Post on 03-Feb-2020
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“Educar es depositar en cada hombre toda la obra humana
que le ha antecedido; es hacer a cada hombre resumen del
mundo viviente, hasta el día en que vive; es ponerlo a nivel
de su tiempo, para que flote sobre él y no dejarlo debajo de
su tiempo, con lo que no podrá salir a flote...”
José Martí (1)
¿Por qué y para qué la Educación Bioética?
Introducción
El proceso de globalización, bajo el predominio del modelo neoliberal, ha impuesto
condiciones especiales al inicio del nuevo milenio. La humanidad se enfrenta en estos
tiempos a nuevos desafíos que ponen en peligro la propia sobrevivencia humana. Los
problemas sociales y ambientales que afectan a nuestro planeta, se interconectan y se
acentúan. La distribución desigual de recursos, tecnologías y conocimientos, la pobreza,
el incremento de la violencia y del armamentismo son expresiones de la aplicación de
modelos de producción y consumo fundamentados en una eticidad neoliberal, que a su
vez, ha instaurado una cultura del desarrollo basada en el dominio del hombre sobre la
naturaleza, la explotación depredadora de los recursos naturales y el crecimiento
ilimitado del consumo. Sin embargo, el creciente consumo no ha significado una mejor
calidad de vida para todos. La abismal diferencia en la acumulación de las riquezas y los
conocimientos, que existe entre pobres y ricos, entre países desarrollados y países
subdesarrollados, se apoya en el dominio de la ciencia y la tecnología, aún más
concentradas que las riquezas.
Esta situación ha impuesto nuevos retos a la ética y a la educación. El crecimiento
moral de la humanidad está influenciado por diversos condicionamientos sociales,
dentro de los que tiene un rol fundamental la educación. El hombre nuevo al que se
aspira debe estar dotado de una concepción científica del mundo, sustentada en un
sistema de valores que le permita evaluar la realidad que le rodea y actuar
responsablemente en relación con la sociedad y la naturaleza. El riesgo de la extinción
de la vida, como resultado del desequilibrio natural, hace impostergable la tarea de la
Educación Bioética de las futuras generaciones, por lo que este trabajo se propone
como objetivos:
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1. Analizar los condicionamientos socio-históricos y culturales que hicieron posible el
surgimiento de la Bioética y generaron la necesidad de la Educación Bioética en el
mundo de hoy.
2. Valorar los posibles impactos que ha de tener la Educación Bioética en el proceso
de enseñanza-aprendizaje y su contribución a una educación desarrolladora de las
presentes y futuras generaciones, encargadas de las acciones sociales necesarias
para alcanzar la sostenibilidad del progreso de la humanidad y enfrentar
consecuentemente los problemas globales.
1. Necesidad de la Bioética en el mundo actual.
El contexto socioeconómico actual, ha impuesto condiciones desfavorables, en el
orden social, para la continuidad de una Revolución Científico-Técnica sin precedentes
en la historia de la humanidad. Mientras, la enorme capacidad cognoscitiva y
tecnológica desarrollada por el hombre ejerce una influencia cada vez más creciente
en la sociedad.
Se ha llamado la atención sobre el hecho de que la ciencia como actividad
humana, en particular las ciencias naturales, han cambiado, desde una posición
basada en la observación e interpretación de los fenómenos, hasta una intervención
activa en los procesos naturales, en la vida y el destino de las personas. Se han
producido espectaculares e impactantes avances que han dado origen al desarrollo de
las Biotecnologías y que, a su vez, han generado nuevos poderes sobre la naturaleza
y la vida. El desarrollo de la hoy llamada tecnociencia ha impactado en toda la
humanidad, desde lo económico y político hasta en la vida íntima de las personas, sus
elecciones, sus patrones de consumo, la reproducción humana, y en la determinación
de la extensión y de los límites de la vida.
Los estudios sobre las relaciones Ciencia–Tecnología–Sociedad + Innovación
(CTS+I) han establecido que la ciencia como actividad social se encuentra
estrechamente vinculada a las restantes formas de la actividad humana, y por lo tanto,
está permeada por la cultura, los valores, los intereses y las prioridades de los
diferentes actores sociales.
“La imagen de ciencia como una actividad de individuos aislados que
buscan afanosamente la verdad sin otros intereses que los cognitivos, a
veces transmitida por los libros de texto, no coincide para nada con la
realidad social de la ciencia contemporánea. En gran medida el desarrollo
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científico y tecnológico de este siglo ha sido impulsado por intereses
vinculados al afán de hegemonía mundial de las grandes potencias y a las
exigencias del desarrollo industrial y las pautas de consumo que se producen
y se difunden desde las sociedades que han marcado la avanzada en los
procesos de modernización.”(2)
Las fuertes interacciones entre ciencia, tecnología e intereses sociales,
determinan las metas de la ciencia y su impacto en la sociedad, (Núñez, 1999). Esto
se expresa en la actualidad por la manera en que el dominio capitalista ha establecido
su esencia utilitarista en todos los ámbitos sociales y particularmente en el desarrollo
de la ciencia y la tecnología y queda demostrado por la forma en que las
transnacionales dominan y hacen inaccesibles tecnologías (equipos, vacunas,
antibióticos de última generación, entre otros) que pudieran salvar, cada año, millones
de vidas. Quizás, el ejemplo más doloroso es el de los medicamentos contra el SIDA,
a los cuales no tienen acceso los millones de enfermos pobres.
Paradójicamente, aunque el progreso en la Ciencia y la Tecnología debería
suponer una mayor capacidad para ayudar a resolver los grandes problemas
humanos, en la práctica, al dotar al hombre de instrumentos totalmente nuevos, se
están produciendo impactos sobre el equilibrio natural y la vida, cuyas consecuencias
son impredecibles y ponen en riesgo de destrucción a la naturaleza y con ella a la
especie humana. Engels nos alertaba en el siglo XIX sobre este aspecto de las
relaciones del hombre con la naturaleza:
“Sin embargo, no nos dejemos llevar del entusiasmo ante nuestras
victorias sobre la naturaleza. Después de cada una de estas victorias, la
naturaleza toma su venganza. Bien es verdad que las primeras consecuencias
de estas victorias son las previstas por nosotros, pero en segundo y en tercer
lugar aparecen unas consecuencias muy distintas, imprevistas y que, a
menudo anulan las primeras...Así, a cada paso los hechos nos recuerdan que
nuestro dominio sobre la naturaleza no se parece en nada al dominio de un
conquistador sobre el pueblo conquistado, que no es el dominio de alguien
situado fuera de la naturaleza, sino que nosotros, por nuestra carne, nuestra
sangre y nuestro cerebro, pertenecemos a la naturaleza, nos encontramos en
su seno, y todo nuestro dominio sobre ella consiste en que, a diferencia de los
demás seres, somos capaces de conocer sus leyes y de aplicarlas
adecuadamente.” (3)
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Lamentablemente, estas palabras previsoras de Federico Engels han sido
muchas veces ignoradas en la práctica social, y un criterio en extremo antropocentrista
ha dominado en las relaciones del hombre con la naturaleza. La hegemonía
neoliberal acrecienta las diferencias en la distribución de los recursos, los
conocimientos y las tecnologías. Los hechos revelan que los ecosistemas naturales
son incapaces de sostener la carga de explotación actual y han puesto en duda que la
ciencia y la tecnología siempre traen consigo el progreso social. ¿Acaso existe el
derecho a consumir el futuro que deben heredar los hijos de las actuales
generaciones?
Esta realidad genera la necesidad de una profunda reflexión sobre la actividad
humana, y en particular sobre el impacto de la actividad científica y la tecnológica,
como procesos sociales devenidos en variables esenciales, aunque no las únicas,
para la sobrevivencia y desarrollo de la humanidad. Este proceso de cambio que hoy
exige la humanidad, deberá basarse en profundas transformaciones sociales que
impliquen la sustitución de una sociedad basada en relaciones de dominación y
enajenación de los hombres, por una donde se produzca el reencuentro del hombre
con su propia esencia y donde los valores surgidos en etapas anteriores se entrelacen
con los nuevos, desempeñando un papel trascendental en la convivencia humana y
ambiental. En medio de todos estos cambios sociales, se puede hablar de la
necesidad de una revolución del pensamiento ético, pilar fundamental de la formación
del sujeto histórico protagonista del cambio.
La ética, como sistema de conocimientos teóricos y filosóficos ha sido construida
a lo largo de la historia de la humanidad con el objetivo de proyectar, justificar y
reflexionar sobre la conducta moral humana en las diferentes circunstancias históricas
y sociales. El objeto de estudio de la ética son las leyes generales que regulan el
desarrollo de la moralidad de la sociedad, las características de la conducta moral de
los hombres y su conciencia moral. La moral como actividad, tanto material como
espiritual, es el objeto de estudio de la ética.
Desde el plano de lo axiológico, la civilización moderna se ha fundamentado en
una ética antropocentrista basada en las conquistas humanas sobre la naturaleza y
confinada a la valoración moral de las relaciones entre los hombres.
Las circunstancias histórico-sociales actuales han provocado el surgimiento de
nuevas contradicciones éticas, insolubles dentro de una concepción antropocentrista.
En ese contexto, surge la necesidad de la ética de ampliar el campo de la reflexión
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axiológica al de las relaciones del hombre con la naturaleza, ante la posibilidad de
provocar la destrucción del medio ambiente y con ella de la humanidad.
El surgimiento de la Bioética se enmarca dentro de este panorama que
caracteriza a la segunda mitad del siglo XX y los inicios del nuevo milenio. Se origina
como respuesta a la interrogación acerca de la influencia de la actividad humana, en el
futuro de toda la biosfera. Puede ser considerada, como una respuesta ética al
principal desafío que enfrenta la humanidad: el de la supervivencia de la especie
humana.
La Bioética, concebida como ética de la vida desde una posición humana de
responsabilidad con el futuro, ha proporcionado un espacio para el enriquecimiento
moral, para la búsqueda de la integración entre las ciencias biológicas y de estas con
el resto de las ciencias, con lo más avanzado de los valores de los hombres y con
toda la diversidad de la actividad humana.
Se discute mucho acerca del momento del origen de la Bioética. Algunos autores
señalan el período posterior a la II Guerra Mundial, cuando fue dictado el Código de
Nüremberg en 1947 como resultado del horror provocado por las prácticas fascistas en
seres humanos. Lo que no cabe lugar a dudas es que el término Bioética fue
planteado por primera vez por el bioquímico y oncólogo Van Rensselaer Potter en un
artículo titulado: “Bioethics, The Science of Survival”, publicado en 1970 en la revista
”Perspectives in Biology and Medicine”. Pero no fue hasta 1971, en que vio la luz su
libro “Bioethics: Bridge to the future”, cuando el término trascendió a la ciencia (Acosta,
2002). Esta obra fue dedicada por su autor a la memoria de Aldo Leopold, anticipador
de la extensión de la ética al campo de las relaciones del hombre con la naturaleza,
quien propuso la necesidad de la responsabilidad moral del hombre con la
preservación del medio ambiente y su propia sobrevivencia. Estas ideas fueron
heredadas y enriquecidas por Potter y contribuyeron a su concepción de “Bioética
global”, como consignara en su libro homónimo. El planteamiento fundacional
potteriano se basa en la necesidad de la reflexión ética de todos los miembros de la
sociedad, científicos y ciudadanos en dos sentidos, hacia el futuro y hacia la
naturaleza. Con posterioridad, Potter explica que el interés por el progreso humano y
el futuro de la vida en el planeta constituyen la esencia de la misión de su obra
fundadora cuando expresó:
“Lo que me interesaba en ese entonces (...) era el cuestionamiento del
progreso y hacia dónde estaban llevando a la cultura occidental todos los
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avances materialistas propios de la ciencia y las tecnologías. Expresé mis
ideas de lo que, de acuerdo con mi punto de vista, se transformó en la
misión de la bioética: un intento por responder a las preguntas que encara la
humanidad: ¿qué tipo de futuro tenemos por delante?, y ¿tenemos alguna
opción?” (4)
La interpretación posterior de la Bioética ha estado matizada por las
circunstancias histórico-sociales y por los actores que asumieron el término y lo
integraron a su quehacer. Así, además de la Bioética ambientalista potteriana,
planteada como ética de la supervivencia, se desarrolló una segunda corriente,
fundada por André Hellegers que la definió como Ética biomédica. Esta tendencia
reduce la reflexión bioética a los problemas relacionados con la salud humana en la
práctica médica y la actividad científica. Ha tenido eco en los Estados Unidos y en el
resto de los países industrializados del Norte en los que ha encontrado fundamentos
en teorías utilitaristas o neokantianas (Acosta, 1999).
Lo expresado anteriormente se manifiesta en la definición de Bioética que se
plantea en la Enciclopedia, publicada en 1978 por el Instituto Kennedy de Bioética de
la Universidad de Georgetown de Washington como: “...el estudio sistemático del
comportamiento humano, el área de las ciencias de la vida y el cuidado de la salud,
cuando tal comportamiento es examinado a la luz de los valores y principios morales.”
(5). Evidentemente este concepto presenta las limitaciones de una definición dentro del
campo de la Bioética biomédica, carente del enfoque ambientalista que asumió Potter.
En un análisis acerca del contenido de la Bioética, Nöelle Lenoir, fundadora del
Comité de Bioética de la UNESCO, hace énfasis en que el objeto de la Bioética es el
comportamiento humano con respecto a la naturaleza, comprendida la propia
naturaleza humana e insiste en que: “La bioética no es la ética de la biología, ni
significa lo mismo que deontología. No se interesa por las prácticas profesionales en
sí, sino en sus consecuencias para la sociedad. La idea central de la bioética es el
respeto de la vida humana,...” (6)
Una definición de Bioética que posee un sentido más holístico es la que nos
propone Miguel Kotow cuando plantea:
“Bioética es el conjunto de conceptos, argumentos y normas que
valoran y legitiman éticamente los actos humanos que, eventualmente,
tendrán efectos irreversibles sobre los fenómenos vitales. La bioética se
ocupa entonces de los actos humanos que alteran irreversiblemente los
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procesos también irreversibles de lo vivo con lo cual se hace patente que
son actos humanos que van al fundamento de lo vital, al tiempo que queda
claro que muchas actividades del ser humano caen bajo juicio bioético
porque sus efectos influyen profunda e irreversiblemente, de un modo real o
potencial, sobre los procesos vitales. La bioética es más vasta que la ética
médica, porque también se refiere a situaciones y consecuencias que
ocurren fuera del quehacer médico.” (7)
Potter escribe su libro “Bioética Global” editado en 1988, ante la necesidad de
resignificar el concepto de Bioética planteado por él en la década del 70. Acerca de
esto insiste en la necesidad de establecer un puente entre la Bioética médica y la
ambientalista y llama a considerar las consecuencias a largo plazo de las acciones
humanas y de convertir a la Bioética en una ciencia de la supervivencia. En este
sentido afirma:
“La bioética debiera ser vista como el nombre de una nueva disciplina
que cambiaría el conocimiento y la reflexión bioética como un enfoque
cibernético de la búsqueda continua de la sabiduría, lo que yo he definido
como el conocimiento de cómo usar el conocimiento para la supervivencia
humana y para mejorar la condición humana. En conclusión, les pido que
piensen en la bioética como una nueva ética científica que combina la
humildad, la responsabilidad y la competencia, que es interdisciplinaria e
intercultural, y que intensifica el sentido de la humanidad.” (8)
La Bioética responde a la necesidad del hombre de cuestionarse el conocimiento
como valor absoluto y de alertar sobre las consecuencias nocivas de la intervención de
la ciencia y la tecnología sobre la vida humana del presente y del futuro. En el sentido
holístico que plantea Potter, la Bioética debe ser considerada como un nuevo saber en
construcción, como una nueva disciplina en la que se produce la unidad entre el valor
y la cognición (Talía Fung, 2002)
Su carácter interdisciplinario se manifiesta en que la tarea de dilucidar las nuevas
contradicciones morales, provoca la necesidad de la integración del conocimiento
emanado de diferentes ciencias con la ética, como punto de partida del ser humano
para explicar su relación con los otros y con la naturaleza.
Considerando que, la ética como ciencia encargada del estudio de la moral,
contribuye a dilucidar la cuestión del desafío de las relaciones entre los sujetos, se
puede afirmar que la Bioética amplía el campo de esta reflexión a las relaciones con la
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naturaleza. En este sentido se asumen las ideas expuestas en el libro: “Bioética desde
una perspectiva cubana”, y se define a la Bioética como un redimensionamiento ético
de las relaciones del hombre consigo mismo, con la sociedad y con la naturaleza, cuyo
objeto es la salud humana y la vida en general (Pérez, M, 1997).
1.2 Necesidad y fundamentación de la Educación Bioética.
Numerosos bioeticistas han llamado la atención sobre la necesidad de que la
Bioética no sea solamente un saber en manos de expertos y especialistas. Las
pretensiones de una Bioética global y dirigida hacia el futuro, requieren que el debate
bioético rebase los muros académicos y propicie la participación de todos los
ciudadanos. De otra forma no se podrá pretender que la Bioética brinde respuestas
anticipadas y a largo plazo y constituya un verdadero puente hacia el futuro como
fueron las intenciones de su fundador.
En este sentido el Dr.José Ramón Acosta Sariego ha expresado: “La vía
fundamental para que una disciplina científica, como la bioética, pueda participar de
forma efectiva en tan complejo proceso es mediante la investigación, la aplicación de
sus resultados y su divulgación por los procesos educativos formales y no formales.” (9)
Este planteamiento conduce al análisis de la necesidad, desde la educación, de
integrar los contenidos de la Bioética, a partir de que el objetivo final de ambas,
Educación y Bioética, es el de preservar nuestro futuro común. Es por esto que se
plantea la necesidad de una Educación Bioética como parte de la formación de las
presentes y futuras generaciones encargadas de las acciones sociales necesarias
para alcanzar la sostenibilidad del desarrollo de la humanidad.
Se define, entonces, que Educación Bioética es el conjunto de acciones
educativas coherentes encaminadas al desarrollo de la actividad valorativa moral con
el objetivo de contribuir a la formación de los conocimientos, las actitudes y los
valores que participan en la regulación de las relaciones del hombre consigo mismo,
con la sociedad y con la naturaleza, en aquellas cuestiones relacionadas con la salud
humana y la vida en general.
La Educación Bioética es en primer lugar, una necesidad social para la
supervivencia de la humanidad, pero también constituye una exigencia de la
educación de las presentes y futuras generaciones. Poner al hombre “...a la altura de
su tiempo, para que flote sobre él...” (10), no significa solamente el acceso al
conocimiento científico y a las tecnologías más actuales, significa formar hombres y
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mujeres que dominen los frutos de la civilización científico-tecnológica, pero sobre
todo, que sean sujetos activos, reflexivos, responsables de sus acciones, creadores y
al mismo tiempo portadores de los más elevados valores y principios.
Si se considera que la educación es en esencia un proceso de formación y
transformación humanas, la comprensión de la actividad, como modo de existencia y
desarrollo de la realidad social, constituye un elemento esencial a tener en cuenta
cuando se trata de educar, ya que es imposible comprender las posibilidades humanas
y de su desarrollo social, sin una concepción que explique los aspectos fundamentales
que rigen la actuación del hombre.
Es indiscutible que la teoría marxista de la actividad humana no solo sienta las
bases para una comprensión de la formación de la conciencia moral y su educación,
sino que también tiene una importancia decisiva en el desarrollo de teorías
psicológicas que sirven de base para la estructuración de estrategias didácticas
desarrolladoras. Por esta razón, constituye el hilo conductor para sustentar, desde el
punto de vista teórico los fundamentos axiológicos, éticos, psicológicos, pedagógicos y
didácticos de la Educación Bioética.
A continuación, se realiza un análisis de los principales aspectos de la teoría de la
actividad humana, para después profundizar en los fundamentos axiológicos y éticos
que sirven de punto de partida para fundamentar una definición de Educación Bioética,
en el contexto de la educación moral.
Se asume que actividad humana “...es el modo de existencia del hombre, a
través del cual transforma de manera racional el mundo que le rodea, creando el
mundo social. Es la síntesis del proceso de idealización y objetivación, como resultado
de la interrelación sujeto-objeto y sujeto-sujeto” (11) Se puede considerar que la
actividad humana, como proceso de relación sujeto-objeto, consta de tres momentos
esenciales que se encuentran estrechamente relacionados, ellos son:
La actividad práctico-material (que es su núcleo).
La actividad cognoscitiva.
La actividad axiológica.
Y como resultado de la relación sujeto-sujeto expresa el momento de:
La actividad comunicativa.
Una característica esencial de la actividad humana es que los hombres realizan
sus actos en la propia convivencia social por lo que se hace imprescindible la
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comunicación humana, que consiste en el proceso de interacción sujeto-sujeto, en el
que ocurre un intercambio de actividad, información, experiencias, hábitos,
costumbres, conocimientos, habilidades, valoraciones, tradiciones y resultados de la
actividad, a través de diferentes tipos de señales y signos. Es de gran importancia
metodológica el conocimiento del lugar de la actividad comunicativa como relación
sujeto-sujeto, de acuerdo con los tres momentos que caracterizan la relación sujeto-
objeto, ya que permite la comprensión de los enfoques psicológicos, pedagógicos y
didácticos en relación con la comunicación como intercambio de actividad social entre
los hombres.
La actividad práctico-material designa la actividad a través de la cual el hombre
es capaz de materializar el proyecto ideal y con él lograr los fines propuestos: ”La
esencia de la práctica, revelada en la historia de la filosofía por el marxismo, consiste
en su naturaleza material-objetiva y su adecuación a fines,…” (12).
La práctica deviene acto de objetivación de fines e ideas en la realidad; es decir,
en la actividad laboral el hombre humaniza la naturaleza, creando objetos que
satisfacen sus necesidades y al mismo tiempo materializa sus propios proyectos
ideales engendrados por las necesidades prácticas de su ser esencial. Es un
movimiento dual y recíproco, que expresa el mismo devenir humano como proceso de
objetivación y subjetivación, de producción y reproducción de la vida social.
La actividad práctica, dado su carácter integrador es el núcleo estructurador del
sistema de actividades que media la relación sujeto-objeto, sujeto-sujeto. Luego los
aspectos cognoscitivos y valorativos son expresión de la propia práctica histórico-
social (Pupo, 1990).
La actividad gnoseológica es “…una forma esencial de la actividad espiritual del
hombre. Condicionada por la práctica, refleja la realidad y la reproduce en forma de
conocimiento que se expresa en principios, leyes, categorías, hipótesis, teorías...” (13)
El conocimiento mediatiza toda actividad humana, inclusive su fundamento sustancial:
la práctica. Es un proceso de aproximación constante del sujeto al objeto, lo que le
confiere carácter infinito y tiene como resultado la obtención de un modelo ideal de
este.
La actividad axiológica o valorativa “es una forma esencial de la actividad
espiritual del hombre, condicionada por la práctica. Refleja la realidad y la reproduce
en forma de valores, teniendo presente la significación de la realidad para la
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satisfacción de las necesidades humanas acordes a los intereses de cada clase o
grupo social y su correspondencia con las leyes objetivas del desarrollo social.” (14)
En el proceso de interacción con el mundo que le rodea, el hombre no solo lo
conoce, sino que también lo transforma, lo cual puede tener una significación tanto
positiva como negativa para el hombre y la sociedad. En este sentido, el Dr. Rigoberto
Pupo plantea: ”El conocimiento al margen de toda relación valorativa resulta estéril y
solo concebible en la abstracción.” (15) y no solo eso, la experiencia práctica actual ha
demostrado que puede ser muy riesgosa para el futuro de la humanidad, la dicotomía
entre conocimiento y valoración. De aquí se desprende la necesidad de profundizar en
este aspecto y de dejar definidos algunos conceptos indispensables.
La valoración es “el reflejo subjetivo en la conciencia del hombre de la
significación que para él poseen los objetos y fenómenos de la realidad.” (16) Por
medio de la valoración un sujeto individual o grupal emite juicios respecto a la
significación que tienen los diferentes conceptos, objetos o fenómenos de la realidad
para la actividad práctica. Es en el proceso de la conciencia humana donde tiene lugar
la unidad sobre la información acerca de los objetos de la realidad objetiva con una
determinada información acerca del estado de las necesidades del sujeto que valora.
De aquí que la valoración pueda ser verdadera o falsa, según los intereses de los
sujetos coincidan o no con los intereses del progreso de la sociedad y no de una parte
minoritaria de ella. Esto demuestra la estrecha relación que existe entre la valoración
y la actividad práctica, ya que es esta última la que determina el vínculo del objeto con
lo que necesita el hombre.
Toda valoración contiene conocimientos. Si el hombre no conoce, no puede
valorar. Sin embargo, no hay conocimientos sin valoración, pues el hombre posee
determinados sentimientos y valores que expresan determinados intereses y
necesidades y que condicionan el proceso del conocimiento de la realidad.
Se asume la definición de valor como “la significación socialmente positiva de los
objetos y fenómenos”. (17) Es la propiedad funcional del objeto o fenómeno que
depende de su capacidad o posibilidad de satisfacer determinadas necesidades
humanas y servir a la actividad práctica de los hombres. El valor se diferencia de la
valoración en que esta última depende de las necesidades, intereses, gustos, deseos
o inclinaciones del sujeto y por eso es predominantemente subjetiva.
Es de gran importancia la comprensión de que los valores orientan la actuación
de los hombres en sus diferentes contextos sociales y son una expresión ideológica de
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sus intereses. Por ejemplo: la actividad científica desarrollada por dos sujetos
diferentes, situados en condiciones socioculturales distintas, pueden tener la misma
interpretación lógica, epistemológica y metodológica, sin embargo, orientaciones
valorativas diversas dentro de esta, se traducen en objetivos diversos que alcanzan
resultados diferentes, lo cual es un elemento más, a tener en cuenta en un enfoque
educativo de los valores.
El estudio de los valores por la axiología, el conocimiento de sus funciones en la
sociedad, así como sus implicaciones en la educación, tienen gran importancia ya que
poseen una función práctico-reguladora y orientadora de la acción humana. “La
actividad valorativa parte de la práctica y transforma sus resultados en conocimientos
y proyectos valorativos que permiten regular y transformar la práctica social.” (18)
Mediante la actividad el hombre transforma materialmente no solo el medio que le
rodea, sino que se transforma a sí mismo. Necesita conocer para transformar, pero va
a conocer lo que tiene un significado para él. Por eso el hombre en su actividad
transforma materialmente en la misma medida en que conoce y valora en la misma
medida en que conozca mejor, solo así podrá realizar una valoración más objetiva y
una transformación más responsable.
Para una mejor comprensión de lo expuesto, se debe dejar claro qué se entiende
por valores morales y la relación de estos conceptos con la educación.
La axiología marxista al profundizar en el estudio de los valores se relaciona
estrechamente con la teoría de la educación moral, y viceversa, la teoría de la
educación moral se basa en la axiología marxista como fundamento metodológico y se
nutre de ella para el proceso de educación. Los valores que reflejan una relación moral
son los valores morales y tienen una importancia determinante como elementos
conformadores de la conciencia moral.
Se asume la definición de la Dra. Nancy Chacón cuando plantea que el valor
moral es: ”...la significación social positiva, buena, en contraposición al mal, de un
fenómeno (hecho, acto de conducta, actitud, cualidad), que con un carácter
valorativo-normativo, a nivel de la conciencia moral (principio, normas, costumbres,
representaciones morales, etc.), orientan la actitud y conducta del hombre, al progreso
moral, a la elevación del humanismo, y al perfeccionamiento humano.” (19)
Para la psicología y la pedagogía es muy importante la comprensión axiológica
de los valores morales en cuanto son elementos constitutivos de la conciencia humana
y como se ha planteado, su función esencial es la orientación de la actividad ya que
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actúan como objetivos, normas e ideales. Los valores se constituyen en objetivos de la
actividad humana cuando se interiorizan y encierran las propiedades del objeto y las
necesidades del sujeto en el fin a alcanzar, desde el punto de vista moral. Cuando los
valores se concretan en normas o exigencias morales y se convierten en instrumentos
para lograr algo, se puede decir que han asumido una función normativa y cuando
actúan como supraobjetivos, determinando un modelo ideal moral de aspiraciones a
alcanzar, entonces puede decirse que se han constituido como ideales (Chacón,
1988).
Los valores morales son la base de la configuración de la exigencia moral y divide
la existencia de los hombres en tres niveles de exigencia: el ser, el deber ser y el ideal
moral. El ser está determinado por los hábitos, costumbres y tradiciones practicadas
por todos en la realidad social, el deber ser está determinado por los objetivos y
normas que guían la conducta para transformar el ser existente y la realidad, mientras
que los ideales morales como modelos ideales a alcanzar, orientan la actividad
humana en un plazo más lejano y constituyen una fuente del desarrollo de
motivaciones morales (Chacón, 1988).
1.3 La Educación Bioética. Su impacto en el proceso de enseñanza-aprendizaje y
en la sociedad.
El conocimiento de los diferentes niveles de la exigencia moral tiene un valor
metodológico en la instrumentación de una estrategia didáctica de Educación Bioética,
ya que las contradicciones que se manifiestan entre ellos pueden constituir el centro
de la reflexión valorativa durante la presentación de problemas bioéticos, y de ello es
muy importante estar conscientes. La introducción de situaciones problémicas que
permitan encontrar y debatir las contradicciones entre el ser y el deber ser, en cuanto
a los diferentes contenidos de la Bioética, constituyen una vía para problematizar el
aprendizaje, de forma tal que propicien el desarrollo de la actividad valorativa moral de
los estudiantes y contribuyan a conformar los ideales que guíen la conducta moral de
los jóvenes.
Sin embargo, tradicionalmente el contenido de la enseñanza de las ciencias,
expresado en los programas de estudio, orientaciones metodológicas y en la práctica
escolar, hacen énfasis fundamentalmente en el desarrollo de la actividad cognoscitiva,
por lo que los profesores diseñan el proceso de enseñaza-aprendizaje sin tener en
cuenta la unidad entre actividad práctica, cognoscitiva y valorativa.
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La aplicación de este análisis es de gran importancia ya que conduce a la
comprensión de la necesidad de tener en cuenta en el proceso de enseñanza-
aprendizaje a la unidad dialéctica entre la actividad práctica, cognoscitiva, valorativa y
comunicativa y sus implicaciones en la educación moral. Por esta razón, es importante
considerar que la Educación Bioética está dirigida fundamentalmente al desarrollo de
la actividad valorativa moral, que contribuya a la formación de valores morales
encaminados a la regulación de las relaciones del hombre con la sociedad y la
naturaleza, por lo que abarca tanto el análisis de la relación sujeto-sujeto, como de la
relación sujeto-objeto.
Estos son elementos que se tienen en cuenta en la concepción de una Educación
Bioética desde una perspectiva desarrolladora, para que promueva una educación que
apunte a potenciar las capacidades de juicio y discernimiento, en lugar de una
educación que simplemente inculque o adoctrine a los estudiantes en las
convenciones morales de su grupo o sociedad. Para ello se debe ofrecer la
oportunidad de atender a los aspectos morales y bioéticos de las situaciones prácticas
de la vida, por lo que se debe hacer énfasis en la reflexión, el razonamiento, los juegos
de roles, la resolución de problemas y sobre todo en el desarrollo de la capacidad para
hacer elecciones autónomas, lo cual no significa que sean individualistas, sino todo lo
contrario, que impliquen la responsabilidad individual con la incidencia de su conducta
en la sociedad.
Si se considera que en la Educación General se construyen los cimientos del
desarrollo de los valores y actitudes relacionados con la salud humana y la vida en
general, se puede comprender la necesidad perentoria de introducir la Educación
Bioética en el nivel de enseñanza preuniversitaria, para lo cual se hacen urgentes las
tareas de definir sus objetivos, contenidos y diseñar una estrategia para su
introducción, así como preparar al personal docente para esta tarea.
Por ello, la impronta de la Educación Bioética no puede pensarse como una
asignatura dentro de un currículo, como ha sido realizada fundamentalmente mediante
la enseñanza de la Bioética, sino que debe estar inmersa en cada una de las
actividades educativas de la escuela, ya sean curriculares o extracurriculares y debe
constituir una dimensión de la educación general de los individuos y particularmente
de las actividades que se realicen en el proceso de enseñanza-aprendizaje de las
diferentes asignaturas. La introducción de la Educación Bioética constituye un
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imperativo de las transformaciones que se deben emprender en el proceso de
enseñanza-aprendizaje de las ciencias naturales.
Una estrategia de Educación Bioética no se puede basar en una transmisión
esquemática de valores, si no que tiene que partir de la aplicación de una alternativa
didáctica que permita establecer la relación que existe entre los conocimientos que se
enseñan y las posibilidades de desarrollo de la actividad valorativa por los estudiantes
sobre la base de su experiencia personal y de la práctica social. No se puede reducir a
enseñar valores a los jóvenes, sino que deben aprender a valorar por sí mismos. Se
trata de desarrollar en los estudiantes su capacidad para la elaboración de juicios, para
debatir los diferentes puntos de vista y para actuar responsablemente ante situaciones
problemáticas, ofreciéndole las herramientas para que sean capaces de tomar
decisiones coherentes, autónomas y responsables. Se trata también de que el
estudiante adquiera la capacidad y la habilidad de no quedarse únicamente a nivel de
razonamientos y opiniones sino que realice lo que piensa, que lleve a la práctica sus
decisiones a través de la propia actividad, sobre la base de la estructuración y
reestructuración constante de un sistema de valores reguladores de su conducta.
Se conoce que el contenido del proceso de enseñanza-aprendizaje es la parte de
la cultura seleccionada con sentido pedagógico, para la formación integral del
educando. No solo se refiere a los conocimientos científicos, conceptos, teorías,
tecnologías, habilidades, sino que incluye también, los modos de actuación aceptados y
considerados como correctos por la sociedad en relación con el impacto de los saberes
científicos. De ahí la importancia de incorporar los contenidos de la Bioética, si tenemos
en cuenta que ella integra el mundo del saber científico y los valores morales.
Entre los contenidos de la Bioética abordables en la enseñanza preuniversitara,
proponemos los siguientes:
1. Ética ambientalista.
Problemas globales, regionales y locales del medio ambiente.
Desarrollo sustentable.
Globalización neoliberal vs. medio ambiente.
Biodiversidad e introducción de organismos genéticamente
modificados.
Legislación en la protección del medio ambiente.
Salud y medio ambiente.
16
2. La interacción entre los factores biológicos y los ambientales en la
determinación de las características de los seres vivos, entre ellos,
particularmente las de la especie humana.
La persona humana como resultado de la interacción de los factores
biológicos, psíquicos y sociales.
El reduccionismo genético y el enfoque biologicista.
La discriminación por razones genéticas. Crítica al racismo y a la
eugenesia.
El reconocimiento de la diversidad humana y la actitud ante las
discapacidades.
3. La calidad de vida y la salud.
Calidad de vida.
La responsabilidad individual y social con la salud humana. El
desarrollo de estilos de vida saludable. Crítica hacia actitudes
consumistas.
Conducta sexual responsable.
Actitud ante los enfermos de SIDA y ante la enfermedad.
Aborto.
Los problemas relacionados con la justicia y la accesibilidad a los
servicios de salud.
Salud, calidad de vida y medio ambiente.
4. El impacto del desarrollo de nuevas tecnologías.
Las técnicas de reproducción asistida: la inseminación artificial, la
fertilización in vitro, los bancos de gametos y embriones.
El diagnóstico prenatal y el asesoramiento genético.
Las técnicas de contracepción.
El Proyecto Genoma Humano.
La terapia génica tanto somática como germinal.
Organismos modificados genéticamente. Clonación y transgénesis.
Transplantes y xenotransplantes.
5. La responsabilidad del científico en la dirección de la investigación.
Experimentos en humanos en las investigaciones biomédicas:
investigación realizada por Carlos J. Finlay, ensayos clínicos para el
desarrollo de vacunas u otros medicamentos en Cuba.
17
Ejemplos de ensayos clínicos que no respetaron principios éticos.
Normas nacionales e internacionales para las investigaciones
biomédicas.
Ética de los experimentos en animales.
Comités de ética de la investigación.
Código de ética de los trabajadores de la ciencia en Cuba.
Se puede asegurar que la introducción de la Educación Bioética, además de
constituir un imperativo social que nos imponen las circunstancias actuales del
desarrollo, puede contribuir al mejoramiento de la calidad del proceso de enseñanza-
aprendizaje en general y en particular de la Biología, si se concibe a partir de una
estrategia basada en una concepción integradora de la didáctica que favorezca el
desarrollo de un proceso de enseñanza–aprendizaje desarrollador. La Educación
Bioética puede contribuir a una educación desarrolladora, que no solo enseñe a
pensar, sino también a hacer y a ser, a partir de la implementación de una alternativa
didáctica, basada en un enfoque desarrollador, que trascienda los fundamentos de una
educación tradicionalista y que promueva la formación de una personalidad integral,
que con sus valores, condicione una conducta que impacte positivamente en el
desarrollo de la sociedad y su relación con la naturaleza.
La Educación Bioética en estos momentos históricos, tiene también un valor
estratégico y puede constituir una contribución del proceso de enseñanza–aprendizaje a
la batalla moral por la justicia social, la paz y la solidaridad entre los hombres y los
pueblos. Asimismo, puede asumir un papel progresista, si desde una perspectiva
cubana y latinoamericana, contribuye a la educación de los jóvenes, en cuyas manos
está el futuro de los pueblos y de la naturaleza, en la necesidad de asumir un papel
activo en la crítica al modelo moral neoliberal, promulgador de una ética del tener
desgastante del medio ambiente y basado en un esquema económico sustentado en
relaciones humanas injustas.
Conclusiones necesarias
Los años correspondientes a la segunda mitad del siglo XX e inicios del XXI, han
estado marcados por la RCT, gestada en medio de un sistema social capitalista
globalizado, en profunda crisis. La ciencia y la tecnología como procesos sociales,
18
han devenido en variables esenciales, impactando en este contexto social de forma
negativa el medio ambiente, natural y social y poniendo en peligro su existencia. Estas
condiciones han planteado nuevas problemáticas a la actividad humana y han hecho
posible el surgimiento de la necesidad de la Bioética, como ciencia integradora, para
dar respuestas a los complejos problemas que tiene que enfrentar hoy la humanidad.
La complejidad de los problemas del mundo de hoy, el papel que en los mismos
juegan las fuerzas reaccionarias del capitalismo neoliberal globalizador y el uso
indiscriminado de la ciencia y la tecnología, hacen que el enfrentamiento a los mismos
solo sea posible con un conocimiento holístico y mucho más profundo, sustentado en
consecuentes valores humanos y socializados lo más posible en todos los pueblos.
Ello plantea la necesidad objetiva de desarrollar y promover la Educación Bioética
desde el proceso de enseñanza-aprendizaje, para librar la batalla por la salvación de
la vida y de nuestro planeta.
19
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10. Ibídem 1
11. Miranda, H. La actividad humana y la comprensión materialista-dialéctica del
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14. Ibídem 11. p.4.
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17. Fabelo, José R. Los valores y sus desafíos actuales. La Habana, Cuba: Editorial
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20
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