una zona
determinada, así como poder trasladar de esta los productos obtenidos. La red de
caminos romanos en la zona suroriental de Guadalajara y occidental de Cuenca se
halla fuertemente condicionada por la presencia de un obstáculo natural de gran
calibre: la sierra de Altomira y los valles de los ríos Tajo y Guadiela, que han tallado
en la roca madre unos profundos cauces de paredes verticales. Para conectar las
zonas norte y sur de La Alcarria, los caminos romanos hubieron de ir por uno y otro
lado de esta gran muralla natural; así, la vía que unía Segóbriga con Segontia
(Sigüenza) se dividió en dos ramales prácticamente paralelos. Uno de ellos, mejor
conocido en la bibliografía, recorría las tierras conquenses de Ercavica y llegaba a
Gárgoles de Arriba tras pasar por Sacedón. El otro ramal se desviaba hacia el
occidente, por Albalate de Zorita, y seguía la llanura de la margen izquierda del Tajo
por Almonacid y Zorita, pasaba a la margen derecha del mismo en las lindes de los
términos de Zorita y Sayatón para bordear el propio pueblo y dirigirse hacia Auñón
y Sacedón por el antiguo camino de Anguix. En las cercanías de Sacedón se uniría a
la vía de Ercávica, a cuyo territorium pertenecían las tierras de Sayatón –distante tan
solo unos 19 km– y Buendía –a escasos 6 km del Castro de Santaver–.6 El camino
que unía ambos puntos, a los pies de El Canto, escogía el paso del río Mayor en las
cercanías de su desembocadura en el río Guadiela.
El carácter sacro del yacimiento se ve reforzado por la existencia de grabados en
las mismas rocas, de los que al menos dos pueden reconocerse (una incisión
profunda con los rasgos de una vulva femenina y otro en forma de cruz latina, en
clara cristianización del enclave). En un afloramiento próximo, a una veintena de
metros, se puede reconocer una cantera antigua y una minúscula cueva artificial, una
más de la veintena que existen en el término municipal de Buendía, si bien
pertenecientes a los tiempos de repoblación, en los que el fenómeno del
anacoretismo tuvo gran auge en estas tierras, largo tiempo limítrofes con el territorio
musulmán de la otra vertiente de la sierra de Altomira, encabezadas por Almonacid
y Zorita.
6 Acerca de estas y otras cuestiones acerca de la red viaria antigua en este punto, vid. D.
Hernández y J.J. Storch de Gracia (2003), «Introducción a la arqueología en el término municipal
de Sayatón», en AA.VV: Historia de Sayatón, Guadalajara, pp. 21-39.
José Jacobo Storch de Gracia y Asensio
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Fig. 1. Situación general de la península de Buendía (Cuenca)
Un posible santuario en la Celtiberia: El Canto (Buendía, Cuenca)
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Fig. 2. Situación de El Canto, ortofoto del SigPac
Fig. 3. Vista general de El Canto desde el sur
José Jacobo Storch de Gracia y Asensio
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Fig. 4. Detalle de los canales y cazoletas
Fig. 5. Croquis a mano alzada del conjunto de El Canto
Un posible santuario en la Celtiberia: El Canto (Buendía, Cuenca)
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Figs. 6 y 7. Detalles de los asientos y oquedades labradas en la roca
José Jacobo Storch de Gracia y Asensio
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Fig. 8. Vista general hacia el Este desde El Canto