Post on 01-Sep-2014
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BEATRIZ PRESENTACIONES – JUNIN (B) - ARGENTINA
ESPAÑA
TOLEDO
IGLESIA DE SANTO TOME
“EL ENTIERRO DEL CONDE DE ORGAZ”
La iglesia de Santo Tomé, ubicada en Toledo, España, data del siglo XII, aunque fue reconstruida en su totalidad a principios del siglo XIV por encargo del Señor de Orgaz, notario mayor de Castilla, y de aquella construcción sólo su torre mudéjar se conserva. Su espléndida torre es uno de los mejores ejemplos del arte mudéjar toledano. Tiene planta cuadrada en fábrica de ladrillo y mampostería encintada.
Parte posterior de la Iglesia
Lo que le ha otorgado a esta iglesia una fama mundial bien
merecida es que en su interior se encuentra el lienzo de
"El Entierro del Señor de Orgaz", de El Greco
El cuadro representa las dos dimensiones de la existencia
humana: abajo la muerte, arriba el cielo, la vida eterna. El Greco se lució plasmando
en el cuadro lo que constituye el horizonte
cristiano de la vida ante la muerte, iluminado por
Jesucristo
En la parte inferior, el centro lo ocupa el cadáver del señor, que va a ser depositado con toda veneración y respeto en su sepulcro. Para tan
solemne ocasión han bajado los santos del cielo: el obispo san Agustín, uno de los grandes padres de la iglesia, y el diácono San Esteban, primer
mártir de Cristo
San Esteban. Sujeta al Señor de Orgaz.
Es el primer mártir de la Iglesia.
Representado por un joven con dalmática diaconal en la
que lleva bordada la escena de su propio martirio ( el martirio
de San Esteban), haciendo contraste con las negras
vestiduras de los caballeros.
San Agustín. Sujeta al Señor de Orgaz a la derecha. Es uno de los Padres de la Iglesia. Ataviado, en este caso, con rico ropaje litúrgico de obispo bordada en oro, tocado con mitra, también bordada. La riqueza de su capa permite observar que el pintor ha retratado (de arriba abajo) a san Pablo, Santiago el Mayor y santa Catalina de Alejandría. Está demostrado que el rostro de San Agustín corresponde al del Cardenal Quiroga .
Cura con roquete. De espaldas hace caso omiso al propio
entierro, contemplando (sin duda) cómo el alma se introduce en el cielo. Tampoco es el sacerdote que celebra el entierro. Se cree
que fuese Pedro Ruiz Durón, ecónomo de la parroquia.
Cura que celebra el responso. Figura revestido como tal, con capa pluvial negra con dorados. En la capa se observa un retrato de santo Tomás con escuadra de carpintero, una calavera negra. Sin duda, debe representar a don Andrés Núñez de Madrid, el párroco de Santo Tomé quien encarga la
obra a El Greco.
El Señor de Orgaz. Gonzalo Ruiz de Toledo nació en esta ciudad a mediados del siglo XIII, fue señor de la villa de Orgaz, alcalde de Toledo y
notario mayor del rey don Sancho el Bravo. Está representado con su armadura de acero bruñido figura en el lugar central inferior del cuadro.
Va a ser depositado en el sepulcro. Su alma aparece en el cuadro como si fuera un suspiro que se introduce en el cielo por un canal de nubes. Cabe destacar las ricas cenefas pintadas sobre la armadura. Aquí el greco ha
prescindido de sobriedad
A este entierro, un personaje principal, el Greco mira de frente,
invitando a entrar en el misterio admirable que contemplan los ojos del
espectador.
El niño semiarrodillado en primer término a la izquierda, es Jorge Manuel, el hijo del Greco, cuando tenía 10 años. señalando con su
dedo al personaje central. Un pañuelo que sale de su ropa lo testifica, puesto que indica la fecha de su nacimiento.
La parte terrenal y celestial, perfectamente delimitadas por el Greco y entre las que se le ha ocurrido dejar un
“detalle” de unión entre los dos planos, el crucifijo que
preside el entierro.
Entre el cielo y la tierra, el lazo de unión es el alma
inmortal del señor de Orgaz, figurada como un feto que es llevado al cielo por manos de
un ángel, a través de una especie de vulva materna que le dará a luz a la vida eterna del cielo. La muerte aparece así como un parto, como un
alumbramiento a la luz eterna en la que viven los santos. Trance doloroso, pero lleno
de esperanza.
En la parte superior, el pintor describe el cielo, la vida feliz de los bienaventurados. Aparece Jesucristo glorioso, luminoso, vestido de blanco, entronizado como juez de vivos y muertos. Es el Señor de la vida y de la
historia de los hombres. A Él se le ha dado la capacidad de
juzgar a los hombres, y lo hace con misericordia, como lo
muestra su rostro sereno y su mano derecha que manda al
apóstol Pedro, jefe de su Iglesia, que abra las puertas del
cielo para el alma del conde difunto.
La madre de Jesucristo, la Virgen María, acoge
maternalmente el alma del señor que llega hasta el
cielo. En este alumbramiento a la vida eterna, Dios ha
confiado a María la tarea de madre. Ella es el rostro
materno de Dios.Los bienaventurados miran fascinados y adorantes a
Jesucristo el Señor.
El hombre cuando ha de traspasar el umbral de la muerte, no lo hace en solitario, sino que junto a él para ayudarle está Jesucristo, redentor del hombre, su Madre santísima, que es también nuestra madre, y todos los
santos del cielo.
Doménikos Theotokópoulos
( Candia 1541 - Toledo 1614) conocido como el Greco («el griego»), fue un
pintor del final del Renacimiento que desarrolló un estilo muy personal en sus
obras de madurez.
El Greco ha conseguido transmitir, en esta su obra maestra, un mensaje de esperanza, la esperanza que brota de la buena noticia de Jesucristo, señor de la vida y de la historia.
BEATRIZ PRESENTACIONES – JUNIN (B) - ARGENTINA
FIN